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t»i\^\\- /'
60001 001 6P
Tioqi
A LA JUVENTUD DE COLOMBIA
DEDIOA AFECTUOSAMENTE ESTE TRABAJO
El Autor.
RAFAEL NUNEZ
PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS DE COLOMBIA
HACE SABER :
Que el Seflor Manuel Uribe A. ocurrió al Poder
Ejecutivo , solicitando privilegio exclusivo para publicar y
cender las obras de su propiedad, cuyos títulos que ha
depositado en la Gobernación del Estado Soberano de Cundina-
//larca, prestando el Juramento requerido por la ley, son como
sigue : Geogratta general y Compendio histórico de
la Conquista del Estado de Antioquia en Colombia,
y La Serrana, leyenda histórica.
Por lo tanto^ en uso de la atribución que le confiere el
artículo 66 de la Constitución, pone mediante la presente, al
L'xpresado Señor Manuel Uribe A. en po^^esión del privilegio,
por quince anos, de conformidad con la Ley primera. Parte
primera, Tratado tercero de la Recopilación Granadina, a que
'Msegura por cierto tiempo la propiedad de las producciones
literarias y algunas otras, y)
Dada en Bogotá, á veinte de Mayo de mil ochocientos ochenta y uno.
RAFAEL NUÑEZ.
El SecnHario de FoMienio,
GREGORIO OBREGON.
I ,
OBRAS CONSULTADAS POR EL ALTOR
PARA FORMAR LA GEOGÍiAFÍA Y LA HISTO£lL\ DE LA CON'QUISTA
DEL ESTADO SOBERANO DE ANTIüQUIA-
ACOSTA DE SaMper (Soledad).— Biografiasde hombres iluetres ó notables,
relativ^as á la época del deacubriraiento, conquista y i-olonizacíóa do la
parte de América denominada actualmente E, E. i\ ü. de Colombia.
Agosta (Joaquín). — Compendio hiatóriGO del deacubrimiento y coloniza-
ción de la Nueva Granada en el siglo XVL
Baralt y CoDAZZL— Historia antigua y moderna, Geografía y descripción
de Venezuela.
BüSlNGAüLT. — Viaje á las regiones ecuatoriales, publicado en París por
D. José Joaquín Acosta,
Casas (Fray Bartolomé) • — Obras precedidas de su vida, por J. A* Llórente.
Castillo (Bernal Díaz), — Historia verdadera de la Conquista de la Nueva
España,
Castellanos. — Elegías de varones ilustres de Indias.
Caldas (Francisco José de). — Semanario.
CiEZA DE León* — La crónica del Perú.
CONDAMiNE (M, do La). — Diario de un viajero por el río de las Amazonas.
Cartas generales y particulares por diversos autores,
Eacilla (D, Alonso). — La Araucana.
EsGUHiiRA (D, Joaquín)* — Diccionario geográfico de Colombia.
GAfiCiLASO DE LA Vega. — Historia general del Perú ó comentarios reales.
Gbeiff (Carlos Sigismundo). — Geografía de Antioquía y su carta coro-
gráfica.
Gümilla (El Padre José). — Orinoco ilustrado.
Herbeba (Antonio de). — Historia general de los hechos de los castellanos
en islas y tierra firme del mar Océano.
HUMBOLDT (El Barón Alejandro de). — Vista de las cordilleras y de los mo-
numentos de las poblaciones indígenas de la América.
iRvtNG, — Viajes de los compañeros de Colón y vida del ultimo.
Julias (D, Antonio). — La perla de la América, provincia de Santa Marta.
MsifORlAS* — Muchas de las presentadas por loe secretarios de Estado y
por los secretarios de las provincias y de los Estados, tanto en el
tiempo de la Nueva Granada como en el de Colombia.
Nieto (Juan José), — Geografía histórica, estadística y local de la provincia
de Cartagena.
Ogahiz (E>. Juan Fldrcz de). — Genealogías del Nuevo Reino de Granada.
Paw^, — Tnvestig^aciones filosóficas sobre los americanos, ó memorias inte-
Tesantes para esclarecer la historia de la especie humana.
PiBDn AHITA (Lucas Fernández), — Historia general de las conquistas del
Nuevo Reino de Granada,
PBRB2 (Felipe)* — Geografía del Estado de Antioquia ; y todas sus obras
sobre e( mismo asunto referentes á la República y calcadas sobre los
trabajos de Coda2;&i.
Phescott jWilliam). — Sus obras.
Quintana (D. Manuel José de», — Vidas de españolea célebres.
Ql'uano Otero (José Maríai, — Todos sus escritos,
Rbsthepo (D. José Manuel). — Historia de la revolución de Colombia.
Resteepo E. (Alvaro). — Artículos sueltos.
ROBEUTSüN (William). — Historia de America.
BiMON (Fray Pedroj, — Noticias historiales de las conquistas de Tierra
Firme, en las Indias Oocidentales.
SoLls (D. Antonio). — Historia de la conquista de Méjico.
Ulloa (D. Antonio) y D. Jorge Juan. — Viaje á la América del sur y au
informe secreto al rey de España.
Velasco {U^ Juan de), — Historia del Reino de Quito.
Zamora (El padre Alonso). — Historia de la provincia de San Antonia del
Nuevo Reino de Granada.
Para la Geografía descriptiva de los distritos, han sido consultados mu-
ohos documentos antiguos y reciontes^ tanto en los archivos civiles como
en el do la Curia ecle&iikstica, y además cuantiosa suma de informes sumi-
nistrados al autor por laa personas más competentes del Estado.
No Itgura la lista completa de todas las personas que nos han favorecido
con sus buenos consejos, con el envío de docimieutos preciosos y con su
oooperaoión inestimable^ porque sería sobremanera larga ; pero no pode-
mos pasar en silencio mención agradecida de los señores Francisco
Antonio Uribe Mejía, Francisco de Paula Muñoz, Alejandro Botero Uribe,
Podro Herrán, Andréi Fosada Arango, Jesús María Fernández, José de la
Cruz RestrepOf Jesúa María Espinosa, Joaquín Berrío y José Trian a,
Leocadio y Jorje Arango, Luis E* Villegas, Jacinto Gutiórrcx Coll, nuest^JS
amables» editores Qoupy j Jnurdon y el laboriuao lijiografo compositor
Sr. OtH'hé, á quienea oonstdt^ramoa comu colaboradores activos en nuestra
empresa.
ADVERTENCIA
Hace muclíos años que inclinado á los estudios históricos
americanos, no he perdido ocasión de leer y meditar^ en cuanto
mis ocupaciones profesionales lo han permitido, tanto libros clá-
sicos , como publicaciones palaciales y documentos manuscritos
sobre la materia.
Dedicado á conocer en sus pormenores lo que á la liistoria
del Estado de Antioquia se refiere, me ha sorprenchdo ver que
mientras las otras cocciones de la Unión Colombiana abundan en
documentos para formar su historia especial, la de Antioquia no
se halla sino esparcida acá y allá, sin tener cuerpo compacto que
pueda tomarse como base de perfección.
Mi labor ha sido larga y penosa , y si bien no he hecho de
ella objeto exclusivo de mis estudios, sí he tratado de reunir
todo lo que alude a la historia de nuestra Conquista. Sin embargo,
debo confesar que por minuciosas que hayan sido mis invesüg^a-
dones^ no he podido llenar los vacíos que á cada paso encontrará
el lector, en lo que hoy publico.
Al dedicar este libro á la juventud colombiana, me he pro-
puesto dos cosas : primera^ hacer la manifestación última de mi
constante amor á esa parle distinguida de nuestra nación ; y
segunda, abrir una puerta para nuevos estudios que considero
provechosos al porvenir de mi patria.
8i el trabajo que hoy presento fuere seguido con aplicación á
cada uno de los Estados de la Unión Colombiana, fácil será com-
XII
prender que cuando cada sección haya recogido los datos indis-
pensables para su geografía y su historia, no faltaráj para darles
consistencia y solidez, sino cl que personas de más ingenio y saber
reúnan todos aquellos materiales, los esclarezcan y purifiquen, i
fin de construir con ellos el monumento liisttjrico de Colombia.
Cuando digo que he pretendido abrir una puerta para que la
juventud entre al fecundo campo de lus estudios históricos y geo-
gráficos, só muy bien á lo que debo atenerme : no he andado
como sabio por el terreno que he recorrido ; mi obra nada tiene de
científica, y soy el primero en reconocer que, tanto en la forma
como en el fondo, es sumamente defectuosa* Es defectuosa en la
f#rma, porque carece de clasificación natural ; y lo es en cl fondo,
porque está escrita a la manera antigua , y no basada en principios
exactos aplicados con buen criterio á todos los ramos del saber
que con la geografía y la historia se conexionan.
La razón por la cual mi libro carece de formas científicas, es
sumamente fácil de explican Como no soy sabiOj no puedo expre-
sarme con autoridad de tal, y al trabajar sobre un país tan poco
conocido y tan mal estudiado, mis aseveraciones no pueden salir del
campo de lo condicional y aproximativo.
Sirvan para confirmar lo anterior algunos ejemplos : cuando
hablo do montañas, no doy la medida de sus bases, no aprecio
matemuticamcnte sus dimensiones, no describo como ingeniero ni
su curso ni sus curvas, no señalo las distancias que recorren, ni
apunto con precisi/m sus diversas elevaciones sobre el nivel del
mar; cuando hablo de corrientes de agua, ni doy su exacta lon-
gitud, ni su profundidad media, ni la cantidad relativa de su caudal,
ni la velocidad de sus corrientes ; cuando trato del suelo ^ no lo
describo según los principios de la geología, ni lo analizo como
químico para descubrir sus calidades aL^rícolas; cuando hablo de
los reinos vegetid, mineral y animal, me acontece igual cosa, y
cuando entro en la relación de la liistoria general del país, expongo
los hechos sin profundizarlos, á modo de simple cronista* Por tanto,
téngase ésta como la primera palabra de censura contra el libro
que ahora presenta al publico.
Para tratar de disminuir un tanto la pobreza técnica de esta
i
I
— xm —
obra, he hecho tantos esfuerzos y tantas ililigencias como han
cabido en mis pocas Eacultades ; y si no he logrado un resultado
en todo favorable, sí estoy persuadido de que esas mismas faltas
señalarán los vacíos en donde existan , para que personas más
competentes los colmen con aprovechamiento para la Repú-
blica.
Una carta geodésica, lutbilmente ejecutada por ingenieros
ilustrados, contribuiría sobre modo á poner de manifiesto todo lo
que en asunto á riqueza mineral contiene esta comarca.
Nivelaciones exactas, 0j ación de alturas sobre el nivel del mar,
de temperatura media, de humedad relativa del aire en diversos
parajes, y en fin, un estudio serio acerca de nuestros meteoros,
Hos harían dar un paso gigantesco en el camino de nuestra deseada
civilización* ,
Tanto para facilitar la lectura y estudio de este libro, cuanto
para dar algún orden á la colocación de las materias que contiene,
lo he dividido en tres partes, y cada una de ellas en capítulos
especiales.
La primera parte trata de algunas definiciones elementales do
geografía, y de lo referen te á la parte puramente física del Estado,
€S decir : de la división de su suelo, de la descripción de sus mon-
tañ^, de la enumeración de sus puntos limítrofes, de la nomen-
clatura de sus ríos, de la enumeración de las producciones, de los
terrenos, de los cUmasetc, etc.
Como ésta no es una obra didáctica, he vacilado un tanto al
poner en mi escrito triviales definiciones científicas al alcance de
toda persona medianamente instruida ; pero como esta publicación
podrá ser leída por campesinos y por hombres ajenos á semejante
estudio, he querido dar á los últimos algunas nociones que los
guíen en la lectura.
La segunda parte enciérrala geografía política, ó sea descrip-
tiva de los de;!artamentos y distritos con variados pormenores. Lo
referente á organización social y gubernativa , y lo conexionado
con las razas, industria, carácter del pueblo etc., etc., entra tam-
bién en esa parte.
La tercera contiene algunos datos históricos sobre los aborí-
xtv —
genes antioqueños,alíJfO sobre arqueología y etnoj^rafía, una noticia
sobre la situación y carácter del pueblo conquistador, y la historia
cronológica de la conquista ^ hasta que , concluida ésta , entra la
época de la colonia.
Bien hubiera querido ocuparme en trazar siquiera una historia
compendiada do esa segunda época, y si posible me hubiera sido,
de la última relativa á nuestra emancipación ; pero confieso haber
reputado tal intento como superior á mis fuerzas. Para llevarlo á
término mo hubiera sido preciso registrar archivos, estudiar docu-
mentos antiguos , y hacer muchas investigaciones sobre puntos
completamente ignorados. El tiempo me habría faltado para ello*
He procurado ser sumamente económico en la citación de
autores y fechas» atento á facilitar el manejo del libro, siempre
embarazoso cuando está colmado de referencias ; y para corregir
esto acompaño la lista de autores consultados, en que el lector
podrá hallar la verificación de mis aseveraciones.
He creído conveniente agregar á la obra dos cartas corográ-
Qoasy muchas láminas que representan fielmente objetos indígenas,
é ilustran la situación respectiva de los primeros habitantes úv
Antíoquia, De las cartas, la una representa el Estado como estaba
al tiempo de la Conquista ^ y la otra lo reprebenta tal como hoy
eadste.
Además de haber tomado como fuente de investígacíón la
Usta de autores anotados en la portada de la obra, debo agregar,
en cumplimiento de un imperioso deber, que para la parte des-
criptiva he ocurrido á la benévola generosidad de mis amigos y
al patriotismo ilustrado de varios antioquehos, con el fm de
conseguir copiosa suma de datos, indispensables al desempeño
dü mi tarea. Esos datos me han sido suministrados con tanta
oportunidad , que no pmlría agradecerlos como se merecen.
Los informos á que aludo, han sido, en la mayor parte, tan
completos y satisfactorios, que para la redacción de algunos capí-
tulos no he tenido otra cosa que hacer sino trascribirlos casi
íntegramente. 8i mis favorecedores llegaren á revisar este libro,
hallarán en el sus ideas, y eso, me atrevo ú esperarlo, será motivo
de agrado para ellos.
— ,xv-
Las personas que me conocen de cerca, saben que el conjunto
de mis tareas diarias es tan difícil y complicado, que el arreglo
mismo de los materiales ha sido hecho en medio de mil emba-
razos, sin quietud de espíritu y sin la calma precisa para reflexio-
nar lo que se dice y pulir lo que se escribe. Sirva esta advertencia
para solicitar de los lectores un poco de indulgencia por los errores
que noten en mi escrito. En cuanto á los defectos tipográficos ,
debo advertir que no pongo fe de erratas, porque de un lado
ella es consultada rara vez, y porque muchas provienen
de que los tipógrafos extranjeros no se hallan en buenas condi-
ciones para llenar las exigencias de una completa corrección.
Con todo, manifiesto que la equivocación en que he incurrido de
anticipar un año la fundación del distrito de Envigado, queda subsa-
nada con lo que digo al tratar del distrito de Bello ; y que la come-
tida al asignar á la de Medellín el mes de febrero de 1675, queda
corregida con poner en lugar de dicho mes el de noviembre del
mismo año.
Nociones generales de Geografía. — Definiciones,
Se entiende por Geografía la ciencia que trata de la
Icscripción de la tierra.
La tierra es el globo que habitamos, y este globo tiene
aproximadamente !a forma de una naranja ; es decir, está
abultado hacia la mitad y aplanado hacia los extremos.
El punto abultado hacia el centro se llama ecuador, y los
ptintos extremos opuestos se llaman polos.
La redondez de la tierra se demuestra de varios modos.
I Bastará mencionar sólo uno para dar á la demostración el
carácter de verdad indiscutible. Cuando estamos en la costa
Imar y contemplamos un buque de vapor que so aleja, lo
PHmero que desaparece A nuestra vista es el casco; luego va
Darcciendü el gran tubo de la chimenea, y en fin, la
^tíremidad dq ésta. La observación hecha con un buque que
llega a la costa, ofrece el fenómeno en orden inverso. La
demostración de esto es tan sencilla que no merece explicación.
Las alturas de las montañas y las profundidades de los
valles no quitan á la tierra su carácter de redondez, porque
i
esas cmineaciasy osas profuiididadeSjSOii apenas, con relación
aJ globo, lo tjue pueden ser las rugosidades de la corteza de la
naranja, con relación á ella. Siempre queda redonda.
El globo se compone de dos elementos principales : tierra
y agua. La tierra es la parte sólida, y el agua la parte líquida.
Estos dos elementos están un la proporción de 1 á 3 ; el 1 para
la tierra y el 3 para el agua.
En la parle sólida hay montañas, cadenas de montañas,
ramales, fuertes, contrafuertes, nudos, puntos de unión, bifup**
alciones, trifurcaciones, volcanes, anfiteatros, abras, colinas,
oteros, punas, mesetas y parameras. En la parte líquida hay
océanos, mares, golfos, bahías, ensenadas, caletas, lagos,
lagunas, ciénagas, pantanos, ríos, riachuelos, i-audalcs, to-
rrentes, fuentes, arroyos, manaderos, vertederos etc., etc.
La Geografía en su sentido mas lato abraza una enorme
extensión de conocimientos humanos. Para nuestro parcial y
reducido estudio la consideivareinos desde cuatro puntos de
vista : astronumico, físico, históricü, y descriptivo.
El pruner punto tiene escasa importancia para nosotros,
poi'tjue consistiendo en la descripción de la tierra con refe-
rencia á los cuerpos celestes, la mínima extensión de ella do
que ahora tratamos disminuye casi del todo esa relación.
El aspecto físico será para nosotros la descripción de
Antioquia en sus diversas faces materiales.
Haremos consistir la parte histórica en la refei*encia de
los diversos hechos cumplidos en la comarca anüoqueña al
tiempo de la conquista, y un poco también en lo relacionado
con la colonia y con la época republicana.
Para jiosotrus, la Geografía descriptiva consistirá en la
tarca de enumerar el modo como están firmadas las diferentes
agrupaciones Immanas sobre la superlicie del Estado*
Para estudiar provechosamente la Geografía, es preci
poder disponer de globos, esferas, compases, brújulas, teles-
copios, planos cosmográlicos, mapamundis, cartas parciales,
planos corográficos y topográficos, barómetro, tcrmómetixj,
hígrómelx^a, pluviómetro etc*, etc.
Fai*a el csstudio do la Geografía astronómica, está dividida
la tierra en dos partes por un círculo trazado en el centro do
su parte abultada. Este círculo la divide en dos hemisferios^
IlsuiiadüS el uno hemisferio norte, y el otro, hemisferio sur.
Reciben también, el primero, los caliíicativos do setentrional
ó boreal, y el segundo ios do meridional ó austral. El punto
extremo del primero se llama polo norte, y el del opuesto,
polo sur.
Para saber cuál de estos dos puntos esol sur ó c! norte,
sira2 la brújula, cuya manecilla pLírmanccc siempre apuntando
^n uiiu y otro extremo, el norte y el sur, marcados con la
fietra N el primei'o y con la S el segundo. Las letras E y O en
^í instrumento, señalan el éste ú oriente y el oeste ú ocaso do
ün modo recíproco. La situación del polo norte se conoce
í^rabión por la estrella polar, y esto es cómodo para nosotros
>t" cuanto desdo todos los puntos del Estado so la vedistinta-
Eíente.
I^ara facilitar nuestro estudio, es bueno saber, además, que
dos hemisferios de que hemos tratado se dividen á su
"no en tres partes : la primera entre el ecuador y el trópico,
^& es un circulo que rodea la tierra á 23 1/2 grados en imo
y otro hemisferio; la segunda entre el trópico y el círculo
F^í^r, que es otra linea que se supone trazada entre el polo y
^l trópico respectivo, y la tercera entre el circulo polar y el
Las fajas en que estos círculos dividen la tierra se llaman
^Uas. La del centro es la zona tórrida ó intertropical, las dos
<iue siguen al norte y al sur se llaman templadas, y las dos que
í^odan á los extremos se llaman frías ó glaciales. Cinco, por
^oiABiguicnte.
El trópico del hemisferio norte se llama trópico de cáncer,
y el del sur, de Capricornio. El círculo polar del norte se llama
circulo polar ártico, y el del sui' lleva la (^nominación de
^^tártico,
IjOs círculos de que hemos haI>lado son el uno máximo,
y los otros menores. El máximo ó ecuador divide la tierra en
— 'i
dos partes iguales, los otros en desiguales. Hay además otros
círculos de que hablaremos á continaación*
Los meridianos son círculos máximos que dividen la
tierra en dos partes iguales y cortan el ecuador formando
ángulos rectos.
Hay tantos meridianos cuantos puntos geométricos
pueden ser considerados en el ecuador^ esto es, cada lugar
del globo tiene su meridiano.
Se llama latitud la distancia que hay de un punto cual-
quiera al ecuador. Si el punto está al norte, se llama latitud
norte, y si al sur, latitud sur.
Longitud es la distancia que hay de un meridiano á otro*
Hay varios meridianos convencionales; pero para nosotros el
meridiano convencional es el que pasa por Bogotá.
El horizonte es un círculo máximo que divide la tierra en
dos partes iguales para el observador colocado en cualquiera
parte de ella. Este es el horizonte racional y purajiieivte astro-
Uíjmico* Hay otro horizonte convencional 6 reducido que
abarca sólo la extensión (¡ue puede ser dominada con la vista*
Cénit es el punto (lue en la esfera celeste so considera
colocado sobre el lugar en que estamos. Nadir es el punto do
la esfera celeste que se supone debajo de nuestros pies, díame
tralmcnte opuesto al cénit. Antípoda es el morador del glob
terrestix?, diametralmente opuesto por su s¡tuaci<Hi á otro
Se llama oriente el punto de la liurra por donde pare
quo nace el sol, y occidente aquel por donde parece que se
oculta.
Si nos colocamos do manera que nuestro I)razo derecho
quede oxaclamento para el lado donde sale el sol, y el izquierdo
para el lado dondi: se oculta, tendremos el norte al frente y el
sur á la espalda. Esta trivial manera, pur medio de la cual
conocemos los cuatro puntos indicados, es lo que so llama
orlen tación. ,
Entre estos cuatro puntos llamados cardinales hay otros
intermedios : entre el iu)rle y el oriente está el N,E.; entre el
este y el sur está el S*E*; entre el sur y el oeste el S.O., y entre
c^H
el ocaso y el norte el N.O* Entre ellos hay otros ajenos á estos
rudimentos.
Montaña quiere decir tierra áspera, agria y encumbrada,
J territorio erizado de montes.
Varias montanas continuadas por larga distancia forman
lina cordillera, y varias cordilleras reunidas toman el nombre
do sistema de C'Ordillera?^ ó cadenas do montañas.
Por ramal de una montaña entendemos la c-ordillera
subalterna que se desprende de ella, y por extensión decimos
fuerte, para calificar lo mismo, así como contraruerte, para
significar las subdivisiones montañosas desprcnditlas de los
ramales primitivos.
Por exteasión también llamamos nudo de una montaña
cordillera, la masa culminante en que su divide en otras
tundarias, y puntos de unión los lugares en que se juntan.
Sí la cordillera primitiva se divide en dos, se bifurca, y si en
tres, so trifurca.
Volcan, en el sentido geográfico, es un lugar do la tierra
provisto de una abertura llamada cráter, por donde pueden
ser expulsados varios materiales contenidos bajo la suporíicie*
Cuando estas erupciones son frecuentes, se dice volcán en
actividad, y cuando raras, ó nulas, \ olean apagado ó extinto.
Mesa ó meseta es una llanura extendida sobre alguna
altura de terreno. Llámase también puna.
Se califica, por deducción, con el nombre de anfiteatro
Un espacio de terreno de poca altura, cuyos llancos tienen sus
^planos ligeramente inclinados.
Abra no es otra cosa que una abertura ancha y despejada
que se halla entre dos montañas ; quebrada es tierra
desigual y abierta entre montañas que forman valles esti^echos.
Por eso esta palabra empleada para significar ciertas
corrientes de agua, nos parece impropia, y aunque usada
generalmente, la hemos evitado, dejándola sólo para su
acepción castiza.
La cumbre ó parte superior de un monte ó de una sierra
se llama también ceja, •
J
6
y significa
Colina es sinónimo do collado
tierra que no llega a ser motitaña.
Otero es una elevación poco considerable en el terreno.
Paramera es una vasta extensión fie terreno en
abundan los páramos, y páramo es un campo desierto,
elevado, descubierto á todos los vientos y que no se cultivad
Isla es una porción de tierra rodeada de agua por
partes.
Valle es una tierra plana entre montes ó alturas.
Cañada es el espacio que hay entre dos montañas pe
distantes entre sí. M
Farallón es un picacho que sobresale y se eleva oor
derablemente sobre la altura media do una cordillera* m
Se llama selva un lugar lleno de arboles y yerbas qw
dan aspecto frondoso. Decimos también bosque para signifii
%
10.
t^
lo mismo.
Océano es el conjunto de agua que rodea gran parte
la tierra, y mar, el conjunto de agua mas reflucido. Cuan
está como encajado entre uno ó más continentes, y
reducido en extensión, se llama mediterráneo.
Golfo no es otra cosa, en su acepción restricta»
un brazo de mar avanzado por gran trocho dentro
tierra.
Rntendomos por bahía una entrada¡ del mar en la
de basíante exlimsión para resguardar las embarcacir
por ensenada un recudo que forma seno por la entri
del mar en la tierra, y por caleta un sinónimo de cali
ensenada. f
Laguna es una concavidad en un terreno que conüi
gran cantidad do agua, y lago es una considerable lag^
Ciénaga es charca grande llena de cieno, y en grado inM
á la ciénaga están los pantanos ó anegadizos. Los esta
0on formados por una cantidad de agua acumulada
espacio rcíducido por medios artificiales.
Ilío m la corriente de agua continua y más ó
caudalosa I que va á desembocar en otra, ó en el
— 7 "
riachuelo es un río de monor importancia; raudal es la
copia de agua que corre arrebaüidameiite ; torrente os una
corriente ó avenida impetuosa de aguas que no es durable
sino en tiempos de muchas lluvias ó aguaceros, y por
extensión se hace sinónimo do raudal ; arroyo, el caudal cc>rto
de agua que corre casi siempre; fuente es un manantial
de agua que brota de la tierra, y vertedero es sitio preciso en
que brota el agua.
Desembocadura de un río es el punto en que éste arroja
SU9 aguas al mar, ó áotro de mayor consideracinn. Llámase
también boca. La confluencia de dos aguas existe en el lugar
en ffuo se unen, y por corrientes tributarias se entienden las
d© menor importancia que acrecen, por su reunión, el caudal
de otras mayores.
Dase el nombre de catarata á un salto formado por una
corriente de agua al descender de un nivel superior A otro
inferior* Cascada es poco más ó menos lo mismo, y corriente,
Í^^ curso rápido del agua sobre un plano inclinado. El
^niolino consiste en el movimiento más ó menos circular y
re\niclto de las ondas de una corrienlc do agua en un punto
de Su curso.
H La higrometría consiste en conocer el grado medio de
"^niodad atmosférica en un punto dado de la tierra; la
*®^peratura media es el grado dol termómetro que se halla á
I^^^l distancia del máximo y del mínimo, y altura
pi'oniétrica, la elevación de un punto especial con respecto al
P^el del mar»
I Etnografía es la ciencia que trata del estudio y clasifi-
^^ión de las razas humanas.
Paleontología es el tratado de los seres orgánicos
I^^^tonecientes á épocas más ó menos remotas.
I Arqueología es el estudio de los monumentos de la
l^tietiedad.
I Fósil es todo cuerpo de procedencia orgánica que se
^^^*ae de debajo de la tierra, ya sea en su estado primitivo »
^^ Petrificado.
-^ 8 —
Cerámica es el conocimiento científico de los vasos de
tierra amasada, ya sean de esmerada hechura ó de fabricación
ordinaria*
En esta obra entendemos por Estado, el de Antioquia,
sección territorial, soberana en su administraciónj y depon-
diente sólo de la Unión Colombiana en ciertos ramos de
gobierno; por departamento, porción del territorio del
Estado, compuesto cada uno, de varios distritos en que aquél
se ha dividido para su gobierno político y civil; por circuito,
cierta demarcación del Estado para asuntos de justicia, y por
distrito, el territorio parcial de los en que está subdividido el
Estado para eu administración municipal.
Capital : la ciudad principal del Estado designada parala
residencia de los alto^ poderes públicos, y para servir de
c^entro á la administración general. Cabecera de departamento :
la ciudad que llena condiciones respecto al departamento,
semejantes a las que llena la capital respecto al Estado ; y
ral)ecc*ra de distrito la parle más poblada del lugar, en que
residen los funcionarios de la administración municipaL I..as
fracciones son caseríos de mayor ú menor consideración,
subordinados para su gobierno á la administración municipal
de los distritos (1).
(1) Estas flüfinicionfa y explicaciones no serían suficíentOB para el estudio^
ffcnrral de la Ctcojírafia ; pcn» las hf^mos pueslo al principio de nuestra obra
pnni fftiMlítar la inteligencia do ella entre personas poro famíiínrizadas con los
coñac imieuloíi geográllco»*
CAPITULO SEGUNDO
Situación, —Extensión. — Población. — Limites.
Situación. ~E1 Estado de Antioqiiia comprende el área
di* terreno encerrado entre 0° 15' iíY^ de longitud oriental» y
5* *iV de lonj^^itud occidental del meridiano de Bogotá, y
i' 2' W y 8" 9' de latitud norte.
Extensión. — La extensión del Estado se calcula en
590,25 miriámetros cuadrados. De éstos, 330 poblados, y
260,25 baldíos.
El perímetro correspondiente cuenta 141 miriámetros,
distribuidos de la manera siguiente ; en la frontera del
Jolima, 15,5 ; en la del Caucaj 50; en la de Bolívar, 53; en
Ide Santander y una pequeña parte de Boyacáj 16^5, y en
ladñCundinamarca, G.
El mayor largo del territorio antioqucño se mide por
«na línea recta que principia en el río Chinchiná, y termina
í^n el camino de Ayapel á Santa Lucia, línea de 30 miriá-
naetros. La anchura mayor se mide por otra línea que principia
^ el caserío de Bohorques, en el Magdalena, y termina
eu la boca del río Mongudó, en el Sucio, Mide esta línea 99,5.
El terreno, en lo general, puede clasiticarse así:
— 10 —
De llano 76.5
De mesas propiamente tales (1) 00,0
De cerros. .,•.,, 497,5
De páramos. 10.5
Do anegadizos 2.25
De ciénagas y lagunas 2/25
De islas , . . . . 1.25
Suma 590.25
El Estado de Antioquia, puedo, por tanto, contener enj
su seno de 6 á 7 millones de habitantes, en la proporción de
10,000 á 11,000 por rairíametro cuadrado, pues tal es Is
equivalencia de la población en Bélgica, menor que Antioquia
i 90 miriametros.
Población, — Antioquia tenía en 1808, según datos
oficiales, iOG,950 habitantes; en 1843, 189,534; en 1851,
244,442; en 1861 (por cómputo) 327,322; en lí?70 (por censo
oficial J, 365,974, sin incluir la población del distrito de
Nechí.
En 1851, la población antioquena estaba dividida como
sigue: mujeres, 123,283; hombres, 121,15í): lo que daba
una diferencia en favor del número de mujeres, de 2,124,
El censo oficial levantado en 1883 y publicado en 1884,
asciende a la suma total de 463,667, incluyendo 1 ,220
indíf^enas (2). Como se ve, comparando el censo de 1870
con el actual, el aumento en 13 años ha sido de 97,693.
El número de habitantes que da el último censo,
exceptuando los indígenas, se distribuye en 229,448 varonc
y 234,219 mujeres ; exceso de estas 4,771 •
(t) En la 0<Kifrrafía descriptiva hablamos de mesas ; pero por su descripoú
míatna, 9C comprendo que carecen de algimoa do los requisitos natural ea 4
olaao do formacioncd orográítciui.
{%} Según datoa recibidos acerca de loa indígenas existentes hoy. diferimos i
tmlD de Mte nilmaro^ por croar que os majrur*
En lo relativo á |K)blación y limites hemoa conaultado á loa
Kioolia F. Villa y Halad Uribe U.
Si la clasificación se hace por profesiones, los totales
de ambos sexos quedan así :
CENSO DE 1870
Estudiantes 13.932.
Empleados 575.
Sacerdotes 150
Militares 7*
Institutores. . 290.
Agricultores y ganaderos, 97,672.
Mineros. . 14.042.
Comerciantes . • 3*850,
CENSO OB 1B84
30.733
...... H70
224
794
553
nt.oi5
13,9:4
5.383
Artistas y artesanos
Legistas , .
Módicos
Ingenieros
Vagos
Reos rematados . .
18J40 , . , 22.170
104 20Q
95 150
23 13
447 693
232 390
De la comparación de estos dos censos y del modo
como están distribuidas las profesiones, deducimos algunas
consecuencias que haremos notar : 1* que todas ó la mayor
parte de estas clasificaciones, si no de absolutamente erróneas,
deben ser tachadas de defectuosas; 2* que, á pesar de todo,
el aumento relativo do la instrucción pública en los 13 años
corridos, es en alto grado consolador ; 3"* que el aumento de
273 institutores, así como el de 13,343 agricultores y
ganaderos, lo son igualmente ; 4* que el comercio ha ganado
^on el aumento de 1,533 comercianteSj y que las artes dan
^bajo á 4,030 individuos más; 5* que la minería parece
'^^l>er perdido 1,000 obreros, sin que la producción de
í^etales haya disminuido, merced á la generalización de los
inolinos y á la introducción de nuevas máquinas; y esto,
potxjue lo que en realidad ha rebajado es el número de
trabajadores por menor.
Se va también por la comparación (y es triste), que la
^flipleomanía, las revoluciones y la inseguridad general han
Jo en estos 1 3 años, 295 empleados públicos, 787 militares,
— 12 —
246 vagos y 168 reos rematados. Por lo demás, la clasifi-
cación de la población presente distribuida en profesiones y
estados, se comprenderá por el cuadro puesto al íiii de los
distritos.
En un país tan atrasado como éste en trabajos estadísticos,
no es posible tener entera fe en la significación de los números
apuntados. Los encargados do formar el censo, son, con
raras excepciones , personas poco versadas en esa clase de
operaciones ; y si a eso se agrega que la generalidad de los
habitantes, antes oculta que esclarece los hechos, podemos
concluir con razón que el error de esta clase de documentos
estriba mas bien en lo que falta que en lo que sobra.
Dice á esto propósito el estudioso y docto señor Rafael
Uribc Um queen atención á los censos anteriores > y al presente,
la población de Antioquia ha aumentado en 7,G10 habitantes
por año ó sea en 2 1/2 por 100^ loque daría un término medio
de 36 años para la duplicación, y que calculando en 25,000 los
antioqueños que en estos últimos años han emigrado al Cauca,
al Tolimay ú Cundinamarca, y teniendo en cuenta la influencia
de ese ninnero en el crecimiento de la población, el aumento
sería de 12,064 anuales, y el término de su duplicación el de
30 años, por lo cual se ve que Antioquia se acerca al término
más favorable de 25 años, representado por los EE. UU.
de Norte América,
Nosotros agregamos, para dar mayor fuerza a
observación anterior, que Medelh'n tenía en 180!), 29,76^
habitantes, y en conformidad con el último censo sólo 37,?37|
cuando personas competentes piensan que la pobUición de
capital no puede bajar de 45,000.
En resumen : 25,000 anUoqueños emi^rrantesa los Estadc
del Cauca, del Toiima y do Cundinamarca, y el error probabH
del censo, nos inducen á ciTcrque el Estado tiene por lo menos
500,000 habitantes ; y si eso es así, la duplicación es casi
tan rápida como en los EE. UU. del Norte. Las causas que
explican esla admirable procreación son fáciles de comprender:
la raza es vigorosa y sana; la alimentación sustanciosa y
frugal; las costumbres, en general, puras; los matrimonios
tempranos, y los climas benignos.
Límites* — La parto orlen tal de! Estado do Antioquia fué
disputada en tiempo déla conquista, como perteneciente ¿lia
gobernación de Popayán, por una parte, y al Nuevo Reino
de Granada, por otra.
Sosegados los afanes do la guerra de conquista y puesto
algún ordenen el arreglo del país, una parte al sur contimiu
perteneciendo a Popayán, y otra, al oriento y nortleste, incor-
porada al Nuevo Reino y cedida a la Provincia de .Mariquita.
Algo mas tarde, la ciudad de Remedios y su jurisdicción,
qae era extensa, y la de Marinilla y Rionegro, que también lo
eran, hicieron parte integrante de lo (jue se llamó Provincia
de Antioquia, erigida por el gobierno español como entidad
dermitivamente separada de las goljcrnaciones de Cartagena y
de Popayán, que en competencia pretendían el dominio exclu-
sivo de su territorio.
Por el lado del nordeste perteneció á Antioquia el grande
y rico territorio de Guamocó, segregado á principios de este
»igIo para unirlo a la extinguida Provincia de Mompox, y
dejarlo, al tenor de las más recientes divisiones territoriales,
como porción integrante del E^stado de Bolívar.
Desde el principio del descubrimiento de estas comarcas,
so consideró la banda derecha del Atrato hasta la cordillera
JeAIube y una parte del litoral Atlántico, como propiedad
íí-iitioqueña ; pero después esta sección ha corrido suerte jnny
varia,
Antioquia conserva derecho perfecto á reclamar mayor
t^iTiturio por aquel laclo, aumento que le daría condiciones
fTiiiritimas, extendiendo su propiedad hasta la parto oriental
"í'l golfo de l'rabá, y que le proporcionaría de esa manera
P'ierto que facilitara sus relaciones con el extranjerOj animara
^u comercio y favoreciera la explotación de ricos minerales
y el trauco útil de varios productos naturales expontáneos :
todo para su bien y para bien de la República,
- 14 -^
En el Cabildo d© la antigua ciudad de Antioquia hay
documentos que prueban íjue, en distintas épocas, diferentes
gobernadores encabezaban sus providencias administrativas
así ; a D. N. N. Gobernador y Capitán general de la provincia
de Santafé de Antioquia, entre los ríos Bredunco y Nive, golfo
de Urabá y aguas del mar del Norte ». Y bien se sabe que el
río que entonces se llamó Nive, es el mismo que hoy lleva el
nombre de Atrato,
Por un decreto del Vicepresidente D. Rufino Cuervo,
quien ejerció el P, E. nacional en 1847, se privó a Antioquia
de una gran parte de su territorio en la ribera oriental del
Atratü. Hallábase á la sazón en la ciudad de Medellín el Gran
General Tomás C. de Mosquera, á quien se hizo notar por
varios vecinos la injusticia cometida. Persuadido de ello el
General, prometió que al encargarse del gobierno revocaría
el decreto mencionado ; y, como así se verificó, continuó
la Provincia de Antioquia en posesión de aquel territorio*
Luego, en 1850, el General José IL López, Presidente
entonces do la República, expidió otro decreto en el sentido en
que lo había hecho el Vicepresidente Sn Cuervo, en el cual se
advertía que la providencia de segregar territorio de Antioquia
sería de efecto transitorio*
Sin embargo, sea por la división que de la Provincia se hi^o
en 1851, partiéndola en tres ; sea por trastornos de orden
público ocurridos en aquel año ; sea porque entonces no so
hiciera reclamación alguna, ó sea por cualquiera otra causa,
el hecho os que territorio que pertenece al Estada, histórica,
geográfica y legalmente, permanece aún separado de ól.
Aquí ocurre pensar si no será por lo menos disputable la
facultad que tenga un Presidente de la líepública para cambiar
losh'mites de los Estados, desmembrando a unos y aumentando
la üxteosíón territorial de otros.
En tal persuasión, sin duda, la Legislatura del Estado
aprobó por unanimidad, en IG do setiembre de 1875, la
excitación que se registra en el número 559 del Doletín Oficml,
que dice :
«15-
t£ Excítese al P. E. para que promueva la reintegración del
territorio del Estado en la parte en que éste coníinii con la
ümi*gen oriental del Atrato, golfo tle Urabá y mar de las
Antillas, territorio que desde la época do la conquista ha
pertenecido á Antioquia, y que fué separado de esta entidad
política por actos provisionales y transitorios del F** E.
nacional, que no se han corregido como se prometiú hacerlo,
y á los cuales el Estado no reconoce carácter deíinitivo, ni
puede reconocérselo, porque esc territorio, que a ningún otro
Estado interesa, es de necesidad absoluta para el desarrollo
fie la industria y prosperidad de toda la parte occidental díi
Antioquia, j)
En los últimos años se suscito una cuestión, en la cual, á
propósito de límites, los Estados de Antioquia y el Cauca
disentían sobre cuál era en realidad el río Chinchiaá, que dcl)ía
^mr de línea divisoria á los dos Estados, si el que lioy lleva
d nombre de Clúnchiná, n el que, corriendo más al sm*, es
conocido con el nombre de río Claro.
Después de largos debates sobre este asunto, se declaró
íílicialmcnte que el Chinchináes la corriente de agua interpuesta
centre la Villa María y la ciudad de Manizales, y que el verdadero
rio Claro es la que corre ui) poco más al sur de la referida
^Ua, Declaróse el Chinchiná línea divisoria, siendo posibleque
P<>r este acto oficial, se haya quitado á Antioquia una laja de
ít*raz terreno en su parte meridional.
El río de La Miel, que nace en el cerro de la Picona y des-
**ííua en el Magdalena, cerca de Buenavista, se ha reconocido
desde ol principio como h'nea divisoria entre los Estados de
^^i'tiuquia y el Tolima, Hoy, por un error geográfico que ha
^^í'vidü para la expedición de una ley nacional sobre división
H territorial, el segundo de dichos Estados pretende extender
» su dominio hasta él río Timana óSaraana del Sur, muy cercano
^ la ciudad de Sonsón, separando así del Estado de Antioquia
^^ extenso territorio que reduce en mucho su importancia
'otoñal, social y política. Pensamos que la decisión de este
^*^ociado pendiente se verificará en favor de Antioquia, por
— 16-
exigirlo así la justicia y por probarlo en tal sentido documentos
incontestables presentados por el Estado. fl
Ignoramos todas las razones que el Gobierno Supremo
haya tenido en mira para separar del Estado, la banda oriental j
del Atrato y el territorio de Guanioeó ; pero sospechamos qi
la base de tal procedimiento descansa en el intento de favorecer
los intereses aduaneros y comerciales de Santa Marta, Sal
nilla y Cartagena, base á todo respecto falsa en buena políticaj
y reformable con provecho común desde el momento en que se'
quiera atender ; 1** al desenvolvimiento general de la riqueza
de la República, y 2' á la influencia que el canal de Panamá,
inmediato á nuestro Estado, deba tener y tenga efectivamente
sobre el progreso industrial y civilizador del país.
Sea como fuere, y sometiéndonos por ahora al estado oficií
do las cosaSj pasamos á exponer los limites generales y los"
límites parciales reconocidos por la ley nacional vigente.
El Estado limita, supuesto el observador en el centro
norte, con el Estado de Bolívar ; al sur, con los Estados de
Cauca y del Tolima ; aJ éste, con los Estados de Santander,
Boyacá y Cundinamarca, y al oeste, otra vez con el Cauca,
Los límites particulares son :
Con el Tolima. — Desde la boca del río de La MielJ
siguiendo aguas arriba hasta sus fuentes en el cerro de ]
Picona, y de este punto hacia el siu% aguas vertienteg
por los páramos, hasta las cabeceras del río Chinchiná*
Con el Cauca. — El Chinchiná, desde sus cabccers
aguas abajo habita ^^u unión con el Cauca, y luego el Cauca, agus
abajo hasta laboca del riachuelo Arípua en su banda izquierda
Este riachuelo Jiasta sus diferentes orígenes en la cordillera
occidental, señala después el lindero entre los dos Estados,
luego las cumbres de esta cordillera liasta el cerro de Cari
manta; después el Paramillo, los farallones del Chocó, hast
cerro Plateado; luego desvía la línea al nordeste por el cerí
Horqueta, y en seguida ai sur hasta las cumbres que separa
-- 17 *
las aguas que van al río Ocaítió, de las quo van al líebara; allí
vuelve al nordeste hasta el morro de Piedragorda, corriendo
después por más de Iñ miriáinotroa en dirección recta al norte,
hasta la triple unión de los ríos Sucio, Pavarandf» y Mongudó,
después de atravesar el río Arquía, cerro iMujandó, río Murrí
(en el punto en donde le entra el Curbatá), Cerro Chajcadó,
Monto Carmelo y Buenavista. De aquí hasta el punto indicado
en los tres ríos, corre la línea por las cumbres que separan las
aguas que van al Pavarandocito, de las que van al Murindó yal ,
Jiguamiandó, tomaudu luéjío las aguas del Pavarandó,
curso abajo, hasta su unión con los otros dos menciíniados.
Aquí la línea toma el río Mongudó, aguas arriba, hasta el
camino que va á Murindó, luego este camino hasta más abajo
delaeonnuencia del Leoncito y el León, torciendo al ésto por
la.s cumbres del ramal que separa las aguas de este último río,
(lelas del Antadó, hasta las que dividen las del Apurimiandó
délas de la Esmeralda, en la sierra de Abibe,
Con Bolívar. — En este Estado baja la línea la serranía
de Abibe en dirección sudeste hasta cortar el ríoSinú, enfrente
de lascabeceras del Sinusitoy el riachuelo Entasal, yendo luego
^^n busca del río San Jorge en la desembocadura del ríoMutatá.
A^iui toma una loma casi al sur en busca de la cordillera en
doudc nace el río Pegado, la cual separa las aguas tlel Cauca
délas del San Jorge, Sirve después de límite la cumbre de esta
larga cordillera en dirección nordeste, hasta perderse en las
llíiüuras desiertas y selváticas medianeras entre aquellos ríos.
Demarca luego el límite general, una línea imaginaria tiradaal
través de estas selvas cu la direcciíin que traía la cordillera,
hitóla encontrar la ciénaga de San Lorenzo. Después de esta
ciénaga toma la línea el caño Aguaclara, aguas arriba, hasta
^-'l camino que va de Ayapel á Santa Lucía, y luego todo el ca-
íi^iíio hasta dicho punto sobre la ribera del Cauca, Pasa este
noy toma el riachuelo Santa Lucía hasta su origen ; luego la
serranía hasta la cabecera de Santa Isabel, cuyas aguas baja
hasta su unión con la de Siguana en el camino de Guamocó,
— 18 —
y después por los cerros de la Hebilla, hasta encontrar
unión del río Tigüí con el Cañaverales ; atraviesa este lugar en
busca de las aguas que bajan al río Puna, de la serranía del
Sacramento, y por la cumbre de ésta hasta el cerro Tamar,
origen del río de su nombre; luego este río, aguas abajo,
hasta su unión con el Ité, punto en el cual toman e^tas aguas
el nombre de Cimitarra; y pone término al lindero una recta
trazada hacia el oriente, en busca de las casas [de Bohorques^
•sobre el Magdalena.
Con Santander y Boyacá. — Desde frente al vecindanT
de Bohorques, Magdalena arri!)a, hasta el riachuelo Ermi-
taño sobre la frontera de Cundinamarca,
Con Cundinamarca. — El Magdalena, curso arril
frontera del riachuelo Ermitaño, hasta frente a la boca del río
de La Miel, punto de partida de esta gran línea de división.
CAPITULO TERCERO
Orografía
Cordillera CentraL — Ramificacióti del Levante. — Ramificación
bI Centro, — /íami/ícadon del Ocaso. — Ramales secundarios. —
Consideraciones generales sobre el sistema central AntioqueTio, -^
Cordillera occidental colombiana.
Dos grandea cadenas do montañas del enorme sistema
andino, con sus ramiíicacioaes y apéndices, recorren en la
dirección general de sur á norte el territorio del Estado
de ADtiO({uiaj haciéndolo por tanto muy quebrado. Estas dos
cadenas de montañas son una parte déla cordillera occidental,
y otra de la central de los Andes, nacidas en la célebre
trifurcación de Pasto, cerca de Almaguer, al sur de Popayán,
de las cuales dos forman la extensa hoya del Cauca, La cadena
oriental tiene en su curso la gran mesa de Bogotá, para
terminar después en la sierra nevada de Santa Marta y en
parte del territorio do Venezuela : esta última no está
conexionada con Antioquia,
Cordillera central. — Esto gran ramal atraviesa un
Píídazo de los Estados del Cauca y el Tolima, produciendo de
^ííta manera la división natural de los dos grandes valles del
Cauca y del Magdalena. Sus mayores alturas pasan en oca-
siones el limite donde comienzan las nieves eternas, mientras
ípieeii otros parajes llegan sólo á la región de las gramíneas
los írailejones. El Quindío aparece cubierto apenas de
v<^í?etaleá pequeños y débiles; pero el Tolima, Santa Isabel y
El Ruiz están siempre coronados por una blanquísima capa
de nieve. El Ruiz, nevado colosal^ se levanta atrevidamente
iiobrc una planicie llena de arena y piedra, sin señal alguna
— 20 —
de vegetación, y puede considerarse ccmio el punto d*i
arranque de las montañas centrales de Antíoquia.
En efecto, al pie del nevado del Riuz, pero siunipre sobre la
cordillera, en el sitio denominado Lagunetas, en donde nacen el
río Chinchina, para el occidente, y el Giialí, para el oriente,
esta gran montaña comienza á ser antioqueña. En su
principio y con notable elevacinn, se dirige perfectamente al
norte con los nombres de Aguacatal y de lierveo, hasta el alto
de San Félix; cambia allí mismo su curso y torna al
oriente por un corto trayecto. Revuelve luego y recobra su
primera dirección basta el lugar en que da nacimiento á los
ríos Negrito y Venus, puntos en donde la cordillera varía de
rumbo, extendiéndose al noroeste para formar el páramo de
Sonsón, En el alto del páramo se encorva en semicírculo,
abriga hacia el occidente el reducido vallecito de Sonsón,y
termina su curva en los altos de las Palomas y los í 'arados.
Progresa siempre ; mas de los rearados en adelante tuerce al
norte hasta Vallejuelo, y de Sonsón hasta cerca de la Ceja
constituye un gran nudo difícil de describir; pero que, según
observaciones prácticas, se explica aproximativamente de la
manera que sigue :
En Vallejuelo, esa poderosa masa do tierra va hacia el
noroeste por un largo trayecto hasta la poderosa c ninencia do
San Miguel, y en su tránsito so divide cfn tvj: grandes
ramilicaciunes, para la inteligencia de las cuales nos vemos
obligados A recurrir á una división semejante á la ya
mencionada con el nombre de gran trifurcación de Pasto en la
cordillera madre de los Andes (1).
Estas tres ramificaciones que llamaremos del naciente,
del centro y del ocaso, se desprenden, la primera de Vallejuelo,
no siendo por consiguiente otra cusa que la c-ontiimación
natural de la que venimos describiendo. La central se
deprima bastante en el punto denominado Pantanillo ó
(!) C&U división arbitraria hi Liucchujji C4iii el tln do facilitar el catudiu; y i>arR
rjuc no hftyn con fusión al tratar de monta»ii3| o^frcta^aremos á cudu cordillera
principal el caüFicaiivo do anlloquoAa.
— 21 -
Andes, y toma luego con mayor elevación su curso nordeste.
La liUlmá ó del ocaso, prolongándose desde el alto do 8an
Miguel, se deprime en Sinifaná y sigue después poco más ó
menos paralela á la segunda.
En la parte de la cordillera central, compi-endida entre
Lagunetas y Vallejuelo, se hallan algunas eminencias de
consideración, entro las cuales, las más imponentes son ; La
Picona, Alto Camello, San Félix, Alto del Páramo, Las
Palomas, Los Parados y Alto Pcreira*
Ramificación del Levante. — La ramificación dd
levante, en que hay picaclioí^ bien notables, va al nornordestc
en dirección paralela a! Rionegro ó Nare, hasta las fuentes
delGuatapé, y torciendo después al oriente se desvanece en la
confluencia de este último río con el Sainaná, y en la del
Samaná con el Nare. De su eje principal se desprenden
diversas montañas subalternas, de las cuales unas forman las
Jioyas hídrográflcas de los tributarios del Samaná, y las otras
^pierden insensiblemente en las orillas del Nare.
Vallejuelo, El Cerro, San José, Cucurucho y Monte
Tabor, son las eminencias más considerables que ofrece esta
s<^rrama en sft progreso.
i
Ramificación del Centro. — La cadena del centro
píirte de Pantanillo y sigue hasta Remedios; deprímese allí,
tí'aza una breve curva hacia el occidente, y en parte lleva el
íiomhrc de serranía de Remedios; se eleva 'de nuevo en el
Alto Tamar y en la serranía del Sacramento, y al íin,
gubdividiéndose á la manera de la anterior, sale del Estado,
<?ntra en el de Bolívar y remata en las márgenes del río
Magdalena.
Loa altos Santa Isabel, San Luis, Las Palmas, San
Ignacio, Santa Helena, Piedrasblancas, Contento, Guayabito,
Verduga, Retiro, Ceja, Rabo de Chucha, Bagre, Tamar,
Puruij Hebilla y el alto Siguana son las alturas más
^culminantes de esta cordillera.
— 52 -
Ramificación del Ocaso. — El ramal antioqueño del
ocaso, comenzando, como hemos dicho, por deprimirse er
Sinifaná, se eleva otra vez en Cardal, la Paja, Komeral,
Gallinazo y Ovejas. Allí se divide en dos, de los cuales el de lal
derecha, manteniendo un perfecto paralelismo con la'
cordillera central, ofrece las elevaciones de Ángulo, Medina
y Zarzal. Enfrente de la Quiebra, se deja romper en
parte por el cauco del Riogrande; pero recobra bien
pronto su altura en Laureles, San José y Guanacas. Mas
adelante, siempre imponente, comienza á declinar, hasta que
después de varias inflexiones se desvanece en el ángulo
formado por la confluencia de los ríos Porce y Nechí.
La otra montaña, nacida en Ovejas, pasa por Belmira,
forma el páramo de Santa Inés, y extendiendo después sus
multiplicadas ramificaciones por el territorio comprendido
entre el Cauca y el Nechí, acaba en la confluencia de estos
dos ríos.
El curso de la serranía del ocaso puede deecribirae a8í :
del alto San Miguel hasta el alto Delgadita, va al norte y
separa el vallo del río Mcdcllín del valle del Cauai. Del alto
Delgadita hasta el de Santa Inés, al noroeste, y de este punto
en adelante, aunque traza algunas cui*vas, su dirección es al
nordeste.
Sus elevaciones más notables son : el alto San Miguel,
líomeral, Canoas, Delgadita, Santa Rita, páramo de Santa
Inés, altos do Santa Isabel, San Juan^ línenavista, San
Isidro, la Hundida, Santa Bárbara y los cerros de Cruces de
Cáceres.
Ramales secundarios. — Esta parte do la cordillera
central ajiombiana, estudiada desde el páramo de Ruiz hasta
su terminación en las orillas ckl Nare, presenta numerosas
cordilleras secundarias en uno y oti*o de sus flancos. Hacia ol
oriental hay dos quo podemos mirar como de mayor
importancia : la primera entre el curso de los ríos Miel y
Tí maná ó Samaná del sur, y la segunda entre el Samaná del
8Liry el del norte, ramales quo acaban, aquél en las vegas del
rimaná y La Miel, y éste en las del iMagdalenUí después de
foirmar los elevados cerros de la Paja, San Vicente, Narciso,
Los Paramitos, Dulccnonibre, Rodeo, Partidas y Tigre.
Lo^ ramificaciones del flanco occidental, desde el Chinchiná
hasta Vallejuelo, son por lo general paralelas las unas á las
otras, separadas por el curso de alíennos ríos, y de menos
valor orogrático que las anteriores. La más notable es la que
desprendida del alto de San Félix, corre por entre los ríos
Pozo y Arma y acaba en las orillas del Cauca.
La parte de esta misma cordillera central que al
arrancar de Pantanillo liemos seguido hasta Remedios, ó más
bien hasta su desvanecimiento en las playas del Magdalena,
da también de lado y lado cojas montañosas, que se
distribuyen de un modo físico análogo al anterior. Los
estribos que arroja hacia el Porce se alargan poco, á causa de
que este río corre muy cerca de la base occidental de la
síírranía. De los que van al Magdalena, se consideran c^mo
principales los siguientes : el que nace cerca de Santo
Domingo y que al pasar por entre los ríos Nare y Ñus
presenta los altos de Sepulturas, Cabildo y María; el que
parte del cerro del Contento y extiende sus ramales por
entre el Ñus y el San Bartolomé, para elevarse en los altos
Patiburrú, Alicante y Santa Cruz; y el que tiene su punto
de partida en las fuentes del Itó, el cual, separando las aguas
de este río de las del San Bartolomé, ofrece su mayor
elevación en el cerro Grande.
Cerca de Remedios salen del eje principal de la cordillera
multitud de ramales que acaban unos en las orillas del Porce,
y otros en los territorios de Simití, Guamocó y en la frontera
del Estado de Bolívar,
En cuanto á la rama del ocaso , prolongación que tiene su
principio en el alto de San Miguel, sus ramiQcaciones ó estribos
más importantes son ;
1' En el mismo punto, la serranía arroja un apéndice
colosal en dirección al oeste, en donde se hallan las pinto-
— 24 —
rescas moles de Cerro Bravo, Sillón y oerro do la Tusa»|
2* En el mismo lugar que d anterior nace la montaña que,
corriendo al sur, forma la divieoria de aguas ^íítrc los ríos
Poblanco y Buey y termina en el cerro Amarillo. 3** Laque
separándose del alto del Cardal va al Cauca por entre los
riacliuelos Sinifaná y Amaga, y forma el cerro Corcovado.
4** Del páramo de Santa Inés se desprenden dos cordilleras di
consideración, la que separa las aguas de los ríos Chico
Grande, extendida al sudeste, y la que va al n?>roeste y si
pierde en las cercanías del valle de San Andrés. 5° Un poco at
norte, hacia las fuentes del río Espíritu Santo, presenta una
larga ceja que sigue paralela al curso de este río y termina en
la loma Cariman. 6** Cerca do Yarumal, en el cerro de la
Hundida, parten varios ramales, el más elevado so dirige al
sur, donde se confunde con la otra gran ramiíicación de la
cadena del ocaso. 7** En los cerros de Cruces de Cáceres, h
cordillera forma un centro de donde se desprenden díversofi
estribos en forma de estrella, los cuales, distribuyéndose ei
distintas direcciones, terminan unos en las aguas de
río Cauca, otros en las del Necln^ y otros en las de 8U€
tributarios.
El grupo de montañas cuya descripción general hemos"
emprendido, puede considerarse como el sistema central do
nuestras cordilleras. De Lag uñetas hasta Santa Lucía y del
borde izquierdo del Magdalena hasta el lado derecho del_
Cauca, este grupo está distribuido al levante de este ultime
río. Entre la rama oriental y la del centro se hallan ene
jonados, y como por escala, diversos valles recorridos po^
el Bionegro, y enlre la central y la del ocaso, algunos má
bafiadiis por el l*orce. Los primeros son más altos sobre
el nivel del mar que los segundos, así como estos se halk
á mayor altura que los fecundados por el Cauca.
Cordillera occidental colombiana. — Vista en sus
pormenores la ramiÜcacion ci ntral de la gran cordillera d^
los Andes en su parte antioquefia, Jios queda para concluir
— 25 ^
descripción del esqueleto ó armazón del Estado, tratar do la
poderosa raniificacióa do la cordillera occidental en la parte
rdacioaada con el país.
Esta gran raolc montañosa empieza á ser anlioquefía en
el cerro de Paramillo, casi unfrcntc dolos nacimientos de los
ríos de San Juan y Andágiieiia.
Aunque muy voluminosa, y aun se puede decir
elevadisima, no alcanza á llevar sus cumbres hasta la altura
de las nieves perpetuas, Las cimas más culminantes suben poco
inásde3,ÜUÜ metros sobre el nivel del mar.
Desde el alto de Paramillo en adelante, la cordillera de
que tratamos comienza por formar una breve curva hasta su
llegada delinitiva al último de los tres farallones del Citara ó
del Chocó, que estáa colocados enfrente de los pueblos de
Andes, Bolívar y Concordia, hacia su parte occidental. Es
bueno advertir que en el mismo c-erro de Paramillo, un ramal
do esta montmla se desprende hacia el lado del Pacífico y so
deprime muclio cerca do San Pablo, para elevarse luego y
cotitiiiuar su carrera paralela á la costa del mar Pacífico, y
constituir lo que propiamente debiera llamarse continuación
'le la cordillera principal de los Andes (1).
Del último farallón que queda en frente de Bolívar para
afielante, la cordillera toma definitivamente hacia el norte
J^íista enfrente del Barroso, y luego se eleva considerablemente
en los altos t^an Mateo y San José. Al llegar frente al pueblo
de Aiizá vuelve al noroeste y se levanta oirá vez en el páramo
del Frontino hasta 3, 400 metros. Sigue en la misma forma hasta
el cerro de la Horqueta, en donde da nacimiento á dos ramales.
La masa madre de la cordillera continúa invariablemente
siael setentrión en buscado las costas del mar, para perderse
en ellas, en las llanuras de Ayapely en las cercanías del golfo
de Urabá*
Desde el cerro de la Horqueta y ya enfrente de la ciudad
lO Algunos gctigrafíJH (orniiiinn en cslo punto la dtíscripción de los Andes ;
pero uosolrot* pensamos que la depicsiun aludida no debo quitar «ii nombre al
gr«i fiUtema que con su» caracteres propios recorre la América setentrionaL
- 26 -
de Antioquia, el eje principal de esta división occidental de los
Andes pasa por Alegría» Vejiga y Abriaquí, y forma despu¿
el Morrogacho y el alto de Toyo,
En esta última cumbre la cordillera sigue siempre al'
norte^ y alcanza mucha elevación en el Paramillo ó alto del
Viento.
Engruésase prodigiosamente en estaparte, constituyendo
las moles elevadas de Tres Morros, Sasafiral y León. Allí so
ramifica en forma de abanic^D, siendo tres sus brazos principales ,
á saber : el que so dirige al nordeste por entre los ríos Cauca
y San Jorge, con el nombre de serranía de Ayapol, y se pierde
en las llanuras de este nombre ; el que se extiende por entre el
San Jorge y el Sinú» llamado serranía de San Jerónimo, va
casi paralelo al anterior y se desvanece en las extensas llanui^as
del Estado de Bolívar ; y por último, el principal que sigue
al norte, separa las aguas clel Si nú de las del León y forma la
sierra de Abibe donde se hallan los altos Carrizal; Chigurudó,
Garepa ó Carejía, para rematar al fin en la orilla del mar, bajo
la denominación de serranía del Águila, ■
En el lugar donde la cordillera occidental penetra en el
territorio antioqueño, nace una montaña que con sus muchos
ramales ocupa el espacio comprendido entre el Cauca y el San
Juan. En estas montañas se levantan notables eminencias que
llaman la atención, ó por lo gracioso de sus formas ó por su
considerable altura : tales son, entre otras, la montaña del
Oro, los altos Santa Isabel, Cártama y Piedra, el alto de
Raya y dos farallones situados cerca de las orillas del Cau
Desde Quibd<>en adelante recibe el Atrato varios ríos qui
vienen do la gran cordillera que describimos. Los principal
son éstos : el NegüA, el Pune, el Bebaramá, el Bebará,
Arquía, el Murrí, el Murindó, el Sucio y el León ó Guacub
De estos ríos los cuatro primeros son exclusivamente caucan'
Del Arquía en adelante, todos los otros corren en parte p
territorio de Antioquia ; y como para que estos ríos tengí
cauce apropiado y vertientes naturales so necesitan montañas
que laa suministren, podemos colegir de antemano que la
- 27 -
cordillera ya descrita en su masa principal, engendra necesa-
riamente ramales, fuertes y contrafuertes que toman diversas
direcciones para componer físicamente el sistema liidrográlico
de aquellas regiones. Esta parte de la Geografía es mal
' conocida ; pero trataremos de dar sobre ella una idea siquiera
aproximada.
Así : en el Plateado se desprende una cordillera que pasa
porOcaidó, inclinada al oeste. En esta montaña hay otro cerro
nombrado la Horqueta, diferente deí que ya mencionamos, y
másal occidente el de Ocaidu, de donde salen tres brazos;
uno al norte, otro al ocaso, que termina en Bebará, y cl
tercero más elevado paralelo á la cordillera principal.
La cordillera de Ocaidó contiene los altos Palmitas,
Palmar, Nicasio y Pa varando. De Pavarandó se desprenden
[dos i'amificaciones, una al naciente y otra al poniente, la
fprimera de las cuales se une al primer cerro de la Horqueta, y
líi segunda a los altos Quiparado y Mujandó. Kn adelante, la
cordillera de Ocaidó se hace paralela al río Alrato, y es rota
jen la estrechura de Curbatá por las aguas del río Murrí.
ISiguiéndola hacia el norte hasta el cerro Chajeadó, hallamos
que se encuentra con una prolongación que le viene de la
f Horqueta, y contribuye con ella para formarla serranía de
iMuBinga y completar de esta manera la grande hoya de! Murrí
'y del Mandó. En esta cadena de Musinga se elevan otros dos
eerrcKs con el nombre de Paramillo el uno y de Plateado el
otro, y además ios altos Murindó, Tuguridó y Tengamecoda,
donde tienen sus manantiales los ríos del mismo nombre.
En el cerro Chajeadó, la cadena que venimos siguiendo
tl^de Ocaidó se abre en dos y da lugar entre sus ramas al
valle Amparado. En el Monte Carmelo se divide en numerosos
contrafuertes que concluyen en las márgenes del Sucio y
Murindó, con excepción de uno c£Ue prolongándose hasta
puenavista, va á terminar subdividido en las selvas del Atrato
y el Sucio. '
CAPITULO CUARTO
Hidrografía
Ríos. — El Magdalena, — La Aíieí. --* El PiedrasbUncas y el Rio
Claro. — El CocornL — El Nare. — El Caño Colorado. — El
San Bartolomé ó Caño Regla. ^ El Cimitarra ó San Pablo, —
El Cauca» — El Chincfiina. *- El Guacaica* — El Honda ¡/ el
Tapias. — El Pozo* — El Arma. — El Pobíanco. — El Parce*
— El Aurra. — El San Andrés. — El Espiriiu Santo, — El
Cártama. — El Piedras ij El Mulato, — El San Juan de
oriente, — El Arquia. — El Murrí, — El Sucio. — El León.
— Lagunas y Ciénagas, — ís/a.s.
El sistema hidrográrico de Antioquia es de una naturaleza
peculiar. Con excepción de la parte del Magdalena que le toca,
y del Cauca, á trechos, casi todos esos ríos tienen más bien,
por mucha que sea la cantidad de sus aguas, aspecto de
torrentes que de otra cosa, tales son la velocidad de sus
corrientes, los obstáculos materiales que encuentran á su paso
y la inclinación de los planos que recorren.
Los lagos y ciénagas son pocos, de corta extensión y
de mezquina utilidad. Otro tanto podemos decir de las islas,
pues apenas merecen tal nombre.
Describiremos los ríos siguiéndolos segiin su posición ^
^esur á norte y de oriente á occidente
El Magdalena. — Este río, el más caudaloso del Estado
y también de la Rejjíiblica, es antioqueño desde Buenavista,
í^íi la desembocadura del río de La Miel, hasta enfrente del
í^^eno de Bohorqucs, cerca de la ciénaga Blanca. Aquí su
tlirucción es nordeste y conHenc algunas islas poqueñas, de
1^ cuales unas pocas que se aproximan a su ribera izquierda
— 30 —
pertenecen al Estado* Su corriente es tranquila y se navega
con alguna facilidad por toda clase de embarcaciones; sus
aguas son engrosadas por varios ríos y riachuelos, que tienen
casi todos una dirección oriental y descienden de los Andes
centi'ales de Antioquia y de sus ramificaciones.
La Miet — Nace de la cordillera central, de una elevada
eminencia llamada La Picona; -corre primero al oriente y
luego se desvía al nordeste hasta su reunión con e! Samaná,
con el cual sigue francamcnto el primer rumbo hasta su
desagüe en el Magdalena- Uecibc desde su nacimiento varios
torrentes, y á mitad de su carrera le caen las aguas del Moro,
unidas con las del San Antonio. En su cuarto inferior so une
con el Samaná del sur ó Timaná, que tiene sus orígenes un
poco más al norte en los páramos de San Félix y de Sonsón,
y endereza su camino al norte, recibiendo las aguas de los
ríos Dulce y Venus. Frente á la publacinn de Naríñuó Pocitos,
el río Samaná cambia su direc^^ión al nordeste hasta su reunión
con el de San Julián, que baja del cerro de las Palomas, y de
allí eu. adelante es netamente oriental hasta su reunión coa
el río de La Miel, un poco más abajo del riachuelo Mulato,
cerca de Ledesraa. En este último trozo recibe por su banda
meridional los ríos Hondo y Claro. Do Lcde^ma hasta
Buenavista, La Miel os navegable por embarcaciones menores.
El Piedrasblancas y el Rio Claro. — Un poco más
abajo del anterior, recilxs el Magdalena el riachuelo Piedra»-
blancas, siempre por su margen izquierda, y todavía, algo
más al norte, el río Claro, de mínima importancia por el
caudal de sus aguas, pero célebixs por una gruta de mármol
quülo íorma un puente natural lleno de caprichosa belleza.
El Cocorná. — Este río, formado por el do su nombre
y por el Claro, sale al Magdalena un tanto al norte del preco*
dente y entre ól y la desembocadura del Naro.
— 31 -
:
El Nare. — El Naro estó formado por el Samaná del
Qorte, por el Rionegro y por el Ñus, que son sus corrientes
elementales. Como cada uno de ellos tiene bastante signiíi-
cación, será bueno mencionarlos por orden. Los ríos Caunzali
Verde, Melcocho, Santo Domingo^ Ccjcorná (otro) y Dormilón
itiunidüs, que toman sus vertientes en la cordillera central,
desde el cerro do las Palomas hasta enfrente del Peñol, origen
del río Caldera, constituyen por su reunión el Samaná
dicho del norte^ que mantiene constantemente una dirección
éste*aordesto. Hacia el quinto inferior de su curso, el
Samaná se une, antes de caer sobro el cauce del Nare,
por bu ribera izquierda con el Guatapé (Balseadero), que
después de nacer cerca del pueblo del mismo nombre,
cm*iquece su caudal con varios torrentes y con el río San
Carlos, para seguir invariablemente al levante. Después de
juntarse el Guatapó y el Samaná, estos dos ríos confluyen al
Nare, un pocu arriba de la Bodega de líemolino. El Naro
propiamente dicbo tiene lambii^n su origen en el nexo do la
cordillera central cerca de Pantatüllo; se dirige al nordeste
habta el salto de Pérez, abajo de Nudillales, pasa por cerca del
Retiro, Rionegro, Marinilla y el Peñol, recibiendo de lino y
otro lado riachuelos, torrentes y manaderos de poca conside-
ración, pero muy numerosos. Del salto de Pérez en adelante,
d Hionegro cambia su nombre por el de Nare, y acrece su
iJíiportancia fluvial con el tiibuto que le rinden el San Pedro,
Nusito, San Miguel y muchísimos riachuelos de poca impor-
tancia. En esta última parte su dirección es oriental. El río
Ñus nace cerca de la Quiebra, un poco al nordeste de Santo
Domingo, gira al sur-sudeste y recibe por uno y otro nauco,
entre otilas aguas, las del Nusito (otro), Quebradona, Conejo,
Concepción, San Juan, Socorro y Monos, So une luego con
*J Nare, ya cerca del Magdalena, entre el pueblo de ese nombro
la Bodega de San Cristóbal. El Nare es navegable por
''^'aperes hasta Islitas, por embarcaciones menores hasta
molino, y ha sido hasta lioy el vehículo principal para la
comunicación comercial de Antioquia.
El Caño Colorado. — Mas al norte, y Hicnipre por su n
hi oceidenUí!, cae al Magdalena otro riaclmelo conocido
ese nombre y alimentado en sus cabeceras por los arroye
Sabaletas y Caracas.
El San Bartolomé ó Cano Regla. — Este es un ríd^?!?
sale del alto de! Contento sol>re lacordillüraque hemos convenido
en llamar central de los Andes colombianos, oriental antiu^
quena. Le tributan sus aguas por su flanco meridional le
riachuelos San Lorenzo y Dona Ana, y los ríos Cupiná
Alicante reunidos, mientras que por su ribera izquierda se
unen la Candelaria, el río Volcáji con el riachuelo de la Cruz7
y el Hondo con el Pescado, Este i'ío lleva su curso al oriente
es navegable por un corto trecho de su parte inferior.
El Cimitarra ó San Pablo, — Desemboca en el Magdalena
fuera del Estado de Antioquia, pero la mayor parto de 61 trs
sita por tcriitorio antioqueño. Tiene sus fuentes primers
cerca de Remedios, un poco al sudoeste, y está alimentado ct
sus cabeceras por los ríos Ütü elle. En esta primera parte de
su camino lo entran aguas de poca significación, de uno y otro
lado ; pero c^mo su curso es considerable, llega al Magdalena,
bastante caudaloso. De la serranía de Hemedios, el Taniar, de
mas consideración, que viene del alto de su nombre, le rinde
sus aguas hacia la parte inferior. La línea trazada por el rí|
Cimitarra es por extremo irregular en cuanto a su dirccc¡óa|
pero, atendido el resultado final, correal oriente en su tere
superior y al nordeste en la parte restante.
Estudiados supcrticiatmente, como acabamos de hacerle
los ríos antioqucños tributarios del Magdalcna,pasemos á trat
en el mismo sentido de lo^ afluentes del Cauca por una y oír
de sus riberas, empezando por dar una idea general de este
caudaloso río.
El Cauca. — El Cauca tiene sus fuentes enti'c Puraoé y
Haletará en la laguna de las Papas ; vierte para el accidente,
I
^ n —
mientras que su hermano tic nacimiento, el Magdalena, so
desprende á la parte opuesta para torcer luego al norte. Uno
y otro, después de varias ¡^^(^xiones, siguen sensiblemente al
norte, d^yando la cordillera central en medio y recorriendo
I las exlensas hoyas que toman sus nombréis respectivos.
■ El Cauca, después de recorrer el fértil valle de sn nombre,
H « antioqueño desde la boca del Chiiichina en adelante. De
^Ba[uí hasta la desembocadura del Pozo se rlirige aproximada-
^^^enteal setentritm ; tlesde el Pozo hasta d Arma su curso es
completamente al norte ; del Arma hasta el San Juan, al
noroeste ; del San Juan hasta Sabanalarga \aielve al norte ;
de Sabanalarga á San Andrés, Valdivia y la boca del Nechí,
(orna á ser nordeste.
De Chinchina á Poblanco, el Cauca rueda encajonado,
rápido, lleno de pedrejones é inadecuado para la navegación,
sii^ pei'mitir paso de travesía sino en rarísimos punios. De
Potjlancx) hasta -Juan García presenta mudanzas alternativas
d<i mansedumbre y violencia, dando lugar apenas á una nave-
gac^iun parcial, y eso en embarcaciones menores. En este
pcdíixo se hallan entre otros pasos peligrosos, los de Parco y
CajL'si (le Perro. En Juan García hav un notable descenso, v
(leé^rlo allí hasta im poco más a!)ajo de Cáceres, es precipitado y
fut^ioso, Luego se desliza sereno y fácilmente navegable hasta
su desembocadura en el Magdalena, quo tiene lucrar en el
punto llamado Tacaloa.
El Chinchíoá. — El Chinchina forma parte de la frontera
*líí^ Bstado por su extremidad sur con el del Cauca ; nace cei-ca
*lc^ cráter del Ruiz y sigue un curso sensiblemente occidental,
[COr\ ligerísima inclinación al norte.
El Guacaica, — El Guacaica mana de la falda occidental dr
lUi *'Ordi llera del centro, va al occidente y desagua en el Cauca,
lunidocon el anterior.
El Honda yelTapias. — Estos dos ríos reunidos caen
|[1 Uuca con el nombre del segundo, al norte del Guacaica.
3
— .14 —
El Pozo. — El Pozo tiene sas nacimientos : do un lado en]
el paramo de Herveo, con el nombro de Pocito, y de otro, en
los valles altos de San Félix, con el nombre de San Lorenzo.
Uennidos estos dos hacia la parte baja de tíulamina, llevan sus
aguas al Cauca, casi enfrente de Supía.
El Arma* — El Arma desagua también en el Cauca y
tiene su origen en los valles altos de San Félix, frente á frente
de los nacimientos del río Samaná. Va al principio al noroeste
habta su reunión con ol rio I^mtíUo ; pero do allí en adelantoJ
su carrera es enteramente occidental. Entranle por su banda I
deivcha los ríos Negrito, Perrillo, Sirgua, Sonsón, Áurea yj
Buey; mientras que por su margen izquierda le tributan sus
aguas el San Félix, Aguada y otros de menos consideración.
Entre el río Arma y el Pozo, desagua en el Cauca el riachuelo
Pacora»
El Poblanco. — Esto río es do poca consideración;
desciende délas alturas de San Miguel , correal sur y desem-
boca en el puerto de Caramanta.
Este alto de San Miguel y las cordilleras aledañas dan
nacimiento a un sistema de aguas trilmtarias del Cauca y deL
Magdalena. Así, mientras el Uionegru, que nace en cst
serranías, toma la derecera ya indicada para desaguar en ell
Magilalena, con el nombre do Nare, y mientras el Poblanco]
sigue directamente al sur, como se ha dicho, para rendir su
caudal de aguas al Cauca, el Porce, naciendo a la parto
opuesta del mismo cerro de San Miguel, rueda por un largo ^
espacio inclinado al noroeste hasta lanzarse al Cauca en el]
puntn llamado Nechí*
El Porce. — Vierte del altu de íSan Miguel, y con el nom?l
bre de río de Medellín baja resueltamente al norte; primero, ^
por el vallecito dir Caldas, y luégn por el de Aburra u Medellín.
Cuando llegad Bello cambia en nordeste esta primera direc-j
ción, hasta dar ea su punto de confluencia con el Cauca en
Nechí. Después de dejar á Bollo, pasa cerca de Capacavana,
JirardoU, Barbosa, Amalfi y Zaragoz:^, recibiendo, tanto por
la derecha como por la izquierda , ríos y arroyos que
circunstanciaremos un poco do sur á norte, según el orden
(le su posición respectiva y en razón de su importan eia.
Por la banda oriental recibe los riachuelos Miel de
Caldas, Doctora, Ayurá, Bocana, Copacavana, Ovejas,
Dü8 Quebradas, Aguasclaras, Porcecito, Cancana, Caracoli,
líiachun, Trinitacita; Mata (fürinado por el de este mismo
uombrc, el Maní, el Pocoró y el Tinita); Bagre (otro), fomiado
porelTigüí que viene de Guamoró, Cañaveral, Puna, el
de su nombre y el Pocuné, Más abajo del río Bagre caen al
Porce el Hebilla, Lallana y el riachuelo Santa Lucía, límite
nordeste tie la frontera*
Por la banda occidental tributan sius aguasal Porce los
rios y riachuelos Salada, Valeria, Dona María, Iguana, Ctarrfa,
y el Grande, cuyo principal anuente es el río Chico. Además,
Quebradona y Guadalupe; y el Nechí, que, tomando sus
primeros manantiales al norte de Santa Rosa, está constituido
p^relTenche, San Alejandro, Pajarito, Cañaveral, San Julián,
Soledad, Medialuna, Tamí, Anorí, Tcnchebravo, la Cruz de
Cáceresy San Juan. Más adelante de la boca del Nechí ó Dos
Bocas» se unen con el Porce el riachuelo San Andrés, el
Joba y el Caserí,
Aunque son muchos más los aíluejites de esta arteria
aiitioqueña, dejamos algunos sin mención especial por no
entraren ponnenoros difíciles de retener. Bastará agregar,
como complemento y como ratilicación, que las aguas déoste
rf^tComo casi todas las del Estado de Antioquía, curren con
cna ra[>idez espantosa ; que un poco más abajo do Barbosa, y
en el puente entibe Carolina y Ainalfi, tiene dos cataratas de
alputia consideración; que su cauce y sus orillas son eminen-
temente auríferas, así como también el lecho y las riberas de
lo3 riachuelos rpic se le reúnen en su camino. Este río es el
gnm depósito aurífero de Antioquia.
-^ 3G —
El Aurra. — Riachia-lo que desemboca casi enfrento
de Aiitioquia.
Cnrdül>a, Sacaojal, Juan García, Papayal, Lucía, Rodas,
Naranja!, Honda, Cuevas, Tugugané y líemartín, seguidos
de sur a norte, son riachuelos. ^j
El San Andrés* — Nace cerca del páramo de Santa Inés,
pasa por Castrillón, Cuerquia, San Andrés y desemboca frente
de Rodas, un poco arriba del Ituango, que desciende del lado
opuesto*
ElEspírilu Santo,— líío formado por el út^t^u nombre, el
Socavones y el Oro» con los riachuelos Estancias, Cúcercs,
Corrales, Tamaña y San Isidro.
Por la banda del ocaso reciljc el Cauca : el Arquía,
riachuelo que forma parte de la frontera con el vecino Estado
del Cauca.
El Cártama. — Tiene su bomóninit) en las vegas de
Granada de España, y es alimentado por los ríos Frío, San
Antonio, C!an> (otrn) y C*)nde.
El Piedras y el Mulato siguen después y son do poca
consideración.
El San Juan de Oriente, — Lo bautizamos de esta
manera para distinguirlo de otro de igual nombre que vierte
do las mismas cumljres, pero que sigue al occidente y desagua
en el Pacílico, El San Juan recibe sus primeras aguas de los
altos de Paramillo, y se c-onoce al principio con el numbro de
rio Üocat6,y aumenta en seguida con los triljutarios siguientca :
ríos Jurgo y Salado ; riachuelos Santa Bárbai*a y Santa Rita, y
ríos Tapartó ó Taparo, Guadualejo, Pedral y Quebradona SH
Bolívar. Su nllimo afluente es el Dar roso. ^
Del San Juan para el norte caen al Cauca, entre otras,
las siguientes aguas : Conná,San Mateo, Anzá,Noque,Tonusco,
Buriticá, Clara, Purgatorio, Ced ral, Renegado, Peque ó Pequí,
— 37 —
Playagrande, Cortaderal, Ituaiigo y Taraza, éste formado
por los ríos Urales, San Agustín, San Matías y por los
riachuelos Siritabé, Santa Bárbara y Posesiones, Después
del río Taraza, desaguan en el Cauca oí Man, el Caño del Barro
y un canal de la ciénaga de San Lorenzo, h'mite coa Bolívar*
Veamos en fin, para completar este cuadro, parte de los
afluentes del Atrato en sus relaciones con Antiuquia.
El Arquía (otro). ^^ — ^líío antioqueño en sus cabeceras, que,
como ya vimos hablando de límites, nace en la cordillera tle
ftaiitló y sirve en parte de línea divisoria con el Estado del
Cauca.
ElMurrí. — Nace en los cerros Plateado y Horqueta, y
reaulla en su principio de la unión del Penderisco, el Pavón y
el Urrao. Poco después de pasar frente al pueblo de este
ultimo noml>re, se lanza al valle de Mmu'í, recibiendo á su paso
los ríos Encarnación, San Juan v Nendó, De Murrí en adelante
Ic anuyen, entre otros, por su parte izquierda, el Mandé,
Quiparadó y Jarapetó, y por la derecha el riachuelo Murrí,
elrío Garanta, el Chaquinoilá, Chumurro, Tausí y Curbata.
Mfc lejos sale del Estado.
El Sucio. — Su origen está en la parte alta de la sierra
de Abriaquí y en el cerro de la Horqueta, Su curso es noroeste
y (^stá formado en sus cabeceras por los ríos Frontino, Nore y
Caíiasgordas. Al Sucio entran por ambos lados numerosas
^ corrientes de agua, que serán niinuciosamento descritas al
tratar de Frontino y Cañasgordas.
El León, Guacubá ó Apurimiandó. — En el golfo de
Urabá, cerca de Turbo, desagua el río conocido con los tres
noRibrcs anteriores ; tiene sus primeras fuentes en el Paramillo
ó alto del Viento» Este caudaloso río se halla formado en su
principio por el Leoncito, el León y el Apurimiandó, y recibe
después, tansolo por su ribera derecha, los tributarios sí-
— 38 —
guien tes : Antadó, Porroso y Bamadó; Jaracó» Guapia,]
Tiborodó, Manatizaies, Cliigorodó, Carepíi ó Carejía etc., etcJ
En eete parte baja, las a^ias forman ua sistema ó eni^ejaílc
do caño6, tcxlos ellos navcfrables ; caños que eírtán, aunque
no parezca justo, fuci'a del Estado de ^Vntioquia,
Los ríos Siiiú y San Jc»rge se conexionan con olEetado por
su parte alta ; pero su curso general i>ertenece al de Bolívar J
Conquistadoi*es de Antioqula exploraron y ganai*on la mayoí
parte de las tierras altas del áinii ; y si el derecho deconquist
fuera una razón euficiente de propiedad, eeta seoción debíer
eer anUaqueña,
Tanto en la parte gráfica de las montañas, como en los ríe
hemos dejado de introducir lo que propiamente habianilo d€
biera llamarse izarte científica de la Geografia. Así, poi
ejemplo, tratando de cordilleras debiéramos haber puei$to
cada inflexión montañosa su extensión , á cada mole su pe^
a cada dma su altura barométrica, a cada valle su profundi-J
dad ; y tratando de los ríos debiéramos haber asignado
plano de inclinación respectiva, lacorrientepropia, la velocidad
mediada las aguas, la profundidad a distancias y la longrtt
de !a línea recorrida. No lo hemos hecho así, porque lo invc
ligado hasta el prasonte no da garantías de extictitud, 7 por
como no escribimos para sabios, sino sólo para la masa genera
4e la población, liemos creído que estas indicaciones, á fall
de otras mejores, estimularán ©1 espíritu de investigación
producirán trabajos de mayor aliento y de mils provecho.
Lifionas j Ciénagas. - Tienes el Estado algunas agm
s, peix» su cantidad no es muy considerable. 3!eii«
narcmos algtmaa»
San Lorenio. — Este reducido lago, llamado popul
¡mrnti^ ciénaga» está sitnado en la extremidail norte del tet
lorio, y tendrá poco más 6 menos ilos miriámetros de largo
como cinco kilómetros do anchara. Desagua en el Canea ^
mi OA0 7 ra riquísimo an pwm.
Ciénaga del Man. — Junto ala boca de aquel río hay una
Julieta como de cinco kilómetros do largo.
Ciénagas del bajo Cauca, — En las inmediaciones de
la reunión de este río con el Ncchí hay varias lagunetas, por
cuanto la configuración del terreno, propia para detener las
comentes, se presta mucho á su formación. Su importancia
no es grande.
Poza y Pura. — Son dos lagunas que se comunican con
el río San Bartolomé. La primera tendrá aproximadamente
cinco kilómetros de largo, y dos y medio de anchura ; mientras
la segunda, bastante más grande, puede alcanzar á un miriá-
metro de largo, y á la mitad en su anchura.
Ciénaga adentro, — Tendrá un miriámetro do largo, y
cinco kilómetros de anchura.
Barbacoas. ^ Escomo la mitad de la anterior en extern
sión,yde forma casi circular,
Sardinita. — Está compuesta por tres ; su mayor largo
s^ráde un miriámetro, y su parte más ancha tendrá de dos
á tres kilómetros.
Blanca. — Cercana y paralela al Magdalena, de forma
oblonga, de dos miriámetros de largo, y como la mitad de
ancho, se halla en comunicación con el Magdalena. En el
páramo de San Félix hay una reducida laguna, en donde,
como ya dijimos, tienen su nacimiento los ríos Arma y
Samaná.
Al pie de la nevera del Ruiz hay dos lagunetas, en cierto
modo unidas, que sirven de origen al Chinchiná y al Gualí,
Ambas tienen la particularidad de estar á grande altura sobre
ol nivel del mar, y rodeadas por breve lindíiíima planta de
[forma estrellada y color verde luciente, que tapi^sa el campo de
-^ 40 —
una manera vistosísima y que parece pertenecer á la familia
de las gramíneas* Las raíces de esta planta se enredan y
entreveran unas con otras de un modo casi inextricable, y
forman un tejido tan denso, sólida y compacto, que, á
trechos, aunque estén sobrenadando, se puede pasar por
encima de ellas sin temor de hundirse en el agua.
En la loma Hermosa, cerca de Evéjico, hay una lagunilla
tan pequeña como graciosa por su forma, en la cual viven
ordinariamente dos patos.
Estos son los solos depósitos de agua dulce que se
hallan hoy en el país, donde, según las teorías del señor
Codazzi, no hubo en épocas remotas sino lagos profundos yj
vastos con islotes de distancia en distancia.
Islas, — En el río Cauca hay dos islas, una habitada y
otra desierta, llamada aquella Guarumo y estotra liionuevo.
En el mismo río hay otra islita frente a Cáceres, formada
por el Taraza en su desembocadura, y junto al pueblo
de Anzá existe la isla de Mosquito. Los islotes que se
hallan en el resto del Cauca y en la parte del Magdalena, son
ó muy pequeños los unos, ó transitorios y periódicos los
otros, en razón de las corrientes; pero tanto los grandes
como los chicos son sumamente feraces y útiles para el
cultivo.
CAPITULO QUINTO (1)
Meteoros é higiene
Esiüciones. — Rayos y truenos. — Exhalaciones. — Humedad del
aire. — Luz, — Nieve. — Granizo, — Nieblas y arreboles. — Arco
Iris. — ElectricidsLd. — Temperatura tropical en las montañas
y en los valles. — Termómetro vegetaL — Cambios de tempera-
tura. — Temperatura máxima y minima. — Distribución de
lé$ localidades con relación á la salud.
Estaciones* — Las estaciones se suceden de la misma
nianera que en la mayor parte de la Zona Tórrida ; esto es, se
<^onoccn dos, verano é invierno ; la última cuando llueve, y la
otra cuando deja de llover.
Los meses de lluvia en Antioquia principian á mediados
Je Marzo y terminan á mediados de Junio, para comenzar
luego ha^ia la mitad de Setiembre y acabar en los primeros
ílfas de Diciembre ; pero esta regla está sujeta á numerosas
variaciones, pues con frecuencia se invierten los tiempos,
volviéndose lluviosos los días de verano, y viceversa. A veces
el año es húmedo en su mayor parte, y en ocasiones notable
por su excesiva sequedad* Muchos de los viejos habitantes
del país creen haber observado, y aun lo afirman por la
tradición de sus mayores, que los tiempos de lluvia abundante
y de gran sequedad están divididos por períodos casi fijos
^^ siete á ocho años. Nos parece que tienen razón.
(t) Los meteoros ó fenómenos físicos que se veHíican en la atmósfera, no ban
*'<lo todavía estudiados con delenciún. Entre los datos escaaos que sobre este
punto existen, pueden solamente llamar la atención los recogidos por el inte-
íigeate Joven Tomás Herrán. Colocamos al pie de este capítulo un resumen de
?llo8 para darle mediano í!arácter científico.
- 42 —
Faltan observaciones para saber á punto fijo la cantidad
media de aguas que cae por año en los diversos circuitos del
Estado; pero se puede asegurar que en los inviernos fuertes
los aguaceros son torrenciales, y que entonces los ríos y los
raudales se salen de madre y causan muellísimos daños, y que
las pocas y malas vías de comunicación se ponen casi
intransitables.
Con harta frecuencia, la lluvia viene acompañada de
fuertes huracanes y borrascas, ocasionados por la tui'bación
repentina del equilibrio vn el aire embarazado en sus moví*
mientos por los altos muros de cordilleras que lo encierran.
Rayos y truenos. — El rayo y el trueno se desalan con
alguna frecuencia, principalmente sobre las altas montarlas
cruzadas por filones metalíferos. Tanto estos fcnümenos, como
los huracanes y lluvias, son más comunes liacia la parte del
ocaso, que en el centro y en el oriente del territorio.
Exhalaciones. — Con muchísima frecuencia, durante» la
noche, se ve la atmósfera iluminada por exhalaciones que
entran en combustión, y que atraen la curiosidad del pueblo
por su airosa manera de mostrarse.
Humedad del aire. — La humedad del aire es muy
variable : en los valles profundos, en las cercanías de los
bosques vírgenes y en las orillas de los grandes ríos, es por
lo común intensísima. En las grandes alturas, en los sitie
abiertos y en los parajes bien cultivados, reina por lo regular
mucha sequedad en el ambiente.
Luz. — La luz es brillantísima; y se puede decir
tanto en el invierno como en el verano, el cielo de Antioquiai
diáfano, claro, hermoso y espléndido.
Nieve. — No hay, como hemos dicho, nieve perpetua
én ninguna de las montañas antiociueñas; pero en las elevadas
eminencias basta un corto descenso de la temperatura para
que el agua se congele parcialmente.
^ 43 —
Granizo. — Eo esas misrnas alturas y aun cd otrae
menores, sucede que en ciertos mcsos del año» en la Cí^tación
délas lluvias, de repente la atmósfera se cubre de espesas y
negras nulies cargadas de electricidad, el frío aumenta , el
granizo cae en abundancia y deja los campos cubiertus de una
cap blanca, por muchas horas y hasta por días, cauyamlr)
gravísimos daños en las sujocntoras.
Nieblas y Arreboles. — Cou Jbastante frecuencia la tieri'a
(le4jpiiJc copiutíus vapunvs de agua, Sívbre todo durante las
Qoclies y mañanas; y esto especiabxiente en los terrenos bajos,
húmedos, cubiertos de boscjues y atravesados por rí(js y
tórrenles. Esos vapores se elevan pesadamente, se extienden
portas llanuras, coronan las cordilleras, giran luego en dife-
I reiites direcciones en la atni»')sfera y causan una o^jacidad
tmnsitoria, hasta que bien pronto son disucltcs por los rayos
ai'Jieutesde un sol üNjpicaL En las turdes, cuando el si>l se
[oculta y es seguido por el crepúsculo, así como a la prima fiel
alba cuando se levanta sobre el horizonte, los diferentes
cambios de luz reflejada n rota por la:^ nubes y montanas sobre
¡que ellas se posan, forman arreboles vistosísimos y escenas
' aéreas llenas de encanto y majestaiL
Arco Iris, — Por efecto de disposición peculiar á la
topoíírafía que nace de la colocación de las montanas, ese
fenómeno se presenta casi diariamente en la estación del
|Í£Yiemo, completo la mayor de las veces y aun doble en
nones.
Electricidad. — Los fen»'unenos eléctricos y electro-
ígalváiiicos en cada circuito del Estado, son desconocidos en
ftTOnto á eru intensidad, variaciones y manera de ser especial.
Sin embargo, como dato para el estudio, debemos avanzar
luc»]of3 depósitos ó hacinamientos de hierro imanado en ciertos
lugares, como en las cercam'as de Santo Domingo, en la
fcoHiüera de las Palmas etc., parecen atraer el rayo con
eficacia y fuerza, porque en esos sitioe las tempestades son
— 44 —
comunes y violentas. La centella eléctrica produce desgraci
numerosa'5, sobre lodo en la cima de las montañas, en dond
causa con su choriue la pérdida de personas y bestias por
muerte súbita. En las faldas de las cordilleras y en los valles
profundos, estas degracias son más raras, porque entonces
la descarga del fluido parece electuarse en regiones muy
elevadas de la atmósfera, y ei fogonazo eléctrico se consume
y disipa antes de llegar á la superllcie del suelo,
Nos ha parecido que cuandíj dos nubes cargadas de
electricidad contraria é impulsadas en sentido oput^sto, llegan
á chücarse, el rayo, como de ordinario, sigue immt?tliutamente
al golpe, y continua la tempestad ; pero hemos creído notar
también que si entonces la temperatura baja rápidamente y
hay descenso de granizo, el peligro cesa, porque la tempestad
desaparece como por cucan lo y el fenómeno concluye por un
copioso aguacero.
De lo que hasta aliora se ha diclio sobre la configuración
del Estado, se puede c^^legir fácilmente que siendo éste una
comarca ti*opical, presentando muchísimos contrastes de
formación física, y teniendo en grado supremo un laberinto de
altas montañas y de valles profundos, su temperatura debe
variar infiniUimcnte, yendo de un extremo á otro del
termi'mieli'o, á medida que se cambia de nivel con respecto á la
superficie del mar.
Temperatura tropical eo las montañas y en los vallas.
— En las altas cumbres, como la mesa de Herveo, el páramo
de San Félix, el Paramillo, Ovejas, 8an José etc»,el frío es á
veces intenso, mientras que en las orillas del Cauca, del
Magdalena, del Porce, del Sucio etc., el calor es abrasador.
Termómetro vegetal. — Por regla general, el agrupamieni^H
de ciertas plantas puede servir de termómetro para medir e*
grado de temperatura en cada localidad . Eíi los valles hondos, cl
granadilU*, el guayacan, el ceibo, el mamey, el níspero, el atapote
y el algarrobo; en las parles medias de las faldas montañosas, cl
cedro, el caunce, la quina, el quimulá, cl barcino y el oncenillo;
• 4r>
ea las cimas de las cordilleras, el pino, el chaquiro, el roble y
elchiloo ; en las eminencias todavía más elevadas, el mortifto,
el zumaque, las gramíneas y el frailuj un. lie aquí los medios
U'entes y naturales, aunque sujetos a algunas excepciones,
"ípara presumir el grado de calor de cada sitio. Esta verdad lia
senido de base para fundar el ramo déla bolánica conocido con
el nombre de Geografía de las plantas, ramo ímportantísioio
para la industria en general y especialmente para la agricul-
Uira de los Trópicos.
Cambios de temperatura. — Se puede asegurar tjue
ííubicndo ó bajando unos pocos a,*ntenares de metros cnaltui'a
Sührc el nivL^l del niar, todo ser organizado disfruta en este
múo de influencias ambientes distintas* Con el solo acto de
moverse un poco, se puede conseguir en Aalioquia, y eso en
un mismo día y en el espacio de pocas horas, el efecto físico
^ILte por el cambio de estaciones se obtiene en las zonas frías
y templadas, en el trascurso de algunos meses. Esta circuns-
tancia encierra en sí un poderoso medio para el restableci-
miento de la salud alterada, y es además una causa poderosa y
g^uuina para variar hasta lo infinito las producciones natu-
nilesde los reinos veííetal y anijnal.
Temperatura máxima y mínima. — Si tomamos como
t'jemplo la temperatura de Antioquia, cerca del río Cauca, que
es de 27 grados, una de las más altas, y la comparamos con la
d^^ Santa liosa que es de logrados y una de las más bajas on
lo** puntos habitados del país, veremos que en las alturas
intermedias el termómetro deberá necesariamente caiidiiar
<^íi su escala por una alternativa y rigurosa gradación. Sin
embargo, no son estos dos los puntos extremos de frío y do
^lor, porqu.* lugares hay, como la mesa deHerveo, en que el
termómetro señala 5 ó G grados, y otros en el bajo Cauca
^Tiqiie la temperatura puede ascender mucho masque á il
grados.
Determinamos en el curso de esta obra la temperatura
-r-,48 —
compuso sobr€iJéí''^i^^^^^ hasta qu
Gómez, do la Universidad de Bogotá,
detención en todas sus variedades y le ha
raleza una degeneración pigmentaria de 1j
La disenteria epidémica se ceba de ti
fuerza sobre todas las poblaciones indist
más bien las fiebres tifoideas, causan gr
siones ; y el cáncer, por desgracia, con si
ble, específico é infaliblemente mortal,
individuos y aun familias enteras.
Tal vez pudiéramos extender nu(
sobre el último asunto ; pero las particul
mejores para formar el tema de estudios d<
OBSERVACIONES meteorológicas hechas ^'^edellin '^
po« BL 8b5oh TOMis rerrAn kw LOS aSos DE 1875, 1876, 1877, 1878
I
MEwSES
1875
1876
1877
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T»'rtniijii.-i
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Enero. ......
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Julio. . .
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639.20
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639.46
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Términos medios. .
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20.9
21.3
21.6
21,9
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•Octubre
20.8
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•Noviembre
19.3
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77
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72
VI
AÑOS
PRESIÓN BAROMÉTRICA
TEMPERATURA
Máxima*
mm.
643.05
Mínima.
634.16
Fluctuación.
mm.
8.8y
MÁkiíUA*
26*» 9
Idínima.
13»
FlticluxkjeiúQ.
13»0
!876
643.50
635.42
8.08
28.9
13.3
15.6
1877
643.09
635*65
7.44
30.6
13.6
17,0
""
643,06
635.63
7.43
31.7
13.2
18 5
l\ l^litremos.
643.50
mm.
634.16
mm.
9,34
3t»7
13» 2
18'>5
EXPLICACIÓN DE LOS CUADROS METEOROLÓGICOS.
^EDEUÍx. — Latitud r»* 8^ 16" Borle.— Longilud i" ÍV al éste del raeriíliano de
WasUing-ton. ■ — Elevación del 'centro de la plaza Bobrc el nivel del mar 1,479
m«troB.
Los datos nieteorológ'icoa han sido extractados de ios informes uicaaualos que
'í^ enero de 1875 se remiten a Wásiungiun por recomendaciún del « Ghief
^^ival Ofíicer •> bajo cuya direccioii ha eslaLlecido el Gobiernu do los Estados
'/«ClfOTSCIC
media de muchos lugares, como punto de partida para
perfeccioaamiento ulterior de este importantísimo ramo,sobi
el cual tenemos apenas escasas é insuticientes observaciones.
Detengámonos un momento, pai*a cerrai' el cuadro qu
nos hemos propuesto, en expresar nuestras ideas sucintas
concretas sobre las influencias que agentes natuí*ales de
clase de los que liemos delineado, puedan tener sobre la or^-
nización de los habitantes y sobre la salud. ^i
Distribución de las localidades con relación á la saluda
— La gran complicación de hechura física que se nota caí
Estado, la inünita variedad de sus partes componentes,
imprescindibles modificaciones que todos los cuerpos del
experimentar en este país, en virtud de su situación propi
ó relativa, han de producir y producen en efecto el notalil
fenómeno de que cada localidad tenga inlluencias higiéníc;
diversas sobre el hombre que la habita.
En las grandes hondonadas cubiertas aun por florest
seculares, en las márgenes de los líos caudalosos, en le
terrenos cálidos, en los templados y cnhíertos por una atmr)á
fera llena de humedad, las liebres inílaniatorias, tasperniciosivij
las tercianas comunes, las afecciones hepáticas, las úlütíra
crónicas y complicadas, los reumatismos, el carate etc,, etcj
son dolencias harto comunes, y algunas de ellas frecuente-
mente mortales.
En las tierras cálidas y en las templadas donde el homhr
está sujeto a alimentaci(jn insuiiciente, y hace uso diaiúo <
aguas estancadas ó tomadas de manaderos ó de fuentes qi
Hiedan sí>hre techos arcillosos, calizos ó magnósicos» eá
probable que se contraigan aqueüas enfermedades que altera
la compo.sición genuina de la sangre, á cuyo frente, coi:
manifestación particular, se halla la conocida en el país con i
nombre de tiuitün (qs\X'cíc de anemiii).
En los climas fríos, en los templados y cálidos, con tal úo^
ífue sean socos, la salud se mantiene, por regla gener
aventajada, debiéndose á esta circunstancia el que la gr<3
— 47 ^
mayoría de la población sea fuerte, ágil, activa y empren-
dedora,
Las escrófulas, el raquitismo, la tisis, la idiosia, la tabes
meseiitérica, y en general todas las afecciones y monstruosi-
dades que atacan ala especie humana, y representan la deca-
dencia ó perversión del organismo, son rarísimas. El roto no
existe.
Hasta mediados de este siglo, la lepra elefancíaca era casi
totalmente desconocida en el Estado. Dos antioqueños domi-
ciliados por algún tiempo en Cundinamarca, la contrajeron
Laüá, ¿ por contagio ó por cualquiera otra causa* Vueltos ú
fsus domicilios anteriores, se fijaron^ el uno en Vallejuelo y el
oli*o en Sonsón ; y desde entonces, por línea recta de familia,
el espantoso mal ha venido propagándose, y hoy existe en
I cantidad bastante para causar terror en varias poblaciones y
ira ser una terrible amenaza para lo porvenir.
El rancie, achaque consistente en una dermatosis particular,
les asiiiiisnio muy frecuente en el Estado, con especialidad
|en los climas ardientes y en los lemplado.s. Esta enfermedad
le no produce dolor, aunqucsí rascazón insoportable, no tiene
igmvedad suficienle para ser considerada como mortal ; pero
atraen la categoría de las deformidades huínanas que aver-
flenmnalmayornümerode los c[iie las padecen. Nos lia pare-
cí por observaciones propias, (pie, 8iii ser peligrosM un sí
israo, este mal complica desfavorablemente todas las enfer-
aedadcs exantemáticas, y todas las dolencias propias de las
membranas mucosas,
Segiín el padre Velasco, no existía el carato en el Nuevo
Mundo, y fué debida su primera importaci<m á una cuadrilla
^k nebros de Angola, traídos al país para la elaboración de
^Biinas en el vallo de Patía, Losaiíti^^uos historiadores lo descri'
^ ben someramente; el Dr. Francisco Antonio Zea lo mencionó,
^■ás como observador ordinario, que cientíticamente; Rayer le
^Bdicó algunas lineas en su tratado sobre Enfermedades de la
^W¡el; Alibert le consagró un capítulo poco luminoso; un pro-
fesor venezolano, cuyo nombre se nosescapaeneste momento,
CAPITULO SEXTO
Producciones
Reino animaí. — Reino vegetal. — Reí no mineral, — Cuadros.
El Estado de Antioquia, por ser esencialmente montañoso
y eminentemente mineral, y, masque todo, porque su compo-
sicióti geológica así lo dispone, es poco fértil. Los cortos pero
QUmerosos valles entre los pliegues de sus montañas, ciertos
Segmentos rcduciflos en el declive de las cordilleras, y algunos
terrenos bajos y ardientes en las orillas de los ríos más
Caudalosos, que por cierto no constituyen la mayor parte del
País, forman excepción á la regla general que sentamos
^^mo relativa. Sin embargo, veremos luego que la esterilidad
agrícola no ha impedido totalmente la multiplicación de los
Ei^egetales indígenas ; que los medios para la vida animal,
aunque escasos, no se han opuesto en absoluto á la creación
y manutención de diversas especies animales, y que la con-
pguración misma del suelo ha presentado el reino mineral
^^mo un verdadero prodigio. Las causas que han presidido
^ este fenómeno, que a primera vista parece contradictorio,
^n numerosas, y sin profundizarlas las tocaremos de paso
^n los lugares correspondientes.
I
Reino animal. — Este reino es sin duda alguna el
ideaos rico del país.
Hablamos de las antiguas razas existentes antes del
descubrimiento y la conquista, y de las recientemente intro-
ducidas, porque aunque el asunto histórico que nos propo-
nemos no profundiza hechos actuales, sí queremos en
4.
56
algunos puntos dar idea sumaria do nuestra situación
presente cx>mo Estado,
Aceptamos, como verdad incuestionable, que todos los
cuadrúpedos originarios del Continente americano han sido
y son de organización sobrado débil, comparados con los doj
los otros Continentes. El íjúlalo de la América setentrional,
el llama ó lama del Perú y las dantas de diferentes puntos, '
son positivamente los más grandes animales de esta especie
en América, Los primeros y segundos, es decir, los búfalos y
los llamas, no se encuentran entre nosotros, pero de los
últimos tenemos bastantes ; y además abundan en los bosques,
jaguares, leopardos, osos, monos, tatabros, zahinos, venados,
osos hormigueros, martejas, armadillos, cuzumhos, ardillas,
comadrejas, lobos, conejos, ratones, raposas, zorras etc.
La familia de los coleópteros, comunmente llamados
escarabajos, es variadísima en sus especies, y notable por la
viveza y brillo de sus colores.
Las orugas ó gusanos son de una profusión verdade-
ramente maravillosa* En este género de estudio, el natu-
ralista tendrá un campo inmenso para sus tareas de i
observación. ^
Los insectos en general son innumerables é interesantes
para el estudio. M
Hay caimanes en las partes bajas de los grandes ríos,
6 iguanas, lagartos, camaleones, cicntopicSj lagartijas,
escorpiones, avispas y hormigas en muellísimos sitios del
Estado. Entre las arañas hay algunas notables por su tamaño,
y por su aspecto, que imita en ocasiones la felpa del más fino
terciopelo, y entre las avispas y las hormigas hay otras que
llaman la atención, ya por su magnitud, ya por lo ponzoñoso
de su aguijón.
Las aves no son tan dignas de mención por la variedad
de sus especies, cuanto por el lujo, pompa y ganalura de su
plumaje. Tenemos paujíes, pavas, guacharacas, torcaceSi
paletones, gallos de peñasco, mirlos, lurpiales, loches,
azulejos, cardenales, jilgueros, tordos, gallinetas, peixlíci
— 57 -
mBaaorSs^rallinazos, águilas, milanos y mil y mil más
iviíiuos, entre los cuales lucen algunos como el turpial,
landria y el cucarachero por la delicadeza y armonía
de su canto.
mariposas, aunque no tan bellas y finas como las
ponderadas de Muzo, abundan mucho, sobre todo en las
nes de los ríos.
En los torrentes que curren á grandes alturas hay pocos
peces: sardinas y anguilas son casi los solos pobladores de
esas aguas. Cuando tales torrentes bajan á los valles,
contienen : capitanes, sabalctas, corronchos, doradas, boca-
chicos ó pataloes y algunos más de este género. No es sino
en los grandes ríos, como el Cauca, el Magdalena, Nechí etc.,
donde los peces abundan, y enlre ellos el bagre, el barbudo,
e! manatí y el mojarra son los más notables.
Es sobre todo en serpientes en lo que el Estado presenta
lamas pasmosa y estupenda variedad. Estos animales llaman
la atención por su corpulencia , sus costumbres y lo
eminentemente venenoso y letal de su mordedura. Haypó
fina, p6 ordinaria, mapaná lisa, mapaná cabeza de candado,
piturá fina, pitorá común, cazadora, patoquilla ó pudridora,
í^uis ó taya, serpiente-plancha, lomo de macliete (verde y
negra), coral de tierra, coral sucio, bejuca, rabo de ají,
guardacamino, cascaljcl, guacamaya, víbora común, toche
ó voladora, yore, jerga, veinticuatro y corporal. La corporal
nos parece llamada serpiente de un modo impropio, porque
tiene más bien los caracteres de sauriano que de ofidio.
El cuadro que va a continuación puede dar una idea
amenté científica de las más importantes especies
ánimalevS, tanto de las indígenas como de las que han sido
suceaivamente introducidas por los conquistadores, por los
colonos y por los ciudadanos que hoy llovían vida libre é
independiente.
Reino Vegetal. — La vida vegetal es variada y rica en
[el Estado. Ya hemos visto la innumerable diversidad de
I
alturas sobre el nivel del mar, y la prodigiosa y casi incalculabl^J
escala en que fluctúa la temperatura por la misma causa. Ahoral^
bien : como ol influjo del calor, de la humedad, del aire y de
los terrenos crean el tipo específico do la organización vegetal,
resulta que siendo esos elementos tan diversos, su acción se
hace sentir también diversamente, y diferencias notables
aparecen de hecho en la flora antioqueña* ^
A pesar de la reconocida riqueza mineral del territorio^
hay razón para dudar si dicha riqueza es' definitivamente ,
superior á lado la vegetación. Desgraciadamente, el antioqueño^
ignorante ó imprevisor hasta ahora, ha preferido la formación
de escasas praderas, á la opulencia y valía de sus florestas
vírgenes. El hacha del montañés ha caído sin piedad sobre
bosques llenos de tesoros naturales acumulados por siglos, y
que habrían dado á la industria un porvenir, un alimento y
vida extraordinarios. ^|
Dimos ya á entender en qué manera y en qué orden
están distribuidas las plantas, formando zonas, según la
elevación sobre las montañas y según el grado de temperatura,
pistas zonas se presentan con gran regularidad entre los
trópicos, y aunque en ocasiones se ofrezcan algunas exce|
cienes á la regla general de su crecimiento en una mismí
escala, tales excepciones consisten no tanto en la falta de h
plantas correspondientes á un punto dado, como en que se"
entreveren unas con otras, las pertenecientes á los climas tríos,
medios y abrasadores* Este fenómeno, que depende de causas
extrañas a la naturaleza de nuestro trabajo, contribuye no
poco á realzar la belleza de algunos paisajes, recogiendo en un
mismo punto el pino de los Alpes, el naranjo de los paíse^M
templados y el dátil africano, como sucede en el antiguo valle"
de Aburra.
Los liqúenes, los heléchos y las parásitas orquidáoeaa
forman en Antioquia grupos lujosísimos de plantas. Las
últimas, sobre todo, por su tondeocia natural á imitar con la
corola desús flores la fisonomía de ciertos animales, presenta^B
raras y caprichosas muestras del vigoroso aliento '*^ '•*"
^ 5í> —
aaturaleza. La vainilla, perteneciente á oso género, brinda
gran cantidad de especies, finísimas algunas y de espontáneo
crecimiento en log bosques todas ellas.
Las más notables oi^quidáceas, por la galanura y capricho
ele su florescencia, son las vulgarmente conocidas en el país
con los nombres de San Juan, cuna de Venus, americana,
mariposa, Magdalena, columbina ó Espíritu Santo, araña,
cucarrón, zancudo, muza, calavera, lirio del Tabor, dragón y
ocnteiiarea más de especies poco conocidas ó completamente
anúnimas*
Los arbustos y árboles corpulentos, importantes todos
^llos como objeto de adorno, son numerosísimos : el caunce,
íílencenillOf el arizá, el sietccucro.s, el carbonero, el guayacixn,
el flor azul y multiplicadas acacias, lucirían ventiíjosámenteen
lo» parques y jardines mejor cuidados de Europa.
Las maderas de construcción y las aplicadas á la ebanis-
!«r¡a, á par que abundantes merecen gran celebridad ; y
c^tí) por la infinita diversidad íie sus ooíorcs, lo compacto y
solido de su fibra, el brillo que desenvuelven pulidas,
8U tenacidad y duración. Entre ellas debemos citar como
í^omondables, el comino, indestructible por los insectos, el
cbaquiro, simpático por su lustre y tersura, el algarrobo»
notable por su solidez, el tostado, el amamor, el guayacán, el
cau}ba, el cedro, el roble, el granadillo, el diomate, e! carmín,
^Icaratero, el quimulá etc. etc. etc., deteniendo aquí nuestra
ííiiumeración por temor de ser prolijos.
I Toda nuestra flora, yerbas ó plantas de talla menor,
í^astreras, trepadoras, enredaderas, arbustos y ái'boles corpu-
lentoa, ofrece en este tei'ritorio caracteres admirables y dignos
de llamar la atención de los botánicos. Aquí las plantas de
cualidades neutras ó poco definidas, son extraordinariamente
faras. Ciisi todas ellas tienen propiedades físicas, químicas y
^tánicas, concentradas^ vigorosas y enérgicas que las distin-
gueo. Ya es una virtud medicinal incontestable, á veces un
«exquisito aroma, en ocasiones una linda flor, y, por fin, un
(agradable fruto, A veces las hojas solas hacen notable un
— GO —
árbol, y en otros la corteza solamente cautiva la curiosidad,
y no faltan ejemplos en que un solo individuo posea en sí
gran numero de virtudes recomendables.
Las gramíneas vegetan con feracidad y profusión en
muchos puntos. Hay pastos para la fácil cría de los ganadon,
y fuera de las dehesas, y entre ellas mismas, tenemos extensos
carrizales, nudillales» chuscales y espaciosas florestas de
guaduas.
Entre las produciones vegetales aplicadas provechosa y
útilmente á la medicina, esta comarca tiene, entre otras :
quinas, venturosa, achicoria, verbenas, paraguay, pareira,
escobilla, guaco, zarzaparrilla, ipecacuana, doradilla, cedrón,
cañafjstula, tamarindo, caraña, copaiba, maría, anime, copachí,
drago, sandectc, , etc., etc. Sería enfadoso continuar la lista
de estos últimos agentes naturales con que la divina Provi-
dencia se ha servido dotar a nuestra patria. Bástenos decir
que, fuera de lo enunciado, y de todo lo que la importación
extranjera nos ha tt*aído de útil y saludable, tenemos en
nuestras selvas plantas sin clasiíicación, que sólo siglos de
estudio pondrán de maniíieslo para alivio de la humanidad.
Nos resta para concluir lo que sobre el presente asunto
creemos debo ser apuntado, liacer mención, aunque forzosa-
mente incompleta, de nuestros árboles frutales, que, de paso
sea dicho, consideramos como de una calitlad bien superior á
todo lo que en este genero cnnoc-emos en la Zona Tórrida,
Entro las palmeras hay muchas que suministran frutos
deliciosos para el gusto: los cocales, el carozo ó mararay, el
milpesos, el cuesco y la palma de vino son las principales.
Las cucurbitáceas suministran curubas exquisitas y]
badeas de diferentes clases, la mayor parte justamente ponde-]
ratlas por su mérito ; mas sin seguir en esto enunciación
ordenada, no deberemos dejar sin mención, tomándolas al
acaso, las moras, guamas, aguacates, sandías, melones, chi-
rimoyas, anones, pinas, nísperos, zapotes, mameyes, mamon-
cillos, plátanos, higos, guanábanas, papayas, pitahayas,
mangos, caimitos, madroños, cacaos, pepinos, calabazas,
- 01 —
almendras, avellanas, uvas de monte, sirpes, ciruelas etc*, etc.
No hablaremos do las plantas de aclimatación, porque
ellas son generalmente conocidas, y las mismas exactamente
que se cultivan por mayor ó por menor en el resto do !a Unión,
[aremos notar solamente que muchas de las introducidas
ista ahora, germinan, crecen y fructifican bien en diferentes
^calidades.
El maíz era quizá el único cereal cultivado por los aborí-
genes, y el que constituía con la caza y la pesca la base de su
subsistencia.
El centro del Estado está hoy casi literalmente talado y
iesnudo de su antiguo ropaje natural. No sucedía lo mismo
cuando el país fué descubierto por los españoles, porque
"entonces muchos de los indios vivían bajo los árboles, á
causa de no tener terrenos cultivados y abiertos. Hoy las
cercanías del Magdalena, las vertientes para el Atrato, y la
parte inciütadcl norte y nordeste de! Estado, son los únicos
puntos que conservan á este respecto su antigua virginidad.
Reino mineral. — En un país tan esencialmente rugoso
y quebrado como éste, es preciso que la estructura sólida de
su formación presente fenómenos de composición química
sumamente distintos y complicados en su manera de ser. Estos
fenómenos tienen realmente en Antioquia manifestaciones
típicas de suma importancia, ya bajo la forma especial de
^ractéres geológicos peculiares, ya por la manifestación do
riquezas minerales, privativas en cierto modo al territorio y
difícilmente halladas todas á un mismo tiempo en las otras
comarcas de la tierra. Bajo el aspecto mineral esencialmente,
Anliotjuia puede y debe considerarse como un inmenso
gabinete de historia naturaL
Las rocas que sirven de base á la formación de nuestras
ínontañas, son : el dialaje ó serpentina común» la diorita, la
sieuita granitoide y porfiroide, el granito puro y las rocas que
coftótituyen las variedades de las ya mencionadas.
Es sencillo comprender que con eslos elementos de
— G2 —
formaciuQ y con otros que pueden considerarse como
subalternos y que no se mencionan, un país dislocado en
diversos sentidos, debe mostrar cambios geológicos suma-
mente variados é interesantes.
Si bajamos de una alta cordillera á un profundo valle, es
frecuente hallar rocas pertenecientes á los esquistos de
talco, de mica y de gneis y sus especies resultantes, ya de liga,
ya de descomposición.
En el lecho de los ríos se presenta casi siempre el
conjunto de rocas que hemos considerado como base de la
formación montañosa, con otras acarreadas por el influjo de
las corrientes de agua, de los derrumbamientos, y acaso por
algunas otras causas. Fragmentos de cuarzo de diferentes
clases, fonolitas ó piedras de campana, geodas, láminas de
mica ó Juan blanco, pedazos de pegmatitas, trozos de sílice
pirogénico, son las rocas más comunes ; y esto mismo que se
nota en el examen superficial de los ríos, se observa en m;Vs
abundancia en los terrenos de aluvión que sirven de
hacinamiento á dichas rocas y que constituyen por tudas partea
la formación de las minas de oro corrido.
En muchos lugares hay fajas de terreno que pueden
califií^arse de sedimentarias, y en ellas so hallan tieri-as
tinturadas por diferentes colores : arenas, gredas y sustancioj?
diversas, que deben reputarse como el efecto natural de la
descomposición de las rocas madres, pues con pocas cscep-
ciónos todo el país está constituido por terrenos primitivos; y
de tal suerte que si consideramos rocas antiguas, de un lado,
y aluviones reducidos de muy reciente depósito, por otro, hay
razón pai'a deducir un hecho de carácter negativo, pero
propio en verdad para deOiiir muy bien la naturaleza cspecialj
de este territorio. El hecho negativo á que aludimos consist
ea la falta total ó casi total de restos fósiles. Es muy poca k
que liasta el presente so ha podido hallar en Antíoquia en
Bisunto de huesos petriOcados, conchas marinas, impresiones
animales marítímaa ó lacustres, moldes vegetales etc. quiíi
revelen depósitos de una organización anterior.
— 63 —
Las minas mismas de hulla que yacen formando gran
zona, á lo largo de una y otra ribera del Cauca, por
grande extensión, están desprovistas de los fusiles que le son
comunes en otros países.
Hay una teoría reciente que pretende explicar ia parte
geognóstica antioquefia, diciendo cinc todos los valles, vegas,
recodos y estrechuras de la comarca deben ser consideradon
como antiguas cuencas 6 e¿5 tanques desecados de viejos
lagos andinos. Esa teoría presupone la existencia quieta,
pacífica y tranquila de las aguas detenidas por muchos siglos,
presupone también el enorme tamaño y notable profundidad
de algunos de esos lugos, y en fin, da por cierto «lue las
eonientes, cataratas, cascadas, ancones y angosturas de
nuestros ríos, fueron los desagües naturales por donde
lentamente se abrieron paso las aguas.
Sin negar la existencia probable de depósitos de agua en
lo«s senos de estas montañas, duclamus mucho de ípie el
fenómeno haya tenido lugar de la manera antes ioflicada.
Faltan en las laderas de nuestras escarpas, líneas paralelas
impresas por las aguas lacustres en su descenso gradual ;
faltan los fósiles peculiares a estas formaciones, y falta,
en fin, á la mayor parte de estas cuencas, esa rica,
tígpesa y feraz capa de tierra vegetal que los tiempos y
las corrientes acumulan por desgaste en el fondo de los
estanques,
Juzgamos que hubo en estas comarcas, como en otras
muchas, un gran cataclismo neptuniano ; juzgamos que la
carrieiile general se verificó de sur á norte para el centro dg
Antioquia ; juzgamos que las aguas se desviaron al noroeste
Jíil nordeste por los cauces de ríos que ya hemos descrito;
y juzgamos, en conclusión, que la permanencia de las aguas
^ las partes bajas fue transitoria, rápida y violenta, y que
í^ompió los diques y barreras que se le oponían, sin dar
tiempo suficiente para la formación de algunos caracteres
físicos que distinguen los terrenos en que el agua ha sido
detenida durante muchos siglos* Los aluviones de poca
— 64
potencia, los aventaderos, y otras señales que sería largo
enumerar, apoyan nuestra creencia*
Las piedras preciosas no se han liallado hasta ahora en
Antioquia, en abundancia tal, como para merecer los honores
de un laboreo metódico.
Hay, í?in embargo, muestras de brillantes, corindón,
granates, azabache y, en opinión de algunos, de esmeralda^
en el territorio del nordeste. Piedras do menor valor, como
ágatas de diferentes clases, jaspes y mármoles muy variados,
se hallan en ricos depósitos. De los últimos especialmente
hay inagotables canteras en las orillas de los ríos Claro,
Cocorná, Nare y Pocuné.
No tiene el Estado ninguna mina de sal gema; pe:
como socorrida compensación, tiene fuentes saladas, dt^
donde se extrae en grandes cantidades el cloruro de sodio
sal de cocina para los usos domésticos.
En asuntos puramente de industria mineral, esta tierr
puede llamarse opulenta, y tanto que sería mucho más fái
decir lo que en cuerpos simples le falta que lo cpie pose--
Fuera del oxígeno, ázoe, Iiidrógeno y carbono, cuer¡
indispensables en toda creación y que existen por dond^
íjuiera, hay, en más ó menos abundancia : oro, que form»
base de la actual riqueza, plata, que le sigue en importanc^
yodo, bromo y lloro, á los cuales se atribuye la buena sal ^
y robustez de los habitantes; y, además, alumbre, sílice, hier^
cobre, colialto, titano, moligdeno, plomo, mercurio, arséni
zinc, antim*mio y algunos m;is, ya en grandes depósitos, ^
en trazas ó muestras que maniliestan su existencia en maW
banlidad.
El platino no se ha hallado hasta el día en gran cop£ ■
pero se espera que la exploración detenida de la fronte
limítrufecon el Cauca, lo pondrá de manifiesto en el valle ^
Murrí.
ramos este capitulo cq,
CLASIFICACIÓN ANIMAL
VERTEBRADOS
mamíferos
Bimanos
Nombre vulgar.
El hombre. . .
Marimonda. . .
Mico
Mono
Tití
Mono zambo. .
Queirópteros \ Murciélago
Cuadrumanos.
Insectívoros. . . .
Plantigrados.
^ Dijitigrados.
1
Erizo
Oso
Comadreja. . .
Nutria
'Perro(i)
Lobo
Raposa
Zorra
Perro de monte
León
Tigre jaguar . .
Tigre gallinero.
•Gato
Cuzumbo. . . .
'Perro cazador.
Marsupiales 1 Chucha.
Nombre científico.
Homo sapiens.
Simia Belzebuth.
Cebus variegatus.
Simia monacha.
Sagüinus sciurus.
Áteles hybridus.
Vampirus sunguianga.
Vespertilio murinus.
Phylostoma spectrum.
Erinaceus europeus.
ürsus americanus.
Mustela vulgaris.
Lutra vulgaris.
Canis familiaris.
Canis lupus.
Canis vulpes.
Vulpes nigra.
Canis cancrivorus.
Félix concolor.
Félix onza.
Félix pardalis.
Félix catus.
Nasua fusca.
Canis grajus.
Didelphis philander.
(1) Son cxóticob los que llevan este signo.
- G6
VERTEBRADOS
Roedores.
Desdentados.
Paquidermos.
Rumlantetj
Nt)mbrc vulgar. Nombre
Ardilla Sciurus \
Ratón Mus mus(
Ratón dü agua.. . Mus aqua
Puerco cspín . . . Hystrix ei
Conejo Lepus an:
Gurí Amoemo <
Guagua Dasyproc
Perico ligero. . . Radypus
Armadillo Dasypus 1
Oso hormiguero. . Myrmeco
Oso colmenero . . Myrmeco
Oso negro Ursus cu<
Danta Tapirus a
*Marrano Sus scrof
Zahino Dycotilus
Tatabro Dycotilus
'(.'aballo Equusca
*Asno, burro . . . Eíiuus as
Giervo Cervus p<
Venado Cervus m
*roro. ,,..... Tíos tauri
*Ov(}ja* ,-.... Ovis aricÉ
do]
— G7
AVES
Dentirostros ,
5 ,1 Fisirostros ,
o
Conirostros»
TeDUÍrostroB<
Trepadoras.
toáceas .
VERTEBRADOS
Nombre vulgar. Nombre c¡c«iitílico.
Mirlo, chitcagua . Turdus
Cardenal Tana i:ra cardenal.
Cucarachero , , . fiegulus.
Tordo. ...... Turdus nmsicus.
Calandria, ...» Alanda calandra.
Gallo de peñasco, Pipra rupicala.
Golondrina. • . , líiruodo llaviventer.
Golondrina de in-
vierno Üifundo fulva*
Tijerela Ilirundo rufa,
Afrcehero Fringilla,
Jilguero Frjngilla linota.
Turpial ...... Setenuá Oavescens.
Canario Fringilla granatiua.
Giilungo, mochi-
lero ú oropéndola Floceus lextor.
I Tominejo ú colibrí Frochilus,
,' Guacamaya. . . . Psittacus macao,
' Papagayo. • ♦ . . Psillacus accipihinus.
1 Loro. PtíiLtacus domicolla.
1 Perico Paittacua menstruas*
1 Cotorra. , . . . . Paittacus melanopterus.
Garrapa tero* , . . Chrotophaga piririgua.
Chanión ó ciri-
güelo Chrotophaga mayor.
Dios-te-dé íiamphactus.
Carpintero .... Plcus robuatus.
'Gallo Gallus phasianus.
'Paloma Columba palumbuü.
Torcaza Columba montana.
Tórtola ...... CJolumba turtur.
CutuBita Columba risoria.
I Perdiz Tetrao perdix.
j Pisco Melcjigris gallopavo.
Guacharaca. • . . Ortalida squamatcu
Paují . , Ourax alcetor.
Pava Pene!o)*6 crislata.
Gurría l*enelope aburrí.
Gallineta Penelope pipile.
^ Pavo real Pavo crisUitus.
— 68 —
AVES.
Zancudas . .
Palmípedas
VERTEBRADOS
Nombre vulgar. Nom
/ Garza Arde:
I Chorlo Parri
( Alcaraván Arde
\ Pato Anas,
( Ganso Anas
REPTILES.
Quelonianos . .
Saurianos .
Ofidianos
( Tortuga Testu
í Hicotea
^ Caimán Alligí
Cocodrilo Crocc
phi
Lagarto azul . . . Anoli
Lagartijas Lacei
Lagarto común. . Lacei
Iguana Hysil
Tiro Geck(
I Camaleón Cams
Víbora común . . Vipeí
Equis Echií
Cascabel Crota
^^
^i — (jO -- ^M
A.RTICULADOS H
]NÍ!íECTOtí.
Nombre vtilgai'. Nombre cientilii-o. ^^M
*
(Cárabos) ^|
Cucarrón azul. . . Carabus cyaneus. ^H
Cua grande, . « , I tu presiona gigantea. ^^M
C. do cuernos como ^H
peine.* . . , . . Elater pecticornis. ^H
C . de los exoremen- ^^|
^^^
tos* ,...•.* Alencus pilularis. ^^|
^^^B
C. do cuerno in- ^^M
^^H
ferior largo . . . Scaraboeus Júpiter. ^^
^^^^^H
C. de cuerno su-
^IH^
perior largo. , . ScaraboeuB Hercules.
P Coleópteros
0. de cuerno peq. Scaraboeus nasicornis.
^H
C. de cuernos late-
^^^
rales Lucanufi cervus.
^^B
C> de cuernos lar-
^^H
guísimos Cerambia alpinus.
^^^H
0* escarlata .... Pyrochroa coccínea.
^^H
Gorgojo ...... Curculio colon.
^^H
Cocuyo ó luciér-
^^^H
naga Pyrophorus noetiluens.
^^^^^^^^^B
Cocuyo que aium-
^^H
bra por detrás . . Lucio abclominaíis.
^^^^H *
Cucaracha. .... Blattu orientalis.
^^H
Animal de alas
^^V
como hojas. . , .Phylium siccifoliuni.
r Ortópleros * . , . i
Grillo •.,.... Gríllus grillotalpa.
^^
Langosta. .... Acridium migratorium.
^H
Saltón. Grillus campestris.
B
. Saltón grande. . . Locusta viridis.
1
Matacaballos. . . , Libollula deprossa.
1 Neurópteros
Comején, . . * , . Termes morio.
ARTICULADOS
INSECTOS,
Hemípteros .
IJimcnópleroR
(ó 1 Diurnos.
e
-^ 1 Nocturnos .
s
Crepusculares
Dípteros. .
Chupadores.
Parásitos .
Tlsanuros.
Nomlire vulgar.
Cínife que pone
sus huevos en el
interior de los ár-
boles tiernos y és-
tos se íiinchan
produciendo aga-
llas »
^ Chincho .,,...
Abeja
Abejorro
Avispa ribeteada ,
Avispa común. . .
Hormigas , . . , .
Airieríis. , . . , ,
Cayubras
i Chíipolíis, maripo-
i sas ,
Drujas »
Polilla de la ropa .
f Polilla de laspicles
. I Brujas blancas. . .
Mosca común . , .
Mosca que pro-
duce el guiiano
do monte . . . ,
Zancudo
Tábanu ,,....
MObca de cresa . .
, Pulga , , . . .
\ Pulga de parro.» »
^Nlgua
' Garrapata. . . .
I Caranga
Piojo. . , . . ,
Ladilla
I Tijereta
\
Nombre cieíilííico.
Diplolcpia, varias especies.
Cimex lectularia-
Apis mellitlca.
Dombus moscorum.
W^spa cineta.
Clorion lobatum.
Fórmica.
Alta eephalotcs
Poliergo rubescL'iis.
Papillio.
NimphaUs.
Tinea tíipezclla.
Tin^a pcilionella,
Ach<?t*ontla átropos.
Musca vomitoria.
llipoderma bovis.
Culex pipions.
Tabanua bovinus.
Musca inlocíoria.
Pulcx irritans,
Pukx cania,
l^ulex penetrans.
Ricinua hexapoda.
Podiculus vestimenta*
Püdiculus corvlcalis.
Pediculus pubis.
Fortlcula áptera.
INSECTOS.
Arácnidos.
Crustáceos
Anólides.
Moluscos
yxh'Aitoa
- 71 —
ARTICULADOS
Nombre vulg-ar. Nonií>ro rienlinco.
Alacrán Scorpio curopeus.
Alacrán negro. . . Buthus afor.
Alacrán de tierra
fría Chclifer cancroides/
i Araña velluda. . . Galeodes aranoides.
I Araña de patas
amarillas .... Calommata fulvipes.
Araña grande . . . Tlielyphonus gigantea.
Araña de las casas. Tegonaria domestica,
[Araña de los ár-
boles Epeira diadema.
Araña de agua. . . Argironota aquatica.
Arador Acarus scabiei
Espinilla Demodex foliculosum.
i Cangrejo de río
\ ¡corroncho) . . . Thclplieusa fluviátiles.
jCongrejo velludo. Pilumnus spinifer.
[Cangrejo lanudo.. Dorippa lanata.
j Lombriz de tierra. Lumbricus terrcstris.
¡Sanguijuela. . . . Ilirudo officinalis.
. ) Madre de caracol . Limax.
Solitaria Ta^nia solium.
id. Botriocephalo hominis.
I Lombriz común. . Ascaris lumbricoides.
I Lombriz pequeña. Oxiurus vermicularis.
Lombriz de la ve-
jiga Strongilo gigante.
CLASIFICACIÓN VEGETAL
I CLASE
MOXANDÍIIA (un SOLO ESTAMBRE)
Fimiilia*
Amo maceas.
id.
OnaLrrarias.
CJuenopodáceas.
Nombre vtilffar. Nuiabio Lnenliricü.
Achira Can na Warzewitzii. .
Achirilla Canna occldentalis, . ,
*CoralÍto. ,.,... Lope^iu coronalta . , .
Bledo,. Blitum capitatum. . .
li CLASE
DtANDRIA (dos ESTAUBREs),
'Jazmín. . * Jasniinum grandinorum. . Jasmináccas*
Salvia Salvia officmalis Labiadas.
*Romero. Rosmarmus orficinaUs. , id.
Romero silvestre.» , Rosmariiius clülensis.. . . id.
Contra-fuego Salvia grandillora id.
Pacifica [carrielito). Calceolaria (varias espctM. Escrofularineas,
Cordoncillo Piper (varías especies). . , I^iperáceas.
Cordoiicinn. . . , , Pipep angustifolia, .... id.
Pimienta Pipcr nigrum ....... id.
Clavo., - . * .... Piper coriacoum. ..... id,
III CLASE
TniANOHÍA (3 ESTAaiUfiES).
. Valeriana officinalis. .
, Coiiimclina cajlostin. .
. , Bahiana rubrocyanea.
^Iris llorentina . ..,,,. Id.
(Iris gcrmanira id.
'Lirio do la Virgen (rV
Bctulia) Gladiohis edulis. ..... Irideug,
Macana (malosn). . , Scirpua nmllieaulís. • . . Cyperáccas.
Junco*, Eleocaris palustris id.
•Valeriana
*MiosotÍB.
Espadilla.
•Lirio.. .
Valerianaccas.
Comelinácoas,
IrJdeas.
Iir CLASE
TiiíANDDiA [S ESTAMBREíí) (ContÍnuación).
Nombre vulgar. Nombro ciontiflco, Fmiiili».
KUingat' .... KiHng:a nionocephalaypo-
íicephala
Espartilto Gastridium lendige
•Avena, Avena fatua, . . .
•Bromo Ilromus mollis. , .
*Ilusióii Briza media. . . .
*Trigo. , TriÜcum sativum..
Grama Triticom rofrens. .
*Cebada ílordeum vulgaris . .
'Caña de azúcar.. . . Sacharum ofOcinarum
*Yerba de Guinea, - , Panicum altissimum,.
Gramalote. .... Panicum jumentorum.
um.
Cyperáceag.
Gramíneas.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
Venturosa.
IV CLASE
TETIUNDllIA (4 ESTAMBRBSl*
*Cardo de cardar. . . Dipnacus fulonum Dipsáceas.
•PomaroBa ¡de jardín) Dipsacos pillosus, .... id,
t La n tan a cámara? . - . id.
ÍBudleaglol^osaí'. . , . . . Escrofulariiieaa.
Vonturino (fruta de
culebra) Spermacosi lati folia, . . , Rubiáceas.
Llantén Plantago mayor. ... Plantagíneíis.
Llantén (macho 1. . . Plantago mexicana.. . . id.
Hortensia . .... íl^drangca. ....... . Rubiáceas,
Rascadera y aiafafa. Arum (varias especie.s).. . Aroideas
Bruja.. ....... Rubia linctoria Rubiáceas.
V CLASE
PENTANDRIA (5 ESTAMBRES).
Buenas tardes. • . . Mirabilis jalapa Nictagíneas.
*Heliotropio líeliolropiumperuvianum. üorragineas.
'Mtosolís.. . . Miosotis scorpioides. ... id.
'Borraja Ijorrago ofíicinalis. ... id.
^Primavera, Primula sinensis Primuláceas.
^^^H
^^^^^4 —
^^1
^^^^^^V
^^ V CLASE
^^^B
^^^^^^^^^^^^^^ p£NTAi*7DRiA (5 ESTAMBaEs). (ContinuactÓH] ^^1
^^^^^^^^^^i^ombre
Nombre tieriiifico.
FaraiJia. ^^B
^^^^H Estramonio..
- Datura stramonium* . . ,
, Solanáceas. ■
^^^^H Borrrachent
. Brugniansia arbórea. . - ,
id. M
^^^^H Tonga.. ...
. . Brugniansiasanguine:*..
^M
^^^^^H *Bcleño. .
. . i I vos ya ni UK Nitrcr, . . ,
^H
^^^^H Tabaco. .
. . Ni Cutiana tabacum* . . ,
^H
^^^^H Belladonji .
. . Atropa beüadonna, . . .
^H,
^^^^H Uchú va.
. . Physalis peruviana.. . .
^H
^^^^H LJcbuva negrn
. Saracha procumbens.. <
^H
^^^^P Pepino.
. . Solanum pruiíiosum, . .
^H
^^V *Papa ó patata.
. , Sobmum tuberosum, . .
^H
^^H 'Tomate. ....
. Solanum licopcrsicum., ,
^^H
^^H Lulo
. . Solanum Bculentuum . .
^H
^^H Tonservadoni
. . Petunia níctíiginidora. .
^H
^^m *Berengcna . . *
. . Solanum nielcengena , . .
^H
^^^^^ Tomate de ¿r1 >'
. Solanym Ulloa. .....
'^M
^^^^H Yerba- mora
. Solanum nigrum. . . . . .
^M
^^M
. Capsicum annnuni. . . . ,
^M
^^^^ Catata
. Convólvulos batatan. . .
Convolvulácdi|iH
^H BaUtíUa
. Ipomoea (varias especies ..
id. ^1
^^B Caimo verde.
. Crysophyleuní caimito . .
Gutiferas. ^^M
^^B Caioio amarílli
. Crysoph}leum oxekior . .
id.
^^H Campana. . .
. Coboea seandens. ....
. Pule moa i uceas.
^^K^ Zapote. . .
. Achras sapota. ,...,.
G utileras. ,
^^^^H Níspero
. Achras zapotílla
id.
^^^" Tarollillo.
, Campánula gran di Hora . .
Campanuhiceas*
^^H Borla de San Juan
. . Lol>elia ¡salió i folia
id.
^H Tafo..
. Coffea arábica -
Rubiáceas*
^^B Caracoli.
. RUynoearnüs t*xtxlsa . . ,
^
^^m Ipeaicuana falsa
. Psichotria cinética - . . .
^H
^^m 'Uva de parra. . , .
. Vitis vinifera
Viniferas. ^^M
^^B Wfango. . .
. Mangifera indica
Terebintáceas. 1
^^H *VíoIeta. ,
, Viola (varias especies). . ,
V^iolarincas ^^1
^^M *Pcn8aniJ^Rtcr
. Viola tricolor
^H
^H Plataníito..
. Hclíconia hirsulLi
Musaeeas. ^^M
^^H
, ileliconia bihai
^M
^^^ -Yedra.
Hederá lielix. .
Caprifoliáceai^^l
^^^^B Genciana.
Genciana luioa^ . ,
Gencianácesuv^^l
— 40
V CLASE
PENTANDRIA (5 ESTAMBRES). [CoiltinuaciÓn]
Nombre vulgar. Nombre cieatilico. Familia.
'Remolacha Betha vulgaris Quenopodeáccas.
'Zanahoria Daucus carota Umbelíferas.
Anís Pimpinella aiiisum id.
Cicuta Conium maculatum. ... id.
Arracacha Conium arracaoha oscu-
lentoa . id.
*Apio Apium graveolens id.
Perejil Apium pctroselinum. . . . id.
Eneldo Anethum graveolens.. . . id.
Hinojo Anethum foeniculum. . . . id.
Culantro Coriandrum sativum. . . id.
Cominos Cominum cyminum. ... id.
^^úco Sumbucus (varias espec). Caprifoliáceas
Yerba santa Crassula mollis Crasuláccas.
^^'^aza Linum usitatissimun . . . Carioíiladas.
^osadei ciclo. . . . Armería aliácea Plumbagineas.
^^üceno de monte. . Cinchona (mudias espec). Rubiáceas,
^ejai^j^j. Vincu toxicum? Solanáceas.
^^^** Cestrum (varias especies). id.
VI CLASE
HEXANDRIA (6 ESTAMIJUES).
-*'^^^ihío Narcisus poeticus Amarilídcas.
''^^^^ lio hartón.. . . Musa paradisiaca Musáceas.
'^^tio dominico. . Musa regia id.
itit^Xí^o f^uineo.. . . Musa coccínea id.
^^^tio nuevo. . . . Musa sapicntiuní id.
Cabva^.., Fourcroya Bromeliáceas.
'^^^'^ - Bromelia ananas id.
Piu\4^.j.^ Bromelia Karatas id.
Gua^Juj^ Bambusa arundinacca. . . Gramíneas.
''^^^^>^ Oriza sativa id.
*Zabila ^Jqq (varias especies). . . Ilemerocalídcas.
*A¿Ucena Lilium candidum Liliáceas.
'Tulipán Tulipa clusia id.
Ajo Allium sativum id.
'Cebolla Allium cepa id.
^^H
^^V
^H
^^^^^B
V! CLASE
^^H
^^^^^^^^^m HEXANDKu (G ESTAMBRES). {ConÜnuación). ^^1
^^^^^^^^^^^^ombre vuli^ur.
NoiDbre cienUriCM.
Familia. 1
^^H 'Espárrago
. Asparagus officmaíis,. . .
Asparagineas. V
^^B Vaciiito,
, Hyacintus amoLhystimus.
Liliáceas. M
^^H 'Romasa
. Rumex acetosa.
. Poligonáceas. H
^^^H Chonta. ......
* Calamus rudentum
Palmeras. H
^^^^ 'Flordeli.
. Amarilig formosissima. . .
VII CLASE
'"" i
H
HEPTANDBIA (siETE ESTAMDHES). ^^^H
H
VIH CLASE
m
^H
OCTANDEU |8 estambres).
H
^^H 'Malva española. .
, . Tropoetleutn majus ....
. Tropeteas. ^^|
^^H Antioqueña.. . . ,
. . TropoQleumpinnatuiá. . .
^H
^^H 'Pajarito
. . Tropceleum aduiicum.. .
^m
^^H Mamón. . .
. . Mel ¡cocea bijuya
. Sapindáceas. ^^H
^^H Chuntbimbo. . .
. . Sapindus saponaria. . . ,
^H
^^H Lengua de buey.
. . Osbeokía .stellata, ...
. Melaste maceas ,^^B
^^H Fushia
- . F u es hia coco inca
. Onagrariáceas. 1
^^H Fushía hlanciu ,
. . Fucshia ly coidea
id. J
^^H Mortiño
. . Hesperomeles.
. Ericáceas. ^^H
^^^H Encenillo.. .
. , Wcinmannia pin nata . . ,
IX CLASE
ENEANDRIA (9 ESTAMÜRES).
• Saxifrágeas. ^^B
^H
. . Laurus nobilis.
, Lauríneas. ^^H
^^m *CaneIa
. , Lauras cynamomum.. -
^H
^^^B Aguacate:. . .
. • I'ersea gratissima , . .
id. ^^
^^^^ Marañan. ....
* . Anacardlum occidentale.
* Terebintáceas. 1
X CLASE
0ECANDHIA (!0 estambres)
Komijre vulgar. Nombre cicnlifico,
|CaiiÍme Copaifera officinalis. . . .
I Chupachupa. .... Melia azederach. .....
úuuyacíin.- , . . . . Zytjrophyllum arborcum. .
*Ruda. . . Ruta graveolens
Simarmba. . , . , , Qoassia amara
Sietecueros Pleroma áspera
Amarrabollos*. , . * Acrntea corymbosa
Nigulto, ....... Melastoma loo vi gata. . . .
['Clavel Díantiis caryophilus. . . .
f'Oatico - . Gypsopliila saxífraga . . .
Aleli Agroslemma gitago. . . .
Ciruelas amarillas . Spondías mirobolanQS . .
Ciruelas coloradas . Spondias monibin
Hobos Spondias lútea
AcederL Oxalis acetosa. ......
Cargatnanta. .... Phytolacca (varias esp,(. .
XI CLASE
DODECANDRÍA [\2 ESTAMBÍIES).
Clavellina Cratoeva giaandra? . . . .
'Verdolaga. Portulaca sativa. . . . . ,
^^seda. ...... Reseda (v* especies). . . .
Teología. ...... Euphorbia virgaia
íííibo de Zorro. . . . Ducida Duceras
Cerexa^ ....... Malpisi^hia aquifoüum . .
XII CL\SE
rr.OSANDRÍA (más de 2\} ESTAMBRES SOUBI
Cactus opuülia . . .
Cactus nopal
Cactus tuna .....
Cactus metocactus ,
Cactus pbylantoides
Jambosa vuk'aris, ,
Psidiutn pomiferum.
Myrtus psidium . . ,
Psidium catleianuiii ó Ai-
guuia miolácea . . , . .
Fa 111 día
Loguminosas.
Meliácoas.
Rutáceas.
id.
Simarrubáccas.
Melastomáceas.
id.
id.
Carioliladas,
id.
id.
Terebintáceas.
id.
id.
O.^alideas.
Phytolaceáceas.
LcLTuminosas.
Poriu laceas.
Resedáceas.
Euforbiáceas.
SataUiceas.
Malpig'h laceas.
^P^ tuno , . .
^ho inorado .
^h^ mejicano
''itahaya. . , .
^í«>i' de baile .
f'oma
id.
XIII CLASE
POLIANDHIA (MVS D£ 20 ESTAMBRES DEBAJO DEl OVARlO).
Alcaparro. ..... Capparís (varias especies). Leguminosas.
'Amapola Papaver sojnniftjriim , . . Papaveráceas.
*Aba.bol* . . , . . Papaver rhcas, , . . , id.
Chagúalo , Callophylum inoptiiluiu. . (íiiLííeras.
Mamey ...,,. Mam mea americana. , . , id, [
'Palomita .... Delphi ni um chínense. , . Hanuncuhioeii
*Polícaíio Delphinium cuniatum , . id,
'Aquilegia ó viuda. . Aquilegia vulgaris ... id.
Dulumoco Symplocos. ..... Magnoliáceas,
Guanábana Vnnona muricata ... Vnonáceas.
Chirimoya. . . , . Annona cherimolia . . id.
Anón. . . . , , Vnnona squamosa. ... id.
'Anémona . . Anemone (varias esp.) , . Ranunculáceas.
^Clemátide. ... Clomatis [varias oapecica), id,
Arracttchucla • . . . lUnuneutuaacriá .... id.
'Kspuelade caballero Delphinium condolida. . . id.
"Pajarito Ltoaria trionitophora ... id.
*Oam|>aniüa ... EachschoUzia californíca . Papaveráooai*
Achiolo , líixttorollrtna Litxineas.
— 7!> —
XIV CLASE
Dl0rx\MlA (2 ESTAMBRES LAUCOS Y '2 CORTOS).
Nombre vulirar. Nüiiibrü cícnlílico. Familia.
^Ycrba buena , Mentha piperita ...... Labiadas.
li crespa .... Mentha crispa * . . .
'Oré^no, , . Origanum majoranoides
l'Mejorana . Orii^aiium majorana,
I* fomillo . , . Thyraus aerpyllum ,
[*Toronjil Melissa oíficinalis. .
I *^U8p¡ro de Luisa , . l'entesmon campanulata
rColombiana Xhumberi^ia alata. .
Albaliiica . . Ocynnum basilicum.
riiecuerdo . Maurandyasompcrílorens. Escrofularíneas^
I Madfeíicdva . . Lopliospermum atrosaa-
guineum *.,..... Labiadas*
Mentha pillean urn , , . . . id.
Acanthus mollis, ..... Acantáceas,
Lippia citriodora Verbenáceas.
verbena Verbena coraliníana ... id,
[ Verbena de jardín, , Lantana mixta id.
Totumo ...,..* Crcscentia cujete Solanáceas.
I iioca de dragón . . . Antirrinum majus. .... Eacrorularíneass,
^^j'íal Dijitalis purpurea . . , , id.
['Poleo ,
l'Acíiiito.
XV CLABE
TETRADINAIÍU (4 ESTAMBRES GRANDES Y 2 PEQUEÍÍOS}.
Nasturbium sylvestris. . , Cruciferas.
Orassica olerácea. . ... * id,
Oraasica ñapos id.
Sinapis alba. , id.
Sinapis nigra id.
RaphanQSsativus id.
Oleóme gi^^antea id.
Sysimbriuoi naatursium. id.
XVI CLASE
HO.VADfiUí'A (LOS ESTAWIillES UNIDOS EN UN GRUPO, POR SU FILETE).
[Tamarindo .... Tainarindus indica .... Leguminosas.
^'^^''avillíi Tigridia pavonia ..... h-ideits.
|vruíiadilla Passiflora (varias especies) Pasifloráceas.
"''iranio 6 cortejo . . Pelargonium (v. eap.) . . . Geranáceas.
^^«laerzo.
^^^. . . .
I ^^Na/,a blanca
Píoslazanegia.
í Rábano . ,
Ámbar, .
'berros. .
— 80 -
XVI CLASE
MONADELFA (lOS ESTAMBRES UNIDOS ES ÜN GEUPO, POR SU FILETB)
{Continuación.)
Nombre vulgar. Nombre ciejilifico. Familia.
Malva • . Malva rotundifoHa , . . . Malváceas,
'Malvarosa Malva alceaf id,
Malvabisco AUhea ofíicinalis?. . . , . id,
Escobadura Sida (v. esp.) .. ...... id.
Algodón Gossypium arboreum, . . id<
Ceiba ....... Dombax ceiba ,....,. Dombáceas.
Majagua. . . Hybiscua tüiaceus Malváceas.
Curuba bogotiinn . . Tacsonia iiiollisima. . . . Pasifloráceas,
Ourubita Tacsonia speeiosa id.
'Aroma Felargonium reoífonnce . ileraneáceas.
XVII CLASE
DI ADELFA (ESTAMBRES UNIDOS EN DOS GRUPOS).
Rústica.. ,.,... Foligala aenega Poligúleas.
Serpoleta Poligíila micrantha id.
Ghachafruto Eritbrinaedulis? Lcffu miñosas*
*Retama Spartium junceum. . . .
Frísol Phaseolus (varias eBp,u.
*Arvejas Latbírus. .
'Lentejas, . Ervum lens. ......
'Añil. lodigofora añil* , . . , .
Añilón índigofera humíHs. . . .
Carretón Psoralea orbicularis. . *
'Ciarbanxos- , . . . , Cicer arictioum. . . . . ,
*Habas ♦ - , Faba vulíjaris
Cañafistula, , .... Caasta mosdiata.. , . .
Guarango.. Coulteria tintoria.. . .
Ghocbo Lupinus aridua
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
iJ.
id.
id.
XVIII CLASE
POUADELKA (ESTAMBRES EN VARIOS GRUPOS),
Cíicao.. .... - Tlioobroma cacao nutneracoas.
Madroño. . liecdia madroño Gutiferas,
Cacao silvestre. . . . Herrania ¡d.
'Naranja agria, . . . Citrus vujgaris Aiiranceácoaa.
'Naranja dulce. . , . Citrus aurantíum ..... id.
N'ombro cieaüfioo.
i_ itrus limón um.
Citrus limeta. . ,
Citrus malí . .
Citrus medica.
Visnia?, . * Hipericíneas.
hinchimaní" Hipericum humifusum . . id.
XIX CLASE
SIN&EííESIA (estambres UNIDOS POR LAS ANTERAS).
«ja.. . . Sonchus (fructícosus ?).. . Sinantéreas.
^Uchuga. . . Lactuca sativa,
^c^chofa . Cynaria scolimua ,
Tardo., . Cynaria cardunculuíí
Masiquia. ...... Bidcns pillosa,
Éda gallinaza , . . Tagettes minuta .
lemísa. , . Artemisia valentina.
^Ajenjo Artemisia absintium.
Cineraria. . Cyneraria speeiosa. .
Dalia. ... Dahlia frustran ea . .
Ifuyo quemado. , . , Sambitalia procumbens?
Manzanilla Matricaria chamomilla.,
Manzanillon. . . - . Anthemis nobilís.
Manzanillón doble, . Anthemis nobilís ñoi
k pleno
ia. (^icoriuní endivia.. . ,
I llelliaiitus annus. . .
prailejdEi* . . . Kspelotia grandiílora..
[Iliaco. . . Mikania griiaco
hXX CLASE
(ilNANDRlA (estambres SOLDADOS CON EL PISTILO).
,'Oncydium Orquidáceas.
Rpidendruní .....
lOdontoy^losum, . . .
.mericanas. \iaxiiarüi
-«rasitas ó y^^^^^^jcyvíOQoámm. ....
rieurothalia, ....
\Etc., etc., etc,, etc
id.
id.
id.
id.
id,
id,
XX CLASE
oiNAicDRU (estaííbiies soLüADOs CON EL pistilo). {ContinuEción].
Nombre vulgar. Nombre científico. Familia.
Vainilla ....... Epidendruin vanilla. . . . Orquidáceas.
Corazón de Jesús ó
Gallito. .*.... Ari^tolochia labiosa. . . . Aristoloquias.
XXI CLASE
MOK.£SU (fLORBS lf.^CHOS Y HEMBRAS EN LA &IISMA PL.\NTa).
Maíz Zea mais Oramlneas.
Ortiga. .*..... Urtica urcns, ....... Urtíccas.
'Morera. , Morus nigra. . , id,
*Amaranto Amarantua acundeni. . . . Araarantaceaa.
Grama menuda - ^ . Zizania aquatica Gramíneas.
Sagú. ,....-.. Mararita arundinácca, . . Arundináceas.
Coco Cocos nucífera Palmeras.
Corozo grande* . . • Acroconia aiiti0([uiensis. . id.
Coi*os:o chico Martineaia caryotofoüa. . id.
Juanita. ....... Begonia nítida liogoniáceas.
Nogal (uoéts) * Juglans regia . Juglandeas.
Cedro negro* . . Jui;lans nigra? id.
Roble Quercus granatenais. . . Amentáceas.
Laurel roble. .... Quercus laurus. .,..., id.
'Pino , . Pinus excelsa.. Coniferas.
'Ciprés . , Cupressussempervivens. . id.
Cedro Larix cedrus id.
Melocotón (badea). . PasiQora alata, ...... Cucurbitáceas.
Oitoría (calabaza). . Cucúrbita pepo id.
Ahuyama Cucúrbita berrucosa. , • , id.
*Melón . , . Cucumib meló . id.
*PaUUa. . . . Cucúrbita citrulus id.
Calabazo . Cucúrbita lagenaria* . . id.
Coloquintida. . . . . Cuctiniis colocliyntifi.. * . Id.
Iliguerillo ..... liicÍDUs comunis Euforbiáceas.
Yuca fatropha maniboc. . id.
Manxumllo. . .... Ilipomane manclniclla.. . i<l.
XX] CLASE
V0X.CS1A (flobes machos y hembras ek la MisMAPLANTá] [ConÜnuación),
Noiiilire vulíjar.
Palma de vino, ,
Palma de cera* .
Palmito
Dices u (flores
Sauce*. ......*
DátiL
Palma reah
Muérdago 6 suelda..
Espinaca
Zarzaparrilla. . • • .
CorUpico
Papaya
* Jinebra ,
'Nuez moscada. . . .
Yanimo,.
Olivo de cera
Nombre cíenlifieo. Painilíft.
Cocus butlracea Palmeras.
Ceroxüon andícola» .... id,
Oreodoxa regia id,
XXII CLASE
MACHOS Y HEMBRAS EN DISTINTAS PLANTAs).
Salix Humboldtiana. . , . Salicíneas.
Phoenix datílifera,
Chamcerops hu milis?,
Biscum álbum. . . .
Spí nacía olerácea^ ,
Smilax zarzap;irrilla
Smilax lanceolata. .
Carica papaya, . , ,
Juniperus bermudian
Mirística moschata*
Cecropia peltata. .
Myríca arguta . . .
Palmeras,
id.
Lorantáceas.
Quenopodáceas,
Esmi laceas.
id.
Papayaceas.
Coniferas.
M ir tí ceas.
Urtíceas.
Mentáceas,
XXIIl CLASE
POLIGAMIA (flores MACHOS^ HEMBRAS V IIERMAFR0DITA5
EN LA MrSMA PLANTa).
Inga lucida Leguminosas.
.... id.
.... id.
Guama machete.
Guama bejuco. . . . Inga circinalis.
Guama peluza. . . . Inga rhoiflora.
Afioraiidera. . , . . Mimosa viva í5 púdica. . . id.
Carbonero. ..... Mimosa calliandria . ... id.
Acacia. ...... Acacia catecú. id.
Cebadilla Asagrea ofíicinalis .... Melantaceas.
Paico Chenopodium ....... Quenopodáceas.
Chagúalo Clushia rosea.. Gutíferas.
Fresno , . , Fraxinus americana ?. . . Oleáceas.
Algarrobo. • . . . . llymonoea curlensis. . , . Leguminosas.
Higo Ficua carica Urtíceas.
Htguerón.. . Ficus velutina, ...... id.
— 84 —
XXIV CLASE
ORIPTOÜAMIA (flores OCCLTAi
Nombre vulgar. Nombre cientííico.
llolechos Polybotria , Acrosticum ,
Gymnograma, Menis -
cium, Polipodium, Asple-
nium, Pteris, Vittaria, As-
pidium, Anemia etc., etc.
Helécho peine. . . . Polipodium aureum. . . .
Culantrillo Adiantum capillus venerís
Zarro Cyathea arbórea
Yerba áspera muy
abundante entre
nosotros, que usan
en Europa para
pulir metales. . . Equisetum hiemale . ! . . j
Musgos Phaseum,Polyti¡cum, Fu-
ñaría etc ]
Lama de pozo y de
rio Vigas (varias csp.) ¡
Orejas de palo. • • j
Barbas do palo.. . .'.Liqúenes (muchas csp.). . 1
Barbas de piedra . .'
Paraguas de tierra. . ■
Paraguas de palo • . Hongos (muchas esp.). . .
Flor de boñiga.. . .
MINERALES
MAS COMUNES EN EL ESTADO DE ANTIOQUIA
PRIMERA r.LASK
Género carbono. C
Grafita cristalizada
Género silicio , Si
Cuarzo Si
Id. hialino , lechoso , verde , colorado ,
amarillo, ahumado, compacto.
Resinita \
Terroso / •-. ^
Silex «^-*-^^'
Ágata '
^'énero azufre S
Azufre cristalizado compacto y terroso.
^^^nero antimonio Sb
Antimonio arsenical. SbAs
— sulfurado. Sb*S**
— acteromorfita. Sb*S
— zuiquenita. PbS+Sb-S'
Antimonio oxidado Sb
^^*noi-o mercurio Ilg
Mercurio sulfurado. HgS
*'^»^oro molibdeno MO
Molibdeno sulfurado. MoS*
^'^'Hero hidrógeno H
Aguas minerales.
Id. alcalinas.
Id. sulfurosas.
Id. ferruginosas.
Id. saladas.
XoTA. — En las aguas saladas se halla el yodo :il
estado Ul)re.
— 8tí —
t
SEGUNDA CLA»K
Género potasa. . *
Género soda. ......................
Algunas aguas de potasa y soda se hallan en
pequeña cantidad formadas por la coope-
ración do aguas minerales.
TERCERA CLASE
Género barita . .
Ba
Barita carbonatada.
Bul
Id. sulfurada.
BaSu^
Género cal.
. . Ca
Cal carbonatada.
CaC»
Cal dolomía.
CaC'+MgC*
Cal Iluatada.
C'Fe
Cal sulfatada.
CaSu'+A?
Género magnesia
■ • Mg
Magnesia hidrocarbonatada.
MgC*-hAg
Magnesita.
MgC'+Ag
Magnesia sulfatada en aguas minerales
lo
mismo que cloruro de Mo.
CUARTA r:LASK
Género hierro. ' , .
Fe
Hierro sulfurado blanco.
Fes*
Hierro sulfurado.
FcS*
Id. sulfurado magnético.
FeS'+ÜFeS
Id. oxidulado.
FeFe
Id. oligisto.
Pe
Id. oxidado hidratado.
Id. cromato.
(F«AI)Cr.
Id. sulfatado verde.
FeSu'-HGAg
Id. sulfatado colorado.
FeSu'+So»-t-Ag
Género zinc *.*.
. . Zn
Zinc sulTurado.
ZnSo
Género plomu .... . .
Pb
Plomo sulfurado.
I'1>S
Lloiilangcrila.
3Pb9u-|-.SbSu»
Plomo inoli>Klutado.
PbMoS
Genero Bismuto
Bi
Üismuto sulfurado.
BIS
- 87 —
Género cobre
. . . . Cu
Cobre nativo.
Cu
Id. sulfurado.
Su'Su
Id. piritoso.
FeSu+CuSu
Id. oxidulado.
Cu«0
Id. carbonatado azul.
2CuC'4-CuAg
Id. carbonatado verde.
2CuC+Ag
Género plata ^ ,
. . . . Aff
Plata nativa
. . . . í-i.g
Ag
Id. sulfurada.
AgS
Id. sulfurada frágil.
Su»+6AgSu
Id. antimoniada sulfurada.
3AgSu+Sb«Su»
Proustita.
3AgSu+As*3u
Grénero oro
... Au
Oro nativo.
Au
Género platino
... Pt
Platino nativo.
Pt
siliÍatos
Andalucita.
Kaolines.
Granates.
Esmeraldas.
Feldespatos.
Labradoritas.
Talcos.
Esteatitas.
Serpentinas.
Anfibolos.
Piroxenos.
Peridotos.
COMBUSTIBLES
Asfaltos.
Betunes.
Anthracitas.
Lignitas.
Turbas.
— 8S —
ROCAS PRINCIPALES
OOE ENTRAN COMO ELEMENTOS COMPONENTES DEL TERRITORIO
ANTI0QUEÍ50 (I)
Granito. — Llamado por el pueblo, maní. Algunos lo confundei
por ignorancia con el
PórOdo anfibólico.
Gneis. — Sin nombre especial; pero entendemos que ¡i esta roi
y al granito descompuesto Uamao los mineros piedra sarabeada.
Esquisto micáceo, — Cuando está descompuesto se le confund
con el
Est[uislo talcoso llamado piedra de churumbels. . reconocido
como el mejor respaldo de las minas de oro.
Eaquislo arcilloso (el meLamórfico ó de transición), llamado
pizarra. • •
Mica. — Llamada Juan Blanco, por el pueblo. Se halla en laminas
de mediano tamaño y de diferentes colores, trasparentes ó traslúcidas.
Serpentina. — Sin equivalente vulgar.
líii salto. — Guaracú, respaldo muy común en minas de veta de
oro. También se le da por nombre,
Dio rita.
Pórfidos.— De diferentes colores, algunos se llaman mani.
Sienita. — Piedra de moler en el valle de MedoUin y en oí
puntos.
Arenisca, — Gres de los franceses, piedra de molleji'tn,
nombre espaiiol es asperón. La hay de grano fino^ mediano
grueso.
Esíiuisto hullifero, llamado greda dura en Titiribí y en Ileliconia
Contiene hierro en forma do globos de distintas dimensiones, m
bien ovoides que esféricos.
Hierro espático (carbonato de hierro). - Impropiamente llamado
marga. Se It; usa con dicho nombre y como fundente en los hornos
de Titiribí.
Arcilla plástica, — Barro ó greda.
(1) Kn Ift enuTiieracit3u de isui^ rocas entran algunas (¡ur propui
lialifjujdo son minerajes; pero como aparecen on estadu Lruioa) benelicianel
tníllnl^ homoi rcrucUo peinerías como indicadoraa de la exísloaciii de
minerales.
— 8ÍÍ —
Arcill» micácea. — Tierra bíanca.
Hulla. — Carbón do piedra, carbón mineral.
Esquisto biturainoso. ^El délas minas úg hulla lleva el nomr
popukr de soUpa.
Fonolita. — Piedrat de campana. Por extensión apUcan este nom-
bre á basaltos ó gua7mci\es que golpeados producenun sonido motálico.
Pirita de Hierro ó sulfuro da hierro, MítrniutOf mn7*ma}íi ó
Ttmchonga. El polvo de la pirita se llama jaí;a;i.
Blenda {sulfuro de zinc) — La negra, que es ferruginosa, parece ser
hmarmatita del Sr deBoussingault, La llaman gallinazo en Titiribí,
Galena. — Llamada Tno^?s. Se halla especia hnente en el fondo de
la batea al lavar arenas auríferas.
Antimonio sulfurado. — Se lo llama simplemente anlimonio« y
cuando existe en alguna cavidad de las vetas, se le nombra diente d**
murciélago.
Oxisulfuro de antimonio* — Por la decomposictón del anterior
mineral se forma en ocasiones una masa delgada, oscura y rojista,
hautíxada por los mineros con el nombro do noli , por h\i semejanza
oon esta sustancia.
Cuarzo. — ^ Por corrupchjn se lo llama en algunos lugar os {¡narzo.
Cuando está cristalizado y opaco en las geodas, so le da el nombre
de diente de perro,
Salvandas. — Equivale al urgue de los mineros.
Ocre rojo. — El rojo de los aluviones, anhidro, lleva el nombre de
' 6oío, En las vetas, cuando viene de la descomposición de las piritafl,
se denomina carmín.
Ocre amarillo ó hidratado. - Bnín amarillo. En las vetas dicen
los trabajadores, azufrado.
Peróxido de manganeso. ~ En el lenguaje do los mineros,
\ c^nturrón.
Sílex piromaco- — Piedra de chispa ó de candela (cuarzo).
Calcáreo* — Piedra de cal. — En el centro del Eslíido, esta roca
llofca, impropiamente califlcada por algunos como íuff.
fttita. — (y también el hidróxido de hierro ó limonita). Madre
las minas de oro corrido.
Carbonato de cal puro ó dolomítico. Cebo en las minas de vota,
tn donde se deposita por i n filtración.
Sallkto de hierro. ^~ ¡Caparrosa).
Dioríta ógrunsteín.— Es la roca denominada imm ordinariar
raeti. /
Moh'bdato de plomo. — Llamado muy impropiamente í
CAPITULO SÉTIMO
Relieve general del país.
Observación general. — Monístñas, cordilleras^ alíurasy valles y
su distribución. — Aspecto de los ríos. — Herveo, — Palomas, —
Peñones — Cerro de la^ Tetiis, — Lomas de Cancán,^ Punios
mineros. ^Picachos, — Gruta de fnármoL — Cataratas y co-
rrientes. — Llanuras y dobleces del terreno, — Vista imaginaria,
ObserTacióü general* — Una vez que hemos visto la
situación, extensión, límites, montañas, ríos, lagos, isUií^i y
producciones, bien podemos intentar la tarea de trazar un
cuadi'O general que represente la ligara en conjunto de esta
pequeña parte del Continente americano.
Montañas, cordilleras, alturas, valles y su dirección, —
Las montañas forman una trabazón casi indefinible, cuya
descripción con la brújula en la mano pediría muclio tiempo y
mucho estudio para llegar á una conclusión satibfacloria. Por
eso, lo que liemos dicho sobre dirección de cordilleras, debe
considerarse sólo como una indiCctcióu para estimular el
genio científico ó investigador. A lo expuesto es preciso agregar
que no hemos querido ni pretendido entrar en pormenores
científico*, sobre el dédalo de cordilleras subalternas que se
despreaden vistosamente de uno y otro lado délas gigantescas
mole» de los Andes antioqueños.
Nos proponemos liablaren este monicnto de los objetos
particulares que en todo lo dicho impresionan y llaman mas
profundamente la atención.
Las cordilleras, más elevadas gencrabuente hacia el sur.
decrecen visiblemente hacia el nurlr, y presentan sobre ííi
dorso asientos que se dislribuyen como en escíxlera. AsC,
tenérnosla culminante mesa de Herveo y el páramo de s^
nombre, separados por muy pocos metros del nivel do la
nieves perpctLins.
El vallecito de Sonsón, muy alto también» lo es menoí
que loa puntos nnieriores, y bastante superior á las esplanadsn
déla Ceja, Retiro, Rionegro, Guarne» San Vicente, MarinilL*^
Santuario, Peñol y Santo Domingo, mientras que ést*
dominan en altura las cuasi csplanadas de Yolombó y Canci
que á su turno son todavía máselevadns que los territorios ^A*
Remedios, San B:irtolomé y Zaragoza, y las vegas d*
Magdalena.
En las partes centrales del Estado, fijándonos siempí
sobre los mas altos filos montañosos, tenemos las cumbres d*
Cardal, RomornK Ovejas, San Pedro y Valle de Osos, si n
tan culininanles romo los de Herveo y San Félix, sí mM
aventajados á CaroUna^ Anorí, Cruces, Zea y sabanas c
Ayapel que forman su continuación para el norte.
En la cordillera occidental de los Andes colombianos, •
fenómeno se repite desde el Paramillo y los Farallones, ha^^
el alto del Viento y las vertientes del Sinú y el San Jorge, auncf i
no de una manera tan ostensible ; y eso que sucede sobre
lomo de las montañas, se repite de un modo uniforme a lo lar|
de los ríos, especialmente de aquellos que deben y mereoc^^'
ser considerados como principales.
Aspecto de los ríos. — En el Nare, e! descenso cumien*
en Pantanillo, tempiTaineiite frío, y después de pasar por
Retiro, líionc^gro y el Pefiol, ¡n'osigue sin interrupción p^
Nusito y Hemolino hasta ü nal izar en el pueblo de Nare.
En el Porc^, la escala análoga de declinación principa
en Caldas y continúa por Medellín, Bello, Copacaviuir^
Jirarilola y llnrbosa, hasta desvanecerse en la frontera uort>
cerca de Santa Lucía.
En Murrí, el mismo hecho de formación física bo af
« 1)3 -^
lomanilo su punto de partida eu el Plateado, y torciendo sobre
d noroeste por Urrao, Murrí, Maruié, la Serrazón deCurbatá
y la parte baja cercana al Atrato, en donde dcHapai'ece.
En el río Sucio, empieza en el cerro de la Horqueta,
desciende á Dabeiba y termina en los desiertos abrasadoi^es
itcl antiguo Cliocó. En íin, en el río León ó Apurimiandó, la
repetición de este hecho geográfico «e verifica con el mismo
catócter, pero «e sale en su mayor parte de los linderos de
Antioquia .
A meilida que las cosa> tienen lugar en el sentido ¡ndicaüo,
e^tlecir» de la parte mrridioual a la sutentrional y un poco
haciad oriente y poniente, siguiendo la línea recorrida por
los río$iUti mamen te citados, se debe recordar también que
en el sentido absoluto de su ti-avesía, ó de oriente á occidente,
la escala en alturas climatológicas se verifica igualmente:
Hionejrro, valle frío; Medellín, más profundo^ templado;
Antioquia, cálido; yegas del Atratt», abrasadoras- Si el
olíscrvador vuelve la espalda al sur y orienta una de sus
manas, poniendo la articulación de ella con la muñera h;icia
bpartesur, la palma para arriba, et dorso para abajo, la
^*.xtrüniidad de los dedos extendida para el norte, el pulgar y
*íl indicador hacia el orto, el meñique para el oeste, y la inclina
ligeramente hacia el último punto astrünúmico, sedará cuenta
ínedianamente bien del plano geogránt:(» de! Estado.
Casi no hay t[ue ilccir, poi-que ní>s pareee que se
^comprenderá fácilmente, que, después de estas conside-
raciones, viene muy naturalmealeal espíritu la de hacer notar
*l^í? mientras las rosas pasan así sobre las alturas y en los
^^'1% las partes restantes del territorio, ó los flancos de las
I foPtJilleras, están forzosamente rruzados en diversas líneas
por montañas secundarias, fuertes, contrafuertes, cejas,
^colinaa, montículos, pequeñas eminencias y rugosiilades de
Itnayoro menor importancia, por cuyos intervalos se precipitan
[.niidosos, corren apresurados ó serpentean mansamente,
!?i*andes ríos, torrentes, arroyos, arroyuelos, fuentes y
Hiñnaderos, r(ue recogiendo ordenadamente sus aguas, he^
-94 —
depositan en las arteriris principales que descargan el excedente
del líquido fecundador de Antioquia cu el Magdalena,
Cauca y el Atrato. En esos recuestos montañosos se dilata
aún espaciosos ternlorios, más ó menos plegados al oriea(
sobre el Magdalena, en el centro sobre el Nnrc, el Porcc y
Cauca, y al occidente sobre las selvas del Chocó.
Después de haber dado la ojeada general que antecede
sobre la configuración física del Estado, detengamos el
pensamiento sobre algunos objetos particulares, aunque pai
eso nos repitamos un poco.
Her?eo. — Esta mesa y la cordillera que la contini
hasta Sonsón, aparecen notables por su extraordinaria altura
sobre el nivel del mar, por su vecindad a los nevados Ruiz^
Santa Isabel, por su frío intenso, por los nutritivos pastos qi
en ellas crecen» así como también por*que dan y pueden dt
paso á vías que pongan en comunicacióíi los Estatlos á
Antioquia y el Tolinia.
Cerro de las Palomas, —Además de su mucha altura,
particular por varios puntos blancos, formados en su cúspic
por fragmentos de cuarzo que imitan á lo lejos, y perfectament
bien, la forma de palomas* a lo cual debe su nombre.
Peñones. — La Piedra del l*eñol es una gran roca
Bieníta, colocada sobre una planicie cerca del pueblo de
nombre* Es importante por su gran masa, su elevación,
asjKK'lo severo y su contorno majestuoso é imponente.
iiiibmo género, pero no tan voluminoso, es el Peñol
Riochico, situado entri^Saii Pedro y Entre-ríos, De la mísr
ctadc hayolros varios [ledernales diseminados por todo
ámbito del país* pintorescos, pero más reducidos de tama&c
Cerro de las Tetas. — Situado entre Yolombó y Cancái
es un prtjmontorio de C4>rdillera (jue pi'esenta hacia su pal
oriental dos grandes masas cónicasi que le están unidas y i
— 95 *
imitaa bastante las mamas ó pechos de una mujer. Desde su
I cima se contempla el más vasto y anchuroso paisaje del Estado.
Lomas de Cancán — Llaman ia atención del geógrafo
por 8U feracidad, lo caprichoso de su formación, el laberinto
dehoüdonadasy mamelones de que se componen, la riqueza
desús l>osques y su aventajada posición.
Puntos mineros. — El lugar de Remedios y sus cercanías,
S4Í distinguen en este país aurífero, por contener tanto del
CÍ080 metal, que con razón pudiéramos llamarlos el cofre
Fuerte del Estado, Titiribí y su chxuito, están en igual caso.
Picachos. ^ Cerrobravü /es una montaña dv forma
piramidal, situada eo las cercanías del río Cauca, magnífica
por 8u elevación, su gran base y la fertilidad de sus faldas.
El Sillón forma continuacirín al ccrru aiiteriur y se parece
alo que expresa su nombre. Junto a él se levanta, atrevido,
desde la orilla derecha del Cauca hasta una enorine altura y
con forma cónica geométrica, el cerro de la Tusa, así llamado,
poi* imitar porfectamento bien el suro, ó sea el cono leñoso
*^l>re f[ue están implantados los granos de una mazorca de
maíz.
Los picos Santa Isabel, San Ignacio, Piedrasblancas,
Verduga, Rabo de Chucha, Tigre, Montcbeflo, Romeral,
Gallinazo, Santa Inés, San José y muchos otros más dt* la
píirte oriental del Cauca que ahora consideramos, merecen
^^íición especial, porque sobresalen con sus cúspides frías,
^^^ resta de ese otro conjunto de eminencias que los circundan
pf todas partes.
bel lado opuesto del Cauca, hacia el ocaso, la otra rama
^^ la cordillera occidental que pertenece á Antioquia, ofrece
P^í'ala contemplación las masas gigantescas de Paramillo,
Caramanta, Farallones, Sau Mateo, Frontino, El Toro, Hor-
queta, Toyo, Sasaliral, cordillera de Abibe y otras más que
^colocamos en la misma categoría de las anteriores.
írula de mármol. — En el río Claro, tributario ^eí
Magdalena, ó bogun otros en el riachuelo de la Iglesia, (¡ue Iv
está vecino, existe esta curiosidad geológica que ya indicamos.
Está formada de mármol blanco, constituye un puente natur
bajo el cual las aguas un tanto px^ccipitadas, se lanzan
entre vistosas t^xcavaciones llenas de caprioho y maravillo
mente pintorescas. Las canteras de mármol de Cocorná, Na
y Pocuné, á la par í[ue brillantes por los diversos matices do
sus piedras, encierran en sí el germen ile poderosa rítfueza
la
I
Cataratas y corrientes. — El salto de Pérez es una
cascada lindísima en el Nare, aunque no de grande altura.
El curso del río Porce, tortuoso, estrecho y atormentado^
se recomienda por lo imponente de sus puntos de vista, así
como tambituí por la abundancia de sus aluviones dorados^
(|U(' le lum valido el caüíicativo de Pactólo americano.
El Cauca es cólelire, entre utras cnsas, pf»r la c-ídidac
salutífera do sus aguas, sus estrechuras, sus corriente^, sus
cataratas, sus ninoUnüs etc., que si bien es cierto lo inufilizaii
para la naveiración, Inconvieilen i*n un alto fenómeno luitura
lleno de grandeza y majestad.
Las aguas del río Murrí, á ¡lesar de ser poco conocidas n^
su curso, ofrecen en sus pormenoi*es objetos raros y dignos
de ser estudiados. Hj
La gran maravilla física de Antioquia es el salío^
denomínndo Guadalupe, en el cual las corrientes del río de
este nombre se precipitan turbulentas y agitadas desde una,
inmensa allura liasta una inmensa profundidad. El ríu,
manso y retozón sobre la planicie tle Carolina, se encorva
blanda, muelle y dulcemente sobre sí mismo, haciendo
recodos llenos de encatito y de belleza; pero llegado ^ttá
borde dt* la montaña, se desliza por una roca inclinada, con l:^H
velocidad jiropia del surco lununosu de uiui centella. De allL
en adelante se arroja en ruidosa catarata hasta la pai
sabento y aguda do un gran pedernal. Blancas espumasJ
repercutidas jíor el clioque, se revuelven en la atmósferíi
;ia
I
como arrepentidas de su carrera y temerosas de lo que
sigue; pero obligadas por au peso se arrojan de nuevo en
violenta cascada hasta una gran tina de sienita, donde
diocoílas y removidas hiei'von y desi>iden tiensas nubes de
purísimo vapor. Todavía andando más repiten el feníimeno
anterior^ se descuelgan de nuevo, se rompen en su descenso,
se recogen luego en una sola masa y se estrellan denniliva-
mente on el abismo que les sirve de término. Las aguaSi
continuando su curso convulsivo, prolongan luego este
magm'lico espectáculo : grandes pedernales, cataratas segui-
das, mansos, remansos, vorágines y otros accidentes
acompaílados de ruidos estridentes, murmurios y ecos
lejanos, producen como una especie de cadena que va á
penlerse muy lejos, y ya cuando las doradas arenas del
íiuatlalupe se mezclan y se abrazan vn un solo lecho von las
doradas arenas del Porce.
Llanuras y dobleces de terreno.^ Las partes niveladas,
6 aproximativamente planas, formarán como la un vena ó
décima parte de todo el territorio; y como la mayor extensión
deella$cslá en las riberas del Magdalena y en las vegas de
los ríos tributarios del Atrato, se puede decir con verdad que
los valles interiores del Estado son muy reducidos, y que por
lo tanto el tipo esencialmente montañoso y lleno do riscos, os
^'característico en esta sección de Colombia.
Los pueblos de Manizales, Neira, Aranzazu, Salamina,
Pacora y Aguadas están situados sobre colinas, mientras que
S<*nsón, Abejorral, Armn y algunos otros, lo están en planicies
sumamente reducidas aunque pintorescas.
Rioiiegro y las poblaciones de su contorno, como
ambas Ctejas, Retiro, San Antonio, San Vicente, Guarne,
Caí*ínen, Santo Domingo, Santuario» Peñol etc., se hallan
colocadas sobre una alta esplanada, extensa, si se compara
con et resto del país, pero absolutamente liablando, inter-
rumpida en diversas direcciones por colinas, cejas y aun
cordilleras de alguna significación.
T
YíolorfilHj S Cancáii, poblaciones miserables, están soi
tierras de lomas, t^ucediendo igual cosa con Hennedios,
tanto que Zaragoza y Xechí, á orillas de ríos cautlalosos,
íl< inoran sobre jumlos jXMiecia mente nivelados.
l^Vedouia» Jeriw, Nuevacaramanta, Anchas, (Vjocordia
Bolívar son lagares de inontaüu ; }>ero las |XjbIaciones d
valle de Aburra de^canísaii en una localidad amena, ul>érri
y deliciosa. Bello, Copaca\^na, Jin^rdota y Barbosa, 9c hallan
situadas en ensenadas reducidas, i^t^co beUísiinas, sobre
playas del Pnrce-
San Pedro, Ürm Matías, Entre-ríos, Santa Rosa
Carolina, goKan de riixrunstancias análogas fie topogí
á las que iKímos señalad<j á Riunegro y pueblos conv
ciuos.
Amalfi está construida sobre un lindísimo valle, pero
un suelo bastante cíileriL
Amaga, IlelÍLO[iia» Evéjico, Yai'umal, lamjjamen
Angostura, Anorí, Cruces y Zea están, como algunos de I
ya mencionadlos, 8c»biT lui piso doblado y desigual en 1
declivios de las montañas; mientras que Anzá, Quebrai
seca, San Jernnimo, Sopetrán, Antioqula, Sacaojal^ Liborinar
8abanal:irg"a y Cáceres, mas ó menos próximos á las margei
ilfl (Jauca, llenen Hu asiento, generalmcii le ha lilando, sobre
plaiH» de mediana inclinación.
Frontino y Urrao, encima del lomo de la cordille
occideal^il, tlisfrutan una temperatura fría, y el último
especialmente^ puesto sobre un va líe, presenta un paisai^É
sumamente risueño y agra<lable. Buriticá^ Huango, Cañase
gordas etc-, son puntos llenos ile riscos y eminencias.
En tiíido lo ernmciado aoerx%i lie los carocténes locales
los diferentes pueblos auUtK|ueños, se debe ol»f*ürvar q
cada uno pí>see más ó menos ventajas, y más 6 menos in
venientes naturales para la vida civil ; pero que, eitdeOnitivat)
solamente los territorios cercanos al Magdalena y los \'al
de Biouegi'o, Mcdellín, Evéjicxi y Urrac* se hacen notar,
algunos por su regular extensión y otros por su &^;:acid
]
Medellíu ó Aburra puede llamarse sin exagc^JÍ^Bj^L grafif^-^c/Q
jardín de Antioquia. '^
Vista imaginaria. — Expuestos vagamente los porme-
nores de este cuadro corográfico, nos resta s<j1o por airregar,
en forma de complemento, que cualquiera que haya visto
con atención un líquido espeso é hirviente á punto ya de
solidificarse, cuando presenta sobre la superficie elevaciones
y íiundimientos causados por el influjo de los vapores que se
desprenden de su interior, podrá tener en teoría una idea
clara y precisa de lo que vería por mayor, si elevándose
áiavichísima altura en la atmósfera, contemplara desde allá
el rugoso territorio antioqueño. Entonces todo lo que llevamos
mencionado, y mucho más, aparecería á su vista como un
vastoy curioso panorama.
PARTE SEGUNDA
GEOGmi^ITTA DESCHIPTIVA
CAPITULO PRIMERO
División tei?i?itQi?ia.l.
El Eístcido de Antioquia está dividido para su adminis-
ti'ación política y civil, en nueve departamentos; cada
departamento se compone de varios distritos, y algunos de
éstos, de una ó más fracciones. Los cuadros que siguen darán
idea clara y completa de esta división. Además, en los
(lifei'entes capítulos de esta segunda parte, especiales aclara-
ciones darán al conjunto toda la armonía y conformidad
deseables. Los cuadros han sido formados tomando por base
los suministrados por la Secretaría de Gobierno del Estado,
y por tan tolos creemos exactos.
— 102 —
DISTRITOS
V FIl VCCIOSKS DE ÉSTOB.
DISTANCIA
Ias fracciones y U cabezera del Dbtr & '
y ofilre éste y la del Departanientc^ .
H.
L — DEPARTAMENTO DEL CENTRO
Capital : Medellín
Barbosa * . . .
Caldas
Copacavuno , , .
Envigado. . . .
Estrella
Jirardota. » . .
Itagüí
Prado (fracción).
MedellÍn, . . .
Aü'uaratal (fracción).
Ana
Belén
Bello
La Granja . . .
Piedrasblancaa.
San Cristóbal. ,
Han Sebastián. ,
Santo Domingo,
La Plata (fracción) .
Pucrto-Borrío, , .
San linc^ue . .
Yolonibo , . ,
Sat* Pedro .
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H.^-pJ>EI^ARTAMENTO DEL CAUCA»
Cnpíiiil : TiTiHiBÍ
Amaga .
l'Vrrrria (fracción). ,
(V>noordm
Salgar (fracoiónl* • .
Fr**don¡í\
Ilt'liconiíi. ....
Armenia (fraccióní.
Titiribí
Snbaleta^ ^ fracción)
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/\jn;\iri ......
La VetilUa ¡riMceión)
Rumn/uii. , . . -
Nochi. ,,,,,,
Rf.mf.ímos
SünBarloIomé ¡fraccidn)
Santa I salid .
San Martin . .
Segovia (fracción;.
Zaraijoza .....
Amaocn ifraceíóuí.
Cacerí .,.,..
Cmceg de Cáceres
IV. — DEPARTAMENTO DEL NOnTH
Capital ; Santa Rosa
Anfro atura
Anorí,
Chamuscados (fracción
Axuero ..,,....
Cáeeres. .
Rauda! ¡Tracción),. . .
Cande va (fracción). . .
Campamento .....
Carolina
Híguerón (fracción) . .
Hojasanctiaa
Enire-ríos
Kan Andrés, . , . . .
Santa Rosa
Quebrad i tas (fraccióiiK
Yaruraal
Zea. ...,...,.
Cruce» de Anorí (frac
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V. — DEPARTAMENTO
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DE OCCIDENTE
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Capital : ANTioourA
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San Vicente
Sonsón , . . .
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San Julián. .
El Níulato . .
Nuriño
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VII, — DEPARTAMENTO DE SOPETRAN
Capital : Sopetean
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izaban alarida. . .
Oro bajo (fracción
San Jerónimo, .
SOPETHÁN ....
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Qucbradaseca* .
Sucre. (Sacaojal)
Sucre (fracción).
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DISTRITOS
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VIH. — DEPARTAMENTO DEI
Capital : Ma.ni£aliss
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IX, - DEP.\RTAMENTO
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Capital : JericA
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Disfrífos ; Barbosa^ Caldas, Copacavaiia, EnrigsLdo, EstrvlKu
Jirardoin, It:2giu\ — FraccUm : PradiK — Díslrito : Mt'deUíu, —
Fracciones : Aguacatal, Ann, Belén, Bello^ La Granja, Piedras*
blancas, San Cristóbal, San Sebastián. — Distrito : Santo Do-
niin:io, —Fracción : La Plata, — Distritos : Pxierto Berrio, San
lioque^ Yolombn S^ni Peilro.
El Etepartainentn ilrl r\»ntro Umita íil setentrinii con el
üel Norte y el del Nordeste; al este con el de Oriente; ul
occidente con el de Sopetrán y el del Cauca, y ix\ mediodía
c*>n el del Biir y el del Sudoeste. Población : Sll,7fí5
'^abitantes.
Barbosa, ^ — Tiene este Distrito al oriente las faldas y
«^^umbiTíS de la curdillera central *le los Andes antioqueil<i»,
De estos puntos Huyen nunierDÑOs maiictiitiales, que con
dirección lie levante á ¡xmiente, y engrosados por reuniones
sucesivas, flepoeitiin el caudal de sus aguas en el río Medellíii,
P*^r la bantla derecha.
Lim principales riachuelos que fecundizan y ric<2:an este
**^í*intnrio son : Platanito, Corrientes y Ovejae al sur de la
Población ; Don Enrique, Dos Quebriulas, Tanibf>rcito,
^^^fradurn, Aguasclaras, Cubiles, Piedragorda, Quebrada-
^<^gr;i, y Porcecito en donde el río Medellín candiia su nombre
P*^í* eí de Porce. De las Dos Bocas en adelante, toma el tle
*^chí hast;i su unión con el Cauca.
Desde mediados del siglo pasadlo tuvo Barbosa cierta
- 108 —
significación en lo eclesiástico; pero no fué sino en 179S
cuanílr» se elevó á la categoría de parroquia. La capilla y
terrenos de este Distrito, pertenecieron a un señor Muñoz, y^
hacían parte de Copacavana, tlcl cual fueron separados pari^f
formar la circunscripción de la parroquia entonces erigida,
A pesar de ser una simple desmembración, la división
territf»r¡al estaba hecha en aquella época, en tan amplia y
extensa escala, que hoy mismo el Distrito es proj)ietar¡o de
grandes terrenos aplicados á la cría y ceba de ganado vacuni>,
al mantenimiento de numerosas recuas, al laboreo agrícola
y al beneficio de fecundos minerales de oro.
La cabec43ra de Barbosa está situada á poco más de 3 I;2
miriámetros de Medellín^ en la margen derecha del río di
este nombre, y atravesada pt)r la carretera que desde Caldas^'
siguiendo á lo largo del río, conduce hasta Aguasclaras
Esta carretera, obra importantísima para el Estado, fm
emprendida y liecha construir hasta Barbosa por el presidente
del Estado Dr. Pedro Justo Berrío. En el curso del año de 1 881
ha sido prolongada destle Barbosa hasta Aguasclaras, por la
activiílad iníatigable del Dr. Pedro Ueslrepo Uribe, á la cua
debe tamljieuel Estado de Antioquia, entre otras obras impon
tantes, la mejora de esta vía de comunicación, en el sentido
de ponerla en contacto con el ferrocarril que actuahiiente se
construye.
La topografía de Barbosa es bella, bien regada; pero
medianamente sufocante por el calor.
Hay en este Distrito ricos minerales de oro corrido y de
veta, numerosas y productivas fuentes sakadas» y abundan
maderas para construcción y ebanistería, con las cuales hace
pingüe comercio. La mayor parte de la cal empujada eil
Medellín y en los poblados circundantes, es suministrada por
el distrito de Barl>osa. D*. Pascuala Muñoz, madre de
General José María Córdoba, fué originaria de este lugar
Población, 6.015 habitíuites, — Latitud norte, (?22\
Longitud occidental, P¿5'. —Altura sobre el nivel del mar,
1.300 metros. — Temperatura, 22*. — Límites : confina al
— 101» —
norte con Azuero, Santa Rosa y Santo Domingo ; al oriente
con Concepción y Santo Domingo ; al occítlente con San Pedro,
y al sur con Jirardota.
Caldas. — A poco más tie 2 mi riá metros al sur de la
capital del Entado, sóbrela margcti iz((uierdadel río Medellín,
en un valle de salutíferas ¡n fluencias y en el ángulo formado
por dicho río y el riachuelo Valeria, se halla witunda la cabe-
cera del distrito de Caldas. Valeria era 8U primitivo nomljre,
í^nibiado después para perpetuar la momoi'ia esclarecitla del
prin^ero y más ilustre sabio de nuestro país. Alj^uiios años
antedi de 1854, Caldas fué lieclarado Distrito con rej>rt*sen-
tacióii civil; pero aun es muy reciente la época en <pie los
ali-ededores de esta bella población estaban cubierto.s de selvas
primitivas, rara vez recorridas por los anlioquefios, y habitadas
solamente por los restos de una parcialidad indíjL'ena, tpio ha
desaparecidü casi totalmente por asimilaftiun con las razas
pobladuras del Estado.
Al sur de Caldas está el alto de San Miguel, al sudoeste
el al tcj Cardal, y al oeste la depresión de la cordillera conocida
con el nombre de Malpaso y la Clara. En frente, y del lado
del levante, tiene un estrecho valle recorrido por el riachuelo
de la Biiel^ que desciende de las alturas de Santa Isabel y curre
encajonado por dos contrafuertes desprendidos de la cordillera
principal en las alturas dichas.
Caldas es un pueblo pastoril, sin que por eso se descuide
por sus habitantes el laboreo áf2:rícola de los campos. La
temperatura de la localidad es fresca y agradable, y no tan
baja qu^. impida el cultivo [de las plantas propias de los tró-
picos, al lado de las de la zona templada. El café, el plátano,
la yuca, el maíz, los frísoles, las arvejas, las arracachas y la
caña de azúcar, se producen en este Distrito con ventajoso
aprovechamiento. La industria pecuaria, el comercio de
maderas con la capital, y los rendimientos de una reducida
agricultura, forman la base de subsistencia de los vecimos de
esta población.
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Caldas tiene en su cercanía ricos depósitos ile cari
mineral. En la época presente, una sociedad de acomodadf >h
capiUxlistas de Medellín pojie allí los cimientos de una fábrica
de loxa, prometedora de excelentes resultados para los empre-
sarios y para el Estado, por cuanto su producción, á la par
que emancipará law poblaciones di* un valioso tributo aj
conii'rcio extranjero, dará un resultado económico \ civil i-^
zador de alta importancia. fl
Población, 3,019 babitantes. — Latitud norte, O" 58' 50".
— Longitud occidental, r3iS'35". — Altura sobre el nivel
del mar, L(j15 metros, — Temperatura, 19". — Límites :
conlina al norte con la Estrella y Envigado ; a! oriente con El
Retiro; al occidente con Amaga, y al sur con Fredunia
Santa iJdrbara.
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Copacavana. ^ Llamóse esta población en un principio,
y cun^ierv ó su uombtT* hasta mediados del i>resente siglo, Siin
Juan de la Tasajera. Su primer caserío no estaba en don
boy üstá, sino uu poco más abajo, sobre la (jriUa derec
del río Medellín, en las vegas del riachuelo del Chuzcal
sobre terreuos portenecienlee á D". Ana de Castrillón, la más
opulenta propietaria en aquellos tiempos.
El sitio de San Juan de la Tasajera, colocado en don
hemos dicbo^ es, eia duda al^^una, después de las auLiyu.
poblaciones de Mantiie, San Jerónimo del Monte, Ituaugo ú
Rodae, Antioquia, Santiago de Ainna, Cácerea, Remefüos y
Curamanta^ una de las máB antijüruas del Editado,
Es craso error creer que el capitán Robledo íueiie
primero de los conquistadores que conociera e«e lupar
c|ue fundara ena ptjblación, liobleilo no vio, ó vio apenas^ c«a
fKirte del vailc, pues sabida cosa es que desde Ana volvió
etis poMoe, y Irasmcmtando la nordillera m dirigió á Evé|iiX>
y fundó á Antioquia on el valle de Nore-
Fue uu jioco má*s larde, cuando D, Gaspar de íl
lüi'Cor gobernador de Anlii*quia, el ilustre, como lo apellidn
las crónicas, despueH de niilas compañas en el ncciitrntu,
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regresó al valle de Medellín, para emprender j?! descubrimiento
y conquista del bajo Porce.
EíitonTOs 80 fundó la primera capilla, y se dijr» la
primera misa en este valle, por el presbítero Facundo Martín
(ie In Parra, eapelláu del ejórcitu de Uodas, y no por el padre
Friiis, empellan del conquibtador H*)bledo.
Dicese que el gobernador líodas, al hacer los prepara-
tivos para su marcha al nordeste do Antoquia, mandr»
fabricar en aquel ponto tasajeras para secar y preparar la
carne que debía ser\irle como munición de Ijocd, y que de
esa circunstancia vino el nombre de « La Tnsnjern, 7>
c^sa cmble, pues los couqiiisladores aprovechabrin el
más lare incidente para bautizar los lugares por donde
transitaban.
Sea como fuere, sabemos que ya en el año de lfi70 el
maestro Tomas Francisco de A r nodo, cura de almas en
aquella población, encabezó el pi'imer libro de bautismos»
y quo tli^sJe entonces se hizo la traslación del kiyar al punto
en que hoy existe sobre la margen derecha del rio Medellíiij
que hitóta allí lleva dirección próximamente norte,
En una especie de recodí» que forma el río cuando
se un(í (jQn ^,\ torrente de Piedrasblancas, v en su ánsíulo
norte, está la cabecera de este Distrito, pequeño hoy, pero
^^Vf grande en la antigüedad, puesto que á él pertenecían
ios terrenos que son ahora de Belmira, San Pedro, EnLre-rios,
Atuero> B;irbosa, Jirardota y parte de Santo Domingo,
Lí»s edificios de Copacavana son de tapias y tejas, y las
caue«i>5tíi^ilares y em¡x?dradas en su mayor paiie. Tiene un
bonita templo católico^ una plaza bien dispuesta, aprua
excMente; pero su temperatura un pf)cn elevada y su cercanía
á la vega del río, bacen r[iie dominen en él con algima
frecuencia, las liebres intermitentes.
Los vecinos de Copacavana viven de los productos
déla agricultura y de los rendimientos de un pequeño tráticn,
hecho por sus moradores con recuas para conducir car^^s de
unos puntos á otros del Estado. Este Distrito es bastante pobre.
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Población, 4.92*2 habitantes. — Latitud norte, B*13'5".
— Longitud occidentaU l^S'áO", — Altura sobre el nivel del
mar, L400 metros, — Temperatura, 21''. — Límites : conlina
al norte con Jirardola y San Pedro; al oriente con rUiarne;
al occídeutc con San Pedro, y al sur con Bello, y, por consi^
guíente, con Medellín.
Envigado « — Sobre una bellísima esplanada en fon
de aníi teatro, á un miriámetro al sur-sudoeste de la ciud
de Merlellín, y como abrigada en una vieja caleta del logo que
ocup<'> antes toda la planicie del Aburi'á, se halla situada esta
pintoresca y linda vilki.
Santa Gertrudis <le Envigado fué erigido en [larroquia y
comenzó á figurar en lo í'ivil en el año de 1775, y se llamó
Envigado, porque en su fértil cajupo la selva virgen presental}a
los más largos y perfectos troncos, de que los habitantes d
valle se servían como de vigas para la construcción de s
edificios.
Está situada la cabecera de este Distrito sobre un gr
cioso plano medianamente elevado sobre el resto del valle i
Mefk'Hín, en un ángult^ fí>rmado pur el río ele ese nombre
por ul torrente Ayura.
Hay en la Hepúlibca llanuras más extensas y más ricas,
más notables y más prometedoras; pero ninguna más apacible
y bella que la de Envigadt),
La temperatura media de este lugai*, furnia un punto
unión entre los calores tropicales y las benéficas influenci
de la zona templada. Un justo medio en la tenqieratu
ambiente, y una gruesa capa tle tierra vegetal, producen <
esta encantadora comarca fenómenos raros de caprich
vegjrtación. Cubierta por un cielo habituatmenle sereno
despiojado, refrescada por vientos tibios y tranquilos,
sin excoso de calor que fatigue y sin que el "frío inroniodu,
sus campos, que más bien parecen lindos Jardines, ofrecen
en variada combinación las producciones alpinas, herm
nadas con las más lozanas v robustas de la Zona Tórri>
— 113 —
Al lado de la caña de azvicar, las pasifloras; junto al
limonero y al naranjo, las tacsonias y las fragarias ; cercano
á la lujosa palmera de cuesco, el sombrío y colosal ciprés ; y
por todas partes^ en vistosa confusión, el poleo y la pina, los
rosales y los badeos, los jazmines y los claveles, el geranio y
los narcisos, el jazmín del Cabo y la camelia del Japón, Puede
asegurarse que la atmósfera de csla pequeña villa esta siempre
embalsamada como los huertos de Sevilla y do Valencia.
Antes de la fundación do Envigado, sus campos estaban
ocupados por familias de origen espailol en su mayor parte,
por algunos negros esclavos y por unos pocos mestizos. La
raza, indígena había desaparecido de casi todo el valle,
dejando apenas algunas familias en el pueblo de la Estrella y
en las cabeceras del río Aburra. Esos españoles campesinos
de Envigado y del resto del valle de Medellín, eran gente de
saag^re pura, montañeses los más, y todos ellos de costumbres
patriarcales, honrados, laboriosos y cristianos viejos en la
ncvcjor acepción de la frase.
Por tales motivos, la población de la villa de que venimos
tratando fué siempre recomendable y distinguida ; y como la
feracidad del terreno, la blandura del clima, la bondad de las
^guasyla robustez délos habitantes se adaptaron bien á una
pr^ocreación activa, resultó que este lugar principió, desde
'^^J temprano, á dar un residuo que sirvió para colonizar
^Uchos pueblos del Estado y algunos de fuera de él. Itagüí,
**^liconia, Caldas, Frcdonia, Amaga, Titiribí, Jericó, Andes,
''^^ori, Carolina, MedclUn, y hasta la capital de la Unión
^^lombiana, tienen hoy numerosas familias cuyo origen y cuna
^^ancn Envigado.
A propósito de fuerza creadora aplicada á la raza humana,
P^Üemos citar, hablando de esta población, uno de los fenó-
^^^1105 más sorprendentes en la materia.
Una señora de este pueblo tuvo una hija que fue madre,
en Un solo matrimonio, de treinta y cuatro infantes; la hija
i^^yor de ésta fué nubil á la edad de oncéanos y seis meses, y
antes de llegar á la edad de catorce años tenía dos robustas
— 114 —
liíjas. Cuando la abuela de la última liego á los ochenta y tres
anos de edad, sirvió de madrina a su primer chozno, á quieiij
sobrevivió cinco añus. Un solo inilividnu de los fundadorefc^J
diúal país, desde el añi» dt^ 1777 hasta el de 1870, novecientos^
habitantes, contatlos tndns ellos por desceiulencia desangre;]
\ no es raro ver en este Distrito liumbres de menos de cin-j
cuenta años rodeados en su mesa por veinte y más hijos,]
todos ellos de salud norcciento y cumplida.
La ch'ounscripción del distrito de Envigado es bastantoj
estrecha, y aunque sus heredades sean feraces en pTradoirapon*
derable, la poblaciún tiene que ser i*etlucida forzosamente
un guarismo que lluctüa entre cuatro y seis mil almas, puei^J
cuantió llega á este número, apremiados por la necesidad, suí
hijíis salen por los cuatro rumbos en busca de ti*abajo y com<
didades.
Una línea trazada tlesde el alto de San Luis, que paso J
por el Astillero, la Hornera y por el descenso gradual de una
mont añuda que espira en la margen tlcrecha del Pt>rce iSÍ
Medellín, en el punto llamado Ancón, y que de allí siga laa
aguan del mencionado río hasta su unión con las del torrcnt
Züfdga, y éste hasta su primera vertiente en la falda occitlentalj
déla cordillera de Las Palmas, para continuar pfir lacimibre
de esta hasta fc^an Luis, encerr'arri, roii mínima tUrerencia, el
cuadrilátero do este Distrito.
Aguas nacidas en los altos San Luis, Santa Isabel
Hornera, forman el origen del riachuelo Ayurá, corriente de
poca consideración, pero de exquisita agua potable. En »uj
parte media é inferior, recibe fuenteSj arroyos y torrcntca*
de poca signilicación, entre los cuales deben ser apenas
mencionados el del Salado y el de la Sebastiana. Los raudales
La Mina y La Doctora corren al sur y desaguan separada-»
mente en el Medellín,
El terreno fué y es aún bastante aurífero, pero el\
excesivo valor do la propietlad rural impido toda emprcs
minera* Los puntos llamados Paleiujue y Mina, A cuyo pie
está el fértil campo llamado Sabaneta, fueron elaborados
con grande aprovechamiento, y la meseta misma sobre que
descansan los edificios de la villa, es un aluvión aurífero
opulento.
La población material fiel lugar está bien arreglada : las
calles se cortan en ángulo recto; y sus edificios, aunque de
moílosta apariencia, son cómodos y aseados. El lugar es rico
en agua potable, y sus paseos amenos y risueúos.
Tiene una hermosa plaza con una fuente púhh'ca en el
centro, y algunos árboles para rlnrlo sombra; un notable
templo católico de orden unifonncmentc loscaiio, el sola
acrtso del Estado que reúna condiciones modestas pero
cxívctas de un buen gusto arquitectúnico. Tiene un vasto
eclifirío que lleva el nombre de Hospital; pero como en el
Distrito hay pocos enfermos, se ha dedicado una casa
particular para favorecer á los dolientes.
El gasto impendido para la fabricación del Hospital que
hoy siiTC de coIegiOj se debe á la pi::tdosa niuniricení.'ia de la
sefiora Mariana Uribe do Duque, hija del lugar, cuyo nombro
[es venerado y acatado por todos los vecinos.
No hay en el Estado un distrito en qur la propiedad
t^^*riloríal esté más dividida y subdividitla que en éste. IV»r
tal razón no hay en el grandes capitales; pero tampoco hay
^^ aflictivo pauperismo. Con una curta porción de terreno,
cI cultivo produce lo bastante para la subsistencia holgada de
^^^ familia.
Envigado se comunica con Medellín por la carretera que
*^*^tea la ribera izquierda del río, y se comunicara bien pronto
P^^ otra aun más fácil y hermosa que ladeara por la ribera
derecha.
Descendiendo de lo grande á lo pequeño, Envigado será
P^^^ Medellín, andando los tiempos^ lo cjue es lioy Marianao
pí^rala Habana y Versalles para París,
Tiene Envigado como obra de arte un célebre grupa
escultural que representa la resurrección de Cristo, tal vez la
única que posea el Estado, Obra de exquisito gusto en su géne-
ro, es donación hecha al templo de la parroquia por el
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Sr. Ciríaco Ramírez, quien desde la humilde clase de pobre
leñador, se elevó por la virtud y el trabajo á la de notable
cuidadano y opulento capitalista. Tiene también un sólido y
elegante puente de reciente construcción, sobro el riachuelo
Ayurá, en el camino que por la Ladera conduce á Medellín*
La población de la villa es lucida y robusta, y de raza
caucásica en su mayor parte. Los hombres son esbeltos
fornidos, y las mujeres bellas, airosas y de excelen t
costumbres.
Ha dado Envigado á la República algunos personajes
importantes. Su primer cura de almas el Dr, D, Cristóbc
de líestrepo, fué lilántropo, liberal é instruido; tres doctore
de La Calle atlquirieron celebridad como teólogos;
Dr- D. José Félix de Restrepo, hermano de D* Cristóbal,
hizo notable por la austeridad de su conducta , su equidad
intachable, su espíritu justiciero como abogado, su v^st
erudición científica, y, más que todo, por su acrisolado]
palrioüsmo y por liaber siclí> el primero en concebir y
promulgar entro nosotros el deber social, moral y político^
de manumitir la raza africana» ^1
El nombre de este ciudadano esta muy alto en la
escala de los hombres ilustres del país (1).
D. Alejandro VéleZ; también hijo de Envigado, ilust
su nombre como publicista y diplomático; D. iMiguel Uril
Restrepo se distinguió por su viril ehjcuencia y por
incontraslable firmeza do carácter; D. Pedro Uribe
recomendó por su instrucción médica; y el Dr. José Manuí
Restrepo por sus talentos como estadista y por su esclarecido
mérito como autor de la Historia de la Revolución de
Colombia.
"i
(1) Envigftdo pretende honrarflo con liabor sitio la cuna tlel Dr, D. J(
Fi^lix do Rcslrciio; pero MedoUln le disputa esta bonra. Los vocmoo
Envigado dicen que nació cerca de un riachuelo que corre por las cercaoifts» f
que por haber BÍdo liermano de tres doctores máa, el riachuelo cambió su
nombre por el de Doctora. El Dr. Andrés Fosada Arango sostiene que oaoíd
l'tTí im ponto inmediato á Medellíni Junto al curso del riachuelo Iguana. La
[dircroocia esti ca tola de )uic¡o.
á
- 117 —
Los vecinos de Envigado viven de los productos de
escasa pero bien manejada agricultura, siendo sus cultivos
de predilección el plátano, la yuca, la arracaclia, el maíz
y la caña de azúcar, precioso vegetal que tuvo su cuna
antioquena en este Distrito,
Población, tí.527 habitantes. — Latitud norte, G'3'40". —
Longitud occidental, 1"35'35". — Altura sobre el nivel del
mar, L580 metros. — Temperatura, 20^ — Límites : confina
al norte con Medcllín; al oriente con Rionegro; al occidente
con Itagüí y La Estrella, y al sur con el Retiro y Caldas»
Estrella* — No hemos podido averiguar a punto fijo
ol año en que se fundr> la población de este nomlire. Se salíc
Holo.mente que debe ser muy antigua, pues en el año de 161)2
G^3tía ya en ese caserío, situado un poco al sur del lugar
q^^e hoy ocupa y más cercano al río ^ledellín, un cura
doctrinero de indios, sobre el origen de los cuales hay una
veré ion que nos. parece poco probable.
Dice la crónica que á tiempo de fundar la ciudad de
MecIcBÜín, había sobre la ribera izquierda del riachuelo Santa
Helena una tribu de naturales llamados Alarifes (voz de pro*
cocloncia árabe que significa albafíit), y que estos indios
iuei»c)ii mandados á poblar en la Estrella para <lejar campo
libr^ 4 los habitantes de la villa de la Candelaria-
Dice también la crónica, que cuando Jorge Rohledo
^So al pueblo de la Sal (Pueblito ó Guaca), notando t¡ue
Ciordillera se deprimía considerablemente por aquella
P^^te, mandó á Jerónimo Luis Téjelo en busca del ponderado
^^llo de Arví. El conquistador trasmontó la depresión, ó
P^^ Malpaso para safir á Caldas, ó por Quebradalarga para
s^lij» ¿^ i^ Estrella : si por el primer punto, encontró una
'^ibu de indígenas habitadora del vallecito de Caldas, como
Hemos dicho; y si por el segundo, encontró también un
P^^blo de indios en lo que es hoy el pueblo de San Antonio,
^ ^n la Estrella, y tan numeroso que le presentó combate
y ^o obligó á retirarse.
« 118 —
'^ Al prijuiiuu ilu este siglo, la Estrolla estaJja todavía
ociipaiUi por una poblaciun de indígenas, cuya asimílacióii
se ha lieeho por el mismo procedimiento que hemos señalado
al tratar de la de Caldas*
Por lo dicho y por otras razones, pensamos que esa
comarca estaba muy poblada á la entrada de los españoles.
Eíitá el distrito de la Estrella sobre un plano inclinado
en la falda oríerdal tic la ramificación de ocaso delos^Viidcs
antioqueños. Desde el lado opuesto, y desde las alturas
sobre la mari^á^i derecha del rio Medcllín, se alcanza á
divisar esa bonita población, y la torre de la iglesia producü
la impresión de la vela blanca de un buque qne se ve
navegando en alta mar.
Pero si el paisaje es digno de contemplarse, viendo el
pueblo a distancia^el cuadro panorámico que se desenvuelve
para el espectailor, cuando estmlia el valle de Medellín desdo
el atrio elevado rlc aquel templecíto, se sale de los límites
por su esplendida magnificencia. Colocado, en aquel punto
el Dr- líulino Cuervo, tan espiritual y feeuntlo en opurliuias
observaciones, dijo, después do un breve rattj, eu el colmo do
su entusiasmo : « No puede ser; esto parece mentira, d
Los habitantes de la Estrella son pobres, y vlveal
solamente de los escasos productos de limitada a^icuU
tura*
El plano en que está la cabecera del Distrito es desigual;
pero las calles están regularmente arregladas, y los edificios J
Sím razonablemente cómodos. La temperatura es suave, loaj
baños agradables y el aspecto físico delicioso;
Población, 3.512 habitantes. — Latitud nortc^ G^'^SB"*^
— Longitud occidental, 1°38'W\ — Altura sobi*e el nivel delj
mar, 1,730 metros. — Temperatura, 19% — Límites : confins
al norte con Medellín; al oriente con Ilagüí y Envigado^
al occidente con Amaga y Ileliconia, y al sur con Caldas.
Jirardota, — Desde el aflo do 1702 había en el lugar
ocupado por este Distrito, una capilla dedicada á la virgen
— 119 —
., ^Sn el título (lo vioepaiToqiiiaL Diciía capilla
continuó rodeada por un numeroso vecindario cluranto el
siglo xnii, y hasta muy entrada la présenlo centuria,
Eiaño de í 833, siendo gobeniador de la Provincia D- Juan
de D. Aranzazu, se erigió este Distrito, ijue desde entonces
se cotioce con el nombre de Jirarduta, para recorilar con ul
el del esclarecido guerrero Atana^in Jirardot, r|ü¡i*n murió
en defensa de la libcrtail en la cumbiv del Uarbula, á tiempo
do enarbolar en ella la bandera colombiana.
De la cordillera central de los Andes antioqueños, so
desprende un estribo que con dirección perpendicular aleje
de la misma montana y con el nombre del Chuscal en direc-
ción al occidente, espira en la rjriíla dcreclia fiel río Meílelb'n
en el siti*» denominado Ancón de Copaoavaua, Este ramal
de la cordillera aepara los valles de Copacavana al sur, y
el de Jirardota al nornorrteste.
Al lado derecho tiel i*ío, desdi- el puente llamado
Jirarrlota, 80 extiende al sudeste un !)ello plano ascendente,
q^^^' forma uno de los más graciosos y amenos paisajes
del Estado de Antioquia, tan rico en sorprendentes y variados
puntos de vista.
Al pie de osle plano, en una desigual ladera próxima
al torrente llamado San Diego, y a regular altura sobre ol
í^ivtíl ,1^1 pÍQ^ ostan los edificios de esta pol^lación, rodeada
hacia m^^j ^\q q^i^ flancos por la carretera que desde Caldas
va hasta Aguasclaras, más abajo de Barí josa.
Por haber tomado una mala topografía para la construc*
cion (\q,\ lugar, en vez de escuger lamas dilataíla y i)rnpia
á ^I^u aludimos antes, las callos de Jirardota son quebradas,
lorluosas y de mal aspecto, ^ A esa circunstancia debe
agregarse la rl esventaja de que el templo^ en vez de estar
en Uno de ]q^ costados de la plaza, como lo esta generalmente
en hs poblaciones antioqueñas, se halla en el centro de ella;
y ^ precisamente á esta desgivaciada condición y 4 la
circunstancia de estar edificado ya esc templo á tiempo do
la emcción del Distrito, a lo que se debe el que en vez de
— ISO —
'situarlo mejor se le hubiera dejado en esa parte. Sin
embargo, Jirardota progresa, y si su desarrollo continiia
en proporción, bien pronto sus edificios invadirán la ponderada
llanura»
Hay en el Estado de Antioquia, como en toda la América
latina, muchos lugares considerados centros activos de piadosa ]
peregrinación católica, San Antonio de Pereira, cerca del
Rioncgro; Chiquinquirá de la Estrella , Sopetrán, San Pedro
y Jirardota han gozado de inmensa reputación entre los^
fieles. Por este motivo, los gastos del culto se hacen en esto
Distrito con el producto de las donaciones y ofrendas de los
peregrinos.
La temperatura de esta parte es sumamente variada : so
siente el frío de las altas cordilleras hacia el oriente, y el
tuerto calí>r tropical hacia el río* Por eso mismo sus produc*
clones Hun múltiplas.
Viven los vecinos de este lugar con el producto do]
sus faenas agrícolas, y con ganancias producidas porel tráfico
comercial interno.
El Dr. Sancho Londoño, sacerdote progresista y
caritativo, así como también D. José Nicolás Londoílo, su
sobrino, honraron por sus virtudes á Jirardota, lugar de su
nacimiento y residencia.
Población, 5,328 habitantes. —Latitud norte, 6M6'30".
— Longitud occidental, 1*29'4G", — Altura sobre el nivel del
mar, 1.401 metros. — Tempcraturaj 21% — Límites : confina j
al norte con Azuero y San Pedro; al oriento con Guarne
Concepción ; al occidente con San Pedro y Medellín, y
sur con Copacavana.
Ilagúí. ^ El territorio ocupado por Itagüí perte-
neció hast^ el año de 1774 al curato de Medellín. El
Dr- Salvador de Villa y Castañeda renunció en aquel año á
esa porción y á la en que está hoy Envigado, por hacer parte
de su feligresía, para provocar do esta manera la fundación
de una nueva parroquia. Denominábase en aquel tiempo esa
121
parte La Capilla, por una que había hecho construir allí un
Dr. Reaza, clérigo que habitaba en las cercanías.
Después do la fundación de Envigado, continuó La
Capilla perteneciendo á esta fundación, y acbíiiaistrada en
lo eclesiástico por el presbítero Pólipo de Resirepo, ciu-
dadano recomendable por su patriotismo, noble carácter
y franco espíritu de progreso. Este virtuoso sacerdote au*
mentó con su influjo el número de pobladores de la localidad,
hasta procurarle en el año de ISS^ vida propia religiosa
y ci\íU
Está situada la cabecera de este Distrito sobre la margen
izquierda del río Medellín, y en el seno de un ángulo formado
por el mismo río y por el riachuelo Doña María.
Sobre lo que se rcíierc al rio Medellín, hemos hablado
bastante* En cuanto al riachuelo Doña María, será bueno
agregar que recibió su nombre por la circunstancia de correr
<Mi parte sobre terrenos pertenecientes á D\ María
Paladines, vieja poblador^a de esta comarca. El riachuelo
Quebradalarga nace en la cordillera de las Cruces, y el llamado
propiamente Doña María nace un poco al norte en el alto de
Canoas. Reunidos estos dos torrentes al fin de su tercio
superior, y con dirección oriental, descienden al valle, y
después de recibir de uno y otro lado fuentes de poca
importancia^ y de pasar por el norte de la cabecera del
Distrito, depositan sus aguas en el río Medellín, precisamente
enfrente de Envigado, No tiene Itáglií otras aguas de
consideración* Un estribo conocido con el nombre de Man-
zanillo, y desprendido de la cordillera occidental de los
Andes antioqueños, un poco al norte del alto de Canoas,
^s la 8ola eminencia montañosa que ^con algunas curvas y
l>íen redondeadas colinas, contribuye á formar el relieve de
^ste Distrito y á separarlo del de Medellín,
El aspecto físico de la población es en todo semejante
^1 de las otras situadas en el antiguo valle de Aburra : sus
terrenos son fértiles y bien cultivados; tiene un hermoso
c^posanto al sur de la población; un decente y bien
— 12-2 —
manlcnirlo templo católico, y un hospital bastanfü capa
para las necesidades de los vecinos-
Población, <i,448 habitantcH. — Latitud norte, 6^4' 10*'.
— Longitud occidental, l**36'iO"\ — Altura sobre el nivel del
mar, l,5i6 metros. — ^ Temperatura, 20*, — Límites : confina
al norte con Medellín; al oriente con Envigado; al occidente
con Evéjico y lleliconia, y al sur con Caldas.
Prado ó San Antonio. — Fracción de Itagüí, situada i
corta distancia del riachuelo Doña María, sobre la margen
derecha.
Este naciente pueblecito, es obra de al-L'unos vecinos de"
la Estrella, Itagüí y lleliconia, y está á una altura barométrica
igual, con poca diferencia, á la que hemos asignado ¡i la
Estrella. El sitio sobre que está construido es ameno, bien_
regado y medianamente fértil. Los paisajes del contorno soi
gratos á la vista, y los elementos ambientes de que goza»
propicios para la salud, que bien puede considerárselo como'
lugar de convalecencia. Tiene una plazoleta rodeada por
ecMlicios cómodos, un lemplecito suficiente para id culto, y
aliíunas chilles bien delineadas.
Los pobladores, gente pobre, por lo general, cultivan el
plátano, la yuca, la arracacha, el sagú» el cafó y algunos
ái'l)r)lcs frutales, de cuyos productos, unidos á los de la
ganadería, viven modestamente-
Medellin. — El importante Distrito de que ahora vamoí
á tratar, pediría pai*a su exacta descripción el que las coa^
diciones de una obra de esta clase, no redujesen & pocos loa
numerosos pormenores que á él se refieren.
Medellín tiene hacia el oriente un trozo de la cordillera^
central de los Andes antioqucnon, de notable elevación. De la
cima de este trozo montañoso vierto un riachuelo conocido
antiguamente con el nombre de Bocana, y hoy con el de Santa-
Helena* Esto riachuelo forma en la parte media de la falt
occidental de la cordillera, una cascada poco alta, poro'
— 123 —
^gloSisfma^^onnnúa precipitado y riiidoso hasta descender
á la base de la montaña, para seguir luego, pasar pur la
ciudad dividiéndola en dos partes, y arrojar bus aguas en el
rio Mcdellín. Son tributarios do Santa Helena muclios
arroyos do |K)ca consideración, de los cuales sólo merecen
ser citados el de Líi Castro, que le entra por la margen
derecha, y Iob de La Espadera y Palencia, por la izquierda.
El río Aburra ó Medellín baña la población hacia el
occidente, y ya es notable en frente de ella por la cantidad
dü sus agUí\Sj por lo hermoso de sus orilla^s^ por la
mansedumbre de sus ondas y por los encantadores paisajes
que ofreced la contemplación. Tanto este río como el riachuelo
antes mencionado, además de adornos para el sitio,
son do vital importancia para la comodidad y salud do los
vecinos.
Fucm de las corrientes de agua referidas, son tributarios
del Mcdellm, en las cercanías de la ciudad, los torrentes
Aguacatal, Poblado, Presidenta, Indio y Ahorcado.
Del cuci"i3o principal do la cordillera, entre la montaña
de las Palmas y el alto de Santa Helena, se desprende
^iü ramal que sigue lürección occidental con el nombre
de Cuchillón, para espirar hacia la parte sur y sudeste del
lugaiv
Del lado norte del alto mencionado arranca otro contra-
fuerte cuya principal eminencia es el alto de Pan de Azúcar, y
por en medio de este contrafuerte y el del Cuclüüón, corre
por Un estrecho valle el riachuelo Santa Helena*
El alto de las Cruces, el de los Cadavides y el del Volador,
fonnan un triángulo en cuyo centro, muy bien nivelado, se
^^píií'ce graciosamente la ciudad.
Medellín, capital antes de la antigua provincia de Antio-
quia, capital luego de la de su nombre, loes hoy del Estado
**^ÍJerano deAntioquia,
El poético valle de Medellín, descubierto á la prima del
3lba del día 6 de noviembre del año de 1541 por el capitán
Jeróaimo Luis Téjelo; visitado por el jefe de éste y por un
— 124 —
destacamento do españoles, recibió el nombre de valle de San
Bartolomó, por haber sido explorada en el día del apóstol esta
rica y feliz comarca.
Robledo se detuvo pocos días en el sitio de Ana,
población indígena en que está lioy la célebre metrópoli
antioqueña, primera ciudad del Estado por su belleza, y
segunda de la Uepública por su importancia.
Después del rápido paso de Robledo, el valle de Aburra
quedó casi olvidado, sin que sirviera para otra cosa que para
el establecimiento de algunos fundos rurales, pertenecientes
en su mayor parte á ricos vecinos de Antioquia, en donde
estaba establecida por aquel tiempo la más noble y más
acomodada población de la Colonia.
A finos del siglo xvi, durante el largo mando de
D. Gaspar de Rodas, tercer gobernador de la Provincia, sugeto
de ilustre recordación para los antioqueños, habiéndose
reunido en este valle una corta cantidad de pobladores,
acreció en manera tal, que, ya parala época de la fundación
de Medellín, muchas ilustres familias españolas habitaban
como patriarcales los caseríos extendidos a lo largo y ancho
del fecundo valle : los Restrepoíá, Uribes, Castrillones,
Quíroces, Grómez de Ureíta, Angeles del Prado, Jaramillos de
Andradc, Gutiérrez Colmenero, y otros muchos de origen
asturiano, extremefio, castellano y andaluz, habían tomado
posesión como legítimos propietarios del terreno en que hoy
vivimos sus descendientes.
I'ué fundada Medellín en el año de 1675, á 2 de febrero*
Concedida la Ucencia para su fundación, por DS María Ana
do Austria, regente de la Monarquía española, diósele ol
nombre que lleva en conmemoración de la capital de Extre*
madura, y en honor de D. Peitro Portocarrero, Conde do
Medellín, á la sazón ministro de Estado. Presidió a *ju
erección D. Miguel de Aguinaga, gobernador de la Provincia.
Continuó la villa bajo el régimen colonial en su
calidad de subalterna de Antioquia, y progresa con
suma lentitud, a pesar de sus favorables condicionaBí en ol
curso de los siglos xvn, xyiii y principio del xix ; y en tal
manera fué así, que dos decenas de años después de procla-
raada la Independencia, la Villa de Nuestra Señora de la
Candelaria, como se la llamó, era una población de reducida
importancia.
Si contamos desde la fecha en que lastres seccionen que
formaron la antigua Colombia, se separaron par a asumir el
carácter de nacionalidades distintas, veremos que MedoUín
entró de lleno en el camino de su prosperidad y progreso.
Elevada á la categoría de capital de la Provincia, concen*
Irandocn sí una gran fuerza comercial, y ganando en impor-
taucvabajo el punto social, político y religioso, ne la ha viyto
en estos últimos tiempos seguir como por encanto y como
locada por la vara de un mago, para adquirir proporcipnes
de altfeima importancia. Mcdelh'n es hoy una pohlación de
índole especial , y difiere en muchos puntos de las otras ciudades
de la Un ion.
Sus edificios están perfectamente blanqueados y su aseo
es proverbial; el aire es tibio, la atmósfera serena, las aguas,
cristalinas, los baños tónicos, el clima salutífero, bellas las
niujenií>, industriosos y activos los habitantes. La ciudad,
elegantemente construida, tiene aí^pecto tan singular y
recomendable, que, vista desde los puntos dominantes que la
fodean, parece responder gozosa al saludo del viajero que la
visita.
Mcdellín ha ido enriqueciéndose poco á poco con algunos
edificios notables.
Afines del pasado siglo, frailes de la orden do San
F^ncisco construyeron para convento la espaciosa y
<^rooda casa en que está hoy el Colegio Central Universitario
^^' Estado, con una pequeña capilla lateral que presentaba
^'gunas curiosidades arquitectónicas que han desaparecido
P^r causa de nuestro espíritu reformador.
Hacia la misma ¿poca en que se levantaban los muros
de este edificio, la piedad religiosa de una señora A! varez del
idilio mandaba construir á su costa los del monasterio de
— 126 —
CarmelitaB, el cual subsiste hoy, a pesar de una disposición
legal, por la tolerancia de los gobiernos y por la exigencia de
una gran mayoría de antíoqueños.
El temj>lo de la Vera-Cruz, erigido por españoles
peaíüsulareí^ para su propio uso^ y rcedificaclo después á
exista de D. José Peinado, es actualmente Iglesia parroquial
del curato de Medellín.
En la acera norte de !a plaza principal, existió hasta no
hace muchos anos una ermita ú oratorio erigido en la época
colonial y demolido dc^spués por orden superior. Llamábase
San Francisquito.
En la parte baja de la ciudad, hacia el noroeste, hay
una capilhta de esmerada arquitectura en que se tributa
culto á San Benito. Dicesc que fué por este punto por donde
principió la fundación de la villa, pai*a pasar luego por lo
que ahora le sirve do centro en la parÍL* alta, hacia el oriento,
que se llamaba San Lorenzo.
Había en este punto de San Lorenzo, hasta mediad
de este siglo, otra ermita edificada en honor de aquel san
mártir, y (jue también fué demolida para poner en su lugar
un lujoso templo en honor de San José*
La casa que hoy sirve para Colegio de niñas, dirigido
por Hermanas de la Candad, tiene una decente capilla para
el cullo, y tiene otra, con la misma condición, el Hospital de
CaiHílad del Estado, establiciniiento antiguo reformado on los
ültüuos años por la influencia filantrópica do D. Pedro Uri
Reetropo, por la beneficencia de los vecinos y por la generosa
protc^cción y ayuda rjue le presta el Gobierno del Estado, Está
hoy dirigido este estableciinienlo por Hermanas de Caridad ,
de origen francés; y á quienquiera que pretenda tomi
algún consuelo para aliviar las penas oonsiguicn tes &
miserias del mundo, so le puede aconsejar que concurra á
establecimiento para ver en él la faz honrosa y noble do
humanidad.
La catedral esta muy lejos de corresponder 6, la al tu
de 9U destino ; es un edificio pesado,sin elegancia y sin orden
arquitectónico predomiiiantet Sirvió primero como iglesia
parr«x}iual; lmi su principio íué un edilicio pajizo ; se cons-
tiujr^un poco más tarde de tapias y tejas; se arruinó de
nuevo, hasta que en el año de 1777 quedó reemplazado con
el malísimo ([ue hoy existe» Medellíri ha comprendido la nece-
sidad qiie tiene de un templo moiiuniental, en arinonía con sus
actúate exigencias religiosas, y ha puesto loa cimiontos de
una graa catedral sobre el lado nordeste de la gran plaza de
Bolívar. Las bases para este edificio presuponen gran costo y
muchos ailoí? para su construcción*
Rt'BUvblccida la paz de un modo permanente, merced á
la quietud de las pasiones poh'ticas y sociales, recuperada la fe
en el dicbos*7 porvenir de Antioquia, es seguro que esta obra
será llevada á término feliz.
El palacio para la reunión de la Asamblea legislativa
y para el despacho del gobierno Ejecutivo , si no alcanza
las condiciones de un buen palacio de gobierno, sí puede
considerarse como un edificio bastante decente para mantener
el decoro de estos dos altos poderes. Adecuados y cóniodos
son también los salones en que trabajan y pronuncian fallos de
justicia los magistrados del Tribunal Superior,
Hay una cárcel capaz, sólida y bien construida para la
delenciüu y guarda do los criminales, y otra apropiada
pai*a mantener en completa seguiídad los presidiarios.
Ademas disipone el gobierno de otra para la detención de
mujci^i^ sentenciadas por delitos comunes.
"Todaa las olicinas del despacho en asuntos adminis-
tratiVüs y de gobierno, están bien dotadas y ofrecen las
ventajas apetecibles,
£1 edilicio llamado « El Parque » es uno de los mejores
de la República, y ha sido prestado al gobierno de la Unión
píirasuügo temporal, como adecuado pam establecer en él
'a Eacuela Nacional de Minas.
La Escuela de Artes y Oficios, es bien construida y espa-
, cioíía.
La Casa de Moneda de Medellín, elevada á la categoría de
— 128 ^
establecimiento antioqueno por ley que expidió el Congreso
en 1881 1 es mala, y forzosamente habrá de ser reem-
plazada con otra mejor, á cambio de la concesión que se
ha hecho al Estado para que administre el ramo como de su
pertenencia durante un término de cincuenta anos.
Si bien es cierto que la casa de que tratamos es por ahora
un ediílcio ruin y de poco valor, también es verdad que sus
mácjuinas perfeccionadas no tienen más rivales en la América
española, que las que pueden ofrecer Méjico, el Perú y Chile.
La Casa de Moneda esta comprometida á fabricar piezas
iguales á las francesas é inglesas, á montar una oficina de
apartado y una cámara de plomo para la fabricación del ácido
sulfúrico*
Con estos elementos, con la abundancia de los metales
preciosos que poseo Antioquia, con el establecimiento de la
Escuela Nacional de Minas, con la formaciiin de buenos inge-
nieros, con la mejora de sus caminos, con el adelanto de sus
industrias y con la paz, se abrirá ancho horizonte para
la civilización y progreso de esta parte de la República,
Sobre el río Medellín hay dos tó modos y elegantes puentes,
ambos sostenidos sobre estribos de cal y canto, con arcos el
uno de los mismos materiales^ y aforrado el otro con madera.
El uno, al sur del río, se llama puente de Guayaquil, y el otro al
norte, puente de 03loml)ia.
Sobre el riachuelo Santa Helena hay, contando de
oriente á occidente, el puente de Bocana, construcción de
hierro; los de la Toma, Miguel Gómez y el Palo, de madera;
los de Junín, Palacé y de Arco, de cal, ladrillo y piedra; y por^
fin el de la carretera, de madera sobre estribos do cal
canto.
Fuera de los anteriores, hay otros puentes en los arroye
que cruzan la ciudad, todos ellos fabricados con perfecci6
pues, dicho sea de paso, las artes y los oficios han llegado c
la capital á condicionas sumamente recomendables, y eat
ellos el arte del albafúl figura en primera línea.
Los establecimientos dedicados á la instrucción da
— 129 —
iiventud y á la educación, son nunicroso?i, y están dirigidos
[con excelente réginien y ¡nevera disciplina.
El Colegio Ceníral Universitario del Kstado verifica sus
tareas en el local que ha tenido de muchos años á esta parlo,
el mismo que fué heclio á lines del siglo pasado para frailes
francisranos. Son admilidns en el ahtninos internos y exter-
nos, varios tle ellos sostenidos por el Estado, fuera de los que
con el mismo fin son mandados á la Universidad Nacional,
y sin contar los que la República sostiene en el mismo plantel.
La Universidad t le Antioquia, aunque de reciente creación,
sine fructuosamente par:i la educación de la juventud antio-
queíia, y ha principiado á dar ñ la República jurisconsultos
instruidos, excelentes mtilicos, liábiles ingenieros y estima-
bles literatos.
Hay en la capital dos Escuelas Normales costeadas por la
nación para formar en ellns maestras y maestros; hay un
Seminario perfectamente establecido en ([ue se educan los
jóvenes rjue qui(ít*en dedicarse á hi carrera eclesiástica;
niuchos colegios de empresa particular y muchísimas escuelas
^li que niñas y niños, bajo la dirección de excelentes institu-
toi^«, reciben educación elemental.
El teatro ha sido reformado últimamente y puesto en
armonía con la rit pieza, cultura y buen gusto de los habi-
tantes» Pertenece el edilicirj a una compañía formada por
ciudadanos ac^ñonislas, y fué creado por la iniciativa perse^
^•^ranlcde D. Pednj Uribe Restrcpo.
Además íle los establecimientos que hemos indicado, es
^^'"^^ííario agregar una Salade nudcrnidad, construida durante
'^^^Jmijñstración del Sr* Recaredode Vilkip y, una casa para
<^'^jenados, que si bien no tiene edificio propio, cuenta ya con
**'?unos fondos y con una ley de |n*otecciün, expedida por la
Asamblea de 1881, Ambos establecimientos son considerados
*^^o dependencia del Hospital de Caridad.
Hay una Casa de Asilo, dirigida por señoras respe-
'les, y otra de Beneficencia, fundada y mantenida pnr
^^ virtuosa familia. Una ':asa de Imérfanos con edüicio
— 130 —
propio se halUí l>ajo la dirección dt* uaa inteligente ^eñor;
Ivd isido protegida y dotada por el ilustrísinio Obispo d¡ooe2_
sano José Ignacio Montoya.
En el ramo de instrueeiun püljüca hay que tener en cuenl
la creación actual del Museo y la Biblinteca de Zea, con ba¿
suíicientes para llepai'áber establecimientos de utilidad, honi
y brillo para el Estado,
Tiene la capital para sus publicaciones periódicas y
oficiales cinco imprentas, que si bien no alcanzan las lujosas
y cómodas proporciones de este precioso invento en pueblos
más civilizados, sí reúnea lo preciso para el desenvolvimiento
ulterior de este importante ramo de la civilización universa
El primer impresor que liubu en Medellíu íué un hijo
Cartagena de Indias, llamado Manuel María Villar Calderúi
y los primeros periódicos (|ue se redactaron fueron La Gac£
y La Estrella de Occidente,
Ihjirante la Colonia no había en asuntos de enseíianzii, oti
cosa que un mal aprendizaje del latín ; y los primeros act
literarios, propiamente tales, tuvieron lugar en la iglesia
la Vera-Cruz, presididos el uno purel iJr. José Félix de Re
trepo, y el utru por el Dr, Francisco José de Caldas. Vef
el i>r¡mer*o sobiv* materias ülosólicas, y el secundo sobr
asuntos de ingeniería (181 1).
Los paseos públicos son numerosos y recreativos,
riachuelo Santa Helena tiene por uno y otro llanco dos m;
cones sombreados en parte por frondosos arboles, y adem¿
casas lujosas de propiedad particular. De la plazuela José
Félix de Itcstrepo, y con dirección oriental, sigue el ancho
espléndido camellón conocido con el nombre de Uuenos-Aire^
para continuarse en la base de la escarpa montañosa con
camino que conduce á la ciudad de liionegro. La caiM-etora qil
desdo Caldas se prolonga hasta Aguasclaras, por un esf
de 8 míriámetros, pasa a poca distancia al sm* del centro de
lugur. Esta vía es una de las mas notables que existen un
Iíei>ública, y se recomienda por la lozanía de los árboles qi
la embellecen de uno y otro lado, por el aseo de las hal
lone$ próximas, por loa sorprenden t4?s cuadros que exhír
>r Iaví\ificanbe del aire y por su fisonomía peculiar tan rica
Je hermoisura, que rlifícümenle podrá ser comparada con otra
^alguna. Hacíala parte occidental está el paseo de la antigua
Alameda, pordonde sigue el camino para Antioquia. Es dillcil
Éimaginar impresión mas agradable que la que S2 experimimta
[yendfiporese camellón, cuando se llega en tarde despejada al
[puente de Colombia, para cuntejnplar hacia arriba y hacia
abajo, las caprichosas curvas del río Medellía y sus engala-
[nada^ márgenes.
En loé suburbios de la ciudad, y en su parte central, hay
o^l»leci]nientos de baños sumamente aseados, cómodos y
salíicJables. Estos establecimientos de creación reciente, fuera
I de b'er lugares de distracción y de agrado, aumentan los e!e-
niento* liigiénicos del vecindario.
La clase rica de Medellín vive de las rentas que se procura
con el comercio interior y exterior, del tráPico del oro, del be-
í^cio de minerales, de la industria bancaria, que cuenta
ocho establecimientos, y de las empresas agrícolas. Laclase
,»COJnodada vive de los mismos medios, aunque en menor
B3i. Los artesanos subsisten del producto de la ebanistería,
^T»iftLena, herrería, zapatería, albañilería etc., etc., y son
^*ivosy hábiles en sus respectivos olicios. La clase pobre vive
[ ^^l^ario que se proporciona diariamente con su trabajo.
^ profesiones liberales como la medicina, la abo-
S^^^'^íítCt, están representadas por individuos inteligentes y
^lííitfífieos. Las bi-llas artes, si bien un tanto atrasadas en la
' *^*^íilidad-^ principian a ser cultivadas con esmero ; y todo en
I ^ Dl§trttQ parece tan favorable á su engrandecimiento, tjue no
^^»IíU]3o8 en afirmar que un i>orvenir de civiüxacióa y
[M'osperjjad será alcanzado en tiempo no distante.
Eslaba Medellín sobre el plano encerrado en el án-
p™ que forman el riachuelo Santa Helena y el río
IJlburri hacía la parte sur. Hoy la población ha traspasado sus
lantiguoü límites; se extiende á lo largo del río, sobre la
Imargea derecha^ y abraza el ángulo norte que queda al frente
13Í
del en que tuvo su origen. La actividad en la constra
de habitaciones en !a época actaal, es tan vigorosa que ei^^
algo se parece á la de las ciudades norte-americauas, ^M
Ha dado Medellín á la República gran número de hombres
notables: D. F'rancisco A. Zea, gran sabio y diplomático;
Atanasio Jirardot, muerto gloriosamente en defensa de la
libertad ; Jorge GutiéiTez de Lara, José María Fació Lince,
Benigno Pestrcpo, Francisco de Paula Benítez, Alberto y
Lucrecio Gómez, y muchos otros que no caben en los límites
reducidos de esta obra-
Población, 37-237 habitantes. — Latitud norte, (? 8' lír\
— Longitud occidental, l**3V3ü". — Altura sobre el nivel
del mar Li79 metros. — Temperatura 20°, — Límites : confina
al norte con San Pedro; al oriente con Guarne y Rionegro;
al occidente con San Jerónimo, Evéjico y Ilelicona, y al sur
con Itagüí, Envigado y Retiro.
Tiene Medellín las siguientes fracciones : Aguacatal, Ana,
Belén, Bello, La Granja, Piedrasblancas, San Cristóbal y San
Sebastián.
41
Aguacatal* — Entre Medellín y Envigado, á 5 kiló-
metros de uno y otro distrito, á i>oca distancia de la orilla
del río Aburra y sobre una suave ladera, existe la fracción de
esle nombre.
Hace algunos afius que los vecinos construyeron un
templo, y este llegó poco á poco á ser punto de convergeneia
para la gente de las cercanías, rpie lejana de Envigado y de
Medellín nec4?s¡tal)a8atisfa<'er sus delxjres religiosos.
Con nolal)le rapidex se han ido agrupando alrededor de
la capilla» algunos bien conslruifl*)s editicios; y roini> la
carretera lUd sur eslá liecha hasta ese punto, bajo concl^J
ciones ventajosas, se lia trazado *ya una bonita plaza y estifl
l}lecida una feria semanal, como preludios seguros para una
población que habrá de desenvolverse bien pronto sobre ba^e
firme y segura, por cuanto los terrenos son fértiles, los vecino©
lalioriosos y excelente la topografía.
I
Ana. — A unos 2 kilómetros al püiiiente de Mcdellín,
en un plano nivelado á la misma altura, y sobre la margen
izt¡uierda del riachuelo Iguana, existió hasta el ano de 187Í),
un pucblecito que ha^ta antes de 1832 se llamaba San
Cim* Ese nombre fué cambiado un poco más tarde por el
(le Ana, hasta que después se lo reconoció de una manera
oficial el de Anápolis (ciudad de Ana), que no ha suh«is(ido.
Tampoco ha subsistido la población, porque en el año
de 188Ú una violenta avenida del torrente vecino, inundó los
campos, derribó los edificios, y con muerte do algunas per-
sonas, dejó sólo piedra, cuscajo, arena y ruinas en el punto
que autcíí era un risueño y apacible retiro.
Cuando tuvo lugar esta gran calamidad pública, los
vecimoü pudientes de Medellín ofrendaron sus limosnas para
favorecer á los pobres de Ana, victimas de la inundación. El
Congreso Nacional favoreció también con un auxilio vn dinero
^ «^lUellos desgraciados antioí(Uefios; y hoy se ha trasladado
1^ población á una colina cercana en el camino que signo
fWaAntioquia, El lugar en que está situada la nueva pobla-
*'^<Jn, cuyo nombre ha sido mydado en vi de Robledo, para
hónr-u- la memoria del ronquistador del jiaís, goza do mejores
^^í^didones climatéricas y se halla libre de las avenidas del
^^í'riiscoso torrente.
Belén, — A la altura liarométrica de Medellín, con
^^ diferencia y sobre la parte más nivelada del llano,
^*^'íio á 3 kilómetros de la capital^ hacia el occidente, se
^*í a situado el pueblecíto de ese nombre*
Entre Medelh'n y Belén liay un buen camino, que tiene en
^^ parte media, para roniodidad de los transeúntes, el puente
^^ la Concordia é> ÍTuayaquü; y aunque la población de que
tintamos haya tenido desde el año de 1814 existencia civil
P^pia, hoy es considei'ada como barrio de Medellín.
En cuanto a lo material, Belén es un caserío de poca
^^grulicación ; pero como la mayor parte de los pnel>los
í^üt¡oquei\os, sus casas sonde regular apariencia y aseadas.
I
— 134 ^
Belén tiene im regular templo católico en el lado
occiden'tal de una espaciosa plaza, adornada en el c^enlro coif|
una fuente pública^ y tiene además en sus cercanías las aguas
puras del torrente de su nombre.
Este sitio conserva uii recuerdo hií^sturico de bastanl
importancia para los cohínibiauos. El saliio naturalista Dr. Juai
María Céspedes, esclarecidij patriota y antiguo cura de Caloto,
vinoála provincia dcAntionuia en iienipo do la Guerra magua,
con el tln de excitar nuestras poblaciones á la defensa de la santH
causa de nuestra emaitcipaciun política y civil. Desde 181^
hasta 181 r>, el Üi*. Céspedt^s fué cui-a de almas en Belén, de
don<lc salió un poco más tarde para ilustrar en otras [lartosdi
la República su carrera de sabio y de patriota.
Los hal3itantes de Belén viven délos productos obtenid
por una esmerada agricultura,
Bello. — Metlellín equidista de Envigado al sur, y
Bello al nort^, un miriámetro.
Como en los tiempos que siguieron inmediatamente
descubrlmientxí y conquista del territorio antioqueño,
poblaciones estuviesen ilotadas de una gran área de terren
como la población fuese esi^asa; como las tlisfancias largai
para poder relacionai'se los colonos, y como la administra
ción religiosa privara aun sobre la civil, se hacía prccis
c*stablecer en muchos puntos de la provincia, ermitas, adc
ratorios, capillas y tenq)los para satisfacer las neccsidac
espirituales de nuestros antepasados* Había gran número
de estos edificios en los valles de Medellín, llatoviejo fqil^j
así se llamó Bello), Jirardota, Copacavana y Barbosa. ^B
El río Aburra, al bajar torrentoso de la cumbre ilc Sa
Miguel, disminuye la velocidad de su carrera en el vallocitoi
Caldas. Allí, según la teoría deCodazzí, hizo un lago conteniíi
por un dique al norte, (jue al lin rompió para precipitarse t»ol
el vallo de Medellín y formar otro, Esti* lago, prol
blemente de gran |)rofundidad y de aspecto majestuos
debió presentar como itslas Ujh cerros llamados hoy de
— 135 ~
lavides y del Volador, una especie de bahía estnícha en la
)octora, otra más ancha, pero de menos fontlo, on la
anconada do Envigado, un golfo pequeño hacia Bolón, y en
da su circunferencia caletas de mayor ó menor extensión.
Üuando las aguas «e abrieron paso hacia el norte, lo hicieron
* pop la estrechura de los Bermejales, y bajaron a. Ilaloviejo y
ICopíicavana* Siguiendo el mismo curso, rompieron e! ancón
de Copacavana y descendieron a JU*ardota y Barbosa, donde
formaron \\n lago más, con un estrecho ó cintura correspon-
tíiente al Hatillo. Por lin, Aiolentas esas aguas y poderosas,
rnmpicron los terrenos interpuestos entre las cordilleras
central y occidental do los Andes aiitiuquenos, hasta llegar,
lurbulexitas y atropelladas, á las Dos Bacas entre Zaragoza
|y Zea.
En la tercera cuenca do ese rosario de lagos que
[acabiínos de describir, está la población de Bello, dependencia
ílc* líi capital, fundada en el mismo año en que lo fué la de
¡Enrtííaclo, es decir, en lG7tí. '
El clima de Bello es un poc^ más cálido que el de McdcUín ;
ipcrtj como el suelo es seco y el aire puro, sus condiciones para
p^ existencia son propicias ^n alto grado.
E! terreno sobre que demora esta población, es harto
pvetiiajado para las faenas agrícolas, y debe de haber en ól
p'íniíi elemento tónico f[ue dé á sus frutos el carácter de
P^l^rior bondad que los hace tan estimables.
Los mangos, las guayabas, los aguacates y, sobre todo, el
^'^^ di? Bello, son más sustanciosos, aromáticos y agradables
fPieloHdel resto del Estatlo.
La calvecerá de la fracción, compuesta de modestos
i^ios, está sobre un suelo aplanado y perfectamente
^^^\. El agua potable es sana y abundante, y deliciosos los
^08 de sus torrentes.
Para que se formo idea del valor de los terrenos en la
P^Jca inmediatamente posterior á la eoncpiistaj indicaremos a
i lectores que tengan conocimiento del país, que las tierras
^ncorradas por una línea que parta del puente de Bello, siga
136
*
I
O 1
por el camino de la Maruchenga basta la cumbre
cordillera, tuerza luego al nordeste por el filo de la misma, ^
pase por Ángulo, Quitasoly alto de Medina, baje al río y 8uba)H
éste hasta el puente, lugar ele su partida, se vendieron enton-
ces por diez y ocho castellanos de oro en polvo, cuando hoy,
por computo equitativo, e^^as mismas tierras valdrán medioj
millón de pesos.
Había en la época del descubrimiento y conquista de ,
Antioquia, una parcialidad de indígenas en una amenifl
planicie situada al nordeste de Bello sobre la margen de la
quebrada García, vera jefe ó cacique de ella un indio llamad
Niquiá, de donde viene el nombre de aquella llanura. Esc
indios fueron feudatarios de D* Gaspar ile Rudas , cuy
largo período de mando no terminó sino en la última
década del siglo xvi; y como á D. Cruspar heredó en sui
títulos y propiedades su liijo D, Alonso, siguió éste como
propietario de esos terrenos por algún tiempo después
hasta que por efecto natural del aumento de población
la propiedad territorial íué subdividiéndose y cambiando á
dueños.
Pudiera decirse de Bello poco más ó menos lo q
hemos dicho de Envigatlo, pues tal es la belleza di
sus paisajes y lo recomendable de sus condiciones físicat]
Respecto áesto, considérese que la cabecera de la fracciói
esta graciosamente situada sobre el fondo de un apacible val
de forma casi ovalada; que esc vallccito está dominado p
gigantescas escarpas, pertenecientes á las alturas de Ovej
Ángulo, Quitasol, Medina y Granizal, y que el suelo esl
constantemente refrescado por los riacliuelos Madera, Ha
Barro y García, que como cristalinas y atroprllados raudal
descienden desde las cúspides visilíles, dejando un rast
luciente de numerosas cataratas, entre las cuales, una h
el occidente se divisa desde la plaza del lugar, como un gruo
cordón de plata bruñida.
Esta fracción, al honrar el nombre del preclaro publicis
y eminente literato venezolana Andii s Bello, ha coa
Íberes que parece resuelta á cumplir eii la oyíera de su8
sultades, puesto que, a la par que progresa en lo material,
instruye, se educa y se civiliza con notable aprovecha-
miento.
Bello dio un buen ü-uerrero á la República durante la
lucha de nuestra Independencia nacional. Este antioqueño,
|e trato dulce y de valor tenieraiio, se llamaba Manuel
Famayo. A la disolución de Colombia quedó hirviendo en la
epúblic-adel Ecuador, vn donde ascendió a general.
La Granja. — A poco más de uno y medio kilómetros
[liada la parte norte de Belén, entre 61 y el destruido barrio de
[Allá, existe otra poblacioncita á la cual se llamó América en
ffiu principio y Oranja después por la Asamblea Constituyento
reunida en 1877.
H Las condiciones físicas ile la Granja son vn lodo seme-
jíiütes á las de Belén, y su fundación es debida á la generosidad
IílelSr. Rafael Velásquez, patrono respetalde de ella.
La Granja es un barrio de Medellín y, como Belén, vivo
íe la agricultura.
1
N
Piedrasblancas n Mazo. — Situada al oriente y sobre la
píW'tealta déla cortlillera central antiuqueña. En el punto tle
eáta rracción llamado Mazo, bay un corto caserit* con algiuios
'^^bilantcs reunidos allí para la elaboración de una fuente
salada que produce en mediana cantidad un cloruro do sodio
'ííipuro, que más que para usos domésticos se emplea paro la
^^Jüstria pecuaria. Se beneficia en esta misma fracción uno
*!Ueütro pedazo de tei*reno de aluvión, para buscar oro, y no
f^lta algún íilón cuarcífero rpie sirva de ganga al mismo
Picdrasljlancas es poco importante á causa de la estcrili-
*^ de sus terrenos y la pobreza de sus vecinos.
San Cristóbal. — Situada cojno a un miriámetro al
^itlente de la capital, sobre el camino quede ella conduce
— 138 —
á Antioquia la vieja, fué llamada la Culata en tiempos
anteriores.
Había á mediados del último siglo en el punto ocupado
por San Cristóbal, una capitlita fundada por D\ Ana de
Heredia y rodeada por un grupo de mezquinas habitaciones.
Así permaríeciü haciendo parto del territorio de Medellín,
hasta el año de 1775, en que se desgajó su territorio del de la
Villa para asumir facultades de existencia parroquial.
Está San Cristóbal sobre una superficie desifrual ; pero
lieno en compensación aguas puras, aire salulire, suelo seco y
terrenos si no Uxn lertiles como los del vecino valle, sí por la
men03 bastante productivos en variados fiaitos, íjuc la
activa industria de sus tiijos multiplica de un modo maravilloso.
Es esta la tierra do los buenos duraznos, de las exquisitas
granadillas, de los higos refrescantes y de las sustanciosají
chirimoyas.
San Sebastián. — En el camino de Medellín á la ciudad
de Antioquia, iiasad^j el Boquerón, en una latiera formada por
la falda de la cunlillera occidental de Antioquia, y cercano al
torrente Lejía, está el caserío de la fracción San Sebastian» por
otro nombre la Aldea,
Esa fracción, formada por casuclias miserables, y habita(3
por pobres trabajadores, deriva su importancia del cultivo*
los campos en reducida escala.
El j)aisa¡e c^saspci*o y desapacible, y sería absolutamer
ingrato para la contemplación, si desde las alturas que Id
rodean no se alcanzara á divisar la dilatada llanura recorrida
por el Cauca entre Sopetrán y Antioquia.
Santo Domingo. — ( iudad cabecera de distrito y del
circuito judicial del mismo nombi^e.
Algunos colonos comenzaron á fundar esta población en
en el bilio llamado Playas, sobro el camino que de Barbosa
Bigue para Puirto Berrío.
El gobernador civil de Antioquia, D. Francisco Bíiraya
— Í30 —
LaCarapa, de acuerdo con la autoridad eclesiástica, diópermiiso
varios vecinos de aquellos contornos, en el ano de 1792,
ara consh'uir un templo en el paraje denominado Santo
[lingo, en que hoy está la ciudad ; pero no fue sino eu
1798, durante la guhernación do Ü, Víctor Salex?dn, cuando
erigió definitivamente la parrociuia.
Llama la atención, por lo grande, la cantidad de terreno
asignado antiguamente a este Distrito. En electo : estuvo
oraprendido entre una línea que partiendo ile las vertientes
íelríoSan Pedro, descendía por sus aguas hasta la coniluencia
fdeéste con el Nare; Nare, aguas ahajo, hnsta su reunión con
el Ñus, y éste, aguas ari-iha, liasta sus íüUmas vcrlit»ntes en
I la cordillera en el sitio denominado La Quiebra; de allí neguía
Pn dirección recta occidental al Porce; Porce arriba hasta
l^guiíaclaras, y después, también por línea recta, hasta el
punto |)riraero itc partida.
Tan extenso territorio era administrado en lo civil por
Jas autoridades de San Nicolás de Rioncirro, y en lo religioso
^ilonecía á Copacavana. Todo él es sumamente rico en
áuerales de oroy hierro; el primero fué trabajado por los
n'iales con señaladísimo níiuu Los depósitos auríferos se
iwciieQlraa en Santo Üom i ngí) en ricos filones cuarcíferos, en
plí^yas aluviales Y en el lecho de los ríos* Si sus rendimientos
NC'tilicos fueron copiosos en la antigüedad, son aún mas
^liiiUgueaos en la época presente, pues las nuevas explora*
5*OüC8 y la mayor facilidad paru los descubrimientos, ¡mv
I consecuencia de los desmontes, van mostrando la existencia
|Qe cuantiosos tesoros, i\ cuya exti^acción se aplican activos,
j inleligenieíi é industriosos empresarios. Esta circunstancia,
ll^deijiie por sus inm^xHaciones pasará un camino de hierro,
^depí>seer feraces terrenos para cría y ceba de ganados, la
^Us favorables condiciones agrícolas y la de sus luultipli-
lemperaturas, que estimulan vi desarrollo de variadas
iQcciones, todo promete con certeza á este Distrito, un
ttrven ir de prosperidad y ventura.
Tres ríos de alguna consideración riegan el territorio de
« 140 «
que tratamos : el Porce, el Xus y el Nare* El Forcé es
alimentado por riachuelos que corren dentro del inismo
Distrito y le tributan sus aguas por la derecha, siendo los
principales Iracal, Enea, Piedragorda, Honda, Morro y
Porcito, líecihe el Ñus, por la misma banda, los riachuelos
Santa Gertrudis, Qaebradona, Conejo, Guacas, Animas,
Quebradanegra, Palestina, Chiquinquirá, Socorro, Caracoli,
Orna y San José» El Nare recoge por la izquierda las aguas
de Nusito, Curazao, Ciénaga, Sorda, Frías, Gómez, Trinidad,
San Javier, San Mij^ue!, Guadual y el río Ñus: lodo esto,
sin contar con que ademas recibe numerosos arroyos y
manaderos.
Como la mayor parte de los distritos aidioquenos, el
territorio de Santo Domingo es montuoso, y sus dobleces
están delineados por cordilleras interpuestas en el gui*so de
sus aguas princii)ales. Para las sul>altei'nas hay ct^as y colinas
bastante deprimidas; pero tan multiplicadas en número, que
el aspeclo físico del Distrito forma como un hervidero
soliditicado de alturas y hundimientos.
Hacía el lado occidental, la cordillera del c<^ntro de
Aiitioípua tiene alturas de mucha consideración sobre el nivel
del mal*, en la parte que corresponde á este territorio ; en el
centro las alturas son un poco más relnijadas, y liaciael oriente^
todavía más.
Muy desgraciados fueron los primeros vecinos de Sanie:.,
Domingo al escoger para su población un plano tan tlesigua^
y de tan tlcfecluosas coniliciones. Kra menester toda E-a
energía do la i*aza anMoquena para crear en ese paraje uti^a
ciudad It^ansitable y hasta de bella y cómoda apariencia.
El tem|)lo que hoy se construye, y que lia sido ligeramente»
averiado por un terremoto, es amplio y Jio carece ile majesU*^-
Ningún orden arquitectónico predomina en él : tii no un poco
lie todos ellos ; pero en algunas de sus piezas la ejecución *^
admirable, atrevida y hasta monumental, de suerte quC *
l>esar de sus íunnerosas faltas de arte, el conjunto será sevcrc^»
tiülemne é imponente.
141
I
I
Existen en el territorio de Santo Uorningo, algunos
objetos naturales que. llaman seriamente la atención : hay
una gran mole de óxido imanado de liierro, á la cual es posible
se deba el estado tempestuoso de la atmósfera, y la propensión
de los habitantes :i padecer enfermeilades nerviosas; una
fuente apenas termal i[ue contiene un poco de ácido silícioo,
propia para el ti'atamiuulí> de algunas enfermedades; una
vistosa cascada en e! Rionegro, al cambiarse éste en Nare;
1' una depresión de la cordillera en el punto denominado La
Quiebra^ poi' doníle habrá de pasar el ferrocarril. Bastante
miis abajo de la cascada del Nare, cx>mo a 6 1 /2 miriametros so-
bre el mismo río, hay un puente de tierra. Una milla más abajo
del anterior se halla otro puente rorinadu poi' la a;L^lomeración
de varias piedras , sostenidas entre sí, que dejan espacio
para las corrientes y dan fácil paso para ir de una á otra
B orilla. J*or los ijitersticios de las rocas brota el agua en las
^H|ttndes avenidas; pero eso no impide andar á pie enjuto
^^^ encima, saltando de una piedra á «jtra. El Ñus ofrece
tiim hermosísima cascada llamada el Salto de Cruces. El
rio, bastante caudaloso, se preripiladeunaalturade34 metros
cotí horrísono fragor, y da jror resultado la perspectiva de luia
Vaporosa columna de niebla.
El valle recorridí» por el Ñus será con i'l tiempo un
<ín)porio de riqueza agrícola.
Este Distrito, generalmente considerado, es uno de los
*^t^^ ricos de Antiorjuia,
Las industrias principales de los liabitantes, son la
^^rricuttura, la minería y la ganadería.
Cuanto a la primera, el suelo produce en abundancia
^K caña de azucaí-, café, cacao, plátano, yuca, patata,
^^í'atíacha, ñame, mafafa, frísoles, y, en general, toda clase
^ hortalizas. En los bosques hay caraña, sande, anime,
♦Irago, rayo, encendió, quimulá, cerezo, azuceao, inítioviejf.),
^%o, barcino, gallinazo, amamor, cedro-caobo, comino,
^^ndo, aguacatülo, laurel, caunce, marfil, cartagiieño,
^^A'milón, chaquiro, nogal, chilco etc., etcEn las regiones
— 1^2 «
bajos del Ñus y del Nare, crecen la tagua y graa variedad
de palmeras.
La minería no está aún muy (lesonvüelta en el Distrito;
pero, como lo hemos datlo á eiiteiiríer, espera rico porv^enir.
Los ríos Nusito y Nare lian dado pingues rendimientos
metálicos en tliferentes puntos, y muy especialmente en el
denominado Playa-riai. En cuanto al Ñus, los placeres de
Orna y la cortada dr San Antonio» <|ue actualmente so
trabaja para desviar el curso de las aguas, prometen éxito
feliz. El Porce es tatnbién sumamente aurífero en la parte
correspondiente á Santo Domingo. El oro extraído del
Nusito y del Nare, es generalmente de alto quilate, y el
de Ñus un poco inferior al primero* El de Porce tiene
condición análoga al de Nusito y Nare. Los minerales de
veta, aunque en gran niVmero, n^i son hasta Imy nuiy pro-
ductivos.
Los habitantes ele Sanfo Domingí) son generalmente la-
boriosos, sol>ríos y de buenas costumt>res. Algunos deellos^
se dedican al oficio de arrieros, y hay en el distrito como 1 .?(M)
bestias mulares y caballares destinadas al trasporte do^
mercaderías.
Por sus relaciones con el ferrocarril de Antioquia, porí
actividad agrícola, por la energía de sus hijos, y por otraá
circunstancias, esta parte del Estado parece destinada á f)ositiv<
progreso en lo futuro.
Población, 8,404 habitantes. — Latitud norte ü" W 2'' — '
Longituil occidental, 1* V Wf. — Altura sobre el nivel del
mar, l.*78 metros. — Temperatura, iir. — Lhnites : confina
al noile con Yolombij y Ainalti ; al oriente con Puerto Berrío,
San Hoque y Nai-e; al occidente con Santa Rosa, y al sur ec
Guatape y Concepción,
La Plata, — A 6 l/2miríámetTOsen dirección orient
se halla la aldea de 1^ Plata ó Sardina, que tlel>e su ci'eac
á los propietarios de los terrenos de Ñus, y que se sostÍ€
poi* las minas que existen en sus alredeilores. Esta fraccit
— 143 —
e?i administrada por ua inspector de ix)licía con funciones
de corregidor.
Puerto Berrio. — Bajando el río Magdelena, se llega,
(kipues de dejar atrás la Angostura de Carare, al frente de
un aito peñón fronterizo á la corriente piünt-ipal del río. Las
;iguas con su poderoso empuje chocan contra la base de la
iijontaña, vuelven sobre su curso en graciosa curva, y forman
un ancho hervidero conocido desde tiempo muy aatignu con
el DDrabre de Remoliuu grande.
Velado por ese peñón, esta uu lugar antioqueño cuyo
reciente origen se halla en cl año de 1875.
Ascendiendo las aguas del río, después de pasar por tii-
írente del pueblo de San Bartolomé, se alcanza a divisar
pintürcsca la misma población, ([ue es de un carácter misto :
mitad antioqucña y mitad norte-americana; antioqueña la
paiie baja al nivel del río, con sus calles rectas que, si bien
i'<" '"^ en número, esláu bien dcUneadas con sus editicios
ifs, pero medianamente cómodos y holgados; la parte
oorte-americana, sobre una coHna en forma de anfiteatro»
elevada 120 pies ingleses sobre el río, y coronada por los
"k.is que sirven de oficinas y de habiLaciones á los
.:ulos superiores encargados de dirigir la obra del
-iicaiTil de Antioquia, vía que arrancando de ese punto
cl4fberá ser terminada en la capital del Estado.
El Sr. Francisco Javier Cisneros, inteligente ingeniero
y alrevido empresario, después de haber hecho contrato con
d gobierno de xVntioquia para la consh'ucción de la vía férrea
iada, exploró personalmente todos los lugares que
,,.„.„ii servirle para el trazo, y ocupado en esas faenas halló
en el lugai* en que está hoy la cabecera, un fundo rural
pefUínecíeute al Sr. Pedro León Yillamizar. Con este seaor y
WD Jos numerosos etnpleados que tuvo bajo sus órdenes,
mprendió desde el principio la creación do este pueblo,
levado hoy, aunque incipiente, á la categoría de distrito.
El progreso de IHierto Líerrío ha sido lento hasta ahora,
-^ Í44 —
por numerosas causas que sería largo enunciar, causas que
no sólo lian concurrido al espacioso desenvolvimiento de él,
sino también á impedir la pronta Icnn ¡nación de la vía
carrilera. Escasez de fondos, guernis civiles é insalubridad del
clima, son pai-a nosotros los hechos reales y positivos que han' *■
embarazado la c^jnclusióo de esta empresa^ eminentemente
pronietetlora para los intereses del Estado. A pesar de todo,
esperamos con le que Antioquia tenga la fclicidatl de ver
terminada la obra, y favorecida su industria. Entonces Puerto
Berrío alcanzará las proj>orciones de una ciudad importante, y
aun calidades higiénicas de relativa salubridad, mediante
el desagiie de sns perniaiientes ciénagas y lodazales, focos
tx}miblespor ahora de emanaciones mortíferas.
Las principales montañas de I^uerto Berrío son : por la
parte occidental, Malena, Sabaletas , Cristalina, Monos,
Alpujarras y, superior á las anterioresj la del Ñus. Todos
esos nombres pi*rteneren á \alles recorridos por corrientes -<
de agua de idéntica denominacinn*
Está bañado este Üisti^itu, al r*riente por el Magdalena,
al norte por el San Bartolomé, y al sur y al occidente, por el
Ñus,
El terreno de I^uerto Berrín es fértil en su mayor parte;
mas no tanto ni tan absolutamente como suelen serlo las tierniB
situadas en las cerctinías de los ríos caudalosos. La vege-
tación natin^ü es robusta, rica en alabóles y plantas útiles,
y de los mismos géneros y especies que hemos mencionado al
tratar de lugares c^^ngéncres. La agricultura está miserable-
mente atrasada, y apenas se cultiva un poen el maíz, plátano,
yuca y cacao. Las frutas silve-ítres son abundantes ; hay
valdivia, ponderada poi» los curanderos como contraveneno;
cedrón como febrífugo, y una almendra aceitosa llamada
hábil la, de la cual se sirven los trabajatlores para engrasar
sus herramientas.
Hay ricas canteras de a\l ; y sr wcv queel Distritti contie-
ne aluviones auríleros y filones del mismo metal. Existen
pocas fuentes saludas, y ninguna de ellas está en elaboración.
— Ho —
I
La única vía de comunicación es la parte construida
del ferrocarril, próxima actualmente á tocar en las orillas del
río Ñus, y que permite recorrer lioy con facilidad 30 kilómetros
de extensión en un país hasta no hace mucho tiempo intran-
sitable.
No hay escaelas en el Distritü. Los habitantes van
y vienen, entran y salen; por manera que esta entidad no
alcanza aún las proporciones de una comunidad compacta y
uniforme •
Población, 1 .051) habitantes* — Latitud norte, 6''32'. —
Longitud occidental, O", 13'45'', — Altura sobre el nivel del
niar, 127.44 metros. — Temperatura, 28''3. — Límites : confina
¿il norle con Remedios; al oriente con el Editado de San-
tander; al occidente con Santo Domingo, y al sur con
Nare y Santo Dojuingo.
San Roque. — Antes fracción de Santo Domingo, elevada
á Distrito por ley expedida en 1884. Dista San Roque de
Saato DominjíO, al oriente, 9 mÍi*iámetros, y está situada su
í^bccera sobre ambas márgenes ck^l riachuelo que lleva su
nombre. Fecundado San Jíoque por copiosos raudales, tiene
fértiles terrenos, propios para variados cultivos y goza deven-
'íijosa situación para la exportación de sus productos. San
I*<^*C|ue, si se atiende á su actual incremento, alcanzará en
líí'csve lisonjeri) porvenii^ pues acabado de levantarse entre
^^*-^ covpulentus árboles del bosque y sobre las malezas de
ü^ campo erial, ya el conjunto de sus habitaciones es
tóíTjodo, aseado, y propio para la vida civilizada.
Yolombó. — Inútiles han sido nuestras pesquisas para
í^^'origuar con fijeza el siglo, año, mes y día de la fundación
^l*^ Yolombó; pero motivos tenemos para pensar que es una
tl^ks poblaciones mas antiguas del Estado. Cuando á mediados
tl^-*! siglo anterior, el camino de Espíritu Santo liabía de«apa-
rocído y estaba reemplazado por el de Nare, para venir desde
SM;x Fe de Bogotá basta Anlioquia, Yolombó era ya lugar
— t4G —
que ,
de escala cu tal vía de comunicación. D* F!*ancÍ8C0 Silvestre^
teniente do gobernador de Aiitíoquia, vino por esa ruta á
tomar posesión de su destino, y refiere en sus MemoriaB que
después de subir el Nare , pasó el Ñus para llegar á Yoloml
Es pues creíble que, en los primeros tiempos, lo que
hoy est€ Distrito avanzara rápidaniLMite por el sendero de un'
progreso relativo, debida tal circunstancia á la riqueza de sus
minas; pero es cierto que desde el añude 1841 hasta el de
1879, por empobrecimiento de los placeres auríferos, el Dis-
li'ito llegó a una completa decadencia y postración. Desde
aquella época, Yolombó^ después de haber perdido su cate-
goría de chslrito hasta caer en la de frac^-ióu de Santo DomingOi
habiendo recuperado la primera, principia a levantarse di
nuevo, merced á la bondad de sus terrenos y á los recient
descubrimientos de minas í|ue han atraído algunas persona
estimuladas por tales ventajas.
La cabecera de Yolombó está situada sobre una superlicw
desigual: sus edificios son pobres, su aspecto un poco trist
y sus ventajas locales muy reducidas. En cuanto á la impof
iancia de su terriloriOj el aí^unto es diferente, c^jmo se v*cl
por la descripción que sigue,
Al occidente del Distrito se levantan algunos picos culmi-
nantes de la cordillera central antioqueña, que en esta par
lleva dirección nordeste» De laparlesetentrionaldelaQuicbr
punto en tpie nace el río Ñus, se desprende de la mole pril
cipal de la nionlafui, un contrafuerte que lleva por lo generi
dirección oriental, y que contribuye con el del lado opuestc
situado al norte del distrito de Santo Domingo, á formar la
tensa y rica hoya del Ñus. El contrafuerte de rjue hablamos,
eleva un Ixuito en el sitio de los Carates, un poco más ai
en Patiburru, y sedintribuye en cejas más ó menos elevs
en el terri lorio intermedio de los ríos Ñus y San Oartok
para acabar, formando valles, en tierras de I^uerto Berrío|
Más al norte del ramal mencionado, se dcsprcní
otro que le es paralelo y que con ól forma la hoya del
Ilartolomé. Tiene este estribo hacia su cuarto superior el all
— 147 -
Tetuda, famosa eminencia que por su posición puede consi-
derarle como un vigía andino, el cual domina una gran parte
delvailc recorrido por el Magdalena, en los días despejados,
y hasta las graciobas curvas y el rellejo plateado trasmitido
por las ondas del caudaloso río* Al norte de este estribo,
se entra en los dominios de la antigua ciudad de Cancán, y en
lo í\mes hoy el naciente distrito de San Martín.
El río Ñus sirve de limite á Santo Domingo y Yolombó, y es,
como lo tenemos dicho, tributario del Nare cerca de la antigua
bdega de San CristóbaL Este río es navegable a trechos por
embarcaciones menores, y recibe por ambos ílanoos varias
aü que tenemos enumeradas.
El San Bartolomé es navegable por embarcaciones .me-
JK)re.s, desde su desembocadura bástala bodega de Regla,
me por principal alluente el San Lorenzo, que viene del
í^ítio denominado Pavas, al sur de la cabecera del Distrito.
Tiene además como corrientes de agua tributarias, lan si-
guientes: por la margen derecha los riachuelos Salinas, Bar-
Jiascal, Sepulturas, Murroquemado, Jergona, Ranchería,
^P^t Quebraditas, San Antonio, Doña Ana, y ¡)or la iz-
ílüiei'da, San Josiv Frías, Verduga, Verduguita, Gómez,
Sonadora, Guayabito y Candelaria ó San Andrés. Su tributa*
rio Saíi Lorenzo está formado principalmente [jur los torren-
tes Santa Rusa, Pericíj, Resumideros, el Cedro y el Paso.
Afluyen al Porce, en territoriode Yolombó, los riachuelos
l^aóanchas, Viboral y Canc::íjm.
El suelo de Yolombó es fértil, generalmente hablando,
*^ protluc/en en ól caña de azúcar, maíz, plátano, café, cacao,
?i, yuca etc., etc. líay en esta comarca magníficos pastos
^Wurales sobre lomas en todo semejantes á las que men-
^i^>narcmos al hablar de Amalll, lomas que forman parte do
"^^jlnuii cfinocidas y ponderailas de Cancán, Hay también cul-
t^Vüs de pastos introducidos para la cría y ceba del ganado
vacutio; yes rico el suelo en maderas de construcción, entre
'^ c^uales podemos citar como notables: comino, cedro, lau-
^^} canelo, cauncc, guayacán, barcino y granadillo*
148
Los árboles frutales abundan mucho en los terrenos
Yolombó, y son con poca diferencia los mismos que descri-
biremos al hablar de Zea, haciendo extensiva esta advertencia
á la producción de resinas, bálsamos y aceites. ^M
El reino mineral ha sido y es sumamente ric-o en esí^"
Distrito, Quedan en él alguaos aluviones que se explotan con
proveclio en la época presente, y no escasean los filone
metalííeros.
El clima es sano en las alturas, y deletéreo en las part
bajas, donde la atmósfera es húmeda y poco propicia para la
salud.
Los vecinos de Yolombó sacan los medios nalurales par
su existencia, de la cría de ganados vacuno y caballar, y me
especialmente de la agricultura y de la minería.
Las vías de comunicación están bien atendidas, y do ellas
las mejores son las que guian á Santo Domingo y Reme-
dios.
ne^j
rtd
"lI^
1
Las familias principales pobladoras del lugar eran
fá
Caballero, Moreno, Ulano, Muntoyaj González, Layos
Castellanos. La raza pobladora actual es por lo general mista,
y formada por los varios elementos pobladores de la colonia.
Los vecinos son, con raras excepcionef?, pacificos, laboriosos,
y sobrios. ^m
Como fenómeno geológico nolal>le mencionaremos c^^
Balto de San Lorenzo, linda cascada como de doce juetros
de altura, distante de la población cortísimo trecho.
En la fracción del Pantano, en el punto denominado el
Oso, vertiente á la hoya del San Bartolomé, hay un amontona-
miento de piedras, entre las cuales sobresale una coma di
cuatro metros de altura que contiene muclios grabados
ganas en forma de jeroglílicos* No faltan sobre las alturas se
pulcros antiguos, entre loa cuales no pocos han producido
ser excavados considerables canlidades de oro fundido.
Tiene Yolombó las siguientes fracciones : el Pantano
norte, Ñus al sur, la Melonada al oriente y Nechí al occidente
Población, "¿,0f8 habitantes. — Latitud norte, (i^»35'45'
Loiigitutl occidental, 1** 7' S*\ — Altura sobre el nivel del mar,
1.4GÍ) metros. — Temperatura, 21"* — Límites : confina al norte
con Amalfi y San Martín; al oriente con Puerto Berrío; al
ocddente con Carolina, y al sur con Santo Domingo,
San Pedro. — Se fundó esta población en el año de 1757,
sobre un cíinipo regularmente nivelado, merced a que su
territorio, riquísimo en oro, despertó la codicia de los con-
quistadores.
Atractivos, aunque tristes, debieron ser los sitios de este
Distrito antes que los invasores peninsulares rompieran con
la barra las entrañas de la madre tierra, y con la almádana
las rocas de sus laderas, en busca del ansiado metaL Hoy,
concluido en su mayor parte el laboreo de las minas, no
quedan sobre la superficie sino escasos matorrales, altos
barrancos, zanjas profundas, miserables praderas y tierra
amarillenta.
Sin embargo, apesar de esa desolación, la cabecera del
tlisítrito de San Pedro, vista en sus pormenores, es una
población simpática, con sus calles tiradas a cordel, cortadas
^'^ ángulo recto y empedradas en su mayor parte. Tiene
wnifa plaza; y en una mansa colina se levanta como en atalaya,
^■' templo, cuya situación i^ealza particularmente el agradable
^pecto de esta villa*
San Pedro esta como encerrado en cuatro líneas formadas
P^r una montañuela al occidente, por el riacbuclo La Puerta
^l 8ur y al oriente, y por el de Santa Bárbara al norte.
El clima es de un frío rígido, sus aguas abundantes y
^^lutíferaa, y sus habitantes, aunque pobres, urbanos, cultos
y hospitalarios.
Población, 5.966 habitantes. — Latitud norte, 6M 9' 19".
— Longitud occidental, P37'iU". — Altura 8ol>re el nivel del
^^^f 2.43a metros. — Temperatura, 16*. - Límites : confina
^l norte con Santa Rosa; al oriente con Jirardota y Copaca-
^í^im; al occidente con Bclmira y Sopetrán, y al sur con
Medellín.
CAPITULO TERCERO
Departamento del Cauca.
i'Sírilo; AmagA. -^ Fracción : Ferreria.-- Distrito : Concordm. —
Fracción: Salgar. — Distritos : Fredonia, Ileliconia. — Fracción:
Armenid. — Distrito / Titiribí, — Fracción : Sabaieías.
Limita al norte con los Departamentos de Sopetrán y de
Occidente; al oriente con el del Centro y el de Oriente; al
occidente con e! del mismo nomljrc, y al sur con el de
Sudoe^to y parte de los de Oriente y Sur, Población : 4 i. 809
habitantes,
Amaga. — Como á 3 miriámetros al sudoeste de la
^pital del Estado, se halla este Distrito antioqueño.
Desde remotísimo tiempo existía en aquel punto una
P<>blacion pequeña, IV^rmada á expensas do los habitantes del
valle de Medellín, y creadora ella misma sucesivamente do
1^ caseríos que debían formar la base de Titiribí y de
Pí^donia.
Nos parece, y \o creemos con fundamento, que la
Dra del distrilo de Amaga, está hoy en el mismo valle en
l^eastüYO un pueblo de indígenas llamado por los conquis-
Wores El Pueblo de las peras ; y pensamos que lo
"aniaronasípor ser tierra productiva ile aguacates y guayabae,
I pues acaso los españoles encontraron alguna analogía entre el
I sabor de estas últimas frutas, o la forma de las primeras, con
h gustosa pera peninsular.
— m —
El suelo sobre que reposa la población, parece estar
formado por derrumbamientos anteriores de los cerros
vecinos, porque así lo revela el hacinamiento de rocas
reunidas en el fondo, como para colmar una cavidad ante-
rior.
Entre el alto del Cardal y Malpaso, puntos de la cordillera^
occidental antioqueña, nace un estribo que sigue con dirección
aproximada al oeste, y que se deprime enfrente a la pobla-
ción, en el punto por donde pasa el camino que de ella conduce
á la de Fredonia, y se levanta para formar las moles de Piedra^
pelona, Piodragorda, los Micos, el Piotiro y la Candela,
terminar cerca del Cauca. Este estribo, sin hacer caso de
sus subdivisiones laterales, es próximamente paralelo al que
desprendido en Fredonia pasa por Cerrobravo, el Sillón y I
cerro de la Tusa, y por en medio de los dos corre el riachuelo
Sinifaná, en dirección idéntica á la de los altos muros que lo
encajonan.
El riachuelo Amaga, nacido en Malpaso ó sus cercanías,
corre al norte de la población, y un poco más abajo de ella ,
recibe el de la Clara, que vierte en el alto del mismo nombrefl
En la parte alta de estos dos riachuelos, hay interpuestas varias^
cejas (le poca altura y muy ricas en depósitos carboníferos ;
pero cuando ellos lian pasado el pueblo y colocádose al frente
del alto de Malabrigo, las cordillci-as se estrechan, y aunque s€
abren un tanto en el punto en que esta c-orriente de agí
recibe las de la Horcona, límite con Heliconia, vuelvo
estrecharse de nuevo enfrente de la mina del Zancudo, y sigí
así hasta tributar sus aguas al Cauca, un poco abajo de
liaciendadel Bal sal-
Cultivan los habitantes de este Distrito, caña do azüc
maíz, frísoles, yucas, plátano y algunos árboles frutaU
Muchos de ellos son propietarios de productivas dehesas
las vegas ardientes de la Horcona, Sinifaná, Cauca y aún def
mismo riachuelo Amaga, sobre cuya margen izquierda se
levantan los edificios de la población»
El agua potable de que se hace uso en esta localidad.
contiene
producción frecuente del luninn, enfermedad que consiste,
como lo hemos dicho, en una profunda anemia que abate las
tuerzas del paciente, haciéndole morir por extenuación
completa 6 hidropesía, si no es curado en tiempo*
Parece que Amaga comenzó a figurar con vida civil
propia, desde el año de 1808, si bien es cierto que en 1807 ya se
le había dado personería eclesiástica.
En el año de 1808, hubo en hi provincia de Antioquia una
calamidad de hambre, cuya memoria, con todos sus rigores,
se ha conservado con espanto. En ese año, muchos habitantes
del valle de Medellín se entraron por esas breñas, y atrave-
sando el poblado de Amaga, fueron á cultivar, un poco mas
lejos hacia el occidente, pero siempre en territorio de este
Distrito, las faldas pedregosas y casi verticales de Piedra-
gorda, en donde el plátano, el maíz y la yuca se produjeron
en maravillosa cantidad, trayendo la abundancia v el con-
suelo á aquellos desfallecidos trabajadores. Desde entonces,
la feracidad de ese punto se ha hecho pruverbiíil.
Población, fj.4:iH habitantes. — Latitud norte, 5' 56' 45".
"" Longitud occidental, 1"" 40' 20". — Altura sobre el nivel
^^1 mar, 1.380 metros, — Temperatura, 9I\ — Límites;
^^níitia al norte con la Estrella y Ileliconia ; al oriente con
Caldas; al occidente con Titiribí, y al sur con Fredonia.
Perrería. — A poca distancia de Amaga, sobre la margen
izquierda del riachuelo Clara, hay un establecimiento para
l^fieficiar el hierro, que por desgracia no ha correspondido
hasta ahora á las halagüeñas esperanzas de sus fundadores
y del Estado. Es verdad, sin embargo, que este proyecto ha
favorecido un tanto las industrias agrícola y minera del país,
porque ha suministrado pisones para moler los minerales y
mazas de ingenio en el beneficio de la caña de azúcar. El
grupo de edificios pertenecientes á esta fracción, es corto y sin
importancia.
154
9
Concordia. — Estamos inclinados a creer que fué on el
punto que hoy ocupa la C4ibccera de ente Distrito, ú en alguna
de sus cercanías, en donde tuvo lugar la muerte del distin-
guido capitán Francisco César* Quedan aún como restos de la
vida intlíffona en este territorio, señales de antiguos caminos,
y algunas fosas en donde los aborígenes se hacían sepul
con sus riquezas. De éstas han sido excavadas algún
sumamente ricas, y entre ellas, dos, de donde se extrajeron
diez libras de oro íino en la primera, situada en la loma de
Pueblo-rico, y 46 de oro do la misma calidad, con más 25 y
3/4 de oro bajo, en la segunda. Las alhajas extraídas de estos
depósitos representaban argollas, fajas, cinturones, petos y
figuras de brutos y de seres humanos. De la época colonia
no queda el menor indicio.
En 1829, todos esos terrenos eran baldíos, estaban cubier^^
tos de bosques, y no tenían una sola abertura.
En 1830, penetró en aquellos bosques Manuel Herret
con BU familia, y atravesó el Cauca por medio de una balsa de "
guaduas fabricada por él mismo. Internado en lasciva, no hallo
en ella el menor vestigio Iiumano; pero ron la tenacidad pro*
pia del montañés, fijó en ella su residencia, y pidió á la
naturaleza val vigor de sus brazos la satisfacción de sus pri-
meras y más urgentes necesidades.
Después de Herrera, varios vecinos de Titiribí, siguiendo
la huella dejada por él, fueron á reunírsele y á echar lasbaseí
de una colonia.
En 1835, ingresó en aquella naciente población otro grupo
de trabajadores; y así, año por año, fuó engrosando el numera
de sus habitantes, hasta que en 1838, la Cámara provincial de
Antioquia resolvió hacer entre los vecinos pobladon^s ^^^M
repartimiento díalos terrenos. Con tal fin, fué nombrarla uu2^^
comiNión ó Junta repartidora en 184U, cumpuesta de varios
ciudatlanos y dirigida por el Sr. Juan José Restrepo Uribe,
quien con el título do alcalde debía presenciar las entregas,
firmar las partidas y autorizarlas con títulos ó escrituras de
pro|)¡tv[lad. Fimcionaba en esa Junta, como agrimensor, Jos
- 155 —
"^tonio Restropo, muy respetado por bu pericia y conoci-
Hiieiilos. Estos comiHíonadüs entregaban ele 10 á 60 fancííadab
de tierra, en conforinidad con el níiniero do micmbroH do cada
lamilla; masen el curso del misma afio á que no8 referimos,
la operación fué interrumpida por causa de la revolución
capitaneada por el coronel Córdoba. Otras Juntas, nombradas
por la primera, continuaron la tarea en los años subsiguientes
al de 41 ; pero los terrenos no fueron divididos en su totalidad,
quedando una parte de etlns por cuenta del gobierno de la
Provincia, quien para atender á los gastos tic una Cf^cuela rural
establecida en la fracción Salgar, cedió en favor de ella el
producto de sus arrendamientos.
En el mismo afto de 1841, se creó para estos pobladores
la fracción Comía, dirigida por un juez de paz, dignidad en-
cargada al tíi\ Juan José líestrepo í Tribe, quien la ejerció por
diez o doce afios, admini^itr^ando patriarcalmente á usanza <le
mejores tiempos, pues más se guiaba para la administración
«le justicia, en los eternos principios de moral, que en leyes,
códigos y recopilaciones humanas. Todo era verbal, nada
escrito; no se instruían sumarias; y en la sustanciación de los
pleitos, los interesados alegaban, los testigos declaraban, y la
«entencia era pronunciada inmediatamente. Había pocos
expedientes; nadie reclamaba; todos respetaban el fallo del
juez, y en vez de delitos y crímenes sólo había que caí^tigar
ligeras faltas (1).
En 1803, volvió el Distrito á ser Corregimiento, con un
^ob empleado que llevaba i4 título de cori'egidor, sin remu-
íioracion alguna, y encargado de las funciones de juez y de
Fíücalde. Continuó así hasta 1877, en C|ue so elevó á cabecera de
circuito por el corto término de cinco meses, gobernado por
Jos empleados que demanda una circunscripción judicial de
(t) AnlitKnna lia conliiíln para si (Irsenvolvimionto moral ^ coa mnclioa
hoTiiííriNi <letoí*tuinliPí?» ftefirillas y »lo ciovadas virtuíiofi. Los nuiíihros úc filos
«ido olvidados, o fecLirdados apona'^, por muy pocos antÍot|tioííos. A la t a-
a de tiuestrt»s beoefactorea, eolocainos al Sr. Reslrepo Uribo como dcchada
brdlatitc de rectitud y patriotismo.
I hOTT
150
esta naturaleza, y tomó luego á ser simple distrito, adminis-
trado como lo están todos los de su clase en el Estado.
La primera Junta repartidora de terrenos, señaló el punto
donde debía hacerse la población, que es precisamente el on
que hoy existe. Eran tierras de José Antonio González y Juan
José Restrepo, quienes regalaron campo para la plaza y para
la iglesia.
En 1849, se hizo la primera capilla pajiza, y en aquel año
el vicario Julián María Upcgui la bendijo, celebró en olla la
primera misa y bautizó niños hasta de siete años de edad,
que no lo habían sido antes sino por sus padres.
El suelo de Concordia es quebrado, montañoso en parte,
y lleno de colinas que siguen dirección general de norte á
sur, y que forman estrechos valles como el de Barroso, Libo-
riana, Fotuta, Animas, Magallo, y Comiá, La cordillera de
este último nombre, contribuye á formar la gran hoya del
Cauca. La parte llana del Distrito es do cortísima significa-
ción ; el bosque ha desaparecido casi del todo, y no quedan
residuos de él sino en las partes altas de la cordillera. Son
fértiles las vegas de los ríos, y quebrado y estéril casi todo lo^
demás.
El Cauca corre en la parte corrrespondiente a Concordia,
de sur á norte, con poca variación, y podría ser navegable
por vapor ; pero no lo es actualmente sino por canoas y por
balsas de guaduas, que en aquella parte llaman toletes ó
planchas. El San Juan, que baña el Distrito por el lado sudeste,
es navegable en corto trecho por pequeñas embarcaciones; el
Barroso nace en lacürdillera ó alto Plateado, corre de ooci'
dente a oriente y desagua en el San Juan; el Liboriana tiene
su origen en el mismo c^^rro, y es notable por la feracidad de
fius terrenos; los Chaquiro, Golunga, Montcbello y Cía
desaguan en el Barroso, y los Fotuta, Animas, Santa Ui
Magallo y Morito, tributan sus aguas al Cauca.
La temperatura cambia por rigurosa gradación tern
métrica, desde la muy elevada en las vegas del Cauca hasta la
muy rebajada en las cumbres del Plateado y Vallecito.
<
— 157 ^
Ea cuanto á producciones, las más notables son : tabaco,
maíz, plátano, yuca, papas, caña de azúcar, cacao, cebada,
algodón, palma-cristi, linaza, vainilla, caucho, quinas, made-
ras de construcción y ebanistería, entre las cuales sobresalen
eldiomate, el granadillo, el algarrobo, el guayacán, el avinge,
el nogal, el comino, los laureles negro y amarillo, el guayabo
yel cedro-caobo.
f Entre los ganados, hay : vacuno, lanar, de c^rda, caballar
y mular, y éntrelas aves domésticas, gallinas, patos y palo-
mas. Tiene el Distrito, oro, cobre, plata y algunos otros meta-
te ¡pero su laboreo es escaso para los unos y nulo para los
otros. Hay una fuente mineral, poco experimentada aún, pero
probablemente útilísima para el tratamiento de las enferme-
tlades de la piel y del pecho.
A propósito de esta fuente, debemos anunciar que el sabio
químico francés Sr. Fissane ba hecho, á ruego nuestro, un
análisis cualitativo de estas aguas, del cual resulta que están
compuestas por monosulfuro de sodio , y por sustancias
j orgánicas de aepuclo gelatinoso; parecidas á la glerina, y
^un vegetal confcrvoide delicado^- y en todo semejante a la
Bulíuraria,
Dice el Sr, Fissane que aunque esta agua no contenga
cloruros, es en todo lo demás muy parecida á la de Cautorets
' ca los Pirineos, tan ponderada parad tratamiento de la tisis y
ítalas afecciones herpüticas.
Como fenómenos geológicos en Concordia, pueden ser
\ catados ; un puente natural sobre el riachuelo Magallo, formado
por una gran roca que descansa sobre otras dos de las mar-
jeneíj, y una cascada mas arrilia del puente, y sobre la misma
"corriente de agua, con elevación de 80 á ÍÜÜ metros.
Los liabitaiites en general son robustos y laboriosos, y
cuando en temían I es comunmente de anemia y fielires inter-
^íiiteiites, producidas por la mala calidad de algunas aguas, y
por exalaciones pútridas.
Aunque notan austeros como en la época en que por la
i^everidad de sus costumbres, hicieron dar a la población el
— 158 —
nombre do Güiicordia, los habitantes de e&te Distrito
van todavía en gran parte la limpia savia del viejo tronce
antioqiieño. U
La explotación minera, y más que ella la iudustn!
agrícola, producen lo bastante para la liolgada subsistencia
de los vecinos. El tráíko lo hacen con iMcdellín, Itagüíi
Envigado, Caldas, Amaga, Titiribí, Sopelran, Autíoqi
Anzá, Urrao y Bolívar* La feria dominical es rica y coi
rrida.
La instrucción pública alcanza muy regulares coi]
clones.
En resumen : Concordia es una de las poljlaciones
interesantes y recomendables del Estado.
Población, 9,208 habitantes. — Latitud norte, 5** 55'
— Longitud occidental, 1* 50' 30", — Altura sobre el nivel de
mar, Í/JOO metros — Temperatura, 11J°» — Límites : conÜos
al norte con líotulia; al oriente con Titiribí; al occidente con
el Estado del Cauca (municipio del Atrato), y al sur
Uolívar.
Salgar. — Caserío situado cerca del río Barroso j
escuela rural ; y se le ha dado este noinlu'c para rec
con él la honrada Afhninistración del general Eustoi
¡Salgar^ Presidente que íuó de la República,
Fredonia. — No obstante que este Distrito esté colee
en una mala topografía, es uno de los mas important
valiosos del Estado Soberano ile Antioquia,
Fredonia dista de la capitíd \ 1/2 miriametros, al
sudoeste, y su cabecera está construida en un terrilurio i
perteneció á Sabaletas y á Santa Barljara hasta el ano de 18¿8.
En aqut*l tiempo, la provincia de Antioquia pertenecía
departamento de Cundinamarai, y la separación de esa
del disli'ito de Santa Bárbara sehizo por orden de la Iiitcnd
cia cundinamarqnesa, y se hizn^ sin duda al.srnna, atcndieí
á ivi necesidad de fundar una buena población en C
rcil
— 15y —
que así «e llamaba el caserío situado en el punto ó cercanía
del en quo Cístá hoy Fredoniu, cuyo nombre ne cambió de-ísde
entóneos.
En el año de 1810, ]h Alejandro Vólez, intendente de
Antloquia, Departamento creado en ese ano por un decreto del
Liberlador, autorizó la fundación do la nueva parroquia, y la
bautizó con el nombre f[ue hoy lleva, nombre que por 8U
etimología quiero decir tierra ile hombres libres.
Cuando el territorio ocupado hoy por Jericó, Támesis,
Valparaíso etc., era un bosque virgen, enmarañado y malsano,
ííObi^e todo en las vegas del Cauca, D* Juan Santamaría,
D. Juan Uríbe Mondragón y D. Gabriel Echeverri, suj^etos
neos y emprendedores, llegaron á ser dueños de esa enorme
propiedad.
D. Juan Uribe, ó mejor sus descendientes, nunca
liicícpon gran caso de lo que por allá poseían; no así los
seüoreij Santamaría y Echeverri, quienes no sólo conservaroíi
«u haber, sino que inmediatamente procedieron al examen y
envolvimiento de su cuantiosa riqueza natural,
D. Juan Santamaría pereció víctima de los rigores del
clima ¡pero sus descendientes supieron aprovechar bien la
htYeiicia, D, Gabriel Echeverri, patriarca respelabilísimü de
Antioquia, ha vivido lo balitante para cosechar los frutos de
^^i honrado trabajo, para distribuir (i manos llenas una
cuantiosa riqueza entre sus hijos, y para recomendar su
I ti*>nibre a la posteridad, como creador de nuevas industrias,
I <^íno protector de muchos pobres, como agente poderoso de
[civilización, y como ciudadano ilustre por sus merecimientos
Nviles.
Fredonia pudo considerarse como punto avanzado ó
^'^0 cuartel general, para facilitar las operaciones de los
alónos de sudoeste, y para iniciar la campaña que contra el
jue, las fieras y e! clima se emprendió desde entonces,
^ü el fin de alcanzar la victoria civilizadora que ya se ha
inseguido,
Algiuias poblaciones del Estado do Antioquia, especial-
mente las que han reconocido su origen en la riqueza minera,
han tenido la desdicha de principiar á ser pobladas en gran
parte por los rezagos de otras. No así Fredonia, pueblo noble,
conjuato de labradores virtuosos, de pastores sencillos y de
buenas costumbres, de gente ennoblecida por el trabajo, de
hijos de EnviíJ:ado, Itagüí, Medellía, Amaga etc., etc», cuando
esas píjblacíones tenían ciudadanos cuyos hábitos eran en el
hogar, tan sanos y primitivos como sanos eran los vientos de
nuestras montañas, y primitivos los troncos seculares de
nuestras selvas. Santamarías, Montoyas, Cribes, Restrepos,
Vélez, Fernández^ Escobares y Ochoas, fueron, entreoíros,
los primeros pobladores de aquella comarca, ala que honraron
con su labor, su consagración y sus virtudes.
Como observatorio colosal de cónica y linda forma, se
levanta á un lado de Frcdonia el Cerrobravo, desde cuya cima
se contempla un paisaje tan extenso^ que, sin exageración,
podemos asegurar que se presta para estudiar el relieve
geográlico, no sólo del Estado de AiüJoquia, sino tanil»ién de
muclia parte de los Estattos vi*c¡íius.
Desde una eminencia iümediatamente coreana á la plaza
de Fredonia, en tiempo limpio y despejado, so disfruta la
vista de dilatado paisaje : la boya del Poblanco al pie; la del
Cauca al sur y al naneo occidental ; el cerro de San Vicente y
las hondonadas do los ríos Piedras^ Buey, Arma y Pozo; las
praderas de Aliejorral, y las casas blancas y el blanco campo-
santo de Aguadas,
La te^mperatura ambiente de Freilonia es bastanl
húmeda y destemplada; el plano en que están sus edificios,
muy inclinado y desigual ; sus habitaciones cómoflas y decen-
tes; su plaza decorada por un regular temiíloy una fuente
pública, y sus teri'enus circundantes, sumamente fer:i('e>4 v
productivos.
El perímetro en que se encierra esto Distrito es perfecta-
mente arcifinio ó natural, y señalado pov la lioya del
1*0 blanco, la del Cauca y la muy profunda do Sinifiíná.
Hay en este territorio terrenos propios para toda e:5pecí
'T^
z^
'^^;^^'v.
^o,.,
'.V
I
^ 161 —
de cultivo; ricas carboneras y cal ordinaria
yeso y fuentes saladas ; vegetación lujosa y bellas ma
jugosos pastos, cafetales importantes, extensas dehesas; y del
producto de esos elementos viven con facilidad y holgura, con
riqueza á veces^ los habitantes del lugar.
Un puente colgante sobre el Cauca, construido en el
paso de Caramanta, dará gran fuerza de progreso a este
Distrito; y otro, ya en construcción ^ en el de Piedras, lo
pondrá bien presto en comunicación con Jericó, Andes y
demás distritos del Departamento del Sudoeste-
Fredonia tiene las siguientes fracciones : la del Sitio ó
del Centro, Zancudo, Llanogrande, Combia, Minas» Morronj
Sapo ó Bermejo, Tupiada, Loma, Cerrobravo y Sabaletas.
Población, 10.376 haliitantes.^ Latitud norte, 5' 50' 40".
— Longitud occidental, V 40' 25". — Altura sobro el nivel del
mar, 1845 metros, — Temperatura, 19**. — Límites : confina
al norte con Amaga y Titiribí; al oriente c-on Santa Bárbara;
al occidente con Bolívar y Concordia, y al sur con Jericó y
Támesis-
Heliconía. — Cuandoel conquistador Jorge Robledo, des-
pués de visitar el vallo de Aburra, al cual puso por nombre
San Bartolomé, resolvió escalar la cordillera hacia el occidente
para ir en busca del ponderado valle de Arvf, encontró un
territorio quebrado, con un pueblo de indios ocupados en
elaborar sal de cocina evaporando el agua de unas fuentes que
halló en aquel punto. El conquistador vio entonces grandes
panes de sal, como los había visto antes en la salina de Saba-
letas, cerca de Pueblito.
Después de este rico descubrimi ento, los pocos indíge-
nas que quedaron , continuaron elaborando sal , hasta que
corriendo los tiempos y aumentando los colonos, el territorio
. mencionado quedó de centro de un gran número de trabaja-
dores ocupados en la industria salinera.
Por muchos años continuó la elaboración de las fuentes
saladas, sin que los obreros encargados de ella alcanzasen
m
ato.
si"
á dar bastante importancia al caserío para elevarlo á parro-
quia. ^
Dícese en las crónicas que una india de esta tril>u fué
llevada á España por uno de los primeros conquistadores , fl
que allá, cu calidad de criada, se encargo de cuidar a un niñ™
llamado Simón de Murga, y que cuando la india era ya vieja
y el niño hondjre, le aconsejó venir a América y le enseñó el
derrotero que debía seguir para Uegaral país de su nacimiento.
Indicóle que llegado a cierto punto, y orientándose de ciei
manera, bílllaría dos cosos importantes; a saber: primen
la salina j y segundo, un riquísimo tesoro cuyas señales
indicó-
Simón de Mu!*ga vino efectivamente á América, halló la_
salina, que bcneíioió, y el tesoro que le hizo immensament
rico. Con el oro hallado se puso en camino para España,
perdió una carga en el tránsito, carga que hasta hoy se
buscado inútilmente.
Súpose que Murga se embarcó en Cartagena con el oral
pero cuando se trató de arreglar lo relativo ala sucesión^ no
pudo tenerse noticia de su llegada a España, por lo cual recla-
maron sus riquezas do América, como íinicos herederoSi dos
hijos naturales de él, habidos en una india llamada Maris
Ortiz; y esto por los años próximos á 1618,
De los licrederos de Murga pasó la Salina á ser pr
piedad de Juan Jaramillo de Andrade; íIo éste á Juar
Zapata de Muñera, y de él á Tomasa Zapata y Juan Tiradc
Cabello. -
D. Mateo Alvarcz del Pino , esposo de l}\ Ana Mar
Alvarez del Pino, descubrió á fines del siglo pasado la rica^
salina de Matasano, contigua al primer establecimiento; y d$
entonces acá ha venido esa importante propiedad trasmitién-^
dose por herencia ó por contratos sucesivos hasta los numero-
sos propietarios que hoy la poseen como riqueza do primer
orden.
En el año do 1793, uno de tos obisposde Popayán, D. Ángel
Velard6| estando en la ciudad de Hionegro, y considerando
— 163 ~
qiie IOS trabajadores de Guaca debían ser recogidos en un
Iueblo, propuso desmembrar una parte de la paiToquia de
Suvigado y otra de la de Anzá, y dedicar el territuiio de ambas
tuna nueva fundación.
Las cosas permanecieron aF^í en lo eclesiástico, hasta que
en el año de 1814, D, Juan del Corral, Dictador deAntioquia,
Ídióexistencia civil á este pueblo que bien pronto cambió el
nombro de Guaca por el de Ilcliconia, con el cual es lioy cono-
cido, si bien es cierto que testimonios respetables no asignan
^ vida independiente á este Distrito sino desde el año de 1831 , en
^p que fué nombrado primer cura de él el presbítero Juan Nepo-
niuceuo Ruiz, y fundadores principíiles D* Francisco Piedra-
hita, D. Casimiro Vélez, D* José de Toro y el maestro Servando
Romero.
I Las principales corrientes de agua que bañan este terri-
torio, son : el caudaloso Cauca, por la parte de occidente, el
riachuelo Guaca, que pasa por la cabecera del Distrito, los
riachuelos Pocuná y Clara, al norte, el Sucio, que se une con
el Guaca en el Halado, el Sabalotas al sur, y, en fin, el Ñor-
^^^na, que lo separa del distrito de Amaga.
Las principales cordilleras son : la occidental antioqueña,
y^-omo contrafuertes, el de Pueblito, sobre el cual esta Arme-
í^'a» terminado en la orilla del Cauca; el Revienta-retranca,
^•^Irc Sabaletas y Guaca ; el Canoas, Pitirú y Guxinanito; y en
^■odas estas moles, las alturas culminantes do la Quiebra del
Toro, alto de las Cruces, alto Mantequilla, Nudillo, líevienta-
b^lfanca, Chuscal y Canoas.
Cuanto á particularidades geológicas, fuera de la Salina,
^ofrece un curioso fenómeno natural en las eminencias de
Canoas. Una cordilleria interpuesta entre las dos alturas,
íonna un reducido valle sumanente pintoresco, y de una
faida vecina nac^ el riachuelo délos Morros. Elvaüecito está
cerrado hacia su parte inferior, y las aguas del riachuelo, al
correr, forman una ciénaga de regular extensión, contenida
por la barra montañosa que le sirve de obstáculo En el fondo
deesa laguneta hay una tronera por donde penetran las aguas,
— 164 —
ii»
y recorren un subterráneo bastanto ancho como de doscieñt
metros de largo, Al salh% se les une otra fuente que les dj
regular importancia, y así, después de ir al occidente, so ui
con el riachuelo Guaca.
Es también muy vistosa la cascada do la Abuelita*
Pocos distritos del Estado de Antioquia han sidí
favorecidos por la naturaleza con tantos elementos de riqueza
como el de que tratamos. Sus fuentes producen unasa
yodurada tan sunianicntc saludable, que a su consumí
diario se debe en gran parto la robustez de nuestras poblar
clones. La excelencia de esta sal como condimento higiénH
está reconocida no sólo en Antioquia sino en el reato do Ti
República, por atribuirse á su empleo la extirpación del coto
eafernii'dad degradante y embrutecetlora. m
El método seguidlo para la preparación de este agcS
medicinal, fué por más de dos siglos el mismo empleado poí
los indios, auxiliado únicamente por la mayor suma di
medios de que podían disponer los colonos. Hoy, Bifl
perfecto, diclio establecimiento ha mejorado notablemooS
debido a los esfuerzos do inteligencia y consagración é
D. Ángel Alvarez, Eustaquio Aguilar y el entendido íué
niero alemán Henriquc Ilausler.
El rendimiento anual de esta empresa es súmame
cuantioso, á la par que el beneficio público que produce,
incalculable trascendencia. . H
Todos los terrenos cercamos a estas fuentes salmi
tienen pottcrosas minas de carbón mineral, que reemplazarla
ventajas al ya aisi agotado combustible suministrado ante<sj
los bos([ucs primitivos.
La población descansa sobre un banco de gres
pacto, muy propio para la construcción de bornoH ;
circuito en su mayor parle, en vez de presentar los caracl
geológicos de los terrenos primitivos, esta constituido
formaciones secundarias y desedimentu.
Las casas do Ilelicoaia son de tapias y tojas iini
pajizas otras, el piso sumamente desigual, las construccioM
m|0|
1
COID
mezquinas, y el aspecto general de la poblaciún bastante ingrata
ala vista.
Población, 6,578 habitantes. — Latitud norte, 6* 5' W.
— Longitud occidental, 1** 42' 50'\ — Altura sobre el nivel
del mar, L420 metros. — Temperatura, 21**. — Límites :
confina al norte con Evéjico ; al oriente con Meddh'n, Itagüí
y la Estrella; al occiLlente con Anzáy Betulia, y al sur con
Amaga y Titiribí.
Armenia* — Como á miriámetro y medio de Iloliconia,
sobre el dorso de un estribo de la cordillera occidental do los
Andes propiamente antioqueños, que va á morii* en la ribera
derecha del Cauca, se formó desde muchos años antes un
ueño caserío, que con el nombre de La Mantequilla so
consideró como una dependencia de Guaca, primero, y do
IWiconia, después. En ese mismo punto existe hoy, de
íiiiidación reciente, la pequeña población llamada Armenia,
C'íft algunos habitantes, un templó católico y un Inspector
í'^ policía para su dirección civil y política*
Fuera del cultivo dt; las plantas comunes al Estado, se
apiola en aquella localidad, cal buena para las construc-
ciones urbanas.
Bon también fracciones de Heliconia, Puel>lito y la Pava,
<^^seríos de poca consideración.
Titiribí. — Desde mediados del siglo anterior, muchos
•jtJscadorea de oro y algunos agricultores comenzaron á
P^íictrar en lo que es tioy distrito de Titiribí.
Desde el principio se conoció que era tierra fecunda en
^iietales preciosos, conocimiento que se confirmó con ios
zgosde las vetas Zancudo y Otramina. La concurrencia
^ muchos peones para el laboreo de esos mineralts^ dio nací*
í^iento á un caserío que existió en el punto ocupado hoy por
Sitioviejo, A medida que creció el número de habitantes en
dicho paraje, se notó la necesidad de una capilla para tributar
¿Ito cristiano á la Divinidad. Dicha capilla fué establecida,
- 166 —
y permaneció por algún tiempo en el lugar indicado» hast
que por acuerdo de las autoridades civil y religiosa, los para-
mentos de ella fueron trasladados como á 2 kilómetros de^
distaiicia, hacia la cumbre de la cordillera, el año de 1813, y*
colocados en ua templo que por entonces se edificó sobre el^
sitio ocupado hoy por la cabecera del Distrito- V
Poco después de la fundación, los minerales parecieron
empobrecerse, trayendo por cousecuencia época de notable
abatimiento para el Distrito ; pero comoquiera que el territoric
de Titiribí sea esencialmente mineral, con la tradición de saj
riqueza, se conservó en el pueblo et fuego sagrado del tra^*
bajo.
Un rico capitalista de Mc^lcüíu, D. José María Uribe
Restrepo, adquirió por compra loe minerales del Zancudo, y
un poco mas tardo el Sr. Tirell Moore, inglés de nacimiento,
ingeniero inteligente y emprendedor, meditó y puso en
práctica, previo contrato con el propietario, el establecimientOj
de una olicina de amalgamación para extraer los metales prc
cíosos; pero habiéndose convencido, por la naturaleza de le
minerales, de que no era éste el método más conveniente,
cambió de sistema, y pasó á una empresa de fundición ei^l
conformidad con los procederes metalúrgicos más avanzados
en la Escuela ilc Freibcrg (Sajonia). ^
El señor Moore gastó cuantiosas sumas para la ci^acióiiM
de esta incipiente industria; mas cuando había dominado
todos los obstáculos y colocádosc en capacidad de cosechar
los felices resultados de su consagración é inteligencia, resolvií^
abandonarla y la vendió á miserable precio.
Empero, úsíg distinguido inglés no dejó la obraant
de haber traído al país ingenieros inteligentes, para per
foctionnar los procedimientos científicos de aquella halagüef
explotación. Ayudantes ilustrados del señor Moore fuer
Alejandro Johnson, carpintero maquinista, Carlos Johnsoí:
Keinol Paschke, ingeniero de minas, Francisco de P, Muñe
Jonquín Uribe, Santiago Rodríguez, Mario Escobar y el J0V€
alemán Graffeinslain, profesor de la misma clase.
— 1G7 —
señor Moorc trabajaba iinicamente por contrato las
^arenas ó jaguas de El Zancudo, residuos del mineral después de
haber sido beneficiado en los molinos por el método ordinario;
pero cuando su contrato paso por venta á una Compañía
ípico-colombiana, ésta se vio reducida a beneflciar solamente
i€l mineral de los Chorros y de otras minas subalternas,
jcuyos escasos rendimientos amenguaron tanto mas la impor-
f tanda del primer establecimiento, cuanto ya para esa éjioca
el Sr, Paschke, por cuenta de la sociedad del Zancudo,
» establecía en Sabaletas la oficina metalúrgica quo hoy dirige
COQ i-econiendable acierto y magníficos resultados, su apro-
vechado discípulo Ildefonso Gutiérrez de Lara (i).
A este establecimiento» a ses tierras de labor y á sus
dehesas en las vegas del Cauca, debe el distrito de Titiribí su
riqueza actual, la ocupación de sus habitantes y la holgura
de su situación.
Llama la atención en este Distrito, un fenómeno geológico
digno de ser contemplado por la ciencia.
Sin más separación que la producida por im torrente
llamado las Juntas, que corre de sur á norte, dos fonuaciones
Minerales están completamente deslindadas. Al occidente,
(1) Bata Empresa^ la más valiosa y la mejor montada del Estado, se compone
*"* í'^ mina de Bornbra de El Zancudo y decualro más de veta anexas á ella. Sua
'^h^t en cantidad de medio millón de t|uintules por año, Bon Irilurados y
ados para ía fundicioa por doce mftlincis de l'3'i pisones y odio mesas
***^iiiia. Luego son fundidos en loa 25 hornos de Sabalolas.
^^étnpresarioshan necesitado veinte años de trabajo cojistanto, para llegará
P^í^rla Empresa enei brillante estado en que hoy ac halla. Su producto bruto
Cíi loe ultimo s diez años, ha ascendido k 2.750.000 pesos fuerlos.
^Ciiero de 1883, Kl Zancudo compró por 400. OUO pesos fuertes á la Bocio-
WSilioviejo, lodo* sus haberes,
• iiOs productos de la Empresa» en 1883, fueron i 70. 000 pesos fuertes, y se^ún
I ui'firoies fidedignos, lus del presento año pasarán demedio millón, y llegarán on
^'^, cuando ebtén concluidas las obras emprendidas, á 750.000 pesos fuertes
lP«f año.
M)« empresarios, conocedores de sus ínlereses, han sido muy celosos de-
íí'Os, yhftp adoptado una adniinistración liberal en todo sentido, exenta comple-
'fíenle de monopolios; y fomenlado^ por todos los medios morales, la com-
PHa libertad de provisiones, servicios etc. » ele, rcnumerándolos con buenas
Compensas.
El orden establecido por loa directores ha dado los mejores resultados,
-^ 168 —
sobre una espesa conglomeración, se levanta un estribo de
cordillera, formando un promontorio repleto de oro, plata,
zinc, arsénico, hierro etc*, etc., y en el cual están el Zancudo^^
los Chorros, la Villegas y Otramina*
Del lado opuesto^ hacia el oriente, sobre uñábase arenisca^
se desenvuelve una formación carbonífera inagotable por si
poderosas capas.
Además do estos abundantes hacinamientos do carbui^J
mineral en las faldas de los Micos y en frente de los mineraledH
Chorros y Zancudo, tiene el Distrito numerosas estratifica-
ciones carboníferas en Corcovado y SabaletaS; y aun de mejoi
calidad hacia las márgenes del Cauca.
Es científicamente curiosa la disposición geológica de*
Tiliribí, y tanto, que personas competentes aseguran tenc
enormes dificultades cuando tratan de hacer la clasifícacíói
técnica de aquellas rocas y minerales.
Hacia el sur do la ciudad, se desarrolla la fresca y amena
llanura de El Retiro^ interpuesta entre dos contrafuertes que,
con dirección norte el primero, pasa por el alto de los Mic
para terminar en la orilla izquierda del riachuelo Amaga,
que con dirección occidental el segundo, con el nombre de La
{»ues tal es la regularidad en los trabajos^ quo éHtoB ho&rarian cualquier establo*
cimicrito de esa naturaleza cu Europa y América,
Las pri>p ¡edades de la Compañia, couipuesias de las huJleraSj bosquea* dób
gaíi,cdincii>s de Indas clases^ molinos, hornos, sernüV¡oriteRek\.olc., sonOi^liiiia
en mAs de un millón de pesos. Respecto al valur de los uiiueraieB que
]a Empresa, bastará saber que tiólo la mina de El ¡Zancudo e un lie né imareser
eosaynda ya que le garantiza una existencia do más de óchenla atum, cuq
consumo de mineral de veía de medio millón de quintales ul año, que uu vttXi
menos de 32 millones do pestes*
En vista de este inmenso depósito^ los empresarios están haciendo
sus preparativos, con el fm de elevar en breve tiempo la producci^
millón de pesos por año»
Se estima el valor de e^ta fundición en 5 millones de pesos, y avín eoa
oálcuto es bajo, ai se atiende á las inmensas reservas de minerales que olla
contieno.
La Empresa está dividida en 28 acciones, de las cuates Í\ pertenecen ai
Sr, Carlos C, Amador, 5 al 8r, Juan B. Matneroy T., y las ^ restantes á loa
herederos do loa HB, Dr. Binforiano Hernández, A^apilo Uribe y Luis M. Araikgo
TmíiUo,
- im —
adela y alto de las Vetas, se bifurca para terminar en la
! profunda hoya del Cauca* Los puntos culminantes de estos
contrafuertes, están en Core^ovado, los Micos, la Candela y
alto de las Vetas, Al norte, del otro lado del Amaga, frente
á El Zancudo, se presenta el cerro piramidal de Caracol,
prolongación del estribo de Pueblito, como dijimos al hablar
deHelicunia.
Las corrientes de agua que refrescan y fecundizan este
Distrito, son : el Cauca ensu parte occidental, profunda y baja;
el Amaga, formado por él mismo, la Horcona, Piedragorda,
Cedroy otros varios torrentes y fuentes, y, en fin, por Sinifaná,
r|\ie separa á Titiribí del distrito de Fredonia.
El plano sobre que descansa Titiribí es bastante desigual,
atravesado por cárcavas profundas y deleznables. Esa especie
de ancha cornisa parece provenir de un remoto derrumba-
miento desprendido del vecino cerro del Retiro y detenido en el
punto en que está.
El clima es sumamente variado, y las producciones natu^
^68 son las comunes á los trópicos en la parte antioqueña-
Población, 9.214 habitantes* — Latitud norte, 5" 56' 15", —
í^ngitud occidental, i* 4f>* 35", — Altura sobre el nivel del
^^^p 1,580 metros. — Temperatura, 20", — Límites : confina
^ norte con Ileliconia; al oriente con Amaga; al occidente con
^Loucordia, y al sur con Frcdonia,
Sabaletas, — Pertenecen a Titiribí varios caseríos de más
onienos importancia. El más notable deellos es el de Sabaletas,
^^ donde hay un pueblecito colocado sobre un terreno carbo-
T^nero,en que habitan la mayor parte de los obreros empleados
^^ la explotación metalúrgica de los minerales de El Zancudo.
^ 172 —
D, Antonio Aguilar, D. José Domingo, D. Casiano y D, Ncpo-
muceno Botero, D. Jo^ó Santamaría, D, Alberto Escobar,
D. Nazario Echevarría, D. Nepomuceno Urilie, D, Esteban
Alvarez, D. Vicente Mejía, D. Pedro Bernal y otros, escogieron
al intento un ameno vallecito situado entre los ríos Poroe y
Riachóii, como á 5 kilómetros de éste, y como á uno y meílio
miridmetro de aquél.
Recorren este valle los riachuelos Víbora, La Virgen,
Guayabito y Cancán ó Riachón, corrientes ile escasas aguas,
que, rodeando oteros y colinas en distintas direcciones, van
luego á buscarse en un punto llamado Los Encuentros, al
f^e de la ciudad, y juntas ya con una preciosa y cristalina
fuente que allí brota, forman la corriente de la Viborita,
Unida ésta un poco más abajo con la de San Agustín ^^ riegan
el valle de la Viborita, tan rico en oro como en frescos
abundantes pastos, y en belleza, para ir luego á remlir sus
aguas á Riacbón, como éste al Porce^ rey de la comarca
hidrográíica.
En aquella hermosa localidad, un tanto húmeda al
principio, pero por lo demás muy aceptable, se fundo Amalti.
Sus calles, rectas y elegantes, fueron deliiieatlas por el
inteligente y benéfico extranjero Sr. Carlos S. de Greiff,
quien tantos y tan ¡mporlanles servicios debe la industr
antioqueña.
Los edificios, aunque no muy esmorados ni de
valor, son hecbos con algún gusto, y sobre todo aseadc
y de buena ai)ancncia; ludo lo cual hace que el íispect
general de la población sea simpático y alegre, propio pal
producir buena impresióp en quien la visita. Los habilant
son hospitalarios, afables y cultos, circunstancia que agr:
al viajero, (]uien no puede monos de interesarse por aqi
pueblo joven todavía, y ya uno de los más notables
nordeste y del Estado.
Las principales industiias, que son la minería,
agricultura y el comercio, dan bastante y prevechosa
ocupación á los vecinos. La minería un tanto agotada,
— 173 —
I
^ fue
pftpeter, por falta de capitales suficientes para trabajar los
ricos pero costosos minerales del Porce, fué cediendo poco á
poco el campo á la agricultura, mirada casi siempre con
injustificable desden por los impacientes mineros, que en su
afán por obfener pronto el oro codiciatlo, no ven que para
extraerlo tienen necesidad de alimentarse.
Agotadas las minas de monos costosa explotación, los
habitantes ílel Distrito se han ido dando alas tareas agrícolas;
y aunque los terrenos no sean muy feraces, con excepción
délos de! Porce, La Clara, Montebello, Pocoró y algunos
bajos fie Cancán, la verdad es que hoy la agricultura es la
principa! industria. Hay bastantes plantaciones de cacao que
empiezan ádar muy buen fruto; y en maíz^ frísoles, arroz,
quesos, panela y varias hortalizas, se envían cantidades consi-
derables á Remedios, para consumo de los mineros. El
comercio que hace la plaza de Amalfi con la de Mcflellín, en
'Tiíírcaderías extranjeras y del país, es de bastante importancia:
Amalfi es acaso de los mercados de segundo orden, el que tiene
tráfico más activo.
Hoy fundan estos antioqueüos en sus minas, muy
grandes esperanzas. El inteligente y activo empresario
8^ Roberto B. White, Director de la Compañía inglesa del
f'^Oíitino y Bolivia Limitada^ hombre emprendedor y útil en
Wosentidoá la industria, se ocupa en organizar Compañías y
^^ allegar medios para trabajar en grande escala los
dinerales del Porce; y si como es de esperarse logra su
^^tento, Amalfi será no muy tarde un centro de riqueza muy
^ííiportante, y Antioquia multiplicará considerablemente las
íuerzas ya bien probadas de su vitalidad industriaL
Situada la población á corta distancia del Porce y del
:ada!upe, cuya ruidosa cascada so oye de allí con frecuencia,
es casi día por día visitada por las nieblas de estos ríos, que
dan propiedades mefíticas á la atmósfera. A pesar de esto, el
secamiento gradual y sensible del suelo sobre que está
edificada la ciudad, y los desmontes en los trabajaderüs de
minas, han ido mejorando las condiciones del clima.
— 174 —
El perímetro de Amalfi es de bastante extensión, y
encierra, además de la cabecera del Distrito, los caseríos d^M
Vetilla, La Gómez, San Jorge, la Clara, líumazón y otros que
han ido disminuyendo en importancia, conforme han decaído
las minas que los daban vida.
La disposiciün orográfica es de poca significación, pue
si se exceptúa la cordillera que limita el Porce al occidenteJ
no hay por lo demás sino enmarañadas cíilinas cubiertas d|
robles y melastomáceas, de palmeras y plantas trepadorasJ
cubiertas á trcclios por lindas flores y agradables frutas^
Retozonas aves, dan, sin embargo, á aquellas selvas aspect
alegre y encantador , sin que por eso dejen de ofrecor
sitios en que la soledad más completa dé motivo á nielancólic
impresiones.
Las lomas de Cancán que de paso hemos nombrado, son"
uno de los mas bellos paisajes del Estado de Antioquia* E^h
aquello una serie de peíjueños oteros diseminados en gracioso^
desordeh en un circuito como de ocho á diez leguas do ,
extensión, y que sin más punto saliente que el cavernos(fl
cerro de la Tetona, en la fracción del Pantano, dejan ver por
todas partes, desde la ilesa de Altamisal, camino de Amalfi á
Remedios, el azul y dilatado horizonte de las selvas oscuni
del Magdalena, del fondo de las cuales, y en dirección á S
Bartolomé, se levanta majestuoso é imponente el Cerr
grande del norte, como mudo guaidián de aquel desierto.
Cubierto por temporadas, aquel laberinto, de verdes
bien contorneadas colinas, de ricos y jugosos pastos en que*
se alimentan ganados y muías en gran número, se asemejaj
en ocasiones, como se ha dicho por alguien, á un mar df
esmeralda en ebullición enfriado súbitamente.
El paso del río Porce en el camino de Carolina á Amalfl,
no dejadü tener también algún interés para el viajero, Esul
profundo recodo excavado en la roca por el río, quo di
repente, y como enfurecido de verse á c^da paso más y mí
oprimido entro dientes de granito, cambia violeidamento di
rumbo, y como si buscara en vano una salida, ec estrella
~ 175 —
desesperado contra la roca que sirve de base á la montaña, v
se retuerce y brama y atruena la comarca toda , y en tan ruda
y tan salvaje lucha parece que se evaporara, hasta perderse
entre sus brumas y producir con los rayos del sol, fantásticas
irisaciones que revolotean en el fondo de la caverna.
Tiene Amalfi buenas vías de comunicación, una escuela
¡superior de varones, y dos escuelas primarias de niños de
ambos sexos ; y es hoy cabecera de circuito en lo judicial, y de
departamento en lo político.
Población, 6.613 habitantes.— Latitud norte, 6M5'2\ —
Longilud occidental. T 13' íiO". — Altura sobre el nivel del mar,
1.145 metros* — Temperatura, 2U\ — ■ Límites : confina al
Inerte con Zea, Zaragoza y Humedios; al oriente con Kemcdios
y San Martín ; al occidente con Anoi*í, Carolina y parte de
Banta Rosa, y al sur con Yolombó*
Neclli* — El distrito de Nechí es el más seten trio nal
Jel Estado de Antíoquia. Su cabecera se halla situada sobre
ta orilla izquierda dvl Cauca, precisamente enfrente de la
tlií^mlx>cadura del Nechí; el caserío es pajizo y pobre,
i'CíIucido y colocado de tal manera, que á 30 ó 40 metros
hacia el oriente tiene las ondas del río, hacia arriba y hacia
í^tajo las playas del mismo, y hacia el occidente el bosque, el
''ii3ü llega hasta sus habitaciones.
No se sabe a ciencia cierta quién ó quiénes fuesen los
fundadores de esta exigua población , fjue más que á
P^fíJgresari parece haber estado destinada desde su principio á
^^Noque es hoy : casi nada.
Parece muy probable que á la erección do Nechí no
pf^^idiera mas idea, que la de tener un punto de descanso
los que navegaban en pequeñas embarcaciones el Cauca y el
ííechí.
R Además del caudaloso río Cauca, tiene Nechí á poca
ttancia, y hacia la parte occidental, la ciénaga de San
renzo, ya descrita, el riachuelo Santa Lucía y el cano del
Barro.
— 176 —
Cerca del vértice del ángulo formado por la confluí
de los ríos Nechí y Cauca, hay una porción de anegac
conocidos con el nombre de Ciénagas del bajo Cau(
las cuales también hemcs hecho mención, y más al sud
en territorio del mismo Distrito, están los riachuelos Bl
Tamaña y Corrales. El sistema orográfico se desvaneo
totalmente en aquella parte del Estado. El territorio
en metales preciosos, maderas, plantas medicinales, fe
terrenos, hermosas flores ; y abunda en serpientes vene
jaguares, caimanes y, en general, en todos aquellos eiem
con que la naturaleza acompaña en ocasiones sus ma¡
riquezas»
Latitud norte, 8** 11' O'.— Longitud occidental, 0*38'
Temperatura, 97** — Límites : confina al norte, al orienl
occidente con el Estado de Bolívar, y al sur con Zarag
Zea,
Remedios. — El capitán Francisco Martínez de
llegó al valle de Corpus Cristi y resolvió fundar en
15 de diciembre de 1560, la ciudad de nuestra Señoi*a
Remedios. Establecido en aquel lugar, y disponien
trabajo de 9.Ü00 indios de encomienda, pertenecient
nación de los tahamíes, el feliz y atrevido fundador
con empeño al trabajo de las minas, y con tanto pro
llegó a ser pronto poderoso capitalista.
Ausente de aquel punto, ó por muerte ó por
otra causa que ignoramos, fué reemplezado por el
Bartolomé Sánchez Torreblanca, quedando Remedio!
extensa juridicción como parte integrante de la
provincia de Mariquita, para ser luego incorporaít
el año de 1647, por razones geográficas de gran peso,
Antíuquia.
La mucha distancia del centro de esta última pr
á la comarca de que tratamos, lo malo de los cami
abundancia prodigiosa de los minerales y la introduccíá
su laboreo do muchas cuadrillas de negros africanos.
— 177 -
número de serpientes, tigres y otros animales bravios, así como
sus fiebres y otras causas, arrojaron sobre ese montañoso
cimüto un manto de misterio, de horror y do aterradora
superstición que ha durado fiasta hace muy pocos años.
Sería largo hablar de todas las fábulas inventadas, y de
to4os los decires que han corrido respecto á la vida singular de
D\ María del Pardo ó Centeno, maravillosa explotadora de
, minas en aquella región; sería difícil describir lodo lo que se
refiere á evocaciones dia!>ólicas hedías por los negros mineros
para trastornar el juicio de los viajeros, y los cuentos de
aparecidos, de duendes, de sortilegios, de brujerías, de aoja-
mientos, do yerbas y de todo lo que se refiere á los hábitos
importados del Congo, del Senegal y de Angola por los
infelices obreros de raza negra, traídos violentamente para
s*ifefacer la codicia de los europeos primei-o, y de los colonos
í^niericanos después. Dejando á un lado esas consejas,
entraremos de una vez en lo que atañe propiamente á nuestra
^Jíposicióu geográfica.
El distrito de Remedios está situado af nordeste de la
^*^PiüU del Estado; es uno de los que componen el Depar-
laineuto do su nombre, y ocupa gran extensión do terri-
torio.
La comarca es recorrida de sudoeste á nordeste por la
^^Pdillera central délos Andes antioqueños. Esta raniificaciun
^^iitañosa, después de atravesar las serranías de Remedios,
S*^crarnento, Tamar y Guamocó, y después de subdividirse
^*i Varios fuertes y contrafuertes, termina cerca de las orillas
*lel Magdalena, en tierras de Simití.
Enfrente de la ciudad de Remedios, esta cordiüera se de-
Priíne, y no forma por tanto alturasdegran elevación; lanza, eso
^^í en dirección de todos los rumbos, ramales quedan al país
'^n aspecto eminentemente cerril. Parece ser que la cordillera
[íiüdina en aquel puníoj y después de su levantamiento
JpnTíiitivo, fuese sacudida por algún cataclismo de carácter
plutóaico, que ofreciera como resultado una formación
letamórlica que contrasta con el carácter primitivo
^ 178 —
de otras montañas antioqueñas. Ese metamorfismo nc
parece evidente y demostrado por la calcinación de las roca
encajantcsdclos filones y mantas metalíferos, y por las mismí
gangas de ellos.
No hay que advertir, porque se comprende, que de todíi
estas crestas montañosas brotan vertederos de aguas, qi
reunidas forman arroyos, para que éstos den lugar á riadmelc
que se unen á grandes ríos.
Los ríos principales que llevan sus aguas al Magdalena
son : la parte baja del San Bartolomé, nacido en el alto d€
Contento, llamado impropiamente Quebrada ó Caño ReglaJ
antes de desaguar en el gran río, y el río Otú, que vierte d© 1
altura de Ocasito» y al cual caen los torrentes Floresta, Es[
ranza, Tulcán, Tías etc. Esta corriente de aguase une cerca d€
camino ipio va de la capiíal del Estado á la cabecera del Dís
trito, con el Ité, que á su vez desciende do las alturas de Mon-í
teadcntro. El Ité recibe los riachuelos Tiembla, CurunáJ
Cárdenas, San Pedro y Miyán, En la frontera del Estado
un© con el Tamar, y ya muy caudaloso desagua en el Mí
dalena, cerca del caserío de Bohorques,
Los ríos que llevan sus aguas al Porce y al Nechí, aan
el Pocuné, nacido en Chimborazo, que lleva dirección nordc
y se une al Bagre, Recibo en su tránsito las aguas do le
torrentes Riciu'da, Santa María, San Miguel, la Clara y
Antonio, El río Bagre, dul cual éste es tributario, tiene bí
origen en Ñusna, y aumenta su caudal con los riachuelos Doña"
Teresa, San Nicola:^, F^una y Guayabal. Desemboca en el Porcc,
abajo de Zaragoza.
Los ríos Maní y Mata reunidos, caen al viltimamente
mencionado.
El río Honda nace en la coidillera dolos Porros, con el
nombre de Paao-real, y recibe los arroyos San Agustín, OooOi
Hondo, llondahonda, Mona etc., etc.
Este río es tribuUiHoduI San Bartolomé, y sirve de límil
á los distritos de Remedios y San Martín.
Como el relieve de las cordilleras se deprime en esta parte
— 180 —
prendas esmaltadas de un almacén de joyero. Los
vistosos penachos, y abigarrados por todos los maticesl
puede producir la luz en sus diferentes manifestaciones,
lepidópteros ó mariposas, sin alcanzará ía belleza de U
MuzOj ni á la inmensa variedad de los de la región occid
del Estado, son de hermosura deslumbradora. Hay uii
dragón, cuyo cuerpo largo hasta de tres pulgadas, del
como un esparto, con cuatro alas sedosas, grandes y f
muestra colores brillantes, entre los cuales resalta un viví
azul.
Hay colmenas en las selvas y hay peces en los víi
entibe ellos algunos de carne suave y dclicad.a, como el jfl
6 pataló, la dorada, la sardina y el capitán*
En el reino vegetal hay, como lo hemos indicado, vari
familias y numerosísimas especies. De tan raro conjuiij
yerbas, arbustos, arbolillos y árboles, pueden ser obtei
útiles elementos para la industria y para las artes, Enti
maderas de construcción son nolables : el canelo, el sa
los laureles, cedros, cagüíesetc. Entre las de ebanister
amamor, el dioniate, el guayacán, el hucsito, el granadil
nazareno y otras. Entre las palmeras, la tagua, el tapar*
chonta, la palma de vino y otras que llaman la atenciói
su forma, por su follaje y por lo resistente de sus libras lofi(
Esta clase do [lalmeras, con el auxilio de bejucos trepai
y rastreros, son do grande utilidad para la fabricación
habitaciones, i
Hay en líuinedios algunos arboles provecliosos al ho!
por sus jugos y frutos alimenticios, cuya enumeración sui
haremos al hablar del distrito de Zea, por ser común
ambos y aun á otros del Estado que gozan de propiedadoi
matéricas análogas.
El terreun brinda muchos de los producios propios
el consumo diario, y peculiares a los climas cáhdos inte
picales : caila de azúcar, maíz, arroz, cacao, frísoles, yi
café, plátanos, pinas, papayas, guayabas, aguacates, na
Jas, pomas etc., etc* El cultivo de las plantas para {
— IRt ^
líltímos productos cíe exquisita calidad, se verifica por menor»
por cuanto los vecinos, masque á la agricultura, piden á la
minería la satisfacción de sus necesidades, y por cuanto la
ciudad de Remedios, centro de una gran explotación aurífera,
atrae á los traficantes del Estado, cún tal eficacia, que la acti-
vidad en los tratos y contratos, y el cambio diario de comer-
ciantes y vivanderos que entran y salen, hacen del lugar una
especie de lonja permanente.
La riqueza principal de Remedios consiste en su prodi-
giosa variedad de minerales. Hay en la localidad, oro, plata,
sulfuro de plomo, sulfuro de zinc, óxido y carbonato de hierro;
moligdato de plomo» corindojies brutos, cuarzo, cal, granito,
pórfidos, clorita» feldespato, iridio etc., etc. La plata se en-
cuentra en aleación con el oro unas veces, en estado ^ílobular
otras, y como plata roja nativa con frecuenciat
Los aluviones son numerosos en las playas do los ríos y
délos torrentes, y el oro que de ellos so extrae es muy supe-
i*ior en quilates al extraído de las vetas, que por lo general es
Je baja ley. Las vetas sonTormadas por extensos mantos, cuya
superficie guarda un relativo paralelismo con la superficie
^1 suelo. Hay también filones entre los esquistos, con indi-
cción variable sobre ol horizonte, y la formación mineral que
e^to resulta forma una especie de red, por cuanto los vene-
ros Van en diversas direcciones. Son excepcionales los casos
^'^ que investigando la existencia de un depósito metalífero,
^^ íie le halle en el punto de elección. La eminencia misma
^^ forma de mamelón ó meseta sobre que descansa la cabe-
'^U del Distrito, está atravesada por un macizo filón de
s^ti riqueza. Los cimientos de las casas, las aceras y los
ideados, están hechos con fragmentos de mineral aurífero,
^ manera que podría decirse, en un sentido relativamente
^*^í*to, í[ue la población está edificada sobre un banco de oro.
En la explotación de los minerales de Remedios tra-
^Í?xn diariamente por lo menos 2.000 obreros. Hay una C!om-
P^ftía inglesa establecida desde hace algunos años que ela-
^t*a minas por mayor, y existen además varias asociaciones
de
1
— 182 —
antíoqueñas para la explotación de algunos minerales, perOj
no en tan grandes proporciones.
La Compañía inglesa ha producido en estos últimos añosj
de 9 á 10 arrobas de oro mcnsualmentc; y si á esa cantidad
se agrega la producida por los otros empresarios, so tendrá
una riqueza consoladora. Beneficia esta Compañía los miner-
ales siguientes : Silencio, Salada, Córdoba, Tigrito, Cecilia,
Victoria-Reina, Restaurador, Ñcmeñeme, Rosario y Palmi-
chala. Además de éstas, son explotadas, entre otras, Colombia,^
Garibaldi, Sucre, Cogote, Cristales, San Nicolás, Playa, Sant^f
Ana, Pujidos, Carmen, Segovia, Gonzala, Esperanza, Vene- "
cia etc.
El comercio del Distrito consiste principalmente en telaa—
para vestuario, enhierro, rancho, quincalla, vinos, perfumes^
conservas y víveres de varias clases. Las mercaderías extran-
jeras se introducen por Zaragoza, ó son llevadas de Medc
llfn; los víveres van de otros distritos del Estado. Todos est
efectos son c^inducidos á lomo de muías, lo que constituyo ut
lucrativa industria páralos propietarios de recuas.
Los habitantes del Distrito son en su gran mayoría i
todos los puntos del Estado, pues la atracción ejercida por
fama de riquezas minerales, los incita á buscar en aquel punto
trabajo y oro. La raza colonial va desapareciendo rápidamente,
por causa del cosmopolitismo antioqueño quo renueva Inco-
fiantomonte todo el vecindario. De los viejos, muchos hi
muerto, y los quo quedan van perdiendo casi del todo
acento peculiar que los distinguía en su lenguaje. El toi
sacudido y cantado, peculiar á los habitantes do la
atlántica y á los antioqueños de la antigua capital, era
distintivo de los remedianos; pero este acento, dominado poT
el de los habitantes del interior, ha padecido el imperio de U
ley de las mayorías, hasta un punto tal, que hoy los reml
dianos, aun los de sangre pura, pronuncian la a finalf
cambian la r en í» ni cantan al hablar, como antes cantaban.
La cabecera del Distrito esta edificada sobro una
meseta bañada al este por el torrente Juan Criollo, y al sur
183 —
por el de la Carnicería. La ciudad ocupa todo el terreno
disponible para edificar, y ocuparía más si se prolongase el
caserío á lo largo de los caminos que áella convergen. Hay
tres calles principales, dispuestas próximamente de éste á
oeste; varias cortas y estrechas que las unen, llamadas por
los vecinos, boquetes, y otras pocas salientes y anchas en
diversas líneas* Entro las calles principales, la del centro,
decorada con el nombre de Calle Real, tiene de í 2 á 15 metros
de anchura, es recta, de suelo arenoso y plano, propio para
hermosear su aspecto. Esta calle conduce á la plaza y va con
la mkmtx anchura hasta ella para continuar luego un poco
augOísta. En la plaza, que es pequeña» hay un templo católico
de regular apariencia. Casi todos los edificios son pajizos,
unidos entre sí y sin solares, razón por la cual los incendios,
que han sido frecuentes en el lugar, han sido también totales
y ruinosos. Principia á iniciarse la era moderna en el arte de
construcciones urbanas. Remedios es un guión mayor entre
^'aspecto do las pol>laciones del Magdalena y el do las del
interiúr del Estado ; hallándose allí se participa déla impresión
husada por las unas y por las otras.
Tiene Remedios un Hospital regularmente establecido ;
'^ insh'ucción pública está razonablemente dirigida; hay una
'^^a municipal bastante cómoda; mas, por desgracia, el agua
^ potable esta muy retirada de la población.
El Distrito no tiene buenos caminos ; el de privilegio,
único regular, perteneció hasta haco poco á una sociedad
Particular. El de Zaragoza está casi hecho, debido á un
^^ilio que dio el gobiernn, y á los esfuerzos del señor
^í>berto B. White. Para San Bartolomé hay un atajo, y los
^^^inos interiores para las minas, con excepción del de la
^^'^líida, son malos. Un ferrocarril por el nordeste, siquiera
íuesede Zaragoza á Remedios, daría un incremento notabilí-
[simo al Distrito y á todo el Estado,
Población, (i.444 habitantes. — Latitud norte, 7** O'. —
Longitud occidental, O' 50\ — Altura sobre el nivel del mar,
1715 metros. — Temperatura, 23** — Límites : confina al
%
— 184 —
norte con Zaragoza y parte del Estado de Bolívar; al oriente
con el Estado de Santander; al occidente con Zea, Anorí y
parte de Amalíi,y al sur con San Martín.
Fuera de varios caseríos, tiene Remedios las fracciones
siguientes*
Segovia. — Es una población por el estilo de Remedios :
todas sus casas son de paja- Tiene una calle principal de
diez metros de anchura, recta, toda poblada y varias calles
laterales* Hay una capilla de paja, y su comercio es semejant
al de Remedios.
Santa Isabel, — Corta fracción, uno y medio miriámetro^i
al sur de Remedios, situada á ambos lados del camino prin^H
cipal. Sus habitantes, que serán unos l.OÜO, son mineros.
Hay algún comercio^ y una casa de paja que sirve de capilla.
San iartolomé* — Conjunto de casas perdidas entre el
bosque sobre la orilla izquierda del Magdalena, y cercano á la ;
embocadura del íSan Bartolomé. Tuvo escasa importancia en ,
anos pasados, y hoy ninguna. En el camino ó senda que va de ^
esta fracción á Remedios, se eleva hasta una altura de 1.935^
metros» Cerro grande, notable por su aislamiento en medie
de una extensa llanura.
San Martin, — Sobre el camino que gira do Sanl
Domingo para Remedios, en un feracísimo valle de clir
cálido y malsano, se ven aún los restos de una antigua pobla
ción española que alcanzc» lítulu do ciudad en tiempo de
Colonia. Llamase Canc¿\n aijuella localidad, y de Cancán
llaman las numerosas cejas ondeadas que la rodean, tanto
oriente como al norte y al sur.
Hubo en Cancán opulentos placeres de oro en polvo,
aun los hay; pero do un lado lo malsano del clima, y de ot
los trastornos producidos en el ortten social por la guerra
5Stra Independencia, redujeron este lugar á extremí
— lai —
y aun lo borraron del mapa, sacilndolo de su antigua categoría
ilcdistrito para colocarlo en la humilde y apocada de fracción
lie Yolombó. Hay todavía a una y otra vera del camino, caeu-
chasde miserable aspecto, restos de im viejo templo en que se
anidan las avispas y las hormigas, y algunos escasos habitantes
pálidos y demacrados en hu mayor parte por la influencia de
las fiebres palúdicas.
Hoy el resto de esa poblacinn ha sido separado de
Yolombó, para formar parte tlel nuevo distrito de San Martín,
ci-eado por decreto ejecutivo expcílido jjor v\ general Julián
Trujillo, Presidente accidental del Estado Soberano de Antio-
quiaen el año de 1877, y puesto en ejecución por los esfuerzos
pei-sonales del ciudadano Francisco Bolero Arango, propie-
tario de la mayor parte de los terrenos que entran en la cir-
fi^nscripción de esta nueva entidad poh'tica.
El río San Barlolomé al sur, la cordillera central antio-
fíueña al occidente, el riachuelo Paso-real al norte, y el Honda
y el San Bartolomé en su reunión oriental, encierran el terri-
^^lio ríe que tratamoSt
La mayor parte del suelo del distrito de San Martín, es
*i*íiz y propia para toda clase de cultivos intertropicales:
*Gscaen las alturas, templada en la parte media, y cálida en
'^ parte inferior, posee elementos bastante ricos para producir
^^^ abundancia, trigo, cebada, papas, arvejas, frísoles, maíz,
^'^^ña de azúcar, pastos, cacao, tabaco, algodón, vainilla,
^^deras, gomas, resinas, aceites y bálsamos.
L#atarmaciun geológica, eminentemente variada, promete
^Onüijosos depósitos aluviales de uro y opulentos filones del
^^ i sino metaU
El jaguai' americano, acosado en ciertas estaciones del
"^S^iocn las cercanías del Ma!]:d;üena, por los tábanos y otros
^^*^cctos, se expatria hacia esta cí>marca, fija su residencia en
^'*ía por algiín tiempo, destruyo los ganados y regresa luego
*^ *5üs habituales guarirlas.
Del río San Bartolomé y del riachuelo Paso-real hablamos
^^* tralar de Remedios y Yolombó, de suerte que para com-
t
180
pletí^r en algo la hidrografía corresponcUente á este Distrito^
diromos sólo que el río Volcán, formado en su parte alta por
loa riachuelos San Martín, Lejía, Aldana, Corralito, Guacas,
Portachuelo y Matica^ recibe desde Cascajo los del Popal,
Barroblanco y ol Ametista. Un poco niáa abajo se junta este
río con et de la Cruz, que es donde toma definitivamente e!
nniuljre de Volcán, Únese luego con el de San Bartolomé
Bale de San Martín.
El lugar elegido para construir la cabecera del Distrí
está representado hoy por unas ocho ó diez casas, y por el pro
yecto de trazar una plaza y edificar un templo católico. El
plano formado para la distribución de calles, plaza y templo,
brinda grandes ventajas, y presupone la situación de la nuo"
población sobre la ribera izquierda del riachuelo Cascajo.
Hacia el nordeste de este punto, liay sobre una colina
dibujo casi borrado de lo que fueron las trincheras llamadas
de Linares, hechas en tiempo de la patria 6o6a, cuando los
aiitioqueños no estaban íamiliarizados con el plomo y con
acero. En el año de 1810, los patriotas antioqueños capi
neados por Linares, quisieron hacer frente en aquel sitio á los
españoles comandados por Warletta; y parece ser que sobre-
cogidos por un sentimiento de terror, huyeron despavoridos
íjl oír Sonar sobre la Ceja alta, que esta inmediata, la cornei
del enemigo. A esa fecha se refiere el abandono do la ciud,
do Cancán por sus vecinos, entre los cuales había ricos
nobles, según decires do la gente. Esas trincheras, las cerr\
zones formadas por la yuxtaposición de grandes rocas á la
largo de las cañadas, las cuevas de la Coja alta, las ricas
lomas do Cancán y las visitas temporales del jaguar, son las
particularidades que llaoian la atención en esta parte del
Estado.
Población, 1.545 habitantes*
Zaragoza. — Es un Distrito antioqueño, cuya cabecera,
que llevó siempre el título de ciudad, fué fundada en 1581 ea el
vallecito de Virúo y sobre la margen derocha del Nechí
el Gobernador D, Gaspar do Rodas. Sin duda se le puso
I
ro- 1
lo,
a^
os
M
I
nombre, para recordar con él el de la célebre Zarog^ífeCEjnin-^^
sular.
Su territorio, aun mas que el de Remedios, fue durante
muchos años para los antioqueños, un objeto rodeado de
elementos aterradores. No iban á el sino los valientes, quienes
volvían de tiempo en tiempo á las poblaciones centrales do la
Provincia, refiriendo maravillas sobi^e encantos, hechicerías,
brujerías, agüeros, magia y toda esa gran lista de absurdas
supersticiones que van acabando, merced a la influencia
bienhechora do la civilización.
8e viajaba especialmente a Zaragoza con el fin de buscar
opo, porque esto metal era yaun os abundante en aquella tierra;
pero ese oro se pagaba caro, á veces con la vida, pues su clima
ha sido siempre malsano ; y los traficantes enfermaban por
mucho tiempo de dolencias miasmáticas ordinaxlas, ó morían
por causa de las fiebres perniciosas.
La concurrencia a aquel lugar no era solamente mante-
nida por el incentivo de la riqueza, sino taml>ién por la gran
i*6putación do milagroso (juc obtuvo el Cristo de su templo, el
t^'tial atraía gran número de peregrinos,
!i Las montañas antioqueñas, en su curso de sor á norte,
^^anda llegan á Zaragoza tienen sus alturas bastante roba*
j^ag; mas no tanto que no sobresalgan las de las serranías del
^^cramento y la Hebilla, que siguen corriendo hacia el éste
^^ las celebres de Guamocó.
Las principales corrrieates do agua que riegan el territo-
^^ de este Distrito, son: el Ncchí, navegable como lo tenemos
'^'^ho, muy particularmente desde Zaragoza a vapor, y
^^ un trayecto de 13 miriámetros hasta su unión con el
^Uca : recibe el Nechí, por la margen derecha desde Zaragoza
P^í*a el norte, el Bagre, que tiene sus nacimientos cerca de
"<^medios y se engruesa con el Pune, el Pocuné y el Tigüí,
í^ole da su nombre final; el Hebilla» nacido en los cerros
^^ m nombre; el Santa Isabel, el Llana y los riachuelos
Tupé, Sabaleta, San Pedro, Trinidad y Santa Lucía, el cual
ÍOfma parte del límite nordeste del Estado, y por la izquierda,
I
1
— 188 --
lotí riachuelos San Juan, Yobu, Cacerí y otros de me
importancia.
Las producciones minerales, animales y vegetales
Zaragoza» tienen los mismos caracteres que hemos atribuido
á las de Remedios y Zea, por lo cual creemos que sería alar-
p:arnos en inútiles repeticiones, el entrar en la enumeracióí]
minuciosa de ellas. En cuí\nlo á particularidad esencial^ ha^
reimos notar como do vita! importancia para lo porvenir, I^
existencia de abundantes depósitos do hulla en las ofl
canias del riachuelo San Juan, y los ricos liacinamientos del
mismo combustible, pero de superior calidad, cerca da,
desembocadura del Tigüí ó Bagre, porque con ambos n
breses conocido este río.
La distribución armónica hecha por la naturalezEi de loa
elementos útiles para el desenvolvimiento de la industria
humana, parece ofrecer aquí una demostración perentoria;
pues si no estamos equivocados, ese carbón habrá de servir,
añilándolos tiempos, no sólo para auxiliar la navegación de
ese río, sino también para alimentar con su parte exced
un provechoso comercio.
El río Nechí es acaso la base mas segura de pros;
pcridad con que puede contar el Estado de Antioq
Fuera de la belleza de sus vegas y valles, de sus paisajes,
caudal de sus aguas y de la riqueza aurífera do su le
tiene la inmensa ventaja de poseer un cauce lijo, fiVcil de Uan
piar y con fondo suficiente para embarcaciones de bu^ei
porte. ^
Puedenser consideradas como fracciones muy importante
de Zaragoza, las poldaeiones de Cruces de Cáceres,
Amacerí, situatlas en auríferos y extensos territorios.
Polilaciún, 2.417 habitantes. — Latitud norte, 7*21
— Longitud occidental, Ü**53'4ü'. — Altura sobre el nivel
mar» 205 metros, — Temperatura, 27', — Límites : co
a! norte con Nechí; al oriente con el Estado de Bolívar; al
dente con Zea, v al sur con Amalli v Picmedios.
legj
iros:
^
CAPITULO QUINTO
Departamento del Norte
^iiiritos : Angostura. Anari, Aziiero^ Cficer^s, Canipamenio, Caro*
Una, Hoja$anchas, Entre-ríos, San Andrés, Sania Rosa de
0$()s, Yarumal, Zea,
El Departamento del Norte limita al setentrión con el
fií^tada (ie Bolívar; al oriento con los Departamentos del
^^ordesíte y del Centro ; al occidente con el Departamento del
^ií^ma nombre, y al sur con el de Sopetrán y el del Centro,
* ^Ilación : 54,4¿ü habitantes.
Angostura. — San José de Amieta de Angostura tuvo por
^^dadores a Pedro, Javier y Manuel Barrieivtoa, y la orden
^^fa la fundación fué expedida por el Dictador D. Juan del
>rral, en el año de 1814, Cedió los terrenos para la cunstruc-
?^ón de la cabecera del Distrito, D. Manuel de Uestrepo, en
^navega cercana á las aguas de los ríos Angostura, Dolores,
San Alejandro, al norte de la capital del Estado. — Fué
T^rtmercura déla parroquia el presbítero Marcelino Trujillo,
.í^atural de Bogotá.
Las montañas principales de Angostura son : Tenclie, que
' ^para las aguas del río de este nombre de las del San Pablo ;
•^nime, entre Dolores y Tenche ; l^ijarito, entre las Aguas
^^í^ajarito y Dolores, y en fin la del Tabaco o Tetón, media-
ners^ entre las de Cañaveral ó Nechí, en terrenos pertene-
— 190 —
cientes A YarumaL Todas estas moles son estribos despreí^
didos del Valle de Osos y sus prolongaciones al norte y al sur.
Se notan catre ellas como alturas culminantes, las del AntrnCt i
Tetón, San Basilio y alto Rin. ^M
Bañan el territorio de este Distrito, los siguientes ríos :
Concepción ó Minavieja, que tiene su origen en la elevada
mesa de los Osos, cerca de Vallecito, y que desagua en el '
Tenche : está formada esta corriente fluvial por los riacliue- .
los Minavieja> Qucbradona, Pacora y Santa líita ; Dolores,
cuyo nacimiento está en los valles de Cuibá, sobre la misma
mesa, y su desagüe en Pajarito ó San Alejandro : lo consl
tuyen los torrentes Santa Lucía, Tambo, Calles, Culebra^
Hedionda y Cuartas; Pajarito, cuyas vertientes están en
mismo punto que el anterior, con su desagüe en Necln'ó Cañs
veral : le tributan sus aguas los torrentes Hueco, Mellizas,
Acción y Posadas; por último el Cañaveral ó Nechí, que nace
como los anteriores en los llanoíj de Cuü>á, bordado por fn
lejones : se une este río en las Dos Bocas con el Porcc ó M<
dellín^y es formado, entre otros, por los torixíntes Santa Juau¿^
Santa Isabel, Santa líita ó Palenque, Chorrosblancos
Naranjal,
Kl clima de Angostura es como el de la mayor parto do
las poblaciones antioqueñas, sumamente variado.
Hubo en su territorio grandes riquezas mineras que
recen agotadas en todo, ó en parte; y con respecto á produí
cienes vcjretales, es rico en maíz, caña de azúcar, frisóle
yuca, plátano, pastos naturales y artiliciales. Cuanto al roii
animal, posee en reducida escala ganado vacuno^ caballi
y mular I con más, divei'sas aves domesticas. Aunque b\
bosques estén casi destruidos por el cultivo, quedan ai
apreciables maderas, como el comino, el roble, el laun
rojo y el chaqui ro. Hay algunas quinay, si bien <Ío iníeric
calidad.
Viven los habitantes de esto Distrito, fie los reducidc
procUictos del comercio hecho con mercaderías extranjera)
colombianas y de la localidad. La agricultura se halla
regular estado ; pero las vías de comunicación, bastante malas
cíi lo general, levantan el precio do los artículos de un modo
considerable»
Aunque chica, arrinconada y pobre, es simpática esta
población por el hospitalario carácter de sus habitantes y el
esmerado aseo de las casas* Ha dado este lugar á la República
cuatro hombres notables : Pedro y Julián Vasquez, trabaja-
dores infatigables, industriales inteligentes y de acrisolada
honradez; Bautista Vásquez, ciudadano patriota^ legislador
republicano y modelo de probidad ; y Bartolomé Trujillo,
mo20 de gallarda apostura y de valor temerario en los cam-
pos de batalla^ infelizmente arrebatado al país por temprana
muerte*
Población, 5.858 habitantes. — Latitud norte, GM5' T.
Longitud occidental, 1** 27' 20'\ — Altura sobre el nivel del
luarj 1,637 metros, — Temperatura, SO"*. — Límites : confina
al norte con Campamento; al oriente con Carolina; al occidente
wa Yarumal, y al sur con Santa Rosa,
ÍAuorí. — En los últimos años del siglo pasado, ó en los
do^otres primeros del presente, D. Juan de la Rosa Estrada
y Un señor Patino, descubrieron la mayor parte de lo que es
hoy el territorio de Anorí* Iban aquellos señores en indagación
tíe placeres auríferos, porque se había comenzado á com-
prt'nder lo que ciertamente era evidente, esto es, que la
^ í^niarcaera opulenta en depósitos del precioso metal.
H Tras los señores Estrada y Patino, siguieron con el
■ íttismo intento D. Benito Uribe y sus dos hermanos José
^ Anlonio y Miguel. — Estrada descubrió el río Anorí, y
fc estableció corea de la conñucncia de la quebrada Virgen, lo
Bí^e entre mineros se llama una bodeyri, esto es, un cuartel
BS^ítteral para abrigo de peones, conservación de útiles y
■•«epósito de víveres. Los hermanos Uribcs edificaron las
^bí^inieras casas de la cabecera del Distrito, en 1808; y con
IpÉto operaciones se dio allí principio á la lucha del hombro
con la naturaleza.
Verificada esa primera reunión de familias, otras muü!
del Estado llevadas porlagran íama de riqueza contenida ec
aquellas montarías, concurrieron ansiosas,' con ol fin dk
participar de ella. fl
Como los nuevos pobladores fuesen en su mayor pan!
hombres de Ial)or y de l>río, y como los aluviones y vetas
no locados aún por la mano del hombre, ofreciesen grandeí
readimientos a tal impulso de activida*!, el circuito comenzó
á ser poblado, los habitantes a multiplicarse, las empre^
industriales á nacer llenas de prosperidad, y la colonia átomai
vigor y desarrollo* ■
Enlre los muchos concurrentes a ese punto de cxpff
taciúu minrra, llegaron algunos extranjeros europeos j
algunos hombres ricos c importantes de la Provincia.
señor Tirell Mooix^, inglés ilustrado y progresista,
nombre va unido á todos los movimientos de adelante
iniciados entro nosotros, D. Carlos S. de Greiff, D. Julián
Vásquez C, D, José María Lalinde, los Rodas, los Sierras,
los Sánchez y otros, fueron los primeros empresarios que
comenzaron á levantar en el segundo cuarto do esto siglo^
importancia material del Distrito.
El presbítero Juan de la Kosa Sánchez emprendió]
1840 1a edificación do un templo católico, notable por'
techumbre, desconocida hasta entonces en la provinciat
íl ¡rígida por el Sr. Moore, Bajo la misma thrección, y poi
obreros ingleses y suecos , se principió á fabricar Ij
piimeros molinos para pulverizar los minerales y extrae
oro; y por influjo del mismo señor y de sus coíaboradoi
quedó sentada la base para una explotación metódica de j
veneros antiuqui'ños : arte {¡ue si bien hoy mismo
atrasado y rudimeutnrio, sí es incomparablcniente superiot
la antigua rutina seguida por los culonos,
Al hulu del templo se construyeron otros edilU
particulares de modesta apariencia , €|ucdando el
jirincipal de ellos sobre una rebajada colina, y en el ání
formado por el torrente de la Virgen y una fuente llojii
193 —
%
SiMi GrcgoriOt El resto de la población quedó distribuido en
algunos oteros de los alrededores.
Con estos preliminares, el Distrito alcanzó su mayor
riqueza entre los años de 1830 y 1850. De la última fecha en
adelante, una desconsoladora decadencia comenzó á notarse,
decadencia que tuvo su orij^en en el empobrecimiento
graílual de las minas, en el abandono del lugar por algunos
. ricéis capitalistas y en el descuido completo en que estuvo aüí
siempre la agricultura.
Las principales montnñas de Anorí, son las siguientes:
la que se halla entre los ríos Porce y Anorí, la cual recorre el
Distrito por el lado del éste, y de sur á norte : esta cordillera
da una ramiticaciíjn que se interpone entre el Porce y el San
Pablo; la que se halla entre el río Anorí y el ri«nc!iueln
I^Iaacha,y que después de atravesar la población, de sur á
íiorte, se desvía hacia el oriente para terminar en el alto de
•^^íi Benigno; la que se halla entre la Planclia y el río Neclu',
'^''^cida cerca de la desembocadura del río Tamí y terminada
^^ el alto de Morrogacho, frente á Morropclón.
La elevación del sistema de montañas mencionado, no
^stá bien conocida en í^us diversos puntos; pero es probable
^^^ fiu mayor altura no exceda de 1.600 metros sobre el nivel
^' mar. Estas cordilleras están enlazadas unas con otras,
*^**niando un intrincado laberinto, en cuyo centro Hobresalc el
^**íísinio alto de Santa Gertrudis, apoca distancia déla cabe-
^^^^ del Distrito.
Son ríos notables do Anorí : el Porce, que lo baña por
^-^riente, y que tiene por tributarios los riachuelos y fuentes
^^inadura, Santa Ana, Partidas, Hondoná, San Benigno, el
^^a, el Pescado, Sollerinoy Socorrito; el Nechí, que riega
*^íX parte del sur y del oeste : son sus tributarios, el río San
\ ^l>Io y los torrentes y riachuelos Chorros, Soledad^ Chagua-
Chagúalo, Nieves, Usura, San Augustín, y el río Tamí,
corre de sudeste a noroeste, y recibe las aguas de San
Udente, San Andrés y Solano por la derecha, y por la
l^Jierda las de Pacheco, Santa Barbara, Santa Gertrudis,
13
194
I
Santa Inés y la Plancha; el Anorí que tiene sus vertientes en
el alto de San Benigno, y enriquece el caudal de sus aguas
por la Negra, Arroyare, Charconegro, Santa Rosita, Qh
braditas y la Sana, por la derecha, mientras que por la
izquierda le caen los torrentes San Miguel, Moro y Virgen;
el riachuelo de la Trinidad, que es el verdadero origen del
Tamí, el cual le cambia su nombre desde la confluencia de
Plancha.
Tiene Anorí muchas cascadas, y entre ellas algunas qü€
llaman la atención por su importancia y belleza : el Salto de
Buües en el río Annrí, en que las aguas precipitándose en
dos tiempos, corren tranquilas después del primero, como
por un espacio de 20 metros, para caer á su nivel inferior:
la roca sobre la cual se ofrece este fenómeno , parece ser un
esquisto micáceo sumamente compacto, en el cual m
encuentran excavaciones de diversas y caprichosas formas,
labradas por el frotamiento contiiuio de los fragmentos de
pedernal arrastrados por !a corriente; luego viene la cascada
de la Culebra, de vistoso aspecto y notable en exti^emo, y en
tal manera que contemplada desde el camino por donde se va
para Campamento , parece nacida en la misma cima de la
cordillera^ despedida en medio de un fondo de verdura en que
sorprende el contraste del blanco linqno de sus ondas con el
color esmeralda de la baso; y en fin, la casciula del riachuí
San Juan, de hermosura inferior, y la de Llanadas, más
que las anteriores»
La superficie del suelo es eminentemente montuosa,]
por tanto, desigual; y las corrientes de todos sus rít
torrentes, son precipitadas. No se hallan sino vallecitos,
que sí^ menciuiie otro cí)mo medianamente extendido, qU0it
que demora en la parte baja de la i^lancha.
La ferac itlad de los terrenos es parcial y relativa
algunos lugares : las faldas del Porco son propias para i
cultivos de la yuca, el arroz, el cacao y el plátano; p
mejo!*es aún para cosechar en ellas excelentes toliunaé
exquisitas ciruelas americanas; las pendientes del San Pa
— 195 —
lindísimas, y producen caña de azúcar, maíz y arroz;
m lü9 recuestos del Nechí se cultiva por menor el cacao"; en
la Plancha hay algunos puntos bien feraces ; en los declives
dddachuelo Boga, el arroz es igual al de San Jerónimo, y en
fln, en las vegas de la Soledad las empresas agrícolas dan
abundante cosecha •
Las partos altas de las cordilleras y el lomo de las
colínas, son en general estériles. En muchos Bitios no existe
capa vegetal, y en otros no alcanza á seis pulgadas de
09p€«or* La vegetación en esta clase de terrenos está com-
pucfta por lo común de heleclioa, de una gramínea llamada
^k\^i¡ue y de plantas parásitas. En los heléchos hay ciegan-
tíMmas especies, y entro las parásitas, admirables flores,
ll.n buenas maderas de (íonstrucción, gomas, resinas y
l^ceitus vcgelalcB, En los bosques crecen espontáneamente
ílrNos frutales^ esbeltas palmeras y plantas medicinales.
Eít el Nechí abunda el caucho. En fin, por donde quiera las
flofeg cautivan la atención por la variedad de sus formas,
^^«pendidas sobre las copas y las ramas de los árboles,
'''íí^ntras que la tagua, la vainilla, las fushias y las begonias
"'^hojaft afelpadas y de brillantes abigarrados colores, tapizan
^ Un modo encantador grandes pedazos del suelo bajo la
^'^a primitiva,
'^os vecinos derivan en parte su manutención de los
^^'tlvos peculiares á que se dedican; pero como más que
?^tt!ultores sean mineros, tienen forzosamente que pedir a los
^^^ írritos vecinos lo que les falta para satisfacer sus n^ás
^^S^ntes nec4?sidades. La industria pecuaria se halla en
Ui\\^^table situación.
Anorí es un distrito esencialmente mineral. El cuarzo y
^^ piritas ferruginosas son las gangas más comunes del oro
y^o la plata. El primero, sobretodo, es abundantísimo, y so
I^^^enta en líiones más ó menos poderosos y en riegos
^^'^t)rendidofl de esos mismos filones. La dirección más
^^ún de ellos es de oriente á occidente, y además de las
^'^tas que forman, tienen al lado cerros auríferos y ricos
— 196
aluviones. El cristal de roca ofrece cu algunos puntos magní-
ficas muestras por su tamaño y por lo perfecto de su crist
lización*
Han sido explotados con satisfactorio resultado los mine-
rales de San Gregorio^ Secena, Conslancia, los Radas, San
Teresa, Santa Ana, Qucbraditas y Quel.*radasana.
A pesar de haber anticipadu que Anorí se halla e
decadencia, y que tal atraso so debe en su mayor parte
empobrecimiento de las minas, debemos advertir que
nuestra opinión este empobrecimiento es puramente transi-
torio, y que todo hace esperar una era más ó menos remoia
de prosperidad metalífera en aquella parte. La inmensí
mayoría de los minerales antioquenos ha sido apení
beneficiada en la superficie, por falta de medios y de ciencia
No hay todavía entre nosotros las prolongadas y hundí
galerías que existen en otras comarcas mineras, y sabem
que muchos filones han sido abandonados en su laboreo,
carencia absoluta de conocimientos y de útiles propios para
traI:^ajarlos con ventaja.
Sin contar caseríos de mediana importancia, es
dividido el Distrito para su administración política, en d
fracciones : la de Anorí y la de Chamuscados. En estaiütii
hay un Inspector de policía.
La raza está muy mezclada en esa parte del Estado
vecinos son generalmente pacíficos ó inclinados á separarse d
las contiendas guerreras y políticas. La hospitalidad es virtm
notable en la gente de Anorí.
Tiene el Distrito tres puentes malísimos sobre ©1
Nechí,otrodc regular construcción sobre el riachuelo Soledac^^
y otro mejor aún sobre el río Anorí,pucnte que lleva el nombre^
do Bolívar.
Población, i. 505 habitantes. —Latitud norte, 6*^ 56' 40".
— Longitud occidental, 1" 17' O", — Altura sobre el nivel_
del mar, 1.535 metros. — Temperatura, 21"; — Límites^
confina al norte con Zea; al oriente con Amalli ; al occidonl
con Campamento, y al sur con Carolina.
%
— 197 —
Azuero. — Este Distrito está situado en un angosto
vallo formado por dos perpieuos ramales do la cordillera occi-
dental de los Andes anlioqueños, á 4 miriámeíros poco más
¿ menos al norte de Medellín*
La población se asienta sobre las márgenes de un raudal
conocido desde tiempos muy lejanos con el nombre de Don
Matías, por haber tenido cerca de él un rico establecimiento
minero D. Matías Jaraniillo.
Don Matías continuó llamándose este poblado hasta el
ariodel787, en que por orden superior cambió su nombre
por el do San Antonio del Infante, que no alcanzó á dominar
la costumbre, pues continuó llamándose Don Matías, hasta
la época actual en que parece tomar definitivamente el nombre
üe Azuero, para mantener con él la memoria de uno de los más
distinguidos publicistas colombianos.
Formóse Azuero en su principio con terrenos disgregados
doCopacavana y Santa Rosaj y á petición, no sólo de los ve-
rnos que poblaban esos sitios, sino también de ^Iqs párrocos
de los dos lugares mencionados. Aunque se pretendió que el
^^^^ de San Pedro contribuyese con su parte para agrandar
^3 Comarca de la nueva fundación, dicho eclesiástico no quiso
i ^<?<5eder á lo que se le pedía.
^m Se trabajaba en minas de oro corrido en todo el circuito
f P^**tenec¡ente hoy á Azuero, Las de Hiogrande eran y aun son
^■^^^ amenté ricas, y además existía el precioso metal en Pretel,
^B^^irnas y en numerosos torrentes y arroyos.
^" A medida que aumental>a la explotación, crecía el número
^^ los trabajadores ; y surgió bien pronto la exigencia de crear
^^^ parroquia, tanto parala administración civil, cuanto para
'^ disciplina religiosa.
Desde el año de 1782, las peticiones para obtener licencia
^ fundación, fueron reiteradas por solicitudes urgentes ante
^ Clobernadur y Capitán general de Antioquia, D. Francisco
Bavaya; pero no fué sino después de multiplicadas informa-
ciones, y por autorización espresa de D, Antonio Mon y
Velarde, cuando la fundación definitiva de parroquia con
— m -
administrar ion civil hubo de vorificarse, bien que no se per-
feccionara Bino cuatro años después. Y decimos administra-
ción civil, porque en lo religioso no Mogo á ser definitivamente
parroquia sino en 1801, siendo ya Gobernador D, Víctor do
Salcedo. ^M
La cabecera do este Distrito esta colocada, como hemos
dicho I en las márgenes do un raudal, y sobre un plano per-
fectamonte nivelado en su parte Ijaja y notablemente inclinado
en su parte alta, A pesar do esta situación medio defoctuosa^^
tiene bonitas calles y bonitos ediflcios. Las cercanías son ale^l
gres; y son de contemplarse con espanto los remolinos, rebotes
y cascadas que forman las aguas atropelladas y tormentosas
del Riogrande, arriba, enfrente y abajo de la población. ^d
La minería, la agricultura, la escasa cría de ganados y la^
explotación de fuentes saladas, forman la base de subsistenci
del distrito de Azuero.
Población, 3.533 habitantes. — Latitud norte, 6*22' ^'
— Longitud occidental, 1*'29'26"- — Altura sobre el nivel
del mar, 2.216 metros. — Tomporatura, 18". — Límites:
confina al norte con Santa Rosa; al orionte con Barbosa; al
occidente con San Hedro] y Entre-ríos, y al sur con Jirardota
y San Pedro.
I
*d
Céceréi. — Esto Distrito, que á pesar de sus excelentes
ventajas topográficas está hoy casi borrado del mapa por lo
insignificante de su calieccra (1), hié fundado en et afio do 1576
por el Gobernador Gaspar de Rodas, en el sitio denominad
La Matanza.
lia cambiado Cace res el centro de su población en rtivorsi
ocasiones, debicio esto al clima malsano que tienen las diversas
localidades del río Cauca en tal región.
Francisco Redondo estableció definilivamcnlela cabocc
en 1588, y desrle entonces ha qnedado en el sitio en que h
(l) llúy lo es temporalmonte Raudal, que figtira
ZJÍ
— 199 —
'
bre la margen oriental clel Cauca, y sobre una extensa
y temí llanura, en lugar hasta el cual puede verificarse la
aavegación á vapor.
El caserío se compone do algunas chozas pajizas, redu*
ddason número, y propias para entraren rápida combustión,
como ha sucedido en estos iiltimos tiempos»
Dista Cáceres de Valdivia 5 miriámetros, poco más ó
menos; y entre estos dos puotoí^ el curso de! río presenta las
estrechuras y corriente?, los escollos y remolinos de Iglesia,
Raudal y otros, que si no imposibilitan del todo la navof^ación
para embarcaciones menores, sí la hacen insuperable para
Luques de vapor. Parece ser que cerca del i-iachuelo Valdivia,
i una legua de la oriíla del Cauca, y en el punto mismo en que
en 1838, D* Julián Vasquez Calle, el Sr, Moore y el Dr* Jcrvis
quisieron fundar una colonia» hubiera en tiempos pasados
una población de mediana importancia. Tal os por lo menos
l^signiíicación de algunas ruinas que aun so encuentran, la
ííemarcación casi borrada de sus calles, y el hallazgo de algu-
nas joyas de oro y piedras preciosas, do fabricación española.
Aunque la actividad de los habitantes de Yarumal hace
^^iitir un poco su influencia as^rícola, comercial y minera en
Uceres y sus alrededores, es difícil creer que existiera allí
^^ ¿Os pasados siglos, un grupo inteligente de pobladores, Sin
^'^bargo, debe creerse que en los primeros años de la Colonia
jJiubc) nobles familias peninsulares, por cuanto las crónicas
Sistran el nombre de dos hermanos Betancourt y Figueroa,
'*^ÍBpo el uno de Popayán, Quito y Charcas, y Pro\incial el
**^o del convento de franciscanos de Bogotá,
Enfrente á Cáceres desemboca en el Cauca el río Taraza,
yos nacimientos están en la serranía de San Jerónimo del
^^^tCt Tanto en la parte alta de la montaña, como en el lecho
^^ río, en sus aluviones laterales, y en las faldas de las dos
^'^dilleras que lo encajonan, hay abundancia de oro. líespccto
A^ la parte baja vecina á esta corriente de agua, hay ricos de-
p<^^ito3 de carbón fósil en San Agustín, y aun se han hallado
g^esos fragmentos de cobre nativo.
El río Taraza tiene hacia el norte algunas montaña
en que comienza a percudirse la degradación final de k
Andes, que al fin se borra en las llanuras de Ayapel, por es
lado.
Abajo de la población, recibe el Cauca, por su banda
izquierda, el ciiño del Barro y el río Man, de que hemoí
hablado en otra parte* La sección de Icrritorio correspor
diente, es baja, cenagosa y enfermiza.
Respecto á la orografía ó Iiiih^ografía de Caceres por si
partes sur y oriental, las hemos bosqut^ado ya, y complet
remos su fisonomía al tratar de Zea, Zaragoza y Nechí,
El río Taraza es navegable en piraguas, por breve trecho;
el suelo es generalmente fértil é inculto» Entre Valdivia
Cáceres, hacia la parte alta, están los minerales de Candevá
ponderados por su riqueza. En cuanto al progreso de est
comarca, todo se espera del perfeccionaniieido de los caminos
de la navegación del Cauca, del desarrollo de la agricultur
de la minería y del comercio.
Población, 2.210 habitantes. —Latitud norte, 7* 24'
— Longitud occidental, V 57' 27". — Altura sobre el nivel deT
mar, 2()í) metros — Temperatura, 98'- — Límites : confin^J
al norte con el Estado de Bolívar; al oriente con Zaragoza; JK^
occidente con el Estado de Bolívar, y al sur con Ituango
Yarumal.
Campamento. — En el año de 18113, hizo su campamenttfi*^
en el sitio en que hoy está la calieccra de este Distrito, el
coronel español Warletta, y de esta circunstancia le viene su
nombre. Avanzando bacia el interior, el mismo jefe encontt
al coronel patriota José María Córdoba, en el punto denomí
nado Chorrosblancos; entró en combate con él y fuóderrotadí
por lo cual tuvo necesidad de retirarse.
Por la inOucncia del presbítero José Antonio Palac
Isaza^ en el año de 1830, algunas familias de Yarumi
establecieron su residencia en una amena falda y levantaraj
allí la población, sin que el lugar fundado sea al pro$cnl
Wl
de mucha importancia, por cuatito el desarrollo de este
Distrito se ha hecho con suma lentitud.
Sus montañas principales son : la cordillera de San
Julián, en donde están el alto del mismo nombre y el
Chimbo razo. Esta última tiene dirección de sur á norte, y se
ramifica en Chorroshlancos en dos ramales, el imo cfue va
en dirección al río Nechí, dividiendo las aguas de éste y
de Quebradanegra, y el otro íjue se dirige al mismo río y
separa las del riachuelo indicado, do las del San José, Estas
do9 ramificaciones forman la rica hondonada de Quebrada-
negra.
El río principal es el Nechí, ya descrito con sus afluentes
de uno y otro lado, el cual toma el nombro do Cañaveral en
punto y lo canibia por el tle Nechí desde el lugar en que
wfeibeáTenche.
Este Distrito contiene terrenos de gran feracidad,
í^unqae rocalloso y doblado generalmente. Sus producciones
ínás notables son las que hemos asignado á esta clase de
í*^mpos, hablando de distritos similares, por lo cual prescin-
diremos de enumerarlas circunstanciadamentet El estado de
^ agricultura es bastante Ijueno, y de ella y de la arriería
viven con relativa holgura los vecinas.
Las principales vías de comunicación de Campamento son
^'^^ : una para Anorí, otra para YarumaU y la última para
Angostura. Todas ellas se hallan en regular estado ; y si no se
^í^Ma de las subalternas, es porque son apenas senderos de
difícil tránsito.
Decimos algo, tratando de Yarunial, del prolongado
puente de piedra que forma el río Cañaveral entre aquel
íistrito y el presente. Hay otro fenómeno geológico que
Húmala atención en Campamento. El riachuelo Chorros al
^fi^'íprcnderse de una altura y caer sobre Quebradanegra, forma
'gentina cascada de las Dantas,
Población, ZM2 hal)itantes. - Latitud norte, G*' 50' 40".
— Longitud occidental, 1'25' O". — Altura sobre el nivel del
niar, 1.724 metros. — -Temperatura, 19**,^ — Límites : confina
m
Wí
al norte con Anorí y parte de Yarumal ; al oriente co
Carolina; al occidente coa Yarumal, y al sur con Angost
1
í
Carolina. — Indios de la nación Nutabe liabitaban
territorio de este Distrito á la llegada de los españoles, si
que 90 sepa el nombre do las tribus que lo ocupaban, niJ
tenían pueblos establecidos ó eran simplcmonto nómadei
Estaba ya fundada la ciudad de Santa Rosa de Osos, cuand
todavía la comarca f(ue se extiende al norte y nordeste de eli|
aparecía cubierta por selvas vírgenes. '
La ola de pobladores de la colonia antíoquefia fu
penetrando lentamente en aquellos bosques desdo mediadc
del siglo xvín, más en busca do oro que de terrenos
labranza. Fundóse poco á poco un caserío en las colinas
veteas del riacliuelo de Ilojasancbas, por ser su locho y si
aluviones laterales abundantes on aquel metal, y, c5omo c
todos los establecimientos comarcanos, se estableció pe
entonces una capilla para el culto.
Comparada la topografía de Ilojasanchas con la
que abora está Carolina, se comprende bien pronto
vontíija que hubo en concentrar la población en el últi
sitio.
Por los aflos do 1783 á 85, unos señores Barriento
Fon negras, González, Restrepos y Echeverris, concurríc
temporalmente á aquellos lugares, como mineros. Siendo p
entonces Visitador general do la Provincia, con pleni
poderes, D* Antt>nio Mun y Velarde, l\ió requerido pi
algunos de ellos para poblar, y con previa Ucencia so hizo
erección de la parroquia en 1785, y se trasladó do Hoja
anchas al paraje en quo hoy se halla, D. Miguel González y i
esposa, I), Joaquín Echeverri, D* Miguel do Restrepo y
español IX Antonio de la Quintana, fuernn los mas solíclt
obreros para llevará cabo aquella fundación, que recibió
nombre de Carolina del Príncipe, sin duda alguna pa
honrar al principe D. Carlos, hijo de D. Carlos Illy herede
do la corona de las Espafias.
— 203 —
El perímetro de Carolina ostá circundado por los
territorios limítrofes de Anorí, Campamento, Angostura,
?anta Rosa, Azuero, Santo Domingo, Yolombó y Amalíi.
Para la mejor inteligencia do la descripción de osta parte,
complicada por su difícil orografía y por la multiplicidad de
eas aguas corrientes, la dividiremos en tres porciones, com-
premlidas por la hoya del Porce,por la del Guadalupe y por la
del Tencha.
La cordillera llamada del Porce períenecc á Carolina
desde la confluencia del Guadalupe hawta el lindo del Distrito,
con los de Azucro y Santo Domingo* Esta montafia de muy
H regular elevación, corro paralelamente á las aguas del río, y
H contribuye á formar el flanco izquierdo de la hoya de su
^ nombre. El aspecto material de esla cordillera os sobre modo
L fiu^mdo, y sus estribos, guardando cierto paralelismo do
H occidente á oriente, rematan en la margen del río* Por entre
Bua profundas cañadas corren riachuelos precipitados que
tienen su primer origen en las cumbres do esta serranía. Los
riachuelos son alimentados por fuentes menores que nac^n
'^n los flancos de sus ramificaciones, y que al recorrer
hondonadas menos considerables forman un relieve capri-
choso que imprime aspecto salvaje á la región. Los riacluielos
*Iuo mencionamos, Dentados de sur á norte, son ; La Clara,
Santa Helena, Caldera, San Fernando, Trapichera, Nechí
y Quebradona, desprendidos respectivamente de los altos
IMúnteloro, Angosturita, San Fernando, Arbolito, San Fran-
cisco y la Paja.
Las montañas principales do donde brotan las aguas
í^ti forman la hoya del Guadalupe, son Tenche y Guanacas.
^^ oí sitio do Cervatanal hay una cordillera que se dinde en
*^ dos ramas dichas ; la primera, es decir, la do Tenche,
^^SUe aproximadamente al norte, para morir cerca del
^^huelo de San Pablo y para servir de límite á las aguas quo
^^i^tenal Guadalupe por su Oanco derecho, y á las tributarias
^^ Tencho por el lado izquierdo. En el laclo derecho do esta
<^í^lillera tienen su origen los riachuelos Chiquita y Cernen-
204
I
O, qiio se unen cerca de la cabecera del Distritc
seguir y juntarse luego con el Grande y el llerradurila, »
desaguar en la orilla izquierda del Guadalupe, 1
La segunda rama de esta bifurcación se extiende de oeste
á sudeste, apoya su costado izquierdo en el riachuelo de
Guanacas hasta su desembocadura cu el Guadalupe, y sigue
costeándolo hasta terminar, después de dividirse formando
colinas y lomas, en el punto donde desagua en el mismo río
el riacíuielo Grande, que tiene sus vertientes en la cscxirp.
izquierda de la cordillera que describimos.
La cordillera del Helechal principia en la orilla derecha
del río Guadalupe, frente á la desembocadura del Guanacas,
se desarrolla de sur á norte y forma varias ramificaciones, las
cuales divididas á su vez dan nacimiento á lomas v colinas
terminadas cerca del arroyo Claritas, que baja de la altura dt^
Rosario en el distrito de Santa Rosa* |
Del cerro de Mocorongo se desprende una elevada cor*
dillera que con el nombre de Ñus sigue al sor con ligera
inclinación al oeste, y cambia luego para volver al norte. Esta
masa de tierra apoya su costado izquierdo en el riachuelo
Claritas, y el derecho en Ilojasanchas; tiene el nombre do
Ñus hasta frente al lugar en que el primero de estos dos
riacluielos desagua en el río Guadalupe, desde dondo sigue la
margen derecha del río con cl nombre de Palmiclial, separa
o! mismo río del de Hojasancbas y llega a morir muy dep
milla, en forma de oteros, donde se reúnen las dos corrien
mencionadas.
Hacia el norte del Distrito, cerca de la gran catara
nace otra montaña llamada Clucharrón, cuyo curso occidonl
tiene sus declives en el río Guadalupe hasta donde éste recibe
las aguas del Herra(hn*a ; do aquí en adelanto cambia i|H
dirección hacia el oriente, y se bifurca de manera que una^P
sus ramas dirigida al oriente separa las aguas de Sant
Gertrudis y Santa Petronila, y toma el último de est
nombres. El otro ramal tira francamente al norte; pera
llegar á la aldea de Higuerón se divide aún siguiendo uua
— 205 -
í
¥
SUS ramas al oriente para cambiar luego al norte, y continuar
costeando el Guadalupe hasta su entrada en el Porce. El
ultimo estrilx) llega á Morrón, límite con Anorí, sin que remate
en ese punto.
El postrer ramal de esta última bifurcación se endereza
al noroeste hasta Santa Barbara; de allí torna a! norte, sepa-
rando las aguas que caen al Sari Juan por la derecha, y al
Teiiche por la izquierda.
Forman finalmente la hoya del Tenche, la ya expresada
cordillera de este nombre ; la del Salado, que tiene su naci-
micuto cerca de la coíilluencia de los ríos Tenche y Concep-
ción al norte dul Distrito, terminada cerca del arroyo
Cimitarra en territorio de Santa liosa, y, para concluir, la del
Retiro, estribo de la cordillera de San José, que tiene su
dirección al noroeste hasta el alto de Montailita*
El Tenche recibe varias corrientes de agua, [*ero de
alguna consideración solamente las de Anime y el Salado.
Separada de las tres hoyas anteriores, liay también la
del riaclnielo San Juan, que en su curso cambia su nombre
por el de San Pablo, recibe numerosos arroyos de poca
dignificación, y tiene su origen en la curdillera de Santa
Gertrudis.
Por Carolina pasa uno de los dos caminos que de la
•^pitaldel Estado van al rico distrito de Remedios. Fuera de
^^^\h de comunicación, hay otra que guía á Angostura;
una muy mala para Anorí, y otra semejante para Azuero,
Mucho se acortaría la distancia entre Carolina y Medellín,
'^tíiljleciendü la comunicación á lo largo del río Porce,
"vT^ta unirla con la carretera de Aguasclaras un poco abajo
<íe Barbosa.
Los muradores de Carolina son robustos, industriosos, y
UÍ5 buenas costumbres en general. La parte trabajadora se
"^icaá la explotación de los minerales de oro corrido, y de
*^ Vetas del mismo metal. Es de advertir que á pesar de la
PNongada labor y muchos rendimientos do sus placeres
¿auríferos, cada díase tiene en aquel Distrito la maniíestación
- 200 —
de nuevos tosoros sumamente proinetedores para la industria
minera. Los campesinos se dedican en corta escala á la cría y
ceba de ganado vacuno, y al mantenimiento del lanar y
caballar, sumamente escasos. En compensación, las faenas
propiamente agrícolas dan un producto admirable, capaz
para el sostenimiento délos vecinos y aun para el tráfico con
los distritos cercanos.
Con el oro extraído de sus veneros mantienen los
habitantes de este Distrito, con el de Medellín, el comercio de
mercaderías extranjeras, y con sus frutos propíos, por
cambios recíprocos, el tráfico con los habitantes de Santa Rosa,
Azuero, Angostura, Anorí, Amalii y líemedios.
Los terrenos de las riberas del Porce son bast^inte
fértiles. Los del Guadalupe son un tanto estériles; mas, en
compensación, sus vertederos, fuentes, arroyos, manantiales,
torrentes, riachuelos y ríos, son de tradicional opulencia
aurífera. Por lo que se refiere al Tenche, en la parte que toca
á Carolina, las tierras son de relativa feracidad, pudiendo
dccii^se en conclusión que en el Distrito los pastos naturales
son pobres, mieiitras que los cultivados en el Porce y en el
Tenchc, son sustanciosos y nutritivos.
La gente del Distrito se distingue por su ingenio para
las artes. Hay en el muchos carpinteros que tienen habilidad
bástanlo para construir excelentes máquinas aplicables & la
minería; bueiin-=i herreros, que d^sdo la hccliura de Incn
templados cuchillos de monte, llegan Irasta la fabricación del
rcmíngton ; guarnicioneros, sastres y alfareros quo en su
oficio hacen primores por la linura de la obra y por la exacta
imitación de los objetos,
b'uera de las producciones manufacturadas de qtto
hablamos, produce el territorio de Carolina, papas, yucas,
arracachas, maíz, plátanos, frísoles, maderas, tabaco, arroz,
cacao y ca5a de ay.ucar.
No ha habido en el Distrito gran entusiasmo por !a
educación pul)lica, y por eso faltan entre sus liijos pet^onnjes^
quo recomienden e ilustren el lugar de su nacimiento. Xjcm
t
I
— 207 —
ediRclos para escuelas de uno y otro sexo, son buenos, pero,
§in útiles de enseñanza, poco concunidoí?, La plaza en donde
lisié el templo está bien nivelada, rodeada de muy reprulares
eiüficlos; pero las calles, aunque empedradasi son desigualeSj
tortuosas y nada bellas, ÜJia llanura que se extiendo hacia el
nordeste de la ciudad, es de gracioso aspecto, y las numerosas
colmas que resaltan en los alrededores dan belleza al
paisaje.
El Distrito tiene una Inspectoría en Higuet^im^ que como
fracción le pertenece; y además, caseríos notables en Claras,
Ctaritas» Guanacas^ Guanaquilas, Herradura, llerradurita,
U Cuelga, San Pablo y Tcnchc.
liico en sus primeros años por la fácil explotación deloi'o,
dwailcnte u por lo menos estacionario basta estos últimos
anos, el diíitríto de Carolina pai*ece querer entrar por el
canüiiode la regeneracicjn y de la prosperidad, sosteniéndose
contjl doble apoyo que le prestan la industria minera de un
lado y la agrícola de t*tro. En iodo caso, más que oscuro y
<lüdo3o, nos parece cierto y lirillanto su porvenir*
Población, 8, 121 habitantes,— Latitud norte, 6^37'20^^—
Longitud occidental, 1**25'40'\ — Altura sobre el nivel del mar,
1'155 metros. — Temperatura^ 19\ — Límites ; con lina al norte
^n Aiiorí y Angostura; al oriente con Amalfi; al occidente
^ott Angostura y parte de Santa llosa, y al sur con Santa
liosa y Azuero.
Hojasanchas» — Esta parte de Carolina ha sido erigida
últimamente en Distrito; pero como ignoramos sus límites y
l^ demás que á ella se refiere oíicialmente, nos contentamos
^'Ubrlrque su descripción general queda por ahora com-
I^ndida en la que antecede,
Edtre-rios. — Llámase así este Distrito por estar colo-
<s*do entre dos aguas : el Riochico al sur, y el Riograiule al
norte.
Fué mandado fundar por orden del Oiibernador de
- 208 —
Aiitioquia^ D. Juan de Dios AranzazU; en 25 de mayo de 1835,
a petición de los señores D. José Ignacio Jaramillo y D, Mo-
desto Tamayo, quienes deben sor considerados como funda-
dores, D. José María Sierra dono el terreno sobre que está
construida la cabecera del Di^strito.
Entre los ríos Chico y Grande coi*i*e un lindo riachuelo
llamado Don Diego, y sobro su orilla derecha, en uu plano
suavemente inclinado, están las casas de Entre-ríos, corao
protegidas por numerosas colinas, que con el nombre de cu-
chillas constituyen la configuración de esta elevada meseta
anlioqueña, desde el alto de San Pedro al sur hasta el de San
José al norte, y desde las llanuras de Cuihá al occidente hasta
las montañas del Perro y de la Trinidatl al oriente-
Llamase el riachuelo, Don Diego, porque corro sobre
terrenos que pertenecieron antes á D. Diego Beltran del
Castillo, progenitor de una notable familia del Estadn
Comparada la capacidad territorial de este Distrito» ron la
que era concedida-aiiüguamente u las parroquias antioqueñas,
se puede decir que es notablemente reducida. Sin emliargo,
como sus campos son feraces y sus habitantes laboriosos y d©
buenas costumbres, produce lo bastante para crearse una ine*
dianía holgada, decente y decorosa.
Se elabora en este Distrito una fuentecita salada; ha^
criaderos de ganado vacuno, y su campiña está embellecida
por el peñón de Hiochico^ promontorio sienítico granitoide,
congénere con el de Guatapé, y aunque no tan elevado y
macizo, no menos liermoso que aquél.
I^oljtación, ¿.534 halutantes. — Latitud norte, Vf 24' 4S
— Longitud occidental, P 33' '2H'\ — Altura sobre el nivel >
mar, "2.127 metros, — Temperatura, 17". — Límiles ; con»
lina al norte con Santa Rosa; al oriente con A/Aiero; ol oocí-
dente con Belmira, y al sur con San Pedro.
San Andrés ó Cuerquia. — Lo referenlo á la historia *
esta fundación, ci^tá consjgnatlu en parte en el Compentlio Hls*
*órico de esta obra* En poco^ lugares del territorio antioi]ueño
íímcrüii lugar acóñlecimientos más csencialmenic trágicos"
que en éste ; pero no bien hubo cesado el tumulto de las armas
y la efusión de la inocente sangre de los indios, cuando so vio
que lodos los conatos para formar base de colonización y para
erigir poblaciones, quedaron reducidos a la existencia de un
caaerío.
Después que D. Gaspar de Rodas hizo sangrienta justicia
en algunos de los caciques coligados para dar muerte a Andrés
de Valdivia y sus compañeros, la comarca quedó poco más ó
menos como la hallaron los conquistadores. Es preciso ex-
ceptuar, sin embargo, el lugar bajo, cálido é insalubre
ocupado un poco más tarde por el poblado de San Andrés,
nombre que recibió del que tenía el primer conquistador^ ó del
que éste dio al río en cuyas márgenes fué aquel lugar edi-
ficado.
En los primeros años do laConquista^ y aun muy entrado
el tiempo de la Colonia, San Andrés, á pesar de sus malas cir-
cunstancias climatéricas, mantuvo cierto reducido aujc, por
cuanto el único camino para comunicar la vieja provincia con
laflde la costa atlántica y las del interior, conocido con el
nombre de Espíritu Santo» pasaba por allí.
Un poco después, cuando Antioquiatuvo comunicaciones
híWíiael oriente, San Andrés fué de menos á menos, hasta
Híducirse a un grupo miserable de habitaciones sin ventajas y
sin importancia.
Hace en éste, treinta anos, que por influencia del Gober-
nador de Antioquía, Sr. José Justo Pavón, la cabecera de este
Wslí'ito cambió de nombre y de lugar, para estar hoy en una
'^ti'ocha ladera cercana a la orilla derecha del río San Andrés,
Pí^ís antiguamente ocupado por los cuerquias, de donde pro-
gne d origen del nombre de Cuerquia, que hoy lleva la
cabecera del Distrito.
De los primitivos fundadores del San Andrés antiguo,
poco ó nada se sabe ; mas en cuanto á los do Cuerquia, es
reconocido que los señores Ualdomero y Pedro José Jara-
niiilo, naturales déla ciudad de lüonegro, auxiliados podero-
14
I
aamcnte por l4 prc»ljílero Domingo Aiituniu Angaiit
loa vei*dadero3 fundadoree!,
Estu Üistntíjeylú recoi-riilu eii diroceión aproximada do
^ur á norte por el río San Andrés, ol que teniendo bus naci-
mientos en el alto del I^áramo, cerca do Bolniiraj va á desaguar-
en el Cauca en el punto de Bredunco, en donde los indios U^H
nían á la llegada de los españoles, un puente de bejucos par^^
paliar el río. En ese nii^nio punto está hoy en conairuccióü un
puente suspendido de hierro, para poner en comunieaeión la ^
banda oriental con la occidetitat del Cauca, enfrente do
Ituango» Tanihió]! fué llamado eate punto Pescadero desde su
descubrimiento»
El río San Andrés recibe por bu orilla derecha lo§ rí
chuelos Caytrillnn, Cruces, Piedecnesta, Cañales, ChüriH}ra 5
muchos otros arroyos do n^enor cuantía c¡ue no merecen de*
nominación eeipecial. Los riacluieloH Ochalí y Purf, aunque
derraman sus aguas en el San Andrés, corren en eu mayor
parte por el territorio de Yarumah
Por la orilla izquierda, recibe los riachuelos San í(
Santa Inés, Porquera y Tamfi con otras fuentes de poca co
sideraciLin,
Cuerquia está situada en una breve esplanada, domina»
por dos cordilleras desprendidas de la principal de los And
anlioqueños, que para nuestra) intento hemos llainatlo
occidente* Las faldas de estas dos cordilleras son risc^eae,
como todo el resto del DisI rilo está recorrido par t«mlraluertes
numerosos, el aí^peclo geneial es inlinilamenle doblado y de
aspecto salvaje* Por efecto do esta estructura , el clima es
variado» intensamente frío en las cimas de las cordillerMf
templado en las alturas lntet*medías, y ardentísimo tm laa^
orillas del Cauca y Vegas det San Andrés. flH
Hacia la parte de occidente, se interpone ta cordillera i(ii^^
sopara las aguas de San Andrés de las del riachuelo Santa-
maría, el cual tiene su origen en territorio de Liborína,
entra luégu dividiendo ese distrito del de Babanalarga, ha^
perderse en el Cauca.
Allí
nles y dcüiírtialeB i
u mayor parto, los torre-
nos de eí*te Dií^trito son sumamonto l'eraccB; y düHdo que ho
ha dicho cutU es su fiaoiininía genornl, y desde quo se «cpn
cuál 08 6U situación geográfica, fácil será cnniprendor que sus
pmducciories naturales sean prodigiosamentG distintas.
El territorio de Cuerquia es sumamente rico en Ilíones y
aluviones auríferos* Sobre la cumbre de la cordillera principal,
t'ii los estribos subalternos y en el cauce íle los liirront^ji^, hay
velíisy depósitos que han sido elaborados en los tiempos pa*
sados, yque aún se elaboran. Nos parece (pie la riqueza nie*
táliea en San Andrés no ha sido atendida suíicientemente,
pues loa pocos establecimientos quo hay en el Distrito son
insigtiíflcantes.
La población no os muy aficionada al laboreo de las
Uiinaíi; gfista más do los irabajoR agrícnhis; y aunque estos
niiísitioíi fKS han hecho en reducida escala^ producen h} bastante
en loa gt^neros comunes de alimentación, y aun dejan un resi-
duo c<jn que se trafica en los distritos vecinos.
Aunque los terrenos y el clima sean favorables en dl-
vcT'ííJs puntos para el cultivo del cacao, del tabaco y del café,
^slaíí labores son allí ton rudimentarias que no merecen men*
ciOn especial.
Entre varios fenómenos geológicos que pueden llamar la
íitc»Bción del viajero, hay en el río San Andrés uno conocido
P<^p|og habitantes del país con el iionibre de El Holto inmenso,
feínosa cascada en que las aguas del río tlesclenden do un
modo cosí vertical, por un espacio do 300 metros^ desde una
toíiperatura fría en la aliara, hasta otra templada al pie*
E?!fa calurata es semejante á las que se pmsentañ en el curso
ú^ Ilíonesrro, en el Tajjartó, en ol Guadalupe y en mucbos
otn)« nos del Estado, y es también congénere de los vistosos
íwllas alpinos que el turista europeo contempla en sus viajes
[K»r las montañas helvéticas, y tiene cercana su rcsonímcia
|>fnloresca en el nacbuLdo denominado ChorrerajCn donde una
cdarata majestuosa nudo 100 metros de altura en su descenso.
l'iene San Andrés las siguientes fracciones : San Andrés»
— -21^2 —
primitiva publaciun; Toldas, con una capülita; Brujo y Cruces.
En cada una de estas fracciones liay un Inspector de policía,
quien obra Ijajo la inmediata vigilancia del Jefe municipal.
La mayor parte de los edificios de la cabecera del Distrito
son de tapias y tejas, y hay agua potable en abundancia. La
educación pública está medianamente atendida, y de ella ha-
brán de aprovecharse mayormente los liabitantes, á causa de
su carácter dócil y manso.
Población, 3/147 habitantes.— Latitud norte, 6'52'0\
— Loji^itud occidental, 1^-46' O", — Altura sobre el nivel del
mar, 588 metros. — Temperatura, 26° (1), — Límites : con-
fina al norte con Yarumal y Cáceres; al oriente con Yarumal;
al occidente con Huango, y al sur con Sabanalarga y Belmira-
Santa Rosa de Osos, — La importante ciudad de Santa
llosa de Osos, fué cabecera de cantón en tiempo de la extinguida
Nueva Granada, yes hoy capital del Departamento del Norte.
El conquistador Andrés de Valdivia, dicen las crónicas,
fué el descubridor de este gran territorio; mas nosotros nos
inclinamos á pensar t{uehay en esto algún error, puesliobledo,
muy anterior á Valdi\"ia, por niedicj de uno de sus tenienteíi
exploró parte de esa comarca.
Sea como fuere, al conquistador Valdivia siguió D. Gaspar
de liodas, y tanto uno como otro visitaron la meseta, comba-
tieron con los .indios» padecieron los rii^orcs del frío en las
alturas; y por liaber liallado en aquellos bosques de robleín
numerosas tn)pas de osos, dieron en llamar a todo el circuito
El valle de los Osos, y a la ciudad que mas tarde se fundó en
él, Santa Rosa do Osos.
Los indios que poblaban esta región, atreviílos y belicosos
resistieron al empuje de los españoles; mas por Un y término
quedaron sometidos al valor castellano, á la superioridad de
las armas v al diente carnicero tle los alanos.
(h Laiiliíü» iniigimd» altura > hMniinaiura ho t.^riMi-i^ial mui^ao Suu Ainlré»,
y no A Cufrquía,
- 2\2 -
Todo lo que piioflo llamarse puna de Santa Rosa do Osos,
alcanza una altura muy considerable, y su aspecto general,
c(m excepción del declive de las cordilleras que tocan al Dis-
Itrito, tiene la fisonomía de tierra yerma, triste y solitaria. Si
se pn^scinde de la ciudad misma, y de algunos otros pueblos
fundados en alternativas desmembraciones de territorio en
donde los vecinos llevan vida activa y social, el resto es silen*
cioso y melancólico ; las consientes de agua ruedan por más
órnenos profundas quiebras; el roble frondoso y oscuro forma
bosques de trecho en trecho; arbustos de gracioso aspecto so
preíKíntan á distancia; praderas reducidas esmaltan las orillas
de los arroyos; yerbas raquíticas cubren grandes espacios del
suelo; altas barranc^as indican el anterior laboreo de las minas ;
numerosas cañadas dibujan en complicada red el cauce de
reposados riachuelos, y las humildes casas del minero ó del
agricultor, se ven acá y allá sin arboledas, ein jardines, sin
Iiuertoa, y acompañadas á lo más por sementeras de maíz,
de arracachas y de papas ; pero en compensación el aire es
frío y tónica, el agua pura y reft'cscante, la atmósfera diáfana;
y como fenómeno análogo al que se observa en alta mar, las
liommatulinas sonde un efecto arrebatador, porqueentonccs
las alturas dominan un horizonte espléndido, como el que se
^e al levantarse del abismo el globo enrojecido del sol acom-
pafiadodelos apacibles cambiantes de la aurora. En las faldas
de esa gran mole montañosa, hacia el oriente y hacia el
í^<^rde8te, el paisaje varía, porque entonces la vida equinoccial,
estimulada por el calor, se viste do gala y se ofrece bulliciosa,
A principios del siglo xvín, algunos habitantes del valle de
Aburra tiraron para el lado de aquella hasta entonces soli-
'^ria comarca, con el lin de buscar oro. Lo primero en que se
^uparon fué en explorar el territorio de San Pedro; pasaron
'^t^goálos lados de lielmira, y contrajeron por último su
trabajo á beneficiar los lechos y playones de Riochico y Rio-
grande. Esta explotación fué de admirable riqueza en un
principio, sobre todoen Quebraditas, San Andrés, San Jacinto,
San Pedro, Entre-ríos ven lo que hoy es Azuero»
M i
^ 311 —
eiM
Halagados por la ganancia, siguieron los explorador
hacia el norte, y siempre con buen óxito fueron establecion(
omprosasá uno y otro lado, ha^ta llegar á las cercaníaa d
punto en quo hoy eetá la ciudad. Conseguido esto, fabricai
una ranchería en la parte sur do aquel punto, y eso cuaii
general» ocupado por empre«ariüB dintinguidos, se enríquec
bien pronto, estimulo nuevas empresas y atrajo al cirí
gran numero de luxbitantes*
Inmediato al caserío, quedaba un plano elevado en forn
de anfiteatro, y sobre ose plano agruparon habitacionest q
al fin, y ya para mediatlos del siglo anterior, presenlab
aspecto de ciudad. Esa ciudad puso su planta sobre un han
de oro, puos como tal so repula hoy el sitio en que está, y t
así es, quo para ponderar la riqueza de ese mineral, algul
ha dicho que se compromotería á edificar una ciudad igual
un punto señalado, á trueque de quo se le permitiese benefici
tal depósito.
Hasta entonces, entre otros ricos placeres se tral)aj
como de mas crédito los de San Josó y la Matica, en qui
extraía oro de alta ley, como lo es en general el que so ex ti
con el nombre de oro de barranca de Santa Rosa, Efectl^
mente, hay pocas cosas más bonitas para la vista que el c
de que tratamos, cuando se ve limpio y en cantidad quo lleg
al peso do algunas libras, J
Entre las perdonas que iban á fijarse en esta demarcan
mi acra, había algunas tle las do más cuenta en la Provine
yon su mayor pártese enriquecieron y se n)uÍtiplicaron. fi
descendientes honran hoy la ciudad de su nacimienlo
cuando por causa de la amenazadora pobreza de los mineral
6 por otros motivos, se han dispersado, el excedente ha id
otros pueblos del Estado y A otros Kslados de la U
llevando, por lo general, hábitos de trabajo y de virtud
A fines del siglo pasado, I)* José Mufloz esta
trabajos do minería en el sitio llamado la Trinidad, ira
quo fueron continuados por sus hijos. Este cmp
benefició minas de aluvión únicamente; pero más tarde
[ICl
j
deacendiontos explotaron riquÍHimaa vetas, y sin quo las
primeras ni las últimas so hayan agotado, hoy ol rendiniionto
metáliGo oa de menor significación • Deapiióa de haber descu-
bierto las minas de la Trinidad, nuevas investigaciones
condujeron al hallazgo do Cruces, San Ramón, San Francisco,
San Antonio» la Sopotrana etc., ctc, ricos hacinamientos
auríferos que han dado cuantiosas sumas á los propieta^
ríos.
La riqueza minera del Distrito c^tá desílorada en todo
lo relativo á operaciones do fácil ejecución ; pero eso no
quiere decir ([ue el oro es tu agolado, porque trabajando los
depósitos con medios poco adecuados y con instrumentos do
explotación imperfectos, los empresarios han tenido que
pasar por cima do grandes depósitos, dejándolos intactos,
A imiohos de esos sitios es imposible llevar agua corriente; y
comool agua oa la fuerza primorcüal en semejante clase de labo<
''es, todo trabajo posterior ha sido impraclicable. La industria
^^inora avanza hoy con asombrosa rapidez, y antes quo diga
'^ última palabra en materia do progreso, ya sus medios
'^^ibrán sido suücientos para sacar á luz los copiosos tesoros
de e^ste Distrito.
El territorio do los Osos es una puna do considerablo
^'turai como lo indicamos, y su mayor mole montañosa es
^"^^ misma» por cuanto está situada an la cordillera occi-
^^>^tal antioqueña. Los ribetes de esa meseta son cojas
^*^*l>íijadas, con excepción de una que otra elevación culminante
*^^itio San José, Morroazul etc. Verdad, que entro río y río,
^*í^chucloy riachueloj hay levantamientos do terreno quo dan
^Sura doblada al país; pero esas rugosidades alcanzan apenas
* P^e8enta^ á la vista como un remolino de colinas y de oteros
ficciosamente dispuestos»
La cordillera de San José ofrece dirección aproximada de
^>* á norte, mientras que la do Morroazul está al noroeste.
^ la primera, las cúspides más notables son San José,
^^íipitos, Juan Cabeza, San Isidro, Consola y Cara do Perro,
^'^ndo San José la más elevada^ pues mide 2,739 metros sobre
^ 216 —
el nivel dol mar. En Morroaziil las más avanxadas cimas se
la de su nombre, San Jerónimo y Horconquemado.
San José da nacimiento á numerosas fuontos,
engrosar el caudal de los ríos Tenche y Guadalupe.
Entre las corrientes de agua son las principales : Rio
grande, que naco en los llanos de Cuiba y Chocó, y sigue cor
dirección sur escasamente inclinada al oriente. Este vk
desagua en el de Medellín 6 Porce, casi enfrente de Porcito
y recibe por la derecha los riachuelos Quebradona y Cande
laria^ Por la izquierda, le entran Bramadora, San Francia^
Chocó, Santa Ana, La Muñoz, Orobajo, Paja, Juntas, Animas
Piedragorda y Chorrera, La primera fuente del Guadalup
está en la ciudad misma de Santa Rosa, pues el agua que lí
surte es la corriente originaL El Guadalupe está formad*
por los riachuelos San Antonio, San Juan, San José, Aguas
frías, Luis Brand, los cuales reunidos con el nombre de L¡
Trinidad, desaguan por la izquierda, agregando por^
mismo lado los raudales Cruces, Guanacas y Santa Bárbarti
mientras que por la derecha se le unen Guacamaya, Sai
Antonio, San Francisco, Cruces, Rionegrito, PontezueIa_
Piedragorda.
El río Minavieja nace en Vallecitos, corre al nc
y está formado por los riachuelos Cimitarra, Cuestas,
José, San Pedro y Retiro, y desagua en el Nechí despi
de juntarse con los ríos Pajarito, Cañaveral, San Pablo^
Tenche- V
El Minavieja, el Riogrande y el riachuelo CastrillcT
nacen en Tierraadentro, Vallecitos y Cuibá. En la parte cent
do ese circuito existe un curioso fenómeno que consiste enj
tÜvorcio de aguas, sumamente notable. El Riogrande y el
navieja van, el primero al sur y después al oriente, y el seguí
al norte, mientras que á poco más do 100 metros al occide
del primero, naco el Castrillón, que une sus aguas á laaj
Cauca, para mezclarlas con las de sus compañeros en la lío*
de Nechí, á muchos miriámetrofíde distancia.
Aunque lo que llevamos dicho sobre el suelo de
Dfetríto, presupone en la mayor parte de él pora feracidad,
no podemos seguir adelante sin manifestíir que por la faz
agrícola, el terntorio mejora día por día. En los tiempos do
la Colonia, el terreno se vendía á ínGmo precio y sus rendi-
mientos eran exiguos.
Hoy no sucede lo mismo; los predios aumentan do
valor, y si bien la meseta tiene grandes pedazos completa-
mente estériles, otros contiene niodianamentc productivos,
Fatigan su pensamiento los habitantes de la coniarca,
indagando la causa productora de este cambio, sin dar wn
ella; mientras que nosotros pensamos buenamente que el
hecho 80 explica con sencillez, diciendo que á medida que
íiumentanlas necesidades, rWobla el brío de los trabajadores,
y si no con perfección, cultivan mejor el campo.
Así, Santa Rosa produce en mayor ó menor abundancia
Jíiaíz, papas, frísoles, habas, arvejas, garbanzos, lentejas,
arracachas, achira^ coles, calabazas, naranjuelas, naranjas,
poinas, guamas, pepinos, piñuelas, uvas de árbol y de parra,
nortinos, curabas, granadillas, duraznos, manzanas, limones^
Zuacates, caña de azúcar, yucas, plátanos, pinas, corozos,
^ocos, papayas, uchuvas, higos, remolachas, rábanos, lecluigas
y* cn general, muchas hortalizas. La papa, enferma estos
étimos años, principia á dar abundantes cosechas, sin más
Providencia para mejorarla que la íle haber introducido
^^iHilla nueva de los Estados Unidos de América, remedio
*^^cil y eficaz, aplicable á muchos otros vegetales enfermos en
^^ actualidad.
Aun admitiendo que este Distrito so halle poco favorecido
l^^t* buenos terrenos de cultivo, si se atiende á que abraza
I^^co más ó menos 36 miriámetros cuadrados de superíicio, y
^ 4 que goza variadas temperaturas, desde la en que vegeta
^^pontáneamente el frailcjón, hasta en la que nac<í, crece y
^Uctifica el cacao, habrá razón para afirmar que en todo
^^inpo la comarca podrá mantener con holgura numerosa
f^^blación.
La minería fué y aun es la industria dominante del
laya, Luis SaiiM
nio^Guapitos, Cí
- 218 -
Distrito, y si bien al proaento solmlla ca docadoncia, se
rari para ella mojorea liompo.^.
Hay miiiaB de aluvión y do vota, y entro las primcríi
explotan los corros y las playas de los ríos y riaohueloa,;
las principales : Riogrando, Bramadora, Quobradona, C
gualo. Cucurucho, Cruces, Cuestas, Minavieja, Vallocn
Guadalupe, Rumazón, Santa Ana» Trinidad, Juan Cabl
Hoyo-rico, Luis Branfl, Han Juan» Matica, Vientofufl
Puonto do Piedra, Animas, San Josó, Guanacas, Muí
Orohajo, Angola, Aguasfrías, Remolino, San Lucas, Cl
Cortada, Rionegrito, Queliraditas, Aguadulce y Sabanas,
Los Rmmladí'roR están casi agotados. Las principi
votas son las siguientes : Trinidad*, Guacamay
Catuchí, Lui^ Brand, Sopetrana, San Antón
Martínez, San Felipe, Vargas, Yerbabuena, San Francii
San Ramón, Santa Rita, Cruces, Lema, Cangrejo, Gu^
quitas, Atajos, Vallocito, San Josó, Iloyonegro, Palma, i
Juan, Playa^rica, Albertina y Minavieja*
Tiene Santa Rosa dos fuentes saladas : la primera
el punto llamado Don Salvador, en donde hay un estaba
miento medianamente productivo, Ksta fuente os peligrq
porque en sus alrededores el salitre está envenenado \
alguna sustancia no examinada hasta hoy, y cuando
roses lo lamen, mueren. La segunda salina está situada coi
de la connuencía del Riograuíio con el Parco; predi
poca, poro excelente sal, y tanto de esta como de la prim
so abastece el Distrito, por lo menos para gran parte do su c<
sumo. La última fuente os termal, y su temperatura eleva
sima.
La industria pecuaria es medianamente atendida, y pi
ol mantenimionfo de los animales son suficientes las pradei
comunes y el estableci miento do dehesas de guinea,
para, do hromus y tk» poa, pastos introducidos en el curso
este ultimo siglo y cultivados con esmero en muchas par
del Estado,
La ciudad fie Ranta Rosa so ve desde las alturas que
— ^2\i\ -•
rodean, y por algunos lados, á gran distancia. Levantada
sobróla cúspide de un cerro, todo él aun'ícroj y circundada
do
habi-
por altos <lerrumbaderos, lo« tejados grises
ciünoa y BUS blancas paredes, ae diHtinguen ya oscuros, ya
lucientes, Santa Rosa es la vieja reina de la coniarca, asentada
«obre un trono de oro.
Las casas que componon esta ciudad son en general do
ínodesta apariencia, la mayor parte de ellas aseadas y bien
'dirigidas; las calles, tortuosas pero limpias ; la plaza,
í^Jí^gante y bien nivelada; el tcjnplo principal, auuíjuo no
ííHístico, lujoso y esmeradamente cuidado. Tiene la ciudad
poca, poro agradable y salutífera agua potable; su clima,
i%ido por la intensidad del frío, es sano, y el paisaje
qíio domina, si bien uniforme y triste, es bello en las mañanas
yon las tardes de verano. Sus calles principales son ; las
llfiinadas Real, Palo, Boquerun, Mutis, Cárcel, Guanteros,
I^iez, Caldas, Zea, Gcjnaní, Ronda, Jij*ardoty Quinta,
Desde la plaza de Santa Rosa so alcanzan á divisar on los
líaa claros, dirigiendo la vista al sur, las enormes montañas
levadas de Ruiz y Santa Isabel, circunstancia infalible para
'íííi^ar una buena orientación, puesto que así la vista recorro
^^^ arco del meridiano terrestre.
Tiene este Distrito las siguientes fracciones ; Tierra»
^^utro, en los nacimientos del líiograndc, aldea de pequeña
**"^ sideración, al occidente de la ciudad; Iioyn*rico,al éste do
^^ íTiisina y distante 5 kilómetros, lugar de peregrinación ;
-^1^1 ambo, á 2 1 ¡i kilómetros, polj re caserío en la ribera izquierda
^^* riachuelo San Juan; Quebraditas, ¿2 miriámetros, con
l^íipector de policía, limítrofe con Carolina y al levante de
*'^l\ta Rosa; Quebraditas (otro), caserío situado al occidente,
"^itacon Belmira; Cucurucho, al oeste; Guanacas, al nor-
uft%tQ^ en donde liay depósitos de amianto, y Popal, Caruquia,
^^ Chorrera, Riogrande, Santa Gertrudis, Orobajo, San
j^^éy Las Animas, San Pedro, La Veta, ríionegrito y Mi-
avieja ó Vallecitos, reducidos caseríos todos ellos.
El santarosano os pacífico, reílexivo, c-autoloso, pero su*
1
^
220
mamonto trabajador. Estos antioqiicñoa son creyentes, tiene
gran cariño por la tierra natalj son apasionados por la ina
ti*ucción, y tanto que hay pocos que no sepan leer y escribir
Santa Rosa es patria de D, Manuel Barrientos, progre
sista empresario y respetable patriarca antioqueño, y de
Dr. Pedro J. Berrío, magistrado íntegro y célebre Gobernado
del Estado,
Población, 10.059 habitantes.— Latitud norte, 6" 30' 0/'^
Longitud occidental, 1** 31' 2'^ — Altura sobre el nivel del mar
2.610 metros. — Temperalura, 15". — Límites : confina al nort
con Yarumal, Angostura y Carolina; al oriente con parte d
Carolina, Barbosa y Santo Domingo ; al occidente con Bclmi
y al sur con Entre-ríos y Azuero.
YarumaL — El territorio perteneciente á lo que es Iioy i
distrito de Yarunial, hacía parte, al tiempo déla Conquista, di
más extenso todavía ocupado por numerosas parcialidades d
indios nutabes, de los que combatieron con feroz encarnizi
miento contra D. Andrés de Valdivia y sus compañeros, hast
conseguir el exterminio de la mayor parte de ellos, incli
yendo al caudillo, como lo narramos en este libro. Toda eá
sección de la Provincia quedaba comprendida en el ái
guio formado por los ríos Cauca y Nechí, y aun en sentir d
algunos se prolongaba por el oriente hasta las márgenes d*
Porce. Do esta manern, la mesa de Santa Rosa, San Pedro
Behniraj con los vallccitos de Angostura, Anorí, Zea yC
lina, correspondían á la misma demarcación.
Sea cual fuere la verdad de lo anteriormente expuí
siempre queda como evidente que esta dilatada región p^
maneció después do la Conquista, inexplorada, selvática, lie
de lieras, serpientes, ricos minerales, y en ün, de todos
elementos primitivos correspondientes a su naturaleza vir
La sola parte (jue, corriendo el tiempo, llamó la atenció
comenzó a ser poblada en el curso del siglo anterior, fuó
conocida hasta hoy con el nombre de Valle de los Osos.
Después del aislamiento secular en que quedaron
a
2
— ;>;?1 —
^^^^ffios pertenecientes hoy al distrito de Yariuna!, ac(jíiteció
^ que D. Joaquín Barrientos y D, Plácido Misas deniinciaroii
el afto de 1780, en calidad de realengos, gran parte de
esos terrenos ; mas comoquiera que veinte años antes, D. An-
tonio de la Quintana hubiese hecho una denuncia semejante,
relativa á tierras vecinas, originóse un pleito que al fin
quedó decidido por el noml>ramiento de comisionados para re*
^_ conocer, medir y repartir terrenos. D. Francisco Lconín de
^P Estrada, D. Joaquín de líetancourt y IJ. Ignacio Alvarez fue-
H ron los comisionados en 1781 para hacer las respectivas
f ítóignaciones. Parece ser que los repartidores se situaron en
el punto denominado Vallccitos, y que eligieron por unidad
de medida lo que en aquel tiempo llamaban una estancia*
Coííiponíase cada estancia de 30 cabuyas de largo y de 15 de
^íicho, y cada cabuya de 60 varas.
Hecha la medida y la distribución, se procedió a remato,
l^edandocomo consecuencia de él propietarios de mayor impor-
t^í^cia Misas y Bárdenlos, a quienes tocó en lotes Vallecitos,
ICuibáy YarumaK Los herederos del Sr. de la Quintana se
confonnaron con los sobrantes, quoasíy todo eran bastantes
P^2i hacer muchas fundaciones.
Expedido título de fundación en uno de los años com-
Pendidos entre 1781 y 1786, el visitador general 1). Antonio
Mon y Velarde dio orden, en el último año mencionado, para
^^tablecer pueblo en Yarumal, Fundóse el Visitador, para tal
P**Q Videncia, en las favorables condiciones de la localidad : ^a^an
^^^cidad en el suelo, abundancia de maderas, aluviones y
^'^noros auríferos y clima benigno en su mayor parte, fueron
^ ^>^o para tan prudente y acertado mandato. El nuevo pueblo
^^bí^ llamarse San Luis de Góngora,
El mismo año en que expidió la orden á que nos referimos,
^r. Mon y Velarde nombro como alcalde, juez pedáneo de
^í'Umal, á D- Francisco Leonín de Estrada, á quien no se dio
P^^iesión de su destino sino hasta el año siguiente.
Es curioso el juramento que prestó el Sr. Estrada ante
^* Pedro Rodríguez de Zea, padre de D, Francisco Antonio,
1
teniente dü provincia y aclministradnr do la Itonl Hacienda,
tiempo de entraron bus funciones. Prometió fomenlarel nuo\
establecimiento, solicitando por todos loa medios posible»
que prontamente se verificara la población; haoor edílicaí
las casas á nivel, de manera quo no desmintiesen una d^
otra y produjesen en su conjunto belleza y hermosura; admí-'"
nistrar justicia a las pairtes con igualdad, según las dlwpej
sieiones reales; amparar pobres, luiérfanos y viudas; deaterrallj
la ociosidad; castigar los pecados inihllcos con severidad
rectitud; defender su jurisdicción sin excederse de los límit
legales; procurar á la mayor brevedad y por meílíoíi giiavc3|
el fomento de la agricultura, especialmente la del trigo; pH
ceder con rigor en caso de relieldfa; solicitar cuanto antes ti
apertura de un puerto ofrecido etc.,.etc,
Al entrar en las faenas propias del tiueVo cstablecímfento/
lo8 colonos padecieron no pocas calamidades causadas por la
escasez de víveres. En este punto en que hoy la abundancia ;
la holgura, la comodidad y aun el ornato salen al encuentr
de todas las necesidades individuales, por aquella época
almud de maíz valía do?5 castellanos de oro, la ai'rotiade paneM
se vendía al mismo precio» y la alimentacióíi mas comims
sacaba de la miel de abejas recogida en el tronco de los árbok
y de una especie de calabaza llamada Vitoria por los antlÉ
quellos.
Las primeras vías de comunicación aliierlas con gran conH
por los vecinos de Yarumal, fueron : las que conducen A laí
ciutlades de Santa Uosa y Caceres, y la vereda tpic por entonce
80 seguía para ir al puerto tle Espíritu Santo*
El primer cura de la parroquia fué nombrado en IHOO y
duró hasta 1803; el segunda fuó el Dr. D. Lucio de Villa|
y en 18"3t ocupó ese ministerio el Dr, II Josó Antonio Palack
Isa/a, ([uicn permaneció en él hasta el año de 1H.Í5, Era
Sr, I^alacio sacerdííte tle aitu mérílo, do eximias vlrludc
de ardiente caridad, y muy activo en la ejecución de oper
ciones propias para el ilesenvolmicnto progresivo, materíalJ
intelectual y moral de sus feligreses. Con una gran parte di
— m —
bucaudali ¡nipucjíita á iiiúdico ¡ntorótí| alimentaba y vestía a
loís pobres de su parroquia.
Cuando ou 1794 los sefiorcs Barrientos y Misas fuoron
pucátos en posesión de sus terrüiiosá, contaba ya San Luís do
Oóngora oon 1 '20 familia?^ pobladoras. Esas familias, do raza
caucásica, oran procedentes de Mcdellín, Envigado, Rione^ro,
Marinilla y Barbosa, y sus ramales son en su mayor parto
los mismos quo hoy perpetúan sus apellidos y sus buenas
coíitumbres. En pocos lugares hemos visto, tanto como en
Yaruinal, el tipo verdadero de la antigua honi-adez cas-
tellana.
D* Pedro Euse, do origen francés, fué mandado por el
rey de España, U. Carlos IV, en calidad de médico do e^íta colo-
nia, bicho señor casó en Santa liosa con D"^ Tojuasa Maclas,
^l^t leu por haber quedado viuda se unió en segundas nupcias
t-'Otí D* Plácido Misas, gallego de origen.
Yarumal progresó lentamente en los primeros año», no
tíbistante la abundancia do medios y la sanidad del clima. De
^Igun tiempo á esla liarte, se levanta y engrandece do un
nit"*clu rápido y admirable ; si bien el espíritu de emigración
<lc ^U8 liljos, muclios do los cuales se han trasladado á Cruces,
á Cdndová y á otros lugares para lijarse definitivamente en
ellosj y el abandono que de su tierra natíil han hecho opulentos
^'^Pttaltstas para radicarse en Medeltín y Bogotá, lian sido
*^^^**a para detener el natural desenvolvimiento de esta región
prix'ilegiada. En cambio,, el trabajo inincrn, las labores agrí-
í^^jIsab, el incremento del comercio y la creación de importantes
incl%4i^lj4^3^ cutre las cuales la pecuaria ^a á la vanguardia,
itiif:^ian una era de opulencia para esta localidad.
A medida que la riqueza pública toma incremento, piensan
loa Vecinos en medios prácticos de ornamentación para dar
lustro y brillo á ia ciudad.
El templo que actualmente 8c esta construyendo bajo
^^ inteligente dirección del Br* Jusé María Zapata, hábil
í^^'^iuilccto, será capaz de dar honra á eso progr esivo grupo
^l<*aulloqueño3, por eu magnitud, elegancia y exquisito gusto
2*24
1
artístico. Desde e! atrio de este famoso tcmijlo, elevado sol
el nivel de la plaza, se disfruta de una excelente y adin
vista. Las curvas de las cordiHeras, los pingües y bien mante-
nidos cortijos, el curso vario de las corrientes de agua^ la
pureza de un cielo constantemente diáfano y azul en loa
veranos, y siempre benigno y propicio para la salud, haccnág
residencia en aquel punto, agraílable y entretenida ™
Tiene la cal>ecera del Distrito 8¿9 casan, do tapl
y tejas unas y pajizas otras ; y como en lo que se entiem
por marco de la población, hay una extensión basta
para recibir cuatro casas por cada manzana, se conipñ
derá que los 10:005 habitantes que actualmente la ocupafT^
viven holgadamente y con un sobrante de terreno pal
cuadruplicar ó quintuplicar el número de sus vecinos. E
población j observada desde el alto deBuenavista, asume, a pesar
de lo quebrado del suelo, caracteres de belleza especial positiva
y halagadora; mas tan peculiar en su especie, que no hallamos
en este momento ejemplo para compararla. Las calles es'
cortadas en ángulo recto; pero aunque su fundador D, Fr
cisco Leo ni n de Estrada asegurase en el acta de fundac
que el pueblo iba á ser construido en un ameno y descans;
valle, es lo cierto que las calles son quebradas por las sinu*
dades del terreno. Los edificios ocupan niveles diferent
según suposición; las techumbres se elevan a diversas alturj
y, aunque trepando y descendiendo, se transita con algu
facilidad por las diversas vías, corregidas como están por
terraplenes y banifueos ejecutados por los vecinos con opoiv
tunidad y esmero. El agua potable es do excelente calld
sumamente abundante, y hay una hermosa fuente pública
el centro de la plaza.
Separándonos un momento de la descripción de la cabeo
del Distrito, para entrar en consideraciones generales sobre
territorio, principiaremos por decir que desde la desem
cadura del Oro en el Cauca, hasta el riachuelo de Santa B¡
bara, límite con Cáccres, mide 4 miriánietros poco máa
menos, y que de la cañada de la Piedra, límite con Sa
Rosa, hasta el mismo alto de Santa Bárbara, su extensión es de
6 mírlame tros.
Toda la parte comprendida en la anterior demarcación,
exceptuando los llanos de Cuibá y algunos valles de reducido
tamaño, es esencialmente montañosa. La cordillera de San
Miguel, que, como lo hemos dicho, viene á ser luego la occi-
dental de los Andes autiotiueños, entra por la parte sur del
Distinto, coalinúa, y luego va á espirar hacia el norte- Todos
los terrenos que quedan en las partes altas de esta cordillera
y en las elevadas cimas do sus ramificaciones, son de tempe-
ramento frío, y tan frío, que en los Manos de Cuibá, inter-
mediarios entre Santa liosa y Yarumal, vegeta el frailejón,
habitador solitario de los páramos. En las pendientes mon-
tañosas el clima es templado, y ardiente en demasía en la
profundidad de los valles.
En el punto denominado Buenavista, se desprende de la
cordillera principal, y gira hacia el norte, un contrafuerte que
foma los Altos del Tabaco y Malabrigo, dividiendo las aguas
M NeC'hí de las del río Pajarito. En el mismo punto llamado
Pajarito, nace un estribo que, además de servir de límite al
liííalrito de Angostura, separa las aguas de Santa Rita de las
del río últimamente mencionado. Se hallan en este estribo los
altos de Tetón y del Olivo. En el sitio llamado Candelaria, la
Wdillera arroja una ramiíicación en dirección nor-nüroeste,
interpuesta entre las aguas de San Andrés y Socavones. En
esta ramilicación está el alto de Quitagorra, líjiiite entre Yaru-
^^lySan Andrés, y el más elevado que hay en el Distrito. En
Quitagorra se forma otro contrafuerte que separa las aguas
del San Antonio de las de la Esmeralda y Lejía, teniendo como
punto culminante el alto de Socavones, para ir á terminar en el
puerto de Espíritu Santo.
La masa principal de la cordillera que abandonamos en
Ondelaria, para seguir una de sus ramificaciones, eleva su
dorso á grande altura en Santa Isabel, San Juan, Buena-
vístai la Hundida y San Fermín, de donde se desprende otro
i*amal para dar nacimiento al alto de! Nevado y terminar en
ib
— 22G —
4
Valdivia; mientras que la cordillera principal, siguiendo la
dirección indicada, forma el alto de Santa Bárbara, límite con
el distrito de Gáceres. En el alto de la Hundida se desprendo
un estribo que lleva dirección oriental, pasa por cerca de la
población, forma el morro que la domina, el alto de la Paila, y
muere en Nec!u', abajo do Campaniento.
La hondonada ó valle del Ncclií está formada por ramiza
cacionea que se desprenden de la cordillera occidental
en toda la parte de esta hondonada que pertenece á Yarumal,
hay ricas y pintorescas dehesas bien surtidas de ganados,
pues el terreno, aunque frío, produce excelentes pastos. A la
izt|uierda del río que corre por su centro, pero siempre en la
hoya, se halla la Iiondonada parcial de Santa Juana, vallecito
estrecho, fértil y apacible. En el mismo caso están el de
Yarumalito y el de Espíritu Santo, de temperatura inferior,
pero siempre apropiados para la industria pecuaria.
En la parte baja del Distrito, hacia el Cauca, el clima so
templa, y el suelo produce plátanos, yuca, caña de azúcar,
cacao y otros frutos tn>picales. La hondonada del Rosario,
formada por la cordillera principal y por im ramal de ella que
nace en el alto de la Hundida, y que separa las aguas del
Rosario y Medialuna de las de los ríos San José y San Julián,
contiene también suelo propio ])ara la agricultura y la gana-
dería.
El río Cauca pertenece á este Distrito desde el punto
llamado Pescadero basta el derrumbadero de Irirá, h'mitc coa
Cáceres, y recibe por la deredia los ríos San Andrés, Espíri
Santo, y los riachuelos Valdivia, Chirí y el Pescado.
El río Yarumal, Cañaveral en su parte alta y
en su parte baja, tiene su origen en lus llanos de Cuihá, y e
formado por los riachuelos Candelaria, Santa Isabel, elTanib
Chuscal y el torrente de la cañada de la Piedra.
Desciende esto río do sur á norte hasta enfrente de la
blación de Yarumal; tuerce luego delinitivarncnteal éste en
punto en que se une con la quebt atla de Yarumalito, y 8ig
a&í hasta donde recibe las aguas del río Dulores ; do allí
leíanle toma sensiblemente la dirección nordeste hasta
frente á Morropelon, donde forma im semicírculo y vuelve sus
aguas liacia el occidente, faldeando dicho morro y torciendo
luego hacia el norte hasta el punto en donde recibe las aguas
del torrente Medialuna. En adelante, hasta la Concepción, su
cui*so es nordeste para liacerso luego oriental y unirse con
el Purce ó Medelh'n, junto con el cual, y con el nombre de
Nechí, lleva su caudal al Cauca liasta el sitio llamado Bocas
de >ícchí,
Al río Espíritu Santo, que nace en Cuibá y sigue en di-
rección noroeste hasta su confluencia con el Cauca, en el punto
denominado Puerto de Espíritu Santo, le afluyen por la dere-
cha. : los torrentes Salto, Manizales, San Isidro, la Mína-
los riachuelos de la Hundida, San líoquc, San Migue!, San
Epifaiiio, la Tebaida, la Esperanza, Ftemolino, Cadenas y el
del Oro, ijue recil>e el de San Pablo; y por la izquierda, los
riachuelos San Antonio, Santo Tomas, San Nicolás, Aguiares,
SíXi^ Bernardo, San Vicente^ Macanal, Socavones, Ceniza,
Cañaveral, Cristalina y la Honda,
El San Andrés nace en el alto de Santa María en el pá-
i^^iTiO de Belmira, se dirige sensiblemente al noroeste y lleva
sus aguas al Cauca en oí punto denominado Pescadero, Hccibc
P*^^ la derecha, pet*tenecientes al diíjtrito de Yarumal, las
í^SUas de los riachuelos Lejía^ que so une al Ochalí, y las del
f*^ví. El Oclialí nace en Socavón es.
El riacliuelo Valdivia lleva dirección general de sur
^ ^orte, nace en la cordillera principal en territorio fie este
Distrito, y desagua en el Cauca en el puerto ile Valdivia y en
Jurisdicción de Caceres. Por la derecha recibe sólo el torrente
Chorrosblancos, y por la izquierda, las aguas de los arroyos
^l Nevado, Ciénaga, Frisolera y San Fermín.
El riachuelo del Rosario, fpie es el mismo Medialuna,
^^ un los altos de la Hundida y lleva dirección general
^^ Bur á norte hasta frente al alto de Santa Bárbara, donde
Pí^pecc tropezar con la cordillera principal, y retrocede Ibr-
'Híindo un semicírculo de norte á sur, hasta su unión con el
— 22S —
Nechí, Le eiLlran por la dereclia los riachuelos San Felipe,
Santa Bárbara y Pietlrasblancas. Por la izquierda le afluyen
aguas de otro distrito. También se denomina este riachuelo
Piedragorda, en alguna extensión de su curso.
Por último, los ríos San José y San Julián nacen detrás
del morro que domina la población, y llevan siks aguas al
Nechi, cu jurisdicción de Campamento. El primero recibe perla
izquierda el torrente Malpaso ; y el segundo, por la derecha, el
arroyo de la Paloma y los torrentes de la Trinidad, las F*almas
y la Honda ; por la izquierda, el de Anime.
Aunque los hijos dcYarumal sean más que lodo ganadei'O^
y agricultores» se les nota mucho interés y aim entusiasmo por
la minería. Los minerales del Nechí en su parte alta son gene-
ralmente pobres, y el metal que producen es de baja ley; los del
Espíritu Santo, menos pobres y con oro mejor aquilatado; los
del Rosario son ricos, y los de Valdivia y Medialuna muy bien
reputados por su riqueza y por lo alto de su ley. Solamente
se trabajan en este Distrito dos minas de veta, la Esmeralda y
la Hundida. Hay, sin embargo, formaciones minerales en abun-
dancia.
Como regla general, se puede decir que en todo el
Estado de Antíoquia, la agricultura se baila en lamentable
atraso. La seculai" rutina de los españoles sigue como fué in-
troducida; el espíritu rehacio de los liábitos primitivos impide
la introducción de nuevos instrumentos de labor; la antigua y
mezquina reja tirada lentamente por los bueyes en los terrenos
planos, y la débil azada de los conquistadores, remueven ape-
nas la superficie del suelo; la aplicación de los abonos es des-
conocida; laaclimataciun de las plantas útiles, ignorada; yes
sóloá impulsos de un ímprobo Iraliajo material, conioel hombiHS
do estas regiones ol)tiene los medios indispensables pai^a man-
tener una existencia modesta, y en cierta manera patriarcaL
Sin los productos multiplicados que crea el arte, y sin vías de
comunicación para exportarlos, el antioqueño apenas gana
para vivir: nada le sobra para la exportación; paga coa el oro
de sus veneros y aluviones las mercaderías extranjeras, y no
— 229 —
übtieiie riqueza sobrante que pueda emplear en asuntos do
ornato.
Si Yarumal tuviese un buen camino que facilitara su
trilico con el río Cauca hasta las cercanías de Cáceres, multi-
plicaría sus riquezas de un modo portentoso y ascendería en
b escala de la civilización con notable rapidez : tal es el vigor
y el aliento laborioso desús hijos, pertenecientes casi todos á
la raza e-aucásica mezclada en proporciones felices con la i^aza
indígena^ y tinturada con la etiópica para darle caracteres de
sólida energía y de robusta inteligencia.
Se puede estudiar en el territorio de este Distrito, mucho
bueno y curioso en relación con fenómenos naturales. Men-
cionaremos sólo el puente de piedra formado por el Nechí
en la fracción de este nombre : en él, el río se pierde en pro-
fundísimas cavernas formadas por grandes pedernales , y
r^cy)rre una extensión de más de 8ÜÜ metros ; y esto en manera
tal, que colocado el observador sobre dicho puente, no oye
dmásíeve rxunor, ni indicio aJi^uno de que por debajo de sus
picíí pasen las aguas atormentadas del río.
El puente de Yarumalito, formado cerca de la población
portas aguas del riachuelo de su nombre y por grandes rocas,
Riíde por lo menos 2Un metros de extensión ; y estos fenó-
íiieno^ geológicos abundan mucho, en mayor ó menor escala,
en toílo el territorio del Distrito, por ser esta clase ele forma-
nones casi típicas en YarumaL
Hay una bella cascada do regular elevación, vistosa y ele-
K^níe en el riachuelo de San Roque, aíluentc del río Espíritu
^anto, y por fin otra menos elevada, pero no menos curiosa^
aneldo San Felipe, el cual vierte sus aguas en el Medialuna.
Población, 10,005 habitantes. — Latitud norte, 5M9'4U".
^ Lüíigitud occidental, r33'35'\ — Altura sobre el nivel del
ínar, 2,276 metros. —Temperatura, 17^, — Límites : canfina
al norte con Cáceres ; al oriente con parte de Anorí, Campa-
ínenlo, Angostura y Santa Rosa; al occidente con Ituangoy
San Andrés, y al sur con Bel mira y Santa Rosa.
— 230 —
Zea. — Desde que el Gobernador Rodas fundó la ciudad
de Zaragoza, en el último cuarto de! siglo xvi, el país de Zea
quedó entrevisto , y su riqueza en loís tres reinos de la natu-
raleza, bastante clara y recomendable para llamar pri-
mero la atención de los conquistadores, y después la de los
colonos.
En las crónicas del tiempo vemos el río Nechí cali-
ficado con el pomposo nombre de Pactólo americano; y algo
debió de haber sumamente halagiieno en su cauce, porque
sabemos que á mediados del siglo que siguió á su descubri-
miento, el gobierno de la Madre Patria nombró al gran inge-
niero y Gobernador D. Alonso Turrillo de Yebra para canali-
zarlo y beneíiciar de preferencia la ponderada mina del Char*
cón^ trabajada boy por la Compañía Minera de Antioquia.
La operación encargada al español no era de fácil
desc.npeño, porque en aquella ópoca los arbitrios de los
pobladores eran exiguos, los agentes naturales casi insupc-
rabies, las enfermedades frecuentes y mortales, y el aspecto
del territorio se presentaba con tu Jos sus aterradores atribuios.
El intento de explotación no tuvo bucnéxitojaempresafué
abandonada; y aquel circuito selvático y montañoso continuó
por mucho tiempo abrigado por su antiguo manto de soledad
y misterio.
Fundado más tardo el pueblo de Anorí, desíloividos i^u»
ricos mineraleSj y ansiosos muchos de sus habitantes .do ir en
indagación de nuevos tesoros, tiraron para ese lado, trasmon-
taron aquellas cordilleras, exploraron aquellos bosques,
catearon aquellos ríos y reconocieron la comarca.
Dícese que en cierta ocasión, andando un grupo de olios á
caza de animales, dieron con un oso que, para defenderse de
los ataques que le dirigían, so abrigó en una cueva. Uno de los
cazadores llevaba un diestro perro que respondía al nombre
de mochoj por faltarle una oreja. El dueño, ufano ooa
el hallazgo de la fiera, animaba al perro y gritalia : Ataca
mocho ; y repetía la orden. El oso fue muerto por los cazadores,
y de la frase, ataca mocho, alterada por la sustracción de la
— m —
a inicial, hicieron el nombre de Tacamocha^ con que nuestros
antecesores, poco hábiles en hi formación ele palabras, bauti-
zaron este Distrito que lleva hoy el apellido de uno d© nuestros
más esclarecidos patricios.
El distrito do Zea es de los más opulentos y promete-
dores del Estado de Antioquia, por cuanto basta él pueden
venir desde la costa atlántica, por fácil navegación, poderosos
buciues de vapor. Además, Zea es como una especie de recep-
táculo mineral formado por cataclismos neptunianos, y por la
acoión normal de las corrientes acuáticas que arrastran pepitas,
granos y pajuelas auríferas de sur á norte para buscar su nivel
in rcrior.
La cabecera del Distrito está situada sobre la muy reba-
jada ceja que separa las aguas del arroyo Limón, de las del
Hvxecoy San Agustín, las cuales forman el río Tenchc, que á
9U. vez desemboca en el Nccbí, más arriba del sitio denominado
las Dos Bocas, 6 sea su punto de unión con el Porce,
El caserío de Zea es todavía de poca importancia: sus edi-
ficíios son de modesta apariencia, y su vínica calle, desigual.
El bosque virgen está muy cercatio á ella; mas á pesar de estas
desventajas topográficas, la vida doméstica de sus vecinos es
fácil y hasta cierto punto cómoda, porque los moradores son
Pí^cíücos, serviciales y caritativos. lícducidas praderas para
"^^ntcner en ellas algunas vacas, es lo solo que esclarece un
poco el paisaje, porque el resto ofrece, casi en todo, su aspecto
pt^Unitivo.
No se hallan en este Distrito grandes planicies, el territorio
^ doblado, y las cordilleras que hemos visto esbeltas y arro-
gantes en el centro de Antioquifl, semuest^mn allí rebajadas.
P^t* entre c^eja y ceja serpentean nimicrosos torrentes solire el
P^íiíío inferior de las quebradas, dando lugar á un dédalo ¡níi«
ftitodc hondonadas. Las más elevadas cumbres que sobresalen
^ la circunscripción de Zea, son las que separan las aguas
del río Tenchc de las del Anorí, y las que están situadas entre
el primero de ellos y el Porce. La dirección general de estas
ínontañas es de sur á norte, la misma que llevan en lo general
— 232 —
las aguas que hemos mencionado, y además los riachuelos que
entran al Nechí.
Los pocos valleá de Zea que merezcan tal nombre, son
las vegas del riachuelo Pencado cerca de su desembocadura er
el Nechi\ y la de Quebradoiia ó líatíllo. Eii estas vegas ha)
dos cortijos bastante grandes, para la ceba y cría de gauadc
vacuno. Hay también planicies de alguna consideración sobre
las márgenes del raudal llamado Juanico, y sobre el Nechí,j
cercanas á las minas del Charcón, San B^nito^ Támara
Matona, Las praderas para la industria pecuaria, eslableci-|
das en Usura y Lijnun, son mcílianamente amplias y estái;
colocadas sobre tei^^eno inontafiosü.
I Como alturas principales del Distrito, podemos citar :
alto Capotal; el de Cruces; el de la Gallina, entre Ci*uces
Zea; el de Palogordo, entre el Limón y ei Tcnche; la cor
díUera de Usura, entre el riachuelo de este nombre y
Tenche; y el alio del Pescado, entre el Tenchc y Tona.
Los ríos principales de Zea son : e! Porce y el Nechí, cntr^i
los cuales esta comprendido el Distrito. El Porce corre coni^|
5 miriámetros en territorio de Zea, desde la unión del Socorro
hasta las Dos Bocas, y el Nechí como 4 miriámetros, desdaH
las Dos Bocas, aguas arrilja, hasta sn límite con Anurí.n
El río de este üUíinu nombre corre por una cxteusióíi
igual al anterior, desde el puente de Bolívar hasta su
desembocadura en el Neclu'. El río Tenche tiene una
longitud aproximada de 2 1/2 miriámetros, y de 2 el riachuelo
Tona,
E! Anoi'í acrece el caudal de sus aguas con las qiiu {k
la izquierda le tributan los riachuelos Carmen, Cruces, Que
liradona/Tiroteos ó Usura, y por el lado derecho c-on las
Concepción y Tirana; el Nechí am las del Moreno, Auslrahu
yCachorá; el Porce, por la banda izquierda, con las dele
torrentes Santa Bárbara, Colorados, Uivcra, Arenal, Troje
Niantra, Caracx>lí, Palo, Pena, llermitano y Aguacates;
Tenclie, por la baiida izfiuierda, con las de los ai*royc
Limón, Baraiuhllas y Santa Lucía, y por el lado derecho^
233
na^cii, Quebradona y Cañadaliünda, De éstos, sola-
mente Quebradona merece el calificativo de riacluielo.
Casi todo el territorio de Zea goza de feracidarl rela-
tív'a; pero como el trabajo preferente de los vecinos es aplicada
á la mineríai la agricultura está Bumamente atrasada y sus
produccioiies son de poca consideración. Apenas se cultivad
ma."íz de trecho en trecho y en reducida escala, y solamente
vT\ tjiioii otro establecimiento minero se ven al-j^uiias planta-
ciones de plátano, yuca y caña de azúcar. El salario de cada
poíjn no baja de nueve reales; y esto por la sencilla razón de
quLcuu jornalero común empleado en lo que llaman inazauíO'
t'^'oar, traljajü ínfimo de exploLación aurífera, obtiene aveces
uiaasuma doble en uro, como producto de su faena diaria. Por
1^ dicho, y por ser la industiia jninera la principal del Distrito,
hoL^' nec-esidad de introducir los víveres de otros puntos,
^^I^ccialmentc de Campamento, Angostura, Yarumal y
sa- batías de Ayapel. Si las tareas agrícolas fuesen más aten-
^liclas, los rendimientos serían considerables, porque el a!go-
^'í'^n, el orellana, el cacao, el tabaco, la achirílla, el añil y otros
li'tj. tos intertropicales, tanto délos climas templados como de
lo^ abrasadores, se darían ventajosamente.
La vegetación genrral tiene la magnificencia propia de
'^ Xona Tórrida, señaladamente en el Porce y en el Nechí.
Tocjo el suelo, con pocas excepciones, esta cubierto por una
"^- Usa selva compuesta de especies botánicas análogas á las
^I^ití heínos enumerado al tratar de Remedios, en donde la
llO:i*a es tan variada y caprichosa. En pocas partes de la América
^Iviinoccial se ven árboles tan corpulentos como en Zea : el
'^^tKitillo descuella sobre todos por su arrogante corpulencia.
Al hablar de muchos distritos, hemos mencionado, sin
eritraren largos pormenores, algunas de las especies vegetales
*l*^c llaman la atención por sus propiedades esenciales y por
^^ aplicación a la industria. Llegados á este punto, queremos
^i* un poco más explícitos, tanto para llenar un vacío, cuanto
P^ra tratar de dar a conocer más á fondo las producciones na tu-
lles con que cuenta el Estado.
^ 234 —
El perillo es árbol de tronco grueso y elevado, y
tiene eo su corteza uii jugo lechoso muy abundante y parecido
al caucho* Este jugo lo toman algunos mezclado con la,
mazamorra de maíz, caso en que reemplaza la leche de vaGÍ^|
y otros lo administran como medicamento para combatir cier*
tas enfermedades del hígado* Cuando este producto esta sccq^d
tiene el aspecto de la goma laca y arde con luz clara y viva ; e^^
soluble en el espíritu de trementina y forma can él un barniz
secante, que si bien no tiene la ventaja de ser trasparente, sí
puede aplicarse á distintos usos industriales. Cuando esta leche
eslá recientemente extraída, se coagula al momento agre-
gándole un poco de alcohol, y hervida ligeramente en ag
de cal, se cunvierte en masas propias para la exportació;
Calentada se ablanda, y no sería imposible el que por s
propiedades especiales reemplazara á la gutapercha. El peril
abunda muclio en estaparte de Antioquia, y se podría extraer
gran cantidad de su jugo, si entrara en las operaciones
mercantiles*
El sande ó árbol-vaca es también sumamente curioso
importante, y, como el perillu, produce gran cantidad de jugo i
lechoso, potable, azucarado y tenido por medicinal en alkéH
grado para combatir tumores fríos y enfermedades del bazo.
El punte contiene en su madera y corteza al menos un
odio jjur ciento de tanino, capaz, por lo mismo, de reemplazar
la nuez de agallasen la prqiaracíón de la tinta do escribir, y
de servir de mordiente en la fabricación de telas y en el
curtimiento de pieles. Los habitantes de Zea y Zaragoza no
lo emplean sino para estacas en la construcción de sus hal)ita-
ciones, ó para columnas en los acueductos aéreos que cons*
trujen para conducir agua á las minas, por cima de las
hondonadas que se presentan al paso. Esta madera es inco*
rruptible, tcuilo metida en tierra como expuesta á lainílucncia
del sol, del agua y otros elementos ambientes. Muchas pie;
do punte de las que sirvieron á los españoles hace más de cii
años para trabajos de minería, están hoy en uso en loscista'
blecimientos de la Esperanza y las Dos Bocas,
— 235 —
El fí\^sno, de grande altura, produce en abundancia un
hermoso y limpio aceite medicinal, propio para combatir las
afecciones reumatismales y las neuralgias, y se emplea también
ea el alumbrado.
El maquimaqui es árbol corpulento, de corteza y leño
sumamente amargos, y de una acción tan insoportable que
ia dispone el organismo a su solo contacto*
El piedro es muy semejante al puntCj y c^mo él inco-
maptible.
El caracoíí suministra madera durable y adecuada para
"coni^lruir embarcaciones menores.
El laurel-comino^ arliol de Zea, existe igualmente en
iTLXicíiJS otros puntos del Estado y da la madera clasica
do íosaiitioqueños, A esta madera y al comején debe
Modellini por lo menos en la época actual, el aspecto
lucido de sus habitaciones y el lujo sencillo y delicioso de
6i-issalones y retretes. El comino es incorruptible bajo tierra
é i iiatacable por los insectoá. Lo hay de dos especies : liso y
croíspo ; el liso para ol)ras comunes , y el crespo para las
obras de ebanistería. El último, cuando es lino, presenta
salirt^ yji fondo amarillo manchas ó fajas ligeramente oscuras,
^S^^ refringen la luz de un modo tan caprichoso, que a veces
s^ cree contemplar la ondulación de un lago ligeramente
'■*^ado por la brisa, y en ocasiones la superficie bruñida de una
^<^rna de tortuga.
La palma de táparo presenta muchas analogías con la
"*^ l^gua y contiene en el interior de su cuesco una almendra
^H^o dura, pero agradable al paladar. Con dicho cuescu
l^bradocaprichosamente, fabricaban losantioqueños yesqueros
f^^í'a uso personal.
Hay en el territorio del Distrito, aunque no en abun-
^'^cia, palo-brasil; y entre los árboles que más llaman la
*^nc¡ón por la elevación del tronco, la elegancia del ramaje y
^^ciu'iosa forma del fruto, está el apeUidado por los montañeses
'^'^^ ó coco de mono. Este fruto imita exactamente la forma de
^'iíi olla peque i\a con su corresponcüente tapadera* Mientras
— 2;j6 —
ida
1
lo"
permanece en el árbol, la tapa, c|ae es el segmento supeilor, est
unida al pedúnculo; mas al desprenderse y caer, se separ
circularmcnte con bordes tan bien articulados que colocada
de nuevo sobre la olla, la cierra hermélicamente. El interic
está lleno de almendras que deben ser apetitosa golosina parí
los monos, pues las buscan y devoran con ansia. El peri-"'
carpo es grueso basta do tres centímetros, y tan resistente,,
que en las montañas, los caminantes sobre todo, suelen pre»
parar chocolate colocando directamente estas ollas sobro
fuógo, pues antes de carbonizarlas el calor se comunica al
agua liasta producir la ebullición. ^
El iiniíae alcanza iguabnente grande altura, y produccfl
con abundancia una goma resinosa cuyo olor es muy seuie-»
jante al del incienso* ^^
El n¡ garrobo j además de sor preciosa madera de ebanis-
tería, siuninistra una bellísima resina,
El almendro es un grande árbol, elegante y frondoso
que cría una fruía sumamente gustosa usada por los
campesinos para realzar ventajosamente el sabor del cho*,
cola le*
El cnuniío y v\ ttiadroñero^ recomendables por si
refrescante fruta, se hallan en el Distrito, sobre todo cerca
la Concepciün*
El guayacan, superior al algarrobo, es útil por su prc
ciosa madera. En la época de la floi'escencia, la copa do est
árbol esmaltada por flores amarillas, es de hermosura incor
parable*
El dimle 6 palo de mora, la ceiba, el cayüí, el smamor
el nrizá, son producciones vegetales más ó menos aliundantí
un Zea- De las dos últimas, la primera se hac^ notable por h^
dureza casi pétrea, veteada como el can^y, y la segunda, poi
su bella (lor, gran borla de color escarlata, acaso la
vistosa entre todas las flores tropicales-
La útilísima palma denominada milpasos, es seniejante $í
carozo. La parte pulposa que cubre el cuesco prQduc&
excelente aceite que sirve para el alumbrada y para
- i'¿:
■
tocador de las mujeres, Al empleo fie este aceito atribuyen
/as nordcstanas la abundancia y belleza de su cabellera. Se
extrae poniendo el fruto en agua, frotándolo hasta que suelta
una especie de leche, que hervida toma la forma de un aceite
linapio, ligeraincntc aromático.
Hay en el territorio varias especies de quina, pero se
Itxscrec pobres eu alcaloides.
Hay cedrón, conocido ya en el mundo cientíüco;
Cíxraño, que espera ser estudiado con atención y provecho;
bo-lsOj notable por su lana, y cauclio, aunque nuen almndanoia.
Entre las plantas trepadoras hay muclias recomendables
por la tenacidad de sus tallos, lo que las hace propias parala
<^Oíistmcción de edificios.
Entre las líltimamenle mencionadas, hay una cono-
t^ida con el nombre de agraz 6 Ijejuco de agua. Esta
tíUriosísima y útil planta crece espontáneamente sobre la
parte más seca y desprovista de agua de las cordilleras* Su
l*-'no es completamente poroso, á manera de esponja, y á lo
lar^Q de sus numerosas y combinadas colijas, circula una
*^iTiente de agua pura, cristalina y de exquisito sabor.
Cuando el sediento viajero quiere servirse de ella, corta un
t**oxo como de un metro y recibe el líquido en una vasija
**^pi*opiada. No es indiferente el modo de practicar este corte,
P*^^iH:jue si se hace en la parte inferior, y se espera, el líquido
^^ derrama ruidosa u in.stantáneamente. Es preciso pai'a
^*>tf^i>erun buen resultado, hacer esta oix'ración con dcsti'eza
y Rapidez : un corte instantáneo en la parte inferior, otro de
^SUal clase en la parte alta, y la precaución do voltear el tallo
^ ^Qvés para que la última parte quede sobre el vaso que
^^\Mí recibir el líquido, es lo Ijastante para obtener buen
Las flores son muy bellas, muy variadas y muy abun-
dantes en el territorio de Zea. Llama la atención en estos
días el descubrimiento de una aristoloquia en el sitio de
Támara. Tiene esta flor el tai ñaño de un pato casertv, é imita
Sü forma. Fuera de esta notable cualidad, tiene en su corola
238
un apénclicc caudal (cola) que mide hasta un metro y veínticínc^J
centímetros de largo. ^^
Zea es uno de los distritos de Antioquia más ricos ea
minerales auríferos de aluvión. En el lecho del río Porce y
en sus vegas, hay en explotación numerosos depósitos, que á
las veces suelen dar rendimientos de asombrosa riqueza. Hay
puntos (le éstos en que el oro extraído tiene D'JO milésimos
de quilate por término medio, y aun ha habido ensaye tiue
produzca 936. El Nechí, si no superior, igual al Porce en ,
riqueza, tiene hoy numerosos establecimientos industrialei^P
y en sus orillas se beneficia, entre otros, el histórico Cbarcón^
En el famoso Tenche están en elaboración los ricos minerak
de Hueco, Cuelga, Barandillas, Congovco, San Agustín, S3
Lino, íááyago, Santa Lucía y otros. A Zea pertenece en i
parte mas aurífera el río Anorí, en el cual hay varios punte
que hoy se explotan con provecho* Pertcnec-en asimismo
Distrito, los minerales Moreno, Iliracal, Polonia, Mina
nuevas, Tona, Tibes, El Pescado y Pescadito.
Creemos que la riqueza á que hemos aludido ant
riorniente, esta apenas entrevista. Con grandes capitales
una maciuinaria perfeccionada, la producción metálica del
país puede aventajar a toda humana previsión.
Del afio de 1845 al de 1854, el empresario de minas mí
acaudalado y activo era el Sr, .Manuel Vargas, quien extraj
muchas arrobas de oro del Necia" y del Tenche, De 185i
18G3, se extraían por término medio tres arrobas mensuaU
De 1862 en adelante, por muerte del Sr, Cipriano líodríguc
la cantidad que había crecido mucho en su tiempo, se redujo á
poco mas de dos arrobas mensuales en el tiempo de lluvias ;
á tres en el verano» Considérese la falta do población,
reducido de las explotaciones, lo imperfecto de las máquina
la carestía de los víveres, la escasez de peones, y piénsese
el aumento natural del producto aurífero cuando con mejores
elementos la industria minera se desenvuelva en esta parto
del Estado; y sea ésta la ocasión de tributar un recuerdo de
gratitud á la memoria de los señores Cipriano líodríguc
— 239 —
Remigio Cárdenas y Manuel Vargas, obreros infatigables
ea las tareas conducentes á nuestro progreso industrial.
Minerales auríferos de veta bay muchos descubiertos en
el distrito de Zea, pero en elaboración activa sólo dos, y dos
ni¿is, proveímos a ser establecidos. E^ de esperarse que en esta
cln,se de empresas se llegará á un resultado feliz, porque
algunos datos adquiridos apoyan esta esperanza. En la mina
de Usura, en 1855, se encontró un grano de oro con peso de
2*&00 gramos, en el cual se veía muy bien que había sido
desprendido de un pedazo de cuarzo; en Támara, de 1859 á
1860, un peón cambió, por muchos días seguidoSj grandes
{rsLgmentos de oro partidos con cincel, y según cómputo hecho,
aplicado á los pedazos vendidos, se creyó que había hallado
un trozo de 3.000 gramos. Aquel oro era de color pálido y
tenía todos los caracteres de oro tic baja ley. En la mina de
Matoaa, en Tona, en Tenche, en Puerto del Palo y en otros
puntos, se han hallado y se hallan grandes pedazos de cuarzo
^^njamente ricos de oro.
Abunda este Distrito en canteras de mármol de
^^«xjlentc calidad y de distintos colores, y en arcillas plás-
ticas.
El clima es variado. En las partes bajas y cálidas el aire
^ hümedo, las fiebres palúdicas frecuentes, especialmente en
^^^ úpocas de transición, de lluvia á sequedad, ó viceversa.
^^ las alturas, la temperatura es propicia para la salud. Cruces
^^ Anorí, antiguo trabajadero de minas, es fracción de este
Dibtiito.
Población, 1.675 habitantes, — Latitud norte, 7^ 7' 34",
'^ Loijgitud occ¡dt»ntal, T 6' G". — Temperatura, 26** —
^^Uum sobre el nivel del mar, Gt)4 metros. — Límites : coníina
^1 norte con Zaragoza; al oriente con el mismo; al occidente
^^^i parte de Zaragoza y do Anorí^ y al sur con Anorí.
r-
CAPITULO SEXTO
Departamento de Occidente
^isirito$ ; Antioquia^ Anzá, Befu/ia, Buriticá, Cañasgordas,
Frontino, Jiraldo^ Huango^ Urrao.
El Departamento de Occidente limita al norte con el Estado
^ tiolívar; al oriento con los Departamentos del Norte y de
^petrán; al occidente con el Estado del Cauca, y al sur con
^^ Ijepartamento del último nombre. Población : 38. 792 ha-
j^ Antioqaia. — Ciudad fundada con el nombre de Santa
I ^ de Antioquia, en noviembre de 1541, por el conquistador
J _*^^rii>cal de campo Jorge Robledo, en el valle de Nore, c^rca
^^ Frontino. Poco más de un año después de su fundación, por
^>7or á los indios circunvecinos ó por no parecer el sitio
^^tante propio, fué trasladada por Juan Cabrera al lugar en
^^^^ hoy está.
La ciudad de Antioquia se halla situada sobre la margen
^^iiierda del río Tonusco, á poco más de 5 kilómetros de su
^^^mbocadura en el Cauca. El valle ó llanura que la cir-
^*^Uda, fué nombrado Arvf por Robledo y sus compañeros,
*^prar codiciado por ellos como emporio de riqueza. Hoy se
— ^^^nia valle de Evéj ico.
El río que báñala poblaciónj tiene sus vertientes en las
i6
9 A o
cumbres de Ui con Hilera occidetitaf, corro por su naneo del
éste, atropellado, fresco y cristalino hasta llegar á la planicie,
en donde, sin perder del todo su impetuosidad, humedece
fecundiza sus vegas cubiei'tas de árboles frutales, entre los que
descuellan gigantescos y admirables, mangos, aguacate
caimitos, nísperos, naranjos, zapotes, con variedad inlini
de plantas tropicales adornadas, como de penachos encn
pados, pi>r el follaje elegante y gracioso de las palmeras
río Tonuscíi fué célebi"C en la antigi'uMlad por la abundancia de
un pez gustosísimo llamado palal4 por los conquistadores,
lo es hoy por la belleza de sus fecundas vegas.
La ciudad de Antoquia fue la capital de la provincia
su nombre hasta el año de 182tí, en que por disposición ti
Congreso nacional se la despojó de su título y se trasladó
residencia del Gobierno á la villa de Medellín.
Desde las alturas occidentales vecinas á esta ciudad,
domina un adniiralile paisaje- Colocado en aquellas cumbr
el observador que dirija la vista al oiúente, contemplará
curso del TfMiusco, y la ciudad de aspecto ligeramente oriei
tal esparcida por la llanura y engalanarla por nume
bosques frutales ; un poco más adelaiite, descansará la min^
sobre las respetí^bles curvas dt^l caudaloso Cauca, y avanzan
más^ distinguirá la ciudad de Sopetrán medio velada p
tamarindos y cocoteros, y luego las crestas déla cordillera q
separa el valle do Evéjico del de Medellín ; á su derecha ten*
dráen larga extensión moles cubiertas de gramíneas, y sal
cadas de trecho en trec!io por bosques que vegetan sobre I
flancos do la misma ctvrdillera occidental ; la hoya del CaU'
el caserío de Obregón ; el do (¿iicbradaseca; tas pingües
ciendas estableciias al sufloente, y on una fértil rinconada,
distrito do Han Jerónimo. SI torna la mirada á la isi|uierd
fuera do semejantes lomas cubiertas de gramíneas, y íyi
del gracioso curso del río^ divisará en las cü^Ci^nías mIh
la banda derecbat las poblaciones de Córdoba, Sucre
l*ii)orina y se perderá lungo en las lejanas crestas de
í'ordllhTa, á cuyo pie está el valle de Han Anrlréíi. y en
>43
i-einoto horizontü que sirve do cubierta a Sabanalar*^^n, Valdi-
viix V Cáceres.
La ciudad de Aiitioquia prosperó tati rápidamente des-
puiijs de su fundación, que bien podemos asegurar que no es hoy
iíkÁs interesante que lo fué medio siirlo después de su exis-
te inicia. Fuera de algunos conquititadtires domiciliados en ella
dcíísde el principio, fué poblada poco después por distingui-
(U^¿j familias españolas atraídas por la fama de su riqueza.
La población está construida á pocos metros de altura
soljreel nivel del Cauca, en un plano ligerísi mámente inclina-
do con dirección de occidente á oriente; sus calles son tiradas
á crordel, y de regular anchura las más de ellas; sus edificios,
im tanto parecidos á los de las ciudades viejas del aito
valle del Cauca, exceptuando los de construcción moderna,
que tienen el tipo general de la época; su iglesia catedral es
"^ aspecto majestuoso y casi monumental; tiene varios teni-
plosmas, algunas capillas y un hospital bastante bien ser-
^'*^lo. Antioquia descansa sobre tres mesetas : la llamada
l^^rranca está cercana al Tonusco, y su caserío en general es
Pajizo. Antes estaba cubierto el campo que la rodea, por
"Ui^rtos sembrados de cacao, palmeras, caña de azúcar, y
'^^godo por un copioso arroyo, como jiara formar gracioso
Panorama, visto desílc la segunda. Esta encierra lo más
'^^partante de la población, sus calles principales están dis-
P^-* testas de occidente á oricntCj y atravesadas por diversas
*-^llpjuelas laterales. En ella está la catedral con su hermosa
Ploza adornada por una fuenie pública en el centro, por
^^^boles que brindan dulce fruto á los traseuntes y clan
^^mbra á los que concurren á los mercados diarios. En la
^^isma plaza están situadas la casa municipal y las cárceles
^^^l circuito.
La ciudad, vista desde el descenso de la loma Esperanza,
^ione la figura de un ángulo agudo cuyo vértice está en el
P^nto llamado Glorieta, Sus lados forman dos calles, de las
^'^alc^ la del sur se bifurca en la bella plazuela de Chiquin-
^uirá, sombreada por sus tres lados con mangueros y palme-
— 244 —
]
ras, y que dan principio á otra calle que sigue por las estancia
hasta la ribera occidental del Cauca.
En esta calle se hallan establecidas la cárcel de mujeres
y la telegrafía, así como el Hospital de Caridad, fábrica capaz
de contener separadamente las enfermerías de ambos sexo:
construida toda de cal y piedra ^ y cedida para tan santo o
jeto por la piadosa matrona D* María Francisca Ferreir'
En la calle del norte está situado el Colegio Seminario de
San Fernando, establecido por el ilustre y nunca bien
lamentado Obispo D. Juan de la Cruz Gómez Plata. Por
muerte de este prelado, el establecimiento decayó casi en
absoluto, y si hoy existe se debe á los esfuerzos del benéfico
y patriota ciudadano Dr, José María Martínez Pardo.
La calle central, la más recta y ancha, donde se ven los
mejores edificios, corta la plazuela de la capilla de JesiU
Nazareno, edificada interior y exteriormente al gusto modera^
y adornada con dos palmeras elegantes que se elevan como ce
luninas de o!*den dórico en los extremos del atrio, y va ácoa^
cluir en el cementerio, cuyo frontis tan sencillo como hermoí
forma un triángulo perfecto.
Puede asegurarse que Antioquia está hoy en época
notable decadencia, debida esta circunstancia á caiLns sumal
mente complexas, entre las cuales debemos señalar la extin=
ciun del cultivo del cacao, que constituía antes su mayor ri-
queza, la traslación de la capital del Estado á la ciudad d^
Medellín y la desnicímbración de su antes opulento obi9
pado.
Las tierras aledañas á esta antigua capital, son
parte propias para la agricultura y en parte para la raineríí
pero en Antioquiaj como en casi todas las poblaciones proba
das por alguna calamidad pública, la enfermedad Uama<
mancha, que ha destruido los cacaotales, ha producido lail
bión, con la pobreza de los habitantes, algún desfallecimient
moral seguido de falta de actividad. Antioquia, sin cmbarg
tiene un porvenir seguro y una esperanza de regeneración pe
su vecindad á la costa atlántica. Un buen camino en esa dir
cíón podrá no sólo salvarla, sino centuplicar su anterior im-
portancia.
Al sur de la ciudad desembocan en el río Cauca los ria-
chuelos siguientes : Joancs, que riega el cortijo de Obregón y
nace en el punto de la Chiquita; y más alía, formando lí-
mite con el distrito de Anzá, el Anocosca, que viene del cerro
Plateado ó Frontino y se une con el de NoquOj que nace en la
cordillera de Urrao ó Canalón-oscuro, En las orillas de ambas
cor*rientes se elaboran varias y abundantes salinas que pro-
ducen exquisita sal, de la queso provee el Departaiuento.
Casi enfrente del Aurra confluye al Cauca el río Tonus-
co , que surte de agua para todos los usos á la población. Este
rfo nace en el alto Alegría^ una de las protuberancias mas no-
t¿í- tiles de la cordillera que separa las aguas que van al Cauca
d^ las que se derraman en el rio Atrato, y en su curso recibe
lo^ riachuelos Puna, Pena, Pescado y otros de poca impor-
l^ncia. Tienen todos su origen en las ramificaciones de la cor-
dillera mencionada. Al norte corre el riacluielo Chorquuiá,
^'»>-ico de los que bajan al gran receptáculo del valle por esta
P^rte.
Son fracciones de Antioquia : Indro, Anocosca,Barahona,
^^pinal, Tonuscoarribaj Goyás y Pescado. De ellas, Anocos*
*^^ y Tonuscoarriba son las más importantes. Tiene además
''^ Viches caseríos, y tanto en ellos como en las fracciones hay
'^i^^renos muy propios para la agricultura, y como consecuea-
^'^^ forzosa, cstal^lecimientos de deliesas, cultivo de granos, de
'^Ortalijcasy de árboles frutales,
Antioquia ha dado á Colombia algunos personajes dignos
*^ honroso recuerdo : D, Pedro Arrubla, mártir de la
^^dependencia; D.Juan Esteban Martínez, nobilísimo ciu-
^^dano y filántropo infatigable; el general Juan María Gómez,
■^^bil guerrero, diplomático distinguido y estadista aventa-
)^o; D. Manuel del Corral, valiente guerrero en sus
Mocedades, diestro agricultor en su edad provecta, de ameno
trato, y caballero cumplido; el Dr. Juan Esteban Zamarra,
íiíatemático insigne y admirable jurisperito; Bernardino
— 2iC —
Hoyos, hábil médico y literato (listinguidu; Cayetano Villaj
Pablo Pardo, José Fernando Uruburii, José María Ortiz ot<
Elpuehloantioquono es de un carácter despierto, é inte
lip;ente, urbano y cortés, afable y hospitalario, I^s antioque-
nos se divierten do muy buena volunta»! en ^^us festividadc
anuales, y tienen señalada propensión á la música, en I^
que Megan á sobresalir con jiran facilidacL Esta ciudad es e!
lugar de residencia del jirelado episcopnl de la Diócesis de Au^
tioquia de reciente. creación.
Población, 8.780 habitantes,— Latitud norte, 6* 24' ^25"
Longitud occidental, 1** 51' 40 '* — Altura sobre el nivel del mar
572 metros. — Temperatura, 97* — Límites : confina
norte con Buríticá y Frontino ; al oriente con Sacaojal y
petrán ; al occidente con Frontino y Urrao, y al sur con Aní
y parte de Urrao.
Anzá, — liemos visto en algunas crónicas, que ciert
historiadores opinan liaber estado el pueblo inih'gena de Cu-
rumé en las cercanías de It nango ó de San Jerónimo ilel
Monte. Nos hemos atrevido á diferir de esta opinión; y
hemos escrito que tk*bió de estar en donde esta hoy
cabecera del dislritode Anzá, óea un lugar próximo, porque
leyendo atentamentí* lo que se refiere al itinerario de Robledo,
en su primera campaña solire Antioquia, observamos íjue di
valle de Abluirá, trasmontando la cordille!*a hacia el occidenfc
{>asó el Cauca, puso herraduras á sus caballos en Curumé
emprendió la conquista del valle de Evéjico, que ne d
estaba inmediato, como efectivamente lo está.
l{<*specto d la época precisa de la fundación del Di^rito^
no hemos pofüdo procurarnos un dato posiUvo, y por eso pau-
samos en silencio lo ipie se refiere al asunto
No hay en Anzá más río caudaloso sino el Cauca, quí
baña bu límite oriental; las demás corrientes de agua son rau-
dales desprendidos de las crestas y de las faldas de la cordi —
llera occidental, á cuya base y apoca distanciado laraárgeiM
izquietxta del f^ran río, está situada la población, Kl conjunl—
cíe edificio» que la coíiiponea es corto, i>obre y de humilde apa-
riencia*
Entre los torrfiites que constituyen su parte hidrográlica,
nic*ncio liaremos como principales los siguientes ; el riaclmelo
Noqutó, liuu'troíe entre este Dibtrito y el de Antioquia, y que
dciiseinboca en el Cauca arriba de la Hacienda de übregnn; sigue
j^^wria el Hur el de i^uria, que tiene 8U urígin en la loma líe
Winter y cae al Cauca un piKO al norte deJ pueblo; viene
lixi^go la Niverengo, vm^ücnle de la misma cordillei'a y tribu-
j t^aria del Cauca liacia el sur. Van a contiDuación, Quiuaá,
laureo y San Mateo. Al San Mateo se une el Quebratlona,
^ Juntos íorman un raudal considerable. El yaljaleticas
>• el llíguerun caen al t/auca liacia el extremo del Distrito,
^'^ Codas cbta¿> aguas üenen dirección aproxijjmda de occidente á
oriente.
El Distrito medía 3 í/2 miriánietms, antes íle la erección
de líetulia, á lo largo del rio, es decir, en su parte oriental, y
^^Igo míis He 3 de oriente í\ occidente hasta el alto de San José,
Ici cima má.s elevada de la cordillera en aquella jiarte.
El territorio es en lo general muy arrugado; mucha parte
<rle€t se compone do lomas que producen buenos pastos para
ganado vacuno y para criaderos de muías. La parte alta de
la montaña es feraz y buena para la agricultura-
Los ed¡fici(js púljlicos para la administración de justicia,
Xa educación popular y el culto religioso, se hallan en nial
Población, 5.0fíG habitantes. — Latitud norte, 6" 8' 15".
— — Longitud occidental, 1** 50' Ü", — Altura sobre el nivel del
inar, 80U metros. — Temperatura, 55''. — Límites : confína
^1 norte con Aritioquia; al oriente con Evéjioo y parte de Ileli-
croaiai al occidente con I rrao, y al sur con Betulía.
Betulia ó San Mateo. — El territorio de este Di.strito se
cronsideró como fracción tle Anzá hasta el año de 1883, en que
Xa Asamblea legislativa del Estado resolvió e]e\^rlo á entidad
rnunicipal independicide.
— 248 ^
Varias casas establecidas en las cercanías del riachuelo Sai
Mateo y habitadas por algunos vecinos con el fin de beneficia
la rica salina que lleva el nombre del río, han venido á formar
la cabecera del Distrito. J
Lo que sobre Anzii hemos dicho acerca de la configura-
ción del suelo, es aplicable á Betuliu; y para no alargarnos
en lo que á él se refiere, terminaremos maní restando que el pa-
raje ha venido á ser célebre por el hallazgo de restos fósiles
pertenecientes á un enorme mastodonte, restos que seconser^
vanen el museo de Zea.
Los productos de la salina y los de la agricultura son la"*
base de subsistencia para los habitantes. La población queda
comprendida en la de Anzá. '
Límites : confina al norte con Anzá; al oriento con Heli-
conia; al occidente con Urrao, y al sur con Concordia.
Buriticá. — Llegados á este Distrito, creemos de nuestra^
obligación describirlocon pocas variaciones, tal cual no»ha3ido
comunicado por nuestro inteligente amigo el Sr. Victol
Pardo.
Buriticá ha conservado el nomljrede un antiguo cacique^
que lo gobernaba al tiempo del descubrimiento del país.
Llamóse al principio Castilla de oro por la riqueza du
sus minerales. El pueblo está situado en una ceja angost
y pendiente que se extiende de sur a norte y entre 1(
estribos de más de quince lomas tjue lo rodean, de tal manera
que cuando se descienfle a la población, no se comprende pe
dónde se entró ni por dónde pueda sahrse. Tal es el laberint^—
que forma osa multitud de encrucijadas. ^
Elterreno que lo rodea no tiene ningún cultivo, porque
sus faldas son áridas, nn tanto por su naturaleza cuanto podl
faUa de agua, pues la población apenas puede proveei*se para
las necesidades más premiosas, de dos escasos niananlíale^H
situados al occidente y al oriente del pueblo. En compensación^
de tal escasez, el agua del primer manantial es saludable y deli;
ciosa*
^ 249 —
Hubo un tiempo en que la industria de los habitantes era
la minería, y entonceíá gozaba Buriticá de alguna holgura ;
pero denunciadas todas sus minas por una Sociedad, se
prohibió el trabajo* La Sociedad tampoco las puso en labor, y
hoy se ha perdido hasta la memoria de ios puntos en que,
según la tradición, la española D* María Centeno extrajo
grandes riquezas, las cuales fué a disfrutar en su patria.
Aun se ve el portentoso acueducto que hizo construir
csía señora para el trabajo de sus minas, atrave-
«íindo despefiaderos y faldas por más de uno y medio miriá-
^letros.
Privados los haliitantes del trabajo minero, se dedicaron
á tejer sombreros de paja de iraca, y actualmente es estala
P'*iiicipal industria, la cual da una renta á la población, que
^^hit á más de mil pesos mensuales. Este capital vuelve á salir
con creces por alimentos y mercaderías* Si esta industria
s^dcfntaria se ejerciera por mujeres y personas inhábiles, la
riqueza de sus habitantes sería positiva, mas ejercida por
l^^^zos robustos, comolo está ahora, su prosperidad siempre
h^^^é. precaria.
f Los límites de este Distrito sonría pordillcra del Atajo
"^^ta el morro de San Julián y cordillera de Monos ; de ésta a
^^ Cordillera del camino real que sigue para Peque luista el
'^^^o del Viento, siguiendo la cordillera del canalón del
^ '^^rgatorio; canalón abajo hasta el río Cauca ; éste arriba a la
^ca de Quebradasecíi ; ésta arriba al caserío de Cativo,
^'^ulendo la montaña por el camino que conduce á los dis-
"*itosdeJiraldo y Cañasgordas.
De la cordillera del Atajo nace el riachuelo Remango,
1^^ entra en el Clara, y éste nace en la cordillera Chusí,
^"^Hemboca en el Cauca, y lo forman los arroyos Tabacal, Untí
y liemango.
El riachuelo Naranjal nace en la cordillera de San Andrés
y Maruchenga, y son sus tributarios Pavón y San Lino. Se
^^ne luego en el punto Las Cuatro con el riachuelo Las
Tapias formado por San CiprianOj Ciiiquita y Monos, y aumenta
— 2:ío -
«US agusLíi cuii lüs torreatea Viento, Norobá y Papayo, |iaru
deseiubocar en el Cauca*
El riachuelo TcHorcro lo furman CmIcIióh, Sao Agustíu,
Lailina é Iligabra, que nacen en el alto de San Antonio, y en
un solo cuerpo llegan al Cauca,
Tiene Bunticá lais siguientes frac-cioncs : Iligabra, dü
temperanieiilo cálido ; su terreno produce cana de azúcar,
cacao, café, plátano, maíz y demás frutos propios de tierra
caliente; Tesorero, á la orilla occidental del río Cauca, á que
está unido el caserío Fortuna, donde en tiempo de veranóse
lava oro en la ribera dul río, y (pie produce todos los frutOiS de
iemperarnento cálido; Tjídí y Pea, situadas al norte de la pobb-
ciou, <iue. adeniiis de las pruducciniieíi Iropiculcs, tienen buc-
jias dehesas para la cría de ganados. Sus liabítantes ©e han
dedicailü a tejer sombreros, y sus terrenos peraiandc^i oéhí
sin cultivo. Hacia el norte de las fracciones anteriores etílÁ la
del Tabacal, que goza de clima templado» de aguas abufi-*
dantes y de t^^rrenos pn^pios i>ara la agricultura, sin que
sus moradores quieran apro\ecluuvse de estas ventajas nalu*
rales.
Población, 3.450 hajjitantes, ^- Latitud norte, 0*3r45^
— Longitud occidental, 1" 57' O'. — Altura sobre el nivel del
mar, i ,íj5(j metros. — Temperatura, iO\ — I^nníteH ; conUna
al norte cxjii Ituango ; ai oririitt' cun Liliorina; al occidenle
con Jiraldo y Cañasgordas, v al hur con Jiraido y Antioquia.
Gañasgordas. — En el «dio i ii qii*j bc/yi^stá la
de este Dislritü, había gran cantidad de indios belico^o^ |>er*
tenocientes á la nación Calía, cuantiu tiitiaron los primeros
expedicionarios españoléis •
UeKpué.s de la CAJUípní^ta, los intlígeiíae encapados á la
matanza general pi-njumecieron abrigados en los botíque.^,
viviendo cfiíno aiiteB, y el t^t^i itorio, á la par que dcs-
cíonocido, cultivaiioaijenas para los escaííos plantít^B úe lot
«ilvajes,
Don Cayetano \ uclta Loreir¿ana, Goliermuior c«j
— ¿51 —
himlóeste Distrito hacia ei último Icrcio del sifrlo pasado. La
íundaciüu se hizo con vecinos tomados entro los mismos indi-
genas; pero (%to8,á mctlida quo fueron poniéndose en contacto
ci)ii gente mas civilizada que ellos, uliandonaron el campo,
se internai'on en las espesas selvas vecinas y extendieron sus
habitaciones, como Iribiis nómades, hasta los nacimientos de
los ríos Sinii y San Jorge, Quedan todavía algunas parcia-
lidades en territorio del Frontino, que conservan sus viejas
costumbres y que se ponen rara vez en comunicación con la
nza pobladora del resto del Estado, cuya lengua hablan
sólo a! «runos varones, pues su aprendizaje está rigurosamente
vedatlo á las mujeres.
Al principio, los hahiiautes de Cañasgordas fueron tril)u-
tario», condii'ión que desapareció íelizmenle por influjo do la
Iil)erta(L Todavía algunos desc4índientes de los primeros sal-
vajes con quienes se hizo est^ establecimiento, quedan
ínczclatlos con gente libre de !a t[ue de otros lugares del
Estado ha ido para allá en liusca de terrenos de cultivo. Las
personas qne con tal intención han obrado, han hecho liicn, pues
lí^8 tierras deCañasgordas sonde una feracidad imponderable.
Todos los productos naturales correspondientes ú su latitud,
serían allí con profusión : la caña de azúcar es robusta y
J^íío«a; el algodón se multiplica aun ím los lx)sques cspon-
^'^•^eaniente; los veneros metahfen^s son ric^>sy variados; pero
^^^hvc: todas las producciones descuella la del maíz, siendo tan
*^vcfitajada la abundancia de sus cosechas, que recientemente,
*^^ando los ciimpos han si»lo desotados por la plaga de Ui
^^^íigOííbi, el soíirante ha sido Buíiciente para proveer á
*^^ distritos vecinos, especialmente al de Anlioquia, Cijn
'^'^jorcs vías de comuuiíxunón y con más tráfico, la agricultura
^^k pmctícaíla provechosamente, la explotación de sus
^^piosos minerales daría opimos rendimientos, y la riqueza
'^»cal quedaría asegurada. Hoy ¡lor !ioy, los habitantes de
Laftasgordas viven de la agricultura, de la cría y ceba de
ceñios, y de los tralKtjos mineros en reducida aséala. La
cabecera del Distrit*! conserva aún la lisonomfa de los pueblos
255
indígenas, aspecto que será bien presto borrado por la llet
denuovos vecinos del interior del Estado.
La configuración física del territorio es montañosa, por
causa de subdivisiones de la cordillera occidental colom-
biana» la temperatura de sus diversos sitios varía en razá^H
de la altura sobre el nivel del mar; y además de los rí(^fl'
Herradura y Cañasgordas, el territorio está bañado por la
aguas que corren en el cercano distrito del Frontino, como se
dirá á su tiempo.
Tiene el Distrito algunas fuentes saladas, entre las cuales
la más notable por su abundancia es la de Uramá.
Población, 4*873 babitantes. — Latitud norte, G* 34
— Longitud occidental, 2* 4' 3G". — Altura sobre el nivel del
mar, 1.490 metros, ^ — ^Temperatura^ 20^ — Límites : confina
al norte con el Frontino; al oriente con Buriticá é Huango;
al occidente con el Frontino, y al sur con Jiraldo y con Buri-
ticá. ' J
M
Frontino. -^ En el paraje en que boy está la cabecera
de este Distrito, había desde el año de 1812 cierto caserío
fundado por unos Señores Arias y Guzmanes, vecinos de Saba-
nalarga y Cañasgordas. Esa corta agrupación de casas per-
maneció casi estacionaria basta el ano de 1843, en que principió
á aumentarse por vecinos de la ciudad de AnUuciuia y de
otros lugares del Estado.
Joaquín Vélez fué comisionado para delinear las calles
del pueblo liabitado entonces por pocos blancos, algunos
negros y por crecido número de indígenas. Acosaaos loá
últimos por las disimuladas usurpaciones délos primeros, han
idoabanrlonandü el lugar para internarse en las florestas veci-
nas, y seguir viviendo según su primitiva barl)arie. De esto:*
desdichados aborígenes, quedan hoy en el Distrito cerca do
mil.
La cabecera del municipio está colocada sobre una colina,
entro el río Nore y el riachuelo Cruces, y la circunvalan
montañas consideradas como ramificaciones del cerro inme-
diato, en que sobre una fría altura está el mineral del
Frontino, célebre en la historia de nuestras explotaciones
auríferas.
Ya hemos dado á entender, cuando hemos hablado de la
parte orográfica general del Estado, que on ese asunto la
Süccióii occidental es tan nial conocida que al pretender des-
cribirla se anda como a tientas y en medio de desconsoladora
oscuridad* Como los distritos de Urrao, Cañasgordas y el
Frontino tienen una extensión tan vasta, extensión que en
ehütimo, sobre todo, llega hasta las cercanías déla ribera
derecha del Atrato, se comprenderá que al intentar su des-
cripción se proceda con timidez y reserva.
La cordillera que separad río Herradura del Nore,nacida
en la masa principal de la cordillera oceidental de los Andes
colombianos, tiene dirección aproximada de sudoeste á
nordeste, y termina donde se juntan las dos aguas de dichos
I ríos. La que separa los ríos Frontino y Musinga, es de
r curso análogo al de la anterior y se desvanece en la conlluen-
ciadcl Herradura y liioverde.
La cordillera principal del Distrito vade oriente á occi-
dente hasta el alto deRioverde; cambia en él de sudeste á ñor-
í^'Sle hasta el alto Pcñitas, y de éste hasta las cabeceras del río
Chaquinodá, de sur a norte próximamente. En ese punto
I *^rna á seguir de oriente a occidente liasla el alto de Curvata,
I P^raentrar en el Estado del Cauca.
Las alturas principales de estas montañas son : Plateado,
I^Iiííinga, Rioverde, Portachuelo, Paramillo, Peñitas y Cur-
í^atá.
En una ramificación montañosa que divide los ríos Tugu-
[ridí), Rioverde y Riosucio, sehalla el alto Picapica, por el cual
ítrazó el camino abierto por el Sr, D, Carlos Sigismundo
B^Greiff. Tal ramificación, llamada Portachuelo por algunos,
Bpira en las juntas del Choro man do con el Riosucio, en la
sti'echura de este último río, que no debe ser confundida
Dn la anííostura de Curvata en el Murrí*
El valle de este nombre
está regado
en su parte
— 254 ^
más alta por el Pendcnsco, que abajo de Urrao camlj
nombre por el del valle- Después de este río, el más C50i
rabie es el Chaquinodá, que corre al principio de
deste a sudoeste y cuyos nacimientos están en los (
Penitas y Cúrvala, Los dos ríos mencionados se reúnea
limito de los distritos de Urrao y el Frontino, ^||
camino de Mandé. ^H
El río Chaquinodá recibe las aguas del Chimiandó»
murro, Tausí y Venado por la dereclia;lasde Pegado, Cll
Carauta, San Mateo, Quiparadó y Tengamecodá p<
izquierda, y comienza á ser caudaloso desde que ntm
del río Cuevas. ^^
Se cree que el valle de Murrí es el mismo país de C
descubierto por el capitán Francisco César, El aspee
este territorio es pintoresco, excesivamente rico en miun
propio para los cultivos do los trópicos ; pero casi dd
ha^ta hoy y habitado apenas por una que otra familia
gena. ;
El valle de Riovcrde es fecundizado por las aguas di
de su nombre, raudal que corre de sudoeste a nordeste
desembocar en el río Herradura, el cual es mi'is adelante eí
sucíOp El liiovei*de se forma con el tribub) del Musinirl
que h* suministran los riachuelos Lejía, Chontaduro, Ti
Juntas, Cañaveral, Monos, Matamba, Fuemía, Chupai
Barrancas, VA \alle, fuera do ser sumamente dilata"
fértil en grarlo imponderable. El Musinga corre p
valiecito de su nombre y está formado por las
de los arroyos Osado, Musinguita, Abejas, Sepu
Novogacito, Balso, ChuscaU Tabladilo y Picdr
cas.
El río Frontino corre por e! centro deunvalleci
dirección sudoeste íi nordeste, y es formado en su origQ
los torrentes Caimán y San Pedro, líecibe además p
derecha los de Piedrabíla y Ciuces. El rio Nore se le jm
frente de h* caliecera del Distrito, y aumenta su caudal {I
izquierda el riachuelo Nivel. Esta c^»rrienle de agu
— -255 —
ir
coíila del Herradura, inia legua abajo de !a población, y el
territorio que bañan es rico en plantaciones de caña de azúcar.
El valle Amparado es rogado por el río de su nombre,
poco conocido en sus vertientes primeras. Recibe entibe otras
airuaí las del Tugiirkló, notable por haberse hallado en sus
playas fragmento&í do cobre nativa ha«l:a de siete lihraw do
peso, Nace el Tuguridó en el alto de Portacliuelo, y está atra-
vesó ixirel viejo camino del Sr. de Oreiff. mientras que el
•aparado tiene sus vertientes en la cordillera de Turriqui-
^^^<\ que va á terminar cerca del Atrato,
ElRlosucio, en fiTritt>r!0 del Frontino, recibe por la
banda izquierda, catre muchos raudales, los ríos Verde, Cho-
í^omandó, Ratón, Chiuuirro, Amparado y Pavarandocito, y por
^ oríHa derecha el Urania grande, el Antadó, Quiparadó, Chi-
•Idridó, Pegado, Cheverí y Mutatá.
El valle recorrido por el Riosucio es sumamente fértil,
l^ poco ó nada cultivado, Süí:í prorluccioncs naturales imeden
í*rnuy variadas, porque su tempera Uu^a lo os en sus dife-
^*ntes sitios. En esta parle del Estado la veíretación es gigan-
, y el terreno, sano en las alturas, deletéreo en las partes
íí^, en donde se presentan con frecuencia fiebres palúdicas
tifoideas de mal carácter.
Los valles de Miirrí y Aniparadr) sun tenidns porenfer-
*^í3so8, per*) snn fértiles en genera!, y abundan en metales
'^^ciosos, entre ellos en platino. Este último se halla también,
^^^ €sn pajillas, como de ordinario, sino en pepitas de regular
«^'iínaño en el riachuelo Ñame,
El día 8 de marzo de 1883, a las seis y media de la tarde,
^ mintió en Medcllín un fuerte sacudimiento de tierra, cuyas
j^^dulaciones parecían venir directamente del norte. Este.
**<3moto, bastante violento para causar miedo, se sintió
■^ otros puntos de la Repiiblica, y muy especialmente en la
'*^'Si6a vecina al golfo de Urahá. Por someras observaciones
^^^'^has hasta hoy, por sitios hendidos sobre el lomo y faldas de
lí^coiflillcra occidental en el distrito del Frontino, y por la
í^parición repeidina de una fuente termal en el punto denu-
— 256 -
minado Chupadero, del mismo Distrito, se lia venido
charque el origen ígneo de este fenómeno está en las en
del cerro del León ó de algún otro de sus vecinos.
Hemos visto en un antiguo manuscrito^ que, al tíemj
la entrada de los españoles, los indios conservaban una trad
en cuya veracidad creían, acerca de la naturalezaplutóníí
mencionado cerro. Si los depósitos de platino en la regió
San Juan y en otros puntos de la antigua Provincia del d
manillestan el metal en menudas lentejuelas, mientras
en la vecindad de estas inon tañas se présenla en
tas fundidas de regular tamaño, nosotros pensamos
fundamento para creer que esta fusión puede ser di
á la anterior influencia del fuego violento de un volca
extinguido. i
Las producciones industriales más comunes en el |
tino, son en general las mismas de que liemos hablado al t
de otros distritos montañosos, en que el nivel de loí
rajes sobre el mar cambia en grande escala. En las altt
el trigo, las papas, la cebada, pudieran ser cultii
con provecho ; en las faldas de las cordilleras, el maí^
frísoles, las arracachas, tacaña de azúcar, el algodón, d
y el plátano se producen maravillosamente bien ; en los i
ardientes, los pastos, el tabaco, la caña, el cacao etc., poi
beneficiarse con notabilísimo provecho. Empero, en este i
Distrito la agricultura es miserable y el suelo se
tan intacto como en la época de la Conquista. Un po)
oro sacado de los veneros y aluviones, pequeñas cantícj
de platino, reducido comercio de tagua, mediano t|
de caucho y algunos cambios con maíz y cerdos, forman la
ele la riqueza local.
El suelo, en cuanto á producciones, se halla en grant
tal cual lo encontraron los primeros exploradores enn
La naturaleza, por ese lado, tiene un carácter especial, en
y terrible, si así puede decirse ; porque la manifestación
fenómenos es en todo sentido vigorosa. En esta i'egiól
mosquitos abunilan, y chupan la sangre como '
10 insoporfi
á
— 257 —
vampiros ; los tábanos y otros insectos eacajaa su a.iriiijón en
la piel del hombre y de los aiiiniales, como aguda lanceta ; las
serpientes llaman la atención por su corpulencia, variedad y
mortal ponzoña ; los miasmas de los pantanos envenenan y
matan; el aire está cargado de humedad; el rayo es fre-
cuente; los aguaceros diluviales y constantes; el trueno
retumbante y las fieras bravias : en compensación las pal-
meras son galanas; los árboles, corpulentos y frondosos; las
familias vegetales infinitas; y por todas partes resinas, balsa-
ni08, aceites y cortezas juedicinales, en medio de una llora
lujosa y espléndida. Se encuentran aquí^ orquidáceas incom-
parables, éntrelas cuales lucen el oncidium críimeri ó mari-
posa, e/ odontoglosum vexilariurii y catle¡fas sorprendentes
P^í* su forma y sus colores.
Cosa rara! El primer territorio pisado por los españoles
^^ Antioquía, es hoy el más atrasado del Estado» Al lado de
^ta desconsoladora verdad, hay, sin embargo, una halagüeña
*^^pcranza. Es por esa parte, por la que Antioquia habrá de
'*^riei' en lo porvenir, seguro medio de engrandecimiento
* í*iqueza; porque es por ella por donde habrá de establecerse
'^^ tarde un camino que conduzca á los antioqucños hasta
^ orilla del Atlántico, y de allí a todas las partes del mundo.
M^ando el estímulo del Canal del Istmo, cuando la justicia
f^í^^gpesiva de la nación, y cuando el buen sentido práctico de
^^^ colombianos establezca límites para este Estado, que le den
r^^^opiedady existencia sobre la costa del golfo del Uarien, y
^^-*^ndo el espíritu pujante de un pueblo emprendedor aban-
*^^^iiela rutina de su vida tradicional, entonces esta parte
*^^ará vuelo y llegará al engrandecimiento positivo que la
^*ovidenda parece destinarle*
Hay en el Distrito, fuera de los *[ue probablemente están
^^-s?eonoc¡dos, dos fenómenos geológicos que llaman la aten-
*^^*^>n. Es el primero, un cordón alternado de cascadas en el
'^iosucio, que mide hasta una legua de extensión; y es el
^gundo, una cueva formada por una gran roca, con capacidail
"estante para haber establecido en ella un ingenio en que
17
- ?."i8 —
s^iaiymi la en na de azúcar. Llámase esta ultima la cueva
piedra de Orobajo.
Tenía este Distrito cinc^ fratH!Íoiies, á saí>er : El Cei
Enealiehada, Riovorde, Dal)eíba y AbriaquL De estas, las dCj
Encauchada y Abriaquí lian sido agT\?gadíi8 á Cañasgorda^H
Pobladón, 3.U?5 bnbitantx-s, — Latitud norte, (5** 3?' 40"^
— LoniriUid occiriental, -¿*' 9' '¿iV\ — Altura sobn;^ el nivel del
mar, L5r»<J metros. Temperatura, ST. — Límites : coafina al
norte con los Estados de Bolívar y del Cauca; al oriente
con Ituanf]:o> Caflasgordas y Jiraldo ; al occidente con
Estado delCaiica, y al surcan Urrao.
Jiraldo. — El nfnnbre de este Distrito sin^o para
servar la memoria del Otíbernador de Antioquía, Dr, Hatii
María Jiraldo, y su cr\íación se delie á la cuncurn^ncia de
muclias pereonaB establocidas en aquel punto con el fifi di
cultivar anís, jjor cuanto los terrenos son ventajodainenk
ap Inopia dos para ello.
Del elevado alto del Tnyn^ prominencia notable do
cordillera occidental de los Andes culombianos, se deeprer
un macizo contrafuerte, sobro cuya íalda hny una b
planicie en la cual esta asentada la cíibecera del Distrito.
No hay en este paraje ni ríos ni montarías (pie llamen la
atención. El cultivo del anís produce anualmente de 800 a
IJMH* rar<ras de 200 kilogramos caila una, por inanei
que e«ta industria» la sola d( 1 Distritíi, atnrr- niiirbíis (ru
cantes*
Límites : oontina al Uí>rle c.m HtiriticA y Cañasgorctei
al oriente con lluriticá; al íjccidentecou el Frontíno,y alsiir
con Antií^qvua.
Itnanga. — IXsíIp 1.» priínera campaña dirigida
D*Ga8|)ar(te líotlas, en la jsei^unda mitad del sido xvi,
el intofilo de mijetar álos infh'genixs catión» rebelados contra
los españolea oa las partos occidental y nordeste de Antic
ae fundú una ciudad con el nombre de San Juan de Rod?
?5D
del sitio tle Ituango ocupado por una parcialidad de
aquellos naturales.
Como la contienda entre bárbaros y europeos fuese
terrilile en aquella época, la ciudad fundada se víú pronlo
destruida por los salvajes.
Perseverantes los peninsulares, y deseosos de tener uií
pimto favorable para sus operaciones militares, recons-
truyeron la misma ciudad caniljiaudole el sitio, lo que no
inipiclió que tuviera el mismo desgraciado fin que la ante-
rtof .
Alo dicho quedó reducido el proyecto de tener fundación
<^^j>ar\ola en aquella partx>, hasta que al correr del año de
* •>T9^ el mismo Rodas ^ después do haber tlcscubicrto y con-
quistado el bajo Porce, y después de haber fundado las
ciudades de Zaragoza y Cáceres, decretó y puso á obra la
*^iUfiad que destinaba a perpetuar su nombre.
Poco tiempo pasó, sin embargo, para que esta mal-
^Vciitm^ada colonia volviese á caer en un desfallecimiento
*l^e, andando los años, produjo su aniquilamiento tolaL De la
extinguida ciudad no quedó «ino el nombre, aplicado a la
^*^wia en que tuvo su asiento, y de la población anterior quedó
®^lo en el vasto tci'ritorio, una que otra clioza puesta á
'^í'gas distancias, y una reunión de ellas algo más conside-
i*able en el sitio denominado la Aguada, hoy Fundungo ó
*^^n\poaIcgre.
En el año de 1854, la Aguada era una fracción del
^i^tríío de Sabanalarga, habitada por individuos de la raza
^^dígena, oriundos del mencionado distrito y del de San
-^^lidrés, su vecino- Todavía quedan algunos en este punto
^^^cendicntes de aborígenes.
En el año indicado, so trasladó la población al
Pinteen que está hoy la cabecera del Distrito, y fueron sus
primeros fundadores : José Manuel Taparcuá, Patricio
^Uccrquía^ José Gregorio Chansí y c>tros. Hoy está habi-
do Ituango por descendientes de estas familias y por
'^^tras que han ido de Medellín, Santa Rosa, Yarumal, AngoS'
tura, Carolina, Campamento, Entre-ríos, SopetránTSa^ojanT
San Pedro. h
Entre los años do 18(58 y 187G, el Distrito progreW
considerablemente; pero permaneció luego estacionario hasta
1880, época en que comenzó á levantarse de nuevo, en razón
de que día por día entran á domiciliarse allí algunas fami-
lias, entre las cuales se cuentan artesanos, agricultores |U
negociantes atraídos por la bondad de los terrenos, P<^
la abundancia de minas de oro y por otras ventaja
evidentes en esa parte del Estado. ^
Las ventajas de que hablamos están favorecidas por
la construcción de un puente de hierro sobre el río Cauca,
en el punto denominado Pescadero, que bien pronto se
concluido, olira iniciada por el Presidente Sr. Pedro líeslrej
Uribe, Pov ese pinito se pasa el río en la misma forma y de
misma manera en (¡ue fué esguazado por el conquistador
Robledo, y para quienquiera que conozca aquel curioso
procedimiento de navegación, deberá ser claro el motivo
que el río Cauca, con tal condición, haya sido un obstáci
para pol>lar y civilizar la comarca.
El hi^'ar cabecera del Distrito que describimos, es
situado en una mala localidad ; su plano es inclinado de norte
á sur, circundado de montañas encadenadas las unas con
otras, quedan lugar á profundas cañadas, por las cuales
deslizan numerosas corrientes de agua tributarias del
Ituangü, el que á su turno dej>osita su caudal en el Cauca,
fiorizonte del poblado, aunque reducido, es alegre y risuenl
el aspecto general de la tierra es doblado en extremo.
El sistema orográfico de Ituango está compuesto
parte de la cordillera occidental andina, y por fuertes 1
contrafuertes desprendidos de ella. El alto Paramillo qui
al norte; Zazafiral, Centella ó Inglés al occidente; Murrapali
noroeste ; Morropelón y Santo Domingo al nordeste. Eu 1^
intervalos de ellos hay dos valles principales: el do Sirita^
entre Morropelón y Sanio Domingo, y el San Agustín, onl
el Oso, Chupacafta y San Benigno. Miden estos valléis, do
— ^61 —
manera aproximada, medio miriámetro de extensión el
primero, y un miriámetro e! segundo.
Los ríos más notaliles del Distrito son : el Taraza, nave-
gable en canoas en su parte baja, como dijimos al hablar de
Cáceres, y formado en sus nacimientos por los torrentes y
arroyos San Román, Animas y San Matías, que tienen su
primer origen en la cordillera de Murrapal; el San Agustín,
Tiie nace en Paramillo y rec^orre como diez leguas en di-
í*ección al oriente, antes de reunirse por la izquierda con
<^Í Taraza; el Ituango, que desciende del mismo cerro que el
autoriory que recibe por ladereclia los raudales Inglés, Oso,
Coiígo, Naranjo, Honda, y por último, los arroyos Galgos
y Eijagual ; y por la izquierda, Quebradona, Quebra-
do jí cita, Chontaduro, San Miguel, San Antonio, Guadual,
í^ondita, Fonda, Guaimaral Tarros, Pascuita, Helechales y
Siaoiá. Los torrentes y arroyos que entran al Ituango por la
ixiHuierda, corren en dirección de norte á sur.
Los terrenos son ubérrimos, y en ellos vegetan
^^turalmente caimitos, mamones, granadillos, chontaduros,
<^ria.chafrutos, algarrobos, piñales, membrillos, guamas, obos,
^^^pes, cactus, cañafístulas, corozos, papayas, papayuelas,
S^iái.iraaros, Irutales exquisitos los más, y muchos de ellos con
Producción aplicable al cebíj de marranos. Entre las frutas
^Xcjiíjgjtas de este Distrito, deben ser contadas las guanábanas,
^^ mangos y las chirimoyas.
Las plantas cultivadas para los usos domésticos, son en
S^neral las mismas de toda región tropical correspondiente
^ *st longitud y latitud del Distrito que estudiamos, así como
^^>Tibién á las variadas elevaciones ofrecidas por la
^^Pografía con respecto al nivel del mar. Conviene saber que
^^ <?sta parte del Estado, la temperatura media en las orillas
^^1 Cauca es ardentísima; mientras que en las cimas de la
^^illera, especialmente en los puntos culminantes del
diento, Paramillo, Centella, León y Zazafiral, el frío es rígido
^íi extremo.
Se produc^en j)er rectamente en diversas partes de esta
sección, exquisitas hortalizas y bellísimas flores; pera
preciso anotar que la galanura vegetal, más que á
acti% ¡dad dol homLre, se del}e á la espoalánca producción
los extensos y ricos bosques que abundan en ella. En el valí
del Taraza, además de elegantísimas parásitas, hay cauche
tagua, quina, raicilla, resinas, bálsamos y cortezas de gra
estimación como elementos medicinales.
Parece que la naturaleza ha querido ser eminentemente
pródiga al dotar a este Distrito, no sólo con variadas
importantes riquezas vegetales, sino también con especie
minerales de gran valor. Hay en él extensos aluviones aui
foros, fértiles veneros del mismo metal, cobre nativo, carh^^
fósil etc., etc»
Las fuentes saladas son escasas en número. Hay una sois
en elaboración cerca del torrente del Oso; mas como su prc
ducción sea exigua, la sal de cocina para el consumo ordiJ
nario se introduce de la extraída en Noque y en Guac
auxiliado este comercio por la sal marina que llevan U
traficantes de Yarumal.
La agricultura está atrasada. La inihistria pecuaria
sostiene con algún esmero, y las pin ras de cerdos son de
bastante consideración, para dar abasto á un comercio de
medianas ventajas con los distritos aledaños. Aunque la
explotaciones mineras no alcancen aun ventajoso desarroUOij
se calcula el uro extraído en 1Ü(J libras por aílo.
Tiene Itoango relaciones comerciales con las ciudatles
Medellín y Antioquia, con los departamentos del Norte
Nordeste del Estado, y con la Costa atlántica. Dos vías
comunicación relacionan la cabecera del Distrito con el Estado
de Bolívar; la de Ure y la que conduce al Estadc»
dicbn por el puerto de Cacaotal, Con líuriticáse comunica
I^eque y Santo Domingo ; con Sabanalarga por Playagrandc
con San Andrés y pueblos del norte, pasando el Caucel
Pescadero, y con Anlioquia por Barbacoas, á lo largo de!
banda occidental del Cauca.
La educación pública está regtdarmente dirigida por
^^^ — 263 —
liobieriiQ, pci^ffScuidada por lus particulan
timilia, geueralmcukc pobres, preíieí'oa a la educación de sus
lujos, dedicarlos á faenuíi campestres, para facilitar de
esta macera el cumplimiento de yus deberes domesticáis.
Mal estudiado hasta ahora este territorio^ no podemos
señalar en él fenómenos naturales que llamea mucho la aten-
ción, líay en compensación de esta falta lo que los buscadores
de tesoros antiguos llaman patios de indio; y en los conocidos
/lastahoy, uno cuyo espacio circunscrito por murallas artifi-
ciales de pedernal, de cuatro á cinco metros de altura, mide como
ti*einta hectáreas de terreno* Tiene este reciato dos portadas,
1-11X3. hacia el oriente y otra occidental. Los guacjueros no lo
^^n ti^abajado en regla ; pero cuando lian practicado oxplora-
<^ÍOfies parciales, han hallado agujas de oro, semejantes por la
Toi^iiia á las que usan los arrieros, cuentas de oro fundido,
chagualas etc., etc.
Pertenec€n á Huango las fracciones siguientes ; la del
^tíntro, en que se ejerce el poder municipal por uu corregidor
y ^n Ayuntamiento; Peque ó Santo Domingo; Barbacoas y
^^nta Rita, dirigidas cada una por un inspector de policía, y
^*^ fin, las de Ceniza, Playagrande y San Juan de Rodas,
^^ixiiinstradas déla misma manera.
Ituango, a pesar de su inmenso valor territorial, es un
^*=*lnto poco conocido aún por los antioquefios que lo poseen ;
^ l^urvenír, sin embargo, nos parece asegurado en un sentido
^^"v^orable por numeroísas causas : fertilidad prodigiosa lIcI
'^^io, climas variados, proximidad á la parte navegable del
^Vica, facilidad de comunicación con los Estados de Bulívar y
* Oauca, vecindad con el opulento territorio occidental del
Tí*
^^^tado, cuantiosos veneros metalíferos, maderas, plantas
^^clicinales, gomas, resinas, aceites, carbón, cobre, hierro; y
^ que acaso sera nu'is todavía, contacto mediato en lo futuro
^^n ese enorme centro de actividad comercial que seráprodu-
^^Üo por el corte del Istmo de Panamá, y por la prometiente
^^ma de riqueza que seguirá próximamente á la comunica*
^^óix de los dos océanos.
— 2GÍ
Población, 4.531 habitantes. — Latitud norte, 6" 5y'2G^
^- Longitud occidental, 1* ü1'20^\ — Altura sobre el nivel del
mar, 1.530 metros. — Temperatura, 31^ — Límites : confína
al norte con el Estado de Bolívar; al oriente con Cáceres, San
Andrés y Sabanalarga; al occidente con el Frontino, y al
sur con Buriticá y Cañasgordas.
Urrao. — Algunos habitantes de la ciudad de Antioquia,
hace cuarenta ó cincuenta años, deseosos de hallar terrenos
propios para labranza, fueron para el occidente, y creyeron útil
establecerse en el valle de Urrao, conocido antes, pero no cul-
tivado hasta entonces.
D. Juan Pablo Pérez de Rubia, O. Manuel del Corral,
D- Sacramento de Hoyos, y otros, ayudaron á los que protón*
dían dar nacimiento áesta colonia. Atendiendo á su origen, se
ve que en Urrao ha sucedido lo que en muchos otros distri
do Antioquia; estoes, que al hablar de su fundación no 8o I
puede asignar unidad persona], puesto que su creación se
debe á una colectividad de trabajadores.
La cabecera do este Distrito está colocada sobre un plan
horizontal en el fondo de un valle lai'go y angosto, amen
piíUoresC'O, de suavísini<i clima, bastante elevado sobre el niv
del mar y recorrido por el bellísimo río Penderisco.
Al oriente demoran unas colinas de risueño aspecto, q
se prolongan hacia el noroeste. Su cementerio está en una gi*^^^^^-
ciosa pirámide truncada, circundada casi tuda por el ríOp ^^^^ii
términos que constituye una verdadrra península semejar^»^ *a
ala formada por el río Schuylkill en la colina del LaUL^-^.^1,
pintoresco cementerio de Filadelha* La parte material ^rfc
la población ha progresado poco, pudiéndose decir quo e^^á
hoy como estaba hace treinta años. Sin embargo, sus calf^^^
bon ixíctas, bonita su plaza, aunque sin edificios en uno do l<^^
costados. Tiene un templo viejo y pobre.
El río Penderisco recorred valle de tpie hablamos, ca^^^'
por el centro; nace en el cerro I^lateado, y se reúne á uiis:^''
pocas millas antes de llegar á la población, con el río Pavor ^'
1
que tiene sus fuentes en la misma montaña. Los dos ríos
unidos, llevan el nombre del primero liasta el punto en que
caeu al valle de Murrí, pasan luego á ki Cerrazón de Ourbala,
salen del Estado, entran en el del Cauca y depositan sus
^guas en el Atrato.
El Pcnderisco, antes de juntarse con el Pavón, recibe los
''¿lúdales Quebradona, San Carlos y Cartagena; juntos,
^^ciben por la derecha los ríos Urrao, Encarnación y San
•^tian; y por la izquierda, e! Orobudó, Nendu, Ocaidosito,
Mandé, San Nicolás, Ampai^adó, Turriquitadó y Anjaburadó.
El A^rquía es tributario del Atrato.
Como raudales, es bueno mencionar los de San Miguel,
C^ií^cique, Sabaletas, Tachío, connuentes del Arquía ó del
-^ti^ato, y comu tributarios del Penderisco los de Salado, Que-
l^t^*íXciona, Aguaschiquitas, San Luis y Endiablada. Existe
t^tn:ibién en el Distrito el riachuelo de Anocosca, cuyas aguas
^'-■^nrentan las del Salado, Encanto y Salazar, nacidas en la
^^'^fclillera de occidente para llevar su caudal al Cauca, como
í^eda dicho.
Con el origen asignado á estos ríos, se tiene idea aproxi-
^*^^cia del sistema orográlico de este Distrito. Sus principales
'^^^ixtañas se desprenden de la cordillera occidental do los
'^^^cles colombianos; dos de ellas corren paralelas al río en
^•^^cción aproximada de noroeste á sudeste, encajonando el
^^^le. y sus alturas principales son Plateado, San José y Pron-
to sobre la cordillera divisoria con el Cauca.
La población ha aumentado lentamente en los últimos
^Oe; porque si bien las influencias climatéricas y la
^^^cidad de los terrenos, le son condiciones favorables de
t*í*Ogreso, los habitantes han venido padeciendo desde el
^*^"iticip¡o de su establecimiento en aquel punto, la enfermedad
^Uocida entre médicos con el nombre de peííiyra, que tanto
■^^iere decir como erosión y caída de la piel. A esta dolencia
^^tiian loa vecinos, pelazón, y á pesar de que su causa sea
P^co conocida, personas inteligentes la atribuyen al escaso
^^0 de la carne como alimento, y al empleo de un régimen
— -26*3 —
msivamento vegetal. Acaso no nerá extraño, como
elemento productivo de este mal, el contacto diario de los tra-
bajadores con e! polvo y el lodo de la localidad, que, atendiendo
ala formación geológica del terreno, pueden contener sustan-
cias corrosivas como cal y potasa-
La explicación anterior parece racional, si se atiende á
que nosotros hemos visto, en sitios semejanteSp casos de
pfHnyra parcial en las extremidades del cuei-po, que son las
que de ordinario estcvn en contacto con los agentes mencio-
nados. Y se rcfaer^a el argumento, considerando que á mcdiila
que el aseo en callesj campos y habitaciones ha sido más es-
merado, y á que los vestidos y las costumbres han mejorado,
la enrermedad ha venido desapai*eciendo hasta su extinción
casi completa*
En el territorio de este Distrito podrían cultivai*s^ con
ventaja muclias plantas tropicales; pero la poca actividad de
los vecinos los constituye en una reprensible inacción, por
cuanto asegurada la siembra y cosecha del maíz y del frísol,
el tiempo subraiite no se emplea con proveclio. El cultivo de
la papa y del trigo en las partes frías, sería un precioso ele-
mento de riqueza para las gentes de ürrao. Con esos pro-
ductos podrían hacer comercio no sólo con los pueblos que
le quedan al oriente, sino también con los ribercfios del
Atrato, sii'\iondo ese trálico de estímulo para principiar el es-
tablecimiento de una vía de comunicación con el Atlántico,
<juc cunvertiría el Distrito en centro de riqueza. Urrací es el
cantinela avanzado que tenemos por el latía de occidente, pai*a-
recibir la civilización que nos venga cuando perfeccionada la^
navegación del Atrato y abierto el canal del Istmo, la vidm^
comercial se desenvuelva en el yolfo del Daricn, comuEÜ--
cándonos con abundancia sus redentoras intluencias*
Hoy el comercio de ürrao se hace parciabnente con iVntio-
quia y con Quibdó, comercio ruin, consistente en la venta dt^
algunos quesos y poca canie salada, conducidos á espaldas úc
peones por en medio tío montañas casi intransitables.
Al lado de la agricultura^ la industria pecuarit^i forma la
principal ocupación de los liabilanteBcld Distrito, Nohaygaiiíi-
(io lanar, poro sí caballar, aunque en míniíoa cantidacl este
último. Y es lástima, portiuc los animales de esta especie na-
úám y criados en el Distrito, gozan de merecido aprecio. La
cría de cerdos está medianamente atendida, siendo consolador
^\ que rebaños de ganado vacuno de más de iÜ,UOO cabezas,
Pasten de ordinario en aquellas iiutritivns dehesas.
Tiene el Distrito numerosas fuentes saladas : Noque,
Acesí, Ajiocosca, iMagdaleiia, Saladito y Enea. El cloruro
de sodio concretado por la evaporación de estas aguas, es de
í^xcelente calidad; Not|ue so cuenta como la más rica de estas
^Q-liiias. La Ires primeras de las fuentes mencionadas están
situadas al pie del cerro llamado Canalón-oscuro. ¿Podrá ser
^JUe este cerro, como otros muchos, á cuya base existen
luentes saladas, contenga en sus entrañas ricos depósitos de
^^1 gema, á cuya solución, por medio de las aguas pluviales,
se deba esta clase de formaciones ?¿ O será que en comunica-
ción con depósitos más lejanos ó con las aguas del mar, por
Pí'olongados canales subterráneos^ se efectúe el fenómeno de
^*^ aparición sol)re la superficie de la tierra ? Una ú otra cosa
P^drá ser.
En estos últimos meses se ha hecho en Urrao, en corta
^^Cala, el oí>merc¡o dv caucho ó goma clástica. Esa industria
^*^ pasa de ser un ligero consuelo, porque con el hábito de
^^truir el árbol para extraer el jugo, bien pronto los bos-
"^^s quedarán agotados. Esta guerra á muerte declarada á
^ ^elvapor el montañés de Antioquia, hecha sin discernimiento
' ^iñ calculo, dará funestos resultados para lo porvenir.
^^icedo es fracción de Urt*ao.
Población, (1.330 habitantes. — Latitud norte, 0° V 5",
* Longitud occidental, á* 3' O". — Altura sobre el nivel del
^^i*, 1,885 metros. — Temperatura, 19^ — Límites ; confma
^l t>orte con el Frontino; al oriente con Anzá; al occidente
^^\ el Estado del Cauca, y al sur con Concordia y Betulia.
CAPITULO SÉTIMO
Departamento de Oriente
^isÍTritos : Abejar raly Carmen, Ceja, Cocorná^ Concepción^ Guarne^
Guatapé, Marinilía, Na^re^Peñol^ Retiro, Rionegro, SanCarlos^
San Luis, SanRafael^ Saíiía Burlara^ Santuario, San Vicente^
Sonsón^ Unión ^^ Vahos.
Limita al norte con los Departamentos del Centro y del
^oi*clest^; al oriente con el Estado de Cundínamarca ; al
*^^c:idente con los Departamentos del Centro, del Sudoeste y
^^l Sur, y al sur con el Departamento del Sur y con el Estado
^^l lülima. Población : 97,702 habitantes.
AbejorraL — D. Felipe Villegas, castellano viejo, bar-
^*^l^s Je nacimiento y uno délos colonizadores de Antioquia,
^^Cen Rionegro con D' Mariana Lundoño, y de ese matri-
^*^i:iio hubo varios liijos, de los cuales se liizo notable D* José
^^^tonio. Este personaje recibió su primera educación en
^^*^negro y la perfeccionó un tanto en Bogotá, de donde
St^esó con el título de maestro, no sabemosen qué arte ó
^^r^cia, porque la crónica no lo dice.
El maestro José Antonio Villegas, tuvo por herencia los
^**t*ciios comprentlidos entre loa ríos Buey al nortei y Arma
^^ íiur.
Con el fin de aprovechar su patrimonio, y en el tiempo
^^^ que esa comarca era selvática y poco conocida, tiró
para ella, provisto de al^jTOnos negros esclavos y de losme<l¡oí
í5iilieieritospara llevar á término una empresa de minería.
Llegatlo al torrente de las Yeguas, comprendió que esa!
vegas conlenían ricos minerales de aluvión, y resolvió establo
cor su campamento en aquel punto. Con tal íln, construyi!
casas, edificó una capilla, colocó en ella una imagen do h
Virgen del Carmen, que llevaba consigo, y procedió al laboi^ec
con sus esclavos?.
Cerca del lugar en donde trabajaba, se unía al riachuek
de las Yeguas, por el flanco izquierdo, otro de más pequeíl<
caudal que parecía descender de un valle ligeramente inclinado
sobre el cual resplandecían como láminas de brujida plata,
las anchas hojan <lc un bosque de guarumos, lucidos árboles
de la zona intertropicah
Movido el Sr. Villegas por la curiosidad, resolvió hacei
la exploración de lo visto, y anduvo por las vegas del riachuek
mencionado. En el tránsito le acaeció la desgracia de sor ata-
cado y picado par un enjamliro do insectOH llamados abejorros,
circunstancia que determinó el nombre del riachuelo, el del
valle y el de la población actual,
Al observ^ar que el examen le haliía dado excelent.es resul-
tados, resolvió mudar la casa y la capilla á im punto inme-
diato al ocuparlo hoy por la ciudad, en donde se ve aú
demarcación de las calles y eilificios.
C'erca de aquel sitio, el torreidc se divide en dos : uno
ba.ja por el sui% y otro por el oriente, rlando lugar á la fot
ción de un ángid o ocupado por regidar extensión de terreno^,
en que se hizo la demarcación del poblado, con su pl
calles, plazuelas y ejidos.
En 14 de enero de IS| I, otorgó el maestro Villegas
escritura de dnnacirxi en favor de los vecinos existentes en
ees, y do los que quisieran fijarse allí immediatamente p
poner en práctica el proyecto de una nueva fundación,
este documt»nto, testimonio auténtico de la generoHidad
donante, de sus altas ideas civiles y religioscis y de su ospi
le\-antado, hubo campo para edificar un templo» ospacto
nme-
úrijfl
rnuP
calles y plaza, solares para ser distribuid 08» y concesiones gra-
vitas capaces de recomendar la niemoria del más esclarecido
patficio.
No contento el fundador con el valioso obsequio hecho á
'o*^ pobladores, estableció severa disciplina en la corporación,
í^nicló personalmente en ios trabaji3s propios para perfeccionar
'•'* ol>ra que protegía, y favoreció el cuINi con mano dadivosa.
Se dio por límites al lUstrito de Abejorral el espacio de
^^tn compi'endido entre los ríos Buey y Arma, este liltimíj
í^^lamente hasta la conlluencia del Aures; y como el Buey y el
' Aufcís nacen en un nudo de la cordillera central, a muy poca
*^'i^tancía el uno del otro, puede muy bien decirse que Abejo-
**i*al es una verdal lora Mesopotamia, Después del 5 de abril de
'^77, poríntlujodcl Sr. José María Loadofio Marulanda, se,
<*í*^ó el distrito de la Unión, y para crearlo hubo necesidad de
sustraer una {^ran pxirte del de la Ceja del Tambo, otra más
Pequeña del de Abejorra! y otra más corta aún de Sonsón* De
ohb. manera quedó modificada la primitiva delincación del
I-Mstrito que describimos, pues en una parte considerable nn
^*t*nt5 c*)ntacto actual con el río Buey* Esa provitleucia ha
Producido algunos trastornos en la propiedad territorial, pues
^^'^rias lincas han queilado divididas, perteneciendo en parte a
^*^ clistrito y en part-e á otro.
Hemos dicho que la cordillera central de los Andes, al
**^^ar a las cercanías de Vallejuelo, forma un gran nudo de
"^ridc, además de tres principales montañas, se desprenden
^^'^^^Ti^de un orden subalterno, dando lugar á un intiúncado
^t^crinto. De esegran ruido nacen los ríos Buey y Aures, ya
^^c^ticiií nadas, tributarios del Cauca, y otros tributarios del
**^gdalena.
Entre los ramales subalternos, desprenditlns di^ la
^^^Millera principal en aquel punto, hay luio que se dirige al
^^^^ident^, scparandi» las aguas que vierten al Aures y al
'^^^rna de las que tributan al Buey. Este ramal, muy cerca
^^ la cibecem del Distrito, se divide en dos estribos princi-
Í'^W, entra loe cuales esta el valle de Abejorral ; el de más ni
979
norte lleva el nombre de Quebradanegra, por el de uní
que forniaj y a su turno se piarte en dos contrafuertes
primero contiene la montana del Roble y termina en la fra
ción del Guaico, entre el río Buey y el riachuelo Santa Catalim
y el segundo, en donde están el alto del Chagúalo y el d
Patio, se extingue luego en la confluencia del río Buey ex
el riachuelo Yoguas.
El segundo ramal de los dos pertenecientes á la divisic
ceraxna a la cabecera del Distrito, pasa a pocos metros de ell
en donde se deprime tanto, que más que altura parece abr-
Toma después esta montaña nuevo empuje, se levanta, i
yerguü y constituye una notable altura llamada la cordillera «
Las Letras, en dondese alzan dos eminencias conocidas^ la ui
con el propio nombre de la cordillera, y la otra con el í
Purima. De esta última sale el contrafuerte de su nombn
célebre por sus ricos minerales, mientras que de la primei
nace un estribo llamado el Tambo, para morir en las vegas d
las Yeguas.
De estas dos eminencias sigue el ramal de que hablami
sinuosa dirección hasta el alto del Naranjal, una de las cimi
más considerables del Estado. Del Naranjal en adelantCt osA
trozo orográficü termina pur cuatro ramillcaciones : la cortl
llera de San ViceiUe al norte, notable por el picacho d
nomlíre; la del Chagualal, termmada en el puente del
Ihívy; la del Naranjal, rjue va basta el salto del Dialilo en
mismo río, y la de Pautmüllo, que acaba por medio de le
estribos de la Trampa, So taya, Mediacuesta y Campanas, cere
de la ribera derecha del río Arma. I
Las corrientes de agua de este Distrito que alcanzan í
merecer el nombi-e de ríos, son : el ííuey, cuyas vertiente
están en los l'aradus, y que corriendo próximamente al Oi
dente, se junta con el Arma antes de entrar en el Cauca
Aures, que vierte de la altura de las Palomas y es tribu
del Arma : este últimn, que tiene su origen en los valles aj
de San Félix, uíj riega el Distrito sino desde su unión con el
anterior* Los riachuelos y torrentes Nudillales, el Ciod
si
«ti
1
^73
Rosarlto» Quebradona, San Antonio y los Dolores, connuyen
alAures; Sircia, HornoSj Seca y Campanas, son tributarios
del Arma, y en fin, caen al Buey, San Bartolo, Yarumal,
Quebradanegra, Santa CataUna, las Yeguas, Daza, Bj^uja,
Naranjal y MorroazuL
El suelo de Abejorral fué en su principio excesivamente
fértil; pero no lo es hoy sino en las hondonadas y en los
valle». Su feracidad primitiva se explica perfectamente bien, si
se atiende A que en las épocas de! descubrimiento y la coloni-
zacion.todo el Continente americano, 6 su mayor parte, estaba
cubierto de selvas que por sus evoluciones naturales de
creación y destrucción, acumularon durante siglos despojos
^í*gánico9, hasta formar capas más ó menos gruesas y mas ó
'líe/ios cargadas de principios vegetales. En esas capas, des-
*^<Jajado el bosque para entrar de lleno en el cultivo de la
tiíírra, se hallaba gran riqueza de humus^ conipuesto en
^rari cantidad de sales terrosas eminentemente solubles, y
P'^cjpias para ser absorbidas por las radículas de las plantas y
P^^a dar por tanto pingiics cosechas en los primeros tiempos.
^^os carbonalos, siiUatos etc*, de potasa, soda, cal y otras
bases, cuando quedaron en libertad y experimentaron la
'^^^ión alterante del aire, del sol y de las aguas pluviales,
^^fon arrastrados de las cimas y faldas de las cordilleras y
^lirias, para ser llevados á los arroyos, riachuelos y ríos,
P^t^dicndose con rapidez y con menoscabo de la agricultura.
^*'*^pués de buenas cosechas y después del estableciiniento de
P^'^cleras, la acción química de los cuerpos ambientes, y
^ poco meditada incineración de los árboles, arbustos y
'^^lezas cortadas, han completado la obra de esterilidad que
^^y se nota.
Abejorral progresó mucho en años pasados, merced al
*^^tivo en grande del tabaco; pero sea que la calidad no se
^^Contrara del gusto do los consumidores europeos, ó sea
P^^ iaíluencias contrarias de negociantes de dentro y fuera
^^1 Estado, es lo cierto que la exportación de este artículo
^Q ha continuado. Hoy, aunque en una escala proporcional-
i8
méate giaiuic, antionucaos.
al consumo hecho ^^^^.¡.^^^ Uavnado oUvo en éatc y
La semilla del mu u,a c^^ j^^ ^ ^^^^ p,oducUva iuduslna.
otros pueblos del ^^f^^^^^ por el aceite fijo que con-
e.acUvoeué.locomoonc,Uos „ , ,„ ,„,ig,.adó.,, que la
ao loB ubejon-ak-aoB es '*"' ^^ J^ ,tamc.,to del Sur, , mu-
„,a50. parte de los l»'f "¿^^^ ^ „, Tolima, 1«> 'i""'!" ^
dxos de los Estados •■' t:™;^ L. de esle Dislrito.
g„M»rte«uluc.eme„- =''¿^^^ ^^^ ^,„„„ „j^„meu..
La cabecera esto s'""" „, „rupo.lel.abllacioucsque
iaeUuado de or.enl. . 0^.*=;^^'^ =¿ l^^,,, ^. ,^as; lleue uu
laamslituycesensumajo P ^^¡j^¡„, p¡^
bomlo templo, una reguUu pto^ ^^p^,,„,, j. ^
ofieinas Pf'-' =':::;;,„;>„., graciosos paisajes, ev-
«nliclad sulicenle, cal >1. ^^^^^.^.^j^j^^ ^,„tajas para uiv».
quisito clboa, y l>or "1"' ■ ' t„„,¡a moral sosegada - -
l,uoda vida ';-"/,Sa :*<='">'odel Cbagualo, ofrcc
U-au,,uda. La cudad, .«.rad. ^^ ^^ „„„„utouaa. si po-=«
una perspectiva que agiada.s, |
- -.tr:*-^'.--txre,TSon°^
a,.,viones ^■'="-^--;^p:ra, tu-lguL ve. pro„>e.
„,i agotados. La -»» *= ^ ! Jy, „a»tal,oy á las M^^
„raudc.produc,os ..ob. con J^.^ ^.^ ^^^^^^^^^^ p ,
jeras esperanzas .[ue b.z aescubicrlo» graud» *
hendidas pic..«.n n- >-'»;; ^,,,,„,d oro de sus rnou*-^-
Boros en ese sitio. '- "-'"f ' j^j do molibdato de plo»J-*V
sustancia que reoog'da cu ■ ^^^ «omejauza oon -«x
^ i 7-» t: ;:" :ú- id^ ="t-- ''■■""^- i
polvodeorodebAHi^J «-
— 275 —
Hay cuatro fueates saladas ea claboracióu : la de Am^es,
lios y la de los Cacaos, La sal
la délos Palacios, la de los Medi
de cocina extraída de ellas, es excelente para la mesa.
A lo largo de la cordillera central aiitioqueua, hay i'uejites
saladas qtio guardan, hasta cierto punto, un paralelismo con
las que en la pendiente oriental quedan cnü^e la cordillera
ceiUral de los Andes colombianos y las orillas del Magdalena.
Liaüdela cordillera central ^on también paraleUxs á unas exis-
tentes aunque escasas en la orilla del Porce, y éiítas, á las
üdÁñ abundantes todavía que «e desaiTollan como por uscala
eii^el flanco del Cauca, Se presentan estas úliiinas en
Córdoba, Guaca, Sabaletas, Fredonia y al sur do la con*
fluencia deJ Arma, guardando también cierto paralelismo con
la^ conocidas sobre la cordillera occiíleutal de los Andes co-
lombianos. En este sistema de fuentes saladas, solo las que
^eijioran á lo largo del Cauca van acompañadas de extensas
^'ctas de carbón Jüí¿í1, como lo indicamos al ti^atar de la
^tructura mineral del Estado.
La parte industrial se completa con el cultivo del trigo y
*^n la fabricación de una recular cantidad de liaiúna, habíen-
doadejnás varias caleras y algunas máquinas de hierro para
^^ tdíiboraciún de la caña de azúcar, y mi telar rudimentario
^^*J^los tejidos de algodón y de lana.
La üducación pública está muy bien atendida en este
i^trito. Hay en la ciudad dos escuelas piiljlicas, una de
' trunes y oti*a de mujeres, y además una mista en la fracción
^-*1 Buey, con otras enseñanzas ]jrivadas de coiiHideración.
^í^ta importancia dada al más tiuscendental ramo déla socio*
^^ía, es tanto más importante cuanto los liijos de este Dis-
^*ito son naiuralmente de clarísima inlehgencia ; y que lo
^cJio es la verdad, se prueba con el gran número de ellos que
^i^tieron dur.ante las faenas de la Independencia, á formar la
"^Iria que boy tenemos; cun los que lian asistido con brillo á
'^^ debates legislativos déla Nación, y con los que han ocupado
^ti bornea y desempeñado con inteligencia, diversos puestos
•^^biicos en d Estado y en la liepública. Evitando, como
^^"' parece n-« ^,,,,^vca, ^^^ ^^¿,¿0 eV g^^ ^odevna.
. mucV^^^ \uves. cu j-am^no ^ ^^,^^» vci-
— 277 —
83 metros de profundidad, a una altura de 843 sobre el nivel
del mar. Eso es lo que llaman Salto del Diablo.
Tiene el Distrito las siguientes fracciones : Poblado,
Erizo, Aurcs, Purima, C¡rcia> Pantanillo, Naranja!, San Vi-
cente, Lomitas, Zancudo, Buey, Quel^radanegra y Cordillera.
Población, 8J36 habitantes» — Latitud norte, 5^45' 10".
— Longitud occidental, V 39' 5". — Altura soljre el nivel del
mar, 2J47 metros* — Temperatura, 17% — Límites; confina
al norte coa la Unión ; al oriente con Sonsón y la Unión ; al
occidente con Santa Bárbara, y al sur con Aguadas.
Carmen. — Parece que la palabra carmen tenga su ori-
gen en lengua arábiga, pues así llamaban los moros de Gra*
nada sus quintas, huertos y jardines. Si los primeros descu-
bridores de esta parte del Estado hallaron adecuada la pala-
bra para bautizar la comarca que hoy estudiamos, nos parece
que no anduvieron desacertados, pues los campos que rodean
la cabecera de este Distrito, son tan plácidos, tan amenos, y están
engalanados por árboles y arbustos de tan bella noresceacia,
que bien á pesar de su colocación escondida y solitaria, me-
lancólica y triste, está rodeada de positivos encantos para una
vida retirada y tranquila.
El lugar está sobre la margen izquierda del riachuelo Ci-
marronas, y se recuesta, si así puede decirse, sobx^e el regazo
de la serranía de Vallejuelo, masa principal de la cordillera*
central de los Andes colombianos, ó sea oriental deAntioquia,
segiín nuestra división.
Varias fuentes, arroyos y raudales enriquecen el ria-
chuelo Cimarronas, por uno y otro flanco, en el territorio de
este Distrito; pero de ellas sólo el riachuelo la Puerta y acaso
el de la Manga merecen especial mención.
El caserío es reducido ; el estilo de las habitaciones, se-
mejante al de Marlnilla; el aspecto de la población, pobre, y
su existencia la de un prolongado silencio. Las costumbres
son idénticas á las que hemos asignado á la mayor parte de
los lugares que demoran á más ó menos distancia sobre el
— 278 —
valle recorrido por cl Rionegro desde el Retiro has
Peño!.
Los cultivos son reducidos, mczqiiínn la industria
diana la riqueza del Distrito^ debida sólo á la cría y multipli-
cación de algunos ganados, y A la elaboración de alonas
fuentes saladas cuyo producto es de bastante buena o^H
lidad. ^^
El Carmen fué erigido en distrito en 181)7, siendo Gober^
nador de Antioquia D. Francisco de Ayala, y Obispo de Pbpa-j
yán D. Salvador Jiménez. ^M
Población, 3.301 habitantes, — Latitud norte, 6* 1' 25".
— Lonfritud occidental, l^S'ZS?". — Altura sobre el niv
del mar, 2.1U7 jnetros. — Temperatura^ 19^ — Límites]
confina al norte con el Santuario; al oriente con Cocuma;
occidente con Rionegro, y al sur con la Ceja.
Ceja del Tambo, — Este Distrito tiene por territorio un
gran pedazí» segregado del que antes perteneció á San Nicol¿
de Rionegro. La señora D*. María Josefa Marulanda, ducf
de gvíiü parte de esos campos, regaló A los pritnerus poblado
res la cantidad suficiente para demarcar calles, plazas, templ
y casa de Cabildo. Su existencia como entidad parroquial prif
cipiü definitivamente en el año de 1815, y se ha coO'
servado desde entonces de un modo sólido y seguro, pues si
bien es cierto que no progresa rápidamente, también lo es qtro
no pierde nada de su importancia.
Los vecinos de este Distrito fueron al principio pcrfe*
necientes á las familias más distinguidas do la colonia anti<
quena. Severos de costumbres, trabajadores infatigables
aferrados á las riejas tradiciones peninsulares, llevaron siem?
pre una existencia quieta, basada sobre los hábitos mi
modestos y primitivos.
Don Eduardo González, rico propietario de los contor
bueno entre los mejoren antioqucños de sti tiempo, fué una
enpecic de patriarca que sostuvo con el ejemplo el espírit
de la virtud ; con su dinero, la alimentación def pobre y
279 —
h^.
eonstriicción de los primeros edificios para el abrigo y la
comodidad. En la casa que fué de su pertenencia, y cuya
techumbre se divisa desde las calles de la población, sobre
un lindo y ameno collado sombreado por arrayanes y siete-
cueros, nació Don Juan de Dios Aranzazu, cuyo espíritu
cultivado exhibió durante la guerra de nuestra Independencia,
y más tarde, durante la República, uno de los más apuestos
mancebos, uno de los más floridos oradores, uno de los
hombres más elegantes de su época, y uno dolos magistrados
más rectos, más hábiles y severos de que se enorgullece la
patria colombiana* En la Ceja, cerca déla casa citada, nació
también el sobrino de Aranzazu, Gregorio Gutiérrez Gon-
zález, cuyo nombi'c como poeta descuella ventajosamente
aliado de las mejores tiguras literarias del país.
La cabecera del Distrito está situada sobre un plano
perfectamente nivelado, refrescado por una temperatura
deliciosa, por un ambiente puro y tónico, por una atmósfera
constantemente despejada, por numerosos arroyos y por un
^íí>chuela murmurante y cristalino, cuyo arenoso fondo,
^¿i^es vegas y caprichosas vueltas, hacen del paisaje uno
"® los más poéticos, agntdables y graciosos de todo el
*^^kado> Como en Antioquia las grandes llanuras niveladas
^^ti tan escasas, y como la de la Ceja, á más do ser extensa,
ofrece el contraste bello de lindos grupos de árboles, de
^^í*tles praderas y de copiosos raudales, fácil es comprender
^^o este recomendable lugar parece predestinado para ser el
^^iento de una lujosa y bella población.
tíesde las montañas que lo circundan, se domina elagru-
^miento de las habitaciones en todo su conjunto, y su contem-.
VUción produce tal encanto en el pensamiento, que el viajero
^^ puede prescindir de admirar aquel bello panorama, tan
extraño para quien recorre las fracturadas montañas de la
ítoyor parte del Estado.
El templo de la Ceja es uno délos más bellos y más cui-
dadosamente mantenidos de Antioquia; la plaza principal ea
plana y limpia; las habitaciones, aunque modestas, cómodas
280
I
y aseadas ; las calles, rectas, largas, anchas, cortadas e
guio recto, y á pesar de estar poco provistas de edificios, pn
pías para cómodas construcciones. Casi todas tienen un arre;
central que sirve para el aseo público.
La llanura de la Ceja se extiende bastante hacia el oriente
y hacia el norte. El riachuelo Pereira, que lleva sus aguas al
Rionegro, cerca de esta ciudad, recorre la planicie en di reo-
ción próxima de sur a norte, y es alimentado por numerosos
arroyos que descienden de las cordilleras vecinas ; porque es
bueno saber que el pequeño territorio de este Distrito, rodeado
de cerros por todos lados^ presenta la población y su llanura
como si estuviesen en el fondo de una í^ran cacerola.
i
Fuera del río Pereira y de las fuentos que lo forman, fc
can en territorio de la Ceja los ríos Piedras, Buey y Pantanillo,
origen el üHimo del que andando al norte primero y al oriente
luego, desagua en el Magdalena con el nombre de Nare. fl
Las cordilleras son ramificaciones escabrosas y toman
su origen en el nudo de Vallejuelo : lacle la Muía lo separa
del distrito de la l.'nión, se deprime después al occidente,
se eleva de nuevo enfrente del poblado, y rebajada otra ve^
hacia los nacimientos de Pereira, tuerce su dirección al norte
para entrar en el distrito del Retiro; deAbejorral está 8e¡M
rado por el Buey ; de Santa Bárbara por La Miel y por parte
de la cordillera de Monteljravo; del Retiro por esta misma
corriente y por una monlañuela llamada del Guarzo, á cuyo
pie fiel lado sur esta la población. El cerro de Capiro, sobre
la llanura misma, es una mole piramidal aislada, cuyadispo*
sición, rara en el sistema de nuestras montañas, interesa
por lo excepcional de su aislamiento, M
Las dehesas déla Ceja, bien que ricas en pastos, no sm
recomendables por la calidad nutritiva de ellos. Sin embargo,
la industria pecuaria forma la base do subsistencia para los
vecinos. Hay algunos rebaños de carneros, se produce corta
cantidad de lana, hay bellas flores y buenas hortalizas en el lu-
gar y en los campos, se cultiva algún café, y la producción del
maíz y frísoles es riquísima.
'■ea
— -¿81 --
No hay grande abundancia de metales preciosos en este
Distrito; pero no faltan algunos veneros de oro y algunos de-
pósitos de mineral de hierro. Mas que por la abundancia de
sus medios, más que por la feracidad desús campos, más que
por la multiplicidad de sus producciones, se recomienda la
Ceja por su peculiar é imponderable belleza, por la sanidad de
su clima y por la pureza de costumbres de sus habitantes,
Poblacirjn, 3.871 habitantes. — Latitud norte, 5' 5ff 45".
— Longitud occídentii!, T 27' 40". — Altura so!)re el nivel del
í«ar, 2/200 metros. — Temperatura, i8^ — Límites : confina
íil norte con Rionegro; al oriente con Rionegro; al
occidente con el Retiro, y al sur con la Unión y Abe-
jorra].
Cocorná. — El distrito de Cocorná ha sido como una
especie de mito para los antioqueños, basta no hace mucho
tiempo. Situado hacia el levante del Estado, cubierto de selvas
vírgenes, riscoso, sin caminos, incomunicado casi totalmente
con el centro, y muy vecino a las deletéreas orillas del Magda*
l^naj los hijos de Antíoquia lo vieron durante mucho tiempo
^on desconfianza.
Poco á poco, los habitadores de las partes altas de la
^rdillera central, urgidos por la escasez de arbitrios que no
podían obtener abundantemente del suelo estéril en que habían
^^'^cido, se fueron deslizando gradualmente hacia las faldas de
^^ cordillera en requerimiento de terrenos propios para el
cativo de la caña de azúcar, del plátano, de la yuca, del maíz
y Üe los frísoles, artículos clásicos de primera alimentación
^ntioqueña.
Hallaron lo que buscaban en una vega ó vallecito for-
"^^0 por el río Cocorná, pues en el último cuarto de la
anterior centuria, liabía en aquel sitio, que es el mismo que
f*oy ocupa la cabecera del Distrito, un conjunto de casas,
algunos vecinos y una capilla.
De vez en cuando, un sacerdote déla ciudad de Marinilla,
venciendo las dificultades de un pésimo camino, iba á ese
— -282 —
ipientc póBmdo para decir misa á los habitantes ;
administrarles los sacramentos.
A principios del siglo actual, esa fracción era regida por
un juez fundador, bajóla dependencia del juez ordinario de
Marinilla ; y en el ano de 1835 se la erigió en Parroquia, se le
ex]:)idió titulo y se fijaron sus límites.
En 18S4, se la elevó á Distrito regido por un alcalde, un
juez y una corporación municipal.
Fueron primeros habitantes de Cocorná, Vicente, Sotero
y José Aristizábal, y unos señores Valencias, Arias y Váscjuer,
de quienes se dice haber hecho la donación del terreno para
la fundación. El Dr. Jorge Ramón de Posada, respetable
sacerdote é ¡lustre ciudadano, dirigió durante largos aílos
este Distrito, y a su itiflueacia se debió su progreso, que si
bien no es de alta consideración en el día, sí alcanza coiuli-
Clones ventajosas, por cuanto á él se debe en gran parte la
provisión de víveres con que se auxiliad sostenimiento de las
poblaciones de la parte alta do la cordillera.
El cultivo y el beneficio de la caña de azúcar en Cocorná,
es valioso para los habitantes del Departarnt^nto de Oriente, y
la panela con que trafican sus habitantes es de excelente cali-
dad. Con ella, el plátano, la yuca, el maíz y la parcial
explotación del oro y el laboreo de la sal, viven, si no con
holgura, al menos con relativa comodidad los hijos del
Distrito.
Esta, que pudiéramos llamar parte oriental del Esta
de Antioquia,es una región limitada al éste por el Magdaleí
al sur por el distrito de Son son, al norte por el de San Lu
y al occidente por Vahos, Santuario, Carmen y la Unión.
La comarca, esencialmente montañosa, está bañada por
el río Cocorná, cuyas numerosas vertientes están en la
falda oriental de la cordillera central andina. Este río se une
con el de San Matías, que, después de regar parte del distrito
de Vahos y de correr al sudoeste, le rinde sus aguas un poco
abajo de la cabecera del Distrito. Más abajo aun, el Cocorná
recibe el río Caldera, cuyo nacimiento está en el alto del mismo
— -28:i —
nombre, para tributar todo su contenido al Ríovcrde, arriba
del abandonado mineral de Santa fíita. De la confliienria del
Cocorná y del Rioverde en adelante, el último toma el nombre
deSamanádeí norte, y, consen^ando siempre 8U dirección
nordeste, recibe luego eí CHiatapé, cae al Xare, cjuc con este
nombre desagua en el Magdalena, máí!i abajo de lautas,
de^spués de recibir las considerables aguas del Ñus.
Al sur del río Cocorná, corre paralelo á él el rio Santo
Domingo acrecido por el Melcocho^ tributario igualmente del
I Rioverde.
^p Este último, que tiene su origen en la indicada cordillera
central, entre los altos Palomas y Parados, á una altura de
3,fiOO metros, está formado por numerosos afluentes, entre los
cuíiles se distingue el rio CaunsaK
Más al sur todavía, tiene el Distrito el río Claro con direc-
ción netamente oriental, y entre é^te y el Samaná del
norte, en una especie de triangulo cuyo lado menor se com-
pleta por el curso del río Magdalena, hay otro río Claro y otro
fió Cocorná, que reunidos enfrente del viejo mineral de Hanta
Rita, entran al gran río, arriba del pueblo de Nare y enfrente
^<í la isla de Palagua.
Todas las corrientes de agua que hemos descrito, están
'^ntiaclas por torrentes de más ó menos importancia. Los
Principales son : San Pedro y Chuíiiurro, que entran al Rio-
^^^í^Jepor la banda derecha; la Chon*era, digna de mencio-
^^^^t" por ser copiosa, por tener en sus margenes la
^^ salina de Cruces, y por formar al caer en la hondo-
^^<líir una caprichosa y bellísima cascada de 2t3 ó 30 me-
"^ de altura, cascada rival de la que forma el riachuelo
^ü¡**a, su hermano gemelo, Cerca de estoe. torrentes brota el
'^^chuelo Guayabal^ al pie del alto de Perico, para juntarse
^^n la Chorrera y caeral Cocorná como á 60D metros al sur de
'^^ población. El riachuelo Trinidad tiene su origen cerca del
^^ Guayabal, desagua en el Cocorná, es muy rápido en en
•WW superior, y lo es menos antes de su desembocadura,
Tiene una salina en sus orillas.
— 284 —
El tipo esencial de este conjunto hidrográfico consii
principalmente en la velocidad de las aguas, cu lo pedregos(
de los cauces, y en lo salvaje de su aspecto. Las aguas de
río Cocorná son turbias, las del Rioverdc tienen el coloi
de su nombre, y por lo general» tanto las de los ríos come
las de los torrentes, fuentes y manaderos, son potables y salu-
tíferas*
Las montañas de Cocorná están cubiertas por lozani
vegetación; contienen preciosísimas maderas, gran número di
plantas medicinales, resinas^ bálsamos y aceites. fl
Pocos^poquísimos son los puntos de este Distrito en qui
el suelo sea completamente plano. Hay en las cercanías de lo
ríos algunas vegas ardientesy malsanas; pero vegas, escarpas
faldas casi verticales y cimas de las cordilleras, contie^
terrenos de notable feracidad. f
Cuando los bosques de Cocorná hayan sido descuajados
cuando sus ricos veneros queden visibles; cuando los aluvioiie
y los lechos de sus ríos sean fácilmente explotables; cuand
un buen camino lo ponga en comunicación con el centro dí
Estado; cuando otro de igual clase lo comunique con el Maj
dalena, y cuando sus ricos depósitos de mármol puedan se
dados al comercio y aplicados á la industria, esta notab'
sección podrá formar en primera línea y como una de las md
ricas del Estado. m
Población, 2.093 habitantes. ~ Latitud norte, 5** 59' jí
— Longitud occidental. I* 10' \o\ — Altura sobre el nivelj
mar, 700 metros. — Temperatura, 53\ — Límites : co
al norte con Vahos y parte de Mari ni lia y San Luis
oriento con Nare y Cundí namarca; al occidente con el
tuario, el Carmen y la Unión, y al sur con Sonsón.
Concepción. — Bañan este Distrito las siguientes
rrientes de agua : el riachuelo Magdalena, que fluye en la pa
oriental do la cordillera central de los Andes del Estadc
que sigue en sus dos tercios superiores dirección netame
al éste, para torcerla en su tercio inferior hacia elnordest
tributar sus aguas al Rioaegro. Recibe esto riachuelo los*
arroyos San Andrés, San Antonio y Despensas* El río Con-
cepción, nacido en las cumbres de la cordillera diclia, se
onriqueccpor la izquierda con los torrentes San Juan, Santa
Justa, Arango, San Bartolo, Morro y Candelaria ; mientras
C|ue por su margen derecha recibe las Animas, Santa Gertru*
c3is, Matasano, Piedad, Remanguillo y Sonadora. En su parte
fcaja cambia el río de Concepción su nombre por cl de Re-
mango. El río San Pedro recibe en su parte alta el San Pedrito,
«orre al éste, desagua en el Rionegro cerca de la cascada
<le Pérez, y limita en parte el Distrito con el de Santo
Domingo.
Las montañas de Concepción son de poca altura y
forman en su curso interrupciones notables ; dos estribos
corren paralelos al éste y forman la hoya superior del río
Concepción ; el estribo del sur se bifurca en el punto de origen
del arroyo Despensas, y la mayor do sus ramas, con dirección
nordeste, espira cerca del Rionegro y en un punto próximo á
Remango.
El Distrito (le que tratamos esta situado casi sobre el
lomo de la cordillera central délos Andes antioqueños, y su
cabecera está colocada sobre el flanco izquierdo del rio de su
nombre.
Concepción, como otros muchos lugares antioqueños, fué
ea BU principio un Realile Minas, en cl cual se construyó un
pequeño núcleo de población, y como pertenecía al curato de
líionegro, cl Dr* Castaño, propietario, movido por escrúpulos
de conciencia, porque no podía, en razón de la muclia
distancia y de los malos caminos, atender a la buena
dirección de aquellas almas, renunció esta parte y pidió al
Obispo de Popayán la creación do nueva parroquia.
Como el país fuese esencialmente minero, y como fuera
de este establecimiento hubiese nueve mas con sus respectivas
cuadrillas de negros esclavos, y como además el cura de
Marinilla cediese para la nueva población otro pedazo de
territorio en el río San Pedro, comprendido el mineral de
— 28<j —
la Vieja, el Obispu dio la licencia, captando la vema del gob
nadur civil de la Provincia, D. Juaii Jeróiiimo de Eucisc
quien la confirmó á nombre del rey de España, por noviembre
de 1744. Desde entonces, Coiicepción comenzó á tener vic
propia.
Se entra ú Cbta cíncu pero ¿graciosa población, siguiendSj
la margen izquierda del río, como si se anduviera por h
vueltas de un cm^acol, hasta dai' en su centro asentat
sobro la cordillera y rodeado por colinas que se extiende
á su pie» El plano en que está es un poco desigual, y se del
á esta círcuiístancia el que sus calles sean un tanto íi'reg
lares, si bien algunas de ellas empedradas para facilitar
transito* Los edificios son de tapias y lejas, de median^
elegancia algunos, y realzados los más por esmerado aseo;
por cierto aspecto de holgura y comodidad.
Eüül año de 1859, principiaron los vecinos á construir
un templo que ya está concluido. Este cdiOcio es uno de los
más lujosos y elegantes que tiene el Estado en su género,
la dirección de su fábrica, muy recomendable en la paite
madera, es debida al señor Luciano JaramUlo, liiju del inism
pueblo.
La temperatura ambiente de Concepción es apenas
piada; sus aguas son purísimas, y su aire tan limpio y
pai*a sex* respirado, que en pucas paites de Colombia se sienf
la vida tan libre y agradable cojuo en Concepción*
A poco más de 2U0 metros al sur de la plaza de est
Distrito, con la intercepción de una pequeña hondonada, se
levanta en fonna de mamelón una i^ebajada y apacible colii
Sobre la parte culminante de ella se veía, basta el año de 18í
la demarcación ile un antiguo ediliciu dibujado apenas
las vagas ruinas de sus cimientos.
r*erteneció aquel solar con su casa respectiva á D. CrS
«anlo Córdoba y á su esposa D\ Pascuala Muñoz.
Fruto de aquel feüz matrimonio, nació en al mes de se
ticmbixi de J71H) un niño á c[uien se llamó José .María ; el misit
que á la edad de catorce años combatía como un león en do-'
— 287 —
feasade la libertad en la batalla d**! Palo; el mismo que á la
edad de diez y siete, hacía la canipaüa de Venezuela; el mismo
que al completar veinte, se distinguía en Boyacá; el mismo
que ¿los veinte y tres, era proclamado general de Irrigada en
la.s faldas del Pichincha; el misjno que á lots veinte y cinco,
aterraba el poder peninsular sobre la cumbre del Cundun-
curca, y el anismo que al cumplir veinte y nueve, caía exánime
^poca distancia del lugar en que se meció su cuna, en el me-
laacólico vallecito del Santuario, bajo el golpe de uu asesino y
á causa de nuestras lamentables discordias civiles-
Guando el viajero de pie, enfrente de aquel montecillo
de Concepción, ve las aguas del río tan cristalinas y puras,
^I cielo tan azul y sereno, la pradera tan verde, el bosque tan
gi*adoso y todo el píusaje tan reposado y tranquilo, se sor-
pretideal saber que de este paraje de los xVndes saliera uno de
^^^ üiás audaces batalladoixís de la Colombia anti^^ua.
Los habitantes de Concepción, una vez empobrecidos
''^^ lüineralcs, se han recogido al laboreo agrícola de los cam-
Población, 5.310 Iiabitantes. — Latitud norte, 6* 20 'O".
Longitud occidental, !*• 20' O". — Altura sobre el nivel del
'^^^^M', 1.906 metros, — Temperatura, 19', — Límites ; confina
^ tuerte con Santo Domingo; al oriente conGuatapé; al occi-
^^nte con Barbosa y Jirardoía; al sur con San Vicente y el
Guarne. — Scfmidú eata población por D- Miguel de
*^^iiao, y en virtud de licencia concedida por el Dr. D. Lucio
^ Villa, el año de 1814.
Guarne es un distrito situado en la margen izquierda del
^^ Mosca, que al nacer de la cordillera que separa á Guarne
^^ Copacavana, sigue dirección aproximadamenle oriental,
"^■sta desaguar en el Rionegro, entre el punto de separación
^^ esa misma ciudad y la de Marinilla.
Como muchas de las poblaciones del Estado, Guarne se
edificó en lo que llamaban los colonos un Real de Minas, esta-
— -288 —
bleciniiento que consistía en la íijaciún en un punto aurí-
fero^ de un rico propietario con una ó mas cuadrilláis de
negros esclavos para la explotación de minerales. Este Real
de Minas existió en el mismo lugar en que está hoy la pobla-
ción sobre la ribera izquierda de la Mosca> y perteneció dura:
te mucho tiempo á D. Juan Prudencio Marulanda.
El río, ó más bien riachuelo Mosca, gozó de una fam
tradicional como emporio de riqueza, no sólo en su cauce,
sino también en los aluviones que lo avecinan de uno y otro
lado. Hoy mismo esos ricos depósitos son relabrados por los
pobres, y á esa faena deben muchos de ellos la subsistencia.
Por lo demás, colocado este Distrito sobre la parte alta
de la cordillera, metah'fero en sus alturas, con sus rocas des-
cubiertas por la acción constante de las aguas pluviales, c^i
generalmente estéril, poco propio para las tareas agrícolaal^B
que, sin embargo, hacen hoy la única fuente de subsistencia
para sus habitantes» Hay que exceptuar de esta regla las redu-
cidas vegas del riachuelo, en donde el maíz se produce co¡
admirable fecundidad.
La parte material de la población del Distrito, auuq^
reducida en extensión, ofrece un agradable punto de vis'
Los edificios son casi todos de tapias y tejas, asead
medianamente cómodos, y distribuidos por manzanas bl
arregladas.
Enfrente de la población^ y por la margen derecha
la Mosca, cae á ésta el torrente llamado Brizuela, de exqui:
tas aguas y de bonito aspecto. El clima es frío, y el suelo está
atravesado por colinas de rebajada altura sobre el nivel del
Distrito ; pero considerables comparadas con el nivel del
mar.
Población, 5.410 habitantes. — Latitud norte, G" 9 O".
— Longitud occidental, 1* 38' 45 '. — Altura sobre el nivel
del mar, 2.285 metros. — Temperatura, I7^ — I^ímites t
confina al norte con San Vicente y parte de Copacavana; al
oriente con San Vicente; al occidente con Copacavana y Me-
delb'n, y al sur con Rionegro.
Gaatapé. — Hay en el Estado de Antioquia tros puntos
llamados La Ceja : Ceja Alta, entre Cancán y Remedios; Ceja
<Jel Tambo y Ceja de Guatapé, que es el Distrito í|ue queremos
describir, situado apoco menos de un miriámelro al nordeste
del Peñol.
Se va del Peñol á Guatapé por un lindo camino entre co-
jín as, acaso el más risueño del Estado* Desde diversos
sífriosde este camino se alcanza á ver la gran roc^a del Peñol,
pi^i mero por so lado occidental que es el niásanctio^y segundo
pc^r su lado norte que es el más angosto. Por cualquier lado
qx:i.e se le contemple, el fenómeno es admirable y conmo-
vedor.
Entre el Peñol y Guatapé, se pasa por un puente el río
P^í-iíolcito, límite entre los dos distritos, y llamatio en soparte
íA*--a Quebrada de Bonilla. El Peñol, aunque ha dado su nom-
bí^czíá otro distrito, está realmente sobre terreno perteneciente
á la Ceja.
Pasa por el distrito de Guatapé un viejo camino impro-
pi sámente llamado del Páramo, por cuanto no Iiacc sino atra-
v^^ar un rariial deprimido de la cordillera soportalilementc
'^^ío. Este sendero va á unirse en el Sequión ó Trapiche con el
^^ td)lecido por privilegio entre Rionegroy Remolino, antes que
o^istiera el llamado hoy de Islitas.
Comenzó la fundación de Guatapé el año de 1811, y fué
'^^ladador D. Francisco Jiraldo por autorización del Sr. D,
^^-*aa Elias López, presidente de la Junta Provincial de Antio-
M.^ia;pcro su creación fué tan lenta, que necesitó una nueva
Previdencia, expedida por D. Vicente Sánchez do Lima, en 20
^^ setiembre de 1817, para seguir adelante y tomar algún
La temperatura de Guatapé es templada; sus campos,
"^^llos, pero poco fértiles; su aspecto físico apacible, y las ha-
'litaciones del poblado^ aunque construidas sobre on plano
^^sigual, graciosas, aseadas y de agradable apariencia* El tem-
plo de Guatapé es uno de los más esmeradamente edificados
On el Estado de Antioquia.
1»
Las li abitantes de este Distrilo son pobres; pero compor
san esta desventaja con la de ser briosos para el tratKij(
activos y emprendedores.
Población, 1.518 babitantes. — Latitud norte, 6* Í9H
— Longitud occidental, I*" i 2' ¿'. — Altura sobre el nivel del
mar, LS83 metros. — Temperatura, llí "". — Límites : confina
al norte con San Rafael ; al oriente con San Carlos; al occÍ
dente con San Vicente y el Pefiol, y al sur con Vahoa,
Marinilla. — Desde 1790 ó 21, ó acaso desdo un pe
antes, lu que eshoyMarinílla, eraviceparroquiadclíionegrov
servida en In eclesiástico, ya por coadjutores, ya por cur
propios. Esta aseveración está confirmada por los primei**
libros lio bautismos que existen todavía.
En 31 de enero de 1755, se erigió á Marinilla en parrr
quia, en virtud de un dospaclio que se conserva en la ÍLdesfi
parroquial, expedido pov D. José Alfonso do Pizarro, mai^
qués del Villar, virey y capitán general del Xuevo Reino
Granada, Precedió á la erección un decreto del Dr. D. Melrho
Gutiérrez de Lara, visitador general, fechado en 18
febrero de 1751 y autorizado por el Ilustrísimo señor Vvm
cisc > José de Figueredo y Victoria,<)l)ispode Popayán, facul
tad dada en adediciembre de 1750, dos años antesde lahil
dación do Marinilla.
Por este despachóse segregaban en lo eclesiástico^ di
curato de Rioncgro, la vicepairoquia de »San JosedcMarinilI^
y sus anexidades del Peñol y lliojibajo, y se formab' mn oj
la nueva entirlad religiosa y civil.
Una capilla que servía como iglesia viceparroquial, en un
punjo que no sabríanio^í determinar, fué traííladada al sitie
que hoy ocupa la población, y el primer cura que en
funciimó fué el Dr. D. Fabián Seliastián Jiménez Fajardc
nombrado y presentado p»r el mismo virey Pizarro.
El valle de Marinilla pertenecía antiguamente á la jnrh
dicción de la ciudad de los Kcmedios, y por lo lanta hacii
pwÍL* de la vieja Provincia de Mariquita, poro tanto el terrij
291 —
torio de la ciudad mencionada, como el de la deMarinilla, fue
íigixíirado á la de Antioquia en virtud de un rlecreto expe-
diflf) por D. José Solfs, virey del Nuevo Reino, en 4 de
junio de ITS^I. Tomó posesión de este territorin nuevamente
incorporado al de Antioquia, D, José Varón de Cliavez, Gober-
ttadorde esta Provincia, en 7 de setiembre del mismo año.
Li erección en villa se hizo por virtutl íle una real
cédula de Carlos IV, librada en San Lorenzo el Real a 21 de
'noviembre de 1787, en que se cnmisionalja para la ejecución
'It* ella al virey D. José de Ezpclela, quien a su turno, y en
'í^ lie diciembre de 1789, nondjró a D. José Fernández de
MauíToquín, teniente do gobernador de la provincia do Anlio-
quiía^ para la toma de posesión del título de villa, lo <pie efec-
tivít mente aconteció en 2 de marzo de 1790.
Por real cédula fecbada en Aranjuez á 25 de junio
^^ J7t)4, so concedió á San Josó de Marinilla escuiIo de
íift^riaM, tan blasonado y curioso, cjue á no ser por evitar un
^''^^^o.ísmo, lo describiríamos en este lugar,
Marinilla, como todos los pueblos de la Prínincia de
^^*kíw[uía, estuvo por muchos años encerrada en una
^^^^í't'iarca selvática y sorueslrada del comercio del mundo por
^^ antemural de cordilleras casi impenetrables. No debe,
I*>*€>S4^ sorprender que hasta entrado el siglo presente, casi
"*^^)!s estos lugares hayan conservado el tipo original y
^•^ cilio importado por los primeros colonizadores y realzado
f>r>i^j^] jjti-ijgQ qug imprime siempre uiia existencia despruvista
^^ relaciones cultas, con más ia inlluencia genial de una
"^turaleza agreste y virgen, sola compañera de nuestros pi-o-
^^ilore?*
Sea como fuere, Marinilla continuó su existencia viendo
^^'^ccT lentamente su poblaciiHi, manteniéndose apenas y sin
^^^immt-ar su riqueza. Lo^; primeros habitantes se aprovecha-
^^t\ para las faenas agrícolas, de la ligera capa de grasa vege*
^^ depositada por la alteración de los bosques, durante
^^ntcnares de años» sobre las cimas y £aldas de las cordillc-
r^%, cejas, colinasy oteros. Bien pronto después, aquellos sitios
fueron lavados por los copiosos aguaceros de la regio
noccial; los campos quedaron estériles, y fué mucho si una
feracidad relativa se conservó en ellos. El aspecto do la
tierra quedo en cierta manera yermo, solitario y melancólico; i
reducidas sementeras de maíz, fi-ísolesj arracachas, ahuyamas,
calabazas etc., eran y han sido poliremente cultivadas para
contribuir en algo a una frugal alimentación. ^B
De vez en cuando, el valeroso campesino deMarinilla s^^
echaba por atajos y sendas para ir hasta el Magdalena pe
Ledcsma, Juntas ó Remolino, ó hasta Cocorna y Calderl
en indagación de suelo más productivo y de climas ni^
ardientes, para multiplicar los productos agrícolas y subver
con más comodidad á sus necesidades. Marinillos más auda-
ces pasaban la frontera de la Provincia, descendían el Mag-
dalena ó se dirigían al Heino, como llamaban antes á Cundi-
namarca, en l>usca de mercaderías del país cjue introducían
luego a espaldas de peones, porque muías, cíiballos
caminos, para ellos no existían. Esta mortificante tarea
trasportar pesados fardos alomo de hombres, subsistió y aun
subsisto comí> demostración perentoria de nuestra lamei¡
table falta de vías de comunicación. Los hijos de Mar
nilla, ííionegro, Peñol, San Vicente, Guarne, Santuaric
Vahos, Sonsón etc., fueron por n^uclio tiempo recuas hum<
ñas para el ti^áfico comercial de Antioquia, trauco en que
sólo se ejercitaban para conducir materia bruta, sino tam-
bién para servir decalialgaduraá sus semejantes, cuando éste
más dclíilos que ellos tenían necesidad ile ocurrir á estaíng
lita manera de viajai\
D. Agustín y D. Manuel Duque de Estrada, á fines di
lÜglo pasado y á principios del que corre, fueron los primeros
hijos de esta tierra que, movidus por espíritu comercial, prii
cipiaron á multiplicar esta industria, continuada por sii
descendientes con provectio para el país y para ellos mismos
Por lo dicho, Marvi nilla alcanzó relativa y transilí
prosperidad para caer en i*t abatimiento y pobreza en qi
hoy se halla, por cuanto desprovista de agricultura, comercia
— 293 —
y otras indusítrias, se halla obligada á ver cambiar el
domicilio de sus hijos en solicitud do localidades mas
propicias para su bienestar.
Ya dijimos desdo cuándo y hasta cuándo había hecho
parte lo que es hoy este Distrito, de la ciudad de Remedios,
En los viejos tiempos, el territorio comprendido en su demar*
cación era muy extenso; pero como quiera que otras pobla-
t'iones hayan surgido a su lado, ésta es hoy una de las más
pequeñas del Esta* lo.
El sistema hidnígráfico de Marinilla es de poquísima
iirkportancia. Tiene al occidente el Rionegro, desde que deja
*J<^ pertenecer al distrito de este noml>re hasta el punto en que
^n Ira en el del Peñol; el riachuelo de Cimarronas; de que ya
'^^Jinos hablado; el riachuelo Marinilla, formado en sus cabe-
^^^^^^*as por los torrentes Perico, Retiro y Lajas. Vierten taml)ién
^ <^íite riachuelo, el de Chapa, compuesto del Potrerito y del
^^í^lto, Pantanillo, Pavas, Gaviria y la Bolsa, por la derecha,
'^^^icntras que por la izquierda le entran Aldana y Cascajo.
^*^^$agua en el Rif^negro cerca de Belén.
En punto a montañas, sólo merecen mención una cor-
^-* i llera rebajada, entre Aídanay Cascajo, y otra conocida con
^* nombre de Barbacoas y Montanita, entre el Chocho y Ma-
^^*^*>.illa, siendo sus alturas más culminantes, Montanita, Pavas
^^ barbacoas,
Al estallar la guerra de Independencia, Marinilla sobrc-
^^^ íó eatre todos los pueblos del Estado, por su entusiasmo
^^^triütico y por los grandes sacrificios que hizo en favor de
^" libertad. Familias enteras, á cuya cabeza deben ser conta-
^^las de Jiménez, Álzate, Pineda, Gómez y Duque, manda-
''^^iilo más llorido de sus liijos á combatir y morir en los
*^tnpos de batalla, ó á triujifar para contemplar el espec-
táculo do la República que habían contribuido á formar.
*^^cs Alzates, mandados por su propia madre á combatir por
'^ Patria, y cuatro Jiménez, inutilizados ó muertos en los cam-
pos de batalla, junto con otros muchos valientes, constituyen
Un timbre de honor para este simpático Distrito.
.^ 2Í)4
Si para demostrar que Marinilla ha dado hijos útiles á
Colombia^ se necesitasen pruebas, no tendríamos sino traer
a la memoria los nombres de D. Manuel Duque de Eülraila^
honrado y progresista comerciante; de su hijo Jost% literalo
insigne, orador aventajado, Gobernador de la antigua Pn>-
vincia de Monpox, Rector de la Universidad Central de
Bogoia, muerto en edad temprana y cuajido mas prometía
para nuestra gloria; Juan Antonio Gómez, guerrero lleno tie
temeridad y decoro, de lealtad y bizarría; Anselmo Pineda^
capitán valiente, bibliógrafo distinguido y patriota acrisolado;
Rafael María Jiraldo, estathsta y guerrero, firme en sus con-
vicciones y valeroso hasta el hernísmo, y el Dr. Vicenta
Arbeláez, Arzobispo de Bogotá, uno de los varones más
esclarecidos de hi Iglesia colombiana.
La ciudad cabecera del Distrito esta edificada 8obre la
ribera derecha del riachuelo Marinilla, y como á una milla
distante del punto en que éste vierte sus aguas al Rionegi-a.
La superficie sol>re que descansan los edificios es bastanta
bien nivelada, lV>rma como un abra, abrigada do los vi
tos del norte por un conjunto de colinas, unidas ocjmo cslal
nes de una cadena en forma do semicírculo graciosame
dispuesto. Hacia el oriente de la población se extiendo 0I ee
cho pero amono vallecito por donde corre con mansefl
ere el riachuelo menciímadn, y Inicia el sur y sudcst<3 se
vantan colinas allernadas, sumameiíte pintorescas, y se v
hondonada del Uionegi'u.
Las habitaciones están hechas de tapias y tejas; )m
hay de uní) y de dos pisos, carecen tle elegancia, ix*PO
cómodas. Las calles son rectas, empedradas algunas
con suelo natural otras- La plaza, aunque no compU
mente lioriztjntal, está suavemente inclinada, y liaría
lado superior descuella el templo, en cuya torro luiy un b
reloj y cuyo conjunto no cai'ece de majestad. Hay regul
locales para oficinas públicas, y muy cercano al cert
del lugar un edificit) que sir\e para colegio, obra debida á
esfuerzos [)atriótÍcos del Ilustrísimo señor Vicente Arbelá
~ 295 —
) ni civismo ílu los veciíios. En este Colegio han rccibidí» edu-
cación muchos antioqueños que se han hecho notables, ya en
la carrera de las letras, ya en la del comercio, ya en la do
las armas. Los Marinillos son hospitalarios y amables; el aire
C8 tónico y salutífero; el clima delicioso, y el agua potable
exquisila.
Población, 5,G41 liabilantes. — Latitud norte, G** 5' O \
— Longitud occidental, l"i>-/ ¿Ü". — Altura sobre el nivel
del mar, 2.043 metros. — Temperatura, 17^ — Límites;
conBmi al norte con tían Vicente y el Peñul; al oriente con
Vahos; al occidente con Guarne y Rionogro, y al sur con el
Santuario,
Nare. — El punto en que está situada la cabecera del
cliíítrito de Nare, fué visto por exploradores españoles desde
*nediados del siglo xvi ; y desde aquella época sirvió para
hacer entradas al territi>rio antioquefio, sobre las cuales
Poca ó ninguna memoria ha quedado.
Un poco más tarde, se vio cjue ascendiéndolas aguas riel
í*<o Nare hasta lícmoHno, y tomando luego la montaña en
ílirocción á Yolombó ó á Marinilla, esos puntos podían servir
para otros tantos vehículos de comunicación mercantil. Lii
dejación del camino de Espíritu Santo ocasionó quedelinitiva-
Jnoate se tomara el de Nare para las relaciones de Antioquia
^■on el exterior; pero hay que advertir que el Ir ático se hacía
Qn gran parte por debajo de la selva, por una estrecha
Vereda, y sin provisiones para la comodidad de los viajeros,
A esa época, es decir, á una gran parte del siglo anterior,
se reflere la costumbre, que por fortuna va desapareciendo,
de hacer acémilas ile lt)s aiitioquefios para la conducción de
viajeros y mercaderías.
Un privilegio concedido en el primer cuarto de esto
íiiglo á una Compañía enipresaria, para establecer un
camino en el interior de la Provincia, y otro concedido
más recientemente, para unir esa vía con otra que desde
la población de Canoas guíe hasta Islitas sobre el Nare, han
e!)tí
i
xn
1
facilitado relativamente los viajes, y procurado grande
ventajas para la adquisición de elementos propios á la como
didad» holgura y ornamentación de nuestras poblacioni
interiores.
La cabecera del distrito de Nare está edificada en un
ángulo constituido por la reunión de los ríos Nare y Magd¡
lena* Es un conjunto de casas pajizas extendido á lo largo
la ribera izquierda, con el río al frente y el bosque hací
atrás, en donde se forman duran le las avenidas numerosas
ciénagas y pantanos. La pobreza de los vecinos, las cman
clones paludosas y la jnala alimentación, hacen de es'
sitio uno de los más deIetéref)S de la República.
El territorio encerrado entre una parte del Saman
otra del Nare y otra del Maj^^dalena, es feraz, rico en mader
y en minerales auríferos ; pert) la escasez de brazos, la
costumbre de subsistir con los productos del tráfico, la ind
leneia propia de los habitantes de los países cálidos, y I
enferme tades habituales á queso ven constantemente expucs^
tos los vecinos, convierten el circuito en camp :» desolado
sumamente adverso para la vida.
A poca distancia lincia el occidente, a 500 metrc
sobre el nivel del inar, y sobre un bello punto di
vista, está la Mesa, con temperatura más suave y clima nía
benigno.
Ptjbiación, 331 liabitantes. — Latitud norte, 6''7'0*\
Lon«í¡tud occidental, í** O' O". — Altura sobre ol nivel d
mar, 1G2 metros. — Temperatura, :27^ — Límites : confín
al norte con l^uerto Berrío; al oriente con el Estado di
Cuiulinanjarca; al occidente con San Caicos y San Luis,
al sur c<Mi Cocorná.
Peñol. — Desde tiempo casi inmemorial, fueron úHtti\
blecidas en muchos |mntos de lo que es hoy territorio dc
este Distinto, varias empresas mineras, por ser aquéllos nota^
hiemente ricos en oro. Según la costumbre, en esos minerales
se ajii upaban muchos habitantes, de suerte que desde poce
— 291 —
5?5pues de la Conquista, y corrioiidí» los síjí:1os xvii y xviii,
ya usos campos cstaíjan regularmento poblados.
Hacia el úlliino tercio del siglo aateriur (1773), el cura
lio Marinilla roiuiació la parte de su curato en que está hoy
el distrito del Peñol, y en que había por entonces una vice-
parroqiüa. A la concesión hecha por el cura de Marinilla, se
agrejíó una parte de los terrenos pertenecientes á Rionegro,
pnr nivinera que la nueva población llegó á ser propietaria
lie extenso y ililatado circuito, en el siguiente ano en que fué
tangida definitivamente.
Antes de que existiera el Peñtjl, las ciudades de San
Nicolás de Rioncgro y Marinilla, ejercían jurisdicción social
y política en las diversas fracciones que constituyeron la
pwoquia de que tratamos.
En el ano de 1774, ^^ Sr. D. Juan Jerónimo de Enciso
íiutorizó con un decreto la creación del Peñol como entidad
wil, social y política.
Cbmo escondid<> en lai estrecho valle que forma el Rio*
ni\ürro sobre su margen ilereclia, y limitado al oriente ¡mr
"^^^►iiteciUos medianamente elevados, se alza el caserío del
El plano en que está no es perfectamente nivelado, sino
''í^cia la parte del río y en el centiv) ocLq:>ado por hi plaza; el
ixístode la población está atravesado por calles pendientí-'S y
*'^**igiuiles. A pasar do todo, la cabecera, en vez de tener un
vispecto dcsagi-adable, tiene una fisonomía peculiar mente
'^*f*ip¿tica. Casi todas sus calles están empedradas, los
*^*Jiíie¡rjs son de buena apariencia, el ambiente tibio, buenas las^
^Küas, y numerosas las producciones.
El Rionegro, en este punto, después de haber pasado los
^*^cones rocallosos que predominan entre él y Marinilla, toma,
^*n 8erIo, el aspecto grave y lleno ele majestad de los ríos
'^^Vegables. Así serpentea basta NudiUales, en donde searroja
f^*^** la linda cascada de Pérez.
Fuera del Puonegro y úv la colosal roca del Peñol que
ílocíinin el paisaje de este Distrito; hay otra roca hacia la
- 298 —
parte l)aja del río, llamada Dos Cabezas, bastante elevada y
que produce á la vista el efecto que producirían dos e^síin^res
egipcias unidas por sus costados.
La importancia de esta parte del Estado no depende déla
calidad de los terrenos, estériles por lo conuin; proviene de
su situación sobre el camino quedeMedelIín se dirige á Naro,
circunstancia que liabilíta á sus nioradures para el manejo
de recuas, para la conducción de mercaderías y para el
ejercicio de un corto tráfico interior. La agricultura entra
por muy poco en la riqueza de este Distrito.
Todavía quedan en el Puñol, á pesar do la rápida refu*
sión de las razas, algunos rasgos característicos de la pobla-
ción indígena que bal)ía allí al tiempo de la Conquista y
después de ella.
Población, 4.081 habitantes. — Latitud norte, B"* 10* b'\
— Longitud occidental, V 16' a&\ — Altura sobre el nivel
del mar, LUáS metros. — Teniperatui*a, 2Cr.— Límites : con-
fina al norte con Concej>eión y parle de Guatapé ; al oriente
con Guatapé; al occidente cmi San Vicente, y al sur con
Marinilla y Vahos,
Retiro. — Está encerrada la superficie de este Distrito,
por una línea que partiendo del alto Corcovado en la Ceja
del Tambfi, siga en línea recta a buscar el nacimiontodelaiTiv
yo de Piedrasblancas ; éste abajo hasta su desembocadura en
el líionegro; éste, siguiendo su curso inferior, hasta encon*
trar el límite de una ceja iine arranca del alto Providente,
signiendo esta ceja hasta dicho alto; de él, por la cor-
dillera, hasta terminar en la central antioqueña en el punto
denominado las Palmas, línulc con Envigadn; de las Palmas,
por la misma cordillera, hasta el alto de Santa Isal)el; de allí
hasta San Miguel, siguiendo una ramilioación que termina
en Monte Bravo; do éste, en línea recta, al del Helechal, p«tír
«hmde pasaba el camino -viejo para ir á Popayán, y de Mte
punió á Corcovado, sitio de partida.
Esta situado el Retiro a 2 1/2 miriámetroH al siur de
— -293 —
(lellín, i^ué erigido en curato cu el añu úc 1814, á petieiúii
(lelos vecinos, por el Sr. Dr, D. Lucio de Villa, provisor ge-
ücral de la República de Antioquia. El lugar se fundó defmi-
tivamente en 1815, en el punto denominado Pempena'), en te-
rrenos del Sr. D. Juan José Mejía, quien regalo la plaza y los
solares para la iglesia y la casa del cura. Fray Juan Cancio
BotiTO, religioso franciscano, natural de Rionegro, célebre
patriota que acompañu coinu capellán al Libertador en varias
tle sus campanas, fué el primer cura de esta parroquia.
El Retiro está situado en el ángulo formado [X)r la con-
fluencia del río Pantanillo y el riachuelo del Guarzo. Este
último nombre es corrupción de la palabra cuarzo, roca
ínuy abundante en sus inmediaciones, y nombre oon el cual
designa la generalidad de las personas, el Distrito.
El río Pantanillo, que nace en la Ceja y desemboca en el
Magdalena con el noínbre de Nai^o, atraviesa el Retiro de sur
íi norte, y recibe por el lado derecho el riachuelo Don Diego, y
por el izquierdo los del Guarzo y del Retiro. El de la Miel
recorre el Distrito de oriente á occidente, y va a derramar sus
«aguasen el Cauca por intermedio ilc los ríos Buey y Arma.
Poflo que antecede, se viene en conocimiento do que el Retiro
ílc3cansa sobre el brazo central de la cordillera de los Andes,
lUíí lo recorre de oriente á occidente, y que da multitud
^^^ ramales que hacen el país sumamente montañoso, con
gi'andes elevaciones en los cerros Corcovado, San Antonin,
Síuita Isabel y San Miguel. Estas vastas y elevadas monta -
^^8, cubiertas casi en toda su extensión de bosques, son causa
^•^(jue en este Distrito las lluvias sean muy fi^ecuentes y
^'^^yan acompañados de constantes descargas eléctricas f[ue
Pi'Oílucen notables desgracias. Los célebres sabios Aragó y
^^'Ussingault señalan en Colombia dos puntos en que los
%os Jiacen frecuentes estragos. Estos puntos son : la
"*iiia, de Pitayó, cerca de Popayán, y el cerro de Tmnba-
wreto, cerca de Supía; aquél en c*l Estado del Cauca, y éste
^^ el de Antioquia. El Retiro tiene por desgracia esta triste
celebridad.
300
Hay en el Uetiro minas de oro> plata, cobre y cinabrio^
Las de oro y las fuentes salailas que tiene en abundancia,
han dado y aun aún grandes rendimientos. Las de plata,
cobre y cinabrio son apenas una esperanza para los habi-
tantes.
A pesar do que la temperatnra no pase de 18*, el clima"
no es absolutamente benigno. Reinan en él la fiebre tifoidea y
las neuropatías más variadas, por causa de un subsuelo
húmedo sobre el cual se halla la población. Podría modifi-
carse el estado sanitario del lugar, por medio do drenajes.
Los habitantes del Retiro son amantes de la educación,
industriosos y económicos. En pocas partes de Antioquia
se halla un grupo de ciudadanos que reúna en tan alto
grado, como en el Retiro, la cultura civil más esmerada, con
el espíritu de la propia conveniencia; el civismo más desprcn*
dido y generoso, con e! interés privado mejor entendido. El
Retiro es un pueblo esencialmcnlc hospitalario, caritativo,
progresista y franco en sus relaciones sociales.
No hay en él grandes capitalistas, pero todo el mundo es
propietario, debido áque se practica el principio de Franklin :
ft Cualesquiera que sean tus rentas, debes hacer que excedan
en algo á tus gastos • n
Población, 5.785 habitantes. — Latitud norte, 'f 58' 20".
— Longitud occidental, 1** 3Ü' 35", — Altura sobre el nivel
del mar, 2»23ü metros. — Temperatura, 18*, — Límites : con-
fina al norte con Rionegro y Envigado ; al oriente con el
Carmen y la C^ja ; al occidente con^J^aldas, y al sur cott
Santíx Bárbara y la Ceja.
^^¥m
Rionegro. — Rionegro, a pesar dé ser una délas ma$
¡mjiürtantes poblaciones de Antioquia, ofrece la singularidad
de t|ue nada se sepa á punto lijo sobre ¡a fecha precisa de^
su fundación, ni sobro la época inmediata en c¡ue quedan
di'finitivamente establecida.
Cuando en 154 J , el capitán Jorge Robledo tí^mó poscsióKl
di*l valle de Aburra, mandó á su teniente Alvaro de Mendoza
301
para que reconñese un poco al oriente de lUfuel valle, lo que
en efecto ejecutó. Mendoza regresó al campo anunciando
que no había liallado cosa de sustancia, como se decía enton-
ces. Parece ser que el comisionado llegara solamente á la
región por donde hoy corre el río Pantanillo, y que el nom-
bre de Rionegro le fuese dado desde entonces, atendida la
mansedumbre de sus corrientes, hi penumbra arrrijada sobre
las aguas por la selva, y el aspecto oscuro y sombrío que de
ello debía resultar.
El crédulo abate Juan de Velasco, asegura que D. Sebas-
tián de Belalcázar, en su segundo viaje desde el Perú á la
Provincia de Popayán, y después de haber visitado las nació
^<^s indígenas del alto Magdalena, bajó este río hasta Nare,
P<^netró en territorio antinqueño á lo largo de él, y fundó
'^n poco al sur de Pant¿i,niI!o la ciudad de Plasencia, de dura-
*^ión transitoria y efímera. Esta aseveración no se compadece
^^On la verdad histórica, que aíVrma el viaje simultáneo a la
*^oiiínsula de los tres conquistadores reunidos en la meseta de
'^^^ Muiscas; de suerte que Belalcázar, en vez de haber entrado
^- -Antioquia por el Nare, siguió á España, de donde regresó
Pi*ontamente, pues le venios en Popayán y Calí cuando Ho-
tílodo emprendía la compiista de Antioquia.
Muchos escritores aseguran que Rionegro so funtló en
^^ valle de San Nicolás por el capitán Miguel Muñoz, comi-
sionado para ello por Belalcázar, en el año de 1542. E ta ver-
^^On nos parece igualmente inexacta, porque lo que efectiva-
*^^níe fundó en 1542 el moncionatlo capitán, fué la ciudad de
^^ntiago de Arma» sobre la parLe oriental del Cauca, en un
P^tití) cercano al en que hoy existen los restos de ella.
Desde tiempos lejanos, la ciudad de que ahora tratamos
^ llamó simplemente San Nicolás de Rionegro, y el nom-
°^e de Santiago de Arma de Rionegro, no se le dio
^i^o en el último cuarto de la centuria ijasada» cuanclo por
*^ decadencia de la ciudad de Santiago de Arma, se hizo la
'í'aslaciun de la Virgen, en 1783, ala por entonces floreciente
^'c Rionegro,
La relacíóa histórica del abate Velasco no es digna de
fe, por cuanto en todo lo que se refiere á Antioqniahay mons-
truosas equivocaciones, y en cuanto á las tradiciones popí
res de que acabamos de liablar, tampoco les damos gi*an
lor histórico, por razones que apuntamos en seguida.
En el año de 1853* visitamos al Sr. D. Cayetano Vi
ta Lorenzana, erudito anticuario de la ciudad de Antioquia,
y en larga conversación sobre la hif^tíjria de la Prnvincia,
preguntamos sobre la ópoca lija déla fundación de Rionegr
ct La ciudad de Rionegro,» nos dijo, « no fué fundada duraj
te el tiempo do la Conquista» lo fué en la época coloniaU Pe
dcs¡)ués del descubrimiento del Forcé, principiaron los es{
ñoles á elaborar minas de oro en los valles de la Mosca y de S<
Nicolás, y establecieron un Real de Minns que permaneció bí
tanto tiempo en el punto ocupado hoy p(n' ' la poblacióiff
Agotado el oro, los vecinos, que eran un poco numeróse
quedaron eti su puesto y continuaron sosteniéndolo hí
obtener que fuese elevado á parroquia eclesiástica. La pros-
peridad de la nueva fundación fué lenta al principio; pero á
fines del siglo anterior y en los primei^os años del presente,
el progreso de Rionegro fué rapidísimo, por haberse estable-
ciilo allí ricas y distinguidas familias de varios puntos de la
Provincia* El territorio que entonces abrazaba la Ciudad^
comí> se la llamó siempre con orgullo, para distinguirla do
las por entonces villas de Marinilla y Medellín, era extei
simo y capaz de contener una provincia entera. »
En cuaTito á Santiago de Arma, es bueno recordar qi
inmediamente después de la derrota de los indios,
nombró c^mo encomendero do ellos a Pedro Cieza de Leól
Este famoso historiador no permaneció en su destino, sil
que acompañó á Robledo hasta la fundación de Antioquil
siguió con él hasta San Sel>astiíin de Buenavisla, dio la vuc
ta iH)r Panamá y volvió al Perú, para regresar con Beb
cazar á Antiorjuia, en donde le perdcmoí^ de vista. Qt
Alina existía entonces, queda probado por una relación poi
teriüf, pues en 1545 el mariscal Robledo rompe la vara d<
303
lak^iide Soria y lo reduce á prisión coa los Kogidores. De esta
^ftiiera se ve la exi:.lencia independiente de las dos ciudades;
^en cuanto ala de Rionegro, nos parece corroborada la opiíiión
(Id Si\ Lorenzana» si atendemos á que, so^í^rin los libros
curiales, en IG03 era va cura de la parroquia el bai'hiller
Francisco Vásquez Blanco, yaque desde esa época los páirocos
(ueron sucediéudose sin interrupción. En 1691, ejercía este
miniBterio el Dr. Mateo de Castrillón, pariente del primer
cura de Medellín al tiempo de la fundación. Que ya Rionegro
iberia una entidad civil y religiosa, se crHiiprueba igualmenlo,
porque se sabe que la erección de Mariuilla en parroquia, ocii*
rriúenSl do enero de 1755; y que para veriticarla hubo ne-
cesidad de desmembrar en parte el territorio de Rionegro,
^lel cual Marinilla era hasta entonces viccparroqaia.
L)s patriotas rionegreros, por odio exaltado al poder
peniri:siilar Y por destruir todo recuerdo que á los españoles
pLKliera unirlos, quemaron en ISllf, tiespués de la batalla de
B^^yacá, la mayor parte de los documentos depositados en los
archivos públicos. Si estos documentos existieran, la histd-
Ha local de Rionegro sería clara; pero conn» no existen, que-
cx|)licada la causa de nuestra ignorancia en la materia.
El florecimiento de Rionegro se ha visto interrunipiílo
los últimos treinta y cinco años de este siglu, ya por causa
' incremento comeicial de Medellín, ya por muerto de
itigUos capitalistas, ya por ausencia de otros, ó ya en fin por
flecadencía natural del tráfico ó por la incuria en que han
^^n dejadas las empresas agrícolas. Esta úlliina inílusiria,
^^ntv salvadora de toda riqueza pública, revive en el Uistri-
^ estos momentos de un modo favorable, y Rionegro se
'^íHvta de su abatimiento y postración, por el intlujo bien-
lior del trabajo de sus hijos aplicado á la labranza de los
«pos.
Las partes altas del territorio de Rionegro son notable-
'^^eute entériles, porque la acción de las lluvias lía lamido,
*'^»it el trascurso del tiempo, la di^lgadu capa vegetal que so-
'^re ellas había depositado el bosque secular que las cubría.
S '•"'" os conoote'*» » ¿,„ «= c""-; votan** ' ,
l»i«'>'^ , ««'■'» ' , fci-w ^' f ■ „ adietó» *° ,,. i«=-»
rovo», n ^^pocrf'»"' ,„„ qu» A'^l'" ^co^i*'^ J
„rw *<='»"" 'V5n «i"«"" "^^ escueta 4'^ ■* « gt»n »»
— 305 —
guayabo, palma-cristi, cerezo, caratero, drago, achirilla, co*
ralito, bruja, durazno, albérchígo, chachafruto, ajenjo, mos-
taia, cabuya, achicoria, arracacha, orégano, polco, rábano,
matico, paico, llantén, yerbamora, helécho, calabaza, apio y
yerbabuena.
Existen hermosas flores silvestres, y agradables frutas de
la misma clase : entre las primeras, las del galaiiísimu siete-
cueros ó ñor de mayo, el marabollo, el caunc-e, el azuceno, y
tan variadas como lujosas parásitas; entre las segundas, la
cereza, la uva de monte, la pava^ la guayaba agria, el morti*
ño y el arrayán.
En los Iiuertos de la ciudad se cultivan, por mayor y por
nienor : chirimoyos, manzanos, granadillos, naranjos, cidros,
limoneros; y éntrelas hortalizas, plantas medicinales y de ali-
nientación ; manzanilla, tiorraja, malvabisco, eneldo, anís,
^aiíco, berros, lechugas, remolachas, coles, rábanos, zana-
horias, perejil, cebollas, ajos, espárragos, culantro, fre-
y«aBetc.,etc.
Rionegro es uno de los pueblos en que las llores se pro-
^viecn con mayor profusión y lozanía. La mayor parte de las
^•st^as tienen jardín, lo que á mas de ser sumamente grato á
*^ \ista y mantener aromatizado el ambienle que se respira,
*^<*Titribuye, según nuestro modo de ver, á dulcificar los mo-
^í^les, á intimar las relaciones, á puhr las costumbres y á
^^ojorar el clima; porque es preciso que se sepa que esta ciu-
dad y Antioquia, son el centro vivo de la cortesía y de la ur-
^O.nidad elegante, al mismo tiempo que de la más franca hos-
PitaUdad, condiciones que realzan la benignidad de un clima
P^Jpicio para el mantenimiento de buena salud, y para el res-
tablecimiento de las funciones orgánicas alteradas por in-
^Uencias dañosas en otros puntos del Estado. En los jardines
^ que aludimos hay rosales variados, primaveras, claveles,
boletas, pensamientos, dalias, pomarrosas, hortensias, ca-
léndulas, alelíes, acónitos, jazmines, miosotis, ababoles,
enlapólas, bocas de dragón, lirios, narcisos, tulipanes, rese-
^% geranios, mejorana, fushias, madreselva, malvas de
2ú
aofi
olor. Se haa aclimatado úlUmumento hermosísimas came-
lias.
Además del maíz, que como tenemos dicho se proiluce
hoy en cantidad excedente á las necesidades comunes, se
cultivan también las papas, los frísnles, el café, la caña
conocida con el nombre de ci'iolla, el plátano y la yuca.
Actualmente se ensaya, con muy buen éxito, la formación
de praderas con una ¿rramínea que lleva por nombre
gamalote imperial , excelente pasto para las bestias de
establo.
Los minerales que más almmiaii, son el oro y lapLtuv ,
pero su explolacion se practica en muy corta escala. Se dice,
y con sobrado fundamento, que los aluviones del Hioaegm
son ricos.
La mayor parte de las industrias urbanas se hallan muy
atrasadas. Hay, es verdad > joyeros» zapateros, í^uarnicione-
ros, sastres, cürpinteros, herreros etc., bastante hábiles, pero
su número es corto ; están lejos delaperrecciün,y su^ olicinas
alimentan un pobre consumo.
Las vías de comunicación son todas de herrad ura^
buenas en tiempo seco y malísimas durante las lluvias* Los
caminos podrían perfeccionarse fácilmente y con j^ocos
gastos, y aun se podrían establecer carreteras para el Retiro,
la Ceja y la mayor parte de los distritos colindantes.
Los ríes de este Distrito son los siguientes : Rioncgro,
el más importante y que le da su nombre.
Son anuentes de él, por la banda derecha, los riachuelo©
Hato, Sati Antonio, Cimarronas y el río Pei^ira. Por la
izquierda rcíibe los riachuelus Tablazo, Tablacito, Canalón*
homlo. La Bolsa, Malpaso, la Mosca y la Porquera.
El Pereira sigue en importancia por el caudal de sus
aguas. Nace en el alto del mismo nombre y lo entran por la
orilla derecha los riachuelos Tejar, Aguasclaras, Barro-
blanco y Salado, y por la izquierda el de Pontezuelai y
petiueños arroyos que no merecen mención.
La Mosca ^igue en importancia al Pereira. Nace en
— w —
territorio de Guarne y tiene por principal atlueate, dentro de
Rionegro, d riachuelo Garrido.
El cuarto río, ó más bien riachuelo, es el de Cima-
rronas* Nace en territorio del Carmen y tiene por principal
tributario el riachuelo Puerta. Las denuVs corrientes de agua
üim de ínfima significación y lienen sus fuentes en los cerros
y colinas que hay en el Distrito. El Rionegro es el único río
que puede ser navegado por embarcaciones menores. Recorre
im lindo valle de 9 miriámetros de longitud, poco más n
meaos, v uno de anchura.
La ciudad de Rionegro, capital antes de la Provincia du
Córdoba, ilernora en un seno formada» por la graciosa curva
tie una colina sobre la margen izquierda del río. El suelo
sobre que se sustenta es cascajoso y desigual, la parte
<wntal es plana y baja, mientras que la occidental,
más alta y dispuesta en anfiteatro, está interrumpida de
tre<:ho en trecho por algunas quebradas. Es fácil comprender
^ primera vista i¡ue á su funílauióa no precedió ningún plan
determinado, por lasuma irregularidad que se nota en ladis-
Wbución de los edificios. Una misma calle es alternativa-
íHente recta, torcida, ancha ó angosta; las manzanas son
^<í«iguale8, pues tienen unas 100 ó más varas por hido, y
^'tras hasta menos de 40; muchas casas rematan hacia la
^^^^piina en ángulos obtusos ó agudos, y murhas ralles están
inlermmpidas por casas que cierran la carrera. Los edilicios
^íi de antigua construcción en su mayor parte, lo que i>re-
^nta un aspecto poco grato á la vista ; pero en cambio los
"í^y muy cómodos, sobre todo en la parte baja. En la pUiaa
mayor está la iglesia parroquial, cdilicio poco elegante, mas
^^ do una solidez á prueba de terremotos, Eu la misma plaza
^'Xiífleuna hermosa fuente de bronce, y hacia el occidente se
Ma el cementerio pintorescamente situado sobre una
^'j'ina. Este montículo y otros que le siguen, forman un arco
^<i círculo que circuye la ciudad, menos hacia el sur por donde
^tMbre el valle que el ííionegro baña. En el cementerio de
*lüe hemos hablado, hay un monumento mandado erigir por
— 308 —
el Gobierno nacional con el fín de honrar la memoria
general José María Cor dolía.
Está en Rionegro la magnífica corona de laurel y mirto,
fabricada de oro, que la ciudad de La Paz dedicó al Liber-
tador Simón Bolívar, y que éste obligó á aceptar al general
Córdoba, quien á su vez la dedicó como obsequio á la Muni- *
cipalidad de Rionegro. Hay uu cuadro qne contiene los
nombres de Iob hijos de la ciudad que murieron lidiando
por nuesti*a libertad en la guerra de emancipación, y el
escudo de armas que el rey de España regaló á Rionegro,
en que está representado un león con un collar de oro al
cuello, del cual penden' las armas reales.
En el salón municipal hay un retrato del Ilustrísimo
señor D. Salvador Bermúdez, hijo de Rionegro, conde-
corado en tiempo de la Colonia por el Gobierno peninsular
con numerosos títulos y nombramientos honoríficos, y otro
del Ilustrísimo señor D. José Antonio Berrío, personaje tan
distinguido como el anterior. En el costado norflesle de la
iglesia parroquial, están los restos del egregio Dictador de
Antioquia, D. Juan del Corral, restos que reclaman de la
gratitud de sus compatriotas, mas decoroso y adecuado
sepulcro.
Los habitantes ríe Rionegro se han distinguido siempre
por su acrisolado patriolismo, por su profundo amor al lugar
de su nacimiento, por el calor y firmeza con que defiendeD
BUS opiniones políticas, por su clara inteligencia, por su
aptitud para los negocios merointiles y por la robustez de su
organización^ Ha sido este lugar semillero fecundo de
hombres útiles para la patria. En ¿4 nacieron Liborio Mejía,
José María Salazar, Francisco Montoya, José Manuel, su
hermano, José María Pino, Benedicto González, José María
Sáenz, Nazario Lorenzana, Francisco Mejía y muchos otros,
memorables unos como valientes en el campo de batalla, é
ilustres otros como creadores de provechosas industrias agrí-
colas y comerciales.
El Distrito se halla dividido en las siguientes fracciones
~ 309 —
Mosca, Cuchillas, Chachafruto, Llanogrande, Cerro ó Gua-
mito, Santa Ana y Tablazo (1).
Población, 1 1,809 habitantes. — Latitud norte, 6' 3' 45".
— Longitud occidental, 1^ 24' 20". — Altura subre el nivel
del mar, 2.150 metros. — Temperatura, 17*. — Límites :
cüiifuia al norte con Guarne y San Vicente ; al oriente con
Mariiiilla, Santuario y Carmen; al occidente coa Mcdellíny
Envigado, y al sur con el Retiro y la Ceja,
San CarlDs. — Está situada la cabecera de San Carlos
en el fondo de un valle y sobre la ribera izquierda del río de
su nombre. Se fundó esta población en el año de 1786, á
petición del Sr, Francisco Lorenzo de Rivera, acogida y
decretada favorablemente por el arzobispo virey del Nuevo
Heino de Granada 1>. Antonio Caballero y Oóngora. Se tituló
desde entonces San Carlos de Priego, y se concedió á sus
vecinos, un poco más tarde (año 1790), por el virey Ezpele-
% una extensión de 2 miriámetros de terreno. El primer
fundador fué el Sr. Rivera mencionado, quien recibió título
tie juez poblador, expedido por D. Antonio Mon y Velardc,
íJcaldc de Corte y Cancillería y visitador de la Provincia de
^ntioquia. El nombre det río San Carlos era antiguamente
^' de Río de la Vieja, diferente de el del mismo nombre que
P»sa por Cartago.
Cuando se terminó la fundación de San Cari os , era t ra-
li) Además de las fracciones apunUdas^ tiene Rionegro al sur, y sobre una
P^Cie bien nivelada, el bello puebl coito de San Antón io do Porcíra, que se
P^o considerar como su dependencia mkñ imporlante.
Parece evidente qne al tiempo de la Conquista, esto paraje sirvió de
^ívleoda t algunos indígenas, que, como lodos sus hermanos^ desaparecieron
**^*íQ presto, pues en 1794 la señora D'.Manuela Londoño de Marulanda repartió
^^0 ellos parte do un cortijo q\iQ allí tenía, imponiéndoles simplcrnento
^^Q coadición, el deber úe llevar algunos árboles á la ciudad para adornar la
í*'*ia Oq la festividad del CorpiiB.
Junto k este poblado, corre furinando graciosas curvas el riachuelo
^ereira,
San Antonio es respecto á Rionegro, loque Belén, la Granja o Ana son con
^lactón á Medellín ', es decir, puntos apropiados para alegres patiooa y para
ejercicios higiénicos.
(lición referida por todos los vecinos de los contornos, qii
en el mismo sitio había existido antes una ciudnd llamadn
Santa Aí^ueda o Santa María de Agreda, desiruida pcir lY
María del Partió, quien habiendo salido de la villa de Victn-
ria y atravesado los ríos Miel, Dulce, Samaná, Síin Pedro y
Rioverde, había llegadi» á aquella ciudad, que hizo reducir n
cenizas^ mn que se sepa la causa. Esta tradición parece con-
firmada por la circunstancia de haberse halladr) en diversas
exploracioíies, marcos c<jrrespoíulioiites á ediücios antigiu»^
con sus patios cuidadosamerde empedrados y con restos d(
las maderas de armazón, carlmnizadas unas, y medio ilcstrui
das nfras. En cinco excavaciones practicadas, han hallad*»
los peones vestigios que maniliestan la existencia de \ma
población dostruifla. Hay en ellos señales que prueban el eg-
tablecimientn de viejas herrerías, por los montones de cÍbc^i
y rc*siduns de hierro bastante abundantes. Hay también rea-
tos de antífonas oficinas de platería, varias piezas sepultada»,
reliífuias de instrumentos de agricultura, azadas, hacháis, bar»
ras y almocafres. Entre los hallazgos, llaman la atención una
cadena provista de un cííllar «le acero con veinticinco eslaljo-
nes de hierro^ con peso de una libra cada uno, marcos de metal,
una tuente de lo mismo y muchas herraduras para bestias.
Cuando al halvlar de Uemedios, dijimos que su primera
fuuílación flebió do estar en el punto de que ahora tratamos» ó
en algún otro, tuvimos presente que bien medida la dis-
tancia indicada por el liistoi'iador, entre la villa ó ciudad de
Victoria y el valk' de Ci»rpusCrist¡, es precisanienlo San
Carlos el lugar que más se aproxima á los lU minámetnis
señalados.
El río San Carlos tiene sus primeras fuentes en el alto de
Tiembla y sus cercanías, corro hacia el f)riente hasta en-
frente de la población; tuerce al nordeste hasta unirse con el
Balseaderu ó Guatapé, cerca del camino que < oriduce á Naix%
Do este sitio en adelanto vuelve á ser oriental UíxhUi unirse
con el Verde ó Samanú del Norte, anteR de desaguar cuuíun
didocon el Nare en Junlas,
i
31!
Hacia el noroeste está dominado el valle de San Carl«>s
por el alto Tabor: iJo un lado y otro del Saa Carlos liay cordille-
1*33 que uncís veces forman ancfjnes y otras enrajonan su co-
méate, y es de advertirse queen este Distrito loscontrafuertes
andinos menguan bu altura por hallarse cercanos á su termi-
nación.
El territorio es rico en minerales, pero sobre todo es
notable por la l>elleza de su valle principal y por la fron-
dosidad de sus bosí|uos. El suelo es feraz en las partes Irajns,
Un poco estéril en lasaUíu'as y desgracíndamente poco favo-
i'able para el mantenimiento de la salud.
Se considera como fracción de San Carlos el pueblo de
Canoas, situado en el punto en que se reúnen los caminos
c{ue guían para llemolino ó Islitas. Es un pobre caserío, en el
Bontido doble déla frase; pero, á pesar de su pobreza, alivia
ú ios viajeros con el socorro de su bospitalidad. El plano es
^lontañoso, el clima templado, y favorables las condiciones
^ligienícas.
Población, 2/219 Imhitantes. — Latitud norte, G°G' 10".
- Longitud occidental, 9*' I iÚ\ — Altura sobre el nivel del
inar, 973 metros. — -Temperatura, 2*2*'. — Límites : confina
u I norte con Santo Dominico y San Roque; al oriente con
Nare y parte de San Luis; al occidente con San Rafael, Pe-
Üol y Vahos, y al sur con Cor(»rná y í^an Luis.
I
San Luis. — Este Dislrib» de reciente creación, se halla
m la parte oriental del Estado, y aunque su importancia ac-
tual sea mínima, no carece de ventajas topogralicas para lle-
gar á ser de alguna signiíicación.
En el ano de 1875, cuando los lial>itantes déla mayor
parte de los pueblos ílel Departamento de Oriente, aco-
sados por la penuria á que los reducía el escaso cultivo
tic liercdades estériles, al>andonaban las montañas natales
para ir en solicitud de mejor suerte al Departamento del Sur,
al Estado del Cauca ó al del Tolima, varios vecinos de Vahos,
no queriendo someterse á la prueba de lejana cmigi*ación, en-
312
traron a examinar los bosques, las cordilleras y los valles
les quedaban al éste.
En el mes de agosto del año citado, el 25, -día de San
Luis, parecí en doles haber hallado lo que deseaban, determi-
naron verificar la fundación de un pueblo, y para principia
la edificaron una casa común que sirviese de cuartel gen^
ral á los colonos, durante el tiempo preciso para practicí
aberturas y construir edificios propios.
En 1876, se pidió al Congreso un lote de 12-000 hect
reas de tierras baldías para los pobladores : lo que fué coi
cedido»
En 1878, el Presidente del Estado, comisionado por
Gobierno nacional, nombró agrimensor, y se verificó la men^
sura, así como también en el siguiente año la adjudicacií!
de lotee á los pobladores.
En 1878, la población fué ascendida a fracción^ con ^M
nombre de San Luis, y puesta bajo la dirección de un inspec*
tor de policía con atrilmciones de Corregidor, ^^
En el mismo año se construyó una capilla; y con motl^i^^
de haberse reunido rápidamente hasta unos 700 vecinos, la
última Asamblea Legislativa, á petición de ellos mismos y ¡
por ley especial, elevó esta fracciona la categoría de distrito,
cercenando para ello territorio de San Carlos,
San Luis está erizado de corf hileras, provenientes todi
de los fuertes y contrafuertes desprendidos do la ramiíicj
cíón central de los Andes colooVbianos, hacia el lado oriei
tal. De estas montañas, la conocida con el nombre del Cho<
gira de norte ásur y termina en las orillas del Samaná,
vidiendo las aguos que caen al río Caldera, de las que viert
al San Luis y al San Miguel. La cordillera de Uvítal csl
colocada de oeste á oriente, y divide en parte las aguas (ji
vierten al río San Luis, de las que tributan al San iMigut
La cordillera San José está de norte á sur, y sepáralas aguí
del río San José de las del San Miguel, y la de Samaná tieni
curso de oeste á oriente, y deslinda las vertientes del Magda-
lena de las que aumentan las aguas del Samaná.
— 313 ^
Las Tetas de Rioverde y San Luis, son dos elevados
peñoles donde terminan las cordilleras de San Pablo y de la
Tebaida.
Las alturas de San Juan» Chocó, Sande y Popal, son
eminencias de la cordillera del Chocó; el Castillo» Castellón
y Morrón lo son de la cordillera de Tebaida; mientras Hele-
chales, iMiraflñres^ BeUrán y Uvital son eminencias de la lil-
tima montaña.
El río Caldera forma el límite actual de Vahos; y San
Luis, Quebradonn, iMina-rica, Bejuco, San Pablo, San Anto-
nio y Tibes son las principales corrientes de agua que lo for-
man.
El río CocoruA, unido cun el Caldera, desagua en el Sa-
maná.
El San Luis, llamado también Dormilón, nace cerca de
San Carlos •
Este río es turbulento y bastante caudaltjso. Está for-
mado por los riachuelos Cariblanca, Manizalcs, Confusa,
Risaralda, Cristalina, Minavieja, y desagua en el Sa-
bana.
El San Miguel, tributario del mismo Samana, está for-
ínado por los torrentes Hiraca, Santa Rita y Moscosa. De
éstos, el Hiraca tiene un curso manso en el punto denomina-
do Los Planes; los demás son rápidos en su carrera.
Como puede notarse por lo dicho acerca do inontañas y
ríos, el territorio de este Distrito en esencialmente quebrado.
Sus multiplicadas alturas son de bastante consideración; ra-
tón por la cuiil la temperatura en ellas ea rebajada, y sus
hoyas bastante profundas y de clima muy ardiente.
Estos mismos caracteres implican gran variedad de pro-
ductos naturales. Estos productos son los propios de la Zona
Tórrida en sus diversos sitios colocados á diferentes alturas
sobre el nivel del mar, é idénticos á los que hemos señalado
á otros distritos de iguales ciscuastancias. Por eso, y por no
alargarnos demasiado, nos referimos en lo que ahora trata-
mos, á lo que dicho tenemos al hablar de lugares semejantes.
— 314 ^
En el territinio <le 8nii Luis abundan oro, hierro, caí?
pizarra, kaolín, mármol ^rasero y algunas fuentes balad
de poca consideración, aunque de excelente producto.
Los riaclmeloa líisaralda y Cristalino nacen hacia
parle alta de la población, y del último usan Iob habitaiil
para Him necesidades domésticas. Diclia población, auu<[ue
miserable, tiene una escuela mista rural* Sus habitantes,
bien pobres, son emineiitenicntelalxniosoB, de sanas costuí
breSj y muy decididos por la educación de «us hijos. Del a
de 1 875, época en que este territorio fué explorado por pri
mera vex, hasta el año en curso, no ha habido necesidad úv
seguir una sola causa criminal ea el Distrito.
Esta naciente colonia vive del produelo de faenas i\}^\
colas en un suí^Iu riscuso püi*o bastante fértil.
Polílación, 7'27 habitantes* — Límites ; coníina al no
con San Carlos; al oriente con Nare y Cocorná; al occidente
con Vahos y Cocorná, y al sur con Cocorná.
I
San RafaeL — Corrtspoiuie hoy al Departamento
Oriente, y ruéerigidoen una ilcpcíuleneia de la ceja de Guat¿i[
llamada el Abra ó el Sueldo. Llamóse el Ahi*a, porque
parte principal del territorio del nuevo d ¡si rito, está cola
cada en la abertura formada j)oi* el río Guatapé, que deHcicnc
de las alturas vecinas, y que con giro inclinado al oíiente ton;
más abajo de San Carlos el nombre de lialseadero.
Entre los años de 1855 y 5ü, el Dr. líalael Mai'ia Jiraldc
Gobernador de la pnnincia de AnLioquia, p(»r decreto esf
cial, arregló ios límites del distrito de Guatapé con los de Sí
Carlos y Canoa-s, tle manera que la fracción Abra quec
circunscrita.
Poco después del año de 18tí4, y a consecuencia (lo haber
descubíertí) ricas minas tle oro dentro tic la fracción iiieacic
nada, so construyó en el paraje denominado el Sueldo, ui
especie de Bodega para asilar á nii ñeros de profesión qi
concurrían á esa {)arte, de algunos pueblos del norte del Ef
tado- El aumento constante de trabajadores en aquel punto,"
31 =
iwtestableceren él mi Inspertorde policía, suljordirmdocnsus
o])eracinnes al jefe y Cnr|)í)i'¿\ciun municipal del distrilr» de
GuHtapé.
En noviembre de 1872, jhw influencia del Sr. Eduardo
Espinosa, Ins residentes en la Bodega lirmaron una repre-
seatación al gobierno del Estado, en que pedían la creación
iteun distrito en aquella parte» petición que fué atendida
[Mjrel Gobierno en conlV>rmidad cují lo solicitado. En conse-
cuencia , se cambió el nmnbre de Sueldo por i:*l de San
Rafael.
En la innexión de ia cordillera que está al occidente del
Dislrito, y en el sitio de San Pedrito, nac^ el río Guatapé. Esta
corriente de agua sigue bu cui'so, y en él va recibiendn tribu--
turioíique le caen por el norte y por el sur: por el nnrle,
Mirallores, Palmas, Toi'o, Arana, Bizcocho, Cuevas, Sueldo,
talsító. Guineo, Dantas y Jagüe; por el sur, Reventones, I-^al-
iHitas, Clara, Oscura, Estancias, Peñoles, Arenrjsa, Fablitas,
Clmrimo y Arenal.
El tert*itorio es esenciabnente aurífot*o; hay en él algu-
í^a.s fuentes Baladas, y entibe ellas el Saladito, situada en la
^^*Hh norte del Gnatapé, á medio iniriáinetro fie In población,
*^'ista es la sola salina que se beneficia en la actualidaíL
k La ai?r¡ cultura se halla en lastimoso estado de atraso,
mo sucede ordinariamente en las poblaciones mineras.
Hay en este Distrito una clase especial de minerales, poco
ludiados basta ahora por los hombres científicos, minerales
^t^e merecen llamar siquiera sea do paso nuestra atención» Son
^^nbrados esos placeres, organnlesj por los trabajadores, y su
explotación se hace por medio de procedimientos peculiares y
extraños. La formación geológica en esas partes está consti-
^ Xiida por enormes fraj^mentos de sienita granitoido, sosteiiidos
*Os unos i)or los otros. En los intervalos inferiores do esa
aglomeración do rocas, hay depósitos aluviales que llegan a
Una profundidad hasta de ochenta metros, y en el fondo de los
depósitos se halla el oro, aiTastrado por las corrientes de agua
^ue desde el cataclismo rfue produjo este fenómeno, hasta hoy,
^ 316 —
vienen acumulándose en el nivel inferior del suelo. En algí
partes, el espacio entre piedra y piedra es bastante grande, y
permite la elaboración libre y cómoda, por la fácil remoción de
la tierra ; pero en otras la aproximación de los fragmentos
es tal, que el minero se desliza por las hendiduras, á la manera
de los reptiles por las grietas de una rota muralla. Entran los
trabajadores en aquellos oscuros antros, arrastrándose en
ocasiones sobre e! vientre, y provistos de velas de sebo cuya
luz los guía como por un dédalo. Para evitar el derrumba-
miento de las rocas, tienen necesidad de introducir, á vuel
de mil dificultades, la madera precisa para la fabricación de
cuñas y palancas que los precavan contra probables accident
El trabajo diario no puede ser sino de dos ó tres horas, p
cuanto trabajando con poco aire, desnudos y en forzadísimas
posiciones, la opresión del pechOj el frío y el cansancio los
obligan á salir* Sin embargo de todo eso, el rendimiento en
oro, que no es escaso, estimula la codicia, aumenta la energía,
y la labor continúa con perseverancia.
Fuera de estos singulares depósitos, hay también en
Distrito hilos metálicos variables en su producción. Los prin
cipales conocidos hasta hoy, son : San Pedrito, Sirpes, Gua
duahto, Macanal, San Rafael, Tiembla y Yago.
Las producciones vegetales son : maíz, frísoles, caña de
azúcar, plátano y yuca. Se producen el cacao y el café, pe
los vecinos son poco aplicados á su cultivo. La ganadería
halla en lamentable estado ; el territorio es casi todo selvático,
y en los bosques hay abundancia de resinas, bálsamos, aceites
y maderas dé construcción y de ebanistería.
Población, L025 habitantes. — Límites : confina al norte
con Santo Domingo ; al oriente con San Carlos; al occidente
con Concepción, y al sur con Guatapé.
Santa Bárbara. — Del alto de San Miguel, al eur de
Caldas, se desprende, entre otras, una cordillera que gira á la
parte meridional, para terminar en las cercanías del Cauca
junto al sitio en que este río recibe los aguas del Arma.
— 317 —
Remata esa montana por medio de un grueso promontorio, el
cual, por tener parte de sus flancos teñidos por tierra de color
de ocre claro, lleva el nombre de Cerro Amarillo.
Descendiendo la cresta montañosa de que hemos hablado,
íse distinguen de lado y latJo í>tras, que originadas en la do
San Miguel, van, no como paralelas á la primera sino romo
radios, á buscar las hondonadas del Buey, del Arjna y del
Cauca. Todas ellas están separadas por hondísimas quiebras,
por donde corren rcUidales más 6 menos importantes. A la
parte occidental, con interposición de estrecha cañada, hay
una montanuela que, con la ayuda que le prestan terrenos
medianamente elevados de Fredonia, forma la fértil hoya por
donde corre el Poblanco para desaguar en el puerto de
Caramanta* Al costado de oriente so distrilíuyen otros
ramales, separados por los riachuelos Honda, Sabalctas,
Miel etc, etc.
De todas esas prominencias, arregladas como las varillas
da un abanico, salen a derecha é izquierda numerosas
colinas, aisladas las menos^ conexionadas las más, y como
dispuestas para componer curioso enrejado geológico, que si
no bello, es raro y extraño por su conjunto. Las fuentes y los
torrentes impetuosos que en tiejiipo de invierao corren por
entre cerro y cerro, colina y colina, remueven li>s flancos,
ahondan los cauces y completan la obra de tan gigantesca
excavación. Nos parece diíícil imaginar algo más escar-
pada que el paisaje que describimos, aunque los de esta clase
Bean comunes en Antioquia.
Sobre las faldas de esta serranía, en las cúspides y en el
asiento ríe las cañadas, se divisa desde las alturas uno que
otro cortijo, una que otra vereda contorneada, y el suelo en
su mayor parte cubierto por un manto do gramíneas de color
amarillento en el verano, y de verdeesmeralda en el in-
vierno. Esos pastos sirven para engordar muías y reses
vacunas ; y las faldas á parches, para sembrar plátano, maíz,
yuca, frísoles» café etc. Los ganados medran, y los frutos so
multiplican á maravilla ; pero lo que realmente asombra,
es meditar en la energía de carácter con que esos campesinos
disputan al águila la eminencia rocallosa, ó al tigre la cavei^na
para construir HUñ habitaciones. El modo cómo suban y
bajen por esas sendas, á veces cargados con ponilerosos
fardos» no admira menos ; pero es la verdad que, a pesar do
tanto obstáculo material, esos trabajadures llevan exintencia
holgada y acaso mas feliz que la de otros colocados en
mejores condicioaos aparentes.
Sobro el lomo de la cordillera que delineamos al prin-
cipiar, y on una como ensilladura que presenta hacia la parta
media de su extensión, está situadn el pueblo quo sirvo de
catecera á este Distrito, y cuya fisonomía dihere poco de la
que es típica á la mayor parto de las poblaciones do esta cate-
goría en el Estado*
Desde la plaza y las calles, se puede dominar con la vista
gran parle del territorio antioqueño ; al norte se tienen las
alturas de San Miguel; al oriente valles profundos y pertilM
numerosos do cordilleras ; al occideíile, por cima de numc*-
rosos puntos interpuestos, los farallones del Citará, y al sur
el curso del Cauca encajonado por formidables montanas,
entre las cuales lucen dos farallones aislados en la cci-cania
del gran río. Como fenómeno inverso, también curioso,
caserío de Santa Bárbara, como si cabalgara sobre la cordille:
que le sirve de asiento, se divisa neto y claro desde mu( he
sitios del Estado.
El suelo del Distrito tiene temperaturas diferentes, segi
sus respectivas alturas sobre el nivel del mar. En las purl
culminantes y mediases frío y templado ahernativamcntc,
esos lugares hay cortijos para cría de ganado vacuno, y cami
de labranza paracidtivar las plantas propiasde tales climas,
las partes bajas, el calor es intenso, y en ellas, fuera do la pi
duc^ión del tabaco, del c^cao y de la cafla de azúcar, hay
primurosíis dehesas para el cebo del ganado vacuno con q\
se alimenta gran parte de la población anti^iqucña. El mi
los ín8f)leS| el plátano, y en gencrapli todas las produccioiif
de consumo popular quo hemos asignada [á distritos sin
g
— 319 —
lares, se dan con fecunflidad en Santa Bárbara. El cafó S9
cultiva un poco y es ile calidad superior.
Si se anda ríe Santa Bárbara para el sor en buscn de
las aguas del Arma y del Cauca en su mnllnencin, se da,
antes de llegar á citas, con un c<irto casorír» llamado Sitioviejn,
edocadü áUxB márgenes de un arroyuelo rfue corre con direc-
v:i6n á tierras del Giiaicu, brllo y prnrluctlvo etjtablecimiiMifo
bañado por el Po blanco.
Sitioviojo nos parece ser el mismo punto en ffue á la
entrada de los primeros españoles, liabía una población
indígena á que pusieron por nombre Pueblo de la Pascua.
Ehlescul^ridor de ella fue el CíJinrndadnr líndrigucz de Suuza,
y más tarde fué visitada por líobledo, quedanrio después
casi abandonada i>ara ligurar cuino íracción de Santa Bar-
loara,
También fignim en la misma categoría el poblado de
Sabaletas, situado ni sinleste de Sitiovíejo, conocido desde el
principio de la Colonia por ser lugar de tránsito para el alto
valle del Cauca, cuando no babía otro camino para la comuni-
^^óíi de Antíoquia con la F^rovincia de Popayán, Sabaletas
8*>2<hin tiem|)ode los honores de parroquia, y aun tuvo alguna
^^portancia que ba perdido ya.
La parte baja de Santa Bárbara tiene ventajas semejantes
^ las del vecino distrito de Predonia, imes en lo que le toca de
'^-^ hoyas del Poblanco y del Cauca, bay copiosos depósitos de
*^1 ordinaria, de yeso, de carbón mineral y de preciosas made-
i de construcción y de ebanistería.
El tigre americano, aunque ahuyentado un poco de esos
^^^gares, no deja de aparecer de cuando en cuando en dehesas
.K heredades, donde causa no pocos daños.
Población, G.U34 habitantes. ^ Latitud norte, 5" 49' 10'.
^ Longitud occidental, 1***1d3í>\ — - Altura sobre el nivel
df>l mar, 1.650 metros. — Temperatura, 20*. — Límites:
^>iifina al norte con Caldas ; al orienta con el Retiro y la Ceja ;
^» occidente con Fredonia, y al sur con Abejorral y parte de
Támesie.
320
Santuario. — En el seno de un ángulo formado por la
reunión de los riachuelos Marinilla y Bodegas, está cons-
truida la cabecera de este Distrito.
Para llegar á ese punto, es preciso viajar para Cocornáó
para el Peñol, ó más claramente hablando, es preciso formar
la intcncinn de visitar ese sitio recomendado pur un trágico
acontecimiento histórico y por la peculiar belleza de su apa-
cible y tranquilo aspecto. En efecto, el Santuario parcoH
escondido entre los repliegues de sus rel>a¡adas montañas-
Solitario y agreste, este paisaje recibe la mirada del viajero,
con fisonomía reposada, circunstancia que unida al baño tó-
nico que puede tíunarse en el punto de convergencia de sus
dos riachuelos, próximos al oriente de la población, compensa
el cansancio del viaje»
Comprendida el área de la plaza, en donde descuella
hermoso templo, el pueblo abarca nueve manzanas con sus
sas bajas, humildes, de tapias y lejas unas, y cubiertas
paja otras, pero todus cómodas y aseadas.
La temperatura del Santuario es fría y fortificantep
atmósfera despejada, el agua fresca y cristalina; y lascomli-
cionea ambientes para la vida, tan moderadas y suaves, que
los pulmones activan su función para aspirar aquel xiire
salutífero.
Enelañode 17G5, pidió permiso el capitán Antonio Gómez
Castro pai'a erigir una capilla en aquel lugar, capilla que
fué concluida el 13 de diciembre del mismo año.
El 92 de enero de 1793, dicha capilla pasó á ser propie-
dad do D. Ignacio Gómez, á quien se impuso la obligación de
mantener en ella el culto con decencia y decoro.
El 7 de octubre de 1794, la capilla fué reemplazada con
otra, y para esa época existía ya un regular caserío en aquel
punto y su alrededores.
Por decreto de 26 de noviembre de 1838, se erigió en p
rroquia, y hoy figura como Distrito perteneciente al Departa-
mentó de Oriente,
En el año de 1829, el general Josó María Córdoba se
I
— 3-21 —
rebeló para combatir, fomo decía, la tii*an¡ca influencia del
General Bolívar. Aquel pronto y desordenado movimiento
militar y político, recogió en pocos días 300 reclutas para 8U
sostenimiento ; pero como el jefe era el vencedor en Ayacu-
cho, éste, sin atender á más inspiraciones cjue á las del valor y el
heroísmo, presentó l>atalla á una columna de 900 bombees,
ciirigida por el coronel Daniel P. O'Leary, mandado do la capi-
tal de la República para contener en su nacimiento aquella
temeraria sublevación. Los dos desiguales ejércitos se encon-
Iraron en las calles y alrededores del Santuario : el clioquc
fué corto pero formidable; los muertos y heridos, superiores
en número d lo que debía esperarse de tan rápido contraste,
y el general Córdoba lierido en el peclio por una bala sobre el
campo mismo de batalla.
Derrotados los reclutas, el caudillo se abrigó mori-
bundo en el saloncito de una casa que queda en la esquina
occidental del lado sur de la plaza. Recostado sobre una gran
caja de madera de cedro^ cuya tapa se conserva lioy todavía
sangrienta en el museo de Zea, el joven general esperó con
«iiiltivcz el desenlace línal de la contienda. Un oficial inglés
llamado Iland, entró en aquella pobre casa con ía espada des-
nuda en requerimiento del liéroe. Este, debilitado por la falta
cic sangre, salió al frente de su adversario, quien sin otracJcpU-
Ciación le asestó un gfílpe con la espada, golpe que parado
c^on la mano dereclui, cortó á esta en grande extensión. Otro,
^^obre la cabeza, hirió la frente; y con estas dos heridas y la
i:jnmera el jefe cayó exánime.
La vida dejó de animar aquel ardido corazón, el espíritu
<3o la guerra cesó de lucir en aquel cerebro ; pci'O los rayos de
l^ichincha y de Ayacucho continuarán iluminando aquella
fulgura egregia en la sucesión de loa tiempos.
El sistema orográfico del Santuario no es muy notable,
Ipues aunque sus cordilleras están bastante elevadas sobre el
iTiar, no lo están mucho sobre el nivel del suelo en donde se halla
la cabecera del Distrito. Al norte de la población hay una colina
íiislada, de poca altura; y más distante, en la misma dirección»
n
la cordillera de Montauita forma el lado do un óvalo deprimido
orí su parte media, para dar paso un el Salto á la quebrada
Chapa, Hacia el occidente hay algunas cojas quo se incli-
nan al éste, Y forman una ligera hondoiiafla por donde corre
el torrente Palmar, tributario del río San Matías. .^
Hacia el órlenle están las cürüilleras de Perico y Mon^^'
que forman un sciíuieiitn do círcido ter minado en el
nudo de Pericón, por donde pasa el camino que va á Co-
corná y que se prolonpra luego al sur con el nombre de Morcfl
y sigue hasta cerca de Giuirinó,en donde son conocidas con
el nombre de Aklana. LaK demás eminencias son colinaa
poca significación.
Baña este Dislrdo el riachuelo Marinilla, ileade st
nacimientos al oriente hasta la desembocadura del de Pa\
al sudoeste tle la población, y está íormado en su origen pe
los de Perico y Morro, De la unión de estos dos hacía abaj<
recibo por la derecha los riachuelos Chapa, Bodegas y Pava
y por la izquierda, vai'ias laentes de poca importancia y
riachuelo Aldana.
El territorio tlel Santuario es sumamente pobi^; si
0©linas, teñidas en general por liciras rojizas, alimentan ut
vegetación raquítica ; el fondo de sus cañadas, aunf(ue cubiei
i\e gramíneas, apruvecluí poco, por ser escaso do juf
nutritivos ; sus maderas de construcción lian desaparecido,
sus dehesas, de corta extensión, pueden apenas dar subsi^
tencia á parciales rebaños* Coa esa corta industria peouarií
con el mezquino cidtivu de los canipus para producir maíz^
arvejas, arracaclias, papas, coles, cebollas, y con ol tráiicu d^É
breve escalaron las poblaciones vecinas, viven escasamonte
estos antioqneños.
La raza es robusta, puras las costuinln*cí=*, y la^ Ini
dicionea do moralidad se conservan mejor qno en ol
partes.
Población! 3.iGá habitiuites. — Latitud norte, G* 4' O',
Longitud (accidental, 1M8' 18", — Altura sobre el nivel de
mar, 2.1 ÜO metros. — Temperatura, 17%— Límitos ; conünal
— nii -
al uorti* con Mariniila ; al ivríeiUe con Vahos; al occidente
con Marinilla y Riontígru, y al huv con el Carmen.
San Vicente. — Es muy difícil asignar á algunas pobla-
ciDUes de Antioquia la verdadera fecha de su fundación,
porque Iiabicndo en ellas, «i así puede decirse, dos elenienlos
*^paradus de existencia, el religioso y el civil, no es sencilh»
saber 81 cuando una deesas entidades llegó á ser parroquia»
tuvo también administración municipal.
Hoy, según el nuevo .sistema, separada la Iglesia del
Katacto, el distrito ó municipio tiene pocas ó ningunas rela-
ciones con la parroquia eclesiástica. No sucorlía *>tro tanto
clarante el régimen colonial; porque entonces las dos entidades,
ligadas por estrechos vínculos, mantenían una existencia
fraternal, uniforme y común en cierto modo, Ese orden do
csoaas no existió solamente bajo el Gobierno español, sino tam-
bién hasta un poc^) avanzado el tiempo de la líepúhlica, y es tan
<Bu>í, quenoliace muchos aíios decir parroquia casi equivalía
Á decir distrito.
Apoyados en esa consideración, pensamos que cuanrlo se
tirata de la fundación de muchos de nuestros puebloí?, se
I^ucde asegurar que la entirlad religiosa principiaba dr un
^^nodo simultáneo con la entidad municipal. Por eso decimos
Cjue el distinto de San Vicente fué erigido en el año de 178Ü,
>►' que jjara forma rlrj hubo necesidad de desmembrar dos
i-jarroquias, la de Marinilla por una parte y la del Peñul por
^'jtra. Las fracciones de Magdalena, Coral, Yulombal, Chapa
^3tc,, etc., partes integrantes de San Vicente, fueron antes
t^rnpicdad de los mencionados*
Haina en tiempos remolos sobre el territorio de esta
t^omarca, unamullitud de capillas en todo Kemejantes á las
^Ic que hemos hablado y pertenecientes ttjdas á ricí>s propie-
tarios (¡ue explotaban los minerales de Ovejas, Coral, Magda-
lena y otros, pues, dicho sea de paso, este territorio, empíj-
brecido ahora, fue rico en los pasados tiempos.
I*arecc que el caserío agrupado cerca de \a Magdalena y
324
situado en el camino que de San Vicente guía para Conreí
ción, era á Unes del niglo pasado el más importante; j
comtj quiera que los vecinos de San Vicente tuviesen empeño
en que el imeb!í> se edificara en el sitio que Iii»y ocupa, esta^f
blecióse seria competencia en que triunfaron al lin los de la
Magdalena, ^m
Doce años después, el Oljispo Velarde, tic acuerdo co^^"
Ü. Francisco Baraja, Gobernador civil de la Provincia, th*ó él_
triunfo a los de San Vicente, y desde entonces la cabecera di
Distrito existe en el punto en que hoy está.
Donaron los terrenos para la erección de este lugar, une
«eñures Ceballos, y ha ido construyéndose gradualmente sol)r¿
el hjnio de una prolongada ceja, cuyas combas sigue la calk
principal, desde la parte inferior hasta la superior terniiaac
por una superlicieen forma de silla, en la cual están la plai
principal y un espacioso y magnífico templo comenzado áconÉ
truir en 1853, y terminado felizmente con satisfacción y orgull^
de los vecinos-
San Vicente no puede tener largas calles trasversales^J
porque la ceja está limitada por dos hondonadas bastan^^
notables al uno y al otro lado; pero por lo mismo que la calle
principal es muy larga y sus edificios muy regularos, y polfl
cuanto en la parte alta se eleva grandioso y elegante el gran
templo de que Iiablamon, el conjunto es original visto desde la
eminencia que lo circunda, ^J
Los campos cercanos á San Vicente, son de temper;i^B
mentó frío y benéfico para la saUuL El aspecto do cUos,
es triste y poco propio para las faenas agrícolas. LucapaclB
tierra vegetal es apenas sensible en sus sinuosas colinas y ei^
»us rebajadas cordillera^!*. Sobre la tierra amarillenta de h
alturas, crece una vegetación raquítica; los pastos son pobrí
y propios más bien que para ganado mayor, para la cría
nuilt¡|)licxición de cabras y ovejatj.
En compensación de tales desventajas, los habitantes di
este bien poblado Distrito son fuertes, activos, de excelente
costumbres, sencillos y laboriosos en alto grado.
San Vicente es uno do los distritos antioqueños que dan
Thayor número de población excedente para la colonización
interior y la exterior.
Población, 5.728 habitantes.— Lutitud norte, (¡° If 0'\ —
Longitud occidental, 1^ '23' 30''. — Altura sobre el nivel del
mar, 2,123 metros, — Temperatura, 17^ — Límites : confina
al norte con Concepción ; al oriente con Guatape y el Peñol ; al
occidente con Jirardol a y Oopacavana, y al sur con (ruarne y
parte de Rio negro.
Sonsón, — Para dar una idea del territorio do este Dis-
trito, diremos que queda comprendido entro una línea que
partiendo de la confluencia délos ríos Arma y San Félix, en
los Valles altos, siga dirección nordeste hasta las juntas
del riachuelo Rumazón con el río Dulce, y que tendiendo en
aquel sitio, tome curso sudeste hasta los nacimientos de los
ríos San Antonio y Moro en la cordillera del Rodeo, De este
lugar en adelante, la línea sigue costeando el río Moro hasta
su reunión con el de la Miel, y este aguas abajo hasta Buena-
. yistaé De üuenavistat ix lo largo del Magdalena, tiene direc-
ción norte hasta tlonde caen en él los i'iachuelos Cocorníi
y Claro reunidos. En aquel punto tuerce francamente
al occidente, atraviesa el riachuelo Caunzal, cambia un
tanto al noroeste, llega á la reunión de los ríos Verde y Santo
Domingo, y andando siempre al ocaso, asciende A la cordi-
llera central sobre las fuentes del río Aures, cuya corriente
sigue hasta el Arma, para llegar siguiendo su curso al primer
punto de partida.
La cordillera central de los Andes colombianos atraviesa
el Distrito hacia su parte occidental, desde los Valles allos
hasta los Parados, y lanza ramales de más ó menos conside-
' ración hacia el oriente y hacia el occidente. En todo ese trozo,
la montaña es de liastante altura para formar parameras en
distintos sitios. Los Valles altos, el Páramo de Sunsón,
el Alto de las Palomas y los Parados presentan sus mayores
alturas.
32G
I
Éntrelos contrafuertes del oriente, están el cleMiraflor
o Iloíléo y el (lo San Julián, ambos subdivididrts en estribos de
rnenor impí irlanda que van á rematar en las márgenes de loa_|j
ríos Miel y Magdalena.
Al sur de la ciudad se desprende, hacia el lado occidental^
ó más l)ien noroeste, un macizo ramal, que on combinaciuu
con otro opuesto do que hablaremos al tratar del distrito do
Aguadas^ forma la terrible hondonada del Arma, y decimos
terrible, porque esta hoya es acaso lo más doblado y cerril
del territorio antioqueno. Otras varias ramificaciones de curso^
un poco semíyanto al anterior, encajonan ríos subalternos eí
la parte oeste del Distrito*
El río principal que baiía el territorio do Sonsón,
el Magdalena, y recibe, como ya so dijo en las generali'-^
dades de la Geografía física, de sur á norte, el río da la Miel, elj
río Claro del sur y el río Claro del norte con el riachuelo de
Cocorná.
Los ríos Dulce, Venus, San Pedro, Rionegrito, San
Julián y Pozo» con los riachuelos Mercedes, Rumazijn,
Ciuadualitü, Palomas y Chamberí, forman por su reuniói
hacia la paróte alta do la cordillera, otro, que conocido con
nombre de Samaná del Sm* n Timaná, recorre casi por
centro el territorio de Sonsun, hasta el punto en que tribuí
BUS aguas al de la Miel en Balcones, El cuarto superior del
rio Samaná, propiamento rliclio, es do sut* á norte^y el rastel
hasta su desembocadura es notamente oriental. De sus ríos
componentes, el Dulcr' nace en la laguna de San Félix y le
restantes en ilifei'ontes puntos de la coi'd ¡llera, y do sur
norte, con excepción del San Julián y el Pozo, que tienen st
fuent<*s en el estribo u cordillera conocida con ol nombro del
primero. Dol Chamberí en adelante, recibo í4 Samaná por 8|M
margen dereclia los ríos C'laro y Hondo reunidos, y el ria-
chuelo do l:i Concepciüii, y por su margen izquierda los
San Julián. San Lorenzo. San Francisco y ol Mulato.
Sobre el curso especial del Arma hablai*emo8 al tratar i
distrito do Aguadas.
'SO
I
I
in
m,
I
id
1
El río l'ciTÜlü nace en el Oauco occidontal do la cordi-
llera, lleva dirección noroeste y di^snguaon el Arma; im pooo
al norte de éste nace el de Cirgua, de curso occidental y tam*
bien afluente del mismo; el Sonsón nace en las Palomas, ea
en parto paralelo al anterior y desagua on el mismo recepta-
©ulo que ól, y en fin el Aures, nacido en loa Parados, recibe el
Tasajo, os próximamente paralelo al anterior y tiene con él un
de-saguadero común. Todo^ los ríos mencionados tienen hoyas
especiales, siendo do ellas la principal la del Samaná.
Sonsón es una ciudad cuya fuiuíacion se decret<'i en el ano
de 1785, siendo visitador general de la provincia do Antjoquia
D. Antonio Mon y Velarde, ascendido luego á Presidente do
Quito, Se llamó al principií* Ezpeleta de Sonsón para
honrar el nombre de Ezpelela, virey del Nuevo lícino de
fl ranada.
En olafio de 1807, Cándido Nicolás Girón, como repro*
ementante do D, Joaquín I{ui^, pidió en capitulación los terrenos
cjuc formaron entonces el territorio asignado á Sonsón desde
I inca del siglo anterior. Los terrenos fueron concedidos por el
Virey Amar y Borhón, por cuanto D. Joaquín Huiz, quien
^>ljtuvo al mismo tiempo el título de juez poblador, los com-
Juraba para donarlos á los vecinos.
Kn cuanto a la elimología de la palabra Sonsón, pensa-
rnos que procede del ruido sordo y constante que hacen las
^guas del río al descender por la vecina catarata, y que ese
iiombre pudo ser impuesta * por el Cmnendador Juan líodrfguez
^le Sí>uza y sus cnmpañeros, í(uienes, mandados desde Arma
por el capitán Rübledo para conquistar á los indios de Maita-
Ma(* y á los que liabilaban las vertientes del Arma, fueron los
primeros visitadores de aquel Lerritoiio.
En cuanto al origen de la ciudad de Sonsón y en cuanto á
la índole de los vecinos pf>)íladoreSj no tenemos que hacer otra
cosa que recordar lo que hemos 'dicho al tratar de Fredonia.
Trabajadores infatigables, héroes de la selva y ai-rojados
exploradores, fueron los primeros habitantes de esta ciudad,
que en la época presente brilla por el esmerado cultivo de sus
1
— 328 —
campos, por la blaadura de su clima, por la bondad de sus
influencias ambientes, por lo pronunciado y severo de sus
paisajes, por la rubuntez de sus hijos y por la bellej&a de sua
mujeres (1).
El plano sobre que está edificada la ciudad, es desigual y
cortado por cañadas bastante profundas en dirección de occi*
dente á oriento. Sin embargo, e¡ espíritu publico de sus vecinos
y la influencia personal de sus hombres notables, han logrado
hacer diques, terraplenes y calzadas, que á más de facilitar
la locomoción, han contribuido á dar notable bellezaal lugar.
El río Sonsón corre por el flanco oriental de la ciudad, y desde
las alturas que lo dominan al oriente, la población ofrec-e un
punto de vista tan peculiar y gracioso, que dil'ícilmcnte puedo
repetirse en las escarpas de nuestras montañas.
Fuera de los terrenos propios para praderas de pasto
natural, y fuera de las vegas do temperamento ailido on que se
cultivan yerbas de para y de guinea, para cebo de los ganados,
Sonsón tiene varios circuitos fecundos en producciones tropi-
cales. El mercado de esta ciudad es abundante en mangos,
chirimoyas, pinas, naranjas, moras, bi'cvas, panela, azúcar,
maíz, frísoles, arracachas, yucas, sombreros de paja y tejídt>íi,!
de cabuya ó fique, ^^
Tiene Sonsón ricos minerales de oro en Aures^ Sonsun,
Tasajo, Samaná, el Mulato y líiodulce, mas, á pesar de eso, su
\\) Si do Inet cojiiosüs dnU>^ que licinüíi recibido pai'u cscribii' esta parte 4e
Goograria, híclCrainoíí uso cométanle, et nunieru de cruiiicab y aiiécdulaa stsna
soUrc modo iiilei'iiáiialdt^
Al describir á Cnjifordía, tribtitíiiiins juslo recuerdo á las virtudes del 8r#
Juim Jüs<> Jlcslrepo Uribe» y al tratar de Sonsón, nü podemos prese md ir «le
rendir debido homenaje á l;u> no menos reconiendubles del Sn D* Janttarioj
HcaaOf uno de lo^ fnndíidoreü más dislin^^uidosde la ciudad,
En efecto, el Sr, líenao eHaiTeedor á Ja adrairaciún de losanliorin |1
la gratitud de los liijon de Hoiison, por la noble/adesu caráeler, por> ,.l-
eitijuia y por su aerisoíado civisnio i^prulector de h»s pcd^rea, consnJador de Un
doHgraciadoa, excelente padre de familia, ciudadano jieneroso y austero pAiricm,
favoreció siempre con mano dadivosa las practicas del cylto cristiano, alivio la«
desgracias del inenesUTuso y contribuyó como el mejora la ornanienlarit»n y
brillo de su país nataU Los restos del ^i\ Hciiao reposan en el leiuplo de U
cabecera de) Distrito, á petición expresa de su^ compAtriotaH*
— 8?9 —
iqueza está esencialmente representada por la agricultura
aplicada á los frutos y á la industria pecuaria*
Entre el distrito de Abejorral y el de Sonsón, e^tá la pro-
funda hondonada recorrida por las aguas atormentadas y
ruidosas del río Aures, que corren por debajo do una arcada
eonstituida por el ílexible y afelpado ramaje de cañas que
crecen á sus orillas. Este es el río tan divina y tiernamente
cantado por Gregnrio Gutiérrez González, cuya casita
fcíauca permanece todavía y se presta á la contemplación del
\iajcro, desde las lejanas cumbres de las montanas que la
dominan» El Auresencse sitio es un punto militar no aventa-
jado por los célebres desfiladeros del Juanamlíü, del Guáitara
y del Clúcamocha, verdaderas Termopilas colombianas.
Las eminencias do los Parados, junto á las cuales des-
cuella vistoso el cerro de las Palomas con sus par^^lies de
blanco cuarzo; la montaña de Capiro, el páramo de Sonsuny la
catarata formada por el ríoj á poco más de una milla al sudoeste
de la ciudad, son fenómenos naturales que realzan de una
manera enérgica y sublime la hechura física del Distrito.
La catarata de Sonsón, inferior un tanto a la célebre
cascada del Guadalupe, y superior á la vistosa de Taparlo
entre Bolívar y Andes, constituye un contraste de terreno
cuyos pormenores, de difícil descripción, producen como
síntesis profundas impresiones de horror y de placer, de
espanto y de agrado, de admiración y de abatimiento, todo de
^na vez, porque entre aquellas tajadas peñas verticales, aquel
í*«JÍíloso descenso de aguas, aquel atropellamiento de ondas,
^<^iUellos brincos colosales, aquel sorprendente cambio de
'^^^Oiperatura entre la cima y el fondo, aquella variedad de
^*^í?etación, aquel hcrvitlero de pozos, aquellas superíiciea
*^'^P limantes y aquella trabazón intrincada de cerros despeda-
^'^^ioe por un formidable cataclismo prehistórico, se viene en
''Cocimiento de la imponderable faei'zn creadora y de la
^^^neñez humillanle de la criatura.
Lahoyadel Samaná, de gran extensión en su parte supe-
^^,es angosta é interrumpida poranconesy colinas. Hacia su
— :^m —
parte inferiores más ancha, y todaollaemincntemente aurífera,
con especialidaLJ en el álveo de! río y en el cauce do los riachue*
los y torrentes. Muchos sitios en las orillas del Saniani se
prestan admirablemente bien para labranzas propiasde la zona
intertropical en los parajes ardientes» y otros en las faldas de
las vecinas cordilleras, para multiplicar estas produc^ionos
aegiín la altura sobre el nivel del mar.
Son inuclias las fracciones que pudieran asignarse oomó
correspondientes á este Distrito. Mencionaremos sólo como
notables los caseríos de Rioverdo, Tasajo, Llanadas, Guamal.
Planes, Cirgua» Hioarriba, Ar])Q!cda, Palo-Caraño^ para dete-
nernos un poco más en el caserío de Nariño, llamado antigua*
mente Pocitos^ Eslii situada esta fracción sobre el lomo do una
cordillera^ que, con dirección de occidente á oriente» desciende
del páramo de tíonsón hasta morir en la vega norte del n<
Samaná. Es una agrupación de modestas casas con una pía:
leta central, recomendables solamente por ser punto de d
canso para el viajero fatigado y por llevar el nombre iluekra
de uno de nuestros grandes proceres.
Los sonsoneños son ralíuslos, activos, emprendedores y
hospitalarios. De ellos han salido sugctos notaliles para la ra»
ri'cra de las armas y de las letras.
Poblacii'm, 1 3. !)35 habitantes, — Latitud norte, &*43'íí0".
— Longitud occidcnta!, PáO'Str. — Altura sobre el nivel del
mar, 2.'i45 metros. — Tcmperalura, 14**. — Límites : confma
al norte con la 1 'Uión y Coc^^rná ; al oriente t^on ('undinamaira
y el ToÜma; al occidente con Aliejorral y Aguadas, y al sur
con Salannna y Pensil vania.
Vahos. — Vahos es parto del Departamento de Oriente
y, aunque no de las m¿\s importantes, no carece de cierto
valor.
En el añil de 1HÜ5, haljía (vn vi j>araji* donominadi) las Ve^"^
gas una capillita, cdilicada con licencia del Dr. D. Salvador
Jiménez, Obispo de Popayán. Esta gracia fué confirmada por
el Gobernador interino de la Provincia, señor Antonio Viana*
— 331 —
En 1814, se trasladó la capilla al lugar quo hoy ocupa la
cabecera del Dintrito, al cual ne dio el nombro de Sania Bárbara
de Lariza, para quedar con el do Vahos que hoy lleva. La
creación definitiva de parroquia se efectuó en 5 de noviembre
de 18S1, y el terreno para la población fué cedida por D, Joaé
Salvador de la Serna^ primer juez fundador.
Los vecinos do esto Distrito tuvieron su origen en la villa
'de Marinilla, y es por tal origen, por lo quo so explica el pi'e-
dominioen esa parte de lab familias Zuloaga, Serna, Yepes,
Tamayo y Duques
Tiene Vahoí^ temperatura media en !a cabecera; pero
gogsa on bu territorio de variados climas^ La población está
ataada a orillas del riachuelo de su nombre, el cual, des-
pués de recibir varios anuentes, se precipita formando una
pintoresca cascada con el nombre de la Honda» Estáademaa
regado Vahos por los ríos San Matías, Tafetanes, Caldera, y
por otros de poca consideración. Sus alturas montañosas mas
notables son Caldera y Tafetanes*
Cuenta Vahos con abundantes producciones naturales ;
posee terrenos auríferos; es pueblo pastoril, agricultor, ro-
busto, móvil, emigrante y muy dado á la industria pecuaria.
Coala madera de comino f|ue abunda en sus campos, hace
activo comercio con la capital del Estado, Las costumbres de
'o8 vecinos son aún patriarcales, y su religión esencialmente
í^atíjlica.
Población, 4.050 habitantes.— Latitud norte, 6M^20'\
Longitud occidental, lMi'l¿". — Altura sobre el nivel del
'^^ar 2,082 metros. ^ Temperatura, 17^ — Límites : confina
_^1 norte con el Peñol ; al oriente con San Carlos ; al occidente
yn Marinilla, Santuario y Carmen, y al sur con Cocorná.
La Unión. — La cabecera de este Distrito está coloc^ida al
'"^ur, con mediana inclinación oriental de la ciudad de Medellín.
Oran parte de su territorio se tialla sobre una puna notable-
diente elevada sobre el nivel del mar, y tanto, que el frío de su
atmósfera; es de ordinario intenso y aun incómodo. La planicie
cTc la Unión y la de Santa liosa de Osos, son el tipo más aproxi-
mado de lo que en la geografía de Antioquia puedo llamarse
propiamente mesa* La parte del Distrito) que forma continua-
Clon al éste, llega á la región baja del Magdalena, y parece que
se descolgara de los Parados en la cordillera central de los
Andes colombianos.
En las generalidades de nuestro estudio sobre la orografía
anüoquena, hemos señalado á Vallejuelo, en donde está la
Unión, como punto preciso de la trifurcación de las montanas
andinas del Estado,
Desde época muy anterior, varios campesinos, la mayor
parte de la Ceja del Tambo, establecieron dehesas y sementeras
en la sección de que tratamos; pero no fué sino en el año de
1878 y durante la administración transitoria del genci'al Julián
Trujillo, cuando esta fracción fué erigida en distrito. Compó-
nese su cabecera de un grupo de hüniildes casas, con una plaza
central bien nivelada y con un teinplecito de mínima impor*
tancia. En los alrededores de esta población hay esparcidas
por las haciendas j algunas habitaciones de graciosa apariencia
para el viajero que las contempla á distancia. Por la Unión
atraviesa un camino que pone en directa comunicación las
ciudades de Sonsón y Mcdellín,
Esta regado v\ territorio de este Distrito por las corrientes
de agua que pasamos a mencionar : el rú> Duey, que tiene sus
nacimientos en la cordillera central de los Andes colombianos
.y que sigue su curso de oriente á occidente por todo el Distrito;
el Piedras, que nace en el cerro de las Peñas al occidente de la
población, pasa luego acorta tiistancia de ella, y forma despuó^H
un semicírculo hacia la base del rodete montañoso que cir*
cunda la meseta, y que al fin une sus aguas con las del an-
terior; el San Miguel, vertiente del cerro llamado Cardal, al
oriente del caserío de Mcsopolamia, que después de unadirec*
cíón uccidental tributa al Huey; eíCardal» nacido en un sitio
próximo al anterior, con dirección sudoeste y afluente tanibica
del Buey hacia el sur de Mesopolamia; el Santo Domingo, que
tiene sus vertientes al oriente en tierras de Souson y en él alto
I
— 333
de las Palomuí?, v que corre tle sur á norte atravesando parte
del Distrito. Es afluente del Santo Domingo el riachuelo Santa
Rit;i, notable por sus ricas minas de oro.
La orografía de la Unión puede considerarse así : la cor-
dillera principal de los Andes, un estribo llamado Aures, y el
origen tle la tníürcacirín tle que Iiernos hablado.
El clima es frío en toda la extensión de la meseta, y en
todas las bajas hondonadas del Santo Domingo es cálido.
Mientras en esta parte oriental se producen bien la caña, el
plátano, la yuca y demás plantas de los países ardientes, en
las alturas se cosecha maíz, papas, triyo, arracachas y otras
producciones de las tierras frías.
El aspecto físico de las partes altas en este Distrito, es
silencioso y melancólico. Rebajadas arboledas, tupidos ma-
torrales, reducidos planos cubiertos de grama y llores gala-
nas, compensan un fanto la monotonía del paisaje. Hacia la
parte baja recorrida por ol Santo Domingo, el suelo es pobre,
h capa de /uímu-s delgada, y en todo el territorio, amén de
litios medianamenle fértiles, es frecuente hallar la superficie
desnuda y la roca viva al oreo.
Es notable por su gran elevación en la llanura el cerro de
laa Penas, á cuya base hay bonitas haciendas, con pasto natu-
i*al abundante para la cría y cobo del ganado vacuno. En las
cercanías de la cabecera del Distrito hay ricos depósitos de
excelente kaolín, adecuado para la fabricación de poroe-
lann.
Sobre eí lomo de una colina, entre las aguas de los ríos
Hucy y San Miíiuel, se halla el caserío cabecera de la fracción
^feopotamia, que, a decir verdad, no corresponde á la impor-
'inicia histórica de su nombre.
Los habitantes de este Distrito son hospitalarios en grado
Nuble, y muestran en la vida social una apacible alegría que
lo8 hace sumamente sinii)aticos.
La Unión tendrá en lo venidero la funesta celebridad de
'ííiber sido en su territorio donde, por la primera vez, se ha pre-
nsen tado en Antioquia un caso de la aterradora lepra elefancíaca.
— 334 —
De este lugar ha venido propagándose po
tar hoy un aspecto verdaderamente amei
raciones futuras.
Población, 3.243 habitantes.— Lín
con la Ceja; al oriente con Cocorná ; al oc<
y al sur con el mismo y con Sonsón.
CAPITULO OCTAVO
Departamento de Sopetrán
J^UMtos : Belmiray Evéjlco, Liborina^ iíabanaUrga^ San Jerónimo^
Sopeiritn, Sucre (Sticaojaí).
El Departamento de Sopetrán limita al setcntrión con el
<JelNorle; al oriente con ol mismo y el del Centro ; al oeste
^on el de Occidente, y al sur con el del Caitca, Población :
'ÍV48Í habitantes .
^H Belmira. — Que tanto quiere decir como bella vista, es un
*^istrito que comprende un territorio extendido en la gran
*>ie.sa de los Osos, La cabecera de él demora cerca de la
^iiargen derecha del líiochico y al pie del paramo de Santa
El Riochico, desde sus cabeceras hasta su unión con el
^iogrande, ha sido aurífero en grado supremo, y aunque ela-
■^<^rado con tenacidad, sus placeres no están del todo ago-
El incentivo poderoso de tan gran riqueza atrajo á ese
Pvifito, desde el principio déla colonización de la tierra, gran
^Vímerode trabajadores, y ¿medida que aumentaba la con-
^•^irrcncia crecía con ella el número de vecinos.
En el curso del [lasado siglo, varios señorea, Gutiérrez,
*-«ondoñ09, Posadas y Villas, como propietarios de los mine-
p
rales unos y como vecinos agricultores otrus, se íijarou en
los (los lados del líiochico, hicieron su vivienda en ellos,
establecieron trabaj aderas y formaron base para una población
independiente, en cuanto á la administración municipal-
Empero^ como fundadores de la cabecera del Distrito, deben
ser considerados D. Francisco Villa y uno de sus hermanos^
cuyo nombre olvidamos en este momento.
Los mas acomodados propietarios de minas tuvieron cua-
drillas de negros esclavos para explotarlas, y si nuestros
informes no son erróneas, una de las principales estuvo en el
paraje denominado San Jacinto, en el cual, después de haber
decaído las labores principales y después de haber sido abolida
la esclavitud, quedó un grupo de negros que todavía no ha
desaparecido del todo, y que ha ofrecido en sus costumbres y
prácticas privadas y sociales, un poco de la civilización colonial
con un mucho de la barbarie propia de los africanos, T<xlo
eso desaparecerá con rapidez y bajo el influjo de mejor educa-
ción y de más racionales ideas.
La remoción del suelo á lo largo del río y en las faldas de
las colinas para el laboreo de los depósitos auríferos, ha dejado
en muchos puntos montículos formados por la acumulación de
pedernales, cascajo y tierra. Sobre esos depósitos crece la
grama, que, unida á la de los lugares no tocados por el minero,
forma praderas en i[ue los vecinos cuidan sus ganados con
prolijo esmero.
La única cordillera de importancia que tiene Belmini,
es la de Santa Inés de que hemos hablado. Las demás
son cejas de poca altura, desprovistas de selva virgen y
cubiertas de arbustos en que predominan el rhilcoy los olivos
indígenas.
La corriente princijial de agua es el líiocbico, acrecido por
numerosos pero no importantes riachuelos» Montos y colladon
ofrecen íiloncs auríferos, ricos a veces, pero de corta extensión
en general. Los aluviones, si no extinguidos del todo, llegan
día por día á desconsoladora pobreza-
El conjunto de casas que forman la cabecera, es cof
:í:{7 —
en número y además tío ninguna elegancia ; pero como cl
agua potable es tan buena, el clima tan sano, los vecinos tan
honrados y hospitalanoí^yelcampn tan apacible, los habitantes
de los distritos imraediatos, especialmente lo8 de Sopetrán y
Antioquia, fijan su residencia en este lugar en requerimiento
(te salud.
Población, 3.033 habitantes. — Latitud norte, 6*39^ W\
— Longitud occidental, I'' 43' 40'.^ — Altura sobre el nivel del
mar, 2.400 metros. — Temperatura, 16**. — Límites: confina
al norte con San Andrés; al oinente con Santa Rosa; al
occidente con LiboriiKi y Sucre, y al sur con Sopetrán y
Entre-ríos.
EvéjicQ* — Envuelto entre numerosos pliegues, forma-
dos por un laberinto de cordilleras desprendidas de la occi-
dental de los Andes antioqueños, en sus vertientes hacia el
río Cauca, se encuentra el territorio de este Distrito, y en un
reducido pero nivelado plano, la población que le sirve de
cabecera.
Dijimos, al hal>lar íle lielicoiía, que cuando este antiguo
caserío fué elevado á parroquia, los terrenos que se le asig-
naron pertenecían á diversas entidades religiosas y civiles,
^' muy especialmente a lo (|ue desde aquel tiempo era
feligresía de Evéjico. Si consideramos este hecho, podemos
jurar llanamente ser ésta una de las más viejas funda-
ciones del Estado.
A pesar de tan notoria antigüedad, este Distrito, enclava-
do en los senos de una comarca tan escarpada, con malos
caminos y con escasas relaciones, no ha podido progresar.
El clima de la cabecera es húmedo y cnrermizo; la mayor parte
^ie las aguas que lo riegan, cargadas de sales terrosas, entre
las cuales preduminan las de aluminio, parecen ser la causa
de las frecuentes depravaciones de ta sangre, que conducen á
esos pofams campesinos á un estado anémico que aniquila
sus fuerzas y tennina frecuentemente por la muerte. En efec-
to, hay pocos lugares en el Estado en que la dolencia conoci-
22
338
ia con íA noml)re de tuntún^ sea más frecuente que en ebce qi
desciibimub. Ya por causa ele esta enlennedail» t>ra por
falta de provochobas relaciones sociales, 6 eu lia, por cual-
quiera otro motivo 6 por todoa ellos, es la cierto quelo8 veci-
nos de Evójico no adelantan j^ran cosa; que la parta material
de la población maniliesta incuria; ([uo los edificios püblicoK
se* hallan en lamentable estado; que la ignorancia es profunda;
que la hacienda de los particulares es escasa, y que la f¿:ran
mayoría de la masa popular vive penosamente del salaiío
que obtiene como jornalera, ó do los esquilmos que gana couui
arrendataria.
Comprende el territorio de este Distrito desde las frioh'
cumbres de la cordillera hasta las ardientes vegas del Cauca,
y ofrece alternativamente, y á veces de una manera rápida,
cambios notables de temperatura. Los pastos naturales distri-
buidos sobre el lomo de las cordilleras, alternan cou lue>
bosques de las hondonatlaSt y terrenos completamente incultos
rodean en ocasiones dehesas bien mantenidas por propietarios
de otras partes; de tal modo que aunque no se pueda caliíicar
el circuito de estéril, la pobreza local délos vecinos es aflic-
tiva* Ello sin decir» poixjue se comprende» que la industria
agrícola en estos sitias, si bien escasa, es la que corresponde
á las intluencias tropicales variables, según la altura sobre el
nivel del mar.
Está regailo el Distrito por las siguientes corrienles de
agua : el Cauca, que lo limita al occidente; la Sucia, que nace
en la Quiebra; la Clara, que tiene su origen en la misma
cordillera de Canoas, un poco al sur de la anterior. Estos
dos raudales corren de oriente á occidente, y unidos entran al
Cauca. El riachui^lo Juan liamos nac<» en Buenavistii y se une
al Clai*a una legua más abajo de la cabecera del Distrito ; el
Juan Capitán vierte del alto del Cedro, pasa por ceixa de la
población y cae al Clara un poco mas arriba del Juan liamos;
el Honda tiene sus vertientes en la oordiUera de Caaoas; el
Juan Vaquero tlesciende del alto de Chamusc:*das, oaiTe
|)oniente y ^e junta al Clara en el punto llamado Lnnonal.
— 3:19 —
Las cordilleras^ ó mm l>ien alíuraw princii>alesj son : 1»3?
Canoas, separación de las aguas que \ierten por el occidente
al Cauca, y por el oriente al Medellín ó Aburra, la ceja d*
Quirimará, donde hay una rica hacienda, y que remata cerca
del Cauca; el alto de Guayabal y el del líetiio.
Población, 4. 80'? habitantes. — Latitud norte, 6M3'0\
— Longitud occidental, r46'30\ — Altura sobre el nivel del
mar, 720 metros, — Temperatura, 23". — Límites : confina al
norte con San Jerónimo; al oriente con Medellín; al occidente
cx)n Anzá, y al sur con Ileliconia.
Liborína. — Este Distrito se fundó en el mes de mayo
de 1833, dándole por territorio una parte del de su vecino Sa-
caojaL
Los fundadores del pueblo fueron D. Vicente Londoño,
D. Jorge Martínez y D. Ratael Pajón. El último fué primer al-
^:alde;D. Vicente Londoño actuó como primer comisario, y con
i^randes sacrificios de su caudal contribuyó poderosamente a
la fabricación de casas y al establecimiento de una feria. El
primer cura fué el presbítero Manuel Tirado Villa» sacerdote
xecomendable por sus virtudes publicas y privadas. Las fami-
lias que actualmenie existen en el Distrito, tienen origen en las
fundadoras, aumentadas por las que se han domiciliado allí de
otros pueblos antioqueños.
La cabecera de Liborina está situada sobre un plano
^medianamente inclinado de norte a sur, y dividida en dos
jartes por un arroyo artificial tomado del raudal de Juan
^iarcía, El Cauca lo limita por su banda derecha, y, con excep-
ción de su parte sudoeste, el resto está circundado por cordi-
lleras más ó menos elevadas.
La principal de éstas, es una continuación de la que se des-
prende do la central antioqueña al sur de Envi«jrado, y que
después de pasar por entre Caldas y Amaga, Sopetrán y San
Pedro, siguiendo su curso al norte, separa en parte las vertientes
de los ríos Cauca y Medellín, Las ramificaciones deesta partede
la cordillera correspondientes á Liborina, se extienden con ín-
signilicantes variaciones hacia el üccidente; la que forma las
alturas de Mal vasa y Florida se alarga por la iVaccíón de Cu-
rití, se achata á medida que se acerca al Cauca, y termina
entre las bocas de los riachuelos Seca y Juan García, lanzando
en todo su curso cejas grandes y pequeñas, derramadas de
norte ásur; otro contrafuerte de la cordillera principal, sigue
dirección análoga á la de la anterior, y acaba en el punto en que
se juntan los riachuelos de Malvasá y la Venta; uno más,
nacido en la misma cordillera, corre en idéntica dirección,
forma al norte la fraccióji Ceja y muere entre los riachuelos
Peñóla, Juan García y Venta; otro, al norte, limitado por los
riachuelos Peñóla y Abejas, acaba en el sitio en que éstos se
juntan con el Juan García. Dos montañas más, de las cuales
la primera que separa las aguas de Abejas y Juan García, y la
segunda que pasa por el Playón, la Hacienda y el Palo, desa-
parecen en la orilla del Cauca con ramificaciones de poca
consideración.
Entre dos ramificaciones montañosas que bajan paralela-s
entre sí y perpendiculares al río Cauca, se forma un valle de
6 lulómetros de largo por uno de ancho, regado de oriente á
occidente por el riachuelo Juan García. Al nordeste de la cal>c-
c«ra del Distrito hay una explanada pequeña pero pintoresca ;
más hacia el norte están las llanuras de 8an Diego y del
PlayónjdiviiUdaéstapor el riachuelo últimamente mencionado.
En el sitio tlonde se juntan las aguas de Malvasá y la Venta,
hay una pequeña pero bellísima planicie dominada al oriente
por un otero de linda forma.
El río principa! que baña este Distrito es el Cauca, en cuya
margen oriental están las casas déla población*
El raudal principal de Lihorina es el llamado Juan García,
Nutabe en los tiempos de la Conquista y en parte de los de la
Colonia. Nace esta corriente de agua cerca del páramo de Santa
Inés en el distrito de Belmira, corre de nordeste á sudeste
como unos iO kilómetros y, dirigiéndose luego al noroeste
como 10 kilómetros más, rinde el tributo de sus aguas al
Cauca. El curso de este torrente es rápido, y sus avenidas te-
rr ibleSj pues en ocasiones ha llegado á vencer la corriente del
Cauca, hasta arrojar a la banda opuesta de este poderoso río,
maderos y piedraíá de consideración. Este riachuelo tiene por
afluentes los que siguen : por la derecha, Votador, que se des-
prende de una rama de la cordillera; por la izquierda, Abejas,
Peñóla, Porquera y Juan Barriga*
Los terrenos de este Distrito pueden ser clasiticados en
dos partes principales : terrcfios de pastos naturales en las
lomas, y terrenos cultivables. Los primeros producen, de un
modo espontaneo, abuntlantes y IVescas gramíneas ; los
segundos son feraces y propios para la producción de los
frutos tropicales, desde los que se crían en las frías alturas
bástalos tfue vegetan en los ardientes valles. La tempera-
tura varía de la media de 13** del termómetro centígrado hasta
la de ^V del mismo. El clima» por una leliz excepción, es sano,
tanto en las partes frías como en las calientes, circunstancia
debida, sin duda alguna, a la falta de aguas estancadas, a la
fácil irradiación del calor y á la desaparición consiguiente de
la humedad del aire, Liborina es pobre en depósitos minerales,
pues hasta ahora sólo cuenta con un aluvión aurífero en las
vertientes del riachuelo Volador; no tiene fuentes saladas, y el
estado de su agricultura es desconsolador.
Las vías de comunicación son en general estrechas, pero
desuelo firme.
El Distrito esta dividido, para su más fácil administración,
en las siguientes fracciones ; Centro, Curití, Venta, Ceja, Pe-
ñola, Abejas, Playón, San Diego, Lucía, Hacienda, Rodas y
Honda.
El riachuelo Juan García llamóse en la antigiiedad Nu-
tabe, nombre que dio origen á la denominación de una gran
parte de los indios pobladores de Antioquia, como lo llevamos
narrado. Según tradición popular, cambióse et nombre de este
raudal, á causa del hecho siguiente. En época remola estaba en
la cárcel de Antioquia un criminal llamado Juan García, quien
logró por medio ile la fuga ocultarse en una casita situada en
un paraje llamado el Brujo. Como la autoridad llegase á ba-
— 342 -
rruntar su paradero, cUí* en persepíoirle tenazmente, y en
sión en que iba á ser capturado, ix^sokió escapar de los que lí
seguían arrojándose á las corrientes del Cauca, bravio por
deniíis en aquella parte, pues obstruido su curso por enorme
fragmentos de roca, formaba peli^Tosa cascada que hoy lia
desaparecido, dejando solo veloz corriente. Por esa catara
se deslizó Juan García, escapó de la justicia, salió sano
salvo, y dejó su nombre á esa parte del río, nombre que
extendió luqgo al del torrente Nutabe que le tributa sus a;^a8_
al frente*
Población, 2,535 habitantes. — Latitud norte, 6* 31' 5á
— Longitud occidental, 1" 50' 40' . — Altura solire el nivel
mar, 714 metros. — Temperalura, 24**. — Límites ; couíina;
norte con Sabanalarga y í^an Andrés; al oriente con San
Andrés y Belmira; al occidente con Buritica, y al sur con
Sacaojal.
Sabanalarga. — La cabecera de Sabanalarga
situada á poca distancia de la orilla derecha del Cauca, en
San Andrés y Liborina al ^ur, y Cácercs y Yarunial al norte
nordeste.
La fundación de este pueblo es muy antigua, sin que ha;
raos podido averiguar á punto lijo la fecha preeísa de su ei
ción en parroquia. Sabemos sí, que en los principios de la
lonia,cuando el tráfico del centro déla Provincia se liacía por
puerto de Espíritu Santo, ya los indios ile Siibanalarga si
vían de peones cargueros para conducir mercaderías. Se d
entonces que esa debía ser la única vía para el comeiTio
ulti'amaríno con la Colonia; pero nosotros pensamos qu
habría sido mejor decir para el comercio de la Ck>lon¡a con
Península, pues sabida cosa es que en la atrasada doctri
económica de España, el sistema prohibitivo privó sobretodo
los demás.
Los indígenas de esa parte del territorio antioqueft
eran muy numerosos, y tanto debieron serlo, cuanto que toda*
vía á mediados del siglo xvn, el Gobernador Juan But'so de
^ :iil ^
Vaklés alistó treinta mil para emprender por hw propia
cuenta la conquista del Chocó, empresa que apenas fuó
intentada.
Los indios á que aludimos lian venido mezclándose pau-
latinamente con las otras razas ; y si bien es cierto que algu-
nos conservan un tanto pronunciadas las facciones primi-
lim^ de los americanos, también lo es que de sangre pura
existen en la actualidad pocos ó ningunos.
La falta de provechos que antes obtenían los indígenas
í*omo bestias de carga, y el abandono de la industria agrícola,
hikn sumido la corta población de este Distrito en una pobreza
^^ín entablo.
El río Cauca en su parte antioqueña y durante los fuertes
^^ranos, deja descubiertas grandes playas formadas por pie-
'í'Us y arena. Esa arena, lavada en la hatea, dt^aba un resí-
*^Uo de finísimo polvo de oro de muy regular quilate. A la
^^Xtraoción de ese oro se aplicaban los ribereños en las playas
^'^^ncionatlas, y con su producto ayudaban á la subsistencia de
^^is familias. Algunas gentes acomodadas, y hasta ricos propio-
^^^^t^ios, han ido registrando oficialmente diversos trozos tlel
^^^^lace del río y de sus flancos respectivos, para hacerse legales
p^^opietarioa do ellos. Luego, cuando los pobres acostum-
brados áeste tí-aliajo han querido ocuparse en él, los dueños lo
P^^piden^ ó imponen como condición para hacerlo el que les
I^^Tdan el oro á vil precio, de donde resulta que muchos
^*l^lotadores se abstengan del laboreo.
En Sabanalarga, el hecho referido se está consumando con
in perjuicio para los vecinos; pero como quiera que la ope-
_ ^c^ióri por parte de los poseedores de minas, sea, aunque no
'^^^ta, legal, resulta que sólo una refornia en la legislación
"^"^^enteó un proceder equitativo por paiiede los propietarios,
^^clrían contener el mal.
La única corriente de agua de algimannportancia, después
'^^1 Cauca, que baña este Distrito, es el riachuelo Joyügamo, tri-
^^tario directo del mismo río. Tres ó cuatro torrentes más no
i^erecen menci<>n especial. El sistema orográfico es una de-
— :ní —
rivación de algunas cordilleras subalternas desprendidas de
cordillera central de los Andes antioqueños*
Existe en Sabanalarga una laguna conocida con el nomb:
de (Jiierqueta» de regular extensión y profundidad. Tiene'
esta laguna la propiedad do arrojar á sus orillas todo I
que en ella cae, circunstancia un poco extraña, por cuantos
aguas ordinariamente reposadas, son apenas ligeramente riza-
das en la superíicie, cuando el viento las mueve en uno ó
otro sentido. Es creencia general entre los liabitantes d
Distrito, que Querqneta es una laguna artilicial, hecha exp
sámente por los indios; y para conürmarse en esta opininrf|
alegan que no sólo es desconocida la corriente de agua qut
la forma, sino (|ue la estructura de sus orillas y su confi-
guración así parecen indicarlo. Es muy probable que es'
laguneta reciba su provisión de algún canal subterrám
siendo como es constante que su nivel permanece
mismo en verano y en invierno. Por analogía, es permiU
pensar que en esto lago hicieran los aburígcnes ofrend
expiatorias ó propiciatorias, como con harta frecuencia acoi
tecía en diversas partes de América. Orobajo es fracción
Sabanalarga.
Poljlación, 1 . lülí habitantes. — Latitud norte, 6*41* "2
— Longitud occidentaU 1" 5V 15". — Altura sobre el n¡
del mar, üUÜ metros. — Temperatura, "HT, — Límites : conlina
al norte con Ituango y San Andrés; al oriente c^jii Yarunial
y Beimira ; al occidente con Ituango, y al sur con Libortnad
San Jerónimo. — La primera íundación de San Jerónüiio
del Moíitr existió cerca de la fuente del río Taraza; pero
debido á la ruinado empresas mineras, no subsistió. Es bueno,
pues, no confundir aquel primer establecimiento con üI qu«^
hoy existe como Distrito, sobre el camino que de MedoUíu con*
düc€ á la ciudatl de Antioquia.
De un dalo tomado del archivo eclesiástico, resulta q|
la parroquia fué fundada en el año de 1653, y se atribuye
íundación á Ü'. Tomasa Méndesi tle VillarcaL
H Í5
El primer caserío ele este Distrito Tué construido ca el
llano de San Juan, y trasladado luego al punto que hoy ocupa
en el seno de un ángulo formada por el río Aures, Aurra n
Aburra y el riachuelo Muñoz.
Kl río Aurra» principal corriente de agua de las que
fecundizan este Distrito, tiene «u nacimiento en el llano de
Ovejas, en parte perteneciente al de San Pedro, Recorre este
rio el territorio del Distrito en dirección sudoeste, y después
de pasar por el de Sopetráii, va á desembocar al Cauca
enfrente de la ciudad de Antioquia. El riachuelo Muñoz, que
le sigue en iniporlancia en cuanto *nl caudal de sus aguas,
se junta con el Aurra, cerca de la población cabecera del
Distrito.
Para completar la hidrografía de San Jerónimo, diremos
que las aguas del Aurra se aumentan por recibir al oriente
los riachuelos Tafetanes, Aguablanca, Atambora, Cedros,
Bateas, Quebradagrande y Utugüén, y por el occidente el
Muñoz, el Guaracú y el Espada.
Hay sólo una cordillera principal en el territorio de San
Jerónimo, cordillera que puede ser considerada desde el
punto llamado Boqueroncito, en dirección norte, hasta
entrar en tierras de Sopetrán* En ella están situados los altos
IJrquitáj Cabuyal, Cedral, Poleal, Espíritu Santo y Guayabal.
San Jerónimo esta formado por casas en su mayor
parte de tapias y tejas; la plaza y la parte alta se hallan sobre
un plano bien nivelado, pero que hacia el norte se inclina
suavemente hasta llegar al río. Siquiera sea de aspecto
humilde, San Jerónimo es una bonita población.
La mayor parte del territorio que pertenece á este Dis-
trito, es feraz y propia para muy variadas labores» Fuera de
los cultivos ctjmunes en las diversas localidades de que hemos
hablado, predomina en San Jerónitno el laboreo de la tierra
¡jara la siembra de arroz, cuya calidad es excelente. Para
(rillar este grano hay dos máquinas muy regularmente
montadas, y con el y otros artículos de consumo trafican los
vecinos con las poblaciones cercanas.
— 346 -
En los alrededores del piiebio hay unas pocas per
bonitas casas de campo, y además, en diversos sitios, hacienc
para la cría de ganados vacuno, mular y caballar, que si no
en mucha abundancia, se producen bien y contribuyen á formar
la riqueza relativa de esta parte de Antioquia* Los pastos
naturales y los cultivados, son jugos<:)S y nutritivos, y á pesar
de que el suelo no sea labrado con esmero, es propio para
producción de variadas y exquisitas frutas, entre las cuales ;
notan : naranjas, cocos, ciruelas, corozos, limones, caf
fístulas, mangos, algarrobas, anones, mamones^ guar
bañas etc*
Como fenómenos güol<'>gicos llaman la atención U
cascadas Al jurra, Alarcun y Espada. La primera de ellas
como 8Ü metros de elevación.
En punto á producciones minerales, hay algunos def
sitos de carbón fósil, y algunos aluviones aurífei*os abandc
nados hoy por su poca riqueza.
Sun regulares los camiausque de la caliccera del Distril
siguen para Medellín, Antiotiuia, San Pedro y Evéjico.
Aunque con lentitud, este Distrito progresa en lo material
yon lo moral. fl
Población, 4.038 liabitantes. — Latitud norte, (7 18" 5".^
— Longitud occidental, r45'40". — Altura sobre el nivel de!
mar^ 755 metros. — Temperatura, 25*. — Límites : contir
al norte con Sopetrán; al oriente con San Pedro j al
dente con Antioquia y Anza, y al sur con Evéjico.
Sopetrán. — No hemos podido hallar en nuestras
turas, documentos bastante claros para ilusti-ar la historii
anterior de esta ciudad, poi* lo cual lo ijue con refereneia
ella digamos, habrá de ser de poca importancia.
Que el territorio do es te Distrito estaba poblado por numc
rosos naturales americanos, parece cosa probada, tanto
aseveraciones de los cronistas, cuanto por la circunstancia d\
ser sus campos, fértiles, amenos y propios para el sosteni
miento de la vida humana.
— 347 —
Parece c[ue á la llegada de los conquistadores, las tribus
<|iie vivían en tierras de lo que es hoy San Jerónüno, e8tu\iesen
empeñadas en guerra civil con las habitadoras de Sopetrán, y
S1S6 da crédito á las tr¿idiciones, se viene en conocimiento de
que el cacique de las últimas, tenía por nombro Petrán, do
donde, por la adición de una sílaba, vino la denominación
de Sopetrán que hoy lleva el Distrito en su cori^spumiiente
demarción.
Atacado por los indios de San Jerónimo, Petrán se vio
obligado á reducir sus dominios a lo cjue son hoy las vegas del
narhuelo Tafi^tanes, las del Aurra en su parto baja, y las
cíe la Sopetrana hacia su parte norte y riccidental. Es probable
^Jue dominara también en la loma de Quimliayo, en la planicie
^íe Córdoba y en las faldas vecinas*
Cania aparición de los españoles, todo ese efímero edifi-
cio de gobierno indígena debió de ser trastornado ; pero acaso
ixo lo fué de un modo absoluto, pues se dice que hasta muy
^^a^^^anzado el curso del ultinn) siglo, de-^cendienles del cacique
»«isi-rvaron el mando de los naturales, con el título de capitanes.
En el Nobiliario del Nuevo Reino de Granada, de D. Juan
^•'lores de Ocariz; en la preciosa historia sobre la Conquista
V la Colonia, de D, Lucas Fernández de Piedrahita, ó acaso
^'^ el erudito libro del patlre Zamora, recordumos halx^r visto
^^*^ dación especial de Sopelrán como lugar de romería, por la
^^-Tiia de milagrosa de que gozaba la Virgen colocada en su
'-^niplo, regalada, según se diav, por D. Francisco deCampu-
^^^no. Esto lleva a pensar que desde el principio de la Colonia,
^^istía un pueblo en el punto en que está hoy la capital del
*-^'partamento de que tratamos, sin que por esto salgamos
^^ nuestra ignorancia respecto á los pormenores de aquel
^^tableci miento.
Perdido ile vista desde entonces, Sopetrán no aparece C4)n
Vida activa y notable sino al terminar el período de nuestra
íridependencia nacionaL Cabecera de cantón en tiempo de la
Nueva Granada, quedó, al establecerse et Goljierno federal, ca-
pital de Departamento.
— 348 ^
Desde el principio del segiuido cuarto de este siglo, la po-
blación crecía y se enriquecía progresivaniente, y aquello eii
tal manera, que para lo9 años de 1845 á 1855 la ciudad riva-
lizaba en prosperidad a muchas de las principales del Estado.
Sus edificios que al prinripio eran pajizos y pobres, fueron
reeniplazadns por otros de tapias y tejas bien construidos; sus
calles, antes pendientes y escatirosas, fueron terraplenadas y
empedradas con esmero ; su plaza nivelada en lo posible y
adornada con un buen templo; sus habitaciones provistas de
excelente agua; sus huertos plantados con árboles frutales;
sus jardines adornados con bellísimas llores; y eso sin contar
cunijuelos tamarintlos, los cañafíslulas, tos zapotes, los ntspe*
roa, Ins mamoncillos y los cocoterus, formíunlo bosques en
sus contornos y en ul centro mismo del poblado, le daban
sombra y h* convertían en riudad de aspecto esencialmente
orientaL
La parle alta, al oriente de Hopetrán, sirve para criaden»
de muías; las vegas del riachuelo Tafetanes, para cultivo
de sementeras; la meseta del Llann de Montana, para est^i-
blecimientos agrícolas de rliferentes géneros, y éste, laSope-
trana, el Rodeo, Corral falso y Córdoba, para la formaciúii
de cacaotales, tan esmeradamente cultivados en un tiempo,
y tan productivos, que, más que empresas campestres ordi-
narias, parecían más l>ien bellos janlines, n graneros de
abundancia.
iJel uño 55 en adelante, la enfermedad llamada mancha
cayó sobre los cacaotales, y con sus devastaciones los i'cdujo
á un aniquilamiento totaK Extendida lué^o esta plaga á loi*
demás árboles frutales, causó la ruina de todos ellos de un
modo casi completo, y por esta circunstancia lo que ajitesera
florido verjel, quedó reducido ú campo desolado y meneste*
roso.
Aquella desgracia aaiecida ha causado una especie de
desaliento en los vecinos, que acaso no piensan en que la fera-
cidad natural de sus terrenos, puede redimirlos de la pobi-Cí^a
accidental con la creación de nuevas industrias agrícolas. Hoy
— :m
por hoy, el cultivo artificial do algunos pastos para v\ cebo ilc
ganado vacuno en los lugares bajoB del Distrito, el sosteni-
miento do muías en algunas lomas circundantes, y lasíiembra
del maíz, de la cana de azúcar, de la yuca, de los frí-
les y de escasos árboles frutales, junto con el comercio de
mercaderías extranjeras, constituyen la base de subsistencia
ile los vecinos, pues aunque los cultivos del tabaco y tiel añil
hayan sido ensayados, el resultado no ha correspondido á las
lisonjeras esperanzas de los empresarios.
La cordillera occidental de los Andes antioqueños se ex-
tiende al oriente deSopetrán, y leda ramificaciones occiden-
tales que encítjonan las corrientes do agua que lo Ijañan y
fecundizan. Las demás cordilleras que circunscriben el Distri-
to, sirven para separarlo de San Jerónimo y de Evéjico por un
lado, y de Bebnira y Sucre por otro.
El Cauca lo separa de Antioquia hacia el occidente; las
aguas del Aurra le tocan en su parte inferior, y ademas com-
pletan su hidrografía los riachuelos Tafetanes, Sopetrana y
Yuná con sus fuentes tributarias*
Córdoba, caserío situado á poca distancia de la ribera
ilerecha del Cauca, en donde se beneficia una salina bastante
rica, y Quebradaseca, en la misma margen del Cauca, enfrente
al caserió de Obregón, son consideradas como fracciones de
Sopetrán. La primera, además de la Salina, tiene en sus cer-
canias copiosos depósitos de carbón mineral, y la segunda, es
decir, San Nicolás de Quebradaseca, se recomienda por la se-
quedad de su suelo, por la pureza de su atmósfera y por sus
benéficas influencias sobre la salud alterada.
Población > 7.861 habitantes. — Latitud norte, CXS' 4(J .
— Longitud occidental, r47'42"* — Altura sobre el nivel del
mar, 754 metros. — Temperatura, 2b''. — Límites : confina
al norte con Belmira y Sacaojal; al oriente con Entre-ríos y
11 Pedro; al oc^cidente con Antioquia y parte de Anzá, y al
sur con San Jerónimo.
Sucre. — En la margen derecha del río Cauca, hacia la
350
base de la falda occidental de la coinUUera central antíofjue
hay dos poblaciones que forman hoy parte de un distril
llamado Sucre en honra del Gran Mariscal de Ayacucl
tan estrechamente unido al recuerdo de las glorias ixAo
bianas.
De esas dos poblaciones, la primera, situada entre Liba?
riña y el Sucre de hoy, lleva por nombre Sacaoja!, y es la ca-
becera del Distrito. Este diminuto luirar está colocado desvea-
tajosameiite sobre un plano inclinado desprendido de la cor-
dillera principal, con direccitjn de oriente á oocidentOy y
grupo de edificios que lo componen es de aspecto mezquina
harto pobre.
Sacaojal fué fundado, erÍs>ido en distrito y gobernado
tres jueces de paz, en 1773. En el mismo ano,el Sr, Joaquín de
Bastida cdiricó su primer templo.
Sucre, coloaido entre Sacaojal y Córdol>a, á 300 metros
de la orilla del Cauca, es también una reducida població
pero do mayor importancia que la cabecera del Distrito. Est
construidas las casas de esta fracción sobre una playa aren
sumamente calida, y en el ángulo formado por el río Cauca y el
riachuelo Potren3 que la baña por el sur. Enle riachuelo nac^
on la escarpa de la cordillera mencionada, y á pocos centena-
res de metros hacia el oriente del caserío, rueda por un peñascjo
formando una bonita cascada, la cual refresca el ambiente
en un circuito de regular extensión. En aquel punto enfriado
por un constante vapor de agua, se reúnen diariamente hasla
doscientos fabricantes de sombreros de paja de iraca, prenrla
de tocado que tejen de una manera admirable. Aquel grupa de
trabajadores está compuesto por hombi'es, mujeres y níilo^H
qtie escogen tal sitio, tanto para evitar los ardores de la abrat^"
sada playa del Cauca, cuanto para mantener la paja de que
hacen los sombreros, humedecida y blanda para facilitar
la obra. Mientras esos obreros desempefían su labor, hablan,
ríen y cantan ; y entre retozos y canciones pasan agradable-
mente las horas de su tarea. El ruido de la cascada, ol mur-
mullo de las ondas del riachuelo , la frescura del campo,
ciói^H
¡stáH
losa"
verdor de la vegetación y el canto de algunas aves, convierten
aquel puesto en agradable paisaje que los pasajeros visitan
íiiempre con placer. Esa industria suministra á los vecinos el
medio adecuado para su modesta y acaso pobre subsistencia,
porque las otras industrias, ó no existen ó se ejercen muy por
menor.
Población, á.05i habitantes. —Latitud norte, l)'*->8' 40".
"* Longitud occidental, 1"50''20". — Altura sobre el nivel del
í^ar, 600 metros. — Temperatura, 26^ — Límites : confina
^i norte con Liborina; al oriente con Belmira; al occidente
^n Antioquia, y al sur con Sopctrán.
El Departamento del Sur limita al seteutrión con el De-
X^artamento de Oriente; al éste con el Estado del ToHma; al
^^^ccidente con el Departamento de Sudoeste y el Eiátado del
^IlJauca, y al sur con el mismo Estado. Población : 00.883 habi-
tantes.
Aguadas. — En uno de los caminos que de Medellin si-
;^nien para la capital de la Uepii1>lica, se halla la cabecera de
^^te Distrito, el más soten trienal de los que forman el rico
Xíepartaniento del Sur, Llamóse Aguadas desde el principio de
^ste siglo, y llamóse así, porque los primeros explor-adores de
^*saB hasta entonces ignotas montañas, formaban en dicho sitiu
pozos de agua, recogiendo las pocas de algunos manaderos,
tanto para su personal consumo, como para abrevar los
ganados que conducían en sus cortos viajes*
Fueron primeros fundadores de esta población, los seño-
res José Narciso Estrada y una familia Villegas, quienes
principiaron la obra á lines de la segunda década del siglo
presente.
El punto escogido para edificar las primeras casas, fué
23
I
— 35 i -^
tomado en un reducido plano sobre el lomo de uii ramal occí«
dental de la cordillera central de los Andes culombianos. Esta
designación, si bien imprcscindihlo por faifa de otra mejor,
fué bastante desgraciada* La superficie ocupada por la c-abe-
cera del Distrito, es breve y ua lauto desigual ; cuenta apenas
640 metros de longitud y 400 metros de anchura, lo que da
un total de cuarenta manzanas, pooo edificadas, y con solares
descuidados por sus Imbitantes, por cuanto dedicados á la
industria manufacturera de sombreros, dejan en notable in-
curia y en lastimoso abandono lo que atañe á las comodidades
del hogar.
Aunque no a una altísima elevación sobre el nivel del
niar> el clima de Aguadas es frío y un poco destemplado,
debida esta última circunstancia, si no estamos engañados, á
la estructura geológica de la localidad. Algunos pueblos del
Estado de Anlioquia que por su tem|>eratura media deberían
ser sumamente convenientes para la salud, como Aguada^, el
Retiro, Santo Domingo etc, etc., dan motivos píira establec4?r
excepciones?, si no en cuanto á su influencia benótlca en gene-
ral, sí en cuanto a algunos puntos correspondientes á la sal
individuaL
En efecto, hemos creído notar en algunas de esas localf
dades, un influjo pernicio5?o sobre las fuítciones del sislem
ncr\1oso, que expone á los babitantes, con especialklad á lo$
del sexo femenino, á ataques convulsivos, epitóplicus é bisi
ricos* Las personas así atacadas parecen ^umamenlc timíd
y tanto, que la más leve inipiesión moral las Uirna tem
rosas. Parece que esas personas estén -siempre ilomiiiad
por una tensión eléctriai notable; y el mecanismo para llegar
¿ esa situación lo expJicamuSt hiputéticainente se enticm
por la circunstancia de que pisan hal)itualinenle un s
arcilloso y compacto. El agua de lluvia, al pí>noriM» en acotad
coa esta tierra impermeable, mantieije, á corLísinia dista
de la sujjüriicie, un depósito iluído que eJitra eil €7vapai%
ción lenta pero constante. De esa manera, el pie, frccueu
mente desnudo, recibe eu su planta, tan rica de expaiisioni
— 355 —
nerviosas, la acción de esa Inimedatl , y como el agua sea
acaso el mejor conductor de la electricidad terrestre, dicho
Üúido, por corriente seguitla, altera la economía da una ma-
nera permanente*
Para formar una idea exacta de la situacióu física de
este Distrito, limitémosle con una línea que gire por sus con-
tornos. Principiando por el oa-ideiite hc conexiona con Nneva-
caramanta y Valparaíso, y queda sólo separado de ellos por
la corriente del río Cauca; por el norte está en relación con
Santa Bárbara, Abejorral y Simsón, teniendo en medio el río
Ama; por el firieide es iVojiterizo á Salamina, sirviendo de
apuración el río San Antonio que desagua en el Arma, y por
oUür otra vez am Salamina y con Pacora, teniendo en medio
J^ cordillera de Santa líita y los riachuelos de los Peñoles y
Pacora -
Los terrenos comprendidos en este perímetro son am-
PHos, y, aunque moutañosos, sumamente fértiles y pmpios
P**ra empresas agrícolas. Si la agricultura no es el ramo pre-
^^f en temen t43 atendido por los habitantes, para el acrecentar
'^ícinto de su riqueza y l>ienestar, débese esto á que, por un
*^^lso cómputo económico, loe aguadeños piden la mayor parte
^^ los arbitrólos para su existencia, á la industria fabril de
'*^ sombreros de paja de iraca. Un rendimiento semanal de
^^^ mil pesos» poco más ó menos, obtenidi> por medio de
^^la labor, resuelve iemporalnierite el problema de la vida
Risica, de un modo satisfLictorio ; pero no hay que hacer fuerza
de razonamiento para com|)render que esta base de riqueza
pública es fugaz y precaria. Muy oportunamente nos ha hecho
observar un cí>lal>orador y amigo, al tratar de la geografía íle
i*ste Distrito, que todas las industrias de que hoy vive el
Estado, ó la mayor parte de ellas, podrán desaparecer una
tras otra, ó al menos dislocarse de sus actuales centros, por-
que asienta en la naturaleza de ellas : la minería por agota-
miento de los veneros, el comercio por la creación de puntos
ili? tráfico mejor colocados, y así para las demás. La agricul-
tuiM, que pide á la tierra, herencia providencial, todos bíS
^ :i56 —
elementos para la satisfacción de las necesidades del hoi
bre, está destinada a ser permanente y vivir en las edad«
tanto como la humanidad misma : lo demás es subalterno
auxiliar.
Sin habkir de la cordillera central en la parto que toca
Aguadas, diremos ijuc su orografía se reduce á la que resal
de las ramiíicaciones secundarías, tanto de la misma masa
montañosa, como del estribo principal sobre cuyo lomo d
cansa la cabecera del Distrito, Las inrmitas divisiones
este contrafuerte, espiran en las orillas del Cauca y d
Arma* El ramal principal forma ahajo del pueblo y hacia
occidente, una profunda quiebra, y se levanía luego en u
gran mole llamada alto de Tierra tría ó de la Mont-ana. Vien
después otra depresión y otro levantamiento, conocidos con
nombre de Tuinbabarreto, y mas adelante, otra profunda
((uieljra seguida por una gran montaña llamada el Espinal,
que termina en la confluencia del Cauca y del Arma*
Al río Pacora nu alluyen fuentes notables, sino las de
boral, San Pablo y la Castrillona, y el caudal de sus aguas
completa con vertederos de poca significación •
Al Arma alluyen muchas corrientes de agua^ entre 1
cuales las principales son : Tarcará, Chorrera, (luaco, Po
I^ito, yeca, Notosí, Oro y Naranjo, De la Montaña y de '
bal>arretOj bajan al Cauca los torrentes Aldana, Rayo y Cajo
Los terrenos de Aguadas son de los más feraces del Estad
y varían de temperatura media desde las heladas serranías
Tarcará hasta las ardientes orillas del Cauca y del Arma, Pí
su mejor y mas expedita administración, está divido el Distri
en las siguientes fracciones : Arma, I^ito, Guaimaral, Gua
Mermita, lííoari^iba, Mesones, Chorrei^a, Tarcará, Santa Ri
Viboral, Castrillona y San Nicolás, En cada fracción hay
ó dos agentes de policía y una ó dos escuelas, según el mime
de habitantes, costeadas por los jiadres de familia. En la
fracción de Arma hay un Inspector de policía con funciom
de Corregidor, y tíos escuelas, cuyos directores son pagad
por el Estado.
I
El Distrito se comunica directamente por caminos espe-
ciales, sin que en ellos se halle otra población, con Abejorral,
Sonsón, Pensil vania, Pacora, Marmato, Nuevacaramanta,
Valparaíso y Sonta Bárbara : ticno dos pasos en el río Cauca
denominados Dona María y la Triste, y algunos puentes sobre
el río Arma en los puntos de La Esmeralda, San Pedro, San
Rafael, Arenillal, y por ultimo el puente natural de piedt*a en
la vía que conduce á Pensilvania,
Los habitantes de Aguadas tienen su origen en ese grupo
de antioqueños atrevidos y robustos que desde el principio de
este siglo comenzaron a dominar, por la tenacidad del trabajo, el
suelo agreste y enmarañado de la parte meridional del Estado,
Por mucho tiempo han conservado los aguadeños el carácter y
costumbres recomendados por el gran fondo de moralidad
que contenían. Hoy aquella población está, como todas las
otras de la America latinaren un período de transición, cambio
crítico que expone a perdidas y ganancias; pero que al fin
habrá de presentar un problema que se resuelva en bien de la
asociación, por el influjo Iienefico de una educación popular
bien dirigida.
Arma. — Esta población, fracción de Aguadas, fué fun-
^^da con título de ciudad por Miguel Muñoz, en el año do
Don Sebastián de Belalcázar dio la orden para fundarla,
*^^tes del terrible drama ocurrido en la loma de Pozo, cuan-
^^ 8e dio muerte infamante y vil de garrote al conquistador
Robledo,
Arma fué establecida sobre un campo ocupado á la en-
''^cla de los españoles por una gran tribu de indígenas, á
T'^ienes llamaron arnuidos, por la circunstancia de hal>erse
P^^entado á combatir cubiertos de petos, brazaletes, collares
y Pronas de oro fino.
Después de algún tiempo de haber sido hecho este esta-
"^^^imiento, por causa de la insalubridad del clima se trasladó
'^ ciudad al lugar en que boy existen sus restos.
— 358 —
Combatió contra a<(uoliüs iiidígeiías el célebre liistoriadof
peninsular Pedro Cieza de León, narrador ingenuo du mu;
chas guerras de conquista en el Continente americano, Est
notable personaje fué agraciado por Rol)ledo ó Bclalcázar oo(
la encomienda de los mencionadus indios, encomienda que
abandonó bien prcísto para trasladarse al Perú.
La ciudad de Arma tuvo efímero brillo al principio pe
ser muy rica de o!'o; pero las malas intluencias de su suele
lo húmedo y mefítico de su atmósfera y otras circunslancia
desíavorables, fueron arrojándola poco a poco en lamentabl
postración, Hoy se compone de una agrupación de pobrísimos"
edificios, y de una corporación de pocos y enfermizos habi-
tantes.
Población, 1 1 .294 habitantes. — Latitud norte, 5" 3^4?
— Longitud occidental, T 27' iíf, — Altura sobro el nivel del
mar, S.iflO metros. — Temperatura, IS'*. — Límites : coafína
al norte con Abejorral y Sonsón; al oriente con Sonsón;
occidente con Támesis y Valparaíso, y al sur con Pacora.
Filadelfia. — La palabra con c|Ué se denomina es
Distrito, es de urigen griego y está compuesta por dos e^
mentosque tanto quieren decir como amor de liermanos.
Hasta el año di* 18í0, la selva virgen que cubría ee
extensión de terreno estaba intacta, y a(*onteció entonces qiií
unos señores Valencias, Gutiérrez, Üsorios, Ospinas etc,
procedentes de Salamina, comenzasen á explorarla. Temí
Osorio, en 1860, se estableció sobre el mismo punto en ql
hoy existe la población; pero no fué sino en 1873 cuan(
Filadelfia comenzó á tener vida civil.
El Uistrito existe hoy sobre los mismos punios en qaé
estuvieron situados los indios Picaras, cc»nquistados
Jorge Robledo. Esas tribus y sus colindantes dependiere
al principio, para su administración, de la ciudad de Cartaf
fundada en 1541 por el conquistador menci(mado y ene
mandada al capitán Suero de Nava. La crueldad de los esf
fióles fué tal en a(iurlla época, que la raza indígena desapai
— 3S9 —
tmi totnlmenle, t raro sería p<>der encontrar al pi\?sente algu-
nas persoüas de sangre pura inclígeiiít eiih-e ios habitantes
del Distrito.
No tiene Filadelfia lerrenos sobre la cumbre de la cordi-
llera central ; pero sí los tiene altos en im contrafuerte que ee
deprende de aquella enorme mok% dirigiéndose aproxima-
daraente primero al sur y después al occidente, y que termina
m colinas más ó menos plegadas en un valle fronterizo al
Caiica.
Las cúspides más aUas de esas montanas se hallan en
Istó alturas de Morrón, Paila^ Cruces y Maivá.
Tres ríos principales bañan el Distrito : el Cauca, el
Honda, en gran parte de su curso, y el Tapias, en su parte
bajaümité con ÍC|Í|pb-Cada una de estas tres corrientes tiene
su respectiva hcí^Pnidrografica, y cada una recibe el tributa
de varios manaderos, fuentes y arroyos. Los torrentes princi-
pales son : Maiva, que desagua en el Cauca; Tarea, Santa
fíosa^ Jardín y Despensas.
El clima varía en conformidad con sus alturas sobre el
^Weldel mar. Encima de la cordillera es frío, templado en la
P^j'te media, y cálido en sus cercanías al Cauca.
El Distrito está compuesto porcinco fracciones : Ciénaga,
^-^ntrOj Morrón, Aguadita y Totuma!. De estas fracciones,
*^spués de la del centro, la de Morrón parece ser la más im-
P^rtante, puesto que puede mantener una escuela elemental
'^ista en que se da educación á cuarenta niños.
La parte fría es eminentemente salubre; en la tem-
F*lada no lo es tanto, pues causa por sus malas influencias
^ producción del tuntún, de las fiebres miasmáticas y del
*^»^/e, enfermedad la última muy esparcida en aquella loca-
'*Cfafcd.
Los terrenos son por lo general muy feraces, y dan en
^^Híndancia la mayor parte de las producciones tropicales. El
^m, los frísoles, el cacao, la yuca, la cafta de azúcar y el
t^Utano, son artícidos de primera necesidad y de producción
|^>%pontániía.
— :í60 —
La flora de Filadelfia es lujosa y variada. Hay
diferentes sitios maderas adecuadas para la construcción y
ebanistería; plantas medicinales y de ornamentación; paste
naturales y cultivados, propios para el incremento de la in-
dustria pecuaria.
El reino animal es por lo general pobre, sin que pe
eso falten en el Distrito aves y cuadrúpedos de alguna impor-
tancia.
En el reino mineral liay notable variedad de produc-
ciones, y, como principales, haremos mención solamente de un
filón de plata nativa roja, de algunas vetas de oro, de varías
fuentes saladas, de muchas caleras y de algunos depósitos
carbón mineral.
El área del lugar es reducido, pero ¿ien trazado; 1<
edificios son pajizos, y los habitantes por lo general, pobi
Dos fenómenos geológicos notables deben ser moncic
nados al hablar de Filadeltla ; la Cueva del Nieto, formada por
una enorme roca que da sombra a una extensión de cerca
100 metros, y un cuasi puente natural formado por el torrent
llamado Despensas.
Población, ?, 535 habitantes. — Límites: confina al norte
con Salamina y Pacora; al oriente con Salamina y Aranzazu ;
al occidente con el Estado del Cauca, y al sur con Neira*
Manizales. — Bien sabemos que el escritor de Geograf
debe llenar su tarea con inexorable severidad científica, porqi
de hechos y no ilc asuntos* fantásticos es de lo que trata
importante ramo de los conocimientos humanos.
Al llegar á la descripción de Manizales, hacemos al lectc
una rendida suplica y le pedimos una modesta licencia pal
que nos permita entrar en el asunto, previa una ligera obse^
vación filosófica.
El hombre estudioso contempla los fenómenos, Jos oxplica_
si puede y hace sus deducciones. Vida y muerte; principio j
lin de los seres, de las sociedades y de las cosas. Asistir <
intento analítico á estos dos graves acontecimientos del ordi
— :m —
físico y del oríleii moral^ es negocio sumamente interesante y
digno de fijar en él la más esmerada meditación.
Examinar la vida cuando principia es asunto de un idilio ;
verla cuando termina es tarea elegiaca*
Decir que el hombre nace y muere es deciruna cosa inútil,
por sor bien sabida de todos ; pero decir que los pueblos y las
í^aciedades pasan por las mismas mudanzas, es verdad un
poco menos vulgar y mejor conocida por los liistoriadores que
por las masas populares. De todas maneras, escudriñar unoú
otro de estos fenómenos es causa de placer ó de pena.
Cuando nosotros, al pretender hacer la descripción de los
diferentes distritos del Estado de Antioquia» hemos tenido que
ver las viejas ciudades de Gáceres, San Juan de Rgdas y Arma
corao cubiertas por un sudario, cuando hemos asistido y asis-
timos á los movimientos agonizantes de San Carlos, Marinilla
y Antioquia, y cuando hemos contemplado la situación esta-
cionaria de muchas de nuestras poblaciones, hemos andado en
íHiestra labor con cierto frrado de timidez y abatimiento de
fileno hemos podido prescindir. Por el contrario, cuando tra-
bamos de Mcdellín, Yarumal, Andes, Jericó, Manizales etc.,
^^ pluma corre con gusto, el pensamiento va con rapidez, y la
^taligencia, si no feliz en la expresión, se siente satisfecha y
*^ntra en acción con placer y contentamiento.
Cuando tratemos deSalamina, liaremos el sucinto cuadro
^o lo que era á principios de este siglo una gran parte de lo
Ivie es ahora el Departamento Sur de nuestro Estado. Apun-
*^mos al presente que lo que tocaba á la provincia de Quim*
*^sya, en lo que es hoy el floreciente distrito de Manizales, se
•^aliaba hasta mediados de la cx^nturia (jue corre, en el mismo
astado de aislamiento y soledad en que lo dejaron después de
la Conquista.
En el año de 1832, el circuito que se extiende á la parte
meridional de Salamina era casi totalmente desconocido para
los antioqueños. Se sospecliaba en él la existencia de una rica
salina, y en indagación de ella fueron allá los señores Fer-
nando Henao y Manuel Estrada, quienes la descubrieron en
:m
el punto llamado Gnacaica, El Sr. Elias González» propi
de los terrenos, no dio por entonces gran importancia á e
precioso hallazgo, por cnanto una ley de la República pese
vaba para la Hacienda nacional las minas de esta clase. M
tarde» en IS'lSj la ley íué reformada, y los propietarioe d<
terreno fueron declaividos <lLieños de las fuenle?^ saladas,
Marcelino Palacio, companero de González, estuvo en-
cado de hacer el primer establecimiento para la elaboración
la sal de cocina en los manantiales descubiertos. Uniendo
con el descubridor Henao, Palacio, joven en aíiuella époc
robusto, emprendedor é inteligente, estableció trabajos inidi-
mentarios que no alcanzaron por entonces notable desarroll
Como puntO' auxiliar para la empresa y como sitio de grand
esperanzas agrícolas, determinó González hacer la fundací
de Neii*a, no en el sitio en que está hoy la cabecera del
Distrito, sino en Neira -Viejo, próximamente cercano á G
caica.
En calidad de directores del famoso estal)iecímientr>
Marmato, existían en atpiel rico mineral, entre otros n*>tabli
europeos, los do8 hermanos Carlos y Guillermo Degenlian
expertos ambos, yambos naturalistas distinguidos. Desde
establecimiento de Marmato, colocado sobre el flanco ortent
de la cordillera occidental de los Andes colombianos y on te
torio del Estado del Cauca, se divisa durante los días despcj
dos y en las n<iches aknnbradas por la luna, el vasto y niagnJ
fico panorama íorjnado por ese trozo de la cordillera andi
del centro, al frente del estublecimienbj indicado, con una
ligera desviación hacia el sur-sudeste, en donde queda Jijnit<i
por las formidalíles alturas tie la mesa de Herveo, la argentii
nevera del líuiz y las cimas diamantinas de Santa Isat>eL En
tiempo (i que ñus referimos, e! aspecto solitario y salvaje de
flnrcsta virgen y las encumbradas eminencias de la paramera,
debieron de llamar la atención de los jóvenes Degenharrftt
quienes concibieron el pensamiento de emprender un vía
cienlllico por esos lados.
El joven Palacio^ después de sus primeras excursiones
Ji- "
I
1^1
— :í6:í —
íurde Salaniina, había fijado su residencia en la vieja ciudad
de Santiago de Arma. Estando en ella, reribin una carta de
D. Carlos Degenhardfc en la que le invitaba para hacer una
ascensión al Ruiz en su compañía. Aceptada la ín\itación y
tomando por guía á un señor Hurlado, se hizo el viaje de expío*
ración por aquellos atrevidos viajerosj de la misma manera en
queso hacían las cxpediciunes españolas durante la Concjuista ;
esciecír, venciendo his dificultades de la selva, la ofrecida por
la impetuosa corriente de loa ríos, y la no menos grande de un
difícil ascenso por las breñas casi verticales de aquella colosal
montaña.
Allanados los primeros obstáculos, los caminantes llegaron
á la gran mesa, y torciendo luego al sudeste escalaron la
nevera por el flanco occidentaL
D. GuillermoDegenhardt, provisto de instrumentos de pre-
cisión matemática, hizo las primeras observaciones científicas
^obre aquellas alturas desiertas, mientras el señor Palacio,
^<^i\ su arrojo de sólido montañés antiorjueño, asentó la planta
^ohreel borde traquítico de aquel inllamado volcán.
De las observaciones del señor Degeiihardt, poco ó nada
'^^Tiios visto hasta ahora. La mirada certera y práctica de
- alacio anduvo con mejor fortuna. Desde la cima de la montaña
desde las cumbres de aquella masa colosal, vio que hacia el
^^iden te se desenvolvía un rico territorio compuesto de pía*
^Os inclinados, quiebras y colinas rtc gracioso aspecto, Todí)
^^lel circuito prometía por su üsononna una extraordinaria
^racidad. Palacio acababa de ver lo que más de tíos siglos
^tites los capitanes Mendoza y Maldonado habían recorrido y
-Xplorado para dejarlo en el abandojio.
Vuelto á su residencia. Palacio invitó á Alberto Londoño
á Nicolás Eclieverri, con el fin de emprender circunstancia-
lamente el estudio de lo que había descubierto, no sólo con el
objeto de buscar suelo de pan sembrar, sino oon el de descu-
iirir i'icas minas, mira primordial de todo antioqueño al aco-
[meter operaciones de esta especie*
Reunidos los tres individuos indicados, touTaron el ca-
10 de Giiacaica, y desde la Salina, torciendo al sur-sudeste,
'avesarrm bosques arrogantes formados por las más aventa-
lítas especies vegetales, entro las cuales el cedro y la palmera
e cx:*ra descollaban de una manera vintosa é imponderable.
Dejanflo la corriente del Guac^ica, siguieron las agu<\s de
[m liacluiclo tributario, hasta llegar a una superficie casi ni-
helada en la Ijase misma de la moniaña. Detuviéronse en
aquel punto por iiabcr hallado en él indicaciones auríferas, y
cataron diez pesos ; pero detenidos por la escasez de alimentos,
contonláronse con l)auNzar la corriente de agua con el nomlirc
de Olivares, por dos arboles de ese nombre que enc^)ntrarott
soljre el puntci do su indagación metalífera.
De Olivares tiraron al sudeste y dieron con otro riacliuelo
a que pusieron por nombre Man Ízales, por contener su lecho
grandes fragmentos de una roca llamada innni por los mine-
ros dv\ |)aís, y sieaíta granitoide por los geólogos*
De Man Ízales siguieron al occidente por la ceja en que
hoy está la ciudad, selvática entonces, halagadora para ulte-
riores empresas, y por el Guineo regresaron á Neira, vencidos
hasta cierto punto por las dilícultades del terreno, y sobre l4)do
por la falta de víveres,
En el año de 1848^ había crecido un poco el niimen> de
los buscadores de riqueza eíi lo que es hoy este Distrito ; mas
á la sazón seguíase un pleito entre González y Salazar, con los
que pretendían fundar una población, por la propiedad do los
terrenos.
Acompañado de varios, emprendió el señor Palacio una
nueva exploración con el intento ya de echar los fundamentot?
de im pueblo* Fin esta vez, andancio con mayor atención, que-
daron los viajeros más y más encantados de la riqueza del
suelo y del lujoso carácter de la vegetación. Quisieron al prin-
cipio establecarse en Olivares; pero hallando inconvenienlcs
para ello^ pretendieron hacerlo sobre la serrezuela cercana al
riachuelo de Manizales. La falta de agua los ai'rojó de e@Q ^
punto, y aunque nu fuese de ronsideración la ((ue había en el
sitio ocupado ahora por la ciudad, resolvieron deíinitivíunenbi
,
— 3G.1 —
lijarse en él, por cuanto les ofrecía notables y evidentes ventajas.
El camino que gira para el Cauca pasa por allí; el que viene
M Tolinia y CuucUnamarca, llega á la ciudad por el oriente; y
para comunicarse, pasando el Cauca, con el Municipio ó pro-
vincia do Toro y con el A trato, puede establecerse otro que,
fuera de la natural extensión del comer'cio, de campo abierto
para navegar el caudaloso río del Darién y poner la parte sur
de Antioíjuia en contacto con el mar; es decir, con todo el
niundo. Demás de eso, el suelo fértil y el paisaje Heno de ma-
jestad y esplendidez, daban á la localidad un realce sorpren-
dente y magnítico : la hoya del Cauca al occidente, la gran
^'^^rdillera occiderdal al frente, la quebrada del Cbincliiiuiíd píe,
y al éste V sudeste la mesa de Ilerveo, el nevado del lluix v los
picachos plateados de Santa Isabel, Numerosas colinas daban
í^'^i'áctcr doblado y abrupto al sitio en que se iba á edificar ; mas
^i^ duda el Jefe del proyecto y sus compañeros sabían que
^orria^ sin dejar de ser la señora del mundo, está asentada
sol^£.^» las siete colinas tradicionales.
En tal virtüdj procedieron á descuajar el bosque, a dcniar-
*^^^ la plaza que debía ser y es hoy de Bolívar, y a señalar sola-
ro^ para los pobladores.
La primera casa pajiza se hizo en una de las esquinas de
*^ l>laza, por Esteban Escobar, y la primera de tapias y tejas
*-^^ otra de las esípunas de la misma plaza, por el fundador
^"í>or Palacio.
En 1850 fué erigido el Distrito cojí el nombre de Ma-
^^^Ciles, pues aunque l^alacio quiso que se llamara Pales-
^^*^^, la Legislatura no lo dispuso así, y optó por el primer
M ^*>nibre en atención á la abundancia de la roca líuiní en los
^— *^^^^dedores,
^V Una vez que el Distrito tuvo Alcalde y Cabildo, se perfec-
cionó legalmente la adjudicación de los solares, y tres puntos
fueron designados para las plazuelas de Colón, Sucre y Cór-
doba.
No hay en la líupública una población que se haya desen-
vuelto con más rapidez que Maoizales; es acaso la sola que
— 3m —
liaya progresado á estilo de las nuevas ciudades norte-ame
canas •
Antes de dar utia idea rápida del modo en que, como
encanto, esta ciudad ha recorrido el períoflo de su niñez pt
hacerse de repente joven llenn tle alien tu y porvenir, bosqueja-
remos la fisonomía material de su territorio de la manera ináí
concisa que nos sea posible haoc^rlo. ^
El río Chinchina señala en su curso una parte del límillf
sur ilel Estado de Antioquia con el del Cauca* ^
El río Guacaica Umita el Distrito, al setentrión, con cl"
Neira, y tiene su nacimiento en la parte alta de la cordillera
central. Acaso el río Blanco, que se reconoce como tributa^
del Guacaica, íorme la corriente más notable por tener su
gen á mayor distancia y a m-iyor aliara; mas el prime
i-eunido con el segundo, continúa su curso de un modo a^
logo al Chinchina, y con él desaírna en el Cauca, El í Uiacat
la cordillera central en su parte correspondiente y el Uhincluf
forman im triángulo ancho hacia el oriente^ angosto earrouU
á Morrogordo, y cuyo vértice en ángulo aguilo queda cerca
la orilla del Cauca.
El riachuelo ílel riuz y el de Olivares desembocan
Guacaica, y los de Manizales, el ÍJosario y Manzanares,
Chinchinií. Eslos últimos á su turno son formados por ot
de menor importancia» que no mencionamos por no salir]
los límites naturales de esta descripción.
Las montañas principales del Distrito son :
La do la Elvira> estribo de la central, cuya direccü
occidente es casi uniforme hasta el sitio en que estíi la ciudl
De allí en adelante se raniilica como los pliegues de un abaí
Una rama va hacia la villa de iMaríaj y otras, con los nomt
de San Antonio, Tablazo^ Caballo, Aguabonita y Naranjo,^
hacia hi parte baja del Chinchina, en diivcciún á San Fr
cisco* Otro ramal conocido con el nombre de La Linc
del Morro, muere rlespués de formar en el moílio el plano^
laCabafla.
LicordilleraóiaontaííueladelGuamocstáentrcülriachi
— 3Ü7 —
<lc Olivai'ca y cl del Guz. Una parte de la cordillera central
forma el pái-amo de Aguacatal, yes la más culminante del Diíi-
tinto. Corno arrugas terrestres bajan del páramo hacia Chia-
chiná. Olivares y Guacaica, varios contrafuertes de la ísieiTa
principal; y para terminar el relieve de la comarca^ agregare-
naos É>ólo que hacia la parle baja liay eminencia^ notables, que
tíe dominan desde los puntos culminantes situados al oriente
«Id Distinto,
Después de lo dicho, sei*á fácil comprender que la ciudad
ílc que tratamos, colocada en parle sobre una colina, doniiua
como desde un Ixtlcón la hoya ludrográlica del Cliinclnná y la
^'íl'ade María, Tomando esta posición estratégica como punto
<Je partida y atendiendo á que, hacia el occidente, el territorio
^quebrado y tlesigual, y a que al sur está protegido por la
profunda hondonada del i"ío Cliinchiná y las laidas escabrosas
^^ la montaña, mientrtis que al norte lo está por el río Guacaica
y por el Estado entero, so cojuprenderá láeilmente que Mani-
íu^ales es ana plaza fuerte, defendida ]mr la naturaleza y 11a-
'^^^cLa por su posición á sqv con frecuencia un cuartel general
pai*£|, j^ defensa del lustado ó [lai'a la del Gobierno general,
cUíiii^lo por causas bélicas pueda ser tomada con anticipación y
P**o$iti en perfecto estado de defensa. Los acuniecimientos que
^ 'lUn veriíicado hasta la época presente, evidencian la iinpur-
^^cja iniUtar de este baluarte autioqueño.
Jklanizales en el principio de su fundación, y en los años
P^*oxiinamen te trascurridos después de ella, prosperó con in-
^^^^íble velocidad. El suelo sobre que descansan sus eíhücios es
***^ Carácter esencialmente plidónico, formado por estratificacio-
^Hi% ^j^ lava, i>raeba cierta de las periódicas erupciones del liuiz.
^ ^^ajando en la nivehu.ión del ten^eno para hacer los edilicios,
^^e con exactitud el paralelismo concordante de estos depó-
**^to§s volcánicos; y si se compara t4 tiempo que debe haber
^^^^currido entre la formación de una y otra capa, y se atiende
^ fjuc desde la Cnnquií^ta no se tiene noticia de una erupción
'i^Jlable que haya podido formar otra nueva, se vendrá en co-
nocimiento deque no es desde ayer cuando el volcán está coló-
cado en su puesto, y de que no es reciente la formación del
terreno que sirve de base a la ciudad de que tratamos. Tam-
bién se vendrá en conocimiento, y esto es más grave, de que la
lloreciente ciudad al divisar el humoTlel cráter, al contemplar
los ásperos trozos del terreno, al pisar las escorias de sus pla-
zas y calles, al sentir los tremulentos vaivenes de su territorio
y al oir los zumbidos subterí*áneos que perturban su sueño, no
debe reposar con muclia tranquilidad porque divise á la lejos.
la faz plácida y sosegada de la argentina montaña, pues sii^
calma exterior no se hermana con la inflamada agitación de=
sus entrañas (1).
No es posible enumerar uno á uno todos los pimto^ vn^
progreso que ha efectuado Manizales en los treinta y dos año
de su existencia, porque es tan crecido su número, que I
enunciación sola traspasaría los límites del cuadro que n
proponemos bosquejar
Los edificios, que en los i)rimeros años eran de ebtacci?
clavadas con tejido de caña y Üerra amasada, y tediados
paja, han alcanzado gradualmente notables y hasta nia¿
ücas proporciones. Y no es poco el mérito de haber alcanza*
esto, por cuanto la remoción de tierras para montar las c
y para hacer transitables las calles, ha sido asunto consumid
de enorme cantidad de fuerza material.
Está actualmente en cojistrucción una vía carrotera qi
arrancando de la plaza princiiial, tlebe fenecer en la base d
la cordillera, por donde sigue uno de los dos caminos qo-*
comunican á ManizaU^s con el Estado del ToUma.
Esta en proyecto la conducción al centro del lugar, á^
agua potable, elemento escaso por ahora, que le será degrait¿-^
de auxilio para su crecimiento ulterior, y sobre todo paral^^
conservación de la salud, la cual aun .sin esta circunstanctae^^
satisfactoria, por ser aquellos campos de tradicionales oalí —
datles salutíferas.
Fuera de planteles de educación rural, hay en ha ciudad
(If Después ác Ciicrítg lo iillíi)io« hemos sahido r]Uo U cíucIíkJ tm «ido c%m
lotaltnonli» arruiimtlti pur un espanloso ktrreinolo. ^3-3
.2¡éJ
— 369 —
escuelas superiores y elementales, ocho públicas y privadaíí, y
Jos colegios para la enseñanza secundaria, ramo bien dirigido
m cuyo campo se coseclian ricos frutos ; hay una imprenta
bm servida, y un Banco que goza de gran crédito. La
sociedad es selecta y recomendable por la cultura de sus
nianeras y por su moralidad*
Hay un regular templo, un buen cementerio, y en fin, un
vecindario robusto, emprendedor, heroico en el trabajo y
Jieno de nobles aspiraciones. Por sus elementos propios, por
«us ingentes recursos y por sus condiciones peculiares, este
¿>Ííi>trito es el segundo de Antioquia en importancia, y uno de
ios mas aventajados de la liepüijlica.
El tráfico comcíxial es valioso en la actualidad, y se
hace con el interior del Estado, con el Tolima, Cundinamarca
y el Cauca. Muchas casas de comercio introducen sus géneros
^ la plaza directamente de Europa. El trafico menor se efectúa
<Kiii loí^ productos lie la agricultura, y tanto éste como la sub-
*5*iístencia délos habitantes, se obtienen por lagran producciún
^o nia/z, frísoles, plátano, arroz, trigo, cacao, caña de azú-
^^r otc.,etc*
Muchas curiosidades naturales pueden ser estudiadas en
^HfQ Distrito. La diversidad de paisajes, que desde la ciudad
^Tiisma, y desde los puntos salientes que la dominan puetle
^^ntemplar el observador, es verdaderamente maravillosa por
^Usmultiplicadú« y sorprendentes contrastes. Sin hablar de
^ás impresiones que de las que de una manera sublime con-
*>iueven la sensibilidad en aquella parte, mencionaremos sólo
^1 cuadro mágico exhibido por los picos novados de Santa
lí^abel y el liuiz, en cíDmbinación con la protunda y tórrida
hoya recori*ida|>or el Cauca ; golpe de vista espléndido de un
Jado, é impresión singular de otro, pues en medio de la zona
tropical se tienen sóbrela cabeza los fríos hiperbóreos del jíolo,
y los ardores sofocantes del Senegat y do la Cafrería, baj*) los
pies.
Hay en las cercanías de Manizales termas notables, scjne-
jantes en todo a las que rodean el Pusambío en las faklas del
24
370
Puracé y en las clásicas tierras úo los Coconuco^ y de los Palé-
taraes en el Estado fiel Cauca. Estas aguas minerales pi
meten grandes esperanzas de salud á las veniíieras gonei
ciones. El azufre, el aluminio, el liierro, el cromo y el potaatv^
parecen entrar como base de su composición en diversas coij
binaciones.
Población, 14/003 habitantes. — Latitud norte, 5** ü'H
— Longitud occidental^ P 33' 10"* — Altura sobre el nivel del '
mar, 2.140 metros, — Temperatura, 17**. — Límites : conllna
al norte con Ncira; al oriente con el Estado tlcl Tolima; al
occidente con el del Cauca, v al sur con el mismo.
'aie-
i
'i
Neira. — Los exploradores de los terrenos y funda-'
dores de Manizales, fueron los individuos que al pasar jior^
estos parajes, contribuyeron á fundar la cabecera de este Dis*-*
trito. ^
\erdad es que la creaciiin de Neira- Viejo tuvo lugSi
entro 1842 y 1843, por orden y disposición de D. Elias Griif
zález; pero también es cierto qm- rl primer estahlecimfei
de tal noml>rc, heclm para facilitar la elaboración de
en el ( Uuaoo, tuv(3 lugar más tarde, poco más ó menos Qt
año de tHi4, ruando seecbaban los fundamenlos de Manfi
les, para ponerlo en el sitio en que lioy esiá, al pie y Is
uíúental de un alto cerro de temperatura agradablemente
y tónica.
La erección delinitiva de Ncira en disti'ito fué decreti
por el Gobernador de Antioquia, general Juan .María (tóiir
y sus primei'os pobladores, Marcelino Palacio, Carlos,
nantlo, Manuel y Pedro Ilolguíii; Cornelio y AnlonioMí
Nicolás González y otron procedentes de Salamina, Pácor
Sonsón, Abejorral y de varios pueblos más del centro <
Erttadí».
{ orno todas las poblaciones cercanas n otras ile moj
imporlancia, Neira se ilesenvuelve lentamente, por esta
hasta cierto punto bajo la tutela de Manizales. Además, laluf
grafía favorece poco a la cabecera, por liallarse éstacn una rt
— 371 —
cicla laida que no reúne los reciulsitos precisos para llegar con
rapidez á estailo Ilüreciente, Neira tiene poca agua, y carece
de baíios y de paseos públicos, difíciles de establecer por lo
doblado delí^uelo.
La cordillera Cüuti^al colonibiatia dojiiÍ2ia el Distrito bacia
^l oriente y está dispuesta en ttireccióii de bur á norte. Las
principales ramificaciones de ella son ; la cuchilla del Cardal,
^^ «Je Pan de Azúcar y la del líoble. Todas tres se dirijion de
^^t^á oeste y tienen por alturas principales : Parados, Cardal,
*^<=*ljle y Gregorita. Más que valles, hay entre estas nioidañas
^^ofundas quiebras y esti-echas cañadas. El punto de arranque
^ este trozo de la coi'diüera llamada Musa, Jjiíurcación de la
cieaa principal, tiene el nombre de Quebradanegra ; un poco
^*^^253|)ué8 se parte en el sitio de Divisa, y las dos ramas subal-
^^•uas que resultan de la bifurcación, terminan, una al sur
^> üuacaica, otra al norte cerca del río Tapias, dejando eu
^^^iio de ellas el asieido en í[ue estuvo Neira-Vieju. Sun
^^tos dos ramales, los apellidados por los vecinos con los
hombres de Barcinal y Gregorita. Extinguidas bacia el occi-
^^íile estas dos cordilleras, prolóngase el territorio de Neira
''^Usta la ribera derecha ilel Cauca, perfectamente nivelado, y
Constituye un circuito sumamente feraz, en donde, entre otros,
^c* hallan ubicadus los pinjiílies cortijos llamados Colonia y
-arabia.
Las aguas principales que fertilizan y refrescan el Distrito,
da los ríos Guacaica y Tapias : uno y otro tienen su origen
^nla cordillera central, y en parte que sirve de límite al
^listrítode Manizak-s. Corrx* el primero de levante a ponieide
>' derrama sus aguas en el Cltincliiiui, líl Tapias corre en la
Hiisnia dirección y desagua eu el Cauca. Al Guacaica caen
por la derecha, y de terrenos de Neira, los siguientes ria-
chuelos : San Pablo, Sau Pedro, Han Juan, San Narciso,
Quebradanegra, Gallinazo, Guineo y Cascarero^ corrientes de
agua considerables eu su mayor parte. El Tajjias recibe por
su margen dereclia los raudales Uvital, Tareas y la Honda, y
por la izquierda, S;ui Pedro, Santa Isabel, Dantas y Laurel.
— 372 —
ügsenibocan en el Cauca los riachuoloH Hut^^iiavista y Llano-
grande, un poco notables por el caudal de sus aguas*
Merecen mención especial, entre estos riachuelos, el de
Tarcas, atravesado por el camino del Estacto, circuido por
altas breñas, quiebras profundas, y con disposiciones de
terreno propias para hacer de él un excelente punto de
defensa militar, y el de Banfa Isabel adornado por una honitri
cascada.
Entre Tareas y Tapias est^í la cordillerita de Pan de
A/.úcar, célebre por su graciosa hechura y por su interesante
punto de vista.
Los terrenos de Neira son feraces cuino lo son casi todos
los que deinuran sobre la falda occiílental de la cordillera del
Centro, Puede decirse, sin exageración alguna, rjue toda
semilla propia para germinar en los divemos sitios de los tró-
picos, nace, crece y fructifica allí con prodigiosa lozanía.
La vegetación natural es lujosa : hay en sus Ijosques variadf>s
vegetales, y, entre ellos, roble, cedro, arenillo, laurel y gran
diversidad de maderas de construcciun y de el)anisfería. En
sus quebrados campos cultivan con esmero maíz, trigo, trébol,
para, cebada, arroz, linaza, anís, cacao, café, tabaco, plátano,
patatas y yuca. La cafla de azúcar se beneficia con atención
y en escala proporcionalmente íri^ande para dar bastante
panela, con el auxilio de máquinas movidas por el agua. Hay
alguiTOs árboles frutales como aguacates, nian.iros, nai*anjiw
y chirimoyos. Todos estos productos de industria agrícola
abastecen el Distrito y dejan un residuo suficiente para man-
tener trafico comercial, no sólo con los distritos vecinos, sino
cun el Tolinia y el Cauca.
El clima tfe Neira tiene variados climas : alturas suma-
mente frías, escarpas y cañadas de suave temple, y vegas
cercanas al Cauca, donde el calor es insoportable. Los climas
cálidos son generalmente malsanos» los templados de regu*
lares inlluencias, y los fríos en alto grado salutíferos.
Se cree que hay en el Distrito minas de sedimento y di*
lilón que contienen oro y plata ; pero basta hoy no se trabaja
_ 373 —
ninguna. Fuentes saladas hay siete en elaboración, quepro-
tluren semanal mente por lórmino medio 280 arrobas de sal.
La industi'ia principal consiste en la ganadería. Hay dehesas
bastantes para la crianza y cebo de ganados. Las vacas de
Neíra llaman la atención por su tamaño, y sobre todo por la
abunilancia de su lechu. El suelo es propio para la producción
dc»I ganado cal)allar;, lanar y de cerda; pero estos últimos
^e hallan aún en coito numero. Hay pocas pero excelentes
muías.
El carácter general del pueblo es manso, sin que por
<^sto deje de cundir la mala semilla en reducidos grupos. El
^'^rnedio para tal daño vendrá de la educación.
El Distrito esta dividido en once fracciones : Cardal, Mesn,
^ 1* im borazo , Quebradanogra , San Narciso , Pueblo-rico,
'liguerón, Gregorita, Buenavisla, Aguacatal y I*oblado.
Población, 8.UG0 habitantes. — Latitud norte, S^ITS".
Longitud occidental, 1** 32' 52". — Altura sobre el nivel del
^^^^r, 1.941 metros.^ — Temperatura, 19°. — Límites : confina
^^ norte con Aranza/Ai; al oriente con el Estado del Tolima;
^1 occidente con el del Cauca, y al sur con Manízales,
Pacora* — De todo lo que se refiere a los indios Pacoras
^ t^aticures y á sus vecinos los Pozos, como los llamaron al
^^iiipo de la Conquista, se trata en la tercera parte de este
*^i*ü. Durante todo el tiempo de la Colonia, el terreno quedó
^t^íindonado^ y el bosque creció en él enmarañado y frondoso,
*^%taquc a fines del siglo pasado, por motivo de la decaden-
^^^ definitiva de Arma, algunos de sus vecinos pasaron su alo-
^^í^iiento al sitio en que está hoy la cabecera del Distrito. Nue-
^^^^ habitantes y la multiplicación de las primeras familias,
^^^ron formando la población tal cual hoy existe, ni muy
^*ande, ni muy bella, pero compuesta de gente trabajadora,
^^ regular cultura y de reconocidas virtudes públicas y pri-
En el lugar en que demora hoy Pacora, ó en sus inmedia-
tas cercanías, hubo en tiempo de la Conquista un pueblo, en
el cual Pedro Cieza de León estudió ritos y cosiunibres de log*
indígenas, como él mismo lo relata en su Historia.
Aumiiic no tanto como Aranzazu, Pacora está rnüuc
de cerros y de colinas : el plano central sobre que descansa i
bastante reducido fie tamaño ; pero las casas son medianameÉ
cómodas y bastante aseadas,
Situado el Distrito entre Aguadas y 8aiam¡na, el río
Lorenzo lo deslinda del primero, y el riacliuelo Pacora
segundo*
Hablando fie los distritos limítrofes hemos diclío al^
sobre la hidrografía respectiva, y añadiremos ahora, p5
complemento, que desde el punto en que los ríos Chamberí y
San Lorenzo se unen, corren rnii el nombre de Pozo ha^H
desaguar en el Cauca^ entre los pasos de líulYi y la Cana. eT
ese ultimo trayecto entran al Pozo por su ribera izquierda los
riachuelo ís Calentadero y Tambores, y por la derecha los de 1^
Coles, el de Pipintá y el San Bartolo u La Ensillada que m
en el punto en que, según las crónicas, se dio muerte á
bledo*
Desde poco abajo de Pacora, hacia el occidente, selevanl
la loma de Pozo, separando las aguas del río de su noml
de las del riachuelo Pacora, que desagua también en el Cauc
La loma termina en la orilla del gran río, y ella, como la di
emboaxdurade las dos corrientes mencionadas, se halla i
frente del rico establecimicnt** minero de Marmato, El Pác-c
recibe de lado y lado varias fuentes de poca importanc
siendo acaso las mayores Viljoral y Carboneral.
Tiene Pacora tíos fracciones : San Lorenzo y San Bart
La industria agrícola de este Distrito, así como
pecuaria, suu poco mas ó menos las mismas que las
Aranzazu- El suelo os fértil y productivo, pero sumamci
dobladn.
Se dice que hay en Salamina y en Pacora canteras
máiniol de íácil explolaciun; pero lo que por ahora ocupa
á los empi-esarios,es el descubrimiento de riciuísimas minas de
oro y do plata. Según la inteligente opinión del Sr, IL l^aschl
^ 375 —
e^os Ilíones son los mas ricos en mineral (¡ne ól liaya visto en
et Eíitado.
Población, (i. 51*2 habitantes. — Latitud norte, b" 30' 1".
— Longitud occidental, T 27' 2". — Altura 8obre el nivel del
/nar, L819 metros* — Temperatura, 20". — Límites : confina
aj norte con Aguadas; al oriente con Pensilvania; ai orcidente
con Nuevacaramanta, y al sur con í^alamina.
Pensilvania. — Este Distrito ha sido erigido por una dis-
poi^ición legislativa expedida el día 3 de febrero de 18GG, y está
<^olocadoal sur-sudeste de la capital del Estado.
Hasta un poco antes de hacerse la fundación de que veni-
^3Cic*^ tratando, los campos hoy medianamente cultivados en
*J*-*<3 se halla, estaban cubiertos por afiusos busques tupidos y
difíciles para ser recorridos aun por los mas aufhíces campe-
^^^MTx^s del país. Uno tpie ott*o contrabandista, en la época en
^'^^^^ ol tabaco era monopolio nacionalj se atrevía á transitar
^-^^^^d^niontanas en inisca de ¡acorta remunorac¡/m que esu peÜ-
^^^Oso trauco prometía.
Vn poco mas tarde, montañeses de Sonsón, que al pasar
**^^^-t' la vieja t?*oc/ia cpie conducía á Honda, divisaban desde las
-*^^ liras de la Paja, Paramitos y Rodeo ese fértil territorio,
^^ locado hacia la falda oriental de la cordillera y á lo largo de la
^^ya de La Miel y i'ío Dulce, fueron hacia allá en requerimiento
^^ terrenos para cultivo y de n)iiias para la expl<jtación.
Al llegar al sitio relativamente aplanado en que esta hoy
^1 Distrito, lo hallaron propio para establecerse en él y echar
*^\s bases de una para ellos prometedora población.
Pensilvania ha ido creciendo con bastante rapidez, y aun-
*Iue su situación topográfica no sea arlecuada para obte-
tler recomendable bellcí^a material, la tenacidad de los vecinos
Va venciendo los obstáculos, y el Distrito se levanta oon venta-
josas proporciones. El numero de hal)it,antes es ya bien cre-
cido, y la corriente migratoria que hacia él se dirige, da funda-
mcíito para pensar que al cabo de pocos años, será éste un
importante establecimiento para el Estado.
376 —
Los campos de I*eii8Jlvania son en parte adecuados para un;
productiva agricultura^ y en parte abundantes en ricos de]
sitos de oro y de plata* Fuera de los muchos aluviones, hay ei
Pensilvania vetas tales como las de la Esmeralda, Tasajo,
Chorrillos y la Manga, empresas lialagadoras paraquienquio
que intento explotarlas cienlílicamento*
Es muy probable t[ue al caer los espesos bosques q
cubren todavía gran parte del Distrito^ y al labrar las licred
des, nuevos Ilíones, sobre todo argentíferos, vengan á m
trarse para provocar la codicia de la gente y estimular la
infatigable actividad de los antioqueños, porque esa comar
no es, geológicamente hal>lando,sinn la continuación de la q
en tiempos anteriores tuvo como base de opulencia las híst
ricas minas de Palenípic, Donas Juanas, Lajas, Ibagué, Espina'
La Plata, y la misma que en el tiempo actual tiene como mues-
tras de fecundidad metalífera el celebrado establecimiento de
Santana* H
Las cordilleras principales de este Distrito son ramitic;i™
ciones de la tnasa central de los Andes, El cerro Camell**
queda hacia la parte alta de la cordillera, y la ceja del Guayabi»,
interpuesta entre los ríos Miel, Salado, Caunce y Pcnsilvani
la de Miraflores ó del Rodeo hacia el norte, lo separa do
hoya del río Dulce y del distrito de Sonsón. Otros estribos n
cidos de la sierra madre, con dirección oriental los más, aísl
aguas intermedias, y dan tugará la íormación íle valles peqv
ños perfectamente regados y de ventajosa aplicación pníotii
á la industria agrícola. La cordillera del Rodeo pertenece
este Distrito.
Las corrientes de agua que bañan el territorio son \vS
siguientes, contando de sur á norte: El río de La Miel, que nac»
en la Picona y derrama sus aguas en el Magdalena ceixa ti
Ruenavista. Este río es bastante caudaloso y sirve de límite
los Estados soberanos do Antioquia y del Tolima,
Al norte del río de La Miel corren el Criserio ó Salado» oí
Caunce, el de Pensilvania y el río Tenerife, todos ellos reuní
dos (»n la parte baja para tributar al primero. Mas al seteu^
I
^ 377 —
on están los riachuelos Santa Rita y Tasajo, igualmente tri-
butarios de La Miel, y el campo recorrido por estas corrientes
forma la gran lioya del niísmo, que además recibe, antes de
derramar sua aguas al Magdalena, el San Antonio y Moro
h reunidos y el Samand con todos sus afluentes.
El clima de este Distrito es sumamente variado; frío en
s alturas de la cordillera central, templado en la parle media
te sus faldas, y ardiente en his orillas de La Miel y del Magda-
lena, Tan variadas como el clima son las producciones mine-
''ales, y sobre todo las vegetales. Hay en Pensilvania finísimas
^^^aderas, bellísimas llores, numerosas plantas medicinales, en
" c>rden de las producciones espontáneas; y en cnanto a las
*-*<^ sson hijas de la industria, aparecen en consolador aumento
plátano, la yuca, la arracacha, el maíz, los frísoles, las
'^^>'íXmas y la caña de azúcar.
El caserío de Pensilvania tiene el mismo aspecto que e4
t:odas las fundaciones recientes de este género en Antio-
y*ía.; casas pajizas unas y de tapias y tejas otras, aseadas y
**í^odas en su menor número, y miserables y mezquinas las
El carácter de los habitantes es bueno y hospitalario, pa-
^^tico en alto grado y recomendable desde todo punto de
población, 4.409 habitantes. — Temperatura, 19". —
-•^inites : confina a! norte con Sonsón; al oriente con el Es-
^do del Tolima; al occidente con Salamina, y al sur de nuevo
^^nel Tolima.
Salamina, — La mayor parte del territorio ocupado por
el Departamento del Sur, estaba hasta el principio de este
siglo cubierto por enmarañado l)osque. Situado en su mayor
parte solire la falda occidental de la cordillera andina del Cen-
tro, recorrido pfjr impetuosos ríos, escaso de llanuras, rico
de cañadas estrechas, pro\isto de maderas, poblado por bellas
aves y por numerosos cuadrúpedoSj pero riscoso y doblado, se
oponía á todo examen, tal vez por el temor supersticioso que
— 378 —
tiene d vulgo a \q^ niisterios tjue engendra en su fan^j
tasía la selva virgen, solitaria y desconocida. El antioqueí
la veía ante sí, la contemplaba con asombro, codiciaba sus
soros; pero vacilaba tímido al tiempo de querer entrar en lu-
cha con ella.
Por fin, acumulada la población hacia el centro del paiá
y limitados los campos ciiUivahles, los montañeses depusier
toda preocupación y entraron arrojados en osa encrucijac
de cerros llenos de colosales eminencias, enti'e las cuales de
cuella singularmente la mesa de llerveo.
Eran todos esos parajes los mismos que Robledo y sus"
companonis liabían visitado trescientos años antes y qiio ha-
bían visto poblados por numerosas trilnis indígenas, entre !
cuales el anlrop(4agisnio, liijo de la más proFunda barbari
se aunaba con la imponente majestad de los ái*boIe*i
con el fragor y estrucndu dr los pi-ecipitados ríos que
recorrcu.
Después que los perros de presa, el fuego y el acei
movidos por la cólera y avaricia de los ex|)edicionarios»
barón la raza pobladora, aijuel circuito ijuedó por cor
de dos centurias silencioso y ijuieto, sin quo su tranquílidí
íuesc interrumpida sino de tiempo en tiempo por el rumor
las tempestades tropicales y jior la confusa gritería de los i
males monteses.
Las |)ohlaciones que boy existen hacia aquel lado, prínc
piaron a establecerse de nurto á sur, y por eso locó el seguí
turno al distrito de Salamina,
En 18ÜQ, todtj el territorio comprendido entre el
Uucy al norte y el de la Vieja al sur» no tenía sino
poblaciones; la antigua ciudad de Arma en ruinas, y la
Sonsón de creación reciente. Una vereda (jue al partir cJi
Arma pasaba por la tolda del Guayabo, alto del I{equíntadei
páramo ilc llervco, y seguía luego al oriento por mi territol
aelvático y difícil, era lo único que ponía entonces en comum-
ración esa parte tle Antioquia con la antigua Provincia do
Mariquita.
— :í79 -
En el año de IHOl, Don José María Aranzazii Iiizo un
m¡Q k Bogotá siguiendo esa ruta, y i>ür consecuencia de
dicho viajo, a([uel caballem conoció y apreció en todo su
valor la importancia de esos terrenos; y fué tan así, que inme-
«Üatamente después propuso al rey D. Carlos IV^ capitula-
ción por grande extensión do ellos. E! Ik'v \ino en acce-
rf<?r á lo pedirlo y mandó entregarlos con previa citaci<ín de
¡os colindantes, mas esta diligencia no se llevo á cabo por
En 1 8U6, Tomás Valencia pretendió hacer la misma opo-
^a,oitin, pero sin resultado favorable.
Durante la guerra i\v nuestra Independencia se suspendió
^*-Io proecdimienti) á este respecto, hasta que en I8á4 el
^^- D. Juan de Dios Aranzazn, apoyado en los pretendiLÍos
'*^Cíchos de su padre, pidió posesión de ellos al Juez de pri-
"^f^^
^*a instancia de Hionegro. Esta posesión fué decretada ; se
^^Xisieron los vecinos de Arma; y se siguió un enredarlo pleito,
^5 no fué decidido sino en 1828 por la Corte Suprema, en
or de los oponentes.
Por decreto del Poder Ejecutivo nacional, expedido en el
^^j de Í8Í5, se mandó erigir el tlistrito de Sidaioina. 1^1
-.José Ignacio Gutiérrez, comisionado para dii'igir la fun-
^^-^iíin, la estatileció al principio en Sabanalarga ; pero creyén-
s5e un poco más tarde que quedaría mejor en L]ncimadas,
^^ tjo en que hoy eslát se la trasladó á él. En el año de 1857 se
^'^¡¿0 la primera rocería en comunidad por los primeros
^-^cínos Nicolás y Antonio Gómez, l'rancisco Velásqucz, Juan
^^sé Ospiíia, Carlos Ilolguín, Pablo, Fermín y Manuel
^ópez. Comisionado para trazar la población fué Juan José
^spina, quien desempefn) debidamente su encargo, y ade-
más el fie repartir los solares á los pobladores.
En 1839, los vecinos de Arma celebraron una transacción
H ^on el señor Juan de Dios Aranzazu, quedando por ella due-
n ños de la parte que limitan los ríos San Lorenzo y Pacora,
Bl y de la comprendida entre el San Lorenzo v la Honda.
y el distrito de Pacora fuó erigido en el lugar en que hoy
halla.
En 1833, Aranzazu cedió en favor de los pobladores di
Salamina, reservando para sí la más valiosa porción, alguno;^
délos terrenos de su pertenencia; mas en 1843 los vecinc
desconocieron el dominifj y propiedad del donante, con
que sobrevino un liligio que duró por más de cator
años, hasta que al fin, por intervención del riobierno de
líepüblica, fué terminado por Irnnsacción. Durante
ruidoso pleito Iiubo asesinatos, incendios, prisiones, de
pojos y ruina de intereses. El señor Elias Gonzálc
pariente de Aranzazu é interesado en el pleito, fué muer!
alevosamente al pasar el puente de Guacaica, en C de abr
de 1851.
Desde 1857, ha seguido progresando el Distrito, bienqi
con alguna lentitud, Salamina, sin embargo, es pueblo
bastante importancia, tanto por la feracidad y extensión
sus terrenos cuanto por su situación geográfica, pues es froi
terizo con los Estados del Cauca y del Tolinia, y está n
rrido por las más importantes vías de comunicacióu di
Estado.
Varias raniiíicaciones montañosas desprendidas de
cordillera centra!, forman la armazón del territorio de Salí
mina y dejan entre sí multitud de abras por donde corren in-
finidad de riachuelos, que, reunidos con varios ríos que ba-
ñan el I)Ístrito, rinden el caudal de sus aguas al bravie
Cauca.
Entre las principales, deben ser mencionadas la:^ síguica-|
les ; la que forma el límite con Aranzazu y que está dispueí
en dirección de oriente á occidente, Iiasta terminar en los
cimientos del arroyo de Sabanalarga, en donde tiene una de
presión, para levantarse de nuevo en el l'erro, y desde all
cambia su dilección al iioite, y termina en la ribera izquien
del río Pozo. Gran numero de estribos se desprenden de e3ti
cordillera y recorrren diversas direcciones : al norte Guaya
bal, lirujas, Cut^ubilal, Cedrito y Sabanalarga; al occidentfll
— 381 —
P
I
vinaf]ue sale del alto del Perro para terminar cerca de la coa-
nuencia de los ríos Pozo y Cauca.
Otra cordillera desprendida de la central, forma las colinas
tlelGuayalxi, va al norte y terniiiin en la unión de los ríos San
Félix y Arma, y la de Cimitarra que entra en territorio de
f^ácora.
Al occidente del Distrito está la ni un tan uela del Taml»o,
^«1 forma de semicírculo. Se extiende desde el alto de su nom-
t>re hasta los nacimientos del arroyo Despensas, entra en vi
'tTntorio de Filadelfia y termina en Maivá,
Continuación de otro fuerte de la cordillera principa! es
*'oa colina que, también en forma de semicírculo, sv, extiende
^^ oriente ik* la cabecera del Distrito ]>ara terjninar cerca del
^^o San Lorenzo.
Las ramificaciones que forman estas montañas^ no ofre-
^^ íxl observador crestas elevadas, pero sí grupos de diversos
^''k'iíXlcs, que enlazados losiuios con los otros constituyen una
^^Pcicie de re<.l, conlií^urando así lo quebrado do los terre-
Gran número de ríos, riacbuelos y arroyos descienden de
X^cindientes orientales y unidos forman el río Pozo, que de-
^-'^la sus aguas en el Cauca.
El San Félix se forma con aguas desprendidas de la Cimi*
^^ y del Guayabo y entra al río Arma.
Déla colina ó montaña del PerrOj bajan igualmente niu-
^55 riachuelos y arrroyos que arrojan sus aguas, unos en
t^ozo, y otros en Maivá.
El río Pozo toma su nombre y lo conserva hasta el Cauca
^] punto en qur se une el San Lorenzo ron el Chamberí,
*^^^ manera que el San Lorenzo es el verdadero Pozo,
El Chamberí nace cerca de la cordillera central en la ra-
^Hicación más meridional del Distrito; corre al noroeste
^^s^ta Sabanalarga, en donde comienza á ser propiamente
*^ia de Kalamina, y desde allí sigue su dirección norte hasta
huirse con el San Lorenzo. Este río Chamberí está for-
^^lo por el Pocito, f[ue toma su origen en la cordillera cen-
ia^
tai-
el
[4!ll^l
— 382 —
tral, por el m^royo del Chamizo y por el riaclmelo de
solera, prutluclo de hi iiniuii do Nudillales y el Palo. El
Pocito, á su vez, está formado por AguitUt Guayabal»
Cabuyal y Cedrito, que Iv alluyen por el lado izquierdo
Cedral y Chagualito, que lecaeu por el derecho.
El río Hají Lorenzo nace eu la Cimitarra, corre a
dente y se une con el Chamberí, como esta dicho. Losarrovoí
que lo enriquecen por el (lauco izquierdo í!íon de poca cowí
deración. ^M
En una de las raniiíicadones de la montaña ó colina dig
Perro, Huye el arroyo del I^do, que se junta con Aíaivá, y C!
la Soledad nace la quebrada Despensas, que forma el UstM
con Filadellia habita Maiviu fl
Salamina fué por mucho tiempo capital del Departameüfc
del Sur, hoyes cabecera de circuito y*de notaría, compuesta
de Salamina, Aguadas, Pacora y Aranzazu. ^á
El suelo de Salamina es de los más feraces y abunda«i
del Estado. Cusechan en él trigo en gran cantidad, arroz, ta
baco, cacao, maíz en mucha abundancia, judías, yuca, papa^
arracacha y caña de azúcar. Ea los patios y liuertos de la ciu
dad hay manzanos, granados, limoneros y naranjos que cre^
cen y fructilican con abundancia al lado del cíifé y déla caña
de aziicar.
El templo de ei?ia ciudad es unu de los más notables ^
hermosos del Estado; losedilicios, casi todos de tapias y lejaa,
son, sí no elegantes, bastante sólidoSi cómodos vaseadcis]
el plano sobre que se asienta l:i iMiblacion es dasigual y estre-
cho, y la fueide publica que hay en la mitad de su gracio^
plaza, es, después del templo, su más bello adorno*
Lo8 habitantes tie Salamina son sobrios, esencial monte
agricultoi*os, fuertes, rolmstos, aventajados cargueros; para
marchas y contramarchas en tiempos de conmociones politi*
cas, tienen apenas ^mno rivales ilígnos á sus hermauoíj di» la
ciudad de Marinilla.
Pol)laciún, 11.1 I61ial)itanks, — Latitud norte, 5* iS 2ií\ —
Longitud occidental, P vHí' iO,— Altura ^oJire el nivel dclmar^
— 383 ^
I .SIS metros, — TemporaUíra, 19*" — Límites : conlina al
norte con Pacora y Aguadas; al onciile con Pousilvaiiia; al
occidente con Nueva cara manta v i*I Esitadodel Cauca» v al sur
con Aranzaz.u.
I
Aranzazu. — liamóse este distrito el Sai*genlo, porque
en viaje hecho por el señor Juan do Dios Aranzazu, ron el fin
de coiioc<?r terrenos de su propiedad, halló en vi i>unto en ([ue
^í^tA hoy la cabecera del Distrito, á un íi^eñor Escobar llamado
^1 Sargento, por halterio jsidn del ejército del general José
Afo^ría Córdoba en la batalla del Santuario» Aquel su^ieto, sin
^l>i<2 se sepa por qué, haliía lijado allí su residencia y vivía en
*^^>i^plGto estado de aislamiento. Así como Neira, Sargento
**ec.ih¡ó después nombre especial para conservar la memoria
^^^ dos colomljianos distinguidos; el Sargento, la del señor
-^^"•íinzazu, y Neira, la del coronel Juan José Neira, guerrero
^í^t-i^lpc en nuestras contiendas nacionales.
Fué creado el Distrito por ley expedida en la ciudad de
■^ic:»negro, capital de la Provincia de Córdoba, en 1853, siendo
í^^^^sídente de la Asamblea el presbítero Valerio Antonio Ji-
^^f5nez, ascendiih* años después á la categoría de Obispo de
^iitioquia, y ( robernador de la misma Provincia el Dr. Anto-
^vri Mendoza.
Cuéntaüseentru los priinei'os fundadores, X'aleutín Sáncliez,
^^riuado del Hetiro, y José María Ocampo, Jesús Duque, Ne-
l>omucenu líamírez, José María y Joaquín Gójnez, éstos del
íiritiguo catü/ni de Marinilla.
El dcsarruUo de Ai'áuzazu ha sido lento por causa de
los continuos vaivenes políticos que han alterado su carrera
pacífica y de progreso, y acaso lambién por haber segregado
gran parto de su territorio para darlo al vecino distrito de
Filadellia, ocasionando esta segregación la cortedad presente
de su suelo, la poca variedad de sus climas y la reducción i le
sus producciones naturales.
El aspecto malerial del sitio en que demora la calní-^
cera, no es ventajoso, porque se halla sobre una planicie
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— 385 —
hay en el paraje denominado Alegrías, una plantación que
cuenta hasta cinco mil arbolillos de esta especie^ cuya produc-
ción ha sido recibida en los mercados extranjeros como ilc
tiuena calidad.
Las flores indígenas son numerosas y l>ellas, las frutas
silvestres, de exquisito gusto, y las condiciones higiénicas
*^xcel entes.
Benefician en Aranzazu cuatro salinas : tres, cerca del
^*^í> Honda, muy productivas, pero de sal amarga, aplicable
^ólo ala industria pecuaria^ y la otra de sal excelente para
'^ ííiesa, cerca del raudnl Muelas.
La base de rii¡ucza peculiar la tiene Aranzazu en la agri-
*^^Jtiira y en la cría do ganados vacuno y de cerda.
La mayor parte lIc los habitantes pertenece á la raza
^^^ica, y sobre todo son de costumbres morigeradas, y tan
^-^-^ risos de condición^ que en más de diez años no se ha iai-
^^«Jo ni seguido en este Distrito, una sola causa por homi-
En fenómenos naturales, mencionaremos ; una catarata
*^ la Honda, á la cual se calcula una altura de 150 metros, y
' ** ^"^-si de 400 en el Cliandjcrí.
Población, i. 354 habitantes. — Temperatura, áO**. —
^^nites : confina al norte con Salamina; alurienle con tía-
*>iina y Neira; al occidente con Filadelfia, y al sur con
M
isr
^iira.
Andes. — El principal fundador de este Distrito y el
*^Viiiuo á quien más debe su ti Lireci miento, e.-:* el Dr. Pedro
Ionio Restrepo Est^obar.
Uii indio Guaticamá, muerto hace poco en el distrito de
*^<Aes, de quien se dice haber vivido más de un !=v¡glo, refuría
^ hace mucho tiempo, que estando en un pueblo del CIimcó
^^ contar á su abuelo que del lado de acá de la cordillera
^ los Andes, habían establecido los españoles una gran
^^Udad poblada por blancos, ncy;ros é indios, en la cual
^^bía hasta cuarenta caballeros de golilla. Agregaba que la
^*Udad era muy rica, muy norecicnte y muy traficante; pero
í^e habiendo en cierta ocasión, cojnprado un indio á un
Comerciante una pieza de manta, intervino el cura ofreciendo
un precio mayor del convenido, y que había obtenido la pre-
388
ferencia ; que indignación los indios habían fabricado
balsa, lomado al cura y amarradole á ella con un racim*
plátanrjís ptjr cabecera y la Jiianta al lado; que hecha aqu
operación habían sollado la balsa, aguas abajo, por e
iniaediato lleno de corrientes, grandes rocas, remoline
cascadas, coa ei fin de que muriese por efecto de los gd
antes de ser ahogado, y que después de eso, temerosos
venganza de los blancos, habían degollado á muchos, iii
diado la ciudad, trasmontado la cordillera al occidente,
habían lijado en tierras del Chocó.
La leyenda anterior ha sido vul^u:ar en Autiocfuia d
hace muchos años para explicar el origen del nombre C^
manta, que fué realmente dado á la ciudad por su fund
el capitán Gómez Fernández en el año de 1537; pero aui
la versión sea ingeniosa, ella nada explica, porque he
visto en muchos historiadores, y niuy especiahnejite en d
mentos originales sacados de la colección de Muñoz,
desde el paso de Vailillu y desde 1510, época en
comenzó la incursión de I¡(>l>ledo, ya toda esa comarcoi
llamada Caramauta, y caramantas sus indios poblada
sin que se diga por qué. Ascliís son llamados en algí
ci'ónicas.
Empero, saliendo del campo de las ficciones, entrena
narrar algunos hechos liistóricos incf)ntrovertibles.
Desde la desaparición de \,\ ciudad de Caramanta,
existencia fué efímera, hasta el afio de 1830, todo ene ti
torio quedó desconocido para los haliitaiües ile Antioquia
el año indicado, el inilio Guaticamá, el mismo de quien ho
hablado» vivía en el pueblo del Chamí, en donde asesinó:
mujer para apoderarse de otra india. Ton el Un de escap
las persecuciones de la autoridad pasó la cordillera, y pcu
orillas del río San Juan descendió hasta un puntn que lli
la Bodega, diinde estableció una clincrii para vivir solaini
acompañado por su nueva c^jncubina.
Algún tiemjio después de esto, otros individuos
Chocó, siguiendo el mismo derrotero, llegaron al lugar
-^ 3tíí» —
pado por Guati cama; pero uno solo de ellos llamado Mariano,
quedó en aquel sitio para seguir amores clandestinos con
la india, pues los otros, dirigiéndose a la embocadura del río
Cártama, se embarcaron en una balsa y naufragaron en el
pviiito llamado Las Tres Piedras, Solamente dos de ellos
lograron palvarse, y lijaron su residencia en Titiribí.
En persecución de estos fuixilivíís, que parece eran
'e^Bclavos, vino del Chamí et l)r. Antonio Tascón, quien á su
í*egreso al Chocó llevó la halagadora noticia de las itigentes
fiqíiezas de las tierras que había recorrido, motivo por el
Ciual una corta inmigración de indios se verificó, y dio origen
^ un caserío en el punto llamado Gólgota; pero este movi-
liento fue parcial y de poca importancia.
En el afín de 1845, Marcos Tahares, acompañado por
algunos otros sugetos, descubrió, exploró y reconoció el río
^^n Juan y sus vertientes laterales, trayendo a noticia de
tocios la existencia de ricos minerales auríferos y de abun-
d^ntes fuentes saladas. Esta campana aumentó un tanto el
^casorio de Gólgota, que existió hasta 1853.
En aquel año, el Dr. Pedro Antonio líestrepo E., se retiró
^1 San Juan, por ser allí propietario de una gran cantidad de
leri^enos. Cautivado el espíritu riel l)r. Res trepo E. por la
'^pondcrable belleza de aquellas selvas centenarias, y por la
P^*of itsa iñqueza tnineral del suelo, resolvió dar principio á la
lunclaeión de un pueblo, y aplicar toda la fuerza de su in-
íiUetieia al prüntodesenvulvimientodetan numerosas riquezas
^^turales.
El dia 13 de marzo de 1852» hizo derribar el primer
^**ool en el centro del lugar ocupado hoy por la plaza del
bi
atrito, el compatriota de quien venimos hablando, y muy
P*^c<> después, á imitación suya, muchos habitantes del centro
^ !a provincia concurrieron con sus esfuerzos á erigir la
''^^blación y á fijarse en ella y en sus alrededores.
Con la protección y ayuda eficaz del fundador, esta loca-
^^^íid comenzó á tener cómodos edificios; sus bosques prin-
^'^piaron á ser descuajados, y los albores de una civilización
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— 391 —
La extensión ocupada por la población de que venimos
tratando, es acaso una do las más abruptas y enmarai^adas
rfeJ Estado de Antioquia. La gran cordillera occidental de los
Andes lo limita por uno de sus lados, ofreciendu puntos
culminantes que ascienden á 3,000 y más metros sobre el
nivel del mar, tales como el de Parafuillo y San Fernando.
Oe aquella masa colosal se desprenden varios estribos en
diversas direcciones, y de ellos fuertes y contrafuertes que
F^^V' su disposición hacen un laberinto en que difícilmente se
Pi-it3de tomar orientación. Todas estas montañas están ínti-
Ií^^O-montc relacionadas, y separadas apenas por el curso de
I -'^^Wtjierosos torrentes metidos en profunrlas cañadas, sin que
*^ ofrezca un valle de regular extensión.
Mas á pesar de esa peculiaridad orogralica, el sistema de
^?"iaas que riega el Distrito es bastante fácil para sor descrito
^ ^^^^mprendido. El río San Juan, la principal y mas caudalosa
"^^^X^riente, nace del Paramiílo, y con dirección const:mte de
y*^á norte deposita sus aguas en el Cauca y sirve de rccep-
^^^^^iilo á todos los que caen de uno y «Jtro lado, tanto del
^^^^^idente como del oriente. Del primero recibe á Santa líita,
^''^ apárrala, Tapartó y, Guadualejo, con más los torrentes
^uta Bárbara, Cedrona y Chaparralito* Del otro, sus
^^Ueafes principales son el Dojurgo y el Salado, agregando
^^ riachuelos Cristalina, San Antonio, San^ Bartolo, Don
*^Vier, Cañavérala y la Ciudad,
Ivl curso del río San Juan es sumamente precipitado,
*^>petuosa su corriente, y su cauce colmado por grandes frag-
^^^ntos rocallosos*
Como fácilmente podrá deducirse ile lo dicho, la tempe-
^*^lura es sumamente variada en los diversos sitios. El frai-
P^Jón anuncia en las alturas el máximo de frío, y el cacao en
^^55 partes bajas, el máximo de cali*r. En escala graduid
\ ^^mbia la lujosa vegetación de Andes, ostentando los pri-
*^ores de una flora engalanada por el guayacán y las
limosas, por el cedro y el roble, pop los musgos y las pará-
sitas.
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^'""^nia^es*^-^'^''
i^'^^^""? 'oV' qv.c e^^^^,,, veneno. . ^^^ ,, .
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pnr todas partes, en íntimo cnncierto cnn l:i naturaleza pri-
mitivíi, levantan y engrandecen el paisaje fie una manera
impoiulerahle.
Fuera de los numerosos objetos de oro y piedra sacados
(lelos tosoros indígenas, y sin contarlos de cerámica hallados
en los mismos sepulcros, así conií) tanit)ien las curiosidades
*U'qiieolng¡ras extraídas del campo en que fué la Ciudad, tiene
eldislrito de Árales, como particularidad getilógica, el alto de
San Ft^i'uandi), para recomendar el cual transcriljimos á la
'c'tra los expresiones del Sr. Félix María líestrepo.
t El punto más elevado de la cordillera occidental en el
• t)¡slrito es el alto ríe San Fernando. Desde su cumbre se
* <Íomina un paisaje inmenso, se ve todo el gran territorio del
C/i(H*6, todoel Estadí) de Antioquia y parte tle los del Cauca,
TcMima, Cundinamarca, Santander y Bolívar. Es ciuio:,a
Una observación : en ese panorama se distingue la cuarta
pnrte del EslaJo de Antioquia perfectamente cultivada,
ílcna de labranzas, de aberturas, caseríos, pueblos y ciu-
tlades, testimonio patente de la gran fuerza empleada para
.Vencer obstáculos colosales y procurar una vida civil acó-
lliodatla á las diversas exigencias de un pueblo activo, em-
lirentledíjr y valiente, »
Hacia la parte sur del Distrito, sobre las vertientes del
^*ío ,San Juan, existen los pobres restos de una parcialidad de
^^dígenas de origen caramanta. Están estos infelices america-
nos en una especie de limbo en asuntos de civilización : bárlía-
^os á meilias, y á medias civilizados. Concurren con alguna
li'ecuencia a la cabecera del Distrito, á la que llegan también
^ile vez en cuando algunris naturales del Chamí, pueblo situado
a! respaldo de !a cordillera en la parte alta del río Andágucda,
tributario del Atrato, río tan ponfleradoen los libros antiguos
por su i)tu*lentosa riqueza aurífera.
Los indios caramanías y los chamíes mantienen algunas
relaciones de amistail y de tráíico, y conservan aiin la cos-
tumbre de envenenar la punta de los virotes de las cerliatanas
que usan parala caza, con el sudor de un baetraciano, ranita
— 394 ^
de un color amarillo do oro que cojeii en los lugares hume-
dos de sus bosques, y que preparan sometiendo el animal,
un calor Ionio, ensartado en un pequeño madero. Este venen?
de origen animal, muy dií^tinto del curare y del veneno de
palo, extraídos el primero de un bejuco, y el segundo de la_
corteza de un árbol perteneciente á la familia de los eulorbc
ceas, es el de que se servían y se sir\^en para sus gueiTas
y cacerías • ~
Por observaciones personales, sabemos do ima maner
positiva que este veneno extiíigue la vida, comenzando jior
paralizar los nervios motores del tren posterior medular, y
ascendiendo cnn rapidez hasta producir el mismo efeclo sobre
el neumogástrico. Con excepción de la amputación de la parte
herida 6 de la cauterización por el fuego, antes de q\
el veneno haya penetrado en el torrente circulatorio,
sabeniDS que exisla medio alguno que pueda tít^rvir cor
antídoto para contener las pertubaciones orgánicas de
agente, n¡ para evitar la muerte rápida y segura que prt
duce.
Tiene Andes las fracciones siguientes : La Ciudad, lioíí^
cjtie, Tapartó ó Taparadó, l*ueblo, Santa Bárbara^ Santa Hila
y Quebradaarriba, caseríos i>or lo general de poca sitrnit^
cación.
Población, r*. 899 habitantes. — Temperatura, 21". — Lím
tes : confuía al norte con Bolívar ; al oriente con Jericó, Támesi
Valparaíso y Jarrh'n; al occidente con el Estado del Cauca,]
al Bur con el mismo Estado.
Jardín. — Dos riachuelos nacidos en la cordillera
dental de los Andes, conocidos el uno con el nombre
Salado y el otro con el de Volcán, juntan sus aguas al píe
un plano inclinado, y después de unir?^e estas dos HmpiaB
cristalinas agua?», corren por algún trecho con el nombre de
Jardín para entrar luego en el río Docatu, que desde aqu^
punto recibo el nombre de San Juan.
Sobre el gracioso y lindo plano indicado está construid
- 395 —
la población ilol Jardín, cuya existencia coiuu entidad política
data del afuj do 1872,
El plano de ella fué delineado por el inteligente
presbítero José María Gómez Ángel, cura al presente de la
capital del Estado, y el terreno sobre el cual hq asienta el lugar,
consta de treinta hectáreas cuadradas, rlonadas por el ciuda-
dano Indalecio Peláez. Tal terreno se halla dotado do venta-
josas condiciones para su prosperidad futura, í=íÍ bien es cierto
lüe la ciiTunstancia de pertenecer los que Jo rodean á un
s^Io tlueilo, ha sido causa de que los vecinos, no siendo
Pí'opietarios, se hayan visld incapaces de desenvolver su
Prosperidad.
La temperatura del Jardín es iría, agradable y suma-
^^nte propia para la conservación de excelente salud. Los
^'ííredíidores son amenos, risueilos, y presentan paisajes de
«^pecto encantador. Las calles del Distrito están tiradas á
*^>^ciel, bien dispuestas; pero la mayor parte de las casas son
P^jizíxs y de aspecto pobre*
líl t>istrito puede comunicarse con Anrles, Valparaíso,
iíuevíicaramanta y, por cima de la cordillera, con fera-
^^^irrios terrenos y con el rico valle de iíisaralda. Podría
tainl^i^^ tener un camino que permitiese ir en pocas
j'^^'^ria.das a la connuencia del Andágueda con el Atrato»
píiru. navegar después este ríi) liasta las aguas tlel mar
Población, 5.06*2 habitantes, — Límites : confina al norte
^'^^^ ^\ndes; al oriente con Nuevacaramanta; al occidente otra
^^^ Con Andes, y al sur con el Estado del Cauca.
Bolívar. — A poca distancia del último farallón de los del
^^•^ra, con ligci^a inclinación al sur, esta situada la cabecera
* ^^ distriti) de Bolívar^ postrera población antioquena al occi-
^^*>le, limítrofe ctm el municipio del Atrato pertenecioale al
^^tado soberano del Cauca.
Bolívar fué erigido en distrito por una ley expedida
^^ año de 1861; se le suprimió luego por otra, y por otra
39G
rada
se tornó á darle existencia civil y política poco
después.
Para tanla juventud, ó si putliéramos liablar figurada
mente, para tanta niñez, esta colonia antioquefia liaprosper^
con sorprendente velocidad. Asentada su cabecera sobr(
margen iztfuierda del río de su nombre, con aguas abundant
con galana vegetación, con temperatura, si bien elevada in
sufocante, y crrn alrededores pintorescos, es lioy uno de la
establecimientos más importantes del Estado, por su bcllü
esencial y por las ventajas i|üe promete para su adela|
miento ulterior.
La plaza de este poblado es grande, bien nivelada, y
n ideada por muy reirulares edificios; las calles son rectas, <
pedradas algunas, colladas en ángulo recto y bien ventila
las casas son modestas en su apariencia, fie tapias y teja
su mayor número, cómodas en su inteiior, l>lanqueadasj
cal y, aunque sin lujo ni ostentación, jauleras al estilo,
landos.
Los habitantes del Distrito son altivos, audaces en
empresas, visten con sencillez y decencia; y salvo la pro¡
sión de algunos á tomar licores espirituosos, cáncer cor
que corroe la mayor parte de las poblaciones antioqueñí
puede decir que esa masa ilehnmbreses honrada, lalioil
y recomendable.
En cuanto al sistema hidro^n^áficf» y al orogr
creemos poder hacerlo cojnjirender con las indicacioneiá
gu ¡entes : al frente del poblado y hacia el occidente haj
boquerón recorrido por el riachuelo Lucía ó Luisa, y ]
mismo lugar va el camino que conduce á la pequeña poblad^
del Carmen, perteneciente al Estado del Cauca. I^a Luis
une al río Hnlívar, el cual nace arriba del Vallecito
unirse más abajo con el Farallón, que formado en su princig¿
¡uiv los tolérenles Sucre y Cascada, corre con el nombre
cado hasta mezclar sus aguas con el Bolívar en Tebaida ó <
padero. Dr ese punto en adelante sigue con el nombro
Ijolívar y derrama sus aguas al San Juan, por la orilll
ÍB9M
icigj
ro^
— mi —
iiquíerda. El Pedral nac-e en el Farallón y Uesas:iia en el
Saa Juan por el mismo lado que el anterior, siendo de no-
je mientras el primero, es decir, el Bolívar ixscibe los
loriantes Linda, Monos ó Santa Isabel, Luisa, Nieve> Manza-
nillo, Carmina y San Miguel, el oti'o apenas recibe como im-
portante el riachuelo Beatriz por su flanco izquierdo.
Como es natural, para completar esta disposiciun geográ-
fica, entre el río Bolívar v el Farallón liav un estribo de cor-
dillera, y entre el primero y el Barroso perteneciente al dis-
fa*ito de Concordia, hay otros estribos en que toman nacimiento
I Jas fuentes que los alimentan. Llamanse estos estribas Cor-
ita el primero, y Vallecito el segundo.
Los terrenos comprendidos en la parte anti( tqueña cuya
ií3oiioñua acabamos de describir, son sumamente feraces, y
>^iito lü son, que grandes trechos hay de ellos que conq)nrUui
*íeii ta competencia que se quisiera hacerles al conqíararlos
^<->n ikibaneta en el distrito de Envigado. Por lo dicho y por
gozar de temperaturas diversas, las producciones tamldén
[ lo son, y por eso, t;nti reconocidas ventajas, cultivan en aquel
^^«lo, cacao, tabaco, maíz, yuca, arracacha, papa, linaza,
<^eljada, café, frísoles, caña de azúcar, arroz etc., etc.; y
'filtre las maderas de producción espontanea, las hay apre-
•^iíibles Y en gran número : comino, quimulá, barcino, cedro,
«^aunce, avinge, tliomale, granadillt», nogal, roble, qüiuas» y
*^*Utremezcladas c ai todr» esto, bellísimas llores üi'quidáeeas,
^^'^gos, liqúenes y heléchos.
Respecto al reino aniíiiíd, nu liay eii Boh'var lo que
Pediera llamarse propiamente lieras, á no ser que exceptue-
^^^ uno que otro jaguar que se presenta rara vez en las
riberas del Cauca ó en la parte baja del Bulívar. Animales
doinésticoá sí prosperan y se multiplican, basta el punto de
ÍUe los bolivarenses, más que de laindustria minera, obtienen
tina relativa riqueza y una positiva comodidad de la inilustria
pecuaria.
Desde lo alto de los Farallones se domina un gran
paisaje, y esas elevadas crestas, arrogantes y magiu'íicas por
— 400 ^
El mayor inconveniente con que se ha tropezado para
fundación de Jericó, ha consistido en lo deleznable del terrc
y en la falta de niateriales de construcción projjios y sólida
La arcilla no se presta para la fabricación convenieate de tejas
y ladrillos, y la arena y la tierra para estucos ordinarios alca^u^
zan subido precio.
Arruinado el primer templo pajizo, fué reemplazado
otro de tapias y tejas que bien pronto fue destruido. Al p^
senté se edifica uno de grandes proporciones, cuyn costo
deünitivü será de suma consideración, sin (jue por esto tlejej
llevarse á término, pues ante el entusiasmo religioso de
poblaciones antioqueñas, todo se allana.
Jericó vive de la industria pecuaria y de la agricultura, y
es sin duda alguna uno de los pueblos más ricos, más indiM
triosos y más prósperos del Estado, Actualmente está en fli
de construcción un puente sobre el Cauca, para poner en fa
comunicación el Distrito con la capital y con otros uiuci
pueblos de la parte central del Estado.
El gremio agrícola produce en abundancia maí/., fi
les, yucas, arracachas, plátanos, panela, papas, tabaco, ca
trigo, café etc., etc; mas la ganadería en grande escala ea]
principal industria. Para el desenvolvimiento de ella li
extensas praderas cultivadas en la tierra caliente, empleíi^
especialmente para cebo, y nutritivíjs pastos naturales e
parte fría, destinados á la crianza y reproducción activa de 1 »
ganados.
La pro[ncdad raíz no está concentratla en Jjericó, lUW
por el conlrario, la mayui* partt* ile sus vecinos son má
menos propietarios. Uno de los principales artículos ite
comercio consiste en la transportación y venía de la madera
comino, sumamente lina y aliundante en sus bosques y ar^ep-
tada con entusiasnií) en Medellín para la construcción de
ediücios y para la fabricación ile lujosos muebles. MucIk»
de lo (|ue hemos dicho con relación al distrito de Aiulre»
puede ser aplicado al ilo Juricó, por cuanto su si&peclo
físico, la índole de sus habitantes, la analogía de hub pro*
— 401 —
ducciones y otras circunstancias loa han hecho andar á un
mismo paso,
. El río Frío, que tiene su origen en la cordillera de la
Pítócua, da sus aguas al Cártama, y reunido con ésto entra en
d Cauca después de haber regado parte del Distrito, Este río
corta el camino que de la cabecera del Departamento conduce
áTámesis, en uu jmnto llamado Puente de Tierra. El Puente
de Tierra es un fenómeno geol(3gico muy importante : las
'^as corren poruña especie de tubo subterráneo de trescien-
tos metros, cubierto por enormes trozos de rocas, Al pasar por
^^cima sin ver la corriente, se oye un ruido semejante al de
^^a íüriosa tempestad, y si se observa hacia el punto de salida,
^■' €?spectador se conmueve con la estrepitosa rapidez que en
^^^opellados borbotones y en tumultuosas cascadas se ofrecen
^ ^u contemplación. Las aguas que forman este río son los
^^reiites Venado, Candelaria, Minas, Manzanares, Palmicbala,
-^or^vadero, Tacón, Castrillón, San Agustín, Los Toros,
^^adora y Puentes.
El río Piedras, como el río Frío, nace también del alto de
1 7 7
^ F*ascua y se derrama en el Cauca como á trescientos metros
^^iba del paso de las Piedras, en el camino que lleva de Fre-
^^íliaá Jericó. Forman el Piedras los torrentes Santamaría,
^Jai% Borrachero, Volcán, Colorada, Estrella, Quebradona,
'*^jí?j Leona y Palenque. Los torrentes Soledad, Cruces, Ser-
^tia y Armenia caen separadamente al Cauca,
Al río San Juan, por el lado de Jericó, afluyen el riacliuelo
^*l<^ncio y el río Mulato, separado este último del San Juan
El P^^i* la cordillera del Barcino.
P Población, 11.5Ü3 liabitantes.— Latitud norte, 6" 3' 35".
LÍ Longitud occidental, 1" 1 1' áC — Altura sobre el nivel del
W\ mar, 2.070 metros. — Temperatura, 18\ — Límites : confina
^1 norte con Fredonia; al orienté con Sabaletas ; al occidente
^^íi BijhVar, y al sur con Tdniesis.
Nuevacaramanta. — Llamóse al principio Sepulturas,
^ííi duda por los muchos sepulcros de los indios pobladores
m
ele la n
Llámasele ahora Nuevacaramanta, en con^
miMnoración y reemplazo de la Camaranta Iradicional de que
hablamos al trazar la hisloria de Andes.
Hasta el año de 183G, parte de los terrenos de esto Dis-
trito pertenecieron a los Señores Gabriel Echcverri, Juan
Uribe y Juan y Alejo Santamaría, quienes generosamente los
cedieron para la fundación de una nueva parroquia, como se
decía entonces. El Distrito quedó delinitivamentc establecido
en I8i2.
Al iniciar los trabajos de fundación, fueron primeros con-
lui rentes, como obreros activos, unos señores Vargas, Gómez,
Obandos, Osorios, Orlices, López y Ossas, cuyas familias,
multiplicadas de una manera admirable, constituyen hoy la
gran mayoría del vecindario.
Hacia el extremo sur corre el río Arquía cuyo desagüe
tiene lugar en El Cauca, entre los antiguos pasos de Ifufú y
la Cana. Corre este río do sudoeste á nordeste y tiene su na-*.
cimiento en Portachuelo, al pie de unos cerros llamadas I
Mellizos.
De la Cana, siguiendo el curso del río Cauca por la band^
occidental bástala desembocadura del riachuelo Bequedo, lími
con Valparaíso, riachuelo arriba hasta el Triste en el camii^^
quedo la población de Nucvacaramanta gira para el pueiiocte^
este nombre, y del nacimiento fiel Triste al alto del Anime-,
de allí al río Conde, de este al riacivulo llamado Penosa, y poi
éste arriba hasta los cerros de los Mellizos, se completa la-
línea de circunscripción de Nucvacaramanta,
Dos ríos sirven de límite al Distrito : el Ar(|uía, deqoí?
ya hemos halilado, y el Conde, que tiene sus nacimier!
al pie de los cerros de los Mrlb'zos. El caudal do las aguaí- 4
de éste es poco más ó menos igual al del primero, y corre er»--^
dirección sur-sudeste hasta juntarse con el Cártama [km
antes de caer en el Cauca.
La montaña más elevada del Distrito es la que separa
Estado de el del Cauca, llamada en una parte Portachuelo, e\
I otra los Mellizos, y por Un Santa Isabel
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— 405 —
en las partes cercanas al Cauca y al Cártama, donde están aim
¡cubiertos por bosques ricos en finísimas maderas. El resto es
quebrado y está constituido por ramificaciones orientales de
la gran cordillera occidental de los Andes colombianos.
Los estribos más notables son : La Torre, ramal de la
cordillera del Citará, desprendida cerca del cerro de Cara-
manta, con dirección primero de surá norte , con inclinación
> después al nordeste, para terminar cerca do la unión de los
ríos Piedras y Cauca.
De la ramificación anterior se desprenden : los Mellizos,
que separan las aguas de los ríos Conde y Cártama; el Burro,
que sigue al nordeste por entre las corrientes de los ríos Claro
y Cártama; Buenavistay la Virgen, que toman idéntica direc*
cióíi, presentándose en estas masas moníaíiosas las notables
^ elevaciones de Tacón y la Torre.
B También pertenece áTámesis, en parte, la cordillera 11a-
^^a del Jardín, entre estos dos Distritos.
De las montañas que acabamos de mencionar, nacen va-
**^^s corrientes de agua tributnrias todas ellas del río Cauca.
^^^ más notable es la del río Cártama, que tiene sus vertientes
^r^ lí\ cordillera del J;u^dín, que corre de sudoeste á nordeste y
^Pt^sagua en el Cauca como á 2 kilómetros al norte del
P^*erto de Caramanta. Forman el caudal de este río las aguas
^^^ Conde por la derecha, constituido el mismo por los torren*
^^ Obispo y Soledad. Por la orilla izquierda le caen el río
^*^ro, alimentado por los riochuelos Támesis, San Antonio,
^^^bradanegra y la Peinada; líiofrío constituido por la Sona-
^P^^*a, la Sestillala, la Lora y San Isidro, Desagua también en
^^^ Cártama, la Virgen, nacido en la Mama. Riofrío vierte de
^^cón, es manso al principio, sumamente impetuoso en su
Í^t'te media é inferior, donde corre por entre enormes preci-
icios.
Se dice que hay en el disfrito de Támesis grandes rocas
^tx grabados que representan figuras humanas, obras atri-
buidas á los habitantes primitivos, pero están ya tan confusas
que con dificultad pueden ser percibidas.
— 40fi —
Dada la fisonomía física de Támesis, es fácil concebir •
la temperatura media varía ea ra/.ua de la elevación sol;
el mar^ de cada punto en que se la considere. Ardentísima
las vegas del Cauca y del Cártama, es de un frío rígido en
grandes alturas.
La voriación del clima, nacida de la observación quo M
hamos de hacer, implica también una gran diversidail on
productos naturales. Hay, por tanto : ganados vacuno y
cerda en abundancia, mular y caballar, el suficiente para sat
facer las necesidades de los vecinoí? . Entro los cuadrúpe-
dos salvajes, hay osos, jaguares, dantas, guaguas, arms
líos, tatabros, zahínos, ciervos, martejas, ardillas, conejl
raposas y ratones* En aves las hay de galanísimu plumaje
de armonioso cantar, entre las cuoles campan el pájaro-mofi:
los gallos de peñasco, los turpiales, los toches y los cuc
cheros. Hay peces, aunque no en mucha abundancia ni<
gran tamaño, en el río Cártama y en la parte correspondic
del Cauca; escasos reptiles y un enjambre incalculable
insrctos, especialmente en los puntos en que el calor os alt
la vegetación abundante.
Los vegetales cultivados con especialidad son : maíz, ta
co, yuca, papa, frísoles, cafe, caña de aziicar, cAcaoy ak
hortalizas.
La producción del maíz, do la panela y del tabaco me
cen llamar la atención, porque además del consumo intel
hay un sobrante que se envía para Nuevacaramanta,
paraíso y Santa Bárbara. El café es conducido á la capital
Eslaflo.
Tiene Támesis numerosas y ricas minas de oro y de pll
pero la mayor parte de ellas no están en explotación.
La industria agrícola, pro|)iamenle dicha, y la jieci;
forman la base de subsistencia del Distiito. Sus relacione
tráfico se mantienen con Marmato, Nuevacaramanta, Jei
Valparaíso, Santa Bárbara y Medehín.
Todavía predomina un poco onel lugar la raza indíp
pero la blanca, si bien escasamente, está representada por j
— 407 —
tipo especial. Los mestizos formaa ia masa general de la po-
blación.
Sise exceptúan el vicio del juego, un poco generalizado, y
la pasión política, muy exaltada, se puedo afirmar en tesis*
general que las costumbres do los habitantes del Distrito se
í^nservan puras.
El poder es ejercido por un Corregidor, juez y presíden-
oste de la Corporación municipaK
^f Población, 5.471 habitantes. — Temperatura, 21*. —
I L/nii tes ; confina al norte con JeriaS y Fredonia; al oriente con
I «^í^uta Bárbara; al occidente conJericó, y al sur con Valpa-
I íaíso.
^^ Valparaíso. — Este Distrito se fundó el 8de mayo delSüU ;
y f u^oron donadores del terreno en que seoscuentrala calK?cera,
^^ P i^esbílero Josó María Montoya y los señores Baltasar Vélez,
^^o seceos, Francisco Osa y Cristóbal y Tomas Uribe Toro. Estos
'^s^Hnios señores hicieron donación de un gran pedazo deterre-
^^ fsn beneficio de ia Escuela que debía ser establecida para
^^ fíducación á los niños.
Las familias pobladoras de Valparaíso traen su origen de
'^^Hison, Fredonia, Santa Bártora, Nuevacaramanta, Pacora,
*^^jorral, de algunos pueblos del Estado del Cauca, y han
^'*ido aumentándose con otros antioqucños.
El desaroilo de este Distrito ha sido un poco lento, porque
"^^ Vecinos han tenido que luchar cuntíalos obstáculos opues-
^^H pQi» la selva virgen, y por lo enfermizo do las locaHdadesar-
^'^titos del territorio.
La cabecera está situada en una explanada aurífcm,
^^^ domina un hermoso horizonte, y al pie de un alto llama-
^^^0 Potrerillo. El centro del lugar y sus alrededores son
^Uos y provistos do pequeñas y bien mantenidas dchesaíi
^t*a la cría y cebo de ganados*
El suelo es fértil en general, pero presenta aún
"^"^sques incultos. La superílcie del terreno ofrece el aspecto
^*i un plana ligeramente inclinado con leves inflexiones Iiaciíi
— 408 —
el nortCj y con una pendiente rápida y hondas depresionc
hacia el sur. Escasos manantiales lo proveen de agua en I^
parte central, pero sus ríos y raudales hacia los contoraos
son ricos y copiosos.
Un ramal de la cordillera central de los Andes colomBli
nos, desprendido hacia el oriente del cerro de Caramanta^
toca el confín meridional del territorio, un poco más adulante
del Anime. En este punto la montaña se subdivide, y merece
especial mención el estribo que corre hacia el norte, sobre
el cual está el camino que desde de la capital del Estado esta-
blece communicación con el vecino del Cauca por la banda
occidental.
Las alturas más notables de esta montañuela, que
puede llamarse, son el alto del Obispo y el de Potreríllo.
Hacia el oriente y el norte del Distrito, se halla la sección
correspondiente del fértil valle del río Cauca, y hacia ol oc
dente, en la parte alta, las quiebras recoridas por los ríe
Conde y Cártama. El último, en la parte inmediata á su de
embocadura en el Cauca, tiene hermosas vegas cubiertas
su mayor parte de dehesas bien cultivadas.
Esta regado el Distrito por el río Cauca hacia el oriente^
desde la boca del riachuelo Bequedo hasta la del río Cart
ma. El riachuelo Bequedo tiene su origen en el alto del Anii
corre liacia el oriente y forma el límite de este Distrito con *
de Nuevacaramanta* El riaclmelo Palmichal nace en el al^
de Potrerillo, pasa por el flanco derecho de la población y de
emboca en el Cauca frente a la fracción de Arma. El Sabalc
tas tiene sus fuentes primitivas en el mismo sitio que el ant
rior, corre en dirección al nordeste, y desagua en el Cauca
lado sur de dos cerritos sumamente curiosos por su forr
llamados los Farallones. El río Conde desciende de las altur
de los Mellizos. Corre este río por un cauc4) tortuoso y prc
pitado, primero hacia el orienl<^ y después hacia el norte,
mentado su caudal con otros manantiales. Del cerro
Obispo, fluye el riachuelo del mismo nombre, tributario
)nde, f'uyu curso está en tierras drl Distrito, desde i
— 409 —
en donde lo parte el camino que de Támesis condiico á Nueva
Caramaiita, hasta su reunión con el Cártama. Las avenidas de
este río son enormes y peligrosas, aunque en tiempo seco la
cantidad de agua que lleva sea de poca consideración.
La región baja de Valparaíso cercana al Cauca está cu-
bierta por bosques sombríos y por dehesas para la manuten-
ción de los ganados. En la parta alta, quo rivaliza en, feraci-
dad á la anterior, la vegetación es un poco más lenta en su
*^ecimiento por causa de la temperatura, que es bastante
fría.
Hay abundancia en este Distrito de maderas propias para
la eít>anistería y para las construcciones urbanas, y entre ellas
sobr*c:salen el algarrobo, el guayacán, el cedro, el nogal, el
^^^í^ino, el roble, el avinge y el quimulá. Además, como
^í^bolcs silvestres, hay el madroñero, el cañafístula, el maqueii-
'í^^, palmeras variadas y elegantes etc., etc. Hay también en
"^^"^rsos parajes zarzaparrilla, vainilla, árboles frutales y
"^^ohas hortalizas.
El reino mineral, aunque poco explorado, se anuncia
rico en esta parte del Estado. Las arenas del Cauca ruedan
i^e^cladas con pajillas de oro, y á su extracción se aplican en
*^ estación seca muchos pobres trabajadores, quienes alcan-
^^*^ á vivir holgadamente con el producto de sus tareas* En
^^ alrededores de la población los aluviones han producido
^^*niantes rcdimientos, y en cuanto á vetas de oro y plata au-
^*iei*a, hay varias en incipiente explotación que prometen
^^nos resultados. La vecindad de este territorio a los opvi-
^^tos minerales de Echandía, Marmato, Supla etc., es una
^^*"antía de indudaljle riqueza. Además de los metales precio-
^^^ mencionados, hay depósitos de carbón de piedra, yeso y
^* carbonatada, pero liasta ahora no se benefician.
Son elaboradas como fuentes saladas para la extracción
^^^ cloruro de sodio, las de Barbudo y Montenegro. Los pro-
^^^tos extraídos son de excelente calidad, pero reducidos á
^Usa de lo mezquino y pobre de las explotaciones» En la
^'^lina del Barbudo, liay grabados sobre piedras algunos
— 410 —
jeroglíficos indígenas, y existen otras r
como manifestación clara de que los indio:
jaban aquellas aguas.
La agricultura está sumamente atrasa
en cultivos de maíz, frísoles, caña de azi
arroz, plátanos y varias gramíneas para 1
dado de éstos es la industria predilecta de
Distrito.
Las vías de communicación son en ge
norte conduce á los distritos de Santa Bar
de oriente al distrito de Aguadas; la del
Cauca, y la de Occidente á Jcricó.
El Distrito tiene varias fracciones; per
digna de mención, por ser la sola que est
un Inspector de policía.
Población, 2.870 habitantes. — Tei
Límites : confina al norte con Támcsi
Aguadas ; al occidente con Andes, y al í
manta.
— 411 —
RESUxMEN DE LA POBLACIÓN
CLASIFICACIÓN POR EDADES, ESTADOS Y PROFESIONES
I
Menores de un año. .
$e i á 7 años
Do 7 á 21 id
De 21 á 50 id
De 50 á 70 id. . , . .
ge 70 á 100 id. . , .
«ayores de 100 id. .
Hombres y mujeres
Id.
Id.
Id.
Id.
Id.
Id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
14.075
103,339
156,370
155,845
5,00^2
06
463,667
II
^olteros.
jasados.
Viudos.
Hombres y mujercí'.
Id. id. . .
Id. id. . .
3itM;',)7
1-2 i, 31)1
19,5VJ
463,667
ni
*nfantes sin oficio.
^Wi picados
Quitares
Y*^"^istros del culto.
*<el tediosos
institutores
* «"opieiurios
V'^PUalistas
:>«<ricultores
maderos,
"ñeros.
VI
í^^scarjores.
O^^^'^^canteq
Vr:.'^^í*ciantes
A;;?j;^ros
AÍt'¿^^^4^«
I^orJ?* filtradores domesticas.
loJi'^os
Li?^»»iero8
fe3tt;"^t09
^¡^•^.^lantes
V¿^ Jf^^ntes
^ rematados
^iduos salvaj
Hombres y mujeres
Id. id.
Id
Id
Id.
Id.
Id.
Id.
Id.
Id.
Id.
Id.
Id.
Id.
Id.
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Id.
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id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
id.
1-25,310
870
794
224
^•20
553
958
61)
110.342
673
1 3,9-2 i
95
485
0,383
1-26
•2,156
17-2
21,9i»8
1 -28,63'.
209
150
13
4
30,733
18,692
693
390
163,667
es en todo el Estado 1,220
Suma total 464,887
CAPITULO UNDÉCIMO
Gobierno
Administración
'^naíderacídíi general. — Poder Legislativo. — Poder Ejecutivo, —
Secretaria de Gobierno y Guerra. — Régimen polUico y muni'
cipaL — Orden imblico. — Elecciones. — Imprentas. — Consejo
del Estado. — Esiadistica. — Establecinüenios de castigo* —
Casas de bene/icencia. -^Secretaría de Hacienda \j Fomento. —
Rentas ij gastos, — Tribunal de cuentas. — Propiedades del
Estado, — Deuda pública. — Mí/kís. — Tierras baldías. —
Cuenta general del presupuesto y del Tesoro. — Escuela de Arles
y Oficios,— Empresas públicas. — Casa de Moneda. — Lineas
telegráficas, — Poder Jadicial. — Juzgados de Circuiío. —
Juzgados de Distrito. —Procedimiento.-^ Ministerio público.
— Jurado. — Policía, — Notarías.
Consideración general. — El Estado Soberano de Antio-
^X^ia es parto iiitegraiite de la líepúljlicadc los Estados Unidos
^^ Colombia. Se halla ligado á los demás Estados y está some-
tido á la autoridad del Gobierno Federal, según lo estatuido
í*Or los artículos 1" v 17' de la Constilucíón uacionaU
El Gobierno del Estado Soberano de Antioquia ha sido
establecido conforme a loí? principios republicanos; es, por
tanto, popular, electivo, representativo, alternativo y respon-
sable.
El Gobierno del Estado ejerce su acción bajo tres formas
distintas que se denominan poderes, y son :
— 414 ^
El Poder Legislativo;
El Poder Ejecutivo;
El Poder Judicial.
Poder Legislativo. — El Poder Legislativo se compone
de treinta y siete diputados que son nombrados por elccci
popular, y que reunidos en junta se denominan Asambl
Legislativa (1).
La Asamblea 80 reúne ordinariamente cada dos año^, el
día 1° de octubre, dura en sesiones ordinarias cuarenta días,
prorogables por veinte mas, y en sesiones extraordinarias,
por el tiempo que sea indispensable y á virtud de convocación
del Poder Ejecutivo, El período de duración de los Diputad
en 8U empleo es dedos años.
La Asaml)lea Legislativa, tanto para las sesiones ordini
rias como para las extraordinarias, tiene un Presiden
nombrado por mayoría absoluta. Las faltas accidentales d
Presidente las llena uno de los Viccpix)sidentes, nombrad
del mismo modo que aquél, y en defecto de éstos, nnn de 1
Diputados, según el orden alfabético de los apellidos
mismo modo quo el Presidente, nombra la Asamblea un Sec
tario; pero éste sólo dura por clliempo do las sesionen
las cuales se le nombra, y por el necesario, después de teri
nadas, para poner en orden el arcliivo que ba estado á
c4^rgo. El Secretario hace el nombramiento de un oíicial mayo!
do cuatro escribientes y de un portero.
El Presidente de la Asamblea recibe la promesa oonstit
cional y da posesión de sus empleos al Presidente del Estad
á los Diputados, al Secretario y á los otros oficiales, autori;
con su íirma todos los actos legislativos, mantiene ol orde;
en las sesiones y cuida de quo se cumpla el reglamento.
El Secretario autorixa con su íirma todos los actos ex»^*
didos por la Asamblea; es órgano do comunicación de la L
1
(t) En eonformidnd con ol nuevo eonao, el niimoro de Dtpatiidos do I
iiuifionUr prfjporcioiíalroenlr.
poración con la mayor parte de los empleados; os el encar^'ado
yresponí^able de los libros, expedientes, solicitufles, proyec-
tos ctCM quo entran á la Asamblea, y tiene el deber do cum-
plir y hacer que sus subalternos cumplan las disposiciones
reglamentarias, y asimismo el de dar cuantos informes se le
pidan por el Presidente ó por los Diputados, y el de llevar en el
libro de actas, la historia verdadera de lo que pasa en las
sesiones.
Son atribuciones principales de la Asamblea Legislativa :
Calificar la elección do sus miembros;
Ejercer la soberanía del Estado por medio do leyes, decre-
tos y resoluciones ;
Presuponer las rentas y ios gastos públicos;
Elegir los Senadores plenipotenciarios, los candidatos
clol Estado para Magistrados de la Corte Suprema Federal, los
Ala^gistradosdcl Tribunal Superior, el Procurador general del
Elí$tado, el Administrador general del Tesoro, los Designados
l>a.ra tjercer el Poder Ejecutivo, en caso de falta del Presidente,
*^1 Contador general del Estado y los Contadores dul Tribunal
^^^ Cuentas, los Jueces, Fiscales y Notarios de Circuito y el
^^ector y el Vicerector de la Universidad ;
Hacer el escrutinio de los votos dados para Presidente do
^ iJnión, Presidente del Estado y Representantes del Estado
Congreso nacional ;
Deliberar soljre los asuntos de gobierno pura exigir la
^^>ida responsabilidad al Poder Ejecutivo, por aquellos de
^Ua actos que hayan sido violatorios de la Constitución.
Los Diputados a la Asamblea Legislativa, durante el
*^iYipo do las sesiones ordinarias ó extraordinaiias, quince
^^Os^ antes y quince dias después, gozan de inmunidad cu sus
^^*^'íáonas y propiedades.
Los mismos son irresponsables por las opiniones y votos
^^^ expresen en las sesiones de dicho Cuerpo.
Poder Ejecutivo. — El Poder Ejecutivo se ejerce en el
**^tado por un Presidente nombrado por elección popular.
- 4IG ^
El Presidente del Estado dura en sus funciones cuatro
años, y no puede ser reelegido.
El Presidente es sustituido en sus faltas accidentales ó
temporales, por uno de los cinco Designados que para ella
nombra la Asamblea Legislativa, y en defecto de éstos por el
Procurador general del Estado.
El Presidente del Estado, como encargado del Poder Eje-
cutivo, tiene á su cargo la dirección de los siguientes nego-
cios :
El cumplimiento de las leyes;
El orden publico;
La fuerza pública;
La instrucción pública, y
La hacienda pública.
Todos estos ramos están distribuidos en dos grandes
Despachos, cada uno á cargo de un Secretario, y se dem*-
minan :
Despacho de Gobierno y Guerra ;
Despacho de Hacienda y Fomento.
Ninguna pro\idencia del encargado del Poder Ejecul¡v«
tiene fuerza obligatoria, mientras no sea autorizada con
(irma de uno de los Secretarios*
Cada una de las Secretarían del Estado tiene distrihuid
sus trabajos en tres secciones; cada sección está á cargo do
jefe y de uno ó más escribientes; cada secretaría tiencj
portero, y entrambas, un Oficial archivero.
Secretaria de Gobierna y Guerra. — A la SecivUria cJo
Gobierno y Guerra corrLvspondc el Despacho de los negooio-
ijue se expresan así :
SECCIÓN PIUMEUA
Las relaciones del Cíobiorno del Estado con el de la Uniua
(lelos otros Estados, Régimen político y municipal, Orden
pública, Policía y Elecciones,
— 417 —
SECCIÓN SEGUTVDA
Instrucción pública primaria, secundaria y profesional;
imprentas del Eatado y publicaciones oficiales; perf?onal y
material de la Asamblea, del Poder Ejecutivo, del Consejo
*lel Estado y de las Prefecturas*
SECCIÓN TEHGERA
Estadística, censo de población, división territorial,
^C'gistro del estado civil, administración de Justicia, estable-
<5imjentos de castigo, casas de beneficiencia y cementerios»
Régimen político y municipal. — El régimen político y
^"Hxinicipal está reglamentado por el Código del i'amo. Con-
forme áese Códi^^oy ala ley L sobre demarcación y división
territorial, el Estado consta de Departamentos, Distritos y frac-
*^ionesdeDistrito. En cada Departamento hay un Prefecto, que
^s agente inmediato del Poder Ejecutivo y tiene un oficial escri-
*-*iente y un secretario, de su libre nombramiento y remoción,
í*^ra el despaclio de los negocios de su incumbencia. En cada
^'^trito hay un Jefe municipal, que es agente inmediato del
^ofecto y del Poder Ejecutivo y tiene un secretario de su
**>rQ nombramiento y remoción. Los Prefectos son nombrados
Por g| Poder Ejecutivo, y los Jefes municipales por los Pre-
También hay en cada Distrito una Corporación muni-
*^^p5^l que consta de cinco á siete vocales nombrados por elcc-
^^ón popular, en razón de cinco para los distritos que tengan
OUO habitantes, y de siete para los que pasen de 1 2*000, Hay
*^^emás en todos los distritos un Procurador municipal que
^*cpresenta los intereses comunes y los defiende en juicio, y un
Tesorero municipal que es el recaudador de las rentas
públicas y el responsable del manejo del erario municipaK
En los Distritos cuya p jblación no asciende a 8*000 habi-
tantes, la Corporación se ccimpoiie del Jefe municipal y un
suplente, del Juez del Distrito, del suplente y del Procurador
inimicipa!. En aquéllos donde iio hay Juez de distrito, la Cor-
poración municipal se forma del Jefe municipal, llamado
también Corregidor, y de su suplente, del Procurador y del
Tesorero. Las Corporaciones municipales tienen un secretario,
que en los dos casos últimamente expresados, lo es del Jefo
municipal. Las Corporaciones tienen por objeto acordarlas
reglas particulares de administración, conforme á las leyes
y á los intereses del Distrito; presuponerlas rentas y gastos
municipates; nombrar el Tesorero, el Procurador y el Juezdel
Distrito, y hacer todo lo que sea en provecho del buen ser-
vicio público y de los intereses comunes. Las Corporaciones
municipales, cuando son nombradas por elección popular,
duran en ejercicio de sus funciones dos años; y cuando se
forman de los empleados del Distrito, duran lo que éstos : un
afto. Las fracciones de más importancia en los distritos, son
i^gidas por Inspectores de Policía con funciones de Corregi-
dor; las de poca importancia, por simples Inspectores d^
policía ó comisarios.
El Estado atiende en su mayor parte á los gastos muñí -
cipales(l); pero los distritos tienen como rentas los impuesta ^^^
indirectos sobre la introducción y consumo de mercaderíais _
sobre los talleres, clisas de juegos permitidos, almacenes _,
tiéndasele*, etc. El Tesorero municipal, que es el recaudador^ r
de esos impuestos, presta fianza ante la Corporación muni-^ff.
cipaL
Orden público. — El orden público es mantenido y con^i
servado por el Presidente del Estado, por los Prefectos, po :3
los Jefes municipales y por los Inspectores de policía. L*»
legislación penal contiene fuertes sanciones contra lostrastor^
nadores del orden público, y el Gobierno tiene la facultaíl y el
deber de aplicarlas*
La fuerza pública consta en tiempo ele paz de ¿00 i 300
(1) La ley tjue otilo dia^iunc ha dídu derogada uUimameiilc ; y las Corport*
cionofl municipale», previa aprobación da loa Prefocto», urbitran lotí medioa de
fkfmjiíJiíración ptra oada diotrita.
hombres de línea, armados y convenientemente disciplinados.
Hoy tiene en servicio un General^ que es el Comandante
general de las milicias del Estado.
La policía está reglamentada por el Código del ramo,
*Según él, son jefes de policía el Presidente del Estado, los
Prefectos, el Comandante de la gendarmería, los Jefes muni*
cipulcB y los Inspectores de fracción. Son agentes de policía
loe comisarios y también los gendarmes. En la capital del
Estado existe un cuerpo de policía compuesto de un coman-
dantej cuatro capitanes y doscientos gendarmes, que se
^íenomina Cuerpo de gendarmería del Estado. En cada dis-
*nto hay también un cuerpo de policía, compuesto de comi-
®^os á ordenes del Jefe municipal. Todos estos empleados
^fe*eiiden al mantenimiento del orden, y velan por la seguridad
*^^Ia9 personas y propiedades, por la moral pública y por la
^lubridad y ornato de las poblaciones* El comandante de la
S^ndarmería, los capitantes y gendarmes son nombrados por
^í Poder Ejecutivo; los comisarios» por el respectivo Jefe
Municipal.
Elecciones* — Las elecciones se efectúan en el Estado
*^ los siguientes días : para Presidente de la Unión y Repre-
^^ritantes al Congreso de la misma, el primer domingo de
^^tlembre del año anterior al en que principie el período consti-
^^ional para el cual son elegidos; para Prütíidoiittídrl TvsLiido
^ diputados á la Asamblea Legislativa, el domingo primero
^^ julio del año en que tales empicados deban comenzar sus
^liciones, y las para miembros de las Corporaciones munici-
í^^les, el primero de diciembre de todos los años, cuyo número
íi%
impar»
Es elector en el Estado lodo ciudadano mayor do diesfi y
^ois años que no este impedido para ello por la ley ó por sen-
tencia judicial. Las Corporaciones municipales forman cada
aflo, en todo el mes de abril y en los primeros quince días de
mayo, la lista de los electores del Distrito, lista que fijada en un
lugar público da derecho átodo ciudadano para hacerse inserí*
^-420
bírenena si no lo está, y para hac^r inscribir á otros, diez úíw
antes de las el jcrioaea. La Corporación municipal forma otri
lista hasta do 30 electores vecinos que sopa:i leer y escribir, ]
escritos sus nombres ea boletas, saca a la suerte cuatro gyi
forman la junta de votaciones; luego tros que furmau la ji
primera de escrutinio, luego otros tres que forman la junta
gunda. Esta operación s:* repito tantas voces cuantas
ncs tenga la lista de electores. Terminadas las votaciones,^
clios los escrutinios y cerrados los pliegos, se remite un cjeni
piar de los registros de aquellos al Presidente de la Corpora
ción municipal, otro al del Estado y otro al del Gran Jurad'
electoral ó al de la Asamblea. El Gran Jurado electoral es un
junta de nueve ciudadanos elegidos á la suerte por el Consejí
del Estado, y cuatro adjuntos nombrados por la Asamblea d
ei^tre los treinta candidatos nombrados también por ésta. Eá
Junta practica el escrutinio de los votos dados en cada dg
cunscripción para Diputados á la Asamblea Lcgislatíva^flj
Asamblea escruta los votos dados para Presidente de la üni^
del Estado y líepresenlantcs al Congreso, El Gran Jura^
escruta las para Diputados á la Asamblea, y las Corporación
municipales las para líegidores de las mismas. La Asaml:
Legislativa, el Gran Jurado y la Corporación municipal|
sus respectivos casos, pueden declarar nulas las elecciones|
algunas de las causas señaladas en el artículo 13G del Cúdig
del ramo. Para efectos electorales se divide el Estado cu i
circunscripciünos, que son :
La del CeiUro, compuesta del distrito de Medellín, silj
bucera, y de los de Amaga, Darbusa, Caldas, Copaca\
Heliconia, Envigado^ Estrella, Itagüí, Jirardotay San
La deSudoeste^ compuesta del distrito de Titiribí, qü
su capital, y los do Andes, Bolívar, Concordia, Fi*ed€
Jericó, Jardín, Nuevacaramanta, Támesis y Valparaíso.
La de Sopctran, compuesta del distrito de este noni
que es su capital, y de los de Behnira, Evejiro, Liburina^J
banalarga, San Jerónimo y Sucre.
La de Occidente, compuesta del distrito de Antioquijí
, Burilicá, Canasgordas, Frontino,
Itliango, Jiraldo y Urrao,
La del Norte, compuesta de Amalfi, su capital, y de An-
gostura, Anorí, Azuero, Cáceres (cabecera, Raudal), Campa-
mentó, Carolina, Entre-ríos, Nechí, Remedios, San Martín,
San Andrés, Santa Rosa, Yarumal, Zaragoza y Zea.
La de Oriente, cuya capital es Marinilla, compuesta de
lüs distritos del Carmen, Cocorná, Guatapé, Nare, Peñol, San
Carlos, San Rafael, San Luis, Santuario y Vahos.
La de Córdoba, compuesta de Rionegro, su capital, y de
Aljcjurral, Ceja, Concepción, Guarne, Retiro, Santa Bárbara,
Santo Domingo, San Vicente, Sonsón y la Unióut
La del Sur, compuesta de Salamina, su capital, y de
Afruadas, Aranzazu, Filadelfia,, Neira, Pacora, Pensilvaniay
Panizales.
Los treinta y siete Diputados que componen la Asamblea
Legislativa, corresponden á las circunscripciones expresadas,
^^ la siguiente proporción :
Centro. • 8
Córdoba. 6
Norte * 6
Sur. , , \
Su loeótc 4
Oj:í loatij, . .......... 3
Ori^mto. 3
S >petráa, . - • 3
Tota!. . • . 37
Imprentas. — Hay en el Estado dos imprentas oficiales :
*^íi en la capital, y otra en Manizales. La de la capital está á
^^rgo de un director, un subdirector y un regente. Hay en
^*la un repartidor de publicaciones oíiciales y hasta unos doce
obreros. Salen de esta imprenta, El Registro Oficial, La Cró-
mica Judicial y El Preceptor. Se hacen allí las publicaciones
— 422 —
de todos lo3 demás documentos oficiales qué deben darse
estampa.
i
m
Lugares de despacho* — La Asamblea se reúne en i
salón que para olio existe en la Casa de Gobiorno. Este salí
está separado del de las barras por medio de una reja, y ti©;
las piezas necí^sarias para la secretaría y para el archivo
El personal del Poder Ejecutivo despacha en tres o]
ñas, que son : la sala presidencial, de agradable aspecto por
sencillez de su ornamentación y el mucho orden y aseo que <
ella se observa ; el despacho de Gobierno y Guerra, peque!
local con dos piezas que reúnen, á pesar de alguna estreche
condiciones ventajosas de íuz y ventilación; el de Hacienda
Fomento, más espacioso que el de Gobierno y Guerra, ■
con poca luz. Fuera de las piezas citadas, en la Cas™
Gobierno existen los siguientes despaclios : la Admini|||
ción general del Tesoro» la Procuraduría del Estado, lafl
ciña central de Telégrafos, la de la Plana Mayor de lafu^i
pública, los dos Juzgados do lo civil en el Circuito, la ofioi
del Inspector general do instrucción pública y la Prefecfcu
del Centro. Hay además un gran salón en el terc-or piso, di
tinado para los archivos públicos, '
Consejo del Estado, — El Consejo del Estado es una ce
poración compuesta del Procurador general > que es su preJ
dente, dolos dos Secretarios del Poder Ejecutivo, del Adnf
nistrador general del Tesoro, del Contador general, del A-
ministrador do Correos y Telégrafos y del jefe de la ñoccii
primera de la Secretaría de Gobierno y Guerra, que es el tí
cretario. m
Tiene por especiales funciones dar su dictamen al eral
gado del Poder Ejecutivo en los negoeios graves, y ejercer I
atribuciones de la Asamblea en receso do ísta. El Cotí^
se reúne ordinariamente los jueves y sábados de cm
semana, y también el día último de cada mes pai'a i
remate del dinero destinado al pago de las deudas de segund
clase.
- 423 —
P
N
Estadística, — La estadística está sujeta á las disposicio-
nes do la ley CXXVI, y según ésta habrá en cada distrito una
JuDta de Estadística, y tantas comisiones de fracción cuantas
correspondan al distrito; aquellas y éstas tienen el deber de
recoger los datos relativos á situación, extensión, límites y
divieióü de los distritos y fracciones; población, riqueza, con-
eumo, comercio, industria, clima, productos, rentas, cami-
nos, instrucción, crimen, bistoria etc., etc. Esos datos colec-
cionados sirven á la Secretaría de Gobierno y Guerra, ó á una
í>ric¡na especial, para la formación anual del cuadro estadístico
general del Estado, Los datos expresados se suministran
mensual mente.
El último censo de población da el guarismo de 464.887
habitantes, incluyendo i. 290 indígenas. Dicho censo ha sido
formado en el ano de 1883.
El registro de estado civil se lleva en las notarías de
circuito, y mensual mente pasan éstas á la Secretaría de
Gobierno y Guerra, un cuadro del movimiento de este
ramo.
La administración de justicia se ejerce por el Poder Judi-
cial, y el Ejecutivo no tiene en ella mas funciones que las
de hacer cumplir los fallos de aquél, y velar porque llene sus
deberes con prontitud y eficacia*
(Establecimientos de castiga. — Los establecimientos de
^^stigodel Estado son : el presidio, las cárceles de circuito y
*^^ distrito y la casa do reclusión. El primero está á cargo de
^u director y un secretario, más los capataces y custodios
I '^'^cesarios, en razón de un capataz para cada veinte reos, y un
B í^Ustodio para cada tres. Los presidiarios son obligados a tra-
l^^jaren los caminos pú!>licos, llevan vestidos especiales y las
prigiones necesarias, de acuerdo con lo dispuesto por la ley,
PLas cárceles de circuito y de distrito están á cargo de
alcaides y jefes municipales, y en ollas se cumplen las penas
correccionales y lambién las que so imponen por delitos co«
unes.
La Casa tic Reclusión o^ un Otítablecimicato destínadc
para el castigo de las niujeroí^, pues los hombres condenadc
á reclusión, sufren su pena en la cárcel de Medellín ó en
presidio» á virtud de la conmutación que puede hacerles
Poder Ejecutivo. Dicha casa está á cargo de un director y un
secretario, y hoy sólo necesita de un gendarme para su cus-
todia.
Casas de heneficencla. — Las casas de beneficencia que
se Sostienen ó auxilian con fondos del Estado, son ;
El Hospital de Caridafl de Medellín; el de Antioquia; el
de Marinilla; el deRionegro; el de enajenados de Medellín y las
casas de Ilucrfanris y do Asilo de la misma ciudad -
Cada uno de estos establecimientos está á cargo de un
Síndico y de una Junta directiva. El Síndico es el encargado
del manejo de los intereses del establecimiento. El primero
de los hospitales citados está asistido por Hermanas de la
Caridad, según contrahí cck'brado por el Guljierno en 1875,
La junta del Hospital de Caridad, presidida por el Presidente
del Estado, y que cuenta por secretario al de Gobierno^
Guerra, tiene por funciones especiales visitar semanalmente
el establecimiento y cuidar de que siga bien en todo sentídc
Los cementerios pertenecen al Estado desde el 10 de
octubre de 1877, Las corporaciones municipales son h
encargadas de reglamentar su disciplina y sostenimiento,
Secretaria de Hacienda y Fomento* — A la Secretaría
Hacienda y Fomento con-rsponcie el despacho delossiguic
tes asuntos ;
SECCIÓN PRIMERA
Formación y liquidación del presupuesto de rcnliis^
gastos; formación de delegaciones; dirección general de la
recaudación de la« rentas públicas; la correspondiente fisca-
lización de los responsables del manejo del erario piiblico;
las propiedades, derechos y accinnes del Estado; la deuda
üpblica, el crédito público, las minas y las tierras baldías.
— 425 —
SECCIÓN SEGUNDA
Comprobaciun de la cuenta general del Presupuesto y
del Tesoro; liquídáciíSn de sueldos y pensiones; expedición de
órcienes de pago é i aversión de los fondos públicos.
SECCIÓN TERCERA
Vías de communicación, servicio personal subsidiario,
obleas públicas» empresas por cuenta del Estado, casa de nio-
íieda, cámara de plomo, oíicina de p-partado, correos, tclé-
grctfos, industria, bellas artes, inventos y privilegios exclu*
Rentas y gastos. — En ejecución de la ley sobre Presu-
^u.€^sto de rentas y gastos que expidió la Asamblea Legislativa
f*^i:*a cada bienio ecotiómioo, el Poder Ejecutivo forma la
^^^IXiidación correspondiente á cada uno de los años del bienio.
^^ta consiste en distribuir convenientemente cada capítulo
^^1^ Presupuesto en artículos, de modo que se sepa la suma
í^ Copiada y que pueda gastarse en cada uno de los diferen-
^^^ ramos en que se subdividen los departamentos adminis-
*^^»tivos.
Lo referente á rentas, gastos y deuda pública, resulta de
^ copia que hacemos á continuación, departe de la Memoria
■P^^c^sentada por el Secretario de Hacienda y Fomento al Poder
^J^cutivoen el año de 1883, Dice así :
El producto de las rentas y contribuciones del Estada, cñlculadtj por el
^^ifier Ejecutivo de acuerdo con el aefiur Administradnr genera! del Tesoro,
^li la actual vigencia económica (1882 y 1883), calculo hcclio en el mea de
^tiembrede 1881 para presentar el proyecto de Presupuesto de Rentas y Gastos
4U Asamblea Legislativa quo se reunió el 1* de octubre del mismo
año, ascendió á la suma de « . J} 1,401,825 «
El monto de los créditos adicionales votados por dicha Asam-
Mea, ó sea ol mayor producto do las Rentas en el bienio actual,
fné calculado en la cantidad tk?. ^ 316,975 *
Suma . . f5 L718,8ÜÍ) w
S^ deduce de esta cantidad la suma de ^ 2.800» como con-
A la vuelta. . . . f.718,800 •
— m —
De la vuelta. . * . . , !, 719,800 •
ü'acr(>dito de los derechos de consumo de mercancias» cuyo pro
duelo calculó el Poder Ejecutivo en la suma de j5(?62.800 en los
ftnoa de mZ y 1883, y la AsnmLlea en ¿í 260.000 fi 2,H00 •
Suma total S tTlC.OOO •
Disti'ibiiitla de la siguiente manera :
RENTAS
Telégrafos 5 4,800 t
Correos ¿| 1,600 «
Casa de Moneda. ^ 35,000 n
Imptiostos» ,,,,......., ¿( i. 000 o
Censos y alquileres. , , S 1,300 >»
Venia do bienes dül Estado. , , <S 5,300 »
CONTRIBUCIONES
Licores destilados • . . ¿( 870,000 »
Dereciiotí de degüello S 320,000 *
— eonaumo. ..... ^ 2fiO,000 m
~ Ittbaco. , • . • , . á íiO,0OÜ •
-^ minas. , 5 30,000 »
' — registro ^ 30,000 i
Papel timbrado. A afi.OOO »
Aprovechamientois ^ 68,000 ■
Suma S 1.7ir>,000 •
El monto total de loa oró di tos líquidos del Presupuesto de Gastos para el
bienio de Í8R2 y 1883^ se^iln aparece do la liquidación verificada por el Docr
to número t"", do 2 de enero de 1882, por el cual se hace la primera liquidaciá
de! Presupuesto do Rentas y Gastos para el bienio económico de I* do enero do
1882 á 31 do diciembre de 1883 {Rf*giHtro Ofieial, mímoros 638 áOiO), ascienda
É la canlidad de S l.íi3l ,753— 40, dislrihuida según el siguiente pormenor :
1** Departamento do Deuda publica. . < . » Jí 391»lí>t 60
S** id. de Gobierno. ....... ^ 990,629 80
3« id. de Juslicia S 240,176 9
4« id. de lo Inlerior S 156,808 »
5» id. de Obras públicas, . . . . ^ 306,720 •
§• id. de Instrucción pública, . . # 2i>3,682 •
7'» id, de Benericenoia & 75,500 »
8* id. de lídcienda. . . .....& 153,916 ■
9« id. de Guerra. . . «S 51,100 i
Tolnl
á 1.931,753 40
Como se ve en el Decreto Ejecutivo núiiRru9»i, por ol cual ^
dación de loa cr^^ditos adicionales al Presupuefllo de Gastos de l^ . ^
fecha 1! de marzo do 1882 (Registro Oficial, números 731 y 732), ia AsainWe*^
Legislativa del año de 1882 abrió al Poder Ejecutivo créditos ftdiciooalei ^^
actual Presupuesto, por un valor total de S 190,585—25, diatrlbuidoa así :
- 427 —
!• Departamento do Deuda pública . J 13,619 25
2« id. de Gobierno 4 27,628 ■
3» id. de Justicia , - ^ Jí 8,218 j»
4» id, do lo Interior. ............ 5 300 i
5« id. di5 Obras púljlicas ¿t 4,4iO >
C» id. do ínsirucción púbiica , . ,5 7,820 >
7« id. de Beneficeficia fl 35,860 •
8» id, do Hacienda ^ 12,600 »
S» id. de Guerra , , , 5 8ll,Ú0g i
Suma 4 \mMU 25
Do modo, pues, que el I ni al de los créditos Leginlalivos
abiertos en el PresupueKto de Gastoa vigente, ó sea en el bie-
nio de 1882 y 1883, asciende á la cantidad de. $ 2.122,338 65
Varios de los capítulos del Presupuesto so han acotado, y ba bahido nece-
sidad de que el Consejo del Estado ie abra al Poder Ejecutivo los siguientes
créditos adicionales, de acuerdo eon el artículo 31 del Acto reformatorio de la
Constitución del Estado :
DEPARTAMENTO DE INSTRUCCIÓN PUBLICA,
Capítulo 6'^ — Escuelas Primarias (P.) * . fi 55,000 »
DEPARTAMENTO DE HACIENDA.
Capítulo 12^ — Casa de Moneda (M,) , , . á( 5,000 n
DEPARTAMENTO DE GUERRA.
Capítulo 2^ « Fuerza pública .,..,. á( 40,000 i
Total de los cn'^ditos de (pie ba podido y puede disponer
ú Poder Ejecutivo. ,..,,.,... ^ 2.222,338 65
Comparándooste resultado con el producto de las rentas
y contribuciones, que, según se ha visto, fué calculado en á 1.716.000 »
Aparece un déficit S 506,338 65
Resulta de aquí que la siluacióm fiscal en el bienio actuales demaBÍado
apurada y embarazosa.
Para la recaudación de las rentas y contribuciones del
Estado, existe una oficina denominada Administración general
del Tesoro^ á cargo de un administrador general, un conta-
dor tenedor de libros, un jefe de la sección do contabilidad^
un cajero, dos oficiales escribientes, un portero, y un jefe de
sección encargado do cobros ejecutivos y del libro de caja.
En cada uno de los Distritos del Estado, existe para la recau-
dación de las rentas públicas un empleado que se denomina
Colector de Hacienda,
- 428 —
distritos y fracciones de Cciceres»
zales, Pcnsilvania^ Remolino, Salamina, Zaragoza y Nueva-
Ctiramanta, los colectores de Hacienda son empleados espe-
ciales dedicados a la recaudación de las rentas y al celo del
fraude que á ellas se haga. En los distritos donde hay oficina
telegráfica es colector de Hacienda el telegrafista; y en aquél
donde tal oficina nocxi^ste, las funciones de colector tL* Hacien-
da so reúnen con la dj tesorero municipal en un mismo in-
dividuo. Eíi los distritos fronterizos y en aquéllos dunde sea
mas fácil el fraude do las rentas públicas, existen empleados
destinados a prevenir tal fraude, denominados cabos do res*
guardo*
La renta de telégrafos se recauda en las 29 estaciones ú
oficinas telegráficas existentes.
La renta de correos se recauda en la Administración gene-
ral de CorreOí* y Tilc^rafos, que está á cargo de un adminis-
trador, un oficial 1\ ua oficial 2** y un portero, y también en
las Administraciones departamentales del ramo y en todas las
Colecturías de Hacienda del Estado.
La Casn de M*»i^t-da ha, emitido en los cuatro meses pri*
meros del año de 1882, ^102,013, 80 0"", de donde resulta
que vn todo el añp podrá emitirá 486.031, iO c**, dejando no-
tar así una gran diferencia entre la emisión de este año cor
la de los cinco anteriores, en los cuales el resultado fué como
sigue:
1878 » 170,300
1879 ....... © 19L500
1880 O 21V.300
1881 © 208.550
Las rentas de licores, de degüello y de tabaco se recaudan
por el si=^tema de arrendamiento. Esto se verifica por perío*
dos do cuatro y dedos afios, sacándolos á remate en pública
subasta aate el Consejo del Estado. El valor del arroiida*
miento se paga por cuatrimestres vencidos, contados en lo
general del L de enero en afielante. El rematador de licoiv^s
*- 429 —
tiene derecho á ser el único productor y expeiuLdor dj ellos,
siempre que sean producidos en el Estado, 6 ([ui* ol intro-
ductor do los destilados extranjeros le pague un impuesto de
80 c*** por la introducción y expendio de cada litro.
Por el remate de dcgíiello, el rematador adquiere el dere-
cho de cobrar O *2 por el degüello do toda res vacuna, y
80 c" por el de un cerdo. Por el de tabaco, elintroductor
tiene que pagar al rematador 50 c"' par cada 12 1/2 kilo-
gramos de peso bruto de tabaco en andullos, y 20 por cada
12 1/2 kilogramos de peso bruto de tabaco en harinas. Para
el celo del fraudo existen, por cuenta de los rematadores, los
administradores suljalternos, investidos de autoridad v de
jurisdicción coactiva.
El impuesto sobre las minas se recauda en las Colecturías
de Hacienda, por medio de la venta de estampillas que
\t.kn 1 cada una, y con las cuales se dan los respectivos
alisos en la adminiátración del Tesoro; por medí) del pago
de íí 5 por la denuncia que de una mina se haga; de © áO
por el título de propiedad; y de ^ 2 al año por la posesión
de 600 metros de longitud por 240 de latitud del mineral
adquirido si es de veta, y de 5 kilómetros de longitud si es de
aluvión.
Los derechos de consumo se recaudan especialmente
por los agentes de Hacienda y por el administrador general
del Tesoro. Estos son: los inipuaslos indirectos que se pagan
por la ¡¿itroducción de mercaderías extranjeras, de cacao,
aníí^, ganado y bes ti as. La ley CLXXXII, sobre bienes y rentas
del Estado y su adicional, fija la rata y j>roporcióa del íju-
puesto sobro cada artículo» y el Poder Ejecutivo puede
aumentar ese impuesto cuando motivos de necesidad y con-
veniencia así lo exijan.
Los derechos de registro y de anotación de hipotecas con-
sisten en el impuesto de 20 c'*' (¡ue se paga por cada ® 100
del valor de los actos ó contratos que se hacen constar por
escritura pública, y el que se paga por la anotación de los
actos y contratos que constituyen deuda hipotecaria; en razón
430
raafl
de 10 c"" porcada © 100. Este impuesto ae paga en las oficinas
de Hacienda del Estado* M
La renta de papel timbrado consiste en la venta de un
papel especial que lleva ea la cabeza de cada hoja el sello
del Estado, raas una nota en que contíla el bienio á que
pertenece y el valor. Hay papel de T y de 2* clase ; el de
primera se emplea en instrumentos públicos, meniorialos^
escritos, juicios civiles y documentos privados cuyo valor
sea de ¿^ 100 para arriba; el segundo es destinado para instru-
mentos públicos cuyo valor sea menor de íí 100 : este papel
vale á 10 centavos cada hoja, y sirve también para documeii-
tos privados de valor deí> 50 á 100. f
Entiéndese únicamente por aprovecbamientos, las multaa
y recargos que se cobran por omisiones, demoras ü otrs
causas que los hagan exigibles.
Tribunal de Cuentas.— La fiscalización de los responsa
bles del manejo del erario público, esta a cargo de un Tribu-
nal de Cuentas, compuesta del contador T y del contador^
2' del Tribunal > de un secretario, tres oficiales escribientes jW
un portero. El Tribunal de Cuentas examina y fenece las
cuentas municipales, las de la Secretaría de Hacienda y las de
todos los encargados del manejo de los fondos del erario
publico. Todo empicado de Hacienda está olíligado á ds
lianza, y ixf^i los alcances líquidos que resoltan a cargo de le
responsables, no son perdidos pnr lo general.
Propiedades del Estado. — Las principales propiedadi
del Estado son ;
La Casa de Gobierno;
La casa que ocupa la Imprenta del Estado con sus vitíl^
y enseres ;
La Casa do Moneda con sus valiosos aparatos y mác
naria ;
La casa que ocupa la Escuela Normal do Institutoraa.
El edificio en donde están el Tribunal Superior y laca
cel del circuito de Medellin»
— 431 —
El edificio que ocupan la Universidad, la Escuela do
A^^tes, el Parque, el cuartel de la fuerza activa y el de la gen*
dar-rnería.
El ladrillal de Fontiduefio,
Varios lotes en una predio contiguo á la Escuela de
Un terreno en el Bermejal para construcción de la Casa
do Reclusión.
El edificio y terreno en donde está la fábrica do loza de
►negro.
Varias cárceles de circuito y la tercera parte de la eni*
Pi*ieea del ferrocarril de Antioquia.
Rio]
Deuda pública.— Ascendía en agosto de 1883 á i» 547.726
^^ c'\ en la forma siguiente ;
Por saldo de la deuda de primera clase 12,631 25
Por saldo de la deuda de segunda clase. . . . . 143.502 »
Por la deuda del Banco de Antioquia. . . . * • 100,000 »
Por la deuda del Banco Popular. ........ 5,593 62
Por la deuda del Banco do Medellín, 67,000 »
t*or la deuda del señor Francisco de Villa
(aproximación) 100,000 ■
^or la deuda de la señora Enriqueta Vásquez
deOspina. . . . , ,.,...,, 70,000 u
í*or varias deudas en Europa y los EE. UU, . . 50,000 «
Total 517,726 87
^ lamparte trascurrida del presente bienio, esadeuda ha sido
■^Or^ixada en cantidad considerable, y si el orden público no
^ ^^*^ turbado, la amortización total se verificará en el curso
Presente año.
I Lá deuda del Estado se divide en dos partes, que son ¡
^^uda de laclase, la cual se amortiza con el 15 0/0 del
^^xicto do las rentas y cuntribiiciones del Estado ; la de 2%
^ He amortiza con la suma de íí» 2.000 mensuales que se
^^n á remate en lotes de á 3t 100. La primera se reconoce
medio de libranzas admisibles á la rata expresada en
Sr) de rentas y contribuciones; la segunda por medio de
432
billetes, Tantu aquéllas conio éstos se denominan d(X^umc
tos de crédito público, y seexpiden en la Secretaría de Ilaciei]
ponincnipleadü que se denomina Jefe de la sección de
dito publico.
Minas. — Las minas de metales preciosos pertenece!
Estado, y el Poder Ejecutivo las adjudica al descubridor que
las denuncia, en la forma que previene el código de la mate*
■m
ria. Hay en elaboración y tituladas un gran número de mil
Igualmente existen mucbas para cuya adquisición se es
praticando diligencias.
Tierras baldías. — Entiéndese por tierras baldías
terrenos existentes en el Estado, sin dueño conocido. En
Antioquia los hay dedos clases : de la Nación y del Estado
El Estado cédela propiedad de sus baldiosa los antiguoi
ó nuevos pobladores, y á los que en ellos han hecho aberturas^
plantaciones, habitaciones ó dehesas.
I
Cuenta general del Presupuesto y del Tesoro
cuenta general del Presupuesto y del Tesoro se lleva en la
Secretaría de Harienda y Foinento en dos libros ó regis(fl
denominados Diario y Mayor. En estos dos libros se registran
especialmente :
Los^débitos y créditos del Tesoro.
Los débitos y creditos del Presupuesto de rentas
Los débitos y créditos del Presupuesto de gastos.
Se comprueba esta cuenta con la diligencia de avalúe
de los bienes del Estado*
Una relación mensual do los rccunucimiealos hecli
cargo de los capítulos de rentas y contribuciones, por dereel
causados á favor del Tesoro, hecha por el administrador
mismo.
Copia del balance de la cuenta de ordenación d
Secretaría,
Helación formada por el Administrador del Tesoro, da
billetes de deuda pública emitidos.
1
b-alúc
4
" 433 —
La Secretaría do Hacienda, al recibir todo documento
que se le presenta para su ordenaGión, hace la correspon-
diente liquidación, y si resultare ser exacto el crédito, y existe
votada la partida del caso en el Presupuesto de gastos,
expide la orden do pago, con imputación al departamento,
capítulo y artículo respectivos del Presupuesto. Sin este
requisito no se expide la orden. No se puede invertir cantidad
alguna de los fondos públicoS| sin que expresamente esté
facultado para ello el Poder Ejecutivo por la ley del Presu-
puesto, por la de créditos adicionales ó por la de créditos
üuplemcntarioá votados por el Consejo» Estos los legaliza la
Asamblea en su próxima reunión.
Escuela de Artes y Oficios. — La Escuela de Artes y
Oficios, á cargo- de un administrador y un guardalmacén^
suministra los muebles, herramientas^ cerraduras etc.,
para los ediíicios públicos y otras obras del Estado, y tam-
l^iéii lo necesario para las olicinas publicas existentes en la
Empresas públicas. — Por cuenta del Estado sólo existen
"^y las siguientes empresas :
Una tercera parte del ferrocarivil do Antioquia, la fábrica
^^ loza de Rionegro y el ladrillal de Fontidueño. Se beneíician
y^ las dos últimas, y la primera sólo podra utilizarse después
^^ üiez años; pero la empresa pertenecerá en su totalidad al
Concesionario Sr. Franeisco J, Cisneros, durante ciíicuenta
^^^í!*, pasados los cuales terminará el privilegio, y el Ierro-
^^^ril pasará á ser propiedad del Estado.
Gasa de Moneda. — I.a (Jasa de Moneda esta á cargo de
^^tos empleados : un adminislrador, un lesorcro, un fiel
fundidor, un ensayador, un teneilor de libros y los operarios
PiWisos. Este establecimiento cuenta en la actualidad con
Brandes y valiosos aparatos, algunos de enorme peso llegados
i*ecien teniente. Anexas a este establecimiento deben existir la
Cámara de plomo y la Oficina de apartado.
28
- 434 -
Líneas telegráficas. — Para atender á la coaservaci
de las líneas telegráficas, cuya longitud asciende á 84 iniri
metros, existen dos empleados denominados Inspectores, y
quince que se llaman riecorredores de las líneas»
i
Del Poder Judicial, — El Poder Judicial so ejerce en
Estado por la Asamblea Legislativa, por el Triljunal Superior,
por los Jueces de circuito y por los Jueces de distrito. Corres- ;
pondc al Poder Judicial la aplicación de las leyes quo hace
el Poder Legislativo, y de cuyo cuinpliniíento cuida el Eje-
cutivo* ^M
La Asamblea Legislativa conoce do las causas do respoi^^
sabilidad que se siguen contra eí Presidente del Estado, s
secretarios, los magistrados del Tribunal Superior y el Pr
curador del Estado, por el mal desempeño de sus función
ó por las Infracciones que hayan cometido de la Constituci
ó délas leyes» En estos juicios hay un acuitador nombrado
la Asamblea, y también puede serlo el último de los c
pleadoti ya expresados, y tienen los mismos trámites que 1
demás juicios, ca decir, hay en ellos acusación, cclebraciO
del juicio etc* .
El Tribunal Supoiúor se compone do cuatro magistrad
nombrados por la Asamblea, que duran en sus funciones por
cuatro años que principian el P de enero próximo á la el
ciüii, y pueden ser reelectos. Las fallas accidentales de I
magistrados se llenan por suplentes 6 por interinos ; I
últimos son nombrados por el Consejo del Estado,
El día P de enero de cada año, el Tribunal, por mayor
de votos, nombra un presidente, un vicepresidente y
secretario* Nombra tanibión un oficial mavnr, un oficia
escribiente para cada ina/j^istrado, y un portero; y da
cuenta de los dos primeros nombramientos á la Corto
Suprema Federal, y a otros empicados generales do la Unión
y del Estado.
El Presidente del Tribunal oye y decido las excusas de 1<
Inagistrados, les concedo cortas licencias, castiga las faltas
ion I
4
tasH
- 435 —
a el régimen interior y convoca á los magistrados para
las reuniones en Sala de Acuerdo.
El secretario está encargado del archivo y de los negocios
pendientes; pono éstos al despacho de los magistrados, por
riguroso repartimiento; autoriza con su firma todos los actos
del Tribunal ó de cada magistrado; hace las citaciones y noti-
ficaciones ; da testimonios y certificaciones ; presenta a las
partea los expedientes, cuando la ley lo permite; lleva los
libros de repartimientos, de recibos etc.; asiste a los estrados;
íicompaíia á los magistrados á todos aquellos actos que así lo
exijan; es el órgano ordinario de comunicación del Tribunal,
oí inmediato superior de los subalternos y el editor de la Cró^
nica Juííicíaí etc.
El Tribunal declara que ha lugar á seguimiento de
causa contra el Presidente del Estado y los demás empleados
de cuyas causas de responsabilidad conoce la Asamblea,
í^i^ando se les ha sumariado por delitos comunes; suspende á
^1^« empleados en el ejercicio de sus funciones, y los pono á
I ^^ disposición de los jueces competentes para su enjuicia-
I 'diento y castigo.
H Juzgados de Circuito, — Los Juzgados do Circuito se
^'^ponen de un Juez nombrado por la Asamblea, y de un
^^retarioy un oficial escribiente nombrados por el Juez. Los
Juocoq de Circuitíí duran en sus funciones por el mismo
P^Hocioque los magistrados del Tribunal, y como éstos, pue*
^n $j^p reelectos»
I^ara facilitar el movimiento de la administración de
l^^ticia, se divide el Estado en los Circuitos judiciales si-
^^itintes :
1" Medellín{cabecera)^ con cuatro juzgados, dos para asun-
^^ civiles y dos para asuntos crinii nales, y compuesto del
^^^U*ito de dicho nombre y de Caldas, Copacavana, Envigado,
^^'rella, Jirardota, Itagüí y San Pedro.
T Amalfi» con un juzgado para ambos ramos, com-
puesto de Amalfi, Remedios, San Martín , Nechí y Zaragoza i
m
tuta
>s do 1
3^ Antioquia, cuii un juzgado de lo civil y otro de lo cri
minal, compuesto de Anti^jquia, Anzá, Buriticá, Cañai
gordas, Frontino, Jiraldo, Ituango y Urrao.
4" Jericó, con dos juzgados compuestos de Jericó (cabcce
y de Andes, Bolívar» Nuevacaramanta, Jardín, Táraesía y
Valparaíso,
h" Manizales, con un juzgado, y compuesto de este distrito;
que es su cabecera, y de Filadelíia y Neira,
6" Marinilla, con un juzgado y estos distritos : Cócora
Guatapé^ Nare, Peñol, San Carlos, San Luis, San Raf«
Santuario y Vahos.
T Riíjncgro, con dos juzgados, compuesto del mismo
distrito y de los de La Ceja, Guarne, Retiro, La Unión, Santa
Bárbara y San Vicente.
S^Salamina, con un juzgado, tiene los distritos de Sala-
mina (cabecera), Aranzazuy Pacora.
9* Santa Rosa, con dos juzgados y con los distritos
Santa Rusa (cabecera), Angostura, Azuero, Cai'olina, Entre
ríos y Zea.
tu* Santo Domingo, con dos juzgados y los distritos
Santo Domingo, Barbosa y Concepción.
IP Sopetnin (cabecera), con dos juzgados y los distritos
de Sopetran, Belmira, Evéjico, Liborina, SabanaUu'ga,
Jerónimo y Sucre.
IT Titiribí (cabecera), con un juzgadti y los distritos
Titiribí, Amaga, Concordia, HcHconia y l'Yedunia.
13" Yarumal (cabecera), con uu juzgado y los distritos
Cáceres, Campamento y San Andrés,
14* Sonsón, con un juzgado compuesto do losdistritosi
Sonsón, Abejorral y Pensil vania.
Los jueces de Circuilo conocen en primera instancia
los juicios de mayor cuantía, es decir, de aquellos que en
acción principal exceden de c? ^2U0; de los de concurso
acreedores en los cuales nu tiene interés el Estado; de \oh^
nulidad de matrimonios ó separación de cónyuges on Ic
casos que expresa el Código Civil ; de los sobro nulidad
*- 437 —
[validez de testamentos ; presiden las visitas de cárcel cuando
no residen en el nii^nio lugar que el Tril)imal ; autorizan la
í'nagenación de bienes de menores de edad, de mujeres casa*
das etc., etc., y además despachan asuntos cgncernientes al
/uzgado.
Los secretarios de los jueces de Circuito tienen los
mismos deberes que el del Triljunal, relativamente.
Corapónensc los Juz*zados de Circuito» de un Juez y un
secretario, nombrado el primero por la Corporación muni-
cipal, y el último por el Juez. En los distritos donde no hay
jueces, las funciones de éstos se ejercen por el Jefe muni-
tipal, que para efectos judiciales se denomina Corregidor
Aol Distrito.
r Juzgados de Distrito. — El Juez de Distrito ó Corre-
gidor, en su caso, y también los Inspectores de policía do^
íi^cción, con funciones de Corregidor, conocen en primera
í'^í^tancia de los juicios civiles de menor cuantía (menos
de © 200), sea cual fuere la acción que se ejercite, cuando su
í^onoeimiento no cí^tá atribuido á otra autoridad; decretan
^ prevención con los jueces de Circuito, la práctica de las dili»
S^^cias de -sustanciación en los juicios, siempre que esas
^^'ígencias no decidan sobre derechos ; autorizan la presen-
'^<^i6n de memoriales que constituyen poderes para gestionar
^^ distintos lugares, y cumplen los demás deberes que les
^^t^alan el art, 7ÍJ y los incisos 19, 20, 2i, 22 y 23 del art. 59
^'^1 Código Judicial. En materia criminal, los jueces de Distrito
*^o tienen más funciones que las que les corresponden como
^Tieionarios de instrucción, y el cumplimiento de las comi-
^i^nes que les encarguen los jueces superiores que conocen
^t\ los juicios criminales. Los secretarios de los jueces
^^ Distrito, corregidores ó inspectores de policía, tienen
^íls mismas funciones, relalivamente, que los jueces tle Cir-
^tiito.
Procedimiento.— Llámase sumario la reunión de las
— 438 -
diligencias cjuo sa practioan para comprobar el cuerpo del
delito y desíciibrir lo$ delincuootcs.
El omplaado quo puedo instruir sumarios so llama fun^
oionario do instrucción, Son funcionarios de instrucción : el
Presidente del Estado^ los magistrados del Tribunal, loa pre»
feotos de Departamento, ol comandante do la gendarmería,
los jueces de Circuito, los jefes municipales, loa jueces de
Distrito, los corregidores, los inspectores de policía do Distrito
y de fracción que ejerzan funciones de corregidor. También
son funcionarios de instrucción el director del Presidio y el
de la Casa de Reclusión ; pero sólo con respecto á loa delito*
que se cometan en sus establecimientos. Los funcionarioa de
instrucción que sepan que se cometió un delito, deben prooedor
inmediatamente á averiguar ol cuerpo de él y los respon-
sables» Sin embargo, el Presidente del Estado, los magistrados
'del Tribunal y los jueces de Circuito, pueden comisionar para
la instrucción y perfeccionamiento del sumario á otros funcio»
narioa inferiores.
Miniaterio público. — El ministerio público es ejercido
en al Estado, en los negocios judiciales, por el Procurador
general, por los Fiscales de Circuito y por los Procuradorea
municipales de los Distritos. Las funciones del primero se
extienden á todo el Estado; las de los segundos á loa respcctivcii
circuitos, y las de los últimos á sus distritos cxirrespondiontes.
El Procurador del Estado y los demás agentes del ministerio
público, son los protectores directos de las garantías indi-r
viduales, y tienen el dober de proceder de ofioio cuando
sepan quo se intenta atacar su inviolahilidad. Los mismos,
cuando lo crean conveniente, llevan la voz en representa-
oión de los establecimientos públicos de caridad y benell-
cencia y en los pleitos en que talos establecimientos tienoa
interés; pero esto no impide la intervención do loe reepoo--
tivos síndicos y representantes del Estado ó de los Distritodf
respectivamente, en los juicios en que tienen interés lalcí?
entidades.
- 439 -
El Procurador del Estado es elegido por la Asamblea, y
XI ra en sus funciones cuatro años. Defiende contra toda usur-
paoión los bienes del Estado; examina las relaciones de causas
y los informes de los demás empleados del ramo, y dicta las
óncJenes conducentes para hacer más pronta y eficaz la admi-
nistración de justicia ; emite concepto en todos los negocios en
<TUe en Sala de Acuerdo ha de fallar el Tril)iinal ; da al Presi*
dente del Estado, cada dos años, en agosto, un informe minu-
CÍO530 del giro do la administración de justicia en los años
íiriteriores; promueve la formación de causa cuando tiono
tiotida do la comisión do algún delito para cuyo castigo
éí clcba llevarla voz como acusador; interpone su ministerio
p^i*a averiguar si se cumplen las penas impuestas por el Poder
J^^dicial; lleva la voz fiscal en los negocios criminales de quo
f-^rioce el Trihunal, y ejerce las demás alrlbuciones que le'
s^ Fíala el artículo 132 del Código Judicial» Para su despacho
ti^ne un oficial y un portero.
Los Fiscales de Circuito son nombrados por la Asamblea,
dur^n en sus cargos dos años, y sus funciones principales son
1^^ siguientes : llevar la voz de acusadores en todos los negó-
^^^^ criminales que so sigan ante los jueces de Circuito;
<í^Uininar los informes que les suministren los Procuradores
municipales sobre el giro de la administración de justicia, y
dii? ói^denes para que aquélla sea pronta y eficaz; cumplir
las Órdenes del Procurador del Estado en los negocios de su
^"«^mbencia ; dar al Procurador general cada dos años, en
3^Hn,un informe de todo lo ocurrido en el Circuito en materia
Judicial en los aiíos anteriores, y darle cuenta del personal
J^^^lcial existente, con expresión de su conducta en el cumpli-
miento de sus deberes ; promover por sí y requerir á los
"^^ocuradores municipales, á fin de que promuevan la instruc-
ción de sumarios cuando deba procederse de oficio ; averiguar
P^^T'la efectividad de las penas impuestas por los Jueces de sus
^''^spectivos circuitos ; ser parteen los juicios sobre amparos de
P^'Jbreza ; dar cuenta al Procurador del Estado de los delitos
íiue cometan los empleados, cuyo juzgamiento correspondo al
— 440 ^
Tribuiui!. y ejercer las demás fimcioiiesque les están f^eñaladas
por el arlículn 140 del Código Judicial.
Los Procuradores municipales son nombrados por los
CabildoSj duran en su empleo un año, y sus funciones princi-
pales son : llevar la voz del ministerio público en los asuntos
civiles en que sea parte el Distrito, y hacer todas las gestio-
nes conducentes al esclarecimiento de los delitos y de sus
autores; atender á las indicaciones de los fiscales de Circuito
y suministrarles los datos que exijan ; enviarles en junio,cada
dos años, el informe sobre el movimiento de la Administración
judicial en el Distrito, con expresión del personal del Juzgada
y del cumplimiento que cada cual haya dado á sus deberes ;
velar por la prontitud en la Administración ; dar aviso á los
Fiscales de los delitos que se cometan, por los cuales deba
procederse de oficio, y ejercer los deberes que les seilala el
artículo 145 del pódigo Judicial.
.^
Jurado* — ^En la cabecera de cada Circuito judicial hay
cierto numero de individuos designados por la Asamblea para
jueces de hecho, de entre los cuales se sacan por la suerte,
nueve, y de éstos se escogen tres para la celebración de cmla
juicio, con lo cual queda constituido el Jurado.
Luego que se ha perfeccionado ol sumario, el juez dicta,
con asistenciadel ministerio publico^ un auto por el cual declanM^
que hay ó no lugar (i formación de causa, Notific-ailo ost
auto, ya el sumarióse convierte enjuicio, y entonces el acusaíl
puede nombrar defensor, ó el juez se lo nombra de ofici
Posesionado el defensor, se abre a prueba la causa por
termino que el juez señale según la ley, terminado el q
designa el juez el día para el sorteo del Jurado, y á este aci
deben estar presentes el juez y su secretario, el fiscal,
defensor y el acusado. Hay en cada juzgado de lo crinüaí*
cierto número de bolas, las cuales se numeran por ¡gu^l y e/i
el mismo orden de los jueces de hecho. Puestas de presente ía
lista de los designailos y las bolas, a fin de que las partes se
cercioren de que a cada uno de aquellos corresponde una de
— «1
insaculan las últimas, y el juez saca una á una^
nueve» si se trata de un acusado^ y doc^i si se trata de más do
uno. La lista de los designados que salga se presenta por su
orden á cada parte, la cual puedo l>orrar tres- Los conjueoes
así elegidos son notificados de su nombramiento, y el día do la
celebración del juicio, el juez los juramenta con esta fórmula :
¿ Juráis y prometéis delante de Dios y de los hombres exami-
nar con la más escrupulosa atención los cargos que van a
hacerse contra el acusado, no traicionar ni los intereses do
éste ni los de la sociedad que lo juzga, no comunicar con
nadie hasta haber dado vuestra decisión, no esruchar en el
^^HÉescmpeño de vuestra augusta misión, ni el odio, ni el temor
^níi el afecto, decidir acerca de los cargos y de los medios de
«Jefensacon la imparcialidad y firmeza que convienen á todo
hombre honrado y libre, y en fin, no revelar las opiniones y
%r©tos emitidos en la sesión reservada que vais á tener?
lluego que cada uno de los tres jurados ha contestado afir-
i^iativamente, se principia la lectura del proceso, y se presenta
^^\ jurado un pliego de preguntas concebido en estos términos ;
¿ Se ha cometido el delito tal ? N. N. ¿es responsable? N.
* ^^J, ¿ es autor principal, cómplice ó auxiliador ? Se concede la
t^alabra por dos veces alternativamente al fiscal, al defensor y
^U acusado si estuviese presente, ó ásu vocero, se examinan
Tt^ft testigos y las pruebas, si hubiere necesidad; y por último
^?1 Jurado, en sesión reservada, contesta afirmativa ó negativa-
aliente á cada una de las preguntas expresadas* El veredicto
^el Jurado es la prueba que sirve de base al juez de derecho
"para aplicar éste al hecho; pero su sentencia es apelable por
cualquiera dt* las partes, ante el Tribunal Superior del Estado •
Del cumplimiento estricto de las decisiones judiciales, cuida
la autoridad política, prestando á los jueces todo el apoyo
moral y material que requieran para que sus providencias
sean cumplidas.
Policía. — Los Jefes do policía son jueces del ramo en los
negocios que la ley lia puesto bajo su conocimiento. En lo
^ 442 -
civil, on los juicios en que no ac decido sobre la propiedad,
^ino sobre la cQní*ervacióu do loa derechos; en lo criminal,
on la^ infracciones que por sí no constituyen delito. El proce-
diinionto do estos empleados está circunstanciado en el Código
del ramo,
Notarías.^ Para e! otorgamiento de los actos que asegu^
j'an los derechos civilesi hay en cada cabecera do Circuito judf-
ciíil, una notaría y una oficina de registro, y los distritos do
Qstos circuitos son los mismos que respectivamente componen
los Circuitos judiciales. En el Circuito de Modellm hay do«
notarías, 1' y 2', y una sola oficina de registro.
La extensión, autorización y recepción de los contratos k
que las personas naturales ó jurídicas quieren dar autenticidad
legal, están á cargo do los notarios públicos.
En el Notario deposita la ley la fe pública respecto da
todas loa actos ó contratos quo ante el deben pasar, y su con-
fianza respecto do los documentos que se ponen bajo su
custodia. Correspóndelo, en eonsecucncia, hacer constar las
fechas do talos actos y contratos, los nombres de las perso-
nas quo en ellos intervienen, y la especie, naturaleza y cir-
cunstancias do los mismos actos ó contratos. Correspóndelc
igualmente la custodia do los instrumentos que ante él pasan,
y las piezas y dilij^jencias que por precepto de la ley ü orden
dol magistrado debe custodiar.
Los notarios llevan dos libros ; el Minutario y el Proto-
colo, En el Minutario asientan todas las condiciones A que
deben sujetarlos insti^umentos que hacen extender; en el Protn^
coló extienden los instrumentos en papel timbrado correspon*
diente según la ley, y conforme alas condiciones que aparezcan
on el Minutario. De los documentos que extienden los notarlos,
expiden á las partes las copias que soliciten, dejando cons^
tancia en el Protocolo del número de copias que han sacad^iJ
de cada escritura. Los Protocolos se cierran y archivan al
terminar la vigencia dol papel de que están formados. En est/
interviene el Jefe municipal del Distrito.
443
H^i
^^.
En loa distritos que no mn cabeceras do oiroufto, el
íieoretario tic la Corporación municipal ejerce las funciones
íl& notario. Pielio secretariM lo e« á la voz del Jefe municipal
en los distritos donde aquella no ea formada do vocales nom-
Ijradoa por elocoión popular ^ y dondo no hay Juez do DíBtrito,
t»l aecrotario del corregidor es el que se denomina secretario
municipal.
Los seoretarioa municipales, enmn notarios, tienen
'09 mismos deberos, obligaciones y responealjílidade^ que
éstos.
En cada Circuito judicial hay ima oficina de registro para
ía itiscripción de loa títulos, actos y documentos sujetos al
'^i#tro. Esta oficina está á cargo de un empleado denomit
^do Registrador de insírunientoB públicos. El objeto prin^*
cipa! del registro de los instrumentos públicos, es el dehíicer
^Oriocer de todos la trasmisión do la propiedad raíz y el mo-
^iíioíento de la deuda liipotecaria, Tiono también por olijoto
^Ci naayor autenticidad y la seguridad de los títulos y docu-
^^ntosque deben igualmente registrarsOj de manera que en
^lloB intervenga el mayor número de personas, y queden
Pí^ocavidos de la destrucción á que fácilmente estarían ex-
P^€38tos, si la constancia de tales títulos^ actos y documentos
^^i atiera en sólo una oficina pública.
Los registradores llevan tros libros; primero : libro de re^
^tro n* i'' para la inscripción de los títulos que trasladan,
Civan ó modifican el dominio déla propiedad raíz; segundo;
^ t^ro de registro n^á" para la inscripción de los títulos y docu-
^^^atos que deben registrarse y que no están comprendidos
'^V la clase de los que so anotan en el libro anteriormente
^Xpresado ; y tercero : libro de anotación de hipotecas para la
^^^scripción de los títulos legalmonto constitutivos de hipo*
^^ca.
Están sujetos á i'e.aístro : los actos ó contratos entro
Vivos que causen alteración ó m\itac¡ón de la propiedad raíz;
las sentencias definitivas y ejecutoriadas en negocios civiles,
especialmente las que causen traslación ó mutación de la
CAPITULO DUODÉCIMO
Instrucción Pública
^^^ te legislativa. — División ierriíoriat de la Insírucciori Pública.
-^ Visitadores. — División de las Escuelas, — Escuelas Elemen-^
tales, — Escuelas Superiores, — Escuelas Normaíes. — £du-
nación obUfjatoria, — Escuelas Rurales, — Organización. ^Co'
Icgio Central Universitario. — Escuela de Artes, — Museo y
Míblioteca de Zea,
Parte legislativa. — El Cíkligo de Iiistruccióii Pública
^IUq j^igg ^,y^ ^\ Estado desde el 4 de julio de 1877, es el decreto
^ I " de noviembre de 1870, expedido por el Gobierno nacional
^^ ^:>bservancia del artículo 2" de la ley LXXXI de 2 de julio de
^*0. Portal decreto, se autorizó al Poder Ejecutivo de la
^iiiii para organizar de la manera que tuviera a bien, la ins-
^^Cción pública primariaj atendidas las modilicacioncs con
A^^ dicbo decreto había sido aceptado por el Estado Soberano
^^\ Cauca.
En ese Código se dejo al Presidente del Estado la dircc-
^iuíi general de la Instrucción Pública, que se le confirió
^Wde 18G5 por la ley XLVl de 3 ele agosto, y se le dio como
auxiliar un empleado nacional denominado Inspector general
^Q Instrucción Pública primaria.
La instrucción está dividida en cuatro grandes ramos :
Educación, Enseñanza, Inspección y Administración, Los dos
primeros están directamente á cargo de los maestros de es-
cuela y de empleados subalternos del ramo; pero es de in-
— 446 ^
cumbencia tkil Director goacral, el señalamiento de los meto-
dos que deban observariáo en las escuelas, y la adopción de I
textos.
La Inspección y la Administración la tienen en todo
Estado el Director y el Inspector generales ; pero los Prcfec
tos, que toman la denominación de Inspectores de instrucció
pública departamental, ejercen hasta donde es posible en
territorio de su mando, las funciones de aquellos empleados,
y deben dar cuenta á los niisnios do sus resoluciones para la
aprobación delinitiva.
c-
i* la j
División territorial de la Instrucción Pública. —
Estado se considera dividido, páralos efectos de la organizíj
ción de la instrucción, de la misma manera que lo está para !
administración política, esto es, en nuevo Dopartamontos,
El nombramiento de directores y subdirectores de escu€
la, corresponde privativamente á la Dirección General ; per
no puede hacerlo sino en individuos que posean diploma
capacidad, expedido de acuerdo con el mismo Código,
Las Corporaciones municipales pueden suplir accidenta!^
mente las faltas de preceptores^ por causa de licencia, enfer-
medad, excusa ó suspensión temporal; pero el nombram¡ento_
de interinos corresponde á la misma Dirección General, y óst
no puede veriflcarlo sino en individuos que acrediten buer
conduela, que posean la instrucción suficiente en las materis
que deben enseñar en la escuela, que conozcan teórica y prác
ticamente los métodos de enseñanza, y que nopadezam miteé
medad contagiosa, crónica ó repugnante que les estorbe el de
empeño de los deberes anexos á su empleo.
Las misínas Corporaciones tienen á su cargo lainslruccií
local en cada distrilo, y para el efecto deben visitar de una
tres veces por semana las escuelas, asociándose á una comí*
BÍónde señoras para visitar las de niñas, y vcriíicándolo 8i
mlembms por turno y peiiódicamentc. Pueden también díchí
Corporaciones suspender a los directores y subdirectores
escuela; mas sólo en los tres casos siguientes : 1* cuando
— 417 —
I
I
Director cometa una falta gravo contra la moral ó la decencia
pública, que cause escándalo en el Distrito; 2* cuando esté
inalverííando los útiles de la escuela de su cargo; y 3" cuando
«e descubra que padece enlerniedad contagiosa. La suspen-
sión no puede vcrilicarse sino después de haljerle concedido
plazo al culpable para que presente sus descargos por las
faltas que se le atribuyen. Debe darse cuenta de todo á la
Dirección General, por conducto de la Inspección Gene*
ral.
La inspección en los Departamentos la tienen los Visita-
clores^ y á faltado estos corresponde á los Prefectos,
En general, el Código faculta á todos los funcionarlos
del orden político y municipal, para vigilar los diferentes
ramos de la Instrucción Pública; pero los no nombrados
hasta aquí, sólo pueden practicar visitas en los establcci-
nn^ientos de educación, examinarlos trabajos de los diferentes
o empleados que intervienen en la inspección y adminis-
ti^íición, «3 imponer las penan establecidas por las lej^es, limi*
tíindose en sus funciones a hacer cumplir las disposiciones do
lü^. Dirección, de ía Inspección General, de los Visitadores,
cl^ la Inspección departamental y de las Corporaciones muni-
^i leales, sin cambiar en nada las reglas establecidas por
ellos,
Visitadores* — Los Visitadores de instrucción púljlica
^^^^^mi también empleados á cargo de la Nación ; pero nombrados
X>^::>3* la Dirección General en el número que determine el Poder
^j creativo de la Unión. Hoy actúan á cargo del Estado^ en \ir'-
-^^d do que por la ley X de 1877 se autorizó al Poder Ejecutivo
^^^ éste para pagarles sus sueldos, mientras el Gobierno na-
^Onul cumplía lo estipulado en c! Código.
La Dirección General > por decreto do 26 de diciembre do
*^81 j dispuso que hubiera cinco Visitadores, cada uno en ün
círculo, y al efecto dividió el Estado en esta forma : Círculo 1%
^^t*mado de todo el Departamento del Centro^ más los dlstrl-
toíí del Uctiro, Guarne, San Vicente y Concepción; Circulo S**,
- 448 ~
de todos los demás distritos no nombrados del Departament(>
de Oriente y de los del Sur ; Círculo 3*, de los distritos de los De-
partamentos de Sudoeste y Cauca; Círculo 4% de los distritos
de los Departamentos de Occidente ySopetrán; y Círculo &•, de
los distritos de los Departamentos del Norte y Nordeste.
Los Visitadores obran bajo la dependencia de la Direc-
ción General y de la Inspección Nacional, y tienen funciones de
inspección, de administración y de Ascalización, de acuei'du
con el decreto citado en donde se determinan.
Las Corporaciones municipales y los Directores de escuela
deben dar informes mensuales a los Visitadores, y los dichas
a la Inspección General : de modo que en este despacho se
ccnlralizan^ por decirlo así^ todos los datos, y él, de acuerdo
con la Dirección General, imprime constante y uniforme mo*
vimiento á la instrucción pública en todo el Estado.
División de las escuelas, ^ — Las escuelas se dividen en
elementales 6 primarias, superiores, normales y rurviles, y se
diferencian, tanto por las materias que en ellas se enseñan,
como por el grado de adelanto y de desarrollo físico que
se requiere en los alumnos para ser admitidos c<jmo cur-
santes.
Escuelas Elementales. — En las Escuelas Elementales son
de oblij^^atoria enseñanza las materias siguientes : lectura, e^cri* -
tura, aritmética, el sistema legal de pesas y medidas, elcmen
tos de la lengua castellana, ejercicios de composición y recita'
ción, nociones generales de higiene, de geografía, de histori
patria y de canto.
Escuelas Superiores. — En las Escuelas Superiores s
recibe instrucción sobre las siguientes materias ; lectura, escrí^
tura, arit.netica, sistema legal de pesas y medidas, castellana^
ejercicios de composición y recitación, elementos de algcbm#
de geometría, con sus aplicaciones usuales, especialmeute el
dibujo lineal; teneduría de libros, nociones de física^ deraoci-
— 449 —
nica, de química, de historia natural, de fisiología y de higiene;
elementos de cosmografía y de geografía, historia y geografía
especial de Colombia, canto, gimnástica y calisténica. De estas
materias, dispone el Código que no se enseñen sino las princi-
pales en las escuelas de niñas; pero en cambio establece la
enseñanza de obras de aguja, de economía doméstica y de los
demás ejercicios que convienen particularmente ala mujer.
Para admitir un alumno en las escuelas superiores, exige
el reglamento que las rige, la edad de doce años si es varónj y
de diez s¡ es mujer, y que haya cursado las materias que se
enseñan en las escuelas elementales.
El estadio en estas escuelas se hace por proceso anual en
tres cursos progresivos ; pero el Director general puede dis-
poner que se ensanche el número de materias^ y que se ense-
ñen con más extensión. Esta disposición es también común a
las escuelas elementales ; pero para ponerla en práctica debe
atenderse al carácter é inclinación de los alumnos, y también
^ las artes y las industrias que estuvieren más generalizadas en
In respectiva localidad, á fin de que se pueda sacar todo el pro-
"Vrecho apetecible de los conocimientos que se adquieran.
La Dirección General, de acuerdo con la Inspección Nació-
r^al^ resolvió en noviembre de 1881 que ninguna Escuela Supe-
^ír^ior siguiera con menos de 30 alumnos de asistencia diaria, y
^in que las escuelas estuvieran provistas de un local adecuado
'y del mobiliario suficiente, todo lo cual debería acreditarse
<:^on una certificación, bajo la firma de todos los miembros de la
^I!orporación municipal del respectivo distrito.
Tienen estas escuelas, según el presupuesto vigente y el
í^eglaraento que las rige, el auxilio de un catedrático para cada
Xina, hasta el número de doce para todas las del Estado.
Cuando el número de niños que asiste ordinariamente á
Una escuela elemental pasa de 200, la Dirección General
puede establecer una nueva escuela con el carácter de Supe*
rior; pero tal resolución debe someterse á la aprobación del
Poder Ejecutivo nacional. Sin embargo, por decreto de 21 de
noviembre de 1877, dispuso el Presidente del Estado que se
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ser matriculados, a dar un documento con fianza de perma-
necer hasta por tres años en la Escuela, haciendo los cursos
reglamentarios, á ganar el diploma de capacidad y á servir
después en la Escuela superior 6 elemental á que sean desti-
nados por el Director General, y por el término de tres años,
mediante la remuneración asignada por la ley*
Educación obligatoria. — El Códij^^o hace obligatoria la
educación elemental. Kn consecuencia, t^stipulaque todo padre
de familia, guardador 6 encargado de un niño de la edad de
7 á Ij años, está obligado á enviarlo á una de las escuelas
públicas del distrito, ó hacer que de otra manera reciba la suíi-
ciento instrucción. Cuando un niño, antes de cumplir los
15 años, ha recibido la instrucción en todas las materias que
C4>nstiluyen la enseñanza en las escuelas elementales y supe-
riores, puede retirarse del estudio con permiso de la Corpora-
ción, y previo examen.
Para hacer efectiva la educación obligatoria, la Dirección
■ Genei'al hace levantar en cada distrito el censo de los niños
menores de 15 años cuyas familias residan en el mismo dis-
trito. Copia de este censo se remite á cada director de escuela
y éste forma anualmente, en vista de él, un registro de los
niños que deben concurrir ala escuela en el año siguiente;
toma dos copias, una de las cuales debe remitir á la Corpora-
' cióii municipal, y la otra al alcalde del distrito. El alcalde nom-
bra comisiones obligatorias y compuestas de las personas más
influyentes, para que hagan saber a los padres, guardadores ó
encargados de niños que residan á una distancia que no exceda
de 3 kilómetros del lugar, la obligación en que están de matri-
cular sus hijos, pupilos ó dependientes en una escuela oí] cial,
élites del 15 de enero.
Las personas que no envíen los niños a la escuela, des-
pués de tal aviso, deben indicar ala Corporación municipal los
medios que emplean para educarlos, y esta Corporación debe
verificar la exactitud de los informes recibidos; y si halla que
uo es suficiente la instrucción que se da al niño, compele por
medio de los apremios legales al individuo de quien depende
el niño, a que lo verifique. Tales apremios consisten : 1* en
simple amonestación; 2" en multas sucesivas de dos á diez
pesos; 3** cuando esos medios no basten, se asocia la Corpo-
ración al alcalde y juez del distrito, y pone a los niños remisos
en ir á la escuela, bajo el cuidado de tutor especial que vele por
bu educación. La amonestación y las multas las lleva á efecto,
en subsidio de la Corporación municipal, cualquier funcionario
público que ejerza jurisdicción ó autoridad, á cuyo conoce
miento llegue la falta.
En bien de la clase desvalida y pobre, suaviza el Código
el rigor de las disposicionesde que venimos tratando : al efecto,
permite que el director de la escuela, con aprobación de la Cor-
poración municipal, arregle y combine el tiempo, de manera
que a los niños de tales condiciones les quede libre diaria-
mente cierto numero de horas para los trabajos domésticos,
agrícolas ó comerciales de donde derive su familia la subsis-
tencia. Puede también la Corporación municipal permitir á las
familias notoriamente pobres y que tengan varios niños á su
cargo, el que los envíen por turno á la escuela, y aun eximir*
los de hacerlo si carecen de los vestidos necesarios para con-
currir. En este caso la Coi'porución debo ocurrir á la caridad
de los vecinos, y colectar los medios ncc4?6arios para vestir esos
niños y volverlos al estudio.
Puede eximir la Corporación á los individuos que tienei
niños á su cargo, en casos previstos por la ley.
Escuelas Rurales, — Para hacer extensiva la instruccícSn
a todos los puntos del Estado, en todo caserío que diste niá-^
de li kilómetros de la cabecera del distrito, y en el cual so cíi -
cuentren más de 2U niños en estado de concurrir á la escueto
primaria, debe ocurrirse á fundar una escuela rural con el
carácter de puramente periódica ó ambulante, segiin lo exijan
las necesidades de la población, los recursos del Estado ó las
circunstancias locales.
— 453 —
Organización. — Para la dirección de cada escuela se
establece que haya un Director, si la asistencia ordinaria de
niños no pasa de 60; si pasa de este número, debe liaber un
Subdirector; si pasa de 120, dos, y si pasa de 200 se debe
dividir la escuela por la Dirección General, con aprobación del
Poder Ejecutivo nacional. En esto último caso una de las dos
escuelas debe tener cl carácter de Superiox\
Todos los empleados remunerados de instrucción pública
duran en sus destinos por el tiempo de su buena conducta» y
no pueden ser removidos ó suspendidos, sino por causa sufi-
cientemente comprobada y después de haberles oído los des-
cargos.
Establece el Código que las escuelas tienen por objeto
formar hombres sanos de cuerpo y de espíritu, de manera que
se debe atender en ellas al desarrollo físico, moral é intelectuaL
En consecuencia, los directores de escuela deben ser verda-
deros tipos de perfección en su conducta pública y privada,
y deben elevar el sentimiento moral de los niños confiados á su
cuidado é instrucción, grabando en sus corazones los prin-
cipios de caridad^ justicia, benevolencia, moderación, y en
general todas las virtudes que son el ornato de la especie
humana;
Con verdadera sabiduría se consignó bajo el n*3 del artí-
culo 80 del Código, el siguiente deber para los directores de
^escuela : a Atender muy particularmente a la educación moral,
a religiosa y republicana de los alumnos, empleando, sin
*t hacer uso de cursos especiales, toda su inteligencia y el
« método más adecuado, á fin de grabarles indeleblemente
« convicciones profundas acerca de la existencia del Ser Supre-
« mo, del respeto que se debe a la religión y a la libertad de
€ conciencia; persuadirlos con el ejemplo y la palabra á que
« sigan sin desviarse el sendero de la virtud; predicarles cons-
a tantemente el respeto á la ley, el amor á la patria y la consa*
^ graciónaltrabajo.)) Esto era lo que el legislador podía decir,
circunscribiéndose como debía á los límiícs que la Constitución
le trazó al establecer en el articulo 15 la profesión libre,
i
— 454 -
pública ó privada, (lo cualquiera religión, contal que no seej
cuten hechos incompatibles con !a soberanía nacional, ó que
tengan por objeta turbar la paz pública; pero respetuoso por
la creencia religiosa que impera en la generalidad de la nación,
dispuso en el Código que las horas de enseñanza en las escue-
las se distribuyesen de modo que á los alumnos les quedar;
trien:ípo para recibir la instrucción religiosa que sus padn
determinen, y de los profesores que ellos designen. De es'
manera se ha hermanado la libertad de conciencia con la'
tolerancia.
La enseñanza de la gimnasia y la calisténica en tod
las escuelas, y los ejercicios militares en las de varones, oons
tituven la educación física de los niilos.
Las ponas corporales, verdaderos suplicios con que aufc
se aterraba él espíritu de los niños, haciéndoles ver el raae
tro, no como suave y culto director, sino como verdugo i
placable, y la escuela, no como recinto de agradable y pr
vechoso pasatiempo, sino como cárcel, están prohibidos h
en todos los establecimientos oficiales. Sólo se puede encerr
por pocas horas y en piezas ventiladas á los niños, y to.
distinción de categoría, de nacimiento ó de riqueza debe dc¡
atenderse : sólo la conducta y cualidades personales estable-
cen diferencia en la escuela* ■
Colegio Central Universitario. — La Universidad de
Antioquia ha sido establecida por ley orgánica especial, y su
régimen económico y su disciplina están sujetos á las pres-
cripciones del plan de estudios formado por la Junta Suprema
Universitaria.
En la Universidad, fuera de materias preparatorias,
estudia todo lo referente á las altas facultades do Medicina
Jurisprudencia.
Las cátedras están ocupadas por excelentes profeso
y los frutos do instrucción, cosechados año por aftOt sou sobro-'
manera satisfactorios.
— 455 -*
Escuela de Artes, — Sirve para formar ciutladaiios
prácticos en diferentes artes y en distintos oficios : maquinis-
tas, ebanistas, cerrajeros, constructores etc., ctc.
Museo y Biblioteca de Zea, — En este plantel de educa-
ción pública osliidia el pueblo^ tanto en asuntos de historia
natural, como de bellas artes, literatura, historia, po-
lítica etc^., etc. Durante el primer año de su fundaciónj y
cuando carecía aún de libros en gran cantidad, tuvo siete mil
lectores, número que crece día por día.
Ponemos en seguida un cuadro que ofrece el resumen
sintético del estado en que se halla la educación pública oii-
cial en Antioquia, Hablamos do educación oficial, porque
fuera de ella existe la educación privada, en que no interviene
el Gobierno , y porque de cálculos hechos resultaría que el
número de niños que reciben educación en el Estado, no baja
<ie 33.000, guarismo valioso si se atiende á que nuestra
l^oblación total no pasa de medio millón de habitantes.
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CAPITULO DECIMOTERCIO
Religión- — Razas.— Carácter
Religión. — La Constitución de la República consagrado
\iiia manera definitiva la tolerancia de todos los cultos, sin más
iH^striccion que la de que no ataquen el sistema de gobierno
cjue se ha dado la Unión Colombiana, ni permitan la ejecución
tíe actos que turben ó tiendan a turbar la paz pública.
A pesar de esta amplia libertad de conciencia, la religión
de la inmensa mayoría de los antioqueños es netamente ca-
'tólica apostólica romana, pues los disidentes de ella, si los
liubiere, no han llegado hasta ahora al número suficiente para
íundar nuevas congregaciones.
Desde que terminó la guerra de conquista, se trató en la
aladre Patria de establecer un Obispado en la provincia de An-
^ioquia ; pero esa idea hubo de abandonarse bien pronto en
íitención al corto número de colonos que poblaban el territo-
rio, ó acaso mas bien al predominio que por entonces tenía la
rica y floreciente Gobernación de Popayán.
Por lo dicho, el gobierno eclesiástico de Antioquki quedó
formando parte de la Gobernación citada, desde el tiempo do
su primer Obispo D, Juan del Valle hasta el de D. Salvador
Jiménez de Enciso, último de aquellos prelados que la
dirigió,
Los Obispos de Popayán visitaban de tiempo en tiempo, y
á veces á muy largos intervalos, la Iglesia do Antioquia; y
— 458 —
cuando no lo hacían personalmente, nombraban vicarios
eclesiásticos con quienes se entendían y á quienes daban órde-
nes para una buena administración.
A fines del siglo anterior, y aun quizás más bien á prin-
cipios del prcsentt^,. ya era universal en estos pueblos el cla-
mor para que se nombrase obispo que atendiese alas necesi-
dades religiosas de los vecinos, por estar Popayán á lai'ga dis-
tancia y por ser pésimas las vías de comunicación.
En el año de 1804, por marzo, se recibió en Medellín la
plausible nueva de haberse dignado el rey D. Carlos IV con-
ceder permiso para la creación de Obispado en Antioquia, y
además la de haberse obtenido aprobación del Sumo Pontífice,
Pío VII, para llevarla á cabo.
P< ICOS años después, fué nombrado para Obispo do esta
Diócesis el Dr. José Ignacio de Arancibía, prebendado digní*
dad de la Catedral de Méjico, c[u¡en no vino por causa de fa-
lleciraiento»
Más tarde, nombró D, Fernando VII al Ilustrísimo se-
ñor fray Fernando Cano para la misma Silla, quien tampoco
la ocupó, porque habiendo llegado hasta la Habana, dio parta
al Soberano Congreso de la líepúbhca, do su intento, y se I<^
respondió : « Que podía entrar al país, previo reconocimiento^
de la Independencia; >í condición que no aceptó.
El r^apa León X, á peticinn del Congreso de Colombia, v'
por gestión del Ministro Plenipotenciario de la Rcpúblíc-a ,
D. Ignacio Sánchez de Tejada, convino en hacer el nombr» —
miento de obispo que se le pedía, y escogió de la tema presel^ —
tada, á fray Mariano Garnica, del Orden de Predicadores* El
señor Cárnica entró á Medelh'n y principió á ejercer su mintfí-
terio et día 12 do mayo de 18í8; y por muerte de él, fué
nombrado para reemplazarle el Ilustrísimo señor 0bi5p<>
José María Estévez, quien no llegó á posesionai'se de su
destino.
Después de esto siguió una vacante de corta duración
que terminó con el nombramiento del Dr, Juan de la Cruz
Gómez Plata. Al Sr. Gómez Plata siguió el Dr. Domingo
— 459 —
e^
Antonio Riaño, y á su muerte la Silla episcopal fue rotiiada
de la ciudad de Antioqaiay trasladada á la de Medeltín. Para
suceder al Sr. Riaño, fué escogido el presbítero Valerio
Antonio Jiménez, á quien se dio por comljutor y sucesor el
Sr. Dr. José Joaquín Isaza.
El Sr. Jiménez renunció el Obispado un poca más
tarde, y quedó gobernando la Iglesia antioquena el Sr, Isaza,
Murió éste, y á su muerte el Obispado fué dividido en dos
Siilas episcopales, perteneciente la primera áAnlioquia, y la
-Segunda á Medollín ( 1 874), siendo nombrados respectivamente
los Ilustrísimos señores Joaquín Guillermo González y José
^er^iacio Muntoya.
Por renuncia del Sr. González en 1882, fué designado
par»íi reemplazarle el Sr. Presbítero Jesús María lírKlrígnez,
y • f^or fallecimiento reciente del Sr* Monloya, Su Santidad
^c^^i^tadc nombrar al Sr. Dr, Bernardo Herrera, que aiui no
"^ sido consagrado.
Estos dos Obispados tienen su respectiva cátedra! en las
^*^^c3ades de Anüoquia y Modellín, y en cada una de
^**^^ishay un Cabildo eclesiástico, eoarorme á las prcscripcio-
^^s decretadas por la Iglesia, y en ambas el culto se desem-
P^^íi con el decoro que corresponde á la religión profesada
P*^*^ la mayoría de los antioqucños.
El Obispo es el jefe de la Iglesia, y los curas son los
^^ntes naturales de que se vale para goljernar la Diócesis,
y^ como I^kIo Obispo católico, está bajo la dependencia
^^^l Sumo Pontífice. Las relaciones que mantiene con otros
P^^lados son simplemente de cortesía para tratar asuntos ríe
^^U*rés general, pues, en su esencia, él es poder eclesiástico
^Independiente*
El Gobierno de la Ptcpública, antes de derogar la ley de
Patronato, tenía ingerencia directa en todos los negociados
del culto; pero, derogada tal ley, el Gobierno político y la
Iglesia no tienen más relaciones que las establecidas por la
ley nacional en materia de inspección de cultos.
La historia de la Iglesia antioquena se conocerá en todos
— 460 -
sus pormenores, por la lectura de un erudito libro que publica
en estos moraentos el Sr, Juan Pablo Restrepo. Para la que
es de nuestra competencia, nos resta sólo agregar que la
tolerancia de cultos, no solamente está reconocida, sino que
es bien practicada en el Estado,
En el año de 183G hubo en Mcdcllin turbación pasajera
del orden público, provocada por el Sr. Dr. José María Botero
Cadavidj y aquella asonada, aunque de carácter fanático,
pasó sin trascendentales consecuencias. Entre nosotros las más
graves cuestiones sobre creencias religiosas, se discuten libre-
mente de palabra y por la prensa, sin que la controversia sea
seguida por ataques á las garantías individuales, sino en los
casos desgraciados en que las pasiones se enardecen poi* mo-
tivos de guerra civiL
Razas. — La población moderna del Continente ameri-
cano tiene su origen en tres razas : la caucásica, conquista*
dora ; la indígena, propietaria inmemorial del suelo, y la
negra ó etiópica, traída con un fin especial poi* los euro-
peos.
En la América del Norte la raza caucásica ha sido repine-
sentada en su gran mayoría por los anglo-sajones, mienli"as
que en la América llamada propiamente española, lo ha sido
por la raza llamada latina. Esta se ha extendido no sólo en las
fundaciones españolas sino también en las portuguesas y
francesas.
Las tres razas de que hablamos, blanca, india y negra,
por sus repetidas mezclas, forman hoy la población total
de la América española, y por lo mismo del Estado do Antio—
quia, objeto especial de nuestros estudios.
Inútil nos parece presentar la filiación orgánica de cada
una de estas tres razas, porque su descripción completa se
halla, ora en los autores clásicos de antropología^ ora on
las curiosas investigaciones de los viajems.
Los blancos venidos de España eran casi todos de sangro
goda pura, fuera de más ó menos importantes adiciones
— 461 —
hechas á ella por causa de las diferentes conquistas que en
épocas remotas habían sido verificadas en la Península.
Para la época en que comenzó la conquista de América,
los habitantes de las diferentes provincias de España con-
servaban el tipo de su vieja nobleza; pero en la región
meridional la sangre árabe y judía entraron por algo para
alterarla.
Mientras los vizcaínos, aragoneses, leoneses, extremeños
'j' castellanos, venían representando el distinguido timoneo
español, muchos valencianos y andaluces caracterizaban en
parte la raza del desierto.
Con sólo decir que estos blancos eran de raza caucásica,
«c da á entender que sin alcanzar las condiciones do robustez
orgánica de los pueblos setontrionales de Europa, la compen-
saban ventajosamente por medio de voluntad fuerte, carácter
^■Mecidido, fibra tenaz y nerviosa, sensibilidad exaltada y fe
^ profunda en sus proyectos y en sus empresas.
I Aquellos hombres, aunque endurecidos en sus últimas
^Kguerras para emanciparse de los árabes, frugales por costum-
pVbr o, resignados en la adversidad, temerarios en la lucha y
[ perseverantes en sus propósitos, trajeron á la Zona Tórrida la
delgadez de su piel, la blancura relativa de su cuerpo y gran
suma de sensibilidad ; y eso en tal manera que expuestos álos
calores abrasadores de los profundos valles, á la acción calci-
nante de los rayos solares, á la picadura de mosquitos, tábanos,
niguas, garrapatas, escorpiones y serpientes, al envenena-
miento producido por los miasmas, y á la agencia destructora
de elementos ambientes de naturaleza tan dañina y morti-
ficante, como lo son en general los de la foja intertropical,
debían experimentar no pocos cambios en su manera de
ser física, por la prolongada residencia en tan adversas
localidades. En general puede decirse que los blancos do-
miciliados en las playas del mar y en los valles calientes
délos grandes ríos, conservando su piel blanca pero algún
tanto tostada, variaron un poco sus facciones por la influencia
del clima y de nuevas costumbres. En resumen, se puede
~ 4G2 —
asegurar que ia raza blanca no era adecuada para fijarae p
vecliosamenteen aquellos sitios.
En los climas templados de las cordilleras y en las regio-
nes frías do sus alturas, aconteció otra cosa. En ellas el blanco
estuvo como en su antigua casa, vivió con los cambios reía*
tivos á lae:»cpatriación ; pero vivió entero, sano, y perpetuólas
cualidades peculiares de su sangre, mantuvo sus tradiciones,
conservó sus creencias y perseveró linnemente en sus ideas y
en sus principios.
La raza india era apocada y débil ; perezosa y holgaza
por naturaleza; atrasada en civilización; Hoja para lafatí
tímida y cobarde con raras excepciones ; disimulada de car^
ter por causa de un anterior y subsiguiente despotismo ; in
nadadla mentira , para evitarla persecución, y profundameütc
desgraciada antes de la conquista, en la conquista y después
de la conquista.
La raza negra tuvo la ventaja de estar acorazada contra
los rigores del calor y contra las irratliacionesde la luz, por el
espesor de sus tegumentos, por el pigmento negro de su piel y
por el habito secular de sufrir la intemperie en estado de casi
completa desnudez y sin protección de ningún género.
Mientras el blanco t^asi so asfixiaba en los grandes cala
res, trasudaba copiosamente, y sufocado ocurría á la sies
ó al reposo, y mientras el pobre inflio caía abrumado bajo 6
peso de la carga ó bajo la presión de la fiebre, el negro, coal
cabeza descubierta y el cuerpo medio desnudo, recibía si
gran fatiga los x^ayos verticales de un sol abrasador. Cocí
monos energía de voluntad que el blanco, y con menos vala;
moral, el etíope en América soportaba mejor el trabajoydumfi-
naba los obstáculos de una naturaleza rigurosa para el pri-^
mero. Los trabajos agi'ículas y los más difíciles aún de minería^
eran sobrellevados por estos infelices hijos deCam, conmencja ,
inconvenientes que los que tenían para las otras dos razas* ^^
Esos negros introducidos en América entraron bioii ^
pronto con los indígenas conquistados en el seno do la Iglesia
católica, no sin que la nueva religión impidiese a unos y otros
— 403 ^
la oonser vació n de algunos ritos idolátricos de sus sectas.
^Especialmente las cuadrillas de iiegros trajeron al idioma cas-
allano una que otra palabra de los idiomas africanos, y al país
algunas prácticas religiosas de su patria, prácticas que si
bien han sido desfiguradas por la civilización moderna,
ao dejan de conservar, aunque ligeramente, el tipo de su
origen.
La conquista de estas tierras realizada con tanta cruel-
dad, fue un mal para lo porvenir y una mancha para sus
autores : la destrucción casi total de la raza americana
ha sido una deshonra para los exterminadores, y la escla-
vitud de los negros, un estigma indeleble para la Iiistoria
de la humauidad* Empero, jneditando bien las cosas y
deíiniendo la suerte iinal de estos últimos hombres, el filó*-
Süfo alcanza a ver que surge de ese piélago inmenso de
lágrimas, arrancadas á los (jjos de los afi'icanos por el látigo
do los magnates, algo grande y consolador. La suerte de eso
grupo del linaje humano abandonado en los bosques ó
arenales de la Libia 6 del Scnegal, de Angola 6 de la Cafrería,
Sería hoy harto mas cruel y desdichada que la de sus deseen-
cuentes en América, elevadtjs á ía categoría de hombres
libi'cs, de altivos ciudadanos, de republicanos dignos, bajo el
aliento redentor de los progresos democráticos.
De la unión de un blanco con luia india, ó viceversa,
resulta un lujo que asume los caracteres intermedios do las
dos razas. Este ser, menos blanco que el padre y menos jno-
reno ó cobrizo que la madre, es un término medio orgánico
entre sus genitores.
De la unión de una india con im negro, ó al contrario,
nacen hijos llamados zambos, término medio entre los dos
linajes, como lo hemos diclio para los anteriores.
De la unión de un blanco y una negra, nace un mulato
que se halla respectt> de sus padres en la misma relación
indicada. El mulato de primera generación tiene por lo
general la piel morena, el pelo rizado, los labios espesos^
el occipucio abultado , y tira notablemente á buscar un
— 464 -
aire de fisonomía que tanto se aproxima al padre como
madre.
Después de estas mezclas primordiales, es fácil concebir
que la generación continúe multiplicándose en diversos sen^
tidos, y dando resultados variables de generación* Así, los
blancos y las blancas pueden seguir juntándose con negros y
con negras, con mestizos, zambos y mulatos, y los negros y
las negras recíprocamente.
Después de esto, sígase la generación procreadora y se
verá que el resultado se complica de una manera tan singular,
que al fin sería imposible determinar con precisión la can-
tidad de sangre de cada raza que entra en cada americano
sometido a esta prueba, en cada colombiano como habitante
de América, y en cada aatioqueño como ciudadano de^^
Colombia.
Para resolver en parte la dificultad que naturalmente
surge de tan numerosas mezclas, se ha tomado como punto
de partida lo que hemos dicho sucede hasta la procreación de
mestizos, zambos y mulatos. De allí en adelante, para cali-
ficar los nuevos productos, se dice : tercerones, cuarterones,
saltoatrás, y tal vez algunos otros calificativos que pasamos
por alto.
Cuando la raza blanca predomina en una mezcla cu
quiera, no es difícil saber con aproximación la cantidad de
bangrc indígena ó etiópica existente en una persona señalada.
Pelo lacio, ausencia ó escasez de Ijarba, color que tira á ver
oliva, ojos notablemente separados, y talones muy salíent
hacia atrás, ponen en el camino de una sospecha, si no dou
certidumbre absoluta, de que la raza americana entra por
mucho. Pelo generalmente crespo, hibios gruesos, frente
inclinada hacia el occipucio, cabeza ahuilada hacia atrás, y
más que todo, cierta exhalación penetrante y peculiar, pro-
ducto do las glándulas sudoríparas, permiten suponerlas cua
lidades de la raza negra, sin contar que para la una y la o
el ángulo facial, recto ó aproximadamente recto en la
caucásica, tiene forma que lo inclina á ser agudo en las dem
'4
ios I
M
del
Ja.
I
— 465 —
Hubo un tiempo en que lo que es hoy raza americana,
aceptada por la ciencia^ se tuvo solamente como una semiraza
derivada de la malaya. Parece que no anduvieron muy desca-
minados los que así pensaron, porque si el americano tiene
rasgos de semejanza bien pronunciados con individuos de
otras razas, es sin duda con aquélla. Poblaciones conoce-
mos en que los aborígenes del continente se parecen mucho
á los hijos del Celeste Imperio, y quizás no tanto todavía á
ellos c^^mo á muchos de los habitantes del Japón, de la Siberia
oriental y de algunas de las islas de la Occanía.
Pretender, como algunos pretenden, que la raza ameri-
cana esté dividida en muchas otras, fundándose para ello en
diferencias locales de nnción a nación y de tribu á tribu, nos
parece teoría errónea y completamente inaceptable. Hemos
\isto indios de color más ó mepos claro, má« 6 menos oscuro,
más ó menos cobrizo; pero absolutamente hablando, y por
experiencias personales, podemos asegurar que ligeras va-
riantes no autorizan para subdividir una raza que nos
parece ser la misma desde el estrocho de Behring liasta la Tierra
del Fuego, y desde la desembocadura del Amazonas, hasta la
del Guayas.
En Antioquia, las tres razas elementales entraron como
base para la población desde el momento en quo fué iniciada
la guerra do conquisla* Los blancos colonizadores no fueron
muchos, los negros introducidos pava las faenas campestres
y el laboreo de las minas, tampoco lo fueron, y los indios, más
que diezmados^ entrai'on también en corto niimertí.
El negro domiciliado en Antioquia tuvo que combatir
pecho á peclio con las dificultades del territorio ; mas de las
dificultades y peligros de este combate participaba también el
amo, quien, vizcaíno de origen, casi siempre era tenaz y per-
severante para obtener por medio de trabajo asiduo y de
consagración infatigable, los medios indispensables para
una subsistencia que rara vez pasaba de mediana á rica ú
opulenta.
La comunidad en los trabajos y en los peligros, eslable-
30
— 466 —
cida entre amo y esclavo, engendró desde el principio ciertos
vínculos de hermandad en las dos raxas. El negro llegó a ser,
más bien que siervo del blanco, el compañero, el confidente y
aun el amigo. Los ejemplos de barbarie y de inhumanidad
insólita ofrecidos por otros pueblos para con el esclavo negro,
fueron sumamente raros en este territorio, y por eso cuando
la venganza de razas ha caído como calamidad social en otra.s
partes, en Antioquia nada de eso se ha visto.
Los indios quedaban como elemento separado; pero eu
general humanamente tratados por los colonos, los criollos y
los peninsulares. ^H
Los blancos, primitivos pobladores de este Estado, eran*
un tanto apegados á los fueros de su sangre y a las prorogati-
vas de su nobleza. Por esta razón, en los tiempos anteriores,
desdeñaban de un modo pertinaz el contraer vínculos legíti-
mos con las otras dos razas, consideradas por ellos como
inferiores, mas no era tanto él escrúpulo que no entrasen en
comercio clandestino con ellas, para matizar los colores y
borrar las jerarquías* En la época presente, esas considera-
cioneSj modilicadas por las amplias miras de la licpúblicay por
ideas más liberales, han ido desapareciendo, y tanto, que los
matrimonios legítimos entre hijos de distinto origen, se multi-
plican mas y más, sin que el hecho menoscabe el honor de Ui-s
familias.
En situación tal cual la descrita, es fácil comprender el
fenómeno relativo á la antropología de los pueblos antioíiue-
fios» Indios de sangre pura y negros perfectos se ven ya muy
pocos en esta tierra, y su existencia parece próxima a ternii»
nar, En cualquiera reunión publica numerosa, un observador
inteligente puede notar los numerosos rasgos C'aracterísUco^^
de las mezclas, estudiando el color, el ángulo facial, la confort"
mación de la boca y dolos labios, la Juayor ó nien(»r salida fio
la nariz, la separación de los ojos, la hechura do la frente, la
cabellera y la apostura general de los individuos*
El fenómeno de fusión de razas adelanta en estas pobla-
ciones rápidamente á bu término, y como consecuencia final
— 467 —
<!e la acción ejercida por sangre fie rlisHnto origen, so puede,
sin forzar mucho la retlexión, llegará ílefioir lo que será en
últirao término la raza pobladora de Cí^tas comarcas.
Para nosotros, esta refusión de razas será representada
no mtiy tarde por una población morena^ esbelta, de ojos
negros, de mirada ardiente, de movimientos ágiles, de notable
belleza plástica, de despejada inteligencia, valerosa y propia
para soportar victoriosamente el influjo de los elementos pe-
culiares á la Zona Tórrida : todo esto, bien entendido, si una
fuerte inmigración de pueblos extraños no detiene en su des-
envolvimiento el proceso orgánico que hoy se efectúa (!)•
Carácter. — Así como en los individuos, en los pueblos
el carácter se desen\aielve con la edad y con la educación. Difí-
cil nos pareco asignar de una manera precisa un caráter típico
especial á un Estado naciente. Lo raás que puede decirse es
que sus propensiones y los rasgos salientes de su manera de
ser, lo habrán de conducirá un inpo moral, político y social
determinado.
F*ara nosotros, la baso del carácter se funda en las
pasiones propias del individuo ó de la sociedad, y su perfec-
ción se alcanza por medio del cultivo intelectual y moral. La
fuerza por medio de la cual el hombre consigue el privilegio
de dirigir sus pasiones, constituye el elemento de la forma-
ción definitiva de su carácter. Si las pasiones son dirigidas
en buen sentido^ de modo que su acción benéfica predomine,
el carácter será bueno, aunque adolezca délos defectos comu-
nes á la flaqueza humana. Si la dirección del sentimiento es
torcida y viciosa, el carácter será malo en mayor o menor
grado-
Haciendo la aplicación de estos principios á la población
aníioqueña, hallamos gran dificultad para definirla bien, y la
(1) Al calificar do huena y bella la raza que describimoa como rosuUanto
da la mezcla de las tres enunciadas, debe e o tenderse que en ningún caso la con-
sideramos superior k la raza caucásica» la más inteligente do todas las que exis-
ten.
— 468 —
íUriciittad crece si se atiende á que por su juventud, el antitf^
qucño tiene el carácter apenas en vía de formación. Querer
8cr dogmático en esta materia es pecar por precipitación, y
definir como asunto concreto lo que existe apenas esparcido
en diversos elementos, A lo más que en la materia puede
llegarse, es á una conjetura sobre los datos que conduzcan á
un resultado final, y á presentir lo que haya de suceder, una
vez que acontecimientos imprevistos no vengan a turbar el
detiarrollo natural del pueblo, suponiendo una sucesión dc_
Iiechos análogos á los que actualmente se verifican en lodc
los pormenores de su existencia.
El hnmlire antioqueño es apasionado, y no por cierto i
un círculo reducido do pasiones. Saber el numero de ellas quí
predominan en su espíritu^ es negocio difícil para el criterio j
pero si no vamos errados, podemos aseverar que el antioquef
obra en iin medio moral en que las buenas disposicionl
son mayores que las malas.
En la manifestación de los sentimientos populares, ht
que atender al estímub) que la produce, y los estímulos son i
diversa ííidole y actúan con intensidad más ó menos fuerl
Cuando nuestros compatriotas obran movidos por uua.
mala pasión, son propensos á la rina y obedecc^n ciegos
odio, ala venganza, á la ira, á los celos, á la envidia oto.,'
por eso gran número de delitos sangrientos, ora en la forma (
heritlas, ora en la de perpetración de homicidios, se ve ce
alguna frecuencia.
La llamada pasión política suele terciar en las contienda
entro persona y persona, y no pocas veces por ella se llega
extremidades que constituyen positivos delitos, Y como
sionos de esta clase no tengan el correctivo de la reflexiónr
obren sobre organizaciones llenas de vigor y fortaleza, avieí
que con frecuencia los crímenes tomen proporciones for
dables, y hasta raras en otras comarcas.
Lo dicho autorizaría para fulminar anatema sobre
c^irácter propio de los antioqueños y para clamar oout
éu creciente dcsmoralizaci*'>n. Todavía, admitiendo esl
— 469 — '
defectos, nosotros nos creemos con el derecho de pensar,
como pensamoSt que esa clase de infelices nianiíestaciones
no autoriza para calificar como mala la índole de nuestras
poblaciones, ni para caer en la creencia de que la actual
generación se deprave y envilezca día por día. Muy lejos de
eso, opinamos que el pueblo ha ganado en moralidad, y que las
^ excepciones, aunque lamentables, siendo pocas, no destruyen
la verdad de lo que decimos.
Después de considerar rápidamente lo que es el pueblo
antioqueño sujeto a la influencia de las malas pasiones,
veámosle por el lado favorable, y tratemos de esclarecer de
cuánto es capaz: en el terreno de la virtud y del deber.
El amor, en sus distintas faces, hace de nuestros conciu-
dadanos hombres respetables y de importancia. Si aplican el
i^amor á la patria, su adoración por ella es incontestable. Como
^pmiembros de la comunidad nacional colombiana, los antio-
querios han hecho positivos y grandes servicios al país, y,
como demostración, es fácil presentar la lista de sus hombres
N distinguidos en la historia.
Como obreros en el engrandecimiento del Estado, la co-
operación benéfica de sus hijos es irrefutable; y si el senti-
miento de su amor se refiere al hogar domésticoj en pocas
partes del mundo será fácil hallar familias más íntimamente
unidas por los vínculos de un interés común y de más recí*
proca ternura.
El valor es vii'tud antioquefui; y si el de los hijos de estas
montarías es solicitado por el poderoso móvil de ocurrir á la
defensa de sus convicciones políticas y morales en los campos
de batalla, la impetuosidad del antioqueño es casi irresistible.
Si no se trata de guerra civil transitoria, sino de guerra pura-
mente internacional, los antioqueños que llegan á ser soldados
veteranos, regimentados y sometidos á las reglas de un buen
código, se hacen notar entre los más aventajados de la Repú-
blica. Se les acusa, es verdad, de ser propensos ala deserción y
de evitar largas cajupañas. Hay en el fondo de este cargo bas-
tante exactitud, y se explica naturalmente por la circunstancia
^
- 471 —
que se haga con la situación intelectual de hace veinticinco
años, corrobora perfectamente lo que aseveramos.
Previas las observaciones anteriores y hecha la reserva
de los defectos que anotamos al principio, podemos decir en
conclusión : el antioqueño es apasionado, trabajador infati-
gable, patriota, excelente padre do familia, valiente, empren-
dedor, hábil para los negocios, dócil y obediente; caritativo,
hospitalario, propenso á viajar, y progresista.
•í'
CAPITULO DECIMOCUARTO
Industria.. — Vias de comunicación. — GuELdros
siguientes industrias : minera, comercial, agrícola y inanu-
facturera.
Los otros ramos propios para mantener la existencia
social y la comodidad dol hogar doméstico, por ser comunes
á todos los pueblos de la Unión Colombiana, y por carecer de
trascendencia, los dejaremos sin examen especial*
La explotación de minas de oro y plata os la principal
industria del antioqueño, y por tanto á ella debe su relativa
comodidad y holgura.
Las -minas de metales preciosos explotadas son de tres
especies : minas de oro, minas de plata y minas de carácter
Jliisto, en que el oro y la plata se hallan en una misma ganga^
Va en estado de aislamiento, ya en estado de aligación.
La anterior manera de dividir los minerales es arbitraría
^n el sentido cientiíico, porque ninguno de los metales men-
clonados se halla en perfecto estado de pureza; pero la adop-
tamos como de utilidad práctica para nuestro intento, porque
facilita las explicaciones.
Siempre hay uno ó más metales unidos al oro y ala plata,
aunque una íntima conexión exista entre ambos ; mas como
quiera que para nuestra manera de ver hayamos tomado el
predüraínio de uno de los dos, ó su reunión en proporciones
— ia —
especiales, pensamos que sellemos entendidos en lo que poao-
mos á continuacióü.
Las minas do oro son de veta y de aluvión. Las primeras
están constituidas por filones de grosor variable y de incli-
nación distinta respecto al horizonte convencional. Como acci-
dente de los Ilíones, hay mantos ó capas que guardan relativo
paralelismo coa lasuperlicíe de la tierra.
Los minerales de oro de aluvión se hallan en el cauce do
los ríos, en sus orillas, en los valles y á veces sobre el loma de
las cordilleras. En algunos casos, el oro está simplemeiito
incorporado con arena, lodo, cascajo y guijarros; en otros,
bajo la tierra y las rocas desprendidas hay una faja estrati-
íicada, compuesta de piecü^as, arena etc., etc.j en donde está
contenido el oro. Esa faja ó cinta descansa sobre un suela
6ülido y cretáceo llamado peña, y es ésta la formación más
frecuente de las minas de oro corrido* Hay en ocasiones mioas
más altas llamadas aventaderos, en que el oro está apenas
cubierto por una delgada capa de tierra vegetal, y las hay
llamadas orguniileSf que hemos descrito en otra pai'te.
Las minas de plata son muy menos abundaJites; sia
embargo, hay algunas. Otras, como el Zancudo, principiaron
por ser explotadas como de oro, y hoy es la plata la que en ellas
predomina.
Eu muchos minerales elaborados como si fueran simple»
mente auríferos, los residuos llamados jaguas pueden ser
beneliciados con el ün de extraer más oro, ó extraerlo en aliga*
ción con la plata. El iridio que suele estar mezclado con estos
metales^ es tan poco que apenas merece mención*
Las minas de oro de veta son traljajaíias por socavones i
galerías subterráneas, ó bien á tajo abierto. Para seguir un
hilo por socavón se emplea el métudo ordinario eu toda eüla
clase dL5 empresiis, y para trabajar á tajo abierto se descubre
el mineral, batiendo por medio de una corrieale de agua los
materiales pétreos y terrosos que lo cubren. Sacado el mineral,
se tritura y pulveriza en los molinos, so lava luego, so limpia y
se conduce á la fundición para conocer su tipc
475
Los minerales sometidos al aüterior píx^oedi miento, son
aquellos eu que el oro nativo predomina; mas aun en tal caso,
las jagaas pueden ser utilizadas por medio de procedimicjiLos
metalúrgicos cuya base es la fundición, método empleado en
estos últimos años para IjeneOciar los materiales vn que la plata
superabunda.
Los cuadros que presentamos al fin del capítulo, mani-
fiestau dus cosas :
1" El movimiento ascendente de la producción minera, y
2* El rendimiento actual de dicha producción.
La explotación del hierro es sólo un proyecto entre
nosotros, y la de cal apenas la suficiente para las necesi-
dades arquitectónicas y para las muy reducidas de trabajos
de ingeniería.
El comercio antioqueño es el segundo en importancia
de la HepúbÜca, y uno de los primeros en crédito exterior e
interior.
Pudiéramos reducir a tres clases las operaciones hechas
en e^te ramo por antioqueños :
1* Las de conqn-as que se hacen en los países extranjuros
ixira la satisfacción de nuestras necesidades relativas á
Vestuario, comodidad y ornato, instrumentos para la minería
agricultura etc,^ etc*
2' Las ejecutadas con algunos de los otros Estados de la
nión : con el del Cauca para obtener caballos, muías y cacao,
por dinero; con el de Bolívar, para procurar la introducción de
ganado vacuno, y con los de Cundinamarca, Boyacá y Santan-
der, para obtener artefactos del país.
Fuera del comercio hecho con los pueblos de ultramar y
del que se verifica con algunos de los pueblos de la Unión,
tiene Antioquia un tráfico interior muy activo, que consiste en
^^d expendio de las mercaderías europeas, norte-americanas,
^^ecuatorianas y de los Estados culombianos, previa su distri-
■ bución en los diferentes distritos. Ese tráfico se hace en ferias
I públicas, en tiendas, en campos, y tiene por objeto el repaiii-
I miento armónico de mercaderías, animales, víveres, instru-
i
476
montos de labor, y de todo lo que, en síntesis^ viene á maní*
íestar el mantonimieíito del Estado y la satisfacción de sus
necesidades en todos los pormenores individuales.
Para el comercio exterior cuenta el Estado con el oro ex-
traído de sus minerales, y con la exportación de pieles, café,
sombreros y caucho; todo eso, exceptuado el oro, en pequeña
cantidad.
El estado medianamente próspero de la industria de que
tratamos, espera, en nuestra opinión, un alto grado de desen-
volvimiento, pedido por el creciente progreso de su población y
garantizado por la enérgica vitalidad de los habitantes, Como
base de adelanto, so necesita el establecimento de buenas vías
de cumunicación*
Los procedimientos agrícolas y los instrumentos propios
para ejecutarlos, están atrasados en Antioquia.El hombre tra-
baja muclio; pero como carece de tierras bien feraces, de abo-
nos y de útiles adecuados para la prepax'ación del suelo,
el beneficio de las cosechas no puede representar jamás el
costo monetario de un lado, ni el gasto de fuerza física indivi-
dual de otro, Sin embargo, nuestros campesinos son bastante
perseverantes para hacer frente á los obstáculos, y á pesar de
fuertes dificultades, se logra arrancar del suelo lo preciso para
satisfacer las necesidades más premiosas de la vida, en materia
de subsistencia.
Los productos agrícolas del Estado bastan apenas para
guardar equililirio con su gasto natural, y aun así, no
puede decirse que la subsistencia sea barata. No hay so-
brantes para la expurtación, ni necesidad de ellos, porque la
falta de vías de comuiucación mata toda esperanza y todo in-^
centivo de lucro. La rutina impide la adopción de instrumen— -•
tos perfeccionados para la más pronta y conveniente prepíya — -*
ción del suelo, así es que el regatón, la azada, la barra, el ha —
cha, el machete, el calabozo^ el cuchillo común y la reja tradi-
cional, con otros pocos más, son los útiles empleados pai'a tas
labores campestres. La pala, el pico, los rastrillos, los arados
norte-americanos, las maquinas para desgranar, y oirás de
— 477 —
^.lente introducción, han sido desecliadas unas y apenas
iceptadas otras; y esto con las reservas impuestas por la
costumbre.
(Cuando la agronomía conocida por el pueblo, y el aUeiito
le los antioqueños aplicado a las labores campestres obren
\0 consuno, apoyados por caminos do fácil tránsito, la inilus-
ria agrícola con la minera y comercial efectuarán en gran
parle la adquisición de una positiva riqueza»
El cultivo del maíz y los frísoles es asunto preferente é
indispensable para los antioqueños, porque do estos granos y
de sus varias prepara':iones, sacan el primer artículo de su ali-
mentación. El pan de maíz, llamado arepa, y la mazamorra
forman la base de subsistencia general en el Eí^tado.
^_ La caña de azúcar, cultivada en los temptíraincntos tem-
B^lados y en los ardientes, sigue por su impurtancia al maíz y a
las judías. De los productos extraídos de la caña, se usan de
preferencia la panela y el azúcar.
Bf El plátano, la yuca, la arracacba, la mafafa, Ja papa, el
^irigo, lacebada, las arvejas, lacul, lus rábanos, laszanahürias,
^Ja lechuga, la remolacha, la cebolla etc., etc., son artículos
^Jírovcnientes de plantas cultivadas con mayor ó menor esmero,
eii más ó menos cantidad según el gusto de las poblaciones,
inclinadas siempre á dar la preferencia á los géneros emplea-
dos durante la Colunia, sobre los de nueva introducoióu.
I En ludo el territorio del Estado hay un reducido cultivo
e árboles frutales, y entre ellos algunos de los europeos que
¡ügen aclimatación. Los frutales indígenas necesitan puco
sracro en su dirección, y dan espontáneamente exquisitos
frutos. De los europeos, solamente el durazno y el manzano
)mienzan á dar muestras de regulares productos.
La maquinaria esta en Antiotfuia aún más atrasada que la
Igricultura, especialmente si se liabla de ella en relación
>n la industria fahril.
Los artefactos más notables son ; los sombreros de iraca
' de paja de caña ; algunos aunque escasos tejidos de lana, de
Itilgodón y de fique; herramientas para la agricultura ; alpar-
— 478 —
3j guarnielcs, pipas, vasos de cuerno, de coco, de plata, de
cobre etc.
La joyería, la platería, la fundición, la sastrería, la zapa-
tería, la carpintería, la ebanistería, y en general todas las
artes manuales, están regularmente representadas en el país.
El dibujo, la pintura, la escultura, la arquitectura, el grabado,
la música y el canto, principian solamente á mostrar progre*
sos rudimentarios*
Vías de cemunicación, — Los primeros conquistadores
recorrieron toda la superficie del Estado de Antioquia, unaa
veces rompiendo bosques, arcabucos y pajonales con el pecho
y las espadas, y otras siguiendo las veredas establecidas de un
punto áotro por el talón de los indios.
Los colonos establecían atajos entre montaña y montaña,
ó angostos senderos para comunicarse de un predio á otro 6
para ir en requerimiento de minerales ó tierras de labrar* Lie»
gados áuQ valle, atrepellaban por él sin cuidarse de cenagales
ó arrebatados ríos, y puestos en la baso de una cordillera
trepaban por ella en línea recta, eácalándola como gamos
hasta llegar á la cumbre, para descender luego por despeña-
deros y abismos bástalas profimdas quiebras, tornando cons*
tíintemcnte a repetir tan pesadas tareas.
Con tales elementos, en un pnis doblado y en medio de
arriscadas montañas, no se puede concebir que con tan esca-
sos medios como los que entonces había, pudieran estable»
cer caminos siquiera aceptables. Por estas razones, en loa
primeros tiempos sólo entraban á estas tierras hombres atrf»-
vidog y temerarios. Los viajeros de ultramar nunca lo visita*
ban, y es por las mismas causas por lo que todavía al termi-
nar la guerra de nuestra Independencia, el territorio antioqueño
era notable por sus escasas, pésimas y casi intransitables vías
de comunicación.
Establecida la República, dos antioqueños ilustres, D. Ale-
jandro Vélez,como Intendente del Departamento, y D» Juan de
Dios Aranzazu, como Gobernador déla Provincia, aplicarotí
— 47ÍI —
el trabajo subsidiario de los ciudadanos á la apertura de
caminos. Esta idea, muy avanzada en su época, produjo
cortos bienes, porque la falla de costumbre^ la ignorancia total
en negocios de ingeniería, la carencia do útiles y la dificultad
de las empresas, anularon casi totalmente el efecto de los
esfuerzos empleados.
El iniciador de trabajos forniales referentes á esto, á
mediados del siglo presente, fué el Dr, líafael María Jiraldo.
Siguióle, movido por el mismo sentimiento de patriotismo, el
Dr. Pedro Justo Berrío, á quien se debió un fuerte impulso
progresivo en la materia. El Sr. Recaredo de Villa pretendió
seguir las mismas ideas, pero fué detenido en la práctica por
la revolución del arn> de 1876.
A pesar de lo efímero que ba sido el poder pulilico en los
últimos años trascurridos, todos los mandatarios que se lian
venido sucediendo, persuadidos de la importancia que para la
prosperidad del Estado ha de tener el establecimiento de
buenas vías de comunicación, han trabajado con más ó menos
empeño á fin de obtener esta saludable reforma. El General
Tomás Rengifo, el Dr. Pedro Restix'po Uribo y el actual Pre-
sidente, Sr. Luciano Reslrepo, todos ellos, á pesar de la escasez
de fondos públicos, han trabajado con provecho en el asunto
deque tratamos.
En el año de 1876, el Gobierno de Antioquia, presidido
porelSr. Recare<io de Villa, celebró con el Sr. Francisco J.
Cisneros, un contrato para la construcción del ferrocarril que
debe comunicar el Magdalena con el interior del Estado,
desde Puerto Berrío hasta Aguasclaras, Más tarde, por
reformas hechas en el contrato, se convino en que esta línea
férrea fuera prolongada hasta Medellín, y en este ano en que
escribimos, llega la carrilera Iiasta la margen izquierda del
río Ñus, con gran provecho para los viajeros, y con no poca
utilidad para el comercio.
^^fe La reputación, pues, de Aniioquia como tierra clásica de
V malos caminos, va desapareciendo, gracias á las mejoras intro-
-480 —
De Medellín hasta Man Ízales liay un camino del Estado, y
en él existe una trifurcación situada cerca del puente de Gua-
yaquil. La rama derecha pasa por Belén, llega á Heliconia y
se prolonga hasta las riberas del río CtUica. La del centro pasa
por Itagíií, La Estrella, Caldas, Fredonia, Poblanco, Nuev^-
caranian(a, y entra en el Eslado del Cauca. La de la izquierda
pasa por Envigado, El Hetii^o, La Ceja etc , hacia el sur. Estos
tres ramales tienen numerosas comunicaciones los unos coa
los otros ; vías subalternas que ponen en relación todos los
lugares situados al sudoeste del Estado. Así, por ejemplo, en
Caldas hay otro ramal dirigido al oeste que pasa por Amaga,
Titiribí, Concordia y Bolívar, por donde se vaá las regiones del
Chocó.
En Fredonia se divide la ruta en otras que siguen para
Jericó y Andes, hacia el sudoeste, mientras que una pequeña
de travesía permito el paso para Santa Bárbara, Sitio Viejo y
Abcjorral.
En la Coja drl Tambo so divide el camino en dos princi-
pales : el del Estado, que se prolonga como hemos dicho, y el
otro hacia el sudeste, que pasa por la Unión, Sonsón, Nariño
y Pensilvaniapara entrar en el Tolima.
En AbejoiTal hay otra vía que con dirección oriental llega
á Sonsón,
En Aguadas, Pacora, Salamina y Manizales, ha\ \ ía¡»i
subalternas, unas para el oriente y otras para el occidente. Pora
las últimas se puede ir á Nuevacaramanta, Marmato, Hiosu*
cío y valle del CcUica, y por las otras, al Estado del Tolima, pa-
sando por líerveo, Aguacatal y Ruiz.
De la misma capital del Eslado parte una vía oriental qui
pasa por Rionegrop Marinilla, Gualapó, San Carlos, Canoan
Nare. En Rionegro se l)i turca para ir á la Ceja del Tambo, de.
un lado, y para volver sobixí Guarne, del otro.
En Marinilla hay comunicación con la vía principal para
San Vicente, Concepción y Santo Domingo, por una parte» v
para el Carmen, Santuario, Vahos, Cocorna y San Luis, |K>r
otra.
— 481 —
De la capital arranca otro camino principal del Estado,
con dirección occidental á las fraociones de Robledo, San Cris-
tóbal y San Sebastián, y á los distritos de San Jerónimo, Sope-
trán, Antioquia, UrraOj Frontino y Cañasgordas.
En todo este último trayecto hay también vías secunda-
rias que conducen á Evéjico, Quebradascca y Anza, por un
lado, y á Belmira, Córdoba, Sucre, Sacaojal, Liborina, Buri-
tica, Ituango y Jiraldo, por el otro.
El camino que de Medellín gira para el norte, se divide
cerca del puente de Hatoviejo en dos, El primero sigue al
nordeste, pasando por Copacavana, Jirardota, Barbosa, Santo
Domingo, Yolombó, San Martín, Remedios, Zaragoza y
Nechí; mientras que el segundo, con dirección francamente
norte, pasa por Bello, San Pedro, Entre- ríos y Santa Rosa,
pimto en que se trifurca para llegar por la derecha a Carolina
y Amalíi; por el centro, á Angostura, Campamento, Anoríy
Zea^ y por la izquierda, ó sea más netamente al norte, á Yax^u-
mal y Cáceres.
Hay que decir que esta última vía, como todas las ante-
riores, tiene comunicaciones trasversales que ponen en contacto
los diferentes puntos del Estado que demoran hacia aquella
parte.
Los caminos de que hemos hablado son en su mayor
parte de herradura; buenos algunos» regulares otros, y malos
los restantes.
Las carreteras propiamente tales son todavía escasas y
miden poca extensión. La de Medellíná Aguasclaras es lamas
larga* Sigue en importancia la del mismo punto á Caldas, y por
üUimo la que conduce a Envigado. El movimiento inicial res-
pecto á mejoras en las vías de comunicación, nos parece irre-
sistible» porque á cada progreso eme se verifica resaltan las
ventajas y la convicción de que el^stado no puede adelantar
de otra manera.
Perfeccionadas las vías de comunicación y establecidas
otras, fuera de las que ya hemos mencionado,cs fácil compren-
der que una poderosa red, vínculo de unión entre los diferentes
31
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Aí50 DE 1876.
Oro en barras íí 1.225JO0 44
Oro en monedas 62,556 »
Plata en barras 170,321 50
Plata en monedas 675 n
ANO DE 1B77.
Oro en barras - • 4> 2J29,Í73 75
Oro en monedas 47,399 50
Plata en barras • 305,167 55
Plata en monedas.. 1,100 o
— 484 ^
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Oro en barras. . © 2.098,^22
Oro en monedas.. ........ G|238
Oro en polvo 506
Oro en alhajas.. I8t
Plata en barras , . . 307, 100
Plata en monedas , , 9,323
A^O DK 1870,
Oro en barras. íf 1.785,621
Oro en monedas 4,781
Oro en alhajas 8
Plata en barras, ...•,.... 339,310
Plata en monedan 10,636
3l5íO DE 1880,
Oro en barras, ^ 2,029,514
Oro en monedas 17,973
Plata en barras . 505,745
Plata en monedas 23,251
aS^O dh 1881,
Oro en barras ÍS 2.047 J02
Oro en monedas 20,332
Oro en alhajas 5/200
PlaU en barras 337,109
Plata en monedas 6,223
ANO ÜE 1882* ,
Oro en barras © 2.220,438
Oro en monedas . . • 7^693
Oro en polvo , . • 1,330
Oro en alhajas 100
Plata en barras • . , . 607,021
Plata en monedas.. . 18,905
Total general (1),
© 20.247,789 29 I/i
(1) Para conocimiento csi^ecial de todo -lo que so refiere h la minoría mitjo*!
quefia, recomendamos la lectura del precioso opúaciilo quo acaba de publicar i
8r. Vicente A, Rcstrepo. Esa obra, e9cnt|i magbtralmefite^ lleva por titulo :
Estudio sobre ¡as minas de oro y platade Go/em6ia*
— 485 --
ÜISTANCIAS
DB VAHÍOS PUNTOS BEL ESTADO Á LA CAPITAL BE LA REPÚBLICA
Bogotá
De Miriá. Kilú.
Abejorral 40 5
Aguadtis.. i4 n
Amaga 43 »
Angostura . 49 5
Anorí 55 »
Antioquia 4G »
Anzá 42 5
Arma.. 44 4
Azucro. . * 43 5
Barbosa 42 »
Belén 39 5
Bel mira. 46 5
Duriticá 49 n
Cáceres 44 »
Caldas 30 5
Campamento. 51 5
Cañasgordas 52 n
Carmen 36 »
Carolina, 48 5
Ceja. . 37 i>
Cocorná 37 »
Concepción 39 »
Copacavana , , 45 5
Córdoba 45 5
Dabeiba. ...,,,... 58 »
Eatrc-ríos 43 5
Envigado. . 37 5
Estrella 41 5
Fredonia 42 5
Frontino 53 5
Guarne , . , 37 5
Guatapc.. . r?2 5
Hatoviojo (ó Bello.) ... 40 5
Heliconia « 43 i*
Itagüí . 41 3»
Ituango 59 »
Jirardota. . 43 5
Bogotá
Do Mina. Kilú.
Liborina. ....,:,. 48 »
Manizales 38 n
Marinilla, ........ 35 m
Medellín 39 ■
Nare 15 »
Neira 40 >i
Nuevacaramanta 40 5
Pacora 46 «
Peñol 33 5
Remedios 41 5
Retiro 37 5
Rionegro. 35 5
SabalctaB 39 5
Sabanalarga 53 »
Salamina • • . . 47 5
San Andrea. »..,... 55 5
San Bartolomé 315
San Carlos 31 »
San Cristóbal 40 5
San Jerónimo 44 »
San Pedro. 4:? »
Santa Bárbara 40 »
Santa Rosa. 45 5
Santo Domingo,. .... 40 »
Santuario. 36 ji
San Vicente 37 5
Sonsón 42 5
Sopetrán. . 45 »
Sucre 47 »
Titiribí. 46 5
Urrao 52 »
Vabos . , - • 37 B
Yarumal 51 j»
Yolombó. 49 )»
Zaragoza 50 »
Zea. 46 5
— 486 —
DISTANCIAS
DB DIFERENTES PUNTOS DEL ESTADO A IfEDlLLbí SU CAPITAL (!),
Miriá.
Amalíi [por Santa Rosa.) 12
Antioquia . . . « 5
Amaga ,.:.*•....... 3
Ana, * n
Aguacatal. • »
Alto del Guanábano 10
Abejorral, 7
Alto do Santa Bárbara ,...•... 15
Aguadas. • 10
Anocosca 8
Alto Ceceta II
Alto Sabaletas 1 *
Angostura 8
Anorí* *....., 12
Alto del Clavo.. 6
Arroyo del Tambo. . • . , 7
Alto de Santa Dárbara, •.,.,. 13
Alto do Sepulturas , 2
Amalíi (por Cancán.) l'i
Belén, ,
Bodega do San Criatobal ÍG
Buey, . . . , í>
Boquerón 1
Boca del Monte , 13
Barbosa ..,,,. i
Caldas. 2
Copacavana.. I
Canoas U
Ceja del Tambo 4
Chamberí 14
Chinchiná !9
Kil. Ilecl.
Decá,
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(1) Una ley expedida en el año de 1830 fijó las modulas itinerarios a»l i
legua = 62 y 1/2 cuadras ó sea 5 kilómetros; cuadra = SO metroa á set
100 varaa; vara = 0,80 inet.
-- 4^7 -
I
I
I
Mina.
Campamento 10
Cruces de Anorí 14
Canean * , . . 12
Cañada de la Piedra i]
Cuchilla de Piedrasblancas 12
Cáceres. 19
Cañasgordas ....,.•. 8
Envigado. i
Estrella 1
Entre-ríos 4
Frcdonia 4
Guacaica ...,<. 17
Ouadualejo 8
Ileliconia 2
Haloviejo (ó Bello) i
Honda (río) 15
Itaguí. . I
Isleta. IG
Jirardota. . 2
La Granja
La Plata (Sardinas) 13
La Veta ,......, 10
La Miel 17
Limite de Ayapel 23
Loma de Gallego. , . . 5
León (por Mu tata) 30
Marinilla • . . . 3
Manizalea 18
Monte Indio il
Media Luna Í2
Mutatá (por Urania) * . . 35
Nuevacaramanla , i 2
Neira , IG
Nechí. 20
Piedrasblancas. , . ,
Pantanillo 15
Peñol 5
Puente Caldera 7
— Coco 9
Peñón Pelado.. 10
Puente de Nare . 12
Kil.
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— 488 —
Mifiá.
Palo Gordo . , 9
Pocitos (ó Nariño) 12
Pacora. . * , • 11
Puerto Berrio 21
Pago Real del Caoca . 4
Puente do Nechí 11
— Guayabal. 17
— San Bartolomé 10
Paso Real., . 14
^ de la Fragua. ........... 19
Puente del Ancón 1
— do Sinifaná 3
Paso de Caranianta.. , , 6
Puerto (por Murrí) 40
— (Murindó). * 37
— (Pita!). 3i
— do Pavarandó 35
Quiebra Honda del Boquerón 12
Riachuelo Carrizal 15
— del Porce 7
— Arquía. 9
— Cruz. 11
Rionegro. 2
Remolino ,.,»*.. 13
Rio Pantanillo 5
— Claro 14
•^ de Arma. ..•••.. O
— Cañaveral 9
— Anorí * 13
— Uo 16
Remedios , 16
Río San Julián , 10
— San José 10
Santa Rosa , 5
Sonsón O
San Antonio de Prado ♦ . . * . 1
San Cristóbal, 1
San Sebastián., . 2
San Carlos. , * 8
San Nicolás (mina). . , . . • 13
Santo Domingo.. «...•.,.* 6
Kil. HecL
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Decá. Meír
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— 483 —
Miriá. Kil. Hect. Decú. Motr.
San Roque 8 5 O O O
Santa Teresa. 11 O O O O
Subida de Guadual 14 5 O O O
Samaná (paso viejo] 13 O O O O
San Zacarías. . , 16 O O O O
fian Lorenzo 12 5 O O O
Salamina 13 O O O O
San Jerónimo 3 5 ü O O
San Pedro 2 5 O O O
Sangrabotija 17 5 5 6 O
Santereso 18 5 5 6 O
Saltillo 20 8 4 4 O
Titiribí 4 5 O O O
Tareas 16 O 7 2 O
Tapias 16 3 6 8 O
•Xambo 9 O O O Ü
Turbo (por tierra). (E del Cauca) 33 5 O O O
"Urrao 10 O O O O
"ífarumal 9 4 2 O O
^If olombó 9 4 2 4 O
taragoza. 20 O O O O
2^ca 15 5 O O O
- 490 —
ALTURA
sobre el nivel del .mar de '
DEL ESTADO DE ANTIO<
OBSERVACIONES DEL SE540R FEDERICO
Nombre.
Alto del Bagre
— Bejuco
— de la Caldera
— de Canoas
— de Carolina
— Chicharrón
— del Chocó
— de la Ciénaga
— de Cruces •'....
— entre Cuestas y San José
— entre Tarea y Tapias
— de Espejuelos ,
— de Llore
— de Medina
^^ Nombro. Metros.
Canta Delicia, • - . , , !,850
El Cucurucho 2,040
El Venteadero 2,110
El Morrón/. . , . , 1,080
Entre la Montañita y la Quebrada de San José* 2,660
Guacaica (puente} 1.580
Guadualito 710
Higuerón, 930
IsUtas (Bodega) 155
La Cabuya. 3,500
I La Llore 800
La Mesa., 500
I La Montañita 2,400
La Trampa 1,860
La Trinidad 2,500
Las Trojea. .................... 830
Llanadas.. 1,020
Malambo. 2»490
Monte Bonito. . 1,090
Naro (on la orilla del río Magdalena] 126
Paso do Caramanta 650
Puente de la Cana (en el Cauca). . 700
— del Samana 200
— de Ilagüí.^ !,450
Quebrada Caldera.. \^\90
— de Cruces 2,500
— de Cuestas. , 2,.5G0
de Guanacas 2,170
de la Herradura . 1,790
de la Ilerradurita 1,860
- déla Honda. ... 1,350
- deMaivá !,090
- de Muñoz.. '2,400
- del Palo 1,740
de San José 2,500
de San José (que va al Tenche} 2,590
- de Salazar 2,080
- de San Juan. 2,420
de Santa Ana 2,440
de Santa GertrudiF. . 1,670
- de Tafetanes 1,960
— 492 —
Nombre, Metros,
RÍO Arquía (puente) 1,580
— Eagre* ../•..... . , , . VJO
— Chico (posada), , . 2,470
— Chico (puente). ................ 2/250
^ Chinchiná 1,330
— Grande (puente) 2,330
— Pozo . 730
— Tapias. . 1 ,540
Sitio Viejo M30
Volcán Azul . 1,370
OBSERVACIONES DE J. H, WHITE-
Abriaquí , . • 1,920
Alto Alegrías . 3,170
— Boca del Monte {San Jüs5) 2,635
^ del Cerro (Frontino). 3,242
^ de flonda, 1,785
— de Medina 2,640
— de Río Chico 2,665
Áurea , 471
Boquerón . 2,535
Caracoli (puente). . 1.630
Jabón 1,200
Las Cruces 1,000
La Gómez 000
La Puerta., I,2G0
Mina del Cerro (Frontino) 1,855
Montafíitas 2,160
Paso de Cauca 4üO
Píe de Cuesta (cerca do San Jerónimo). . 1,200
Pie del Salto del Guadalupe 1.050
Puente del Porce 700
— Tonusco 615
Quiebra de Ñus I,J50
Río Chico. 2,460
Robles.. 2,402
Rumazón 1,270
San Matias J,750
Tonusco Arriba ... U70
Urquitá 1.000
— 493 —
OBSERVACIONES DEL 8EÍÍ0JX CLIlfACO VILLA.
Nombre. Metros.
Alto del Buey 2,388 29
— del Cardal 2,204 20
Chagúalo 2,486 43
El Manzanillo 2,145 99
Guacaica 1,892 51
Las Coles 2,162 67
Pie do la Cuesta de Salazar 2,150 56
Piedras 2,152 29
Quebrada de Pacora 1,550 74
— de San Pablo 1,764 09
Río de Arma 412 67
— Buey (puente) 1,163 36
— Chinchiná , . . . 1,329 47
— Pozo 1,050 28
Santa Catalina : 2,373 38
Santa Helena 2,355 98
San Ignacio 2,427 91
Tapias 1,585 18
\
v- 1
CAPITULO PRIMERO
^^^servación general. — Guacas. — Clasiíicación. —
^^1 Guagüeros. — Certidunlbre del oficio» — Opera-
^m cienes de excaTación.— Objetos sacados de los
^m sepulcros,— Su importancia.
H Observación general. — Al comenzar la parte tercera
de nuestro estudio, creemos oportuno decir que como entrada
ala relación especial de los acontcciraientos constitutivos de
la conquista del territorio antioqueño, nos parece bien exa-
minar un poco la historia probable de loa indígenas que lo
poblaban {intes'de la llegada de los europeos. Haremos seguir
testos dalos, otros que se refieran al Qstado de Europa, y
muy especialmente al de España al finalizar el siglo xv y al
principio del xvi, para proceder luego á la relación de los
hechos que forman propiamente lo que puede llamarse trabajo
de descubrimiento y guerra de conquista.
La historia de los sepulcros indígenas nos parece exigida
rigurosamente por dos motivos : 1* porque los españoles, por
incuria ó por ignorancia, dejaron perder casi toda la tradicióu
referente a la vida anterior de estos pueblos; y 2^ porque los
imicos documentos que nos pueden guiar para descubrir, c^u
alguna esperanza de buen éxito, lo relativo al chitado social,
moral y político de los aborígenes, son los suministrados por
los muebles de todo género hallados en la última morada de
los antiguos dueños déla tierra.
Guacas (1). ' — El arte de los sepultureros (guaqueros del
país) tiene reglas de tan gran claridad, de tan fácil comprensión
y de aplicación tan cierta, que nosotros les damos la calificación
de esencialmente exactas. Entremos en algunos pormenores»
Llamamos en Anlioquia sepulturasóguacas los lugares ei^^
que eslán enterrados los indios con sus riquezas ó sin ellas
La guaca se llama rica cuando contiene una abundante can
tidad de oro ó de tumbaga; pobre cuando contiene poca, y, e:
fin, vacía cuando en ella se encuentran sólo huesos, ó muebl
de barro y piedra destinados á los usos comunes. Los sepuL
cros de los indios se hallan aislados ó en grupos : en el prirac
caso se denominan simplemente guacas; en el segundo s-
llaman pueblos. Distinguiremos con el nombre de osario:
aquellos puntos en que no se encuentra otra cosa que los resten
humanos de los aborígenes, recogidos en vasijas de barro ^
dispuestos de alguna otra manera.
Por lo regular, los indios se hacían sepultar en lugai'^?^
muy altos, ó cuando menos en las colinas, liabiendo demos —
trado la observación que en los valles y en los terrenos bajo^
hay muy pocas guacas. Parece que buscaban sitios i
¡\) Huíicii quiero decir sepulcro ó adoratorio^y parece dcbí^r escrihírse coa
h inicial un poco nHpirada. Hemos seguido la ortografía coasugrada por el otíO, f
escriiíiuios con g inicial csu voz y sus derivadas, pur ser tal la cosluiiibre en
Antioquia,
— 497 —
los cuales no se pudiera llevar agua corriente, para evitar de
esta manera la destrucción de su iiltijno asilo y la profanación
de sus restos.
Los indios tenían desde tiempo inmemorial la costumbre
de enterrar cuidadosamente sus cadáveres, poniendo al lado
I de ellos, tal vez por práctica religiosa, sus haberes y riquezas.
Blls tanto el cuidado con que todo está hecho en un sepulcro,
que no es permitido dudar ni por un momento que tales
operaciones hayan sido ejecutadas iiitencionalmente por
personas expresamente encargadas de ellas.
Es idea arraigada é inquebrantable entre la clase baja, la
de que el oro arde en los sepulcros ; y aunque el pueblo vaya
j^ engañado en esta creencia, no lo va en tomar como señal de
l^a existencia de una guaca la aparición de una luz nocturna en
ciertos puntos. Los huesos contienen fosfato de cal, que, por su
descomposición bajóla influencia de la humedad, da lugar a
la formación del hidrógeno fosforado, gas cjue se inñama al
^contacto del aire atmosférico, produciendo una luz azulada y
Ifenortecina. Si en los cementerios hay fuegos fatuos, en las
^^^Kitacas los hay igualmente, y entonces razón tiene el pueblo en
domarlos por señal característica de la existencia de guacas en
^^ü lugar dado,
^P Clasificación. — Pero si la circunstancia de arder í^n un
s^epulcro no es guía seguro para conducir al sepulturero al
liallazgo de un tesoro, él tiene otros medios evidentes que
tienen en su ayuda de un modo fácil y sencillo. Para hacerlos
Dmprender, comenzaremos por una clasiñcación ; masantes
memos que ad\ertir que para cualquier persona un poco
bservadora, nada hay más trivial que conocer el lugar de un
sepulcro de indio en América, después de haber visto alguno
)n cuidado. La tierra removida al tiempo de hacer la exea-
fación, y restituida luego á su lugar, ha debido compactarse
m el trascurso del tiempo, rlejando un hundimiento supcr-
Icial, fácil de distinguir é igual en extensión á la aberliu'adel
sepulcro. Este hundimiento sobre el terreno que los inilios
— 498 —
t
buscaban para sus cementerios, es ya sufíciente para dar
pleno indicio de su existencia en un lugar dado. Entremos en
Ici división.
Reconocen los sepultureros nueve clases principales
sepulcros, caracterizados por las diversas variaciones quopr
sentan en su forma á los exhumadores, y son
I" De cajón o cuadrados;
2" De resbalüii ó con escala ;
3* De tambor ó retlondos ;
i* De cancel ó con pared de piedra ;
;V De triángulo ;
6' De media luna ;
7* De trastos;
8' Osarios, y
9' De palxíllón.
La primera clase de guacas, es decir, las da cajón, son 4
todo idénticas á las fosas que so abren lioy en nuestros
cementerios para enterrar los cadáveres.
Las segundas, de resbalfjn n con escala, presentan un
abertura cuadrangular, y i medida que se profundiza se
encontrando una escala labrada en la misma tierra, más
menos larga, que conduce basta el fondo del sepulcro en done
«e hallan depositados los restos, con ligeras variaciones
cuanto a la disposición del plano, terminado ya de un mod
simple, ya en bóveda, ya en aposentos ó salones más ó inuac
espaciosos, con alacenas <"i ¡lirlios cuidadosamente lalit
en la tierra.
La tcTcera clase, de tambor 6 redondas, píx^seiitan, €'.ü v(
de una abertura cuadrangular, una entrada, circuhu' y
llevan sus jjai^des hasta el fonílo, terminado también de ut"
modo variado.
En la cuarta clase colocan las de cancel ó con pavoA
piedra. En ocasiones, dichas piedras son bien Iabr;i*la;i
dispuestas con simetría; otras veoas 8on fragmentos da i
escogidos y arreglados de un modo poco propio y con algúl
desorden*
'■«-,
La quiata clasCj de triángulo, se refiere á la forma en que
eská hecha la abertura. Lo mismo decimos respecto á la sexta,
en forma de media luna; y en cuanto á la sétima, de trastos,
haremos notar que se conoce coa tal deiiuminaciíjii la que no
contiene sino utensilios y muebles de uso común, y jamás tiene
oro o tumbaga.
En la octava clase están los osarios, pues parece que los
Indios tenían la costumbre de depositar en algunos lugares los
restos de sus antepasados en cántaros y oIlas> como liemos
tenido oca?íiún de f)bservarIo en un punto llamado los Berme-
jales, frente a! distrito de Bello, donde liemos visto, excavando
ün sepulcro, contenarcs de dientes molares, fuera de otros
liucsos contenidos en varias vasijas.
Llámansc guacas de pabellón, las que, principiando por
Miía abertura muy estrecha y concluyendo en un f*»ndo muy
í^ho, imitan los lechos de este nombre.
Cuáqueros. — Pasaremos á otras consideraciones rela-
tiviie i los sepulcros, y trataremos con especialidad del modo
coino son explotados por los buscadores de oro.
En el Estado de Antioquia, los halntantes de Manizales,
^<^i**a, Salamina, Aranzazu, Filadelíia, riberas del Cauca,
"^í^Himal, Angostura, Anurí, rLémedios y Andes, son los que
W^ más frecuencia se entregan al ejercicio de este arte. Los
l^o^re^ donde ellos viven son los más ricos en pueblos de
i^^dio^. Comtj el oficio es de suyo algo peligroso, porque el
lucro no está en vav/m directa de la certidumbre que haya de
cficontrar una guaca, sino en razón de la riqueza de ella, por
l^ general las personas dedicadas á esta clase de trabajos son
^'¡*^tascon algún desdén; los chuscos las burlan y los negó*
'^Ules les niegan, ó al menos les esquivan, sus créditos. Esto
*í*J impide que en ocasiones hallen ingentes tesoros.
Los individuos dados á este oficio, y á veces las familias,
Puee familias enteras se dedican á el, llevan una vida cxcep-
í'ional : forman especie de tribus nómades, con sus jefes, sus
'lábitos y sus costumbres aparte. Provistos de herramientas
— 500 ~
y de víveres, cambian de domicilio, se retiran de sus hogares,
por épocas á veces dilatadas, y hacen de sus exploraciones,
investigaciones y trabajos una existencia enteramente pecu-
liar. Como todo el que anda rastrcandr» riquezas, su vida es rica
de ilusioneSt con frecuencia desvanecidas y reemplazadas por
una realidad tormentosa. Hay en el guaquero antioqueño
algo raro, algo típico que imprime carácter y que le da una
fisonomía especial. Alegre é investigador, ve siempre segura
una riqueza colosal, habla de su ollcio con exaltacíñn, lo
encomia, lo defiende con tenacidad, y da con frecuencia señales
de estar poseído de una pasión que llega hasta cierto grado de
Ir^cura que podríamos llamar sarcofagomanla. Hasta ahora, el
guaquero no busca mas que oro, todo lo demás le importa
poco; pero si la ciencia llegare aponerse en armonía con el
hiero, estamos seguros de que en medio de hallazgos impor-
tantes por su riqueza, la arcjueología tendrá ocasióji He
agregar á sus anales valiosos descubrimientos.
Los instrumentos de trabajo que necesitan los guaqueroí^i
no son, en verdad^ ni variados, ni complicados : una barra ilí^
hierro, un i'cgatón, unos ruchos, una pala, un azadón^ vi 1<»
más una polca para las guacas muy profumlas, constituye"
todo su tren. Provistos de estos utensilios, alegres ycharlaíio-
res, trabajan con descanso, ríen mucho y refieren anécdotas-
Certidumbre del oficio, — El trabajador que es diestro en
su oficio, reconoce el campo, sospecha la existencia de uno *^
más sepulcros, toma su regatón, da golpes en el sueloy mir»
con cuidado la tierra que muevo y saca, reconoce algunas de
las señales que investiga, continúa su trabajo, y de allí <f"
adelante dice con bastante seguridad : a Esta sepultura c^*
cajón, de escala, de cancel, do triángulo, de tambor oto S
continuad trabajo afiadirá bien pronto : íí Aquí hay tales rií]U€*
zas, está enterrado un hombre ó una mujeri hay muebles J^'
tal clase, es rica ó pobre y c^íncluye de este modo ó dol otn> •
\Jn individuo que en la paleta de la barra ó dol n
saca cierta clase de tierra, distingue si ella ha sido movida i?»
- 501 —
tina época más ó menos remota, y de esta manera viene en co-
nocimiento de la existencia de una guaca, comparando la
falta de densidad y disgregación de la tierra que ha «ido
removida por la mano del indio, con la tierra compactada
y sin tocar que la rodea. Dan el nombre de tierra muerta
a la que extraen de los nepulcros, y llaman a la otra tierra
Yivgen.
El guaquero distingue la clase á que pertenece el sepul-
[que explora, por la forma que dcscid>re al traljajar. El
)e, porque la experiencia se lo ha ensoñado, que los indios
)araban cuidadosamente las diferentes capas de tierra según
color, sin mezclarlas jamás ; y así puede decir la variedad
Pellas y el orden en que se presentan, á medida que adelanta
trabajo. La categoría y riqueza del personaje sepultado las
conoce por el mayor esmero en la hechura de la tumba, por la
igualdad de las paredes, por las dimensiones y por la posición
cié los muebles que va viendo.
S Entre los indios, como entre nosotros, las personas de
erentes sexos tenían para su uso personal muebles de ca-
rácter apropiado á sus gustos y aplicaciones familiares. La
aparición del objeto más insignificante da campo al trabajador
|>ara designar el sexoá que perteneció el personaje depositadu
en un sepulcro.
tE Con frecuencia hay en una tumba más de un individuo >
ay una familia, y en tal caso el buscador encuentra utensilios
mezclado.^, y esto lo guía en su certera predicción ; lleva más
lejos su especie de inluición, pues muchas veces agrega: tt Este
indio está de oriente a poniente, de norte á sur; tiene sus ri-
quezas en tal parte; sus muebles están junto á los pies óá la
■beza. » Todo esto lo enseña el hábito, y también el carácter
eminentemente observador del guaquero, quien, analítico por
utilidad y precisión, está acostumbrado á deducir consecuen-
cias legítimas de datos anticipados*
^P Una cosa que reconocen con perfección, es la circunstan-
cia de saber si un sepulcro ha sido robado antes, y por quién :
sí por los antiguos indios ó por los españoles. A esto son con-
ducidos por el modo y género del traí^^B^be descubren
principiar sus operaciones-
Para dar una idea bien positiva del arte divinatorio del
antioquefio, referiremos la anécdota siguiente, que tenemos do
excelente origen :
Varios individuos <Ie Neira explotaban en comunidad un
pueblo entero de poderor^a riqueza. Al lado de un trabajador que
iba muy adelante en su excavación, pasó un negro, observó
con atención el aspecto delaobra de su compañero, meditóun
poco, y luego dijo : a El indio que hizo esta guaca se aiYepJn-
tió de enterrarse en ella después que la hubo concluido;
usted no encontrará ni trastos, ni cadáver; nada, absoluta-
mente nada contiene. • Todos los que oyeron este atrevido
vaticinio se rieron del negro y le calificaron de charlatán. El
otro continuó su obra, y después de concluida nada encontró
en ella, ni muebles, ni oro, ni cadáver. Interrogado el negro
acerca de los fundamentos de su opinión, dijo : « En ese
sepulcro salía la tierra negra mezclada con la roja y con la
amarilla, todo estaba confundido ; el indio jamás ponía la
tierra sino imitando su colocación natural; yo conocí muy
liien que después de hecha la fosa, había sido llenada con
precipitación y desorden, sin que las señales constantes de
encerrar alguna cíjsa existieran, y por tanto ci*eí que estaba
vacía. T>
La precaución que tomaban los indios de colocar la tierra
sin mezclar los colores de ella, imitando siempre la estructura
del terreno vecino^ tendía, en nuestra opinión, á ocultar el
lugar de su tumba y á quitar todo vestigio que pudiera mé$
tarde guiar á los profanadoi-es.
Operaciones de excavación. — En cuanto á la partor
manual de las operaciones actuales para trabajar las guacas^
hé aquí los pormenores. Reconocido, como hemos dichOt rf
lugar de su existencia, los guaqueros so ocupan resueltamenti?
en la excavación. Circunscriben primero el área de la abertura
tíncerrada por las paredes de ella, y los trabajadores^, que por
lo común son doa, se distribuyen la tarca; el uno remueve la
tierra, aflojándola con la barra ó rec^Míon, el otro se encarga
de arrojarla al ©xterioi% cambiando alternaUvaniente de
oficio, pues el segundo es mucho más fuerte y penoso que el
primero. La labor, hasta profundizar uno ó más metros, se
hace rápidamente y sin examinar con atención la tierra que
aacan; pero cuando la profundidad es más considerable, y
cuando señales claras y patentes dan á entender que se llega
al fondo, entonces el trabajo se continúa lentamente y con
precauciones. Cada porción de tierra que se extrae, es vista
con cuidado antes de ser arrojada; ya no se trabaja sin
reparo ni con barra ; se usa una especie de paleta de hierro,
tion la cual se quita el suelo por capas delgadas, dando á esta
operación el nombre de barredura. Llegados al fonrlo lo regis-
tran bien, sacan bjs restos del cadáver, rompen con frecuencia
todo lo que está hecliode tierra, y, guiados por la experiencia,
buscan debajo del cuerpo del indio algún depósito particular,
pues en ocasiones, quj7.á no creyendo su riqueza enteramente
segura sepultándola á cuatro ó cinco metros, el primitivo
antioqueño quería ocultnrla aun más protegiéndola con el
cueriX)(l).
Cuando el guaquero ha llegado en su maniobra hasta
fiar con los rest^js del muerto, lo que con más ahinco y
rapidez ejecuta, es examinar el lugar en que debierou quedar
las orejas y la nariz, porque allí halla, casi de un modo
constante, arillos, argollas, pendientes y chagualas. A veces
ponían los indios la mayor patle de su tesoro debajo tle la
^jabeza, en ocasiones ocultaban sus joyas en las axilas, y con
frecuencia en medio de las piernas, bajo las corvas ó en la
región de los lomos. El trascurso del tiempo no deja en la
mayor parte de esta clase de sepulcros, sino la sombra del
cadáver dibujada de negro por la putrelacción del cuerpo.
Hay, sin embargo, muchos lugares en que, sea por la com*
(ílNo loflaa las guaca?? se trabajan enseco. Cuando ae traía de ptieblos «le sepul-
liiras 6 ccTiienterias tic los aborígenes, si hay facilidatf do Hevar una corriente
de agua^ se explotan como minas de aluvión.
— 504 —
poáición química del terreno 6 porque la época del enüeri
cuento más reciente fecha, los esqueletos se conservan en todo^
en parte.
Después de esta investigación minuciosa del hoyo, 1<
guaqucros tienen como deber, que llenan con frecuencia7
colmar la fosa hecha con la tierra sacada de ella. Ejecuta
esto en los bosques vírgenes, y con mas razón en los sitie
poblados, para evitar accidentes funestos, como la caída
ellos de personas ó de animales. Si el resultado de la op€
ción ha sido favorable al trabajador, su abundosa charla j
ejercita frecuentemente en conceptos lisonjeros para la ni^
moria del indio que allí fué enterrado con sus riquezas ; mi
si por desgraciad sepulcro resulta vacío, la burla y los malc
propósitos ultrajan sin piedad los manes del pobre muerto,
todo caso, los huesos suelen quedar al aire libre hasta com-
pleta destrucción.
Objetos sacados de los sepulcros. — No es,^
embargo, la estadística del producto hallado lu que nc
mueve á recoger los hechos de que tratamos; es más bien
la idea de que se conserve y enriquezca la variada colec-
ción de muebles históricos hallados en las guacas.
museos de Europa tienen y ansian tener algunos de est
documcnlos; los cxtranjeí*o-s intehgcntes los buscan
ahinco; y nosotros, por regla general, los heñios despreciad
y destruido sin darles la importancia que merecen.
Los objetos sacados por el guaquero antioqueño putxll
reducirse á cuatro géneros distintos : las vasijas de tier
amasada y cocida, los instrumentos de piedra, los de tumhai
y los de oro. Los de sustancias animales y vegetales, como lau
plumas, pieles, madera, cortezas de árboles, paja etc.,
atacables por la natural acción destructora del tiempo, se
hallan en muy corto número (I),
(!| Con&iiltCííC, para mayurclaridad cueste a&imto, la roleccíótidc 1
eus renpeclivas explicaciones pucsias al íin de la obra.
CAPITULO SEGUNDO
Nociones generales sobre Geografía é
antigua del Estado
Historia
Generalidades, — Pobladores. — Catios. — Nutabes.— Tahamies. —
Distribución de indígenas. — CoÁÍumbres^ — Razas. — Estado
civil, — Lenguaje. — Heligión. — Condecoraciones militares y
armas* — Superstición. *- Vida doméstica, — MitologÍR, — Go-
biemo* — Industria,— Minería y joyería. -^Cerámica. — Escri-
tura.— Carácter. — Píiíios de indio. — Vida actual de los indí-
genas.
Generalidades. — Lo que hemos escrito hasta el pre-
sente, forma el cuadro ele lo ([ue podemos llamar Geografía
ísica y descriptiva del Estado. Hemos hablado de lo que le es
^privativo por ser natural, y de lo que ha sido creado, modifi-
cado, alterado ó fabricado tlesde la época en que terminó la
Conquista y principió la Colonia. Como complemento, y para
lograr en algún modo que se conozca el teatro de las opera-
iones que referiremos luego, vamos ádar una relación com-
pendiada de la división territorial y de la situación del país en
b1 tiempo á que nos referimos.
Pobladores. — Tres grupos de indígenas, formando fami-
[lias, tribus, parcialidades y naciones, viviendo á veces sobre
|la copa de los árboles, en ocasiones debajo de las selvas, ya en
'chozas miserables aisladas, ó bien en poblaciones de más ó
— 50G —
monos importancia, pol)lal)ari lo que constituye hoy el teri^
torio del Estado deAiitioquia. Estos tres grupos de iudígenas,
ó sean naciones, como se las llamo entonces, estaban separa-
dos por fronteras naturales en casi toda su extensión, y
tenían entre sí los rasgos distintivos de la raza americana,
aunque con caracteres bastante salientes, comparados los unos
con los otros, para que podamos aceptar tres grandes fami-
lias distintas y reconocerlas con sus nombres antiguos^
Galios. — La nación catía ocupaba el territorio compreti.-
dido entre la margen occidental del Cauca antioqueño,
curso del AtnUo, la costa Atlántica y la serranía de Abibe.
Nulabes. — La nación outabe vivía en la parto compre ki
dida entre el Cauca y el Porce.
o ^ ■
Tahamies. — Los tahaniícs ocupaban los lugares modí^
ñeros al Porce y al Magdalena^ es decir, la parte oriental iX
Estado, debiendo advertirse para mayor claridad, que es-
nación lenía un apéndice de territorio hacia la parte del su
entre el Cauca y la cordillera central.
Si convenimos en la veracidad de lo que afirman lo -^
viejos escritos de la Conquista, deberemos creer que Ií
pueblos en que existían estas diversas gentes eran numeroaí— "^
simos; mas, por desgracia, la mayor parte de los nombres d^^^
ellos no han sido conservados por la historia. Ponemos en una^^
de nuestras cartas lo que se salvó del naufragio producido por"***^
aquella guerras, y lo que quedó fundado por espafioles li;ista— -^
el ano de 1583.
La nación catía poseía algunas tribus nómades que
halntaban los desiertos anegados y cercanos al golfo de Ufa-
ba. Esastril)us no tenían ni pueblos ni casas; vivían sobre
zarzos que construían en el ramaje de los árboles. En los
valles próximos á la cordillera de Abibe, sobre la misma cor-
dillera, en la ramificación oocidontal, en sus faldas del oca»
y en \txB pendientes orientales que dan al Cauca, tenían mu-
i
echas poblaciones conocidas con los nombres de Garanta,
Cuisco, Guazuseco, Guaca, Teco, Buriticá, Itiíango, Peque,
Arví, Curuméy algunos otros cuya serie se aumenta con las
fundaciones hechas por conquistadores, y conocidas entonc4?s
por los nombres de Maritue, San Jorónimo del Monte, Antio-
quia, Caramantn, San Juan de líotlas etc., etc.
^B Distribución de indígenas. — Los nutabes contaban en
^Rl valle de Aburra, y en otras partes, las poblaciones de Bita-
^B^í ó Itagüí, Ana, Niquiá y algunas más cuyos nombres
l^fueron cambiados por la autoriflad peninsular, ó conscíTaron
os calificativos de Pueblo de la Pascua, Poblanco, Sinifaná 6
emifará, Las Peras, La Sal, Titiribí, Evéjico, Anorí, Cuer-
quia, Caruquia, Oseta, Ümogá, San Andrés, Tiguirí, Cuer-
uisí, Ubeda, Cáceres, Pesquerías etc., etc.
Délos tahamíes se guardan aún los nombres de Cancán,
olombó, 8:in Antonio, Peñol» Cocorná,Maitamac,Apuriniar,
Arma, Pacora ó Paucura, Pozo, Picara, Garrapa y Quimbaya.
En esta parte, los lugares ocupados por los europeos queda-
i*on reducidos á muy poca cosa : Arma, Remedios, Zara-
goza etc., etc.
En resumen, y para mayor facilidad en la comprensión
ele lo que seiruirá, agregaixímos que babía escasos habitantes
, en las partes bajas cercanas al mor ; que abundaban un poco
as en las márgenes de los ríos Arquía, Murrí, Sucio, León,
Sinú y San Jorge ; que crecían en número en los sitios de
elima frío sobre la cordillera occidental, desde el Chamí liasta
los nacimiííntnsdel Sinú, y que eran numerosísimos en uno y
otro lado del río Cauca y en las faldas respectivas de las mon-
tañas que encajonan á éste, desde la desembocadura del Chin.-
chiná hasta su confluencia con el Nechí.
No parece muy cierto, como dicen algunos escritores, que
el número de los habitantes indígenas de la región antioqueña
(uese sumamente reducido, pues sin hacer cuenta de laspolila-
ciones ya dichas, las había también en las faldas orientales
de Hei^v^eo, en los valles de Sonsón, la Ceja, Retiro, Rione*
íro, San Viceale, y en las partes bajas inclinadas sobre el
^^agclalcna^ como en San Carlos, donde se fundó, según cree-
Imos, la primera ciudad de Remedios* Además, la referencia
'de los hechos militares acaecidos durante la guerra de la
Conquista, demostrará perciitorianiente que á pesar de todas
las causas coutrarias a la multiplicación de la especie humana
en estos parajes, los españoles tuvieron que habérselas con
un enjambre de naturales.
Costumbres, ^ — Los miembros de la nación catía, habita-
dores de las selvas bajas del Chocó, eran feroces y dotados
únicamente de los instintos brutales que se derivan del influjo
de la carnalidad. Las pasiones hijas de un estado social ade-
lantado les eran tolalniento desconocidas. Vivían en los bos-
ques, y se sustentaban con el producto de la caza y de la pesca*
Muchos de ellos andaban completamente desnudos, ó á lo
más se cubrían con una ligera pampanilla que ellos llamaban
guayuco, vestidura miserable que de orthnario fabricaban
con un pedazo de la corteza de un árbol conocido con el nom»
bre de ilamíijagua.
Los catíos que habitaban las vertientes de uno y otro lado
de los Andes antioqueños hasta el río Cauca, tenían poco más
ó menos el mismo espíritu guerrero que sus hermanos ya dc6*
critos ; pero les llevaban ventaja por liaber datlo ya algunos
pasos, aunque Icntosi en la carntra de la civilización. Tenían
algunas mantas y vestían con ellas, poseían armas un poco
mejor fabricadas, eran dueños de numerosas poblaciones^ y
aunque sin liga general ú mancomunidad entre sí, comenzaban
á dar ligeras señales do querer delinir y aceptar un verdadnn»
pacto social.
Los indios nutabes participaban en gran manera do las
calidades generales desús vecinos los catíos; mas como sea
queporafiuellos tiempos el Cauca formase una barrera casi
insuperable que impedía en cierto modo la promiscuidad de
tales habilantcH, reí^ultu siempre que entre una y otra nación
hubo caracteres distintivos bien notables.
509
N
Loa nutabes, pues, que liabitaban la parte central del
Estado, eran bravo.s y esforzados en la pelea, ágiles, esbeltos
y formidables para la lucba. Usaban también el veneno, aun-
qiíe no tan generalmente como los primeros, y vivían de los
mismos productos aatiuules de que hemos hablado ya, y
además del rendimiento de una escasa agricultura. El arte de
los tejidos les era más familiar que á sus vecinos; y fué ésta
quizás la sola parte en que los conquistadores hallaron en
Antioquia indios que llevasen una vestidura talar casi com-
pleta. Esos tejidos eran fabricados de algodón.
Los tahamícseran indios mas suaves v mansos de carácter,
menos guerreros, más dispuestos á entrar en la vida social,
propios para !a servidumbre, aventajados en los ejercicios
gimnásticos, corredores sueltos y veloces, luchadores insignes;
pero menguados en sus facultades morales, y sin energía
individuah
Razas, — Lo dicho deslinda aproximadamente los rasgos
distintivos de las tres naciones que hemos convenido en reco-
nocer históricamente como pobladoras de estas montañas ;
mas, como se ve, estos rasgos no impiden de ningiin modo el
que asignemos á h>s primeros pobladores el tipr» distintivo y
I constante de la raza americana. Todos nuestros antecesores,
desde el esírecho de Behring hasta la Tierra del Fuego, y
desde la punta de Paria hasta el golfo de Guayaquil, á pesar
de sus variantes físicas y morales, nacidas de la localidad,
presentaron y presontin la estampa uniforme y eterna de un
origen liomogóneo.
Ya hemos dicho cuáles eran los puntos más poblados del
territorio ; ahora agregamos que los pobladores estaban dota-
dos, absolutamente hablando, ile una organización harto más
eólida, robusta y resistente que la de los muiscasy otros habi-
tadores de las comarcas circunvecinas.
El origen prol^able y casi históricamente conocido de los
indígenas antioqucños, es el caribe, llien sabido es por todos
que esa cruelísima nación, raizal de algunas de las islas An-
- 510 -
tillas, deslizaba pcnodicamenlc, auicho antes de la Conquista,
suspiraí^uas atrevidas sobijo la Tierra 1^'irnie; y por allícomea-
zuroii «US tribus á asentar el pie, a ganar terreno y á erigir
poblaciones, desde el golln del Darién liasta más allá de las
Guayanas, y aun bastante en el inlerior de la parte respectiva
del Continente, Las facciones propias de esta gente so han
conservado íntegras en algunos puntos, tanto en lo material
como en lo luoi-alj y en la época á que nos referimos los pue-
blos antioqueños eran de sangre pura, á este raspecto. Así, el
hombre primitivo de estas montañas era de color moi^no
cobrizo, de pelo negro y lacio, de frente ligeramente achatada,
de ojos pequeños, rasgados y negros, de nariz regular, de
huesos salientes, especialmente en los pómulos y juanetes,
de talón prolongado hacia atrás, de fibra muscular tensa y
dura, de cuerpo suelto y ligero, más bien delgado que obeso;
arrogante, duro, áspero y decidido en la expresión.
Lo anterior en cuanto á su cr»n formación orgánica,
pues en cnanto á su situaríón intelectual el asunto requiere
pormeniíres.
Como la mayor j>arte de los naturales do América, eran
amigos de teñirse ciertas ijaites del cuerpo con el jugo del
achiote y con otras materias, así como también de ennegre-
cerse tos dientes, para preservarlos do la^ caries, con el zumo
de un bejuco que goza de esta propiedad.
Estado civiL — Los abe irígcnes antioqueños, tomados en
grupo y c<5ns¡derados en su manera de for social, dan
muestras de Iiaber ocupado un lugar ínfimo en la escala
relativa do la civilización, puesto que en su mayoría eran
antropófagos ó comedores de carne humana, hacían prisio-
neros en sus combates parciales, los devoraban con ansia
espantosa en sas festines, y — cosa más extravagante aun —
los engordaban á veces oojno cerdos y los sacr¡liral>an luego
para saciar su imponderable apetito. Es conveniente notar
que, de ordinario, las víctimas de esta inhumana costumbra
recibían con frialda<l, y aun con gusto, el golpe de gracia que
las privaba de la existencia, pensaiiclo aca-so que übedecían,
buena, simple y sencillamente, á una trivial exigencia de la
fatalidad. Muchoís de estos hombres convertidos en bestias,
eran escogidos no sólo de entro los prisioneros, sino también
de entre los individuos pertenecientes á la parcialidad que los
devoraba.
Para engordar estoá hombros, contraían en varias
partes corrales formados de gruesos maderos, y allí los ali-
mentaban con abundancia y esmero; y para el sacrificio,
que según parece tenía un ligero carácter religioso, los
sacaban al campo, y con la cara vuelta al naciente^ y el
cuello ligeramente encorvado, descargaban una enorme maza
con fuerza descomunal sobre la nuca, y el asunto quedaba
concluido.
La antropofagia en el Continente americano al tiempo
de la Conquista, no era de un uso exclusivamente peculiar á
los naturales arítioquoños; existía en oinis muchos lugares,
aunque sí es verdad que la gran mayoría de los indioíj
había salido ya de este error abominable. Nosdtros nos atro*
vemos á pensar (¡ue en estas comarcas el canibalismo se
mantuvo en una vigencia cruda y horrible, debido en ] tarto
no sólo á la ceguedad de un estado casi primitivo y 4Je luitu-
raleza, sino también a ia índrile un poco estéril de un terreno
casi completamente impropio para abastecer de víveres á
hombres que ignoraban las ciencias y las artes, especialmente
la agi^icuUura, y que por tanto se hallaban siempre ham-
brientos y necesitados*
Lenguaje (1). — Por lo poco que se nos alcanza sobro
algunos vocablos de su idioma, compreiulemos que éste se
hallaba toda\ ía en completa penuria y escasez de voces.
Tenían muchos nombres compuestos, la mayor parte con
«íigniücaciún apenas material, había falta completa ó casi
absoluta de palabras de sentitlo moral y metafísico, abun-
(I) CoaaiiheíiO el vocataüaríu puesto al Un de c&to capitulo.
— 512 -
"3aban las interjecciones^ las imágenes y alegorías, las figuras
groseras alusivas á las ideas, los gritoíí, las gesticulacione
los movimientos para la expresión de sus situaciones
ánimo, y los demás giros de construcción gramatical que ea
su conjunto revelan el atraso de un lenguaje.
Religión. ^En religión poseían las siguientes nocloñel
creían en un ser eiiuivalenteáDios^ autor único del Univerí
que arreglaba y ordenaba el moviniiento y manera de sen
todas las cosas creadas. A este ser apellidaban los catíd
Alfin^ que en su idioma quiere decir sumamente bueno, y1
los primeros españoles Aera, que significa hijo de las entran^
de Dios,
Reconocían también un ser ideal, antagonista en e¿
calidades y carácter del Ahiri. A esto otro lo llamaban
CaniciíhAf que signilica enteramente lo contrario, es deci
sumamente malo.
Reverenciaban un poco el principio del bien, simbí)lizaü
por su Dios tal como ellos lo coniprendían; temían al diali!
ó Canicubá» pero no lo hacían propicio con sacrilicios
íírientos como en otras partes de América,
FJ culto tributarlo á Dios era menguado, y reducía si
prácticas religiosas á poquísimo, puesto que no tenemos li
dición alguna solire sus templos, y los pocos ídolos encorP
irados en los santuarios, parecen haber sido más bieii
olíjetos de veneración doméstica, que de adoración pública.
Después de su primera y noble creencia en lui Ser
Supremo, adornado con altos atributos de potler, venía tam-
bién para ellos la idea de tributar algún respeto religi''»5i»
al sol, la luna y las estrellas, lo que prueba que un pcipioóí>
rudimento de salieísmo entraba por algo en sus atrasa<1i»j^
teogonias.
El fetichismo n(j era extraño á la imaginación y entendi-
miento de aquellas pobres gentes, al menos si hem*)8 »1*^
juzgar por la significación iirobabte de las figuras de algunos
ídolos encontrados en sus sepulcros.
— 513 —
Había cu los naturales una idea vaga y confusa sobre la
interior existencia de un diluvio universal; y hasta se reco-
noció algo en sus tradiciones habladas, que hacía alusión
al modo como se preservó el faenero humano y el resto de
los animales de la anegación total, por recurso de una
grande arca, cosa no muy extrañas! se reflexioiía que diversas
tribus del Orinoco, sumidas en una barbarie más profunda
Iue éstas, conservaljan una tradición semejante.
Condecoraciones militares y armas. — De la rana
acaban, y sacan aún, un licor venenoso que usaban y usan
' en la caza y en el combate. La eslampa de este animal se
halla bastante bien grabada en varios de sus muebles, y espe-
Iialmente en alj^unas láminas circulares de oro fino, que por
u forma y otras circunstancias parecen haber sido tenidas
lor ellos, no tanto como imágenes sagradas, sino más bien
\n calidad de condecoraciones militares (1), En todo caso, las
etampas parecen revelar la gran importancia de que estos
tninialitos gozaban entre los indios.
Usaban en los combates la armadura común de los indios
americanos : mncann^ maza, carcax, Hecha, honda y piedra.
Empleaban también como venenos los jugos de algunas
plantas, como el curare, y un aceite resinoso íjacado de la
corteza de un árbol que nos parece pertenecer á la tribu de
las uraceas, másenérpco en sus propiedades que el njuapn.
Los inílius gLierrerus, y sobre todo para los días de com-
ete, acostumbraban llevar coronas de plumas sobre la
ibeza, y además cubrían con las mismas plumas la parte alta
(!) En MU lil>rn ác val» ir iatiprocíalile por su mérito, pul>lícado el ano tie
I88i por vi Si\ lAlnmo C»?rda, en Bo^í-ola, hoinoH víslo que ol autor dice que
, rana era tenida en trran veneración por los inniscas, porque la consHleríibaíi
Domu anunoíadiira de la venida de la^ a^uas para oí arre^jlo de sus sementeras y
r>sechas.
Sin disentir de la respetable opinión de nueslro eompatriula y amigo, y
í^nftAiidt^ qne tal era entre los Ldiibchas la representacitVn üimbulica de esc
Dímal, creemos que entro los indig-enas de Antioquia no sucedía lo mismo,
iric la rana era simploracntc la reprcBcntaciun de la ca/^a y de la guerra.
. ^.^ -. a^
— Mi —
Ic los brazos, la cintura y los limólos. Esas plumas uiiii
escogidas de cutre las más bellas, brillantes y luciJivs que
quitaban á las lindas aves de sus florestas; las disponían
ingeniosamente unas con otras, de donde resaltaba un tejida
abigarrado, vistoso y por todo extremo galano para cll
Cuando esos mismos indios, pertenecientes á la jorarquí
militar, eran ricos, agregalian á los arreos de su persona^
es decir, á los colores diversos con que se tenían, á su pampa- — ^
nilla, a sus armas y á sus adornos de pluma, algunas pie/^s^ ^
de oro bruñido, lo que realzaba no poco el lujo y magitili- ^
cencía de su apostura bélica-
Superstición, — Sospechaban, y aun entendían alg
acerca del curso do los astros y de sus ninvimientos.
Creían en brujos, mohanes, hechiceros, jaimBm
etc, etc*; pero tenían gran aversiun a los individuos que ^^*e
entregaban á estas prácticas, para ellos diabólicas, y H^^ií—
gabán en ocasiones a dar inuerfe á los pretendidos adivirn»
Creían en una vida eterna, posterior á la terrenal, para s^^-
cuerpo y para su espíritu, pero j>ensaban que la re^surrcíccicT^ -
se haría en alma y en materia; y por esto, la mayor parte ^^
hacían sepultar con armas, muebles, tesoi*osy aun alimenten ^^'
creyendo hacer uso ulterior do todos sus haberes. Hay razo»^^^
para creer que algunos so hacían enterrar con sus mujere^^ T
con sus siervos; y pudo suceder así, jiorque la esclavit^^***
absoluta estaba en práctica entre ellos.
Vida doméstica. — La poligamia era moneda eorrie* •
entre estos naturales, y tantas mujeres propias podía tener ^^ ^^
solo indio, cuaíitas fuera háliil y suficiente para mantener.
Los mátinmunios se hacían con un ceremonial eiit*'--^*"
mente particular. Ei^a negocio casi exclusivamente dom¿^i
los padres los arreglaban á su antojo; había testigos, íesHvi'
•dadcs, y, cosa rara, tocaba á la hembra la tunción de cortejar?
dirigir ai varón.
— 5ir
Mitología» — Los indios catíos decían que sus anteceso-
res habían tenido la fortuna de vivir con una mujer providen-
^aly llena de atributos celestiales ; t(ue esta mujer 8e llamaba
)abeiba; que ova joven, bellísima y llena de sabiduría ; que
síe genio benéfico les halaa enseñado á labrar los terrenos,
^construir babitaciones y pueblos, á fabricar tejidos, a man-
íncr económicamente el bogar ; y que cuando la obra de la
civilización estuvo ya iniciada y propia para ser continuada
■aor el bombre, aquel ser tutelar babía subido á lo más empinado
^el Cerro Lenn> en donde di\spidiéridose de la tierra se babía
elevado airosamente a! cielo y des^aparecido ; pero que aun así
¿lo los abandonaba con su protección y ayuda. Agregal>an que
ra ella la que con su inmenso poder presidía al cumplí-
liento de los grandes ífenómenos naturales como la lluvia, el
granizo, el trueno, el rayo, los luu'acanes, las borrascas y los
?rremotos.
El rasgo mitológico que nntecodej parece deninsírar que
►tos incultos pueblos mecían ya un poco su imaginación en
M senos fantásticos de la fábula y do la alegoría, para dar
►Jución á cuestiones indescifrables para ellos, visto el atraso
cjue seencojitraban. Un denso velo encubre el origen de
I o. raza amei'icana.
Gobierno.' — Los diversos pueblos colocados sobre todo
Círritoi'io antioquefa* í, reconocían Jefes directores de familias
^^M.n de parcialidades, que líicn pudieran llamarse caciques
^^"Ti o en otras partes; pero las tres naciones de que bemos
^^t*lado, vistas en conjunto ó separadas, no conocían nada
l^o pudiera llamarse jefe supremo, gobernador, presidente ó
'^^y* á cuyo mandamiento autocrático estuviesen sometidos.
* *^l>ía sólo entre ellos jefes de tribu, padres de familia con poca
i^^i^dicción, lo que en nuestro sentir equivale á demostrar
1^^ su gobierno en lo doméstico, en lo civil, en lo político, en
* ^ebgiosoy en lo militar, apenas había alcanzado las condi-
'^^iies de la magistratura patriarcaL Empero, en ocasiones
solemnes, como en las ocurrencias en que los pueblos se hacían
— 516 —
guerra los unos á los otros, las parcialidades, las ramilías, y
aun los individuos entraban en liga, se entendían, nombraban
un caudillo y se sujetaban á sus órdenes con estricta y severa
disciplina.
No tenían lo que pudiera llamarse un código especial de
leyes, por lo mismo que las corporaciones parciales estaban
casi completamentü desunidas y con poca conexión civil; pero
como el tipo general de su carácter fuese idéntico, así como
también muy grande la similitud de sus diferentes prácticas de
vida, se puede decir que sus costumbres eran sus leyes.
Industria, =— Halu'a muchas tribus nómades, pero gran
parte de la población era entrada ya en vida civil de asociación, 1
ó por lo menos en los primeros rudimentos do ella, pues tenían
agrupadas sus habitaciones, formados sus caseríos y recono-
cídolos como pueblos. Sus casas eran de mezquina construc- —
ción, escuetas eji su mayor parte, pajizas, estrechas y reducida
en sus (Umensiones.
Cultivaban el maíz, las yucas, las arracachas, los ajíes, e^^^l
palmacristi y una especie dealbahaca enteramente semejant^^^^e
á la europea* Tenían también pequefiísimos huertos de ar6o ^^czd-
Joco, borrachera, curubas, pepinos y unas pocas más de la^^^^is
plantas que viven naturalmente en el país, y que exigen pcwrmr
consiguiente poco esmero para su mantención. El plátano, —<*/
aguacate, y algunos árboles frutales más, eran tenídí>3 c=z?ji
gran consideración por ellos,
Conio la mayor parlo de sus ríos no eran navegablc^-^,
estaban muy atrasados en el arte de construir embarcacion<^>.
pero on compensación eran nadadores insignes.
Minería y joyería. — No conocían el uso del hierro, ni áe
unetal de los que se aplican generalmente en auxilio déla
industria, a no ser quizá la mezcla con que ejecutaban ladol*
dadura de sus piezas de oro y de tumbaga.
Buscaban, recogían y explotaban el oro con algún cuí*
dado, y lo trabajaban para, sus joyas y adornos con una per-
517
fección relativa, Ccmocían la liga propia para soldarlo, lo
fundían, lo forjaban, y por medio de instrumentos de pedernal
que imitan bruñidores, cinceles, buriles, martillos etc., lo
modelaban en piezas propias para su recreo y ornamentación,
LoB brazaletes, jarras, botellas, c/iagiíaías, pulseras, cintillos,
collares, diademas, arillos, argollas^ ídolos, vasos, cinturones,
petos, anzuelos, juguetes diversos y figuras de animales,
fabricado todo con este metal, ya fino, ya en liga para formar
tumbaga, prueban con evidencia el grado de adelanto á que
habían llegado en esta materia. Hay algunas de estas piezas de
un mérito verdaderamente indisputable.
Cerámica. — La cerámica, ó arte de modelar la tierra,
era bastante cunucida por nuestros antepasados.
De tierra fabricaban muchos utensilios para los usos
domésticos, gran número de figuras extrañas, y juguetes que
anuncian en cierto modo la noción de algunos fenómenos de
física experimental, sobre todo en asuntos de hidráulica y de
acústicxi. El anticuario sacaría gran provecho del estudio
detenido de todos los objetos que en este género so presentan
diariamente á nuestra contemplación.
Eran muy adictos a representar en sus vasijas, muebles
y joyas, figuras de ranas, águilas, caimanes, lagartos etc.; y se
nota que en todos sus artefactos se halla no poca similitud
con objetos del mismo género manufacturados por los anti-
guos egipcios, tales cuales se ven en los muscos de arqueo-
logía.
II Escritura, — Parece que no conocían el arte de la
■Dritura, cosa que sin embargo no puede afirmarse absolu-
tamente, pues los sepultureros han extraído do las guacas
planchas de oro y tabletas de tierra con varios caracteres
enigmáticos, que acaso tuvieron entre ellos alguna signilica-
dón convencional.
Carácter- — En sus tratos y contratos eran francos,
W Carácte
— dl8 —
=1
abiertos, WFSüGs y muy cumplidores de hu palabra. En sus
rntUioras y acciones eran altivos, orgullosus y fanfarrones ; se
tenían personalmente en mucho, y liacían alarde de menos-
preciar las facultades físicas de los españoles, crcyéndoaCt
aunque sin razón , muy superiores á elloí> en los com-
bates.
Les hombres eran un poco ásperos de. ycnin, njbu*?i »sy
sufridos; las mujeres aseadas, hacendosas, sumisas, y en
general bastante bollas.
Los esposos amaban tiernamente a sus consurtes; pero»
por una anomalía difícil de explicar, la carga ruda y presada
de las faenas del hogar abrumaba de preferencia al bell'*
sexo.
El parto, que la civilización moderna lia ido elevando -«1
progresivamente, con el reíinamiento de las costumbres, a la.
penosa ca^tegoría de enfermedad, era para las indias una
función fácil, sencilla, trivial, enteramente lisiológica-
mufor padecía un poco, es verdad; pero padecía come
cumple al desempeño de este acto naturalmente dolorc
mientras que, por un conti-aste raro, el mariilo disfrutaba d c
la parte ventajosa de la situación, guardando un poco d^Be
dieta y comiendo los mejores manjares.
El atlulteriOj por común acuerdo, era mirado con horrcz:?»'
por estos ba!'baros; los homlires eran celosos de su honr-^.
las mujeres generalmente honestas; pero como (piiera quit*
a pesar de esto se deslizasen de vez en cuando algunos
desacatos conyugales, el esposo cjuedalja autorizado de hcolio
para tomar venganza adecuatla al ultraje recibido. Para
los demás delitos, la sanción moral era sobrailamente ñojii y
toleran to.
La situación social de la mujer formaba otro punto de
contradicciones y anojualías, porque tratada en parte como
bestia de carga, en cuanto al desempeño de ciertos oíioioa,
alcanzaba bajo otros respectos consideraciones de estiniaciéa
harto distinguidas. Aunque lieros, audaces y temerarios por
carácter, las circuntancias especiales que arx)mpafiaron Íí»
— 510 —
Invasión española, aniquilaroii fie Lil manera su energía,
[que muchas tribus, en vez do lidiar como valientes, pre-
¡ferian ahorcarse con sus propias mantas por temor del ene-
Patios de indio. — Para el traljajo de muebles y ador-
aos de oro, tenían obradores especiales, conocidos hoy con
nombe de jVAtius de inJio^ en donde suele encontrarse,
para comprobación de su destino, mucho oro en granalla,
ej03 fundidos, joyas empezadas á trabajar, cinceles, rega-
)nes> restos de crisoles, tiestos y trazas de carbón.
Fuera de los instrumentos y útibs ya mencionados
'hechos de piedra, tein'an también cajas, lápidas y algunos
>tros objetos que parecen haber servido para su escasa
igricuUura y para su imperfecta minería.
Tal era en compendio la situación del puelilo indígena
le Antioquia a principios del siglo xvi, época precisa en
^ue lo3 primeros viajeros españoles comenzaron á tener
loKcia cierta de su existencia, y en que los jn^imeros buques
|ue cruzaban en distintas direcciones el mar de las Antillas,
}g¡strando lus rincones del nuevo mundo, comenzuí^on á
irar el ancla en las aguas del golfo del Darien, i)untu que
^ebía servir de paso á los conquistadores de Antioquia.
Debiéramos, llegados a este punto, entrar redondamente
feti la narración histórica de los arontecimii'ntos que se suce-
iieron ilnranteel sometimiento de los naturales, objeto espe-
Cíial de nuestra tarca; p^ro, para ser más lógicos, pensamos
Juc después de liaber delineado el teatro físico en que tuvie-
m lugar ios hechos í|ue narraremos^ y después de hat^er
^tratado al pueblo conquistado, será bueno exponer algunas
generalidades solire su estado actual, para pintar luego el
[jueblo conquistador, y decir algo sobre las causas que pre-
lidieron á ese inmenso movimiento de regeneración social,
simbolizado por el descubrimiento de América (i).
(1) Las laijjiii.is qnc ai' ompa Fian este t'apilal<7, facilitarán un pocí» la ¡nlcH-
DiTcia de él y Ir darán alguna impuii incia.
— 5->0 —
Vida actual de los indígenas. — Lo dicho hasta aquí
se refiere un poco á la historia primitiva do los aborígenes
antioqueños. Después que la raza conquistadora hubo civi-
lizado un tanto los restos que sobrevivieron á la matanza en
algunas parcialidades indígejias, éstaS; aunque en cortísimo
número, quedaron naturalmente divididas en scniisalvajes y
en completamente barloaras; mas no tanto que por el forzoso
contacto con los invasores, colonos ó individuos de la misma
raza, no hayan venido alterando sus viejas costumbres, hasta
presentar hoy una especie de mezcla singular de lo que han
conservado de sus hábitos y lo que han adquirido de los do
sus vecinos.
Como todo lo que se refiere á estas tribus va desapare-
ciendo rápidamente, pensamos que si no por grande utilidad, sí
por ser asunto curioso, debemos presentar un cuadro sucinto
sobre las ultimas prácticas de estos infelices moradores déla
tierra.
Los restos á que nos referimos viven hoy en Caramanta,
Murrí, Chontaduro, Junlas, Musinga, Uramá-grande, Ura-
mita, Pilal, Rioverdey Monos, la mayor parte de olios hada —
el noroeste del Estado y en los distritos de Urrao, Frontino -^
y Cailasgordas.
Son estos naturales puco o nada inclinados al tratK\h
viv^en sólo de la caza, de la pesca y de reducidas scmenlct
de maíz, caña y plátano. Por ser cazadores y pescador* — -^
cuidan un poco sus bosques para lener siempre en ello^^^
pájaros y otros animales.
Con el poco maíz que cosechan, ligeramente tostado y-— ^
moHdo p¿xra imitar lo que en el Ecuador y el Pei'ú Uamarr^'
mniscii, se mantienen en sus correrías, i)ues todos ellos sor^*
nómades, y cambian constantemente el sitio de sus habita^-^
ciones* Ese maíz reducido á un polvo impalpable lo disueh^r*
en agua, y así convertido en una especie de caldo, lo lomai"»
con placer para restaurar sus fuerzas*
Con ei mismo grano molido y fermentado, hacen ei vm»^
^ 521 —
de 8U tierra, llamado como en otras partes c/iíc/ia, y á 6us
■petidas y abusivas libaciones se entregan con muchísima
Secuencia, hasta quedar completamente embriagados. Tienen
J|nibién señalada alieióu á los licores inlroducidos de otras
^brtes ; mas no tanto como á la chicha, que es su delicia. Este
hábito de la embriaguez parece haber tomado cuerpo cjiti'e
los después de la Conquista, y lo pensamos así porque
sndo de origen catío, sabemos por la tradición que aquella
^nte no se da lía á las borracheras.
Las Iiabitacioncs en que viven estos indios son pajizas y
techo cónico, lo que propiamente se ha llamado por los
storiadorcs bohío. Para armar éste, lo levantan suljrc
fuertes estacas de madera, poniéndole un zarzo á uno y
medio ó dos metros de altura, entablado con troncos de pal-
mas II otras maderas propias. Algunas de estas casas son
:uetas, y por tanto penetradas por el viento en todas direc-
looes. A otras las resguardan con débiles cantéeles enrama-
os ó cubiertos con hojas de hihao ó de palmera. Üivíden
¡Igunas en dos piezas, una para oficios diarios y otra para
dormitorio. El sitio de estas habitaciones es completa-
I lento transitorio, con especialidad cuando muere alguní)
e la familia, caso en el cual entierran el cadáver debajo del
arzo, y mudan de puesto, por tenerle gran miedo á la
muerte,
I Siempre eligen para alojarse lugar cercano á un río,
Btnto con el objeto de jioder pescar en él, cuanto iKira verificar
US habituales abluciones, en las cuales son constantes y aun
busivos. Antes de amanecer so dan un baño, y en el curso
del día, tantos cuantos pueden.
La dentadura de estos indios es permanente, y para pre-
^rvarla la ennegrecen con el jugo^de un bejuco 6 corteza que
lascan con frecuencia. La cara, los brazos y las piernas van
íñidos de un color amarillo oscuro, extraído de cierta planta
[ue denominan bijua^ sobre el cual ejecutan dibujos simé-
ricos, con líneas de una tinta de color negro azulado pro-
lucida por una fruta que denominan jngiai. Esta fruta es
pcf^ucña y semejante al caimito morado, con la difcrenciít 9ó
que tiene la pulpa enteramcule negra.
El único vestido que llevau los indios es una faja llamada
anteíiy para cubrir con ella las piu^tes naturales. Está heclia
con la corteza de uu árbol llamado damaliagua ó tna/iajim.
Esta faja parte del vientre y va sujeta atrás con un cordón
que siempre llevan ceñido á la cintura. Usan ademán an
manto de lienzo á manera de capa. Algunos de ellos, cuand
son ricos, traen sobre esta faja otra de cbaquiras, que, á
manera dü faldellín, cae desde la cintura hasta la mitad d
los muslos.
Las indias se visten coa un faldellín ó delantal lambió
de Henzo y de la misma tela, y llevan un pequeño manto, m,
angostíj quo la capa del indio, en forma de chai.
Tanto los indios comu las indias, se adornan el cuello co//
sartas de cuentas, ya en manojos tejidos en íormade collarc^i,
ya en hilos aislados. Gastan además un espejo pequeño,
pedazos de cortezas del árbol llamado bálsamo, yainil/as
preparadas, y ramos de albahaca, á la cual llaman xjerba rW
buen t¡uevú}\
Comu del licor, gustan del tabaco; y en cuanto A su ü9^
mercio común sólo compran lienzo ordinario, liencillo l¡n(^*
chaquiras, escopetas, anzuelos^ perros y, en general, todo I^
que puede servir para la caza y para la pesca.
Loa trabajos dam^T^ticos están desigual y bárbarameni
distribuidos entre los hombres y las mujeres- Sin hablar di
parto, íuucílíu forzosa, fácil y natural para ellas^ están nbí
gadas á preparar los alimentos, cosechar los frutos, carga^*^
los niños y conducir los fardos en los viajes. Los varonfi^^
talan el bosque para las siembras^ riegan el maíz, lle^iui 1^^
cerbatana í'j la escopeUi, pescan, cas&an y duermen á la barUil^*^
el recito del iienqio.
Las indias son en general tímidas y taciturnas; potm^
veces se dejan mirar de frente, hablan poco, y por la regul^^
están colocarlas á espaldas de los indios, circunstancias qi^*'
parecen debidas á que los varones son extremadamente cel<Bsc»
— 523 —
inenxigosde que las hembras traten con los civilizados, sin
leen esto les falte alguna razón. Los indios «on al paivcer
carácter déliil y comunicativo, mas, estudiándolos un poco,
fácil descubrir un ellos cierto espíritu de desconlianza y
licia. Por lo general son muy ingratos, cosa que, unida á las
ya dichas, puede ser explicada satisfactoriamente por el mal
^fcitamiento que lian recibido de sus huéspedes, por la tiranía
H^e ha pesado sobre cüos y por los fatídicos recuerdos de las
Crueldades practicadas en tiempo de la conquista y después
dctcx^minada. Por eí^tas mismas razones es sin duda p:»r lo que
aman la soledad de los liosques y por lo que temen la vida
Bs^ilizacku Un indio de esos de que tratamos, en presencia de
los hombres civilizados, libres ó vestidos, comu los llaman,
pvela siempre mucha inquietud ; tiene el ojo listo y vagai'oso,
rantc la mirada, y el ademan temeroso. Son por lo general
i^aces, y algunos, aunque pocos, maniiiestan ligera inteli-
íncia para las letras.
El matrimonio Ücne, como todo lo anterior, el tipu de
szcla entre las viejas y !as nuevas costumbres que hemos
igaado a las precedentes. Las hembras viven rigurosamente
Biiietidas á la autoridad paterna, y aun s^ les prolülte tener
^or hasta la época de su emancipación, ceremonia que cele-
^U hoy con el nombre do bautismo. Para practicarlo reúnea
^P Una de las casas ó tambos de la familia, á todos los indios
*™ líifí comarcas vecinas. La casa, edificada como hemos diclio,
|6f*í^epara de antemano para la liesla, adornándola cou liojas
|Rl-*almera y llores silvestres. Un cuartico independiente del
^^11 en que se lialla la lumbre, se destina para guardar el
^o déla joven, en las últimas hf>ras déla fiesta.
Reunidos todos los convidados, vestidos y pintados tan
J^ssámente como les es posible, empieza la fimción. Los
'^Uados forman una rueda ala cual sirve de centro la indic-
^ que quieren bautizar, y tomándose de las manos danzan y
P^tan en rededor de ella, la cual también danza y canta al
^^*T»pás de un tamboril. En este baile, y bebiendo sin cesar,
-i*manecen hasta que la india está completamente embria-
gada, y es entonces cuando la llevan á dormir. Duerme hasta
la aurora del siguiente día^ para salir al campo en ejercicio de
la libertad que por esto adquiere, y se une en ese instante al
primor indiecito que le sale al paso.
Con los varones se hace una fiesta semejante aunque
con naturales diferencias, consistentes en tirar maíz á lo alto
para ([ue salga buen sembratlor, ejercitarse en el manejo de la
cerbatana para que cace bien etc, , etc.
Sus pocos artefactos están reducidos á la fabricación de
canastos^ trastos de barro, y tejidos hechos con chaquiras
indias desempenaii todas estas faenas.
Esos pocos indios no practican hoy ningún culto rcli.
gioso; tienen vaga iileade I>i<»s y del Cielo, y llaman al primer-
Cnlagaví y al segundo Paja, Carecen de ídolos, creen en ^
diabhij a i[u¡eri denominan Antomiáf y lo temen, no por ^^
mal eterno, sino por el dai^o temporal que pueda causarl^s^^
Respecto á Gobierno, no tiencri sincí uno rudimentaric^^
propio de ellos en parte, y propin del establecido por Icz»^
españoles y por la lieptiblica por otrr» lado. Consiste este simu-
lacro de Gobierno en la institución de un jnandatario á quiefí
llaman Gobernador y do algunos subalternos á quienes llaraai}
capitanes ó jueces. Ninguna i'egla formal í|ue pueda parecerse
á ley, impera entre ellos. La voluntad de sus jefes obra de una
manera despótica* Las únicas penas correccionales qu^
existen entre ellos, son multas ó prisión transitoria, apli-
cadas sin juicio anterior.
I
— 525 -.
«'^ ''"T/ooüu V .^ '^"^''««'^rK ron .,.,
PspaSoJ.
1
2
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4
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índ/g-ena.
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Juasomá.
^"«soiná.abá
;;"asoiná.oiné
;f«a8omá.o„^
Juaso„á^„,.^ ^
^"^¿-juasoniá.
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Aire,
Azul
Anoche^
Ayer,
Anzuelo,
Aguacate,
Agaacatillo
Ají,
Ar-madUlo
aumento, '^^""'^'^^^
IrboJ,
"^'^^ ó ananas,
'•^acacha,
^eja,
Naún.
Panipara.
finsabuide.
Águeda.
Tuá.
f'udá.
Chas/a
Beo.
Cham/.
Pina.
^chürrú.
Vuruu/p/a^
Cunguj>/a^
Coco.
^^^'^óbania.
tacurú.
í^aniukerá.
f'acucarrá.
Quemí.
— 526 -
Espaní)!.
All)oroto,
Abuelo,
Abuela,
Abajo,
Arriba,
Amaneció,
Ardilla,
Aviso,
Indíí^on
Jará.
Ancouechorc
Janá choron
Uní.
Itané.
Hevcchíft.
Arquitá.
Bichicaima.
1}
Bello,
Bueno, sabroso.
Quirna.
Piporara.
Brazo,
Juarru.
Bonito, hermoso,
Bodoquera (cer])atana).
Beber, .
Billaquii í
Ügú-
Todnllí.
Banco (asiento),
Barriga,
Barbas,
Anjaii.
Bi.
Ira car;».
Bos([uo,
Pamba.
c
5-27
Español
Cabello,
Cejas,
Cara,
Cuanto,
Cuando,
Conno,
Comer,
Caminar,
Cazar,
Conocer,
Canoa,
Candela,
Cobija,
Caucho,
Cacao,
Columna vertebral,
Caratejo,
Calabazo,
C/fcucha ó Raposa,
Cliontaduro,
C-harco,
Cliicha,
Cliico,
Indígena.
Bu da ó Bura.
Taubirú ó Taucorá.
Jiraní.
Sam.
Sambaque.
Cai.
Collí.
Uandullí.
Pedallí.
Unuadulli.
Jampua.
Tibullá.
Gua.
Ibudú.
Cacagua.
Esburi.
Cardosa.
Guiataú.
Busay ó Bosain.
Tengcí,
Toma.
Ituá.
Chaquc.
í^oclos de la mano,
í^c.»clos de los pies,
^® <^londe,
^^^s ti lar,
^J^^;^'^<íilla,
** ^^^ci¡ia(jaa (vestido),
>
D
Juacliaquó.
Jínichaqué.
Samarama.
Caisidalli.
Todo maiubulli.
Ampadudo ó CortcUoso.
(Chí) su ken.
Lúa.
Chichamé.
Quldú.
Quingualá.
Jaraballi.
E«tt-c„
E
Cucaña.
Acarra ú omoto.
No ó Ni.
— Ó28 -
Españo' .
Escopeta.
El, la, lo,
Esto,
En donde,
Estoraque,
Escuchar,
Esposa.
Indígena
Pagua.
Che (es artíc
sivo
Ga ó nan.
Sama.
Vidu kerá.
Tenteguatall
Jima.
F
Flor,
Fruta,
Fea (malo).
Feo,
Frente,
Fogón,
Frío.
Nefono.
Fa.
Cachiruma.
Cachiruma.
Taucuní ó T
E tabarro.
Cunesá.
G
Guacamayo.
Grande,
Granizo.
Gallina.
Gallo,
Gallinazo,
Pagorá.
Churumá.
Juetá.
Eteré ó Jereí
Etermuquin;
Ancoso ó An
— 529 —
Español.
Indígena.
Hacha,
Chagorá.
Huevo,
Etermí ó Heterremú
Harina,
Poó.
Harina (tostada),
Moniá.
Hueso,
Bere.
Hoja,
Quituá.
Humo,
Nani.
Hormiga,
Jaburrá.
I
Jarasiá.
Idioma,
Ir,
Undallí.
L
Lazo,
Too.
Labio,
Ji.
liengua.
Quiramé ó Jeramé.
lieche,
Juda.
Xieña,
Culbú (apenas suena
Xieón, -
Ibamá furrii.
lioro,
Caré.
M
Mujer,
Uena ó Bera.
Marido,
Jayú.
Madre,
Tana.
Muchacho,
Uuarrá.
Muchacha,
Vacorosa.
Muelas,
Quidá carra.
Mano,
Jua.
Mío,
Mere.
Malo,
Cachiri.
Mediano,
Quiruma ó Manguiril
Mucho,
Aluaro.
Mayor.
Nambema.
Menor,
Cadebú.
Morir,
Piullí.
Mentira,
Zetama.
Machete,
Ñeco.
Muerte,
Piusié.
Mañana,
Nandé.
Mar,
Puschá.
34
— 530 —
Español.
I ndígena.
Maíz,
Pe.
Maduro,
Cucha.
Murrapo,
Unjatii.
Murciélago,
Tesinii.
Mono,
Chifurrú.
Marimonda,
Hierre.
Marrano,
China.
Mariposa,
Quimbarré.
Malo, maluco.
Cachi ruma.
Marcha, nos vamos,
Juanday.
Monte,
Bajurrú.
N-
Negro,
Nior ó Cumb;
Nutria,
Bebaramá.
Nariz,
Cung.
Nada,
Bari.
Nadar,
Juidallí.
Navegar,
Jompuallí.
0
Ombligo,
Bi ó Cumia.
Ojo,
Dau ó Tau.
Oro,
Siballí.
Orejas,
Turú.
Oso,
Ui.
Oso hormiguero,
Anto rabi.
-881 -
Español .
Indígena.
Puerco,
Canoa.
Pescuezo,
Osoró.
Pies,
Zini.
Porque,
Sain.
Pequeño,
Chaqué.
Por allá.
Namaná.
Pescar,
Toadallí,
Parir,
UudrtoUí.
País,
Truadó.
Pueblo,
Sietó.
Piel,
He.
Piedra,
Mo.
Puente,
Libaná.
Pájaro,
Ipanachaque.
Peñón,
Mojarra.
Plátano,
Pala.
Petaquilla,
Petachaqué.
Plátano guineo,
Ampurrumia.
Pringamoza,
Uueca.
Palmicho,
Ayaitá.
Palo (bastón).
Turna.
Perdiz,
Surchaquó.
Perico,
Muchitá.
Pampanilla,
Antea.
Quien.
Quemar.
Quebradas.
Q
Cai ó Caiba.
Pebatallí.
Tochaqué.
Rabo ó cola,
Río,
Raíz,
Rojo,
R
Tru.
To ó Do.
Pacucarrá.
Turró.
Sabroso,
Sudor,
Sangre,
Sacerdote,
S
Pipoarara.
Juaturá.
Ua ü Oa.
Parri.
- 532 —
l::)bpttuol.
Indíií^ena.
Serpiente berrug:oi>a,
Birrí.
Berpíente rabo de Chucha,
Ibato.
8ucio,
Mienta.
Bed,
Obisí.
Buyo,
Bidibidí.
Becar,
Poalli.
Bardlna,
Amparruchac
Bal,
Tang.
Ballva,
Idota.
Zahlno,
Piduó.
Sapo,
Basú ó Basó.
T
Tumbar monte,
Bajurutuyá.
Tierra,
iurú ó loro.
Totuma,
Sau.
Tuerto,
Tauberre.
Tú,
Dichí.
Tuyo,
Bichiá.
Tocar (música).
Chastridalli.
Tórtola,
Chocó.
Trueno,
Pa.
Tambor,
Tono.
Trajo,
Petó.
Tallos,
Caidá.
Troje,
Peté.
TigiH>,
Ibamá.
Tatabro,
Pidué.
v^^^^^^^^^^l
Español.
^^^^^^^^^^^^^^H
Vender,
^^^^^^^^^^^1
Virote»,
^^^^^^^^M
Veneno de rana»
^^^^^^^^^H
Vejiga,
^^^^^^1
Vainilla,
kerú. ^^^^^^^1
JB
^^B
^^^^^1
^^
^H
k
z ^1
1 Zarza,
Itaré. 1
u
FRASES 1
ía.b!a U. la lengua india?
¿Emberá bedé berrieda? ^^|
— No la sé.
Atan nía. ^^^|
aablo la lengua india.
Emberá bedé berriema. ^^H
> 1110 se llama U. ?
¿Tai vichi tdn? ^^H
Yo no tengo nombre.
Mii trin aimá« ^^H
llamo Saigama,
M ü trin Sai gam a . ^^H
c^Vjnde va U.?
¿ Sama uanda ? ^^H
Voy al Chamí.
Chamí de uainja, ^^^|
isndo vuelve?
¿Sa caide uche ma? ^^M
Vuelvo mañana.
Nande uche ma. ^^|
^ á casa de Azama y di le
que Mamá tuida jaraballaurnbia muiné ^^|
'Venga aquí.
embora u rubia Azama. ^^H
«lunde mató ó coi^iu al
oso? ¿l'i caiba pesma? ^^B
Lo maté en el rio.
Toi du peeae (Río en cojí). ^^M
'^n mató al oso?
1 Ui caiba pecsmo ? (Oso quién mató?) ^^|
^anchí mató imo.
Paricbí aba pesma.
(Panchí uno mató)»
^^ste su muchacho?
¿Pichi narra ca?
(Su muchacho este).
* o no tengo muchacho «
Müa Ucirra udima.
(Yo muchacho no tengo).
^Hie una bodoquera.
Ugu aba tes.
^^na se la traeré.
(Bodoquera una trae).
Mü mande encllama^
(Yo mañana traeré).— (El infinitivo h
*
es en elií). ^^H
•^iga qI cuero de oso para (
?om- Ui he ta enciama mua nentollí. V
prárselo.
J
^^^ ^
(Oso piel tráeme á mi comprar). ^^^^M
^^^H EspañoK ^^H^^^^B?
^ Indígena.
^^^^■1
^^H Yo lo estoy secando, cuando eaié
Müa poa bida ulH poa
v^eso ctoUL ^^^^
^^B ge lo traeré.
1
■
(Yo secando ahí, cuando ttco esté 4_|
■
traer) .
M
^H ¿Es grando el cuero del oso?
¿Ui he chi churumá*?
(Uso piel es grande).
1
^m Es un poco grande.
Tai he quírumá,
(Cual os hermoso) .
1
H i Tenía mucha grasa?
^,Chitra atuara voasima
■
■
(La manteca mucha con
tenía). ^M
■ ¿A dónde vais á llevar esc fardo?
¿Biehi saima ato bu r rimó carra? ^^^
1
(U. dóndo lleva cargadc
i fardo)* ^^H
1 ¿Cómo llaman el pájaro que esta
¿Cañe ihanachaque birumambudo^ ^^^|
I cantando?
^
í
¿Cómo pajarito esta can
tan do? ^M
^ Perdiz.
Surchaque vldá.
1
1 Es ya tarde.
Quinsi,
■
I ¿Como le va, ó como esti Ü.?
Dui^aríjíi ?
■
■ Mo voy.
Uandaya,
■
I ¿De dónde viene? '
Jar nía mima?
■
■ Me marcho.
Bar ría man.
■
^L^ ¿Quién es?
Bichicaima?
■
^^P ¿Ea casado U.f
Quimadausca?
■
" SÍt soy casado.
Quima,
m
Estoy enojado.
Tuimamiani,
1
íástoy conleiito.
Uichiri,
I
Barbechar ó rozar para maíz.
Featuriba.
1
Casa de habitación.
De,
i 1
El sol.
Umantí'i.
1
8ét que consideran los indígenas
1 i
como director del sol y como
1 J
director de ellos.
Umantautay.
; J
El rostro.
Quimandarra*
i t
Harina de maíz«
Fu.
f 1
Rana do que extraen Veneno,
Coocúe,
/■
Serpiente equis.
Dama.
/■
El mcdiodia.
Unalipanumúa.
/ ■
Rio crecido.
Doibuenumhúa,
/ ■
Rio seco.
Doonibúa.
/■
Mujer bonita y blanca.
Vera píebúa jorrona.
/■
No quiero.
Qui cacbirumá.
1
— 535 —
Español.
Indígena.
Agua,
Bamira ó Pania.
Agua buena,
Banía fiade.
Agua mala,
Banía nihí.
Azul.
Paarabí.
Adiós,
Muirabá.
Armadillo,
Tao.
Águila,
Nejumbi.
Avispa.
Nintir.
Abeja,
Ceraderr.
Abejorro,
Ambuima.
Arador,
Arador.
Arriba,
Aramiada.
Abajo,
Basiado.
Adelante,
Umiade.
Atrás,
Basimiade.
Anzuelo,
Tuuguiá.
Arracacha,
Muindú.
Árbol,
Enmá ó Pacurá.
Amigo,
Chimerá.
Alto,
Antaidó.
Alma,
Jause.
Arepa,
Beca.
B
Bálsamo,
Bidoquera.
Blanco,
Torbulá ó Torbuná,
Bonito,
Biadiruade.
Bajo,
Suquiruade.
Balsa,
Arrá.
Bejuco,
Ungeará.
Bodoquera (cerbalana.
Ugú.
Virote.
Tquida.
Boca.
Yi.
Brazo,
Jua.
Barriga,
Jenii.
Bueno,
Piadc.
Bajada,
Edabaó.
C
Camino,
Coó.
Canoa,
Jamba.
Casa,
Deó ó Teó.
— 537 —
iñoi.
Indígena.
?
Nuangasú.
í,
Tatruí.
1
Jemedillí.
1,
Nefondó.
f,
Ketá. .
G
azo,
Ancoró.
Hetcrré.
a,
Tequerré.
e.
Chidrumá.
IS,
Piade.
n,
Nejembú.
(especie de pavo),
Suaya.
cirina.
Barduaidá.
0,
Calagamia.
e,
Chichurrumá
laraca,
Guacharaca.
H
íio,
Purapurá.
ca,
Juaabá.
íga,
Pischumá.
re,
Chumaquirá.
re,
Garrapichú.
Chiduá.
ros.
Puuá.
ano.
llumempea.
ana.
Naabecau.
Muil)arra.
Muicao.
to,
Ibera.
.1
Chichaqué.
Ibamá.
L
Caaré.
Ibamá purr.
Bisoiscamia.
538 —
Español.
Lechuza,
Lobo,
Lazo,
Luna,
Loro común,
Loro real.
Lengua,
Mujer,
Madre,
Maíz, »
Muerte,
Medicina,
Médico,
Malo,
Marrano,
Marrana,
Muía,
Mosca,
Murciélago,
Mariposa.
Machete,
Murrapo.
Mejillas,
Muelas.
Molledos,
Manos,
Muslos,
Indígena
Pusadomia.
Uecaarú.
Unjeará.
Jedeco.
Neé.
Caré.
Chirame.
M
Chiuguera ó
Papá.
Pec-pelaqué.
Pensiade.
Jaibaná.
Jaibaná.
Cachiruadc.
China.
China uona.
Muía.
Chindago.
Curcngú.
Adichichi.
Ñeco.
Tanga.
Chirandar.
Chidaniogari
Uapotó.
Juará.
Bu
Español.
— 539 —
Indígena.
Padre,
Cesé.
Perro,
Usa.
Perro chico,
Usataquí.
Polla,
llteró surumá.
Pollo.
Etersaqui.
Pescado,
Veta ó Tacubá.
Perico,
Cunitarra.
Perico-ligero,
Cebará.
Pichanche (pájaro).
Ibamansaquí.
Pava real,
Usiaara.
Piojo,
Tuey.
Pulga,
Birú.
Perro de monte,
Cusacusa.
Pava chillona.
Tuscifí.
Petaca,
Pctradruma.
Plátano maduro.
Patacorá.
Plátano,
Pata.
Papa,
Muindú (como la arracacli
Paja,
Chiduá.
Pelo,
Pudá.
Pecho,
Trua.
Paují,
Charro.
Piedra,
Mugará.
Plata,
Ne (como el oro) .
Palma,
Arrá.
Pequeño,
Naimia quirú.
Puente,
Anda.
tiernas.
Genujiba.
Q
Quebrada,
Tonsaqui.
K
lUtón,
Gado.
líío,
Doó.
S
íScibalüta,
Toa.
Sol.
Himantago ó Humandago
Serpiente
Tama.
iSueño,
Tapuca.
Sombra,
Curará.
./
538 —
Español.
Lechuza,
Lobo,
Lazo,
Luna,
Loro común.
Loro real.
Lengua,
Mujer,
Madre,
Maíz, »
Muerte,
Medicina,
Médico,
Malo,
Marrano,
Marrana,
Muía,
Mosca,
Murciélago.
Mariposa,
Machete,
Murrapo.
Mejillas,
Muelas.
Molledos,
Manos,
Muslos,
Indígena
Pusadomia.
Uecaarú.
Unjeará.
Jedeco.
Neé.
Caré.
Chirame.
M
Chinguera ó
Papá.
Pec-petaqué
Pensiade.
Jaibaná.
Jaibaná.
Cachiruade.
China.
China uona.
Muía.
Chindago.
Curengú.
Adichichi.
Ñeco.
Tanga.
Chirandar.
Chidamogar;
Uapotó.
Juará.
Dajará.
— 539 —
inol.
Indígena.
Cesé.
Usa.
chico.
Usalaquí.
llteró surumá.
Etcrsaquí.
lo,
Veta ó Tacubá.
,
Cunitarra.
-ligero,
Gebará.
ichc (pájaro).
Ibamansaqui.
cal.
Usiaara.
Tuey.
Birú.
do monte,
Cusacusa.
hillona.
Tuscifí.
Petradruma.
0 maduro.
Patacorá,
0,
Pata.
Muindú (como la arracacha)
Chiduá.
Pudá.
Trua.
Charro.
Mugará.
Ne (como el oro).
Arrá.
~10,
Naimia quirú.
5,
Anda.
S,
Genujiba.
Q
ida,
Tonsaqui.
R
Cadó.
Doó.
S
ta.
Toa.
Himantago ó Humandago.
ito
Tama.
Tapuca.
3I«
Curará.
— 540 —
Español.
Sepulcro,
Subida,
Sal,
Indígeni
Jonyadé.
Eya churunn
Saá ó Taá.
Tatabro,
Toro,
Ternero,
Tigre,
Tórtola,
Turplal,
Totuma,
Tabaco,
Bidoré.
Paca chums
Pajeataqui.
Ibamá.
Pusira.
Chiacoro.
Sambué.
Adé.
Venado,
Vaca,
Vainilla,
Veneno,
Viejo,
Viento,
Yuca,
Vegüí.
Paca.
Inguequerá
Neará.
Chicorá.
Nanguna.
Y
Yuca.
NUMERALES
;e también entre los mismos indios :
.ñol. Indígena.
Ara.
Umé.
Umpea.
Chimane.
Jeochomá.
Joaquinaramá. .
Joaquinaramá ara.
Joaquinaramá umé.
lando el número O con los anteriores, cuenta hasta íi el
FRASES
do.
Cuetahabué.
Viechibuen.
:o-
Arita buyama.
1.
Viachiruca.
áU.
Viachimade.
i?
Promumiquiara ?
ha.
Muansaqui ó Juguara.
?rda.
Duansaqui ó Juguiaquiá.
3rca y
Doo caita?
Guabará.
ir agua.
Banía polla ó visía.
Ovisiavicade.
3re.
Jarravichaviade.
ir con U.
Gua entonie.
ucho.
Muy quiralla.
maá su hijo.
Muy papá mi biachaque.
inado por su madre.
Muy papá quiraña quisiadc.
ir.
Muy caiballade.
mó de la enfermedad.
Puiquina vesicalla callabade
lurió.
Michimera peu pachi.
ho.
Cué surumá.
mucho.
Cue piulh'.
Uubeda casiadé.
Ñamaba manciadé.
to.
Utu puadé, me.
Panía biguiadé.
Nihadé.
Tatuadé.
0 calor.
Tía so bi.
muy fría.
Panía chicurasa.
~ 542 —
CATALOGO
DEL LENGUAJE QUE HABLABAN LOS INDIOS DEL C
DE OÜIBDÓ Ó CITARÁ
Se pone á continuación este corto vocabí
rado con los dos anteriores^ se vea que es una
una misma su raíz.
Efipafio!.
Indígen:
Abuelo,
Tata.
Abuela.
Chaoné.
B
Boca,
Qu i manta.
Barba,
Quidatrú.
Brazos,
Ilua.
Barriga.
Bi.
Bagre,
Oihos.
Bejuco flexible como
barba
de ballena,
Matamba.
Bueno,
Biborá.
Bueno está,
Bisbaribasí.
Blanco,
Capú mia.
Bravo,
Guaicbaqué
— 543 —
D
iñol.
Indígena.
ÍS,
Quidá.
?
Ituapichí.
de los pies,
Enzaquó.
Chaog-né.
>,
Tumiá.
le vas?
Samaba?
un besito,
Queramé sonda.
E
írpo,
Cacuá.
da,
Viguiá.
azo,
Ejara.
ie de collar.
Curuzíi.
en cinta,
Guarrá.
parejo,
Sevaitá.
istero,
Tauchigá.
malo,
Cachiruma.
ena moza.
Pijiri.
grande.
Mechoroma.
►no,
Perré.
;ie de gato.
Bichiclií.
F
©í
Tetrú.
les de árbol,
Chochos.
G
inta.
Ositadó.
n, í^ritona.
Ingaougaví.
ie,
Zenán.
la,
Tequerrc.
[*nador,
Ornando.
II
3ros,
Etzuu.
ive grande.
Orzenam.
are, vén acá,
Memc, uchi bidá.
la,
Po.
a,
Zazara.
bre amigo.
Memé.
Pichichí.
—
544 -
L
' Español.
Indígena
Luna,
Jedeco.
Lanza,
Peapuí.
León,
Anchobe.
Lengua,
Quirame.
M
Mejillas,
Quinan ta.
Manos,
Ituachaque.
Marido ó mujer,
Quima.
¿Me quiere?
Usmó quiriñ
Mi padre,
Ajoré.
Madre,
Tana.
Mujer,'
Juen chaqué
Mate (totuma),
Saú.
Muchacho,
Oroliaquc.
Máquina para subir á los ár-
boles altos y pasar los ríos.
Tarabita.
Muy pobre,
Chupurí.
Maíz,
Pe.
N
Nariz,
Quembú.
Niño pequeño.
Chichaqué.
No sé,
Ba tu ama.
— 545 —
GvX ^^.
ndígena. ^V jí <^ "^ c-
riniffuí. ^teiv As C
Indígena.
18 injuriosa, Mepuriniguí. " ^^fe^ ' /Vs C' .
Tor. ^<K %. ^ X
Parta.
duro, Parta cuara.
Usa.
Tañé.
Asusú.
Tusuyú.
Q
Quiriñama.
o? Janiga?
lí, Guaso si.
Quiriñama.
R
Chinambú.
Camboi duonma.
rias Bebaramá.
z, Bebará.
ano, Parlado.
)s, Pacurcundó.
Dó.
(especie de palma) , Antado.
idua, í'higorodó.
Paimadó.
lo (pescado), Baudó.
Tadó.
, Dochoroma.
s
Mctroso.
Pisica.
Pocorró.
A.
Gasi.
Pido.
T
cho calor, Japcrú janiguí.
:ho frío, Jua pitú tai du.
Guana.
Beté. >^ "V^^
Cv,
35
— 54G —
Español.
Truenos,
TraQ candóla.
Tigre,
Uñas,
Una cosa mal;».
Indígena,
Púa.
Jiburgacanduchí.
Pimaná.
u
PichiVL
Cachírunia.
Viene aguacero,
Vamonos,
Válganío Dios,
Viejo, vieja.
Cué bu rema.
Guanda cuan dá.
Cai cate.
C liona, chootra
OBSERVACIOXES
SOBKELASMt ESTHAÍ? DE PALABRAS INDÍGENAS QUE ANTKCKDKX
No OS posible reprrsenUu' fOn exactitud i»or mediü de \qs
micslro idioma, la pronunciací('>n verdadera que usan los naturales. Elli
de dos ó más consonantes uaa sola sílaba^ eu la cual la vocal eoibcbidA I
eoiiido explosivo ó soplado. En esto se parecen un poco las len^rua» amcrtf
h alg-unas asiáticas.
Kt ly ¿> se pronimcian de manera ijue la /t y la I suenan apoyíiitdt* !« le
coníra el paladar, mientras (¡uc la L final deja pertii>ir al íin una c cxiiíu
P, 6, i, (í, /i, y á veces la m, se confunden ion frecuencia nj tMwr^l
iiablar i j^anía, agua; b&nia, agua.
Según e! Dr. José Vicente Uribej, las conjugaciones de losverbns sebirtBi
entre los indios por medio de afijos y preOjtjs; pero por las voces i
caerá en la cuenta de que eñ el idioma qur ellos liablan, el tnÜnittv^
en illi, si no únic<.> modo deí verbo, si es el más usado, y de aquí pftn
de ellos los que aprenden el español, jamás dicen : .Vojbí* rrií/j/j ■»*/»-> >
^abt*r compadre.
Como se verá por lacóínparacÍMn, los indígenas det Cíuh<« foiij.uiiJ [mi
idioma que los chamies, caramantn», frcíulinos, cnna5g<^rdas ele.» etc. L&» ti
cioues que se notan boy en las palabras, y acaso en los giros grainata
prueban que en esla parle de .\mérica bnbia numerosos ilialectos ; pcfoJ
semejantes caire si que el pioporcionarse interpreloscra cosa fácil para lo»i
quistadores.
El origen de esta lengua es coniplelaniente ignorado; pero si,C(>iiiu«e<
os cierto iiue la población era de tlcscendencia caribe* caribe debiú de«9r<
idioma»
No fallan voces de origen quichua, lo que demuestra qne algiijuí iní3u -iKÍa]
debió tener la conquista que los Incas bacian de sur a norte, al liempo drJ •!«
cubrimiento dct Continente, gunnca, guaca, quingo, chácúvs^, l*iÍA ele., mi»
menos destigu radas, son de aquella procedencia.
Lo que nosotros hacemos pura contar por medio de la» diex prímeraa
— 547 —
ades, lo hacen ellos unas veces con cinco y otras con seis : con cinco, los que
acotan altos guarismos, y con seis, los que más atrasados no cuentan sino
lasta doce. El mecanismo de esto se comprenderá fácilmente, echando una
nirada sobre los nombres numerales puestos en el catálogo .
Casi todas las vocales al fín de palabra llevan acento.
H»y muchos nombres compuestos, y se ve que la composición es sencilla y
clara; pocas voces tienen signifícación metafísica ; la mayor riqueza se debe á
sustantivos de cosas ; las ideas morales carecen de signos representativos, <) los
tienen apenas rudimentarios ; las interjecciones y el lenguaje de acción entran
por macho en la expresión del pensamiento, con especialidad en los casos en
que las personas que hablan, lo hacen bajo el estímulo de una pasión : señal ma-
nifiesta de que su lenguaje está en armonía con el atraso de su civilización.
La parte del vocabulario «jue se refiere al dialecto que hablan los indios de
Rioverde, Mutatá, Dabeiba, Frontino y Cañasgordas, que debemos á la genero-
sidad del inteligente joven Tomás M. Peláez, contiene muchos vocablos altera-
dos por el influjo de la lengua castellana.
Se parece esto dialecto al francés en los sonidos nasales, y en la suavidad
con que se pronuncia la c/i, mientras que por lo aspirado de la h tiene cierta
analogía fonética con los idiomas del Norte.
La c, en las palabras en que debiera sonar con fuerza, tiene pronunciación
ftttural ; de manera que parece oírse la g distinta y clara, como en aiigcoro,
y^ngcará, no distinguiéndose cuál de las dus suena do preferencia.
En la palabra paca, lap parece confundida con la/*, pues suena como fpacú,
tunque en ocasiones parezca que este último sonido sea producido por la fuerza
on que pronuncian la r.
La « en medio de dicción es tan prolongada que parece más bien un sil-
ido.
La A es tan aspirada que suena como j ; v. g.: hedeco, /e/ií?rreino, que
Igunos pronuncian jedeco y tcjerremo.
CAPITULO TERCERO
Reflexiones
raí
I
fe Enrolla A ¡hies del siglo XV. — Siíuacióii general
cleEspaTm en la mi&ma época.
O general de Europa. ~ El epígrafe de este capí-
i eíi sí proporciones inconmensurables, y al verlo
m hacer el justo cargo de difusos ; pero no es núes-
intentar su completo desarrollo, sino sólo ochar
ojeada sobre el sentido general que encierra, estu-
uelo los grandes rasgos de la civilización de aquella
|ue fue precisamente por las premiosas y enérgicas
del momento, por las que el mundo cambió repen-
de faz material, como lo había hecho va en su
oral con el advenimiento del cristianismo.
:*a decirse ([uc el saber humano viene andando en
ientido de progresión en que el globo de la tierra
movimiento diurno sobre se eje; es decir, de
>ccidente» y también que esle mismo fenómeno)
iiiendo en el mismo sentido su cumplimiento pro-
ina, dicen los que saben, tuvo una antiquísima y
vilización en todos los ramos de la ciencia; mas
esa enorme filosofía llegó á extinguirse tanto para
del hemisferio occidental, que apenas las astillas
— 550 —
de su tronC'í3 han servicio para lalirar base á las docfnnaS
filosónras y especulativas de los modernos, quienes ainb¡|
cionau penetrar en su remota existencia y explicarla. Eí
estado, pues, de perfectibilidad de la razón humana, en \t
época á que aludimos y en esos países misteriosos del oriente
ha venido hasta nosotros sólo como una imagen débil y cor
fusa, que se desvanece ante el soplo ligero del pensamieuto
Las épocas florecientes para el entcndimientfi humano, ;
que se refieren a los indios, persas, asirlos, babilonios, featj
cios, egipcios y griegos, aunque de un carácter histórico ma
aceptable y auíique de \ma verdad tradicional más sólida
correcta, eran para el mundo europeo, en el siglo á que que
remos aludir, tan sólo documentos escritos en l*»s libros y
los monumentos que escaparon á la destrucción general oc^^i
sionada por lus tiempos.
Esta misma sabiduría, <:iue por algún* >8 siglos pascah
triunfante su carro desde las costas de Egipto hasta Is
playas del Pireo, y de éstas hasta las siete colinas de Ron
y que anuncialja mantenerse definitivamente sobre una
incontrastable para establecer su residencia eterna en
mundo moderno, se vio en todas ocasiones azotada por dife-
rentes vientos, y con su vida intelectual amenazada hasta
extirpación absoluta*
La fuerza de los bárbaros del Norte en la parte merkÜc
nal y la occidental de Europa, coetánea con el adveniniicnt
de una nueva religión, Homctió los pueblos de entonces ^
recibir el influjo de dos elementos contrarios, cuya maye
influencia debió estar siempre del hulu en que la doctrill
moral y el engrandecimiento espiritual del hombre, dobidí
extenderse con saludaljlc efecto hasta el carácter mismo
los brutales invasores. Durante la Edad Media, lan mal intcf
preiafk\ por algunos, en lo que se refiero á la verdadera civ^
lizaclun, la Europa recibió el efecto bienhechor de divera
leyes históricas que sería largo y difícil examinar en est
Immildes rudimentos; mas es lo cierto que en aquel titím|
las ai'tes y las ciencias^ cnmbatidíis en diversos senlidod, fy
ron salvadas como por milagro, y como por causa del ingénito
horror que la humanidad tiene ticmpre al vacío de la intolí-
gencla.
fAl través de grandes peripecias, el espíritu úq los pue-
blos pareció levantarse, y sublimado por esfuerzos sobrehu-
manos, mostró al fin su existencia llena de luz, por entre Uis
sombras que lo habían oscurecido. La semilla de la ciencia
Ijuscó abrigo en los claustros, de donde algunos monjes afor-
tunados y laboriosos la devolvieron al mundo que debía
regenerarla.
De este primer impulso de trabajo, avino que los ruatro
gi'andes inventos físicos de que han derivado los posteriores,
<:^al)an ya adqu!ridf)S para el hombre á mediados de la décima*
fioínto centuria. El cristal, la brújula, la pólvora y la imprenta
formaban el gran cuadrilátero de donde debían irradiar, más
^^rnprano ó más tarde, todos esos grandes descubrimientos
^ffuo asombran y aprovechan hoy á la gran congregación
KociaL
Del cristal y de su perfección, debían venir y vinieron :
lo^ lentes, los anteojos comunes, los de larga-vista, los astro*
^órnicos, la fotografía, los instrumentos de física y de quí-
*^ica, las piezas de adorno y lujo, los útiles para el hogar, y mil
instrumentos más que han puesto en evidencia las cosas del
ciclo y de la tierra.
De la bnijula se derivaron : el camino abierto para todos
los puntos del globo, los descubrimientos de nuevas tierras,
^^ florerimiento de! comercio, y la conversión del hombre,
*^ni6vil y fijo antes, en cosmopolita habitante do todas las
^^ciones.
La pólvora debía introducir, é introdujo en efecto, refor
^^aa colosales : igualó en cierta manera la fuerza individual del
'^^mbre en la batalla; hizo efectivo el derecho de los pueblos ;
m ííXcilttr) la explotación de los veneros metalíferos, y muy á pesar
I de lo3 desdicliados abusos que han acompañado su empleo,
^^ <^ntribuye y lia contribuido siempre al ensanche y perfecti-
^m faílidad de la razón.
j
-^B52 -^
La imprenta se convirtió en el pedagogo universal de las
sociedades, y con sus mil lenguas Irasmitin el pensamietito
por todos los ámbitos del globo: eniancipu la libertad escla-
vizada, poniendo en claro las facultades inmanenles del indi-
viduo; propagó las ciencias y las artes, y llovó la idea, sia
admitir obstáculos de ningún género, a regiones hasta enton-
ces desconocidas.
Las numerosas aplicaciones del vapor, el descubrimiento
tlel para-rayo, del telégrafo eléctrico, terrestre y sübmaiúno,
los principios del magnetismo, el barómetro, el termómetro,,
los globos aerostáticos, y centenares más de esos dcslumbm
dores adelantos que muestran en la época actual la faz intcs
ligentc y Iionrosa del hombre, forman por su reunión L.
síntesis gloriosa de ese prolongado y heroico análisis, qn^^
lomó i>or punto dv partida los cuatro grandes invento.s q^^e
dejamos ap un tados .
Esos cuatro grandes inventos, sostenidos y auxiluidoi?
por las escasas nociones que habían procurado en su principio,
fueron el medio poderoso con que la Europa occidental o«)üto
en la última mitad del siglo xv, para lanzarse atrevida en la
carrera de los dt^^bcubrimientos marítimos, de las guerras y
de las conquistas ([ue iniciaron para el Viejo Mundo una ci'a
grandiosa de reforma estupenda y radical.
Cuál fuese a la sazón el estado relativo de la civilízacióu
española, y cuál el grado que ocupase entre los Estados eiiro-
peos» es lo que pretendemos bosquejar en seguida, parailar
s¡t|uiera una idea aproximada del carácter, arbitrios c iaduU
del pueblo conquistador de América, y ponerlo enfrente de
su competidor.
Situación de España. — La mayor parte del terr¡t4)ni>
(|ue cuiistiluye boy lo que, propiamente hablando, se llama
la MrMiarquía Española, íué en tiempos muy remotos patri-
monio exclusivo, ya de sus primeros naturales, ya de cm*
quistadtjres afortunados. Los celtas, los godos, los visigodoíf
y otros pueblos de los llamados bárbaros, dominaron altcnia-
— 553 —
tivamentc aquella península. Los fenicios, los cartagincsoB
los romanos la dominaron igualmente.
Habían ya los godos establecido sobre sólidas bases
iu administración en el [)aís, y aun podían reputarse como
Señores legítimos de la tierra, cuando un pueblo atrevido,
calentado j>or los ardores del desierto y estimulado por una
ciega fe religiosa, desembarcó como invasor sobre las costas
>éricaB.
Este pueblo, compuesto pnr un grupo de sectarios de
Mahoma, con la mcdin luna pin* bandera ^ con el cerebro
I exaltado por una sangre meridional, y con el alfanje al puno,
embistió temerariamente, lidió, triunfó y se hizo dueño de
la mayor parte del país.
' Durante un senario de siete y medio siglos, los árabes se
arraigaron profundamente en el suelo conquistado, creciendo y
multiplicándose a la sombra de nuevas y ricas adquisiciones.
Fundaron ciudades opulentas, cultivaron con provecho las
! ciencias y las artes, practicaron libremente su religión, y
llegaron aun punto tal de grandeza, cultura y poderío, que
I no tuvo igual en ninguna de las naciones europeas.
Empero, aunque esta dominación fuese casi absoluta, no
dejaba de ser turbada de tietiipo en tiempo por el alto brío
I de los antiguos poseedores do aquel suelo; por manera que
el país se convirtió en campo de contiendas y batallas.
■ Vemos por la historia, que los restos de este antiguo
pueblo, escapados del exterminio producido por tan cruenta
y larga guerra, buscaron abrigo, huyendo do sus vencedores,
en las crestas montafiosas de Galicia y de Vizcava.
I Mucho tiempo trascurrió antes de que esos ilustres ven-
cidos, diseminados por las breñas del país natal, se pusiesen
le nuevo en contacto los unos con los otros , y se ligasen y
entendiesen para armarse otra vez en contra de sus comunes
enemigos.
En tanto, cada familia, cada parcialidad, cada pueblo de
os recientemente formados sobre aquellos riscos inaccesibles,
iba haciendo crecer en su pecho el odio y el rencor contra L"
— 554. —
i
'J
viv/Ai maldita que i le un solo golpe había destruido su gobierno;
arrebatado sus propiedades, derribado susaltareSj aniquilado
sus creencias, matado sus costumbres, insultado su Dios,
destronado sus reyes y enaltecido un culto falso y ultrajante
para ellos.
Siglos trascurrieran durante los cuales el rausulmárti
triuníante casi siempre, erigía ciudades, eíliíicaba monumen-
tos, creaba las artes, pei'feccionaba las ciencias, fundaba
colegios, universidades y academias, animaba la agricultura^
estimulaba la industria, depural)a el gusto, y bacía de I
partes central, meridional y oriental de la Península, una
mansión deliciosa que exhalaba por todas part^^s el ambien
poético y risueño de las comarcas ponderadas del Orient
Córdoba, Sevilla, Valencia, Segovia, Málaga, Baza, Alicant
Granada y Cádiz, eran viviendas de más ó menos importancia ;
pero en las cuales, envueltos en una atmósfera embalsama* la
por los efluvios del limonero y del jazmín, de los rosales y di
los naranjos, huUían y se agitaban guerreros audaces, sabi
esclarecidos, mujeres de seductora belleza, traficantes, aills-
tas, y un pueblo, en fin, lleno de lujo y magnific^íncia.
Entre tanto que intrusos poseedores de la tierra se eleva;
ban en la escala social, y se persuadían, por su largo domicili
de la legitimidad de sus rapiñas, la sangre goda(]uc anima
los restos de una corporación diezmada en los combates
independencia, efectuaba el agrupamiento de los pueblos j
el norte, en bandadas de héroes llenos de odio y de rcse
miento* Entregados estos hombres á los más duros ejercí
alzados sobre el corcel, escalando breñas, tostada la piel
los rigores de la intemperie, dados á la c-aza, á la carrc
la lucha y á todas las maniobras que fortifican y adietitrj
organización, se preparaban, como soldados invencibles
ir tomando palmo á palmo, pacientemente y con perseverj
cada uno do los puntos del territorio que la usurjxici
había arrebatatlo.
Poro á poco, esos adalides atrevidos, pero aún si
sión ni ílisciplina, porque la rota anterior los habíase
— 555 —
^^P^oa dejando por cuadinllas los escondites de la montaña, y
avanzaron audaces hasta la parte eentral de la Península.
Triunfos parciales obtenidos al principio reanimaron el valor
delosreivmdícadoresespañüleí!;. Poco después, piquetes unidos
á piquetes, compañías a compañías, escuadrones á escuadro-
nes, falanges á falanges, con jefes de partido que se entendían
i entre sí, iniciaron una vez más la contienda, — furiosa ince-
f^:¿2ntc, terrible. Peleaban de un lado la fe y el fanatismo de
los sectarios de Mahoma, ydel olro el ardiente espíritu reli-
gioso de los adoradores de Cristo; el interés codicioso del
conquistador, con el ansia ferviente del patriota. Es por eso,
t^vi"idudaalguna» por lo que la liisforia de aquellas lides pre-
sonta ton bellos ejemplos de lirroísnio. En el largo espacio
tío f/empo que duraron esas contiendas memórateles, el penin-
^^íar ganaba hoy lo que había de perdrT mañana, conservaba
^Or anos lo que se le quitaba después rn momentos. Vence-
dor unas veces, vencido otras, feliz en ocasiones ó desf^ra-
ciado por inter\'alos, templaba su energía en el amor á su
Bios, en la defensa del país y en el deseo vivo y permanente de
exterminar á su adversario-
Como resultado inmediato de aquel primer alíentn bélico,
nuestros progenitores obtuvieron en aqueltas remotas edades
^'^ntajas tan claras^ que les dieron gradualmente la posesión
^í^olüta, primero de un castillo, después de una fortaleza, ya
^'^ Una aldea, luego de una ciudad, ó en fin de una provincia.
Cuando ensancharon la base de sus operaciones y aumen-
*^i'On su fuerza y su poder, no fué al cabo en corta escala, ni
P*^r asaltos temerarios^ como se estrechó el dominio aíR^o y
r^^i sempiterno de los sarracenos; fué más bien por un sistema
í^treglado de campañas, por el establecimiento y organización
^^Ua buen régimen militar, por la formación de lucidos y
^^teranos ejércitos, y por la creación de gobiernos seccionales
'iMc debían con el tiempo consolidarse y centralizar su omni-
potencia.
No faltaba, es verdad, al carácter rudo y bravio de
^^uellos insignes caudillos, el funesto elemento de la disocia*
>5G
Clon ; y por eso se ve, al través del adelanto de su causa.
germen dañino de rencillas, celos, odios y contiendas intes-
tinaí:?.
La guerra continuó con encarnizamiento enti-e esos dos
grandes* bandos, que ciertamente no podían presentar un
ejemplo de rivalidad más airada. El árabe, aunque diestro y
valeroso en el combate, y muy mas favorecido por su habilkíafl
en las artes, era un pueblo que ya se ablandaba bajo las
influencias del lujo y la riqueza, y que comenzaba a enervarse
por el abuso del placer. El godo, pobre y austero, perseguido
por todas partes y educado en los rigores del infortunio^ era
paciente, sobrio y tenaz.
De esta manera, mientras los primeros habitaban edejii^
y palacios, y mientras adornaban su espíi'itu con la pompa y
la gala de la mas ílorida ilustración, los segundos ocupa/)ai\
ciudades de aspecto severo y triste, castillos góticos cotk
puente levadizo^ y mantenían su cerebro sumergido en la mk:^
estúpida ignorancia, ó á lo más lo cansaban con el estudioj
fatigoso de la más abstrusa íilosofía.
El continuo lidiar, la severidad propia del genio españo"
la santidad de su bandera, el fuego sagrado de la patria, y ^
gran perseverancia en la empresa intentada, acabaron pe»"
incorporar como pueblo esclarecido é invencible los rest03 i
aquella antigua y soberbia monarquía, esparcidos por toda
península.
Fué enlonci^s cuando la iberia comenzó) á producir mls^^
lides y batalladnres extraordinarios. Los nombres de Pvhy^^^
y del Cid, las hazañas de los I.:iras y Garcías, de los Tellcí
Girones, de los Guxmanes y Villenas, á la par que forniab*»- "^
una ilustración bislórica para el país, derramaban el terror 3
el espanto en los lilas enc^migas*
Esa larga serie de batallas reíiítlas contra los sarraceno^*
coronadas las más veces por la victoria; las proezas acabadaí*/
loa rasgos lucidos de bizarría; los distinguidos hechos d^
valor, y la abnegación y desprendimiento de tantos héroes*
produjeron lentamente, pero liasta consolidarla de una manera
.>^^
, inmensa clase nobiliaria, orgiillof?
iliciones y envanecida con sus títulos*
La escala por la cual esos señores ennoblecidos ascen-
dían á los más altos honores, era fructur>sa y ütil para el
Estado; mas su prolongación y permanencia indefinidas
debían^ mas tarde ó mas temprano, pesar sobre la masa de la
poblacióji, compuesta en lo general de siervos y proletarios
conocidos bajo los nombres de pecheros y colonos.
Las tradiciones religiosas del país habían establecido
ilesdc fecha muy anterior, que el apóstol Santiago había pre-
dicado el Evangelio en la Península» El genio español, que
ivo siempre gran tendencia al misticismo y á la devoción, lo
fadoptó con fervoroso calor como Patrón de las Españas, lo
venero con celo, y tomó su nombre como invocaciíjn de guerra.
El grito de iSanliaijo i/ á ellos} llegó á ser en seguida señal
icasi infalible de victoria para su causa, y de muerte y derrota
ira los enemigos.
La creación de las Ordenes militares de Santiago, de
Icantara, de Calatrava y do algunas más, enalteció todavía el
nio guerrero do los españoles. Esas Ordenes de caliaUería
T^e, como la de los Malteses, eran la expresión devotos reli-
giosos y militares, tuvieron grandísima influencia en la suerte
J^ las armas y en las costumbres de la época.
El dogma catolicu imperó desde luego, y su desarrollo
ulterior tuvo manifestaciones tan especiales, que la multipli-
^*^ci6n, crecimiento y poderío de la jerarquía eclesiástica,
"t^gói convertirla en poder casi soberano. Numerosas Ordenes
**^ iBunjes, bajo la advocación de mucíios santos del calendario,
Í^oron reuniéndose y arraigándose do un modo tan fecundo y
^ogresivo, que al cabo de muy poco tiempo su dominación
^góáun punto casi ilimitado, Y no fueron sólo los hombres
^ís que formaron esta clase de Corporaciones; también las
íiiujeres, buscando el retiro y la soledad, erigieron numerosos
Monasterios; y aunque las leyes patrias sancionaron siempre
^1 principio que prohibía la adquisición indefinida de pro-
piedad á las Corporacinnes, ya en tiempo de bis Reyes Cató-
j
— 558 -
^icos se computaba que por lo menos una tercera parte de k
suma total de las rentas de la monarquía uru propietlad excltt -
si va del clero.
Los diferentes ejércitos vencedores, en el gran trascurscí»
do esta guerra de libertad, fueron haciendo paulatinament
ulteriores adquisiciones de territorio y de ciudades. La Penín
suta se dividió ea pequeños y numerosos Estados, en reina*
reducidos y en señoríos individuales, cuya ¡historia miouciüs.
no entra en las proporciones de estos reducidos apuntes.
Recopilando los hechos, vemos que al correr de
siglo XV, toda la Península, sin comprender el reino de Por
tugal y las posesiones moriscas sobre la parte meridíon
estaba dividÍLla en cuatro reinos piñncipales : Navarra, Leócir
Castilla y Aragón,
Sobre el trono de cada uno de estos reinos, se sentaba u
soberano que con frecuencia disfrutaba más bien el honcí
de la soberanía, que la realidad y aprovechamiento del mand-
¡lorque las testas coronadas de entonces disponían rara vez
gran ri(|ueza, mientras que los señores feudales la alcanzab^zi
cuantiosa y opulenta. En ocasiones, el rey quedaba en la ca ti^^l
goría de subdito delante de un poderoso vasallo, ó por le
menos sus operaciones políticas y su administración general,
se hallaban subordinadas á la voluntad y a los intereses de uxi
extraño. Valga sin embargo la justicia : fueron aquellos los
tiempos en que se creó el tipo lionroso y bello que aun no ^^
ha extinguido totalmente, y que caracterizó al español com^^
servidor obediente y sumiso do su Dios, de su rey y do ^^^
dama.
Desde los primeros años de la décimacuarta centuria, lí^^^^
hijos de Pclayo, del Cid y de 8an Fernando, conduciendo ^^ ^^
armas triunfadoras de norte a sur, habíanse apoderado deliu* ^
tivamente de la mayor parte del suelo nacional, y, para pria""^
cii)ios del siglo xv, los moriscos, acosados por todas part<a^^
tíC vieron reducidos a dominar únicamente ol reino de Orífc'^^
nada, situación para ellos que quedó positivamente definid^
en el curso del mismo siglo, y ípie debía terminar con él pt>^
ñú abalVmicnto completo de la media luna, por la derrota total,
por un tratado humillante y por la expatriaciun después.
A meilida que tales ventajas obtenía, España daba pasos
.-uf<?aiitescos en la carrera de la civilización, tal cual se entendía
^u aquella época. La opulencia de la nobleza llegó á ser ver-
daderamente fabulosa; el clero se engrandeció fuera de toda
proporción, bajo los auspicios favoral)les de la piedad reliííiosa
<:^ong6iiita á los naturales; el potler militar tomó dimensiones
x-inponderables y reglamentó sus ordenanzas do un modo supc-
i*ior á todos los otros estados europeos ; las ciencias y las artes
domaron un vuelo y un aliento inusitados; escuelas, colegios
y universidades se establecieron con brillo y con provecho;
los viejos ro!nanceros, cantores imperfectos de las hazañas de
los héroes primitivos, se convertieron en poetas de primera
ciarse; el idioma se cultivó y se castigó; los estudios histó-
i*icosy fdnsóíicos inauguraron un porvenir glorioso; la meta-
ffeica y la teología, Sí>]irc todos los demás ramos del sabcr^
cXiHÍ rutaron una prelerencia ilimitada, y todo, en lin, lo que
P puede contribuir al engrandecimiento de un pueblo, principió
m mostrar señales evidentes de una existencia rol)Usta,
^nú rgica y varo ni!.
Los esfuerzos propios ilel español, y la inlluencia del
sal>er arábigo con todos sus fecundos adelantos y su espíritu
^'^r*o y educadoj contribuyeron no poco al complemenlo del
Proy^,ii2i ¿Q la civilización.
Fuera de la inOuencia del carácter árabe en las evolu-
cjo^^.g niaravillosas de su fuerza, contaba también aquella
^*^^^iedad con la ayuda de la raza hebrea, que se había, desde
tie:i-^pQg muy remotos, abrigado en Iljeria contra his persecu-
^**^ Jt íes incesantes que acompañan y lian acompañado siempre la
^t^Tobación tradicional fie su nombre. Los israelitas animaban
^cl ^^iomerci o, engrandecían el tráfico y profesaban las ciencias
^^ distilo de entonces. Ellos, los árabes y algunos descendicn-
^^ de los godos mantenían tirante la imaginación de la
P^^Tjc, con los pretendidos secretos y la posesión exclusiva de
la^ verdades preconizarlas por las ciencias ocultas. De los
- 562 —
y en el Estado la necesidad urgente de cuantiosas riquezas pa
subvenir dignamente á tan crecidos gastos. En tal virtudJ
agregando esta poderosa causa á las otras existentes, llegad
ser precisa la vida de aventuras y adquisiciones, ala cual
dio en masa una gran parte de la nación. A ese espíritu cod
cioso y necesitado, respondió oportunaniento el desculx
miento del Nuevo Mundo.
Los raudales de oro que de este Continente comer
como por encanto hacia el antiguo, pusieron el colmo
relinamiento dek lujo peninsular. La Cbrtc que, d^de époc
anterior, alcanzaba ya la nombradla de ser una de las
elegantes y suntuosas de Europa, llegó en poco tiempo á
grado de fausto y esplendor deslumbradores.
La molicie y la pereza invadieron instantáneamente. Lü
ejercicios duros de la guerra antigua y el Juicio de Dios á
.sangre, cedieron el puesto á los festines y saraos, á las corrid
de cañas y sortijas, á los torneos y las danzas^ á los toros
galanteos, á la caza y á la siesta. Entre los divertimientos y 1
devoción, siguió rodando la vida de un pueblo que en lo
pasados siglos no había hecho otra cosa que agitarse en
trabajo y batallar constantemente. El tesoro público, replc
con las rentas quesuniinisfraba la América, y el bolsillo de Id
particulares, provisto con el producto del merodeo,
al>aslo para todo.
Sin embar<ío, la rica y fértil savia contenida en los rae
medio degeneradoK de aquel viejo y noble ti-onco, no .se
de repente, porque en mecho de ese cambio, desventajoso
verdad, el país continuó dando muestras supremas, aui
raras, de su pasada y asombrosa fecundidad-
Al mismo tiempo que se tomaba la ciudad de Granada
ajustaba en la do Santafé, con un aventurero inmortal,
célebre contrato qno debía dar por resultado el descubrímie
y conquista de América.
La suerte de ese aventurero, sus proezas, el aUentoi
gotable de su genio y las peripecias de su vida, deboreinC
revisarías nosotros, para Ilec^ar lentamente á bosquejar
m.í
de nuestra conquista, episodio corto, si se quiere,
tUiUspcnsable á nuestros estudios localey.
Los hombres que quedaban después de la Loma de Gra-
, y que debían correr el mundo en busca de aventuras, de
y de nuevas posesiones, eran efectivamente ricos en
llades, y como señalados por la Providencia para aquel
ito.
Aunque emineutemcnte antipáticas entre sí las razas goda
iHsca, y aunque la última, á pesar de ser conquistadora, no
> jamás imponer a la primera su religión, sus leyes y sus
umbres, la larga dominación y el contacto foraado entte
'os pueblos, debieron dejar caer recíprocamente, el uno
B^cel otro, el influjo de la lengua y de la sangre. El idioma
Jañol asimiló para sí una multitud de voces de la lengua
jiga, y los habitantes tinturaron en parte el color ingó-
de la casta con el moreno concentrado de los árabes del
irto.
El tipo físico del peninsular tenía mucho de bello, por \6
üncíado y preciso íle las facciones que caracterizan la
caucásica en toduel esplendor de su inteligencia. Moreno
jor en general, de pelo y barba negros y abundantes, de
oscuros con mirada fuerte y decidida^ de estatura
ar, bien proporcionado en sus miembros, de nuiscu-
i resistente y de ademán suelto y fiero, quedaba como
adopara ejercitarse dignamente en la profesión gloriosa
i armas. Los acontecimientos han demostrado que estas
cienes de organización entraron por mucho en el éxito
e sus empresas,
^os soldados eran fuertes, infatigables, valerosos, y en su
r parte veteranos. Los marinos eran hábiles, arrojados,
de intrepidez, perseverantes, y familiarizados con los
. Unos y oíros disponían de las mejores armas y pertre-
onocidos hasta entonces. Sabían el manejo del cañón,
abuz y de la ballesta ; manejaban diestramente el
la espada, la lanza y el caballo ; tenían perros crueles
CCS que despedazaban las entrañas del hombre; poseían
— 564 —
pólvora en abundancia, plomo, metralla j
ríales de guerra.
Además, estos aventureros que ven:
en tropel, estaban provistos de un celo r
un profundo amor á la patria, de una cié
reyes ; traían consigo ministros que exal
literatos que mantenían frescos los rec
brillantes de sus antepasados, y magi
mantener las prerrogativas y los derech
Con esta clase de rivales debían con
América, cuya situación y recursos hemo
pintando los naturales antioqueños. Ava:
estudio de los acontecimientos históricos.
CAPITULO CUARTO
Cristóbal Colón
[Su vida. — Descubrimiento de Aiaérica. — Golfo del Darían.
Su vida. — Hay una historia en el mundo que ee halla
ta en una gran porción de libros ; historia conocida por
-^^das laís naciones de la tierra, y narrada con exquÍBÍto gusto
?^r muclios autores ilustres; historia que repite á cada
■^^ojnento infinidad de gentes, y que conocida por ol pueblo y
*^^eñada en las escuelas, está tan universalmente esparcida,
I^o luí veniilo á ser del dominio del vulgo, Esa historia encierra
'^ sí una filosofía tan profunda, tan rica, tan poderosa y tan
^büme, es tan encantadora en su narración, tan llena de
Pieodios interesantes, tan provechosa para ser sabida , tan
^til para ser conservada en la memoria, y, sobre todo, tan
^losal y magnífica por su valor real, que nunca deberemos
^tigarnos de su estudio y de su meditación. Esa leyenda a que
!^s referimos, es la historia de !a vida de Cristóbal Colón,
©ecubridor de América.
Intentamos ponerla en nuestro libro como un capítulo
ispensable para la inteligencia fácil del resto de nuestro
rito. Lejos de nosotros la idea de pretender la formación
^ 566 —
de un cuadro cuyos vivos y bien distribuidos colores se Üalleí
en perfecta arninnía con la alta magnincencia del asun^
Estamos íntimamente persuadidos de que nuestro dé
aliento de escritores no alcanza para tanto, y por eso
rimos la cosa tal con^o la liemos aprendido on nuestl
lecturas, sin atavíos, sin lujo, sin galanura y sin frases pofl
posas y escogidas. Todo irá simple y sencillo, como si
tratara de contar, al abrigo del hogar doméstico, unahistorir
cualquiera para solaz y contentamiento déla familia, Actv
nuestro asunto contenga en sí una savia tan opulenta, i
susta acia tan abundante y un interés tan natural y feliz, quei
sola enunciación sea bastante para cautivar la atención de
lectores.
CicrtamentCj la carrera de Colón, prescindiendi» úv Itij
hechos subalternos y de las aventuras providenciales de
existencia, abarca en sí un punto culminante do prodigic
colosal grandeza : el hallazgo meditado y profético á&4
nuevo mundo. Hay en esa materia, si nuestra sensibilM
])ara valorar las cosas no desvía nuestro juicio, algo semeja
á una jornada del Génesis, porque la obra de nuestro genol
remeda una segunda creación.
Difieren los historiaílores acerca del lugar en quei
Clolón; pero la opinión corriente y más aceptada hoyi te
por patria la ciudad de Genova, y por fecha de su nz
el ano de 1436, Llamábase su padre Domingo Colón, y I
madre Susana Fontanar<isa; tuvo dos liermanos, Bartolón
y Diego; y era su familia la de los Pel(\stieles, oriuu^
Lombardía*
Hizo Colón sus primeros estudios en la Universic
Pavía, manifestando desde muy temprano poderosos
intelectuales, y una señalada y preferente aplicación al eí
de la matemática, en la cual llegó áser sobroKalientt*
tiempos que corrían. Las ciencias exactas, que del^
pedestal de su grandeza, absorbiei*on toda su al-ención.
Aunque decidido por el estudio de las ciencias físk
¡oven genovée estuvo dotado, desde su mis tierna odadj
— 567 -
^ifta organización delicada y sensible que lo aiTastraba como
por magia átoda empresa do aventuras.
De catorce ailos de edad, so arrojo Colón en la vida
^íídosa y conmovedora de Ins mares; pero su primer viaje de
//nportancia tuvo lugar en 1459, haciendo parte de unaexpe-
(licióa montada en Genova por Juan de Anjou, duque de
^Cala^bria, can el fin de recuperar á Ñapóles para su padre
fíoi^é, conde de Provenza.
Se sabe que Colón llegó á Lisboa en 1470, en donde
coi>.o<3i¿ ^ D" Felipa Muñiz, hija de un navegante famoso, con
la ovial casó, y de la cual tuvo, viviendo .en Portosanto, á su
l^ijo Diego.
En el intervalo comprendido entre su primer viaje como
w^^-viiio, hasta la época que hemos lijado como de su aparo-
cimiento en Portugal, el errabundo italiano recorrió toda la
escala de su futura profesión, ya en viajes de cabotaje, ya en
largas expediciones, y casi siempre en la marina mercante. El
Adriático y el Mediterráneo al principio, y más tarde el
Atlántico ha^ta Madera y Canarias, ocuparon sus primeros
trabajos y fueron teatros alternativos desús brillantes y soste-
nidos estudios.
Durante todo este tiempo, la práctica constante y la
kiplicación asidua a las observaciones náuticas, le dieron ima
l^pericia suprema en el Océano, y le colocaron en primer tér-
mino entre los pilotos contemporáneos. En aquella vida, sus
Lrelaciones fueron vastas, y la referencia diaria de la^ di fe-
trentes aventuras de los navegantes del siglo, contrilmyeron
[en gran manera á dotarle con la rica erudición que le hizo
kHtempre tan familiares las cosas de su oficio.
Por muerte de su suegra Bartolomé Muñiz de Peres-
trello, heredó Colón los apuntes y cartas de mareai* traba-
Ljadas cnn grande esmero y ciencia por aquel célebre
navegante. Esto^ el estudio prolijo que de tales documentos
practicó, el conocimiento y trato frecuente con centenares de
marinos portugueses, y un viaje que, según se dice, hizo en
febrero de 1477 por el norte de Europa hasta Islandia,
- 568 —
completaron en él la capacidad suficiente y el docto brío que
debían enipujaiie a la consecución de un intento concebid
desde 1474, y que consistía en buscar un nuevo camino poíj
el mar de Atlante para las Indias orientales.
En 1484, llevando por la mano á su hijo Diego, desem-
barcó en el puerto de Palos de Moguer, cuando frisaba ya cooM
los cincuenta años de su edad. Acababa de dejar el reino de ■
I^ortugal y las repúblicas de Genova y de Vonecia, que no
habían querido proteger la empresa de descubrir un mundo
nuevo, y llegaba á España para pedir ayuda á los Rey
Católicos Fernando é Isabel.
En el puerto de Palos halló Colón simpatía y estima-^
ción en el guardián del convento de la Habida fray Juaa.
Pérez de Marchena, y en el médico de aquel lugar, llamado
Garcí- Fernández, uno y otro aficionados á los estudiosj
náuticos, y por consejo de éstos se dirigió á la Corle p
entenderse con los soberanos.
La coyuntura para presentarse á los Reyes no era fávi
rabie; pero las profundas convicciones del marino, la fe JTJ
entusiasmo de fray Juan Pérez de Marchena y el sagai'
consejo de Garcí-Fernánilez, dominaron, y el viajo se
efectuó.
Fray Juan I^érez había sido confesor en otro tiempo ik
la reina D* Isabel la Católica, y era entonces amigo íntimo ÚQ^
Hernaiulo de Talayera, liombre importante, de la privanza de¡
los soberanos y confesor de la misma reina. Para est<
personaje llevó D. f'ristóbal uiui carta de introducción^
escrita por Pérez, la cual contenía una fervorosa recomendíi
ción personaK
Hernando de Talavera era personaje incapaz de
prender el alcance de las ¡deas del italiano, ambicionaba
mitra, profesalia principios de neta intolerancia; y por no
hallar armonía entre las promesas y creencias del i*ecomou^
dado, con su ortodoxia á la moda del tiempo, lo rocibi
con desdén y uo le prestó apoyo para la ejecución de a
proyecto.
— 569 —
No* podían ser peores los auspicios con los cuales tropo-
la empresa del ambicioso navegante ; estaba escaso
ineros; se presentaba con la librea, si no de la mendi-
új sí por lo menos con la de una penosa escasez. La tarea
Relacionarse era imposible por entonces, porque los Reyes
an ocupados en su caro empeño de triunfar de los mo-
s.
Los soberanos, sin embargo, después de conocer su
anda y de considerar su solicitud, lo entretuvieron con
Dionessin fin, pnrcpie, aunque poco coLifiados en la certeza
■«US promesas, el tipo de su carácter los obligaba á pos-
ijer de un modo indefinido la solución del asunto, por
osímil y vano que les pareciera, no queriendo dejar
ar nunca ni el más leve indicio ni la más niíninia cir-
ancia que pudiera redundar en provecho suyo y de la
arquía.
Convocados por el soberano los sabios más conspicuos
reino, se reunió una junta en la Universidad de Sala-
tca, á la cual fueron sometidos los planes y proyectos de
Ion. La docta asamblea, con rarísimas excepciones,
íficó la empresa como quimérica y como ilusoria. Algunos
igiosos de San Esteban comprendieron sin embargo la
,itud de los razonamientos; pero sus opiniones y votos
ron ahogados por la gran mayoría que sostuvo un
miento contrario. Esta célebre junta se celebró en el
no de 148G.
urante el proceso de este mismo año, el futuro descu-
ir de América vivió en Córdoba como tle limosna en la
de Alonso de Quintanilla, secretario privado de la reina
[sabel. Ya en esta época había el ilustre aventurero en-
en amores con D* Beatriz Enríquez, dama noble de
loba.
Jon el eficaz apoyo de esta señora, sus conexitínes se
dieron y mejoraron notablemente. A la sazón nació su
Fernando, quien fué más tarde su historiador. Por la
,d con Quintanilla ganó el carino de la marquesa de
570
Moya, ílamnda la Latina, camarí
de la rema ^
grandes iivilüenriat^ subre sii ospíritu. Tuvo también
cioncs amisLusas con Luis de Sanlangel, y niercciu el apoy^
la pi'oterríüii de éste, j
Üebde la primera junta convocada en Salamanca
revisar y conocer el valor de las opiniones de Colóa;
pracücabilidad desús intentos, hasta el nño de 1490, eo
ocurrió otro congreso cienlíüco, reunido con el mismo int
y provocado por la cooperación lavorablc de sus am^
pero seguido délos mismos desfavorables resultados, la
tencia de aquel hombro predestinado fué varia y angusl
Viviejulíí en ocasiones á favor de la niuniíícencia di
protectores, recibiendo de vez en cuando la graciosa peni
asignada para sus gastos por el Gobierjn*, seguía por tem]
radas el giro de las operaciones militares de los cjércit
lidiaban C!>ntra los moros, ó establecía teniporalme
residencia en diíorentes ciudades del reino* Con esto
alternativamente de la escasez á la holgura, de la
esperanza, de la ilusión al desengaño, combatiendo a!
veces valerosamüiite por la fe, razonando constante!
con elocuencia sobre el objeto de sus miras, y catenl
siempre con tesón la verdad de sus ideas en el fuego
de ki íX)nvic<^ión.
El mal éxito obtenido en la última deliberación q'
lugar en Sahimanca, puso el colmo á la resignacióni
pacieticia del genovés. Desesperado, arrepenlidí> de
suplicar, persuadido de la ineticacia de sus ruegos y
mesas, pero cüu\ eneldo siempre, resolvió llevar las
sienes de su importante solicitud á otros países y á
soberanos.
Antes de poner en práctica esta última idea, de
visitar una vez mas, para despedirse de él, á su amigo
chenu. Kstc, Gaj'cí-Fernández y Martin Alonso Plni
hicieron intervenir el influjo de su amistad y el interés extrii
dinario de la empresa, para disuadirlo de su empeño y rt
nerlo en España.
571
los moriscos de Granada esbiba en lo
it^ijkiá empeñado de su último período; el rey, la reina, ol
e/^ixito, la nobleza, el clero y el tesón», tenían todas sus
fu«:?^Tzas concentradas y lijas sobro la consecución de- la
TÍcs^toria, de suerte que pensamientos de otro género, aspira-
do mies distintas, trabajos extraños á ésta, ó cosas que
pm. «dieran divertir su atención de tomaíla obra, eivín inacep-
tables.
Sin embargo, el taimado rey Fernando, que algo vislum-
br^sibade grande, de glorioso y de útil para su reino en el
proyecto de Colón, se estaba siempre respecto á él en la región
de las dudas y de los halagos, de las negaciones y de las reti-
cencias, de las esperanzas vagas y de las grandes dificultades ;
todo con el fin de crear dilaciones y demoras, que, haciéndole
gallar tiempo, detuvieran a su lado al pobre aventurero.
El duque de Medinaceli, amigo íntimo de Culón y dueño
de muchos caudales, tuvo por esto tiempo In idea fugaz do
^i*riiar una expedición a su costa, mandar en ella como jefe al
geriovés y protegerlo decididamente. El noble patricio desistió
b^Ori pronto de esa fantasía, porque supo que en la Corte se
'^^í^aba con celos su proyecto, y, más qnc todo, porque
*^^oció de ciencia cierta que el monarcn veía de reojo su
''^t^nto.
Los amigos de Col«*n patrocinaron un puco sus trabajos
^^ la Corte, buscándole ayuda eficaz con ardoroso afiín ; pero
^ t>esar del entusiasmo que en ello gastaron, la ocupación
*^'^^ínpre creciente y premiosa ríe la toma de Granada destruyó
^*^^os los pasos dados con tal lin.
Fué también por este tiempo cuando el esclarecido navc-
?^tite escribió una carta al rey de Francia bablandi>le do su
Proyecto y pidiéndole su cooperación. La contestación tué, se
4^ Ce, muy favorable, pero inconvenientes y retardos de
diferentes clases frusta ron esta nueva tentativa.
El celo amistoso y cordial de Marchena por su antiguo
íiuésped, no se abatió nunca; continuó con energía sus
gestiones en palacio, desplegando en todas ocasiones un
— 572 —
fervory una pasión y una elocuencia tan sólidas y convincentes
en sostenimiento de sus aspiraciones^ quezal fin, porsuper**^-
vcrancia, por la de sus partidarios, y muy especialmente por
el influjo de Diego de Dcza, Colón obtuvo que se le llamara de
nuevo al campamento, que se le asignara una pensión del
erario y que se le oyera otra vez. Aiuvados entonces loi¿
esfuerzos del buen fraile, de Quintanilla, de la marquesa de
Moya, de Geraldino, maestro de los hijos de Fernando, y
todos los partidarios de la empresa, se proaidió con tesón y
obró oportunamente, porque la circunstancia feliz del triuu(Q_
sóbrelos moriscos llegó como caída del cielo en auxilio del
solicitud.
En la ciudad de Santafé, sobre la llanura de Graiiad
cuartel «general del ejército español, tuvieron lugar
nuevas conferencias epie dieron por i'csultado el célebre coi
trato entre Colón y el rey Fernando, Decimos el rey Fer-
nando por respeto á las prerrogativas conyugales, porque la
justicia histórica pediría más bien que se dijese la reina
Isabel. Ltis tres reinos españoles estaban todavía divididos,
aunque goljernados por común acuerdo de los tíos egregios
monarcas, y el contrato á que vamos reliriéndonos no se
concluyó efectivamente sino á nombre de Castilla, D* Isabel,
oyendo al inspirado piluto, consiguió encarnar en todo su ser
la exactitud de los razonamientos oídos, se inspiró ella
misma, tlescnvolvió en su claro y limpio cerebro el vasto
campo íle gloria que se ofrecía, y dedicó a la empresa la más
ardiente, la mas liberal, la más generosa y la más exaltada
protección.
El 17 de abril de 141)2 e^ la fecha memorable del célelir*
convenio que debía poner a la faz de un mundo \iejo, uii
mundo nuevo. Por el tenor de esc convenio, Colón obtuvOi
entre otras ventajas, el nombramiento de Almirante, deAd<^
lantado y de Viroy ; la inspección suprema sobre la admintd
tración de los países descubiertos, lá décima parte de loe
rendimientos que ellos produjeran, y el derecho hereditario di
éstas y otras prerrojzativas.
arregladas las bases definitivas que debían servir para
la prosecución del intento, los Reyes expidieron órdenes
precisas para que el puerto de Palos sirviese como punto de
partida para la expedición, y para que en él se biciescn todos
los preparativos conducentes á su buen logrr j y ejecución. El
teaoro estaba un poco vacío; pero Luis de Santángel, tesorero,
ofreció anticipar algunos fondos, y además la regia munifi-
cencia de D" Isabel alenilió con mano larga a todas las
exigencias del momento.
El nombramiento áe su hijo Diego, el 8 de mayo de 92,
como paje del príncipe Juan, heredero del trono, patentiza
que ya su nombre haliía entrado en la esclarecida filiación de
las más nobles familias españolas.
El 12 tie mayo, cuatro días después del noml>ramiento de
su hijo, dejó el Almirante la Corte para seguir al puerto de
Palos. Diez y ocho años habían trascurrido desde que este
hombre eminente había iniciado su primera idea, hasta el
día en que supo hacerla aceptar, y la mayor parte de ese
tiempo, ó todo, para hablar con más propiedad, lo había
pasado en la mayor miseria, siendo objeto de las burlas de
casi todo el mundo. Cuando su pei'scverancia triunfó, tenía
cincuenta y seis años.
Conseguidos bien ó mal los auxilios deseados, y pronto
lodo ya para darse á la vela, resultó que a principios del mes
de agosto la reducida expedición estaba dispuesta como
sigue ; de las tres carabelas, la primera, la más grande, la
Santa María, debía ir dirigida por Colón ; la segunda, llamada
la Pinta, la montaba Martín Alonso Pinzón, con so hermano
Francisco Martín como piloto; la tercera, la Niña, iba á
órdenes de Vicente Yañez Pínz«>n. Sancho Ruiz, Pedro Alon*5o
Niño y Ijartolomé Roldan venían como pilotos; Rodrigo
Sánchez de Segovia como inspector general de la armada;
Diego de Aranacomo alguacil mayor, y Rodrigo Escobar como
notario reaL Venía además un medico.
Descubrimiento de América. — El viernes 3 de mayo
4
del año y mes citados, por la mañana ^ después de haber
una misa solemne y hc( ])«> los preparativos de coñete]
adecuados á la gravedad tic la circunstancia, salió el Al
rante de la barra de Saltes, pequeña isla formada por
brazos del Odiel, frente á la ciudad de Huelva. El
tercero de su salida, clio la Pinta señales de hallarse
mala situación; el genovés comprendió que el daño p\
venía de los dueños mismos de la carabela, Gómez fía^s*
om y Cristóbal Quintero, que habían sido compclido^
por la violencia á emliarcarse y que anhelaban ser dej^
dos atrás. Se remedió el mal en lo posible para pocJe?
llegar á Canarias, donde arribó la mezquina flota el 9
setiembre.
En aquellas islas se tletuvit ron un tanto, mienti
reponían la Pinta; pero hubieron de dejarlas con más prest"
de lo que quisieran, porque tuvieron noticia de que ciei
buques portugueses venían espiándolos con el fin de pren
á Colón. Parece que los portugueses, arrepentidos por hai
dejado pasar la propicia ocasión que se les presentó
sacar ventajas del sabio italiano, procuraban detenerla á
tranco.
Al embarcarse por segunda vez, zarpó la m
drilla de la isla de Gomera y tomó rumbo hacia el occidon
La falta de viento favorable demoró la marcha por tres díaa
esas iiunediaciones, hasta que el doujingo siguiente so dr
la isla de Hierro, última de las Afortunadas. Al abandonan
t?8tc punto, (lió el Almirante orden a los otros capitanes pflfi*
que, en caso de una separación involuntaria^ navegaaeo
setecientas leguas hacia el ocaso, y que de allí en ad» i i'i
anduviesen con cautela y prudencia, por lasegura vecinda : i:
la tierra.
El i I de setiembre, estando á ciento cincuenta kfliv
de Hierro, encontraron iu\ mástil flotante sobre el mar,
(¡ue debió pertenecer á un buque de ciento cincuenta I
ladas y que parecía haber permanecido largo tiempo
agua.
— 57:j —
El 1 3 del mes citado, á doscientas leguas de la iiiisma isla,
iicAá Colón, por primera vez, las variaciones de la brújula, lo
lie atribuyó á que la estrella polar describía diariamente un
Jcíreulo al rededor del polo.
El 1 4, los viajeros se alegraron por lo que creían anun-
cios de tierra. Vieron luia gaviota y uii pájaro llamado rabo
dejuncc», y en la noche siguiente fueron sobrecogidos de un
I gran susto á la vista de un meteoro luminoso. El mar estaba
«umumente quieto, y comenzaron á encontrar yerbas niarinaa
y raíces, que, á medida que avanzaban, aumental>an en can-
tidad.
La navegación iba ya larga; la distancia que st/paralra
del suelo patrio á los atrevidos navegantes, era enorme; las
señales de la tierra próxima habían salido fallidas; el mar
Inchuroso y vasto se ofrecía solitario é inünito, y nada revé-
Taba el fin cercano do una peri^grí nación tan llena de teme-
ridad y arrojo.
Entre los hombres de aquella tripulación co*nenzó por
fin a levantarse un ligero sentimiento do <tui;la, una idea
^aga de desconfianza, un instinto sordo de desalientu, un
^^iacipío de desesperación y desengaño. A esos primeros
*Bíiitonias de malestar moral, se siguió entre la turlia un
>vimer eco de disgusto, un susurro de odio y un preludio de
Uirniuración, De todos esos elementos reunidos se (»riginó
más pesado y alarmante para la persona misma del
¿Umirante y de sur pocos amigos. La tripulación comenzó á
llar en secreto, formuló después sus quejas en alta voz, de
)s quejas pasó á las recriminaciones, de las recriminaciones
la amenaza, de ésta á los insultos, de ellos á las voci-
feraciones y a los gritos, después a las peticiones atrevidas,
más tardo á los amagos de fuerza, y en fin, a! tumulto y la
rebelión.
En esta voz, como en todas las de zozobra y peligros
que acontecieron en la vida varia del italiano, él supo
erguirse hasta la altura quo debía dejar ilesos su carácter y
BU genio. Lo mas brutal de la soldadesca llegó a punto de
-. 576 ^.
enderezar sus armas contra el noble pecho de bu jefe ; maá
Colón, lleno de calma y de serenidad, y de brío y de altivez
á un mismo tiempo, logró calmar la agitación y el ruido ([mé
se levantaban á su alrededor.
Pasada esta tormenta humana» convocó Colón junta do
los personajes más notables do su ilota, y en ella, por mediy
de un razonamiento lleno de hermosísima oratoria y convic-
ción, demostró la verdad de sus cálculos, alentó el espíritu
decaído ele los suyos, rostalileció su valor y apaciguó eJ dea-
cuntt*nto. El viaje conlinuú-
La mar, que hasta entonces había estado sosegada y ea
calma, vino con la imponente bravura de una borrasca á
lanzar nuevos embarazos en tan difícil situación* La flota tíKia
estuvo IX punto de perderse, azotada por esos furiosos ven-
davales que estallan de repente en el mar de las AntiJla*
Sin embargo, el decreto de la Providencia, escrito do un modo
irrevocable en el libro de los destinos liumanos, debía cum-
plirse y se cumplió.
Tranquilizado el Océano, y más seguros los viajeros en
cuanto á los peligros acaljados de pasar, el dcsconf '
conienzóá Ie\ antardo nuevo la cabeza. El alborotoy la sen. .
llegaron otra vez a un punto alarmante y terrible; pen»
medio de la vocin^dcría y los desmanes de aquellos aventu —
reros alterados, se hizo oír la voz respeta<la de Yanes
Pinzón, viejo marino encanecido en asuntos náutic4is, pru-
Linile, valeroso y lleno de buen consejo* Merced á su i*^
vención, la multitud seaidacó denuevo, ymuclio más, cu.
el Almirante huliq aseguratlo que respondía con su cabcz^^
de (|ue en el breve termino de tres días llegarían á lasDwfcwf
apetecidas.
El viernes 12 de octubre de li92, cuando los uliiiivj?
vapores de la noche anterior comenzaban á ceder ííu
campo á los cobrizos rayos de la luz de las Antillas, el gru-
mete Rodrigo de Triana, gritó ¡Tierra! á la vista de la*
costas de Guanahaní, isla del grupo de las Lucayas. La Iri
puhición entera, á usanza española, entonó un Tedeum
5^
— 577 —
^acción de gracias, aclamó á Colón y se entregó al más exal-
tado y ferviente regocijo que imaginarse pueda*
Hombres desnudos ó á medio vestir andaban por la
playa» admirados por la llegada de otros hombres extraños
para ellos. La imponente vegetación del Nuevo Mundo, sus
aves pintadas y bulliciosasj sus fuentes claras y trasparentes,
su bello cielo, sus riquezas y sus ventajas infinitas, aparecían
de una vez con todos sus encantos ante la vista maravillada y
absorta de los europeos.
Tomada posesión de aquella isla á nombre de los Reyes
Católicos, y después de haber estudiado un poco los usos,
I costumbres y peculiaridades de los indios, siguió la escuadra
en busca de nuevas tierras.
Empeñados en descubrimientos, permanecieron en las
aguas de Cuba hasta principios de diciembre, época en la cual,
navegando al sudeste, descubrieron el 6 áHaiti y anclaron en
la bahía de San Nicolás.
En la isla de Haití encontraron los extranjeros la vida
tan cómoda, que los mismos hombres tumultuarios y feroces
de antes, pedían á su director se fijase la residencia perma-
nente en ella, y que no volvieran á España, por ser obra dila-
tada y penosa, y expuesta en demasía yendo tantos en una
carabela. Colón, como diestro, se aprovechó de esa circuns-
t^i.cia feliz, que le proporcionaba campo para sentar las
bases de una colonia en el Nuevo Mundo. Con tal fin, ordenó
\^ construcción de un fuerte, que bien pronto estuvo con-
cluido; y como gran número de pretendientes pidiesen el
roando de la fortaleza, el Almirante lo encargó al cordobés
Rodrigo de Arana, hombre importante por su firmeza y su
prudencia* El número de europeos que quedó entonces en
jHaiti ó la Española era de cincuenta.
Les habitantes del país, atraídos por la curiosidad, con-
jcuman diariamente de diversas partes, con el objeto de ver á
íus nuevos huéspedes. Traían en gran cantidad los frutos
ipeciales déla tierra, y sobretodo, oro en abundancia. Esto
»ro era cambiado por los blancos, quienes daban en retorna
37
— 578 -
baratijas y chucherías* Fué en esta parte donde acabaron
proveerse de oro, piedras preciosas, y animales re
y de algunos indios y de muchos productos suministrados
el país; para llevarlos en su próximo viaje á España y dar
coa ellos un golpe decisivo á la expectutiva de los roy<
de los cortesanos, de los pueblos y del viejo mundo U
entero*
El 4 de enero de 1 493,salió Colón de regreso para Euro/
y el 15 de marzo desembarcó en Palos, de donde hafaia salido
el 3 de agosto del año precedente.
De Palos siguió el Almirante para Barcelona, en done
se hallaba por entonces reunida la Corte. Tanto en el puer
como en los lugares del transito, él y su acompañamicnt
eran rodeados por inmenso número de gente, quo concurríai
anhelosa y extasiada a mirar de cerca a ese hombre eaclj
rccido, á sus fuertes y atrevidos compañeros, y, acaso
las pintadas aves que traían, las piedras preciosas, los vi
indígenas, los juguetes de los naturales, sus armas, su
á éstos mismos.
Movidos los soberanos por el sentimiento de la máe pr
funda gratitud, y estimulados por la magnitud del haila7.|
concedieron al Almirante, para él y sus descendientes, hor
res, títulos, distinciones y recompensas.
Juan Rodríguez de Fonseca fue nombrado director
los negocios generales de Indias, y, en calidad de
recibió orden superior para obrar activamente en los pr
parativos de una segunda expedición, i|ue debía
á efecto bajo las órdenes inmediatas del feliz y vcnti
caudillo.
El ¿8 de mayo se despidió el genovós de los reyes y i
rezó su camino al puerto de Cádiz.
La nueva flota a sus órdenes era ya una ver
escuadra, se componía de diez y siete barcos y se dio á la vela^
el 35 de setiejnbi'e.
En este segundo viaje fueron descubiertas laspetiucí
Antillas y la isla de Borinquén ó Puerto Kico.
— 570 —
El 52 de noviembre llegaron á Haiti, ó la Española, conio
la había llainadü el Almirante desde su primer viaje.
El destacamento dejado en la Española, á órdenes do
Rodrigo de Arana, había perecido todo durante la ausencia
de Colón,
El O de febrero, estando acabada la iglesia parroquial
de la primera ciudad española en las Indias, que se ediíicó a
diez leguas de distancia de Monte Cíísto, sobre la costa de
Haití, se cantó la primera misa por fray Boile y doce ecle-
siásticos más.
Habiendo resuelto una expedición sobre Cibao, encargó
D. Cristóbal del mando de la ciudad á D» Diego su her-
mano.
Creyendo seguro el orden establecido en Isabel, nombre
Ide la ciudad, se embarcó de nuevo, y en el resto de su viaje
msitó otra vez á Cuba, estuvo en el arcliipiélago que llamó
Jardín de !a Reina, descubrió á Jamaica, la Evangelina (hoy
isla de los Pinos)^la Cruz y algunas otras,
Todo lo dicho y mucho mas acontecía en la última parte
[del año de 1491 y en los primeros meses del 95. A esta sazón
expidió por los soberanos una ordenanza real, que,
¡previas algunas restricciones, permitía á todo español ave-
cindarse en Indias, hacer nuevos desculjrimientos y traficar
en ellas por su cuenta*
Sin duda alguna, las influencias dañosas de losenemigos
[de Colón calaron pronto en el espíritu del Gobierno, porque
[inmediatamente se nombró á Juan Aguado, como especie de
Uuez residenciarlo, para que se trasladara á la Española y
I conociera en los negocios de los Colones.
El juez, provisto de documentos contra Colón, deter-
minó regresar á España, y D, Cristóbal resolvió igualmente
[hacer el viaje con él.
El viaje de vuelta fué penosísimo é incierto. Las dila-
ciones forzadas y los vientos contrarios, por haber seguido
I una ruta entonces mal conocida, produjeron una gran
demora, con la cual los víveres se agotaron y la tripu-
— 580 —
lia-
lación se vio amenazada de morir por inanición. Aguado y s
compañeros determinaron matar dos indios para proveer
de carne; y así hubiera sucedido, si el carácter noble y huma-
nitario del genovés no se hubiera interpuesto para imped
con su influencia personal, la perpetración de tan horribl
atentado. Por fin, el 11 de junio anclaron en Cádiz, después
un viaje de tres meses.
En Cádiz encontró el Ahiiirante una pequeña escuadra,
que á las órdenes de Pedro Alonso Niño debía seguir parafl
América, y' recibió al mismo tiempo una carta de los sobe-
ranos fechada el 12 de julio de 149G, en que lo felicitaban poi
su feliz regreso. Esta carta fué seguida por un decoroso reci
bi miento coa que lo obsequiaron sus Majestades.
Valiéndose el genovés de éstas que reputaba buen
señales, pidió inmediatamente que se le concedieran seis buqui
para emprender su tercer viaje, el cual tendría por objeto ex-
clusivo el descubrimiento de la Tierra Firme; mas lasintri,
de sus émulos, y el perplejo estatlo en que se encontraban I
* cosas del reino, produjeron como de costumbre nuevos em
razos que pretendían obstruir su camino de gloria. No fu'
pues, sino el 30 de mayo de 95 cuando pudo ver satisfecha s
petición.
Esta vez, levó anclas en el puerto de San Lúcar da^
Barrameda, y el rumbo que tomó fué distinto de los anteriores.
Navegó hasta las islas del Cabo Verde, procurando ponerse
sobre la línea equinoccial, para seguir luego al occidente
hasta llegar á tierra.
El 29 de junio llegó á las islas del Cabo Verde, dejó la
isla de Buenavista el 5 de julio, y obligado por lo contraria
de las corrientes á torcer un poco el rumbo que meditabat
descubrió el 31 la Trinitlad. Después de hecho esto, sigüiti
costeando y alcanzó á divisar una tierra que se oxtendiii
como veinte leguas; pero, aunque era, no sospechó que fue$cdl
Continente. Estaba en ese laberinto de islotes que con sui
numerosos brazos forma el Orinoco cuando se arroja al mar.
Todo el mes de agosto fué empleado por él en nucv
— 581 —
n
descubrimientos, y en trasladarse, urgido por sus crecientes
enfermecbdesy por la pequenez de sus buques, ala Española.
En este tercer viaje descubriü^ a más de lo dicho, la Boca de
Dragón, los Jardines, e! golfo y costa de Paria, Margarita,
Asunción, Concepción, Cubagua, Cabo de la Vela etc., ctc.
El 30 fondeó en las costas de la Espafíola. Para entonces
estaba casi ciego*
Corría ya el año de 1500, cuando los reyes determi-
naron enviar, investido de plenos poderes, áD. Francisco de
Bobadilla^ de la orden de Calatrava, como encargado del
arreglo de las cosas de Indias- Bobadiüa
era un
varón
honradote, pero malhumorado y caprichoso. El juez no podía
ser menos adecuado para pronunciar un juicio recto y un
fallo imparcial en los negocios que debía ventilar.
Conductor de una carta para Colón, en que los Reyes le
ordenaban respeto y cumplimiento á las órdenes expedidas
. por su Visitador, Bobadilla llegó el 20 de agosto á la Espa-
■ ñola.
H Intimó inmediatamente á Colón orden de que compa^
reciese ante él, orden á la cual el Almirante se denegó aire-
^ vida y audazmente; pero su atrevimiento y audacia cejaron
■cuando hubo leído ki carta en que los Reyes le intimaban
1^ obediencia y sumisión á los mandatos de Bobadilla.
■ Un sumario se inició sin pérdida de tiempo en contra de
f Colón y de sus hermanos, y en consecuencia él y D. Diego
Hfueron enviados bajo partida de registro y en calidad de reos
Heíc estado á la Península.
V Su llegada á España levantó un clamor general, sea
I dicho para honra y decoro de la nación; los Reyes, indignados
p avergonzados, mandaron que se les pusiera prontamente
pn libertad. Lo halagaron para aliviar su justamente ofendida
dignidad; lo obsequiaron con dos mil ducados para sus
gastos personales; lo mandaron comparecer en la Corte, y
I como reparación le prometieron destituir á Bobadilla,
I Nicolás de Obando fué nombrado para venir á América
pn reemplazo de Bobadilla. Su viaje tuvo lugar á principios
— .582 ^
de 1501, y el séquito que trajo fué el más espléntlíd0|j
el más rico y el más numeroso de cuantos hasta entonce
habían venido á estos países. Entre tanto, el pobre aventu-
rero permaneció algunos meses en Granada, procurando, j
aunque en vano, restablecer el orden en sus negocios, alt
rados por la male%'^olencia de Bobadilla.
Al fin, cansado de una vida que iba tan mal á su índole
emprendedora y activa, solicitó de los soberanos el permiso ]
y los auxilios necesarios para la ejecución de un cuarto viaje,:
que tenía por objeto investigar la existencia de un canal]
interoceánico, que debía hallarse, según sus cálculos, en le
que es hoy istmo de Panamá.
Concedida su solicitad, después de liaherle negado otrat|
que él liacía consistir en obtener el mando de una cruzada!
para la reconquista de la Tierra Santa, se embarcó para el
Nuevo iMundo el 9 de mayo en el puerto de Cádiz. En este
último viaje su derrotero fué poco más ó menos el mismo que
había ti'aído en el tercero, pero sin avanzar tanto al surJ
Después de haber tocado en algunas islas de las Antillas y;
conocidas, pretendió fondear en Santo Domingo; mas esto le"
fué prohibido por 01>ando. Una expedición para Espaíiaestaliaj
á punto do abandonar la i^la a la llegada del Almirante;
aunque la ofensa que se le infería fuese punzante y desgana^
dora i>ara él, la faz honrosa de su carácter, que no le abaa«
donó jamás, le movió á dar el consejo formal de que trasfi^
rieran la partida de la flota, anunciando en apoyo do su
dictamen la proximidad de una gran borrasca que la hnm
perder indefectiblemente. La profecía del genovés fué tenida
en poco; se menospreció el alcance divino do su ciencia, su
conocimiento magistral en cosas náuticas; y loa l)uquc5 se
dieron á la vela. La tempestad sobrevino según el anutieio:^
el infidente Bol)adilla y el «edicioso Roldan perecieron ; una
navcíjue conducía algunos intereses parliculares do Colón, •^e
salvó, y su propio bu(|üü tuvo sólo algunas averías, ponitit^.
avisado y listo, el buen piloto le había buscado coa tiei
algún abrigo.
— 583 —
Golfo del Dariéo, — Observando con pesarlas hostili-
dades crecientes respecto á su persona, y los embarazos que
por donde c|uiera se oponían á sus deseos, mejoró un poco el
estado de sus buques, y en unión de su hermano Bartolomé
y de sil hijo Fernando puso la proa hacia el sudoeste.
I Eli este cuarto viaje vio la costa de Honduras y, nave-
gando al sur y sudeste, el país de los Mosquitos, la Costa-
I Rica, la tierra de Veraguas, la de Chiriquí, Por tóbelo, el
I Retrete, y el ancho golfo en que el Atrato caudaloso y potente
(derrama sus aguas : el golfo del Darién.
Destituido de recursos, falto de embarcaciones, fatigado
por los reveses, anciano ya, enfermo, y desengañado acerca
del logro de su último deseo, resolvió abandonar la costa del
Darién y trasladarse por entonces ala Española.
Desviado en su camino por vientos contrarios y por tem-
porales, no pudo, como quería, arribara Santo Domingo, y^c
halló obligado, después de mil dificultades, á buscar asilo en
uno de los puertos de Jamaica.
El 12 de setiembre, viajó para España después de haber
tado algunos días en Ilaiti ; y al cabo de una penosa nave-
ción, arribó á San Lúcar y se dirigió á Sevilla, en donde
peraba hallar descanso para su fatigado cuerpo, y repa-
xación justa y del)itia para sus intereses y para su honra.
De Sevilla pensaba trasladarse á la Corte, que estaba
tonces cnSegovia; pero le fué imposible hacerlo, porque la
ta, mas tenaz y frecuente, lo retenía en el lecho incapaci-
ndolo hasta para escribir* Por conducto de su hijo Diego
entabló sus reclamaciones; mas la suerte, que no se cansó do
erseguirlo, le había quitado ya el sostén que esperaba de
rte de la reina. D' Isabel, su protectora, había muerto, y,
emás, el rey Fernando, cpie nunca pareció tenerle estima-
,ón, se mostraba frío para con el.
Al cabo se le permitió en mayo trasladarse a la Corte, se
recibió con algún agasajo por el rey, solo prometió rein-
tegrarlo en sus honores, cosa que no debía cumplirse;
porque Fernando se disgustaba un tanto de reclamaciones
— 584 -
demasiado justas para ser negadas, y demasiad<> iri
para ser satisfechas. El moaarca llevó su desvio hasta
pretender que el Almirante renunciase sus derechos
pretensión vana, á la cual se negó con nobilísima altivez ell
ilustre italiano.
Habiéndosele permitido seguir la Corte, fué Colón con
ella basta ValladoÜd. Se le asignó un sueldo del erario para
sus gastos personales; se tornó á reputarle loco y a lomar
como importuna su presencia. Defensor celoso de sus dere
chos y de su dignidad, mantenía siempre el verdor de su
inteligencia y actuaba en su causa con energía. Empero, era
ya tarde, porque la enfermedad, en su ultimo período, lo
postró de nuevo y lo redujo á una completa incapacidad
El 19 de mayo de 1506, viendo cercano su fin, cumplió
con todos sus deberes religiosos y agregó ua codicilo á su
testamento. Al día siguiente murió..,
Sus restos fueron depositados en el convento de San
Francisco en Valladolid, Seis años después fueron pasados al
monasterio de Cartujos de las cuevas de Sevilla; y lilüma-
mente á la isla de Santo Domingo en 1536, de donde, según
se dice, fueron trasladados á la iglesia catedral de Cuba en
1795^
El carácter moral é intelectual del descubridor (b^
América puede colegirse, con toda su grandeza y su Jieroí:smt\
de la relación condensada y simple de los princi|ute
hechos de so existencia en el boceto que precede. Los com^
tarios y la interpretación estarían por demás en una obi
este género.
Respecto al hombre físico nos restan todavía alguoi^
palabras. D. Cristóbal Colón era un personaje alto de cueíj^
erguido, flexible de movimientos, cumplido de modales, )*
aire severo y majestuoso, que se cambiaba en familiar \ k-^
en las relaciones íntimas de la vida. Su cabello, bermejo en '•i
juventud, se había tornado gris á la edad de treinta aftoí
blanco á la de cuarenta y ocho ; su piel fresca y rubicufl
cuando mozo, se bronceó y tostó bajo los rigores do la inW
— 585 ^
pene, mostrando al iiiismo tiempo ligeras cscavacioiies
labradas por la viruela ; su frente era espaciosa y saliente,
sus cejas arqueadas y espesas, sus ojos grises, casi azules, su
nariz aguileña, y su barba rica y abundante. La palabra del
Almirante era fácil, fluida y elocuente; su discurso lleno de
erudición y sensibilidad; era naturalmente apasionado é
impetuoso en la discusión; la contradicción lo exaltaba, y la
cólera subía a veces en su pecho liasta convertirse en fero-
cidad ; pero, pronto para calmarse, el fondo de su alma volvía
á ser manso y tranquilo.
CAPITULO QUINTO
Pr*elimiiia.ires de Conquista
^scubrimienlos en Tierra Firme, — Don Pedro de Heredia. —
I Francisco César, — Ssiula María la Antigua,^ San Sebastián de
Urabá ú BueJiavisla, — Juan Badíllo,
Descubrimieíitos, — Mientras que en el año de 1495 y
viientcs, Colón y sus compañeros se ocupaban ¿ictivamento
CK>iiocer una por una todas las islas qus constituyen el gran
'liipiélago de las Antillas y aun parte de la Tierra Firme,
soberanos españoles, deseosos de ensanchar indeíínitla-
=^te sus dominios y de aumentar sus rentas^ expidieron,
^o lo indicamos en el capítulo anterior, una real cédula en
^^ Be permitía á todo español el libre tráfico por las tierras
iScubiertas, y el derecho de armar por su cuenta y riesgo
^pediciones con el fin de descubrir nuevos países.
Además de un viaje de Ojeda, Américo Vespucio y Juan
^ líi Cosa, vino a estas costas Pedro Alonso Niño en 14Ü9, y
^^orrió gran parte de ellas en lo que pertenece hoy a la
'^pública de Colombia. Después de Niño, D* Rodrigo de
'^stidas, sevillano, avanzó también navegando al occidente
*^5italas aguas del golfo del Darién* Diego de Nicuesa mandó
^ poco más tíirde, desde Santo Domingo, una expedición
Me tuvo por objeto esclavizar indios en las costas de la Tierra
Firme, para venderlos por cuenta de él, traficar conJoT
habitantes y asolar poblaciones. Los individuos de esta expe-
dición desembarcaron también en tierras de Urabá.
En 151 13, un destacamento mandado por Vasco Núf
de Balboa, en el cual iba 1>. Francisco Pizarro, futuro
quistador del Perú, anduvo por esos senos, y recorrió
ques y cordilleras liasta dar a su jefe, el 25 de setiembre"
de aquel año, el placer inmenso de la ansiada y promeíit
visión de las tranquilas aguas del Pacífico.
Por lo dicho, se comprenderla muy bien que cuando d_
Almirante visitó en su cuarto viaje, año de 1502, las cost
del Darién, ya los invasores, principiando por Ojeda, l^
habían por lo menos entrevisto.
D. Pedro de Heredia. — Este noble madrileño, con
pañero de Bastidas en su viaje, había figurado entre los con
quistadores de Santamaría; y conociendo la importancia i
de esc litoral atlántico y el provecho que de él podía sacaj
8e trasladó á España, donde, merced á sus poderosas reía
ciones, obtuvo v\ mando como gobernador y conquistador, (i
un territorio que debía extenderse desde las Bocas de Ceinz
desagüe del Magdalena, para el occidente, hasta la desemt
cadura del Atrato en el golfo del Darién, tierra adentro ;
el sur, hasta la línea ecuatorialj con el nombre do Nueva And
lucía*
Como D. Pedro tie Heredia figurará, en cierto modo, <
calidad de gobernailor de Antioquia, parece bueno da
algunos pormenores sobre sus antecedentes y condiciono
individuales.
En el tiempo do sus mocedades, rico y bien emparen
tado, recorría las caites de Madrid en busca de galantetisj
avenUiras. En cierta ocasión, fue atacado por seis houibresi
un tiempo, y se delendió valerosamente de ellos, porque;
espada era cortantCt su anijno entero y fuerte su brazo,
este combate quiso su mala suerte que un tajo del acero i
trario le cortara completamente la nariz, falta que se subsaní
— 589 —
en parte, porque médicos de Madrid y de Toledo se la
pusieroa artilicial á expensas do su propia carne, por medio
del procedimiento ingenioso que la ciencia conoce con el
nombre de rinoplastia, que tanto quiere decir, como en len-
guaje ramiliar, nariz postiza. Cien días sufrió pacientemente
las operaciones indispensables para llegar á este resultado; y
aun asi\esta parte de su cuerpo quedó siempre mo^itrando las
costuras de un color diverso del resto de la cara, y una nariz
aplanada y fea que agregaba no poca dureza al resto de sus
■facciones.
r Después del combate sin^íular que hemos mencionado,
I D. Pedro de licredia mató tres de sus competidores. Los
I otros escaparon con vida, porque no pudtj haberlos á
I mano.
^b Las consecuencias de estos acontecimientos colocaron
"al noble español en una posición embarazosa; se vio perse-
kguido y amenazado constantemente, y para salir de ella, así
pconio para dar libre vuelo a su carácter inquieto y ambicioso,
resolvió, de acuerdo con su familia, trasladarse al Nuevo
Mundo.
La ciudad de Santamarta, fundada sobre la costa atlán-
tica^ en el año de 1525, fué gobernada un poco más tarde por
Pedro BadillOj de quien Heredia vino á ser teniente de gober-
dor, cediendo luego el campo á Cfarcía de Lerma, venido
España con la misma investidura. Ya en ese tiempo estaba
eredia rico de caudales y rico de práctica en los negocios de
conquista, por lo cual viajó para Castilla con el fin de soli-
citar para sí la Gobernación de la banda occidental del Magda-
lena, que conocía en parte,
Eu la capital de España se lialló rodeado de no pocas difi-
cultades suscitadas por sus enemigos; pero como su paren-
tela fuese poderosa y él estuviera provisto de dineros, bien
pronto consiguió lo que pedía, y para realizar su empresa se
feasladó a Sevilla, Allí compró algunas embarcaciones,
sunió 150 compañeros y se hizo á la vela en el puerto de
Cádiz para Indias, trayendo en su compañía á Juan Alonso
m
— 590 —
dé I
II
Palomino, sugeto valeroso y versado en cosas de guer:
muerto más tarde por Francisco Fernández Girón, hombre
funesto recuerdo.
En 1532 llegó con su armada perfectamente aderezada
San Juan de Puerto Piico, donde tenía un ingenio heredado
de uno de sus parientes, y en donde debía proveerse da
bastimentos y demás medios para la continuación de
campaña.
En aquella isla se encontró con 30 hombres, bueoos ~
propios para todo trabajo de guerra y conquista, compañeros
separados de Sebastián Cabot> que volvían desbandados de
la conquista de Buenos Aires. El personaje más notable de
ese grupo de aventureros era Francisco César, lusitai
notable por su modestia, por su honradez, por su pei*3e
rancia y por su valor- Estaban también allí dos herma
Hogazones y dos Valdiviesos, que deljian poner su nombre
buena parle en el curso do las siguientes cinticndas. Toé
esos dispersos soldados entraron en el ejército de Heredía.
De Puerto Rico se trasladó el Gobernador á Santo Do*
mingo, para ponerse de acuerdo con la Audiencia real esta-
blecida allí, respecto al curso de ciertas operaciones adminis-
trativas, y tuvo igualmente la buena suerte de incor]' i*^'
entre los suyos cincuenta de los anliguos soldados de Cea.:
y Ordaz, conquistadores del litoral y del interior de Vene-
zuela.
Provisto de cuantos elementos podían ser indispensable*
al logro de sus deseos, se dio á la vela para la Tierra F^
y llegó el 14 de Enero de 1533 á Calamarí ó Calamar, ?a_f"
actual de la ciudad de Cartagena,
Después do haber desembarcado, se trasladó á Turbaoi
con su ejército, donde tuvo un reñido encuentro con k«
indios, en el cual se vio á punto de perecer asOxiadopord
calor, y en que el valiente César dio muestras do un valor
inaudito. Allí recibió éste tantas fleclias de las lanzadas por
los americanos, que su cuerpo, según la expresión de «fl
antiguo cronista, más parecía el cuerpo de un erizo que el de
i91
I
É
un hombre- La bueno, calidad de sus armas dofonsivas lo libró
de morir en aquella ocasión.
Sosegados un tanto los restos de los naturales de Tur-
baco, fundó el Gobcniador á Cartagena, en 21 de enero; y no
bien puestos los cimientos y arreglada su administración, se
dio el conquistador a nuevas operaciones de descubrimiento.
Halagado por la fama de los tesoros del Sinú, fue en busca de
ellos, y hallándolos cuantiosos se enriqueció prodigiosamente.
Y como en cuanto le fué posible, recortó la parte de botín que
debía tocar á sus compañeros, enajenóse el afecto de muclios,
con lo cual el descontento llegó a tan alto grado, que para
tener sujeta la soldadesca é imponer á sus tenientes c!
respeto debido, se vio en la necesidad de desplegar toda la
fuerza y la energía de su genio, que por cierto no eran mez-
quinas.
Recibió también, estando ocupado en escudriñar el con-
tenido de los sepulcros de los aborígenes, un doljlc apoyo
material y moral con la llegada de su hermano mayor
Alonso, de quien se había separado en Haiti, y el cual,
después de liaber estado en Nueva España, regresaba á com-
partir con él riesgos y peligros, ventajas y aprovecha-
mientos.
Francisco César. — Nombrado general por Heredia en
la primera e'Xpedición al Sinú, era uno de aquellos á quienes
la codicia del Gobernador había hecho un tanto sediciosos.
Su resentimiento subió de punto cuando (i la llegada de
D- Alonso de Ileredia éste fué destinado para reemplazarle
en el mando. Los rencores crecieron, y la inminencia de una
conspiración llevó las cosas en el campo español a una situa-
ción tan difícil, que César y algunos otros fueron condenados
á muerte por el nuevo general- La pena del último suplicio no
se ejecutó > porque no hubo en el ejército quien se atreviera á
ocar la persona do César, La armonía se restableció bien
pronto; regresaron á la costa; continuaron siendo buenos
amigos, y César siguió ocupando cerca del jefe director, si
— 592 —
de
no el primer lugar, sí por lo menos el segundo. El hombre
lo merecía.
En Cartagena la vida de llercdia continuó siendo, coni^|
de costumbre, un poco turbulenta. Su conducta en el Sinii no
había sido recomendable ; sus conipañcjros le miraban y repu-
tal>an no sólo como avariento y ambiclosOj sino también como
deleulador de los caudales del real íisco ; la autoridad ecle-
siástica le promovió litigios con motivo de asuntos de
jurisdicción y de mal comportamiento respecto á los indígenas,-
y su vida estuvo más de una vez en peligro por asechanza
y motines, de los cuales salió siempre bien^ gracias á sii^
presencia de ánimo y á lo formidable de su brazo.
Como continuación á sus primeros trabajos ejecutado
en el Sinú y orilla occidental del Magdalena, ordenó m
entrada al sur, siguiendo las aguas del Cauca, capitanead
por su hermano. Esta entrada, seguida de pésimo resultada
no produjo otra ventaja que la del conocimiento que
adquirió desde entonces de esa faja de territorio hasta el puní
ocupado actualmente por Cáceres* Sucedió esto en el
de 1535*
Quedaba por explorar la parte occidental de la Ool
nación. Como las noticias que corrían sobre la riqueza de k
pueblos ribereños, fuesen bastante tentadoras, se concent
la atención sobre esa parte; y correi'ías presididas á veces |
Alonso de Ileredia, en ocasiones por César, ó bien por
Gobernador en persona, ó por los tres reunidos, se sucedier
rápida y alternativamente.
Santa María la Antigua. — El capitán Barriunut\^
había fundado en lo que se llamó entonces la Ensenada,
ciudad de Santa María la Antigua, en lo que correspondía!
Pedrariaíi Dávila, Gobernador de Castilla del Oro* A la
en que las excursiones do los Ileredias tenían lugar
esta parte, administraba las cosas de Santa María la Antigt]
un tal Julián Gutiérrez, como teniente de gobernador i
Panamá; y como acaeciese entonces, que los dos herinaooj
pensasen ó fingiesen pensar que aquel establecimiento estaba
en lo á ellos conceditlo, se entabló una gran diferencia en
que se disputaba con las armas en la mano el derecho de
propiedad. Combates muy reñidos entre españoles se
sucedieron de un modo escandaloso, combatos en que
Francisco César 'dilató no poco su fama y nombradla
lidiando en favor de Gutiérrez, por babcr abandonado a los
Heredias.
San Sebastián de Urabá. — Para tener un punto de
escala y un centro de operaciones, D* Alonso de Heredia
resolvió fundar en la banda opuesta del Atrato, es decir, en
la oriental, en un punto cercano á una población erigida por
Alonso de Ojeda y abandonada por Francisco Pizarro^ la
ciudad de San Sebastián de Urabá, y con eso, sentar firme-
mente el pie en regiones que pudieran serle provechosas en
lo porvenir.
El cacique de Urabá y la nación Cuna, esparcida á lo
largo de todo ese litoral, eran bastante ricos de oro, á causa
de que sus contrataciones tenían lugar ordinariamente con
indios del Chocó y de Antioquia.
Toda esa riqueza pasó, como se comprenderá^ á manos
de los europeos; mas como ella por grande que fuese no
alcanzara á llenar, ni con mucho, las exigencias de su codicia, j
se dieron á inquirir de los naturales la fuente y el origen que j
pudiera tener» Entre todos los conocimientos que adquirieron,
liubo uno importante para elloS; que consistió en la relación
cjuc obtuvieron de la existencia de cierto país en la tierra
adentro, conocido con el nombre del Dabeibe, país opulento
por sus tesoros y riquezas.
2 No era preciso más. D* Pedro de Heredia, sabedor de la
^^F nena nueva, resolvió darse á la tarca y marchar en busca de
>8 suspirados tesoros.
El día Í2 de Abril de 1536, se embarcó el Gobernador ©n
^uas del Atrato, llevando 60 hombres de caballería y 150 de
"ifantería, con esperanza de descubrir el país deseado. Bien
.^^ .. M^
— 594 —
pronto abandonó sus embarcaciüiics y anduvo por tierra
firme ; pero el suelo era anegadizo, enmarañado y lleno de
obstáculos» Poco después, los soldados comenzaron á enfer-
mar, y el desaliento y la fatiga principiaron á debilitar
arrojo.
Iban ya en el tercer mes de su peregrinación, y nada m
presentaba que pudiera consolarlos. El Gobernador amenaz^^
á los guías, y éstos le dijeron que al tercer día llegarían.
caballos no podían andar; pero regocijados los hombres
la noticia de los conductores, se animaron un tanto, pusiiep
la infantería á vanguardia, para abrirse una senda^ y 11
efectivamente el día tercero á una ranchería de íoi
extraña y nunca vista ni sospechada por ellos. Los rarn
estaban construidos sobre zarzos en las copas de los arbola,
los habitantes andaban completamente desnudas, teniaa
(lechas y vivían de la caza de zahínos y de la pesca* A pesv
de ese estado casi primitivo, se defendieron arrojando mbn
los invasores, desdo sus aéreas ^•ivicndas, ceniza^ flechas,
troncos de arboles y agua caliente.
En esta ligera escaramuza, hicieron dos indios prisio-
neros, interrogaílos los cuales, nada bueno pudo colcgirae de
sus razones, y ae resolvió desistir del empeño y ix^grosari
San Sebastian* En esta jornada murieron algunas hombres t
caballos, y enfcrniaron muchos de los primeros; mas
resto, ansioso siempre de alcanzar los tesoiTjs del 1
habló con Francisco César, reconciliado ya con el GobernadMi
para que, entendiéndose con éste, obtuviese el mando de
segunda expedición. Este primer ensayo intentado date
muestra horrible de la naturaleza del terreno y de los
naturales de todo genero con que lendi'ían que tropeocw.
plagas los hicieron padecer espantosamente*
Procedió Francisco César como le pedían snis covp^
ñeros, y obtuvo con gran facilidad el beneplácito do Heartó"
Concedióle 100 hombres de lo más granado del ejército esec
gidos por el mismo capitán, quien como avisado toin6Ít
mejores*
• _ 595 —
A fines del año anotado ya, abandonó á San Sebastián
sta segunda partida de peones y metió audazmente el pecho
bn las faenas de descubrimiento y conquista. Como el derro-
tero seguido al principio Imbía salido mal, el cauto director
de operaciones cambio de dirección en esta vez ; mas de muy
^oco le valió su precaución, porque perdidos y engolfados en
eso^ mar de bosques, anduvieron mucbísimos días, y aun
meses, experimentando obstáculos naturales tan grandes,
que bien pronto después eran muertos veinte hombres y diez
I caballos,
^P^ Un día, cuando más agobiados estaban por el cansancio
I y por el hambre, dieron en la margen amena de un arroyo
[ que mostraba una senda con señales de ser bastante trafi-
' cada. Atentos anduvieron por aquel camino, que los condujo
' á unas elevadas cumbres, de donde alcanzaron á divisar un
jralle espacioso cubierto de sementeras, de caseríos y de aber-
iras ; pero como de los soldados había muchos enfermos y
tros cansados^ y como las caballerías estuviesen iniítiles,
"por haber perdido las herraduras y por estar flacas, el ejército,
no atreviéndose a descender en aquella tarde á las pobla-
ciones, tomó como mejor partido pernoctar en la altura para
jntinuar camino al día siguiente. El estado general de los
ivasores era lastimoso; los víveres so habían concluido;
>8 vestidos estaban rotos; la alimentación se había hecho
Consistir en tallos de vegetales do naturaleza dudosa, y en
suma, todo lo indispensable para el mantenimiento de la vida
faltaba a aquel grupo de aventureros,
En la mañana del siguiente día descendieron al valle, y
momento mismo se encontraron rodeados por gran gi*upo
le indios, curiosos por ver á los blancos y temerosos al con^
jmplar los caballos : era el valle de Guaca, y no Guaca, tal
lal existe hoy en el interior del Estado, como se ha creído por
Líganos historiadores; su sitio está en el declive occidental de
cordillera del ocaso, entre el Cauca y el Chocó.
El cacique Utibará regía como señor aquel país, y á la
legada do los españoles se hallaba en la vecina sierra- JIuy
— 506 —
César y los suyos qu
daba contra ellos 2.000 y algunos he
mando de un general que era su hermano. Las circunstancias
para empeñarse en un combate no eran favorables en con-
cepto del caudillo portugués; pero, como no había medio de
esquivarlo, fué preciso tener firme y portarse con serenidad.
La batalla so trabó bien pronto con algún encarnizamiento
entre bárbaros y castellanos* Los segundos lidiaron con su
genial bizarría, y los primeros, aunque deprimidos por el
miedo de tanta sospresa, hicieron su deber con flechas
macanas. La lucha iba larga : César estaba embarazado
el cansancio de su corcel; mas, deseando concluir, metióse
por entre la muchedumbre, y con un lanzazo dado en el cuellr»
dejó muerto al jefe enemigo. Desmoralizados los naturalc
huyeron en confusión, y dejaron el campo cubierto de armaa
cadáveres, heridos y de las joyas con que se adornaban,
Diéronse después de la victoria los expedicionarios á <
minar los rincones de aquel valle que había quedado solitariaij
hasta que por su dicha se cnconlraron con una india anciana
ix quien amenazaron Cí>n crueles castigos si no confesaba
lugar de los tesoros indígenas. Atemorizada la infeliz, k
condujo por en medio de bosques, y por espacio de
leguas, laasta un punto en que las malezas eran de menor
tamaño; les señaló una gran lápida que quitaron pronta* J
mente, y por una escalera hedía de piedra, y alumbraudossfll
parad intento, bajaron á una espaciosa bóveda en donde Cfl'j
contraron hasta cien mil pesos de oro fino.
Contentos con d hallazgo regresaron al valle, y dierottj
con otra vieja, quien les reveló que Utibara personal menter I
á la cabeza de 20.000 guerreros, vendría sobre ellos al sl*j
guíente día* Incapaces de hacer frente á esc gran peligi^HJ
satis feclios con lo adquirido y provistos do mejores e^perama*]
para lo futuro, decidieron volver á marchas forzadas á
Sebastian.
Juan Badillü, — Guiados por Pablo Fernández,
>^.
- 507 —
una línea que les pareció mojor que la traída antes, deshi^
cieron lo andado en diez y siete días, cuando para la entrada
habían gastado cerca de nueve meses. En San Sebastián supie-
ron que Juan Badillo, mandado por la Audiencia de Santo
Domingo, estaba en Cartagena residenciando á los Heredias
por su mal comportamiento, César resolvió trasladarse inme*
diamentc á la capital, donde tuvo una primera entrevista con
el Gobernador, á quien entregó sigilusamcntcsu parte de botín.
Presentóse luego a Badillo; éste lo recibió con agasajo, lo
obsequió y se hizo referir los pormenores del último viaje.
Como lo dicho por el comandante fuese gustosísimo para el
juez de residencia, la fantasía de éste se acaloró, y cobrando
BU codicia grandes proporciones, formó el proyecto de dirigir
en persona una nueva campaña.
Antes de seguir á este nuevo Jefe en los pormenores de
su escabrosa jornada, nos parece lógico y conveniente para la
claridad do nuestras crónicas, explicar un puco las circuns*
tancias que colocaron á este hombre en actitud de tomar
>bre Sí, y en presencia misma del Gobernador Hercdia, la
Bponsabilidad de una operación que en aquella época era
i^ave y delicada por su propia naturaleza.
La grita délos enemigos de D. Pedro de Heredia, oca-
fonada, como lo dimos á entender, por el torcido manejo que
ivo con sus compañeros en los negocios del Sinú, y por
su no menos mala conducta como administrador de la colo-
nia en los tiempos que siguieron, llegó abultada á conocí*
liento del Gobierno de la Madre Patria, y no sólo abultada si*
to también reforzada en grado supremo por las sentidas
quejas del Obispo de Cartagena Fray Tomás de Toro,
^'^dividuo cuyo voto fué de gran peso, porque con motivo
^^ la pureza de sus costumbres se le tenía en olor de santi-
En España se dispuso mandar un juez de residencia para
le conociera y juzgara en el negocio de los Ileredias; pero
^Hioel juez muriese en el tránsito, se dio orden á la Audien-
de Santo Domingo paz-a que mandara, como cosa más
— 598 —
II
pronta, uno de sus Oidores, que lo fué el Licenciado J
Badillo para desempeñar la comisión.
No bien hubo éste arribado á Cartagena, cuando mostró
toda la ojeriza de que era capaz su carácter en contra do
los dos hermanos, á quienes en breve tiempo desairó, hi20
reducir á prisión y ultrajó ignominiosamente, asumiendo
para sí el cargo de Gobernador en reemplazo del reo á quien
sentenciaba.
La vuelta de Francisco César le vino bien á propósi
porque entonces ya se susurraba que en la Audiencia y en la
Corte se miraba con mal gesto su comportamiento, se simpa*
tizaba con los desgraciados Ileredias, y aun se anunciaba pur
lo bajo la venida del Licenciado Santa Cruz para hab«'*--^^^
con éU Por todas estas razones, Badillo se tornó de alx>g;í
general, y dijo para sí que cuando todo turbio corriera, coni>
cería esas tierras, se trasladaría al Perú, se recomendaría cüd
algún hallazgo de importancia, esquivaría el cuerpo á to
({uc pudiera sobrevenir y se apropiaría la sustancia de
gorda ocasión que se le presentaba.
CAPITULO SEXTO
ipaíía del Licenciado Badillo. — Sierra de Abibe, — Asalto de
Buriiicíu — Viaje al sur por la banda izquierda. deljCáuc^.
— Llegada á Cali, — Jorge Robledo.
Campaña del Ldo, Badillo. — El Goternador Hercdi;i
;uió para la Península; su hermano D, Alonso «jucdó vn
rtagena con la ciudad por cárcel, y el LÍcx?nciado Badillo,
edeciendo á las razones enunciadas en el capítulo anterior,
ocupó en los preparativos de su marcha al país del Dabeibe,
La priméis de sus operaciones coiisistíó en nomljrar por
iente general á Francisco César, encomendándole la
[anización completa del ejército con los abastecimiento»
tiles precisos, como á persona que conocía el terreno que
m a pisar. Después de eso, reunió todos sus solilados, y les
jmetiu seguir con ellos y colocarse siempre delantero en los
Igros. Como letrado que era, les pronunció una entusiasma-
ra arenga llena de promesas, y Íes ofreció anticipaciones
ra 8U avío, con otras cosas sumamente tentadoras, porque
ersonaje era mañoso y liberal, diestro y amable cuando le
.venía, sin renunciar por eso la facultad de tornarse colérico
atrevido por la más leve causa.
Organizado el ejército y presentada la lista de él por César
(adillo, se vio que estaba compuesto de 300 soldados vete-
.os y aguerridos, bien equipados h costa del Jiuevo Gober-
ior, de más de lÜO esclavos negros, de muchos indios é
ias para el ser\icio, de 200 ciiballos de silla, de mucjios
GOO
más para carga j de 4 sacerdotes para la, celebración de k
sacramentos. Llevaban además buenos y abundantes pert
chos, mucbísimo bastimento, un surtido completo de fruslería
de todo género, clarines, trompetas, tambores, y armas ofei
sivas y defensivas de buena calidad,
César, como llevamos diclio, era el general de toda
gente; Juan de Villoría, noble y buen hidalgo, capitán
caballería ; Alonso de Saavedra, capitán de infantería ; Monte
mayor, alférez; teniente de macheteros para abrir trocha, uü
mal hombre llamado Baltasar de Ledesma ; cabos de escua*
dra : Francisco de Mojica, Juan Ruiz de Molina, Carvajal^
Medina y un francés llamado Noguerol. Pablo Fernandea
Juan de Frades, Portalegre y Alonso Pérez debían senil
como guías.
En la mañana del 5 de octubre de 1539, se reunió la gcnli
en la playa de Cartagena y se embarcó para Urabá, en dond
fueron bien recibidos por la población de San Sebastián
Badillo practicó allí algunos arreglos relativos al gobierno
Bien provistos los exploradores de bjdo lo necesario, se de^p
dieron y emprendieron camino. Pasaron al principio por Ut
baibe, pueblo antiguo, ya en ruinas, y anduvieron por ter
nos muy dificultosos, en que sin embargo sufrieron raeuc
que los traficantes anteriores, por ir mejor abastecidos
todo.
Desgraciadamente para la historia, los nombres div<
de los sitios y lugares en que tocó Badillo durante 8u
paña, hasta llegar á la sierra, no son bien conocidos, por
como esa parte quedó desde entonces casi abandonada,
bautismo efímero que se les dio ha caído en olvido* Sin em-
bargo, su derrotero parece haber sido al principio un pocoaJ
oriente del anterior, hasta llegar á las serranías de Abibe. Di
este punto en adelante, la oscuridad desaparece en parte ; m^
no tanto que pueda decirse que en ese camino se vea con per-
fecta claridad.
A poco andar, separóse del ejercito un piquete de «Mí*
dos con el propósito do buscar indios* AI llegar a un
GOJ
oyeron el cauto de un g¿xllo, y guiados por 61 dieron con
10 que indagaban. Cuando Pcdrarias y sus compaficros andu-
vieron por esa costa traíicando con los naturales, les vendieron
algunos de aquellos animales, y así comenzó á propagarse la
raza* Reunidos todos en este río, que llamaron de los Gallos,
pasaron á otro llamado del Tigre, por uno que mato mano a
mano el capitán César en su primer viaje : este río conserva
su nombre. En el Tigre se detuvieron para celebrar la fiesta
de la Purificación de la Virgen» y el Licenciado obsequió a
los cuatro clérigos con un festín* Pablo Fernández llegó
ese mismo día con algunos indios prisioneros para que
sirvieran de guías, y cuatrocientos pesos de oro fino colec-
tados en el río de los Gallos. Los indios do esa parte vivían
I desnudos ; los hondjres cubrían solamente sus partes natu-
Brales con un caracol, y las mujeres con una pampanilla,
H Subiendo por la orilla del último río donde los indios
~ estaban emboscados, pasaron sin advertirlos hasta meterse en
un gran desfiladero en donde fueron atacados. Los españoles
5 no podíají valerse de sus armas por la estrechura del lugar,
mas al fm la superioridad de éstos y su mayor pericia triun-
faron. Los indios huyeron despavoridos, y ellos, los aventu-
reros, salieron del mal paso*
Sierra de Abibe* — Después de abandonar el río del
Tigre, anduvieron muchos días por bosques despoblados
hasta dar con las aguas del Caricuríes, que más tarde cambió
su nombro por el de las Monterías, por dos jabalíes (dantas)
le cazaron en su ribera. De las Monterías se trasladaron
11 río Barbacoas y, avanzando un poco, a un terreno llano
más transitable, desde donde se adelantó Fernández
para descubrir algo mejor, llevando tras él al capitán Mojica.
leunidos llegaron a una provincia llamada de Abibe, cuyos
loradores, menos salvajes que los otros, se vestían, aunque
ircialmente, con tejidos de algodón. Las mujeres eran
alias y los hombres robustos. Todos llevaban el pelo largo
— 002 —
y eran apuestos, aunque duros de fisonomía. Estaban ya
sobre la sierra.
Dióse cuenta del hallazgo al Licenciado, quien no tardA|
en rennírseles; recogieron quinientos pesos de oro; descaí)
saron algún tanto, y colectaron algunos víveres que comen
ban á faltar. No hubo batalla dju los indios ; pero los europec
perdieron algunos caballos, entre ellos cuatro dcspeñados^l
pues subían por cuestas sumamente pendientes y trajioahar
laderas fragosísimas. Estaban ya á 8 de marzo de 1540.
senda transitada era tan agria y peligrosa, que hub<3 día ea|
que no pudieron andar, porque consumían el tiempo en sac
las caballorías atolladas en los lodazales. Había caballos qui
metían la pata entre el enrejado de raíces del bosque, y U
sacaban unas veces sin herradura y otras sin casco. Muchos
de estos animales morían, pero la carne uo era perdida
que se aprovechaba para bastimento. En medio de tamal
desdichas, Badillo se portó siempre como cumplía a su alt
posición y á los compromisos contraídos. Asi fué que, a p
de los multiplicados contratiempos que alligían á su i*odudcl
tropa, perseveró en seguir adelante, y para ello la dividió^
dos columnas : colocó la vanguardia a sus propias órdenes
y la retaguardia^ las de Juan de Villoría, Después de mil tr
piczos, llegaron a un valle ardoroso en que los fatigados euwj
peos tuvieron que sufrir horriblemente con las picadu!*as
las chinches y de los mosquitos, por donde pusieix)n al vallí
el calificativo de valle del Pito.
Para quien haya transitado alguna vez por nuestras •
bladas y gigantescas cordilleras, cuyos bosques lleno9
abrojos^ barrizales y demás tropiezos detienen á cada paso
planta del hombre, la obra de la exploración y la conquista j
convierte en proeza romana ó en leyenda fabulosa. Hoy,
pues de más de tres centurias, esos sitios recorridos ontor
por españoles ainnados y con caballerías, rechazan complete-
mente la repetición de tal heclio*
No eran, sin embargo, los españoles de aquella época
hombres que se arredrai-aa por el peligro, sobro todo cuando
— 603 --
tenían en perspectiva el cebo apetecido del rico metal ameri-
cano* La vereda que debían trillar desdo la orilla del mai*
hasta el centro de este país, estaba erizada de enormes dificul-
tades y obstáculos naturales : serpientes, jaguares, mosqui-
, bosques, abrojos, humedad, fiebres, soledad, intemperie^
^nagales, lodo, grandes ríos, espinas de guadua» calor inso-
portable en los valles, frío glacial en las alturas, lluvias
constantes y torrenciales, atmóslera sombría, truenos, tem-
pestades, indios caníbales, saetas envenenadas, lanzas, mazas,
hambre, desnudez, cuestas pendientes, abismos, y una natura-
leza, en fin, enemiga y hostil por todas sus faces. Todr» esto y
aun más había, y todo fue vencido por el tenaz heroísmo de
aquellos linmbres de corazón entero y voluntad inquebran*
table. Ellos miraban en lontananza y en risueña fantasmagoría
la existencia de tesoros inmensos, de riquezas sin guarismo,
do ventura, de gloria, de porvenir, y eso era bastante.
Del valle del Pito en adelante, el terreno se presentó más
•abierto^ más seco y ti'ansi table. El comandante mandó como
exploradores á Pablo Fernández y á Carvajal, y avanzando él
un poco más, esperó que se le incorporaran los hombres de
Villoría; pero á este tiempo los salvajes andaban alborotados
y en ademán belicoso. Se les hizo guerra; los aventureros sa-
(Juearon algunas poblaciones, incendiaron otras y se apropia-
ron todo el oro que pudieron haber á manos. Villoi-ia llegó, y
á su llegada dispuso Badiüo que algunos soldados deslucieran
camino, para recoger tres de los compañeros que habían que-
dado desmayados atrás. Inútil fué, porque ya los bárbaros los
habían muerto y convertido en pedazos. Los comisionados
para traerlos no lograron descubrir otra cosa que girones da
los vestidos, y los miembros de los desgraciados hirviendo en
ollas para servir de alimento á aquellos caníbales. Encoleri-
zado el Gobernador por esto, mandó á Fernández, á Carvajal
y á Noguerol que hicieran guerra á muei'te, mandato que
desempeñaron con exquisita diligencia y éxito sangriento.
^^ Andando más, llegaron al valle de Guaca, señorío de Uti-
^p bará, hasta donde había llegado César en su primera entrada.
^
— 604 —
El cacique, sabedor del arribo de sus dañinos huéspedes, 86.
había parapetado en una especie de fortaleza, puesta en lal
cumbre de la cordillera en terreno frío y en escarpas casi *
inaccesibles* Allí fué atacado por César; pero después de
varias escaramuzas iiifructosas, á pesar del arrojo de los sol-
dados y de la temeridact del general, tuvieron que retirarse ení
busca del campo de Badillo, más bien en derrota que de otra
manera. Reunidos todos, pasaron el río Guaca en busca de
mejor campamento, no con tanta dicha que la corriente na
arrebatara el caballo de Santa Cruz y ahogara caballo y ca- j
ballero.
Repuestos algún tanto los hombres y fortalecidos los I
caballos^ intentaron dar un asalto definitivo á la fortaleza del]
cacique: ésta era por lo menos la opinión del Licenciado;'
mas queriendo conocer alguna otra mejor, convocó un Con-
sejo de guerra, al cual dio parte de su idea. Todos callaron,
menos Francisco Cesar, quien demostró perentoriamente la
imposibilidad de la empresa, puesto que la caballería no
podía obrar, que el enemigo era numeroso, fuerte y aguerrido,
que estaba vigilante^ que tenía muchos pertrechos, y que dis^
ponía de un lugar tan inexpugnable por su naturaleza, que
echando á rodar piedras solamente arrollaría á los asaltantes.
En conclusión, el lugarteniente propuso que se dejase á]
Utibara con sus riquezas, sus hijos, sus mujeres y su ejército,
y que el campo cristiano se dirigiese a Buriticá. Esta opinión
prevaleció.
Asalto de Buriticá- — Entre Murrí y Duriticá hay inter-
puestas algunas cordilleras con valles ardientes en sus plie^
gues. Por esto, auníjue los expedicionarios se dieron inme-
diatamente á la faena, pasaron muchísimos días sin poder
encontrar cosa de sustancia. El infatigable Pablo Fernández^
que marchaba como guía, logró descubrir al cabo de algún
tiempo j desde una grande altura y subiéndose a la copa de un
árbol, un río en el fondo de un valle, cuyas orillas estaban
cubiertas de labranzas y sementeras. Regocijado un poco
— G05 —
con lo vistOt lo hi20 saber al Gobernador, quien había que-
dado atrás en una situación precaria y lastimosu, no tanto
por lo que le tocaba personalmente, cuanto porque comen-
zaba á ver un poco abatido el ánimo de sus compañeros* La
noticia fué un estímulo eficaz para el espíritu descaecido de
los soldados.
Fernández, creyendo desprevenidos los habitantes de la
nueva población descubierta, avanzó sobre ella y fué recibido
en son de guerra, motivo por el cual se replegó y esperó la
llegada del jefe. Reunidos todos, siguieron adelante. Por el
camino fueron hallando naturales que escaramuzaban, pero
no resistían, hasta que muy pronto después estuvieron en
campos más amenos, más poblados y con veciiios de una exis-
tencia más adelantada. Estaban en el valle de Nore,
Un indio dijo que conocía un pueblo distante tres jornadas,
sumamente rico en oro, muy surtido de víveres, muy lleno de
gente y muy propio para ser explorado. Para este pueblo
fué una partida de españoles capitaneada por Pablo Fernán-
dez, partida que se admiró un poco al ver que la población no
estaba en tierra, sino, como la primera que habían hollado,
sobre el ramaje de los árboles, Al principio se defendieron
muy bien los atacados. Se les quiso atraer con proposiciones
pacíficas, á las cuales se denegaron ; y como se pretendiese
rendirlos derribando los árboles con hachas, la defensa fué
aún más viva y sostenida, porque los proyectiles que lanzaban.
caían más directamente sobre las cabezas de los sitiadores.
Como partido más pronto y eficaz se echó mano de los arca-
buces, y por entre las troneras de los zarzos y el ramaje de los
árboles, se mandaron algunas balas para reducir á los salvajes,
como quien caza monos. Aterrorizados los infelices, viendo
llegar la muerte por un camino desconocido para ellos, baja-
ron inmediatamente y se rindieron. El cacique NabucOi
viejo, suspicaz y mañoso, quiso captarse los buenos mo-
dos del invasor prometiéndolo servir de guía para llevarlo
á Buriticá, y obsequió á Badillo con dos mil pesos de
oro de buen quilate, y con no escasa cantidad de comestibles.
Él jefe español, para corresponder esta graciosa muestra i
hospitalidad, lo agasajó y le regaló una pluma colorada,
gorro nuevo y algunas baratijas más, con lo cual quedó el ind
muy contento.
Los informes dados por Nabuco sobre la riqueza de Bu!
tica eran tan provocadores, que el campo todo, guiado por<
se puso en camino inmediatamente. Tres días los condujo pa
brel^as, cañada?, y senderas tan llenos de peligros, quesw deé
cripción sentaría á uno de los cuadros trazados antes; y com^
no pudieran salir de cenagales, bosques oscuros y cncrucijacl
el caudillo de la tropa española reprendió y amenazó se
mente al conductor. Este se excusó con que los indios habrá
destruido la ruta y héchola intransitable; pero que sim
bargo debían cobrar animo, porque a! segundo día estaría
en las fronteras de Buritícá* Así sucedió, pues los campos
vieron más abiertos, más claros y más h^aiisitables, nnnt\
la topografía del terreno fuese sumamente rocallosa y encr
pada. Los habitantes eran poco dados al cultivo de las sem€
teras; el suelo era, literalmente hablando, una pasta de or
las labranzas estaban descuidadas, y la minería era el ofic
permanente de los buriticacs<
TiTpando una larga cuesta que conducía á la parte habÜ
tada, pudieron ver sobre lo alto de un peñón casi inaccesible
una especie de ciudadela fortificada en que se habían
los naturales en ademán completamente guerrero.
El Licenciado re^íolvió el asalto, y fue este, no ya ui
breve escaramuza como las anteriores, sino un encuentro <
regla, bastante sangriento. Dióse el mando de la vangufl
al joven y temerario francés Noguerol, quien iba acompañadlas
entre otros batalladores denodados, por Juan de Orozco, i
nisla más tarde de estas conquistas. La retaguardia era dif
gida por el Licenciado en persona.
La vereda que conducía hasta el campo enemigo ora
estrecha y pendiente, que á duras penas podía escalarse, ) ,
solamente permitía la marcha de un hombre de frent(^|
Cuando so hubieron aproximado la bastante, se trató <
— 607 —
te, el cual ofreció una lluvia de flechas y de piedras
If el lado de los bárbaros, y la detonacióri del arcabuz y el
•libido de las balas por parte de los blancos; mas esto no
uro largo tiempo, porque bien pronto después fué ya una
«cha encarnizada de hombre á hombre* Los indios caían
leridos ó muertos por montones, y de los españoles había al-
gunos heridos por las ílechas ó f2:olpeados por las piedras* No-
^erol cayó muerto uno de los primeros, atravesado por una
üza.
Ijx victoria se ladeaba liacia los sitiados, pero una vigo-
sa arenga de BadÜlo entusiasmó de nuevo á los sitiadores;
1 empego se encrudeció, y la derrota total de los buriticaes fué
consecuencia» Los vencedores entraron al lugar á fuego y
ítiigre; mas el saqueo fué de poca importancia, porque sin
uda alguna los fugitivos se llevaron consigo sus haberes. En
casa del cacique encontraron y prendieron á su joven es-
y á sus hijos, circunstancia que hizo que el pobre marido
e al español una audiencia, la cual le fué concedida. Ofre-
por el rescate de su esposa y de sus hijos doce cargas de
Uen oro, y además la mina de donde se sacaba, como le fué
Bdido por el general. Para cumplir con esta condiciónj exi-
WS que se pusiese en lilx*rtad á su mujer, á fin de que ella
invocase á sus gentes y reuniese el oro prometido, ofrecien-
te espontáneamente á quedar él en rehenes mientras la cosa
í verificaba.
^m Habiendo esperado diez días !a \nieltade la cacica, sin verla
WKBCCVf reforzaron un poco más la prisión del Buriticá y lo
Hilaron de cadenas, exigiéndole al mismo tiempo el cumpli-
mento de la segunda condición, es decir, que mostrara la
titia.
El mismo Badillo y Francisco Cesar fueron con este ín-
, llevándolo preso con una cadena tle cuyos cabos se en-
*gó á cuatro soltüidos. El resto de la gente marchaba atrás
los lados, trepando una cuesta llena de barrancos y dcs-
eros- Por uno de éstos se arrojó repentinamente el
arrastrando á los cuatro soldados en su séquito, quic-
— 608 —
nes rodaron hasta punto do abismarse, y no murieron p
haberse felizmente enredado en el único matorral ifiie hal
en la peña tajada. Los españoles que quedaron en la allun
obedeciendo á sus costumbres, rezaron el credo^ se sanligu;
ron, los encomendaron á Dios, los dieron por muertos, y f
gresaron al lugar. Poco tiempo después, los cuatro conducton
volvieron al cuartel general ^ trayendo siempre preso al cae
que, quien fué sentenciado inmediatamente por Bodíllo á si
quemado vivo, sentencia que á pesar de los hábitos mqubitc
ríales de la época, llenó de asombro y consternación á bu cjé(
cito ; pero que se ejecutó siempre, siendo verdugos los negra
esclavos del Licenciado,
En Buriticá vieron los europeos muchas señales ■ J
denciaban la abundancia de oro, y entre ellas alguno» i.tuv,^
de joyería, sin que por esto el botín fuese muy halagado!
como queda dicho. Deseosos de encontrar algo de más pro
vecho, mandaron a Pablo Fernández, con su acostumbrad
cargo de explorador, en busca de nuevas poblaciones. Martb
hacia el oriente, y á poco andar distinguió las aguas de u
gran río que tomó por el I^Iagdalcna ; los campos, aunqn
abiertos, estaban sin habitaciones, y como á la parte opuesl
las divisasen, pretendieron trasladarse á ellas para buM
alimentos. Diez nadadores quisieron atravesar el CaiM
pues éste era el río; mas se devolvieron sin veriticarlo, d
ciendo que el agua era demasiado fría y la corriente muvam
hatada. Volvieron sobre la marcha al campo de sus on'-*^-^^^
ros, lo que contentó al Gobernador, porque estaba n ^ J
por la suerte que corrieran, y porque él mismo se mortifioik
profundamente sabiendo que carecían de víveres y de forraíi
y que los poMs pueblos del contorno no podían abastecorlM
abandonados ya por sus habitantes.
Viaje al sur. — Pablo Fernández y Francisco CÉI
andaban ya un poco dolientes de salud ; sin embarga,
primero, yendo siempre á la descubierta, marchó conalr
vimicnto al levantarse el campo, y descubrió la provine
— 609 —
le Iraca. En atención á la multitud de guerreros que séf
^presentaban andando por una llanada de esta provincia,
los españoles iban apercibidos para la pelea; mas el en-
cuentro no fué de consecuencia, porque los iracas, al ver
las barbas de los contrarios, el ruido de sus armas, el
movimiento y forma de sus caballos, fueron sobrecogidos por
tal espanto, que la mayor parte de ellos caían como muertos,
otros se arrojaban boca abajo, algunos se tapaban los ojos, y
los que no morían inermes asesinados por los blancos, se sal-
vaban en la fuga. En esta parte se detuvieron dos meses,
después de saquear sin piedad el poco oro de los naturales, y
de apropiarse unagran cantidad de sal, de la que éstos sacaban
de algunas fuentes saladas del contorno.
Como se ve, esta campaña era durísima, no tanto por
las dificultades que ofreciera el enemigo en su calidad de boni-
bre, cuanto por los obstáculos que una naturaleza bravia y sal-
vaje presentaba por dondequiera* Aunque el espíritu y ca*
rácter de aquellos aventureros fuese siempre listo y perse-
verante en los trabajos emprendidos, y aunque el hábito y la
codicia hubiesen hecho de ellos una especie de argonautas •
atrevidos que traficaban por el mar inmenso de la conquista,
lo cierto es que por el tiempo á que vamos refiriéndonos, sus
fuensas comenzaban á desfallecer, su valor se abatía, y el brío
casi indomable de su alma se postraba ante tanta miseria* Las
fiebres, las plagas, la intemperie, los torcedores de un apetito
voraz no satisfecho, y la contemplación incierta de una espe-
ranza poco lisonjera, los traían ya abrumados y vacilantes. Un
solo hombre se presentaba entre ellos, rígido a veces, flexiblo
en ocasiones, severo por momentos, amable en la eventuali-
dad, y alternativamente colérico, suspicaz, mañoso, según
conveníaá sus propósitos ; pero siempre firme, incontrastable
y sostenido en su proyecto. Este hombre era el Licenciado
Badillo.
Las reflexiones que anteceden no carecen de fundamento;
aorque en el valle d^* Iraca, gran parte del ejército expedicio-
ario se vio diezmado por esas mortales y terribles do-
39
— 6tü —
lencias engendradas con tanta frecuencia por la esUujn>n ¡jro-
longada ó pasajera en silios intertropicales. El animoso guKi
Pablo Fernández, á quien hemos visto tan activo y emprende*
dor en las campañas anterioi'es, enfermó de una fiebre perai-
ciosa y murió al sétimo día. Este personaje fue muy sentido,
y con razón, por sus compafieros. No hay que decir, porque s<j
comprenderá, que habiendo sacerdotes a! lado, los deberes re»
Kgiosos fueron estiictamente cumplidos por él, y con tanta
mayor razón > cuanto Badillo era en esta materia hombro de
una severidad notable. En el momento que un soldado enler-
maba, le mandaba ordenar la conciencia, lo hacía confesar» y k
arreglaba él mismo, en su calidad de letrado, el testamento.
Los días feriados eran guardados con escrupulosidad ; la ex-
pedición so detenía, y el tiempo se empleaba en rezo«s y oracii»^
nes. Hombres que no vacilaban en hacer quemar %ivos á su^
semejantes, en robarlos, ultrajarlos, asesinarlos y reducirloei
un aniquilamiento total, se habrían creído irreniediableaiciile
perdidos el día en que, por faltar á cualquiera ritualidad de
su culto religioso, hubieran visto la imagen deSatanáa» pronta
•á cargar con su alma. Nada hay que decir á esto, sino sólu
que tal era el carácter de la época*
Un día mandó el General diez negros & recorrer 1m
labranzas de los indios para buscar víveres, y fueron atacados
por los dueños, quienes mataron á uno de loe aventureros j
lo devoraron al instante. Encolerizado el jefe, ordenó que
Carvajal fuese á vengar con treinta compañeros la ofeiea
recibida. El enviado desempeñó bien el cargo : mató ciento
y robó lo que pudo.
Dos días después de este acontecimiento^ urgidos por d
fiambre, salieron seis blancos y doce negros á merodear púr
aquellos lugares. Emboscados los nativos» los atacaron, n^
taron á Fernando de Hoyos, a Diego de Tapia y á dos ne^rm
más. Los cuatro europeos restantes huyeron, yon la huida im
alcanzado y herido otro español. Así disminuidos, los fugU
dieron la noticia de lo acaecido* Para desquite de Uvnta ho^*
lidatl, fué entonces Baltasar de Ledesma con más gúot^i
pero los naturales se habían ocultado, y logró apenas que
algunos de ellos, subidos en las alturas vecinas, le mostrasen
desde lejos los miembros de los muertos.
Un poco antes de esto, ansioso Badillo de encontrar
poblaciones de mejor provecho» había mandado en comisión a
tierras de Aratupe á Juan Rniz de Molina y á Francisco de
Mojica. Juan de Frades vinoá anunciar que felizmente habían
hallaclo lugar cómodo y abastecido. Continuó el Licenciado
su peregrinación desde Iraca por caminos fragosísimos,
atravesando estrechas cejas en que ni hombres ni caballos
podían sostenerse. Para evitar que se derrumbaran los últi-
mos, tenían necesidad, durante la noche, de atarlos fuerte-
mente á troncos de árboles, y con todo, cuatro rompieron los
ronzales y se perdieron, después de rodar mil ó más metros.
De esa manera llegaron al río Garú^ nombre perdido hoy,
pero que parece haber sido el San Juan ó el Barroso. En ese
río se reunieron con Mojicay conRuiz de Molina; y si nuestra
interpretación no va errada pensamos que andaban entonces
por entre los desfiladeros de San José, San Mateo y la Con-
cordia. En aquel punto tuvieron noticia de la existencia de
una ciudad cercana, rica y floreciente, que se llamaba Corí por
los incÜos.
Parece ser, repetimos, que esta población estu\íese
situada en uno de los lugares en que están hoy Bolívar y
Andes; y hacia ella fué el teniente general César, nom-
brado por el Gobernador, á pesar del menoscabo de su
salud, como persona más idónea y á propósito para la em-
presa. Escogió César un grupo de soldados de los menos
achacosos, porque á la sazón todos ellos, ó la mayor parte»
venían extenuados y valetudinarios* Después de andar un
gran trecho de camino, alcanzaron a divisar desde la eminen-
cia de algunas lomas gran número de casas, cuyos dueños
esperaban armados y tranquilamente, como quien tiene segura
la victoria, y como el que entre caníbales se apresta para pro-
)rcianarse un festín de carne humana. César y sus amigos
se mantuvieron ürmes á la hora del combate; mas el número
iba arrollándolos, y se hubieran sin duda vi8to en el aprieto de
una derrota, si la oportuna llegada de la caballería no hubiese
desbandado los indios, aterrorizádolos y puéstolos en precipi-
tada fuga. No se consiguió esto sin que fuesen heridos doce
españoles con saetas emponzoñadas con el veneno de la rana,
que entonces usaban y usan hoy los restos miserables de
aquellas poblaciones.
Viendo Badiílo enfermos la mayor parte de sus soldados,
se detuvo por aquellos lugares diez y siete días, esperando á
que convalecieran ; mas en vez de lograrlo, tuvo la pena de
ver perecer por causa de las enfermedades del país, á Miguel
Vizcaíno, á Soto, á Esquivel, tres negros y, lo más doloroso
para él, al denodado lugarteniente general Francisco César.
Este último venía un poco enfermo desde el valle de Murrí;
pero su resistente organización física le hacía tomar como
negocio de poco momento la alteración de su salud. Reque-
rido para poner en orden los asuntos de esta vida y los que
están en relación con la otra, creyó el fogoso capitán que su
situación no lo demandaba, y por eso se despidió del mundo
sin ningún preparativo.
Todos estos muertos, la escasez y demás causas apuii*
tadas antes, abatieron los bríos del ejército, de tal suerte qúc
solícitos pidieron al jefe una pronta y decidida contramarcha,
petición á la cual 61 no quiso ni pudo acceder, temeroso por
la causa de residencia que. en Cartagena lo esperaba. Y do se
engañaba en este cálculOj porque cuando estas cosas pasaban,
estíüja en la costa el Licenciado Santa Cruz, provisto de íaoul-
tades competentes para seguirle un riguroso y cabal juicio.
Firme, pues, el caudillo de esta campaña en su propó*
sito, resolvió avanzar á la provincia de Cártama, que tenía
por entonces reputación de ser comarca rica y de minas.
Mandó primero unos pocos soldados adelante, quienes
en un pueblo ya quemado por sus vecinos tuvieron un
reñido combate con los naturales, en el cual salió herido
gravemente, aunque no de muerte, Alvaro de Mendosa
CarvajaL Triunfaron, como de ordinario, los españoles;
hicieron algunos prisioneros, los condujeron al ejército
que estaba en camino, ó interrogados por lugares de más
valer dieron noticias de las poblaciones de Caramanta, quc^
por el contextü probable aunque no explícito de la historia,
debieron existir en el punto mismo en que hoy esta lo que los
habitantes de Andes y de Jerícó llaman La Ciudad, y de
donde extraen algunas reliquias que demuestran el asiento
de una población española, que desapareció bien pronto, como
lo veremos en la continuación de nuestra tarea.
Había varios pueblos de indios en toda esa parte, y sus
moradores eran tan numerosos, que los cristianos, viéndose
pocos y debilitados, vacilaban entrar en ellos; más, á su apro-
ximación, los naturales acobardados por el aspecto de los
caballos huían despavoridos y se situaban en las alturas.
Juan de Frades, después de mucho lidiar, logró coger siete
prisioneros» quienes requeridos dijeron ser Cuicuí la única
población digna de una visita. El Licenciado, disgustado por
tanto padecer y por conseguir tan poco, pero resucito y deci-
dido siempre, mandó á los guías que lo condujesen á esa
ciudad; mas avino luego que los metieran por unos caminos
detestables, y que los trabajos fuesen tantos que los hombres
de tropa comenzaron á murmurar y á pensar que el general
estaba loco. Día hubo de aquellos en que, andando desde el
amanecer hasta las seis de la tarde, avanzaran sólo y a duras
penas media legua de camino*
AI transitar por aquellos andurriales, yendo el jefe como
de costumbre, para dar ejemplo, á la vanguardia, atollóse
hasta la cintura en un profundo lodazal. En tal aprieto, sus
compañeros solicitaron del comendador Rodríguez de Sonsa,
la gracia de que le dirigiera una arenga, á fin de convencerlo
de la necesidad urgente de volver atrás y enderezar sus pasos
á San Sebastián de Buena vista ; de renunciar al intento y de
buscar la salvación en la retirada. Hízolo así Rodríguez do
Sousa; pero sin buen resultado, porque en esta ocasión
Badillo se mostró más inflexible y más intratable que nunca.
De aquel lugar en adelante, el viaje fué todavía
J
— OH —
más difícil, y tanto, que los soldados volvieron á las mur-
muraciones y al disgusto, sin que por eso el testarudo
caudillo cejara ua punto en su proyecto, pues mandó á Juan de
Frades en la descubierta, ordenándole que volviera si encon-
traba campo raso y abierto. El enviado marchó con dili-
gencia, y regresó á poco para anunciar que había vi^ii
poblaciones con muchos naturales; pero que los individuos -
su escolta estaban tan desfallecidos, que al volver y repasad
un riachuelo enfermaron dos que dejó acompañados. Frade
halló á Badil lo en el estado más lamentable. La buena nuen
animó un poco su ejercito; fueron al lugar descubier
consiguieron víveres en abundancia y permanecieron all
veinte días. Estaban por entonces en lo que es hoy Xueví
caramanta ó Sepulturas, ó quizá más bien en la Vega
Supía.
Un nuevo comisionado, que lo fue Ruiz de Molina,
salió á explorar el campo; volvió con algunos prisionorc
mil pesos en oro y la noticia consoladora de haber descubíc
un valle ameno y bien cultivado. Quisieron saber como
llamaba esa tierra; pero los siete indios intérpretes cogkl^:
en Caramanta se habían fugado la noche anterior, y k
blancos no entendían la lengua de los indios del país. Pra
cisco deMojica se ofreció para volver á Caramanta en bu
de un intérprete; ejecutólo, regresó con él, y supieron por<
medio que estaban en Anserma.
Desde las alturas que iban trasmontando en esta parte i
la campaña, alcanzaríjn a divisar hacia el oriente, y en
parle opuesta de la hondonada del Cauca, un extenso
torio que apetecieron conocer. El Gobernador mandó ui¡
comisión para buscar paso al rio; pero de ello resultó
que un soldado fue arrebatado por la corriente, y los
atemorizados volvieron en busca do sus amigos.
De Anserma para el sur, los audaces caballeroe fu
tropezando con las calamidades y contratiempos gei
al suelo que recorrían. Al llegar á la parto norte del Mt
cho valle del Cauca, en las cercanías de Cartago, supierou
sólflr
— (j15 —
' algunos indios que ya esos lugares habían sido visitados
por unos hombres parecidos á ellos, que traían caballos,
barbas y arcabuces. Eran soldados de Belalcázar.
Costeando siempre la orilla izquierda del Cauca y expe-
rimentando inmensos trabajos, arribaron á Cali, en donde
fueron bien recibidos por Antonio Uedondo y Pedro de
Ayala, tenientes del Adelantado conquistador de esa parte.
Fué allí donde encontraron, haciendo parte de los expedicio-
narios que venían de Quito, á D. Jorge Robledo, personaje
que deberemos seguir en su próxima campaña.
La correría relatada hasta aquí, estuvo coronada por el
más infeliz y deplorable resultado. Murieron en ella 92
hombres y 119 caballos, y todo d oro recogido se indujo á dos
mil seiscientos castellanos que hurtaron de su propia tienda
al ÍTobernador, ocho leguas antes do llegar á Cali* Fuera del
robo, Badillo tuvo la desgracia de que sus compañeros preten-
diesen complicarlo en él, diciendo que había ocultado el
dinero para no repartirlo en la forma que debiera. Esta incul-
pación se lialló luego ser inmerecida, porque el oro pareció
en poder de otro. Repartido entre los soldados, tocó á cada
uno de ellos la mezquina suma de cinco castellanos y medio,
recompensa a la verdad bien pequeña para tantos disgustos y
trabajos padecidos. De otro lado, el General veía con dolor el
fracaso completo de una empresa en que había gastado
doscientos mil pesos; costadole la comisión de un delito
cuya responsabilidad lo amenazaba, y que lo dejaba despresti-
giado en la opinión de su ejercito y lo constituía de una
vez en completa y cabal ruina.
D. Lorenzo de Aídana llegó por este tiempo á Cali,
mandado por el Vi rey del Perú D, Francisco Pizarro,
con el fln de vigilar las operaciones de D. Sebastián de
Belalcázar y reemplazarlo en el mando en caso de que
por mal giro de las operaciones confiadas á aquel te-
nient-e, juzgase oportuno hacerlo, Pizarro comenzaba á
desconfiar de la fidelidad del fundador de Popayán, y hus-
meaba, aunque á mucha distancia, algo que lo inquietaba
^ Í>I6 —
acerca del carácter ambicioso y exclusivo de aquel subalterna
Sin embargo, no era D, Lorenzo de Aldana el hombre calcu-
lado para verse de frente con tal antagonista. ^
El enviado del Virey Pizarro acogió graciosamentd^B
protegió con generosidad á los desdichados restos de la expe-^
dicióü de Badillo. Entendiéndose con éste, le manifestó
que su gente comenzaba ó á desbandarse ó á incorpo-
rarse al ejército peruano, y que como hubiese salido ya
de los límites de la gobernación que pretendía, no le era
permitido poblar lo nuevamente descubierto por éK Propúselc
en consecuencia que volviese con su tropa á Buriticá; pero
subordinado al Virej^ del Perú y por cuenta de éste. Añadió
Aldana á esta propuesta, la promesa de ayudarle solícita y
poderosamente en lo que intentara; mas no consiguió coa
ella otra cosa que lastimar el amor propio del Licenciado,
quien se denegó desabrido, contestando que él era Oidor «i
Santo Domingo, Gobernador de Cartagena, y que se bastaba
á sí mismo. En definitiva, resolvió seguir á Popayán, para lo
cual se le concedió una escolta formada por sus mismoe
compañeros de viaje y vigilada por el capitán FVancisco Fer
nández Girón, á fin de que la gente no se desmandara en U^
lugares del tránsito. Este mismo capitán Fernández Girón
recibió orden de Aldana para que, una vez llagado á Popayán*
siguiese á la ciudad de los Reyes de Lima á informar al Virey
de que nada se sabía de Bclalcazar. Este último estaba por
entonces en el Nuevo Reino y se disponía á seguir á España en
buscado títulos, honores y recompensas.
Badillo, terco y obstinado siempre, requirió á sus oompa-
ñeros, antes de llegar á Popayán, para que volviesen con él i
las andadas ; mas ellos, que tenían bastante con lo pad»/* '
se resistieron perentoriamente á seguirle. Desesperancio ^>.
tonces de mejor suceso, se dirigió al puerto de la Buenaven*
tura y embarcóse allí para Panamá, donde un comisionado de
su juez de residencia, Santa Cruz, lo prendió a pesar do b
protección de algunos amigos y conocidos. De Panamá seit*
mandó encadenado á Cartagena, de Cartagena á Espafta;j
— 617 —
llíse le siícuió causa*
3 estuvo sin sentenciarse más de veinte
"gucias de abogado demoró siempre
la conclusión- Un amigo que fue de Indias á la Península, le
preguntó un día por qué no se sentenciaba su proceso : a Por-
que no me conviene », le contestó. Murió en la miseria en la
ciudad de Sevilla, sin alcanzar á ver el fin de su residencia.
Br Jorge Robledo. — Partido que hubo el Licenciado, deter-
minó Aldana hacer público su título de Gobernador de Po-
payan, expedido por Pizarro ; j% para abrir operaciones, puso
los ojos en un oficial de gran mérito, quien por su carácter,
su nobleza y su valor le daba garantías de conducir á buen
ténnino, pues para ello era hábil, cualquier encargo que so le
cometiese, pordincil y delicado que pareciera. Este oOcial era
el capitán Jorge Robledo,
^ No hemos podido hallar en nuestras lecturas sobre la ma-
teria que venimos tratando, nada (¡ue nos liaya ilustrado lo
suíiciente sobre el origen, nacimiento, relaciones y circuns-
tancias especiales, anteriores al tiempo en (\ne hacemos cono-
cimiento con el personaje, que puede reputarse si no como el
Í rimero y sólo de los conquistadores de Antioquia, sí como
I más benemérito y eminente. Sabemos sólo, que la familia
de Robledo era tenida en España, desde muellísimo antes del
Bscubrimiento de América, como gente hidalga por la cuna y
)ble por los hechos.
Cuando D. Francisco Pizarro, en su segunda expedición
>bre el Perú, aprestaba en la isla de Puna los elementos pre-
sos para desembarcar en Tumbes y seguir sobre Cajamarca,
auxiliado por el capitán Robledo, quien se le incorporó
)n algunos liombres de caballería. Después del asunto de Ca-
^marca, Robledo, en vez de seguir sobre el Cuzco, hizo parte
Hbl ejército de Sebastián de Belalcázar y se portó decorosa y
bizarramente en la toma de Quito. Luego, á las órdenes del
mismo jefe, vino al norte pasando por Pasto y Popayán,
hasta encontrarse en Cali á Unes de 1540, época actual de
nuestra relación.
— 618 —
Encargado de cumplir la orden dada
que fundara una ciudad, vino de Cali á lo
vincia de Anserma, nombre derivado delai
los naturales significaba sal, por la que
contornos, y fundó la ciudad á la cual Han
Santana de los Caballeros, para lisonjear
fundadores, quienes en su mayor parte e
Badillo, incorporados en el nuevo ejército
El Ldo. Santa Cruz. — En taiito que la causa contra los
Heredias y contra Alonso Montes, sobrino de ellos, iba de
Cartagena de Indias á España y se consideraba en el Consejo,
y en tanto que el Gobernador licredia, compelido por su se-
vero juez de residencia, viajaba á la Alíidre Patria^ para
defender personalmente sus intereses, como lo hizo, el Oidor
Badillo emprendía su correría, la llevaba á cabo, é iba, al fin
de ella^ aunque más forzado que lo que quisiera, á rendir
cuentíi de su conducta a sus Majestades, á quejarse de los
pixíténdidos agravios y á pedir justa reparación por los danos
que se lo híibían causado y por los impedimentos puestos á su
empresa.
En la Corte se conocía tarde y mal todo lo que pasaba en
el Nuevo Mundo, y esto, entre otras, por las dos razones si-
guientes : 1" la enorme distancia ; y 2" el embrollo y dudas
establecidas por el juego de intereses opuestos y pasiones
encontradas que oscurecían ki notoriedad de los hechos.
En la perplejidad actual, el Consejo de Indias mandó
oomo juez comisionado para entender, Juzgar y sentenciar en
tísos asuntos, al Licenciado Santa Cruz. Las instrucciones
traídas por este sugeto se reducían a examinar escrupulosa-
mente la conducta de Badillo, y á disponer que fuese preso á
— 620 —
la Península^ si se le hallaba culpado, ó que siguiese á
Domingo, donde debía continuar ejerciendo sus fuacioues de
Oidor, si se le hallaba inocente. Ya hemos visto el reBultíido_
final de lo que sucedió á Badillo con respecto á los Ileredi2
Santa Cruz debía igualmente examinar los hechos, y si
liaba que fuesen delincuentes merecedores de un castigo ord
nario, se le ordenaba mandarlos presos, y si por el c<jntn
juzgaba que no fuesen tan culpados como se decía, poc
dejarlos ir en libertad, previa garantía.
Santa Cruz llegó á Cartagena en los últimos días
1539, por manera que á su llegada supo que D. Pedro de He*
redia había ya partido para España, y que Badillo, asuraiend
por sí y ante sí el cargo de gobernador, se había dado al ofic|
de conquistar, y andaba ricamente equipado por el interior '
estas tierras. En consecuencia, el nuevo Licenciado asumió
facultades omnímodas y comenzó á obrar en todo discre-
cionalmente.
Luis Bernal y Juan Graciano. — La primera cosa qt
hizo éi para la consecución de sus intentos, fué reunir á 1^
mayor brevedad posible 100 hombres de infantería y c-omoí
de caballería, para mandarlos en busca del Oidor. Encomendó
la dirección civil de esta tropa á Juan Graciano, á quii
apoderó suficientemente para apresar á Badillo en cual^
punto que lo liallase y remitirlo encadenado a Car
Para el mando militar de estos mismos hombres nombrúf
que no debiera, á Luis Bernal, intimándote que al pauo
hiciese toda la guerra posible a los naturales que se presen-
tasen en actitud bélica, sacando, eso sí, el mejor provt
posible de ella. Como se ve, Santa Cruz principiaba su
por cometer el mismo error y desacato que su anteccsüri
quien por tales causas perseguía, íladu que su misión pl
mente civil le negaba toda ingerencia en negocios miÜt
Sin embargo, había fiebre de aventuras, y los leti*adu« no va*
ciliban un punto cuando se trataba de cambiar la toga porta
espada.
i:
h
i
La organización mista dada á este reducido cuerpo expe-
dicionario, fué desdichada por todos respectos, pues no bien
hubo salido de Urabá y mctídose en las montañas, comenzó
entre los dos jefes una agria competencia que redundó cons-
tantemente en perjuicio do los soldados, y que llegó á veces á
un estremo tal, que faltó poco para que unos á otros se dego-
llasen sin piedad.
Los obstáculos naturales del país fueron no obstante
mucho menores y mas llevaderos para este pelotón de hom-
bres, que lo habían sido para los anteriores, porque la senda
trazada por Badil lo, á pesar de la exuberancia de la vegeta-
ción tropical, estaba tan recientemente hecha, que todavía se
presentaba por lo menos visible.
Así fué que en muy poco tiempo dominaron las alturas
,e Abibe, sin que nada digno de mención se les ocurriera,
gún dice la leyenda, sino el haber dado en un bosque con
una culebra sumamente corpulenta, á la cual, muerta por los
soldados y abierta después, se le extrajo del vientre un ciervo
tragado poco antes^ inclusive ia cornainenta.
De Abibe en adelante, siguieron Graciano y Bornal á mar-
has forzadas, disputando siempre, hasta entrar en la pro-
vincia de Anserma, comarca en que se proveyeron de basti-
mentos, para ponerse en disposición de poder continuar el
viaje hacia el sur en persecución de Badillo.
L Un día, el rencor de los dos jefes, del cual participaban
los individuos de la columna, se exacerbó en términos tales y
tomó proporciones tan acres y ofensivas, que el pelotón, divi-
dido en dos, unos por Bernal y por Graciano otros, estaba en
situación de emplear las espadas y los arcabuces para dirimir
la contienda. Trabábase ya el combate cuando los belige-
rantes vieron dominada la altura de la colina de Umbía, a cuya
base estaban, por unos 20 caballeros, que, guiados por Ruy
Vanegas, formaban la descubierta de ia tropa comandada por
D. Jorge Robledo,
Cejaron en la disputa los inquietos y turbulentos
ombres enviados por Santa Cruz; regocijáronse al ver a
— 622 —
éstos los compañeros de Robledo ; iioiüroiisc á ellos y anm?
vieron cannino en busca del jefe, el cual se hallaba á la sazón
entretenido en el sometimiento de los indios de Guarina, pan
ponerlo al corriente de lo acaecido.
Informado el capitán de todas las circunstancias relaciO'
nadas con este último suceso, resolvió con prudencia remitir
presos á San Sebastián de Buenavista los dos jefes de la expe-
dición, y con sus buenos modos y diestras mañas adquirirá
la simpatía de la oíieialidad y de los soldados para incor^
porarlos en su división. Así lo hizo, y con ellos, con algunoi
de los de Badillo que traía, y con los que le había dado Aldana,
se preparó para emprender una ardua y fatigosa caropaBa
que narráronlos en seguida.
Pretendemos con lo anterior haber relacionado los ao>n-
tecimientos de un modo bastante simple y claro, para que se
comprenda cómo todo lo dicho lia llegado á este punto de
convergencia, y para que nos creamos suficientement© aptoi
para entrar en los pormenores de lo que seguirá, por el coao»
cimiento de los antecedentes.
Por entonces el sistema de Robledo para mangar lai
cosas de guerra parecía ser excesivamente humano, de suerte
que, separándose de las ideas corrientes entre sus camaradi^
pretendió apoderarse de la tierra por la suavidad y contem-
porización con los indios.
Primera campaña da Robledo. — Esto pensado, arro|6«
atrevidamente en su empresa, y mandó al capitán Suer ét
Nava para que, con algumos infantes y unos pocos caballeroi»
explorara y sometiera los naturales de Caramanta y M
cercanías, en tanto que él personalmente iba af piir* " '
Ocuzca, Partió, y allí, con buenas maneras, consiguió <
la asi)ereza del cacique de este nombre y hacerlo su a^i^
Luego éste^ quebrantando la fe prometida, se fugó deJ camp^
mentó y no volvió á aparecer más en él.
Consideró conveniente después hacer una correrá p
todo el país conquistado ; y con tal propósit/O 8alt6 de Saatai
— 623 —
^dejando por su teniente en aquella ciudad con una reducida
guarnición á Martín de Amoroto. El cacique Ocuzca, coligado
con su vecino el de Umbrusa, resolvió caer sobre Anserina
y destruirla, viéndola mal guarnecida. Y lo hubiera conse-
guido á pesar de los esfuerzos de AmorotOj si á este tiempo
Robledo, que estaba en los farallones de Apía pacificando
algunos bárbaros, no hubiera venido en aocorro de él.
Derrotados los naturales por los españoles , un pobre
americano tuvo la desgraciada ocurrencia de presentarse
al comandante en calidad de cacique de Umbrusa, de amigo y
de aliado. Recibióle el jefe y lo agasajó mucho; poro sabiendo
luego que era pura ficción y superchería del indio, lo hizo
quemar desapiadadamente.
Deseoso el capitán Robledo de extender indelinidaniente
los términos de sus adquisiciones, ordenó á Gómez Fernández
que fuese al descubrimiento del Chocó, y á Ruy Vancgasa com-
batir a los pirzas y soplas. Ambas expediciones salieron mal,
porque los pirzas se defendieron valerosamente y derrotaron á
Ruy Vanegas , mientras que Gómez Fernández regres() á
Jtíai^tana, mohíno y maltrecho > huyendo de la ferocidad y
inibalismo de los chococs.
Terminado el año de 1539, y conseguidas algunas ventá-
is en la conquista y pacificación de los pueblos de la parte
xidental del Cauca, determinó Robledo esguazar el río y
sar á la banda oriental^ tanto por el estímulo natural de
íus denunciadas riquezas, como por ser hombre do corazón
rmey de natural ambicioso.
Dado a la faena, dejó por su representante en Anserma á
Itiy Vanegas, nombró por maestre de campo al comendador
[ernán Rodríguez de Snusa, por capitanes á D. Alvaro de
lendoza, á Vallejo, Martín de Amoroto y Gómez Fernandez,
'por capellán del ejército á Francisco de Frías* Entre los sol-
ios que acompañaron al capitán en esta jornada, nos parece
lueno conservar el nombre de algunos ponderados entonces
^or su bravura, tales como Antonio F*imcntelj Alonso de
ruiacreces, Berrobí, Santiago, Diego de Mendoza, Pedl-o
- 624 —
3
Ciejsa de León (el historiador), Francisco Pérez Zamb
Pedro López, Jerónimo Luis Téjelo, Pedro Barrios, J
Rubio, Alonso de Hoyos, Pedro Cobo, Solano de Quiilo»
Antonio Redondo y Marcos Márquez*
El punto llamado Irra, casi enfrente de lo que es hoy et
sitio en que está la ciudad de Manizales, fué escogido paiH
pasar el río Cauca; y la admiración se levanta bien arriba á MP
hora que es, cuando se considera que con los arbitrios de e^^
tonces tal empresa se hubiera conseguido. En ese lugar, ^H
cauce del río se estrecha de un modo prodigioso, la rapidez
de su corriente puede compararse sólo con la velocidad
pensamiento, y las dificultades por vencer hubieran arredr
indudaljlemcnte á todo ánimo que no fuera el ánimo eleva
é indomable de aquellos castellanos. Cada soldado pa
metido entre dos guaduas unidas por los extremos con
fuertes travesanos, y empujadas á popa y proa por dos nad
dores indios. Del mismo modo se valieron para pasar los<
pajes en balsas un poco más grandes, y los animales atravt
ron la corriente á nado. Esta manera exti*aña de navegar ríe
de la naturaleza del Cauca en el lugar mencionado, debe con
servarse por la historia como la prueba más elocuente di
poder inmenso de volu.itad, y de la enorme fuerza de organl
zación física de que estaban dotados aquellos seres extraor-
diñarlos*
Si hubiéramos de seguir dando sobre las operaciones <
Robledo una explicación tan y minuciosa como la que antecedí
no tendríamos con un gran libro. Por lo mismo, y paraevit
este inconveniente, concretaremos y haremos sucinta la refe
rencia de los hechos que llevó á cima.
Ya en la orilla derecha del río, la primera nación
indios con quien tuvo que entenderse fué la de los carrapas^'
que, si nuestros cálculos no van errados, debió de existir ^
los mismos puntos en que hoy están Tapias, Neira, Arana
y Filadelfia, Consecuente con su pretentido sistema do con
líación, brindó á estos naturales la paz, que ellos aceptaron^
no tanto por gracia de buena voluntad, cuanto porque i
— 625 —
sazón estaban en guerra con los picaras sus vecinos de quienes
querían vengarse.
Entre el río Guacaica al sur, el Arma al norte, el Cauca
al occidente y las cumbres heladas de la cordillera central
andina al oriente, existía una multitud de sah^ajes habitadores
de los pueblos que habían de ser recorridos y conquistados
por los invasores.
Los americanos de esos lugares profesaban una religión
muy semejante en todo á la de los payanenses, la cual en sí
misma no era otra que el rito de los Incas, un poco atrasado ó
imperfecto en el ceremonial. En cuanto á lo demás, esos bár-
baros eran insignes comedores do carne humana, se hacían
cruda y atroz guerra los unos a los otros, devoraban los pri-
sioneros, engordaban las víctimas en cercados expresamente
construidos para ello, y oreaban los cuartos humanos sobre
altos zarzos de guaduas para preparar su alimentación*
Recibieron los carrapas amistosamente á sus nuevos
huéspedes, y los mantuvieron con holgura y llégalo por cua-
renta días, terminados los cuales siguió el atrevido guerrero
con sus aliados contra los picaras, que se mostraban hostiles
Á SU amistosa invitación.
En batalla reñida con estos salvajes, no hubo más graves
consecuencias que la de ponerlos en completa derrota, y la de
que los auxiliares comieran carne de los enemigos prisioneros,
como de costumbre.
Desbaratados los picaras, se movió el ejército español
sobre Pimaraque, cacique de los Pozos, indio audaz y vano,
que a la cabeza de 5.000 soldados amenazal>a con fanfarrona-
das á los invasores. Pimaraque se parapetó en una altura
culiierta de boscjue, mientras Robledo, á la vanguardia con
Alvaro de Mendoza, el comendador Rodríguez de Sousa y el
clérigo Frías por compañeros, seguía descuidado por las ame-
nidades de una frondosa selva. La lucha se verificó con gran
furor. El capitán se colocó siempre en los puntos de mayor
peligro, arriesgó su persona como el primero, y por favorecer
á su corneta de órdenes, que peleaba descubierto á su lado,
fué lierido un un brazo y en la espalda. El encaiigo huyó esf
tado, y el botín fué iñco y abundante, Los indios amibos, di
pues de haber comido mucha carno humana, tuvieron dos-
cientas cargas de sobra para mandar á sus familias, á costa j
los vencidos*
De Pozo se dirigieron á dar ataque al cacique Piman
Grobernador de ios paucurcs ó pacoras. Este bárbai'o^ nialicic
y astuto, los recibió en sún de paz, y logró con tretas liacer
creer á los blancos, que los pozos sus aliados habían robado
del campo cristiano y matado para su uso algún ganado üe
cerda. Esto dio origen a nuevas matanzas , á horripilanii»
crueldades y á la consumación de esos delitos enormes de le^sa
liumanidad con que se mancharon constantemente los anales
de la Conquista. Descubierta la intriga. Robledo celebró con
todos ellos nuevas paces.
De Pacora marchó el Conquistador á la parte norcle^tep
donde se dilataljan los términos de la fértil, dilatada y rica
provincia de Arma. Esta parto, aunque más llana y in -
poblada que las otras en aquel siglo, tuvo para sus natui....:
la desventaja de ser riquísima, y de que la faina formidable ikí
los españoles la sobrecogiera amedrentada. El buen éxito de
la camparía fué pronto decisivo para Hobledo, y el resultado
espléndido ; porque los guerreros indígenas se presentaban en
el campo de batalla con lujosos arreos, cubiertos muchos de
ell<Ks, literahnenle hal)Iando, ile bruñidas láminas de oro, cir*
cunstancia que liizo dar al circuito el nombre de país de lot»
armados, y el tic ciudad de Arma á la pubíacióu que nw
tarde se fundo en él.
Atemorizados los de Arma, como lo hemos ílícho» por ti
llegada de los extranjeros, pusieron á recaudo sus famiií'
señal avanzada de su debilitado espíritu. Resistieron sin '
bargo, aunque íniructuosamente, el rudo empuje de lan arii.j^-
de Castilla, parapetados en un alto peñón, y enconaemiaroii
luego la seguridad de sus personas á la ligera moxilídad dt
sus pies, para guardarse en otro de donde fueron igualmeulr
desajolados. Esta última posición tuvo el nombre du Puerta de
caballos, por haber sido terminada la refriega de armas
por consecuencia de un ataque de caballería dado en lugares
caBi inaccesibles. Mendoza, Amoroto, Cieza de León, Gómez
Fernández, y otros más, se distinguieron en estas riñas
salvajes; pero ninguno más arriscado y valeroso que el
célebre capitán Robledo.
El cacique Maitamac tenía sus estados, con fama de
riqueza, al oriente de Arma, en las ccrc4inías de lo que lioy es
SüMSÓn, Y para allá eoílcrczó sus pasos, mandado por el cau-
dillo de esta campaña, el maestre de campo Hernán Rodríguez
de Sousa á la cabeza de un destacamento do españoles. Al rom-
per el alba, dio á la vuelta de una colina con una tropa de
indios que mostró vanamente aire de resistencia. El mismo
día dio la vuelta al cuartel general con el señor de Maita-
mac, quien para aplacar la ira del vencedor le llevó riquísimos
presentes de oro colgados en varas extendidas sobre el liombro
4e sus vasallos.
Cuando Josué, ya enfrente de la tierra prometida, vio
regresar sus enviados, portadores de largos varales en que
colgaban sazonados racimos y doradas espigas, él y sus com-
pañeros sintieron inefable recocijo; otro tanto debió acontecer á
Robledo y los suyos al contemplar el regalo del Maitamac, pues
para su avariento y codicioso pecho, tierra do oro era tierra de
promisión.
Fué tal el horror y espanto producido sobre el apocado
espíritu de aquellos aborígenes por la mano de bronce de
aquellos españoles, por su cortante espada, por su tronante
arcabuz, por su ligera ballesta, por sus altivos corceles, por
sus perros carniceros, por su espesa barba, por sus fieros
ademanes y por su apostura marciaU que un total abatimiento
ee apoderó de todos ellos, y encorvaron humildes el cuello ala
la voluntad inexorable del invasor castellano. Daban profusa-
mente al soldado cuanto poseían, y — ejemplo raro de inocencia
y de barbarie — ponían Joyas de oro en el agua que daban de
beber álos caballos, como ofrenda propiciatoria.
En la época tormentosa á que corresponden estos teme-
— 628 —
rarios esfuerzos de exploración y conquista sobre el suelo fra-
goso de Antioquia, ya casi todos los rincones del Continente
americano hal>ían sido entrevistos, examinados ó sujetados á
un poder extraño por los nuevos dominadores de la tierra.
Españoles que habían penetrado por el golfo de San Lorenzo,
examinaron, si no prolijamente, al menos en la mayor parte
de su extensión, las regiones del Canadá y de lo que es hoy la
Unión Americana; un romántico, atrevido y simpático caba-
llero, Juan Ponce do León, había, en busca de oro y acaso liií
la fuente encantada de la juventud, atravesado las risueñas
campiñas y los bosques frondosos déla Florida; un capitán,
Hernán Cortés, el más arrojado y audaz quizá de cuantos liañ
llevado armas sobre su persona, había establecido en Méjici-*
el absoluto sefiorío de las banderas de Castilla; Pedro de Al*
varado en Centro América, D. Gonzalo Jiménez de Quesada
en el nuevo Reino, Ordaz, Cedeño y Felipe do Utén en Vene
zuela, D, Gonzalo Pizarro en el Ecuador, su hermano Ü.
Francisco en el Perú, el portugués DíazCabral en el Brasil.
SoJís en Buenos Aires y el general I). Pedro de Valdivia m
Chile, habían todos, en los países respectivos, cnarbolsí^^
triunfante el estandarte de la Cruz, reemplazado los fetiche
con el libro de los Evangelios, y puesto sobre los arcos y llt
flechas, las mazas y el veneno de los indios, el filo cortante é
la espada, cuando los secretos naturales de la sección arn r
cana que vamo;^ historiando, eran apenas sospechados por ri
invasor. Prosigamos, pues, y estudiemos las operaciones H
nuevo jefe que hemos presentado, sobre el agi^esíe v il ir
teatro do esta olvidada aunque interesante guerra.
Considerando Robledo cumplida esta parte de su nn
y dando por totalmente pacificada la tierra, determinó aat
biar íte rumbo, volvió caras, y andando al sur por la fr.' " ''
la c(»rdillera entre las cumbres heladas y el Cauca, ♦'•'
plorar la fértil y espaciosa provincia de Quimbaya, -
vincia se extendía desde el lugar en que está hoy Manixali^
el norte, hasta Cartago hacia el sur, y desde las ardió
riberas del gran río por el occidente, hasta las nevadas €i
— 629 —
ciel Ruiz y de Santa Isabel por el levante. Territorio llano
en parte, quebrado y lleno de dobleces hacia la montaña,
cubierto de bosque espeso y de selvas enmarañadas, Heno
de giiaduales tan robustos como no se habían visto en
ninguna otra parte de América^ tal era el circuito de Quini-
baya.
Fuera de todo esto, la comarca se presentaba de muy difícil
tránsito, por los tupidos cañaverales, zarzas, juncias, espada-
ñas y malezas de toda clase que tapizaban y aun entapizan
en parte la superíicie del suelo. Esta última circunstancia
disgustó en grado supremo á Robledo y á sus compañeros,
HDuienes vacilaban en la empresa de examinarla provincia con
^^etención; pero por no dejar materia dudosa en el asunto y
por no guiarse en razón de simples apariencias, resolvió el
capitán mandar á Suer de Nava con algunos infantes y caba-
llos á recorrer el céntimo del país, mientras él con el resto
estudiaba parte del norte. Los pobladores de Quimbaya eran
dados al ocio, á la crápula y á todo linaje de placeres, y por
eso afeminados y coljardes. El cacique Tucurrubí se presentó
de paz y regaló al General un gran vaso de oro primorosa-
mente labrado, mientras que Suer de Nava con los suyos,
yendo hasta la frontera, recogió cuantiosas sumas de oro, que
. se apropió para ser consecuente con el sistema de la época, y
regresó con halagadoras noticias sobre la riqueza y bondad
del territorio.
Penetrado el ( 'omandante en jefe de las favorables cali-
dades de la localidad, determinó fundar, como en efecto
fundó, una ciudad en las cercanías del río Otún, en este
mismo año de 1540, á la cual dio por nombre Cartago; no en
conmemoración de la fundada sobre la costa africana, sino
para consagrar el nombre de sus primeros fundadores, cuya
mayor parte se apellidaban cartagineses, por haber salido
desde Cartagena con Badiilo y con BernaL
La parte baja de la provincia á que aludimos es húmeda,
ida y malsana, por estar inmediata al Cauca; pero taparte
alta y la intermedia que ladea la cordillera central, gozaron
— 630 —
desde entonces y disfrutan hoy la merecida reputacióñae ser
de las más salutíferas de América.
Cuando los aconteeiniientos que acabamos do narrar
se cumplían, D. Lorenzo de Aldana había partido ya de la
Gobernación de Popayán, sin haber ejecutado cosas digua^í
de noticiarse cJi este trabajo. Por la misma ocasión em-
pezó á susurrarse^ y era cierto, eatru las tropas fundado-
ras de Cartago, la noticia de liaber llegado á Cali, investido
con el título de Gobernador, D. Pascual de Andagoya, aooti-
tecimiento que levantó en el ánimo de Robledo la idea de ir m
su busca, dejando vn la nueva fundación, en calidad de
teniente, á Suer de Nava, con la mitad de la gente para
guardarla-
Ea las operaciones practicadas hasta entonces, el capiláo
conquistador obedeció las órdenes directas de Aldaua, y üo
de Belalcázar, por manera que no se disgustó cuando supo que
era otro el gobernador. Trasladado pues á Cali , conferciicw
con Andagoya, tuvo la debilidad de reconocerlo como gober-
nador legítimo, que no lo era, le liizo el delicado regalo de
cuatro mil castellanos de oro, de los que tan injusta y violeü-
taniente había despojado a los indios, y, para íin de desgra-
ciadas cuentas, aceptó respetuosamente las órdenes y maxi*
datos de su nuevo superior, para los negociados ulteriores.
No estamos autorizados pai^a anticipar como \*áli4}o
ningún lacclio que tienda á probar que líobledo, en calidad de
subalterno, tuviese contra Belalcáziu* algún motivo de quejí
personal, ni nos creemos tampoco competentes para decidirá
había ó no entre ellos un recíproco sentimiento de anUpaUa;
pero es evidente que el capitán, siguiendo primero la volunUd
de Aldana, y rindiendo más tarde con solícito afán *
gibado de sujeción á las disposiciones de iVndagoya, y liurtuuai^
en cierto mudo el cuerpo a la potestad de Belalcázar, daba i
entender claramente que no era muy de su agrado seguir
obrando bajo la tutela de su antiguo jefe. Por lo que
fatalmente seguirá luego, compiu^ado con la notoria »
quivez de nuestro Conquistador, nos inclinamos á pensar qiK
t;
es verdadero aquello de que los acontecimientos proyectan su
sombra, y si á esto se agrega que el carácter del hombre era
de suyo versátil y movible, se tendrá explicación satisfactoria
de sus vacilaciones y conflictos, presto que con tanta ansia
buscaba un jeíe extraño á quien someter su voluntad. Tal vez
comenzaba por este tiempo á experimentar el iiinujo de las
exigencias de su ambición, y tal vez principiaba á desenvr»lver
el programa, enteramente personal, de poder mandar sin
sujeción á otro, fundándose en que tiMiía Ijase para ello con
lus indisputables y útiles servicios á la Corona, una vez que
II menos habían logrado más otros de sus compatriotas
aventureros.
Ea runiplimiento de las recientes instrucciones recibidas,
regresó con su gente á Cartago, con áuhno do adelantai*
en sus conquistas y descubrimientos. Como primera
providencia, hizo partir al capitán Alvaro de Mendoza con
orden de que trasmontase la cordillera nevada del líuiz,
desde cuyas alturas vio el explorador varios caminos que se
dirigían á Neiva y ¿Mariquita, y algunas poblaciones queso
dilataban por sus vertientes orientales. Por falta de medios,
resolvió contramarchar á Cartago, en donde Robledo se pre-
paraba para hacer el repartimiento entre sus compañeros, de
lo descubierto y conquistado hasta entonces.
Para alterar sus planes y arrojar en su espíritu un ele-
rncnto más de desorden y perturbación, quiso su mala suerte
que cuando así iban las cosas para él y para bus proyectos,
apareciese de repente, vuelto de la Península y provisto del
doble título de Adelantado y tiobernador de Popayán, D. Se-
bastián de Belalcázar, quien cf»menzaba á pesar sobre sus
destinos de una manera terrible.
Apoderóse el recién llegado, con la pericia que le era
habitual, de la persona de Andagoya, hizo pocx) caso de ella,
y quedó Robledo sujeto por este hecho á la vara de hierro de
su competidor- Lo más extraño de todo esto y lo que menos-
caba la índole de nuestro capitán, afea su conducta y amengua
u mérito, es que para sahr de apuros pretendiu engañar á
L
■w^
Xf'
Belalcázar, yéndose á Anserma y escribiéndole desde
una carta , indigna por su adulación y bajeza, en que
decía : « Que lo reconocía por Gobernador, que no so dejs
creer de los informes de sus émulos y enemigos, y
esperase, pues con el tiempo le daría pruebas de adhesióixj
fidelidad. »
Escrita la carta á que nos referimos, repasó prontamec
el Cauca por el paso delrra en seguimiento desús campaña
y obró con tal celeridad y alropellamiento que desde entone
comenzó á decirse que iba alzado*
Este último paso del río lo ejecutó con 50 infantes y '
caballos. Dirigióse luego á IMcara, donde al mismo tiemj
que cobr/» de los indios los tril>utos que estos tenían
depósito para los encomenderos españoles, se propuso espe-
rar la respuesta de Belalcázar á la carta que con Pedro de
Ayala le había remitido á Cali ó á Popayán. Como dicha res-
puesta se hiciese esperar demasiado, se trasladó a Pacora, y
despachó como mensajeros al capitán Vallejo y á Alonso de
Villacreces, á fin de conocer las últimas intenciones del suj
rior y pedir órdenes.
Estando en Pacora» dispuso que un cabo con 40 soldada
fuese á explorar terreno atrevesando la cordillera central
busca del ponderado valle de Aití, cuya vaga existencia
era revelada y ponderada diariamente por los indígena
El cabo y los soldados, después de hal)er pasado alf
montañas, volvieron hablando de un pueblo que habían 80f-
prendido y tomado en una madrugada, y diciendo que después
liabían sido airgados por numerosas falanges de indios fieros
y bien armados. Volvían en derrota.
Ea estos entreactos recibió Robledo favorable caotos»
tación de Belalcázar, en que le prometía recursos de
víveres y gente para la continuación de sus importanti
trabajos. Este buen resultado era obtenido por la iiltii
misión de Vallejo y de Villacreces, y operaba un cambio ^l
dable en la situación respectiva de los dos antagonistas, porqii?
si el uno vacilaba y estaba perplejo en cuanto á lo porvenir,
— 633 —
^C/e
el otro recelaba, y con fundamento, de la lealtad de su
teniente.
Como consecuencia de lo dicho, nuestro Conquistador
serenó su alterado espíritu, y, arrojado siempre y perseve-
rante, emprendió viaje por segunda vez á la provincia de
Arma, cuyos habitantes, acosados por el terror, estaban
remontados.
Desde la primera venida de los blancos á esta parte
del Estado anUoqueño, era cosa valida entre los indios,
que el Ijote de una lanza española atrevesaba un hombre de
parle a parte, y que el tajo de una espada lo dividía en dos
con extrema facilidad. Por otro lado, la aplicación de los
sabuesos ó perros de presa á esta clase de batallas, era justa-
mente temida, porque fuese por educación especial, ó por un
instinto terrible de sangre y carnicería, estos animales iban
derecho con dos ó tres mordiscos a lo más profundo de las
entrañas de las víctimas y las devoraban rápida y cruelmente.
Así fué que al reaparecimiento de los aventureros, sólo dos
caciques se presentaron de paz : el uno viejo, venerable, de
blanca y espesa barba; el otro joven, teñido con achiote,
moreno, ágil y de buena disposición personal. El primero
regaló á Robledo una olla de oro ; el último, varias joyas del
mismo metaL
Antes de seguir adelante en el estudio y examen de las
operaciones militares que venimos relatando, será bueno
advertir, para que nada quede confuso en nuestra tarea, que
durante la primera expedición al país de los armados, el
Comendador Hernán Rodríguez de Sousa, al regreso de los
dominios de Maitamac, fué enviado por el General como
cabo de una incursión a lo largo de la ribera derecha del
Cauca. Esta correría dio por resultado que Sousa llegase el
día de la Purificación á un pueblo situado cerca de la desem-
bocadura del río Arma, sitio que bautizó con el nombre de
Pueblo de la Pascua. De allí pasó á otro lugar, un poco más
abajO; al cual llamó Puebl oblan C0| y de éste á Siniíana. Ete
Sinifaná siguió al Pueblo de las Peras y al de los Pobres, que
634
creyó por entonces demoraba frente á Buritícá, autiqne
así no fue^o. De los Pobres coütraniarchó, por no hallar cosa
que lo halagara, y se incorporó de nuevo al ejercito que
esperaba en Arma para seguir á Quinibaya, como ya
hemos historiado.
El capitán Robledo, después de su entrevista con los dm
caciques, resolvió seguir el derrotero señalado por su
Maestre de campo, y se trasladó al Pueblo de la Pascua, que
no era, como algunos historiadores aseguran, el -íVmaga de
ahora, sino una población situada como lo liemos dicho* y
que desapareció en seguida, como desaparecieron la mayor
parte de las existentes en aquella época.
De la Pascua siguieron los aventureros á Puebloblaiioi)
ó Poblanco, cuyos vecinos, algún tanto revueltos y empoñailos
en guerras intestinas, tuvieron necesidad de sosegar con I
buenos oíicios y acc^rtada política del jefe- De Poblanco and
vieron hasta Sinifaná, en donde tuvieron necesidad igu:
mente de aquietar los naturales que estaban en guerra, y
donde se apoderaron de un poco de oro y de unos uuan
prisioneros. De Sinifana mandó el caudillo á Juan de Fratl
con varios compañeros, para que examinase la parte 1;
correspondiente al Cauca por los ladus de Cerrobravo, el
llóUi Cerro de Tusa, La Candela y Titiribí. Fradee hallo algí
indios y regresó al aimpo con algunos prisiuneros. Lo rae;
de su expedición se redujo a recoger rico botín de ;i'
que hizo conducir al cuartel general, y que les vino a muivu ni i
pues con él tuvieron para reponer los escaulpiles, arinndu
defensiva de que estaban bien necesitados.
Desde Sinifana se movió el pelotón para el Pueblo de
Peras, que nos figuramos haber sido llamado así por lo que
hemos dicho en la parte segunda de este libro, A ceto
sazón, D. Alonso de Mendoza, excelente oficiíU, hah¿i si8o
nombrado alférez general del ejército, y recibido la orden
entenderse c(3n los indios. En una excursión que htxo
encontró con 4,000 de ellos cargados de ollas, cordeli*^
pedernales. Según le dijeron, los cordeles eran para
^1
á ios españoles, los pedernales para despedazarlos y sacarles
las entrañas, y las ollas para cocerlos y comérselos luego :
evidente prueba de la salvaje inocencia de aquellos desventu-
rados.
El General en jefe, consecuente con su programa de
suavidad» que á veces practicaba de veras, atrajo á los indios
con dádivas y caricias, y mantuvo siempre en buen pie el
curso de sus conquistas y descubrimientos, cosa que por
cierto no lo libru en ocasiones de amargas críticas lanza-
das contra él por algunos envidiosos, quienes atribuían la
temeridad y arrojo de pretender someter con tan corto
puñado de españoles, tantas y tan bárbaras tribus, a su
iniponderable y ciega ambición de raandu.
Del Pueblo de las Peras, y andando constantemente
al norte, dieron con otro, cuyos moradores se abroquelaron
para su defensa personal en lo más eminente de un alto
peñasco. Juan de Frades fué enviado contra ellos; y después
de corta resistencia se rindieron, temerosos más bien
del asi)ecto do los europeos que del vigor del ataque. Un
bárbaro les regaló una bien tejida y curiosa corona de paja.
Encontraron además algunos depósitos de sal en aquel
caserío* A pesar de esto, suponemos que no estaban todavía
en la salina de Guaca sino en la de I^ueblito; porque algo
más tarde se bará mención de olra localidad que presentará
grado mayor de analogía con la rica salina de que hoy se
provee gran parte del Estado.
Colocado el observador en el vallecito de Amaga, percibe
fácilmente la ondulación de la cordillera, que, por rebajar
notablemente su altura, presta libre y sencillo tránsito por la
Paja y Malpaso, hasta la linda y reducida explanada de Caldas,
pai*a continuar luego á lo largo del MedeOín y descender
á la antigua planicie de Aburra. Igual < -osa podrá suceder á
la persona colocada en Pueblito ó en íleüconia, observando el
primero, línea recta para salir al declive de la Estrella, y el
2gundo, sendero propio para trasmontar la cordillera, y por
iuebradalarga y Doña María llegar hasta Itagüí. Estas consi-
— 630 —
deraciones nos impiden trazar aíirmalivamento la línea
rrida por los conquistadores, desde el punto en que los hemí
dejado liasta su aparición deiinitiva en el valle de Medellíj
pero es verdad que dicha línea no pudo ser otra que una de
tres asignadas, y con más probabilidad la primera de e!
es decir, la que conduce á Caldas.
Antes de moverse del último sitio en que abandouann
la corta división española, para hacer nuestra digresión pi
cedente, llamó el capitán Robledo á Jerónimo Luis Téjelo,
le encomendó que con algunos hombres de pelea traspasa
la montaña en busca de nuevas poblaciones. Téjelo, en cum-
plimiento de su deber, emprendió la obra, y á la prima áéjM
alba dio con un pueblo lleno de hombres bastante belicosos, ^
armados de arcos, dardos, hondas y macanas, que le dieron
batalla, obligándolo á retirarse y á recatarse un poco. Ei lu-
gar nuevamente hallado estaba en la cabecera ó Hunco de un
valle que debió sorprender á los caminantes por su pintoresca
belleza, por lo poética de su perspectiva, por la l>enigna y casi
sensual gradación de su temperatura, por la pureza de sM
aguas, la blandura de su atmóstera, la profusa riqueza de
vegetación, el armonioso concierto de sus aves, la multitu
do sus cuadrúpedos y la pródiga variedad de sus árboles
frutos. Hombres que después de mucho tiempo andaban como
sepultados en las combas y dobleces de un país tan abrupl
como el interior de Antioquia, debieron de sentir una ineía-
ble impresión de placer, un bienestar perfecto y un proft)';^
regocijo, al contemplar desde los planos inclinados del úli
circuito, una suave y deliciosa llanura que se extendía por i
tro míriámetros de longitud y por cinco kilómetros de anchar
cubierta por un bosque secular y soberbio, recorrida por
manso y cristalino río, esmaltada a trechos por algunas hl
mikies sementeras, cruzada por torrentes, fertilizada
arroyos, hermoseada por tres ó cuatro colinas salientes,
algunas abras amenas y espaciosas, y por un paisaje
delicado y rico aun mismo tiempo, que naturalmente la vería
romo jardín lleno do todas las magnificencias amerlcandí-
- 637 -
i
Tojelo, hecho que hubo su precioso hallazgo, dio cuenta
de lo acaecido al caudillo de la euipresa, quicen acudió pursu-
nalmente y con prontitud al socorro que se le pedía. Muclios,
la mayor parte de los naturales, cayeron en pánico tal, sor-
prendidos por tan inesperada visita» que tuvieron á bien ahor-
carse con sus propias mantas, movidos por el sentimiento de
terror que la presencia de los advenedizos les inspiraba. Este
valle, que los indios llamaban de Aburra, fué bautizado por
los españoles con el devoto nombre de San Bartolomé. Hoy
se llama de Medellín.
Estando en San Bartolomé, continuaron las investigacio-
nes para buscar el valle de Arví; y fueron comisionados en
varias direcciones, que regresaron al campo sin noticias satis-
factorias. Estas últimas pesquisiciones se hicieron por los la-
dos del Retiro, Rionegro, Marinilla y Guarne.
De Aburráempreíidió el comandante Robledo la penosa ta-
rea de repasar la cordillera, y en la faena dio con otro pue-
blo en donde había pilones de sal que igualaban cada uno la
altura de un luimbre. Este Pueblo de la Sal existió sin duda
alguna en el sitio ocupatlo actualmente por Ileliconia» lugar
en que se elabora con grande abundancia este artículo tan
benéfico para la organización humana, que á él se atribuye
con razón en el Estado de Antioquia, la falta de coto y otras
enfermedades degradantes para el hombre.
Poco después de haber estado en el Pueblo de la Sal, des-
cubrieron otro hacia el noroeste, abastecido de telas de algo-
dón bien tejidas y con dibujos de colores perfectamente es-
tampados. Con estos tejidos fabricaron ropa de vestir para la
tropa; y del cacique que allí había recibieron noticia de la
existencia de otros lugares en que, según la expresión hiper-
bólica del indio, había tantos habitantes como hojas en los
árboles.
En indagación deesas nuevas poblaciones, destacó eldi«
rector general de las operaciones militares, en comisión, al va-
leroso y sufrido capitán Vallejo, quien después de combatir
las penalidades de ocho días de jornada por un país excesiva-
i
— 638 -
monte frío, dio de frente con imo de esos violentos ranc
que con el nombre de ríos corren encajonados, terribles
sin rienda por las rocas hendidas de los Andes.
En todo este trayecto, que creemos estaría por donde
tan los puntos denominados Gallinazo, Ovejas y San Pedro, no
halló el capitán Vallejo, en los primeros días, ni sombra de
humano viviente.
Con la temeridad característica de los hombres de lai
época, intentó el oíicial encargado de la comisión pasar coí
su escolta el río á que aludimos y seguir adelante- El paso
verificó por un puente natural formado por el tronco de un
árbol casualmente caído, y que descansaba sobre un peBí
que servía como de estribo en la mitad de las aguas.
resto, hasta la orilla opuesta, estaba constituido por ui
grueso rollo de bejucos aglomerados por la influencia de
tiempo. Hubo precisión, por la imposibilidad que ofrecíai
este vehículo de trasporte, de abandonar temporalmente k
caballos, de los cuales dos ó tres se habían ya derrumbado,!
Creemos que se habla de Ríogrande.
Dejando atrás este río, y en las condiciones referidíiSt.]
avanzaron algo más, hasta dar vista, desde lo alto de unaco*i
lina, á un valle cubierto de numerosos caseríos; y vistos por
los naturales, trataron, aunque tan fatigados y escasos en nü.4
mero, de resistir el ataque de que eran amenazados, y qi
so anunciaba con las bélicas tocatas y la confusa gritería qttd
estilaban aquellos bárbaros antes de entrar en combate. Le
castellanos, no pudiendo detener el empuje do los salvajes,
tocaron retirada, y por temor de ser cortados antes de llcg
al puente, aligeraron el paso, sin poder impedir que uno de
los compañeros quedase atrasado y no alcanzara k tomar
cho puente antes que los indios, Juan de Torres, soldado at
daz, pretendió salvar al infeliz metido entre la turbamulta
los americanos ; pero no tuvo por recompensa do su» e8iyer
zos sino la muerte, pues se despeñó por imo de los barraitc
del río, mientras que su protegido hurló el cuerpo & \obm
niigos, se escondió en una cueva, y dejándose rodar desptsétl
— G3Í) —
por aquellas breñas y matorrales^ se mantuvo, dice el croniata,
con una de las pezuñas de los caballos despeñados, y apareció
algunos días más tarde en el cuartel general de sus amigos,
no sin grande admiración de ellos, porque, como lo reputaban
ya muerto, consideraron el asunto como cosa de milagro.
La carga de los indios fué en aquella ocasión tenaz ;
hirieron á muchos cristianos, y los pusieron en tal aprieto,
que no habiendo sacerdote se confesaban los unos con los
otros •
Apurado el oficial Vallejo por la dureza de su situación,
creyó bien dar cuenta de ella y pedir auxilio de víveres y de
algunos negros, lo que efectivamentü recibió después de pocos.
días.
En el intervalo de esta detención causada por tantos
obstáculos, enfermaron gravemente los heridos y murieron
algunos, por el sufragio de cuyas almas, el capitán Robledo,
siguiendo las piadosas prácticas de aquella edad, mandó cele-
brar misas, dando ejemplo de ser, á la par que valeroso sol-
dado, devoto y apasionado ci^eyenle.
Los subalternos y los soldados quedaron escarmentados
con el mal éxito de esta última campaña; pero el brioso cau-
€Íillo que los dirigía, muy lejos de dar entrada en su altivo
pecho á un sentimiento vil de cobarde debilidad, los reunió y
los invitó nuevamente á continuar con arrojo y audacia en
demanda del ponderado valle de Arví, apetccidij Eldorado
para ese corto grupo de aventureros. Sea que la elocuencia
del capitán Robledo no fuese muy conmovedora, ó sea que el
desaliento de los suyos hubiera crecido en grado supremo y
eminente, lo cierto fué que al fin alcanzó poco de ellos; porque
denegándose á excursiones parciales» se convino en que segui-
rían en ia empresvi intentada por Vallejo, tan sólo por un
corto número de días, al calx» de los cuales, si los obstáculos
fn insuperables y el proyecto muy difícü de ejecutar, el
*mo comandante se encargaría de mostrarles nuevo rumbo
ueva dirección.
Consecuente con esto, ordenó Robledo al alférez general
~ 640 -
Alvaro de Mendoza^ que intentase por scj^unda vez la prec
dente exploración. El solo resultado de ella fué el hallar.,
los tres ó cuatro días de marcha algunos caseríos de natural
con plantaciones de maíz y algunas matas de albahaca un
poco distinta de la europea, la primera conocida por españc
en Antioquia.
Desesperados de poder encararse con la buena fortuna |
aquel lado, decidieron esguazar por segunda vez el Cauca, y
pasar por su ribera izquierda ü occidental, hazaña que logra-
ron ejecutar en ocho días de faena constante, por ser escasos
los indios nadadores, manejándose para ello de la mk
manera y en igual modo que lo habían hecho para el paso i
Irra, Esta navegación del río se hizo, si no interpretar
mal la relación histórica, enfrente de lo que llamamos hoy|
Loma do San Mateo, en cuyos contorno squcdaba el vallecitoj
pueblo de Cururaé, al cual no arribaron los amhulant
guerreros sino después de haber pretendido en vano avaí
para el norte por la margen izquierda del Cauca, embaraz
en aquella cpoca por bosques impenetrables llenos de insecto
serpicníes, reptiles ponzoñosos de diversas clases, procipicitn
abismos y horrendos despeñaderos. Dos de los caballos per-
dieron el suelo que pisaban y, rodando por los barrancos, pei^
cieron.
Los curumés defendieron con bizarría su territorio; y
como ya sabemos que estos no eran los iirimcros blano»
que veían, pues Badil lo los había visitado antes, se coai'
prendera que habían pasado de ese primer grado de miedo su-
persticioso infumlido por el aspecto exterior de los extranjeros»
causa primera de sus congojas y derrotas.
Valióse Robledo de la victoria obtenida para hacerles una
predicación moral y religiosa sobre los principios y dogmas
de la doctrina cristiana, homilía muy piadosa y caritativa
duda, pero que los barbaros no entendieron* Hecho esto,
cenció todos sus prisioneros, quienes se remontaron inmc
tamentc prometiendo volver, mas no lo hicieron.
Ya hemos visto, por varios ejemplos, la felÍE mae.Htrf"
MI
tenacidad incomparable, el valor inaudito y el sufrimiento
sereno y prodigioso con que estos homl)res vencían todos los
obstáculos de una alternativa angustiosa y salían airosos de
tan ingentes diücultades.
Aquí llegamos á un acontecimiento cuyos pormenores la
historia patria deberá registrar siempre con admiración. Es-
tando, como llevamos dicho, en Curumé (Anzá probablemen*
te), los caballos despeados y sin herraduras, para procurarse
el auxilio indispensable de su servicio, y ponerse en aptitud
de marchar adelante, resolvieron construir una fragua y for-
jar en ella herraduras para calzar sus corceles, aunque para
ello no contasen con elementos propios. Con el cuero de algu-
nos viejos borceguíes, cosido por pedazos, con algunas tablitas
de madera que servían como asientos en las chozas de los indí-
genas, y ayudados de su ingenio, hicieron los fuelles; con una
olla de cobre formaron, arrollándola un poco, el tubo sopla-
dor; el ayunque, con una pala de hierro puesta sobre el tronco
de un árb!)l; y de estribos rotos, restos de espuelas, fragmen-
tos de cuchillos, trozos de espadas, guarniciones, clavos, cha-
pas de armas etc., etc., forjaron las herraduras. El aparato
que debía servir para el intento, así remendado y hecho á la
diabla, no daba garantías de funcionar bien ; pero merced á
los esfuerzos de todos y á la oportuna cooperación de dos sol-
dados, de los cuales el uno había visto algo del oficio, y el otro
había trabajado coíuo oficial de cerrajero, salieron felizmente
"en su proyecto, ali\1aron sus bestias y se rehabilitaron para
Heguir batallando.
H Dejó el comandante en Curumé á D. Alvaro de Mendoza,
^y él, con la rnayor parte de su microscópico ejército, tomó
' derrotero hacía el norte, en indagación del valle de Evéjico ó
Noixí, donde llegó al segundo día* Halló todas las poblacio-
nes, que eran muchas, abandonadas por los naturales, ariscos
sin duda, porque sabían desgraciadamente muy bien cuánto
era el peso de un brazo español, cuánta la pujanza de un caba-
llo, cuál el diente agudo de un perro, cual la velocidad mortí-
ira de una bala, cuál la punta aguda de una lanza y cuál el
— 642 —
filo cortante de una espada, A pesar de los halagos del astuto
capitán, un solo indio se le presentó al principio, bien que
después llegasen algunos otros con apariencia mas tranquila,
indicándole que podía seguir adelante, en donde le tenían pre*
parada copiosa eantidad de víveres. El jefe, cauteloso y preve-
nido para no dejarse sorprender por ésta que él consideraba
artería mañosa de los indios, anduvo recíitado ha^ta la entratU
del valle, en donde halló numerosas poblaciones y como 4.O00
guerreros enemigos que le presentaban batalla^ fuera deotnjs
muchos, que, subidos en his alturas circunvecinas, ensonle*
cían el campo con gritos, alariilos y fanfarronadas, al misiQd
tiempo que con sus gesticulaciones y piruot;is parocían mo-
farse de los españoles y hacerles fieros. Pai'ece que esta lua-
ñera de guerrear, genial y característica entre los indios, «
ha venido trasmitiendo como por tradición y herencia hai^b
nuestros días.
Fieles los europeos al sistema de blandura t|iie paiv
habían propuesto en ocasiones, ofrecieron la paz a los u
rales por medio de sus intérpretes; ma,s viendo el Gef
que se mostraban rehacios á toda insinuación de acón»
dispuso que F*edro de Barrios, montado en un caballn en/r-
zado con un pretal lleno de cascabeles y con un alano de nstk
avanzase ruidosamente por el medio de acpiellos escuadi
Esta simple maniobra fué suficiente para ei»pantar á hi
parte de los contrarios; y los que quedaron hujer
despavoridos, porque uno de los más osailos de enliv rí'
fué atacado fuertemente por el perro, degollado y cu i
en pedazos en un abrir y cerrar de ojos. Esta visto, !
más fácil y sencilla de la conquista de América con-
dar batallas.
No por lo diclio desistió Robledo de halagarlos oou
y á fin de conseguir su asentimiento, mandó st-
huellas de los fugitivos á Pedro de Matamoros, quien W*
ido hasta lo más alto de una eminencia vecina, relroo
campo, dejando plantada en ella una gran cruz de iiuifcf'
De Arví, dicen las historias, pasaron á olru vaJlt,;
1^
— Í1Í3 —
volvioron, imitando siempre á los indios, que se mostra-
a en actitud belicosa, á que se sometieran de una vez al
jiminio del rey de las Españas, á lo cual ellos contestaban
psüílca aunque candidamente» que su rey no había cons-
llido aquel las casas, ni plantado sus sementeras, y que el me-
r partido que ellos proponían era que ios invasores so resti-
lyeran á su patria. Quitaron también por la noche la cruz
ilocada en la loma, asimto gra^'e para los expedicionarios,
les provocó su cólera fanática y produjo una recrudescencia
kodio en contra de acjuellüs infelices, que terminó por obligar-
I á que volvieran á colocar en supuesto el símbolo de la fe.
Después de mil vueltas y revueltas, de mil indagaciones y
í diferentes correrías, que mostraron el ansia por descubrir y
espíritu vertiginoso de aml>icióii y codicia que agitaba y
lentaba el pecho de aquellos hombres, determinaron cnde-
aar de nuevo sus pasos al pueblo de Curunié, en donde
ibía ífuedado el alférez Mendoza, a quien se reunieron y á
Uien hallaron acosado por los indios y por el hambre.
Una vez juntos, resolvieron ir á otro pueblo que
|taba en las margenes del Cauca, y cuyos naturales, aunque
erosos^ estuvieron poseídos tle un sentimiento tal de curio-
d, que como los perros que siguen el proyectil que se les
, seguían en alcance la jara desprendida y arrojada por
'azo de los conquistadores. En este pueblo hubo sin em-
o un combate en t{ue los americanos lograron, cosa rara,
V un español,
|:Separaadose nuevamente de Mendoza, siguió Uobledo en
na sobre el vallecito de Penco, sobre Purruto y Guaramí,
ves perdidos hoy, y dando la vuelta con su velocidad
imbrada reapareció en el valle de Evejico. Tuvo allí un
tro tenazmente sostenido por los contrarios, y tanto,
)urado se vio en la necesidad tie buscar abrigo en la
de la Cruz, situada cerca del valle de Norc (1), En esta
i MIS piensan ípio Nuro es el silio llauíado autif^uaínciilo Evéjico» y
-:ia i^ue el venladero Evójíl'ü es el valle en que está hoy la cindad do
Nüs uiclmanius a creer que los primeros tíeiica rA'ion,
1
jornada, la tropa española debió su^
denuedo de los capitanes Vallejo y
su excelente posición de la Cruz, fu
obligada á evacuar el punto durante
yá reunirse, después de veinte días
con Mendoza,
Por una parte, fatigados de t
reconociendo que las condiciones d
bien para la fundación de una ciuda
centro y de sostén á las conquista
hecliüs y á los por hacer, decidieron I J
dación, y para efectuarlo con niejorc
comed idadj se pusieron en obra de r
pa!*a ¿I abasto en los días que debían
preparativos y en los primeros edilicioi
La fundación de Antioquia, voz
decir tierra de oro, y que, setrón otros^.
alterada por el cambio de acento de
sobre el Orontes, se efectuó el año de !•
meros alcaldes el alférez mayor Alvaro d
de Mendoza, su primo, y sus primeros
Vallejo, Juan de Bustos, Francisco de A
Pérez Zambrana.
A pesar de este acto material delat
la declaración de doininio perfecto que t
conq*iistadores, los indios continuaron
dirlos y pacificarlos, mandó el Jefe que
fuese á castigar á los de Peque, y quo Val
con los del pueblo de las Guamas. Elpr
comisión á maravilla, y el segundo, cay
por la noche, tuvo la suerte de que ellos
campo con hachones encendidos de mad
ran con certera dirección los mortífcrc
acabarlos. Ademas del sangriento estn
noche entre los tlesgraciados indios por <
se vio el diente agudo de los sabueso:
ieso^y
~ 646 -
de mi ambición personal y de mis glorias. ?> Esto
decirse el sesudo caudillo al terminar esta primera
sus temerarios trabajos, y al decirlo, debió de fortifi
la idea que desde tiempo atrás parecía venir ocuj
constantemente. Y tan cierta nos parece ser esta ínú
ción, cuanto que inmediatamente después de terminal
operaciones militares, formó decididamente el plan d
darse á la Península. Ya veremos como lo ejecutó*
Decimos que hecha la fundación do Antioquia en 1Í
de la Cruz, su fundador, trayeiido a la memoria el
entero de sus acciones, les halló mérito bastante pai
pararse ventajosamente con Belalcázar y con otros,
compatriotas, y para poder pretender, con sobra do e8p(
que la corte de España le diera en recompensa el
supremo y absoluto do las provincias por él descuh
conquistadas.
Impulsado por este motivo, y empleando siempre
gemas y cautelas propias de su carácter, manifestó
compañeros que intentaba, porque así convenia á Iq
reses de la comunidad, regresar a Cartago para enfá
directamente con el Gobernador, sobre las necesida
auxilios que tenía y exigía la nueva colonia. Era este U
texto muy sagaz y sutil con que quiso ocultarles, y te<
en efecto, su verdadero proyecto de trasladarse á Efirt
propósito de esta insinuación, sus amigos le hicieron obí
que por la escasez de i^ente que había» no podrían corrt
los 3Ü guerreros riue pedía para su escolta, y (¡^
bueno se contentase con 12, y que en vez do (teW
camino andado, siguiera hasta San Sebastián de But^nrt
se trastadara luego al mar del Sur, entrase á CJíF*
puerto de San Buenaventura, y desde allí al lugar df
cia del Adelantado.
Esto cunveiu'a perfectamente á los dedeos deci'
qy ístador : aceptó ; y corriendo el año de 1 542, saliA
con su escolta de IS hombres y tomó una direecióa
Dejando atrás el valle de Nore, el país de Guaca y ft
— C4T —
á una de las cordilleras que se desprenden de la de Aljibe,
y bajando por la falda del poniente sobre aquellos casi impe-
netrables bosques, procuró, en cuanto pudo, guiar su derro-
tero por la trocha recorrida por Badillo, Juan Graciano y
uis Bcrnal. Aunque dicha trocha no fuese todavía muy
ieja, ya la exuberante vegetación de aquellas localidades,
timulada por el calor y la humedad, la había cegado cora-
letamente. A los pocos días se agotaron los víveres, el filo
las espadas y machetes se embotó, y los soldados des-
;Udos y hambrientos ennaquecieron, mientras los indios
e carga, extenuados y sin aliento, no podían conducir los
fardos-
Algunos compañeros propusieron al capitán Robledo
atar los cabellos que llevaban para alimentarse; pero él no
no en esto, siempre previsor, y se contentó con hacer matar
no ó dos que repartió luiicamentc entre los indios para darles
erza, y evitar de esta manera la pérdida del rico botín íjue
nducía. Los europeos, para satisfacer de alguna manera los
"punzantes torcedores del hambre, gustaban todo lo que encon-
trafian al pasOj frutas, tallos y hojas de plantas desconocidas,
poi' h) cyal ocurinó que todos ellos llevaban la boca llagada,
icriclida y en un estado lastimoso por el influjo fatal desustan-
'la^ detersivas, cáusticas y venenosas.
Pasados muchos días, cayeron en una situación aflictiva
^ Consternación y desgracia. A este tiempo dieron con un río
'^'Vogahle en apariencia; mas de un curso desconocido, tanto
»i*íx loa bloiicos como para los indios. Varios propusieron
'*^^*icar balsas para entregarse en ellas, y ala buenade Dios,
^'^ovi miento casual de corrientes ignoradas; pero el adver-
^ Comandante se opuso á este descabellado proyecto, y su
' ^*ón prevaleció como era de razón. Siguiendo por la orilla
^^ti3 ríoj dieron luego con una plantación de maíz en que
*^<^laban las mazorcas maduras, y hallaron también algu-
íTiatas de pimiento ó ají, lo cual fortificó no poco sus
^^llecidos espíritus. Su fortaleza tomó incremento, porque,
^d
^titlo por aquellos campos, los loros, los pericos y los gua-
— 648 -
camayos vinieron á saludarlos con su concierto habitual de
gritos incesantes.
Más adelante encontraron una tropa de indios pescadorei^y
quienes conociendo á Juan de Frades, por haberlo viato en hwK^
anteriores entradas, lo llamaron por su nombre en son de
amistad. Estos indios daban por sola respuesta á las preguntas
reiteradas y á las pesquisiciones de los españoles, « San
Sebastian í>, « San Sebastian », y seiíalaban con la mano para
el occidente. Esta liallazgo fué venturoso y próspero para li
descarriados peregrinos, porque los naturales, con mano
nífica, los proveyeron de frutas, maíz, raíces y pescado,
era cuanto su escasa despensa podía suministrar y
aquellos desfallecidos estómagos podían tolerar,
A las seis ú ocho jomadas que hicieron desde aquel sitio/
llegaron mustios, escuálidos, fiai'apientos y cansados á San
Sebastián de Buenavisla, donde encontraron con alguna gente
á su fundador y gobernador por eatíjnces, D, Alonso óc
Heredia. Pensaban acaso los miserables viajaros, que su pere^
grinación, hecha en tan difíciles condiciones, y su carácter
especial de guerreros y conquistadores cristianos, seriofi
recomendaciones suficientes para ser bien acogidos, bien
tratados y socorridos por sus compatriotas ; pero se equivo-
caron*
Heredia y los suyos vieron de reojo y con desdén á los
recien llegados, trataron pésimamente al capitán, les n^gium
todo auxilio, y por remate de cuenta, los desbalijaron sic
rubor, de todo el oro que llevaban. En estos momenU)t
llegó á San Sebastián, D, Pedro de Heredia, jefe do li
Provincia, y como creyó que trataba con usurpadores,
aprobó todo lo ejecutado por su hermano. Como base pan
sus planes posteriores, alegó que Robledo pretendía recor*
tar su autoridad, metiéndose como lo había hecho á nin-
quistar y fundar ciudades en tierras de su gobernacum
apoyado en esto, lo tuvo reducido á prisión y ordenó que ^
guíese encadenado y encausado con un afrentoso prooeao píu
la F*eninsula.
— 649 —
El viaje para España no causó ciertamente desagratlo á
obledo, porque, como hemos visto, eso entraba en sus
Toyoctos; pero él hubiera querido más bien verificarlo en
perfecta libertad, dueño del oro recogido y bajo otros auspi*
cios. Resignóse sin embargo como paciente que era; some-
tióse al imperio de la fuerza y siguió. Empero, antes de
Placerlo, se entendió con Pedro Cieza de León, y le dio instruc-
ciones especiales para que de San Sebastián pasara á
Panamá, pusiera en conocimiento de aquella respetable Au-
diencia los arbitrarios procedimientos de Ileredia, y nave-
gando después por el Pacííico se trasladase áCali óá Popayan,
y noticiase al Adelantado Belalcázar los malos intentos y abu-
sivas pretensiones del Gobernador de Cartagena. Cieza de
León llenó completamente su encargo, estuvo en Panamá, dio
su informe á la Audiencia, tuvo una entrevista con Belalcázar
y lo instruyó de todo lo ocurrido.
Esta intriga, diestramente urdida por el fundador de
Antioquia, no carecía ni de fuerza ni de alcance. Era una es-
tratagema inteligente y atrevida, con que el preso de los Hore-
dias se vengaba del ultraje recibido, pues al mismo tiempo
que los indisponía con la Audiencia, irritaba y levantaba los
celos y furia del Gobernador de Popayán, tan terrible y tan
justamente temido. Belalcázar y Heredia quedaron por esta
astuta maniobra como dos mastines hambrientos que se dis-
putan una presa. Robledo, al hacer esto, ganó en verdad bien
poco, perdió quizá, porque para ese tiempo ya el Gobernador
de Popayán, penetrando sus fantasías de independencia,
su ilimitada ambición, los motivos que lo conducían á
España y los torcidos manejos que lo guiaban en todo, lo
había declarado desertor, lo había degradado, lo consi-
deraba como traidor, y había mandado un teniente en su
reemplazo.
Dejemos por algún tiempo á D. Jorge líobledo, en tanto
que realiza su viaje á España, intriga en la corte, obtiene el
nombramiento de Mariscal y regresa á América, para tratar
brevemente de los acontecimientos que durante este intervalo
— 650 —
se verificaron en Antioquia, cuya posesi
disputarse dos conquistadores con ardor y
sodio, aunque bárbaro, porque es alusivo
mitosos en que los infelices americanos
meros tormentos causados por la invasión
de interés histórico, y servirá tal vez de hi
partida para explicar la índole y carácter c
posteriores.
Tttrbulencins en Antioqu'm, — Miguel Díaz de Armend^iriz. —
Robledo re(jres;t de España. — Su úlima caíiipaña.—Su trágico
fin, — Belalcázar>
^m Turbulencias en Antioquia. — Mientras Robledo nave-
^■gaba para España dejando como su teniente a Alvaro de
HOMendoza, hizo D. Pedro de Heredia su primera entrada hasta
la nueva fundación, es decir, hasta la ciudad de Antioquia.
SaÜó el IG de marzo de 1542 de San Sebastián, y al llegar
intimó furmalmente al alcalde Pimentel que le entregara el
mando* A esta intimación se denegó el otro alegando dere-
chos legítimos é incuestionables en favor de Belalcázar, de
quien dijo era representante. Ilerodia tuvo en poco las razones
aducidas, resolvió tomar la ciudad por la fuerza, se apoderó
de la persona de Pimentel y aprisionó á los regidores.
El alférez general Alvaro de Mendoza protestó enérgica-
mente en contra de las medidas violentas tomadas por el
gobernador de Cartagena, é inmediatamente después de la
protesta, abandonó el lugar y fué en busca del gobernador
Adelantado, en asocio de varios vecinos. Después de haber an-
dado poco trecho desde Antioquia, encontró Mendoza con el
capitán Juan de Cal}rera, que traía de Belalcázar orden para
prender á líobledo, del cual, tanto por los sucesos anteriores,
como por la relación de Pedro Ciezade León, recelaba mucho,
Cabrera, sin más preámbulos, atacó á Heredia y lo hizo prtsiu-
nero, después de un pequeño encuentro en que hubo varios he-
i_
652 —
ridos. Hecho eso, apoderado do la ciudad, y consideram
el sitio de aquella nueva población era poco adecuado pa
desarrollo posterior, determinó trasladarla al valle lls^
hoy de Evc-jico, bella planicie sobre la ribera izqu
del Tonusco y á poca distancia del Cauca. Esta pobl
recibió poco después el muy noble y muy alto titií
ciudad» con armas y privilegios, por disposición de uní
cédula expedida en el año de 1544. Su florecimiento, at
no muy importante, tuvo lugar desde los primeros años
erección. Sus vecinos poco numerosos, pero nobles y ;
so distinguieron desde el principio por su despejada
ligencia y por su acreditado valor en las guerras del G
Hecha la nueva fundación de Antioquia en el parúM
mencionado, dejó Cabrera por teniente Gobernador de ^
bachiller Francisco Madroñero, y con lleredia preso rea
á Cartago para verse con el Adelantado, quien dispuse
el Gobernador de Cartagena siguiese a Panamá en la m
condición en que iba, es decir, encadenado.
El Gobernador de Popayán personalmente
luego que seria bien hacer una entrada en el territorio
queño, con el tin de someter los naturales, que andaban 1
lándose sin cesar, y que jnoslraban muy pocas disposio
para doblegar mansamente el cuello bajo el yugo de la
nación española. Fué sin duda en esa época cuaní
histórico caudillo de las conquistas del Perú y de Popa
adelantó sus pasos por la ribera izquierda del Cauca !
Cártama y por la derecha hasta Arma. Como no pudiese, á|
de todos sus esfuerzos, reputación, destreza y valentía, d
completamente la fiera altivez de los salvajes, ni veno<
numerosas diücultades que salían al frente de sus proy
emprendió, como base para sus planes futuros, fundar (
territorio de Arma una ciudad, á cuyo intento comisión
capitán Miguel Muñoz, y cuya fundación se efectuó corrí
el año de 1542, El primer establecimiento se hizo en las
canias del río, en un terreno cálido, húmedo y mab
por lo cual tuvo que variarse un paco más tarde, ü<i
— 653 —
miBmo nombre de Santiago de Arma, á un sitio más fresco
y de mejores influencias, pero no tan bueno que le permitiera
prosperar.
El testarudo Ileredia llegó a Panamá, intrigó en la
Audiencia, consiguió su libertad» atravesó el Istmo, llegó á
Cartagena, y deseando vengarse á la mayor brevedad posible
de su petulante y afortunado rival, i*eunió de prisa poco mas
de i ÜO hombres, los equipó, y sin dar treguas ni aguardar
razón, entró por el mismo camino con velocidad de rayo, cayó
Bobre Antioquia, simpatizó con su paisano y amigo Isidro de
'Tapia y se hizo nuevamente señor de la tierra. Tapia, aunque
mbiese querido, no habría podido resistir por falta de
ocursos, ó acaso no intentó hacerlo por simpatías y amistad
le de luengos años profesaba á la persona de su competidor,
}or manera qne más bien que una contienda entre ellos hubo
un acomodo.
Habiendo ganado por segunda vez el dominio de esta
íobernación, quiso Heredia proceder en regía, organizar y
>iiquistar más. Para conseguir lo primero hizo rejjarti-
liento de las tierras y encomiendas entre sus adictos y par-
íales, y para lo segundo, personalmente como jefe de una
)lumna, se encaminó en basca de las juntas de los dos
jrandes ríos Cauca y Magdalena. Bastante más abajo de
kutioquia, frente poco más ó menos al valle de San Andrés,
tenían los indígenas un puente de bejucos al través del Cauca,
)uentc que algunos historiadores llaman Bredunco y otros
íreraico. Por ese puente pasó Heredia, y avanzando terreno se
letió un poco adentro, sinque se sepa á punto fijo hastadónde.
En tanto que esto pasal)a, y en tanto que D, Pedro de
leredia se ocupaba en sus nuevas tareas de explorador, llegó
leticia de lo acaecido en Antioquia, al infatigable y quisquí-
loso Adelantado, Con la rapidez y eficacia que aquel hombre
le geino ponía siempre en la prosecución de sus obras,
lombró para tratar de cortar el mal en su raíz, al bachiller
[adroñcro, hombre de excelentes facultades de espíritu,
atrevido á la par que acompasado en sus procedimientos.
— 654 —
Madroüero llegó en buona liora y mejor sazón a la ciudad (
Saatafé de Anyoquia, pues, coiao llevamos explicad^
Ileredia estaba ocupado en los pormenores de una nt
campaña, de suerte que fué fácil y sencillo al comisionado *
Belalcazar expulsar los pocos hahitantes dc*l lugar, apoder
de 61 y hacer un nuevo repartimiento de tierras y encomienda
como realmente lo ejecutó. A pesar de su buen comport
miento y del acierto coa que desempeñó su encargo,
faltaron hablillas y calumnias, muy comunes y usadas enl
los conquistadores, para iadisponerlo con el Gobernado
Por esto, deseoso de entenderse personalmente con su jc
para darle razones í[ue pusieran en claro su conduc
dispuíso dejar la ciudad á cargo de sus compaaerosy regt
inmediatamente a Cali, operación que le costó la pérdld
de lo ganado; pues Hercdia, volviendo de sus andaiuta
cogió para sí otra vez la ciudad, puso en ella por 6U lü£
teniente al Licenciado Gallegos, un tuerto bastante inquiel^
y viajó para Cartagena, coa el Un de someterse á un imei
juicio de residenciaj que en aquella sazón le esperaba en
capital de su provincia.
Habiendo iMadroñero satisfecho el debfer de entendc
con Belalcazar, é instruido de la nueva ocupación de Anlu
quia por sus enemigos, regresó prontamente sobre ella,
sorpreadió, y apoderándose del teaieate LiiUinciado y otnK
los mandó á Cali en calidad de prisioneros. Gallegos so enrtil
ea el ejército que á las órdenes del Virey Blasco Nul
Vela marchó contra Gonzalo Pizarro desde Popajim,
encontró con la muerte, que recibió en la batallit de II
quito, el fin de sus . desventuras, que habían comen;
por un flechazo que reciliió en un ojo, cerca de Mompox,
coa el cual ganó el calilicativo de tuerto, con que se
apellida habitualmcnte.
Como se ve i>or lo narrado hasta aquí, esta parte de
crónicas sobre nuestra conquista forma como una especie
nudo difícil de soltar y de ser buenamente c^mpi-endido ;
especie de laberinto ó emljroUo de trabajosa explicacióii» '
— 655 —
ue para andar con algún acierto so ncccáita llevar pacieii-
Bínente lija la atencióji sol»re el hilo de los acontecimientos.
¡sta lucha encarnizada de dos conquistadores, es como la
e ladrones descontentos por la mala distribución del botín.
ia resumen : Hercdia entrevé el país y Francisco César lo
ísita á medias; üadillo^ Graciano y Bornal lo reconocen en
lai'te; Robledo lo explora, lo confjuista y íunda ciudades, bajo
% tutela de Aldanay Belalcázar; esto último se cree dueño de
1; Ileredia se lo disputa y lo arrebata á Pimentel y á Mendoza;
labrera lo quita á Ileredia, Ileredia lo quita á Tapias, Madro*
ero lo quita á lle.rodia, éste lo recupera de la gente de
ladroñero; y eso por la última vez, porque Madroñero !o
>ma por la fuerza de manos del Licenciado Gallegos y lo
ODserva hasta una época que deliniremos después.
■ En todas estas disensiones, presididas por cabos y
mientes, no alcanza a distinguir el historiador, en el primer
irniino del cuadro, sino tres figuras conspicuas y sobre^
[ilicntes : Belalcázar, Ileredia y Robledo : todo lo demás es
ccesnrio*
El pleito, pues, queda por ahora reducido á estos tres
im peones, de los cuales el primero goza de las ventajas de
I actuahdad, y pose el territorio, teniendo como tiene un té-
lente a la cabeza de su gobierno. Robledo rueda por las ante-
silas de la Corte, intriga, y volverá bien pronto al campo de
l discusión y del combate.
Todo esto que acabamos de decir puede considerarse
amo ios prolegómenos de un episodio histórico de cai'ác-
>r interesante que va á desenvolverse á nuestra vista. Es
ji asunto de guerra civil entre europeos, quienes sin haber
^jiiado todavía entero y absoluto señorío de la tierra,
krrojan en este suelo desventurado la semilla fatal de discor-
[ias intestinas, semilla que permanecerá oculta ó ignorada,
jerminando lentamente, echando raices para mostrarse en
Bo su vigor tres centurias más tarde. Sí : porque al em-
^nder cete humilde trabajo, hemos sido guiados por una
profunda é inquebr;mtable convicción que nos ha conducido
— 656 —
a pensar que no hay una sola cosa en los preceden t
antiguos de nuestra historia, que no se venga repitiendo
una manera fatal sobre las generaciones actuales. Carácl
individual, índole social, pi^eocupaciones, fanatismo, supec
tición, costumbres, hábitos, usos, virtudes, propensionc
intentos, pasiones, recuerdos^ organización física, todo
ó menos visible, más ó menos vivo, más ó menos feli
traído desde el principio de nuestros progenitores hasta
fecha, ejerce sobre nosotros su influencia dañina
ocasiones y consoladora á veces* Es por eso y porque
creemos que muchos fenómenos de nuestra existencia actual,
que redundan en nuestro perjuicio, no se explican sm
atender al pasado de donde vienen, por lo que hemos que-
rido estimular esta clase de trabajos, que hechos con má^
acierto podrán facilitar la extirpación de tantos males hlj
bidos por herencia.
Dliguel Díaz de Armendariz. — En el año do 15^
llegó a Cartagena D, Migue! Díaz de Armendariz, investidode
los plenos poderes de un juez de residencia. Fuera de las íuo-
clones anexas á su destlnOj era conductor de cédulas itsxlt»
expedidas por el Gobierno español con el laudable fin
mejorar algún tanto la miserable y precaria situación de Id
indios, llevados á la última extremidad por la feroz codiciaj
la cruel conducta de conquistadores y colonos. La raayi
parte de los aventureros empujados de Europa hacia el Nucí
Mundo en los siglos xvi y xvn, se componía de hombrea!
corazón, sin humanidad y sin cristianismo ; algunos de elli
sabían el catecismo católico, pero muy pocos habían leído i
Evangebo, y esta última circunstancia es quizá la causa el
cíente de que después de tanto tiempo, cuando la nacionalid
propia ha venido á solicitar gobierno especial en estos paií
el fanatismo, las preocupaciones, la ignorancia, la falta
hermandad, la negación de todo espíritu de caridad, la car
cia de condiciones íilosólicas y racionales, hayan pres
una muralla insuperable á los esfuerzos hechos para conso-
lidar la líepüblica.
Los indios no eran considerados como seres humanos por
hombres intrusos que alegaban, como causa de señorío, el
derecho del más fuerte* Los trabajos agrícolas forzados, el
lalx>rco de las minaS; la pesca de perlas, el azote, el palo, el
hambre y la desnudez, sin contar la guerra con su innume-
rable séquito de instrumentos de tortura y matanza, amena-
zaban con la pronta destrucción, inevitable y segura, de la
raza indígena. De vez en cuando, sin embargo, de entre esa
turba desapiadada se levantaba alguna voz que pedía justicia
y equidad, y despertaba la acción lejana de un Gubierno á
quien el lujo y la riqueza adquiridos con el descubrimionto de
un mundo, habían sumido ya en una letargía criminal.
El padre Fray Bartolomé de las Casas, espíritu esencial-
mente caritativo, pero un tanto fantástico y apasionado, con-
dolido (le la suerte infeliz de los americanos, llevó sentidas
quejas bástalos pies del trono de Castilla, 8u entusiasmo y su
elocuencia, ó quizá más bien su dignidad apostólica, arranca-
ron algunas concesiones que bien poca dicha procuraron á
s protegidos. A él se debió, en parte, la introducción de los
negros en este Continente, cosa que sin mejorar la condición
e los indios, trajo sobre la raza etiópica un sin número de
icrsecuciones y el destino del martirio. Con buenos fines, sin
uda, y movido por las más santas ideas. Las Casas echó
bre estas tierras los fundamentos de un problema que más
e nos ha llenado de luto y de congoja, tanto por el cáncer
egradantc de la esclavitud, cuanto por las venganzas perso-
aleB que de ello lian tomado origen. No avancemos, sin em-
l>argo, ideas absolutas sobre esta materia, que, más que hija
del error de un hombre, nos ha parecido a veces disposición
providencial. Puede ser que las consecuencias deducidas de tal
^^ausa, sirvan con el tiempo en la grande obra de la perfec-
Iión, y puede ser que con la introducción de los negros en
LinéHca, se haya logrado mezclar la sangre de las delica-
las razas americana y caucásica para fortificarlas un poco y
42
~ C58 —
hacerlas resistir las inlluencias del sol ardiente de los M
picos.
Diferentes personas de distintas jerarquiíis, ya en inf<
mes escritos, ya en libros históricos, ya por la palabra,
marón en favor de los naturales, se hicieron oír en el
Consejo y movieron untante a conmiseracióu el alma de Iw
Reyes.
Fué en cierto modo por esto, por lo que Armendáriz,
cargado de la conducción de las nuevas leyes en que se
limaba tolerancia y suavidad en la manera de tratar á los im
genas, y comisionado igualmente para hacerlas poner
debida ejecución, llegó como Juez de residencia. Empero, oo
bastaba que las cédulas reales existiesen; era preciso que no
ünconlrascn oposición en su acción ejecutiva, y esto fué pre-
cisamente lo que faltó, y lo que dio margen para disturbios y
revueltas que ensangrentaron más de una vez el suelo ame-
ricano.
Armendáriz mandó desde Cartagena las cédulas reaie-^
mencionadas al adelantado D. Sebastián de Belalcazar; ésle
las recibió con desdén, y como quien dice : *« La ley se nb<idcct\
pero no se cumple, w Y obraba en tal sentido, pr»rque auntjue
soldado ordinario y sin educación, superal>undaba en instintoi
de astucia y de cautela, y porque conocía bien que ohraad«>
de otro modo alejaba de sí el viento favorable de la opimén,
contraria á dichas leyes, que tanto necesitaba entónced. Diüi-
mulóíse, pue:i, en esta materia, transigió con las exigencias «k
los colonos, tlejó en quietud las ordenanzas, pr%)i?v-*^''' T
hechura de una petición al Rey para su derogación, y :
y permitió que dos comisionados ad hoc la oonduji;?$en i¡
la sala del Consejo de Indias.
Ocupóse taTnlnén Arnientláriz en Cartagena en resici
ciar á D. Pedro de líeredia, á quien después de un üsUrccJ
juicio mandó preso á España. Este sugeto, 000^^-^"-
siempre con la tenacidad indomable de su carácter, v«
JJ0Ü4) más tarde á la Costa Firme y siguió funcionando co»
Gobernador de Cartagena.
— 659 —
Robledo regresa de España* — Con el Juez de residencia
ino también á nuestras costas, pero no ya como simple ca-
pitán sino con el pomposo título de Mariscal, el Conquis-
tador Jorjíe Robledo* Lle*j:ó haciendo parte de la ccmiitiva de
Arraendáriz y vino acompañado ele su noble y beüa esposa
D* iMaría de Carvajal, mujer de iUistrísima prosapia y des-
cendiente de la noble casa de Jódar, Traía un numeroso sé-
quito de pajes, dueñas y damas, como persona que
contaba con la seguridad de un rico y decoroso estableci-
miento.
Estando todavía en Cartagena, y bastante antes de seguir
para Santa fé de Bogotá, se declaró Armendáriz por sí y ante
sí, apoyándose en sus facultades especiales, (iobernador de
Antioquia; destituyó al Adelantado Belalcázar de todo derecho
á este respecto, y nombró al Mariscal Robledo, á quien por
instrucciones privadas había residenciadf» y declarado ino-
cente, como su teniente general en la nueva gobernación. Se
quiso dar á entender que el Juez de residencia procedía de
esta manera, porque cfuería desembarazarse de Robledo y de
su séquito, que acrecían mucho el gasto de su casa ; mas sea
de esto lo que fuere, parece (jue la conducta seguida estaba
dispuesta do antemano, no tanto por el Gobierno cuanto por
las intluencias de l*)s cortesanos y por las intrigas del mismo
Robledo. Decimos que esto fué hecho por loa palaciegos ami-
gos del Mariscal y por sus propias intrigas, porcjue es cosa
históricamente sabida que el Supremo Consejo de Indias desa-
probó plenamente las providencias de Armendáriz.
En virtud del noínbramiento heclio en su persona, em-
>rendió el Mariscal Robledo, corriendo el año de 1546, su
aje desde Cartagena para Antioquia; pero dispuso antes que
.señora Maríscala, para evitar las penalidades, los peligros y
)ntratierapos de una incursión hecha por San Sebastián, se
rasladase á Panamá, y luego, navegando por el mar del Sur,
mtrase á sus dominios fwr el gran valle del Cauca.
Con setenta compañeros, hombrea de armas muy
líctos á su persona, entró el teniente de Gobernador por
^ 6fiO ~
San Sebastián de Baenavista, siguiendo la senda trillada pe
él y por sus antecesores, hasta llegar á Antioquia^ ciud
que por razones fáciles de comprender, se entregaba siempf
al último pretendiento. Madroñero, que la guardaba repr
sentando los derechos del Adelantado, fué hecho prisionei
por el Mariscal y mandado á Cartagena. También lo fué
esta ocasión el joven y aventajado guerrero Gaspar de Rod¿3
Habiéndose apoderado de Antioquia, y queriendo Cf
prevaleciera su autoridad en todos los pueblos descubierto
y conquistados por él, emprendió viaje para la ciudad
Santiago de Arma, á la cabeza do su escolta^ compuesta de !
tenta hombres. Il)anen su seguimiento como soldados y con
favo r¡ tos j entre otros, el comendador Juan Rodríguez dé
Sousay el capitán AltaniiranOj enemigos jurados yaborr
dores implacables de Üelalcázar, quienes con sus chismes^
inquietaban el ánimo y acaloraban el espíritu del finn
dante*
Su última campaña. — Movido por las intenciones indi-
cadas y animado por los malos consejos de sus camarada
llegó el Mariscal Hoblcilo á la ciudad de Arma, acompañado"'
por algunos buenos, leales y valerosos capitanes. Empeñailu
seriamente en dirimir el asunto de ser 6 no ser gobernador,
y en sacudir la dominación y poderío de Belalcázar, con b
adquisición definitiva de una gobernación en la cual maa*
dase sin sujeción á él, se lanzó de nuevo y con ati*evimiento
en operaciones administrativas y militares.
Formado el plan de resistir á su competidor y de hacerstí
reconocer y respetar por todas partos, principió por «n*
acción violenta. El capitán Soria, alcalde de Arma, de-
sús halagos é insinuaciones. Irritado por esta hostJlíiit>
proaxlió con la fuerza : arrebatóle la vara de justicia quecui>-
sistía en un l)ast('Hi pequeño, símbolo de preeminencia acar
tado y venerado en aijuellos tienipos, la rompió en su presend
y lo redujo á prisión c^n los regidores, Sebastián deAyal
que, como los óticos vecinos de la ciudad, protesto contn
GÜl
b
*
^
IP-
autoridad del Mariscal, queriendo guardar fidelidad al Ade-
lantado, huyó dü la población y sepU80 en camino para Cali,
á dar cuenta de lo acaecido.
Mientras Ayala iba con tal objeto, líobledo, dejando
por su teniente en Arma á D. Alvaro de Mendoza, siguió para
Cartago con el fin do hacerse reconocer en su clase de au-
toridad superior. En Cartago fue recibido cordialmente por
empicados y vecinos, pera sus mandatos no fueron obede-
cidos.
Entre tanto, Belalcázar, sabedor del curso desfavorable
que iban tomando las cosas, llamó á su maestre de campo,
teniente general Francisco Fernández Girón, consultó ct)n él
el asunto, y de acuerdo con su dictamen resolvió abrir ope-
raciones contra el Mariscal.
López Patino, primer magistrado en Cartago, leal y con-'
secuente con Belalcázar, negó resueltamente la validez délos
despachos presentados por el antiguo capitán, y expedidos en
debida forma por Armendáriz en su favor. Como no se le re-
cibiese voluntariamente en Carta^^o, determinó hacer allí lo
que había hecho en Arma : apoderarse del mando por la vio-
lencia. A este acto de arbitrariedad siguió una caliente protesta
del vecindario todo, y lo mismo, punto por punto, tuvo lugar
en Santa Ana de los Caballeros, a donde pasó inmediatamente
después.
A la sazón, Belalcázar, deseoso de conocer el aspecto que
parejaban los negocios y la verdadera situación de los acon-
tecimientos, liabía mandado en comisión para averiguarlo á
los capitanes Maldonado y Miguel Muñoz. Cuando esto hacía,
ya el Mariscal estaba en Anserma, á cuyo punto, no llegaron
los emisarios sino más tarde; y quedó |>or tanto ignorante de
las precauciones tomadas por el Adelantado.
El Mariscal era portador de una carta del Juez de resi-
dencia para Belalcázar, en la que Armendáriz le ordenaba que
no saliese de Cali bajo ningún pretexto, hasta que su causa no
estuviese sentenciada. El fundador de Antioquia, sea por re-
tardar las operaciones de su enemigo, ó sea por cualquiera
otro motivo conveniente á sus intereses, creyó oportunrri
mitir dicha carta a su destino, y lo hizo nombrando ps
conducirla al capitán Gómez Fernández, á Pedro de Vela
y al bachiller Diego Lc^pez. Aunque estos personajes cacor
trasen en el tránsito á los mandados por el Adelantadc
para inquirir el estado de las cosas, siguieron su marclia;
entreG:arnn la carta.
Belalcazar, orirulloso y altanero, que no estaba por
tonces en I)uena disposición de espíritu para reconocer k
para el arbitrarios manejos de Armendái*iz, se impuso de
carta con indiferencia* El consideraba esta orden en contra-
posición flagrante con las que le habían sido dadas anterior
mente por el Oübierno de su patria, y además nc» podía confor
marsc tranquilamente con la idea de permitir cjue uno de si
cabos^ hombre muy inferior á él, á quien estaba acostumbrado i
mandar imperiosamente ya quien había dominado siempre^!
entrometiese con tanto desenfado en tierras de su goberní
ción, ultrajando á las gentes, irrespetando las autoridade
quebrando varas de alcalde, saqueando las cajas reales y
metiendo con necia insubordinación todo linaje de desacate
y torpezas, ¡Entre el aliento de los dos campeones había
buena diferencia!
Así fué que después de haber tenido conncimientn
contenido del escrito, y haberse impuesto do los hecfios
cidosj entró en furia y prorumpió en denuestos y agrias
prensiones contra Gómez Fernández y los demás cobarde
que habían permitido con ánimo impasible las demasías y
menes perpetrados por líobledo. El futurí) gobernailor
Chocó, Gómez Fernánrtez, no tuvo para disculparse otra ce
mejor sino decir al General, que se comprometía con é\ á*
turar y entregarle maniatado á su enemiga ^i (wo-a logren
láncele concedía el mando de 30 hombres.
Pasaba el tiernpo, y como no volviesen Gómez Fernánd
y sus companeros ádar cuenta de su comisión» ?M3biv^sill
un tanto el Marisca! con la idea de que esa tardanza HigtiU
para él nada menos qu(* el intento mostrado por su ant
06;i
nisia de atacarlo de recio y de frente. Parece ser que niiesti'o
héroe ne Jiallaba en esta ocasión acosado coustanteracatc por
dos sentimieatos contrarios : su ambición personal de un
ladO; y (le otro el habitual, antiguo y bien fundado respeto
por un jefe cuyas Iiazañas conocía, y á i[nien apreciaba muy á
su pesar, como uno de los más aventaj¿idos jnllitares de la
Conquista. Este último sentimiento como que tiranizo en
aquella coyuntura el ánimo vacilante del Marisca!; jíues
cediendo á la exigencia de sus premiosas necesidades y de su
ambición, ó, acaso mejor, ala mal aconsejada c<3nducta de sus
compañeros, despojó his cajas reales de Anserma de tres mil
Cíistellanos í[ue contenían, contrariaiido la resistencia del teso-
rero. Mandó al mismo tiempo desde este lugar a D. Diego
Gutiérrez de los Ríos, caballero cordobés, y desde Cartago á
Sebastian de Magaña, con fl lin de signiücar á su contrario
que no era su deseo llegar á un rompimiento; que pretendía
sólo que las órdenes del juez de residencia fuesen obedecidas ;
que se respetase la majestad del Rey, y que en caso adverso
echai'ía sobre él la entera responsabilidad de los males que
por nu verificarlo así so siguiesen. No descuidó, sin embargo,
mandar cuanto antes y bien escoltado para la ciudad de Arma
el üi'o extraído de las cajas reales.
Instruido el Adelantado por la última misiva que recibió,
del objeto (pie se proponía Roliledo, contestó secamente que
nada apetecía mejor que eso, pero que le intimaba nitunda-
niente que saliese de los términos de su Gobernación*
Acosado el Mariscal por sus temores, y convencido ile qutj
el Adelantado marchaba sobro él á paso redoblado, resolvi/i
communicar á Ai*mendáriz noticia exacta sobre el estado
del negocio, pedirle auxilios y retirarse lentamente sobre An-
tioquia, ganando Liempo para i'ecibirlos; pero aunque la opi-
nión general [jennaneciese neutral por entonces, como sucede
on tales ocasiones, esperando á cjue lado sonríe la fortuna
para inclinarse á él, no laltaban a uno y otro caudillo adulado-
res y malquerientes que enardeciendo las sospechas y estimu-
lando su vanidad, pusieran las cosas de mal en peor. Robledo,
— Gí>4 -^
fascinado por sus amijíos, que lo piut-abau fácil y sencilla
victoria, supuesto que toniaíse [josiciones militares adecuad
formó el proyecto de resistir, y como elemento para ello, hai
triste a la verdad, ordenó labrar pica-s de madera para defen-
derse, á falta de armas mejores. En los siguientes días
repetidas veces con la pretensión de observar los moviraient
de su rival, nuien avanzaba siempre tenaz y decidido.
No habiendo c<>nseguidr> nada c^^n la intimación hecl
por medio de los tres comisionados ya dichos, y habiein
trascurrido un tiempo angustioso para él, entró de nuevo
las perplejidades ordinarias que constituían el fondo de
carácter. En consecuencia, mandó nuevos encargados, que
fueron Pedro Vclasco y un tal Avala, proponiendo al Adelantadi
que para zanjar toila diferencia entre ellos unieran en mat
monio los dos hijos del Gobernador de Popayán cotí la herm^
na y la sobrina de I)" María de Carvajal, su esposa, y que así
fjueflarían parientes y amigos. ^É
A esta misión, que revelaba la mas lamentable debilidad™
contestó liclalcazar en términos ambiguos, y dio, sin compro
meterse, algunas esperanzas de avenimiento, y trató con g
ciosos modos á los conductores de la propuestii. A la par
esto ejecutaba, seguía adelante y en tren de campaíia, después
de baber despacliado á los enviados con una carta para Robledo.
carta pérfida y doloi^^a que nu tenía otro lin que el deadormea'r
la vigilancia de su antagonista-
Algunas personas de la comisión del Mariscal, mas avi-
sadas y suspicaces que el resto de sus amigos, le aconsejaron
formalmente que no creyese en las promesas de su contrario,
llenas tle falsía y de doblez ; pero Velasco y Ayala asegura*
ban que el Adelantado procedía de buena fe y con sinceridad en
todo; de sueiie que mientras los primeros le aconsejaban el
recato, la desconfianza y una retirada á Antioqiüa pava re-
cibir auxilios de Armendáriz, los segundos portiaban en l3
idea de que era mejor esperar, entenderse con Belalcázar,y
llevar i\ cabo la negociación propuesta, pues en ella estribab»
la salvación.
grafl
Í)íí5
klinuse nuestro (Conquistador á obrar de acuerdo con
xs opiniones de \'etascü y de Avala ; y para saber á qué atenerse
efinitívanicnte y salir de las'cbürultadcs de su apurada situa-
lón, mandó una nueva embajada compuesta del alférez mayor
4varo de Mendoza, de Ruy Vanegas y de Rodríguez de Sousa,
utorizados plenamente para concluir y ratificar el tratado pro-
ueste, es decir, el asunto matrimonial, A estos tres sugetos
ijo el teniente de Arinendáriz que esperaría en la Loma
e Pozo durante el término de doce días, y que pasado éste
braría discrecionalmente y segiin las circunstancias.
La simple referencia de los het^hos relatados hace com-
render perfectamente la penosa zozobra y creciente desmora-
zaciun que se iban apoderando del espií'itu mortificado del
ifeliz Mariscal.
Los tres enviados mandados en l)usca del general Belal-
ázar, presentaron sus credenciales en la provincia de Garrapa,
.onde encontraron al ilustre caudillo con algún séquito y
►ompa, alojado ya en su tienda de campafia. Ileciljiólos con el
ñas irónico desprecio, burlóse un poco de ellos, hizólos des-
armar» y dio orden al capitán Razan para que los redujera im-
liediatamente a prisión.
SEl Mariscal, mientras esto sucedía, vio con no poco tor-
--ito pasar los doce días convenidos, sin alcanzar noticia
guna ni ver llegará sus comisionados. Hallóse por esto en
obliííación de efectuar una salida exploradora, con el objeto
' averiguar y conocer los movimientos de su adversario.
^tla logró descubrir, y tomando esto por sefial cierta y
Siira de falta de hostilidades contra ól, se restituyó de
Bfvo á su cuartel general de Pozo y se descuidó en la indo-
^*^m y en la inacción.
^Con motivo de la prisión de los mejores capitanes
u rival, pensó Relalcázar, de acuerdo con su maestre de
*^po, Fernández Girón, marchar toda la noche del I*" de
*Ubre sobre Robledo, y caerle por la noche ó al amanecer
En efecto, cuando los últimos rayos del sol poniente alum-
0Ü6 -
braban con su amarilla luz las elevadas cumbi*es de
cordillera occideníal de los Audes antioqueños, el dies
entendido General levantó el canipo, anduvo toda la
sin tregua ni descanso, y logró llegar antes del alba á las
orillas del rio Pozo, que vadeó con sigilo y en silciicio.
posición militar ocupada por el enemigo era casi iaaccesii
y tan escarpada, que los asaltantes tuvieron necesidad j
escalarla trepando por cuerdas atadas á los árboles*
desGUitlado y por entonces inepto Mariscal dormía en aquella
hora suprema, y acaso hubiera sido sorprendido en tal esUidu,
si la voz de alarma del soldado Vesga, que hacia la cenlin
no lo hulnose despertado. Desgraciadamente para Itohl
cuando Vesga dio el primer grito, ya la gente del Adelant
cubierta antes por una densa niebla que oscurecía la m
taña, estaba cercana. El centinela azorado gritó : ft ¡
señor Mariscal, levántese que ya está sobre nosotros ct
Adelantado.» El infeliz líubledo saltó inmediatamente de 8U
lecho, vistió á medias su cota de malla y sus armas, salió de
su tienda, quiso deí'eiiderse tomando actitud hostil, per»
no era ya tiempo : estaba rodeado por todas partes; y auüijui'
Medina y Altamirano lo estimulasen á combatir y á morir como
bueno, y lo acompañasen como valientes, ól, oonsíderanda
el negocio completamente perdido, bajó la lanza, pre
por Belalcázar, fué en su busca y se rindió sumisa y re
tuosamente. El AcL'lantadu le hizo acogida cortes y ainabh
pero mandó reducirlo inmediatamente a prisión, y amé! i
Juan líuiz de Noroña, a Giralda tul, a Antonio Ptmentdf ^
Estopiñan, á Baltasar de Ledesnia, áJuan Márquex de Safl
bria y a otros.
Es cosa seguida cpie si líobletln hubiera apruvi-i ii^ii
como militar prudente, y como versado que debía de ser col
guerras de posición, las ventajas naturales ofrecidas por
formidable fortaleza que ocupaba, Üclalaizar, á pesar íleí
conocimientos csU^ategicos, del prestigio de su nombre y iteH
táctica, nu hubiera conseguido la victoria. Estaba Uecretadi
sin embargo, que en estii última y desgraciada catnpa&i
mi
lábil y denodado pacificador tie indios mostrara una inopti*
tud lamentable.
Su trágica fin. — Preso el Mariscal con sus compañeros,
el Gobernadüi' mandó reunir un Consejo de guerra pai-a
juzgarlos. Los nías liumanos y blandos de carácter en el
Consejo, propusieron á su jefe medidas lenitivas y conciliado-
ras ; le pidieron que se contentase con los honores y provecho
de un triunfo tan fácil y tan espléndido; que se mostrase
indiferente respecto á la pretendida importancia de su enemi-
go ; que lo retuviese simplemente preso ; que evitase el escán-
dalo de un inútil derramamiento de sangre, y que no provocase
la venganza tle los parlidanos de Robledo, que aun oran mu-
chos y debían ser temidos. Pero como entre los consejeros
estuviese el teniente general Francisco Fernández Girón,
hombre turbulento é inquieto, descorazonado y sanguinario,
revoltoso y feroz, desde mucho tiempo atrás, y avezado á toda
dase de crímenes y crueldades, éste fué de opinión que pues
que un muerto no balda, y délos enemigos es siempre bueno y
laudable tener los menos, se le condenase con pronliiud á pade-
cer la pena infamante de garrote. Este último dictamt*n pre-
dominó en el ánimo del Adelantado, y por ende la sentencia do
muerte quedó confirmada.
IJióse á la víctima el tiempo indispensable para examinar
I3U conciencia y confesar sus pecailos, así como también para
tiisponer, por medio de un testamento forma!, de sus bienes
"temporales. Ambas cosas fueron hechas.
Luego, el dia 5 de octubre de 1546j se sacó al reo déla
prisión y pregonaron sus crímenes en alta voz, en confor-
tnidad con lo dispuesto por la ley de Castilla, diciendo que
esa era la justicia que el líey mandaba hacer en la persona
del Mariscal Jorge Robledo, por los crímenes de alta traición,
t^beldía y usurpación. Acto continuo el verdugo aplicó la
vil pena, la alta obra quedó cumplida; y la cabeza, por disposi-
eión superior, fué separada del cuerpo y expuesta en seguida
sin piedad á la contemplación de sus compatriotas y de los
í)08
bárbaros asombrados. El Mariscal murió, dice la cruim ^
pentido desús culpas, resignado, sereno y lleno de compiio-
ción cristiana, como acostumbraban hacerlo lí>s coaquisti*
dores, cuando se les dejaba tiempo para ello.
Con Robledo padecieron la misma pena de muerte íq£i*
man te y vil el maestre úo campo comendador Hernán Rodrí-
guez de Housa, Baltasar de Ledesma y Marcos Márquc-X «le
Sauabria, r-omplicado este idlimo en la rebelión de los F^za*
rros y en el funesto asunto de la muerte dada á Vaca de Castra
¡Cosa chocante y rara ! Ninguno más criminal que Feraájjtle¿
Girón, autor principal y pérfido instigador de e-stc asesínalo
colectivo.
En la Loma de Pozo corrió la primera sangro del
rioso Conquistador; ella fué teatro de su valor y su pujanza,
de su crueldad y de sus crímenes; y en ella se derramo b
última que corría por sus venas.
Los soldados del Mariscal fueron desarmados pmota*
mente y los regidores de Arma pueslos en libertad.
Dos ó tres días tlespués del fúnebre y aciago acanle*i-
miento que acabamos de narrar, algunos indios antropuKiv^ü^
de las cercanías desenterraron durante la noche los muS*
lados troncos ajusticiados y se los comieron con voracidad.
F'igürese el lector una áspera montaña en un paÍ8 apenas
conocido, poblado por salvajes, asolado por la guerr*,
aniquilado por el hambre, devastado por la tiranía, y en el,
sobre el lomo de una ceja, en altas horas de la noche, un
conjunto de seres humanos sumidos en la más prníuiA
ignorancia y sujetos á los más bestiales instintos, regaláado^
con el banquete horrendo de algunos cadáveres corrompa'- %
y juzgúese el carácter de la escena, el estado de los üem|wj
la situación relativa de aquellos polares pueblos.
Ei drama que acabamos de bosquejar, es la ralactónbfl^
tórica y fiel de la trágica muerte del fundador de Anlioqi"
Robledo es un personaje cuyo estudio no carece de li
tancia ; era sano de cuerpo, brioso, perseverante, ann
en !a ocasión, temerario, prudente á veces, más humano
— íií>9 —
e^Mmún de los aventureros sus coetáneos, buen creyente*.,
noble de estirpe, lleno de dignidad en su persona, desprendido y
puro en el manejo de intereses; pero al mismo tiempo carecía
_del fuego sagrado que ilumina y calienta el genio, era vclei-
30 en sus intentos, vacilante en el giro de sus empresas, de
la ambición desenfrenada y de poca fijezaen las ideas.
Belalcázar. — D" María de Carvajal permaneció por
Jim tiempo en Cartago; pasó después á Santafé y pidió
sticia contra Belalcázar, por la muerte dada á su esposo;
casó en segundas nupcias con Francisco Briceño, y por tercera
Écon un hermano de éste, y se trasladó á Guatemala* Nada
sabemos sobre ella.
Del contexto de la relación anterior, se infiere muy bien
el Adelantado D. Sel>astián de Belalcázar fué el más feliz
^^^ernador de Antioquia, entre los tres que pretendían este
honorífico y provechoso Lílulo, al mismo tiempo que uno de
Bjpus conquistadores más ilustres.
^ Nació Belalcázar en un pueblo de España que le dio su
nombre : era Moyano de apellido, hijo de campesinos labra-
>re$, gemelo de otro cuya historia se ignora, huérfano desde
más tiernos años, y leñador de oficio en su niñez bajo la
íla del primogénito de la familia.
Un día, al regresar á la casa paterna, arriaba un asno
rgado de leña, y se atascó el borrico en un pantano,
esfuerzos del niño para hacerlo levantar fueron iiuítiles;
la brega siguió el enfado, al enfado la acción fie empuñar un
fuerte madero y asentar un rudo golpe sobre la cabeza del
pollino, al golpe la muerte del jumento, á la muerte del burro
el miedo del muchacho, al miedo la fuga del hogar doméstico,
y á la fuga, una correría por varios lugares de la Península
hasta llegar á Sevilla,
En Sevilla se preparaba entonces una expedición para
lérica, con el fin de hacer descubrimientos en el Darién, á
órdenes de Pedrarias Dávíla, en la cual se enroló muy
MI aún el hombre de que tratamos.
Hizo Belalcázar la guerra del Darién, hasta que íatif
por el mal suceso de las diversas empresas que allí tuvi
lugar, se trasladó á la Nueva España, después de haber Irabajdtí
conocimiento y amistad con I>. Fi-ancisco Pizarro y
D, Diego de Almagro, quienes servían á la sazón bajo la misü
Jiandera. El descubrimiento del Peni, verilicado por sus v(
turosos y audaces amigos, lo halló en Costa líica, de dnndt-
fué llamado por el ilustre Cotiquistador de aquel Imperio i
tomar parte activa en las gloriosas campañas que siguieron*
Reunido a Pizarro, continuó con él hasta Tumbes, luego basta
Cajamarca, y de allí, nombrado por su jefe, efectuó la conquisb
del reino de Quito y fundó la ciudad del mismo nombre*
aquella caijital fué nombrado como teniente general
descubrir y conquistar, con un corto pero lucido ejército J
regiones extendidas hacia el norte. De Quito pasó á Pasto, J
Popayan y á Cali, recorrió el valle del Cauca» descubrió
territorio de Mocoa, trasmontó la cordillera central, llegó -
valle del Magdahma, y, compitiendo por el señorío de
tierra con D. Nicolás de Federman, y con el gran licenciaiJo,
adelantado, descubridor y conquistador del Nuevo Reino ík_
Granada, D. Gonzalo Jiménez de Quesada, ascendió á
meseta de los muiscas* Arregladas sus diferencia»
aquellos dos caudillos, se trasladó á España con el fui
negociar por su ])ropia cuenta^ y lo hizo con éxito feliz.
España regresó como Gobernador tie Popayán ; emprend
la conquista de los pueblas contenidos en la demarcación!
sus dominios, tanto sobre la cordillera central como ea
valle del Cauca y en Antioquia; sostuvo la guerra con suc
vario contra los payanenses, guanacas, quimbayas, arma
pijaos, andaquíes, pici^ras, paezes, anyermas y otras muc
tribus belicosas. En los entreactos de sus campañas pri>pia
auxilió al virey Blasco Niiñez Vela en contra de loe Pizarr
estuvo en la batalla de Iñaquito, donde fué herido gravemente;
volvió luego a Popayan; entró en ruda y áspera competeacti
con D. Pedido de Heredia y con el Mariscal Jorge Robledo por
la posesión de Antioquia; trató indignamente al primero é
— mí —
hizo decapitar al iiltinio. En unión de Podro de la Gasea llevó
armas en el Perú y concurrió a la jornada de Saquixahiiana;
fué residenciado por Francisco líricimo; condenado á muerte
por tres veces; y, obligado á ir á España en apelación de la
sentencia capital, murió en C'artaí^ena de Indias^ tan pobre y
miserable, que los gastos de enfermedad y entierro se debieron
á la caridad de su enemigo Ileredia.
Hernán Pérez de Quesada, hermano del fundador de
Bogotá, y D. Sebastián de Bel alcázar Tuero n como guerreros
las dos más altas y esclarecidas figuras en la conquista tie
estos países equinocciales. Belalcázar era de mediana es-
tatura, membrudo, bien proporcionado y' de bellas fac-
ciones. Manejaba la lanza con rarísima destreza y bizarría, y
era el más apuesto y gallardo jmete de su época; batallador
incansaiíle, arrojado, y uíio de los aventureros menos codi-
ciosos y menos apegados al oro. Aunque carecía de instrucción,
fué naturaítnente háljil y experto en la dirección de los
negocios públicos. Su gran mancha consistió en el asesinato
de P o bledo.
Poco después de la muerte del Gobernador de i^opayán,
embarcóse D. Pedro de lleretlia en la nao capitana que bajo
el mando del general Gómez Farfán daba la vuelta á España
desde las costas de la Tierra Firme. Dicbu buque naufragó en
Zahara^ donde se perdió la mayor pnrte de la tripula-
ción : en el naufragio terminó sus días el célebre Gobernador
CAPITULO NOVENO
Meseta de los rnulscas. — Negados de Rui: i¡ de Santa Isabel —
Descubrimiento^ exfdoración j/ conquista de las partes oriental ?/
7iorde$tü de Aníioquia.^ — Fnndacíón de la ciudad de Nuesím
Señora de los Remedios^
Meseta de los muiscás. — Previa una campaña la más
penosa quizá do todas las registradas por las crónicas ame-
ricanas, llegó el Licenciado Gonzalo Jiménez de Qucsada
á la muy alta planicie hal^itada por los muiscaSj y después
de haber empleado algún tiempo en sojuetcr y domar a los
naturales^ pensó en enviar por distintas direcciones algunos
de ísus mejores cabos, como exploradores de los países cir-
cunvecinos. Un sentimiento casi febril se había apoderado
entonces del alma inquieta de los invasores, sentimiento
que no admitía reposo ni dilación en las nuevas em-
presas, y que creaba una actividad terrible en sus opera-
ciones, i
Hacia la parte occidental de Bacatá ó Bogotá, en la falda
que lleva sus declives para el gran río Magdalena, se extendía
en diversos pueblos una numerosa nación de líárbaros,
llamada de los panches. Eran esos indios de robusta organi-
zación, ágiles, belicosos, activos é infatigables en los oficios
guerreros; tenían abundancia de alimentos, y por esto no
eran antropófagos; adoraban únicamente á la Luna y des-
deñaban el culto del Sol como inútil, sin duda porque
viviendo en comarcas templadas unaS; y cálidas otras, y
43
vientlo en esc astro la fuente suprema del calor, calculafc
que con el de la temperatura propia de su tierra teníati
suficiente. Vivían los panchos en estado de completa gu€
con sus vecinos de la planicie ; y al tiempo de la entrada]
los españoles, tan acosados estaban los muiscas por elloa
era tanta la vigilancia que tenían necesidad de mantener
evitar las terribles irrupciones conque los amenazaban áí
paso, que se habían visto en la obligación do establecer
especie de presidio con ejército avanzado sobre la frontera,
el lado de Tena.
No es fácil demarcar con exactitud los límites de esta ni
ción^ porque los datos son insuficientes; pero tomando
menos confusos que dan los liistoriadores, se compreiw
que sus términos se dilataban desde Pacho hasta el Peñfí
con dos líneas paralelas que iban de estos puntos hasta
Magdalena, siendo por tanto este río y la cordillera que sit
como ribete occidental á la sabana de Bogotá, las dos líiic
que contribuían con las otras a formar aquel extenso ^^n^ülr
latero.
Los acontecimientos que vamos a relatar somerament
comienzan en el año de 1538, y terminan para nuestro inton^
en el de 61 del mismo siglo.
A los panches, pues, determinó el ilustre Licenciad
Jiménez de (¿uesada mandar una expedición bajo las inme
diatas órdenes del capitán Juan de Céspedes, hombre de alb
fama y mucho crétUto en las tareas de conquista. Iba Céspede
acompañadlo de gran número de bogotaes empeñadoa en la
faena, más por hacer correr á los blancos los peligros crudo
é inminentes de la campaña, que por favorecerlos de buen
fe. El indio Goecha, capitán del presidio ó cuerpo avaii7.a
de los muiscas, recibió con buenos modos al capitán euror
y le hizo presente con sinceridad los riesgos á que se avenlu
raba. El teniente del General Quesada agradeció, como debü
la buena intención del consejero, pero resolvió seguir aAh"
lantc-
Los primeros panchcs que vieron la invasión extranjerm
se retiraron cuidadosamente y con malicia; mas confcdcradoa
los coyaimas y los calandaimas, presentaron batalla á Cés-
pedes en la loma de Tibacuí, l>atalla bastante áspera y tenaz
por una y otra parto, oii la cual los indígenas aliados de Cés-
pedes huyeron cobardemente, y en que acaso el capitán cris-
tiano hubiera sido desbaralado, á no ser por la cooperación
ellcaz y oportuna del valor sereno y denodado del capitán
Juan de San Martín, quien decidió con una carga formidable
las vacilaciones de la victoria en favor de los castellanos.
Después de otros encuentros mas 6 menos afortunados, más
ó menos infelicas, tuvo necesidad el capitán Céspedes de bus-
car abrigo en el cuartel general, y esto por no haber podida
humillar la fiera altivez y los bríos indomables de aquellos
salvajes.
Después del capitán Céspedes, pretendió el Licenciado
entrar en persona para escarmentar aquellos pueblos ; pero él,
como su enviado, se vio en grandes aprietos y en trances difi-
cultosos, de líjs cuales se libró por inllujo de su reconocida
habilidad, poniendo una emboscada en que cayeron aquellos
desdichados, ignorantes como estaban de los manejos y astu-
cias de la disciplina militar europea. Rotos los panches en
Tocarema por este ardid, y teniendo el Conquistador urgente
necesidad de llevar su atención á negocios preferentes,
regresó á la meseta, dcyando el resto de enemigos casi en el
mismo estado de hostilidad en que los halló.
A su vuelta, mandó Quesada, con im plan enteramente
idéntico al anterior, á su hermano Hernán Pérez, €juien
derrotó al enemigo, es cierto, en varios encuentros; mas
sin lograr escarmentarlo de veras ni sujetarlo á su domina--
ción.
Nevados de Ruiz y de Santa Isabel. — En estas dife-
rentes entradas á los panches, y eu sus diversas conferías
por la sabana de Bogotá, notaron los conquistadores que
dirigiendo la vista durante la mañana y en las tardes claras
y despejadas del tiempo seco, en dirección hacia el ocaso,
— iuii —
y desde los puntos culminantes, se acanzaba á di\isar
muy lejos, del otro lado del Río Grande, una sierra ele
dísima, cubierta en sus crestas por una laja prolongada ¡
gentina, que pensaron sería nieve perpetua^ como efectii
mente lo era. Esto bastaba y aun sobraba para estir
lar el espíritu de maravilla y la fantasía calenturienta
aquellos audaces, valientes y codiciosos exploi^adores. Det
minaron al momento mandar una comisión para averigu
todo lo referente a esa misteriosa comarca. Estriban en la épo
en que la fama del Eldorado, do la casa del Sol y otras muc
románticas é ilusorias empresas, hervían turbulentas y atro-
pelladas en el cerebro de los aventureros.
El proyecto de examinar el ignoto país que se ofrecía
nuevo á las aspiraciones de Quesada y sus compañeros, cr
arduoy de difícil ejecución, y exigía por lo mismo un cali
de crédito y Hombradía. Ese cabo se encontró como fafc
cado adrede en la persona de Baltasar Maldonado, bien conq
cido y experimentado en diferentes guerras y en varias cor
siones de riesgo y de importancia por el perito Licenciadú
Era además el capitán Maldonado sugeto de !a privanza de lo
Quesadas.
El referido cabo de esta problemática empresa salió de!
mesa de los Andes orientales á la cabeza de 70 homhi
selectos, de los mejores veteranos del ejército. Entrando p
la Mesa y por Tocaima, pasó luego el MagrJalena y llegúi
valle de las Lanzas^ en el cual se fundó anos mas tarde li
ciudad de Ibagué. En este lugar torció un poco sobre l|^
derecha, se introdujo temerariamente en el país de los pant
goros, y marchando entonces de frente hacia la cordílluní, ta
escaló Iiasta el límite inferior de las nieves perpetuas. Do eAi
manera quedó descubierta la falda oriental de los párs
Huiz y Santa Isabel, de los cuales, casi por el mismo üeiü|]
había tomado conocimiento por la falda opuesta el capitá
Alvaro do Mendoza, mandado desde Cartago por Hoblcdo
Los pueblos y lugares descubiertos por Baltasar Maldoni«lc
eran, pues, los mismos tie que Mendoza tuvo conucinüentí
G77
superlicial y <lc í|ue dio relaciona sus amijios durante la con-'
quista de Arma^ como ya lo hemos contado. Esta excursión
por las cumbres del Ruiz y de Santa Isabel, con los pocos
medios de entonces, á pesar del intenso íríoj de las breñas,
abismos, Icones, dantas, lodazales y mil asperezas y tro-
piezos naturales, pone los nombres de Mendoza y Maldonado
muy altos en la escala de los hechos esclarecidos consignados
en la historia.
Para llegar hasta el páramo del Uuiz, contando los rodeos,
¡duvo el capitán Maldonado más do 30 miriámetros. Entre-
gado después á reconocimientos especiales, descubrió el valle
de loa Palenques, llamado así por los cercados de madera en
que se parapetaban sus moradores para la defensa.
Con el brío característico propio de aquel lucido oficial y
de sus l>izarros camaradas, se emprendió el ataque y rendición
de los bárbaros.
B Empero, no era esta gente tan dócil y blanda que
cediese fácilmente á las hostilidades de los blancos. Antes por
cl contrario, bravia y feroz, salió una ocasión contra los usur-
padores, c hizo tal estrago en ellos, que les mató "22 hombres
é hirió gravemente al capitán Gómez Nieto y á otros. En esta
contienda se salvó el ejército español de mayor ruina por los
esfuerzos casi sol)rehumanos del capitán Ángulo.
ti Con este descalabro, considerando Maldonado que las
cabrosidades de la tierra, el sutil veneno de las flechas, la
índole cerril de los indios y la influencia de agentes naturales
contrarios y casi insuperables eran muy superiores a sus
medins, determinó volver la cara, y regresó a Santafé de
Bi^gotá, donde la mayor parle de sus soldados tomó servicio
tJas órdenes del fantástico caballero Hernán Pérez de
lesada, para la célebre cuanto fatal campaña en busca del
E orado.
Poco tiempo después de lo referido, y estando ya á la
eza del gobierno Miguel Díaz de Armendáriz, se inundó el
3V0 Reino de Granada de una muchedumbre de aventureros,
ibrcs sin Dios ni ley en su mayor parte, restos corrompí-
— n78 —
bullangueros eí
dos y degradados de los revtjltosos y
guerras civiles del PeriL
TcjTiicndo Armendáriz que esos hombres sin oficio
benelicio, entregados al t)cio, y de malos precedentes, turb
sen la paz del Reino^ se propuso darles, bajo la direcdón
un buen jefe, alguna ocupación que loa distrajera de su pr
fesión habitual de sediciosos, y utilizara algún tanto sub Ir
bajos en la causa común.
Descubrimiento, exploración etc. — Para conseguir
fin indicado, nombró al capitán Francisco Núñez Pedít*^
para que recorriese el ijuís de los pantagoros, visitado ante*í
por MaldnnadOj por Mendoza y por algunos más, país
se extendía por las vertientes orientales de la cordillera c€
ti^al de los Andes, frente a los páramos de Ruiz, Aguacatal [
Herveo, sobro las fuentes y curso de los ríos Samaná, Míe
Guarinó, Gualí, Sabandija y los valles que se avecinan
Magdalena en la parte correspondiente.
Núñez Pedruso reunió una columna de 50 hombres, alf
nos de ellos de los peruanos prófugos, y varios caballeros i
buena ley de los del Nuevo Reino. Con esta^ columna salió de
Santafé, tomó la vía de Tocaima, pasó el Río Grande^
sobre la derecha, y trasmontando un poco los nacimientos^
Gualí, Guarinó, Miel y otros ríos, se internó en las monta!!
de Antioquia, trasponiendo un laberinto de cordilleras li;
llegar á un valle <|ue bautizó con el nombre de Car
Cristi,
Esíando en este valle, vio el capitán Pedroso Hogar ]
otro rumbo al oficial Fernando de Cepeda, mandado c<m^
mismo ün y en busca de lo mismo, es decir, do oro, |)ord
adelantado D. Sebastián de Belalcázar, quien después do b
muerte del Mariscal Robledo, liabía t|uedado dueño ^upremOt
director absoluto de la tierra, y manejaba desde la ciudad (fc
Popayán los asuntos conexionados con la conqvusta de Aur
tiuquia. Andaba con Cepeda Pedro de Bolívar, aoldawb
famoso en las guerras de Flandes, y otros compañeros de juííttí
y merecido renombre,
Pedroso y Cepeda comenxaron luego a disputarse acalo-
radamente el señorío exclusivo del país, alegando el uno los
derechos impresoriptíl>lesde Belalcázar, y e! otro el origen de
su nombranaiento hecho por Arnicndáriz. De la controversia
entre estos dos sugetos, resultó que estuvieran á punto de
Cirse á las manos ; que se provocasen, sin que hubiera lugar á
pin duelo personal, y que Cepeda, por disponer de mayor
fuerza, se apoderase de la persona de su compatriota, á quien
devolvió un poco más tarde laliJ}ertad,pei*mit¡éndole regresar
ala capital del Mreinato.
Los dos capitanes mencionados se encontraron en el
l^aOe de Corpus Cristi, por la circunstancia siguiente: la Real
Audiencia de Santafé, el juez de residencia Arniendáriz, y
casi todas las personas (jue tenían parte en la cosa pública del
Nuevo I{eino,sabedurasde las grandes riquezas oneerradasentre
los ríos Cauca y Magdalena, deseaban luicer la conquista del
terreno y la explotación de los minerales que conteju'a, por su
propia cuenta; mientras que Belalcázar, considerándose
poseedor legítimo de aíjuel territorio, pretendía hacer lo mismo
por su cuenta. Avino de esto que la competencia entre los dos
tenientes diese margen á varias disputas entre muchos pre-
tendientes ; de todo lo cual conoció por largo tiempo, no sin
pasión, la Audiencia, hasta tanto que el negocio pudo llegar á
€5onociraicntü del liey y del Consejo de Indias, quienes trataron
de remediar los males surgidos de tal embrollo.
Por la causa apuntada y por haber muchos pueblos fun-
dados que no podían ser atencHdos debidamente, así como
también por haber muchas parcialidades de indios reljelados,
muchas desgracias entre los europeos asesinados por los
bárbaros, y mucho más aun, por atajar la epidemia de fundar
constantemente ciudades que m* podían conservarse, so dio
orden expresa y terminante por el Gobierno peninsular, en
que se prohibía el establcciniienlo do nuevas villas y lugares, y
en que se limitaban las facultades de los conquistadores á
680
eimples exploraciones, descubrimiento de minas y defensa
de poblaciones ya erigidas.
La^í prolongadas disputas entre cabos y capitanes, y loi
escándalos producidos diariamente por sus guerras civiles y
sus codiciosos alborotos, comenzaron íi llamar de un modo
serio la atención del Gobierno de la Metrópoli, y se pcosó
desde entonces en expedir un código de leyes propio para las
colonias, que evitase los males que por ésta y utras caus^
amenazaban.
Obligación es decirlo para rendir homenaje á la justicia.
Desde el primer descubrimiento de America, ios Reyes Católi*
eos, D^ Isabel sobre todo, pensaron seriamente en ali\iar por
medio de disposiciones y mandatos especiales el destino inWii
de loí^ pobres americanos. Carlos V, Felipe II, y hasta los royo
ineptos de la dinastía austríaca, con señaladas excepciones?
expidieron, ya por sí, ya por medio del Consejo de Indí:^
reales cédulas, pragmáticas y órdenes particulares fKiracl
buen arreglo civil y para el buen curso polítioi:) de lasoohhj
nías.
En todos esos códigos, es verdad, piedominó siempre übí
elemento notable de mezquindad respecto á los amer¡caito&!
elemento que engendró males permanentes, y que pr
al fin para España el ti'isíe resultado de una insurr»
general .
Libre Pedroso y vuelto a Saníafé, se a\ecuiü6 en luí
de donde lo sacó im nuevo nond>ramiento para continuar
tloscubrimientos en la región de los pantagoros, y para
el laboreo ile juinas tK*|)latay de oro* Esta comisión fue
poreljuezde residencia Armendáriz y confirmada por los
ros en 1550 ; pero el noml)rado no principió a descmpcft
funciones de su cargo hasta el siguiente año.
El deri'otero seguido por él en esta Oí*asión, fué poc i
ó menos el mismo que había traítio antes* Estuvo acorof •
en su segundo viaje por Baltasar Maldonado, Alonso df i
Herrera, Cristóbal Gómez Nieto, Pedro de Salcedo^ ( ;
Díaz, Alonsí) \ era, Melchor de Sotomayor, Lope de í ';
681
Alonso do Alcocer, I>* Antonio de Toledo, Pedro Barrios,
Francisco de Fi;^^uercdo, y otros buenos cabos y soldados, de
los descubridores ctel Nuevo Reino los unos» y venidos del Perú
los otros, cuyos nombres citamos en parle porque varios de
ellos fueron obreros activos en el primitivo sometimiento de
los indígenas de Antioquia.
En el año de 1552, fundó I^edroso la ciudad de Mariquita,
Íen el siguiente de 53, el sarscnío mayor Hernando de Sali*
as, nombrado por los oidores Góngora y Galarza, acompaña-
o por Dv Francisco Martínez deOspina, García Valero, Diego
.sensio de Salinas, D. Diego de Carvajal y otros lucidos y
jiobles caballeros, avanzó, después de dar una batalla que se
llamó de la Colina, con dirección á las montañas de Antioquia,
y fundó la villa de la Victoria en las cercanías de la margen
ilerecba del río de La Miel, villa cjue se enriqueció, floreció
y murió con pasmosa rapidez; pero que sirvió de punto de
partida para las subsiguientes exploraciones verificadas sobre
las partes oriental y nordeste de Antioquia.
Estimulados, sin embargo, los ánimos por la gran fama
de riqueza de que gozaba entonces el ángulo de terreno com-
jpreníiido entre los ríos Canea y Magdalena, solicitó el Cabildo
4ie la Victoria permiso para mandar gente á su descubri-
miento y .erigir nuevas poblaciones. La Real Audiencia de
Santafé, establecida desde 1550, no accedió á las preten-
jsiones del Cat/ildo, sino en parte, y le concedió sólo el
derecho de inquirir* y examinar minas, formar estableci-
Ji]ientos para su explotación, pero de ninguna manera para
poblar,
L Sin obtener licencia para ello, emprendió Bernardo de
J-í-.oyola hacer una entrada desde Victoria, de donde era vecino,
i^^^sta la parte del éste de lo que es hoy el Estado de Antioquia,
'SLvanzó, según nuestras conjeturas, hasta el nordeste. No se
^^bc, porque las liistorias no lo dicen con claridad, cuál fuese
^^ derrotero seguido por él; mas sospechamos, por el texto
1^*^ poco vago de los escritos de la época, que tanto este aven-
. -Virero como los que le siguieron inmediatamente, anduvieron
— m2 —
por lo queocupan hoy Valios, Cocorná, Peñol, Santo DoinÍTi<
San Carlos, Yolombó, Cancán y Remedios.
Sabedor D. DiejL^o de Carvajal, domiciliado también
Victoria, que Loyola íiabía entrado sin permiso y con el
de buscar minas do oro, lo denunció ante la Audiencia de
Santafé, y recibió en recompensa de su delación, orJen
expresa para entrar á prenderlo. Hizo Carvajal su incui*sión;
y Loyola sin entrar en competencia abandono el país, cOíía
que tuvo que ejecutar pocos días después su émulo, por
acometido por muchos y valientes indios, no pudo resistir.
No hay duda que Carvajal consideró el negocio do alf
provecho, puesto que mas tarde^ á fines del año de 59 ó
principios del de 60, reunió cuarenta compañeros y %'olv¡6í
nuevo á su proyecto. Estaban entre sus soldados un
tugues llamado Pintí», Francisco de A]L,^u¡lar, San**lv» VZ-li';
Alonso de Arce y Leonel de Ovalle.
Habiendo avanzado bastante, dio con unas tierras un pe
llanas y abiertas pobladas por numerosos naturales, quienfl
vestidos con mucho lujo, adornados con joyas de oro, pr
vistos de arcos, Iiondas, picas, tleclias y mazas, lo atacar
con tanto ttenuedo y arrojo, que tuvo necesidad de guardar
para poder resistirlos en una especie de fortín ó palenque
hecho al intento. Estando en esa posición, y los indios ua
poco retirados, en el intervalo de una de sus arrcmelíJaiS
apareció ante los españoles un corpulento l)arbaro blandienílo
una enorme maza y desafiaadolns a singular batalla. SaHen*ii
contra él, Pinto, Aguilar, Vélez y Arce, A todos hizo cara, j
esgrimiendo su gran madero con portentosa agilidad, de toil"^
se defendía : un golpe terrible puso en tierra á Pinto meíüi»
muerto, con el segundo derribó áAguilar, con el tercero á Vé-
lez ; y todos hubieran sido víctimas seguras de ose Aquili
salvaje, si Arce, con destreza, no hul)iera aprovechado
tiempo gastado por el americano en aterrar a sus compa
fieros, para meterle el hierro de su espada por uno de k|
costados.
Al mismo tiempo q^ue esto sucedía, Leonel de Ovallcj
~ C83 —
yerbonal con otro indio no nieno8 fueríe yaltiv*
primero, lo dejaba sin vida. Desalentados con esto los natu-
rales, se retrajeron un poco ¿sus viviendas, amenazando, eso
8Í, á los europeos con una vuelta segura dentro del tercer
día. Los últimos, pocos en número, escasos ile víveres y no
considerando muy halagadora la situación, i-esolvioron levan-
tar e! campo y retirarse deliniíívamente- Así se hizo*
El último que intentó, después de estos y antes de la ex-
pedición formal de Franciscn Martínez de Ospina, pacificar y
conquistar estos antioqueños, fué Juan Valero^ un pobre y
virtuoso cristianu, di^ quien poco se cuenta.
Fundación de Remedios. — El Cahildo de Victoria, ha-
ciendo uso de la lacoltad que se le había concedido, dio permiso
en laGO á Francisco Martínez de Ospina para proseguir la
obra iniciada por los anteriores. Era este sugeto, noble, rico,
bien relacionado, enérgico, y gozaba los honores de maestre
de campo. Disfrutaba además de gran prestigio en el concepto
de los conquistadores ; mandaba con suavidad, y se hacía
obedecer sin réplica. Estuvo asistido en su empresa por mu-
chos de los \iejos compañeros de Pedroso, entre los cuales
escogió como los mejores á García Valero y á Vasco Pérez
de Sotomayop en calidad de capitanes.
Dejando la villa de la Victoria, se metió por la^ breñas de
lo ijue hoy se llama la montaña de Sonsón; mas, sin ascender
á la parte alta de la cordillera, fué ladeándola a pesar de sus
caudalosos ríos, desús torrentes, abismos, quiebras, reptiles,
insectos y demás obstáculos propios de esa región, hasta que
llegó al valle de Corpus Cristi, teatro de la reyertas de Nüñez
Pedroso y de Cepeda, Llevaba el Conquistador muchísimos
indios de carga, de los cuales perdió algunos, é iba bien pro-
visto de recursos de toda especie.
Los caciques Fuchina y Mutambe eran señores de aquella
tierra; y aunque se armaron ó intentaron dar batalla, resis-
tieron bien poco el empuje de las armas españolas.
Considerando Martínez de Ospina que la ponderada ri-
^ 684 —
qiicza del país no era fabulosa, sino verdadera, funde
ciudad con el nombre de Nuestra Señora de los Remedios.
Este acto se verüicó el 15 de diciembre de 1560;
Esparcida en Santa le la noticia de esta fundaciÓDi
consideró por la Real Audiencia concio expresamente contra
á lo establecido por ella y a la expresa orden que prohibía
nuevos establecimientos de esta clase.
Con el lia de hacer entrar á Martínez de Ospina en
deber, y con el de castigar su delito de contravención, 6e
mandó desde la capital del vireinato un juez ad /loc, para qii
le compeliese á presentarse ante la Audiencia, á fin de dar
cuenta de su conducta. Ospina, mañoso y rico, dio un poco
de oro ál juez, quien se volvió tranquilo y contento con
resultado de la comisión. Lo mismo exactamente sucedi6|
un segundo juez y á otros enviados con idéntico motivo;
suerte que la tierra aunque fecunda y casi inagotable
rendimientos auríferos, apenas alcanzaba para los coheche
dejando poco para los moradores.
Por último, cansada la Audiencia de mandar jueces, sfi
lograr su intento, ordenó que fuese con el mismo encargo i
capitán Lope de Salcedo, vecino de Tocaima, quien, coraoi
entendía en asuntos de venalidad, compelió con todo rigor á
D» Francisco y lo obligó (i comparecer, mal su grado, ante^
tribunal que lo llamaba para oír sus descargos, si los ten
V sentendar su causa.
Uel cotnportamionto de Salcedo con Ospina se originó \
resentimiento terrible entre las dos familias, y las coiivir
en dos bandos opuestos, los cuales dividieron la villa do la Vi
loria, y dieron por resultado final, disputas, pleitos y esc
dalos de toda clase, concluyendo pronto por aniquilarla oon
pletamentc en su infancia, y cuando prometía por sus
mentes llegar a ser una de las más populosas, ricas y flor
cientos del Nuevo Reino.
Remedios, fundada en su principio en lugar poco propi*),'
ivo necesidad de ser trasladada después al pintoresco lufi
en que hoy existe opulenta todavía en minerales de oro,
— 685 —
falta de importancia por su estructura material. Como
la ciudad de Santafé de Antioquia, esta última de que habla-
mos llevó siempre una existencia laboriosa; pero, como la pri-
mera, dio también en los pasados tiempos algunos hombres
eminentes, sobre todo en la carrera de las letras.
CAPITULO DÉCIMO
idminisínición pública en Aníioquia. — Gobernadores de Popayán.
— GRspar de Rodas. — Andrés de Valdivia. — Rebelión de
los indios en la. parte occidimíaL — El cacique Tone, — El
capitán Gómez Fernández. ^ Fundación de Caramanía, —
Campaña contra losn^turales. — Muerte de Gómez Fernández.
Ádmimstración pública en Antioquia. — Desde el 5 de
ríLdíFü de 1ü4<!, ea f|ue el Jlariscal Robledo fué decapitado
la Loma de Pozo, hasta el ano de 1550, fecha probable de la
Licrte de Belal cazar, hay alguna oscuridad respecto á lo suce-
io en la ciudad de Antioquia. Sabemos sólo, en relación con
t<D, que el Gobernador de Popayán, después de haber triun-
lo, mandó como su teniente al capitán Coello, quien se
-o cargo del go!)ierno de la ciudad, llevando en su compañía
^'"aiUGS individuos de los que habían salido presos con Ile-
iia, y entre ellos á Gaspar de Rodas,
Desde el ano de 1550 hasta el de Í557, se percibe la
^nia confusión, porque parece ser que por entonces losGo-
^**^adores de Popayán, bajo cuya dirección se l)allaba el
^, no podían prestar gran suma de atención a los negocios
^^utio(|uia, ocupados como estaban en asuntos de mayor
Poi'tancia, tales cuales los exigidos por el guerrear conü-
^ y sin tregua con los guanacas, los paeces y los pijaos-
^^<ice cierto, sin embargo, que á Coello sucedió Rodas
^^o teniente de la gobernación, hasta tanto que por orden
iipcrior entregó el niamlo á Francisco de Uspina, quien lo
ejerció poquísimo tiempo, pue.s lo c^titregó en seguida á
de Can^ajaL
Poco después do esto, la Audiencia Real de Santafé
Bogotá invistió del mismo encargo con plenos poderesáj
Rodas; y esto cuando ya había tomado el mando de la pí
vincia Andi^és de ^*aldivia, mas no de la provincia entera
Antioquia, sino de una parte de ella, por Iiaberla dividido
dos, como se verá en lo que entramos á nan-ar.
Gobernadores de Popayán. ~ Los gubernadoiHís de
payan que siguieron inmediatamente á Belalcázar, y
quienes tocó en suerte alguna ingerencia directa ó indirec
sobre los destinos de este país, fueron los siguientes : Fr
cisco Briceño, Juan Montano, Diego Delgado, García
Busto, Luis de Guzmáu, Pedro de Agreda, D. Alvaro
Mendoza Carvajal, D. Gerónimo de Silva (reelecto), Francia'
de Gamarra, Bartolomé de Masmela, Sancho García del Esp
nal, basta 1509, época aproximada en que la Gobernacíóm
Antioquia fue separada de la de Popayán y tuvo adniínístr
ción propia.
Suc^jdíanse estos Gobernadores á cortos inténsalos, y
mando fué de menguadas influencias páralos intereses locaK
de Antioquia, desde el Oidor Briceño basta D* Alvaro de Me
doza Carvajal* En aquel tiempo la Coní|üista, adormecida |
aletargada por la incuria en (¡uo se la liabía dejado, redi
nuevo impulso y avanzó con más bríos de los que anfc
tuviera.
Gaspar de Rodas, — Desde el año de 1541 , había lleg
áCaliD. Gaspar de Rodas, español ventajosamente enl
cado en la mejor nobleza de su patria. Compañero de D»<
de Andagoya, hijo de D* Pascual, de quien ya hicimos
ción como pretendiente del señorío de Popayán, RocUis
prendió su carrera de conquistadorjiajo pésimos auspici»^
Joven aún, inteligente y deseoso de gloria, no retnio
ante el mal resultado de su primera empresa. El Adelant
— 681) —
Belalcázar, á fiuien Rodas se presentó en Cali después de
haber vi^to frusti*adas las esperanzas de su primer jefe, le
cobró grande afición, lo encargó de comisiones honrosas y lo
hizo más tarde su teniente de Gobernador en Aní ioquta. Pa-
deció también como el Adelantado un juicio de residencia
prolijo y lleno de cargos; puro como su responsabilidad hasta
entonces en lo ocurrido hubiese sido poea^ y sus méritos bas-
tantes, obtuvo no sólo sentencia absolutoria, sino que la
jnisma sentencia lo recomendó para más honoríficos empleos.
Los indios, aunque derrotados siempre, acosados sin
cesar, diezmados sin conmiseración y obligados por la saña
de los espa fióles á morir^ rendirse ú ocultarse en las selvas,
no dejaban dcinquiet^ar de vez en cuando á los nuevos pobla-
dores : ora cayendo de improviso sobre los campamentos, ya
talando las sementeras, luego robando las baciendas comen*
zatlas á establecer, después asesinando los descarriados y aun
amenazando la ciudad de Santafé de Antioquia, única que con-
taba con elementos para defenderse.
El período en que estamos es, como üicümente se com-
)renderá, un período lleno de dificultades que impiden escla-
2cer satisfactoriamente los acontecimientos históricos.
Al mismo tiempo que se trabajaba para pacificaí* las
pitaciones de los bárbaros, la fama de gran riqueza contenida
nuestras montarías movía la codicia de los europeos, pro-
cándolos á recorrer el terreno en todas direcciones y á
irígir nuevas ciudades y villas,
Andrés de Valdivia. — Lucas de Avila, vecino de San-,
ina de los Caballeros ó Anserma, hombre poderosamente
icaudalado, manso de condición y sencillo de entendimiento,
ira uno de los que con mas afán pretendían enti-ar en esta
blase de empresas; pero para obtener una licencia en forma
requería el asentimiento expreso de la corona de Espai^a
la investidura de un títuto especial para ello. Avila tenía
ir valido y amigo aun mozo avisado é inteligente llamadlo
idré& de Valdivia, con quien comunicó su ¡dea y á quien
= ^ éi
puso en la coiifidencia de sus deseos. El joven aini.irodl
tera aprobación a sus proyectos, y con la sutileza de
ai^radable carácter levantó con ahinco el fervor de sus e.s^
ranzas, ofreciéndole ir personalmente á la Península, y lle-
var á l}uen término, ayudado de su ingénita sagacidad, '
consecución de sus aspiraciones. Vino en ello Avila
gustoso, dióle plenos poder<.»s, proveyóle do fondos para
coí^tí-ís do viaje; y con esto partió el mozo al desempe»"*"» '^^
comisión.
Rebelión de los indios. — Los naturales, por su par
continuaban inquietos y tlcsasosogados; y en tal manera I
estaban, que lus vecinos de Antioquia se veían en la neccsidí
de vivir siempre aperci!)iiios y listos para el combate» v cnj
obliííación de juejorar constíuitemcnte sus obras defensi^
que en aquella lejana época consistían en la multiplicación i
cercadüs de nupalcs ó míincadcríis, erizados de espinas.
El cacique Tone, — Pedro ile Frías, encomendero
uno de los pueblos vecinos de la ciudad, pueblo que del
existir cerca de Cañasgordas, fué con 8 hombros á cobrar
triljüto de los indios. Entre esos hombres estaba un mesüxtv
llamado Juan González, y dice el cronista «pje habienda
üegatlo á las cercanías de la población, se detuviei^n á ooitier
en un bohío, y que al tiempo tle hacerlo, cayeron, sin poder
saber de donde, tres gotas de sangre pura, que mancharot
los nítidos manteles. Augurio tan funesto conturbó é
ánimo de los españoles, paralizó el curso de su sanírrc y
tornó lívidos y cadavéricos sus rostros. Pasada la prl
impresión de terror, ocuiTieroa prontamente á sus arnü
caballos; [lero no era ya tiempo, ijorcpio á la sazón el caci"
Tone, sefiur de la comarca, á la cabeza de una caterva
indígenas, los tenía rodeados. De poco sir\ió á los blancos
intrepidez habitual : todtis ellos sucumbieron, y el jefe
manos del suelto y vigoroso caudillo de los índica* Ji
González, el mestizo, huyó ilesde el principio del oumbaíl
^
ero avergonzado de su fu^a, retrocedió, retó de muerte
los salvajes, luchó con ellos cuerpo coa cuerpo y i>echo
con pecho hasta caer rendido por el número.
Prescindiendo de todo lo que por adorno se liaya
puesto en esta anécdota de eniineutemcnte supersticioso y
crédulo, ello es cierto que Pedro de Frías y sus compañeros
fueron muertos por los indios, y que Tone, sus amigos y
pueblos comarcanos, adquieron :;on esta victoria una inso-
lencia y un orgullo tales, que los liicieron estallar ferozmente
en la más abierta rebtíliün.
El capitán Gómez Fernández. ^ Solicitaba para sí en
aquellos tiempos la Gobernación del Chocó el capitán Gómez
Fernández, vecino de Caramanta, viejo y atrevido soldatlo,
de los compañeros do Robledo y Belalcázar. Atondieiido á
sus grandes merecimientos y pericia para resistii* á las hosti-
lidades de los salvajes, y poniéndole por condición expresa
la entera y pronta pacilicació'^ de los indios de Antioquia, se
le concedió lo que pedía.
Era el sueño dorado de í^tómez Fernández» dar caza
pronta y segura á los tesoros encantados del Dabeibe, el
Eldorado numero segundo que avivó poi* tanto tiempo la insa-
ciable avaricia de los peninsulares-
Fundación de Caramanta. — Provisto de p(»deres suü-
[cientespor la Real Audiencia, salió de Caramanta, ciudad fun*
lada por ól en el año de 1557, á la cabeza de 80 compañeros,
>mó la dirección de Antioquia, y luego llevó sus pasos al
rintoresco valle por donde rueda sobre arenas mezcladas con
jajuelas de oro, el hasta hoy casi ignorado pero encantador
)rrente de Penderisco, y, avanzando más, llegó hasta las
jrcanías del FronUno*
Tone, fi^enético enemigo de los usurpadores y celoso
iefensor de su pahia, había convocado á los indios conve*
rfnos, y en la exaltación de uno de los ordinarios festines de
^ ÍÍ92 «
su tierra, había animado el espíritu patriótico de sus oonci(
cladanos por medio de una arenga elocuente.
Campaña contra los naturales, — Tone, á la cabezada 1(
valerosos indios, provisto de víveres, armas y grande aoof
de pertrechos, se metió en una Ibrtificación hecha al inter
con gruesos maderos, talanqueras de guadua y grande
troneras, por las cuales los guerreros, sin ser vistos, podíaa
arrojar (lechas, piedras y otros instrumentos de muer
Recogió y metió en aquella fortaleza una gran cantidad
agua, y dispuso convenientemente canales de bambú,
que recibiendo las pluviales no pudieran carecer nunca
ese indispensable elemento. Estaba situado esta especie
castillo salvaje en una escarpada colina, en las inmediación^
del Frontino. Dicha colina tenía una especie de terraplén
plazoleta en forma de silla, y sus flancos por una y otra par
oran quebrados y cubiertos de espeso bosque. Gómeit
nández y los suyos colocáronse bien que mal, cercaron
vanguardia el fortín, y comenzaron con audaria y nrrojo m
estrecho sitio.
Las obras de ataque y defensa empezaron con ei
carnizamiento, y ambos campos se defendieron con d^
nuedo. Los españoles con sus arcabuces y ballestas dirigfíi
con certera puntería sus balas al través de las troneras,
mataban no poc/os barbaros {jue servían de aüjuento a íiii
compañeros. En altas horas de la noche, uno do estos^
patriotas indios, colocado en la parte culminante del edificad
insultaba con sus fanfarronadas habituales á. los del camf
cristiano* F'rancisco Moreno, soldado viejo de la ConquistaT
lomó un arcabuz, y no pudiendo acertar al blanco, velado]
las tinieblas de la noche, puso la puntería sobre ol luj^r^
donde le pareció salía la voz. La bala traspasó las ent
del infiel, quien cayó desde lo alto al pie de la escalen
pidiendo á sus camaradas la misericordia do que acabaw
pronto con su vida, antes de caer en manos de los espaftoto
lo que se hizo como fué pedido. El héroe de esta hasalb
úm
Moreno, fué muertu un poco más tarde vn combate siiií?ühir
por Gaspar de Rodas.
Viendo Gómez Fernández la obstinada pertinacia con
que los indios continuaban combatiendo, (Icterniinó dirigirleí*
una formal intimación, amenazándolos cruelmente «i no se
daban de paz, alo que ellos respondieron con alta y vanidosa
osadía, por lo cual se trabó de nuevo el combate, con má?^
furor y violencia.
Algunos españoles impacientados por no poder asaltar el
fuerte de frente, determinaron llamfuearlo para l>uscar mejor
! éxito. Mas entonces los l)árbaros agregaron á los tiros comu-
nes de saetas y de piedras, la caída inesperada de grandes y
ponderosas vigas dispuestas de antemano para tal fin. Como
el plano sobre el cual se sostenían los españoles les impedía
moverse cómodamente para evitar tales golpes, resolvieron
I abandonar este ardid y ocurrieron á otras estratagemas.
, Cortaron, pues, grandes haces do paja para incendiar con
' ellos la fortaleza; pero por más precauciones que tomaban
para llegar cerca do los sitiados y colocar el combustible de-
bajo de los zarzos, no les era dable conseguirlo, porque el
cacique y sus amigos, sus hijos y las mujeres, los atacaban ton
un valor y rabia inauditos, arr<3Jando sobre ellos piedras,
palos, lanzas, dardos y hasta excrementos humanos.
Duraba ya el cerco cinco días, y varios de los sitiadores
comenzaban á desmayar y aun trataban de abandonar la em-
presa; pero Francisco Moreno propuso dar el asalto por los
flancos, estableciendo líneas paralelas de defensa^ que consis-
tieran en cierta especie de cercados colmados de ramas que
I amortiguaran los tiros, y detrás de los cuales pudieran traba-
lar en la construcción de nuevas líneas, ganando terreno hasta
aproximarse á la base del edificio, y arrojar luego en su inte-
rior los combustibles necesarios para reducirlos á ceniza.
Este arbitrio tuvo su efecto, porque mucho antes que las llamas
liubieran prendido en la madera, ya una espesa nube de Iiunio
conieuzaba á asfixiará los. sitiados, poniéndolos en la mayor
— Í194 —
En este aprieto, dispuso Tone que las mujeres con k
niños saliesen por una de las troneras {xisteriores y .se abe
gaRen en el l)os(iue de la montaña, mientras que él, apa
ciendo denodado con una espada castellana en la mano,
mostró en la parte anterior del fuerte, pidiendo paz á los
tiadores y ofreciendo someterse con los suyos á un compL
vasallaje.
Mientras lo diclio se cumplía, uno de los españoles sepa-
rado corto trecho del campamento descubrió á los fugitivo
que se internaban en lasciva» y dio el grito de alarma, Tmw
que con su discurso no pretendía otra cosa que ganar ticirif
descendió tic un brinco, suelto, ligero cojno un tigre en
dio del campo enemigo, blandiendo con singular maestría
espada toledana, am la cual causó no pocos estragos. Ac
por muchos á un tiempo, tomó con su destreza y fuerza dea-"
comunales á uno de los cristianos más próximos á él,
las piernas, y arrastrándolo con velocidad, lo llevó
larga distancia, hasta tanto que atacado por gran núi
de combatientes, se vio en la necesidad de largar la presa,
deslizarse con la rapidez de una exhalación por la espesu
de los bosques vecinos, dejando estupefactos ásus cont
y al otro no poco magullado y corrido por su aventura.
Se observará que no son ya estos los indios asustadiz
encontrados en el país por Badillo y los otros conquistador
Aunque escasos de armas que pudieran ser comparadaí*
las de los europeos, y aunque careciesen de caballos y per
luchaban impetuosamente y casi en igual número con losopr
sores de su patria. Estimulados por la necesidad, y tomatid
al paso algunas de las tretas y artimañas de los veteranc
españoles, y uniéndolas á las suministradas por au nalural
Instinto de astucia, defendían palmo á palmo sus hogares.
Acaso sin la superioridad incontestable en el arte déla guerra,
el triunfo hubiera sido imposible á los invasores. En las reli-
ciones siguientes se hallaivln pruebas de bulto que evidenci»
esta verdad.
Libre Tone de las manos de sus antagonistas, roc*»gí¿
mas al occideale del In'ontiao, se encas-
tilln de nuevo en una fortalez^i mejor colocada y con las mis-
mas condiciones de resistencia que la anterior. El formidable
caci(iiie no se arredró con la rota pasada, sino que por el c^jn*
trario, cobrando nuevos bríos y más entereza para la defensa
I de su causa, deten uino lidiar hasta el ün.
í En el lugar liltimaiuente fortiücadu tuv<> ocasión un sitio
I de treinta y nueve días, en el cual ese corto número de salvajes
dio al traste con la paciencia de los peninsulares. Los adalides
de Castilla, fatigados con la duración y lo crudo de la cam-
paña» estuvieron á pun^o de abandonarla; mas la perseveran-
I cía y valor de ( FÓniez Fernández y de F'rancisco Moreno, le pu-
i sieron término eücaz aunque tardío. En este asalto, se repi-
' tieron, poco mas, poco menos, las mismas escenas de sutileza,
de fuerza y de arrojo de parte y parte» hasta que los sitiados,
ixjducidos a la última extremidad por el hambre, la sed y la
muerte, se rindieron sumisos y encorvaron la cerviz bsyo el
duro yugo que l(^s imponía el Rey de los españoles. Tone se
presentó de paz, y fuera tie los muclios ijidios muertos en el
cninbate, los españoles, según usanza, mataron á varios, des-
orejaron á otros, cortaiMHi luirices, manos y piernas; y á un
americarto que insistía en no reconocer su poder ni el poder
clol Rey Felipe, lo entregaron ala voracidad de uno de los sa-
buesos, que en presencia del ejército cristiano arrancó y se
comió las entrañas del infeliz. Tone, damefiada su altanería,
ae hizo bautizar, abrazó la religión de sus tiranos y llovó en
seguida, dice la crónica, una vida ejemplai\
Tranquilizada deíinitivamente esta parcialidad, dio Gómez
Fernández las disposiciones del caso para la refundación de
la vieja ciudad de Anlioquia, condición impuesta para su nom-
bramiento, y siguió en busca de la.s labulosas lüquozas <]ue
su calenturienta imaginación le hacía esperar en el Chocó.
Con sus compañeros, pues, se internó en aquellas seK^as
.sin descubrir nada tle provecho. Mortificado constantemente
por las veleidosas é irregulares agresiones de los indios, an-
— 6ÍI0 —
düvo poi^ sendas desconocidas y mal trilladas, haata qi
abrumado por tanta miseria se embarcó en uno de esos rtfl
anunimos del país, y perdiendo no pocos de sus peones y so
dados salió (i la costa de Urabá y siguió á Cartagena
Indias,
Firme en el propósito de no renunciar á sus esperanzas,
equipó lo mejor que pudo otra expedición, se abasteció di'
recursos y enderezó de nuevo sus pasos á su Gobernación tid
Chocó. Engolfado y perdido otra vez en aquellas soledadcij,
estuvo en Oromira, donde no vio, por su mal, sino salvajes
hostiles, saetas empon zonadas , serpientes venenosas, lodaza-
res, fiebres mortíferas, atmósfera nublada, huracanes ater
dores, y en que paderió hambre y cansancio.
Resuelto á ctyar por entonces en sus intentos, resolvi''*
buscar asilo y descanso en las tierras ya más abiertas y benig-
nas de Antioquia,
Animando con su briosa energía y con el ejemplo de
alma imperturbable el corazón desfallecido y el espíritu
liente de sus camaradas, se encaminó al oriente por el pais<
los tabelles* Después de mil aventuras, y habiendo pasado
la pena de ver perecer en medio fie las más estupendas coi
gojas muchos de sus amigos, salió, protegido por algur
indios aliados y cristianos, á la primera Antioquia, abancd
nada á la sazón por Francisco Üaraliona, quien encargado A*
mantenerla, no fué suficiente para contener el ímpetu de lew
americanos rebelados y tuvo que retirarse.
Sabedores los habitantes de Antioquia del mal predica-
mento en que se hallaba ese pelotón de infortunados expedí
cionarios, mandaron amplio y generoso auxilio que repan>
sus fuerzas y les permitió llegar a la población •
De Santaíó de Antioquia, siguió Gómez Pernáiulez jxirj
Anserma, lugar de su residencia ordinaria, en donde encontn^
para su bien, que su cuadrilla de negros le tenía recogida
sacados de sus minas, más de GO.OUO castellanos de
Rico con tan ingente caudal, resolvió luego dirigir sus
la Poiu'nsula, lo que ejecutó, no sin haber recompcnsaí
— 607 —
antes con mano dadivosa los servicios recibidos del jovcji
Francisco Barco, su compañero inseparable y fiel edecán en
toda la campaña^
Muerte de Gómez Fernández. — En la Península ob-
tuvo definitivamente el título do Gobernador del Chocó, ratifi-
cado por una real cédula, como debía esperarse que aconte-
ciera á un hombre que, ademas de su larga y honorífica hoja
deservicios, llevaba consigo la roeoniondación poderosa que
le habían dado los negros de su cuadrilla. Provisto de sus
títulos, regresó á América ; pero murió en Cartagena, sepul-
cro frecuente de los europeos. Gómez Fernández era varón
sólido y rolíusto, inquebrantable en los trabajos, veterana
encanecido en la guerra, emprendedor, de educación ordi-
naria y vulgar, pero afortunado y mañoso, A su muerte al-
canzó que i>usieran en su lo^a la siguiente inscripción va
forma de epitafio :
Aquí yaz (ióinez Fernández
En lugar estrecho puíísto,
Antes altivo y enhiesto:
Pero las cosas más grandes
Vienen ¡i parar en esto.
Tuvo presunción subida
Sin temor de la caída,
No queriendu conoce 11 a
Con esperanza de vida.
Que es lo mas incierto dclla.
En el año do 156!), gol)ernaba un Popayán y ¡sus depen-
dencias D. Alvaro de Mendoza, y estaba en 8antafé de Antio-
tjuia Gaspar de Rodas, quien después de mucho tiempo había
fijado 8U residencia allí y tornadose de joven belicoso en
liombre provecto, sesudo y experimentado. Conocientlo el
Gobernador Mendoza las altas dotes de inteligencia y la pru-
dente cordura de liúdas, le había nombi*ado desde antes del
año á que aludimos, su teniente de Gobernador, y en el año
dicho lo escogió para pacificar los indios, hacer nuevos des-
cubrimientos y erigir nuevas poblaciones.
f'-'i
CAPITULO UNDÉCIMO
riniGra campana We Gaspar de Rodas. — Es auxiliado ¡K>r Fran-
cisco Martínez de Ospina y por gente de Popayan. — Conquista
de Peque, Ituango^ Teco, Nore, Cuisco, Tuingo, Araqae,
Carauta g otros tugares, — Exploración de la parte alta y tnedia
del Sinú, — Deposídori de Rodas,
Primera campaña de Gaspar de Rodas. — Investitio
Gaspar de lindas de amplías aLitorizaciones y de un poder
mírnodo para asuntos de su oomisiun, puso mano á la obra,
fcpérdida de tiempo. Sus vastas relaciones, su inteligencia
»«>s hombres y ríe las cosas, su excelente posición social» su
'icia en las luchas con los barbaros, su pr¡vilep:iada orga-
^eion corpijral, sus haberes de fortuna, las simpatías do
^ gozaba, el respeto tenido á su persona, y otras recomen-
piones mas, lo hacían sugeto cumplidamente apto para el
^rinpeño de las funciones inherentes á su destino.
Además de ocuparse en rec^Dger pertrechos, aprestarais^
^ y disponer todos los útiles precisos para la empresa, man-
"*iia especie de circular á sus compatriotas residentes en
*Osí pueblos y ciudades, invitiindolos á seguir coa él la carn-
Es auxiliado por Francisco Martínez de Ospina, — Este,
^mandaba en laciudari de líemedios, acudió olicioso al lla-
^tnientOj llevando pert'ectamente ecpápados 60 hombres,
Cilios unos de Remedios y otros de Victoria, entre quie-
— TOO —
lies estaban como principales, Bartolomé de Pineda, Anfe
Lobo de Sande» Juan \'elasco, Pedro Fernández Hívaí
neira, Diego de Guxmán y Juan Aldana.
De Popayán concurrieron 30 más, y entre ellas Fr
cisco López de la Rúa, Juan Arias Hubián, Gaspar Delgada
Alonso Serrano, llevando éstos, oomo los anteriores, e:
lentes armas, ganado lanar y de cerda, y algunos otros
mentos escasos y preciosos todos en el tiempo de que tral
mo8, pues que entre conquistadores é indios un hacha v
sesenta pesos, veinte una libra de sal y seis una aguja
Todos estos soldados fueron, como es de supojierse, inu;
bien recibidos y acatados en Santafó de Antioquia, en doi
reunidos con el Capitán y sus otros compai^eros, form
una columna imponente para las circunstancias, ocupada o
asiduidad en bélicos aprestos.
Pasaban empero los días> y á los pasados seguían oti
sin que el teniente de Gobernador, jefe de operaciones, iii
señal de querer entrar en la vía práctica de sus intent
Fué tanta la dilación y demora^ que, exasperado ol ánimo de
los convidados, al íin comenzó entre ellos el susurro del des-
contento, que incorporándose y tomando formas se con-
virtió en poco tiempo en el agrit* y tumultuoso clamum^
de la calumnia, expresando con descaro que el comandantr
era un ambicioso, un intrigante y un egoísta que no peít*
saba en otra cosa que en sus medros y aprovechamímlOí
personales. La turba de hombres quejosos convina d
nombrar por su parlamentario cerca de Rodas, á
como individuo caracterizado y tenido en gi*ándo csti
ción,
Ospina se entendió cou Rodas y le hir.o preseale
desconfianza de los voluntarios, los inconvenientes de la Uf^
danza, las ventajas de la actividad y prontitud, el gran
juicio que ellos, hombres pudientes y bien establecidos i
otras part;es, experimentarían con la perdida de üeiup
viviendo en el ocio. Rodas explicó como causa de la deroo
la falta de muaiciones, prometiéndole, para acallar lo<> chi
— 70! —
mes y habladurías, cfue dentro de tercero día se pondrían en
campaña.
Alistado ya todo^ liizo el Gobernador los correspondientefcj
nombramientos para el ejército : teniente general, PYan-
cisco de Ospina; capitán de infantería, Juan de Velasco; de
caballería, Pineda; alférez general, Molano; y Juan Arias
Rubián, consej€^^o áulico. Era capellán de la tropa fray
Pedro de Guzmán, dominicano, y estaba c^compañado por
otros religiosos*
Después de salir de Antioquia, llegaron á Tociná,
iondo se pasó revista general del ejercito, compuesto de 94
españoles, 7tMJ indios, ;^0Ü negros y una bjiüíia caballería.
Llevaban 4ÜÜ vacas y 5ÜÜ cerdos*
Conquista de Peque etc., etc. — En Todná hicieron
varias salidas ron el pretexto de invitar á la paz á los ene-
ligos; pero éstos contestaron con la guerra, Eran mandados
los tales indios de Peque por el anciano Sinago, hombre
tenido en grande estimación en su pueblo y en otros muchos
del circuito. Tenía por sobrinos á Yutengo y á Árame, ambos
valientes; pero petulante é inquieto en extremo el primero.
Apenas sabida la intimación hecha por el español, convocó
viejo muchos caciques vecinos, y en consejo que tuvieron
iara atender á las exigencias de la situación, se resolvió
leclarar definitivamente la guerra, intento para el cual
ireció en el campo español Yutengo, ataviado con ricas
joyas y armado profusamente, mostrando un semblante
altanero, gesticulando con menosprecio, diciendo baladro-
ladas en tono jactancioso, y exigiendo imperiosamente la
lesocupación del país, ó la guerra, pero guerra á muerte,
mgrienta y formidable. Les aconsejó también que en cíiso
que estuviesen por lo último, apretaran bien los puños y
mojaran sueltamente la espada y el arcabuz, porque ellos
ataban resueltos á morir combatiendo, ó á vencer.
líióse Rodas de la presunción y salvaje donaire de
igo, cuando hubo sabido por el intérprete la sustancia
— 702 —
de su razonamiento. Brindó tle nuevo u los iudífíenas la
cordia intimándoles al misnio tiempo un severo ultimátii
no se rendían al poder soberano de su liey.
Despedido el bárbaro^ volvióse A sus compañeros, en tanto
que Rodas con los suyos levantó la columna y se movió sobre
Peque.
En las inmediaciones de la población, eii una escarpada
loma cubierta de pajonales, y con muy pocos árboles, pero
que tenía todas las ventajas para una buena defensa, >
bleció el Jefe su ejército* Llamábase este punto Lagunill
Congregados los caciques, y reunidas sus mujeres y 3
mejores y más numerosas tropas, cercaron á los c-astella
en su eminente posición. Ordenó líodas á Pineda que 6alÍQ
á divertirlos á la cabeza de 40 hombres, lo cual ejecd
baciendo que el ejército contrario se retirara largo trec
pero habiéndose desviado y alejádose á no corla distam
de BU vivac, no jiudo rej^resar aquella noche y pernoctó fu
del campo.
Los indios, concertados en ideas, creyeron que el
partido que les quedaba era el de hacer oi!ultar, duranlií la
i>scuridad, una gran parte de soldados en la espesura de loí
pajonales, y á la mañana siguiente, cuando los rayos drlíMJ
hubieran tostado y desecado la paja, incendiarla, poniendo cü
su ayuda el poderoso elemento del fuego contra los tiranas.
Así se hizo; y los indios encargados de la ejecución de ede
plan, se procuraron fuego al siguiente día, á la hora señalada,
frotando un madero seco contra otro. La paja ai'diu 00a oiia
velocidad increíble, y bien pronto humaredas espesan, "
lampos de fücgu y todos los Iioi^rurcs de un incendio i
vieron simultáneamente el ejercito íle Rodas. Alerrori.Jka'^
los blancos por la inminencia del peligro, quisieron huir
desatentados en diferentes direcciones; pero el cuenii> y
sereno Capitán logró contenerlos con la eficacia de su ejempli^ ,
y de su i>alabra*
A este tiempo, los l)árbaros abalanzáronse con ímpetu, (
gados por el deseo de\ enganza, tomaron todas las cncrucija
montaña y cayeron de improviso sol>re sub
rivales. Trabóse entonces una lucha sangrienta y cruel, que
pareció más bien que una íjatalla arreglada, un duelo per-
sonal á toda sangre, porque los liombres peleaban, se golpea-
ban, ^e herían y hasta encajaban los dientes en las carnes del
enemigo.
Andaba dudoso él éxito de la lucha; mas á este tiempo,
Pineda, que pretendía incorporarse a sus cuarteles, ataco la
chusma por retaguardia, é hizo en ella una carnicería tan
espantosa que la obligó á guarecerse en las selvas y mon-
tañas vecinas y á dejar sf>bre el campo 300 muertos y no
pocos heridos. Antes de huir, los bárbaros amenazaron á los
españoles.
Obsérvese cómo nace y crece gradualmente un principio
de táctica militar y aun de estrategia en esta pobre y desdi-
chada nación. No obstante, cuando los indios comenzaron á
conocer el arte de la guerra, no pudieron practicarlo porque
los españoles los habían ya casi exterminado.
El día siguiente al horrascoso encuentro que hemos
débilmente delineado, se acordó por los conquis( adores
seguir en persecución de los fugitivos. Gonzalo Vega^ con
40 infantes, fué nombrado para desempeñar esta comisión.
Salió del campo, atravesó el riacliuelo de Peque, trept) una
cuesta; y en un vallecito que formaba explanarla, encontró
im caserío casi totalmente desierto, pues las pocas personas
que en él había, no hacían más que lamentar con tristeza la
nuiertede Sinago, su Jefe predilecto y querido. Sinago había
muerto repentinamente.
Detúvose la descubierta de Vega algunas horas en el
referido caserío^ compuesto de doce grandes chozas, y se
pniveyó de abundantes víveres; pero no muy tarde, avanzado
el día, fué cargado por una turbamulta de americanos
conducidos por Yutengo, Aramé y otros caciques. Las
proezas y denuedo de Vega y de sus listos camaradas contu-
vieron por algún tiempo la ira y el ardor de los salvajes;
mas al fin, arrollados por el número, hubieron de poner
n
— 704 —
tierm en medio en busca de sus wmpatriotaíí, dejando en
retirada, que más parecía derrota, la-s provisiones recogidas
su merodeo.
Cuando Vega dio al Genera! los pormenores de su
dición, se convino en ir á las chozas indiirenas y avania?"
hasta el pueblo de Peque. El mismo Vega mandó la \*ai]
guardia, y se le vio en aquel día, en contra ile su carácti
halñtual, triste y meditabundo.
Había antes de llegar á Peque im tupido mator
formado por cañaverales y malezas. Era la mañana
el rocío de la noche anterior humedecía y refrescabT
aún las hojas secas y marchitas, los tallos y los tron
COS. Llegados allíj resolvió e! capitán prender fuego
diferentes puntos del transito; la llama no creció por cauí
de la humedad^ pero se conservó. La vanguardia av^uó
camino, hasta que temiendo ser atacada por los indios,
sintiéndose débil, resolvió desandarlo recorrido y seioter
devuelta en el rastrojo. Ya el calor de un sol tropical y
evaporación producida por un tiempo seco, habían convc
tido en yesca, las hojas, los tallos y los troncos; un
viento soplaba en dirección opuesta á la senda que llevaban
los soldados desfallecieron; el capitán los estimuló
energía, y al fin, huyendo y saltando en diferentes dir
ciones, fiaron su salvación á la ligereza de sus miembros-
quedó encerrado por el incendio sino uno solo, el infell
capitán, quien después de haber procurado salvar latid
(le sus amigos, se halló de repente faz á faz con ufl
inmensa ola de llamas, que como los tumbos embravecidos <
lui mar de fuego, le obstruían el paso. Recogido en sí mi^mo|
desafiando lo crítico de la situación, intentó dar, y dio en efe
sobre el furioso elemento un brinco descomunaL Un remullí
ríe llamas y un espeso cordón de humo envolvieron y i
carón al temerario soldado en su tránsito al travos deaque
hoguera. Casi asfixiado y con las vestiduras ardiendo, ca
al suelo, donde fué socorrido caritativa pero tardíameitj
por sus companeros. Calcinadas sus carnes, sobrevivió uní
— 705 —
pocas horas y murió luego, cou gran sentimiento de todos,
especialmente del Gobernador, quien le miró siemp!*e como
uno de sus más leales camaradas y uno de sus mejores
amigos.
Muerto Sinago, como antes dijimos, se apoderó de los
indios la más corruptora y debilitante desmoralización,
Yutengo y Aramé pretendieron resistir todavía; pero tropas
de bárbaros so presentaban diariamente pidiendo el agua del
bautismo, y ofreciendo someterse á los Reyes cristianos-
Amilanados en consecuencia los dos cacicjues se retiraron á
los bosques y no parecieron más. Los invasores, por su
parte, trasladaron su comitiva al valle de Norisco, de donde
eran señores y potentados Bayaquima y Tacujurango.
Corría ya el año de 157!, por Enero, y Tacujurango
informó á los españoles que, andando un poco más al norte,
había un asiento de ricos pobladores, cuantiosamente provisto
de oro y abastecido de víveres. Este informe pérfido, que no
tenía por parte del salvaje más objeto que alejarlos de sus
dominios, encendió en el pecho de los conquistadores el
ardor instintivo de su proverbial codicia. Marcharon para
allá; mas en vez de lo prometido hallaron un pueblo com-
puesto ár, cien casas, escueto y miserable, de donde eran
Icaciquos Tecucc y Agrazaba. Este pueblo era el de Huango;
fy tan mezquino y exhausto de provisiones de boca lo encon-
jtraron, que el hamijre hubiera dado fin á sus días, á no
[ticr por la abundancia de aguacates, fruta suculenta y
aparadora con qu-^ mantuvieron sus fuerzas por muchos
Pdías.
Aunque la penuria del lugar fuese extrema, el aliciente
lile algunos veneros dorados, la blandura del clima y la posi-
|.tiva feracidad de los terrenos, les mostró aquel suelo
>ropio para una nueva fundación; pero Rodas no opinó
le la misma manera, y se opuso á ello por el momento con
*nac¡dad.
Con el rechazo de Rodas levantáronse contra él nuevas
Calumnias, especialmente entre la gente de Ospinct y entre los
. áfi.
auxiliares de Popayán, que, como suele acontecer 8Í€
con aliados, eran los mas predispuestos á sedición, aune
bien visto tuviesen que habérselas con unsugetopoco ma
jable y poco sensible á su vocin^^^lería.
Acercábase á todo andar el invierno, que, como
sabe» consiste en estos países de los trópicos en un
continuo de aguaceros torrenciales, que alcanzan en algur
años, especialinenLeen las comarcas de que vamos tratando J
ser bastantes para cubrir hasta dos metros en el año
superficie del suelo.
Notando el Gobernador el raro descontento y el disí
que se mostraba entre los suyos, les manilestó con suavíd
firme y entera que había resuelto buscar cuarteles de invien
puesto quü la estación no se prestaba para continuar la can
paña; y fundó la base de su disposición en razones de
poso, á que se rindieron convencidos los mas, y á las cua
respondieron con nuevas murmuraciones y despropósitos Id
amigos de Ospina y los soldados de Popayán. El gran pr
texto de estos lionibres en contra de su comandante, se ha
consistir en la sospecha de que no quería repartir la Mertj
conquistada, entre ellos, sino más bien adjudicarla a 1<Í
vecinos de la ciudad de Santafé de Antioquia, sus parcis
desconociendo los méritos y los servicios de los auxilia
y premiando indebidamente personas sin recomendadí
alguna.
Para manifestar al Gobernador su modo de sentir,
gieron otra vez al sugeto más conspicuo y caracterizados
entre ellos, Ospina, quién cntendiéjidose con Rodas, le
que comprendía el valor do sus razonamientos; pero q[W
parecía igoalmente cuerdo repartir las encomiendan de
ganailo habita entonces, entre todos los camaradas, y hmi
inmedialamente una ciudad en el punto en que se hallabaD,|
agregó por vía de amenaza, que, si así no lo ejecutaba,
estaba resuelto á abandonar la partida, á separai*fie do I
empresa y á volver inmediatamente á su casa, donde iiiej*
cuidados y más positivos intereses lu llamaban. Conle^t
— 707 —
Rodas con todos los miramientos y respetes debidos á la
importancia de su persona, mas sin oponerse en manera
alguna á su intento de separación.
El fundador de Remedios, en consecuencia, escoltado
por 20 hombres, tomó la vuelta de Antioquia, con grave
sentimiento de sus numerosos amigos, por ser liombre de
grandes y poderosas influencias, simpático y querido entre los
conquistadores. Con su ausencia, crecieron la desazón y la
inquietud en el campo, y vino el ejército todo a un grado
tan supremo de desorden y exaltación, de insubordinación y
desconcierto, que estuvo á punto de disolverse. El modo
eomo Rodas reorganizó y puso orden entre estos disgregados
dcmentos, lo veremos en seguida.
Con la partida de Ospina, sus adeptos, un tanto amoü-
Dados, amenazaban llevar las cosas á un desagrable con-
flicto.
Juan Velasco y Pedro Fernández Rivadeneira, sugetos
acreditados, amigos apasionados de Ospina, dalian por su
barte serias inquietudes. Para desbaratar cualquier plan de
rebelión que estos dos individuos pudieran conceliir, deter-
ininó el Gobernador emplearbjs en cosas de provecbo, hala-
gando al mismo tiempo su vanidad. A Juan Velasco lo
tnandó en busca de nuevos descubrimientos del lado de
Driente hacia el gran río Cauca, en la parte fronteriza al país
ie los nutabes. Iba con 40 compañeros, A Fernández Riva-
deneira le ordenó fuese a descubrir nuevas poblaciones en el
Íe entonces se creía opulento valle de Teco.
Mientras esto sucedía, llegó Martínez de Ospina á Santafé
lAntioquia, desde donde, por medio de una carta mandada
popayán, informó a D. Alvaro de Mendoza del mal curso
e la conducta de su teniente de Gobernador imprimía al
^gociado de la conquista. Este informe fué altamente
iesfavorable á los intereses de Rodas, y le cambió el ánimu
l^ntctí amistoso de Mendoza en hostil y contrario por todo
Í tremo,
I Juan Velasco llegó al Cauca, enfrento del valle de
^ 708 —
San Andrés, á un punió en que los indios tenían un puc
de bejucos que comunicaba una ribera con otra, y al
llamaban de BreduncOj Brcmico ó Neguerí, por el cacique i
este último nombre que tenía su vivienda en las cercanÉ
En este punto topó Velasco una vieja que se ejercitaba enj
profesión del comercio por aquellos pueblos, y 8obro]
cuerpo de aquella mujer hallaron los españoles mil pesos
buen oro, de los cuales fué, por supuesto, despojada, dánd
encima con soez y cobarde atrevimiento unas cuantas
tadas y algunos puntapiés.
Sin más aventura, y un tanto temeroso del gran núni6
de bárbaros que se reunía en actitud hostil en la o^
banda del río, volvió caras el teniente en dirección
cuartel general, para dar cuenta de lo visto, justamente eT
el tiempo que se le había asignado para el desempeño de í*y
comisión.
Rivadeneira, en cumplimiento de la suya, sedirigiiid
valle de Teco, lo tomó por asalto durante la noche, h¡»
prisionero al cacique, quien prometió rescatarse por um
gruesa suma de oro, se estableció en el pueblo, lo entreg»i i
saqueo, y quedó por más tiempo del que se le había asil
nado, atormentando á los naturales con toda clase <kj
atropellos y crueldades. Gastada la paciencia de los s^iWi
y considerando corto el número de enemigos, formaron ua
de sus acostumbradas peloteras, y dando de súbito sob
ellos, los acosaron en tal guisa, que no bastó el valor caiíll
llano para resistir el fogoso ardimiento de los bárbaixííí. Vi,
tal el aprieto en que se halló la colunina, que abandonan^
no sólo el botín, sino también muchos haberos propios,
prendió recogerse al cuartel general, haciendo fuego eo
rada para defenderse.
Antes de llegar al campamento, fueron atacadc
tanta temeridad y destreza, que inevitablemente hut
pereciilo todos ellos, á no ser por el oportuno rcíuerao <|
recibieron de sus compañeros. Sin iiubargo, murieron fkt|
tres españoles, fueron heridos los mas, y Fernándeai Itívai I
neira en cinco partes distintas. Las saetas estaban envene-
nadas, y hubo precisión de cortar las partes berida^^ y caute-
rizarlas luego, método ordinario de que se servían los conquis-
tadores para evitar la muerte en tales casos.
^K No quedó muy contento el director de operaciones con la
^jonducta de su teniente, porque la demora y el manojo gro-
sero tenido con los naturales, en contradicción con sus
órdenes espresas, eran la causa cticiente de aquel descalabro.
No siendo favorable la situación en que quedaban por entonces,
vio el Jefe que lo más prudente para él en aquella coyuntura
consiíjtía en mover su tropa y trasladarse a Norisco, y para
facilitar esta operación dispuso que Andrés de Soria con
30 soldados pasasen al próximo señorío de Agrazaba en
busca de indios de carga. Así se verificó, y en Norisco el
cacique de Agrazaba redimió los cautivos trocándolos por
oro.
La rota de Fernández Rivadeneira, dada por los mora-
dores de Teco, pedía venganza; porque fuera de su acción
maléfica sobre el ánimo délos soldados, aumentaba el orgullo
y pretensiones del vencedor. Para cortar de raíz este mal,
fué encargado, con 50 soldados, el capitán Bartolomé de
Pineda. En cumplimiento de su encargo, tomó a Teco, des-
cuartizó indios, saqueó, y ejecutó a maravilla todas lasabomi-
ciones y atrocidades que en aquella época luctuosa para los
americanos estaban á la orden del día.
Después del rudo y sangriento castigo ejecutado en los
habitantes del pueblo, enderezó Pineda sus pasosa la^ pobla-
cioneii de Cuisco, Araque y Tuingo en las cercanías del Sinú,
donde fué bien acogido por los babitantes, que temblaban ya
á la vista de sus sanguinarios huéspedes. Los salvajes, que no
lo eran tanto que careciesen de un ligero barniz de diplomacia,
les dijeron que en Carauta había algunos vecinos opulentos de
oro y otros haberes : esto lo hacían movidos por celos y rivali-
dades lugareñas con sus compatriotas de Carauta,lugar á donde
llevaron su camino los codiciosos é incansables peninsulares.
En Carauta, como en otras partes, fueron acogidos sencilla-
— 710 —
mente, regalados y vistos con el respeto y veneración í|11
les inspiraban seres extraños y divinos para ellos, que llevaban
el trueno y el rayo en sus manos y que disponían á su arbitrio
lie la vida y de la muerte.
Abusando, como casi siempre lo hacían, de la inocente^
hospitalidad que se les concedía, se entregaron los cristiana*
en Garanta á sus habituales depredaciones; y en tal grado lo
ejecutaron, que agotado el sufrimiento de aquellos pobrta
indígenas, fueron por un camino corto de travesía á poner
en conocimiento de Rodas el comportamiento irregular y
cruel que Pineda y sus c-ompañeros estaban practicando en sos
hogares. El Coniandante, que, como hemos dado a entender,
era movido siempre por un espíritu justiciero, ordenó ijune-
diatamente á Pineda que compareciera en su pres4mcia*
Este, que se creía á gran distancia del campamento, por haber
hecho en su excursión muchos rodeos y por ignorar el abn*-
viado sendero seguido por los que dieron la denuncia, obe»
deció sumiso el mandato y tomó para su regreso las cum' *
de la cordillera, que en esa parte, sin alcanzar á las ui. ,
perpetuas, sí tienen bastante elevación para enfriar el aire
en demasía y tornar la atmósfera de los trópicos helada cu
extremo, Andando por aquellas alturas, experimentó dificulU-
des enormes, pasó trabajos inauditos, y vio arrecidos y muer lo*
por el frío á algunos do los de su séquito; otros se salvaroa
con una dura y vigorosa ílagelación, remedio eficaz y rec<h
nocido contra los ataques de esta clase de intemperie. Ea
presencia de Rodas, acobardado y sumiso, pasó Pineda por
la vergüenza de ver increpada su conducta, mal calificailo*
sus procederes, y reprendidas como torpes sus acx^ioni^ fué
destituido del mando.
Una de las cosas que contrariaron más al teniente de
Gobernador, en la expedición de Pineda, fué que en vei de
seguir desde Tuingo y Carauta hacia las cabeccra^i del rio.
no hubiera continuado aguas abajo, porque en aqttol li*5inpo^
era refrán^sabido entre conquistadores, el siguiente :
ít Desgraciado del Perú
Si se descubre el Binii.
De esto y de su disgusto hizo Rodas inanifestacióii pii-
ilica (i los individuos de su ejército, í^as consecuencias serán
vistas en la continuación de esta obra.
Descubrimiento del Sinú. — Como la jornada para exa-
linar el Sinú fuese halai^adora, y Juan Vclasco uno de los
más arabiciosos y emprendedores de la comitiva conquista-
dora, ganó de mano^ y anteponiéndose á todos pidió permiso,
que le fué concedido, para guiar en esta campnna.
Por un sendero semejante al seguido por su antecesor Pine-
da, se aproximó al Sinü, y por su orilla izquierda desc-endió
como diez miriametros. Por el tránsito fué hallando poblacio-
nes de mediana importancia, en las cuales los naturakís le
recibieron bienal principio. Satisfecho y lleno de ilusiones con
lo visto, adelantó su carrera un poco más y descubrió el princi-
pio de un territorio que, dilatándose á lo largo del río, por uno y
otro lado, es, según la opinión de los historiadores de a([uella
época, de una feracidad, magnificencia y belleza singulares-
Tiene ese circuito una grande extensión, temperatura un poco
elevada, amplias planicies cubiertas de gramíneas, al)undante
riego natural de arroyos y torrentes, suave acción de los
elementos sobre la existencia del hombre, multiplicados vene-
ros metálicos, y una espesa capa de tierra vegetal propia para
el cultivo de pastos, para arboles frutales y para el estableci-
miento fio muchas empresas agrícolas de importancia.
Si aquel puñado de aventureros, en vez de desempeñar
letra por letra el sangriento programa de su destino, hubiera
hermanado con los indios, los hubiera domesticado y validóse
de ellos racionalmente para el establecimiento de una colonia,
esa encantadora c/:íniarcaj en lugar de perder su débil signi-
íicación de entonces, hulíiera prosperado, y sería hoy no un
desierto yermo sino un (xmtro de civilización y d(? comercio.
Siempre será cierto ({ue ese territorio f[ueda como una espe-
— 712 —
ranza lisonjera para los Eístados de Bolívar y de Aiitioquii
cuando mu ideas de orden y de paz piensen seriamente
su bienestar y en su prosperidad.
El capitán Vclasco, con insaciable codicia, recogió
poco de orOj y se apoderó, ya ¡jor voluntad de los indios,
por fuerza, de algunos otros liabei'es. Cargado con eso, volj
vio al campo de Rodas dando las más halagüeñas noticia
por donde, y para asegurar lo conquiistado y descubierta:
pensaron que sería bien fundar una ciudad que sirviese coiiD
base segura de operaciones.
En las cercanías de It nango, á dos leguas del Cauca,
sobre una loma, se erigió, pues, la ciudad de San Juan de \
das, en 10 de setiembre de 1570, Fueron sus primeros álcali
des Juan Velasco y Alonso Hernández Molano, y alíér
mayor Juan Alonso de Sautana. Tuvo seis regidores.
Deposición de Rodas. — Afirmados los fundamente
de la ciudad y organizado lo refei'ente al mantenimiento M
ella, y dejando alguna gente, determinó el comandante volve
sobre Peque y Evéjico; mas cuando se ocupaba en poner
práctica su idea, supo por carta llegada de Antioquia, qu
el informe dado por Ospina al Gobernador de Popayán habí
producido su efecto, y que en tal virtud venía en su reeti
plazo, como teniente de Gobernador, Alonso de Mendoí
Carvajal, liermanodeD* Alvaro, y que él quedaba destituido^
de su empleo.
Cambió de pensamiento en razón de las nuevas circí
tancias, retornó sin pérdida de tiempo á San Juan, repartí^
entre sus compañeros las encomiendas de la tierra y adjudic
á los vecinos de Santafó de Antioquia las de Peque y Evéjic
Este repartimiento disgustó a muclios, pues la mayor par
creyéndose la más meritoria, aspiraba á más alta y digiu
recompensa. Levantáronse, como de costumbre, sent¡«1
quejas y murmuraciones; mas ya el Comandante, desprovti
de autoridad, pensó fijarse en Santafó de Antioquia en clase <
hombro privado, y dio sólo, bástala llegada del 8Uí>tituto«U
— 713 -
últimas disposiciones gubernativas. Dispuso que quedara por
Justicia Mayor y teniente en la ciudad Juan Velasco, y ordenó
que pasasen la población al valle de Teco, en el antiguo asien-
to de la villa de Maritúe, orden que desagradó notablemente
á los vecinos.
Los veinte españoles que escoltaron hasta Antioquia al
capitán Ospina, al regresar al campo fueron asaltados en el
tránsito por los rebeldes de Peque, quienes mataron á Gon-
zalo Verde y á Alonso Maldonado.
Obediente Rodas á los mandatos de su superior, se esta-
bleció en Antioquia, donde fué respetuosa y brillantemente
acogido por los habitantes. Se quejó con amargura de la des-
titución y de los desaires recibidos ; pero al mismo tiempo
D. Alonso estaba sujeto á la misma suerte, por consecuencia
de haber sido residenciado y privado de su empleo.
GAriTULO DÜODEaMO
Andrés de Valdívia^ — Velasco vuelve sobre elSinú. — Exiío des-
graciado de esta campaña, — Insurreccióii general de los eatios
y muerle de V e lasco. *^ Leonel de Ovalle es nombrado jefe. -^
Reedificación de San Juan de Kodas.— Opcracioíies da Valdima.
ki
N
Andrés de Taldivia. — Corría el año de 1571 , por Febre-
ro, y las cosas, que pasaban como acabarnos cte indicarlo Jiu-
bieran puesto en peligro el orden y tranquilidad de que tanto
necesitaban los europeos, si el carácter de Kodas, ajeno á
toda propensión á rebeldía, no hubiera sido prenda de estabi-
lidad. Para disipar toda duda en este punto, llegó, investido
de un título real en debida forma, Andrés de Valdivia, como
Gobernador de Antioquia. Valdivia es el mismo personaje
que entendiéndose en Aiiserma con Lucas de Avila, recibió de
él medios y auxilios suficientes para trasladarse á la Penín-
sula, y negociar alia el gobierno de esta parte de América por
cuenta de 8U protector . Este hombre infidente é ingrato, en
'ezde llenar religiosamente el cumplimiento de su palabra,
negoció para sí, y obtuvo, como lo pretendía, el mando de la
tierra, burlando en mala hora para él mismo la sencilla cre-
dulidad y buena fe de su comitente. Parece que en el título
de Valdi\ia no estaban comprendidas ni Santafé de Antioquia
ni sus dependencias conquistadas bajo la dirección de los Go-
bernadores de Popayán, á cargo de los cuales debían quedar;
pero el astuto castellano, sin darse por entendido en esta ma-
teria, presentó sus provisiones en la ciudad como si fuesen
— 716 -
extensivas a todo el país. Los anlioqiiefios lo recibieron y 1 1-
conocieron como autoridad legítima; y desde entonces el ac-
tivo Gk>bernador comenzó á poner por obra los planes forjado**
en su ardiente y exaltado cerebro, principiando por dar
pronto y eficaz auxilio a los moradores de San Juan de Uodas,
que, como hemos visto/no corrían buena fortuna^ cercados y
molestados como se hallaban por los indios.
D. Jerónimo de Silva^ sucesor de Mendoza, sabiendo que
Valdivia se ingería en asuntos de su Gobernación, reclaiii'i
ante la Real Audiencia y protestó vigorosamente contra ta*
maño atentado.
Mientras que la Real Audiencia^ ó en su defecto, el Coíj-
sejo Supremo de Indias, decidía y sentenciaba esta causa
el nuevo Gobernador continuó en sus faenas y trabajos, con
si de tal cosa no se tratara, y confirmó el nombramiento
cho por su antecesor en Juan Velasco como Justicia May<
de San Juan de Rodas.'
Irritados los europeos con ios naturales de Petjue por)
muerte dada á Gonzalo Verde y Alonso Muldonado» iuteuta^
ron castigarlos. Con tal fin, cayeron sobre ellos durante
noche, y ejecutaron sus acostumbrados hechos de valentía
crueldad, Dícese que en esta campaña ocurrió un lance qii
á pesar de su inverosimilitud no queremos pasaren silencio
porque hay anécdotas que reúnen en sí mismas el carácter
pico de un período.
Un joven indio, esbelto y arrogante, fué atacado en el
tio de una choza por siete españoles agavillados contra él.
americano se defendía con una maza, y los blancos lo at
ban con sus espadas; los unos esgrimían diestramente
aceros, dando al infeliz numerosas estocadas, mienti"as qü
él, sacudiendo veloz y diestramente su madero, descari
sobre ellos aturdidores garrotazos. Así anduvo el cerUtEen
por algún tiempo, hasta que el bárbaro, rendido por el núi
ro y acribillado de heridas, cayó al suelo cuando todavía
piraba. Pareció cosa de milagro que tantos y tan formidabU
golpes no acabaran la existencia de aquel pobr* '• qt|
— 717 —
, no
I:;
^60
sin duda movió el corazón menos endurecidu de Alonso do
Arce^ quien para librarlo del furor de sus compañeros, les
hizo el síguienlc parlamento : u Camaradasy amii^os, algo se
me alcanza de la difícil y oscura ciencia quiromántica, y lie
notado en las líneas y contornos de las manos de este salva-
e, que ha sido, como Aquiles, bañado en su infancia en las
uas de la laguna Estigia, y que por tanto toda diligencia
para arrancarle la vida será vana. Perdonémosle, pues.» A
esta treta humanitaria respondió uno de los soldados venidos
de Popayán, conocido en el ejército por el apodo de Gavilán,
diciendo que á él se le alcanzaba también un poco de la fábu-
la, y que estaba seguro de que el modo de rematar
á aquel perro infiel consistía en atacarlo por el colodrillo,
pues era vulnerable allí como lo había sido por el talón el fa-
moso héroe de Troya. Todo esto vino á parar en que por vía
de conmutación de pena, y por ostentación de magjianimidad,
rtaronal infeliz ambas manos, y volvieron victoriosos y con*
lentos á San Juan.
^ Lo que llama un poco nuestra atención en este cuento es
*que el indio, curado de sus heridas, se hizo bautizar, y fué,
I según el sentir del cronista, un perfecto cristiano.
I Velasgo vuelva sobre el Sinú. — No se habrá olvidado la
|)asada y favorable excursión hecha por Velasco al Siniu lia-
lagado este capitán por el mediano éxito obtenido en ella,
quiso tentar fortuna por la segunda vez. Equipó lo mejor
que pudo 3U soldados, aparejó 12 caballos y tomó consigo 10
perros de casta pura, comedores de entrañas humanas y adies-
Hlrados en el oficio, Este último elemento de guerra, sin em-
^feargo, había perdido algo de su importancia, porque los bar*
baros, iluminados por el instinto de conservación, Itcvalian
en los días de batalla grandes pedazos de carne, y cuando te-
nían que habérselas cuerpo á cuerpo con los sabueso^, empu-
liaban estos pedazos con la mano izquierda y tomaban un
[pesado y corto garrote con la derecha. Los perros hambrien*
>8 se abalanzaban diestramente sobre el cebo ífue se lesofre*
— 718 —
cía, y entonces el guerrero descargaba un duro golpe sor
la nuca de aquellos animales, que, ó los privaba de sentido, i
los mataba.
Pertrechado, pues, Velasco de los arbitrios que hemos
dicho, se dirigió á los pueblos del Sinú que también tene-
mos mencionados, donde fué recibido con señales de
más exquisita cordialidad y del más fino y acendrado i^4^*J
poto. Estas muestras de atención, y los regalos y dádivas {renC"^
rosas que á cada momento presentaban los naturales, nc
eran en su conjunto sino la máscara con que ocultaban
plan de destrucción-
Entre las personas que componían la comitiva de Vela»coj|
había una criada india á quien se había puesto por nombr
Inós, partidaria de los Illancos, enemiga de su nación y
servicio de un europeo llamado Alvar Sánchez. La mujer, co-
nocedora do la lengua y mezclada siempre con sus paisanoSi^
quienes no se recelaban de ella, comprendió con el instinto
de su sagacidad mujeril los ardides del complot que se
fraguaba, y dio cuenta exacta de todo á su señor, qiiienj
instruido del negocio lo comunicó á Velasco; mas
despreció el aviso, alegando que eran desconfianzas inA
fundadas, que los bárbaros obraban de buena fe, y que sería^
injusticia é ingratitud proceder contra ellos por el dicho apa-
sionado de una mujer. Contentóse con reunir á los indio8|i
con hacerles una larga, erudita y difusa predicación cristiaoa,
y concluyó por pedirles algunos peones de carga para quej
le sirvieran como acémilas en su campaña á lo largo del río,]
Concediéronle los bárbaros lo que exigía, y le dieron 80 gandu«
les para el trasporte, á espaldas, de los fardos. Tales indk
llevaban ocultas algunas armas ofensivas de las usuales
corrientes entre ellos*
Éxito desgraciado de esta campaña. — Yendo deede
Tuingo, río abajo, dieron en una quebrada cubierta de bosqucJ
por un lado y otro, en donde estaban ocultos 1,500 salvajea.
la aproximación de los españoles, salieron de su guarida y i
— 71$ —
trabó un coiiibatc de sorpresa de los más encarnizados y íeru*
CCS. En esta clase de batallas, por lo que hemos visto antes y
por lo que se ve en todos los libros que narran las refriegas
de la Conquista, tocaba de ordinario la peor parto á los ameri-
canos; mas en la lucha que bosquejamos, si bien es cierto
que los barbaros murieron á centenares, también lo es que de
los españoles fueron heridos hasta 15 y perecieron varios,
entre ellos Gavilán, el de la fábula. Va sin decir que español
muerto, español comido.
La ludíase prolongó hasta muy avanzada la tarde; de
lado y lado se cumplía bizarramente con el deber de la
defensa; Fernán Sánchez, Francisco de Morón, Andrés Gar-
cía, Antonio Fernández, Fernando Ramos y otros más, esta-
ban muertos ó heridos; los peones de carga, aprovechandr» el
desorden do la pelea, desfilaron con todos los útiles y comesti-
bles, y Velasco, ejecutando prodigios de valor, se encontró al
fin obligado á retirarse con el exiguo resto de sus compañe-
ros á una casa situada en las márgenes del río, donde se para-
petó.
Era ya de noche ; y el cacique Tirrome, jefe de aquellos
testarudos indígenas, lo estrechó con un sitio implacable y
sin misericordia. Mientras el español se defendía bizarramente
por delante, dispuso que algunos de los suyos fabricasen
una balsa, en la cual so embarcó con todos, siguiendo el curso
incierto y desconocido del Sínú. A poco navegar, la embarca*
ción, que estaba mal tejida, se desbarató, y fueron todos á com-
batir con las olas, en voz de habérselas cuerpo á cuerpo con el
enemigo. Dos españoles y algunos indios quedaron sepulta-
>s en la C4:>rriente, en tanto que los otros, ganando la playa,
emprendieron volver al través de selvas y montañas, en un
atado precario y lastimoso, por entre bárbaros indómitos é
isolentes, al compamcnto de sus compañeros. Es inútil
cuando se conoce la topografía de aquellos lugares, describir
el cúmulo de infortunios que el grupo de aventureros debió
experimentar en su desastrosa fuga. La india Inés, delatora
desús compatriotas, con cinco españoles más, cayó en manos de
— T2Ú —
los salvajes. Con estos prisioneros hicieron un opíparo
de la india viva cortaban por pedazos, comían en su presen
reían, charlaban, insultaban, escarnecían, tornaban á corUE
y comer hasta que acabai'^on con ella y oon los cristianos,
Velasco llegó á San Juan de Rodas, y, daspués de lo ¡
tecido, se halló á la cabeza de 32 soldados llenos de pavor, de
angustia, de tormentos, de hambre, de miseria, y rodeados
por una caterva de americanos desenfrenada y altanera por
efecto de su última victoria. Para salir de la aflictiva penuri.!
áque estaba reducido, mandó el jefe 15 hombres quo fue-
sen á rancherir por esos mundos con propósito de bi
víveres» Les enviados dieron en un pueblo de que eran seí
res Guacuce y Catiburú, y en donde se surtieron ricamente
víveres, por ser abastecido el lugar. Esos quince comisioii
dos descansaban pacíficamente en la quietud aparente de
naturales, hasta que una india conferenció con ellos y
dijo que pretendía hacerse cristiana, y que los dos cacíqt
maquinaban una horrenda conspiración por medio de la cua
esperaban hacerse dueños de San Juan y degollar inexorable*
mente a todos los cristianos ; que les aconsejaba que huyrnin
sin perder momento y diesen aviso á sus compatriotas.
Insurrección general de los calíos y muerte de Velasco
— En virtud del consejo recibido, emprendieron lotj I5
españoles jornada para la ciudad, llevando en su equipan 1''
merodeado. Entraron de noche, dando ruidosamente la ^
de alarma, á la hora en que todos ellos eran atacados simul-
táneamente por los caciques coligados y por una turba erK<>*
1er izada de salvajes. El Gobernador de la ciudad, Velaa^'.
con el infatigable y brioso Leonel de Ovalle á su lado, i
presentó a la vanguardia para contener la furibunda ave
que se ilescolgaba sobre el pueblo. Ambos ejecutaron ma
villas de valor, y desmembraron con su tajante
numerosos indios. Sáncliez de Oviedo, Pedro Fe
liivadeneira y Juan Arias líubián acudieron en ayuda de
dos campeones y consigui en >n derrotar completamonle ál
— 721 —
agresores» comprando no obstante bien cara la victoria,
porque el jefe Velasco quedó muerto en el campo de batalla,
y Rivadeneira, gravemente herido. El caballo de Üvalle
pereció de un flechazo, tan espantosamente arrojado, que
después de atravesar la cubierta de la silla, la piel del animal
y sus carnes, no paró hasta despedazarle las entrañas,
Muerto Velasco, acosados todavía por los indios, y siendo
premiosas las circunstancias, vinieron los españoles en
nombrar^ como electivamente nombraron, a Leonel de O valle,
su director y caudillo. Este hombre, aunque aguerrido,
obrero antiguo y peón envejecido en las tareas de conquista,
era excesivamente humilde en sus aspiraciones, por lo cual
tenía sobrada repugnancia íi echar sobre sus hombros la
responsabilidad de tan crítica situación. Pero, urgido por sus
amigos, convino al fin en asumir en su persona los deberes y
facultades do jefe, y se propuso salvarlos del inmenso peligro
que corrían,
Leonel de Ovalle es nombrado Jefe. — Nombrado
jefe de los restos de la desbaratada columna conquistadora,
y convencido de la tirantez de la emergencia en que esta-
ban, meditó Ovalle que el camino mejor para salir airoso
del mal paso, sería trasladarse a la mayor brevedad á tierras
de Norisco,y lo puso en ejecución. De San Juan de Rudas al
punto de retirada, tenían que andar por lo menos 3 6 4 miriá-
nielrosde mal terreno, y en todos ellos fueron constantemente
hostilizados por los contrarios.
Cuando el pelotón de extranjeros quiso vadear el río
Huango, le fué imposible verificarlo, porque un espeso
batallón de salvajes apostado en la ribera fronteriza, se le
opuso de un modo formal y decisivo con un guerrear irresis-
tible. Compolido por la fuerza, suspendió el capitán Üv^alle la
operación de vadear aquel torrente, poniendo a contribución
su ingenio para dar con alguna traza tjue lo llevara al logro
de sus deseos.
Al oscurecer la noche, los americanos se recogieron en
— 722 —
lafj habitaciones de un corto caserío situado onfreute dd
campo espauol, y se entregaron si no al sueño, por lo meno^
á la indolencia. El jefe cristiano, por bu parte, convocó á 6U$
amigOii á una junta, en que leí* manifestó ser preciso dar ua
golpe de mano áspero y repentino Bobre la canalla infiel»
para obtener de este modo la salvación de sus personas, aaí
como también la de las mujeres y los niños que iban en la
comitiva, víctimas inocentes y seguras si no se procedía cúíi
firmeza y audacia.
El plan de Ovallc consistió en que todos^ y él a la cabezai
pasaran el río á nado durante la oscuridad de la noche^ y^^^
una vez del otro lado cayeran por salto sobre los indios y Im
exterminaran sin remisión. Como la empresa no era muy
fácil ni muy lisonjera, acobardados los peninsulares b
rechazaron al punto; empero, el suave prestigio, el dulce
carácter y las maneras insinuantes del capitán, calaron loí*
espíritus de esos pocos veteranos, los animaron y los cntusia;^-
marón noblemente.
Lidiando con las olas brazo á lirazo, arribaron cm
de las tinieblas do la noche al campo de los barbaroe*, hecho I
cual, se prosternaron todos con cristiana devoción, oramn i
i^ato, empuñaron las espadas y descendieron enteros
serenos sobre lo» cuarteles. La primera voz de alanna qn
llamó la atención de los desdichados salvajes, fué acomp
con el golpe tremendo de la lanza castellana y con el mandoblí
furioso de la espada de Toledo. Los asaltados quisieron com-
batir; pero lossoklados españoles guardaban todas lassalldttt
mientras algunos de ellos ponían fuego á las habitaciones,
paja ardió como yesca, y en un momento todos los sit
quedaron converiidos en ceniza.
La luz de la mañana sitruienie alumbn» los escombros!
las ruinas, y Ovallc pudo libremente ocuparse en ha
pasar el resto de su gente. Siguió luego á Norisco, donde
encontró rodeado de nuevas dilículiades y peligi*os, porque (
movimiento revolucionario se había hecho general en tod:i
comarca, no puthénduse ni mandar un mensajero á Sant:i
de Antioqtiía á ciar cuenta de su penuria^ porque todos
pasos estaban tomados, todas las veredades obstruidas, y
cualquier correo hubiera sido irremisibleiTiente descuartizado
y coinido por los indios. No obstante, procuró resistir por
algunos días el empuje de la ola embravecida que se estrellaba
contra él, en tanto que la noticia, como todas las de infor-
tunio, se abrió campo á pesar de las vallas que la contenían
en su curso, y llegó á conocimiento de Valdivia. Este acudió
corl 50 hombres á socorrerlos.
Reedificación de San Juan de Rodas, — La destrucción
de la ciudad de San Juan de ílodasy cí reciente abandono de
ella por los pobladores, no estaban en conformidad con los in-
tereses actuales del Gobernador* Movido por varias razones,
ordenó su reedificación, no ya en el valle de Teco, sino en su
antiguo asiento; nombró los correspondientes empleados, y
antes de volver a Antioquia, a donde lo llamaban urgentes
atenciones, instituyó por su teniente á D. Antonio Osorio de
la Paz, y repartió al mismo tiempo las encomiendas.
El teniente Osorio abrió campaña contra los indios para
sujetarlos definitivamente ; pero ellos, que so encontraban en
el colmo de su furor y aguijoneados por el deseo de venganza,
lo recibieron como iba, es decir, de guerra, y guerra á
muerte y espantosa. Congregados muchos caciques conveci-
nos, consideraron que habiéndose prolongado estas lides san-
grientas por tanto tiempo, y que aun mostraban semblante de
dilatarse mucho más, sería bien prepararse para ellas. Acor-
daron, por tanto, sembrar sementeras para su abastecimiento
en el señorío de Agrazaba, cuyos campos eran fértiles y fecun-
dos. Comenzaron sus trabajos, pero las diversiones ocasiona-
das por los combates les impidieron recoger los frutos de su
labor.
El jefe supremo de esta vasta conjuración contra los es-
pañoles, era un mestizo llamado Pedro Catía, criado de
Francisco López, ladino, bribón y astuto*
Una hermana de Agrazaba, escandalizada, según dijo, de
i
— 724 -
Ias~ihiquidadGS de sus compatriotas y encantada de las
tilden de ios conquistadores, pidió con instancia el agua
buntismo^ denunció la trama urdida, y manifestfj que Cal
era el instigador y promotor principal de todo el enredo.
Llevada la india, que después se llamó Catalina, á la pi
sencia de D* Antonio, se ratificó en lo dicho; pero dudando^
capitán de la sinceridad do sus palabras, reflexionó que
medio más efectivo de Hegar á la verdad, sería someterla á la
prueba del tormento. Dieron tortura a la infeliz, y en el
se mantuvo firme en su delación.
Por consecuencia de la denuncia, se mandó prender ál
dro Catía; mas el mestizo, que olfateaba de lejos lo critico (
su situación, hurtó el cuerpo, y con mucha sagacidad
informarse del estado de las cosas, indujo á varios caciqi
para que, so color de amistad, penetrasen en el pueblo y
informasen de lo que acontecía. Los pobres caciques, engaü
dos por su caudillo, hicieron como se les pedía, y al entrar (
San Juan fueron presos súbitamente. De todo se dio aviso j
Valdivia.
Urgido el Gobernador por la gravedait de las malas noi
cias recibidas, mandó lU liombres para que convoyasen
partida de ganado y socorriesen de esta manera á los ht
brientos vecinos de San Juan, no sin haber antes dado notic
del envío por medio de cartas que no llegaron. Entre
que guardaban el ganado, iba el presbítero Juan Ruiz
Atienza, misionero lleno de abnegación, que no apostaba ^
persona en estos peligros sino movido por un espíritu ve
daderamente evangélico y lleno de filantropía. Los condi
toros de las reses encontraron antes de llegar á su destii]
una gran partida de indios, por la cual temieron ser at
dos ; pero muy lejos de ser así, se reunieron amigablemeot
ellos y les ayudaron á arrear los animales, hasta entrarloei
la ciudad, inspirando tanto á los conductores como al resto «le
los vecinos que los vio tan quietos y pacíficos, tan ciega con-
fianza, que se tras formó en indolencia y deescuido toda la
alarma que habían tenido al principio.
— 7->5 —
El terreno sobre el cual descansaba la ciudad no
tenía más que mi punto accesiljle, y eso bien escarpa-
do : todos los demás eran barrancos enormes que im-
posibilitaban la subida. La noí-he del día en que llegaron
con el ganado, hicieron los bárbaros su asalto con mayor
furia y denuedo que solían. La voz alterada del centinela, á
las primeras sefiales de ataque, fué derramando la noticia por
todas partes y despertando á los guerreros que dormían en
aquella hora, los cuales abandonaron su lecho y salieron al
instante, aunque mal apercibidos para proveerá su defensa.
Los tres primeros que se presentaron fueron Fernán Sánchez,
Juan de Ortega y Pedro de Vega, los mismos que cayeron
privados de vida á los recios golpes de los contrarios.
En cuerpo de camisa , por falta de tiempo para vestir
sus armaduras, salieron incontinenti Pedro Sánchez, Juan
Mateo Corso, Esteban de Rivera, Juan de Cotura y Diego
de Guzmán, quienes, batiéndose como leones, y ayudados
por otros qiie vinieron luego, consiguieron después de
una bien disputada batalla derrotar á los salvajes, ó por
lo menos obligarlos a tlcsocupar el campo y estarse en las
afueras del lugar por cuatro días mas en calidad de sitia-
dores.
Con el fin de intimidar á aquella gente que los amenaza-
ba con nuevo y desesperado ataque, creyeron sería bueno ahor-
car en su presencia dos de los caciques prisioneros, lo que
efectivamente sl* ejecutó, tocando esta suerte fatal á Nugui-
reta y á Chacurí. Muy lejos de obtener el provechoso resultado
que se proponían con tal acto de crueldad, vieron aumentarse
progresiv^amente el espíritu iracundo y vengativo de los natu-
rales, y los vieron igualmente derramarse por los campos, y
talar las pocas sementeras existentes, entregados á su desen-
freno.
D* Jerónimo de Silva, que liabía llevado adelante su
pleito contra Valdivia por usurpación de territorio, obtuvo sen-
tencia favorable; y en tanto que tenía lugar lo que acabamos
de referir, llegó á Antioquia noticia de que aquella ciudad y
— 7?6 —
sus depemlencias no quedaban en la jurisdiccK
neciente á \'alflivia.
lo pcrtt-
Operaciones de Valdivia. — Este, previsor y malidosio,
que sin duda alguna kirruntaba desde el principio el terreoo
en que se colocarían sus asuntos, se hahki preparado pan
ello disponiendo que la primera Antioqiiia no fuese abandcH
nada, para que cuamlo lodo Ujúq turbio corriese, piulí^r «
comoreediíie^idor de ella, hacerla cabeza de su administra
y mandó, para agrandar sus dominios, una expedición .^ i >
el Choco.
D. Antonio de Tobar, con siete eompafiems, gr^aitlaba b
primera Antioquia, la Antioquia de la Cruz; y se cuent" t -
Jos crédulos historiadores de la época, que dicho señor ¿i.-..
un día á sus amigos á tomar mazamorra, manjar tenido por
gran regalo en la época á que nos referimos, y ese día aun iná^
dehcioso, poiv:}ue íeníanleeheparamezclarle*Reunidosloaexpe*
dicioaaiios al rededor de una mesa y éntrente de sus porcel
quedaron aterrados de espanto viendo que al derramar el m^ui-
co alimento en kis tazas, éste se tornó repentinamente eiisafi-
gre pura. Con esto, miráronse unos á otros, comprendicn>DU
significación del peligro, y poniendo pies en polvorosa eetrafi-
ladaron á SantaJede Antioquia; y era ya tiempo, pot^que e^a
noche los bárbaros cayeron como una tempestad sobro el lu-
gar, y lo arrasaron completa y deünitivamente para que no
volviera á levantarse.
Con la destrua:^iüji de Antioquia y la disposición real que
lo privalm de una gran parte de Jo que manejalia como suyo,
([uedó Valdivia en necesidad de reflexionar con inadtirczsobCT
el partido que debía tomar para sacar el cuerpo á In
quina y jtenosa situación en que iba á quedar coiistituj»i'j
Con la vi\ae!dad caraclei'ística de su genio, y la amabi*
lidad de su índole, habló benévolamente á todos procurando
ganarse \oluntades, y mantló con presteza á FrancisDO
Maldonado, vecino de Carajuanta, con buen sac4irfxi para lu»
necesitados pobladores de San Juan, y él miamo^ anlei df
727
que la noticia de que ya no era Gobernador I
puso en viaje para aquella ciudad. Aconteciii eeto en diciembre
de 1573.
Fué mucho el regocijo que experimentaron Iob de San
Juan cuando se vieron sostenido» por la preBencia de Maldo-
nado- Creyéndose más fuertes con esta ayuda y con las pro-
mesas de Valdivia, dinpusieron, tanto para procurarse Wve *
res, como para escarmentar un poco la naciente desver*iücnza
de los naturales, que caliese Juan López Bravo a liacer una
excursión por los lugares inmediatoB. López Bravo encontró,
á poco andar, con Pedro Catía y sus secuaces ; empeñóse la
lucha, intervinieron los perros, murió e! mestizo (íatíay huye^
ron los pruerreros que lo acompañaban. Con esto, y pro\istosde
víveres^volvieron ¿Via ciudad, donde encontraron al ÍTi>bernador
ocupado con diliirenf'ia y sajTacidad en e! buen arreglo de sus
negocios-
Era Valdivia animoso, de altas pretensiones, de carácter
flexible á veces, firme, decidido y altanero en ocasiones. Estaba
en esa época de la existencia en que el hombre llcf^a á la ple-
nitud íle su fuerza mental, sin halier decaído aún de sus fa-
cultades físicas : Ilegalm á laediul madura y rebosaba de \'1ri-
lidad, sin dejar por eso de tener una sensibilidad orgánica
exaltada. Se comprenderá fácilmente que un hombre de esta
clase, una vez reunido á los vecinos de San Juan de Fiodas,
agotara con ellos los recursos de su traviesa imaginación para
hacerlos ac>alorados partidarios de su persona. Reunió 47 blan-
cos, algunos negros y no pocos indios. En una arenga suspicaz
y diestra, les manifestó los inconvenientes que se seguí nan de
permanecer donde se hallaban, los muchos riesgos do la situa-
ción, los ataques peligrosos y diarios de los indios ; y los
indujo á dejar la población, á dirigirse al Cauca ya pasar á hi
fronteriza nación de los nutabes, afamada y tenida como em-
porio lie riqueza. Convinieron todos en seguirlo, y lo hicieron
con pkic^ir, sin f[ue hubiera más opositor á sus deseos que
Alonso Díaz, alcalde del lugar. Para haa^r más halagíieñas
las esperanzas de sus compañeros, les anunció que pronto
— 728 —
esperaba un refuerzo de hombres y pertrechos, traído por sí
amigo Pedro Pinto Vellorino, a quien había dejado en Saatafl
de Antiocjuia ocupado en los alistamientos, aprestos y düigenj
cías del caso.
Partió el Gobernador con su gente, y llegó á la orill^
del Cauca, en donde, queriendo pasar a nado alguno
hombres, encontraron el cordón del agua de una corrient
tan recia y diticil, que se vieron obligados á retroceder,
puente de Bredunco ó Neguerí había desaparecido, destruida
por el tiempo ó desbaratado por los salvajes. En tal etncr
gcncia, concibió Valdivia un proyecto digno do los buend
tiempos de los romanos* Propuso á sus guerreros la fabrica^
ción de otro al través de aquel prepotente y caudaloso río, ;
lo construyó de cuerdas de cuero y de bejucos. Aceptada lal
propuesta* se dieron á la obra, y al duodécimo diada comen-
zada^ día de la Candelaria, ó de la Purificación, que viene j
ser lo mísmOj pasaron por él á la margen opuesta. Estando
de aquel lado, coniíregó á todos sus compañeros, y en brevl
proclama les reveló el sentido genuino y puro de su ardid par
sacarlos de la Gobernación de Antiociuia ; los interesó con
prospecto de grandes y bellas recompensas; dio licencia álcj
disidentes, mostrándoles el puente para que áe volvieran ]
el camino andado, si no querían ponerse á la sombra de su i
tandarte ; intimó a los que quisieran seguirlo la obligación é
some-lerse a lamas puntual y estricta disciplina, y los ameaaz
al mismo tiempo con grandes y ??e veros castigos, si unidos ái
infringían las reglas exigidas por la moral del ejército.
solo hombre, Antonio Machado, abanilonó la bandera do Yj
divia y regresó á Antioquia. Al pasar revista, se encontró á I
cabeza de un pelotón compuesto por 40 blancos, 20,nej
esclavos, 20U indios y IH vacas, pues los cerdos, por no pode
pasar el río, se ahogaron unos y se remontaron otros.
CAPITULO DECIMOTERCIO
Valle de San Andrés, — Conquista de los nuíabes. — Rebeldía de
los indios, — Dipcidtades de VakliviR. —Su locura. — Su
muerte. — Trhuifo general de los indígenas. — Los restos del
ejército socorridos por Rodas. — Aspee lo del país.
Valle de San Andrés. — Tenemos á Valdivia, con sus
compañeros, a !a orilla oriental del Cauca, dispuesto á em-
prender operaciones» Costeando por la ribera, dio con un valle
cuyo cacique se llamaba Guarcama, valle al cual pusieron
por nombre San AndréSj para honrar el del jefe conquistador.
Es aquel valle un territorio bastante dilatado, y próximamente
á él se extienden otros puntos en forma de hondonadas,
quiebras y niosetas> poblados entonces por naturales en gran
número. Llevaban esas poblaciones^ por lo general, el nombre
desús cacif[Uos; y éstos, en la época á que aludimos, eran : el
ya nombrado Guarcama, Cuerquía, Pipimán, Oceta, Maquira,
Aguasisí, Omogá, Neguerí, Jusca, Aguataba, Abaniquí,
Taquiburí, Moscateco, Cuerquisí y Carimé. Todos, ó la
mayor parte de esos caudillos, salieron de paz a los espa-
iloles.
Conquista de los nulahes. — Nueve días se detuvieron
>s conquistadores en San Andrés, haciendo preparativos
ira la jornada. La localidad so prestaba admirablemente a
esto, por ser riquísima de oro, abundante de frutos y harto
más provista que las otras. Pasado este tiempo, se encami-
'— 730 —
naroíi á Oceta y se quedarün allí por algunos
cuales se supo en Santafé de Antioquia el giro que Valdiii
daba á sus negocios, el abandono de San Juan de Rodas,
paso del Cauca y el proyecto puesto en obra de coaquist
los nutabes*
La noticia de lo que sucedía fué llevada á AntioqpiiOrpor
algunos indios tahamíes, encomendados á Bartolom«í Sánclíc?:
Torreblanca, babitadores, como hemos dicho, de la parte éste
y nordeste del Estado, y que en su calidad de traficantes man-
tenían á la sazón relaciones de rescate con los pobladores del
centro y occidente de la provincia.
Sánchez Torreblanca era enemigo personal de Valdivia,
y tanto por eso, como por la emulación y envidia que d^'-'
taba en el la esperanza de riqueza y ventura de su i...^..
urdió tales tretas, imaginó tales jnaquinaciones y levanló
tales enredos en contra de sus compatriotas, que haciendi»
penetrar sus tahamíes en tierra de los nutabes, indispuso
por diestros medios y por conducto de sus vasallos, á l06
salvajes y caciques que se habían presentado ya
amigos. Los emisarios del peninsular pintaron á sus pais
con los más negros colores, el carácter ó intenciones n
invasores á quienes tenían por amigos, y oonsigiiieron
hacerles comprender que eran hombres inlidentes, crud«&»
tiránicos, opresores y malvados, cosa que no estaba lejoí^clí*
la verdad, poro que ciertamente no tocaba á un eH|>afiol
demostrar. El comportamiento de Bartolomé Sánchez Torre*
blanca estuvo sujeto á dudas en el principio; mas algo habm
ilü positivo acerca de su mal proceder, pues más tarde \^
numerosas desgracias ocurridas, y las revelaciones de te
bárbaros, esclarecieron do tal manera sus malignas y pervcr*
ílis]Kjs¡ciones, que la Suprema Audiencia del Vireinatolohtzo
reducir á j)risión por esta causa.
Rebeldía de los indios. — Fuera de los indias de ^
encomienda, introdujo Sáncliez Torreblanca entre losnutabe
a un mozo criado suyo, llamado Juan Bautista Vaqu^rOt
731
u
Hbor
^por influjo del cual consiguió su propósito do rebelarlos
completamente. El sirvionto conocía con perfección la lengua
do los- nutabes, era vivaracho, atrevido y listo en todo
ncíjfocio dü sutileza y picardía; de manera que en breve espacio
ie tiempo el país estuvo revuelto, los luxbitaiitcs en armas, y
los combates parciales se sucedían unos á otros con porten-
tosa rapidez. De los diferentes encuentros halados entre
íuropeos y americanos, resultó la pérdida lamentable^ pava
la tropa expedicionaria, de Pedro P'ernández Ilivadeoeira,
uno de los peones más intruidosy más estimados en las faenas
y empresas intentadas entonces*
Tres meses pasaron de crudo y continuo combatir,
tres meses que colocaron á \'aldivia en la más desastrosa ó
^indigente situación, porque rineado sin cesar, y hostilizado
>ntinuamente, vio consumirse sus recursos, acabarse sus
municiones y perderse toda posibilidad de llevar adelante
sus designios.
I En tal conflicto, y estimulado por la urgencia de cambiar
en lo posible su miserable estado, llamó á Alonso de San tana
y á Bartolomé Jiménez para encargarlos do una delicada é
importante comisiój), que consistía en trasladarse á Santafé
le Antioquia á la mayor brevedad, entenderse con Pedro Pinto
\^ellorino, pedirle provisiones, guiarlo en el tránsito y volver
tm él al campamento-
No necesitamos comentarios sobre lo aixluo y pesado de
1 comisión , porque, por lo dicho antes, se comprenderá el
riesgo i nminenteen que de hecho quedaba la vida de los dus
enviados; pero Jiménez era sugeto de pelo en pecho, como se
H^ecía entonces, y Santana compañero del tirano Lope de
"Aguirre en la célebre jornada del Amazonas. Para quien-
quiera que conozca un poco los episodios relacionados con
aquella fúnebre y sangrienta correría, no será extraño que
^ hombres de tal temple y tales precetlentcs se prestasen
^■gustosos á ejecutar lo mandado, á pesar de los peligros inlie-
^prentes al asunto. Así fué que prometieron ir no s<jIo á
■'Santafé de Antioquia, sino que agregaron, por vía de
fanfarronada, que irían hasta Chile, si la
requería.
Despidiéronse de su jefe en alias horas de la noche
tomaron el derrotero de su destino, llegaron á la ciudad nii
contratiempo alguno, se avistaron y entendieron con Pedí
Pinto Vellorino, y volvieron con él trayendo 36 soldadc
algunas vacas y marranos, de los cuales se perdió la maye
parte en el paso del río. Va sin decir que el campo espaftj
se mostró gozoso y alborozado con la llegada feliz de eslj
refuerzo.
Alentados los conquistadores con la mudanza favorab^
de su suerte, aumentaron «us bríos, afirmaron su valor, acr
cieron su temeridad y resolvieron llevar adelante la tar
principiada. Desde luego acordaron, pues, buscar con en
peño lugar propio para poner, las bases de una nueva ciudad
al tiempo mismo en que los naturales, viendo mejor ánir
en sus adversarios, cejaron un poco en su rebeldía, se aquii
taron y renunciaron á sus ataques.
En la loma de Nohaba creyeron encontrar los avciiiu^
reros puesto conveniente para venllcar una fundación, y
emprendieron bajo la denominación de Ubeda, conmemc
rando así la ciudad española de ese nombre, patria
comandante; pero fundada la ciudad y pasado un tanto
reciente terror á los indígenas, comenzó do nuevo
guerra con el mismo aparato y con el jnismo empeño qii
anles. La rabia de los salvajes era mucha ; la carestía
víveres desesperante, y el hambre con su cortejo de horror
caía terrible sobre todos; muchos indios morían en laluc
algunos blancos eran heridos con flectias envenenadas; y
aspecto general de las cosas se presentaba más sombrío
oscuro que lo había sido en lo pasado. Wildivia sqzh
siempre perseverante en su propósito, y para abastecerle
alimentos, mandó establecer sementeras en las cercanías
Ubeda, las cuales fueron taladas y arrasadas inmedl
mente por los bárbaros.
Tenía esto lugai* en todo el curso del año de 1574.
ú ocho meses pasaron, y era ya entrado el siguiente de 1575.
Durante este período la brega fué diaria, y el combate tan
incesante y pertinaz, que los salvajes conocieron su impo-
tencia para resistir» dióronse de paz, auxiliaron á los espa-
ñoles con todos sus recursos, se mostraron satisfechos de la
creación de la ciudad y quisieron obrar de consuno con los
Í invasores para mantener y perfeccionar la colonia.
I Dificultades de Valdíiria. — Todo pareció sereno y
quieto por el momento; pero un aconteciniiento imprevisto
vino a turbar el horizonte, á levantar una nueva tempestad
y á echar por tierra los nacientes elementos de la proyec-
tada ciudad,
Antes de emprender Valdivia sus operaciones de con-
quista y de entrar de lleno en la administración de su gobierno,
dejó á su esposa y a la parentela de ella en la villa de Vicloriai
pueblo floreciente en aquella época, como lo hemos dado á
entender, entregado a! lujo y á los entretenimientos ade-
cuados á su mucha riqueza y á la calidad de sus pobladores.
I
Su locura, — Estando el protagonista de esta parte
de nuestra historia en su ciudad de Ubeda, llegó un
correo do Santafé de Antioquia conductor de varias cartas,
entre las cuales había una dirigida al capitán, sin lirjna y dis-
frazada la letra, que decía en forma de advertencia ; <( Que
mientras él estaba entregado á sus proyectos y trabajos, su
consorte manchaba sin miramientos el lecho nupcial ; que,
dada á devaneos y concupiscencias, violaba impudente la
santa fe jui'ada en los altares, y que el resto de ia familia, como
su esposa, andaba ultrajando todos los deberes do la hojiesti-
dad, entregada a una vida licenciosa y á los hechos del más
escandaloso libertinaje. ^
Pur lo expuesto, se verá con claridad que la gente de
aquel tiempo, como la de los pasados y como la délos que han
seguido después y habrán de seguir, hilaba delgado, y no so
detenía ante las mayores monstruosidades cuando se trataba
— 734 -
Ido
1
íe aniquilar de un í^olo golpe la tranquilidad detünJoJm
matar las ilusiones y las esperanzas mundanales de
alma.
El tiro fué certero y produjo su efecto, pues el desdichado
Valdivia, sensible y pundonoroso, viéndose atacado en lo m
íntimo de su honor, perdió instantáneamente la razón, ca
en el frenesí de la pasión de los celos y pasó luego á una corn^
pleta enajenación meutaK De ese día en adelante, no fué yací
sugeto avisado y advertido, sufrido y paciente de antes ; toi^
nósc loco furioso, maltrataba los soldados, los insultaba,
escarnecía y los desesperaba, como queriendo buscar por
medio el levantamiento de un motín de cuartel que lo libr;
de una existencia tormentosa y funesta. En su insano de?
varío, determinó luego arrasar los cimientos de la ciudad
creada, y lo ejecutó* Cogió los caciques, los amenazó, los apri-
sionó y los soltó después, sin causa para prenderlos y sin ihch
tivo para ponerlos en libertad ; hizo cortar los remos á
Cvaballos que tenía; levantó el campo, y comenzó á vagar
concierto por aquellas soledades.
Esta conducta, que hombres vulgares y ordinaria >-^ n^^r.
dían apreciar debidamente, ocasionó, como era de esperarseí
un gran descontento en la tropa. Muchos de los soldados
menzaron á desertar, y de ellos, los tres primeros íuei'on
turados y comidos por los indios. Los oti'os manifestan)»
abiertamente su disgusto, y tanto, que el ambulante cuartel
se convirtió en un verdadero campo de Agramante.
Las demostraciones do desafecto ftcljieron de ser dí^ ^
importancia, que, sacudiendo el ánimo enfermizo deValdhií*
obraron una reacción favorable, porque pareció voh-er eíi«*
acuerdo, congregó ásus camaradas,le8 hizo una arenga coiwí*
liadora, confesó sus yerros, pidió que se le excusara, pe
reorganizar su ejército, y propuso, cf mío vía redentora, U
ción de un pueblo en el sitio nombrado Pesquerías,
dante de víveres y rico de peces, como su nombre lo deja
prender.
Accedierotí los españoles á las pretensiones de su
nador, y comenzaron con afán el nuevo establecimiento, pen-
sando que su juicio había entrado en las proporciones de una
buena salud; mas la curaciúnno debió de ser perfecta, 6 la
desconlianza hubo de subsistir^ porque pasados algunos días
quiso el Jefe entrar con denuedo en la pacificación de los indios»
y sus camaradas rehusaron acompañarlo. Para establecer ^
una saludable disciplina y para poner en buen pie su perdido
prestigio, hizo aplicar la pena de garrote a Diego de Mon-
toya, uno délos alborotadores y sediciosos más activos y em-
peñados en su contra. La ejecución de la pena tuvo cumpli-
miento ; pero produjo un resultarlo de más altas, funestas y
trascendentales consecuencias para él, pues Santana, líubián
y Sánchez deOviedOí desertaron del campamento, y se echa-
ron á rodar por las olas casi desconocidas del Cauca, llega-
ron al Magdalena, subieron este río y encaminaron sus pasos
a Santafe de Bogotá, con el fin de quejarse agriamente y
poner en conocimiento de la Audiencia Real el proceder des-
atinado y crimina! de su comandante.
El presidente do la Audiencia, D. Francisco Briceño,
oídas las quejas que en contra de \'aldivia llegaron á este
respetable tribunal, nondjró como juez del acusado á Antón
Gómez de Acosta, con la especial comisión de compeler al
Gobernador á que compareciese inmediatamente en la capital
í^te los jueces, para hacer sus descargos, y que entre tanto
Ue esto sucedía gobernase el país.
^ Gómez Acosta salió de Santafé de Bogotá para Antio*
Bsi llevando algunos hombres armados, entre los cuales
^n. los tres acusadores y dos cuñados del reo. Los amigos
t^ Valdivia tenía en Santafé de Antioquia, le dieron
lita oportuna de lo que iba á acontecer, por lo cual trató
* J)revenir el golpe, y salió solícito y apresurado a recibir*
^^f:iquiosamente á su juez. Ante todo, punzado en el corazón
^^ el agudo dardo ríe los celos engendrados por el anónimo
^-^clo, se vi6 con sus cuñados, pidióles explicaciones relativas
t honra, y quedó tranquilo con los informes que le fueron
nistrados. Dueño ya de sí mismo, volvió á su carácter de
"Intrigante y astuto negociador. Con exquisitas 1ormS?de(
tesía, lialagó á Gómez Acosta^ le hizo una pintura seducte
del porvenir de su oniprcsa, le ponderó la opulencia del paía
le expuso poderosas razones en favor de las providencias IG
raadas, y — lo que fué mejor — le llenó las manos y el 1
sillo con parte del oro arrebatado á los indios, para inducirl^
á t¡ue se desentendiera de su olício de residente, lo acompa-
ñara en la tarea, dividieran los rendimientos y el honor,
entraran de frente y convenidos en la conquista.
Gómez Acosta, medio convencido y medio comprad<]
accedió a lo que de él se solicitaba, y los tres soldados dcrii
ciadores del Gobernador también fueron amansados, y oejs
en sus pretensiones en virtud de promesas y dádivas*
Arreglada asila diferenciaj nombró el Comandante i
Gómez Acosta lugarteniente general, y lo destinó á situar
cmi varios guerreros en el pueblo de Pesquerías. Mandó ¡guíi^
mente á Francisco Maldonado en busca de aventuras y de
brimientos por todos los senos del país, en tanto que él, <
sus dos cuñados, trece europeos y los negros, lijó su esti
da en el valle de San Andrés, donde trató de Ibrtiüt
como se fortificó lo mejor que pudo.
Su muerte. — El ejército conquistador era limiladü
y esta inconsiderada división de él dio al traste con su ii
portancia y con el respeto que podía infundir á los salvaje
quienes por su parte comprendieron la debilidad ó impoi
cia en que quedaban sus enemigos, por efecto de un en
inexplicable en persona tan sagaz como Valdivia, Asífuéqil
queriendo sacar provecho de la torpeza que los favorecía^ |
saron concertarse unos con otros para dar un ataque geaer
y destruir de un solo golpe á los insolentes y codiciosOí* '
padores. Mandaron cun tal lin emisarios enlodas dirección
para poner de acuerdo, unos con otros, los caciques cotíl
dan tes, y convenirse en el día de la sangrienta contienda,
que fué señalado para el 10 de octubre de Í57G«
Andábase Francisco Maldonado por esas bre&as y
cijadas con 36 compañeros, y había hecho alto en una expla-
nad! ta rodeada de bosques por todas partes. Treinta y seis
indios j cargados con un número igual de Iiaces de guamas, les
llegaron de paz y con el aparente objeto de festejarlos con
aquella agradable fruta.
Las qu6 los bárbaros llevaban aquel día, eran de las co-
nocidas en el país con et nombre de machetonas^ por la seme-
janza que tienen en su forma con la lámina de un machete.
Metidos cuidadosamente entre los manojos del regalo^ lleva-
ban ocultos los salvajes, cuchillos que habían obtenido á exor-
bitante precio en sus diarias contrataciones con los españoles.
Encima del fardo habían puesto los disimulados y temerarios
americanos unos cortos garrotes de apariencia ligera é ino-
fensiva, pero positivamente recios y pesados. Llegándose á
donde estaba Maldonado, con el ademán más humilde é ino-
cente, descargaron los fardos, y mostraron semblante fatigado
y deseo de descanso, Los hambrientos peninsulares cayeron
ansiosos sobre la ofrenda, para devorarla, y mientras esto eje-
cutaban, los bárbaros, echando mano de los cuchillos y los
palos, dieron de improviso sobre los desapercibidos contra-
rios. Un gandul hendió con su hacha, de un solo golpe, la
cabeza de Maldonado y lo dejó exánime; hizo luego lo mismo
con Chaves y con Cotura, y por último dio muerte pronta á
Sancho Vélez.
Cinco más fueron víctimas del furor y denuedo de los
asaltantes; mas pasado el primer asombro por tan inespera-
da hostilidad, recobraron los aventureros sus acostumbrados
bríos, se defendieron con bizarría, y los obligaron á retraerse.
No quedaron, sin embargo, en tan próspera situación después
de esta sangrienta refriega, para que les viniera al deseo la
ocurrencia de seguir en su persecución. Por lo contrario, mo-
hínos y maltrechos, volvieron el rostro, pusieron frente á
Santafé de Antioquia, y anduvieron para allá con paso tan
veloz como les convenía.
Mientras esto sucedía con Francisco Maldonado, Valdi-
via permanecía en su fortín ; mas en verdad rodeado de zozo-
L
— 738 —
bras y cuidados. Los de su séquito no estaban ni tranqutlw
gustosos, ya por la inseguridad que los amenazaba, ya
bien por la fatuidad y petulancia^ la vanidad y la jirroseriaí
que eran tratados por ios dos hermanos políticos de su hí
quienes, sin antecedentes y sin méritos, mostraban un de
y una insolencia mortificantes, A este mal se agregó tamhié
un poca de orgullosa aspereza de parte del Gobernador,
tanto debió de ser el enfado que produjo, que algunos de
taron. Ese estado vacilante é indefinido duró bien poco,
consecuencia de lo que pasamos á relatar.
Los caciques Oceta, Cuerquía, Ochalí, Ubaná y
resolvieron, de acueixlo con los agresores de Maldonado«
atacar a Valdivia en su fortificaciónj con 500 hombn».
Aproximáronse al campo, emboscáronse en sus ccírcanía
mandaron algunos emisarios con presentes de comida,
mientras más descuidados estallan, cayeron sobre ellos i
ferocidad imponderaljle. Pedro Valero y León quisier
resistir, pero murieron al inslíinto. Valdivia animó Ii€
mente á sus peones, mas en vano : el padre Atienza y
negro lucharon valerosanientc ; con todo, cayeron á los golf
reiterados de los asaltantes, tocando la misma suerte á
Bartolomé, religioso carmelitano, capellán de la tropa.
El general, herido por una flecha que lo entró por t'
boca, fue Iiecho prisionero, así como también una
intérprete que oslalxi á su lado. Sentado en una piedf
agobiado por las bmlas y sarca^smos de sus triunfimll
enemigeos, esperaba el Conquistador la sentencia; mas aat
que esta fuei^ dada, intentó, con su habilidad genial, de
el curso de su infeliz destino.
Con el fm de alilandar un poco el ánimo exaltado dei
feroces enemigos, hízoles entender, por medio de la ind
intérprete, el peligro A que quedarían expuestos si lo ssm
caban a su furor. Manifestóles el gran poder del rey Ftíñpt
cuyo celo por la defensa de sus vasallos era de temcrae
por consiguiente, la seguridad que tenía de que todos tíl< I
serían irremediablemente exterminados como Mctimascxpfi
torias, por el enorme crimen que estaban á punto de cometer.
Coacliiyó su razonamiento por ofrecerles, en caso de perdón^
la más firme y sincera amistad, junto con la promesa de
interponer en su favor la benéfica influencia de su posición y
de su elevado carácter de conquistador.
No parecieron flojas ni de menguada fuerza las razones
en que el desdichado prisionero apoyaba esta agonizante y
desgarradora súplica. Por lo menos, el bái^baro Careara,
que se llamó después D. Martín, cuando hubo recibido
el agua del bautismo, y de los guerreros el de mas nom-
bradla entre los naturales, opinó en el momentáneo
Consejo do guerra que se tuvo, por la absolución del infeliz.
Quinié, indio desaforado y violento en sus procederes, se
opuso con una corta y dura replica al pensajniento de Car-
cara, y, acompañando las palabras con las obras, descargó su
pesada maza sobre la víctima, cuya cabeza convertida en
pedazos dejó los sesos á la vista. La india intérpi'ete fué tam-
bién sacrilicada.
Practicada esta sangrienta justicia sobre los opresores
de la tierra, cortaron las cabezas de los muertos y las colo-
caron sobre maderos elevados á la vera de la senda, con el fin
de que fuesen vistas y contempladas por los que escapasen
del asalto que el mismo día y á semejante hora debía verifi-
carse Címtralo.s europeos que estaban en Pesquerías. Propuso
también Ubaná, cuando la últiiiia diligencia estuvo concluida,
arreglar una embosciida para caer con seguridad sobre
los dispersos, en el caso problemático de que los hubiera;
pero sus compañeros se opusieron, alegando que la sula
rden que habían recibido de los tahamíes, era la de matar al
ibernador; que el ün propuesto estaba conseguido y que se
juraban á sus viviendas. Así lo verificaron.
Como la mayor parte de los expedicionarios de entonces,
, Andrés de Valdivia sugeto de ánimo esforzado, y capaz de
irriesgar su persona en las crudas y azarosas aventuras de
ía época; mas el camino torcido por el cual ascendió á su
slevado puesto, así c<jmo también la deplorable y malhadada
^ 7iO —
carta qoe, como hemos relatado^ le destruyó con la razón
feliz coniianza de esposo, desmoralizaron completaaieiitc
carácter, aniquilaron el efecto natural de su' constaat
trabajo, contribuyeron a la pérdida de muchos valiente, I
hicieron estéril la empresa de conquista, con daño y perjuic
para todos.
Triunfo general de los indígenas. — Y no era 8o\í
mente el descalabro sufrido por Maldonado, y la leí
mentosa y trágica muerte del General, lo que por aqi
tiempo c^jnturbaba el ánimo de los peones de Castilla y
tornaba precaria y lastimosa su situación. Tenemos en
que sigue pruebas claras y perentorias de la veracidad
nuestro aserto.
D. Antonio Gómez Acosta estaba, como liemos dicho,!
el pueblo de Pesquerías con algimos soldados. Independien
temente de las penalidades de un suelo escaso ya, y de i
permanente combate con toda clase do elementos hostile
pesaba sobre esos aislados aventureros el sinsabor de
zozobra y la Miga de una continua alarma.
El vasto plan concebido por los indígenas y ejecutad
ron bárbara maestría, se desencadenó también subr
Gómez y sus amigos el mismo día d^í la sangrienta cjecudófl
de Valdivia. Con alguna anticipación, mandaron los caudillo
americanos algunos soldados cargados con víveres que ofr
cían obsequiosamente a los conquistadores. Este ardid,
común entre ellos, como ya se ha visto, fué el misma us^do
con Maldonado y con Valdivia; mas, advertidos los da Pcs*
querías, sospecharon el peligro de tal cautelat fuer
prendiendo los enviados á medida que iban llegando» !o
tlepositíiban en una casa fuerte y los guardaban con cent
netas de vista. Habían preso ya como unos veinticuatroj
cuando quiso la mala suerte de D. Antonio Cfómez, meterk
en la cabeza la idea de hacer una visita de inspección &
cárcel donde estaban los de(enidos. Los centinela** le acoi
jaron que no entrara; pero él, desoyendo Ja acIvertendJ
I
L penetró al aposento llevando en la cabeza una fuerte celada, y
^^■en la mano la vara de justicia-
^m Había en imo de los rincones de aquella pieza una
azada, que astuta y mañDBamente ocultaba con el cuerpo
j uno de los prisioneros. No bien el teniente Gómez se hubo
encarado con los presos, y no bien hubo comenzado una de
las ordinarias pláticas místico-regañonas de los espaív»le.s,
cuando el indio, asiendo por el mango del instrumento de que
hemos hablado, descargó tan rudo y eficaz golpe sobre la
cabeza del peninsular, que junto con los cascos del cráneo fué
abierto el cerebro; y terminó la escena en perfecta conso-
nancia con el funesto remate de Valdivia.
Encolerizados los invasores con estoque llamaron infame
!| villanía, echaron por las armas, y con veloces y mortí-
feros golpes acabaron con la vida délos prisioneros. Prac-
nticábase esta carnicería en el momento mismo en que los
^guerreros de la montaña, concitados para el ataque, rodeaban
; el campo europeo. Trabóse .^ntonces una riña devastailora
y cruel por aml)os lados, en que la gente blanca tuvo pérdidas
I de alguna consideración y en que los paisanos perecieron
\ por centenares, huyendo el resto despavorido y sin con-
i cierto.
! Muerto Gómez, quedaron solamente veintiún hombres
^ de su comitiva, y éstos tan desmayados, tan profundamente
• entristecidos, y aHigidos por una angustia tan acerba, que no
hallaron aliento ni en el cuerpo ni en el alma para perma-
j necer en el sitio, cuanto menos para ir en persecución del
derrotado enemigo.
' Después de deliberar sobre tan crítica situación, bajo la
I influencia depresiva del terror y de la incerlidumbre, resolvió
¡ la corta falange enderezar camino en busca de Valdivia, cuyo
deplorable lin le era desconocido.
Como exploradores do la senda, y á vanguardia <]e los
demás, iban Juan Meléndez, Baltasar Muñoz y Mateo Fer-
nández, llamado el Loro, mestizo natural de Tunja. Llevaban
estos tres hombres, tres perros por escolta, y con ta! acom*
— 742 ^-
pañainiento metieron el cuerpo en esas ignotas y solitaria
regiones.
Aftictiva y desgarradora, aon para esos corazones t^ndu-
recidos en la práctica de tan frecuentes carnicerías, rlelnó úv
ser la emoción que experimentaron aquellos soldados al dar
de frente con las cabezas de sus camaradas, puestas sobre ma*
deros por los bárbaros en el Sitio de la Matanza. Los historia-
dores de la época aseguran que el dolor y espanto no se hi*
cicrnn solamente sentir en los liumanos pechos de Meléndc
Muñoz y Fernández, sino que se manifestaron de un modo ]
tético y conmovedor en los lamentos y los aullidos quejuí
brosos de Jos perros. Nada de raro tiene para nosotros el qi
esos pobres animales, cuyo instinto es tan sensible, hubic
participado de las congojas de sus amos.
Los restos del ejército socorridos por Radas. — Agobia
dos de pesar los tres individuos de a([uella miserable van^
dia, entraron en nuevas y más difícilesperplejidades. Nosabíai
si volver atrás para verse con sus amigos, ó si seguir el camí
de Antioquia, determinación que tomaron al fin como mi
prudente y redentora, para conseguir su salvación y la de le
otros*
En el tránsito experimentaron los desdichados toda da
de privaciones : el hambre los acosó sin piedad, hasta obli-
garlos 4 matar, para comérselo, uno de los perros.
En tanto que aqurllos caminantes andaban de vuelta l
Antioquia, 1). (raspar d^ Rodas, simple particularavecindadoeil^
lac¡udad,sinlener en cuéntalas defeccionesexperimentadasea^
tiempos anteriores, y sabedor por algunos de los compañc
de Maldonado, llegados á la población como menHajoroSjde li
infausta situación en que podría hallarse el Gobernadur Va
divia^ determinó, siempre con ánimo franco y generoso
20n, procurar socorrer á sus cumpatriotas*
Antonio Machado, que» como se recordará, fué el i
español que abandonó á Valdivia cuando pasó el Caua
emprendi/j su campana, había sido nombrado alcalde de
^ 743 -
ciudad , y con 5Ü soldailos y dv. acuerdo con líof las fué en
auxilio de los desbai'atadoa castellanos, A poco andar, dio con
Juan Meléndez y los suyos, quienes merced al auxilio recibido
entraron un poco más tranquilo.^ y seguros en Antinquia.
Los de Pesquerías, que dejamos contemplando las escar-
pias y las cabezas puestas en ellas por los indios, se encon-
traron sujetos á la más hori'cnda desesperación. Indecisos y
desmoralizados por la desgracia, no sabían qué partido tomar
para escapar do la muerte que creían seguida : unos pensaban
que desbandándose y entregándose cada cual a su propia
suerte, hallarían quizá su siilvación ; oti*os opinaban por man-
tenerse unidos y compactos^ y los más no alcanzaban siquiera
la fuerza de opinar. Juan Ruiz de x\ lienza, Pedro Pinto Ve-
llorino, Leonel de Ovallc y Bartolomé Jorge eran acaso loa
solos que guardaban en el conflicto un poco de entereza y se-
renidad, circunstancia í[ue, como es bien sabido, es la sola
Kue puede salvar en los trances difíciles de la vida. El prime-
ro de los sugetos mencionados reanimó con su ejemplo y con
sus palabras el decaído vigor de la gente, y la mantuvo reunida
y en perfecta disciplina hasta su feliz y próximo encuentro con
Machado* Una vez que esto se verificó, continuaron en con-
■1er to y entraron en la ciudad, redimidos si no dichosos.
^ Aspecto del país. — Por lo referido se comprende que
los nutabes, estimuhidos por sus vecinos tahamíes, no eran
fácilmente manejables, y que el chasco llevado en la ocasión
no era propicio para acometer de nuevo, y sin mejores recur-
^bs^ la conquista dermiiiva de esas belicosas naciones, cuyas
C!rónicas vestidas de htirrores han llegado hasta nosotros por
la relación escrita que hizo de ellas Jerónimo ile Torres, sol-
j^do valiente que las presenció é ilustnicon sus hechos.
B El país que sirvió de teatro á los acontecimientos que
^pmos delineado, se conserva hoy, después de tres siglos,
^asi con el mismo aspecto y con las mismas condiciones que
Cnía entonces. Los indios solamente lian desaparecido de la
cena ; cuatro ó cinco villorios miserables, y algunos caseríos
— 744 —
de poca significación, constituyen lo que c
civilización ha introducido por esas breñai
nuedo de los conquistadores acabaron ce
los demás agentes naturales se han mostra
esfuerzos progresivos de entonces y á los d(
sin embargo, que ese pedazo de territorio i
tancia para el porvenir de Antioquia ; por lo
extremidad norte es navegable el Cauca, y 1
para comunicar el centro del Estado con la
de ese lado. Ricas minas de oro y otros me
tierras de labor, y recomendaciones de otro
esa comarca en el tiempo presente, con
tiempo de la conquista. Empero, con las
das á Valdivia, la obra quedó abandom
sión de nuevo Gobernador, como lo verer
capítulo.
CAPITULO DECIMOCUARTO
Situación moral é inielecíual de los conquistadores, — Nombra-
miento de Rodas ¡mra Gobernador de Antioquia. — Castigo de
losnuiabes. — Funddción de Cáceres. — Viaje del Gobernador á
Santafé de Bogotá. — Es confirmado su nombramiento* —
Pacificación de los gualies, ^- Segunda insurrección de los
nutabes.
Situación moral é intelectual de los conquistadores. —
uerto Valdivia, desmoralizador un tanto los españoles, aban*
o nada la conquista de los nutal)es, y desalentados los espíri-
;us de !a t^scasa tropa invasora, aumentóse la fiereza y altivez
e los indios de la parte oriental del Cauca. Los catíos, muer-
as en gran parte y desfallecientes por la tenaz persecución
e se les hacía, recibieron, traído por el ejemplo de sus her-
anos, el contagio de la insurrección, y hallaron propicio el
omento para negar de nuevo la obediencia que ya teman
prometida.
Alarmados los naturales de Santafé de Antioquia con el
giro turbulento y amenazador que iba tomando el asunto,
determinaron elevar a la lieal Audiencia un memorial por el
cual pedían el nombramiento de un Gobernador de que care-
cían, y que consideraban comocsencialmento necesario para la
buena gestión de la Colonia y para la entera pacificación de
los barbaros ; pero mientras obtenían contestación á su de-
manda, mandaron por comisionado á Juan Meléndez, con el
encargo de combatir v aquietar á los naturales, operación que
- 746 —
Nombramiento de Rodas. — La moncinnada peticióil
los antioqueños fué corisitloracla en la Audiencia, y obtu^
por resultado un real acuerdo que designó para el cargo i
Gobernador y para Capitán general á D. Gasjiar de Roe
cometiéndole el encargo especial ríe castigar los caciques que
coligados contra Valdivia le habían dado muerte.
Impuesto Rodas de su nombramiento, hizo, como Iciiía
de costumbre, llamada general de todas los obreros en las
pasadas guerras, para que le prestasen mano fuerte y le
dieran ayuda en el desempeño de la comisión. Algunos fie
sus antiguos camaradas, unos pocos vecinos de la ciudad^ y los
restos miserables de la malograda expedición anterior, forma-
ron un piquete como de 70 hombres, con el cual y su iJ(!s-
treza, guió, como se decía entonces, para el valle de Sa«^
Andrés.
Apenas hubo Ilet;ado al teatro de la pasada carnia^ría,
vinieron de paz los caciques principales, trayendo, cor
prenda segura ile amistad y alianza, ricos presentes de or
labrado, a cuya aceptación se negó el severo y hábil capitán-
En presencia de los bárbaros, pasó revista á su corta di;
visión el 8 de febrero de (577, le dirigió una pequofta y mo
derada proclaiua, prendió varios de los caciques mas notable
y se preparó para ejecutar en ellos ejcmplai* y cumplida jtó-'
ticia.
Cuando los indígenas vieron aprisionados á sus y^i*-^ "^'-^
distinguidos y de mejor crédito, comenzaron á dar mu»,
rebelión ; pero el calmoso y prudente Capitán los aquietó al
punto, haciéndoles comprender por medio de intórprt^le d
gran peligro que corrían entregándose á sus habituales é in-
solentes desacatos. Hízoles entender igualmente que mi int r
ción y miras eran conciliadoras y pacíficas, cjue no tratahn ^.l
de aplicar la pena merecida á los culpados» lo cual ejecuiatlvv
sería seguido por la más completa y i>erfecta armonía entre
ellos.
Castigo de los nutabes, — Sin pérdida de tiempo maiictó
imcíar y seguir la causa á los cabecillas más comprometidos,
y les nombró con anticipación, y á usanza de los juicios mili-
tares, el correspondiente defensor, operación que» si no recor-
damos mal, fué la primera de su género que llevaba visos de
un arreglo jurídico y en derecho, y que muestra también que
este caballero era un poco diferente de los hambres de fuerza
y de los arcabuceros de aquella edad.
Seis de los reos fueron condenados á pena capital é infa-
mante de garrote, y dos mas tuvieron mutiladas las manos»
Los reos recibieron antes de morir el agua del bautismo, y
declararon contritos y arrepentidos que los malos consejos
de los taharaíés habían motivada sus desventurados crímenes;
lo cual aclaro más aun este asunto que había estado sujeto á
dudas, y que más tarde pareció ante la Real Audit ncia en
calidad de acusación formal contra Bartolomé Sánchez Torre-
blanca.
Fundación de Cáceres. — Administrada justicia, diuse el
Capitán general a recorrer la tierra, y en atención á los deseos
manifestados por su gente, determinó en el mismo mes y año
citados, la fundación de la ciutlad de Cáceres en la ribera
derecha del Cauca, á corta distancia del punto mismo en que
Valdivia fué sacrülcado. Tuvo esta ciudad, en su principio,
treinta vecinos nobles y cinco mil indios de encomienda.
Verificada la fundación y repartida la Ucrra, avino entre
los conquistadores lo que comunmente acontecía entre ellos,
esto es, un gran disgusto por falta de equidad en la distribu-
ción de las recompensas •
Cuando Riídas puso término á la fundación de Cáceres, y
creyó haber desenqieñado su encarga de dar castigo á los
caciques matadores de Valdivia, pensó que sería bien dar
cuentíi de todo eso á la Real Audiencia, y con tal idea despachó
como mensajei*o á D, Antonio Osorio de la Paz.
Viaje del Gobernador á Bogotá. — Los sugctos que
quedaron descontentos con él por la mala distribución de
— 748 -
las recompensas otorgadas, no estaban de humor de pei'do-
narle lo hecho. Tres de ellos siguieron inmediatamente tras v\
comisionado Osorio, con el proyecto de llevar á los juea*^
Gompttteiites de Santafé las quejas de sus agravios. El (VoIxt-
nador fué noticiado de esto último, y como no quisiese dejarle
'ganar de mano, se echó á rodar por el Cauca, aguas abaju,
tomando el camino de la capital.
A esta sazón era muerto ü. Francisco Briceflo, prcMMrntr
de la Real Audiencia, y haliía entrada á esta respetable cor-
poración Juan Rodríguez Mora, quien no se sabe por cuál
causa tomó acaloradamente bajo su protección al pacífiaulor
de los nu tabes.
Es confirmado su nombramiento. — Era también d
tiempo en que los indios gualies, sacudiendo el yugo que ya
tenía impuesto sobro ellos eí ilustre D* Gonzalo Jiménez de
Quenada, llevaban revuelta y azorada la comarca. Necesita-,
base un hombre de condiciones propias» de brazo fuerte v
cabeza entera, para hacer entender razón á esos desacordado
bárbaros. Pareció a todos que Ü, Gaspar de Rodas
como modelado adrede para zanjar pronto y bien esta dificti
tad. Por eso, pues, por los méritos del hombre, y mas
todo quizá por la intervención oliciosa y protectora de Hodr
guez, el Gobernador logró romper la cabala do sus ¿mulos,]
ser nombrado por la Aintiencia para el desempeño de
anterior destínOj consoló la condición de reducir de paso I
su deber á los sublevados. Fuera de eso» se hizo i: H
mente por los altos funcionarios de Santafé ante el i»im «mu
lie la Madre Patria, alta y honrosa recomendación del
rácter de Rodas,
Pacificación de los gualíes. — La pacificacíóti de
gualíes quedó bien pronto ejecutada, sin gastar en
tarea sino tres meses. Hízose la operación coa Itü soldadfl
entre lo8 cuales iban Juan Meléndez y Alonso Pernánd
Molano, y se hizo con lucimiento, porque el jefe, aunque
manso de condición y sencilio de porte, era caballero de alto
brío y buen consejo, como se habrá comprendido por lo que
de él hemos dicho.
Concluida esta primera faena, volvió el nombrado capitán
áSantaféde Bogotá, en donde le fué confirmado su nombra-*
miento de Gobernador de Antioquia, comprendiendo los con-
tornos del territorio de su mando, lo mismo, con corta dife-
rencia, que lo que hoy comprenden .
^K Poco tiempo después de lo que llevamos dicho, vino la
misma dignidad conferida por el Rey al mismo sugeto, con
más otras preíiminencias, títulos y dádivas, así como la pro-
mesa de hacerlo Adelantado cuando liubiese fundado tres ciu-
dades de españoles y puesto término al descubrimiento de las
tierras de su Jurisdicción. Quedó, por esta disposición, irrevo-
cablemente segregada la Gobernación de Antioquia de la de
Popayán.
^B^ Segunda insurrección de los nutabes — Mientras que
^BRs*^^" daba por Santafede Bogotá en el arreglo de sus in-
tereaes personales, y mientras batallaba con los indios gua-
líes, la ciudad de Cáceres se había convertido en campo de
guerra, por consecuencia de una nueva sublevación de
c^aciques capitaneados por Omogá. Esta sublevación produjo
alborotos en que los naturales dieron muerte violenta á varios
de los vecinos pobladores.
El conocimiento de este desastre le llegó al Gobernador
cuando había regresado de Santafé de Antioquia, y á pesar
de que, como de costumbre, tenía hechas invitaciones para
enganchar obreros (jue lo siguiesen en las nuevas empresas
que meditaba, quiso dar antes socorro á sus compañeros en
peligro. Con tal fm,tomó el camino de Cáceres, ciudad á la
cual entró acompañado solamente de 30 hombres.
Luego que se hubo impuesto de todos los pormenores
ocurridos y de la situadón del enemigo, ordenó marchar so-
bre éste á Francisco Alférez, personaje inepto y sin valor, á
— 750 —
quien los bárbaros, después de hacerle algún daño, pusí
en vergonzosa fuga.
Una vez que lacximpañade Alférez terminó con tan ma
suceso^ nombró el comandandantcrcomo cabo director de un
nueva expedición contra Omoga, por diciembre de 1579,
Juan Arias Rubián, quien, internándose por los bosques
breñas que demoran á la parte oriental deCáceres, dio coai
indio que se decía enviado del cacique, y que lo in\itó par
verse con su señor sobre una meseta rasa en parte, mas no-_
deada de bosque á cierta distancia, á la que su señor concu
rriría en breve tiempo. El español, con los suyos y con una
india llamada Ana que le sem'a de intérprete, se trasladó!
lugar de la cita, ácuyo punto llegaban algunos indios de
pecto inofensivo.
Recelando los cristianos una nueva traición por parte
sus n\^le8, prendieron á uno de los bárbaros y lo sometier
á la pruebadel tormento, con la esperanza dearrancarle el i
creto del engaño que temían, prueba que les salió bien,
que el infeliz, acosado por el dolor, reveló todas las circuns
tancias de un plan de feroz ataque que contra ellos estaba mí
ditado*
Contó los incidentes de estas contiendas parecen todo
cortados sobre un solo patrón, suprimiremos la bis
minuciosa de las bases en que los americanos fundaliao
segundad de su triunfo, así como también la especificacíóD «
las providencias tomadas por los castelkuios para defendei
Bastará sólo decir que los salvajes llegaban al campaiuenl
español en limitadas partidas, y que muchos de ellos fiier
capturados y presos inmediatamente, suerte que tocó áOm^
gá, quien fué inhumanamente descuartizado. La muerte
este cabecilln encenflió el más horrendo furor en el bando
los indígenas, quienes para buscar venganza se desiniiendi^
ron de su plan y cayeron ciegos de ira sobrx) aqm*l puñada (
aventureros.
Era el 31 de diciembre de 157Í). Los europeos «e hal
fortificado del mejor modo posible, y los nutabos, capit
dos por Moabita, Teguerí y Oclialí, atacaron con su genial
bravura. Bien pronto la lid se hizo casi personal, y la lucha
tan sangrienta que, íicgiin (Uce ol cronista, 300 naturales que*
ciaron muertos en el campo con dos de los jefes, y entre los
españoles hubo 17 heridos, y algunos hasta con cinco lieridas
de neclias envenenatlas, por lo cual tuvieron f[Lie curarlas cor-
tando y queinaiidu la carne como era de precisión.
El resultado íinal del combate fué desastroso para los
conipiiótadores ; fué el de una completa den-ula, porque
Ochab', el único jefe que había quedado con vida, estimuló he-
ruicamente el valor de sus amigos y compelió á los otros duna
retii*ada pronta y vergonzosa.
La nuche que sigiuó al día de esta desventura, fué triste
para el pelotón peninsular, y las jornadas que siguieron, mas
tormentosas aún, porque su espanto y desaliento acrecieron
con el anuncio hecho por un v¡ej<> de que el enemigo caería
sobre ellos sin misericordia. Ya no pensaron en otra cosa que
en salvar las personas haciendo h*ente á todos los oljstáculos
que se presentaran, más bien que habérselas en batalla abierta
con los bárbaros. El hambre y la desnudez, la intemperie y
los abrojos, el temoi- y las vacilaciones llovieron sobre esa
pobre gente que se retraía á todo andar sobre su cuartel gene-
ral de Cáceresj en tal manera que muchos indios yanaconas^
Lucas y Mateo de Acosla pagaron con la vida antes de lleg:ar
a puerto de salvación. Y no eran ellos solos los mollinos y
acongojados, pues los habitantes de la ciudad, acometidos tam-
bién por turbas numerosas de salvajes, se habían defendido
penosamente y vivían con sobresalto y alarma.
Rubián y sus compafieros, si bien en lastimosa situación,
llegai-on por ün á la ciudad, donde fueron faví>recitlos, y don-
de engrosando el guarismo de combatientes quedaron en acti-
tud respetable.
Los nutabes, eran bravísimos soldados, y si bien ven-
cedores en efímeros combates, habían sido tratados de un
modo tan cruel y tan sanguinario por sus amos, que, reduci-
dos a muy corto número, tuvieron á bien someterse íx la vo-
— 752 —
luntad de sus contrarios y renunciar á tod
Corría por entonces el año de 1580, en que
á Santafé de Antioquia meditando la ejecu
ción mas sustanciosa y fecunda en buenos
CAPITULO DECIMOQUINTO
Descubrimiento del Porce. — Conquista de los naiarales. -- Funda-
ción de ZsLiwjozsL. — Reedificación de San Juan de Rodas. —
Resumen. — Conclitsiún.
Descubrimiento del Porce. — Expuestos menudamente
los sucesos anterioreíí, coetáneos y ulteriores a la fundación
de Cáceres, tenemos visto que Rodas, deseoso siempre de dar
calor y realce á los trabajos de la Conquista, tornó á la ciudad
de Santafé de Antioquia, cuartel general en ese tiempo, con el
laudable fin de seguir adelante en su preferido empeño.
Reunió para su séquito 70 veteranos, hombres sueltos y
atrevidos, y tomó, á Unes del año de 153Ü, el rumbo de
oriente, hasta mostrar su bandera en las playas pintorescas
del Aburra, precisamente enfrente del punto que hoy ocupa
Copacavana.
Era cabalmente á lo largo de este río, cuyo nombre cam-
bia luego en el de Porce y cuya dirección es casi siempre
nordeste^ en donde el pertinaz Gobernador quería dar vuelos á
su actividad. Era también esa parte do Antioquia, la sola que
aun pudiera considerarse como desconocida, porque ala sazón
todos los desfiladeros y hondonadas del territorio, cual más,
cual menos, habían sido, si no explorados, sí entrevistos por
los españoles.
Esta campaña no era la menos difícil, y ios inconve-
nientes que en ella habían de presentarse les debieron parecer
48
— /a4 —
terribles á los aventureros. No obstante, la empresa
metida con la misma decisión y entereza que habían presidid
á las investigaciones y lidias anteriores.
El río Porce, sin ser el más caudaloso del Estado, pr
senta á quien lo contempla un aspecto de singular violencia*
su corriente, y es capaz de enj^endrar espanto aun en pecho
animosos : dos altas cordilleras que parecen bajar desde la
nubes, lo amurallan de uno y otro lado; un cauce que pare
sepultado bajo la tierra, forma, con sus numerosas cun
como la serpiente madre de ese criadero de culebras y reptik
ponzoñosos ; fragmentos de rocas quebradas como de intenl
para despedazar al hombre ; planos inclinados casi verticale
á uno y otro flanco, cubiertos de bosque secular; calor sofo^
cante; meteoros destructores; liebres abundantes; algazaradfl
aves y cuadrúpedos, y más de un cubil en que el tigi*e me
traba su pupila inflamada y su diente voraz : tal era,ea débiU
imperfecto bosquejo, el cuadro que iba á presentarse & Roda
y á sus compañeros de campafia.
Había, es verdad, al lado de osos y otros horrores, al^
más brillante y consolador; pero que por desgracia no csl
muy á los alcances del flaco espíritu y de [amenguada iutclig
cia de tales guerreros. Aquellos hombres entendían mejor laí
dolé borrascosa y dura déla epopeya sangrienta, que elidí]
que la naturaleza canta siempre en un país virgen, sea c«
fuelle su aspecto; ellos conocían mejor la manera do servir
del oro que el arto de explotarlo, y estaban harto inocent
todavía en los ramos de la ciencia que encaminaa á la indi
tria {>or ul sendero del progreso. Los bramidos tumuUi
de las aguas en el salto del Guadalupe y el arco Iris formado]
lu largo del río, no harían, es casi cierto» vibrar con delic
düza un solo aliento de poesía en las libras beUcos
y endurecidas de aquellos héroes. No importaba que
reino vegetal desenvolviese en esos lugares uaa pompa, va
dad y lozanía que apenas tendrán sus semejantetj on las
marcas encantadoras de la India; uuestros padrea pí
por allit é ignoraban su belleza, su maguí Ucencia y su valo
iOJ
^
? mucho que así fuera para ellos, si, tres ¿siglos más tax^de,
sus hijos vemos con la misma indiferencia tanto ornato y
tanto poder de creación? Lo sólo que ellos y nosotros ha
yamos visto siempre con ojo pesquisidor y codicioso, ha sido el
oro de sus veneros y sus ricos aluviones.
Y era mucho el metal precioso que los conquistadores de-
bían encontrar en su tránsito, y aun es mucho el que queda
para las generaciones posteriores. Por eso, a medida que
Rodas y los suyos avanzaban en su carrera de descubrimien-
tos, cobraban brío y seguían imperturbables su camino.
i
Conquista de los naturales. — En los pii meros días de
esta memorabU? peregrinación , los batalladores de España no
encontraron en su sendero, sino, de ima manera alternativa,
riscos escarpados y rocas estériles, cenagales profundos y Iodo
en abundancia. De vez en cuando, una lomadcsnuda se presen-
taba a su vista para ser seguida por un boscjue lleno de abrojos
y de espinas ; en ocasiones, tropezaban con un torrente de
vado difícil ó condesliladeros peligrosos.
No fué sino después de mucfias jornadas fatigosas,
cuando el campo comenzó á abrirse y á despejarse un poco.
El bosque se hizo más claro, el sucio más consistente, el pai*
saje mejor alumbrado, el aire más puro» y la naturaleza entera
un poco sopoi*tabIc y menos contraria. Algunas señales hicieron
comprender al Gobernador y á lo.^ suyos, que habían llegado
á puntos habitados. Veredas perceptibles al través de la lio*
resta, humaredas lejanas y otros indicios percibidos con ale-
gría, demostraban la proximidad de algunas poblaciones*
Uno de esos días, andando siempre á lo largo del río,
"dieron vista á un pueblo situado en la ribera y bajVi la arboleda
que quedaba enfrente de ellos. Advertidos los bárbaros de la
llegada de tan extraños huéspedes, los recibieron prontamente
en son de guerra. La escaramuza que se armó allí tuvo lugar
de una orilla a otra del río y en lo más espeso y tupido del
bosque, de suerte que el daño de una y otra parte fué comple-
tamente insignilicante. Un mozo llamado Juan Taborda, mes-
k
— 75() —
tizo, de la columna de Rodas, famoso por su puntería, logró
meter una bala en el pecho de un indio y matarlo en el sitio.
Los europeos pudieron contemplar desde su campamento las
muesti*as de extrañeza de los pobres salvajes al presenciaran
modo de morir tan nuevo é inusitado para ellos. Cogían el ca-
dáver, lo veían, lo examinaban, lo volvían y revolvían, hacían
exclamaciones, se asombraban, se movían de diferentes ma-
neras, hasta que al fin, haciendo llevar el muerto por algunoá,
continuaron el combate en la forma principiada* Mas corao
esta escaramuza pecase por la dilación, y como no fuera
posible hacer bastante daño a los indios, por la gran dis*
tancia que los separaba, resolvió el avisado Gobernador
echar mano de una estratagema que decidió la victoria en su
favor.
Dejando una parte de su fuerza en el lugar que ocupaba,
tomó 36 hombres, y descendió, cubierto por la espesa enra-
mada de los árboles, hasta un lugar en que la corriente del
río, más tranquila y sosegada, permitía pasar á nado.
Aunque el lugar se presentase más ventajoso y la m
sedumbre del río fuese notable, es tal de ordinario su \i\
lencia en esos parajes, que Rodas tuvo la pena de ver desobe-
decida su orden de pasar á nado, espada en mano y rodela al
pecho, como lo mandó.
Entre las grandes recomendaciones personales 1 1
aquel hombre para el mando, tenía la muy estimable para la
época y para los personajes que le rodeaban, de ser compk-
lamente audaz y de una organización atlética.
Viendo, pues, que sus soldados resistían el cumpliraionto
de la orden dada, comenzó á despojarse prontamente de t»us
vestidos, y se mostró en actitud él mismo do ejecutar lo
temido por los otros. Avergonzados entonces losconipancro?í|
y llenos de respeto, le presentaron sus excusas, echaron
pecho á la corriente, ganaron la ribera opuesta, hincaron ta ^
rodilla, oiaron un momento, siguieron por el bosque, cay^^M
ron de sorpresa sobre el bando enemigo, lo pusieron en fugai^
tomaron el pueblo, hicieron un puente do bejuco, pasaron loi
H
compañeros y los equipajes; y concluyó victoriosamente la
jornada con alguna adquisición de oro.
Vencido aquel tropiezo, siguiendo siempre al nordeste
por las orillas del río, hallabají á cada paso nuevos impedi-
mentos en su camino. El circuito so hizo cada vez mas po-
blado; los naturales abundaban, y sin embargo se daban de
paz ó combatían muy poco. Las grandes dificultades consis-
tían más bien en los elementos del suelo, que en la oposición
de los hombres. El terreno estaba bien abastecido del metal
codiciado; pero como los invasores no iban en calidad do
explotadores, tenían que conformarse con lo que se les ofrecía
al paso.
^
I
Fundación de Zaragoza. — Un poco más abajo de la
confluencia del Nechí con el Porce» que llamaron las Dos
Bocas, hallaron un vallecito que les pareció propio para la
fundación de una ciudad, cabecera de sus nuevos descubri-
mientos. Llevóse a efecto la erección de la nueva población á
mediados de 1581 ; fué su nombre Zaragoza, para recordar la
de España ; tuvoen su nacimiento cuarenta vecinos pobladores
europeos, muclios indios de encomienda y á Fernán Sánchez
por teniente.
Como se ve, con esta correría quedó puesto á la faz de
todo el mundo el aurífero territorio del Porcc. El Nechí, uno
de los principales anuentes de este opulento río, lia gozado
desde entonces de una fama extraordinaria de riqueza.
Reedificación de San Juan de Rodas, — Fundada la
ciudad y asegurada su administración, se dirigió Rodas con
%u gente á Ituango, punto primero en que levantó al prin-
cipio de su carrera la ciudad de San Juan de Rodas.
Ya hemos visto las diferentes vicisitudes á que esa des-
graciada ciudad estuvo sujeta desde su primitiva fundación,
^hora, sin duda alguna, por cariño de padre, ó por reputar la
localidad muy favorable á la prosperidad futura, el Goberria-
r resoUió levantarla de la ruina y postración en que el
abandono de Valdhia la había colocado. Reedificóla, pues,1
fines del mismo ano corriente de 1581; pacificó los inquiet
6 impacientes naturales; nombró para representarlo en
mando de ella á su pariente Juan de Rodas, y organizó
mejor que supo y pudo su dirección. ¡Vanos esfuei^zos!
Juan, Cacéres y Zaragoza debían morir, ó quedar reducid
durante mucho tiempo á la categoría de poblaciones ínsifi
ficantes.
Libre de aquel cuidado , y viendo que todo en su Gobicri
seguía á medida de sus deseos, y que vigoroso aún y en el \i
dor de sus años era capaz de mucho, y que mucho le quedat
por hacer, quiso el Gobernadorvolverá Antioquia, comolo\t
rificó, á fin de convocar conquistadores paraem])render nueva
campañas* Sin embargo de que la labor no estaba cumplid
y de que el programa no había sido todavía perfectamenl
llenado, la tarea de conquista puede y debe darse por c\i
plida en Antioquia desde el año que acabamos de histori;
En efecto, algunas riñas de carácter parcial con los bárl
y ligeras expediciones sobre el Chocó, no significan
daderamente trabajos de conquista en el sentido genuino
la frase.
Además, si sewnsidera que D. Gaspar de Rodas. de<
fecha para adelante fuó inás bien un hombro civil que
guerrero, y que todos sus conatos so consumieron en org
zar la naciente sociedad, se convendrá en que hemos salido <
la Conquista para entrar en la Colonia,
La de.scripción minuciosa de los anteriores sucesos^
evita en cierta manera la formación de un juicio crítico ;
el mérito personal de D, Gaspar tle Rodas. Algo hornos ant
pado sobre su carácter tan lleno de merecimientos ; pero <
el punto en que estamos, su carrera aun no ha oonclu¿
Murbosaños de honrusa vida y de benéfica ínnuenciaiui I
destinos posteriores del país, ijuedan á este personaje, qu
alcanzó de la posteridad la [gloriosa calificación de
GOBERXADOB.
— 750 —
Resumen* — Para quienquiera que haya loído con un
poco de atención los apuntes que anteceden, queda formado
el cuadro de exploración y conquista de este suelo. No dosco-
nocemos que en todo lo narrado, el juicio crítico é investigador
el estudioso anticuario podrá encontrar inmensos %^acíos,
datos insuficientes y noticias truncadas. La falta no ha estado
en el e43critor, quien ha hecho todo lo posible por procurarse
bases que desgraciadamente no existen.
Sin embargo de eso, nuestra pretensión no ha sido del
todo estéril, pues, si se concreta lo dicho y se hace un resu-
men de lo referido, vemos fiue no queda un solo rincón de
Antioquia, de los que ha rec^^rrido la planta del conquista-
dor cast<»llano, sin que haya sido mencionado por nuestra
pluma.
Así hemos visto, primero, al Gobernador Heredia explo-
rar el litoral atlántico y pretender entrar hasta la sierra
de Abibe, en !)usca de los tesoros del Dal^eibe, deteniílo por la
fragosidades de la ruta.
Hemos seguido a Francisco César en su priinera entrada
hasta el Guaca, y !o hemos visto regresar temeroso de los
indios, portador de cien mil pesos de oro hallados en un
santuario.
Hemos seguido paso á paso* a Badillo, desde su llegada á
San Sebastián de Urabá y en su incursión por ios terrenos bajos
del Chocó, hasta su atrevida ascensiím á las elevadas crestas
do los Andes antioqueños. Lo hemos acompañado en sus len-
tas operaciones de guerra con los catíos; lo hemos visto
recorrer temerariamente toda la parte occidental del río
Cauca^ y pasar por Concordia, San Juan, Andes, Caramanta,
Jericó, Sepulturas, Supíaetc, hasta llegará Cali,
Hemos asistido día por día á las tareas del Mariscal
Robledo: lo liemos contemphxdo cuando hace la guerra á los
naturales de Anserma, La Vega y Caramanta, y hemos pre-
senciado su famosa empresa de esguazar el Cauca por el paso
de Irra. Colocado ya en la orilla derecha del río, lo hemos
acompañado en Pirsa, Garrapa, Pozo, Pacora, Arma, y des-
" 7ÜÜ —
puéSf cuando retrocede, en la fértil provincia de Quimbay:
AI cííbrar nuevos bríos el célebre capitán, hemos sido testfc
gos de la ardua empresa de examinar las entrañas del país
y de volver sobre Arma, para llegar al pueblo de la Pasct
y visitar sucesivamente á Sinifaná, Amaga, Pueblito, el vall((
de Aburra, Guaca, la cordillera de Ovejas, Santa Rosa dfl
Osos, y atravesar de nuevo el Cauca por el pasu de Curum^
hasta llegar linalmcnte al territorio de Arvío Evéjico, despuc
de haber descubierto y conocido todos los puntos del con-
torno en diez leguas á la redonda.
Hemos seguido su derrotero cuando vuelve á España, ;
estudiado su viaje al través de los bosques de occidente, viaj
tan lleno de calamidades y contratiempos.
Mientras que él entiendo en la Península en negocios dq
su propia conveniencia, nosotros hemos tratado de narrar
lucha entre conquistadores que se disputan la posesíijis
absoluta ^el país, y á su regreso, cuando viene lleno de honc
res y preeminencias, lo saludamos de nuevo en la tierr
antioqueña, donde al cabo referimos la trágica terminación <
su carrera en la Lomado Pozo.
Tratamos igualmente de los audaces trabajos do su fe
competidor el Adelantado Belalcázar; y en tanto que las cam^
pañas del Mariscal^ sus triunfos, su viajo y su infortuiiic
se verilican, seguimos il otros aventureros venidos di
Santafé de liogota, de Mariquita y de la Victoria, que añaden
á la carta geográfica de la provincia, las partes oriental
nordeste del Estado.
Carvajal, Loyola, Francisco Martínez de Ospina, yol
más, recorren la montaña de Sonsón, Abejorral, La Cej
Rionegro, el Peñol, Ledesnia, San Carlos, Santo Dominio
Yülombó, Canoíin, líemediijs y otros lugares.
G6mcz Fernández, fundador de la ciudad de Caramailt
sale de ese punto para su gobernación del Chocó y and
como guerrero por Urrao, el Frontino, Cañasgordas y Murr
Gaspar de Iludas, teniendo por centro de operaciones ¡
Santafé de Antioquia, descubre y revisa todos lo» pueble
comarcanos y lleva sus expediciones hasta muy adelante, al
tenor y camino de las aguas del Sinú,
Las operaciones militares de Andrés de Valdivia tiacen
conocer el camino seguido por Rodas al principio, y ponen
de manifestó el valle de San Andrés, el país de los cuer-
quías, Yaruma!, Campamento, Angostura y Anorí,
En fin, Rodas parte del valle de Aburra, explora y
coiiquista el Porce hasta Zaragoza, y nos hace ver los puntos
en que están hoy Ilatoviejo, Jírardota, Don Matías, Barbosa,
Amalíi y otros lugares de mas ó menos importancia,
8i se revisa la carta del Estado, podemos asegurar que
nada, aljsolutamcnte nada, falta del plan que nos propusimos ;
es a saber : contar et modo y forma en ([ue los espafioles regis-
Etraron y sometieron estas comarcas.
k El año de I5S1, liahía cu Antioquia las siguientes pobla-
ciones : Arma, Caramanta, Antioquia la Vieja, Santafc de
Antioquia, San Juan de Rodas, Valdivia, Cáccres, San Jeró-
nimu del Monte, Zaragoza y Rejnedios. Los pueblos que
además de los dichos existen hoy, han sido creados en tiempos
de la Colonia y de la República.
Conclusión. — Muchas veces, al llegar a este punto de
nuestra tarea, nos hemos preguntado : ¿cuál podría ser la
fisonomía do Antioquia, cuando el último tiro de arcabuz dio
la señal del completo sometimiento de los indígenas ? Cierta-
mente un poco sombría y melancólica- Unos pocos europMS
apoderados de un país de difícil entrada y escasa vida; altíu-
nos pueblos de indios, reducidos á ceniza; otros subsistentes,
pero en la miseria; los campos cubiertos de osamentas huma*
ñas; unos pocos naturales obedeciendo como siervos al vence-
dor, y otros llenos de terrror buscando abrigo en los bosques
más remotos, para hurtar el cuerpo á la saña feroz de sus ver-
dugos.
De los conquistadores, unos fijaron decididamente su
domicilio en la tierra ganada por sus esfuerzos, otros si-
guieron á diversos puntos de América en busca de aventuras
— W2 —
de lugares más propicios, y otros, en fin, tomaron C3
hacia la Madre Patria para no tornar jamás.
En compensación, á medida que Antitiquia se pacificah
definitivamente, varios peninsulares, por la fama do sus ríe
minas, acudían y se avecindaban en sus poblaciones.
A pesar de todo, salidos apenas de una situación lana
gustiosa como la guerra larga y pertinaz que hemos descriW
y padeciendo sus lógicas é infalibles consecucncia¿j, todos?
americanos y peninsulares, estaban en una incómoda y preca-
ria posición. Las sementeras se hallaban taladas, los géner
alimenticios en exti'cma escasez; y las ciencias y las art
completamente ignoradas, no podían remediar, al menos coa
prontitud, tamafios males. El suelo, de otro lado, no era
excesivamente fértil sino en algunas comarcas.
Ya liemos dado á entender, ó mejor diclio, enumerado, Id
altos precios de los más triviales artículos adecuados para í
tener la economía de la vida humana. Útiles de mayor im[
tancia para las necesidades más urgentes de la persona, j
eran desconocidos ó se reservaban sólo para los opuleat:^
En cuanto á los enseres necesarios que sirven para el clcfl
arrollo de toda corporación social, ni asomo, ni idea, ni posil
lidad de conseguirlos por entonces. Así, máquinas, libro?
utensilios de agricultura y de minería eran on su ma)
parte desconocidos* Estas consideraciones generales par
explicar el espíritu de economía que hoy, á pensar de
ruinosas invasiones del lujo de otros países, se alcanza á dii
tinguir entre muchas familias. Como todo artículo de uso per
sonal era escaso y costoso, naturalmente debía ser tasado
conservado y sustraído con diligencia a todo empleo
truclor*
En materia de agrado y en cosas do pura ^upertiuidad
los antioqueños de entonces no podián ni debían entrega
á extravagancias* En las épocas posteriores so verán apar
gradualmente, pero siempre con lentitud, los objetos cnssuk
por el reJinamientoy la fantasía.
La religión cristiana quedó como punto esencial^ y íuó i
í
L base sobre qviü hubo de apoyarse la nueva sociedad. En ninj^'un
H período de nuestra historia se registra un celo más ardiente
Hen materia de creencias, como el que se notaba en la época á
que nos referimos. No era tode §:rano, es verdad, pues en la
(ductrina que aquellos guerreros iticuIcaban,no faltaba lámala
semilla. No era puramente el Evangelio lo que hacían pene-
traren los corazones ; la supersliciun y el lunatismo entraban
por mucho, Y no eran esas solas circunstancias las que amen-
guaban la divina influencia de la religión sobre los destinos
futuros de esta tierra, pues también, á medida que anda-
ban los tiempos, cada cual iba poniendo de su propio caudal
algún nuevo error, alguna nueva preocupación, algún fu-
nesto desatino. A pesar de todo, es tal el poder inmenso y
eterno de la palabra de Cristo sobre el sor de las sociedades
humanas, que á pesar de los males que la impui'eza del fana-
tismo ha traído sobre estos pueblos, es evidente que lodo
sentimiento caritativo, todo paso hacia la virtud, todo me-
joramiento moral, han venido para estos lugai^es envueltoiá
en las benditas páginas de las Saotas Escritm^as.
La industria minera, otro elemento de bienestar para los
pobladores, fué y eB la principal fuente de riqueza. El metal,
en realidad, era y es abundante; pero los medios de explota-
ción no debían ponerse en movimiento sino de una manera
paulatina. Quitar á los naturales sus joyas y excavar sepul-
cros para buscar tesoros, fué la exclusiva labor industrial de
entonces. No había llegado aún á estas montañas D, Fernando
de Toro y Zapata, primer propietario titular de minas de oro
corrido que hubo en el país, ni era venido el presente siglo,
en que principió el beneficio regular y sistemático de las vetas.
Cuando los aventureros dejaron la vida de pillaje y devas-
tación, cuando por falta de enemigo á quien combatir depu-
sieron definitivamente las armas para entraren la vida civil,
fueron poco apoco cambiando de hábitos y regularizaron su
existencia.
Siquiera duros de carácter por espíritu de raza y por m-
fluencia de los agentes exteriores de que se vieron rodeados,
L
se debe decir, en buena y cumplida justicia, que aquellos
hombres asumieron prontamente el tipo de las más irrepro-
chal}Ies y severas costumbres.
Encerrados en estas crestas y hondonadas, sin roce algu-
no social, desconociendo el movimiento mas ó menos progre-
sivo de la civilización, sin estudios, sin maestros, sin
ejemplos y sin luz intelectual, vivieron y se multiplicaron
como verdaderos montañeses, rígidos y altaneros, sin rendir
culto alguno a las formas suaves de la sociedad. Dios y el
bogar: he aquí el tipo del antioqueñoque siguió inmediato—
mente á la conclusión de aquella guerra ; y decimos Dios y eL
hogar, ponjue en cuanto al rey, aunque se le reconocía, qtic^—
daba muy distante. El ascetismo vino prontamente á ser de
moda. No anticipemos sin embargo los acontccimientoa ; k
historia de esas singulares costumbres pertenece de derecli"
á la segunda época, que fué la que las engendró y la que
mantuvo.
Hemos pretendido bosquejar someramente la parte pr
mera de nuestra Historia, Las tres de ésta, es decir, L-
Conquista, la Colonia, y la República pueden ser considerada
como tres términos de una proporción, cuyo cuarto raicrabr
debe ser la famosa Equis del porvenir. Tal vez sabiendo
que fuimos y lo que somos, podremos vaticinar lo quesci~^
mos; quizá conociendo de donde venimos, sabremos piL'
donde vamos.
jy.
■^índice ■
■
Bparte primera
^
^B geografía física
Páginas.
Pá^i
usa.
¡ERO.— Nociones
— Nieblas y arreboles. — Ar-
i Geografía. —
1
co iris. — Electricidad^ —
Temperatiua tropical en las
nionlafias y eti los valles» —
INDO, — Sitúa-
ilsión, — Pobla-
Termómetro vegetal. —
feí ■•
pM. — Orogra-
Cambios do temiJcratura. —
Temperatura máxima y míni-
lera CentraU —
ma. — Distribucióíi de las lu-
del Levante. —
calidades con relación á la síi-
flel Ceeitro.— Ra-
huí.
41
1 Ocaso. — Ra-
Obaervac iones meteorológicas
Irios. — Conside-
hechas en Medellín por el se-
erales sobre el
ñor Tomás Herrán en los
d antioquefio. —
años de l^Tri, IH7Í», Í877,
fecídental colom-
líl
1H78. ..*...,,.
va
Capitulo sexto. — Produccio-
ftTO. — Hidro-
nes, ^- Reino animal. — Rei-
>s. — El Magda- '
no vegetal. — Reino mineraL
licl. — El Pie-
cl Rio Claro,—
Cuadros..
fio
Ciasiíicación animal*
— El Nare. —
rado* — El San
Clasificación vegetal
n
Caño ReKia. —
Minerales más comunes en el
^^^^k
ó San Pahlí). —
Estado de Antioquia. , , , . .
^^^H
ElCliifitbiná. —
Rocas principales qwe entran
^^^B
1^ El Hondas y
como elementos compí mentes
^1
Í\ Pozo. — El
del territorio antioqueño. . . .
88
Poblanco. — El
Capitulo sétimo. — Relieve
orra, — El Saii
general del pais. — Observa-
Espíritu Sanio*
ción t,'eneral, — Montañas,
». — El Piedras
ctírdilleras, alturas» valles y
— El San Juan
su distribución, — Aspecto de
MÁrquía. — El
pBte.-ElLóon.
los rioa, — líerveo, — Pah*-
mas. — l*e ñones. — Cerro de
íénagas. — ^ Islas. 29
las Telas. — Lomas de Can-
TO* — Meteoros
cÉin. — Pumos mineros. —
1 Bstacioncs. —
fos. — Exaliala-
Picachos,^ Gruta de M armo U
— Cataratas y corrteíites* —
medad del aire«
Llanuras y dobleces del te-
^ve. — Graniza.
rreno. — Vista imaginaria , .
91
^^^^^^^^1
^^^^^^^^^^^^^ F AKT:E BEIGMJIS DA ^^^^H
^^^^^^^^^^^^^^p
descriptiva ^^^I
^^^^^^^^P^PK PágioAfi.
^
^^^^^^^^cÜpitülo primeho. — División
Capitulo sétimo. — Departa-
^^^H territorial . , • It^l
raento de Oriente. — DtáUri*
^^H Capitulo segundo.— Doparta-
tofi : Abejorral, Carmen, Ccja,
^^^^^^ meuto del Centro. — Disiri*
Cocorná, Concepción^ Guamc,
^^^^^B tos : Barbosa, Caldas^ Copa-
Guatapé, MarindUt Nare, Pé«
^^^^^H cava fia, Envi^adot Es llalla.
ñol, Retiro, Uioneg^ro, San
^^^^^H J í rard^ • la, I Ugüi . — Fracción :
Carlos, San Luis, Son Rafael,
^^^^^B Praito. — Ditflrítü : MedoUio.
Santa Bárbara , Santuario i
^^^^^^1 — Fracciones : Aguacatal ,
San Vicente, Sonso n, Lmua,
^^^^H Ana, Belén, Bi^llo, La Granja,
^^^^^^B Piedrasldancas, San Cristo^
Vahos .*««•••••«••.
Capitllo octavo. — Depam-
^^^^H hal, San Súbastián. — Di»-
mento de Sopctrán» — Dislri^
^^^^^H trico : Santo Dominico. —
toa : Belmira, Evéjico, Ll-
^^^^^B Fracción : La Plata. — Dis-
borina, Sabanalarga,8au Jer6-
^^^^^H tritos : Puerto Borrío. Sao
nimo, Sopeirám Sucre (Sá-
^^^^^" Roque, Yolombó, San Podro. 107
caojal) . . . . . • - ,
^^^^ Capitulo tercero. — Departa-
Capitulo NOTEKü, — Departa-
^^^^^^L meato del Cauca, — Distrito :
mento del Sur. — Dísiritc» :
^^^^^^K Aiuagá. — Fracción : Ferre-
Aguadas. — Fracción : Anuí»
^^^^^H ría. — Distrito : Concúrdia. —
-^ Distritos : Filadellia, Maoi-
^^^^^H Fracción : Salgar. — Distri-
zalcs, Neira, Pacora, Pensll-
^^^^^^H los : Fredonia, Heticoaia. —
^^^^^^H Fracctuu : Armenia. ->^ Di&-
Capitulo dégímü. — Detmrtft*
^^^^^^P trito : Titiribí. — Fracción:
' meuto del Sudi>este* — Dii-
^ í^alialelaíj L"i!
tritoa ; Andes. Jardín, Bolim* ^
^^H Capitulo cuarto. — Deparia-
Jerícó, NuevacaramaüUi, t^' '
^^^l mentó del Nordoste. — Dib*
mesís, Valparai&ü * *
^^^^^H tritos: Amalo» Nochl, Reme*
Jíesumen de la población. . . - ♦ "
^^^^^H dios, — Fracciones : Sog-ovia,
Capítulo undéciíio. — ^^
^^^^^H Santa Isabel, San Hartulomé.
bienio y Adiulniatracioft. •*
^^^^^H Distritos : San Martín, Zara-
Consideración goneraL — P^
^^^^V g^o'¿a *. , 171
der Legislativo. — Poder Q<^
cutivü. — Secretaría " "
^^H Capitulo quinto. — Deparia-
^^^H mciiU:) del Norte. — Distritos :
bienio y Guerra. — i:
^^^H ADgo£>tura^ Anorí^ iVzuero,
l>olílÍco y municipaL — Un^^-'^
^^^H Cáccres, Campamento, Cara*
publico. — tlleccíonos. — 1'"*
^^^H lina, Hojadancbas, EntR^rio»,
prentas. — Cotiacjo del EíiUán.
^^^H Sau Aiidrés, Santa Rosa de
— Estadística. — E«u1i1«;a*
^^H Oños, Yarumal, Zea. ..... 189
míenlos de castigo, — Cmsi^^
^^H Capitulo sexto. — Doparta-
boneíicencia. — Secretaríí ^
^^^H monto de Oceideote. — Dis-
Hacienda y Fomenio. — Hf**
^^^B tritos . Aiitioquiit., Anzá, Be-
tas y gastos, — Tríbimal ¿c
^^^B tuba, Biihttcá, Cañasgordus,
cuentas, — > Propietlades d»l
^^^B Fronlíuu. Jiraldo. huango,
Estado. — Deuda pública. -
^^^^^L Ürrao .
Min;w. — Tierras baldías* —
^^^^^^^^ —
^^^^^^^^^^^^
^H
^^^^ Páginas.
PíVgma-^. ^^^^^^1
Hperal áui prestí-^
bis Escuelas. *- Escuelas ele-
^^■1
13 Tesoro, — Es<:iiel¿>
mentales. — Escuelas su pe-
^^H
y oficios. — EiE-
ían res, — Escuelas normales.
^^H
LtbHcas. — Casa de
— Educación obligatoria. —
^^H
— Líneas telegráücas. i
Escuelas rurales, — Organi-
^^H
judiciaL — Jux^adoü
zación, *— Colegio Central
^^H
ito. — Ja:£t?ado3 de
Universilario. — * Escuela de
^^^1
^- Proccdimieato, — -
Artes, — Museo y biblí<»teca
^^H
l> publico. — Jurada,
de Zea, ..,..,.
^M
— Nolaría^ VI :i
Capitulo dégimoterciü. — Re-
DUODÉCIMO. — Ins-
ligión. — Razas. — Carácler
^1
Piiblica. — Pai*te Le-
Capitulo decimocuarto. —
— División territo-
Industria. — Vi as de comu-
^^^M
Inelruceióii Pública.
nicación. — Cuadros* . * . ,
473 ^^B
dores. — División de
J
PARTE TERCERA
■
HISTORtCO DEL DESCUBHIM1ENT0 Y CONQUISTA DE A^TIOQÜÍA ^M
PRIMERO. — Observa-
ncs, — Estado general de En*
eral. — Guacas. —
ropa a lines del siglu XV. —
rion. Cuáqueros.
Situación general de España
br e del o fi c i o . — *3pe -
do excavación. — Ob-
en la misrna i'rpoca
Capitulo cüautu, —Cristóbal
54^
laos de los sepulcros,
portanoia 19"»
Cidóu, — 8u vida, — Descu-
Lri miento de América — Golfi>
del Darión, , , .
565
SECUNDO. — Noeio-
rales sobre üeof^^rafia
2k antigua del Eatado,
mlidades. — Pobla-
- Catíos. — Nulabes.
Capitulo quinto. — Prelimina-
res deconfluista. — Descubri-
mientos en Tierra Firme. —
Don Pedro de Heredia. —
Francisco César, — Satita Ma-
ules, — Distribución
ría la Anl ii^ua. — San Sebas-
nuts. — Costumbres.
tián lio Urabá óBuenavÍBia. —
u — Estado civil. —
h — Relig'íóni — Con-
Jyau Badillo
587
Capitulo sexto. — Campaña
iues militares y ar-
del Licenciad!» Badillo. —
Supersticiuii, — Vida
Sierra de Abibe. — Asaltf» de
a. — Mitiilngia, —
Buriticá. — Viajo al sur por
►. — Indiiiátria, — Mi-
la banda izipiierda del Cauca,
¡>3ror¡a. — Cerámica*
ura. —i Carácter. ^
ñ indi A. — Vida ac-
— Llegada á Cali. — Jorge
Robledo
^^m
Capit! LO SÉTIMO. — El Licen-
js indígenas, . , . . . 505
ciado Santa Ci*uz, — Luis
^^H
cia de los restos del
hablado actualíuente
ñas tribus de Anlio-
el Choeo. . :,25
Berna 1 y Juan Graciano, —
Primera campaña del capitün
Jnrge Robledrí, .,..,..*
^^
Capitulo octavo. — Turljulen-
TERCEHO.^-Reflexio-
cias eu Aiitioquia. — Miguel
1
^^^^^^1 Díaz de Armendáriz. — Ho-
^^^^^B bledo regresa de España, ^
^^^^^^H Su úkiiTia campuila. -* Su trá*
^^^^^^B glco íin. — Belalcáitar 651
^^^^^H Capitulo noveno» — Meseta de
^^^^^B los muÍ8cas« — Nevados de
^^^^^^B Rui7. y de Hanta Isabel. —
^^^^^^B Descabriinienlo, exploración
^^^^^^P y conquista do las partes orien-
^^^^^^^H lal y nordeste de Antioquía. —
^^^^^^H Fundación de fa ciudad de
^^^^^^H NueÉitra Scftora de los Reme-
^^^^^^p dios 673
^^^^^V Capitulo décimo, — A d rain i s-
^^^^^^^K tración pública en Anlioquia.
^^^^^^B — Ooliernadores de Popaj'án.
^^^^^^H — Gaspar de Rodas. — xVndrt^s
^^^^^^B de Yaldivía. — Rebelión de
^^^^^^^H los indios en la parle oeciden-
^^^^^^B tal. — El caciiine Ti>ni\ — El
^^^^^^B capitán Gómez Fernández. —
^^^^^^B Fundación de Canimania. —
^^^^^^B Canipaiía contra los iiatarales.
^^^^^^H — Muerte de Gome» Fernán-
vuelvo sobre el Süi4. — Bxiti^|
desgraciado de esta campañiufl
— Insurrección general de iosfl
callos y muerte d . Velasco. — B
Leooel de Ovaüe es nonibnulo B
jefe. — Reedificación do SfUi^|
Juan de Rodas. — Oper%cio-<^|
nes de Valdivia . ^|
Capitulo decimotercio. -J^k
Valle de San Aridrús, — Coq-^|
quista de los nu tabes. — Re^H
beldía de los indios, -~ Díri<^|
cuitados de Valdivia. — Sd^|
locura. — Su rauerle. — Triuit^f
fo general de los indígeoti:i^|
— Los restos del cj^rcílo Sfi'^|
corridas por Rodas. — As^S
pecio del país «B
Capitulo décimocüauto. ^m
Situación moral e íutelect\ia|H
de los conquistadores, — Nom-^B
brainiento de Rodas para Go^|
bernador de Antioquía. — C««^|
ligo de los nutabes. ^ Faxidií^|
ción de Cáceres. — Viajr ddB
Gobernador a Sanlafv^ dr B*>- ]
gota. — Es coníirrando «J
n o m bram ien to , — Pac üScadA^B
de los gualíes. — Se^un^y^B
surrección de los nutabé[^^^|
Capitulo DÉciMooorsTO^^H
Descubrimiento del Forre, -^B
Conquista de los nal u rallas;. -^B
Fundación de Zarni^oiA* -^^|
Reedificación do San Juaa *hf^|
Rodas. — Resutnen, — Cod-^B
cluskon *.,««.. i^fl
^^^^^B Capitulo undécimo.-* Fnniera
^^^^^^^B campaña de Gasiiar do Hudas.
^^^^^^B — Es aiLxiliado por Francisco
^^^^^^B Marlíne/. de Ospinay por i^^enlo
^^^^^^B de Popayán. — Conquista de
^^^^^^H Peque^ Ituan^o^ Teco, Norc,
^^^^^^^B Cuifc^co, Tuíni^u^ Araque^ Ca>
^^^^^B rauta y oíros lugares. — Ex-
^^^^^^fl ploraciÓQ de la parte alta y
^^^^^^B media del Síaú. — Deposición
^^^^^B Capitl^o duodécimo. — hn-
^^^^^B drés de Valdivia, — Velasco
1
_.
EXPLICACIÓN DE LAS LAMINAS
CERÁMICA
Lámina primera.
FIGURA 1* — Ánfora con dibujos lineales en el cuerpo y cuello,
boca provista de dos tubos adheridos al asa.
2. — Taza de tierra cocida con dibujos caprichosos al exte-
rior» Fondo rojo, dibujoá blancos punteados de negro.
3» — Ánfora del mismo materíaK Representa una persona
sentada, y está adornada con colores distintos, pero poco
notables.
4. — Botella de forma regular. La base es cónica, dibujos
lineales en el cuello, dos asas á los costados, y» en el
intermedio de estas, dos botones como adorno.
o, — Gran vasija de color negro de sepia, con líneas bas-
tante regulares en el cuerpo» divisiones entre las parten
lisas y dibujadas. Hay objetos de éstos que ofrecen partes
lisas entrantes y salientes en forma de melón.
fi. — Copa de tierra cocida, de forma elegante, destituida
de adornos. En la parta inferior, álos lados opuestos, tiene
una ranura angosta, hecha sin duda para dar mejor
sonido á las bolitas de tierra compactada que se hallan
en el interior. De estas piezas hay muchas variedades,
tanto en la forma, como en los ornamentos.
Lámina II.
i'IGURA7. — Taza de color negro y de adornos lineales de dos
órdenes, el uno bajo el borde superior y el otro paralelo é
inferior á él. Lleva en los costados orejas agujereadas
como para pasarle una cuerda y colgarla.
~~ 8. — Imita un baríjuichiielo con adornos de relieve en la
parte inferior del borde superior, y otros simplemente
lineales en éste. Al frente y por detrás tiene dos adornos á
49
manera de íloroiies con sus agujeros, para el mismo des-
tino que los de la anterior.
— 0. — Copa de forma elegante, de color rojo con dibujos
Illancos y perfiles negros.
^ lU, — Jarra de color rojo. Los quo parecen dibujos lineales
en el cuello, están formados por altos relieves, y lo&
espacios blancos ínter medios están vacíos en el interior.
Junto á la boca, enfrente de la unión del asa con el
cuello, hay una abertura para bebor líquidos absorbién-
dolos, y esto, poniue en la parte inferior, el asa, que c^
tubular^ comunica con el fondo de la vasija. Ju'^ii^io
Uídráulico.
11. — ídolo de color cofíicicnto y de forma apropiada par^
representar uno de los diosos lares o penates.
12. — Ánfora que representa una india lujosamente vestida.
El traeré está representado por diversas lineas. Parecí©
indudable que quisieron imitar una tela de al^odÓQ con
fajas teñidas. El color os blanquecino y el tipo cliíiiesco.
Lámina III,
FIGURA 13. — Cántaro de calidad muy lina. El cuorpo pripdpftl
es compuesto por dos pirámides truncadas unid;is porsu
base; la parto superioró abertura está carg^uda de ador-
nos; los ojos y nances, así como la bocadea su colocación
natural j y en la parte superior donde parece quo fueran
las orejas, tiene dos agujeros para col garlo .
— 1 i. — Cántaro. La parte superior imita el busto de una p**
sona; en las orejas loa huecos de estilo. Lleva loa ;il -
6 adornos j^L'oe raimen te usados por las mujeres de
ñas tribus.
— ' 15, — Iluso ó rueca para Idlar el algodón. Los hay prui *
jámente labrados y con bollos adornos, de tierra unoe
y de piedra otros. Está horadado por el centro para intro-
ducir un ligero cilindro ile madera ú imprimirle la Uiili»*
pcnsable rotación,
— IC. — Busto de tierra cocida. Representación do nlgucí
Divinidad. Hizo parto do una pieza de mayor üwcnano.
-^ 17. _ Cántaro de color ne^ro* bastante bien fabricado y ik
formas regulares. So quiso imitar la rana.
— 18. — Cántaro quo tiene las mismas particularidades ^o^
el de la figura 14. En esta clase hay muchas varicdatlr»-
Lámina IV.
FIGURA lU. — Pieza on forma de tinaja muy Gna. do color anaima-
jado. Tiene en el cuello una parto OYUlidA en formiidi
É
TTCA"
LEGIQ PE LA FREQEHTKC^H
— 771
— 20
— 21
— 23
lista que larodoa. Estu y la abertura superior están pro-
vistas de puntos estampados. En la parte inferior al
cuello hay líneas paralelas que forman tros seríes de
dibujos, y á los costados dos botones que remedan la
figura de la rana.
— Taza muy elegante y fina. La parte entre la abertura
superior y el cuerpo es ovalüda hacia adentro, y ador-
nada con puntoíi y lincas de bajo relieve.
— X'asija por el estilo de la anterior, de i^usto artístico
esmerado; presenta di bujoa y bajos relieves coloreados.
— Ánfora de forma muy elegante, de color negro y
barniz pulimentado y rclucientesi n adornos,
— Pieza por el estilo de la anterior, de loza más fina y
mejor pulimentada; negra, y tiene en la base una serie de
apéndices iguales alrededor, que parecen hechos para
imitar frutas. Estos apéndices son huecos ea el interior.
— Dellisimo cántaro, hecho, según parece, á torno.
Hacia la parte superior está dividido en mamelones
iguales de forma. Esta muy bien pulimentado, es de loza
ílna, de color gris uniforme, y pesa muy poco. En esta
clase hay muchas variedades que difieren en la forman
tamaño y colorido. Algunos tienen bajos relieves.
Lámina V*
^IGURA 25. — Ánfora trabajada con gusto artístico, é indudable-
oiento á torno. El color de esta vasija es rojo, las lineas
delgadas, negras, y tiene una banda ancha do color ama-
rillo. Excelente pieza.
2(>. — Es semejante á la anterior, con el cuerpo de color
amarillo y el cuello rojo.
27. — Vaso de forma muy regular, con dos asas á los cos-
tados.Todas las lineas queoírcce, son de relieve y de color
rojo. Las lineas imitan un enrejado, como si la vasija
estuviera rodeada por una canastilla de mimbre,
28. — Especio de tinaja en forma de melón. Presenta las
partes salientes cruzadas por lineas mettjdicamente tra-
zadas, de la misma manera que el borde de la boca ó
abertura superior,
VO, — Ánfora ó botellón con figuras caprichosas. Está soste-
nida por un trípode que imita en cada una dcKUS partes
terminales los pechos de la mujer. La abertura superior
ó boca remata en dos huecos adheridos al asa por la
parte inferior, ú causa de haberse roto los (ubos prolon-
gados que la formaban. Las partes salientes representan
bajos relieves.
— 30. — Vistosa vasija de forma angular, de color negrota
el fondo y con dibujos blancos caprichosamonte ejectt-
tados.
Lámina VI.
FIGURA 31. — Ánfora de doble cuello representado por dos tubos.
Hacia la parte media de ellos, y como adorno, un&íigurt
con la cuid quisieron imitar la forma de un pájara,
— 32. — Cántaro de tierra cocida, muy fino, de peso li^fo,
de color rojo de lacre con algunas lineas blancas* ImitA
una mujer on cuclillas y en estado do preñez,
— 33. — Tubo de tierra cocida. Tiene muchos colores, ador&of
lineales y una abertura igual por ambos extremos,
— 54. — Vasija en forma de cilindro, abierta por un solo cabo,
con adornos de bajo relieve que forman ángulos refo*
lares. Color uniforme en toda la pieza. Las hay de dis-
tintos tamaños.
— io. — Taza en forma de canastilla, bien adornada y ét
excelente gusto. Los paredes que vienen del pie llegan
hasta cierta altura» y déla parte interior salo uDa cu-
bierta en forma de arco hacia el centro. Hacia la w>
tad se levanta el cuello, y cubierta y cuello esl/
nados con lineáis de colores. Tiene dos asas ele^
debajo otras dos con agujeros para colgarla.
— 3*1 -^ Taza no menos elegante que la anterior; varia ttt
poco en la forma y carece de cubierta. Tiene bajd
relieves y dos asas con sus huecos correspondientes.
Lámina VII.
FIGURA 37. — Representa la forma de una canasta bástanla pt^
fecta; en la base tiene dos ranuras que dejan \aM i
adorno. Es de bajo relieve y de color anaranjado. Hif
variedades de esta clase.
— 38. — Busto de color gris, bastante iino, con el cu.i
quisieron imitar la cabeza del mono. Es fragKi^«^-
una pieza más grande, y parece haber estado c<i^
adorno en uno de los lados de ella.
— 30. — Esta figura, al parecer, imita ua pato y m i^^
mismo tiempo ánfora con abertura por encima. La
es regularmente fabricada, el color i*ojo de lacret
los adornos en forma de líneas parece r]iio nreti^iiil
imitar las plumas.
— 40. — Pieza bastante semejanieá Ja cabeza de uní
apenas un pedazo de otra mayor, y esta EubrlcadA
ccuyulosidad y arte.
- 773 —
— 41. ^ — Aafara de dimensiones pequeñas. Su trabajo es per-
fecto* Es de loza íina y está adornada con líneas que en
algunas partes son casi niicroscúpicas. A los lados en
donde están dibujados dos puntos, hay huecos que ser-
vían para Buspenderla.
— 42* — Pieza en forma de alcarraza, bastante bien trabajada.
Este utensilio doméstico está bien barnizado, tiene color
rojo, descansa sobre cuatro pies, con los cuales quisieron
imitar pechos de mujer. Los dos tubos superiores están
rolos y carece de asas, que debió tener, como lo prueba
la ruptura de ellas.
Lámina VIII.
GURA 43. — Ánfora que imita la iigura de un hombre. Tiene los
adornos propios de la categ'oría del personaje represen-
tado, Las orejas están horadadas, y la abertura superior
presenta una parte rota. Mueble íino y do ligero peso.
44» — El cuerpo de este mueble representa una tinaja, del
interior de la cual sale la cabeza do una mujer^ con fac-
ciones que revelan sufrimiento. No tiene por adorno
sino algunas líneas á los lados de la cara.
45, — Taza en forma de canastilla, compuesta de dos piezas
sobrepuestas y con agarraderra en forma de arco en la
parte superior. El color es uniformemente anaranjado.
Esta embellecida por líneas armónicas, y es una de las
mejores mueslras extraídas de los sepulcros antiguos.
Í6. ^- Un tubo con dos aberturas iguales, una para cada
extremo. Presenta al frente una cara huma u a y está pro-
vista de líneas y puntos metódicamente colocados.
47, — ídolo en forma do ánfora, hueco^ hincado sobre una
rodilla; tiene rostro humano y las orejas con loa aguje-
ros acostumbrados. Carece de adornos.
48. — Alcarraza por su forma ; es de color rojo con dibujos
negros. Este objeto es sumamamente fino. Sobre la parte
superior tiene dos tubos^ y central á éstos el asa, como
para juntarlos ó sujetarlos.
( i 1
PIEDRA
Lámina IX.
FIGURA 1, — Una caja ciuidrilonga, hecha de síenita granítoidc,
Es de trah;íjo esmeradísimo, bien i)ulida y artística*
— 2. — Caja como la anterior.
3. — Cineel de piedra ó bruñidor. Hay de éstos construi-
dos de esquisto cretáceo, de gres, de fonolita, de cuarzd
lidio, de ágata etc., y entro ellos» algunos de porfe
ejecución.
— 4. — Itegatón. Los hay de diversos tamaños^ ejecutado
de diversas rocas. Hay también hachas, escoplos, buriled
moldes y lanzas, y punzones para Hechas,
— h. — Cornerina roja, cilindroide, perforada por el centro,^
para pasar un hilo de oro y darle uso de ¿.arcille
Linda joya.
— ü. — EscoÜna propia para pulimentar las obras de tierr
amasada.
TUMBAGA
«
Lámina X.
FIGURA 1. — Reproduce la fiürura de un hombre cuya cabeza
adornada con una diadema provista de lincas oblicuas
simétricamente dispuestas. Los extremos do la diadec
descansan sobro las ore^jas; lincas casi microscópk
representan la dentadura ; á los lados del tronco hay do
apéndices en Ogura de cetros; en la parto superior «
pocho una faja lujosamente franjeada; hacia las partí
naturales la hojti t!e higuera; los muslos y piernas, tt(i
viados con fajas ó cin lillas de oro* Esta pieza parece \
la imagen de un personaje de importancia.
— 2. — Es una figura que parece represenlar la ji
La corona, siiiibola real: una pesa en cada mano ; ^
brazos que imitan la parte anterior de un trona, y
pecho sencilla pero lujosamente vestido.
— :í, — Chaguala ó pendiontt^ para orojas y nariz con un .i)tó_
relieve al centro. Joya de uso común.
— 4. — Gran placa que debii'i deservir como nihigiua nulii
ó como signo de al.í^una otra jerarquía social. Est« lániir
es muy bien pulimentada y parece haber sido extendi4
á cilindro, como muchas otras» Tiene ojal superior ¡
suspenderla al pecho.
— I>
5. — Imagen do un animal semejante al perro mudo. Esto
objeta no parece haber sido hecho de tumbaga fun-
dida, sino estampado en molde, como sucede con otras
do oro de mayor mtVito.
— Parece que hul>ierari querido representar con esta
ti gura el hocico y parte anterior de un jabalí ó puerco
montes, cuyos dientes y ojos son visibles. Tiene asas para
ser llevada, y pudiera servir de candolero. Los dos
relieves que están en e! centro de la parto plana, imitan
las cejas, lo que puede notarse mejor viendo la figura
en sentido inverso.
Lámina XI.
FíorRA 7
— 8
^ 11
1^ 12
— Fragmento de una pieza de mayores dimensiones,
cuya interpretación parece difícil, ano ser que se tome
como adorno ó insignia mil i lar.
— Fiírura anfdoga, con diferencia de sexo^ á la que
lleva el n" 2 en esta misma serie.
— I maleen de un pez de agua dulce, coniún en los rios
y riachuelos de Antioquia. So le llama corro/ic/to por lo
áspero de la piel.
, Águila do dos cabezas, su mámente bien trabajada.
Resalta la semejanza viéndola a la inversa, pues parece
volar de alto á bajo para coger una presa. Obra estampada.
¡Mexicana?)
— Pez de agua dulce, raro ó desconocido hoy en las
aguas antiofiueñas,
, — Iliaca do íigura circuhir, agujereada en la parle alia
como pura ser suspendida*
Lámina XII.
13. — Tres gr;todcs pcrsoníijes, y dos más a los lados que
parecen subalternos. ¿Es cuadro de carácter religioso?
¿ Es fragmento de una galería histórica ? No sabemos.
ORO
Láxnina XIIL
FIGURA 1. — Escudo estampado en lámina de oro fino, con h
imagen do una rana al centro. Horadado como conde-
coración *
— 2, — El mismo, más prolijamente ejecutado.
— 3. — Ciiaguala ó arilloi laminado á cilindro y de rormii
sencilla*
— 4. — Lámina circular de oro fino con abertura al centro.
Adorno,
— 5, Imitación de un clavo común.
— 6. — Chaguala ó arillo de loa conocidos con el nombre de
argolla; estilo común, adorno de orejas y narices.
Lámina XIV.
FIGURA 7. — Imitaíjión de un sombrero. La faja exterior blanoi
imita el ala, la central sombreada es cóncava y corres-
gonde al fondo de la copa.
8. — Figura sonciüa de una laminita de oro puro perfet>
lamente pulimentado, como lo son en general todas las
de esta especie. La usaban para ponerla sobre la frente y
sontenercon ella la corona de plumas.
— 9, — Chaguala en forma de argolla, cilindrica y tubular.
Tiene una ranura on la parte interna, por donde sin duda
sacaron el molde de barro quo contonia.
10. — Zarcillo liso, de forma aplanada.
— 11. — Chaguaia como la fig. 3 de tumbaga, con una bjn
más*
— V2, — Chaguala que se parece en la parte central li la ante-
rior. Tiene dos atas de oro bruñido á manera de bigotes,
con cuyo nombre son conocidas.
Lámina XV.
FIGURA 13. — Gancho de oro fino y de la misma forma do los qm
hoy usan las mujeres para prenderse el peinado.
— 14. ^ Lámina de oro bruñido, perforada en la parte 8U|iq^
rior^ con relieves concéntricos á la abertura. Objoloi
adorno.
— 15. — Lámina de oro semejante á la de la fig. 8 de i
serie, y probablemente destinada al mismo uso.
~- i i i ^
^^^ÍG, — Aderezo propio para collaree. Forma somej ante ¿i lo
que los franceses llaman bénitíer. Tal vez cargaban sus-
tancias aromátiras en !a cavidad inferior
— Cuenta de oro.
— Arracada de resorte.
i
Lámina XVI.
FIGURA lU- — Diadema muy chica, especie de juguete.
20. — Placa bruñida un poco convexa^ y agujereada para
servir de adorno.
21. — Chaguala semejante á la \1g, 12 de esta serie.
22. — Anzuelo de oro.
23. ^ Lámina de oro en forma de cucurucho» horadada y
propia para ser suspendida en el aire ; y como se hallan
muchas de éstas en los sepulcros^ se cree que las lleva-
ban como instrumento mútíico en sus danzas, ó las col-
gaban formando líneas, para que en el primer caso el
movimonto del cuerpo, y en el scírundo el del aire, pro-
dujeran sonido armónico.
24. — Caprichosa representación de un lagarto, con argollas
colocadas en distintos sitios, para colgarlo como adorno.
Lleva fajas de alto relieve.
Lámina XVII.
_FIGURA 25. — Chaguala bii^ote.
26. *— Represe ntíición curiosa de un personaje destinado
tal vez á simbolizar algo relativo á las costumbres, reli-
gión etc., etc. Nosimrcee de difícil interpretación.
27* — Lámina de oro puro muy bien bruñida; es un ador-
no ó condecoración.
28. — Del mismo carácter de la anterior; figura caprichosa
y un poco semejante á la de la fig. 4, serie de tum-
baga.
29, — Imagen del pavo americano ó paují.
30* — Chaguala rica en pormenores de filigrana. Pieza
fundida.
Lámina XVIIL
IGURA 31. — Zarcillo en forma de Oor do batatilla (conuoíuufits).
32. — Zarcillo do otra forma.
-- 33. — Lámina de oro punteada metódicamente, y cual si
hubiese sido fabricada con alguna intención especial,
como instromenlo de contabilidad, de peso elc.i etc.
- 778 -
— 34. -* Lámina do oro de genopo análogo al de laa hí^uí.u
8 y 15, En este grupo se liallari varias fajas que Megan
por progresión creciente hasta \eínto centímetros dt
anchura. Parece ser que sirvieran unas como pulseras,
coQio brazaleLea otras, y como cinturones para sostcuer
los adornos de pluma que los indígenas acostunibrabaa
llevar ca la cintura en sus festividades y combates,
— :í5. — Placa bruñida, con dos orilicios. Adorno.
— 36. — Ucpresenta un cascabel de oro, cuyo sonido m
es claro y distinto* No es raro hallarlos ccu .---
ranas esculpidas de alto relieve y colocadas en uno y
otro lado.
Lámina XIX.
FIGURA 37. — Piedra (lapizlázuli) encastada ©n marco de oro co»
entorchado on la parte superior; entorchado hueco, como
para pasar un hilo,
— 38, — ¿Un cetro?
— 39. — Otro anzuelo. Los liay d© tamaños iguales áloB que«
venden ou el comercio.
— 40. — Tallo ó, alambre de oro que parece destinado ú la fabñ-
cación de anzuelos.
— 41, — Imitación de un barrí lito curiosamente írabajatlo.
Juguete,
— 42. — Tubo Bemiciündrico, abultado iiacia la parle ruedi^
Parece haber ¡sido insignia de mando. Los hay con dJbujoi^
y relieves de hechura esmerada.
Lámina XX.
FIGT liA 43, — Adorno para garganta y pecho*
44. — Alfiler ó prendedor.
^ i5. — Zarcillo en forma de campana; peso leve, obra cU
fundición,
— 'iíj* — Tres patos en actitud de andar por tierra plcoleando
— 47. — Chaguala de licchura distinta á las anteriores.
48. — Imagen de la rana, perfectamente imitada.
Lámina XXI.
FIGURA 41», — Zarcillo semejante al de la £g. 31 de esU serie.
— 50. — Imitación del porro, de la marleja ó do oteo cuAdrii*
pedo semejante.
— 5}. — Chaguala.
52. — Chaguala argoUa.
— 779 -
_ 5:í. — Escudo diestra y ricamente trabajado. 01>ra estam-
pada.
54, — Variedad de chagualas.
Lámina XXII.
IGURA. 55. — Pedazo de un ídolo de difLcíl interpretación.
— 56. — Chaguala primorosa y simple mente fabricada,
— 57* — Otra de mayor lujo artístico.
— 58^ ~ Una igual en arte, pero más elegante.
— 59. — Di ge de oro para collares,
^ 60. — Principio para la rabricación de un ídolo.
Lámina XXIII.
riGURA GK — Parece ser la imagen imperfecta do una rana, vista
por la espalda y cóncava.
G*2. — Cbagualadc poco mcrito, pero de bastante espesor,
03, — Chaguala argolla para adorno de las orejas, por
presión.
— g4^ — Eata tigura parece haber sido destinada para Hevar
perfumes, y tiene forma análoga á las pilas caseras para
conservar el agua bendita.
65. — Chaguala para la nariz.
Ü6, — Chaguala á manera de bigote. Las hay do diversos
tamaños^ y tan chicas que parece fueran destinadas á los
niños.
^ 67. — Placa circular de oro, punteada, con argolla central
de forma espiral. Servía como arillo.
Lámina XXIV.
?1GUUA 68. — Fragmento do una gran pieza fundida, y do forma
apropiada para colocarla en la parte anterior del pecho,
como adorno de lujo y á la manera con que se usan los
encajes para embellecer los vestidos de hoy.
no, — Figura humana en actitud suplicante ó deprecatoria.
La auréola de x^ayos que rodea la cabeza, ¿signiikariu
sacerdocio ó santidad ?
— Imagen de un esqueleto. Tal vez recuerdo mortuorio
conservado en el hugar.
— Cetro de rica hechura,
, — Adorno central de una diadema. Es posible que
hiciera el oficio de las hebillüs de hoy. — 72 y 7*2 hh : dos
ídolos de dificii interpretación.
— 780 —
Lámina XX V,
FIGURA 73. — Botella de oro íi no hallada al excavar un sepulcro»^
el sitio denominado Pajarito, entre Yarumal, Campa-
mento y Ang'ostura. La guacn en queso halló, correspon
día a un gran pueblo, y entre oirás tumbas de las que <
componían, hubo objetos de gran precio, de los que pu
blicamos algunos.
La botella grabada en esta lámina tiene un pie de ahur
y la forma que íielmontc dibujamos. Su capacidad pa: i
líquidos es igual á la de una botella común; en la par¡
superior, la boca ó abertura esta rodeada por cuatro eaW-
ras do oro que descansan sobre base del mismo mtU
bajo la base principia el cuello, guarnecido por un rodc!
que termina hacia la parte inferior sobre una troncill
de oro sumamente graciosa, y fijadn con soldadura tt-<
mismo metal y de alta ley. El cuerpo principal de 1^
obra equivale a las tres cuartas partes de una esfeñi íK
precisión geomú trica, y la baso sobre que descansa, es un
ingenioso enrejado de hilos de oro, sobre un plano cir
cunscrilo en la circunferencia por una trenza escrúpulo
sámenle labrada.
La superficie de esta botella es tan bruñida y tcr»^
que reOeja perfectamente la imagen del observador» lU)
quien haya dicho al estudiarla, que Benvcnuto Cellíai
la habría tomado con placer como obra ealida de sof
manos.
Había en el mismo santuario muchos instrumenlfli
de picdríi y de tierra, desgraciadamente perdidos pi»
la ciencia.
Lámina XXVI-
FIGURA 74. — Obra indígena hecha probablomonte después dt 1*
ConquísUi. De las prolongaciones de una erux dcM^lu
que guarnece la cabeza, y como detriis de ellaSt so vt di
frente la cabeza de un guerrero que lleva por catioo k
misma cruz, y por celada, ó mas bien visera caída do ettig
una pieza navicular que correspondo por su centro á li
parte media de la nariz. Esta lámina ó pieza doarnudtif*
desciende hasta la parte superior del pecho, y déscaii^
por su base sobre una espocio de cota de muIlASy qvt
tiene á los lados dos prolongaciones ascendentes de Qtri
pieza que parece servir de peto. Con la mano dererhi
sostiene una que parece lanza^ mientras que con ^
izquierda lleva otra pieza distinta, no ee sabe btená
- 781 —
espada ó escudo. Hacia hi inserción oiediana de los mus-
los y caderas tiene dos placas sobropoestas. Las rodil ías
son salientes y está sentado. Esta figura debe repre-
sentar la de un jsruerrero español, ó su signiíicacíón queda
desconocida para nosotros. Sin embargo, hay que adver-
tir que los rasgos íisonómicos corresponden más bien á la
raza indígena qne á la caucusica.
— 75. — Imagen de un águila real. Por los adornos que lleva
en la cabeza, y por su forma, parece ser ¡dolo mexicano.
— 76. — Placa delgada de oro, cóncava por un lado y con-
vexa de otro. Las pocas líneas que lleva al centro repre-
sentan un esqueleto. Está bordada en su circunferencia
por puntos estampados. ¿ Signiíica luto ?
— 77. — ídolo de íiechura semejante al de la íig, 75.
— 78. — Imagen de la tortuga.
— 7í). — Tubo do oro Uno, de aplicación desconocida.
Lámina XXVII.
FIGURA 80. — Pieza de oro. Figura humana, corona en la cabeza,
ento re liados en las partea laterales de la cara, dos pro*
longaciones que descansan en dichos entorchados y
ascienden hasta más arriba de la corona, como si fuesen
la parte superior de nna silla. Posición sentada; lleva en
cada mano un cuerpo que parece imitar una mazorca.
8imbolo quizá de la agricultura.
— 8L — Figura humana, semejante á la anterior, pero con
más complicados y mejores adornos. Lleva en cada
mano una botella. La misma posición. Símbolo de las
artes.
82. — Figura humana, como las anteriores, y muy seme-
jante á la 81. La embriaguez.
83. — Pieza del mismo carácter, con ligeras variaciones.
La música.
84. — La extracción de esta pieza es la misma que la de
las anteriores. Lleva en lugar de corona ordinaria un
aro con laminillas de forma oval, pendientes de su cir-
cunferencia, y entorchados en los partea laterales do la
cara; sostiene con ambas manos una vara con cuatro lá
minas de oro de forma cuadrada pendientes de ella por
ganchos, y descansa sobre un pedestal, á cuyo frente hay
otra vara paralela á la anterior con láminas iguales y
correspondientes. Las rodillas y partes inferiores de las
piernas llevan anillos de relieve, también de oro. Se creo
que simboliza el inventor délos tejidos. Otros piensan que
el comercio.
- 85* — La p:irte central de un circulo de piedra de color
oscuro. Tiene la imagen de una cara humana de cuyii
sienes penden dos cadenas de oro sumaníionto viütOMS.
Pensamos que se trata de un ídolo que representa U
luna.
Lámina XXVIII^
FIGURA 86. — Un rico vaso compañero de la botella dibujada eii
la lámina 25. Las trenzas que bordan la base y cuello
son elegantísimas, las curvas que lo circunscriben cate*
ramente geométricas, y sobre la abertura superior llevi
esferas y cuerpos mamelonados de oro adlierrdos á otros
centrales. Tiene semejanza con un frutero común.
Lámina XXIX.
FIGURA 87* — Faja de oro fmo dividido en zonas paralelas, rcprc*
sentadas por cuadrados en la parte superior, y por cua-
driláteros terminados en ángulos ai^udos hacia la |»^fte
inferior. Estos dibujos son los mismos que adornan el
vaso representado en la lamina 31, y tienen el mismo ori-
gen. Hay en esta pieza pormenores de dibujo suní'
monte curiosos, semejantes todos, pero casi todos cll
desiguales. El conjunto es bello. ¿ Por vcntm\i no liil
nada escrito en esa pieza ?
Lámina XXX.
FIGURA 88. — Sencillo y admiraiile vaso de oro lino. Todo él no»
parece notablemente artístico. La buso sobre que descaa- 1
sa es de mano de maestro, las curvas de riguroaa cxacU*
tud, la trcnz i do oro «[uo ío ciTie en la parte media, inaj
bien ejecutada, y para suspenderlo u llevarlo liene^j
uno y otro lado asas simétricas do buen gusto. SollCi
la lapadíM'a y bajo la trenza hay dos relieves poqueftof di
gran sencillez y gracia.
Lámina XXXL
FIGURA 80. — Espléndido vaso do oro ílno, con dibuJQiAiiilogMÍ|
los de la faja ya descrita. Este vaso, la faja, la botella, rf
ídolo de la í)g. 85, el frutero y otros objetos curioiOf.
son todos del santuario de Pajarito, c^rca de Ango»» I
tura*
— 78:? -
Lámina XXXII.
JUA 90. — Sobre una lámina de oro fino fué estampada la fiíju-
ra de este ídolo. Está sentado en un trono y tiene in-
signias ([ue parecen reales. En el reverso, la estampa
aparece en sentido contrario.
INSCRIPCIONES SOBRE PIEDRA
Lámina XXXIII.
JHA 1. — Representa un gran fragmento de roca en el Alto de
los Micos, cerca de Titiribí. Hay muchas inscripciones
del mismo género en el mismo sitio; pero casi todas bo-
rradas por la influencia del tiempo.
Lámina XXXIV.
JUA '2. — Las rocas dibujadas en osla lámina están en la orilla
izquierda del río Cauca, en el paraje denominado La
Pintada, y las figuras han sido dibujadas por el doctor
Camilo Antonio Echcverri.
La parte marcada con la letra A, tiene seis metros de
largo por tres de altura en su parte más elevada.
La correspondiente a la letra D, está dentro del río,
como á veinte metros de la orilla, y además de la inscrip-
ción representada, tiene las (¡ue siguen : « Año de 17
(los últimos números no se distinguen) paso..... » 'se su-
pone que sería el del Cauca).
En el campo portenecicMite á la letra C, se hallan, entre
otras, varias inscripciones semejantes si no completa-
mente iguales á las letras del alfabeto chino.
IMPUENTA VICTÜH GÜUPY Y JÜUHOAX, 71, CAI.LK DE RENXES.
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