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CARLOS DÍAZ VALERO y JOSÉ DÍAZ PLAZA
£1 triunfo del Amor
Música de Alvira y F. Pacheco H Copyright, by Díaz Valero y Díaz Plaza, 1913
Digitized by the Internet Archive
in 2012 with funding from
University of North Carolina at Chapel Hill
http://archive.org/details/eltriunfodelamor1419alvi
EL TRIUNFO DEL AMOR
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Queda hecho el depósito que marca la ley.
EL TRIUNFO DEL AMOR
SAÍNETE
EN UN ACTO, DIVIDIDO EN CUATRO CUADBOS, EN PROSA
original de
Carlos Díaz valero y mi Díaz plaza
música de los maestros
JOSÉ M.a ALVIRA y JOSÉ F. PACHECO
Estrenado con extraordinario éxito en el TEATRO DE NOVEDADES de Ma
drid, el 20 de Mayo de 1913
*-
MADRID
S, VELASOO, ÍMPBB80B, MAB'JCáS DB 8AHTA ABA, 11 D5JP."
Teléfono .-número 651
19(3
Al notable primer actor Y director
D. Gtníortio García Sbáñez.
Dedican esta obra,
L^auoJ Jjíat l/aieió.
2ód¿ Jjíat *.Jia6a.
602618
REPARTO
PERSONAJES
GLORIA
Sea.
Seta
Sea.
Seta
Se.
camar
bailen
ACTORES
FüEBTES.
PAZ
, Otebo.
SEÑORA POLONIA i
UNA CAÑAMONERA í
MADi ME DÜBOIS
MAD^MOISELLE GAILLARD...
SOLEDAD
Senba.
. Quinos.
Alvaekz.
Alba.
POVEDANO.
PLANCHADORA 1.a
Opellón.
Catalán.
CIRILO .
Gabcía Ibáñez.
RAFAEL
PUIGGBÓS.
UN BORRACHO
ROMEEO.
Lloeens.
EL CONSERJE DEL COLEGIO.
AZNAEES.
Gayo.
Alabes.
Alyabez.
VENDEDOR 1 °
Vega.
ÍDEM 2.o
Toha.
v en u o. . •••••• • • /No hablan.)
UN CAMARERO.. 1 v ;
Cuatro bailarinas, planchadoras,
criados, señoras y ca
eros, heraldos,
18
La acción en Madrid los dos primeros cuadros y en Parí&
los dos últimos
Por derecha é izquierda, las del actor
'J.ILJL^'T-MU'LlljOLlLJLILItJLIlJ^^^
ACTO ÚNICO
CUADRO PRIMERO
Decoración de calle. A la derecha y último término, bastidor figu-
rando una casa con puerta practicable y portería á la vista. Bal-
cón en el piso principal con un cartelón que diga: «Corredora de
alhajas.» A la izquierda, en último término, otro bastidor de casa,
en cuya planta baja habrá una pastelería con un rótulo de "Paste-
lería moderna», y puerta practicable. En el centro, ó sea al fon-
do, pue ta practicable y sobre ella un letrero que diga: «Tren de
planchado.» Bastidores de calle á derecha é izquierda primeros tér-
minos. Al levantarse el telóu aparece Cirilo á la puerta de su
casa (fondo) y algo á un lado, sentado en una silla baja, con un
soplillo de esparto soplando en un anafre de planchadora, en el
que habrá colocados en dos filas varias planchas. Se ha de ver
desde el público el taller de plancha, en el que habrá algunas
planchadoras (coristas) planchando ropa blanca. Soledad en el
balcón.
ESCENA PRIMERA
CIRILO y CORO
Música
Cir. No está la maestra,
que fué por carbón;
venid y prestadme
algo de atención.
Plan. 1.» ¿Qué quiere usté?
¿Qué quiere usté?
Pero hable y no nos toque.
Cir. No os tocare.
Hace mucho tiempo, chicas,
que estoy en observación
y he notado muchas cosas
que han llamado mi atención.
Yo quiero saber, muchachas,
qué pasa en la vecindad.
Porque me pica la picara,
picara curiosidad.
Coro Pues sepa usté,
pues sepa usté,
pero oiga y no nos toque.
Cir. JSIo os tocaré.
Coro Dicen que vive en la casa,
en el cuarto principal
una señora que tiene
de alhajas un capital.
Dicen que compra y que vende,
pero vaya usté á saber,
porque algunas corredoras
corren mucho más que el tren.
Que suben, que bajan,
que mandan cafés.
Que traen grandes cenas,
que almuerzan bistés.
Que hay coches con gomas
y autos con bocina
que apestan la calle
con la gasolina,
y vienen señores
de mucho postín,
y que corren juergas
que no tienen fin.
CIRILO.— Sr. García Ibanez
— 11 —
Cir. [ Es preciso que sepamos
Coro | qué pasa en la vecindad,
porque nos pica la picara.
picara curiosidad.
Cir. ¡Que viene la maestral
Coro Pues vamos á planchar.
Hay que saber qué ocurre.
Tenemos que observar.
Todos ¡A trabajar!
(Vanse las planchadoras por la tienda de planchado.}»
ESCENA II
CIRILO; después PAZ, que viene por primera derecha
Hablado
Paz (Entrando ) ¿Qué haces ahí?
Cir. Pues mira, soplando.
Paz Ya habrás estado con las chicas pasando eí
rato.
Cir. ¿Yo? Ahí dentro están las pobrecitas traba-
jando sin levantar cabeza.
Paz Bueno, bueno.
Cir. No te enfades. Si te quiero más que á las
niñas de mis ojos.
Paz ¡Zalamero!
Cir. Dame un abrazo.
Paz No tengo ganas de bromas. Hasta luego, (se-
entra en la tienda.)
i
ESCENA III
CIRILO; después SOLEDAD, por si balcón, y PLANCHADORA l.ar
por la puerta de la tienda
Cir. (soplando.) ¡Demóstenes con la lumbrecita!
¡Y luego dirá mi mujer que salgo aquí por
pasar el rato!
Sol. (Por el balcón.) ¡Cirilo!
Cir. ¿Qué quiere usted?
Sol. Di á Paz que si están las enaguas plancha-
das y el cubrecorsé, que corren prisa.
Cir. Bueno, se lo diré.
— 12 —
Sol. Adiós. (Se entra.)
C¡r. Vaya USted Con Dios. (Soplando con fuerza.)
Plan. 1.a (saliendo por la tienda.) Maestro; que si hay al-
guna caliente...
C¡r. Quizá, quizá. (Viendo que la muchacha coge una
plancha de las de abajo.) Por ahí no, hija. Están
más calientes las de arriba, (ai mismo tiempo
dirige una mirada al piso principal.)
Plan. 1.a Bueno, dejaré esta otra fría....
Cir. Dile á la maestra que las señoritas del prin-
cipal necesitan el cubrecorsé y las enaguas.
Plan. 1.a Vaya unas horitas.
Cir. Escucha; ¿á ti no te llama la atención?
Plan. 1.a Ya lo creo.
Cir. Porque para saber cosas interiores, nos-
otros los que planchamos...
Plan. 1.a Verdá.
Cir. Díme qué ropa interior gastas y te diré
quién eres...
Plan. 1.a Y que es la efetiva.
€ir. Y éstas, ¿qué?
Plan. 1.a Vaya usted á saber; pero lo que es la ropa..
Cir. Y el cubrecorsé es de abrigo.
Plan. 1.a Un metro veinticinco centímetros...
Cir. Por lo ancho.
■Plan. 1.a Esta (por la plancha.) ya se me ha enfriado.
Cir. Pues toma la de abajo, que está en su punto,
y no te se vaya á enfriar de nuevo.
Plan. 1.a Es usté muy guasón.
Cir. Y tú muy hermosa. (Va á abrazarla.)
Plan. 1.a (poniendo la plancha.) Que le caliento.
€ir. ¿Más?
(Vase la Planchadora por la tienda.)
ESCENA IV
CIRILO; la SEÑORA POLONIA quitando el llamador de la puerta
de la derecha
Pol. Buenas noches, Cirilo.
Cir. Muy buenas, seña Polonia. ¿Va usted á qui-
tar el timbre?
Pol. Si, vamos á descansar, que ya es hora.*
Cir. Dichosa usted. Nosotros velamos. Oiga us-
ted, ¿qué pasa con la corredora de alhajas?
— 13 —
Pol. No sé nada.
Cir. Usted no sabe lo que no quiere.
Pol. Yo sé que es corredora de alhajas.
Cir. ¿Ha dicho usted... de alhajas?
Pol. Sí.
Cir. Con dientes. Y usted sabe quién es el den-
tista.
Pol. ¿Pero es que la has tomao conmigo?
Cir. ¿Yo?
Pol. Bueno: se acabó la conversación. No quiero
que nOS igualen. (Vase por la derecha.)
ESCENA V
CIRILO; después RAFAEL por primera izquierda
Cir. Habráse visto la sota de bastos en puerta..-
Raf. ¿Qué es eso, Cirilo?
Cir. Caramba, Rafael; ¿tú por aquí?
Raf. Necesito hablar contigo.
Cir. Por tí dejo yo el soplillo y el estableci-
miento.
Raf. ¿Eres un buen amigo?
Cir. Ya sabes que nuestra amistad data desde la
infancia.
Raf. Bueno... yo estoy perdidamente enamorado.
Cir. Es una desgracia...
Raf. Y muy grande, porque mi padre se opone á
que me case con Gloria.
Cir. El sabrá por qué.
Raf. Tenemos un hijo. Yo he hecho lo que hace
un hombre honrado: le he reconocido.
Cir. Bien hecho.
Raf. Pero voy creyendo que mi padre tiene razón.
Dudo de Gloria. Me han dicho que frecuen-
ta esa casa, y en esa casa ..
Cir. Hay de todo.
Raf. Y que viene á ver á una corredora de
alhajas.
Cir. |Ay!
Raf. ¿Sospechas tú también?
Cir. Te diré. Como afirmar, yo no afirmo nada,
pero...
Raf. Es bastante. Yo vengo á cerciorarme,.. Y
~ 14 -
además, no quiero que se trate con esa
mujer, ni con su prima...
Cir. Bueno, pues te metes en casa Yo estaré al
cuidado. Pero dame las señas.
Raf. Rubia, buenos ojos, esbelta... (Aquí se dan las
señas de la artista que haya de desempeñar el perso-
naje de Gloria.)
•Cir. Basta. Entra en casa, y cuando venga te
avisaré. Pero llamaré á mi mujer para que
OS Conozcáis. Paz. (Asomándose á la puerta de su
casa.) Sal un momento.
Paz (Dentro.) Voy.
Raf. Se molestará porque...
Cir. Mi mujer no tiene más gusto que compla-
cer á su marido. Está de non. Es más infe-
liz que una esponja.
ESCENA VI
DICHOS y PAZ que sale por la tienda de plancha
faz ¿Qué quieres?
Cir. Tengo el gusto de presentarte á mi amigo
Rafael Acero.
Paz Pues aquí tiene usted una servidora.
Raf. Gracias.
Cir. El señor necesita esconderse en casa. Cuan-
do yo llame, que salga en seguida.
Paz Usted manda.
-Cir. Adentro... y sal en seguida, (a Paz.) que te-
nemos que hablar.
PaZ Al momento... Pase USted. (Entran Rafael y Paz
en la tienda.)
ESCENA VII
CIRILO, á poco PAZ por donde entró
€ir. ¡Valiente lío! Y cuando la mujer viene á ver
á la corredora... ¡Tufa, tufa! Y tiene un chi-
co... y reconocido... ¡En qué berengenales se
meten estos señoritos!
— 15 -
Paz (saliendo.) Ya estoy aquí... ¡Ah! Y el hornillo
puede meterse dentro, porque la lumbre no
da tufo y así se gastará menos carbón.
Cir. ¡Qué mujer tengo!
Paz Jesusa. . Paquita. . (salen dos planchadoras.) Lle-
varse esto dentro.
Plan. 1 .a Está bien. (Las dos planchadoras recogen el hornillo
y la silla y lo meten dentro.)
Paz ¿Qué cuestión has tenido con la portera?
Cir. Nada, cuatro palabras vulgares.
Paz No hagas caso... es una envidiosa.
ESCENA VIH
DICHOS y SEÑORA POLONIA que ha estado acechando durante la
escena anterior en la puerta del portal de su casa
Pul. ¿Envidiosa yo? (Saliendo.)
Paz ¿Me ha oído usted? Pues lo siento, porque
no he querido ofender.
Pol. ¡Miá la inclusera!...
Cir. Oiga usté, so...
Paz No hagas caso. Y á mucha honra, señora.
Así me ha querido mi marido y así somos
felices.
Cir. Bueno. Contesta tú que tienes más labia.
Paz !No me injurie usled, porque si soy fruto del.
vicio ó de la casualidad, yo no tengo la
culpa.
Pol. Es que...
Paz Si usted ha tenido el calor de una madre,
no debe ofender á las madres ajenas; que
bastante desgracia tenemos las que somos
hijas del placer. Si me tiró al arroyo, yo la
disculpo. Pero ni usted ni yo debemos juz-
garla: usted, puesto que ignora por qué lo
hizo, yo .. ¡por ser su hija!
Pol. Tiene usted razón.
Paz Y piense usted en que todos venimos al
mundo por ley del amor. Ame usted á sus
semejantes y no diga de este agua no bebe-
ré, porque todo.* estamos en el mundo...
Cir. Y todos tenemos nuestros tropiezos.
Paz Y á lo mejor resbala uno...
Cir. Y se hace un chichón... en cualquier parte.
16
Pol. Conque, ¿me perdona usted?
Paz Dios nos manda perdonar.
Cir. ¿Ve usted cómo todo el mundo me tiene en-
vidia?
Pol. Con una mujer así, ya lo creo.
Cir. Y eso por la parte sensible, que es la cuerda
de esta, pero por el otro lado, el que, como
yo, se casa con una inclusera, no sabe la
ganga que tiene.
PaZ (Muy cariñosa.) Cirilo. .
Cir. Aunque sea un dicho vulgar, como esta no
tiene familia, pues no tengo con quién rega-
ñar... ¿Que hay suegras buenas? Puede que
puede. Pero ¿y si me toca una de caballería,
que las hay?
Pol. Verdá.
Cir. ¿Y á qué podía yo aspirar? A una mujer
honrada, pero de padres pobres, que llegan-
do á la vejez no podrían trabajar.. ¡Y á mi
costa! Pero me casé con esta... y no tendrá
madre conocida, pero las señoras de la Jun-
ta la protejen; en fin, que me llevé con ella
el premio gordo y además (Abrazándola.) las
aproximaciones.
Paz ¡Cirilo!
Cir. ¡Inclusera! (con mucho cariño.) ¿Ve usted? La
llamo inclusera... y me abraza, (se abrazan.)
Pol. Tiene usted razón... No se puede ofender á
nadie...
Paz Señora Polonia: no se vaya usted con pena;
también hay un abrazo para usted.
Pol. Sí, ¡hija de mi alma! (Vase llorando por la dere-
cha y cierra la puerta.)
Paz Me ha llamado hija; ¿dónde estará la pobre
que pueda llamármelo? (vase sollozando por la
puerta de la tienda.)
ESCENA IX
CIRILO
Bueno... Pues si seguimos así, voy á llorar
yo también... ¿Y quién será esa Gloria? La
seña Polonia ha cerrado ya la puerta de la
calle, de manera que para entrar tiene que
PAZ.-Srta. Otero
— 17 —
llamar al sereno. Me pondré á la puerta de
la pastelería, que es mejor garita para hacer
Centinela. (Se acerca á la puerta de la pastelería.)
ESCENA X
CIRILO, un SERENO por primera izquierda
Ser. Buenas noches, maestro.
Cir. Hola, Argos municipal... y del comercio.
Ser. Chirigotas, no.
Cir. ¿Ves lo que tiene el carecer de ilustración?
Argos es una figura retórica que significa vi-
gilar, porque Argos era un Rey moro que te-
nía seis ojos como el pueate de Triana.
Ser. Lo que sabe usted.
Cir. ¿Quieres tomar una copa?
Ser. Hombre por no despreciar...
Cir. Pasa y tómala por mi cuenta. (Desde la puerta.)
Lo que consuma el sereno apúntamelo á mí.
Ser. (Entrando.) Gracias.
Cir. Para mí que es ella. El sereno se entretiene
y yo la hablo.
ESCENA XI
CIRILO y GLORIA, que viste muy bien. Entra por la primera iz-
quierda mirando con precaución á todas paites y se dirije al portal,
pero Cirilo la sale al encuentro
Cir. Perdone usted, señorita, pero no se la ha po-
dido mandar la ropa.
Glor. ¿Qué dice usted?
Cir, ¡Ay! usted dispense. Creí que era una pa-
rroquiana... porque yo soy, para servir á us
ted, el dueño de ese establecimiento.
Glor. Me alegro... Pero déjeme usted el paso.
Cir. No puede ser, cielo; digo, Gloria.
Glor. (Contrariada al ver que la han conocido.) Usted
está equivocado.
Cir. No señora (Cogiéndola de una mano y llevándola
á un extremo y hablándola en voz baja.) Estoy en-
terado de todo.
Glor. ¿Eh?
- 18 -
Cir. Rafael es amigo mío y usted no entra en
esa casa.
Glor. (Resuelta.) ¡Pues yo entro!
Cir. Me da el corazón que no.
Glor. 1.a corredora de alhajas será lo que usted
quiera...
"Cir. Entonces...
Glor. Pero voy á cumplir un deber de gratitud.
Mi prima Nieves es hija de ía mujer que me
recogió cuando mis padies murieron y yo
debo asistirla, esté donde esté.
Cir. Pues si tanto la quieie, llévesela á su casa.
Glor. Su enfermedad no lo permite, ni su modo
de vivir tampoco.
Cir. Pues habérselo dicho á Racael.
Glor. El se ha opuesto á que venga y yo se lo
oculto.
Cir.' Mal hecho.
Glor. Yo soy honrada, quiero á Rafael y no le fal-
to, ni le faltaré.
Cir. Pero las apariencias...
Glor. Basta; primero es mi deber y suceda lo que
Dios quiera.
Cir. Muy bien.
Glor. Sereno...
Cir. El sereno está ahí dentro. (Gloria se acerca á la
pastelería y mientras tanto Cirilo se acerca á su casa y
dice:) ¡Rafael! ..
ESCENA XII
CIRILO, GLORIA y RAFAEL, este por la puerta de la tienda, des-
pues SERENO y PAZ
Glor. ¡Sereno!
Ser. (saliendo de la pastelería.) Va... (Al ver á Gloria, muy
ceremonioso.) ¡Ay, señorita, usted dispense.
¿La he entretenido?
Glor. Abra usted.
Ser. Con mucho gUSto. (Sereno y Gloria van hacia la
puerta de la deiecha pero se les interpone Rafael.)
Raf. ¿Dónde vas?
Glor. (Señalando la casa.) ¡Allí!
Raf. ¡Sin mi permiso, no!
Glor. Con él v sin él, entraré.
— 19 —
Raf. No seas terca. Hasta ahora te he considerado
como una mujer honrada...
Olor. Y lo soy.
Raf. Pues por tu nombre te pido que te vuelvas
á casa.
Glor. Sube conmigo.
Cir. Sube, Rafael.
Paz Suba usted.
Raf. ¿También ustedes?
Glor. La pobre Nieves está muy enferma. Yo debo
velarla. Se lo juré á su madre.
Raf. Por última vez. ¿Te vuelves á casa?
Glor. ¡Por Dios, Rafael! Mira que no te falto: sube
conmigo.
Cir. Yo subiré si no.
PaZ (Cogiendo á su marido.) No, tú, no.
Cir. Era un sacrificio á la amistad.
Raf. Decídete.
Glor. ¡Sereno, abra usted!
Raf. Terminamos para siempre.
Glor. Tú lo quieres. (EL Sereno abre la puerta.)
Raf. No: tú. (suplicando.) ¡Por favor, Gloria!
Glor. Me ofende el que dudes de mí.
Raf. Pues hemos terminado...
Glor. ¡Para siempre!
Raf. ¡Infame! (Va á cogerla por el cuello.)
Cir. Déjala.
Paz Violencias no.
Raf. Es verdad... una mujer así, no merece que
un hombre se pierda por ella. Haz tu gusto.
Glor. ¡Mi deber! (Duda un momento pero al fin entra.)
Raf. ¡Por fin!... ¡Qué desgraciado soy! ¡En ella te-
nía puesto todo mi cariño!
Paz ¡Y aun dicen que los hombres no quieren!
(Cirilo y Paz cogen á Rafael que lleno de pena y mi-
rando con rabia y dolor la casa donde entra Gloria va
con aquellos para entrar en la tienda de plancha. An-
tes de terminar la escena, han salido de la tienda las
planchadoras y de la pastelería algunos parroquianos
que comentan los sucesos. Telón 'lento.)
MUTACIÓN
— 2) —
CUADRO SEGUNDO
Telón corto. Representa la vista exterior de la Inclusa de Madrid. Al
foro en primer término derecha, un torno; sobre él un letrero que
dice: «Abandonado por mis padres la caridad me recoge». Un poco
más á la izquierda, una puerta grande, no practicable, que figura
ser la entradt de la iglesia. Cerca del bastidor del fondo de la iz-
quierda, un farol que iluminará la escena.
ESCENA PRIMERA
Al levantarse el telón, cruzará la escena VENDEDOR 1.° de izquierda
a derecha y á poco "VENDEDOR 2.° de derecha á izquierda. El pri-
mero llevará una cesta al brazo. El segundo un capacho largo de
esparto, forrado de arpillera y un farol en la mano. También pue-
den dar las voces dentro, sin salir á escena
Vend. 1.° ¡Patatas asas calientes! ¡Chuletas de huerta!
(\7ase,)
Vend 2.° Cacahuets... calentetes, toarraetes... ¡Aut! ¡El
alcagüesero! Cacahuets... torraetes... calente-
tes... ^Vase.)
ESCENA II
Uu BORRACHO y GUARDIAS 1.° y 2.° El Borracho estará desde el
principio del cuadro, tendido en el suelo junto á la fachada de la
Inclusa
(Dándole con el pie al Borracho.) ¡Eh, amigo!
¿Quién?
La autoridad.
(Haciendo por levantarse.) ¿Y qué quiere la au-
toridad?
Que se levante inmediatamente. (Ayudándole.)
Estoy en mi casa.
Vamos, fuera de ahí.
¿Traen ustedes mandamiento judicial para
echarme de mi domicilio?
Guar. I.o Arriba.
Guar. 1
0
Bor.
Guar. 1,
o
Bor.
Guar. 1.
p
Bor.
Guar. 2.
0
Bor.
— 2. —
BOP. (Levantándose ayudado por los Guardias.) Ya estoy.
¿Qué pasa?
Guar. 1.° ¿Quién es usted?
BOI*. ¿No lo ve USted? (Porque se le cae la capa.) ¡Men-
dizábal!
Guar. I.o Pues ande pa alante.
Bor. ¿A dónde me van á llevar?
Guar. 1 .o A la Plaza del Progreso donde está su pedes-
tal.
Guar. 2.° Vamos allá.
Bor. Guardias... señores guardias...
Guar. 1.° ¿Qué?
Bor. Amoniaco no, amoniaco no.
(Vanse los Guardias por la derecha llevándose al Bo-
rracho.)
ESCENA III
PAZ; CIRILO, que salen por la derecha. El va embozado en su capa
ó llevará una pelliza y ella va con mantón
Cir. Me parece muy temprano.
Paz No me gusta hacerme esperar, (se queda miran-
do la casa.) ¡Qué pena y qué alegría me da el
ver esta santa casa!
Cir. Abandonada por tus padres, la caridad te
recogió... y te entregó al amor, á estos brazos
que te estaban esperando.
Paz ¿Te acuerdas de nuestras relaciones?
Cir. ¡No me he de acordar! Mi amigo Faustino
se había casado con una de la casa y me
puso los dientes más largos que si me hu-
biese desayunado con un limón. Y me dije:
Cirilo, tú estás solo en el mundo, tú necesi-
tas una compañera. Y entré ahí.
Paz Y el señor cura de San Lorenzo dio buenos
informes de ti.
Cir. Salisteis un porción de muchachas y en se-
guida me fijé en ti.
Paz ¡Cirilo!
Cir. Y dije: «esa», señalando á este cacho de
gloria. Y tú te quedaste y miraste por el
suelo.
Paz Hacía como que miraba al suelo, pero te
miraba á ti.
— 22 —
Cir. Y dijiste así como con vergüenza... Bueno.
Paz ¿Qué iba á decir?
Uir. Y las otras se marcharon acharas.
Paz No es para tanto.
Cir. Adiarás, porque Cirilo Abajo y Abades... no
es precisamente un Adornis...
Paz Adonis.
Cir. Es lo mismo. Pero tiene sus miajitas de za-
ragatero y ganaba sus dieciséis reales de
jornal en su oficio de pintor y papelista.
Paz Es verdad.
Cir. Bueno; pues te hice el amor allí sentaos en
aquel banco, debajo de la escalera; y cada
ocho días teníamos nuestra media horita de
conversación.
Paz ¡Y qué cosas me decías!
Cir. Tú creías que eran pecados, pero ya has vis-
to después que no eran pecados.
Paz Cirilo... que me da vergüenza.
Cir. Mira la tonta, ¡y de noche!
Paz Bueno, pero yo tengo vergüenza á todas ho-
ras... Y tú eres un fresco...
Cir. ¿Fresco, dices, y á tu lado estaba al rojo?
Paz Como que un día te propasaste...
Cir. Si era para examinarte, así al descuido, por-
que creí que había algo postizo.
Paz Yo no uso esas cosas.
Cir. Ya lo he visto.
Paz I-o que no está bien visto, es que andes tam-
bién por tientos con las chicas del obrador.
Cir. ¿Yo? Será una distracción... Pues mira, rica,
si lo hago no es por mal hacer.
Paz Pero no me gusta.
Cir. Pues no lo volveré á hacer (cuando me veas).
Paz ¿Sabes que tarda Rafael?
Cir. ¿Quieres que nos acerquemos al café á ver
si está?
Paz Bueno.
Cir. Lo malo es si mientras tanto viene esa gam-
berra.
Paz No tengas cuidado. Está bien vigilada por
las chicas de casa.
Cir. Miá que es mala.
Paz Bastante desgracia tiene. Vamos al café.
Cir. ¿Quieres que vayamos del brazo como los
señores?
— 2 i —
Paz Como quieras, rico.
Cir. ¿Rico? Permíteme que te dé un beso.
Paz Vamos, hombre.
Cir. Uno solo.
Paz ¿En la calle?
Cir. Así sabrá mejor.
Paz Haz lo que quieras. (Va á ciarle un beso y al mis-
mo tiempo sale una Vendedora.)
ESCENA IV
DICHOS. Una CAÑAMONERA por la derecha
Vend. La cañamonera... tostaítos.
Cir. ¡Qué oportunidad!
Vend. ¿Quieren agujas pa enhebrar vino?
Cir. ¿Por quién nos ha toniao usted?
Paz ¿Nos habrá visto?
Cir. ¡Al café! (Vanse del brazo por la derecha.)
Vend. (Yéndose por la izquierda.) La cañamonera... ¡ca-
lentitos! (con malicia.) ¡Calentitos! ¡Ja, ja!
ESCKNA V
GUARDIAS 1.° y 2.° que vienen por la derecha
Guar. 1.° Bueno le han puesto los morros con el amo-
niaco.
Guar. 2.° Pero se le ha, pasao la cogorza.
Guar. 1.° Y le ha dao por dormir.
Guar. 2.° ¿Tomamos un vasito de recuelo?
Guar. 1.° Es una idea.
Guar. 2.° Vamos. (Vanse por la derecha.)
ESCENA VI
Pausa. GLORIA, que viene por la derecha muy envuelta la cara en
una toquilla oscura y arropada con un gran mantón, también oscu-
ro. Debajo del mantón figura llevar un niño de pecho escondido
Me siguen, he visto unas mujeres detrás de
mí. Ahora no hay nadie. ¡Dios mío! ¿Qué
voy á hacer? ¡Esto es un crimen! ¿Pero que
— ¿4 —
hago yo sola con esta criatura? (Mirando por
la derecha.) Bien me lo decía. Me siguen...
No, yo no tengo Valor. (Vase deprisa por la iz-
quierda.)
ESCENA Vil
PLANCHADORAS 1.a y 2.a, que vienen por la derecha
Plan. 1.» ¿No te lo dije? Es ella.
Plan 2.a Sí que es.
Plan. 1.a Como que la he visto salir de casa de su
prima.
Plan. 2.a No la perdamos de vista.
(Vanse por la izquierda.)
ESCENA VIII
CIRILO, PAZ y RAFAEL, que vienen por la derecha. Rafael irá con
gahán oscuro
Raf. Dispense usted, Paz, que no les haya deja-
do llegar hasta el café. No podemos perder
de vista esta casa.
Paz Nosotros íbamos por encontrar á usted.
Raf. ¿De quién será el anónimo?
Cir. Como no tiene firma...
Paz Si la tuviera, no sería anónimo, Cirilo.
Cir. Sabes más que un libro.
Raf. Y hasta ahora sale todo lo que dice, (sacando
un papel que lee á la luz de un farol. Cirilo y Paz se
acercan á él. Leyendo.) «Gloria va á hacer un
viaje á Bayona.
Cir. Es lo único que le faltaba.
Paz Si es una capital francesa.
Cir. Pero es la patria de los chalecos.
Raf. (Leyendo.) «Se ha quedado sin clavos por su
prima. No te tomaba el dinero que la en-
viabas, porque dice que no quiere nada
tuyo. Va á echar el chico á la Inclusa. Le
va á llevar ella misma con su partida de
bautismo, para que tú ó ella lo saquéis cuan-
do queráis.»
- 25 —
Cir. Menos mal.
Raf. (sigue leyendo.) «Y si no le ha llevado á tu
casa es porque no tengas un disgusto con tu
padre »
Paz Ya sé de quien es el anónimo.
Raf. ¿De quién?
Paz De ella misma.
Cir. Puede que puede...
Raf. (sigue leyendo.) «Esta noche después de las
diez sacará el niño de casa de su prima. Si
quieres, quítasele, y si no vas al estableci-
miento y le reclamas. Adiós, Rafael, perdo-
na á esa mujer que tanto te ha querido. —
Una amiga.»
Cir. Y sí que es de ella el anónimo.
Raf. Creo lo mismo.
Cir. Chica, eres más lista que Rornanones.
Raf. Pues hay que estar al acecho para evitar
que lo eche al torno.
Cir. Y por el chupen no hay que apurarse.
Paz Está todo prevenido.
Cir. Tenemos un ama de cría de satisfacción.
Paz Yo la he buscado.
Cir. Tú no sabes quien es la señora de Abajo?
Raf. ¿Cómo?
Cir. Esta: es mi apellido.
Raf. Pues á ocultarnos, no sea que venga.
ESCENA IX
PAZ, CIRILO y RAFAEL; después GLORIA, que viene por la iz-
quierda con grandes precauciones. CORO interno
Cir. ¡Callad!
Paz ¿Qué?
Cir. ¿Si no es ella, por ahí viene otra como ella.
Raf. Nos ocultaremos.
Cir. Esta y yo cerca del torno.
(Paz y Cirilo se ocultan en él útimo término derecha.
Rafael en primer término.)
Paz Vamos.
Glor. No hay nadie. Ahora es la ocasión (se acerca
ai torno y lee:) «Abandonado por mis padres
la caridad me recoge.»
- 20 —
Música
Glor ¡Abandonarle así!...
¡¡Qué es lo que voy á hacer!
Raf. (¡Ay, de ti si le dejas!
Prudencia, Rafael...)
COTO (interno de incluseras.)
Santo Dios de las alturas,
te imploramos con fervor
por las tiernas criaturas
que no tienen otro amor.
(Al oir e! canto de las incluseras Gloria se conmueve
y se marcha vacilante por la izquierda. Paz y Cirilo
salen de su escondite, atraviesan la escena y llegan
hasta la izquierda, sin salir del escenario. Después,
cuando lo indica el diálogo, vuelven y se colocan en
el punto de donde salieron. Gloria después vuelve.)
Cir. Se marcha.
Paz ¡Dios la habrá tocado en el corazón!
Cir. Por ahí va.
Paz Sí.
Cir. Parece que dobla la esquina.
Paz No; vuelve aquí.
Cir. A nuestro puesto.
(Gloria se decide y vuelve al torno resuelta. En ese
momento salen Paz y Cirilo y le arrebatan de los bra-
zos el niño diciéndole:)
(Hablado.)
Paz ¡Mala madre!
Cir. ¡Mala entraña!
Glor. ¡Mi hijo!
Cir. ¡No es tuyo ya!
Paz La caridad le recoge
y no le abandonará.
(Durante estas palabras continúa la música en la orr .
questa. Rafael sale violentamente y dirigiéndose á Glo-.
ria, airado, le dice.)
(Música.)
Raf. No sé que me contiene
ante tan vil acción
y rugiendo de ira
estalla el corazón.
GLORIA y RAFAEL.— Sra. Fuertes y Sr. Pniggrós
29 -
Tú pretendes en vano
la deshonra ocultar,
porque el niño tu nombre
juro que ha de llevar.
Glor. ¡Rafael! ¡Rafael!
cállate por favor,
no me hables de él
no aumentes mi dolor;
ten compasión de mí,
recuerda que mi amor
sólo fué para ti
que manchaste mi honor
y no debes hacer
mi tormento mayor.
Raf. Mentira solo fué
tu vehemente pasión.
Glor. ¡Cállate, Rafael!
Raf. No mereces perdón.
Glor. Por quererte, no más
hoy me veo así yo,
tu palabra de miel
trastornó mi razón
y hoy lloro arrepentida
tan cruel situación.
Raf. Basta ya. Cállate.
Glor. Oyéme, por favor.
Óyeme, Rafael.
De rodillas
perdón te imploro,
tu cariño
quiero otra vez
y el triste fruto
de mis amores,
¡por Dios te pido!
no me lo niegues,
porque de pena
¡mi vida!
me moriré.
— iO ■
A dúo
Gloria Rafael
Por Dios te pido Cállate pérfida,
no me lo niegues, no he de creerte,
porque de pena esos instantes
¡mi vida! sin duda
yo moriré. no han de volver.
Coro Virgen santa del Carmelo,
te rogamos con fervor
• que protejas desde el cielo
á los hijos del amor.
(Durante el Coro sostienen Gloria y Rafael el siguiente
diálogo.)
Glor. (¡Mi hijo! ¡Mi hijo! ¡sí!
Raf, Cuando seas digna de él
ven á buscarle.
Glor. ¡Perdóname, Rafael!
¡Que Dios te perdone!)
'Rafael la deja sola, vnse por la derecha, y ella dice
con desesperación las siguientes frases.)
¡Hijo de mis entrañas!
te quise abandonar
y ahora que te he perdido,
¡hijo querido!
ahora que te he perdido
muero de pena,
¡no puedo más!
¡Soy una mala madre!
(Cae sollozando junto á la iglesia. El telón bajará len-
tísimamente.)
MUTACIÓN
31 —
CUADRO TERCERO
La escena representa una sala de espera en un colegio de pensión de
internos en Neuilly, cerca de Paris. La decoración ha de venir á
primer término. A la derecha, puerta que se supone es la entrada
al colegio. A la izquierda, otra puerta que figura dar á las habita-
ciones interiores.
ESCENA PRIMERA
Al levantarse el telón, se oye el toque de una campana que figura es
la de llamada al edificio. Al poco rato entra por la puerta de la derecha
el CONSERJE en traje de mañana, delantal, en mangas de camisa y
con un plumero en la mano. A continuación entra por la puerta de
la izquierda MLLE. GAILLARD en traje de casa, vestida modesta-
mente, pero bien cuidada en sus ropa°
Mlle. (Entrando.) ¿Quién ha Llamado?
Cons. Esta carta para la señora Directora. (Le entre-
ga una carta.)
Mlle. ¿Quién la ha traído?
Cons. Un cochero.
Mlle. Bueno. Espere un momento, (vase por ia iz-
quierda. El Conserje figura que mientras tanto limpia
el polvo á las puertas con el plumero. A poco vuelve
Mlle. Gaillard.)
Cons. ¿Qué digo?
Mlle. Dice la señora Directora que haga usted pa-
sar al portador de la Carta. (Vase por la iz-
quierda.)
ConS. Está bien. (Vase por la derecha.)
ESCENA II
Pausa. A poco CIRILO que entra por la derecha. Viene vestido de
cochero de alquiler de París. Usa unos bigotes largos y lacios; á la
mano lleva un sombrero de copa de hule blanco, sombrero que al
mirar que está solo, se pone; viste con levita de color salmón claro,
chaleco encarnado y pantalones anchos oscuros
Cir. (Entrando.) ¿Se puede? No hay nadie, (se pone
el sombrero. Pequeña pausa.) Cualquiera que me
i vea con este trajecito, que es de abrigo, y
estos bigotes, que también son de abrigo, no
- ;2 —
podrá decir que este cochero de París es el
mismo Cirilo Abajo, que tenía el taller de
plancha en la calle de Embajadores. Pues
soy el mismo. La señorita Gloria tuvo á
bien de robarnos el niño y tras ella nos vi-
nimos á este París, que es mucho París. Y
la verdad es que á mí me va muy bien. Por-
que eso de la egalité y de la fraternité, es un
poco problemático. Pero lo que es la liber-
té... la liberté que hay aquí para el bello
sexo, descoyunta. Y eso que he venido con
mi mujer. Las ducas que hemos pasado no
tienen traducción posible. Gracias á que
Paz sabía un poquito de francés Yo he fre-
gado suelos. Yo he tirado de un carro. Yo
he servido de anunciadora ambulante. Pero,
por fin, pude aprender la lengua francesa,
gracias á las lecciones de mi mujer y á las
que yo me buscaba por ahí, y después de
examinarme de cochero, pues conozco París
mejor que la guía de Baedeker, me dieron
ese puesto. No quiero decir á ustedes la ale-
gría que experimenté un día que venía del
Bosque de Bolonia con el libre para arriba
y haciendo las señas propias del oficio, que
parecen Otra COSa. (Hase la seña con el dedo índice
de la mano izquierda y guiñando un ojo.) Cuando
en un francés muy malo me dicen unas pa-
labras que no entendí. ¿Quest que ca? Pre-
gunté. A esto un guasón me dice: Baja el
alquila y tira p' alante. Yo le contesté en es-
pañol puro con tres ó cuatro chirigotas .. y
corrimos la gran juerga. A los cuatro días
regresé á la cochera, sin una linda perra,
pues todo nos lo habíamos gastado aquellos
señores, que por cierto eran de la calle de
Toledo, y yo, y volví con el coche y el caba-
llo por un milagro... A todo esto venga bus-
car al chico y á Gloria, porque más que nada
por eso me he hecho cochero, y por fin pude
saber que el niño está en este colegio. Rafael
ha hecho todas las andanzas necesarias para
llevársele y ya tiene todos los papeles el
Maire de Neuill}'. Ahora nos llevamos al
chico y á Madrid. ¡Ay, qué ganas tengo de
volverte á ver!
— 3,3 -
ESCENA III
CIRILO, MADEMOISELLE GAILLARD por la izquierda
Mlle. ¿Es usted el portador de la carta?
Cir. Para servir á usted, serrana de mi alma.
Mlle. ¿Qué es eso de serrana?
Cir. Que es usted más bonita que un billete de
cinco mil francos.
Mlle. Usted exagera.
Cir. (Aquí hay que aprovecharse y no perder el
tiempo.) ¿Exagerar yo? Vida de mi vida.
ÍVa á abrazarla. )
Mlle. Quieto, señor cochero.
Cir. ¿Está siempre encerrada en este convento,
doña Inés del alma mía?
Mlle. No; salgo á las siete todas las tardes.
Cir. ¿Y puede un cochero español bajar el alqui-
la á esa hora?
Mlle. Venga Usted... y Veremos. (Con mucha coque-
tería.)
Cir. ¡Oh! Es mucho París.
ESCENA IV
DICHOS, MADAME DUBOIS por la izquierda
Mlle. La señora Directora.
Mad. ¿Es usted el portador de la carta?
C i r. Para servir á usté d .
Mad. Mlle. Gaillard; déjenos solos.
Mlle. Está bien, señora. A las siete. (Aparte á Cirilo.)
Cir. Muy bien, (ei mismo juego.)
Mad. ¿Qué dice usted?
Mlle. Que á las siete se cierra el colegio, y tiene
este señor que hacer las diligencias antes.
Cir. Se harán. (Vase Mlle. Gaillard por la izquierda y se
hacen siguos de inteligencia ó se tiran besos Cirilo y
ella á escondidas de Madame Dubois.)
— 34 —
ESCENA V
CIRILO y MADAME DUBOIS
Mad. Esta carta me dice que vienen al asunto ef
padre del niño y una señora.
Cir. La mía.
Mad. ¿Es usted casado?
Cir. Sí, señora.
Mad. ¡Qué lástima!
Cir. ¿Por qué?
Mad. Porque en el colegio hacía falta un cochero
que conociera París y supiera español, pero
tenía que ser soltero.
Cir. Por usted soy capaz yo de matar á mi sue-
gra.
Mad. ¡Oh, qué bromista! Bien se conoce que es
usted español
Cir. De ole y á la créme.
Mad. Pues diga á esa señora y á esos señores que
pasen.
Cir. La señora pasará, pero el señor no, porque
está en la Mairie. (Qué lástima no poder
mandar también á mi mujer á la Mairie.)
Pero ¿la corre á usted mucha prisa, serrana
de mi alma?
Mad. ¿Qué es eso de serrana?
Cir. Un timo que me traigo yo, para mi uso per-
sonal. Quiere decir, que es usted más boni-
ta que el puente de Alejandro, y que para
echar á usted las flores que se merece, son
pequeños los jardines de las Tullerías y los
de Versalles. (Pretende abrazarla.)
Mad. Muchas gracias, pero no se expansione
tanto.
Cir, Es que en España no sabemos declamar sin
accionar. ¿Y á qué hora sale la señora Di-
rectora para que pueda traerla el coche á la
puerta un cochero español que conoce bien
París... (Con gran malicia.) todo París?
Mad. A las...
MADAME DUBOIS — Srta. Quirós
— 37 -
ESCENA VI ■ :-'í
DICHOS y el CONSERJE por la derecha
Cons. Dice la señora que está en el coche, que si
puede pasar, que se está quedando fría...
Mad. ¿Fría?
Cir. Nunca estamos de acuerdo.
Mad. Dígale que pase al momento.
ConS. Está bien. (Sale por la derecha.)
Cir. Con que á las...
Mad. A las siete.
Cir. ¡Como la otra!
Mad. ¿Qué dice usted?
•Cir. Nada. (Me han estropeado la combina.)
ESCENA VII
MADAME DUBOIS, CIRILO y PAZ. Esta bien vestida, tocada coa
sombrero. El conjunto ha de ser elegante sin lujo, como una joven
burguesa de Paris. Entra por la puerta de la derecha
Paz (Entrando.) ¡Ave María Purísima!
Mad. Sin pecado. Adelante. (En esta escena ha de dar
Madame Dubois muestras de hipocresía religiosa, pero
cuando puede, mira significativamente á Cirilo )
Paz ¿La señora Directora?
Mad. ¡Servidora.
Paz Ya la habrá dicho mi marido...
Mad. Todo. (Con malicia y mirando á Cirilo.)
Cir. (Con malicia.) Casi todo.
Paz Pues nosotros venimos por el niño.
Mad. Lo siento mucho, pero no puedo entregarlo.
Paz ¿Ni al Mairie?
Mad. Ni al Mairie.
Cir. ¡Anda la mar! ¿Por qué?
Mad. Porque la madre tiene derecho á reclamar
contra el acuerdo de entregar el niño y por
lo tanto, sin que ella lo consienta ó se la no-
tifique en persona, no es posible.
"Cir. ¡Pero si no sabemos donde vive la madre!
Mad. Por eso no se apuren.
Paz Constará en los libros del colegio.
— 38 —
Mad. Naturalmente.
Cir. (Qué talento tiene mi mujer.)
Mad. (Desde la puerta de la izquierda.) Mademoiselle
Gaillard.
ESCENA VIH
DICHOS y MADEMOISELLE GAILLARD por la izquierda
Mlle. ¿Qué desea?
Mad. El domicilio de la señorita Gloria Molina.
Mlle. Avenida Trudaine, 5.
Cir. Pero cualquiera encuentra en su casa en
París á una joven que vive sola... porque
vivirá sola...
Mlle. Creo que sí, aunque no es lo corriente.
C|r. ¿Y dónde va á comer?
Mlle. Donde la parece.
Cir. Entonces...
Mlle. Pero lo más seguro para encontrarla es en
el Bal Tabarin.
Cir. Le conozco bien.
Paz ¿Cómo?
Cir. Por fuera nada más.
Mlle. Trabaja allí como cupletista.
Cir. Pues entonces ¡al Bal Tabarin!
Paz Y en cuanto la encontremos, la presentare-
mos aquí.
Mad. ¿Y el padre?
Paz Vendrá también.
Cir. Y satisfará todos los gastos y dejará un re-
galo espléndido al Colegio.
Mad. ¿Es joven?
Cir. Y guapo.
Mlle. ¿Es rico?
Cir. Sí.
Mlle. ;Que venga!
Mad. ¡Que venga á la hora que quiera!
Paz Forzosamente había de venir.
Mad. ¿Y cómo han averiguado ustedes que el
niño estaba aquí?
Cir. Como veníamos á París con el dinero de la
tienda y con el que nos dio Rafael, solo nos
dedicamos á buscar á Gloria... y claro, ae
nos fué el dinero en seguida. No quisimos
MADEMOISELLE GAILLARD.-Srta. Álvarez
— 41 —
pedir más á Rafael y así es que en cuanto
pude ser cochero, me entendí con mis com-
pañeros. Por fin, uno de ellos, que trabaja
en la Porte Maillot me dijo que muchos días
traía á una joven española á este colegio y
que después regresaba con ella hasta la es-
tación del metropolitano. Con esas noticias
estuve varios días en aquel sitio y por fin vi
á Gloria. En una ocasión, yo mismo la traje
aquí.
fl/lad. Es usted muy listo.
Cir. La necesidad, señora.
Mad. Pues ya lo saben. Vengan con ella...
Cir. Pero antes una palabra.
Mad. ¿De honor?
Cir. Que el niño no ha de salir de aquí, aunque
la madre venga por él.
Mad. ¡Palabra de honor!
Paz Hágame el favor, de aceptar este luis para
flores. ¡Le da una moneda de veinte francos.)
Mad. Gracias.
Paz Y usted, ese otro luis para dulces. (Le da otra
moneda.)
Mlle. Muchas gracias.
Cir. Mira, Paz. Bien me podías dar otro luis á
mí también.
Paz ¡En el nombre del padre!
Cir. ¡O del hijo!
Paz Si es una exclamación: no hay luises.
Cir. Para tabaco.
Paz Nada. Conque... hasta la primera.
Mad. Hasta cuando quiera. (Sale Paz delante y detrás
se queda Cirilo, el cual al pasar por junto á Madame
Dubois y Mademoiselle Gaillard le dicen en voz baja.)
Mad. A las siete.
Mlle. A las siete.
Cir. ¡Me planto!
Paz ^Volviendo.) ¿Vamos?...
Cir. ¡Al Bal Tabarin!
MUTACIÓN
— 42 —
CUADRO CUARTO
La escena representa la sala del Bal Tabarin en París, vista desde li»
entrada de la calle de Víctor Massé. Al fondo y en el centro, un
pequeño espacio donde ha de estar eu plano algo elevado, como
' en piso entresuelo, la orquesta de Tziganes. Estos visten de ame-
ricana encarnada y traje negro, excepto el primer violin que ha
de vestir de frac negro. Todos los músicos están sentados, menos
el primer violin que ha de estar de pie, mientras figura que la
orquesta toca la música. Delante de la orquesta, una barandilla
de hierro y en ella se han de poner tarjetones que en letras muy
visibles anuucien los diferentes números del cuadro. El primer
-.lurnero con que éste comienza es una polka y así habrá, al le-
vantarse el telón, un tarjetón que diga Polka. A derecha é iz-
quierda mesas pequeñas y junto a ellas sillas volantes. Los coris-
tas y comparsas han de vestir lo más decentemente posible, pre-
dominando el frac y el smokin y las señoras todas con sombrero;
cuando no tomen parte en la representación, han de estar senta-
das junto á esas mesas, figurando que consumen vinos, refrescos,
cervezas, etc., que piden á los Camareros sin llamarlos con pal-
madas, porque no es costumbre en París, sino por señas con las
manos. Han de estar animados, figurando que los caballeros ob-
sequian á las señoras y estas los corresponden con abrazos, pal-
maditas en los hombros y en la cara y figurando á veces como
que se besan. Cuando los personajes no toman parte en la repre-
sentación, pero figuran en escena, han de sentarse también junto
á esas mesas ó pasear por el salón. El cuadro debe tener mucha
animación, mucha alegría y mucha luz. Los Camareros han de ir
y venir con frecuencia de las mesas al fondo que se supone da
paso al despacho del café. Monsieur Bosc, el Director, ha de pasar
con frecuencia por el salón, pero sin sentarse nunca, dando dis-
posiciones, hablando con los concurrentes y buscando á los per-
sonajes que han de salir. Mr. Bosc es un hombre correctamente
vestido de frac ó de smokin, como de cuarenta años rubio, con
bigote muy cuidado y el pelo hacia atrás. Al levantarse el telón,
los coristas y comparsas bailan la polka que la orquesta de Tzi-
ganes figura tocar en el sitio destinado para ellos. El baile ha de
ser elegante, pero con algunas reminiscencias del baile chulo es-
pañol. Se deja al cuidado del Director de escena el ocuparse muy
especialmente de este cuadro. El salón está alfombrado.
— 4* —
ESCENA PRIMERA
MR. BOSC, CAMAREROS, SEÑORAS y CABALLEROS
Música
(Los caballeros y señoras bailan una polka.)
ESCENA II
DICHOS. CIRILO y PAZ, que entran por la derecha. Cirilo viene
vestido de americana y traje negro. Ya no usa bigote. Paz con el
mismo traje que en el cuadro anterior
Cir. Mira, mujer, esto no es precisamente el Co-
legio de la Paz, ni mucho menos; así es que
veas lo que veas, no te asombres de nada.
Este Bal Tabarin es el sitio más regocijado
de París. Aquí es donde uno se divierte más.
Paz ¿Y cómo sabes tú todas esas cosas?
Cir. Un cochero en París debe conocer todos los
rincones.
Paz ¡Lo que voy á tener que sufrir!
Cir. ¿Pues y yo? Mira, ahí viene el director.
Paz ¡Qué simpático esl
Cir. Es la gran persona. Yo le he servido muchas
veces y me ha dado buenos pourboires, pro-
pis, que decimos en Madrid. Ahora puede
que no me conozca porque estoy transfor-
mado, pero yo le recordaré ciertos... detalles.
Mira, siéntate ahí, junto á esa mesa, (Por-
una de las primeras, cerca de la embocadura y á la
derecha.) y pide lo que quieras.
Paz ¡A ver si haces como otras veces la procesión
del niño perdido!
Cir. Más perdido que estoy ahora... (Por tu
causa.)
ESCENA III
DICHOS y el DIRECTOR
Paz Qué ganas tengo de volver á Madrid, porque
lo que es aquí..
Cir. Buenas noches, monsieur Bosc.
— 44 -
Dir. Buenas noches, señor.
Cir. Usted no tiene el honor de conocerme ahora
Dir. No recuerdo.
■Cir. Soy el cochero que servía á la señorita
Rene...
DÍP. (Tapándole la boca con la mano.) Hahle bajo.
Cir. Ya no soy del oficio y me vuelvo á España.
Dir. Muy bien.
Cir. Muy mal, porque yo estaba aquí la mar de
á gusto. Bueno; pues traigo una comisión.
Aquella infeliz que está allí, es mi mujer.
Dir. ¡Oh! Es guapa madame En bas. r
Cir. Y necesita hablar un momento con la seño-
rita Gloria Molina.
Dir. Con mucho gusto. Es el último número. Su-
pongo que se quedarán á la fiesta de la . no-
che
■Cir. Sí; ya sé que es sábado, pero la parienta,
madame, no me va á dejar.
Oir. Bueno; pues voy á presentar mis saludos á
madame y en seguida vendré con Gloria.
Cir. No es por nada, pero de aquello del restau-
rant azul de Saint-Cloud no necesita ente-
rarse mi mujer.
Dir. Pierda cuidado.
Cir. (Presentando al Director.) Mr. BoSC, el director de
este baile.
Oir. Encantado, señora.
Cir. (presentando á Paz.) La señora de Abajo.
Paz Muy señor mío.
Oir. Ya me ha dicho su marido lo que desea y
al momento vendrá la señorita Gloria.
Paz Pero no la diga quién la espera. Ni siquiera
que somos españoles.
<5ir. Se podría escamar y..
Oir. ¡Ah! bueno.
Cir. Y en caso de que no quiera salir, rogamos á
usted que no la permita marcharse. Se trata
de un negocio de la mayor importancia.
Oir. Descuide, no se irá. Además, yo la acompa-
ño todas las noches.
Cir. ¡Hola! 'Con malicia.)
Dir. Nada de sospechas. La señorita Gloria es
una mujer honrada.
Cir. (Menos mal.)
Oír. Con SU permiso. (Vase por la derecha al fondo.)
— 45 —
ESCENA IV
PAZ, CIRILO, MADEMOISELLE GAILLARD que entra muy bien ve*
tida por la izquierda cerca de la embocadura y pasea por el salón
Paz Cirilo.
Cir. ¿Qué?
Paz ¿No conoces á aquella?
Cir. (Viendo á Miie. Gaiiiard.) (¡Arrea, la del colegio!)
No...
Paz Juraría que era la del colegio.
Cir. ¡Quiá, tonta! Es que las francesas se pare-
cen mucho. (Yo no la pierdo de vista.)
ESCENA V
DICHOS. Una CANTAORA. En el sitio de la orquesta se pone el tar-
jetón "Tango»
Paz ¿Qué espectáculo veremos ahora?
Cir. Nada de particular.
Música
Trini ¡Mire usted este cuerpo gitano!
¡Mire usted, que da gloria mirarlo!
Toda la sal de este mundo
se la llevó mi persona,
y como yo %m marcarse
fíjese que no hay otra.
Mire usté, mire usté, mire usté
como ciño la falda á mi cuerpo,
porque así, porque así, porque así
voy marcando mejor... el compás.
Mire bien, mire bien, mire bien
y no pierda el más leve detalle
porque todos son interesantes
para el que mi tango pretenda admirar.
Coro Mire usted, mire usted, mire usted
cómo ciñe la falda á su cuerpo,
porque así, porque así, porque así
.•.¡.. va marcando mejor... el compás.
Mire bien, mire bien, mire bien
— 46 —
y no pierda el más leve detalle,
porque todos son interesantes
para el que su tango pretenda admirar.
(Trini en tanto baila el tango, termina y se dirige al
fondo, reuniéndose con algunos de los caballeros con-
currentes.)
ESCENA VI
CIRILO, PAZ. Después GLORIA por el fondo, acompañada de
MR. BOSC, que la deja con Paz y se retira. Gloria vestirá bien, pero
no con traje llamativo ni de coupletista. MLLE. GAILLARD
Hablado
Paz Ella es. Para que podamos hablar con más
confianza, déjanos solas.
Cir. Ya que te empeñas... (Allí está la del cole-
gio.) (Vase hacia donde está Mlle. Gaillard y se sienta
con ella junto á una mesa en sitio donde Paz no puede
verlos, pero sí á vista del público.)
Paz ¡Formalidad!
GIOP. (Acercándose á la mesa donde está Paz.) ¿Es Usted
la señora que desea hablarme?
Paz ¡Gloria!
Glor. ¿Usted me conoce?
Paz 81 señora.
Glor. (Que ai fin recuerda á Paz.) ¡ Ah! Usted es la plan-
chadora...
Paz ¿Le parece á usted bien lo que ha hecho con
nosotros?
Glor. El cariño de una madre todo lo disculpa.
Usted lo sabe.
Paz ¡Ojalá lo supiera! pero no puede disculpar
que nos haya dado tantos disgustos. Aban-
donar mi casa, vender malamente aquellos
trastos, muy pobres, pero que eran los pri-
meros que tuve en mi vida. Mi primer casi-
ta, mis primeras ilusiones. Y luego venir á
París, á pasar tantas privaciones y expuesta
á cada momento á perder á mi marido en
este derroche continuo de alegría...
Glor. Tiene usted razón. Yo la indemnizaré.
Paz Los daños morales no se indemnizan nunca.
Pero no perdamos tiempo.
GLORIA. -3ra. Fuertes
— 49 —
Glor. Dice usted bien. Yo estoy muy agradecida
á usted porque ha criado á mi hijo como
una madre. El niño adora á usted.
Paz ¡Ángel míol
Glor. ¿Qué puedo hacer yo por ustedes?
Paz Volverse á España con nosotros.
Glor. ¡Imposible! Rafael no me quiere.
Paz Está usted muy equivocada. Rafael está loco
por usted. Murió su padre y heredó una
gran fortuna. Pues bien: estoy segura de que
no ha vuelto á mirar á ninguna mujer.
Glor. Yo le tengo siempre en la memoria.
Paz Y él llora por usted. Por eso he venido. So
mos dos mujeres. Confiésese usted conmiga
y dígame lo que no diría ni al sacerdote. Yo,
que soy hija de la culpa, la perdono de ante-
mano. Lo que haya de callar, lo callaré; pero
dígamelo todo. ¿Lo entiende usted bien?
¡todo! Y sin engaños, porque en cuanto vea
en su cara la primer mentira, la conoceré.
Glor. La verdad. No he sido mala. ¡Por mi hijo!;
Estuve en un gran almacén de Bayona, des-
de donde vine á París. Un pobre bohemio
español, artista de Montmartre, me recogió
en su casa, respetándome como á su madre.
Me dio lecciones de música; me enseñó
unas cuantas canciones y él y otros compa-
ñeros del restaurant español de la calle de
Montyon me hicieron debutar. Hoy soy
una estrella; he trabajado en Parisiana, Fo-
lies Bergere, Olimpia. Soy rica.
Paz ¿Cantando nada más?
Glor. Cantando solamente... y dejándome asediar,,
pero sin rendirme. La mujer que no quiere,.
no cae.
Paz ¿Me lo asegura USted? (Gloria junta las manos
como para jurar, j Sin juramentos. Me basta con
que me mire á la cara, así, á los ojos, y me
diga: Paz, he sido siempre buena.
Glor. Paz... ¡he sido siempre buena!
Paz Lo creo. Usted será la esposa de Rafael.
Glor. Pero él...
Paz No conoce usted á los hombres. Cuando
quieren, quieren de veras. (Llama á un mozo y
le dice en voz baja que avise á Cirilo.)
Glor. ¡Qué buena es- usted I
— 60 -
Paz Buena, no; es que quiero amar, por los qué
no me han amado. Y no hablemos más. Ka-
fael va á venir, y no canta usted aquí esta
noche. En mi casa lo arreglaremos todo.
Glor. ¡Oh, no! no falto á mi deber.
Paz Hace usted bien. Cirilo.
Cir. ¿Qué quieres? (¿Me habrá visto?)
Paz Acércate. Sin preámbulos ni conversaciones
inútiles. Te presento á Gloria... ya sabes.
Cir. ¿CStá Usted bien? (Con finura afectada y dándole,
la mano.)
Paz Bien, amigo Cirilo.
Cir. Ya lo habrán ustedes hablado todo; de modo
que no digo una palabra más. Lo que ha di-
cho mi mujer lo ratifico yo... y usted perdo-
ne, pero está usted la mar de bonita.
Glor. Gracias.
ESCENA VII
DICHOS y MR. BOSC
Dir. Con permiso de los señores. Señorita Gloria.
Monsieur Lajaunic desea, presentar á usted
á unos periodistas...
Glor. Voy al momento.
Dir. Y en tanto, deseo saber qué número quiere
usted cantar esta noche.
Glor. La canción de la madre...
Oir. Está tan oída...
Glor. Pero la inspiré yo. Es obra de mi pobre bo-
hemio de Montmartre... de aquel artista á
quien mataron mis desvíos... y el ajenjo.
Oir. Cuando usted quiera. (Dándole el brazo.)
Glor. Vamos. No se marchen. Espérenme aquí.
(Vase del brazo de Mr. B.osc hacia el fondo izquierda.)
ESCENA VIH
CIRILO y PAZ. MLLE. GAILLARD, derecha
Cir. Cuidado que está guapa. Oye, y de lo pasa-
do, ¿qué?
Paz Es una mujer honrada
- 63 —
'Cir. Más vale así. ¿Te parece que nos sentemos
allí con !a señorita aquella?
Paz Tú siempre lo mismo.
Cir. Es por galantería. Pues tenías razón, es la
auxiliar del colegio y ha venido aquí por
distraerse.
Paz ¡Ya, ya!
Cir. Es muy amable. (Gachó con la Mademoise-
lle. Cualquiera cree que con una cara tan
delgadita...) (Esto lo dice mientras Paz paga al Ca-
marero.)
Paz Vamos, hombre.
Cir. De bracete. (Van y se sientan con Mlle. Gaillard.)
ESCENA IX
DICHOS. CUATRO BAILARINAS que bailan una quadrille; en el si-
tio de la orquesta se pone el cartel de 'Quadrille»
Música
(Terminado el número, las bailarinas se sientan junto
á las mesas ó pasean, agarrándose del brazo de cual-
quier caballero.)
ESCENA X
DICHOS. GLORIA
Cir. ¡Qué número más bonito.
Paz Un poco... ligero.
Mlle. Es el número obligado del baile, (ai ver que
ponen el tarjetón de "Gloria Molina.»)
Cir. Ahora viene lo bueno. Vea usted cómo la
gente se agolpa. El público se sabe el núme-
ro y le corea.
(El público aplaude la aparición de Gloria, que viene
precedida de cuatro criados de frac y calzón corto.)
— 64 -
Música
Glor. Un rnonaica desgraciado
no creía en el amor
y al salir de su palacio
oyó un día esta canción.
«Niño de cara de rosa,
el de Jos rubios cabellos,
duerme tranquilo en la cuna;
tu madre vela tu sueño.»
No temas á nada,
ni temas al Rey
porque mi cariño
es oro de ley.
Mi sangre y mi vida
daré yo por ti;
no temas á nadie
que yo t stoy aquí.
Glor. I No temas á nada,
Coro | ni temas ai Rey.
Porque \ cariño
es oro de ley;
mi j i mi • ,
su j ^ngre y | ^ vida
daré yo ) , ■
• dará ella \ "
No temas á nadie f
Que yo estoy ; aquí.
Porque ella está l
Glor. Y entonces aquel Monarca
con alegría exclamó:
«¡Cómo sabiendo que hay madres
pude dudar del amor! »
• . (Conjunto y final con el Coro. Al terminar, Oloria se-
va por el fondo izquierda y el público (de la escena >
aplaude. )
ESCENA XI
DICHOS menos GLORIA. RAFAEL que viene por la izquierda se
gundo término
Paz Ahí está Rafael.
Raf. (Acercándose.) No he tenido valor para estar
to
— 57 —
en el salón mientras ella cantaba, pero sur
voz me ha conmovido.
Cir. Está todo arreglado. Se ha confesado con
Paz y es una mujer honrada.
Raf. ¿Lo crees tú?
Cir. Me lo ha dicho mi mujer, y no es que me
ciegue el cariño, que sí que me ciega.
Paz ¡Embustero!
Cir. Pero Paz tiene una brutalidad de talento.
Raf. ¡Cuánto la quieres!
Cir. Como tú á Gloria.
Paz Algo más usted.
Raf. Será mi sino.
Cir. (Haciendo las presentaciones.) Mademoiselle Gai~
llard.
Raf. Señorita...
Cir. El padre del niño.
Mlle. Caballero... (Me gusta, pero el cochero es
más chirigotero.)
Paz Yo le respondo de que es una mujer hon-
rada.
ESCENA XII
DICHOS y GLORIA que viene por el fondo izquierda
Glor. (Después de vacilar, se dirige á Rafael.) ¡Rafael!
Raf. ¡Gloria de mi vida! (En un arranque de cariño-
va hacia ella, pero arrepentido se vuelve.) ¡Vete!
Glor. ¿Por qué me rechazas?
Cir. Rafael... No desprecies ese cacho de Gloria.
Paz Hágalo usted por nosotros.
Raf. ¿Por ustedes? No; por mi cariño, porque sin
ella no puedo vivir. (Se abrazan,)
Paz Oye: y ahora re llevarán el niño.
Cir. Tienes razón: tanto trabajar por laíelicidad
de ellos... y nosotros... ¡Ah, tengo una idea!
Paz ¿Cuál?
Cir. Oye. (La habla al oído.)
Paz (Rechazándole.) ¡Qué bruto eres!
Raf. Juntos para siempre.
Glor. Y ustedes con nosotros toda la vida. Es.
el símbolo de la fiesta de esta noche. Ha.
; triunfado el amor.
— 68 —
(En ese momento ponen en la orquesta el cartelón
'Fiesta de la noche. El Triunfo del amor». Del fondo
salen unos heraldos con dalmáticas. Detrás de unas
andas llevadas por cuatro homhres, tobre un cogín
que figura una rosa encarnada, una figura represen-
tando á Venus; un niño vestido de Cupido la dispara
flechas. El niño va detrás de estas mismas andas. Ve-
nus todo lo posiblemente desnuda con arte inclinada á
un lado y como vencida por el amor.) (1)
"Cír. (Abrazando á su mujer y Mademoiselle Gaillard.) ¡Es
verdad 1 ¡El Triunjo del amor!
(Telón lento al son de una marcha.)
FIN DE LA OBRA
(l) En los teatros en que no sea posible presentar una buena
figura de Venns, ó no lo crean conveniente los Directores de escena,
puede suprimirse esa figura y terminar la obra con unos compases
de la quadrille, bailados por las cuatro bailarinas, ó por todos los
.artistas, menos Gloria, Paz, Cirilo y Rafael.
NOTA DE LOS AUTORES.
OBRAS DE CARLOS DÍAZ VALERO
En la botica, pasillo cómico en un acto y en verso.
Los niños y los pájaros, monólogo en verso.
Lo legal y lo justo, drama en un prólogo y tres actos, en
prosa.
Un cuadro de Velázquez, pasillo cómico en un acto y en
verso.
Satán doublé, zarzuela en un acto y en prosa.
Teatro Bodelgo, apropósito en un acto en prosa y verso.
La fuerza de la costumbre, comedia en tres actos y en
verso. (1)
Cambio de suerte, juguete cómico en un acto y en pro-
sa. (2)
El Lobato, ensayo dramático en un acto, en prosa y
verso. (3)
María del Mar, zarzuela en un acto y en prosa. (4)
Cielo y tierra, viaje fantástico en un acto, en prosa y
verso. (5)
Maravillas del progreso, gran fantasía cómico-lírico-
bailable en un prólogo, cinco cuadros y una apoteosis,
original, en prosa y verso. (6)
El triunfo del amor, saínete en un acto, dividido en cua-
dros, en prosa. (7)
(1) Refundición de una obra de Guillen de Castro.
(2) En colaboración con D. Manuel Vigo.
(3) ídem con D. León Navarro, música de los Sres. San Felipe y
Vela
(4) ídem con D. Carlos Afán de Ribera, música de los Sres. García
Alvarez y Carbonell.
(5) Música de D, Jesús Aroca.
(6) En colaboración con D León Navarro y D. Pedro Baños, mú-
sica de los Sres. San Felipe y Vela.
(7) ídem con D. José Díaz Plaza, música de los Sres. M.a Alvira y
F. Pacbeco.
Precio: UNA peseta