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Full text of "Geografía general y compendio historico del estado de Antioquia en Colombia"

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A  LA  JUVENTUD  DE  COLOMBIA 


DEDIOA  AFECTUOSAMENTE  ESTE  TRABAJO 


El  Autor. 


RAFAEL   NUNEZ 

PRESIDENTE  DE   LOS  ESTADOS   UNIDOS  DE  COLOMBIA 

HACE  SABER : 

Que  el  Seflor  Manuel  Uribe  A.  ocurrió  al  Poder 
Ejecutivo ,  solicitando  privilegio  exclusivo  para  publicar  y 
cender  las  obras  de  su  propiedad,  cuyos  títulos  que  ha 
depositado  en  la  Gobernación  del  Estado  Soberano  de  Cundina- 
//larca,  prestando  el  Juramento  requerido  por  la  ley,  son  como 
sigue  :  Geogratta  general  y  Compendio  histórico  de 
la  Conquista  del  Estado  de  Antioquia  en  Colombia, 
y  La  Serrana,  leyenda  histórica. 

Por  lo  tanto^  en  uso  de  la  atribución  que  le  confiere  el 
artículo  66  de  la  Constitución,  pone  mediante  la  presente,  al 
L'xpresado  Señor  Manuel  Uribe  A.  en  po^^esión  del  privilegio, 
por  quince  anos,  de  conformidad  con  la  Ley  primera.  Parte 
primera,  Tratado  tercero  de  la  Recopilación  Granadina,  a  que 
'Msegura  por  cierto  tiempo  la  propiedad  de  las  producciones 
literarias  y  algunas  otras,  y) 

Dada  en  Bogotá,  á  veinte  de  Mayo  de  mil  ochocientos  ochenta  y  uno. 

RAFAEL  NUÑEZ. 

El  SecnHario  de  FoMienio, 

GREGORIO  OBREGON. 


I  , 


OBRAS  CONSULTADAS  POR  EL  ALTOR 

PARA    FORMAR    LA    GEOGÍiAFÍA   Y    LA   HISTO£lL\  DE    LA   CON'QUISTA 
DEL    ESTADO    SOBERANO    DE    ANTIüQUIA- 


ACOSTA  DE  SaMper  (Soledad).—  Biografiasde  hombres  iluetres  ó  notables, 
relativ^as  á  la  época  del  deacubriraiento,  conquista  y  i-olonizacíóa  do  la 
parte  de  América  denominada  actualmente   E,  E.  i\  ü.  de  Colombia. 

Agosta  (Joaquín).  —  Compendio  hiatóriGO  del  deacubrimiento  y  coloniza- 
ción de  la  Nueva  Granada  en  el  siglo  XVL 

Baralt  y  CoDAZZL—  Historia  antigua  y  moderna,  Geografía  y  descripción 
de  Venezuela. 

BüSlNGAüLT.  —  Viaje  á  las  regiones  ecuatoriales,  publicado  en  París  por 
D.  José  Joaquín  Acosta, 

Casas  (Fray  Bartolomé)  •  —  Obras  precedidas  de  su  vida,  por  J.  A*  Llórente. 

Castillo  (Bernal  Díaz),  —  Historia  verdadera  de  la  Conquista  de  la  Nueva 
España, 

Castellanos.  —  Elegías  de  varones  ilustres  de  Indias. 

Caldas  (Francisco  José  de).  —  Semanario. 

CiEZA  DE  León*  —  La  crónica  del  Perú. 

CONDAMiNE  (M,  do  La).  —  Diario  de  un  viajero  por  el  río  de  las  Amazonas. 
Cartas  generales  y  particulares  por  diversos  autores, 

Eacilla  (D,  Alonso).  —  La  Araucana. 

EsGUHiiRA  (D,  Joaquín)*  —  Diccionario  geográfico  de  Colombia. 

GAfiCiLASO  DE  LA  Vega.  —  Historia  general  del  Perú  ó  comentarios  reales. 

Gbeiff  (Carlos  Sigismundo).  —  Geografía  de  Antioquía  y  su  carta  coro- 
gráfica. 

Gümilla  (El  Padre  José).  —  Orinoco  ilustrado. 

Herbeba  (Antonio  de).  —  Historia  general  de  los  hechos  de  los  castellanos 
en  islas  y  tierra  firme  del  mar  Océano. 

HUMBOLDT  (El  Barón  Alejandro  de).  —  Vista  de  las  cordilleras  y  de  los  mo- 
numentos de  las  poblaciones  indígenas  de  la  América. 

iRvtNG,  —  Viajes  de  los  compañeros  de  Colón  y  vida  del  ultimo. 

Julias  (D,  Antonio).  —  La  perla  de  la  América,  provincia  de  Santa  Marta. 


MsifORlAS*  —  Muchas  de  las  presentadas  por  loe  secretarios  de  Estado  y 

por  los  secretarios  de  las  provincias   y  de  los    Estados,  tanto   en  el 

tiempo  de  la  Nueva  Granada  como  en  el  de  Colombia. 
Nieto  (Juan  José),  —  Geografía  histórica,  estadística  y  local  de  la  provincia 

de  Cartagena. 
Ogahiz  (E>.  Juan  Fldrcz  de).  —  Genealogías  del  Nuevo  Reino  de  Granada. 
Paw^,  —   Tnvestig^aciones  filosóficas  sobre  los  americanos,  ó  memorias  inte- 

Tesantes  para  esclarecer  la  historia  de  la  especie  humana. 
PiBDn AHITA  (Lucas  Fernández),  —  Historia  general  de  las  conquistas  del 

Nuevo  Reino  de  Granada, 
PBRB2  (Felipe)*  —  Geografía  del  Estado  de  Antioquia ;  y  todas  sus  obras 

sobre  e(  mismo  asunto  referentes  á  la  República  y  calcadas  sobre  los 

trabajos  de  Coda2;&i. 
Phescott  jWilliam).  —  Sus  obras. 

Quintana  (D.  Manuel  José  de»,  —  Vidas  de  españolea  célebres. 
Ql'uano  Otero  (José  Maríai,  —  Todos  sus  escritos, 
Rbsthepo  (D.  José  Manuel).  —  Historia  de  la  revolución  de  Colombia. 
Resteepo  E.  (Alvaro).  —  Artículos  sueltos. 
ROBEUTSüN  (William).  —  Historia  de  America. 
BiMON  (Fray   Pedroj, —  Noticias  historiales  de  las  conquistas  de  Tierra 

Firme,  en  las  Indias  Oocidentales. 
SoLls  (D.  Antonio).  —  Historia  de  la  conquista  de  Méjico. 
Ulloa  (D.  Antonio)  y  D.  Jorge  Juan.  —  Viaje  á  la  América  del  sur  y  au 

informe  secreto  al  rey  de  España. 
Velasco  {U^  Juan  de),  —  Historia  del  Reino  de  Quito. 
Zamora  (El  padre  Alonso).  —  Historia  de  la  provincia  de  San  Antonia  del 
Nuevo  Reino  de  Granada. 


Para  la  Geografía  descriptiva  de  los  distritos,  han  sido  consultados  mu- 
ohos  documentos  antiguos  y  reciontes^  tanto  en  los  archivos  civiles  como 
en  el  do  la  Curia  ecle&iikstica,  y  además  cuantiosa  suma  de  informes  sumi- 
nistrados al  autor  por  laa  personas  más  competentes  del  Estado. 

No  Itgura  la  lista  completa  de  todas  las  personas  que  nos  han  favorecido 
con  sus  buenos  consejos,  con  el  envío  de  docimieutos  preciosos  y  con  su 
oooperaoión  inestimable^  porque  sería  sobremanera  larga ;  pero  no  pode- 
mos pasar  en  silencio  mención  agradecida  de  los  señores  Francisco 
Antonio  Uribe  Mejía,  Francisco  de  Paula  Muñoz,  Alejandro  Botero  Uribe, 
Podro  Herrán,  Andréi  Fosada  Arango,  Jesús  María  Fernández,  José  de  la 
Cruz  RestrepOf  Jesúa  María  Espinosa,  Joaquín  Berrío  y  José  Trian  a, 
Leocadio  y  Jorje  Arango,  Luis  E*  Villegas,  Jacinto  Gutiórrcx  Coll,  nuest^JS 
amables»  editores  Qoupy  j  Jnurdon  y  el  laboriuao  lijiografo  compositor 
Sr.  OtH'hé,  á  quienea  oonstdt^ramoa  comu  colaboradores  activos  en  nuestra 
empresa. 


ADVERTENCIA 


Hace  muclíos  años  que  inclinado  á  los  estudios  históricos 
americanos,  no  he  perdido  ocasión  de  leer  y  meditar^  en  cuanto 
mis  ocupaciones  profesionales  lo  han  permitido,  tanto  libros  clá- 
sicos ,  como  publicaciones  palaciales  y  documentos  manuscritos 
sobre  la  materia. 

Dedicado  á  conocer  en  sus  pormenores  lo  que  á  la  liistoria 
del  Estado  de  Antioquia  se  refiere,  me  ha  sorprenchdo  ver  que 
mientras  las  otras  cocciones  de  la  Unión  Colombiana  abundan  en 
documentos  para  formar  su  historia  especial,  la  de  Antioquia  no 
se  halla  sino  esparcida  acá  y  allá,  sin  tener  cuerpo  compacto  que 
pueda  tomarse  como  base  de  perfección. 

Mi  labor  ha  sido  larga  y  penosa ,  y  si  bien  no  he  hecho  de 
ella  objeto  exclusivo  de  mis  estudios,  sí  he  tratado  de  reunir 
todo  lo  que  alude  a  la  historia  de  nuestra  Conquista.  Sin  embargo, 
debo  confesar  que  por  minuciosas  que  hayan  sido  mis  invesüg^a- 
dones^  no  he  podido  llenar  los  vacíos  que  á  cada  paso  encontrará 
el  lector,  en  lo  que  hoy  publico. 

Al  dedicar  este  libro  á  la  juventud  colombiana,  me  he  pro- 
puesto dos  cosas  :  primera^  hacer  la  manifestación  última  de  mi 
constante  amor  á  esa  parle  distinguida  de  nuestra  nación ;  y 
segunda,  abrir  una  puerta  para  nuevos  estudios  que  considero 
provechosos  al  porvenir  de  mi  patria. 

8i  el  trabajo  que  hoy  presento  fuere  seguido  con  aplicación  á 
cada  uno  de  los  Estados  de  la  Unión  Colombiana,  fácil  será  com- 


XII 


prender  que  cuando  cada  sección  haya  recogido  los  datos  indis- 
pensables para  su  geografía  y  su  historia,  no  faltaráj  para  darles 
consistencia  y  solidez,  sino  cl  que  personas  de  más  ingenio  y  saber 
reúnan  todos  aquellos  materiales,  los  esclarezcan  y  purifiquen,  i 
fin  de  construir  con  ellos  el  monumento  liisttjrico  de  Colombia. 

Cuando  digo  que  he  pretendido  abrir  una  puerta  para  que  la 
juventud  entre  al  fecundo  campo  de  lus  estudios  históricos  y  geo- 
gráficos, só  muy  bien  á  lo  que  debo  atenerme  :  no  he  andado 
como  sabio  por  el  terreno  que  he  recorrido ;  mi  obra  nada  tiene  de 
científica,  y  soy  el  primero  en  reconocer  que,  tanto  en  la  forma 
como  en  el  fondo,  es  sumamente  defectuosa*  Es  defectuosa  en  la 
f#rma,  porque  carece  de  clasificación  natural ;  y  lo  es  en  cl  fondo, 
porque  está  escrita  a  la  manera  antigua ,  y  no  basada  en  principios 
exactos  aplicados  con  buen  criterio  á  todos  los  ramos  del  saber 
que  con  la  geografía  y  la  historia  se  conexionan. 

La  razón  por  la  cual  mi  libro  carece  de  formas  científicas,  es 
sumamente  fácil  de  explican  Como  no  soy  sabiOj  no  puedo  expre- 
sarme con  autoridad  de  tal,  y  al  trabajar  sobre  un  país  tan  poco 
conocido  y  tan  mal  estudiado,  mis  aseveraciones  no  pueden  salir  del 
campo  de  lo  condicional  y  aproximativo. 

Sirvan  para  confirmar  lo  anterior  algunos  ejemplos  :  cuando 
hablo  do  montañas,  no  doy  la  medida  de  sus  bases,  no  aprecio 
matemuticamcnte  sus  dimensiones,  no  describo  como  ingeniero  ni 
su  curso  ni  sus  curvas,  no  señalo  las  distancias  que  recorren,  ni 
apunto  con  precisi/m  sus  diversas  elevaciones  sobre  el  nivel  del 
mar;  cuando  hablo  de  corrientes  de  agua,  ni  doy  su  exacta  lon- 
gitud, ni  su  profundidad  media,  ni  la  cantidad  relativa  de  su  caudal, 
ni  la  velocidad  de  sus  corrientes ;  cuando  trato  del  suelo  ^  no  lo 
describo  según  los  principios  de  la  geología,  ni  lo  analizo  como 
químico  para  descubrir  sus  calidades  aL^rícolas;  cuando  hablo  de 
los  reinos  vegetid,  mineral  y  animal,  me  acontece  igual  cosa,  y 
cuando  entro  en  la  relación  de  la  liistoria  general  del  país,  expongo 
los  hechos  sin  profundizarlos,  á  modo  de  simple  cronista*  Por  tanto, 
téngase  ésta  como  la  primera  palabra  de  censura  contra  el  libro 
que  ahora  presenta  al  publico. 

Para  tratar  de  disminuir  un  tanto  la  pobreza  técnica  de  esta 


i 


I 


—  xm  — 

obra,  he  hecho  tantos  esfuerzos  y  tantas  ililigencias  como  han 
cabido  en  mis  pocas  Eacultades  ;  y  si  no  he  logrado  un  resultado 
en  todo  favorable,  sí  estoy  persuadido  de  que  esas  mismas  faltas 
señalarán  los  vacíos  en  donde  existan  ,  para  que  personas  más 
competentes  los  colmen  con  aprovechamiento  para  la  Repú- 
blica. 

Una  carta  geodésica,  lutbilmente  ejecutada  por  ingenieros 
ilustrados,  contribuiría  sobre  modo  á  poner  de  manifiesto  todo  lo 
que  en  asunto  á  riqueza  mineral  contiene  esta  comarca. 

Nivelaciones  exactas,  0j ación  de  alturas  sobre  el  nivel  del  mar, 
de  temperatura  media,  de  humedad  relativa  del  aire  en  diversos 
parajes,  y  en  fin,  un  estudio  serio  acerca  de  nuestros  meteoros, 
Hos  harían  dar  un  paso  gigantesco  en  el  camino  de  nuestra  deseada 
civilización*  , 

Tanto  para  facilitar  la  lectura  y  estudio  de  este  libro,  cuanto 
para  dar  algún  orden  á  la  colocación  de  las  materias  que  contiene, 
lo  he  dividido  en  tres  partes,  y  cada  una  de  ellas  en  capítulos 
especiales. 

La  primera  parte  trata  de  algunas  definiciones  elementales  do 
geografía,  y  de  lo  referen  te  á  la  parte  puramente  física  del  Estado, 
€S  decir  :  de  la  división  de  su  suelo,  de  la  descripción  de  sus  mon- 
tañ^,  de  la  enumeración  de  sus  puntos  limítrofes,  de  la  nomen- 
clatura de  sus  ríos,  de  la  enumeración  de  las  producciones,  de  los 
terrenos,  de  los  cUmasetc,  etc. 

Como  ésta  no  es  una  obra  didáctica,  he  vacilado  un  tanto  al 
poner  en  mi  escrito  triviales  definiciones  científicas  al  alcance  de 
toda  persona  medianamente  instruida  ;  pero  como  esta  publicación 
podrá  ser  leída  por  campesinos  y  por  hombres  ajenos  á  semejante 
estudio,  he  querido  dar  á  los  últimos  algunas  nociones  que  los 
guíen  en  la  lectura. 

La  segunda  parte  enciérrala  geografía  política,  ó  sea  descrip- 
tiva de  los  de;!artamentos  y  distritos  con  variados  pormenores.  Lo 
referente  á  organización  social  y  gubernativa ,  y  lo  conexionado 
con  las  razas,  industria,  carácter  del  pueblo  etc.,  etc.,  entra  tam- 
bién en  esa  parte. 

La  tercera  contiene  algunos  datos  históricos  sobre  los  aborí- 


xtv  — 


genes  antioqueños,alíJfO  sobre  arqueología  y  etnoj^rafía,  una  noticia 
sobre  la  situación  y  carácter  del  pueblo  conquistador,  y  la  historia 
cronológica  de  la  conquista  ^  hasta  que ,  concluida  ésta ,  entra  la 
época  de  la  colonia. 

Bien  hubiera  querido  ocuparme  en  trazar  siquiera  una  historia 
compendiada  do  esa  segunda  época,  y  si  posible  me  hubiera  sido, 
de  la  última  relativa  á  nuestra  emancipación  ;  pero  confieso  haber 
reputado  tal  intento  como  superior  á  mis  fuerzas.  Para  llevarlo  á 
término  mo  hubiera  sido  preciso  registrar  archivos,  estudiar  docu- 
mentos antiguos ,  y  hacer  muchas  investigaciones  sobre  puntos 
completamente  ignorados.  El  tiempo  me  habría  faltado  para  ello* 

He  procurado  ser  sumamente  económico  en  la  citación  de 
autores  y  fechas»  atento  á  facilitar  el  manejo  del  libro,  siempre 
embarazoso  cuando  está  colmado  de  referencias ;  y  para  corregir 
esto  acompaño  la  lista  de  autores  consultados,  en  que  el  lector 
podrá  hallar  la  verificación  de  mis  aseveraciones. 

He  creído  conveniente  agregar  á  la  obra  dos  cartas  corográ- 
Qoasy  muchas  láminas  que  representan  fielmente  objetos  indígenas, 
é  ilustran  la  situación  respectiva  de  los  primeros  habitantes  úv 
Antíoquia,  De  las  cartas,  la  una  representa  el  Estado  como  estaba 
al  tiempo  de  la  Conquista ^  y  la  otra  lo  reprebenta  tal  como  hoy 
eadste. 

Además  de  haber  tomado  como  fuente  de  investígacíón  la 
Usta  de  autores  anotados  en  la  portada  de  la  obra,  debo  agregar, 
en  cumplimiento  de  un  imperioso  deber,  que  para  la  parte  des- 
criptiva he  ocurrido  á  la  benévola  generosidad  de  mis  amigos  y 
al  patriotismo  ilustrado  de  varios  antioquehos,  con  el  fm  de 
conseguir  copiosa  suma  de  datos,  indispensables  al  desempeño 
dü  mi  tarea.  Esos  datos  me  han  sido  suministrados  con  tanta 
oportunidad ,  que  no  pmlría  agradecerlos  como  se  merecen. 

Los  informos  á  que  aludo,  han  sido,  en  la  mayor  parte,  tan 
completos  y  satisfactorios,  que  para  la  redacción  de  algunos  capí- 
tulos no  he  tenido  otra  cosa  que  hacer  sino  trascribirlos  casi 
íntegramente.  8i  mis  favorecedores  llegaren  á  revisar  este  libro, 
hallarán  en  el  sus  ideas,  y  eso,  me  atrevo  ú  esperarlo,  será  motivo 
de  agrado  para  ellos. 


—  ,xv- 


Las  personas  que  me  conocen  de  cerca,  saben  que  el  conjunto 
de  mis  tareas  diarias  es  tan  difícil  y  complicado,  que  el  arreglo 
mismo  de  los  materiales  ha  sido  hecho  en  medio  de  mil  emba- 
razos, sin  quietud  de  espíritu  y  sin  la  calma  precisa  para  reflexio- 
nar lo  que  se  dice  y  pulir  lo  que  se  escribe.  Sirva  esta  advertencia 
para  solicitar  de  los  lectores  un  poco  de  indulgencia  por  los  errores 
que  noten  en  mi  escrito.  En  cuanto  á  los  defectos  tipográficos , 
debo  advertir  que  no  pongo  fe  de  erratas,  porque  de  un  lado 
ella  es  consultada  rara  vez,  y  porque  muchas  provienen 
de  que  los  tipógrafos  extranjeros  no  se  hallan  en  buenas  condi- 
ciones para  llenar  las  exigencias  de  una  completa  corrección. 
Con  todo,  manifiesto  que  la  equivocación  en  que  he  incurrido  de 
anticipar  un  año  la  fundación  del  distrito  de  Envigado,  queda  subsa- 
nada con  lo  que  digo  al  tratar  del  distrito  de  Bello ;  y  que  la  come- 
tida al  asignar  á  la  de  Medellín  el  mes  de  febrero  de  1675,  queda 
corregida  con  poner  en  lugar  de  dicho  mes  el  de  noviembre  del 
mismo  año. 


Nociones  generales  de  Geografía.  —  Definiciones, 


Se  entiende  por  Geografía  la  ciencia  que  trata  de  la 
Icscripción  de  la  tierra. 

La  tierra  es  el  globo  que  habitamos,  y  este  globo  tiene 
aproximadamente  !a  forma  de  una  naranja  ;  es  decir,  está 
abultado  hacia  la  mitad  y  aplanado  hacia  los  extremos. 

El  punto  abultado  hacia  el  centro  se  llama  ecuador,  y  los 
ptintos  extremos  opuestos  se  llaman  polos. 

La  redondez  de  la  tierra  se  demuestra  de  varios  modos. 
I  Bastará  mencionar  sólo  uno  para  dar  á  la  demostración  el 
carácter  de  verdad  indiscutible.  Cuando  estamos  en  la  costa 
Imar  y  contemplamos  un  buque  de  vapor  que  so  aleja,  lo 
PHmero  que  desaparece  A  nuestra  vista  es  el  casco;  luego  va 
Darcciendü  el  gran  tubo  de  la  chimenea,  y  en  fin,  la 
^tíremidad  dq  ésta.  La  observación  hecha  con  un  buque  que 
llega  a  la  costa,  ofrece  el  fenómeno  en  orden  inverso.  La 
demostración  de  esto  es  tan  sencilla  que  no  merece  explicación. 
Las  alturas  de  las  montañas  y  las  profundidades  de  los 
valles  no  quitan  á  la  tierra  su  carácter  de  redondez,  porque 

i 


esas  cmineaciasy  osas  profuiididadeSjSOii  apenas,  con  relación 
aJ  globo,  lo  tjue  pueden  ser  las  rugosidades  de  la  corteza  de  la 
naranja,  con  relación  á  ella.  Siempre  queda  redonda. 

El  globo  se  compone  de  dos  elementos  principales :  tierra 
y  agua.  La  tierra  es  la  parte  sólida,  y  el  agua  la  parte  líquida. 
Estos  dos  elementos  están  un  la  proporción  de  1  á  3  ;  el  1  para 
la  tierra  y  el  3  para  el  agua. 

En  la  parle  sólida  hay  montañas,  cadenas  de  montañas, 
ramales,  fuertes,  contrafuertes,  nudos,  puntos  de  unión,  bifup** 
alciones,  trifurcaciones,  volcanes,  anfiteatros,  abras,  colinas, 
oteros,  punas,  mesetas  y  parameras.  En  la  parte  líquida  hay 
océanos,  mares,  golfos,  bahías,  ensenadas,  caletas,  lagos, 
lagunas,  ciénagas,  pantanos,  ríos,  riachuelos,  i-audalcs,  to- 
rrentes, fuentes,  arroyos,  manaderos,  vertederos  etc.,  etc. 

La  Geografía  en  su  sentido  mas  lato  abraza  una  enorme 
extensión  de  conocimientos  humanos.  Para  nuestro  parcial  y 
reducido  estudio  la  consideivareinos  desde  cuatro  puntos  de 
vista  :  astronumico,  físico,  históricü,  y  descriptivo. 

El  pruner  punto  tiene  escasa  importancia  para  nosotros, 
poi'tjue  consistiendo  en  la  descripción  de  la  tierra  con  refe- 
rencia á  los  cuerpos  celestes,  la  mínima  extensión  de  ella  do 
que  ahora  tratamos  disminuye  casi  del  todo  esa  relación. 

El  aspecto  físico  será  para  nosotros  la  descripción  de 
Antioquia  en  sus  diversas  faces  materiales. 

Haremos  consistir  la  parte  histórica  en  la  refei*encia  de 
los  diversos  hechos  cumplidos  en  la  comarca  anüoqueña  al 
tiempo  de  la  conquista,  y  un  poco  también  en  lo  relacionado 
con  la  colonia  y  con  la  época  republicana. 

Para  jiosotrus,  la  Geografía  descriptiva  consistirá  en  la 
tarca  de  enumerar  el  modo  como  están  firmadas  las  diferentes 
agrupaciones  Immanas  sobre  la  superlicie  del  Estado* 

Para  estudiar  provechosamente  la  Geografía,  es  preci 
poder  disponer  de  globos,  esferas,  compases,  brújulas,  teles- 
copios, planos  cosmográlicos,  mapamundis,  cartas  parciales, 
planos  corográficos  y  topográficos,  barómetro,  tcrmómetixj, 
hígrómelx^a,  pluviómetro  etc*,  etc. 


Fai*a  el  csstudio  do  la  Geografía  astronómica,  está  dividida 
la  tierra  en  dos  partes  por  un  círculo  trazado  en  el  centro  do 
su  parte  abultada.  Este  círculo  la  divide  en  dos  hemisferios^ 
IlsuiiadüS  el  uno  hemisferio  norte,  y  el  otro,  hemisferio  sur. 
Reciben  también,  el  primero,  los  caliíicativos  do  setentrional 
ó  boreal,  y  el  segundo  ios  do  meridional  ó  austral.  El  punto 
extremo  del  primero  se  llama  polo  norte,  y  el  del  opuesto, 
polo  sur. 

Para  saber  cuál  de  estos  dos  puntos  esol  sur  ó  c!  norte, 

sira2  la  brújula,  cuya  manecilla  pLírmanccc  siempre  apuntando 

^n  uiiu  y  otro  extremo,  el  norte  y  el  sur,    marcados  con  la 

fietra  N  el  primei'o  y  con  la  S  el  segundo.  Las  letras  E  y  O  en 

^í  instrumento,  señalan  el  éste  ú  oriente  y  el  oeste  ú  ocaso  do 

ün    modo  recíproco.  La  situación  del  polo  norte  se  conoce 

í^rabión  por  la  estrella  polar,  y  esto  es  cómodo  para  nosotros 

>t"  cuanto  desdo  todos  los  puntos  del  Estado  so  la  vedistinta- 

Eíente. 

I^ara  facilitar  nuestro  estudio,  es  bueno  saber,  además,  que 

dos  hemisferios  de  que  hemos  tratado  se  dividen  á  su 

"no  en  tres  partes  :  la  primera  entre  el  ecuador  y  el  trópico, 

^&  es  un  circulo  que  rodea  la  tierra  á  23  1/2  grados  en  imo 

y  otro  hemisferio;  la  segunda  entre  el  trópico  y  el  círculo 

F^í^r,  que  es  otra  linea  que  se  supone  trazada  entre  el  polo  y 

^l    trópico  respectivo,  y  la  tercera  entre  el  circulo  polar  y  el 

Las  fajas  en  que  estos  círculos  dividen  la  tierra  se  llaman 
^Uas.  La  del  centro  es  la  zona  tórrida  ó  intertropical,  las  dos 
<iue  siguen  al  norte  y  al  sur  se  llaman  templadas,  y  las  dos  que 
í^odan  á  los  extremos  se  llaman  frías  ó  glaciales.  Cinco,  por 
^oiABiguicnte. 

El  trópico  del  hemisferio  norte  se  llama  trópico  de  cáncer, 
y  el  del  sur,  de  Capricornio.  El  círculo  polar  del  norte  se  llama 
circulo  polar  ártico,  y  el  del  sui'  lleva  la  (^nominación  de 
^^tártico, 

IjOs  círculos  de  que  hemos  haI>lado  son  el  uno  máximo, 
y  los  otros  menores.  El  máximo  ó  ecuador  divide  la  tierra  en 


—  'i 


dos  partes  iguales,  los  otros  en  desiguales.  Hay  además  otros 
círculos  de  que  hablaremos  á  continaación* 

Los  meridianos  son  círculos  máximos  que  dividen  la 
tierra  en  dos  partes  iguales  y  cortan  el  ecuador  formando 
ángulos  rectos. 

Hay  tantos  meridianos  cuantos  puntos  geométricos 
pueden  ser  considerados  en  el  ecuador^  esto  es,  cada  lugar 
del  globo  tiene  su  meridiano. 

Se  llama  latitud  la  distancia  que  hay  de  un  punto  cual- 
quiera al  ecuador.  Si  el  punto  está  al  norte,  se  llama  latitud 
norte,  y  si  al  sur,  latitud  sur. 

Longitud  es  la  distancia  que  hay  de  un  meridiano  á  otro* 
Hay  varios  meridianos  convencionales;  pero  para  nosotros  el 
meridiano  convencional  es  el  que  pasa  por  Bogotá. 

El  horizonte  es  un  círculo  máximo  que  divide  la  tierra  en 
dos  partes  iguales  para  el  observador  colocado  en  cualquiera 
parte  de  ella.  Este  es  el  horizonte  racional  y  purajiieivte  astro- 
Uíjmico*  Hay  otro  horizonte  convencional  6  reducido  que 
abarca  sólo  la  extensión  (¡ue  puede  ser  dominada  con  la  vista* 

Cénit  es  el  punto  (lue  en  la  esfera  celeste  so  considera 
colocado  sobre  el  lugar  en  que  estamos.  Nadir  es  el  punto  do 
la  esfera  celeste  que  se  supone  debajo  de  nuestros  pies,  díame 
tralmcnte  opuesto  al  cénit.  Antípoda  es  el  morador  del  glob 
terrestix?,  diametralmente  opuesto  por  su  s¡tuaci<Hi  á  otro 

Se  llama  oriente  el  punto  de  la  liurra  por  donde  pare 
quo  nace  el  sol,  y  occidente  aquel  por  donde  parece  que  se 
oculta. 

Si  nos  colocamos  do  manera  que  nuestro  I)razo  derecho 
quede  oxaclamento  para  el  lado  donde  sale  el  sol,  y  el  izquierdo 
para  el  lado  dondi:  se  oculta,  tendremos  el  norte  al  frente  y  el 
sur  á  la  espalda.  Esta  trivial  manera,  pur  medio  de  la  cual 
conocemos  los  cuatro  puntos  indicados,  es  lo  que  so  llama 
orlen  tación.        , 

Entre  estos  cuatro  puntos  llamados  cardinales  hay  otros 
intermedios  :  entre  el  iu)rle  y  el  oriente  está  el  N,E.;  entre  el 
este  y  el  sur  está  el  S*E*;  entre  el  sur  y  el  oeste  el  S.O.,  y  entre 


c^H 


el  ocaso  y  el  norte  el  N.O*  Entre  ellos  hay  otros  ajenos  á  estos 
rudimentos. 

Montaña  quiere  decir  tierra  áspera,  agria  y  encumbrada, 
J territorio  erizado  de  montes. 

Varias  montanas  continuadas  por  larga  distancia  forman 
lina  cordillera,  y  varias  cordilleras  reunidas  toman  el  nombre 
do  sistema  de  C'Ordillera?^  ó  cadenas  do  montañas. 

Por  ramal  de  una  montaña  entendemos  la  c-ordillera 
subalterna  que  se  desprende  de  ella,  y  por  extensión  decimos 
fuerte,  para  calificar  lo  mismo,  así  como  contraruerte,  para 
significar  las  subdivisiones  montañosas  desprcnditlas  de  los 
ramales  primitivos. 

Por  exteasión  también  llamamos  nudo  de  una  montaña 
cordillera,  la  masa  culminante  en  que  su  divide  en  otras 
tundarias,  y  puntos  de  unión  los  lugares  en  que  se  juntan. 
Sí  la  cordillera  primitiva  se  divide  en  dos,  se  bifurca,  y  si  en 
tres,  so  trifurca. 

Volcan,  en  el  sentido  geográfico,  es  un  lugar  do  la  tierra 
provisto  de  una  abertura  llamada  cráter,  por  donde  pueden 
ser  expulsados  varios  materiales  contenidos  bajo  la  suporíicie* 
Cuando  estas  erupciones  son  frecuentes,  se  dice  volcán  en 
actividad,  y  cuando  raras,  ó  nulas,  \  olean  apagado  ó  extinto. 
Mesa  ó  meseta  es  una  llanura  extendida  sobre  alguna 
altura  de  terreno.  Llámase  también  puna. 

Se  califica,  por  deducción,  con  el  nombre  de  anfiteatro 
Un  espacio  de  terreno  de  poca  altura,  cuyos  llancos  tienen  sus 
^planos  ligeramente  inclinados. 

Abra  no  es  otra  cosa  que  una  abertura  ancha  y  despejada 
que  se  halla  entre  dos  montañas  ;  quebrada  es  tierra 
desigual  y  abierta  entre  montañas  que  forman  valles  esti^echos. 
Por  eso  esta  palabra  empleada  para  significar  ciertas 
corrientes  de  agua,  nos  parece  impropia,  y  aunque  usada 
generalmente,  la  hemos  evitado,  dejándola  sólo  para  su 
acepción  castiza. 

La  cumbre  ó  parte  superior  de  un  monte  ó  de  una  sierra 
se  llama  también  ceja,  • 


J 


6 


y  significa 


Colina  es  sinónimo    do  collado 
tierra  que  no  llega  a  ser  motitaña. 

Otero  es  una  elevación  poco  considerable  en  el  terreno. 

Paramera  es  una  vasta  extensión  fie  terreno  en 
abundan  los  páramos,  y  páramo  es  un  campo  desierto, 
elevado,  descubierto  á  todos  los  vientos  y  que  no  se  cultivad 

Isla  es  una  porción  de  tierra  rodeada  de  agua  por 
partes. 

Valle  es  una  tierra  plana  entre  montes  ó  alturas. 

Cañada  es  el  espacio  que  hay  entre  dos  montañas  pe 
distantes  entre  sí.  M 

Farallón  es  un  picacho  que  sobresale  y  se  eleva  oor 
derablemente  sobre  la  altura  media  do  una  cordillera*        m 

Se  llama  selva  un  lugar  lleno  de  arboles  y  yerbas  qw 
dan  aspecto  frondoso.  Decimos  también  bosque  para  signifii 


% 

10. 

t^ 


lo  mismo. 

Océano  es  el  conjunto  de  agua  que  rodea  gran  parte 
la  tierra,  y  mar,  el  conjunto  de  agua  mas  reflucido.  Cuan 
está  como  encajado  entre  uno  ó  más  continentes,  y 
reducido  en  extensión,  se  llama  mediterráneo. 

Golfo   no  es  otra  cosa,  en  su  acepción   restricta» 
un  brazo  de  mar  avanzado  por  gran  trocho  dentro 
tierra. 

Rntendomos  por  bahía  una  entrada¡ del  mar  en  la 
de  basíante  exlimsión  para  resguardar  las  embarcacir 
por  ensenada  un  recudo  que  forma  seno  por  la  entri 
del  mar  en  la  tierra,  y  por  caleta  un  sinónimo  de  cali 
ensenada.  f 

Laguna  es  una  concavidad  en  un  terreno  que  conüi 
gran  cantidad  do  agua,  y  lago  es  una  considerable  lag^ 
Ciénaga  es  charca  grande  llena  de  cieno,  y  en  grado  inM 
á  la  ciénaga  están  los  pantanos  ó  anegadizos.  Los  esta 
0on  formados  por  una  cantidad  de  agua  acumulada 
espacio  rcíducido  por  medios  artificiales. 

Ilío  m  la  corriente  de  agua  continua  y  más  ó 
caudalosa  I  que    va   á   desembocar  en    otra,    ó  en  el 


—  7  " 

riachuelo  es  un  río  de  monor    importancia;   raudal  es   la 

copia  de  agua  que  corre  arrebaüidameiite ;  torrente  os  una 

corriente  ó  avenida  impetuosa  de  aguas  que  no  es  durable 

sino  en  tiempos  de   muchas    lluvias    ó   aguaceros,  y    por 

extensión  se  hace  sinónimo  do  raudal ;  arroyo,  el  caudal  cc>rto 

de  agua  que  corre   casi  siempre;   fuente  es  un  manantial 

de  agua  que  brota  de  la  tierra,  y  vertedero  es  sitio  preciso  en 

que  brota  el  agua. 

Desembocadura  de  un  río  es  el  punto  en  que  éste  arroja 
SU9  aguas  al  mar,  ó  áotro  de  mayor  consideracinn.  Llámase 
también  boca.  La  confluencia  de  dos  aguas  existe  en  el  lugar 
en  ffuo  se  unen,  y  por  corrientes  tributarias  se  entienden  las 
d©  menor  importancia  que  acrecen,  por  su  reunión,  el  caudal 
de  otras  mayores. 

Dase  el  nombre  de  catarata  á  un  salto  formado  por  una 
corriente  de  agua  al  descender  de  un  nivel  superior  A  otro 
inferior*  Cascada  es  poco  más  ó  menos  lo  mismo,  y  corriente, 

Í^^    curso    rápido    del    agua  sobre  un    plano    inclinado.  El 
^niolino  consiste  en  el  movimiento  más  ó  menos  circular  y 
re\niclto  de  las  ondas  de  una  corrienlc  do  agua  en  un  punto 
de  Su  curso. 
H  La  higrometría  consiste  en  conocer  el  grado  medio  de 

"^niodad  atmosférica  en  un   punto  dado  de  la  tierra;    la 
*®^peratura  media  es  el  grado  dol  termómetro  que  se  halla  á 

I^^^l    distancia    del     máximo    y    del    mínimo,    y    altura 
pi'oniétrica,  la  elevación  de  un  punto  especial  con  respecto  al 
P^el  del  mar» 
I  Etnografía  es  la  ciencia  que  trata  del  estudio  y  clasifi- 

^^ión  de  las  razas  humanas. 

Paleontología    es    el    tratado  de  los    seres  orgánicos 

I^^^tonecientes  á  épocas  más  ó  menos  remotas. 
I         Arqueología   es  el  estudio   de  los  monumentos  de   la 
l^tietiedad. 
I  Fósil  es  todo  cuerpo  de  procedencia  orgánica  que  se 

^^^*ae  de  debajo  de  la  tierra,  ya  sea  en  su  estado  primitivo » 
^^  Petrificado. 


-^  8  — 


Cerámica  es  el  conocimiento  científico  de  los  vasos  de 
tierra  amasada,  ya  sean  de  esmerada  hechura  ó  de  fabricación 
ordinaria* 

En  esta  obra  entendemos  por  Estado,  el  de  Antioquia, 
sección  territorial,  soberana  en  su  administraciónj  y  depon- 
diente  sólo  de  la  Unión  Colombiana  en  ciertos  ramos  de 
gobierno;  por  departamento,  porción  del  territorio  del 
Estado,  compuesto  cada  uno,  de  varios  distritos  en  que  aquél 
se  ha  dividido  para  su  gobierno  político  y  civil;  por  circuito, 
cierta  demarcación  del  Estado  para  asuntos  de  justicia,  y  por 
distrito,  el  territorio  parcial  de  los  en  que  está  subdividido  el 
Estado  para  eu  administración  municipal. 

Capital :  la  ciudad  principal  del  Estado  designada  parala 
residencia  de  los  alto^  poderes  públicos,  y  para  servir  de 
c^entro  á  la  administración  general.  Cabecera  de  departamento  : 
la  ciudad  que  llena  condiciones  respecto  al  departamento, 
semejantes  a  las  que  llena  la  capital  respecto  al  Estado ;  y 
ral)ecc*ra  de  distrito  la  parle  más  poblada  del  lugar,  en  que 
residen  los  funcionarios  de  la  administración  municipaL  I..as 
fracciones  son  caseríos  de  mayor  ú  menor  consideración, 
subordinados  para  su  gobierno  á  la  administración  municipal 
de  los  distritos  (1). 

(1)  Estas  flüfinicionfa  y  explicaciones  no  serían  suficíentOB  para  el  estudio^ 
ffcnrral  de  la  Ctcojírafia  ;  pcn»   las  hf^mos  pueslo  al  principio  de  nuestra  obra 
pnni  fftiMlítar  la  inteligencia   do  ella  entre  personas  poro  famíiínrizadas  con  los 
coñac imieuloíi  geográllco»* 


CAPITULO  SEGUNDO 


Situación,  —Extensión.  —  Población.  —  Limites. 


Situación.  ~E1  Estado  de  Antioqiiia  comprende  el  área 
di* terreno  encerrado  entre  0°  15'  iíY^  de  longitud  oriental»  y 
5*  *iV  de  lonj^^itud  occidental  del  meridiano  de  Bogotá,  y 
i'  2'  W  y  8"  9'  de  latitud  norte. 

Extensión.  —  La  extensión  del  Estado  se  calcula  en 
590,25  miriámetros  cuadrados.  De  éstos,  330  poblados,  y 
260,25  baldíos. 

El  perímetro  correspondiente  cuenta  141  miriámetros, 
distribuidos  de  la  manera  siguiente  ;  en  la  frontera  del 
Jolima,  15,5  ;  en  la  del  Caucaj  50;  en  la  de  Bolívar,  53;  en 
Ide  Santander  y  una  pequeña  parte  de  Boyacáj  16^5,  y  en 
ladñCundinamarca,  G. 

El  mayor  largo  del  territorio  antioqucño  se  mide  por 
«na línea  recta  que  principia  en  el  río  Chinchiná,  y  termina 
í^n  el  camino  de  Ayapel  á  Santa  Lucia,  línea  de  30  miriá- 
naetros.  La  anchura  mayor  se  mide  por  otra  línea  que  principia 
^  el  caserío  de  Bohorques,  en  el  Magdalena,  y  termina 
eu  la  boca  del  río  Mongudó,  en  el  Sucio,  Mide  esta  línea  99,5. 

El  terreno,  en  lo  general,  puede  clasiticarse  así: 


—  10  — 

De  llano 76.5 

De  mesas  propiamente  tales  (1) 00,0 

De  cerros.  .,•.,, 497,5 

De  páramos. 10.5 

Do  anegadizos 2.25 

De  ciénagas  y  lagunas 2/25 

De  islas ,  .  .  .  .  1.25 

Suma 590.25 


El  Estado  de  Antioquia,  puedo,  por  tanto,  contener   enj 
su  seno  de  6  á  7  millones  de  habitantes,  en  la  proporción  de 
10,000  á  11,000  por  rairíametro  cuadrado,   pues  tal  es  Is 
equivalencia  de  la  población  en  Bélgica,  menor  que  Antioquia 
i  90  miriametros. 

Población,  —  Antioquia  tenía  en  1808,  según  datos 
oficiales,  iOG,950  habitantes;  en  1843,  189,534;  en  1851, 
244,442;  en  1861  (por  cómputo)  327,322;  en  lí?70  (por  censo 
oficial J,  365,974,  sin  incluir  la  población  del  distrito  de 
Nechí. 

En  1851,  la  población  antioquena  estaba  dividida  como 
sigue:  mujeres,  123,283;  hombres,  121,15í):  lo  que  daba 
una  diferencia  en  favor  del  número  de  mujeres,  de  2,124, 

El  censo  oficial  levantado  en  1883  y  publicado  en  1884, 
asciende  a  la  suma  total  de  463,667,  incluyendo  1 ,220 
indíf^enas  (2).  Como  se  ve,  comparando  el  censo  de  1870 
con  el  actual,  el  aumento  en  13  años  ha  sido  de  97,693. 

El    número  de    habitantes    que    da    el    último    censo, 
exceptuando  los  indígenas,  se  distribuye  en  229,448  varonc 
y  234,219  mujeres ;  exceso  de  estas  4,771  • 


(t)  En  la  0<Kifrrafía  descriptiva  hablamos  de  mesas  ;  pero  por  su  descripoú 
míatna,  9C  comprendo  que  carecen  de  algimoa  do  los  requisitos  natural ea  4 
olaao  do  formacioncd  orográítciui. 

{%}  Según  datoa  recibidos  acerca  de  loa  indígenas  existentes  hoy.  diferimos  i 
tmlD  de  Mte  nilmaro^  por  croar  que  os  majrur* 

En  lo  relativo  á  |K)blación  y  limites    hemoa  conaultado  á  loa 
Kioolia  F.  Villa  y  Halad  Uribe  U. 


Si  la  clasificación  se  hace  por  profesiones,    los  totales 
de  ambos  sexos  quedan  así : 


CENSO  DE  1870 

Estudiantes 13.932. 

Empleados 575. 

Sacerdotes 150 

Militares 7* 

Institutores.  . 290. 

Agricultores  y  ganaderos,  97,672. 

Mineros. . 14.042. 

Comerciantes .  •  3*850, 


CENSO  OB  1B84 

30.733 

......  H70 

224 

794 

553 

nt.oi5 

13,9:4 

5.383 


Artistas  y  artesanos 

Legistas ,  . 

Módicos 

Ingenieros 

Vagos  

Reos  rematados .  . 


18J40 ,  .   ,  22.170 

104 20Q 

95 150 

23 13 

447 693 

232 390 


De  la  comparación  de  estos  dos  censos  y  del  modo 
como  están  distribuidas  las  profesiones,  deducimos  algunas 
consecuencias  que  haremos  notar  :  1*  que  todas  ó  la  mayor 
parte  de  estas  clasificaciones,  si  no  de  absolutamente  erróneas, 
deben  ser  tachadas  de  defectuosas;  2*  que,  á  pesar  de  todo, 
el  aumento  relativo  do  la  instrucción  pública  en  los  13  años 
corridos,  es  en  alto  grado  consolador ;  3"*  que  el  aumento  de 
273  institutores,  así  como  el  de  13,343  agricultores  y 
ganaderos,  lo  son  igualmente ;  4*  que  el  comercio  ha  ganado 
^on  el  aumento  de  1,533  comercianteSj  y  que  las  artes  dan 
^bajo  á  4,030  individuos  más;  5*  que  la  minería  parece 
'^^l>er  perdido  1,000  obreros,  sin  que  la  producción  de 
í^etales  haya  disminuido,  merced  á  la  generalización  de  los 
inolinos  y  á  la  introducción  de  nuevas  máquinas;  y  esto, 
potxjue  lo  que  en  realidad  ha  rebajado  es  el  número  de 
trabajadores  por  menor. 

Se  va  también  por  la  comparación  (y  es  triste),  que  la 
^flipleomanía,  las  revoluciones  y  la  inseguridad  general  han 

Jo  en  estos  1 3  años,  295  empleados  públicos,  787  militares, 


—  12  — 

246  vagos  y  168  reos  rematados.  Por  lo  demás,  la  clasifi- 
cación de  la  población  presente  distribuida  en  profesiones  y 
estados,  se  comprenderá  por  el  cuadro  puesto  al  íiii  de  los 
distritos. 

En  un  país  tan  atrasado  como  éste  en  trabajos  estadísticos, 
no  es  posible  tener  entera  fe  en  la  significación  de  los  números 
apuntados.  Los  encargados  do  formar  el  censo,  son,  con 
raras  excepciones ,  personas  poco  versadas  en  esa  clase  de 
operaciones ;  y  si  a  eso  se  agrega  que  la  generalidad  de  los 
habitantes,  antes  oculta  que  esclarece  los  hechos,  podemos 
concluir  con  razón  que  el  error  de  esta  clase  de  documentos 
estriba  mas  bien  en  lo  que  falta  que  en  lo  que  sobra. 

Dice  á  esto  propósito  el  estudioso  y  docto  señor  Rafael 
Uribc  Um  queen  atención  á  los  censos  anteriores >  y  al  presente, 
la  población  de  Antioquia  ha  aumentado  en  7,G10  habitantes 
por  año  ó  sea  en 2  1/2  por  100^  loque  daría  un  término  medio 
de  36  años  para  la  duplicación,  y  que  calculando  en  25,000  los 
antioqueños  que  en  estos  últimos  años  han  emigrado  al  Cauca, 
al  Tolimay  ú  Cundinamarca,  y  teniendo  en  cuenta  la  influencia 
de  ese  ninnero  en  el  crecimiento  de  la  población,  el  aumento 
sería  de  12,064  anuales,  y  el  término  de  su  duplicación  el  de 
30  años,  por  lo  cual  se  ve  que  Antioquia  se  acerca  al  término 
más  favorable  de  25  años,  representado  por  los  EE.  UU. 
de  Norte  América, 

Nosotros    agregamos,    para    dar    mayor    fuerza    a 
observación    anterior,    que  Medelh'n  tenía  en  180!),  29,76^ 
habitantes,  y  en  conformidad  con  el  último  censo  sólo  37,?37| 
cuando  personas  competentes  piensan  que  la  pobUición  de 
capital  no  puede  bajar  de  45,000. 

En  resumen  :  25,000  anUoqueños  emi^rrantesa  los  Estadc 
del  Cauca,  del  Toiima  y  do  Cundinamarca,  y  el  error  probabH 
del  censo,  nos  inducen  á  ciTcrque  el  Estado  tiene  por  lo  menos 
500,000  habitantes ;  y  si  eso  es  así,  la  duplicación  es  casi 
tan  rápida  como  en  los  EE.  UU.  del  Norte.  Las  causas  que 
explican  esla  admirable  procreación  son  fáciles  de  comprender: 
la  raza  es  vigorosa   y  sana;   la  alimentación  sustanciosa  y 


frugal;  las  costumbres,  en  general,  puras;  los  matrimonios 
tempranos,  y  los  climas  benignos. 

Límites*  — La  parto  orlen  tal  de!  Estado  do  Antioquia  fué 
disputada  en  tiempo  déla  conquista,  como  perteneciente  ¿lia 
gobernación  de  Popayán,  por  una  parte,  y  al  Nuevo  Reino 
de  Granada,  por  otra. 

Sosegados  los  afanes  do  la  guerra  de  conquista  y  puesto 
algún  ordenen  el  arreglo  del  país,  una  parte  al  sur  contimiu 
perteneciendo  a  Popayán,  y  otra,  al  oriento  y  nortleste,  incor- 
porada al  Nuevo  Reino  y  cedida  a  la  Provincia  de  .Mariquita. 

Algo  mas  tarde,  la  ciudad  de  Remedios  y  su  jurisdicción, 
qae  era  extensa,  y  la  de  Marinilla  y  Rionegro,  que  también  lo 
eran,  hicieron  parte  integrante  de  lo  (jue  se  llamó  Provincia 
de  Antioquia,  erigida  por  el  gobierno  español  como  entidad 
dermitivamente  separada  de  las  goljcrnaciones  de  Cartagena  y 
de  Popayán,  que  en  competencia  pretendían  el  dominio  exclu- 
sivo de  su  territorio. 

Por  el  lado  del  nordeste  perteneció  á  Antioquia  el  grande 
y  rico  territorio  de  Guamocó,  segregado  á  principios  de  este 
»igIo  para  unirlo  a  la  extinguida  Provincia  de  Mompox,  y 
dejarlo,  al  tenor  de  las  más  recientes  divisiones  territoriales, 
como  porción  integrante  del  E^stado  de  Bolívar. 

Desde  el  principio  del  descubrimiento  de  estas  comarcas, 
so  consideró  la  banda  derecha  del  Atrato  hasta  la  cordillera 
JeAIube  y  una  parte  del  litoral  Atlántico,  como  propiedad 
íí-iitioqueña ;  pero  después  esta  sección  ha  corrido  suerte  jnny 
varia, 

Antioquia  conserva  derecho  perfecto  á  reclamar  mayor 
t^iTiturio  por  aquel  laclo,  aumento  que  le  daría  condiciones 
fTiiiritimas,  extendiendo  su  propiedad  hasta  la  parto  oriental 
"í'l  golfo  de  l'rabá,  y  que  le  proporcionaría  de  esa  manera 
P'ierto  que  facilitara  sus  relaciones  con  el  extranjerOj  animara 
^u  comercio  y  favoreciera  la  explotación  de  ricos  minerales 
y  el  trauco  útil  de  varios  productos  naturales  expontáneos  : 
todo  para  su  bien  y  para  bien  de  la  República, 


-  14  -^ 

En  el  Cabildo  d©  la  antigua  ciudad  de  Antioquia  hay 
documentos  que  prueban  íjue,  en  distintas  épocas,  diferentes 
gobernadores  encabezaban  sus  providencias  administrativas 
así ;  a  D.  N.  N.  Gobernador  y  Capitán  general  de  la  provincia 
de  Santafé  de  Antioquia,  entre  los  ríos  Bredunco  y  Nive,  golfo 
de  Urabá  y  aguas  del  mar  del  Norte  ».  Y  bien  se  sabe  que  el 
río  que  entonces  se  llamó  Nive,  es  el  mismo  que  hoy  lleva  el 
nombre  de  Atrato, 

Por  un  decreto  del  Vicepresidente  D.  Rufino  Cuervo, 
quien  ejerció  el  P,  E.  nacional  en  1847,  se  privó  a  Antioquia 
de  una  gran  parte  de  su  territorio  en  la  ribera  oriental  del 
Atratü.  Hallábase  á  la  sazón  en  la  ciudad  de  Medellín  el  Gran 
General  Tomás  C.  de  Mosquera,  á  quien  se  hizo  notar  por 
varios  vecinos  la  injusticia  cometida.  Persuadido  de  ello  el 
General,  prometió  que  al  encargarse  del  gobierno  revocaría 
el  decreto  mencionado ;  y,  como  así  se  verificó,  continuó 
la  Provincia  de  Antioquia  en  posesión  de  aquel  territorio* 

Luego,  en  1850,  el  General  José  IL  López,  Presidente 
entonces  do  la  República,  expidió  otro  decreto  en  el  sentido  en 
que  lo  había  hecho  el  Vicepresidente  Sn  Cuervo,  en  el  cual  se 
advertía  que  la  providencia  de  segregar  territorio  de  Antioquia 
sería  de  efecto  transitorio* 

Sin  embargo,  sea  por  la  división  que  de  la  Provincia  se  hi^o 
en  1851,  partiéndola  en  tres ;  sea  por  trastornos  de  orden 
público  ocurridos  en  aquel  año ;  sea  porque  entonces  no  so 
hiciera  reclamación  alguna,  ó  sea  por  cualquiera  otra  causa, 
el  hecho  os  que  territorio  que  pertenece  al  Estada,  histórica, 
geográfica  y  legalmente,  permanece  aún  separado  de  ól. 
Aquí  ocurre  pensar  si  no  será  por  lo  menos  disputable  la 
facultad  que  tenga  un  Presidente  de  la  líepública  para  cambiar 
losh'mites  de  los  Estados,  desmembrando  a  unos  y  aumentando 
la  üxteosíón  territorial  de  otros. 

En  tal  persuasión,  sin  duda,  la  Legislatura  del  Estado 
aprobó  por  unanimidad,  en  IG  do  setiembre  de  1875,  la 
excitación  que  se  registra  en  el  número  559  del  Doletín  Oficml, 
que  dice : 


«15- 


t£  Excítese  al  P.  E.  para  que  promueva  la  reintegración  del 
territorio  del  Estado  en  la  parte  en  que  éste  coníinii  con  la 
ümi*gen  oriental  del  Atrato,  golfo  tle  Urabá  y  mar  de  las 
Antillas,  territorio  que  desde  la  época  do  la  conquista  ha 
pertenecido  á  Antioquia,  y  que  fué  separado  de  esta  entidad 
política  por  actos  provisionales  y  transitorios  del  F**  E. 
nacional,  que  no  se  han  corregido  como  se  prometiú  hacerlo, 
y  á  los  cuales  el  Estado  no  reconoce  carácter  deíinitivo,  ni 
puede  reconocérselo,  porque  esc  territorio,  que  a  ningún  otro 
Estado  interesa,  es  de  necesidad  absoluta  para  el  desarrollo 
fie  la  industria  y  prosperidad  de  toda  la  parte  occidental  díi 
Antioquia,  j) 

En  los  últimos  años  se  suscito  una  cuestión,  en  la  cual,  á 
propósito  de  límites,  los  Estados  de  Antioquia  y  el  Cauca 
disentían  sobre  cuál  era  en  realidad  el  río  Chinchiaá,  que  dcl)ía 
^mr  de  línea  divisoria  á  los  dos  Estados,  si  el  que  lioy  lleva 
d  nombre  de  Clúnchiná,  n  el  que,  corriendo  más  al  sm*,  es 
conocido  con  el  nombre  de  río  Claro. 

Después  de  largos  debates  sobre  este  asunto,  se  declaró 
íílicialmcnte  que  el  Chinchináes  la  corriente  de  agua  interpuesta 
centre  la  Villa  María  y  la  ciudad  de  Manizales,  y  que  el  verdadero 
rio  Claro  es  la  que  corre  ui)  poco  más  al  sur  de  la  referida 
^Ua,  Declaróse  el  Chinchiná  línea  divisoria,  siendo  posibleque 
P<>r  este  acto  oficial,  se  haya  quitado  á  Antioquia  una  laja  de 
ít*raz  terreno  en  su  parte  meridional. 

El  río  de  La  Miel,  que  nace  en  el  cerro  de  la  Picona  y  des- 
**ííua  en  el  Magdalena,  cerca  de  Buenavista,  se  ha  reconocido 
desde  ol  principio  como  h'nea  divisoria  entre  los  Estados  de 
^^i'tiuquia  y  el  Tolima,  Hoy,  por  un  error  geográfico  que  ha 
^^í'vidü  para  la  expedición  de  una  ley  nacional  sobre  división 
H  territorial,  el  segundo  de  dichos  Estados  pretende  extender 
»  su  dominio  hasta  él  río  Timana  óSaraana  del  Sur,  muy  cercano 
^  la  ciudad  de  Sonsón,  separando  así  del  Estado  de  Antioquia 
^^  extenso  territorio  que  reduce  en  mucho  su  importancia 
'otoñal,  social  y  política.  Pensamos  que  la  decisión  de  este 
^*^ociado  pendiente  se  verificará  en  favor  de  Antioquia,  por 


—  16- 

exigirlo  así  la  justicia  y  por  probarlo  en  tal  sentido  documentos 
incontestables  presentados  por  el  Estado.  fl 

Ignoramos  todas  las  razones  que  el  Gobierno  Supremo 
haya  tenido  en  mira  para  separar  del  Estado,  la  banda  oriental  j 
del  Atrato  y  el  territorio  de  Guanioeó  ;  pero  sospechamos  qi 
la  base  de  tal  procedimiento  descansa  en  el  intento  de  favorecer 
los  intereses  aduaneros  y  comerciales  de  Santa  Marta,  Sal 
nilla  y  Cartagena,  base  á  todo  respecto  falsa  en  buena  políticaj 
y  reformable  con  provecho  común  desde  el  momento  en  que  se' 
quiera  atender  ;  1**  al  desenvolvimiento  general  de  la  riqueza 
de  la  República,  y  2'  á  la  influencia  que  el  canal  de  Panamá, 
inmediato  á  nuestro  Estado,  deba  tener  y  tenga  efectivamente 
sobre  el  progreso  industrial  y  civilizador  del  país. 

Sea  como  fuere,  y  sometiéndonos  por  ahora  al  estado  oficií 
do  las  cosaSj  pasamos  á  exponer  los  limites  generales  y  los" 
límites  parciales  reconocidos  por  la  ley  nacional  vigente. 

El  Estado  limita,  supuesto  el  observador  en  el  centro 
norte,  con  el  Estado  de  Bolívar  ;  al  sur,  con  los  Estados  de 
Cauca  y  del  Tolima  ;  aJ  éste,  con  los  Estados  de  Santander, 
Boyacá  y  Cundinamarca,  y  al  oeste,  otra  vez  con  el  Cauca, 

Los  límites  particulares  son  : 

Con  el  Tolima.  —  Desde  la  boca  del  río  de  La  MielJ 
siguiendo  aguas  arriba  hasta  sus  fuentes  en  el  cerro  de  ] 
Picona,   y  de  este   punto   hacia  el  siu%    aguas   vertienteg 
por  los  páramos,  hasta  las  cabeceras  del  río  Chinchiná* 


Con  el  Cauca.  —  El  Chinchiná,  desde  sus  cabccers 
aguas  abajo  habita  ^^u  unión  con  el  Cauca,  y  luego  el  Cauca,  agus 
abajo  hasta  laboca  del  riachuelo  Arípua  en  su  banda  izquierda 
Este  riachuelo  Jiasta  sus  diferentes  orígenes  en  la  cordillera 
occidental,  señala  después  el  lindero  entre  los  dos  Estados, 
luego  las  cumbres  de  esta  cordillera  liasta  el  cerro  de  Cari 
manta;  después  el  Paramillo,  los  farallones  del  Chocó,  hast 
cerro  Plateado;  luego  desvía  la  línea  al  nordeste  por  el  cerí 
Horqueta,  y  en  seguida  ai  sur  hasta  las  cumbres  que  separa 


--  17  * 

las  aguas  que  van  al  río  Ocaítió,  de  las  quo  van  al  líebara;  allí 

vuelve  al  nordeste  hasta  el  morro  de  Piedragorda,  corriendo 

después  por  más  de  Iñ  miriáinotroa  en  dirección  recta  al  norte, 

hasta  la  triple  unión  de  los  ríos  Sucio,  Pavarandf»  y  Mongudó, 

después  de  atravesar  el  río  Arquía,  cerro  iMujandó,  río  Murrí 

(en  el  punto  en  donde  le  entra  el  Curbatá),  Cerro  Chajcadó, 

Monto  Carmelo  y  Buenavista.  De  aquí  hasta  el  punto  indicado 

en  los  tres  ríos,  corre  la  línea  por  las  cumbres  que  separan  las 

aguas  que  van  al  Pavarandocito,  de  las  que  van  al  Murindó  yal , 

Jiguamiandó,    tomaudu    luéjío  las    aguas    del    Pavarandó, 

curso  abajo,  hasta  su  unión  con  los  otros  dos  menciíniados. 

Aquí  la  línea  toma  el  río  Mongudó,  aguas  arriba,  hasta  el 

camino  que  va  á  Murindó,  luego  este  camino  hasta  más  abajo 

delaeonnuencia  del  Leoncito  y  el  León,  torciendo  al  ésto  por 

la.s  cumbres  del  ramal  que  separa  las  aguas  de  este  último  río, 

(lelas  del  Antadó,  hasta  las  que  dividen  las  del  Apurimiandó 

délas  de  la  Esmeralda,  en  la  sierra  de  Abibe, 


Con  Bolívar.  —  En  este  Estado  baja  la  línea  la  serranía 
de  Abibe  en  dirección  sudeste  hasta  cortar  el  ríoSinú,  enfrente 
de  lascabeceras  del  Sinusitoy  el  riachuelo  Entasal,  yendo  luego 
^^n  busca  del  río  San  Jorge  en  la  desembocadura  del  ríoMutatá. 
A^iui  toma  una  loma  casi  al  sur  en  busca  de  la  cordillera  en 
doudc  nace  el  río  Pegado,  la  cual  separa  las  aguas  tlel  Cauca 
délas  del  San  Jorge,  Sirve  después  de  límite  la  cumbre  de  esta 
larga  cordillera  en  dirección  nordeste,  hasta  perderse  en  las 
llíiüuras  desiertas  y  selváticas  medianeras  entre  aquellos  ríos. 
Demarca  luego  el  límite  general,  una  línea  imaginaria  tiradaal 
través  de  estas  selvas  cu  la  direcciíin  que  traía  la  cordillera, 
hitóla  encontrar  la  ciénaga  de  San  Lorenzo.  Después  de  esta 
ciénaga  toma  la  línea  el  caño  Aguaclara,  aguas  arriba,  hasta 
^-'l  camino  que  va  de  Ayapel  á  Santa  Lucía,  y  luego  todo  el  ca- 
íi^iíio  hasta  dicho  punto  sobre  la  ribera  del  Cauca,  Pasa  este 
noy  toma  el  riachuelo  Santa  Lucía  hasta  su  origen  ;  luego  la 
serranía  hasta  la  cabecera  de  Santa  Isabel,  cuyas  aguas  baja 
hasta  su  unión  con  la  de  Siguana  en  el  camino  de  Guamocó, 


—  18  — 

y  después  por  los  cerros  de  la  Hebilla,  hasta  encontrar 
unión  del  río  Tigüí  con  el  Cañaverales ;  atraviesa  este  lugar  en 
busca  de  las  aguas  que  bajan  al  río  Puna,  de  la  serranía  del 
Sacramento,  y  por  la  cumbre  de  ésta  hasta  el  cerro  Tamar, 
origen  del  río  de  su  nombre;  luego  este  río,  aguas  abajo, 
hasta  su  unión  con  el  Ité,  punto  en  el  cual  toman  e^tas  aguas 
el  nombre  de  Cimitarra;  y  pone  término  al  lindero  una  recta 
trazada  hacia  el  oriente,  en  busca  de  las  casas  [de  Bohorques^ 
•sobre  el  Magdalena. 

Con  Santander  y  Boyacá.  —  Desde  frente  al  vecindanT 

de  Bohorques,  Magdalena  arri!)a,  hasta  el  riachuelo  Ermi- 
taño sobre  la  frontera  de  Cundinamarca, 


Con  Cundinamarca.    —  El  Magdalena,  curso  arril 
frontera  del  riachuelo  Ermitaño,  hasta  frente  a  la  boca  del  río 
de  La  Miel,  punto  de  partida  de  esta  gran  línea  de  división. 


CAPITULO  TERCERO 


Orografía 


Cordillera  CentraL  —  Ramificacióti  del  Levante.  —  Ramificación 
bI  Centro,  —  /íami/ícadon  del  Ocaso.  —  Ramales  secundarios.  — 
Consideraciones  generales  sobre  el  sistema  central  AntioqueTio,  -^ 
Cordillera  occidental  colombiana. 

Dos  grandea  cadenas  do  montañas  del  enorme  sistema 
andino,  con  sus  ramiíicacioaes  y  apéndices,  recorren  en  la 
dirección  general  de  sur  á  norte  el  territorio  del  Estado 
de  ADtiO({uiaj  haciéndolo  por  tanto  muy  quebrado.  Estas  dos 
cadenas  de  montañas  son  una  parte  déla  cordillera  occidental, 
y  otra  de  la  central  de  los  Andes,  nacidas  en  la  célebre 
trifurcación  de  Pasto,  cerca  de  Almaguer,  al  sur  de  Popayán, 
de  las  cuales  dos  forman  la  extensa  hoya  del  Cauca,  La  cadena 
oriental  tiene  en  su  curso  la  gran  mesa  de  Bogotá,  para 
terminar  después  en  la  sierra  nevada  de  Santa  Marta  y  en 
parte  del  territorio  do  Venezuela  :  esta  última  no  está 
conexionada  con  Antioquia, 

Cordillera  central.  —  Esto  gran  ramal  atraviesa  un 
Píídazo  de  los  Estados  del  Cauca  y  el  Tolima,  produciendo  de 
^ííta  manera  la  división  natural  de  los  dos  grandes  valles  del 
Cauca  y  del  Magdalena.  Sus  mayores  alturas  pasan  en  oca- 
siones el  limite  donde  comienzan  las  nieves  eternas,  mientras 
ípieeii  otros  parajes  llegan  sólo  á  la  región  de  las  gramíneas 
los  írailejones.  El  Quindío  aparece  cubierto  apenas  de 
v<^í?etaleá  pequeños  y  débiles;  pero  el  Tolima,  Santa  Isabel  y 
El  Ruiz  están  siempre  coronados  por  una  blanquísima  capa 
de  nieve.  El  Ruiz,  nevado  colosal^  se  levanta  atrevidamente 
iiobrc  una  planicie  llena  de  arena  y  piedra,  sin  señal  alguna 


—  20  — 

de   vegetación,   y    puede   considerarse   ccmio    el  punto   d*i 
arranque  de  las  montañas  centrales  de  Antíoquia. 

En  efecto,  al  pie  del  nevado  del  Riuz,  pero  siunipre  sobre  la 
cordillera,  en  el  sitio  denominado  Lagunetas,  en  donde  nacen  el 
río  Chinchina,  para  el  occidente,  y  el  Giialí,  para  el  oriente, 
esta  gran  montaña  comienza  á  ser  antioqueña.  En  su 
principio  y  con  notable  elevacinn,  se  dirige  perfectamente  al 
norte  con  los  nombres  de  Aguacatal  y  de  lierveo,  hasta  el  alto 
de  San  Félix;  cambia  allí  mismo  su  curso  y  torna  al 
oriente  por  un  corto  trayecto.  Revuelve  luego  y  recobra  su 
primera  dirección  basta  el  lugar  en  que  da  nacimiento  á  los 
ríos  Negrito  y  Venus,  puntos  en  donde  la  cordillera  varía  de 
rumbo,  extendiéndose  al  noroeste  para  formar  el  páramo  de 
Sonsón,  En  el  alto  del  páramo  se  encorva  en  semicírculo, 
abriga  hacia  el  occidente  el  reducido  vallecito  de  Sonsón,y 
termina  su  curva  en  los  altos  de  las  Palomas  y  los  í 'arados. 
Progresa  siempre ;  mas  de  los  rearados  en  adelante  tuerce  al 
norte  hasta  Vallejuelo,  y  de  Sonsón  hasta  cerca  de  la  Ceja 
constituye  un  gran  nudo  difícil  de  describir;  pero  que,  según 
observaciones  prácticas,  se  explica  aproximativamente  de  la 
manera  que  sigue  : 

En  Vallejuelo,  esa  poderosa  masa  do  tierra  va  hacia  el 
noroeste  por  un  largo  trayecto  hasta  la  poderosa  c  ninencia  do 
San  Miguel,  y  en  su  tránsito  so  divide  cfn  tvj:  grandes 
ramilicaciunes,  para  la  inteligencia  de  las  cuales  nos  vemos 
obligados  A  recurrir  á  una  división  semejante  á  la  ya 
mencionada  con  el  nombre  de  gran  trifurcación  de  Pasto  en  la 
cordillera  madre  de  los  Andes  (1). 

Estas  tres  ramificaciones  que  llamaremos  del  naciente, 
del  centro  y  del  ocaso,  se  desprenden,  la  primera  de  Vallejuelo, 
no  siendo  por  consiguiente  otra  cusa  que  la  c-ontiimación 
natural  de  la  que  venimos  describiendo.  La  central  se 
deprima   bastante   en  el   punto    denominado    Pantanillo  ó 


(!)  C&U  división  arbitraria  hi  Liucchujji  C4iii  el  tln  do  facilitar  el  catudiu;  y  i>arR 
rjuc  no  hftyn  con  fusión  al  tratar  de  monta»ii3|  o^frcta^aremos  á  cudu  cordillera 
principal  el  caüFicaiivo  do  anlloquoAa. 


—  21    - 

Andes,  y  toma  luego  con  mayor  elevación  su  curso  nordeste. 
La  liUlmá  ó  del  ocaso,  prolongándose  desde  el  alto  do  8an 
Miguel,  se  deprime  en  Sinifaná  y  sigue  después  poco  más  ó 
menos  paralela  á  la  segunda. 

En  la  parte  de  la  cordillera  central,  compi-endida  entre 
Lagunetas  y  Vallejuelo,  se  hallan  algunas  eminencias  de 
consideración,  entro  las  cuales,  las  más  imponentes  son ;  La 
Picona,  Alto  Camello,  San  Félix,  Alto  del  Páramo,  Las 
Palomas,  Los  Parados  y  Alto  Pcreira* 


Ramificación  del  Levante.  —  La  ramificación  dd 
levante,  en  que  hay  picaclioí^  bien  notables,  va  al  nornordestc 
en  dirección  paralela  a!  Rionegro  ó  Nare,  hasta  las  fuentes 
delGuatapé,  y  torciendo  después  al  oriente  se  desvanece  en  la 
confluencia  de  este  último  río  con  el  Sainaná,  y  en  la  del 
Samaná  con  el  Nare.  De  su  eje  principal  se  desprenden 
diversas  montañas  subalternas,  de  las  cuales  unas  forman  las 
Jioyas  hídrográflcas  de  los  tributarios  del  Samaná,  y  las  otras 
^pierden  insensiblemente  en  las  orillas  del  Nare. 

Vallejuelo,  El  Cerro,  San  José,  Cucurucho  y  Monte 
Tabor,  son  las  eminencias  más  considerables  que  ofrece  esta 
s<^rrama  en  sft  progreso. 


i 


Ramificación  del  Centro.  —  La  cadena  del  centro 
píirte  de  Pantanillo  y  sigue  hasta  Remedios;  deprímese  allí, 
tí'aza  una  breve  curva  hacia  el  occidente,  y  en  parte  lleva  el 
íiomhrc  de  serranía  de  Remedios;  se  eleva 'de  nuevo  en  el 
Alto  Tamar  y  en  la  serranía  del  Sacramento,  y  al  íin, 
gubdividiéndose  á  la  manera  de  la  anterior,  sale  del  Estado, 
<?ntra  en  el  de  Bolívar  y  remata  en  las  márgenes  del  río 
Magdalena. 

Loa  altos  Santa  Isabel,  San  Luis,  Las  Palmas,  San 
Ignacio,  Santa  Helena,  Piedrasblancas,  Contento,  Guayabito, 
Verduga,  Retiro,  Ceja,  Rabo  de  Chucha,  Bagre,  Tamar, 
Puruij  Hebilla  y  el  alto  Siguana  son  las  alturas  más 
^culminantes  de  esta  cordillera. 


—  52  - 

Ramificación  del  Ocaso.  —  El  ramal  antioqueño  del 
ocaso,  comenzando,  como  hemos  dicho,  por  deprimirse  er 
Sinifaná,  se  eleva  otra  vez  en  Cardal,  la  Paja,  Komeral, 
Gallinazo  y  Ovejas.  Allí  se  divide  en  dos,  de  los  cuales  el  de  lal 
derecha,  manteniendo  un  perfecto  paralelismo  con  la' 
cordillera  central,  ofrece  las  elevaciones  de  Ángulo,  Medina 
y  Zarzal.  Enfrente  de  la  Quiebra,  se  deja  romper  en 
parte  por  el  cauco  del  Riogrande;  pero  recobra  bien 
pronto  su  altura  en  Laureles,  San  José  y  Guanacas.  Mas 
adelante,  siempre  imponente,  comienza  á  declinar,  hasta  que 
después  de  varias  inflexiones  se  desvanece  en  el  ángulo 
formado  por  la  confluencia  de  los  ríos  Porce  y  Nechí. 

La  otra  montaña,  nacida  en  Ovejas,  pasa  por  Belmira, 
forma  el  páramo  de  Santa  Inés,  y  extendiendo  después  sus 
multiplicadas  ramificaciones  por  el  territorio  comprendido 
entre  el  Cauca  y  el  Nechí,  acaba  en  la  confluencia  de  estos 
dos  ríos. 

El  curso  de  la  serranía  del  ocaso  puede  deecribirae  a8í : 
del  alto  San  Miguel  hasta  el  alto  Delgadita,  va  al  norte  y 
separa  el  vallo  del  río  Mcdcllín  del  valle  del  Cauai.  Del  alto 
Delgadita  hasta  el  de  Santa  Inés,  al  noroeste,  y  de  este  punto 
en  adelante,  aunque  traza  algunas  cui*vas,  su  dirección  es  al 
nordeste. 

Sus  elevaciones  más  notables  son  :  el  alto  San  Miguel, 
líomeral,  Canoas,  Delgadita,  Santa  Rita,  páramo  de  Santa 
Inés,  altos  do  Santa  Isabel,  San  Juan^  línenavista,  San 
Isidro,  la  Hundida,  Santa  Bárbara  y  los  cerros  de  Cruces  de 
Cáceres. 


Ramales  secundarios.  —  Esta  parte  do  la  cordillera 
central  ajiombiana,  estudiada  desde  el  páramo  de  Ruiz  hasta 
su  terminación  en  las  orillas  ckl  Nare,  presenta  numerosas 
cordilleras  secundarias  en  uno  y  oti*o  de  sus  flancos.  Hacia  ol 
oriental  hay  dos  quo  podemos  mirar  como  de  mayor 
importancia  :  la  primera  entre  el  curso  de  los  ríos  Miel  y 
Tí  maná  ó  Samaná  del  sur,  y  la  segunda  entre  el  Samaná  del 


8Liry  el  del  norte,  ramales  quo  acaban,  aquél  en  las  vegas  del 
rimaná  y  La  Miel,  y  éste  en  las  del  iMagdalenUí  después  de 
foirmar  los  elevados  cerros  de  la  Paja,  San  Vicente,  Narciso, 
Los  Paramitos,  Dulccnonibre,  Rodeo,  Partidas  y  Tigre. 
Lo^  ramificaciones  del  flanco  occidental,  desde  el  Chinchiná 
hasta  Vallejuelo,  son  por  lo  general  paralelas  las  unas  á  las 
otras,  separadas  por  el  curso  de  alíennos  ríos,  y  de  menos 
valor  orogrático  que  las  anteriores.  La  más  notable  es  la  que 
desprendida  del  alto  de  San  Félix,  corre  por  entre  los  ríos 
Pozo  y  Arma  y  acaba  en  las  orillas  del  Cauca. 

La  parte  de  esta  misma  cordillera  central  que  al 
arrancar  de  Pantanillo  liemos  seguido  hasta  Remedios,  ó  más 
bien  hasta  su  desvanecimiento  en  las  playas  del  Magdalena, 
da  también  de  lado  y  lado  cojas  montañosas,  que  se 
distribuyen  de  un  modo  físico  análogo  al  anterior.  Los 
estribos  que  arroja  hacia  el  Porce  se  alargan  poco,  á  causa  de 
que  este  río  corre  muy  cerca  de  la  base  occidental  de  la 
síírranía.  De  los  que  van  al  Magdalena,  se  consideran  c^mo 
principales  los  siguientes  :  el  que  nace  cerca  de  Santo 
Domingo  y  que  al  pasar  por  entre  los  ríos  Nare  y  Ñus 
presenta  los  altos  de  Sepulturas,  Cabildo  y  María;  el  que 
parte  del  cerro  del  Contento  y  extiende  sus  ramales  por 
entre  el  Ñus  y  el  San  Bartolomé,  para  elevarse  en  los  altos 
Patiburrú,  Alicante  y  Santa  Cruz;  y  el  que  tiene  su  punto 
de  partida  en  las  fuentes  del  Itó,  el  cual,  separando  las  aguas 
de  este  río  de  las  del  San  Bartolomé,  ofrece  su  mayor 
elevación  en  el  cerro  Grande. 

Cerca  de  Remedios  salen  del  eje  principal  de  la  cordillera 
multitud  de  ramales  que  acaban  unos  en  las  orillas  del  Porce, 
y  otros  en  los  territorios  de  Simití,  Guamocó  y  en  la  frontera 
del  Estado  de  Bolívar, 

En  cuanto  á  la  rama  del  ocaso ,  prolongación  que  tiene  su 
principio  en  el  alto  de  San  Miguel,  sus  ramiQcaciones  ó  estribos 
más  importantes  son  ; 

1'  En  el  mismo  punto,  la  serranía  arroja  un  apéndice 
colosal  en  dirección  al  oeste,   en  donde  se  hallan  las  pinto- 


—  24  — 

rescas  moles  de  Cerro  Bravo,  Sillón  y  oerro  do  la  Tusa»| 
2*  En  el  mismo  lugar  que  d  anterior  nace  la  montaña  que, 
corriendo  al  sur,  forma  la  divieoria  de  aguas  ^íítrc  los  ríos 
Poblanco  y  Buey  y  termina  en  el  cerro  Amarillo.  3**  Laque 
separándose  del  alto  del  Cardal  va  al  Cauca  por  entre  los 
riacliuelos  Sinifaná  y  Amaga,  y  forma  el  cerro  Corcovado. 
4**  Del  páramo  de  Santa  Inés  se  desprenden  dos  cordilleras  di 
consideración,  la  que  separa  las  aguas  de  los  ríos  Chico 
Grande,  extendida  al  sudeste,  y  la  que  va  al  n?>roeste  y  si 
pierde  en  las  cercanías  del  valle  de  San  Andrés.  5°  Un  poco  at 
norte,  hacia  las  fuentes  del  río  Espíritu  Santo,  presenta  una 
larga  ceja  que  sigue  paralela  al  curso  de  este  río  y  termina  en 
la  loma  Cariman.  6**  Cerca  do  Yarumal,  en  el  cerro  de  la 
Hundida,  parten  varios  ramales,  el  más  elevado  so  dirige  al 
sur,  donde  se  confunde  con  la  otra  gran  ramiíicación  de  la 
cadena  del  ocaso.  7**  En  los  cerros  de  Cruces  de  Cáceres,  h 
cordillera  forma  un  centro  de  donde  se  desprenden  díversofi 
estribos  en  forma  de  estrella,  los  cuales,  distribuyéndose  ei 
distintas  direcciones,  terminan  unos  en  las  aguas  de 
río  Cauca,  otros  en  las  del  Necln^  y  otros  en  las  de  8U€ 
tributarios. 

El  grupo  de  montañas  cuya  descripción  general  hemos" 
emprendido,  puede  considerarse  como  el  sistema  central  do 
nuestras  cordilleras.  De  Lag uñetas  hasta  Santa  Lucía  y  del 
borde  izquierdo  del  Magdalena  hasta   el  lado  derecho  del_ 
Cauca,  este  grupo  está  distribuido  al  levante  de  este  ultime 
río.  Entre  la  rama  oriental  y  la  del  centro  se  hallan  ene 
jonados,  y  como  por  escala,  diversos  valles  recorridos  po^ 
el  Bionegro,  y  enlre  la  central  y  la  del  ocaso,  algunos  má 
bafiadiis  por  el  l*orce.   Los  primeros  son  más  altos  sobre 
el  nivel  del  mar  que  los  segundos,  así  como  estos  se  halk 
á  mayor  altura  que  los  fecundados  por  el  Cauca. 


Cordillera  occidental  colombiana.  —  Vista  en  sus 
pormenores  la  ramiÜcacion  ci  ntral  de  la  gran  cordillera  d^ 
los  Andes  en  su  parte  antioquefia,  Jios  queda  para  concluir 


—  25  ^ 

descripción  del  esqueleto  ó  armazón  del  Estado,  tratar  do  la 
poderosa  raniificacióa  do  la  cordillera  occidental  en  la  parte 
rdacioaada  con  el  país. 

Esta  gran  raolc  montañosa  empieza  á  ser  anlioquefía  en 
el  cerro  de  Paramillo,  casi  unfrcntc  dolos  nacimientos  de  los 
ríos  de  San  Juan  y  Andágiieiia. 

Aunque  muy  voluminosa,  y  aun  se  puede  decir 
elevadisima,  no  alcanza  á  llevar  sus  cumbres  hasta  la  altura 
de  las  nieves  perpetuas,  Las  cimas  más  culminantes  suben  poco 
inásde3,ÜUÜ  metros  sobre  el  nivel  del  mar. 

Desde  el  alto  de  Paramillo  en  adelante,  la  cordillera  de 
que  tratamos  comienza  por  formar  una  breve  curva  hasta  su 
llegada  delinitiva  al  último  de  los  tres  farallones  del  Citara  ó 
del  Chocó,  que  estáa  colocados  enfrente  de  los  pueblos  de 
Andes,  Bolívar  y  Concordia,  hacia  su  parte  occidental.  Es 
bueno  advertir  que  en  el  mismo  c-erro  de  Paramillo,  un  ramal 
do  esta  montmla  se  desprende  hacia  el  lado  del  Pacífico  y  so 
deprime  muclio  cerca  do  San  Pablo,  para  elevarse  luego  y 
cotitiiiuar  su  carrera  paralela  á  la  costa  del  mar  Pacífico,  y 
constituir  lo  que  propiamente  debiera  llamarse  continuación 
'le  la  cordillera  principal  de  los  Andes  (1). 

Del  último  farallón  que  queda  en  frente  de  Bolívar  para 
afielante,  la  cordillera  toma  definitivamente  hacia  el  norte 
J^íista  enfrente  del  Barroso,  y  luego  se  eleva  considerablemente 
en  los  altos  t^an  Mateo  y  San  José.  Al  llegar  frente  al  pueblo 
de  Aiizá  vuelve  al  noroeste  y  se  levanta  oirá  vez  en  el  páramo 
del  Frontino  hasta  3, 400  metros.  Sigue  en  la  misma  forma  hasta 
el  cerro  de  la  Horqueta,  en  donde  da  nacimiento  á  dos  ramales. 

La  masa  madre  de  la  cordillera  continúa  invariablemente 
siael  setentrión  en  buscado  las  costas  del  mar, para  perderse 
en  ellas,  en  las  llanuras  de  Ayapely  en  las  cercanías  del  golfo 
de  Urabá* 

Desde  el  cerro  de  la  Horqueta  y  ya  enfrente  de  la  ciudad 


lO  Algunos  gctigrafíJH  (orniiiinn  en  cslo  punto  la  dtíscripción  de  los  Andes ; 
pero  uosolrot*  pensamos  que  la  depicsiun  aludida  no  debo  quitar  «ii  nombre  al 
gr«i  fiUtema  que  con  su»  caracteres  propios  recorre  la  América  setentrionaL 


-  26  - 

de  Antioquia,  el  eje  principal  de  esta  división  occidental  de  los 
Andes  pasa  por  Alegría»  Vejiga  y  Abriaquí,  y  forma  despu¿ 
el  Morrogacho  y  el  alto  de  Toyo, 

En  esta  última  cumbre  la  cordillera  sigue  siempre  al' 
norte^  y  alcanza  mucha  elevación  en  el  Paramillo  ó  alto  del 
Viento. 

Engruésase  prodigiosamente  en  estaparte,  constituyendo 
las  moles  elevadas  de  Tres  Morros,  Sasafiral  y  León.  Allí  so 
ramifica  en  forma  de  abanic^D,  siendo  tres  sus  brazos  principales , 
á  saber :  el  que  so  dirige  al  nordeste  por  entre  los  ríos  Cauca 
y  San  Jorge,  con  el  nombre  de  serranía  de  Ayapol,  y  se  pierde 
en  las  llanuras  de  este  nombre  ;  el  que  se  extiende  por  entre  el 
San  Jorge  y  el  Sinú»  llamado  serranía  de  San  Jerónimo,  va 
casi  paralelo  al  anterior  y  se  desvanece  en  las  extensas  llanui^as 
del  Estado  de  Bolívar ;  y  por  último,  el  principal  que  sigue 
al  norte,  separa  las  aguas  clel  Si  nú  de  las  del  León  y  forma  la 
sierra  de  Abibe  donde  se  hallan  los  altos  Carrizal;  Chigurudó, 
Garepa  ó  Carejía,  para  rematar  al  fin  en  la  orilla  del  mar,  bajo 
la  denominación  de  serranía  del  Águila,  ■ 

En  el  lugar  donde  la  cordillera  occidental  penetra  en  el 
territorio  antioqueño,  nace  una  montaña  que  con  sus  muchos 
ramales  ocupa  el  espacio  comprendido  entre  el  Cauca  y  el  San 
Juan.  En  estas  montañas  se  levantan  notables  eminencias  que 
llaman  la  atención,  ó  por  lo  gracioso  de  sus  formas  ó  por  su 
considerable  altura :  tales  son,  entre  otras,  la  montaña  del 
Oro,  los  altos  Santa  Isabel,  Cártama  y  Piedra,  el  alto  de 
Raya  y  dos  farallones  situados  cerca  de  las  orillas  del  Cau 

Desde  Quibd<>en  adelante  recibe  el  Atrato  varios  ríos  qui 
vienen  do  la  gran  cordillera  que  describimos.  Los  principal 
son  éstos :  el  NegüA,  el  Pune,  el  Bebaramá,  el  Bebará, 
Arquía,  el  Murrí,  el  Murindó,  el  Sucio  y  el  León  ó  Guacub 
De  estos  ríos  los  cuatro  primeros  son  exclusivamente  caucan' 
Del  Arquía  en  adelante,  todos  los  otros  corren  en  parte  p 
territorio  de  Antioquia ;  y  como  para  que  estos  ríos  tengí 
cauce  apropiado  y  vertientes  naturales  so  necesitan  montañas 
que  laa  suministren,  podemos  colegir  de  antemano  que  la 


-  27  - 


cordillera  ya  descrita  en  su  masa  principal,  engendra  necesa- 
riamente ramales,  fuertes  y  contrafuertes  que  toman  diversas 
direcciones  para  componer  físicamente  el  sistema  liidrográlico 
de  aquellas  regiones.  Esta  parte  de  la  Geografía  es  mal 
'  conocida ;  pero  trataremos  de  dar  sobre  ella  una  idea  siquiera 
aproximada. 

Así :  en  el  Plateado  se  desprende  una  cordillera  que  pasa 
porOcaidó,  inclinada  al  oeste.  En  esta  montaña  hay  otro  cerro 
nombrado  la  Horqueta,  diferente  deí  que  ya  mencionamos,  y 
másal  occidente  el  de  Ocaidu,  de  donde  salen  tres  brazos; 
uno  al  norte,  otro  al  ocaso,  que  termina  en  Bebará,  y  cl 
tercero  más  elevado  paralelo  á  la  cordillera  principal. 

La   cordillera   de  Ocaidó  contiene  los  altos   Palmitas, 

Palmar,  Nicasio  y  Pa varando.  De  Pavarandó  se  desprenden 

[dos  i'amificaciones,  una  al  naciente  y  otra  al  poniente,  la 

fprimera  de  las  cuales  se  une  al  primer  cerro  de  la  Horqueta,  y 

líi segunda  a  los  altos  Quiparado  y  Mujandó.  Kn  adelante,  la 

cordillera  de  Ocaidó  se  hace  paralela  al  río  Alrato,  y  es  rota 

jen  la  estrechura  de  Curbatá  por  las  aguas  del  río  Murrí. 

ISiguiéndola  hacia  el  norte  hasta  el  cerro  Chajeadó,  hallamos 

que  se  encuentra  con  una  prolongación  que  le  viene  de  la 

f Horqueta,  y  contribuye  con  ella  para  formarla  serranía  de 

iMuBinga  y  completar  de  esta  manera  la  grande  hoya  de!  Murrí 

'y  del  Mandó.  En  esta  cadena  de  Musinga  se  elevan  otros  dos 

eerrcKs  con  el  nombre  de  Paramillo  el  uno  y  de  Plateado  el 

otro,  y  además  ios  altos  Murindó,  Tuguridó  y  Tengamecoda, 

donde  tienen  sus  manantiales  los  ríos  del  mismo  nombre. 

En  el  cerro  Chajeadó,  la  cadena  que  venimos  siguiendo 
tl^de  Ocaidó  se  abre  en  dos  y  da  lugar  entre  sus  ramas  al 
valle  Amparado.  En  el  Monte  Carmelo  se  divide  en  numerosos 
contrafuertes  que  concluyen  en  las  márgenes  del  Sucio  y 
Murindó,  con  excepción  de  uno  c£Ue  prolongándose  hasta 
puenavista,  va  á  terminar  subdividido  en  las  selvas  del  Atrato 
y  el  Sucio.    ' 


CAPITULO  CUARTO 


Hidrografía 


Ríos.  —  El  Magdalena,  —  La  Aíieí.  --*  El  PiedrasbUncas  y  el  Rio 
Claro.  —  El  CocornL  —  El  Nare.  —  El  Caño  Colorado.  —  El 
San  Bartolomé  ó  Caño  Regla.  ^  El  Cimitarra  ó  San  Pablo,  — 
El  Cauca»  —  El  Chincfiina.  *-  El  Guacaica*  —  El  Honda  ¡/  el 
Tapias.  —  El  Pozo*  —  El  Arma.  —  El  Pobíanco.  —  El  Parce* 

—  El  Aurra.  —  El  San  Andrés.  —  El  Espiriiu  Santo,  —  El 
Cártama.  —  El  Piedras  ij  El  Mulato,  —  El  San  Juan  de 
oriente,  —  El  Arquia.  —  El  Murrí,  —  El  Sucio.  —  El  León. 

—  Lagunas  y  Ciénagas,  —  ís/a.s. 

El  sistema  hidrográrico  de  Antioquia  es  de  una  naturaleza 

peculiar.  Con  excepción  de  la  parte  del  Magdalena  que  le  toca, 

y  del  Cauca,  á  trechos,  casi  todos  esos  ríos  tienen  más  bien, 

por  mucha  que  sea  la  cantidad   de  sus  aguas,  aspecto  de 

torrentes  que  de  otra  cosa,  tales  son   la  velocidad  de    sus 

corrientes,  los  obstáculos  materiales  que  encuentran  á  su  paso 

y  la  inclinación  de  los  planos  que  recorren. 

Los  lagos  y  ciénagas  son  pocos,  de  corta  extensión  y 
de  mezquina  utilidad.  Otro  tanto  podemos  decir  de  las  islas, 
pues  apenas  merecen  tal  nombre. 

Describiremos  los  ríos  siguiéndolos  segiin  su  posición ^ 
^esur  á  norte  y  de  oriente  á  occidente 


El  Magdalena.  —  Este  río,  el  más  caudaloso  del  Estado 
y  también  de  la  Rejjíiblica,  es  antioqueño  desde  Buenavista, 
í^íi  la  desembocadura  del  río  de  La  Miel,  hasta  enfrente  del 
í^^eno  de  Bohorqucs,  cerca  de  la  ciénaga  Blanca.  Aquí  su 
tlirucción  es  nordeste  y  conHenc  algunas  islas  poqueñas,  de 
1^  cuales  unas  pocas  que  se  aproximan  a  su  ribera  izquierda 


—  30  — 

pertenecen  al  Estado*  Su  corriente  es  tranquila  y  se  navega 
con  alguna  facilidad  por  toda  clase  de  embarcaciones;  sus 
aguas  son  engrosadas  por  varios  ríos  y  riachuelos,  que  tienen 
casi  todos  una  dirección  oriental  y  descienden  de  los  Andes 
centi'ales  de  Antioquia  y  de  sus  ramificaciones. 

La  Miet  —  Nace  de  la  cordillera  central,  de  una  elevada 
eminencia  llamada  La  Picona;  -corre  primero  al  oriente  y 
luego  se  desvía  al  nordeste  hasta  su  reunión  con  e!  Samaná, 
con  el  cual  sigue  francamcnto  el  primer  rumbo  hasta  su 
desagüe  en  el  Magdalena-  Uecibc  desde  su  nacimiento  varios 
torrentes,  y  á  mitad  de  su  carrera  le  caen  las  aguas  del  Moro, 
unidas  con  las  del  San  Antonio.  En  su  cuarto  inferior  so  une 
con  el  Samaná  del  sur  ó  Timaná,  que  tiene  sus  orígenes  un 
poco  más  al  norte  en  los  páramos  de  San  Félix  y  de  Sonsón, 
y  endereza  su  camino  al  norte,  recibiendo  las  aguas  de  los 
ríos  Dulce  y  Venus.  Frente  á  la  publacinn  de  Naríñuó  Pocitos, 
el  río  Samaná  cambia  su  direc^^ión  al  nordeste  hasta  su  reunión 
con  el  de  San  Julián,  que  baja  del  cerro  de  las  Palomas,  y  de 
allí  eu. adelante  es  netamente  oriental  hasta  su  reunión  coa 
el  río  de  La  Miel,  un  poco  más  abajo  del  riachuelo  Mulato, 
cerca  de  Ledesraa.  En  este  último  trozo  recibe  por  su  banda 
meridional  los  ríos  Hondo  y  Claro.  Do  Lcde^ma  hasta 
Buenavista,  La  Miel  os  navegable  por  embarcaciones  menores. 

El  Piedrasblancas  y  el  Rio  Claro.  —  Un  poco  más 
abajo  del  anterior,  recilxs  el  Magdalena  el  riachuelo  Piedra»- 
blancas,  siempre  por  su  margen  izquierda,  y  todavía,  algo 
más  al  norte,  el  río  Claro,  de  mínima  importancia  por  el 
caudal  de  sus  aguas,  pero  célebixs  por  una  gruta  de  mármol 
quülo  íorma  un  puente  natural  lleno  de  caprichosa  belleza. 


El  Cocorná.  —  Este  río,  formado  por  el  do  su  nombre 
y  por  el  Claro,  sale  al  Magdalena  un  tanto  al  norte  del  preco* 
dente  y  entre  ól  y  la  desembocadura  del  Naro. 


—  31   - 


: 


El  Nare.  —  El  Naro  estó  formado  por  el  Samaná  del 
Qorte,  por  el  Rionegro  y  por  el  Ñus,  que  son  sus  corrientes 
elementales.  Como  cada  uno  de  ellos  tiene  bastante  signiíi- 

cación,  será  bueno  mencionarlos  por  orden.  Los  ríos  Caunzali 
Verde,  Melcocho,  Santo  Domingo^  Ccjcorná  (otro)  y  Dormilón 
itiunidüs,  que  toman  sus  vertientes  en  la  cordillera  central, 
desde  el  cerro  do  las  Palomas  hasta  enfrente  del  Peñol,  origen 
del  río  Caldera,    constituyen    por  su  reunión   el   Samaná 
dicho  del  norte^  que  mantiene  constantemente  una  dirección 
éste*aordesto.   Hacia  el   quinto    inferior   de    su    curso,    el 
Samaná  se  une,  antes  de  caer   sobro   el   cauce  del   Nare, 
por  bu  ribera  izquierda  con    el  Guatapé  (Balseadero),   que 
después  de   nacer  cerca   del   pueblo    del    mismo   nombre, 
cm*iquece  su  caudal  con  varios  torrentes  y  con  el  río  San 
Carlos,  para  seguir  invariablemente  al  levante.  Después  de 
juntarse  el  Guatapó  y  el  Samaná,  estos  dos  ríos  confluyen  al 
Nare,  un  pocu  arriba  de  la  Bodega  de  líemolino.  El  Naro 
propiamente  dicbo  tiene   lambii^n  su  origen  en  el  nexo  do  la 
cordillera  central  cerca  de  Pantatüllo;  se  dirige  al  nordeste 
habta  el  salto  de  Pérez,  abajo  de  Nudillales,  pasa  por  cerca  del 
Retiro,  Rionegro,  Marinilla  y  el  Peñol,  recibiendo  de  lino  y 
otro  lado  riachuelos,  torrentes  y  manaderos  de  poca  conside- 
ración, pero  muy  numerosos.  Del  salto  de  Pérez  en  adelante, 
d  Hionegro  cambia  su  nombre  por  el  de  Nare,  y  acrece  su 
iJíiportancia  fluvial  con  el  tiibuto  que  le  rinden  el  San  Pedro, 
Nusito,  San  Miguel  y  muchísimos  riachuelos  de  poca  impor- 
tancia. En  esta  última  parte  su  dirección  es  oriental.  El  río 
Ñus  nace  cerca  de  la  Quiebra,  un  poco  al  nordeste  de  Santo 
Domingo,  gira  al  sur-sudeste  y  recibe  por  uno  y  otro  nauco, 
entre  otilas  aguas,  las  del  Nusito  (otro),  Quebradona,  Conejo, 
Concepción,  San  Juan,  Socorro  y  Monos,  So  une  luego  con 
*J  Nare,  ya  cerca  del  Magdalena,  entre  el  pueblo  de  ese  nombro 
la  Bodega  de  San  Cristóbal.   El  Nare   es  navegable  por 
''^'aperes    hasta    Islitas,   por    embarcaciones   menores  hasta 
molino,  y  ha  sido  hasta  lioy  el  vehículo  principal  para  la 
comunicación  comercial  de  Antioquia. 


El  Caño  Colorado. —  Mas  al  norte,  y  Hicnipre  por  su  n 
hi  oceidenUí!,  cae  al  Magdalena  otro  riaclmelo  conocido 
ese  nombre  y  alimentado  en  sus  cabeceras  por  los  arroye 
Sabaletas  y  Caracas. 

El  San  Bartolomé  ó  Cano  Regla.  —  Este  es  un  ríd^?!? 
sale  del  alto  de!  Contento  sol>re  lacordillüraque  hemos  convenido 
en  llamar  central  de  los  Andes  colombianos,  oriental  antiu^ 
quena.  Le  tributan  sus  aguas  por  su  flanco  meridional  le 
riachuelos  San  Lorenzo  y  Dona  Ana,  y  los  ríos  Cupiná 
Alicante  reunidos,  mientras  que  por  su  ribera  izquierda  se 
unen  la  Candelaria,  el  río  Volcáji  con  el  riachuelo  de  la  Cruz7 
y  el  Hondo  con  el  Pescado,  Este  i'ío  lleva  su  curso  al  oriente 
es  navegable  por  un  corto  trecho  de  su  parte  inferior. 

El  Cimitarra  ó  San  Pablo, —  Desemboca  en  el  Magdalena 
fuera  del  Estado  de  Antioquia,  pero  la  mayor  parto  de  61  trs 
sita  por  tcriitorio  antioqueño.  Tiene  sus  fuentes  primers 
cerca  de  Remedios,  un  poco  al  sudoeste,  y  está  alimentado  ct 
sus  cabeceras  por  los  ríos  Ütü  elle.  En  esta  primera  parte  de 
su  camino  lo  entran  aguas  de  poca  significación,  de  uno  y  otro 
lado ;  pero  c^mo  su  curso  es  considerable,  llega  al  Magdalena, 
bastante  caudaloso.  De  la  serranía  de  Hemedios,  el  Taniar,  de 
mas  consideración,  que  viene  del  alto  de  su  nombre,  le  rinde 
sus  aguas  hacia  la  parte  inferior.  La  línea  trazada  por  el  rí| 
Cimitarra  es  por  extremo  irregular  en  cuanto  a  su  dirccc¡óa| 
pero,  atendido  el  resultado  final,  correal  oriente  en  su  tere 
superior  y  al  nordeste  en  la  parte  restante. 

Estudiados  supcrticiatmente,  como  acabamos  de  hacerle 
los  ríos  antioqucños  tributarios  del  Magdalcna,pasemos  á  trat 
en  el  mismo  sentido  de  lo^  afluentes  del  Cauca  por  una  y  oír 
de  sus  riberas,  empezando  por  dar  una  idea  general  de  este 
caudaloso  río. 


El  Cauca.  — El  Cauca  tiene  sus  fuentes  enti'c  Puraoé  y 
Haletará  en  la  laguna  de  las  Papas ;  vierte  para  el  accidente, 


I 


^  n  — 

mientras  que  su  hermano  tic  nacimiento,  el  Magdalena,  so 

desprende  á  la  parte  opuesta  para  torcer  luego  al  norte.  Uno 

y  otro,  después  de  varias  ¡^^(^xiones,  siguen  sensiblemente  al 

norte,  d^yando  la  cordillera  central  en  medio  y  recorriendo 

I      las  exlensas  hoyas  que  toman  sus  nombréis  respectivos. 

■  El  Cauca,  después  de  recorrer  el  fértil  valle  de  sn  nombre, 

H  «  antioqueño  desde  la  boca  del  Chiiichina  en  adelante.  De 

^Ba[uí  hasta  la  desembocadura  del  Pozo  se  rlirige  aproximada- 

^^^enteal  setentritm  ;  tlesde  el  Pozo  hasta  d  Arma  su  curso  es 

completamente  al  norte  ;  del  Arma  hasta  el   San  Juan,   al 

noroeste ;  del  San  Juan  hasta  Sabanalarga  \aielve  al  norte ; 

de  Sabanalarga  á  San  Andrés,    Valdivia  y  la  boca  del  Nechí, 

(orna  á  ser  nordeste. 

De  Chinchina  á  Poblanco,  el  Cauca  rueda  encajonado, 
rápido,  lleno  de  pedrejones  é  inadecuado  para  la  navegación, 
sii^  pei'mitir  paso  de  travesía  sino  en  rarísimos  punios.  De 
Potjlancx)  hasta  -Juan  García  presenta  mudanzas  alternativas 
d<i  mansedumbre  y  violencia,  dando  lugar  apenas  á  una  nave- 
gac^iun  parcial,  y  eso  en  embarcaciones  menores.  En  este 
pcdíixo  se  hallan  entre  otros  pasos  peligrosos,  los  de  Parco  y 
CajL'si  (le  Perro.  En  Juan  García  hav  un  notable  descenso,  v 
(leé^rlo  allí  hasta  im  poco  más  a!)ajo  de  Cáceres,  es  precipitado  y 
fut^ioso,  Luego  se  desliza  sereno  y  fácilmente  navegable  hasta 
su  desembocadura  en  el  Magdalena,  quo  tiene  lucrar  en  el 
punto  llamado  Tacaloa. 

El  Chinchíoá.  —  El  Chinchina  forma  parte  de  la  frontera 
*líí^  Bstado  por  su  extremidad  sur  con  el  del  Cauca  ;  nace  cei-ca 
*lc^  cráter  del  Ruiz  y  sigue  un  curso  sensiblemente  occidental, 
[COr\  ligerísima  inclinación  al  norte. 

El  Guacaica, —  El  Guacaica  mana  de  la  falda  occidental  dr 
lUi  *'Ordi llera  del  centro,  va  al  occidente  y  desagua  en  el  Cauca, 
lunidocon  el  anterior. 


El  Honda  yelTapias.    —  Estos  dos  ríos  reunidos  caen 
|[1  Uuca  con  el  nombre  del  segundo,  al  norte  del  Guacaica. 

3 


—  .14  — 

El  Pozo.  —  El  Pozo  tiene  sas  nacimientos  :  do  un  lado  en] 
el  paramo  de  Herveo,  con  el  nombro  de  Pocito,  y  de  otro,  en 
los  valles  altos  de  San  Félix,  con  el  nombre  de  San  Lorenzo. 
Uennidos  estos  dos  hacia  la  parte  baja  de  tíulamina,  llevan  sus 
aguas  al  Cauca,  casi  enfrente  de  Supía. 

El  Arma*  —  El  Arma  desagua  también  en  el  Cauca  y 
tiene  su  origen  en  los  valles  altos  de  San  Félix,  frente  á  frente 
de  los  nacimientos  del  río  Samaná.  Va  al  principio  al  noroeste 
habta  su  reunión  con  ol  rio  I^mtíUo  ;  pero  do  allí  en  adelantoJ 
su  carrera  es  enteramente  occidental.  Entranle  por  su  banda  I 
deivcha  los  ríos  Negrito,  Perrillo,  Sirgua,  Sonsón,  Áurea  yj 
Buey;  mientras  que  por  su  margen  izquierda  le  tributan  sus 
aguas  el  San  Félix,  Aguada  y  otros  de  menos  consideración. 
Entre  el  río  Arma  y  el  Pozo,  desagua  en  el  Cauca  el  riachuelo 
Pacora» 

El  Poblanco.  —  Esto  río  es  do  poca  consideración; 
desciende  délas  alturas  de  San  Miguel ,  correal  sur  y  desem- 
boca en  el  puerto  de  Caramanta. 

Este  alto  de  San  Miguel  y  las  cordilleras  aledañas  dan 
nacimiento  a  un  sistema  de  aguas  trilmtarias  del  Cauca  y  deL 
Magdalena.  Así,  mientras  el  Uionegru,  que    nace  en  cst 
serranías,  toma  la  derecera  ya  indicada  para  desaguar  en  ell 
Magilalena,  con  el  nombre  do  Nare,  y  mientras  el  Poblanco] 
sigue  directamente  al  sur,  como  se  ha  dicho,  para  rendir  su 
caudal  de  aguas  al   Cauca,   el   Porce,    naciendo  a  la  parto 
opuesta  del  mismo  cerro  de  San  Miguel,  rueda  por  un  largo  ^ 
espacio  inclinado  al  noroeste  hasta  lanzarse  al  Cauca  en  el] 
puntn  llamado  Nechí* 

El  Porce.  —  Vierte  del  altu  de  íSan  Miguel,  y  con  el  nom?l 
bre  de  río  de  Medellín  baja  resueltamente  al  norte;  primero, ^ 
por  el  vallecito  dir  Caldas,  y  luégn  por  el  de  Aburra  u  Medellín. 
Cuando  llegad  Bello  cambia  en  nordeste  esta  primera  direc-j 
ción,  hasta  dar  ea  su  punto  de  confluencia  con  el  Cauca  en 


Nechí.  Después  de  dejar  á  Bollo,  pasa  cerca  de  Capacavana, 
JirardoU,  Barbosa,  Amalfi  y  Zaragoz:^,  recibiendo,  tanto  por 
la  derecha  como  por  la  izquierda ,  ríos  y  arroyos  que 
circunstanciaremos  un  poco  do  sur  á  norte,  según  el  orden 
(le su  posición  respectiva  y  en  razón  de  su  importan eia. 

Por  la  banda  oriental  recibe  los  riachuelos  Miel  de 
Caldas,  Doctora,  Ayurá,  Bocana,  Copacavana,  Ovejas, 
Dü8  Quebradas,  Aguasclaras,  Porcecito,  Cancana,  Caracoli, 
líiachun,  Trinitacita;  Mata  (fürinado  por  el  de  este  mismo 
uombrc,  el  Maní,  el  Pocoró  y  el  Tinita);  Bagre  (otro),  fomiado 
porelTigüí  que  viene  de  Guamoró,  Cañaveral,  Puna,  el 
de  su  nombre  y  el  Pocuné,  Más  abajo  del  río  Bagre  caen  al 
Porce  el  Hebilla,  Lallana  y  el  riachuelo  Santa  Lucía,  límite 
nordeste  tie  la  frontera* 

Por  la  banda  occidental  tributan  sius  aguasal  Porce  los 
rios  y  riachuelos  Salada,  Valeria,  Dona  María,  Iguana,  Ctarrfa, 
y  el  Grande,  cuyo  principal  anuente  es  el  río  Chico.  Además, 
Quebradona  y  Guadalupe;  y  el  Nechí,  que,  tomando  sus 
primeros  manantiales  al  norte  de  Santa  Rosa,  está  constituido 
p^relTenche,  San  Alejandro,  Pajarito,  Cañaveral,  San  Julián, 
Soledad,  Medialuna,  Tamí,  Anorí,  Tcnchebravo,  la  Cruz  de 
Cáceresy  San  Juan.  Más  adelante  de  la  boca  del  Nechí  ó  Dos 
Bocas»  se  unen  con  el  Porce  el  riachuelo  San  Andrés,  el 
Joba  y  el  Caserí, 

Aunque  son  muchos  más  los  aíluejites  de  esta  arteria 

aiitioqueña,  dejamos  algunos  sin  mención  especial  por  no 
entraren  ponnenoros  difíciles  de  retener.  Bastará  agregar, 
como  complemento  y  como  ratilicación,  que  las  aguas  déoste 
rf^tComo  casi  todas  las  del  Estado  de  Antioquía,  curren  con 
cna  ra[>idez  espantosa  ;  que  un  poco  más  abajo  do  Barbosa,  y 
en  el  puente  entibe  Carolina  y  Ainalfi,  tiene  dos  cataratas  de 
alputia  consideración;  que  su  cauce  y  sus  orillas  son  eminen- 
temente auríferas,  así  como  también  el  lecho  y  las  riberas  de 
lo3  riachuelos  rpic  se  le  reúnen  en  su  camino.  Este  río  es  el 
gnm  depósito  aurífero  de  Antioquia. 


-^  3G  — 

El  Aurra.  —  Riachia-lo  que  desemboca  casi  enfrento 
de  Aiitioquia. 

Cnrdül>a,  Sacaojal,  Juan  García,  Papayal,  Lucía,  Rodas, 

Naranja!,  Honda,  Cuevas,  Tugugané  y  líemartín,  seguidos 
de  sur  a  norte,  son  riachuelos.  ^j 

El  San  Andrés*  —  Nace  cerca  del  páramo  de  Santa  Inés, 
pasa  por  Castrillón,  Cuerquia,  San  Andrés  y  desemboca  frente 
de  Rodas,  un  poco  arriba  del  Ituango,  que  desciende  del  lado 
opuesto* 

ElEspírilu  Santo,—  líío  formado  por  el  út^t^u  nombre,  el 
Socavones  y  el  Oro»  con  los  riachuelos  Estancias,  Cúcercs, 
Corrales,  Tamaña  y  San  Isidro. 

Por  la  banda  del  ocaso  reciljc  el  Cauca  :  el  Arquía, 
riachuelo  que  forma  parte  de  la  frontera  con  el  vecino  Estado 
del  Cauca. 

El  Cártama.  —  Tiene  su  bomóninit)  en  las  vegas  de 
Granada  de  España,  y  es  alimentado  por  los  ríos  Frío,  San 
Antonio,  C!an>  (otrn)  y  C*)nde. 

El  Piedras  y  el  Mulato  siguen  después  y  son  do  poca 
consideración. 

El  San  Juan  de  Oriente,  —  Lo  bautizamos  de  esta 
manera  para  distinguirlo  de  otro  de  igual  nombre  que  vierte 
do  las  mismas  cumljres,  pero  que  sigue  al  occidente  y  desagua 
en  el  Pacílico,  El  San  Juan  recibe  sus  primeras  aguas  de  los 
altos  de  Paramillo,  y  se  c-onoce  al  principio  con  el  numbro  de 
rio  Üocat6,y  aumenta  en  seguida  con  los  triljutarios  siguientca : 
ríos  Jurgo  y  Salado ;  riachuelos  Santa  Bárbai*a  y  Santa  Rita,  y 
ríos  Tapartó  ó  Taparo,  Guadualejo,  Pedral  y  Quebradona  SH 
Bolívar.  Su  nllimo  afluente  es  el  Dar  roso.  ^ 

Del  San  Juan  para  el  norte  caen  al  Cauca,  entre  otras, 
las  siguientes  aguas :  Conná,San  Mateo,  Anzá,Noque,Tonusco, 
Buriticá,  Clara,  Purgatorio,  Ced ral,  Renegado,  Peque  ó  Pequí, 


—  37  — 

Playagrande,  Cortaderal,  Ituaiigo  y  Taraza,  éste  formado 
por  los  ríos  Urales,  San  Agustín,  San  Matías  y  por  los 
riachuelos  Siritabé,  Santa  Bárbara  y  Posesiones,  Después 
del  río  Taraza,  desaguan  en  el  Cauca  oí  Man,  el  Caño  del  Barro 
y  un  canal  de  la  ciénaga  de  San  Lorenzo,  h'mite  coa  Bolívar* 
Veamos  en  fin,  para  completar  este  cuadro,  parte  de  los 
afluentes  del  Atrato  en  sus  relaciones  con  Antiuquia. 

El  Arquía  (otro).  ^^ — ^líío  antioqueño  en  sus  cabeceras,  que, 
como  ya  vimos  hablando  de  límites,  nace  en  la  cordillera  tle 
ftaiitló  y  sirve  en  parte  de  línea  divisoria  con  el  Estado  del 
Cauca. 

ElMurrí.  —  Nace  en  los  cerros  Plateado  y  Horqueta,  y 
reaulla  en  su  principio  de  la  unión  del  Penderisco,  el  Pavón  y 
el  Urrao.  Poco  después  de  pasar  frente  al  pueblo  de  este 
ultimo  noml>re,  se  lanza  al  valle  de  Mmu'í,  recibiendo  á  su  paso 
los  ríos  Encarnación,  San  Juan  v  Nendó,  De  Murrí  en  adelante 
Ic  anuyen,  entre  otros,  por  su  parte  izquierda,  el  Mandé, 
Quiparadó  y  Jarapetó,  y  por  la  derecha  el  riachuelo  Murrí, 
elrío  Garanta,  el  Chaquinoilá,  Chumurro,  Tausí  y  Curbata. 
Mfc  lejos  sale  del  Estado. 

El  Sucio.  —  Su  origen  está  en  la  parte  alta  de  la  sierra 
de  Abriaquí  y  en  el  cerro  de  la  Horqueta,  Su  curso  es  noroeste 
y  (^stá  formado  en  sus  cabeceras  por  los  ríos  Frontino,  Nore  y 
Caíiasgordas.  Al  Sucio    entran  por  ambos  lados  numerosas 

^ corrientes  de  agua,  que  serán  niinuciosamento  descritas  al 
tratar  de  Frontino  y  Cañasgordas. 
El  León,  Guacubá  ó  Apurimiandó.  —  En  el  golfo  de 
Urabá,  cerca  de  Turbo,  desagua  el  río  conocido  con  los  tres 
noRibrcs  anteriores  ;  tiene  sus  primeras  fuentes  en  el  Paramillo 
ó  alto  del  Viento»  Este  caudaloso  río  se  halla  formado  en  su 
principio  por  el  Leoncito,  el  León  y  el  Apurimiandó,  y  recibe 
después,   tansolo  por  su  ribera  derecha,  los  tributarios  sí- 


—  38  — 

guien  tes  :  Antadó,    Porroso  y   Bamadó;     Jaracó»    Guapia,] 
Tiborodó,  Manatizaies,  Cliigorodó,  Carepíi  ó  Carejía  etc.,  etcJ 
En  eete  parte  baja,  las  a^ias  forman  ua  sistema  ó  eni^ejaílc 
do  caño6,  tcxlos  ellos  navcfrables ;  caños  que  eírtán,  aunque 
no  parezca  justo,  fuci'a  del  Estado  de  ^Vntioquia, 

Los  ríos  Siiiú  y  San  Jc»rge  se  conexionan  con  olEetado  por 
su  parte  alta ;  pero  su  curso  general  i>ertenece  al  de  Bolívar  J 
Conquistadoi*es  de  Antioqula  exploraron  y  ganai*on  la  mayoí 
parte  de  las  tierras  altas  del  áinii ;  y  si  el  derecho  deconquist 
fuera  una  razón  euficiente  de  propiedad,  eeta  seoción  debíer 
eer  anUaqueña, 

Tanto  en  la  parte  gráfica  de  las  montañas,  como  en  los  ríe 
hemos  dejado  de  introducir  lo  que  propiamente  habianilo  d€ 
biera  llamarse  izarte  científica  de    la   Geografia.    Así,  poi 
ejemplo,  tratando  de  cordilleras  debiéramos  haber  puei$to 
cada  inflexión  montañosa  su  extensión  ,  á  cada  mole  su  pe^ 
a  cada  dma  su  altura  barométrica,  a  cada  valle  su  profundi-J 
dad ;  y  tratando  de  los  ríos  debiéramos  haber  asignado 
plano  de  inclinación  respectiva,  lacorrientepropia,  la  velocidad 
mediada  las  aguas,  la  profundidad  a  distancias  y  la  longrtt 
de  !a  línea  recorrida.  No  lo  hemos  hecho  así,   porque  lo  invc 
ligado  hasta  el  prasonte  no  da  garantías  de  extictitud,  7  por 
como  no  escribimos  para  sabios,  sino  sólo  para  la  masa  genera 
4e  la  población,  liemos  creído  que  estas  indicaciones,  á  fall 
de  otras  mejores,  estimularán  ©1  espíritu  de  investigación 
producirán  trabajos  de  mayor  aliento  y  de  mils  provecho. 

Lifionas  j  Ciénagas.     -  Tienes  el  Estado  algunas  agm 
s,  peix»  su  cantidad  no  es  muy  considerable.  3!eii« 
narcmos  algtmaa» 


San  Lorenio.  —  Este  reducido  lago,  llamado  popul 
¡mrnti^  ciénaga»  está  sitnado  en  la  extremidail  norte  del  tet 
lorio,  y  tendrá  poco  más  6  menos  ilos  miriámetros  de  largo 
como  cinco  kilómetros  do  anchara.  Desagua  en  el  Canea  ^ 
mi  OA0  7  ra  riquísimo  an  pwm. 


Ciénaga  del  Man.  — Junto  ala  boca  de  aquel  río  hay  una 
Julieta  como  de  cinco  kilómetros  do  largo. 

Ciénagas  del  bajo  Cauca,  —  En  las  inmediaciones  de 
la  reunión  de  este  río  con  el  Ncchí  hay  varias  lagunetas,  por 
cuanto  la  configuración  del  terreno,  propia  para  detener  las 
comentes,  se  presta  mucho  á  su  formación.  Su  importancia 
no  es  grande. 

Poza  y  Pura.  —  Son  dos  lagunas  que  se  comunican  con 
el  río  San  Bartolomé.  La  primera  tendrá  aproximadamente 
cinco  kilómetros  de  largo,  y  dos  y  medio  de  anchura ;  mientras 
la  segunda,  bastante  más  grande,  puede  alcanzar  á  un  miriá- 
metro  de  largo,  y  á  la  mitad  en  su  anchura. 

Ciénaga  adentro,  —  Tendrá  un  miriámetro  do  largo,  y 

cinco  kilómetros  de  anchura. 

Barbacoas.  ^  Escomo  la  mitad  de  la  anterior  en  extern 
sión,yde  forma  casi  circular, 

Sardinita.  —  Está  compuesta  por  tres ;  su  mayor  largo 
s^ráde  un  miriámetro,  y  su  parte  más  ancha  tendrá  de  dos 
á  tres  kilómetros. 

Blanca.  —  Cercana  y  paralela  al  Magdalena,  de  forma 
oblonga,  de  dos  miriámetros  de  largo,  y  como  la  mitad  de 
ancho,  se  halla  en  comunicación  con  el  Magdalena.  En  el 
páramo  de  San  Félix  hay  una  reducida  laguna,  en  donde, 
como  ya  dijimos,  tienen  su  nacimiento  los  ríos  Arma  y 
Samaná. 

Al  pie  de  la  nevera  del  Ruiz  hay  dos  lagunetas,  en  cierto 
modo  unidas,  que  sirven  de  origen  al  Chinchiná  y  al  Gualí, 
Ambas  tienen  la  particularidad  de  estar  á  grande  altura  sobre 
ol  nivel  del  mar,  y  rodeadas  por  breve  lindíiíima  planta  de 
[forma  estrellada  y  color  verde  luciente,  que  tapi^sa  el  campo  de 


-^  40  — 

una  manera  vistosísima  y  que  parece  pertenecer  á  la  familia 
de  las  gramíneas*  Las  raíces  de  esta  planta  se  enredan  y 
entreveran  unas  con  otras  de  un  modo  casi  inextricable,  y 
forman  un  tejido  tan  denso,  sólida  y  compacto,  que,  á 
trechos,  aunque  estén  sobrenadando,  se  puede  pasar  por 
encima  de  ellas  sin  temor  de  hundirse  en  el  agua. 

En  la  loma  Hermosa,  cerca  de  Evéjico,  hay  una  lagunilla 
tan  pequeña  como  graciosa  por  su  forma,  en  la  cual  viven 
ordinariamente  dos  patos. 

Estos  son  los  solos  depósitos  de  agua  dulce  que  se 
hallan  hoy  en  el  país,  donde,  según  las  teorías  del  señor 
Codazzi,  no  hubo  en  épocas  remotas  sino  lagos  profundos  yj 
vastos  con  islotes  de  distancia  en  distancia. 


Islas,  —  En  el  río  Cauca  hay  dos  islas,  una  habitada  y 
otra  desierta,  llamada  aquella  Guarumo  y  estotra  liionuevo. 
En  el  mismo  río  hay  otra  islita  frente  a  Cáceres,  formada 
por  el  Taraza  en  su  desembocadura,  y  junto  al  pueblo 
de  Anzá  existe  la  isla  de  Mosquito.  Los  islotes  que  se 
hallan  en  el  resto  del  Cauca  y  en  la  parte  del  Magdalena,  son 
ó  muy  pequeños  los  unos,  ó  transitorios  y  periódicos  los 
otros,  en  razón  de  las  corrientes;  pero  tanto  los  grandes 
como  los  chicos  son  sumamente  feraces  y  útiles  para  el 
cultivo. 


CAPITULO  QUINTO  (1) 


Meteoros  é  higiene 


Esiüciones.  —  Rayos  y  truenos.  —  Exhalaciones.  —  Humedad  del 
aire.  — Luz,  —  Nieve.  —  Granizo,  —  Nieblas  y  arreboles.  —  Arco 
Iris.  —  ElectricidsLd.  —  Temperatura  tropical  en  las  montañas 
y  en  los  valles.  —  Termómetro  vegetaL  —  Cambios  de  tempera- 
tura. —  Temperatura  máxima  y  minima.  —  Distribución  de 
lé$  localidades  con  relación  á  la  salud. 


Estaciones*  —  Las  estaciones  se  suceden  de  la  misma 
nianera  que  en  la  mayor  parte  de  la  Zona  Tórrida ;  esto  es,  se 
<^onoccn  dos,  verano  é  invierno  ;  la  última  cuando  llueve,  y  la 
otra  cuando  deja  de  llover. 

Los  meses  de  lluvia  en  Antioquia  principian  á  mediados 
Je  Marzo  y  terminan  á  mediados  de  Junio,  para  comenzar 
luego  ha^ia  la  mitad  de  Setiembre  y  acabar  en  los  primeros 
ílfas  de  Diciembre ;  pero  esta  regla  está  sujeta  á  numerosas 
variaciones,  pues  con  frecuencia  se  invierten  los  tiempos, 
volviéndose  lluviosos  los  días  de  verano,  y  viceversa.  A  veces 
el  año  es  húmedo  en  su  mayor  parte,  y  en  ocasiones  notable 
por  su  excesiva  sequedad*  Muchos  de  los  viejos  habitantes 
del  país  creen  haber  observado,  y  aun  lo  afirman  por  la 
tradición  de  sus  mayores,  que  los  tiempos  de  lluvia  abundante 
y  de  gran  sequedad  están  divididos  por  períodos  casi  fijos 
^^  siete  á  ocho  años.  Nos  parece  que  tienen  razón. 

(t)  Los  meteoros  ó  fenómenos  físicos  que  se  veHíican  en  la  atmósfera,  no  ban 
*'<lo  todavía  estudiados  con  delenciún.  Entre  los  datos  escaaos  que  sobre  este 
punto  existen,  pueden  solamente  llamar  la  atención  los  recogidos  por  el  inte- 
íigeate Joven  Tomás  Herrán.  Colocamos  al  pie  de  este  capítulo  un  resumen  de 
?llo8  para  darle  mediano  í!arácter  científico. 


-  42  — 

Faltan  observaciones  para  saber  á  punto  fijo  la  cantidad 
media  de  aguas  que  cae  por  año  en  los  diversos  circuitos  del 
Estado;  pero  se  puede  asegurar  que  en  los  inviernos  fuertes 
los  aguaceros  son  torrenciales,  y  que  entonces  los  ríos  y  los 
raudales  se  salen  de  madre  y  causan  muellísimos  daños,  y  que 
las  pocas  y  malas  vías  de  comunicación  se  ponen  casi 
intransitables. 

Con  harta  frecuencia,  la  lluvia  viene  acompañada  de 
fuertes  huracanes  y  borrascas,  ocasionados  por  la  tui'bación 
repentina  del  equilibrio  vn  el  aire  embarazado  en  sus  moví* 
mientos  por  los  altos  muros  de  cordilleras  que  lo  encierran. 

Rayos  y  truenos.  —  El  rayo  y  el  trueno  se  desalan  con 
alguna  frecuencia,  principalmente  sobre  las  altas  montarlas 
cruzadas  por  filones  metalíferos.  Tanto  estos  fcnümenos,  como 
los  huracanes  y  lluvias,  son  más  comunes  liacia  la  parte  del 
ocaso,  que  en  el  centro  y  en  el  oriente  del  territorio. 

Exhalaciones.  — Con  muchísima  frecuencia,  durante»  la 
noche,  se  ve  la  atmósfera  iluminada  por  exhalaciones  que 
entran  en  combustión,  y  que  atraen  la  curiosidad  del  pueblo 
por  su  airosa  manera  de  mostrarse. 

Humedad  del  aire.  —  La  humedad  del  aire  es  muy 
variable  :  en  los  valles  profundos,  en  las  cercanías  de  los 
bosques  vírgenes  y  en  las  orillas  de  los  grandes  ríos,  es  por 
lo  común  intensísima.  En  las  grandes  alturas,  en  los  sitie 
abiertos  y  en  los  parajes  bien  cultivados,  reina  por  lo  regular 
mucha  sequedad  en  el  ambiente. 

Luz.  —  La  luz  es  brillantísima;  y  se  puede  decir 
tanto  en  el  invierno  como  en  el  verano,  el  cielo  de  Antioquiai 
diáfano,  claro,  hermoso  y  espléndido. 

Nieve.  —  No  hay,  como  hemos  dicho,  nieve  perpetua 
én  ninguna  de  las  montañas  antiociueñas;  pero  en  las  elevadas 
eminencias  basta  un  corto  descenso  de  la  temperatura  para 
que  el  agua  se  congele  parcialmente. 


^  43  — 

Granizo.  —  Eo  esas  misrnas  alturas  y  aun  cd  otrae 
menores,  sucede  que  en  ciertos  mcsos  del  año»  en  la  Cí^tación 
délas  lluvias,  de  repente  la  atmósfera  se  cubre  de  espesas  y 
negras  nulies  cargadas  de  electricidad,  el  frío  aumenta ,  el 
granizo  cae  en  abundancia  y  deja  los  campos  cubiertus  de  una 
cap  blanca,  por  muchas  horas  y  hasta  por  días,  cauyamlr) 
gravísimos  daños  en  las  sujocntoras. 

Nieblas  y  Arreboles.  —  Cou  Jbastante  frecuencia  la  tieri'a 
(le4jpiiJc  copiutíus  vapunvs  de  agua,  Sívbre  todo  durante  las 
Qoclies  y  mañanas;  y  esto  especiabxiente  en  los  terrenos  bajos, 
húmedos,  cubiertos  de  boscjues  y  atravesados  por  rí(js  y 
tórrenles.  Esos  vapores  se  elevan  pesadamente,  se  extienden 
portas  llanuras,  coronan  las  cordilleras,  giran  luego  en  dife- 

I  reiites  direcciones  en  la  atni»')sfera  y  causan  una  o^jacidad 
tmnsitoria,  hasta  que  bien  pronto  son  disucltcs  por  los  rayos 
ai'Jieutesde  un  sol  üNjpicaL  En  las  turdes,  cuando  el  si>l   se 

[oculta  y  es  seguido  por  el  crepúsculo,  así  como  a  la  prima  fiel 
alba  cuando  se  levanta  sobre  el  horizonte,  los  diferentes 
cambios  de  luz  reflejada  n  rota  por  la:^  nubes  y  montanas  sobre 

¡que ellas  se  posan,  forman  arreboles  vistosísimos  y  escenas 

'  aéreas  llenas  de  encanto  y  majestaiL 

Arco  Iris,  —  Por  efecto  de  disposición  peculiar  á  la 
topoíírafía  que  nace  de  la  colocación  de  las  montanas,  ese 
fenómeno  se  presenta  casi  diariamente  en  la  estación  del 
|Í£Yiemo,  completo  la  mayor  de  las  veces  y  aun  doble  en 
nones. 

Electricidad.  —  Los  fen»'unenos  eléctricos  y   electro- 

ígalváiiicos  en  cada  circuito  del  Estado,  son  desconocidos  en 

ftTOnto  á  eru  intensidad,  variaciones  y  manera  de  ser  especial. 

Sin  embargo,  como  dato  para  el    estudio,   debemos  avanzar 

luc»]of3  depósitos  ó  hacinamientos  de  hierro  imanado  en  ciertos 

lugares,  como  en  las   cercam'as   de  Santo  Domingo,   en   la 

fcoHiüera  de   las  Palmas   etc.,  parecen  atraer  el  rayo  con 

eficacia  y  fuerza,  porque  en  esos  sitioe  las  tempestades  son 


—  44  — 


comunes  y  violentas.  La  centella  eléctrica  produce  desgraci 
numerosa'5,  sobre  lodo  en  la  cima  de  las  montañas,  en  dond 
causa  con  su  choriue  la  pérdida  de  personas  y  bestias  por 
muerte  súbita.  En  las  faldas  de  las  cordilleras  y  en  los  valles 
profundos,  estas  degracias  son  más  raras,  porque  entonces 
la  descarga  del  fluido  parece  electuarse  en  regiones  muy 
elevadas  de  la  atmósfera,  y  ei  fogonazo  eléctrico  se  consume 
y  disipa  antes  de  llegar  á  la  superllcie  del  suelo, 

Nos  ha  parecido  que  cuandíj  dos  nubes  cargadas  de 
electricidad  contraria  é  impulsadas  en  sentido  oput^sto,  llegan 
á  chücarse,  el  rayo,  como  de  ordinario,  sigue  immt?tliutamente 
al  golpe,  y  continua  la  tempestad  ;  pero  hemos  creído  notar 
también  que  si  entonces  la  temperatura  baja  rápidamente  y 
hay  descenso  de  granizo,  el  peligro  cesa,  porque  la  tempestad 
desaparece  como  por  cucan  lo  y  el  fenómeno  concluye  por  un 
copioso  aguacero. 

De  lo  que  hasta  aliora  se  ha  diclio  sobre  la  configuración 
del  Estado,  se  puede  c^^legir  fácilmente  que  siendo  éste  una 
comarca  ti*opical,  presentando  muchísimos  contrastes  de 
formación  física,  y  teniendo  en  grado  supremo  un  laberinto  de 
altas  montañas  y  de  valles  profundos,  su  temperatura  debe 
variar  infiniUimcnte,  yendo  de  un  extremo  á  otro  del 
termi'mieli'o,  á  medida  que  se  cambia  de  nivel  con  respecto  á  la 
superficie  del  mar. 

Temperatura  tropical  eo  las  montañas  y  en  los  vallas. 
—  En  las  altas  cumbres,  como  la  mesa  de  Herveo,  el  páramo 
de  San  Félix,  el  Paramillo,  Ovejas,  8an  José  etc»,el  frío  es  á 
veces  intenso,  mientras  que  en  las  orillas  del  Cauca,  del 
Magdalena,  del  Porce,  del  Sucio  etc.,  el  calor  es  abrasador. 

Termómetro  vegetal.  — Por  regla  general,  el  agrupamieni^H 
de  ciertas  plantas  puede  servir  de  termómetro  para  medir  e* 
grado  de  temperatura  en  cada  localidad .  Eíi  los  valles  hondos,  cl 
granadilU*, el  guayacan,  el  ceibo,  el  mamey,  el  níspero,  el  atapote 
y  el  algarrobo;  en  las  parles  medias  de  las  faldas  montañosas,  cl 
cedro,  el  caunce,  la  quina,  el  quimulá,  cl  barcino  y  el  oncenillo; 


•  4r> 

ea  las  cimas  de  las  cordilleras,  el  pino,  el  chaquiro,  el  roble  y 
elchiloo ;  en  las  eminencias  todavía  más  elevadas,  el  mortifto, 
el  zumaque,  las  gramíneas  y  el  frailuj un.  lie  aquí  los  medios 
U'entes  y  naturales,  aunque  sujetos  a  algunas  excepciones, 
"ípara  presumir  el  grado  de  calor  de  cada  sitio.  Esta  verdad  lia 
senido  de  base  para  fundar  el  ramo  déla  bolánica  conocido  con 
el  nombre  de  Geografía  de  las  plantas,  ramo  ímportantísioio 
para  la  industria  en  general  y  especialmente  para  la  agricul- 
Uira  de  los  Trópicos. 

Cambios  de  temperatura.  —  Se  puede  asegurar  tjue 
ííubicndo  ó  bajando  unos  pocos  a,*ntenares  de  metros  cnaltui'a 
Sührc  el  nivL^l  del  niar,  todo  ser  organizado  disfruta  en  este 
múo  de  influencias  ambientes  distintas*  Con  el  solo  acto  de 
moverse  un  poco,  se  puede  conseguir  en  Aalioquia,  y  eso  en 
un  mismo  día  y  en  el  espacio  de  pocas  horas,  el  efecto  físico 
^ILte  por  el  cambio  de  estaciones  se  obtiene  en  las  zonas  frías 
y  templadas,  en  el  trascurso  de  algunos  meses.  Esta  circuns- 
tancia encierra  en  sí  un  poderoso  medio  para  el  restableci- 
miento de  la  salud  alterada,  y  es  además  una  causa  poderosa  y 
g^uuina  para  variar  hasta  lo  infinito  las  producciones  natu- 
nilesde  los  reinos  veííetal  y  anijnal. 


Temperatura  máxima  y  mínima.  —  Si  tomamos  como 
t'jemplo  la  temperatura  de  Antioquia,  cerca  del  río  Cauca,  que 
es  de  27  grados,  una  de  las  más  altas,  y  la  comparamos  con  la 
d^^ Santa  liosa  que  es  de  logrados  y  una  de  las  más  bajas  on 
lo**  puntos  habitados  del  país,  veremos  que  en  las  alturas 
intermedias  el  termómetro  deberá  necesariamente  caiidiiar 
<^íi su  escala  por  una  alternativa  y  rigurosa  gradación.  Sin 
embargo,  no  son  estos  dos  los  puntos  extremos  de  frío  y  do 
^lor,  porqu.*  lugares  hay,  como  la  mesa  deHerveo,  en  que  el 
termómetro  señala  5  ó  G  grados,  y  otros  en  el  bajo  Cauca 
^Tiqiie  la  temperatura  puede  ascender  mucho  masque  á  il 
grados. 

Determinamos  en  el  curso  de  esta  obra  la  temperatura 


-r-,48  — 

compuso  sobr€iJéí''^i^^^^^  hasta  qu 

Gómez,   do  la  Universidad  de  Bogotá, 
detención  en  todas  sus  variedades  y  le  ha 
raleza  una  degeneración  pigmentaria  de  1j 

La  disenteria  epidémica  se  ceba  de  ti 
fuerza  sobre  todas  las  poblaciones  indist 
más  bien  las  fiebres  tifoideas,  causan  gr 
siones ;  y  el  cáncer,  por  desgracia,  con  si 
ble,  específico  é  infaliblemente  mortal, 
individuos  y  aun  familias  enteras. 

Tal  vez  pudiéramos  extender  nu( 
sobre  el  último  asunto  ;  pero  las  particul 
mejores  para  formar  el  tema  de  estudios  d< 


OBSERVACIONES    meteorológicas    hechas  ^'^edellin     '^ 
po«  BL  8b5oh  TOMis  rerrAn  kw  LOS  aSos  DE  1875,  1876,  1877,  1878 

I 


MEwSES 

1875 

1876 

1877 

187H 

T»'rtniijii.-i 

(m*il  ú-i 
nienáiuilics 

Enero.  ...... 

rni». 

039. OK 

mili, 
638.93 

iiiin. 

639  31 

rnrri . 

639-03 

[nnu 
639.08 

Febrero.    . 

639.20 

639.41 

638.95 

639.05 

63),  15 

Marxo,  .    . 

639.31 

039.00 

638.93 

639.08 

639.08 

♦Abril,    . 

G39.Üí; 

639,36 

638.77 

639.25 

639.27 

'Mayo, 

639.11 

639.46 

638.69 

639.41 

639,33 

•Junto.    .    , 

639.79 

639.79 

639.7! 

639.66 

639.74 

Julio.    .    . 

639  79 

639.51 

639-13 

639  41 

639-41 

Agosto, 

t>39.96 

639.4  i 

639.08 

610.17 

639.65 

♦Seiiembre. 

C39  85 

639.10 

639.49 

639  66  , 

639.53 

•Octubre,   .         .    *     . 

635).  5t) 

639  54 

639  39 

639  18 

639.  i  2 

•Noviembre.    .... 

639.20 

638  74 

639  OH 

638.88 

638.98 

Diciembre 

639.46 

639.18 

638,64 

638.47 

638  94 

Términos  medios.     . 

639.5:. 

639.29 

639.10 

639.27  ' 

639,  ;jo 

- 

II 

MESES 

1875 

1876 

1877 

1878 

Tt^i-inínos 

medios 
meiHii  «teat 

Gnoro 

21^6 
íl.l 

1907 
20,4 

2108 
22,2 

23^ 
24.2 

2VÓ5 

2L9 

Vebrero.    ..... 

Marzo 

^21.3 

20:2 

22  2 

23.8 

21.9 

•Abril 

21.4 

20.4 

2t.9 

22.8 

21.6 

*Mayo    ,...♦. 

20.5 

20  6 

22.6 

22.6 

2t  6 

•Junio.    .     ,          ,          . 

20.2 

22.0 

22  3 

22.3 

21.7 

Julio*    .... 

21.3 

20.8 

22  1 

22.0     ' 

21,6 

Agosto.      ..... 

2t  2 

20.7 

23.3 

21.8 

21.8 

•Setiembre 

20.9 

21.3 

21.6 

21,9 

21  4 

•Octubre 

20.8 

20.6 

21.4 

21  2 

21  0 

•Noviembre 

19.3 

20.8 

20.9 

21,4 

20.6 

Diciembre.    .... 

19.6 

20  9 

22  i 

2L4 

21.0 

Ti5rminos  medios.     . 

20«8 

20'i7 

2200 

2 -204 

21  «^5 

-^ 


MESEí= 

!87¿    ' 

!876 

1.^77 

1878 

,      Tércninos 
mcniíulo 

Eaero 

69 

76 

60 

6^ 

69         1 

1  Febrero.    .     ,     .     .     . 

72 

75 

65 

1       63 

m 

1  Marzo 

74 

72 

70 

68 

71 

r      |*Abril 

77 

73 

67 

75 

73 

1  'Mayo.  ..... 

81 

77 

69 

73 

75         1 

1  •Junio.   ...... 

81 

74 

65 

69 

72 

B    Julio 

74 

64 

64 

68 

68 

y     Agosto 

77 

09 

57 

66 

67          ¡ 

Jf    'Setiembre.     *     .         . 

78 

72 

73 

72 

74 

ij    'Oelubro. 

79 

SO 

73 

76 

77 

1/    'Noviembre,    .... 

81 

76 

78 

73 

77 

U       Dtciembre.    .... 

77 

7Ü 

70 

70 

72 

^         Términos  medios.     . 

77 

Í3 

69 

70 

72 

VI 


AÑOS 

PRESIÓN  BAROMÉTRICA 

TEMPERATURA 

Máxima* 
mm. 

643.05 

Mínima. 

634.16 

Fluctuación. 
mm. 

8.8y 

MÁkiíUA* 

26*»  9 

Idínima. 
13» 

FlticluxkjeiúQ. 
13»0 

!876 

643.50 

635.42 

8.08 

28.9 

13.3 

15.6 

1877 

643.09 

635*65 

7.44 

30.6 

13.6 

17,0 

"" 

643,06 

635.63 

7.43 

31.7 

13.2 

18  5 

l\      l^litremos. 

643.50 

mm. 
634.16 

mm. 

9,34 

3t»7 

13»  2 

18'>5 

EXPLICACIÓN  DE  LOS  CUADROS  METEOROLÓGICOS. 

^EDEUÍx.  —  Latitud  r»*  8^  16"  Borle.— Longilud  i"  ÍV  al  éste  del  raeriíliano  de 
WasUing-ton.  ■ —  Elevación  del 'centro  de  la  plaza  Bobrc  el  nivel  del  mar  1,479 
m«troB. 

Los  datos  nieteorológ'icoa  han  sido  extractados  de  ios  informes  uicaaualos  que 
'í^  enero  de  1875  se  remiten  a  Wásiungiun  por  recomendaciún  del  «  Ghief 
^^ival  Ofíicer  •>  bajo  cuya  direccioii  ha  eslaLlecido  el  Gobiernu  do  los  Estados 


'/«ClfOTSCIC 


media  de  muchos  lugares,  como  punto  de  partida  para 

perfeccioaamiento  ulterior  de  este  importantísimo  ramo,sobi 
el  cual  tenemos  apenas  escasas  é  insuticientes  observaciones. 
Detengámonos  un  momento,  pai*a  cerrai'  el  cuadro  qu 
nos  hemos  propuesto,  en  expresar  nuestras  ideas  sucintas 
concretas  sobre  las  influencias  que  agentes  natuí*ales  de 
clase  de  los  que  liemos  delineado,  puedan  tener  sobre  la  or^- 
nización  de  los  habitantes  y  sobre  la  salud.  ^i 

Distribución  de  las  localidades  con  relación  á  la  saluda 
—  La  gran  complicación  de  hechura  física  que  se  nota  caí 
Estado,  la  inünita  variedad  de  sus  partes  componentes, 
imprescindibles  modificaciones  que  todos  los  cuerpos  del 
experimentar  en  este   país,   en  virtud  de  su  situación  propi 
ó  relativa,   han  de  producir  y  producen  en  efecto  el  notalil 
fenómeno  de  que  cada  localidad  tenga  inlluencias  higiéníc; 
diversas  sobre  el  hombre  que  la  habita. 

En  las  grandes  hondonadas  cubiertas  aun  por  florest 
seculares,  en  las  márgenes  de  los   líos   caudalosos,  en  le 
terrenos  cálidos,  en  los  templados  y  cnhíertos  por  una  atmr)á 
fera llena  de  humedad,  las  liebres  inílaniatorias,  tasperniciosivij 
las  tercianas  comunes,  las  afecciones  hepáticas,  las  úlütíra 
crónicas  y  complicadas,  los  reumatismos,  el  carate  etc,,  etcj 
son  dolencias  harto  comunes,   y  algunas  de  ellas  frecuente- 
mente  mortales. 

En  las  tierras  cálidas  y  en  las  templadas  donde  el  homhr 
está  sujeto  a  alimentaci(jn  insuiiciente,  y  hace  uso  diaiúo  < 
aguas  estancadas  ó  tomadas  de  manaderos  ó  de  fuentes  qi 
Hiedan  sí>hre  techos  arcillosos,  calizos  ó  magnósicos»  eá 
probable  que  se  contraigan  aqueüas  enfermedades  que  altera 
la  compo.sición  genuina  de  la  sangre,  á  cuyo  frente,  coi: 
manifestación  particular,  se  halla  la  conocida  en  el  país  con  i 
nombre  de  tiuitün  (qs\X'cíc  de  anemiii). 

En  los  climas  fríos,  en  los  templados  y  cálidos,  con  tal  úo^ 
ífue  sean  socos,   la  salud   se  mantiene,  por  regla  gener 
aventajada,  debiéndose  á  esta  circunstancia  el  que  la  gr<3 


—  47  ^ 

mayoría  de  la  población  sea  fuerte,  ágil,  activa  y  empren- 
dedora, 

Las  escrófulas,  el  raquitismo,  la  tisis,  la  idiosia,  la  tabes 
meseiitérica,  y  en  general  todas  las  afecciones  y  monstruosi- 
dades que  atacan  ala  especie  humana,  y  representan  la  deca- 
dencia ó  perversión  del  organismo,  son  rarísimas.  El  roto  no 
existe. 

Hasta  mediados  de  este  siglo,  la  lepra  elefancíaca  era  casi 
totalmente  desconocida  en  el  Estado.  Dos  antioqueños  domi- 
ciliados por  algún  tiempo  en  Cundinamarca,  la  contrajeron 
Laüá,  ¿  por  contagio  ó  por  cualquiera  otra  causa*  Vueltos  ú 
fsus domicilios  anteriores,  se  fijaron^  el  uno  en  Vallejuelo  y  el 
oli*o  en  Sonsón ;  y  desde  entonces,  por  línea  recta  de  familia, 
el  espantoso  mal  ha  venido  propagándose,  y  hoy  existe  en 
I  cantidad  bastante  para  causar  terror  en  varias  poblaciones  y 
ira  ser  una  terrible  amenaza  para  lo  porvenir. 
El  rancie,  achaque  consistente  en  una  dermatosis  particular, 
les  asiiiiisnio  muy  frecuente   en  el  Estado,  con  especialidad 
|en  los  climas  ardientes  y  en  los  lemplado.s.  Esta  enfermedad 
le no  produce  dolor,  aunqucsí  rascazón  insoportable,  no  tiene 
igmvedad  suficienle  para  ser  considerada  como  mortal ;  pero 
atraen  la  categoría  de  las  deformidades  huínanas  que  aver- 
flenmnalmayornümerode  los  c[iie  las  padecen.  Nos  lia  pare- 
cí por  observaciones  propias,  (pie,  8iii  ser  peligrosM  un  sí 
israo,  este  mal  complica  desfavorablemente  todas  las  enfer- 
aedadcs  exantemáticas,  y  todas  las  dolencias  propias  de  las 
membranas  mucosas, 

Segiín  el  padre  Velasco,  no  existía  el  carato  en  el  Nuevo 
Mundo,  y  fué  debida  su  primera  importaci<m  á  una  cuadrilla 
^k  nebros  de  Angola,  traídos  al  país  para  la  elaboración  de 
^Biinas  en  el  vallo  de  Patía,  Losaiíti^^uos  historiadores  lo  descri' 
^  ben  someramente;  el  Dr.  Francisco  Antonio  Zea  lo  mencionó, 
^■ás  como  observador  ordinario,  que  cientíticamente;  Rayer  le 
^Bdicó  algunas  lineas  en  su  tratado  sobre  Enfermedades  de  la 
^W¡el;  Alibert  le  consagró  un  capítulo  poco  luminoso;  un  pro- 
fesor venezolano,  cuyo  nombre  se  nosescapaeneste momento, 


CAPITULO  SEXTO 


Producciones 


Reino  animaí.  —  Reino  vegetal.  —  Reí  no  mineral,  —  Cuadros. 


El  Estado  de  Antioquia,  por  ser  esencialmente  montañoso 

y  eminentemente  mineral,  y,  masque  todo,  porque  su  compo- 

sicióti  geológica  así  lo  dispone,  es  poco  fértil.  Los  cortos  pero 

QUmerosos  valles  entre  los  pliegues  de  sus  montañas,  ciertos 

Segmentos  rcduciflos  en  el  declive  de  las  cordilleras,  y  algunos 

terrenos  bajos  y  ardientes   en  las   orillas  de  los  ríos    más 

Caudalosos,  que  por  cierto  no  constituyen  la  mayor  parte  del 

País,  forman    excepción   á  la  regla  general   que  sentamos 

^^mo  relativa.  Sin  embargo,  veremos  luego  que  la  esterilidad 

agrícola  no  ha  impedido  totalmente  la  multiplicación  de  los 

Ei^egetales  indígenas  ;  que  los  medios  para   la   vida  animal, 
aunque  escasos,  no  se  han  opuesto  en  absoluto  á  la  creación 
y    manutención  de  diversas  especies  animales,  y  que  la  con- 
pguración  misma  del  suelo  ha  presentado  el  reino   mineral 
^^mo  un  verdadero  prodigio.  Las  causas  que  han  presidido 
^  este  fenómeno,  que  a  primera  vista  parece  contradictorio, 
^n  numerosas,  y  sin  profundizarlas  las  tocaremos  de  paso 
^n  los  lugares  correspondientes. 


I 


Reino  animal.  —  Este  reino  es  sin  duda  alguna  el 
ideaos  rico  del  país. 

Hablamos  de  las  antiguas  razas  existentes  antes  del 
descubrimiento  y  la  conquista,  y  de  las  recientemente  intro- 
ducidas, porque  aunque  el  asunto  histórico  que  nos  propo- 
nemos  no  profundiza    hechos    actuales,     sí    queremos    en 

4. 


56 


algunos    puntos    dar  idea   sumaria    do   nuestra    situación 
presente  cx>mo  Estado, 

Aceptamos,  como  verdad  incuestionable,  que  todos  los 
cuadrúpedos  originarios  del  Continente  americano  han  sido 
y  son  de  organización  sobrado  débil,  comparados  con  los  doj 
los  otros  Continentes.  El  íjúlalo  de  la  América  setentrional, 
el  llama  ó  lama  del  Perú  y  las  dantas  de  diferentes  puntos,  ' 
son  positivamente  los  más  grandes  animales  de  esta  especie 
en  América,  Los  primeros  y  segundos,  es  decir,  los  búfalos  y 
los  llamas,  no  se  encuentran  entre  nosotros,  pero  de  los 
últimos  tenemos  bastantes  ;  y  además  abundan  en  los  bosques, 
jaguares,  leopardos,  osos,  monos,  tatabros,  zahinos,  venados, 
osos  hormigueros,  martejas,  armadillos,  cuzumhos,  ardillas, 
comadrejas,  lobos,   conejos,    ratones,  raposas,   zorras  etc. 

La  familia  de  los  coleópteros,  comunmente  llamados 
escarabajos,  es  variadísima  en  sus  especies,  y  notable  por  la 
viveza  y  brillo  de  sus  colores. 

Las  orugas  ó  gusanos  son  de  una  profusión  verdade- 
ramente maravillosa*    En  este  género  de  estudio,  el  natu- 
ralista   tendrá    un    campo    inmenso    para    sus    tareas  de    i 
observación.  ^ 

Los  insectos  en  general  son  innumerables  é  interesantes 
para  el  estudio.  M 

Hay  caimanes  en  las  partes  bajas  de  los  grandes  ríos, 
6  iguanas,  lagartos,  camaleones,  cicntopicSj  lagartijas, 
escorpiones,  avispas  y  hormigas  en  muellísimos  sitios  del 
Estado.  Entre  las  arañas  hay  algunas  notables  por  su  tamaño, 
y  por  su  aspecto,  que  imita  en  ocasiones  la  felpa  del  más  fino 
terciopelo,  y  entre  las  avispas  y  las  hormigas  hay  otras  que 
llaman  la  atención,  ya  por  su  magnitud,  ya  por  lo  ponzoñoso 
de  su  aguijón. 

Las  aves  no  son  tan  dignas  de  mención  por  la  variedad 
de  sus  especies,  cuanto  por  el  lujo,  pompa  y  ganalura  de  su 
plumaje.  Tenemos  paujíes,  pavas,  guacharacas,  torcaceSi 
paletones,  gallos  de  peñasco,  mirlos,  lurpiales,  loches, 
azulejos,  cardenales,  jilgueros,  tordos,  gallinetas,  peixlíci 


—  57  - 


mBaaorSs^rallinazos,  águilas,  milanos  y  mil  y  mil  más 
iviíiuos,  entre  los  cuales  lucen   algunos  como  el  turpial, 

landria  y  el  cucarachero  por  la  delicadeza  y  armonía 
de  su  canto. 

mariposas,  aunque  no  tan  bellas  y  finas   como  las 
ponderadas  de  Muzo,  abundan  mucho,  sobre  todo  en  las 
nes  de  los  ríos. 

En  los  torrentes  que  curren  á  grandes  alturas  hay  pocos 
peces:  sardinas  y  anguilas  son  casi  los  solos  pobladores  de 
esas  aguas.  Cuando  tales  torrentes  bajan  á  los  valles, 
contienen :  capitanes,  sabalctas,  corronchos,  doradas,  boca- 
chicos  ó  pataloes  y  algunos  más  de  este  género.  No  es  sino 
en  los  grandes  ríos,  como  el  Cauca,  el  Magdalena,  Nechí  etc., 
donde  los  peces  abundan,  y  enlre  ellos  el  bagre,  el  barbudo, 
e!  manatí  y  el  mojarra  son  los  más  notables. 

Es  sobre  todo  en  serpientes  en  lo  que  el  Estado  presenta 
lamas  pasmosa  y  estupenda  variedad.  Estos  animales  llaman 
la  atención  por  su  corpulencia ,  sus  costumbres  y  lo 
eminentemente  venenoso  y  letal  de  su  mordedura.  Haypó 
fina,  p6  ordinaria,  mapaná  lisa,  mapaná  cabeza  de  candado, 
piturá  fina,  pitorá  común,  cazadora,  patoquilla  ó  pudridora, 
í^uis  ó  taya,  serpiente-plancha,  lomo  de  macliete  (verde  y 
negra),  coral  de  tierra,  coral  sucio,  bejuca,  rabo  de  ají, 
guardacamino,  cascaljcl,  guacamaya,  víbora  común,  toche 
ó  voladora,  yore,  jerga,  veinticuatro  y  corporal.  La  corporal 
nos  parece  llamada  serpiente  de  un  modo  impropio,  porque 
tiene  más  bien  los  caracteres  de  sauriano  que  de  ofidio. 

El   cuadro  que  va   a  continuación  puede   dar  una  idea 

amenté  científica  de  las  más  importantes  especies 
ánimalevS,  tanto  de  las  indígenas  como  de  las  que  han  sido 
suceaivamente  introducidas  por  los  conquistadores,  por  los 
colonos  y  por  los  ciudadanos  que  hoy  llovían  vida  libre  é 
independiente. 

Reino  Vegetal.  —  La  vida  vegetal  es  variada  y  rica  en 
[el  Estado.  Ya  hemos  visto    la  innumerable  diversidad  de 


I 


alturas  sobre  el  nivel  del  mar,  y  la  prodigiosa  y  casi  incalculabl^J 
escala  en  que  fluctúa  la  temperatura  por  la  misma  causa.  Ahoral^ 
bien  :  como  ol  influjo  del  calor,  de  la  humedad,  del  aire  y  de 
los  terrenos  crean  el  tipo  específico  do  la  organización  vegetal, 
resulta  que  siendo  esos  elementos  tan  diversos,  su  acción  se 
hace  sentir  también  diversamente,  y  diferencias  notables 
aparecen  de  hecho  en  la  flora  antioqueña*  ^ 

A  pesar  de  la  reconocida  riqueza  mineral  del  territorio^ 
hay  razón  para  dudar  si  dicha  riqueza  es'  definitivamente    , 
superior  á  lado  la  vegetación.  Desgraciadamente,  el  antioqueño^ 
ignorante  ó  imprevisor  hasta  ahora,  ha  preferido  la  formación 
de  escasas  praderas,  á  la  opulencia  y  valía  de  sus  florestas 
vírgenes.  El  hacha  del  montañés  ha  caído  sin  piedad  sobre 
bosques  llenos  de  tesoros  naturales  acumulados  por  siglos,  y 
que  habrían  dado  á  la  industria  un  porvenir,  un  alimento  y 
vida  extraordinarios.  ^| 

Dimos  ya  á  entender  en  qué  manera  y  en  qué  orden 
están  distribuidas  las  plantas,  formando  zonas,  según  la 
elevación  sobre  las  montañas  y  según  el  grado  de  temperatura, 
pistas  zonas  se  presentan  con  gran  regularidad  entre  los 
trópicos,  y  aunque  en  ocasiones  se  ofrezcan  algunas  exce| 
cienes  á  la  regla  general  de  su  crecimiento  en  una  mismí 
escala,  tales  excepciones  consisten  no  tanto  en  la  falta  de  h 
plantas  correspondientes  á  un  punto  dado,  como  en  que  se" 
entreveren  unas  con  otras,  las  pertenecientes  á  los  climas  tríos, 
medios  y  abrasadores*  Este  fenómeno,  que  depende  de  causas 
extrañas  a  la  naturaleza  de  nuestro  trabajo,  contribuye  no 
poco  á  realzar  la  belleza  de  algunos  paisajes,  recogiendo  en  un 
mismo  punto  el  pino  de  los  Alpes,  el  naranjo  de  los  paíse^M 
templados  y  el  dátil  africano,  como  sucede  en  el  antiguo  valle" 
de  Aburra. 

Los  liqúenes,  los  heléchos  y  las  parásitas  orquidáoeaa 
forman  en    Antioquia  grupos  lujosísimos   de  plantas.    Las 
últimas,  sobre  todo,  por  su  tondeocia  natural  á  imitar  con  la 
corola  desús  flores  la  fisonomía  de  ciertos  animales,  presenta^B 
raras  y  caprichosas  muestras  del  vigoroso  aliento    '*^   '•*" 


^  5í>  — 


aaturaleza.  La  vainilla,  perteneciente  á  oso  género,  brinda 
gran  cantidad  de  especies,  finísimas  algunas  y  de  espontáneo 
crecimiento  en  log  bosques  todas  ellas. 

Las  más  notables  oi^quidáceas,  por  la  galanura  y  capricho 
ele  su  florescencia,  son  las  vulgarmente  conocidas  en  el  país 
con  los  nombres  de  San  Juan,  cuna  de  Venus,  americana, 
mariposa,  Magdalena,  columbina  ó  Espíritu  Santo,  araña, 
cucarrón,  zancudo,  muza,  calavera,  lirio  del  Tabor,  dragón  y 
ocnteiiarea  más  de  especies  poco  conocidas  ó  completamente 
anúnimas* 

Los  arbustos  y  árboles  corpulentos,  importantes  todos 
^llos  como  objeto  de  adorno,  son  numerosísimos  :  el  caunce, 
íílencenillOf  el  arizá,  el  sietccucro.s,  el  carbonero,  el  guayacixn, 
el  flor  azul  y  multiplicadas  acacias,  lucirían  ventiíjosámenteen 
lo»  parques  y  jardines  mejor  cuidados  de  Europa. 

Las  maderas  de  construcción  y  las  aplicadas  á  la  ebanis- 
!«r¡a,  á  par  que  abundantes  merecen  gran  celebridad ;  y 
c^tí)  por  la  infinita  diversidad  íie  sus  ooíorcs,  lo  compacto  y 
solido  de  su  fibra,  el  brillo  que  desenvuelven  pulidas, 
8U  tenacidad  y  duración.  Entre  ellas  debemos  citar  como 
í^omondables,  el  comino,  indestructible  por  los  insectos,  el 
cbaquiro,  simpático  por  su  lustre  y  tersura,  el  algarrobo» 
notable  por  su  solidez,  el  tostado,  el  amamor,  el  guayacán,  el 
cau}ba,  el  cedro,  el  roble,  el  granadillo,  el  diomate,  e!  carmín, 
^Icaratero,  el  quimulá  etc.  etc.  etc.,  deteniendo  aquí  nuestra 
ííiiumeración  por  temor  de  ser  prolijos. 
I  Toda  nuestra  flora,  yerbas  ó  plantas  de  talla  menor, 
í^astreras,  trepadoras,  enredaderas,  arbustos  y  ái'boles  corpu- 
lentoa,  ofrece  en  este  tei'ritorio  caracteres  admirables  y  dignos 
de  llamar  la  atención  de  los  botánicos.  Aquí  las  plantas  de 
cualidades  neutras  ó  poco  definidas,  son  extraordinariamente 
faras.  Ciisi  todas  ellas  tienen  propiedades  físicas,  químicas  y 
^tánicas,  concentradas^  vigorosas  y  enérgicas  que  las  distin- 
gueo.  Ya  es  una  virtud  medicinal  incontestable,  á  veces  un 
«exquisito  aroma,  en  ocasiones  una  linda  flor,  y,  por  fin,  un 
(agradable  fruto,  A  veces  las  hojas  solas  hacen  notable  un 


—  GO  — 

árbol,  y  en  otros  la  corteza  solamente  cautiva  la  curiosidad, 
y  no  faltan  ejemplos  en  que  un  solo  individuo  posea  en  sí 
gran  numero  de  virtudes  recomendables. 

Las  gramíneas  vegetan  con  feracidad  y  profusión  en 
muchos  puntos.  Hay  pastos  para  la  fácil  cría  de  los  ganadon, 
y  fuera  de  las  dehesas,  y  entre  ellas  mismas,  tenemos  extensos 
carrizales,  nudillales»  chuscales  y  espaciosas  florestas  de 
guaduas. 

Entre  las  produciones  vegetales  aplicadas  provechosa  y 
útilmente  á  la  medicina,  esta  comarca  tiene,  entre  otras : 
quinas,  venturosa,  achicoria,  verbenas,  paraguay,  pareira, 
escobilla,  guaco,  zarzaparrilla,  ipecacuana,  doradilla,  cedrón, 
cañafjstula,  tamarindo,  caraña,  copaiba,  maría,  anime,  copachí, 
drago,  sandectc, ,  etc.,  etc.  Sería  enfadoso  continuar  la  lista 
de  estos  últimos  agentes  naturales  con  que  la  divina  Provi- 
dencia se  ha  servido  dotar  a  nuestra  patria.  Bástenos  decir 
que,  fuera  de  lo  enunciado,  y  de  todo  lo  que  la  importación 
extranjera  nos  ha  tt*aído  de  útil  y  saludable,  tenemos  en 
nuestras  selvas  plantas  sin  clasiíicación,  que  sólo  siglos  de 
estudio  pondrán  de  maniíieslo  para  alivio  de  la  humanidad. 

Nos  resta  para  concluir  lo  que  sobre  el  presente  asunto 
creemos  debo  ser  apuntado,  liacer  mención,  aunque  forzosa- 
mente  incompleta,  de  nuestros  árboles  frutales,  que,  de  paso 
sea  dicho,  consideramos  como  de  una  calitlad  bien  superior  á 
todo  lo  que  en  este  genero  cnnoc-emos  en  la  Zona  Tórrida, 

Entro  las  palmeras  hay  muchas  que  suministran  frutos 
deliciosos  para  el  gusto:  los  cocales,  el  carozo  ó  mararay,  el 
milpesos,  el  cuesco  y  la  palma  de  vino  son  las  principales. 

Las  cucurbitáceas  suministran  curubas  exquisitas  y] 
badeas  de  diferentes  clases,  la  mayor  parte  justamente  ponde-] 
ratlas  por  su  mérito ;  mas  sin  seguir  en  esto  enunciación 
ordenada,  no  deberemos  dejar  sin  mención,  tomándolas  al 
acaso,  las  moras,  guamas,  aguacates,  sandías,  melones,  chi- 
rimoyas, anones,  pinas,  nísperos,  zapotes,  mameyes,  mamon- 
cillos,  plátanos,  higos,  guanábanas,  papayas,  pitahayas, 
mangos,  caimitos,  madroños,  cacaos,    pepinos,    calabazas, 


-  01  — 

almendras,  avellanas,  uvas  de  monte,  sirpes,  ciruelas  etc*,  etc. 

No  hablaremos  do  las  plantas  de  aclimatación,  porque 

ellas  son  generalmente  conocidas,  y  las  mismas  exactamente 

que  se  cultivan  por  mayor  ó  por  menor  en  el  resto  do  !a  Unión, 

[aremos  notar  solamente  que  muchas  de  las  introducidas 

ista  ahora,  germinan,  crecen  y  fructifican  bien  en  diferentes 

^calidades. 

El  maíz  era  quizá  el  único  cereal  cultivado  por  los  aborí- 
genes, y  el  que  constituía  con  la  caza  y  la  pesca  la  base  de  su 
subsistencia. 

El  centro  del  Estado  está  hoy  casi  literalmente  talado  y 

iesnudo  de  su  antiguo  ropaje  natural.  No  sucedía  lo  mismo 

cuando  el   país   fué   descubierto  por  los  españoles,  porque 

"entonces  muchos  de  los  indios  vivían  bajo  los  árboles,  á 

causa  de  no  tener  terrenos  cultivados   y  abiertos.  Hoy  las 

cercanías  del   Magdalena,  las  vertientes  para  el  Atrato,  y  la 

parte  inciütadcl  norte  y  nordeste  de!  Estado,  son  los  únicos 

puntos  que  conservan  á  este  respecto  su  antigua  virginidad. 


Reino  mineral.  —  En  un  país  tan  esencialmente  rugoso 
y  quebrado  como  éste,  es  preciso  que  la  estructura  sólida  de 
su  formación  presente  fenómenos  de  composición  química 
sumamente  distintos  y  complicados  en  su  manera  de  ser.  Estos 
fenómenos  tienen  realmente  en  Antioquia  manifestaciones 
típicas  de  suma  importancia,  ya  bajo  la  forma  especial  de 
^ractéres  geológicos  peculiares,  ya  por  la  manifestación  do 
riquezas  minerales,  privativas  en  cierto  modo  al  territorio  y 
difícilmente  halladas  todas  á  un  mismo  tiempo  en  las  otras 
comarcas  de  la  tierra.  Bajo  el  aspecto  mineral  esencialmente, 
Anliotjuia  puede  y  debe  considerarse  como  un  inmenso 
gabinete  de  historia  naturaL 

Las  rocas  que  sirven  de  base  á  la  formación  de  nuestras 
ínontañas,  son  :  el  dialaje  ó  serpentina  común»  la  diorita,  la 
sieuita  granitoide  y  porfiroide,  el  granito  puro  y  las  rocas  que 
coftótituyen  las  variedades  de  las  ya  mencionadas. 

Es   sencillo  comprender  que  con   eslos    elementos    de 


—  G2  — 

formaciuQ  y  con  otros  que  pueden  considerarse  como 
subalternos  y  que  no  se  mencionan,  un  país  dislocado  en 
diversos  sentidos,  debe  mostrar  cambios  geológicos  suma- 
mente variados  é  interesantes. 

Si  bajamos  de  una  alta  cordillera  á  un  profundo  valle,  es 
frecuente  hallar  rocas  pertenecientes  á  los  esquistos  de 
talco,  de  mica  y  de  gneis  y  sus  especies  resultantes,  ya  de  liga, 
ya  de  descomposición. 

En  el  lecho  de  los  ríos  se  presenta  casi  siempre  el 
conjunto  de  rocas  que  hemos  considerado  como  base  de  la 
formación  montañosa,  con  otras  acarreadas  por  el  influjo  de 
las  corrientes  de  agua,  de  los  derrumbamientos,  y  acaso  por 
algunas  otras  causas.  Fragmentos  de  cuarzo  de  diferentes 
clases,  fonolitas  ó  piedras  de  campana,  geodas,  láminas  de 
mica  ó  Juan  blanco,  pedazos  de  pegmatitas,  trozos  de  sílice 
pirogénico,  son  las  rocas  más  comunes  ;  y  esto  mismo  que  se 
nota  en  el  examen  superficial  de  los  ríos,  se  observa  en  m;Vs 
abundancia  en  los  terrenos  de  aluvión  que  sirven  de 
hacinamiento  á  dichas  rocas  y  que  constituyen  por  tudas  partea 
la  formación  de  las  minas  de  oro  corrido. 

En  muchos  lugares  hay  fajas  de  terreno  que  pueden 
califií^arse  de  sedimentarias,  y  en  ellas  so  hallan  tieri-as 
tinturadas  por  diferentes  colores  :  arenas,  gredas  y  sustancioj? 
diversas,  que  deben  reputarse  como  el  efecto  natural  de  la 
descomposición  de  las  rocas  madres,  pues  con  pocas  cscep- 
ciónos  todo  el  país  está  constituido  por  terrenos  primitivos;  y 
de  tal  suerte  que  si  consideramos  rocas  antiguas,  de  un  lado, 
y  aluviones  reducidos  de  muy  reciente  depósito,  por  otro,  hay 
razón  pai'a  deducir  un  hecho  de  carácter  negativo,  pero 
propio  en  verdad  para  deOiiir  muy  bien  la  naturaleza  cspecialj 
de  este  territorio.  El  hecho  negativo  á  que  aludimos  consist 
ea  la  falta  total  ó  casi  total  de  restos  fósiles.  Es  muy  poca  k 
que  liasta  el  presente  so  ha  podido  hallar  en  Antíoquia  en 
Bisunto  de  huesos  petriOcados,  conchas  marinas,  impresiones 
animales  marítímaa  ó  lacustres,  moldes  vegetales  etc.  quiíi 
revelen  depósitos  de  una  organización  anterior. 


—  63  — 


Las  minas  mismas  de  hulla  que  yacen  formando  gran 
zona,  á  lo  largo  de  una  y  otra  ribera  del  Cauca,  por 
grande  extensión,  están  desprovistas  de  los  fusiles  que  le  son 
comunes  en  otros  países. 

Hay  una  teoría  reciente  que  pretende  explicar  ia  parte 
geognóstica  antioquefia,  diciendo  cinc  todos  los  valles,  vegas, 
recodos  y  estrechuras  de  la  comarca  deben  ser  consideradon 
como  antiguas  cuencas  6  e¿5 tanques  desecados  de  viejos 
lagos  andinos.  Esa  teoría  presupone  la  existencia  quieta, 
pacífica  y  tranquila  de  las  aguas  detenidas  por  muchos  siglos, 
presupone  también  el  enorme  tamaño  y  notable  profundidad 
de  algunos  de  esos  lugos,  y  en  fin,  da  por  cierto  «lue  las 
eonientes,  cataratas,  cascadas,  ancones  y  angosturas  de 
nuestros  ríos,  fueron  los  desagües  naturales  por  donde 
lentamente  se  abrieron  paso  las  aguas. 

Sin  negar  la  existencia  probable  de  depósitos  de  agua  en 

lo«s    senos   de  estas  montañas,  duclamus  mucho   de  ípie  el 

fenómeno  haya  tenido  lugar  de  la  manera  antes  ioflicada. 

Faltan  en  las  laderas  de  nuestras  escarpas,  líneas  paralelas 

impresas  por  las  aguas  lacustres  en   su  descenso  gradual ; 

faltan  los  fósiles  peculiares   a  estas    formaciones,    y    falta, 

en  fin,    á    la  mayor    parte   de    estas    cuencas,    esa    rica, 

tígpesa  y   feraz   capa  de  tierra  vegetal  que    los   tiempos  y 

las  corrientes  acumulan  por  desgaste   en   el  fondo  de  los 

estanques, 

Juzgamos  que  hubo  en  estas  comarcas,  como  en  otras 
muchas,  un  gran  cataclismo  neptuniano  ;  juzgamos  que  la 
carrieiile  general  se  verificó  de  sur  á  norte  para  el  centro  dg 
Antioquia ;  juzgamos  que  las  aguas  se  desviaron  al  noroeste 
Jíil  nordeste  por  los  cauces  de  ríos  que  ya  hemos  descrito; 
y  juzgamos,  en  conclusión,  que  la  permanencia  de  las  aguas 
^  las  partes  bajas  fue  transitoria,  rápida  y  violenta,  y  que 
í^ompió  los  diques  y  barreras  que  se  le  oponían,  sin  dar 
tiempo  suficiente  para  la  formación  de  algunos  caracteres 
físicos  que  distinguen  los  terrenos  en  que  el  agua  ha  sido 
detenida   durante    muchos    siglos*    Los  aluviones  de  poca 


—  64 


potencia,  los  aventaderos,  y  otras  señales    que  sería  largo 
enumerar,  apoyan  nuestra  creencia* 

Las  piedras  preciosas  no  se  han  liallado  hasta  ahora  en 
Antioquia,  en  abundancia  tal,  como  para  merecer  los  honores 
de  un  laboreo  metódico. 

Hay,  í?in  embargo,  muestras  de  brillantes,  corindón, 
granates,  azabache  y,  en  opinión  de  algunos,  de  esmeralda^ 
en  el  territorio  del  nordeste.  Piedras  do  menor  valor,  como 
ágatas  de  diferentes  clases,  jaspes  y  mármoles  muy  variados, 
se  hallan  en  ricos  depósitos.  De  los  últimos  especialmente 
hay  inagotables  canteras  en  las  orillas  de  los  ríos  Claro, 
Cocorná,  Nare  y  Pocuné. 

No  tiene  el  Estado  ninguna  mina  de  sal  gema;  pe: 
como    socorrida   compensación,    tiene    fuentes   saladas,   dt^ 
donde  se  extrae  en  grandes  cantidades  el  cloruro  de  sodio 
sal  de  cocina  para  los  usos  domésticos. 

En  asuntos  puramente  de  industria  mineral,  esta  tierr 
puede  llamarse  opulenta,  y  tanto  que  sería  mucho  más  fái 
decir  lo  que  en  cuerpos  simples  le  falta  que  lo  cpie  pose-- 
Fuera  del   oxígeno,    ázoe,    Iiidrógeno    y    carbono,   cuer¡ 
indispensables   en  toda  creación  y  que  existen  por  dond^ 
íjuiera,  hay,  en  más  ó  menos  abundancia  :  oro,  que  form» 
base  de  la  actual  riqueza,  plata,  que  le  sigue  en  importanc^ 
yodo,  bromo  y  lloro,  á  los  cuales  se  atribuye  la  buena  sal  ^ 
y  robustez  de  los  habitantes;  y,  además,  alumbre,  sílice,  hier^ 
cobre,  colialto,  titano,  moligdeno,  plomo,  mercurio,  arséni 
zinc,  antim*mio  y  algunos  m;is,  ya  en  grandes  depósitos,       ^ 
en  trazas  ó  muestras  que  maniliestan  su  existencia  en  maW 
banlidad. 

El  platino  no  se  ha  hallado  hasta  el  día  en  gran  cop£  ■ 
pero  se  espera  que  la  exploración  detenida  de  la  fronte 
limítrufecon  el  Cauca,  lo  pondrá  de  manifiesto  en  el  valle  ^ 
Murrí. 

ramos  este  capitulo  cq, 


CLASIFICACIÓN  ANIMAL 


VERTEBRADOS 


mamíferos 

Bimanos  


Nombre  vulgar. 
El  hombre.  .  . 

Marimonda.  .  . 

Mico 

Mono 

Tití 

Mono  zambo.  . 


Queirópteros \  Murciélago 


Cuadrumanos. 


Insectívoros.  .  .  . 
Plantigrados. 


^    Dijitigrados. 


1 


Erizo 

Oso 

Comadreja.  .   . 

Nutria 

'Perro(i) 

Lobo 

Raposa 

Zorra 

Perro  de  monte 

León 

Tigre  jaguar  .  . 
Tigre  gallinero. 

•Gato 

Cuzumbo.  .  .  . 
'Perro  cazador. 


Marsupiales 1  Chucha. 


Nombre  científico. 
Homo  sapiens. 

Simia  Belzebuth. 
Cebus  variegatus. 
Simia  monacha. 
Sagüinus  sciurus. 
Áteles  hybridus. 

Vampirus  sunguianga. 
Vespertilio  murinus. 
Phylostoma  spectrum. 
Erinaceus  europeus. 
ürsus  americanus. 
Mustela  vulgaris. 
Lutra  vulgaris. 
Canis  familiaris. 
Canis  lupus. 
Canis  vulpes. 
Vulpes  nigra. 
Canis  cancrivorus. 
Félix  concolor. 
Félix  onza. 
Félix  pardalis. 
Félix  catus. 
Nasua  fusca. 
Canis  grajus. 

Didelphis  philander. 


(1)  Son  cxóticob  los  que  llevan  este  signo. 


-  G6 


VERTEBRADOS 


Roedores. 


Desdentados. 


Paquidermos. 


Rumlantetj 


Nt)mbrc  vulgar.  Nombre 

Ardilla Sciurus  \ 

Ratón Mus  mus( 

Ratón  dü  agua..  .  Mus  aqua 

Puerco  cspín  .  .  .  Hystrix  ei 

Conejo Lepus  an: 

Gurí Amoemo  < 

Guagua Dasyproc 

Perico  ligero.  .  .  Radypus 

Armadillo Dasypus  1 

Oso  hormiguero. .  Myrmeco 

Oso  colmenero  .   .  Myrmeco 

Oso  negro Ursus  cu< 

Danta Tapirus  a 

*Marrano Sus  scrof 

Zahino Dycotilus 

Tatabro Dycotilus 

'(.'aballo Equusca 

*Asno,  burro  .  .  .  Eíiuus  as 

Giervo Cervus  p< 

Venado Cervus  m 

*roro.  ,,.....  Tíos  tauri 

*Ov(}ja*    ,-....  Ovis  aricÉ 

do] 


—  G7 


AVES 


Dentirostros , 


5  ,1  Fisirostros , 


o 


Conirostros» 


TeDUÍrostroB< 


Trepadoras. 


toáceas . 


VERTEBRADOS 
Nombre  vulgar.        Nombre  c¡c«iitílico. 
Mirlo,  chitcagua  .  Turdus 

Cardenal Tana  i:ra  cardenal. 

Cucarachero  ,  ,  .  fiegulus. 
Tordo.   ......  Turdus  nmsicus. 

Calandria,  ...»  Alanda  calandra. 
Gallo  de  peñasco,  Pipra  rupicala. 
Golondrina.  •  .  ,  líiruodo  llaviventer. 
Golondrina  de  in- 
vierno       Üifundo  fulva* 

Tijerela Ilirundo  rufa, 

Afrcehero Fringilla, 

Jilguero Frjngilla  linota. 

Turpial ......  Setenuá  Oavescens. 

Canario Fringilla  granatiua. 

Giilungo,  mochi- 
lero ú  oropéndola  Floceus  lextor. 
I  Tominejo  ú  colibrí  Frochilus, 
,'  Guacamaya.  .   .  .  Psittacus  macao, 
'    Papagayo.  •  ♦   .  .  Psillacus  accipihinus. 

1   Loro. PtíiLtacus  domicolla. 

1  Perico Paittacua  menstruas* 

1  Cotorra.   ,  .  .   .  .  Paittacus  melanopterus. 
Garrapa  tero* ,   .  .  Chrotophaga  piririgua. 
Chanión    ó    ciri- 

güelo Chrotophaga  mayor. 

Dios-te-dé íiamphactus. 

Carpintero  ....  Plcus  robuatus. 

'Gallo Gallus  phasianus. 

'Paloma Columba  palumbuü. 

Torcaza Columba  montana. 

Tórtola  ......  CJolumba  turtur. 

CutuBita Columba  risoria. 

I  Perdiz Tetrao  perdix. 

j  Pisco Melcjigris  gallopavo. 

Guacharaca.  •  .  .  Ortalida  squamatcu 

Paují  .  , Ourax  alcetor. 

Pava Pene!o)*6  crislata. 

Gurría l*enelope  aburrí. 

Gallineta Penelope  pipile. 

^  Pavo  real Pavo  crisUitus. 


—  68  — 


AVES. 
Zancudas .  . 


Palmípedas 


VERTEBRADOS 

Nombre  vulgar.  Nom 

/  Garza Arde: 

I  Chorlo Parri 

(  Alcaraván Arde 

\  Pato Anas, 

(   Ganso Anas 


REPTILES. 
Quelonianos  .  . 


Saurianos . 


Ofidianos 


(  Tortuga Testu 

í  Hicotea 

^  Caimán Alligí 

Cocodrilo Crocc 

phi 
Lagarto  azul .  .  .  Anoli 

Lagartijas Lacei 

Lagarto  común.  .  Lacei 

Iguana Hysil 

Tiro Geck( 

I  Camaleón Cams 

Víbora  común  .  .  Vipeí 

Equis Echií 

Cascabel Crota 


^^ 

^i           —  (jO    --                                                                    ^M 

A.RTICULADOS                                          H 

]NÍ!íECTOtí. 

Nombre  vtilgai'.        Nombre  cientilii-o.                              ^^M 

* 

(Cárabos)                                                                    ^| 

Cucarrón  azul.   .  .  Carabus  cyaneus.                               ^H 

Cua  grande,  .  «   ,   I  tu  presiona  gigantea.                           ^^M 

C.  do  cuernos  como                                                                ^H 

peine.*  .  .  ,  .  .  Elater  pecticornis.                            ^H 

C .  de  los  exoremen-                                                             ^^| 

^^^ 

tos*  ,...•.*   Alencus  pilularis.                               ^^| 

^^^B 

C.  do   cuerno  in-                                                              ^^M 

^^H 

ferior  largo  .   .  .  Scaraboeus  Júpiter.                            ^^ 

^^^^^H 

C.  de   cuerno  su- 

^IH^ 

perior  largo.  ,  .  ScaraboeuB  Hercules. 

P      Coleópteros 

0.  de  cuerno  peq.  Scaraboeus  nasicornis. 

^H 

C.  de  cuernos  late- 

^^^ 

rales Lucanufi  cervus. 

^^B 

C>  de  cuernos  lar- 

^^H 

guísimos Cerambia  alpinus. 

^^^H 

0*  escarlata  ....   Pyrochroa  coccínea. 

^^H 

Gorgojo  ......  Curculio  colon. 

^^H 

Cocuyo    ó  luciér- 

^^^H 

naga Pyrophorus  noetiluens. 

^^^^^^^^^B 

Cocuyo  que  aium- 

^^H 

bra  por  detrás . .  Lucio  abclominaíis. 

^^^^H  * 

Cucaracha.  ....  Blattu  orientalis. 

^^H 

Animal     de     alas 

^^V 

como  hojas.  .  ,  .Phylium  siccifoliuni. 

r      Ortópleros  *      .      ,  .  i 

Grillo  •.,....  Gríllus  grillotalpa. 

^^ 

Langosta. ....  Acridium  migratorium. 

^H 

Saltón. Grillus  campestris. 

B 

.  Saltón  grande.  .  .  Locusta  viridis. 

1 

Matacaballos. .   .  ,  Libollula  deprossa. 

1      Neurópteros 

Comején,  .  .  *  ,  .  Termes  morio. 

ARTICULADOS 


INSECTOS, 


Hemípteros . 


IJimcnópleroR 


(ó  1  Diurnos. 

e 


-^  1  Nocturnos  . 


s 


Crepusculares 


Dípteros.  . 


Chupadores. 

Parásitos  . 
Tlsanuros. 


Nomlire  vulgar. 

Cínife  que  pone 
sus  huevos  en  el 
interior  de  los  ár- 
boles tiernos  y  és- 
tos se  íiinchan 
produciendo  aga- 
llas  » 

^  Chincho  .,,... 

Abeja 

Abejorro 

Avispa  ribeteada  , 
Avispa  común.  .  . 
Hormigas ,  .  .  ,  . 
Airieríis.  ,  .  .  ,  , 
Cayubras 

i  Chíipolíis,  maripo- 
i      sas , 

Drujas » 

Polilla  de  la  ropa  . 
f  Polilla  de  laspicles 
.  I  Brujas  blancas.  .  . 

Mosca  común  .  ,  . 

Mosca  que  pro- 
duce el  guiiano 
do  monte  .  .  .  , 

Zancudo 

Tábanu  ,,.... 

MObca  de  cresa  .  . 

,  Pulga  ,  ,  .  .  . 
\  Pulga  de  parro.»  » 

^Nlgua 

'  Garrapata.      .  .  . 

I  Caranga 
Piojo.  .  ,  .  .  , 
Ladilla 

I  Tijereta 


\ 


Nombre  cieíilííico. 


Diplolcpia,  varias  especies. 


Cimex  lectularia- 

Apis  mellitlca. 

Dombus  moscorum. 

W^spa  cineta. 

Clorion  lobatum. 

Fórmica. 

Alta  eephalotcs 

Poliergo  rubescL'iis. 

Papillio. 
NimphaUs. 
Tinea  tíipezclla. 
Tin^a  pcilionella, 
Ach<?t*ontla  átropos. 

Musca  vomitoria. 


llipoderma  bovis. 
Culex  pipions. 
Tabanua  bovinus. 
Musca  inlocíoria. 

Pulcx  irritans, 
Pukx  cania, 
l^ulex  penetrans. 
Ricinua  hexapoda. 

Podiculus  vestimenta* 
Püdiculus  corvlcalis. 
Pediculus  pubis. 

Fortlcula  áptera. 


INSECTOS. 


Arácnidos. 


Crustáceos 


Anólides. 


Moluscos 


yxh'Aitoa 


-  71  — 

ARTICULADOS 

Nombre  vulg-ar.  Nonií>ro  rienlinco. 

Alacrán Scorpio  curopeus. 

Alacrán  negro.  .  .  Buthus  afor. 
Alacrán  de  tierra 

fría Chclifer  cancroides/ 

i  Araña  velluda.  .   .  Galeodes  aranoides. 
I  Araña    de     patas 

amarillas  ....  Calommata  fulvipes. 
Araña  grande .  .  .  Tlielyphonus  gigantea. 
Araña  de  las  casas.  Tegonaria  domestica, 
[Araña  de   los  ár- 
boles  Epeira  diadema. 

Araña  de  agua. .  .  Argironota  aquatica. 

Arador Acarus  scabiei 

Espinilla Demodex  foliculosum. 

i  Cangrejo    de    río 

\     ¡corroncho)  .  .  .  Thclplieusa  fluviátiles. 
jCongrejo  velludo.  Pilumnus  spinifer. 
[Cangrejo  lanudo..  Dorippa  lanata. 

j  Lombriz  de  tierra.  Lumbricus  terrcstris. 
¡Sanguijuela.  .  .  .  Ilirudo  officinalis. 

. )  Madre  de  caracol  .  Limax. 

Solitaria Ta^nia  solium. 

id.  Botriocephalo  hominis. 
I  Lombriz  común.   .  Ascaris  lumbricoides. 
I  Lombriz  pequeña.  Oxiurus  vermicularis. 
Lombriz  de  la  ve- 
jiga   Strongilo  gigante. 


CLASIFICACIÓN  VEGETAL 


I  CLASE 

MOXANDÍIIA      (un   SOLO    ESTAMBRE) 


Fimiilia* 
Amo  maceas. 

id. 
OnaLrrarias. 
CJuenopodáceas. 


Nombre    vtilffar.  Nuiabio  Lnenliricü. 

Achira Can  na  Warzewitzii.   . 

Achirilla Canna  occldentalis, .  , 

*CoralÍto.    ,.,...  Lope^iu  coronalta  .  ,  . 
Bledo,. Blitum  capitatum.  .   . 

li  CLASE 

DtANDRIA      (dos    ESTAUBREs), 

'Jazmín.  .  * Jasniinum  grandinorum.  .  Jasmináccas* 

Salvia Salvia  officmalis Labiadas. 

*Romero. Rosmarmus    orficinaUs.  ,         id. 

Romero  silvestre.»  ,  Rosmariiius  clülensis..  .  .         id. 

Contra-fuego Salvia  grandillora id. 

Pacifica  [carrielito).  Calceolaria  (varias  espctM.  Escrofularineas, 

Cordoncillo Piper  (varías  especies). .  ,  I^iperáceas. 

Cordoiicinn.    .   .  ,  ,  Pipep  angustifolia,  ....  id. 

Pimienta Pipcr  nigrum  .......  id. 

Clavo.,   -  .  *   ....  Piper coriacoum.  .....  id, 

III  CLASE 

TniANOHÍA      (3    ESTAaiUfiES). 

.  Valeriana  officinalis. . 

,  Coiiimclina  cajlostin.  . 

.    ,  Bahiana  rubrocyanea. 

^Iris  llorentina  .   ..,,,.       Id. 

(Iris  gcrmanira id. 

'Lirio  do  la  Virgen  (rV 

Bctulia) Gladiohis  edulis.   .....  Irideug, 

Macana  (malosn). .  ,  Scirpua  nmllieaulís.  •  .  .  Cyperáccas. 
Junco*, Eleocaris  palustris id. 


•Valeriana 
*MiosotÍB. 
Espadilla. 

•Lirio..  . 


Valerianaccas. 
Comelinácoas, 
IrJdeas. 


Iir  CLASE 
TiiíANDDiA  [S  ESTAMBREíí)    (ContÍnuación). 
Nombre    vulgar.  Nombro  ciontiflco,  Fmiiili». 

KUingat'  ....   KiHng:a  nionocephalaypo- 


íicephala 

Espartilto Gastridium  lendige 

•Avena, Avena  fatua,  .  .  . 

•Bromo Ilromus  mollis.  ,  . 

*Ilusióii Briza  media.    .  .  . 

*Trigo.  ,  TriÜcum  sativum.. 

Grama Triticom  rofrens.  . 

*Cebada ílordeum  vulgaris  .  . 

'Caña  de  azúcar..   .  .  Sacharum  ofOcinarum 
*Yerba  de  Guinea,  -  ,  Panicum  altissimum,. 

Gramalote.  ....  Panicum  jumentorum. 


um. 


Cyperáceag. 
Gramíneas. 

id. 

id. 

id. 

id. 

id. 

id. 

id. 

id. 

id. 


Venturosa. 


IV  CLASE 

TETIUNDllIA      (4  ESTAMBRBSl* 

*Cardo de  cardar.  .  .  Dipnacus  fulonum Dipsáceas. 

•PomaroBa ¡de jardín)  Dipsacos  pillosus,   ....         id, 
t  La  n  tan  a  cámara?        .   -    .  id. 

ÍBudleaglol^osaí'.  .   ,   .  .  .  Escrofulariiieaa. 
Vonturino   (fruta  de 

culebra) Spermacosi  lati folia,  .  .  ,  Rubiáceas. 

Llantén Plantago  mayor.  ...  Plantagíneíis. 

Llantén  (macho  1.  .  .  Plantago  mexicana..   .      .  id. 

Hortensia  .   ....   íl^drangca.  .......    .  Rubiáceas, 

Rascadera  y  aiafafa.  Arum  (varias  especie.s)..  .  Aroideas 

Bruja..  .......  Rubia  linctoria Rubiáceas. 


V  CLASE 

PENTANDRIA      (5    ESTAMBRES). 

Buenas  tardes.  •  .  .  Mirabilis  jalapa Nictagíneas. 

*Heliotropio líeliolropiumperuvianum.  üorragineas. 

'Mtosolís..  .  .  Miosotis  scorpioides.  ...  id. 

'Borraja Ijorrago   ofíicinalis.    ...  id. 

^Primavera, Primula  sinensis Primuláceas. 


^^^H 

^^^^^4  — 

^^1 

^^^^^^V 

^^        V  CLASE 

^^^B 

^^^^^^^^^^^^^^  p£NTAi*7DRiA  (5  ESTAMBaEs).  (ContinuactÓH]           ^^1 

^^^^^^^^^^i^ombre 

Nombre  tieriiifico. 

FaraiJia.  ^^B 

^^^^H        Estramonio.. 

-  Datura  stramonium*  .  .  , 

,  Solanáceas.           ■ 

^^^^H        Borrrachent 

.  Brugniansia  arbórea.  .  -  , 

id.                 M 

^^^^H         Tonga..  ... 

.  .  Brugniansiasanguine:*.. 

^M 

^^^^^H       *Bcleño.  . 

.  .   i  I  vos  ya  ni  UK  Nitrcr,   .   .   , 

^H 

^^^^H        Tabaco.  . 

.   .  Ni  Cutiana  tabacum*  .  .   , 

^H 

^^^^H        Belladonji  . 

.  .  Atropa  beüadonna,  .  .  . 

^H, 

^^^^H        Uchú  va. 

.  .  Physalis  peruviana..   .   . 

^H 

^^^^H         LJcbuva  negrn 

.  Saracha  procumbens..  < 

^H 

^^^^P        Pepino. 

.  .  Solanum  pruiíiosum,  .  . 

^H 

^^V            *Papa  ó  patata. 

.  ,  Sobmum  tuberosum,  .  . 

^H 

^^H             'Tomate. .... 

.  Solanum  licopcrsicum.,  , 

^^H 

^^H              Lulo 

.  .  Solanum  Bculentuum .  . 

^H 

^^H             Tonservadoni 

.  .  Petunia  níctíiginidora.  . 

^H 

^^m            *Berengcna    .  .  * 

.  .  Solanum  nielcengena  ,  .  . 

^H 

^^^^^        Tomate  de  ¿r1  >' 

.  Solanym  Ulloa.  ..... 

'^M 

^^^^H        Yerba- mora 

.  Solanum  nigrum.  .  .   .   .  . 

^M 

^^M      

.  Capsicum  annnuni. .  .  .  , 

^M 

^^^^         Catata 

.  Convólvulos  batatan.  .  . 

Convolvulácdi|iH 

^H              BaUtíUa 

.   Ipomoea  (varias  especies  .. 

id.         ^1 

^^B             Caimo  verde. 

.  Crysophyleuní  caimito  .  . 

Gutiferas.        ^^M 

^^B              Caioio  amarílli 

.  Crysoph}leum  oxekior  .  . 

id. 

^^H              Campana.  .  . 

.  Coboea  seandens.  .... 

.  Pule  moa  i  uceas. 

^^K^         Zapote.    .   . 

.  Achras  sapota.   ,...,. 

G  utileras.               , 

^^^^H        Níspero 

.  Achras  zapotílla 

id. 

^^^"       Tarollillo. 

,  Campánula  gran  di  Hora  .   . 

Campanuhiceas* 

^^H               Borla  de  San  Juan 

.  .  Lol>elia  ¡salió i  folia 

id. 

^H            Tafo.. 

.  Coffea  arábica - 

Rubiáceas* 

^^B              Caracoli. 

.   RUynoearnüs  t*xtxlsa  .   .   , 

^ 

^^m              Ipeaicuana  falsa 

.  Psichotria  cinética  -  .   .  . 

^H 

^^m            'Uva  de  parra. .   ,  . 

.  Vitis  vinifera 

Viniferas.       ^^M 

^^B            Wfango.  .  . 

.  Mangifera  indica 

Terebintáceas.       1 

^^H             *VíoIeta.   , 

,  Viola  (varias  especies).  .  , 

V^iolarincas     ^^1 

^^M             *Pcn8aniJ^Rtcr 

.  Viola  tricolor 

^H 

^H              Plataníito.. 

.  Hclíconia  hirsulLi 

Musaeeas.        ^^M 

^^H 

,   ileliconia  bihai 

^M 

^^^      -Yedra. 

Hederá  lielix.  . 

Caprifoliáceai^^l 

^^^^B       Genciana. 

Genciana  luioa^               .  , 

Gencianácesuv^^l 

—      40    

V  CLASE 

PENTANDRIA    (5    ESTAMBRES).    [CoiltinuaciÓn] 

Nombre    vulgar.  Nombre  cieatilico.  Familia. 

'Remolacha Betha  vulgaris Quenopodeáccas. 

'Zanahoria Daucus  carota Umbelíferas. 

Anís Pimpinella  aiiisum id. 

Cicuta Conium  maculatum.  ...  id. 

Arracacha Conium   arracaoha    oscu- 

lentoa .  id. 

*Apio Apium  graveolens id. 

Perejil Apium  pctroselinum.  .   .  .  id. 

Eneldo Anethum  graveolens..   .  .  id. 

Hinojo Anethum  foeniculum. .   .  .  id. 

Culantro Coriandrum  sativum.    .  .  id. 

Cominos Cominum  cyminum.  ...  id. 

^^úco Sumbucus  (varias  espec).  Caprifoliáceas 

Yerba  santa Crassula  mollis Crasuláccas. 

^^'^aza Linum  usitatissimun  .   .  .  Carioíiladas. 

^osadei  ciclo.  .  .  .  Armería  aliácea Plumbagineas. 

^^üceno  de  monte.  .  Cinchona  (mudias  espec).  Rubiáceas, 
^ejai^j^j. Vincu  toxicum? Solanáceas. 

^^^** Cestrum  (varias  especies).  id. 

VI  CLASE 

HEXANDRIA    (6    ESTAMIJUES). 

-*'^^^ihío Narcisus  poeticus Amarilídcas. 

''^^^^ lio  hartón..   .   .  Musa  paradisiaca Musáceas. 

'^^tio  dominico.   .  Musa  regia id. 

itit^Xí^o  f^uineo..   .   .  Musa  coccínea id. 

^^^tio  nuevo.   .   .   .  Musa  sapicntiuní id. 

Cabva^.., Fourcroya Bromeliáceas. 

'^^^'^  - Bromelia  ananas id. 

Piu\4^.j.^ Bromelia  Karatas id. 

Gua^Juj^ Bambusa  arundinacca.  .  .  Gramíneas. 

''^^^^>^ Oriza  sativa id. 

*Zabila ^Jqq    (varias  especies).  .  .  Ilemerocalídcas. 

*A¿Ucena Lilium  candidum Liliáceas. 

'Tulipán Tulipa  clusia id. 

Ajo Allium  sativum id. 

'Cebolla Allium  cepa id. 


^^H 

^^V 

^H 

^^^^^B 

V!  CLASE 

^^H 

^^^^^^^^^m            HEXANDKu   (G  ESTAMBRES).  {ConÜnuación).            ^^1 

^^^^^^^^^^^^ombre   vuli^ur. 

NoiDbre  cienUriCM. 

Familia.        1 

^^H           'Espárrago 

.  Asparagus  officmaíis,.  .  . 

Asparagineas.        V 

^^B           Vaciiito, 

,  Hyacintus    amoLhystimus. 

Liliáceas.                M 

^^H          'Romasa 

.  Rumex  acetosa. 

.  Poligonáceas.        H 

^^^H           Chonta.  ...... 

*  Calamus  rudentum 

Palmeras.               H 

^^^^     'Flordeli. 

.  Amarilig  formosissima.  .  . 
VII  CLASE 

'"" i 

H 

HEPTANDBIA    (siETE    ESTAMDHES).                             ^^^H 

H 

VIH  CLASE 

m 

^H 

OCTANDEU    |8  estambres). 

H 

^^H            'Malva  española.  . 

,  .  Tropoetleutn  majus  .... 

.  Tropeteas.       ^^| 

^^H             Antioqueña..  .  .  , 

.  .  TropoQleumpinnatuiá.  .   . 

^H 

^^H             'Pajarito 

.  .  Tropceleum  aduiicum..  . 

^m 

^^H              Mamón.  .  . 

.  .  Mel ¡cocea  bijuya 

.  Sapindáceas.    ^^H 

^^H             Chuntbimbo.  .  . 

.  .  Sapindus  saponaria.  .  .  , 

^H 

^^H             Lengua  de  buey. 

.  .  Osbeokía  .stellata,   ... 

.  Melaste  maceas  ,^^B 

^^H              Fushia 

-   .  F  u  es  hia  coco  inca 

.  Onagrariáceas.     1 

^^H              Fushía  hlanciu  , 

.  .  Fucshia  ly coidea 

id.                   J 

^^H              Mortiño 

.  .  Hesperomeles. 

.  Ericáceas.       ^^H 

^^^H             Encenillo..  . 

.  ,  Wcinmannia  pin  nata  .   .  , 
IX  CLASE 

ENEANDRIA    (9   ESTAMÜRES). 

•  Saxifrágeas.    ^^B 

^H 

.   .  Laurus  nobilis. 

,  Lauríneas.       ^^H 

^^m            *CaneIa 

.  ,  Lauras  cynamomum..   - 

^H 

^^^B             Aguacate:.  .      . 

.  •  I'ersea  gratissima    ,  .   . 

id.       ^^ 

^^^^      Marañan.  .... 

*  .  Anacardlum  occidentale. 

*  Terebintáceas.      1 

X  CLASE 

0ECANDHIA  (!0  estambres) 

Komijre  vulgar.  Nombre  cicnlifico, 

|CaiiÍme Copaifera  officinalis.  .  .    . 

I  Chupachupa.  ....  Melia  azederach.  ..... 

úuuyacíin.-   ,   .   .  .  .  Zytjrophyllum  arborcum.  . 
*Ruda.  .  .      Ruta  graveolens 

Simarmba.  .  ,   .   ,  ,  Qoassia  amara 

Sietecueros Pleroma  áspera 

Amarrabollos*.  ,  .  *  Acrntea  corymbosa 

Nigulto, .......  Melastoma  loo  vi  gata.   .  .  . 

['Clavel Díantiis  caryophilus.  .   .   . 

f'Oatico -   .  Gypsopliila  saxífraga  .  .   . 

Aleli Agroslemma  gitago.   .  .  . 

Ciruelas  amarillas  .  Spondías  mirobolanQS  .   . 

Ciruelas  coloradas  .  Spondias  monibin 

Hobos Spondias  lútea 

AcederL Oxalis  acetosa.  ...... 

Cargatnanta.  ....  Phytolacca  (varias  esp,(.  . 

XI  CLASE 

DODECANDRÍA    [\2  ESTAMBÍIES). 

Clavellina Cratoeva  giaandra?  .  .  .  . 

'Verdolaga. Portulaca  sativa.   .  .  .  .  , 

^^seda.  ......  Reseda  (v*  especies).  .  .  . 

Teología.  ......  Euphorbia  virgaia 

íííibo  de  Zorro.   .   .   .  Ducida  Duceras 

Cerexa^  .......  Malpisi^hia  aquifoüum    .  . 

XII  CL\SE 

rr.OSANDRÍA    (más  de  2\}  ESTAMBRES   SOUBI 

Cactus  opuülia  .   .   . 

Cactus  nopal 

Cactus  tuna  ..... 
Cactus  metocactus  , 
Cactus  pbylantoides 
Jambosa  vuk'aris,  , 
Psidiutn  pomiferum. 
Myrtus  psidium  .  .  , 
Psidium  catleianuiii  ó  Ai- 
guuia  miolácea  .  .  ,  .  . 


Fa  111  día 

Loguminosas. 

Meliácoas. 

Rutáceas. 

id. 
Simarrubáccas. 
Melastomáceas. 

id. 

id. 
Carioliladas, 
id. 
id. 
Terebintáceas. 

id. 

id. 
O.^alideas. 
Phytolaceáceas. 


LcLTuminosas. 
Poriu  laceas. 
Resedáceas. 
Euforbiáceas. 
SataUiceas. 
Malpig'h  laceas. 


^P^  tuno ,  .  . 
^ho  inorado  . 
^h^  mejicano 
''itahaya.  .  ,  . 
^í«>i' de  baile  . 
f'oma 


id. 


XIII  CLASE 

POLIANDHIA     (MVS  D£  20  ESTAMBRES  DEBAJO    DEl  OVARlO). 

Alcaparro.  .....  Capparís  (varias  especies).  Leguminosas. 

'Amapola Papaver  sojnniftjriim  ,  .  .  Papaveráceas. 

*Aba.bol*  .   .   ,  .   .    Papaver  rhcas,   ,   .    .   ,  id. 

Chagúalo  ,  Callophylum  inoptiiluiu.   .  (íiiLííeras. 

Mamey   ...,,.  Mam  mea  americana.  ,   .   ,  id,  [ 

'Palomita   ....      Delphi  ni  um  chínense.  ,  .   Hanuncuhioeii 

*Polícaíio Delphinium  cuniatum    ,  .  id, 

'Aquilegia  ó  viuda.  .  Aquilegia  vulgaris  ...  id. 

Dulumoco Symplocos.  .....  Magnoliáceas, 

Guanábana  Vnnona  muricata ...  Vnonáceas. 

Chirimoya.  .   .      ,  .  Annona  cherimolia  .    .  id. 

Anón.  .  .  .      ,   ,  Vnnona  squamosa.  ...  id. 

'Anémona  .  .   Anemone  (varias  esp.)   ,  .  Ranunculáceas. 

^Clemátide.  ...   Clomatis  [varias  oapecica),  id, 

Arracttchucla  •  .  .  .    lUnuneutuaacriá  ....  id. 

'Kspuelade  caballero  Delphinium  condolida.  .   .  id. 

"Pajarito Ltoaria  trionitophora  ...  id. 

*Oam|>aniüa  ...  EachschoUzia  californíca  .  Papaveráooai* 

Achiolo ,   líixttorollrtna Litxineas. 


—  7!>  — 


XIV  CLASE 

Dl0rx\MlA      (2  ESTAMBRES  LAUCOS  Y  '2  CORTOS). 

Nombre  vulirar.  Nüiiibrü  cícnlílico.  Familia. 

^Ycrba  buena  ,  Mentha  piperita  ......  Labiadas. 

li  crespa  ....   Mentha  crispa  *  .  .  . 

'Oré^no,  ,  .   Origanum  majoranoides 

l'Mejorana  .   Orii^aiium  majorana, 

I* fomillo  .  ,  .  Thyraus  aerpyllum  , 

[*Toronjil Melissa  oíficinalis.  . 

I  *^U8p¡ro  de  Luisa  ,  .  l'entesmon  campanulata 

rColombiana Xhumberi^ia  alata.   . 

Albaliiica  .   .   Ocynnum  basilicum. 

riiecuerdo  .  Maurandyasompcrílorens.  Escrofularíneas^ 

I  Madfeíicdva  .   .  Lopliospermum    atrosaa- 

guineum    *.,.....    Labiadas* 
Mentha  pillean  urn  ,  ,  .  .  .         id. 
Acanthus  mollis,  .....  Acantáceas, 

Lippia  citriodora Verbenáceas. 

verbena Verbena  coraliníana    ...  id, 

[  Verbena  de  jardín,  ,   Lantana  mixta id. 

Totumo  ...,..*  Crcscentia  cujete Solanáceas. 

I  iioca  de  dragón .  .  .  Antirrinum  majus.  ....  Eacrorularíneass, 
^^j'íal Dijitalis  purpurea   .  .  ,  ,  id. 


['Poleo  , 
l'Acíiiito. 


XV  CLABE 

TETRADINAIÍU     (4  ESTAMBRES  GRANDES  Y  2  PEQUEÍÍOS}. 

Nasturbium  sylvestris.  .  ,  Cruciferas. 

Orassica  olerácea. .  ...  *  id, 

Oraasica  ñapos id. 

Sinapis  alba.  , id. 

Sinapis  nigra id. 

RaphanQSsativus id. 

Oleóme  gi^^antea id. 

Sysimbriuoi    naatursium.  id. 

XVI  CLASE 

HO.VADfiUí'A      (LOS  ESTAWIillES  UNIDOS  EN  UN  GRUPO,  POR  SU   FILETE). 

[Tamarindo  ....  Tainarindus  indica  ....  Leguminosas. 

^'^^''avillíi Tigridia  pavonia  .....  h-ideits. 

|vruíiadilla Passiflora  (varias  especies)  Pasifloráceas. 

"''iranio  6  cortejo .  .  Pelargonium  (v.  eap.) .  .  .  Geranáceas. 


^^«laerzo. 

^^^. .  .  . 
I  ^^Na/,a  blanca 
Píoslazanegia. 
í Rábano  .  , 

Ámbar,  . 

'berros.  . 


—  80  - 


XVI  CLASE 

MONADELFA  (lOS  ESTAMBRES  UNIDOS  ES  ÜN  GEUPO,  POR  SU  FILETB) 

{Continuación.) 

Nombre  vulgar.  Nombre  ciejilifico.  Familia. 

Malva  •  . Malva  rotundifoHa   ,  .  .  .  Malváceas, 

'Malvarosa Malva  alceaf id, 

Malvabisco AUhea  ofíicinalis?.  .  .  ,  .  id, 

Escobadura Sida  (v.  esp.) ..   ......  id. 

Algodón Gossypium  arboreum,   .  .  id< 

Ceiba  .......  Dombax  ceiba  ,....,.  Dombáceas. 

Majagua.  .  .   Hybiscua  tüiaceus Malváceas. 

Curuba  bogotiinn  .   .  Tacsonia  iiiollisima.   .   .   .  Pasifloráceas, 
Ourubita Tacsonia  speeiosa id. 

'Aroma Felargonium  reoífonnce  .  ileraneáceas. 

XVII  CLASE 

DI  ADELFA     (ESTAMBRES  UNIDOS   EN  DOS    GRUPOS). 

Rústica..  ,.,...  Foligala  aenega Poligúleas. 

Serpoleta Poligíila  micrantha id. 

Ghachafruto Eritbrinaedulis? Lcffu  miñosas* 


*Retama Spartium  junceum.  .   .   . 

Frísol Phaseolus  (varias  eBp,u. 

*Arvejas Latbírus. . 

'Lentejas,      .  Ervum  lens.  ...... 

'Añil. lodigofora  añil* ,  .   .  ,   . 

Añilón índigofera  humíHs. .  .  . 

Carretón Psoralea  orbicularis.  .  * 

'Ciarbanxos-  ,  .  .  .  ,  Cicer  arictioum.  .  .  .  .  , 
*Habas ♦  -   ,  Faba  vulíjaris 

Cañafistula, ,  ....  Caasta  mosdiata..  ,  .  . 

Guarango..  Coulteria  tintoria..  .  . 

Ghocbo Lupinus  aridua 


id. 
id. 

id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
iJ. 
id. 
id. 


XVIII  CLASE 

POUADELKA  (ESTAMBRES    EN    VARIOS    GRUPOS), 

Cíicao..  ....         -  Tlioobroma  cacao nutneracoas. 

Madroño.  .  liecdia  madroño Gutiferas, 

Cacao  silvestre. .  .  .  Herrania ¡d. 

'Naranja  agria,  .   .   .  Citrus  vujgaris Aiiranceácoaa. 

'Naranja  dulce.  .  ,  .  Citrus  aurantíum  .....  id. 


N'ombro  cieaüfioo. 
i_  itrus  limón um. 
Citrus  limeta.  .  , 
Citrus  malí  .   . 
Citrus  medica. 

Visnia?,  .  * Hipericíneas. 

hinchimaní" Hipericum  humifusum  .  .  id. 

XIX  CLASE 

SIN&EííESIA   (estambres  UNIDOS   POR  LAS  ANTERAS). 

«ja..  .  .  Sonchus  (fructícosus  ?)..  .  Sinantéreas. 

^Uchuga.   .  .  Lactuca  sativa, 

^c^chofa  .  Cynaria  scolimua  , 

Tardo.,  .  Cynaria  cardunculuíí 

Masiquia.  ......   Bidcns  pillosa, 

Éda  gallinaza  ,  .  .  Tagettes  minuta . 
lemísa.  ,  .  Artemisia  valentina. 

^Ajenjo Artemisia  absintium. 

Cineraria.  .  Cyneraria  speeiosa. . 

Dalia.  ...  Dahlia  frustran  ea  .  . 

Ifuyo  quemado. ,  .  ,  Sambitalia  procumbens? 

Manzanilla Matricaria  chamomilla., 

Manzanillon.  .   .  -  .  Anthemis  nobilís. 
Manzanillón  doble,  .  Anthemis    nobilís     ñoi 

k  pleno 

ia. (^icoriuní  endivia..  .    , 
I llelliaiitus  annus.  .  . 

prailejdEi* .   .            .  Kspelotia  grandiílora.. 
[Iliaco.  .  .  Mikania  griiaco 

hXX  CLASE 
(ilNANDRlA    (estambres    SOLDADOS    CON    EL    PISTILO). 
,'Oncydium Orquidáceas. 
Rpidendruní  ..... 
lOdontoy^losum,   .   .   . 

.mericanas.  \iaxiiarüi 

-«rasitas   ó  y^^^^^^jcyvíOQoámm.  .... 

rieurothalia,  .... 

\Etc.,  etc.,   etc,,    etc 


id. 

id. 
id. 
id. 

id, 
id, 


XX  CLASE 

oiNAicDRU  (estaííbiies  soLüADOs  CON  EL  pistilo).  {ContinuEción]. 

Nombre  vulgar.  Nombre  científico.  Familia. 

Vainilla  .......  Epidendruin  vanilla.  .  .  .  Orquidáceas. 

Corazón  de  Jesús  ó 

Gallito.  .*....  Ari^tolochia  labiosa.  .  .  .  Aristoloquias. 

XXI  CLASE 

MOK.£SU  (fLORBS    lf.^CHOS  Y  HEMBRAS  EN    LA    &IISMA  PL.\NTa). 


Maíz Zea  mais Oramlneas. 

Ortiga.    .*.....  Urtica  urcns,  .......  Urtíccas. 

'Morera.  , Morus  nigra.   .   , id, 

*Amaranto Amarantua  acundeni. .   .  .  Araarantaceaa. 

Grama  menuda  -  ^  .  Zizania  aquatica Gramíneas. 

Sagú.  ,....-..  Mararita  arundinácca,  .  .  Arundináceas. 

Coco Cocos  nucífera Palmeras. 

Corozo  grande* .  .  •  Acroconia  aiiti0([uiensis.  .  id. 

Coi*os:o  chico Martineaia  caryotofoüa.  .  id. 

Juanita.  .......  Begonia  nítida liogoniáceas. 

Nogal  (uoéts) *  Juglans  regia .  Juglandeas. 

Cedro  negro*  .  .         Jui;lans  nigra? id. 

Roble Quercus  granatenais.    .  .  Amentáceas. 

Laurel  roble.  ....  Quercus  laurus. .,...,  id. 

'Pino ,  .      Pinus  excelsa.. Coniferas. 

'Ciprés .  ,  Cupressussempervivens.  .  id. 

Cedro Larix  cedrus id. 

Melocotón  (badea). .  PasiQora  alata,  ......  Cucurbitáceas. 

Oitoría  (calabaza).  .  Cucúrbita  pepo id. 

Ahuyama Cucúrbita  berrucosa. ,  •  ,  id. 

*Melón .  ,  .  Cucumib  meló .  id. 

*PaUUa.  .  .  .  Cucúrbita  citrulus id. 

Calabazo .  Cucúrbita  lagenaria*      .  .  id. 

Coloquintida. .  .  .  .  Cuctiniis  colocliyntifi..  *  .  Id. 

Iliguerillo    .....   liicÍDUs  comunis Euforbiáceas. 

Yuca fatropha  maniboc.  .  id. 

Manxumllo. .  ....  Ilipomane  manclniclla..  .  i<l. 


XX]  CLASE 

V0X.CS1A  (flobes  machos  y  hembras  ek  la  MisMAPLANTá]  [ConÜnuación), 


Noiiilire  vulíjar. 

Palma  de  vino,  , 
Palma  de  cera*  . 
Palmito 


Dices u  (flores 
Sauce*.  ......* 

DátiL 

Palma  reah 

Muérdago  6  suelda.. 

Espinaca 

Zarzaparrilla. .  •  •  . 

CorUpico 

Papaya 

* Jinebra , 

'Nuez  moscada. .  .  . 

Yanimo,. 

Olivo  de  cera 


Nombre  cíenlifieo.  Painilíft. 

Cocus  butlracea Palmeras. 

Ceroxüon  andícola» ....         id, 
Oreodoxa  regia id, 

XXII  CLASE 

MACHOS  Y    HEMBRAS     EN   DISTINTAS  PLANTAs). 

Salix  Humboldtiana.  .  ,  .  Salicíneas. 


Phoenix  datílifera, 
Chamcerops  hu milis?, 
Biscum  álbum.  .  .  . 
Spí nacía  olerácea^  , 
Smilax  zarzap;irrilla 
Smilax  lanceolata.  . 
Carica  papaya,  .  ,  , 
Juniperus  bermudian 
Mirística  moschata* 
Cecropia  peltata.  . 
Myríca  arguta .  .  . 


Palmeras, 

id. 
Lorantáceas. 

Quenopodáceas, 
Esmi  laceas. 

id. 
Papayaceas. 
Coniferas. 
M  ir  tí  ceas. 
Urtíceas. 
Mentáceas, 


XXIIl    CLASE 

POLIGAMIA  (flores   MACHOS^  HEMBRAS   V  IIERMAFR0DITA5 
EN    LA    MrSMA    PLANTa). 


Inga  lucida Leguminosas. 

....  id. 

....  id. 


Guama  machete. 

Guama  bejuco.  .  .  .  Inga  circinalis. 

Guama  peluza.  .  .  .  Inga   rhoiflora. 

Afioraiidera.   .  ,  .  .  Mimosa  viva  í5  púdica.  .  .  id. 

Carbonero.  .....  Mimosa  calliandria .  ...  id. 

Acacia.  ......  Acacia   catecú. id. 

Cebadilla Asagrea  ofíicinalis  ....  Melantaceas. 

Paico Chenopodium  .......  Quenopodáceas. 

Chagúalo Clushia  rosea.. Gutíferas. 

Fresno ,  .  ,  Fraxinus  americana  ?.  .  .  Oleáceas. 

Algarrobo.  •  .  .  .  .  llymonoea  curlensis.  .  ,  .  Leguminosas. 

Higo Ficua  carica Urtíceas. 

Htguerón..  .  Ficus  velutina,  ......  id. 


—  84  — 
XXIV  CLASE 

ORIPTOÜAMIA    (flores    OCCLTAi 

Nombre  vulgar.  Nombre  cientííico. 

llolechos Polybotria  ,      Acrosticum  , 

Gymnograma,  Menis  - 
cium,  Polipodium,  Asple- 
nium,  Pteris,  Vittaria,  As- 
pidium,  Anemia  etc., etc. 
Helécho  peine.   .  .  .  Polipodium  aureum.  .  .  . 

Culantrillo Adiantum  capillus  venerís 

Zarro Cyathea  arbórea 

Yerba  áspera  muy 
abundante  entre 
nosotros,  que  usan 
en    Europa    para 

pulir  metales.  .  .  Equisetum  hiemale  .   !  .  .  j 
Musgos Phaseum,Polyti¡cum,  Fu- 
ñaría etc ] 

Lama  de  pozo  y  de 

rio Vigas  (varias  csp.) ¡ 

Orejas  de  palo.  •  •    j 

Barbas  do  palo..   .  .'.Liqúenes  (muchas  csp.).  .   1 

Barbas  de  piedra  .  .' 

Paraguas  de  tierra. .  ■ 

Paraguas  de  palo  •  .  Hongos  (muchas  esp.).   .  . 

Flor  de  boñiga..  .  . 


MINERALES 


MAS     COMUNES     EN     EL     ESTADO     DE      ANTIOQUIA 


PRIMERA    r.LASK 

Género  carbono. C 

Grafita  cristalizada 

Género  silicio , Si 

Cuarzo Si 

Id.      hialino  ,  lechoso  ,  verde  ,  colorado  , 
amarillo,  ahumado,  compacto. 
Resinita  \ 

Terroso   /  •-.     ^ 

Silex           «^-*-^^' 

Ágata       ' 

^'énero  azufre S 

Azufre  cristalizado  compacto  y  terroso. 

^^^nero  antimonio Sb 

Antimonio  arsenical.  SbAs 

—  sulfurado.  Sb*S** 

—  acteromorfita.  Sb*S 

—  zuiquenita.  PbS+Sb-S' 
Antimonio  oxidado  Sb 

^^*noi-o  mercurio Ilg 

Mercurio  sulfurado.  HgS 

*'^»^oro  molibdeno MO 

Molibdeno  sulfurado.  MoS* 

^'^'Hero  hidrógeno H 

Aguas  minerales. 
Id.     alcalinas. 
Id.     sulfurosas. 
Id.     ferruginosas. 
Id.     saladas. 
XoTA.  — En  las  aguas  saladas  se  halla  el  yodo  :il 
estado  Ul)re. 


—  8tí  — 

t 

SEGUNDA   CLA»K 

Género  potasa.  .  * 

Género  soda.  ...................... 

Algunas  aguas  de  potasa  y  soda  se  hallan  en 
pequeña  cantidad  formadas  por  la  coope- 
ración do  aguas  minerales. 

TERCERA    CLASE 


Género  barita .  . 

Ba 

Barita  carbonatada. 

Bul 

Id.     sulfurada. 

BaSu^ 

Género  cal. 

.  .             Ca 

Cal  carbonatada. 

CaC» 

Cal  dolomía. 

CaC'+MgC* 

Cal  Iluatada. 

C'Fe 

Cal  sulfatada. 

CaSu'+A? 

Género  magnesia 

■  •            Mg 

Magnesia  hidrocarbonatada. 

MgC*-hAg 

Magnesita. 

MgC'+Ag 

Magnesia  sulfatada  en  aguas  minerales 

lo 

mismo  que  cloruro  de  Mo. 

CUARTA    r:LASK 

Género  hierro. ' ,  . 

Fe 

Hierro  sulfurado  blanco. 

Fes* 

Hierro  sulfurado. 

FcS* 

Id.    sulfurado  magnético. 

FeS'+ÜFeS 

Id.    oxidulado. 

FeFe 

Id.    oligisto. 

Pe 

Id.    oxidado  hidratado. 

Id.    cromato. 

(F«AI)Cr. 

Id.    sulfatado  verde. 

FeSu'-HGAg 

Id.    sulfatado  colorado. 

FeSu'+So»-t-Ag 

Género  zinc *.*. 

.  .             Zn 

Zinc  sulTurado. 

ZnSo 

Género  plomu ....        .  . 

Pb 

Plomo  sulfurado. 

I'1>S 

Lloiilangcrila. 

3Pb9u-|-.SbSu» 

Plomo  inoli>Klutado. 

PbMoS 

Genero  Bismuto 

Bi 

Üismuto  sulfurado. 

BIS 

-  87  — 


Género  cobre 

.  .  .  .              Cu 

Cobre  nativo. 

Cu 

Id.  sulfurado. 

Su'Su 

Id.  piritoso. 

FeSu+CuSu 

Id.   oxidulado. 

Cu«0 

Id.   carbonatado  azul. 

2CuC'4-CuAg 

Id.   carbonatado  verde. 

2CuC+Ag 

Género  plata ^ , 

.  .  .  .              Aff 

Plata  nativa 

.  .  .  .              í-i.g 
Ag 

Id.    sulfurada. 

AgS 

Id.    sulfurada  frágil. 

Su»+6AgSu 

Id.    antimoniada  sulfurada. 

3AgSu+Sb«Su» 

Proustita. 

3AgSu+As*3u 

Grénero  oro 

...             Au 

Oro  nativo. 

Au 

Género  platino 

...              Pt 

Platino  nativo. 

Pt 

siliÍatos 

Andalucita. 

Kaolines. 

Granates. 

Esmeraldas. 

Feldespatos. 

Labradoritas. 

Talcos. 

Esteatitas. 

Serpentinas. 

Anfibolos. 

Piroxenos. 

Peridotos. 

COMBUSTIBLES 

Asfaltos. 

Betunes. 

Anthracitas. 

Lignitas. 

Turbas. 

—  8S  — 


ROCAS   PRINCIPALES 


OOE   ENTRAN   COMO    ELEMENTOS   COMPONENTES    DEL   TERRITORIO 

ANTI0QUEÍ50   (I) 


Granito.  —  Llamado  por  el  pueblo,  maní.  Algunos  lo  confundei 
por  ignorancia  con  el 

PórOdo  anfibólico. 

Gneis.  —  Sin  nombre  especial;  pero  entendemos  que  ¡i  esta  roi 
y  al  granito  descompuesto  Uamao  los  mineros  piedra  sarabeada. 

Esquisto  micáceo,  —  Cuando  está  descompuesto  se  le  confund 
con  el 

Est[uislo  talcoso  llamado  piedra  de  churumbels.  .  reconocido 
como  el  mejor  respaldo  de  las  minas  de  oro. 

Eaquislo  arcilloso  (el  meLamórfico  ó  de  transición),  llamado 
pizarra.  •  • 

Mica.  — Llamada  Juan  Blanco,  por  el  pueblo.  Se  halla  en  laminas 
de  mediano  tamaño  y  de  diferentes  colores,  trasparentes  ó  traslúcidas. 

Serpentina.  —  Sin  equivalente  vulgar. 

líii salto.  —  Guaracú,  respaldo  muy  común  en  minas  de  veta  de 
oro.  También  se  le  da  por  nombre, 

Dio  rita. 

Pórfidos.—  De  diferentes  colores,  algunos  se  llaman  mani. 

Sienita.  —  Piedra  de  moler  en   el   valle  de  MedoUin  y  en  oí 
puntos. 

Arenisca,   —   Gres   de    los    franceses,   piedra   de  molleji'tn, 
nombre    espaiiol   es  asperón.    La    hay   de    grano   fino^    mediano 
grueso. 

Esíiuisto  hullifero,  llamado  greda  dura  en  Titiribí  y  en  Ileliconia 
Contiene  hierro  en  forma  do  globos  de  distintas  dimensiones,  m 
bien  ovoides  que  esféricos. 

Hierro  espático  (carbonato  de  hierro).  -  Impropiamente  llamado 
marga.  Se  It;  usa  con  dicho  nombre  y  como  fundente  en  los  hornos 
de  Titiribí. 

Arcilla  plástica,  —  Barro  ó  greda. 


(1)  Kn  Ift  enuTiieracit3u  de    isui^  rocas  entran  algunas  (¡ur   propui 
lialifjujdo  son  minerajes;  pero  como  aparecen  on  estadu  Lruioa)  benelicianel 
tníllnl^  homoi  rcrucUo  peinerías  como  indicadoraa  de  la  exísloaciii  de 
minerales. 


—  8ÍÍ  — 


Arcill»  micácea.  —  Tierra  bíanca. 

Hulla.  —  Carbón  do  piedra,  carbón  mineral. 

Esquisto  biturainoso.  ^El  délas  minas  úg  hulla  lleva  el  nomr 
popukr  de  soUpa. 

Fonolita.  —  Piedrat  de  campana.  Por  extensión  apUcan  este  nom- 
bre á  basaltos  ó  gua7mci\es  que  golpeados  producenun  sonido  motálico. 

Pirita  de  Hierro  ó  sulfuro  da  hierro,  MítrniutOf  mn7*ma}íi  ó 
Ttmchonga.  El  polvo  de  la  pirita  se  llama  jaí;a;i. 

Blenda  {sulfuro  de  zinc) —  La  negra,  que  es  ferruginosa,  parece  ser 
hmarmatita  del  Sr  deBoussingault,  La  llaman  gallinazo  en  Titiribí, 

Galena.  —  Llamada  Tno^?s.  Se  halla  especia hnente  en  el  fondo  de 
la  batea  al  lavar  arenas  auríferas. 

Antimonio  sulfurado.  —  Se  lo  llama  simplemente  anlimonio«  y 
cuando  existe  en  alguna  cavidad  de  las  vetas,  se  le  nombra  diente  d** 
murciélago. 

Oxisulfuro  de  antimonio*  —  Por  la  decomposictón  del  anterior 
mineral  se  forma  en  ocasiones  una  masa  delgada,  oscura  y  rojista, 
hautíxada  por  los  mineros  con  el  nombro  do  noli ,  por  h\i  semejanza 
oon  esta  sustancia. 

Cuarzo.  — ^  Por  corrupchjn  se  lo  llama  en  algunos  lugar  os  {¡narzo. 
Cuando  está  cristalizado  y  opaco  en  las  geodas,  so  le  da  el  nombre 
de  diente  de  perro, 

Salvandas.  —  Equivale  al  urgue  de  los  mineros. 

Ocre  rojo.  —  El  rojo  de  los  aluviones,  anhidro,  lleva  el  nombre  de 
'  6oío,  En  las  vetas,  cuando  viene  de  la  descomposición  de  las  piritafl, 
se  denomina  carmín. 

Ocre  amarillo  ó  hidratado.  -  Bnín  amarillo.  En  las  vetas  dicen 
los  trabajadores,  azufrado. 

Peróxido  de  manganeso.    ~  En  el  lenguaje   do  los   mineros, 
\  c^nturrón. 

Sílex piromaco-  —  Piedra  de  chispa  ó  de  candela  (cuarzo). 

Calcáreo*  —  Piedra  de  cal.  —  En  el  centro  del   Eslíido,  esta  roca 

llofca,  impropiamente  califlcada  por  algunos  como  íuff. 

fttita.  —  (y  también  el  hidróxido  de  hierro  ó  limonita).  Madre 
las  minas  de  oro  corrido. 

Carbonato  de  cal  puro  ó  dolomítico.  Cebo  en  las  minas  de  vota, 
tn  donde  se  deposita  por  i n filtración. 
Sallkto  de  hierro.  ^~  ¡Caparrosa). 

Dioríta  ógrunsteín.—  Es  la  roca  denominada  imm  ordinariar 
raeti.  / 

Moh'bdato  de  plomo.  —  Llamado  muy  impropiamente  í 


CAPITULO    SÉTIMO 


Relieve   general  del   país. 


Observación  general.  —  Monístñas,  cordilleras^  alíurasy  valles  y 
su  distribución.  — Aspecto  de  los  ríos.  —  Herveo,  —  Palomas,  — 
Peñones  —  Cerro  de la^  Tetiis,  —  Lomas  de  Cancán,^  Punios 
mineros.  ^Picachos,  — Gruta  de  fnármoL  —  Cataratas  y  co- 
rrientes. —  Llanuras  y  dobleces  del  terreno,  —  Vista  imaginaria, 

ObserTacióü  general*  —  Una  vez  que  hemos  visto  la 
situación,  extensión,  límites,  montañas,  ríos,  lagos,  isUií^i  y 
producciones,  bien  podemos  intentar  la  tarea  de  trazar  un 
cuadi'O  general  que  represente  la  ligara  en  conjunto  de  esta 
pequeña  parte  del  Continente  americano. 


Montañas,  cordilleras,  alturas,  valles  y  su  dirección,  — 

Las  montañas  forman  una  trabazón  casi  indefinible,  cuya 
descripción  con  la  brújula  en  la  mano  pediría  muclio  tiempo  y 
mucho  estudio  para  llegar  á  una  conclusión  satibfacloria.  Por 
eso,  lo  que  liemos  dicho  sobre  dirección  de  cordilleras,  debe 
considerarse  sólo  como  una  indiCctcióu  para  estimular  el 
genio  científico  ó  investigador.  A  lo  expuesto  es  preciso  agregar 
que  no  hemos  querido  ni  pretendido  entrar  en  pormenores 
científico*,  sobre  el  dédalo  de  cordilleras  subalternas  que  se 
despreaden  vistosamente  de  uno  y  otro  lado  délas  gigantescas 
mole»  de  los  Andes  antioqueños. 

Nos  proponemos  liablaren  este  monicnto  de  los  objetos 
particulares  que  en  todo  lo  dicho  impresionan  y  llaman  mas 
profundamente  la  atención. 

Las  cordilleras,  más  elevadas  gencrabuente  hacia  el  sur. 


decrecen  visiblemente  hacia  el  nurlr,  y  presentan   sobre  ííi 
dorso  asientos  que  se   dislribuyen  como  en  escíxlera.   AsC, 
tenérnosla  culminante  mesa  de  Herveo  y  el  páramo  de  s^ 
nombre,  separados  por  muy  pocos  metros  del   nivel  do  la 
nieves  perpctLins. 

El  vallecito  de  Sonsón,  muy  alto  también»  lo  es  menoí 
que  loa  puntos  nnieriores,  y  bastante  superior  á  las  esplanadsn 
déla  Ceja,  Retiro,  Rionegro,  Guarne»  San  Vicente,  MarinilL*^ 
Santuario,  Peñol  y  Santo  Domingo,  mientras  que  ést* 
dominan  en  altura  las  cuasi  csplanadas  de  Yolombó  y  Canci 
que  á  su  turno  son  todavía  máselevadns  que  los  territorios  ^A* 
Remedios,  San  B:irtolomé  y  Zaragoza,  y  las  vegas  d* 
Magdalena. 

En  las  partes  centrales  del  Estado,  fijándonos  siempí 
sobre  los  mas  altos  filos  montañosos,  tenemos  las  cumbres  d* 
Cardal,  RomornK  Ovejas,  San  Pedro  y  Valle  de  Osos,  si  n 
tan  culininanles  romo  los  de  Herveo  y  San  Félix,  sí  mM 
aventajados  á  CaroUna^  Anorí,  Cruces,  Zea  y  sabanas  c 
Ayapel  que  forman  su  continuación  para  el  norte. 

En  la  cordillera  occidental  de  los  Andes  colombianos,   • 
fenómeno  se  repite  desde  el  Paramillo  y  los  Farallones,  ha^^ 
el  alto  del  Viento  y  las  vertientes  del  Sinú  y  el  San  Jorge,  auncf  i 
no  de  una  manera  tan  ostensible  ;  y  eso  que  sucede  sobre 
lomo  de  las  montañas,  se  repite  de  un  modo  uniforme  a  lo  lar| 
de  los  ríos,  especialmente  de  aquellos  que  deben  y  mereoc^^' 
ser  considerados  como  principales. 

Aspecto  de  los  ríos.  —  En  el  Nare,  e!  descenso  cumien* 
en  Pantanillo,  tempiTaineiite  frío,  y  después  de  pasar  por 
Retiro,  líionc^gro  y  el  Pefiol,    ¡n'osigue    sin  interrupción  p^ 
Nusito  y  Hemolino  hasta  ü  nal  izar  en  el  pueblo  de  Nare. 

En  el  Porc^,  la  escala   análoga  de  declinación  principa 
en  Caldas  y   continúa    por    Medellín,    Bello,    Copacaviuir^ 
Jirarilola  y  llnrbosa,  hasta  desvanecerse  en  la  frontera  uort> 
cerca  de  Santa  Lucía. 

En  Murrí,  el  mismo  hecho  de  formación  física  bo  af 


«  1)3  -^ 

lomanilo  su  punto  de  partida  eu  el  Plateado,  y  torciendo  sobre 
d  noroeste  por  Urrao,  Murrí,  Maruié,  la  Serrazón  deCurbatá 
y  la  parte  baja  cercana  al  Atrato,  en  donde  dcHapai'ece. 

En  el  río  Sucio,  empieza  en  el  cerro   de  la  Horqueta, 

desciende  á  Dabeiba  y  termina  en  los  desiertos  abrasadoi^es 
itcl  antiguo  Cliocó.  En  íin,  en  el  río  León  ó  Apurimiandó,  la 
repetición  de  este  hecho  geográfico  «e  verifica  con  el  mismo 
catócter,  pero  «e  sale  en  su  mayor  parte  de  los  linderos  de 

Antioquia . 

A  meilida  que  las  cosa>  tienen  lugar  en  el  sentido  ¡ndicaüo, 
e^tlecir»  de  la  parte  mrridioual  a  la  sutentrional  y  un  poco 
haciad  oriente  y  poniente,  siguiendo  la  línea  recorrida  por 
los  río$iUti  mamen  te  citados,  se  debe  recordar  también  que 
en  el  sentido  absoluto  de  su  ti-avesía,  ó  de  oriente  á  occidente, 
la  escala  en  alturas  climatológicas  se  verifica  igualmente: 
Hionejrro,  valle  frío;  Medellín,  más  profundo^  templado; 
Antioquia,  cálido;  yegas  del  Atratt»,  abrasadoras-  Si  el 
olíscrvador  vuelve  la  espalda  al  sur  y  orienta  una  de  sus 
manas,  poniendo  la  articulación  de  ella  con  la  muñera  h;icia 
bpartesur,  la  palma  para  arriba,  et  dorso  para  abajo,  la 
^*.xtrüniidad  de  los  dedos  extendida  para  el  norte,  el  pulgar  y 
*íl  indicador  hacia  el  orto,  el  meñique  para  el  oeste,  y  la  inclina 
ligeramente  hacia  el  último  punto  astrünúmico,  sedará  cuenta 
ínedianamente  bien  del  plano  geogránt:(»  de!  Estado. 

Casi    no    hay    t[ue    ilccir,    poi-que    ní>s  pareee   que    se 
^comprenderá    fácilmente,    que,  después  de    estas   conside- 
raciones, viene  muy  naturalmealeal  espíritu  la  de  hacer  notar 
*l^í?  mientras  las  rosas  pasan  así  sobre  las  alturas  y  en  los 
^^'1%  las  partes  restantes  del  territorio,  ó  los  flancos  de  las 
I  foPtJilleras,  están  forzosamente  rruzados  en  diversas  líneas 
por  montañas   secundarias,   fuertes,    contrafuertes,   cejas, 
^colinaa,  montículos,  pequeñas    eminencias  y  rugosiilades  de 
Itnayoro  menor  importancia,  por  cuyos  intervalos  se  precipitan 
[.niidosos,  corren    apresurados  ó    serpentean    mansamente, 
!?i*andes   ríos,     torrentes,    arroyos,    arroyuelos,    fuentes    y 
Hiñnaderos,  r(ue   recogiendo  ordenadamente  sus  aguas,  he^ 


-94  — 

depositan  en  las  arteriris  principales  que  descargan  el  excedente 
del  líquido   fecundador  de  Antioquia  cu   el   Magdalena, 
Cauca  y  el  Atrato.  En  esos  recuestos  montañosos  se  dilata 
aún  espaciosos  ternlorios,  más  ó  menos  plegados  al  oriea( 
sobre  el  Magdalena,  en  el  centro  sobre  el  Nnrc,  el  Porcc  y 
Cauca,  y  al  occidente  sobre  las  selvas  del  Chocó. 

Después  de  haber  dado  la  ojeada  general  que  antecede 
sobre  la  configuración  física  del  Estado,  detengamos  el 
pensamiento  sobre  algunos  objetos  particulares,  aunque  pai 
eso  nos  repitamos  un  poco. 

Her?eo.  —  Esta  mesa  y  la  cordillera  que  la  contini 
hasta  Sonsón,  aparecen  notables  por  su  extraordinaria  altura 
sobre  el  nivel  del  mar,  por  su  vecindad  a  los  nevados  Ruiz^ 
Santa  Isabel,  por  su  frío  intenso,  por  los  nutritivos  pastos  qi 
en  ellas  crecen»  así  como  también  por*que  dan  y  pueden  dt 
paso  á  vías  que  pongan  en   comunicacióíi  los  Estatlos    á 
Antioquia  y  el  Tolinia. 

Cerro  de  las  Palomas,  —Además  de  su  mucha  altura, 
particular  por  varios  puntos  blancos,  formados  en  su  cúspic 
por  fragmentos  de  cuarzo  que  imitan  á  lo  lejos,  y  perfectament 
bien,  la  forma  de  palomas*  a  lo  cual  debe  su  nombre. 

Peñones.  —  La  Piedra  del  l*eñol  es  una  gran  roca 
Bieníta,  colocada  sobre  una  planicie  cerca  del  pueblo  de 
nombre*  Es  importante  por  su  gran  masa,  su  elevación, 
asjKK'lo  severo  y  su  contorno  majestuoso  é  imponente. 
iiiibmo    género,  pero    no  tan  voluminoso,    es    el  Peñol 
Riochico,  situado  entri^Saii  Pedro  y  Entre-ríos,  De  la  mísr 
ctadc  hayolros  varios  [ledernales    diseminados   por  todo 
ámbito  del  país*  pintorescos,  pero  más  reducidos  de  tama&c 

Cerro  de  las  Tetas.  —  Situado  entre  Yolombó  y  Cancái 
es  un  prtjmontorio  de  C4>rdillera  (jue  pi'esenta  hacia  su  pal 
oriental  dos  grandes  masas  cónicasi  que  le  están  unidas  y  i 


—  95  * 

imitaa  bastante  las  mamas  ó  pechos  de  una  mujer.  Desde  su 
I  cima  se  contempla  el  más  vasto  y  anchuroso  paisaje  del  Estado. 

Lomas  de  Cancán  —  Llaman  ia  atención  del  geógrafo 
por  8U  feracidad,  lo  caprichoso  de  su  formación,  el  laberinto 
dehoüdonadasy  mamelones  de  que  se  componen,  la  riqueza 
desús l>osques  y  su  aventajada  posición. 

Puntos  mineros.  —  El  lugar  de  Remedios  y  sus  cercanías, 
S4Í  distinguen  en  este  país  aurífero,  por  contener  tanto  del 

CÍ080  metal,  que  con  razón  pudiéramos  llamarlos  el  cofre 
Fuerte  del  Estado,  Titiribí  y  su  chxuito,  están  en  igual  caso. 

Picachos.  ^  Cerrobravü  /es  una  montaña  dv  forma 
piramidal,  situada  eo  las  cercanías  del  río  Cauca,  magnífica 
por  8u  elevación,  su  gran  base  y  la  fertilidad  de  sus  faldas. 

El  Sillón  forma  continuacirín  al  ccrru  aiiteriur  y  se  parece 
alo  que  expresa  su  nombre.  Junto  a  él  se  levanta,  atrevido, 
desde  la  orilla  derecha  del  Cauca  hasta  una  enorine  altura  y 
con  forma  cónica  geométrica,  el  cerro  de  la  Tusa,  así  llamado, 
poi*  imitar  porfectamento  bien  el  suro,  ó  sea  el  cono  leñoso 
*^l>re  f[ue  están  implantados  los  granos  de  una  mazorca  de 
maíz. 

Los  picos  Santa  Isabel,  San  Ignacio,  Piedrasblancas, 
Verduga,  Rabo  de  Chucha,  Tigre,  Montcbeflo,  Romeral, 
Gallinazo,  Santa  Inés,  San  José  y  muchos  otros  más  dt*  la 
píirte  oriental  del  Cauca  que  ahora  consideramos,  merecen 
^^íición  especial,  porque  sobresalen  con  sus  cúspides  frías, 
^^^  resta  de  ese  otro  conjunto  de  eminencias  que  los  circundan 
pf  todas  partes. 

bel  lado  opuesto  del  Cauca,  hacia  el  ocaso,  la  otra  rama 
^^  la  cordillera  occidental  que  pertenece  á  Antioquia,  ofrece 
P^í'ala  contemplación  las  masas  gigantescas  de  Paramillo, 
Caramanta,  Farallones,  Sau  Mateo,  Frontino,  El  Toro,  Hor- 
queta, Toyo,  Sasaliral,  cordillera  de  Abibe  y  otras  más  que 
^colocamos  en  la  misma  categoría  de  las  anteriores. 


írula  de  mármol.  —  En  el  río  Claro,  tributario ^eí 
Magdalena,  ó  bogun  otros  en  el  riachuelo  de  la  Iglesia,  (¡ue  Iv 
está  vecino,  existe  esta  curiosidad  geológica  que  ya  indicamos. 
Está  formada  de  mármol  blanco,  constituye  un  puente  natur 
bajo  el  cual  las  aguas  un  tanto  px^ccipitadas,  se  lanzan 
entre  vistosas  t^xcavaciones  llenas  de  caprioho  y  maravillo 
mente  pintorescas.  Las  canteras  de  mármol  de  Cocorná,  Na 
y  Pocuné,  á  la  par  í[ue  brillantes  por  los  diversos  matices  do 
sus  piedras,  encierran  en  sí  el  germen  ile  poderosa  rítfueza 


la 

I 


Cataratas  y  corrientes.  —  El  salto  de  Pérez  es  una 
cascada  lindísima  en  el  Nare,  aunque  no  de  grande  altura. 

El  curso  del  río  Porce,  tortuoso,  estrecho  y  atormentado^ 
se  recomienda  por  lo  imponente  de  sus  puntos  de  vista,  así 
como  tambituí  por  la  abundancia  de  sus  aluviones  dorados^ 
(|U('  le  lum  valido  el  caüíicativo  de  Pactólo  americano. 

El  Cauca  es  cólelire,  entre  utras  cnsas,  pf»r  la  c-ídidac 
salutífera  do  sus  aguas,  sus  estrechuras,  sus  corriente^,  sus 
cataratas,  sus  ninoUnüs  etc.,  que  si  bien  es  cierto  lo  inufilizaii 
para  la  naveiración,  Inconvieilen  i*n  un  alto  fenómeno  luitura 
lleno  de  grandeza  y  majestad. 

Las  aguas  del  río  Murrí,  á  ¡lesar  de  ser  poco  conocidas  n^ 
su  curso,  ofrecen  en  sus  pormenoi*es  objetos  raros  y  dignos 
de  ser  estudiados.  Hj 

La    gran   maravilla   física   de   Antioquia    es    el    salío^ 
denomínndo  Guadalupe,  en  el  cual  las  corrientes  del  río  de 
este  nombre  se   precipitan  turbulentas  y  agitadas  desde  una, 
inmensa   allura    liasta    una    inmensa    profundidad.    El  ríu, 
manso  y  retozón  sobre  la  planicie  tle  Carolina,  se  encorva 
blanda,    muelle    y    dulcemente  sobre   sí  mismo,    haciendo 
recodos  llenos  de  encatito    y    de  belleza;    pero   llegado    ^ttá 
borde  dt*  la  montaña,  se  desliza  por  una  roca  inclinada,  con  l:^H 
velocidad  jiropia  del  surco  lununosu  de  uiui  centella.  De  allL 
en  adelante  se  arroja    en  ruidosa  catarata  hasta  la  pai 
sabento  y  aguda  do  un  gran  pedernal.    Blancas  espumasJ 
repercutidas  jíor  el  clioque,  se  revuelven  en    la  atmósferíi 


;ia 

I 


como  arrepentidas  de  su  carrera  y  temerosas   de    lo  que 
sigue;  pero  obligadas  por  au  peso  se  arrojan  de   nuevo  en 
violenta  cascada   hasta   una    gran    tina    de   sienita,    donde 
diocoílas  y  removidas   hiei'von  y  desi>iden  tiensas  nubes  de 
purísimo  vapor.  Todavía  andando  más  repiten  el  feníimeno 
anterior^  se  descuelgan  de  nuevo,  se  rompen  en  su  descenso, 
se  recogen  luego  en  una  sola  masa  y  se  estrellan  denniliva- 
mente  on  el  abismo  que  les  sirve  de  término.  Las  aguaSi 
continuando    su  curso    convulsivo,    prolongan    luego    este 
magm'lico  espectáculo  :  grandes  pedernales,  cataratas  segui- 
das,  mansos,     remansos,    vorágines    y    otros    accidentes 
acompaílados    de    ruidos    estridentes,     murmurios    y   ecos 
lejanos,  producen  como   una  especie   de  cadena  que  va  á 
penlerse  muy  lejos,  y  ya  cuando   las  doradas    arenas  del 
íiuatlalupe  se  mezclan  y  se  abrazan  vn  un  solo  lecho  von  las 
doradas  arenas  del  Porce. 

Llanuras  y  dobleces  de  terreno.^  Las  partes  niveladas, 
6  aproximativamente  planas,  formarán  como  la  un  vena  ó 
décima  parte  de  todo  el  territorio;  y  como  la  mayor  extensión 
deella$cslá  en  las  riberas  del  Magdalena  y  en  las  vegas  de 
los  ríos  tributarios  del  Atrato,  se  puede  decir  con  verdad  que 
los  valles  interiores  del  Estado  son  muy  reducidos,  y  que  por 
lo  tanto  el  tipo  esencialmente  montañoso  y  lleno  do  riscos,  os 
^'característico  en  esta  sección  de  Colombia. 

Los  pueblos  de  Manizales,  Neira,  Aranzazu,  Salamina, 
Pacora  y  Aguadas  están  situados  sobre  colinas,  mientras  que 
S<*nsón,  Abejorral,  Armn  y  algunos  otros,  lo  están  en  planicies 
sumamente  reducidas  aunque  pintorescas. 

Rioiiegro  y  las  poblaciones  de  su  contorno,  como 
ambas  Ctejas,  Retiro,  San  Antonio,  San  Vicente,  Guarne, 
Caí*ínen,  Santo  Domingo,  Santuario»  Peñol  etc.,  se  hallan 
colocadas  sobre  una  alta  esplanada,  extensa,  si  se  compara 
con  et  resto  del  país,  pero  absolutamente  liablando,  inter- 
rumpida en  diversas  direcciones  por  colinas,  cejas  y  aun 
cordilleras  de  alguna  significación. 


T 


YíolorfilHj  S  Cancáii,  poblaciones  miserables,  están   soi 
tierras  de  lomas,  t^ucediendo  igual  cosa  con  Hennedios, 
tanto  que  Zaragoza   y  Xechí,   á  orillas  de  ríos  cautlalosos, 
íl< inoran  sobre  jumlos  jXMiecia mente  nivelados. 

l^Vedouia»  Jeriw,  Nuevacaramanta,  Anchas,  (Vjocordia 
Bolívar  son  lagares  de  inontaüu ;  }>ero  las  |XjbIaciones  d 
valle  de  Aburra  de^canísaii  en  una  localidad  amena,  ul>érri 
y  deliciosa.  Bello,  Copaca\^na,  Jin^rdota  y  Barbosa,  9c  hallan 
situadas  en  ensenadas  reducidas,  i^t^co  beUísiinas,  sobre 
playas  del  Pnrce- 

San   Pedro,   Ürm    Matías,    Entre-ríos,    Santa    Rosa 
Carolina,   goKan  de  riixrunstancias   análogas   fie   topogí 
á  las  que    iKímos  señalad<j  á   Riunegro  y  pueblos  conv 
ciuos. 

Amalfi  está  construida  sobre  un  lindísimo  valle,  pero 
un  suelo  bastante  cíileriL 

Amaga,    IlelÍLO[iia»     Evéjico,    Yai'umal,    lamjjamen 
Angostura,  Anorí,  Cruces  y  Zea  están,  como   algunos  de  I 
ya   mencionadlos,  8c»biT   lui  piso  doblado  y  desigual   en  1 
declivios  de   las  montañas;  mientras   que  Anzá,   Quebrai 
seca,  San  Jernnimo,  Sopetrán,  Antioqula,  Sacaojal^  Liborinar 
8abanal:irg"a  y  Cáceres,  mas  ó  menos  próximos  á  las  margei 
ilfl  (Jauca,  llenen  Hu asiento,  generalmcii le  ha lilando,  sobre 
plaiH»  de  mediana  inclinación. 

Frontino  y    Urrao,  encima  del   lomo  de    la  cordille 
occideal^il,    tlisfrutan    una    temperatura    fría,    y    el    último 
especialmente^  puesto  sobre  un  va  líe,  presenta   un  paisai^É 
sumamente   risueño  y   agra<lable.  Buriticá^  Huango,  Cañase 
gordas  etc-,  son  puntos  llenos  ile  riscos  y  eminencias. 

En  tiíido  lo  ernmciado  aoerx%i  lie  los  carocténes  locales 
los  diferentes   pueblos   auUtK|ueños,  se  debe  ol»f*ürvar  q 
cada  uno  pí>see  más  ó  menos  ventajas,  y  más  6  menos  in 
venientes  naturales  para  la  vida  civil ;  pero  que,  eitdeOnitivat) 
solamente  los  territorios  cercanos  al  Magdalena  y  los  \'al 
de  Biouegi'o,    Mcdellín,    Evéjicxi  y   Urrac*  se  hacen    notar, 
algunos  por  su  regular  extensión  y  otros  por  su  &^;:acid 


] 


Medellíu  ó  Aburra  puede  llamarse  sin  exagc^JÍ^Bj^L  grafif^-^c/Q 
jardín  de  Antioquia.  '^ 


Vista  imaginaria.  —  Expuestos  vagamente  los  porme- 
nores de  este  cuadro  corográfico,  nos  resta  s<j1o  por  airregar, 
en  forma  de  complemento,  que  cualquiera  que  haya    visto 
con  atención  un  líquido  espeso  é  hirviente  á  punto  ya  de 
solidificarse,  cuando  presenta  sobre  la  superficie  elevaciones 
y  íiundimientos  causados  por  el  influjo  de  los  vapores  que  se 
desprenden  de  su  interior,  podrá  tener  en  teoría  una  idea 
clara  y  precisa  de  lo  que  vería  por  mayor,  si  elevándose 
áiavichísima  altura  en  la  atmósfera,  contemplara  desde  allá 
el  rugoso  territorio  antioqueño.  Entonces  todo  lo  que  llevamos 
mencionado,  y  mucho  más,  aparecería   á  su  vista  como  un 
vastoy  curioso  panorama. 


PARTE  SEGUNDA 


GEOGmi^ITTA    DESCHIPTIVA 


CAPITULO     PRIMERO 


División  tei?i?itQi?ia.l. 


El  Eístcido  de  Antioquia  está  dividido  para  su  adminis- 
ti'ación   política    y   civil,    en    nueve    departamentos;    cada 
departamento  se  compone  de  varios  distritos,  y  algunos  de 
éstos,  de  una  ó  más  fracciones.  Los  cuadros  que  siguen  darán 
idea  clara   y  completa  de    esta   división.   Además,   en   los 
(lifei'entes  capítulos  de  esta  segunda  parte,  especiales  aclara- 
ciones  darán  al  conjunto  toda  la  armonía   y   conformidad 
deseables.  Los  cuadros  han  sido  formados  tomando  por  base 
los  suministrados  por  la  Secretaría  de  Gobierno  del  Estado, 
y  por  tan  tolos  creemos  exactos. 


—  102  — 


DISTRITOS 

V   FIl  VCCIOSKS  DE  ÉSTOB. 


DISTANCIA 

Ias  fracciones  y  U  cabezera  del  Dbtr  & ' 
y  ofilre  éste  y  la  del  Departanientc^ . 


H. 


L  —  DEPARTAMENTO    DEL    CENTRO 
Capital  :  Medellín 


Barbosa  *   .  .  . 

Caldas 

Copacavuno ,  ,  . 
Envigado.    .    .    . 

Estrella 

Jirardota.    »   .   . 

Itagüí 

Prado  (fracción). 
MedellÍn,  .  .  . 
Aü'uaratal  (fracción). 

Ana 

Belén 

Bello 

La  Granja  .    .   . 
Piedrasblancaa. 
San  Cristóbal.   , 
Han  Sebastián.   , 
Santo  Domingo, 
La  Plata  (fracción) . 
Pucrto-Borrío,   ,   . 
San  linc^ue  .   . 
Yolonibo  ,    .    , 
Sat*  Pedro  . 


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H.^-pJ>EI^ARTAMENTO  DEL  CAUCA» 
Cnpíiiil  :  TiTiHiBÍ 


Amaga  . 

l'Vrrrria  (fracción).   , 

(V>noordm 

Salgar  (fracoiónl*  •   . 

Fr**don¡í\ 

Ilt'liconiíi.    .... 
Armenia  (fraccióní. 

Titiribí 

Snbaleta^  ^ fracción) 


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/\jn;\iri  ...... 

La  VetilUa  ¡riMceión) 
Rumn/uii.    ,    .   .   - 
Nochi.  ,,,,,, 

Rf.mf.ímos 

SünBarloIomé  ¡fraccidn) 
Santa  I  salid   . 
San  Martin  .   . 
Segovia  (fracción;. 
Zaraijoza  ..... 
Amaocn  ifraceíóuí. 
Cacerí  .,.,.. 
Cmceg  de  Cáceres 


IV.  —  DEPARTAMENTO  DEL  NOnTH 
Capital  ;    Santa  Rosa 


Anfro  atura 

Anorí, 

Chamuscados   (fracción 
Axuero  ..,,.... 

Cáeeres. . 

Rauda!  ¡Tracción),.  .  . 
Cande  va  (fracción).  .  . 
Campamento  ..... 

Carolina 

Híguerón  (fracción)  .   . 

Hojasanctiaa 

Enire-ríos 

Kan  Andrés,   .   ,   .   .    . 

Santa  Rosa 

Quebrad  i  tas  (fraccióiiK 

Yaruraal 

Zea.  ...,...,. 
Cruce»  de  Anorí  (frac 


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DISTANCIA.                    ■ 

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DISTÍÍITOS 

1^1 

las  fracciones  y  la  ciibcz«ra  del  Distifl 

2 

Y   FRACCIONES   DE    ÉSTOS, 

11^ 

y  «atre  étsle  y  la  úpí  DopaiTamenUiS 

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4.'° 

2 

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K. 

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V.  — DEPARTAMENTO 

1 

DE  OCCIDENTE 

1 

Capital  :  ANTioourA 

1 

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Antioucia  ....... 

■ 

Ifidro  (fracción  1  .  .    . 

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Anoc'osca,    ,    .    .    .    . 

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Baraliona,    ,    ,    ,    ,    , 

EspiíiaK    ...... 

Tunuscoari  ibíu  .  .    * 

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Goyás   .    . 

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I'escadü    . 

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Anzá 

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lítítulia 

San  Mateo  (fracción). 

Burílifá 

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Los  Cuafro  ¡fracción  ♦ 

Tc8orcro  ...»». 

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2 

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Halto 

Fortuna,  ,..,.. 

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Tabacal     ...... 

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Caña^^ordas  ,    *    .    . 

A  br  i  aquí  (fracción). 

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2 

2 

2 

5 

Encalichada  .    ,    .    . 

Tramita 

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Frontino  ,    .    *    .    , 

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Santa  Rita                  .    ,    . 

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Encamación   ,   .  .  ,   . 

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1 

■ 

VL  —  DEPART AMENTO   DE  ORIENTI^ 

Capital :  Rionegro 
4 


Abejnrral 

Carmen  »  . 

Ctíjíi .  ,  .   . 

Cocorná .  . 

Concepción  .  , 

Guarno.  .  , 

Guittapt'.  .  , 

Marinilla  . 

Nare 

Peñol 

Retiro  .  .  .  ,   . 

HlONEGRO . 

San  Carlos  ....... 

Canoíis  (fracción).  .  ,  , 
San  Luis.  .,.,•... 

8íin  Rafael 

.Santa  Barbara  .  .  .  .  . 
Sabaletas  (fracción).  .  . 
8iliovic'jo  .,.,.... 

Santuario 

San  Vicente 

Sonsón ,  .  .  . 

Arboleda  (fracción).  .  . 

San  Julián.  . 

El  Níulato .  . 

Nuriño 

San  Esteban  (fracción) . 

Unión ,  ,  .  ♦  . 

Vahos  .  


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VII,  —  DEPARTAMENTO  DE  SOPETRAN 


Capital  :  Sopetean 


Belmira 

Evéjico, 

Liborina.  .... 
izaban  alarida.  .  . 
Oro  bajo  (fracción 
San  Jerónimo,  . 

SOPETHÁN  .... 
Córdoba  Ifracción 
Qucbradaseca*  . 
Sucre.  (Sacaojal) 
Sucre  (fracción). 


—  10(1  — 


DC<  I^    C 

til    ^- 

DISTRITOS 

Uis  írnccionc 

Y  FRACGIONBS   DE   ÉSTOS. 

V  tu  t^ 

y  entre  érs 

! 

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1 

1               1 

VIH.  —  DEPARTAMENTO  DEI 

Capital  :   Ma.ni£aliss 

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A^iinda^.      ,  .  .  ^  .  ■  • 

1      8 

Arma  ífraeción). 

FUadelfia 

3 

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3 

1 

Macízales* . 

Neira.  , •  . 

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í; 

Pacora.  *..*...... 

1 

- 

Pensüvania  ..•,,,,, 

H) 

1 

4 

Arunziizii  .  *  .  , 

3 

1 

1 

1 
IX,  -  DEP.\RTAMENTO 

1  DEL 

81 

1 

Capital  :  JericA 

1 

Andes  ........... 

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1 

Jardín  .  .  .  , , 

1 

1 
3 

Büljvnr  ».,,.,,»-. 

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Jehícó*  .*.*,.      .  .  , 

\iií»V3tí^¡i(ríirnífin,tii                       i 

'l 

■ 

Disfrífos  ;  Barbosa^  Caldas,  Copacavaiia,  EnrigsLdo,  EstrvlKu 
Jirardoin,  It:2giu\  —  FraccUm  :  PradiK  —  Díslrito  :  Mt'deUíu,  — 
Fracciones  :  Aguacatal,  Ann,  Belén,  Bello^  La  Granja,  Piedras* 
blancas,  San  Cristóbal,  San  Sebastián.  —  Distrito  :  Santo  Do- 
niin:io,  —Fracción  :  La  Plata,  —  Distritos  :  Pxierto  Berrio,  San 
lioque^  Yolombn  S^ni  Peilro. 

El  Etepartainentn  ilrl  r\»ntro  Umita  íil  setentrinii  con  el 
üel  Norte  y  el  del  Nordeste;  al  este  con  el  de  Oriente;  ul 
occidente  con  el  de  Sopetrán  y  el  del  Cauca,  y  ix\  mediodía 
c*>n  el  del  Biir  y  el  del  Sudoeste.  Población  :  Sll,7fí5 
'^abitantes. 


Barbosa,  ^ —  Tiene  este  Distrito  al  oriente  las  faldas  y 
«^^umbiTíS  de  la  curdillera  central  *le  los  Andes  antioqueil<i», 
De  estos  puntos  Huyen  nunierDÑOs  maiictiitiales,  que  con 
dirección  lie  levante  á  ¡xmiente,  y  engrosados  por  reuniones 
sucesivas,  flepoeitiin  el  caudal  de  sus  aguas  en  el  río  Medellíii, 
P*^r  la  bantla  derecha. 

Lim  principales  riachuelos  que  fecundizan  y  ric<2:an  este 

**^í*intnrio  son  :  Platanito,  Corrientes  y  Ovejae  al  sur  de  la 

Población ;     Don    Enrique,    Dos    Quebriulas,    Tanibf>rcito, 

^^^fradurn,  Aguasclaras,   Cubiles,  Piedragorda,    Quebrada- 

^<^gr;i,  y  Porcecito  en  donde  el  río  Medellín  candiia  su  nombre 

P*^í*  eí  de  Porce.  De  las  Dos  Bocas  en  adelante,  toma  el  tle 

*^chí  hast;i  su  unión  con  el  Cauca. 

Desde  mediados  del  siglo  pasadlo  tuvo  Barbosa  cierta 


-    108  — 

significación  en  lo  eclesiástico;  pero  no  fué  sino  en  179S 
cuanílr»  se  elevó  á  la  categoría  de  parroquia.  La  capilla  y 
terrenos  de  este  Distrito,  pertenecieron  a  un  señor  Muñoz,  y^ 
hacían  parte  de  Copacavana,  tlcl  cual  fueron  separados  pari^f 
formar  la  circunscripción  de  la  parroquia  entonces  erigida, 
A  pesar  de  ser  una  simple  desmembración,  la  división 
territf»r¡al  estaba  hecha  en  aquella  época,  en  tan  amplia  y 
extensa  escala,  que  hoy  mismo  el  Distrito  es  proj)ietar¡o  de 
grandes  terrenos  aplicados  á  la  cría  y  ceba  de  ganado  vacuni>, 
al  mantenimiento  de  numerosas  recuas,  al  laboreo  agrícola 
y    al  beneficio   de   fecundos  minerales  de  oro. 

La  cabec43ra  de  Barbosa  está  situada  á  poco  más  de  3  I;2 
miriámetros   de  Medellín^  en  la  margen  derecha  del  río  di 
este  nombre,  y  atravesada  pt)r  la  carretera  que  desde  Caldas^' 
siguiendo  á  lo  largo  del  río,   conduce  hasta  Aguasclaras 
Esta  carretera,   obra   importantísima   para    el   Estado,  fm 
emprendida  y  liecha  construir  hasta  Barbosa  por  el  presidente 
del  Estado  Dr.  Pedro  Justo  Berrío.  En  el  curso  del  año  de  1 881 
ha  sido  prolongada  destle  Barbosa  hasta  Aguasclaras,  por  la 
activiílad  iníatigable  del  Dr.  Pedro  Ueslrepo  Uribe,  á  la  cua 
debe  tamljieuel  Estado  de  Antioquia,  entre  otras  obras  impon 
tantes,  la  mejora  de  esta  vía  de  comunicación,  en  el  sentido 
de  ponerla  en  contacto  con  el  ferrocarril  que  actuahiiente  se 
construye. 

La   topografía  de   Barbosa  es  bella,  bien  regada;  pero 
medianamente  sufocante  por  el  calor. 

Hay  en  este  Distrito  ricos  minerales  de  oro  corrido  y  de 
veta,  numerosas  y  productivas  fuentes  sakadas»  y  abundan 
maderas  para  construcción  y  ebanistería,  con  las  cuales  hace 
pingüe  comercio.  La  mayor  parte  de  la  cal  empujada  eil 
Medellín  y  en  los  poblados  circundantes,  es  suministrada  por 
el  distrito  de  Barl>osa.  D*.  Pascuala  Muñoz,  madre  de 
General  José  María  Córdoba,  fué  originaria  de  este  lugar 

Población,  6.015  habitíuites,  — Latitud  norte,  (?22\ 
Longitud  occidental,  P¿5'.  —Altura  sobre  el  nivel  del  mar, 
1.300  metros.  —  Temperatura,  22*.  —  Límites  :  confina  al 


—  101»  — 

norte  con  Azuero,  Santa  Rosa  y  Santo  Domingo ;  al  oriente 
con  Concepción  y  Santo  Domingo ;  al  occítlente  con  San  Pedro, 
y  al  sur  con  Jirardota. 


Caldas.  —  A  poco  más  tie  2  mi riá metros  al  sur  de  la 
capital  del  Entado,  sóbrela  margcti  iz((uierdadel  río  Medellín, 
en  un  valle  de  salutíferas  ¡n fluencias  y  en  el  ángulo  formado 
por  dicho  río  y  el  riachuelo  Valeria,  se  halla  witunda  la  cabe- 
cera del  distrito  de  Caldas.  Valeria  era  8U  primitivo  nomljre, 
í^nibiado  después  para  perpetuar  la  momoi'ia  esclarecitla  del 
prin^ero  y  más  ilustre  sabio  de  nuestro  país.  Alj^uiios  años 
antedi  de  1854,  Caldas  fué  lieclarado  Distrito  con  rej>rt*sen- 
tacióii  civil;  pero  aun  es  muy  reciente  la  época  en  <pie  los 
ali-ededores  de  esta  bella  población  estaban  cubierto.s  de  selvas 
primitivas,  rara  vez  recorridas  por  los  anlioquefios,  y  habitadas 
solamente  por  los  restos  de  una  parcialidad  indíjL'ena,  tpio  ha 
desaparecidü  casi  totalmente  por  asimilaftiun  con  las  razas 
pobladuras  del  Estado. 

Al  sur  de  Caldas  está  el  alto  de  San  Miguel,  al  sudoeste 
el  al tcj  Cardal,  y  al  oeste  la  depresión  de  la  cordillera  conocida 
con  el  nombre  de  Malpaso  y  la  Clara.  En  frente,  y  del  lado 
del  levante,  tiene  un  estrecho  valle  recorrido  por  el  riachuelo 
de  la  Biiel^  que  desciende  de  las  alturas  de  Santa  Isabel  y  curre 
encajonado  por  dos  contrafuertes  desprendidos  de  la  cordillera 
principal  en  las  alturas  dichas. 

Caldas  es  un  pueblo  pastoril,  sin  que  por  eso  se  descuide 
por  sus  habitantes  el  laboreo  áf2:rícola   de  los  campos.  La 
temperatura  de  la  localidad  es  fresca  y  agradable,  y  no  tan 
baja  qu^.  impida  el  cultivo  [de  las  plantas  propias  de  los  tró- 
picos, al  lado  de  las  de  la  zona  templada.  El  café,  el  plátano, 
la  yuca,  el  maíz,  los  frísoles,  las  arvejas,  las  arracachas  y  la 
caña  de  azúcar,  se  producen  en  este  Distrito  con  ventajoso 
aprovechamiento.    La   industria   pecuaria,  el    comercio  de 
maderas  con  la  capital,  y  los  rendimientos  de  una  reducida 
agricultura,  forman  la  base  de  subsistencia  de  los  vecimos  de 
esta  población. 


rbS 


Caldas  tiene  en  su  cercanía  ricos  depósitos  ile  cari 
mineral.  En  la  época  presente,  una  sociedad  de  acomodadf >h 
capiUxlistas  de  Medellín  pojie  allí  los  cimientos  de  una  fábrica 
de  loxa,  prometedora  de  excelentes  resultados  para  los  empre- 
sarios y  para  el  Estado,  por  cuanto  su  producción,  á  la  par 
que  emancipará  law  poblaciones  di*  un  valioso  tributo  aj 
conii'rcio  extranjero,  dará  un  resultado  económico  \  civil i-^ 
zador  de  alta  importancia.  fl 

Población,  3,019  babitantes. —  Latitud  norte,  O" 58' 50". 
—  Longitud  occidental,  r3iS'35".  —  Altura  sobre  el  nivel 
del  mar,  L(j15  metros,  —  Temperatura,  19".  —  Límites  : 
conlina  al  norte  con  la  Estrella  y  Envigado ;  a!  oriente  con  El 
Retiro;  al  occidente  con  Amaga,  y  al  sur  con  Fredunia 
Santa  iJdrbara. 


onEl 
riia  ^j 


Copacavana.  ^  Llamóse  esta  población  en  un  principio, 
y  cun^ierv  ó  su  uombtT*  hasta  mediados  del  i>resente  siglo,  Siin 
Juan  de  la  Tasajera.  Su  primer  caserío  no  estaba  en  don 
boy  üstá,  sino  uu  poco  más  abajo,  sobre  la  (jriUa  derec 
del  río  Medellín,  en  las  vegas  del  riachuelo  del  Chuzcal 
sobre  terreuos  portenecienlee  á  D".  Ana  de  Castrillón,  la  más 
opulenta  propietaria  en  aquellos  tiempos. 

El  sitio  de  San  Juan  de  la  Tasajera,  colocado  en  don 
hemos  dicbo^  es,  eia  duda  al^^una,  después  de  las  auLiyu. 
poblaciones  de  Mantiie,  San  Jerónimo  del  Monte,  Ituaugo  ú 
Rodae,  Antioquia,  Santiago  de  Ainna,  Cácerea,  Remefüos  y 
Curamanta^  una  de  las  máB  antijüruas  del  Editado, 

Es  craso  error  creer  que  el  capitán  Robledo  íueiie 
primero  de  los  conquistadores  que  conociera  e«e  lupar 
c|ue  fundara  ena  ptjblación,  liobleilo  no  vio,  ó  vio  apenas^  c«a 
fKirte  del  vailc,  pues  sabida  cosa  es  que  desde  Ana  volvió 
etis  poMoe,  y  Irasmcmtando  la  nordillera  m  dirigió  á  Evé|iiX> 
y  fundó  á  Antioquia  on  el  valle  de  Nore- 

Fue  uu  jioco  má*s  larde,  cuando  D,  Gaspar  de  íl 
lüi'Cor  gobernador  de  Anlii*quia,  el  ilustre,  como  lo  apellidn 
las  crónicas,  despueH  de   niilas  compañas  en  el  ncciitrntu, 


-  m  " 

regresó  al  valle  de  Medellín,  para  emprender  j?!  descubrimiento 
y  conquista  del  bajo  Porce. 

EíitonTOs  80  fundó  la  primera  capilla,  y  se  dijr»  la 
primera  misa  en  este  valle,  por  el  presbítero  Facundo  Martín 
(ie  In  Parra,  eapelláu  del  ejórcitu  de  Uodas,  y  no  por  el  padre 
Friiis,  empellan  del  conquibtador  H*)bledo. 

Dicese  que  el  gobernador  líodas,  al  hacer  los  prepara- 
tivos para  su  marcha  al  nordeste  do  Antoquia,  mandr» 
fabricar  en  aquel  ponto  tasajeras  para  secar  y  preparar  la 
carne  que  debía  ser\irle  como  munición  de  Ijocd,  y  que  de 
esa  circunstancia  vino  el  nombre  de  «  La  Tnsnjern,  7> 
c^sa  cmble,  pues  los  couqiiisladores  aprovechabrin  el 
más  lare  incidente  para  bautizar  los  lugares  por  donde 
transitaban. 

Sea  como  fuere,  sabemos  que  ya  en  el  año  de  lfi70  el 
maestro  Tomas  Francisco  de  A r nodo,  cura  de  almas  en 
aquella  población,  encabezó  el  pi'imer  libro  de  bautismos» 
y  quo  tli^sJe  entonces  se  hizo  la  traslación  del  kiyar  al  punto 
en  que  hoy  existe  sobre  la  margen  derecha  del  rio  Medellíiij 
que  hitóta  allí  lleva  dirección  próximamente  norte, 

En  una  especie  de  recodí»  que  forma  el  río  cuando 
se  un(í  (jQn  ^,\  torrente  de  Piedrasblancas,  v  en  su  ánsíulo 
norte,  está  la  cabecera  de  este  Distrito,  pequeño  hoy,  pero 
^^Vf  grande  en  la  antigüedad,  puesto  que  á  él  pertenecían 
ios  terrenos  que  son  ahora  de  Belmira,  San  Pedro,  EnLre-rios, 
Atuero>  B;irbosa,  Jirardota  y  parte  de  Santo  Domingo, 

Lí»s  edificios  de  Copacavana  son  de  tapias  y  tejas,  y  las 
caue«i>5tíi^ilares  y  em¡x?dradas  en  su  mayor  paiie.  Tiene  un 
bonita  templo  católico^  una  plaza  bien  dispuesta,  aprua 
excMente;  pero  su  temperatura  un  pf)cn  elevada  y  su  cercanía 
á  la  vega  del  río,  bacen  r[iie  dominen  en  él  con  algima 
frecuencia,  las  liebres  intermitentes. 

Los  vecinos  de  Copacavana  viven  de  los  productos 
déla  agricultura  y  de  los  rendimientos  de  un  pequeño  tráticn, 
hecho  por  sus  moradores  con  recuas  para  conducir  car^^s  de 
unos  puntos  á  otros  del  Estado.  Este  Distrito  es  bastante  pobre. 


ÍI2 


Población,  4.92*2  habitantes.  — Latitud  norte,  B*13'5". 
—  Longitud  occidentaU  l^S'áO",  —  Altura  sobre  el  nivel  del 
mar,  L400  metros,  —  Temperatura,  21''.  — Límites  :  conlina 
al  norte  con  Jirardola  y  San  Pedro;  al  oriente  con  rUiarne; 
al  occídeutc  con  San  Pedro,  y  al  sur  con  Bello,  y,  por  consi^ 
guíente,  con  Medellín. 

Envigado «  —  Sobre  una  bellísima  esplanada  en  fon 
de  aníi teatro,  á  un  miriámetro  al  sur-sudoeste  de  la  ciud 
de  Merlellín,  y  como  abrigada  en  una  vieja  caleta  del  logo  que 
ocup<'>  antes  toda  la  planicie  del  Aburi'á,  se  halla  situada  esta 
pintoresca  y  linda  vilki. 

Santa  Gertrudis  <le  Envigado  fué  erigido  en  [larroquia  y 
comenzó  á  figurar  en  lo  í'ivil  en  el  año  de  1775,  y  se  llamó 
Envigado,  porque  en  su  fértil  cajupo  la  selva  virgen  presental}a 
los  más  largos  y  perfectos  troncos,  de  que  los  habitantes  d 
valle  se  servían  como  de  vigas  para  la  construcción  de  s 
edificios. 

Está  situada  la  cabecera  de  este  Distrito  sobre  un  gr 
cioso  plano  medianamente  elevado  sobre  el  resto  del  valle  i 
Mefk'Hín,  en  un  ángult^  fí>rmado  pur  el  río  ele  ese  nombre 
por  ul  torrente  Ayura. 

Hay  en  la  Hepúlibca  llanuras  más  extensas  y  más  ricas, 
más  notables  y  más  prometedoras;  pero  ninguna  más  apacible 
y  bella  que  la  de  Envigadt), 

La  temperatura  media  de  este  lugai*,  furnia  un  punto 
unión  entre  los  calores  tropicales  y  las  benéficas  influenci 
de  la  zona  templada.  Un  justo  medio  en  la  tenqieratu 
ambiente,  y  una  gruesa  capa  tle  tierra  vegetal,  producen  < 
esta  encantadora  comarca  fenómenos  raros  de  caprich 
vegjrtación.  Cubierta  por  un  cielo  habituatmenle  sereno 
despiojado,  refrescada  por  vientos  tibios  y  tranquilos, 
sin  excoso  de  calor  que  fatigue  y  sin  que  el  "frío  inroniodu, 
sus  campos,  que  más  bien  parecen  lindos  Jardines,  ofrecen 
en  variada  combinación  las  producciones  alpinas,  herm 
nadas  con  las  más  lozanas  v  robustas  de  la  Zona  Tórri> 


—  113  — 

Al  lado  de  la  caña  de  azvicar,  las  pasifloras;  junto  al 
limonero  y  al  naranjo,  las  tacsonias  y  las  fragarias ;  cercano 
á  la  lujosa  palmera  de  cuesco,  el  sombrío  y  colosal  ciprés ;  y 
por  todas  partes^  en  vistosa  confusión,  el  poleo  y  la  pina,  los 
rosales  y  los  badeos,  los  jazmines  y  los  claveles,  el  geranio  y 
los  narcisos,  el  jazmín  del  Cabo  y  la  camelia  del  Japón,  Puede 
asegurarse  que  la  atmósfera  de  csla  pequeña  villa  esta  siempre 
embalsamada  como  los  huertos  de  Sevilla  y  do  Valencia. 

Antes  de  la  fundación  do  Envigado,  sus  campos  estaban 
ocupados  por  familias  de  origen  espailol  en  su  mayor  parte, 
por  algunos  negros  esclavos  y  por  unos  pocos  mestizos.  La 
raza,  indígena  había  desaparecido  de  casi  todo  el  valle, 
dejando  apenas  algunas  familias  en  el  pueblo  de  la  Estrella  y 
en  las  cabeceras  del  río  Aburra.  Esos  españoles  campesinos 
de  Envigado  y  del  resto  del  valle  de  Medellín,  eran  gente  de 
saag^re  pura,  montañeses  los  más,  y  todos  ellos  de  costumbres 
patriarcales,  honrados,  laboriosos  y  cristianos  viejos  en  la 
ncvcjor  acepción  de  la  frase. 

Por  tales  motivos,  la  población  de  la  villa  de  que  venimos 

tratando  fué  siempre  recomendable  y  distinguida ;  y  como  la 

feracidad  del  terreno,  la  blandura  del  clima,  la  bondad  de  las 

^guasyla  robustez  délos  habitantes  se  adaptaron  bien  á  una 

pr^ocreación  activa,  resultó  que  este  lugar  principió,  desde 

'^^J  temprano,  á  dar  un  residuo  que  sirvió  para  colonizar 

^Uchos  pueblos  del  Estado  y  algunos  de  fuera  de  él.  Itagüí, 

**^liconia,  Caldas,  Frcdonia,  Amaga,  Titiribí,  Jericó,  Andes, 

''^^ori,  Carolina,  MedclUn,  y  hasta  la  capital  de  la  Unión 

^^lombiana,  tienen  hoy  numerosas  familias  cuyo  origen  y  cuna 

^^ancn  Envigado. 

A  propósito  de  fuerza  creadora  aplicada  á  la  raza  humana, 
P^Üemos  citar,  hablando  de  esta  población,  uno  de  los  fenó- 
^^^1105  más  sorprendentes  en  la  materia. 

Una  señora  de  este  pueblo  tuvo  una  hija  que  fue  madre, 
en  Un  solo  matrimonio,  de  treinta  y  cuatro  infantes;  la  hija 
i^^yor  de  ésta  fué  nubil  á  la  edad  de  oncéanos  y  seis  meses,  y 
antes  de  llegar  á  la  edad  de  catorce  años  tenía  dos  robustas 


—  114  — 

liíjas.  Cuando  la  abuela  de  la  última  liego  á  los  ochenta  y  tres 
anos  de  edad,  sirvió  de  madrina  a  su  primer  chozno,  á  quieiij 
sobrevivió  cinco  añus.  Un  solo  inilividnu  de  los  fundadorefc^J 
diúal  país,  desde  el  añi»  dt^  1777  hasta  el  de  1870,  novecientos^ 
habitantes,  contatlos  tndns  ellos  por  desceiulencia  desangre;] 
\  no  es  raro  ver  en  este  Distrito  liumbres  de  menos  de  cin-j 
cuenta  años  rodeados  en  su  mesa  por  veinte  y  más  hijos,] 
todos  ellos  de  salud  norcciento  y  cumplida. 

La  ch'ounscripción  del  distrito  de  Envigado  es  bastantoj 
estrecha, y  aunque  sus  heredades  sean  feraces  en  pTradoirapon* 
derable,  la  poblaciún  tiene  que  ser  i*etlucida  forzosamente 
un  guarismo  que  lluctüa  entre  cuatro  y  seis  mil  almas,  puei^J 
cuantió  llega  á  este  número,  apremiados  por  la  necesidad,  suí 
hijíis  salen  por  los  cuatro  rumbos  en  busca  de  ti*abajo  y  com< 
didades. 

Una  línea  trazada  tlesde  el  alto  de  San  Luis,  que  paso J 
por  el  Astillero,  la  Hornera  y  por  el  descenso  gradual  de  una 
mont añuda  que  espira  en  la  margen  tlcrecha  del  Pt>rce  iSÍ 
Medellín,  en  el  punto  llamado  Ancón,  y  que  de  allí  siga  laa 
aguan  del  mencionado  río  hasta  su  unión  con  las  del  torrcnt 
Züfdga,  y  éste  hasta  su  primera  vertiente  en  la  falda  occitlentalj 
déla  cordillera  de  Las  Palmas,  para  continuar  pfir  lacimibre 
de  esta  hasta  fc^an  Luis,  encerr'arri,  roii  mínima  tUrerencia,  el 
cuadrilátero  do  este  Distrito. 

Aguas  nacidas  en  los  altos  San  Luis,  Santa  Isabel 
Hornera,  forman  el  origen  del  riachuelo  Ayurá,  corriente  de 
poca  consideración,  pero  de  exquisita  agua  potable.  En  »uj 
parte  media  é  inferior,  recibe  fuenteSj  arroyos  y  torrcntca* 
de  poca  signilicación,  entre  los  cuales  deben  ser  apenas 
mencionados  el  del  Salado  y  el  de  la  Sebastiana.  Los  raudales 
La  Mina  y  La  Doctora  corren  al  sur  y  desaguan  separada-» 
mente  en  el  Medellín, 

El   terreno  fué  y   es    aún   bastante   aurífero,  pero  el\ 
excesivo  valor  do  la  propietlad  rural   impido   toda  emprcs 
minera*  Los  puntos  llamados  Paleiujue  y  Mina,  A  cuyo  pie 
está  el  fértil  campo  llamado  Sabaneta,   fueron  elaborados 


con  grande  aprovechamiento,  y  la  meseta  misma  sobre  que 
descansan  los  edificios  de  la  villa,  es  un  aluvión  aurífero 
opulento. 

La  población  material  fiel  lugar  está  bien  arreglada  :  las 
calles  se  cortan  en  ángulo  recto;  y  sus  edificios,  aunque  de 
moílosta  apariencia,  son  cómodos  y  aseados.  El  lugar  es  rico 
en  agua  potable,  y  sus  paseos  amenos  y  risueúos. 

Tiene  una  hermosa  plaza  con  una  fuente  púhh'ca  en  el 
centro,  y  algunos  árboles  para  rlnrlo  sombra;  un  notable 
templo  católico  de  orden  unifonncmentc  loscaiio,  el  sola 
acrtso  del  Estado  que  reúna  condiciones  modestas  pero 
cxívctas  de  un  buen  gusto  arquitectúnico.  Tiene  un  vasto 
eclifirío  que  lleva  el  nombre  de  Hospital;  pero  como  en  el 
Distrito  hay  pocos  enfermos,  se  ha  dedicado  una  casa 
particular  para  favorecer  á  los  dolientes. 

El  gasto  impendido  para  la  fabricación  del  Hospital  que 
hoy  siiTC  de  coIegiOj  se  debe  á  la  pi::tdosa  niuniricení.'ia  de  la 
sefiora  Mariana  Uribe  do  Duque,  hija  del  lugar,  cuyo  nombro 
[es  venerado  y  acatado  por  todos  los  vecinos. 

No  hay  en  el  Estado  un  distrito  en  qur  la  propiedad 
t^^*riloríal  esté  más  dividida  y  subdividitla  que  en  éste.  IV»r 
tal  razón  no  hay  en  el  grandes  capitales;  pero  tampoco  hay 
^^  aflictivo  pauperismo.  Con  una  curta  porción  de  terreno, 
cI  cultivo  produce  lo  bastante  para  la  subsistencia  holgada  de 
^^^  familia. 

Envigado  se  comunica  con  Medellín  por  la  carretera  que 
*^*^tea  la  ribera  izquierda  del  río,  y  se  comunicara  bien  pronto 
P^^  otra  aun  más  fácil  y  hermosa  que  ladeara  por  la  ribera 
derecha. 

Descendiendo  de  lo  grande  á  lo  pequeño,  Envigado  será 
P^^^  Medellín,  andando  los  tiempos^  lo  cjue  es  lioy  Marianao 
pí^rala  Habana  y  Versalles  para  París, 

Tiene  Envigado  como  obra  de  arte  un  célebre  grupa 
escultural  que  representa  la  resurrección  de  Cristo,  tal  vez  la 
única  que  posea  el  Estado,  Obra  de  exquisito  gusto  en  su  géne- 
ro, es  donación    hecha  al  templo  de  la   parroquia  por  el 


lltí 


tos_ 
itofl 


Sr.  Ciríaco  Ramírez,  quien  desde  la  humilde  clase  de  pobre 
leñador,  se  elevó  por  la  virtud  y  el  trabajo  á  la  de  notable 
cuidadano  y  opulento  capitalista.  Tiene  también  un  sólido  y 
elegante  puente  de  reciente  construcción,  sobro  el  riachuelo 
Ayurá,  en  el  camino  que  por  la  Ladera  conduce  á  Medellín* 

La  población  de  la  villa  es  lucida  y  robusta,  y  de  raza 
caucásica  en   su  mayor  parte.  Los  hombres  son  esbeltos 
fornidos,    y   las  mujeres    bellas,    airosas  y    de  excelen t 
costumbres. 

Ha  dado  Envigado  á  la  República  algunos  personajes 
importantes.  Su  primer  cura  de  almas  el  Dr,  D,  Cristóbc 
de  líestrepo,  fué  lilántropo,  liberal  é  instruido;  tres  doctore 
de  La    Calle    atlquirieron     celebridad    como    teólogos; 
Dr-  D.  José  Félix  de  Restrepo,  hermano  de  D*  Cristóbal, 
hizo  notable  por  la  austeridad  de  su  conducta ,  su  equidad 
intachable,   su  espíritu  justiciero   como  abogado,  su  v^st 
erudición  científica,   y,   más   que   todo,   por  su   acrisolado] 
palrioüsmo   y  por  liaber    siclí>   el  primero   en    concebir   y 
promulgar  entro  nosotros  el   deber  social,  moral  y  político^ 
de  manumitir  la  raza  africana»  ^1 

El  nombre   de   este   ciudadano    esta   muy  alto  en   la 
escala  de  los  hombres  ilustres  del  país  (1). 

D.  Alejandro  VéleZ;  también  hijo  de  Envigado,  ilust 
su  nombre  como  publicista  y  diplomático;  D.  iMiguel  Uril 
Restrepo    se    distinguió  por  su  viril    ehjcuencia  y  por 
incontraslable    firmeza  do    carácter;    D.    Pedro    Uribe 
recomendó  por  su  instrucción  médica;  y  el  Dr.  José  Manuí 
Restrepo  por  sus  talentos  como  estadista  y  por  su  esclarecido 
mérito    como  autor    de   la    Historia  de   la  Revolución    de 
Colombia. 


"i 


(1)  Envigftdo  pretende  honrarflo  con  liabor  sitio  la  cuna  tlel  Dr,  D.  J( 
Fi^lix  do    Rcslrciio;   pero   MedoUln  le  disputa  esta  bonra.   Los   vocmoo 
Envigado  dicen  que  nació  cerca  de  un  riachuelo  que  corre  por  las  cercaoifts»  f 
que  por   haber  BÍdo   liermano   de  tres  doctores  máa,  el  riachuelo  cambió  su 
nombre  por  el  de  Doctora.  El  Dr.  Andrés  Fosada  Arango  sostiene  que  oaoíd 

l'tTí  im  ponto  inmediato  á  Medellíni  Junto  al  curso  del  riachuelo  Iguana.  La 

[dircroocia  esti  ca  tola  de  )uic¡o. 


á 


-  117  — 

Los  vecinos  de  Envigado   viven  de  los  productos  de 

escasa  pero  bien  manejada  agricultura,   siendo  sus  cultivos 

de  predilección  el  plátano,  la   yuca,  la  arracaclia,   el   maíz 

y  la  caña  de  azúcar,   precioso  vegetal  que  tuvo  su   cuna 

antioquena  en  este  Distrito, 

Población,  tí.527  habitantes.  —  Latitud  norte,  G'3'40".  — 
Longitud  occidental,  1"35'35".  —  Altura  sobre  el  nivel  del 
mar,  L580  metros. — Temperatura,  20^  — Límites  :  confina 
al  norte  con  Medcllín;  al  oriente  con  Rionegro;  al  occidente 
con  Itagüí  y  La  Estrella,  y  al  sur  con  el  Retiro  y  Caldas» 


Estrella*  —  No  hemos  podido  averiguar  a  punto  fijo 
ol  año  en  que  se  fundr>  la  población  de  este  nomlire.  Se  salíc 
Holo.mente  que  debe  ser  muy  antigua,  pues  en  el  año  de  161)2 
G^3tía  ya  en  ese  caserío,  situado  un  poco  al  sur  del  lugar 
q^^e  hoy  ocupa  y  más  cercano  al  río  ^ledellín,  un  cura 
doctrinero  de  indios,  sobre  el  origen  de  los  cuales  hay  una 
veré  ion  que  nos. parece  poco  probable. 

Dice  la  crónica  que  á  tiempo  de  fundar  la  ciudad  de 
MecIcBÜín,  había  sobre  la  ribera  izquierda  del  riachuelo  Santa 
Helena  una  tribu  de  naturales  llamados  Alarifes  (voz  de  pro* 
cocloncia  árabe  que  significa  albafíit),  y  que  estos  indios 
iuei»c)ii  mandados  á  poblar  en  la  Estrella  para  <lejar  campo 
libr^  4  los  habitantes  de  la  villa  de  la  Candelaria- 

Dice  también  la    crónica,   que  cuando   Jorge   Rohledo 

^So  al  pueblo  de  la  Sal  (Pueblito  ó  Guaca),  notando  t¡ue 

Ciordillera    se  deprimía   considerablemente    por  aquella 

P^^te,  mandó  á  Jerónimo  Luis  Téjelo  en  busca  del  ponderado 

^^llo  de  Arví.    El  conquistador  trasmontó  la  depresión,  ó 

P^^   Malpaso  para  safir  á  Caldas,  ó  por  Quebradalarga  para 

s^lij»  ¿^  i^  Estrella  :  si  por  el  primer  punto,    encontró  una 

'^ibu  de  indígenas  habitadora  del  vallecito  de  Caldas,  como 

Hemos  dicho;  y  si  por  el  segundo,  encontró  también  un 

P^^blo  de  indios  en  lo  que  es  hoy  el  pueblo  de  San  Antonio, 

^  ^n  la  Estrella,  y  tan  numeroso  que  le  presentó  combate 

y  ^o  obligó  á  retirarse. 


«  118  — 

'^  Al  prijuiiuu  ilu  este  siglo,  la  Estrolla  estaJja  todavía 
ociipaiUi  por  una  poblaciun  de  indígenas,  cuya  asimílacióii 
se  ha  lieeho  por  el  mismo  procedimiento  que  hemos  señalado 
al  tratar  de  la  de  Caldas* 

Por  lo  dicho  y  por  otras  razones,  pensamos  que  esa 
comarca  estaba  muy  poblada  á  la  entrada  de  los  españoles. 

Eíitá  el  distrito  de  la  Estrella  sobre  un  plano  inclinado 
en  la  falda  oríerdal  tic  la  ramificación  de  ocaso  delos^Viidcs 
antioqueños.  Desde  el  lado  opuesto,  y  desde  las  alturas 
sobre  la  mari^á^i  derecha  del  rio  Medcllín,  se  alcanza  á 
divisar  esa  bonita  población,  y  la  torre  de  la  iglesia  producü 
la  impresión  de  la  vela  blanca  de  un  buque  qne  se  ve 
navegando  en  alta  mar. 

Pero  si  el  paisaje  es  digno  de  contemplarse,  viendo  el 
pueblo  a  distancia^el  cuadro  panorámico  que  se  desenvuelve 
para  el  espectailor,  cuando  estmlia  el  valle  de  Medellín  desdo 
el  atrio  elevado  rlc  aquel  templecíto,  se  sale  de  los  límites 
por  su  esplendida  magnificencia.  Colocado,  en  aquel  punto 
el  Dr-  líulino  Cuervo,  tan  espiritual  y  feeuntlo  en  opurliuias 
observaciones,  dijo,  después  do  un  breve  rattj,  eu  el  colmo  do 
su  entusiasmo  :  «  No  puede  ser;  esto  parece  mentira,  d 

Los   habitantes   de   la    Estrella    son    pobres,  y   vlveal 
solamente   de   los  escasos    productos  de  limitada  a^icuU 
tura* 

El  plano  en  que  está  la  cabecera  del  Distrito  es  desigual; 
pero  las  calles  están  regularmente  arregladas,  y  los  edificios J 
Sím  razonablemente  cómodos.  La  temperatura  es  suave,  loaj 
baños  agradables  y  el  aspecto  físico  delicioso; 

Población,  3.512  habitantes.  —  Latitud  nortc^  G^'^SB"*^ 
—  Longitud  occidental,  1°38'W\  —  Altura  sobi*e  el  nivel  delj 
mar,  1,730  metros.  —  Temperatura,  19%  —  Límites  :  confins 
al  norte  con  Medellín;  al  oriente  con  Ilagüí  y  Envigado^ 
al  occidente  con  Amaga  y  Ileliconia,  y  al  sur  con  Caldas. 


Jirardota,  —  Desde  el  aflo  do  1702  había  en  el  lugar 
ocupado  por  este  Distrito,  una  capilla  dedicada  á  la  virgen 


—  119  — 


.,  ^Sn  el  título  (lo  vioepaiToqiiiaL  Diciía  capilla 
continuó  rodeada  por  un  numeroso  vecindario  cluranto  el 
siglo  xnii,  y  hasta  muy  entrada  la  présenlo  centuria, 

Eiaño  de  í  833,  siendo  gobeniador  de  la  Provincia  D-  Juan 
de  D.  Aranzazu,  se  erigió  este  Distrito,  ijue  desde  entonces 
se  cotioce  con  el  nombre  de  Jirarduta,  para  recorilar  con  ul 
el  del  esclarecido  guerrero  Atana^in  Jirardot,  r|ü¡i*n  murió 
en  defensa  de  la  libcrtail  en  la  cumbiv  del  Uarbula,  á  tiempo 
do  enarbolar  en  ella  la  bandera  colombiana. 

De  la  cordillera  central  de  los  Andes  antioqueños,  so 
desprende  un  estribo  que  con  dirección  perpendicular  aleje 
de  la  misma  montana  y  con  el  nombre  del  Chuscal  en  direc- 
ción al  occidente,  espira  en  la  rjriíla  dcreclia  fiel  río  Meílelb'n 
en  el  siti*»  denominado  Ancón  de  Copaoavaua,  Este  ramal 
de  la  cordillera  aepara  los  valles  de  Copacavana  al  sur,  y 
el  de  Jirardota  al  nornorrteste. 

Al  lado  derecho  tiel  i*ío,  desdi-  el  puente  llamado 
Jirarrlota,  80  extiende  al  sudeste  un  !)ello  plano  ascendente, 
q^^^'  forma  uno  de  los  más  graciosos  y  amenos  paisajes 
del  Estado  de  Antioquia,  tan  rico  en  sorprendentes  y  variados 
puntos  de  vista. 

Al  pie  de  osle  plano,  en  una  desigual  ladera  próxima 
al  torrente  llamado  San  Diego,  y  a  regular  altura  sobre  ol 
í^ivtíl  ,1^1  pÍQ^  ostan  los  edificios  de  esta  pol^lación,  rodeada 
hacia  m^^j  ^\q  q^i^  flancos  por  la  carretera  que  desde  Caldas 
va  hasta  Aguasclaras,  más  abajo  de  Barí  josa. 

Por  haber  tomado  una  mala  topografía  para  la  construc* 

cion  (\q,\  lugar,  en  vez  de  escuger  lamas  dilataíla  y  i)rnpia 

á  ^I^u  aludimos  antes,  las  callos  de  Jirardota  son  quebradas, 

lorluosas   y    de   mal    aspecto,  ^  A    esa   circunstancia    debe 

agregarse  la  rl esventaja  de  que  el  templo^  en  vez  de  estar 

en  Uno  de  ]q^  costados  de  la  plaza,  como  lo  esta  generalmente 

en  hs  poblaciones  antioqueñas,  se  halla  en  el  centro  de  ella; 

y  ^  precisamente    á    esta  desgivaciada   condición  y   4  la 

circunstancia  de  estar  edificado  ya  esc  templo  á  tiempo  do 

la  emcción  del  Distrito,  a  lo  que  se  debe  el  que  en  vez  de 


—  ISO  — 

'situarlo  mejor  se  le  hubiera  dejado  en  esa  parte.  Sin 
embargo,  Jirardota  progresa,  y  si  su  desarrollo  continiia 
en  proporción,  bien  pronto  sus  edificios  invadirán  la  ponderada 
llanura» 

Hay  en  el  Estado  de  Antioquia,  como  en  toda  la  América 
latina,  muchos  lugares  considerados  centros  activos  de  piadosa  ] 
peregrinación  católica,    San  Antonio   de  Pereira,   cerca  del 
Rioncgro;  Chiquinquirá  de  la  Estrella ,  Sopetrán,  San  Pedro 
y  Jirardota  han   gozado  de  inmensa    reputación    entre  los^ 
fieles.  Por  este  motivo,  los  gastos  del  culto  se  hacen  en  esto 
Distrito  con  el  producto  de  las  donaciones  y  ofrendas  de  los 
peregrinos. 

La  temperatura  de  esta  parte  es  sumamente  variada  :  so 
siente  el  frío  de  las  altas  cordilleras  hacia  el  oriente,  y  el 
tuerto  calí>r  tropical  hacia  el  río*  Por  eso  mismo  sus  produc* 
clones  Hun  múltiplas. 

Viven  los  vecinos    de   este  lugar  con  el  producto  do] 
sus  faenas  agrícolas,  y  con  ganancias  producidas  porel  tráfico 
comercial  interno. 

El  Dr.  Sancho  Londoño,  sacerdote  progresista  y 
caritativo,  así  como  también  D.  José  Nicolás  Londoílo,  su 
sobrino,  honraron  por  sus  virtudes  á  Jirardota,  lugar  de  su 
nacimiento  y  residencia. 

Población,  5,328  habitantes.  —Latitud  norte,  6M6'30". 
—  Longitud  occidental,  1*29'4G",  —  Altura  sobre  el  nivel  del 
mar,  1.401  metros.  — Tempcraturaj  21%  —  Límites  :  confina j 
al  norte  con  Azuero  y  San  Pedro;  al  oriento  con  Guarne 
Concepción ;  al  occidente  con  San  Pedro  y  Medellín,  y 
sur  con  Copacavana. 


Ilagúí.  ^  El  territorio  ocupado  por  Itagüí  perte- 
neció hast^  el  año  de  1774  al  curato  de  Medellín.  El 
Dr-  Salvador  de  Villa  y  Castañeda  renunció  en  aquel  año  á 
esa  porción  y  á  la  en  que  está  hoy  Envigado,  por  hacer  parte 
de  su  feligresía,  para  provocar  do  esta  manera  la  fundación 
de  una  nueva  parroquia.  Denominábase  en  aquel  tiempo  esa 


121 


parte  La  Capilla,  por  una  que  había  hecho  construir  allí  un 
Dr.  Reaza,  clérigo  que  habitaba  en  las  cercanías. 

Después  do  la  fundación  de  Envigado,  continuó  La 
Capilla  perteneciendo  á  esta  fundación,  y  acbíiiaistrada  en 
lo  eclesiástico  por  el  presbítero  Pólipo  de  Resirepo,  ciu- 
dadano recomendable  por  su  patriotismo,  noble  carácter 
y  franco  espíritu  de  progreso.  Este  virtuoso  sacerdote  au* 
mentó  con  su  influjo  el  número  de  pobladores  de  la  localidad, 
hasta  procurarle  en  el  año  de  ISS^  vida  propia  religiosa 
y  ci\íU 

Está  situada  la  cabecera  de  este  Distrito  sobre  la  margen 
izquierda  del  río  Medellín,  y  en  el  seno  de  un  ángulo  formado 
por  el  mismo  río  y  por  el  riachuelo  Doña  María. 

Sobre  lo  que  se  rcíierc  al  rio  Medellín,  hemos  hablado 
bastante*  En  cuanto  al  riachuelo  Doña  María,  será  bueno 
agregar  que  recibió  su  nombre  por  la  circunstancia  de  correr 
<Mi  parte  sobre  terrenos  pertenecientes  á  D\  María 
Paladines,  vieja  poblador^a  de  esta  comarca.  El  riachuelo 
Quebradalarga  nace  en  la  cordillera  de  las  Cruces,  y  el  llamado 
propiamente  Doña  María  nace  un  poco  al  norte  en  el  alto  de 
Canoas.  Reunidos  estos  dos  torrentes  al  fin  de  su  tercio 
superior,  y  con  dirección  oriental,  descienden  al  valle,  y 
después  de  recibir  de  uno  y  otro  lado  fuentes  de  poca 
importancia^  y  de  pasar  por  el  norte  de  la  cabecera  del 
Distrito,  depositan  sus  aguas  en  el  río  Medellín,  precisamente 
enfrente  de  Envigado,  No  tiene  Itáglií  otras  aguas  de 
consideración*  Un  estribo  conocido  con  el  nombre  de  Man- 
zanillo, y  desprendido  de  la  cordillera  occidental  de  los 
Andes  antioqueños,  un  poco  al  norte  del  alto  de  Canoas, 
^s  la  8ola  eminencia  montañosa  que  ^con  algunas  curvas  y 
l>íen  redondeadas  colinas,  contribuye  á  formar  el  relieve  de 
^ste  Distrito  y  á  separarlo  del  de  Medellín, 

El  aspecto  físico  de  la  población  es  en  todo  semejante 
^1  de  las  otras  situadas  en  el  antiguo  valle  de  Aburra  :  sus 
terrenos  son  fértiles  y  bien  cultivados;  tiene  un  hermoso 
c^posanto   al  sur  de  la  población;    un  decente  y  bien 


—  12-2  — 

manlcnirlo  templo  católico,  y  un  hospital  bastanfü  capa 
para  las  necesidades  de  los  vecinos- 
Población,  <i,448  habitantcH.  — Latitud  norte,  6^4' 10*'. 
—  Longitud  occidental,  l**36'iO"\  —  Altura  sobre  el  nivel  del 
mar,  l,5i6  metros. — ^  Temperatura,  20*,  —  Límites  :  confina 
al  norte  con  Medellín;  al  oriente  con  Envigado;  al  occidente 
con  Evéjico  y  lleliconia,  y  al  sur  con  Caldas. 

Prado  ó  San  Antonio.  —  Fracción  de  Itagüí,  situada  i 
corta  distancia  del  riachuelo  Doña  María,  sobre  la  margen 
derecha. 

Este  naciente  pueblecito,  es  obra  de  al-L'unos  vecinos  de" 
la  Estrella,  Itagüí  y  lleliconia,  y  está  á  una  altura  barométrica 
igual,  con  poca  diferencia,  á  la  que  hemos  asignado    ¡i    la 
Estrella.  El  sitio  sobre  que  está  construido  es  ameno,  bien_ 
regado  y  medianamente  fértil.  Los  paisajes  del  contorno  soi 
gratos  á  la  vista,  y  los  elementos  ambientes  de  que  goza» 
propicios  para  la  salud,  que  bien  puede  considerárselo  como' 
lugar   de   convalecencia.    Tiene  una  plazoleta  rodeada  por 
ecMlicios  cómodos,  un   lemplecito  suficiente  para  id  culto,  y 
aliíunas  chilles  bien  delineadas. 

Los  pobladores,  gente  pobre,  por  lo  general,  cultivan  el 
plátano,  la  yuca,  la  arracacha,  el  sagú»  el  cafó  y  algunos 
ái'l)r)lcs  frutales,  de  cuyos  productos,  unidos  á  los  de  la 
ganadería,  viven  modestamente- 

Medellin.  —  El  importante  Distrito  de  que  ahora  vamoí 
á  tratar,  pediría  pai*a  su  exacta  descripción  el  que  las  coa^ 
diciones  de  una  obra  de  esta  clase,  no  redujesen  &  pocos  loa 
numerosos  pormenores  que  á  él  se  refieren. 

Medellín  tiene  hacia  el  oriente  un  trozo  de  la  cordillera^ 
central  de  los  Andes  antioqucnon,  de  notable  elevación.  De  la 
cima  de  este  trozo  montañoso  vierto  un  riachuelo  conocido 
antiguamente  con  el  nombre  de  Bocana,  y  hoy  con  el  de  Santa- 
Helena*  Esto  riachuelo  forma  en  la  parte  media  de  la  falt 
occidental  de   la  cordillera,  una    cascada  poco  alta,   poro' 


—  123  — 

^gloSisfma^^onnnúa  precipitado  y  riiidoso  hasta  descender 
á  la  base  de  la  montaña,  para  seguir  luego,  pasar  pur  la 
ciudad  dividiéndola  en  dos  partes,  y  arrojar  bus  aguas  en  el 
rio  Mcdellín.  Son  tributarios  do  Santa  Helena  muclios 
arroyos  do  |K)ca  consideración,  de  los  cuales  sólo  merecen 
ser  citados  el  de  Líi  Castro,  que  le  entra  por  la  margen 
derecha,  y  Iob  de  La  Espadera  y  Palencia,  por  la  izquierda. 

El  río  Aburra  ó  Medellín  baña  la  población  hacia  el 
occidente,  y  ya  es  notable  en  frente  de  ella  por  la  cantidad 
dü  sus  agUí\Sj  por  lo  hermoso  de  sus  orilla^s^  por  la 
mansedumbre  de  sus  ondas  y  por  los  encantadores  paisajes 
que  ofreced  la  contemplación.  Tanto  este  río  como  el  riachuelo 
antes  mencionado,  además  de  adornos  para  el  sitio, 
son  do  vital  importancia  para  la  comodidad  y  salud  do  los 
vecinos. 

Fucm  de  las  corrientes  de  agua  referidas,  son  tributarios 
del  Mcdellm,  en  las  cercanías  de  la  ciudad,  los  torrentes 
Aguacatal,  Poblado,  Presidenta,  Indio  y  Ahorcado. 

Del  cuci"i3o  principal  do  la  cordillera,  entre  la  montaña 
de  las  Palmas  y  el  alto  de  Santa  Helena,  se  desprende 
^iü  ramal  que  sigue  lürección  occidental  con  el  nombre 
de  Cuchillón,  para  espirar  hacia  la  parte  sur  y  sudeste  del 
lugaiv 

Del  lado  norte  del  alto  mencionado  arranca  otro  contra- 
fuerte cuya  principal  eminencia  es  el  alto  de  Pan  de  Azúcar,  y 
por  en  medio  de  este  contrafuerte  y  el  del  Cuclüüón,  corre 
por  Un  estrecho  valle  el  riachuelo  Santa  Helena* 

El  alto  de  las  Cruces,  el  de  los  Cadavides  y  el  del  Volador, 
fonnan  un  triángulo  en  cuyo  centro,  muy  bien  nivelado,  se 
^^píií'ce graciosamente  la  ciudad. 

Medellín,  capital  antes  de  la  antigua  provincia  de  Antio- 
quia, capital  luego  de  la  de  su  nombre,  loes  hoy  del  Estado 
**^ÍJerano  deAntioquia, 

El  poético  valle  de  Medellín,  descubierto  á  la  prima  del 
3lba  del  día  6  de  noviembre  del  año  de  1541  por  el  capitán 
Jeróaimo  Luis  Téjelo;  visitado  por  el  jefe  de  éste  y  por  un 


—  124  — 


destacamento  do  españoles,  recibió  el  nombre  de  valle  de  San 
Bartolomó,  por  haber  sido  explorada  en  el  día  del  apóstol  esta 
rica  y  feliz  comarca. 

Robledo  se  detuvo  pocos  días  en  el  sitio  de  Ana, 
población  indígena  en  que  está  lioy  la  célebre  metrópoli 
antioqueña,  primera  ciudad  del  Estado  por  su  belleza,  y 
segunda  de  la  Uepública  por  su  importancia. 

Después  del  rápido  paso  de  Robledo,  el  valle  de  Aburra 
quedó  casi  olvidado,  sin  que  sirviera  para  otra  cosa  que  para 
el  establecimiento  de  algunos  fundos  rurales,  pertenecientes 
en  su  mayor  parte  á  ricos  vecinos  de  Antioquia,  en  donde 
estaba  establecida  por  aquel  tiempo  la  más  noble  y  más 
acomodada  población  de  la  Colonia. 

A  finos  del  siglo  xvi,  durante  el  largo  mando  de 
D.  Gaspar  de  Rodas,  tercer  gobernador  de  la  Provincia,  sugeto 
de  ilustre  recordación  para  los  antioqueños,  habiéndose 
reunido  en  este  valle  una  corta  cantidad  de  pobladores, 
acreció  en  manera  tal,  que,  ya  parala  época  de  la  fundación 
de  Medellín,  muchas  ilustres  familias  españolas  habitaban 
como  patriarcales  los  caseríos  extendidos  a  lo  largo  y  ancho 
del  fecundo  valle  :  los  Restrepoíá,  Uribes,  Castrillones, 
Quíroces,  Grómez  de  Ureíta,  Angeles  del  Prado,  Jaramillos  de 
Andradc,  Gutiérrez  Colmenero,  y  otros  muchos  de  origen 
asturiano,  extremefio,  castellano  y  andaluz,  habían  tomado 
posesión  como  legítimos  propietarios  del  terreno  en  que  hoy 
vivimos  sus  descendientes. 

I'ué  fundada  Medellín  en  el  año  de  1675,  á  2  de  febrero* 
Concedida  la  Ucencia  para  su  fundación,  por  DS  María  Ana 
do  Austria,  regente  de  la  Monarquía  española,  diósele  ol 
nombre  que  lleva  en  conmemoración  de  la  capital  de  Extre* 
madura,  y  en  honor  de  D.  Peitro  Portocarrero,  Conde  do 
Medellín,  á  la  sazón  ministro  de  Estado.  Presidió  a  *ju 
erección  D.  Miguel  de  Aguinaga,  gobernador  de  la  Provincia. 
Continuó  la  villa  bajo  el  régimen  colonial  en  su 
calidad  de  subalterna  de  Antioquia,  y  progresa  con 
suma  lentitud,  a  pesar  de  sus  favorables  condicionaBí  en  ol 


curso  de  los  siglos  xvn,  xyiii  y  principio  del  xix ;  y  en  tal 
manera  fué  así,  que  dos  decenas  de  años  después  de  procla- 
raada  la  Independencia,  la  Villa  de  Nuestra  Señora  de  la 
Candelaria,  como  se  la  llamó,  era  una  población  de  reducida 
importancia. 

Si  contamos  desde  la  fecha  en  que  lastres  seccionen  que 
formaron  la  antigua  Colombia,  se  separaron  par  a  asumir  el 
carácter  de  nacionalidades  distintas,  veremos  que  MedoUín 
entró  de  lleno  en  el  camino  de  su  prosperidad  y  progreso. 
Elevada  á  la  categoría  de  capital  de  la  Provincia,  concen* 
Irandocn  sí  una  gran  fuerza  comercial,  y  ganando  en  impor- 
taucvabajo  el  punto  social,  político  y  religioso,  ne  la  ha  viyto 
en  estos  últimos  tiempos  seguir  como  por  encanto  y  como 
locada  por  la  vara  de  un  mago,  para  adquirir  proporcipnes 
de  altfeima  importancia.  Mcdelh'n  es  hoy  una  pohlación  de 
índole  especial ,  y  difiere  en  muchos  puntos  de  las  otras  ciudades 
de  la  Un  ion. 

Sus  edificios  están  perfectamente  blanqueados  y  su  aseo 
es  proverbial;  el  aire  es  tibio,  la  atmósfera  serena,  las  aguas, 
cristalinas,  los  baños  tónicos,  el  clima  salutífero,  bellas  las 
niujenií>,  industriosos  y  activos  los  habitantes.  La  ciudad, 
elegantemente  construida,  tiene  aí^pecto  tan  singular  y 
recomendable,  que,  vista  desde  los  puntos  dominantes  que  la 
fodean,  parece  responder  gozosa  al  saludo  del  viajero  que  la 
visita. 

Mcdellín  ha  ido  enriqueciéndose  poco  á  poco  con  algunos 
edificios  notables. 

Afines  del  pasado  siglo,  frailes  de  la  orden  do  San 
F^ncisco  construyeron  para  convento  la  espaciosa  y 
<^rooda  casa  en  que  está  hoy  el  Colegio  Central  Universitario 
^^'  Estado,  con  una  pequeña  capilla  lateral  que  presentaba 
^'gunas  curiosidades  arquitectónicas  que  han  desaparecido 
P^r  causa  de  nuestro  espíritu  reformador. 

Hacia  la  misma  ¿poca  en  que  se  levantaban  los  muros 
de  este  edificio,  la  piedad  religiosa  de  una  señora  A! varez  del 
idilio  mandaba   construir  á  su  costa  los  del  monasterio  de 


—  126  — 

CarmelitaB,  el  cual  subsiste  hoy,  a  pesar  de  una  disposición 
legal,  por  la  tolerancia  de  los  gobiernos  y  por  la  exigencia  de 
una  gran  mayoría  de  antíoqueños. 

El  temj>lo  de  la  Vera-Cruz,  erigido  por  españoles 
peaíüsulareí^  para  su  propio  uso^  y  rcedificaclo  después  á 
exista  de  D.  José  Peinado,  es  actualmente  Iglesia  parroquial 
del  curato  de  Medellín. 

En  la  acera  norte  de  !a  plaza  principal,  existió  hasta  no 
hace  muchos  anos  una  ermita  ú  oratorio  erigido  en  la  época 
colonial  y  demolido  dc^spués  por  orden  superior.  Llamábase 
San  Francisquito. 

En  la  parte  baja  de  la  ciudad,  hacia  el  noroeste,  hay 
una  capilhta  de  esmerada  arquitectura  en  que  se  tributa 
culto  á  San  Benito.  Dicesc  que  fué  por  este  punto  por  donde 
principió  la  fundación  de  la  villa,  pai*a  pasar  luego  por  lo 
que  ahora  le  sirve  do  centro  en  la  parÍL*  alta,  hacia  el  oriento, 
que  se  llamaba  San  Lorenzo. 

Había  en  este  punto  de  San  Lorenzo,  hasta  mediad 
de  este  siglo,  otra  ermita  edificada  en  honor  de  aquel  san 
mártir,  y  (jue  también  fué  demolida  para  poner  en  su  lugar 
un  lujoso  templo  en  honor  de  San  José* 

La  casa  que  hoy  sirve  para  Colegio  de  niñas,  dirigido 
por  Hermanas  de  la  Candad,  tiene  una  decente  capilla  para 
el  cullo,  y  tiene  otra,  con  la  misma  condición,  el  Hospital  de 
CaiHílad  del  Estado,  establiciniiento  antiguo  reformado  on  los 
ültüuos  años  por  la  influencia  filantrópica  do  D.  Pedro  Uri 
Reetropo,  por  la  beneficencia  de  los  vecinos  y  por  la  generosa 
protc^cción  y  ayuda  rjue  le  presta  el  Gobierno  del  Estado,  Está 
hoy  dirigido  este  estableciinienlo  por  Hermanas  de  Caridad , 
de  origen  francés;  y  á  quienquiera  que  pretenda  tomi 
algún  consuelo  para  aliviar  las  penas  oonsiguicn  tes  & 
miserias  del  mundo,  so  le  puede  aconsejar  que  concurra  á 
establecimiento  para  ver  en  él  la  faz  honrosa  y  noble  do 
humanidad. 

La  catedral  esta  muy  lejos  de  corresponder  6,  la  al  tu 
de  9U  destino  ;  es  un  edificio  pesado,sin  elegancia  y  sin  orden 


arquitectónico  predomiiiantet  Sirvió  primero  como  iglesia 
parr«x}iual;  lmi  su  principio  íué  un  edilicio  pajizo ;  se  cons- 
tiujr^un  poco  más  tarde  de  tapias  y  tejas;  se  arruinó  de 
nuevo,  hasta  que  en  el  año  de  1777  quedó  reemplazado  con 
el  malísimo  ([ue  hoy  existe»  Medellíri  ha  comprendido  la  nece- 
sidad qiie  tiene  de  un  templo  moiiuniental,  en  arinonía  con  sus 
actúate  exigencias  religiosas,  y  ha  puesto  loa  cimiontos  de 
una  graa  catedral  sobre  el  lado  nordeste  de  la  gran  plaza  de 
Bolívar.  Las  bases  para  este  edificio  presuponen  gran  costo  y 
muchos  ailoí?  para  su  construcción* 

Rt'BUvblccida  la  paz  de  un  modo  permanente,  merced  á 
la  quietud  de  las  pasiones  poh'ticas  y  sociales,  recuperada  la  fe 
en  el  dicbos*7  porvenir  de  Antioquia,  es  seguro  que  esta  obra 
será  llevada  á  término  feliz. 

El  palacio  para  la  reunión  de  la  Asamblea  legislativa 
y  para  el  despacho  del  gobierno  Ejecutivo ,  si  no  alcanza 
las  condiciones  de  un  buen  palacio  de  gobierno,  sí  puede 
considerarse  como  un  edificio  bastante  decente  para  mantener 
el  decoro  de  estos  dos  altos  poderes.  Adecuados  y  cóniodos 
son  también  los  salones  en  que  trabajan  y  pronuncian  fallos  de 
justicia  los  magistrados  del  Tribunal  Superior, 

Hay  una  cárcel  capaz,  sólida  y  bien  construida  para  la 
delenciüu  y  guarda  do  los  criminales,  y  otra  apropiada 
pai*a  mantener  en  completa  seguiídad  los  presidiarios. 
Ademas  disipone  el  gobierno  de  otra  para  la  detención  de 
mujci^i^  sentenciadas    por    delitos   comunes. 

"Todaa  las  olicinas  del  despacho  en  asuntos  adminis- 
tratiVüs  y  de  gobierno,  están  bien  dotadas  y  ofrecen  las 
ventajas  apetecibles, 

£1  edilicio  llamado  «  El  Parque  »  es  uno  de  los  mejores 
de  la  República,  y  ha  sido  prestado  al  gobierno  de  la  Unión 
píirasuügo  temporal,  como  adecuado  pam  establecer  en  él 
'a  Eacuela  Nacional  de  Minas. 

La  Escuela  de  Artes  y  Oficios,  es  bien  construida  y  espa- 
,  cioíía. 

La  Casa  de  Moneda  de  Medellín,  elevada  á  la  categoría  de 


—  128  ^ 

establecimiento  antioqueno  por  ley  que  expidió  el  Congreso 
en  1881 1  es  mala,  y  forzosamente  habrá  de  ser  reem- 
plazada  con  otra  mejor,  á  cambio  de  la  concesión  que  se 
ha  hecho  al  Estado  para  que  administre  el  ramo  como  de  su 
pertenencia  durante  un  término  de  cincuenta  anos. 

Si  bien  es  cierto  que  la  casa  de  que  tratamos  es  por  ahora 
un  ediílcio  ruin  y  de  poco  valor,  también  es  verdad  que  sus 
mácjuinas  perfeccionadas  no  tienen  más  rivales  en  la  América 
española,  que  las  que  pueden  ofrecer  Méjico,  el  Perú  y  Chile. 

La  Casa  de  Moneda  esta  comprometida  á  fabricar  piezas 
iguales  á  las  francesas  é  inglesas,  á  montar  una  oficina  de 
apartado  y  una  cámara  de  plomo  para  la  fabricación  del  ácido 
sulfúrico* 

Con  estos  elementos,  con  la  abundancia  de  los  metales 
preciosos  que  poseo  Antioquia,  con  el  establecimiento  de  la 
Escuela  Nacional  de  Minas,  con  la  formaciiin  de  buenos  inge- 
nieros, con  la  mejora  de  sus  caminos,  con  el  adelanto  de  sus 
industrias  y  con  la  paz,  se  abrirá  ancho  horizonte  para 
la  civilización  y  progreso  de  esta  parte  de  la  República, 

Sobre  el  río  Medellín  hay  dos  tó modos  y  elegantes  puentes, 
ambos  sostenidos  sobre  estribos  de  cal  y  canto,  con  arcos  el 
uno  de  los  mismos  materiales^  y  aforrado  el  otro  con  madera. 
El  uno,  al  sur  del  río,  se  llama  puente  de  Guayaquil,  y  el  otro  al 
norte,  puente  de  03loml)ia. 

Sobre    el    riachuelo    Santa  Helena  hay,  contando   de 
oriente  á  occidente,  el  puente  de  Bocana,  construcción  de 
hierro;  los  de  la  Toma,  Miguel  Gómez  y  el  Palo,  de  madera; 
los  de  Junín,  Palacé  y  de  Arco,  de  cal,  ladrillo  y  piedra;  y  por^ 
fin  el  de  la  carretera,  de  madera  sobre  estribos  do  cal 
canto. 

Fuera  de  los  anteriores,  hay  otros  puentes  en  los  arroye 
que  cruzan  la  ciudad,  todos  ellos  fabricados  con  perfecci6 
pues,  dicho  sea  de  paso,  las  artes  y  los  oficios  han  llegado  c 
la  capital  á  condicionas  sumamente  recomendables,  y  eat 
ellos  el  arte  del  albafúl  figura  en  primera  línea. 

Los  establecimientos  dedicados  á  la  instrucción  da 


—  129  — 

iiventud  y  á  la  educación,  son  nunicroso?i,  y  están  dirigidos 
[con  excelente  réginien  y  ¡nevera  disciplina. 

El  Colegio  Ceníral  Universitario  del  Kstado  verifica  sus 
tareas  en  el  local  que  ha  tenido  de  muchos  años  á  esta  parlo, 
el  mismo  que  fué  heclio  á  lines  del  siglo  pasado  para  frailes 
francisranos.  Son  admilidns  en  el  ahtninos  internos  y  exter- 
nos, varios  tle  ellos  sostenidos  por  el  Estado,  fuera  de  los  que 
con  el  mismo  fin  son  mandados  á  la  Universidad  Nacional, 
y  sin  contar  los  que  la  República  sostiene  en  el  mismo  plantel. 
La  Universidad  t  le  Antioquia,  aunque  de  reciente  creación, 
sine  fructuosamente  par:i  la  educación  de  la  juventud  antio- 
queíia,  y  ha  principiado  á  dar  ñ  la  República  jurisconsultos 
instruidos,  excelentes  mtilicos,  liábiles  ingenieros  y  estima- 
bles literatos. 

Hay  en  la  capital  dos  Escuelas  Normales  costeadas  por  la 
nación  para  formar  en  ellns  maestras  y  maestros;  hay  un 
Seminario  perfectamente  establecido  en  ([ue  se  educan  los 
jóvenes  rjue  qui(ít*en  dedicarse  á  hi  carrera  eclesiástica; 
niuchos colegios  de  empresa  particular  y  muchísimas  escuelas 
^li que  niñas  y  niños,  bajo  la  dirección  de  excelentes  institu- 
toi^«,  reciben  educación  elemental. 

El  teatro  ha  sido  reformado  últimamente  y  puesto  en 
armonía  con  la  rit pieza,  cultura  y  buen  gusto  de  los  habi- 
tantes» Pertenece  el  edilicirj  a  una  compañía  formada  por 
ciudadanos  ac^ñonislas,  y  fué  creado  por  la  iniciativa  perse^ 
^•^ranlcde  D.  Pednj  Uribe  Restrcpo. 

Además  íle  los  establecimientos  que  hemos  indicado,  es 
^^'"^^ííario  agregar  una  Salade  nudcrnidad,  construida  durante 
'^^^Jmijñstración  del  Sr*  Recaredode  Vilkip  y, una  casa  para 
<^'^jenados,  que  si  bien  no  tiene  edificio  propio,  cuenta  ya  con 
**'?unos  fondos  y  con  una  ley  de  |n*otecciün,  expedida  por  la 
Asamblea  de  1881,  Ambos  establecimientos  son  considerados 
*^^o dependencia  del  Hospital  de  Caridad. 

Hay  una  Casa    de  Asilo,  dirigida  por  señoras   respe- 
'les,  y  otra  de    Beneficencia,    fundada  y  mantenida    pnr 
^^  virtuosa  familia.     Una   ':asa  de  Imérfanos  con   edüicio 


—  130  — 

propio  se  halUí  l>ajo  la  dirección  dt*  uaa  inteligente  ^eñor; 

Ivd  isido  protegida  y  dotada  por  el  ilustrísinio  Obispo  d¡ooe2_ 

sano  José  Ignacio  Montoya. 

En  el  ramo  de  instrueeiun  püljüca  hay  que  tener  en  cuenl 
la  creación  actual  del  Museo  y  la  Biblinteca  de  Zea,  con  ba¿ 
suíicientes  para llepai'áber  establecimientos  de  utilidad,  honi 
y  brillo  para  el  Estado, 

Tiene  la  capital  para  sus  publicaciones  periódicas  y 
oficiales  cinco  imprentas,  que  si  bien  no  alcanzan  las  lujosas 
y  cómodas  proporciones  de  este  precioso  invento  en  pueblos 
más  civilizados,  sí  reúnea  lo  preciso  para  el  desenvolvimiento 
ulterior  de  este  importante  ramo  de  la  civilización  universa 
El  primer  impresor  que  liubu  en  Medellíu  íué  un  hijo 
Cartagena  de  Indias,  llamado  Manuel  María  Villar  Calderúi 
y  los  primeros  periódicos  (|ue  se  redactaron  fueron  La  Gac£ 
y  La  Estrella  de  Occidente, 

Ihjirante  la  Colonia  no  había  en  asuntos  de  enseíianzii,  oti 
cosa  que  un  mal  aprendizaje  del  latín ;  y  los  primeros  act 
literarios,  propiamente  tales,  tuvieron  lugar  en  la  iglesia 
la  Vera-Cruz,  presididos  el  uno  purel  iJr.  José  Félix  de  Re 
trepo,  y  el  utru  por  el  Dr,  Francisco  José  de  Caldas.  Vef 
el  i>r¡mer*o   sobiv*  materias    ülosólicas,  y  el    secundo  sobr 
asuntos  de  ingeniería  (181 1). 

Los  paseos  públicos  son  numerosos  y  recreativos, 
riachuelo  Santa  Helena  tiene  por  uno  y  otro  llanco  dos  m; 
cones  sombreados  en  parte  por  frondosos  arboles,  y  adem¿ 
casas  lujosas  de  propiedad  particular.  De  la  plazuela  José 
Félix  de  Itcstrepo,  y  con  dirección  oriental,  sigue  el  ancho 
espléndido  camellón  conocido  con  el  nombre  de  Uuenos-Aire^ 
para  continuarse  en  la  base  de  la  escarpa  montañosa   con 
camino  que  conduce  á  la  ciudad  de  liionegro.  La  caiM-etora  qil 
desdo  Caldas  se  prolonga  hasta  Aguasclaras,  por  un  esf 
de  8  míriámetros,  pasa  a  poca  distancia  al  sm*  del  centro  de 
lugur.  Esta  vía  es  una  de  las  mas  notables  que  existen  un 
Iíei>ública,  y  se  recomienda  por  la  lozanía  de  los  árboles  qi 
la  embellecen  de  uno  y  otro  lado,  por  el  aseo  de  las  hal 


lone$ próximas,  por  loa  sorprenden t4?s  cuadros  que  exhír 
>r  Iaví\ificanbe  del  aire  y  por  su  fisonomía  peculiar  tan  rica 

Je  hermoisura,  que  rlifícümenle  podrá  ser  comparada  con  otra 
^alguna.  Hacíala  parte  occidental  está  el  paseo  de  la  antigua 
Alameda,  pordonde  sigue  el  camino  para  Antioquia.  Es  dillcil 
Éimaginar  impresión  mas  agradable  que  la  que  S2  experimimta 
[yendfiporese  camellón,  cuando  se  llega  en  tarde  despejada  al 
[puente  de  Colombia,  para   cuntejnplar  hacia  arriba  y  hacia 

abajo,  las  caprichosas  curvas  del  río  Medellía  y  sus  engala- 
[nada^  márgenes. 

En  loé  suburbios  de  la  ciudad,  y  en  su  parte  central,  hay 

o^l»leci]nientos    de  baños  sumamente  aseados,  cómodos  y 

salíicJables.  Estos  establecimientos  de  creación  reciente,  fuera 
I  de  b'er  lugares  de  distracción  y  de  agrado,  aumentan  los  e!e- 

niento*  liigiénicos  del  vecindario. 

La  clase  rica  de  Medellín  vive  de  las  rentas  que  se  procura 

con  el  comercio  interior  y  exterior,  del  tráPico  del  oro,  del  be- 
í^cio  de  minerales,   de  la  industria  bancaria,  que  cuenta 

ocho  establecimientos,  y  de  las  empresas  agrícolas.  Laclase 
,»COJnodada  vive  de    los  mismos  medios,  aunque  en   menor 
B3i.  Los  artesanos  subsisten  del  producto  de  la  ebanistería, 

^T»iftLena,  herrería,  zapatería,  albañilería  etc.,  etc.,  y  son 

^*ivosy  hábiles  en  sus  respectivos  olicios.  La  clase  pobre  vive 
[  ^^l^ario  que  se  proporciona  diariamente  con  su  trabajo. 
^  profesiones  liberales    como  la   medicina,  la  abo- 

S^^^'^íítCt,  están  representadas  por  individuos  inteligentes  y 
^lííitfífieos.  Las  bi-llas  artes,  si  bien  un  tanto  atrasadas  en  la 
'  *^*^íilidad-^  principian  a  ser  cultivadas  con  esmero  ;  y  todo  en 
I  ^  Dl§trttQ  parece  tan  favorable  á  su  engrandecimiento,  tjue  no 

^^»IíU]3o8  en  afirmar   que    un    i>orvenir    de   civiüxacióa   y 

[M'osperjjad  será  alcanzado  en  tiempo  no  distante. 

Eslaba  Medellín  sobre  el  plano  encerrado  en  el  án- 
p™  que  forman  el  riachuelo  Santa  Helena  y  el  río 
IJlburri  hacía  la  parte  sur.  Hoy  la  población  ha  traspasado  sus 
lantiguoü  límites;  se  extiende  á  lo  largo  del  río,  sobre  la 
Imargea  derecha^  y  abraza  el  ángulo  norte  que  queda  al  frente 


13Í 


del  en  que  tuvo  su  origen.  La  actividad  en  la  constra 

de  habitaciones  en  !a  época  actaal,  es  tan  vigorosa  que  ei^^ 

algo  se  parece  á  la  de  las  ciudades  norte-americauas,  ^M 

Ha  dado  Medellín  á  la  República  gran  número  de  hombres 
notables:  D.  F'rancisco  A.  Zea,  gran  sabio  y  diplomático; 
Atanasio  Jirardot,  muerto  gloriosamente  en  defensa  de  la 
libertad  ;  Jorge  GutiéiTez  de  Lara,  José  María  Fació  Lince, 
Benigno  Pestrcpo,  Francisco  de  Paula  Benítez,  Alberto  y 
Lucrecio  Gómez,  y  muchos  otros  que  no  caben  en  los  límites 
reducidos  de  esta  obra- 
Población,  37-237  habitantes.  —  Latitud  norte,  (?  8'  lír\ 
—  Longitud  occidental,  l**3V3ü".  —  Altura  sobre  el  nivel 
del  mar  Li79  metros. — Temperatura  20°, — Límites  :  confina 
al  norte  con  San  Pedro;  al  oriente  con  Guarne  y  Rionegro; 
al  occidente  con  San  Jerónimo,  Evéjico  y  Ilelicona,  y  al  sur 
con  Itagüí,  Envigado  y  Retiro. 

Tiene  Medellín  las  siguientes  fracciones  :  Aguacatal,  Ana, 
Belén,  Bello,  La  Granja,  Piedrasblancas,  San  Cristóbal  y  San 
Sebastián. 


41 


Aguacatal*  —  Entre  Medellín  y  Envigado,  á  5  kiló- 
metros de  uno  y  otro  distrito,  á  i>oca  distancia  de  la  orilla 
del  río  Aburra  y  sobre  una  suave  ladera,  existe  la  fracción  de 
esle  nombre. 

Hace  algunos  afius  que  los  vecinos  construyeron  un 
templo,  y  este  llegó  poco  á  poco  á  ser  punto  de  convergeneia 
para  la  gente  de  las  cercanías,  rpie  lejana  de  Envigado  y  de 
Medellín  nec4?s¡tal)a8atisfa<'er  sus  delxjres  religiosos. 

Con  nolal)le  rapidex  se  han  ido  agrupando  alrededor  de 
la  capilla»  algunos  bien  conslruifl*)s  editicios;  y  roini>  la 
carretera  lUd  sur  eslá  liecha  hasta  ese  punto,  bajo  concl^J 
ciones  ventajosas,  se  lia  trazado  *ya  una  bonita  plaza  y  estifl 
l}lecida  una  feria  semanal,  como  preludios  seguros  para  una 
población  que  habrá  de  desenvolverse  bien  pronto  sobre  ba^e 
firme  y  segura,  por  cuanto  los  terrenos  son  fértiles,  los  vecino© 
lalioriosos  y  excelente  la  topografía. 


I 


Ana.  —  A  unos  2  kilómetros  al  püiiiente  de  Mcdellín, 
en  un  plano  nivelado  á  la  misma  altura,  y  sobre  la  margen 
izt¡uierda  del  riachuelo  Iguana,  existió  hasta  el  ano  de  187Í), 
un  pucblecito  que  ha^ta  antes  de  1832  se  llamaba  San 
Cim*  Ese  nombre  fué  cambiado  un  poco  más  tarde  por  el 
(le  Ana,  hasta  que  después  se  lo  reconoció  de  una  manera 
oficial  el  de  Anápolis  (ciudad  de  Ana),  que  no  ha  suh«is(ido. 

Tampoco  ha  subsistido  la  población,  porque  en  el  año 
de  188Ú  una  violenta  avenida  del  torrente  vecino,  inundó  los 
campos,  derribó  los  edificios,  y  con  muerte  do  algunas  per- 
sonas, dejó  sólo  piedra,  cuscajo,  arena  y  ruinas  en  el  punto 
que  autcíí  era  un  risueño  y  apacible  retiro. 

Cuando  tuvo  lugar  esta  gran  calamidad  pública,  los 
vecimoü  pudientes  de  Medellín  ofrendaron  sus  limosnas  para 
favorecer  á  los  pobres  de  Ana,  victimas  de  la  inundación.  El 
Congreso  Nacional  favoreció  también  con  un  auxilio  vn  dinero 
^  «^lUellos  desgraciados  antioí(Uefios;  y  hoy  se  ha  trasladado 
1^  población  á  una  colina  cercana  en  el  camino  que  signo 
fWaAntioquia,  El  lugar  en  que  está  situada  la  nueva  pobla- 
*'^<Jn,  cuyo  nombre  ha  sido  mydado  en  vi  de  Robledo,  para 
hónr-u-  la  memoria  del  ronquistador  del  jiaís,  goza  do  mejores 
^^í^didones  climatéricas  y  se  halla  libre  de  las  avenidas  del 
^^í'riiscoso  torrente. 

Belén,   —  A  la   altura    liarométrica  de    Medellín,  con 
^^  diferencia  y  sobre  la    parte  más  nivelada    del    llano, 
^*^'íio  á  3  kilómetros    de  la  capital^   hacia  el    occidente,  se 
^*í a  situado  el  pueblecíto  de  ese  nombre* 

Entre  Medelh'n  y  Belén  liay  un  buen  camino,  que  tiene  en 

^^  parte  media,  para  roniodidad  de  los  transeúntes,  el  puente 

^^  la  Concordia  é>  ÍTuayaquü;  y  aunque  la  población  de  que 

tintamos  haya  tenido  desde  el  año  de  1814  existencia  civil 

P^pia,  hoy  es  considei'ada  como  barrio  de  Medellín. 

En  cuanto  a  lo  material,  Belén  es  un  caserío  de  poca 
^^grulicación ;  pero  como  la  mayor  parte  de  los  pnel>los 
í^üt¡oquei\os,  sus  casas  sonde  regular  apariencia  y  aseadas. 


I 


—  134  ^ 

Belén    tiene   im    regular   templo   católico  en    el    lado 
occiden'tal  de  una  espaciosa  plaza,  adornada  en  el  c^enlro  coif| 
una  fuente  pública^  y  tiene  además  en  sus  cercanías  las  aguas 
puras  del  torrente  de  su  nombre. 

Este  sitio  conserva  uii   recuerdo   hií^sturico  de  bastanl 
importancia  para  los  cohínibiauos.  El  saliio  naturalista  Dr.  Juai 
María  Céspedes,  esclarecidij  patriota  y  antiguo  cura  de  Caloto, 
vinoála  provincia  dcAntionuia  en  iienipo  do  la  Guerra  magua, 
con  el  tln  de  excitar  nuestras  poblaciones  á  la  defensa  de  la  santH 
causa  de  nuestra  emaitcipaciun  política  y  civil.  Desde   181^ 
hasta  181  r>,  el  Üi*.  Céspedt^s  fué  cui-a  de  almas  en  Belén,   de 
don<lc  salió  un  poco  más  tarde  para  ilustrar  en  otras  [lartosdi 
la  República  su  carrera  de  sabio  y  de  patriota. 

Los hal3itantes  de  Belén  viven  délos  productos  obtenid 
por  una  esmerada  agricultura, 

Bello.  —  Metlellín  equidista  de  Envigado  al  sur,  y 
Bello  al  nort^,  un  miriámetro. 

Como  en  los  tiempos  que  siguieron  inmediatamente 
descubrlmientxí  y   conquista  del    territorio   antioqueño, 
poblaciones  estuviesen  ilotadas  de  una  gran  área  de  terren 
como  la  población  fuese  esi^asa;  como  las  tlisfancias  largai 
para  poder  relacionai'se  los  colonos,  y  como  la  administra 
ción  religiosa  privara   aun  sobre  la   civil,  se    hacía  prccis 
c*stablecer  en  muchos  puntos  de  la  provincia,  ermitas,  adc 
ratorios,  capillas  y  tenq)los   para   satisfacer    las  neccsidac 
espirituales  de  nuestros  antepasados*    Había   gran   número 
de  estos  edificios  en   los  valles  de  Medellín,  llatoviejo  fqil^j 
así  se  llamó  Bello),  Jirardota,  Copacavana  y  Barbosa.  ^B 

El  río  Aburra,  al  bajar  torrentoso  de  la  cumbre  ilc  Sa 
Miguel,  disminuye  la  velocidad  de  su  carrera  en  el  vallocitoi 
Caldas.  Allí,  según  la  teoría  deCodazzí,  hizo  un  lago  conteniíi 
por  un  dique  al  norte,  (jue  al  lin  rompió  para  precipitarse  t»ol 
el  vallo  de  Medellín  y  formar  otro,  Esti*  lago,  prol 
blemente  de  gran  |)rofundidad  y  de  aspecto  majestuos 
debió  presentar  como   itslas  Ujh    cerros  llamados  hoy  de 


—  135  ~ 

lavides  y  del  Volador,  una  especie  de    bahía  estnícha  en  la 

)octora,    otra   más  ancha,    pero   de    menos    fontlo,    on  la 

anconada  do  Envigado,  un  golfo  pequeño   hacia  Bolón,  y  en 

da  su  circunferencia  caletas  de  mayor  ó  menor  extensión. 

Üuando  las  aguas  «e  abrieron  paso  hacia  el  norte,  lo  hicieron 

*  pop  la  estrechura  de  los  Bermejales,  y  bajaron  a.  Ilaloviejo  y 

ICopíicavana*  Siguiendo  el  mismo  curso,  rompieron  e!  ancón 
de  Copacavana  y  descendieron  a  JU*ardota  y  Barbosa,  donde 
formaron  \\n  lago  más,  con  un  estrecho  ó  cintura  correspon- 
tíiente al  Hatillo.  Por  lin,  Aiolentas  esas  aguas  y  poderosas, 
rnmpicron  los  terrenos  interpuestos  entre  las  cordilleras 
central  y  occidental  do  los  Andes  aiitiuquenos,  hasta  llegar, 
lurbulexitas  y  atropelladas,  á  las  Dos  Bacas  entre  Zaragoza 
|y  Zea. 

En  la   tercera   cuenca  do   ese    rosario   de    lagos  que 
[acabiínos  de  describir,  está  la  población  de  Bello,  dependencia 
ílc*  líi  capital,  fundada  en  el  mismo  año  en  que   lo  fué  la  de 
¡Enrtííaclo,  es  decir,  en  lG7tí.  ' 

El  clima  de  Bello  es  un  poc^  más  cálido  que  el  de  McdcUín ; 
ipcrtj  como  el  suelo  es  seco  y  el  aire  puro,  sus  condiciones  para 
p^ existencia  son  propicias  ^n  alto  grado. 

E!  terreno  sobre  que  demora  esta  población,  es  harto 
pvetiiajado  para  las  faenas  agrícolas,  y  debe  de  haber  en  ól 
p'íniíi  elemento  tónico  f[ue  dé  á  sus  frutos  el  carácter  de 
P^l^rior  bondad  que  los  hace  tan  estimables. 

Los  mangos,  las  guayabas,  los  aguacates  y,  sobre  todo,  el 
^'^^  di?  Bello,  son  más  sustanciosos,  aromáticos  y  agradables 
fPieloHdel  resto  del  Estatlo. 

La  calvecerá   de  la    fracción,   compuesta    de   modestos 
i^ios,   está    sobre   un    suelo   aplanado   y    perfectamente 
^^^\.  El  agua  potable  es  sana  y  abundante,  y  deliciosos  los 
^08  de  sus  torrentes. 

Para  que  se  formo  idea  del  valor  de  los  terrenos  en  la 

P^Jca  inmediatamente  posterior  á  la  eoncpiistaj  indicaremos  a 

i  lectores  que  tengan  conocimiento  del  país,  que  las  tierras 

^ncorradas  por  una  línea  que  parta  del  puente  de  Bello,  siga 


136 


* 


I 

O     1 


por  el   camino   de  la    Maruchenga  basta  la  cumbre 
cordillera,  tuerza  luego  al  nordeste  por  el  filo  de  la  misma, ^ 
pase  por  Ángulo,  Quitasoly  alto  de  Medina,  baje  al  río  y  8uba)H 
éste  hasta  el  puente,  lugar  ele  su  partida,  se  vendieron  enton- 
ces por  diez  y  ocho  castellanos  de  oro  en  polvo,  cuando  hoy, 
por  computo  equitativo,   e^^as  mismas  tierras  valdrán  medioj 
millón  de  pesos. 

Había  en  la  época  del  descubrimiento  y  conquista  de  , 
Antioquia,  una  parcialidad  de  indígenas  en  una  amenifl 
planicie  situada  al  nordeste  de  Bello  sobre  la  margen  de  la 
quebrada  García,  vera  jefe  ó  cacique  de  ella  un  indio  llamad 
Niquiá,  de  donde  viene  el  nombre  de  aquella  llanura.  Esc 
indios  fueron  feudatarios  de  D*  Gaspar  ile  Rudas  ,  cuy 
largo  período  de  mando  no  terminó  sino  en  la  última 
década  del  siglo  xvi;  y  como  á  D.  Cruspar  heredó  en  sui 
títulos  y  propiedades  su  liijo  D,  Alonso,  siguió  éste  como 
propietario  de  esos  terrenos  por  algún  tiempo  después 
hasta  que  por  efecto  natural  del  aumento  de  población 
la  propiedad  territorial  íué  subdividiéndose  y  cambiando  á 
dueños. 

Pudiera  decirse  de   Bello  poco   más    ó  menos    lo    q 
hemos    dicho    de    Envigatlo,     pues     tal    es    la    belleza    di 
sus  paisajes  y  lo  recomendable  de  sus  condiciones   físicat] 
Respecto  áesto,  considérese  que  la  cabecera  de  la   fracciói 
esta  graciosamente  situada  sobre  el  fondo  de  un  apacible  val 
de  forma  casi  ovalada;  que  esc  vallccito  está  dominado  p 
gigantescas  escarpas,  pertenecientes  á  las  alturas  de  Ovej 
Ángulo,   Quitasol,   Medina  y  Granizal,  y  que  el   suelo  esl 
constantemente  refrescado  por  los  riacliuelos  Madera,  Ha 
Barro  y  García,  que  como  cristalinas  y  atroprllados  raudal 
descienden  desde   las  cúspides  visilíles,  dejando  un  rast 
luciente  de  numerosas  cataratas,  entre  las  cuales,  una  h 
el  occidente  se  divisa  desde  la  plaza  del  lugar,  como  un  gruo 
cordón  de  plata  bruñida. 

Esta  fracción,  al  honrar  el  nombre  del  preclaro  publicis 
y  eminente  literato  venezolana  Andii s  Bello,   ha  coa 


Íberes  que  parece  resuelta  á  cumplir  eii  la  oyíera  de  su8 
sultades,  puesto  que,  a  la  par  que  progresa  en  lo  material, 
instruye,  se  educa  y  se  civiliza  con   notable   aprovecha- 
miento. 

Bello  dio  un  buen  ü-uerrero  á  la  República  durante  la 
lucha  de  nuestra  Independencia  nacional.  Este   antioqueño, 
|e  trato    dulce   y  de  valor   tenieraiio,    se  llamaba   Manuel 
Famayo.  A  la  disolución  de  Colombia  quedó  hirviendo  en  la 
epúblic-adel  Ecuador,  vn  donde  ascendió  a  general. 


La  Granja.  —  A  poco  más  de  uno  y  medio  kilómetros 

[liada  la  parte  norte  de  Belén,  entre  61  y  el  destruido  barrio  de 

[Allá,  existe  otra  poblacioncita  á  la  cual  se  llamó  América  en 

ffiu principio  y  Oranja  después  por  la  Asamblea  Constituyento 

reunida  en  1877. 

H      Las  condiciones  físicas  ile  la  Granja  son  vn  lodo  seme- 

jíiütes  á  las  de  Belén,  y  su  fundación  es  debida  á  la  generosidad 

IílelSr.  Rafael  Velásquez,  patrono  respetalde  de  ella. 
La  Granja  es  un  barrio  de  Medellín  y,  como  Belén,  vivo 
íe  la  agricultura. 
1 


N 


Piedrasblancas  n  Mazo.  —  Situada  al  oriente  y  sobre  la 
píW'tealta  déla  cortlillera  central  antiuqueña.  En  el  punto tle 
eáta  rracción  llamado  Mazo,  bay  un  corto  caserit*  con  algiuios 
'^^bilantcs  reunidos  allí  para  la  elaboración  de  una  fuente 
salada  que  produce  en  mediana  cantidad  un  cloruro  do  sodio 
'ííipuro,  que  más  que  para  usos  domésticos  se  emplea  paro  la 
^^Jüstria  pecuaria.  Se  beneficia  en  esta  misma  fracción  uno 
*!Ueütro  pedazo  de  tei*reno  de  aluvión,  para  buscar  oro,  y  no 
f^lta  algún  íilón  cuarcífero  rpie   sirva  de  ganga  al  mismo 

Picdrasljlancas  es  poco  importante  á  causa  de  la  estcrili- 
*^  de  sus  terrenos  y  la  pobreza  de  sus  vecinos. 


San  Cristóbal.   —  Situada   cojno  a  un   miriámetro  al 
^itlente  de  la  capital,  sobre  el  camino  quede  ella  conduce 


—  138  — 

á  Antioquia  la  vieja,  fué  llamada  la  Culata  en  tiempos 
anteriores. 

Había  á  mediados  del  último  siglo  en  el  punto  ocupado 
por  San  Cristóbal,  una  capitlita  fundada  por  D\  Ana  de 
Heredia  y  rodeada  por  un  grupo  de  mezquinas  habitaciones. 
Así  permaríeciü  haciendo  parto  del  territorio  de  Medellín, 
hasta  el  año  de  1775,  en  que  se  desgajó  su  territorio  del  de  la 
Villa  para  asumir  facultades  de  existencia  parroquial. 

Está  San  Cristóbal  sobre  una  superficie  desifrual ;  pero 
lieno  en  compensación  aguas  puras,  aire  salulire,  suelo  seco  y 
terrenos  si  no  Uxn  lertiles  como  los  del  vecino  valle,  sí  por  la 
men03  bastante  productivos  en  variados  fiaitos,  íjuc  la 
activa  industria  de  sus  tiijos  multiplica  de  un  modo  maravilloso. 
Es  esta  la  tierra  do  los  buenos  duraznos,  de  las  exquisitas 
granadillas,  de  los  higos  refrescantes  y  de  las  sustanciosají 
chirimoyas. 

San  Sebastián.  —  En  el  camino  de  Medellín  á  la  ciudad 
de  Antioquia,  iiasad^j  el  Boquerón,  en  una  latiera  formada  por 
la  falda  de  la  cunlillera  occidental  de  Antioquia,  y  cercano  al 
torrente  Lejía,  está  el  caserío  de  la  fracción  San  Sebastian»  por 
otro  nombre  la  Aldea, 

Esa  fracción,  formada  por  casuclias  miserables,  y  habita(3 
por  pobres  trabajadores,  deriva  su  importancia  del  cultivo* 
los  campos  en  reducida  escala. 

El  j)aisa¡e  c^saspci*o  y  desapacible,  y  sería  absolutamer 
ingrato  para  la  contemplación,  si  desde  las  alturas  que  Id 
rodean  no  se  alcanzara  á  divisar  la  dilatada  llanura  recorrida 
por  el  Cauca  entre  Sopetrán  y  Antioquia. 

Santo  Domingo.  —  (  iudad  cabecera  de  distrito  y  del 
circuito  judicial  del  mismo  nombi^e. 

Algunos  colonos  comenzaron  á  fundar  esta  población  en 
en  el  bilio  llamado  Playas,  sobro  el  camino  que  de  Barbosa 
Bigue  para  Puirto  Berrío. 

El  gobernador  civil  de  Antioquia,  D.  Francisco  Bíiraya 


—  Í30  — 

LaCarapa,  de  acuerdo  con  la  autoridad  eclesiástica,  diópermiiso 

varios  vecinos  de  aquellos  contornos,  en  el  ano  de   1792, 

ara  consh'uir  un   templo  en   el   paraje  denominado   Santo 

[lingo,  en  que  hoy  está  la  ciudad ;  pero  no  fue  sino  eu 

1798,  durante  la  guhernación  do  Ü,  Víctor  Salex?dn,  cuando 

erigió  definitivamente  la  parrociuia. 

Llama  la  atención,  por  lo  grande,  la  cantidad  de  terreno 

asignado  antiguamente   a  este  Distrito.    En  electo  :  estuvo 

oraprendido  entre  una  línea  que  partiendo  ile  las  vertientes 

íelríoSan  Pedro,  descendía  por  sus  aguas  hasta  la  coniluencia 

fdeéste  con  el  Nare;  Nare,  aguas  ahajo,  hnsta  su  reunión  con 

el  Ñus,  y  éste,  aguas  ari-iha,  liasta  sus  íüUmas  vcrlit»ntes  en 

I  la  cordillera  en  el  sitio  denominado  La  Quiebra;  de  allí  neguía 

Pn  dirección  recta  occidental  al  Porce;   Porce    arriba  hasta 

l^guiíaclaras,   y   después,    también  por  línea  recta,  hasta  el 

punto  |)riraero  itc  partida. 

Tan  extenso  territorio  era  administrado  en  lo  civil  por 

Jas  autoridades  de  San  Nicolás  de  Rioncirro,  y  en  lo  religioso 

^ilonecía   á  Copacavana.   Todo   él  es  sumamente   rico    en 

áuerales  de  oroy  hierro;  el  primero  fué  trabajado  por  los 

n'iales  con  señaladísimo  níiuu  Los  depósitos  auríferos  se 

iwciieQlraa  en  Santo  Üom i ngí)  en  ricos  filones  cuarcíferos,  en 

plí^yas  aluviales  Y  en  el  lecho  de  los  ríos*  Si  sus  rendimientos 

NC'tilicos  fueron  copiosos  en  la  antigüedad,    son   aún   mas 

^liiiUgueaos  en  la  época  presente,  pues   las  nuevas  explora* 

5*OüC8  y  la  mayor  facilidad  paru  los   descubrimientos,   ¡mv 

I  consecuencia  de  los  desmontes,  van  mostrando  la  existencia 

|Qe  cuantiosos  tesoros,  i\  cuya  exti^acción  se  aplican  activos, 

j inleligenieíi  é  industriosos  empresarios.   Esta  circunstancia, 

ll^deijiie  por  sus  inm^xHaciones  pasará  un  camino  de  hierro, 

^depí>seer  feraces  terrenos  para  cría  y  ceba  de  ganados,  la 

^Us  favorables  condiciones  agrícolas  y  la  de  sus  luultipli- 

lemperaturas,  que  estimulan  vi  desarrollo  de  variadas 

iQcciones,  todo  promete  con  certeza  á  este  Distrito,  un 

ttrven ir  de  prosperidad  y  ventura. 

Tres  ríos  de  alguna  consideración  riegan  el  territorio  de 


«   140  « 

que  tratamos  :  el  Porce,  el  Xus  y  el  Nare*  El  Forcé  es 
alimentado  por  riachuelos  que  corren  dentro  del  inismo 
Distrito  y  le  tributan  sus  aguas  por  la  derecha,  siendo  los 
principales  Iracal,  Enea,  Piedragorda,  Honda,  Morro  y 
Porcito,  líecihe  el  Ñus,  por  la  misma  banda,  los  riachuelos 
Santa  Gertrudis,  Qaebradona,  Conejo,  Guacas,  Animas, 
Quebradanegra,  Palestina,  Chiquinquirá,  Socorro,  Caracoli, 
Orna  y  San  José»  El  Nare  recoge  por  la  izquierda  las  aguas 
de  Nusito,  Curazao,  Ciénaga,  Sorda,  Frías,  Gómez,  Trinidad, 
San  Javier,  San  Mij^ue!,  Guadual  y  el  río  Ñus:  lodo  esto, 
sin  contar  con  que  ademas  recibe  numerosos  arroyos  y 
manaderos. 

Como  la  mayor  parte  de  los  distritos  aidioquenos,  el 
territorio  de  Santo  Domingo  es  montuoso,  y  sus  dobleces 
están  delineados  por  cordilleras  interpuestas  en  el  gui*so  de 
sus  aguas  princii)ales.  Para  las  sul>altei'nas  hay  ct^as  y  colinas 
bastante  deprimidas;  pero  tan  multiplicadas  en  número,  que 
el  aspeclo  físico  del  Distrito  forma  como  un  hervidero 
soliditicado  de  alturas  y  hundimientos. 

Hacía  el    lado    occidental,    la   cordillera  del   c<^ntro  de 
Aiitioípua  tiene  alturas  de  mucha  consideración  sobre  el  nivel 
del  mal*,  en  la  parte  que  corresponde  á  este  territorio ;  en  el 
centro  las  alturas  son  un  poco  más  relnijadas,  y  liaciael  oriente^ 
todavía  más. 

Muy  desgraciados  fueron  los  primeros  vecinos  de  Sanie:., 
Domingo  al  escoger  para  su  población  un  plano  tan  tlesigua^ 
y  de  tan   tlcfecluosas   coniliciones.    Kra   menester    toda    E-a 
energía  do  la  i*aza  anMoquena  para  crear  en  ese  paraje  uti^a 
ciudad  It^ansitable  y  hasta  de  bella  y  cómoda  apariencia. 

El  tem|)lo  que  hoy  se  construye,  y  que  lia  sido  ligeramente» 
averiado  por  un  terremoto,  es  amplio  y  Jio  carece  ile  majesU*^- 
Ningún  orden  arquitectónico  predomina  en  él  :  tii  no  un  poco 
lie  todos  ellos ;  pero  en  algunas  de  sus  piezas  la  ejecución  *^ 
admirable,  atrevida  y  hasta  monumental,  de  suerte  quC  * 
l>esar  de  sus  íunnerosas  faltas  de  arte,  el  conjunto  será  sevcrc^» 
tiülemne  é  imponente. 


141 


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Existen  en  el  territorio    de    Santo    Uorningo,    algunos 
objetos  naturales  que.   llaman  seriamente  la  atención  :  hay 
una  gran  mole  de  óxido  imanado  de  liierro,  á  la  cual  es  posible 
se  deba  el  estado  tempestuoso  de  la  atmósfera,  y  la  propensión 
de  los  habitantes  :i  padecer  enfermeilades  nerviosas;    una 
fuente  apenas  termal  i[ue  contiene  un  poco  de  ácido  silícioo, 
propia  para  el  ti'atamiuulí>   de   algunas  enfermedades;   una 
vistosa  cascada  en  e!  Rionegro,  al   cambiarse  éste  en  Nare; 
1' una  depresión  de  la  cordillera  en  el  punto  denominado  La 
Quiebra^  poi'  doníle  habrá  de  pasar  el  ferrocarril.  Bastante 
miis  abajo  de  la  cascada  del  Nare,  cx>mo  a  6  1  /2  miriametros  so- 
bre el  mismo  río,  hay  un  puente  de  tierra.  Una  milla  más  abajo 
del  anterior  se  halla  otro  puente  rorinadu  poi'  la  a;L^lomeración 
de  varias   piedras  ,    sostenidas   entre  sí,  que  dejan  espacio 
para  las  corrientes  y  dan  fácil  paso  para  ir  de  una  á  otra 
B  orilla.  J*or  los  ijitersticios  de  las  rocas  brota  el  agua  en  las 
^H|ttndes  avenidas;  pero    eso  no  impide  andar  á  pie  enjuto 
^^^  encima,  saltando  de  una  piedra  á  «jtra.  El  Ñus  ofrece 
tiim  hermosísima   cascada  llamada  el   Salto  de  Cruces.   El 
rio,  bastante  caudaloso,  se  preripiladeunaalturade34  metros 
cotí  horrísono  fragor,  y  da  jror  resultado  la  perspectiva  de  luia 
Vaporosa  columna  de  niebla. 

El  valle  recorridí»  por  el  Ñus  será  con  i'l  tiempo  un 
<ín)porio  de  riqueza  agrícola. 

Este  Distrito,  generalmente  considerado,  es  uno  de  los 
*^t^^  ricos  de  Antiorjuia, 

Las  industrias  principales  de  los  liabitantes,  son  la 
^^rricuttura,  la  minería  y  la  ganadería. 

Cuanto  a  la  primera,  el  suelo  produce  en  abundancia 
^K  caña  de  azucaí-,  café,  cacao,  plátano,  yuca,  patata, 
^^í'atíacha,  ñame,  mafafa,  frísoles,  y,  en  general,  toda  clase 
^  hortalizas.  En  los  bosques  hay  caraña,  sande,  anime, 
♦Irago,  rayo,  encendió,  quimulá,  cerezo,  azuceao,  inítioviejf.), 
^%o,  barcino,  gallinazo,  amamor,  cedro-caobo,  comino, 
^^ndo,  aguacatülo,  laurel,  caunce,  marfil,  cartagiieño, 
^^A'milón,  chaquiro,  nogal,  chilco  etc.,  etcEn   las  regiones 


—  1^2  « 

bajos  del  Ñus  y  del  Nare,  crecen  la  tagua  y  graa  variedad 
de  palmeras. 

La  minería  no  está  aún  muy  (lesonvüelta  en  el  Distrito; 
pero,  como  lo  hemos  datlo  á  eiiteiiríer,  espera  rico  porv^enir. 
Los  ríos  Nusito  y  Nare  lian  dado  pingues  rendimientos 
metálicos  en  tliferentes  puntos,  y  muy  especialmente  en  el 
denominado  Playa-riai.  En  cuanto  al  Ñus,  los  placeres  de 
Orna  y  la  cortada  dr  San  Antonio»  <|ue  actualmente  so 
trabaja  para  desviar  el  curso  de  las  aguas,  prometen  éxito 
feliz.  El  Porce  es  tatnbién  sumamente  aurífero  en  la  parte 
correspondiente  á  Santo  Domingo.  El  oro  extraído  del 
Nusito  y  del  Nare,  es  generalmente  de  alto  quilate,  y  el 
de  Ñus  un  poco  inferior  al  primero*  El  de  Porce  tiene 
condición  análoga  al  de  Nusito  y  Nare.  Los  minerales  de 
veta,  aunque  en  gran  niVmero,  n^i  son  hasta  Imy  nuiy  pro- 
ductivos. 

Los  habitantes  ele  Sanfo  Domingí)  son  generalmente  la- 
boriosos, sol>ríos  y  de  buenas  costumt>res.  Algunos  deellos^ 
se  dedican  al  oficio  de  arrieros,  y  hay  en  el  distrito  como  1  .?(M) 
bestias  mulares  y  caballares  destinadas  al  trasporte  do^ 
mercaderías. 

Por  sus  relaciones  con  el  ferrocarril  de  Antioquia,  porí 
actividad  agrícola,  por  la  energía  de  sus  hijos,  y  por  otraá 
circunstancias,  esta  parte  del  Estado  parece  destinada  á  f)ositiv< 
progreso  en  lo  futuro. 

Población,  8,404  habitantes.  —  Latitud  norte  ü"  W  2'' — ' 
Longituil  occidental,  1*  V   Wf.  —  Altura  sobre  el  nivel  del 
mar,  l.*78  metros.  — Temperatura,  iir.  —  Lhnites  :  confina 
al  noile  con  Yolombij  y  Ainalti ;  al  oriente  con  Puerto  Berrío, 
San  Hoque  y  Nai-e;  al  occidente  con  Santa  Rosa,  y  al  sur  ec 
Guatape  y  Concepción, 


La  Plata,  —  A  6  l/2miríámetTOsen  dirección  orient 
se  halla  la  aldea  de  1^  Plata  ó  Sardina,  que  tlel>e  su  ci'eac 
á  los  propietarios  de  los  terrenos  de  Ñus,  y  que  se  sostÍ€ 
poi*  las  minas  que  existen  en  sus  alredeilores.  Esta  fraccit 


—  143  — 


e?i  administrada  por   ua   inspector  de  ix)licía  con  funciones 


de  corregidor. 


Puerto  Berrio.  —  Bajando  el  río  Magdelena,  se  llega, 
(kipues  de  dejar  atrás  la  Angostura  de  Carare,  al  frente  de 
un  aito  peñón  fronterizo  á  la  corriente  piünt-ipal  del  río.  Las 
;iguas  con  su  poderoso  empuje  chocan  contra  la  base  de  la 
iijontaña,  vuelven  sobre  su  curso  en  graciosa  curva,  y  forman 
un  ancho  hervidero  conocido  desde  tiempo  muy  aatignu  con 
el  DDrabre  de  Remoliuu  grande. 

Velado  por  ese  peñón,  esta  uu  lugar  antioqueño  cuyo 
reciente  origen  se  halla  en  cl  año  de  1875. 

Ascendiendo  las  aguas  del  río,  después  de  pasar  por  tii- 

írente  del  pueblo  de  San  Bartolomé,    se  alcanza  a  divisar 

pintürcsca   la  misma  población,  ([ue  es  de  un  carácter  misto  : 

mitad  antioqucña    y  mitad  norte-americana;   antioqueña  la 

paiie  baja  al  nivel  del  río,  con  sus  calles  rectas  que,  si  bien 

i'<"  '"^  en  número,  esláu   bien   dcUneadas  con  sus  editicios 

ifs,  pero  medianamente  cómodos   y  holgados;  la  parte 

oorte-americana,  sobre  una  coHna  en  forma  de  anfiteatro» 

elevada  120  pies  ingleses  sobre  el  río,   y  coronada  por   los 

"k.is  que    sirven    de  oficinas   y    de   habiLaciones  á    los 

.:ulos    superiores   encargados    de    dirigir    la   obra    del 

-iicaiTil  de  Antioquia,  vía  que  arrancando  de  ese  punto 

cl4fberá  ser  terminada  en  la  capital  del  Estado. 

El  Sr.  Francisco  Javier  Cisneros,  inteligente  ingeniero 
y  alrevido  empresario,  después  de  haber  hecho  contrato  con 
d  gobierno  de  xVntioquia  para  la  consh'ucción  de  la  vía  férrea 

iada,    exploró    personalmente    todos   los   lugares  que 

,,.„.„ii  servirle  para  el  trazo,  y  ocupado  en  esas  faenas  halló 
en  el  lugai*  en  que  está  hoy  la  cabecera,  un  fundo  rural 
pefUínecíeute  al  Sr.  Pedro  León  Yillamizar.  Con  este  seaor  y 
WD  Jos  numerosos  etnpleados  que  tuvo  bajo  sus  órdenes, 
mprendió  desde  el  principio  la  creación  do  este  pueblo, 
levado  hoy,  aunque  incipiente,  á  la  categoría  de  distrito. 
El  progreso  de  IHierto  Líerrío  ha  sido  lento  hasta  ahora, 


-^  Í44  — 

por  numerosas  causas  que  sería  largo  enunciar,  causas  que 
no  sólo  lian  concurrido  al  espacioso  desenvolvimiento  de  él, 
sino  también  á  impedir  la  pronta  Icnn ¡nación  de  la  vía 
carrilera.  Escasez  de  fondos,  guernis  civiles  é  insalubridad  del 
clima,  son  pai-a  nosotros  los  hechos  reales  y  positivos  que  han'  *■ 
embarazado  la  c^jnclusióo  de  esta  empresa^  eminentemente 
pronietetlora  para  los  intereses  del  Estado.  A  pesar  de  todo, 
esperamos  con  le  que  Antioquia  tenga  la  fclicidatl  de  ver 
terminada  la  obra,  y  favorecida  su  industria.  Entonces  Puerto 
Berrío  alcanzará  las  proj>orciones  de  una  ciudad  importante,  y 
aun  calidades  higiénicas  de  relativa  salubridad,  mediante 
el  desagiie  de  sns  perniaiientes  ciénagas  y  lodazales,  focos 
tx}miblespor  ahora  de  emanaciones  mortíferas. 

Las  principales  montañas  de  I^uerto  Berrío  son  :  por  la 
parte    occidental,   Malena,    Sabaletas ,    Cristalina,    Monos, 
Alpujarras  y,   superior  á  las  anterioresj  la  del  Ñus.    Todos 
esos   nombres  pi*rteneren  á  \alles  recorridos   por  corrientes  -< 
de  agua  de  idéntica  denominacinn* 

Está  bañado  este  Üisti^itu,  al  r*riente  por  el  Magdalena, 
al  norte  por  el  San  Bartolomé,  y  al  sur  y  al  occidente,  por  el 
Ñus, 

El  terreno  de  I^uerto  Berrín  es  fértil  en  su  mayor  parte; 
mas  no  tanto  ni  tan  absolutamente  como  suelen  serlo  las  tierniB 
situadas  en  las  cerctinías  de  los  ríos  caudalosos.  La  vege- 
tación natin^ü  es  robusta,  rica  en  alabóles  y  plantas  útiles, 
y  de  los  mismos  géneros  y  especies  que  hemos  mencionado  al 
tratar  de  lugares  c^^ngéncres.  La  agricultura  está  miserable- 
mente atrasada,  y  apenas  se  cultiva  un  poen  el  maíz,  plátano, 
yuca  y  cacao.  Las  frutas  silve-ítres  son  abundantes  ;  hay 
valdivia,  ponderada  poi»  los  curanderos  como  contraveneno; 
cedrón  como  febrífugo,  y  una  almendra  aceitosa  llamada 
hábil  la,  de  la  cual  se  sirven  los  trabajatlores  para  engrasar 
sus  herramientas. 

Hay  ricas  canteras  de  a\l ;  y  sr  wcv  queel  Distritti  contie- 
ne aluviones  auríleros  y  filones  del  mismo  metal.  Existen 
pocas  fuentes  saludas,  y  ninguna  de  ellas  está  en  elaboración. 


—  Ho  — 


I 


La  única  vía  de  comunicación  es  la  parte  construida 
del  ferrocarril,  próxima  actualmente  á  tocar  en  las  orillas  del 
río  Ñus,  y  que  permite  recorrer  lioy  con  facilidad  30  kilómetros 
de  extensión  en  un  país  hasta  no  hace  mucho  tiempo  intran- 
sitable. 

No  hay  escaelas  en  el  Distritü.  Los  habitantes  van 
y  vienen,  entran  y  salen;  por  manera  que  esta  entidad  no 
alcanza  aún  las  proporciones  de  una  comunidad  compacta  y 
uniforme  • 

Población,  1 .051)  habitantes*  —  Latitud  norte,  6''32'.  — 
Longitud  occidental,  O",  13'45'',  —  Altura  sobre  el  nivel  del 
niar,  127.44  metros. — Temperatura,  28''3. —  Límites  :  confina 
¿il  norle  con  Remedios;  al  oriente  con  el  Editado  de  San- 
tander; al  occidente  con  Santo  Domingo,  y  al  sur  con 
Nare  y  Santo  Dojuingo. 

San  Roque.  —  Antes  fracción  de  Santo  Domingo,  elevada 
á  Distrito  por  ley  expedida  en    1884.  Dista  San  Roque  de 

Saato  DominjíO,  al  oriente,  9  mÍi*iámetros,  y  está  situada  su 
í^bccera  sobre  ambas  márgenes  ck^l  riachuelo  que  lleva  su 
nombre.  Fecundado  San  Jíoque  por  copiosos  raudales,  tiene 
fértiles  terrenos,  propios  para  variados  cultivos  y  goza  deven- 
'íijosa  situación  para  la  exportación  de  sus  productos.  San 
I*<^*C|ue,  si  se  atiende  á  su  actual  incremento,  alcanzará  en 
líí'csve  lisonjeri)  porvenii^  pues  acabado  de  levantarse  entre 
^^*-^  covpulentus  árboles  del  bosque  y  sobre  las  malezas  de 
ü^  campo  erial,  ya  el  conjunto  de  sus  habitaciones  es 
tóíTjodo,    aseado,    y   propio  para  la   vida  civilizada. 


Yolombó.  — Inútiles  han  sido  nuestras  pesquisas  para 
í^^'origuar  con  fijeza  el  siglo,  año,  mes  y  día  de  la  fundación 
^l*^  Yolombó;  pero  motivos  tenemos  para  pensar  que  es  una 
tl^ks poblaciones  mas  antiguas  del  Estado.  Cuando  á  mediados 
tl^-*!  siglo  anterior,  el  camino  de  Espíritu  Santo  liabía  de«apa- 
rocído  y  estaba  reemplazado  por  el  de  Nare,  para  venir  desde 
SM;x  Fe  de  Bogotá  basta  Anlioquia,  Yolombó  era  ya  lugar 


—  t4G  — 


que   , 


de  escala  cu  tal  vía  de  comunicación.   D*  F!*ancÍ8C0  Silvestre^ 
teniente  do  gobernador  de  Aiitíoquia,  vino  por  esa   ruta  á 
tomar  posesión  de  su  destino,  y  refiere  en  sus  MemoriaB  que 
después  de  subir  el  Nare ,  pasó  el  Ñus  para  llegar  á  Yoloml 

Es  pues  creíble  que,  en  los  primeros  tiempos,  lo  que 
hoy  est€  Distrito  avanzara  rápidaniLMite  por  el  sendero  de  un' 
progreso  relativo,  debida  tal  circunstancia  á  la  riqueza  de  sus 
minas;  pero  es  cierto  que  desde  el  añude  1841  hasta  el  de 
1879,  por  empobrecimiento  de  los  placeres  auríferos,  el  Dis- 
li'ito  llegó  a  una  completa  decadencia  y  postración.  Desde 
aquella  época,  Yolombó^  después  de  haber  perdido  su  cate- 
goría de  chslrito  hasta  caer  en  la  de  frac^-ióu  de  Santo  DomingOi 
habiendo  recuperado  la  primera,  principia  a  levantarse  di 
nuevo,  merced  á  la  bondad  de  sus  terrenos  y  á  los  recient 
descubrimientos  de  minas  í|ue  han  atraído  algunas  persona 
estimuladas  por  tales  ventajas. 

La  cabecera  de  Yolombó  está  situada  sobre  una  superlicw 
desigual:  sus  edificios  son  pobres,  su  aspecto  un   poco  trist 
y  sus  ventajas  locales  muy  reducidas.  En  cuanto  á  la  impof 
iancia  de  su  terriloriOj  el  aí^unto  es  diferente,  c^jmo  se  v*cl 
por  la  descripción  que  sigue, 

Al  occidente  del  Distrito  se  levantan  algunos  picos  culmi- 
nantes de  la  cordillera  central  antioqueña,  que  en  esta  par 
lleva  dirección  nordeste»  De  laparlesetentrionaldelaQuicbr 
punto  en  tpie  nace  el  río  Ñus,  se  desprende  de  la  mole  pril 
cipal  de  la  nionlafui,  un  contrafuerte  que  lleva  por  lo  generi 
dirección  oriental,  y  que  contribuye  con  el  del  lado  opuestc 
situado  al  norte  del  distrito  de  Santo  Domingo,  á  formar  la 
tensa  y  rica  hoya  del  Ñus.  El  contrafuerte  de  rjue  hablamos, 
eleva  un  Ixuito  en  el  sitio  de  los  Carates,  un  poco  más  ai 
en  Patiburru,  y  sedintribuye  en  cejas  más  ó  menos  elevs 
en  el  terri lorio  intermedio  de  los  ríos  Ñus  y  San  Oartok 
para  acabar,  formando  valles,  en  tierras  de  I^uerto  Berrío| 

Más   al    norte   del    ramal    mencionado,    se    dcsprcní 
otro  que  le  es  paralelo  y  que  con  ól  forma  la  hoya  del 
Ilartolomé.  Tiene  este  estribo  hacia  su  cuarto  superior  el  all 


—  147  - 

Tetuda,  famosa  eminencia  que  por  su  posición  puede  consi- 
derarle como  un  vigía  andino,  el  cual  domina  una  gran  parte 
delvailc  recorrido  por  el  Magdalena,  en  los  días  despejados, 
y  hasta  las  graciobas  curvas  y  el  rellejo  plateado  trasmitido 
por  las  ondas  del  caudaloso  río*  Al  norte  de  este  estribo, 
se  entra  en  los  dominios  de  la  antigua  ciudad  de  Cancán,  y  en 
lo  í\mes  hoy  el  naciente  distrito  de  San  Martín. 

El  río  Ñus  sirve  de  limite  á  Santo  Domingo  y  Yolombó,  y  es, 
como  lo  tenemos  dicho,  tributario  del  Nare  cerca  de  la  antigua 
bdega  de  San  CristóbaL  Este  río  es  navegable  a  trechos  por 
embarcaciones  menores,  y  recibe  por  ambos  ílanoos  varias 
aü  que  tenemos  enumeradas. 

El  San  Bartolomé  es  navegable  por  embarcaciones  .me- 
JK)re.s,  desde  su  desembocadura  bástala  bodega  de  Regla, 
me  por  principal  alluente  el  San  Lorenzo,  que  viene  del 
í^ítio  denominado  Pavas,  al  sur  de  la  cabecera  del  Distrito. 
Tiene  además  como  corrientes  de  agua  tributarias,  lan  si- 
guientes: por  la  margen  derecha  los  riachuelos  Salinas,  Bar- 
Jiascal,  Sepulturas,  Murroquemado,  Jergona,  Ranchería, 
^P^t  Quebraditas,  San  Antonio,  Doña  Ana,  y  ¡)or  la  iz- 
ílüiei'da,  San  Josiv  Frías,  Verduga,  Verduguita,  Gómez, 
Sonadora,  Guayabito  y  Candelaria  ó  San  Andrés.  Su  tributa* 
rio  Saíi  Lorenzo  está  formado  principalmente  [jur  los  torren- 
tes Santa  Rusa,  Pericíj,  Resumideros,  el  Cedro  y  el  Paso. 

Afluyen  al  Porce,  en  territoriode  Yolombó,  los  riachuelos 
l^aóanchas,  Viboral  y   Canc::íjm. 

El  suelo  de  Yolombó  es  fértil,  generalmente  hablando, 
*^  protluc/en  en  ól  caña  de  azúcar,  maíz,  plátano,  café,  cacao, 
?i,  yuca  etc.,  etc.  líay  en  esta  comarca  magníficos  pastos 
^Wurales  sobre  lomas  en  todo  semejantes  á  las  que  men- 
^i^>narcmos  al  hablar  de  Amalll,  lomas  que  forman  parte  do 
"^^jlnuii  cfinocidas  y  ponderailas  de  Cancán,  Hay  también  cul- 
t^Vüs de  pastos  introducidos  para  la  cría  y  ceba  del  ganado 
vacutio;  yes  rico  el  suelo  en  maderas  de  construcción,  entre 
'^  c^uales  podemos  citar  como  notables:  comino,  cedro,  lau- 
^^}   canelo,  cauncc,  guayacán,  barcino  y  granadillo* 


148 


Los  árboles  frutales  abundan  mucho  en  los  terrenos 
Yolombó,  y  son  con  poca  diferencia  los  mismos  que  descri- 
biremos  al  hablar  de  Zea,  haciendo  extensiva  esta  advertencia 
á  la  producción  de  resinas,  bálsamos  y  aceites.  ^M 

El  reino  mineral  ha  sido  y  es  sumamente  ric-o  en  esí^" 
Distrito,  Quedan  en  él  alguaos  aluviones  que  se  explotan  con 
proveclio    en  la  época   presente,  y  no  escasean  los  filone 
metalííeros. 

El  clima  es  sano  en  las  alturas,  y  deletéreo  en  las  part 
bajas,  donde  la  atmósfera  es  húmeda  y  poco  propicia  para  la 
salud. 

Los  vecinos  de  Yolombó  sacan  los  medios  nalurales  par 
su  existencia,  de  la  cría  de  ganados  vacuno  y  caballar,  y  me 
especialmente  de  la  agricultura  y  de  la  minería. 

Las  vías  de  comunicación  están  bien  atendidas,  y  do  ellas 
las  mejores  son  las  que  guian  á  Santo  Domingo  y  Reme- 
dios. 


ne^j 

rtd 
"lI^ 

1 


Las   familias  principales   pobladoras   del    lugar  eran 


fá 


Caballero,  Moreno,  Ulano,  Muntoyaj  González,  Layos 
Castellanos.  La  raza  pobladora  actual  es  por  lo  general  mista, 
y  formada  por  los  varios  elementos  pobladores  de  la  colonia. 
Los  vecinos  son,  con  raras  excepcionef?,  pacificos,  laboriosos, 
y  sobrios.  ^m 

Como  fenómeno   geológico    nolal>le   mencionaremos   c^^ 
Balto  de  San  Lorenzo,  linda  cascada  como  de  doce  juetros 
de  altura,  distante  de  la  población  cortísimo  trecho. 

En  la  fracción  del  Pantano,  en  el  punto  denominado  el 
Oso,  vertiente  á  la  hoya  del  San  Bartolomé,  hay  un  amontona- 
miento  de  piedras,  entre  las  cuales  sobresale  una  coma  di 
cuatro  metros  de  altura  que  contiene  muclios  grabados 
ganas  en  forma  de  jeroglílicos*  No  faltan  sobre  las  alturas  se 
pulcros  antiguos,  entre  loa  cuales  no  pocos  han  producido 
ser  excavados  considerables  canlidades  de  oro  fundido. 

Tiene  Yolombó  las  siguientes  fracciones  :  el  Pantano 
norte,  Ñus  al  sur,  la  Melonada  al  oriente  y  Nechí  al  occidente 
Población,  "¿,0f8  habitantes.  —  Latitud  norte,  (i^»35'45' 


Loiigitutl  occidental,  1**  7'  S*\  —  Altura  sobre  el  nivel  del  mar, 
1.4GÍ)  metros.  —  Temperatura,  21"* — Límites :  confina  al  norte 
con  Amalfi  y  San  Martín;  al  oriente  con  Puerto  Berrío;  al 
ocddente  con  Carolina,  y  al  sur  con  Santo  Domingo, 

San  Pedro.  —  Se  fundó  esta  población  en  el  año  de  1757, 
sobre  un  cíinipo  regularmente  nivelado,  merced  a  que  su 
territorio,  riquísimo  en  oro, despertó  la  codicia  de  los  con- 
quistadores. 

Atractivos,  aunque  tristes,  debieron  ser  los  sitios  de  este 
Distrito  antes  que  los  invasores  peninsulares  rompieran  con 
la  barra  las  entrañas  de  la  madre  tierra,  y  con  la  almádana 
las  rocas  de  sus  laderas,  en  busca  del  ansiado  metaL  Hoy, 
concluido  en  su  mayor  parte  el  laboreo  de  las  minas,  no 
quedan  sobre  la  superficie  sino  escasos  matorrales,  altos 
barrancos,  zanjas  profundas,  miserables  praderas  y  tierra 
amarillenta. 

Sin  embargo,  apesar  de  esa  desolación,  la  cabecera  del 
tlisítrito  de  San  Pedro,  vista  en  sus  pormenores,  es  una 
población  simpática,  con  sus  calles  tiradas  a  cordel,  cortadas 
^'^  ángulo  recto  y  empedradas  en  su  mayor  parte.  Tiene 
wnifa  plaza;  y  en  una  mansa  colina  se  levanta  como  en  atalaya, 
^■'  templo,  cuya  situación  i^ealza  particularmente  el  agradable 
^pecto  de  esta  villa* 

San  Pedro  esta  como  encerrado  en  cuatro  líneas  formadas 
P^r  una  montañuela  al  occidente,  por  el  riacbuclo  La  Puerta 
^l  8ur  y  al  oriente,  y  por  el  de  Santa  Bárbara  al  norte. 

El  clima  es  de  un  frío  rígido,  sus  aguas  abundantes  y 
^^lutíferaa,  y  sus  habitantes,  aunque  pobres,  urbanos,  cultos 
y  hospitalarios. 

Población,  5.966  habitantes.  —  Latitud  norte,  6M 9' 19". 

—  Longitud  occidental,  P37'iU".  —  Altura  8ol>re  el  nivel  del 

^^^f  2.43a  metros.  —  Temperatura,  16*.  -  Límites  :  confina 

^l  norte  con  Santa  Rosa;  al  oriente  con  Jirardota  y  Copaca- 

^í^im;  al  occidente  con   Bclmira  y  Sopetrán,  y  al  sur  con 

Medellín. 


CAPITULO  TERCERO 


Departamento  del  Cauca. 


i'Sírilo;  AmagA.  -^  Fracción  :  Ferreria.--  Distrito :  Concordm.  — 
Fracción:  Salgar. — Distritos  :  Fredonia,  Ileliconia. — Fracción: 
Armenid.  —  Distrito  /  Titiribí,  —  Fracción  :  Sabaieías. 


Limita  al  norte  con  los  Departamentos  de  Sopetrán  y  de 
Occidente;  al  oriente  con  el  del  Centro  y  el  de  Oriente;  al 
occidente  con  e!  del  mismo  nomljrc,  y  al  sur  con  el  de 
Sudoe^to  y  parte  de  los  de  Oriente  y  Sur,  Población  :  4 i. 809 
habitantes, 


Amaga.  —  Como  á  3  miriámetros  al  sudoeste  de   la 

^pital  del  Estado,  se  halla  este  Distrito  antioqueño. 

Desde  remotísimo  tiempo  existía  en  aquel  punto  una 
P<>blacion  pequeña,  IV^rmada  á  expensas  do  los  habitantes  del 
valle  de  Medellín,  y  creadora  ella  misma  sucesivamente  do 
1^  caseríos  que  debían  formar  la  base  de  Titiribí  y  de 
Pí^donia. 

Nos  parece,  y  \o  creemos  con  fundamento,  que  la 
Dra  del  distrilo  de  Amaga,  está  hoy  en  el  mismo  valle  en 
l^eastüYO  un  pueblo  de  indígenas  llamado  por  los  conquis- 
Wores  El  Pueblo  de  las  peras ;  y  pensamos  que  lo 
"aniaronasípor  ser  tierra  productiva  ile  aguacates  y  guayabae, 
I  pues  acaso  los  españoles  encontraron  alguna  analogía  entre  el 
I  sabor  de  estas  últimas  frutas,  o  la  forma  de  las  primeras,  con 
h  gustosa  pera  peninsular. 


—  m  — 


El  suelo  sobre  que  reposa  la  población,  parece  estar 
formado  por  derrumbamientos  anteriores  de  los  cerros 
vecinos,  porque  así  lo  revela  el  hacinamiento  de  rocas 
reunidas  en  el  fondo,  como  para  colmar  una  cavidad  ante- 
rior. 

Entre  el  alto  del  Cardal  y  Malpaso,  puntos  de  la  cordillera^ 
occidental  antioqueña,  nace  un  estribo  que  sigue  con  dirección 
aproximada  al  oeste,  y  que  se  deprime  enfrente  a  la  pobla- 
ción, en  el  punto  por  donde  pasa  el  camino  que  de  ella  conduce 
á  la  de  Fredonia,  y  se  levanta  para  formar  las  moles  de  Piedra^ 
pelona,  Piodragorda,   los  Micos,  el  Piotiro  y  la  Candela, 
terminar  cerca  del   Cauca.  Este  estribo,  sin  hacer  caso  de 
sus  subdivisiones  laterales,  es  próximamente  paralelo  al  que 
desprendido  en    Fredonia  pasa  por  Cerrobravo,  el  Sillón  y    I 
cerro  de  la  Tusa,  y  por  en  medio  de  los  dos  corre  el  riachuelo 
Sinifaná,  en  dirección  idéntica  á  la  de  los  altos  muros  que  lo 
encajonan. 

El  riachuelo  Amaga,  nacido  en  Malpaso  ó  sus  cercanías, 
corre  al  norte  de  la  población,  y  un  poco  más  abajo  de  ella    , 
recibe  el  de  la  Clara,  que  vierte  en  el  alto  del  mismo  nombrefl 
En  la  parte  alta  de  estos  dos  riachuelos,  hay  interpuestas  varias^ 
cejas  (le  poca  altura  y  muy  ricas  en  depósitos  carboníferos  ; 
pero  cuando  ellos  lian  pasado  el  pueblo  y  colocádose  al  frente 
del  alto  de  Malabrigo,  las  cordillci-as  se  estrechan,  y  aunque  s€ 
abren  un  tanto  en  el  punto  en  que  esta  c-orriente  de  agí 
recibe  las  de  la  Horcona,   límite  con   Heliconia,  vuelvo 
estrecharse  de  nuevo  enfrente  de  la  mina  del  Zancudo,  y  sigí 
así  hasta  tributar  sus  aguas  al  Cauca,  un   poco  abajo  de 
liaciendadel  Bal  sal- 
Cultivan  los  habitantes  de  este  Distrito,  caña  do  azüc 
maíz,  frísoles,  yucas,   plátano   y  algunos  árboles  frutaU 
Muchos  de  ellos  son  propietarios  de  productivas  dehesas 
las  vegas  ardientes  de  la  Horcona,  Sinifaná,  Cauca  y  aún  def 
mismo  riachuelo  Amaga,  sobre  cuya  margen  izquierda  se 
levantan  los  edificios  de  la  población» 

El  agua  potable  de  que  se  hace  uso  en  esta  localidad. 


contiene 

producción  frecuente  del  luninn,  enfermedad  que  consiste, 
como  lo  hemos  dicho,  en  una  profunda  anemia  que  abate  las 
tuerzas  del  paciente,  haciéndole  morir  por  extenuación 
completa  6  hidropesía,  si  no  es  curado  en  tiempo* 

Parece  que  Amaga  comenzó  a  figurar  con  vida  civil 
propia,  desde  el  año  de  1808,  si  bien  es  cierto  que  en  1807  ya  se 
le  había  dado  personería  eclesiástica. 

En  el  año  de  1808,  hubo  en  hi  provincia  de  Antioquia  una 
calamidad  de  hambre,  cuya  memoria,  con  todos  sus  rigores, 
se  ha  conservado  con  espanto.  En  ese  año,  muchos  habitantes 
del  valle  de  Medellín  se  entraron  por  esas  breñas,  y  atrave- 
sando el  poblado  de  Amaga,  fueron  á  cultivar,  un  poco  mas 
lejos  hacia  el  occidente,  pero  siempre  en  territorio  de  este 
Distrito,  las  faldas  pedregosas  y  casi  verticales  de  Piedra- 
gorda,  en  donde  el  plátano,  el  maíz  y  la  yuca  se  produjeron 
en  maravillosa  cantidad,  trayendo  la  abundancia  v  el  con- 
suelo  á  aquellos  desfallecidos  trabajadores.  Desde  entonces, 
la  feracidad  de  ese  punto  se  ha  hecho  pruverbiíil. 

Población,  fj.4:iH  habitantes.  —  Latitud  norte,  5'  56' 45". 
""  Longitud  occidental,  1""  40'  20".  —  Altura  sobre  el  nivel 
^^1  mar,  1.380  metros, —  Temperatura,  9I\  —  Límites; 
^^níitia  al  norte  con  la  Estrella  y  Ileliconia ;  al  oriente  con 
Caldas;  al  occidente  con  Titiribí,  y  al  sur  con  Fredonia. 

Perrería. —  A  poca  distancia  de  Amaga,  sobre  la  margen 

izquierda  del  riachuelo  Clara,  hay  un  establecimiento  para 

l^fieficiar  el  hierro,  que  por  desgracia  no  ha  correspondido 

hasta  ahora  á  las  halagüeñas  esperanzas  de  sus  fundadores 

y  del  Estado.  Es  verdad,  sin  embargo,  que  este  proyecto  ha 

favorecido  un  tanto  las  industrias  agrícola  y  minera  del  país, 

porque  ha  suministrado  pisones  para  moler  los  minerales  y 

mazas  de  ingenio  en  el  beneficio  de  la  caña  de  azúcar.  El 

grupo  de  edificios  pertenecientes  á  esta  fracción,  es  corto  y  sin 

importancia. 


154 


9 


Concordia.  — Estamos  inclinados  a  creer  que  fué  on  el 
punto  que  hoy  ocupa  la  C4ibccera  de  ente  Distrito,  ú  en  alguna 
de  sus  cercanías,  en  donde  tuvo  lugar  la  muerte  del  distin- 
guido capitán  Francisco  César*  Quedan  aún  como  restos  de  la 
vida  intlíffona  en  este  territorio,  señales  de  antiguos  caminos, 
y  algunas  fosas  en  donde  los  aborígenes  se  hacían  sepul 
con  sus  riquezas.  De  éstas  han  sido  excavadas  algún 
sumamente  ricas,  y  entre  ellas,  dos,  de  donde  se  extrajeron 
diez  libras  de  oro  íino  en  la  primera,  situada  en  la  loma  de 
Pueblo-rico,  y  46  de  oro  do  la  misma  calidad,  con  más  25  y 
3/4  de  oro  bajo,  en  la  segunda.  Las  alhajas  extraídas  de  estos 
depósitos  representaban  argollas,  fajas,  cinturones,  petos  y 
figuras  de  brutos  y  de  seres  humanos.  De  la  época  colonia 
no  queda  el  menor  indicio. 

En  1829,  todos  esos  terrenos  eran  baldíos,  estaban  cubier^^ 
tos  de  bosques,  y  no  tenían  una  sola  abertura. 

En  1830,  penetró  en  aquellos  bosques  Manuel  Herret 
con  BU  familia,  y  atravesó  el  Cauca  por  medio  de  una  balsa  de " 
guaduas  fabricada  por  él  mismo.  Internado  en  lasciva,  no  hallo 
en  ella  el  menor  vestigio  Iiumano;  pero  ron  la  tenacidad  pro* 
pia  del  montañés,  fijó  en  ella  su  residencia,  y  pidió  á  la 
naturaleza  val  vigor  de  sus  brazos  la  satisfacción  de  sus  pri- 
meras y  más  urgentes  necesidades. 

Después  de  Herrera,  varios  vecinos  de  Titiribí,  siguiendo 
la  huella  dejada  por  él,  fueron  á  reunírsele  y  á  echar  lasbaseí 
de  una  colonia. 

En  1835,  ingresó  en  aquella  naciente  población  otro  grupo 
de  trabajadores;  y  así,  año  por  año,  fuó  engrosando  el  numera 
de  sus  habitantes,  hasta  que  en  1838,  la  Cámara  provincial  de 
Antioquia  resolvió  hacer  entre  los  vecinos  pobladon^s  ^^^M 
repartimiento  díalos  terrenos.  Con  tal  fin,  fué  nombrarla  uu2^^ 
comiNión  ó  Junta  repartidora  en  184U,  cumpuesta  de  varios 
ciudatlanos  y  dirigida  por  el  Sr.  Juan  José  Restrepo  Uribe, 
quien  con  el  título  do  alcalde  debía  presenciar  las  entregas, 
firmar  las  partidas  y  autorizarlas  con  títulos  ó  escrituras  de 
pro|)¡tv[lad.  Fimcionaba  en  esa  Junta,  como  agrimensor,  Jos 


-  155  — 

"^tonio  Restropo,  muy  respetado  por  bu  pericia  y  conoci- 
Hiieiilos.  Estos  comiHíonadüs  entregaban  ele  10  á  60  fancííadab 
de  tierra,  en  conforinidad  con  el  níiniero  do  micmbroH  do  cada 
lamilla;  masen  el  curso  del  misma  afio  á  que  no8  referimos, 
la  operación  fué  interrumpida  por  causa  de  la  revolución 
capitaneada  por  el  coronel  Córdoba.  Otras  Juntas,  nombradas 
por  la  primera,  continuaron  la  tarea  en  los  años  subsiguientes 
al  de  41 ;  pero  los  terrenos  no  fueron  divididos  en  su  totalidad, 
quedando  una  parte  de  etlns  por  cuenta  del  gobierno  de  la 
Provincia,  quien  para  atender  á  los  gastos  tic  una  Cf^cuela  rural 
establecida  en  la  fracción  Salgar,  cedió  en  favor  de  ella  el 
producto  de  sus  arrendamientos. 

En  el  mismo  afto  de  1841,  se  creó  para  estos  pobladores 
la  fracción  Comía,  dirigida  por  un  juez  de  paz,  dignidad  en- 
cargada al  tíi\  Juan  José  líestrepo  í  Tribe,  quien  la  ejerció  por 
diez  o  doce  afios,  admini^itr^ando  patriarcalmente  á  usanza  <le 
mejores  tiempos,  pues  más  se  guiaba  para  la  administración 
«le  justicia,  en  los  eternos  principios  de  moral,  que  en  leyes, 
códigos  y  recopilaciones  humanas.  Todo  era  verbal,  nada 
escrito;  no  se  instruían  sumarias;  y  en  la  sustanciación  de  los 
pleitos,  los  interesados  alegaban,  los  testigos  declaraban,  y  la 
«entencia  era  pronunciada  inmediatamente.  Había  pocos 
expedientes;  nadie  reclamaba;  todos  respetaban  el  fallo  del 
juez,  y  en  vez  de  delitos  y  crímenes  sólo  había  que  caí^tigar 
ligeras  faltas  (1). 

En  1803,  volvió  el  Distrito  á  ser  Corregimiento,  con  un 

^ob  empleado  que  llevaba  i4  título  de  cori'egidor,  sin  remu- 

íioracion  alguna,  y  encargado  de  las  funciones  de  juez  y  de 

Fíücalde.  Continuó  así  hasta  1877,  en  C|ue  so  elevó  á  cabecera  de 

circuito  por  el  corto  término  de  cinco  meses,  gobernado  por 

Jos  empleados  que  demanda  una  circunscripción  judicial  de 


(t)  AnlitKnna  lia  conliiíln  para  si  (Irsenvolvimionto  moral ^  coa  mnclioa 
hoTiiííriNi  <letoí*tuinliPí?»  ftefirillas  y  »lo  ciovadas  virtuíiofi.  Los  nuiíihros  úc  filos 

«ido  olvidados,  o  fecLirdados  apona'^,  por  muy  pocos  antÍot|tioííos.  A  la  t  a- 
a  de  tiuestrt»s  beoefactorea,  eolocainos  al  Sr.  Reslrepo  Uribo  como  dcchada 
brdlatitc  de  rectitud  y  patriotismo. 


I       hOTT 


150 


esta  naturaleza,  y  tomó  luego  á  ser  simple  distrito,  adminis- 
trado como  lo  están  todos  los  de  su  clase  en  el  Estado. 

La  primera  Junta  repartidora  de  terrenos,  señaló  el  punto 
donde  debía  hacerse  la  población,  que  es  precisamente  el  on 
que  hoy  existe.  Eran  tierras  de  José  Antonio  González  y  Juan 
José  Restrepo,  quienes  regalaron  campo  para  la  plaza  y  para 
la  iglesia. 

En  1849,  se  hizo  la  primera  capilla  pajiza,  y  en  aquel  año 
el  vicario  Julián  María  Upcgui  la  bendijo,  celebró  en  olla  la 
primera  misa  y  bautizó  niños  hasta  de  siete  años  de  edad, 
que  no  lo  habían  sido  antes  sino  por  sus  padres. 

El  suelo  de  Concordia  es  quebrado,  montañoso  en  parte, 
y  lleno  de  colinas  que  siguen  dirección  general  de  norte  á 
sur,  y  que  forman  estrechos  valles  como  el  de  Barroso,  Libo- 
riana,  Fotuta,  Animas,  Magallo,  y  Comiá,  La  cordillera  de 
este  último  nombre,  contribuye  á  formar  la  gran  hoya  del 
Cauca.  La  parte  llana  del  Distrito  es  do  cortísima  significa- 
ción ;  el  bosque  ha  desaparecido  casi  del  todo,  y  no  quedan 
residuos  de  él  sino  en  las  partes  altas  de  la  cordillera.  Son 
fértiles  las  vegas  de  los  ríos,  y  quebrado  y  estéril  casi  todo  lo^ 
demás. 

El  Cauca  corre  en  la  parte  corrrespondiente  a  Concordia, 
de  sur  á  norte,  con  poca  variación,  y  podría  ser  navegable 
por  vapor ;  pero  no  lo  es  actualmente  sino  por  canoas  y  por 
balsas  de  guaduas,  que  en  aquella  parte  llaman  toletes  ó 
planchas.  El  San  Juan,  que  baña  el  Distrito  por  el  lado  sudeste, 
es  navegable  en  corto  trecho  por  pequeñas  embarcaciones;  el 
Barroso  nace  en  lacürdillera  ó  alto  Plateado,  corre  de  ooci' 
dente  a  oriente  y  desagua  en  el  San  Juan;  el  Liboriana  tiene 
su  origen  en  el  mismo  c^^rro,  y  es  notable  por  la  feracidad  de 
fius  terrenos;  los  Chaquiro,  Golunga,  Montcbello  y  Cía 
desaguan  en  el  Barroso,  y  los  Fotuta,  Animas,  Santa  Ui 
Magallo  y  Morito,  tributan  sus  aguas  al  Cauca. 

La  temperatura  cambia  por  rigurosa  gradación  tern 
métrica,  desde  la  muy  elevada  en  las  vegas  del  Cauca  hasta  la 
muy  rebajada  en  las  cumbres  del  Plateado  y  Vallecito. 


< 


—  157  ^ 


Ea  cuanto  á  producciones,  las  más  notables  son  :  tabaco, 
maíz,  plátano,  yuca,  papas,  caña  de  azúcar,  cacao,  cebada, 
algodón,  palma-cristi,  linaza,  vainilla,  caucho,  quinas,  made- 
ras de  construcción  y  ebanistería,  entre  las  cuales  sobresalen 
eldiomate,  el  granadillo,  el  algarrobo,  el  guayacán,  el  avinge, 
el  nogal,  el  comino,  los  laureles  negro  y  amarillo,  el  guayabo 
yel  cedro-caobo. 

f  Entre  los  ganados,  hay :  vacuno,  lanar,  de  c^rda,  caballar 
y  mular,  y  éntrelas  aves  domésticas,  gallinas,  patos  y  palo- 
mas. Tiene  el  Distrito,  oro,  cobre,  plata  y  algunos  otros  meta- 
te ¡pero  su  laboreo  es  escaso  para  los  unos  y  nulo  para  los 
otros.  Hay  una  fuente  mineral,  poco  experimentada  aún,  pero 
probablemente  útilísima  para  el  tratamiento  de  las  enferme- 
tlades  de  la  piel  y  del  pecho. 

A  propósito  de  esta  fuente,  debemos  anunciar  que  el  sabio 
químico  francés  Sr.  Fissane  ba  hecho,  á  ruego  nuestro,  un 
análisis  cualitativo  de  estas  aguas,  del  cual  resulta  que  están 
compuestas  por  monosulfuro  de  sodio  ,  y  por  sustancias 
j  orgánicas  de  aepuclo  gelatinoso;  parecidas  á  la  glerina,  y 
^un  vegetal  confcrvoide  delicado^-  y  en  todo  semejante  a  la 
Bulíuraria, 

Dice  el  Sr,  Fissane  que  aunque  esta  agua  no  contenga 
cloruros,  es  en  todo  lo  demás  muy  parecida  á  la  de  Cautorets 
'  ca  los  Pirineos,  tan  ponderada  parad  tratamiento  de  la  tisis  y 
ítalas  afecciones  herpüticas. 

Como  fenómenos  geológicos  en  Concordia,  pueden  ser 

\  catados ;  un  puente  natural  sobre  el  riachuelo  Magallo,  formado 

por  una  gran  roca  que  descansa  sobre  otras  dos  de  las  mar- 

jeneíj,  y  una  cascada  mas  arrilia  del  puente,  y  sobre  la  misma 

"corriente  de  agua,  con  elevación  de  80  á  ÍÜÜ  metros. 

Los  liabitaiites  en  general  son  robustos  y  laboriosos,  y 
cuando  en  temían  I  es  comunmente  de  anemia  y  fielires  inter- 
^íiiteiites,  producidas  por  la  mala  calidad  de  algunas  aguas,  y 
por  exalaciones  pútridas. 

Aunque  notan  austeros  como  en  la  época  en  que  por  la 
i^everidad  de  sus  costumbres,  hicieron  dar  a  la  población  el 


—  158  — 

nombre  do  Güiicordia,  los  habitantes  de  e&te  Distrito 

van  todavía  en  gran  parte  la  limpia  savia  del  viejo  tronce 

antioqiieño.  U 

La  explotación  minera,  y  más  que  ella  la  iudustn! 
agrícola,  producen  lo  bastante  para  la  liolgada  subsistencia 
de  los  vecinos.  El  tráíko  lo  hacen  con  iMcdellín,  Itagüíi 
Envigado,  Caldas,  Amaga,  Titiribí,  Sopelran,  Autíoqi 
Anzá,  Urrao  y  Bolívar*  La  feria  dominical  es  rica  y  coi 
rrida. 

La  instrucción  pública  alcanza  muy    regulares  coi] 
clones. 

En  resumen  :  Concordia  es  una  de  las  poljlaciones 
interesantes  y  recomendables  del  Estado. 

Población,  9,208  habitantes.  — Latitud  norte,  5**  55' 
—  Longitud  occidental,  1*  50'  30",  —  Altura  sobre  el  nivel  de 
mar,  Í/JOO  metros  —  Temperatura,  11J°»  —  Límites  :  conÜos 
al  norte  con  líotulia;  al  oriente  con  Titiribí;  al  occidente  con 
el  Estado  del  Cauca  (municipio  del  Atrato),  y  al  sur 
Uolívar. 

Salgar.  —  Caserío  situado  cerca  del  río  Barroso  j 
escuela  rural  ;  y  se  le  ha  dado  este  noinlu'c  para  rec 
con  él   la  honrada  Afhninistración    del    general    Eustoi 
¡Salgar^  Presidente  que  íuó  de  la  República, 


Fredonia.  —  No  obstante  que  este  Distrito  esté  colee 
en  una  mala  topografía,  es  uno  de  los  mas  important 
valiosos  del  Estado  Soberano  ile  Antioquia, 

Fredonia  dista  de  la  capitíd  \  1/2  miriametros,  al 
sudoeste,  y  su  cabecera  está  construida  en  un  terrilurio  i 
perteneció  á  Sabaletas  y  á  Santa  Barljara  hasta  el  ano  de  18¿8. 
En  aqut*l  tiempo,  la   provincia   de  Antioquia   pertenecía 
departamento  de  Cundinamarai,  y  la  separación  de  esa 
del  disli'ito  de  Santa  Bárbara  sehizo  por  orden  de  la  Iiitcnd 
cia  cundinamarqnesa,  y  se  hizn^  sin  duda  al.srnna,  atcndieí 
á  ivi  necesidad  de  fundar  una  buena  población  en  C 


rcil 


—  15y  — 

que  así  «e  llamaba  el  caserío  situado  en  el  punto  ó  cercanía 
del  en  quo  Cístá  hoy  Fredoniu,  cuyo  nombre  ne  cambió  de-ísde 
entóneos. 

En  el  año  de  1810,  ]h  Alejandro  Vólez,  intendente  de 
Antloquia,  Departamento  creado  en  ese  ano  por  un  decreto  del 
Liberlador,  autorizó  la  fundación  do  la  nueva  parroquia,  y  la 
bautizó  con  el  nombre  f[ue  hoy  lleva,  nombre  que  por  8U 
etimología  quiero  decir  tierra  ile  hombres  libres. 

Cuando  el  territorio  ocupado  hoy  por  Jericó,  Támesis, 
Valparaíso  etc.,  era  un  bosque  virgen,  enmarañado  y  malsano, 
ííObi^e  todo  en  las  vegas  del  Cauca,  D*  Juan  Santamaría, 
D.  Juan  Uríbe  Mondragón  y  D.  Gabriel  Echeverri,  suj^etos 
neos  y  emprendedores,  llegaron  á  ser  dueños  de  esa  enorme 
propiedad. 

D.    Juan    Uribe,  ó    mejor    sus   descendientes,     nunca 

liicícpon  gran  caso  de  lo  que   por  allá  poseían;  no  así  los 

seüoreij  Santamaría  y  Echeverri,  quienes  no  sólo  conservaroíi 

«u  haber,  sino  que  inmediatamente  procedieron  al  examen  y 

envolvimiento  de  su  cuantiosa  riqueza  natural, 

D.  Juan  Santamaría  pereció  víctima  de  los  rigores  del 

clima  ¡pero  sus  descendientes  supieron  aprovechar  bien  la 

htYeiicia,  D,  Gabriel  Echeverri,  patriarca  respelabilísimü  de 

Antioquia,  ha  vivido  lo  balitante  para  cosechar  los  frutos  de 

^^i  honrado    trabajo,  para  distribuir   (i  manos   llenas   una 

cuantiosa  riqueza  entre  sus  hijos,    y   para  recomendar  su 

I  ti*>nibre  a  la  posteridad,  como  creador  de  nuevas  industrias, 

I  <^íno  protector  de  muchos  pobres,  como  agente  poderoso  de 

[civilización,  y  como  ciudadano  ilustre  por  sus  merecimientos 

Nviles. 

Fredonia  pudo  considerarse  como  punto  avanzado  ó 
^'^0  cuartel  general,  para  facilitar  las  operaciones  de  los 
alónos  de  sudoeste,  y  para  iniciar  la  campaña  que  contra  el 

jue,  las  fieras  y  e!  clima  se  emprendió  desde  entonces, 
^ü  el  fin  de  alcanzar  la  victoria  civilizadora  que  ya  se  ha 
inseguido, 

Algiuias  poblaciones  del  Estado  do  Antioquia,  especial- 


mente  las  que  han  reconocido  su  origen  en  la  riqueza  minera, 
han  tenido  la  desdicha  de  principiar  á  ser  pobladas  en  gran 
parte  por  los  rezagos  de  otras.  No  así  Fredonia,  pueblo  noble, 
conjuato  de  labradores  virtuosos,  de  pastores  sencillos  y  de 
buenas  costumbres,  de  gente  ennoblecida  por  el  trabajo,  de 
hijos  de  EnviíJ:ado,  Itagüí,  Medellía,  Amaga  etc.,  etc»,  cuando 
esas  píjblacíones  tenían  ciudadanos  cuyos  hábitos  eran  en  el 
hogar,  tan  sanos  y  primitivos  como  sanos  eran  los  vientos  de 
nuestras  montañas,  y  primitivos  los  troncos  seculares  de 
nuestras  selvas.  Santamarías,  Montoyas,  Cribes,  Restrepos, 
Vélez,  Fernández^  Escobares  y  Ochoas,  fueron,  entreoíros, 
los  primeros  pobladores  de  aquella  comarca,  ala  que  honraron 
con  su  labor,  su  consagración  y  sus  virtudes. 

Como  observatorio  colosal  de  cónica  y  linda  forma,  se 
levanta  á  un  lado  de  Frcdonia  el  Cerrobravo,  desde  cuya  cima 
se  contempla  un  paisaje  tan  extenso^  que,  sin  exageración, 
podemos  asegurar  que  se  presta  para  estudiar  el  relieve 
geográlico,  no  sólo  del  Estado  de  AiüJoquia,  sino  tanil»ién  de 
muclia  parte  de  los  Estattos  vi*c¡íius. 

Desde  una  eminencia  iümediatamente  coreana  á  la  plaza 
de  Fredonia,  en  tiempo  limpio  y  despejado,  so  disfruta  la 
vista  de  dilatado  paisaje  :  la  boya  del  Poblanco  al  pie;  la  del 
Cauca  al  sur  y  al  naneo  occidental ;  el  cerro  de  San  Vicente  y 
las  hondonadas  do  los  ríos  Piedras^  Buey,  Arma  y  Pozo;  las 
praderas  de  Aliejorral,  y  las  casas  blancas  y  el  blanco  campo- 
santo de  Aguadas, 

La  te^mperatura  ambiente  de  Freilonia  es  bastanl 
húmeda  y  destemplada;  el  plano  en  que  están  sus  edificios, 
muy  inclinado  y  desigual ;  sus  habitaciones  cómoflas  y  decen- 
tes; su  plaza  decorada  por  un  regular  temiíloy  una  fuente 
pública,  y  sus  teri'enus  circundantes,  sumamente  fer:i('e>4  v 
productivos. 

El  perímetro  en  que  se  encierra  esto  Distrito  es  perfecta- 
mente arcifinio  ó  natural,  y  señalado  pov  la  lioya  del 
1*0 blanco,  la  del  Cauca  y  la  muy  profunda  do  Sinifiíná. 

Hay  en  este  territorio  terrenos  propios  para  toda  e:5pecí 


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'^^;^^'v. 


^o,., 


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I 


^  161  — 

de  cultivo;  ricas  carboneras  y  cal  ordinaria 
yeso  y  fuentes  saladas ;  vegetación  lujosa  y  bellas  ma 
jugosos  pastos,  cafetales  importantes,  extensas  dehesas;  y  del 
producto  de  esos  elementos  viven  con  facilidad  y  holgura,  con 
riqueza  á  veces^  los  habitantes  del  lugar. 

Un  puente  colgante  sobre  el  Cauca,  construido  en  el 
paso  de  Caramanta,  dará  gran  fuerza  de  progreso  a  este 
Distrito;  y  otro,  ya  en  construcción  ^  en  el  de  Piedras,  lo 
pondrá  bien  presto  en  comunicación  con  Jericó,  Andes  y 
demás  distritos  del  Departamento  del  Sudoeste- 

Fredonia  tiene  las  siguientes  fracciones  :  la  del  Sitio  ó 
del  Centro,  Zancudo,  Llanogrande,  Combia,  Minas»  Morronj 
Sapo  ó  Bermejo,  Tupiada,  Loma,  Cerrobravo  y  Sabaletas. 

Población,  10.376  haliitantes.^  Latitud  norte,  5'  50' 40". 
—  Longitud  occidental,  V  40'  25".  —  Altura  sobro  el  nivel  del 
mar,  1845  metros,  —  Temperatura,  19**.  —  Límites  :  confina 
al  norte  con  Amaga  y  Titiribí;  al  oriente  c-on  Santa  Bárbara; 
al  occidente  con  Bolívar  y  Concordia,  y  al  sur  con  Jericó  y 
Támesis- 

Heliconía.  —  Cuandoel  conquistador  Jorge  Robledo,  des- 
pués de  visitar  el  vallo  de  Aburra,  al  cual  puso  por  nombre 
San  Bartolomé,  resolvió  escalar  la  cordillera  hacia  el  occidente 
para  ir  en  busca  del  ponderado  valle  de  Arvf,  encontró  un 
territorio  quebrado,  con  un  pueblo  de  indios  ocupados  en 
elaborar  sal  de  cocina  evaporando  el  agua  de  unas  fuentes  que 
halló  en  aquel  punto.  El  conquistador  vio  entonces  grandes 
panes  de  sal,  como  los  había  visto  antes  en  la  salina  de  Saba- 
letas, cerca  de  Pueblito. 

Después  de  este  rico  descubrimi  ento,  los  pocos  indíge- 
nas que  quedaron ,  continuaron  elaborando  sal ,  hasta  que 
corriendo  los  tiempos  y  aumentando  los  colonos,  el  territorio 
.  mencionado  quedó  de  centro  de  un  gran  número  de  trabaja- 
dores ocupados  en  la  industria  salinera. 

Por  muchos  años  continuó  la  elaboración  de  las  fuentes 
saladas,  sin  que  los  obreros  encargados  de  ella  alcanzasen 


m 


ato. 

si" 


á  dar  bastante  importancia  al  caserío  para  elevarlo  á  parro- 
quia. ^ 

Dícese  en  las  crónicas  que  una  india  de  esta  tril>u   fué 
llevada  á  España  por  uno  de  los  primeros  conquistadores ,  fl 
que  allá,  cu  calidad  de  criada,  se  encargo  de  cuidar  a  un  niñ™ 
llamado  Simón  de  Murga,  y  que  cuando  la  india  era  ya  vieja 
y  el  niño  hondjre,  le  aconsejó  venir  a  América  y  le  enseñó  el 
derrotero  que  debía  seguir  para  Uegaral  país  de  su  nacimiento. 
Indicóle  que  llegado  a  cierto  punto,  y  orientándose  de  ciei 
manera,  bílllaría  dos  cosos  importantes;  a  saber:  primen 
la  salina  j  y  segundo,  un  riquísimo  tesoro  cuyas  señales 
indicó- 

Simón  de  Mu!*ga  vino  efectivamente  á  América,  halló  la_ 
salina,  que  bcneíioió,  y  el  tesoro  que  le  hizo  immensament 
rico.  Con  el  oro  hallado  se  puso  en  camino  para  España, 
perdió  una  carga  en  el  tránsito,  carga  que  hasta  hoy  se 
buscado  inútilmente. 

Súpose  que  Murga  se  embarcó  en  Cartagena  con  el  oral 
pero  cuando  se  trató  de  arreglar  lo  relativo  ala  sucesión^  no 
pudo  tenerse  noticia  de  su  llegada  a  España,  por  lo  cual  recla- 
maron sus  riquezas  do  América,  como  íinicos  herederoSi  dos 
hijos  naturales  de  él,  habidos  en  una  india  llamada  Maris 
Ortiz;  y  esto  por  los  años  próximos  á  1618, 

De  los  licrederos  de  Murga  pasó  la  Salina  á  ser  pr 
piedad  de  Juan    Jaramillo   de   Andrade;    íIo   éste   á    Juar 
Zapata  de  Muñera,  y  de  él  á  Tomasa  Zapata  y  Juan  Tiradc 
Cabello.    - 

D.  Mateo  Alvarcz  del  Pino ,  esposo  de  l}\  Ana  Mar 
Alvarez  del  Pino,  descubrió  á  fines  del  siglo  pasado  la  rica^ 
salina  de  Matasano,  contigua  al  primer  establecimiento;  y  d$ 
entonces  acá  ha  venido  esa  importante  propiedad  trasmitién-^ 
dose  por  herencia  ó  por  contratos  sucesivos  hasta  los  numero- 
sos propietarios  que  hoy  la  poseen  como  riqueza  do  primer 
orden. 

En  el  año  do  1793,  uno  de  tos  obisposde  Popayán,  D.  Ángel 
Velard6|  estando  en  la  ciudad  de  Hionegro,  y  considerando 


—  163  ~ 


qiie  IOS  trabajadores  de  Guaca  debían  ser  recogidos  en  un 

Iueblo,  propuso  desmembrar  una  parte  de  la  paiToquia  de 
Suvigado  y  otra  de  la  de  Anzá,  y  dedicar  el  territuiio  de  ambas 
tuna  nueva  fundación. 
Las  cosas  permanecieron  aF^í  en  lo  eclesiástico,  hasta  que 
en  el  año  de  1814,  D,  Juan  del  Corral,  Dictador  deAntioquia, 

Ídióexistencia  civil  á  este  pueblo  que  bien  pronto  cambió   el 
nombro  de  Guaca  por  el  de  Ilcliconia,  con  el  cual  es  lioy  cono- 
cido, si  bien  es  cierto  que  testimonios  respetables  no  asignan 
^  vida  independiente  á  este  Distrito  sino  desde  el  año  de  1831 ,  en 
^p  que  fué  nombrado  primer  cura  de  él  el  presbítero  Juan  Nepo- 
niuceuo  Ruiz,  y  fundadores  principíiles  D*  Francisco  Piedra- 
hita,  D.  Casimiro  Vélez,  D*  José  de  Toro  y  el  maestro  Servando 
Romero. 

I  Las  principales  corrientes  de  agua  que  bañan  este  terri- 
torio, son  :  el  caudaloso  Cauca,  por  la  parte  de  occidente,  el 
riachuelo  Guaca,  que  pasa  por  la  cabecera  del  Distrito,  los 
riachuelos  Pocuná  y  Clara,  al  norte,  el  Sucio,  que  se  une  con 
el  Guaca  en  el  Halado,  el  Sabalotas  al  sur,  y,  en  fin,  el  Ñor- 
^^^na,  que  lo  separa  del  distrito  de  Amaga. 
Las  principales  cordilleras  son  :  la  occidental  antioqueña, 
y^-omo  contrafuertes,  el  de  Pueblito,  sobre  el  cual  esta  Arme- 
í^'a» terminado  en  la  orilla  del  Cauca;  el  Revienta-retranca, 
^•^Irc  Sabaletas  y  Guaca ;  el  Canoas,  Pitirú  y  Guxinanito;  y  en 
^■odas  estas  moles,  las  alturas  culminantes  do  la  Quiebra  del 
Toro,  alto  de  las  Cruces,  alto  Mantequilla,  Nudillo,  líevienta- 

b^lfanca,  Chuscal  y  Canoas. 
Cuanto  á  particularidades  geológicas,  fuera  de  la  Salina, 
^ofrece  un  curioso  fenómeno   natural  en  las  eminencias  de 
Canoas.  Una  cordilleria  interpuesta  entre  las  dos  alturas, 
íonna  un  reducido  valle  sumanente  pintoresco,   y  de   una 
faida  vecina  nac^  el  riachuelo  délos  Morros.  Elvaüecito  está 
cerrado  hacia  su  parte  inferior,  y  las  aguas  del  riachuelo,  al 
correr,  forman  una  ciénaga  de  regular  extensión,  contenida 
por  la  barra  montañosa  que  le  sirve  de  obstáculo  En  el  fondo 
deesa  laguneta  hay  una  tronera  por  donde  penetran  las  aguas, 


—  164  — 


ii» 


y  recorren  un  subterráneo  bastanto  ancho  como  de  doscieñt 
metros  de  largo,  Al  salh%  se  les  une  otra  fuente  que  les  dj 
regular  importancia,  y  así,  después  de  ir  al  occidente,  so  ui 
con  el  riachuelo  Guaca. 

Es  también  muy  vistosa  la  cascada  do  la  Abuelita* 

Pocos  distritos  del  Estado  de  Antioquia  han  sidí 
favorecidos  por  la  naturaleza  con  tantos  elementos  de  riqueza 
como  el  de  que  tratamos.  Sus  fuentes  producen  unasa 
yodurada  tan  sunianicntc  saludable,  que  a  su  consumí 
diario  se  debe  en  gran  parto  la  robustez  de  nuestras  poblar 
clones.  La  excelencia  de  esta  sal  como  condimento  higiénH 
está  reconocida  no  sólo  en  Antioquia  sino  en  el  reato  do  Ti 
República,  por  atribuirse  á  su  empleo  la  extirpación  del  coto 
eafernii'dad  degradante  y  embrutecetlora.  m 

El  método  seguidlo  para  la  preparación  de  este  agcS 
medicinal,  fué  por  más  de  dos  siglos  el  mismo  empleado  poí 
los  indios,  auxiliado  únicamente  por  la  mayor  suma  di 
medios  de  que  podían  disponer  los  colonos.  Hoy,  Bifl 
perfecto,  diclio  establecimiento  ha  mejorado  notablemooS 
debido  a  los  esfuerzos  do  inteligencia  y  consagración  é 
D.  Ángel  Alvarez,  Eustaquio  Aguilar  y  el  entendido  íué 
niero  alemán  Henriquc  Ilausler. 

El  rendimiento  anual  de  esta  empresa  es  súmame 
cuantioso,  á  la  par  que  el  beneficio  público  que  produce, 
incalculable  trascendencia. .  H 

Todos  los   terrenos   cercamos  a  estas    fuentes    salmi 
tienen  pottcrosas  minas  de  carbón  mineral, que  reemplazarla 
ventajas  al  ya  aisi  agotado  combustible  suministrado  ante<sj 
los  bos([ucs  primitivos. 

La  población  descansa  sobre  un  banco  de  gres 
pacto,  muy  propio  para   la   construcción   de  bornoH ; 
circuito  en  su  mayor  parle,  en  vez  de  presentar  los  caracl 
geológicos  de  los  terrenos  primitivos,  esta  constituido 
formaciones  secundarias  y  desedimentu. 

Las  casas  do  Ilelicoaia  son  de  tapias  y  tojas  iini 
pajizas  otras,  el  piso  sumamente  desigual,  las  construccioM 


m|0| 

1 

COID 


mezquinas,  y  el  aspecto  general  de  la  poblaciún  bastante  ingrata 
ala  vista. 

Población,  6,578  habitantes.  —  Latitud  norte,  6*  5'  W. 
—  Longitud  occidental,  1**  42'  50'\  —  Altura  sobre  el  nivel 
del  mar,  L420  metros.  —  Temperatura,  21**.  —  Límites  : 
confina  al  norte  con  Evéjico ;  al  oriente  con  Meddh'n,  Itagüí 
y  la  Estrella;  al  occiLlente  con  Anzáy  Betulia,  y  al  sur  con 
Amaga  y  Titiribí. 

Armenia*  —  Como  á  miriámetro  y  medio  de  Iloliconia, 

sobre  el  dorso  de  un  estribo  de  la  cordillera  occidental  do  los 
Andes  propiamente  antioqueños,  que  va  á  morii*  en  la  ribera 
derecha  del  Cauca,  se  formó  desde  muchos  años  antes  un 
ueño  caserío,  que  con  el  nombre  de  La  Mantequilla  so 
consideró  como  una  dependencia  de  Guaca,  primero,  y  do 
IWiconia,  después.  En  ese  mismo  punto  existe  hoy,  de 
íiiiidación  reciente,  la  pequeña  población  llamada  Armenia, 
C'íft  algunos  habitantes,  un  templó  católico  y  un  Inspector 
í'^ policía  para  su  dirección  civil  y  política* 

Fuera  del  cultivo  dt;  las  plantas  comunes  al  Estado,  se 
apiola  en  aquella  localidad,  cal  buena  para  las  construc- 
ciones urbanas. 

Bon  también  fracciones  de  Heliconia,  Puel>lito  y  la  Pava, 
<^^seríos  de  poca  consideración. 


Titiribí.  —  Desde  mediados  del  siglo  anterior,  muchos 
•jtJscadorea  de  oro  y  algunos  agricultores  comenzaron  á 
P^íictrar  en  lo  que  es  tioy  distrito  de  Titiribí. 

Desde  el  principio  se  conoció  que  era  tierra  fecunda  en 
^iietales   preciosos,    conocimiento   que   se  confirmó  con  ios 

zgosde  las  vetas  Zancudo  y  Otramina.  La  concurrencia 
^  muchos  peones  para  el  laboreo  de  esos  mineralts^  dio  nací* 
í^iento  á  un  caserío  que  existió  en  el  punto  ocupado  hoy  por 
Sitioviejo,  A  medida  que  creció  el  número  de  habitantes  en 
dicho  paraje,  se  notó  la  necesidad  de  una  capilla  para  tributar 
¿Ito  cristiano  á  la  Divinidad.  Dicha  capilla  fué  establecida, 


-  166  — 

y  permaneció  por  algún  tiempo  en  el  lugar  indicado»  hast 
que  por  acuerdo  de  las  autoridades  civil  y  religiosa,  los  para- 
mentos de  ella  fueron  trasladados  como  á  2  kilómetros  de^ 
distaiicia,  hacia  la  cumbre  de  la  cordillera,  el  año  de  1813,  y* 
colocados  en  ua  templo  que  por  entonces  se  edificó  sobre  el^ 
sitio  ocupado  hoy  por  la  cabecera  del  Distrito-  V 

Poco  después  de  la  fundación,  los  minerales  parecieron 
empobrecerse,  trayendo  por  cousecuencia  época  de  notable 
abatimiento  para  el  Distrito ;  pero  comoquiera  que  el  territoric 
de  Titiribí  sea  esencialmente  mineral,  con  la  tradición  de  saj 
riqueza,  se  conservó  en  el  pueblo  et  fuego  sagrado  del  tra^* 
bajo. 

Un  rico  capitalista  de  Mc^lcüíu,   D.  José  María    Uribe 
Restrepo,  adquirió  por  compra  loe  minerales  del  Zancudo,  y 
un  poco  mas  tardo  el  Sr.  Tirell  Moore,  inglés  de  nacimiento, 
ingeniero    inteligente  y    emprendedor,    meditó  y    puso  en 
práctica,  previo  contrato  con  el  propietario,  el  establecimientOj 
de  una  olicina  de  amalgamación  para  extraer  los  metales  prc 
cíosos;  pero  habiéndose  convencido,  por  la  naturaleza  de  le 
minerales,  de  que  no  era  éste  el  método  más    conveniente, 
cambió  de  sistema,  y  pasó  á  una  empresa  de  fundición  ei^l 
conformidad  con  los  procederes  metalúrgicos  más  avanzados 
en  la  Escuela  ilc  Freibcrg  (Sajonia).  ^ 

El  señor  Moore  gastó  cuantiosas  sumas  para  la  ci^acióiiM 
de  esta  incipiente   industria;  mas  cuando  había  dominado 
todos  los  obstáculos  y  colocádosc  en  capacidad  de  cosechar 
los  felices  resultados  de  su  consagración  é  inteligencia,  resolvií^ 
abandonarla  y  la  vendió  á  miserable  precio. 

Empero,  úsíg  distinguido  inglés  no  dejó  la  obraant 
de  haber  traído  al  país    ingenieros  inteligentes,  para  per 
foctionnar  los  procedimientos  científicos  de  aquella  halagüef 
explotación.  Ayudantes   ilustrados  del   señor  Moore  fuer 
Alejandro  Johnson,  carpintero  maquinista,  Carlos  Johnsoí: 
Keinol  Paschke,  ingeniero  de  minas,  Francisco  de  P,  Muñe 
Jonquín  Uribe,  Santiago  Rodríguez,  Mario  Escobar  y  el  J0V€ 
alemán  Graffeinslain,  profesor  de  la  misma  clase. 


—  1G7  — 

señor  Moorc  trabajaba  iinicamente  por  contrato  las 

^arenas  ó  jaguas  de  El  Zancudo,  residuos  del  mineral  después  de 

haber  sido  beneficiado  en  los  molinos  por  el  método  ordinario; 

pero  cuando  su  contrato  paso  por  venta  á  una  Compañía 

ípico-colombiana,  ésta  se  vio  reducida  a  beneflciar  solamente 

i€l  mineral  de  los  Chorros  y  de   otras    minas   subalternas, 

jcuyos  escasos  rendimientos  amenguaron  tanto  mas  la  impor- 

f  tanda  del  primer  establecimiento,  cuanto  ya  para  esa  éjioca 

el  Sr,    Paschke,  por   cuenta  de   la  sociedad   del    Zancudo, 

» establecía  en  Sabaletas  la  oficina  metalúrgica  quo  hoy  dirige 

COQ  i-econiendable  acierto  y  magníficos  resultados,  su  apro- 

vechado  discípulo  Ildefonso  Gutiérrez  de  Lara  (i). 

A  este  establecimiento»  a  ses  tierras  de  labor  y  á  sus 
dehesas  en  las  vegas  del  Cauca,  debe  el  distrito  de  Titiribí  su 
riqueza  actual,  la  ocupación  de  sus  habitantes  y  la  holgura 
de  su  situación. 

Llama  la  atención  en  este  Distrito,  un  fenómeno  geológico 
digno  de  ser  contemplado  por  la  ciencia. 

Sin  más  separación  que  la  producida  por  im  torrente 
llamado  las  Juntas,  que  corre  de  sur  á  norte,  dos  fonuaciones 
Minerales  están  completamente  deslindadas.  Al    occidente, 

(1)  Bata  Empresa^  la  más  valiosa  y  la  mejor  montada  del  Estado,  se  compone 
*"*  í'^  mina  de  Bornbra  de  El  Zancudo  y  decualro  más  de  veta  anexas  á  ella.  Sua 
'^h^t  en  cantidad  de  medio  millón  de  t|uintules  por  año,  Bon  Irilurados  y 
ados  para  ía  fundicioa  por  doce  mftlincis  de  l'3'i  pisones  y  odio  mesas 
***^iiiia.  Luego  son  fundidos  en  loa  25  hornos  de  Sabalolas. 

^^étnpresarioshan  necesitado  veinte  años  de  trabajo  cojistanto,  para  llegará 
P^í^rla  Empresa  enei  brillante  estado  en  que  hoy  ac  halla.  Su  producto  bruto 
Cíi loe  ultimo s  diez  años,  ha  ascendido  k  2.750.000  pesos  fuerlos. 
^Ciiero  de  1883,  Kl  Zancudo   compró  por  400. OUO  pesos  fuertes  á  la  Bocio- 
WSilioviejo,  lodo*  sus  haberes, 

•  iiOs  productos  de  la  Empresa»  en  1883,  fueron  i 70. 000  pesos  fuertes,  y  se^ún 
I  ui'firoies fidedignos,  lus  del  presento  año  pasarán  demedio  millón,  y  llegarán  on 
^'^,  cuando  ebtén  concluidas  las  obras  emprendidas,  á  750.000  pesos  fuertes 
lP«f  año. 

M)«  empresarios,  conocedores  de  sus   ínlereses,  han  sido  muy  celosos  de- 

íí'Os,  yhftp  adoptado  una  adniinistración  liberal  en  todo  sentido,  exenta  comple- 

'fíenle  de  monopolios;  y  fomenlado^  por  todos  los    medios  morales,  la  com- 

PHa  libertad  de  provisiones,  servicios  etc. »  ele,  rcnumerándolos  con  buenas 

Compensas. 

El  orden  establecido  por  loa  directores  ha  dado  los  mejores  resultados, 


-^  168  — 

sobre  una  espesa  conglomeración,  se  levanta  un  estribo  de 
cordillera,  formando  un  promontorio  repleto  de  oro,  plata, 
zinc,  arsénico,  hierro  etc*,  etc.,  y  en  el  cual  están  el  Zancudo^^ 
los  Chorros,  la  Villegas  y  Otramina* 

Del  lado  opuesto^  hacia  el  oriente,  sobre  uñábase  arenisca^ 
se  desenvuelve  una  formación  carbonífera  inagotable  por  si 
poderosas  capas. 

Además  do  estos  abundantes  hacinamientos  do  carbui^J 
mineral  en  las  faldas  de  los  Micos  y  en  frente  de  los  mineraledH 
Chorros  y  Zancudo,  tiene  el  Distrito  numerosas  estratifica- 
ciones carboníferas  en  Corcovado  y  SabaletaS;  y  aun  de  mejoi 
calidad  hacia  las  márgenes  del  Cauca. 

Es  científicamente  curiosa  la   disposición  geológica  de* 
Tiliribí,  y  tanto,  que  personas  competentes  aseguran   tenc 
enormes  dificultades  cuando  tratan  de  hacer  la  clasifícacíói 
técnica  de  aquellas  rocas  y  minerales. 

Hacia  el  sur  do  la  ciudad,  se  desarrolla  la  fresca  y  amena 
llanura  de  El  Retiro^  interpuesta  entre  dos  contrafuertes  que, 
con  dirección  norte  el  primero,  pasa  por  el  alto  de  los  Mic 
para  terminar  en  la  orilla  izquierda  del  riachuelo  Amaga, 
que  con  dirección  occidental  el  segundo,  con  el  nombre  de  La 


{»ues  tal  es  la  regularidad  en  los  trabajos^  quo  éHtoB  ho&rarian  cualquier  establo* 
cimicrito  de  esa  naturaleza  cu  Europa  y  América, 

Las  pri>p ¡edades  de  la  Compañia,  couipuesias  de  las  huJleraSj  bosquea*  dób 
gaíi,cdincii>s  de  Indas  clases^  molinos,  hornos,  sernüV¡oriteRek\.olc.,  sonOi^liiiia 
en  mAs  de  un  millón  de  pesos.  Respecto  al   valur  de  los  uiiueraieB  que 
]a  Empresa,  bastará  saber  que  tiólo  la  mina  de  El  ¡Zancudo  e  un  lie  né  imareser 
eosaynda  ya  que  le  garantiza  una  existencia  do  más  de  óchenla  atum,  cuq 
consumo  de  mineral  de  veía  de  medio  millón  de  quintales  ul  año,  que  uu  vttXi 
menos  de  32  millones  do  pestes* 

En  vista  de  este  inmenso  depósito^  los  empresarios  están  haciendo 
sus  preparativos,  con  el  fm  de  elevar  en  breve  tiempo  la  producci^ 
millón  de  pesos  por  año» 

Se  estima  el  valor  de  e^ta  fundición  en  5  millones  de  pesos,  y  avín  eoa 
oálcuto  es  bajo,  ai  se  atiende  á  las  inmensas  reservas  de  minerales  que  olla 
contieno. 

La  Empresa  está  dividida  en  28  acciones,  de  las  cuates  Í\  pertenecen  ai 
Sr,  Carlos  C,  Amador,  5  al  8r,  Juan  B.  Matneroy  T.,  y  las  ^  restantes  á  loa 
herederos  do  loa  HB,  Dr.  Binforiano  Hernández,  A^apilo  Uribe  y  Luis  M.  Araikgo 
TmíiUo, 


-  im  — 

adela  y  alto  de  las  Vetas,  se  bifurca  para  terminar  en  la 
!  profunda  hoya  del  Cauca*  Los  puntos  culminantes  de  estos 
contrafuertes,  están  en  Core^ovado,  los  Micos,  la  Candela  y 
alto  de  las  Vetas,  Al  norte,  del  otro  lado  del  Amaga,  frente 
á  El  Zancudo,  se  presenta  el  cerro  piramidal  de  Caracol, 
prolongación  del  estribo  de  Pueblito,  como  dijimos  al  hablar 
deHelicunia. 

Las  corrientes  de  agua  que  refrescan  y  fecundizan  este 
Distrito,  son  :  el  Cauca  ensu parte  occidental,  profunda  y  baja; 
el  Amaga,  formado  por  él  mismo,  la  Horcona,  Piedragorda, 
Cedroy  otros  varios  torrentes  y  fuentes,  y, en  fin,  por  Sinifaná, 
r|\ie separa  á  Titiribí  del  distrito  de  Fredonia. 

El  plano  sobre  que  descansa  Titiribí  es  bastante  desigual, 
atravesado  por  cárcavas  profundas  y  deleznables.  Esa  especie 
de  ancha  cornisa  parece  provenir  de  un  remoto  derrumba- 
miento desprendido  del  vecino  cerro  del  Retiro  y  detenido  en  el 
punto  en  que  está. 

El  clima  es  sumamente  variado,  y  las  producciones  natu^ 
^68  son  las  comunes  á  los  trópicos  en  la  parte  antioqueña- 


Población,  9.214  habitantes* —  Latitud  norte,  5"  56'  15",  — 
í^ngitud  occidental,  i*  4f>*  35",  —  Altura  sobre  el  nivel  del 
^^^p  1,580  metros.  —  Temperatura,  20",  —  Límites  :  confina 
^  norte  con  Ileliconia;  al  oriente  con  Amaga;  al  occidente  con 
^Loucordia,  y  al  sur  con  Frcdonia, 

Sabaletas,  — Pertenecen  a  Titiribí  varios  caseríos  de  más 
onienos  importancia.  El  más  notable  deellos  es  el  de  Sabaletas, 
^^  donde  hay  un  pueblecito  colocado  sobre  un  terreno  carbo- 
T^nero,en  que  habitan  la  mayor  parte  de  los  obreros  empleados 
^^  la  explotación  metalúrgica  de  los  minerales  de  El  Zancudo. 


^  172  — 


D,  Antonio  Aguilar,  D.  José  Domingo,  D.  Casiano  y  D,  Ncpo- 
muceno  Botero,  D.  Jo^ó  Santamaría,  D,  Alberto  Escobar, 
D.  Nazario  Echevarría,  D.  Nepomuceno  Urilie,  D,  Esteban 
Alvarez,  D.  Vicente  Mejía,  D.  Pedro  Bernal  y  otros,  escogieron 
al  intento  un  ameno  vallecito  situado  entre  los  ríos  Poroe  y 
Riachóii,  como  á  5  kilómetros  de  éste,  y  como  á  uno  y  meílio 
miridmetro  de  aquél. 

Recorren  este  valle  los  riachuelos  Víbora,  La  Virgen, 
Guayabito  y  Cancán  ó  Riachón,  corrientes  ile  escasas  aguas, 
que,  rodeando  oteros  y  colinas  en  distintas  direcciones,  van 
luego  á  buscarse  en  un  punto  llamado  Los  Encuentros,  al 
f^e  de  la  ciudad,  y  juntas  ya  con  una  preciosa  y  cristalina 
fuente  que  allí  brota,  forman  la  corriente  de  la  Viborita, 
Unida  ésta  un  poco  más  abajo  con  la  de  San  Agustín ^^  riegan 
el  valle  de  la  Viborita,  tan  rico  en  oro  como  en  frescos 
abundantes  pastos,  y  en  belleza,  para  ir  luego  á  remlir  sus 
aguas  á  Riacbón,  como  éste  al  Porce^  rey  de  la  comarca 
hidrográíica. 

En  aquella  hermosa  localidad,  un  tanto  húmeda  al 
principio,  pero  por  lo  demás  muy  aceptable,  se  fundo  Amalti. 
Sus  calles,  rectas  y  elegantes,  fueron  deliiieatlas  por  el 
inteligente  y  benéfico  extranjero  Sr.  Carlos  S.  de  Greiff, 
quien  tantos  y  tan  ¡mporlanles  servicios  debe  la  industr 
antioqueña. 

Los  edificios,  aunque   no  muy  esmorados  ni    de 
valor,  son   hecbos  con  algún   gusto,  y   sobre  todo  aseadc 
y  de  buena  ai)ancncia;  ludo  lo  cual  hace  que   el  íispect 
general  de  la  población  sea  simpático  y  alegre,  propio  pal 
producir  buena  impresióp  en  quien  la  visita.  Los  habilant 
son  hospitalarios,  afables  y  cultos,  circunstancia  que  agr: 
al  viajero,  (]uien  no  puede  monos  de  interesarse  por  aqi 
pueblo  joven   todavía,   y   ya  uno  de  los  más  notables 
nordeste  y  del  Estado. 

Las    principales    industiias,   que    son  la    minería, 
agricultura     y    el    comercio,  dan    bastante    y    prevechosa 
ocupación  á  los  vecinos.  La  minería  un  tanto  agotada, 


—  173  — 


I 

^    fue 


pftpeter,  por  falta  de  capitales  suficientes  para  trabajar  los 
ricos  pero  costosos  minerales  del  Porce,  fué  cediendo  poco  á 
poco  el  campo  á  la  agricultura,  mirada  casi  siempre  con 
injustificable  desden  por  los  impacientes  mineros,  que  en  su 

afán  por  obfener  pronto  el  oro  codiciatlo,  no  ven  que  para 
extraerlo  tienen  necesidad  de  alimentarse. 

Agotadas  las  minas  de  monos  costosa  explotación,  los 
habitantes  ílel  Distrito  se  han  ido  dando  alas  tareas  agrícolas; 
y  aunque  los  terrenos  no  sean  muy  feraces,  con  excepción 
délos  de!  Porce,  La  Clara,  Montebello,  Pocoró  y  algunos 
bajos  fie  Cancán,  la  verdad  es  que  hoy  la  agricultura  es  la 
principa!  industria.  Hay  bastantes  plantaciones  de  cacao  que 
empiezan  ádar  muy  buen  fruto;  y  en  maíz^  frísoles,  arroz, 
quesos,  panela  y  varias  hortalizas,  se  envían  cantidades  consi- 
derables á  Remedios,  para  consumo  de  los  mineros.  El 
comercio  que  hace  la  plaza  de  Amalfi  con  la  de  Mcflellín,  en 
'Tiíírcaderías  extranjeras  y  del  país,  es  de  bastante  importancia: 
Amalfi  es  acaso  de  los  mercados  de  segundo  orden,  el  que  tiene 
tráfico  más  activo. 

Hoy  fundan  estos  antioqueüos  en  sus  minas,  muy 
grandes  esperanzas.  El  inteligente  y  activo  empresario 
8^  Roberto  B.  White,  Director  de  la  Compañía  inglesa  del 
f'^Oíitino  y  Bolivia  Limitada^  hombre  emprendedor  y  útil  en 
Wosentidoá  la  industria,  se  ocupa  en  organizar  Compañías  y 
^^  allegar  medios  para  trabajar  en  grande  escala  los 
dinerales  del  Porce;  y  si  como  es  de  esperarse  logra  su 
^^tento,  Amalfi  será  no  muy  tarde  un  centro  de  riqueza  muy 
^ííiportante,  y  Antioquia  multiplicará  considerablemente  las 
íuerzas  ya  bien  probadas  de  su  vitalidad  industriaL 

Situada  la  población  á  corta  distancia  del  Porce  y  del 
:ada!upe,  cuya  ruidosa  cascada  so  oye  de  allí  con  frecuencia, 
es  casi  día  por  día  visitada  por  las  nieblas  de  estos  ríos,  que 
dan  propiedades  mefíticas  á  la  atmósfera.  A  pesar  de  esto,  el 
secamiento  gradual  y  sensible  del  suelo  sobre  que  está 
edificada  la  ciudad,  y  los  desmontes  en  los  trabajaderüs  de 
minas,  han  ido  mejorando  las  condiciones  del  clima. 


—  174  — 

El  perímetro   de   Amalfi    es   de  bastante  extensión,  y 
encierra,  además  de  la  cabecera  del  Distrito,  los  caseríos  d^M 
Vetilla,  La  Gómez,  San  Jorge,  la  Clara,  líumazón  y  otros  que 
han  ido  disminuyendo  en  importancia,  conforme  han  decaído 
las  minas  que  los  daban  vida. 

La  disposiciün  orográfica  es  de  poca  significación,  pue 
si  se  exceptúa  la  cordillera  que  limita  el  Porce  al  occidenteJ 
no  hay  por  lo  demás  sino  enmarañadas  cíilinas  cubiertas  d| 
robles  y  melastomáceas,  de  palmeras  y  plantas  trepadorasJ 
cubiertas  á  trcclios  por  lindas  flores  y  agradables  frutas^ 
Retozonas  aves,  dan,  sin  embargo,  á  aquellas  selvas  aspect 
alegre  y  encantador ,  sin  que  por   eso  dejen  de  ofrecor 
sitios  en  que  la  soledad  más  completa  dé  motivo  á  nielancólic 
impresiones. 

Las  lomas  de  Cancán  que  de  paso  hemos  nombrado,  son" 
uno  de  los  mas  bellos  paisajes  del  Estado  de  Antioquia*  E^h 
aquello  una  serie  de  peíjueños  oteros  diseminados  en  gracioso^ 
desordeh  en  un  circuito  como  de  ocho  á  diez  leguas  do  , 
extensión,  y  que  sin  más  punto  saliente  que  el  cavernos(fl 
cerro  de  la  Tetona,  en  la  fracción  del  Pantano,  dejan  ver  por 
todas  partes,  desde  la  ilesa  de  Altamisal,  camino  de  Amalfi  á 
Remedios,  el  azul  y  dilatado  horizonte  de  las  selvas  oscuni 
del  Magdalena,  del  fondo  de  las  cuales,  y  en  dirección  á  S 
Bartolomé,  se  levanta  majestuoso  é  imponente  el  Cerr 
grande  del  norte,  como  mudo  guaidián  de  aquel  desierto. 

Cubierto  por  temporadas,  aquel  laberinto,  de  verdes 
bien  contorneadas  colinas,  de  ricos  y  jugosos  pastos  en  que* 
se  alimentan  ganados  y  muías  en  gran  número,  se  asemejaj 
en  ocasiones,  como  se  ha  dicho  por  alguien,  á  un  mar  df 
esmeralda  en  ebullición  enfriado  súbitamente. 

El  paso  del  río  Porce  en  el  camino  de  Carolina  á  Amalfl, 
no  dejadü  tener  también  algún  interés  para  el  viajero,  Esul 
profundo  recodo  excavado  en  la  roca  por  el  río,  quo  di 
repente,  y  como  enfurecido  de  verse  á  c^da  paso  más  y  mí 
oprimido  entro  dientes  de  granito,  cambia  violeidamento  di 
rumbo,  y  como  si  buscara  en  vano  una  salida,  ec  estrella 


~  175  — 

desesperado  contra  la  roca  que  sirve  de  base  á  la  montaña,  v 
se  retuerce  y  brama  y  atruena  la  comarca  toda ,  y  en  tan  ruda 
y  tan  salvaje  lucha  parece  que  se  evaporara,  hasta  perderse 
entre  sus  brumas  y  producir  con  los  rayos  del  sol,  fantásticas 
irisaciones  que  revolotean  en  el  fondo  de  la  caverna. 

Tiene  Amalfi  buenas  vías  de  comunicación,  una  escuela 
¡superior  de  varones,  y  dos  escuelas  primarias  de  niños  de 
ambos  sexos  ;  y  es  hoy  cabecera  de  circuito  en  lo  judicial,  y  de 
departamento  en  lo  político. 

Población,  6.613  habitantes.— Latitud  norte,  6M5'2\  — 
Longilud  occidental.  T  13'  íiO". — Altura  sobre  el  nivel  del  mar, 
1.145  metros*  —  Temperatura,  2U\  — ■  Límites  :   confina  al 

Inerte  con  Zea,  Zaragoza  y  Humedios;  al  oriente  con  Kemcdios 
y  San  Martín ;  al  occidente  con  Anoi*í,  Carolina  y  parte   de 
Banta  Rosa,  y  al  sur  con  Yolombó* 
Neclli*  —  El  distrito  de  Nechí  es  el   más  seten  trio  nal 
Jel  Estado  de  Antíoquia.  Su  cabecera  se  halla  situada  sobre 
ta  orilla  izquierda  dvl  Cauca,  precisamente  enfrente  de  la 
tlií^mlx>cadura   del   Nechí;  el  caserío  es    pajizo   y  pobre, 
i'CíIucido  y  colocado  de  tal  manera,  que  á  30  ó  40  metros 
hacia  el  oriente  tiene  las  ondas  del  río,  hacia  arriba  y  hacia 
í^tajo  las  playas  del  mismo,  y  hacia  el  occidente  el  bosque,  el 
''ii3ü  llega  hasta  sus  habitaciones. 

No  se  sabe  a  ciencia  cierta  quién  ó  quiénes  fuesen  los 
fundadores  de  esta  exigua  población  ,  fjue  más  que  á 
P^fíJgresari  parece  haber  estado  destinada  desde  su  principio  á 
^^Noque  es  hoy  :  casi  nada. 

Parece  muy  probable  que  á  la  erección  do  Nechí  no 
pf^^idiera  mas  idea,  que  la  de  tener  un  punto  de  descanso 
los  que  navegaban  en  pequeñas  embarcaciones  el  Cauca  y  el 
ííechí. 

R   Además  del  caudaloso  río  Cauca,  tiene  Nechí  á  poca 
ttancia,  y  hacia  la  parte  occidental,  la   ciénaga  de    San 
renzo,  ya  descrita,  el  riachuelo  Santa  Lucía  y  el  cano  del 
Barro. 


—  176  — 

Cerca  del  vértice  del  ángulo  formado  por  la  confluí 
de  los  ríos  Nechí  y  Cauca,  hay  una  porción  de  anegac 
conocidos  con  el  nombre  de  Ciénagas  del  bajo  Cau( 
las  cuales  también  hemcs  hecho  mención,  y  más  al  sud 
en  territorio  del  mismo  Distrito,  están  los  riachuelos  Bl 
Tamaña  y  Corrales.  El  sistema  orográfico  se  desvaneo 
totalmente  en  aquella  parte  del  Estado.  El  territorio 
en  metales  preciosos,  maderas,  plantas  medicinales,  fe 
terrenos,  hermosas  flores ;  y  abunda  en  serpientes  vene 
jaguares,  caimanes  y,  en  general,  en  todos  aquellos  eiem 
con  que  la  naturaleza  acompaña  en  ocasiones  sus  ma¡ 
riquezas» 

Latitud  norte,  8**  11' O'.— Longitud  occidental,  0*38' 
Temperatura,  97** —  Límites  :  confina  al  norte,  al  orienl 
occidente  con  el  Estado  de  Bolívar,  y  al  sur  con  Zarag 
Zea, 


Remedios.  —  El  capitán  Francisco  Martínez  de 
llegó  al  valle  de  Corpus  Cristi  y  resolvió  fundar  en 
15  de  diciembre  de  1560,  la  ciudad  de  nuestra  Señoi*a 
Remedios.  Establecido  en  aquel  lugar,  y  disponien 
trabajo  de  9.Ü00  indios  de  encomienda,  pertenecient 
nación  de  los  tahamíes,  el  feliz  y  atrevido  fundador 
con  empeño  al  trabajo  de  las  minas,  y  con  tanto  pro 
llegó  a  ser  pronto  poderoso  capitalista. 

Ausente  de  aquel  punto,  ó   por  muerte  ó   por 
otra  causa  que  ignoramos,  fué  reemplezado  por  el 
Bartolomé  Sánchez  Torreblanca,  quedando   Remedio! 
extensa  juridicción   como    parte   integrante  de    la 
provincia   de   Mariquita,   para  ser    luego   incorporaít 
el  año  de  1647,  por  razones  geográficas  de  gran  peso, 
Antíuquia. 

La  mucha  distancia  del  centro  de  esta  última  pr 
á  la  comarca  de  que  tratamos,  lo  malo  de  los  cami 
abundancia  prodigiosa  de  los  minerales  y  la  introduccíá 
su  laboreo  do  muchas  cuadrillas  de  negros  africanos. 


—  177  - 

número  de  serpientes,  tigres  y  otros  animales  bravios,  así  como 
sus  fiebres  y  otras  causas,  arrojaron  sobre  ese  montañoso 
cimüto  un  manto  de  misterio,  de  horror  y  do  aterradora 
superstición  que  ha  durado  fiasta  hace  muy  pocos  años. 

Sería  largo  hablar  de  todas  las  fábulas  inventadas,  y  de 
to4os  los  decires  que  han  corrido  respecto  á  la  vida  singular  de 
D\  María  del  Pardo  ó  Centeno,  maravillosa  explotadora  de 
,  minas  en  aquella  región;  sería  difícil  describir  lodo  lo  que  se 
refiere  á  evocaciones  dia!>ólicas  hedías  por  los  negros  mineros 
para  trastornar  el  juicio  de  los  viajeros,  y  los  cuentos  de 
aparecidos,  de  duendes,  de  sortilegios,  de  brujerías,  de  aoja- 
mientos,  do  yerbas  y  de  todo  lo  que  se  refiere  á  los  hábitos 
importados  del  Congo,  del  Senegal  y  de  Angola  por  los 
infelices  obreros  de  raza  negra,  traídos  violentamente  para 
s*ifefacer  la  codicia  de  los  europeos  primei-o,  y  de  los  colonos 
í^niericanos  después.  Dejando  á  un  lado  esas  consejas, 
entraremos  de  una  vez  en  lo  que  atañe  propiamente  á  nuestra 
^Jíposicióu  geográfica. 

El  distrito  de  Remedios  está  situado  af  nordeste  de  la 
^*^PiüU  del  Estado;  es  uno  de  los  que  componen  el  Depar- 
laineuto  do  su  nombre,  y  ocupa  gran  extensión  do  terri- 
torio. 

La    comarca  es  recorrida  de  sudoeste  á  nordeste  por  la 

^^Pdillera  central  délos  Andes  antioqueños.  Esta  raniificaciun 
^^iitañosa,  después  de  atravesar  las  serranías  de  Remedios, 
S*^crarnento,  Tamar  y  Guamocó,  y  después  de  subdividirse 
^*i  Varios  fuertes  y  contrafuertes,  termina  cerca  de  las  orillas 
*lel  Magdalena,  en  tierras  de  Simití. 

Enfrente  de  la  ciudad  de  Remedios,  esta  cordiüera  se  de- 

Priíne, y  no  forma  por  tanto  alturasdegran  elevación;  lanza,  eso 

^^í  en  dirección  de  todos  los  rumbos,  ramales  quedan  al  país 

'^n  aspecto  eminentemente  cerril.  Parece  ser  que  la  cordillera 

[íiüdina   en    aquel    puníoj  y    después    de  su    levantamiento 

JpnTíiitivo,  fuese  sacudida  por  algún  cataclismo  de  carácter 

plutóaico,  que    ofreciera    como    resultado    una   formación 

letamórlica     que     contrasta    con    el    carácter    primitivo 


^  178  — 

de  otras  montañas  antioqueñas.  Ese  metamorfismo  nc 
parece  evidente  y  demostrado  por  la  calcinación  de  las  roca 
encajantcsdclos  filones  y  mantas  metalíferos,  y  por  las  mismí 
gangas  de  ellos. 

No  hay  que  advertir,  porque  se  comprende,  que  de  todíi 
estas  crestas  montañosas  brotan  vertederos  de  aguas,  qi 
reunidas  forman  arroyos,  para  que  éstos  den  lugar  á  riadmelc 
que  se  unen  á  grandes  ríos. 

Los  ríos  principales  que  llevan  sus  aguas  al  Magdalena 
son  :  la  parte  baja  del  San  Bartolomé,  nacido  en  el  alto  d€ 
Contento,  llamado  impropiamente  Quebrada  ó  Caño  ReglaJ 
antes  de  desaguar  en  el  gran  río,  y  el  río  Otú,  que  vierte  d©  1 
altura  de  Ocasito»  y  al  cual  caen  los  torrentes  Floresta,  Es[ 
ranza,  Tulcán,  Tías  etc.  Esta  corriente  de  aguase  une  cerca  d€ 
camino  ipio  va  de  la  capiíal  del  Estado  á  la  cabecera  del  Dís 
trito,  con  el  Ité,  que  á  su  vez  desciende  do  las  alturas  de  Mon-í 
teadcntro.  El  Ité  recibe  los  riachuelos  Tiembla,  CurunáJ 
Cárdenas,  San  Pedro  y  Miyán,  En  la  frontera  del  Estado 
un©  con  el  Tamar,  y  ya  muy  caudaloso  desagua  en  el  Mí 
dalena,  cerca  del  caserío  de  Bohorques, 

Los  ríos  que  llevan  sus  aguas  al  Porce  y  al  Nechí,  aan 
el  Pocuné,  nacido  en  Chimborazo,  que  lleva  dirección  nordc 
y  se  une  al  Bagre,  Recibo  en  su  tránsito  las  aguas  do  le 
torrentes  Riciu'da,  Santa  María,  San  Miguel,  la  Clara  y 
Antonio,  El  río  Bagre,  dul  cual  éste  es  tributario,  tiene  bí 
origen  en  Ñusna,  y  aumenta  su  caudal  con  los  riachuelos  Doña" 
Teresa,  San  Nicola:^,  F^una  y  Guayabal.  Desemboca  en  el  Porcc, 
abajo  de  Zaragoza. 

Los  ríos  Maní  y  Mata  reunidos,  caen  al  viltimamente 
mencionado. 

El  río  Honda  nace  en  la  coidillera  dolos  Porros,  con  el 
nombre  de  Paao-real,  y  recibe  los  arroyos  San  Agustín,  OooOi 
Hondo,  llondahonda,  Mona  etc.,  etc. 

Este  río  es  tribuUiHoduI  San  Bartolomé,  y  sirve  de  límil 
á  los  distritos  de  Remedios  y  San  Martín. 

Como  el  relieve  de  las  cordilleras  se  deprime  en  esta  parte 


—  180  — 

prendas  esmaltadas  de  un  almacén  de  joyero.  Los 
vistosos  penachos,  y  abigarrados  por  todos  los  maticesl 
puede  producir  la  luz  en  sus  diferentes  manifestaciones, 
lepidópteros  ó  mariposas,  sin  alcanzará  ía  belleza  de  U 
MuzOj  ni  á  la  inmensa  variedad  de  los  de  la  región  occid 
del  Estado,  son  de  hermosura  deslumbradora.  Hay  uii 
dragón,  cuyo  cuerpo  largo  hasta  de  tres  pulgadas,  del 
como  un  esparto,  con  cuatro  alas  sedosas,  grandes  y  f 
muestra  colores  brillantes,  entre  los  cuales  resalta  un  viví 
azul. 

Hay  colmenas  en  las  selvas  y  hay  peces  en  los  víi 
entibe  ellos  algunos  de  carne  suave  y  dclicad.a,  como  el  jfl 
6  pataló,  la  dorada,  la  sardina  y  el  capitán* 

En  el  reino  vegetal  hay,  como  lo  hemos  indicado,  vari 
familias  y  numerosísimas  especies.  De  tan  raro  conjuiij 
yerbas,  arbustos,  arbolillos  y  árboles,  pueden  ser  obtei 
útiles  elementos  para  la  industria  y  para  las  artes,  Enti 
maderas  de  construcción  son  nolables  :  el  canelo,  el  sa 
los  laureles,  cedros,  cagüíesetc.  Entre  las  de  ebanister 
amamor,  el  dioniate,  el  guayacán,  el  hucsito,  el  granadil 
nazareno  y  otras.  Entre  las  palmeras,  la  tagua,  el  tapar* 
chonta,  la  palma  de  vino  y  otras  que  llaman  la  atenciói 
su  forma,  por  su  follaje  y  por  lo  resistente  de  sus  libras  lofi( 
Esta  clase  do  [lalmeras,  con  el  auxilio  de  bejucos  trepai 
y  rastreros,  son  do  grande  utilidad  para  la  fabricación 
habitaciones,  i 

Hay  en  líuinedios  algunos  arboles provecliosos al  ho! 
por  sus  jugos  y  frutos  alimenticios,  cuya  enumeración  sui 
haremos  al  hablar  del  distrito  de  Zea,  por  ser  común 
ambos  y  aun  á  otros  del  Estado  que  gozan  de  propiedadoi 
matéricas  análogas. 

El  terreun  brinda  muchos  de  los  producios  propios 
el  consumo  diario,  y  peculiares  a  los  climas  cáhdos  inte 
picales  :  caila  de  azúcar,  maíz,  arroz,  cacao,  frísoles,  yi 
café,  plátanos,  pinas,  papayas,  guayabas,  aguacates,  na 
Jas,   pomas  etc.,  etc*  El  cultivo   de  las  plantas  para  { 


—  IRt  ^ 


líltímos  productos  cíe  exquisita  calidad,  se  verifica  por  menor» 
por  cuanto  los  vecinos,  masque  á  la  agricultura,  piden  á  la 
minería  la  satisfacción  de  sus  necesidades,  y  por  cuanto  la 
ciudad  de  Remedios,  centro  de  una  gran  explotación  aurífera, 
atrae  á  los  traficantes  del  Estado,  cún  tal  eficacia,  que  la  acti- 
vidad en  los  tratos  y  contratos,  y  el  cambio  diario  de  comer- 
ciantes y  vivanderos  que  entran  y  salen,  hacen  del  lugar  una 
especie  de  lonja  permanente. 

La  riqueza  principal  de  Remedios  consiste  en  su  prodi- 
giosa variedad  de  minerales.  Hay  en  la  localidad,  oro,  plata, 
sulfuro  de  plomo,  sulfuro  de  zinc,  óxido  y  carbonato  de  hierro; 
moligdato  de  plomo»  corindojies  brutos,  cuarzo,  cal,  granito, 
pórfidos,  clorita»  feldespato,  iridio  etc.,  etc.  La  plata  se  en- 
cuentra en  aleación  con  el  oro  unas  veces,  en  estado  ^ílobular 
otras,  y  como  plata  roja  nativa  con  frecuenciat 

Los  aluviones  son  numerosos  en  las  playas  do  los  ríos  y 
délos  torrentes,  y  el  oro  que  de  ellos  so  extrae  es  muy  supe- 
i*ior  en  quilates  al  extraído  de  las  vetas,  que  por  lo  general  es 
Je  baja  ley.  Las  vetas  sonTormadas  por  extensos  mantos,  cuya 
superficie  guarda  un  relativo  paralelismo  con  la  superficie 
^1  suelo.  Hay  también  filones  entre  los  esquistos,  con  indi- 
cción variable  sobre  ol  horizonte,  y  la  formación  mineral  que 
e^to  resulta  forma  una  especie  de  red,  por  cuanto  los  vene- 
ros Van  en  diversas  direcciones.  Son  excepcionales  los  casos 
^'^  que  investigando  la  existencia  de  un  depósito  metalífero, 
^^  íie le  halle  en  el  punto  de  elección.  La  eminencia  misma 
^^  forma  de  mamelón  ó  meseta  sobre  que  descansa  la  cabe- 
'^U  del  Distrito,  está  atravesada  por  un   macizo  filón  de 
s^ti  riqueza.  Los  cimientos  de  las  casas,  las  aceras  y  los 
ideados,  están  hechos  con  fragmentos  de  mineral  aurífero, 
^   manera  que  podría  decirse,  en  un  sentido  relativamente 
^*^í*to,  í[ue  la  población  está  edificada  sobre  un  banco  de  oro. 
En  la  explotación  de  los    minerales  de  Remedios  tra- 
^Í?xn  diariamente  por  lo  menos  2.000  obreros.  Hay  una  C!om- 
P^ftía  inglesa  establecida  desde  hace  algunos  años  que  ela- 
^t*a  minas  por  mayor,  y  existen  además  varias  asociaciones 


de 


1 


—  182  — 

antíoqueñas  para  la  explotación  de  algunos  minerales,  perOj 

no  en  tan  grandes  proporciones. 

La  Compañía  inglesa  ha  producido  en  estos  últimos  añosj 
de  9  á  10  arrobas  de  oro  mcnsualmentc;  y  si  á  esa  cantidad 
se  agrega  la  producida  por  los  otros  empresarios,  so  tendrá 
una  riqueza  consoladora.  Beneficia  esta  Compañía  los  miner- 
ales siguientes  :  Silencio,  Salada,  Córdoba,  Tigrito,  Cecilia, 
Victoria-Reina,  Restaurador,  Ñcmeñeme,  Rosario  y  Palmi- 
chala.  Además  de  éstas,  son  explotadas,  entre  otras,  Colombia,^ 
Garibaldi,  Sucre,  Cogote,  Cristales,  San  Nicolás,  Playa,  Sant^f 
Ana,  Pujidos,  Carmen,  Segovia,  Gonzala,  Esperanza,  Vene-  " 
cia  etc. 

El  comercio  del  Distrito  consiste  principalmente  en  telaa— 
para  vestuario,  enhierro,  rancho,  quincalla,  vinos,  perfumes^ 
conservas  y  víveres  de  varias  clases.  Las  mercaderías  extran- 
jeras se  introducen  por  Zaragoza,  ó  son  llevadas  de  Medc 
llfn;  los  víveres  van  de  otros  distritos  del  Estado.  Todos  est 
efectos  son  c^inducidos  á  lomo  de  muías,  lo  que  constituyo  ut 
lucrativa  industria  páralos  propietarios  de  recuas. 

Los  habitantes  del  Distrito    son  en  su  gran  mayoría  i 
todos  los  puntos  del  Estado,  pues  la  atracción  ejercida  por 
fama  de  riquezas  minerales,  los  incita  á  buscar  en  aquel  punto 
trabajo  y  oro.  La  raza  colonial  va  desapareciendo  rápidamente, 
por  causa  del  cosmopolitismo  antioqueño  quo  renueva  Inco- 
fiantomonte  todo  el  vecindario.  De  los  viejos,  muchos  hi 
muerto,  y  los  quo  quedan  van  perdiendo  casi  del   todo 
acento  peculiar  que  los  distinguía  en  su  lenguaje.  El  toi 
sacudido  y  cantado,   peculiar  á  los  habitantes  do  la 
atlántica  y  á  los  antioqueños  de  la  antigua  capital,  era 
distintivo  de  los  remedianos;  pero  este  acento,  dominado  poT 
el  de  los  habitantes  del  interior,  ha  padecido  el  imperio  de  U 
ley  de   las  mayorías,  hasta  un  punto  tal,  que  hoy  los  reml 
dianos,  aun  los  de  sangre  pura,  pronuncian  la  a  finalf 
cambian  la  r  en  í»  ni  cantan  al  hablar,  como  antes  cantaban. 

La    cabecera   del    Distrito    esta   edificada    sobro   una 
meseta   bañada  al  este  por  el  torrente  Juan  Criollo,  y  al  sur 


183  — 


por  el  de  la  Carnicería.  La  ciudad  ocupa  todo  el  terreno 
disponible  para  edificar,  y  ocuparía  más  si  se  prolongase  el 
caserío  á  lo  largo  de  los  caminos  que  áella  convergen.  Hay 
tres  calles  principales,  dispuestas  próximamente  de  éste  á 
oeste;  varias  cortas  y  estrechas  que  las  unen,  llamadas  por 
los  vecinos,  boquetes,  y  otras  pocas  salientes  y  anchas  en 
diversas  líneas*  Entro  las  calles  principales,  la  del  centro, 
decorada  con  el  nombre  de  Calle  Real,  tiene  de  í  2  á  15  metros 
de  anchura,  es  recta,  de  suelo  arenoso  y  plano,  propio  para 
hermosear  su  aspecto.  Esta  calle  conduce  á  la  plaza  y  va  con 
la  mkmtx  anchura  hasta  ella  para  continuar  luego  un  poco 
augOísta.  En  la  plaza,  que  es  pequeña»  hay  un  templo  católico 
de  regular  apariencia.  Casi  todos  los  edificios  son  pajizos, 
unidos  entre  sí  y  sin  solares,  razón  por  la  cual  los  incendios, 
que  han  sido  frecuentes  en  el  lugar,  han  sido  también  totales 
y  ruinosos.  Principia  á  iniciarse  la  era  moderna  en  el  arte  de 
construcciones  urbanas.  Remedios  es  un  guión  mayor  entre 
^'aspecto  do  las  pol>laciones  del  Magdalena  y  el  do  las  del 
interiúr  del  Estado ;  hallándose  allí  se  participa  déla  impresión 
husada  por  las  unas  y  por  las  otras. 

Tiene  Remedios  un  Hospital  regularmente  establecido ; 
'^ insh'ucción  pública  está  razonablemente  dirigida;  hay  una 
'^^a  municipal  bastante  cómoda;  mas,  por  desgracia,  el  agua 
^ potable  esta  muy  retirada  de  la  población. 

El  Distrito  no  tiene  buenos  caminos ;  el  de  privilegio, 
único  regular,  perteneció  hasta  haco  poco  á  una  sociedad 
Particular.  El  de  Zaragoza  está  casi  hecho,  debido  á  un 
^^ilio  que  dio  el  gobiernn,  y  á  los  esfuerzos  del  señor 
^í>berto  B.  White.  Para  San  Bartolomé  hay  un  atajo,  y  los 
^^^inos  interiores  para  las  minas,  con  excepción  del  de  la 
^^'^líida,  son  malos.  Un  ferrocarril  por  el  nordeste,  siquiera 
íuesede  Zaragoza  á  Remedios,  daría  un  incremento  notabilí- 
[simo  al  Distrito  y  á  todo  el  Estado, 

Población,  (i.444  habitantes.  —  Latitud  norte,  7**  O'. — 
Longitud  occidental,  O'  50\  —  Altura  sobre  el  nivel  del  mar, 
1715  metros.  —  Temperatura,  23**  —  Límites  :  confina   al 


% 


—  184  — 

norte  con  Zaragoza  y  parte  del  Estado  de  Bolívar;  al  oriente 
con  el  Estado  de  Santander;  al  occidente  con  Zea,  Anorí  y 
parte  de  Amalíi,y  al  sur  con  San  Martín. 

Fuera  de  varios  caseríos,  tiene  Remedios  las  fracciones 
siguientes* 

Segovia.  —  Es  una  población  por  el  estilo  de  Remedios  : 
todas  sus   casas  son  de  paja-  Tiene  una  calle  principal  de 
diez  metros  de  anchura,  recta,  toda  poblada  y  varias  calles 
laterales*  Hay  una  capilla  de  paja,  y  su  comercio  es  semejant 
al  de  Remedios. 


Santa  Isabel, —  Corta  fracción,  uno  y  medio  miriámetro^i 
al  sur  de  Remedios,  situada  á  ambos  lados  del  camino  prin^H 
cipal.  Sus  habitantes,  que  serán  unos   l.OÜO,    son  mineros. 
Hay  algún  comercio^  y  una  casa  de  paja  que  sirve    de  capilla. 

San  iartolomé*  —  Conjunto  de  casas  perdidas  entre  el 
bosque  sobre  la  orilla  izquierda  del  Magdalena,  y  cercano  á  la  ; 
embocadura  del  íSan  Bartolomé.  Tuvo  escasa  importancia  en  , 
anos  pasados,  y  hoy  ninguna.  En  el  camino  ó  senda  que  va  de  ^ 
esta  fracción  á  Remedios,  se  eleva  hasta  una  altura  de  1.935^ 
metros»  Cerro  grande,  notable  por  su  aislamiento  en  medie 
de  una  extensa  llanura. 


San  Martin,  —  Sobre  el   camino  que  gira  do  Sanl 
Domingo  para  Remedios,  en  un  feracísimo  valle  de    clir 
cálido  y  malsano,  se  ven  aún  los  restos  de  una  antigua  pobla 
ción  española  que  alcanzc»  lítulu  do  ciudad  en  tiempo  de 
Colonia.   Llamase  Canc¿\n  aijuella  localidad,  y  de  Cancán 
llaman  las  numerosas  cejas  ondeadas  que  la  rodean,  tanto 
oriente  como  al  norte  y  al  sur. 

Hubo  en  Cancán  opulentos  placeres  de  oro  en  polvo, 
aun  los  hay;  pero  do  un  lado  lo  malsano  del  clima,  y  de  ot 
los  trastornos  producidos  en  el  ortten  social  por  la  guerra 
5Stra Independencia,  redujeron  este  lugar  á  extremí 


—  lai  — 


y  aun  lo  borraron  del  mapa,  sacilndolo  de  su  antigua  categoría 
ilcdistrito  para  colocarlo  en  la  humilde  y  apocada  de  fracción 
lie  Yolombó.  Hay  todavía  a  una  y  otra  vera  del  camino,  caeu- 
chasde  miserable  aspecto,  restos  de  im  viejo  templo  en  que  se 
anidan  las  avispas  y  las  hormigas,  y  algunos  escasos  habitantes 
pálidos  y  demacrados  en  hu  mayor  parte  por  la  influencia  de 
las  fiebres  palúdicas. 

Hoy  el  resto  de  esa  poblacinn  ha  sido  separado  de 
Yolombó,  para  formar  parte  tlel  nuevo  distrito  de  San  Martín, 
ci-eado  por  decreto  ejecutivo  expcílido  jjor  v\  general  Julián 
Trujillo,  Presidente  accidental  del  Estado  Soberano  de  Antio- 
quiaen  el  año  de  1877,  y  puesto  en  ejecución  por  los  esfuerzos 
pei-sonales  del  ciudadano  Francisco  Bolero  Arango,  propie- 
tario de  la  mayor  parte  de  los  terrenos  que  entran  en  la  cir- 
fi^nscripción  de  esta  nueva  entidad  poh'tica. 

El  río  San  Barlolomé  al  sur,  la  cordillera  central  antio- 
fíueña  al  occidente,  el  riachuelo  Paso-real  al  norte,  y  el  Honda 
y  el  San  Bartolomé  en  su  reunión  oriental,  encierran  el  terri- 
^^lio  ríe  que  tratamoSt 

La  mayor  parte  del  suelo  del  distrito  de  San  Martín,  es 
*i*íiz  y  propia  para  toda  clase  de  cultivos  intertropicales: 
*Gscaen  las  alturas,  templada  en  la  parte  media,  y  cálida  en 
'^  parte  inferior,  posee  elementos  bastante  ricos  para  producir 
^^^  abundancia,  trigo,  cebada,  papas,  arvejas,  frísoles,  maíz, 
^'^^ña  de  azúcar,  pastos,  cacao,  tabaco,  algodón,  vainilla, 
^^deras,  gomas,  resinas,  aceites  y  bálsamos. 

L#atarmaciun  geológica,  eminentemente  variada,  promete 
^Onüijosos  depósitos  aluviales  de  uro  y  opulentos  filones  del 
^^  i  sino  metaU 

El  jaguai'  americano,  acosado  en  ciertas  estaciones  del 
"^S^iocn  las  cercanías  del  Ma!]:d;üena,  por  los  tábanos  y  otros 
^^*^cctos,  se  expatria  hacia  esta  cí>marca,  fija  su  residencia  en 
^'*ía  por  algiín  tiempo,  destruyo  los  ganados  y  regresa  luego 
*^  *5üs  habituales  guarirlas. 

Del  río  San  Bartolomé  y  del  riachuelo  Paso-real  hablamos 
^^*  tralar  de  Remedios  y  Yolombó,  de  suerte  que  para  com- 


t 


180 


pletí^r  en  algo  la  hidrografía  corresponcUente  á  este  Distrito^ 
diromos  sólo  que  el  río  Volcán,  formado  en  su  parte  alta  por 
loa  riachuelos  San  Martín,  Lejía,  Aldana,  Corralito,  Guacas, 
Portachuelo  y  Matica^  recibe  desde  Cascajo  los  del  Popal, 
Barroblanco  y  ol  Ametista.  Un  poco  niáa  abajo  se  junta  este 
río  con  et  de  la  Cruz,  que  es  donde  toma  definitivamente  e! 
nniuljre  de  Volcán,  Únese  luego  con  el  de  San  Bartolomé 
Bale  de  San  Martín. 

El  lugar  elegido  para  construir  la  cabecera  del  Distrí 
está  representado  hoy  por  unas  ocho  ó  diez  casas,  y  por  el  pro 
yecto  de  trazar  una  plaza    y  edificar    un  templo  católico.  El 
plano  formado  para  la  distribución  de  calles,  plaza  y  templo, 
brinda  grandes  ventajas,  y  presupone  la  situación  de  la  nuo" 
población  sobre  la  ribera  izquierda  del  riachuelo  Cascajo. 

Hacia  el  nordeste  de  este  punto,  liay  sobre  una  colina 
dibujo  casi  borrado  de  lo  que  fueron  las  trincheras  llamadas 
de  Linares,  hechas  en  tiempo  de  la  patria  6o6a,  cuando  los 
aiitioqueños  no  estaban  íamiliarizados  con  el  plomo  y  con 
acero.  En  el  año  de  1810,  los  patriotas  antioqueños  capi 
neados  por  Linares,  quisieron  hacer  frente  en  aquel  sitio  á  los 
españoles  comandados  por  Warletta;  y  parece  ser  que  sobre- 
cogidos por  un  sentimiento  de  terror,  huyeron  despavoridos 
íjl  oír  Sonar  sobre  la  Ceja  alta,  que  esta  inmediata,  la  cornei 
del  enemigo.  A  esa  fecha  se  refiere  el  abandono  do  la  ciud, 
do  Cancán  por  sus  vecinos,  entre  los  cuales  había  ricos 
nobles,  según  decires  do  la  gente.  Esas  trincheras,  las  cerr\ 
zones  formadas  por  la  yuxtaposición  de  grandes  rocas  á  la 
largo  de  las  cañadas,  las  cuevas  de  la  Coja  alta,  las  ricas 
lomas  do  Cancán  y  las  visitas  temporales  del  jaguar,  son  las 
particularidades  que  llaoian  la  atención  en  esta  parte  del 
Estado. 

Población,  1.545  habitantes* 

Zaragoza.  —  Es  un  Distrito  antioqueño,  cuya  cabecera, 
que  llevó  siempre  el  título  de  ciudad,  fué  fundada  en  1581  ea  el 
vallecito  de  Virúo  y  sobre  la  margen  derocha  del  Nechí 
el  Gobernador  D,  Gaspar  do  Rodas.  Sin  duda  se  le  puso 


I 

ro-  1 
lo, 

a^ 

os 

M 


I 


nombre,  para  recordar  con  él  el  de  la  célebre  Zarog^ífeCEjnin-^^ 
sular. 

Su  territorio,  aun  mas  que  el  de  Remedios,  fue  durante 
muchos  años  para  los  antioqueños,  un  objeto  rodeado  de 
elementos  aterradores.  No  iban  á  el  sino  los  valientes,  quienes 
volvían  de  tiempo  en  tiempo  á  las  poblaciones  centrales  do  la 
Provincia,  refiriendo  maravillas  sobi^e  encantos,  hechicerías, 
brujerías,  agüeros,  magia  y  toda  esa  gran  lista  de  absurdas 
supersticiones  que  van  acabando,  merced  a  la  influencia 
bienhechora  do  la  civilización. 

8e  viajaba  especialmente  a  Zaragoza  con  el  fin  de  buscar 
opo,  porque  esto  metal  era  yaun  os  abundante  en  aquella  tierra; 
pero  ese  oro  se  pagaba  caro,  á  veces  con  la  vida,  pues  su  clima 
ha  sido  siempre  malsano ;  y  los  traficantes  enfermaban  por 
mucho  tiempo  de  dolencias  miasmáticas  ordinaxlas,  ó  morían 
por  causa  de  las  fiebres  perniciosas. 

La  concurrencia  a  aquel  lugar  no  era  solamente  mante- 
nida por  el  incentivo  de  la  riqueza,  sino  taml>ién  por  la  gran 
i*6putación  do  milagroso  (juc  obtuvo  el  Cristo  de  su  templo,  el 
t^'tial  atraía  gran  número  de  peregrinos, 

!i  Las  montañas  antioqueñas,  en  su  curso  de  sor  á  norte, 
^^anda  llegan  á  Zaragoza  tienen  sus  alturas  bastante  roba* 
j^ag;  mas  no  tanto  que  no  sobresalgan  las  de  las  serranías  del 
^^cramento  y  la  Hebilla,  que  siguen  corriendo  hacia  el  éste 
^^  las  celebres  de  Guamocó. 
Las  principales  corrrieates  do  agua  que  riegan  el  territo- 
^^  de  este  Distrito,  son:  el  Ncchí,  navegable  como  lo  tenemos 
'^'^ho,  muy  particularmente  desde  Zaragoza  a  vapor,  y 
^^  un  trayecto  de  13  miriámetros  hasta  su  unión  con  el 
^Uca :  recibe  el  Nechí,  por  la  margen  derecha  desde  Zaragoza 
P^í*a  el  norte,  el  Bagre,  que  tiene  sus  nacimientos  cerca  de 
"<^medios  y  se  engruesa  con  el  Pune,  el  Pocuné  y  el  Tigüí, 
í^ole  da  su  nombre  final;  el  Hebilla»  nacido  en  los  cerros 
^^  m  nombre;  el  Santa  Isabel,  el  Llana  y  los  riachuelos 
Tupé,  Sabaleta,  San  Pedro,  Trinidad  y  Santa  Lucía,  el  cual 
ÍOfma  parte  del  límite  nordeste  del  Estado,  y  por  la  izquierda, 


I 


1 


—  188  -- 

lotí  riachuelos   San    Juan,  Yobu,  Cacerí  y  otros   de  me 
importancia. 

Las  producciones  minerales,  animales  y  vegetales 
Zaragoza»  tienen  los  mismos  caracteres  que  hemos  atribuido 
á  las  de  Remedios  y  Zea,  por  lo  cual  creemos  que  sería  alar- 
p:arnos  en  inútiles  repeticiones,  el  entrar  en  la  enumeracióí] 
minuciosa  de  ellas.  En  cuí\nlo  á  particularidad  esencial^  ha^ 
reimos  notar  como  do  vita!  importancia  para  lo  porvenir,  I^ 
existencia  de  abundantes  depósitos  do  hulla  en  las  ofl 
canias  del  riachuelo  San  Juan,  y  los  ricos  liacinamientos  del 
mismo  combustible,  pero  de  superior  calidad,  cerca  da, 
desembocadura  del  Tigüí  ó  Bagre,  porque  con  ambos  n 
breses  conocido  este  río. 

La  distribución  armónica  hecha  por  la  naturalezEi  de  loa 
elementos  útiles  para  el  desenvolvimiento  de  la  industria 
humana,  parece  ofrecer  aquí  una  demostración  perentoria; 
pues  si  no  estamos  equivocados,  ese  carbón  habrá  de  servir, 
añilándolos  tiempos,  no  sólo  para  auxiliar  la  navegación  de 
ese  río,  sino  también  para  alimentar  con  su  parte  exced 
un  provechoso  comercio. 

El  río  Nechí  es  acaso  la  base  mas  segura  de  pros; 
pcridad  con  que  puede  contar  el  Estado  de  Antioq 
Fuera  de  la  belleza  de  sus  vegas  y  valles,  de  sus  paisajes, 
caudal  de  sus  aguas  y  de  la  riqueza  aurífera  do  su  le 
tiene  la  inmensa  ventaja  de  poseer  un  cauce  lijo,  fiVcil  de  Uan 
piar  y  con  fondo  suficiente  para  embarcaciones  de  bu^ei 
porte.  ^ 

Puedenser  consideradas  como  fracciones  muy  importante 
de  Zaragoza,  las    poldaeiones  de  Cruces  de  Cáceres, 
Amacerí,  situatlas  en  auríferos  y  extensos  territorios. 

Polilaciún,  2.417  habitantes.  —  Latitud  norte,  7*21 
—  Longitud  occidental,  Ü**53'4ü'.  — Altura  sobre  el  nivel 
mar»  205  metros,  —  Temperatura,  27',  —  Límites  :  co 
a!  norte  con  Nechí;  al  oriente  con  el  Estado  de  Bolívar;  al 
dente  con  Zea,  v  al  sur  con  Amalli  v  Picmedios. 


legj 
iros: 


^ 


CAPITULO  QUINTO 


Departamento    del   Norte 


^iiiritos  :  Angostura.  Anari,  Aziiero^  Cficer^s,  Canipamenio,  Caro* 
Una,  Hoja$anchas,  Entre-ríos,  San  Andrés,  Sania  Rosa  de 
0$()s,  Yarumal,  Zea, 


El  Departamento  del  Norte  limita  al  setentrión  con  el 
fií^tada  (ie  Bolívar;  al  oriento  con  los  Departamentos  del 
^^ordesíte  y  del  Centro  ;  al  occidente  con  el  Departamento  del 

^ií^ma  nombre,  y  al  sur  con  el  de  Sopetrán  y  el  del  Centro, 

*  ^Ilación  :  54,4¿ü  habitantes. 

Angostura.  —  San  José  de  Amieta  de  Angostura  tuvo  por 

^^dadores  a  Pedro,  Javier  y  Manuel  Barrieivtoa,  y  la  orden 

^^fa  la  fundación  fué  expedida  por  el  Dictador  D.  Juan  del 

>rral,  en  el  año  de  1814,  Cedió  los  terrenos  para  la  cunstruc- 

?^ón  de  la  cabecera  del  Distrito,  D.  Manuel  de  Uestrepo,  en 

^navega  cercana  á  las  aguas  de  los  ríos  Angostura,  Dolores, 

San  Alejandro,   al  norte  de  la  capital  del  Estado.  —  Fué 

T^rtmercura  déla  parroquia  el  presbítero  Marcelino  Trujillo, 

.í^atural  de  Bogotá. 

Las  montañas  principales  de  Angostura  son  :  Tenclie,  que 
'  ^para  las  aguas  del  río  de  este  nombre  de  las  del  San  Pablo  ; 
•^nime,  entre  Dolores  y  Tenche  ;  l^ijarito,  entre  las  Aguas 
^^í^ajarito  y  Dolores,  y  en  fin  la  del  Tabaco  o  Tetón,  media- 
ners^  entre  las  de  Cañaveral  ó  Nechí,  en  terrenos  pertene- 


—  190  — 

cientes  A  YarumaL  Todas  estas  moles  son  estribos  despreí^ 
didos  del  Valle  de  Osos  y  sus  prolongaciones  al  norte  y  al  sur. 
Se  notan  catre  ellas  como  alturas  culminantes,  las  del  AntrnCt    i 
Tetón,  San  Basilio  y  alto  Rin.  ^M 

Bañan  el  territorio  de  este  Distrito,  los  siguientes  ríos : 
Concepción  ó  Minavieja,  que  tiene  su  origen  en  la  elevada 
mesa  de  los  Osos,  cerca  de  Vallecito,  y  que  desagua  en  el    ' 
Tenche  :  está  formada  esta  corriente  fluvial  por  los  riacliue-    . 
los  Minavieja>  Qucbradona,  Pacora  y  Santa  líita  ;  Dolores, 
cuyo  nacimiento  está  en  los  valles  de  Cuibá,  sobre  la  misma 
mesa,  y  su  desagüe  en  Pajarito  ó  San  Alejandro  :  lo  consl 
tuyen  los  torrentes  Santa   Lucía,  Tambo,  Calles,  Culebra^ 
Hedionda  y  Cuartas;  Pajarito,  cuyas  vertientes  están  en 
mismo  punto  que  el  anterior,  con  su  desagüe  en  Necln'ó  Cañs 
veral  :  le  tributan  sus  aguas  los  torrentes  Hueco,  Mellizas, 
Acción  y  Posadas;  por  último  el  Cañaveral  ó  Nechí,  que  nace 
como  los  anteriores  en  los  llanoíj  de  Cuü>á,  bordado  por  fn 
lejones  :  se  une  este  río  en  las  Dos  Bocas  con  el  Porcc  ó  M< 
dellín^y  es  formado,  entre  otros,  por  los  torixíntes  Santa  Juau¿^ 
Santa  Isabel,    Santa   líita  ó    Palenque,   Chorrosblancos 
Naranjal, 

Kl  clima  de  Angostura  es   como  el  de  la  mayor  parto  do 
las  poblaciones  antioqueñas,  sumamente  variado. 

Hubo  en  su  territorio  grandes  riquezas  mineras  que 
recen  agotadas  en  todo,  ó  en  parte;  y  con  respecto  á  produí 
cienes  vcjretales,  es  rico  en  maíz,  caña  de  azúcar,  frisóle 
yuca,  plátano,  pastos  naturales  y  artiliciales.  Cuanto  al  roii 
animal,  posee  en  reducida  escala  ganado  vacuno^  caballi 
y  mular  I  con  más,  divei'sas  aves  domesticas.   Aunque  b\ 
bosques   estén  casi  destruidos  por  el  cultivo,  quedan  ai 
apreciables  maderas,  como  el  comino,   el   roble,    el  laun 
rojo  y  el  chaqui ro.  Hay  algunas  quinay,  si  bien  <Ío  iníeric 
calidad. 

Viven  los  habitantes  de  esto  Distrito,  fie  los  reducidc 
procUictos  del  comercio  hecho  con  mercaderías  extranjera) 
colombianas  y  de  la  localidad.  La  agricultura  se  halla 


regular  estado  ;  pero  las  vías  de  comunicación,  bastante  malas 
cíi  lo  general,  levantan  el  precio  do  los  artículos  de  un  modo 
considerable» 

Aunque  chica,  arrinconada  y  pobre,  es  simpática  esta 
población  por  el  hospitalario  carácter  de  sus  habitantes  y  el 
esmerado  aseo  de  las  casas*  Ha  dado  este  lugar  á  la  República 
cuatro  hombres  notables  :  Pedro  y  Julián  Vasquez,  trabaja- 
dores infatigables,  industriales  inteligentes  y  de  acrisolada 
honradez;  Bautista  Vásquez,  ciudadano  patriota^  legislador 
republicano  y  modelo  de  probidad ;  y  Bartolomé  Trujillo, 
mo20  de  gallarda  apostura  y  de  valor  temerario  en  los  cam- 
pos de  batalla^  infelizmente  arrebatado  al  país  por  temprana 
muerte* 

Población,  5.858  habitantes.  —  Latitud  norte,  GM5'  T. 
Longitud  occidental,  1**  27'  20'\  —  Altura  sobre  el  nivel  del 
luarj  1,637  metros,  — Temperatura,  SO"*.  —  Límites  :  confina 
al  norte  con  Campamento;  al  oriente  con  Carolina;  al  occidente 
wa  Yarumal,  y  al  sur  con  Santa  Rosa, 

ÍAuorí. —  En  los  últimos  años  del  siglo  pasado,  ó  en  los 
do^otres  primeros  del  presente,  D.  Juan  de  la  Rosa  Estrada 
y  Un  señor  Patino,  descubrieron  la  mayor  parte  de  lo  que  es 
hoy  el  territorio  de  Anorí*  Iban  aquellos  señores  en  indagación 
tíe  placeres  auríferos,  porque  se  había  comenzado  á  com- 
prt'nder  lo  que  ciertamente  era  evidente,  esto  es,  que  la 
^  í^niarcaera  opulenta  en  depósitos  del  precioso  metal. 
H  Tras  los  señores  Estrada  y  Patino,  siguieron  con  el 
■  íttismo  intento  D.  Benito  Uribe  y  sus  dos  hermanos  José 
^  Anlonio  y  Miguel.  —  Estrada  descubrió  el  río  Anorí,  y 
fc estableció  corea  de  la  conñucncia  de  la  quebrada  Virgen,  lo 
Bí^e  entre  mineros  se  llama  una  bodeyri,  esto  es,  un  cuartel 
BS^ítteral  para  abrigo  de  peones,  conservación  de  útiles  y 
■•«epósito  de  víveres.  Los  hermanos  Uribcs  edificaron  las 
^bí^inieras  casas  de  la  cabecera  del  Distrito,  en  1808;  y  con 
IpÉto  operaciones  se  dio  allí  principio  á  la  lucha  del  hombro 
con  la  naturaleza. 


Verificada  esa  primera  reunión  de  familias,  otras  muü! 
del  Estado  llevadas  porlagran  íama  de  riqueza  contenida  ec 
aquellas  montarías,  concurrieron  ansiosas,' con  ol  fin  dk 
participar  de  ella.  fl 

Como  los  nuevos  pobladores  fuesen  en  su  mayor  pan! 
hombres  de  Ial)or  y  de  l>río,  y  como  los  aluviones  y  vetas 
no  locados  aún  por  la  mano  del  hombre,  ofreciesen  grandeí 
readimientos  a  tal  impulso  de  activida*!,  el  circuito  comenzó 
á  ser  poblado,  los  habitantes  a  multiplicarse,  las  empre^ 
industriales  á  nacer  llenas  de  prosperidad,  y  la  colonia  átomai 
vigor  y  desarrollo*  ■ 

Enlre  los  muchos  concurrentes  a  ese  punto  de  cxpff 
taciúu  minrra,  llegaron  algunos  extranjeros  europeos  j 
algunos  hombres  ricos  c  importantes  de  la  Provincia. 
señor  Tirell  Mooix^,  inglés  ilustrado  y  progresista, 
nombre  va  unido  á  todos  los  movimientos  de  adelante 
iniciados  entro  nosotros,  D.  Carlos  S.  de  Greiff,  D.  Julián 
Vásquez  C,  D,  José  María  Lalinde,  los  Rodas,  los  Sierras, 
los  Sánchez  y  otros,  fueron  los  primeros  empresarios  que 
comenzaron  á  levantar  en  el  segundo  cuarto  do  esto  siglo^ 
importancia  material  del  Distrito. 

El  presbítero  Juan  de  la  Kosa   Sánchez  emprendió] 
1840  1a  edificación  do  un  templo  católico,   notable  por' 
techumbre,  desconocida  hasta    entonces  en  la  provinciat 
íl ¡rígida  por  el  Sr.  Moore,  Bajo  la  misma  thrección,  y  poi 
obreros  ingleses    y    suecos  ,    se    principió   á    fabricar    Ij 
piimeros  molinos  para  pulverizar  los  minerales  y  extrae 
oro;  y  por  influjo  del  mismo  señor  y  de  sus  coíaboradoi 
quedó  sentada  la  base  para  una  explotación  metódica  de  j 
veneros  antiuqui'ños  :   arte    {¡ue    si    bien   hoy   mismo 
atrasado  y  rudimeutnrio,  sí  es  incomparablcniente  superiot 
la  antigua  rutina  seguida  por  los  culonos, 

Al   hulu    del    templo    se   construyeron    otros   edilU 
particulares    de    modesta    apariencia ,    €|ucdando   el 
jirincipal  de  ellos  sobre  una  rebajada  colina,  y  en  el  ání 
formado  por  el  torrente  de  la  Virgen  y  una  fuente  llojii 


193  — 


% 


SiMi  GrcgoriOt  El  resto  de  la  población  quedó  distribuido  en 
algunos  oteros  de  los  alrededores. 

Con  estos  preliminares,  el  Distrito  alcanzó  su  mayor 
riqueza  entre  los  años  de  1830  y  1850.  De  la  última  fecha  en 
adelante,  una  desconsoladora  decadencia  comenzó  á  notarse, 
decadencia  que  tuvo  su  orij^en  en  el  empobrecimiento 
graílual  de  las  minas,  en  el  abandono  del  lugar  por  algunos 
.  ricéis  capitalistas  y  en  el  descuido  completo  en  que  estuvo  aüí 
siempre  la  agricultura. 

Las  principales  montnñas  de  Anorí,  son  las  siguientes: 
la  que  se  halla  entre  los  ríos  Porce  y  Anorí,  la  cual  recorre  el 
Distrito  por  el  lado  del  éste,  y  de  sur  á  norte  :  esta  cordillera 
da  una  ramiticaciíjn  que  se  interpone  entre  el  Porce  y  el  San 
Pablo;  la  que  se  halla  entre  el  río  Anorí  y  el  ri«nc!iueln 
I^Iaacha,y  que  después  de  atravesar  la  población,  de  sur  á 
íiorte,  se  desvía  hacia  el  oriente  para  terminar  en  el  alto  de 
•^^íi  Benigno;  la  que  se  halla  entre  la  Planclia  y  el  río  Neclu', 
'^''^cida  cerca  de  la  desembocadura  del  río  Tamí  y  terminada 
^^  el  alto  de  Morrogacho,  frente  á  Morropclón. 

La  elevación  del  sistema  de  montañas  mencionado,  no 
^stá  bien  conocida  en  í^us  diversos  puntos;  pero  es  probable 
^^^  fiu  mayor  altura  no  exceda  de  1.600  metros  sobre  el  nivel 
^'  mar.  Estas  cordilleras  están  enlazadas  unas  con  otras, 
*^**niando  un  intrincado  laberinto,  en  cuyo  centro  Hobresalc  el 
^**íísinio  alto  de  Santa  Gertrudis,  apoca  distancia  déla  cabe- 
^^^^  del  Distrito. 

Son  ríos  notables  do  Anorí :  el  Porce,  que  lo  baña  por 

^-^riente,  y  que  tiene  por  tributarios  los  riachuelos  y  fuentes 

^^inadura,  Santa  Ana,  Partidas,  Hondoná,  San  Benigno,  el 

^^a,  el  Pescado,  Sollerinoy  Socorrito;  el  Nechí,  que  riega 

*^íX  parte  del  sur  y  del  oeste :  son  sus  tributarios,  el  río  San 

\  ^l>Io  y  los  torrentes  y  riachuelos  Chorros,  Soledad^  Chagua- 


Chagúalo,  Nieves,  Usura,  San  Augustín,  y  el  río  Tamí, 

corre  de  sudeste  a  noroeste,  y  recibe  las  aguas  de  San 

Udente,  San  Andrés  y  Solano  por  la  derecha,  y  por  la 

l^Jierda  las  de  Pacheco,  Santa  Barbara,  Santa  Gertrudis, 

13 


194 


I 


Santa  Inés  y  la  Plancha;  el  Anorí  que  tiene  sus  vertientes  en 
el  alto  de  San  Benigno,  y  enriquece  el  caudal  de  sus  aguas 
por  la  Negra,  Arroyare,  Charconegro,  Santa  Rosita,  Qh 
braditas  y  la  Sana,  por  la  derecha,  mientras  que  por  la 
izquierda  le  caen  los  torrentes  San  Miguel,  Moro  y  Virgen; 
el  riachuelo  de  la  Trinidad,  que  es  el  verdadero  origen  del 
Tamí,  el  cual  le  cambia  su  nombre  desde  la  confluencia  de 
Plancha. 

Tiene  Anorí  muchas  cascadas,  y  entre  ellas  algunas  qü€ 
llaman  la  atención  por  su  importancia  y  belleza  :  el  Salto  de 
Buües  en  el  río  Annrí,  en  que  las  aguas  precipitándose  en 
dos  tiempos,  corren  tranquilas  después  del  primero,  como 
por  un  espacio  de  20  metros,  para  caer  á  su  nivel  inferior: 
la  roca  sobre  la  cual  se  ofrece  este  fenómeno ,  parece  ser  un 
esquisto  micáceo  sumamente  compacto,  en  el  cual  m 
encuentran  excavaciones  de  diversas  y  caprichosas  formas, 
labradas  por  el  frotamiento  contiiuio  de  los  fragmentos  de 
pedernal  arrastrados  por  !a  corriente;  luego  viene  la  cascada 
de  la  Culebra,  de  vistoso  aspecto  y  notable  en  exti^emo,  y  en 
tal  manera  que  contemplada  desde  el  camino  por  donde  se  va 
para  Campamento ,  parece  nacida  en  la  misma  cima  de  la 
cordillera^  despedida  en  medio  de  un  fondo  de  verdura  en  que 
sorprende  el  contraste  del  blanco  linqno  de  sus  ondas  con  el 
color  esmeralda  de  la  baso;  y  en  fin,  la  casciula  del  riachuí 
San  Juan,  de  hermosura  inferior,  y  la  de  Llanadas,  más 
que  las  anteriores» 

La  superficie  del  suelo  es  eminentemente  montuosa,] 
por  tanto,  desigual;   y  las  corrientes  de  todos  sus  rít 
torrentes,  son  precipitadas.  No  se  hallan  sino  vallecitos, 
que  sí^  menciuiie  otro    cí)mo  medianamente  extendido,  qU0it 
que  demora  en  la  parte  baja  de  la  i^lancha. 

La  ferac  itlad  de  los  terrenos  es  parcial  y  relativa 
algunos  lugares  :  las  faldas  del  Porco  son  propias  para  i 
cultivos  de  la  yuca,  el  arroz,  el  cacao  y  el  plátano;  p 
mejo!*es  aún  para  cosechar  en  ellas  excelentes  toliunaé 
exquisitas  ciruelas  americanas;  las  pendientes  del  San  Pa 


—  195  — 

lindísimas,  y  producen  caña  de  azúcar,  maíz  y  arroz; 
m  lü9  recuestos  del  Nechí  se  cultiva  por  menor  el  cacao";  en 
la  Plancha  hay  algunos  puntos  bien  feraces ;  en  los  declives 
dddachuelo  Boga,  el  arroz  es  igual  al  de  San  Jerónimo,  y  en 
fln,  en  las  vegas  de  la  Soledad  las  empresas  agrícolas  dan 
abundante  cosecha • 

Las  partos  altas  de  las  cordilleras  y  el  lomo  de  las 
colínas,  son  en  general  estériles.  En  muchos  Bitios  no  existe 
capa  vegetal,  y  en  otros  no  alcanza  á  seis  pulgadas  de 
09p€«or*  La  vegetación  en  esta  clase  de  terrenos  está  com- 
pucfta  por  lo  común  de  heleclioa,  de  una  gramínea  llamada 
^k\^i¡ue  y  de  plantas  parásitas.  En  los  heléchos  hay  ciegan- 
tíMmas  especies,  y  entro  las  parásitas,  admirables  flores, 
ll.n  buenas  maderas  de  (íonstrucción,  gomas,  resinas  y 
l^ceitus  vcgelalcB,  En  los  bosques  crecen  espontáneamente 
ílrNos  frutales^  esbeltas  palmeras  y  plantas  medicinales. 
Eít el  Nechí  abunda  el  caucho.  En  fin,  por  donde  quiera  las 
flofeg  cautivan  la  atención  por  la  variedad  de  sus  formas, 
^^«pendidas  sobre  las  copas  y  las  ramas  de  los  árboles, 
'''íí^ntras  que  la  tagua,  la  vainilla,  las  fushias  y  las  begonias 
"'^hojaft  afelpadas  y  de  brillantes  abigarrados  colores,  tapizan 
^  Un  modo  encantador  grandes  pedazos  del  suelo  bajo  la 
^'^a  primitiva, 

'^os  vecinos  derivan  en  parte  su  manutención  de  los 
^^'tlvos  peculiares  á  que  se  dedican;  pero  como  más  que 
?^tt!ultores  sean  mineros,  tienen  forzosamente  que  pedir  a  los 
^^^ írritos  vecinos  lo  que  les  falta  para  satisfacer  sus  n^ás 
^^S^ntes  nec4?sidades.  La  industria  pecuaria  se  halla  en 
Ui\\^^table  situación. 

Anorí  es  un  distrito  esencialmente  mineral.  El  cuarzo  y 
^^  piritas  ferruginosas  son  las  gangas  más  comunes  del  oro 
y^o  la  plata.  El  primero,  sobretodo,  es  abundantísimo,  y  so 
I^^^enta  en  líiones  más  ó  menos  poderosos  y  en  riegos 
^^'^t)rendidofl  de  esos  mismos  filones.  La  dirección  más 
^^ún  de  ellos  es  de  oriente  á  occidente,  y  además  de  las 
^'^tas  que  forman,  tienen  al  lado   cerros  auríferos  y  ricos 


—  196 


aluviones.  El  cristal  de  roca  ofrece  cu  algunos  puntos  magní- 
ficas  muestras  por  su  tamaño  y  por  lo  perfecto  de  su  crist 
lización* 

Han  sido  explotados  con  satisfactorio  resultado  los  mine- 
rales de  San  Gregorio^  Secena,  Conslancia,  los  Radas,  San 
Teresa,  Santa  Ana,  Qucbraditas  y  Quel.*radasana. 

A   pesar  de   haber  anticipadu  que  Anorí  se  halla  e 
decadencia,  y  que  tal  atraso  so  debe  en  su  mayor  parte 
empobrecimiento   de   las    minas,  debemos    advertir  que 
nuestra  opinión  este  empobrecimiento  es  puramente  transi- 
torio, y  que  todo  hace  esperar  una  era  más  ó  menos  remoia 
de  prosperidad    metalífera   en  aquella  parte.    La    inmensí 
mayoría    de  los    minerales    antioquenos    ha    sido    apení 
beneficiada  en  la  superficie,  por  falta  de  medios  y  de  ciencia 
No  hay  todavía  entre   nosotros   las   prolongadas  y  hundí 
galerías  que  existen  en  otras  comarcas  mineras,  y  sabem 
que  muchos  filones  han  sido  abandonados  en  su  laboreo, 
carencia  absoluta  de  conocimientos  y  de  útiles  propios  para 
traI:^ajarlos  con  ventaja. 

Sin  contar  caseríos  de  mediana  importancia,  es 
dividido  el  Distrito  para  su  administración  política,  en  d 
fracciones  :  la  de  Anorí  y  la  de  Chamuscados.  En  estaiütii 
hay  un  Inspector  de  policía. 

La  raza  está  muy  mezclada  en  esa  parte  del  Estado 
vecinos  son  generalmente  pacíficos  ó  inclinados á  separarse  d 
las  contiendas  guerreras  y  políticas.  La  hospitalidad  es  virtm 
notable  en  la  gente  de  Anorí. 

Tiene  el  Distrito  tres  puentes  malísimos  sobre  ©1 
Nechí,otrodc  regular  construcción  sobre  el  riachuelo  Soledac^^ 
y  otro  mejor  aún  sobre  el  río  Anorí,pucnte  que  lleva  el  nombre^ 
do  Bolívar. 

Población,  i. 505  habitantes.  —Latitud  norte,  6*^  56' 40". 
—  Longitud   occidental,  1"  17'  O",  —  Altura  sobre  el  nivel_ 
del  mar,  1.535  metros.  —  Temperatura,  21";  —  Límites^ 
confina  al  norte  con  Zea;  al  oriente  con  Amalli ;  al  occidonl 
con  Campamento,  y  al  sur  con  Carolina. 


% 


—  197  — 


Azuero.  —  Este  Distrito  está  situado  en  un  angosto 
vallo  formado  por  dos  perpieuos  ramales  do  la  cordillera  occi- 
dental de  los  Andes  anlioqueños,  á  4  miriámeíros  poco  más 
¿  menos  al  norte  de  Medellín* 

La  población  se  asienta  sobre  las  márgenes  de  un  raudal 
conocido  desde  tiempos  muy  lejanos  con  el  nombre  de  Don 
Matías,  por  haber  tenido  cerca  de  él  un  rico  establecimiento 
minero    D.  Matías  Jaraniillo. 

Don  Matías  continuó  llamándose  este  poblado  hasta  el 
ariodel787,  en  que  por  orden  superior  cambió  su  nombre 
por  el  do  San  Antonio  del  Infante,  que  no  alcanzó  á  dominar 
la  costumbre,  pues  continuó  llamándose  Don  Matías,  hasta 
la  época  actual  en  que  parece  tomar  definitivamente  el  nombre 
üe  Azuero,  para  mantener  con  él  la  memoria  de  uno  de  los  más 
distinguidos  publicistas  colombianos. 

Formóse  Azuero  en  su  principio  con  terrenos  disgregados 
doCopacavana  y  Santa  Rosaj  y  á  petición,  no  sólo  de  los  ve- 
rnos que  poblaban  esos  sitios,  sino  también  de  ^Iqs  párrocos 
de  los  dos  lugares  mencionados.  Aunque  se  pretendió  que  el 
^^^^  de  San  Pedro  contribuyese  con  su  parte  para  agrandar 
^3  Comarca  de  la  nueva  fundación,  dicho  eclesiástico  no  quiso 
i      ^<?<5eder  á  lo  que  se  le  pedía. 

^m  Se  trabajaba  en  minas  de  oro  corrido  en  todo  el  circuito 
f  P^**tenec¡ente  hoy  á  Azuero,  Las  de  Hiogrande  eran  y  aun  son 
^■^^^ amenté  ricas,  y  además  existía  el  precioso  metal  en  Pretel, 
^B^^irnas  y  en  numerosos  torrentes  y  arroyos. 
^"  A  medida  que  aumental>a  la  explotación,  crecía  el  número 
^^  los  trabajadores ;  y  surgió  bien  pronto  la  exigencia  de  crear 
^^^  parroquia,  tanto  parala  administración  civil,  cuanto  para 
'^  disciplina  religiosa. 

Desde  el  año  de  1782,  las  peticiones  para  obtener  licencia 
^  fundación,  fueron  reiteradas  por  solicitudes  urgentes  ante 
^  Clobernadur  y  Capitán  general  de  Antioquia,  D.  Francisco 
Bavaya;  pero  no  fué  sino  después  de  multiplicadas  informa- 
ciones, y  por  autorización  espresa  de  D,  Antonio  Mon  y 
Velarde,  cuando  la  fundación   definitiva  de  parroquia  con 


—  m  - 


administrar  ion  civil  hubo  de  vorificarse,  bien  que  no  se  per- 
feccionara Bino  cuatro  años  después.  Y  decimos  administra- 
ción civil,  porque  en  lo  religioso  no  Mogo  á  ser  definitivamente 
parroquia  sino  en  1801,  siendo  ya  Gobernador  D,  Víctor  do 
Salcedo.  ^M 

La  cabecera  do  este  Distrito  esta  colocada,  como  hemos 
dicho  I  en  las  márgenes  do  un  raudal,  y  sobre  un  plano  per- 
fectamonte  nivelado  en  su  parte  Ijaja  y  notablemente  inclinado 
en  su  parte  alta,  A  pesar  do  esta  situación  medio  defoctuosa^^ 
tiene  bonitas  calles  y  bonitos  ediflcios.  Las  cercanías  son  ale^l 
gres;  y  son  de  contemplarse  con  espanto  los  remolinos,  rebotes 
y  cascadas  que  forman  las  aguas  atropelladas  y  tormentosas 
del  Riogrande,  arriba,  enfrente  y  abajo  de  la  población.         ^d 

La  minería,  la  agricultura,  la  escasa  cría  de  ganados  y  la^ 
explotación  de  fuentes  saladas,  forman  la  base  de  subsistenci 
del  distrito  de  Azuero. 

Población,  3.533  habitantes.  —  Latitud  norte,  6*22'  ^' 
—  Longitud  occidental,  1*'29'26"- —  Altura  sobre  el  nivel 
del  mar,  2.216  metros.  —  Tomporatura,  18".  —  Límites: 
confina  al  norte  con  Santa  Rosa;  al  orionte  con  Barbosa;  al 
occidente  con  San  Hedro]  y  Entre-ríos,  y  al  sur  con  Jirardota 
y  San  Pedro. 


I 


*d 


Céceréi.  —  Esto  Distrito,  que  á  pesar  de  sus  excelentes 
ventajas  topográficas  está  hoy  casi  borrado  del  mapa  por  lo 
insignificante  de  su  calieccra  (1),  hié  fundado  en  et  afio  do  1576 
por  el  Gobernador  Gaspar  de  Rodas,  en  el  sitio  denominad 
La  Matanza. 

lia  cambiado  Cace  res  el  centro  de  su  población  en  rtivorsi 
ocasiones,  debicio  esto  al  clima  malsano  que  tienen  las  diversas 
localidades  del  río  Cauca  en  tal  región. 

Francisco  Redondo  estableció  definilivamcnlela  cabocc 
en  1588,  y  desrle  entonces  ha  qnedado  en  el  sitio  en  que  h 


(l)  llúy  lo    es  temporalmonte   Raudal,    que    figtira 


ZJÍ 


—  199  — 


' 


bre  la  margen  oriental  clel  Cauca,  y  sobre  una  extensa 
y  temí  llanura,  en  lugar  hasta  el  cual  puede  verificarse  la 
aavegación  á  vapor. 

El  caserío  se  compone  do  algunas  chozas  pajizas,  redu* 
ddason  número,  y  propias  para  entraren  rápida  combustión, 
como  ha  sucedido  en  estos  iiltimos  tiempos» 

Dista  Cáceres  de  Valdivia  5  miriámetros,  poco  más  ó 

menos;  y  entre  estos  dos  puotoí^  el  curso  de!  río  presenta  las 

estrechuras  y  corriente?,  los  escollos  y  remolinos  de  Iglesia, 

Raudal  y  otros,  que  si  no  imposibilitan  del  todo  la  navof^ación 

para  embarcaciones  menores,  sí  la  hacen  insuperable  para 

Luques  de  vapor.  Parece  ser  que  cerca  del  i-iachuelo  Valdivia, 

i  una  legua  de  la  oriíla  del  Cauca,  y  en  el  punto  mismo  en  que 

en  1838,  D*  Julián  Vasquez  Calle,  el  Sr,  Moore  y  el  Dr*  Jcrvis 

quisieron  fundar  una  colonia»  hubiera  en  tiempos  pasados 

una  población  de  mediana  importancia.  Tal  os  por  lo  menos 

l^signiíicación  de  algunas  ruinas  que  aun  so  encuentran,  la 

ííemarcación  casi  borrada  de  sus  calles,  y  el  hallazgo  de  algu- 

nas  joyas  de  oro  y  piedras  preciosas,  do  fabricación  española. 

Aunque  la  actividad  de  los  habitantes  de  Yarumal  hace 

^^iitir  un  poco  su  influencia  as^rícola,  comercial  y  minera  en 

Uceres  y  sus  alrededores,  es  difícil  creer  que  existiera  allí 

^^  ¿Os  pasados  siglos,  un  grupo  inteligente  de  pobladores,  Sin 

^'^bargo,  debe  creerse  que  en  los  primeros  años  de  la  Colonia 

jJiubc)  nobles  familias  peninsulares,  por  cuanto  las  crónicas 

Sistran  el  nombre  de  dos  hermanos  Betancourt  y  Figueroa, 

'*^ÍBpo  el  uno  de  Popayán,  Quito  y  Charcas,  y  Pro\incial  el 

**^o  del  convento  de  franciscanos  de  Bogotá, 

Enfrente  á  Cáceres  desemboca  en  el  Cauca  el  río  Taraza, 

yos  nacimientos  están  en  la  serranía  de  San  Jerónimo  del 

^^^tCt  Tanto  en  la  parte  alta  de  la  montaña,  como  en  el  lecho 

^^  río,  en  sus  aluviones  laterales,  y  en  las  faldas  de  las  dos 

^'^dilleras  que  lo  encajonan,  hay  abundancia  de  oro.  líespccto 

A^  la  parte  baja  vecina  á  esta  corriente  de  agua,  hay  ricos  de- 

p<^^ito3  de  carbón  fósil  en  San  Agustín,  y  aun  se  han  hallado 

g^esos  fragmentos  de  cobre  nativo. 


El  río  Taraza  tiene  hacia  el  norte  algunas  montaña 
en  que  comienza  a  percudirse  la  degradación  final  de  k 
Andes,  que  al  fin  se  borra  en  las  llanuras  de  Ayapel,  por  es 
lado. 

Abajo  de  la  población,  recibe  el  Cauca,  por  su  banda 
izquierda,  el  ciiño  del  Barro  y  el  río  Man,   de  que   hemoí 
hablado  en  otra  parte*  La  sección  de  Icrritorio  correspor 
diente,  es  baja,  cenagosa  y  enfermiza. 

Respecto  á  la  orografía  ó  Iiiih^ografía  de  Caceres  por  si 
partes  sur  y  oriental,  las  hemos  bosqut^ado  ya,  y  complet 
remos  su  fisonomía  al  tratar  de  Zea,  Zaragoza  y  Nechí, 

El  río  Taraza  es  navegable  en  piraguas,  por  breve  trecho; 
el  suelo  es  generalmente  fértil  é  inculto»  Entre  Valdivia 
Cáceres,  hacia  la  parte  alta,  están  los  minerales  de  Candevá 
ponderados  por  su  riqueza.    En  cuanto  al  progreso  de  est 
comarca,  todo  se  espera  del  perfeccionaniieido  de  los  caminos 
de  la  navegación  del  Cauca,  del  desarrollo  de  la  agricultur 
de  la  minería  y  del  comercio. 

Población,  2.210 habitantes.  —Latitud  norte,  7*  24' 
—  Longitud  occidental,  V  57'  27".  —  Altura  sobre  el  nivel  deT 
mar,  2()í)  metros  —  Temperatura,  98'-  —  Límites  :  confin^J 
al  norte  con  el  Estado  de  Bolívar;  al  oriente  con  Zaragoza;  JK^ 
occidente  con  el  Estado  de  Bolívar,  y  al  sur  con  Ituango 
Yarumal. 


Campamento.  —  En  el  año  de  18113,  hizo  su  campamenttfi*^ 
en  el  sitio  en  que  hoy  está  la  calieccra  de  este  Distrito,  el 
coronel  español  Warletta,  y  de  esta  circunstancia  le  viene  su 
nombre.  Avanzando  bacia  el  interior,  el  mismo  jefe  encontt 
al  coronel  patriota  José  María  Córdoba,  en  el  punto  denomí 
nado  Chorrosblancos;  entró  en  combate  con  él  y  fuóderrotadí 
por  lo  cual  tuvo  necesidad  de  retirarse. 

Por  la  inOucncia  del  presbítero  José   Antonio   Palac 
Isaza^  en  el  año    de   1830,   algunas   familias   de  Yarumi 
establecieron  su  residencia  en  una  amena  falda  y  levantaraj 
allí  la  población,  sin  que  el  lugar  fundado  sea  al  pro$cnl 


Wl 


de  mucha  importancia,  por  cuatito  el  desarrollo  de  este 
Distrito  se  ha  hecho  con  suma  lentitud. 

Sus  montañas  principales  son  :  la  cordillera  de  San 
Julián,  en  donde  están  el  alto  del  mismo  nombre  y  el 
Chimbo  razo.  Esta  última  tiene  dirección  de  sur  á  norte,  y  se 
ramifica  en  Chorroshlancos  en  dos  ramales,  el  imo  cfue  va 
en  dirección  al  río  Nechí,  dividiendo  las  aguas  de  éste  y 
de  Quebradanegra,  y  el  otro  íjue  se  dirige  al  mismo  río  y 
separa  las  del  riachuelo  indicado,  do  las  del  San  José,  Estas 
do9  ramificaciones  forman  la  rica  hondonada  de  Quebrada- 
negra. 

El  río  principal  es  el  Nechí,  ya  descrito  con  sus  afluentes 
de  uno  y  otro  lado,  el  cual  toma  el  nombro  do  Cañaveral  en 
punto  y  lo  canibia  por  el  tle  Nechí  desde  el  lugar  en  que 
wfeibeáTenche. 

Este  Distrito  contiene  terrenos  de  gran  feracidad, 
í^unqae  rocalloso  y  doblado  generalmente.  Sus  producciones 
ínás  notables  son  las  que  hemos  asignado  á  esta  clase  de 
í*^mpos,  hablando  de  distritos  similares,  por  lo  cual  prescin- 
diremos de  enumerarlas  circunstanciadamentet  El  estado  de 
^  agricultura  es  bastante  Ijueno,  y  de  ella  y  de  la  arriería 
viven  con  relativa  holgura  los  vecinas. 

Las  principales  vías  de  comunicación  de  Campamento  son 
^'^^ :  una  para  Anorí,  otra  para  YarumaU  y  la  última  para 
Angostura.  Todas  ellas  se  hallan  en  regular  estado  ;  y  si  no  se 
^í^Ma  de  las  subalternas,  es  porque  son  apenas  senderos  de 
difícil  tránsito. 

Decimos  algo,  tratando  de  Yarunial,  del  prolongado 
puente  de  piedra  que  forma  el  río  Cañaveral  entre  aquel 
íistrito  y  el  presente.  Hay  otro  fenómeno  geológico  que 
Húmala  atención  en  Campamento.  El  riachuelo  Chorros  al 
^fi^'íprcnderse  de  una  altura  y  caer  sobre  Quebradanegra,  forma 

'gentina  cascada  de  las  Dantas, 

Población,  ZM2  hal)itantes.  -  Latitud  norte,  G*' 50' 40". 
—  Longitud  occidental,  1'25'  O".  —  Altura  sobre  el  nivel  del 
niar,  1.724  metros.  — -Temperatura,  19**,^ —  Límites  :  confina 


m 


Wí 


al  norte  con  Anorí  y  parte  de  Yarumal ;   al   oriente  co 

Carolina;  al  occidente  coa  Yarumal,  y  al  sur  con  Angost 


1 


í 


Carolina.  —  Indios  de  la  nación  Nutabe  liabitaban 
territorio  de  este  Distrito  á  la  llegada  de  los  españoles,  si 
que  90  sepa  el  nombre  do  las  tribus  que  lo  ocupaban,  niJ 
tenían  pueblos  establecidos  ó  eran  simplcmonto  nómadei 
Estaba  ya  fundada  la  ciudad  de  Santa  Rosa  de  Osos,  cuand 
todavía  la  comarca  f(ue  se  extiende  al  norte  y  nordeste  de  eli| 
aparecía  cubierta  por  selvas  vírgenes.  ' 

La  ola  de  pobladores  de  la  colonia  antíoquefia  fu 
penetrando  lentamente  en  aquellos  bosques  desdo  mediadc 
del  siglo  xvín,  más  en  busca  do  oro  que  de  terrenos 
labranza.  Fundóse  poco  á  poco  un  caserío  en  las  colinas 
veteas  del  riacliuelo  de  Ilojasancbas,  por  ser  su  locho  y  si 
aluviones  laterales  abundantes  on  aquel  metal,  y,  c5omo  c 
todos  los  establecimientos  comarcanos,  se  estableció  pe 
entonces  una  capilla  para  el  culto. 

Comparada  la  topografía  de   Ilojasanchas  con   la 
que    abora   está  Carolina,   se  comprende  bien    pronto 
vontíija  que  hubo  en  concentrar  la  población  en  el  últi 
sitio. 

Por  los  aflos  do  1783  á  85,  unos  señores  Barriento 
Fon  negras,  González,   Restrepos  y  Echeverris,   concurríc 
temporalmente  á  aquellos  lugares,  como  mineros.  Siendo  p 
entonces    Visitador  general    do    la    Provincia,   con    pleni 
poderes,   D*   Antt>nio    Mun  y  Velarde,    l\ió    requerido    pi 
algunos  de  ellos  para  poblar,  y  con  previa  Ucencia  so  hizo 
erección  de  la  parroquia  en    1785,  y  se  trasladó  do  Hoja 
anchas  al  paraje  en  quo  hoy  se  halla,  D.  Miguel  González  y  i 
esposa,  I),  Joaquín  Echeverri,  D*  Miguel  do  Restrepo  y 
español  IX  Antonio  de  la  Quintana,  fuernn  los  mas  solíclt 
obreros  para  llevará  cabo  aquella  fundación,  que  recibió 
nombre  de    Carolina  del    Príncipe,  sin   duda  alguna    pa 
honrar  al  principe  D.  Carlos,  hijo  de  D.  Carlos  Illy  herede 
do  la  corona  de  las  Espafias. 


—  203  — 


El   perímetro  de    Carolina    ostá    circundado    por   los 

territorios    limítrofes  de  Anorí,   Campamento,    Angostura, 
?anta  Rosa,  Azuero,  Santo  Domingo,  Yolombó  y  Amalíi. 

Para  la  mejor  inteligencia  do  la  descripción  de  osta  parte, 
complicada  por  su  difícil  orografía  y  por  la  multiplicidad  de 
eas  aguas  corrientes,  la  dividiremos  en  tres  porciones,  com- 
premlidas  por  la  hoya  del  Porce,por  la  del  Guadalupe  y  por  la 
del  Tencha. 

La  cordillera  llamada  del  Porce  períenecc  á  Carolina 
desde  la  confluencia  del  Guadalupe  hawta  el  lindo  del  Distrito, 
con  los  de  Azucro  y  Santo  Domingo*  Esta  montafia  de  muy 
H  regular  elevación,  corro  paralelamente  á  las  aguas  del  río,  y 
H  contribuye  á  formar  el  flanco  izquierdo  de  la  hoya    de  su 
^  nombre.  El  aspecto  material  de  esla  cordillera  os  sobre  modo 
L  fiu^mdo,  y  sus  estribos,   guardando  cierto  paralelismo  do 
H  occidente  á  oriente,  rematan  en  la  margen  del  río*  Por  entre 
Bua  profundas  cañadas  corren  riachuelos   precipitados  que 
tienen  su  primer  origen  en  las  cumbres  do  esta  serranía.  Los 
riachuelos  son  alimentados  por  fuentes  menores  que  nac^n 
'^n  los  flancos    de    sus  ramificaciones,   y   que  al  recorrer 
hondonadas  menos  considerables  forman  un  relieve  capri- 
choso que  imprime  aspecto  salvaje  á  la  región.  Los  riacluielos 
*Iuo  mencionamos,  Dentados  de  sur  á  norte,  son  ;  La  Clara, 
Santa  Helena,  Caldera,   San   Fernando,  Trapichera,  Nechí 
y  Quebradona,  desprendidos  respectivamente  de  los   altos 

IMúnteloro,  Angosturita,  San  Fernando,  Arbolito,  San  Fran- 
cisco y  la  Paja. 
Las  montañas  principales  do  donde  brotan  las  aguas 
í^ti  forman  la  hoya  del  Guadalupe,  son  Tenche  y  Guanacas. 
^^  oí  sitio  do  Cervatanal  hay  una  cordillera  que  se  dinde  en 
*^  dos  ramas  dichas  ;  la  primera,  es  decir,  la  do  Tenche, 
^^SUe  aproximadamente  al  norte,  para  morir  cerca  del 
^^huelo  de  San  Pablo  y  para  servir  de  límite  á  las  aguas  quo 
^^i^tenal  Guadalupe  por  su  Oanco  derecho,  y  á  las  tributarias 
^^  Tencho  por  el  lado  izquierdo.  En  el  laclo  derecho  do  esta 
<^í^lillera  tienen  su  origen  los  riachuelos  Chiquita  y  Cernen- 


204 


I 


O,   qiio  se  unen  cerca  de  la  cabecera  del  Distritc 
seguir  y  juntarse  luego  con  el  Grande  y  el   llerradurila, » 
desaguar  en  la  orilla  izquierda  del  Guadalupe,  1 

La  segunda  rama  de  esta  bifurcación  se  extiende  de  oeste 
á  sudeste,  apoya  su  costado  izquierdo  en  el  riachuelo  de 
Guanacas  hasta  su  desembocadura  cu  el  Guadalupe,  y  sigue 
costeándolo  hasta  terminar,  después  de  dividirse  formando 
colinas  y  lomas,  en  el  punto  donde  desagua  en  el  mismo  río 
el  riacíuielo  Grande,  que  tiene  sus  vertientes  en  la  cscxirp. 
izquierda  de  la  cordillera  que  describimos. 

La  cordillera  del  Helechal  principia  en  la  orilla  derecha 
del  río  Guadalupe,  frente  á  la  desembocadura  del  Guanacas, 
se  desarrolla  de  sur  á  norte  y  forma  varias  ramificaciones,  las 
cuales  divididas  á  su  vez  dan  nacimiento  á  lomas  v  colinas 
terminadas  cerca  del  arroyo  Claritas,  que  baja  de  la  altura  dt^ 
Rosario  en  el  distrito  de  Santa  Rosa*  | 

Del  cerro  de  Mocorongo  se  desprende  una  elevada  cor* 
dillera  que  con  el  nombre  de  Ñus  sigue  al  sor  con  ligera 
inclinación  al  oeste,  y  cambia  luego  para  volver  al  norte.  Esta 
masa  de  tierra  apoya  su  costado  izquierdo  en  el  riachuelo 
Claritas,  y  el  derecho  en  Ilojasanchas;  tiene  el  nombre  do 
Ñus  hasta  frente  al  lugar  en  que  el  primero  de  estos  dos 
riacluielos  desagua  en  el  río  Guadalupe,  desde  dondo  sigue  la 
margen  derecha  del  río  con  cl  nombre  de  Palmiclial,  separa 
o!  mismo  río  del  de  Hojasancbas  y  llega  a  morir  muy  dep 
milla,  en  forma  de  oteros,  donde  se  reúnen  las  dos  corrien 
mencionadas. 

Hacia  el  norte  del  Distrito,  cerca  de  la  gran  catara 
nace  otra  montaña  llamada  Clucharrón,  cuyo  curso  occidonl 
tiene  sus  declives  en  el  río  Guadalupe  hasta  donde  éste  recibe 
las  aguas  del  Herra(hn*a ;  do  aquí  en  adelanto  cambia  i|H 
dirección  hacia  el  oriente,  y  se  bifurca  de  manera  que  una^P 
sus  ramas  dirigida  al  oriente  separa  las  aguas  de  Sant 
Gertrudis  y  Santa  Petronila,  y  toma  el  último  de  est 
nombres.  El  otro  ramal  tira  francamente  al  norte;  pera 
llegar  á  la  aldea  de  Higuerón  se  divide  aún  siguiendo  uua 


—  205  - 


í 


¥ 


SUS  ramas  al  oriente  para  cambiar  luego  al  norte,  y  continuar 
costeando  el  Guadalupe  hasta  su  entrada  en  el  Porce.  El 
ultimo  estrilx)  llega  á  Morrón,  límite  con  Anorí,  sin  que  remate 

en  ese  punto. 

El  postrer  ramal  de  esta  última  bifurcación  se  endereza 
al  noroeste  hasta  Santa  Barbara;  de  allí  torna  a!  norte,  sepa- 
rando las  aguas  que  caen  al  Sari  Juan  por  la  derecha,  y  al 
Teiiche  por  la  izquierda. 

Forman  finalmente  la  hoya  del  Tenche,  la  ya  expresada 
cordillera  de  este  nombre ;  la  del  Salado,  que  tiene  su  naci- 
micuto  cerca  de  la  coíilluencia  de  los  ríos  Tenche  y  Concep- 
ción al  norte  dul  Distrito,  terminada  cerca  del  arroyo 
Cimitarra  en  territorio  de  Santa  liosa,  y,  para  concluir,  la  del 
Retiro,  estribo  de  la  cordillera  de  San  José,  que  tiene  su 
dirección  al  noroeste  hasta  el  alto  de  Montailita* 

El  Tenche  recibe  varias  corrientes  de  agua,  [*ero  de 
alguna  consideración  solamente  las  de  Anime  y  el  Salado. 

Separada  de  las  tres  hoyas  anteriores,  liay  también  la 
del  riaclnielo  San  Juan,  que  en  su  curso  cambia  su  nombre 
por  el  de  San  Pablo,  recibe  numerosos  arroyos  de  poca 
dignificación,  y  tiene  su  origen  en  la  curdillera  de  Santa 
Gertrudis. 

Por  Carolina  pasa  uno  de  los  dos  caminos  que  de  la 
•^pitaldel  Estado  van  al  rico  distrito  de  Remedios.  Fuera  de 
^^^\h  de  comunicación,  hay  otra  que  guía  á  Angostura; 
una  muy  mala  para  Anorí,  y  otra  semejante  para  Azuero, 
Mucho  se  acortaría  la  distancia  entre  Carolina  y  Medellín, 
'^tíiljleciendü  la  comunicación  á  lo  largo  del  río  Porce, 
"vT^ta unirla  con  la  carretera  de  Aguasclaras  un  poco  abajo 
<íe  Barbosa. 

Los  muradores  de  Carolina  son  robustos,  industriosos,  y 
UÍ5  buenas  costumbres  en  general.  La  parte  trabajadora  se 
"^icaá  la  explotación  de  los  minerales  de  oro  corrido,  y  de 
*^  Vetas  del  mismo  metal.  Es  de  advertir  que  á  pesar  de  la 
PNongada  labor  y  muchos  rendimientos  do  sus  placeres 
¿auríferos,  cada  díase  tiene  en  aquel  Distrito  la  maniíestación 


-  200  — 

de  nuevos  tosoros  sumamente  proinetedores  para  la  industria 
minera.  Los  campesinos  se  dedican  en  corta  escala  á  la  cría  y 
ceba  de  ganado  vacuno,  y  al  mantenimiento  del  lanar  y 
caballar,  sumamente  escasos.  En  compensación,  las  faenas 
propiamente  agrícolas  dan  un  producto  admirable,  capaz 
para  el  sostenimiento  délos  vecinos  y  aun  para  el  tráfico  con 
los  distritos  cercanos. 

Con  el  oro  extraído  de  sus  veneros  mantienen  los 
habitantes  de  este  Distrito,  con  el  de  Medellín,  el  comercio  de 
mercaderías  extranjeras,  y  con  sus  frutos  propíos,  por 
cambios  recíprocos,  el  tráfico  con  los  habitantes  de  Santa  Rosa, 
Azuero,  Angostura,  Anorí,  Amalii  y  líemedios. 

Los  terrenos  de  las  riberas  del  Porce  son  bast^inte 
fértiles.  Los  del  Guadalupe  son  un  tanto  estériles;  mas,  en 
compensación,  sus  vertederos,  fuentes,  arroyos,  manantiales, 
torrentes,  riachuelos  y  ríos,  son  de  tradicional  opulencia 
aurífera.  Por  lo  que  se  refiere  al  Tenche,  en  la  parte  que  toca 
á  Carolina,  las  tierras  son  de  relativa  feracidad,  pudiendo 
dccii^se  en  conclusión  que  en  el  Distrito  los  pastos  naturales 
son  pobres,  mieiitras  que  los  cultivados  en  el  Porce  y  en  el 
Tenchc,  son  sustanciosos  y  nutritivos. 

La  gente  del  Distrito  se  distingue  por  su  ingenio  para 
las  artes.  Hay  en  el  muchos  carpinteros  que  tienen  habilidad 
bástanlo  para  construir  excelentes  máquinas  aplicables  &  la 
minería;  bueiin-=i  herreros,  que  d^sdo  la  hccliura  de  Incn 
templados  cuchillos  de  monte,  llegan  Irasta  la  fabricación  del 
rcmíngton ;  guarnicioneros,  sastres  y  alfareros  quo  en  su 
oficio  hacen  primores  por  la  linura  de  la  obra  y  por  la  exacta 
imitación  de  los  objetos, 

b'uera  de  las  producciones  manufacturadas  de  qtto 
hablamos,  produce  el  territorio  de  Carolina,  papas,  yucas, 
arracachas,  maíz,  plátanos,  frísoles,  maderas,  tabaco,  arroz, 
cacao  y  ca5a  de  ay.ucar. 

No  ha  habido  en  el  Distrito  gran  entusiasmo  por  !a 
educación  pul)lica,  y  por  eso  faltan  entre  sus  liijos  pet^onnjes^ 
quo  recomienden  e  ilustren  el  lugar  de  su  nacimiento.  Xjcm 


t 


I 


—  207  — 

ediRclos  para  escuelas  de  uno  y  otro  sexo,  son  buenos,  pero, 
§in  útiles  de  enseñanza,  poco  concunidoí?,  La  plaza  en  donde 
lisié  el  templo  está  bien  nivelada,  rodeada  de  muy  reprulares 
eiüficlos;  pero  las  calles,  aunque  empedradasi  son  desigualeSj 
tortuosas  y  nada  bellas,  ÜJia  llanura  que  se  extiendo  hacia  el 
nordeste  de  la  ciudad,  es  de  gracioso  aspecto,  y  las  numerosas 
colmas  que  resaltan  en  los  alrededores  dan  belleza  al 
paisaje. 

El  Distrito  tiene  una  Inspectoría  en  Higuet^im^  que  como 
fracción  le  pertenece;  y  además,  caseríos  notables  en  Claras, 
Ctaritas»  Guanacas^  Guanaquilas,  Herradura,  llerradurita, 
U  Cuelga,  San  Pablo  y  Tcnchc. 

liico  en  sus  primeros  años  por  la  fácil  explotación  deloi'o, 
dwailcnte  u  por  lo  menos  estacionario  basta  estos  últimos 
anos,  el  diíitríto  de  Carolina  pai*ece  querer  entrar  por  el 
canüiiode  la  regeneracicjn  y  de  la  prosperidad,  sosteniéndose 
contjl  doble  apoyo  que  le  prestan  la  industria  minera  de  un 
lado  y  la  agrícola  de  t*tro.  En  iodo  caso,  más  que  oscuro  y 
<lüdo3o,  nos  parece  cierto  y  lirillanto  su  porvenir* 

Población, 8, 121  habitantes,—  Latitud  norte,  6^37'20^^— 
Longitud  occidental,  1**25'40'\ — Altura  sobre  el  nivel  del  mar, 
1'155  metros.  —  Temperatura^  19\ — Límites  ;  con  lina  al  norte 
^n  Aiiorí  y  Angostura;  al  oriente  con  Amalfi;  al  occidente 
^ott  Angostura  y  parte  de  Santa  llosa,  y  al  sur  con  Santa 
liosa  y  Azuero. 

Hojasanchas»  —  Esta  parte  de  Carolina  ha  sido  erigida 
últimamente  en  Distrito;  pero  como  ignoramos  sus  límites  y 
l^  demás  que  á  ella  se  refiere  oíicialmente,  nos  contentamos 
^'Ubrlrque  su  descripción  general  queda  por  ahora  com- 
I^ndida  en  la  que  antecede, 

Edtre-rios.  —  Llámase  así  este  Distrito  por  estar  colo- 
<s*do  entre  dos  aguas  :  el  Riochico  al  sur,  y  el  Riograiule  al 
norte. 

Fué  mandado   fundar  por  orden  del  Oiibernador   de 


-  208  — 

Aiitioquia^  D.  Juan  de  Dios  AranzazU;  en  25  de  mayo  de  1835, 
a  petición  de  los  señores  D.  José  Ignacio  Jaramillo  y  D,  Mo- 
desto Tamayo,  quienes  deben  sor  considerados  como  funda- 
dores, D.  José  María  Sierra  dono  el  terreno  sobre  que  está 
construida  la  cabecera  del  Di^strito. 

Entre  los  ríos  Chico  y  Grande  coi*i*e  un  lindo  riachuelo 
llamado  Don  Diego,  y  sobro  su  orilla  derecha,  en  uu  plano 
suavemente  inclinado,  están  las  casas  de  Entre-ríos,  corao 
protegidas  por  numerosas  colinas,  que  con  el  nombre  de  cu- 
chillas  constituyen  la  configuración  de  esta  elevada  meseta 
anlioqueña,  desde  el  alto  de  San  Pedro  al  sur  hasta  el  de  San 
José  al  norte,  y  desde  las  llanuras  de  Cuihá  al  occidente  hasta 
las  montañas  del  Perro  y  de  la  Trinidatl  al  oriente- 
Llamase  el  riachuelo,  Don  Diego,  porque  corro  sobre 
terrenos  que  pertenecieron  antes  á  D.  Diego  Beltran  del 
Castillo,  progenitor  de  una  notable  familia  del  Estadn 

Comparada  la  capacidad  territorial  de  este  Distrito»  ron  la 
que  era  concedida-aiiüguamente  u  las  parroquias  antioqueñas, 
se  puede  decir  que  es  notablemente  reducida.  Sin  emliargo, 
como  sus  campos  son  feraces  y  sus  habitantes  laboriosos  y  d© 
buenas  costumbres,  produce  lo  bastante  para  crearse  una  ine* 
dianía  holgada,  decente  y  decorosa. 

Se  elabora  en  este  Distrito  una  fuentecita  salada;   ha^ 
criaderos  de  ganado  vacuno,  y  su  campiña  está  embellecida 
por  el  peñón  de  Hiochico^  promontorio  sienítico  granitoide, 
congénere  con  el  de  Guatapé,  y  aunque  no  tan   elevado  y 
macizo,  no  menos  liermoso  que  aquél. 

I^oljtación,  ¿.534  halutantes.  —  Latitud  norte,  Vf  24'  4S 
—  Longitud  occidental,  P  33'  '2H'\  — Altura  sobre  el  nivel  > 
mar,  "2.127  metros,  —  Temperatura,  17".  —  Límiles  ;  con» 
lina  al  norte  con  Santa  Rosa;  al  oriente  con  A/Aiero;  ol  oocí- 
dente  con  Belmira,  y  al  sur  con  San  Pedro. 


San  Andrés  ó  Cuerquia.  —  Lo  referenlo  á  la  historia  * 
esta  fundación,  ci^tá  consjgnatlu  en  parte  en  el  Compentlio  Hls* 
*órico  de  esta  obra*  En  poco^  lugares  del  territorio  antioi]ueño 


íímcrüii  lugar  acóñlecimientos  más  csencialmenic  trágicos" 
que  en  éste ;  pero  no  bien  hubo  cesado  el  tumulto  de  las  armas 
y  la  efusión  de  la  inocente  sangre  de  los  indios,  cuando  so  vio 
que  lodos  los  conatos  para  formar  base  de  colonización  y  para 
erigir  poblaciones,  quedaron  reducidos  a  la  existencia  de  un 
caaerío. 

Después  que  D.  Gaspar  de  Rodas  hizo  sangrienta  justicia 
en  algunos  de  los  caciques  coligados  para  dar  muerte  a  Andrés 
de  Valdivia  y  sus  compañeros,  la  comarca  quedó  poco  más  ó 
menos  como  la  hallaron  los  conquistadores.  Es  preciso  ex- 
ceptuar, sin  embargo,  el  lugar  bajo,  cálido  é  insalubre 
ocupado  un  poco  más  tarde  por  el  poblado  de  San  Andrés, 
nombre  que  recibió  del  que  tenía  el  primer  conquistador^  ó  del 
que  éste  dio  al  río  en  cuyas  márgenes  fué  aquel  lugar  edi- 
ficado. 

En  los  primeros  años  do  laConquista^  y  aun  muy  entrado 
el  tiempo  de  la  Colonia,  San  Andrés,  á  pesar  de  sus  malas  cir- 
cunstancias climatéricas,  mantuvo  cierto  reducido  aujc,  por 
cuanto  el  único  camino  para  comunicar  la  vieja  provincia  con 
laflde  la  costa  atlántica  y  las  del  interior,  conocido  con  el 
nombre  de  Espíritu  Santo»  pasaba  por  allí. 

Un  poco  después,  cuando  Antioquiatuvo  comunicaciones 
híWíiael  oriente,  San  Andrés  fué  de  menos  á  menos,  hasta 
Híducirse  a  un  grupo  miserable  de  habitaciones  sin  ventajas  y 
sin  importancia. 

Hace  en  éste,  treinta  anos,  que  por  influencia  del  Gober- 
nador de  Antioquía,  Sr.  José  Justo  Pavón,  la  cabecera  de  este 
Wslí'ito  cambió  de  nombre  y  de  lugar,  para  estar  hoy  en  una 
'^ti'ocha  ladera  cercana  a  la  orilla  derecha  del  río  San  Andrés, 
Pí^ís antiguamente  ocupado  por  los  cuerquias,  de  donde  pro- 
gne d  origen  del  nombre  de  Cuerquia,  que  hoy  lleva  la 
cabecera  del  Distrito. 

De  los  primitivos  fundadores  del  San  Andrés  antiguo, 
poco  ó  nada  se  sabe ;  mas  en  cuanto  á  los  do  Cuerquia,  es 
reconocido  que  los  señores  Ualdomero  y  Pedro  José  Jara- 
niiilo,  naturales  déla  ciudad  de  lüonegro,  auxiliados  podero- 

14 


I 


aamcnte  por  l4  prc»ljílero  Domingo  Aiituniu  Angaiit 
loa  vei*dadero3  fundadoree!, 

Estu  Üistntíjeylú  recoi-riilu  eii  diroceión  aproximada  do 
^ur  á  norte  por  el  río  San  Andrés,  ol  que  teniendo  bus  naci- 
mientos en  el  alto  del  I^áramo,  cerca  do  Bolniiraj  va  á  desaguar- 
en el  Cauca  en  el  punto  de  Bredunco,  en  donde  los  indios  U^H 
nían  á  la  llegada  de  los  españoles,  un  puente  de  bejucos  par^^ 
paliar  el  río.  En  ese  nii^nio  punto  está  hoy  en  conairuccióü  un 
puente  suspendido  de  hierro,  para  poner  en  comunieaeión  la    ^ 
banda  oriental  con  la   occidetitat    del    Cauca,  enfrente  do 
Ituango»  Tanihió]!  fué  llamado  eate  punto  Pescadero  desde  su 
descubrimiento» 

El  río  San  Andrés  recibe  por  bu  orilla  derecha  lo§  rí 
chuelos  Caytrillnn,  Cruces,  Piedecnesta,  Cañales,  ChüriH}ra  5 
muchos  otros  arroyos  do  n^enor  cuantía  c¡ue  no  merecen  de* 
nominación  eeipecial.  Los  riacluieloH  Ochalí  y  Purf,  aunque 
derraman  sus  aguas  en  el  San  Andrés,  corren  en  eu  mayor 
parte  por  el  territorio  de  Yarumah 

Por  la  orilla  izquierda,  recibe  los  riachuelos  San  í( 
Santa  Inés,  Porquera  y  Tamfi  con  otras  fuentes  de  poca  co 
sideraciLin, 

Cuerquia  está  situada  en  una  breve  esplanada,  domina» 
por  dos  cordilleras  desprendidas  de  la  principal  de  los  And 
anlioqueños,  que  para  nuestra)  intento  hemos    llainatlo 
occidente*  Las  faldas  de  estas  dos  cordilleras  son  risc^eae, 
como  todo  el  resto  del  DisI  rilo  está  recorrido  par  t«mlraluertes 
numerosos,  el  aí^peclo  geneial  es  inlinilamenle  doblado  y  de 
aspecto  salvaje*  Por  efecto  do  esta  estructura ,  el  clima  es 
variado»  intensamente  frío  en  las  cimas  de  las  cordillerMf 
templado  en  las  alturas  lntet*medías,  y  ardentísimo  tm  laa^ 
orillas  del  Cauca  y  Vegas  det  San  Andrés.  flH 

Hacia  la  parte  de  occidente,  se  interpone  ta  cordillera  i(ii^^ 
sopara  las  aguas  de  San  Andrés  de  las  del  riachuelo  Santa- 
maría,  el  cual  tiene  su  origen  en  territorio  de  Liborína, 
entra  luégu  dividiendo  ese  distrito  del  de  Babanalarga,  ha^ 
perderse  en  el  Cauca. 


Allí 


nles  y  dcüiírtialeB  i 


u  mayor  parto,  los  torre- 
nos  de  eí*te  Dií^trito  son  sumamonto  l'eraccB;  y  düHdo  que  ho 
ha  dicho  cutU  es  su  fiaoiininía  genornl,  y  desde  quo  se  «cpn 
cuál  08  6U  situación  geográfica,  fácil  será  cnniprendor  que  sus 
pmducciories   naturales  sean   prodigiosamentG  distintas. 

El  territorio  de  Cuerquia  es  sumamente  rico  en  Ilíones  y 
aluviones  auríferos*  Sobre  la  cumbre  de  la  cordillera  principal, 
t'ii  los  estribos  subalternos  y  en  el  cauce  íle  los  liirront^ji^,  hay 
velíisy  depósitos  que  han  sido  elaborados  en  los  tiempos  pa* 
sados,  yque  aún  se  elaboran.  Nos  parece  (pie  la  riqueza  nie* 
táliea  en  San  Andrés  no  ha  sido  atendida  suíicientemente, 
pues  loa  pocos  establecimientos  quo  hay  en  el  Distrito  son 
insigtiíflcantes. 

La  población  no  os  muy  aficionada  al  laboreo  de  las 
Uiinaíi;  gfista  más  do  los  irabajoR  agrícnhis;  y  aunque  estos 
niiísitioíi fKS  han  hecho  en  reducida  escala^  producen  h}  bastante 
en  loa  gt^neros  comunes  de  alimentación,  y  aun  dejan  un  resi- 
duo c<jn  que  se  trafica  en  los  distritos  vecinos. 

Aunque  los  terrenos  y  el  clima  sean  favorables  en  dl- 
vcT'ííJs  puntos  para  el  cultivo  del  cacao,  del  tabaco  y  del  café, 
^slaíí  labores  son  allí  ton  rudimentarias  que  no  merecen  men* 
ciOn  especial. 

Entre  varios  fenómenos  geológicos  que  pueden  llamar  la 

íitc»Bción  del  viajero,  hay  en  el  río  San  Andrés  uno  conocido 

P<^p|og  habitantes  del  país  con  el  iionibre  de  El  Holto  inmenso, 

feínosa  cascada  en  que  las  aguas  del  río  tlesclenden  do  un 

modo  cosí  vertical,  por  un  espacio  do  300  metros^  desde  una 

toíiperatura   fría  en  la  aliara,  hasta  otra  templada  al  pie* 

E?!fa calurata  es  semejante  á  las  que  se  pmsentañ  en  el  curso 

ú^  Ilíonesrro,  en  el  Tajjartó,  en  ol  Guadalupe  y  en   mucbos 

otn)«  nos  del  Estado,  y  es  también  congénere  de  los  vistosos 

íwllas alpinos  que  el  turista  europeo  contempla  en  sus  viajes 

[K»r  las  montañas  helvéticas,  y  tiene  cercana  su  rcsonímcia 

|>fnloresca  en  el  nacbuLdo  denominado  ChorrerajCn  donde  una 

cdarata  majestuosa  nudo  100  metros  de  altura  en  su  descenso. 

l'iene  San  Andrés  las  siguientes  fracciones  :  San  Andrés» 


—  -21^2  — 

primitiva  publaciun;  Toldas,  con  una  capülita;  Brujo  y  Cruces. 
En  cada  una  de  estas  fracciones  liay  un  Inspector  de  policía, 
quien  obra  Ijajo  la  inmediata  vigilancia  del  Jefe  municipal. 

La  mayor  parte  de  los  edificios  de  la  cabecera  del  Distrito 
son  de  tapias  y  tejas,  y  hay  agua  potable  en  abundancia.  La 
educación  pública  está  medianamente  atendida,  y  de  ella  ha- 
brán de  aprovecharse  mayormente  los  liabitantes,  á  causa  de 
su  carácter  dócil  y  manso. 

Población,  3/147  habitantes.—  Latitud  norte,  6'52'0\ 
—  Loji^itud  occidental,  1^-46' O",  —  Altura  sobre  el  nivel  del 
mar,  588  metros.  —  Temperatura,  26°  (1),  —  Límites  :  con- 
fina al  norte  con  Yarumal  y  Cáceres;  al  oriente  con  Yarumal; 
al  occidente  con  Huango,  y  al  sur  con  Sabanalarga  y  Belmira- 

Santa  Rosa  de  Osos,  —  La  importante  ciudad  de  Santa 
llosa  de  Osos,  fué  cabecera  de  cantón  en  tiempo  de  la  extinguida 
Nueva  Granada,  yes  hoy  capital  del  Departamento  del  Norte. 

El  conquistador  Andrés  de  Valdivia,  dicen  las  crónicas, 
fué  el  descubridor  de  este  gran  territorio;  mas  nosotros  nos 
inclinamos  á  pensar  t{uehay  en  esto  algún  error,  puesliobledo, 
muy  anterior  á  Valdi\"ia,  por  niedicj  de  uno  de  sus  tenienteíi 
exploró  parte  de  esa  comarca. 

Sea  como  fuere,  al  conquistador  Valdivia  siguió  D.  Gaspar 
de  liodas,  y  tanto  uno  como  otro  visitaron  la  meseta,  comba- 
tieron con  los  .indios»  padecieron  los  rii^orcs  del  frío  en  las 
alturas;  y  por  liaber  liallado  en  aquellos  bosques  de  robleín 
numerosas  tn)pas  de  osos,  dieron  en  llamar  a  todo  el  circuito 
El  valle  de  los  Osos,  y  a  la  ciudad  que  mas  tarde  se  fundó  en 
él,  Santa  Rosa  do  Osos. 

Los  indios  que  poblaban  esta  región,  atreviílos  y  belicosos 
resistieron  al  empuje  de  los  españoles;  mas  por  Un  y  término 
quedaron  sometidos  al  valor  castellano,  á  la  superioridad  de 
las  armas  v  al  diente  carnicero  tle  los  alanos. 


(h  Laiiliíü»  iniigimd»  altura  >  hMniinaiura  ho  t.^riMi-i^ial  mui^ao  Suu  Ainlré», 
y  no  A  Cufrquía, 


-  2\2  - 

Todo  lo  que  piioflo  llamarse  puna  de  Santa  Rosa  do  Osos, 
alcanza  una  altura  muy  considerable,  y  su  aspecto  general, 
c(m  excepción  del  declive  de  las  cordilleras  que  tocan  al  Dis- 
Itrito,  tiene  la  fisonomía  de  tierra  yerma,  triste  y  solitaria.  Si 
se  pn^scinde  de  la  ciudad  misma,  y  de  algunos  otros  pueblos 
fundados  en  alternativas  desmembraciones  de  territorio  en 
donde  los  vecinos  llevan  vida  activa  y  social,  el  resto  es  silen* 
cioso  y  melancólico  ;  las  consientes  de  agua  ruedan  por  más 
órnenos  profundas  quiebras;  el  roble  frondoso  y  oscuro  forma 
bosques  de  trecho  en  trecho;  arbustos  de  gracioso  aspecto  so 
preíKíntan  á  distancia;  praderas  reducidas  esmaltan  las  orillas 
de  los  arroyos;  yerbas  raquíticas  cubren  grandes  espacios  del 
suelo;  altas  barranc^as  indican  el  anterior  laboreo  de  las  minas ; 
numerosas  cañadas  dibujan  en  complicada  red  el  cauce  de 
reposados  riachuelos,  y  las  humildes  casas  del  minero  ó  del 
agricultor,  se  ven  acá  y  allá  sin  arboledas,  ein  jardines,  sin 
Iiuertoa,  y  acompañadas  á  lo  más  por  sementeras  de  maíz, 
de  arracachas  y  de  papas ;  pero  en  compensación  el  aire  es 
frío  y  tónica,  el  agua  pura  y  reft'cscante,  la  atmósfera  diáfana; 
y  como  fenómeno  análogo  al  que  se  observa  en  alta  mar,  las 
liommatulinas  sonde  un  efecto  arrebatador,  porqueentonccs 
las  alturas  dominan  un  horizonte  espléndido,  como  el  que  se 
^e  al  levantarse  del  abismo  el  globo  enrojecido  del  sol  acom- 
pafiadodelos  apacibles  cambiantes  de  la  aurora.  En  las  faldas 
de  esa  gran  mole  montañosa,  hacia  el  oriente  y  hacia  el 
í^<^rde8te,  el  paisaje  varía,  porque  entonces  la  vida  equinoccial, 
estimulada  por  el  calor,  se  viste  do  gala  y  se  ofrece  bulliciosa, 

A  principios  del  siglo  xvín,  algunos  habitantes  del  valle  de 
Aburra  tiraron  para  el  lado  de  aquella  hasta  entonces  soli- 
'^ria  comarca,  con  el  lin  de  buscar  oro.  Lo  primero  en  que  se 
^uparon  fué  en  explorar  el  territorio  de  San  Pedro;  pasaron 
'^t^goálos  lados  de  lielmira,  y  contrajeron  por  último  su 
trabajo  á  beneficiar  los  lechos  y  playones  de  Riochico  y  Rio- 
grande.  Esta  explotación  fué  de  admirable  riqueza  en  un 
principio,  sobre  todoen  Quebraditas,  San  Andrés,  San  Jacinto, 
San  Pedro,  Entre-ríos  ven  lo  que  hoy  es  Azuero» 


M i 


^  311  — 


eiM 


Halagados  por  la  ganancia,  siguieron  los  explorador 
hacia  el  norte,  y  siempre  con  buen  óxito  fueron  establecion( 
omprosasá  uno  y  otro  lado,  ha^ta  llegar  á  las  cercaníaa  d 
punto  en  quo  hoy  eetá  la  ciudad.  Conseguido  esto,  fabricai 
una  ranchería  en  la  parte  sur  do  aquel  punto,  y  eso  cuaii 
general» ocupado  por  empre«ariüB  dintinguidos,  se  enríquec 
bien  pronto,  estimulo  nuevas  empresas  y  atrajo  al  cirí 
gran  numero  de  luxbitantes* 

Inmediato  al  caserío,  quedaba  un  plano  elevado  en  forn 
de  anfiteatro,  y  sobre  ose  plano  agruparon  habitacionest  q 
al  fin,  y  ya  para  mediatlos  del  siglo  anterior,  presenlab 
aspecto  de  ciudad.  Esa  ciudad  puso  su  planta  sobre  un  han 
de  oro,  puos  como  tal  so  repula  hoy  el  sitio  en  que  está,  y  t 
así  es,  quo  para  ponderar  la  riqueza  de  ese  mineral,  algul 
ha  dicho  que  se  compromotería  á  edificar  una  ciudad  igual 
un  punto  señalado,  á  trueque  de  quo  se  le  permitiese  benefici 
tal  depósito. 

Hasta  entonces,  entre  otros  ricos  placeres  se  tral)aj 
como  de  mas  crédito  los  de  San  Josó  y  la  Matica,  en  qui 
extraía  oro  de  alta  ley,  como  lo  es  en  general  el  que  so  ex  ti 
con  el  nombre  de  oro  de  barranca  de  Santa  Rosa,  Efectl^ 
mente,  hay  pocas  cosas  más  bonitas  para  la  vista  que  el  c 
de  que  tratamos,  cuando  se  ve  limpio  y  en  cantidad  quo  lleg 
al  peso  do  algunas  libras,  J 

Entre  las  perdonas  que  iban  á  fijarse  en  esta  demarcan 
mi  acra,  había  algunas  tle  las  do  más  cuenta  en  la  Provine 
yon  su  mayor  pártese  enriquecieron  y  se  n)uÍtiplicaron.  fi 
descendientes  honran  hoy  la  ciudad  de  su  nacimienlo 
cuando  por  causa  de  la  amenazadora  pobreza  de  los  mineral 
6  por  otros  motivos,  se  han  dispersado,  el  excedente  ha  id 
otros  pueblos  del  Estado  y  A  otros  Kslados  de  la  U 
llevando,  por  lo  general,  hábitos  de  trabajo  y  de  virtud 

A   fines    del    siglo  pasado,   I)*   José   Mufloz   esta 
trabajos  do  minería  en  el  sitio  llamado  la  Trinidad,  ira 
quo  fueron  continuados   por   sus   hijos.    Este   cmp 
benefició  minas  de  aluvión  únicamente;  pero  más  tarde 


[ICl 

j 


deacendiontos  explotaron  riquÍHimaa  vetas,  y  sin  quo  las 
primeras  ni  las  últimas  so  hayan  agotado,  hoy  ol  rendiniionto 
metáliGo  oa  de  menor  significación •  Deapiióa  de  haber  descu- 
bierto las  minas  de  la  Trinidad,  nuevas  investigaciones 
condujeron  al  hallazgo  do  Cruces,  San  Ramón,  San  Francisco, 
San  Antonio»  la  Sopotrana  etc.,  ctc,  ricos  hacinamientos 
auríferos  que  han  dado  cuantiosas  sumas  á  los  propieta^ 
ríos. 

La  riqueza  minera  del  Distrito  c^tá  desílorada  en  todo 
lo  relativo  á  operaciones  do  fácil  ejecución ;  pero  eso  no 
quiere  decir  ([ue  el  oro  es  tu  agolado,  porque  trabajando  los 
depósitos  con  medios  poco  adecuados  y  con  instrumentos  do 
explotación  imperfectos,  los  empresarios  han  tenido  que 
pasar  por  cima  do  grandes  depósitos,  dejándolos  intactos, 
A  imiohos  de  esos  sitios  es  imposible  llevar  agua  corriente;  y 
comool  agua  oa  la  fuerza  primorcüal  en  semejante  clase  de  labo< 
''es,  todo  trabajo  posterior  ha  sido  impraclicable.  La  industria 
^^inora  avanza  hoy  con  asombrosa  rapidez,  y  antes  quo  diga 
'^  última  palabra  en  materia  do  progreso,  ya  sus  medios 
'^^ibrán  sido  suücientos  para  sacar  á  luz  los  copiosos  tesoros 
de  e^ste  Distrito. 

El  territorio  do  los  Osos  es  una  puna  do  considerablo 
^'turai  como  lo  indicamos,  y  su  mayor  mole  montañosa  es 
^"^^  misma»  por  cuanto  está  situada  an  la  cordillera  occi- 
^^>^tal  antioqueña.  Los  ribetes  de  esa  meseta  son  cojas 
^*^*l>íijadas,  con  excepción  de  una  que  otra  elevación  culminante 
*^^itio  San  José,  Morroazul  etc.  Verdad,  que  entro  río  y  río, 
^*í^chucloy  riachueloj  hay  levantamientos  do  terreno  quo  dan 
^Sura  doblada  al  país;  pero  esas  rugosidades  alcanzan  apenas 
*  P^e8enta^  á  la  vista  como  un  remolino  de  colinas  y  de  oteros 
ficciosamente  dispuestos» 

La  cordillera  de  San  José  ofrece  dirección  aproximada  de 

^>*  á  norte,  mientras  que  la   do  Morroazul  está  al  noroeste. 

^  la  primera,  las  cúspides  más    notables  son   San   José, 

^^íipitos,  Juan  Cabeza,  San  Isidro,  Consola  y  Cara  do  Perro, 

^'^ndo  San  José  la  más  elevada^  pues  mide  2,739  metros  sobre 


^  216  — 


el  nivel  dol  mar.  En  Morroaziil  las  más  avanxadas  cimas  se 
la  de  su  nombre,  San  Jerónimo  y  Horconquemado. 

San  José    da   nacimiento   á  numerosas    fuontos, 
engrosar    el  caudal  de  los  ríos  Tenche  y  Guadalupe. 

Entre  las  corrientes  de  agua  son  las  principales  :  Rio 
grande,  que  naco  en  los  llanos  de  Cuiba  y  Chocó,  y  sigue  cor 
dirección  sur  escasamente  inclinada  al  oriente.  Este  vk 
desagua  en  el  de  Medellín  6  Porce,  casi  enfrente  de  Porcito 
y  recibe  por  la  derecha  los  riachuelos  Quebradona  y  Cande 
laria^  Por  la  izquierda,  le  entran  Bramadora,  San  Francia^ 
Chocó,  Santa  Ana,  La  Muñoz,  Orobajo,  Paja,  Juntas,  Animas 
Piedragorda  y  Chorrera,  La  primera  fuente  del  Guadalup 
está  en  la  ciudad  misma  de  Santa  Rosa,  pues  el  agua  que  lí 
surte  es  la  corriente  originaL  El  Guadalupe  está  formad* 
por  los  riachuelos  San  Antonio,  San  Juan,  San  José,  Aguas 
frías,  Luis  Brand,  los  cuales  reunidos  con  el  nombre  de  L¡ 
Trinidad,  desaguan  por  la  izquierda,  agregando  por^ 
mismo  lado  los  raudales  Cruces,  Guanacas  y  Santa  Bárbarti 
mientras  que  por  la  derecha  se  le  unen  Guacamaya,  Sai 
Antonio,  San  Francisco,  Cruces,  Rionegrito,  PontezueIa_ 
Piedragorda. 

El    río   Minavieja    nace  en  Vallecitos,  corre  al   nc 
y  está  formado  por  los  riachuelos  Cimitarra,  Cuestas, 
José,  San  Pedro  y  Retiro,  y  desagua  en  el  Nechí  despi 
de  juntarse  con  los  ríos  Pajarito,  Cañaveral,  San  Pablo^ 
Tenche-  V 

El  Minavieja,  el  Riogrande  y  el  riachuelo  CastrillcT 
nacen  en  Tierraadentro,  Vallecitos  y  Cuibá.  En  la  parte  cent 
do  ese  circuito  existe  un  curioso  fenómeno  que  consiste  enj 
tÜvorcio  de  aguas,  sumamente  notable.  El  Riogrande  y  el 
navieja  van,  el  primero  al  sur  y  después  al  oriente,  y  el  seguí 
al  norte,  mientras  que  á  poco  más  do  100  metros  al  occide 
del  primero,  naco  el  Castrillón,  que  une  sus  aguas  á  laaj 
Cauca,  para  mezclarlas  con  las  de  sus  compañeros  en  la  lío* 
de  Nechí,  á  muchos  miriámetrofíde  distancia. 

Aunque  lo  que  llevamos  dicho  sobre  el  suelo  de 


Dfetríto,  presupone  en  la  mayor  parte  de  él  pora  feracidad, 
no  podemos  seguir  adelante  sin  manifestíir  que  por  la  faz 
agrícola,  el  terntorio  mejora  día  por  día.  En  los  tiempos  do 
la  Colonia,  el  terreno  se  vendía  á  ínGmo  precio  y  sus  rendi- 
mientos eran  exiguos. 

Hoy  no  sucede  lo  mismo;    los  predios   aumentan    do 
valor,  y    si  bien  la   meseta  tiene  grandes  pedazos  completa- 
mente estériles,  otros  contiene  niodianamentc  productivos, 
Fatigan    su    pensamiento   los    habitantes    de   la  coniarca, 
indagando  la  causa  productora  de  este  cambio,  sin  dar  wn 
ella;  mientras  que  nosotros  pensamos  buenamente  que  el 
hecho  80  explica  con  sencillez,  diciendo  que   á  medida  que 
íiumentanlas  necesidades,  rWobla  el  brío  de  los  trabajadores, 
y  si  no  con  perfección,  cultivan  mejor  el  campo. 

Así,  Santa  Rosa  produce  en  mayor  ó  menor  abundancia 

Jíiaíz,  papas,  frísoles,    habas,  arvejas,  garbanzos,   lentejas, 

arracachas,    achira^  coles,  calabazas,  naranjuelas,  naranjas, 

poinas,  guamas,  pepinos,  piñuelas,  uvas  de  árbol  y  de  parra, 

nortinos,  curabas,  granadillas,  duraznos,  manzanas,  limones^ 

Zuacates,  caña  de  azúcar,  yucas,   plátanos,  pinas,  corozos, 

^ocos,  papayas,  uchuvas,  higos,  remolachas,  rábanos,  lecluigas 

y*  cn  general,  muchas  hortalizas.  La  papa,  enferma  estos 

étimos  años,  principia  á  dar  abundantes  cosechas,  sin  más 

Providencia  para  mejorarla  que    la   íle    haber   introducido 

^^iHilla  nueva  de  los  Estados  Unidos  de  América,  remedio 

*^^cil  y  eficaz,  aplicable  á  muchos  otros  vegetales  enfermos  en 

^^  actualidad. 

Aun  admitiendo  que  este  Distrito  so  halle  poco  favorecido 
l^^t*  buenos  terrenos  de  cultivo,  si  se  atiende  á  que  abraza 
I^^co  más  ó  menos  36  miriámetros  cuadrados  de  superíicio,  y 
^  4  que  goza  variadas  temperaturas,  desde  la  en  que  vegeta 
^^pontáneamente  el  frailcjón,  hasta  en  la  que  nac<í,  crece  y 
^Uctifica  el  cacao,  habrá  razón  para  afirmar  que  en  todo 
^^inpo  la  comarca  podrá  mantener  con  holgura  numerosa 
f^^blación. 

La  minería  fué  y  aun   es  la  industria  dominante  del 


laya,  Luis  SaiiM 
nio^Guapitos,  Cí 


-  218  - 

Distrito,  y  si  bien  al  proaento  solmlla  ca  docadoncia,  se 
rari  para  ella  mojorea  liompo.^. 

Hay  miiiaB  de  aluvión  y  do  vota,  y  entro  las  primcríi 
explotan  los  corros  y  las  playas  de  los  ríos  y  riaohueloa,; 
las  principales  :  Riogrando,  Bramadora,  Quobradona,  C 
gualo.  Cucurucho,  Cruces,  Cuestas,  Minavieja,  Vallocn 
Guadalupe,  Rumazón,  Santa  Ana»  Trinidad,  Juan  Cabl 
Hoyo-rico,  Luis  Branfl,  Han  Juan»  Matica,  Vientofufl 
Puonto  do  Piedra,  Animas,  San  Josó,  Guanacas,  Muí 
Orohajo,  Angola,  Aguasfrías,  Remolino,  San  Lucas,  Cl 
Cortada,  Rionegrito,  Queliraditas,  Aguadulce  y  Sabanas, 

Los  Rmmladí'roR  están  casi  agotados.  Las  principi 
votas  son  las  siguientes  :  Trinidad*,  Guacamay 
Catuchí,  Lui^  Brand,  Sopetrana,  San  Antón 
Martínez,  San  Felipe,  Vargas,  Yerbabuena,  San  Francii 
San  Ramón,  Santa  Rita,  Cruces,  Lema,  Cangrejo,  Gu^ 
quitas,  Atajos,  Vallocito,  San  Josó,  Iloyonegro,  Palma,  i 
Juan,  Playa^rica,  Albertina  y  Minavieja* 

Tiene  Santa  Rosa  dos  fuentes  saladas  :  la  primera 
el  punto  llamado  Don  Salvador,  en  donde  hay  un  estaba 
miento  medianamente  productivo,  Ksta  fuente  os  peligrq 
porque  en  sus  alrededores  el  salitre  está  envenenado  \ 
alguna  sustancia  no  examinada  hasta  hoy,  y  cuando 
roses  lo  lamen,  mueren.  La  segunda  salina  está  situada  coi 
de  la  connuencía  del  Riograuíio  con  el  Parco;  predi 
poca,  poro  excelente  sal,  y  tanto  de  esta  como  de  la  prim 
so  abastece  el  Distrito,  por  lo  menos  para  gran  parte  do  su  c< 
sumo.  La  última  fuente  os  termal,  y  su  temperatura  eleva 
sima. 

La  industria  pecuaria  es  medianamente  atendida,  y  pi 
ol  mantenimionfo  de  los  animales  son  suficientes  las  pradei 
comunes  y  el  estableci miento  do  dehesas  de  guinea, 
para,  do  hromus  y  tk»  poa,  pastos  introducidos  en  el  curso 
este  ultimo  siglo  y  cultivados  con  esmero  en  muchas  par 
del  Estado, 

La  ciudad  fie  Ranta  Rosa  so  ve  desde  las  alturas  que 


—  ^2\i\  -• 


rodean,  y  por  algunos  lados,  á  gran  distancia.   Levantada 
sobróla  cúspide  de  un  cerro,  todo   él  aun'ícroj  y  circundada 


do 


habi- 


por  altos  <lerrumbaderos,  lo«  tejados  grises 
ciünoa  y  BUS  blancas  paredes,  ae  diHtinguen  ya  oscuros,  ya 
lucientes,  Santa  Rosa  es  la  vieja  reina  de  la  coniarca,  asentada 
«obre  un  trono  de  oro. 

Las  casas  que  componon  esta  ciudad  son  en  general  do 
ínodesta  apariencia,  la  mayor  parte  de  ellas  aseadas  y  bien 
'dirigidas;  las  calles,  tortuosas  pero  limpias  ;  la  plaza, 
í^Jí^gante  y  bien  nivelada;  el  tcjnplo  principal,  auuíjuo  no 
ííHístico,  lujoso  y  esmeradamente  cuidado.  Tiene  la  ciudad 
poca,  poro  agradable  y  salutífera  agua  potable;  su  clima, 
i%ido  por  la  intensidad  del  frío,  es  sano,  y  el  paisaje 
qíio  domina,  si  bien  uniforme  y  triste,  es  bello  en  las  mañanas 
yon  las  tardes  de  verano.  Sus  calles  principales  son  ;  las 
llfiinadas  Real,  Palo,  Boquerun,  Mutis,  Cárcel,  Guanteros, 
I^iez,  Caldas,  Zea,  Gcjnaní, Ronda,  Jij*ardoty  Quinta, 

Desde  la  plaza  de  Santa  Rosa  so  alcanzan  á  divisar  on  los 

líaa  claros,  dirigiendo  la  vista  al  sur,  las  enormes  montañas 

levadas  de  Ruiz  y  Santa  Isabel,  circunstancia  infalible  para 

'íííi^ar  una  buena  orientación,  puesto  que  así  la  vista  recorro 

^^^  arco  del  meridiano  terrestre. 

Tiene  este  Distrito  las  siguientes  fracciones  ;  Tierra» 
^^utro,  en  los  nacimientos  del  líiograndc,  aldea  de  pequeña 
**"^ sideración,  al  occidente  de  la  ciudad;  Iioyn*rico,al  éste  do 
^^  íTiisina  y  distante  5  kilómetros,  lugar  de  peregrinación  ; 
-^1^1  ambo,  á  2 1  ¡i  kilómetros,  polj  re  caserío  en  la  ribera  izquierda 
^^*  riachuelo  San  Juan;  Quebraditas,  ¿2  miriámetros,  con 
l^íipector  de  policía,  limítrofe  con  Carolina  y  al  levante  de 
*'^l\ta  Rosa;  Quebraditas  (otro),  caserío  situado  al  occidente, 
"^itacon  Belmira;  Cucurucho,  al  oeste;  Guanacas,  al  nor- 
uft%tQ^  en  donde  liay  depósitos  de  amianto,  y  Popal,  Caruquia, 
^^  Chorrera,  Riogrande,  Santa  Gertrudis,  Orobajo,  San 
j^^éy  Las  Animas,  San  Pedro,  La  Veta,  ríionegrito  y  Mi- 
avieja  ó  Vallecitos,  reducidos  caseríos  todos  ellos. 

El  santarosano  os  pacífico,  reílexivo,  c-autoloso,   pero  su* 


1 

^ 


220 


mamonto  trabajador.  Estos  antioqiicñoa  son  creyentes,  tiene 
gran  cariño  por  la  tierra  natalj  son  apasionados  por  la  ina 
ti*ucción,  y  tanto  que  hay  pocos  que  no  sepan  leer  y  escribir 

Santa  Rosa  es  patria  de  D,  Manuel  Barrientos,  progre 
sista  empresario  y  respetable  patriarca  antioqueño,  y  de 
Dr.  Pedro  J.  Berrío,  magistrado  íntegro  y  célebre  Gobernado 
del  Estado, 

Población,  10.059  habitantes.— Latitud  norte, 6"  30' 0/'^ 
Longitud  occidental,  1**  31'  2'^ —  Altura  sobre  el  nivel  del  mar 
2.610  metros. — Temperalura,  15". — Límites  :  confina  al  nort 
con  Yarumal,  Angostura  y  Carolina;  al  oriente  con  parte  d 
Carolina,  Barbosa  y  Santo  Domingo ;  al  occidente  con  Bclmi 
y  al  sur  con  Entre-ríos  y  Azuero. 


YarumaL  —  El  territorio  perteneciente  á  lo  que  es  Iioy  i 
distrito  de  Yarunial,  hacía  parte,  al  tiempo  déla  Conquista,  di 
más  extenso  todavía  ocupado  por  numerosas  parcialidades  d 
indios  nutabes,  de  los  que  combatieron  con  feroz  encarnizi 
miento  contra  D.  Andrés  de  Valdivia  y  sus  compañeros,  hast 
conseguir  el  exterminio  de  la  mayor  parte  de  ellos,  incli 
yendo  al  caudillo,  como  lo  narramos  en  este  libro.  Toda  eá 
sección  de  la  Provincia  quedaba  comprendida  en  el  ái 
guio  formado  por  los  ríos  Cauca  y  Nechí,  y  aun  en  sentir  d 
algunos  se  prolongaba  por  el  oriente  hasta  las  márgenes  d* 
Porce.  Do  esta  manern,  la  mesa  de  Santa  Rosa,  San  Pedro 
Behniraj  con  los  vallccitos  de  Angostura,  Anorí,  Zea  yC 
lina,  correspondían  á  la  misma  demarcación. 

Sea  cual  fuere  la  verdad  de  lo  anteriormente  expuí 
siempre  queda  como  evidente  que  esta  dilatada  región  p^ 
maneció  después  do  la  Conquista,  inexplorada,  selvática,  lie 
de    lieras,  serpientes,   ricos  minerales,  y  en  ün,  de  todos 
elementos  primitivos  correspondientes  a  su  naturaleza  vir 
La  sola  parte  (jue,  corriendo  el  tiempo,  llamó  la  atenció 
comenzó  a  ser  poblada  en  el  curso  del  siglo  anterior,  fuó 
conocida  hasta  hoy  con  el  nombre  de  Valle  de  los  Osos. 

Después   del  aislamiento  secular  en  que  quedaron 


a 


2 


—  ;>;?1  — 


^^^^ffios  pertenecientes  hoy  al  distrito  de  Yariuna!,  ac(jíiteció 
^  que  D.  Joaquín  Barrientos  y  D,  Plácido  Misas  deniinciaroii 
el  afto  de  1780,  en  calidad  de  realengos,  gran  parte  de 
esos  terrenos ;  mas  comoquiera  que  veinte  años  antes,  D.  An- 
tonio de  la  Quintana  hubiese  hecho  una  denuncia  semejante, 
relativa  á  tierras  vecinas,  originóse  un  pleito  que  al  fin 
quedó  decidido  por  el  noml>ramiento  de  comisionados  para  re* 
^_  conocer,  medir  y  repartir  terrenos.  D.  Francisco  Lconín  de 
^P  Estrada,  D.  Joaquín  de  líetancourt  y  IJ.  Ignacio  Alvarez  fue- 
H  ron  los  comisionados  en  1781  para  hacer  las  respectivas 
f  ítóignaciones.  Parece  ser  que  los  repartidores  se  situaron  en 
el  punto  denominado  Vallccitos,  y  que  eligieron  por  unidad 
de  medida  lo  que  en  aquel  tiempo  llamaban  una  estancia* 
Coííiponíase  cada  estancia  de  30  cabuyas  de  largo  y  de  15  de 
^íicho,  y  cada  cabuya  de  60  varas. 

Hecha  la  medida  y  la  distribución,  se  procedió  a  remato, 
l^edandocomo  consecuencia  de  él  propietarios  de  mayor  impor- 
t^í^cia  Misas  y  Bárdenlos,  a  quienes  tocó  en  lotes  Vallecitos, 

ICuibáy  YarumaK  Los  herederos  del  Sr.  de  la  Quintana  se 
confonnaron  con  los  sobrantes,  quoasíy  todo  eran  bastantes 
P^2i  hacer  muchas  fundaciones. 
Expedido  título  de  fundación  en  uno  de  los  años  com- 
Pendidos  entre  1781  y  1786,  el  visitador  general  1).  Antonio 
Mon  y  Velarde  dio  orden,  en  el  último  año  mencionado,  para 
^^tablecer  pueblo  en  Yarumal,  Fundóse  el  Visitador,  para  tal 
P**Q Videncia,  en  las  favorables  condiciones  de  la  localidad  :  ^a^an 
^^^cidad  en  el  suelo,  abundancia  de  maderas,  aluviones  y 
^'^noros  auríferos  y  clima  benigno  en  su  mayor  parte,  fueron 
^  ^>^o  para  tan  prudente  y  acertado  mandato.  El  nuevo  pueblo 
^^bí^  llamarse  San  Luis  de  Góngora, 

El  mismo  año  en  que  expidió  la  orden  á  que  nos  referimos, 
^r.  Mon  y  Velarde  nombro  como  alcalde,  juez  pedáneo  de 
^í'Umal,  á  D-  Francisco  Leonín  de  Estrada,  á  quien  no  se  dio 
P^^iesión  de  su  destino  sino  hasta  el  año  siguiente. 

Es  curioso  el  juramento  que  prestó  el  Sr.  Estrada  ante 
^*  Pedro  Rodríguez  de  Zea,  padre  de  D,  Francisco  Antonio, 


1 


teniente  dü  provincia  y  aclministradnr  do  la  Itonl  Hacienda, 
tiempo  de  entraron  bus  funciones.  Prometió  fomenlarel  nuo\ 
establecimiento,  solicitando  por  todos  loa  medios  posible» 
que  prontamente  se  verificara  la  población;  haoor  edílicaí 
las  casas  á  nivel,  de  manera  quo  no  desmintiesen  una  d^ 
otra  y  produjesen  en  su  conjunto  belleza  y  hermosura;  admí-'" 
nistrar  justicia  a  las  pairtes  con  igualdad,  según  las  dlwpej 
sieiones  reales;  amparar  pobres,  luiérfanos  y  viudas;  deaterrallj 
la  ociosidad;  castigar  los  pecados  inihllcos  con  severidad 
rectitud;  defender  su  jurisdicción  sin  excederse  de  los  límit 
legales;  procurar  á  la  mayor  brevedad  y  por  meílíoíi  giiavc3| 
el  fomento  de  la  agricultura,  especialmente  la  del  trigo;  pH 
ceder  con  rigor  en  caso  de  relieldfa;  solicitar  cuanto  antes  ti 
apertura  de  un  puerto  ofrecido  etc.,.etc, 

Al  entrar  en  las  faenas  propias  del  tiueVo  cstablecímfento/ 
lo8  colonos  padecieron  no  pocas  calamidades  causadas  por  la 
escasez  de  víveres.  En  este  punto  en  que  hoy  la  abundancia ; 
la  holgura,  la  comodidad  y  aun  el  ornato  salen  al  encuentr 
de  todas  las  necesidades  individuales,  por  aquella  época 
almud  de  maíz  valía  do?5  castellanos  de  oro,  la  ai'rotiade  paneM 
se  vendía  al  mismo  precio»  y  la  alimentacióíi  mas  comims 
sacaba  de  la  miel  de  abejas  recogida  en  el  tronco  de  los  árbok 
y  de  una  especie  de  calabaza  llamada  Vitoria  por  los  antlÉ 
quellos. 

Las  primeras  vías  de  comunicación  aliierlas  con  gran  conH 
por  los  vecinos  de  Yarumal,  fueron  :  las  que  conducen  A  laí 
ciutlades  de  Santa  Uosa  y  Caceres,  y  la  vereda  tpic  por  entonce 
80  seguía  para  ir  al  puerto  tle  Espíritu  Santo* 

El  primer  cura  de  la  parroquia  fué  nombrado  en  IHOO  y 
duró  hasta  1803;  el  segunda  fuó  el  Dr.  D.  Lucio  de  Villa| 
y  en  18"3t  ocupó  ese  ministerio  el  Dr,  II  Josó  Antonio  Palack 
Isa/a,  ([uicn  permaneció  en  él  hasta  el  año  de  1H.Í5,  Era 
Sr,  I^alacio  sacerdííte  tle  aitu  mérílo,  do  eximias  vlrludc 
de  ardiente  caridad,  y  muy  activo  en  la  ejecución  de  oper 
ciones  propias  para  el  ilesenvolmicnto  progresivo,  materíalJ 
intelectual  y  moral  de  sus  feligreses.  Con  una  gran  parte  di 


—  m  — 

bucaudali  ¡nipucjíita  á  iiiúdico  ¡ntorótí|  alimentaba  y  vestía  a 
loís  pobres  de  su  parroquia. 

Cuando  ou  1794  los  sefiorcs  Barrientos  y  Misas  fuoron 
pucátos  en  posesión  de  sus  terrüiiosá,  contaba  ya  San  Luís  do 
Oóngora  oon  1 '20  familia?^  pobladoras.  Esas  familias,  do  raza 
caucásica,  oran  procedentes  de  Mcdellín,  Envigado,  Rione^ro, 
Marinilla  y  Barbosa,  y  sus  ramales  son  en  su  mayor  parto 
los  mismos  quo  hoy  perpetúan  sus  apellidos  y  sus  buenas 
coíitumbres.  En  pocos  lugares  hemos  visto,  tanto  como  en 
Yaruinal,  el  tipo  verdadero  de  la  antigua  honi-adez  cas- 
tellana. 

D*  Pedro  Euse,  do  origen  francés,  fué  mandado  por  el 
rey  de  España,  U.  Carlos  IV,  en  calidad  de  médico  do  e^íta  colo- 
nia, bicho  señor  casó  en  Santa  liosa  con  D"^  Tojuasa  Maclas, 
^l^t leu  por  haber  quedado  viuda  se  unió  en  segundas  nupcias 
t-'Otí  D*  Plácido  Misas,  gallego  de  origen. 

Yarumal  progresó  lentamente  en  los  primeros  año»,  no 
tíbistante  la  abundancia  do  medios  y  la  sanidad  del  clima.  De 
^Igun  tiempo  á  esla  liarte,  se  levanta  y  engrandece  do  un 
nit"*clu  rápido  y  admirable ;  si  bien  el  espíritu  de  emigración 
<lc  ^U8  liljos,  muclios  do  los  cuales  se  han  trasladado  á  Cruces, 
á  Cdndová  y  á  otros  lugares  para  lijarse  definitivamente  en 
ellosj  y  el  abandono  que  de  su  tierra  natíil  han  hecho  opulentos 
^'^Pttaltstas  para  radicarse  en  Medeltín  y  Bogotá,  lian  sido 
*^^^**a  para  detener  el  natural  desenvolvimiento  de  esta  región 
prix'ilegiada.  En  cambio,,  el  trabajo  inincrn,  las  labores  agrí- 
í^^jIsab,  el  incremento  del  comercio  y  la  creación  de  importantes 
incl%4i^lj4^3^  cutre  las  cuales  la  pecuaria  ^a  á  la  vanguardia, 
itiif:^ian  una  era  de  opulencia  para  esta  localidad. 

A  medida  que  la  riqueza  pública  toma  incremento,  piensan 
loa  Vecinos  en  medios  prácticos  de  ornamentación  para  dar 
lustro  y  brillo  á  ia  ciudad. 

El  templo  que  actualmente  8c  esta  construyendo  bajo 

^^  inteligente  dirección   del  Br*  Jusé    María   Zapata,   hábil 

í^^'^iuilccto,  será  capaz  de  dar  honra  á  eso  progr  esivo  grupo 

^l<*aulloqueño3,  por  eu  magnitud,  elegancia  y  exquisito  gusto 


2*24  


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artístico.  Desde  e!  atrio  de  este  famoso  tcmijlo,  elevado  sol 
el  nivel  de  la  plaza,  se  disfruta  de  una  excelente  y  adin 
vista.  Las  curvas  de  las  cordiHeras,  los  pingües  y  bien  mante- 
nidos cortijos,  el  curso  vario  de  las  corrientes  de  agua^  la 
pureza  de  un  cielo  constantemente  diáfano  y  azul  en  loa 
veranos,  y  siempre  benigno  y  propicio  para  la  salud,  haccnág 
residencia  en  aquel  punto,  agraílable  y  entretenida  ™ 

Tiene  la  cal>ecera  del  Distrito  8¿9  casan,  do  tapl 
y  tejas  unas  y  pajizas  otras ;  y  como  en  lo  que  se  entiem 
por  marco  de  la  población,  hay  una  extensión  basta 
para  recibir  cuatro  casas  por  cada  manzana,  se  conipñ 
derá  que  los  10:005  habitantes  que  actualmente  la  ocupafT^ 
viven  holgadamente  y  con  un  sobrante  de  terreno  pal 
cuadruplicar  ó  quintuplicar  el  número  de  sus  vecinos.  E 
población  j  observada  desde  el  alto  deBuenavista,  asume,  a  pesar 
de  lo  quebrado  del  suelo,  caracteres  de  belleza  especial  positiva 
y  halagadora;  mas  tan  peculiar  en  su  especie,  que  no  hallamos 
en  este  momento  ejemplo  para  compararla.  Las  calles  es' 
cortadas  en  ángulo  recto;  pero  aunque  su  fundador  D,  Fr 
cisco  Leo  ni  n  de  Estrada  asegurase  en  el  acta  de  fundac 
que  el  pueblo  iba  á  ser  construido  en  un  ameno  y  descans; 
valle,  es  lo  cierto  que  las  calles  son  quebradas  por  las  sinu* 
dades  del  terreno.  Los  edificios  ocupan  niveles  diferent 
según  suposición;  las  techumbres  se  elevan  a  diversas  alturj 
y,  aunque  trepando  y  descendiendo,  se  transita  con  algu 
facilidad  por  las  diversas  vías,  corregidas  como  están  por 
terraplenes  y  banifueos  ejecutados  por  los  vecinos  con  opoiv 
tunidad  y  esmero.  El  agua  potable  es  do  excelente  calld 
sumamente  abundante,  y  hay  una  hermosa  fuente  pública 
el  centro  de  la  plaza. 

Separándonos  un  momento  de  la  descripción  de  la  cabeo 
del  Distrito,  para  entrar  en  consideraciones  generales  sobre 
territorio,  principiaremos  por  decir  que  desde  la  desem 
cadura  del  Oro  en  el  Cauca,  hasta  el  riachuelo  de  Santa  B¡ 
bara,  límite  con  Cáccres,  mide  4  miriánietros  poco  máa 
menos,   y  que  de  la  cañada  de  la  Piedra,  límite  con  Sa 


Rosa,  hasta  el  mismo  alto  de  Santa  Bárbara,  su  extensión  es  de 
6  mírlame  tros. 

Toda  la  parte  comprendida  en  la  anterior  demarcación, 

exceptuando  los  llanos  de  Cuibá  y  algunos  valles  de  reducido 
tamaño,  es  esencialmente  montañosa.  La  cordillera  de  San 
Miguel,  que,  como  lo  hemos  dicho,  viene  á  ser  luego  la  occi- 
dental de  los  Andes  autiotiueños,  entra  por  la  parte  sur  del 
Distinto,  coalinúa,  y  luego  va  á  espirar  hacia  el  norte-  Todos 
los  terrenos  que  quedan  en  las  partes  altas  de  esta  cordillera 
y  en  las  elevadas  cimas  do  sus  ramificaciones,  son  de  tempe- 
ramento frío,  y  tan  frío,  que  en  los  Manos  de  Cuibá,  inter- 
mediarios entre  Santa  liosa  y  Yarumal,  vegeta  el  frailejón, 
habitador  solitario  de  los  páramos.  En  las  pendientes  mon- 
tañosas el  clima  es  templado,  y  ardiente  en  demasía  en  la 
profundidad  de  los  valles. 

En  el  punto  denominado  Buenavista,  se  desprende  de  la 
cordillera  principal,  y  gira  hacia  el  norte,  un  contrafuerte  que 
foma  los  Altos  del  Tabaco  y  Malabrigo,  dividiendo  las  aguas 
M  NeC'hí  de  las  del  río  Pajarito.  En  el  mismo  punto  llamado 
Pajarito,  nace  un  estribo  que,  además  de  servir  de  límite  al 
liííalrito  de  Angostura,  separa  las  aguas  de  Santa  Rita  de  las 
del  río  últimamente  mencionado.  Se  hallan  en  este  estribo  los 
altos  de  Tetón  y  del  Olivo.  En  el  sitio  llamado  Candelaria,  la 
Wdillera  arroja  una  ramiíicación  en  dirección  nor-nüroeste, 
interpuesta  entre  las  aguas  de  San  Andrés  y  Socavones.  En 
esta  ramilicación  está  el  alto  de  Quitagorra,  líjiiite  entre  Yaru- 
^^lySan  Andrés,  y  el  más  elevado  que  hay  en  el  Distrito.  En 
Quitagorra  se  forma  otro  contrafuerte  que  separa  las  aguas 
del  San  Antonio  de  las  de  la  Esmeralda  y  Lejía,  teniendo  como 
punto  culminante  el  alto  de  Socavones,  para  ir  á  terminar  en  el 
puerto  de  Espíritu  Santo. 

La  masa  principal  de  la  cordillera  que  abandonamos  en 

Ondelaria,  para  seguir  una  de  sus  ramificaciones,  eleva  su 

dorso  á  grande  altura  en  Santa  Isabel,   San  Juan,   Buena- 

vístai  la  Hundida  y  San  Fermín,  de  donde  se  desprende  otro 

i*amal  para  dar  nacimiento  al  alto  de!  Nevado  y  terminar  en 

ib 


—  22G  — 


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Valdivia;  mientras  que  la  cordillera  principal,  siguiendo  la 
dirección  indicada,  forma  el  alto  de  Santa  Bárbara,  límite  con 
el  distrito  de  Gáceres.  En  el  alto  de  la  Hundida  se  desprendo 
un  estribo  que  lleva  dirección  oriental,  pasa  por  cerca  de  la 
población,  forma  el  morro  que  la  domina,  el  alto  de  la  Paila,  y 
muere  en  Nec!u',  abajo  do  Campaniento. 

La  hondonada  ó  valle  del  Ncclií  está  formada  por  ramiza 
cacionea  que  se  desprenden  de  la  cordillera  occidental 
en  toda  la  parte  de  esta  hondonada  que  pertenece  á  Yarumal, 
hay  ricas  y  pintorescas  dehesas  bien  surtidas  de  ganados, 
pues  el  terreno,  aunque  frío,  produce  excelentes  pastos.  A  la 
izt|uierda  del  río  que  corre  por  su  centro,  pero  siempre  en  la 
hoya,  se  halla  la  Iiondonada  parcial  de  Santa  Juana,  vallecito 
estrecho,  fértil  y  apacible.  En  el  mismo  caso  están  el  de 
Yarumalito  y  el  de  Espíritu  Santo,  de  temperatura  inferior, 
pero  siempre  apropiados  para  la  industria  pecuaria. 

En  la  parte  baja  del  Distrito,  hacia  el  Cauca,  el  clima  so 
templa,  y  el  suelo  produce  plátanos,  yuca,  caña  de  azúcar, 
cacao  y  otros  frutos  tn>picales.  La  hondonada  del  Rosario, 
formada  por  la  cordillera  principal  y  por  im  ramal  de  ella  que 
nace  en  el  alto  de  la  Hundida,  y  que  separa  las  aguas  del 
Rosario  y  Medialuna  de  las  de  los  ríos  San  José  y  San  Julián, 
contiene  también  suelo  propio  ])ara  la  agricultura  y  la  gana- 
dería. 

El  río  Cauca  pertenece  á  este  Distrito  desde  el  punto 
llamado  Pescadero  basta  el  derrumbadero  de  Irirá,  h'mitc  coa 
Cáceres,  y  recibe  por  la  deredia  los  ríos  San  Andrés,  Espíri 
Santo,  y  los  riachuelos  Valdivia,  Chirí  y  el  Pescado. 

El   río  Yarumal,  Cañaveral  en  su  parte   alta  y 
en  su  parte  baja,  tiene  su  origen  en  lus  llanos  de  Cuihá,  y  e 
formado  por  los  riachuelos  Candelaria,  Santa  Isabel,  elTanib 
Chuscal  y  el  torrente  de  la  cañada  de  la  Piedra. 

Desciende  esto  río  do  sur  á  norte  hasta  enfrente  de  la 
blación  de  Yarumal;  tuerce  luego  delinitivarncnteal  éste  en 
punto  en  que  se  une  con  la  quebt  atla  de  Yarumalito,  y  8ig 
a&í  hasta  donde  recibe  las  aguas  del  río  Dulores ;  do  allí 


leíanle  toma  sensiblemente  la  dirección  nordeste  hasta 
frente  á  Morropelon,  donde  forma  im  semicírculo  y  vuelve  sus 
aguas  liacia  el  occidente,  faldeando  dicho  morro  y  torciendo 
luego  hacia  el  norte  hasta  el  punto  en  donde  recibe  las  aguas 
del  torrente  Medialuna.  En  adelante,  hasta  la  Concepción,  su 
cui*so  es  nordeste  para  liacerso  luego  oriental  y  unirse  con 
el  Purce  ó  Medelh'n,  junto  con  el  cual,  y  con  el  nombre  de 
Nechí,  lleva  su  caudal  al  Cauca  liasta  el  sitio  llamado  Bocas 
de  >ícchí, 

Al  río  Espíritu  Santo,  que  nace  en  Cuibá  y  sigue  en  di- 
rección noroeste  hasta  su  confluencia  con  el  Cauca,  en  el  punto 
denominado  Puerto  de  Espíritu  Santo,  le  afluyen  por  la  dere- 
cha. :  los  torrentes  Salto,  Manizales,  San  Isidro,  la  Mína- 
los riachuelos  de  la  Hundida,  San  líoquc,  San  Migue!,  San 
Epifaiiio,  la  Tebaida,  la  Esperanza,  Ftemolino,  Cadenas  y  el 
del  Oro,  ijue  recil>e  el  de  San  Pablo;  y  por  la  izquierda,  los 
riachuelos  San  Antonio,  Santo  Tomas, San  Nicolás,  Aguiares, 
SíXi^  Bernardo,  San  Vicente^  Macanal,  Socavones,  Ceniza, 
Cañaveral,  Cristalina  y  la  Honda, 

El  San  Andrés  nace  en  el  alto  de  Santa  María  en  el  pá- 
i^^iTiO  de  Belmira,  se  dirige  sensiblemente  al  noroeste  y  lleva 
sus  aguas  al  Cauca  en  oí  punto  denominado  Pescadero,  Hccibc 
P*^^  la  derecha,  pet*tenecientes  al  diíjtrito  de  Yarumal,  las 
í^SUas  de  los  riachuelos  Lejía^  que  so  une  al  Ochalí,  y  las  del 
f*^ví.  El  Oclialí  nace  en  Socavón  es. 

El  riacliuelo  Valdivia  lleva  dirección    general   de    sur 

^  ^orte,  nace  en  la  cordillera  principal  en  territorio  fie  este 

Distrito,  y  desagua  en  el  Cauca  en  el  puerto  ile  Valdivia  y  en 

Jurisdicción  de  Caceres.  Por  la  derecha  recibe  sólo  el  torrente 

Chorrosblancos,  y  por  la  izquierda,  las  aguas  de  los  arroyos 

^l  Nevado,  Ciénaga,  Frisolera  y  San  Fermín. 

El  riachuelo  del  Rosario,  fpie  es  el  mismo  Medialuna, 
^^  un  los  altos  de  la  Hundida  y  lleva  dirección  general 
^^  Bur  á  norte  hasta  frente  al  alto  de  Santa  Bárbara,  donde 
Pí^pecc  tropezar  con  la  cordillera  principal,  y  retrocede  Ibr- 
'Híindo  un  semicírculo  de  norte  á  sur,  hasta  su  unión  con  el 


—  22S  — 

Nechí,  Le  eiLlran  por  la  dereclia  los  riachuelos  San  Felipe, 
Santa  Bárbara  y  Pietlrasblancas.  Por  la  izquierda  le  afluyen 
aguas  de  otro  distrito.  También  se  denomina  este  riachuelo 
Piedragorda,  en  alguna  extensión  de  su  curso. 

Por  último,  los  ríos  San  José  y  San  Julián  nacen  detrás 
del  morro  que  domina  la  población,  y  llevan  siks  aguas  al 
Nechi,  cu  jurisdicción  de  Campamento.  El  primero  recibe  perla 
izquierda  el  torrente  Malpaso ;  y  el  segundo,  por  la  derecha,  el 
arroyo  de  la  Paloma  y  los  torrentes  de  la  Trinidad,  las  F*almas 
y  la  Honda ;  por  la  izquierda,  el  de  Anime. 

Aunque  los  hijos  dcYarumal  sean  más  que  lodo  ganadei'O^ 
y  agricultores»  se  les  nota  mucho  interés  y  aim  entusiasmo  por 
la  minería.  Los  minerales  del  Nechí  en  su  parte  alta  son  gene- 
ralmente pobres,  y  el  metal  que  producen  es  de  baja  ley;  los  del 
Espíritu  Santo,  menos  pobres  y  con  oro  mejor  aquilatado;  los 
del  Rosario  son  ricos,  y  los  de  Valdivia  y  Medialuna  muy  bien 
reputados  por  su  riqueza  y  por  lo  alto  de  su  ley.  Solamente 
se  trabajan  en  este  Distrito  dos  minas  de  veta,  la  Esmeralda  y 
la  Hundida.  Hay,  sin  embargo,  formaciones  minerales  en  abun- 
dancia. 

Como  regla  general,  se  puede  decir  que  en  todo  el 
Estado  de  Antíoquia,  la  agricultura  se  baila  en  lamentable 
atraso.  La  seculai"  rutina  de  los  españoles  sigue  como  fué  in- 
troducida; el  espíritu  rehacio  de  los  liábitos  primitivos  impide 
la  introducción  de  nuevos  instrumentos  de  labor;  la  antigua  y 
mezquina  reja  tirada  lentamente  por  los  bueyes  en  los  terrenos 
planos,  y  la  débil  azada  de  los  conquistadores,  remueven  ape- 
nas la  superficie  del  suelo;  la  aplicación  de  los  abonos  es  des- 
conocida; laaclimataciun  de  las  plantas  útiles,  ignorada;  yes 
sóloá  impulsos  de  un  ímprobo  Iraliajo  material, conioel  hombiHS 
do  estas  regiones  ol)tiene  los  medios  indispensables  pai^a  man- 
tener una  existencia  modesta,  y  en  cierta  manera  patriarcaL 
Sin  los  productos  multiplicados  que  crea  el  arte,  y  sin  vías  de 
comunicación  para  exportarlos,  el  antioqueño  apenas  gana 
para  vivir:  nada  le  sobra  para  la  exportación;  paga  coa  el  oro 
de  sus  veneros  y  aluviones  las  mercaderías  extranjeras,  y  no 


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übtieiie  riqueza  sobrante  que  pueda  emplear  en  asuntos  do 
ornato. 

Si  Yarumal  tuviese  un  buen  camino  que  facilitara  su 
trilico  con  el  río  Cauca  hasta  las  cercanías  de  Cáceres,  multi- 
plicaría sus  riquezas  de  un  modo  portentoso  y  ascendería  en 
b  escala  de  la  civilización  con  notable  rapidez  :  tal  es  el  vigor 
y  el  aliento  laborioso  desús  hijos,  pertenecientes  casi  todos  á 
la  raza  e-aucásica  mezclada  en  proporciones  felices  con  la  i^aza 
indígena^  y  tinturada  con  la  etiópica  para  darle  caracteres  de 
sólida  energía  y  de  robusta  inteligencia. 

Se  puede  estudiar  en  el  territorio  de  este  Distrito,  mucho 
bueno  y  curioso  en  relación  con  fenómenos  naturales.  Men- 
cionaremos sólo  el  puente  de  piedra  formado  por  el  Nechí 
en  la  fracción  de  este  nombre  :  en  él,  el  río  se  pierde  en  pro- 
fundísimas cavernas  formadas  por  grandes  pedernales  ,  y 
r^cy)rre  una  extensión  de  más  de  8ÜÜ  metros ;  y  esto  en  manera 
tal,  que  colocado  el  observador  sobre  dicho  puente,  no  oye 
dmásíeve  rxunor,  ni  indicio  aJi^uno  de  que  por  debajo  de  sus 
picíí  pasen  las  aguas  atormentadas  del  río. 

El  puente  de  Yarumalito,  formado  cerca  de  la  población 
portas  aguas  del  riachuelo  de  su  nombre  y  por  grandes  rocas, 
Riíde  por  lo  menos  2Un  metros  de  extensión  ;  y  estos  fenó- 
íiieno^  geológicos  abundan  mucho,  en  mayor  ó  menor  escala, 
en  toílo  el  territorio  del  Distrito,  por  ser  esta  clase  ele  forma- 
nones  casi  típicas  en  YarumaL 

Hay  una  bella  cascada  do  regular  elevación,  vistosa  y  ele- 
K^níe  en  el  riachuelo  de  San  Roque,  aíluentc  del  río  Espíritu 
^anto,  y  por  fin  otra  menos  elevada,  pero  no  menos  curiosa^ 
aneldo  San  Felipe,  el  cual  vierte  sus  aguas  en  el  Medialuna. 

Población,  10,005  habitantes.  —  Latitud  norte,  5M9'4U". 
^  Lüíigitud  occidental,  r33'35'\  —  Altura  sobre  el  nivel  del 
ínar,  2,276  metros.  —Temperatura,  17^,  —  Límites  :  canfina 
al  norte  con  Cáceres ;  al  oriente  con  parte  de  Anorí,  Campa- 
ínenlo,  Angostura  y  Santa  Rosa;  al  occidente  con  Ituangoy 
San  Andrés,  y  al  sur  con  Bel  mira  y  Santa  Rosa. 


—  230  — 

Zea.  — Desde  que  el  Gobernador  Rodas  fundó  la  ciudad 
de  Zaragoza,  en  el  último  cuarto  de!  siglo  xvi,  el  país  de  Zea 
quedó  entrevisto  ,  y  su  riqueza  en  loís  tres  reinos  de  la  natu- 
raleza, bastante  clara  y  recomendable  para  llamar  pri- 
mero  la  atención  de  los  conquistadores,  y  después  la  de  los 
colonos. 

En  las  crónicas  del  tiempo  vemos  el  río  Nechí  cali- 
ficado con  el  pomposo  nombre  de  Pactólo  americano;  y  algo 
debió  de  haber  sumamente  halagiieno  en  su  cauce,  porque 
sabemos  que  á  mediados  del  siglo  que  siguió  á  su  descubri- 
miento, el  gobierno  de  la  Madre  Patria  nombró  al  gran  inge- 
niero y  Gobernador  D.  Alonso  Turrillo  de  Yebra  para  canali- 
zarlo y  beneíiciar  de  preferencia  la  ponderada  mina  del  Char* 
cón^  trabajada  boy  por  la  Compañía  Minera  de  Antioquia. 

La  operación  encargada  al  español  no  era  de  fácil 
desc.npeño,  porque  en  aquella  ópoca  los  arbitrios  de  los 
pobladores  eran  exiguos,  los  agentes  naturales  casi  insupc- 
rabies,  las  enfermedades  frecuentes  y  mortales,  y  el  aspecto 
del  territorio  se  presentaba  con  tu  Jos  sus  aterradores  atribuios. 

El  intento  de  explotación  no  tuvo  bucnéxitojaempresafué 
abandonada;  y  aquel  circuito  selvático  y  montañoso  continuó 
por  mucho  tiempo  abrigado  por  su  antiguo  manto  de  soledad 
y  misterio. 

Fundado  más  tardo  el  pueblo  de  Anorí,  desíloividos  i^u» 
ricos  mineraleSj  y  ansiosos  muchos  de  sus  habitantes  .do  ir  en 
indagación  de  nuevos  tesoros,  tiraron  para  ese  lado,  trasmon- 
taron aquellas  cordilleras,  exploraron  aquellos  bosques, 
catearon  aquellos  ríos  y  reconocieron  la  comarca. 

Dícese  que  en  cierta  ocasión,  andando  un  grupo  de  olios  á 
caza  de  animales,  dieron  con  un  oso  que,  para  defenderse  de 
los  ataques  que  le  dirigían,  so  abrigó  en  una  cueva.  Uno  de  los 
cazadores  llevaba  un  diestro  perro  que  respondía  al  nombre 
de  mochoj  por  faltarle  una  oreja.  El  dueño,  ufano  ooa 
el  hallazgo  de  la  fiera,  animaba  al  perro  y  gritalia  :  Ataca 
mocho ;  y  repetía  la  orden.  El  oso  fue  muerto  por  los  cazadores, 
y  de  la  frase,  ataca  mocho,  alterada  por  la  sustracción  de  la 


—  m  — 

a  inicial,  hicieron  el  nombre  de  Tacamocha^  con  que  nuestros 
antecesores,  poco  hábiles  en  hi  formación  ele  palabras,  bauti- 
zaron este  Distrito  que  lleva  hoy  el  apellido  de  uno  d©  nuestros 
más  esclarecidos  patricios. 

El  distrito  do  Zea  es  de  los  más  opulentos  y  promete- 
dores del  Estado  de  Antioquia,  por  cuanto  basta  él  pueden 
venir  desde  la  costa  atlántica,  por  fácil  navegación,  poderosos 
buciues  de  vapor.  Además,  Zea  es  como  una  especie  de  recep- 
táculo mineral  formado  por  cataclismos  neptunianos,  y  por  la 
acoión  normal  de  las  corrientes  acuáticas  que  arrastran  pepitas, 
granos  y  pajuelas  auríferas  de  sur  á  norte  para  buscar  su  nivel 
in  rcrior. 

La  cabecera  del  Distrito  está  situada  sobre  la  muy  reba- 
jada ceja  que  separa  las  aguas  del  arroyo  Limón,  de  las  del 
Hvxecoy  San  Agustín,  las  cuales  forman  el  río  Tenchc,  que  á 
9U.  vez  desemboca  en  el  Nccbí,  más  arriba  del  sitio  denominado 
las  Dos  Bocas,  6  sea  su  punto  de  unión  con  el  Porce, 

El  caserío  de  Zea  es  todavía  de  poca  importancia:  sus  edi- 
ficíios  son  de  modesta  apariencia,  y  su  vínica  calle,  desigual. 
El  bosque  virgen  está  muy  cercatio  á  ella;  mas  á  pesar  de  estas 
desventajas  topográficas,  la  vida  doméstica  de  sus  vecinos  es 
fácil  y  hasta  cierto  punto  cómoda,  porque  los  moradores  son 
Pí^cíücos,  serviciales  y  caritativos.  lícducidas  praderas  para 
"^^ntcner  en  ellas  algunas  vacas,  es  lo  solo  que  esclarece  un 
poco  el  paisaje,  porque  el  resto  ofrece,  casi  en  todo,  su  aspecto 
pt^Unitivo. 

No  se  hallan  en  este  Distrito  grandes  planicies,  el  territorio 
^  doblado, y  las  cordilleras  que  hemos  visto  esbeltas  y  arro- 
gantes en  el  centro  de  Antioquifl,  semuest^mn  allí  rebajadas. 
P^t*  entre  c^eja y  ceja  serpentean  nimicrosos  torrentes  solire  el 
P^íiíío  inferior  de  las  quebradas,  dando  lugar  á  un  dédalo  ¡níi« 
ftitodc  hondonadas.  Las  más  elevadas  cumbres  que  sobresalen 
^  la  circunscripción  de  Zea,  son  las  que  separan  las  aguas 
del  río  Tenchc  de  las  del  Anorí,  y  las  que  están  situadas  entre 
el  primero  de  ellos  y  el  Porce.  La  dirección  general  de  estas 
ínontañas  es  de  sur  á  norte,  la  misma  que  llevan  en  lo  general 


—  232  — 

las  aguas  que  hemos  mencionado,  y  además  los  riachuelos  que 
entran  al  Nechí. 

Los  pocos  valleá  de  Zea  que  merezcan  tal  nombre,  son 
las  vegas  del  riachuelo  Pencado  cerca  de  su  desembocadura  er 
el  Nechi\  y  la  de  Quebradoiia  ó  líatíllo.  Eii  estas  vegas  ha) 
dos  cortijos  bastante  grandes,  para  la  ceba  y  cría  de  gauadc 
vacuno.  Hay  también  planicies  de  alguna  consideración  sobre 
las  márgenes  del  raudal  llamado  Juanico,  y  sobre  el  Nechí,j 
cercanas  á  las  minas  del  Charcón,  San  B^nito^  Támara 
Matona,  Las  praderas  para  la  industria  pecuaria,  eslableci-| 
das  en  Usura  y  Lijnun,   son  mcílianamente  amplias    y  estái; 
colocadas  sobre  tei^^eno  inontafiosü. 

I  Como  alturas  principales  del  Distrito,  podemos  citar  : 

alto  Capotal;  el  de  Cruces;  el  de  la  Gallina,  entre   Ci*uces 
Zea;  el  de  Palogordo,   entre  el  Limón  y  ei  Tcnche;  la  cor 
díUera  de  Usura,  entre  el    riachuelo  de   este   nombre  y 
Tenche;  y  el  alio  del  Pescado,  entre  el  Tenchc  y  Tona. 

Los  ríos  principales  de  Zea  son  :  e!  Porce  y  el  Nechí,  cntr^i 
los  cuales  esta  comprendido  el  Distrito.  El  Porce  corre  coni^| 
5  miriámetros  en  territorio  de  Zea,  desde  la  unión  del  Socorro 
hasta  las  Dos  Bocas,  y  el  Nechí  como  4  miriámetros,   desdaH 
las  Dos  Bocas,    aguas  arrilja,  hasta  sn    límite  con   Anurí.n 
El    río   de  este    üUíinu   nombre   corre    por   una     cxteusióíi 
igual    al   anterior,   desde    el  puente   de    Bolívar    hasta   su 
desembocadura    en    el    Neclu'.    El    río    Tenche    tiene    una 
longitud  aproximada  de  2  1/2  miriámetros,  y  de  2  el  riachuelo 
Tona, 

E!  Anoi'í  acrece  el  caudal  de  sus  aguas  con  las  qiiu  {k 
la  izquierda  le  tributan  los   riachuelos  Carmen,  Cruces,  Que 
liradona/Tiroteos  ó  Usura,  y  por  el  lado  derecho  c-on  las 
Concepción  y  Tirana;  el  Nechí  am  las  del  Moreno,  Auslrahu 
yCachorá;   el  Porce,  por  la  banda  izquierda,  con  las  dele 
torrentes  Santa  Bárbara,  Colorados,  Uivcra,  Arenal,  Troje 
Niantra,  Caracx>lí,  Palo,  Pena,   llermitano  y  Aguacates; 
Tenclie,   por  la   baiida  izfiuierda,    con    las   de  los    ai*royc 
Limón,  Baraiuhllas  y  Santa  Lucía,  y  por  el  lado  derecho^ 


233 


na^cii,  Quebradona  y  Cañadaliünda,  De  éstos,   sola- 
mente Quebradona  merece  el  calificativo  de  riacluielo. 

Casi  todo  el  territorio  de  Zea  goza  de  feracidarl  rela- 
tív'a;  pero  como  el  trabajo  preferente  de  los  vecinos  es  aplicada 
á  la  mineríai  la  agricultura  está  Bumamente  atrasada  y  sus 
produccioiies  son  de  poca  consideración.  Apenas  se  cultivad 
ma."íz  de  trecho  en  trecho  y  en  reducida  escala,  y  solamente 
vT\  tjiioii  otro  establecimiento  minero  se  ven  al-j^uiias  planta- 
ciones de  plátano,  yuca  y  caña  de  azúcar.  El  salario  de  cada 
poíjn  no  baja  de  nueve  reales;  y  esto  por  la  sencilla  razón  de 
quLcuu  jornalero  común  empleado  en  lo  que  llaman  inazauíO' 
t'^'oar,  traljajü  ínfimo  de  exploLación aurífera,  obtiene  aveces 
uiaasuma  doble  en  uro,  como  producto  de  su  faena  diaria.  Por 
1^  dicho, y  por  ser  la  industiia  jninera  la  principal  del  Distrito, 
hoL^'  nec-esidad  de  introducir  los  víveres  de  otros  puntos, 
^^I^ccialmentc  de  Campamento,  Angostura,  Yarumal  y 
sa- batías  de  Ayapel.  Si  las  tareas  agrícolas  fuesen  más  aten- 
^liclas,  los  rendimientos  serían  considerables,  porque  el  a!go- 
^'í'^n,  el  orellana,  el  cacao,  el  tabaco,  la  achirílla,  el  añil  y  otros 
li'tj.  tos  intertropicales,  tanto  délos  climas  templados  como  de 
lo^  abrasadores,  se  darían  ventajosamente. 

La  vegetación  genrral  tiene  la  magnificencia  propia  de 
'^   Xona  Tórrida,  señaladamente  en  el  Porce  y  en  el  Nechí. 
Tocjo  el  suelo,  con  pocas  excepciones,  esta  cubierto  por  una 
"^- Usa  selva    compuesta  de  especies  botánicas  análogas  á  las 
^I^ití  heínos  enumerado  al  tratar  de  Remedios,   en  donde  la 
llO:i*a  es  tan  variada  y  caprichosa.  En  pocas  partes  de  la  América 
^Iviinoccial    se  ven  árboles  tan  corpulentos  como  en  Zea  :  el 
'^^tKitillo  descuella  sobre  todos  por  su  arrogante  corpulencia. 
Al  hablar  de  muchos  distritos,  hemos  mencionado,  sin 
eritraren  largos  pormenores,  algunas  de  las  especies  vegetales 
*l*^c  llaman  la  atención  por  sus  propiedades  esenciales  y  por 
^^  aplicación  a  la  industria.  Llegados  á  este  punto,  queremos 
^i*  un  poco  más  explícitos,  tanto  para  llenar  un  vacío,  cuanto 
P^ra  tratar  de  dar  a  conocer  más  á  fondo  las  producciones  na  tu- 
lles con  que  cuenta  el  Estado. 


^  234  — 


El  perillo  es  árbol  de  tronco  grueso  y  elevado,  y 
tiene  eo  su  corteza  uii  jugo  lechoso  muy  abundante  y  parecido 
al    caucho*    Este   jugo  lo  toman  algunos  mezclado    con  la, 
mazamorra  de  maíz,  caso  en  que  reemplaza  la  leche  de  vaGÍ^| 
y  otros  lo  administran  como  medicamento  para  combatir  cier* 
tas  enfermedades  del  hígado*  Cuando  este  producto  esta  sccq^d 
tiene  el  aspecto  de  la  goma  laca  y  arde  con  luz  clara  y  viva  ;  e^^ 
soluble  en  el  espíritu  de  trementina  y  forma  can  él  un  barniz 
secante,  que  si  bien  no  tiene  la  ventaja  de  ser  trasparente,  sí 
puede  aplicarse  á  distintos  usos  industriales.  Cuando  esta  leche 
eslá  recientemente  extraída,    se  coagula  al    momento  agre- 
gándole un  poco  de  alcohol,  y  hervida  ligeramente  en  ag 
de  cal,  se  cunvierte  en  masas   propias   para  la    exportació; 
Calentada  se  ablanda,  y  no  sería  imposible    el    que    por    s 
propiedades  especiales  reemplazara  á  la  gutapercha.  El  peril 
abunda  muclio  en  estaparte  de  Antioquia,  y  se  podría  extraer 
gran  cantidad  de  su  jugo,   si  entrara    en  las   operaciones 
mercantiles* 

El  sande  ó  árbol-vaca  es  también  sumamente  curioso 
importante,  y,  como  el  perillu,  produce  gran  cantidad  de  jugo  i 
lechoso,  potable,  azucarado  y  tenido  por  medicinal  en  alkéH 
grado  para  combatir  tumores  fríos  y  enfermedades  del  bazo. 

El  punte  contiene  en  su  madera  y  corteza  al  menos  un 
odio  jjur  ciento  de  tanino,  capaz,  por  lo  mismo,  de  reemplazar 
la  nuez  de  agallasen  la  prqiaracíón  de  la  tinta  do  escribir,  y 
de  servir  de  mordiente  en  la  fabricación  de    telas  y  en  el 
curtimiento  de  pieles.  Los  habitantes  de  Zea  y  Zaragoza  no 
lo  emplean  sino  para  estacas  en  la  construcción  de  sus  hal)ita- 
ciones,  ó  para  columnas  en  los  acueductos  aéreos  que  cons* 
trujen  para  conducir  agua    á  las  minas,  por  cima  de  las 
hondonadas  que  se  presentan  al  paso.  Esta  madera  es  inco* 
rruptible,  tcuilo  metida  en  tierra  como  expuesta  á  lainílucncia 
del  sol,  del  agua  y  otros  elementos  ambientes.  Muchas  pie; 
do  punte  de  las  que  sirvieron  á  los  españoles  hace  más  de  cii 
años  para  trabajos  de  minería,  están  hoy  en  uso  en  loscista' 
blecimientos  de  la  Esperanza  y  las  Dos  Bocas, 


—  235  — 

El  fí\^sno,  de  grande  altura,  produce  en  abundancia  un 
hermoso  y  limpio  aceite  medicinal,  propio  para  combatir  las 
afecciones  reumatismales  y  las  neuralgias,  y  se  emplea  también 
ea  el  alumbrado. 

El  maquimaqui  es  árbol  corpulento,  de  corteza  y  leño 
sumamente  amargos,  y  de  una  acción  tan  insoportable  que 
ia dispone  el  organismo  a  su  solo  contacto* 

El  piedro  es  muy  semejante  al  puntCj  y  c^mo  él  inco- 
maptible. 

El  caracoíí  suministra  madera  durable  y  adecuada  para 
"coni^lruir  embarcaciones  menores. 

El  laurel-comino^    arliol   de  Zea,  existe   igualmente  en 

iTLXicíiJS  otros  puntos  del    Estado    y  da  la  madera   clasica 

do    íosaiitioqueños,     A    esta    madera    y    al    comején  debe 

Modellini    por    lo    menos  en  la  época    actual,    el   aspecto 

lucido  de  sus  habitaciones  y  el  lujo  sencillo   y  delicioso  de 

6i-issalones  y  retretes.  El  comino  es  incorruptible  bajo  tierra 

é  i iiatacable  por  los  insectoá.  Lo  hay  de  dos  especies  :  liso  y 

croíspo ;  el  liso  para  ol)ras   comunes ,  y  el  crespo  para  las 

obras  de  ebanistería.    El  último,  cuando  es  lino,  presenta 

salirt^  yji  fondo  amarillo  manchas  ó  fajas  ligeramente  oscuras, 

^S^^  refringen  la  luz  de  un  modo  tan  caprichoso,  que  a  veces 

s^    cree  contemplar  la  ondulación  de  un   lago  ligeramente 

'■*^ado  por  la  brisa,  y  en  ocasiones  la  superficie  bruñida  de  una 

^<^rna  de  tortuga. 

La  palma  de  táparo  presenta  muchas  analogías  con  la 
"*^  l^gua  y  contiene  en  el  interior  de  su  cuesco  una  almendra 
^H^o  dura,  pero  agradable  al  paladar.  Con  dicho  cuescu 
l^bradocaprichosamente,  fabricaban  losantioqueños  yesqueros 
f^^í'a  uso  personal. 

Hay  en  el  territorio  del  Distrito,  aunque  no  en  abun- 
^'^cia,  palo-brasil;  y  entre  los  árboles  que  más  llaman  la 
*^nc¡ón  por  la  elevación  del  tronco,  la  elegancia  del  ramaje  y 
^^ciu'iosa  forma  del  fruto,  está  el  apeUidado  por  los  montañeses 
'^'^^  ó  coco  de  mono.  Este  fruto  imita  exactamente  la  forma  de 
^'iíi  olla  peque i\a  con  su  corresponcüente  tapadera*  Mientras 


—  2;j6  — 


ida 

1 


lo" 


permanece  en  el  árbol,  la  tapa,  c|ae  es  el  segmento  supeilor,  est 
unida  al  pedúnculo;  mas  al  desprenderse  y  caer,  se  separ 
circularmcnte  con  bordes  tan  bien  articulados  que  colocada 
de  nuevo  sobre  la  olla,  la  cierra  hermélicamente.  El  interic 
está  lleno  de  almendras  que  deben  ser  apetitosa  golosina  parí 
los  monos,  pues  las  buscan  y  devoran  con  ansia.  El  peri-"' 
carpo  es  grueso  basta  do  tres  centímetros,  y  tan  resistente,, 
que  en  las  montañas,  los  caminantes  sobre  todo,  suelen  pre» 
parar  chocolate  colocando  directamente  estas  ollas  sobro 
fuógo,  pues  antes  de  carbonizarlas  el  calor  se    comunica  al 
agua  liasta  producir  la  ebullición.  ^ 

El  iiniíae  alcanza  iguabnente  grande  altura,  y  produccfl 
con  abundancia  una  goma  resinosa  cuyo  olor  es  muy  seuie-» 
jante  al  del  incienso*  ^^ 

El  n¡ garrobo j  además  de  sor  preciosa  madera  de  ebanis- 
tería, siuninistra  una  bellísima  resina, 

El  almendro  es  un  grande  árbol,  elegante  y  frondoso 
que   cría    una   fruía   sumamente    gustosa     usada    por    los 
campesinos    para  realzar  ventajosamente  el  sabor  del  cho*, 
cola  le* 

El    cnuniío    y    v\    ttiadroñero^    recomendables    por    si 
refrescante  fruta,  se  hallan  en  el  Distrito,  sobre  todo  cerca 
la  Concepciün* 

El  guayacan,  superior  al   algarrobo,  es  útil  por  su  prc 
ciosa  madera.  En  la  época  de  la  floi'escencia,  la  copa  do  est 
árbol  esmaltada  por  flores  amarillas,  es  de  hermosura  incor 
parable* 

El  dimle  6  palo  de  mora,  la  ceiba,  el  cayüí,  el  smamor 
el  nrizá,  son  producciones  vegetales  más  ó  menos  aliundantí 
un  Zea-  De  las  dos  últimas,  la  primera  se  hac^  notable  por  h^ 
dureza  casi  pétrea,  veteada  como  el  can^y,  y  la  segunda,  poi 
su  bella   (lor,  gran   borla  de   color  escarlata,  acaso  la 
vistosa  entre  todas  las  flores  tropicales- 

La  útilísima  palma  denominada  milpasos,  es  seniejante  $í 
carozo.  La  parte  pulposa  que  cubre  el  cuesco  prQduc& 
excelente    aceite  que   sirve    para  el  alumbrada  y  para 


-  i'¿: 


■ 


tocador  de  las  mujeres,   Al  empleo  fie  este  aceito  atribuyen 

/as  nordcstanas  la  abundancia  y  belleza  de  su  cabellera.  Se 

extrae  poniendo  el  fruto  en  agua,  frotándolo  hasta  que  suelta 

una  especie  de  leche,  que  hervida  toma  la  forma  de  un  aceite 

linapio,  ligeraincntc  aromático. 

Hay  en  el  territorio  varias  especies  de  quina,  pero  se 
Itxscrec  pobres  eu  alcaloides. 

Hay  cedrón,  conocido  ya  en  el  mundo  cientíüco; 
Cíxraño,  que  espera  ser  estudiado  con  atención  y  provecho; 
bo-lsOj  notable  por  su  lana,  y  cauclio,  aunque  nuen  almndanoia. 

Entre  las  plantas  trepadoras  hay  muclias  recomendables 
por  la  tenacidad  de  sus  tallos,  lo  que  las  hace  propias  parala 
<^Oíistmcción  de  edificios. 

Entre  las  líltimamenle  mencionadas,  hay  una  cono- 
t^ida  con  el  nombre  de  agraz  6  Ijejuco  de  agua.  Esta 
tíUriosísima  y  útil  planta  crece  espontáneamente  sobre  la 
parte  más  seca  y  desprovista  de  agua  de  las  cordilleras*  Su 
l*-'no  es  completamente  poroso,  á  manera  de  esponja,  y  á  lo 
lar^Q  de  sus  numerosas  y  combinadas  colijas,  circula  una 
*^iTiente  de  agua  pura,  cristalina  y  de  exquisito  sabor. 
Cuando  el  sediento  viajero  quiere  servirse  de  ella,  corta  un 
t**oxo  como  de  un  metro  y  recibe  el  líquido  en  una  vasija 
**^pi*opiada.  No  es  indiferente  el  modo  de  practicar  este  corte, 
P*^^iH:jue  si  se  hace  en  la  parte  inferior,  y  se  espera,  el  líquido 
^^  derrama  ruidosa  u  in.stantáneamente.  Es  preciso  pai'a 
^*>tf^i>erun  buen  resultado,  hacer  esta  oix'ración  con  dcsti'eza 
y  Rapidez  :  un  corte  instantáneo  en  la  parte  inferior,  otro  de 
^SUal  clase  en  la  parte  alta,  y  la  precaución  do  voltear  el  tallo 
^  ^Qvés  para  que  la  última  parte  quede  sobre  el  vaso  que 
^^\Mí  recibir   el  líquido,    es  lo  Ijastante   para  obtener  buen 

Las  flores  son  muy  bellas,  muy  variadas  y  muy  abun- 
dantes en  el  territorio  de  Zea.  Llama  la  atención  en  estos 
días  el  descubrimiento  de  una  aristoloquia  en  el  sitio  de 
Támara.  Tiene  esta  flor  el  tai  ñaño  de  un  pato  casertv,  é  imita 
Sü  forma.  Fuera  de  esta  notable  cualidad,  tiene  en  su  corola 


238 


un  apénclicc  caudal  (cola)  que  mide  hasta  un  metro  y  veínticínc^J 
centímetros  de  largo.  ^^ 

Zea  es  uno  de  los  distritos  de  Antioquia  más  ricos  ea 
minerales  auríferos  de  aluvión.  En  el  lecho  del  río  Porce  y 
en  sus  vegas,  hay  en  explotación  numerosos  depósitos,  que  á 
las  veces  suelen  dar  rendimientos  de  asombrosa  riqueza.  Hay 
puntos  (le  éstos  en  que  el  oro  extraído  tiene  D'JO  milésimos 
de  quilate  por  término  medio,  y  aun  ha  habido  ensaye  tiue 
produzca  936.  El  Nechí,  si  no  superior,  igual  al  Porce  en   , 
riqueza,  tiene  hoy  numerosos  establecimientos  industrialei^P 
y  en  sus  orillas  se  beneficia,  entre  otros,  el  histórico  Cbarcón^ 
En  el  famoso  Tenche  están  en  elaboración  los  ricos  minerak 
de  Hueco,  Cuelga,  Barandillas,  Congovco,  San  Agustín,  S3 
Lino,    íááyago,  Santa  Lucía  y  otros.  A  Zea  pertenece  en  i 
parte  mas  aurífera  el  río  Anorí,  en  el  cual  hay  varios  punte 
que  hoy  se  explotan  con  provecho*  Pertcnec-en  asimismo 
Distrito,  los   minerales    Moreno,   Iliracal,    Polonia,  Mina 
nuevas,  Tona,  Tibes,  El  Pescado  y  Pescadito. 

Creemos  que   la    riqueza  á    que    hemos    aludido  ant 
riorniente,  esta  apenas   entrevista.  Con  grandes  capitales 
una    maciuinaria   perfeccionada,  la  producción  metálica  del 
país  puede  aventajar  a  toda  humana  previsión. 

Del  afio  de  1845  al  de  1854,  el  empresario  de  minas  mí 
acaudalado  y  activo  era  el  Sr,  .Manuel  Vargas,  quien  extraj 
muchas  arrobas  de  oro  del  Necia"  y  del  Tenche,  De  185i 
18G3,  se  extraían  por  término  medio  tres  arrobas  mensuaU 
De  1862  en  adelante,  por  muerte  del  Sr,  Cipriano  líodríguc 
la  cantidad  que  había  crecido  mucho  en  su  tiempo,  se  redujo  á 
poco  mas  de  dos  arrobas  mensuales  en  el  tiempo  de  lluvias ; 
á  tres  en  el  verano»  Considérese  la  falta  do  población, 
reducido  de  las  explotaciones,  lo  imperfecto  de  las  máquina 
la  carestía  de  los  víveres,  la  escasez  de  peones,  y  piénsese 
el  aumento  natural  del  producto  aurífero  cuando  con  mejores 
elementos  la  industria  minera  se  desenvuelva  en  esta  parto 
del  Estado;  y  sea  ésta  la  ocasión  de  tributar  un  recuerdo  de 
gratitud  á  la  memoria  de  los  señores  Cipriano  líodríguc 


—  239  — 

Remigio    Cárdenas  y  Manuel  Vargas,  obreros  infatigables 
ea  las  tareas  conducentes  á  nuestro  progreso  industrial. 

Minerales  auríferos  de  veta  bay  muchos  descubiertos  en 

el  distrito  de  Zea,  pero  en  elaboración  activa  sólo  dos,  y  dos 

ni¿is,  proveímos  a  ser  establecidos.  E^  de  esperarse  que  en  esta 

cln,se  de   empresas  se  llegará  á  un  resultado  feliz,   porque 

algunos  datos  adquiridos  apoyan  esta  esperanza.  En  la  mina 

de  Usura,  en  1855,  se  encontró  un  grano  de  oro  con  peso  de 

2*&00  gramos,  en  el  cual  se  veía  muy  bien  que  había  sido 

desprendido  de  un  pedazo  de  cuarzo;  en  Támara,  de  1859  á 

1860,  un  peón  cambió,  por  muchos  días  seguidoSj  grandes 

{rsLgmentos  de  oro  partidos  con  cincel,  y  según  cómputo  hecho, 

aplicado  á  los  pedazos  vendidos,  se  creyó  que  había  hallado 

un  trozo  de  3.000  gramos.  Aquel  oro  era  de  color  pálido  y 

tenía  todos  los  caracteres  de  oro  tic  baja  ley.  En  la  mina  de 

Matoaa,  en  Tona,  en  Tenche,  en  Puerto  del  Palo  y  en  otros 

puntos,  se  han  hallado  y  se  hallan  grandes  pedazos  de  cuarzo 

^^njamente  ricos  de  oro. 

Abunda  este  Distrito  en  canteras  de  mármol  de 
^^«xjlentc  calidad  y  de  distintos  colores,  y  en  arcillas  plás- 
ticas. 

El  clima  es  variado.  En  las  partes  bajas  y  cálidas  el  aire 
^  hümedo,  las  fiebres  palúdicas  frecuentes,  especialmente  en 
^^^  úpocas  de  transición,  de  lluvia  á  sequedad,  ó  viceversa. 
^^  las  alturas,  la  temperatura  es  propicia  para  la  salud.  Cruces 
^^  Anorí,  antiguo  trabajadero  de  minas,  es  fracción  de  este 
Dibtiito. 

Población,  1.675  habitantes,  —  Latitud  norte,  7^  7' 34", 

'^  Loijgitud    occ¡dt»ntal,  T  6' G".  —  Temperatura,   26**  — 

^^Uum  sobre  el  nivel  del  mar,  Gt)4  metros.  —  Límites  :  coníina 

^1  norte  con  Zaragoza;  al  oriente  con  el  mismo;  al  occidente 

^^^i  parte  de  Zaragoza  y  do  Anorí^  y  al  sur  con  Anorí. 


r- 


CAPITULO   SEXTO 


Departamento     de    Occidente 


^isirito$  ;  Antioquia^  Anzá,  Befu/ia,  Buriticá,  Cañasgordas, 
Frontino,  Jiraldo^  Huango^  Urrao. 


El  Departamento  de  Occidente  limita  al  norte  con  el  Estado 

^  tiolívar;  al  oriento  con  los  Departamentos  del  Norte  y  de 

^petrán;  al  occidente  con  el  Estado  del  Cauca,  y  al  sur  con 

^^    Ijepartamento  del  último  nombre.  Población  :  38.  792  ha- 


j^  Antioqaia.  —  Ciudad  fundada  con  el  nombre  de  Santa 
I  ^  de  Antioquia,  en  noviembre  de  1541,  por  el  conquistador 
J  _*^^rii>cal  de  campo  Jorge  Robledo,  en  el  valle  de  Nore,  c^rca 
^^  Frontino.  Poco  más  de  un  año  después  de  su  fundación,  por 


^>7or  á  los  indios  circunvecinos  ó    por  no  parecer  el  sitio 


^^tante  propio,  fué  trasladada  por  Juan  Cabrera  al  lugar  en 

^^^^  hoy  está. 

La  ciudad  de  Antioquia  se  halla  situada  sobre  la  margen 

^^iiierda  del  río  Tonusco,  á  poco  más  de  5  kilómetros  de  su 

^^^mbocadura  en   el  Cauca.  El  valle  ó  llanura  que  la  cir- 

^*^Uda,  fué  nombrado  Arvf  por  Robledo  y  sus  compañeros, 

*^prar  codiciado  por  ellos  como  emporio  de  riqueza.  Hoy  se 

—  ^^^nia  valle  de  Evéj ico. 

El  río  que  báñala  poblaciónj  tiene  sus  vertientes  en  las 

i6 


9  A  o 


cumbres  de  Ui  con  Hilera  occidetitaf,  corro  por  su  naneo  del 
éste,  atropellado,  fresco  y  cristalino  hasta  llegar  á  la  planicie, 
en  donde,  sin  perder  del  todo  su  impetuosidad,  humedece 
fecundiza  sus  vegas  cubiei'tas  de  árboles  frutales,  entre  los  que 
descuellan    gigantescos  y  admirables,    mangos,    aguacate 
caimitos,  nísperos,  naranjos,  zapotes,  con  variedad  inlini 
de  plantas  tropicales  adornadas,  como  de  penachos  encn 
pados,  pi>r  el  follaje  elegante  y  gracioso  de  las  palmeras 
río  Tonuscíi  fué  célebi"C  en  la  antigi'uMlad  por  la  abundancia  de 
un  pez  gustosísimo  llamado  palal4  por  los  conquistadores, 
lo  es  hoy  por  la  belleza  de  sus  fecundas  vegas. 

La  ciudad  de  Antoquia  fue  la  capital  de  la  provincia 
su  nombre  hasta  el  año  de  182tí,  en  que  por  disposición  ti 
Congreso  nacional  se  la  despojó  de  su  título  y  se  trasladó 
residencia  del  Gobierno  á  la  villa  de  Medellín. 

Desde  las  alturas  occidentales  vecinas  á  esta  ciudad, 
domina  un  adniiralile  paisaje-  Colocado  en  aquellas  cumbr 
el  observador  que  dirija  la  vista  al  oiúente,   contemplará 
curso  del  TfMiusco,  y  la  ciudad  de  aspecto  ligeramente  oriei 
tal    esparcida  por  la  llanura   y  engalanarla  por  nume 
bosques  frutales  ;  un  poco  más  adelaiite,  descansará  la  min^ 
sobre  las  respetí^bles  curvas  dt^l  caudaloso  Cauca,  y  avanzan 
más^    distinguirá   la  ciudad  de  Sopetrán  medio   velada  p 
tamarindos  y  cocoteros,  y  luego  las  crestas  déla  cordillera  q 
separa  el  valle  do  Evéjico  del  de  Medellín  ;  á  su  derecha    ten* 
dráen  larga  extensión  moles  cubiertas  de  gramíneas,  y  sal 
cadas  de  trecho  en  trec!io  por  bosques  que  vegetan  sobre  I 
flancos  do  la  misma  ctvrdillera  occidental  ;  la  hoya  del  CaU' 
el   caserío  de  Obregón  ;  el  do  (¿iicbradaseca;  tas  pingües 
ciendas  estableciias  al  sufloente,  y  on  una  fértil  rinconada, 
distrito  do  Han  Jerónimo.  SI  torna  la  mirada  á  la  isi|uierd 
fuera  do  semejantes  lomas  cubiertas  de  gramíneas,  y  íyi 
del  gracioso  curso  del  río^  divisará    en  las  cü^Ci^nías    mIh 
la    banda  derecbat    las  poblaciones    de  Córdoba,   Sucre 
l*ii)orina  y  se    perderá  lungo  en  las  lejanas    crestas  de 
í'ordllhTa,  á  cuyo   pie  está  el  valle  de    Han  Anrlréíi.  y  en 


>43 


i-einoto  horizontü  que  sirve  do  cubierta  a  Sabanalar*^^n,  Valdi- 
viix  V  Cáceres. 

La  ciudad  de  Aiitioquia  prosperó  tati  rápidamente  des- 
puiijs  de  su  fundación,  que  bien  podemos  asegurar  que  no  es  hoy 
iíkÁs  interesante  que  lo  fué  medio  siirlo  después  de  su  exis- 
te inicia.  Fuera  de  algunos  conquititadtires  domiciliados  en  ella 
dcíísde  el  principio,  fué  poblada  poco  después  por  distingui- 
(U^¿j  familias  españolas  atraídas  por   la  fama  de  su  riqueza. 
La  población  está  construida  á  pocos  metros  de  altura 
soljreel  nivel  del  Cauca,  en  un  plano  ligerísi mámente  inclina- 
do con  dirección  de  occidente  á  oriente;  sus  calles  son  tiradas 
á   crordel,  y  de  regular  anchura  las  más  de  ellas;  sus  edificios, 
im  tanto  parecidos    á  los  de   las   ciudades    viejas  del    aito 
valle  del  Cauca,  exceptuando  los  de  construcción  moderna, 
que  tienen  el  tipo  general  de  la  época;  su  iglesia  catedral  es 
"^  aspecto  majestuoso  y  casi  monumental;  tiene  varios  teni- 
plosmas,  algunas  capillas  y  un  hospital  bastante  bien  ser- 
^'*^lo.  Antioquia   descansa  sobre  tres  mesetas  :   la  llamada 
l^^rranca  está  cercana  al  Tonusco,  y  su  caserío  en  general  es 
Pajizo.  Antes    estaba  cubierto  el  campo  que  la    rodea,   por 
"Ui^rtos  sembrados  de  cacao,  palmeras,  caña  de   azúcar,  y 
'^^godo   por  un  copioso  arroyo,  como   jiara  formar  gracioso 
Panorama,  visto  desílc   la    segunda.    Esta    encierra   lo  más 
'^^partante  de  la  población,  sus  calles  principales  están  dis- 
P^-*  testas  de  occidente  á  oricntCj  y  atravesadas  por  diversas 
*-^llpjuelas  laterales.  En  ella  está  la  catedral  con  su  hermosa 
Ploza   adornada  por  una   fuenie  pública   en  el  centro,    por 
^^^boles  que  brindan    dulce  fruto    á   los    traseuntes  y   clan 
^^mbra  á  los  que  concurren  á  los  mercados  diarios.  En  la 
^^isma  plaza  están  situadas  la   casa  municipal  y  las  cárceles 
^^^l  circuito. 

La  ciudad,  vista  desde  el  descenso  de  la  loma  Esperanza, 

^ione  la  figura  de  un  ángulo  agudo   cuyo  vértice  está  en  el 

P^nto  llamado  Glorieta,  Sus  lados  forman  dos  calles,  de  las 

^'^alc^  la  del  sur  se  bifurca  en  la  bella  plazuela  de  Chiquin- 

^uirá,  sombreada  por  sus  tres  lados  con  mangueros  y  palme- 


—  244  — 


] 


ras,  y  que  dan  principio  á  otra  calle  que  sigue  por  las  estancia 
hasta  la  ribera   occidental  del  Cauca. 

En  esta  calle  se  hallan  establecidas  la  cárcel  de  mujeres 
y  la  telegrafía,  así  como  el  Hospital  de  Caridad,  fábrica  capaz 
de  contener  separadamente  las  enfermerías  de  ambos  sexo: 
construida  toda  de  cal  y  piedra ^  y  cedida  para  tan  santo  o 
jeto  por  la    piadosa  matrona  D*  María  Francisca    Ferreir' 

En  la  calle  del  norte  está  situado  el  Colegio  Seminario  de 
San  Fernando,  establecido  por  el  ilustre  y  nunca  bien 
lamentado  Obispo  D.  Juan  de  la  Cruz  Gómez  Plata.  Por 
muerte  de  este  prelado,  el  establecimiento  decayó  casi  en 
absoluto,  y  si  hoy  existe  se  debe  á  los  esfuerzos  del  benéfico 
y  patriota  ciudadano  Dr,  José  María  Martínez  Pardo. 

La  calle  central,  la  más  recta  y  ancha,  donde  se  ven  los 
mejores  edificios,  corta  la  plazuela  de  la  capilla  de  JesiU 
Nazareno,  edificada  interior  y  exteriormente  al  gusto  modera^ 
y  adornada  con  dos  palmeras  elegantes  que  se  elevan  como  ce 
luninas  de  o!*den  dórico  en  los  extremos  del  atrio,  y  va  ácoa^ 
cluir  en  el  cementerio,  cuyo  frontis  tan  sencillo  como  hermoí 
forma  un  triángulo  perfecto. 

Puede  asegurarse  que  Antioquia  está  hoy  en  época 
notable  decadencia,  debida  esta  circunstancia  á  caiLns  sumal 
mente  complexas,  entre  las  cuales  debemos  señalar  la  extin= 
ciun  del  cultivo  del  cacao,  que  constituía  antes  su  mayor  ri- 
queza, la  traslación  de  la  capital  del  Estado  á  la  ciudad  d^ 
Medellín  y  la  desnicímbración  de  su  antes  opulento  obi9 
pado. 

Las  tierras  aledañas  á  esta  antigua  capital,  son 
parte  propias  para  la  agricultura  y  en  parte  para  la  raineríí 
pero  en  Antioquiaj  como  en  casi  todas  las  poblaciones  proba 
das  por  alguna  calamidad  pública,  la  enfermedad  Uama< 
mancha,  que  ha  destruido  los  cacaotales,  ha  producido  lail 
bión,  con  la  pobreza  de  los  habitantes,  algún  desfallecimient 
moral  seguido  de  falta  de  actividad.  Antioquia,  sin  cmbarg 
tiene  un  porvenir  seguro  y  una  esperanza  de  regeneración  pe 
su  vecindad  á  la  costa  atlántica.  Un  buen  camino  en  esa  dir 


cíón  podrá  no  sólo  salvarla,  sino  centuplicar  su  anterior  im- 
portancia. 

Al  sur  de  la  ciudad  desembocan  en  el  río  Cauca  los  ria- 
chuelos siguientes  :  Joancs,  que  riega  el  cortijo  de  Obregón  y 
nace  en  el  punto  de  la  Chiquita;  y  más  alía,  formando  lí- 
mite con  el  distrito  de  Anzá,  el  Anocosca,  que  viene  del  cerro 
Plateado  ó  Frontino  y  se  une  con  el  de  NoquOj  que  nace  en  la 
cordillera  de  Urrao  ó  Canalón-oscuro,  En  las  orillas  de  ambas 
cor*rientes  se  elaboran  varias  y  abundantes  salinas  que  pro- 
ducen exquisita  sal,  de  la  queso  provee  el  Departaiuento. 

Casi  enfrente  del  Aurra  confluye  al  Cauca  el  río  Tonus- 
co  ,  que  surte  de  agua  para  todos  los  usos  á  la  población.  Este 
rfo  nace  en  el  alto  Alegría^  una  de  las  protuberancias  mas  no- 
t¿í- tiles  de  la  cordillera  que  separa  las  aguas  que  van  al  Cauca 
d^  las  que  se  derraman  en  el  rio  Atrato,  y  en  su  curso  recibe 
lo^  riachuelos  Puna,  Pena,  Pescado  y  otros  de  poca  impor- 
l^ncia.  Tienen  todos  su  origen  en  las  ramificaciones  de  la  cor- 
dillera mencionada.  Al  norte  corre  el  riacluielo  Chorquuiá, 
^'»>-ico  de  los  que  bajan  al  gran  receptáculo  del  valle  por  esta 
P^rte. 

Son  fracciones  de  Antioquia  :  Indro,  Anocosca,Barahona, 
^^pinal,  Tonuscoarribaj  Goyás  y  Pescado.  De  ellas,  Anocos* 
*^^  y  Tonuscoarriba  son  las  más  importantes.  Tiene  además 
''^  Viches  caseríos,  y  tanto  en  ellos  como  en  las  fracciones  hay 
'^i^^renos  muy  propios  para  la  agricultura,  y  como  consecuea- 
^'^^  forzosa,  cstal^lecimientos  de  deliesas,  cultivo  de  granos,  de 
'^Ortalijcasy  de  árboles  frutales, 

Antioquia  ha  dado  á  Colombia  algunos  personajes  dignos 

*^  honroso  recuerdo   :    D,    Pedro   Arrubla,    mártir    de    la 

^^dependencia;   D.Juan   Esteban  Martínez,  nobilísimo  ciu- 

^^dano y  filántropo  infatigable;  el  general  Juan  María  Gómez, 

■^^bil  guerrero,  diplomático    distinguido  y   estadista  aventa- 

)^o;     D.  Manuel   del    Corral,    valiente   guerrero    en    sus 

Mocedades,  diestro  agricultor  en  su  edad  provecta,  de  ameno 

trato,  y  caballero  cumplido;  el  Dr.  Juan  Esteban  Zamarra, 

íiíatemático   insigne   y    admirable  jurisperito;     Bernardino 


—  2iC  — 

Hoyos,  hábil  médico  y  literato  (listinguidu;  Cayetano  Villaj 
Pablo  Pardo,  José  Fernando  Uruburii,  José  María  Ortiz  ot< 

Elpuehloantioquono  es  de  un  carácter  despierto,  é  inte 
lip;ente,  urbano  y  cortés,  afable  y  hospitalario,  I^s  antioque- 
nos  se  divierten  do  muy  buena  volunta»!  en  ^^us  festividadc 
anuales,  y  tienen  señalada  propensión   á   la  música,  en  I^ 
que  Megan  á  sobresalir  con  jiran  facilidacL  Esta  ciudad  es  e! 
lugar  de  residencia  del  jirelado  episcopnl  de  la  Diócesis  de  Au^ 
tioquia    de  reciente. creación. 

Población,  8.780  habitantes,— Latitud  norte,  6*  24' ^25" 
Longitud  occidental,  1**  51'  40 '*  — Altura  sobre  el  nivel  del  mar 
572   metros.   —  Temperatura,   97*  —  Límites  :   confina 
norte  con  Buríticá  y  Frontino  ;  al  oriente  con  Sacaojal  y 
petrán  ;  al  occidente  con  Frontino  y  Urrao,  y  al  sur  con  Aní 
y  parte  de  Urrao. 

Anzá,  —  liemos  visto  en  algunas  crónicas,  que  ciert 
historiadores  opinan  liaber  estado  el  pueblo  inih'gena  de  Cu- 
rumé  en  las  cercanías  de  It nango  ó  de  San  Jerónimo  ilel 
Monte.  Nos  hemos  atrevido  á  diferir  de  esta  opinión;  y 
hemos  escrito   que   tk*bió   de    estar  en    donde  esta   hoy 
cabecera  del  dislritode  Anzá,  óea  un  lugar  próximo,  porque 
leyendo  atentamentí*  lo  que  se  refiere  al  itinerario  de  Robledo, 
en  su  primera  campaña  solire  Antioquia,  observamos  íjue  di 
valle  de  Abluirá,  trasmontando  la  cordille!*a  hacia  el  occidenfc 
{>asó  el  Cauca,  puso  herraduras   á  sus  caballos  en  Curumé 
emprendió  la   conquista  del  valle  de    Evéjico,   que  ne  d 
estaba  inmediato,  como  efectivamente  lo  está. 

l{<*specto  d  la  época  precisa  de  la  fundación  del  Di^rito^ 
no  hemos  pofüdo  procurarnos  un  dato  posiUvo,  y  por  eso  pau- 
samos en  silencio  lo  ipie  se  refiere  al  asunto 

No  hay  en  Anzá  más  río  caudaloso  sino  el  Cauca,  quí 
baña  bu  límite  oriental;  las  demás  corrientes  de  agua  son  rau- 
dales desprendidos  de  las  crestas  y  de  las  faldas  de  la  cordi — 
llera  occidental,  á  cuya  base  y  apoca  distanciado  laraárgeiM 
izquietxta  del  f^ran  río,  está  situada  la  población,  Kl  conjunl— 


cíe  edificio»  que  la  coíiiponea  es  corto,  i>obre  y  de  humilde  apa- 
riencia* 

Entre  los  torrfiites  que  constituyen  su  parte  hidrográlica, 

nic*ncio liaremos  como  principales  los  siguientes  ;  el  riaclmelo 

Noqutó,  liuu'troíe  entre  este  Dibtrito  y  el  de  Antioquia,  y  que 

dciiseinboca  en  el  Cauca  arriba  de  la  Hacienda  de  übregnn;  sigue 

j^^wria  el  Hur  el  de  i^uria,  que  tiene  8U  urígin  en  la  loma  líe 

Winter  y  cae   al  Cauca  un  piKO  al  norte  deJ  pueblo;  viene 

lixi^go  la  Niverengo,  vm^ücnle  de  la  misma  cordillei'a  y  tribu- 

j     t^aria  del  Cauca  liacia  el  sur.  Van  a  contiDuación,  Quiuaá, 

laureo  y  San  Mateo.  Al  San  Mateo  se  une  el  Quebratlona, 

^  Juntos  íorman    un    raudal    considerable.   El  yaljaleticas 

>•  el  llíguerun  caen  al  t/auca  liacia  el  extremo  del  Distrito, 

^'^ Codas  cbta¿> aguas  üenen  dirección  aproxijjmda  de  occidente  á 

oriente. 

El  Distrito  medía  3  í/2  miriánietms,  antes  íle  la  erección 
de  líetulia,  á  lo  largo  del  rio,  es  decir,  en  su  parte  oriental,  y 
^^Igo  míis  He  3  de  oriente  í\  occidente  hasta  el  alto  de  San  José, 
Ici  cima  má.s  elevada  de  la  cordillera  en  aquella  jiarte. 

El  territorio  es  en  lo  general  muy  arrugado;  mucha  parte 
<rle€t  se  compone  do  lomas  que  producen  buenos  pastos  para 
ganado  vacuno  y  para  criaderos  de  muías.  La  parte  alta  de 
la  montaña  es  feraz  y  buena  para  la  agricultura- 

Los  ed¡fici(js  púljlicos  para  la  administración  de  justicia, 
Xa  educación    popular  y  el  culto  religioso,  se  hallan  en  nial 

Población,  5.0fíG  habitantes. —  Latitud  norte,  6"  8' 15". 
— —  Longitud  occidental,  1**  50' Ü",  —  Altura  sobre  el  nivel  del 
inar,  80U  metros.  —  Temperatura,  55''.  —  Límites  :  confína 
^1  norte  con  Aritioquia;  al  oriente  con  Evéjioo  y  parte  de  Ileli- 
croaiai  al  occidente  con  I  rrao,  y  al  sur  con  Betulía. 

Betulia  ó  San  Mateo.  —  El  territorio  de  este  Di.strito  se 
cronsideró  como  fracción  tle  Anzá  hasta  el  año  de  1883,  en  que 
Xa  Asamblea  legislativa  del  Estado  resolvió  e]e\^rlo  á  entidad 
rnunicipal  independicide. 


—  248  ^ 

Varias  casas  establecidas  en  las  cercanías  del  riachuelo  Sai 
Mateo   y  habitadas  por  algunos  vecinos  con  el  fin  de  beneficia 
la  rica  salina  que  lleva  el  nombre  del  río,  han  venido  á  formar 
la  cabecera  del  Distrito.  J 

Lo  que  sobre  Anzii  hemos  dicho  acerca  de  la  configura- 
ción del  suelo,  es  aplicable  á  Betuliu;  y  para  no  alargarnos 
en  lo  que  á  él  se  refiere,  terminaremos  maní  restando  que  el  pa- 
raje ha  venido  á  ser  célebre  por  el  hallazgo  de  restos  fósiles 
pertenecientes  á  un  enorme  mastodonte,  restos  que  seconser^ 
vanen  el  museo  de  Zea. 

Los  productos  de  la  salina  y  los  de  la  agricultura  son  la"* 
base  de  subsistencia  para  los  habitantes.   La  población  queda 
comprendida  en  la  de  Anzá.  ' 

Límites  :  confina  al  norte  con  Anzá;  al  oriento  con  Heli- 
conia;  al  occidente  con  Urrao,  y  al  sur  con  Concordia. 

Buriticá.  —  Llegados  á  este  Distrito,  creemos  de  nuestra^ 

obligación  describirlocon  pocas  variaciones, tal  cual  no»ha3ido 

comunicado   por   nuestro   inteligente    amigo  el   Sr.   Victol 
Pardo. 

Buriticá  ha  conservado  el  nomljrede  un  antiguo  cacique^ 
que  lo  gobernaba    al  tiempo    del   descubrimiento  del    país. 
Llamóse   al  principio    Castilla  de  oro    por   la   riqueza    du 
sus  minerales.  El  pueblo  está  situado  en  una  ceja  angost 
y  pendiente  que  se   extiende    de    sur  a  norte    y   entre   1( 
estribos  de  más  de  quince  lomas  tjue  lo  rodean,  de  tal  manera 
que  cuando  se  descienfle  a  la  población,  no  se  comprende  pe 
dónde  se  entró  ni  por  dónde  pueda  sahrse.  Tal  es  el  laberint^— 
que  forma  osa  multitud  de  encrucijadas.  ^ 

Elterreno  que  lo  rodea  no  tiene  ningún  cultivo,  porque 
sus  faldas  son  áridas,  nn  tanto  por  su  naturaleza  cuanto  podl 
faUa  de  agua,  pues  la  población  apenas  puede  proveei*se  para 
las  necesidades  más  premiosas,  de  dos  escasos  niananlíale^H 
situados  al  occidente  y  al  oriente  del  pueblo.  En  compensación^ 
de  tal  escasez,  el  agua  del  primer  manantial  es  saludable  y  deli; 
ciosa* 


^  249  — 


Hubo  un  tiempo  en  que  la  industria  de  los  habitantes  era 
la  minería,  y  entonceíá  gozaba  Buriticá  de  alguna  holgura ; 
pero  denunciadas  todas  sus  minas  por  una  Sociedad,  se 
prohibió  el  trabajo*  La  Sociedad  tampoco  las  puso  en  labor,  y 
hoy  se  ha  perdido  hasta  la  memoria  de  ios  puntos  en  que, 
según  la  tradición,  la  española  D*  María  Centeno  extrajo 
grandes  riquezas,  las  cuales  fué  a  disfrutar  en  su  patria. 
Aun  se  ve  el  portentoso  acueducto  que  hizo  construir 
csía  señora  para  el  trabajo  de  sus  minas,  atrave- 
«íindo  despefiaderos  y  faldas  por  más  de  uno  y  medio  miriá- 
^letros. 

Privados  los  haliitantes  del  trabajo  minero,  se  dedicaron 
á  tejer  sombreros  de  paja  de  iraca,  y  actualmente  es  estala 
P'*iiicipal  industria,  la  cual  da  una  renta  á  la  población,  que 
^^hit  á  más  de  mil  pesos  mensuales.  Este  capital  vuelve  á  salir 
con  creces  por  alimentos  y  mercaderías*  Si  esta  industria 
s^dcfntaria  se  ejerciera  por  mujeres  y  personas  inhábiles,  la 
riqueza  de  sus  habitantes  sería  positiva,  mas  ejercida  por 
l^^^zos  robustos,  comolo  está  ahora,  su  prosperidad  siempre 

h^^^é.  precaria. 
f  Los  límites  de  este  Distrito  sonría  pordillcra  del  Atajo 
"^^ta  el  morro  de  San  Julián  y  cordillera  de  Monos ;  de  ésta  a 
^^  Cordillera  del  camino  real  que  sigue  para  Peque  luista  el 
'^^^o  del  Viento,  siguiendo  la  cordillera  del  canalón  del 
^  '^^rgatorio;  canalón  abajo  hasta  el  río  Cauca ;  éste  arriba  a  la 
^ca  de  Quebradasecíi ;  ésta  arriba  al  caserío  de  Cativo, 
^'^ulendo  la  montaña  por  el  camino  que  conduce  á  los  dis- 
"*itosdeJiraldo  y  Cañasgordas. 

De  la  cordillera  del  Atajo  nace  el  riachuelo  Remango, 
1^^  entra  en  el  Clara,  y  éste  nace  en  la  cordillera  Chusí, 
^"^Hemboca  en  el  Cauca,  y  lo  forman  los  arroyos  Tabacal,  Untí 
y  liemango. 

El  riachuelo  Naranjal  nace  en  la  cordillera  de  San  Andrés 
y  Maruchenga,  y  son  sus  tributarios  Pavón  y  San  Lino.  Se 
^^ne  luego  en  el  punto  Las  Cuatro  con  el  riachuelo  Las 
Tapias  formado  por  San  CiprianOj  Ciiiquita  y  Monos,  y  aumenta 


—  2:ío  - 

«US  agusLíi  cuii  lüs  torreatea  Viento,  Norobá  y  Papayo,  |iaru 
deseiubocar  en  el  Cauca* 

El  riachuelo  TcHorcro  lo  furman  CmIcIióh,  Sao  Agustíu, 
Lailina  é  Iligabra,  que  nacen  en  el  alto  de  San  Antonio,  y  en 
un  solo  cuerpo  llegan  al  Cauca, 

Tiene  Bunticá  lais  siguientes  frac-cioncs  :  Iligabra,  dü 
temperanieiilo  cálido ;  su  terreno  produce  cana  de  azúcar, 
cacao,  café,  plátano,  maíz  y  demás  frutos  propios  de  tierra 
caliente;  Tesorero,  á  la  orilla  occidental  del  río  Cauca,  á  que 
está  unido  el  caserío  Fortuna,  donde  en  tiempo  de  veranóse 
lava  oro  en  la  ribera  dul  río,  y  (pie  produce  todos  los  frutOiS  de 
iemperarnento  cálido;  Tjídí  y  Pea,  situadas  al  norte  de  la  pobb- 
ciou,  <iue.  adeniiis  de  las  pruducciniieíi  Iropiculcs,  tienen  buc- 
jias  dehesas  para  la  cría  de  ganados.  Sus  liabítantes  ©e  han 
dedicailü  a  tejer  sombreros,  y  sus  terrenos  peraiandc^i  oéhí 
sin  cultivo.  Hacia  el  norte  de  las  fracciones  anteriores  etílÁ  la 
del  Tabacal,  que  goza  de  clima  templado»  de  aguas  abufi-* 
dantes  y  de  t^^rrenos  pn^pios  i>ara  la  agricultura,  sin  que 
sus  moradores  quieran  apro\ecluuvse  de  estas  ventajas  nalu* 
rales. 

Población,  3.450  hajjitantes,  ^-  Latitud  norte,  0*3r45^ 
—  Longitud  occidental,  1"  57' O'.  —  Altura  sobre  el  nivel  del 
mar,  i  ,íj5(j  metros.  —  Temperatura,  iO\  —  I^nníteH  ;  conUna 
al  norte  cxjii  Ituango ;  ai  oririitt'  cun  Liliorina;  al  occidenle 
con  Jiraldo  y  Cañasgordas,  v  al  hur  con  Jiraido  y  Antioquia. 


Gañasgordas. —  En  el  «dio  i  ii  qii*j  bc/yi^stá  la 
de  este  Dislritü,  había  gran  cantidad  de  indios  belico^o^  |>er* 
tenocientes  á  la  nación  Calía,  cuantiu  tiitiaron  los  primeros 
expedicionarios  españoléis • 

UeKpué.s  de  la  CAJUípní^ta,  los  intlígeiíae  encapados  á  la 
matanza  general  pi-njumecieron  abrigados  en  los  botíque.^, 
viviendo  cfiíno  aiiteB,  y  el  t^t^i itorio,  á  la  par  que  dcs- 
cíonocido,  cultivaiioaijenas  para  los  escaííos  plantít^B  úe  lot 
«ilvajes, 

Don  Cayetano  \  uclta  Loreir¿ana,  Goliermuior  c«j 


—  ¿51  — 

himlóeste  Distrito  hacia  ei  último  Icrcio  del  sifrlo  pasado.  La 
íundaciüu  se  hizo  con  vecinos  tomados  entro  los  mismos  indi- 
genas;  pero  (%to8,á  mctlida  quo  fueron  poniéndose  en  contacto 
ci)ii  gente  mas  civilizada  que  ellos,  uliandonaron  el  campo, 
se  internai'on  en  las  espesas  selvas  vecinas  y  extendieron  sus 
habitaciones,  como  Iribiis  nómades,  hasta  los  nacimientos  de 
los  ríos  Sinii  y  San  Jorge,  Quedan  todavía  algunas  parcia- 
lidades en  territorio  del  Frontino,  que  conservan  sus  viejas 
costumbres  y  que  se  ponen  rara  vez  en  comunicación  con  la 
nza  pobladora  del  resto  del  Estado,  cuya  lengua  hablan 
sólo  a! «runos  varones,  pues  su  aprendizaje  está  rigurosamente 
vedatlo  á  las  mujeres. 

Al  principio,  los  hahiiautes  de  Cañasgordas  fueron  tril)u- 
tario»,  condii'ión  que  desapareció  íelizmenle  por  influjo  do  la 
Iil)erta(L  Todavía  algunos  desc4índientes  de  los  primeros  sal- 
vajes con  quienes  se  hizo  est^  establecimiento,  quedan 
ínczclatlos  con  gente  libre  de  !a  t[ue  de  otros  lugares  del 
Estado  ha  ido  para  allá  en  liusca  de  terrenos  de  cultivo.  Las 
personas qne con  tal  intención  han  obrado,  han  hecho  liicn,  pues 
lí^8  tierras  deCañasgordas  sonde  una  feracidad  imponderable. 
Todos  los  productos  naturales  correspondientes  ú  su  latitud, 
serían  allí  con  profusión  :  la  caña  de  azúcar  es  robusta  y 
J^íío«a;  el  algodón  se  multiplica  aun  ím  los  lx)sques  cspon- 
^'^•^eaniente;  los  veneros  metahfen^s  son  ric^>sy  variados;  pero 
^^^hvc:  todas  las  producciones  descuella  la  del  maíz,  siendo  tan 
*^vcfitajada  la  abundancia  de  sus  cosechas,  que  recientemente, 
*^^ando  los  ciimpos  han  si»lo  desotados  por  la  plaga  de  Ui 
^^^íigOííbi,  el  soíirante  ha  sido  Buíiciente  para  proveer  á 
*^^  distritos  vecinos,  especialmente  al  de  Anlioquia,  Cijn 
'^'^jorcs  vías  de  comuuiíxunón  y  con  más  tráfico,  la  agricultura 
^^k  pmctícaíla  provechosamente,  la  explotación  de  sus 
^^piosos  minerales  daría  opimos  rendimientos,  y  la  riqueza 
'^»cal  quedaría  asegurada.  Hoy  ¡lor  !ioy,  los  habitantes  de 
Laftasgordas  viven  de  la  agricultura,  de  la  cría  y  ceba  de 
ceñios,  y  de  los  tralKtjos  mineros  en  reducida  aséala.  La 
cabecera  del  Distrit*!  conserva  aún  la  lisonomfa  de  los  pueblos 


255 


indígenas,  aspecto  que  será  bien  presto  borrado  por  la  llet 
denuovos  vecinos  del  interior  del  Estado. 

La  configuración  física  del  territorio  es  montañosa,  por 
causa  de  subdivisiones  de  la  cordillera  occidental  colom- 
biana» la  temperatura  de  sus  diversos  sitios  varía  en  razá^H 
de  la  altura  sobre  el  nivel  del  mar;  y  además  de  los  rí(^fl' 
Herradura  y  Cañasgordas,  el  territorio  está  bañado  por  la 
aguas  que  corren  en  el  cercano  distrito  del  Frontino,  como  se 
dirá  á  su  tiempo. 

Tiene  el  Distrito  algunas  fuentes  saladas,  entre  las  cuales 
la  más  notable  por  su  abundancia  es  la  de  Uramá. 

Población,  4*873  babitantes. —  Latitud  norte,  G*  34 
—  Longitud  occidental,  2*  4'  3G". —  Altura  sobre  el  nivel  del 
mar,  1.490  metros, ^ — ^Temperatura^  20^  —  Límites  :  confina 
al  norte  con  el  Frontino;  al  oriente  con  Buriticá  é  Huango; 
al  occidente  con  el  Frontino,  y  al  sur  con  Jiraldo  y  con  Buri- 
ticá. '  J 


M 


Frontino.  -^  En  el  paraje  en  que  boy  está  la  cabecera 
de  este  Distrito,  había  desde  el  año  de  1812  cierto  caserío 
fundado  por  unos  Señores  Arias  y  Guzmanes,  vecinos  de  Saba- 
nalarga  y  Cañasgordas.  Esa  corta  agrupación  de  casas  per- 
maneció casi  estacionaria  basta  el  ano  de  1843,  en  que  principió 
á  aumentarse  por  vecinos  de  la  ciudad  de  AnUuciuia  y  de 
otros  lugares  del  Estado. 

Joaquín  Vélez  fué  comisionado  para  delinear  las  calles 
del  pueblo  liabitado  entonces  por  pocos  blancos,  algunos 
negros  y  por  crecido  número  de  indígenas.  Acosaaos  loá 
últimos  por  las  disimuladas  usurpaciones  délos  primeros, han 
idoabanrlonandü  el  lugar  para  internarse  en  las  florestas  veci- 
nas, y  seguir  viviendo  según  su  primitiva  barl)arie.  De  esto:* 
desdichados  aborígenes,  quedan  hoy  en  el  Distrito  cerca  do 
mil. 

La  cabecera  del  municipio  está  colocada  sobre  una  colina, 
entro  el  río  Nore  y  el  riachuelo  Cruces,  y  la  circunvalan 
montañas  consideradas  como  ramificaciones  del  cerro  inme- 


diato,  en  que  sobre  una  fría  altura  está  el  mineral  del 
Frontino,  célebre  en  la  historia  de  nuestras  explotaciones 
auríferas. 

Ya  hemos  dado  á  entender,  cuando  hemos  hablado  de  la 
parte  orográfica  general  del  Estado,  que  on  ese  asunto  la 
Süccióii  occidental  es  tan  nial  conocida  que  al  pretender  des- 
cribirla  se  anda  como  a  tientas  y  en  medio  de  desconsoladora 
oscuridad*  Como  los  distritos  de  Urrao,  Cañasgordas  y  el 
Frontino  tienen  una  extensión  tan  vasta,  extensión  que  en 
ehütimo,  sobre  todo,  llega  hasta  las  cercanías  déla  ribera 
derecha  del  Atrato,  se  comprenderá  que  al  intentar  su  des- 
cripción se  proceda  con  timidez  y  reserva. 

La  cordillera  que  separad  río  Herradura  del  Nore,nacida 
en  la  masa  principal  de  la  cordillera  oceidental  de  los  Andes 
colombianos,  tiene  dirección  aproximada  de  sudoeste  á 
nordeste,  y  termina  donde  se  juntan  las  dos  aguas  de  dichos 

I  ríos.  La  que  separa   los  ríos    Frontino  y  Musinga,  es    de 

r  curso  análogo  al  de  la  anterior  y  se  desvanece  en  la  conlluen- 
ciadcl  Herradura  y  liioverde. 

La  cordillera  principal  del  Distrito  vade  oriente  á  occi- 
dente hasta  el  alto  deRioverde;  cambia  en  él  de  sudeste  á  ñor- 
í^'Sle  hasta  el  alto  Pcñitas,  y  de  éste  hasta  las  cabeceras  del  río 
Chaquinodá,   de    sur   a  norte  próximamente.  En  ese  punto 

I  *^rna  á  seguir  de  oriente  a  occidente  liasla  el  alto  de  Curvata, 

I  P^raentrar  en  el  Estado  del  Cauca. 

Las  alturas  principales  de  estas  montañas  son :  Plateado, 

I^Iiííinga,  Rioverde,  Portachuelo,  Paramillo,  Peñitas  y  Cur- 

í^atá. 

En  una  ramificación  montañosa  que  divide  los  ríos  Tugu- 
[ridí),  Rioverde  y  Riosucio,  sehalla  el  alto  Picapica,  por  el  cual 
ítrazó  el  camino  abierto  por  el  Sr,  D,  Carlos  Sigismundo 
B^Greiff.  Tal  ramificación,  llamada  Portachuelo  por  algunos, 
Bpira  en  las  juntas  del  Choro  man  do  con  el  Riosucio,  en  la 
sti'echura  de  este  último  río,  que  no  debe  ser  confundida 
Dn  la  anííostura  de  Curvata  en  el  Murrí* 


El   valle    de    este  nombre 


está    regado 


en   su    parte 


—  254  ^ 


más  alta  por  el  Pendcnsco,  que  abajo  de  Urrao  camlj 
nombre  por  el  del  valle-  Después  de  este  río,  el  más  C50i 
rabie  es  el  Chaquinodá,  que  corre  al  principio  de 
deste  a  sudoeste  y  cuyos  nacimientos  están  en  los  ( 
Penitas  y  Cúrvala,  Los  dos  ríos  mencionados  se  reúnea 
limito  de  los  distritos  de  Urrao  y  el  Frontino,  ^|| 
camino  de  Mandé.  ^H 

El  río  Chaquinodá  recibe  las  aguas  del  Chimiandó» 
murro,  Tausí  y  Venado  por  la  dereclia;lasde  Pegado, Cll 
Carauta,  San  Mateo,  Quiparadó  y  Tengamecodá  p< 
izquierda,  y  comienza  á  ser  caudaloso  desde  que  ntm 
del  río  Cuevas.  ^^ 

Se  cree  que  el  valle  de  Murrí  es  el  mismo  país  de  C 
descubierto  por  el  capitán  Francisco  César,  El  aspee 
este  territorio  es  pintoresco,  excesivamente  rico  en  miun 
propio  para  los  cultivos  do  los  trópicos ;  pero  casi  dd 
ha^ta  hoy  y  habitado  apenas  por  una  que  otra  familia 
gena.  ; 

El  valle  de  Riovcrde  es  fecundizado  por  las  aguas  di 
de  su  nombre,  raudal  que  corre  de  sudoeste  a  nordeste 
desembocar  en  el  río  Herradura,  el  cual  es  mi'is  adelante  eí 
sucíOp  El  liiovei*de  se  forma  con  el  tribub)  del  Musinirl 
que  h*  suministran  los  riachuelos  Lejía,  Chontaduro,  Ti 
Juntas,  Cañaveral,  Monos,  Matamba,  Fuemía,  Chupai 
Barrancas,  VA  \alle,  fuera  do  ser  sumamente  dilata" 
fértil  en  grarlo  imponderable.  El  Musinga  corre  p 
valiecito  de  su  nombre  y  está  formado  por  las 
de  los  arroyos  Osado,  Musinguita,  Abejas,  Sepu 
Novogacito,  Balso,  ChuscaU  Tabladilo  y  Picdr 
cas. 

El  río  Frontino  corre  por  e!  centro  deunvalleci 
dirección  sudoeste  íi  nordeste,  y  es  formado  en  su  origQ 
los  torrentes  Caimán  y  San  Pedro,  líecibe  además  p 
derecha  los  de  Piedrabíla  y  Ciuces.  El  rio  Nore  se  le  jm 
frente  de  h*  caliecera  del  Distrito,  y  aumenta  su  caudal  {I 
izquierda  el  riachuelo  Nivel.   Esta  c^»rrienle  de  agu 


—  -255  — 


ir 


coíila  del  Herradura,  inia  legua  abajo  de  !a  población,  y  el 
territorio  que  bañan  es  rico  en  plantaciones  de  caña  de  azúcar. 
El  valle  Amparado  es  rogado  por  el  río  de  su  nombre, 
poco  conocido  en  sus  vertientes  primeras.  Recibe  entibe  otras 
airuaí  las  del  Tugiirkló,  notable  por  haberse  hallado  en  sus 
playas  fragmento&í  do  cobre  nativa  ha«l:a  de  siete  lihraw  do 
peso,  Nace  el  Tuguridó  en  el  alto  de  Portacliuelo,  y  está  atra- 
vesó ixirel  viejo  camino  del  Sr.  de  Oreiff.  mientras  que  el 
•aparado  tiene  sus  vertientes  en  la  cordillera  de  Turriqui- 
^^^<\  que  va  á  terminar  cerca  del  Atrato, 

ElRlosucio,  en  fiTritt>r!0  del  Frontino,  recibe  por  la 
banda  izquierda,  catre  muchos  raudales,  los  ríos  Verde,  Cho- 
í^omandó,  Ratón,  Chiuuirro,  Amparado  y  Pavarandocito,  y  por 
^  oríHa  derecha  el  Urania  grande,  el  Antadó,  Quiparadó,  Chi- 
•Idridó,  Pegado,  Cheverí  y  Mutatá. 

El  valle  recorrido  por  el  Riosucio  es  sumamente  fértil, 
l^  poco  ó  nada  cultivado, Süí:í  prorluccioncs  naturales  imeden 
í*rnuy  variadas,  porque  su  tempera Uu^a  lo  os  en  sus  dife- 
^*ntes  sitios.  En  esta  parle  del  Estado  la  veíretación  es  gigan- 
,  y  el  terreno,  sano  en  las  alturas,  deletéreo  en  las  partes 
íí^,  en  donde  se  presentan  con  frecuencia  fiebres  palúdicas 
tifoideas  de  mal  carácter. 

Los  valles  de  Miirrí  y  Aniparadr)  sun  tenidns  porenfer- 

*^í3so8,  per*)   snn  fértiles  en  genera!,  y   abundan   en   metales 

'^^ciosos,  entre  ellos  en  platino.  Este  último  se  halla  también, 

^^^  €sn  pajillas,  como  de  ordinario,  sino  en  pepitas  de  regular 

«^'iínaño  en  el  riachuelo  Ñame, 

El  día  8  de  marzo  de  1883,  a  las  seis  y  media  de  la  tarde, 
^  mintió  en  Medcllín  un  fuerte  sacudimiento  de  tierra,  cuyas 
j^^dulaciones  parecían  venir  directamente  del  norte.  Este. 
**<3moto,  bastante  violento  para  causar  miedo,  se  sintió 
■^  otros  puntos  de  la  Repiiblica,  y  muy  especialmente  en  la 
'*^'Si6a  vecina  al  golfo  de  Urahá.  Por  someras  observaciones 
^^^'^has  hasta  hoy,  por  sitios  hendidos  sobre  el  lomo  y  faldas  de 
lí^coiflillcra  occidental  en  el  distrito  del  Frontino,  y  por  la 
í^parición  repeidina  de  una  fuente  termal  en  el  punto  denu- 


—  256  - 


minado  Chupadero,  del  mismo  Distrito,  se  lia  venido 
charque  el  origen  ígneo  de  este  fenómeno  está  en  las  en 
del  cerro  del  León  ó  de  algún  otro  de  sus  vecinos. 

Hemos  visto  en  un  antiguo  manuscrito^  que,  al  tíemj 
la  entrada  de  los  españoles, los  indios  conservaban  una  trad 
en  cuya  veracidad  creían,  acerca  de  la  naturalezaplutóníí 
mencionado  cerro.  Si  los  depósitos  de  platino  en  la  regió 
San  Juan  y  en  otros  puntos  de  la  antigua  Provincia  del  d 
manillestan  el  metal  en  menudas  lentejuelas,  mientras 
en  la  vecindad  de  estas  inon tañas  se  présenla  en 
tas  fundidas  de  regular  tamaño,  nosotros  pensamos 
fundamento  para  creer  que  esta  fusión  puede  ser  di 
á  la  anterior  influencia  del  fuego  violento  de  un  volca 
extinguido.  i 

Las  producciones  industriales  más  comunes  en  el  | 
tino,  son  en  general  las  mismas  de  que  liemos  hablado  al  t 
de  otros  distritos  montañosos,  en  que  el  nivel  de  loí 
rajes  sobre  el  mar  cambia  en  grande  escala.  En  las  altt 
el  trigo,  las  papas,  la  cebada,  pudieran  ser  cultii 
con  provecho  ;  en  las  faldas  de  las  cordilleras,  el  maí^ 
frísoles,  las  arracachas,  tacaña  de  azúcar,  el  algodón,  d 
y  el  plátano  se  producen  maravillosamente  bien  ;  en  los  i 
ardientes,  los  pastos,  el  tabaco,  la  caña,  el  cacao  etc.,  poi 
beneficiarse  con  notabilísimo  provecho.  Empero,  en  este  i 
Distrito  la  agricultura  es  miserable  y  el  suelo  se 
tan  intacto  como  en  la  época  de  la  Conquista.  Un  po) 
oro  sacado  de  los  veneros  y  aluviones,  pequeñas  cantícj 
de  platino,  reducido  comercio  de  tagua,  mediano  t| 
de  caucho  y  algunos  cambios  con  maíz  y  cerdos,  forman  la 
ele  la  riqueza  local. 

El  suelo,  en  cuanto  á  producciones,  se  halla  en  grant 
tal  cual  lo  encontraron  los  primeros  exploradores  enn 
La  naturaleza,  por  ese  lado,  tiene  un  carácter  especial,  en 
y  terrible,  si  así  puede  decirse  ;  porque  la  manifestación 
fenómenos  es  en  todo  sentido  vigorosa.  En  esta  i'egiól 
mosquitos  abunilan,  y  chupan  la  sangre  como  ' 


10  insoporfi 

á 


—  257  — 


vampiros  ;  los  tábanos  y  otros  insectos  eacajaa  su  a.iriiijón  en 
la  piel  del  hombre  y  de  los  aiiiniales,  como  aguda  lanceta ;  las 
serpientes  llaman  la  atención  por  su  corpulencia,  variedad  y 
mortal  ponzoña ;  los  miasmas  de  los  pantanos  envenenan  y 
matan;  el  aire  está  cargado  de  humedad;  el  rayo  es  fre- 
cuente; los  aguaceros  diluviales  y  constantes;  el  trueno 
retumbante  y  las  fieras  bravias  :  en  compensación  las  pal- 
meras son  galanas;  los  árboles,  corpulentos  y  frondosos;  las 
familias  vegetales  infinitas;  y  por  todas  partes  resinas,  balsa- 
ni08,  aceites  y  cortezas  juedicinales,  en  medio  de  una  llora 
lujosa  y  espléndida.  Se  encuentran  aquí^  orquidáceas  incom- 
parables, éntrelas  cuales  lucen  el  oncidium  críimeri  ó  mari- 
posa, e/  odontoglosum  vexilariurii  y  catle¡fas  sorprendentes 
P^í*  su  forma  y  sus  colores. 

Cosa  rara!  El  primer  territorio  pisado  por  los  españoles 

^^  Antioquía,  es  hoy  el  más  atrasado  del  Estado»  Al  lado  de 

^ta  desconsoladora  verdad,  hay,  sin  embargo,  una  halagüeña 

*^^pcranza.  Es  por  esa  parte,  por  la  que  Antioquia  habrá   de 

'*^riei'  en  lo  porvenir,  seguro  medio    de  engrandecimiento 

*     í*iqueza;  porque  es  por  ella  por  donde  habrá  de  establecerse 

'^^  tarde  un  camino  que  conduzca  á  los  antioqucños  hasta 

^  orilla  del  Atlántico,  y  de  allí  a  todas  las  partes  del  mundo. 

M^ando  el  estímulo  del  Canal  del  Istmo,  cuando  la  justicia 

f^í^^gpesiva  de  la  nación,  y  cuando  el  buen   sentido  práctico  de 

^^^  colombianos  establezca  límites  para  este  Estado,  que  le  den 

r^^^opiedady  existencia  sobre  la  costa  del  golfo  del  Uarien,  y 

^^-*^ndo  el  espíritu  pujante  de  un  pueblo  emprendedor  aban- 

*^^^iiela  rutina    de  su   vida  tradicional,  entonces  esta  parte 

*^^ará  vuelo  y  llegará  al  engrandecimiento  positivo  que  la 

^*ovidenda  parece  destinarle* 

Hay  en  el  Distrito,  fuera  de  los  *[ue  probablemente  están 

^^-s?eonoc¡dos,  dos  fenómenos  geológicos  que  llaman  la  aten- 

*^^*^>n.  Es  el  primero,  un  cordón  alternado  de  cascadas  en  el 

'^iosucio,  que  mide  hasta  una   legua  de  extensión;  y  es  el 

^gundo,  una  cueva  formada  por  una  gran  roca,  con  capacidail 

"estante  para  haber  establecido  en  ella  un  ingenio  en   que 

17 


-  ?."i8  — 


s^iaiymi  la  en  na  de  azúcar.  Llámase  esta  ultima  la  cueva 
piedra  de  Orobajo. 

Tenía  este  Distrito  cinc^  fratH!Íoiies,  á  saí>er  :  El  Cei 
Enealiehada,  Riovorde,  Dal)eíba  y  AbriaquL  De  estas,    las  dCj 
Encauchada  y  Abriaquí  lian  sido  agT\?gadíi8  á  Cañasgorda^H 

Pobladón,  3.U?5  bnbitantx-s,  —  Latitud  norte,  (5**  3?'  40"^ 
—  LoniriUid  occiriental,  -¿*'  9'  '¿iV\ —  Altura  sobn;^  el  nivel  del 
mar,  L5r»<J  metros.  Temperatura,  ST.  —  Límites  :  coafina  al 
norte  con  los  Estados  de  Bolívar  y  del  Cauca;   al  oriente 
con  Ituanf]:o>  Caflasgordas    y    Jiraldo ;  al  occidente  con 
Estado  delCaiica,  y  al  surcan  Urrao. 


Jiraldo.  —  El  nfnnbre  de  este  Distrito  sin^o  para 
servar  la  memoria  del  Otíbernador  de  Antioquía,  Dr,  Hatii 
María  Jiraldo,  y  su  cr\íación  se  delie  á  la  cuncurn^ncia  de 
muclias  pereonaB  establocidas  en  aquel  punto  con  el  fifi  di 
cultivar  anís,  jjor  cuanto  los  terrenos  son  ventajodainenk 
ap  Inopia  dos  para  ello. 

Del  elevado  alto  del   Tnyn^  prominencia   notable  do 
cordillera  occidental  de  los  Andes  culombianos,  se  deeprer 
un    macizo   contrafuerte,   sobro  cuya  íalda  hny  una    b 
planicie  en  la  cual  esta  asentada  la  cíibecera  del  Distrito. 

No  hay  en  este  paraje  ni  ríos  ni  montarías  (pie  llamen  la 
atención.  El  cultivo  del  anís  produce  anualmente  de  800  a 
IJMH*  rar<ras  de  200  kilogramos  caila  una,  por  inanei 
que  e«ta  industria»  la  sola  d(  1  Distritíi,  atnrr-  niiirbíis  (ru 
cantes* 

Límites  :  oontina  al  Uí>rle  c.m  HtiriticA  y  Cañasgorctei 
al  oriente  con  lluriticá;  al  íjccidentecou  el  Frontíno,y  alsiir 
con  Antií^qvua. 


Itnanga.  —  IXsíIp   1.»    priínera    campaña  dirigida 
D*Ga8|)ar(te  líotlas,  en  la  jsei^unda  mitad  del  sido  xvi, 
el  intofilo  de  mijetar  álos  infh'genixs  catión»  rebelados  contra 
los  españolea  oa  las  partos  occidental  y  nordeste  de  Antic 
ae  fundú   una  ciudad  con  el  nombre  de  San  Juan  de  Rod? 


?5D 


del  sitio  tle  Ituango  ocupado  por  una  parcialidad  de 
aquellos  naturales. 

Como  la  contienda  entre  bárbaros  y  europeos  fuese 
terrilile  en  aquella  época,  la  ciudad  fundada  se  víú  pronlo 
destruida  por  los  salvajes. 

Perseverantes  los  peninsulares,  y  deseosos  de  tener  uií 
pimto    favorable  para    sus    operaciones    militares,    recons- 
truyeron la  misma  ciudad  caniljiaudole  el  sitio,  lo  que  no 
inipiclió  que  tuviera  el  mismo  desgraciado  fin  que  la  ante- 
rtof . 

Alo  dicho  quedó  reducido  el  proyecto  de  tener  fundación 
<^^j>ar\ola  en  aquella  partx>,  hasta  que  al  correr  del  año  de 
*  •>T9^  el  mismo  Rodas ^  después  do  haber  tlcscubicrto  y  con- 
quistado el  bajo  Porce,  y  después  de  haber  fundado  las 
ciudades  de  Zaragoza  y  Cáceres,  decretó  y  puso  á  obra  la 
*^iUfiad  que  destinaba  a  perpetuar  su  nombre. 

Poco  tiempo  pasó,  sin  embargo,  para  que  esta  mal- 
^Vciitm^ada  colonia  volviese  á  caer  en  un  desfallecimiento 
*l^e,  andando  los  años,  produjo  su  aniquilamiento  tolaL  De  la 
extinguida  ciudad  no  quedó  «ino  el  nombre,  aplicado  a  la 
^*^wia  en  que  tuvo  su  asiento,  y  de  la  población  anterior  quedó 
®^lo  en  el  vasto  tci'ritorio,  una  que  otra  clioza  puesta  á 
'^í'gas  distancias,  y  una  reunión  de  ellas  algo  más  conside- 
i*able  en  el  sitio  denominado  la  Aguada,  hoy  Fundungo  ó 
*^^n\poaIcgre. 

En  el  año  de    1854,   la   Aguada  era  una  fracción   del 

^i^tríío  de  Sabanalarga,  habitada  por  individuos  de  la  raza 

^^dígena,  oriundos  del   mencionado  distrito   y  del  de  San 

-^^lidrés,  su  vecino-  Todavía  quedan   algunos  en  este  punto 

^^^cendicntes  de  aborígenes. 

En  el  año  indicado,  so  trasladó  la  población  al 
Pinteen  que  está  hoy  la  cabecera  del  Distrito,  y  fueron  sus 
primeros  fundadores  :  José  Manuel  Taparcuá,  Patricio 
^Uccrquía^  José  Gregorio  Chansí  y  c>tros.  Hoy  está  habi- 
do Ituango  por  descendientes  de  estas  familias  y  por 
'^^tras  que  han  ido  de  Medellín,  Santa  Rosa,  Yarumal,  AngoS' 


tura,  Carolina,  Campamento,  Entre-ríos,  SopetránTSa^ojanT 
San  Pedro.  h 

Entre  los  años  do   18(58  y  187G,  el  Distrito  progreW 
considerablemente;  pero  permaneció  luego  estacionario  hasta 
1880,  época  en  que  comenzó  á  levantarse  de  nuevo,  en  razón 
de  que  día  por  día  entran  á  domiciliarse  allí  algunas  fami- 
lias, entre   las  cuales  se  cuentan  artesanos,  agricultores  |U 
negociantes  atraídos   por  la  bondad  de   los   terrenos,    P<^ 
la    abundancia     de    minas    de    oro    y  por   otras    ventaja 
evidentes  en  esa  parte  del  Estado.  ^ 

Las  ventajas  de  que  hablamos  están  favorecidas  por 
la  construcción  de  un  puente  de  hierro  sobre  el  río  Cauca, 
en  el  punto  denominado  Pescadero,  que  bien  pronto  se 
concluido,  olira  iniciada  por  el  Presidente  Sr.  Pedro  líeslrej 
Uribe,  Pov  ese  pinito  se  pasa  el  río  en  la  misma  forma  y  de 
misma  manera  en  (¡ue  fué  esguazado  por  el  conquistador 
Robledo,  y  para  quienquiera  que  conozca  aquel  curioso 
procedimiento  de  navegación,  deberá  ser  claro  el  motivo 
que  el  río  Cauca,  con  tal  condición,  haya  sido  un  obstáci 
para  pol>lar  y  civilizar  la  comarca. 

El  hi^'ar  cabecera   del    Distrito   que  describimos,    es 
situado  en  una  mala  localidad ;  su  plano  es  inclinado  de  norte 
á  sur,  circundado  de  montañas  encadenadas  las  unas  con 
otras,  quedan  lugar  á  profundas  cañadas,  por  las  cuales 
deslizan  numerosas   corrientes  de   agua  tributarias  del 
Ituangü,  el  que  á  su  turno  dej>osita  su  caudal  en  el  Cauca, 
fiorizonte  del  poblado,  aunque  reducido,  es  alegre  y  risuenl 
el  aspecto  general  de  la  tierra  es  doblado  en  extremo. 

El  sistema  orográfico  de  Ituango  está  compuesto 
parte  de  la  cordillera  occidental  andina,    y  por  fuertes  1 
contrafuertes  desprendidos  de  ella.   El  alto  Paramillo  qui 
al  norte;  Zazafiral,  Centella  ó  Inglés  al  occidente;  Murrapali 
noroeste  ;  Morropelón  y  Santo  Domingo  al  nordeste.  Eu  1^ 
intervalos  de  ellos  hay  dos  valles  principales:  el  do  Sirita^ 
entre  Morropelón  y  Sanio  Domingo,  y  el  San  Agustín,  onl 
el  Oso,  Chupacafta  y  San  Benigno.  Miden  estos  valléis,  do 


—  ^61  — 

manera    aproximada,    medio    miriámetro   de    extensión   el 
primero,  y  un  miriámetro  e!  segundo. 

Los  ríos  más  notaliles  del  Distrito  son  :  el  Taraza,  nave- 
gable en  canoas  en  su  parte  baja,  como  dijimos  al  hablar  de 
Cáceres,  y  formado  en  sus  nacimientos  por  los  torrentes  y 
arroyos  San   Román,  Animas  y  San  Matías,  que   tienen  su 
primer  origen  en  la  cordillera  de  Murrapal;  el  San  Agustín, 
Tiie   nace  en  Paramillo  y  rec^orre  como  diez  leguas   en  di- 
í*ección  al   oriente,   antes   de   reunirse  por  la  izquierda  con 
<^Í  Taraza;  el  Ituango,  que  desciende  del  mismo  cerro  que  el 
autoriory  que  recibe  por  ladereclia  los  raudales  Inglés,  Oso, 
Coiígo,  Naranjo,  Honda,  y  por  último,  los  arroyos  Galgos 
y      Eijagual ;    y   por    la    izquierda,    Quebradona,     Quebra- 
do jí  cita,  Chontaduro,  San   Miguel,    San    Antonio,  Guadual, 
í^ondita,  Fonda,  Guaimaral  Tarros,   Pascuita,  Helechales  y 
Siaoiá.  Los  torrentes  y  arroyos  que  entran  al  Ituango  por  la 
ixiHuierda,  corren  en  dirección  de  norte  á  sur. 

Los  terrenos  son  ubérrimos,  y  en  ellos  vegetan 
^^turalmente  caimitos,  mamones,  granadillos,  chontaduros, 
<^ria.chafrutos,  algarrobos,  piñales,  membrillos,  guamas,  obos, 
^^^pes,  cactus,  cañafístulas,  corozos,  papayas,  papayuelas, 
S^iái.iraaros,  Irutales  exquisitos  los  más,  y  muchos  de  ellos  con 
Producción  aplicable  al  cebíj  de  marranos.  Entre  las  frutas 
^Xcjiíjgjtas  de  este  Distrito,  deben  ser  contadas  las  guanábanas, 
^^  mangos  y  las  chirimoyas. 

Las  plantas  cultivadas  para  los  usos  domésticos,  son  en 

S^neral  las  mismas  de  toda  región  tropical  correspondiente 

^  *st  longitud  y  latitud  del  Distrito  que  estudiamos,  así  como 

^^>Tibién     á     las    variadas    elevaciones    ofrecidas    por    la 

^^Pografía  con  respecto  al  nivel  del  mar.  Conviene  saber  que 

^^  <?sta  parte  del  Estado,  la  temperatura  media  en  las  orillas 

^^1  Cauca  es  ardentísima;  mientras  que  en  las  cimas  de  la 

^^illera,    especialmente    en   los    puntos    culminantes    del 

diento,  Paramillo,  Centella,  León  y  Zazafiral,  el  frío  es  rígido 

^íi  extremo. 

Se  produc^en  j)er rectamente  en  diversas  partes  de  esta 


sección,    exquisitas    hortalizas   y  bellísimas  flores;  pera 
preciso    anotar   que    la    galanura   vegetal,    más    que    á 
acti%  ¡dad  dol  homLre,   se  del}e  á  la  espoalánca  producción 
los  extensos  y  ricos  bosques  que  abundan  en  ella.  En  el  valí 
del  Taraza,  además  de  elegantísimas  parásitas,  hay  cauche 
tagua,  quina,  raicilla,  resinas,  bálsamos  y  cortezas  de  gra 
estimación  como  elementos  medicinales. 

Parece  que  la  naturaleza  ha  querido  ser  eminentemente 
pródiga   al   dotar  a  este   Distrito,    no  sólo  con  variadas 
importantes   riquezas  vegetales,  sino  también  con  especie 
minerales  de  gran  valor.  Hay  en  él  extensos  aluviones  aui 
foros,  fértiles  veneros  del  mismo  metal,  cobre  nativo,  carh^^ 
fósil  etc.,  etc» 

Las  fuentes  saladas  son  escasas  en  número.  Hay  una  sois 
en  elaboración  cerca  del  torrente  del  Oso;  mas  como  su  prc 
ducción  sea  exigua,  la  sal  de  cocina  para  el  consumo  ordiJ 
nario    se  introduce  de  la  extraída  en  Noque  y  en  Guac 
auxiliado  este  comercio   por  la  sal  marina  que  llevan   U 
traficantes  de  Yarumal. 

La  agricultura  está  atrasada.  La  inihistria  pecuaria 
sostiene  con  algún  esmero,  y  las  pin  ras  de  cerdos  son  de 
bastante  consideración,  para  dar  abasto  á  un  comercio  de 
medianas  ventajas  con  los  distritos  aledaños.  Aunque  la 
explotaciones  mineras  no  alcancen  aun  ventajoso  desarroUOij 
se  calcula  el  uro  extraído  en  1Ü(J  libras  por  aílo. 

Tiene  Itoango  relaciones  comerciales  con  las  ciudatles 
Medellín  y  Antioquia,  con  los  departamentos  del  Norte 
Nordeste  del  Estado,  y  con  la  Costa  atlántica.  Dos  vías 
comunicación  relacionan  la  cabecera  del  Distrito  con  el  Estado 
de  Bolívar;  la  de  Ure  y  la  que  conduce  al  Estadc» 
dicbn  por  el  puerto  de  Cacaotal,  Con  líuriticáse  comunica 
I^eque  y  Santo  Domingo ;  con  Sabanalarga  por  Playagrandc 
con  San  Andrés  y  pueblos  del  norte,  pasando  el  Caucel 
Pescadero,  y  con  Anlioquia  por  Barbacoas,  á  lo  largo  de! 
banda  occidental  del  Cauca. 

La  educación  pública  está  regtdarmente  dirigida  por 


^^^  —  263  — 

liobieriiQ,  pci^ffScuidada  por  lus  particulan 
timilia,  geueralmcukc  pobres,  preíieí'oa  a  la  educación  de  sus 
lujos,    dedicarlos    á    faenuíi   campestres,   para    facilitar    de 
esta  macera  el    cumplimiento    de  yus   deberes  domesticáis. 
Mal  estudiado   hasta  ahora  este  territorio^  no  podemos 
señalar  en  él  fenómenos  naturales  que  llamea  mucho  la  aten- 
ción, líay  en  compensación  de  esta  falta  lo  que  los  buscadores 
de  tesoros  antiguos  llaman  patios  de  indio;  y  en  los  conocidos 
/lastahoy,  uno  cuyo  espacio  circunscrito  por  murallas  artifi- 
ciales de  pedernal, de  cuatro  á  cinco  metros  de  altura,  mide  como 
ti*einta  hectáreas  de  terreno*  Tiene  este  reciato  dos  portadas, 
1-11X3.  hacia  el  oriente  y  otra  occidental.  Los  guacjueros  no  lo 
^^n  ti^abajado  en  regla  ;  pero  cuando  lian  practicado  oxplora- 
<^ÍOfies  parciales,  han  hallado  agujas  de  oro,  semejantes  por  la 
Toi^iiia  á  las  que  usan  los  arrieros,  cuentas  de  oro  fundido, 
chagualas  etc.,  etc. 

Pertenec€n  á  Huango  las  fracciones  siguientes ;  la  del 
^tíntro,  en  que  se  ejerce  el  poder  municipal  por  uu  corregidor 
y  ^n  Ayuntamiento;  Peque  ó  Santo  Domingo;  Barbacoas  y 
^^nta  Rita,  dirigidas  cada  una  por  un  inspector  de  policía,  y 
^*^  fin,  las  de  Ceniza,  Playagrande  y  San  Juan  de  Rodas, 
^^ixiiinstradas  déla  misma  manera. 

Ituango,  a  pesar  de  su  inmenso  valor  territorial,  es  un 

^*=*lnto  poco  conocido  aún  por  los  antioquefios  que  lo  poseen ; 

^  l^urvenír,  sin  embargo,  nos  parece  asegurado  en  un  sentido 

^^"v^orable  por   numeroísas  causas  :  fertilidad  prodigiosa   lIcI 

'^^io,  climas  variados,  proximidad  á  la  parte  navegable  del 

^Vica,  facilidad  de  comunicación  con  los  Estados  de  Bulívar  y 

*  Oauca,  vecindad  con  el  opulento  territorio  occidental  del 
Tí* 
^^^tado,    cuantiosos  veneros    metalíferos,  maderas,    plantas 

^^clicinales,  gomas,  resinas,  aceites,  carbón,  cobre,  hierro;  y 

^  que  acaso  sera  nu'is  todavía,  contacto  mediato  en  lo  futuro 

^^n  ese  enorme  centro  de  actividad  comercial  que  seráprodu- 

^^Üo  por  el  corte  del  Istmo  de  Panamá,  y  por  la  prometiente 

^^ma  de  riqueza  que  seguirá  próximamente  á  la  comunica* 

^^óix  de  los  dos  océanos. 


—  2GÍ 


Población,  4.531  habitantes.  —  Latitud  norte,  6"  5y'2G^ 
^-  Longitud  occidental,  1*  ü1'20^\  —  Altura  sobre  el  nivel  del 
mar,  1.530  metros.  —  Temperatura,  31^ —  Límites  :  confína 
al  norte  con  el  Estado  de  Bolívar;  al  oriente  con  Cáceres,  San 
Andrés  y  Sabanalarga;  al  occidente  con  el  Frontino,  y  al 
sur  con  Buriticá  y  Cañasgordas. 


Urrao.  —  Algunos  habitantes  de  la  ciudad  de  Antioquia, 
hace  cuarenta  ó  cincuenta  años,  deseosos  de  hallar  terrenos 
propios  para  labranza,  fueron  para  el  occidente,  y  creyeron  útil 
establecerse  en  el  valle  de  Urrao,  conocido  antes,  pero  no  cul- 
tivado hasta  entonces. 

D.  Juan  Pablo  Pérez  de  Rubia,  O.  Manuel  del  Corral, 
D-  Sacramento  de  Hoyos,  y  otros,  ayudaron  á  los  que  protón* 
dían  dar  nacimiento  áesta  colonia.  Atendiendo  á  su  origen,  se 
ve  que  en  Urrao  ha  sucedido  lo  que  en  muchos  otros  distri 
do  Antioquia;  estoes,  que  al  hablar  de  su  fundación  no  8o  I 
puede  asignar  unidad  persona],  puesto  que  su  creación  se 
debe  á  una  colectividad  de  trabajadores. 

La  cabecera  do  este  Distrito  está  colocada  sobre  un  plan 
horizontal  en  el  fondo  de  un  valle  lai'go  y  angosto,  amen 
piíUoresC'O,  de  suavísini<i  clima,  bastante  elevado  sobre  el  niv 
del  mar  y  recorrido  por  el  bellísimo  río  Penderisco. 

Al  oriente  demoran  unas  colinas  de  risueño  aspecto,  q 
se  prolongan  hacia  el  noroeste.  Su  cementerio  está  en  una  gi*^^^^^- 
ciosa  pirámide  truncada,  circundada  casi  tuda  por  el  ríOp    ^^^^ii 
términos  que  constituye  una  verdadrra   península  semejar^»^  *a 
ala  formada  por  el  río  Schuylkill  en   la  colina  del  LaUL^-^.^1, 
pintoresco   cementerio   de  Filadelha*    La  parte  material     ^rfc 
la  población  ha  progresado  poco,  pudiéndose  decir  quo  e^^á 
hoy  como  estaba  hace  treinta  años.  Sin  embargo,   sus  calf^^^ 
bon  ixíctas,  bonita  su  plaza,  aunque  sin  edificios  en  uno  do  l<^^ 
costados.  Tiene  un  templo  viejo  y  pobre. 

El  río  Penderisco  recorred  valle  de  tpie  hablamos,  ca^^^' 
por  el  centro;  nace  en  el  cerro  I^lateado,  y  se  reúne  á  uiis:^'' 
pocas  millas  antes  de  llegar  á  la  población,  con  el  río  Pavor  ^' 


1 


que  tiene  sus  fuentes  en  la  misma  montaña.  Los  dos  ríos 
unidos,  llevan  el  nombre  del  primero  liasta  el  punto  en  que 
caeu  al  valle  de  Murrí,  pasan  luego  á  ki  Cerrazón  de  Ourbala, 
salen  del  Estado,  entran  en  el  del  Cauca  y  depositan  sus 
^guas  en  el  Atrato. 

El  Pcnderisco,  antes  de  juntarse  con  el  Pavón,  recibe  los 

''¿lúdales  Quebradona,     San    Carlos    y   Cartagena;  juntos, 

^^ciben  por  la  derecha  los  ríos  Urrao,  Encarnación  y  San 

•^tian;  y  por  la  izquierda,   e!  Orobudó,  Nendu,  Ocaidosito, 

Mandé,  San  Nicolás,  Ampai^adó,  Turriquitadó  y  Anjaburadó. 

El  A^rquía  es  tributario  del  Atrato. 

Como  raudales,  es  bueno  mencionar  los  de  San  Miguel, 
C^ií^cique,  Sabaletas,  Tachío,  connuentes  del  Arquía  ó  del 
-^ti^ato,  y  comu  tributarios  del  Penderisco  los  de  Salado,  Que- 
l^t^*íXciona,  Aguaschiquitas,  San  Luis  y  Endiablada.  Existe 
t^tn:ibién  en  el  Distrito  el  riachuelo  de  Anocosca,  cuyas  aguas 
^'-■^nrentan  las  del  Salado,  Encanto  y  Salazar,  nacidas  en  la 
^^'^fclillera  de  occidente  para  llevar  su  caudal  al  Cauca,  como 
í^eda  dicho. 

Con  el  origen  asignado  á  estos  ríos,  se  tiene  idea  aproxi- 
^*^^cia  del  sistema  orográlico  de  este  Distrito.  Sus  principales 
'^^^ixtañas  se  desprenden  de  la  cordillera  occidental  do  los 
'^^^cles  colombianos;  dos  de  ellas  corren  paralelas  al  río  en 
^•^^cción  aproximada  de  noroeste  á  sudeste,  encajonando  el 
^^^le.  y  sus  alturas  principales  son  Plateado,  San  José  y  Pron- 
to sobre  la  cordillera  divisoria  con  el  Cauca. 

La  población  ha  aumentado  lentamente  en   los  últimos 

^Oe;     porque    si    bien    las   influencias   climatéricas    y  la 

^^^cidad   de  los  terrenos,  le  son  condiciones  favorables  de 

t*í*Ogreso,    los  habitantes  han    venido   padeciendo   desde  el 

^*^"iticip¡o  de  su  establecimiento  en  aquel  punto,  la  enfermedad 

^Uocida  entre  médicos  con  el  nombre  de peííiyra,  que  tanto 

■^^iere  decir  como  erosión  y  caída  de  la  piel.  A  esta  dolencia 

^^tiian  loa  vecinos,  pelazón,  y  á  pesar  de  que  su  causa  sea 

P^co  conocida,   personas  inteligentes  la  atribuyen  al  escaso 

^^0  de  la  carne  como  alimento,  y  al  empleo  de  un  régimen 


—  -26*3  — 

msivamento  vegetal.  Acaso  no  nerá  extraño,  como 
elemento  productivo  de  este  mal,  el  contacto  diario  de  los  tra- 
bajadores con  e!  polvo  y  el  lodo  de  la  localidad,  que, atendiendo 
ala  formación  geológica  del  terreno,  pueden  contener  sustan- 
cias corrosivas  como  cal  y  potasa- 

La  explicación  anterior  parece  racional,  si  se  atiende  á 
que  nosotros  hemos  visto,  en  sitios  semejanteSp  casos  de 
pfHnyra  parcial  en  las  extremidades  del  cuei-po,  que  son  las 
que  de  ordinario  estcvn  en  contacto  con  los  agentes  mencio- 
nados. Y  se  rcfaer^a  el  argumento,  considerando  que  á  mcdiila 
que  el  aseo  en  callesj  campos  y  habitaciones  ha  sido  más  es- 
merado, y  á  que  los  vestidos  y  las  costumbres  han  mejorado, 
la  enrermedad  ha  venido  desapai*eciendo  hasta  su  extinción 
casi  completa* 

En  el  territorio  de  este  Distrito  podrían  cultivai*s^  con 
ventaja  muclias  plantas  tropicales;  pero  la  poca  actividad  de 
los  vecinos  los  constituye  en   una  reprensible  inacción,  por 
cuanto   asegurada  la  siembra  y  cosecha  del  maíz  y  del  frísol, 
el  tiempo  subraiite  no  se  emplea  con  proveclio.  El  cultivo  de 
la  papa  y  del  trigo  en  las  partes  frías,  sería  un  precioso  ele- 
mento de  riqueza  para  las  gentes  de  ürrao.  Con  esos  pro- 
ductos podrían  hacer  comercio  no  sólo  con   los  pueblos  que 
le  quedan  al  oriente,  sino  también  con   los  ribercfios  del 
Atrato,  sii'\iondo  ese  trálico  de  estímulo  para  principiar  el  es- 
tablecimiento de   una  vía  de  comunicación  con  el  Atlántico, 
<juc  cunvertiría  el  Distrito  en  centro    de  riqueza.  Urrací  es  el 
cantinela  avanzado  que  tenemos  por  el  latía  de  occidente, pai*a- 
recibir  la  civilización  que  nos  venga  cuando  perfeccionada  la^ 
navegación  del  Atrato  y  abierto  el  canal  del  Istmo,  la  vidm^ 
comercial  se  desenvuelva  en  el  yolfo  del  Daricn,  comuEÜ-- 
cándonos  con  abundancia  sus  redentoras  intluencias* 

Hoy  el  comercio  de  ürrao  se  hace  parciabnente  con  iVntio- 
quia  y  con  Quibdó,  comercio  ruin,  consistente  en  la  venta  dt^ 
algunos  quesos  y  poca  canie  salada,  conducidos  á  espaldas  úc 
peones  por  en  medio  tío  montañas  casi  intransitables. 

Al  lado  de  la  agricultura^  la  industria  pecuarit^i  forma  la 


principal  ocupación  de  los  liabilanteBcld  Distrito,  Nohaygaiiíi- 
(io  lanar,  poro  sí  caballar,  aunque  en  míniíoa  cantidacl  este 
último.  Y  es  lástima,  portiuc  los  animales  de  esta  especie  na- 
úám  y  criados  en  el  Distrito,  gozan  de  merecido  aprecio.  La 
cría  de  cerdos  está  medianamente  atendida,  siendo  consolador 
^\  que  rebaños  de  ganado  vacuno  de  más  de  iÜ,UOO  cabezas, 
Pasten  de  ordinario  en  aquellas  iiutritivns  dehesas. 

Tiene    el  Distrito   numerosas    fuentes  saladas  :  Noque, 
Acesí,  Ajiocosca,    iMagdaleiia,  Saladito  y   Enea.  El  cloruro 
de  sodio  concretado  por  la  evaporación  de  estas  aguas,  es  de 
í^xcelente  calidad;  Not|ue  so  cuenta  como  la  más  rica  de  estas 
^Q-liiias.  La  Ires  primeras  de  las  fuentes  mencionadas  están 
situadas  al  pie  del  cerro  llamado  Canalón-oscuro.  ¿Podrá  ser 
^JUe   este   cerro,   como  otros  muchos,   á  cuya   base  existen 
luentes  saladas,  contenga  en  sus  entrañas  ricos  depósitos  de 
^^1  gema,  á  cuya  solución,  por  medio  de  las  aguas  pluviales, 
se  deba  esta  clase  de  formaciones  ?¿  O  será  que  en  comunica- 
ción con  depósitos  más  lejanos  ó  con  las  aguas  del  mar,  por 
Pí'olongados  canales  subterráneos^  se  efectúe  el  fenómeno  de 
^*^  aparición  sol)re  la  superficie  de  la  tierra  ?  Una  ú  otra  cosa 
P^drá  ser. 

En  estos  últimos  meses  se  ha  hecho  en  Urrao,  en  corta 
^^Cala,  el  oí>merc¡o  dv  caucho  ó  goma  clástica.  Esa  industria 
^*^  pasa  de  ser  un  ligero  consuelo,  porque  con  el  hábito  de 
^^truir  el  árbol  para  extraer  el  jugo,  bien  pronto  los  bos- 
"^^s  quedarán  agotados.  Esta  guerra  á  muerte  declarada  á 
^  ^elvapor  el  montañés  de  Antioquia,  hecha  sin  discernimiento 
'  ^iñ  calculo,  dará  funestos  resultados  para  lo  porvenir. 
^^icedo  es  fracción  de  Urt*ao. 

Población,  (1.330  habitantes.  —    Latitud  norte,  0°   V  5", 

*    Longitud  occidental,  á*  3' O". —  Altura  sobre  el  nivel  del 

^^i*,  1,885  metros.  —  Temperatura,  19^ —  Límites  ;  confma 

^l  t>orte  con  el   Frontino;  al  oriente  con  Anzá;  al  occidente 

^^\  el  Estado  del  Cauca,  y  al  sur  con  Concordia  y  Betulia. 


CAPITULO  SÉTIMO 


Departamento    de   Oriente 


^isÍTritos :  Abejar raly  Carmen,  Ceja,  Cocorná^  Concepción^  Guarne^ 
Guatapé,  Marinilía,  Na^re^Peñol^  Retiro,  Rionegro,  SanCarlos^ 
San  Luis,  SanRafael^  Saíiía  Burlara^  Santuario,  San  Vicente^ 
Sonsón^  Unión ^^  Vahos. 


Limita  al  norte  con  los  Departamentos  del  Centro  y  del 
^oi*clest^;  al  oriente  con  el  Estado  de  Cundínamarca ;  al 
*^^c:idente  con  los  Departamentos  del  Centro,  del  Sudoeste  y 
^^l  Sur,  y  al  sur  con  el  Departamento  del  Sur  y  con  el  Estado 
^^l  lülima.  Población  :  97,702  habitantes. 


AbejorraL  —  D.  Felipe  Villegas,  castellano  viejo,  bar- 

^*^l^s  Je  nacimiento  y  uno  délos  colonizadores  de   Antioquia, 

^^Cen  Rionegro  con  D' Mariana  Lundoño,   y  de  ese   matri- 

^*^i:iio  hubo  varios  liijos,  de  los  cuales  se  liizo  notable  D*  José 

^^^tonio.   Este  personaje   recibió  su    primera  educación   en 

^^*^negro  y  la  perfeccionó  un  tanto   en   Bogotá,    de    donde 

St^esó  con  el  título  de  maestro,   no  sabemosen  qué  arte  ó 

^^r^cia,  porque  la  crónica  no  lo  dice. 

El  maestro  José  Antonio  Villegas,  tuvo  por  herencia  los 
^**t*ciios  comprentlidos  entre  loa  ríos  Buey  al  nortei  y  Arma 
^^  íiur. 

Con  el  fin  de  aprovechar  su  patrimonio,  y  en  el  tiempo 
^^^  que  esa  comarca   era  selvática    y  poco   conocida,  tiró 


para  ella,  provisto  de  al^jTOnos  negros  esclavos  y  de  losme<l¡oí 
í5iilieieritospara  llevar  á  término  una  empresa  de  minería. 

Llegatlo  al  torrente  de  las  Yeguas,  comprendió  que  esa! 
vegas  conlenían  ricos  minerales  de  aluvión,  y  resolvió  establo 
cor  su  campamento  en  aquel  punto.  Con  tal  íln,  construyi! 
casas,  edificó  una  capilla,  colocó  en  ella  una  imagen  do  h 
Virgen  del  Carmen,  que  llevaba  consigo,  y  procedió  al  laboi^ec 
con  sus  esclavos?. 

Cerca  del  lugar  en  donde  trabajaba,  se  unía  al  riachuek 
de  las  Yeguas,  por  el  flanco  izquierdo,  otro  de  más  pequeíl< 
caudal  que  parecía  descender  de  un  valle  ligeramente  inclinado 
sobre  el  cual  resplandecían  como  láminas  de  brujida  plata, 
las  anchas  hojan  <lc  un  bosque  de  guarumos,  lucidos  árboles 
de  la  zona  intertropicah 

Movido  el  Sr.  Villegas  por  la  curiosidad,  resolvió  hacei 
la  exploración  de  lo  visto,  y  anduvo  por  las  vegas  del  riachuek 
mencionado.  En  el  tránsito  le  acaeció  la  desgracia  de  sor  ata- 
cado y  picado  par  un  enjamliro  do  insectOH  llamados  abejorros, 
circunstancia  que  determinó  el  nombre  del  riachuelo,  el  del 
valle  y  el  de  la  población  actual, 

Al  observ^ar  que  el  examen  le  haliía  dado  excelent.es  resul- 
tados, resolvió  mudar  la   casa  y  la  capilla  á  im  punto  inme- 
diato al  ocuparlo  hoy  por  la  ciudad,  en  donde  se  ve  aú 
demarcación  de  las  calles  y  eilificios. 

C'erca  de  aquel  sitio,  el  torreidc  se  divide  en  dos  :  uno 
ba.ja  por  el  sui%  y  otro  por  el  oriente,  rlando  lugar  á  la  fot 
ción  de  un  ángid o  ocupado  por  regidar  extensión  de  terreno^, 
en  que  se  hizo  la  demarcación  del  poblado,    con   su  pl 
calles,  plazuelas  y  ejidos. 

En  14  de  enero  de  IS|  I,  otorgó  el  maestro  Villegas 
escritura  de  dnnacirxi  en  favor  de  los  vecinos  existentes  en 
ees,  y  do  los  que  quisieran  fijarse  allí   immediatamente  p 
poner  en  práctica  el  proyecto  de  una  nueva  fundación, 
este  documt»nto,  testimonio  auténtico  de  la  generoHidad 
donante,  de  sus  altas  ideas  civiles  y  religioscis  y  de  su  ospi 
le\-antado,  hubo  campo  para  edificar  un  templo»  ospacto 


nme- 
úrijfl 

rnuP 


calles  y  plaza,  solares  para  ser  distribuid 08»  y  concesiones  gra- 
vitas capaces  de  recomendar  la  niemoria  del  más  esclarecido 
patficio. 

No  contento  el  fundador  con  el  valioso  obsequio  hecho  á 

'o*^  pobladores,  estableció  severa  disciplina  en  la  corporación, 

í^nicló  personalmente  en  ios  trabaji3s  propios  para  perfeccionar 

'•'*  ol>ra  que  protegía,  y  favoreció  el  cuINi  con  mano  dadivosa. 

Se  dio  por  límites  al  lUstrito  de  Abejorral  el  espacio  de 

^^tn  compi'endido  entre  los  ríos  Buey  y  Arma,  este  liltimíj 

í^^lamente  hasta  la  conlluencia  del  Aures;  y  como  el  Buey  y  el 

'  Aufcís  nacen  en  un  nudo  de  la  cordillera  central,  a  muy  poca 

*^'i^tancía  el  uno  del  otro,  puede  muy  bien  decirse  que  Abejo- 

**i*al  es  una  verdal  lora  Mesopotamia,  Después  del  5  de  abril  de 

'^77,  poríntlujodcl  Sr.  José  María  Loadofio  Marulanda,  se, 

<*í*^ó  el  distrito  de  la  Unión,  y  para  crearlo  hubo  necesidad  de 

sustraer  una  {^ran  pxirte  del  de  la  Ceja  del  Tambo,  otra  más 

Pequeña  del  de  Abejorra!  y  otra  más  corta  aún  de  Sonsón*  De 

ohb.  manera  quedó  modificada  la  primitiva  delincación   del 

I-Mstrito  que  describimos,   pues  en  una  parte  considerable   nn 

^*t*nt5   c*)ntacto  actual  con  el  río  Buey*  Esa  provitleucia  ha 

Producido  algunos  trastornos  en  la  propiedad  territorial,  pues 

^^'^rias  lincas  han  queilado  divididas,  perteneciendo  en  parte  a 

^*^  clistrito  y  en  part-e  á  otro. 

Hemos  dicho  que  la  cordillera  central  de  los  Andes,  al 
**^^ar  a  las  cercanías  de  Vallejuelo,  forma  un  gran  nudo  de 
"^ridc,  además  de  tres  principales  montañas,  se  desprenden 
^^'^^^Ti^de  un  orden  subalterno,  dando  lugar  á  un  intiúncado 
^t^crinto.  De  esegran  ruido  nacen  los  ríos  Buey  y  Aures,  ya 
^^c^ticiií nadas,  tributarios  del  Cauca,  y  otros  tributarios  del 
**^gdalena. 

Entre  los    ramales    subalternos,     desprenditlns    di^    la 

^^^Millera  principal  en  aquel  punto,  hay  luio  que  se  dirige  al 

^^^^ident^,  scparandi»  las   aguas  que  vierten   al  Aures  y  al 

'^^^rna  de  las  que  tributan  al  Buey.  Este  ramal,    muy  cerca 

^^  la  cibecem  del  Distrito,  se  divide  en  dos  estribos  princi- 

Í'^W,  entra  loe  cuales  esta  el  valle  de  Abejorral ;  el  de  más  ni 


979 


norte  lleva  el  nombre  de  Quebradanegra,  por  el  de  uní 
que  forniaj  y  a  su  turno  se  piarte  en  dos  contrafuertes 
primero  contiene  la  montana  del  Roble  y  termina  en  la  fra 
ción  del  Guaico,  entre  el  río  Buey  y  el  riachuelo  Santa  Catalim 
y  el  segundo,  en  donde  están  el  alto  del  Chagúalo  y  el  d 
Patio,  se  extingue  luego  en  la  confluencia  del  río  Buey  ex 
el  riachuelo  Yoguas. 

El  segundo  ramal  de  los  dos  pertenecientes  á  la  divisic 
ceraxna  a  la  cabecera  del  Distrito,  pasa  a  pocos  metros  de  ell 
en  donde  se  deprime  tanto,  que  más  que  altura  parece  abr- 
Toma  después  esta  montaña  nuevo  empuje,  se  levanta,  i 
yerguü  y  constituye  una  notable  altura  llamada  la  cordillera « 
Las  Letras,  en  dondese  alzan  dos  eminencias  conocidas^  la  ui 
con  el  propio  nombre  de  la  cordillera,  y  la  otra  con  el  í 
Purima.  De  esta  última  sale  el  contrafuerte  de  su  nombn 
célebre  por  sus  ricos  minerales,  mientras  que  de  la  primei 
nace  un  estribo  llamado  el  Tambo,  para  morir  en  las  vegas  d 
las  Yeguas. 

De  estas  dos  eminencias  sigue  el  ramal  de  que  hablami 

sinuosa  dirección  hasta  el  alto  del  Naranjal,  una  de  las  cimi 

más  considerables  del  Estado.  Del  Naranjal  en  adelantCt  osA 

trozo  orográficü  termina  pur  cuatro  ramillcaciones  :  la  cortl 

llera  de  San  ViceiUe  al  norte,  notable  por  el  picacho  d 

nomlíre;  la  del   Chagualal,  termmada  en  el  puente  del 

Ihívy;  la  del  Naranjal,  rjue  va  basta  el  salto  del  Dialilo  en 

mismo  río,  y  la  de  Pautmüllo,  que  acaba  por  medio  de  le 

estribos  de  la  Trampa,  So  taya,  Mediacuesta  y  Campanas,  cere 

de  la  ribera  derecha  del  río  Arma.  I 

Las  corrientes  de  agua  de  este  Distrito  que  alcanzan  í 

merecer  el  nombi-e  de  ríos,  son  :  el   ííuey,  cuyas  vertiente 

están  en  los  l'aradus,  y  que  corriendo  próximamente  al  Oi 

dente,  se  junta  con  el  Arma  antes  de  entrar  en  el  Cauca 

Aures,  que  vierte  de  la  altura  de  las  Palomas  y  es  tribu 

del  Arma  :  este  últimn,  que  tiene  su  origen  en  los  valles  aj 

de  San  Félix,  uíj  riega  el  Distrito  sino  desde  su  unión  con  el 

anterior*    Los  riachuelos  y  torrentes    Nudillales,  el  Ciod 


si 

«ti 

1 


^73 


Rosarlto»  Quebradona,  San  Antonio  y  los  Dolores,  connuyen 
alAures;  Sircia,  HornoSj  Seca  y  Campanas,  son  tributarios 
del  Arma,  y  en  fin,  caen  al  Buey,  San  Bartolo,  Yarumal, 
Quebradanegra,  Santa  CataUna,  las  Yeguas,  Daza,  Bj^uja, 
Naranjal  y  MorroazuL 

El  suelo  de  Abejorral  fué  en  su  principio  excesivamente 

fértil;  pero  no  lo  es  hoy   sino  en   las  hondonadas  y  en  los 

valle».  Su  feracidad  primitiva  se  explica  perfectamente  bien,  si 

se  atiende  A  que  en  las  épocas  de!  descubrimiento  y  la  coloni- 

zacion.todo  el  Continente  americano,  6  su  mayor  parte,  estaba 

cubierto  de  selvas   que   por  sus   evoluciones   naturales   de 

creación  y  destrucción,  acumularon  durante  siglos  despojos 

^í*gánico9,  hasta  formar  capas  más  ó  menos  gruesas  y  mas  ó 

'líe/ios  cargadas  de  principios  vegetales.  En  esas  capas,  des- 

*^<Jajado  el  bosque  para  entrar   de  lleno  en  el  cultivo  de  la 

tiíírra,    se  hallaba   gran  riqueza  de    humus^   conipuesto   en 

^rari  cantidad  de  sales  terrosas   eminentemente  solubles,  y 

P'^cjpias  para  ser  absorbidas  por  las  radículas  de  las  plantas  y 

P^^a  dar  por  tanto  pingiics  cosechas  en  los  primeros  tiempos. 

^^os  carbonalos,  siiUatos  etc*,  de  potasa,  soda,  cal  y  otras 

bases,  cuando  quedaron  en    libertad    y  experimentaron    la 

'^^^ión  alterante  del  aire,   del  sol  y  de  las  aguas  pluviales, 

^^fon  arrastrados  de  las  cimas  y  faldas  de  las  cordilleras  y 

^lirias,  para  ser  llevados  á  los  arroyos,  riachuelos  y  ríos, 

P^t^dicndose  con  rapidez  y  con  menoscabo  de  la  agricultura. 

^*'*^pués  de  buenas  cosechas  y  después  del  estableciiniento  de 

P^'^cleras,    la  acción   química  de  los  cuerpos  ambientes,    y 

^    poco  meditada  incineración  de  los  árboles,  arbustos    y 

'^^lezas  cortadas,  han  completado  la  obra  de  esterilidad  que 

^^y  se  nota. 

Abejorral  progresó  mucho  en  años  pasados,  merced  al 

*^^tivo  en  grande  del  tabaco;  pero  sea  que  la  calidad  no  se 

^^Contrara   del  gusto  do  los  consumidores  europeos,    ó  sea 

P^^  iaíluencias  contrarias  de  negociantes  de  dentro  y  fuera 

^^1  Estado,  es  lo  cierto  que  la  exportación  de  este  artículo 

^Q  ha  continuado.  Hoy,  aunque  en  una  escala  proporcional- 

i8 


méate  giaiuic,  antionucaos. 

al  consumo  hecho  ^^^^.¡.^^^  Uavnado  oUvo  en  éatc  y 
La  semilla  del   mu  u,a  c^^  j^^  ^  ^^^^  p,oducUva  iuduslna. 

otros  pueblos  del  ^^f^^^^^  por  el  aceite  fijo  que  con- 

e.acUvoeué.locomoonc,Uos     „       ,  ,„  ,„,ig,.adó.,,  que  la 
ao  loB  ubejon-ak-aoB  es  '*"'  ^^  J^      ,tamc.,to  del  Sur,  ,  mu- 
„,a50.  parte  de  los  l»'f  "¿^^^      ^  „,  Tolima,  1«>  'i""'!"  ^ 
dxos  de  los  Estados  •■'  t:™;^  L.  de  esle  Dislrito. 
g„M»rte«uluc.eme„-     =''¿^^^  ^^^  ^,„„„  „j^„meu.. 

La  cabecera  esto  s'"""        „,  „rupo.lel.abllacioucsque 

iaeUuado  de  or.enl.  .  0^.*=;^^'^  =¿  l^^,,,  ^.  ,^as;  lleue  uu 
laamslituycesensumajo    P  ^^¡j^¡„,  p¡^ 

bomlo   templo,  una  reguUu    pto^  ^^p^,,„,,  j.  ^ 

ofieinas  Pf'-'  =':::;;,„;>„.,  graciosos  paisajes,  ev- 
«nliclad  sulicenle,  cal  >1.         ^^^^^.^.^j^j^^  ^,„tajas  para  uiv». 
quisito  clboa,  y  l>or  "1"'    ■  '  t„„,¡a  moral  sosegada  -  - 

l,uoda  vida  ';-"/,Sa    :*<='">'odel  Cbagualo,  ofrcc 
U-au,,uda.  La  cudad,  .«.rad.  ^^  ^^  „„„„utouaa.  si  po-=« 

una  perspectiva  que  agiada.s,  | 

- -.tr:*-^'.--txre,TSon°^ 

a,.,viones  ^■'="-^--;^p:ra,  tu-lguL  ve.  pro„>e. 

„,i  agotados.  La  -»»  *=  ^  !        Jy,  „a»tal,oy  á  las  M^^ 
„raudc.produc,os  ..ob.  con  J^.^    ^.^  ^^^^^^^^^^  p  , 

jeras  esperanzas  .[ue  b.z  aescubicrlo»  graud»  * 

hendidas  pic..«.n  n- >-'»;;  ^,,,,„,d  oro  de  sus  rnou*-^- 

Boros  en  ese  sitio.  '-  "-'"f    '     j^j  do  molibdato  de  plo»J-*V 

sustancia  que  reoog'da  cu  ■  ^^^  «omejauza  oon  -«x 

^  i  7-»  t: ;:"  :ú-  id^  ="t--  ''■■""^-     i 

polvodeorodebAHi^J  «- 


—  275  — 


Hay  cuatro    fueates  saladas  ea  claboracióu  :  la  de  Am^es, 

lios  y  la  de  los  Cacaos,  La  sal 


la  délos  Palacios,  la  de  los  Medi 


de  cocina  extraída  de  ellas,  es  excelente  para  la  mesa. 

A  lo  largo  de  la  cordillera  central  aiitioqueua,  hay  i'uejites 
saladas  qtio  guardan,  hasta  cierto  punto,  un  paralelismo  con 
las  que  en  la  pendiente  oriental  quedan  cnü^e  la  cordillera 
ceiUral  de  los  Andes  colombianos  y  las  orillas  del  Magdalena. 
Liaüdela  cordillera  central  ^on  también  paraleUxs  á  unas  exis- 
tentes aunque  escasas  en  la  orilla  del  Porce,  y  éiítas,  á  las 
üdÁñ  abundantes  todavía  que  «e  desaiTollan  como  por  uscala 
eii^el  flanco  del   Cauca,     Se   presentan   estas    úliiinas    en 
Córdoba,   Guaca,   Sabaletas,   Fredonia  y  al  sur  do  la  con* 
fluencia  deJ  Arma,  guardando  también  cierto  paralelismo  con 
la^  conocidas  sobre  la  cordillera  occiíleutal  de  los  Andes  co- 
lombianos.  En  este  sistema  de  fuentes  saladas,  solo  las  que 
^eijioran  á  lo  largo  del  Cauca  van  acompañadas  de  extensas 
^'ctas  de  carbón  Jüí¿í1,  como  lo  indicamos  al  ti^atar  de   la 
^tructura  mineral  del  Estado. 

La  parte  industrial  se  completa  con  el  cultivo  del  trigo  y 
*^n  la  fabricación  de  una  recular  cantidad  de  liaiúna,  habíen- 
doadejnás  varias  caleras  y  algunas  máquinas  de  hierro  para 
^^  tdíiboraciún  de  la  caña  de  azúcar,  y  mi  telar  rudimentario 
^^*J^los  tejidos  de  algodón  y  de  lana. 

La  üducación   pública  está   muy  bien  atendida  en  este 

i^trito.  Hay  en  la  ciudad  dos  escuelas  piiljlicas,    una  de 

'  trunes  y  oti*a  de  mujeres,  y  además  una  mista  en  la  fracción 

^-*1  Buey,  con  otras   enseñanzas  ]jrivadas  de  coiiHideración. 

^í^ta importancia  dada  al  más  tiuscendental  ramo  déla  socio* 

^^ía,  es  tanto  más  importante  cuanto  los  liijos  de  este  Dis- 

^*ito  son  naiuralmente  de  clarísima  inlehgencia ;  y  que  lo 

^cJio  es  la  verdad,  se  prueba  con  el  gran  número  de  ellos  que 

^i^tieron  dur.ante  las  faenas  de  la  Independencia,  á  formar  la 

"^Iria  que  boy  tenemos;  cun  los  que  lian  asistido  con  brillo  á 

'^^  debates  legislativos  déla  Nación,  y  con  los  que  han  ocupado 

^ti  bornea  y  desempeñado  con  inteligencia,  diversos  puestos 

•^^biicos  en  d  Estado   y  en  la  liepública.  Evitando,    como 


^^"'  parece  n-«       ^,,,,^vca,  ^^^       ^^¿,¿0  eV  g^^  ^odevna. 

.  mucV^^^  \uves.  cu  j-am^no  ^  ^^,^^»  vci- 


—  277  — 


83  metros  de  profundidad,  a  una  altura  de  843  sobre  el  nivel 
del  mar.  Eso  es  lo  que  llaman  Salto  del  Diablo. 

Tiene  el  Distrito  las  siguientes  fracciones  :  Poblado, 
Erizo,  Aurcs,  Purima,  C¡rcia>  Pantanillo,  Naranja!,  San  Vi- 
cente, Lomitas,  Zancudo,  Buey,  Quel^radanegra  y  Cordillera. 

Población,  8J36  habitantes»  —  Latitud  norte,  5^45'  10". 
—  Longitud  occidental,  V  39'  5".  —  Altura  soljre  el  nivel  del 
mar,  2J47  metros*  —  Temperatura,  17%  —  Límites;  confina 
al  norte  coa  la  Unión  ;  al  oriente  con  Sonsón  y  la  Unión ;  al 
occidente  con  Santa  Bárbara,  y  al  sur  con  Aguadas. 


Carmen.  —  Parece  que  la  palabra  carmen  tenga  su  ori- 
gen en  lengua  arábiga,  pues  así  llamaban  los  moros  de  Gra* 
nada  sus  quintas,  huertos  y  jardines.  Si  los  primeros  descu- 
bridores de  esta  parte  del  Estado  hallaron  adecuada  la  pala- 
bra para  bautizar  la  comarca  que  hoy  estudiamos,  nos  parece 
que  no  anduvieron  desacertados,  pues  los  campos  que  rodean 
la  cabecera  de  este  Distrito,  son  tan  plácidos,  tan  amenos,  y  están 
engalanados  por  árboles  y  arbustos  de  tan  bella  noresceacia, 
que  bien  á  pesar  de  su  colocación  escondida  y  solitaria,  me- 
lancólica y  triste,  está  rodeada  de  positivos  encantos  para  una 
vida  retirada  y  tranquila. 

El  lugar  está  sobre  la  margen  izquierda  del  riachuelo  Ci- 
marronas, y  se  recuesta,  si  así  puede  decirse,  sobx^e  el  regazo 
de  la  serranía  de  Vallejuelo,  masa  principal  de  la  cordillera* 
central  de  los  Andes  colombianos,  ó  sea  oriental  deAntioquia, 
segiín  nuestra  división. 

Varias  fuentes,  arroyos  y  raudales  enriquecen  el  ria- 
chuelo Cimarronas,  por  uno  y  otro  flanco,  en  el  territorio  de 
este  Distrito;  pero  de  ellas  sólo  el  riachuelo  la  Puerta  y  acaso 
el  de  la  Manga  merecen  especial  mención. 

El  caserío  es  reducido ;  el  estilo  de  las  habitaciones,  se- 
mejante al  de  Marlnilla;  el  aspecto  de  la  población,  pobre,  y 
su  existencia  la  de  un  prolongado  silencio.  Las  costumbres 
son  idénticas  á  las  que  hemos  asignado  á  la  mayor  parte  de 
los  lugares  que  demoran  á  más  ó  menos  distancia  sobre  el 


—  278  — 

valle  recorrido    por  cl  Rionegro  desde  el    Retiro  has 
Peño!. 

Los  cultivos  son  reducidos,  mczqiiínn  la  industria 
diana  la  riqueza  del  Distrito^  debida  sólo  á  la  cría  y  multipli- 
cación de  algunos  ganados,  y  A  la  elaboración  de  alonas 
fuentes  saladas    cuyo  producto  es  de   bastante   buena  o^H 
lidad.  ^^ 

El  Carmen  fué  erigido  en  distrito  en  181)7,  siendo  Gober^ 
nador  de  Antioquia  D.  Francisco  de  Ayala,  y  Obispo  de  Pbpa-j 
yán  D.  Salvador  Jiménez.  ^M 

Población,    3.301  habitantes,  —  Latitud  norte,  6*  1' 25". 
—  Lonfritud    occidental,    l^S'ZS?". — Altura  sobre  el  niv 
del  mar,  2.1U7  jnetros.  —  Temperatura^  19^   —  Límites] 
confina  al  norte  con  el  Santuario;  al  oriente  con  Cocuma; 
occidente  con  Rionegro,  y  al  sur  con  la  Ceja. 


Ceja  del  Tambo,  —  Este  Distrito  tiene  por  territorio  un 
gran  pedazí»  segregado  del  que  antes  perteneció  á  San  Nicol¿ 
de  Rionegro.  La  señora  D*.  María  Josefa  Marulanda,  ducf 
de  gvíiü  parte  de  esos  campos,  regaló  A  los  pritnerus  poblado 
res  la  cantidad  suficiente  para  demarcar  calles,  plazas,  templ 
y  casa  de  Cabildo.  Su  existencia  como  entidad  parroquial  prif 
cipiü  definitivamente  en  el  año  de  1815,  y  se  ha  coO' 
servado  desde  entonces  de  un  modo  sólido  y  seguro,  pues  si 
bien  es  cierto  que  no  progresa  rápidamente,  también  lo  es  qtro 
no  pierde  nada  de  su  importancia. 

Los  vecinos  de  este  Distrito  fueron  al  principio  pcrfe* 
necientes  á  las  familias  más  distinguidas  do  la  colonia  anti< 
quena.  Severos  de   costumbres,  trabajadores  infatigables 
aferrados  á  las  riejas  tradiciones  peninsulares,  llevaron  siem? 
pre  una  existencia  quieta,    basada  sobre  los    hábitos    mi 
modestos  y  primitivos. 

Don  Eduardo  González,  rico  propietario  de  los  contor 
bueno  entre  los  mejoren  antioqucños  de  sti  tiempo,  fué  una 
enpecic  de  patriarca  que  sostuvo  con  el  ejemplo  el  espírit 
de  la  virtud ;  con  su  dinero,   la  alimentación  def  pobre  y 


279  — 


h^. 


eonstriicción  de  los  primeros  edificios   para  el  abrigo  y  la 
comodidad.    En   la  casa  que  fué  de  su  pertenencia,  y  cuya 
techumbre  se  divisa   desde  las  calles  de  la  población,  sobre 
un  lindo  y  ameno  collado  sombreado  por  arrayanes  y  siete- 
cueros,  nació   Don  Juan  de  Dios   Aranzazu,   cuyo  espíritu 
cultivado  exhibió  durante  la  guerra  de  nuestra  Independencia, 
y  más  tarde,  durante  la  República,  uno  de  los  más  apuestos 
mancebos,  uno  de  los  más   floridos  oradores,  uno  de    los 
hombres  más  elegantes  de  su  época,  y  uno  dolos  magistrados 
más  rectos,  más  hábiles  y  severos  de  que  se  enorgullece  la 
patria  colombiana*  En  la  Ceja,  cerca  déla  casa  citada,  nació 
también  el  sobrino  de  Aranzazu,   Gregorio  Gutiérrez   Gon- 
zález,  cuyo    nombi'c  como  poeta  descuella    ventajosamente 
aliado  de  las  mejores  tiguras  literarias  del  país. 

La   cabecera  del  Distrito  está  situada  sobre  un  plano 

perfectamente  nivelado,    refrescado    por    una   temperatura 

deliciosa,  por  un  ambiente  puro  y  tónico,  por  una  atmósfera 

constantemente  despejada,  por  numerosos  arroyos  y  por  un 

^íí>chuela    murmurante  y  cristalino,  cuyo    arenoso    fondo, 

^¿i^es  vegas  y  caprichosas  vueltas,  hacen  del  paisaje  uno 

"®    los   más  poéticos,   agntdables    y  graciosos    de   todo    el 

*^^kado>  Como  en  Antioquia  las  grandes  llanuras  niveladas 

^^ti  tan  escasas,  y  como  la  de  la  Ceja,  á  más  do  ser  extensa, 

ofrece   el   contraste  bello  de  lindos   grupos  de  árboles,  de 

^^í*tles  praderas  y  de  copiosos  raudales,  fácil  es  comprender 

^^o  este  recomendable  lugar  parece  predestinado  para  ser  el 

^^iento  de  una  lujosa  y  bella  población. 

tíesde  las  montañas  que  lo  circundan,  se  domina  elagru- 
^miento  de  las  habitaciones  en  todo  su  conjunto,  y  su  contem-. 
VUción  produce  tal  encanto  en  el  pensamiento,  que  el  viajero 
^^  puede  prescindir  de  admirar  aquel  bello  panorama,  tan 
extraño  para  quien  recorre  las  fracturadas  montañas  de  la 
ítoyor  parte  del  Estado. 

El  templo  de  la  Ceja  es  uno  délos  más  bellos  y  más  cui- 
dadosamente mantenidos  de  Antioquia;  la  plaza  principal  ea 
plana  y  limpia;  las  habitaciones,  aunque  modestas,  cómodas 


280 


I 


y  aseadas ;  las  calles,  rectas,  largas,  anchas,  cortadas  e 
guio  recto,  y  á  pesar  de  estar  poco  provistas  de  edificios,  pn 
pías  para  cómodas  construcciones.  Casi  todas  tienen  un  arre; 
central  que  sirve  para  el  aseo  público. 

La  llanura  de  la  Ceja  se  extiende  bastante  hacia  el  oriente 
y  hacia  el  norte.  El  riachuelo  Pereira,  que  lleva  sus  aguas  al 
Rionegro,  cerca  de  esta  ciudad,  recorre  la  planicie  en  di  reo- 
ción  próxima  de  sur  a  norte,  y  es  alimentado  por  numerosos 
arroyos  que  descienden  de  las  cordilleras  vecinas  ;  porque  es 
bueno  saber  que  el  pequeño  territorio  de  este  Distrito,  rodeado 
de  cerros  por  todos  lados^  presenta  la  población  y  su  llanura 
como  si  estuviesen  en  el  fondo  de  una  í^ran  cacerola. 


i 


Fuera  del  río  Pereira  y  de  las  fuentos  que  lo  forman,  fc 
can  en  territorio  de  la  Ceja  los  ríos  Piedras,  Buey  y  Pantanillo, 
origen  el  üHimo  del  que  andando  al  norte  primero  y  al  oriente 
luego,  desagua  en  el  Magdalena  con  el  nombre  de  Nare.       fl 

Las  cordilleras  son  ramificaciones  escabrosas  y  toman 
su  origen  en  el  nudo  de  Vallejuelo  :  lacle  la  Muía  lo  separa 
del  distrito  de  la  l.'nión,  se  deprime  después  al  occidente, 
se  eleva  de  nuevo  enfrente  del  poblado,  y  rebajada  otra  ve^ 
hacia  los  nacimientos  de  Pereira,  tuerce  su  dirección  al  norte 
para  entrar  en  el  distrito  del  Retiro;  deAbejorral  está  8e¡M 
rado  por  el  Buey ;  de  Santa  Bárbara  por  La  Miel  y  por  parte 
de  la  cordillera  de  Monteljravo;  del  Retiro  por  esta  misma 
corriente  y  por  una  monlañuela  llamada  del  Guarzo,  á  cuyo 
pie  fiel  lado  sur  esta  la  población.  El  cerro  de  Capiro,  sobre 
la  llanura  misma,  es  una  mole  piramidal  aislada,  cuyadispo* 
sición,  rara  en  el  sistema  de  nuestras  montañas,  interesa 
por  lo  excepcional  de  su  aislamiento,  M 

Las  dehesas  déla  Ceja,  bien  que  ricas  en  pastos,  no  sm 
recomendables  por  la  calidad  nutritiva  de  ellos.  Sin  embargo, 
la  industria  pecuaria  forma  la  base  do  subsistencia  para  los 
vecinos.  Hay  algunos  rebaños  de  carneros,  se  produce  corta 
cantidad  de  lana,  hay  bellas  flores  y  buenas  hortalizas  en  el  lu- 
gar y  en  los  campos,  se  cultiva  algún  café,  y  la  producción  del 
maíz  y  frísoles  es  riquísima. 


'■ea 


—  -¿81  -- 


No  hay  grande  abundancia  de  metales  preciosos  en  este 
Distrito;  pero  no  faltan  algunos  veneros  de  oro  y  algunos  de- 
pósitos de  mineral  de  hierro.  Mas  que  por  la  abundancia  de 
sus  medios,  más  que  por  la  feracidad  desús  campos,  más  que 
por  la  multiplicidad  de  sus  producciones,  se  recomienda  la 
Ceja  por  su  peculiar  é  imponderable  belleza,  por  la  sanidad  de 
su  clima  y  por  la  pureza  de  costumbres  de  sus  habitantes, 

Poblacirjn,  3.871  habitantes.  —  Latitud  norte,  5'  5ff  45". 
—  Longitud  occídentii!,  T  27'  40".  —  Altura  so!)re  el  nivel  del 
í«ar,  2/200  metros.  — Temperatura,  i8^  —  Límites  :  confina 
íil  norte  con  Rionegro;  al  oriente  con  Rionegro;  al 
occidente  con  el  Retiro,  y  al  sur  con  la  Unión  y  Abe- 
jorra]. 


Cocorná.  —  El  distrito  de  Cocorná  ha  sido  como  una 
especie  de  mito  para  los  antioqueños,  basta  no  hace  mucho 
tiempo.  Situado  hacia  el  levante  del  Estado,  cubierto  de  selvas 
vírgenes,  riscoso,  sin  caminos,  incomunicado  casi  totalmente 
con  el  centro,  y  muy  vecino  a  las  deletéreas  orillas  del  Magda* 
l^naj  los  hijos  de  Antíoquia  lo  vieron  durante  mucho  tiempo 
^on  desconfianza. 

Poco  á  poco,  los  habitadores  de  las  partes  altas  de  la 
^rdillera  central,  urgidos  por  la  escasez  de  arbitrios  que  no 
podían  obtener  abundantemente  del  suelo  estéril  en  que  habían 
^^'^cido,  se  fueron  deslizando  gradualmente  hacia  las  faldas  de 
^^  cordillera  en  requerimiento  de  terrenos  propios  para  el 
cativo  de  la  caña  de  azúcar,  del  plátano,  de  la  yuca,  del  maíz 
y  Üe  los  frísoles,  artículos  clásicos  de  primera  alimentación 
^ntioqueña. 

Hallaron  lo  que  buscaban  en  una  vega  ó  vallecito  for- 
"^^0  por  el  río  Cocorná,  pues  en  el  último  cuarto  de  la 
anterior  centuria,  liabía  en  aquel  sitio,  que  es  el  mismo  que 
f*oy  ocupa  la  cabecera  del  Distrito,  un  conjunto  de  casas, 
algunos  vecinos  y  una  capilla. 

De  vez  en  cuando,  un  sacerdote  déla  ciudad  de  Marinilla, 
venciendo  las  dificultades  de  un  pésimo  camino,  iba  á  ese 


—  -282  — 


ipientc  póBmdo  para  decir  misa  á  los  habitantes  ; 
administrarles  los  sacramentos. 

A  principios  del  siglo  actual,  esa  fracción  era  regida  por 
un  juez  fundador,  bajóla  dependencia  del  juez  ordinario  de 
Marinilla ;  y  en  el  ano  de  1835  se  la  erigió  en  Parroquia,  se  le 
ex]:)idió  titulo  y  se  fijaron  sus  límites. 

En  18S4,  se  la  elevó  á  Distrito  regido  por  un  alcalde,  un 
juez  y  una  corporación  municipal. 

Fueron  primeros  habitantes  de  Cocorná,  Vicente,  Sotero 
y  José  Aristizábal,  y  unos  señores  Valencias,  Arias  y  Váscjuer, 
de  quienes  se  dice  haber  hecho  la  donación  del  terreno  para 
la  fundación.  El  Dr.  Jorge  Ramón  de  Posada,  respetable 
sacerdote  é  ¡lustre  ciudadano,  dirigió  durante  largos  aílos 
este  Distrito,  y  a  su  itiflueacia  se  debió  su  progreso,  que  si 
bien  no  es  de  alta  consideración  en  el  día,  sí  alcanza  coiuli- 
Clones  ventajosas,  por  cuanto  á  él  se  debe  en  gran  parte  la 
provisión  de  víveres  con  que  se  auxiliad  sostenimiento  de  las 
poblaciones  de  la  parte  alta  do  la  cordillera. 

El  cultivo  y  el  beneficio  de  la  caña  de  azúcar  en  Cocorná, 
es  valioso  para  los  habitantes  del  Departarnt^nto  de  Oriente,  y 
la  panela  con  que  trafican  sus  habitantes  es  de  excelente  cali- 
dad. Con  ella,  el  plátano,  la  yuca,  el  maíz  y  la  parcial 
explotación  del  oro  y  el  laboreo  de  la  sal,  viven,  si  no  con 
holgura,  al  menos  con  relativa  comodidad  los  hijos  del 
Distrito. 

Esta,  que  pudiéramos  llamar  parte  oriental  del  Esta 
de  Antioquia,es  una  región  limitada  al  éste  por  el  Magdaleí 
al  sur  por  el  distrito  de  Son  son,  al  norte  por  el  de  San  Lu 
y  al  occidente  por  Vahos,  Santuario,  Carmen  y  la  Unión. 

La  comarca,  esencialmente  montañosa,  está  bañada  por 
el  río  Cocorná,  cuyas  numerosas  vertientes  están  en  la 
falda  oriental  de  la  cordillera  central  andina.  Este  río  se  une 
con  el  de  San  Matías,  que,  después  de  regar  parte  del  distrito 
de  Vahos  y  de  correr  al  sudoeste,  le  rinde  sus  aguas  un  poco 
abajo  de  la  cabecera  del  Distrito.  Más  abajo  aun,  el  Cocorná 
recibe  el  río  Caldera,  cuyo  nacimiento  está  en  el  alto  del  mismo 


—  -28:i  — 


nombre,  para  tributar  todo  su  contenido  al  Ríovcrde,  arriba 
del  abandonado  mineral  de  Santa  fíita.  De  la  confliienria  del 
Cocorná  y  del  Rioverde  en  adelante,  el  último  toma  el  nombre 
deSamanádeí  norte,  y,  consen^ando  siempre  8U  dirección 
nordeste,  recibe  luego  eí  CHiatapé,  cae  al  Xare,  cjuc  con  este 
nombre  desagua  en  el  Magdalena,  máí!i  abajo  de  lautas, 
de^spués  de  recibir  las  considerables  aguas  del  Ñus. 

Al  sur  del  río  Cocorná,  corre  paralelo  á  él    el  rio  Santo 
Domingo  acrecido  por  el  Melcocho^  tributario  igualmente  del 
I      Rioverde. 

^p  Este  último,  que  tiene  su  origen  en  la  indicada  cordillera 
central,  entre  los  altos  Palomas  y  Parados,  á  una  altura  de 
3,fiOO metros,  está  formado  por  numerosos  afluentes,  entre  los 
cuíiles  se  distingue  el  rio  CaunsaK 

Más  al  sur  todavía,  tiene  el  Distrito  el  río  Claro  con  direc- 
ción netamente  oriental,  y  entre  é^te  y  el  Samaná  del 
norte,  en  una  especie  de  triangulo  cuyo  lado  menor  se  com- 
pleta  por  el  curso  del  río  Magdalena,  hay  otro  río  Claro  y  otro 
fió  Cocorná,  que  reunidos  enfrente  del  viejo  mineral  de  Hanta 
Rita,  entran  al  gran  río,  arriba  del  pueblo  de  Nare  y  enfrente 
^<í  la  isla  de  Palagua. 

Todas  las  corrientes  de  agua  que  hemos  descrito,  están 
'^ntiaclas  por  torrentes  de  más  ó  menos  importancia.  Los 
Principales  son  :  San  Pedro  y  Chuíiiurro,  que  entran  al  Rio- 
^^^í^Jepor  la  banda  derecha;  la  Chon*era,  digna  de  mencio- 
^^^^t"  por  ser  copiosa,  por  tener  en  sus  margenes  la 
^^  salina  de  Cruces,  y  por  formar  al  caer  en  la  hondo- 
^^<líir  una  caprichosa  y  bellísima  cascada  de  2t3  ó  30  me- 
"^  de  altura,  cascada  rival  de  la  que  forma  el  riachuelo 
^ü¡**a,  su  hermano  gemelo,  Cerca  de  estoe.  torrentes  brota  el 
'^^chuelo  Guayabal^  al  pie  del  alto  de  Perico,  para  juntarse 
^^n  la  Chorrera  y  caeral  Cocorná  como  á  60D  metros  al  sur  de 
'^^ población.  El  riachuelo  Trinidad  tiene  su  origen  cerca  del 
^^  Guayabal,  desagua  en  el  Cocorná,  es  muy  rápido  en  en 
•WW  superior,  y  lo  es  menos  antes  de  su  desembocadura, 
Tiene  una  salina  en  sus  orillas. 


—  284  — 

El  tipo  esencial  de  este  conjunto  hidrográfico  consii 
principalmente  en  la  velocidad  de  las  aguas,  cu  lo  pedregos( 
de  los  cauces,  y  en  lo  salvaje  de  su  aspecto.  Las  aguas  de 
río  Cocorná  son  turbias,  las  del  Rioverdc  tienen  el  coloi 
de  su  nombre,  y  por  lo  general»  tanto  las  de  los  ríos  come 
las  de  los  torrentes,  fuentes  y  manaderos,  son  potables  y  salu- 
tíferas* 

Las  montañas  de  Cocorná  están  cubiertas  por  lozani 
vegetación;  contienen  preciosísimas  maderas,  gran  número  di 
plantas  medicinales,  resinas^  bálsamos  y  aceites.  fl 

Pocos^poquísimos  son  los  puntos  de  este  Distrito  en  qui 
el  suelo  sea  completamente  plano.  Hay  en  las  cercanías  de  lo 
ríos  algunas  vegas  ardientesy  malsanas;  pero  vegas, escarpas 
faldas  casi  verticales  y  cimas  de  las  cordilleras,  contie^ 
terrenos  de  notable  feracidad.  f 

Cuando  los  bosques  de  Cocorná  hayan  sido  descuajados 
cuando  sus  ricos  veneros  queden  visibles;  cuando  los  aluvioiie 
y  los  lechos  de  sus  ríos  sean  fácilmente  explotables;  cuand 
un  buen  camino  lo  ponga  en  comunicación  con  el  centro  dí 
Estado;  cuando  otro  de  igual  clase  lo  comunique  con  el  Maj 
dalena,  y  cuando  sus  ricos  depósitos  de  mármol  puedan  se 
dados  al  comercio  y  aplicados  á  la  industria,  esta  notab' 
sección  podrá  formar  en  primera  línea  y  como  una  de  las  md 
ricas  del  Estado.  m 

Población,  2.093  habitantes.  ~  Latitud  norte,  5** 59' jí 
—  Longitud  occidental.  I*  10'  \o\  —  Altura  sobre  el  nivelj 
mar,  700  metros.  —  Temperatura,  53\  —  Límites  :  co 
al  norte  con  Vahos  y    parte  de   Mari  ni  lia  y   San   Luis 
oriento  con  Nare  y  Cundí namarca;  al  occidente  con  el 
tuario,  el  Carmen  y  la  Unión,  y  al  sur  con  Sonsón. 


Concepción.  —  Bañan  este  Distrito   las  siguientes 
rrientes  de  agua  :  el  riachuelo  Magdalena,  que  fluye  en  la  pa 
oriental  do  la  cordillera  central  de  los  Andes  del  Estadc 
que  sigue  en  sus  dos  tercios  superiores  dirección  netame 
al  éste,  para  torcerla  en  su  tercio  inferior  hacia  elnordest 


tributar  sus  aguas  al    Rioaegro.   Recibe  esto  riachuelo  los* 

arroyos  San  Andrés,  San  Antonio  y    Despensas*  El  río  Con- 
cepción,   nacido  en  las  cumbres  de  la  cordillera  diclia,   se 
onriqueccpor  la  izquierda  con  los  torrentes  San  Juan,  Santa 
Justa,  Arango,  San  Bartolo,  Morro  y  Candelaria ;  mientras 
C|ue  por  su  margen  derecha  recibe  las  Animas,  Santa  Gertru* 
c3is,  Matasano,  Piedad,  Remanguillo  y  Sonadora.  En  su  parte 
fcaja  cambia  el  río  de  Concepción  su  nombre  por  cl  de  Re- 
mango. El  río  San  Pedro  recibe  en  su  parte  alta  el  San  Pedrito, 
«orre  al  éste,  desagua  en  el  Rionegro  cerca  de  la  cascada 
<le  Pérez,  y  limita  en    parte    el   Distrito   con    el   de  Santo 
Domingo. 

Las  montañas  de  Concepción  son  de  poca  altura  y 
forman  en  su  curso  interrupciones  notables  ;  dos  estribos 
corren  paralelos  al  éste  y  forman  la  hoya  superior  del  río 
Concepción  ;  el  estribo  del  sur  se  bifurca  en  el  punto  de  origen 
del  arroyo  Despensas,  y  la  mayor  do  sus  ramas,  con  dirección 
nordeste,  espira  cerca  del  Rionegro  y  en  un  punto  próximo  á 
Remango. 

El  Distrito  (le  que  tratamos  esta  situado  casi  sobre  el 
lomo  de  la  cordillera  central  délos  Andes  antioqueños,  y  su 
cabecera  está  colocada  sobre  el  flanco  izquierdo  del  rio  de  su 
nombre. 

Concepción,  como  otros  muchos  lugares  antioqueños,  fué 
ea  BU  principio  un  Realile  Minas,  en  cl  cual  se  construyó  un 
pequeño  núcleo  de  población,  y  como  pertenecía  al  curato  de 
líionegro,  cl  Dr*  Castaño,  propietario,  movido  por  escrúpulos 
de  conciencia,  porque  no  podía,  en  razón  de  la  muclia 
distancia  y  de  los  malos  caminos,  atender  a  la  buena 
dirección  de  aquellas  almas,  renunció  esta  parte  y  pidió  al 
Obispo  de  Popayán  la  creación  do  nueva  parroquia. 

Como  el  país  fuese  esencialmente  minero,  y  como  fuera 
de  este  establecimiento  hubiese  nueve  mas  con  sus  respectivas 
cuadrillas  de  negros  esclavos,  y  como  además  el  cura  de 
Marinilla  cediese  para  la  nueva  población  otro  pedazo  de 
territorio  en  el  río  San  Pedro,    comprendido    el  mineral  de 


—  28<j  — 


la  Vieja,  el  Obispu  dio  la  licencia,  captando  la  vema  del  gob 
nadur  civil  de  la  Provincia,  D.  Juaii  Jeróiiimo  de  Eucisc 
quien  la  confirmó  á  nombre  del  rey  de  España,  por  noviembre 
de   1744.  Desde  entonces,  Coiicepción  comenzó  á  tener  vic 
propia. 

Se  entra  ú  Cbta  cíncu  pero  ¿graciosa  población,  siguiendSj 
la  margen  izquierda  del  río,  como  si  se  anduviera  por  h 
vueltas    de  un   cm^acol,    hasta   dai'  en   su  centro  asentat 
sobro  la  cordillera  y  rodeado  por  colinas  que  se  extiende 
á  su  pie»  El  plano  en  que  está  es  un  poco  desigual,  y  se  del 
á  esta  círcuiístancia  el  que  sus  calles  sean  un  tanto  íi'reg 
lares,  si  bien  algunas  de  ellas  empedradas  para  facilitar 
transito*   Los   edificios    son  de  tapias  y  lejas,  de  median^ 
elegancia  algunos,  y  realzados  los  más  por  esmerado  aseo; 
por  cierto  aspecto  de  holgura  y  comodidad. 

Eüül  año  de  1859,  principiaron  los  vecinos  á  construir 
un  templo  que  ya  está  concluido.  Este  cdiOcio  es  uno  de  los 
más  lujosos  y  elegantes  que  tiene  el  Estado  en  su  género, 
la  dirección  de  su  fábrica,  muy  recomendable  en  la  paite 
madera,  es  debida  al  señor  Luciano  JaramUlo,  liiju  del  inism 
pueblo. 

La  temperatura  ambiente  de  Concepción  es  apenas 
piada;  sus  aguas  son  purísimas,  y  su  aire  tan  limpio  y 
pai*a  sex*  respirado,  que  en  pucas  paites  de  Colombia  se  sienf 
la  vida  tan  libre  y  agradable  cojuo  en  Concepción* 

A  poco  más  de  2U0   metros  al  sur  de  la  plaza  de  est 
Distrito,  con  la  intercepción  de  una  pequeña  hondonada,  se 
levanta  en  fonna  de  mamelón  una  i^ebajada  y  apacible  colii 
Sobre  la  parte  culminante  de  ella  se  veía,  basta  el  año  de  18í 
la  demarcación  ile  un  antiguo  ediliciu    dibujado  apenas 
las  vagas  ruinas  de  sus  cimientos. 

r*erteneció  aquel   solar  con  su  casa  respectiva  á  D.  CrS 
«anlo  Córdoba  y  á  su  esposa  D\  Pascuala  Muñoz. 

Fruto  de  aquel  feüz  matrimonio,  nació  en  al  mes  de  se 
ticmbixi  de  J71H)  un  niño  á  c[uien  se  llamó  José  .María  ;  el  misit 
que  á  la  edad  de  catorce  años  combatía  como  un  león  en  do-' 


—  287  — 

feasade  la  libertad  en  la  batalla  d**!  Palo;  el  mismo  que  á  la 
edad  de  diez  y  siete,  hacía  la  canipaüa  de  Venezuela;  el  mismo 
que  al  completar  veinte,  se  distinguía  en  Boyacá;  el  mismo 
que  ¿los  veinte  y  tres,  era  proclamado  general  de  Irrigada  en 
la.s  faldas  del  Pichincha;  el  misjno  que  á  lots  veinte  y  cinco, 
aterraba  el  poder  peninsular  sobre  la  cumbre  del  Cundun- 
curca,  y  el  anismo  que  al  cumplir  veinte  y  nueve,  caía  exánime 
^poca  distancia  del  lugar  en  que  se  meció  su  cuna,  en  el  me- 
laacólico  vallecito  del  Santuario,  bajo  el  golpe  de  uu  asesino  y 
á  causa  de  nuestras  lamentables  discordias  civiles- 
Guando  el  viajero  de  pie,   enfrente  de  aquel  montecillo 
de    Concepción,  ve  las  aguas  del  río  tan  cristalinas  y  puras, 
^I  cielo  tan  azul  y  sereno,  la  pradera  tan  verde,  el  bosque  tan 
gi*adoso  y  todo  el  píusaje  tan  reposado  y  tranquilo,  se  sor- 
pretideal  saber  que  de  este  paraje  de  los  xVndes  saliera  uno  de 
^^^  üiás  audaces  batalladoixís  de  la  Colombia  anti^^ua. 

Los  habitantes  de   Concepción,  una  vez  empobrecidos 
''^^  lüineralcs,  se  han  recogido  al  laboreo  agrícola  de  los  cam- 

Población,  5.310  Iiabitantes.  —  Latitud  norte,  6*  20 'O". 

Longitud  occidental,  !*•  20'  O".  —  Altura  sobre  el  nivel  del 

'^^^^M',  1.906  metros,  —  Temperatura,  19',  —  Límites  ;  confina 

^  tuerte  con  Santo  Domingo;   al  oriente  conGuatapé;  al  occi- 

^^nte  con  Barbosa  y  Jirardoía;  al  sur  con  San  Vicente  y  el 


Guarne. —  Scfmidú  eata  población  por  D-  Miguel  de 
*^^iiao,  y  en  virtud  de  licencia  concedida  por  el  Dr.  D.  Lucio 
^  Villa,  el  año  de  1814. 

Guarne  es  un  distrito  situado  en  la  margen  izquierda  del 

^^  Mosca,  que  al  nacer  de  la  cordillera  que  separa  á  Guarne 

^^  Copacavana,  sigue    dirección  aproximadamenle  oriental, 

"^■sta  desaguar  en  el  Rionegro,  entre  el  punto  de  separación 

^^  esa  misma  ciudad  y  la  de  Marinilla. 

Como  muchas  de  las  poblaciones  del  Estado,  Guarne  se 
edificó  en  lo  que  llamaban  los  colonos  un  Real  de  Minas,  esta- 


—  -288  — 


bleciniiento  que  consistía  en  la  íijaciún  en  un  punto  aurí- 
fero^ de  un  rico  propietario  con  una  ó  mas  cuadrilláis  de 
negros  esclavos  para  la  explotación  de  minerales.  Este  Real 
de  Minas  existió  en  el  mismo  lugar  en  que  está  hoy  la  pobla- 
ción sobre  la  ribera  izquierda  de  la  Mosca>  y  perteneció  dura: 
te  mucho  tiempo  á  D.  Juan  Prudencio  Marulanda. 

El  río,  ó  más  bien  riachuelo  Mosca,  gozó  de  una  fam 
tradicional   como  emporio  de  riqueza,  no  sólo  en  su  cauce, 
sino  también  en  los  aluviones  que  lo  avecinan  de  uno  y  otro 
lado.  Hoy  mismo  esos  ricos  depósitos  son  relabrados  por  los 
pobres,  y  á  esa  faena  deben  muchos  de  ellos  la  subsistencia. 

Por  lo  demás,  colocado  este  Distrito  sobre  la  parte  alta 
de  la  cordillera,  metah'fero  en  sus  alturas,  con  sus  rocas  des- 
cubiertas por  la  acción  constante  de  las  aguas  pluviales,  c^i 
generalmente  estéril,  poco  propio  para  las  tareas  agrícolaal^B 
que,  sin  embargo,  hacen  hoy  la  única  fuente  de  subsistencia 
para  sus  habitantes»  Hay  que  exceptuar  de  esta  regla  las  redu- 
cidas vegas  del  riachuelo,  en  donde  el  maíz  se  produce  co¡ 
admirable  fecundidad. 

La  parte  material  de  la  población  del  Distrito,  auuq^ 
reducida  en  extensión,  ofrece  un  agradable  punto  de  vis' 
Los  edificios  son   casi   todos    de   tapias  y   tejas,   asead 
medianamente  cómodos,  y  distribuidos  por  manzanas   bl 
arregladas. 

Enfrente  de  la   población^  y  por  la  margen  derecha 
la  Mosca,  cae  á  ésta  el  torrente  llamado  Brizuela,  de  exqui: 
tas  aguas  y  de  bonito  aspecto.  El  clima  es  frío,  y  el  suelo  está 
atravesado  por  colinas  de  rebajada  altura  sobre  el  nivel  del 
Distrito ;  pero    considerables   comparadas  con  el   nivel   del 
mar. 

Población,  5.410  habitantes.  —  Latitud  norte,  G" 9  O". 
—  Longitud  occidental,  1*  38'  45 '.  —  Altura  sobre  el  nivel 
del  mar,  2.285  metros.  —  Temperatura,  I7^  —  I^ímites  t 
confina  al  norte  con  San  Vicente  y  parte  de  Copacavana;  al 
oriente  con  San  Vicente;  al  occidente  con  Copacavana  y  Me- 
delb'n,  y  al  sur  con  Rionegro. 


Gaatapé.   —  Hay  en  el  Estado  de  Antioquia  tros  puntos 

llamados  La  Ceja  :  Ceja  Alta,  entre  Cancán  y  Remedios;  Ceja 

<Jel  Tambo  y  Ceja  de  Guatapé,  que  es  el  Distrito  í|ue  queremos 

describir,  situado  apoco  menos  de  un  miriámelro  al  nordeste 

del  Peñol. 

Se  va  del  Peñol  á  Guatapé  por  un  lindo  camino  entre  co- 
jín as,  acaso  el  más  risueño  del  Estado*  Desde  diversos 
sífriosde  este  camino  se  alcanza  á  ver  la  gran  roc^a  del  Peñol, 
pi^i  mero  por  so  lado  occidental  que  es  el  niásanctio^y  segundo 
pc^r  su  lado  norte  que  es  el  más  angosto.  Por  cualquier  lado 
qx:i.e  se  le  contemple,  el  fenómeno  es  admirable  y  conmo- 
vedor. 

Entre  el  Peñol  y  Guatapé,  se  pasa  por  un  puente  el  río 
P^í-iíolcito,  límite  entre  los  dos  distritos,  y  llamatio  en  soparte 
íA*--a  Quebrada  de  Bonilla.  El  Peñol,  aunque  ha  dado  su  nom- 
bí^czíá  otro  distrito,  está  realmente  sobre  terreno  perteneciente 
á   la  Ceja. 

Pasa  por  el  distrito  de  Guatapé  un  viejo  camino  impro- 
pi sámente  llamado  del  Páramo,  por  cuanto  no  Iiacc  sino  atra- 
v^^ar  un  rariial  deprimido  de  la  cordillera soportalilementc 
'^^ío.  Este  sendero  va  á  unirse  en  el  Sequión  ó  Trapiche  con  el 
^^  td)lecido  por  privilegio  entre  Rionegroy  Remolino,  antes  que 
o^istiera  el  llamado  hoy  de  Islitas. 

Comenzó  la  fundación  de  Guatapé  el  año  de  1811,  y  fué 
'^^ladador  D.  Francisco  Jiraldo  por  autorización  del  Sr.  D, 
^^-*aa  Elias  López,  presidente  de  la  Junta  Provincial  de  Antio- 
M.^ia;pcro  su  creación  fué  tan  lenta,  que  necesitó  una  nueva 
Previdencia,  expedida  por  D.  Vicente  Sánchez  do  Lima,  en  20 
^^  setiembre  de   1817,  para  seguir  adelante  y  tomar  algún 

La  temperatura  de  Guatapé  es  templada;  sus  campos, 
"^^llos,  pero  poco  fértiles;  su  aspecto  físico  apacible,  y  las  ha- 
'litaciones  del  poblado^  aunque  construidas  sobre  on  plano 
^^sigual,  graciosas,  aseadas  y  de  agradable  apariencia*  El  tem- 
plo de  Guatapé  es  uno  de  los  más  esmeradamente  edificados 
On  el  Estado  de  Antioquia. 

1» 


Las  li abitantes  de  este  Distrilo  son  pobres;  pero  compor 
san  esta  desventaja  con  la  de  ser  briosos  para  el  tratKij( 
activos  y  emprendedores. 

Población,   1.518  babitantes.  —  Latitud  norte,  6*  Í9H 
—  Longitud  occidental,  I*"  i 2'  ¿'.  — Altura  sobre  el  nivel  del 
mar,  LS83  metros. —  Temperatura,  llí "".  —  Límites  :  confina 
al  norte  con  San  Rafael ;  al  oriente  con  San  Carlos;  al  occÍ 
dente    con    San  Vicente  y  el   Pefiol,  y   al  sur  con   Vahoa, 


Marinilla.  —  Desde  1790  ó  21,  ó  acaso  desdo  un  pe 
antes,  lu  que  eshoyMarinílla,  eraviceparroquiadclíionegrov 
servida  en  In  eclesiástico,  ya  por  coadjutores,  ya  por  cur 
propios.  Esta  aseveración  está  confirmada  por  los  primei** 
libros  lio  bautismos  que  existen  todavía. 

En  31  de  enero  de  1755,  se  erigió  á  Marinilla  en  parrr 
quia,  en  virtud  de  un  dospaclio  que  se  conserva  en  la  ÍLdesfi 
parroquial,  expedido  pov  D.  José  Alfonso  do  Pizarro,  mai^ 
qués  del  Villar,  virey  y  capitán  general  del  Xuevo  Reino 
Granada,  Precedió  á  la  erección  un  decreto  del  Dr.  D.  Melrho 
Gutiérrez   de     Lara,   visitador    general,  fechado   en   18 
febrero  de  1751  y  autorizado  por  el  Ilustrísimo   señor  Vvm 
cisc  >  José  de  Figueredo  y  Victoria,<)l)ispode  Popayán,  facul 
tad  dada  en  adediciembre  de  1750,  dos  años  antesde  lahil 
dación  do  Marinilla. 

Por  este  despachóse  segregaban  en  lo  eclesiástico^  di 
curato  de  Rioncgro,  la vicepairoquia  de  »San  JosedcMarinilI^ 
y  sus  anexidades  del  Peñol  y  lliojibajo,  y  se  formab'  mn  oj 
la  nueva  entirlad  religiosa  y  civil. 

Una  capilla  que  servía  como  iglesia  viceparroquial,  en  un 
punjo  que  no  sabríanio^í  determinar,  fué  traííladada  al  sitie 
que  hoy  ocupa  la  población,  y  el  primer  cura  que  en 
funciimó  fué  el  Dr.  D.    Fabián  Seliastián  Jiménez   Fajardc 
nombrado  y  presentado  p»r  el  mismo  virey  Pizarro. 

El  valle  de  Marinilla  pertenecía  antiguamente  á  la  jnrh 
dicción  de  la  ciudad  de  los  Kcmedios,  y  por  lo  lanta  hacii 
pwÍL*  de  la  vieja  Provincia  de  Mariquita,  poro  tanto  el  terrij 


291  — 


torio  de  la  ciudad  mencionada,  como  el  de  la  deMarinilla,  fue 
íigixíirado  á  la  de  Antioquia  en  virtud  de  un  rlecreto  expe- 
diflf)  por  D.  José  Solfs,  virey  del  Nuevo  Reino,  en  4  de 
junio  de  ITS^I.  Tomó  posesión  de  este  territorin  nuevamente 
incorporado  al  de  Antioquia,  D,  José  Varón  de  Cliavez,  Gober- 
ttadorde  esta  Provincia,  en  7  de  setiembre  del  mismo  año. 

Li  erección   en    villa  se  hizo  por  virtutl  íle  una  real 

cédula  de  Carlos  IV,  librada  en  San  Lorenzo  el  Real  a  21  de 

'noviembre  de  1787,  en  que  se  cnmisionalja  para  la  ejecución 

'It*    ella  al  virey  D.  José  de  Ezpclela,  quien  a  su  turno,  y  en 

'í^  lie  diciembre  de  1789,  nondjró   a  D.  José  Fernández  de 

MauíToquín,  teniente  do  gobernador  de  la  provincia  do  Anlio- 

quiía^  para  la  toma  de  posesión  del  título  de  villa,  lo  <pie  efec- 

tivít  mente  aconteció  en  2  de  marzo  de  1790. 

Por  real  cédula  fecbada  en  Aranjuez  á  25  de  junio 
^^  J7t)4,  so  concedió  á  San  Josó  de  Marinilla  escuiIo  de 
íift^riaM,  tan  blasonado  y  curioso,  cjue  á  no  ser  por  evitar  un 
^''^^^o.ísmo,  lo  describiríamos  en  este  lugar, 

Marinilla,  como  todos  los  pueblos  de  la  Prínincia  de 
^^*kíw[uía,  estuvo  por  muchos  años  encerrada  en  una 
^^^^í't'iarca  selvática  y  sorueslrada  del  comercio  del  mundo  por 
^^  antemural  de  cordilleras  casi  impenetrables.  No  debe, 
I*>*€>S4^  sorprender  que  hasta  entrado  el  siglo  presente,  casi 
"*^^)!s  estos  lugares  hayan  conservado  el  tipo  original  y 
^•^ cilio  importado  por  los  primeros  colonizadores  y  realzado 
f>r>i^j^]  jjti-ijgQ  qug  imprime  siempre  uiia  existencia despruvista 
^^  relaciones  cultas,  con  más  ia  inlluencia  genial  de  una 
"^turaleza  agreste  y  virgen,  sola  compañera  de  nuestros  pi-o- 
^^ilore?* 

Sea  como  fuere,  Marinilla  continuó  su  existencia  viendo 

^^'^ccT  lentamente  su  poblaciiHi,  manteniéndose  apenas  y  sin 

^^^immt-ar  su  riqueza.  Lo^;  primeros  habitantes  se  aprovecha- 

^^t\  para  las  faenas  agrícolas, de  la  ligera  capa  de  grasa  vege* 

^^   depositada   por  la  alteración  de    los  bosques,   durante 

^^ntcnares  de  años»  sobre  las  cimas  y  £aldas  de  las  cordillc- 

r^%,  cejas,  colinasy  oteros.  Bien  pronto  después,  aquellos  sitios 


fueron  lavados  por  los  copiosos  aguaceros  de  la  regio 
noccial;  los  campos  quedaron  estériles,  y  fué  mucho  si  una 
feracidad  relativa  se  conservó  en  ellos.  El  aspecto  do  la 
tierra  quedo  en  cierta  manera  yermo,  solitario  y  melancólico;  i 
reducidas  sementeras  de  maíz,  fi-ísolesj  arracachas,  ahuyamas, 
calabazas  etc.,  eran  y  han  sido  poliremente  cultivadas  para 
contribuir  en  algo  a  una  frugal  alimentación.  ^B 

De  vez  en  cuando,  el  valeroso  campesino  deMarinilla  s^^ 
echaba  por  atajos  y  sendas  para  ir  hasta  el  Magdalena  pe 
Ledcsma,  Juntas    ó  Remolino,  ó  hasta  Cocorna  y  Calderl 
en  indagación  de  suelo   más  productivo  y  de  climas   ni^ 
ardientes,  para  multiplicar  los  productos  agrícolas  y  subver 
con  más  comodidad  á  sus  necesidades.  Marinillos  más  auda- 
ces  pasaban  la  frontera  de  la  Provincia,  descendían  el  Mag- 
dalena ó  se  dirigían  al  Heino,  como  llamaban  antes  á  Cundi- 
namarca,  en  l>usca  de  mercaderías  del  país  cjue  introducían 
luego    a   espaldas     de   peones,   porque   muías,    cíiballos 
caminos,  para  ellos  no  existían.  Esta   mortificante  tarea 
trasportar  pesados  fardos  alomo  de  hombres,  subsistió  y  aun 
subsisto    comí>  demostración  perentoria  de  nuestra  lamei¡ 
table  falta  de   vías    de   comunicación.  Los   hijos  de   Mar 
nilla,   ííionegro,   Peñol,    San  Vicente,    Guarne,    Santuaric 
Vahos,  Sonsón  etc.,  fueron  por  n^uclio  tiempo  recuas  hum< 
ñas  para  el  ti^áfico  comercial  de  Antioquia,  trauco  en  que 
sólo  se  ejercitaban  para  conducir  materia  bruta,  sino  tam- 
bién para  servir  decalialgaduraá  sus  semejantes,  cuando  éste 
más  dclíilos  que  ellos  tenían  necesidad  ile  ocurrir  á  estaíng 
lita  manera  de  viajai\ 

D.  Agustín  y  D.  Manuel  Duque  de  Estrada,  á  fines  di 
lÜglo  pasado  y  á  principios  del  que  corre,  fueron  los  primeros 
hijos  de  esta  tierra  que,  movidus  por  espíritu  comercial,  prii 
cipiaron   á  multiplicar  esta  industria,    continuada    por   sii 
descendientes  con  provectio  para  el  país  y  para  ellos  mismos 

Por    lo  dicho,    Marvi nilla  alcanzó    relativa    y    transilí 
prosperidad    para  caer  en  i*t  abatimiento   y  pobreza  en  qi 
hoy  se  halla,  por  cuanto  desprovista  de  agricultura,  comercia 


—  293  — 


y  otras  indusítrias,  se  halla  obligada  á  ver  cambiar  el 
domicilio  de  sus  hijos  en  solicitud  do  localidades  mas 
propicias  para  su  bienestar. 

Ya  dijimos  desdo  cuándo  y  hasta  cuándo  había  hecho 
parte  lo  que  es  hoy  este  Distrito,  de  la  ciudad  de  Remedios, 
En  los  viejos  tiempos,  el  territorio  comprendido  en  su  demar* 
cación  era  muy  extenso;  pero  como  quiera  que  otras  pobla- 
t'iones  hayan  surgido  a  su  lado,  ésta  es  hoy  una  de  las  más 
pequeñas  del  Esta* lo. 

El  sistema  hidnígráfico  de  Marinilla  es  de  poquísima 

iirkportancia.  Tiene  al  occidente  el  Rionegro,  desde  que  deja 

*J<^  pertenecer  al  distrito  de  este  noml>re  hasta  el  punto  en  que 

^n  Ira  en  el  del  Peñol;  el  riachuelo  de  Cimarronas;  de  que  ya 

'^^Jinos  hablado;  el  riachuelo  Marinilla,  formado  en  sus  cabe- 

^^^^^^*as  por  los  torrentes  Perico,  Retiro  y  Lajas.  Vierten  taml)ién 

^   <^íite  riachuelo,  el  de  Chapa,  compuesto  del  Potrerito  y  del 

^^í^lto,  Pantanillo,  Pavas,  Gaviria  y  la  Bolsa,  por  la  derecha, 

'^^^icntras  que  por  la  izquierda  le  entran  Aldana  y  Cascajo. 

^*^^$agua  en  el  Rif^negro  cerca  de  Belén. 

En  punto  a  montañas,  sólo  merecen  mención  una  cor- 
^-*  i  llera  rebajada,  entre  Aídanay  Cascajo,  y  otra  conocida  con 
^*  nombre  de  Barbacoas  y  Montanita,  entre  el  Chocho  y  Ma- 
^^*^*>.illa,  siendo  sus  alturas  más  culminantes,  Montanita,  Pavas 
^^     barbacoas, 

Al  estallar  la  guerra  de  Independencia,  Marinilla  sobrc- 
^^^  íó  eatre  todos  los  pueblos  del  Estado,  por  su  entusiasmo 
^^^triütico  y  por  los  grandes  sacrificios  que  hizo  en  favor  de 
^"     libertad.  Familias  enteras,  á  cuya  cabeza  deben  ser  conta- 
^^las  de  Jiménez,  Álzate,  Pineda,  Gómez  y  Duque,  manda- 
''^^iilo  más  llorido  de  sus  liijos   á  combatir  y  morir  en  los 
*^tnpos  de    batalla,  ó  á  triujifar  para   contemplar  el  espec- 
táculo do   la    República  que   habían  contribuido  á  formar. 
*^^cs  Alzates,  mandados  por  su  propia  madre  á  combatir  por 
'^  Patria,  y  cuatro  Jiménez,  inutilizados  ó  muertos  en  los  cam- 
pos de  batalla,  junto  con  otros  muchos  valientes,  constituyen 
Un  timbre  de  honor  para  este  simpático  Distrito. 


.^  2Í)4  

Si  para  demostrar  que  Marinilla  ha  dado  hijos  útiles  á 
Colombia^  se  necesitasen  pruebas,  no  tendríamos  sino  traer 
a  la  memoria  los  nombres  de  D.  Manuel  Duque  de  Eülraila^ 
honrado  y  progresista  comerciante;  de  su  hijo  Jost%  literalo 
insigne,  orador  aventajado,  Gobernador  de  la  antigua  Pn>- 
vincia  de  Monpox,  Rector  de  la  Universidad  Central  de 
Bogoia,  muerto  en  edad  temprana  y  cuajido  mas  prometía 
para  nuestra  gloria;  Juan  Antonio  Gómez,  guerrero  lleno  tie 
temeridad  y  decoro,  de  lealtad  y  bizarría;  Anselmo  Pineda^ 
capitán  valiente,  bibliógrafo  distinguido  y  patriota  acrisolado; 
Rafael  María  Jiraldo,  estathsta  y  guerrero,  firme  en  sus  con- 
vicciones  y  valeroso  hasta  el  hernísmo,  y  el  Dr.  Vicenta 
Arbeláez,  Arzobispo  de  Bogotá,  uno  de  los  varones  más 
esclarecidos  de  hi  Iglesia  colombiana. 

La  ciudad  cabecera  del  Distrito  esta  edificada  8obre  la 
ribera  derecha  del  riachuelo  Marinilla,  y  como  á  una  milla 
distante  del  punto  en  que  éste  vierte  sus  aguas  al  Rionegi-a. 
La  superficie  sol>re  que  descansan  los  edificios  es  bastanta 
bien  nivelada,  lV>rma  como  un  abra,  abrigada  do  los  vi 
tos  del  norte  por  un  conjunto  de  colinas,  unidas  ocjmo  cslal 
nes  de  una  cadena  en  forma  do  semicírculo  graciosame 
dispuesto.  Hacia  el  oriente  de  la  población  se  extiendo  0I  ee 
cho  pero  amono  vallecito  por  donde  corre  con  mansefl 
ere  el  riachuelo  menciímadn,  y  Inicia  el  sur  y  sudcst<3  se 
vantan  colinas  allernadas,  sumameiíte  pintorescas,  y  se  v 
hondonada  del  Uionegi'u. 

Las  habitaciones   están   hechas    de  tapias  y  tejas;  )m 
hay  de  uní)  y  de  dos  pisos,  carecen  tle  elegancia,  ix*PO 
cómodas.    Las  calles    son    rectas,    empedradas    algunas 
con   suelo  natural  otras-  La  plaza,    aunque  no  compU 
mente  lioriztjntal,    está  suavemente   inclinada,    y   liaría 
lado  superior  descuella  el  templo,  en  cuya  torro  luiy  un  b 
reloj  y  cuyo  conjunto  no  cai'ece  de  majestad.   Hay  regul 
locales    para  oficinas  públicas,  y  muy  cercano    al    cert 
del  lugar  un  edificit)  que  sir\e  para  colegio,  obra  debida  á 
esfuerzos  [)atriótÍcos  del  Ilustrísimo  señor  Vicente  Arbelá 


~  295  — 

)  ni  civismo  ílu  los  veciíios.  En  este  Colegio  han  rccibidí»  edu- 
cación muchos  antioqueños  que  se  han  hecho  notables,  ya  en 
la  carrera  de  las  letras,  ya  en  la  del  comercio,  ya  en  la  do 
las  armas.  Los  Marinillos  son  hospitalarios  y  amables;  el  aire 
C8  tónico  y  salutífero;  el  clima  delicioso,  y  el  agua  potable 
exquisila. 

Población,  5,G41  liabilantes.  —  Latitud  norte,  G**  5' O \ 
—  Longitud  occidental,  l"i>-/  ¿Ü".  —  Altura  sobre  el  nivel 
del  mar,  2.043  metros.  —  Temperatura,  17^  —  Límites; 
conBmi  al  norte  con  tían  Vicente  y  el  Peñul;  al  oriente  con 
Vahos;  al  occidente  con  Guarne  y  Rionogro,  y  al  sur  con  el 
Santuario, 


Nare.  —  El  punto  en  que  está  situada  la  cabecera  del 
cliíítrito  de  Nare,  fué  visto  por  exploradores  españoles  desde 
*nediados  del  siglo  xvi ;  y  desde  aquella  época  sirvió  para 
hacer  entradas  al  territi>rio  antioquefio,  sobre  las  cuales 
Poca  ó  ninguna  memoria  ha  quedado. 

Un  poco  más  tarde,  se  vio  cjue  ascendiéndolas  aguas  riel 

í*<o  Nare  hasta    lícmoHno,   y  tomando  luego  la  montaña  en 

ílirocción  á  Yolombó  ó  á  Marinilla,  esos  puntos  podían  servir 

para  otros  tantos  vehículos  de  comunicación  mercantil.   Lii 

dejación  del  camino  de  Espíritu  Santo  ocasionó  quedelinitiva- 

Jnoate  se  tomara  el  de  Nare  para  las  relaciones  de  Antioquia 

^■on  el  exterior;  pero  hay  que  advertir  que  el  Ir  ático  se  hacía 

Qn  gran  parte    por  debajo  de   la  selva,  por   una    estrecha 

Vereda,  y  sin  provisiones   para  la  comodidad  de  los  viajeros, 

A  esa  época,  es  decir,   á  una  gran  parte  del  siglo  anterior, 

se  reflere  la  costumbre,  que  por  fortuna  va  desapareciendo, 

de  hacer  acémilas  ile  lt)s  aiitioquefios  para  la  conducción  de 

viajeros  y  mercaderías. 

Un  privilegio  concedido  en  el  primer  cuarto  de  esto 
íiiglo  á  una  Compañía  enipresaria,  para  establecer  un 
camino  en  el  interior  de  la  Provincia,  y  otro  concedido 
más  recientemente,  para  unir  esa  vía  con  otra  que  desde 
la  población  de  Canoas  guíe  hasta  Islitas  sobre  el  Nare,  han 


e!)tí 


i 

xn 

1 


facilitado    relativamente    los    viajes,  y    procurado    grande 
ventajas  para  la  adquisición  de  elementos  propios  á  la  como 
didad»    holgura  y   ornamentación  de    nuestras  poblacioni 
interiores. 

La   cabecera  del  distrito  de  Nare  está  edificada  en  un 
ángulo  constituido  por  la  reunión  de  los  ríos  Nare  y  Magd¡ 
lena*  Es  un  conjunto  de  casas  pajizas  extendido  á  lo  largo 
la  ribera  izquierda,  con  el  río  al  frente  y  el  bosque  hací 
atrás,  en  donde  se  forman  duran  le  las  avenidas  numerosas 
ciénagas  y  pantanos.  La  pobreza  de  los  vecinos,  las  cman 
clones  paludosas  y   la  jnala  alimentación,    hacen    de  es' 
sitio  uno  de  los  más  deIetéref)S  de  la  República. 

El  territorio  encerrado  entre  una  parte  del  Saman 
otra  del  Nare  y  otra  del  Maj^^dalena,  es  feraz,  rico  en  mader 
y  en  minerales  auríferos ;  pert)  la  escasez  de  brazos,  la 
costumbre  de  subsistir  con  los  productos  del  tráfico,  la  ind 
leneia  propia  de  los  habitantes  de  los  países  cálidos,  y  I 
enferme  tades habituales  á  queso  ven  constantemente expucs^ 
tos  los  vecinos,  convierten  el  circuito  en  camp :»  desolado 
sumamente  adverso  para  la  vida. 

A  poca  distancia  lincia  el  occidente,  a  500  metrc 
sobre  el  nivel  del  inar,  y  sobre  un  bello  punto  di 
vista,  está  la  Mesa,  con  temperatura  más  suave  y  clima  nía 
benigno. 

Ptjbiación,  331  liabitantes.  — Latitud  norte,  6''7'0*\ 
Lon«í¡tud  occidental,  í**  O'  O".  —  Altura  sobre  ol   nivel   d 
mar,  1G2  metros.  —  Temperatura,  :27^  —  Límites  :  confín 
al  norte  con  l^uerto    Berrío;  al  oriente  con    el    Estado  di 
Cuiulinanjarca;   al  occidente  con  San  Caicos  y  San  Luis, 
al  sur  c<Mi  Cocorná. 


Peñol.  —  Desde  tiempo  casi  inmemorial,  fueron  úHtti\ 
blecidas  en  muchos  |mntos  de  lo  que  es  hoy  territorio  dc 
este  Distinto,  varias  empresas  mineras,  por  ser  aquéllos nota^ 
hiemente  ricos  en  oro.  Según  la  costumbre,  en  esos  minerales 
se  ajii  upaban  muchos  habitantes,  de  suerte  que  desde  poce 


—  291  — 

5?5pues  de  la  Conquista,  y  corrioiidí»  los  síjí:1os  xvii  y  xviii, 
ya  usos  campos  cstaíjan  regularmento  poblados. 

Hacia  el  úlliino  tercio  del  siglo  aateriur  (1773),  el  cura 
lio  Marinilla  roiuiació  la  parte  de  su  curato  en  que  está  hoy 
el  distrito  del  Peñol,  y  en  que  había  por  entonces  una  vice- 
parroqiüa.  A  la  concesión  hecha  por  el  cura  de  Marinilla,  se 
agrejíó  una  parte  de  los  terrenos  pertenecientes  á  Rionegro, 
pnr  nivinera  que  la  nueva  población  llegó  á  ser  propietaria 
lie  extenso  y  ililatado  circuito,  en  el  siguiente  ano  en  que  fué 
tangida  definitivamente. 

Antes  de  que  existiera  el  Peñtjl,  las  ciudades  de  San 
Nicolás  de  Rioncgro  y  Marinilla,  ejercían  jurisdicción  social 
y  política  en  las  diversas  fracciones  que  constituyeron  la 
pwoquia  de  que  tratamos. 

En  el  ano  de  1774,  ^^  Sr.  D.  Juan  Jerónimo  de  Enciso 
íiutorizó  con  un  decreto  la  creación  del  Peñol  como  entidad 
wil,  social  y  política. 

Cbmo  escondid<>  en  lai  estrecho  valle  que  forma  el  Rio* 
ni\ürro  sobre  su  margen  ilereclia,  y  limitado  al  oriente  ¡mr 
"^^^►iiteciUos  medianamente  elevados,  se  alza  el  caserío  del 

El  plano  en  que  está  no  es  perfectamente  nivelado,  sino 
''í^cia  la  parte  del  río  y  en  el  centiv)  ocLq:>ado  por  hi  plaza;  el 
ixístode  la  población  está  atravesado  por  calles  pendientí-'S  y 
*'^**igiuiles.  A  pasar  do  todo,  la  cabecera,  en  vez  de  tener  un 
vispecto  dcsagi-adable,  tiene  una  fisonomía  peculiar  mente 
'^*f*ip¿tica.  Casi  todas  sus  calles  están  empedradas,  los 
*^*Jiíie¡rjs  son  de  buena  apariencia,  el  ambiente  tibio,  buenas  las^ 
^Küas,  y  numerosas  las  producciones. 

El  Rionegro,  en  este  punto,  después  de  haber  pasado  los 
^*^cones  rocallosos  que  predominan  entre  él  y  Marinilla,  toma, 
^*n  8erIo,  el  aspecto  grave  y  lleno  ele  majestad  de  los  ríos 
'^^Vegables.  Así  serpentea  basta  NudiUales,  en  donde  searroja 
f^*^**  la  linda  cascada  de  Pérez. 

Fuera  del  Puonegro  y  úv  la  colosal  roca  del  Peñol  que 
ílocíinin  el  paisaje  de  este  Distrito;  hay  otra  roca    hacia  la 


-  298  — 

parte  l)aja  del  río,  llamada  Dos  Cabezas,  bastante  elevada  y 
que  produce  á  la  vista  el  efecto  que  producirían  dos  e^síin^res 
egipcias  unidas  por  sus  costados. 

La  importancia  de  esta  parte  del  Estado  no  depende  déla 
calidad  de  los  terrenos,  estériles  por  lo  conuin;  proviene  de 
su  situación  sobre  el  camino  quedeMedelIín  se  dirige  á  Naro, 
circunstancia  que  liabilíta  á  sus  nioradures  para  el  manejo 
de  recuas,  para  la  conducción  de  mercaderías  y  para  el 
ejercicio  de  un  corto  tráfico  interior.  La  agricultura  entra 
por  muy  poco  en  la  riqueza  de  este  Distrito. 

Todavía  quedan  en  el  Puñol,  á  pesar  do  la  rápida  refu* 
sión  de  las  razas,  algunos  rasgos  característicos  de  la  pobla- 
ción indígena  que  bal)ía  allí  al  tiempo  de  la  Conquista  y 
después  de  ella. 

Población,  4.081  habitantes.  —  Latitud  norte,  B"*  10*  b'\ 
—  Longitud  occidental,  V  16'  a&\  —  Altura  sobre  el  nivel 
del  mar,  LUáS  metros. —  Teniperatui*a,  2Cr.—  Límites  :  con- 
fina al  norte  con  Concej>eión  y  parle  de  Guatapé ;  al  oriente 
con  Guatapé;  al  occidente  cmi  San  Vicente,  y  al  sur  con 
Marinilla  y  Vahos, 


Retiro.  —  Está  encerrada  la  superficie  de  este  Distrito, 
por  una  línea  que  partiendo  del  alto  Corcovado  en  la  Ceja 
del  Tambfi,  siga  en  línea  recta  a  buscar  el  nacimiontodelaiTiv 
yo  de  Piedrasblancas ;  éste  abajo  hasta  su  desembocadura  en 
el  líionegro;  éste,  siguiendo  su  curso  inferior,  hasta  encon* 
trar  el  límite  de  una  ceja  iine  arranca  del  alto  Providente, 
signiendo  esta  ceja  hasta  dicho  alto;  de  él,  por  la  cor- 
dillera, hasta  terminar  en  la  central  antioqueña  en  el  punto 
denominado  las  Palmas,  línulc  con  Envigadn;  de  las  Palmas, 
por  la  misma  cordillera,  hasta  el  alto  de  Santa  Isal)el;  de  allí 
hasta  San  Miguel,  siguiendo  una  ramilioación  que  termina 
en  Monte  Bravo;  do  éste,  en  línea  recta,  al  del  Helechal,  p«tír 
«hmde  pasaba  el  camino  -viejo  para  ir  á  Popayán,  y  de  Mte 
punió  á  Corcovado,  sitio  de  partida. 

Esta  situado  el  Retiro  a  2  1/2  miriámetroH  al  siur  de 


—  -293  — 

(lellín,  i^ué  erigido  en  curato  cu  el  añu  úc  1814,  á  petieiúii 
(lelos  vecinos,  por  el  Sr.  Dr,  D.  Lucio  de  Villa,  provisor  ge- 
ücral  de  la  República  de  Antioquia.  El  lugar  se  fundó  defmi- 
tivamente  en  1815,  en  el  punto  denominado  Pempena'),  en  te- 
rrenos del  Sr.  D.  Juan  José  Mejía,  quien  regalo  la  plaza  y  los 
solares  para  la  iglesia  y  la  casa  del  cura.  Fray  Juan  Cancio 
BotiTO,  religioso  franciscano,  natural  de  Rionegro,  célebre 
patriota  que  acompañu  coinu  capellán  al  Libertador  en  varias 
tle  sus  campanas,  fué  el  primer  cura  de  esta  parroquia. 

El  Retiro  está  situado  en  el  ángulo  formado  [X)r  la  con- 
fluencia del  río  Pantanillo  y  el  riachuelo  del  Guarzo.  Este 
último  nombre  es  corrupción  de  la  palabra  cuarzo,  roca 
ínuy  abundante  en  sus  inmediaciones,  y  nombre  oon  el  cual 
designa  la  generalidad  de  las  personas,  el  Distrito. 

El  río  Pantanillo,  que  nace  en  la  Ceja  y  desemboca  en  el 
Magdalena  con  el  noínbre  de  Nai^o,  atraviesa  el  Retiro  de  sur 
íi  norte,  y  recibe  por  el  lado  derecho  el  riachuelo  Don  Diego,  y 
por  el  izquierdo  los  del  Guarzo  y  del  Retiro.  El  de  la  Miel 
recorre  el  Distrito  de  oriente  á  occidente,  y  va  a  derramar  sus 
«aguasen  el  Cauca  por  intermedio  ilc  los  ríos  Buey  y  Arma. 
Poflo  que  antecede,  se  viene  en  conocimiento  do  que  el  Retiro 
ílc3cansa  sobre  el  brazo  central  de  la  cordillera  de  los  Andes, 
lUíí  lo  recorre  de  oriente  á  occidente,  y  que  da  multitud 
^^^  ramales  que  hacen  el  país  sumamente  montañoso,  con 
gi'andes  elevaciones  en  los  cerros  Corcovado,  San  Antonin, 
Síuita  Isabel  y  San  Miguel.  Estas  vastas  y  elevadas  monta - 
^^8,  cubiertas  casi  en  toda  su  extensión  de  bosques,  son  causa 
^•^(jue  en  este  Distrito  las  lluvias  sean  muy  fi^ecuentes  y 
^'^^yan  acompañados  de  constantes  descargas  eléctricas  f[ue 
Pi'Oílucen  notables  desgracias.  Los  célebres  sabios  Aragó  y 
^^'Ussingault  señalan  en  Colombia  dos  puntos  en  que  los 
%os  Jiacen  frecuentes  estragos.  Estos  puntos  son  :  la 
"*iiia,  de  Pitayó,  cerca  de  Popayán,  y  el  cerro  de  Tmnba- 
wreto,  cerca  de  Supía;  aquél  en  c*l  Estado  del  Cauca,  y  éste 
^^  el  de  Antioquia.  El  Retiro  tiene  por  desgracia  esta  triste 
celebridad. 


300 


Hay  en  el  Uetiro  minas  de  oro>  plata,  cobre  y  cinabrio^ 
Las  de  oro  y  las  fuentes  salailas  que  tiene  en  abundancia, 
han  dado  y  aun  aún  grandes  rendimientos.  Las  de  plata, 
cobre  y  cinabrio  son  apenas  una  esperanza  para  los  habi- 
tantes. 

A  pesar  do  que  la  temperatnra  no  pase  de  18*,  el  clima" 
no  es  absolutamente  benigno.  Reinan  en  él  la  fiebre  tifoidea  y 
las  neuropatías  más  variadas,  por  causa  de  un  subsuelo 
húmedo  sobre  el  cual  se  halla  la  población.  Podría  modifi- 
carse el  estado  sanitario  del  lugar,  por  medio  do  drenajes. 

Los  habitantes  del  Retiro  son  amantes  de  la  educación, 
industriosos  y  económicos.  En  pocas  partes  de  Antioquia 
se  halla  un  grupo  de  ciudadanos  que  reúna  en  tan  alto 
grado,  como  en  el  Retiro,  la  cultura  civil  más  esmerada,  con 
el  espíritu  de  la  propia  conveniencia;  el  civismo  más  desprcn* 
dido  y  generoso,  con  e!  interés  privado  mejor  entendido.  El 
Retiro  es  un  pueblo  esencialmcnlc  hospitalario,  caritativo, 
progresista  y  franco  en  sus  relaciones  sociales. 

No  hay  en  él  grandes  capitalistas,  pero  todo  el  mundo  es 
propietario,  debido  áque  se  practica  el  principio  de  Franklin  : 
ft  Cualesquiera  que  sean  tus  rentas,  debes  hacer  que  excedan 
en  algo  á  tus  gastos  •  n 

Población,  5.785  habitantes. —  Latitud  norte,  'f  58'  20". 
—  Longitud  occidental,  1**  3Ü'  35",  —  Altura  sobre  el  nivel 
del  mar,  2»23ü  metros. —  Temperatura,  18*, —  Límites  :  con- 
fina al  norte  con  Rionegro  y  Envigado ;  al  oriente  con  el 
Carmen  y  la  C^ja  ;  al  occidente   con^J^aldas,   y  al  sur  cott 


Santíx  Bárbara  y  la  Ceja. 


^^¥m 


Rionegro.  —  Rionegro,  a  pesar  dé  ser  una  délas  ma$ 
¡mjiürtantes  poblaciones  de  Antioquia,  ofrece  la  singularidad 
de  t|ue  nada  se  sepa  á  punto  lijo   sobre  ¡a  fecha  precisa  de^ 
su  fundación,    ni   sobro  la  época  inmediata  en  c¡ue  quedan 
di'finitivamente  establecida. 

Cuando  en  154  J ,  el  capitán  Jorge  Robledo  tí^mó  poscsióKl 
di*l  valle  de  Aburra,  mandó  á  su  teniente  Alvaro  de  Mendoza 


301 


para  que  reconñese  un  poco  al  oriente  de  lUfuel  valle,  lo  que 
en  efecto  ejecutó.  Mendoza  regresó  al  campo  anunciando 
que  no  había  liallado  cosa  de  sustancia,  como  se  decía  enton- 
ces. Parece  ser  que  el  comisionado  llegara  solamente  á  la 
región  por  donde  hoy  corre  el  río  Pantanillo,  y  que  el  nom- 
bre  de  Rionegro  le  fuese  dado  desde  entonces,  atendida  la 
mansedumbre  de  sus  corrientes,  hi  penumbra  arrrijada  sobre 
las  aguas  por  la  selva,  y  el  aspecto  oscuro  y  sombrío  que  de 
ello  debía  resultar. 

El  crédulo  abate  Juan  de  Velasco,  asegura  que  D.  Sebas- 

tián  de  Belalcázar,  en  su  segundo  viaje  desde  el  Perú  á  la 

Provincia  de  Popayán,  y  después  de  haber  visitado  las  nació 

^<^s  indígenas  del  alto  Magdalena,  bajó  este  río  hasta  Nare, 

P<^netró  en  territorio  antinqueño  á  lo  largo  de  él,  y  fundó 

'^n   poco  al  sur  de  Pant¿i,niI!o  la  ciudad  de  Plasencia,  de  dura- 

*^ión  transitoria  y  efímera.  Esta  aseveración  no  se  compadece 

^^On  la  verdad  histórica,  que  aíVrma  el  viaje  simultáneo  a  la 

*^oiiínsula  de  los  tres  conquistadores  reunidos  en  la  meseta  de 

'^^^  Muiscas;  de  suerte  que  Belalcázar,  en  vez  de  haber  entrado 

^-  -Antioquia  por  el  Nare,  siguió  á  España,  de  donde  regresó 

Pi*ontamente,  pues  le  venios  en  Popayán  y  Calí  cuando  Ho- 

tílodo  emprendía  la  compiista  de  Antioquia. 

Muchos  escritores  aseguran  que  Rionegro  so  funtló  en 
^^  valle  de  San  Nicolás  por  el  capitán  Miguel  Muñoz,  comi- 
sionado para  ello  por  Belalcázar,  en  el  año  de  1542.  E  ta  ver- 
^^On  nos  parece  igualmente  inexacta,  porque  lo  que  efectiva- 
*^^níe  fundó  en  1542  el  moncionatlo  capitán,  fué  la  ciudad  de 
^^ntiago  de  Arma»  sobre   la  parLe  oriental  del  Cauca,   en  un 
P^tití)  cercano  al   en   que  hoy  existen  los  restos  de  ella. 

Desde  tiempos  lejanos,  la  ciudad  de  que  ahora  tratamos 
^  llamó  simplemente  San  Nicolás  de  Rionegro,  y  el  nom- 
°^e  de  Santiago  de  Arma  de  Rionegro,  no  se  le  dio 
^i^o  en  el  último  cuarto  de  la  centuria  ijasada»  cuanclo  por 
*^  decadencia  de  la  ciudad  de  Santiago  de  Arma,  se  hizo  la 
'í'aslaciun  de  la  Virgen,  en  1783,  ala  por  entonces  floreciente 
^'c  Rionegro, 


La  relacíóa  histórica  del  abate  Velasco  no  es  digna  de 
fe,  por  cuanto  en  todo  lo  que  se  refiere  á  Antioqniahay  mons- 
truosas equivocaciones,  y  en  cuanto  á  las  tradiciones  popí 
res  de  que  acabamos  de  liablar,  tampoco  les  damos  gi*an 
lor  histórico,  por  razones  que  apuntamos  en  seguida. 

En  el  año  de  1853*  visitamos  al  Sr.  D.  Cayetano  Vi 
ta  Lorenzana,  erudito  anticuario  de  la  ciudad  de  Antioquia, 
y  en  larga  conversación  sobre  la  hif^tíjria  de  la  Prnvincia, 
preguntamos  sobre  la  ópoca  lija  déla  fundación  de  Rionegr 
ct  La  ciudad  de  Rionegro,»  nos  dijo,  «  no  fué  fundada  duraj 
te  el  tiempo  do  la  Conquista»  lo  fué  en  la  época  coloniaU  Pe 
dcs¡)ués  del  descubrimiento  del  Forcé,  principiaron  los  es{ 
ñoles  á  elaborar  minas  de  oro  en  los  valles  de  la  Mosca  y  de  S< 
Nicolás,  y  establecieron  un  Real  de  Minns  que  permaneció  bí 
tanto  tiempo  en  el  punto  ocupado  hoy  p(n' '  la  poblacióiff 
Agotado  el  oro,  los  vecinos,  que  eran  un  poco  numeróse 
quedaron  eti  su  puesto  y  continuaron  sosteniéndolo  hí 
obtener  que  fuese  elevado  á  parroquia  eclesiástica.  La  pros- 
peridad de  la  nueva  fundación  fué  lenta  al  principio;  pero  á 
fines  del  siglo  anterior  y  en  los  primei^os  años  del  presente, 
el  progreso  de  Rionegro  fué  rapidísimo,  por  haberse  estable- 
ciilo  allí  ricas  y  distinguidas  familias  de  varios  puntos  de  la 
Provincia*  El  territorio  que  entonces  abrazaba  la  Ciudad^ 
comí>  se  la  llamó  siempre  con  orgullo,  para  distinguirla  do 
las  por  entonces  villas  de  Marinilla  y  Medellín,  era  extei 
simo  y  capaz  de  contener  una  provincia  entera.  » 

En  cuaTito  á  Santiago  de  Arma,  es  bueno  recordar  qi 
inmediamente   después    de     la    derrota    de    los   indios, 
nombró  c^mo  encomendero  do  ellos  a  Pedro  Cieza  de  Leól 
Este  famoso  historiador  no  permaneció  en  su  destino,  sil 
que  acompañó  á  Robledo  hasta  la  fundación  de  Antioquil 
siguió  con  él  hasta  San  Sel>astiíin  de  Buenavisla,  dio  la  vuc 
ta  iH)r  Panamá  y  volvió  al   Perú,   para  regresar  con  Beb 
cazar  á  Antiorjuia,  en  donde   le  perdcmoí^  de  vista.    Qt 
Alina  existía  entonces,  queda  probado  por  una  relación  poi 
teriüf,  pues  en  1545  el  mariscal  Robledo  rompe  la  vara  d< 


303 


lak^iide  Soria  y  lo  reduce  á  prisión  coa  los  Kogidores.  De  esta 
^ftiiera  se  ve  la  exi:.lencia  independiente  de  las  dos  ciudades; 
^en  cuanto  ala  de  Rionegro,  nos  parece  corroborada  la  opiíiión 
(Id  Si\  Lorenzana»  si  atendemos  á  que,  so^í^rin  los  libros 
curiales,  en  IG03  era  va  cura  de  la  parroquia  el  bai'hiller 
Francisco  Vásquez  Blanco,  yaque  desde  esa  época  los  páirocos 
(ueron  sucediéudose  sin  interrupción.  En  1691,  ejercía  este 
miniBterio  el  Dr.  Mateo  de  Castrillón,  pariente  del  primer 
cura  de  Medellín  al  tiempo  de  la  fundación.  Que  ya  Rionegro 
iberia  una  entidad  civil  y  religiosa,  se  crHiiprueba  igualmenlo, 
porque  se  sabe  que  la  erección  de  Mariuilla  en  parroquia,  ocii* 
rriúenSl  do  enero  de  1755;  y  que  para  veriticarla  hubo  ne- 
cesidad de  desmembrar  en  parte  el  territorio  de  Rionegro, 
^lel  cual  Marinilla  era  hasta  entonces  viccparroqaia. 

L)s  patriotas  rionegreros,  por  odio  exaltado  al  poder 
peniri:siilar  Y  por  destruir  todo  recuerdo  que  á  los  españoles 
pLKliera  unirlos,  quemaron  en  ISllf,  tiespués  de  la  batalla  de 
B^^yacá,  la  mayor  parte  de  los  documentos  depositados  en  los 
archivos  públicos.  Si  estos  documentos  existieran,  la  histd- 
Ha  local  de  Rionegro  sería  clara;  pero  conn»  no  existen,  que- 
cx|)licada  la  causa  de  nuestra  ignorancia  en  la  materia. 

El  florecimiento  de  Rionegro  se  ha  visto  interrunipiílo 

los  últimos  treinta  y  cinco  años  de  este  siglu,  ya  por  causa 

'  incremento   comeicial  de  Medellín,  ya  por    muerto  de 

itigUos  capitalistas,  ya  por  ausencia  de  otros,  ó  ya  en  fin  por 

flecadencía  natural  del  tráfico  ó  por  la  incuria  en  que  han 

^^n  dejadas  las  empresas  agrícolas.  Esta  úlliina  inílusiria, 

^^ntv  salvadora  de  toda  riqueza  pública,  revive  en  el  Uistri- 

^  estos  momentos  de  un  modo  favorable,  y  Rionegro  se 

'^íHvta  de  su  abatimiento  y  postración,  por  el  intlujo  bien- 

lior  del  trabajo  de  sus  hijos  aplicado  á  la  labranza  de  los 

«pos. 

Las  partes  altas  del  territorio  de  Rionegro  son  notable- 

'^^eute  entériles,  porque  la  acción  de  las  lluvias  lía  lamido, 

*'^»it  el  trascurso  del  tiempo,  la  di^lgadu  capa  vegetal  que  so- 

'^re  ellas  había  depositado  el  bosque  secular  que  las  cubría. 


S  '•"'"      os  conoote'*»  »  ¿,„  «=  c""-;        votan**  '  , 

l»i«'>'^     ,  ««'■'»  '     ,  fci-w  ^'  f  ■  „  adietó»  *°  ,,.  i«=-» 
rovo»,  n      ^^pocrf'»"'     ,„„  qu»  A'^l'"  ^co^i*'^  J 

„rw  *<='»""  'V5n  «i"«""  "^^  escueta  4'^  ■*      «  gt»n  »» 


—  305  — 

guayabo,  palma-cristi,  cerezo,  caratero,  drago,  achirilla,  co* 
ralito,  bruja,  durazno,  albérchígo,  chachafruto,  ajenjo,  mos- 
taia,  cabuya,  achicoria,  arracacha,  orégano,  polco,  rábano, 
matico,  paico,  llantén,  yerbamora,  helécho,  calabaza,  apio  y 
yerbabuena. 

Existen  hermosas  flores  silvestres,  y  agradables  frutas  de 
la  misma  clase  :  entre  las  primeras,  las  del  galaiiísimu  siete- 
cueros ó  ñor  de  mayo,  el  marabollo,  el  caunc-e,  el  azuceno,  y 
tan  variadas  como  lujosas  parásitas;  entre  las  segundas,  la 
cereza,  la  uva  de  monte,  la  pava^  la  guayaba  agria,  el  morti* 
ño  y  el  arrayán. 

En  los  Iiuertos  de  la  ciudad  se  cultivan,  por  mayor  y  por 
nienor  :  chirimoyos,  manzanos,  granadillos,  naranjos,  cidros, 
limoneros;  y  éntrelas  hortalizas,  plantas  medicinales  y  de  ali- 
nientación  ;  manzanilla,  tiorraja,  malvabisco,  eneldo,  anís, 
^aiíco,  berros,  lechugas,  remolachas,  coles,  rábanos,  zana- 
horias,  perejil,    cebollas,    ajos,    espárragos,    culantro,  fre- 
y«aBetc.,etc. 

Rionegro  es  uno  de  los  pueblos  en  que  las  llores  se  pro- 
^viecn  con  mayor  profusión  y  lozanía.  La  mayor  parte  de  las 
^•st^as  tienen  jardín,  lo  que  á  mas  de  ser  sumamente  grato  á 
*^  \ista  y  mantener  aromatizado  el  ambienle  que  se  respira, 
*^<*Titribuye,  según  nuestro  modo  de  ver,  á  dulcificar  los  mo- 
^í^les,  á  intimar  las  relaciones,  á  puhr  las  costumbres  y  á 
^^ojorar  el  clima;  porque  es  preciso  que  se  sepa  que  esta  ciu- 
dad y  Antioquia,  son  el  centro  vivo  de  la  cortesía  y  de  la  ur- 
^O.nidad  elegante,  al  mismo  tiempo  que  de  la  más  franca  hos- 
PitaUdad,  condiciones  que  realzan  la  benignidad  de  un  clima 
P^Jpicio  para  el  mantenimiento  de  buena  salud,  y  para  el  res- 
tablecimiento de  las  funciones    orgánicas  alteradas  por  in- 
^Uencias  dañosas  en  otros  puntos  del  Estado.  En  los  jardines 
^  que  aludimos  hay  rosales  variados,  primaveras,  claveles, 
boletas,  pensamientos,  dalias,  pomarrosas,  hortensias,  ca- 
léndulas,  alelíes,   acónitos,   jazmines,    miosotis,    ababoles, 
enlapólas,  bocas  de  dragón,  lirios,  narcisos,  tulipanes,  rese- 

^%  geranios,   mejorana,    fushias,   madreselva,  malvas  de 

2ú 


aofi 


olor.  Se  haa  aclimatado  úlUmumento  hermosísimas  came- 
lias. 

Además  del  maíz,  que  como  tenemos  dicho  se  proiluce 
hoy  en  cantidad  excedente  á  las  necesidades  comunes,  se 
cultivan  también  las  papas,  los  frísnles,  el  café,  la  caña 
conocida  con  el  nombre  de  ci'iolla,  el  plátano  y  la  yuca. 
Actualmente  se  ensaya,  con  muy  buen  éxito,  la  formación 
de  praderas  con  una  ¿rramínea  que  lleva  por  nombre 
gamalote  imperial  ,  excelente  pasto  para  las  bestias  de 
establo. 

Los  minerales  que  más  almmiaii,  son  el  oro  y  lapLtuv , 
pero  su  explolacion  se  practica  en  muy  corta  escala.  Se  dice, 
y  con  sobrado  fundamento,  que  los  aluviones  del  Hioaegm 
son  ricos. 

La  mayor  parte  de  las  industrias  urbanas  se  hallan  muy 
atrasadas.  Hay,  es  verdad >  joyeros»  zapateros,  í^uarnicione- 
ros,  sastres,  cürpinteros,  herreros  etc.,  bastante  hábiles,  pero 
su  número  es  corto  ;  están  lejos  delaperrecciün,y  su^  olicinas 
alimentan  un  pobre  consumo. 

Las  vías  de  comunicación  son  todas  de  herrad ura^ 
buenas  en  tiempo  seco  y  malísimas  durante  las  lluvias*  Los 
caminos  podrían  perfeccionarse  fácilmente  y  con  j^ocos 
gastos,  y  aun  se  podrían  establecer  carreteras  para  el  Retiro, 
la  Ceja  y  la  mayor  parte  de  los  distritos  colindantes. 

Los  ríes  de  este  Distrito  son  los  siguientes  :  Rioncgro, 
el  más  importante  y  que  le  da  su  nombre. 

Son  anuentes  de  él,  por  la  banda  derecha,  los  riachuelo© 
Hato,  Sati  Antonio,  Cimarronas  y  el  río  Pei^ira.  Por  la 
izquierda  rcíibe  los  riachuelus  Tablazo,  Tablacito,  Canalón* 
homlo.  La  Bolsa,  Malpaso,  la  Mosca  y  la  Porquera. 

El  Pereira  sigue  en  importancia  por  el  caudal  de  sus 
aguas.  Nace  en  el  alto  del  mismo  nombre  y  lo  entran  por  la 
orilla  derecha  los  riachuelos  Tejar,  Aguasclaras,  Barro- 
blanco  y  Salado,  y  por  la  izquierda  el  de  Pontezuelai  y 
petiueños  arroyos  que  no  merecen  mención. 

La   Mosca  ^igue  en   importancia  al  Pereira.  Nace  en 


—  w  — 

territorio  de  Guarne  y  tiene  por  principal  atlueate,  dentro  de 
Rionegro,  d  riachuelo  Garrido. 

El  cuarto  río,  ó  más  bien  riachuelo,  es  el  de  Cima- 
rronas* Nace  en  territorio  del  Carmen  y  tiene  por  principal 
tributario  el  riachuelo  Puerta.  Las  denuVs  corrientes  de  agua 
üim  de  ínfima  significación  y  lienen  sus  fuentes  en  los  cerros 
y  colinas  que  hay  en  el  Distrito.  El  Rionegro  es  el  único  río 
que  puede  ser  navegado  por  embarcaciones  menores.  Recorre 
im  lindo  valle  de  9  miriámetros  de  longitud,  poco  más  n 
meaos,  v  uno  de  anchura. 

La  ciudad  de  Rionegro,  capital  antes  de  la  Provincia  du 
Córdoba,  ilernora  en  un  seno  formada»  por  la  graciosa  curva 
tie  una  colina  sobre  la  margen  izquierda  del  río.  El  suelo 
sobre  que  se  sustenta  es  cascajoso  y  desigual,  la  parte 
<wntal  es  plana  y  baja,  mientras  que  la  occidental, 
más  alta  y  dispuesta  en  anfiteatro,  está  interrumpida  de 
tre<:ho  en  trecho  por  algunas  quebradas.  Es  fácil  comprender 
^  primera  vista  i¡ue  á  su  funílauióa  no  precedió  ningún  plan 
determinado,  por  lasuma  irregularidad  que  se  nota  en  ladis- 
Wbución  de  los  edificios.  Una  misma  calle  es  alternativa- 
íHente  recta,  torcida,  ancha  ó  angosta;  las  manzanas  son 
^<í«iguale8,  pues  tienen  unas  100  ó  más  varas  por  hido,  y 
^'tras  hasta  menos  de  40;  muchas  casas  rematan  hacia  la 
^^^^piina  en  ángulos  obtusos  ó  agudos,  y  murhas  ralles  están 
inlermmpidas  por  casas  que  cierran  la  carrera.  Los  edilicios 
^íi  de  antigua  construcción  en  su  mayor  parte,  lo  que  i>re- 
^nta  un  aspecto  poco  grato  á  la  vista ;  pero  en  cambio  los 
"í^y  muy  cómodos,  sobre  todo  en  la  parte  baja.  En  la  pUiaa 
mayor  está  la  iglesia  parroquial,  cdilicio  poco  elegante,  mas 
^^  do  una  solidez  á  prueba  de  terremotos,  Eu  la  misma  plaza 
^'Xiífleuna  hermosa  fuente  de  bronce,  y  hacia  el  occidente  se 
Ma  el  cementerio  pintorescamente  situado  sobre  una 
^'j'ina.  Este  montículo  y  otros  que  le  siguen,  forman  un  arco 
^<i círculo  que  circuye  la  ciudad,  menos  hacia  el  sur  por  donde 
^tMbre  el  valle  que  el  ííionegro  baña.  En  el  cementerio  de 
*lüe  hemos  hablado,  hay  un  monumento  mandado  erigir  por 


—  308  — 


el  Gobierno  nacional  con  el  fín  de  honrar  la  memoria 
general  José  María  Cor  dolía. 

Está  en  Rionegro  la  magnífica  corona  de  laurel  y  mirto, 
fabricada  de  oro,  que  la  ciudad  de  La  Paz  dedicó  al  Liber- 
tador Simón  Bolívar,  y  que  éste  obligó  á  aceptar  al  general 
Córdoba,  quien  á  su  vez  la  dedicó  como  obsequio  á  la  Muni-  * 
cipalidad  de  Rionegro.  Hay  uu  cuadro  qne  contiene  los 
nombres  de  Iob  hijos  de  la  ciudad  que  murieron  lidiando 
por  nuesti*a  libertad  en  la  guerra  de  emancipación,  y  el 
escudo  de  armas  que  el  rey  de  España  regaló  á  Rionegro, 
en  que  está  representado  un  león  con  un  collar  de  oro  al 
cuello,  del  cual  penden' las  armas  reales. 

En  el  salón  municipal  hay  un  retrato  del  Ilustrísimo 
señor  D.  Salvador  Bermúdez,  hijo  de  Rionegro,  conde- 
corado en  tiempo  de  la  Colonia  por  el  Gobierno  peninsular 
con  numerosos  títulos  y  nombramientos  honoríficos,  y  otro 
del  Ilustrísimo  señor  D.  José  Antonio  Berrío,  personaje  tan 
distinguido  como  el  anterior.  En  el  costado  norflesle  de  la 
iglesia  parroquial,  están  los  restos  del  egregio  Dictador  de 
Antioquia,  D.  Juan  del  Corral,  restos  que  reclaman  de  la 
gratitud  de  sus  compatriotas,  mas  decoroso  y  adecuado 
sepulcro. 

Los  habitantes  ríe  Rionegro  se  han  distinguido  siempre 
por  su  acrisolado  patriolismo,  por  su  profundo  amor  al  lugar 
de  su  nacimiento,  por  el  calor  y  firmeza  con  que  defiendeD 
BUS  opiniones  políticas,  por  su  clara  inteligencia,  por  su 
aptitud  para  los  negocios  merointiles  y  por  la  robustez  de  su 
organización^  Ha  sido  este  lugar  semillero  fecundo  de 
hombres  útiles  para  la  patria.  En  ¿4  nacieron  Liborio  Mejía, 
José  María  Salazar,  Francisco  Montoya,  José  Manuel,  su 
hermano,  José  María  Pino,  Benedicto  González,  José  María 
Sáenz,  Nazario  Lorenzana,  Francisco  Mejía  y  muchos  otros, 
memorables  unos  como  valientes  en  el  campo  de  batalla,  é 
ilustres  otros  como  creadores  de  provechosas  industrias  agrí- 
colas y  comerciales. 

El  Distrito  se  halla  dividido  en  las  siguientes  fracciones 


~  309  — 

Mosca,  Cuchillas,  Chachafruto,  Llanogrande,  Cerro  ó  Gua- 
mito,  Santa  Ana  y  Tablazo  (1). 

Población,  1 1,809  habitantes.  —  Latitud  norte,  6'  3'  45". 
—  Longitud  occidental,  1^  24'  20".  —  Altura  subre  el  nivel 
del  mar,  2.150  metros.  —  Temperatura,  17*.  —  Límites  : 
cüiifuia  al  norte  con  Guarne  y  San  Vicente ;  al  oriente  con 
Mariiiilla,  Santuario  y  Carmen;  al  occidente  coa  Mcdellíny 
Envigado,  y  al  sur  con  el  Retiro  y  la  Ceja, 


San  CarlDs.  —  Está  situada  la  cabecera  de  San  Carlos 
en  el  fondo  de  un  valle  y  sobre  la  ribera  izquierda  del  río  de 
su  nombre.  Se  fundó  esta  población  en  el  año  de  1786,  á 
petición  del  Sr,  Francisco  Lorenzo  de  Rivera,  acogida  y 
decretada  favorablemente  por  el  arzobispo  virey  del  Nuevo 
Heino  de  Granada  1>.  Antonio  Caballero  y  Oóngora.  Se  tituló 
desde  entonces  San  Carlos  de  Priego,  y  se  concedió  á  sus 
vecinos,  un  poco  más  tarde  (año  1790),  por  el  virey  Ezpele- 
%  una  extensión  de  2  miriámetros  de  terreno.  El  primer 
fundador  fué  el  Sr.  Rivera  mencionado,  quien  recibió  título 
tie  juez  poblador,  expedido  por  D.  Antonio  Mon  y  Velardc, 
íJcaldc  de  Corte  y  Cancillería  y  visitador  de  la  Provincia  de 
^ntioquia.  El  nombre  det  río  San  Carlos  era  antiguamente 
^'  de  Río  de  la  Vieja,  diferente  de  el  del  mismo  nombre  que 
P»sa  por  Cartago. 

Cuando  se  terminó  la  fundación  de  San  Cari  os ,  era  t  ra- 
li) Además  de  las  fracciones  apunUdas^  tiene  Rionegro  al  sur,  y  sobre  una 

P^Cie  bien  nivelada,  el  bello  puebl coito  de   San  Antón io  do   Porcíra,  que  se 

P^o considerar  como  su  dependencia  mkñ  imporlante. 

Parece  evidente  qne   al    tiempo  de  la  Conquista,   esto   paraje   sirvió    de 

^ívleoda  t  algunos  indígenas,  que,  como  lodos  sus  hermanos^  desaparecieron 

**^*íQ  presto,  pues  en  1794  la  señora  D'.Manuela  Londoño  de  Marulanda  repartió 

^^0  ellos  parte  do  un  cortijo  q\iQ    allí  tenía,    imponiéndoles    simplcrnento 

^^Q  coadición,  el  deber  úe  llevar  algunos  árboles  á  la  ciudad  para  adornar  la 

í*'*ia  Oq  la  festividad  del  CorpiiB. 

Junto  k  este  poblado,    corre   furinando    graciosas   curvas     el    riachuelo 

^ereira, 

San  Antonio  es  respecto  á  Rionegro,  loque  Belén,  la  Granja  o  Ana  son  con 

^lactón  á  Medellín ',  es  decir,   puntos  apropiados  para  alegres  patiooa  y  para 

ejercicios  higiénicos. 


(lición  referida  por  todos  los  vecinos  de  los   contornos,  qii 
en  el  mismo  sitio  había  existido  antes  una  ciudnd  llamadn 
Santa  Aí^ueda  o  Santa  María  de  Agreda,   desiruida  pcir  lY 
María  del  Partió,  quien  habiendo  salido  de  la  villa  de  Victn- 
ria  y  atravesado  los  ríos  Miel,  Dulce,  Samaná,   Síin  Pedro  y 
Rioverde,  había  llegadi»  á  aquella  ciudad,  que  hizo  reducir  n 
cenizas^  mn  que  se  sepa  la  causa.  Esta  tradición  parece  con- 
firmada por  la  circunstancia  de  haberse  halladr)  en  diversas 
exploracioíies,   marcos  c<jrrespoíulioiites  á  ediücios  antigiu»^ 
con  sus  patios  cuidadosamerde  empedrados  y  con  restos  d( 
las  maderas  de  armazón,  carlmnizadas  unas,  y  medio  ilcstrui 
das  nfras.  En  cinco  excavaciones  practicadas,  han  hallad*» 
los  peones   vestigios  que  maniliestan    la  existencia  de  \ma 
población  dostruifla.  Hay  en  ellos  señales  que  prueban  el  eg- 
tablecimientn  de  viejas  herrerías,  por  los  montones  de  cÍbc^i 
y  rc*siduns  de  hierro  bastante  abundantes.  Hay  también  rea- 
tos de  antífonas  oficinas  de  platería,  varias  piezas  sepultada», 
reliífuias  de  instrumentos  de  agricultura,  azadas,  hacháis,  bar» 
ras  y  almocafres.  Entre  los  hallazgos,  llaman  la  atención  una 
cadena  provista  de  un  cííllar  «le  acero  con  veinticinco  eslaljo- 
nes  de  hierro^ con  peso  de  una  libra  cada  uno,  marcos  de  metal, 
una  tuente  de  lo  mismo  y  muchas  herraduras  para  bestias. 

Cuando  al  halvlar  de  Uemedios,  dijimos  que  su  primera 
fuuílación  flebió  do  estar  en  el  punto  de  que  ahora  tratamos»  ó 
en  algún  otro,  tuvimos  presente  que  bien  medida  la  dis- 
tancia indicada  por  el  liistoi'iador,  entre  la  villa  ó  ciudad  de 
Victoria  y  el  valk'  de  Ci»rpusCrist¡,  es  precisanienlo  San 
Carlos  el  lugar  que  más  se  aproxima  á  los  lU  minámetnis 
señalados. 

El  río  San  Carlos  tiene  sus  primeras  fuentes  en  el  alto  de 
Tiembla  y  sus  cercanías,  corro  hacia  el  f)riente  hasta  en- 
frente de  la  población;  tuerce  al  nordeste  hasta  unirse  con  el 
Balseaderu  ó  Guatapé,  cerca  del  camino  que  <  oriduce  á  Naix% 
Do  este  sitio  en  adelanto  vuelve  á  ser  oriental  UíxhUi  unirse 
con  el  Verde  ó  Samanú  del  Norte,  anteR  de  desaguar  cuuíun 
didocon  el  Nare  en  Junlas, 


i 


31! 


Hacia  el  noroeste  está  dominado  el  valle  de  San  Carl«>s 
por  el  alto  Tabor:  iJo  un  lado  y  otro  del  Saa  Carlos  liay  cordille- 
1*33  que  uncís  veces  forman  ancfjnes  y  otras  enrajonan  su  co- 
méate, y  es  de  advertirse  queen  este  Distrito  loscontrafuertes 
andinos  menguan  bu  altura  por  hallarse  cercanos  á  su  termi- 
nación. 

El  territorio  es  rico  en  minerales,  pero   sobre  todo  es 
notable  por  la  l>elleza  de  su  valle  principal  y  por  la   fron- 
dosidad de  sus  bosí|uos.  El  suelo  es  feraz  en  las  partes  Irajns, 
Un  poco  estéril  en  lasaUíu'as  y  desgracíndamente  poco  favo- 
i'able  para  el  mantenimiento  de  la  salud. 

Se  considera  como  fracción  de  San  Carlos  el  pueblo  de 
Canoas,  situado  en  el  punto  en  que  se  reúnen  los  caminos 
c{ue  guían  para  llemolino  ó  Islitas.  Es  un  pobre  caserío,  en  el 
Bontido  doble  déla  frase;  pero,  á  pesar  de  su  pobreza,  alivia 
ú  ios  viajeros  con  el  socorro  de  su  bospitalidad.  El  plano  es 
^lontañoso,  el  clima  templado,  y  favorables  las  condiciones 
^ligienícas. 

Población,  2/219  Imhitantes.  —  Latitud  norte,  G°G' 10". 
-  Longitud  occidental,  9*'  I  iÚ\  —  Altura  sobre  el  nivel  del 
inar,  973  metros.  — -Temperatura,  2*2*'.  — Límites  :  confina 
u I  norte  con  Santo  Dominico  y  San  Roque;  al  oriente  con 
Nare  y  parte  de  San  Luis;  al  occidente  con  San  Rafael,  Pe- 
Üol  y  Vahos,  y  al  sur  con  Cor(»rná  y  í^an  Luis. 


I 


San  Luis.  —  Este  Dislrib»  de  reciente  creación,  se  halla 
m  la  parte  oriental  del  Estado,  y  aunque  su  importancia  ac- 
tual sea  mínima,  no  carece  de  ventajas  topogralicas  para  lle- 
gar á  ser  de  alguna  signiíicación. 

En  el  ano  de  1875,  cuando  los  lial>itantes  déla  mayor 
parte  de  los  pueblos  ílel  Departamento  de  Oriente,  aco- 
sados por  la  penuria  á  que  los  reducía  el  escaso  cultivo 
tic  liercdades  estériles,  al>andonaban  las  montañas  natales 
para  ir  en  solicitud  de  mejor  suerte  al  Departamento  del  Sur, 
al  Estado  del  Cauca  ó  al  del  Tolima,  varios  vecinos  de  Vahos, 
no  queriendo  someterse  á  la  prueba  de  lejana  cmigi*ación,  en- 


312 


traron  a  examinar  los  bosques,  las  cordilleras  y  los  valles 
les  quedaban  al  éste. 

En  el  mes  de  agosto  del  año  citado,  el  25,  -día  de  San 
Luis,  parecí  en  doles  haber  hallado  lo  que  deseaban,  determi- 
naron verificar  la  fundación  de  un  pueblo,  y  para  principia 
la  edificaron  una  casa  común  que  sirviese  de  cuartel  gen^ 
ral   á  los  colonos,  durante  el  tiempo  preciso  para  practicí 
aberturas  y  construir  edificios  propios. 

En  1876,  se  pidió  al  Congreso  un  lote  de  12-000  hect 
reas  de  tierras  baldías  para  los  pobladores  :  lo  que  fué  coi 
cedido» 

En  1878,  el  Presidente  del  Estado,   comisionado  por 
Gobierno  nacional,  nombró  agrimensor,  y  se  verificó  la  men^ 
sura,  así  como  también  en  el  siguiente  año  la   adjudicacií! 
de  lotee  á  los  pobladores. 

En  1878,  la  población  fué  ascendida  a  fracción^  con  ^M 
nombre  de  San  Luis,  y  puesta  bajo  la  dirección  de  un  inspec* 
tor  de  policía  con  atrilmciones  de  Corregidor,  ^^ 

En  el  mismo  año  se  construyó  una  capilla;  y  con  motl^i^^ 
de  haberse  reunido  rápidamente  hasta  unos  700  vecinos,  la 
última  Asamblea  Legislativa,  á  petición  de  ellos  mismos  y    ¡ 
por  ley  especial,  elevó  esta  fracciona  la  categoría  de  distrito, 
cercenando  para  ello  territorio  de  San  Carlos, 

San  Luis  está  erizado  de  corf hileras,  provenientes  todi 
de  los  fuertes  y  contrafuertes  desprendidos  do  la  ramiíicj 
cíón  central  de  los  Andes  colooVbianos,  hacia  el  lado  oriei 
tal.  De  estas  montañas,  la  conocida  con  el  nombre  del  Cho< 
gira  de  norte  ásur  y  termina  en  las  orillas  del  Samaná, 
vidiendo  las  aguos  que  caen  al  río  Caldera,  de  las  que  viert 
al   San  Luis  y  al  San  Miguel.   La  cordillera  de  Uvítal  csl 
colocada  de  oeste  á  oriente,  y  divide  en  parte  las  aguas  (ji 
vierten  al  río  San  Luis,  de  las  que  tributan  al  San  iMigut 
La  cordillera  San  José  está  de  norte  á  sur,  y  sepáralas  aguí 
del  río  San  José  de  las  del  San  Miguel,  y  la  de  Samaná  tieni 
curso  de  oeste  á  oriente,  y  deslinda  las  vertientes  del  Magda- 
lena  de  las  que  aumentan  las  aguas  del  Samaná. 


—  313  ^ 

Las  Tetas  de  Rioverde  y  San  Luis,  son  dos  elevados 
peñoles  donde  terminan  las  cordilleras  de  San  Pablo  y  de  la 
Tebaida. 

Las  alturas  de  San  Juan»  Chocó,  Sande  y  Popal,  son 
eminencias  de  la  cordillera  del  Chocó;  el  Castillo»  Castellón 
y  Morrón  lo  son  de  la  cordillera  de  Tebaida;  mientras  Hele- 
chales, iMiraflñres^  BeUrán  y  Uvital  son  eminencias  de  la  lil- 
tima  montaña. 

El  río  Caldera  forma  el  límite  actual  de  Vahos;  y  San 
Luis,  Quebradonn,  iMina-rica,  Bejuco,  San  Pablo,  San  Anto- 
nio  y  Tibes  son  las  principales  corrientes  de  agua  que  lo  for- 
man. 

El  río  CocoruA,  unido  cun  el  Caldera,  desagua  en  el  Sa- 
maná. 

El  San  Luis,  llamado  también  Dormilón,  nace  cerca  de 
San  Carlos  • 

Este  río  es  turbulento  y  bastante  caudaltjso.  Está  for- 
mado por  los  riachuelos  Cariblanca,  Manizalcs,  Confusa, 
Risaralda,  Cristalina,  Minavieja,  y  desagua  en  el  Sa- 
bana. 

El  San  Miguel,  tributario  del  mismo  Samana,  está  for- 
ínado  por  los  torrentes  Hiraca,  Santa  Rita  y  Moscosa.  De 
éstos,  el  Hiraca  tiene  un  curso  manso  en  el  punto  denomina- 
do Los  Planes;  los  demás  son  rápidos  en  su  carrera. 

Como  puede  notarse  por  lo  dicho  acerca  do  inontañas  y 
ríos,  el  territorio  de  este  Distrito  en  esencialmente  quebrado. 
Sus  multiplicadas  alturas  son  de  bastante  consideración;  ra- 
tón por  la  cuiil  la  temperatura  en  ellas  ea  rebajada,  y  sus 
hoyas  bastante  profundas  y  de  clima  muy  ardiente. 

Estos  mismos  caracteres  implican  gran  variedad  de  pro- 
ductos naturales.  Estos  productos  son  los  propios  de  la  Zona 
Tórrida  en  sus  diversos  sitios  colocados  á  diferentes  alturas 
sobre  el  nivel  del  mar,  é  idénticos  á  los  que  hemos  señalado 
á  otros  distritos  de  iguales  ciscuastancias.  Por  eso,  y  por  no 
alargarnos  demasiado,  nos  referimos  en  lo  que  ahora  trata- 
mos, á  lo  que  dicho  tenemos  al  hablar  de  lugares  semejantes. 


—  314  ^ 


En  el  territinio  <le  8nii  Luis  abundan  oro,  hierro,  caí? 
pizarra,  kaolín,  mármol  ^rasero  y  algunas  fuentes  balad 
de  poca  consideración,  aunque  de  excelente  producto. 

Los  riaclmeloa  líisaralda  y  Cristalino   nacen   hacia 
parle  alta  de  la  población,  y  del  último  usan  Iob  habitaiil 
para  Him  necesidades  domésticas.  Diclia  población,  auu<[ue 
miserable,  tiene  una  escuela  mista  rural*  Sus  habitantes, 
bien  pobres,  son  emineiitenicntelalxniosoB,  de  sanas  costuí 
breSj  y  muy  decididos  por  la  educación  de  «us  hijos.  Del  a 
de  1 875,  época  en  que  este  territorio  fué  explorado  por  pri 
mera  vex,  hasta  el  año  en  curso,  no  ha  habido  necesidad  úv 
seguir  una  sola  causa  criminal  ea  el  Distrito. 

Esta  naciente  colonia  vive  del  produelo  de  faenas  i\}^\ 
colas  en  un  suí^Iu  riscuso  püi*o  bastante  fértil. 

Polílación,  7'27  habitantes*  —  Límites  ;  coníina  al  no 
con  San  Carlos;  al  oriente  con  Nare  y  Cocorná;  al  occidente 
con  Vahos  y  Cocorná,  y  al  sur  con  Cocorná. 


I 


San  RafaeL  —  Corrtspoiuie   hoy  al  Departamento 
Oriente,  y  ruéerigidoen  una  ilcpcíuleneia  de  la  ceja  de  Guat¿i[ 
llamada  el  Abra  ó  el  Sueldo.   Llamóse  el  Ahi*a,  porque 
parte  principal  del  territorio  del   nuevo  d ¡si rito,  está  cola 
cada  en  la  abertura  formada  j)oi*  el  río  Guatapé,  que  deHcicnc 
de  las  alturas  vecinas,  y  que  con  giro  inclinado  al  oíiente  ton; 
más  abajo  de  San  Carlos  el  nombre  de  lialseadero. 

Entre  los  años  de  1855  y  5ü,  el  Dr.  líalael  Mai'ia  Jiraldc 
Gobernador  de   la  pnnincia  de  AnLioquia,  p(»r  decreto  esf 
cial,  arregló  ios  límites  del  distrito  de  Guatapé  con  los  de  Sí 
Carlos  y   Canoa-s,  tle  manera    que  la  fracción  Abra  quec 
circunscrita. 

Poco  después  del  año  de  18tí4,  y  a  consecuencia  (lo  haber 
descubíertí)  ricas  minas  tle  oro  dentro  tic  la  fracción  iiieacic 
nada,  so  construyó  en  el  paraje  denominado  el  Sueldo,  ui 
especie  de  Bodega  para  asilar  á  nii ñeros  de  profesión  qi 
concurrían  á  esa  {)arte,  de  algunos  pueblos  del  norte  del  Ef 
tado-  El  aumento  constante  de  trabajadores  en  aquel  punto," 


31  = 


iwtestableceren  él  mi  Inspertorde  policía,  suljordirmdocnsus 
o])eracinnes  al  jefe  y  Cnr|)í)i'¿\ciun  municipal  del  distrilr»  de 
GuHtapé. 

En  noviembre  de  1872,  jhw  influencia  del  Sr.  Eduardo 
Espinosa,  Ins  residentes  en  la  Bodega  lirmaron  una  repre- 
seatación  al  gobierno  del  Estado,  en  que  pedían  la  creación 
iteun  distrito  en  aquella  parte»  petición  que  fué  atendida 
[Mjrel  Gobierno  en  conlV>rmidad  cují  lo  solicitado.  En  conse- 
cuencia ,  se  cambió  el  nmnbre  de  Sueldo  por  i:*l  de  San 
Rafael. 

En  la  innexión  de  ia  cordillera  que  está  al  occidente  del 
Dislrito,  y  en  el  sitio  de  San  Pedrito,  nac^  el  río  Guatapé.  Esta 
corriente  de  agua  sigue  bu  cui'so,  y  en  él  va  recibiendn  tribu-- 
turioíique  le  caen  por  el  norte  y  por  el  sur:  por  el  nnrle, 
Mirallores,  Palmas,  Toi'o,  Arana,  Bizcocho,  Cuevas,  Sueldo, 
talsító.  Guineo,  Dantas  y  Jagüe;  por  el  sur,  Reventones,  I-^al- 
iHitas,  Clara,  Oscura,  Estancias,  Peñoles,  Arenrjsa,  Fablitas, 
Clmrimo  y  Arenal. 

El  tert*itorio  es  esenciabnente  aurífot*o;  hay  en  él  algu- 
í^a.s  fuentes  Baladas,  y  entibe  ellas  el  Saladito,  situada  en  la 
^^*Hh  norte  del  Gnatapé,  á  medio  iniriáinetro  fie  In  población, 
*^'ista  es  la  sola  salina  que  se  beneficia  en  la  actualidaíL 

k    La  ai?r¡ cultura  se  halla  en   lastimoso  estado  de  atraso, 
mo sucede  ordinariamente  en  las  poblaciones  mineras. 
Hay  en  este  Distrito  una  clase  especial  de  minerales,  poco 
ludiados  basta  ahora  por  los  hombres  científicos,  minerales 
^t^e  merecen  llamar  siquiera  sea  do  paso  nuestra  atención»  Son 
^^nbrados  esos  placeres,  organnlesj  por  los  trabajadores,  y  su 
explotación  se  hace  por  medio  de  procedimientos  peculiares  y 
extraños.  La  formación  geológica  en  esas  partes  está  consti- 
^  Xiida  por  enormes  fraj^mentos  de  sienita  granitoido,  sosteiiidos 
*Os  unos  i)or  los  otros.  En  los  intervalos  inferiores  do  esa 
aglomeración  do  rocas,  hay  depósitos  aluviales  que  llegan  a 
Una  profundidad  hasta  de  ochenta  metros,  y  en  el  fondo  de  los 
depósitos  se  halla  el  oro,  aiTastrado  por  las  corrientes  de  agua 
^ue  desde  el  cataclismo  rfue  produjo  este  fenómeno,  hasta  hoy, 


^  316  — 


vienen  acumulándose  en  el  nivel  inferior  del  suelo.  En  algí 
partes,  el  espacio  entre  piedra  y  piedra  es  bastante  grande,  y 
permite  la  elaboración  libre  y  cómoda,  por  la  fácil  remoción  de 
la  tierra ;  pero  en  otras  la  aproximación  de  los  fragmentos 
es  tal,  que  el  minero  se  desliza  por  las  hendiduras,  á  la  manera 
de  los  reptiles  por  las  grietas  de  una  rota  muralla.  Entran  los 
trabajadores  en  aquellos  oscuros  antros,  arrastrándose  en 
ocasiones  sobre  e!  vientre,  y  provistos  de  velas  de  sebo  cuya 
luz  los  guía  como  por  un  dédalo.  Para  evitar  el  derrumba- 
miento de  las  rocas,  tienen  necesidad  de  introducir,  á  vuel 
de  mil  dificultades,  la  madera  precisa  para  la  fabricación  de 
cuñas  y  palancas  que  los  precavan  contra  probables  accident 
El  trabajo  diario  no  puede  ser  sino  de  dos  ó  tres  horas,  p 
cuanto  trabajando  con  poco  aire,  desnudos  y  en  forzadísimas 
posiciones,  la  opresión  del  pechOj  el  frío  y  el  cansancio  los 
obligan  á  salir*  Sin  embargo  de  todo  eso,  el  rendimiento  en 
oro,  que  no  es  escaso,  estimula  la  codicia,  aumenta  la  energía, 
y  la  labor  continúa  con  perseverancia. 

Fuera  de  estos  singulares  depósitos,  hay  también  en 
Distrito  hilos  metálicos  variables  en  su  producción.  Los  prin 
cipales  conocidos  hasta  hoy,  son  :  San  Pedrito,  Sirpes,  Gua 
duahto,  Macanal,  San  Rafael,  Tiembla  y  Yago. 

Las  producciones  vegetales  son  :  maíz,  frísoles,  caña  de 
azúcar,  plátano  y  yuca.  Se  producen  el  cacao  y  el  café,  pe 
los  vecinos  son  poco  aplicados  á  su  cultivo.  La  ganadería 
halla  en  lamentable  estado ;  el  territorio  es  casi  todo  selvático, 
y  en  los  bosques  hay  abundancia  de  resinas,  bálsamos,  aceites 
y  maderas  dé  construcción  y  de  ebanistería. 

Población,  L025  habitantes. —  Límites  :  confina  al  norte 
con  Santo  Domingo ;  al  oriente  con  San  Carlos;  al  occidente 
con  Concepción,  y  al  sur  con  Guatapé. 


Santa  Bárbara.  —  Del  alto  de  San  Miguel,  al  eur  de 
Caldas, se  desprende,  entre  otras,  una  cordillera  que  gira  á  la 
parte  meridional,  para  terminar  en  las  cercanías  del  Cauca 
junto  al  sitio  en  que  este  río  recibe  los  aguas  del  Arma. 


—  317  — 

Remata  esa  montana  por  medio  de  un  grueso  promontorio,  el 
cual,  por  tener  parte  de  sus  flancos  teñidos  por  tierra  de  color 
de  ocre  claro,  lleva  el  nombre  de  Cerro  Amarillo. 

Descendiendo  la  cresta  montañosa  de  que  hemos  hablado, 
íse  distinguen  de  lado  y  latJo  í>tras,  que  originadas  en  la  do 
San  Miguel,  van,  no  como  paralelas  á  la  primera  sino  romo 
radios,  á  buscar  las  hondonadas  del  Buey,  del  Arjna  y  del 
Cauca.  Todas  ellas  están  separadas  por  hondísimas  quiebras, 
por  donde  corren  rcUidales  más  6  menos  importantes.  A  la 
parte  occidental,  con  interposición  de  estrecha  cañada,  hay 
una  montanuela  que,  con  la  ayuda  que  le  prestan  terrenos 
medianamente  elevados  de  Fredonia,  forma  la  fértil  hoya  por 
donde  corre  el  Poblanco  para  desaguar  en  el  puerto  de 
Caramanta*  Al  costado  de  oriente  so  distrilíuyen  otros 
ramales,  separados  por  los  riachuelos  Honda,  Sabalctas, 
Miel  etc,  etc. 

De  todas  esas  prominencias,  arregladas  como  las  varillas 
da  un  abanico,  salen  a  derecha  é  izquierda  numerosas 
colinas,  aisladas  las  menos^  conexionadas  las  más,  y  como 
dispuestas  para  componer  curioso  enrejado  geológico,  que  si 
no  bello,  es  raro  y  extraño  por  su  conjunto.  Las  fuentes  y  los 
torrentes  impetuosos  que  en  tiejiipo  de  invierao  corren  por 
entre  cerro  y  cerro,  colina  y  colina,  remueven  li>s  flancos, 
ahondan  los  cauces  y  completan  la  obra  de  tan  gigantesca 
excavación.  Nos  parece  diíícil  imaginar  algo  más  escar- 
pada que  el  paisaje  que  describimos,  aunque  los  de  esta  clase 
Bean  comunes  en  Antioquia. 

Sobre  las  faldas  de  esta  serranía,  en  las  cúspides  y  en  el 
asiento  ríe  las  cañadas,  se  divisa  desde  las  alturas  uno  que 
otro  cortijo,  una  que  otra  vereda  contorneada,  y  el  suelo  en 
su  mayor  parte  cubierto  por  un  manto  do  gramíneas  de  color 
amarillento  en  el  verano,  y  de  verdeesmeralda  en  el  in- 
vierno. Esos  pastos  sirven  para  engordar  muías  y  reses 
vacunas ;  y  las  faldas  á  parches,  para  sembrar  plátano,  maíz, 
yuca,  frísoles»  café  etc.  Los  ganados  medran,  y  los  frutos  so 
multiplican  á  maravilla ;  pero  lo  que  realmente  asombra, 


es  meditar  en  la  energía  de  carácter  con  que  esos  campesinos 
disputan  al  águila  la  eminencia  rocallosa,  ó  al  tigre  la  cavei^na 
para  construir  HUñ  habitaciones.  El  modo  cómo  suban  y 
bajen  por  esas  sendas,  á  veces  cargados  con  ponilerosos 
fardos»  no  admira  menos  ;  pero  es  la  verdad  que,  a  pesar  do 
tanto  obstáculo  material,  esos  trabajadures  llevan  exintencia 
holgada  y  acaso  mas  feliz  que  la  de  otros  colocados  en 
mejores  condicioaos  aparentes. 

Sobro  el  lomo  de  la  cordillera  que  delineamos  al  prin- 
cipiar, y  on  una  como  ensilladura  que  presenta  hacia  la  parta 
media  de  su  extensión,  está  situadn  el  pueblo  quo  sirvo  de 
catecera  á  este  Distrito,  y  cuya  fisonomía  dihere  poco  de  la 
que  es  típica  á  la  mayor  parto  de  las  poblaciones  do  esta  cate- 
goría en  el  Estado* 

Desde  la  plaza  y  las  calles,  se  puede  dominar  con  la  vista 
gran  parle  del  territorio  antioqueño  ;  al  norte  se  tienen  las 
alturas  de  San  Miguel;  al  oriente  valles  profundos  y  pertilM 
numerosos  do  cordilleras  ;  al  occideíile,  por  cima  de  numc*- 
rosos  puntos  interpuestos,  los  farallones  del  Citará,  y  al  sur 
el  curso  del  Cauca  encajonado  por  formidables  montanas, 
entre  las  cuales  lucen  dos  farallones  aislados  en  la  cci-cania 
del  gran  río.  Como  fenómeno  inverso,  también  curioso, 
caserío  de  Santa  Bárbara,  como  si  cabalgara  sobre  la  cordille: 
que  le  sirve  de  asiento,  se  divisa  neto  y  claro  desde  mu(  he 
sitios  del  Estado. 

El  suelo  del  Distrito  tiene  temperaturas  diferentes,  segi 
sus  respectivas  alturas  sobre  el  nivel  del  mar.  En  las  purl 
culminantes  y  mediases  frío  y  templado  ahernativamcntc, 
esos  lugares  hay  cortijos  para  cría  de  ganado  vacuno,  y  cami 
de  labranza  paracidtivar  las  plantas  propiasde  tales  climas, 
las  partes  bajas,  el  calor  es  intenso,  y  en  ellas,  fuera  do  la  pi 
duc^ión  del  tabaco,  del  c^cao  y  de  la  cafla  de  azúcar,  hay 
primurosíis  dehesas  para  el  cebo  del  ganado  vacuno  con  q\ 
se  alimenta  gran  parte  de  la  población  anti^iqucña.  El  mi 
los  ín8f)leS|  el  plátano,  y  en  gencrapli  todas  las  produccioiif 
de  consumo  popular  quo  hemos  asignada  [á  distritos   sin 


g 


—  319  — 


lares,  se  dan  con  fecunflidad  en  Santa  Bárbara.  El  cafó  S9 
cultiva  un  poco  y  es  ile  calidad  superior. 

Si  se  anda  ríe  Santa  Bárbara  para  el  sor  en  buscn  de 
las  aguas  del  Arma  y  del  Cauca  en  su  mnllnencin,  se  da, 
antes  de  llegar  á  citas,  con  un  c<irto  casorír»  llamado  Sitioviejn, 
edocadü  áUxB  márgenes  de  un  arroyuelo  rfue  corre  con  direc- 
v:i6n  á  tierras  del  Giiaicu,  brllo  y  prnrluctlvo  etjtablecimiiMifo 
bañado  por  el  Po blanco. 

Sitioviojo  nos  parece  ser  el  mismo  punto  en  ffue  á  la 
entrada  de  los  primeros  españoles,  liabía  una  población 
indígena  á  que  pusieron  por  nombre  Pueblo  de  la  Pascua. 
Ehlescul^ridor  de  ella  fue  el  CíJinrndadnr  líndrigucz  de  Suuza, 
y  más  tarde  fué  visitada  por  líobledo,  quedanrio  después 
casi  abandonada  i>ara  ligurar  cuino  íracción  de  Santa  Bar- 
loara, 

También  fignim  en  la  misma  categoría  el  poblado  de 
Sabaletas,  situado  ni  sinleste  de  Sitiovíejo,  conocido  desde  el 
principio  de  la  Colonia  por  ser  lugar  de  tránsito  para  el  alto 
valle  del  Cauca,  cuando  no  babía  otro  camino  para  la  comuni- 
^^óíi  de  Antíoquia  con  la  F^rovincia  de  Popayán,  Sabaletas 
8*>2<hin  tiem|)ode  los  honores  de  parroquia,  y  aun  tuvo  alguna 
^^portancia  que  ba  perdido  ya. 

La  parte  baja  de  Santa  Bárbara  tiene  ventajas  semejantes 
^  las  del  vecino  distrito  de  Predonia,  imes  en  lo  que  le  toca  de 
'^-^  hoyas  del  Poblanco  y  del  Cauca,  bay  copiosos  depósitos  de 
*^1  ordinaria,  de  yeso,  de  carbón  mineral  y  de  preciosas  made- 
i  de  construcción  y  de  ebanistería. 
El  tigre  americano,  aunque  ahuyentado  un  poco  de  esos 
^^^gares,  no  deja  de  aparecer  de  cuando  en  cuando  en  dehesas 
.K  heredades,  donde  causa  no  pocos  daños. 

Población,  G.U34  habitantes.  ^  Latitud  norte,  5"  49'  10'. 

^       Longitud  occidental,  1***1d3í>\  — -  Altura  sobre  el  nivel 

df>l  mar,  1.650  metros.  —  Temperatura,  20*.  —   Límites: 

^>iifina  al  norte  con  Caldas ;  al  orienta  con  el  Retiro  y  la  Ceja ; 

^»  occidente  con  Fredonia,  y  al  sur  con  Abejorral  y  parte  de 

Támesie. 


320 


Santuario.  —  En  el  seno  de  un  ángulo  formado  por  la 
reunión  de  los  riachuelos  Marinilla  y  Bodegas,  está  cons- 
truida la  cabecera  de  este  Distrito. 

Para  llegar  á  ese  punto,  es  preciso  viajar  para  Cocornáó 
para  el  Peñol,  ó  más  claramente  hablando,  es  preciso  formar 
la  intcncinn  de  visitar  ese  sitio  recomendado  pur  un  trágico 
acontecimiento  histórico  y  por  la  peculiar  belleza  de  su  apa- 
cible y  tranquilo  aspecto.  En  efecto,  el  Santuario  parcoH 
escondido  entre  los  repliegues  de  sus  rel>a¡adas  montañas- 
Solitario  y  agreste,  este  paisaje  recibe  la  mirada  del  viajero, 
con  fisonomía  reposada,  circunstancia  que  unida  al  baño  tó- 
nico que  puede  tíunarse  en  el  punto  de  convergencia  de  sus 
dos  riachuelos,  próximos  al  oriente  de  la  población,  compensa 
el  cansancio  del  viaje» 

Comprendida  el  área  de  la  plaza,  en  donde  descuella 
hermoso  templo,  el  pueblo  abarca  nueve  manzanas  con  sus 
sas  bajas,  humildes,  de  tapias  y  lejas  unas,  y  cubiertas 
paja  otras,  pero  todus  cómodas  y  aseadas. 

La  temperatura  del  Santuario  es   fría  y  fortificantep 
atmósfera  despejada,  el  agua  fresca  y  cristalina;  y  lascomli- 
cionea  ambientes  para  la  vida,  tan  moderadas  y  suaves,  que 
los  pulmones  activan    su  función  para  aspirar  aquel  xiire 
salutífero. 

Enelañode  17G5, pidió  permiso  el  capitán  Antonio  Gómez 
Castro  pai'a  erigir  una  capilla  en  aquel  lugar,  capilla  que 
fué  concluida  el  13  de  diciembre  del  mismo  año. 

El  92  de  enero  de  1793,  dicha  capilla  pasó  á  ser  propie- 
dad do  D.  Ignacio  Gómez,  á  quien  se  impuso  la  obligación  de 
mantener  en  ella  el  culto  con  decencia  y  decoro. 

El  7  de  octubre  de  1794,  la  capilla  fué  reemplazada  con 
otra,  y  para  esa  época  existía  ya  un  regular  caserío  en  aquel 
punto  y  su  alrededores. 

Por  decreto  de  26  de  noviembre  de  1838,  se  erigió  en  p 
rroquia,  y  hoy  figura  como  Distrito  perteneciente  al  Departa- 
mentó  de  Oriente, 

En  el  año  de  1829,  el  general  Josó  María  Córdoba  se 


I 


—  3-21  — 

rebeló  para  combatir,  fomo  decía,  la  tii*an¡ca  influencia  del 
General  Bolívar.  Aquel  pronto  y  desordenado  movimiento 
militar  y  político,  recogió  en  pocos  días  300  reclutas  para  8U 
sostenimiento ;  pero  como  el  jefe  era  el  vencedor  en  Ayacu- 
cho,  éste,  sin  atender  á  más  inspiraciones  cjue  á  las  del  valor  y  el 
heroísmo,  presentó  l>atalla  á  una  columna  de  900  bombees, 
ciirigida  por  el  coronel  Daniel  P.  O'Leary,  mandado  do  la  capi- 
tal de  la  República  para  contener  en  su  nacimiento  aquella 
temeraria  sublevación.  Los  dos  desiguales  ejércitos  se  encon- 
Iraron  en  las  calles  y  alrededores  del  Santuario  :  el  clioquc 
fué  corto  pero  formidable;  los  muertos  y  heridos,  superiores 
en  número  d  lo  que  debía  esperarse  de  tan  rápido  contraste, 
y  el  general  Córdoba  lierido  en  el  peclio  por  una  bala  sobre  el 
campo  mismo  de  batalla. 

Derrotados  los  reclutas,   el    caudillo  se    abrigó    mori- 
bundo en  el  saloncito  de  una  casa  que  queda  en  la  esquina 
occidental  del  lado  sur  de  la  plaza.  Recostado  sobre  una  gran 
caja  de  madera  de  cedro^  cuya  tapa  se  conserva  lioy  todavía 
sangrienta  en  el  museo  de  Zea,  el  joven  general  esperó  con 
«iiiltivcz  el  desenlace  línal  de  la  contienda.  Un  oficial  inglés 
llamado  Iland,  entró  en  aquella  pobre  casa  con  ía espada  des- 
nuda en  requerimiento  del  liéroe.  Este,  debilitado  por  la  falta 
cic  sangre,  salió  al  frente  de  su  adversario,  quien  sin  otracJcpU- 
Ciación  le  asestó  un  gfílpe  con   la  espada,  golpe  que   parado 
c^on  la  mano  dereclui,  cortó  á  esta  en  grande  extensión.  Otro, 
^^obre  la  cabeza,  hirió  la  frente;  y  con  estas  dos  heridas  y  la 
i:jnmera  el  jefe  cayó  exánime. 

La  vida  dejó  de  animar  aquel  ardido  corazón,  el  espíritu 
<3o  la  guerra  cesó  de  lucir  en  aquel  cerebro  ;  pci'O  los  rayos  de 
l^ichincha  y  de  Ayacucho  continuarán  iluminando   aquella 
fulgura  egregia  en  la  sucesión  de  loa  tiempos. 

El  sistema  orográfico  del  Santuario  no  es  muy  notable, 

Ipues  aunque  sus  cordilleras  están  bastante  elevadas  sobre  el 

iTiar,  no  lo  están  mucho  sobre  el  nivel  del  suelo  en  donde  se  halla 

la  cabecera  del  Distrito.  Al  norte  de  la  población  hay  una  colina 

íiislada,  de  poca  altura;  y  más  distante,  en  la  misma  dirección» 

n 


la  cordillera  de  Montauita  forma  el  lado  do  un  óvalo  deprimido 
orí  su  parte  media,  para  dar  paso  un  el  Salto  á  la  quebrada 
Chapa,  Hacia  el  occidente  hay  algunas  cojas  quo  se  incli- 
nan al  éste,  Y  forman  una  ligera  hondoiiafla  por  donde  corre 
el  torrente  Palmar,  tributario  del  río  San  Matías.  .^ 

Hacia  el  órlenle  están  las  cürüilleras  de  Perico  y  Mon^^' 
que    forman    un    sciíuieiitn     do   círcido    ter minado     en    el 
nudo  de   Pericón,    por  donde  pasa  el  camino  que  va  á  Co- 
corná  y  que  se  prolonpra  luego  al  sur  con  el  nombre  de  Morcfl 
y  sigue  hasta  cerca  de  Giuirinó,en  donde  son  conocidas  con 
el  nombre  de  Aklana.  LaK  demás  eminencias  son  colinaa 
poca  significación. 

Baña   este    Dislrdo    el    riachuelo  Marinilla,   ileade  st 
nacimientos  al  oriente  hasta  la  desembocadura  del  de   Pa\ 
al  sudoeste  tle  la  población,  y  está  íormado  en  su  origen  pe 
los  de  Perico  y  Morro,  De  la  unión  de  estos  dos  hacía  abaj< 
recibo  por  la  derecha  los  riachuelos  Chapa,  Bodegas  y  Pava 
y  por  la   izquierda,  vai'ias  laentes  de  poca  importancia  y 
riachuelo  Aldana. 

El  territorio   tlel  Santuario    es  sumamente   pobi^;  si 
0©linas,  teñidas  en  general  por  liciras  rojizas,  alimentan  ut 
vegetación  raquítica ;  el  fondo  de  sus  cañadas,  aunf(ue  cubiei 
i\e  gramíneas,    apruvecluí   poco,  por  ser  escaso   do   juf 
nutritivos ;  sus  maderas  de  construcción  lian  desaparecido, 
sus  dehesas,  de  corta  extensión,   pueden  apenas  dar  subsi^ 
tencia  á  parciales  rebaños*  Coa  esa  corta  industria  peouarií 
con  el  mezquino  cidtivu  de  los  canipus  para  producir  maíz^ 
arvejas,  arracaclias,  papas,  coles,  cebollas,  y  con  ol  tráiicu  d^É 
breve  escalaron  las  poblaciones  vecinas,  viven  escasamonte 
estos  antioqneños. 

La  raza  es  robusta,    puras  las  costuinln*cí=*,   y  la^  Ini 
dicionea  do  moralidad  se  conservan    mejor  qno   en  ol 
partes. 

Población!  3.iGá  habitiuites.  —  Latitud  norte,  G*  4'  O', 
Longitud  (accidental,   1M8'  18", — Altura  sobre  el  nivel  de 
mar,  2.1  ÜO  metros. —  Temperatura,  17%—  Límitos  ;  conünal 


—  nii  - 

al  uorti*  con  Mariniila  ;  al  ivríeiUe   con  Vahos;    al  occidente 
con  Marinilla  y  Riontígru,  y  al  huv  con  el  Carmen. 

San  Vicente.  —  Es  muy  difícil  asignar  á  algunas  pobla- 
ciDUes  de  Antioquia  la  verdadera  fecha  de  su  fundación, 
porque  Iiabicndo  en  ellas,  «i  así  puede  decirse,  dos  elenienlos 
*^paradus  de  existencia,  el  religioso  y  el  civil,  no  es  sencilh» 
saber 81  cuando  una  deesas  entidades  llegó  á  ser  parroquia» 
tuvo  también  administración  municipal. 

Hoy,  según  el  nuevo  .sistema,  separada  la  Iglesia  del 
Katacto,  el  distrito  ó  municipio  tiene  pocas  ó  ningunas  rela- 
ciones con  la  parroquia  eclesiástica.  No  sucorlía  *>tro  tanto 
clarante  el  régimen  colonial;  porque  entonces  las  dos  entidades, 
ligadas  por  estrechos  vínculos,  mantenían  una  existencia 
fraternal,  uniforme  y  común  en  cierto  modo,  Ese  orden  do 
csoaas  no  existió  solamente  bajo  el  Gobierno  español,  sino  tam- 
bién hasta  un  poc^)  avanzado  el  tiempo  de  la  líepúhlica,  y  es  tan 
<Bu>í,  quenoliace  muchos  aíios  decir  parroquia  casi  equivalía 
Á  decir  distrito. 

Apoyados  en  esa  consideración,  pensamos  que  cuanrlo  se 
tirata  de  la  fundación  de  muchos  de  nuestros  puebloí?,  se 
I^ucde  asegurar  que  la  entirlad  religiosa  principiaba  dr  un 
^^nodo  simultáneo  con  la  entidad  municipal.  Por  eso  decimos 
Cjue  el  distinto  de  San  Vicente  fué  erigido  en  el  año  de  178Ü, 
>►'  que  jjara  forma rlrj  hubo  necesidad  de  desmembrar  dos 
i-jarroquias,  la  de  Marinilla  por  una  parte  y  la  del  Peñul  por 
^'jtra.  Las  fracciones  de  Magdalena,  Coral,  Yulombal,  Chapa 
^3tc,,  etc.,  partes  integrantes  de  San  Vicente,  fueron  antes 
t^rnpicdad  de  los  mencionados* 

Haina  en  tiempos  remolos  sobre  el  territorio  de  esta 
t^omarca,  unamullitud  de  capillas  en  todo  Kemejantes  á  las 
^Ic  que  hemos  hablado  y  pertenecientes  ttjdas  á  ricí>s  propie- 
tarios (¡ue  explotaban  los  minerales  de  Ovejas,  Coral,  Magda- 
lena y  otros,  pues,  dicho  sea  de  paso,  este  territorio,  empíj- 
brecido  ahora,  fue  rico  en  los  pasados  tiempos. 

I*arecc  que  el  caserío  agrupado  cerca  de  \a  Magdalena  y 


324 


situado  en  el  camino  que  de  San  Vicente  guía  para  Conreí 
ción,    era  á  Unes  del  niglo  pasado  el  más  importante;  j 
comtj  quiera  que  los  vecinos  de  San  Vicente  tuviesen  empeño 
en  que  el  imeb!í>  se  edificara  en  el  sitio  que  Iii»y  ocupa,  esta^f 
blecióse  seria  competencia  en  que  triunfaron  al  lin  los  de  la 
Magdalena,  ^m 

Doce  años  después,  el  Oljispo  Velarde,  tic  acuerdo  co^^" 
Ü.  Francisco  Baraja,  Gobernador  civil  de  la  Provincia,  th*ó  él_ 
triunfo  a  los  de  San  Vicente,  y  desde  entonces  la  cabecera  di 
Distrito  existe  en  el  punto  en  que  hoy  está. 

Donaron  los  terrenos  para  la  erección  de  este  lugar,  une 
«eñures  Ceballos,  y  ha  ido  construyéndose  gradualmente  sol)r¿ 
el  hjnio  de  una  prolongada  ceja,  cuyas  combas   sigue  la  calk 
principal,  desde  la  parte  inferior  hasta  la  superior  terniiaac 
por  una  superlicieen  forma  de  silla,  en  la  cual  están  la   plai 
principal  y  un  espacioso  y  magnífico  templo  comenzado  áconÉ 
truir  en  1853,  y  terminado  felizmente  con  satisfacción  y  orgull^ 
de  los  vecinos- 
San  Vicente  no  puede  tener  largas  calles  trasversales^J 
porque  la  ceja  está  limitada   por  dos  hondonadas  bastan^^ 
notables  al  uno  y  al  otro  lado;  pero  por  lo  mismo  que  la  calle 
principal  es  muy  larga  y  sus  edificios  muy  regularos,  y  polfl 
cuanto  en  la  parte  alta  se  eleva  grandioso  y  elegante  el  gran 
templo  de  que  Iiablamon,  el  conjunto  es  original  visto  desde  la 
eminencia  que  lo  circunda,  ^J 

Los  campos  cercanos  á  San  Vicente,  son  de  temper;i^B 
mentó  frío  y  benéfico  para  la  saUuL  El  aspecto  do  cUos, 
es  triste  y  poco  propio  para  las  faenas  agrícolas.  LucapaclB 
tierra  vegetal  es  apenas  sensible  en  sus  sinuosas  colinas  y  ei^ 
»us  rebajadas  cordillera^!*.  Sobre  la  tierra  amarillenta  de  h 
alturas,  crece  una  vegetación  raquítica;  los  pastos  son  pobrí 
y  propios  más  bien  que  para  ganado  mayor,  para  la  cría 
nuilt¡|)licxición  de  cabras  y  ovejatj. 

En  compensación  de  tales  desventajas,   los  habitantes  di 
este  bien  poblado  Distrito  son  fuertes,  activos,  de  excelente 
costumbres,  sencillos  y  laboriosos  en  alto  grado. 


San  Vicente  es  uno  do  los  distritos  antioqueños  que  dan 
Thayor  número  de  población  excedente  para  la  colonización 
interior  y  la  exterior. 

Población,  5.728  habitantes.—  Lutitud  norte,  (¡°  If  0'\  — 
Longitud  occidental,  1^  '23'  30''.  —  Altura  sobre  el  nivel  del 
mar,  2,123  metros, —  Temperatura,  17^  —  Límites  :  confina 
al  norte  con  Concepción ;  al  oriente  con  Guatape  y  el  Peñol ;  al 
occidente  con  Jirardol a  y  Oopacavana,  y  al  sur  con  (ruarne  y 
parte  de  Rio  negro. 


Sonsón,  —  Para  dar  una  idea  del  territorio  do  este  Dis- 
trito,  diremos  que  queda  comprendido  entro  una  línea  que 
partiendo  de  la  confluencia  délos  ríos  Arma  y  San  Félix,  en 
los  Valles  altos,  siga  dirección  nordeste  hasta  las  juntas 
del  riachuelo  Rumazón  con  el  río  Dulce,  y  que  tendiendo  en 
aquel  sitio,  tome  curso  sudeste  hasta  los  nacimientos  de  los 
ríos  San  Antonio  y  Moro  en  la  cordillera  del  Rodeo,  De  este 
lugar  en  adelante,  la  línea  sigue  costeando  el  río  Moro  hasta 
su  reunión  con  el  de  la  Miel,  y  este  aguas  abajo  hasta  Buena- 

.  yistaé  De  üuenavistat  ix  lo  largo  del  Magdalena,  tiene  direc- 
ción norte  hasta  tlonde  caen  en  él  los  i'iachuelos  Cocorníi 
y  Claro  reunidos.  En  aquel  punto  tuerce  francamente 
al  occidente,  atraviesa  el  riachuelo  Caunzal,  cambia  un 
tanto  al  noroeste,  llega  á  la  reunión  de  los  ríos  Verde  y  Santo 
Domingo,  y  andando  siempre  al  ocaso,  asciende  A  la  cordi- 
llera central  sobre  las  fuentes  del  río  Aures,  cuya  corriente 
sigue  hasta  el  Arma,  para  llegar  siguiendo  su  curso  al  primer 
punto  de  partida. 

La  cordillera  central  de  los  Andes  colombianos  atraviesa 
el  Distrito  hacia  su  parte  occidental,  desde  los  Valles  allos 
hasta  los  Parados,  y  lanza  ramales  de  más  ó  menos  conside- 

'  ración  hacia  el  oriente  y  hacia  el  occidente.  En  todo  ese  trozo, 
la  montaña  es  de  liastante  altura  para  formar  parameras  en 
distintos  sitios.  Los  Valles  altos,  el  Páramo  de  Sunsón, 
el  Alto  de  las  Palomas  y  los  Parados  presentan  sus  mayores 
alturas. 


32G 


I 


Éntrelos  contrafuertes  del  oriente,  están  el  cleMiraflor 
o  Iloíléo  y  el  (lo  San  Julián,  ambos  subdivididrts  en  estribos  de 
rnenor  impí  irlanda  que  van  á  rematar  en  las  márgenes  de  loa_|j 
ríos  Miel  y  Magdalena. 

Al  sur  de  la  ciudad  se  desprende,  hacia  el  lado  occidental^ 
ó  más  l)ien  noroeste,  un  macizo  ramal,  que  on  combinaciuu 
con  otro  opuesto  do  que  hablaremos  al  tratar  del  distrito  do 
Aguadas^  forma  la  terrible  hondonada  del  Arma,  y  decimos 
terrible,  porque  esta  hoya  es  acaso  lo  más  doblado  y  cerril 
del  territorio  antioqueno.  Otras  varias  ramificaciones  de  curso^ 
un  poco  semíyanto  al  anterior,  encajonan  ríos  subalternos  eí 
la  parte  oeste  del  Distrito* 

El  río  principal  que  baiía  el  territorio  do  Sonsón, 
el  Magdalena,  y  recibe,  como  ya  so  dijo  en  las  generali'-^ 
dades  de  la  Geografía  física,  de  sur  á  norte,  el  río  da  la  Miel,  elj 
río  Claro  del  sur  y  el  río  Claro  del  norte  con  el  riachuelo  de 
Cocorná. 

Los  ríos  Dulce,    Venus,   San  Pedro,  Rionegrito,    San 
Julián   y    Pozo»  con     los    riachuelos   Mercedes,    Rumazijn, 
Ciuadualitü,  Palomas  y  Chamberí,  forman  por  su  reuniói 
hacia  la  paróte  alta  do  la  cordillera,  otro,  que  conocido  con 
nombre  de  Samaná  del  Sm*  n  Timaná,    recorre  casi  por 
centro  el  territorio  de  Sonsun,  hasta  el  punto  en  que  tribuí 
BUS  aguas  al  de  la  Miel  en  Balcones,  El  cuarto  superior  del 
rio  Samaná,  propiamento  rliclio,  es  do  sut*  á  norte^y  el  rastel 
hasta  su  desembocadura  es  notamente  oriental.  De  sus  ríos 
componentes,  el  Dulcr'  nace  en  la  laguna  de  San  Félix  y  le 
restantes  en  ilifei'ontes  puntos  de  la  coi'd ¡llera,  y  do  sur 
norte,  con  excepción  del  San  Julián  y  el  Pozo,  que  tienen  st 
fuent<*s  en  el  estribo  u  cordillera  conocida  con  ol  nombro  del 
primero.  Dol  Chamberí  en  adelante,  recibo  í4  Samaná  por  8|M 
margen   dereclia  los  ríos  C'laro  y  Hondo  reunidos,  y  el  ria- 
chuelo do  l:i  Concepciüii,  y  por  su  margen  izquierda  los 
San  Julián.  San  Lorenzo.  San  Francisco  y  ol  Mulato. 

Sobre  el  curso  especial  del  Arma  hablai*emo8  al  tratar  i 
distrito  do  Aguadas. 


'SO 

I 

I 

in 

m, 

I 

id 

1 


El  río  l'ciTÜlü  nace  en  el  Oauco  occidontal  do  la  cordi- 
llera, lleva  dirección  noroeste  y  di^snguaon  el  Arma;  im  pooo 
al  norte  de  éste  nace  el  de  Cirgua,  de  curso  occidental  y  tam* 
bien  afluente  del  mismo;  el  Sonsón  nace  en  las  Palomas,  ea 
en  parto  paralelo  al  anterior  y  desagua  on  el  mismo  recepta- 
©ulo  que  ól,  y  en  fin  el  Aures,  nacido  en  loa  Parados,  recibe  el 
Tasajo,  os  próximamente  paralelo  al  anterior  y  tiene  con  él  un 
de-saguadero  común.  Todo^  los  ríos  mencionados  tienen  hoyas 
especiales,  siendo  do  ellas  la  principal  la  del  Samaná. 

Sonsón  es  una  ciudad  cuya  fuiuíacion  se  decret<'i  en  el  ano 
de  1785,  siendo  visitador  general  de  la  provincia  do  Antjoquia 
D.  Antonio  Mon  y  Velarde,  ascendido  luego  á  Presidente  do 
Quito,  Se  llamó  al  principií*  Ezpeleta  de  Sonsón  para 
honrar  el  nombre  de  Ezpelela,  virey  del  Nuevo  lícino  de 
fl  ranada. 

En  olafio  de  1807,  Cándido  Nicolás  Girón,  como  repro* 
ementante  do  D,  Joaquín  I{ui^,  pidió  en  capitulación  los  terrenos 
cjuc  formaron  entonces  el  territorio  asignado  á  Sonsón  desde 
I  inca  del  siglo  anterior.  Los  terrenos  fueron  concedidos  por  el 
Virey  Amar  y  Borhón,  por  cuanto  D.  Joaquín  Huiz,  quien 
^>ljtuvo  al  mismo  tiempo  el  título  de  juez  poblador,  los  com- 
Juraba  para  donarlos  á  los  vecinos. 

Kn  cuanto  a  la  elimología  de  la  palabra  Sonsón,  pensa- 
rnos que  procede  del  ruido  sordo  y  constante  que  hacen  las 
^guas  del  río  al  descender  por  la  vecina  catarata,  y  que  ese 
iiombre  pudo  ser  impuesta  *  por  el  Cmnendador  Juan  líodrfguez 
^le  Sí>uza  y  sus  cnmpañeros,  í(uienes,  mandados  desde  Arma 
por  el  capitán  Rübledo  para  conquistar  á  los  indios  de  Maita- 
Ma(*  y  á  los  que  liabilaban  las  vertientes  del  Arma,  fueron  los 
primeros  visitadores  de  aquel  Lerritoiio. 

En  cuanto  al  origen  de  la  ciudad  de  Sonsón  y  en  cuanto  á 
la  índole  de  los  vecinos  pf>)íladoreSj  no  tenemos  que  hacer  otra 
cosa  que  recordar  lo  que  hemos  'dicho  al  tratar  de  Fredonia. 
Trabajadores  infatigables,  héroes  de  la  selva  y  ai-rojados 
exploradores,  fueron  los  primeros  habitantes  de  esta  ciudad, 
que  en  la  época  presente  brilla  por  el  esmerado  cultivo  de  sus 


1 


—  328  — 

campos,  por  la  blaadura  de  su  clima,  por  la  bondad  de  sus 
influencias  ambientes,  por  lo  pronunciado  y  severo  de  sus 
paisajes,  por  la  rubuntez  de  sus  hijos  y  por  la  bellej&a  de  sua 
mujeres  (1). 

El  plano  sobre  que  está  edificada  la  ciudad,  es  desigual  y 
cortado  por  cañadas  bastante  profundas  en  dirección  de  occi* 
dente  á  oriento.  Sin  embargo,  e¡  espíritu  publico  de  sus  vecinos 
y  la  influencia  personal  de  sus  hombres  notables,  han  logrado 
hacer  diques,  terraplenes  y  calzadas,  que  á  más  de  facilitar 
la  locomoción,  han  contribuido  á  dar  notable  bellezaal  lugar. 
El  río  Sonsón  corre  por  el  flanco  oriental  de  la  ciudad,  y  desde 
las  alturas  que  lo  dominan  al  oriente,  la  población  ofrec-e  un 
punto  de  vista  tan  peculiar  y  gracioso,  que  dil'ícilmcnte  puedo 
repetirse  en  las  escarpas  de  nuestras  montañas. 

Fuera  de  los  terrenos  propios  para  praderas  de  pasto 
natural,  y  fuera  de  las  vegas  do  temperamento  ailido  on  que  se 
cultivan  yerbas  de  para  y  de  guinea,  para  cebo  de  los  ganados, 
Sonsón  tiene  varios  circuitos  fecundos  en  producciones  tropi- 
cales. El  mercado  de  esta  ciudad  es  abundante  en  mangos, 
chirimoyas,  pinas,  naranjas,  moras,  bi'cvas,  panela,  azúcar, 
maíz,  frísoles,  arracachas,  yucas,  sombreros  de  paja  y  tejídt>íi,! 
de  cabuya  ó  fique,  ^^ 

Tiene  Sonsón  ricos  minerales  de  oro  en  Aures^  Sonsun, 
Tasajo,  Samaná,  el  Mulato  y  líiodulce,  mas,  á  pesar  de  eso,  su 


\\)  Si  do  Inet  cojiiosüs  dnU>^  que  licinüíi  recibido  pai'u  cscribii'  esta  parte  4e 
Goograria,  híclCrainoíí  uso  cométanle,  et  nunieru  de  cruiiicab  y  aiiécdulaa  stsna 
soUrc  modo  iiilei'iiáiialdt^ 

Al  describir  á  Cnjifordía,  tribtitíiiiins  juslo  recuerdo  á  las  virtudes  del  8r# 
Juim  Jüs<>  Jlcslrepo  Uribe»  y  al  tratar  de  Sonsón,  nü  podemos  prese md ir  «le 
rendir  debido  homenaje  á  l;u>  no  menos  reconiendubles  del  Sn  D*  Janttarioj 
HcaaOf  uno  de  lo^  fnndíidoreü  más  dislin^^uidosde  la  ciudad, 

En  efecto,  el  Sr,  líenao  eHaiTeedor  á  Ja  adrairaciún  de  losanliorin  |1 

la  gratitud  de  los  liijon  de  Hoiison,  por  la  noble/adesu  caráeler,  por>  ,.l- 

eitijuia  y  por  su  aerisoíado  civisnio  i^prulector  de  h»s  pcd^rea,  consnJador  de  Un 
doHgraciadoa,  excelente  padre  de  familia,  ciudadano  jieneroso  y  austero  pAiricm, 
favoreció  siempre  con  mano  dadivosa  las  practicas  del  cylto  cristiano,  alivio  la« 
desgracias  del  inenesUTuso  y  contribuyó  como  el  mejora  la  ornanienlarit»n  y 
brillo  de  su  país  nataU  Los  restos  del  ^i\  Hciiao  reposan  en  el  leiuplo  de  U 
cabecera  de)  Distrito,  á  petición  expresa  de  su^  compAtriotaH* 


—  8?9  — 


iqueza  está  esencialmente  representada  por  la  agricultura 
aplicada  á  los  frutos  y  á  la  industria  pecuaria* 

Entre  el  distrito  de  Abejorral  y  el  de  Sonsón,  e^tá  la  pro- 
funda hondonada  recorrida  por  las  aguas  atormentadas  y 
ruidosas  del  río  Aures,  que  corren  por  debajo  do  una  arcada 
eonstituida  por  el  ílexible  y  afelpado  ramaje  de  cañas  que 
crecen  á  sus  orillas.  Este  es  el  río  tan  divina  y  tiernamente 
cantado  por  Gregnrio  Gutiérrez  González,  cuya  casita 
fcíauca  permanece  todavía  y  se  presta  á  la  contemplación  del 
\iajcro,  desde  las  lejanas  cumbres  de  las  montanas  que  la 
dominan»  El  Auresencse  sitio  es  un  punto  militar  no  aventa- 
jado por  los  célebres  desfiladeros  del  Juanamlíü,  del  Guáitara 
y  del  Clúcamocha,  verdaderas  Termopilas  colombianas. 

Las  eminencias  do  los  Parados,  junto  á  las  cuales  des- 
cuella vistoso  el  cerro  de  las  Palomas  con  sus  par^^lies  de 
blanco  cuarzo;  la  montaña  de  Capiro,  el  páramo  de  Sonsuny  la 
catarata  formada  por  el  ríoj  á  poco  más  de  una  milla  al  sudoeste 
de  la  ciudad,  son  fenómenos  naturales  que  realzan  de  una 
manera  enérgica  y  sublime  la  hechura  física  del  Distrito. 

La  catarata  de  Sonsón,  inferior  un  tanto  a  la  célebre 
cascada  del  Guadalupe,  y  superior  á  la  vistosa  de  Taparlo 
entre  Bolívar  y  Andes,  constituye  un  contraste  de  terreno 
cuyos  pormenores,  de  difícil  descripción,  producen  como 
síntesis  profundas  impresiones  de  horror  y  de  placer,  de 
espanto  y  de  agrado,  de  admiración  y  de  abatimiento,  todo  de 
^na  vez,  porque  entre  aquellas  tajadas  peñas  verticales,  aquel 
í*«JÍíloso  descenso  de  aguas,  aquel  atropellamiento  de  ondas, 
^<^iUellos  brincos  colosales,  aquel  sorprendente  cambio  de 
'^^^Oiperatura  entre  la  cima  y  el  fondo,  aquella  variedad  de 
^*^í?etación,  aquel  hcrvitlero  de  pozos,  aquellas  superíiciea 
*^'^P  limantes  y  aquella  trabazón  intrincada  de  cerros  despeda- 
^'^^ioe  por  un  formidable  cataclismo  prehistórico,  se  viene  en 
''Cocimiento  de  la  imponderable  faei'zn  creadora  y  de  la 
^^^neñez  humillanle  de  la  criatura. 

Lahoyadel  Samaná,  de  gran  extensión  en  su  parte  supe- 
^^,es  angosta  é  interrumpida  poranconesy  colinas.  Hacia  su 


—  :^m  — 


parte  inferiores  más  ancha,  y  todaollaemincntemente  aurífera, 
con  especialidaLJ  en  el  álveo  de!  río  y  en  el  cauce  do  los  riachue* 
los  y  torrentes.  Muchos  sitios  en  las  orillas  del  Saniani  se 
prestan  admirablemente  bien  para  labranzas  propiasde  la  zona 
intertropical  en  los  parajes  ardientes»  y  otros  en  las  faldas  de 
las  vecinas  cordilleras,  para  multiplicar  estas  produc^ionos 
aegiín  la  altura  sobre  el  nivel  del  mar. 

Son  inuclias  las  fracciones  que  pudieran  asignarse  oomó 
correspondientes  á  este  Distrito.  Mencionaremos  sólo  como 
notables  los  caseríos  de  Rioverdo,  Tasajo,  Llanadas,  Guamal. 
Planes,  Cirgua»  Hioarriba,  Ar])Q!cda,  Palo-Caraño^  para  dete- 
nernos un  poco  más  en  el  caserío  de  Nariño,  llamado  antigua* 
mente  Pocitos^  Eslii  situada  esta  fracción  sobre  el  lomo  do  una 
cordillera^  que,  con  dirección  de  occidente  á oriente»  desciende 
del  páramo  de  tíonsón  hasta  morir  en  la  vega  norte  del  n< 
Samaná.  Es  una  agrupación  de  modestas  casas  con  una  pía: 
leta  central,  recomendables  solamente  por  ser  punto  de  d 
canso  para  el  viajero  fatigado  y  por  llevar  el  nombre  iluekra 
de  uno  de  nuestros  grandes  proceres. 

Los  sonsoneños  son  ralíuslos,  activos,  emprendedores  y 
hospitalarios.  De  ellos  han  salido  sugctos  notaliles  para  la  ra» 
ri'cra  de  las  armas  y  de  las  letras. 

Poblacii'm,  1 3. !)35  habitantes,  —  Latitud  norte,  &*43'íí0". 
—  Longitud  occidcnta!,  PáO'Str.  —  Altura  sobre  el  nivel  del 
mar,  2.'i45  metros.  —  Tcmperalura,  14**.  —  Límites  :  confma 
al  norte  con  la  1  'Uión  y  Coc^^rná ;  al  oriente  t^on  ('undinamaira 
y  el  ToÜma;  al  occidente  con  Aliejorral  y  Aguadas,  y  al  sur 
con  Salannna  y  Pensil vania. 


Vahos.  —  Vahos  es  parto  del  Departamento  de  Oriente 
y,  aunque  no  de  las  m¿\s  importantes,  no  carece  de  cierto 
valor. 

En  el  añil  de  1HÜ5,  haljía  (vn  vi  j>araji*  donominadi)  las  Ve^"^ 
gas  una  capillita,  cdilicada  con  licencia  del  Dr.  D.  Salvador 
Jiménez,  Obispo  de  Popayán.  Esta  gracia  fué  confirmada  por 
el  Gobernador  interino  de  la  Provincia,  señor  Antonio  Viana* 


—  331  — 

En  1814,  se  trasladó  la  capilla  al  lugar  quo  hoy  ocupa  la 
cabecera  del  Dintrito,  al  cual  ne  dio  el  nombro  de  Sania  Bárbara 
de  Lariza,  para  quedar  con  el  do  Vahos  que  hoy  lleva.  La 
creación  definitiva  de  parroquia  se  efectuó  en  5  de  noviembre 
de  18S1,  y  el  terreno  para  la  población  fué  cedida  por  D,  Joaé 
Salvador  de  la  Serna^  primer  juez  fundador. 

Los  vecinos  do  esto  Distrito  tuvieron  su  origen  en  la  villa 
'de  Marinilla,  y  es  por  tal  origen,  por  lo  quo  so  explica  el  pi'e- 
dominioen  esa  parte  de  lab  familias  Zuloaga,  Serna,  Yepes, 
Tamayo  y  Duques 

Tiene  Vahoí^  temperatura  media    en   !a  cabecera;  pero 
gogsa  on  bu  territorio  de  variados  climas^  La  población  está 
ataada  a  orillas  del  riachuelo  de  su  nombre,  el  cual,   des- 
pués de  recibir  varios  anuentes,  se  precipita  formando  una 
pintoresca  cascada  con  el  nombre  de  la  Honda»  Estáademaa 
regado  Vahos  por  los  ríos  San  Matías,  Tafetanes,  Caldera,  y 
por  otros  de  poca  consideración.  Sus  alturas  montañosas  mas 
notables  son  Caldera  y  Tafetanes* 

Cuenta  Vahos  con  abundantes  producciones  naturales ; 
posee  terrenos  auríferos;  es  pueblo  pastoril,  agricultor,  ro- 
busto, móvil,  emigrante  y  muy  dado  á  la  industria  pecuaria. 
Coala  madera  de  comino  f|ue  abunda  en  sus  campos,  hace 
activo  comercio  con  la  capital  del  Estado,  Las  costumbres  de 
'o8  vecinos  son  aún  patriarcales,  y  su  religión  esencialmente 
í^atíjlica. 

Población,  4.050  habitantes.—  Latitud  norte,  6M^20'\ 
Longitud  occidental,  lMi'l¿". —  Altura  sobre  el  nivel  del 
'^^ar  2,082  metros.  ^  Temperatura,  17^ — Límites  :  confina 
_^1  norte  con  el  Peñol ;  al  oriente  con  San  Carlos ;  al  occidente 
yn  Marinilla,  Santuario  y  Carmen,  y  al  sur  con  Cocorná. 


La  Unión.  —  La  cabecera  de  este  Distrito  está  coloc^ida  al 
'"^ur,  con  mediana  inclinación  oriental  de  la  ciudad  de  Medellín. 
Oran  parte  de  su  territorio  se  tialla  sobre  una  puna  notable- 
diente  elevada  sobre  el  nivel  del  mar,  y  tanto,  que  el  frío  de  su 
atmósfera;  es  de  ordinario  intenso  y  aun  incómodo.  La  planicie 


cTc  la  Unión  y  la  de  Santa  liosa  de  Osos,  son  el  tipo  más  aproxi- 
mado de  lo  que  en  la  geografía  de  Antioquia  puedo  llamarse 
propiamente  mesa*  La  parte  del  Distrito)  que  forma  continua- 
Clon  al  éste,  llega  á  la  región  baja  del  Magdalena,  y  parece  que 
se  descolgara  de  los  Parados  en  la  cordillera  central  de  los 
Andes  colombianos. 

En  las  generalidades  de  nuestro  estudio  sobre  la  orografía 
anüoquena,  hemos  señalado  á  Vallejuelo,  en  donde  está  la 
Unión,  como  punto  preciso  de  la  trifurcación  de  las  montanas 
andinas  del  Estado, 

Desde  época  muy  anterior,  varios  campesinos,  la  mayor 
parte  de  la  Ceja  del  Tambo,  establecieron  dehesas  y  sementeras 
en  la  sección  de  que  tratamos;  pero  no  fué  sino  en  el  año  de 
1878  y  durante  la  administración  transitoria  del  genci'al  Julián 
Trujillo,  cuando  esta  fracción  fué  erigida  en  distrito.  Compó- 
nese  su  cabecera  de  un  grupo  de  hüniildes  casas,  con  una  plaza 
central  bien  nivelada  y  con  un  teinplecito  de  mínima  impor* 
tancia.  En  los  alrededores  de  esta  población  hay  esparcidas 
por  las  haciendas  j  algunas  habitaciones  de  graciosa  apariencia 
para  el  viajero  que  las  contempla  á  distancia.  Por  la  Unión 
atraviesa  un  camino  que  pone  en  directa  comunicación  las 
ciudades  de  Sonsón  y  Mcdellín, 

Esta  regado  v\  territorio  de  este  Distrito  por  las  corrientes 
de  agua  que  pasamos  a  mencionar  :  el  rú>  Duey,  que  tiene  sus 
nacimientos  en  la  cordillera  central  de  los  Andes  colombianos 
.y  que  sigue  su  curso  de  oriente  á  occidente  por  todo  el  Distrito; 
el  Piedras,  que  nace  en  el  cerro  de  las  Peñas  al  occidente  de  la 
población, pasa  luego  acorta  tiistancia  de  ella,  y  forma  despuó^H 
un  semicírculo  hacia  la  base  del  rodete  montañoso  que  cir* 
cunda  la  meseta,  y  que  al  fin  une  sus  aguas  con  las  del  an- 
terior; el  San  Miguel,  vertiente  del  cerro  llamado  Cardal,  al 
oriente  del  caserío  de  Mcsopolamia,  que  después  de  unadirec* 
cíón  uccidental  tributa  al  Huey;  eíCardal»  nacido  en  un  sitio 
próximo  al  anterior,  con  dirección  sudoeste  y  afluente  tanibica 
del  Buey  hacia  el  sur  de  Mesopolamia;  el  Santo  Domingo,  que 
tiene  sus  vertientes  al  oriente  en  tierras  de  Souson  y  en  él  alto 


I 


—  333 


de  las  Palomuí?,  v  que  corre  tle  sur  á  norte  atravesando  parte 
del  Distrito.  Es  afluente  del  Santo  Domingo  el  riachuelo  Santa 
Rit;i,  notable  por  sus  ricas  minas  de  oro. 

La  orografía  de  la  Unión  puede  considerarse  así :  la  cor- 
dillera principal  de  los  Andes,  un  estribo  llamado  Aures,  y  el 
origen  tle  la  tníürcacirín  tle  que  Iiernos  hablado. 

El  clima  es  frío  en  toda  la  extensión  de  la  meseta,  y  en 
todas  las  bajas  hondonadas  del  Santo  Domingo  es  cálido. 
Mientras  en  esta  parte  oriental  se  producen  bien  la  caña,  el 
plátano,  la  yuca  y  demás  plantas  de  los  países  ardientes,  en 
las  alturas  se  cosecha  maíz,  papas,  triyo,  arracachas  y  otras 
producciones  de  las  tierras  frías. 

El  aspecto  físico  de  las  partes  altas  en  este  Distrito,  es 
silencioso  y  melancólico.  Rebajadas  arboledas,  tupidos  ma- 
torrales, reducidos  planos  cubiertos  de  grama  y  llores  gala- 
nas, compensan  un  fanto  la  monotonía  del  paisaje.  Hacia  la 
parte  baja  recorrida  por  ol  Santo  Domingo,  el  suelo  es  pobre, 
h  capa  de /uímu-s  delgada,  y  en  todo  el  territorio,  amén  de 
litios  medianamenle  fértiles,  es  frecuente  hallar  la  superficie 
desnuda  y  la  roca  viva  al  oreo. 

Es  notable  por  su  gran  elevación  en  la  llanura  el  cerro  de 
laa  Penas,  á  cuya  base  hay  bonitas  haciendas,  con  pasto  natu- 
i*al abundante  para  la  cría  y  cobo  del  ganado  vacuno.  En  las 
cercanías  de  la  cabecera  del  Distrito  hay  ricos  depósitos  de 
excelente  kaolín,  adecuado  para  la  fabricación  de  poroe- 
lann. 

Sobre  eí  lomo  de  una  colina,  entre  las  aguas  de  los  ríos 
Hucy  y  San  Miíiuel,  se  halla  el  caserío  cabecera  de  la  fracción 
^feopotamia,  que,  a  decir  verdad,  no  corresponde  á  la  impor- 
'inicia  histórica  de  su  nombre. 

Los  habitantes  de  este  Distrito  son  hospitalarios  en  grado 
Nuble,  y  muestran  en  la  vida  social  una  apacible  alegría  que 
lo8  hace  sumamente  sinii)aticos. 

La  Unión  tendrá  en  lo  venidero  la  funesta  celebridad  de 
'ííiber  sido  en  su  territorio  donde,  por  la  primera  vez,  se  ha  pre- 
nsen tado  en  Antioquia  un  caso  de  la  aterradora  lepra  elefancíaca. 


—  334  — 

De  este  lugar  ha  venido  propagándose  po 
tar  hoy  un  aspecto  verdaderamente  amei 
raciones  futuras. 

Población,  3.243  habitantes.—  Lín 
con  la  Ceja;  al  oriente  con  Cocorná ;  al  oc< 
y  al  sur  con  el  mismo  y  con  Sonsón. 


CAPITULO  OCTAVO 


Departamento   de   Sopetrán 


J^UMtos  :  Belmiray  Evéjlco,  Liborina^  iíabanaUrga^  San  Jerónimo^ 
Sopeiritn,  Sucre  (Sticaojaí). 


El  Departamento  de  Sopetrán  limita  al  setcntrión  con  el 
<JelNorle;  al  oriente  con  ol  mismo  y  el  del  Centro  ;  al  oeste 
^on  el  de  Occidente,  y  al  sur  con  el  del  Caitca,  Población  : 
'ÍV48Í  habitantes . 

^H  Belmira. —  Que  tanto  quiere  decir  como  bella  vista,  es  un 
*^istrito  que  comprende  un  territorio  extendido  en  la  gran 
*>ie.sa  de  los  Osos,  La  cabecera  de  él  demora  cerca  de  la 
^iiargen   derecha  del  líiochico  y  al  pie  del  paramo  de  Santa 

El  Riochico,  desde  sus  cabeceras  hasta  su  unión  con  el 
^iogrande,  ha  sido  aurífero  en  grado  supremo,  y  aunque  ela- 
■^<^rado  con  tenacidad,   sus  placeres  no  están  del  todo  ago- 

El  incentivo  poderoso  de  tan  gran  riqueza  atrajo  á  ese 
Pvifito,  desde  el  principio  déla  colonización  de  la  tierra,  gran 
^Vímerode  trabajadores,  y  ¿medida  que  aumentaba  la  con- 
^•^irrcncia  crecía  con  ella  el  número  de  vecinos. 

En  el  curso  del  [lasado  siglo,  varios  señorea,  Gutiérrez, 
*-«ondoñ09,  Posadas  y  Villas,  como  propietarios  de  los  mine- 


p 


rales  unos  y  como  vecinos  agricultores  otrus,  se  íijarou  en 
los  (los  lados  del  líiochico,  hicieron  su  vivienda  en  ellos, 
establecieron  trabaj aderas  y  formaron  base  para  una  población 
independiente,  en  cuanto  á  la  administración  municipal- 
Empero^  como  fundadores  de  la  cabecera  del  Distrito,  deben 
ser  considerados  D.  Francisco  Villa  y  uno  de  sus  hermanos^ 
cuyo  nombre  olvidamos  en  este  momento. 

Los  mas  acomodados  propietarios  de  minas  tuvieron  cua- 
drillas de  negros  esclavos  para  explotarlas,  y  si  nuestros 
informes  no  son  erróneas,  una  de  las  principales  estuvo  en  el 
paraje  denominado  San  Jacinto,  en  el  cual,  después  de  haber 
decaído  las  labores  principales  y  después  de  haber  sido  abolida 
la  esclavitud,  quedó  un  grupo  de  negros  que  todavía  no  ha 
desaparecido  del  todo,  y  que  ha  ofrecido  en  sus  costumbres  y 
prácticas  privadas  y  sociales,  un  poco  de  la  civilización  colonial 
con  un  mucho  de  la  barbarie  propia  de  los  africanos,  T<xlo 
eso  desaparecerá  con  rapidez  y  bajo  el  influjo  de  mejor  educa- 
ción y  de  más  racionales  ideas. 

La  remoción  del  suelo  á  lo  largo  del  río  y  en  las  faldas  de 
las  colinas  para  el  laboreo  de  los  depósitos  auríferos,  ha  dejado 
en  muchos  puntos  montículos  formados  por  la  acumulación  de 
pedernales,  cascajo  y  tierra.  Sobre  esos  depósitos  crece  la 
grama, que,  unida  á  la  de  los  lugares  no  tocados  por  el  minero, 
forma  praderas  en  i[ue  los  vecinos  cuidan  sus  ganados  con 
prolijo  esmero. 

La  única  cordillera  de  importancia  que  tiene  Belmini, 
es  la  de  Santa  Inés  de  que  hemos  hablado.  Las  demás 
son  cejas  de  poca  altura,  desprovistas  de  selva  virgen  y 
cubiertas  de  arbustos  en  que  predominan  el  rhilcoy  los  olivos 
indígenas. 

La  corriente  princijial  de  agua  es  el  líiocbico,  acrecido  por 
numerosos  pero  no  importantes  riachuelos»  Montos  y  colladon 
ofrecen  íiloncs  auríferos,  ricos  a  veces,  pero  de  corta  extensión 
en  general.  Los  aluviones,  si  no  extinguidos  del  todo,  llegan 
día  por  día  á  desconsoladora  pobreza- 

El  conjunto  de  casas  que  forman  la  cabecera,  es  cof 


:í:{7  — 

en  número  y  además  tío  ninguna  elegancia  ;  pero  como  cl 
agua  potable  es  tan  buena,  el  clima  tan  sano,  los  vecinos  tan 
honrados  y  hospitalanoí^yelcampn  tan  apacible,  los  habitantes 
de  los  distritos  imraediatos,  especialmente  lo8  de  Sopetrán  y 
Antioquia,  fijan  su  residencia  en  este  lugar  en  requerimiento 
(te  salud. 

Población,  3.033  habitantes.  —  Latitud  norte,  6*39^  W\ 
—  Longitud  occidental,  I'' 43' 40'.^ —  Altura  sobre  el  nivel  del 
mar,  2.400  metros.  —  Temperatura,  16**. —  Límites:  confina 
al  norte  con  San  Andrés;  al  oinente  con  Santa  Rosa;  al 
occidente  con  LiboriiKi  y  Sucre,  y  al  sur  con  Sopetrán  y 
Entre-ríos. 


EvéjicQ*  —  Envuelto  entre  numerosos  pliegues,  forma- 
dos por  un  laberinto  de  cordilleras  desprendidas  de  la  occi- 
dental de  los  Andes  antioqueños,  en  sus  vertientes  hacia  el 
río  Cauca,  se  encuentra  el  territorio  de  este  Distrito,  y  en  un 
reducido  pero  nivelado  plano,  la  población  que  le  sirve  de 
cabecera. 

Dijimos,  al  hal>lar  íle  lielicoiía,  que  cuando  este  antiguo 
caserío  fué  elevado  á  parroquia,  los  terrenos  que  se  le  asig- 
naron pertenecían  á  diversas  entidades  religiosas  y  civiles, 
^'  muy  especialmente  a  lo  (|ue  desde  aquel  tiempo  era 
feligresía  de  Evéjico.  Si  consideramos  este  hecho,  podemos 
jurar  llanamente  ser  ésta  una  de  las  más  viejas  funda- 
ciones del  Estado. 

A  pesar  de  tan  notoria  antigüedad,  este  Distrito,  enclava- 
do en  los  senos  de  una  comarca  tan  escarpada,  con  malos 
caminos  y  con  escasas  relaciones,  no  ha  podido  progresar. 
El  clima  de  la  cabecera  es  húmedo  y  cnrermizo;  la  mayor  parte 
^ie  las  aguas  que  lo  riegan,  cargadas  de  sales  terrosas,  entre 
las  cuales  preduminan  las  de  aluminio,  parecen  ser  la  causa 
de  las  frecuentes  depravaciones  de  ta  sangre,  que  conducen  á 
esos  pofams  campesinos  á  un  estado  anémico  que  aniquila 
sus  fuerzas  y  tennina  frecuentemente  por  la  muerte.  En  efec- 
to, hay  pocos  lugares  en  el  Estado  en  que  la  dolencia  conoci- 

22 


338 


ia  con  íA  noml)re  de  tuntún^  sea  más  frecuente  que  en  ebce  qi 
desciibimub.  Ya  por  causa  ele  esta  enlennedail»  t>ra  por 
falta  de  provochobas  relaciones  sociales,  6  eu  lia,  por  cual- 
quiera otro  motivo  6  por  todoa  ellos,  es  la  cierto  quelo8  veci- 
nos de  Evójico  no  adelantan  j^ran  cosa;  que  la  parta  material 
de  la  población  maniliesta  incuria;  ([uo  los  edificios  püblicoK 
se*  hallan  en  lamentable  estado;  que  la  ignorancia  es  profunda; 
que  la  hacienda  de  los  particulares  es  escasa,  y  que  la  f¿:ran 
mayoría  de  la  masa  popular  vive  penosamente  del  salaiío 
que  obtiene  como  jornalera,  ó  do  los  esquilmos  que  gana  couui 
arrendataria. 

Comprende  el  territorio  de  este  Distrito  desde  las  frioh' 
cumbres  de  la  cordillera  hasta  las  ardientes  vegas  del  Cauca, 
y  ofrece  alternativamente,  y  á  veces  de  una  manera  rápida, 
cambios  notables  de  temperatura.  Los  pastos  naturales  distri- 
buidos sobre  el  lomo  de  las  cordilleras,  alternan  cou  lue> 
bosques  de  las  hondonatlaSt  y  terrenos  completamente  incultos 
rodean  en  ocasiones  dehesas  bien  mantenidas  por  propietarios 
de  otras  partes;  de  tal  modo  que  aunque  no  se  pueda  caliíicar 
el  circuito  de  estéril,  la  pobreza  local  délos  vecinos  es  aflic- 
tiva* Ello  sin  decir»  poixjue  se  comprende»  que  la  industria 
agrícola  en  estos  sitias,  si  bien  escasa,  es  la  que  corresponde 
á  las  intluencias  tropicales  variables,  según  la  altura  sobre  el 
nivel  del  mar. 

Está  regailo  el  Distrito  por  las  siguientes  corrienles  de 
agua  :  el  Cauca,  que  lo  limita  al  occidente;  la  Sucia,  que  nace 
en  la  Quiebra;  la  Clara,  que  tiene  su  origen  en  la  misma 
cordillera  de  Canoas,  un  poco  al  sur  de  la  anterior.  Estos 
dos  raudales  corren  de  oriente  á  occidente,  y  unidos  entran  al 
Cauca.  El  riachui^lo  Juan  liamos  nac<»  en  Buenavistii  y  se  une 
al  Clai*a  una  legua  más  abajo  de  la  cabecera  del  Distrito ;  el 
Juan  Capitán  vierte  del  alto  del  Cedro,  pasa  por  ceixa  de  la 
población  y  cae  al  Clara  un  poco  mas  arriba  del  Juan  liamos; 
el  Honda  tiene  sus  vertientes  en  la  oordiUera  de  Caaoas;  el 
Juan  Vaquero  tlesciende  del  alto  de  Chamusc:*das,  oaiTe 
|)oniente  y  ^e  junta  al  Clara  en  el  punto  llamado  Lnnonal. 


—  3:19  — 

Las  cordilleras^  ó  mm  l>ien  alíuraw  princii>alesj  son  :  1»3? 
Canoas,  separación  de  las  aguas  que  \ierten  por  el  occidente 
al  Cauca,  y  por  el  oriente  al  Medellín  ó  Aburra,  la  ceja  d* 
Quirimará,  donde  hay  una  rica  hacienda,  y  que  remata  cerca 
del  Cauca;  el  alto  de  Guayabal  y  el  del  líetiio. 

Población,  4. 80'?  habitantes.  —  Latitud  norte,  6M3'0\ 
—  Longitud  occidental,  r46'30\  —  Altura  sobre  el  nivel  del 
mar,  720  metros,  —  Temperatura,  23". —  Límites  :  confina  al 
norte  con  San  Jerónimo;  al  oriente  con  Medellín;  al  occidente 
cx)n  Anzá,  y  al  sur  con  Ileliconia. 


Liborína.  —  Este  Distrito  se  fundó  en  el  mes  de  mayo 
de  1833,  dándole  por  territorio  una  parte  del  de  su  vecino  Sa- 
caojaL 

Los  fundadores  del  pueblo  fueron  D.  Vicente  Londoño, 
D.  Jorge  Martínez  y  D.  Ratael  Pajón.  El  último  fué  primer  al- 
^:alde;D.  Vicente  Londoño  actuó  como  primer  comisario,  y  con 
i^randes  sacrificios  de  su  caudal  contribuyó  poderosamente  a 
la  fabricación  de  casas  y  al  establecimiento  de  una  feria.  El 
primer  cura  fué  el  presbítero  Manuel  Tirado  Villa»  sacerdote 
xecomendable  por  sus  virtudes  publicas  y  privadas.  Las  fami- 
lias que  actualmenie  existen  en  el  Distrito,  tienen  origen  en  las 
fundadoras,  aumentadas  por  las  que  se  han  domiciliado  allí  de 
otros  pueblos  antioqueños. 

La  cabecera  de  Liborina  está  situada  sobre  un  plano 
^medianamente  inclinado  de  norte  a  sur,  y  dividida  en  dos 
jartes  por  un  arroyo  artificial  tomado  del  raudal  de  Juan 
^iarcía,  El  Cauca  lo  limita  por  su  banda  derecha,  y,  con  excep- 
ción de  su  parte  sudoeste,  el  resto  está  circundado  por  cordi- 
lleras más  ó  menos  elevadas. 

La  principal  de  éstas,  es  una  continuación  de  la  que  se  des- 
prende do  la  central  antioqueña  al  sur  de  Envi«jrado,  y  que 
después  de  pasar  por  entre  Caldas  y  Amaga,  Sopetrán  y  San 
Pedro,  siguiendo  su  curso  al  norte,  separa  en  parte  las  vertientes 
de  los  ríos  Cauca  y  Medellín,  Las  ramificaciones  deesta  partede 
la  cordillera  correspondientes  á  Liborina,  se  extienden  con  ín- 


signilicantes  variaciones  hacia  el  üccidente;  la  que  forma  las 
alturas  de  Mal  vasa  y  Florida  se  alarga  por  la  iVaccíón  de  Cu- 
rití,  se  achata  á  medida  que  se  acerca  al  Cauca,  y  termina 
entre  las  bocas  de  los  riachuelos  Seca  y  Juan  García,  lanzando 
en  todo  su  curso  cejas  grandes  y  pequeñas,  derramadas  de 
norte  ásur;  otro  contrafuerte  de  la  cordillera  principal,  sigue 
dirección  análoga  á  la  de  la  anterior,  y  acaba  en  el  punto  en  que 
se  juntan  los  riachuelos  de  Malvasá  y  la  Venta;  uno  más, 
nacido  en  la  misma  cordillera,  corre  en  idéntica  dirección, 
forma  al  norte  la  fraccióji  Ceja  y  muere  entre  los  riachuelos 
Peñóla,  Juan  García  y  Venta;  otro,  al  norte,  limitado  por  los 
riachuelos  Peñóla  y  Abejas,  acaba  en  el  sitio  en  que  éstos  se 
juntan  con  el  Juan  García.  Dos  montañas  más,  de  las  cuales 
la  primera  que  separa  las  aguas  de  Abejas  y  Juan  García,  y  la 
segunda  que  pasa  por  el  Playón,  la  Hacienda  y  el  Palo,  desa- 
parecen en  la  orilla  del  Cauca  con  ramificaciones  de  poca 
consideración. 

Entre  dos  ramificaciones  montañosas  que  bajan  paralela-s 
entre  sí  y  perpendiculares  al  río  Cauca,  se  forma  un  valle  de 
6  lulómetros  de  largo  por  uno  de  ancho,  regado  de  oriente  á 
occidente  por  el  riachuelo  Juan  García.  Al  nordeste  de  la  cal>c- 
c«ra  del  Distrito  hay  una  explanada  pequeña  pero  pintoresca ; 
más  hacia  el  norte  están  las  llanuras  de  8an  Diego  y  del 
PlayónjdiviiUdaéstapor  el  riachuelo  últimamente  mencionado. 
En  el  sitio  tlonde  se  juntan  las  aguas  de  Malvasá  y  la  Venta, 
hay  una  pequeña  pero  bellísima  planicie  dominada  al  oriente 
por  un  otero  de  linda  forma. 

El  río  principa!  que  baña  este  Distrito  es  el  Cauca,  en  cuya 
margen  oriental  están  las  casas  déla  población* 

El  raudal  principal  de  Lihorina  es  el  llamado  Juan  García, 
Nutabe  en  los  tiempos  de  la  Conquista  y  en  parte  de  los  de  la 
Colonia.  Nace  esta  corriente  de  agua  cerca  del  páramo  de  Santa 
Inés  en  el  distrito  de  Belmira,  corre  de  nordeste  á  sudeste 
como  unos  iO  kilómetros  y,  dirigiéndose  luego  al  noroeste 
como  10  kilómetros  más,  rinde  el  tributo  de  sus  aguas  al 
Cauca.  El  curso  de  este  torrente  es  rápido,  y  sus  avenidas  te- 


rr ibleSj  pues  en  ocasiones  ha  llegado  á  vencer  la  corriente  del 
Cauca,  hasta  arrojar  a  la  banda  opuesta  de  este  poderoso  río, 
maderos  y  piedraíá  de  consideración.  Este  riachuelo  tiene  por 
afluentes  los  que  siguen  :  por  la  derecha,  Votador,  que  se  des- 
prende de  una  rama  de  la  cordillera;  por  la  izquierda,  Abejas, 
Peñóla,  Porquera  y  Juan  Barriga* 

Los  terrenos  de  este  Distrito  pueden  ser  clasiticados  en 
dos  partes  principales  :  terrcfios  de  pastos  naturales  en  las 
lomas,  y  terrenos  cultivables.  Los  primeros  producen,  de  un 
modo  espontaneo,  abuntlantes  y  IVescas  gramíneas ;  los 
segundos  son  feraces  y  propios  para  la  producción  de  los 
frutos  tropicales,  desde  los  que  se  crían  en  las  frías  alturas 
bástalos  tfue  vegetan  en  los  ardientes  valles.  La  tempera- 
tura varía  de  la  media  de  13**  del  termómetro  centígrado  hasta 
la  de  ^V  del  mismo.  El  clima»  por  una  leliz  excepción,  es  sano, 
tanto  en  las  partes  frías  como  en  las  calientes,  circunstancia 
debida,  sin  duda  alguna,  a  la  falta  de  aguas  estancadas,  a  la 
fácil  irradiación  del  calor  y  á  la  desaparición  consiguiente  de 
la  humedad  del  aire,  Liborina  es  pobre  en  depósitos  minerales, 
pues  hasta  ahora  sólo  cuenta  con  un  aluvión  aurífero  en  las 
vertientes  del  riachuelo  Volador;  no  tiene  fuentes  saladas,  y  el 
estado  de  su  agricultura  es  desconsolador. 

Las  vías  de  comunicación  son  en  general  estrechas,  pero 
desuelo  firme. 

El  Distrito  esta  dividido,  para  su  más  fácil  administración, 
en  las  siguientes  fracciones  ;  Centro,  Curití,  Venta,  Ceja,  Pe- 
ñola,  Abejas,  Playón,  San  Diego,  Lucía,  Hacienda,  Rodas  y 
Honda. 

El  riachuelo  Juan  García  llamóse  en  la  antigiiedad  Nu- 
tabe,  nombre  que  dio  origen  á  la  denominación  de  una  gran 
parte  de  los  indios  pobladores  de  Antioquia,  como  lo  llevamos 
narrado.  Según  tradición  popular,  cambióse  et  nombre  de  este 
raudal,  á  causa  del  hecho  siguiente.  En  época  remola  estaba  en 
la  cárcel  de  Antioquia  un  criminal  llamado  Juan  García,  quien 
logró  por  medio  ile  la  fuga  ocultarse  en  una  casita  situada  en 
un  paraje  llamado  el  Brujo.  Como  la  autoridad  llegase  á  ba- 


—  342  - 

rruntar  su  paradero,  cUí*  en  persepíoirle  tenazmente,  y  en 
sión  en  que  iba  á  ser  capturado,  ix^sokió  escapar  de  los  que  lí 
seguían  arrojándose  á  las  corrientes  del  Cauca,  bravio  por 
deniíis  en  aquella  parte,  pues  obstruido  su  curso  por  enorme 
fragmentos  de  roca,  formaba  peli^Tosa  cascada  que  hoy  lia 
desaparecido,  dejando  solo  veloz  corriente.  Por  esa  catara 
se  deslizó  Juan  García,  escapó  de  la  justicia,  salió  sano 
salvo,  y  dejó  su  nombre  á  esa  parte  del  río,  nombre  que 
extendió  luqgo  al  del  torrente  Nutabe  que  le  tributa  sus  a;^a8_ 
al  frente* 

Población,  2,535  habitantes.  —  Latitud  norte,  6*  31'  5á 
—  Longitud  occidental,  1"  50'  40' .  —  Altura  solire  el  nivel 
mar,  714  metros.  —  Temperalura,  24**.  — Límites  ;  couíina; 
norte  con  Sabanalarga  y  í^an  Andrés;  al  oriente  con  San 
Andrés  y  Belmira;  al  occidente  con  Buritica,  y  al  sur  con 
Sacaojal. 

Sabanalarga.    —   La    cabecera   de    Sabanalarga 
situada  á  poca  distancia  de  la  orilla  derecha  del  Cauca,  en 
San  Andrés  y  Liborina  al  ^ur,  y  Cácercs  y  Yarunial  al  norte 
nordeste. 

La  fundación  de  este  pueblo  es  muy  antigua,  sin  que  ha; 
raos  podido  averiguar  á  punto  lijo  la  fecha  preeísa  de  su  ei 
ción  en  parroquia.  Sabemos  sí,  que  en  los  principios  de  la 
lonia,cuando  el  tráfico  del  centro  déla  Provincia  se  liacía  por 
puerto  de  Espíritu  Santo,  ya  los  indios  ile  Siibanalarga  si 
vían  de  peones  cargueros  para  conducir  mercaderías.  Se  d 
entonces  que  esa  debía  ser   la  única  vía  para  el  comeiTio 
ulti'amaríno  con  la  Colonia;    pero  nosotros  pensamos  qu 
habría  sido  mejor  decir  para  el  comercio  de  la  Ck>lon¡a  con 
Península,  pues  sabida  cosa  es  que  en  la  atrasada  doctri 
económica  de  España,  el  sistema  prohibitivo  privó  sobretodo 
los  demás. 

Los  indígenas  de  esa  parte  del   territorio   antioqueft 
eran  muy  numerosos,  y  tanto  debieron  serlo,  cuanto  que  toda* 
vía  á  mediados  del  siglo  xvn,  el  Gobernador  Juan  But'so  de 


^  :iil  ^ 


Vaklés  alistó  treinta  mil  para  emprender  por  hw  propia 
cuenta  la  conquista  del  Chocó,  empresa  que  apenas  fuó 
intentada. 

Los  indios  á  que  aludimos  lian  venido  mezclándose  pau- 
latinamente con  las  otras  razas  ;  y  si  bien  es  cierto  que  algu- 
nos conservan  un  tanto  pronunciadas  las  facciones  primi- 
lim^  de  los  americanos,  también  lo  es  que  de  sangre  pura 
existen  en  la  actualidad  pocos  ó  ningunos. 

La  falta  de  provechos  que  antes  obtenían  los  indígenas 
í*omo  bestias  de  carga,  y  el  abandono  de  la  industria  agrícola, 
hikn  sumido  la  corta  población  de  este  Distrito  en  una  pobreza 
^^ín  entablo. 

El  río  Cauca  en  su  parte  antioqueña  y  durante  los  fuertes 
^^ranos,  deja  descubiertas  grandes  playas  formadas  por  pie- 
'í'Us  y  arena.  Esa  arena,  lavada  en  la  hatea,  dt^aba  un  resí- 
*^Uo  de  finísimo  polvo  de  oro  de   muy  regular  quilate.  A  la 
^^Xtraoción  de  ese  oro  se  aplicaban  los  ribereños  en  las  playas 
^'^^ncionatlas,  y  con  su  producto  ayudaban  á  la  subsistencia  de 
^^is  familias.  Algunas  gentes  acomodadas,  y  hasta  ricos  propio- 
^^^^t^ios,  han  ido  registrando  oficialmente  diversos  trozos  tlel 
^^^^lace  del  río  y  de  sus  flancos  respectivos,  para  hacerse  legales 
p^^opietarioa  do  ellos.   Luego,  cuando  los  pobres  acostum- 
brados áeste  tí-aliajo  han  querido  ocuparse  en  él,  los  dueños  lo 
P^^piden^  ó  imponen  como  condición  para  hacerlo  el  que  les 
I^^Tdan  el  oro   á  vil  precio,  de  donde   resulta  que  muchos 
^*l^lotadores  se  abstengan  del  laboreo. 

En  Sabanalarga,  el  hecho  referido  se  está  consumando  con 

in  perjuicio  para  los  vecinos;  pero  como  quiera  que  la  ope- 

_  ^c^ióri  por  parte  de  los  poseedores  de  minas,  sea,  aunque  no 

'^^^ta,  legal,  resulta  que  sólo  una  refornia  en  la  legislación 

"^"^^enteó  un  proceder  equitativo  por  paiiede  los  propietarios, 

^^clrían  contener  el  mal. 

La  única  corriente  de  agua  de  algimannportancia,  después 
'^^1  Cauca,  que  baña  este  Distrito,  es  el  riachuelo  Joyügamo,  tri- 
^^tario  directo  del  mismo  río.  Tres  ó  cuatro  torrentes  más  no 
i^erecen  menci<>n  especial.   El  sistema  orográfico  es  una  de- 


—  :ní  — 


rivación  de  algunas  cordilleras  subalternas  desprendidas  de 
cordillera  central  de  los  Andes  antioqueños* 

Existe  en  Sabanalarga  una  laguna  conocida  con  el  nomb: 
de   (Jiierqueta»   de  regular  extensión  y  profundidad.  Tiene' 
esta  laguna  la  propiedad  do   arrojar  á    sus  orillas  todo  I 
que  en  ella  cae,  circunstancia  un  poco  extraña,  por  cuantos 
aguas  ordinariamente  reposadas,  son  apenas  ligeramente  riza- 
das en  la  superíicie,  cuando  el  viento  las  mueve  en  uno  ó 
otro    sentido.   Es  creencia  general  entre  los   liabitantes  d 
Distrito,  que  Querqneta  es  una  laguna  artilicial,  hecha  exp 
sámente  por  los  indios;  y  para  conürmarse  en  esta  opininrf| 
alegan  que  no  sólo  es  desconocida  la  corriente  de  agua  qut 
la  forma,  sino  (|ue    la  estructura  de  sus  orillas  y  su  confi- 
guración  así  parecen   indicarlo.   Es  muy  probable  que  es' 
laguneta   reciba   su   provisión  de  algún  canal  subterrám 
siendo    como  es  constante    que    su    nivel    permanece 
mismo  en  verano  y  en  invierno.   Por  analogía,  es  permiU 
pensar   que   en   esto  lago  hicieran  los   aburígcnes  ofrend 
expiatorias  ó  propiciatorias,  como  con  harta  frecuencia  acoi 
tecía  en  diversas  partes  de  América.  Orobajo  es  fracción 
Sabanalarga. 

Poljlación,   1 .  lülí  habitantes.  —  Latitud  norte,  6*41*  "2 
—  Longitud  occidentaU  1"  5V  15".  —  Altura  sobre  el  n¡ 
del  mar,  üUÜ  metros. —  Temperatura,  "HT, —  Límites  :  conlina 
al  norte  con  Ituango  y  San  Andrés;  al  oriente  c^jii   Yarunial 
y  Beimira  ;  al  occidente  con  Ituango,  y  al  sur  con  Libortnad 

San  Jerónimo.  — La  primera  íundación  de  San  Jerónüiio 
del  Moíitr  existió  cerca  de  la  fuente  del  río  Taraza;  pero 
debido  á  la  ruinado  empresas  mineras,  no  subsistió.  Es  bueno, 
pues,  no  confundir  aquel  primer  establecimiento  con  üI  qu«^ 
hoy  existe  como  Distrito,  sobre  el  camino  que  de  MedoUíu  con* 
düc€  á  la  ciudatl  de  Antioquia. 

De  un  dalo  tomado  del  archivo  eclesiástico,  resulta  q| 
la  parroquia  fué  fundada  en  el  año  de  1653,  y  se  atribuye 
íundación  á  Ü'.  Tomasa  Méndesi  tle  VillarcaL 


H  Í5 


El  primer  caserío  ele  este  Distrito  Tué  construido  ca  el 
llano  de  San  Juan,  y  trasladado  luego  al  punto  que  hoy  ocupa 
en  el  seno  de  un  ángulo  formada  por  el  río  Aures,  Aurra  n 
Aburra  y  el  riachuelo  Muñoz. 

Kl  río  Aurra»  principal  corriente  de  agua  de  las  que 
fecundizan  este  Distrito,  tiene  «u  nacimiento  en  el  llano  de 
Ovejas,  en  parte  perteneciente  al  de  San  Pedro,  Recorre  este 
rio  el  territorio  del  Distrito  en  dirección  sudoeste,  y  después 
de  pasar  por  el  de  Sopetráii,  va  á  desembocar  al  Cauca 
enfrente  de  la  ciudad  de  Antioquia.  El  riachuelo  Muñoz,  que 
le  sigue  en  iniporlancia  en  cuanto  *nl  caudal  de  sus  aguas, 
se  junta  con  el  Aurra,  cerca  de  la  población  cabecera  del 
Distrito. 

Para  completar  la  hidrografía  de  San  Jerónimo,  diremos 
que  las  aguas  del  Aurra  se  aumentan  por  recibir  al  oriente 
los  riachuelos  Tafetanes,  Aguablanca,  Atambora,  Cedros, 
Bateas,  Quebradagrande  y  Utugüén,  y  por  el  occidente  el 
Muñoz,  el  Guaracú  y  el  Espada. 

Hay  sólo  una  cordillera  principal  en  el  territorio  de  San 
Jerónimo,  cordillera  que  puede  ser  considerada  desde  el 
punto  llamado  Boqueroncito,  en  dirección  norte,  hasta 
entrar  en  tierras  de  Sopetrán*  En  ella  están  situados  los  altos 
IJrquitáj  Cabuyal,  Cedral,  Poleal,  Espíritu  Santo  y  Guayabal. 
San  Jerónimo  esta  formado  por  casas  en  su  mayor 
parte  de  tapias  y  tejas;  la  plaza  y  la  parte  alta  se  hallan  sobre 
un  plano  bien  nivelado,  pero  que  hacia  el  norte  se  inclina 
suavemente  hasta  llegar  al  río.  Siquiera  sea  de  aspecto 
humilde,  San  Jerónimo  es  una  bonita  población. 

La  mayor  parte  del  territorio  que  pertenece  á  este  Dis- 
trito, es  feraz  y  propia  para  muy  variadas  labores»  Fuera  de 
los  cultivos  ctjmunes  en  las  diversas  localidades  de  que  hemos 
hablado,  predomina  en  San  Jerónitno  el  laboreo  de  la  tierra 
¡jara  la  siembra  de  arroz,  cuya  calidad  es  excelente.  Para 
(rillar  este  grano  hay  dos  máquinas  muy  regularmente 
montadas,  y  con  el  y  otros  artículos  de  consumo  trafican  los 
vecinos  con  las  poblaciones  cercanas. 


—  346  - 

En  los   alrededores  del  piiebio   hay  unas   pocas   per 
bonitas  casas  de  campo,  y  además,  en  diversos  sitios,  hacienc 
para  la  cría  de  ganados  vacuno,  mular  y  caballar,  que  si  no 
en  mucha  abundancia,  se  producen  bien  y  contribuyen  á  formar 
la  riqueza  relativa  de  esta  parte  de  Antioquia*  Los  pastos 
naturales  y  los  cultivados,  son  jugos<:)S  y  nutritivos,  y  á  pesar 
de  que  el  suelo  no  sea  labrado  con  esmero,  es  propio  para 
producción  de  variadas  y  exquisitas  frutas,  entre  las  cuales  ; 
notan  :  naranjas,  cocos,  ciruelas,  corozos,    limones,  caf 
fístulas,    mangos,    algarrobas,    anones,    mamones^   guar 
bañas  etc* 

Como   fenómenos    güol<'>gicos    llaman    la   atención    U 
cascadas  Al  jurra,  Alarcun  y  Espada.  La  primera  de  ellas 
como  8Ü metros  de  elevación. 

En  punto  á  producciones  minerales,  hay  algunos  def 
sitos  de  carbón  fósil,  y  algunos  aluviones  aurífei*os  abandc 
nados  hoy  por  su  poca  riqueza. 

Sun  regulares  los  camiausque  de  la  caliccera  del  Distril 
siguen  para  Medellín,  Antiotiuia,  San  Pedro  y  Evéjico. 

Aunque  con  lentitud,  este  Distrito  progresa  en  lo  material 
yon  lo  moral.  fl 

Población,  4.038  liabitantes.  —  Latitud  norte,  (7  18"  5".^ 
—  Longitud  occidental,  r45'40".  —  Altura  sobre  el  nivel  de! 
mar^  755  metros.  —  Temperatura,  25*.  —  Límites  :  contir 
al  norte  con  Sopetrán;  al  oriente  con  San  Pedro  j  al 
dente  con  Antioquia  y  Anza,  y  al  sur  con  Evéjico. 


Sopetrán.  —  No  hemos  podido  hallar  en  nuestras 
turas,  documentos  bastante  claros  para  ilusti-ar  la  historii 
anterior  de  esta  ciudad,  poi*  lo  cual  lo  ijue  con  refereneia 
ella  digamos,  habrá  de  ser  de  poca  importancia. 

Que  el  territorio  do  es  te  Distrito  estaba  poblado  por  numc 
rosos  naturales  americanos,  parece  cosa  probada,  tanto 
aseveraciones  de  los  cronistas,  cuanto  por  la  circunstancia  d\ 
ser  sus  campos,  fértiles,  amenos  y  propios  para  el  sosteni 
miento  de  la  vida  humana. 


—  347  — 

Parece  c[ue  á  la  llegada  de  los  conquistadores,  las  tribus 
<|iie  vivían  en  tierras  de  lo  que  es  hoy  San  Jerónüno,  e8tu\iesen 
empeñadas  en  guerra  civil  con  las  habitadoras  de  Sopetrán,  y 
S1S6  da  crédito  á  las  tr¿idiciones,  se  viene  en  conocimiento  de 
que  el  cacique  de  las  últimas,  tenía  por  nombro  Petrán,  do 
donde,  por  la  adición  de  una  sílaba,  vino  la  denominación 
de  Sopetrán  que  hoy  lleva  el  Distrito  en  su  cori^spumiiente 
demarción. 

Atacado  por  los  indios  de  San  Jerónimo,  Petrán  se  vio 

obligado  á  reducir  sus  dominios  a  lo  cjue  son  hoy  las  vegas  del 

narhuelo  Tafi^tanes,  las  del  Aurra  en  su  parto  baja,  y  las 

cíe  la  Sopetrana  hacia  su  parte  norte  y  riccidental.  Es  probable 

^Jue  dominara  también  en  la  loma  de  Quimliayo,  en  la  planicie 

^íe  Córdoba  y  en  las  faldas  vecinas* 

Cania  aparición  de  los  españoles,  todo  ese  efímero  edifi- 
cio de  gobierno  indígena  debió  de  ser  trastornado ;  pero  acaso 
ixo  lo  fué  de  un  modo  absoluto,   pues  se  dice  que  hasta  muy 
^^a^^^anzado  el  curso  del  ultinn)  siglo,  de-^cendienles  del  cacique 
»«isi-rvaron  el  mando  de  los  naturales,  con  el  título  de  capitanes. 
En  el  Nobiliario  del  Nuevo  Reino  de  Granada,  de  D.  Juan 
^•'lores  de  Ocariz;  en  la  preciosa  historia  sobre  la  Conquista 
V     la  Colonia,  de  D,  Lucas  Fernández  de  Piedrahita,  ó  acaso 
^'^  el  erudito  libro  del  patlre  Zamora,  recordumos  halx^r  visto 
^^*^ dación  especial  de  Sopelrán  como  lugar  de  romería,  por  la 
^^-Tiia  de  milagrosa  de  que  gozaba  la  Virgen  colocada  en  su 
'-^niplo,  regalada,  según  se  diav,  por  D.  Francisco  deCampu- 
^^^no.  Esto  lleva  a  pensar  que  desde  el  principio  de  la  Colonia, 
^^istía  un  pueblo  en  el  punto  en  que  está  hoy  la  capital  del 
*-^'partamento  de  que  tratamos,  sin  que  por  esto  salgamos 
^^  nuestra  ignorancia  respecto  á  los  pormenores  de  aquel 
^^tableci  miento. 

Perdido  ile  vista  desde  entonces,  Sopetrán  no  aparece  C4)n 
Vida  activa  y  notable  sino  al  terminar  el  período  de  nuestra 
íridependencia  nacionaL  Cabecera  de  cantón  en  tiempo  de  la 
Nueva  Granada,  quedó,  al  establecerse  et  Goljierno  federal, ca- 
pital de  Departamento. 


—  348  ^ 

Desde  el  principio  del  segiuido  cuarto  de  este  siglo,  la  po- 
blación crecía  y  se  enriquecía  progresivaniente,  y  aquello  eii 
tal  manera,  que  para  lo9  años  de  1845  á  1855  la  ciudad  riva- 
lizaba  en  prosperidad  a  muchas  de  las  principales  del  Estado. 
Sus  edificios  que  al  prinripio  eran  pajizos  y  pobres,  fueron 
reeniplazadns  por  otros  de  tapias  y  tejas  bien  construidos;  sus 
calles,  antes  pendientes  y  escatirosas,  fueron  terraplenadas  y 
empedradas  con  esmero ;  su  plaza  nivelada  en  lo  posible  y 
adornada  con  un  buen  templo;  sus  habitaciones  provistas  de 
excelente  agua;  sus  huertos  plantados  con  árboles  frutales; 
sus  jardines  adornados  con  bellísimas  llores;  y  eso  sin  contar 
cunijuelos  tamarintlos,  los  cañafíslulas,  tos  zapotes,  los  ntspe* 
roa,  Ins  mamoncillos  y  los  cocoterus,  formíunlo  bosques  en 
sus  contornos  y  en  ul  centro  mismo  del  poblado,  le  daban 
sombra  y  h*  convertían  en  riudad  de  aspecto  esencialmente 
orientaL 

La  parle  alta,  al  oriente  de  Hopetrán,  sirve  para  criaden» 
de  muías;  las  vegas  del  riachuelo  Tafetanes,  para  cultivo 
de  sementeras;  la  meseta  del  Llann  de  Montana,  para  est^i- 
blecimientos  agrícolas  de  rliferentes  géneros,  y  éste,  laSope- 
trana,  el  Rodeo,  Corral  falso  y  Córdoba,  para  la  formaciúii 
de  cacaotales,  tan  esmeradamente  cultivados  en  un  tiempo, 
y  tan  productivos,  que,  más  que  empresas  campestres  ordi- 
narias, parecían  más  l>ien  bellos  janlines,  n  graneros  de 
abundancia. 

iJel  uño  55  en  adelante,  la  enfermedad  llamada  mancha 
cayó  sobre  los  cacaotales,  y  con  sus  devastaciones  los  i'cdujo 
á  un  aniquilamiento  totaK  Extendida  lué^o  esta  plaga  á  loi* 
demás  árboles  frutales,  causó  la  ruina  de  todos  ellos  de  un 
modo  casi  completo,  y  por  esta  circunstancia  lo  que  ajitesera 
florido  verjel,  quedó  reducido  ú  campo  desolado  y  meneste* 
roso. 

Aquella  desgracia  aaiecida  ha  causado  una  especie  de 
desaliento  en  los  vecinos,  que  acaso  no  piensan  en  que  la  fera- 
cidad natural  de  sus  terrenos,  puede  redimirlos  de  la  pobi-Cí^a 
accidental  con  la  creación  de  nuevas  industrias  agrícolas.  Hoy 


—  :m 


por  hoy,  el  cultivo  artificial  do  algunos  pastos  para  v\  cebo  ilc 
ganado  vacuno  en  los  lugares  bajoB  del  Distrito,  el  sosteni- 
miento  do  muías  en  algunas  lomas  circundantes,  y  lasíiembra 
del  maíz,  de  la  cana  de  azúcar,  de  la  yuca,  de  los  frí- 
les  y  de  escasos  árboles  frutales,  junto  con  el  comercio  de 
mercaderías  extranjeras,  constituyen  la  base  de  subsistencia 
ile  los  vecinos,  pues  aunque  los  cultivos  del  tabaco  y  tiel  añil 
hayan  sido  ensayados,  el  resultado  no  ha  correspondido  á  las 
lisonjeras  esperanzas  de  los  empresarios. 

La  cordillera  occidental  de  los  Andes  antioqueños  se  ex- 
tiende al  oriente  deSopetrán,  y  leda  ramificaciones  occiden- 
tales que  encítjonan  las  corrientes  do  agua  que  lo  Ijañan  y 
fecundizan.  Las  demás  cordilleras  que  circunscriben  el  Distri- 
to,  sirven  para  separarlo  de  San  Jerónimo  y  de  Evéjico  por  un 
lado,  y  de  Bebnira  y  Sucre  por  otro. 

El  Cauca  lo  separa  de  Antioquia  hacia  el  occidente;  las 
aguas  del  Aurra  le  tocan  en  su  parte  inferior,  y  ademas  com- 
pletan su  hidrografía  los  riachuelos  Tafetanes,  Sopetrana  y 
Yuná  con  sus  fuentes  tributarias* 

Córdoba,  caserío  situado  á  poca  distancia  de  la  ribera 
ilerecha  del  Cauca,  en  donde  se  beneficia  una  salina  bastante 
rica,  y  Quebradaseca,  en  la  misma  margen  del  Cauca,  enfrente 
al  caserió  de  Obregón,  son  consideradas  como  fracciones  de 
Sopetrán.  La  primera,  además  de  la  Salina,  tiene  en  sus  cer- 
canias  copiosos  depósitos  de  carbón  mineral,  y  la  segunda,  es 
decir,  San  Nicolás  de  Quebradaseca,  se  recomienda  por  la  se- 
quedad de  su  suelo,  por  la  pureza  de  su  atmósfera  y  por  sus 
benéficas  influencias  sobre  la  salud  alterada. 

Población >  7.861  habitantes.  —  Latitud  norte,  CXS'  4(J  . 
—  Longitud  occidental,  r47'42"*  — Altura  sobre  el  nivel  del 
mar,  754  metros.  —  Temperatura,  2b''.  —  Límites  :  confina 
al  norte  con  Belmira  y  Sacaojal;  al  oriente  con  Entre-ríos  y 
11  Pedro;  al  oc^cidente  con  Antioquia  y  parte  de  Anzá,  y  al 
sur  con  San  Jerónimo. 

Sucre.  —  En  la  margen  derecha  del  río  Cauca,  hacia  la 


350 


base  de  la  falda  occidental  de  la  coinUUera  central  antíofjue 
hay  dos  poblaciones  que  forman  hoy  parte  de  un  distril 
llamado  Sucre  en  honra  del  Gran  Mariscal  de  Ayacucl 
tan  estrechamente  unido  al  recuerdo  de  las  glorias  ixAo 
bianas. 

De  esas  dos  poblaciones,  la  primera,  situada  entre  Liba? 
riña  y  el  Sucre  de  hoy,  lleva  por  nombre  Sacaoja!,  y  es  la  ca- 
becera del  Distrito.  Este  diminuto  luirar  está  colocado  desvea- 
tajosameiite  sobre  un  plano  inclinado  desprendido  de  la  cor- 
dillera principal,  con  direccitjn  de  oriente  á  oocidentOy  y 
grupo  de  edificios  que  lo  componen  es  de  aspecto  mezquina 
harto  pobre. 

Sacaojal  fué  fundado,  erÍs>ido  en  distrito  y  gobernado 
tres  jueces  de  paz,  en  1773.  En  el  mismo  ano,el  Sr,  Joaquín  de 
Bastida cdiricó  su  primer  templo. 

Sucre,  coloaido  entre  Sacaojal  y  Córdol>a,  á  300  metros 
de  la  orilla  del  Cauca,  es  también  una  reducida  població 
pero  do  mayor  importancia  que  la  cabecera  del  Distrito.  Est 
construidas  las  casas  de  esta  fracción  sobre  una  playa  aren 
sumamente  calida,  y  en  el  ángulo  formado  por  el  río  Cauca  y  el 
riachuelo  Potren3  que  la  baña  por  el  sur.  Enle  riachuelo  nac^ 
on  la  escarpa  de  la  cordillera  mencionada,  y  á  pocos  centena- 
res de  metros  hacia  el  oriente  del  caserío,  rueda  por  un  peñascjo 
formando  una  bonita  cascada,    la  cual  refresca  el  ambiente 
en  un  circuito  de  regular  extensión.  En  aquel  punto  enfriado 
por  un  constante  vapor  de  agua,  se  reúnen  diariamente  hasla 
doscientos  fabricantes  de  sombreros  de  paja  de  iraca,  prenrla 
de  tocado  que  tejen  de  una  manera  admirable.  Aquel  grupa  de 
trabajadores  está  compuesto  por  hombi'es,  mujeres  y  níilo^H 
qtie  escogen  tal  sitio,  tanto  para  evitar  los  ardores  de  la  abrat^" 
sada  playa  del  Cauca,  cuanto  para  mantener  la  paja  de  que 
hacen  los  sombreros,  humedecida    y    blanda    para  facilitar 
la  obra.  Mientras  esos  obreros  desempefían  su  labor,  hablan, 
ríen  y  cantan ;  y  entre  retozos  y  canciones  pasan  agradable- 
mente las  horas  de  su  tarea.  El  ruido  de  la  cascada,  ol  mur- 
mullo de  las  ondas  del  riachuelo ,  la  frescura  del  campo, 


ciói^H 
¡stáH 
losa" 


verdor  de  la  vegetación  y  el  canto  de  algunas  aves,  convierten 
aquel  puesto  en  agradable  paisaje  que  los  pasajeros  visitan 
íiiempre  con  placer.  Esa  industria  suministra  á  los  vecinos  el 
medio  adecuado  para  su  modesta  y  acaso  pobre  subsistencia, 
porque  las  otras  industrias,  ó  no  existen  ó  se  ejercen  muy  por 
menor. 

Población,  á.05i  habitantes.  —Latitud  norte,  l)'*->8'  40". 
"*  Longitud  occidental,  1"50''20". —  Altura  sobre  el  nivel  del 
í^ar,  600  metros.  —  Temperatura,  26^  —  Límites  :  confina 
^i  norte  con  Liborina;  al  oriente  con  Belmira;  al  occidente 
^n  Antioquia,  y  al  sur  con  Sopctrán. 


El  Departamento  del  Sur  limita  al  seteutrión  con  el  De- 
X^artamento  de  Oriente;  al  éste  con  el  Estado  del  ToHma;  al 
^^^ccidente  con  el  Departamento  de  Sudoeste  y  el  Eiátado  del 
^IlJauca,  y  al  sur  con  el  mismo  Estado.  Población  :  00.883   habi- 
tantes. 

Aguadas.  —  En  uno  de  los  caminos  que  de  Medellin  si- 

;^nien  para  la  capital  de  la  Uepii1>lica,  se  halla  la  cabecera  de 

^^te  Distrito,  el  más  soten  trienal  de  los  que  forman  el  rico 

Xíepartaniento  del  Sur,  Llamóse  Aguadas  desde  el  principio  de 

^ste  siglo,  y  llamóse  así,  porque  los  primeros  explor-adores  de 

^*saB  hasta  entonces  ignotas  montañas,  formaban  en  dicho  sitiu 

pozos  de  agua,  recogiendo  las  pocas  de  algunos  manaderos, 

tanto  para  su  personal   consumo,   como  para  abrevar    los 

ganados  que  conducían  en  sus  cortos  viajes* 

Fueron  primeros  fundadores  de  esta  población,  los  seño- 
res José  Narciso  Estrada  y  una  familia  Villegas,  quienes 
principiaron  la  obra  á  lines  de  la  segunda  década  del  siglo 
presente. 

El  punto  escogido  para  edificar  las  primeras  casas,  fué 

23 


I 


—  35  i  -^ 

tomado  en  un  reducido  plano  sobre  el  lomo  de  uii  ramal  occí« 
dental  de  la  cordillera  central  de  los  Andes  culombianos.  Esta 
designación,  si  bien  imprcscindihlo  por  faifa  de  otra  mejor, 
fué  bastante  desgraciada*  La  superficie  ocupada  por  la  c-abe- 
cera  del  Distrito,  es  breve  y  ua  lauto  desigual  ;  cuenta  apenas 
640  metros  de  longitud  y  400  metros  de  anchura,  lo  que  da 
un  total  de  cuarenta  manzanas,  pooo  edificadas,  y  con  solares 
descuidados  por  sus  Imbitantes,  por  cuanto  dedicados  á  la 
industria  manufacturera  de  sombreros,  dejan  en  notable  in- 
curia y  en  lastimoso  abandono  lo  que  atañe  á  las  comodidades 
del  hogar. 

Aunque  no  a  una  altísima  elevación  sobre  el  nivel  del 
niar>  el  clima  de  Aguadas  es  frío  y  un  poco  destemplado, 
debida  esta  última  circunstancia,  si  no  estamos  engañados,  á 
la  estructura  geológica  de  la  localidad.  Algunos  pueblos  del 
Estado  de  Anlioquia  que  por  su  tem|>eratura  media  deberían 
ser  sumamente  convenientes  para  la  salud,  como  Aguada^,  el 
Retiro,  Santo  Domingo  etc,  etc.,  dan  motivos  píira  establec4?r 
excepciones?,  si  no  en  cuanto  á  su  influencia  benótlca  en  gene- 
ral, sí  en  cuanto  a  algunos  puntos  correspondientes  á  la  sal 
individuaL 

En  efecto,  hemos  creído  notar  en  algunas  de  esas  localf 
dades,  un  influjo  pernicio5?o  sobre  las  fuítciones  del  sislem 
ncr\1oso,  que  expone  á  los  babitantes,  con  especialklad  á  lo$ 
del  sexo  femenino,  á  ataques  convulsivos,  epitóplicus  é  bisi 
ricos*  Las  personas  así  atacadas  parecen  ^umamenlc  timíd 
y  tanto,  que  la  más  leve  inipiesión  moral  las   Uirna  tem 
rosas.  Parece  que  esas  personas  estén  -siempre  ilomiiiad 
por  una  tensión  eléctriai  notable;  y  el  mecanismo  para  llegar 
¿  esa  situación  lo  expJicamuSt  hiputéticainente  se  enticm 
por  la  circunstancia  de  que  pisan  hal)itualinenle  un  s 
arcilloso  y  compacto.  El  agua  de  lluvia,  al  pí>noriM»  en  acotad 
coa  esta  tierra  impermeable,  mantieije,  á  corLísinia  dista 
de  la  sujjüriicie,  un  depósito  iluído  que  eJitra  eil  €7vapai% 
ción  lenta  pero  constante.  De  esa  manera,  el  pie,  frccueu 
mente  desnudo,  recibe  eu  su  planta,  tan  rica  de  expaiisioni 


—  355  — 

nerviosas,  la  acción  de  esa  Inimedatl ,  y  como  el  agua  sea 
acaso  el  mejor  conductor  de  la  electricidad  terrestre,  dicho 
Üúido,  por  corriente  seguitla,  altera  la  economía  da  una  ma- 
nera permanente* 

Para  formar  una  idea  exacta  de  la  situacióu  física  de 
este  Distrito,  limitémosle  con  una  línea  que  gire  por  sus  con- 
tornos. Principiando  por  el  oa-ideiite  hc  conexiona  con  Nneva- 
caramanta  y  Valparaíso,  y  queda  sólo  separado  de  ellos  por 
la  corriente  del  río  Cauca;  por  el  norte  está  en  relación  con 
Santa  Bárbara,  Abejorral  y  Simsón,  teniendo  en  medio  el  río 
Ama;  por  el  firieide  es  iVojiterizo  á  Salamina,  sirviendo  de 
apuración  el  río  San  Antonio  que  desagua  en  el  Arma,  y  por 
oUür  otra  vez  am  Salamina  y  con  Pacora,  teniendo  en  medio 
J^  cordillera  de  Santa  líita  y  los  riachuelos  de  los  Peñoles  y 
Pacora - 

Los  terrenos  comprendidos  en  este  perímetro  son  am- 
PHos,  y,  aunque  moutañosos,  sumamente  fértiles  y  pmpios 
P**ra  empresas  agrícolas.  Si  la  agricultura  no  es  el  ramo  pre- 
^^f en  temen  t43  atendido  por  los  habitantes,  para  el  acrecentar 
'^ícinto  de  su  riqueza  y  l>ienestar,  débese  esto  á  que,  por  un 
*^^lso  cómputo  económico,  loe  aguadeños  piden  la  mayor  parte 
^^  los  arbitrólos  para  su  existencia,  á  la  industria  fabril  de 
'*^  sombreros  de  paja  de  iraca.  Un  rendimiento  semanal  de 
^^^  mil  pesos»  poco  más  ó  menos,  obtenidi>  por  medio  de 
^^la  labor,   resuelve   iemporalnierite  el  problema  de  la  vida 
Risica,  de  un  modo  satisfLictorio  ;  pero  no  hay  que  hacer  fuerza 
de  razonamiento  para  com|)render  que  esta  base  de  riqueza 
pública  es  fugaz  y  precaria.  Muy  oportunamente  nos  ha  hecho 
observar  un  cí>lal>orador  y  amigo,  al  tratar  de  la  geografía  íle 
i*ste  Distrito,   que  todas  las  industrias   de   que  hoy  vive  el 
Estado,  ó  la  mayor  parte  de  ellas,  podrán  desaparecer  una 
tras  otra,  ó  al  menos  dislocarse  de  sus  actuales  centros,  por- 
que asienta  en  la  naturaleza  de  ellas  :  la  minería  por  agota- 
miento de  los  veneros,  el  comercio  por  la  creación  de  puntos 
ili?  tráfico  mejor  colocados,  y  así  para  las  demás.  La  agricul- 
tuiM,  que  pide  á  la  tierra,  herencia   providencial,  todos  bíS 


^  :i56  — 


elementos  para  la  satisfacción  de  las  necesidades  del  hoi 
bre,  está  destinada  a  ser  permanente  y  vivir  en  las  edad« 
tanto  como  la  humanidad  misma  :  lo  demás  es  subalterno 
auxiliar. 

Sin  habkir  de  la  cordillera  central  en  la  parto  que  toca 
Aguadas,  diremos  ijuc  su  orografía  se  reduce  á  la  que  resal 
de  las  ramiíicaciones  secundarías,  tanto  de  la  misma  masa 
montañosa,  como  del  estribo  principal  sobre  cuyo  lomo  d 
cansa  la  cabecera  del   Distrito,   Las  inrmitas  divisiones 
este   contrafuerte,  espiran  en   las  orillas  del   Cauca  y  d 
Arma*  El  ramal  principal  forma  ahajo  del  pueblo  y  hacia 
occidente,  una  profunda  quiebra,  y  se  levanía  luego  en  u 
gran  mole  llamada  alto  de  Tierra  tría  ó  de  la  Mont-ana.  Vien 
después  otra  depresión  y  otro  levantamiento,  conocidos  con 
nombre   de  Tuinbabarreto,  y  mas  adelante,   otra  profunda 
((uieljra  seguida  por  una  gran  montaña  llamada  el  Espinal, 
que  termina  en  la  confluencia  del  Cauca  y  del  Arma* 

Al  río  Pacora  nu  alluyen  fuentes  notables,  sino  las  de 
boral,  San  Pablo  y  la  Castrillona,  y  el  caudal  de  sus  aguas 
completa  con  vertederos  de  poca  significación • 

Al  Arma  alluyen  muchas  corrientes  de  agua^  entre  1 
cuales  las  principales  son  :  Tarcará,  Chorrera,  (luaco,  Po 
I^ito,  yeca,  Notosí,  Oro  y  Naranjo,  De  la  Montaña  y  de  ' 
bal>arretOj  bajan  al  Cauca  los  torrentes  Aldana,  Rayo  y  Cajo 

Los  terrenos  de  Aguadas  son  de  los  más  feraces  del  Estad 
y  varían  de  temperatura  media  desde  las  heladas  serranías 
Tarcará  hasta  las  ardientes  orillas  del  Cauca  y  del  Arma,  Pí 
su  mejor  y  mas  expedita  administración,  está  divido  el  Distri 
en  las  siguientes  fracciones  :  Arma,  I^ito,  Guaimaral,  Gua 
Mermita,  lííoari^iba,  Mesones,  Chorrei^a,  Tarcará,  Santa  Ri 
Viboral,  Castrillona  y  San  Nicolás,  En  cada  fracción  hay 
ó  dos  agentes  de  policía  y  una  ó  dos  escuelas,  según  el  mime 
de    habitantes,  costeadas  por  los  jiadres   de  familia.  En  la 
fracción  de  Arma  hay  un  Inspector  de  policía  con  funciom 
de  Corregidor,  y  tíos  escuelas,  cuyos  directores  son  pagad 
por  el  Estado. 


I 


El  Distrito  se  comunica  directamente  por  caminos  espe- 
ciales, sin  que  en  ellos  se  halle  otra  población,  con  Abejorral, 
Sonsón,  Pensil vania,  Pacora,  Marmato,  Nuevacaramanta, 
Valparaíso  y  Sonta  Bárbara  :  ticno  dos  pasos  en  el  río  Cauca 
denominados  Dona  María  y  la  Triste,  y  algunos  puentes  sobre 
el  río  Arma  en  los  puntos  de  La  Esmeralda,  San  Pedro,  San 
Rafael,  Arenillal,  y  por  ultimo  el  puente  natural  de  piedt*a  en 
la  vía  que  conduce  á  Pensilvania, 

Los  habitantes  de  Aguadas  tienen  su  origen  en  ese  grupo 

de  antioqueños  atrevidos  y  robustos  que  desde  el  principio  de 

este  siglo  comenzaron  a  dominar,  por  la  tenacidad  del  trabajo,  el 

suelo  agreste  y  enmarañado  de  la  parte  meridional  del  Estado, 

Por  mucho  tiempo  han  conservado  los  aguadeños  el  carácter  y 

costumbres  recomendados  por  el  gran  fondo   de  moralidad 

que  contenían.   Hoy  aquella  población  está,  como  todas  las 

otras  de  la  America  latinaren  un  período  de  transición,  cambio 

crítico  que  expone  a  perdidas  y  ganancias;  pero  que  al  fin 

habrá  de  presentar  un  problema  que  se  resuelva  en  bien  de  la 

asociación,  por  el  influjo  Iienefico  de  una  educación  popular 

bien  dirigida. 


Arma.  —  Esta  población,  fracción  de  Aguadas,  fué  fun- 
^^da  con  título  de  ciudad  por  Miguel  Muñoz,  en  el  año  do 

Don  Sebastián  de  Belalcázar  dio  la  orden  para  fundarla, 
*^^tes  del  terrible  drama  ocurrido  en  la  loma  de  Pozo,  cuan- 
^^  8e  dio  muerte  infamante  y  vil  de  garrote  al  conquistador 
Robledo, 

Arma  fué  establecida  sobre  un  campo  ocupado  á  la  en- 

''^cla  de  los  españoles  por  una  gran  tribu  de  indígenas,  á 

T'^ienes  llamaron  arnuidos,  por  la  circunstancia  de  hal>erse 

P^^entado  á  combatir  cubiertos  de  petos,  brazaletes,  collares 

y  Pronas  de  oro  fino. 

Después  de  algún  tiempo  de  haber  sido  hecho  este  esta- 
"^^^imiento,  por  causa  de  la  insalubridad  del  clima  se  trasladó 
'^ ciudad  al  lugar  en  que  boy  existen  sus  restos. 


—  358  — 

Combatió  contra  a<(uoliüs  iiidígeiías  el  célebre  liistoriadof 
peninsular  Pedro  Cieza  de  León,  narrador  ingenuo  du  mu; 
chas  guerras  de  conquista  en  el  Continente  americano,  Est 
notable  personaje  fué  agraciado  por  Rol)ledo  ó  Bclalcázar  oo( 
la  encomienda  de  los  mencionadus  indios,  encomienda  que 
abandonó  bien  prcísto  para  trasladarse  al  Perú. 

La  ciudad  de  Arma  tuvo  efímero  brillo  al  principio  pe 
ser  muy  rica  de  o!'o;  pero  las  malas  intluencias  de  su  suele 
lo  húmedo  y  mefítico  de  su  atmósfera  y  otras  circunslancia 
desíavorables,  fueron  arrojándola  poco  a  poco  en  lamentabl 
postración,  Hoy  se  compone  de  una  agrupación  de  pobrísimos" 
edificios,  y  de  una  corporación  de  pocos  y  enfermizos  habi- 
tantes. 

Población,  1 1 .294  habitantes.  —  Latitud  norte,  5"  3^4? 
—  Longitud  occidental,  T  27'  iíf,  —  Altura  sobro  el  nivel  del 
mar,  S.iflO  metros.  —  Temperatura,  IS'*.  —  Límites  :  coafína 
al  norte  con  Abejorral  y  Sonsón;  al  oriente  con  Sonsón; 
occidente  con  Támesis  y  Valparaíso,  y  al  sur  con  Pacora. 

Filadelfia.  —  La   palabra    con  c|Ué    se  denomina  es 
Distrito,  es  de  urigen  griego  y  está  compuesta  por  dos  e^ 
mentosque  tanto  quieren  decir  como  amor  de  liermanos. 

Hasta  el  año  di*  18í0,  la  selva  virgen  que  cubría  ee 
extensión  de  terreno  estaba  intacta,  y  a(*onteció  entonces  qiií 
unos  señores  Valencias,  Gutiérrez,  Üsorios,  Ospinas  etc, 
procedentes  de  Salamina,  comenzasen  á  explorarla.  Temí 
Osorio,  en  1860,  se  estableció  sobre  el  mismo  punto  en  ql 
hoy  existe  la  población;  pero  no  fué  sino  en  1873  cuan( 
Filadelfia  comenzó  á  tener  vida  civil. 

El  Uistrito  existe  hoy  sobre  los  mismos  punios  en  qaé 
estuvieron    situados   los    indios    Picaras,   cc»nquistados 
Jorge  Robledo.   Esas   tribus  y  sus  colindantes  dependiere 
al  principio,  para  su  administración,  de  la  ciudad  de  Cartaf 
fundada  en  1541  por  el  conquistador  menci(mado    y  ene 
mandada  al  capitán  Suero  de  Nava.  La  crueldad  de  los  esf 
fióles  fué  tal  en  a(iurlla  época,  que  la  raza  indígena  desapai 


—  3S9  — 

tmi  totnlmenle,  t  raro  sería  p<>der  encontrar  al  pi\?sente  algu- 
nas persoüas  de  sangre  pura  inclígeiiít  eiih-e  ios  habitantes 
del  Distrito. 

No  tiene  Filadelfia  lerrenos  sobre  la  cumbre  de  la  cordi- 
llera central ;  pero  sí  los  tiene  altos  en  im  contrafuerte  que  ee 
deprende  de  aquella  enorme  mok%  dirigiéndose  aproxima- 
daraente  primero  al  sur  y  después  al  occidente,  y  que  termina 
m  colinas  más  ó  menos  plegadas  en  un  valle  fronterizo  al 
Caiica. 

Las  cúspides  más  aUas  de  esas  montanas  se  hallan  en 
Istó  alturas  de  Morrón,  Paila^  Cruces  y  Maivá. 

Tres  ríos  principales  bañan  el  Distrito  :  el  Cauca,  el 
Honda,  en  gran  parte  de  su  curso,  y  el  Tapias,  en  su  parte 
bajaümité  con  ÍC|Í|pb-Cada  una  de  estas  tres  corrientes  tiene 
su  respectiva  hcí^Pnidrografica,  y  cada  una  recibe  el  tributa 
de  varios  manaderos,  fuentes  y  arroyos.  Los  torrentes  princi- 
pales son  :  Maiva,  que  desagua  en  el  Cauca;  Tarea,  Santa 
fíosa^  Jardín  y  Despensas. 

El  clima  varía  en  conformidad  con  sus  alturas  sobre  el 
^Weldel  mar.  Encima  de  la  cordillera  es  frío,  templado  en  la 
P^j'te  media,  y  cálido  en  sus  cercanías  al  Cauca. 

El  Distrito  está  compuesto  porcinco  fracciones  :  Ciénaga, 
^-^ntrOj  Morrón,  Aguadita  y  Totuma!.  De  estas  fracciones, 
*^spués  de  la  del  centro,  la  de  Morrón  parece  ser  la  más  im- 
P^rtante,  puesto  que  puede  mantener  una  escuela  elemental 
'^ista  en  que  se  da  educación  á  cuarenta  niños. 

La  parte  fría  es  eminentemente  salubre;  en  la  tem- 
F*lada  no  lo  es  tanto,  pues  causa  por  sus  malas  influencias 
^  producción  del  tuntún,  de  las  fiebres  miasmáticas  y  del 
*^»^/e,  enfermedad  la  última  muy  esparcida  en  aquella  loca- 

'*Cfafcd. 

Los  terrenos  son  por  lo  general  muy  feraces,  y  dan  en 

^^Híndancia  la  mayor  parte  de  las  producciones  tropicales.  El 

^m,   los  frísoles,  el  cacao,  la  yuca,  la  cafta  de  azúcar  y  el 

t^Utano,  son  artícidos  de  primera  necesidad  y  de  producción 

|^>%pontániía. 


—  :í60  — 

La  flora   de  Filadelfia   es  lujosa    y   variada.   Hay 
diferentes  sitios  maderas  adecuadas  para  la  construcción  y 
ebanistería;  plantas  medicinales  y  de  ornamentación;  paste 
naturales  y  cultivados,  propios  para  el  incremento  de  la  in- 
dustria pecuaria. 

El  reino  animal  es  por  lo  general  pobre,  sin  que  pe 
eso  falten  en  el  Distrito  aves  y  cuadrúpedos  de  alguna  impor- 
tancia. 

En  el  reino  mineral  liay  notable  variedad  de  produc- 
ciones, y,  como  principales,  haremos  mención  solamente  de  un 
filón  de  plata  nativa  roja,  de  algunas  vetas  de  oro,  de  varías 
fuentes  saladas,  de  muchas  caleras  y  de  algunos  depósitos 
carbón  mineral. 

El  área  del  lugar  es  reducido,  pero  ¿ien  trazado;  1< 
edificios  son  pajizos,  y  los  habitantes  por  lo  general,  pobi 

Dos  fenómenos  geológicos  notables  deben  ser  moncic 
nados  al  hablar  de  Filadeltla  ;  la  Cueva  del  Nieto,  formada  por 
una  enorme  roca  que  da  sombra  a  una  extensión  de  cerca 
100  metros,  y  un  cuasi  puente  natural  formado  por  el  torrent 
llamado  Despensas. 

Población,  ?, 535  habitantes.  — Límites:  confina  al  norte 
con  Salamina  y  Pacora;  al  oriente  con  Salamina  y  Aranzazu ; 
al  occidente  con  el  Estado  del  Cauca,  y  al  sur  con  Neira* 


Manizales.  —  Bien  sabemos  que  el  escritor  de  Geograf 
debe  llenar  su  tarea  con  inexorable  severidad  científica,  porqi 
de  hechos  y  no  ilc  asuntos*  fantásticos  es  de  lo  que  trata 
importante  ramo  de  los  conocimientos  humanos. 

Al  llegar  á  la  descripción  de  Manizales,  hacemos  al  lectc 
una  rendida  suplica  y  le  pedimos  una  modesta  licencia  pal 
que  nos  permita  entrar  en  el  asunto,  previa  una  ligera  obse^ 
vación  filosófica. 

El  hombre  estudioso  contempla  los  fenómenos,  Jos  oxplica_ 
si  puede  y  hace  sus  deducciones.  Vida  y  muerte;  principio j 
lin  de  los  seres,  de  las  sociedades  y  de  las  cosas.   Asistir  < 
intento  analítico  á  estos  dos  graves  acontecimientos  del  ordi 


—  :m  — 

físico  y  del  oríleii  moral^  es  negocio  sumamente  interesante  y 
digno  de  fijar  en  él  la  más  esmerada  meditación. 

Examinar  la  vida  cuando  principia  es  asunto  de  un  idilio ; 
verla  cuando  termina  es  tarea  elegiaca* 

Decir  que  el  hombre  nace  y  muere  es  deciruna  cosa  inútil, 
por  sor  bien  sabida  de  todos  ;  pero  decir  que  los  pueblos  y  las 
í^aciedades  pasan  por  las  mismas  mudanzas,  es  verdad  un 
poco  menos  vulgar  y  mejor  conocida  por  los  liistoriadores  que 
por  las  masas  populares.  De  todas  maneras,  escudriñar  unoú 
otro  de  estos  fenómenos  es  causa  de  placer  ó  de  pena. 

Cuando  nosotros,  al  pretender  hacer  la  descripción  de  los 
diferentes  distritos  del  Estado  de  Antioquia»  hemos  tenido  que 
ver  las  viejas  ciudades  de  Gáceres,  San  Juan  de  Rgdas  y  Arma 
corao  cubiertas  por  un  sudario,  cuando  hemos  asistido  y  asis- 
timos á  los  movimientos  agonizantes  de  San  Carlos,  Marinilla 
y  Antioquia,  y  cuando  hemos  contemplado  la  situación  esta- 
cionaria de  muchas  de  nuestras  poblaciones,  hemos  andado  en 
íHiestra  labor  con  cierto  frrado  de  timidez  y  abatimiento  de 
fileno  hemos  podido  prescindir.  Por  el  contrario,  cuando  tra- 
bamos de  Mcdellín,  Yarumal,  Andes,  Jericó,  Manizales  etc., 
^^  pluma  corre  con  gusto,  el  pensamiento  va  con  rapidez,  y  la 
^taligencia,  si  no  feliz  en  la  expresión,  se  siente  satisfecha  y 
*^ntra  en  acción  con  placer  y  contentamiento. 

Cuando  tratemos  deSalamina,  liaremos  el  sucinto  cuadro 
^o  lo  que  era  á  principios  de  este  siglo  una  gran  parte  de  lo 
Ivie  es  ahora  el  Departamento  Sur  de  nuestro  Estado.  Apun- 
*^mos  al  presente  que  lo  que  tocaba  á  la  provincia  de  Quim* 
*^sya,  en  lo  que  es  hoy  el  floreciente  distrito  de  Manizales,  se 
•^aliaba  hasta  mediados  de  la  cx^nturia  (jue  corre,  en  el  mismo 
astado  de  aislamiento  y  soledad  en  que  lo  dejaron  después  de 
la  Conquista. 

En  el  año  de  1832,  el  circuito  que  se  extiende  á  la  parte 
meridional  de  Salamina  era  casi  totalmente  desconocido  para 
los  antioqueños.  Se  sospecliaba  en  él  la  existencia  de  una  rica 
salina,  y  en  indagación  de  ella  fueron  allá  los  señores  Fer- 
nando Henao  y  Manuel  Estrada,  quienes  la  descubrieron  en 


:m 


el  punto  llamado  Gnacaica,  El  Sr.  Elias  González»  propi 
de  los  terrenos,  no  dio  por  entonces  gran  importancia  á  e 
precioso  hallazgo,  por  cnanto  una  ley  de  la  República  pese 
vaba  para  la  Hacienda  nacional  las  minas  de  esta  clase.  M 
tarde»  en  IS'lSj  la  ley  íué  reformada,  y  los  propietarioe  d< 
terreno  fueron  declaividos  <lLieños  de  las  fuenle?^  saladas, 

Marcelino  Palacio,  companero  de  González,  estuvo  en- 
cado de  hacer  el  primer  establecimiento  para  la  elaboración 
la  sal  de  cocina  en  los  manantiales  descubiertos.  Uniendo 
con  el  descubridor  Henao,  Palacio,  joven  en  aíiuella  époc 
robusto,  emprendedor  é  inteligente,  estableció  trabajos  inidi- 
mentarios  que  no  alcanzaron  por  entonces  notable  desarroll 
Como  puntO'  auxiliar  para  la  empresa  y  como  sitio  de  grand 
esperanzas  agrícolas,  determinó  González  hacer  la  fundací 
de  Neii*a,  no  en  el   sitio   en  que  está   hoy  la  cabecera  del 
Distrito,  sino  en  Neira -Viejo,  próximamente  cercano  á  G 
caica. 

En  calidad  de  directores  del  famoso  estal)iecímientr> 
Marmato,  existían  en  atpiel  rico  mineral,  entre  otros  n*>tabli 
europeos,  los  do8  hermanos  Carlos  y  Guillermo  Degenlian 
expertos  ambos,  yambos  naturalistas  distinguidos.  Desde 
establecimiento  de  Marmato,  colocado  sobre  el  flanco  ortent 
de  la  cordillera  occidental  de  los  Andes  colombianos  y  on  te 
torio  del  Estado  del  Cauca,  se  divisa  durante  los  días  despcj 
dos  y  en  las  n<iches  aknnbradas  por  la  luna,  el  vasto  y  niagnJ 
fico  panorama  íorjnado  por  ese  trozo  de  la  cordillera  andi 
del  centro,  al  frente  del  estublecimienbj  indicado,  con   una 
ligera  desviación  hacia  el  sur-sudeste,  en  donde  queda  Jijnit<i 
por  las  formidalíles  alturas  tie  la  mesa  de  Herveo,  la  argentii 
nevera  del  líuiz  y  las  cimas  diamantinas  de  Santa  Isat>eL  En 
tiempo  (i  que  ñus  referimos,  e!  aspecto  solitario  y  salvaje  de 
flnrcsta  virgen  y  las  encumbradas  eminencias  de  la  paramera, 
debieron  de   llamar  la  atención  de  los  jóvenes  Degenharrftt 
quienes  concibieron  el  pensamiento  de  emprender  un  vía 
cienlllico  por  esos  lados. 

El  joven  Palacio^  después  de  sus  primeras  excursiones 


Ji-    " 

I 

1^1 


—  :í6:í  — 


íurde  Salaniina,  había  fijado  su  residencia  en  la  vieja  ciudad 
de  Santiago  de  Arma.  Estando  en  ella,  reribin  una  carta  de 
D.  Carlos  Degenhardfc  en  la  que  le  invitaba  para  hacer  una 
ascensión  al  Ruiz  en  su  compañía.  Aceptada  la  ín\itación  y 
tomando  por  guía  á  un  señor  Hurlado,  se  hizo  el  viaje  de  expío* 
ración  por  aquellos  atrevidos  viajerosj  de  la  misma  manera  en 
queso  hacían  las  cxpediciunes  españolas  durante  la  Concjuista  ; 
esciecír,  venciendo  his  dificultades  de  la  selva,  la  ofrecida  por 
la  impetuosa  corriente  de  loa  ríos,  y  la  no  menos  grande  de  un 
difícil  ascenso  por  las  breñas  casi  verticales  de  aquella  colosal 
montaña. 

Allanados  los  primeros  obstáculos,  los  caminantes  llegaron 
á  la  gran  mesa,  y  torciendo  luego  al  sudeste  escalaron  la 
nevera  por  el  flanco  occidentaL 

D.  GuillermoDegenhardt,  provisto  de  instrumentos  de  pre- 
cisión matemática,  hizo  las  primeras  observaciones  científicas 
^obre  aquellas  alturas  desiertas,  mientras  el  señor  Palacio, 
^<^i\  su  arrojo  de  sólido  montañés  antiorjueño,  asentó  la  planta 
^ohreel  borde  traquítico  de  aquel  inllamado  volcán. 

De  las  observaciones  del  señor  Degeiihardt,  poco  ó  nada 
'^^Tiios  visto  hasta  ahora.  La  mirada  certera  y  práctica  de 
-  alacio  anduvo  con  mejor  fortuna.  Desde  la  cima  de  la  montaña 
desde  las  cumbres  de  aquella  masa  colosal,  vio  que  hacia  el 
^^iden te  se  desenvolvía  un  rico  territorio  compuesto  de  pía* 
^Os inclinados,  quiebras  y  colinas  rtc  gracioso  aspecto,  Todí) 
^^lel  circuito  prometía  por  su  üsononna  una  extraordinaria 
^racidad.  Palacio  acababa  de  ver  lo  que  más  de  tíos  siglos 
^tites  los  capitanes  Mendoza  y  Maldonado  habían  recorrido  y 
-Xplorado  para  dejarlo  en  el  abandojio. 

Vuelto  á  su  residencia.  Palacio  invitó  á  Alberto  Londoño 
á  Nicolás  Eclieverri,  con  el  fin  de  emprender  circunstancia- 
lamente  el  estudio  de  lo  que  había  descubierto,  no  sólo  con  el 
objeto  de  buscar  suelo  de  pan  sembrar,  sino  oon  el  de  descu- 
iirir  i'icas  minas,  mira  primordial  de  todo  antioqueño  al  aco- 
[meter  operaciones  de  esta  especie* 

Reunidos  los  tres  individuos   indicados,  touTaron  el  ca- 


10  de  Giiacaica,  y  desde  la  Salina,  torciendo  al  sur-sudeste, 
'avesarrm  bosques  arrogantes  formados  por  las  más  aventa- 
lítas  especies  vegetales,  entro  las  cuales  el  cedro  y  la  palmera 
e  cx:*ra  descollaban  de  una  manera  vintosa  é  imponderable. 

Dejanflo  la  corriente  del  Guac^ica,  siguieron  las  agu<\s  de 
[m  liacluiclo  tributario,  hasta  llegar  a  una  superficie  casi  ni- 
helada  en  la  Ijase  misma  de  la  moniaña.  Detuviéronse  en 
aquel  punto  por  iiabcr  hallado  en  él  indicaciones  auríferas,  y 
cataron  diez  pesos ;  pero  detenidos  por  la  escasez  de  alimentos, 
contonláronse  con  l)auNzar  la  corriente  de  agua  con  el  nomlirc 
de  Olivares,  por  dos  arboles  de  ese  nombre  que  enc^)ntrarott 
soljre  el  puntci  do  su  indagación  metalífera. 

De  Olivares  tiraron  al  sudeste  y  dieron  con  otro  riacliuelo 
a  que  pusieron  por  nombre  Man  Ízales,  por  contener  su  lecho 
grandes  fragmentos  de  una  roca  llamada  innni  por  los  mine- 
ros dv\  |)aís,  y  sieaíta  granitoide  por  los  geólogos* 

De  Man  Ízales  siguieron  al  occidente  por  la  ceja  en  que 
hoy  está  la  ciudad,  selvática  entonces,  halagadora  para  ulte- 
riores empresas,  y  por  el  Guineo  regresaron  á  Neira,  vencidos 
hasta  cierto  punto  por  las  dilícultades  del  terreno,  y  sobre  l4)do 
por  la  falta  de  víveres, 

En  el  año  de  1848^  había  crecido  un  poco  el  niimen>  de 
los  buscadores  de  riqueza  eíi  lo  que  es  hoy  este  Distrito ;  mas 
á  la  sazón  seguíase  un  pleito  entre  González  y  Salazar,  con  los 
que  pretendían  fundar  una  población,  por  la  propiedad  do  los 
terrenos. 

Acompañado  de  varios,  emprendió  el  señor  Palacio  una 
nueva  exploración  con  el  intento  ya  de  echar  los  fundamentot? 
de  im  pueblo*  Fin  esta  vez,  andancio  con  mayor  atención,  que- 
daron los  viajeros  más  y  más  encantados  de  la  riqueza  del 
suelo  y  del  lujoso  carácter  de  la  vegetación.  Quisieron  al  prin- 
cipio establecarse  en  Olivares;  pero  hallando  inconvenienlcs 
para  ello^  pretendieron  hacerlo  sobre  la  serrezuela  cercana  al 
riachuelo  de  Manizales.  La  falta  de  agua  los  ai'rojó  de  e@Q  ^ 
punto,  y  aunque  nu  fuese  de  ronsideración  la  ((ue  había  en  el 
sitio  ocupado  ahora  por  la  ciudad,  resolvieron  deíinitivíunenbi 


, 


—  3G.1  — 

lijarse  en  él, por  cuanto  les  ofrecía  notables  y  evidentes  ventajas. 
El  camino  que  gira  para  el  Cauca  pasa  por  allí;  el  que  viene 
M  Tolinia  y  CuucUnamarca,  llega  á  la  ciudad  por  el  oriente;  y 
para  comunicarse,  pasando  el  Cauca,  con  el  Municipio  ó  pro- 
vincia do  Toro  y  con  el  A  trato,  puede  establecerse  otro  que, 
fuera  de  la  natural  extensión  del  comer'cio,  de  campo  abierto 
para  navegar  el  caudaloso  río  del  Darién  y  poner  la  parte  sur 
de  Antioíjuia  en  contacto  con  el  mar;  es  decir,  con  todo  el 
niundo.  Demás  de  eso,  el  suelo  fértil  y  el  paisaje  Heno  de  ma- 
jestad y  esplendidez,  daban  á  la  localidad  un  realce  sorpren- 
dente  y  magnítico  :  la  hoya  del   Cauca  al  occidente,  la  gran 
^'^^rdillera  occiderdal  al  frente,  la  quebrada  del  Cbincliiiuiíd  píe, 
y  al  éste  V  sudeste  la  mesa  de  Ilerveo,  el  nevado  del  lluix  v  los 
picachos  plateados  de  Santa  Isabel,  Numerosas  colinas  daban 
í^'^i'áctcr  doblado  y  abrupto  al  sitio  en  que  se  iba  á  edificar ;  mas 
^i^   duda  el  Jefe  del  proyecto  y  sus  compañeros  sabían  que 
^orria^  sin  dejar  de  ser  la  señora  del  mundo,  está  asentada 
sol^£.^»  las  siete  colinas  tradicionales. 

En  tal  virtüdj  procedieron  á  descuajar  el  bosque,  a  dcniar- 
*^^^  la  plaza  que  debía  ser  y  es  hoy  de  Bolívar,  y  a  señalar  sola- 
ro^  para  los  pobladores. 

La  primera  casa  pajiza  se  hizo  en  una  de  las  esquinas  de 
*^  l>laza,  por  Esteban  Escobar,  y  la  primera  de  tapias  y  tejas 
*-^^  otra  de  las  esípunas  de  la  misma  plaza,  por  el  fundador 
^"í>or  Palacio. 

En  1850  fué  erigido  el  Distrito  cojí  el  nombre  de  Ma- 
^^^Ciles,  pues  aunque  l^alacio  quiso  que  se  llamara  Pales- 
^^*^^,  la  Legislatura  no  lo  dispuso  así,  y  optó  por  el  primer 
M  ^*>nibre  en  atención  á  la  abundancia  de  la  roca  líuiní  en  los 
^—  *^^^^dedores, 

^V  Una  vez  que  el  Distrito  tuvo  Alcalde  y  Cabildo,  se  perfec- 

cionó legalmente  la  adjudicación  de  los  solares,  y  tres  puntos 
fueron  designados  para  las  plazuelas  de  Colón,  Sucre  y  Cór- 
doba. 

No  hay  en  la  líupública  una  población  que  se  haya  desen- 
vuelto con  más  rapidez  que  Maoizales;  es  acaso  la  sola  que 


—  3m  — 

liaya  progresado  á  estilo  de  las  nuevas  ciudades  norte-ame 
canas  • 

Antes  de  dar  utia  idea  rápida  del  modo  en  que,  como 
encanto,  esta  ciudad  ha  recorrido  el  períoflo  de  su  niñez  pt 
hacerse  de  repente  joven  llenn  tle  alien  tu  y  porvenir,  bosqueja- 
remos la  fisonomía  material  de  su  territorio  de  la  manera  ináí 
concisa  que  nos  sea  posible  haoc^rlo.  ^ 

El  río  Chinchina  señala  en  su  curso  una  parte  del  límillf 
sur  ilel  Estado  de  Antioquia  con  el  del  Cauca*  ^ 

El  río  Guacaica  Umita  el  Distrito, al  setentrión,  con  cl" 
Neira,  y  tiene  su  nacimiento  en  la  parte  alta  de  la  cordillera 
central.  Acaso  el  río  Blanco,  que  se  reconoce  como  tributa^ 
del  Guacaica,  íorme  la  corriente  más  notable  por  tener  su 
gen  á  mayor  distancia  y  a  m-iyor  aliara;  mas  el  prime 
i-eunido  con  el  segundo,  continúa  su  curso  de  un  modo  a^ 
logo  al  Chinchina,  y  con  él  desaírna  en  el  Cauca,  El  í  Uiacat 
la  cordillera  central  en  su  parte  correspondiente  y  el  Uhincluf 
forman  im  triángulo  ancho  hacia  el  oriente^  angosto  earrouU 
á  Morrogordo,  y  cuyo  vértice  en  ángulo  aguilo  queda  cerca 
la  orilla  del  Cauca. 

El  riachuelo  ílel  riuz  y  el  de  Olivares  desembocan 
Guacaica,  y  los  de  Manizales,  el   ÍJosario  y  Manzanares, 
Chinchinií.  Eslos  últimos  á  su  turno  son  formados  por  ot 
de  menor  importancia»  que  no  mencionamos  por  no  salir] 
los  límites  naturales  de  esta  descripción. 

Las  montañas  principales  del  Distrito  son  : 

La  do  la  Elvira>  estribo  de  la  central,  cuya  direccü 
occidente  es  casi  uniforme  hasta  el  sitio  en  que  estíi  la  ciudl 
De  allí  en  adelante  se  raniilica  como  los  pliegues  de  un  abaí 
Una  rama  va  hacia  la  villa  de  iMaríaj  y  otras,  con  los  nomt 
de  San  Antonio,  Tablazo^  Caballo,  Aguabonita  y  Naranjo,^ 
hacia  hi  parte  baja  del  Chinchina,  en  diivcciún  á  San  Fr 
cisco*  Otro  ramal  conocido  con  el  nombre  de  La  Linc 
del  Morro,  muere  rlespués  de  formar  en  el  moílio  el  plano^ 
laCabafla. 

LicordilleraóiaontaííueladelGuamocstáentrcülriachi 


—  3Ü7  — 

<lc  Olivai'ca  y  cl  del  Guz.  Una  parte  de  la  cordillera  central 
forma  el  pái-amo  de  Aguacatal, yes  la  más  culminante  del  Diíi- 
tinto.  Corno  arrugas  terrestres  bajan  del  páramo  hacia  Chia- 
chiná.  Olivares  y  Guacaica,  varios  contrafuertes  de  la  ísieiTa 
principal;  y  para  terminar  el  relieve  de  la  comarca^  agregare- 
naos  É>ólo  que  hacia  la  parle  baja  liay  eminencia^  notables,  que 
tíe  dominan  desde  los  puntos  culminantes  situados  al  oriente 
«Id  Distinto, 

Después  de  lo  dicho,  sei*á  fácil  comprender  que  la  ciudad 

ílc  que  tratamos,  colocada  en  parle  sobre  una  colina,  doniiua 

como  desde  un  Ixtlcón  la  hoya  ludrográlica  del  Cliinclnná  y  la 

^'íl'ade  María,  Tomando  esta  posición  estratégica  como  punto 

<Je  partida  y  atendiendo  á  que,  hacia  el  occidente,  el  territorio 

^quebrado  y  tlesigual,  y  a  que  al  sur  está  protegido  por  la 

profunda  hondonada  del  i"ío  Cliinchiná  y  las  laidas  escabrosas 

^^  la  montaña,  mientrtis  que  al  norte  lo  está  por  el  río  Guacaica 

y  por  el  Estado  entero,  so  cojuprenderá  láeilmente  que  Mani- 

íu^ales  es  ana  plaza  fuerte,  defendida  ]mr  la  naturaleza  y  11a- 

'^^^cLa  por  su  posición  á  sqv  con  frecuencia  un  cuartel  general 

pai*£|,  j^  defensa  del  lustado  ó  [lai'a  la  del  Gobierno  general, 

cUíiii^lo  por  causas  bélicas  pueda  ser  tomada  con  anticipación  y 

P**o$iti  en  perfecto  estado  de  defensa.  Los  acuniecimientos  que 

^  'lUn  veriíicado  hasta  la  época  presente,  evidencian  la  iinpur- 

^^cja  iniUtar  de  este  baluarte  autioqueño. 

Jklanizales  en  el  principio  de  su  fundación,  y  en  los  años 
P^*oxiinamen te  trascurridos  después  de  ella,  prosperó  con  in- 
^^^^íble  velocidad.  El  suelo  sobre  que  descansan  sus  eíhücios  es 
***^  Carácter  esencialmente  plidónico,  formado  por  estratificacio- 
^Hi%  ^j^  lava,  i>raeba  cierta  de  las  periódicas  erupciones  del  liuiz. 
^  ^^ajando  en  la  nivehu.ión  del  ten^eno  para  hacer  los  edilicios, 
^^e  con  exactitud  el  paralelismo  concordante  de  estos  depó- 
**^to§s  volcánicos;  y  si  se  compara  t4  tiempo  que  debe  haber 
^^^^currido  entre  la  formación  de  una  y  otra  capa,  y  se  atiende 
^  fjuc  desde  la  Cnnquií^ta  no  se  tiene  noticia  de  una  erupción 
'i^Jlable  que  haya  podido  formar  otra  nueva,  se  vendrá  en  co- 
nocimiento deque  no  es  desde  ayer  cuando  el  volcán  está  coló- 


cado  en  su  puesto,  y  de  que  no  es  reciente  la  formación  del 
terreno  que  sirve  de  base  a  la  ciudad  de  que  tratamos.  Tam- 
bién se  vendrá  en  conocimiento,  y  esto  es  más  grave,  de  que  la 
lloreciente  ciudad  al  divisar  el  humoTlel  cráter,  al  contemplar 
los  ásperos  trozos  del  terreno,  al  pisar  las  escorias  de  sus  pla- 
zas y  calles,  al  sentir  los  tremulentos  vaivenes  de  su  territorio 
y  al  oir  los  zumbidos  subterí*áneos  que  perturban  su  sueño,  no 
debe  reposar  con  muclia  tranquilidad  porque  divise  á  la  lejos. 
la  faz  plácida  y  sosegada  de  la  argentina  montaña,  pues  sii^ 
calma  exterior  no  se  hermana  con  la  inflamada  agitación  de= 
sus  entrañas  (1). 

No  es  posible  enumerar  uno  á  uno  todos  los  pimto^  vn^ 
progreso  que  ha  efectuado  Manizales  en  los  treinta  y  dos  año 
de  su  existencia,  porque  es  tan  crecido  su  número,  que  I 
enunciación  sola  traspasaría  los  límites  del  cuadro  que  n 
proponemos  bosquejar 

Los  edificios,  que  en  los  i)rimeros  años  eran  de  ebtacci? 
clavadas  con  tejido  de  caña  y  Üerra  amasada,  y  tediados 
paja,  han  alcanzado  gradualmente  notables  y  hasta  nia¿ 
ücas  proporciones.  Y  no  es  poco  el  mérito  de  haber  alcanza* 
esto,  por  cuanto  la  remoción  de  tierras  para  montar  las  c 
y  para  hacer  transitables  las  calles,  ha  sido  asunto  consumid 
de  enorme  cantidad  de  fuerza  material. 

Está  actualmente  en  cojistrucción  una  vía  carrotera  qi 
arrancando  de  la  plaza  princiiial,  tlebe  fenecer  en  la  base  d 
la  cordillera,  por  donde  sigue  uno  de  los  dos  caminos  qo-* 
comunican  á  ManizaU^s  con  el  Estado  del  ToUma. 

Esta  en  proyecto  la  conducción  al  centro  del  lugar,  á^ 
agua  potable,  elemento  escaso  por  ahora,  que  le  será  degrait¿-^ 
de  auxilio  para  su  crecimiento  ulterior,  y  sobre  todo  paral^^ 
conservación  de  la  salud,  la  cual  aun  .sin  esta  circunstanctae^^ 
satisfactoria,  por  ser  aquellos  campos  de  tradicionales  oalí  — 
datles  salutíferas. 

Fuera  de  planteles  de  educación  rural,  hay  en  ha  ciudad 

(If  Después  ác  Ciicrítg  lo  iillíi)io«  hemos  sahido  r]Uo  U  cíucIíkJ  tm  «ido  c%m 
lotaltnonli»  arruiimtlti  pur  un  espanloso  ktrreinolo.  ^3-3 


.2¡éJ 


—  369  — 


escuelas  superiores  y  elementales,  ocho  públicas  y  privadaíí,  y 
Jos  colegios  para  la  enseñanza  secundaria,  ramo  bien  dirigido 
m  cuyo  campo  se  coseclian  ricos  frutos ;  hay  una  imprenta 
bm  servida,  y  un  Banco  que  goza  de  gran  crédito.  La 
sociedad  es  selecta  y  recomendable  por  la  cultura  de  sus 
nianeras  y  por  su  moralidad* 

Hay  un  regular  templo,  un  buen  cementerio,  y  en  fin,  un 

vecindario  robusto,  emprendedor,  heroico  en  el  trabajo    y 

Jieno  de  nobles  aspiraciones.  Por  sus  elementos  propios,  por 

«us  ingentes  recursos  y  por  sus  condiciones  peculiares,  este 

¿>Ííi>trito  es  el  segundo  de  Antioquia  en  importancia,  y  uno  de 

ios  mas  aventajados  de  la  liepüijlica. 

El  tráfico  comcíxial  es  valioso  en  la  actualidad,  y  se 
hace  con  el  interior  del  Estado,  con  el  Tolima,  Cundinamarca 
y  el  Cauca.  Muchas  casas  de  comercio  introducen  sus  géneros 
^  la  plaza  directamente  de  Europa.  El  trafico  menor  se  efectúa 
<Kiii  loí^  productos  lie  la  agricultura,  y  tanto  éste  como  la  sub- 
*5*iístencia  délos  habitantes,  se  obtienen  por  lagran  producciún 
^o  nia/z,  frísoles,  plátano,  arroz,  trigo,  cacao,  caña  de  azú- 
^^r  otc.,etc* 

Muchas  curiosidades  naturales  pueden  ser  estudiadas  en 

^HfQ  Distrito.  La  diversidad  de  paisajes,  que  desde  la  ciudad 

^Tiisma,  y  desde  los  puntos  salientes  que  la  dominan  puetle 

^^ntemplar  el  observador,  es  verdaderamente  maravillosa  por 

^Usmultiplicadú«  y  sorprendentes  contrastes.  Sin  hablar  de 

^ás  impresiones  que  de  las  que  de  una  manera  sublime  con- 

*>iueven  la  sensibilidad  en  aquella  parte,  mencionaremos  sólo 

^1  cuadro  mágico  exhibido  por  los  picos  novados  de  Santa 

lí^abel  y  el  liuiz,  en  cíDmbinación  con  la  protunda  y  tórrida 

hoya  recori*ida|>or  el  Cauca  ;  golpe  de  vista  espléndido  de  un 

Jado,  é  impresión  singular  de  otro,  pues  en  medio  de  la  zona 

tropical  se  tienen  sóbrela  cabeza  los  fríos  hiperbóreos  del  jíolo, 

y  los  ardores  sofocantes  del  Senegat  y  do  la  Cafrería,  baj*)  los 

pies. 

Hay  en  las  cercanías  de  Manizales  termas  notables,  scjne- 

jantes  en  todo  a  las  que  rodean  el  Pusambío  en  las  faklas  del 

24 


370 


Puracé  y  en  las  clásicas  tierras  úo  los  Coconuco^  y  de  los  Palé- 
taraes  en  el  Estado  fiel  Cauca.   Estas  aguas  minerales  pi 
meten  grandes  esperanzas  de  salud  á  las  veniíieras  gonei 
ciones.  El  azufre,  el  aluminio,  el  liierro,  el  cromo  y  el  potaatv^ 
parecen  entrar  como  base  de  su  composición  en  diversas  coij 
binaciones. 

Población,  14/003  habitantes.  —  Latitud  norte,  5**  ü'H 
—  Longitud  occidental^  P  33' 10"*  —  Altura  sobre  el  nivel  del ' 
mar,  2.140  metros,  —  Temperatura,  17**. —  Límites  :  conllna 
al  norte  con  Ncira;  al  oriente  con  el  Estado  tlcl  Tolima;  al 
occidente  con  el  del  Cauca,  v  al  sur  con  el  mismo. 


'aie- 

i 

'i 


Neira.  —  Los  exploradores  de  los  terrenos  y  funda-' 
dores  de  Manizales,  fueron  los  individuos  que  al  pasar  jior^ 
estos  parajes,  contribuyeron  á  fundar  la  cabecera  de  este  Dis*-* 
trito.  ^ 

\erdad    es  que  la   creaciiin  de  Neira- Viejo  tuvo  lugSi 
entro  1842  y  1843,  por  orden  y  disposición  de  D.  Elias  Griif 
zález;  pero  también  es   cierto  qm- rl  primer  estahlecimfei 
de  tal    noml>rc,   heclm  para  facilitar  la   elaboración    de 
en  el  ( Uuaoo,   tuv(3  lugar  más  tarde,  poco  más  ó  menos  Qt 
año  de  tHi4,  ruando  seecbaban  los  fundamenlos  de  Manfi 
les,   para  ponerlo  en  el  sitio  en  que  lioy  esiá,  al   pie  y  Is 
uíúental  de  un  alto  cerro  de  temperatura  agradablemente 
y  tónica. 

La  erección  delinitiva  de  Ncira  en  disti'ito  fué  decreti 
por  el  Gobernador  de  Antioquia,  general  Juan  .María  (tóiir 
y  sus  primei'os  pobladores,  Marcelino  Palacio,  Carlos, 
nantlo,  Manuel  y  Pedro  Ilolguíii;  Cornelio  y  AnlonioMí 
Nicolás  González  y  otron  procedentes  de  Salamina,  Pácor 
Sonsón,    Abejorral  y  de  varios  pueblos  más  del  centro < 
Erttadí». 

{  orno  todas  las  poblaciones  cercanas  n  otras  ile  moj 
imporlancia,  Neira  se  ilesenvuelve  lentamente,  por  esta 
hasta  cierto  punto  bajo  la  tutela  de  Manizales.  Además,  laluf 
grafía  favorece  poco  a  la  cabecera,  por  liallarse  éstacn  una  rt 


—  371  — 


cicla  laida  que  no  reúne  los  reciulsitos  precisos  para  llegar  con 
rapidez  á  estailo  Ilüreciente,  Neira  tiene  poca  agua,  y  carece 
de  baíios  y  de  paseos  públicos,  difíciles  de  establecer  por  lo 
doblado  delí^uelo. 

La  cordillera  Cüuti^al  colonibiatia  dojiiÍ2ia  el  Distrito  bacia 
^l  oriente  y  está  dispuesta  en  ttireccióii  de  bur  á  norte.  Las 
principales  ramificaciones  de  ella  son  ;  la  cuchilla  del  Cardal, 
^^  «Je  Pan  de  Azúcar  y  la  del  líoble.  Todas  tres  se  dirijion  de 
^^t^á  oeste  y  tienen  por  alturas  principales  :  Parados,  Cardal, 
*^<=*ljle  y  Gregorita.  Más  que  valles,  hay  entre  estas  nioidañas 
^^ofundas  quiebras  y  esti-echas  cañadas.  El  punto  de  arranque 
^  este  trozo  de  la  coi'diüera  llamada  Musa,  Jjiíurcación  de  la 
cieaa  principal,  tiene  el  nombre  de  Quebradanegra ;  un  poco 
^*^^253|)ué8  se  parte  en  el  sitio  de  Divisa,  y  las  dos  ramas  subal- 
^^•uas  que  resultan  de  la  bifurcación,  terminan,  una  al  sur 
^>  üuacaica,  otra  al  norte  cerca  del  río  Tapias,  dejando  eu 
^^^iio  de  ellas  el  asieido  en  í[ue  estuvo  Neira-Vieju.  Sun 
^^tos  dos  ramales,  los  apellidados  por  los  vecinos  con  los 
hombres  de  Barcinal  y  Gregorita.  Extinguidas  bacia  el  occi- 
^^íile  estas  dos  cordilleras,  prolóngase  el  territorio  de  Neira 
''^Usta  la  ribera  derecha  ilel  Cauca,  perfectamente  nivelado,  y 
Constituye  un  circuito  sumamente  feraz,  en  donde,  entre  otros, 
^c*  hallan  ubicadus  los  pinjiílies  cortijos  llamados  Colonia  y 
-arabia. 

Las  aguas  principales  que  fertilizan  y  refrescan  el  Distrito, 
da  los  ríos  Guacaica  y  Tapias  :  uno  y  otro  tienen  su  origen 
^nla  cordillera  central,  y  en  parte  que  sirve  de   límite   al 
^listrítode  Manizak-s.  Corrx*  el  primero  de  levante  a  ponieide 
>' derrama  sus  aguas  en  el  Cltincliiiui,  líl  Tapias  corre  en  la 
Hiisnia  dirección  y  desagua  eu   el  Cauca.  Al  Guacaica  caen 
por  la  derecha,  y  de  terrenos  de  Neira,   los  siguientes  ria- 
chuelos :  San  Pablo,  Sau   Pedro,  Han   Juan,    San   Narciso, 
Quebradanegra,  Gallinazo,  Guineo  y  Cascarero^  corrientes  de 
agua  considerables  eu  su  mayor  parte.  El  Tajjias  recibe  por 
su  margen  dereclia  los  raudales  Uvital,  Tareas  y  la  Honda,  y 
por  la  izquierda,  S;ui  Pedro,  Santa  Isabel,  Dantas  y  Laurel. 


—  372  — 

ügsenibocan  en  el  Cauca  los  riachuoloH  Hut^^iiavista  y  Llano- 
grande,  un  poco  notables  por  el  caudal  de  sus  aguas* 

Merecen  mención  especial,  entre  estos  riachuelos,  el  de 
Tarcas,  atravesado  por  el  camino  del  Estacto,  circuido  por 
altas  breñas,  quiebras  profundas,  y  con  disposiciones  de 
terreno  propias  para  hacer  de  él  un  excelente  punto  de 
defensa  militar,  y  el  de  Banfa  Isabel  adornado  por  una  honitri 
cascada. 

Entre  Tareas  y  Tapias  est^í  la  cordillerita  de  Pan  de 
A/.úcar,  célebre  por  su  graciosa  hechura  y  por  su  interesante 
punto  de  vista. 

Los  terrenos  de  Neira  son  feraces  cuino  lo  son  casi  todos 
los  que  deinuran  sobre  la  falda  occiílental  de  la  cordillera  del 
Centro,  Puede  decirse,  sin  exageración  alguna,  rjue  toda 
semilla  propia  para  germinar  en  los  divemos  sitios  de  los  tró- 
picos, nace,  crece  y  fructifica  allí  con  prodigiosa  lozanía. 
La  vegetación  natural  es  lujosa  :  hay  en  sus  Ijosques  variadf>s 
vegetales,  y,  entre  ellos,  roble,  cedro,  arenillo,  laurel  y  gran 
diversidad  de  maderas  de  construcciun  y  de  el)anisfería.  En 
sus  quebrados  campos  cultivan  con  esmero  maíz,  trigo,  trébol, 
para,  cebada,  arroz,  linaza,  anís,  cacao,  café,  tabaco,  plátano, 
patatas  y  yuca.  La  cafla  de  azúcar  se  beneficia  con  atención 
y  en  escala  proporcionalmente  íri^ande  para  dar  bastante 
panela,  con  el  auxilio  de  máquinas  movidas  por  el  agua.  Hay 
alguiTOs  árboles  frutales  como  aguacates,  nian.iros,  nai*anjiw 
y  chirimoyos.  Todos  estos  productos  de  industria  agrícola 
abastecen  el  Distrito  y  dejan  un  residuo  suficiente  para  man- 
tener trafico  comercial,  no  sólo  con  los  distritos  vecinos,  sino 
cun  el  Tolinia  y  el  Cauca. 

El  clima  tfe  Neira  tiene  variados  climas  :  alturas  suma- 
mente frías,  escarpas  y  cañadas  de  suave  temple,  y  vegas 
cercanas  al  Cauca,  donde  el  calor  es  insoportable.  Los  climas 
cálidos  son  generalmente  malsanos»  los  templados  de  regu* 
lares  inlluencias,  y  los  fríos  en  alto  grado  salutíferos. 

Se  cree  que  hay  en  el  Distrito  minas  de  sedimento  y  di* 
lilón  que  contienen  oro  y  plata  ;  pero  basta  hoy  no  se  trabaja 


_  373  — 

ninguna.  Fuentes  saladas  hay  siete  en  elaboración,  quepro- 

tluren  semanal mente  por  lórmino  medio  280  arrobas  de  sal. 

La  industi'ia  principal  consiste  en  la  ganadería.  Hay  dehesas 

bastantes  para  la  crianza  y  cebo  de  ganados.  Las  vacas  de 

Neíra  llaman  la  atención  por  su  tamaño,  y  sobre  todo  por  la 

abunilancia  de  su  lechu.  El  suelo  es  propio  para  la  producción 

dc»I   ganado  cal)allar;,  lanar  y  de  cerda;  pero    estos  últimos 

^e  hallan  aún  en  coito  numero.  Hay  pocas  pero  excelentes 

muías. 

El  carácter  general  del  pueblo  es  manso,  sin  que  por 
<^sto  deje  de  cundir  la  mala  semilla  en  reducidos  grupos.  El 
^'^rnedio  para  tal  daño  vendrá  de  la  educación. 

El  Distrito  esta  dividido  en  once  fracciones  :  Cardal,  Mesn, 
^  1* im borazo ,  Quebradanogra  ,  San  Narciso ,  Pueblo-rico, 
'liguerón,  Gregorita,  Buenavisla,  Aguacatal  y  I*oblado. 

Población,  8.UG0   habitantes. —  Latitud  norte,  S^ITS". 

Longitud  occidental,  1**  32'  52".  —  Altura  sobre  el  nivel  del 

^^^^r,  1.941  metros.^ — Temperatura,  19°.  —  Límites  :  confina 

^^    norte  con  Aranza/Ai;  al  oriente  con  el  Estado  del  Tolima; 

^1  occidente  con  el  del  Cauca,  y  al  sur  con  Manízales, 

Pacora*  —  De  todo  lo  que  se  refiere  a  los  indios  Pacoras 

^  t^aticures  y  á  sus  vecinos  los  Pozos,  como  los  llamaron  al 

^^iiipo  de  la  Conquista,  se  trata  en  la  tercera  parte  de  este 

*^i*ü.  Durante  todo  el  tiempo  de  la  Colonia,  el  terreno  quedó 

^t^íindonado^  y  el  bosque  creció  en  él  enmarañado  y  frondoso, 

*^%taquc  a  fines  del  siglo  pasado,  por  motivo  de  la  decaden- 

^^^  definitiva  de  Arma,  algunos  de  sus  vecinos  pasaron  su  alo- 

^^í^iiento  al  sitio  en  que  está  hoy  la  cabecera  del  Distrito.  Nue- 

^^^^  habitantes  y  la  multiplicación  de  las  primeras  familias, 

^^^ron  formando  la  población  tal  cual  hoy  existe,    ni  muy 

^*ande,  ni  muy  bella,  pero  compuesta  de  gente  trabajadora, 

^^  regular  cultura  y  de  reconocidas  virtudes  públicas  y  pri- 

En  el  lugar  en  que  demora  hoy  Pacora,  ó  en  sus  inmedia- 
tas cercanías,  hubo  en  tiempo  de  la  Conquista  un  pueblo,  en 


el  cual  Pedro  Cieza  de  León  estudió  ritos  y  cosiunibres  de  log* 
indígenas,  como  él  mismo  lo  relata  en  su  Historia. 

Aumiiic  no  tanto  como  Aranzazu,  Pacora  está  rnüuc 
de  cerros  y  de  colinas  :  el  plano  central  sobre  que  descansa  i 
bastante  reducido  fie  tamaño ;  pero  las  casas  son  medianameÉ 
cómodas  y  bastante  aseadas, 

Situado  el  Distrito  entre  Aguadas  y  8aiam¡na,  el  río 
Lorenzo  lo  deslinda  del  primero,  y  el  riacliuelo  Pacora 
segundo* 

Hablando  fie  los  distritos  limítrofes  hemos  diclío  al^ 
sobre  la  hidrografía  respectiva,  y  añadiremos  ahora,    p5 
complemento,  que  desde  el  punto  en  que  los  ríos  Chamberí  y 
San  Lorenzo  se  unen,  corren  rnii  el  nombre  de  Pozo  ha^H 
desaguar  en  el  Cauca^  entre  los  pasos  de  líulYi  y  la  Cana.  eT 
ese  ultimo  trayecto  entran  al  Pozo  por  su  ribera  izquierda  los 
riachuelo  ís  Calentadero  y  Tambores,  y  por  la  derecha  los  de  1^ 
Coles,  el  de  Pipintá  y  el  San  Bartolo  u  La  Ensillada  que  m 
en  el  punto  en  que,  según  las  crónicas,  se  dio  muerte  á 
bledo* 

Desde  poco  abajo  de  Pacora,  hacia  el  occidente,  selevanl 
la  loma  de  Pozo,  separando  las  aguas  del  río  de  su  noml 
de  las  del  riachuelo  Pacora,  que  desagua  también  en  el  Cauc 
La  loma  termina  en  la  orilla  del  gran  río,  y  ella,  como  la  di 
emboaxdurade  las  dos  corrientes  mencionadas,  se  halla  i 
frente  del  rico  establecimicnt**  minero  de  Marmato,  El  Pác-c 
recibe  de  lado  y  lado  varias  fuentes  de  poca   importanc 
siendo  acaso  las  mayores  Viljoral  y  Carboneral. 

Tiene  Pacora  tíos  fracciones  :  San  Lorenzo  y  San  Bart 

La   industria  agrícola   de  este   Distrito,    así   como 
pecuaria,   suu  poco  mas  ó  menos   las  mismas  que  las 
Aranzazu-  El  suelo  os  fértil  y  productivo,  pero  sumamci 
dobladn. 

Se  dice  que  hay  en  Salamina  y  en  Pacora  canteras 
máiniol  de  íácil  explolaciun;  pero  lo  que  por  ahora  ocupa 
á  los  empi-esarios,es  el  descubrimiento  de  riciuísimas  minas  de 
oro  y  do  plata.  Según  la  inteligente  opinión  del  Sr,  IL  l^aschl 


^  375  — 

e^os  Ilíones  son  los  mas  ricos  en  mineral  (¡ne  ól  liaya  visto  en 
et  Eíitado. 

Población,  (i. 51*2  habitantes. —  Latitud  norte,  b"  30'  1". 

—  Longitud  occidental,  T  27'  2". —  Altura  8obre  el  nivel  del 

/nar,  L819  metros* —  Temperatura,  20".  —  Límites  :  confina 

aj  norte  con  Aguadas;  al  oriente  con  Pensilvania;  ai  orcidente 

con  Nuevacaramanta,  y  al  sur  con  í^alamina. 


Pensilvania.  —  Este  Distrito  ha  sido  erigido  por  una  dis- 
poi^ición  legislativa  expedida  el  día  3  de  febrero  de  18GG,  y  está 
<^olocadoal  sur-sudeste  de  la  capital  del  Estado. 

Hasta  un  poco  antes  de  hacerse  la  fundación  de  que  veni- 
^3Cic*^  tratando,  los  campos  hoy  medianamente  cultivados  en 
*J*-*<3  se  halla,  estaban  cubiertos  por  afiusos  busques  tupidos  y 
difíciles  para  ser  recorridos  aun  por  los  mas  aufhíces  campe- 
^^^MTx^s  del  país.  Uno  tpie  ott*o  contrabandista,  en  la  época  en 
^'^^^^  ol  tabaco  era  monopolio  nacionalj  se  atrevía  á  transitar 
^-^^^^d^niontanas  en  inisca  de  ¡acorta  remunorac¡/m  que  esu  peÜ- 
^^^Oso  trauco  prometía. 

Vn  poco  mas  tarde,  montañeses  de  Sonsón,  que  al  pasar 

**^^^-t'  la  vieja  t?*oc/ia  cpie  conducía  á  Honda,  divisaban  desde  las 

-*^^ liras  de  la  Paja,   Paramitos  y  Rodeo  ese  fértil   territorio, 

^^  locado  hacia  la  falda  oriental  de  la  cordillera  y  á  lo  largo  de  la 

^^ya  de  La  Miel  y  i'ío  Dulce,  fueron  hacia  allá  en  requerimiento 

^^  terrenos  para  cultivo  y  de  n)iiias  para  la  expl<jtación. 

Al  llegar  al  sitio  relativamente  aplanado  en  que  esta  hoy 
^1  Distrito,  lo  hallaron  propio  para  establecerse  en  él  y  echar 
*^\s  bases  de  una  para  ellos  prometedora  población. 

Pensilvania  ha  ido  creciendo  con  bastante  rapidez,  y  aun- 
*Iue  su  situación  topográfica  no  sea  arlecuada  para  obte- 
tler  recomendable  bellcí^a  material,  la  tenacidad  de  los  vecinos 
Va  venciendo  los  obstáculos,  y  el  Distrito  se  levanta  oon  venta- 
josas proporciones.  El  numero  de  hal)it,antes  es  ya  bien  cre- 
cido, y  la  corriente  migratoria  que  hacia  él  se  dirige,  da  funda- 
mcíito  para  pensar  que  al  cabo  de  pocos  años,  será  éste  un 
importante  establecimiento  para  el  Estado. 


376  — 


Los  campos  de  I*eii8Jlvania  son  en  parte  adecuados  para  un; 
productiva  agricultura^  y  en  parte  abundantes  en  ricos  de] 
sitos  de  oro  y  de  plata*  Fuera  de  los  muchos  aluviones,  hay  ei 
Pensilvania  vetas  tales  como  las  de  la  Esmeralda,  Tasajo, 
Chorrillos  y  la  Manga,  empresas  lialagadoras  paraquienquio 
que  intento  explotarlas  cienlílicamento* 

Es  muy  probable  t[ue  al  caer  los  espesos  bosques  q 
cubren  todavía  gran  parte  del  Distrito^  y  al  labrar  las  licred 
des,  nuevos  Ilíones,  sobre  todo  argentíferos,  vengan  á  m 
trarse  para  provocar  la  codicia  de  la  gente  y  estimular  la 
infatigable  actividad  de  los  antioqueños,  porque  esa  comar 
no  es,  geológicamente  hal>lando,sinn  la  continuación  de  la  q 
en  tiempos  anteriores  tuvo  como  base  de  opulencia  las  híst 
ricas  minas  de  Palenípic,  Donas  Juanas,  Lajas,  Ibagué,  Espina' 
La  Plata,  y  la  misma  que  en  el  tiempo  actual  tiene  como  mues- 
tras de  fecundidad  metalífera  el  celebrado  establecimiento  de 
Santana*  H 

Las  cordilleras  principales  de  este  Distrito  son  ramitic;i™ 
ciones  de  la  tnasa  central  de  los  Andes,  El  cerro  Camell** 
queda  hacia  la  parte  alta  de  la  cordillera,  y  la  ceja  del  Guayabi», 
interpuesta  entre  los  ríos  Miel,  Salado,  Caunce  y  Pcnsilvani 
la  de  Miraflores  ó  del  Rodeo  hacia  el  norte,  lo  separa  do 
hoya  del  río  Dulce  y  del  distrito  de  Sonsón.  Otros  estribos  n 
cidos  de  la  sierra  madre,  con  dirección  oriental  los  más,  aísl 
aguas  intermedias,  y  dan  tugará  la  íormación  íle  valles  peqv 
ños  perfectamente  regados  y  de  ventajosa  aplicación  pníotii 
á  la  industria  agrícola.  La  cordillera  del  Rodeo  pertenece 
este  Distrito. 

Las  corrientes  de  agua  que   bañan   el  territorio  son  \vS 
siguientes,  contando  de  sur  á  norte:  El  río  de  La  Miel,  que  nac» 
en  la  Picona  y  derrama  sus  aguas  en  el  Magdalena  ceixa  ti 
Ruenavista.  Este  río  es  bastante  caudaloso  y  sirve  de  límite 
los  Estados  soberanos  do  Antioquia  y  del  Tolima, 

Al  norte  del  río  de  La  Miel  corren  el  Criserio  ó  Salado»  oí 
Caunce,  el  de  Pensilvania  y  el  río  Tenerife,  todos  ellos  reuní 
dos  (»n  la  parte  baja  para  tributar  al  primero.  Mas  al  seteu^ 


I 


^  377  — 

on  están  los  riachuelos  Santa  Rita  y  Tasajo,  igualmente  tri- 
butarios de  La  Miel,  y  el  campo  recorrido  por  estas  corrientes 
forma  la  gran  lioya  del  niísmo,  que  además  recibe,  antes  de 
derramar  sua  aguas  al  Magdalena,  el  San  Antonio  y  Moro 
h reunidos  y  el  Samand  con  todos  sus  afluentes. 

El  clima  de  este  Distrito  es  sumamente  variado;  frío  en 
s  alturas  de  la  cordillera  central,  templado  en  la  parle  media 
te  sus  faldas,  y  ardiente  en  his  orillas  de  La  Miel  y  del  Magda- 
lena, Tan  variadas  como  el  clima  son  las  producciones  mine- 
''ales,  y  sobre  todo  las  vegetales.  Hay  en  Pensilvania  finísimas 
^^^aderas,  bellísimas  llores,  numerosas  plantas  medicinales,  en 
"  c>rden  de  las  producciones  espontáneas;  y  en  cnanto  a  las 
*-*<^  sson  hijas  de  la  industria,  aparecen  en  consolador  aumento 
plátano,  la  yuca,  la  arracacha,  el  maíz,  los   frísoles,  las 
'^^>'íXmas  y  la  caña  de  azúcar. 

El  caserío  de  Pensilvania  tiene  el  mismo  aspecto  que  e4 

t:odas  las  fundaciones  recientes  de  este  género  en  Antio- 

y*ía.;  casas  pajizas  unas  y  de  tapias  y  tejas  otras,  aseadas  y 

**í^odas  en  su  menor  número,  y  miserables  y  mezquinas  las 

El  carácter  de  los  habitantes  es  bueno  y  hospitalario,  pa- 
^^tico  en  alto  grado  y  recomendable  desde  todo  punto  de 

población,  4.409   habitantes.  —  Temperatura,  19".  — 
-•^inites  :  confina  a!  norte  con  Sonsón;  al  oriente  con  el  Es- 
^do  del  Tolima;  al  occidente  con  Salamina,  y  al  sur  de  nuevo 
^^nel  Tolima. 


Salamina,  —  La  mayor  parte  del  territorio  ocupado  por 
el  Departamento  del  Sur,  estaba  hasta  el  principio  de  este 
siglo  cubierto  por  enmarañado  l)osque.  Situado  en  su  mayor 
parte  solire  la  falda  occidental  de  la  cordillera  andina  del  Cen- 
tro, recorrido  pfjr  impetuosos  ríos,  escaso  de  llanuras,  rico 
de  cañadas  estrechas,  pro\isto  de  maderas,  poblado  por  bellas 
aves  y  por  numerosos  cuadrúpedoSj  pero  riscoso  y  doblado,  se 
oponía  á  todo  examen,  tal  vez  por  el  temor  supersticioso  que 


—  378  — 

tiene  d  vulgo  a  \q^  niisterios  tjue  engendra  en    su    fan^j 
tasía  la  selva  virgen,  solitaria  y  desconocida.  El  antioqueí 
la  veía  ante  sí,  la  contemplaba  con  asombro,  codiciaba  sus 
soros;  pero  vacilaba  tímido  al  tiempo  de  querer  entrar  en  lu- 
cha con  ella. 

Por  fin,  acumulada  la  población  hacia  el  centro  del  paiá 
y  limitados  los  campos  ciiUivahles,  los  montañeses  depusier 
toda  preocupación  y  entraron  arrojados  en  osa  encrucijac 
de  cerros  llenos  de  colosales  eminencias,  enti'e  las  cuales  de 
cuella  singularmente  la  mesa  de  llerveo. 

Eran  todos  esos  parajes  los  mismos  que  Robledo  y  sus" 
companonis  liabían  visitado  trescientos  años  antes  y  qiio  ha- 
bían visto  poblados  por  numerosas  trilnis  indígenas,  entre  ! 
cuales  el  anlrop(4agisnio,  liijo  de  la  más  proFunda  barbari 
se    aunaba   con   la    imponente    majestad   de  los    ái*boIe*i 
con  el  fragor  y  estrucndu  dr  los  pi-ecipitados   ríos  que 
recorrcu. 

Después  que  los  perros  de  presa,  el  fuego  y  el  acei 
movidos  por  la  cólera  y  avaricia  de  los  ex|)edicionarios» 
barón  la  raza  pobladora,   aijuel    circuito   ijuedó    por   cor 
de  dos  centurias  silencioso  y  ijuieto,  sin  quo  su  tranquílidí 
íuesc  interrumpida  sino  de  tiempo  en  tiempo  por  el  rumor 
las  tempestades  tropicales  y  jior  la  confusa  gritería  de  los  i 
males  monteses. 

Las  |)ohlaciones  que  boy  existen  hacia  aquel  lado,  prínc 
piaron  a  establecerse  de  nurto  á  sur,  y  por  eso  locó  el  seguí 
turno  al  distrito  de  Salamina, 

En    18ÜQ,  todtj   el  territorio  comprendido  entre  el 
Uucy  al  norte  y  el  de  la  Vieja  al  sur»   no  tenía  sino 
poblaciones;  la  antigua  ciudad  de  Arma  en  ruinas,  y  la 
Sonsón  de  creación  reciente.   Una  vereda  (jue  al  partir  cJi 
Arma  pasaba  por  la  tolda  del  Guayabo,  alto  del  I{equíntadei 
páramo  ilc  llervco,  y  seguía  luego  al  oriento  por  mi  territol 
aelvático  y  difícil,  era  lo  único  que  ponía  entonces  en  comum- 
ración  esa  parte  tle  Antioquia  con  la  antigua  Provincia  do 
Mariquita. 


—  :í79  - 


En  el  año  de  IHOl,   Don  José  María  Aranzazii  Iiizo  un 
m¡Q  k  Bogotá  siguiendo  esa  ruta,  y  i>ür   consecuencia  de 
dicho  viajo,  a([uel  caballem  conoció  y  apreció  en   todo    su 
valor  la  importancia  de  esos  terrenos;  y  fué  tan  así,  que  inme- 
«Üatamente  después  propuso  al  rey  D.  Carlos  IV^  capitula- 
ción por   grande  extensión  do   ellos.    E!   Ik'v  \ino  en  acce- 
rf<?r   á  lo  pedirlo  y  mandó  entregarlos  con  previa  citaci<ín  de 
¡os    colindantes,  mas  esta  diligencia  no  se  llevo  á  cabo  por 

En  1 8U6,  Tomás  Valencia  pretendió  hacer  la  misma  opo- 
^a,oitin,  pero  sin  resultado  favorable. 

Durante  la  guerra  i\v  nuestra  Independencia  se  suspendió 
^*-Io  proecdimienti)  á  este   respecto,   hasta    que  en    I8á4  el 
^^-     D.  Juan  de  Dios  Aranzazn,  apoyado  en   los  pretendiLÍos 
'*^Cíchos  de  su  padre,  pidió  posesión  de  ellos  al  Juez  de  pri- 


"^f^^ 


^*a  instancia  de  Hionegro.  Esta  posesión  fué  decretada  ;  se 

^^Xisieron  los  vecinos  de  Arma;  y  se  siguió  un  enredarlo  pleito, 

^5  no  fué  decidido  sino  en  1828  por  la  Corte  Suprema,  en 


or  de  los  oponentes. 

Por  decreto  del  Poder  Ejecutivo  nacional,  expedido  en  el 

^^j  de  Í8Í5,  se  mandó  erigir  el    tlistrito  de   Sidaioina.  1^1 

-.José  Ignacio  Gutiérrez,  comisionado  para  dii'igir  la  fun- 

^^-^iíin,  la  estatileció  al  principio  en  Sabanalarga  ;  pero  creyén- 

s5e  un  poco  más  tarde  que  quedaría  mejor  en  L]ncimadas, 


^^  tjo  en  que  hoy  eslát  se  la  trasladó  á  él.  En  el  año  de  1857  se 
^'^¡¿0  la  primera  rocería  en  comunidad  por  los  primeros 
^-^cínos  Nicolás  y  Antonio  Gómez,  l'rancisco  Velásqucz,  Juan 
^^sé  Ospiíia,  Carlos  Ilolguín,  Pablo,  Fermín  y  Manuel 
^ópez.  Comisionado  para  trazar  la  población  fué  Juan  José 
^spina,  quien  desempefn)  debidamente  su  encargo,  y  ade- 
más el  fie  repartir  los  solares  á  los  pobladores. 

En  1839,  los  vecinos  de  Arma  celebraron  una  transacción 
H  ^on  el  señor  Juan  de  Dios  Aranzazu,  quedando  por  ella  due- 
n  ños  de  la  parte  que  limitan  los  ríos  San  Lorenzo  y  Pacora, 
Bl        y  de  la  comprendida  entre  el   San    Lorenzo   v  la  Honda. 


y  el  distrito  de  Pacora  fuó  erigido  en  el  lugar  en  que  hoy 
halla. 

En  1833,  Aranzazu  cedió  en  favor  de  los  pobladores  di 
Salamina,  reservando  para  sí  la  más  valiosa  porción,  alguno;^ 
délos  terrenos  de  su  pertenencia;  mas  en  1843  los  vecinc 
desconocieron  el  dominifj  y  propiedad  del  donante,  con 
que  sobrevino  un  liligio  que  duró  por  más  de  cator 
años,  hasta  que  al  fin,  por  intervención  del  riobierno  de 
líepüblica,  fué  terminado  por  Irnnsacción.  Durante 
ruidoso  pleito  Iiubo  asesinatos,  incendios,  prisiones,  de 
pojos  y  ruina  de  intereses.  El  señor  Elias  Gonzálc 
pariente  de  Aranzazu  é  interesado  en  el  pleito,  fué  muer! 
alevosamente  al  pasar  el  puente  de  Guacaica,  en  C  de  abr 
de  1851. 

Desde  1857,  ha  seguido  progresando  el  Distrito,  bienqi 
con  alguna  lentitud,  Salamina,  sin  embargo,  es  pueblo 
bastante  importancia,  tanto  por  la  feracidad  y  extensión 
sus  terrenos  cuanto  por  su  situación  geográfica,  pues  es  froi 
terizo  con  los  Estados  del  Cauca  y  del  Tolinia,  y  está  n 
rrido    por  las  más    importantes  vías  de  comunicacióu  di 
Estado. 

Varias  raniiíicaciones  montañosas  desprendidas  de 
cordillera  centra!,  forman  la  armazón  del  territorio  de  Salí 
mina  y  dejan  entre  sí  multitud  de  abras  por  donde  corren  in- 
finidad de  riachuelos,  que,  reunidos  con  varios  ríos  que  ba- 
ñan el  I)Ístrito,  rinden  el  caudal  de  sus  aguas  al  bravie 
Cauca. 

Entre  las  principales,  deben  ser  mencionadas  la:^  síguica-| 
les  ;  la  que  forma  el  límite  con  Aranzazu  y  que  está  dispueí 
en  dirección  de  oriente  á  occidente,  Iiasta  terminar  en  los 
cimientos  del  arroyo  de  Sabanalarga,  en  donde  tiene  una  de 
presión,  para  levantarse  de  nuevo  en  el  l'erro,  y  desde  all 
cambia  su  dilección  al  iioite,  y  termina  en  la  ribera  izquien 
del  río  Pozo.  Gran  numero  de  estribos  se  desprenden  de  e3ti 
cordillera  y  recorrren  diversas  direcciones  :  al  norte  Guaya 
bal,  lirujas,  Cut^ubilal,  Cedrito  y  Sabanalarga;  al  occidentfll 


—  381  — 


P 

I 


vinaf]ue  sale  del  alto  del  Perro  para  terminar  cerca  de  la  coa- 
nuencia de  los  ríos  Pozo  y  Cauca. 

Otra  cordillera  desprendida  de  la  central,  forma  las  colinas 
tlelGuayalxi,  va  al  norte  y  terniiiin  en  la  unión  de  los  ríos  San 
Félix  y  Arma,  y  la  de  Cimitarra  que  entra  en  territorio  de 
f^ácora. 

Al  occidente  del  Distrito  está  la  ni  un  tan  uela  del  Taml»o, 
^«1  forma  de  semicírculo.  Se  extiende  desde  el  alto  de  su  nom- 
t>re  hasta  los  nacimientos  del  arroyo  Despensas,  entra  en  vi 
'tTntorio  de  Filadelfia  y  termina  en  Maivá, 

Continuación  de  otro  fuerte  de  la  cordillera  principa!  es 
*'oa  colina  que,  también  en  forma  de  semicírculo,  sv,  extiende 
^^  oriente  ik*  la  cabecera  del  Distrito  ]>ara  terjninar  cerca  del 
^^o  San  Lorenzo. 

Las  ramificaciones  que  forman  estas  montañas^  no  ofre- 

^^  íxl  observador  crestas  elevadas,  pero  sí  grupos  de  diversos 

^''k'iíXlcs,  que  enlazados  losiuios  con  los  otros  constituyen  una 

^^Pcicie  de  re<.l,  conlií^urando  así  lo   quebrado  do  los  terre- 

Gran  número  de  ríos,  riacbuelos  y  arroyos  descienden  de 
X^cindientes  orientales  y  unidos  forman  el  río  Pozo,  que de- 
^-'^la  sus  aguas  en  el  Cauca. 

El  San  Félix  se  forma  con  aguas  desprendidas  de  la  Cimi* 
^^  y  del  Guayabo  y  entra  al  río  Arma. 

Déla  colina  ó  montaña  del  PerrOj  bajan  igualmente  niu- 
^55  riachuelos  y  arrroyos  que  arrojan  sus  aguas,  unos  en 
t^ozo,  y  otros  en  Maivá. 

El  río  Pozo  toma  su  nombre  y  lo  conserva  hasta  el  Cauca 
^]  punto  en  qur  se  une  el  San  Lorenzo  ron  el  Chamberí, 
*^^^  manera  que  el  San  Lorenzo  es  el  verdadero  Pozo, 

El  Chamberí  nace  cerca  de  la  cordillera  central  en  la  ra- 
^Hicación  más  meridional    del  Distrito;    corre    al    noroeste 
^^s^ta  Sabanalarga,   en  donde  comienza  á  ser  propiamente 
*^ia  de  Kalamina,  y  desde  allí  sigue  su  dirección  norte  hasta 
huirse   con   el  San   Lorenzo.    Este  río  Chamberí   está   for- 
^^lo  por  el  Pocito,  f[ue  toma  su  origen  en  la  cordillera  cen- 


ia^ 

tai- 

el 


[4!ll^l 


—  382  — 

tral,  por  el  m^royo  del  Chamizo  y  por  el  riaclmelo  de 
solera,  prutluclo  de  hi  iiniuii  do  Nudillales  y  el  Palo.  El 
Pocito,  á  su  vez,  está  formado  por  AguitUt  Guayabal» 
Cabuyal  y  Cedrito,  que  Iv  alluyen  por  el  lado  izquierdo 
Cedral  y  Chagualito,  que  lecaeu  por  el  derecho. 

El  río  Hají  Lorenzo  nace  eu   la  Cimitarra,  corre  a 

dente  y  se  une  con  el  Chamberí,  como  esta  dicho.  Losarrovoí 

que  lo  enriquecen  por  el  (lauco  izquierdo  í!íon  de  poca  cowí 

deración.  ^M 

En  una  de  las  raniiíicadones  de  la  montaña  ó  colina dig 

Perro,  Huye  el  arroyo  del  I^do,  que  se  junta  con  Aíaivá,  y  C! 

la  Soledad  nace  la  quebrada  Despensas,  que  forma  el  UstM 

con  Filadellia  habita  Maiviu  fl 

Salamina  fué  por  mucho  tiempo  capital  del  Departameüfc 

del  Sur,  hoyes  cabecera  de  circuito  y*de  notaría,  compuesta 

de  Salamina,  Aguadas,  Pacora  y  Aranzazu.  ^á 

El  suelo  de  Salamina  es  de  los  más  feraces  y  abunda«i 

del  Estado.  Cusechan  en  él  trigo  en  gran  cantidad,  arroz,  ta 

baco,  cacao,  maíz  en  mucha  abundancia,  judías,  yuca,  papa^ 

arracacha  y  caña  de  azúcar.  Ea  los  patios  y  liuertos  de  la  ciu 

dad  hay  manzanos,  granados,  limoneros  y  naranjos  que  cre^ 

cen  y  fructilican  con  abundancia  al  lado  del  cíifé  y  déla  caña 

de  aziicar. 

El  templo  de  ei?ia  ciudad  es  unu  de  los  más  notables  ^ 
hermosos  del  Estado;  losedilicios,  casi  todos  de  tapias  y  lejaa, 
son,  sí  no  elegantes,  bastante  sólidoSi  cómodos  vaseadcis] 
el  plano  sobre  que  se  asienta  l:i  iMiblacion  es  dasigual  y  estre- 
cho, y  la  fueide  publica  que  hay  en  la  mitad  de  su  gracio^ 
plaza,  es,  después  del  templo,  su  más  bello  adorno* 

Lo8  habitantes  tie  Salamina  son  sobrios,  esencial  monte 
agricultoi*os,  fuertes,  rolmstos,  aventajados  cargueros;  para 
marchas  y  contramarchas  en  tiempos  de  conmociones  politi* 
cas,  tienen  apenas  ^mno  rivales  ilígnos  á  sus  hermauoíj  di»  la 
ciudad  de  Marinilla. 

Pol)laciún,  11.1  I61ial)itanks, — Latitud  norte,  5*  iS  2ií\ — 
Longitud  occidental,  P  vHí'  iO,— Altura  ^oJire  el  nivel  dclmar^ 


—  383  ^ 

I  .SIS  metros,  —  TemporaUíra,  19*" — Límites  :  conlina  al 
norte  con  Pacora  y  Aguadas;  al  onciile  con  Pousilvaiiia;  al 
occidente  con  Nueva  cara  manta  v  i*I  Esitadodel  Cauca»  v  al  sur 
con  Aranzaz.u. 


I 


Aranzazu.  —  liamóse  este  distrito  el  Sai*genlo,  porque 

en  viaje  hecho  por  el  señor  Juan  do  Dios  Aranzazu,  ron  el  fin 

de  coiioc<?r  terrenos  de  su  propiedad,  halló  en  vi  i>unto  en  ([ue 

^í^tA  hoy  la  cabecera  del  Distrito,  á  un  íi^eñor  Escobar  llamado 

^1     Sargento,  por  halterio  jsidn  del  ejército  del  general  José 

Afo^ría  Córdoba  en  la  batalla  del  Santuario»  Aquel  su^ieto,  sin 

^l>i<2  se  sepa  por  qué,  haliía  lijado  allí  su  residencia  y  vivía  en 

*^^>i^plGto  estado  de  aislamiento.  Así  como  Neira,  Sargento 

**ec.ih¡ó  después  nombre  especial  para  conservar  la  memoria 

^^^     dos  colomljianos  distinguidos;  el  Sargento,  la  del  señor 

-^^"•íinzazu,  y  Neira,  la  del  coronel  Juan  José  Neira,  guerrero 

^í^t-i^lpc  en  nuestras  contiendas  nacionales. 

Fué  creado  el  Distrito  por  ley  expedida  en  la  ciudad  de 

■^ic:»negro,  capital  de  la  Provincia  de  Córdoba,  en  1853,  siendo 

í^^^^sídente  de  la  Asamblea  el  presbítero  Valerio  Antonio  Ji- 

^^f5nez,  ascendiih*  años  después  á  la  categoría  de  Obispo  de 

^iitioquia,  y  ( robernador  de  la  misma  Provincia  el  Dr.  Anto- 

^vri  Mendoza. 

Cuéntaüseentru  los  priinei'os  fundadores,  X'aleutín  Sáncliez, 
^^riuado  del  Hetiro,  y  José  María  Ocampo,  Jesús  Duque,  Ne- 
l>omucenu  líamírez,  José  María  y  Joaquín  Gójnez,  éstos  del 
íiritiguo  catü/ni  de  Marinilla. 

El  dcsarruUo  de  Ai'áuzazu  ha  sido  lento  por  causa  de 
los  continuos  vaivenes  políticos  que  han  alterado  su  carrera 
pacífica  y  de  progreso,  y  acaso  lambién  por  haber  segregado 
gran  parto  de  su  territorio  para  darlo  al  vecino  distrito  de 
Filadellia,  ocasionando  esta  segregación  la  cortedad  presente 
de  su  suelo,  la  poca  variedad  de  sus  climas  y  la  reducción  i  le 
sus  producciones  naturales. 

El  aspecto  malerial  del  sitio  en  que  demora  la  calní-^ 
cera,   no  es  ventajoso,  porque   se   halla  sobre  una  planicie 


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—  385  — 


hay  en  el  paraje  denominado  Alegrías,  una  plantación  que 
cuenta  hasta  cinco  mil  arbolillos  de  esta  especie^  cuya  produc- 
ción  ha  sido  recibida  en  los  mercados  extranjeros  como  ilc 
tiuena  calidad. 

Las  flores  indígenas  son  numerosas  y  l>ellas,  las  frutas 
silvestres,  de  exquisito  gusto,  y  las  condiciones  higiénicas 
*^xcel  entes. 

Benefician  en  Aranzazu  cuatro  salinas  :  tres,  cerca  del 
^*^í>  Honda,  muy  productivas,  pero  de  sal  amarga,  aplicable 
^ólo  ala  industria  pecuaria^  y  la  otra  de  sal  excelente  para 
'^  ííiesa,  cerca  del  raudnl  Muelas. 

La  base  de  rii¡ucza  peculiar  la  tiene  Aranzazu  en  la  agri- 
*^^Jtiira  y  en  la  cría  do  ganados  vacuno  y  de  cerda. 

La  mayor  parte  lIc  los  habitantes  pertenece  á  la  raza 
^^^ica,  y  sobre  todo  son  de  costumbres  morigeradas,  y  tan 
^-^-^ risos  de  condición^  que  en  más  de  diez  años  no  se  ha  iai- 
^^«Jo  ni  seguido  en  este  Distrito,  una  sola  causa  por  homi- 

En  fenómenos  naturales,  mencionaremos  ;  una  catarata 
*^    la  Honda,  á  la  cual  se  calcula  una  altura  de  150  metros,  y 
'      ** ^"^-si  de  400  en  el  Cliandjcrí. 

Población,   i. 354    habitantes.  —   Temperatura,  áO**.  — 

^^nites  :  confina  al  norte  con  Salamina;  alurienle  con  tía- 

*>iina  y  Neira;  al    occidente   con  Filadelfia,   y  al   sur  con 


M 


isr 


^iira. 


Andes.  —  El  principal  fundador  de  este  Distrito  y  el 
*^Viiiuo  á  quien  más  debe  su  ti Lireci miento,  e.-:*  el  Dr.  Pedro 
Ionio  Restrepo  Est^obar. 

Uii  indio  Guaticamá,  muerto  hace  poco  en  el  distrito  de 
*^<Aes,  de  quien  se  dice  haber  vivido  más  de  un  !=v¡glo,  refuría 
^  hace  mucho  tiempo,  que  estando  en  un  pueblo  del  CIimcó 
^^  contar  á  su  abuelo  que  del  lado  de  acá  de  la  cordillera 
^  los  Andes,  habían  establecido  los  españoles  una  gran 
^^Udad  poblada  por  blancos,  ncy;ros  é  indios,  en  la  cual 
^^bía  hasta  cuarenta  caballeros  de  golilla.  Agregaba  que  la 
^*Udad  era  muy  rica,  muy  norecicnte  y  muy  traficante;  pero 
í^e  habiendo  en  cierta  ocasión,  cojnprado  un  indio  á  un 
Comerciante  una  pieza  de  manta,  intervino  el  cura  ofreciendo 
un  precio  mayor  del  convenido,  y  que  había  obtenido  la  pre- 


388 


ferencia ;  que  indignación  los  indios  habían  fabricado 
balsa,  lomado  al  cura  y  amarradole  á  ella  con  un  racim* 
plátanrjís  ptjr  cabecera  y  la  Jiianta  al  lado;  que  hecha  aqu 
operación  habían  sollado  la  balsa,  aguas  abajo,  por  e 
iniaediato  lleno  de  corrientes,  grandes  rocas,  remoline 
cascadas,  coa  ei  fin  de  que  muriese  por  efecto  de  los  gd 
antes  de  ser  ahogado,  y  que  después  de  eso,  temerosos 
venganza  de  los  blancos,  habían  degollado  á  muchos,  iii 
diado  la  ciudad,  trasmontado  la  cordillera  al  occidente, 
habían  lijado  en  tierras  del  Chocó. 

La  leyenda  anterior  ha  sido  vul^u:ar  en  Autiocfuia  d 
hace  muchos  años  para  explicar  el  origen  del  nombre  C^ 
manta,  que  fué  realmente  dado  á  la  ciudad  por  su  fund 
el  capitán  Gómez  Fernández  en  el  año  de  1537;  pero  aui 
la  versión  sea  ingeniosa,  ella  nada  explica,  porque  he 
visto  en  muchos  historiadores,  y  niuy  especiahnejite  en  d 
mentos  originales  sacados  de  la  colección  de  Muñoz, 
desde  el  paso  de  Vailillu  y  desde  1510,  época  en 
comenzó  la  incursión  de  I¡(>l>ledo,  ya  toda  esa  comarcoi 
llamada  Caramauta,  y  caramantas  sus  indios  poblada 
sin  que  se  diga  por  qué.  Ascliís  son  llamados  en  algí 
ci'ónicas. 

Empero,  saliendo  del  campo  de  las  ficciones,  entrena 
narrar  algunos  hechos  liistóricos  incf)ntrovertibles. 

Desde  la  desaparición  de  \,\  ciudad  de  Caramanta, 
existencia  fué  efímera,  hasta  el  afio  de  1830,  todo  ene  ti 
torio  quedó  desconocido  para  los  haliitaiües  ile  Antioquia 
el  año  indicado,  el  inilio  Guaticamá,  el  mismo  de  quien  ho 
hablado»  vivía  en  el  pueblo  del  Chamí,  en  donde  asesinó: 
mujer  para  apoderarse  de  otra  india.  Ton  el  Un  de  escap 
las  persecuciones  de  la  autoridad  pasó  la  cordillera,  y  pcu 
orillas  del  río  San  Juan  descendió  hasta  un  puntn  que  lli 
la  Bodega,  diinde  estableció  una  clincrii  para  vivir  solaini 
acompañado  por  su  nueva  c^jncubina. 

Algún  tiemjio  después   de    esto,   otros    individuos 
Chocó,  siguiendo  el  mismo  derrotero,  llegaron  al  lugar 


-^  3tíí»  — 


pado  por  Guati cama;  pero  uno  solo  de  ellos  llamado  Mariano, 

quedó   en  aquel  sitio  para  seguir  amores  clandestinos  con 

la  india,  pues  los  otros,  dirigiéndose  a  la  embocadura  del  río 

Cártama,  se  embarcaron  en  una  balsa  y  naufragaron  en  el 

pviiito   llamado  Las   Tres   Piedras,  Solamente  dos  de  ellos 

lograron  palvarse,  y  lijaron  su  residencia  en  Titiribí. 

En    persecución   de   estos    fuixilivíís,    que   parece   eran 

'e^Bclavos,  vino  del  Chamí  et  l)r.  Antonio  Tascón,  quien  á  su 

í*egreso  al  Chocó  llevó  la  halagadora  noticia  de  las  itigentes 

fiqíiezas   de  las  tierras  que  había  recorrido,  motivo   por  el 

Ciual  una  corta  inmigración  de  indios  se  verificó,  y  dio  origen 

^  un  caserío  en  el  punto  llamado  Gólgota;  pero  este  movi- 

liento  fue  parcial  y  de  poca  importancia. 

En  el  afín  de  1845,  Marcos  Tahares,  acompañado  por 

algunos  otros  sugetos,  descubrió,  exploró  y  reconoció  el  río 

^^n  Juan  y  sus  vertientes  laterales,    trayendo  a  noticia  de 

tocios  la  existencia   de  ricos  minerales  auríferos  y  de  abun- 

d^ntes  fuentes  saladas.  Esta  campana  aumentó  un  tanto  el 

^casorio  de  Gólgota,  que  existió  hasta  1853. 

En  aquel  año,  el  Dr.  Pedro  Antonio  líestrepo  E.,  se  retiró 

^1  San  Juan,  por  ser  allí  propietario  de  una  gran  cantidad  de 

leri^enos.  Cautivado  el  espíritu  riel   l)r.  Res  trepo  E.  por   la 

'^pondcrable  belleza  de  aquellas  selvas  centenarias,  y  por  la 

P^*of  itsa  iñqueza  tnineral  del  suelo,  resolvió  dar  principio  á  la 

lunclaeión  de  un   pueblo,  y  aplicar  toda  la  fuerza  de  su  in- 

íiUetieia  al  prüntodesenvulvimientodetan  numerosas  riquezas 

^^turales. 

El  dia  13  de  marzo   de    1852»  hizo   derribar   el  primer 

^**ool  en  el  centro  del  lugar  ocupado   hoy  por  la  plaza  del 
bi 


atrito,  el  compatriota  de  quien  venimos  hablando,  y  muy 
P*^c<>  después,  á  imitación  suya,  muchos  habitantes  del  centro 
^     !a   provincia  concurrieron  con  sus  esfuerzos  á  erigir  la 
''^^blación  y  á  fijarse  en  ella  y  en  sus  alrededores. 

Con  la  protección  y  ayuda  eficaz  del  fundador,  esta  loca- 
^^^íid  comenzó  á  tener  cómodos  edificios;  sus  bosques  prin- 
^'^piaron  á  ser  descuajados,  y  los  albores  de  una  civilización 


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—  391   — 


La  extensión  ocupada  por  la  población  de  que  venimos 

tratando,  es  acaso  una  do  las  más  abruptas  y  enmarai^adas 

rfeJ  Estado  de  Antioquia.  La  gran  cordillera  occidental  de  los 

Andes  lo   limita  por  uno  de  sus  lados,  ofreciendu  puntos 

culminantes  que  ascienden  á  3,000  y  más  metros  sobre  el 

nivel  del  mar,  tales  como  el  de  Parafuillo  y  San  Fernando. 

Oe  aquella  masa  colosal  se  desprenden  varios  estribos  en 

diversas  direcciones,  y  de  ellos   fuertes  y  contrafuertes  que 

F^^V'  su  disposición  hacen  un  laberinto  en  que  difícilmente  se 

Pi-it3de  tomar  orientación.  Todas  estas  montañas  están  ínti- 

Ií^^O-montc  relacionadas,  y  separadas  apenas  por  el   curso  de 
I  -'^^Wtjierosos  torrentes  metidos  en  profunrlas  cañadas,  sin  que 
*^  ofrezca  un  valle  de  regular  extensión. 
Mas  á  pesar  de  esa  peculiaridad  orogralica,  el  sistema  de 
^?"iaas  que  riega  el  Distrito  es  bastante  fácil  para  sor  descrito 
^     ^^^^mprendido.  El  río  San  Juan,  la  principal  y  mas  caudalosa 
"^^^X^riente,  nace  del  Paramiílo,  y  con  dirección  const:mte  de 
y*^á  norte  deposita  sus  aguas  en  el  Cauca  y  sirve  de  rccep- 
^^^^^iilo  á  todos  los  que  caen  de  uno  y  «Jtro  lado,  tanto  del 
^^^^^idente  como  del  oriente.  Del  primero  recibe  á  Santa  líita, 
^''^ apárrala,   Tapartó  y,  Guadualejo,  con  más  los   torrentes 
^uta    Bárbara,    Cedrona    y    Chaparralito*  Del    otro,    sus 
^^Ueafes  principales  son  el  Dojurgo  y  el  Salado,  agregando 
^^  riachuelos  Cristalina,  San   Antonio,  San^  Bartolo,  Don 
*^Vier,  Cañavérala  y  la  Ciudad, 

Ivl  curso  del  río  San  Juan  es  sumamente  precipitado, 
*^>petuosa  su  corriente,  y  su  cauce  colmado  por  grandes  frag- 
^^^ntos  rocallosos* 

Como  fácilmente  podrá  deducirse  ile  lo  dicho,  la  tempe- 
^*^lura  es  sumamente  variada  en  los  diversos  sitios.  El  frai- 
P^Jón  anuncia  en  las  alturas  el  máximo  de  frío,  y  el  cacao  en 
^^55  partes   bajas,  el   máximo  de  cali*r.    En  escala    graduid 
\      ^^mbia  la  lujosa  vegetación   de  Andes,  ostentando    los  pri- 
*^ores    de  una    flora  engalanada  por  el     guayacán   y   las 
limosas,   por  el  cedro  y  el  roble,  pop  los  musgos  y  las  pará- 
sitas. 


r--i:>-!::^-'- 


^'""^nia^es*^-^'^'' 


i^'^^^""?  'oV'  qv.c  e^^^^,,,  veneno. .     ^^^  ,,  . 

toro,  -- ''     .^.  .on^^*^'^'"''      !te  ñ^^^'         Ae  a^^*^^""' 

-efe*'       ....  ctí  V"    ,  „„\Uvo  ^^      e\  ^*^         -«roAu<^*^' 


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.vcs\v"  -;_  ^^^^ou  -    ^        por- 


t,.H  \^a^*^^*'  "  :.,    con 
CAV>^    \a  ^^^''  se 


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n\ano*        en\^^*'      \a  ^'^^^  * 


ixc\on 


•\oa 


pnr  todas  partes,  en  íntimo  cnncierto  cnn  l:i  naturaleza  pri- 
mitivíi,  levantan  y  engrandecen  el  paisaje  fie  una  manera 
impoiulerahle. 

Fuera  de  los  numerosos  objetos  de  oro  y  piedra  sacados 
(lelos tosoros  indígenas,  y  sin  contarlos  de  cerámica  hallados 
en  los  mismos  sepulcros,  así  conií)  tanit)ien  las  curiosidades 
*U'qiieolng¡ras  extraídas  del  campo  en  que  fué  la  Ciudad,  tiene 
eldislrito  de  Árales,  como  particularidad  getilógica,  el  alto  de 
San  Ft^i'uandi),  para  recomendar  el  cual  transcriljimos  á  la 
'c'tra  los  expresiones  del  Sr.  Félix  María  líestrepo. 

t  El  punto  más  elevado  de  la  cordillera  occidental  en  el 

•  t)¡slrito  es  el  alto  ríe  San  Fernando.  Desde  su  cumbre  se 

*  <Íomina  un  paisaje  inmenso,  se  ve  todo  el  gran  territorio  del 
C/i(H*6,  todoel  Estadí)  de  Antioquia  y  parte  tle  los  del  Cauca, 
TcMima,  Cundinamarca,  Santander  y  Bolívar.  Es  ciuio:,a 
Una  observación  :  en  ese  panorama  se  distingue  la  cuarta 
pnrte  del  EslaJo  de  Antioquia  perfectamente  cultivada, 
ílcna  de  labranzas,  de  aberturas,  caseríos,  pueblos  y  ciu- 
tlades,  testimonio  patente  de  la  gran  fuerza  empleada  para 

.Vencer  obstáculos  colosales  y  procurar  una  vida  civil  acó- 
lliodatla  á  las  diversas  exigencias  de  un  pueblo  activo,  em- 
lirentledíjr  y  valiente,   » 

Hacia  la  parte  sur  del  Distrito,  sobre  las  vertientes  del 
^*ío  ,San  Juan,  existen  los  pobres  restos  de  una  parcialidad  de 
^^dígenas  de  origen  caramanta.  Están  estos  infelices  america- 
nos en  una  especie  de  limbo  en  asuntos  de  civilización  :  bárlía- 
^os  á  meilias,  y  á  medias  civilizados.  Concurren  con  alguna 
li'ecuencia  a  la  cabecera  del  Distrito,  á  la  que  llegan  también 
^ile  vez  en  cuando  algunris  naturales  del  Chamí,  pueblo  situado 
a!  respaldo  de  !a  cordillera  en  la  parte  alta  del  río  Andágucda, 
tributario  del  Atrato,  río  tan  ponfleradoen  los  libros  antiguos 
por  su  i)tu*lentosa  riqueza  aurífera. 

Los  indios  caramanías  y  los  chamíes  mantienen  algunas 
relaciones  de  amistail  y  de  tráíico,  y  conservan  aiin  la  cos- 
tumbre de  envenenar  la  punta  de  los  virotes  de  las  cerliatanas 
que  usan  parala  caza,  con  el  sudor  de  un  baetraciano,  ranita 


—  394  ^ 

de  un  color  amarillo  do  oro  que  cojeii  en  los  lugares  hume- 
dos  de  sus  bosques,  y  que  preparan  sometiendo  el  animal, 
un  calor  Ionio,  ensartado  en  un  pequeño  madero.  Este  venen? 
de  origen  animal,  muy  dií^tinto  del  curare  y  del  veneno  de 
palo,  extraídos  el  primero  de  un  bejuco,  y  el  segundo  de  la_ 
corteza  de  un  árbol  perteneciente  á  la  familia  de  los  eulorbc 
ceas,  es  el  de  que  se  servían  y  se  sir\^en  para  sus  gueiTas 
y  cacerías  •  ~ 

Por  observaciones  personales,  sabemos  do  ima  maner 
positiva  que  este  veneno  extiíigue  la  vida,  comenzando  jior 
paralizar  los  nervios  motores  del  tren  posterior  medular,  y 
ascendiendo  cnn  rapidez  hasta  producir  el  mismo  efeclo  sobre 
el  neumogástrico.  Con  excepción  de  la  amputación  de  la  parte 
herida  6  de  la  cauterización  por  el  fuego,  antes  de  q\ 
el  veneno  haya  penetrado  en  el  torrente  circulatorio, 
sabeniDS  que  exisla  medio  alguno  que  pueda  tít^rvir  cor 
antídoto  para  contener  las  pertubaciones  orgánicas  de 
agente,  n¡  para  evitar  la  muerte  rápida  y  segura  que  prt 
duce. 

Tiene  Andes  las  fracciones  siguientes  :  La  Ciudad,  lioíí^ 
cjtie,  Tapartó  ó  Taparadó,  l*ueblo,  Santa  Bárbara^  Santa  Hila 
y  Quebradaarriba,   caseríos  i>or  lo  general  de  poca  sitrnit^ 
cación. 

Población, r*. 899  habitantes. —  Temperatura,  21". —  Lím 
tes :  confuía  al  norte  con  Bolívar ;  al  oriente  con  Jericó,  Támesi 
Valparaíso  y  Jarrh'n;  al  occidente  con  el  Estado  del  Cauca,] 
al  Bur  con  el  mismo  Estado. 


Jardín.  —  Dos  riachuelos  nacidos  en  la  cordillera 
dental    de    los  Andes,  conocidos    el   uno  con  el  nombre 
Salado  y  el  otro  con  el  de  Volcán,  juntan  sus  aguas  al  píe 
un  plano  inclinado,  y  después  de  unir?^e  estas  dos  HmpiaB 
cristalinas  agua?»,  corren  por  algún  trecho  con  el  nombre  de 
Jardín  para  entrar  luego  en  el  río  Docatu,  que  desde  aqu^ 
punto  recibo  el  nombre  de  San  Juan. 

Sobre  el  gracioso  y  lindo  plano  indicado  está  construid 


-  395  — 

la  población  ilol  Jardín,  cuya  existencia  coiuu  entidad  política 
data  del  afuj  do  1872, 

El  plano  de  ella  fué  delineado  por  el  inteligente 
presbítero  José  María  Gómez  Ángel,  cura  al  presente  de  la 
capital  del  Estado,  y  el  terreno  sobre  el  cual  hq  asienta  el  lugar, 
consta  de  treinta  hectáreas  cuadradas,  rlonadas  por  el  ciuda- 
dano Indalecio  Peláez.  Tal  terreno  se  halla  dotado  do  venta- 
josas condiciones  para  su  prosperidad  futura,  í=íÍ  bien  es  cierto 
lüe  la  ciiTunstancia  de  pertenecer  los  que  Jo  rodean  á  un 
s^Io  tlueilo,  ha  sido  causa  de  que  los  vecinos,  no  siendo 
Pí'opietarios,  se  hayan  visld  incapaces  de  desenvolver  su 
Prosperidad. 

La  temperatura  del  Jardín  es   iría,  agradable   y  suma- 

^^nte  propia  para  la  conservación  de  excelente  salud.  Los 

^'ííredíidores  son  amenos,  risueilos,  y   presentan  paisajes  de 

«^pecto  encantador.    Las  calles  del  Distrito  están  tiradas  á 

*^>^ciel,  bien  dispuestas;  pero  la  mayor  parte  de  las  casas  son 

P^jizíxs  y  de  aspecto  pobre* 

líl  t>istrito  puede  comunicarse  con  Anrles,  Valparaíso, 
iíuevíicaramanta  y,  por  cima  de  la  cordillera,  con  fera- 
^^^irrios  terrenos  y  con  el  rico  valle  de  iíisaralda.  Podría 
tainl^i^^  tener  un  camino  que  permitiese  ir  en  pocas 
j'^^'^ria.das  a  la  connuencia  del  Andágueda  con  el  Atrato» 
píiru.    navegar  después  este  ríi)    liasta  las    aguas   tlel  mar 

Población,  5.06*2  habitantes,  —  Límites  :  confina  al  norte 
^'^^^  ^\ndes;  al  oriente  con  Nuevacaramanta;  al  occidente  otra 
^^^  Con  Andes,  y  al  sur  con  el  Estado  del  Cauca. 

Bolívar. —  A  poca  distancia  del  último  farallón  de  los  del 
^^•^ra,  con  ligci^a  inclinación  al  sur,  esta  situada  la  cabecera 
*  ^^  distriti)  de  Bolívar^  postrera  población  antioquena  al  occi- 
^^*>le,  limítrofe  ctm  el  municipio  del  Atrato  pertenecioale  al 
^^tado  soberano  del  Cauca. 

Bolívar  fué  erigido  en    distrito   por    una    ley  expedida 
^^  año  de  1861;  se  le  suprimió  luego  por  otra,  y  por  otra 


39G 


rada 


se  tornó    á    darle   existencia    civil    y    política   poco 
después. 

Para  tanla  juventud,  ó  si  putliéramos  liablar  figurada 
mente,  para  tanta  niñez,  esta  colonia  antioquefia  liaprosper^ 
con  sorprendente  velocidad.  Asentada  su  cabecera  sobr( 
margen  iztfuierda  del  río  de  su  nombre,  con  aguas  abundant 
con  galana  vegetación,  con  temperatura,  si  bien  elevada  in 
sufocante,  y  crrn  alrededores  pintorescos,  es  lioy  uno  de  la 
establecimientos  más  importantes  del  Estado,  por  su  bcllü 
esencial  y  por  las  ventajas  i|üe  promete  para  su  adela| 
miento  ulterior. 

La  plaza  de  este  poblado  es  grande,  bien  nivelada,  y 
n  ideada  por  muy  reirulares  edificios;  las  calles  son  rectas,  < 
pedradas  algunas,  colladas  en  ángulo  recto  y  bien  ventila 
las  casas  son  modestas  en  su  apariencia,  fie  tapias  y  teja 
su  mayor  número,  cómodas  en  su  inteiior,  l>lanqueadasj 
cal  y,  aunque  sin  lujo  ni  ostentación,   jauleras  al  estilo, 
landos. 

Los  habitantes  del  Distrito  son  altivos,  audaces  en 
empresas,  visten  con  sencillez  y  decencia;  y  salvo  la  pro¡ 
sión  de  algunos  á  tomar  licores  espirituosos,  cáncer  cor 
que  corroe  la  mayor  parte  de  las  poblaciones  antioqueñí 
puede  decir  que  esa  masa  ilehnmbreses  honrada,  lalioil 
y  recomendable. 

En    cuanto    al    sistema    hidro^n^áficf»    y    al    orogr 
creemos  poder  hacerlo  cojnjirender  con  las  indicacioneiá 
gu ¡entes  :  al  frente  del  poblado  y  hacia  el  occidente  haj 
boquerón  recorrido  por  el  riachuelo  Lucía  ó  Luisa,  y  ] 
mismo  lugar  va  el  camino  que  conduce  á  la  pequeña  poblad^ 
del  Carmen,  perteneciente  al  Estado  del  Cauca.  I^a  Luis 
une  al  río  Hnlívar,  el   cual    nace   arriba  del  Vallecito 
unirse  más  abajo  con  el  Farallón,  que  formado  en  su  princig¿ 
¡uiv  los  tolérenles  Sucre  y  Cascada,  corre  con  el  nombre 
cado  hasta  mezclar  sus  aguas  con  el  Bolívar  en  Tebaida  ó < 
padero.  Dr  ese  punto  en    adelante  sigue  con  el  nombro 
Ijolívar   y  derrama   sus  aguas  al    San   Juan,   por  la  orilll 


ÍB9M 

icigj 
ro^ 


—  mi  — 

iiquíerda.  El  Pedral  nac-e  en  el  Farallón  y  Uesas:iia  en  el 
Saa  Juan  por  el  mismo  lado  que  el  anterior,  siendo  de  no- 
je  mientras  el  primero,  es  decir,  el  Bolívar  ixscibe  los 
loriantes  Linda,  Monos  ó  Santa  Isabel,  Luisa,  Nieve>  Manza- 
nillo, Carmina  y  San  Miguel,  el  oti'o  apenas  recibe  como  im- 
portante el  riachuelo  Beatriz  por  su  flanco  izquierdo. 

Como  es  natural,  para  completar  esta  disposiciun  geográ- 
fica, entre  el  río  Bolívar  v  el  Farallón  liav  un  estribo  de  cor- 
dillera,  y  entre  el  primero  y  el  Barroso  perteneciente  al  dis- 
fa*ito  de  Concordia,  hay  otros  estribos  en  que  toman  nacimiento 
I  Jas  fuentes  que  los  alimentan.    Llamanse  estos  estribas  Cor- 
ita el  primero,  y  Vallecito  el  segundo. 

Los  terrenos  comprendidos  en  la  parte  anti(  tqueña  cuya 
ií3oiioñua  acabamos  de  describir,  son  sumamente  feraces,  y 
>^iito  lü  son,  que  grandes  trechos  hay  de  ellos  que  conq)nrUui 
*íeii  ta  competencia  que  se  quisiera  hacerles  al  conqíararlos 
^<->n  ikibaneta  en  el  distrito  de  Envigado.  Por  lo  dicho  y  por 
gozar  de  temperaturas  diversas,  las  producciones  tamldén 
[  lo  son,  y  por  eso,  t;nti  reconocidas  ventajas,  cultivan  en  aquel 
^^«lo,  cacao,  tabaco,  maíz,  yuca,  arracacha,  papa,  linaza, 
<^eljada,  café,  frísoles,  caña  de  azúcar,  arroz  etc.,  etc.;  y 
'filtre  las  maderas  de  producción  espontanea,  las  hay  apre- 
•^iíibles  Y  en  gran  número  :  comino,  quimulá,  barcino,  cedro, 
«^aunce,  avinge,  tliomale,  granadillt»,  nogal,  roble,  qüiuas»  y 
*^*Utremezcladas  c  ai  todr»  esto,  bellísimas  llores  üi'quidáeeas, 
^^'^gos,  liqúenes  y  heléchos. 

Respecto  al  reino  aniíiiíd,  nu  liay  eii  Boh'var  lo  que 
Pediera  llamarse  propiamente  lieras,  á  no  ser  que  exceptue- 
^^^  uno  que  otro  jaguar  que  se  presenta  rara  vez  en  las 
riberas  del  Cauca  ó  en  la  parte  baja  del  Bulívar.  Animales 
doinésticoá  sí  prosperan  y  se  multiplican,  basta  el  punto  de 
ÍUe  los  bolivarenses,  más  que  de  laindustria  minera,  obtienen 
tina  relativa  riqueza  y  una  positiva  comodidad  de  la  inilustria 
pecuaria. 

Desde  lo   alto  de    los  Farallones   se    domina  un   gran 
paisaje,  y  esas  elevadas  crestas,  arrogantes  y  magiu'íicas  por 


—  400  ^ 

El  mayor  inconveniente  con  que  se  ha  tropezado  para 
fundación  de  Jericó,  ha  consistido  en  lo  deleznable  del  terrc 
y  en  la  falta  de  niateriales  de  construcción  projjios  y  sólida 
La  arcilla  no  se  presta  para  la  fabricación  convenieate  de  tejas 
y  ladrillos,  y  la  arena  y  la  tierra  para  estucos  ordinarios  alca^u^ 
zan  subido  precio. 

Arruinado  el  primer  templo  pajizo,  fué  reemplazado 
otro  de  tapias  y  tejas  que  bien  pronto  fue  destruido.  Al  p^ 
senté  se  edifica  uno  de  grandes  proporciones,  cuyn  costo 
deünitivü  será  de  suma  consideración,  sin  (jue  por  esto  tlejej 
llevarse  á  término,  pues  ante  el  entusiasmo  religioso  de 
poblaciones  antioqueñas,  todo  se  allana. 

Jericó  vive  de  la  industria  pecuaria  y  de  la  agricultura,  y 
es  sin  duda  alguna  uno  de  los  pueblos  más  ricos,  más  indiM 
triosos  y  más  prósperos  del  Estado,  Actualmente  está  en  fli 
de  construcción  un  puente  sobre  el  Cauca,  para  poner  en  fa 
comunicación  el  Distrito  con  la  capital  y  con  otros  uiuci 
pueblos  de  la  parte  central  del  Estado. 

El  gremio  agrícola  produce  en  abundancia  maí/.,  fi 
les,  yucas,  arracachas,  plátanos,  panela,  papas,  tabaco,  ca 
trigo,  café  etc.,  etc;  mas  la  ganadería  en  grande  escala  ea] 
principal  industria.    Para  el  desenvolvimiento  de  ella  li 
extensas  praderas  cultivadas  en  la  tierra  caliente,    empleíi^ 
especialmente  para   cebo,  y  nutritivíjs  pastos   naturales  e 
parte  fría,  destinados  á  la  crianza  y  reproducción  activa  de  1 » 
ganados. 

La  pro[ncdad  raíz  no  está  concentratla  en  Jjericó,  lUW 
por  el  conlrario,  la  mayui*  partt*  ile  sus  vecinos  son  má 
menos  propietarios.   Uno  de  los  principales  artículos  ite 
comercio  consiste  en  la  transportación  y  venía  de  la  madera 
comino,  sumamente  lina  y  aliundante  en  sus  bosques  y  ar^ep- 
tada  con  entusiasnií)  en   Medellín   para   la  construcción  de 
ediücios   y  para  la  fabricación  ile   lujosos  muebles.   MucIk» 
de  lo  (|ue  hemos  dicho  con  relación  al   distrito  de  Aiulre» 
puede   ser  aplicado    al    ilo    Juricó,    por   cuanto   su  si&peclo 
físico,  la  índole  de  sus  habitantes,  la  analogía  de  hub  pro* 


—  401  — 

ducciones  y  otras  circunstancias  loa  han  hecho  andar  á  un 
mismo  paso, 

.  El  río  Frío,  que  tiene  su  origen  en  la  cordillera  de  la 
Pítócua,  da  sus  aguas  al  Cártama,  y  reunido  con  ésto  entra  en 
d  Cauca  después  de  haber  regado  parte  del  Distrito,  Este  río 
corta  el  camino  que  de  la  cabecera  del  Departamento  conduce 
áTámesis,  en  uu  jmnto  llamado  Puente  de  Tierra.  El  Puente 
de  Tierra  es  un  fenómeno  geol(3gico  muy  importante  :  las 
'^as  corren  poruña  especie  de  tubo  subterráneo  de  trescien- 
tos metros,  cubierto  por  enormes  trozos  de  rocas,  Al  pasar  por 
^^cima  sin  ver  la  corriente,  se  oye  un  ruido  semejante  al  de 
^^a  íüriosa  tempestad,  y  si  se  observa  hacia  el  punto  de  salida, 

^■'  €?spectador  se  conmueve  con  la  estrepitosa  rapidez  que  en 

^^^opellados  borbotones  y  en  tumultuosas  cascadas  se  ofrecen 
^  ^u  contemplación.   Las  aguas  que  forman  este  río  son  los 

^^reiites  Venado,  Candelaria,  Minas,  Manzanares,  Palmicbala, 
-^or^vadero,  Tacón,    Castrillón,    San   Agustín,   Los  Toros, 

^^adora  y  Puentes. 

El  río  Piedras,  como  el  río  Frío,  nace  también  del  alto  de 

1  7  7 

^   F*ascua  y  se  derrama  en  el  Cauca  como  á  trescientos  metros 

^^iba  del  paso  de  las  Piedras,  en  el  camino  que  lleva  de  Fre- 

^^íliaá  Jericó.   Forman  el  Piedras  los  torrentes  Santamaría, 

^Jai%  Borrachero,  Volcán,  Colorada,  Estrella,  Quebradona, 

'*^jí?j  Leona  y  Palenque.  Los  torrentes  Soledad,  Cruces,  Ser- 

^tia  y  Armenia  caen  separadamente  al  Cauca, 

Al  río  San  Juan,  por  el  lado  de  Jericó,  afluyen  el  riacliuelo 
^*l<^ncio  y  el  río  Mulato,  separado   este  último  del    San  Juan 
El    P^^i*  la  cordillera  del  Barcino. 

P  Población,  11.5Ü3  liabitantes.— Latitud  norte,  6"  3' 35". 

LÍ  Longitud  occidental,  1"  1 1'  áC —  Altura  sobre  el  nivel  del 

W\   mar,  2.070  metros.  —  Temperatura,  18\  —  Límites  :  confina 

^1  norte  con  Fredonia;   al  orienté  con  Sabaletas  ;  al  occidente 

^^íi  BijhVar,  y  al  sur  con  Tdniesis. 


Nuevacaramanta.  —  Llamóse  al  principio  Sepulturas, 
^ííi  duda  por  los  muchos  sepulcros  de  los  indios  pobladores 


m 


ele  la  n 


Llámasele  ahora  Nuevacaramanta,  en  con^ 


miMnoración  y  reemplazo  de  la  Camaranta  Iradicional  de  que 
hablamos  al  trazar  la  hisloria  de  Andes. 

Hasta  el  año  de  183G,  parte  de  los  terrenos  de  esto  Dis- 
trito pertenecieron  a  los  Señores  Gabriel  Echcverri,  Juan 
Uribe  y  Juan  y  Alejo  Santamaría,  quienes  generosamente  los 
cedieron  para  la  fundación  de  una  nueva  parroquia,  como  se 
decía  entonces.  El  Distrito  quedó  delinitivamentc  establecido 
en  I8i2. 

Al  iniciar  los  trabajos  de  fundación,  fueron  primeros  con- 
lui  rentes,  como  obreros  activos,  unos  señores  Vargas,  Gómez, 
Obandos,  Osorios,  Orlices,  López  y  Ossas,  cuyas  familias, 
multiplicadas  de  una  manera  admirable,  constituyen  hoy  la 
gran  mayoría  del  vecindario. 

Hacia  el  extremo  sur  corre  el  río  Arquía  cuyo  desagüe 
tiene  lugar  en  El  Cauca,  entre  los  antiguos  pasos  de  Ifufú  y 
la  Cana.  Corre  este  río  do  sudoeste  á  nordeste  y  tiene  su  na-*. 
cimiento  en  Portachuelo,  al  pie  de  unos  cerros  llamadas  I 
Mellizos. 

De  la  Cana,  siguiendo  el  curso  del  río  Cauca  por  la  band^ 
occidental  bástala  desembocadura  del  riachuelo  Bequedo,  lími 
con  Valparaíso,  riachuelo  arriba  hasta  el  Triste  en  el  camii^^ 
quedo  la  población  de  Nucvacaramanta  gira  para  el  pueiiocte^ 
este  nombre,  y  del  nacimiento  fiel  Triste  al  alto  del  Anime-, 
de  allí  al  río  Conde,  de  este  al  riacivulo  llamado  Penosa,  y  poi 
éste  arriba  hasta  los  cerros  de  los  Mellizos,  se  completa  la- 
línea  de  circunscripción  de  Nucvacaramanta, 

Dos  ríos   sirven  de  límite  al  Distrito  :  el  Ar(|uía,  deqoí? 
ya  hemos  halilado,    y   el  Conde,  que  tiene  sus  nacimier! 
al  pie  de  los  cerros  de  los  Mrlb'zos.  El  caudal  do  las  aguaí-      4 
de  éste  es  poco  más  ó  menos  igual  al  del  primero,  y  corre  er»--^ 
dirección  sur-sudeste   hasta  juntarse  con  el  Cártama  [km 
antes  de  caer  en  el  Cauca. 

La  montaña  más  elevada  del  Distrito  es  la  que  separa 
Estado  de  el  del  Cauca,  llamada  en  una  parte  Portachuelo,  e\ 
I  otra  los  Mellizos,  y  por  Un  Santa  Isabel 


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Cav^ 


Alttfi 


ftCta 


—  405  — 


en  las  partes  cercanas  al  Cauca  y  al  Cártama,  donde  están  aim 

¡cubiertos  por  bosques  ricos  en  finísimas  maderas.  El  resto  es 
quebrado  y  está  constituido  por  ramificaciones  orientales  de 
la  gran  cordillera  occidental  de  los  Andes  colombianos. 
Los  estribos  más  notables  son  :  La  Torre,  ramal  de  la 
cordillera  del  Citará,  desprendida  cerca  del  cerro  de  Cara- 
manta,  con  dirección  primero  de  surá  norte ,  con  inclinación 
>  después  al  nordeste,  para  terminar  cerca  do  la  unión  de  los 
ríos  Piedras  y  Cauca. 
De  la  ramificación  anterior  se  desprenden  :  los  Mellizos, 
que  separan  las  aguas  de  los  ríos  Conde  y  Cártama;  el  Burro, 
que  sigue  al  nordeste  por  entre  las  corrientes  de  los  ríos  Claro 
y  Cártama;  Buenavistay  la  Virgen,  que  toman  idéntica  direc* 
cióíi,  presentándose  en  estas  masas  moníaíiosas  las  notables 
^  elevaciones  de  Tacón  y  la  Torre. 

B         También  pertenece  áTámesis,  en  parte,  la  cordillera  11a- 
^^a  del  Jardín,  entre  estos  dos  Distritos. 

De  las  montañas  que  acabamos  de  mencionar,  nacen  va- 

**^^s  corrientes  de  agua  tributnrias  todas  ellas  del  río  Cauca. 

^^^  más  notable  es  la  del  río  Cártama,  que  tiene  sus  vertientes 

^r^  lí\  cordillera  del  J;u^dín,  que  corre  de  sudoeste  á  nordeste  y 

^Pt^sagua  en  el   Cauca  como  á   2  kilómetros    al    norte    del 

P^*erto  de  Caramanta.  Forman  el  caudal  de  este  río  las  aguas 

^^^  Conde  por  la  derecha,  constituido  el  mismo  por  los  torren* 

^^  Obispo  y  Soledad.  Por  la  orilla  izquierda  le  caen  el  río 

^*^ro,  alimentado  por  los  riochuelos  Támesis,  San  Antonio, 

^^^bradanegra  y  la  Peinada;  líiofrío  constituido  por  la  Sona- 

^P^^*a,  la  Sestillala,  la  Lora  y  San  Isidro,  Desagua  también  en 

^^^  Cártama,  la  Virgen,  nacido  en  la  Mama.  Riofrío  vierte  de 

^^cón,  es  manso  al  principio,  sumamente  impetuoso  en  su 

Í^t'te  media  é  inferior,  donde  corre  por  entre  enormes  preci- 
icios. 
Se  dice  que  hay  en  el  disfrito  de  Támesis  grandes  rocas 
^tx  grabados  que  representan  figuras  humanas,  obras  atri- 
buidas á  los  habitantes  primitivos,  pero  están  ya  tan  confusas 
que  con  dificultad  pueden  ser  percibidas. 


—  40fi  — 

Dada  la  fisonomía  física  de  Támesis,  es  fácil  concebir  • 
la  temperatura  media  varía  ea  ra/.ua  de  la  elevación  sol; 
el  mar^  de  cada  punto  en  que  se  la  considere.  Ardentísima 
las  vegas  del  Cauca  y  del  Cártama,  es  de  un  frío  rígido  en 
grandes  alturas. 

La  voriación  del  clima,  nacida  de  la  observación  quo  M 
hamos  de  hacer,  implica  también  una  gran  diversidail  on 
productos  naturales.  Hay,  por  tanto  :  ganados  vacuno  y 
cerda  en  abundancia,  mular  y  caballar,  el  suficiente  para  sat 
facer  las  necesidades  de   los  vecinoí? .  Entro  los  cuadrúpe- 
dos salvajes,  hay  osos,  jaguares,  dantas,  guaguas,  arms 
líos,  tatabros,  zahínos,  ciervos,  martejas,  ardillas,   conejl 
raposas  y  ratones*  En  aves  las  hay  de  galanísimu  plumaje 
de  armonioso  cantar,  entre  las  cuoles  campan  el  pájaro-mofi: 
los  gallos  de  peñasco,  los  turpiales,  los  toches  y  los  cuc 
cheros.  Hay  peces,  aunque  no  en  mucha  abundancia  ni< 
gran  tamaño,  en  el  río  Cártama  y  en  la  parte  correspondic 
del  Cauca;  escasos  reptiles  y  un  enjambre  incalculable 
insrctos,  especialmente  en  los  puntos  en  que  el  calor  os  alt 
la  vegetación  abundante. 

Los  vegetales  cultivados  con  especialidad  son :  maíz,  ta 
co,  yuca,  papa,  frísoles, cafe,  caña  de  aziicar,  cAcaoy  ak 

hortalizas. 

La  producción  del  maíz,  do  la  panela  y  del  tabaco  me 

cen  llamar  la  atención,  porque  además  del  consumo  intel 

hay  un   sobrante  que  se  envía  para   Nuevacaramanta, 

paraíso  y  Santa  Bárbara.  El  café  es  conducido  á  la  capital 

Eslaflo. 

Tiene  Támesis  numerosas  y  ricas  minas  de  oro  y  de  pll 

pero  la  mayor  parte  de  ellas  no  están  en  explotación. 
La  industria  agrícola,  pro|)iamenle  dicha,  y  la  jieci; 

forman  la  base  de  subsistencia  del  Distiito.  Sus  relacione 

tráfico  se  mantienen  con  Marmato,  Nuevacaramanta,  Jei 

Valparaíso,  Santa  Bárbara  y  Medehín. 

Todavía  predomina  un  poco  onel  lugar  la  raza  indíp 

pero  la  blanca,  si  bien  escasamente,  está  representada  por  j 


—  407  — 

tipo  especial. Los  mestizos  formaa  ia  masa  general  de  la  po- 
blación. 

Sise  exceptúan  el  vicio  del  juego,  un  poco  generalizado,  y 
la  pasión  política,  muy  exaltada,  se  puedo  afirmar  en  tesis* 
general  que  las  costumbres  do  los  habitantes  del  Distrito  se 
í^nservan  puras. 

El  poder  es  ejercido  por  un  Corregidor,  juez  y  presíden- 
oste de  la  Corporación  municipaK 
^f  Población,  5.471  habitantes.  —  Temperatura,    21*.  — 

I  L/nii  tes  ;  confina  al  norte  con  JeriaS  y  Fredonia;  al  oriente  con 
I  «^í^uta  Bárbara;  al  occidente  conJericó,  y  al  sur  con  Valpa- 
I     íaíso. 

^^  Valparaíso. —  Este  Distrito  se  fundó  el  8de  mayo  delSüU ; 
y  f  u^oron  donadores  del  terreno  en  que  seoscuentrala  calK?cera, 
^^  P i^esbílero  Josó  María  Montoya  y  los  señores  Baltasar  Vélez, 
^^o seceos,  Francisco  Osa  y  Cristóbal  y  Tomas  Uribe  Toro.  Estos 
'^s^Hnios  señores  hicieron  donación  de  un  gran  pedazo  deterre- 
^^  fsn  beneficio  de  ia  Escuela  que  debía  ser  establecida  para 
^^  fíducación  á  los  niños. 

Las  familias  pobladoras  de  Valparaíso  traen  su  origen  de 
'^^Hison,  Fredonia,  Santa  Bártora,  Nuevacaramanta,  Pacora, 
*^^jorral,  de  algunos  pueblos  del  Estado  del  Cauca,  y  han 
^'*ido  aumentándose  con  otros  antioqucños. 

El  desaroilo  de  este  Distrito  ha  sido  un  poco  lento,  porque 
"^^  Vecinos  han  tenido  que  luchar  cuntíalos  obstáculos  opues- 
^^H  pQi»  la  selva  virgen,  y  por  lo  enfermizo  do  las  locaHdadesar- 
^'^titos  del  territorio. 

La  cabecera  está   situada  en  una  explanada  aurífcm, 

^^^  domina  un  hermoso  horizonte,  y  al  pie  de  un  alto  llama- 

^^^0  Potrerillo.  El  centro  del  lugar  y  sus  alrededores  son 

^Uos  y  provistos  do  pequeñas  y  bien  mantenidas  dchesaíi 

^t*a  la  cría  y  cebo  de  ganados* 

El  suelo  es  fértil  en  general,  pero  presenta  aún 
"^"^sques  incultos.  La  superílcie  del  terreno  ofrece  el  aspecto 
^*i  un  plana  ligeramente  inclinado  con  leves  inflexiones  Iiaciíi 


—  408  — 

el  nortCj  y  con  una  pendiente  rápida  y  hondas  depresionc 
hacia  el  sur.  Escasos  manantiales  lo  proveen  de  agua  en  I^ 
parte  central,  pero  sus  ríos  y  raudales  hacia  los  contoraos 
son  ricos  y  copiosos. 

Un  ramal  de  la  cordillera  central  de  los  Andes  colomBli 
nos,  desprendido  hacia  el  oriente  del  cerro  de  Caramanta^ 
toca  el  confín  meridional  del  territorio,  un  poco  más  adulante 
del  Anime.  En  este  punto  la  montaña  se  subdivide,  y  merece 
especial  mención  el  estribo  que  corre  hacia  el  norte,  sobre 
el  cual  está  el  camino  que  desde  de  la  capital  del  Estado  esta- 
blece communicación  con  el  vecino  del  Cauca  por  la  banda 
occidental. 

Las  alturas  más  notables  de  esta  montañuela,  que 
puede  llamarse,  son  el  alto  del  Obispo  y  el  de  Potreríllo. 

Hacia  el  oriente  y  el  norte  del  Distrito,  se  halla  la  sección 
correspondiente  del  fértil  valle  del  río  Cauca,  y  hacia  ol  oc 
dente,  en  la  parte  alta,  las  quiebras  recoridas  por  los  ríe 
Conde  y  Cártama.  El  último,  en  la  parte  inmediata  á  su  de 
embocadura  en  el  Cauca,  tiene  hermosas  vegas  cubiertas 
su  mayor  parte  de  dehesas  bien  cultivadas. 

Esta  regado  el  Distrito  por  el  río  Cauca  hacia  el  oriente^ 
desde  la  boca  del  riachuelo  Bequedo  hasta  la  del  río  Cart 
ma.  El  riachuelo  Bequedo  tiene  su  origen  en  el  alto  del  Anii 
corre  liacia  el  oriente  y  forma  el  límite  de  este  Distrito  con  * 
de  Nuevacaramanta*  El  riaclmelo  Palmichal  nace  en    el  al^ 
de  Potrerillo,  pasa  por  el  flanco  derecho  de  la  población  y  de 
emboca  en  el  Cauca  frente  a  la  fracción  de  Arma.  El  Sabalc 
tas  tiene  sus  fuentes  primitivas  en  el  mismo  sitio  que  el  ant 
rior,  corre  en  dirección  al  nordeste,  y  desagua  en  el  Cauca 
lado  sur  de  dos  cerritos  sumamente  curiosos  por  su  forr 
llamados  los  Farallones.  El  río  Conde  desciende  de  las  altur 
de  los  Mellizos.  Corre  este  río  por  un  cauc4)  tortuoso  y  prc 
pitado,  primero  hacia  el  orienl<^  y  después  hacia  el  norte, 
mentado  su  caudal    con    otros  manantiales.  Del  cerro 
Obispo,  fluye  el  riachuelo  del  mismo  nombre,  tributario 
)nde,  f'uyu  curso  está  en  tierras  drl  Distrito,  desde  i 


—  409  — 


en  donde  lo  parte  el  camino  que  de  Támesis  condiico  á  Nueva 
Caramaiita,  hasta  su  reunión  con  el  Cártama.  Las  avenidas  de 
este  río  son  enormes  y  peligrosas,  aunque  en  tiempo  seco  la 
cantidad  de  agua  que  lleva  sea  de  poca  consideración. 

La  región  baja  de  Valparaíso  cercana  al  Cauca  está  cu- 
bierta por  bosques  sombríos  y  por  dehesas  para  la  manuten- 
ción de  los  ganados.  En  la  parta  alta,  quo  rivaliza  en,  feraci- 
dad á  la  anterior,  la  vegetación  es  un  poco  más  lenta  en  su 
*^ecimiento  por  causa  de  la  temperatura,  que  es  bastante 
fría. 

Hay  abundancia  en  este  Distrito  de  maderas  propias  para 
la  eít>anistería  y  para  las  construcciones  urbanas,  y  entre  ellas 
sobr*c:salen  el  algarrobo,  el  guayacán,  el  cedro,  el  nogal,  el 
^^^í^ino,  el  roble,  el  avinge  y  el  quimulá.  Además,  como 
^í^bolcs  silvestres,  hay  el  madroñero,  el  cañafístula,  el  maqueii- 
'í^^,  palmeras  variadas  y  elegantes  etc.,  etc.  Hay  también  en 
"^^"^rsos  parajes  zarzaparrilla,  vainilla,  árboles  frutales  y 
"^^ohas  hortalizas. 

El  reino  mineral,  aunque  poco  explorado,  se   anuncia 

rico  en  esta  parte  del  Estado.  Las  arenas  del  Cauca  ruedan 

i^e^cladas  con  pajillas  de  oro,  y  á  su  extracción  se  aplican  en 

*^    estación  seca  muchos  pobres  trabajadores,  quienes  alcan- 

^^*^  á  vivir  holgadamente  con  el  producto  de  sus  tareas*  En 

^^  alrededores  de  la  población  los  aluviones  han  producido 

^^*niantes  rcdimientos,  y  en  cuanto  á  vetas  de  oro  y  plata  au- 

^*iei*a,  hay  varias   en   incipiente   explotación  que  prometen 

^^nos  resultados.  La  vecindad  de  este  territorio  a  los  opvi- 

^^tos  minerales  de  Echandía,   Marmato,  Supla  etc.,  es  una 

^^*"antía  de  indudaljle  riqueza.  Además  de  los  metales  precio- 

^^^  mencionados,  hay  depósitos  de  carbón  de  piedra,  yeso  y 

^*  carbonatada,  pero  liasta  ahora  no  se  benefician. 

Son  elaboradas  como  fuentes  saladas  para  la  extracción 

^^^  cloruro  de  sodio,  las  de  Barbudo  y  Montenegro.  Los  pro- 

^^^tos  extraídos  son  de  excelente  calidad,  pero  reducidos  á 

^Usa  de  lo  mezquino  y  pobre  de  las  explotaciones»  En   la 

^'^lina   del   Barbudo,    liay  grabados   sobre  piedras  algunos 


—  410  — 

jeroglíficos  indígenas,  y  existen  otras  r 
como  manifestación  clara  de  que  los  indio: 
jaban  aquellas  aguas. 

La  agricultura  está  sumamente  atrasa 
en  cultivos  de  maíz,  frísoles,  caña  de  azi 
arroz,  plátanos  y  varias  gramíneas  para  1 
dado  de  éstos  es  la  industria  predilecta  de 
Distrito. 

Las  vías  de  communicación  son  en  ge 
norte  conduce  á  los  distritos  de  Santa  Bar 
de  oriente  al  distrito  de  Aguadas;  la  del 
Cauca,  y  la  de  Occidente  á  Jcricó. 

El  Distrito  tiene  varias  fracciones;  per 
digna  de  mención,  por  ser  la  sola  que  est 
un  Inspector  de  policía. 

Población,  2.870  habitantes.  —  Tei 
Límites  :  confina  al  norte  con  Támcsi 
Aguadas  ;  al  occidente  con  Andes,  y  al  í 
manta. 


—  411  — 
RESUxMEN   DE  LA   POBLACIÓN 

CLASIFICACIÓN    POR   EDADES,    ESTADOS   Y   PROFESIONES 

I 


Menores  de  un  año.  . 

$e  i   á  7  años 

Do  7   á  21  id 

De  21  á  50  id 

De  50  á  70  id.  .  ,  .  . 
ge  70  á  100  id.  .  ,  . 
«ayores  de  100  id.    . 


Hombres  y  mujeres 


Id. 
Id. 
Id. 
Id. 
Id. 
Id. 


id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 


14.075 
103,339 
156,370 
155,845 

5,00^2 
06 


463,667 


II 


^olteros. 
jasados. 
Viudos. 


Hombres  y  mujercí'. 
Id.  id.  .  . 

Id.  id.  .  . 


3itM;',)7 

1-2  i, 31)1 
19,5VJ 


463,667 


ni 


*nfantes  sin  oficio. 

^Wi  picados 

Quitares 

Y*^"^istros  del  culto. 

*<el  tediosos 

institutores 

*  «"opieiurios 

V'^PUalistas 

:>«<ricultores 


maderos, 
"ñeros. 


VI 

í^^scarjores. 

O^^^'^^canteq 

Vr:.'^^í*ciantes 

A;;?j;^ros 

AÍt'¿^^^4^« 

I^orJ?* filtradores  domesticas. 

loJi'^os 

Li?^»»iero8 

fe3tt;"^t09 

^¡^•^.^lantes 

V¿^  Jf^^ntes 


^    rematados 
^iduos  salvaj 


Hombres  y  mujeres 
Id.  id. 

Id 

Id 


Id. 
Id. 
Id. 
Id. 
Id. 
Id. 
Id. 
Id. 
Id. 
Id. 
Id. 
Id. 
Id. 
Id. 
Id. 
Id. 
Id. 
Id. 
Id. 
Id. 
Id. 
Id. 
Id. 


id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 
id. 


id. 
id. 
id. 
id. 


id. 
id. 
id. 
id. 


1-25,310 

870 

794 

224 

^•20 

553 

958 

61) 

110.342 

673 

1 3,9-2  i 

95 

485 

0,383 

1-26 

•2,156 

17-2 

21,9i»8 

1 -28,63'. 

209 

150 

13 

4 

30,733 

18,692 

693 

390 


163,667 


es  en  todo  el  Estado 1,220 


Suma  total 464,887 


CAPITULO   UNDÉCIMO 


Gobierno 


Administración 


'^naíderacídíi  general.  —  Poder  Legislativo.  —  Poder  Ejecutivo,  — 
Secretaria  de  Gobierno  y  Guerra.  —  Régimen  polUico  y  muni' 
cipaL  —  Orden  imblico.  —  Elecciones.  —  Imprentas. —  Consejo 
del  Estado.  —  Esiadistica.  —  Establecinüenios  de  castigo*  — 
Casas  de  bene/icencia.  -^Secretaría  de  Hacienda  \j  Fomento.  — 
Rentas  ij  gastos,  —  Tribunal  de  cuentas.  —  Propiedades  del 
Estado,  —  Deuda  pública.  —  Mí/kís.  —  Tierras  baldías.  — 
Cuenta  general  del  presupuesto  y  del  Tesoro. —  Escuela  de  Arles 
y  Oficios,—  Empresas  públicas.  —  Casa  de  Moneda.  —  Lineas 
telegráficas,  —  Poder  Jadicial.  —  Juzgados  de  Circuiío.  — 
Juzgados  de  Distrito.  —Procedimiento.-^  Ministerio  público. 
—  Jurado.  —  Policía,  —  Notarías. 


Consideración  general.  — El  Estado  Soberano  de  Antio- 
^X^ia  es  parto  iiitegraiite  de  la  líepúljlicadc  los  Estados  Unidos 
^^  Colombia.  Se  halla  ligado  á  los  demás  Estados  y  está  some- 
tido á  la  autoridad  del  Gobierno  Federal,  según  lo  estatuido 
í*Or  los  artículos  1"  v  17'  de  la  Constilucíón  uacionaU 

El  Gobierno  del  Estado  Soberano  de  Antioquia  ha  sido 
establecido  conforme  a  loí?  principios  republicanos;  es,  por 
tanto,  popular,  electivo,  representativo,  alternativo  y  respon- 
sable. 

El  Gobierno  del  Estado  ejerce  su  acción  bajo  tres  formas 
distintas  que  se  denominan  poderes,  y  son  : 


—  414  ^ 


El  Poder  Legislativo; 
El  Poder  Ejecutivo; 
El  Poder  Judicial. 


Poder  Legislativo.  —  El  Poder  Legislativo  se  compone 
de  treinta  y  siete  diputados  que  son  nombrados  por  elccci 
popular,  y  que  reunidos  en  junta  se  denominan  Asambl 
Legislativa  (1). 

La  Asamblea  80  reúne  ordinariamente  cada  dos  año^,  el 
día  1°  de  octubre,  dura  en  sesiones  ordinarias  cuarenta  días, 
prorogables  por  veinte  mas,  y  en  sesiones  extraordinarias, 
por  el  tiempo  que  sea  indispensable  y  á  virtud  de  convocación 
del  Poder  Ejecutivo,  El  período  de  duración  de  los  Diputad 
en  8U  empleo  es  dedos  años. 

La  Asaml)lea  Legislativa,  tanto  para  las  sesiones  ordini 
rias  como  para   las  extraordinarias,   tiene    un   Presiden 
nombrado  por  mayoría  absoluta.  Las  faltas  accidentales  d 
Presidente  las  llena  uno  de  los  Viccpix)sidentes,  nombrad 
del  mismo  modo  que  aquél,  y  en  defecto  de  éstos,  nnn  de  1 
Diputados,  según  el  orden  alfabético  de  los  apellidos 
mismo  modo  quo  el  Presidente,  nombra  la  Asamblea  un  Sec 
tario;  pero  éste  sólo  dura  por  clliempo  do  las  sesionen 
las  cuales  se  le  nombra,  y  por  el  necesario,  después  de  teri 
nadas,  para  poner  en  orden  el  arcliivo  que  ba  estado  á 
c4^rgo.  El  Secretario  hace  el  nombramiento  de  un  oíicial  mayo! 
do  cuatro  escribientes  y  de  un  portero. 

El  Presidente  de  la  Asamblea  recibe  la  promesa  oonstit 
cional  y  da  posesión  de  sus  empleos  al  Presidente  del  Estad 
á  los  Diputados,  al  Secretario  y  á  los  otros  oficiales,  autori; 
con  su  íirma  todos  los  actos  legislativos,  mantiene  ol  orde; 
en  las  sesiones  y  cuida  de  quo  se  cumpla  el  reglamento. 

El  Secretario  autorixa  con  su  íirma  todos  los  actos  ex»^* 
didos  por  la  Asamblea;  es  órgano  do  comunicación  de  la  L 


1 


(t)  En  eonformidnd  con   ol  nuevo  eonao,   el  niimoro  de  Dtpatiidos  do  I 
iiuifionUr  prfjporcioiíalroenlr. 


poración  con  la  mayor  parte  de  los  empleados;  os  el  encar^'ado 
yresponí^able  de  los  libros,  expedientes,  solicitufles,  proyec- 
tos ctCM  quo  entran  á  la  Asamblea,  y  tiene  el  deber  do  cum- 
plir y  hacer  que  sus  subalternos  cumplan  las  disposiciones 
reglamentarias,  y  asimismo  el  de  dar  cuantos  informes  se  le 
pidan  por  el  Presidente  ó  por  los  Diputados,  y  el  de  llevar  en  el 
libro  de  actas,  la  historia   verdadera  de  lo  que  pasa  en  las 
sesiones. 

Son  atribuciones  principales  de  la  Asamblea  Legislativa  : 
Calificar  la  elección  do  sus  miembros; 
Ejercer  la  soberanía  del  Estado  por  medio  do  leyes,  decre- 
tos y  resoluciones  ; 

Presuponer  las  rentas  y  ios  gastos  públicos; 

Elegir  los   Senadores  plenipotenciarios,  los  candidatos 

clol  Estado  para  Magistrados  de  la  Corte  Suprema  Federal,  los 

Ala^gistradosdcl  Tribunal  Superior,  el  Procurador  general  del 

Elí$tado,  el  Administrador  general  del  Tesoro,  los  Designados 

l>a.ra  tjercer  el  Poder  Ejecutivo,  en  caso  de  falta  del  Presidente, 

*^1  Contador  general  del  Estado  y  los  Contadores  dul  Tribunal 

^^^  Cuentas,  los  Jueces,  Fiscales  y  Notarios  de  Circuito  y  el 

^^ector  y  el  Vicerector  de  la  Universidad ; 

Hacer  el  escrutinio  de  los  votos  dados  para  Presidente  do 
^   iJnión,  Presidente  del  Estado  y  Representantes  del  Estado 
Congreso  nacional ; 

Deliberar  soljre  los  asuntos  de  gobierno  pura  exigir  la 
^^>ida  responsabilidad  al  Poder  Ejecutivo,  por  aquellos  de 
^Ua  actos  que  hayan  sido  violatorios  de  la  Constitución. 

Los  Diputados  a  la  Asamblea  Legislativa,    durante  el 
*^iYipo  do  las  sesiones  ordinarias  ó  extraordinaiias,  quince 
^^Os^  antes  y  quince  dias  después,  gozan  de  inmunidad  cu  sus 
^^*^'íáonas  y  propiedades. 

Los  mismos  son  irresponsables  por  las  opiniones  y  votos 
^^^  expresen  en  las  sesiones  de  dicho  Cuerpo. 

Poder  Ejecutivo.  —  El  Poder  Ejecutivo  se  ejerce  en  el 
**^tado  por  un  Presidente  nombrado  por  elección  popular. 


-  4IG  ^ 

El  Presidente  del  Estado  dura  en  sus  funciones  cuatro 
años,  y  no  puede  ser  reelegido. 

El  Presidente  es  sustituido  en  sus  faltas  accidentales  ó 
temporales,  por  uno  de  los  cinco  Designados  que  para  ella 
nombra  la  Asamblea  Legislativa,  y  en  defecto  de  éstos  por  el 
Procurador  general  del  Estado. 

El  Presidente  del  Estado,  como  encargado  del  Poder  Eje- 
cutivo, tiene  á  su  cargo  la  dirección  de  los  siguientes  nego- 
cios : 

El  cumplimiento  de  las  leyes; 

El  orden  publico; 

La  fuerza  pública; 

La  instrucción  pública,  y 

La  hacienda  pública. 

Todos  estos  ramos  están  distribuidos  en  dos  grandes 
Despachos,  cada  uno  á  cargo  de  un  Secretario,  y  se  dem*- 
minan  : 

Despacho  de  Gobierno  y  Guerra ; 

Despacho  de  Hacienda  y  Fomento. 

Ninguna  pro\idencia  del  encargado  del  Poder  Ejecul¡v« 
tiene  fuerza  obligatoria,  mientras  no  sea  autorizada  con 
(irma  de  uno  de  los  Secretarios* 

Cada  una  de  las  Secretarían  del  Estado  tiene  distrihuid 
sus  trabajos  en  tres  secciones;  cada  sección  está  á  cargo  do 
jefe  y  de  uno  ó  más  escribientes;  cada  secretaría  tiencj 
portero,  y  entrambas,  un  Oficial  archivero. 


Secretaria  de  Gobierna  y  Guerra.  —  A  la  SecivUria    cJo 
Gobierno  y  Guerra  corrLvspondc  el  Despacho  de  los  negooio- 
ijue  se  expresan  así  : 


SECCIÓN  PIUMEUA 


Las  relaciones  del  Cíobiorno  del  Estado  con  el  de  la  Uniua 
(lelos  otros  Estados,  Régimen  político  y  municipal,  Orden 

pública,  Policía  y  Elecciones, 


—  417  — 


SECCIÓN  SEGUTVDA 


Instrucción  pública  primaria,  secundaria  y  profesional; 
imprentas  del  Eatado  y  publicaciones  oficiales;  perf?onal  y 
material  de  la  Asamblea,  del  Poder  Ejecutivo,  del  Consejo 
*lel  Estado  y  de  las  Prefecturas* 

SECCIÓN  TEHGERA 

Estadística,  censo  de  población,  división  territorial, 
^C'gistro  del  estado  civil,  administración  de  Justicia,  estable- 
<5imjentos  de  castigo,  casas  de  beneficiencia  y  cementerios» 

Régimen  político  y  municipal.  —  El  régimen  político  y 
^"Hxinicipal  está  reglamentado  por  el  Código  del  i'amo.  Con- 
forme áese  Códi^^oy  ala  ley  L  sobre  demarcación  y  división 
territorial,  el  Estado  consta  de  Departamentos,  Distritos  y  frac- 
*^ionesdeDistrito.  En  cada  Departamento  hay  un  Prefecto,  que 
^s  agente  inmediato  del  Poder  Ejecutivo  y  tiene  un  oficial  escri- 
*-*iente  y  un  secretario,  de  su  libre  nombramiento  y  remoción, 
í*^ra  el  despaclio  de  los  negocios  de  su  incumbencia.  En  cada 
^'^trito  hay  un  Jefe  municipal,  que  es  agente  inmediato  del 
^ofecto  y  del  Poder  Ejecutivo  y  tiene  un  secretario  de  su 
**>rQ  nombramiento  y  remoción.  Los  Prefectos  son  nombrados 
Por  g|  Poder  Ejecutivo,  y  los  Jefes  municipales  por  los  Pre- 

También  hay  en  cada  Distrito  una  Corporación  muni- 
*^^p5^l  que  consta  de  cinco  á  siete  vocales  nombrados  por  elcc- 
^^ón  popular,  en  razón  de  cinco  para  los  distritos  que  tengan 
OUO  habitantes,  y  de  siete  para  los  que  pasen  de  1 2*000,  Hay 
*^^emás  en  todos  los  distritos  un  Procurador  municipal  que 
^*cpresenta  los  intereses  comunes  y  los  defiende  en  juicio,  y  un 
Tesorero  municipal  que  es  el  recaudador  de  las  rentas 
públicas  y  el  responsable  del  manejo  del  erario  municipaK 
En  los  Distritos  cuya  p jblación  no  asciende  a  8*000  habi- 
tantes, la  Corporación  se  ccimpoiie  del  Jefe  municipal  y  un 
suplente,  del  Juez  del  Distrito,  del  suplente  y  del  Procurador 


inimicipa!.  En  aquéllos  donde  iio  hay  Juez  de  distrito,  la  Cor- 
poración municipal  se  forma  del  Jefe  municipal,  llamado 
también  Corregidor,  y  de  su  suplente,  del  Procurador  y  del 
Tesorero.  Las  Corporaciones  municipales  tienen  un  secretario, 
que  en  los  dos  casos  últimamente  expresados,  lo  es  del  Jefo 
municipal.  Las  Corporaciones  tienen  por  objeto  acordarlas 
reglas  particulares  de  administración,  conforme  á  las  leyes 
y  á  los  intereses  del  Distrito;  presuponerlas  rentas  y  gastos 
municipates;  nombrar  el  Tesorero,  el  Procurador  y  el  Juezdel 
Distrito,  y  hacer  todo  lo  que  sea  en  provecho  del  buen  ser- 
vicio público  y  de  los  intereses  comunes.  Las  Corporaciones 
municipales,  cuando  son  nombradas  por  elección  popular, 
duran  en  ejercicio  de  sus  funciones  dos  años;  y  cuando  se 
forman  de  los  empleados  del  Distrito,  duran  lo  que  éstos  :  un 
afto.  Las  fracciones  de  más  importancia  en  los  distritos,  son 
i^gidas  por  Inspectores  de  Policía  con  funciones  de  Corregi- 
dor; las  de  poca  importancia,  por  simples  Inspectores  d^ 
policía  ó  comisarios. 

El  Estado  atiende  en  su  mayor  parte  á  los  gastos  muñí  - 
cipales(l);  pero  los  distritos  tienen  como  rentas  los  impuesta ^^^ 
indirectos  sobre  la  introducción  y  consumo  de  mercaderíais  _ 
sobre  los  talleres,  clisas  de  juegos  permitidos,  almacenes    _, 
tiéndasele*,  etc.  El  Tesorero  municipal,  que  es  el  recaudador^  r 
de  esos  impuestos,  presta  fianza  ante  la  Corporación  muni-^ff. 
cipaL 

Orden  público.  —  El  orden  público  es  mantenido  y  con^i 
servado  por  el  Presidente  del  Estado,  por  los  Prefectos,  po  :3 
los  Jefes  municipales  y  por  los  Inspectores  de  policía.  L*» 
legislación  penal  contiene  fuertes  sanciones  contra  lostrastor^ 
nadores  del  orden  público,  y  el  Gobierno  tiene  la  facultaíl  y  el 
deber  de  aplicarlas* 

La  fuerza  pública  consta  en  tiempo  ele  paz  de  ¿00  i  300 


(1)  La  ley  tjue  otilo  dia^iunc  ha  dídu  derogada  uUimameiilc  ;  y  las  Corport* 
cionofl  municipale»,  previa  aprobación  da  loa  Prefocto»,  urbitran  lotí  medioa  de 
fkfmjiíJiíración  ptra  oada  diotrita. 


hombres  de  línea,  armados  y  convenientemente  disciplinados. 
Hoy  tiene  en  servicio  un  General^  que  es  el  Comandante 
general  de  las  milicias  del  Estado. 

La  policía  está  reglamentada  por  el  Código  del  ramo, 

*Según  él,  son  jefes  de  policía  el  Presidente  del  Estado,  los 

Prefectos,  el  Comandante  de  la  gendarmería,  los  Jefes  muni* 

cipulcB  y  los  Inspectores  de  fracción.  Son  agentes  de  policía 

loe  comisarios  y  también  los  gendarmes.  En  la  capital  del 

Estado  existe  un  cuerpo  de  policía  compuesto  de  un  coman- 

dantej   cuatro    capitanes  y   doscientos  gendarmes,  que    se 

^íenomina  Cuerpo  de  gendarmería  del  Estado.  En  cada  dis- 

*nto  hay  también  un  cuerpo  de  policía,  compuesto  de  comi- 

®^os  á  ordenes  del  Jefe  municipal.  Todos  estos  empleados 

^fe*eiiden  al  mantenimiento  del  orden,  y  velan  por  la  seguridad 

*^^Ia9  personas  y  propiedades,  por  la  moral  pública  y  por  la 

^lubridad  y  ornato  de  las  poblaciones*  El  comandante  de  la 

S^ndarmería,  los  capitantes  y  gendarmes  son  nombrados  por 

^í    Poder  Ejecutivo;   los  comisarios»  por  el    respectivo  Jefe 

Municipal. 


Elecciones*  —  Las  elecciones  se  efectúan  en  el  Estado 

*^  los  siguientes  días  :  para  Presidente  de  la  Unión  y  Repre- 

^^ritantes  al  Congreso  de  la  misma,  el  primer  domingo  de 

^^tlembre  del  año  anterior  al  en  que  principie  el  período  consti- 

^^ional  para  el  cual  son  elegidos;  para  Prütíidoiittídrl  TvsLiido 

^  diputados  á  la  Asamblea  Legislativa,  el  domingo  primero 

^^  julio  del  año  en  que  tales  empicados  deban  comenzar  sus 

^liciones,  y  las  para  miembros  de  las  Corporaciones  munici- 

í^^les,  el  primero  de  diciembre  de  todos  los  años,  cuyo  número 


íi% 


impar» 


Es  elector  en  el  Estado  lodo  ciudadano  mayor  do  diesfi  y 
^ois  años  que  no  este  impedido  para  ello  por  la  ley  ó  por  sen- 
tencia judicial.  Las  Corporaciones  municipales  forman  cada 
aflo,  en  todo  el  mes  de  abril  y  en  los  primeros  quince  días  de 
mayo,  la  lista  de  los  electores  del  Distrito,  lista  que  fijada  en  un 
lugar  público  da  derecho  átodo  ciudadano  para  hacerse  inserí* 


^-420 


bírenena  si  no  lo  está,  y  para  hac^r  inscribir  á  otros,  diez  úíw 

antes  de  las  el  jcrioaea.  La  Corporación  municipal  forma  otri 
lista  hasta  do  30  electores  vecinos  que  sopa:i  leer  y  escribir,  ] 
escritos  sus  nombres  ea  boletas,  saca  a  la  suerte  cuatro  gyi 
forman  la  junta  de  votaciones;  luego  tros  que  furmau  la  ji 
primera  de  escrutinio,  luego  otros  tres  que  forman  la  junta 
gunda.  Esta  operación  s:*  repito  tantas  voces  cuantas 
ncs  tenga  la  lista  de  electores.  Terminadas  las  votaciones,^ 
clios  los  escrutinios  y  cerrados  los  pliegos,  se  remite  un  cjeni 
piar  de  los  registros  de  aquellos  al  Presidente  de  la  Corpora 
ción  municipal,  otro  al  del  Estado  y  otro  al  del  Gran  Jurad' 
electoral  ó  al  de  la  Asamblea.  El  Gran  Jurado  electoral  es  un 
junta  de  nueve  ciudadanos  elegidos  á  la  suerte  por  el  Consejí 
del  Estado,  y  cuatro  adjuntos  nombrados  por  la  Asamblea d 
ei^tre  los  treinta  candidatos  nombrados  también  por  ésta.  Eá 
Junta  practica  el  escrutinio  de  los  votos  dados  en  cada  dg 
cunscripción  para  Diputados  á  la  Asamblea  Lcgislatíva^flj 
Asamblea  escruta  los  votos  dados  para  Presidente  de  la  üni^ 
del  Estado  y  líepresenlantcs  al  Congreso,  El  Gran  Jura^ 
escruta  las  para  Diputados  á  la  Asamblea,  y  las  Corporación 
municipales  las  para  líegidores  de  las  mismas.  La  Asaml: 
Legislativa,  el  Gran  Jurado  y  la  Corporación  municipal| 
sus  respectivos  casos,  pueden  declarar  nulas  las  elecciones| 
algunas  de  las  causas  señaladas  en  el  artículo  13G  del  Cúdig 
del  ramo.  Para  efectos  electorales  se  divide  el  Estado  cu  i 
circunscripciünos,  que  son  : 

La  del  CeiUro,  compuesta  del  distrito  de  Medellín,  silj 
bucera,  y  de  los  de  Amaga,  Darbusa,  Caldas,  Copaca\ 
Heliconia,  Envigado^  Estrella,  Itagüí,  Jirardotay  San 

La  deSudoeste^  compuesta  del  distrito  de  Titiribí,  qü 
su  capital,  y  los  do  Andes,  Bolívar,  Concordia,  Fi*ed€ 
Jericó,  Jardín,  Nuevacaramanta,  Támesis  y  Valparaíso. 

La  de  Sopctran,  compuesta  del  distrito  de  este  noni 
que  es  su  capital,  y  de  los  de  Behnira,  Evejiro,  Liburina^J 
banalarga,  San  Jerónimo  y  Sucre. 

La  de  Occidente,  compuesta  del  distrito  de  Antioquijí 


,  Burilicá,  Canasgordas,  Frontino, 
Itliango,  Jiraldo  y  Urrao, 

La  del  Norte,  compuesta  de  Amalfi,  su  capital,  y  de  An- 
gostura, Anorí,  Azuero,  Cáceres  (cabecera,  Raudal),  Campa- 
mentó,  Carolina,  Entre-ríos,  Nechí,  Remedios,  San  Martín, 
San  Andrés,  Santa  Rosa,  Yarumal,  Zaragoza  y  Zea. 

La  de  Oriente,  cuya  capital  es  Marinilla,  compuesta  de 
lüs  distritos  del  Carmen,  Cocorná,  Guatapé,  Nare,  Peñol,  San 
Carlos,  San  Rafael,  San  Luis,  Santuario  y  Vahos. 

La  de  Córdoba,  compuesta  de  Rionegro,  su  capital,  y  de 
Aljcjurral,  Ceja,  Concepción,  Guarne,  Retiro,  Santa  Bárbara, 
Santo  Domingo,  San  Vicente,  Sonsón  y  la  Unióut 

La  del  Sur,  compuesta  de  Salamina,  su  capital,  y  de 
Afruadas,  Aranzazu,  Filadelfia,,  Neira,  Pacora,  Pensilvaniay 
Panizales. 

Los  treinta  y  siete  Diputados  que  componen  la  Asamblea 
Legislativa,  corresponden  á  las  circunscripciones  expresadas, 
^^  la  siguiente  proporción  : 

Centro. •  8 

Córdoba. 6 

Norte * 6 

Sur.    ,  , \ 

Su  loeótc 4 

Oj:í  loatij, .     ..........  3 

Ori^mto.  3 

S  >petráa,        .     - •  3 

Tota!.     .     •     .     37 


Imprentas.  —  Hay  en  el  Estado  dos  imprentas  oficiales  : 
*^íi  en  la  capital,  y  otra  en  Manizales.  La  de  la  capital  está  á 
^^rgo  de  un  director,  un  subdirector  y  un  regente.  Hay  en 
^*la  un  repartidor  de  publicaciones  oíiciales  y  hasta  unos  doce 
obreros.  Salen  de  esta  imprenta,  El  Registro  Oficial,  La  Cró- 
mica Judicial  y  El  Preceptor.  Se  hacen  allí  las  publicaciones 


—  422  — 

de  todos  lo3  demás  documentos  oficiales  qué  deben  darse 

estampa. 


i 


m 


Lugares  de  despacho*  —  La  Asamblea  se  reúne  en  i 
salón  que  para  olio  existe  en  la  Casa  de  Gobiorno.  Este  salí 
está  separado  del  de  las  barras  por  medio  de  una  reja,  y  ti©; 
las  piezas  necí^sarias  para  la  secretaría  y  para  el  archivo 

El  personal  del  Poder  Ejecutivo  despacha  en  tres  o] 
ñas,  que  son  :  la  sala  presidencial,  de  agradable  aspecto  por 
sencillez  de  su  ornamentación  y  el  mucho  orden  y  aseo  que  < 
ella  se  observa ;  el  despacho  de  Gobierno  y  Guerra,  peque! 
local  con  dos  piezas  que  reúnen,  á  pesar  de  alguna  estreche 
condiciones  ventajosas  de  íuz  y  ventilación;  el  de  Hacienda 
Fomento,  más  espacioso  que  el  de  Gobierno  y  Guerra,  ■ 
con  poca  luz.  Fuera  de  las  piezas  citadas,  en  la  Cas™ 
Gobierno  existen  los  siguientes  despaclios  :  la  Admini||| 
ción  general  del  Tesoro»  la  Procuraduría  del  Estado,  lafl 
ciña  central  de  Telégrafos,  la  de  la  Plana  Mayor  de  lafu^i 
pública,  los  dos  Juzgados  do  lo  civil  en  el  Circuito,  la  ofioi 
del  Inspector  general  do  instrucción  pública  y  la  Prefecfcu 
del  Centro.  Hay  además  un  gran  salón  en  el  terc-or  piso,  di 
tinado  para  los  archivos  públicos,  ' 

Consejo  del  Estado,  —  El  Consejo  del  Estado  es  una  ce 
poración  compuesta  del  Procurador  general  >  que  es  su  preJ 
dente,  dolos  dos  Secretarios  del  Poder  Ejecutivo,  del  Adnf 
nistrador  general  del  Tesoro,  del  Contador  general,  del  A- 
ministrador  do  Correos  y  Telégrafos  y  del  jefe  de  la  ñoccii 
primera  de  la  Secretaría  de  Gobierno  y  Guerra,  que  es  el  tí 
cretario.  m 

Tiene  por  especiales  funciones  dar  su  dictamen  al  eral 
gado  del  Poder  Ejecutivo  en  los  negoeios  graves,  y  ejercer  I 
atribuciones  de  la  Asamblea  en  receso  do  ísta.  El  Cotí^ 
se  reúne  ordinariamente  los  jueves  y  sábados  de  cm 
semana,  y  también  el  día  último  de  cada  mes  pai'a  i 
remate  del  dinero  destinado  al  pago  de  las  deudas  de  segund 
clase. 


-  423  — 


P 


N 


Estadística, —  La  estadística  está  sujeta  á  las  disposicio- 
nes do  la  ley  CXXVI,  y  según  ésta  habrá  en  cada  distrito  una 
JuDta  de  Estadística,  y  tantas  comisiones  de  fracción  cuantas 
correspondan  al  distrito;  aquellas  y  éstas  tienen  el  deber  de 
recoger  los  datos  relativos  á  situación,  extensión,  límites  y 
divieióü  de  los  distritos  y  fracciones;  población,  riqueza,  con- 
eumo,  comercio,  industria,  clima,  productos,  rentas,  cami- 
nos, instrucción,  crimen,  bistoria  etc.,  etc.  Esos  datos  colec- 
cionados sirven  á  la  Secretaría  de  Gobierno  y  Guerra,  ó  á  una 
í>ric¡na  especial,  para  la  formación  anual  del  cuadro  estadístico 
general  del  Estado,  Los  datos  expresados  se  suministran 
mensual  mente. 

El  último  censo  de  población  da  el  guarismo  de  464.887 
habitantes,  incluyendo  i. 290  indígenas.  Dicho  censo  ha  sido 
formado  en  el  ano  de  1883. 

El  registro  de  estado  civil  se  lleva  en  las  notarías  de 
circuito,  y  mensual  mente  pasan  éstas  á  la  Secretaría  de 
Gobierno  y  Guerra,  un  cuadro  del  movimiento  de  este 
ramo. 

La  administración  de  justicia  se  ejerce  por  el  Poder  Judi- 
cial, y  el  Ejecutivo  no  tiene  en  ella  mas  funciones  que  las 
de  hacer  cumplir  los  fallos  de  aquél,  y  velar  porque  llene  sus 
deberes  con  prontitud  y  eficacia* 


(Establecimientos  de  castiga.  — Los  establecimientos  de 
^^stigodel  Estado  son  :  el  presidio,  las  cárceles  de  circuito  y 
*^^  distrito  y  la  casa  do  reclusión.  El  primero  está  á  cargo  de 
^u  director  y  un  secretario,  más  los  capataces  y  custodios 
I  '^'^cesarios,  en  razón  de  un  capataz  para  cada  veinte  reos,  y  un 
B  í^Ustodio  para  cada  tres.  Los  presidiarios  son  obligados  a  tra- 
l^^jaren  los  caminos  pú!>licos,  llevan  vestidos  especiales  y  las 
prigiones  necesarias,  de  acuerdo  con  lo  dispuesto  por  la  ley, 

PLas  cárceles  de  circuito  y  de  distrito  están  á  cargo  de 
alcaides  y  jefes  municipales,  y  en  ollas  se  cumplen  las  penas 
correccionales  y  lambién  las  que  so  imponen  por  delitos  co« 
unes. 


La  Casa  tic  Reclusión  o^  un  Otítablecimicato  destínadc 
para  el  castigo  de  las  niujeroí^,  pues  los  hombres  condenadc 
á  reclusión,  sufren  su  pena  en  la  cárcel  de  Medellín  ó  en 
presidio»  á  virtud  de  la  conmutación  que  puede  hacerles 
Poder  Ejecutivo.  Dicha  casa  está  á  cargo  de  un  director  y  un 
secretario,  y  hoy  sólo  necesita  de  un  gendarme  para  su  cus- 
todia. 

Casas  de  heneficencla.  —  Las  casas  de  beneficencia  que 

se  Sostienen  ó  auxilian  con  fondos  del  Estado,  son  ; 

El  Hospital  de  Caridafl  de  Medellín;  el  de  Antioquia;  el 
de  Marinilla;  el  deRionegro;  el  de  enajenados  de  Medellín  y  las 
casas  de  Ilucrfanris  y  do  Asilo  de  la  misma  ciudad - 

Cada  uno  de  estos  establecimientos  está  á  cargo  de  un 
Síndico  y  de  una  Junta  directiva.  El  Síndico  es  el  encargado 
del  manejo  de  los  intereses  del  establecimiento.  El  primero 
de  los  hospitales  citados  está  asistido  por  Hermanas  de  la 
Caridad,  según  contrahí  cck'brado  por  el  Guljierno  en  1875, 
La  junta  del  Hospital  de  Caridad,  presidida  por  el  Presidente 
del  Estado,  y  que  cuenta  por  secretario  al  de  Gobierno^ 
Guerra,  tiene  por  funciones  especiales  visitar  semanalmente 
el  establecimiento  y  cuidar  de  que  siga  bien  en  todo  sentídc 

Los  cementerios    pertenecen    al  Estado  desde  el   10  de 
octubre  de   1877,    Las   corporaciones   municipales  son  h 
encargadas  de  reglamentar  su  disciplina  y  sostenimiento, 

Secretaria  de  Hacienda  y  Fomento* —  A  la  Secretaría 
Hacienda  y  Fomento  con-rsponcie  el  despacho  delossiguic 

tes  asuntos  ; 

SECCIÓN     PRIMERA 

Formación  y  liquidación  del  presupuesto  de  rcnliis^ 
gastos;  formación  de  delegaciones;  dirección  general  de  la 
recaudación  de  la«  rentas  públicas;  la  correspondiente  fisca- 
lización de  los  responsables  del  manejo  del  erario  piiblico; 
las  propiedades,  derechos  y  accinnes  del  Estado;  la  deuda 
üpblica,  el  crédito  público,  las  minas  y  las  tierras  baldías. 


—  425  — 


SECCIÓN     SEGUNDA 


Comprobaciun  de  la  cuenta  general  del  Presupuesto  y 
del  Tesoro;  liquídáciíSn  de  sueldos  y  pensiones;  expedición  de 
órcienes  de  pago  é  i  aversión  de  los  fondos  públicos. 

SECCIÓN    TERCERA 

Vías  de  communicación,  servicio  personal  subsidiario, 
obleas  públicas»  empresas  por  cuenta  del  Estado,  casa  de  nio- 
íieda,  cámara  de  plomo,  oíicina  de  p-partado,  correos,  tclé- 
grctfos,  industria,  bellas  artes,  inventos  y  privilegios  exclu* 


Rentas  y  gastos.  —  En  ejecución  de  la  ley  sobre  Presu- 

^u.€^sto  de  rentas  y  gastos  que  expidió  la  Asamblea  Legislativa 

f*^i:*a  cada  bienio  ecotiómioo,  el  Poder    Ejecutivo  forma  la 

^^^IXiidación  correspondiente  á  cada  uno  de  los  años  del  bienio. 

^^ta  consiste  en  distribuir  convenientemente  cada  capítulo 

^^1^  Presupuesto  en  artículos,  de  modo  que  se  sepa  la  suma 

í^  Copiada  y  que  pueda  gastarse  en  cada  uno  de  los  diferen- 

^^^    ramos  en  que  se  subdividen  los  departamentos  adminis- 

*^^»tivos. 

Lo  referente  á  rentas,  gastos  y  deuda  pública,  resulta  de 
^    copia  que  hacemos  á  continuación,  departe  de  la  Memoria 
■P^^c^sentada  por  el  Secretario  de  Hacienda  y  Fomento  al  Poder 
^J^cutivoen  el  año  de  1883,  Dice  así  : 

El  producto  de  las  rentas  y  contribuciones  del  Estada,  cñlculadtj  por  el 
^^ifier  Ejecutivo  de  acuerdo  con  el  aefiur  Administradnr  genera!  del  Tesoro, 
^li  la  actual  vigencia  económica  (1882  y  1883),  calculo  hcclio  en  el  mea  de 
^tiembrede  1881  para  presentar  el  proyecto  de  Presupuesto  de  Rentas  y  Gastos 
4U  Asamblea  Legislativa  quo  se  reunió  el  1*  de  octubre  del  mismo 
año,  ascendió  á  la  suma  de «  . J}    1,401,825     « 

El  monto  de  los  créditos  adicionales  votados  por  dicha  Asam- 
Mea,  ó  sea  ol  mayor  producto  do  las  Rentas  en  el  bienio  actual, 
fné  calculado  en  la  cantidad  tk?. ^       316,975    * 

Suma .  .  f5    L718,8ÜÍ)     w 

S^  deduce  de  esta  cantidad  la  suma  de  ^  2.800»  como  con- 

A  la  vuelta.  .  .  .     f.718,800     • 


—  m  — 

De  la  vuelta.  .  *  .  .  ,    !, 719,800    • 
ü'acr(>dito  de  los  derechos  de  consumo  de  mercancias»  cuyo  pro 
duelo  calculó  el  Poder  Ejecutivo  en  la  suma  de  j5(?62.800  en  los 
ftnoa  de  mZ  y  1883,  y  la  AsnmLlea  en  ¿í  260.000 fi  2,H00    • 

Suma  total S    tTlC.OOO     • 

Disti'ibiiitla  de  la  siguiente  manera  : 

RENTAS 

Telégrafos 5  4,800  t 

Correos ¿|  1,600  « 

Casa  de  Moneda. ^  35,000  n 

Imptiostos»  ,,,,.......,  ¿(  i. 000  o 

Censos  y  alquileres.  ,  , S  1,300  >» 

Venia  do  bienes  dül  Estado.  ,  ,  <S  5,300  » 

CONTRIBUCIONES 

Licores  destilados •  .  .  ¿(  870,000  » 

Dereciiotí  de  degüello S  320,000  * 

—        eonaumo.  .....  ^  2fiO,000  m 

~        Ittbaco.  ,    •   .   •  ,  .  á  íiO,0OÜ  • 

-^        minas.    , 5  30,000  » 

'  —        registro ^  30,000  i 

Papel   timbrado. A  afi.OOO  » 

Aprovechamientois ^  68,000  ■ 

Suma S    1.7ir>,000    • 

El  monto  total  de  loa  oró  di  tos  líquidos  del  Presupuesto  de  Gastos  para  el 
bienio  de  Í8R2  y  1883^  se^iln  aparece  do  la  liquidación  verificada  por  el  Docr 
to  número  t"",  do  2  de  enero  de  1882,  por  el  cual  se  hace  la  primera  liquidaciá 
de!  Presupuesto  do  Rentas  y  Gastos  para  el  bienio  económico  de  I*  do  enero  do 
1882  á  31  do  diciembre  de  1883  {Rf*giHtro  Ofieial,  mímoros  638 áOiO), ascienda 
É  la  canlidad  de  S  l.íi3l ,753— 40,  dislrihuida  según  el  siguiente  pormenor  : 

1**    Departamento  do  Deuda  publica.  .  <  .  »  Jí  391»lí>t  60 

S**  id.  de  Gobierno.   .......  ^  990,629  80 

3«  id.            de  Juslicia S  240,176  9 

4«  id.             de  lo  Inlerior S  156,808  » 

5»  id.  de  Obras  públicas,  .  .  .  .  ^  306,720  • 

§•  id.  de  Instrucción  pública,  .  .  #  2i>3,682  • 

7'»  id,             de  Benericenoia &  75,500    » 

8*  id.  de  lídcienda.  .  .    .....&  153,916  ■ 

9«  id.  de  Guerra.  .                     .  «S  51,100  i 


Tolnl 


á    1.931,753  40 


Como  se  ve  en  el  Decreto  Ejecutivo  núiiRru9»i,  por  ol  cual  ^ 
dación  de  loa  cr^^ditos  adicionales  al  Presupuefllo  de  Gastos  de  l^  .  ^ 

fecha  1!  de  marzo  do  1882  (Registro  Oficial,  números  731  y  732),  ia  AsainWe*^ 
Legislativa  del  año  de  1882  abrió  al  Poder  Ejecutivo  créditos  ftdiciooalei  ^^ 
actual  Presupuesto,  por  un  valor  total  de  S  190,585—25,  diatrlbuidoa  así : 


-  427  — 

!•    Departamento  do  Deuda  pública .  J  13,619  25 

2«  id.          de  Gobierno 4  27,628  ■ 

3»  id.         de  Justicia ,  -  ^  Jí  8,218  j» 

4»  id,  do  lo  Interior.  ............  5  300  i 

5«  id.          di5  Obras  púljlicas ¿t  4,4iO  > 

C»  id.          do  ínsirucción  púbiica ,  .  ,5  7,820  > 

7«  id.          de  Beneficeficia fl  35,860  • 

8»  id,          do  Hacienda ^  12,600  » 

S»  id.           de  Guerra ,  ,  ,  5  8ll,Ú0g  i 

Suma 4  \mMU  25 

Do  modo,  pues,  que  el  I  ni  al  de  los  créditos  Leginlalivos 
abiertos  en  el  PresupueKto  de  Gastoa  vigente,  ó  sea  en  el  bie- 
nio de  1882  y  1883,  asciende  á  la  cantidad  de. $  2.122,338  65 

Varios  de  los  capítulos  del  Presupuesto  so  han  acotado,  y  ba  bahido  nece- 
sidad de  que  el  Consejo  del  Estado  ie  abra  al  Poder  Ejecutivo  los  siguientes 
créditos  adicionales,  de  acuerdo  eon  el  artículo  31  del  Acto  reformatorio  de  la 
Constitución  del  Estado  : 

DEPARTAMENTO  DE  INSTRUCCIÓN  PUBLICA, 

Capítulo    6'^  —  Escuelas  Primarias  (P.) *  .  fi      55,000    » 

DEPARTAMENTO   DE    HACIENDA. 

Capítulo  12^  —  Casa  de  Moneda  (M,) ,  ,  .  á(       5,000    n 

DEPARTAMENTO    DE   GUERRA. 

Capítulo    2^  «  Fuerza  pública .,..,.  á(      40,000    i 

Total  de  los  cn'^ditos  de  (pie  ba  podido  y  puede  disponer 
ú  Poder  Ejecutivo.  ,..,,.,... ^     2.222,338  65 

Comparándooste  resultado  con  el  producto  de  las  rentas 
y  contribuciones,  que,  según  se  ha  visto,  fué  calculado  en  á     1.716.000    » 

Aparece  un  déficit S       506,338  65 

Resulta  de  aquí  que  la  siluacióm  fiscal  en  el  bienio  actuales  demaBÍado 
apurada  y  embarazosa. 

Para  la  recaudación  de  las  rentas  y  contribuciones  del 
Estado,  existe  una  oficina  denominada  Administración  general 
del  Tesoro^  á  cargo  de  un  administrador  general,  un  conta- 
dor tenedor  de  libros,  un  jefe  de  la  sección  do  contabilidad^ 
un  cajero,  dos  oficiales  escribientes,  un  portero,  y  un  jefe  de 
sección  encargado  do  cobros  ejecutivos  y  del  libro  de  caja. 
En  cada  uno  de  los  Distritos  del  Estado,  existe  para  la  recau- 
dación  de  las  rentas  públicas  un  empleado  que  se  denomina 
Colector  de  Hacienda, 


-  428  — 

distritos  y  fracciones  de  Cciceres» 
zales,  Pcnsilvania^  Remolino,  Salamina,  Zaragoza  y  Nueva- 
Ctiramanta,  los  colectores  de  Hacienda  son  empleados  espe- 
ciales dedicados  a  la  recaudación  de  las  rentas  y  al  celo  del 
fraude  que  á  ellas  se  haga.  En  los  distritos  donde  hay  oficina 
telegráfica  es  colector  de  Hacienda  el  telegrafista;  y  en  aquél 
donde  tal  oficina  nocxi^ste,  las  funciones  de  colector  tL*  Hacien- 
da so  reúnen  con  la  dj  tesorero  municipal  en  un  mismo  in- 
dividuo. Eíi  los  distritos  fronterizos  y  en  aquéllos  dunde  sea 
mas  fácil  el  fraude  do  las  rentas  públicas,  existen  empleados 
destinados  a  prevenir  tal  fraude,  denominados  cabos  do  res* 
guardo* 

La  renta  de  telégrafos  se  recauda  en  las  29  estaciones  ú 
oficinas  telegráficas  existentes. 

La  renta  de  correos  se  recauda  en  la  Administración  gene- 
ral de  CorreOí*  y  Tilc^rafos,  que  está  á  cargo  de  un  adminis- 
trador, un  oficial  1\  ua  oficial  2**  y  un  portero,  y  también  en 
las  Administraciones  departamentales  del  ramo  y  en  todas  las 
Colecturías  de  Hacienda  del  Estado. 

La  Casn  de  M*»i^t-da  ha, emitido  en  los  cuatro  meses  pri* 
meros  del  año  de  1882,  ^102,013,  80  0"",  de  donde  resulta 
que  vn  todo  el  añp  podrá  emitirá  486.031,  iO  c**,  dejando  no- 
tar así  una  gran  diferencia  entre  la  emisión  de  este  año  cor 
la  de  los  cinco  anteriores,  en  los  cuales  el  resultado  fué  como 
sigue: 

1878 »  170,300 

1879  .......  ©  19L500 

1880 O  21V.300 

1881 ©  208.550 

Las  rentas  de  licores,  de  degüello  y  de  tabaco  se  recaudan 
por  el  si=^tema  de  arrendamiento.  Esto  se  verifica  por  perío* 
dos  do  cuatro  y  dedos  afios,  sacándolos  á  remate  en  pública 
subasta  aate  el  Consejo  del  Estado.  El  valor  del  arroiida* 
miento  se  paga  por  cuatrimestres  vencidos,  contados  en  lo 
general  del  L  de  enero  en  afielante.  El  rematador  de  licoiv^s 


*-  429  — 

tiene  derecho  á  ser  el  único  productor  y  expeiuLdor  dj  ellos, 
siempre  que  sean  producidos  en  el  Estado,  6  ([ui*  ol  intro- 
ductor do  los  destilados  extranjeros  le  pague  un  impuesto  de 
80  c***  por  la  introducción  y  expendio  de  cada  litro. 

Por  el  remate  de  dcgíiello,  el  rematador  adquiere  el  dere- 
cho de  cobrar  O  *2  por  el  degüello  do  toda  res  vacuna,  y 
80  c"  por  el  de  un  cerdo.  Por  el  de  tabaco,  elintroductor 
tiene  que  pagar  al  rematador  50  c"'  par  cada  12  1/2  kilo- 
gramos de  peso  bruto  de  tabaco  en  andullos,  y  20  por  cada 
12  1/2  kilogramos  de  peso  bruto  de  tabaco  en  harinas.  Para 
el  celo  del  fraudo  existen,  por  cuenta  de  los  rematadores,  los 
administradores  suljalternos,  investidos  de  autoridad  v  de 
jurisdicción  coactiva. 

El  impuesto  sobre  las  minas  se  recauda  en  las  Colecturías 
de  Hacienda,  por  medio  de  la  venta  de  estampillas  que 
\t.kn  1  cada  una,  y  con  las  cuales  se  dan  los  respectivos 
alisos  en  la  adminiátración  del  Tesoro;  por  medí)  del  pago 
de  íí  5  por  la  denuncia  que  de  una  mina  se  haga;  de  ©  áO 
por  el  título  de  propiedad;  y  de  ^  2  al  año  por  la  posesión 
de  600  metros  de  longitud  por  240  de  latitud  del  mineral 
adquirido  si  es  de  veta,  y  de  5  kilómetros  de  longitud  si  es  de 
aluvión. 

Los  derechos  de  consumo  se  recaudan  especialmente 
por  los  agentes  de  Hacienda  y  por  el  administrador  general 
del  Tesoro.  Estos  son:  los  inipuaslos  indirectos  que  se  pagan 
por  la  ¡¿itroducción  de  mercaderías  extranjeras,  de  cacao, 
aníí^,  ganado  y  bes  ti  as.  La  ley  CLXXXII,  sobre  bienes  y  rentas 
del  Estado  y  su  adicional,  fija  la  rata  y  j>roporcióa  del  íju- 
puesto  sobro  cada  artículo»  y  el  Poder  Ejecutivo  puede 
aumentar  ese  impuesto  cuando  motivos  de  necesidad  y  con- 
veniencia así  lo  exijan. 

Los  derechos  de  registro  y  de  anotación  de  hipotecas  con- 
sisten en  el  impuesto  de  20  c'*'  (¡ue  se  paga  por  cada  ®  100 
del  valor  de  los  actos  ó  contratos  que  se  hacen  constar  por 
escritura  pública,  y  el  que  se  paga  por  la  anotación  de  los 
actos  y  contratos  que  constituyen  deuda  hipotecaria;  en  razón 


430 


raafl 


de  10  c""  porcada  ©  100.  Este  impuesto  ae  paga  en  las  oficinas 
de  Hacienda  del  Estado*  M 

La  renta  de  papel  timbrado  consiste  en  la  venta  de  un 
papel  especial  que  lleva  ea  la  cabeza  de  cada  hoja  el  sello 
del  Estado,  raas  una  nota  en  que  contíla  el  bienio  á  que 
pertenece  y  el  valor.  Hay  papel  de  T  y  de  2*  clase ;  el  de 
primera  se  emplea  en  instrumentos  públicos,  meniorialos^ 
escritos,  juicios  civiles  y  documentos  privados  cuyo  valor 
sea  de  ¿^  100  para  arriba;  el  segundo  es  destinado  para  instru- 
mentos públicos  cuyo  valor  sea  menor  de  íí  100  :  este  papel 
vale  á  10  centavos  cada  hoja,  y  sirve  también  para  documeii- 
tos  privados  de  valor  deí>  50  á  100.  f 

Entiéndese  únicamente  por  aprovecbamientos,  las  multaa 
y  recargos  que  se  cobran  por  omisiones,  demoras  ü  otrs 
causas  que  los  hagan  exigibles. 

Tribunal  de  Cuentas.—  La  fiscalización  de  los  responsa 
bles  del  manejo  del  erario  público,  esta  a  cargo  de  un  Tribu- 
nal de  Cuentas,  compuesta  del  contador  T  y  del  contador^ 
2' del  Tribunal >  de  un  secretario,  tres  oficiales  escribientes  jW 
un  portero.  El  Tribunal  de  Cuentas  examina  y  fenece  las 
cuentas  municipales,  las  de  la  Secretaría  de  Hacienda  y  las  de 
todos  los  encargados  del   manejo  de  los  fondos  del  erario 
publico.   Todo   empicado  de  Hacienda  está  olíligado  á  ds 
lianza,  y  ixf^i  los  alcances  líquidos  que  resoltan  a  cargo  de  le 
responsables,  no  son  perdidos  pnr  lo  general. 

Propiedades  del  Estado.  — Las  principales  propiedadi 
del  Estado  son ; 

La  Casa  de  Gobierno; 

La  casa  que  ocupa  la  Imprenta  del  Estado  con  sus  vitíl^ 
y  enseres  ; 

La  Casa  do  Moneda  con  sus  valiosos  aparatos  y  mác 
naria ; 

La  casa  que  ocupa  la  Escuela  Normal  do  Institutoraa. 

El  edificio  en  donde  están  el  Tribunal  Superior  y  laca 
cel  del  circuito  de  Medellin» 


—  431  — 

El  edificio  que  ocupan  la  Universidad,  la  Escuela  do 
A^^tes,  el  Parque,  el  cuartel  de  la  fuerza  activa  y  el  de  la  gen* 
dar-rnería. 

El  ladrillal  de  Fontiduefio, 

Varios  lotes  en  una  predio  contiguo  á  la  Escuela  de 

Un  terreno  en  el  Bermejal  para  construcción  de  la  Casa 
do   Reclusión. 

El  edificio  y  terreno  en  donde  está  la  fábrica  do  loza  de 
►negro. 

Varias  cárceles  de  circuito  y  la  tercera  parte  de  la  eni* 
Pi*ieea  del  ferrocarril  de  Antioquia. 


Rio] 


Deuda  pública.— Ascendía  en  agosto  de  1883  á  i»  547.726 
^^      c'\  en  la  forma  siguiente ; 

Por  saldo  de  la  deuda  de  primera  clase 12,631  25 

Por  saldo  de  la  deuda  de  segunda  clase.  .  .  .  .  143.502    » 

Por  la  deuda  del  Banco  de  Antioquia.  .  .  .  *  •  100,000     » 

Por  la  deuda  del  Banco  Popular.  ........  5,593  62 

Por  la  deuda  del  Banco  do  Medellín, 67,000     » 

t*or  la   deuda  del   señor  Francisco  de  Villa 

(aproximación) 100,000     ■ 

^or  la  deuda  de  la  señora  Enriqueta  Vásquez 

deOspina.  .  .  .  , ,.,...,,  70,000    u 

í*or  varias  deudas  en  Europa  y  los  EE.  UU,  .  .  50,000    « 

Total 517,726  87 

^    lamparte  trascurrida  del  presente  bienio,  esadeuda  ha  sido 

■^Or^ixada  en  cantidad  considerable,  y  si  el  orden  público  no 

^   ^^*^  turbado,  la  amortización  total  se  verificará  en  el  curso 

Presente  año. 

I  Lá  deuda  del  Estado  se  divide  en  dos  partes,  que  son  ¡ 

^^uda  de  laclase,  la   cual  se  amortiza  con  el  15  0/0  del 

^^xicto  do  las  rentas  y  cuntribiiciones  del  Estado  ;  la  de  2% 

^  He  amortiza  con  la  suma  de  íí»  2.000  mensuales  que  se 

^^n  á  remate  en  lotes  de  á  3t  100.  La  primera  se  reconoce 


medio  de  libranzas  admisibles  á  la  rata  expresada  en 
Sr)  de  rentas  y  contribuciones;  la  segunda  por   medio  de 


432 


billetes,  Tantu  aquéllas  conio  éstos  se  denominan  d(X^umc 
tos  de  crédito  público,  y  seexpiden  en  la  Secretaría  de  Ilaciei] 
ponincnipleadü  que  se  denomina  Jefe  de  la  sección  de 
dito  publico. 

Minas.  —  Las  minas  de  metales  preciosos  pertenece! 
Estado,  y  el  Poder  Ejecutivo  las  adjudica  al  descubridor  que 
las  denuncia,  en  la  forma  que  previene  el  código  de  la  mate* 

■m 

ria.  Hay  en  elaboración  y  tituladas  un  gran  número  de  mil 
Igualmente  existen  mucbas  para  cuya  adquisición  se  es 
praticando  diligencias. 

Tierras  baldías.  —  Entiéndese  por  tierras  baldías 

terrenos  existentes  en  el  Estado,  sin  dueño  conocido.  En 
Antioquia  los  hay  dedos  clases  :  de  la  Nación  y  del  Estado 
El  Estado  cédela  propiedad  de  sus  baldiosa  los  antiguoi 
ó  nuevos  pobladores,  y  á  los  que  en  ellos  han  hecho  aberturas^ 
plantaciones,  habitaciones  ó  dehesas. 


I 


Cuenta  general  del  Presupuesto  y  del  Tesoro 
cuenta  general  del  Presupuesto  y  del  Tesoro  se  lleva  en  la 
Secretaría  de  Harienda  y  Foinento  en  dos  libros  ó  regis(fl 
denominados  Diario  y  Mayor.  En  estos  dos  libros  se  registran 
especialmente  : 

Los^débitos  y  créditos  del  Tesoro. 

Los  débitos  y  creditos  del  Presupuesto  de  rentas 

Los  débitos  y  créditos  del  Presupuesto  de  gastos. 

Se  comprueba  esta  cuenta  con  la  diligencia  de  avalúe 
de  los  bienes  del  Estado* 

Una  relación  mensual  do  los  rccunucimiealos  hecli 
cargo  de  los  capítulos  de  rentas  y  contribuciones,  por  dereel 
causados  á  favor  del  Tesoro,  hecha  por  el  administrador 
mismo. 

Copia  del    balance  de  la  cuenta  de  ordenación  d 
Secretaría, 

Helación  formada  por  el  Administrador  del  Tesoro,  da 
billetes  de  deuda  pública  emitidos. 


1 

b-alúc 

4 


"  433  — 

La  Secretaría  do  Hacienda,  al  recibir  todo  documento 
que  se  le  presenta  para  su  ordenaGión,  hace  la  correspon- 
diente liquidación,  y  si  resultare  ser  exacto  el  crédito,  y  existe 
votada  la  partida  del  caso  en  el  Presupuesto  de  gastos, 
expide  la  orden  do  pago,  con  imputación  al  departamento, 
capítulo  y  artículo  respectivos  del  Presupuesto.  Sin  este 
requisito  no  se  expide  la  orden.  No  se  puede  invertir  cantidad 
alguna  de  los  fondos  públicoS|  sin  que  expresamente  esté 
facultado  para  ello  el  Poder  Ejecutivo  por  la  ley  del  Presu- 
puesto, por  la  de  créditos  adicionales  ó  por  la  de  créditos 
üuplemcntarioá  votados  por  el  Consejo»  Estos  los  legaliza  la 
Asamblea  en  su  próxima  reunión. 

Escuela  de  Artes  y  Oficios.  —  La  Escuela  de  Artes  y 
Oficios,  á  cargo-  de  un  administrador  y  un  guardalmacén^ 
suministra  los  muebles,  herramientas^  cerraduras  etc., 
para  los  ediíicios  públicos  y  otras  obras  del  Estado,  y  tam- 
l^iéii  lo  necesario  para  las  olicinas  publicas  existentes  en  la 

Empresas  públicas.  —  Por  cuenta  del  Estado  sólo  existen 
"^y  las  siguientes  empresas  : 

Una  tercera  parte  del  ferrocarivil  do  Antioquia,  la  fábrica 
^^  loza  de  Rionegro  y  el  ladrillal  de  Fontidueño.  Se  beneíician 
y^  las  dos  últimas,  y  la  primera  sólo  podra  utilizarse  después 
^^  üiez  años;  pero  la  empresa  pertenecerá  en  su  totalidad  al 
Concesionario  Sr.  Franeisco  J,  Cisneros,  durante  ciíicuenta 
^^^í!*,  pasados  los  cuales  terminará  el  privilegio,  y  el  Ierro- 
^^^ril  pasará  á  ser  propiedad  del  Estado. 

Gasa  de  Moneda.  —  I.a  (Jasa  de  Moneda  esta  á  cargo  de 
^^tos  empleados  :  un  adminislrador,  un  lesorcro,  un  fiel 
fundidor,  un  ensayador,  un  teneilor  de  libros  y  los  operarios 
PiWisos.  Este  establecimiento  cuenta  en  la  actualidad  con 
Brandes  y  valiosos  aparatos,  algunos  de  enorme  peso  llegados 
i*ecien teniente.  Anexas  a  este  establecimiento  deben  existir  la 

Cámara  de  plomo  y  la  Oficina  de  apartado. 

28 


-  434  - 

Líneas  telegráficas.   —  Para  atender  á  la  coaservaci 
de  las  líneas  telegráficas,  cuya  longitud  asciende  á  84  iniri 
metros,  existen  dos  empleados  denominados  Inspectores,  y 
quince  que  se  llaman  riecorredores  de  las  líneas» 


i 


Del  Poder  Judicial,  —  El  Poder  Judicial  so  ejerce  en 
Estado  por  la  Asamblea  Legislativa,  por  el  Triljunal  Superior, 
por  los  Jueces  de  circuito  y  por  los  Jueces  de  distrito.  Corres-    ; 
pondc  al  Poder  Judicial  la  aplicación  de  las  leyes  quo  hace 
el   Poder  Legislativo,  y  de  cuyo  cuinpliniíento  cuida  el  Eje- 
cutivo* ^M 

La  Asamblea  Legislativa  conoce  do  las  causas  do  respoi^^ 
sabilidad  que  se  siguen  contra  eí  Presidente  del  Estado,  s 
secretarios,  los  magistrados  del  Tribunal  Superior  y  el  Pr 
curador  del  Estado,  por  el  mal  desempeño  de  sus  función 
ó  por  las  Infracciones  que  hayan  cometido  de  la  Constituci 
ó  délas  leyes»  En  estos  juicios  hay  un  acuitador  nombrado 
la  Asamblea,  y  también  puede  serlo  el   último  de  los  c 
pleadoti  ya  expresados,  y  tienen  los  mismos  trámites  que  1 
demás  juicios,  ca  decir,  hay  en  ellos  acusación,  cclebraciO 
del  juicio  etc*  . 

El  Tribunal  Supoiúor  se  compone  do  cuatro  magistrad 
nombrados  por  la  Asamblea,  que  duran  en  sus  funciones  por 
cuatro  años  que  principian  el  P  de  enero  próximo  á  la  el 
ciüii,  y  pueden  ser  reelectos.  Las  fallas  accidentales  de  I 
magistrados  se  llenan  por  suplentes  6  por  interinos ;  I 
últimos  son  nombrados  por  el  Consejo  del  Estado, 

El  día  P  de  enero  de  cada  año,  el  Tribunal,  por  mayor 
de  votos,  nombra  un  presidente,  un  vicepresidente  y 
secretario*  Nombra  tanibión  un  oficial  mavnr,  un  oficia 
escribiente  para  cada  ina/j^istrado,  y  un  portero;  y  da 
cuenta  de  los  dos  primeros  nombramientos  á  la  Corto 
Suprema  Federal,  y  a  otros  empicados  generales  do  la  Unión 
y  del  Estado. 

El  Presidente  del  Tribunal  oye  y  decido  las  excusas  de  1< 
Inagistrados,  les  concedo  cortas  licencias,  castiga  las  faltas 


ion    I 

4 

tasH 


-  435  — 

a  el  régimen  interior  y  convoca  á  los  magistrados  para 
las  reuniones  en  Sala  de  Acuerdo. 

El  secretario  está  encargado  del  archivo  y  de  los  negocios 
pendientes;  pono  éstos  al  despacho  de  los  magistrados,  por 

riguroso  repartimiento;  autoriza  con  su  firma  todos  los  actos 
del  Tribunal  ó  de  cada  magistrado;  hace  las  citaciones  y  noti- 
ficaciones ;  da  testimonios  y  certificaciones ;  presenta  a  las 
partea  los  expedientes,  cuando  la  ley  lo  permite;  lleva  los 
libros  de  repartimientos,  de  recibos  etc.;  asiste  a  los  estrados; 
íicompaíia  á  los  magistrados  á  todos  aquellos  actos  que  así  lo 
exijan;  es  el  órgano  ordinario  de  comunicación  del  Tribunal, 
oí  inmediato  superior  de  los  subalternos  y  el  editor  de  la  Cró^ 
nica  Juííicíaí  etc. 

El  Tribunal  declara  que  ha  lugar  á  seguimiento  de 
causa  contra  el  Presidente  del  Estado  y  los  demás  empleados 
de  cuyas  causas  de  responsabilidad  conoce  la  Asamblea, 
í^i^ando  se  les  ha  sumariado  por  delitos  comunes;  suspende  á 
^1^«  empleados  en  el  ejercicio  de  sus  funciones,  y  los  pono  á 
I  ^^  disposición  de  los  jueces  competentes  para  su  enjuicia- 
I    'diento  y  castigo. 

H  Juzgados  de  Circuito,  —  Los  Juzgados  do  Circuito  se 
^'^ponen  de  un  Juez  nombrado  por  la  Asamblea,  y  de  un 
^^retarioy  un  oficial  escribiente  nombrados  por  el  Juez.  Los 
Juocoq  de  Circuitíí  duran  en  sus  funciones  por  el  mismo 
P^Hocioque  los  magistrados  del  Tribunal,  y  como  éstos,  pue* 
^n  $j^p  reelectos» 

I^ara  facilitar  el  movimiento  de  la  administración  de 
l^^ticia,  se  divide  el  Estado  en  los  Circuitos  judiciales  si- 
^^itintes : 

1"  Medellín{cabecera)^  con  cuatro  juzgados,  dos  para  asun- 
^^  civiles  y  dos  para  asuntos  crinii nales,  y  compuesto  del 
^^^U*ito  de  dicho  nombre  y  de  Caldas,  Copacavana,  Envigado, 
^^'rella,  Jirardota,  Itagüí  y  San  Pedro. 

T  Amalfi»  con  un  juzgado  para  ambos  ramos,  com- 
puesto de  Amalfi,  Remedios,  San  Martín ,  Nechí  y  Zaragoza i 


m 


tuta 

>s  do    1 


3^  Antioquia,  cuii  un  juzgado  de  lo  civil  y  otro  de  lo  cri 
minal,  compuesto    de    Anti^jquia,    Anzá,    Buriticá,   Cañai 
gordas,  Frontino,  Jiraldo,  Ituango  y  Urrao. 

4"  Jericó,  con  dos  juzgados  compuestos  de  Jericó  (cabcce 
y  de  Andes,  Bolívar»  Nuevacaramanta,  Jardín,  Táraesía  y 
Valparaíso, 

h"  Manizales,  con  un  juzgado,  y  compuesto  de  este  distrito; 
que  es  su  cabecera,  y  de  Filadelíia  y  Neira, 

6"  Marinilla,  con  un  juzgado  y  estos  distritos  :  Cócora 
Guatapé^  Nare,  Peñol,  San  Carlos,  San  Luis,   San  Raf« 
Santuario  y  Vahos. 

T  Riíjncgro,  con  dos  juzgados,  compuesto  del  mismo 
distrito  y  de  los  de  La  Ceja,  Guarne,  Retiro,  La  Unión,  Santa 
Bárbara  y  San  Vicente. 

S^Salamina,  con  un  juzgado,  tiene  los  distritos  de  Sala- 
mina  (cabecera),  Aranzazuy  Pacora. 

9*  Santa  Rosa,  con  dos  juzgados  y  con  los  distritos 
Santa  Rusa  (cabecera),  Angostura,  Azuero,  Cai'olina,  Entre 
ríos  y  Zea. 

tu*  Santo  Domingo,  con  dos  juzgados  y  los  distritos 
Santo  Domingo,  Barbosa  y  Concepción. 

IP  Sopetnin  (cabecera),  con  dos  juzgados  y  los  distritos 
de  Sopetran,  Belmira,  Evéjico,  Liborina,  SabanaUu'ga, 
Jerónimo  y  Sucre. 

IT  Titiribí  (cabecera),  con  un  juzgadti  y  los  distritos 
Titiribí,  Amaga,  Concordia,  HcHconia  y  l'Yedunia. 

13"  Yarumal  (cabecera),  con  uu  juzgado  y  los  distritos 
Cáceres,  Campamento  y  San  Andrés, 

14*  Sonsón,  con  un  juzgado  compuesto  do  losdistritosi 
Sonsón,  Abejorral  y  Pensil vania. 

Los  jueces  de  Circuilo  conocen  en  primera  instancia 
los  juicios  de  mayor  cuantía,  es  decir,  de  aquellos  que  en 
acción  principal  exceden  de  c?  ^2U0;  de  los  de  concurso 
acreedores  en  los  cuales  nu  tiene  interés  el  Estado;  de  \oh^ 
nulidad   de  matrimonios  ó  separación  de  cónyuges  on  Ic 
casos  que  expresa  el  Código  Civil ;  de  los  sobro  nulidad 


*-  437  — 


[validez  de  testamentos ;  presiden  las  visitas  de  cárcel  cuando 
no  residen  en  el  nii^nio  lugar  que  el  Tril)imal ;  autorizan  la 
í'nagenación  de  bienes  de  menores  de  edad,  de  mujeres  casa* 
das  etc.,  etc.,  y  además  despachan  asuntos  cgncernientes  al 
/uzgado. 
Los  secretarios  de  los  jueces  de  Circuito  tienen  los 
mismos  deberes  que  el  del  Triljunal,  relativamente. 

Corapónensc  los  Juz*zados  de  Circuito»  de  un  Juez  y  un 
secretario,  nombrado  el  primero  por  la  Corporación  muni- 
cipal, y  el  último  por  el  Juez.  En  los  distritos  donde  no  hay 
jueces,  las  funciones  de  éstos  se  ejercen  por  el  Jefe  muni- 
tipal,  que  para  efectos  judiciales  se  denomina  Corregidor 
Aol  Distrito. 

r  Juzgados  de  Distrito.  —  El  Juez  de  Distrito  ó  Corre- 
gidor, en  su  caso,  y  también  los  Inspectores  de  policía  do^ 
íi^cción,  con  funciones  de  Corregidor,  conocen  en  primera 
í'^í^tancia  de  los  juicios  civiles  de  menor  cuantía  (menos 
de  ©  200),  sea  cual  fuere  la  acción  que  se  ejercite,  cuando  su 
í^onoeimiento  no  cí^tá  atribuido  á  otra  autoridad;  decretan 
^  prevención  con  los  jueces  de  Circuito,  la  práctica  de  las  dili» 
S^^cias  de  -sustanciación  en  los  juicios,  siempre  que  esas 
^^'ígencias  no  decidan  sobre  derechos ;  autorizan  la  presen- 
'^<^i6n  de  memoriales  que  constituyen  poderes  para  gestionar 
^^  distintos  lugares,  y  cumplen  los  demás  deberes  que  les 
^^t^alan  el  art,  7ÍJ  y  los  incisos  19,  20,  2i,  22  y  23  del  art.  59 
^'^1  Código  Judicial.  En  materia  criminal,  los  jueces  de  Distrito 
*^o  tienen  más  funciones  que  las  que  les  corresponden  como 
^Tieionarios  de  instrucción,  y  el  cumplimiento  de  las  comi- 
^i^nes  que  les  encarguen  los  jueces  superiores  que  conocen 
^t\  los  juicios  criminales.  Los  secretarios  de  los  jueces 
^^  Distrito,  corregidores  ó  inspectores  de  policía,  tienen 
^íls  mismas  funciones,  relalivamente,  que  los  jueces  tle  Cir- 
^tiito. 

Procedimiento.—  Llámase  sumario  la  reunión  de  las 


—  438  - 

diligencias  cjuo  sa  practioan  para  comprobar  el  cuerpo  del 
delito  y  desíciibrir  lo$  delincuootcs. 

El  omplaado  quo  puedo  instruir  sumarios  so  llama  fun^ 
oionario  do  instrucción,  Son  funcionarios  de  instrucción  :  el 
Presidente  del  Estado^  los  magistrados  del  Tribunal,  loa  pre» 
feotos  de  Departamento,  ol  comandante  do  la  gendarmería, 
los  jueces  de  Circuito,  los  jefes  municipales,  loa  jueces  de 
Distrito,  los  corregidores,  los  inspectores  de  policía  do  Distrito 
y  de  fracción  que  ejerzan  funciones  de  corregidor.  También 
son  funcionarios  de  instrucción  el  director  del  Presidio  y  el 
de  la  Casa  de  Reclusión  ;  pero  sólo  con  respecto  á  loa  delito* 
que  se  cometan  en  sus  establecimientos.  Los  funcionarioa  de 
instrucción  que  sepan  que  se  cometió  un  delito,  deben  prooedor 
inmediatamente  á  averiguar  ol  cuerpo  de  él  y  los  respon- 
sables» Sin  embargo,  el  Presidente  del  Estado,  los  magistrados 
'del  Tribunal  y  los  jueces  de  Circuito,  pueden  comisionar  para 
la  instrucción  y  perfeccionamiento  del  sumario  á  otros  funcio» 
narioa  inferiores. 


Miniaterio  público.  —  El  ministerio  público  es  ejercido 
en  al  Estado,  en  los  negocios  judiciales,  por  el  Procurador 
general,  por  los  Fiscales  de  Circuito  y  por  los  Procuradorea 
municipales  de  los  Distritos.  Las  funciones  del  primero  se 
extienden  á  todo  el  Estado;  las  de  los  segundos  á  loa  respcctivcii 
circuitos,  y  las  de  los  últimos  á  sus  distritos  cxirrespondiontes. 
El  Procurador  del  Estado  y  los  demás  agentes  del  ministerio 
público,  son  los  protectores  directos  de  las  garantías  indi-r 
viduales,  y  tienen  el  dober  de  proceder  de  ofioio  cuando 
sepan  quo  se  intenta  atacar  su  inviolahilidad.  Los  mismos, 
cuando  lo  crean  conveniente,  llevan  la  voz  en  representa- 
oión  de  los  establecimientos  públicos  de  caridad  y  benell- 
cencia  y  en  los  pleitos  en  que  talos  establecimientos  tienoa 
interés;  pero  esto  no  impide  la  intervención  do  loe  reepoo-- 
tivos  síndicos  y  representantes  del  Estado  ó  de  los  Distritodf 
respectivamente,  en  los  juicios  en  que  tienen  interés  lalcí? 
entidades. 


-  439  - 


El  Procurador  del  Estado  es  elegido  por  la  Asamblea,  y 
XI ra  en  sus  funciones  cuatro  años.  Defiende  contra  toda  usur- 
paoión  los  bienes  del  Estado;  examina  las  relaciones  de  causas 
y  los  informes  de  los  demás  empleados  del  ramo,  y  dicta  las 
óncJenes  conducentes  para  hacer  más  pronta  y  eficaz  la  admi- 
nistración de  justicia ;  emite  concepto  en  todos  los  negocios  en 
<TUe  en  Sala  de  Acuerdo  ha  de  fallar  el  Tril)iinal ;  da  al  Presi* 
dente  del  Estado,  cada  dos  años,  en  agosto,  un  informe  minu- 
CÍO530  del  giro  do  la  administración  de  justicia  en  los  años 
íiriteriores;  promueve  la  formación  de  causa  cuando  tiono 
tiotida  do  la  comisión  do  algún  delito  para  cuyo  castigo 
éí  clcba  llevarla  voz  como  acusador;  interpone  su  ministerio 
p^i*a  averiguar  si  se  cumplen  las  penas  impuestas  por  el  Poder 
J^^dicial;  lleva  la  voz  fiscal  en  los  negocios  criminales  de  quo 
f-^rioce  el  Trihunal,  y  ejerce  las  demás  alrlbuciones  que  le' 
s^ Fíala  el  artículo  132  del  Código  Judicial»  Para  su  despacho 
ti^ne  un  oficial  y  un  portero. 

Los  Fiscales  de  Circuito  son  nombrados  por  la  Asamblea, 
dur^n  en  sus  cargos  dos  años,  y  sus  funciones  principales  son 
1^^  siguientes  :  llevar  la  voz  de  acusadores  en  todos  los  negó- 
^^^^  criminales  que  so  sigan  ante  los  jueces  de  Circuito; 
<í^Uininar  los  informes  que  les  suministren  los  Procuradores 
municipales  sobre  el  giro  de  la  administración  de  justicia,  y 
dii?  ói^denes  para  que  aquélla  sea  pronta  y  eficaz;  cumplir 
las  Órdenes  del  Procurador  del  Estado  en  los  negocios  de  su 
^"«^mbencia ;  dar  al  Procurador  general  cada  dos  años,  en 
3^Hn,un  informe  de  todo  lo  ocurrido  en  el  Circuito  en  materia 
Judicial  en  los  aiíos  anteriores,  y  darle  cuenta  del   personal 
J^^^lcial  existente,  con  expresión  de  su  conducta  en  el  cumpli- 
miento de  sus  deberes ;  promover   por  sí  y  requerir  á  los 
"^^ocuradores  municipales,  á  fin  de  que  promuevan  la  instruc- 
ción de  sumarios  cuando  deba  procederse  de  oficio ;  averiguar 
P^^T'la  efectividad  de  las  penas  impuestas  por  los  Jueces  de  sus 
^''^spectivos  circuitos ;  ser  parteen  los  juicios  sobre  amparos  de 
P^'Jbreza ;  dar  cuenta  al  Procurador  del  Estado  de  los  delitos 
íiue  cometan  los  empleados,  cuyo  juzgamiento  correspondo  al 


—  440  ^ 

Tribuiui!.  y  ejercer  las  demás  fimcioiiesque  les  están  f^eñaladas 
por  el  arlículn  140  del  Código  Judicial. 

Los  Procuradores  municipales  son  nombrados  por  los 
CabildoSj  duran  en  su  empleo  un  año,  y  sus  funciones  princi- 
pales son  :  llevar  la  voz  del  ministerio  público  en  los  asuntos 
civiles  en  que  sea  parte  el  Distrito,  y  hacer  todas  las  gestio- 
nes conducentes  al  esclarecimiento  de  los  delitos  y  de  sus 
autores;  atender  á  las  indicaciones  de  los  fiscales  de  Circuito 
y  suministrarles  los  datos  que  exijan  ;  enviarles  en  junio,cada 
dos  años,  el  informe  sobre  el  movimiento  de  la  Administración 
judicial  en  el  Distrito,  con  expresión  del  personal  del  Juzgada 
y  del  cumplimiento  que  cada  cual  haya  dado  á  sus  deberes ; 
velar  por  la  prontitud  en  la  Administración  ;  dar  aviso  á  los 
Fiscales  de  los  delitos  que  se  cometan,  por  los  cuales  deba 
procederse  de  oficio,  y  ejercer  los  deberes  que  les  seilala  el 
artículo  145  del  pódigo  Judicial. 


.^ 


Jurado* — ^En  la  cabecera  de  cada  Circuito  judicial  hay 
cierto  numero  de  individuos  designados  por  la  Asamblea  para 
jueces  de  hecho,  de  entre  los  cuales  se  sacan  por  la  suerte, 
nueve,  y  de  éstos  se  escogen  tres  para  la  celebración  de  cmla 
juicio,  con  lo  cual  queda  constituido  el  Jurado. 

Luego  que  se  ha  perfeccionado  ol  sumario,  el  juez  dicta, 
con  asistenciadel  ministerio  publico^  un  auto  por  el  cual  declanM^ 
que  hay  ó  no  lugar  (i  formación   de  causa,  Notific-ailo  ost 
auto,  ya  el  sumarióse  convierte  enjuicio,  y  entonces  el  acusaíl 
puede  nombrar  defensor,  ó  el  juez  se  lo  nombra  de  ofici 
Posesionado  el  defensor,  se  abre  a  prueba  la  causa   por 
termino  que  el  juez  señale  según    la  ley,  terminado  el  q 
designa  el  juez  el  día  para  el  sorteo  del  Jurado,  y  á  este  aci 
deben  estar  presentes  el  juez  y  su  secretario,   el  fiscal, 
defensor  y  el  acusado.  Hay  en  cada  juzgado  de   lo  crinüaí* 
cierto  número  de  bolas,  las  cuales  se  numeran  por  ¡gu^l  y  e/i 
el  mismo  orden  de  los  jueces  de  hecho.  Puestas  de  presente  ía 
lista  de  los  designailos  y  las  bolas,  a  fin  de  que  las  partes  se 
cercioren  de  que  a  cada  uno  de  aquellos  corresponde  una  de 


—  «1 


insaculan  las  últimas,  y  el  juez  saca  una  á  una^ 
nueve»  si  se  trata  de  un  acusado^  y  doc^i  si  se  trata  de  más  do 
uno.  La  lista  de  los  designados  que  salga  se  presenta  por  su 
orden  á  cada  parte,  la  cual  puedo  l>orrar  tres-  Los  conjueoes 
así  elegidos  son  notificados  de  su  nombramiento,  y  el  día  do  la 
celebración  del  juicio,  el  juez  los  juramenta  con  esta  fórmula  : 
¿  Juráis  y  prometéis  delante  de  Dios  y  de  los  hombres  exami- 
nar con  la  más  escrupulosa   atención  los  cargos  que  van  a 
hacerse  contra  el  acusado,  no  traicionar  ni  los  intereses  do 
éste  ni  los  de  la  sociedad  que  lo  juzga,  no  comunicar  con 
nadie  hasta  haber  dado  vuestra  decisión,  no  esruchar  en  el 
^^HÉescmpeño  de  vuestra  augusta  misión,  ni  el  odio,  ni  el  temor 
^níi  el  afecto,  decidir  acerca  de  los  cargos  y  de  los  medios  de 
«Jefensacon  la  imparcialidad  y  firmeza  que  convienen  á  todo 
hombre  honrado  y  libre,  y  en  fin,  no  revelar  las  opiniones  y 
%r©tos  emitidos    en  la  sesión  reservada  que   vais    á    tener? 
lluego  que  cada  uno  de  los  tres  jurados  ha  contestado  afir- 
i^iativamente,  se  principia  la  lectura  del  proceso,  y  se  presenta 
^^\  jurado  un  pliego  de  preguntas  concebido  en  estos  términos ; 
¿  Se  ha  cometido    el  delito  tal  ?  N.  N.  ¿es  responsable?  N. 
*  ^^J,  ¿  es  autor  principal,  cómplice  ó  auxiliador  ?  Se  concede  la 
t^alabra  por  dos  veces  alternativamente  al  fiscal,  al  defensor  y 
^U  acusado  si  estuviese  presente,  ó  ásu  vocero,  se  examinan 
Tt^ft  testigos  y  las  pruebas,  si  hubiere  necesidad;  y  por  último 
^?1  Jurado,  en  sesión  reservada,  contesta  afirmativa  ó  negativa- 
aliente  á  cada  una  de  las  preguntas  expresadas*  El  veredicto 
^el  Jurado  es  la  prueba  que  sirve  de  base  al  juez  de  derecho 
"para  aplicar  éste  al  hecho;  pero  su  sentencia  es  apelable  por 
cualquiera  dt*  las  partes,  ante  el  Tribunal  Superior  del  Estado • 
Del  cumplimiento  estricto  de  las  decisiones  judiciales,  cuida 
la  autoridad  política,  prestando  á  los  jueces  todo  el    apoyo 
moral   y  material  que  requieran   para  que  sus  providencias 
sean  cumplidas. 

Policía. —  Los  Jefes  do  policía  son  jueces  del  ramo  en  los 
negocios  que  la  ley  lia  puesto  bajo  su  conocimiento.  En  lo 


^  442  - 

civil,  on  los  juicios  en  que  no  ac  decido  sobre  la  propiedad, 
^ino  sobre  la  cQní*ervacióu  do  loa  derechos;  en  lo  criminal, 
on  la^  infracciones  que  por  sí  no  constituyen  delito.  El  proce- 
diinionto  do  estos  empleados  está  circunstanciado  en  el  Código 
del  ramo, 


Notarías.^  Para  e!  otorgamiento  de  los  actos  que  asegu^ 
j'an  los  derechos  civilesi  hay  en  cada  cabecera  do  Circuito  judf- 
ciíil,  una  notaría  y  una  oficina  de  registro,  y  los  distritos  do 
Qstos  circuitos  son  los  mismos  que  respectivamente  componen 
los  Circuitos  judiciales.  En  el  Circuito  de  Modellm  hay  do« 
notarías,  1'  y  2',  y  una  sola  oficina  de  registro. 

La  extensión,  autorización  y  recepción  de  los  contratos  k 
que  las  personas  naturales  ó  jurídicas  quieren  dar  autenticidad 
legal,  están  á  cargo  do  los  notarios  públicos. 

En  el  Notario  deposita  la  ley  la  fe  pública  respecto  da 
todas  loa  actos  ó  contratos  quo  ante  el  deben  pasar,  y  su  con- 
fianza respecto  do  los  documentos  que  se  ponen  bajo  su 
custodia.  Correspóndelo,  en  eonsecucncia,  hacer  constar  las 
fechas  do  talos  actos  y  contratos,  los  nombres  de  las  perso- 
nas quo  en  ellos  intervienen,  y  la  especie,  naturaleza  y  cir- 
cunstancias do  los  mismos  actos  ó  contratos.  Correspóndelc 
igualmente  la  custodia  do  los  instrumentos  que  ante  él  pasan, 
y  las  piezas  y  dilij^jencias  que  por  precepto  de  la  ley  ü  orden 
dol  magistrado  debe  custodiar. 

Los  notarios  llevan  dos  libros  ;  el  Minutario  y  el  Proto- 
colo, En  el  Minutario  asientan  todas  las  condiciones  A  que 
deben  sujetarlos  insti^umentos  que  hacen  extender;  en  el  Protn^ 
coló  extienden  los  instrumentos  en  papel  timbrado  correspon* 
diente  según  la  ley,  y  conforme  alas  condiciones  que  aparezcan 
on  el  Minutario.  De  los  documentos  que  extienden  los  notarlos, 
expiden  á  las  partes  las  copias  que  soliciten,  dejando  cons^ 
tancia  en  el  Protocolo  del  número  de  copias  que  han  sacad^iJ 
de  cada  escritura.  Los  Protocolos  se  cierran  y  archivan  al 
terminar  la  vigencia  dol  papel  de  que  están  formados.  En  est/ 
interviene  el  Jefe  municipal  del  Distrito. 


443 


H^i 
^^. 


En  loa  distritos  que  no  mn  cabeceras  do  oiroufto,  el 
íieoretario  tic  la  Corporación  municipal  ejerce  las  funciones 
íl&  notario.  Pielio  secretariM  lo  e«  á  la  voz  del  Jefe  municipal 
en  los  distritos  donde  aquella  no  ea  formada  do  vocales  nom- 
Ijradoa  por  elocoión  popular ^  y  dondo  no  hay  Juez  do  DíBtrito, 
t»l  aecrotario  del  corregidor  es  el  que  se  denomina  secretario 
municipal. 

Los  seoretarioa  municipales,  enmn  notarios,  tienen 
'09  mismos  deberos,  obligaciones  y  responealjílidade^  que 
éstos. 

En  cada  Circuito  judicial  hay  ima  oficina  de  registro  para 
ía  itiscripción  de  loa  títulos,  actos  y  documentos  sujetos  al 
'^i#tro.  Esta  oficina  está  á  cargo  de  un  empleado  denomit 
^do  Registrador  de  insírunientoB  públicos.  El  objeto  prin^* 
cipa!  del  registro  de  los  instrumentos  públicos,  es  el  dehíicer 
^Oriocer  de  todos  la  trasmisión  do  la  propiedad  raíz  y  el  mo- 
^iíioíento  de  la  deuda  liipotecaria,  Tiono  también  por  olijoto 
^Ci  naayor  autenticidad  y  la  seguridad  de  los  títulos  y  docu- 
^^ntosque  deben  igualmente  registrarsOj  de  manera  que  en 
^lloB  intervenga  el  mayor  número  de  personas,  y  queden 
Pí^ocavidos  de  la  destrucción  á  que  fácilmente  estarían  ex- 
P^€38tos,  si  la  constancia  de  tales  títulos^  actos  y  documentos 
^^i atiera  en  sólo  una  oficina  pública. 

Los  registradores  llevan  tros  libros;  primero :  libro  de  re^ 
^tro  n*  i''  para  la  inscripción  de  los  títulos  que  trasladan, 
Civan  ó  modifican  el  dominio  déla  propiedad  raíz;  segundo; 
^  t^ro  de  registro  n^á"  para  la  inscripción  de  los  títulos  y  docu- 
^^^atos  que  deben  registrarse  y  que  no  están  comprendidos 
'^V  la  clase  de  los  que  so  anotan  en  el  libro  anteriormente 
^Xpresado  ;  y  tercero  :  libro  de  anotación  de  hipotecas  para  la 
^^^scripción  de  los  títulos  legalmonto  constitutivos  de  hipo* 
^^ca. 

Están  sujetos  á  i'e.aístro  :  los  actos  ó  contratos  entro 
Vivos  que  causen  alteración  ó  m\itac¡ón  de  la  propiedad  raíz; 
las  sentencias  definitivas  y  ejecutoriadas  en  negocios  civiles, 
especialmente  las  que  causen  traslación  ó  mutación  de  la 


CAPITULO     DUODÉCIMO 

Instrucción  Pública 


^^^ te  legislativa. — División  ierriíoriat  de  la  Insírucciori  Pública. 
-^  Visitadores.  —  División  de  las  Escuelas,  —  Escuelas  Elemen-^ 
tales,  —  Escuelas  Superiores, — Escuelas  Normaíes.  —  £du- 
nación  obUfjatoria,  — Escuelas  Rurales,  —  Organización.  ^Co' 
Icgio  Central  Universitario.  —  Escuela  de  Artes,  —  Museo  y 
Míblioteca  de  Zea, 


Parte  legislativa.  —  El  Cíkligo  de  Iiistruccióii  Pública 

^IUq   j^igg  ^,y^  ^\  Estado  desde  el  4  de  julio  de  1877,  es  el  decreto 

^   I "  de  noviembre  de  1870,  expedido  por  el  Gobierno  nacional 

^^  ^:>bservancia  del  artículo  2"  de  la  ley  LXXXI  de  2  de  julio  de 

^*0.  Portal  decreto,  se  autorizó  al  Poder  Ejecutivo  de  la 

^iiiii  para  organizar  de  la  manera  que  tuviera  a  bien,  la  ins- 

^^Cción  pública  primariaj  atendidas  las  modilicacioncs  con 

A^^  dicbo  decreto  había  sido  aceptado  por  el  Estado  Soberano 

^^\  Cauca. 

En  ese  Código  se  dejo  al  Presidente  del  Estado  la  dircc- 
^iuíi  general  de  la  Instrucción  Pública,  que  se  le  confirió 
^Wde  18G5  por  la  ley  XLVl  de  3  ele  agosto,  y  se  le  dio  como 
auxiliar  un  empleado  nacional  denominado  Inspector  general 
^Q  Instrucción  Pública  primaria. 

La  instrucción  está  dividida  en  cuatro  grandes  ramos  : 
Educación,  Enseñanza,  Inspección  y  Administración,  Los  dos 
primeros  están  directamente  á  cargo  de  los  maestros  de  es- 
cuela y  de  empleados  subalternos  del  ramo;  pero  es  de  in- 


—  446  ^ 

cumbencia  tkil  Director  goacral,  el  señalamiento  de  los  meto- 
dos  que  deban  observariáo  en  las  escuelas,  y  la  adopción  de  I 
textos. 

La  Inspección  y  la  Administración  la  tienen  en  todo 
Estado  el  Director  y  el  Inspector  generales ;  pero  los  Prcfec 
tos,  que  toman  la  denominación  de  Inspectores  de  instrucció 
pública  departamental,  ejercen  hasta  donde  es  posible  en 
territorio  de  su  mando,  las  funciones  de  aquellos  empleados, 
y  deben  dar  cuenta  á  los  niisnios  do  sus  resoluciones  para  la 
aprobación  delinitiva. 


c- 
i*  la    j 


División  territorial  de  la  Instrucción  Pública.  — 

Estado  se  considera  dividido,  páralos  efectos  de  la  organizíj 
ción  de  la  instrucción,  de  la  misma  manera  que  lo  está  para ! 
administración  política,  esto  es,  en  nuevo  Dopartamontos, 

El  nombramiento  de  directores  y  subdirectores  de  escu€ 
la,  corresponde  privativamente  á  la  Dirección  General ;  per 
no  puede  hacerlo  sino  en  individuos  que  posean  diploma 
capacidad,  expedido  de  acuerdo  con  el  mismo  Código, 

Las  Corporaciones  municipales  pueden  suplir  accidenta!^ 
mente  las  faltas  de  preceptores^  por  causa  de  licencia,  enfer- 
medad, excusa  ó  suspensión  temporal;  pero  el  nombram¡ento_ 
de  interinos  corresponde  á  la  misma  Dirección  General,  y  óst 
no  puede  veriflcarlo  sino  en  individuos  que  acrediten  buer 
conduela,  que  posean  la  instrucción  suficiente  en  las  materis 
que  deben  enseñar  en  la  escuela,  que  conozcan  teórica  y  prác 
ticamente  los  métodos  de  enseñanza,  y  que  nopadezam  miteé 
medad  contagiosa,  crónica  ó  repugnante  que  les  estorbe  el  de 
empeño  de  los  deberes  anexos  á  su  empleo. 

Las  misínas  Corporaciones  tienen  á  su  cargo  lainslruccií 
local  en  cada  distrilo,  y  para  el  efecto  deben  visitar  de  una 
tres  veces  por  semana  las  escuelas,  asociándose  á  una  comí* 
BÍónde  señoras  para  visitar  las  de  niñas,  y  vcriíicándolo 8i 
mlembms  por  turno  y  peiiódicamentc.  Pueden  también  díchí 
Corporaciones  suspender  a  los  directores  y  subdirectores 
escuela;  mas  sólo  en  los  tres  casos  siguientes  :  1*  cuando 


—  417  — 


I 

I 


Director  cometa  una  falta  gravo  contra  la  moral  ó  la  decencia 
pública,  que  cause  escándalo  en  el  Distrito;  2*  cuando  esté 
inalverííando  los  útiles  de  la  escuela  de  su  cargo;  y  3"  cuando 
«e  descubra  que  padece  enlerniedad  contagiosa.  La  suspen- 
sión no  puede  vcrilicarse  sino  después  de  haljerle  concedido 
plazo  al  culpable  para  que  presente  sus  descargos  por  las 
faltas  que  se  le  atribuyen.  Debe  darse  cuenta  de  todo  á  la 
Dirección  General,  por  conducto  de  la  Inspección  Gene* 
ral. 

La  inspección  en  los  Departamentos  la  tienen  los  Visita- 
clores^  y  á  faltado  estos  corresponde  á  los  Prefectos, 

En  general,  el  Código  faculta  á  todos  los  funcionarlos 

del  orden  político  y  municipal,  para  vigilar  los  diferentes 

ramos  de  la  Instrucción  Pública;  pero   los   no  nombrados 

hasta  aquí,   sólo  pueden  practicar  visitas  en  los  establcci- 

nn^ientos  de  educación,  examinarlos  trabajos  de  los  diferentes 

o  empleados  que    intervienen   en    la   inspección    y   adminis- 

ti^íición,  «3  imponer  las  penan  establecidas  por  las  lej^es,  limi* 

tíindose  en  sus  funciones  a  hacer  cumplir  las  disposiciones  do 

lü^.    Dirección,   de  ía  Inspección  General,  de  los  Visitadores, 

cl^  la  Inspección  departamental  y  de  las  Corporaciones  muni- 

^i  leales,    sin  cambiar  en  nada   las  reglas  establecidas  por 

ellos, 

Visitadores*  —  Los  Visitadores  de  instrucción  púljlica 

^^^^^mi  también  empleados  á  cargo  de  la  Nación ;  pero  nombrados 

X>^::>3*  la  Dirección  General  en  el  número  que  determine  el  Poder 

^j  creativo  de  la  Unión.  Hoy  actúan  á  cargo  del  Estado^  en  \ir'- 

-^^d  do  que  por  la  ley  X  de  1877  se  autorizó  al  Poder  Ejecutivo 

^^^  éste  para  pagarles  sus  sueldos,  mientras  el  Gobierno  na- 

^Onul  cumplía  lo  estipulado  en  c!  Código. 

La  Dirección  General >  por  decreto  do  26  de  diciembre  do 

*^81  j  dispuso  que  hubiera  cinco  Visitadores,  cada  uno  en  ün 

círculo,  y  al  efecto  dividió  el  Estado  en  esta  forma  :  Círculo  1% 

^^t*mado  de  todo  el  Departamento  del  Centro^  más  los  dlstrl- 

toíí  del  Uctiro,  Guarne,  San  Vicente  y  Concepción;  Circulo  S**, 


-  448  ~ 

de  todos  los  demás  distritos  no  nombrados  del  Departament(> 
de  Oriente  y  de  los  del  Sur ;  Círculo  3*,  de  los  distritos  de  los  De- 
partamentos de  Sudoeste  y  Cauca;  Círculo  4%  de  los  distritos 
de  los  Departamentos  de  Occidente  ySopetrán;  y  Círculo  &•,  de 
los  distritos  de  los  Departamentos  del  Norte  y  Nordeste. 

Los  Visitadores  obran  bajo  la  dependencia  de  la  Direc- 
ción General  y  de  la  Inspección  Nacional,  y  tienen  funciones  de 
inspección,  de  administración  y  de  Ascalización,  de  acuei'du 
con  el  decreto  citado  en  donde  se  determinan. 

Las  Corporaciones  municipales  y  los  Directores  de  escuela 
deben  dar  informes  mensuales  a  los  Visitadores,  y  los  dichas 
a  la  Inspección  General  :  de  modo  que  en  este  despacho  se 
ccnlralizan^  por  decirlo  así^  todos  los  datos,  y  él,  de  acuerdo 
con  la  Dirección  General,  imprime  constante  y  uniforme  mo* 
vimiento  á  la  instrucción  pública  en  todo  el  Estado. 

División  de  las  escuelas,  ^ —  Las  escuelas  se  dividen  en 
elementales  6  primarias,  superiores,  normales  y  rurviles,  y  se 
diferencian,  tanto  por  las  materias  que  en  ellas  se  enseñan, 
como  por  el  grado  de  adelanto  y  de  desarrollo  físico  que 
se  requiere  en  los  alumnos  para  ser  admitidos  c<jmo  cur- 
santes. 

Escuelas  Elementales. — En  las  Escuelas  Elementales  son 
de  oblij^^atoria  enseñanza  las  materias  siguientes :  lectura,  e^cri*  - 
tura,  aritmética,  el  sistema  legal  de  pesas  y  medidas,  elcmen 
tos  de  la  lengua  castellana,  ejercicios  de  composición  y  recita' 
ción,  nociones  generales  de  higiene,  de  geografía,  de  histori 
patria  y  de  canto. 

Escuelas  Superiores.  —  En  las  Escuelas  Superiores  s 
recibe  instrucción  sobre  las  siguientes  materias  ;  lectura,  escrí^ 
tura,  arit.netica,  sistema  legal  de  pesas  y  medidas,  castellana^ 
ejercicios  de  composición  y  recitación,  elementos  de  algcbm# 
de  geometría,  con  sus  aplicaciones  usuales,  especialmeute  el 
dibujo  lineal;  teneduría  de  libros,  nociones  de  física^  deraoci- 


—  449  — 


nica,  de  química,  de  historia  natural,  de  fisiología  y  de  higiene; 
elementos  de  cosmografía  y  de  geografía,  historia  y  geografía 
especial  de  Colombia,  canto,  gimnástica  y  calisténica.  De  estas 
materias,  dispone  el  Código  que  no  se  enseñen  sino  las  princi- 
pales en  las  escuelas  de  niñas;  pero  en  cambio  establece  la 
enseñanza  de  obras  de  aguja,  de  economía  doméstica  y  de  los 
demás  ejercicios  que  convienen  particularmente  ala  mujer. 

Para  admitir  un  alumno  en  las  escuelas  superiores,  exige 
el  reglamento  que  las  rige,  la  edad  de  doce  años  si  es  varónj  y 
de  diez  s¡  es  mujer,  y  que  haya  cursado  las  materias  que  se 
enseñan  en  las  escuelas  elementales. 

El  estadio  en  estas  escuelas  se  hace  por  proceso  anual  en 
tres  cursos  progresivos ;  pero  el  Director  general  puede  dis- 
poner que  se  ensanche  el  número  de  materias^  y  que  se  ense- 
ñen con  más  extensión.  Esta  disposición  es  también  común  a 
las  escuelas  elementales  ;   pero  para  ponerla  en  práctica  debe 
atenderse  al  carácter  é  inclinación  de  los  alumnos,  y  también 
^  las  artes  y  las  industrias  que  estuvieren  más  generalizadas  en 
In  respectiva  localidad,  á  fin  de  que  se  pueda  sacar  todo  el  pro- 
"Vrecho  apetecible  de  los  conocimientos  que  se  adquieran. 

La  Dirección  General,  de  acuerdo  con  la  Inspección  Nació- 
r^al^  resolvió  en  noviembre  de  1881  que  ninguna  Escuela  Supe- 
^ír^ior  siguiera  con  menos  de  30  alumnos  de  asistencia  diaria,  y 
^in  que  las  escuelas  estuvieran  provistas  de  un  local  adecuado 
'y  del  mobiliario  suficiente,  todo  lo  cual  debería  acreditarse 
<:^on  una  certificación,  bajo  la  firma  de  todos  los  miembros  de  la 
^I!orporación  municipal  del  respectivo  distrito. 

Tienen  estas  escuelas,  según  el  presupuesto  vigente  y  el 
í^eglaraento  que  las  rige,  el  auxilio  de  un  catedrático  para  cada 
Xina,  hasta  el  número  de  doce  para  todas  las  del  Estado. 

Cuando  el  número  de  niños  que  asiste  ordinariamente  á 
Una  escuela  elemental  pasa  de  200,  la  Dirección  General 
puede  establecer  una  nueva  escuela  con  el  carácter  de  Supe* 
rior;  pero  tal  resolución  debe  someterse  á  la  aprobación  del 
Poder  Ejecutivo  nacional.  Sin  embargo,  por  decreto  de  21  de 
noviembre  de  1877,  dispuso  el  Presidente  del  Estado  que  se 


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ser  matriculados,  a  dar  un  documento  con  fianza  de  perma- 
necer hasta  por  tres  años  en  la  Escuela,  haciendo  los  cursos 
reglamentarios,  á  ganar  el  diploma  de  capacidad  y  á  servir 
después  en  la  Escuela  superior  6  elemental  á  que  sean  desti- 
nados por  el  Director  General,  y  por  el  término  de  tres  años, 
mediante  la  remuneración  asignada  por  la  ley* 


Educación  obligatoria.  —  El  Códij^^o  hace  obligatoria  la 
educación  elemental.  Kn  consecuencia,  t^stipulaque  todo  padre 
de  familia,  guardador  6  encargado  de  un  niño  de  la  edad  de 
7  á  Ij  años,  está  obligado  á  enviarlo  á  una  de  las  escuelas 
públicas  del  distrito,  ó  hacer  que  de  otra  manera  reciba  la  suíi- 
ciento  instrucción.  Cuando  un  niño,  antes  de  cumplir  los 
15  años,  ha  recibido  la  instrucción  en  todas  las  materias  que 
C4>nstiluyen  la  enseñanza  en  las  escuelas  elementales  y  supe- 
riores, puede  retirarse  del  estudio  con  permiso  de  la  Corpora- 
ción, y  previo  examen. 

Para  hacer  efectiva  la  educación  obligatoria,  la  Dirección 
■   Genei'al  hace  levantar  en  cada  distrito  el  censo  de  los  niños 
menores  de  15  años  cuyas  familias  residan  en  el  mismo  dis- 
trito. Copia  de  este  censo  se  remite  á  cada  director  de  escuela 
y  éste  forma  anualmente,  en  vista  de  él,  un  registro  de  los 
niños  que  deben  concurrir   ala  escuela  en  el  año  siguiente; 
toma  dos  copias,  una  de  las  cuales  debe  remitir  á  la  Corpora- 
'  cióii  municipal,  y  la  otra  al  alcalde  del  distrito.  El  alcalde  nom- 
bra comisiones  obligatorias  y  compuestas  de  las  personas  más 
influyentes,  para  que  hagan  saber  a  los  padres,  guardadores  ó 
encargados  de  niños  que  residan  á  una  distancia  que  no  exceda 
de  3  kilómetros  del  lugar,  la  obligación  en  que  están  de  matri- 
cular sus  hijos,  pupilos  ó  dependientes  en  una  escuela  oí] cial, 
élites  del  15  de  enero. 

Las  personas  que  no  envíen  los  niños  a  la  escuela,  des- 
pués de  tal  aviso,  deben  indicar  ala  Corporación  municipal  los 
medios  que  emplean  para  educarlos,  y  esta  Corporación  debe 
verificar  la  exactitud  de  los  informes  recibidos;  y  si  halla  que 
uo  es  suficiente  la  instrucción  que  se  da  al  niño,  compele  por 


medio  de  los  apremios  legales  al  individuo  de  quien  depende 
el  niño,  a  que  lo  verifique.  Tales  apremios  consisten  :  1*  en 
simple  amonestación;  2"  en  multas  sucesivas  de  dos  á  diez 
pesos;  3**  cuando  esos  medios  no  basten,  se  asocia  la  Corpo- 
ración al  alcalde  y  juez  del  distrito,  y  pone  a  los  niños  remisos 
en  ir  á  la  escuela,  bajo  el  cuidado  de  tutor  especial  que  vele  por 
bu  educación.  La  amonestación  y  las  multas  las  lleva  á  efecto, 
en  subsidio  de  la  Corporación  municipal,  cualquier  funcionario 
público  que  ejerza  jurisdicción  ó  autoridad,  á  cuyo  conoce 
miento  llegue  la  falta. 

En  bien  de  la  clase  desvalida  y  pobre,  suaviza  el  Código 
el  rigor  de  las  disposicionesde  que  venimos  tratando  :  al  efecto, 
permite  que  el  director  de  la  escuela,  con  aprobación  de  la  Cor- 
poración municipal,  arregle  y  combine  el  tiempo,  de  manera 
que  a  los  niños  de  tales  condiciones  les  quede  libre  diaria- 
mente cierto  numero  de  horas  para  los  trabajos  domésticos, 
agrícolas  ó  comerciales  de  donde  derive  su  familia  la  subsis- 
tencia. Puede  también  la  Corporación  municipal  permitir  á  las 
familias  notoriamente  pobres  y  que  tengan  varios  niños  á  su 
cargo,  el  que  los  envíen  por  turno  á  la  escuela,  y  aun  eximir* 
los  de  hacerlo  si  carecen  de  los  vestidos  necesarios  para  con- 
currir. En  este  caso  la  Coi'porución  debo  ocurrir  á  la  caridad 

de  los  vecinos,  y  colectar  los  medios  ncc4?6arios  para  vestir  esos 
niños  y  volverlos  al  estudio. 

Puede  eximir  la  Corporación  á  los  individuos  que  tienei 
niños  á  su  cargo,  en  casos  previstos  por  la  ley. 


Escuelas  Rurales,  —  Para  hacer  extensiva  la  instruccícSn 
a  todos  los  puntos  del  Estado,  en  todo  caserío  que  diste  niá-^ 
de  li  kilómetros  de  la  cabecera  del  distrito,  y  en  el  cual  so  cíi  - 
cuentren  más  de  2U  niños  en  estado  de  concurrir  á  la  escueto 
primaria,  debe  ocurrirse  á  fundar  una  escuela  rural  con  el 
carácter  de  puramente  periódica  ó  ambulante,  segiin  lo  exijan 
las  necesidades  de  la  población,  los  recursos  del  Estado  ó  las 
circunstancias  locales. 


—  453  — 

Organización.  —  Para  la  dirección  de  cada  escuela  se 
establece  que  haya  un  Director,  si  la  asistencia  ordinaria  de 
niños  no  pasa  de  60;  si  pasa  de  este  número,  debe  liaber  un 
Subdirector;  si  pasa  de  120,  dos,  y  si  pasa  de  200  se  debe 
dividir  la  escuela  por  la  Dirección  General,  con  aprobación  del 
Poder  Ejecutivo  nacional.  En  esto  último  caso  una  de  las  dos 
escuelas  debe  tener  cl  carácter  de  Superiox\ 

Todos  los  empleados  remunerados  de  instrucción  pública 
duran  en  sus  destinos  por  el  tiempo  de  su  buena  conducta»  y 
no  pueden  ser  removidos  ó  suspendidos,  sino  por  causa  sufi- 
cientemente comprobada  y  después  de  haberles  oído  los  des- 
cargos. 

Establece  el  Código  que  las  escuelas  tienen  por  objeto 
formar  hombres  sanos  de  cuerpo  y  de  espíritu,  de  manera  que 
se  debe  atender  en  ellas  al  desarrollo  físico,  moral  é  intelectuaL 
En  consecuencia,  los  directores  de  escuela  deben  ser  verda- 
deros tipos  de  perfección  en  su  conducta  pública  y  privada, 
y  deben  elevar  el  sentimiento  moral  de  los  niños  confiados  á  su 
cuidado  é  instrucción,  grabando  en  sus  corazones  los  prin- 
cipios de  caridad^  justicia,  benevolencia,  moderación,  y  en 
general  todas  las  virtudes  que  son  el  ornato  de  la  especie 
humana; 

Con  verdadera  sabiduría  se  consignó  bajo  el  n*3  del  artí- 
culo 80  del  Código,  el  siguiente  deber  para  los  directores  de 
^escuela  :  a  Atender  muy  particularmente  a  la  educación  moral, 
a  religiosa  y  republicana  de  los  alumnos,  empleando,  sin 
*t  hacer  uso  de  cursos  especiales,  toda  su  inteligencia  y  el 
«  método  más  adecuado,  á  fin  de  grabarles  indeleblemente 
«  convicciones  profundas  acerca  de  la  existencia  del  Ser  Supre- 
«  mo,  del  respeto  que  se  debe  a  la  religión  y  a  la  libertad  de 
€  conciencia;  persuadirlos  con  el  ejemplo  y  la  palabra  á  que 
«  sigan  sin  desviarse  el  sendero  de  la  virtud;  predicarles  cons- 
a  tantemente  el  respeto  á  la  ley,  el  amor  á  la  patria  y  la  consa* 
^  graciónaltrabajo.))  Esto  era  lo  que  el  legislador  podía  decir, 
circunscribiéndose  como  debía  á  los  límiícs  que  la  Constitución 
le  trazó  al  establecer  en  el  articulo  15  la  profesión  libre, 


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—  454  - 

pública  ó  privada,  (lo  cualquiera  religión,  contal  que  no  seej 
cuten  hechos  incompatibles  con  !a  soberanía  nacional,  ó  que 
tengan  por  objeta  turbar  la  paz  pública;  pero  respetuoso  por 
la  creencia  religiosa  que  impera  en  la  generalidad  de  la  nación, 
dispuso  en  el  Código  que  las  horas  de  enseñanza  en  las  escue- 
las se  distribuyesen  de  modo  que  á  los  alumnos  les  quedar; 
trien:ípo  para  recibir  la  instrucción  religiosa  que  sus  padn 
determinen,  y  de  los  profesores  que  ellos  designen.  De  es' 
manera  se  ha  hermanado  la  libertad  de  conciencia  con  la' 
tolerancia. 

La  enseñanza  de  la  gimnasia  y  la  calisténica  en  tod 
las  escuelas,  y  los  ejercicios  militares  en  las  de  varones,  oons 
tituven  la  educación  física  de  los  niilos. 

Las  ponas  corporales,  verdaderos  suplicios  con  que  aufc 
se  aterraba  él  espíritu  de  los  niños,  haciéndoles  ver  el  raae 
tro,  no  como  suave  y  culto  director,  sino  como  verdugo  i 
placable,   y   la  escuela,  no  como  recinto  de  agradable  y  pr 
vechoso  pasatiempo,  sino  como  cárcel,  están  prohibidos  h 
en  todos  los  establecimientos  oficiales.  Sólo  se  puede  encerr 
por  pocas  horas  y  en  piezas  ventiladas  á  los  niños,  y  to. 
distinción  de  categoría,  de  nacimiento  ó  de  riqueza  debe  dc¡ 
atenderse  :  sólo  la  conducta  y  cualidades  personales  estable- 
cen  diferencia  en  la  escuela*  ■ 

Colegio  Central  Universitario.  —  La  Universidad  de 
Antioquia  ha  sido  establecida  por  ley  orgánica  especial,  y  su 
régimen  económico  y  su  disciplina  están  sujetos  á  las  pres- 
cripciones del  plan  de  estudios  formado  por  la  Junta  Suprema 
Universitaria. 

En  la  Universidad,  fuera  de  materias  preparatorias, 
estudia  todo  lo  referente  á  las  altas  facultades  do  Medicina 
Jurisprudencia. 

Las  cátedras  están  ocupadas  por  excelentes  profeso 
y  los  frutos  do  instrucción,  cosechados  año  por  aftOt  sou  sobro-' 
manera  satisfactorios. 


—  455  -* 

Escuela  de    Artes,   —  Sirve  para  formar  ciutladaiios 
prácticos  en  diferentes  artes  y  en  distintos  oficios  :  maquinis- 
tas, ebanistas,  cerrajeros,  constructores  etc.,  ctc. 

Museo  y  Biblioteca  de  Zea,  —  En  este  plantel  de  educa- 
ción pública  osliidia  el  pueblo^  tanto  en  asuntos  de  historia 
natural,  como  de  bellas  artes,  literatura,  historia,  po- 
lítica etc^.,  etc.  Durante  el  primer  año  de  su  fundaciónj  y 
cuando  carecía  aún  de  libros  en  gran  cantidad,  tuvo  siete  mil 
lectores,  número  que  crece  día  por  día. 

Ponemos  en  seguida  un  cuadro  que  ofrece  el  resumen 

sintético  del  estado  en  que  se  halla  la  educación  pública  oii- 

cial  en   Antioquia,    Hablamos   do  educación  oficial,  porque 

fuera  de  ella  existe  la  educación  privada,  en  que  no  interviene 

el  Gobierno  ,  y  porque  de  cálculos  hechos  resultaría  que  el 

número  de  niños  que  reciben  educación  en  el  Estado,  no  baja 

<ie  33.000,    guarismo  valioso  si   se    atiende  á  que  nuestra 

l^oblación  total  no  pasa  de  medio  millón  de  habitantes. 


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CAPITULO   DECIMOTERCIO 


Religión-  —  Razas.—  Carácter 


Religión. —  La  Constitución  de  la  República  consagrado 
\iiia  manera  definitiva  la  tolerancia  de  todos  los  cultos,  sin  más 
iH^striccion  que  la  de  que  no  ataquen  el  sistema  de  gobierno 
cjue  se  ha  dado  la  Unión  Colombiana,  ni  permitan  la  ejecución 
tíe  actos  que  turben  ó  tiendan  a  turbar  la  paz  pública. 

A  pesar  de  esta  amplia  libertad  de  conciencia,  la  religión 
de  la  inmensa  mayoría  de  los  antioqueños  es  netamente  ca- 
'tólica  apostólica  romana,  pues  los  disidentes  de  ella,  si  los 
liubiere,  no  han  llegado  hasta  ahora  al  número  suficiente  para 
íundar  nuevas  congregaciones. 

Desde  que  terminó  la  guerra  de  conquista,  se  trató  en  la 
aladre  Patria  de  establecer  un  Obispado  en  la  provincia  de  An- 
^ioquia ;  pero  esa  idea  hubo  de  abandonarse  bien  pronto  en 
íitención  al  corto  número  de  colonos  que  poblaban  el  territo- 
rio, ó  acaso  mas  bien  al  predominio  que  por  entonces  tenía  la 
rica  y  floreciente  Gobernación  de  Popayán. 

Por  lo  dicho,  el  gobierno  eclesiástico  de  Antioquki  quedó 
formando  parte  de  la  Gobernación  citada,  desde  el  tiempo  do 
su  primer  Obispo  D,  Juan  del  Valle  hasta  el  de  D.  Salvador 
Jiménez  de  Enciso,  último  de  aquellos  prelados  que  la 
dirigió, 

Los  Obispos  de  Popayán  visitaban  de  tiempo  en  tiempo,  y 
á  veces  á  muy  largos  intervalos,  la  Iglesia  do  Antioquia;  y 


—  458  — 

cuando  no  lo  hacían  personalmente,  nombraban  vicarios 
eclesiásticos  con  quienes  se  entendían  y  á  quienes  daban  órde- 
nes para  una  buena  administración. 

A  fines  del  siglo  anterior,  y  aun  quizás  más  bien  á  prin- 
cipios del  prcsentt^,.  ya  era  universal  en  estos  pueblos  el  cla- 
mor para  que  se  nombrase  obispo  que  atendiese  alas  necesi- 
dades religiosas  de  los  vecinos,  por  estar  Popayán  á  lai'ga  dis- 
tancia y  por  ser  pésimas  las  vías  de  comunicación. 

En  el  año  de  1804,  por  marzo,  se  recibió  en  Medellín  la 
plausible  nueva  de  haberse  dignado  el  rey  D.  Carlos  IV  con- 
ceder permiso  para  la  creación  de  Obispado  en  Antioquia,  y 
además  la  de  haberse  obtenido  aprobación  del  Sumo  Pontífice, 
Pío  VII,  para  llevarla  á  cabo. 

P<  ICOS  años  después,  fué  nombrado  para  Obispo  do  esta 
Diócesis  el  Dr.  José  Ignacio  de  Arancibía,  prebendado  digní* 
dad  de  la  Catedral  de  Méjico,  c[u¡en  no  vino  por  causa  de  fa- 
lleciraiento» 

Más  tarde,  nombró  D,  Fernando  VII  al  Ilustrísimo  se- 
ñor fray  Fernando  Cano  para  la  misma  Silla,  quien  tampoco 
la  ocupó,  porque  habiendo  llegado  hasta  la  Habana,  dio  parta 
al  Soberano  Congreso  de  la  líepúbhca,  do  su  intento,  y  se  I<^ 
respondió  :  «  Que  podía  entrar  al  país,  previo  reconocimiento^ 
de  la  Independencia;  >í  condición  que  no  aceptó. 

El  r^apa  León  X,  á  peticinn  del  Congreso  de  Colombia,  v' 
por  gestión  del  Ministro  Plenipotenciario  de  la  Rcpúblíc-a  , 
D.  Ignacio  Sánchez  de  Tejada,  convino  en  hacer  el  nombr»  — 
miento  de  obispo  que  se  le  pedía,  y  escogió  de  la  tema  presel^  — 
tada,  á  fray  Mariano  Garnica,  del  Orden  de  Predicadores*  El 
señor  Cárnica  entró  á  Medelh'n  y  principió  á  ejercer  su  mintfí- 
terio  et  día  12  do  mayo  de  18í8;  y  por  muerte    de  él,  fué 
nombrado  para  reemplazarle   el   Ilustrísimo  señor  0bi5p<> 
José  María  Estévez,  quien  no  llegó  á   posesionai'se  de  su 
destino. 

Después  de  esto  siguió  una  vacante  de  corta  duración 
que  terminó  con  el  nombramiento  del  Dr,  Juan  de  la  Cruz 
Gómez  Plata.  Al  Sr.  Gómez  Plata  siguió  el  Dr.  Domingo 


—  459  — 


e^ 


Antonio  Riaño,  y  á  su  muerte  la  Silla  episcopal  fue  rotiiada 
de  la  ciudad  de  Antioqaiay  trasladada  á  la  de  Medeltín.  Para 
suceder  al  Sr.  Riaño,  fué  escogido  el  presbítero  Valerio 
Antonio  Jiménez,  á  quien  se  dio  por  comljutor  y  sucesor  el 
Sr.  Dr.  José  Joaquín  Isaza. 

El   Sr.   Jiménez   renunció  el    Obispado    un   poca    más 

tarde,  y  quedó  gobernando  la  Iglesia  antioquena  el  Sr,  Isaza, 

Murió  éste,  y  á  su  muerte  el  Obispado  fué  dividido  en  dos 

Siilas  episcopales,  perteneciente  la  primera  áAnlioquia,  y  la 

-Segunda  á  Medollín  ( 1 874),  siendo  nombrados  respectivamente 

los    Ilustrísimos  señores  Joaquín  Guillermo  González  y  José 

^er^iacio  Muntoya. 

Por  renuncia  del  Sr.  González  en  1882,  fué  designado 
par»íi  reemplazarle  el  Sr.  Presbítero  Jesús  María  lírKlrígnez, 
y  •  f^or  fallecimiento  reciente  del  Sr*  Monloya,  Su  Santidad 
^c^^i^tadc  nombrar  al  Sr.  Dr,  Bernardo  Herrera,  que  aiui  no 
"^    sido  consagrado. 

Estos  dos  Obispados  tienen  su  respectiva  cátedra!  en  las 
^*^^c3ades  de  Anüoquia  y  Modellín,  y  en  cada  una  de 
^**^^ishay  un  Cabildo  eclesiástico,  eoarorme  á  las  prcscripcio- 
^^s  decretadas  por  la  Iglesia,  y  en  ambas  el  culto  se  desem- 
P^^íi  con  el  decoro  que  corresponde  á  la  religión  profesada 
P*^*^   la  mayoría  de  los  antioqucños. 

El  Obispo  es    el  jefe  de  la  Iglesia,  y  los  curas  son  los 

^^ntes  naturales  de  que  se  vale  para  goljernar  la  Diócesis, 

y^     como   I^kIo   Obispo    católico,   está    bajo    la    dependencia 

^^^l    Sumo  Pontífice.  Las  relaciones  que  mantiene  con  otros 

P^^lados  son  simplemente  de  cortesía  para  tratar  asuntos  ríe 

^^U*rés  general,  pues,  en  su  esencia,  él  es  poder  eclesiástico 

^Independiente* 

El  Gobierno  de  la  Ptcpública,  antes  de  derogar  la  ley  de 

Patronato,  tenía  ingerencia  directa  en  todos  los  negociados 

del  culto;  pero,  derogada  tal  ley,  el  Gobierno  político  y  la 

Iglesia  no  tienen  más  relaciones  que  las  establecidas  por  la 

ley  nacional  en  materia  de  inspección  de  cultos. 

La  historia  de  la  Iglesia  antioquena  se  conocerá  en  todos 


—  460  - 

sus  pormenores,  por  la  lectura  de  un  erudito  libro  que  publica 
en  estos  moraentos  el  Sr,  Juan  Pablo  Restrepo.  Para  la  que 
es  de  nuestra  competencia,  nos  resta  sólo  agregar  que  la 
tolerancia  de  cultos,  no  solamente  está  reconocida,  sino  que 
es  bien  practicada  en  el  Estado, 

En  el  año  de  183G  hubo  en  Mcdcllin  turbación  pasajera 
del  orden  público,  provocada  por  el  Sr.  Dr.  José  María  Botero 
Cadavidj  y  aquella  asonada,  aunque  de  carácter  fanático, 
pasó  sin  trascendentales  consecuencias.  Entre  nosotros  las  más 
graves  cuestiones  sobre  creencias  religiosas,  se  discuten  libre- 
mente de  palabra  y  por  la  prensa,  sin  que  la  controversia  sea 
seguida  por  ataques  á  las  garantías  individuales,  sino  en  los 
casos  desgraciados  en  que  las  pasiones  se  enardecen  poi*  mo- 
tivos  de  guerra  civiL 

Razas.  —  La  población  moderna  del  Continente  ameri- 
cano tiene  su  origen  en  tres  razas  :  la  caucásica,  conquista* 
dora ;  la  indígena,  propietaria  inmemorial  del  suelo,  y  la 
negra  ó  etiópica,  traída  con  un  fin  especial  poi*  los  euro- 
peos. 

En  la  América  del  Norte  la  raza  caucásica  ha  sido  repine- 
sentada  en  su  gran  mayoría  por  los  anglo-sajones,  mienli"as 
que  en  la  América  llamada  propiamente  española,  lo  ha  sido 
por  la  raza  llamada  latina.  Esta  se  ha  extendido  no  sólo  en  las 
fundaciones  españolas  sino  también  en  las  portuguesas  y 
francesas. 

Las  tres  razas  de  que  hablamos,  blanca,  india  y  negra, 
por  sus   repetidas  mezclas,  forman  hoy  la  población  total 
de  la  América  española,  y  por  lo  mismo  del  Estado  do  Antio— 
quia,  objeto  especial  de  nuestros  estudios. 

Inútil  nos  parece  presentar  la  filiación  orgánica  de  cada 
una  de  estas  tres  razas,  porque  su  descripción  completa  se 
halla,  ora  en  los  autores  clásicos  de  antropología^  ora  on 
las  curiosas  investigaciones  de  los  viajems. 

Los  blancos  venidos  de  España  eran  casi  todos  de  sangro 
goda   pura,   fuera  de  más  ó   menos  importantes  adiciones 


—  461  — 

hechas  á  ella  por  causa  de  las  diferentes  conquistas  que  en 
épocas  remotas  habían  sido  verificadas  en  la  Península. 

Para  la  época  en  que  comenzó  la  conquista  de  América, 
los  habitantes  de  las  diferentes  provincias  de  España  con- 
servaban el  tipo  de  su  vieja  nobleza;  pero  en  la  región 
meridional  la  sangre  árabe  y  judía  entraron  por  algo  para 
alterarla. 

Mientras  los  vizcaínos,  aragoneses,  leoneses,  extremeños 
'j'  castellanos,  venían  representando  el  distinguido  timoneo 
español,  muchos  valencianos  y  andaluces  caracterizaban  en 
parte  la  raza  del  desierto. 

Con  sólo  decir  que  estos  blancos  eran  de  raza  caucásica, 
«c  da  á  entender  que  sin  alcanzar  las  condiciones  do  robustez 
orgánica  de  los  pueblos  setontrionales  de  Europa,  la  compen- 
saban ventajosamente  por  medio  de  voluntad  fuerte,  carácter 
^■Mecidido,  fibra  tenaz  y  nerviosa,  sensibilidad  exaltada  y  fe 
^  profunda  en  sus  proyectos  y  en  sus  empresas. 
I  Aquellos  hombres,  aunque  endurecidos  en  sus  últimas 

^Kguerras  para  emanciparse  de  los  árabes,  frugales  por  costum- 
pVbr o,  resignados  en  la  adversidad,  temerarios  en  la  lucha  y 
[  perseverantes  en  sus  propósitos,  trajeron  á  la  Zona  Tórrida  la 
delgadez  de  su  piel,  la  blancura  relativa  de  su  cuerpo  y  gran 
suma  de  sensibilidad  ;  y  eso  en  tal  manera  que  expuestos  álos 
calores  abrasadores  de  los  profundos  valles,  á  la  acción  calci- 
nante de  los  rayos  solares,  á  la  picadura  de  mosquitos,  tábanos, 
niguas,  garrapatas,  escorpiones  y  serpientes,  al  envenena- 
miento producido  por  los  miasmas,  y  á  la  agencia  destructora 
de  elementos  ambientes  de  naturaleza  tan  dañina  y  morti- 
ficante, como  lo  son  en  general  los  de  la  foja  intertropical, 
debían  experimentar  no  pocos  cambios  en  su  manera  de 
ser  física,  por  la  prolongada  residencia  en  tan  adversas 
localidades.  En  general  puede  decirse  que  los  blancos  do- 
miciliados en  las  playas  del  mar  y  en  los  valles  calientes 
délos  grandes  ríos,  conservando  su  piel  blanca  pero  algún 
tanto  tostada,  variaron  un  poco  sus  facciones  por  la  influencia 
del  clima  y  de  nuevas  costumbres.  En  resumen,  se  puede 


~  4G2  — 


asegurar  que  ia  raza  blanca  no  era  adecuada  para  fijarae  p 
vecliosamenteen  aquellos  sitios. 

En  los  climas  templados  de  las  cordilleras  y  en  las  regio- 
nes frías  do  sus  alturas,  aconteció  otra  cosa.  En  ellas  el  blanco 
estuvo  como  en  su  antigua  casa,  vivió  con  los  cambios  reía* 
tivos  á  lae:»cpatriación  ;  pero  vivió  entero,  sano,  y  perpetuólas 
cualidades  peculiares  de  su  sangre,  mantuvo  sus  tradiciones, 
conservó  sus  creencias  y  perseveró  linnemente  en  sus  ideas  y 
en  sus  principios. 

La  raza  india  era  apocada  y  débil ;  perezosa  y  holgaza 
por  naturaleza;  atrasada  en  civilización;  Hoja  para  lafatí 
tímida  y  cobarde  con  raras  excepciones  ;  disimulada  de  car^ 
ter  por  causa  de  un  anterior  y  subsiguiente  despotismo ;  in 
nadadla  mentira ,  para  evitarla  persecución,  y  profundameütc 
desgraciada  antes  de  la  conquista,  en  la  conquista  y  después 
de  la  conquista. 

La  raza  negra  tuvo  la  ventaja  de  estar  acorazada  contra 
los  rigores  del  calor  y  contra  las  irratliacionesde  la  luz,  por  el 
espesor  de  sus  tegumentos,  por  el  pigmento  negro  de  su  piel  y 
por  el  habito  secular  de  sufrir  la  intemperie  en  estado  de  casi 
completa  desnudez  y  sin  protección  de  ningún  género. 

Mientras  el  blanco  t^asi  so  asfixiaba  en  los  grandes  cala 
res,  trasudaba  copiosamente,  y  sufocado  ocurría  á  la  sies 
ó  al  reposo,  y  mientras  el  pobre  inflio  caía  abrumado  bajo  6 
peso  de  la  carga  ó  bajo  la  presión  de  la  fiebre,  el  negro,  coal 
cabeza  descubierta  y  el  cuerpo  medio  desnudo,  recibía  si 
gran  fatiga  los  x^ayos  verticales  de  un  sol  abrasador.  Cocí 
monos  energía  de  voluntad  que  el  blanco,  y  con  menos  vala; 
moral,  el  etíope  en  América  soportaba  mejor  el  trabajoydumfi- 
naba  los  obstáculos  de  una  naturaleza  rigurosa  para  el  pri-^ 
mero.  Los  trabajos  agi'ículas  y  los  más  difíciles  aún  de  minería^ 
eran  sobrellevados  por  estos  infelices  hijos  deCam,  conmencja  , 
inconvenientes  que  los  que  tenían  para  las  otras  dos  razas*  ^^ 

Esos   negros   introducidos    en   América  entraron  bioii    ^ 
pronto  con  los  indígenas  conquistados  en  el  seno  do  la  Iglesia 
católica,  no  sin  que  la  nueva  religión  impidiese  a  unos  y  otros 


—  403  ^ 

la  oonser vació n  de  algunos  ritos  idolátricos  de  sus  sectas. 
^Especialmente  las  cuadrillas  de  iiegros  trajeron  al  idioma  cas- 
allano  una  que  otra  palabra  de  los  idiomas  africanos,  y  al  país 
algunas  prácticas  religiosas  de  su  patria,  prácticas  que  si 
bien  han  sido  desfiguradas  por  la  civilización  moderna, 
ao  dejan  de  conservar,  aunque  ligeramente,  el  tipo  de  su 
origen. 

La  conquista  de  estas  tierras  realizada  con  tanta  cruel- 
dad, fue  un  mal  para  lo  porvenir  y  una  mancha  para  sus 
autores  :  la  destrucción  casi  total  de  la  raza  americana 
ha  sido  una  deshonra  para  los  exterminadores,  y  la  escla- 
vitud de  los  negros,  un  estigma  indeleble  para  la  Iiistoria 
de  la  humauidad*  Empero,  jneditando  bien  las  cosas  y 
deíiniendo  la  suerte  iinal  de  estos  últimos  hombres,  el  filó*- 
Süfo  alcanza  a  ver  que  surge  de  ese  piélago  inmenso  de 
lágrimas,  arrancadas  á  los  (jjos  de  los  afi'icanos  por  el  látigo 
do  los  magnates,  algo  grande  y  consolador.  La  suerte  de  eso 
grupo  del  linaje  humano  abandonado  en  los  bosques  ó 
arenales  de  la  Libia  6  del  Scnegal,  de  Angola  6  de  la  Cafrería, 
Sería  hoy  harto  mas  cruel  y  desdichada  que  la  de  sus  deseen- 
cuentes  en  América,  elevadtjs  á  ía  categoría  de  hombres 
libi'cs,  de  altivos  ciudadanos,  de  republicanos  dignos,  bajo  el 
aliento  redentor  de  los  progresos  democráticos. 

De  la  unión  de  un  blanco  con  luia  india,  ó  viceversa, 
resulta  un  lujo  que  asume  los  caracteres  intermedios  do  las 
dos  razas.  Este  ser,  menos  blanco  que  el  padre  y  menos  jno- 
reno  ó  cobrizo  que  la  madre,  es  un  término  medio  orgánico 
entre  sus  genitores. 

De  la  unión  de  una  india  con  im  negro,  ó  al  contrario, 
nacen  hijos  llamados  zambos,  término  medio  entre  los  dos 
linajes,  como  lo  hemos  diclio  para  los  anteriores. 

De  la  unión  de  un  blanco  y  una  negra,  nace  un  mulato 
que  se  halla  respectt>  de  sus  padres  en  la  misma  relación 
indicada.  El  mulato  de  primera  generación  tiene  por  lo 
general  la  piel  morena,  el  pelo  rizado,  los  labios  espesos^ 
el   occipucio  abultado  ,   y  tira    notablemente    á   buscar  un 


—  464  - 


aire  de  fisonomía  que  tanto  se  aproxima  al  padre  como 
madre. 

Después  de  estas  mezclas  primordiales,  es  fácil  concebir 
que  la  generación  continúe  multiplicándose  en  diversos  sen^ 
tidos,  y  dando  resultados  variables  de  generación*  Así,  los 
blancos  y  las  blancas  pueden  seguir  juntándose  con  negros  y 
con  negras,  con  mestizos,  zambos  y  mulatos,  y  los  negros  y 
las  negras  recíprocamente. 

Después  de  esto,  sígase  la  generación  procreadora  y  se 
verá  que  el  resultado  se  complica  de  una  manera  tan  singular, 
que  al  fin  sería  imposible  determinar  con  precisión  la  can- 
tidad de  sangre  de  cada  raza  que  entra  en  cada  americano 
sometido  a  esta  prueba,  en  cada  colombiano  como  habitante 
de  América,  y  en  cada  aatioqueño  como  ciudadano  de^^ 
Colombia. 

Para  resolver  en  parte  la  dificultad  que  naturalmente 
surge  de  tan  numerosas  mezclas,  se  ha  tomado  como  punto 
de  partida  lo  que  hemos  dicho  sucede  hasta  la  procreación  de 
mestizos,  zambos  y  mulatos.  De  allí  en  adelante,  para  cali- 
ficar los  nuevos  productos,  se  dice  :  tercerones,  cuarterones, 
saltoatrás,  y  tal  vez  algunos  otros  calificativos  que  pasamos 
por  alto. 

Cuando  la  raza  blanca  predomina  en  una  mezcla  cu 
quiera,  no  es  difícil  saber  con  aproximación  la  cantidad  de 
bangrc  indígena  ó  etiópica  existente  en  una  persona  señalada. 
Pelo  lacio,  ausencia  ó  escasez  de  Ijarba,  color  que  tira  á  ver 
oliva,  ojos  notablemente  separados,  y  talones  muy  salíent 
hacia  atrás,  ponen  en  el  camino  de  una  sospecha,  si  no  dou 
certidumbre  absoluta,  de  que  la  raza  americana  entra  por 
mucho.  Pelo  generalmente  crespo,  hibios  gruesos,  frente 
inclinada  hacia  el  occipucio,  cabeza  ahuilada  hacia  atrás,  y 
más  que  todo,  cierta  exhalación  penetrante  y  peculiar,  pro- 
ducto do  las  glándulas  sudoríparas,  permiten  suponerlas  cua 
lidades  de  la  raza  negra,  sin  contar  que  para  la  una  y  la  o 
el  ángulo  facial,  recto  ó  aproximadamente  recto  en  la 
caucásica,  tiene  forma  que  lo  inclina  á  ser  agudo  en  las  dem 


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—  465  — 

Hubo  un  tiempo  en  que  lo  que  es  hoy  raza  americana, 
aceptada  por  la  ciencia^  se  tuvo  solamente  como  una  semiraza 
derivada  de  la  malaya.  Parece  que  no  anduvieron  muy  desca- 
minados los  que  así  pensaron,  porque  si  el  americano  tiene 
rasgos  de  semejanza  bien  pronunciados  con  individuos  de 
otras  razas,  es  sin  duda  con  aquélla.  Poblaciones  conoce- 
mos en  que  los  aborígenes  del  continente  se  parecen  mucho 
á  los  hijos  del  Celeste  Imperio,  y  quizás  no  tanto  todavía  á 
ellos  c^^mo  á  muchos  de  los  habitantes  del  Japón,  de  la  Siberia 
oriental  y  de  algunas  de  las  islas  de  la  Occanía. 

Pretender,  como  algunos  pretenden,  que  la  raza  ameri- 
cana esté  dividida  en  muchas  otras,  fundándose  para  ello  en 
diferencias  locales  de  nnción  a  nación  y  de  tribu  á  tribu,  nos 
parece  teoría  errónea  y  completamente  inaceptable.  Hemos 
\isto  indios  de  color  más  ó  mepos  claro,  má«  6  menos  oscuro, 
más  ó  menos  cobrizo;  pero  absolutamente  hablando,  y  por 
experiencias  personales,  podemos  asegurar  que  ligeras  va- 
riantes no  autorizan  para  subdividir  una  raza  que  nos 
parece  ser  la  misma  desde  el  estrocho  de  Behring  liasta  la  Tierra 
del  Fuego,  y  desde  la  desembocadura  del  Amazonas,  hasta  la 
del  Guayas. 

En  Antioquia,  las  tres  razas  elementales  entraron  como 
base  para  la  población  desde  el  momento  en  quo  fué  iniciada 
la  guerra  do  conquisla*  Los  blancos  colonizadores  no  fueron 
muchos,  los  negros  introducidos  pava  las  faenas  campestres 
y  el  laboreo  de  las  minas,  tampoco  lo  fueron,  y  los  indios,  más 
que  diezmados^  entrai'on  también  en  corto  niimertí. 

El  negro  domiciliado  en  Antioquia  tuvo  que  combatir 
pecho  á  peclio  con  las  dificultades  del  territorio ;  mas  de  las 
dificultades  y  peligros  de  este  combate  participaba  también  el 
amo,  quien,  vizcaíno  de  origen,  casi  siempre  era  tenaz  y  per- 
severante para  obtener  por  medio  de  trabajo  asiduo  y  de 
consagración  infatigable,  los  medios  indispensables  para 
una  subsistencia  que  rara  vez  pasaba  de  mediana  á  rica  ú 
opulenta. 

La  comunidad  en  los  trabajos  y  en  los  peligros,  eslable- 

30 


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cida  entre  amo  y  esclavo,  engendró  desde  el  principio  ciertos 
vínculos  de  hermandad  en  las  dos  raxas.  El  negro  llegó  a  ser, 
más  bien  que  siervo  del  blanco,  el  compañero,  el  confidente  y 
aun  el  amigo.  Los  ejemplos  de  barbarie  y  de  inhumanidad 
insólita  ofrecidos  por  otros  pueblos  para  con  el  esclavo  negro, 
fueron  sumamente  raros  en  este  territorio,  y  por  eso  cuando 
la  venganza  de  razas  ha  caído  como  calamidad  social  en  otra.s 
partes,  en  Antioquia  nada  de  eso  se  ha  visto. 

Los  indios  quedaban  como  elemento  separado;  pero  eu 
general  humanamente  tratados  por  los  colonos,  los  criollos  y 
los  peninsulares.  ^H 

Los  blancos,  primitivos  pobladores  de  este  Estado,  eran* 
un  tanto  apegados  á  los  fueros  de  su  sangre  y  a  las  prorogati- 
vas  de  su  nobleza.  Por  esta  razón,  en  los  tiempos  anteriores, 
desdeñaban  de  un  modo  pertinaz  el  contraer  vínculos  legíti- 
mos con  las  otras  dos  razas,  consideradas  por  ellos  como 
inferiores,  mas  no  era  tanto  él  escrúpulo  que  no  entrasen  en 
comercio  clandestino  con  ellas,  para  matizar  los  colores  y 
borrar  las  jerarquías*  En  la  época  presente,  esas  considera- 
cioneSj  modilicadas  por  las  amplias  miras  de  la  licpúblicay  por 
ideas  más  liberales,  han  ido  desapareciendo,  y  tanto,  que  los 
matrimonios  legítimos  entre  hijos  de  distinto  origen,  se  multi- 
plican mas  y  más,  sin  que  el  hecho  menoscabe  el  honor  de  Ui-s 
familias. 

En  situación  tal  cual  la  descrita,  es  fácil  comprender  el 
fenómeno  relativo  á  la  antropología  de  los  pueblos  antioíiue- 
fios»  Indios  de  sangre  pura  y  negros  perfectos  se  ven  ya  muy 
pocos  en  esta  tierra,  y  su  existencia  parece  próxima  a  ternii» 
nar,  En  cualquiera  reunión  publica  numerosa,  un  observador 
inteligente  puede  notar  los  numerosos  rasgos  C'aracterísUco^^ 
de  las  mezclas,  estudiando  el  color,  el  ángulo  facial,  la  confort" 
mación  de  la  boca  y  dolos  labios,  la  Juayor  ó  nien(»r  salida  fio 
la  nariz,  la  separación  de  los  ojos,  la  hechura  do  la  frente,  la 
cabellera  y  la  apostura  general  de  los  individuos* 

El  fenómeno  de  fusión  de  razas  adelanta  en  estas  pobla- 
ciones rápidamente  á  bu  término,  y  como  consecuencia  final 


—  467  — 

<!e  la  acción  ejercida  por  sangre  fie  rlisHnto  origen,  so  puede, 
sin  forzar  mucho  la  retlexión,  llegará  ílefioir  lo  que  será  en 
últirao  término  la  raza  pobladora  de  Cí^tas  comarcas. 

Para  nosotros,  esta  refusión  de  razas  será  representada 
no  mtiy  tarde  por  una  población  morena^  esbelta,  de  ojos 
negros,  de  mirada  ardiente,  de  movimientos  ágiles,  de  notable 
belleza  plástica,  de  despejada  inteligencia,  valerosa  y  propia 
para  soportar  victoriosamente  el  influjo  de  los  elementos  pe- 
culiares á  la  Zona  Tórrida  :  todo  esto,  bien  entendido,  si  una 
fuerte  inmigración  de  pueblos  extraños  no  detiene  en  su  des- 
envolvimiento el  proceso  orgánico  que  hoy  se  efectúa  (!)• 

Carácter.  —  Así  como  en  los  individuos,  en  los  pueblos 
el  carácter  se  desen\aielve  con  la  edad  y  con  la  educación.  Difí- 
cil nos  pareco  asignar  de  una  manera  precisa  un  caráter  típico 
especial  á  un  Estado  naciente.  Lo  raás  que  puede  decirse  es 
que  sus  propensiones  y  los  rasgos  salientes  de  su  manera  de 
ser,  lo  habrán  de  conducirá  un  inpo  moral,  político  y  social 
determinado. 

F*ara  nosotros,  la  baso  del  carácter  se  funda  en  las 
pasiones  propias  del  individuo  ó  de  la  sociedad,  y  su  perfec- 
ción se  alcanza  por  medio  del  cultivo  intelectual  y  moral.  La 
fuerza  por  medio  de  la  cual  el  hombre  consigue  el  privilegio 
de  dirigir  sus  pasiones,  constituye  el  elemento  de  la  forma- 
ción definitiva  de  su  carácter.  Si  las  pasiones  son  dirigidas 
en  buen  sentido^  de  modo  que  su  acción  benéfica  predomine, 
el  carácter  será  bueno,  aunque  adolezca  délos  defectos  comu- 
nes á  la  flaqueza  humana.  Si  la  dirección  del  sentimiento  es 
torcida  y  viciosa,  el  carácter  será  malo  en  mayor  o  menor 
grado- 

Haciendo  la  aplicación  de  estos  principios  á  la  población 
aníioqueña,  hallamos  gran  dificultad  para  definirla  bien,  y  la 

(1)  Al  calificar  do  huena  y  bella  la  raza  que  describimoa  como  rosuUanto 
da  la  mezcla  de  las  tres  enunciadas,  debe  e  o  tenderse  que  en  ningún  caso  la  con- 
sideramos superior  k  la  raza  caucásica»  la  más  inteligente  do  todas  las  que  exis- 
ten. 


—  468  — 

íUriciittad  crece  si  se  atiende  á  que  por  su  juventud,  el  antitf^ 
qucño  tiene  el  carácter  apenas  en  vía  de  formación.  Querer 
8cr  dogmático  en  esta  materia  es  pecar  por  precipitación,  y 
definir  como  asunto  concreto  lo  que  existe  apenas  esparcido 
en  diversos  elementos,  A  lo  más  que  en  la  materia  puede 
llegarse,  es  á  una  conjetura  sobre  los  datos  que  conduzcan  á 
un  resultado  final,  y  á  presentir  lo  que  haya  de  suceder,  una 
vez  que  acontecimientos  imprevistos  no  vengan  a  turbar  el 
detiarrollo  natural  del  pueblo,  suponiendo  una  sucesión  dc_ 
Iiechos  análogos  á  los  que  actualmente  se  verifican  en  lodc 
los  pormenores  de  su  existencia. 

El  hnmlire  antioqueño  es  apasionado,  y  no  por  cierto  i 
un  círculo  reducido  do  pasiones.  Saber  el  numero  de  ellas  quí 
predominan  en  su  espíritu^  es  negocio  difícil  para  el  criterio  j 
pero  si  no  vamos  errados,  podemos  aseverar  que  el  antioquef 
obra  en  iin  medio  moral  en  que  las  buenas  disposicionl 
son  mayores  que  las  malas. 

En  la  manifestación  de  los  sentimientos  populares,  ht 
que  atender  al  estímub)  que  la  produce,  y  los  estímulos  son  i 
diversa  ííidole  y  actúan  con  intensidad  más  ó  menos  fuerl 

Cuando  nuestros  compatriotas  obran  movidos  por  uua. 
mala  pasión,  son  propensos  á  la  rina  y  obedecc^n  ciegos 
odio,  ala  venganza,  á  la  ira,  á  los  celos,  á  la  envidia  oto.,' 
por  eso  gran  número  de  delitos  sangrientos,  ora  en  la  forma  ( 
heritlas,  ora  en  la  de  perpetración  de  homicidios,  se  ve  ce 
alguna  frecuencia. 

La  llamada  pasión  política  suele  terciar  en  las  contienda 
entro  persona  y  persona,  y  no  pocas  veces  por  ella  se  llega 
extremidades  que  constituyen  positivos  delitos,  Y  como 
sionos  de  esta  clase  no  tengan  el  correctivo  de  la  reflexiónr 
obren  sobre  organizaciones  llenas  de  vigor  y  fortaleza,  avieí 
que  con  frecuencia  los  crímenes  tomen  proporciones  for 
dables,  y  hasta  raras  en  otras  comarcas. 

Lo  dicho  autorizaría  para  fulminar  anatema   sobre 
c^irácter  propio  de  los  antioqueños  y  para  clamar  oout 
éu    creciente    dcsmoralizaci*'>n.    Todavía,   admitiendo    esl 


—  469  —    ' 

defectos,  nosotros  nos  creemos  con  el  derecho   de  pensar, 

como  pensamoSt  que  esa  clase  de  infelices  nianiíestaciones 
no  autoriza  para  calificar  como  mala  la  índole  de  nuestras 
poblaciones,  ni  para  caer  en  la  creencia  de  que  la  actual 
generación  se  deprave  y  envilezca  día  por  día.  Muy  lejos  de 
eso,  opinamos  que  el  pueblo  ha  ganado  en  moralidad,  y  que  las 

^ excepciones,  aunque  lamentables,  siendo  pocas,  no  destruyen 
la  verdad  de  lo  que  decimos. 
Después  de  considerar  rápidamente  lo  que  es  el  pueblo 
antioqueño  sujeto  a  la  influencia  de  las  malas  pasiones, 
veámosle  por  el  lado  favorable,  y  tratemos  de  esclarecer  de 
cuánto  es  capaz:  en  el  terreno  de  la  virtud  y  del  deber. 

El  amor,  en  sus  distintas  faces,  hace  de  nuestros  conciu- 
dadanos hombres  respetables  y  de  importancia.  Si  aplican  el 
i^amor  á  la  patria,  su  adoración  por  ella  es  incontestable.  Como 
^pmiembros  de  la  comunidad  nacional  colombiana,  los  antio- 
querios  han  hecho  positivos  y  grandes  servicios  al  país,  y, 
como  demostración,  es  fácil  presentar  la  lista  de  sus  hombres 

N distinguidos  en  la  historia. 
Como  obreros  en  el  engrandecimiento  del  Estado,  la  co- 
operación benéfica  de  sus  hijos  es  irrefutable;  y  si  el  senti- 
miento de  su  amor  se  refiere  al  hogar  domésticoj  en  pocas 
partes  del  mundo  será  fácil  hallar  familias  más  íntimamente 
unidas  por  los  vínculos  de  un  interés  común  y  de  más  recí* 
proca  ternura. 

El  valor  es  vii'tud  antioquefui;  y  si  el  de  los  hijos  de  estas 
montarías  es  solicitado  por  el  poderoso  móvil  de  ocurrir  á  la 
defensa  de  sus  convicciones  políticas  y  morales  en  los  campos 
de  batalla,  la  impetuosidad  del  antioqueño  es  casi  irresistible. 
Si  no  se  trata  de  guerra  civil  transitoria,  sino  de  guerra  pura- 
mente  internacional,  los  antioqueños  que  llegan  á  ser  soldados 
veteranos,  regimentados  y  sometidos  á  las  reglas  de  un  buen 
código,  se  hacen  notar  entre  los  más  aventajados  de  la  Repú- 
blica. Se  les  acusa,  es  verdad,  de  ser  propensos  ala  deserción  y 
de  evitar  largas  cajupañas.  Hay  en  el  fondo  de  este  cargo  bas- 
tante exactitud,  y  se  explica  naturalmente  por  la  circunstancia 


^ 


-  471  — 

que  se  haga  con  la  situación  intelectual  de  hace  veinticinco 
años,  corrobora  perfectamente  lo  que  aseveramos. 

Previas  las  observaciones  anteriores  y  hecha  la  reserva 
de  los  defectos  que  anotamos  al  principio,  podemos  decir  en 
conclusión  :  el  antioqueño  es  apasionado,  trabajador  infati- 
gable, patriota,  excelente  padre  do  familia,  valiente,  empren- 
dedor, hábil  para  los  negocios,  dócil  y  obediente;  caritativo, 
hospitalario,  propenso  á  viajar,  y  progresista. 


•í' 


CAPITULO  DECIMOCUARTO 


Industria..  —  Vias  de  comunicación.  —  GuELdros 

siguientes  industrias  :  minera,  comercial,  agrícola  y  inanu- 
facturera. 

Los  otros  ramos  propios  para  mantener  la  existencia 
social  y  la  comodidad  dol  hogar  doméstico,  por  ser  comunes 
á  todos  los  pueblos  de  la  Unión  Colombiana,  y  por  carecer  de 
trascendencia,  los  dejaremos  sin  examen  especial* 

La  explotación  de  minas  de  oro  y  plata  os  la  principal 
industria  del  antioqueño,  y  por  tanto  á  ella  debe  su  relativa 
comodidad  y  holgura. 

Las -minas  de  metales  preciosos  explotadas  son  de  tres 
especies  :  minas  de  oro,  minas  de  plata  y  minas  de  carácter 
Jliisto,  en  que  el  oro  y  la  plata  se  hallan  en  una  misma  ganga^ 
Va  en  estado  de  aislamiento,  ya  en  estado  de  aligación. 

La  anterior  manera  de  dividir  los  minerales  es  arbitraría 

^n  el  sentido  cientiíico,  porque  ninguno  de  los  metales  men- 

clonados  se  halla  en  perfecto  estado  de  pureza;  pero  la  adop- 

tamos  como  de  utilidad  práctica  para  nuestro  intento,  porque 

facilita  las  explicaciones. 

Siempre  hay  uno  ó  más  metales  unidos  al  oro  y  ala  plata, 
aunque  una  íntima  conexión  exista  entre  ambos ;  mas  como 
quiera  que  para  nuestra  manera  de  ver  hayamos  tomado  el 
predüraínio  de  uno  de  los  dos,  ó  su  reunión  en  proporciones 


—  ia  — 

especiales,  pensamos  que  sellemos  entendidos  en  lo  que  poao- 
mos  á  continuacióü. 

Las  minas  do  oro  son  de  veta  y  de  aluvión.  Las  primeras 
están  constituidas  por  filones  de  grosor  variable  y  de  incli- 
nación distinta  respecto  al  horizonte  convencional.  Como  acci- 
dente de  los  Ilíones,  hay  mantos  ó  capas  que  guardan  relativo 
paralelismo  coa  lasuperlicíe  de  la  tierra. 

Los  minerales  de  oro  de  aluvión  se  hallan  en  el  cauce  do 
los  ríos,  en  sus  orillas,  en  los  valles  y  á  veces  sobre  el  loma  de 
las  cordilleras.  En  algunos  casos,  el  oro  está  simplemeiito 
incorporado  con  arena,  lodo,  cascajo  y  guijarros;  en  otros, 
bajo  la  tierra  y  las  rocas  desprendidas  hay  una  faja  estrati- 
íicada,  compuesta  de  piecü^as,  arena  etc.,  etc.j  en  donde  está 
contenido  el  oro.  Esa  faja  ó  cinta  descansa  sobre  un  suela 
6ülido  y  cretáceo  llamado  peña,  y  es  ésta  la  formación  más 
frecuente  de  las  minas  de  oro  corrido*  Hay  en  ocasiones  mioas 
más  altas  llamadas  aventaderos,  en  que  el  oro  está  apenas 
cubierto  por  una  delgada  capa  de  tierra  vegetal,  y  las  hay 
llamadas  orguniileSf  que  hemos  descrito  en  otra  pai'te. 

Las  minas  de  plata  son  muy  menos  abundaJites;  sia 
embargo,  hay  algunas.  Otras,  como  el  Zancudo,  principiaron 
por  ser  explotadas  como  de  oro,  y  hoy  es  la  plata  la  que  en  ellas 
predomina. 

Eu  muchos  minerales  elaborados  como  si  fueran  simple» 
mente  auríferos,  los  residuos  llamados  jaguas  pueden  ser 
beneliciados  con  el  ün  de  extraer  más  oro,  ó  extraerlo  en  aliga* 
ción  con  la  plata.  El  iridio  que  suele  estar  mezclado  con  estos 
metales^  es  tan  poco  que  apenas  merece  mención* 

Las  minas  de  oro  de  veta  son  traljajaíias  por  socavones  i 
galerías  subterráneas,  ó  bien  á  tajo  abierto.  Para  seguir  un 
hilo  por  socavón  se  emplea  el  métudo  ordinario  eu  toda  eüla 
clase  dL5  empresiis,  y  para  trabajar  á  tajo  abierto  se  descubre 
el  mineral,  batiendo  por  medio  de  una  corrieale  de  agua  los 
materiales  pétreos  y  terrosos  que  lo  cubren.  Sacado  el  mineral, 
se  tritura  y  pulveriza  en  los  molinos,  so  lava  luego,  so  limpia  y 
se  conduce  á  la  fundición  para  conocer  su  tipc 


475 


Los  minerales  sometidos  al  aüterior  píx^oedi miento,  son 
aquellos  eu  que  el  oro  nativo  predomina;  mas  aun  en  tal  caso, 
las  jagaas  pueden  ser  utilizadas  por  medio  de  procedimicjiLos 
metalúrgicos  cuya  base  es  la  fundición,  método  empleado  en 
estos  últimos  años  para  IjeneOciar  los  materiales  vn  que  la  plata 
superabunda. 

Los  cuadros  que  presentamos  al  fin  del  capítulo,  mani- 
fiestau  dus  cosas  : 

1"  El  movimiento   ascendente  de  la  producción  minera,  y 
2*  El  rendimiento  actual  de  dicha  producción. 
La  explotación  del   hierro    es  sólo   un   proyecto  entre 
nosotros,  y  la  de  cal  apenas  la  suficiente  para  las  necesi- 
dades arquitectónicas  y  para  las  muy  reducidas  de  trabajos 
de  ingeniería. 

El  comercio  antioqueño  es  el  segundo  en  importancia 
de  la  HepúbÜca,  y  uno  de  los  primeros  en  crédito  exterior  e 
interior. 

Pudiéramos  reducir  a  tres  clases  las  operaciones  hechas 
en  e^te  ramo  por  antioqueños  : 

1*  Las  de  conqn-as  que  se  hacen  en  los  países  extranjuros 
ixira   la  satisfacción    de    nuestras    necesidades  relativas    á 
Vestuario,  comodidad  y  ornato,  instrumentos  para  la  minería 
agricultura  etc,^  etc* 

2'  Las  ejecutadas  con  algunos  de  los  otros  Estados  de  la 
nión  :  con  el  del  Cauca  para  obtener  caballos,  muías  y  cacao, 
por  dinero;  con  el  de  Bolívar,  para  procurar  la  introducción  de 
ganado  vacuno,  y  con  los  de  Cundinamarca,  Boyacá  y  Santan- 
der, para  obtener  artefactos  del  país. 

Fuera  del  comercio  hecho  con  los  pueblos  de  ultramar  y 
del  que  se  verifica  con  algunos  de  los  pueblos  de  la  Unión, 
tiene  Antioquia  un  tráfico  interior  muy  activo,  que  consiste  en 
^^d  expendio  de  las  mercaderías  europeas,  norte-americanas, 
^^ecuatorianas  y  de  los  Estados  culombianos,  previa  su  distri- 
■  bución  en  los  diferentes  distritos.  Ese  tráfico  se  hace  en  ferias 
I  públicas,  en  tiendas,  en  campos,  y  tiene  por  objeto  el  repaiii- 
I      miento  armónico  de  mercaderías,  animales,  víveres,  instru- 

i 


476 


montos  de  labor,  y  de  todo  lo  que,  en  síntesis^  viene  á  maní* 
íestar  el  mantonimieíito  del  Estado  y  la  satisfacción  de  sus 
necesidades  en  todos  los  pormenores  individuales. 

Para  el  comercio  exterior  cuenta  el  Estado  con  el  oro  ex- 
traído de  sus  minerales,  y  con  la  exportación  de  pieles,  café, 
sombreros  y  caucho;  todo  eso,  exceptuado  el  oro,  en  pequeña 
cantidad. 

El  estado  medianamente  próspero  de  la  industria  de  que 
tratamos,  espera,  en  nuestra  opinión,  un  alto  grado  de  desen- 
volvimiento, pedido  por  el  creciente  progreso  de  su  población  y 
garantizado  por  la  enérgica  vitalidad  de  los  habitantes,  Como 
base  de  adelanto,  so  necesita  el  establecimento  de  buenas  vías 
de  cumunicación* 

Los  procedimientos  agrícolas  y  los  instrumentos  propios 
para  ejecutarlos,  están  atrasados  en  Antioquia.El  hombre  tra- 
baja muclio;  pero  como  carece  de  tierras  bien  feraces,  de  abo- 
nos y  de  útiles  adecuados  para  la  prepax'ación  del  suelo, 
el  beneficio  de  las  cosechas  no  puede  representar  jamás  el 
costo  monetario  de  un  lado,  ni  el  gasto  de  fuerza  física  indivi- 
dual de  otro,  Sin  embargo,  nuestros  campesinos  son  bastante 
perseverantes  para  hacer  frente  á  los  obstáculos,  y  á  pesar  de 
fuertes  dificultades,  se  logra  arrancar  del  suelo  lo  preciso  para 
satisfacer  las  necesidades  más  premiosas  de  la  vida,  en  materia 
de  subsistencia. 

Los  productos  agrícolas  del  Estado  bastan  apenas  para 
guardar  equililirio  con    su   gasto    natural,   y    aun   así,   no 
puede  decirse  que   la  subsistencia  sea  barata.  No    hay  so- 
brantes para  la  expurtación,  ni  necesidad  de  ellos,  porque  la 
falta  de  vías  de  comuiucación  mata  toda  esperanza  y  todo  in-^ 
centivo  de  lucro.  La  rutina  impide  la  adopción  de  instrumen— -• 
tos  perfeccionados  para  la  más  pronta  y  conveniente  prepíya — -* 
ción  del  suelo,  así  es  que  el  regatón,  la  azada,  la  barra,  el  ha — 
cha,  el  machete,  el  calabozo^  el  cuchillo  común  y  la  reja  tradi- 
cional, con  otros  pocos  más,  son  los  útiles  empleados  pai'a  tas 
labores  campestres.  La  pala,  el  pico,  los  rastrillos,  los  arados 
norte-americanos,  las  maquinas  para  desgranar,  y  oirás  de 


—  477  — 

^.lente  introducción,  han  sido  desecliadas  unas  y  apenas 
iceptadas  otras;  y  esto  con  las  reservas  impuestas  por  la 
costumbre. 

(Cuando  la  agronomía  conocida  por  el  pueblo,  y  el  aUeiito 
le  los  antioqueños  aplicado  a  las  labores  campestres  obren 
\0  consuno,  apoyados  por  caminos  do  fácil  tránsito,  la  inilus- 
ria  agrícola  con  la  minera  y  comercial  efectuarán  en  gran 
parle  la  adquisición  de  una  positiva  riqueza» 

El  cultivo  del  maíz  y  los  frísoles  es  asunto  preferente  é 
indispensable  para  los  antioqueños,  porque  do  estos  granos  y 
de  sus  varias  prepara':iones,  sacan  el  primer  artículo  de  su  ali- 
mentación. El  pan  de  maíz,  llamado  arepa,  y  la  mazamorra 
forman  la  base  de  subsistencia  general  en  el  Eí^tado. 
^_        La  caña  de  azúcar,  cultivada  en  los  temptíraincntos  tem- 
B^lados  y  en  los  ardientes,  sigue  por  su  impurtancia  al  maíz  y  a 
las  judías.  De  los  productos  extraídos  de  la  caña,  se  usan  de 
preferencia  la  panela  y  el  azúcar. 
Bf       El  plátano,  la  yuca,  la  arracacba,  la  mafafa,  Ja  papa,  el 
^irigo,  lacebada,  las  arvejas,  lacul,  lus  rábanos,  laszanahürias, 
^Ja  lechuga,  la  remolacha,  la  cebolla  etc.,  etc.,  son  artículos 
^Jírovcnientes  de  plantas  cultivadas  con  mayor  ó  menor  esmero, 
eii  más  ó  menos  cantidad  según  el  gusto  de  las  poblaciones, 
inclinadas  siempre  á  dar  la  preferencia  á  los  géneros  emplea- 
dos  durante  la  Colunia,  sobre  los  de  nueva  introducoióu. 

I  En  ludo  el  territorio  del  Estado  hay  un  reducido  cultivo 
e  árboles  frutales,  y  entre  ellos  algunos  de  los  europeos  que 
¡ügen  aclimatación.  Los  frutales  indígenas  necesitan  puco 
sracro  en  su  dirección,  y  dan  espontáneamente  exquisitos 
frutos.  De  los  europeos,  solamente  el  durazno  y  el  manzano 
)mienzan  á  dar  muestras  de  regulares  productos. 

La  maquinaria  esta  en  Antiotfuia  aún  más  atrasada  que  la 
Igricultura,  especialmente  si    se    liabla  de  ella  en   relación 
>n  la  industria  fahril. 

Los  artefactos  más  notables  son  ;  los  sombreros  de  iraca 

'  de  paja  de  caña ;  algunos  aunque  escasos  tejidos  de  lana,  de 

Itilgodón  y  de  fique;  herramientas  para  la  agricultura ;  alpar- 


—  478  — 

3j  guarnielcs,  pipas,  vasos  de  cuerno,  de  coco,  de  plata,  de 
cobre  etc. 

La  joyería,  la  platería,  la  fundición,  la  sastrería,  la  zapa- 
tería, la  carpintería,  la  ebanistería,  y  en  general    todas  las 

artes  manuales,  están  regularmente  representadas  en  el  país. 
El  dibujo,  la  pintura,  la  escultura,  la  arquitectura,  el  grabado, 
la  música  y  el  canto,  principian  solamente  á  mostrar  progre* 
sos  rudimentarios* 


Vías  de  cemunicación, —  Los  primeros  conquistadores 
recorrieron  toda  la  superficie  del  Estado  de  Antioquia,  unaa 
veces  rompiendo  bosques,  arcabucos  y  pajonales  con  el  pecho 
y  las  espadas,  y  otras  siguiendo  las  veredas  establecidas  de  un 
punto  áotro  por  el  talón  de  los  indios. 

Los  colonos  establecían  atajos  entre  montaña  y  montaña, 
ó  angostos  senderos  para  comunicarse  de  un  predio  á  otro  6 
para  ir  en  requerimiento  de  minerales  ó  tierras  de  labrar*  Lie» 
gados  áuQ  valle,  atrepellaban  por  él  sin  cuidarse  de  cenagales 
ó  arrebatados  ríos,  y  puestos  en  la  baso  de  una  cordillera 
trepaban  por  ella  en  línea  recta,  eácalándola  como  gamos 
hasta  llegar  á  la  cumbre,  para  descender  luego  por  despeña- 
deros y  abismos  bástalas  profimdas  quiebras,  tornando  cons* 
tíintemcnte  a  repetir  tan  pesadas  tareas. 

Con  tales  elementos,  en  un  pnis  doblado  y  en  medio  de 
arriscadas  montañas,  no  se  puede  concebir  que  con  tan  esca- 
sos medios  como  los  que  entonces  había,  pudieran  estable» 
cer  caminos  siquiera  aceptables.  Por  estas  razones,  en  loa 
primeros  tiempos  sólo  entraban  á  estas  tierras  hombres  atrf»- 
vidog  y  temerarios.  Los  viajeros  de  ultramar  nunca  lo  visita* 
ban,  y  es  por  las  mismas  causas  por  lo  que  todavía  al  termi- 
nar la  guerra  de  nuestra  Independencia,  el  territorio  antioqueño 
era  notable  por  sus  escasas,  pésimas  y  casi  intransitables  vías 
de  comunicación. 

Establecida  la  República,  dos  antioqueños  ilustres,  D.  Ale- 
jandro  Vélez,como  Intendente  del  Departamento,  y  D»  Juan  de 
Dios  Aranzazu,  como  Gobernador  déla  Provincia,  aplicarotí 


—  47ÍI  — 


el  trabajo  subsidiario  de  los  ciudadanos  á  la  apertura  de 
caminos.  Esta  idea,  muy  avanzada  en  su  época,  produjo 
cortos  bienes,  porque  la  falla  de  costumbre^  la  ignorancia  total 
en  negocios  de  ingeniería,  la  carencia  do  útiles  y  la  dificultad 
de  las  empresas,  anularon  casi  totalmente  el  efecto  de  los 
esfuerzos  empleados. 

El  iniciador  de  trabajos  forniales  referentes  á  esto,  á 
mediados  del  siglo  presente,  fué  el  Dr,  líafael  María  Jiraldo. 
Siguióle,  movido  por  el  mismo  sentimiento  de  patriotismo,  el 
Dr.  Pedro  Justo  Berrío,  á  quien  se  debió  un  fuerte  impulso 
progresivo  en  la  materia.  El  Sr.  Recaredo  de  Villa  pretendió 
seguir  las  mismas  ideas,  pero  fué  detenido  en  la  práctica  por 
la  revolución  del  arn>  de  1876. 

A  pesar  de  lo  efímero  que  ba  sido  el  poder  pulilico  en  los 
últimos  años  trascurridos,  todos  los  mandatarios  que  se  lian 
venido  sucediendo,  persuadidos  de  la  importancia  que  para  la 
prosperidad  del  Estado  ha  de  tener  el  establecimiento  de 
buenas  vías  de  comunicación,  han  trabajado  con  más  ó  menos 
empeño  á  fin  de  obtener  esta  saludable  reforma.  El  General 
Tomás  Rengifo,  el  Dr.  Pedro  Restix'po  Uribo  y  el  actual  Pre- 
sidente, Sr.  Luciano  Reslrepo,  todos  ellos,  á  pesar  de  la  escasez 
de  fondos  públicos,  han  trabajado  con  provecho  en  el  asunto 
deque  tratamos. 

En  el  año  de  1876,  el  Gobierno  de  Antioquia,  presidido 
porelSr.  Recare<io  de  Villa,  celebró  con  el  Sr.  Francisco  J. 
Cisneros,  un  contrato  para  la  construcción  del  ferrocarril  que 
debe  comunicar  el  Magdalena  con  el  interior  del  Estado, 
desde  Puerto  Berrío  hasta  Aguasclaras,  Más  tarde,  por 
reformas  hechas  en  el  contrato,  se  convino  en  que  esta  línea 
férrea  fuera  prolongada  hasta  Medellín,  y  en  este  ano  en  que 
escribimos,  llega  la  carrilera  Iiasta  la  margen  izquierda  del 
río  Ñus,  con  gran  provecho  para  los  viajeros,  y  con  no  poca 

utilidad  para  el  comercio. 

^^fe         La  reputación,  pues,  de  Aniioquia  como  tierra  clásica  de 
V      malos  caminos,  va  desapareciendo,  gracias  á  las  mejoras  intro- 


-480  — 

De  Medellín  hasta  Man  Ízales  liay  un  camino  del  Estado,  y 
en  él  existe  una  trifurcación  situada  cerca  del  puente  de  Gua- 
yaquil. La  rama  derecha  pasa  por  Belén,  llega  á  Heliconia  y 
se  prolonga  hasta  las  riberas  del  río  CtUica.  La  del  centro  pasa 
por  Itagíií,  La  Estrella,  Caldas,  Fredonia,  Poblanco,  Nuev^- 
caranian(a,  y  entra  en  el  Eslado  del  Cauca.  La  de  la  izquierda 
pasa  por  Envigado,  El  Hetii^o,  La  Ceja  etc  ,  hacia  el  sur.  Estos 
tres  ramales  tienen  numerosas  comunicaciones  los  unos  coa 
los  otros ;  vías  subalternas  que  ponen  en  relación  todos  los 
lugares  situados  al  sudoeste  del  Estado.  Así,  por  ejemplo,  en 
Caldas  hay  otro  ramal  dirigido  al  oeste  que  pasa  por  Amaga, 
Titiribí,  Concordia  y  Bolívar,  por  donde  se  vaá  las  regiones  del 
Chocó. 

En  Fredonia  se  divide  la  ruta  en  otras  que  siguen  para 
Jericó  y  Andes,  hacia  el  sudoeste,  mientras  que  una  pequeña 
de  travesía  permito  el  paso  para  Santa  Bárbara,  Sitio  Viejo  y 
Abcjorral. 

En  la  Coja  drl  Tambo  so  divide  el  camino  en  dos  princi- 
pales :  el  del  Estado,  que  se  prolonga  como  hemos  dicho,  y  el 
otro  hacia  el  sudeste,  que  pasa  por  la  Unión,  Sonsón,  Nariño 
y  Pensilvaniapara  entrar  en  el  Tolima. 

En  AbejoiTal  hay  otra  vía  que  con  dirección  oriental  llega 
á Sonsón, 

En  Aguadas,  Pacora,   Salamina  y  Manizales,  ha\  \  ía¡»i 
subalternas,  unas  para  el  oriente  y  otras  para  el  occidente.  Pora 
las  últimas  se  puede  ir  á  Nuevacaramanta,  Marmato,  Hiosu* 
cío  y  valle  del  CcUica,  y  por  las  otras,  al  Estado  del  Tolima,  pa- 
sando por  líerveo,  Aguacatal  y  Ruiz. 

De  la  misma  capital  del  Eslado  parte  una  vía  oriental  qui 
pasa  por  Rionegrop  Marinilla,  Gualapó,  San  Carlos,  Canoan 
Nare.  En  Rionegro  se  l)i turca  para  ir  á  la  Ceja  del  Tambo,  de. 
un  lado,  y  para  volver  sobixí  Guarne,  del  otro. 

En  Marinilla  hay  comunicación  con  la  vía  principal  para 
San  Vicente,  Concepción  y  Santo  Domingo,  por  una  parte»  v 
para  el  Carmen,  Santuario,  Vahos,  Cocorna  y  San  Luis,  |K>r 
otra. 


—  481  — 

De  la  capital  arranca  otro  camino  principal  del  Estado, 
con  dirección  occidental  á  las  fraociones  de  Robledo,  San  Cris- 
tóbal y  San  Sebastián,  y  á  los  distritos  de  San  Jerónimo,  Sope- 
trán,  Antioquia,  UrraOj  Frontino  y  Cañasgordas. 

En  todo  este  último  trayecto  hay  también  vías  secunda- 
rias que  conducen  á  Evéjico,  Quebradascca  y  Anza,  por  un 
lado,  y  á  Belmira,  Córdoba,  Sucre,  Sacaojal,  Liborina,  Buri- 
tica,  Ituango  y  Jiraldo,  por  el  otro. 

El  camino  que  de  Medellín  gira  para  el  norte,  se  divide 
cerca  del  puente  de  Hatoviejo  en  dos,  El  primero  sigue  al 
nordeste,  pasando  por  Copacavana,  Jirardota,  Barbosa,  Santo 
Domingo,  Yolombó,  San  Martín,  Remedios,  Zaragoza  y 
Nechí;  mientras  que  el  segundo,  con  dirección  francamente 
norte,  pasa  por  Bello,  San  Pedro,  Entre- ríos  y  Santa  Rosa, 
pimto  en  que  se  trifurca  para  llegar  por  la  derecha  a  Carolina 
y  Amalíi;  por  el  centro,  á  Angostura,  Campamento,  Anoríy 
Zea^  y  por  la  izquierda,  ó  sea  más  netamente  al  norte,  á  Yax^u- 
mal  y  Cáceres. 

Hay  que  decir  que  esta  última  vía,  como  todas  las  ante- 
riores, tiene  comunicaciones  trasversales  que  ponen  en  contacto 
los  diferentes  puntos  del  Estado  que  demoran  hacia  aquella 
parte. 

Los  caminos  de  que  hemos  hablado  son  en  su  mayor 
parte  de  herradura;  buenos  algunos»  regulares  otros,  y  malos 
los  restantes. 

Las  carreteras  propiamente  tales  son  todavía  escasas  y 
miden  poca  extensión.  La  de  Medellíná  Aguasclaras  es  lamas 
larga*  Sigue  en  importancia  la  del  mismo  punto  á  Caldas,  y  por 
üUimo  la  que  conduce  a  Envigado.  El  movimiento  inicial  res- 
pecto á  mejoras  en  las  vías  de  comunicación,  nos  parece  irre- 
sistible» porque  á  cada  progreso  eme  se  verifica  resaltan  las 
ventajas  y  la  convicción  de  que  el^stado  no  puede  adelantar 
de  otra  manera. 

Perfeccionadas  las  vías  de  comunicación  y  establecidas 
otras,  fuera  de  las  que  ya  hemos  mencionado,cs  fácil  compren- 
der que  una  poderosa  red,  vínculo  de  unión  entre  los  diferentes 

31 


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■  aI<o  de  1S75. 

Oro  en  barras ít>  1.927,360  II 

Oro  en  monedas,    .   .......  70,883 

l>lata  en  barras 312,096  62  1/2 

X^Iata  en  monedas •  400    »      í»  2,310J39  73  1/2 

Aí50  DE  1876. 

Oro  en  barras íí  1.225JO0  44 

Oro  en  monedas 62,556     » 

Plata  en  barras 170,321  50 

Plata  en  monedas 675    n 

ANO  DE  1B77. 

Oro  en  barras -  •  4>  2J29,Í73  75 

Oro  en  monedas 47,399  50 

Plata  en  barras •  305,167  55 

Plata  en  monedas.. 1,100    o 


—  484  ^ 

aSo  dk  1878* 

Oro  en  barras. . ©  2.098,^22 

Oro  en  monedas..  ........  G|238 

Oro  en  polvo 506 

Oro  en  alhajas.. I8t 

Plata  en  barras ,  .   .  307, 100 

Plata  en  monedas ,  ,  9,323 

A^O  DK  1870, 

Oro  en  barras. íf  1.785,621 

Oro  en  monedas 4,781 

Oro  en  alhajas 8 

Plata  en  barras,  ...•,....  339,310 

Plata  en  monedan 10,636 

3l5íO  DE   1880, 

Oro  en  barras, ^  2,029,514 

Oro  en  monedas 17,973 

Plata  en  barras .  505,745 

Plata  en  monedas 23,251 

aS^O  dh  1881, 

Oro  en  barras ÍS  2.047  J02 

Oro  en  monedas 20,332 

Oro  en  alhajas 5/200 

PlaU  en  barras 337,109 

Plata  en  monedas 6,223 

ANO  ÜE    1882*     , 

Oro  en  barras ©  2.220,438 

Oro  en  monedas .  .  •  7^693 

Oro  en  polvo ,  .  •  1,330 

Oro  en  alhajas 100 

Plata  en  barras •  .  ,  .  607,021 

Plata  en  monedas..  . 18,905 

Total  general  (1), 


©  20.247,789  29  I/i 


(1)  Para  conocimiento  csi^ecial  de  todo  -lo  que  so  refiere  h  la  minoría  mitjo*! 
quefia,  recomendamos  la  lectura  del  precioso  opúaciilo  quo  acaba  de  publicar  i 
8r.  Vicente  A,   Rcstrepo.  Esa  obra,   e9cnt|i  magbtralmefite^  lleva  por  titulo  : 
Estudio  sobre  ¡as  minas  de  oro  y  platade  Go/em6ia* 


—  485  -- 
ÜISTANCIAS 

DB    VAHÍOS   PUNTOS   BEL  ESTADO     Á    LA   CAPITAL   BE   LA    REPÚBLICA 


Bogotá 
De  Miriá.  Kilú. 

Abejorral 40    5 

Aguadtis.. i4     n 

Amaga 43     » 

Angostura .    49    5 

Anorí 55    » 

Antioquia 4G     » 

Anzá 42    5 

Arma.. 44    4 

Azucro. .  * 43     5 

Barbosa 42    » 

Belén 39    5 

Bel  mira. 46     5 

Duriticá 49     n 

Cáceres 44    » 

Caldas 30  5 

Campamento. 51  5 

Cañasgordas 52  n 

Carmen 36  » 

Carolina, 48  5 

Ceja. . 37  i> 

Cocorná 37  » 

Concepción 39  » 

Copacavana ,  ,     45  5 

Córdoba 45  5 

Dabeiba.  ...,,,...     58  » 

Eatrc-ríos 43  5 

Envigado. .     37  5 

Estrella 41  5 

Fredonia 42  5 

Frontino 53  5 

Guarne ,  .  ,     37  5 

Guatapc..  . r?2  5 

Hatoviojo  (ó  Bello.)  ...    40  5 

Heliconia «     43  i* 

Itagüí .    41  3» 

Ituango 59  » 

Jirardota.   . 43  5 


Bogotá 
Do  Mina.  Kilú. 

Liborina.   ....,:,.  48  » 

Manizales 38  n 

Marinilla,  ........  35  m 

Medellín 39  ■ 

Nare 15  » 

Neira 40  >i 

Nuevacaramanta 40  5 

Pacora 46  « 

Peñol 33  5 

Remedios 41  5 

Retiro 37  5 

Rionegro. 35  5 

SabalctaB 39  5 

Sabanalarga 53  » 

Salamina •  •  .  .  47  5 

San  Andrea. »..,...  55  5 

San  Bartolomé 315 

San  Carlos 31  » 

San  Cristóbal 40  5 

San  Jerónimo 44  » 

San  Pedro. 4:?  » 

Santa  Bárbara 40  » 

Santa  Rosa. 45  5 

Santo  Domingo,.   ....  40  » 

Santuario. 36  ji 

San  Vicente 37  5 

Sonsón 42  5 

Sopetrán. .  45  » 

Sucre 47  » 

Titiribí. 46  5 

Urrao 52  » 

Vabos .  ,  -  •  37  B 

Yarumal 51  j» 

Yolombó. 49  )» 

Zaragoza 50  » 

Zea. 46  5 


—  486  — 


DISTANCIAS 


DB    DIFERENTES  PUNTOS   DEL  ESTADO   A   IfEDlLLbí  SU   CAPITAL    (!), 


Miriá. 

Amalíi  [por  Santa  Rosa.) 12 

Antioquia .  .  .  « 5 

Amaga ,.:.*•.......  3 

Ana, *  n 

Aguacatal. • » 

Alto  del  Guanábano 10 

Abejorral, 7 

Alto  do  Santa  Bárbara ,...•...  15 

Aguadas. •  10 

Anocosca 8 

Alto  Ceceta II 

Alto  Sabaletas 1  * 

Angostura 8 

Anorí*  *....., 12 

Alto  del  Clavo.. 6 

Arroyo  del  Tambo.  .  •  .  , 7 

Alto  de  Santa  Dárbara,  •.,.,. 13 

Alto  do  Sepulturas , 2 

Amalíi  (por  Cancán.) l'i 

Belén, , 

Bodega  do  San  Criatobal ÍG 

Buey,   .  .  .  , í> 

Boquerón 1 

Boca  del  Monte , 13 

Barbosa ..,,,.  i 

Caldas. 2 

Copacavana.. I 

Canoas U 

Ceja  del  Tambo 4 

Chamberí 14 

Chinchiná !9 


Kil.  Ilecl. 

Decá, 

Mptr, 

0 

0 

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7 

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(1)  Una  ley  expedida  en  el  año  de  1830  fijó  las  modulas  itinerarios  a»l  i 
legua  =  62  y  1/2  cuadras  ó  sea  5  kilómetros;  cuadra  =  SO  metroa  á  set 
100  varaa;  vara  =  0,80  inet. 


--  4^7  - 


I 


I 


I 


Mina. 

Campamento 10 

Cruces  de  Anorí 14 

Canean *  ,   .  .  12 

Cañada  de  la  Piedra i] 

Cuchilla  de  Piedrasblancas 12 

Cáceres. 19 

Cañasgordas ....,.•.  8 

Envigado. i 

Estrella 1 

Entre-ríos 4 

Frcdonia 4 

Guacaica ...,<.  17 

Ouadualejo 8 

Ileliconia 2 

Haloviejo  (ó  Bello) i 

Honda  (río) 15 

Itaguí. .  I 

Isleta. IG 

Jirardota.  . 2 

La  Granja 

La  Plata  (Sardinas) 13 

La  Veta ,......,  10 

La  Miel 17 

Limite  de  Ayapel 23 

Loma  de  Gallego. ,  .  . 5 

León  (por  Mu  tata) 30 

Marinilla •  .  .  .  3 

Manizalea 18 

Monte  Indio il 

Media  Luna Í2 

Mutatá  (por  Urania) *  .  .  35 

Nuevacaramanla ,  i  2 

Neira , IG 

Nechí. 20 

Piedrasblancas. ,  .  , 

Pantanillo 15 

Peñol 5 

Puente  Caldera 7 

—      Coco 9 

Peñón  Pelado.. 10 

Puente  de  Nare .  12 


Kil. 

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1 

1 

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0 

—  488  — 


Mifiá. 

Palo  Gordo .  ,  9 

Pocitos  (ó  Nariño) 12 

Pacora.  .  *  , • 11 

Puerto  Berrio 21 

Pago  Real  del  Caoca .  4 

Puente  do  Nechí 11 

—  Guayabal. 17 

—  San  Bartolomé 10 

Paso  Real.,  . 14 

^       de  la  Fragua.  ...........  19 

Puente  del  Ancón 1 

—  do  Sinifaná 3 

Paso  de  Caranianta..  ,  , 6 

Puerto  (por  Murrí) 40 

—  (Murindó).  * 37 

—  (Pita!). 3i 

—  do  Pavarandó 35 

Quiebra  Honda  del  Boquerón 12 

Riachuelo  Carrizal 15 

—  del  Porce 7 

—  Arquía. 9 

—  Cruz. 11 

Rionegro. 2 

Remolino ,.,»*..  13 

Rio  Pantanillo 5 

—  Claro 14 

•^  de  Arma.  ..•••.. O 

—  Cañaveral 9 

—  Anorí * 13 

—  Uo 16 

Remedios ,  16 

Río  San  Julián ,  10 

—  San  José 10 

Santa  Rosa ,  5 

Sonsón O 

San  Antonio  de  Prado ♦  .  .  *  .  1 

San  Cristóbal, 1 

San  Sebastián.,  . 2 

San  Carlos.   , * 8 

San  Nicolás  (mina).  . ,  .  .  •  13 

Santo  Domingo..  «...•.,.* 6 


Kil.   HecL 
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Decá.  Meír 
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0 

—  483  — 

Miriá.  Kil.  Hect.  Decú.  Motr. 

San  Roque 8  5  O  O  O 

Santa  Teresa. 11  O  O  O  O 

Subida  de  Guadual 14  5  O  O  O 

Samaná  (paso  viejo] 13  O  O  O  O 

San  Zacarías.  .  , 16  O  O  O  O 

fian  Lorenzo 12  5  O  O  O 

Salamina 13  O  O  O  O 

San  Jerónimo 3  5  ü  O  O 

San  Pedro 2  5  O  O  O 

Sangrabotija 17  5  5  6  O 

Santereso 18  5  5  6  O 

Saltillo 20  8  4  4  O 

Titiribí 4  5  O  O  O 

Tareas 16  O  7  2  O 

Tapias 16  3  6  8  O 

•Xambo 9  O  O  O  Ü 

Turbo  (por  tierra).  (E  del  Cauca) 33  5  O  O  O 

"Urrao 10  O  O  O  O 

"ífarumal 9  4  2  O  O 

^If  olombó 9  4  2  4  O 

taragoza. 20  O  O  O  O 

2^ca 15  5  O  O  O 


-  490  — 


ALTURA 

sobre    el   nivel    del  .mar  de    ' 
DEL  ESTADO    DE  ANTIO< 

OBSERVACIONES   DEL   SE540R  FEDERICO 

Nombre. 

Alto  del  Bagre 

—  Bejuco 

—  de  la  Caldera 

—  de  Canoas 

—  de  Carolina 

—  Chicharrón 

—  del  Chocó 

—  de  la  Ciénaga 

—  de  Cruces  •'.... 

—  entre  Cuestas  y  San  José 

—  entre  Tarea  y  Tapias 

—  de  Espejuelos , 

—  de  Llore 

—  de  Medina 


^^                     Nombro.  Metros. 

Canta  Delicia,  •  -  . ,  ,  !,850 

El  Cucurucho 2,040 

El  Venteadero 2,110 

El  Morrón/.  .  ,  .  , 1,080 

Entre  la  Montañita  y  la  Quebrada  de  San  José*  2,660 

Guacaica  (puente} 1.580 

Guadualito 710 

Higuerón, 930 

IsUtas  (Bodega) 155 

La  Cabuya. 3,500 

I      La  Llore 800 

La  Mesa., 500 

I      La  Montañita 2,400 

La  Trampa 1,860 

La  Trinidad 2,500 

Las  Trojea.   ....................  830 

Llanadas.. 1,020 

Malambo. 2»490 

Monte  Bonito.  . 1,090 

Naro  (on  la  orilla  del  río  Magdalena] 126 

Paso  do  Caramanta 650 

Puente  de  la  Cana  (en  el  Cauca). . 700 

—  del  Samana 200 

—  de  Ilagüí.^ !,450 

Quebrada  Caldera.. \^\90 

—  de  Cruces 2,500 

—  de  Cuestas.  , 2,.5G0 

de  Guanacas 2,170 

de  la  Herradura .  1,790 

de  la  Ilerradurita 1,860 

-  déla  Honda.  ... 1,350 

-  deMaivá !,090 

-  de  Muñoz.. '2,400 

-  del  Palo 1,740 

de  San  José 2,500 

de  San  José  (que  va  al  Tenche} 2,590 

-  de  Salazar 2,080 

-  de  San  Juan. 2,420 

de  Santa  Ana 2,440 

de  Santa  GertrudiF. . 1,670 

-  de  Tafetanes 1,960 


—  492  — 

Nombre,  Metros, 

RÍO  Arquía  (puente) 1,580 

—  Eagre*  ../•..... .  ,  ,  .  VJO 

—  Chico  (posada), ,  .  2,470 

—  Chico  (puente).  ................  2/250 

^  Chinchiná 1,330 

—  Grande  (puente) 2,330 

—  Pozo .  730 

—  Tapias.    . 1 ,540 

Sitio  Viejo M30 

Volcán  Azul .  1,370 

OBSERVACIONES    DE    J.    H,    WHITE- 

Abriaquí ,  .  •  1,920 

Alto  Alegrías .  3,170 

—  Boca  del  Monte  {San  Jüs5) 2,635 

^  del  Cerro  (Frontino). 3,242 

^  de  flonda, 1,785 

—  de  Medina 2,640 

—  de  Río  Chico 2,665 

Áurea , 471 

Boquerón .  2,535 

Caracoli  (puente).  . 1.630 

Jabón 1,200 

Las  Cruces 1,000 

La  Gómez 000 

La  Puerta., I,2G0 

Mina  del  Cerro  (Frontino) 1,855 

Montafíitas 2,160 

Paso  de  Cauca 4üO 

Píe  de  Cuesta  (cerca  do  San  Jerónimo).  .  1,200 

Pie  del  Salto  del  Guadalupe 1.050 

Puente  del  Porce 700 

—      Tonusco 615 

Quiebra  de  Ñus I,J50 

Río  Chico. 2,460 

Robles.. 2,402 

Rumazón 1,270 

San  Matias J,750 

Tonusco  Arriba ...  U70 

Urquitá 1.000 


—  493  — 

OBSERVACIONES   DEL  8EÍÍ0JX  CLIlfACO   VILLA. 

Nombre.  Metros. 

Alto  del  Buey 2,388  29 

—  del  Cardal 2,204  20 

Chagúalo 2,486  43 

El  Manzanillo 2,145  99 

Guacaica 1,892  51 

Las  Coles 2,162  67 

Pie  do  la  Cuesta  de  Salazar 2,150  56 

Piedras 2,152  29 

Quebrada  de  Pacora 1,550  74 

—          de  San  Pablo 1,764  09 

Río  de  Arma 412  67 

—  Buey  (puente) 1,163  36 

—  Chinchiná ,  .  .  .  1,329  47 

—  Pozo 1,050  28 

Santa  Catalina : 2,373  38 

Santa  Helena 2,355  98 

San  Ignacio 2,427  91 

Tapias 1,585  18 


\ 


v-  1 


CAPITULO     PRIMERO 

^^^servación  general.  —  Guacas.  —  Clasiíicación.  — 
^^1  Guagüeros.  —  Certidunlbre  del  oficio»  —  Opera- 
^m  cienes  de  excaTación.—  Objetos  sacados  de  los 
^m       sepulcros,—  Su  importancia. 

H  Observación  general.  —  Al  comenzar  la  parte  tercera 
de  nuestro  estudio,  creemos  oportuno  decir  que  como  entrada 
ala  relación  especial  de  los  acontcciraientos  constitutivos  de 
la  conquista  del  territorio  antioqueño,  nos  parece  bien  exa- 
minar un  poco  la  historia  probable  de  loa  indígenas  que  lo 
poblaban  {intes'de  la  llegada  de  los  europeos.  Haremos  seguir 
testos  dalos,  otros  que  se  refieran  al  Qstado  de  Europa,  y 
muy  especialmente  al  de  España  al  finalizar  el  siglo  xv  y  al 
principio  del  xvi,  para  proceder  luego  á  la  relación  de  los 


hechos  que  forman  propiamente  lo  que  puede  llamarse  trabajo 
de  descubrimiento  y  guerra  de  conquista. 

La  historia  de  los  sepulcros  indígenas  nos  parece  exigida 
rigurosamente  por  dos  motivos  :  1*  porque  los  españoles,  por 
incuria  ó  por  ignorancia,  dejaron  perder  casi  toda  la  tradicióu 
referente  a  la  vida  anterior  de  estos  pueblos;  y  2^  porque  los 
imicos  documentos  que  nos  pueden  guiar  para  descubrir,  c^u 
alguna  esperanza  de  buen  éxito,  lo  relativo  al  chitado  social, 
moral  y  político  de  los  aborígenes,  son  los  suministrados  por 
los  muebles  de  todo  género  hallados  en  la  última  morada  de 
los  antiguos  dueños  déla  tierra. 


Guacas  (1). ' —  El  arte  de  los  sepultureros  (guaqueros  del 
país)  tiene  reglas  de  tan  gran  claridad,  de  tan  fácil  comprensión 
y  de  aplicación  tan  cierta,  que  nosotros  les  damos  la  calificación 
de  esencialmente  exactas.  Entremos  en  algunos  pormenores» 

Llamamos  en  Anlioquia  sepulturasóguacas  los  lugares ei^^ 
que  eslán  enterrados  los  indios  con  sus  riquezas  ó  sin  ellas 
La  guaca  se  llama  rica  cuando  contiene  una  abundante  can 
tidad  de  oro  ó  de  tumbaga;  pobre  cuando  contiene  poca,  y,  e: 
fin,  vacía  cuando  en  ella  se  encuentran  sólo  huesos,  ó  muebl 
de  barro  y  piedra  destinados  á  los  usos  comunes.  Los  sepuL 
cros  de  los  indios  se  hallan  aislados  ó  en  grupos :  en  el  prirac 
caso  se  denominan  simplemente  guacas;  en  el  segundo  s- 
llaman  pueblos.   Distinguiremos  con  el  nombre  de  osario: 
aquellos  puntos  en  que  no  se  encuentra  otra  cosa  que  los  resten 
humanos  de  los  aborígenes,  recogidos  en  vasijas  de  barro     ^ 
dispuestos  de  alguna  otra  manera. 

Por  lo  regular,  los  indios  se  hacían  sepultar  en  lugai'^?^ 
muy  altos,  ó  cuando  menos  en  las  colinas,  liabiendo  demos — 
trado  la  observación  que  en  los  valles  y  en  los  terrenos  bajo^ 
hay    muy   pocas    guacas.     Parece  que  buscaban    sitios  i 


¡\)  Huíicii  quiero  decir  sepulcro  ó  adoratorio^y  parece  dcbí^r  escrihírse  coa 
h  inicial  un  poco  nHpirada.  Hemos  seguido  la  ortografía  coasugrada  por  el  otíO,  f 
escriiíiuios  con  g  inicial  csu  voz  y  sus  derivadas,  pur  ser  tal  la  cosluiiibre  en 
Antioquia, 


—  497  — 

los  cuales  no  se  pudiera  llevar  agua  corriente,  para  evitar  de 
esta  manera  la  destrucción  de  su  iiltijno  asilo  y  la  profanación 
de  sus  restos. 

Los  indios  tenían  desde  tiempo  inmemorial  la  costumbre 
de  enterrar  cuidadosamente  sus  cadáveres,  poniendo  al  lado 

I    de  ellos,  tal  vez  por  práctica  religiosa,  sus  haberes  y  riquezas. 

Blls  tanto  el  cuidado  con  que  todo  está  hecho  en  un  sepulcro, 
que  no  es  permitido  dudar  ni  por  un  momento  que  tales 
operaciones  hayan  sido  ejecutadas  iiitencionalmente  por 
personas  expresamente  encargadas  de  ellas. 

Es  idea  arraigada  é  inquebrantable  entre  la  clase  baja,  la 
de  que  el  oro  arde  en  los  sepulcros ;  y  aunque  el  pueblo  vaya 

j^  engañado  en  esta  creencia,  no  lo  va  en  tomar  como  señal  de 

l^a  existencia  de  una  guaca  la  aparición  de  una  luz  nocturna  en 

ciertos  puntos.  Los  huesos  contienen  fosfato  de  cal,  que,  por  su 

descomposición  bajóla  influencia  de  la  humedad,  da  lugar  a 

la  formación  del  hidrógeno  fosforado,  gas  cjue  se  inñama  al 

^contacto  del  aire  atmosférico,  produciendo  una  luz  azulada  y 

Ifenortecina.  Si  en  los  cementerios  hay  fuegos  fatuos,  en  las 

^^^Kitacas  los  hay  igualmente,  y  entonces  razón  tiene  el  pueblo  en 
domarlos  por  señal  característica  de  la  existencia  de  guacas  en 

^^ü  lugar  dado, 

^P  Clasificación.  —  Pero  si  la  circunstancia  de  arder  í^n  un 
s^epulcro  no  es  guía  seguro  para  conducir  al  sepulturero  al 
liallazgo  de  un  tesoro,  él  tiene  otros   medios  evidentes  que 

tienen  en  su  ayuda  de  un  modo  fácil  y  sencillo.  Para  hacerlos 
Dmprender,  comenzaremos  por  una  clasiñcación ;  masantes 
memos  que  ad\ertir  que  para  cualquier  persona  un  poco 
bservadora,  nada  hay  más  trivial  que  conocer  el  lugar  de  un 
sepulcro  de  indio  en  América,  después  de  haber  visto  alguno 
)n  cuidado.  La  tierra  removida  al  tiempo  de  hacer  la  exea- 
fación,  y  restituida  luego  á  su  lugar,  ha  debido  compactarse 
m  el  trascurso  del  tiempo,  rlejando  un  hundimiento  supcr- 
Icial,  fácil  de  distinguir  é  igual  en  extensión  á  la  aberliu'adel 
sepulcro.  Este  hundimiento  sobre  el  terreno  que  los  inilios 


—  498  — 

t 

buscaban  para  sus  cementerios,  es  ya  sufíciente  para  dar 
pleno  indicio  de  su  existencia  en  un  lugar  dado.  Entremos  en 
Ici  división. 

Reconocen  los  sepultureros  nueve  clases  principales 
sepulcros,  caracterizados  por  las  diversas  variaciones  quopr 
sentan  en  su  forma  á  los  exhumadores,  y  son 

I"  De  cajón  o  cuadrados; 

2"  De  resbalüii  ó  con  escala ; 

3*  De  tambor  ó  retlondos ; 

i*  De  cancel  ó  con  pared  de  piedra ; 

;V  De  triángulo ; 

6'  De  media  luna ; 

7*  De  trastos; 

8'  Osarios,  y 

9'  De  palxíllón. 

La  primera  clase  de  guacas,  es  decir,  las  da  cajón,  son 4 
todo  idénticas  á  las    fosas   que  so  abren  lioy  en  nuestros 
cementerios  para  enterrar  los  cadáveres. 

Las  segundas,  de  resbalfjn  n  con  escala,  presentan  un 
abertura  cuadrangular,  y  i  medida  que  se  profundiza  se 
encontrando  una  escala  labrada  en  la  misma  tierra,  más 
menos  larga,  que  conduce  basta  el  fondo  del  sepulcro  en  done 
«e  hallan  depositados  los  restos,  con  ligeras  variaciones 
cuanto  a  la  disposición  del  plano,  terminado  ya  de  un  mod 
simple,  ya  en  bóveda,  ya  en  aposentos  ó  salones  más  ó  inuac 
espaciosos,  con  alacenas  <"i  ¡lirlios  cuidadosamente  lalit 
en  la  tierra. 

La  tcTcera  clase,  de  tambor  6  redondas,  píx^seiitan,  €'.ü  v( 
de  una  abertura  cuadrangular,  una  entrada,  circuhu'   y 
llevan  sus  jjai^des  hasta  el  fonílo,  terminado  también  de  ut" 
modo  variado. 

En  la  cuarta  clase  colocan  las  de  cancel  ó  con  pavoA 
piedra.   En   ocasiones,  dichas  piedras  son  bien  Iabr;i*la;i 
dispuestas  con  simetría;  otras  veoas  8on  fragmentos  da  i 
escogidos  y  arreglados  de  un  modo  poco  propio  y  con  algúl 
desorden* 


'■«-, 


La  quiata  clasCj  de  triángulo,  se  refiere  á  la  forma  en  que 
eská  hecha  la  abertura.  Lo  mismo  decimos  respecto  á  la  sexta, 
en  forma  de  media  luna;  y  en  cuanto  á  la  sétima,  de  trastos, 
haremos  notar  que  se  conoce  coa  tal  deiiuminaciíjii  la  que  no 
contiene  sino  utensilios  y  muebles  de  uso  común,  y  jamás  tiene 
oro  o  tumbaga. 

En  la  octava  clase  están  los  osarios,  pues  parece  que  los 
Indios  tenían  la  costumbre  de  depositar  en  algunos  lugares  los 
restos  de  sus  antepasados  en  cántaros  y  oIlas>  como  liemos 
tenido  oca?íiún  de  f)bservarIo  en  un  punto  llamado  los  Berme- 
jales, frente  a!  distrito  de  Bello,  donde  liemos  visto,  excavando 
ün  sepulcro,  contenarcs  de  dientes  molares,  fuera  de  otros 
liucsos  contenidos  en  varias  vasijas. 

Llámansc  guacas  de  pabellón,  las  que,  principiando  por 
Miía  abertura  muy  estrecha  y  concluyendo  en  un  f*»ndo  muy 
í^ho,  imitan  los  lechos  de  este  nombre. 


Cuáqueros.  —  Pasaremos  á  otras  consideraciones  rela- 
tiviie  i  los  sepulcros,  y  trataremos  con  especialidad  del  modo 
coino  son  explotados  por  los  buscadores  de  oro. 

En  el  Estado  de  Antioquia,  los  halntantes  de  Manizales, 

^<^i**a,   Salamina,  Aranzazu,   Filadelíia,   riberas   del  Cauca, 

"^í^Himal,  Angostura,  Anurí,  rLémedios  y  Andes,  son  los  que 

W^  más  frecuencia  se  entregan  al  ejercicio  de  este  arte.  Los 

l^o^re^  donde  ellos  viven  son  los  más  ricos  en  pueblos  de 

i^^dio^.  Comtj  el  oficio  es  de  suyo  algo  peligroso,  porque  el 

lucro  no  está  en  vav/m  directa  de  la  certidumbre  que  haya  de 

cficontrar  una  guaca,  sino  en  razón  de  la  riqueza  de  ella,  por 

l^  general  las  personas  dedicadas  á  esta  clase  de  trabajos  son 

^'¡*^tascon  algún  desdén;  los  chuscos  las  burlan  y  los  negó* 

'^Ules  les  niegan,  ó  al  menos  les  esquivan,  sus  créditos.  Esto 

*í*J  impide  que  en  ocasiones  hallen  ingentes  tesoros. 

Los  individuos  dados  á  este  oficio,  y  á  veces  las  familias, 
Puee  familias  enteras  se  dedican  á  el,  llevan  una  vida  cxcep- 
í'ional  :  forman  especie  de  tribus  nómades,  con  sus  jefes,  sus 
'lábitos  y  sus  costumbres  aparte.  Provistos  de  herramientas 


—  500  ~ 


y  de  víveres,  cambian  de  domicilio,  se  retiran  de  sus  hogares, 
por  épocas  á  veces  dilatadas,  y  hacen  de  sus  exploraciones, 
investigaciones  y  trabajos  una  existencia  enteramente  pecu- 
liar. Como  todo  el  que  anda  rastrcandr»  riquezas,  su  vida  es  rica 
de  ilusioneSt  con  frecuencia  desvanecidas  y  reemplazadas  por 
una  realidad  tormentosa.  Hay  en  el  guaquero    antioqueño 
algo  raro,  algo  típico  que  imprime  carácter  y  que  le  da  una 
fisonomía  especial.  Alegre  é  investigador,  ve  siempre  segura 
una  riqueza  colosal,  habla  de  su   ollcio   con  exaltacíñn,  lo 
encomia,  lo  defiende  con  tenacidad,  y  da  con  frecuencia  señales 
de  estar  poseído  de  una  pasión  que  llega  hasta  cierto  grado  de 
Ir^cura  que  podríamos  llamar  sarcofagomanla.  Hasta  ahora,  el 
guaquero  no  busca  mas  que  oro,  todo  lo  demás  le  importa 
poco;  pero  si  la  ciencia  llegare  aponerse  en  armonía  con  el 
hiero,  estamos  seguros  de  que  en  medio  de  hallazgos  impor- 
tantes  por  su    riqueza,  la  arcjueología   tendrá   ocasióji  He 
agregar  á  sus  anales  valiosos  descubrimientos. 

Los  instrumentos  de  trabajo  que  necesitan  los  guaqueroí^i 
no  son,  en  verdad^  ni  variados,  ni  complicados  :  una  barra ilí^ 
hierro,  un  i'cgatón,  unos  ruchos,  una  pala,  un  azadón^  vi  1<» 
más  una  polca  para  las  guacas  muy  profumlas,  constituye" 
todo  su  tren.  Provistos  de  estos  utensilios,  alegres  ycharlaíio- 
res,  trabajan  con  descanso,  ríen  mucho  y  refieren  anécdotas- 


Certidumbre  del  oficio, —  El  trabajador  que  es  diestro  en 
su  oficio,  reconoce  el  campo,  sospecha  la  existencia  de  uno  *^ 
más  sepulcros,  toma  su  regatón,  da  golpes  en  el  sueloy  mir» 
con  cuidado  la  tierra  que  muevo  y  saca,  reconoce  algunas  de 
las  señales  que  investiga,  continúa  su  trabajo,  y  de  allí  <f" 
adelante  dice  con  bastante  seguridad  :  a  Esta  sepultura  c^* 
cajón,  de  escala,  de  cancel,  do  triángulo,  de  tambor  oto  S 
continuad  trabajo  afiadirá  bien  pronto  :  íí  Aquí  hay  tales  rií]U€* 
zas,  está  enterrado  un  hombre  ó  una  mujeri  hay  muebles  J^' 
tal  clase,  es  rica  ó  pobre  y  c^íncluye  de  este  modo  ó  dol  otn>  • 

\Jn  individuo  que  en  la  paleta  de  la  barra  ó  dol  n 
saca  cierta  clase  de  tierra,  distingue  si  ella  ha  sido  movida  i?» 


-  501  — 

tina  época  más  ó  menos  remota,  y  de  esta  manera  viene  en  co- 
nocimiento de  la  existencia  de  una  guaca,  comparando  la 
falta  de  densidad  y  disgregación  de  la  tierra  que  ha  «ido 
removida  por  la  mano  del  indio,  con  la  tierra  compactada 
y  sin  tocar  que  la  rodea.  Dan  el  nombre  de  tierra  muerta 
a  la  que  extraen  de  los  nepulcros,  y  llaman  a  la  otra  tierra 
Yivgen. 

El  guaquero  distingue  la  clase  á  que  pertenece  el  sepul- 
[que  explora,  por  la  forma  que  dcscid>re  al  traljajar.  El 
)e,  porque  la  experiencia  se  lo  ha  ensoñado,  que  los  indios 
)araban  cuidadosamente  las  diferentes  capas  de  tierra  según 
color,  sin  mezclarlas  jamás ;  y  así  puede  decir  la  variedad 
Pellas  y  el  orden  en  que  se  presentan,  á  medida  que  adelanta 
trabajo.  La  categoría  y  riqueza  del  personaje  sepultado  las 
conoce  por  el  mayor  esmero  en  la  hechura  de  la  tumba,  por  la 
igualdad  de  las  paredes,  por  las  dimensiones  y  por  la  posición 
cié  los  muebles  que  va  viendo. 

S  Entre  los  indios,  como  entre  nosotros,  las  personas  de 
erentes  sexos  tenían  para  su  uso  personal  muebles  de  ca- 
rácter apropiado  á  sus  gustos  y  aplicaciones  familiares.  La 
aparición  del  objeto  más  insignificante  da  campo  al  trabajador 
|>ara  designar  el  sexoá  que  perteneció  el  personaje  depositadu 
en  un  sepulcro. 

tE  Con  frecuencia  hay  en  una  tumba  más  de  un  individuo > 
ay  una  familia,  y  en  tal  caso  el  buscador  encuentra  utensilios 
mezclado.^,  y  esto  lo  guía  en  su  certera  predicción  ;  lleva  más 
lejos  su  especie  de  inluición,  pues  muchas  veces  agrega:  tt  Este 
indio  está  de  oriente  a  poniente,  de  norte  á  sur;  tiene  sus  ri- 
quezas en  tal  parte;  sus  muebles  están  junto  á  los  pies  óá  la 
■beza.  »  Todo  esto  lo  enseña  el  hábito,  y  también  el  carácter 
eminentemente  observador  del  guaquero,  quien,  analítico  por 
utilidad  y  precisión,  está  acostumbrado  á  deducir  consecuen- 
cias legítimas  de  datos  anticipados* 

^P  Una  cosa  que  reconocen  con  perfección,  es  la  circunstan- 
cia de  saber  si  un  sepulcro  ha  sido  robado  antes,  y  por  quién  : 
sí  por  los  antiguos  indios  ó  por  los  españoles.  A  esto  son  con- 


ducidos  por  el  modo  y  género  del  traí^^B^be  descubren 
principiar  sus  operaciones- 
Para  dar  una  idea  bien  positiva  del  arte  divinatorio  del 
antioquefio,  referiremos  la  anécdota  siguiente,  que  tenemos  do 
excelente  origen  : 

Varios  individuos  <Ie  Neira  explotaban  en  comunidad  un 
pueblo  entero  de  poderor^a  riqueza.  Al  lado  de  un  trabajador  que 
iba  muy  adelante  en  su  excavación,  pasó  un  negro,  observó 
con  atención  el  aspecto  delaobra  de  su  compañero,  meditóun 
poco,  y  luego  dijo  :  a  El  indio  que  hizo  esta  guaca  se  aiYepJn- 
tió  de  enterrarse  en  ella  después  que  la  hubo  concluido; 
usted  no  encontrará  ni  trastos,  ni  cadáver;  nada,  absoluta- 
mente nada  contiene.  •  Todos  los  que  oyeron  este  atrevido 
vaticinio  se  rieron  del  negro  y  le  calificaron  de  charlatán.  El 
otro  continuó  su  obra,  y  después  de  concluida  nada  encontró 
en  ella,  ni  muebles,  ni  oro,  ni  cadáver.  Interrogado  el  negro 
acerca  de  los  fundamentos  de  su  opinión,  dijo  :  «  En  ese 
sepulcro  salía  la  tierra  negra  mezclada  con  la  roja  y  con  la 
amarilla,  todo  estaba  confundido ;  el  indio  jamás  ponía  la 
tierra  sino  imitando  su  colocación  natural;  yo  conocí  muy 
liien  que  después  de  hecha  la  fosa,  había  sido  llenada  con 
precipitación  y  desorden,  sin  que  las  señales  constantes  de 
encerrar  alguna  cíjsa  existieran,  y  por  tanto  ci*eí  que  estaba 
vacía.  T> 

La  precaución  que  tomaban  los  indios  de  colocar  la  tierra 
sin  mezclar  los  colores  de  ella,  imitando  siempre  la  estructura 
del  terreno  vecino^  tendía,  en  nuestra  opinión,  á  ocultar  el 
lugar  de  su  tumba  y  á  quitar  todo  vestigio  que  pudiera  mé$ 
tarde  guiar  á  los  profanadoi-es. 


Operaciones  de  excavación. —  En  cuanto  á  la  partor 
manual  de  las  operaciones  actuales  para  trabajar  las  guacas^ 
hé  aquí  los  pormenores.  Reconocido,  como  hemos  dichOt  rf 
lugar  de  su  existencia,  los  guaqueros  so  ocupan  resueltamenti? 
en  la  excavación.  Circunscriben  primero  el  área  de  la  abertura 
tíncerrada  por  las  paredes  de  ella,  y  los  trabajadores^,  que  por 


lo  común  son  doa,  se  distribuyen  la  tarca;  el  uno  remueve  la 
tierra,  aflojándola  con  la  barra  ó  rec^Míon,  el  otro  se  encarga 
de  arrojarla  al  ©xterioi%  cambiando  alternaUvaniente  de 
oficio,  pues  el  segundo  es  mucho  más  fuerte  y  penoso  que  el 
primero.  La  labor,  hasta  profundizar  uno  ó  más  metros,  se 
hace  rápidamente  y  sin  examinar  con  atención  la  tierra  que 
aacan;  pero  cuando  la  profundidad  es  más  considerable,  y 
cuando  señales  claras  y  patentes  dan  á  entender  que  se  llega 
al  fondo,  entonces  el  trabajo  se  continúa  lentamente  y  con 
precauciones.  Cada  porción  de  tierra  que  se  extrae,  es  vista 
con  cuidado  antes  de  ser  arrojada;  ya  no  se  trabaja  sin 
reparo  ni  con  barra ;  se  usa  una  especie  de  paleta  de  hierro, 
tion  la  cual  se  quita  el  suelo  por  capas  delgadas,  dando  á  esta 
operación  el  nombre  de  barredura.  Llegados  al  fonrlo  lo  regis- 
tran bien,  sacan  bjs  restos  del  cadáver,  rompen  con  frecuencia 
todo  lo  que  está  hecliode  tierra,  y,  guiados  por  la  experiencia, 
buscan  debajo  del  cuerpo  del  indio  algún  depósito  particular, 
pues  en  ocasiones,  quj7.á  no  creyendo  su  riqueza  enteramente 
segura  sepultándola  á  cuatro  ó  cinco  metros,  el  primitivo 
antioqueño  quería  ocultnrla  aun  más  protegiéndola  con  el 
cueriX)(l). 

Cuando  el  guaquero  ha  llegado  en  su  maniobra  hasta 
fiar  con  los  rest^js  del  muerto,  lo  que  con  más  ahinco  y 
rapidez  ejecuta,  es  examinar  el  lugar  en  que  debierou  quedar 
las  orejas  y  la  nariz,  porque  allí  halla,  casi  de  un  modo 
constante,  arillos,  argollas,  pendientes  y  chagualas.  A  veces 
ponían  los  indios  la  mayor  patle  de  su  tesoro  debajo  tle  la 
^jabeza,  en  ocasiones  ocultaban  sus  joyas  en  las  axilas,  y  con 
frecuencia  en  medio  de  las  piernas,  bajo  las  corvas  ó  en  la 
región  de  los  lomos.  El  trascurso  del  tiempo  no  deja  en  la 
mayor  parte  de  esta  clase  de  sepulcros,  sino  la  sombra  del 
cadáver  dibujada  de  negro  por  la  putrelacción  del  cuerpo. 
Hay,  sin  embargo,  muchos  lugares  en  que,  sea  por  la  com* 

(ílNo  loflaa  las  guaca??  se  trabajan  enseco.  Cuando ae  traía  de  ptieblos  «le  sepul- 
liiras  6  ccTiienterias  tic  los  aborígenes,  si  hay  facilidatf  do  Hevar  una  corriente 
de  agua^  se  explotan  como  minas  de  aluvión. 


—  504  — 

poáición  química  del  terreno  6  porque  la  época  del  enüeri 
cuento  más  reciente  fecha,  los  esqueletos  se  conservan  en  todo^ 
en  parte. 

Después  de  esta  investigación  minuciosa  del  hoyo,  1< 
guaqucros  tienen  como  deber,  que  llenan  con  frecuencia7 
colmar  la  fosa  hecha  con  la  tierra  sacada  de  ella.  Ejecuta 
esto  en  los  bosques  vírgenes,  y  con  mas  razón  en  los  sitie 
poblados,  para  evitar  accidentes  funestos,  como  la  caída 
ellos  de  personas  ó  de  animales.  Si  el  resultado  de  la  op€ 
ción  ha  sido  favorable  al  trabajador,  su  abundosa  charla  j 
ejercita  frecuentemente  en  conceptos  lisonjeros  para  la  ni^ 
moria  del  indio  que  allí  fué  enterrado  con  sus  riquezas ;    mi 
si  por  desgraciad  sepulcro  resulta  vacío, la  burla  y  los  malc 
propósitos  ultrajan  sin  piedad  los  manes  del  pobre  muerto, 
todo  caso,  los  huesos  suelen  quedar  al  aire  libre  hasta  com- 
pleta destrucción. 

Objetos    sacados   de    los  sepulcros.   —   No    es,^ 

embargo,  la  estadística  del  producto  hallado  lu  que  nc 
mueve  á  recoger  los  hechos  de  que  tratamos;  es  más  bien 
la  idea  de  que  se  conserve  y  enriquezca  la  variada  colec- 
ción de  muebles  históricos  hallados  en  las  guacas. 
museos  de  Europa  tienen  y  ansian  tener  algunos  de  est 
documcnlos;  los  cxtranjeí*o-s  intehgcntes  los  buscan 
ahinco;  y  nosotros,  por  regla  general,  los  heñios  despreciad 
y  destruido  sin  darles  la  importancia  que  merecen. 

Los  objetos  sacados  por  el  guaquero  antioqueño  putxll 
reducirse  á  cuatro  géneros  distintos  :  las  vasijas  de  tier 
amasada  y  cocida,  los  instrumentos  de  piedra,  los  de  tumhai 
y  los  de  oro.  Los  de  sustancias  animales  y  vegetales,  como  lau 
plumas,  pieles,  madera,  cortezas  de  árboles,  paja  etc., 
atacables  por  la  natural  acción  destructora  del  tiempo,  se 
hallan  en  muy  corto  número  (I), 


(!|  Con&iiltCííC,  para  mayurclaridad  cueste  a&imto,  la  roleccíótidc  1 
eus  renpeclivas  explicaciones  pucsias  al  íin  de  la  obra. 


CAPITULO  SEGUNDO 


Nociones  generales  sobre  Geografía   é 
antigua  del  Estado 


Historia 


Generalidades,  —  Pobladores.  —  Catios.  —  Nutabes.—  Tahamies.  — 
Distribución  de  indígenas.  —  CoÁÍumbres^  —  Razas.  — Estado 
civil,  —  Lenguaje.  —  Heligión.  —  Condecoraciones  militares  y 
armas*  —  Superstición.  *-  Vida  doméstica,  —  MitologÍR,  —  Go- 
biemo* —  Industria,—  Minería  y  joyería.  -^Cerámica. —  Escri- 
tura.—  Carácter. —  Píiíios  de  indio.  —  Vida  actual  de  los  indí- 
genas. 


Generalidades.  —  Lo  que  hemos  escrito  hasta  el  pre- 
sente, forma  el  cuadro  ele  lo  ([ue  podemos  llamar  Geografía 
ísica  y  descriptiva  del  Estado.  Hemos  hablado  de  lo  que  le  es 
^privativo  por  ser  natural,  y  de  lo  que  ha  sido  creado,  modifi- 
cado, alterado  ó  fabricado  tlesde  la  época  en  que  terminó  la 
Conquista  y  principió  la  Colonia.  Como  complemento,  y  para 
lograr  en  algún  modo  que  se  conozca  el  teatro  de  las  opera- 
iones  que  referiremos  luego,  vamos  ádar  una  relación  com- 
pendiada de  la  división  territorial  y  de  la  situación  del  país  en 
b1  tiempo  á  que  nos  referimos. 


Pobladores. —  Tres  grupos  de  indígenas,  formando  fami- 

[lias,  tribus,  parcialidades  y  naciones,  viviendo  á  veces  sobre 

|la  copa  de  los  árboles,  en  ocasiones  debajo  de  las  selvas,  ya  en 

'chozas  miserables    aisladas,  ó  bien  en  poblaciones  de  más  ó 


—  50G  — 

monos  importancia,  pol)lal)ari  lo  que  constituye  hoy  el  teri^ 
torio  del  Estado  deAiitioquia.  Estos  tres  grupos  de  iudígenas, 
ó  sean  naciones,  como  se  las  llamo  entonces,  estaban  separa- 
dos por  fronteras  naturales  en  casi  toda  su  extensión,  y 
tenían  entre  sí  los  rasgos  distintivos  de  la  raza  americana, 
aunque  con  caracteres  bastante  salientes,  comparados  los  unos 
con  los  otros,  para  que  podamos  aceptar  tres  grandes  fami- 
lias distintas  y  reconocerlas  con  sus  nombres  antiguos^ 

Galios. —  La  nación  catía  ocupaba  el  territorio  compreti.- 
dido  entre  la  margen   occidental  del  Cauca  antioqueño, 
curso  del  AtnUo,  la  costa  Atlántica  y  la  serranía  de  Abibe. 

Nulabes. —  La  nación  outabe  vivía  en  la  parto  compre ki 
dida  entre  el  Cauca  y  el  Porce. 


o   ^  ■ 


Tahamies. —  Los  tahaniícs  ocupaban  los  lugares  modí^ 
ñeros  al  Porce  y  al  Magdalena^  es  decir,  la  parte  oriental  iX 
Estado,  debiendo  advertirse  para  mayor  claridad,  que  es- 
nación  lenía  un  apéndice  de  territorio  hacia  la  parte  del  su 
entre  el  Cauca  y  la  cordillera  central. 

Si  convenimos  en  la  veracidad  de  lo  que  afirman  lo  -^ 
viejos  escritos  de  la  Conquista,  deberemos  creer  que  Ií 
pueblos  en  que  existían  estas  diversas  gentes  eran  numeroaí— "^ 
simos;  mas,  por  desgracia,  la  mayor  parte  de  los  nombres d^^^ 
ellos  no  han  sido  conservados  por  la  historia.  Ponemos  en  una^^ 
de  nuestras  cartas  lo  que  se  salvó  del  naufragio  producido  por"***^ 
aquella  guerras,  y  lo  que  quedó  fundado  por  espafioles  li;ista— -^ 
el  ano  de  1583. 

La  nación  catía  poseía  algunas  tribus  nómades  que 
halntaban  los  desiertos  anegados  y  cercanos  al  golfo  de  Ufa- 
ba. Esastril)us  no  tenían  ni  pueblos  ni  casas;  vivían  sobre 
zarzos  que  construían  en  el  ramaje  de  los  árboles.  En  los 
valles  próximos  á  la  cordillera  de  Abibe,  sobre  la  misma  cor- 
dillera, en  la  ramificación  oocidontal,  en  sus  faldas  del  oca» 
y  en  \txB  pendientes  orientales  que  dan  al  Cauca,  tenían  mu- 


i 


echas  poblaciones  conocidas  con  los  nombres  de  Garanta, 
Cuisco,  Guazuseco,  Guaca,  Teco,  Buriticá,  Itiíango,  Peque, 
Arví,  Curuméy  algunos  otros  cuya  serie  se  aumenta  con  las 
fundaciones  hechas  por  conquistadores,  y  conocidas  entonc4?s 
por  los  nombres  de  Maritue,  San  Jorónimo  del  Monte,  Antio- 
quia,  Caramantn,  San  Juan  de  líotlas  etc.,  etc. 

^B  Distribución  de  indígenas. —  Los  nutabes  contaban  en 
^Rl  valle  de  Aburra,  y  en  otras  partes,  las  poblaciones  de  Bita- 
^B^í  ó  Itagüí,  Ana,  Niquiá  y  algunas  más  cuyos  nombres 
l^fueron  cambiados  por  la  autoriflad  peninsular,  ó  conscíTaron 
os  calificativos  de  Pueblo  de  la  Pascua,  Poblanco,  Sinifaná  6 
emifará,  Las  Peras,  La  Sal,  Titiribí,  Evéjico,  Anorí,  Cuer- 
quia,  Caruquia,  Oseta,  Ümogá,  San  Andrés,  Tiguirí,  Cuer- 
uisí,  Ubeda,  Cáceres,  Pesquerías  etc.,  etc. 

Délos  tahamíes  se  guardan  aún  los  nombres  de  Cancán, 
olombó,  8:in  Antonio,  Peñol»  Cocorná,Maitamac,Apuriniar, 
Arma,  Pacora  ó  Paucura,  Pozo,  Picara,  Garrapa  y  Quimbaya. 
En  esta  parte,  los  lugares  ocupados  por  los  europeos  queda- 
i*on  reducidos  á  muy  poca  cosa  :  Arma,  Remedios,  Zara- 
goza etc.,  etc. 

En  resumen,  y  para  mayor  facilidad  en  la  comprensión 
ele  lo  que  seiruirá,  agregaixímos  que  babía  escasos  habitantes 
,  en  las  partes  bajas  cercanas  al  mor  ;  que  abundaban  un  poco 
as  en  las  márgenes  de  los  ríos  Arquía,  Murrí,  Sucio,   León, 
Sinú  y  San  Jorge ;  que  crecían   en  número   en  los  sitios  de 
elima  frío  sobre  la  cordillera  occidental,  desde  el  Chamí  liasta 
los  nacimiííntnsdel  Sinú,  y  que  eran  numerosísimos  en  uno  y 
otro  lado  del  río  Cauca  y  en  las  faldas  respectivas  de  las  mon- 
tañas que  encajonan  á  éste,  desde  la  desembocadura  del  Chin.- 
chiná  hasta  su  confluencia  con  el  Nechí. 

No  parece  muy  cierto,  como  dicen  algunos  escritores,  que 
el  número  de  los  habitantes  indígenas  de  la  región  antioqueña 
(uese  sumamente  reducido,  pues  sin  hacer  cuenta  de  laspolila- 
ciones  ya  dichas,  las  había  también  en  las  faldas  orientales 
de  Hei^v^eo,  en   los  valles  de  Sonsón,  la  Ceja,  Retiro,    Rione* 


íro,  San  Viceale,  y  en  las  partes  bajas  inclinadas  sobre  el 
^^agclalcna^  como  en  San  Carlos,  donde  se  fundó,  según  cree- 
Imos,  la  primera  ciudad  de  Remedios*  Además,  la  referencia 
'de  los  hechos  militares  acaecidos  durante  la  guerra  de  la 
Conquista,  demostrará  perciitorianiente  que  á  pesar  de  todas 
las  causas  coutrarias  a  la  multiplicación  de  la  especie  humana 
en  estos  parajes,  los  españoles  tuvieron  que  habérselas  con 
un  enjambre  de  naturales. 


Costumbres, ^ —  Los  miembros  de  la  nación  catía,  habita- 
dores de  las  selvas  bajas  del  Chocó,  eran  feroces  y  dotados 
únicamente  de  los  instintos  brutales  que  se  derivan  del  influjo 
de  la  carnalidad.  Las  pasiones  hijas  de  un  estado  social  ade- 
lantado les  eran  tolalniento  desconocidas.  Vivían  en  los  bos- 
ques, y  se  sustentaban  con  el  producto  de  la  caza  y  de  la  pesca* 
Muchos  de  ellos  andaban  completamente  desnudos,  ó  á  lo 
más  se  cubrían  con  una  ligera  pampanilla  que  ellos  llamaban 
guayuco,  vestidura  miserable  que  de  orthnario  fabricaban 
con  un  pedazo  de  la  corteza  de  un  árbol  conocido  con  el  nom» 
bre  de  ilamíijagua. 

Los  catíos  que  habitaban  las  vertientes  de  uno  y  otro  lado 
de  los  Andes  antioqueños  hasta  el  río  Cauca,  tenían  poco  más 
ó  menos  el  mismo  espíritu  guerrero  que  sus  hermanos  ya  dc6* 
critos ;  pero  les  llevaban  ventaja  por  liaber  datlo  ya  algunos 
pasos,  aunque  Icntosi  en  la  carntra  de  la  civilización.  Tenían 
algunas  mantas  y  vestían  con  ellas,  poseían  armas  un  poco 
mejor  fabricadas,  eran  dueños  de  numerosas  poblaciones^  y 
aunque  sin  liga  general  ú  mancomunidad  entre  sí,  comenzaban 
á  dar  ligeras  señales  do  querer  delinir  y  aceptar  un  verdadnn» 
pacto  social. 

Los  indios  nutabes  participaban  en  gran  manera  do  las 
calidades  generales  desús  vecinos  los  catíos;  mas  como  sea 
queporafiuellos  tiempos  el  Cauca  formase  una  barrera  casi 
insuperable  que  impedía  en  cierto  modo  la  promiscuidad  de 
tales  habilantcH,  reí^ultu  siempre  que  entre  una  y  otra  nación 
hubo  caracteres  distintivos  bien  notables. 


509 


N 


Loa  nutabes,  pues,  que  liabitaban  la  parte  central  del 
Estado,  eran  bravo.s  y  esforzados  en  la  pelea,  ágiles,  esbeltos 
y  formidables  para  la  lucba.  Usaban  también  el  veneno,  aun- 
qiíe  no  tan  generalmente  como  los  primeros,  y  vivían  de  los 
mismos  productos  aatiuules  de  que  hemos  hablado  ya,  y 
además  del  rendimiento  de  una  escasa  agricultura.  El  arte  de 
los  tejidos  les  era  más  familiar  que  á  sus  vecinos;  y  fué  ésta 
quizás  la  sola  parte  en  que  los  conquistadores  hallaron  en 
Antioquia  indios  que  llevasen  una  vestidura  talar  casi  com- 
pleta. Esos  tejidos  eran  fabricados  de  algodón. 

Los  tahamícseran  indios  mas  suaves  v  mansos  de  carácter, 
menos  guerreros,  más  dispuestos  á  entrar  en  la  vida  social, 
propios  para  !a  servidumbre,  aventajados  en  los  ejercicios 
gimnásticos,  corredores  sueltos  y  veloces,  luchadores  insignes; 
pero  menguados  en  sus  facultades  morales,  y  sin  energía 
individuah 


Razas, —  Lo  dicho  deslinda  aproximadamente  los  rasgos 
distintivos  de  las  tres  naciones  que  hemos  convenido  en  reco- 
nocer históricamente  como  pobladoras  de  estas  montañas ; 
mas,  como  se  ve,  estos  rasgos  no  impiden  de  ningiin  modo  el 
que  asignemos  á  h>s  primeros  pobladores  el  tipr»  distintivo  y 

I  constante  de  la  raza  americana.  Todos  nuestros  antecesores, 
desde  el  esírecho  de  Behring  hasta  la  Tierra  del  Fuego,  y 
desde  la  punta  de  Paria  hasta  el  golfo  de  Guayaquil,  á  pesar 
de  sus  variantes  físicas  y  morales,  nacidas  de  la  localidad, 
presentaron  y  presontin  la  estampa  uniforme  y  eterna  de  un 
origen  liomogóneo. 
Ya  hemos  dicho  cuáles  eran  los  puntos  más  poblados  del 
territorio  ;  ahora  agregamos  que  los  pobladores  estaban  dota- 
dos, absolutamente  hablando,  ile  una  organización  harto  más 
eólida,  robusta  y  resistente  que  la  de  los  muiscasy  otros  habi- 
tadores de  las  comarcas  circunvecinas. 
El  origen  prol^able  y  casi  históricamente  conocido  de  los 
indígenas  antioqucños,  es  el  caribe,  llien  sabido  es  por  todos 
que  esa  cruelísima  nación,  raizal  de  algunas  de  las  islas  An- 


-  510  - 

tillas,  deslizaba  pcnodicamenlc,  auicho  antes  de  la  Conquista, 
suspiraí^uas  atrevidas  sobijo  la  Tierra  1^'irnie;  y  por  allícomea- 
zuroii  «US  tribus  á  asentar  el  pie,  a  ganar  terreno  y  á  erigir 
poblaciones,  desde  el  golln  del  Darién  liasta  más  allá  de  las 
Guayanas,  y  aun  bastante  en  el  inlerior  de  la  parte  respectiva 
del  Continente,  Las  facciones  propias  de  esta  gente  so  han 
conservado  íntegras  en  algunos  puntos,  tanto  en  lo  material 
como  en  lo  luoi-alj  y  en  la  época  á  que  nos  referimos  los  pue- 
blos antioqueños  eran  de  sangre  pura,  á  este  raspecto.  Así,  el 
hombre  primitivo  de  estas  montañas  era  de  color  moi^no 
cobrizo,  de  pelo  negro  y  lacio,  de  frente  ligeramente  achatada, 
de  ojos  pequeños,  rasgados  y  negros,  de  nariz  regular,  de 
huesos  salientes,  especialmente  en  los  pómulos  y  juanetes, 
de  talón  prolongado  hacia  atrás,  de  fibra  muscular  tensa  y 
dura,  de  cuerpo  suelto  y  ligero,  más  bien  delgado  que  obeso; 
arrogante,  duro,  áspero  y  decidido  en  la  expresión. 

Lo  anterior  en  cuanto  á  su  cr»n formación  orgánica, 
pues  en  cnanto  á  su  situaríón  intelectual  el  asunto  requiere 
pormeniíres. 

Como  la  mayor  j>arte  de  los  naturales  do  América,  eran 
amigos  de  teñirse  ciertas  ijaites  del  cuerpo  con  el  jugo  del 
achiote  y  con  otras  materias,  así  como  también  de  ennegre- 
cerse tos  dientes,  para  preservarlos  do  la^  caries,  con  el  zumo 
de  un  bejuco  que  goza  de  esta  propiedad. 


Estado  civiL — Los  abe irígcnes  antioqueños,  tomados  en 
grupo  y  c<5ns¡derados  en  su  manera  de  for  social,  dan 
muestras  de  Iiaber  ocupado  un  lugar  ínfimo  en  la  escala 
relativa  do  la  civilización,  puesto  que  en  su  mayoría  eran 
antropófagos  ó  comedores  de  carne  humana,  hacían  prisio- 
neros en  sus  combates  parciales,  los  devoraban  con  ansia 
espantosa  en  sas  festines,  y  —  cosa  más  extravagante  aun  — 
los  engordaban  á  veces  oojno  cerdos  y  los  sacr¡liral>an  luego 
para  saciar  su  imponderable  apetito.  Es  conveniente  notar 
que,  de  ordinario,  las  víctimas  de  esta  inhumana  costumbra 
recibían  con  frialda<l,  y  aun  con  gusto,  el  golpe  de  gracia  que 


las  privaba  de  la  existencia,  pensaiiclo  aca-so  que  übedecían, 
buena,  simple  y  sencillamente,  á  una  trivial  exigencia  de  la 
fatalidad.  Muchoís  de  estos  hombres  convertidos  en  bestias, 
eran  escogidos  no  sólo  de  entro  los  prisioneros,  sino  también 
de  entre  los  individuos  pertenecientes  á  la  parcialidad  que  los 
devoraba. 

Para  engordar  estoá  hombros,  contraían  en  varias 
partes  corrales  formados  de  gruesos  maderos,  y  allí  los  ali- 
mentaban con  abundancia  y  esmero;  y  para  el  sacrificio, 
que  según  parece  tenía  un  ligero  carácter  religioso,  los 
sacaban  al  campo,  y  con  la  cara  vuelta  al  naciente^  y  el 
cuello  ligeramente  encorvado,  descargaban  una  enorme  maza 
con  fuerza  descomunal  sobre  la  nuca,  y  el  asunto  quedaba 
concluido. 

La  antropofagia  en  el  Continente  americano  al  tiempo 
de  la  Conquista,  no  era  de  un  uso  exclusivamente  peculiar  á 
los  naturales  arítioquoños;  existía  en  oinis  muchos  lugares, 
aunque  sí  es  verdad  que  la  gran  mayoría  de  los  indioíj 
había  salido  ya  de  este  error  abominable.  Nosdtros  nos  atro* 
vemos  á  pensar  (¡ue  en  estas  comarcas  el  canibalismo  se 
mantuvo  en  una  vigencia  cruda  y  horrible,  debido  en  ] tarto 
no  sólo  á  la  ceguedad  de  un  estado  casi  primitivo  y  4Je  luitu- 
raleza,  sino  también  a  ia  índrile  un  poco  estéril  de  un  terreno 
casi  completamente  impropio  para  abastecer  de  víveres  á 
hombres  que  ignoraban  las  ciencias  y  las  artes,  especialmente 
la  agi^icuUura,  y  que  por  tanto  se  hallaban  siempre  ham- 
brientos y  necesitados* 

Lenguaje  (1).  —  Por  lo  poco  que  se  nos  alcanza  sobro 
algunos  vocablos  de  su  idioma,  compreiulemos  que  éste  se 
hallaba  toda\  ía  en  completa  penuria  y  escasez  de  voces. 
Tenían  muchos  nombres  compuestos,  la  mayor  parte  con 
«íigniücaciún  apenas  material,  había  falta  completa  ó  casi 
absoluta  de  palabras  de  sentitlo  moral  y  metafísico,  abun- 

(I)  CoaaiiheíiO  el  vocataüaríu  puesto  al  Un  de  c&to  capitulo. 


—  512  - 

"3aban  las  interjecciones^  las  imágenes  y  alegorías,  las  figuras 
groseras  alusivas  á  las  ideas,  los  gritoíí,  las  gesticulacione 
los  movimientos  para  la  expresión  de  sus  situaciones 
ánimo,  y  los  demás  giros  de  construcción  gramatical  que  ea 
su  conjunto  revelan  el  atraso  de  un  lenguaje. 


Religión. ^En  religión  poseían  las  siguientes  nocloñel 
creían  en  un  ser  eiiuivalenteáDios^  autor  único  del  Univerí 
que  arreglaba  y  ordenaba  el  moviniiento  y  manera  de  sen 
todas  las  cosas  creadas.  A  este  ser  apellidaban  los  catíd 
Alfin^  que  en  su  idioma  quiere  decir  sumamente  bueno,  y1 
los  primeros  españoles  Aera,  que  significa  hijo  de  las  entran^ 
de  Dios, 

Reconocían  también  un  ser   ideal,   antagonista   en  e¿ 
calidades   y   carácter  del   Ahiri.  A   esto  otro    lo  llamaban 
CaniciíhAf  que  signilica  enteramente  lo   contrario,  es  deci 
sumamente  malo. 

Reverenciaban  un  poco  el  principio  del  bien,  simbí)lizaü 
por  su  Dios  tal  como  ellos  lo  coniprendían;  temían  al  diali! 
ó  Canicubá»  pero  no  lo  hacían  propicio  con  sacrilicios 
íírientos  como  en  otras  partes  de  América, 

FJ  culto  tributarlo  á  Dios  era  menguado,  y  reducía  si 
prácticas  religiosas  á  poquísimo,  puesto  que  no  tenemos  li 
dición  alguna  solire  sus  templos,  y  los  pocos  ídolos  encorP 
irados  en  los  santuarios,  parecen  haber  sido  más  bieii 
olíjetos  de  veneración  doméstica,  que  de  adoración  pública. 

Después  de  su  primera  y  noble  creencia  en  lui  Ser 
Supremo,  adornado  con  altos  atributos  de  potler,  venía  tam- 
bién para  ellos  la  idea  de  tributar  algún  respeto  religi''»5i» 
al  sol,  la  luna  y  las  estrellas,  lo  que  prueba  que  un  pcipioóí> 
rudimento  de  salieísmo  entraba  por  algo  en  sus  atrasa<1i»j^ 
teogonias. 

El  fetichismo  n(j  era  extraño  á  la  imaginación  y  entendi- 
miento de  aquellas  pobres  gentes,  al  menos  si  hem*)8  »1*^ 
juzgar  por  la  significación  iirobabte  de  las  figuras  de  algunos 
ídolos  encontrados  en  sus  sepulcros. 


—  513  — 

Había  cu  los  naturales  una  idea  vaga  y  confusa  sobre  la 
interior  existencia  de  un  diluvio  universal;  y  hasta  se  reco- 
noció algo  en  sus  tradiciones  habladas,  que  hacía  alusión 
al  modo  como  se  preservó  el  faenero  humano  y  el  resto  de 
los  animales  de  la  anegación  total,  por  recurso  de  una 
grande  arca,  cosa  no  muy  extrañas!  se  reflexioiía  que  diversas 
tribus  del  Orinoco,  sumidas  en  una  barbarie  más  profunda 

Iue  éstas,  conservaljan  una  tradición  semejante. 
Condecoraciones  militares  y   armas.  —    De  la  rana 
acaban,  y  sacan  aún,  un  licor  venenoso  que  usaban  y  usan 
'     en  la  caza  y  en  el  combate.  La  eslampa  de   este  animal  se 
halla  bastante  bien  grabada  en  varios  de  sus  muebles,  y  espe- 

Iialmente  en  alj^unas  láminas  circulares  de  oro  fino,  que  por 
u  forma  y  otras  circunstancias  parecen  haber  sido  tenidas 
lor  ellos,  no  tanto  como  imágenes  sagradas,  sino  más  bien 
\n  calidad  de  condecoraciones  militares  (1),  En  todo  caso,  las 
etampas  parecen  revelar  la  gran  importancia  de  que  estos 
tninialitos  gozaban  entre  los  indios. 
Usaban  en  los  combates  la  armadura  común  de  los  indios 
americanos  :  mncann^  maza,  carcax,  Hecha,  honda  y  piedra. 
Empleaban  también  como  venenos  los  jugos  de  algunas 
plantas,  como  el  curare,  y  un  aceite  resinoso  íjacado  de  la 
corteza  de  un  árbol  que  nos  parece  pertenecer  á  la  tribu  de 
las  uraceas,  másenérpco  en  sus  propiedades  que  el  njuapn. 
Los  inílius  gLierrerus,  y  sobre  todo  para  los  días  de  com- 
ete, acostumbraban  llevar  coronas  de  plumas  sobre  la 
ibeza,  y  además  cubrían  con  las  mismas  plumas  la  parte  alta 


(!)  En  MU  lil>rn  ác  val» ir  iatiprocíalile   por  su   mérito,  pul>lícado  el  ano  tie 

I88i  por  vi  Si\  lAlnmo  C»?rda,  en  Bo^í-ola,  hoinoH  víslo  que  ol  autor  dice  que 

,  rana  era  tenida  en  trran  veneración  por  los  inniscas,  porque  la  consHleríibaíi 

Domu  anunoíadiira  de  la  venida  de  la^  a^uas  para  oí  arre^jlo  de  sus  sementeras  y 

r>sechas. 

Sin  disentir  de  la  respetable  opinión  de  nueslro  eompatriula  y  amigo,  y 
í^nftAiidt^  qne  tal  era  entre  los  Ldiibchas  la  representacitVn  üimbulica  de  esc 
Dímal,  creemos  que  entro  los  indig-enas  de  Antioquia  no  sucedía  lo  mismo, 
iric  la  rana  era  simploracntc  la  reprcBcntaciun  de  la  ca/^a  y  de  la  guerra. 

. ^.^ -. a^ 


—  Mi  — 


Ic  los  brazos,  la  cintura  y  los  limólos.  Esas  plumas   uiiii 
escogidas  de  cutre  las  más  bellas,  brillantes  y  luciJivs  que 
quitaban  á  las   lindas  aves  de  sus  florestas;  las  disponían 
ingeniosamente  unas  con  otras,  de  donde  resaltaba  un  tejida 
abigarrado,  vistoso  y  por  todo  extremo  galano  para  cll 
Cuando  esos  mismos   indios,  pertenecientes  á  la  jorarquí 
militar,  eran  ricos,  agregalian  á  los  arreos  de  su  persona^ 
es  decir,  á  los  colores  diversos  con  que  se  tenían,  á  su  pampa- —  ^ 
nilla,  a  sus  armas  y  á  sus  adornos  de  pluma,  algunas  pie/^s^  ^ 
de  oro  bruñido,  lo  que  realzaba  no  poco  el  lujo  y  magitili-   ^ 
cencía  de  su  apostura  bélica- 


Superstición,  —  Sospechaban,  y  aun   entendían  alg 
acerca  del  curso  do  los  astros  y  de  sus  ninvimientos. 

Creían    en    brujos,   mohanes,    hechiceros,   jaimBm 
etc,  etc*;  pero  tenían  gran  aversiun  a  los  individuos  que  ^^*e 
entregaban  á  estas  prácticas,  para  ellos  diabólicas,    y  H^^ií— 
gabán  en  ocasiones  a  dar  inuerfe  á  los  pretendidos  adivirn» 

Creían  en  una  vida  eterna,  posterior  á  la  terrenal,  para  s^^- 
cuerpo  y  para  su  espíritu,  pero  j>ensaban  que  la  re^surrcíccicT^  - 
se  haría  en  alma  y  en  materia;  y  por  esto,  la  mayor  parte    ^^ 
hacían  sepultar  con  armas,  muebles,  tesoi*osy  aun  alimenten ^^' 
creyendo  hacer  uso  ulterior  do  todos  sus  haberes.  Hay  razo»^^^ 
para  creer  que  algunos  so  hacían  enterrar  con  sus  mujere^^    T 
con  sus  siervos;  y  pudo  suceder  así,    jiorque  la  esclavit^^*** 
absoluta  estaba  en  práctica  entre  ellos. 


Vida  doméstica.  —  La  poligamia  era  moneda  eorrie*  • 
entre  estos  naturales,  y  tantas  mujeres  propias  podía  tener  ^^  ^^ 
solo  indio,  cuaíitas  fuera  háliil  y  suficiente  para  mantener. 

Los  mátinmunios  se  hacían   con  un  ceremonial  eiit*'--^*" 
mente  particular.  Ei^a  negocio  casi  exclusivamente  dom¿^i 
los  padres  los  arreglaban  á  su  antojo;  había  testigos,  íesHvi' 
•dadcs,  y,  cosa  rara,  tocaba  á  la  hembra  la  tunción  de  cortejar? 
dirigir  ai  varón. 


—  5ir 

Mitología» —  Los  indios  catíos  decían  que  sus  anteceso- 
res habían  tenido  la  fortuna  de  vivir  con  una  mujer  providen- 
^aly  llena  de  atributos  celestiales  ;  t(ue  esta  mujer  8e  llamaba 
)abeiba;  que  ova  joven,  bellísima  y  llena  de  sabiduría ;  que 
síe  genio  benéfico  les  halaa  enseñado  á  labrar  los  terrenos, 
^construir  babitaciones  y  pueblos,  á  fabricar  tejidos,  a  man- 
íncr  económicamente  el  bogar  ;  y  que  cuando  la  obra  de  la 
civilización  estuvo  ya  iniciada  y  propia  para  ser  continuada 
■aor  el  bombre,  aquel  ser  tutelar  babía  subido  á  lo  más  empinado 
^el  Cerro  Lenn>  en  donde  di\spidiéridose  de  la  tierra  se  babía 
elevado  airosamente  a!  cielo  y  des^aparecido  ;  pero  que  aun  así 
¿lo  los  abandonaba  con  su  protección  y  ayuda.  Agregal>an  que 
ra  ella   la  que  con  su  inmenso  poder  presidía  al  cumplí- 
liento  de  los  grandes  ífenómenos  naturales  como  la  lluvia,  el 
granizo,  el  trueno,  el  rayo,  los  luu'acanes,  las  borrascas  y  los 
?rremotos. 

El  rasgo  mitológico  que  nntecodej  parece  deninsírar  que 

►tos  incultos  pueblos  mecían  ya  un  poco  su  imaginación  en 

M  senos  fantásticos  de  la  fábula  y  do  la  alegoría,  para  dar 

►Jución  á  cuestiones  indescifrables  para  ellos,  visto  el  atraso 

cjue  seencojitraban.  Un  denso  velo  encubre  el   origen  de 

I  o.  raza  amei'icana. 
Gobierno.' — Los  diversos  pueblos  colocados  sobre  todo 
Círritoi'io  antioquefa*  í,  reconocían  Jefes  directores  de  familias 
^^M.n  de  parcialidades,  que  líicn  pudieran  llamarse  caciques 
^^"Ti o  en  otras  partes;  pero  las  tres  naciones  de  que  bemos 
^^t*lado,  vistas  en  conjunto  ó  separadas,  no  conocían  nada 
l^o  pudiera  llamarse  jefe  supremo,  gobernador,  presidente  ó 
'^^y*  á  cuyo  mandamiento  autocrático  estuviesen  sometidos. 
*  *^l>ía  sólo  entre  ellos  jefes  de  tribu,  padres  de  familia  con  poca 
i^^i^dicción,  lo  que  en  nuestro  sentir  equivale  á  demostrar 

1^^  su  gobierno  en  lo  doméstico,  en  lo  civil,  en  lo  político,  en 
*  ^ebgiosoy  en  lo  militar,  apenas  había  alcanzado  las  condi- 
'^^iies  de  la  magistratura  patriarcaL  Empero,  en  ocasiones 
solemnes,  como  en  las  ocurrencias  en  que  los  pueblos  se  hacían 


—  516  — 

guerra  los  unos  á  los  otros,  las  parcialidades,  las  ramilías,  y 
aun  los  individuos  entraban  en  liga,  se  entendían,  nombraban 
un  caudillo  y  se  sujetaban  á  sus  órdenes  con  estricta  y  severa 
disciplina. 

No  tenían  lo  que  pudiera  llamarse  un  código  especial  de 
leyes,  por  lo  mismo  que  las  corporaciones  parciales  estaban 
casi  completamentü  desunidas  y  con  poca  conexión  civil;  pero 
como  el  tipo  general  de  su  carácter  fuese  idéntico,  así  como 
también  muy  grande  la  similitud  de  sus  diferentes  prácticas  de 
vida,  se  puede  decir  que  sus  costumbres  eran  sus  leyes. 

Industria,  =—  Halu'a  muchas  tribus  nómades,  pero  gran 
parte  de  la  población  era  entrada  ya  en  vida  civil  de  asociación,  1 

ó  por  lo  menos  en  los  primeros  rudimentos  do  ella,  pues  tenían 
agrupadas  sus  habitaciones,  formados  sus  caseríos  y  recono- 
cídolos  como  pueblos.  Sus  casas  eran  de  mezquina  construc-  — 
ción,  escuetas  eji  su  mayor  parte,  pajizas,  estrechas  y  reducida 
en  sus  (Umensiones. 

Cultivaban  el  maíz,  las  yucas,  las  arracachas,  los  ajíes,  e^^^l 
palmacristi  y  una  especie  dealbahaca  enteramente  semejant^^^^e 
á  la  europea*  Tenían  también  pequefiísimos  huertos  de  ar6o  ^^czd- 
Joco,  borrachera,  curubas,   pepinos  y  unas  pocas  más  de  la^^^^is 
plantas  que  viven  naturalmente  en  el  país,  y  que  exigen  pcwrmr 
consiguiente  poco  esmero  para  su  mantención.   El  plátano, —<*/ 
aguacate,  y  algunos  árboles  frutales  más,   eran  tenídí>3  c=z?ji 
gran  consideración  por  ellos, 

Conio  la  mayor  parlo  de  sus   ríos  no  eran  navegablc^-^, 
estaban  muy  atrasados  en  el  arte  de  construir  embarcacion<^>. 
pero  on  compensación  eran  nadadores  insignes. 

Minería  y  joyería.  —  No  conocían  el  uso  del  hierro,  ni  áe 
unetal  de  los  que  se  aplican  generalmente  en  auxilio  déla 
industria,  a  no  ser  quizá  la  mezcla  con  que  ejecutaban  ladol* 
dadura  de  sus  piezas  de  oro  y  de  tumbaga. 

Buscaban,  recogían  y  explotaban  el  oro  con  algún  cuí* 
dado,  y  lo  trabajaban  para,  sus  joyas  y  adornos  con  una  per- 


517 

fección  relativa,  Ccmocían  la  liga  propia  para  soldarlo,  lo 
fundían,  lo  forjaban,  y  por  medio  de  instrumentos  de  pedernal 
que  imitan  bruñidores,  cinceles,  buriles,  martillos  etc.,  lo 
modelaban  en  piezas  propias  para  su  recreo  y  ornamentación, 
LoB  brazaletes,  jarras,  botellas,  c/iagiíaías,  pulseras,  cintillos, 
collares,  diademas,  arillos,  argollas^  ídolos,  vasos,  cinturones, 
petos,  anzuelos,  juguetes  diversos  y  figuras  de  animales, 
fabricado  todo  con  este  metal,  ya  fino,  ya  en  liga  para  formar 
tumbaga,  prueban  con  evidencia  el  grado  de  adelanto  á  que 
habían  llegado  en  esta  materia.  Hay  algunas  de  estas  piezas  de 
un  mérito  verdaderamente  indisputable. 

Cerámica.  —  La  cerámica,  ó  arte  de  modelar  la  tierra, 
era  bastante  cunucida  por  nuestros  antepasados. 

De  tierra  fabricaban  muchos  utensilios  para  los  usos 
domésticos,  gran  número  de  figuras  extrañas,  y  juguetes  que 
anuncian  en  cierto  modo  la  noción  de  algunos  fenómenos  de 
física  experimental,  sobre  todo  en  asuntos  de  hidráulica  y  de 
acústicxi.  El  anticuario  sacaría  gran  provecho  del  estudio 
detenido  de  todos  los  objetos  que  en  este  género  so  presentan 
diariamente  á  nuestra  contemplación. 

Eran  muy  adictos  a  representar  en  sus  vasijas,  muebles 
y  joyas,  figuras  de  ranas,  águilas,  caimanes,  lagartos  etc.;  y  se 
nota  que  en  todos  sus  artefactos  se  halla  no  poca  similitud 
con  objetos  del  mismo  género  manufacturados  por  los  anti- 
guos egipcios,  tales  cuales  se  ven  en  los  muscos  de  arqueo- 
logía. 

II  Escritura,  —  Parece  que  no  conocían  el  arte  de  la 
■Dritura,  cosa  que  sin  embargo  no  puede  afirmarse  absolu- 
tamente, pues  los  sepultureros  han  extraído  do  las  guacas 
planchas  de  oro  y  tabletas  de  tierra  con  varios  caracteres 
enigmáticos,  que  acaso  tuvieron  entre  ellos  alguna  signilica- 
dón  convencional. 


Carácter-  —  En  sus  tratos  y  contratos  eran  francos, 


W     Carácte 


—  dl8  — 


=1 


abiertos,  WFSüGs  y  muy  cumplidores  de  hu  palabra.  En  sus 
rntUioras  y  acciones  eran  altivos,  orgullosus  y  fanfarrones  ;  se 
tenían  personalmente  en  mucho,  y  liacían  alarde  de  menos- 
preciar las  facultades  físicas  de  los  españoles,  crcyéndoaCt 
aunque  sin  razón  ,  muy  superiores  á  elloí>  en  los  com- 
bates. 

Les  hombres  eran  un  poco  ásperos  de.  ycnin,  njbu*?i  »sy 
sufridos;  las  mujeres  aseadas,  hacendosas,  sumisas,  y  en 
general  bastante  bollas. 

Los  esposos  amaban  tiernamente  a  sus  consurtes;  pero» 
por  una  anomalía  difícil  de  explicar,  la  carga  ruda  y  presada 
de  las  faenas  del  hogar  abrumaba  de  preferencia  al  bell'* 
sexo. 

El  parto,  que  la  civilización  moderna  lia  ido  elevando    -«1 
progresivamente,  con  el  reíinamiento  de  las  costumbres,  a  la. 
penosa  ca^tegoría  de  enfermedad,  era  para  las  indias  una 
función    fácil,  sencilla,   trivial,   enteramente  lisiológica- 
mufor  padecía   un    poco,   es  verdad;    pero    padecía    come 
cumple  al  desempeño  de   este  acto  naturalmente  dolorc 

mientras  que,  por  un  conti-aste  raro,  el  mariilo  disfrutaba d c 

la   parte  ventajosa  de  la  situación,  guardando  un  poco  d^Be 
dieta  y  comiendo  los  mejores  manjares. 

El  atlulteriOj  por  común  acuerdo,  era  mirado  con  horrcz:?»' 
por  estos  ba!'baros;  los  homlires  eran  celosos  de  su  honr-^. 
las  mujeres  generalmente  honestas;  pero  como  (piiera  quit* 
a  pesar  de  esto  se  deslizasen  de  vez  en  cuando  algunos 
desacatos  conyugales,  el  esposo  cjuedalja  autorizado  de  hcolio 
para  tomar  venganza  adecuatla  al  ultraje  recibido.  Para 
los  demás  delitos,  la  sanción  moral  era  sobrailamente  ñojii  y 
toleran  to. 

La  situación  social  de  la  mujer  formaba  otro  punto  de 
contradicciones  y  anojualías,  porque  tratada  en  parte  como 
bestia  de  carga,  en  cuanto  al  desempeño  de  ciertos  oíioioa, 
alcanzaba  bajo  otros  respectos  consideraciones  de  estiniaciéa 
harto  distinguidas.  Aunque  lieros,  audaces  y  temerarios  por 
carácter,  las  circuntancias  especiales  que  arx)mpafiaron  Íí» 


—  510  — 


Invasión  española,  aniquilaroii  fie  Lil  manera  su  energía, 
[que  muchas  tribus,  en  vez  do  lidiar  como  valientes,  pre- 
¡ferian  ahorcarse  con  sus  propias  mantas  por  temor  del  ene- 


Patios  de  indio.  —  Para  el  traljajo  de  muebles  y  ador- 
aos de  oro,  tenían  obradores  especiales,  conocidos  hoy  con 
nombe  de  jVAtius  de  inJio^  en  donde  suele  encontrarse, 
para  comprobación  de  su  destino,  mucho  oro  en  granalla, 
ej03  fundidos,  joyas  empezadas  á  trabajar,  cinceles,  rega- 
)nes>  restos  de  crisoles,  tiestos  y  trazas  de  carbón. 

Fuera  de   los   instrumentos  y    útibs    ya   mencionados 
'hechos  de  piedra,  tein'an  también  cajas,  lápidas  y  algunos 
>tros  objetos    que   parecen    haber  servido    para    su   escasa 
igricuUura  y  para  su  imperfecta  minería. 

Tal  era  en  compendio  la  situación  del  puelilo  indígena 
le  Antioquia  a  principios  del  siglo  xvi,  época  precisa  en 
^ue  lo3  primeros  viajeros  españoles  comenzaron  á  tener 
loKcia  cierta  de  su  existencia,  y  en  que  los  jn^imeros  buques 
|ue  cruzaban  en  distintas  direcciones  el  mar  de  las  Antillas, 
}g¡strando  lus  rincones  del  nuevo  mundo,  comenzuí^on  á 
irar  el  ancla  en  las  aguas  del  golfo  del  Darien,  i)untu  que 
^ebía  servir  de  paso  á  los  conquistadores  de  Antioquia. 

Debiéramos,  llegados  a  este  punto,  entrar  redondamente 
feti  la  narración  histórica  de  los  arontecimii'ntos  que  se  suce- 
iieron  ilnranteel  sometimiento  de  los  naturales,  objeto  espe- 
Cíial  de  nuestra  tarca;  p^ro,  para  ser  más  lógicos,  pensamos 
Juc  después  de  liaber  delineado  el  teatro  físico  en  que  tuvie- 
m  lugar  ios  hechos  í|ue  narraremos^  y  después  de  hat^er 
^tratado  al  pueblo  conquistado,  será  bueno  exponer  algunas 
generalidades  solire  su  estado  actual,  para  pintar  luego  el 
[jueblo  conquistador,  y  decir  algo  sobre  las  causas  que  pre- 
lidieron  á  ese  inmenso  movimiento  de  regeneración  social, 
simbolizado  por  el  descubrimiento  de  América  (i). 


(1)  Las  laijjiii.is  qnc  ai' ompa Fian  este  t'apilal<7,  facilitarán   un  pocí»  la  ¡nlcH- 
DiTcia  de  él  y  Ir  darán  alguna  impuii  incia. 


—  5->0  — 


Vida  actual  de  los  indígenas.  —  Lo  dicho  hasta  aquí 
se  refiere  un  poco  á  la  historia  primitiva  do  los  aborígenes 
antioqueños.  Después  que  la  raza  conquistadora  hubo  civi- 
lizado un  tanto  los  restos  que  sobrevivieron  á  la  matanza  en 
algunas  parcialidades  indígejias,  éstaS;  aunque  en  cortísimo 
número,  quedaron  naturalmente  divididas  en  scniisalvajes  y 
en  completamente  barloaras;  mas  no  tanto  que  por  el  forzoso 
contacto  con  los  invasores,  colonos  ó  individuos  de  la  misma 
raza,  no  hayan  venido  alterando  sus  viejas  costumbres,  hasta 
presentar  hoy  una  especie  de  mezcla  singular  de  lo  que  han 
conservado  de  sus  hábitos  y  lo  que  han  adquirido  de  los  do 
sus  vecinos. 

Como  todo  lo  que  se  refiere  á  estas  tribus  va  desapare- 
ciendo rápidamente,  pensamos  que  si  no  por  grande  utilidad,  sí 
por  ser  asunto  curioso,  debemos  presentar  un  cuadro  sucinto 
sobre  las  ultimas  prácticas  de  estos  infelices  moradores  déla 
tierra. 

Los  restos  á  que  nos  referimos  viven  hoy  en  Caramanta, 
Murrí,  Chontaduro,  Junlas,  Musinga,  Uramá-grande,  Ura- 
mita,  Pilal,  Rioverdey  Monos,  la  mayor  parte  de  olios  hada   — 
el  noroeste  del  Estado  y  en  los  distritos  de  Urrao,  Frontino  -^ 
y  Cailasgordas. 

Son  estos  naturales  puco  o  nada  inclinados  al  tratK\h 
viv^en  sólo  de  la  caza,  de  la  pesca  y  de  reducidas  scmenlct 
de  maíz,  caña  y  plátano.  Por  ser  cazadores  y  pescador* — -^ 
cuidan  un  poco  sus    bosques  para    lener  siempre  en  ello^^^ 
pájaros  y  otros  animales. 

Con  el  poco  maíz  que  cosechan,  ligeramente  tostado  y-— ^ 
moHdo  p¿xra  imitar  lo  que  en  el  Ecuador  y  el  Pei'ú   Uamarr^' 
mniscii,  se  mantienen  en  sus  correrías,  i)ues  todos  ellos  sor^* 
nómades,  y  cambian  constantemente  el  sitio  de  sus  habita^-^ 
ciones*  Ese  maíz  reducido  á  un  polvo  impalpable  lo  disueh^r* 
en  agua,  y  así  convertido  en  una  especie  de  caldo,  lo  lomai"» 
con  placer  para  restaurar  sus  fuerzas* 

Con  ei  mismo  grano  molido  y  fermentado,  hacen  ei  vm»^ 


^  521  — 

de  8U  tierra,  llamado  como  en  otras  partes  c/iíc/ia,  y  á  6us 
■petidas  y  abusivas  libaciones  se  entregan  con  muchísima 
Secuencia,  hasta  quedar  completamente  embriagados.  Tienen 
J|nibién  señalada  alieióu  á  los  licores  inlroducidos  de  otras 
^brtes ;  mas  no  tanto  como  á  la  chicha,  que  es  su  delicia.  Este 
hábito  de  la  embriaguez  parece  haber  tomado  cuerpo  cjiti'e 
los  después  de  la  Conquista,  y  lo  pensamos  así  porque 
sndo  de  origen  catío,  sabemos  por  la  tradición  que  aquella 
^nte  no  se  da  lía  á  las  borracheras. 

Las  Iiabitacioncs  en  que  viven  estos  indios  son  pajizas  y 
techo  cónico,  lo  que  propiamente  se  ha  llamado  por  los 
storiadorcs  bohío.  Para  armar  éste,  lo  levantan  suljrc 
fuertes  estacas  de  madera,  poniéndole  un  zarzo  á  uno  y 
medio  ó  dos  metros  de  altura,  entablado  con  troncos  de  pal- 
mas II  otras  maderas  propias.  Algunas  de  estas  casas  son 
:uetas,  y  por  tanto  penetradas  por  el  viento  en  todas  direc- 
looes.  A  otras  las  resguardan  con  débiles  cantéeles  enrama- 
os ó  cubiertos  con  hojas  de  hihao  ó  de  palmera.  Üivíden 
¡Igunas  en  dos  piezas,  una  para  oficios  diarios  y  otra  para 
dormitorio.    El   sitio    de    estas    habitaciones    es  completa- 

I lento  transitorio,  con   especialidad  cuando   muere  alguní) 
e  la  familia,  caso  en  el  cual  entierran  el  cadáver  debajo  del 
arzo,    y  mudan    de  puesto,   por  tenerle  gran  miedo  á  la 
muerte, 

I      Siempre  eligen   para  alojarse  lugar  cercano  á  un  río, 
Btnto  con  el  objeto  de  jioder  pescar  en  él,  cuanto  iKira  verificar 
US  habituales  abluciones,  en  las  cuales  son  constantes  y  aun 
busivos.  Antes  de  amanecer  so  dan  un  baño,  y  en  el  curso 
del  día,  tantos  cuantos  pueden. 

La  dentadura  de  estos  indios  es  permanente,  y  para  pre- 
^rvarla  la  ennegrecen  con  el  jugo^de  un  bejuco  6  corteza  que 
lascan  con  frecuencia.  La  cara,  los  brazos  y  las  piernas  van 
íñidos  de  un  color  amarillo  oscuro,  extraído  de  cierta  planta 
[ue  denominan  bijua^  sobre  el  cual  ejecutan  dibujos  simé- 
ricos,  con  líneas  de  una  tinta  de  color  negro  azulado  pro- 
lucida  por   una  fruta  que   denominan  jngiai.  Esta  fruta  es 


pcf^ucña  y  semejante  al  caimito  morado,  con  la  difcrenciít  9ó 
que  tiene  la  pulpa  enteramcule  negra. 

El  único  vestido  que  llevau  los  indios  es  una  faja  llamada 
anteíiy  para  cubrir  con  ella  las  piu^tes  naturales.  Está  heclia 
con  la  corteza  de  uu  árbol  llamado  damaliagua  ó  tna/iajim. 
Esta  faja  parte  del  vientre  y  va  sujeta  atrás  con  un  cordón 
que  siempre  llevan  ceñido  á  la  cintura.  Usan  ademán  an 
manto  de  lienzo  á  manera  de  capa.  Algunos  de  ellos,  cuand 
son  ricos,  traen  sobre  esta  faja  otra  de  cbaquiras,  que,  á 
manera  dü  faldellín,  cae  desde  la  cintura  hasta  la  mitad  d 
los  muslos. 

Las  indias  se  visten  coa  un  faldellín  ó  delantal  lambió 
de  Henzo  y  de  la  misma  tela,  y  llevan  un  pequeño  manto,  m, 
angostíj  quo  la  capa  del  indio,  en  forma  de  chai. 

Tanto  los  indios  comu  las  indias,  se  adornan  el  cuello  co// 
sartas  de  cuentas,  ya  en  manojos  tejidos  en  íormade  collarc^i, 
ya  en  hilos  aislados.  Gastan  además  un  espejo  pequeño, 
pedazos  de  cortezas  del  árbol  llamado  bálsamo,  yainil/as 
preparadas,  y  ramos  de  albahaca,  á  la  cual  llaman  xjerba  rW 
buen  t¡uevú}\ 

Comu  del  licor,  gustan  del  tabaco;  y  en  cuanto  A  su  ü9^ 
mercio  común  sólo  compran  lienzo  ordinario,  liencillo  l¡n(^* 
chaquiras,  escopetas,  anzuelos^  perros  y,  en  general,  todo  I^ 
que  puede  servir  para  la  caza  y  para  la  pesca. 

Loa  trabajos  dam^T^ticos  están  desigual  y  bárbarameni 
distribuidos  entre  los  hombres  y  las  mujeres-  Sin  hablar  di 
parto,  íuucílíu  forzosa,  fácil  y  natural  para  ellas^  están  nbí 
gadas  á  preparar  los  alimentos,  cosechar  los  frutos,  carga^*^ 
los  niños  y  conducir  los  fardos  en  los  viajes.  Los  varonfi^^ 
talan  el  bosque  para  las  siembras^  riegan  el  maíz,  lle^iui  1^^ 
cerbatana  í'j  la  escopeUi,  pescan,  cas&an  y  duermen  á  la  barUil^*^ 
el  recito  del  iienqio. 

Las  indias  son  en  general  tímidas  y  taciturnas;  potm^ 
veces  se  dejan  mirar  de  frente,  hablan  poco,  y  por  la  regul^^ 
están  colocarlas  á  espaldas  de  los  indios,  circunstancias  qi^*' 
parecen  debidas  á  que  los  varones  son  extremadamente  cel<Bsc» 


—  523  — 


inenxigosde  que  las  hembras  traten  con  los  civilizados,  sin 

leen  esto  les  falte  alguna  razón.  Los  indios  «on  al  paivcer 

carácter  déliil  y  comunicativo,  mas,  estudiándolos  un  poco, 

fácil  descubrir  un  ellos  cierto  espíritu  de  desconlianza  y 

licia.  Por  lo  general  son  muy  ingratos,  cosa  que,  unida  á  las 

ya  dichas,  puede  ser  explicada  satisfactoriamente  por  el  mal 

^fcitamiento  que  lian  recibido  de  sus  huéspedes,  por  la  tiranía 

H^e  ha  pesado  sobre  cüos  y  por  los  fatídicos  recuerdos  de  las 

Crueldades  practicadas  en  tiempo  de  la  conquista  y  después 

dctcx^minada.  Por  eí^tas  mismas  razones  es  sin  duda  p:»r  lo  que 

aman  la  soledad  de  los  liosques  y  por  lo  que  temen  la  vida 

Bs^ilizacku  Un  indio  de  esos  de  que  tratamos,  en  presencia  de 

los  hombres  civilizados,  libres  ó  vestidos,  comu  los  llaman, 

pvela  siempre  mucha  inquietud ;  tiene  el  ojo  listo  y  vagai'oso, 

rantc  la  mirada,  y  el  ademan  temeroso.  Son  por  lo  general 

i^aces,  y  algunos,  aunque  pocos,  maniiiestan  ligera  inteli- 

íncia  para  las  letras. 

El  matrimonio  Ücne,  como  todo  lo  anterior,  el  tipu  de 
szcla  entre  las  viejas  y  !as  nuevas  costumbres  que  hemos 
igaado  a  las  precedentes.  Las  hembras  viven  rigurosamente 

Biiietidas  á  la  autoridad  paterna,  y  aun  s^  les  prolülte  tener 
^or  hasta  la  época  de  su  emancipación,  ceremonia  que  cele- 
^U  hoy  con  el  nombre  do  bautismo.  Para  practicarlo  reúnea 
^P  Una  de  las  casas  ó  tambos  de  la  familia,  á  todos  los  indios 
*™  líifí  comarcas  vecinas.  La  casa,  edificada  como  hemos  diclio, 
|6f*í^epara  de  antemano  para  la  liesla,  adornándola  cou  liojas 
|Rl-*almera  y  llores  silvestres.  Un  cuartico  independiente  del 
^^11  en  que  se  lialla  la  lumbre,  se  destina  para  guardar  el 
^o  déla  joven,  en  las  últimas  hf>ras  déla  fiesta. 
Reunidos  todos  los  convidados,  vestidos  y  pintados  tan 
J^ssámente  como  les  es  posible,  empieza  la  fimción.  Los 
'^Uados  forman  una  rueda  ala  cual  sirve  de  centro  la  indic- 
^  que  quieren  bautizar,  y  tomándose  de  las  manos  danzan  y 
P^tan  en  rededor  de  ella,  la  cual  también  danza  y  canta  al 
^^*T»pás  de  un  tamboril.  En  este  baile,  y  bebiendo  sin  cesar, 
-i*manecen  hasta  que  la  india  está  completamente  embria- 


gada,  y  es  entonces  cuando  la  llevan  á  dormir.  Duerme  hasta 
la  aurora  del  siguiente  día^  para  salir  al  campo  en  ejercicio  de 
la  libertad  que  por  esto  adquiere,  y  se  une  en  ese  instante  al 
primor  indiecito  que  le  sale  al  paso. 

Con  los  varones  se  hace  una  fiesta  semejante  aunque 
con  naturales  diferencias,  consistentes  en  tirar  maíz  á  lo  alto 
para  ([ue  salga  buen  sembratlor,  ejercitarse  en  el  manejo  de  la 
cerbatana  para  que  cace  bien  etc, ,  etc. 

Sus  pocos  artefactos  están  reducidos  á  la  fabricación  de 
canastos^  trastos  de  barro,  y  tejidos  hechos  con  chaquiras 
indias  desempenaii  todas  estas  faenas. 

Esos  pocos  indios  no  practican  hoy  ningún  culto  rcli. 
gioso;  tienen  vaga  iileade  I>i<»s  y  del  Cielo,  y  llaman  al  primer- 
Cnlagaví  y  al  segundo  Paja,  Carecen  de  ídolos,  creen  en  ^ 
diabhij  a  i[u¡eri  denominan  Antomiáf  y  lo  temen,  no  por     ^^ 
mal  eterno,  sino  por  el  dai^o  temporal  que  pueda  causarl^s^^ 

Respecto  á  Gobierno,  no  tiencri  sincí  uno  rudimentaric^^ 
propio  de  ellos  en  parte,  y   propin   del  establecido  por   Icz»^ 
españoles  y  por  la  lieptiblica  por  otrr»  lado.  Consiste  este  simu- 
lacro de  Gobierno  en  la  institución  de  un  jnandatario  á  quiefí 
llaman  Gobernador  y  do  algunos  subalternos  á  quienes  llaraai} 
capitanes  ó  jueces.  Ninguna  i'egla  formal  í|ue  pueda  parecerse 
á  ley,  impera  entre  ellos.  La  voluntad  de  sus  jefes  obra  de  una 
manera  despótica*    Las    únicas    penas    correccionales  qu^ 
existen    entre  ellos,  son  multas  ó  prisión  transitoria,  apli- 
cadas sin  juicio  anterior. 


I 


—  525  -. 


«'^  ''"T/ooüu  V  .^ '^"^''««'^rK  ron  .,., 


PspaSoJ. 

1 

2 
3 
4 


•5 
C 
7 
8 
9 

Jo 

ll 
12 
13 
14 

15 


índ/g-ena. 
Aba. 

Otaé. 

Ompea. 

Quimane, 
Juasomá. 

^"«soiná.abá 
;;"asoiná.oiné 
;f«a8omá.o„^ 
Juaso„á^„,.^  ^ 

^"^¿-juasoniá. 
^'"f-juasomá.abá 


Aire, 
Azul 

Anoche^ 

Ayer, 

Anzuelo, 

Aguacate, 

Agaacatillo 

Ají, 

Ar-madUlo 

aumento,     '^^""'^'^^^ 

IrboJ, 

"^'^^  ó  ananas, 

'•^acacha, 

^eja, 


Naún. 
Panipara. 

finsabuide. 

Águeda. 

Tuá. 

f'udá. 

Chas/a 

Beo. 

Cham/. 

Pina. 

^chürrú. 
Vuruu/p/a^ 
Cunguj>/a^ 
Coco. 

^^^'^óbania. 
tacurú. 

í^aniukerá. 

f'acucarrá. 
Quemí. 


—  526  - 


Espaní)!. 
All)oroto, 
Abuelo, 
Abuela, 
Abajo, 
Arriba, 
Amaneció, 
Ardilla, 
Aviso, 


Indíí^on 
Jará. 

Ancouechorc 
Janá  choron 
Uní. 
Itané. 
Hevcchíft. 
Arquitá. 
Bichicaima. 


1} 


Bello, 

Bueno,  sabroso. 

Quirna. 
Piporara. 

Brazo, 

Juarru. 

Bonito,  hermoso, 
Bodoquera  (cer])atana). 
Beber,    . 

Billaquii  í 

Ügú- 
Todnllí. 

Banco  (asiento), 

Barriga, 

Barbas, 

Anjaii. 
Bi. 
Ira  car;». 

Bos([uo, 

Pamba. 

c 


5-27 


Español 
Cabello, 
Cejas, 
Cara, 
Cuanto, 
Cuando, 
Conno, 
Comer, 
Caminar, 
Cazar, 
Conocer, 
Canoa, 
Candela, 
Cobija, 
Caucho, 
Cacao, 

Columna  vertebral, 
Caratejo, 
Calabazo, 
C/fcucha  ó  Raposa, 
Cliontaduro, 
C-harco, 
Cliicha, 
Cliico, 


Indígena. 
Bu  da  ó  Bura. 
Taubirú  ó  Taucorá. 
Jiraní. 
Sam. 

Sambaque. 
Cai. 
Collí. 
Uandullí. 
Pedallí. 
Unuadulli. 
Jampua. 
Tibullá. 
Gua. 
Ibudú. 
Cacagua. 
Esburi. 
Cardosa. 
Guiataú. 
Busay  ó  Bosain. 
Tengcí, 
Toma. 
Ituá. 
Chaquc. 


í^oclos  de  la  mano, 
í^c.»clos  de  los  pies, 
^®    <^londe, 

^^^s  ti  lar, 

^J^^;^'^<íilla, 
**  ^^^ci¡ia(jaa  (vestido), 

> 


D 

Juacliaquó. 

Jínichaqué. 

Samarama. 

Caisidalli. 

Todo  maiubulli. 

Ampadudo  ó  CortcUoso. 

(Chí)  su  ken. 

Lúa. 

Chichamé. 

Quldú. 

Quingualá. 

Jaraballi. 


E«tt-c„ 


E 

Cucaña. 

Acarra  ú  omoto. 
No  ó  Ni. 


—  Ó28   - 


Españo' . 
Escopeta. 
El,  la,  lo, 

Esto, 

En  donde, 

Estoraque, 

Escuchar, 

Esposa. 


Indígena 
Pagua. 
Che  (es  artíc 
sivo 
Ga  ó  nan. 
Sama. 
Vidu  kerá. 
Tenteguatall 
Jima. 


F 


Flor, 

Fruta, 

Fea  (malo). 

Feo, 

Frente, 

Fogón, 

Frío. 


Nefono. 

Fa. 

Cachiruma. 

Cachiruma. 

Taucuní  ó  T 

E  tabarro. 

Cunesá. 


G 


Guacamayo. 

Grande, 

Granizo. 

Gallina. 

Gallo, 

Gallinazo, 


Pagorá. 
Churumá. 
Juetá. 

Eteré  ó  Jereí 
Etermuquin; 


Ancoso  ó  An 


—  529  — 


Español. 

Indígena. 

Hacha, 

Chagorá. 

Huevo, 

Etermí  ó  Heterremú 

Harina, 

Poó. 

Harina  (tostada), 

Moniá. 

Hueso, 

Bere. 

Hoja, 

Quituá. 

Humo, 

Nani. 

Hormiga, 

Jaburrá. 

I 
Jarasiá. 

Idioma, 

Ir, 

Undallí. 

L 

Lazo, 

Too. 

Labio, 

Ji. 

liengua. 

Quiramé  ó  Jeramé. 

lieche, 

Juda. 

Xieña, 

Culbú  (apenas  suena 

Xieón,  - 

Ibamá  furrii. 

lioro, 

Caré. 

M 

Mujer, 

Uena  ó  Bera. 

Marido, 

Jayú. 

Madre, 

Tana. 

Muchacho, 

Uuarrá. 

Muchacha, 

Vacorosa. 

Muelas, 

Quidá  carra. 

Mano, 

Jua. 

Mío, 

Mere. 

Malo, 

Cachiri. 

Mediano, 

Quiruma  ó  Manguiril 

Mucho, 

Aluaro. 

Mayor. 

Nambema. 

Menor, 

Cadebú. 

Morir, 

Piullí. 

Mentira, 

Zetama. 

Machete, 

Ñeco. 

Muerte, 

Piusié. 

Mañana, 

Nandé. 

Mar, 

Puschá. 

34 


—  530  — 


Español. 

I  ndígena. 

Maíz, 

Pe. 

Maduro, 

Cucha. 

Murrapo, 

Unjatii. 

Murciélago, 

Tesinii. 

Mono, 

Chifurrú. 

Marimonda, 

Hierre. 

Marrano, 

China. 

Mariposa, 

Quimbarré. 

Malo,  maluco. 

Cachi  ruma. 

Marcha,  nos  vamos, 

Juanday. 

Monte, 

Bajurrú. 

N- 

Negro, 

Nior  ó  Cumb; 

Nutria, 

Bebaramá. 

Nariz, 

Cung. 

Nada, 

Bari. 

Nadar, 

Juidallí. 

Navegar, 

Jompuallí. 

0 

Ombligo, 

Bi  ó  Cumia. 

Ojo, 

Dau  ó  Tau. 

Oro, 

Siballí. 

Orejas, 

Turú. 

Oso, 

Ui. 

Oso  hormiguero, 

Anto  rabi. 

-881  - 


Español . 

Indígena. 

Puerco, 

Canoa. 

Pescuezo, 

Osoró. 

Pies, 

Zini. 

Porque, 

Sain. 

Pequeño, 

Chaqué. 

Por  allá. 

Namaná. 

Pescar, 

Toadallí, 

Parir, 

UudrtoUí. 

País, 

Truadó. 

Pueblo, 

Sietó. 

Piel, 

He. 

Piedra, 

Mo. 

Puente, 

Libaná. 

Pájaro, 

Ipanachaque. 

Peñón, 

Mojarra. 

Plátano, 

Pala. 

Petaquilla, 

Petachaqué. 

Plátano  guineo, 

Ampurrumia. 

Pringamoza, 

Uueca. 

Palmicho, 

Ayaitá. 

Palo  (bastón). 

Turna. 

Perdiz, 

Surchaquó. 

Perico, 

Muchitá. 

Pampanilla, 

Antea. 

Quien. 

Quemar. 

Quebradas. 


Q 

Cai  ó  Caiba. 

Pebatallí. 

Tochaqué. 


Rabo  ó  cola, 
Río, 
Raíz, 
Rojo, 


R 

Tru. 

To  ó  Do. 
Pacucarrá. 
Turró. 


Sabroso, 
Sudor, 
Sangre, 
Sacerdote, 


S 

Pipoarara. 
Juaturá. 
Ua  ü  Oa. 
Parri. 


-  532  — 


l::)bpttuol. 

Indíií^ena. 

Serpiente  berrug:oi>a, 

Birrí. 

Berpíente  rabo  de  Chucha, 

Ibato. 

8ucio, 

Mienta. 

Bed, 

Obisí. 

Buyo, 

Bidibidí. 

Becar, 

Poalli. 

Bardlna, 

Amparruchac 

Bal, 

Tang. 

Ballva, 

Idota. 

Zahlno, 

Piduó. 

Sapo, 

Basú  ó  Basó. 

T 

Tumbar  monte, 

Bajurutuyá. 

Tierra, 

iurú  ó  loro. 

Totuma, 

Sau. 

Tuerto, 

Tauberre. 

Tú, 

Dichí. 

Tuyo, 

Bichiá. 

Tocar  (música). 

Chastridalli. 

Tórtola, 

Chocó. 

Trueno, 

Pa. 

Tambor, 

Tono. 

Trajo, 

Petó. 

Tallos, 

Caidá. 

Troje, 

Peté. 

TigiH>, 

Ibamá. 

Tatabro, 

Pidué. 

v^^^^^^^^^^l 

Español. 

^^^^^^^^^^^^^^H 

Vender, 

^^^^^^^^^^^1 

Virote», 

^^^^^^^^M 

Veneno  de  rana» 

^^^^^^^^^H 

Vejiga, 

^^^^^^1 

Vainilla, 

kerú.                                     ^^^^^^^1 

JB 

^^B 

^^^^^1 

^^ 

^H 

k 

z                                                    ^1 

1    Zarza, 

Itaré.                                                                  1 

u 

FRASES                                                                1 

ía.b!a  U.  la  lengua  india? 

¿Emberá  bedé  berrieda?                          ^^| 

—  No  la  sé. 

Atan  nía.                                                 ^^^| 

aablo  la  lengua  india. 

Emberá  bedé  berriema.                             ^^H 

>  1110  se  llama  U.  ? 

¿Tai  vichi  tdn?                                            ^^H 

Yo  no  tengo  nombre. 

Mii  trin  aimá«                                        ^^H 

llamo  Saigama, 

M ü  trin  Sai gam a .                                           ^^H 

c^Vjnde  va  U.? 

¿  Sama  uanda ?                                               ^^H 

Voy  al  Chamí. 

Chamí  de  uainja,                                  ^^^| 

isndo  vuelve? 

¿Sa  caide  uche  ma?                                     ^^M 

Vuelvo  mañana. 

Nande  uche  ma.                                     ^^| 

^  á  casa  de  Azama  y  di  le 

que     Mamá  tuida  jaraballaurnbia  muiné            ^^| 

'Venga  aquí. 

embora  u rubia  Azama.                         ^^H 

«lunde  mató  ó  coi^iu  al 

oso?    ¿l'i  caiba  pesma?                                           ^^B 

Lo  maté  en  el  rio. 

Toi  du  peeae  (Río  en  cojí).                  ^^M 

'^n  mató  al  oso? 

1  Ui  caiba pecsmo ? (Oso  quién  mató?)           ^^| 

^anchí  mató  imo. 

Paricbí  aba  pesma. 

(Panchí  uno  mató)» 

^^ste  su  muchacho? 

¿Pichi  narra  ca? 

(Su  muchacho  este). 

*  o  no  tengo  muchacho « 

Müa  Ucirra  udima. 

(Yo  muchacho  no  tengo). 

^Hie  una  bodoquera. 

Ugu  aba  tes. 

^^na  se  la  traeré. 

(Bodoquera  una  trae). 

Mü  mande  encllama^ 

(Yo  mañana  traeré).— (El  infinitivo             h 

* 

es  en  elií).                                               ^^H 

•^iga  qI  cuero  de  oso  para  ( 

?om-     Ui  he  ta  enciama  mua  nentollí.                        V 

prárselo. 

J 

^^^       ^ 

(Oso  piel  tráeme  á  mi  comprar).          ^^^^M 

^^^H               EspañoK         ^^H^^^^B? 

^          Indígena. 

^^^^■1 

^^H  Yo  lo  estoy  secando,  cuando  eaié 

Müa  poa  bida  ulH  poa 

v^eso  ctoUL        ^^^^ 

^^B           ge  lo  traeré. 

1 

■ 

(Yo  secando  ahí,  cuando  ttco  esté              4_| 

■ 

traer) . 

M 

^H    ¿Es  grando  el  cuero  del  oso? 

¿Ui  he  chi  churumá*? 
(Uso  piel  es  grande). 

1 

^m             Es  un  poco  grande. 

Tai  he  quírumá, 
(Cual  os  hermoso) . 

1 

H        i  Tenía  mucha  grasa? 

^,Chitra  atuara  voasima 

■ 

■ 

(La  manteca  mucha  con 

tenía).                        ^M 

■         ¿A  dónde  vais  á  llevar  esc  fardo? 

¿Biehi  saima  ato  bu r rimó  carra?                ^^^ 

1 

(U.  dóndo  lleva  cargadc 

i  fardo)*                    ^^H 

1           ¿Cómo  llaman  el  pájaro  que  esta 

¿Cañe  ihanachaque  birumambudo^          ^^^| 

I                   cantando? 

^ 

í 

¿Cómo  pajarito  esta  can 

tan  do?                       ^M 

^         Perdiz. 

Surchaque  vldá. 

1 

1         Es  ya  tarde. 

Quinsi, 

■ 

I        ¿Como  le  va,  ó  como  esti  Ü.? 

Dui^aríjíi  ? 

■ 

■         Mo  voy. 

Uandaya, 

■ 

I        ¿De  dónde  viene?  ' 

Jar  nía  mima? 

■ 

■         Me  marcho. 

Bar  ría  man. 

■ 

^L^   ¿Quién  es? 

Bichicaima? 

■ 

^^P  ¿Ea  casado  U.f 

Quimadausca? 

■ 

"    SÍt  soy  casado. 

Quima, 

m 

Estoy  enojado. 

Tuimamiani, 

1 

íástoy  conleiito. 

Uichiri, 

I 

Barbechar  ó  rozar  para  maíz. 

Featuriba. 

1 

Casa  de  habitación. 

De, 

i     1 

El  sol. 

Umantí'i. 

1 

8ét  que  consideran  los  indígenas 

1  i 

como  director  del  sol  y  como 

1 J 

director  de  ellos. 

Umantautay. 

;  J 

El  rostro. 

Quimandarra* 

i  t 

Harina  de  maíz« 

Fu. 

f  1 

Rana  do  que  extraen  Veneno, 

Coocúe, 

/■ 

Serpiente  equis. 

Dama. 

/■ 

El  mcdiodia. 

Unalipanumúa. 

/  ■ 

Rio  crecido. 

Doibuenumhúa, 

/  ■ 

Rio  seco. 

Doonibúa. 

/■ 

Mujer  bonita  y  blanca. 

Vera  píebúa  jorrona. 

/■ 

No  quiero. 

Qui  cacbirumá. 

1 

—  535  — 


Español. 


Indígena. 


Agua, 

Bamira  ó  Pania. 

Agua  buena, 

Banía  fiade. 

Agua  mala, 

Banía  nihí. 

Azul. 

Paarabí. 

Adiós, 

Muirabá. 

Armadillo, 

Tao. 

Águila, 

Nejumbi. 

Avispa. 

Nintir. 

Abeja, 

Ceraderr. 

Abejorro, 

Ambuima. 

Arador, 

Arador. 

Arriba, 

Aramiada. 

Abajo, 

Basiado. 

Adelante, 

Umiade. 

Atrás, 

Basimiade. 

Anzuelo, 

Tuuguiá. 

Arracacha, 

Muindú. 

Árbol, 

Enmá  ó  Pacurá. 

Amigo, 

Chimerá. 

Alto, 

Antaidó. 

Alma, 

Jause. 

Arepa, 

Beca. 

B 

Bálsamo, 

Bidoquera. 

Blanco, 

Torbulá  ó  Torbuná, 

Bonito, 

Biadiruade. 

Bajo, 

Suquiruade. 

Balsa, 

Arrá. 

Bejuco, 

Ungeará. 

Bodoquera  (cerbalana. 

Ugú. 

Virote. 

Tquida. 

Boca. 

Yi. 

Brazo, 

Jua. 

Barriga, 

Jenii. 

Bueno, 

Piadc. 

Bajada, 

Edabaó. 

C 

Camino, 

Coó. 

Canoa, 

Jamba. 

Casa, 

Deó  ó  Teó. 

—  537  — 


iñoi. 

Indígena. 

? 

Nuangasú. 

í, 

Tatruí. 

1 

Jemedillí. 

1, 

Nefondó. 

f, 

Ketá. . 

G 

azo, 

Ancoró. 

Hetcrré. 

a, 

Tequerré. 

e. 

Chidrumá. 

IS, 

Piade. 

n, 

Nejembú. 

(especie  de  pavo), 

Suaya. 

cirina. 

Barduaidá. 

0, 

Calagamia. 

e, 

Chichurrumá 

laraca, 

Guacharaca. 

H 

íio, 

Purapurá. 

ca, 

Juaabá. 

íga, 

Pischumá. 

re, 

Chumaquirá. 

re, 

Garrapichú. 

Chiduá. 

ros. 

Puuá. 

ano. 

llumempea. 

ana. 

Naabecau. 

Muil)arra. 

Muicao. 

to, 


Ibera. 

.1 

Chichaqué. 
Ibamá. 

L 

Caaré. 
Ibamá  purr. 
Bisoiscamia. 


538  — 


Español. 
Lechuza, 
Lobo, 
Lazo, 
Luna, 

Loro   común, 
Loro    real. 
Lengua, 

Mujer, 

Madre, 

Maíz,  » 

Muerte, 

Medicina, 

Médico, 

Malo, 

Marrano, 

Marrana, 

Muía, 

Mosca, 

Murciélago, 

Mariposa. 

Machete, 

Murrapo. 

Mejillas, 

Muelas. 

Molledos, 

Manos, 

Muslos, 


Indígena 
Pusadomia. 
Uecaarú. 
Unjeará. 
Jedeco. 
Neé. 
Caré. 
Chirame. 

M 

Chiuguera  ó 

Papá. 

Pec-pelaqué. 

Pensiade. 

Jaibaná. 

Jaibaná. 

Cachiruadc. 

China. 

China  uona. 

Muía. 

Chindago. 

Curcngú. 

Adichichi. 

Ñeco. 

Tanga. 

Chirandar. 

Chidaniogari 

Uapotó. 

Juará. 

Bu 


Español. 


—  539  — 


Indígena. 


Padre, 

Cesé. 

Perro, 

Usa. 

Perro  chico, 

Usataquí. 

Polla, 

llteró  surumá. 

Pollo. 

Etersaqui. 

Pescado, 

Veta  ó  Tacubá. 

Perico, 

Cunitarra. 

Perico-ligero, 

Cebará. 

Pichanche  (pájaro). 

Ibamansaquí. 

Pava  real, 

Usiaara. 

Piojo, 

Tuey. 

Pulga, 

Birú. 

Perro  de  monte, 

Cusacusa. 

Pava  chillona. 

Tuscifí. 

Petaca, 

Pctradruma. 

Plátano  maduro. 

Patacorá. 

Plátano, 

Pata. 

Papa, 

Muindú  (como  la  arracacli 

Paja, 

Chiduá. 

Pelo, 

Pudá. 

Pecho, 

Trua. 

Paují, 

Charro. 

Piedra, 

Mugará. 

Plata, 

Ne  (como  el  oro) . 

Palma, 

Arrá. 

Pequeño, 

Naimia  quirú. 

Puente, 

Anda. 

tiernas. 

Genujiba. 

Q 

Quebrada, 

Tonsaqui. 

K 

lUtón, 

Gado. 

líío, 

Doó. 

S 

íScibalüta, 

Toa. 

Sol. 

Himantago  ó  Humandago 

Serpiente 

Tama. 

iSueño, 

Tapuca. 

Sombra, 

Curará. 

./ 


538  — 


Español. 
Lechuza, 
Lobo, 
Lazo, 
Luna, 

Loro   común. 
Loro    real. 
Lengua, 


Mujer, 

Madre, 

Maíz,  » 

Muerte, 

Medicina, 

Médico, 

Malo, 

Marrano, 

Marrana, 

Muía, 

Mosca, 

Murciélago. 

Mariposa, 

Machete, 

Murrapo. 

Mejillas, 

Muelas. 

Molledos, 

Manos, 

Muslos, 


Indígena 
Pusadomia. 
Uecaarú. 
Unjeará. 
Jedeco. 
Neé. 
Caré. 
Chirame. 

M 

Chinguera  ó 

Papá. 

Pec-petaqué 

Pensiade. 

Jaibaná. 

Jaibaná. 

Cachiruade. 

China. 

China  uona. 

Muía. 

Chindago. 

Curengú. 

Adichichi. 

Ñeco. 

Tanga. 

Chirandar. 

Chidamogar; 

Uapotó. 

Juará. 

Dajará. 


—  539  — 


inol. 


Indígena. 


Cesé. 

Usa. 

chico. 

Usalaquí. 

llteró  surumá. 

Etcrsaquí. 

lo, 

Veta  ó  Tacubá. 

, 

Cunitarra. 

-ligero, 

Gebará. 

ichc  (pájaro). 

Ibamansaqui. 

cal. 

Usiaara. 

Tuey. 

Birú. 

do  monte, 

Cusacusa. 

hillona. 

Tuscifí. 

Petradruma. 

0  maduro. 

Patacorá, 

0, 

Pata. 

Muindú  (como  la  arracacha) 

Chiduá. 

Pudá. 

Trua. 

Charro. 

Mugará. 

Ne  (como  el  oro). 

Arrá. 

~10, 

Naimia  quirú. 

5, 

Anda. 

S, 

Genujiba. 

Q 

ida, 

Tonsaqui. 

R 

Cadó. 

Doó. 

S 

ta. 

Toa. 

Himantago  ó  Humandago. 

ito 

Tama. 

Tapuca. 

3I« 

Curará. 

—  540  — 


Español. 
Sepulcro, 
Subida, 
Sal, 


Indígeni 
Jonyadé. 
Eya  churunn 
Saá  ó  Taá. 


Tatabro, 

Toro, 

Ternero, 

Tigre, 

Tórtola, 

Turplal, 

Totuma, 

Tabaco, 


Bidoré. 

Paca  chums 

Pajeataqui. 

Ibamá. 

Pusira. 

Chiacoro. 

Sambué. 

Adé. 


Venado, 

Vaca, 

Vainilla, 

Veneno, 

Viejo, 

Viento, 


Yuca, 


Vegüí. 

Paca. 

Inguequerá 

Neará. 

Chicorá. 

Nanguna. 

Y 

Yuca. 


NUMERALES 


;e  también  entre  los  mismos  indios  : 

.ñol.  Indígena. 

Ara. 
Umé. 
Umpea. 
Chimane. 
Jeochomá. 
Joaquinaramá.     . 
Joaquinaramá  ara. 
Joaquinaramá  umé. 

lando  el  número  O  con  los  anteriores,   cuenta  hasta  íi  el 


FRASES 

do. 

Cuetahabué. 

Viechibuen. 

:o- 

Arita  buyama. 

1. 

Viachiruca. 

áU. 

Viachimade. 

i? 

Promumiquiara  ? 

ha. 

Muansaqui  ó  Juguara. 

?rda. 

Duansaqui  ó  Juguiaquiá. 

3rca  y 

Doo  caita? 

Guabará. 

ir  agua. 

Banía  polla  ó  visía. 

Ovisiavicade. 

3re. 

Jarravichaviade. 

ir  con  U. 

Gua  entonie. 

ucho. 

Muy  quiralla. 

maá  su  hijo. 

Muy  papá  mi  biachaque. 

inado  por  su  madre. 

Muy  papá  quiraña  quisiadc. 

ir. 

Muy  caiballade. 

mó  de  la  enfermedad. 

Puiquina  vesicalla  callabade 

lurió. 

Michimera  peu  pachi. 

ho. 

Cué  surumá. 

mucho. 

Cue  piulh'. 

Uubeda  casiadé. 

Ñamaba  manciadé. 

to. 

Utu  puadé,  me. 

Panía  biguiadé. 

Nihadé. 

Tatuadé. 

0  calor. 

Tía  so  bi. 

muy  fría. 

Panía  chicurasa. 

~  542  — 


CATALOGO 

DEL  LENGUAJE  QUE   HABLABAN  LOS  INDIOS  DEL  C 
DE  OÜIBDÓ  Ó    CITARÁ 

Se  pone  á  continuación  este  corto  vocabí 
rado  con  los  dos  anteriores^  se  vea  que  es  una 
una  misma  su  raíz. 


Efipafio!. 

Indígen: 

Abuelo, 

Tata. 

Abuela. 

Chaoné. 

B 

Boca, 

Qu i  manta. 

Barba, 

Quidatrú. 

Brazos, 

Ilua. 

Barriga. 

Bi. 

Bagre, 

Oihos. 

Bejuco  flexible  como 

barba 

de  ballena, 

Matamba. 

Bueno, 

Biborá. 

Bueno  está, 

Bisbaribasí. 

Blanco, 

Capú  mia. 

Bravo, 

Guaicbaqué 

—  543  — 
D 


iñol. 

Indígena. 

ÍS, 

Quidá. 

? 

Ituapichí. 

de  los  pies, 

Enzaquó. 

Chaog-né. 

>, 

Tumiá. 

le  vas? 

Samaba? 

un  besito, 

Queramé  sonda. 

E 

írpo, 

Cacuá. 

da, 

Viguiá. 

azo, 

Ejara. 

ie  de  collar. 

Curuzíi. 

en  cinta, 

Guarrá. 

parejo, 

Sevaitá. 

istero, 

Tauchigá. 

malo, 

Cachiruma. 

ena  moza. 

Pijiri. 

grande. 

Mechoroma. 

►no, 

Perré. 

;ie  de  gato. 

Bichiclií. 

F 

©í 

Tetrú. 

les  de  árbol, 

Chochos. 

G 

inta. 

Ositadó. 

n,  í^ritona. 

Ingaougaví. 

ie, 

Zenán. 

la, 

Tequerrc. 

[*nador, 

Ornando. 

II 

3ros, 

Etzuu. 

ive  grande. 

Orzenam. 

are,  vén  acá, 

Memc,  uchi  bidá. 

la, 

Po. 

a, 

Zazara. 

bre  amigo. 

Memé. 

Pichichí. 

— 

544  - 

L 

'  Español. 

Indígena 

Luna, 

Jedeco. 

Lanza, 

Peapuí. 

León, 

Anchobe. 

Lengua, 

Quirame. 

M 

Mejillas, 

Quinan  ta. 

Manos, 

Ituachaque. 

Marido  ó  mujer, 

Quima. 

¿Me  quiere? 

Usmó  quiriñ 

Mi  padre, 

Ajoré. 

Madre, 

Tana. 

Mujer,' 

Juen  chaqué 

Mate  (totuma), 

Saú. 

Muchacho, 

Oroliaquc. 

Máquina  para  subir  á  los  ár- 

boles altos  y  pasar  los  ríos. 

Tarabita. 

Muy  pobre, 

Chupurí. 

Maíz, 

Pe. 

N 

Nariz, 

Quembú. 

Niño  pequeño. 

Chichaqué. 

No  sé, 

Ba  tu  ama. 

—  545  — 


GvX    ^^. 


ndígena.         ^V  jí       <^         "^  c- 
riniffuí.  ^teiv        As       C 


Indígena. 
18  injuriosa,  Mepuriniguí.  "  ^^fe^    '  /Vs       C'  . 

Tor.  ^<K    %.    ^      X 


Parta. 

duro,  Parta  cuara. 

Usa. 
Tañé. 

Asusú. 
Tusuyú. 

Q 

Quiriñama. 
o?  Janiga? 

lí,  Guaso  si. 

Quiriñama. 

R 

Chinambú. 

Camboi  duonma. 
rias  Bebaramá. 

z,  Bebará. 

ano,  Parlado. 

)s,  Pacurcundó. 

Dó. 
(especie  de  palma) ,  Antado. 
idua,  í'higorodó. 

Paimadó. 
lo  (pescado),  Baudó. 

Tadó. 
,  Dochoroma. 

s 

Mctroso. 
Pisica. 
Pocorró. 
A. 

Gasi. 
Pido. 


T 


cho  calor,  Japcrú  janiguí. 

:ho  frío,  Jua  pitú  tai  du. 

Guana. 


Beté.  >^        "V^^ 


Cv, 


35 


—  54G  — 


Español. 
Truenos, 
TraQ  candóla. 
Tigre, 


Uñas, 

Una  cosa  mal;». 


Indígena, 
Púa. 

Jiburgacanduchí. 
Pimaná. 


u 


PichiVL 
Cachírunia. 


Viene  aguacero, 
Vamonos, 
Válganío  Dios, 
Viejo,  vieja. 


Cué  bu  rema. 
Guanda  cuan  dá. 
Cai  cate. 
C liona,  chootra 


OBSERVACIOXES 

SOBKELASMt  ESTHAÍ?  DE    PALABRAS  INDÍGENAS  QUE  ANTKCKDKX 

No  OS  posible  reprrsenUu'  fOn   exactitud    i»or   mediü  de  \qs 
micslro  idioma,  la  pronunciací('>n  verdadera  que  usan  los  naturales.  Elli 
de  dos  ó  más  consonantes  uaa  sola  sílaba^  eu  la  cual  la  vocal  eoibcbidA  I 
eoiiido  explosivo  ó  soplado.  En  esto  se  parecen  un  poco  las  len^rua»  amcrtf 
h  alg-unas  asiáticas. 

Kt  ly  ¿>  se  pronimcian  de  manera  ijue  la /t  y  la  I  suenan  apoyíiitdt*  !« le 
coníra  el  paladar,  mientras  (¡uc  la  L  final  deja  pertii>ir  al  íin  una  c  cxiiíu 

P,  6,  i,  (í,  /i,  y  á  veces  la  m,   se    confunden   ion    frecuencia  nj  tMwr^l 
iiablar  i  j^anía,  agua;  b&nia,  agua. 

Según  e!  Dr.  José  Vicente  Uribej,  las  conjugaciones  de  losverbns  sebirtBi 
entre  los  indios  por  medio  de  afijos  y  preOjtjs;  pero  por  las  voces   i 
caerá  en  la  cuenta  de  que  eñ  el  idioma  qur  ellos  liablan,  el  tnÜnittv^ 
en  illi,  si  no  únic<.>  modo  deí  verbo,  si  es  el  más  usado,  y  de  aquí  pftn 
de  ellos  los  que  aprenden  el  español,  jamás  dicen  :  .Vojbí*  rrií/j/j  ■»*/»->    > 
^abt*r  compadre. 

Como  se  verá  por  lacóínparacÍMn,  los  indígenas  det  Cíuh<«  foiij.uiiJ  [mi 
idioma  que  los  chamies,  caramantn»,  frcíulinos,  cnna5g<^rdas  ele.»  etc.  L&»  ti 
cioues  que  se  notan  boy  en  las   palabras,    y    acaso    en  los  giros  grainata 
prueban   que  en  esla  parle  de   .\mérica  bnbia  numerosos  ilialectos ;  pcfoJ 
semejantes  caire  si  que  el  pioporcionarse  interpreloscra  cosa  fácil  para  lo»i 
quistadores. 

El  origen  de  esta  lengua  es  coniplelaniente  ignorado;  pero  si,C(>iiiu«e< 
os  cierto  iiue  la  población  era  de  tlcscendencia   caribe*  caribe  debiú  de«9r< 
idioma» 

No  fallan  voces  de  origen  quichua,  lo  que  demuestra  qne  algiijuí  iní3u -iKÍa] 
debió  tener  la  conquista  que  los  Incas  bacian  de  sur  a  norte,  al  liempo  drJ  •!« 
cubrimiento  dct  Continente,  gunnca,  guaca,  quingo,  chácúvs^,  l*iÍA  ele.,  mi» 
menos  destigu radas,  son  de  aquella  procedencia. 

Lo  que  nosotros  hacemos  pura  contar  por  medio  de  la»  diex  prímeraa 


—  547  — 

ades,  lo  hacen  ellos  unas  veces  con  cinco  y  otras  con  seis  :  con  cinco,  los  que 
acotan  altos  guarismos,  y  con  seis,  los  que  más  atrasados  no  cuentan  sino 
lasta  doce.  El  mecanismo  de  esto  se  comprenderá  fácilmente,  echando  una 
nirada  sobre  los  nombres  numerales  puestos  en  el  catálogo . 

Casi  todas  las  vocales  al  fín  de  palabra  llevan  acento. 

H»y  muchos  nombres  compuestos,  y  se  ve  que  la  composición  es  sencilla  y 
clara;  pocas  voces  tienen  signifícación  metafísica ;  la  mayor  riqueza  se  debe  á 
sustantivos  de  cosas ;  las  ideas  morales  carecen  de  signos  representativos,  <)  los 
tienen  apenas  rudimentarios ;  las  interjecciones  y  el  lenguaje  de  acción  entran 
por  macho  en  la  expresión  del  pensamiento,  con  especialidad  en  los  casos  en 
que  las  personas  que  hablan,  lo  hacen  bajo  el  estímulo  de  una  pasión  :  señal  ma- 
nifiesta de  que  su  lenguaje  está  en  armonía  con  el  atraso  de  su  civilización. 

La  parte  del  vocabulario  «jue  se  refiere  al  dialecto  que  hablan  los  indios  de 
Rioverde,  Mutatá,  Dabeiba,  Frontino  y  Cañasgordas,  que  debemos  á  la  genero- 
sidad del  inteligente  joven  Tomás  M.  Peláez,  contiene  muchos  vocablos  altera- 
dos por  el  influjo  de  la  lengua  castellana. 

Se  parece  esto  dialecto  al  francés  en  los  sonidos  nasales,  y  en  la  suavidad 
con  que  se  pronuncia  la  c/i,  mientras  que  por  lo  aspirado  de  la  h  tiene  cierta 
analogía  fonética  con  los  idiomas  del  Norte. 

La  c,  en  las  palabras  en  que  debiera  sonar  con  fuerza,  tiene  pronunciación 
ftttural ;  de  manera  que  parece  oírse  la  g  distinta  y  clara,  como  en  aiigcoro, 
y^ngcará,  no  distinguiéndose  cuál  de  las  dus  suena  do  preferencia. 

En  la  palabra  paca,  lap  parece  confundida  con  la/*,  pues  suena  como  fpacú, 
tunque  en  ocasiones  parezca  que  este  último  sonido  sea  producido  por  la  fuerza 
on  que  pronuncian  la  r. 

La  «  en  medio  de  dicción  es  tan  prolongada  que  parece  más  bien  un  sil- 
ido. 

La  A  es  tan  aspirada  que  suena  como  j ;  v.  g.:  hedeco,  /e/ií?rreino,  que 
Igunos  pronuncian jedeco  y  tcjerremo. 


CAPITULO  TERCERO 


Reflexiones 


raí 


I 


fe  Enrolla  A  ¡hies  del  siglo  XV.  —  Siíuacióii  general 
cleEspaTm  en  la  mi&ma  época. 


O  general  de  Europa.  ~  El  epígrafe  de  este  capí- 
i  eíi  sí  proporciones  inconmensurables,  y  al  verlo 
m  hacer  el  justo  cargo  de  difusos ;  pero  no  es  núes- 
intentar  su  completo  desarrollo,  sino  sólo  ochar 

ojeada  sobre  el  sentido  general  que  encierra,  estu- 
uelo  los  grandes  rasgos  de  la  civilización  de  aquella 
|ue  fue  precisamente  por  las  premiosas  y  enérgicas 
del  momento,  por  las  que  el  mundo  cambió  repen- 
de  faz  material,  como  lo  había  hecho  va  en  su 
oral  con  el  advenimiento  del  cristianismo. 
:*a  decirse  ([uc  el  saber  humano  viene  andando  en 
ientido  de  progresión  en  que  el  globo  de  la  tierra 

movimiento  diurno  sobre  se  eje;  es  decir,  de 
>ccidente»  y  también  que  esle  mismo  fenómeno) 
iiiendo  en  el  mismo  sentido  su  cumplimiento  pro- 


ina,  dicen  los  que  saben,  tuvo  una  antiquísima  y 

vilización  en  todos  los  ramos  de  la  ciencia;  mas 

esa  enorme  filosofía  llegó  á  extinguirse  tanto  para 

del  hemisferio  occidental,  que  apenas  las  astillas 


—  550  — 

de  su  tronC'í3  han  servicio  para  lalirar  base  á  las  docfnnaS 
filosónras  y    especulativas  de  los   modernos,  quienes  ainb¡| 
cionau   penetrar  en  su   remota  existencia  y  explicarla.   Eí 
estado,  pues,  de  perfectibilidad  de  la  razón  humana,  en  \t 
época  á  que  aludimos  y  en  esos  países  misteriosos  del  oriente 
ha  venido  hasta  nosotros  sólo  como  una  imagen  débil  y  cor 
fusa,  que  se  desvanece  ante  el  soplo  ligero  del  pensamieuto 
Las  épocas  florecientes  para  el  entcndimientfi  humano, ; 
que  se  refieren  a  los  indios,  persas,  asirlos,  babilonios,  featj 
cios,  egipcios  y  griegos,  aunque  de  un  carácter  histórico  ma 
aceptable  y  auíique  de  \ma  verdad  tradicional  más  sólida 
correcta,  eran  para  el  mundo  europeo,  en  el  siglo  á  que  que 
remos  aludir,  tan  sólo  documentos  escritos  en  l*»s  libros  y 
los  monumentos  que  escaparon  á  la  destrucción  general  oc^^i 
sionada  por  lus  tiempos. 

Esta  misma  sabiduría,  <:iue  por  algún* >8  siglos  pascah 
triunfante  su    carro  desde  las  costas   de  Egipto  hasta  Is 
playas  del  Pireo,  y  de  éstas  hasta  las  siete  colinas  de  Ron 
y  que  anuncialja  mantenerse  definitivamente  sobre  una 
incontrastable    para    establecer  su  residencia  eterna  en 
mundo  moderno,  se  vio  en  todas  ocasiones  azotada  por  dife- 
rentes vientos,  y  con  su  vida  intelectual  amenazada  hasta 
extirpación  absoluta* 

La  fuerza  de  los  bárbaros  del  Norte  en  la  parte  merkÜc 
nal  y  la  occidental  de  Europa,  coetánea  con  el  adveniniicnt 
de   una  nueva  religión,    Homctió  los   pueblos  de  entonces ^ 
recibir  el  influjo  de  dos  elementos  contrarios,  cuya  maye 
influencia  debió  estar  siempre  del  hulu  en  que  la  doctrill 
moral  y  el  engrandecimiento  espiritual  del  hombre,  dobidí 
extenderse  con  saludaljlc  efecto  hasta  el  carácter  mismo 
los  brutales  invasores.  Durante  la  Edad  Media,  lan  mal  intcf 
preiafk\  por  algunos,  en  lo  que  se  refiero  á  la  verdadera  civ^ 
lizaclun,  la  Europa  recibió  el  efecto  bienhechor  de  divera 
leyes  históricas  que  sería  largo  y  difícil  examinar  en  est 
Immildes  rudimentos;  mas  es  lo  cierto  que  en  aquel  titím| 
las  ai'tes  y  las  ciencias^  cnmbatidíis  en  diversos  senlidod,  fy 


ron  salvadas  como  por  milagro,  y  como  por  causa  del  ingénito 
horror  que  la  humanidad  tiene  ticmpre  al  vacío  de  la  intolí- 
gencla. 

fAl  través  de  grandes  peripecias,  el  espíritu  úq  los  pue- 
blos pareció  levantarse,  y  sublimado  por  esfuerzos  sobrehu- 
manos, mostró  al  fin  su  existencia  llena  de  luz,  por  entre  Uis 
sombras  que  lo  habían  oscurecido.  La  semilla  de  la  ciencia 
Ijuscó  abrigo  en  los  claustros,  de  donde  algunos  monjes  afor- 
tunados y  laboriosos  la  devolvieron  al  mundo  que  debía 
regenerarla. 

De  este  primer  impulso  de  trabajo,  avino  que  los  ruatro 
gi'andes  inventos  físicos  de  que  han  derivado  los  posteriores, 
<:^al)an  ya  adqu!ridf)S  para  el  hombre  á  mediados  de  la  décima* 
fioínto  centuria.  El  cristal,  la  brújula,  la  pólvora  y  la  imprenta 
formaban  el  gran  cuadrilátero  de  donde  debían  irradiar,  más 
^^rnprano  ó  más  tarde,  todos  esos  grandes  descubrimientos 
^ffuo   asombran  y  aprovechan   hoy  á  la  gran   congregación 
KociaL 

Del  cristal  y  de  su  perfección,  debían  venir  y  vinieron  : 
lo^  lentes,  los  anteojos  comunes,  los  de  larga-vista,  los  astro* 
^órnicos,  la  fotografía,  los  instrumentos  de  física  y  de  quí- 
*^ica,  las  piezas  de  adorno  y  lujo,  los  útiles  para  el  hogar,  y  mil 
instrumentos  más  que  han  puesto  en  evidencia  las  cosas  del 
ciclo  y  de  la  tierra. 

De  la  bnijula  se  derivaron  :  el  camino  abierto  para  todos 
los  puntos  del  globo,  los  descubrimientos  de  nuevas  tierras, 
^^  florerimiento  de!  comercio,  y  la  conversión  del  hombre, 
*^ni6vil  y  fijo  antes,  en  cosmopolita  habitante  do  todas  las 
^^ciones. 

La  pólvora  debía  introducir,  é  introdujo  en  efecto,  refor 
^^aa  colosales :  igualó  en  cierta  manera  la  fuerza  individual  del 
'^^mbre  en  la  batalla;  hizo  efectivo  el  derecho  de  los  pueblos  ; 
m  ííXcilttr)  la  explotación  de  los  veneros  metalíferos,  y  muy  á  pesar 
I  de  lo3  desdicliados  abusos  que  han  acompañado  su  empleo, 
^^  <^ntribuye  y  lia  contribuido  siempre  al  ensanche  y  perfecti- 
^m  faílidad  de  la  razón. 


j 


-^B52  -^ 


La  imprenta  se  convirtió  en  el  pedagogo  universal  de  las 

sociedades,  y  con  sus  mil  lenguas  Irasmitin  el  pensamietito 
por  todos  los  ámbitos  del  globo:  eniancipu  la  libertad  escla- 
vizada, poniendo  en  claro  las  facultades  inmanenles  del  indi- 
viduo; propagó  las  ciencias  y  las  artes,  y  llovó  la  idea,  sia 
admitir  obstáculos  de  ningún  género,  a  regiones  hasta  enton- 
ces desconocidas. 

Las  numerosas  aplicaciones  del  vapor,  el  descubrimiento 
tlel  para-rayo,  del  telégrafo  eléctrico,  terrestre  y  sübmaiúno, 
los  principios  del  magnetismo,  el  barómetro,  el  termómetro,, 
los  globos  aerostáticos,  y  centenares  más  de  esos  dcslumbm 
dores  adelantos  que  muestran  en  la  época  actual  la  faz  intcs 
ligentc  y  Iionrosa  del  hombre,  forman  por  su  reunión  L. 
síntesis  gloriosa  de  ese  prolongado  y  heroico  análisis,  qn^^ 
lomó  i>or  punto  dv  partida  los  cuatro  grandes  invento.s  q^^e 
dejamos  ap un tados . 

Esos  cuatro  grandes  inventos,  sostenidos  y  auxiluidoi? 
por  las  escasas  nociones  que  habían  procurado  en  su  principio, 
fueron  el  medio  poderoso  con  que  la  Europa  occidental  o«)üto 
en  la  última  mitad  del  siglo  xv,  para  lanzarse  atrevida  en  la 
carrera  de  los  dt^^bcubrimientos  marítimos,  de  las  guerras  y 
de  las  conquistas  ([ue  iniciaron  para  el  Viejo  Mundo  una  ci'a 
grandiosa  de  reforma  estupenda  y  radical. 

Cuál  fuese  a  la  sazón  el  estado  relativo  de  la  civilízacióu 
española,  y  cuál  el  grado  que  ocupase  entre  los  Estados  eiiro- 
peos»  es  lo  que  pretendemos  bosquejar  en  seguida,  parailar 
s¡t|uiera  una  idea  aproximada  del  carácter,  arbitrios  c  iaduU 
del  pueblo  conquistador  de  América,  y  ponerlo  enfrente  de 
su  competidor. 

Situación  de  España.  — La  mayor  parte  del  terr¡t4)ni> 
(|ue  cuiistiluye  boy  lo  que,  propiamente  hablando,  se  llama 
la  MrMiarquía  Española,  íué  en  tiempos  muy  remotos  patri- 
monio exclusivo,  ya  de  sus  primeros  naturales,  ya  de  cm* 
quistadtjres  afortunados.  Los  celtas,  los  godos,  los  visigodoíf 
y  otros  pueblos  de  los  llamados  bárbaros,  dominaron  altcnia- 


—  553  — 

tivamentc  aquella  península.  Los  fenicios,  los  cartagincsoB 
los  romanos  la  dominaron  igualmente. 

Habían  ya  los  godos  establecido  sobre  sólidas  bases 
iu  administración  en  el  [)aís,  y  aun  podían  reputarse  como 
Señores  legítimos  de  la  tierra,  cuando  un  pueblo  atrevido, 
calentado  j>or  los  ardores  del  desierto  y  estimulado  por  una 
ciega  fe  religiosa,  desembarcó  como  invasor  sobre  las  costas 
>éricaB. 

Este  pueblo,  compuesto  pnr  un  grupo  de  sectarios  de 
Mahoma,  con   la   mcdin    luna   pin*   bandera ^  con  el  cerebro 

I  exaltado  por  una  sangre  meridional,  y  con  el  alfanje  al  puno, 
embistió  temerariamente,  lidió,  triunfó  y  se  hizo  dueño  de 
la  mayor  parte  del  país. 
'  Durante  un  senario  de  siete  y  medio  siglos,  los  árabes  se 
arraigaron  profundamente  en  el  suelo  conquistado,  creciendo  y 
multiplicándose  a  la  sombra  de  nuevas  y  ricas  adquisiciones. 
Fundaron  ciudades  opulentas,  cultivaron  con  provecho  las 
!  ciencias  y  las  artes,  practicaron  libremente  su  religión,  y 
llegaron  aun  punto  tal  de  grandeza,  cultura  y  poderío,  que 
I      no  tuvo  igual  en  ninguna  de  las  naciones  europeas. 

Empero,  aunque  esta  dominación  fuese  casi  absoluta,  no 
dejaba  de  ser  turbada  de  tietiipo  en    tiempo  por  el  alto  brío 

I  de  los  antiguos  poseedores  do  aquel  suelo;  por  manera  que 
el  país  se  convirtió  en  campo  de  contiendas  y  batallas. 
■  Vemos  por  la  historia,  que  los  restos  de  este  antiguo 
pueblo,  escapados  del  exterminio  producido  por  tan  cruenta 
y  larga  guerra,  buscaron  abrigo,  huyendo  do  sus  vencedores, 
en  las  crestas  montafiosas  de  Galicia  y  de  Vizcava. 

I  Mucho  tiempo  trascurrió  antes  de  que  esos  ilustres  ven- 
cidos, diseminados  por  las  breñas  del  país  natal,  se  pusiesen 
le  nuevo  en  contacto  los  unos  con  los  otros ,  y  se  ligasen  y 
entendiesen  para  armarse  otra  vez  en  contra  de  sus  comunes 
enemigos. 
En  tanto,  cada  familia,  cada  parcialidad,  cada  pueblo  de 
os  recientemente  formados  sobre  aquellos  riscos  inaccesibles, 
iba  haciendo  crecer  en  su  pecho  el  odio  y  el  rencor  contra  L" 


—  554.  — 


i 


'J 


viv/Ai  maldita  que  i  le  un  solo  golpe  había  destruido  su  gobierno; 
arrebatado  sus  propiedades,  derribado  susaltareSj  aniquilado 
sus  creencias,  matado  sus  costumbres,  insultado  su  Dios, 
destronado  sus  reyes  y  enaltecido  un  culto  falso  y  ultrajante 
para  ellos. 

Siglos  trascurrieran  durante  los  cuales  el  rausulmárti 
triuníante  casi  siempre,  erigía  ciudades,  eíliíicaba  monumen- 
tos,  creaba  las  artes,   pei'feccionaba   las   ciencias,  fundaba 
colegios,  universidades  y  academias,  animaba  la  agricultura^ 
estimulaba  la  industria,  depural)a  el  gusto,  y  bacía  de  I 
partes  central,  meridional  y  oriental  de  la  Península,  una 
mansión  deliciosa  que  exhalaba  por  todas   part^^s  el  ambien 
poético  y  risueño  de  las  comarcas  ponderadas  del  Orient 
Córdoba,  Sevilla,  Valencia,  Segovia,  Málaga,  Baza,  Alicant 
Granada  y  Cádiz,  eran  viviendas  de  más  ó  menos  importancia ; 
pero  en  las  cuales,  envueltos  en  una  atmósfera  embalsama* la 
por  los  efluvios  del  limonero  y  del  jazmín,  de  los  rosales  y  di 
los  naranjos,  huUían  y  se  agitaban  guerreros  audaces,  sabi 
esclarecidos,  mujeres  de  seductora  belleza,  traficantes,  aills- 
tas,  y  un  pueblo,   en  fin,  lleno  de  lujo  y  magnific^íncia. 

Entre  tanto  que  intrusos  poseedores  de  la  tierra  se  eleva; 
ban  en  la  escala  social,  y  se  persuadían,  por  su  largo  domicili 
de  la  legitimidad  de  sus  rapiñas,  la  sangre  goda(]uc  anima 
los  restos  de  una  corporación  diezmada  en  los  combates 
independencia,  efectuaba  el  agrupamiento  de  los  pueblos  j 
el  norte,  en  bandadas  de  héroes  llenos  de  odio  y  de  rcse 
miento*  Entregados  estos  hombres  á  los  más  duros  ejercí 
alzados  sobre  el  corcel,  escalando  breñas,  tostada  la  piel 
los  rigores  de  la  intemperie,  dados  á  la  c-aza,  á  la  carrc 
la  lucha  y  á  todas  las  maniobras  que  fortifican  y  adietitrj 
organización,  se  preparaban,  como  soldados  invencibles 
ir  tomando  palmo  á  palmo,  pacientemente  y  con  perseverj 
cada  uno  do  los  puntos  del  territorio  que  la  usurjxici 
había  arrebatatlo. 

Poro  á  poco,  esos  adalides  atrevidos,  pero  aún  si 
sión  ni  ílisciplina,  porque  la  rota  anterior  los  habíase 


—  555  — 


^^P^oa  dejando  por  cuadinllas  los  escondites  de  la  montaña,  y 
avanzaron  audaces  hasta   la  parte  eentral  de  la  Península. 
Triunfos  parciales  obtenidos  al  principio  reanimaron  el  valor 
delosreivmdícadoresespañüleí!;.  Poco  después, piquetes  unidos 
á  piquetes,  compañías  a  compañías,  escuadrones  á  escuadro- 
nes, falanges  á  falanges,  con  jefes  de  partido  que  se  entendían 
i  entre  sí,  iniciaron  una  vez  más  la  contienda,  —  furiosa  ince- 
f^:¿2ntc,  terrible.  Peleaban  de  un  lado  la  fe  y  el  fanatismo  de 
los  sectarios  de  Mahoma,  ydel  olro  el  ardiente  espíritu  reli- 
gioso de  los  adoradores  de  Cristo;   el  interés  codicioso  del 
conquistador,  con  el  ansia  ferviente  del  patriota.  Es  por  eso, 
t^vi"idudaalguna»  por  lo  que  la  liisforia  de  aquellas  lides  pre- 
sonta  ton  bellos  ejemplos  de  lirroísnio.  En  el  largo  espacio 
tío  f/empo  que  duraron  esas  contiendas  memórateles,  el  penin- 
^^íar  ganaba  hoy  lo  que  había  de  perdrT  mañana,  conservaba 
^Or  anos  lo  que  se  le  quitaba  después  rn  momentos.  Vence- 
dor unas  veces,  vencido  otras,  feliz  en  ocasiones  ó  desf^ra- 
ciado  por  inter\'alos,  templaba  su  energía  en  el  amor  á  su 
Bios,  en  la  defensa  del  país  y  en  el  deseo  vivo  y  permanente  de 
exterminar  á  su  adversario- 
Como  resultado  inmediato  de  aquel  primer  alíentn  bélico, 
nuestros  progenitores  obtuvieron  en  aqueltas  remotas  edades 
^'^ntajas  tan  claras^  que  les  dieron  gradualmente  la  posesión 
^í^olüta,  primero  de  un  castillo,  después  de  una  fortaleza,  ya 
^'^  Una  aldea,  luego  de  una  ciudad,  ó  en  fin  de  una  provincia. 
Cuando  ensancharon  la  base  de  sus  operaciones  y  aumen- 
*^i'On  su  fuerza  y  su  poder,  no  fué  al  cabo  en  corta  escala,  ni 
P*^r  asaltos  temerarios^  como  se  estrechó  el  dominio  aíR^o  y 

r^^i sempiterno  de  los  sarracenos;  fué  más  bien  por  un  sistema 
í^treglado  de  campañas,  por  el  establecimiento  y  organización 
^^Ua  buen  régimen  militar,  por  la  formación  de  lucidos  y 
^^teranos  ejércitos,  y  por  la  creación  de  gobiernos  seccionales 
'iMc  debían  con  el  tiempo  consolidarse  y  centralizar  su  omni- 
potencia. 

No  faltaba,   es  verdad,    al   carácter   rudo   y   bravio  de 
^^uellos  insignes  caudillos,  el  funesto  elemento  de  la  disocia* 


>5G 


Clon  ;  y  por  eso  se  ve,  al  través  del  adelanto  de  su  causa. 
germen  dañino  de  rencillas,  celos,  odios  y  contiendas  intes- 
tinaí:?. 

La  guerra  continuó  con  encarnizamiento  enti-e  esos  dos 
grandes*  bandos,  que  ciertamente  no  podían  presentar  un 
ejemplo  de  rivalidad  más  airada.  El  árabe,  aunque  diestro  y 
valeroso  en  el  combate,  y  muy  mas  favorecido  por  su  habilkíafl 
en  las  artes,  era  un  pueblo  que  ya  se  ablandaba  bajo  las 
influencias  del  lujo  y  la  riqueza,  y  que  comenzaba  a  enervarse 
por  el  abuso  del  placer.  El  godo,  pobre  y  austero,  perseguido 
por  todas  partes  y  educado  en  los  rigores  del  infortunio^  era 
paciente,  sobrio  y  tenaz. 

De  esta  manera,  mientras  los  primeros  habitaban  edejii^ 
y  palacios,  y  mientras  adornaban  su  espíi'itu  con  la  pompa  y 
la  gala  de  la  mas  ílorida  ilustración,  los  segundos  ocupa/)ai\ 
ciudades  de  aspecto   severo  y  triste,    castillos    góticos   cotk 
puente  levadizo^  y  mantenían  su  cerebro  sumergido  en  la  mk:^ 
estúpida  ignorancia,  ó  á  lo  más  lo  cansaban  con  el  estudioj 
fatigoso  de  la  más  abstrusa  íilosofía. 

El  continuo  lidiar,  la  severidad  propia  del  genio  españo" 
la  santidad  de  su  bandera,  el  fuego  sagrado  de  la  patria,  y  ^ 
gran  perseverancia  en  la  empresa  intentada,  acabaron  pe»" 
incorporar  como  pueblo  esclarecido  é  invencible  los  rest03  i 
aquella  antigua  y  soberbia  monarquía,  esparcidos  por  toda 
península. 

Fué  enlonci^s  cuando  la  iberia  comenzó)  á  producir  mls^^ 
lides  y  batalladnres  extraordinarios.  Los  nombres  de  Pvhy^^^ 
y  del  Cid,  las  hazañas  de  los  I.:iras  y  Garcías,  de  los  Tellcí 
Girones,  de  los  Guxmanes  y  Villenas,  á  la  par  que  forniab*»-  "^ 
una  ilustración  bislórica  para  el  país,  derramaban  el  terror  3 
el  espanto  en  los  lilas  enc^migas* 

Esa  larga  serie  de  batallas  reíiítlas  contra  los  sarraceno^* 
coronadas  las  más  veces  por  la  victoria;  las  proezas  acabadaí*/ 
loa  rasgos  lucidos  de  bizarría;  los  distinguidos  hechos  d^ 
valor,  y  la  abnegación  y  desprendimiento  de  tantos  héroes* 
produjeron  lentamente,  pero  liasta  consolidarla  de  una  manera 


.>^^ 


,  inmensa  clase  nobiliaria,  orgiillof? 
iliciones  y  envanecida  con  sus  títulos* 

La  escala  por  la  cual  esos  señores  ennoblecidos  ascen- 
dían á  los  más  altos  honores,  era  fructur>sa  y  ütil  para  el 
Estado;  mas  su  prolongación  y  permanencia  indefinidas 
debían^  mas  tarde  ó  mas  temprano,  pesar  sobre  la  masa  de  la 
poblacióji,  compuesta  en  lo  general  de  siervos  y  proletarios 
conocidos  bajo  los  nombres  de  pecheros  y  colonos. 

Las  tradiciones  religiosas  del  país  habían  establecido 
ilesdc  fecha  muy  anterior,  que  el  apóstol  Santiago  había  pre- 
dicado el  Evangelio  en  la  Península»  El  genio  español,  que 
ivo  siempre  gran  tendencia  al  misticismo  y  á  la  devoción,  lo 
fadoptó  con  fervoroso  calor  como  Patrón  de  las  Españas,  lo 
venero  con  celo,  y  tomó  su  nombre  como  invocaciíjn  de  guerra. 
El  grito  de  iSanliaijo  i/  á  ellos}  llegó  á  ser  en  seguida  señal 
icasi  infalible  de  victoria  para  su  causa,  y  de  muerte  y  derrota 
ira  los  enemigos. 

La  creación  de  las  Ordenes  militares  de  Santiago,  de 
Icantara,  de  Calatrava  y  do  algunas  más,  enalteció  todavía  el 
nio  guerrero  do  los  españoles.  Esas  Ordenes  de  caliaUería 
T^e,  como  la  de  los  Malteses,  eran  la  expresión  devotos  reli- 
giosos y  militares,  tuvieron  grandísima  influencia  en  la  suerte 
J^  las  armas  y  en  las  costumbres  de  la  época. 

El  dogma  catolicu  imperó  desde  luego,  y  su  desarrollo 
ulterior  tuvo  manifestaciones  tan  especiales,  que  la  multipli- 
^*^ci6n,  crecimiento  y  poderío  de  la  jerarquía  eclesiástica, 
"t^gói convertirla  en  poder  casi  soberano.  Numerosas  Ordenes 
**^  iBunjes,  bajo  la  advocación  de  mucíios  santos  del  calendario, 

Í^oron  reuniéndose  y  arraigándose  do  un  modo  tan  fecundo  y 
^ogresivo,  que  al  cabo  de  muy  poco  tiempo  su  dominación 
^góáun  punto  casi  ilimitado,  Y  no  fueron  sólo  los  hombres 
^ís  que  formaron  esta  clase  de  Corporaciones;  también  las 
íiiujeres,  buscando  el  retiro  y  la  soledad,  erigieron  numerosos 
Monasterios;  y  aunque  las  leyes  patrias  sancionaron  siempre 
^1  principio  que  prohibía  la  adquisición  indefinida  de  pro- 
piedad á  las  Corporacinnes,  ya  en  tiempo  de  bis  Reyes  Cató- 


j 


—  558  - 


^icos  se  computaba  que  por  lo  menos  una  tercera  parte  de  k 
suma  total  de  las  rentas  de  la  monarquía  uru  propietlad  excltt  - 
si  va  del  clero. 

Los  diferentes  ejércitos  vencedores,  en  el  gran  trascurscí» 
do  esta  guerra  de  libertad,  fueron  haciendo  paulatinament 
ulteriores  adquisiciones  de  territorio  y  de  ciudades.  La  Penín 
suta  se  dividió  ea  pequeños  y  numerosos  Estados,  en  reina* 
reducidos  y  en  señoríos  individuales,  cuya  ¡historia  miouciüs. 
no  entra  en  las  proporciones  de  estos  reducidos  apuntes. 

Recopilando    los    hechos,    vemos    que    al   correr  de 
siglo  XV,  toda  la  Península,  sin  comprender  el  reino  de  Por 
tugal  y  las   posesiones  moriscas  sobre  la  parte  meridíon 
estaba  dividÍLla  en  cuatro  reinos  piñncipales  :  Navarra,  Leócir 
Castilla  y  Aragón, 

Sobre  el  trono  de  cada  uno  de  estos  reinos,  se  sentaba  u 
soberano  que  con    frecuencia  disfrutaba  más  bien  el  honcí 
de  la  soberanía,  que  la  realidad  y  aprovechamiento  del  mand- 
¡lorque  las  testas  coronadas  de  entonces  disponían  rara  vez 
gran  ri(|ueza,  mientras  que  los  señores  feudales  la  alcanzab^zi 
cuantiosa  y  opulenta.  En  ocasiones,  el  rey  quedaba  en  la  ca  ti^^l 
goría  de  subdito  delante  de  un   poderoso  vasallo,  ó  por     le 
menos  sus  operaciones  políticas  y  su  administración  general, 
se  hallaban  subordinadas  á  la  voluntad  y  a  los  intereses  de  uxi 
extraño.  Valga  sin  embargo  la  justicia  :  fueron  aquellos  los 
tiempos  en  que  se  creó  el  tipo  lionroso  y  bello  que  aun  no  ^^ 
ha  extinguido  totalmente,  y  que  caracterizó  al  español  com^^ 
servidor  obediente  y  sumiso  do  su  Dios,  de  su  rey  y  do  ^^^ 
dama. 

Desde  los  primeros  años  de  la  décimacuarta  centuria,  lí^^^^ 
hijos  de  Pclayo,  del  Cid  y  de  8an  Fernando,  conduciendo  ^^  ^^ 
armas  triunfadoras  de  norte  a  sur,  habíanse  apoderado  deliu*  ^ 
tivamente  de  la  mayor  parte  del  suelo  nacional,  y,  para  pria""^ 
cii)ios  del  siglo  xv,  los  moriscos,  acosados  por  todas  part<a^^ 
tíC  vieron   reducidos  a  dominar  únicamente  ol  reino  de Orífc'^^ 
nada,  situación  para  ellos  que  quedó  positivamente  definid^ 
en  el  curso  del  mismo  siglo,  y  ípie  debía  terminar  con  él  pt>^ 


ñú  abalVmicnto  completo  de  la  media  luna,  por  la  derrota  total, 
por  un  tratado  humillante  y  por  la  expatriaciun  después. 

A  meilida  que  tales  ventajas  obtenía,  España  daba  pasos 
.-uf<?aiitescos  en  la  carrera  de  la  civilización,  tal  cual  se  entendía 
^u  aquella  época.  La  opulencia  de  la  nobleza  llegó  á  ser  ver- 
daderamente fabulosa;  el  clero  se  engrandeció  fuera  de  toda 
proporción,  bajo  los  auspicios  favoral)les  de  la  piedad  reliííiosa 
<:^ong6iiita  á  los  naturales;  el  potler  militar  tomó  dimensiones 
x-inponderables  y  reglamentó  sus  ordenanzas  do  un  modo  supc- 
i*ior  á  todos  los  otros  estados  europeos ;  las  ciencias  y  las  artes 
domaron  un  vuelo  y  un  aliento  inusitados;  escuelas,   colegios 
y  universidades  se  establecieron  con  brillo  y  con  provecho; 
los  viejos  ro!nanceros,  cantores  imperfectos  de  las  hazañas  de 
los  héroes  primitivos,  se  convertieron  en  poetas  de  primera 
ciarse;  el  idioma  se  cultivó  y  se  castigó;  los   estudios  histó- 
i*icosy  fdnsóíicos  inauguraron  un  porvenir  glorioso;  la  meta- 
ffeica  y  la  teología,  Sí>]irc  todos  los  demás  ramos  del  sabcr^ 
cXiHÍ rutaron  una  prelerencia  ilimitada,  y  todo,  en  lin,  lo  que 

P puede  contribuir  al  engrandecimiento  de  un  pueblo,  principió 
m    mostrar  señales   evidentes  de    una    existencia     rol)Usta, 
^nú  rgica  y  varo  ni!. 

Los   esfuerzos  propios  ilel  español,  y  la  inlluencia  del 
sal>er  arábigo  con  todos  sus  fecundos  adelantos  y  su  espíritu 
^'^r*o  y  educadoj  contribuyeron  no  poco  al  complemenlo  del 
Proy^,ii2i  ¿Q  la  civilización. 

Fuera  de  la  inOuencia  del  carácter  árabe  en  las  evolu- 
cjo^^.g  niaravillosas  de  su  fuerza,  contaba  también  aquella 
^*^^^iedad  con  la  ayuda  de  la  raza  hebrea,  que  se  había,  desde 
tie:i-^pQg  muy  remotos,  abrigado  en  Iljeria  contra  his  persecu- 
^**^  Jt  íes  incesantes  que  acompañan  y  lian  acompañado  siempre  la 
^t^Tobación  tradicional  fie  su  nombre.  Los  israelitas  animaban 
^cl  ^^iomerci o,  engrandecían  el  tráfico  y  profesaban  las  ciencias 
^^  distilo  de  entonces.  Ellos,  los  árabes  y  algunos  descendicn- 
^^  de  los  godos  mantenían  tirante  la  imaginación  de  la 
P^^Tjc,  con  los  pretendidos  secretos  y  la  posesión  exclusiva  de 
la^  verdades  preconizarlas  por  las  ciencias  ocultas.  De  los 


-  562  — 

y  en  el  Estado  la  necesidad  urgente  de  cuantiosas  riquezas  pa 
subvenir  dignamente  á  tan  crecidos  gastos.  En  tal  virtudJ 
agregando  esta  poderosa  causa  á  las  otras  existentes,  llegad 
ser  precisa  la  vida  de  aventuras  y  adquisiciones,  ala  cual 
dio  en  masa  una  gran  parte  de  la  nación.  A  ese  espíritu  cod 
cioso   y   necesitado,  respondió  oportunaniento  el  desculx 
miento  del  Nuevo  Mundo. 

Los  raudales  de  oro    que  de  este  Continente  comer 
como  por  encanto  hacia  el  antiguo,   pusieron   el  colmo 
relinamiento  dek  lujo  peninsular.  La  Cbrtc  que,  d^de  époc 
anterior,  alcanzaba  ya  la  nombradla  de  ser  una  de  las 
elegantes  y  suntuosas  de  Europa,  llegó  en  poco  tiempo  á 
grado  de  fausto  y  esplendor  deslumbradores. 

La  molicie  y  la  pereza  invadieron  instantáneamente.  Lü 
ejercicios  duros  de  la  guerra  antigua  y  el  Juicio  de  Dios  á 
.sangre,  cedieron  el  puesto  á  los  festines  y  saraos,  á  las  corrid 
de  cañas  y  sortijas,  á  los  torneos  y  las  danzas^  á  los  toros 
galanteos,  á  la  caza  y  á  la  siesta.  Entre  los  divertimientos  y  1 
devoción,  siguió  rodando  la  vida  de  un  pueblo  que  en  lo 
pasados  siglos  no  había  hecho  otra  cosa  que  agitarse  en 
trabajo  y  batallar  constantemente.  El  tesoro  público,  replc 
con  las  rentas  quesuniinisfraba  la  América,  y  el  bolsillo  de  Id 
particulares,  provisto  con  el  producto  del  merodeo, 
al>aslo  para  todo. 

Sin  embar<ío,  la  rica  y  fértil  savia  contenida  en  los  rae 
medio  degeneradoK  de  aquel  viejo  y  noble  ti-onco,  no  .se 
de  repente,  porque  en  mecho  de  ese  cambio,  desventajoso 
verdad,  el  país  continuó  dando  muestras  supremas,  aui 
raras,  de  su  pasada  y  asombrosa  fecundidad- 
Al  mismo  tiempo  que  se  tomaba  la  ciudad  de  Granada 
ajustaba  en  la  do  Santafé,  con  un  aventurero  inmortal, 
célebre  contrato  qno  debía  dar  por  resultado  el  descubrímie 
y  conquista  de  América. 

La  suerte  de  ese  aventurero,  sus  proezas,  el  aUentoi 
gotable  de  su  genio  y  las  peripecias  de  su  vida,  deboreinC 
revisarías   nosotros,   para  Ilec^ar  lentamente  á  bosquejar 


m.í 


de  nuestra  conquista,  episodio  corto,  si  se  quiere, 
tUiUspcnsable  á  nuestros  estudios  localey. 
Los  hombres  que  quedaban  después  de  la  Loma  de  Gra- 
,  y  que  debían  correr  el  mundo  en  busca  de  aventuras,  de 
y  de  nuevas  posesiones,  eran  efectivamente  ricos  en 
llades,  y  como  señalados  por  la  Providencia  para  aquel 
ito. 

Aunque  emineutemcnte  antipáticas  entre  sí  las  razas  goda 

iHsca,  y  aunque  la  última,  á  pesar  de  ser  conquistadora,  no 

>  jamás  imponer  a  la  primera  su  religión,  sus  leyes  y  sus 

umbres,  la  larga  dominación  y  el  contacto  foraado  entte 

'os  pueblos,  debieron  dejar  caer  recíprocamente,  el  uno 

B^cel  otro,  el  influjo  de  la  lengua  y  de  la  sangre.  El  idioma 

Jañol  asimiló  para  sí  una  multitud  de  voces  de  la  lengua 

jiga,  y  los  habitantes   tinturaron  en  parte  el  color  ingó- 

de   la  casta  con  el  moreno  concentrado  de  los  árabes  del 

irto. 

El  tipo  físico  del  peninsular  tenía  mucho  de  bello,  por  \6 
üncíado  y  preciso  íle  las  facciones  que  caracterizan  la 
caucásica  en  toduel  esplendor  de  su  inteligencia.  Moreno 
jor  en  general,  de  pelo  y  barba  negros  y  abundantes,  de 
oscuros  con  mirada  fuerte  y  decidida^  de  estatura 
ar,  bien  proporcionado  en  sus  miembros,  de  nuiscu- 
i  resistente  y  de  ademán  suelto  y  fiero,  quedaba  como 
adopara  ejercitarse  dignamente  en  la  profesión  gloriosa 
i  armas.  Los  acontecimientos  han  demostrado  que  estas 
cienes  de  organización  entraron  por  mucho  en  el  éxito 
e  sus  empresas, 

^os  soldados  eran  fuertes,  infatigables,  valerosos,  y  en  su 

r  parte  veteranos.  Los  marinos  eran  hábiles,  arrojados, 

de  intrepidez,  perseverantes,  y  familiarizados  con  los 

.  Unos  y  oíros  disponían  de  las  mejores  armas  y  pertre- 

onocidos  hasta  entonces.  Sabían  el  manejo  del  cañón, 

abuz  y   de  la  ballesta ;    manejaban   diestramente  el 

la  espada,  la  lanza  y  el  caballo ;  tenían  perros  crueles 

CCS  que  despedazaban  las  entrañas  del  hombre;  poseían 


—  564  — 

pólvora  en  abundancia,  plomo,  metralla  j 
ríales  de  guerra. 

Además,  estos  aventureros  que  ven: 
en  tropel,  estaban  provistos  de  un  celo  r 
un  profundo  amor  á  la  patria,  de  una  cié 
reyes ;  traían  consigo  ministros  que  exal 
literatos  que  mantenían  frescos  los  rec 
brillantes  de  sus  antepasados,  y  magi 
mantener  las  prerrogativas  y  los  derech 

Con  esta  clase  de  rivales  debían  con 
América,  cuya  situación  y  recursos  hemo 
pintando  los  naturales  antioqueños.  Ava: 
estudio  de  los  acontecimientos  históricos. 


CAPITULO   CUARTO 


Cristóbal  Colón 


[Su  vida.  —  Descubrimiento  de  Aiaérica.  —  Golfo  del  Darían. 


Su  vida.  —  Hay  una  historia  en  el  mundo  que  ee  halla 
ta  en  una  gran  porción  de  libros ;  historia  conocida  por 
-^^das  laís  naciones  de  la  tierra,  y  narrada  con  exquÍBÍto  gusto 
?^r  muclios  autores  ilustres;  historia  que  repite  á  cada 
■^^ojnento  infinidad  de  gentes,  y  que  conocida  por  ol  pueblo  y 
*^^eñada  en  las  escuelas,  está  tan  universalmente  esparcida, 
I^o  luí  veniilo  á  ser  del  dominio  del  vulgo,  Esa  historia  encierra 
'^  sí  una  filosofía  tan  profunda,  tan  rica,  tan  poderosa  y  tan 
^büme,  es  tan  encantadora  en  su  narración,  tan  llena  de 
Pieodios  interesantes,  tan  provechosa  para  ser  sabida ,  tan 
^til  para  ser  conservada  en  la  memoria,  y,  sobre  todo,  tan 
^losal  y  magnífica  por  su  valor  real,  que  nunca  deberemos 
^tigarnos  de  su  estudio  y  de  su  meditación.  Esa  leyenda  a  que 
!^s  referimos,  es  la  historia  de  !a  vida  de  Cristóbal  Colón, 
©ecubridor  de  América. 

Intentamos  ponerla  en  nuestro  libro  como  un  capítulo 
ispensable  para  la  inteligencia  fácil  del  resto  de  nuestro 
rito.  Lejos  de  nosotros  la  idea  de  pretender  la  formación 


^  566  — 

de  un  cuadro  cuyos  vivos  y  bien  distribuidos  colores  se  Üalleí 
en  perfecta   arninnía  con  la  alta  magnincencia  del  asun^ 
Estamos    íntimamente    persuadidos   de   que    nuestro   dé 
aliento  de  escritores  no  alcanza  para  tanto,  y  por  eso 
rimos  la  cosa   tal  con^o   la   liemos   aprendido   on    nuestl 
lecturas,  sin  atavíos,  sin  lujo,  sin  galanura  y  sin  frases  pofl 
posas  y  escogidas.  Todo  irá  simple  y  sencillo,  como  si 
tratara  de  contar,  al  abrigo  del  hogar  doméstico,  unahistorir 
cualquiera  para  solaz  y  contentamiento  déla  familia,  Actv 
nuestro  asunto  contenga  en  sí  una  savia  tan  opulenta,  i 
susta acia  tan  abundante  y  un  interés  tan  natural  y  feliz,  quei 
sola  enunciación  sea  bastante  para  cautivar  la  atención  de 
lectores. 

CicrtamentCj  la  carrera  de  Colón,  prescindiendi»  úv  Itij 
hechos  subalternos  y  de  las  aventuras  providenciales  de 
existencia,  abarca  en  sí  un  punto  culminante  do  prodigic 
colosal  grandeza  :  el  hallazgo  meditado  y  profético  á&4 
nuevo  mundo.  Hay  en  esa  materia,  si  nuestra  sensibilM 
])ara  valorar  las  cosas  no  desvía  nuestro  juicio,  algo  semeja 
á  una  jornada  del  Génesis,  porque  la  obra  de  nuestro  genol 
remeda  una  segunda  creación. 

Difieren  los  historiaílores  acerca  del  lugar  en  quei 
Clolón;  pero  la  opinión  corriente  y  más  aceptada  hoyi  te 
por  patria  la  ciudad  de  Genova,  y  por  fecha  de  su  nz 
el  ano  de  1436,  Llamábase  su  padre  Domingo  Colón,  y  I 
madre  Susana  Fontanar<isa;  tuvo  dos  liermanos,    Bartolón 
y  Diego;  y  era  su  familia  la  de  los  Pel(\stieles,  oriuu^ 
Lombardía* 

Hizo  Colón  sus  primeros  estudios  en  la  Universic 
Pavía,  manifestando  desde  muy  temprano  poderosos 
intelectuales,  y  una  señalada  y  preferente  aplicación  al  eí 
de  la  matemática,  en  la  cual  llegó  áser  sobroKalientt* 
tiempos  que  corrían.  Las  ciencias  exactas,  que  del^ 
pedestal  de  su  grandeza,  absorbiei*on  toda  su  al-ención. 

Aunque  decidido  por  el  estudio  de  las  ciencias  físk 
¡oven  genovée  estuvo  dotado,  desde  su  mis  tierna  odadj 


—  567  - 

^ifta  organización  delicada  y  sensible  que  lo  aiTastraba  como 
por  magia  átoda  empresa  do  aventuras. 

De   catorce  ailos  de  edad,  so  arrojo  Colón  en  la  vida 

^íídosa  y  conmovedora  de  Ins  mares;  pero  su  primer  viaje  de 

//nportancia  tuvo  lugar  en  1459,  haciendo  parte  de  unaexpe- 

(licióa  montada  en   Genova  por  Juan  de  Anjou,   duque  de 

^Cala^bria,  can  el  fin  de  recuperar  á  Ñapóles  para  su  padre 

fíoi^é,  conde  de  Provenza. 

Se  sabe  que  Colón  llegó  á  Lisboa  en   1470,  en  donde 
coi>.o<3i¿  ^  D"  Felipa  Muñiz,  hija  de  un  navegante  famoso,  con 
la  ovial  casó,  y  de  la  cual  tuvo,  viviendo  .en  Portosanto,  á  su 
l^ijo  Diego. 

En  el  intervalo  comprendido  entre  su  primer  viaje  como 
w^^-viiio,  hasta  la  época  que  hemos  lijado  como  de  su  aparo- 
cimiento  en  Portugal,  el  errabundo  italiano  recorrió  toda  la 
escala  de  su  futura  profesión,  ya  en  viajes  de  cabotaje,  ya  en 
largas  expediciones,  y  casi  siempre  en  la  marina  mercante.  El 
Adriático  y  el  Mediterráneo  al  principio,  y  más  tarde  el 
Atlántico  ha^ta  Madera  y  Canarias,  ocuparon  sus  primeros 
trabajos  y  fueron  teatros  alternativos  desús  brillantes  y  soste- 
nidos estudios. 

Durante  todo  este  tiempo,  la  práctica  constante  y  la 
kiplicación  asidua  a  las  observaciones  náuticas,  le  dieron  ima 
l^pericia  suprema  en  el  Océano,  y  le  colocaron  en  primer  tér- 
mino entre  los  pilotos  contemporáneos.  En  aquella  vida,  sus 
Lrelaciones  fueron  vastas,  y  la  referencia  diaria  de  la^  di  fe- 
trentes  aventuras  de  los  navegantes  del  siglo,  contrilmyeron 
[en  gran  manera  á  dotarle  con  la  rica  erudición  que  le  hizo 
kHtempre  tan  familiares  las  cosas  de  su  oficio. 

Por  muerte  de  su  suegra  Bartolomé  Muñiz  de  Peres- 
trello,  heredó  Colón  los  apuntes  y  cartas  de  mareai*  traba- 
Ljadas  cnn  grande  esmero  y  ciencia  por  aquel  célebre 
navegante.  Esto^  el  estudio  prolijo  que  de  tales  documentos 
practicó,  el  conocimiento  y  trato  frecuente  con  centenares  de 
marinos  portugueses,  y  un  viaje  que,  según  se  dice,  hizo  en 
febrero  de   1477  por  el   norte  de   Europa   hasta  Islandia, 


-  568  — 

completaron  en  él  la  capacidad  suficiente  y  el  docto  brío  que 
debían  enipujaiie  a  la  consecución  de  un  intento  concebid 
desde  1474,  y  que  consistía  en  buscar  un  nuevo  camino  poíj 
el  mar  de  Atlante  para  las  Indias  orientales. 

En  1484,  llevando  por  la  mano  á  su  hijo  Diego,  desem- 
barcó en  el  puerto  de  Palos  de  Moguer,  cuando  frisaba  ya  cooM 
los  cincuenta  años  de  su  edad.  Acababa  de  dejar  el  reino  de  ■ 
I^ortugal  y  las  repúblicas  de  Genova  y  de  Vonecia,  que  no 
habían  querido  proteger  la  empresa  de  descubrir  un  mundo 
nuevo,  y  llegaba  á  España  para  pedir  ayuda  á  los  Rey 
Católicos  Fernando  é  Isabel. 

En  el  puerto  de  Palos  halló  Colón  simpatía  y  estima-^ 
ción  en  el  guardián  del  convento  de  la  Habida  fray  Juaa. 
Pérez  de  Marchena,  y  en  el  médico  de  aquel  lugar,  llamado 
Garcí- Fernández,  uno  y  otro  aficionados  á  los  estudiosj 
náuticos,  y  por  consejo  de  éstos  se  dirigió  á  la  Corle  p 
entenderse  con  los  soberanos. 

La  coyuntura  para  presentarse  á  los  Reyes  no  era  fávi 
rabie;  pero  las  profundas  convicciones  del  marino,  la  fe  JTJ 
entusiasmo  de   fray  Juan    Pérez   de    Marchena   y  el  sagai' 
consejo    de    Garcí-Fernánilez,    dominaron,    y    el    viajo    se 
efectuó. 

Fray  Juan  I^érez  había  sido  confesor  en  otro  tiempo  ik 
la  reina  D*  Isabel  la  Católica,  y  era  entonces  amigo  íntimo  ÚQ^ 
Hernaiulo  de  Talayera,  liombre  importante,  de  la  privanza  de¡ 
los  soberanos  y  confesor  de  la  misma  reina.  Para  est< 
personaje  llevó  D.  f'ristóbal  uiui  carta  de  introducción^ 
escrita  por  Pérez,  la  cual  contenía  una  fervorosa  recomendíi 
ción  personaK 

Hernando  de  Talavera  era  personaje  incapaz  de 
prender  el  alcance  de  las  ¡deas  del  italiano,  ambicionaba 
mitra,  profesalia  principios  de  neta  intolerancia;  y  por  no 
hallar  armonía  entre  las  promesas  y  creencias  del  i*ecomou^ 
dado,   con  su   ortodoxia  á  la   moda  del  tiempo,   lo  rocibi 
con  desdén  y  uo  le  prestó   apoyo  para  la  ejecución   de  a 
proyecto. 


—  569  — 

No*  podían  ser  peores  los  auspicios  con  los  cuales  tropo- 
la  empresa   del  ambicioso  navegante  ;  estaba    escaso 
ineros;  se  presentaba  con  la  librea,  si  no  de  la  mendi- 
új  sí  por  lo  menos  con  la  de  una  penosa  escasez.  La  tarea 
Relacionarse  era  imposible  por  entonces,  porque  los  Reyes 
an  ocupados  en  su  caro  empeño  de  triunfar  de  los  mo- 
s. 

Los  soberanos,  sin  embargo,   después  de  conocer   su 

anda  y  de  considerar  su  solicitud,  lo  entretuvieron  con 

Dionessin  fin,  pnrcpie,  aunque  poco  coLifiados  en  la  certeza 

■«US  promesas,  el  tipo  de  su  carácter  los  obligaba  á  pos- 

ijer  de  un  modo   indefinido  la  solución  del  asunto,   por 

osímil  y  vano  que  les  pareciera,    no  queriendo  dejar 

ar  nunca  ni  el  más  leve  indicio  ni  la  más   niíninia  cir- 

ancia  que  pudiera  redundar  en  provecho  suyo  y  de  la 

arquía. 

Convocados  por  el  soberano  los  sabios  más  conspicuos 
reino,  se  reunió  una  junta  en  la  Universidad  de  Sala- 
tca,  á  la  cual  fueron  sometidos  los  planes  y  proyectos  de 
Ion.  La  docta  asamblea,  con  rarísimas  excepciones, 
íficó  la  empresa  como  quimérica  y  como  ilusoria.  Algunos 
igiosos  de  San  Esteban  comprendieron  sin  embargo  la 
,itud  de  los  razonamientos;  pero  sus  opiniones  y  votos 
ron  ahogados  por  la  gran  mayoría  que  sostuvo  un 
miento  contrario.  Esta  célebre  junta  se  celebró  en  el 
no  de  148G. 

urante  el  proceso  de  este  mismo  año,  el  futuro  descu- 
ir  de  América  vivió  en  Córdoba  como  tle  limosna  en  la 
de  Alonso  de  Quintanilla,  secretario  privado  de  la  reina 
[sabel.  Ya  en  esta  época  había  el  ilustre  aventurero  en- 
en  amores  con  D*  Beatriz  Enríquez,  dama  noble  de 
loba. 

Jon  el  eficaz  apoyo  de  esta  señora,  sus  conexitínes  se 
dieron  y  mejoraron  notablemente.  A  la  sazón  nació  su 
Fernando,  quien  fué  más  tarde  su  historiador.  Por  la 
,d  con  Quintanilla  ganó  el  carino  de  la  marquesa  de 


570 


Moya,  ílamnda  la  Latina,  camarí 


de  la  rema  ^ 

grandes   iivilüenriat^   subre  sii  ospíritu.  Tuvo  también 
cioncs  amisLusas  con  Luis  de  Sanlangel,  y  niercciu  el  apoy^ 
la  pi'oterríüii  de  éste,  j 

Üebde  la  primera  junta  convocada  en  Salamanca 
revisar  y  conocer  el  valor  de  las  opiniones  de   Colóa; 
pracücabilidad  desús  intentos,  hasta  el  nño  de  1490,  eo 
ocurrió  otro  congreso  cienlíüco,  reunido  con  el  mismo  int 
y  provocado  por  la  cooperación  lavorablc  de  sus  am^ 
pero  seguido  délos  mismos  desfavorables  resultados,  la 
tencia  de  aquel  hombro  predestinado  fué  varia  y  angusl 
Viviejulíí  en  ocasiones  á  favor  de  la  niuniíícencia  di 
protectores,  recibiendo  de  vez  en  cuando  la  graciosa  peni 
asignada  para  sus  gastos  por  el  Gobierjn*,  seguía  por  tem] 
radas  el  giro  de  las  operaciones  militares  de  los  cjércit 
lidiaban  C!>ntra  los  moros,  ó  establecía   teniporalme 
residencia  en  diíorentes  ciudades  del  reino*  Con  esto 
alternativamente  de  la  escasez  á  la  holgura,  de  la 
esperanza,  de  la  ilusión  al  desengaño,  combatiendo  a! 
veces  valerosamüiite   por  la  fe,   razonando    constante! 
con  elocuencia  sobre   el  objeto  de   sus  miras,  y  catenl 
siempre  con  tesón  la  verdad  de  sus  ideas  en  el  fuego 
de  ki  íX)nvic<^ión. 

El  mal  éxito  obtenido  en  la  última  deliberación  q' 
lugar  en  Sahimanca,  puso  el  colmo  á   la  resignacióni 
pacieticia    del  genovés.  Desesperado,    arrepenlidí>    de 
suplicar,  persuadido  de  la  ineticacia  de  sus  ruegos  y 
mesas,  pero  cüu\  eneldo  siempre,  resolvió  llevar  las 
sienes  de  su  importante  solicitud  á  otros  países  y  á 
soberanos. 

Antes  de  poner  en  práctica  esta  última  idea,  de 
visitar  una  vez  mas,  para  despedirse  de  él,  á  su  amigo 
chenu.  Kstc,  Gaj'cí-Fernández  y  Martin  Alonso  Plni 
hicieron  intervenir  el  influjo  de  su  amistad  y  el  interés  extrii 
dinario  de  la  empresa,  para  disuadirlo  de  su  empeño  y  rt 
nerlo  en  España. 


571 


los  moriscos  de  Granada  esbiba  en  lo 
it^ijkiá  empeñado  de  su  último  período;  el  rey,  la  reina,  ol 
e/^ixito,  la  nobleza,  el  clero  y  el  tesón»,  tenían  todas  sus 
fu«:?^Tzas  concentradas  y  lijas  sobro  la  consecución  de-  la 
TÍcs^toria,  de  suerte  que  pensamientos  de  otro  género,  aspira- 
do mies  distintas,  trabajos  extraños  á  ésta,  ó  cosas  que 
pm. «dieran  divertir  su  atención  de  tomaíla  obra,  eivín  inacep- 
tables. 

Sin  embargo,  el  taimado  rey  Fernando,  que  algo  vislum- 
br^sibade  grande,  de  glorioso  y  de  útil  para  su  reino  en  el 
proyecto  de  Colón,  se  estaba  siempre  respecto  á  él  en  la  región 
de  las  dudas  y  de  los  halagos,  de  las  negaciones  y  de  las  reti- 
cencias, de  las  esperanzas  vagas  y  de  las  grandes  dificultades ; 
todo  con  el  fin  de  crear  dilaciones  y  demoras,  que,  haciéndole 
gallar  tiempo,  detuvieran  a  su  lado  al  pobre  aventurero. 

El  duque  de  Medinaceli,  amigo  íntimo  de  Culón  y  dueño 
de  muchos  caudales,  tuvo  por  esto  tiempo  In  idea  fugaz  do 
^i*riiar  una  expedición  a  su  costa,  mandar  en  ella  como  jefe  al 
geriovés  y  protegerlo  decididamente.  El  noble  patricio  desistió 
b^Ori  pronto  de  esa  fantasía,  porque  supo  que  en  la  Corte  se 
'^^í^aba  con  celos  su  proyecto,  y,  más  qnc  todo,  porque 
*^^oció  de  ciencia  cierta  que  el  monarcn  veía  de  reojo  su 
''^t^nto. 

Los  amigos  de  Col«*n  patrocinaron  un  puco  sus  trabajos 
^^  la  Corte,  buscándole  ayuda  eficaz  con  ardoroso  afiín  ;  pero 
^  t>esar  del  entusiasmo  que  en  ello  gastaron,  la  ocupación 
*^'^^ínpre  creciente  y  premiosa  ríe  la  toma  de  Granada  destruyó 
^*^^os  los  pasos  dados  con  tal  lin. 

Fué  también  por  este  tiempo  cuando  el  esclarecido  navc- 
?^tite  escribió  una  carta  al  rey  de  Francia  bablandi>le  do  su 
Proyecto  y  pidiéndole  su  cooperación.  La  contestación  tué,  se 
4^ Ce,    muy   favorable,    pero    inconvenientes  y    retardos  de 
diferentes  clases  frusta  ron  esta  nueva  tentativa. 

El  celo  amistoso  y  cordial  de  Marchena  por  su  antiguo 
íiuésped,  no  se  abatió  nunca;  continuó  con  energía  sus 
gestiones  en   palacio,  desplegando  en   todas   ocasiones   un 


—  572  — 


fervory  una  pasión  y  una  elocuencia  tan  sólidas  y  convincentes 
en  sostenimiento  de  sus  aspiraciones^  quezal  fin,  porsuper**^- 
vcrancia,  por  la  de  sus  partidarios,  y  muy  especialmente  por 
el  influjo  de  Diego  de  Dcza,  Colón  obtuvo  que  se  le  llamara  de 
nuevo  al  campamento,  que  se  le  asignara  una  pensión  del 
erario  y  que  se  le  oyera  otra  vez.  Aiuvados  entonces  loi¿ 
esfuerzos  del  buen  fraile,  de  Quintanilla,  de  la  marquesa  de 
Moya,  de  Geraldino,  maestro  de  los  hijos  de  Fernando,  y 
todos  los  partidarios  de  la  empresa,  se  proaidió  con  tesón  y 
obró  oportunamente,  porque  la  circunstancia  feliz  del  triuu(Q_ 
sóbrelos  moriscos  llegó  como  caída  del  cielo  en  auxilio  del 
solicitud. 

En  la  ciudad  de  Santafé,  sobre  la  llanura  de  Graiiad 
cuartel  «general  del  ejército  español,  tuvieron  lugar 
nuevas  conferencias  epie  dieron  por  i'csultado  el  célebre  coi 
trato  entre  Colón  y  el  rey  Fernando,  Decimos  el  rey  Fer- 
nando por  respeto  á  las  prerrogativas  conyugales,  porque  la 
justicia  histórica  pediría  más  bien  que  se  dijese  la  reina 
Isabel.  Ltis  tres  reinos  españoles  estaban  todavía  divididos, 
aunque  goljernados  por  común  acuerdo  de  los  tíos  egregios 
monarcas,  y  el  contrato  á  que  vamos  reliriéndonos  no  se 
concluyó  efectivamente  sino  á  nombre  de  Castilla,  D*  Isabel, 
oyendo  al  inspirado  piluto,  consiguió  encarnar  en  todo  su  ser 
la  exactitud  de  los  razonamientos  oídos,  se  inspiró  ella 
misma,  tlescnvolvió  en  su  claro  y  limpio  cerebro  el  vasto 
campo  íle  gloria  que  se  ofrecía,  y  dedicó  a  la  empresa  la  más 
ardiente,  la  mas  liberal,  la  más  generosa  y  la  más  exaltada 
protección. 

El  17  de  abril  de  141)2  e^  la  fecha  memorable  del  célelir* 
convenio  que  debía  poner  a  la  faz  de  un  mundo  \iejo,  uii 
mundo  nuevo.  Por  el  tenor  de  esc  convenio,  Colón  obtuvOi 
entre  otras  ventajas,  el  nombramiento  de  Almirante,  deAd<^ 
lantado  y  de  Viroy ;  la  inspección  suprema  sobre  la  admintd 
tración  de  los  países  descubiertos,  lá  décima  parte  de  loe 
rendimientos  que  ellos  produjeran,  y  el  derecho  hereditario  di 
éstas  y  otras  prerrojzativas. 


arregladas  las  bases  definitivas  que  debían  servir  para 
la  prosecución  del  intento,  los  Reyes  expidieron  órdenes 
precisas  para  que  el  puerto  de  Palos  sirviese  como  punto  de 
partida  para  la  expedición,  y  para  que  en  él  se  biciescn  todos 
los  preparativos  conducentes  á  su  buen  logrr j  y  ejecución.  El 
teaoro  estaba  un  poco  vacío;  pero  Luis  de  Santángel,  tesorero, 
ofreció  anticipar  algunos  fondos,  y  además  la  regia  munifi- 
cencia de  D"  Isabel  alenilió  con  mano  larga  a  todas  las 
exigencias  del  momento. 

El  nombramiento  áe  su  hijo  Diego,  el  8  de  mayo  de  92, 
como  paje  del  príncipe  Juan,  heredero  del  trono,  patentiza 
que  ya  su  nombre  haliía  entrado  en  la  esclarecida  filiación  de 
las  más  nobles  familias  españolas. 

El  12  tie  mayo,  cuatro  días  después  del  noml>ramiento  de 
su  hijo,  dejó  el  Almirante  la  Corte  para  seguir  al  puerto  de 
Palos.  Diez  y  ocho  años  habían  trascurrido  desde  que  este 
hombre  eminente  había  iniciado  su  primera  idea,  hasta  el 
día  en  que  supo  hacerla  aceptar,  y  la  mayor  parte  de  ese 
tiempo,  ó  todo,  para  hablar  con  más  propiedad,  lo  había 
pasado  en  la  mayor  miseria,  siendo  objeto  de  las  burlas  de 
casi  todo  el  mundo.  Cuando  su  pei'scverancia  triunfó,  tenía 
cincuenta  y  seis  años. 

Conseguidos  bien  ó  mal  los  auxilios  deseados,  y  pronto 
lodo  ya  para  darse  á  la  vela,  resultó  que  a  principios  del  mes 
de  agosto  la  reducida  expedición  estaba  dispuesta  como 
sigue  ;  de  las  tres  carabelas,  la  primera,  la  más  grande,  la 
Santa  María,  debía  ir  dirigida  por  Colón  ;  la  segunda,  llamada 
la  Pinta,  la  montaba  Martín  Alonso  Pinzón,  con  so  hermano 
Francisco  Martín  como  piloto;  la  tercera,  la  Niña,  iba  á 
órdenes  de  Vicente  Yañez  Pínz«>n.  Sancho  Ruiz, Pedro  Alon*5o 
Niño  y  Ijartolomé  Roldan  venían  como  pilotos;  Rodrigo 
Sánchez  de  Segovia  como  inspector  general  de  la  armada; 
Diego  de  Aranacomo  alguacil  mayor,  y  Rodrigo  Escobar  como 
notario  reaL  Venía  además  un  medico. 


Descubrimiento  de  América.  —  El  viernes  3  de  mayo 


4 


del  año  y  mes  citados,  por  la  mañana ^  después  de  haber 
una  misa  solemne  y  hc(  ])«>  los  preparativos  de  coñete] 
adecuados  á  la  gravedad  tic  la  circunstancia,  salió  el  Al 
rante  de  la  barra  de  Saltes,  pequeña  isla  formada  por 
brazos  del  Odiel,  frente  á  la  ciudad  de  Huelva.  El 
tercero  de  su  salida,  clio  la  Pinta  señales  de  hallarse 
mala  situación;  el  genovés  comprendió  que  el  daño  p\ 
venía  de  los  dueños  mismos  de  la  carabela,  Gómez  fía^s* 
om  y  Cristóbal  Quintero,  que  habían  sido  compclido^ 
por  la  violencia  á  emliarcarse  y  que  anhelaban  ser  dej^ 
dos  atrás.  Se  remedió  el  mal  en  lo  posible  para  pocJe? 
llegar  á  Canarias,  donde  arribó  la  mezquina  flota  el  9 
setiembre. 

En   aquellas   islas    se   tletuvit  ron    un    tanto,  mienti 
reponían  la  Pinta;  pero  hubieron  de  dejarlas  con  más  prest" 
de  lo  que  quisieran,  porque  tuvieron  noticia  de  que  ciei 
buques  portugueses  venían  espiándolos  con  el  fin  de  pren 
á  Colón.  Parece  que  los  portugueses,  arrepentidos  por  hai 
dejado  pasar    la   propicia  ocasión   que  se   les  presentó 
sacar  ventajas  del  sabio  italiano,  procuraban  detenerla  á 
tranco. 

Al  embarcarse  por  segunda  vez,  zarpó  la  m 
drilla  de  la  isla  de  Gomera  y  tomó  rumbo  hacia  el  occidon 
La  falta  de  viento  favorable  demoró  la  marcha  por  tres  díaa 
esas  iiunediaciones,  hasta  que  el  doujingo  siguiente  so  dr 
la  isla  de  Hierro,  última  de  las  Afortunadas.  Al  abandonan 
t?8tc  punto,  (lió  el  Almirante  orden  a  los  otros  capitanes pflfi* 
que,  en  caso  de  una  separación  involuntaria^  navegaaeo 
setecientas  leguas  hacia  el  ocaso,  y  que  de  allí  en  ad»  i  i'i 
anduviesen  con  cautela  y  prudencia,  por  lasegura  vecinda  :  i: 
la  tierra. 

El  i  I  de  setiembre,  estando  á  ciento  cincuenta  kfliv 
de  Hierro,  encontraron  iu\  mástil  flotante  sobre  el  mar, 
(¡ue  debió  pertenecer  á  un  buque  de  ciento  cincuenta  I 
ladas  y  que  parecía  haber  permanecido  largo  tiempo 
agua. 


—  57:j  — 

El  1 3  del  mes  citado,  á  doscientas  leguas  de  la  iiiisma  isla, 
iicAá  Colón,  por  primera  vez,  las  variaciones  de  la  brújula,  lo 
lie  atribuyó  á  que  la  estrella  polar  describía  diariamente  un 
Jcíreulo  al  rededor  del  polo. 

El  1 4,  los  viajeros  se  alegraron  por  lo  que  creían  anun- 
cios de  tierra.  Vieron  luia  gaviota  y  uii  pájaro  llamado  rabo 
dejuncc»,  y  en  la  noche  siguiente  fueron  sobrecogidos  de  un 
I  gran  susto  á  la  vista  de  un  meteoro  luminoso.  El  mar  estaba 
«umumente  quieto,  y  comenzaron  á  encontrar  yerbas  niarinaa 
y  raíces,  que,  á  medida  que  avanzaban,  aumental>an  en  can- 
tidad. 

La  navegación  iba  ya  larga;  la  distancia  que  st/paralra 
del  suelo  patrio  á  los  atrevidos  navegantes,  era  enorme;  las 
señales  de  la  tierra  próxima  habían  salido  fallidas;  el  mar 
Inchuroso  y  vasto  se  ofrecía  solitario  é  inünito,  y  nada  revé- 
Taba  el  fin  cercano  do  una  peri^grí nación  tan  llena  de  teme- 
ridad y  arrojo. 

Entre  los  hombres  de  aquella  tripulación  co*nenzó  por 
fin  a  levantarse  un  ligero  sentimiento  do  <tui;la,  una  idea 
^aga  de  desconfianza,  un  instinto  sordo  de  desalientu,  un 
^^iacipío   de  desesperación   y  desengaño.  A   esos   primeros 
*Bíiitonias   de  malestar  moral,  se   siguió  entre   la  turlia  un 
>vimer  eco  de  disgusto,  un  susurro  de  odio  y  un  preludio  de 
Uirniuración,  De  todos  esos  elementos  reunidos  se  (»riginó 
más  pesado  y  alarmante  para  la  persona   misma  del 
¿Umirante  y  de  sur  pocos  amigos.  La  tripulación  comenzó  á 
llar  en  secreto,  formuló  después  sus  quejas  en  alta  voz,  de 
)s  quejas  pasó  á  las  recriminaciones,  de  las  recriminaciones 
la   amenaza,  de  ésta  á    los   insultos,  de    ellos    á  las   voci- 
feraciones y  a  los  gritos,  después  a  las  peticiones  atrevidas, 
más  tardo  á  los  amagos  de  fuerza,  y  en  fin,  a!  tumulto  y   la 
rebelión. 

En  esta  voz,  como  en  todas  las  de  zozobra  y  peligros 
que  acontecieron  en  la  vida  varia  del  italiano,  él  supo 
erguirse  hasta  la  altura  quo  debía  dejar  ilesos  su  carácter  y 
BU  genio.  Lo  mas  brutal  de  la  soldadesca  llegó  a  punto  de 


-.  576  ^. 

enderezar  sus  armas  contra  el  noble  pecho  de  bu  jefe ;  maá 
Colón,  lleno  de  calma  y  de  serenidad,  y  de  brío  y  de  altivez 
á  un  mismo  tiempo,  logró  calmar  la  agitación  y  el  ruido  ([mé 
se  levantaban  á  su  alrededor. 

Pasada  esta  tormenta  humana»  convocó  Colón  junta  do 
los  personajes  más  notables  do  su  ilota,  y  en  ella,  por  mediy 
de  un  razonamiento  lleno  de  hermosísima  oratoria  y  convic- 
ción, demostró  la  verdad  de  sus  cálculos,  alentó  el  espíritu 
decaído  ele  los  suyos,  rostalileció  su  valor  y  apaciguó  eJ  dea- 
cuntt*nto.  El  viaje  conlinuú- 

La  mar,  que  hasta  entonces  había  estado  sosegada  y  ea 
calma,  vino  con  la  imponente  bravura  de  una  borrasca  á 
lanzar  nuevos  embarazos  en  tan  difícil  situación*  La  flota  tíKia 
estuvo  IX  punto  de  perderse,  azotada  por  esos  furiosos  ven- 
davales que  estallan  de  repente  en  el  mar  de  las  AntiJla* 
Sin  embargo,  el  decreto  de  la  Providencia,  escrito  do  un  modo 
irrevocable  en  el  libro  de  los  destinos  liumanos,  debía  cum- 
plirse y  se  cumplió. 

Tranquilizado  el  Océano,  y  más  seguros  los  viajeros  en 

cuanto  á  los  peligros    acaljados    de  pasar,  el    dcsconf ' 

conienzóá  Ie\ antardo nuevo  la  cabeza.  El alborotoy  la  sen.  . 
llegaron   otra  vez  a  un  punto  alarmante  y  terrible;  pen» 
medio  de  la  vocin^dcría  y  los  desmanes  de  aquellos  aventu — 
reros  alterados,   se    hizo   oír  la    voz    respeta<la    de  Yanes 
Pinzón,   viejo  marino  encanecido  en  asuntos  náutic4is,  pru- 
Linile,  valeroso  y  lleno  de  buen  consejo*  Merced  á  su  i*^ 
vención,  la  multitud  seaidacó  denuevo,  ymuclio  más,  cu. 
el  Almirante  huliq  aseguratlo  que  respondía  con  su  cabcz^^ 
de  (|ue  en  el  breve  termino  de  tres  días  llegarían  á  lasDwfcwf 
apetecidas. 

El  viernes  12  de  octubre  de  li92,  cuando  los  uliiiivj? 
vapores  de  la  noche  anterior  comenzaban  á  ceder  ííu 
campo  á  los  cobrizos  rayos  de  la  luz  de  las  Antillas,  el  gru- 
mete Rodrigo  de  Triana,  gritó  ¡Tierra!  á  la  vista  de  la* 
costas  de  Guanahaní,  isla  del  grupo  de  las  Lucayas.  La  Iri 
puhición  entera,  á  usanza  española,  entonó  un  Tedeum 


5^ 


—  577  — 

^acción  de  gracias,  aclamó  á  Colón  y  se  entregó  al  más  exal- 
tado y  ferviente  regocijo  que  imaginarse  pueda* 

Hombres  desnudos  ó  á  medio  vestir  andaban  por  la 
playa»  admirados  por  la  llegada  de  otros  hombres  extraños 
para  ellos.  La  imponente  vegetación  del  Nuevo  Mundo,  sus 
aves  pintadas  y  bulliciosasj  sus  fuentes  claras  y  trasparentes, 
su  bello  cielo,  sus  riquezas  y  sus  ventajas  infinitas,  aparecían 
de  una  vez  con  todos  sus  encantos  ante  la  vista  maravillada  y 
absorta  de  los  europeos. 

Tomada  posesión  de  aquella  isla  á  nombre  de  los  Reyes 
Católicos,  y  después  de  haber  estudiado  un  poco  los  usos, 
I     costumbres  y  peculiaridades  de  los  indios,  siguió  la  escuadra 
en  busca  de  nuevas  tierras. 

Empeñados  en  descubrimientos,  permanecieron  en  las 
aguas  de  Cuba  hasta  principios  de  diciembre,  época  en  la  cual, 
navegando  al  sudeste,  descubrieron  el  6  áHaiti  y  anclaron  en 
la  bahía  de  San  Nicolás. 

En  la  isla  de  Haití  encontraron  los  extranjeros   la  vida 
tan  cómoda,  que  los  mismos  hombres  tumultuarios  y  feroces 
de  antes,  pedían  á  su  director  se  fijase  la  residencia  perma- 
nente en  ella,  y  que  no  volvieran  á  España,  por  ser  obra  dila- 
tada y  penosa,  y  expuesta  en  demasía  yendo  tantos  en  una 
carabela.  Colón,  como  diestro,  se  aprovechó  de  esa  circuns- 
t^i.cia  feliz,  que    le    proporcionaba  campo  para  sentar  las 
bases  de  una  colonia  en  el  Nuevo  Mundo.  Con  tal  fin,  ordenó 
\^  construcción  de  un  fuerte,  que  bien  pronto  estuvo   con- 
cluido; y  como  gran  número  de  pretendientes  pidiesen  el 
roando  de  la  fortaleza,  el  Almirante  lo  encargó  al  cordobés 
Rodrigo  de  Arana,  hombre  importante  por  su  firmeza  y  su 
prudencia*  El  número  de  europeos  que  quedó  entonces  en 
jHaiti  ó  la  Española  era  de  cincuenta. 

Les  habitantes  del  país,  atraídos  por  la  curiosidad,  con- 

jcuman  diariamente  de  diversas  partes,  con  el  objeto  de  ver  á 

íus  nuevos  huéspedes.  Traían  en  gran  cantidad  los  frutos 

ipeciales  déla  tierra,  y  sobretodo,  oro  en  abundancia.  Esto 

»ro  era  cambiado  por  los  blancos,  quienes  daban  en  retorna 

37 


—  578  - 

baratijas  y  chucherías*  Fué  en  esta  parte  donde  acabaron 
proveerse    de   oro,   piedras   preciosas,   y    animales    re 
y  de  algunos  indios  y  de  muchos  productos  suministrados 
el  país;  para  llevarlos  en  su  próximo  viaje  á   España  y    dar 
coa  ellos  un  golpe  decisivo  á  la  expectutiva  de  los  roy< 
de  los  cortesanos,  de  los  pueblos  y  del   viejo  mundo  U 
entero* 

El  4  de  enero  de  1 493,salió  Colón  de  regreso  para  Euro/ 
y  el  15  de  marzo  desembarcó  en  Palos,  de  donde  hafaia  salido 
el  3  de  agosto  del  año  precedente. 

De  Palos  siguió  el  Almirante  para  Barcelona,  en  done 
se  hallaba  por  entonces  reunida  la  Corte.  Tanto  en  el  puer 
como  en  los  lugares  del  transito,  él  y  su  acompañamicnt 
eran  rodeados  por  inmenso  número  de  gente,  quo  concurríai 
anhelosa  y  extasiada  a  mirar  de  cerca  a  ese  hombre  eaclj 
rccido,  á  sus  fuertes  y  atrevidos  compañeros,  y,  acaso 
las  pintadas  aves  que  traían,  las  piedras  preciosas,  los  vi 
indígenas,  los  juguetes  de  los  naturales,  sus  armas,  su 
á  éstos  mismos. 

Movidos  los  soberanos  por  el  sentimiento  de  la  máe  pr 
funda  gratitud,  y  estimulados  por  la  magnitud  del  haila7.| 
concedieron  al  Almirante,   para  él  y  sus  descendientes,  hor 
res,  títulos,  distinciones  y  recompensas. 

Juan  Rodríguez   de  Fonseca  fue  nombrado  director 
los    negocios   generales  de    Indias,    y,    en  calidad    de 
recibió  orden  superior  para  obrar  activamente  en  los  pr 
parativos  de    una    segunda  expedición,  i|ue  debía 
á  efecto  bajo  las  órdenes   inmediatas  del  feliz  y  vcnti 
caudillo. 

El  ¿8  de  mayo  se  despidió  el  genovós  de  los  reyes  y  i 
rezó  su  camino  al  puerto  de  Cádiz. 

La  nueva  flota  a  sus  órdenes  era  ya  una  ver 
escuadra,  se  componía  de  diez  y  siete  barcos  y  se  dio  á  la  vela^ 
el  35  de  setiejnbi'e. 

En  este  segundo  viaje  fueron  descubiertas  laspetiucí 
Antillas  y  la  isla  de  Borinquén  ó  Puerto  Kico. 


—  570  — 

El  52  de  noviembre  llegaron  á  Haiti,  ó  la  Española,  conio 
la  había  llainadü  el  Almirante  desde  su  primer  viaje. 

El  destacamento  dejado  en  la  Española,  á  órdenes  do 
Rodrigo  de  Arana,  había  perecido  todo  durante  la  ausencia 
de  Colón, 

El  O  de  febrero,  estando  acabada  la  iglesia  parroquial 
de  la  primera  ciudad  española  en  las  Indias,  que  se  ediíicó  a 
diez  leguas  de  distancia  de  Monte  Cíísto,  sobre  la  costa  de 
Haití,  se  cantó  la  primera  misa  por  fray  Boile  y  doce  ecle- 
siásticos más. 

Habiendo  resuelto  una  expedición  sobre  Cibao,  encargó 
D.  Cristóbal  del  mando  de  la  ciudad  á  D»  Diego  su  her- 
mano. 

Creyendo  seguro  el  orden  establecido  en  Isabel,  nombre 

Ide  la  ciudad,  se  embarcó  de  nuevo,  y  en  el  resto  de  su  viaje 

msitó  otra  vez  á  Cuba,  estuvo  en  el  arcliipiélago  que  llamó 

Jardín  de  !a  Reina,  descubrió  á  Jamaica,  la  Evangelina  (hoy 

isla  de  los  Pinos)^la  Cruz  y  algunas  otras, 

Todo  lo  dicho  y  mucho  mas  acontecía  en  la  última  parte 
[del  año  de  1491  y  en  los  primeros  meses  del  95.  A  esta  sazón 
expidió    por    los  soberanos    una  ordenanza    real,   que, 
¡previas  algunas  restricciones,  permitía  á  todo  español  ave- 
cindarse en  Indias,  hacer  nuevos  desculjrimientos  y  traficar 
en  ellas  por  su  cuenta* 

Sin  duda  alguna,  las  influencias  dañosas  de  losenemigos 
[de  Colón  calaron  pronto  en  el  espíritu  del  Gobierno,  porque 
[inmediatamente  se  nombró  á  Juan  Aguado,  como  especie  de 
Uuez  residenciarlo,  para  que  se  trasladara  á  la  Española  y 
I  conociera  en  los  negocios  de  los  Colones. 

El  juez,  provisto  de  documentos  contra  Colón,   deter- 
minó regresar  á  España,  y  D,  Cristóbal  resolvió  igualmente 
[hacer  el  viaje  con  él. 

El  viaje  de  vuelta  fué  penosísimo  é  incierto.  Las  dila- 
ciones forzadas  y  los  vientos  contrarios,  por  haber  seguido 
I  una    ruta   entonces    mal  conocida,   produjeron    una   gran 
demora,   con    la  cual   los   víveres  se  agotaron  y  la   tripu- 


—  580  — 


lia- 


lación  se  vio  amenazada  de  morir  por  inanición.  Aguado  y  s 
compañeros  determinaron  matar  dos  indios  para  proveer 
de  carne;  y  así  hubiera  sucedido,  si  el  carácter  noble  y  huma- 
nitario del  genovés  no  se   hubiera  interpuesto  para  imped 
con  su  influencia  personal,  la  perpetración  de  tan  horribl 
atentado.  Por  fin,  el  11  de  junio  anclaron  en  Cádiz,  después 
un  viaje  de  tres  meses. 

En  Cádiz  encontró  el  Ahiiirante  una  pequeña  escuadra, 
que  á  las  órdenes  de  Pedro  Alonso  Niño  debía  seguir  parafl 
América,  y'  recibió  al  mismo  tiempo  una  carta  de  los  sobe- 
ranos fechada  el  12  de  julio  de  149G,  en  que  lo  felicitaban  poi 
su  feliz  regreso.  Esta  carta  fué  seguida  por  un  decoroso  reci 
bi miento  coa  que  lo  obsequiaron  sus  Majestades. 

Valiéndose   el   genovés  de  éstas  que  reputaba  buen 
señales,  pidió  inmediatamente  que  se  le  concedieran  seis  buqui 
para  emprender  su  tercer  viaje,  el  cual  tendría  por  objeto  ex- 
clusivo el  descubrimiento  de  la  Tierra  Firme;  mas  lasintri, 
de  sus  émulos,  y  el  perplejo  estatlo  en  que  se  encontraban  I 
*  cosas  del  reino,  produjeron  como  de  costumbre  nuevos  em 
razos  que  pretendían  obstruir  su  camino   de  gloria.  No  fu' 
pues,  sino  el  30  de  mayo  de  95  cuando  pudo  ver  satisfecha  s 
petición. 

Esta  vez,  levó  anclas  en  el  puerto  de  San  Lúcar  da^ 
Barrameda,  y  el  rumbo  que  tomó  fué  distinto  de  los  anteriores. 
Navegó  hasta  las  islas  del  Cabo  Verde,  procurando  ponerse 
sobre  la  línea  equinoccial,  para  seguir  luego  al  occidente 
hasta  llegar  á  tierra. 

El  29  de  junio  llegó  á  las  islas  del  Cabo  Verde,  dejó  la 
isla  de  Buenavista  el  5  de  julio,  y  obligado  por  lo  contraria 
de  las  corrientes  á  torcer  un  poco  el  rumbo  que  meditabat 
descubrió  el  31  la  Trinitlad.  Después  de  hecho  esto,  sigüiti 
costeando  y  alcanzó  á  divisar  una  tierra  que  se  oxtendiii 
como  veinte  leguas;  pero,  aunque  era,  no  sospechó  que  fue$cdl 
Continente.  Estaba  en  ese  laberinto  de  islotes  que  con  sui 
numerosos  brazos  forma  el  Orinoco  cuando  se  arroja  al  mar. 

Todo  el  mes  de  agosto  fué  empleado  por  él  en  nucv 


—  581  — 


n 


descubrimientos,  y  en  trasladarse,  urgido  por  sus  crecientes 
enfermecbdesy  por  la  pequenez  de  sus  buques,  ala  Española. 
En  este  tercer  viaje  descubriü^  a  más  de  lo  dicho,  la  Boca  de 
Dragón,  los  Jardines,  e!  golfo  y  costa  de  Paria,  Margarita, 
Asunción,  Concepción,  Cubagua,  Cabo  de  la  Vela  etc.,  ctc. 
El  30  fondeó  en  las  costas  de  la  Espafíola.  Para  entonces 
estaba  casi  ciego* 

Corría  ya  el  año  de  1500,  cuando  los  reyes  determi- 
naron enviar,  investido  de  plenos  poderes,  áD.  Francisco  de 
Bobadilla^  de  la  orden  de  Calatrava,  como  encargado  del 
arreglo  de  las  cosas  de    Indias-    Bobadiüa 


era  un 


varón 


honradote,  pero  malhumorado  y  caprichoso.  El  juez  no  podía 
ser  menos  adecuado  para  pronunciar  un  juicio  recto  y  un 
fallo  imparcial  en  los  negocios  que  debía  ventilar. 

Conductor  de  una  carta  para  Colón,  en  que  los  Reyes  le 

ordenaban  respeto  y  cumplimiento  á  las  órdenes  expedidas 

.     por  su  Visitador,  Bobadilla  llegó  el  20  de  agosto  á  la  Espa- 

■  ñola. 

H  Intimó  inmediatamente  á  Colón  orden  de  que  compa^ 
reciese  ante  él,  orden  á  la  cual  el  Almirante  se  denegó  aire- 
^ vida  y  audazmente;  pero  su  atrevimiento  y  audacia  cejaron 
■cuando  hubo  leído  ki  carta  en  que  los  Reyes  le  intimaban 
1^     obediencia  y  sumisión  á  los  mandatos  de  Bobadilla. 

■  Un  sumario  se  inició  sin  pérdida  de  tiempo  en  contra  de 
f  Colón  y  de  sus  hermanos,  y  en  consecuencia  él  y  D.  Diego 
Hfueron  enviados  bajo  partida  de  registro  y  en  calidad  de  reos 
Heíc  estado  á  la  Península. 

V        Su  llegada  á  España  levantó  un  clamor  general,   sea 

I  dicho  para  honra  y  decoro  de  la  nación;  los  Reyes,  indignados 
p  avergonzados,  mandaron  que  se  les  pusiera  prontamente 
pn  libertad.  Lo  halagaron  para  aliviar  su  justamente  ofendida 
dignidad;  lo  obsequiaron  con  dos  mil  ducados  para  sus 
gastos  personales;  lo   mandaron  comparecer  en  la  Corte,  y 

I  como  reparación  le  prometieron  destituir  á  Bobadilla, 
I        Nicolás  de  Obando  fué  nombrado  para  venir  á  América 
pn  reemplazo  de  Bobadilla.  Su  viaje  tuvo  lugar  á  principios 


—  .582  ^ 

de   1501,   y  el  séquito   que  trajo  fué  el    más   espléntlíd0|j 
el  más  rico  y  el  más  numeroso  de  cuantos  hasta  entonce 
habían  venido  á  estos  países.  Entre  tanto,  el  pobre  aventu- 
rero permaneció   algunos   meses  en  Granada,  procurando,  j 
aunque  en  vano,  restablecer  el  orden  en  sus  negocios,  alt 
rados  por  la  male%'^olencia  de  Bobadilla. 

Al  fin,  cansado  de  una  vida  que  iba  tan  mal  á  su  índole 
emprendedora  y  activa,  solicitó  de  los  soberanos  el  permiso  ] 
y  los  auxilios  necesarios  para  la  ejecución  de  un  cuarto  viaje,: 
que  tenía   por  objeto   investigar  la  existencia  de  un  canal] 
interoceánico,  que  debía  hallarse,  según  sus  cálculos,  en  le 
que  es  hoy  istmo  de  Panamá. 

Concedida  su  solicitad,  después  de  liaherle  negado  otrat| 
que  él  liacía  consistir  en  obtener  el  mando  de  una  cruzada! 
para  la  reconquista  de  la  Tierra  Santa,  se  embarcó  para  el 
Nuevo  iMundo  el  9  de  mayo  en  el  puerto  de  Cádiz.  En  este 
último  viaje  su  derrotero  fué  poco  más  ó  menos  el  mismo  que 
había  ti'aído  en  el  tercero,  pero  sin  avanzar  tanto  al  surJ 
Después  de  haber  tocado  en  algunas  islas  de  las  Antillas  y; 
conocidas,  pretendió  fondear  en  Santo  Domingo;  mas  esto  le" 
fué  prohibido  por  01>ando.  Una  expedición  para  Espaíiaestaliaj 
á  punto  do  abandonar  la  i^la  a  la  llegada  del  Almirante; 
aunque  la  ofensa  que  se  le  infería  fuese  punzante  y  desgana^ 
dora  i>ara  él,  la  faz  honrosa  de  su  carácter,  que  no  le  abaa« 
donó  jamás,  le  movió  á  dar  el  consejo  formal  de  que  trasfi^ 
rieran  la  partida  de  la  flota,  anunciando  en  apoyo  do  su 
dictamen  la  proximidad  de  una  gran  borrasca  que  la  hnm 
perder  indefectiblemente.  La  profecía  del  genovés  fué  tenida 
en  poco;  se  menospreció  el  alcance  divino  do  su  ciencia, su 
conocimiento  magistral  en  cosas  náuticas;  y  loa  l)uquc5  se 
dieron  á  la  vela.  La  tempestad  sobrevino  según  el  anutieio:^ 
el  infidente  Bol)adilla  y  el  «edicioso  Roldan  perecieron  ;  una 
navcíjue  conducía  algunos  intereses  parliculares  do  Colón,  •^e 
salvó,  y  su  propio  bu(|üü  tuvo  sólo  algunas  averías,  ponitit^. 
avisado  y  listo, el  buen  piloto  le  había  buscado  coa  tiei 
algún  abrigo. 


—  583  — 


Golfo  del  Dariéo,  —  Observando  con  pesarlas  hostili- 
dades crecientes  respecto  á  su  persona,  y  los  embarazos  que 
por  donde  c|uiera  se  oponían  á  sus  deseos,  mejoró  un  poco  el 
estado  de  sus  buques,  y  en  unión  de  su  hermano  Bartolomé 
y  de  sil  hijo  Fernando  puso  la  proa  hacia  el  sudoeste. 
I  Eli  este  cuarto  viaje  vio  la  costa  de  Honduras  y,  nave- 

gando al  sur  y  sudeste,  el  país  de  los  Mosquitos,  la  Costa- 
I  Rica,  la  tierra  de  Veraguas,  la  de  Chiriquí,  Por  tóbelo,  el 
I      Retrete,  y  el  ancho  golfo  en  que  el  Atrato  caudaloso  y  potente 

(derrama  sus  aguas  :  el  golfo  del  Darién. 
Destituido  de  recursos,  falto  de  embarcaciones,  fatigado 
por  los  reveses,  anciano  ya,  enfermo,  y  desengañado  acerca 
del  logro  de  su  último  deseo,  resolvió  abandonar  la  costa  del 
Darién  y  trasladarse  por  entonces  ala  Española. 
Desviado  en  su  camino  por  vientos  contrarios  y  por  tem- 
porales, no  pudo,  como  quería,  arribara  Santo  Domingo,  y^c 
halló  obligado,  después  de  mil  dificultades,  á  buscar  asilo  en 
uno  de  los  puertos  de  Jamaica. 

El  12  de  setiembre,  viajó  para  España  después  de  haber 

tado  algunos  días  en  Ilaiti ;  y  al  cabo  de  una  penosa  nave- 

ción,  arribó  á  San  Lúcar  y  se  dirigió  á  Sevilla,  en  donde 

peraba  hallar  descanso  para  su  fatigado  cuerpo,  y  repa- 

xación  justa  y  del)itia  para  sus  intereses  y  para  su  honra. 

De  Sevilla  pensaba  trasladarse   á  la  Corte,  que  estaba 

tonces  cnSegovia;  pero  le  fué  imposible  hacerlo,  porque  la 

ta,  mas  tenaz  y  frecuente,  lo  retenía  en  el  lecho  incapaci- 

ndolo  hasta  para  escribir*  Por  conducto  de  su  hijo   Diego 

entabló  sus  reclamaciones;  mas  la  suerte,  que  no  se  cansó  do 

erseguirlo,  le  había  quitado  ya  el  sostén  que  esperaba  de 

rte  de  la  reina.  D'  Isabel,  su  protectora,  había  muerto,  y, 

emás,  el  rey  Fernando,  cpie  nunca  pareció  tenerle  estima- 

,ón,  se  mostraba  frío  para  con  el. 

Al  cabo  se  le  permitió  en  mayo  trasladarse  a  la  Corte,  se 
recibió  con  algún  agasajo  por  el  rey,  solo  prometió  rein- 
tegrarlo en  sus  honores,    cosa  que    no    debía    cumplirse; 
porque  Fernando  se  disgustaba  un  tanto  de  reclamaciones 


—  584  - 


demasiado   justas  para  ser  negadas,  y  demasiad<>  iri 
para   ser    satisfechas.    El  moaarca  llevó    su    desvio  hasta 
pretender    que    el    Almirante    renunciase    sus   derechos 
pretensión   vana,  á  la  cual  se  negó  con  nobilísima  altivez  ell 
ilustre  italiano. 

Habiéndosele  permitido  seguir  la  Corte,  fué  Colón  con 
ella  basta  ValladoÜd.  Se  le  asignó  un  sueldo  del  erario  para 
sus  gastos  personales;  se  tornó  á  reputarle  loco  y  a  lomar 
como  importuna  su  presencia.  Defensor  celoso  de  sus  dere 
chos  y  de  su  dignidad,  mantenía  siempre  el  verdor  de  su 
inteligencia  y  actuaba  en  su  causa  con  energía.  Empero,  era 
ya  tarde,  porque  la  enfermedad,  en  su  ultimo  período,  lo 
postró  de  nuevo  y  lo  redujo  á  una  completa  incapacidad 

El  19  de  mayo  de  1506,  viendo  cercano  su  fin,  cumplió 
con  todos  sus  deberes  religiosos  y  agregó  ua  codicilo  á  su 
testamento.  Al  día  siguiente  murió.., 

Sus  restos  fueron  depositados  en  el  convento  de  San 
Francisco  en  Valladolid,  Seis  años  después  fueron  pasados  al 
monasterio  de  Cartujos  de  las  cuevas  de  Sevilla;  y  lilüma- 
mente  á  la  isla  de  Santo  Domingo  en  1536,  de  donde,  según 
se  dice,  fueron  trasladados  á  la  iglesia  catedral  de  Cuba  en 
1795^ 

El   carácter    moral  é  intelectual    del    descubridor  (b^ 
América  puede  colegirse,  con  toda  su  grandeza  y  su  Jieroí:smt\ 
de    la    relación    condensada    y    simple    de    los   princi|ute 
hechos  de  so  existencia  en  el  boceto  que  precede.  Los  com^ 
tarios  y  la  interpretación  estarían  por  demás  en  una  obi 
este  género. 

Respecto  al  hombre  físico   nos  restan  todavía  alguoi^ 
palabras.  D.  Cristóbal  Colón  era  un  personaje  alto  de  cueíj^ 
erguido,   flexible  de  movimientos,  cumplido  de  modales,  )* 
aire  severo  y  majestuoso,  que  se  cambiaba  en  familiar  \  k-^ 
en  las  relaciones  íntimas  de  la  vida.  Su  cabello,  bermejo  en '•i 
juventud,  se  había  tornado  gris  á  la  edad  de  treinta  aftoí 
blanco  á  la  de  cuarenta  y  ocho ;  su  piel  fresca  y  rubicufl 
cuando  mozo,  se  bronceó  y  tostó  bajo  los  rigores  do  la  inW 


—  585  ^ 


pene,  mostrando  al  iiiismo  tiempo  ligeras  cscavacioiies 
labradas  por  la  viruela ;  su  frente  era  espaciosa  y  saliente, 
sus  cejas  arqueadas  y  espesas,  sus  ojos  grises,  casi  azules,  su 
nariz  aguileña,  y  su  barba  rica  y  abundante.  La  palabra  del 
Almirante  era  fácil,  fluida  y  elocuente;  su  discurso  lleno  de 
erudición  y  sensibilidad;  era  naturalmente  apasionado  é 
impetuoso  en  la  discusión;  la  contradicción  lo  exaltaba,  y  la 
cólera  subía  a  veces  en  su  pecho  liasta  convertirse  en  fero- 
cidad ;  pero,  pronto  para  calmarse,  el  fondo  de  su  alma  volvía 
á  ser  manso  y  tranquilo. 


CAPITULO  QUINTO 


Pr*elimiiia.ires  de  Conquista 


^scubrimienlos  en  Tierra  Firme,  —  Don  Pedro  de  Heredia.  — 

I    Francisco  César, —  Ssiula  María  la  Antigua,^  San  Sebastián  de 
Urabá  ú  BueJiavisla,  —  Juan  Badíllo, 

Descubrimieíitos,  —  Mientras  que  en  el  año  de  1495  y 
viientcs,  Colón  y  sus  compañeros  se  ocupaban  ¿ictivamento 
CK>iiocer  una  por  una  todas  las  islas  qus  constituyen  el  gran 
'liipiélago  de  las  Antillas  y  aun  parte  de  la  Tierra  Firme, 
soberanos  españoles,  deseosos  de  ensanchar  indeíínitla- 
=^te  sus  dominios  y  de  aumentar  sus  rentas^  expidieron, 
^o  lo  indicamos  en  el  capítulo  anterior,  una  real  cédula  en 
^^  Be  permitía  á  todo  español  el  libre  tráfico  por  las  tierras 
iScubiertas,  y  el  derecho  de  armar  por  su  cuenta  y  riesgo 
^pediciones  con  el  fin  de  descubrir  nuevos  países. 

Además  de  un  viaje  de  Ojeda,  Américo  Vespucio  y  Juan 
^  líi  Cosa,  vino  a  estas  costas  Pedro  Alonso  Niño  en  14Ü9,  y 
^^orrió  gran  parte  de  ellas  en  lo  que  pertenece  hoy  a  la 
'^pública  de  Colombia.  Después  de  Niño,  D*  Rodrigo  de 
'^stidas,  sevillano,  avanzó  también  navegando  al  occidente 
*^5italas  aguas  del  golfo  del  Darién*  Diego  de  Nicuesa  mandó 
^  poco  más  tíirde,  desde  Santo  Domingo,  una  expedición 
Me  tuvo  por  objeto  esclavizar  indios  en  las  costas  de  la  Tierra 


Firme,  para  venderlos  por  cuenta   de  él,  traficar  conJoT 
habitantes  y  asolar  poblaciones.  Los  individuos  de  esta  expe- 
dición desembarcaron  también  en  tierras  de  Urabá. 

En  151 13,  un  destacamento  mandado  por  Vasco  Núf 
de  Balboa,  en  el  cual  iba  1>.  Francisco  Pizarro,  futuro 
quistador  del  Perú,  anduvo  por  esos  senos,  y  recorrió 
ques  y  cordilleras  liasta  dar   a  su  jefe,  el   25  de  setiembre" 
de  aquel  año,  el  placer  inmenso  de  la  ansiada  y  promeíit 
visión  de  las  tranquilas  aguas  del  Pacífico. 

Por  lo  dicho,  se  comprenderla  muy  bien  que  cuando  d_ 
Almirante  visitó  en  su  cuarto  viaje,  año  de  1502,  las  cost 
del  Darién,    ya   los  invasores,  principiando  por   Ojeda,  l^ 
habían  por  lo  menos  entrevisto. 

D.  Pedro  de  Heredia.  —  Este  noble  madrileño,  con 

pañero  de  Bastidas  en  su  viaje,  había  figurado  entre  los  con 
quistadores  de  Santamaría;  y  conociendo  la  importancia  i 
de  esc  litoral  atlántico  y  el  provecho  que  de  él  podía  sacaj 
8e  trasladó  á  España,  donde,  merced  á  sus  poderosas  reía 
ciones,  obtuvo  v\  mando  como  gobernador  y  conquistador,  (i 
un  territorio  que  debía  extenderse  desde  las  Bocas  de  Ceinz 
desagüe  del  Magdalena,  para  el  occidente,  hasta  la  desemt 
cadura  del  Atrato  en  el  golfo  del  Darién,  tierra  adentro ; 
el  sur,  hasta  la  línea  ecuatorialj  con  el  nombre  do  Nueva  And 
lucía* 

Como  D.  Pedro  tie  Heredia  figurará,  en  cierto  modo,  < 
calidad    de   gobernailor    de    Antioquia,    parece   bueno    da 
algunos  pormenores  sobre  sus  antecedentes  y  condiciono 
individuales. 

En  el  tiempo  do  sus  mocedades,  rico  y  bien  emparen 
tado,  recorría  las  caites  de  Madrid  en  busca  de  galantetisj 
avenUiras.  En  cierta  ocasión,  fue  atacado  por  seis  houibresi 
un  tiempo,  y  se  delendió  valerosamente  de  ellos,  porque; 
espada  era  cortantCt  su  anijno  entero  y  fuerte  su  brazo, 
este  combate  quiso  su  mala  suerte  que  un  tajo  del  acero  i 
trario  le  cortara  completamente  la  nariz,  falta  que  se  subsaní 


—  589  — 

en  parte,  porque  médicos  de  Madrid  y  de  Toledo  se  la 
pusieroa  artilicial  á  expensas  do  su  propia  carne,  por  medio 
del  procedimiento  ingenioso  que  la  ciencia  conoce  con  el 
nombre  de  rinoplastia,  que  tanto  quiere  decir,  como  en  len- 
guaje ramiliar,  nariz  postiza.  Cien  días  sufrió  pacientemente 
las  operaciones  indispensables  para  llegar  á  este  resultado;  y 
aun  asi\esta  parte  de  su  cuerpo  quedó  siempre  mo^itrando  las 
costuras  de  un  color  diverso  del  resto  de  la  cara,  y  una  nariz 
aplanada  y  fea  que  agregaba  no  poca  dureza  al  resto  de  sus 
■facciones. 

r  Después  del  combate  sin^íular  que  hemos  mencionado, 
I  D.  Pedro  de  licredia  mató  tres  de  sus  competidores.  Los 
I  otros  escaparon  con  vida,  porque  no  pudtj  haberlos  á 
I    mano. 

^b  Las  consecuencias  de  estos  acontecimientos  colocaron 
"al  noble  español  en  una  posición  embarazosa;  se  vio  perse- 
kguido  y  amenazado  constantemente,  y  para  salir  de  ella,  así 
pconio  para  dar  libre  vuelo  a  su  carácter  inquieto  y  ambicioso, 
resolvió,  de  acuerdo  con  su  familia,  trasladarse  al  Nuevo 
Mundo. 

La  ciudad  de  Santamarta,  fundada  sobre  la  costa  atlán- 
tica^ en  el  año  de  1525,  fué  gobernada  un  poco  más  tarde  por 
Pedro  BadillOj  de  quien  Heredia  vino  á  ser  teniente  de  gober- 
dor,  cediendo  luego  el  campo  á  Cfarcía  de  Lerma,  venido 
España  con  la  misma  investidura.  Ya  en  ese  tiempo  estaba 
eredia  rico  de  caudales  y  rico  de  práctica  en  los  negocios  de 
conquista,  por  lo  cual  viajó  para  Castilla  con  el  fin  de  soli- 
citar para  sí  la  Gobernación  de  la  banda  occidental  del  Magda- 
lena,  que  conocía  en  parte, 

Eu  la  capital  de  España  se  lialló  rodeado  de  no  pocas  difi- 
cultades suscitadas  por  sus  enemigos;  pero  como  su  paren- 
tela fuese  poderosa  y  él  estuviera  provisto  de  dineros,  bien 
pronto  consiguió  lo  que  pedía,  y  para  realizar  su  empresa  se 

feasladó    a   Sevilla,    Allí    compró    algunas    embarcaciones, 
sunió  150  compañeros  y  se  hizo  á  la  vela  en  el  puerto  de 
Cádiz  para  Indias,  trayendo  en  su  compañía  á  Juan  Alonso 


m 


—  590  — 


dé  I 

II 


Palomino,  sugeto  valeroso  y  versado  en  cosas  de  guer: 
muerto  más  tarde  por  Francisco  Fernández  Girón,  hombre 
funesto  recuerdo. 

En  1532  llegó  con  su  armada  perfectamente  aderezada 
San  Juan  de  Puerto  Piico,  donde  tenía  un  ingenio  heredado 
de   uno  de  sus  parientes,  y  en  donde  debía  proveerse  da 
bastimentos  y  demás   medios  para   la  continuación    de 
campaña. 

En  aquella  isla  se  encontró  con  30  hombres,  bueoos  ~ 
propios  para  todo  trabajo  de  guerra  y  conquista,  compañeros 
separados  de  Sebastián  Cabot>   que  volvían  desbandados  de 
la  conquista  de  Buenos  Aires.  El  personaje  más  notable  de 
ese  grupo  de   aventureros   era   Francisco   César,    lusitai 
notable  por  su  modestia,  por  su  honradez,  por  su  pei*3e 
rancia  y  por  su  valor-  Estaban  también  allí  dos  herma 
Hogazones  y  dos  Valdiviesos,  que  deljian  poner  su  nombre 
buena  parle  en  el  curso  do  las  siguientes  cinticndas.  Toé 
esos  dispersos  soldados  entraron  en  el  ejército  de  Heredía. 

De  Puerto  Rico  se  trasladó  el  Gobernador  á  Santo  Do* 
mingo,  para  ponerse  de  acuerdo  con  la  Audiencia  real  esta- 
blecida allí,  respecto  al  curso  de  ciertas  operaciones  adminis- 
trativas, y  tuvo  igualmente  la  buena  suerte  de  incor]'  i*^' 
entre  los  suyos  cincuenta  de  los  anliguos  soldados  de  Cea.: 
y  Ordaz,  conquistadores  del  litoral  y  del  interior  de  Vene- 
zuela. 

Provisto  de  cuantos  elementos  podían  ser  indispensable* 
al  logro  de  sus  deseos,  se  dio  á  la  vela  para  la  Tierra  F^ 
y  llegó  el  14  de  Enero  de  1533  á  Calamarí  ó  Calamar,  ?a_f" 
actual  de  la  ciudad  de  Cartagena, 

Después  do  haber  desembarcado,  se  trasladó  á  Turbaoi 
con  su  ejército,  donde  tuvo  un  reñido  encuentro  con  k« 
indios,  en  el  cual  se  vio  á  punto  de  perecer  asOxiadopord 
calor,  y  en  que  el  valiente  César  dio  muestras  do  un  valor 
inaudito.  Allí  recibió  éste  tantas  fleclias  de  las  lanzadas  por 
los  americanos,  que  su  cuerpo,  según  la  expresión  de  «fl 
antiguo  cronista,  más  parecía  el  cuerpo  de  un  erizo  que  el  de 


i91 


I 


É 


un  hombre-  La  bueno,  calidad  de  sus  armas  dofonsivas  lo  libró 
de  morir  en  aquella  ocasión. 

Sosegados  un  tanto  los  restos  de  los  naturales  de  Tur- 
baco,  fundó  el  Gobcniador  á  Cartagena,  en  21  de  enero;  y  no 
bien  puestos  los  cimientos  y  arreglada  su  administración,  se 
dio  el  conquistador  a  nuevas  operaciones  de  descubrimiento. 
Halagado  por  la  fama  de  los  tesoros  del  Sinú,  fue  en  busca  de 
ellos,  y  hallándolos  cuantiosos  se  enriqueció  prodigiosamente. 
Y  como  en  cuanto  le  fué  posible,  recortó  la  parte  de  botín  que 
debía  tocar  á  sus  compañeros,  enajenóse  el  afecto  de  muclios, 
con  lo  cual  el  descontento  llegó  a  tan  alto  grado,  que  para 
tener  sujeta  la  soldadesca  é  imponer  á  sus  tenientes  c! 
respeto  debido,  se  vio  en  la  necesidad  de  desplegar  toda  la 
fuerza  y  la  energía  de  su  genio,  que  por  cierto  no  eran  mez- 
quinas. 

Recibió  también,  estando  ocupado  en  escudriñar  el  con- 
tenido de  los  sepulcros  de  los  aborígenes,  un  doljlc  apoyo 
material  y  moral  con  la  llegada  de  su  hermano  mayor 
Alonso,  de  quien  se  había  separado  en  Haiti,  y  el  cual, 
después  de  liaber  estado  en  Nueva  España,  regresaba  á  com- 
partir con  él  riesgos  y  peligros,  ventajas  y  aprovecha- 
mientos. 

Francisco  César.  —  Nombrado  general  por  Heredia  en 
la  primera  e'Xpedición  al  Sinú,  era  uno  de  aquellos  á  quienes 
la  codicia  del  Gobernador  había  hecho  un  tanto  sediciosos. 
Su  resentimiento  subió  de  punto  cuando  (i  la  llegada  de 
D-  Alonso  de  Ileredia  éste  fué  destinado  para  reemplazarle 
en  el  mando.  Los  rencores  crecieron,  y  la  inminencia  de  una 
conspiración  llevó  las  cosas  en  el  campo  español  a  una  situa- 
ción tan  difícil,  que  César  y  algunos  otros  fueron  condenados 
á  muerte  por  el  nuevo  general-  La  pena  del  último  suplicio  no 
se  ejecutó >  porque  no  hubo  en  el  ejército  quien  se  atreviera  á 
ocar  la  persona  do  César,  La  armonía  se  restableció  bien 
pronto;  regresaron  á  la  costa;  continuaron  siendo  buenos 
amigos,  y  César  siguió  ocupando  cerca  del  jefe  director,  si 


—  592  — 


de 


no  el   primer  lugar,  sí  por  lo  menos  el  segundo.  El  hombre 
lo  merecía. 

En  Cartagena  la  vida  de  llercdia  continuó  siendo,  coni^| 
de  costumbre,  un  poco  turbulenta.  Su  conducta  en  el  Sinii  no 
había  sido  recomendable  ;  sus  conipañcjros  le  miraban  y  repu- 
tal>an  no  sólo  como  avariento  y  ambiclosOj  sino  también  como 
deleulador  de  los  caudales  del  real  íisco ;  la  autoridad  ecle- 
siástica le  promovió  litigios  con  motivo  de  asuntos  de 
jurisdicción  y  de  mal  comportamiento  respecto  á  los  indígenas,- 
y  su  vida  estuvo  más  de  una  vez  en  peligro  por  asechanza 
y  motines,  de  los  cuales  salió  siempre  bien^  gracias  á  sii^ 
presencia  de  ánimo  y  á  lo  formidable  de  su  brazo. 

Como  continuación  á  sus  primeros  trabajos  ejecutado 
en  el  Sinú  y  orilla  occidental  del  Magdalena,  ordenó  m 
entrada  al  sur,  siguiendo  las  aguas  del  Cauca,  capitanead 
por  su  hermano.  Esta  entrada,  seguida  de  pésimo  resultada 
no  produjo  otra  ventaja  que  la  del  conocimiento  que 
adquirió  desde  entonces  de  esa  faja  de  territorio  hasta  el  puní 
ocupado  actualmente  por  Cáceres*  Sucedió  esto  en  el 
de  1535* 

Quedaba  por  explorar  la  parte  occidental  de  la  Ool 
nación.  Como  las  noticias  que  corrían  sobre  la  riqueza  de  k 
pueblos  ribereños,  fuesen  bastante  tentadoras,  se  concent 
la  atención  sobre  esa  parte;  y  correi'ías  presididas  á  veces  | 
Alonso  de  Ileredia,  en  ocasiones  por  César,  ó  bien  por 
Gobernador  en  persona,  ó  por  los  tres  reunidos,  se  sucedier 
rápida  y  alternativamente. 


Santa  María  la  Antigua.  —  El    capitán  Barriunut\^ 
había  fundado  en  lo  que  se  llamó  entonces  la  Ensenada, 
ciudad  de  Santa  María  la  Antigua,  en  lo  que  correspondía! 
Pedrariaíi  Dávila,  Gobernador  de  Castilla  del  Oro*  A  la 
en  que  las  excursiones  do  los  Ileredias  tenían  lugar 
esta  parte,  administraba  las  cosas  de  Santa  María  la  Antigt] 
un   tal   Julián  Gutiérrez,   como  teniente  de  gobernador  i 
Panamá;  y  como  acaeciese  entonces,  que  los  dos  herinaooj 


pensasen  ó  fingiesen  pensar  que  aquel  establecimiento  estaba 
en  lo  á  ellos  conceditlo,  se  entabló  una  gran  diferencia  en 
que  se  disputaba  con  las  armas  en  la  mano  el  derecho  de 
propiedad.  Combates  muy  reñidos  entre  españoles  se 
sucedieron  de  un  modo  escandaloso,  combatos  en  que 
Francisco  César  'dilató  no  poco  su  fama  y  nombradla 
lidiando  en  favor  de  Gutiérrez,  por  babcr  abandonado  a  los 
Heredias. 

San  Sebastián  de  Urabá.  —  Para  tener  un  punto  de 
escala  y  un  centro  de  operaciones,  D*  Alonso  de  Heredia 
resolvió  fundar  en  la  banda  opuesta  del  Atrato,  es  decir,  en 
la  oriental,  en  un  punto  cercano  á  una  población  erigida  por 
Alonso  de  Ojeda  y  abandonada  por  Francisco  Pizarro^  la 
ciudad  de  San  Sebastián  de  Urabá,  y  con  eso,  sentar  firme- 
mente el  pie  en  regiones  que  pudieran  serle  provechosas  en 
lo  porvenir. 

El  cacique  de  Urabá  y  la  nación  Cuna,  esparcida  á  lo 
largo  de  todo  ese  litoral,  eran  bastante  ricos  de  oro,  á  causa 
de  que  sus  contrataciones  tenían  lugar  ordinariamente  con 
indios  del  Chocó  y  de  Antioquia. 

Toda  esa  riqueza  pasó,  como  se  comprenderá^  á  manos 
de  los  europeos;  mas  como  ella  por  grande  que  fuese  no 
alcanzara  á  llenar,  ni  con  mucho,  las  exigencias  de  su  codicia,  j 

se  dieron  á  inquirir  de  los  naturales  la  fuente  y  el  origen  que  j 

pudiera  tener»  Entre  todos  los  conocimientos  que  adquirieron, 
liubo  uno  importante  para  elloS;  que  consistió  en  la  relación 
cjuc  obtuvieron  de  la  existencia  de  cierto  país  en  la  tierra 
adentro,  conocido  con  el  nombre  del  Dabeibe,  país  opulento 
por  sus  tesoros  y  riquezas. 

2  No  era  preciso  más.  D*  Pedro  de  Heredia,  sabedor  de  la 

^^F  nena  nueva,  resolvió  darse  á  la  tarca  y  marchar  en  busca  de 
>8  suspirados  tesoros. 

El  día  Í2  de  Abril  de  1536,  se  embarcó  el  Gobernador  ©n 

^uas  del  Atrato,  llevando  60  hombres  de  caballería  y  150  de 

"ifantería,  con  esperanza  de  descubrir  el  país  deseado.  Bien 

.^^  .. M^ 


—  594  — 


pronto  abandonó  sus  embarcaciüiics  y  anduvo  por  tierra 
firme ;  pero  el  suelo  era  anegadizo,  enmarañado  y  lleno  de 
obstáculos»  Poco  después,  los  soldados  comenzaron  á  enfer- 
mar, y  el  desaliento  y  la  fatiga  principiaron  á  debilitar 
arrojo. 

Iban  ya  en  el  tercer  mes  de  su  peregrinación,  y  nada  m 
presentaba  que  pudiera  consolarlos.  El  Gobernador  amenaz^^ 
á  los  guías,  y  éstos  le  dijeron  que  al  tercer  día  llegarían. 
caballos  no  podían  andar;  pero  regocijados  los  hombres 
la  noticia  de  los  conductores,  se  animaron  un  tanto,  pusiiep 
la  infantería  á  vanguardia,  para  abrirse  una  senda^  y  11 
efectivamente  el  día  tercero  á  una  ranchería  de  íoi 
extraña  y  nunca  vista  ni  sospechada  por  ellos.  Los  rarn 
estaban  construidos  sobre  zarzos  en  las  copas  de  los  arbola, 
los  habitantes  andaban  completamente  desnudas,  teniaa 
(lechas  y  vivían  de  la  caza  de  zahínos  y  de  la  pesca*  A  pesv 
de  ese  estado  casi  primitivo,  se  defendieron  arrojando  mbn 
los  invasores,  desdo  sus  aéreas  ^•ivicndas,  ceniza^  flechas, 
troncos  de  arboles  y  agua  caliente. 

En  esta  ligera  escaramuza,  hicieron  dos  indios  prisio- 
neros, interrogaílos  los  cuales,  nada  bueno  pudo  colcgirae  de 
sus  razones,  y  ae  resolvió  desistir  del  empeño  y  ix^grosari 
San  Sebastian*  En  esta  jornada  murieron  algunas  hombres  t 
caballos,  y  enfcrniaron  muchos  de  los  primeros;  mas 
resto,  ansioso  siempre  de  alcanzar  los  tesoiTjs  del  1 
habló  con  Francisco  César,  reconciliado  ya  con  el  GobernadMi 
para  que,  entendiéndose  con  éste,  obtuviese  el  mando  de 
segunda  expedición.  Este  primer  ensayo  intentado  date 
muestra  horrible  de  la  naturaleza  del  terreno  y  de  los 
naturales  de  todo  genero  con  que  lendi'ían  que  tropeocw. 
plagas  los  hicieron  padecer  espantosamente* 

Procedió  Francisco  César  como  le  pedían  snis  covp^ 
ñeros,  y  obtuvo  con  gran  facilidad  el  beneplácito  do  Heartó" 
Concedióle  100  hombres  de  lo  más  granado  del  ejército  esec 
gidos  por  el  mismo  capitán,  quien  como  avisado  toin6Ít 
mejores* 


•  _  595  — 


A  fines  del  año  anotado  ya,  abandonó  á  San  Sebastián 
sta  segunda  partida  de  peones  y  metió  audazmente  el  pecho 
bn  las  faenas  de  descubrimiento  y  conquista.  Como  el  derro- 
tero seguido  al  principio  Imbía  salido  mal,  el  cauto  director 
de  operaciones  cambio  de  dirección  en  esta  vez ;  mas  de  muy 
^oco  le  valió  su  precaución,  porque  perdidos  y  engolfados  en 
eso^  mar    de  bosques,  anduvieron   mucbísimos  días,  y  aun 
meses,  experimentando  obstáculos   naturales   tan  grandes, 
que  bien  pronto  después  eran  muertos  veinte  hombres  y  diez 
I    caballos, 

^P^  Un  día,  cuando  más  agobiados  estaban  por  el  cansancio 
I  y  por  el  hambre,  dieron  en  la  margen  amena  de  un  arroyo 
[  que  mostraba  una  senda  con  señales  de  ser  bastante  trafi- 
'  cada.  Atentos  anduvieron  por  aquel  camino,  que  los  condujo 
'  á  unas  elevadas  cumbres,  de  donde  alcanzaron  á  divisar  un 
jralle  espacioso  cubierto  de  sementeras,  de  caseríos  y  de  aber- 
iras ;  pero  como  de  los  soldados  había  muchos  enfermos  y 
tros  cansados^  y  como  las  caballerías  estuviesen  iniítiles, 
"por  haber  perdido  las  herraduras  y  por  estar  flacas,  el  ejército, 
no  atreviéndose  a  descender  en  aquella  tarde  á  las  pobla- 
ciones, tomó  como  mejor  partido  pernoctar  en  la  altura  para 
jntinuar  camino  al  día  siguiente.  El  estado  general  de  los 
ivasores  era  lastimoso;  los  víveres  so  habían  concluido; 
>8  vestidos  estaban  rotos;  la  alimentación  se  había  hecho 
Consistir  en  tallos  de  vegetales  do  naturaleza  dudosa,  y  en 
suma,  todo  lo  indispensable  para  el  mantenimiento  de  la  vida 
faltaba  a  aquel  grupo  de  aventureros, 

En  la  mañana  del  siguiente  día  descendieron  al  valle,  y 

momento  mismo  se  encontraron  rodeados  por  gran  gi*upo 

le  indios,  curiosos  por  ver  á  los  blancos  y  temerosos  al  con^ 

jmplar  los  caballos  :  era  el  valle  de  Guaca,  y  no  Guaca,  tal 

lal  existe  hoy  en  el  interior  del  Estado,  como  se  ha  creído  por 

Líganos  historiadores;  su  sitio  está  en  el  declive  occidental  de 

cordillera  del  ocaso,  entre  el  Cauca  y  el  Chocó. 

El  cacique  Utibará  regía  como  señor  aquel  país,  y  á  la 
legada  do  los  españoles  se  hallaba  en  la  vecina  sierra-  JIuy 


—  506  — 

César  y  los  suyos  qu 
daba  contra  ellos   2.000  y  algunos  he 
mando  de  un  general  que  era  su  hermano.  Las  circunstancias 
para  empeñarse  en  un  combate  no  eran  favorables  en  con- 
cepto del  caudillo  portugués;  pero,  como  no  había  medio  de 
esquivarlo,  fué  preciso  tener  firme  y  portarse  con  serenidad. 
La  batalla  so  trabó  bien  pronto  con  algún  encarnizamiento 
entre  bárbaros  y  castellanos*  Los  segundos  lidiaron  con  su 
genial   bizarría,   y  los  primeros,  aunque  deprimidos  por  el 
miedo  de  tanta  sospresa,    hicieron   su  deber  con  flechas 
macanas.  La  lucha  iba  larga  :  César  estaba  embarazado 
el  cansancio  de  su  corcel;  mas,  deseando  concluir,  metióse 
por  entre  la  muchedumbre,  y  con  un  lanzazo  dado  en  el  cuellr» 
dejó  muerto  al  jefe  enemigo.  Desmoralizados  los   naturalc 
huyeron  en  confusión,  y  dejaron  el  campo  cubierto  de  armaa 
cadáveres,  heridos  y  de  las  joyas  con  que  se  adornaban, 

Diéronse  después  de  la  victoria  los  expedicionarios  á  < 
minar  los  rincones  de  aquel  valle  que  había  quedado  solitariaij 
hasta  que  por  su  dicha  se  cnconlraron  con  una  india  anciana 
ix  quien  amenazaron  Cí>n  crueles  castigos  si  no  confesaba 
lugar  de  los  tesoros  indígenas.  Atemorizada  la  infeliz,  k 
condujo  por    en  medio  de  bosques,  y  por  espacio  de 
leguas,  laasta  un  punto  en  que  las  malezas  eran  de  menor 
tamaño;  les  señaló  una  gran  lápida  que  quitaron  pronta* J 
mente,  y  por  una  escalera  hedía  de  piedra,  y  alumbraudossfll 
parad  intento,  bajaron  á  una  espaciosa  bóveda  en  donde  Cfl'j 
contraron  hasta  cien  mil  pesos  de  oro  fino. 

Contentos  con  d  hallazgo  regresaron  al  valle,  y  dierottj 
con  otra  vieja,  quien  les  reveló  que  Utibara  personal menter I 
á  la  cabeza  de  20.000  guerreros,  vendría  sobre  ellos  al  sl*j 
guíente  día*  Incapaces  de  hacer  frente  á  esc  gran  peligi^HJ 
satis feclios  con  lo  adquirido  y  provistos  do  mejores  e^perama*] 
para  lo  futuro,  decidieron  volver  á  marchas  forzadas  á 
Sebastian. 


Juan  Badillü, —  Guiados  por  Pablo  Fernández, 


>^. 


-  507  — 

una  línea  que  les  pareció  mojor  que  la  traída  antes,  deshi^ 
cieron  lo  andado  en  diez  y  siete  días,  cuando  para  la  entrada 
habían  gastado  cerca  de  nueve  meses.  En  San  Sebastián  supie- 
ron que  Juan  Badillo,  mandado  por  la  Audiencia  de  Santo 
Domingo,  estaba  en  Cartagena  residenciando  á  los  Heredias 
por  su  mal  comportamiento,  César  resolvió  trasladarse  inme* 
diamentc  á  la  capital,  donde  tuvo  una  primera  entrevista  con 
el  Gobernador,  á  quien  entregó  sigilusamcntcsu  parte  de  botín. 
Presentóse  luego  a  Badillo;  éste  lo  recibió  con  agasajo,  lo 
obsequió  y  se  hizo  referir  los  pormenores  del  último  viaje. 
Como  lo  dicho  por  el  comandante  fuese  gustosísimo  para  el 
juez  de  residencia,  la  fantasía  de  éste  se  acaloró,  y  cobrando 
BU  codicia  grandes  proporciones,  formó  el  proyecto  de  dirigir 
en  persona  una  nueva  campaña. 

Antes  de  seguir  á  este  nuevo  Jefe  en  los  pormenores  de 
su  escabrosa  jornada, nos  parece  lógico  y  conveniente  para  la 
claridad  do  nuestras  crónicas,  explicar  un  puco  las  circuns* 
tancias  que  colocaron  á  este  hombre  en  actitud  de  tomar 
>bre  Sí,  y  en  presencia  misma  del  Gobernador  Hercdia,  la 
Bponsabilidad  de  una  operación  que  en  aquella  época  era 
i^ave  y  delicada  por  su  propia  naturaleza. 

La  grita  délos  enemigos  de  D.  Pedro  de  Heredia,  oca- 
fonada,  como  lo  dimos  á  entender,  por  el  torcido  manejo  que 
ivo  con  sus  compañeros  en  los  negocios  del  Sinú,  y  por 
su  no  menos  mala  conducta  como  administrador  de  la  colo- 
nia en  los  tiempos  que  siguieron,  llegó  abultada  á  conocí* 
liento  del  Gobierno  de  la  Madre  Patria,  y  no  sólo  abultada  si* 
to  también  reforzada  en  grado  supremo  por  las  sentidas 
quejas  del  Obispo  de  Cartagena  Fray  Tomás  de  Toro, 
^'^dividuo  cuyo  voto  fué  de  gran  peso,  porque  con  motivo 
^^  la  pureza  de  sus  costumbres  se  le  tenía  en  olor  de  santi- 

En  España  se  dispuso  mandar  un  juez  de  residencia  para 

le  conociera  y  juzgara  en  el  negocio  de  los  Ileredias;  pero 

^Hioel  juez  muriese  en  el  tránsito,  se  dio  orden  á  la  Audien- 

de  Santo  Domingo  paz-a  que  mandara,  como  cosa  más 


—  598  — 


II 


pronta,  uno  de  sus  Oidores,  que  lo  fué  el  Licenciado  J 
Badillo  para  desempeñar  la  comisión. 

No  bien  hubo  éste  arribado  á  Cartagena,  cuando  mostró 
toda  la  ojeriza  de  que  era  capaz  su  carácter  en  contra  do 
los  dos  hermanos,  á  quienes  en  breve  tiempo  desairó,  hi20 
reducir  á  prisión  y  ultrajó  ignominiosamente,  asumiendo 
para  sí  el  cargo  de  Gobernador  en  reemplazo  del  reo  á  quien 
sentenciaba. 

La  vuelta  de  Francisco  César  le  vino  bien  á  propósi 
porque  entonces  ya  se  susurraba  que  en  la  Audiencia  y  en  la 
Corte  se  miraba  con  mal  gesto  su  comportamiento,  se  simpa* 
tizaba  con  los  desgraciados  Ileredias,  y  aun  se  anunciaba  pur 
lo  bajo  la  venida  del  Licenciado  Santa  Cruz  para  hab«'*--^^^ 
con  éU  Por  todas  estas  razones,  Badillo  se  tornó  de  alx>g;í 
general,  y  dijo  para  sí  que  cuando  todo  turbio  corriera,  coni> 
cería  esas  tierras,  se  trasladaría  al  Perú,  se  recomendaría  cüd 
algún  hallazgo   de  importancia,  esquivaría   el  cuerpo  á  to 
({uc  pudiera  sobrevenir  y   se  apropiaría  la  sustancia  de 
gorda  ocasión  que  se  le  presentaba. 


CAPITULO  SEXTO 


ipaíía  del  Licenciado  Badillo. —  Sierra  de  Abibe, —  Asalto  de 
Buriiicíu  —  Viaje  al  sur  por  la  banda  izquierda.  deljCáuc^. 
—  Llegada  á  Cali,  —  Jorge  Robledo. 


Campaña  del  Ldo,  Badillo.  —  El  Goternador  Hercdi;i 
;uió  para  la  Península;  su  hermano  D,  Alonso  «jucdó  vn 
rtagena  con  la  ciudad  por  cárcel,  y  el  LÍcx?nciado  Badillo, 
edeciendo  á  las  razones  enunciadas  en  el  capítulo  anterior, 
ocupó  en  los  preparativos  de  su  marcha  al  país  del  Dabeibe, 
La  priméis  de  sus  operaciones  coiisistíó  en  nomljrar  por 
iente  general    á    Francisco   César,    encomendándole    la 
[anización   completa  del  ejército  con   los  abastecimiento» 
tiles  precisos,  como  á  persona  que  conocía  el  terreno  que 
m  a  pisar.  Después  de  eso,  reunió  todos  sus  solilados,  y  les 
jmetiu  seguir  con  ellos  y  colocarse  siempre  delantero  en  los 
Igros.  Como  letrado  que  era,  les  pronunció  una  entusiasma- 
ra arenga  llena  de  promesas,  y  Íes  ofreció  anticipaciones 
ra  8U  avío,  con  otras  cosas  sumamente  tentadoras,  porque 
ersonaje  era  mañoso  y  liberal,  diestro  y  amable  cuando  le 
.venía,  sin  renunciar  por  eso  la  facultad  de  tornarse  colérico 
atrevido  por  la  más  leve  causa. 

Organizado  el  ejército  y  presentada  la  lista  de  él  por  César 
(adillo,  se  vio  que  estaba  compuesto  de  300  soldados  vete- 
.os  y  aguerridos,  bien  equipados  h  costa  del  Jiuevo  Gober- 
ior,  de  más  de  lÜO  esclavos  negros,  de  muchos  indios  é 
ias  para  el  ser\icio,  de  200  ciiballos  de  silla,  de  mucjios 


GOO 


más  para  carga  j  de  4  sacerdotes  para  la,  celebración  de  k 
sacramentos.  Llevaban  además  buenos  y  abundantes  pert 
chos,  mucbísimo  bastimento,  un  surtido  completo  de  fruslería 
de  todo  género,  clarines,  trompetas,  tambores,  y  armas  ofei 
sivas  y  defensivas  de  buena  calidad, 

César,  como  llevamos  diclio,  era  el  general  de  toda 
gente;  Juan  de  Villoría,  noble  y  buen  hidalgo,  capitán 
caballería  ;  Alonso  de  Saavedra,  capitán  de  infantería ;  Monte 
mayor,  alférez;  teniente  de  macheteros  para  abrir  trocha,  uü 
mal  hombre  llamado  Baltasar  de  Ledesma ;  cabos  de  escua* 
dra  :  Francisco  de  Mojica,  Juan  Ruiz  de  Molina,  Carvajal^ 
Medina  y  un  francés  llamado  Noguerol.  Pablo  Fernandea 
Juan  de  Frades,  Portalegre  y  Alonso  Pérez  debían  senil 
como  guías. 

En  la  mañana  del  5  de  octubre  de  1539,  se  reunió  la  gcnli 
en  la  playa  de  Cartagena  y  se  embarcó  para  Urabá,  en  dond 
fueron  bien  recibidos  por  la  población  de    San  Sebastián 
Badillo  practicó  allí  algunos  arreglos  relativos  al  gobierno 
Bien  provistos  los  exploradores  de  bjdo  lo  necesario,  se  de^p 
dieron  y  emprendieron  camino.  Pasaron  al  principio  por  Ut 
baibe,  pueblo  antiguo,  ya  en  ruinas,  y  anduvieron  por  ter 
nos  muy  dificultosos,  en  que  sin  embargo  sufrieron  raeuc 
que  los  traficantes  anteriores,  por  ir  mejor  abastecidos 
todo. 

Desgraciadamente  para  la  historia,  los  nombres  div< 
de  los  sitios  y  lugares  en  que  tocó  Badillo  durante  8u 
paña,  hasta  llegar  á  la  sierra,  no  son  bien  conocidos,  por 
como  esa  parte  quedó  desde  entonces  casi  abandonada, 
bautismo  efímero  que  se  les  dio  ha  caído  en  olvido*  Sin  em- 
bargo,  su  derrotero  parece  haber  sido  al  principio  un  pocoaJ 
oriente  del  anterior,  hasta  llegar  á  las  serranías  de  Abibe.  Di 
este  punto  en  adelante,  la  oscuridad  desaparece  en  parte ;  m^ 
no  tanto  que  pueda  decirse  que  en  ese  camino  se  vea  con  per- 
fecta claridad. 

A  poco  andar,  separóse  del  ejercito  un  piquete  de  «Mí* 
dos  con  el  propósito  do  buscar  indios*  AI  llegar  a  un 


GOJ 


oyeron   el  cauto  de  un  g¿xllo,  y  guiados  por  61  dieron  con 

10  que  indagaban.  Cuando  Pcdrarias  y  sus  compaficros  andu- 
vieron por  esa  costa  traíicando  con  los  naturales,  les  vendieron 
algunos  de  aquellos  animales,  y  así  comenzó  á  propagarse  la 
raza*  Reunidos  todos  en  este  río,  que  llamaron  de  los  Gallos, 
pasaron  á  otro  llamado  del  Tigre,  por  uno  que  mato  mano  a 
mano  el  capitán  César  en  su  primer  viaje  :  este  río  conserva 
su  nombre.  En  el  Tigre  se  detuvieron  para  celebrar  la  fiesta 
de  la  Purificación  de  la  Virgen»  y  el  Licenciado  obsequió  a 
los  cuatro  clérigos  con  un  festín*  Pablo  Fernández  llegó 
ese  mismo  día  con  algunos  indios  prisioneros  para  que 
sirvieran  de  guías,  y  cuatrocientos  pesos  de  oro  fino  colec- 
tados en  el  río  de  los  Gallos.  Los  indios  do  esa  parte  vivían 

I     desnudos  ;  los  hondjres  cubrían  solamente  sus  partes  natu- 
Brales  con  un  caracol,  y  las  mujeres  con  una  pampanilla, 
H         Subiendo  por  la  orilla  del  último  río   donde  los  indios 
~  estaban  emboscados,  pasaron  sin  advertirlos  hasta  meterse  en 
un  gran  desfiladero  en  donde  fueron  atacados.  Los  españoles 

5 no  podíají  valerse  de  sus  armas  por  la  estrechura  del  lugar, 
mas  al  fm  la  superioridad  de  éstos  y  su  mayor  pericia  triun- 
faron. Los  indios  huyeron  despavoridos,  y  ellos,  los  aventu- 
reros, salieron  del  mal  paso* 
Sierra  de  Abibe*  —  Después  de  abandonar  el  río  del 
Tigre,  anduvieron  muchos  días  por  bosques  despoblados 
hasta  dar  con  las  aguas  del  Caricuríes,  que  más  tarde  cambió 
su  nombro  por  el  de  las  Monterías,  por  dos  jabalíes  (dantas) 
le  cazaron  en  su  ribera.   De  las  Monterías  se  trasladaron 

11  río  Barbacoas  y,  avanzando  un  poco,  a  un  terreno  llano 
más   transitable,    desde    donde    se    adelantó    Fernández 

para  descubrir  algo  mejor,  llevando  tras  él  al  capitán  Mojica. 

leunidos  llegaron  a  una  provincia  llamada  de  Abibe,  cuyos 

loradores,  menos  salvajes  que  los  otros,  se  vestían,  aunque 

ircialmente,   con   tejidos   de  algodón.   Las  mujeres  eran 

alias  y  los  hombres  robustos.  Todos  llevaban  el  pelo  largo 


—  002  — 

y  eran  apuestos,  aunque  duros  de  fisonomía.  Estaban  ya 
sobre  la  sierra. 

Dióse  cuenta  del  hallazgo  al  Licenciado,  quien  no  tardA| 
en  rennírseles;  recogieron  quinientos  pesos  de  oro;  descaí) 
saron  algún  tanto,  y  colectaron  algunos  víveres  que  comen 
ban  á  faltar.  No  hubo  batalla  dju  los  indios ;  pero  los  europec 
perdieron  algunos  caballos,  entre  ellos  cuatro  dcspeñados^l 
pues  subían  por  cuestas  sumamente  pendientes  y  trajioahar 
laderas  fragosísimas.  Estaban  ya  á  8  de  marzo  de  1540. 
senda  transitada  era  tan  agria  y  peligrosa,  que  hub<3  día  ea| 
que  no  pudieron  andar,  porque  consumían  el  tiempo  en  sac 
las  caballorías  atolladas  en  los  lodazales.  Había  caballos  qui 
metían  la  pata  entre  el  enrejado  de  raíces  del  bosque,  y  U 
sacaban  unas  veces  sin  herradura  y  otras  sin  casco.  Muchos 
de  estos  animales  morían,  pero  la  carne  uo  era  perdida 
que  se  aprovechaba  para  bastimento.  En  medio  de  tamal 
desdichas,  Badillo  se  portó  siempre  como  cumplía  a  su  alt 
posición  y  á  los  compromisos  contraídos.  Asi  fué  que,  a  p 
de  los  multiplicados  contratiempos  que  alligían  á  su  i*odudcl 
tropa,  perseveró  en  seguir  adelante,  y  para  ello  la  dividió^ 
dos  columnas  :  colocó  la  vanguardia  a  sus  propias  órdenes 
y  la  retaguardia^  las  de  Juan  de  Villoría,  Después  de  mil  tr 
piczos,  llegaron  a  un  valle  ardoroso  en  que  los  fatigados  euwj 
peos  tuvieron  que  sufrir  horriblemente  con  las  picadu!*as 
las  chinches  y  de  los  mosquitos,  por  donde  pusieix)n  al  vallí 
el  calificativo  de  valle  del  Pito. 

Para  quien  haya  transitado  alguna  vez  por  nuestras  • 
bladas  y  gigantescas  cordilleras,  cuyos   bosques   lleno9 
abrojos^  barrizales  y  demás  tropiezos  detienen  á  cada  paso 
planta  del  hombre,  la  obra  de  la  exploración  y  la  conquista  j 
convierte  en  proeza  romana  ó  en  leyenda  fabulosa.  Hoy, 
pues  de  más  de  tres  centurias,  esos  sitios  recorridos  ontor 
por  españoles  ainnados  y  con  caballerías,  rechazan  complete- 
mente  la  repetición  de  tal  heclio* 

No  eran,  sin  embargo,  los  españoles  de  aquella  época 
hombres  que  se  arredrai-aa  por  el  peligro,  sobro  todo  cuando 


—  603  -- 


tenían  en  perspectiva  el  cebo  apetecido  del  rico  metal  ameri- 
cano* La  vereda  que  debían  trillar  desdo  la  orilla  del  mai* 
hasta  el  centro  de  este  país,  estaba  erizada  de  enormes  dificul- 
tades y  obstáculos  naturales  :  serpientes,  jaguares,  mosqui- 
,  bosques,  abrojos,  humedad,  fiebres,  soledad,  intemperie^ 
^nagales,  lodo,  grandes  ríos,  espinas  de  guadua»  calor  inso- 
portable en  los  valles,  frío  glacial  en  las  alturas,  lluvias 
constantes  y  torrenciales,  atmóslera  sombría,  truenos,  tem- 
pestades, indios  caníbales,  saetas  envenenadas,  lanzas,  mazas, 
hambre,  desnudez,  cuestas  pendientes,  abismos,  y  una  natura- 
leza, en  fin,  enemiga  y  hostil  por  todas  sus  faces.  Todr»  esto  y 
aun  más  había,  y  todo  fue  vencido  por  el  tenaz  heroísmo  de 
aquellos  linmbres  de  corazón  entero  y  voluntad  inquebran* 
table.  Ellos  miraban  en  lontananza  y  en  risueña  fantasmagoría 
la  existencia  de  tesoros  inmensos,  de  riquezas  sin  guarismo, 
do  ventura,  de  gloria,  de  porvenir,  y  eso  era  bastante. 

Del  valle  del  Pito  en  adelante,  el  terreno  se  presentó  más 
•abierto^  más  seco  y  ti'ansi table.  El  comandante  mandó  como 
exploradores  á  Pablo  Fernández  y  á  Carvajal,  y  avanzando  él 
un  poco  más,  esperó  que  se  le  incorporaran  los  hombres  de 
Villoría;  pero  á  este  tiempo  los  salvajes  andaban  alborotados 
y  en  ademán  belicoso.  Se  les  hizo  guerra;  los  aventureros  sa- 
(Juearon  algunas  poblaciones,  incendiaron  otras  y  se  apropia- 
ron todo  el  oro  que  pudieron  haber  á  manos.  Villoi-ia  llegó,  y 
á  su  llegada  dispuso  Badiüo  que  algunos  soldados  deslucieran 
camino,  para  recoger  tres  de  los  compañeros  que  habían  que- 
dado desmayados  atrás.  Inútil  fué,  porque  ya  los  bárbaros  los 
habían  muerto  y  convertido  en  pedazos.  Los  comisionados 
para  traerlos  no  lograron  descubrir  otra  cosa  que  girones  da 
los  vestidos,  y  los  miembros  de  los  desgraciados  hirviendo  en 
ollas  para  servir  de  alimento  á  aquellos  caníbales.  Encoleri- 
zado el  Gobernador  por  esto,  mandó  á  Fernández,  á  Carvajal 
y  á  Noguerol  que  hicieran  guerra  á  muei'te,  mandato  que 
desempeñaron  con  exquisita  diligencia  y  éxito  sangriento. 
^^  Andando  más,  llegaron  al  valle  de  Guaca,  señorío  de  Uti- 

^p  bará,  hasta  donde  había  llegado  César  en  su  primera  entrada. 


^ 


—  604  — 

El  cacique,  sabedor  del  arribo  de  sus  dañinos  huéspedes,  86. 
había  parapetado  en  una  especie  de  fortaleza,  puesta  en  lal 
cumbre  de  la  cordillera  en  terreno  frío  y  en  escarpas  casi  * 
inaccesibles*    Allí  fué  atacado  por  César;  pero  después  de 
varias  escaramuzas  iiifructosas,  á  pesar  del  arrojo  de  los  sol- 
dados y  de  la  temeridact  del  general,  tuvieron  que  retirarse  ení 
busca  del  campo  de  Badillo,  más  bien  en  derrota  que  de  otra 
manera.  Reunidos  todos,  pasaron  el  río  Guaca  en  busca  de 
mejor  campamento,  no  con  tanta  dicha  que  la  corriente  na 
arrebatara  el  caballo  de  Santa  Cruz  y  ahogara  caballo  y  ca-  j 
ballero. 

Repuestos  algún  tanto   los  hombres  y    fortalecidos  los  I 
caballos^  intentaron  dar  un  asalto  definitivo  á  la  fortaleza  del] 
cacique:  ésta  era  por  lo  menos  la  opinión  del  Licenciado;' 
mas  queriendo  conocer  alguna  otra  mejor,  convocó  un  Con- 
sejo de  guerra,  al  cual  dio  parte  de  su  idea.  Todos  callaron, 
menos  Francisco  Cesar,  quien  demostró  perentoriamente  la 
imposibilidad    de  la  empresa,  puesto  que  la  caballería  no 
podía  obrar,  que  el  enemigo  era  numeroso,  fuerte  y  aguerrido, 
que  estaba  vigilante^  que  tenía  muchos  pertrechos,  y  que  dis^ 
ponía  de   un  lugar  tan  inexpugnable  por  su  naturaleza,  que 
echando  á  rodar  piedras  solamente  arrollaría  á  los  asaltantes. 
En  conclusión,    el   lugarteniente  propuso  que   se  dejase  á] 
Utibara  con  sus  riquezas,  sus  hijos,  sus  mujeres  y  su  ejército, 
y  que  el  campo  cristiano  se  dirigiese  a  Buriticá.  Esta  opinión 
prevaleció. 


Asalto  de  Buriticá-  —  Entre  Murrí  y  Duriticá  hay  inter- 
puestas algunas  cordilleras  con  valles  ardientes  en  sus  plie^ 
gues.  Por  esto,  auníjue  los  expedicionarios  se  dieron  inme- 
diatamente á  la  faena,  pasaron  muchísimos  días  sin  poder 
encontrar  cosa  de  sustancia.  El  infatigable  Pablo  Fernández^ 
que  marchaba  como  guía,  logró  descubrir  al  cabo  de  algún 
tiempo j  desde  una  grande  altura  y  subiéndose  a  la  copa  de  un 
árbol,  un  río  en  el  fondo  de  un  valle,  cuyas  orillas  estaban 
cubiertas  de  labranzas   y   sementeras.   Regocijado  un  poco 


—  G05  — 

con  lo  vistOt  lo  hi20  saber  al  Gobernador,  quien  había  que- 
dado atrás  en  una  situación  precaria  y  lastimosu,  no  tanto 
por  lo  que  le  tocaba  personalmente,  cuanto  porque  comen- 
zaba á  ver  un  poco  abatido  el  ánimo  de  sus  compañeros*  La 
noticia  fué  un  estímulo  eficaz  para  el  espíritu  descaecido  de 
los  soldados. 

Fernández,  creyendo  desprevenidos  los  habitantes  de  la 
nueva  población  descubierta,  avanzó  sobre  ella  y  fué  recibido 
en  son  de  guerra,  motivo  por  el  cual  se  replegó  y  esperó  la 
llegada  del  jefe.  Reunidos  todos,  siguieron  adelante.  Por  el 
camino  fueron  hallando  naturales  que  escaramuzaban,  pero 
no  resistían,  hasta  que  muy  pronto  después  estuvieron  en 
campos  más  amenos,  más  poblados  y  con  veciiios  de  una  exis- 
tencia más  adelantada.  Estaban  en  el  valle  de  Nore, 

Un  indio  dijo  que  conocía  un  pueblo  distante  tres  jornadas, 
sumamente  rico  en  oro,  muy  surtido  de  víveres,  muy  lleno  de 
gente  y  muy  propio  para  ser  explorado.  Para  este  pueblo 
fué  una  partida  de  españoles  capitaneada  por  Pablo  Fernán- 
dez, partida  que  se  admiró  un  poco  al  ver  que  la  población  no 
estaba  en  tierra,  sino,  como  la  primera  que  habían  hollado, 
sobre  el  ramaje  de  los  árboles,  Al  principio  se  defendieron 
muy  bien  los  atacados.  Se  les  quiso  atraer  con  proposiciones 
pacíficas,  á  las  cuales  se  denegaron ;  y  como  se  pretendiese 
rendirlos  derribando  los  árboles  con  hachas,  la  defensa  fué 
aún  más  viva  y  sostenida,  porque  los  proyectiles  que  lanzaban. 
caían  más  directamente  sobre  las  cabezas  de  los  sitiadores. 
Como  partido  más  pronto  y  eficaz  se  echó  mano  de  los  arca- 
buces, y  por  entre  las  troneras  de  los  zarzos  y  el  ramaje  de  los 
árboles,  se  mandaron  algunas  balas  para  reducir  á  los  salvajes, 
como  quien  caza  monos.  Aterrorizados  los  infelices,  viendo 
llegar  la  muerte  por  un  camino  desconocido  para  ellos,  baja- 
ron inmediatamente  y  se  rindieron.  El  cacique  NabucOi 
viejo,  suspicaz  y  mañoso,  quiso  captarse  los  buenos  mo- 
dos del  invasor  prometiéndolo  servir  de  guía  para  llevarlo 
á  Buriticá,  y  obsequió  á  Badillo  con  dos  mil  pesos  de 
oro  de  buen  quilate,  y  con  no  escasa  cantidad  de  comestibles. 


Él  jefe  español,  para  corresponder  esta  graciosa  muestra  i 
hospitalidad,  lo  agasajó  y  le  regaló  una  pluma  colorada, 
gorro  nuevo  y  algunas  baratijas  más,  con  lo  cual  quedó  el  ind 
muy  contento. 

Los  informes  dados  por  Nabuco  sobre  la  riqueza  de  Bu! 
tica  eran  tan  provocadores,  que  el  campo  todo,  guiado  por< 
se  puso  en  camino  inmediatamente.  Tres  días  los  condujo  pa 
brel^as,  cañada?,  y  senderas  tan  llenos  de  peligros,  quesw  deé 
cripción  sentaría  á  uno  de  los  cuadros  trazados  antes;  y  com^ 
no  pudieran  salir  de  cenagales,  bosques  oscuros  y  cncrucijacl 
el  caudillo  de  la  tropa  española  reprendió  y  amenazó  se 
mente  al  conductor.  Este  se  excusó  con  que  los  indios  habrá 
destruido  la  ruta  y  héchola  intransitable;  pero  que  sim 
bargo  debían  cobrar  animo,  porque  a!  segundo  día  estaría 
en  las  fronteras  de  Buritícá*  Así  sucedió,  pues  los  campos 
vieron  más  abiertos,  más  claros  y  más  h^aiisitables,  nnnt\ 
la  topografía  del  terreno  fuese  sumamente  rocallosa  y  encr 
pada.  Los  habitantes  eran  poco  dados  al  cultivo  de  las  sem€ 
teras;  el  suelo  era,  literalmente  hablando,  una  pasta  de  or 
las  labranzas  estaban  descuidadas,  y  la  minería  era  el  ofic 
permanente  de  los  buriticacs< 

TiTpando  una  larga  cuesta  que  conducía  á  la  parte  habÜ 
tada,  pudieron  ver  sobre  lo  alto  de  un  peñón  casi  inaccesible 
una  especie  de  ciudadela  fortificada  en  que  se  habían 
los  naturales  en  ademán  completamente  guerrero. 

El  Licenciado  re^íolvió  el  asalto,  y  fue  este,  no  ya  ui 
breve  escaramuza  como  las  anteriores,   sino  un  encuentro  < 
regla,  bastante  sangriento.  Dióse  el  mando  de  la  vangufl 
al  joven  y  temerario  francés  Noguerol,  quien  iba  acompañadlas 
entre  otros  batalladores  denodados,  por  Juan  de  Orozco,  i 
nisla  más  tarde  de  estas  conquistas.  La  retaguardia  era  dif 
gida  por  el  Licenciado  en  persona. 

La  vereda  que  conducía  hasta  el  campo  enemigo  ora 
estrecha  y  pendiente,  que  á  duras  penas  podía  escalarse,  )     , 
solamente  permitía  la  marcha   de    un   hombre  de    frent(^| 


Cuando  so  hubieron  aproximado  la  bastante,  se  trató  < 


—  607  — 


te,  el  cual  ofreció  una  lluvia  de  flechas  y  de  piedras 
If  el  lado  de  los  bárbaros,  y  la  detonacióri  del  arcabuz  y  el 
•libido  de  las  balas  por  parte  de  los  blancos;  mas  esto  no 
uro  largo  tiempo,  porque  bien  pronto  después  fué  ya  una 
«cha  encarnizada  de  hombre  á  hombre*  Los  indios  caían 
leridos  ó  muertos  por  montones,  y  de  los  españoles  había  al- 
gunos heridos  por  las  ílechas  ó  f2:olpeados  por  las  piedras*  No- 
^erol  cayó  muerto  uno  de  los  primeros,  atravesado  por  una 
üza. 

Ijx  victoria  se  ladeaba  liacia  los  sitiados,  pero  una  vigo- 
sa  arenga  de  BadÜlo  entusiasmó  de  nuevo  á  los  sitiadores; 
1  empego  se  encrudeció,  y  la  derrota  total  de  los  buriticaes  fué 
consecuencia»  Los  vencedores  entraron  al  lugar  á  fuego  y 
ítiigre;  mas  el  saqueo  fué  de  poca  importancia,  porque  sin 
uda  alguna  los  fugitivos  se  llevaron  consigo  sus  haberes.  En 
casa  del  cacique  encontraron  y  prendieron  á  su  joven  es- 
y  á  sus  hijos,  circunstancia  que  hizo  que  el  pobre  marido 
e  al  español  una  audiencia,  la  cual  le  fué  concedida.  Ofre- 
por  el  rescate  de  su  esposa  y  de  sus  hijos  doce  cargas  de 
Uen  oro,  y  además  la  mina  de  donde  se  sacaba,  como  le  fué 
Bdido  por  el  general.  Para  cumplir  con  esta  condiciónj  exi- 
WS  que  se  pusiese  en  lilx*rtad  á  su  mujer,  á  fin  de  que  ella 
invocase  á  sus  gentes  y  reuniese  el  oro  prometido,  ofrecien- 
te espontáneamente  á  quedar  él  en  rehenes  mientras  la  cosa 
í  verificaba. 

^m  Habiendo  esperado  diez  días  !a  \nieltade  la  cacica,  sin  verla 
WKBCCVf  reforzaron  un  poco  más  la  prisión  del  Buriticá  y  lo 
Hilaron  de  cadenas,  exigiéndole  al  mismo  tiempo  el  cumpli- 
mento de  la  segunda  condición,  es  decir,  que  mostrara  la 
titia. 

El  mismo  Badillo  y  Francisco  Cesar  fueron  con  este  ín- 

,  llevándolo  preso  con  una  cadena  tle  cuyos  cabos  se  en- 

*gó  á  cuatro  soltüidos.  El  resto  de  la  gente  marchaba  atrás 

los  lados,  trepando  una  cuesta  llena  de  barrancos  y  dcs- 

eros-   Por  uno  de  éstos   se  arrojó  repentinamente  el 

arrastrando  á  los  cuatro  soldados  en  su  séquito,  quic- 


—  608  — 


nes  rodaron  hasta  punto  do  abismarse,  y  no  murieron  p 
haberse  felizmente  enredado  en  el  único  matorral  ifiie  hal 
en  la  peña  tajada.  Los  españoles  que  quedaron  en  la  allun 
obedeciendo  á  sus  costumbres,  rezaron  el  credo^  se  sanligu; 
ron,  los  encomendaron  á  Dios,  los  dieron  por  muertos,  y  f 
gresaron  al  lugar.  Poco  tiempo  después,  los  cuatro  conducton 
volvieron  al  cuartel  general ^  trayendo  siempre  preso  al  cae 
que,  quien  fué  sentenciado  inmediatamente  por  Bodíllo  á  si 
quemado  vivo,  sentencia  que  á  pesar  de  los  hábitos  mqubitc 
ríales  de  la  época,  llenó  de  asombro  y  consternación  á  bu  cjé( 
cito  ;  pero  que  se  ejecutó  siempre,  siendo  verdugos  los  negra 
esclavos  del  Licenciado, 

En  Buriticá  vieron  los  europeos  muchas  señales  ■  J 

denciaban  la  abundancia  de  oro,  y  entre  ellas  alguno»  i.tuv,^ 
de  joyería,  sin  que  por  esto  el  botín  fuese  muy  halagado! 
como  queda  dicho.  Deseosos  de  encontrar  algo  de  más  pro 
vecho,  mandaron  a  Pablo  Fernández,  con  su  acostumbrad 
cargo  de  explorador,  en  busca  de  nuevas  poblaciones.  Martb 
hacia  el  oriente,  y  á  poco  andar  distinguió  las  aguas  de  u 
gran  río  que  tomó  por  el  I^Iagdalcna ;  los  campos,  aunqn 
abiertos,  estaban  sin  habitaciones,  y  como  á  la  parte  opuesl 
las  divisasen,  pretendieron  trasladarse  á  ellas  para  buM 
alimentos.  Diez  nadadores  quisieron  atravesar  el  CaiM 
pues  éste  era  el  río;  mas  se  devolvieron  sin  veriticarlo,  d 
ciendo  que  el  agua  era  demasiado  fría  y  la  corriente  muvam 
hatada.  Volvieron  sobre  la  marcha  al  campo  de  sus  on'-*^-^^^ 
ros,  lo  que  contentó  al  Gobernador,  porque  estaba  n  ^  J 
por  la  suerte  que  corrieran,  y  porque  él  mismo  se  mortifioik 
profundamente  sabiendo  que  carecían  de  víveres  y  de  forraíi 
y  que  los  poMs  pueblos  del  contorno  no  podían  abastecorlM 
abandonados  ya  por  sus  habitantes. 

Viaje  al  sur.  —  Pablo  Fernández  y  Francisco  CÉI 
andaban  ya  un  poco  dolientes    de  salud ;  sin  embarga, 
primero,  yendo  siempre  á  la  descubierta,  marchó  conalr 
vimicnto  al  levantarse  el  campo,  y  descubrió  la  provine 


—  609  — 

le  Iraca.  En  atención  á  la  multitud  de  guerreros  que  séf 
^presentaban  andando  por  una  llanada  de  esta  provincia, 
los  españoles  iban  apercibidos  para  la  pelea;  mas  el  en- 
cuentro no  fué  de  consecuencia,  porque  los  iracas,  al  ver 
las  barbas  de  los  contrarios,  el  ruido  de  sus  armas,  el 
movimiento  y  forma  de  sus  caballos,  fueron  sobrecogidos  por 
tal  espanto,  que  la  mayor  parte  de  ellos  caían  como  muertos, 
otros  se  arrojaban  boca  abajo,  algunos  se  tapaban  los  ojos,  y 
los  que  no  morían  inermes  asesinados  por  los  blancos,  se  sal- 
vaban en  la  fuga.  En  esta  parte  se  detuvieron  dos  meses, 
después  de  saquear  sin  piedad  el  poco  oro  de  los  naturales,  y 
de  apropiarse  unagran  cantidad  de  sal,  de  la  que  éstos  sacaban 
de  algunas  fuentes  saladas  del  contorno. 

Como  se  ve,  esta  campaña  era  durísima,  no  tanto  por 
las  dificultades  que  ofreciera  el  enemigo  en  su  calidad  de  boni- 
bre,  cuanto  por  los  obstáculos  que  una  naturaleza  bravia  y  sal- 
vaje presentaba  por   dondequiera*  Aunque  el  espíritu  y  ca* 
rácter  de  aquellos  aventureros  fuese  siempre  listo  y  perse- 
verante en  los  trabajos  emprendidos,  y  aunque  el  hábito  y  la 
codicia  hubiesen  hecho  de  ellos  una  especie  de  argonautas  • 
atrevidos  que  traficaban  por  el  mar  inmenso  de  la  conquista, 
lo  cierto  es  que  por  el  tiempo  á  que  vamos  refiriéndonos,  sus 
fuensas  comenzaban  á  desfallecer,  su  valor  se  abatía,  y  el  brío 
casi  indomable  de  su  alma  se  postraba  ante  tanta  miseria*  Las 
fiebres,  las  plagas,  la  intemperie,  los  torcedores  de  un  apetito 
voraz  no  satisfecho,  y  la  contemplación  incierta  de  una  espe- 
ranza poco  lisonjera,  los  traían  ya  abrumados  y  vacilantes.  Un 
solo  hombre  se  presentaba  entre  ellos,  rígido  a  veces,  flexiblo 
en  ocasiones,  severo  por  momentos,  amable  en  la  eventuali- 
dad, y  alternativamente  colérico,  suspicaz,  mañoso,    según 
conveníaá  sus  propósitos ;  pero  siempre  firme,  incontrastable 
y  sostenido  en  su  proyecto.  Este  hombre  era  el  Licenciado 
Badillo. 

Las  reflexiones  que  anteceden  no  carecen  de  fundamento; 

aorque  en  el  valle  d^*  Iraca,  gran  parte  del  ejército  expedicio- 

ario  se  vio  diezmado  por  esas    mortales  y   terribles  do- 

39 


—  6tü  — 


lencias  engendradas  con  tanta  frecuencia  por  la  esUujn>n  ¡jro- 
longada  ó  pasajera  en  silios  intertropicales.  El  animoso  guKi 
Pablo  Fernández,  á  quien  hemos  visto  tan  activo  y  emprende* 
dor  en  las  campañas  anterioi'es,  enfermó  de  una  fiebre  perai- 
ciosa  y  murió  al  sétimo  día.  Este  personaje  fue  muy  sentido, 
y  con  razón,  por  sus  compafieros.  No  hay  que  decir,  porque  s<j 
comprenderá,  que  habiendo  sacerdotes  a!  lado,  los  deberes  re» 
Kgiosos  fueron  estiictamente  cumplidos  por  él,  y  con  tanta 
mayor  razón  >  cuanto  Badillo  era  en  esta  materia  hombro  de 
una  severidad  notable.  En  el  momento  que  un  soldado  enler- 
maba,  le  mandaba  ordenar  la  conciencia,  lo  hacía  confesar» y  k 
arreglaba  él  mismo,  en  su  calidad  de  letrado,  el  testamento. 
Los  días  feriados  eran  guardados  con  escrupulosidad ;  la  ex- 
pedición so  detenía,  y  el  tiempo  se  empleaba  en  rezo«s  y  oracii»^ 
nes.  Hombres  que  no  vacilaban  en  hacer  quemar  %ivos  á  su^ 
semejantes,  en  robarlos,  ultrajarlos,  asesinarlos  y  reducirloei 
un  aniquilamiento  total,  se  habrían  creído  irreniediableaiciile 
perdidos  el  día  en  que,  por  faltar  á  cualquiera  ritualidad  de 
su  culto  religioso,  hubieran  visto  la  imagen  deSatanáa»  pronta 
•á  cargar  con  su  alma.  Nada  hay  que  decir  á  esto,  sino  sólu 
que  tal  era  el  carácter  de  la  época* 

Un  día  mandó  el  General  diez  negros  &  recorrer  1m 
labranzas  de  los  indios  para  buscar  víveres,  y  fueron  atacados 
por  los  dueños,  quienes  mataron  á  uno  de  loe  aventureros  j 
lo  devoraron  al  instante.  Encolerizado  el  jefe,  ordenó  que 
Carvajal  fuese  á  vengar  con  treinta  compañeros  la  ofeiea 
recibida.  El  enviado  desempeñó  bien  el  cargo  :  mató  ciento 
y  robó  lo  que  pudo. 

Dos  días  después  de  este  acontecimiento^  urgidos  por  d 
fiambre,  salieron  seis  blancos  y  doce  negros  á  merodear  púr 
aquellos  lugares.  Emboscados  los  nativos»  los  atacaron,  n^ 
taron  á  Fernando  de  Hoyos,  a  Diego  de  Tapia  y  á  dos  ne^rm 
más.  Los  cuatro  europeos  restantes  huyeron,  yon  la  huida  im 
alcanzado  y  herido  otro  español.  Así  disminuidos,  los  fugU 
dieron  la  noticia  de  lo  acaecido*  Para  desquite  de  Uvnta  ho^* 
lidatl,   fué  entonces  Baltasar  de   Ledesma  con  más  gúot^i 


pero  los  naturales  se  habían  ocultado,  y  logró  apenas  que 
algunos  de  ellos,  subidos  en  las  alturas  vecinas,  le  mostrasen 
desde  lejos  los  miembros  de  los  muertos. 

Un  poco  antes  de  esto,  ansioso  Badillo  de  encontrar 
poblaciones  de  mejor  provecho»  había  mandado  en  comisión  a 
tierras  de  Aratupe  á  Juan  Rniz  de  Molina  y  á  Francisco  de 
Mojica.  Juan  de  Frades  vinoá  anunciar  que  felizmente  habían 
hallaclo  lugar  cómodo  y  abastecido.  Continuó  el  Licenciado 
su  peregrinación  desde  Iraca  por  caminos  fragosísimos, 
atravesando  estrechas  cejas  en  que  ni  hombres  ni  caballos 
podían  sostenerse.  Para  evitar  que  se  derrumbaran  los  últi- 
mos, tenían  necesidad,  durante  la  noche,  de  atarlos  fuerte- 
mente á  troncos  de  árboles,  y  con  todo,  cuatro  rompieron  los 
ronzales  y  se  perdieron,  después  de  rodar  mil  ó  más  metros. 
De  esa  manera  llegaron  al  río  Garú^  nombre  perdido  hoy, 
pero  que  parece  haber  sido  el  San  Juan  ó  el  Barroso.  En  ese 
río  se  reunieron  con  Mojicay  conRuiz  de  Molina;  y  si  nuestra 
interpretación  no  va  errada  pensamos  que  andaban  entonces 
por  entre  los  desfiladeros  de  San  José,  San  Mateo  y  la  Con- 
cordia. En  aquel  punto  tuvieron  noticia  de  la  existencia  de 
una  ciudad  cercana,  rica  y  floreciente,  que  se  llamaba  Corí  por 
los  incÜos. 

Parece  ser,  repetimos,  que  esta  población  estu\íese 
situada  en  uno  de  los  lugares  en  que  están  hoy  Bolívar  y 
Andes;  y  hacia  ella  fué  el  teniente  general  César,  nom- 
brado por  el  Gobernador,  á  pesar  del  menoscabo  de  su 
salud,  como  persona  más  idónea  y  á  propósito  para  la  em- 
presa. Escogió  César  un  grupo  de  soldados  de  los  menos 
achacosos,  porque  á  la  sazón  todos  ellos,  ó  la  mayor  parte» 
venían  extenuados  y  valetudinarios*  Después  de  andar  un 
gran  trecho  de  camino,  alcanzaron  a  divisar  desde  la  eminen- 
cia de  algunas  lomas  gran  número  de  casas,  cuyos  dueños 
esperaban  armados  y  tranquilamente,  como  quien  tiene  segura 
la  victoria,  y  como  el  que  entre  caníbales  se  apresta  para  pro- 
)rcianarse  un  festín  de  carne  humana.  César  y  sus  amigos 
se  mantuvieron  ürmes  á  la  hora  del  combate;  mas  el  número 


iba  arrollándolos,  y  se  hubieran  sin  duda  vi8to  en  el  aprieto  de 
una  derrota,  si  la  oportuna  llegada  de  la  caballería  no  hubiese 
desbandado  los  indios,  aterrorizádolos  y  puéstolos  en  precipi- 
tada fuga.  No  se  consiguió  esto  sin  que  fuesen  heridos  doce 
españoles  con  saetas  emponzoñadas  con  el  veneno  de  la  rana, 
que  entonces  usaban  y  usan  hoy  los  restos  miserables  de 
aquellas  poblaciones. 

Viendo  Badiílo  enfermos  la  mayor  parte  de  sus  soldados, 
se  detuvo  por  aquellos  lugares  diez  y  siete  días,  esperando  á 
que  convalecieran ;  mas  en  vez  de  lograrlo,  tuvo  la  pena  de 
ver  perecer  por  causa  de  las  enfermedades  del  país,  á  Miguel 
Vizcaíno,  á  Soto,  á  Esquivel,  tres  negros  y,  lo  más  doloroso 
para  él,  al  denodado  lugarteniente  general  Francisco  César. 
Este  último  venía  un  poco  enfermo  desde  el  valle  de  Murrí; 
pero  su  resistente  organización  física  le  hacía  tomar  como 
negocio  de  poco  momento  la  alteración  de  su  salud.  Reque- 
rido para  poner  en  orden  los  asuntos  de  esta  vida  y  los  que 
están  en  relación  con  la  otra,  creyó  el  fogoso  capitán  que  su 
situación  no  lo  demandaba,  y  por  eso  se  despidió  del  mundo 
sin  ningún  preparativo. 

Todos  estos  muertos,  la  escasez  y  demás  causas  apuii* 
tadas  antes,  abatieron  los  bríos  del  ejército,  de  tal  suerte  qúc 
solícitos  pidieron  al  jefe  una  pronta  y  decidida  contramarcha, 
petición  á  la  cual  61  no  quiso  ni  pudo  acceder,  temeroso  por 
la  causa  de  residencia  que. en  Cartagena  lo  esperaba.  Y  do  se 
engañaba  en  este  cálculOj  porque  cuando  estas  cosas  pasaban, 
estíüja  en  la  costa  el  Licenciado  Santa  Cruz,  provisto  de  íaoul- 
tades  competentes  para  seguirle  un  riguroso  y  cabal  juicio. 

Firme,  pues,  el  caudillo  de  esta  campaña  en  su  propó* 
sito,  resolvió  avanzar  á  la  provincia  de  Cártama,  que  tenía 
por  entonces  reputación  de  ser  comarca  rica  y  de  minas. 
Mandó  primero  unos  pocos  soldados  adelante,  quienes 
en  un  pueblo  ya  quemado  por  sus  vecinos  tuvieron  un 
reñido  combate  con  los  naturales,  en  el  cual  salió  herido 
gravemente,  aunque  no  de  muerte,  Alvaro  de  Mendosa 
CarvajaL    Triunfaron,    como  de  ordinario,   los  españoles; 


hicieron  algunos  prisioneros,  los  condujeron  al  ejército 
que  estaba  en  camino,  ó  interrogados  por  lugares  de  más 
valer  dieron  noticias  de  las  poblaciones  de  Caramanta,  quc^ 
por  el  contextü  probable  aunque  no  explícito  de  la  historia, 
debieron  existir  en  el  punto  mismo  en  que  hoy  esta  lo  que  los 
habitantes  de  Andes  y  de  Jerícó  llaman  La  Ciudad,  y  de 
donde  extraen  algunas  reliquias  que  demuestran  el  asiento 
de  una  población  española,  que  desapareció  bien  pronto,  como 
lo  veremos  en  la  continuación  de  nuestra  tarea. 

Había  varios  pueblos  de  indios  en  toda  esa  parte,  y  sus 
moradores  eran  tan  numerosos,  que  los  cristianos,  viéndose 
pocos  y  debilitados,  vacilaban  entrar  en  ellos;  más,  á  su  apro- 
ximación, los  naturales  acobardados  por  el  aspecto  de  los 
caballos  huían  despavoridos  y  se  situaban  en  las  alturas. 
Juan  de  Frades,  después  de  mucho  lidiar,  logró  coger  siete 
prisioneros»  quienes  requeridos  dijeron  ser  Cuicuí  la  única 
población  digna  de  una  visita.  El  Licenciado,  disgustado  por 
tanto  padecer  y  por  conseguir  tan  poco,  pero  resucito  y  deci- 
dido siempre,  mandó  á  los  guías  que  lo  condujesen  á  esa 
ciudad;  mas  avino  luego  que  los  metieran  por  unos  caminos 
detestables,  y  que  los  trabajos  fuesen  tantos  que  los  hombres 
de  tropa  comenzaron  á  murmurar  y  á  pensar  que  el  general 
estaba  loco.  Día  hubo  de  aquellos  en  que,  andando  desde  el 
amanecer  hasta  las  seis  de  la  tarde,  avanzaran  sólo  y  a  duras 
penas  media  legua  de  camino* 

AI  transitar  por  aquellos  andurriales,  yendo  el  jefe  como 
de  costumbre,  para  dar  ejemplo,  á  la  vanguardia,  atollóse 
hasta  la  cintura  en  un  profundo  lodazal.  En  tal  aprieto,  sus 
compañeros  solicitaron  del  comendador  Rodríguez  de  Sonsa, 
la  gracia  de  que  le  dirigiera  una  arenga,  á  fin  de  convencerlo 
de  la  necesidad  urgente  de  volver  atrás  y  enderezar  sus  pasos 
á  San  Sebastián  de  Buena  vista ;  de  renunciar  al  intento  y  de 
buscar  la  salvación  en  la  retirada.  Hízolo  así  Rodríguez  do 
Sousa;  pero  sin  buen  resultado,  porque  en  esta  ocasión 
Badillo  se  mostró  más  inflexible  y  más  intratable  que  nunca. 
De    aquel    lugar    en    adelante,    el    viaje    fué    todavía 


J 


—  OH  — 


más  difícil,  y  tanto,  que  los  soldados  volvieron  á  las  mur- 
muraciones y  al  disgusto,  sin  que  por  eso  el  testarudo 
caudillo  cejara  ua  punto  en  su  proyecto,  pues  mandó  á  Juan  de 
Frades  en  la  descubierta,  ordenándole  que  volviera  si  encon- 
traba campo  raso  y  abierto.  El  enviado  marchó  con  dili- 
gencia, y  regresó  á  poco  para  anunciar  que  había  vi^ii 
poblaciones  con  muchos  naturales;  pero  que  los  individuos  - 
su  escolta  estaban  tan  desfallecidos,  que  al  volver  y  repasad 
un  riachuelo  enfermaron  dos  que  dejó  acompañados.  Frade 
halló  á  Badil  lo  en  el  estado  más  lamentable.  La  buena  nuen 
animó  un  poco  su  ejercito;  fueron  al  lugar  descubier 
consiguieron  víveres  en  abundancia  y  permanecieron  all 
veinte  días.  Estaban  por  entonces  en  lo  que  es  hoy  Xueví 
caramanta  ó  Sepulturas,  ó  quizá  más  bien  en  la  Vega 
Supía. 

Un   nuevo   comisionado,  que   lo   fue   Ruiz  de   Molina, 
salió  á  explorar  el  campo;  volvió  con  algunos  prisionorc 
mil  pesos  en  oro  y  la  noticia  consoladora  de  haber  descubíc 
un   valle  ameno  y  bien  cultivado.  Quisieron  saber  como 
llamaba  esa  tierra;  pero  los  siete  indios  intérpretes  cogkl^: 
en  Caramanta  se   habían    fugado  la  noche  anterior,  y  k 
blancos  no  entendían  la  lengua  de  los  indios  del  país.  Pra 
cisco  deMojica  se  ofreció  para  volver  á  Caramanta  en  bu 
de  un  intérprete;  ejecutólo,  regresó  con  él,  y  supieron  por< 
medio  que  estaban  en  Anserma. 

Desde  las  alturas  que  iban  trasmontando  en  esta  parte  i 
la  campaña,  alcanzaríjn  a  divisar  hacia  el  oriente,  y  en 
parle  opuesta  de  la  hondonada  del  Cauca,  un  extenso 
torio  que   apetecieron   conocer.   El  Gobernador  mandó  ui¡ 
comisión  para  buscar  paso  al  rio;  pero  de  ello  resultó 
que  un  soldado  fue  arrebatado  por  la  corriente,  y  los 
atemorizados  volvieron  en  busca  do  sus  amigos. 

De  Anserma  para  el  sur,  los  audaces  caballeroe  fu 
tropezando  con  las  calamidades   y   contratiempos   gei 
al  suelo  que  recorrían.  Al  llegar  á  la  parto  norte  del  Mt 
cho  valle  del  Cauca,  en  las  cercanías  de  Cartago,  supierou 


sólflr 


—  (j15  — 

'  algunos  indios  que  ya  esos  lugares  habían  sido  visitados 
por  unos  hombres  parecidos  á  ellos,  que  traían  caballos, 
barbas  y  arcabuces.  Eran  soldados  de  Belalcázar. 

Costeando  siempre  la  orilla  izquierda  del  Cauca  y  expe- 
rimentando inmensos  trabajos,  arribaron  á  Cali,  en  donde 
fueron  bien  recibidos  por  Antonio  Uedondo  y  Pedro  de 
Ayala,  tenientes  del  Adelantado  conquistador  de  esa  parte. 
Fué  allí  donde  encontraron,  haciendo  parte  de  los  expedicio- 
narios que  venían  de  Quito,  á  D.  Jorge  Robledo,  personaje 
que  deberemos  seguir  en  su  próxima  campaña. 

La  correría  relatada  hasta  aquí,  estuvo  coronada  por  el 
más  infeliz  y  deplorable  resultado.  Murieron  en  ella  92 
hombres  y  119  caballos,  y  todo  d  oro  recogido  se  indujo  á  dos 
mil  seiscientos  castellanos  que  hurtaron  de  su  propia  tienda 
al  ÍTobernador,  ocho  leguas  antes  do  llegar  á  Cali*  Fuera  del 
robo,  Badillo  tuvo  la  desgracia  de  que  sus  compañeros  preten- 
diesen complicarlo  en  él,  diciendo  que  había  ocultado  el 
dinero  para  no  repartirlo  en  la  forma  que  debiera.  Esta  incul- 
pación se  lialló  luego  ser  inmerecida,  porque  el  oro  pareció 
en  poder  de  otro.  Repartido  entre  los  soldados,  tocó  á  cada 
uno  de  ellos  la  mezquina  suma  de  cinco  castellanos  y  medio, 
recompensa  a  la  verdad  bien  pequeña  para  tantos  disgustos  y 
trabajos  padecidos.  De  otro  lado,  el  General  veía  con  dolor  el 
fracaso  completo  de  una  empresa  en  que  había  gastado 
doscientos  mil  pesos;  costadole  la  comisión  de  un  delito 
cuya  responsabilidad  lo  amenazaba,  y  que  lo  dejaba  despresti- 
giado en  la  opinión  de  su  ejercito  y  lo  constituía  de  una 
vez  en  completa  y  cabal  ruina. 

D.  Lorenzo  de  Aídana  llegó  por  este  tiempo  á  Cali, 
mandado  por  el  Vi  rey  del  Perú  D,  Francisco  Pizarro, 
con  el  fln  de  vigilar  las  operaciones  de  D.  Sebastián  de 
Belalcázar  y  reemplazarlo  en  el  mando  en  caso  de  que 
por  mal  giro  de  las  operaciones  confiadas  á  aquel  te- 
nient-e,  juzgase  oportuno  hacerlo,  Pizarro  comenzaba  á 
desconfiar  de  la  fidelidad  del  fundador  de  Popayán,  y  hus- 
meaba, aunque  á   mucha  distancia,  algo  que  lo  inquietaba 


^  Í>I6  — 


acerca  del  carácter  ambicioso  y  exclusivo  de  aquel  subalterna 
Sin  embargo,  no  era  D,  Lorenzo  de  Aldana  el  hombre  calcu- 
lado para  verse  de  frente  con  tal  antagonista.  ^ 

El  enviado  del  Virey    Pizarro  acogió  graciosamentd^B 
protegió  con  generosidad  á  los  desdichados  restos  de  la  expe-^ 
dicióü   de   Badillo.    Entendiéndose  con  éste,    le    manifestó 
que    su    gente    comenzaba    ó   á  desbandarse  ó  á  incorpo- 
rarse  al   ejército   peruano,  y  que  como  hubiese   salido  ya 
de  los  límites  de  la  gobernación  que  pretendía,  no  le  era 
permitido  poblar  lo  nuevamente  descubierto  por  éK  Propúselc 
en  consecuencia  que  volviese  con  su  tropa  á  Buriticá;  pero 
subordinado  al  Virej^  del  Perú  y  por  cuenta  de  éste.  Añadió 
Aldana  á  esta  propuesta,  la  promesa  de  ayudarle  solícita  y 
poderosamente  en  lo  que  intentara;  mas  no  consiguió  coa 
ella  otra  cosa  que  lastimar  el  amor  propio  del  Licenciado, 
quien  se  denegó  desabrido,  contestando  que  él  era  Oidor  «i 
Santo  Domingo,  Gobernador  de  Cartagena,  y  que  se  bastaba 
á  sí  mismo.  En  definitiva,  resolvió  seguir  á  Popayán,  para  lo 
cual  se   le   concedió  una  escolta  formada  por  sus  mismoe 
compañeros  de  viaje  y  vigilada  por  el  capitán  FVancisco  Fer 
nández  Girón,  á  fin  de  que  la  gente  no  se  desmandara  en  U^ 
lugares  del  tránsito.  Este   mismo  capitán    Fernández  Girón 
recibió  orden  de  Aldana  para  que,  una  vez  llagado  á  Popayán* 
siguiese  á  la  ciudad  de  los  Reyes  de  Lima  á  informar  al  Virey 
de  que  nada  se  sabía  de  Bclalcazar.  Este  último  estaba  por 
entonces  en  el  Nuevo  Reino  y  se  disponía  á  seguir  á  España  en 
buscado  títulos,  honores  y  recompensas. 

Badillo,  terco  y  obstinado  siempre,  requirió  á  sus  oompa- 
ñeros,  antes  de  llegar  á  Popayán,  para  que  volviesen  con  él  i 
las  andadas  ;  mas  ellos,  que  tenían  bastante  con  lo  pad»/*  ' 
se  resistieron  perentoriamente  á  seguirle.  Desesperancio  ^>. 
tonces  de  mejor  suceso,  se  dirigió  al  puerto  de  la  Buenaven* 
tura  y  embarcóse  allí  para  Panamá,  donde  un  comisionado  de 
su  juez  de  residencia,  Santa  Cruz,  lo  prendió  a  pesar  do  b 
protección  de  algunos  amigos  y  conocidos.  De  Panamá  seit* 
mandó  encadenado  á  Cartagena,  de  Cartagena  á  Espafta;j 


—  617  — 


llíse  le  siícuió  causa* 


3  estuvo  sin  sentenciarse  más  de  veinte 
"gucias  de  abogado  demoró  siempre 
la  conclusión-  Un  amigo  que  fue  de  Indias  á  la  Península,  le 
preguntó  un  día  por  qué  no  se  sentenciaba  su  proceso  :  a  Por- 
que no  me  conviene  »,  le  contestó.  Murió  en  la  miseria  en  la 
ciudad  de  Sevilla,  sin  alcanzar  á  ver  el  fin  de  su  residencia. 


Br  Jorge  Robledo.  —  Partido  que  hubo  el  Licenciado,  deter- 
minó Aldana  hacer  público  su  título  de  Gobernador  de  Po- 
payan,  expedido  por  Pizarro  ;  j%  para  abrir  operaciones,  puso 
los  ojos  en  un  oficial  de  gran  mérito,  quien  por  su  carácter, 
su  nobleza  y  su  valor  le  daba  garantías  de  conducir  á  buen 
ténnino,  pues  para  ello  era  hábil,  cualquier  encargo  que  so  le 
cometiese,  pordincil  y  delicado  que  pareciera.  Este  oOcial  era 
el  capitán  Jorge  Robledo, 
^  No  hemos  podido  hallar  en  nuestras  lecturas  sobre  la  ma- 
teria que  venimos  tratando,  nada  (¡ue  nos  liaya  ilustrado  lo 
suíiciente  sobre  el  origen,  nacimiento,  relaciones  y  circuns- 
tancias especiales,  anteriores  al  tiempo  en  (\ne  hacemos  cono- 
cimiento con  el  personaje,  que  puede  reputarse  si  no  como  el 
Í rimero  y  sólo  de  los  conquistadores  de  Antioquia,  sí  como 
I  más  benemérito  y  eminente.  Sabemos  sólo,  que  la  familia 
de  Robledo  era  tenida  en  España,  desde  muellísimo  antes  del 
Bscubrimiento  de  América,  como  gente  hidalga  por  la  cuna  y 
)ble  por  los  hechos. 

Cuando  D.  Francisco  Pizarro,  en  su  segunda  expedición 
>bre  el  Perú,  aprestaba  en  la  isla  de  Puna  los  elementos  pre- 
sos para  desembarcar  en  Tumbes  y  seguir  sobre  Cajamarca, 
auxiliado  por  el  capitán  Robledo,  quien  se  le  incorporó 
)n  algunos  liombres  de  caballería.  Después  del  asunto  de  Ca- 
^marca,  Robledo,  en  vez  de  seguir  sobre  el  Cuzco,  hizo  parte 
Hbl  ejército  de  Sebastián  de  Belalcázar  y  se  portó  decorosa  y 
bizarramente  en  la  toma  de  Quito.  Luego,  á  las  órdenes  del 
mismo  jefe,  vino  al  norte  pasando  por  Pasto  y  Popayán, 
hasta  encontrarse  en  Cali  á  Unes  de  1540,  época  actual  de 
nuestra  relación. 


—  618  — 

Encargado  de  cumplir  la  orden  dada 
que  fundara  una  ciudad,  vino  de  Cali  á  lo 
vincia  de  Anserma,  nombre  derivado  delai 
los  naturales  significaba  sal,  por  la  que 
contornos,  y  fundó  la  ciudad  á  la  cual  Han 
Santana  de  los  Caballeros,  para  lisonjear 
fundadores,  quienes  en  su  mayor  parte  e 
Badillo,  incorporados  en  el  nuevo  ejército 


El  Ldo.  Santa  Cruz.  —  En  taiito  que  la  causa  contra  los 
Heredias  y  contra  Alonso  Montes,  sobrino  de  ellos,  iba  de 
Cartagena  de  Indias  á  España  y  se  consideraba  en  el  Consejo, 
y  en  tanto  que  el  Gobernador  licredia,  compelido  por  su  se- 
vero juez  de  residencia,  viajaba  á  la  Alíidre  Patria^  para 
defender  personalmente  sus  intereses,  como  lo  hizo,  el  Oidor 
Badillo  emprendía  su  correría,  la  llevaba  á  cabo,  é  iba,  al  fin 
de  ella^  aunque  más  forzado  que  lo  que  quisiera,  á  rendir 
cuentíi  de  su  conducta  a  sus  Majestades,  á  quejarse  de  los 
pixíténdidos  agravios  y  á  pedir  justa  reparación  por  los  danos 
que  se  lo  híibían  causado  y  por  los  impedimentos  puestos  á  su 
empresa. 

En  la  Corte  se  conocía  tarde  y  mal  todo  lo  que  pasaba  en 
el  Nuevo  Mundo,  y  esto,  entre  otras,  por  las  dos  razones  si- 
guientes  :  1"  la  enorme  distancia ;  y  2"  el  embrollo  y  dudas 
establecidas  por  el  juego  de  intereses  opuestos  y  pasiones 
encontradas  que  oscurecían  ki  notoriedad  de  los  hechos. 

En  la  perplejidad  actual,  el  Consejo  de  Indias  mandó 
oomo  juez  comisionado  para  entender,  Juzgar  y  sentenciar  en 
tísos  asuntos,  al  Licenciado  Santa  Cruz.  Las  instrucciones 
traídas  por  este  sugeto  se  reducían  a  examinar  escrupulosa- 
mente la  conducta  de  Badillo,  y  á  disponer  que  fuese  preso  á 


—  620  — 

la  Península^  si  se  le  hallaba  culpado,  ó  que  siguiese  á 
Domingo,  donde  debía  continuar  ejerciendo  sus  fuacioues  de 
Oidor,  si  se  le  hallaba  inocente.  Ya  hemos  visto  el  reBultíido_ 
final  de  lo  que  sucedió  á  Badillo  con  respecto  á  los  Ileredi2 
Santa  Cruz  debía  igualmente  examinar  los  hechos,  y  si 
liaba  que  fuesen  delincuentes  merecedores  de  un  castigo  ord 
nario,  se  le  ordenaba  mandarlos  presos,  y  si  por  el  c<jntn 
juzgaba  que    no  fuesen    tan  culpados  como  se  decía,  poc 
dejarlos  ir  en  libertad,  previa  garantía. 

Santa  Cruz  llegó  á  Cartagena  en  los  últimos  días 
1539,  por  manera  que  á  su  llegada  supo  que  D.  Pedro  de  He* 
redia  había  ya  partido  para  España,  y  que  Badillo,  asuraiend 
por  sí  y  ante  sí  el  cargo  de  gobernador,  se  había  dado  al  ofic| 
de  conquistar,  y  andaba  ricamente  equipado  por  el  interior  ' 
estas  tierras.  En  consecuencia,  el  nuevo  Licenciado  asumió 
facultades  omnímodas  y  comenzó  á  obrar  en  todo  discre- 
cionalmente. 


Luis  Bernal  y  Juan  Graciano.  —  La  primera  cosa  qt 
hizo  éi  para  la  consecución  de  sus  intentos,  fué  reunir  á  1^ 
mayor  brevedad  posible  100  hombres  de  infantería  y  c-omoí 
de  caballería,  para  mandarlos  en  busca  del  Oidor.  Encomendó 
la  dirección  civil  de  esta  tropa  á  Juan  Graciano,  á  quii 
apoderó  suficientemente  para  apresar  á  Badillo  en  cual^ 
punto  que  lo  liallase  y  remitirlo  encadenado  a  Car 
Para  el  mando  militar  de  estos  mismos  hombres  nombrúf 
que  no  debiera,  á  Luis  Bernal,  intimándote  que  al  pauo 
hiciese  toda  la  guerra  posible  a  los  naturales  que  se  presen- 
tasen en  actitud  bélica,  sacando,  eso  sí,  el  mejor  provt 
posible  de  ella.  Como  se  ve,  Santa  Cruz  principiaba  su 
por  cometer  el  mismo  error  y  desacato  que  su  anteccsüri 
quien  por  tales  causas  perseguía,  íladu  que  su  misión  pl 
mente  civil  le  negaba  toda  ingerencia  en  negocios  miÜt 
Sin  embargo,  había  fiebre  de  aventuras,  y  los  leti*adu«  no  va* 
ciliban  un  punto  cuando  se  trataba  de  cambiar  la  toga  porta 
espada. 


i: 


h 


i 


La  organización  mista  dada  á  este  reducido  cuerpo  expe- 
dicionario, fué  desdichada  por  todos  respectos,  pues  no  bien 
hubo  salido  de  Urabá  y  mctídose  en  las  montañas,  comenzó 
entre  los  dos  jefes  una  agria  competencia  que  redundó  cons- 
tantemente en  perjuicio  do  los  soldados,  y  que  llegó  á  veces  á 
un  estremo  tal,  que  faltó  poco  para  que  unos  á  otros  se  dego- 
llasen sin  piedad. 

Los  obstáculos  naturales  del  país  fueron  no  obstante 
mucho  menores  y  mas  llevaderos  para  este  pelotón  de  hom- 
bres,  que  lo  habían  sido  para  los  anteriores,  porque  la  senda 
trazada  por  Badil  lo,  á  pesar  de  la  exuberancia  de  la  vegeta- 
ción tropical,  estaba  tan  recientemente  hecha,  que  todavía  se 
presentaba  por  lo  menos  visible. 

Así  fué  que  en  muy  poco  tiempo  dominaron  las  alturas 
,e  Abibe,  sin  que  nada  digno  de  mención  se  les  ocurriera, 
gún  dice  la  leyenda,  sino  el  haber  dado  en  un  bosque  con 
una  culebra  sumamente  corpulenta,  á  la  cual,  muerta  por  los 
soldados  y  abierta  después,  se  le  extrajo  del  vientre  un  ciervo 
tragado  poco  antes^  inclusive  ia  cornainenta. 

De  Abibe  en  adelante,  siguieron  Graciano  y  Bornal  á  mar- 
has  forzadas,  disputando  siempre,  hasta  entrar  en  la  pro- 
vincia de  Anserma,  comarca  en  que  se  proveyeron  de  basti- 
mentos, para  ponerse  en  disposición  de  poder  continuar  el 
viaje  hacia  el  sur  en  persecución  de  Badillo. 
L  Un  día,  el  rencor  de  los  dos  jefes,  del  cual  participaban 
los  individuos  de  la  columna,  se  exacerbó  en  términos  tales  y 
tomó  proporciones  tan  acres  y  ofensivas,  que  el  pelotón,  divi- 
dido  en  dos,  unos  por  Bernal  y  por  Graciano  otros,  estaba  en 
situación  de  emplear  las  espadas  y  los  arcabuces  para  dirimir 
la  contienda.  Trabábase  ya  el  combate  cuando  los  belige- 
rantes vieron  dominada  la  altura  de  la  colina  de  Umbía,  a  cuya 
base  estaban,  por  unos  20  caballeros,  que,  guiados  por  Ruy 
Vanegas,  formaban  la  descubierta  de  ia  tropa  comandada  por 
D.  Jorge  Robledo, 

Cejaron    en    la    disputa    los    inquietos    y    turbulentos 
ombres  enviados  por  Santa  Cruz;  regocijáronse  al  ver  a 


—  622  — 


éstos  los  compañeros  de  Robledo  ;  iioiüroiisc  á  ellos  y  anm? 
vieron  cannino  en  busca  del  jefe,  el  cual  se  hallaba  á  la  sazón 
entretenido  en  el  sometimiento  de  los  indios  de  Guarina,  pan 
ponerlo  al  corriente  de  lo  acaecido. 

Informado  el  capitán  de  todas  las  circunstancias  relaciO' 
nadas  con  este  último  suceso,  resolvió  con  prudencia  remitir 
presos  á  San  Sebastián  de  Buenavista  los  dos  jefes  de  la  expe- 
dición, y  con  sus  buenos  modos  y  diestras  mañas  adquirirá 
la  simpatía  de  la  oíieialidad  y  de  los  soldados  para  incor^ 
porarlos  en  su  división.  Así  lo  hizo,  y  con  ellos,  con  algunoi 
de  los  de  Badillo  que  traía,  y  con  los  que  le  había  dado  Aldana, 
se  preparó  para  emprender  una  ardua  y  fatigosa  caropaBa 
que  narráronlos  en  seguida. 

Pretendemos  con  lo  anterior  haber  relacionado  los  ao>n- 
tecimientos  de  un  modo  bastante  simple  y  claro,  para  que  se 
comprenda  cómo  todo  lo  dicho  lia  llegado  á  este  punto  de 
convergencia,  y  para  que  nos  creamos  suficientement©  aptoi 
para  entrar  en  los  pormenores  de  lo  que  seguirá,  por  el  coao» 
cimiento  de  los  antecedentes. 

Por  entonces  el  sistema  de  Robledo  para  mangar  lai 
cosas  de  guerra  parecía  ser  excesivamente  humano,  de  suerte 
que,  separándose  de  las  ideas  corrientes  entre  sus  camaradi^ 
pretendió  apoderarse  de  la  tierra  por  la  suavidad  y  contem- 
porización con  los  indios. 

Primera  campaña  da  Robledo. — Esto  pensado,  arro|6« 
atrevidamente  en  su  empresa,  y  mandó  al  capitán  Suer  ét 
Nava  para  que,  con  algumos  infantes  y  unos  pocos caballeroi» 
explorara  y  sometiera  los  naturales  de  Caramanta  y  M 
cercanías,  en  tanto  que  él  personalmente  iba  af  piir* "    ' 
Ocuzca,  Partió,  y  allí,  con  buenas  maneras,  consiguió  < 
la  asi)ereza  del  cacique  de  este  nombre  y  hacerlo  su  a^i^ 
Luego  éste^  quebrantando  la  fe  prometida,  se  fugó  deJ  camp^ 
mentó  y  no  volvió  á  aparecer  más  en  él. 

Consideró  conveniente  después  hacer  una  correrá  p 
todo  el  país  conquistado ;  y  con  tal  propósit/O  8alt6  de  Saatai 


—  623  — 

^dejando  por  su  teniente  en  aquella  ciudad  con  una  reducida 
guarnición  á  Martín  de  Amoroto.  El  cacique  Ocuzca,  coligado 
con  su  vecino  el  de  Umbrusa,  resolvió  caer  sobre  Anserina 
y  destruirla,  viéndola  mal  guarnecida.  Y  lo  hubiera  conse- 
guido á  pesar  de  los  esfuerzos  de  AmorotOj  si  á  este  tiempo 
Robledo,  que  estaba  en  los  farallones  de  Apía  pacificando 
algunos  bárbaros,  no  hubiera  venido  en  aocorro  de  él. 

Derrotados  los  naturales  por  los  españoles  ,  un  pobre 
americano  tuvo  la  desgraciada  ocurrencia  de  presentarse 
al  comandante  en  calidad  de  cacique  de  Umbrusa,  de  amigo  y 
de  aliado.  Recibióle  el  jefe  y  lo  agasajó  mucho;  poro  sabiendo 
luego  que  era  pura  ficción  y  superchería  del  indio,  lo  hizo 
quemar  desapiadadamente. 

Deseoso  el  capitán  Robledo  de  extender  indelinidaniente 
los  términos  de  sus  adquisiciones,  ordenó  á  Gómez  Fernández 
que  fuese  al  descubrimiento  del  Chocó,  y  á  Ruy  Vancgasa  com- 
batir a  los  pirzas  y  soplas.  Ambas  expediciones  salieron  mal, 
porque  los  pirzas  se  defendieron  valerosamente  y  derrotaron  á 
Ruy  Vanegas ,  mientras  que  Gómez  Fernández  regres()  á 
Jtíai^tana,  mohíno  y  maltrecho >  huyendo  de  la  ferocidad  y 
inibalismo  de  los  chococs. 

Terminado  el  año  de  1539,  y  conseguidas  algunas  ventá- 
is en  la  conquista  y  pacificación  de  los  pueblos  de  la  parte 
xidental  del  Cauca,  determinó  Robledo  esguazar  el    río  y 
sar  á  la  banda  oriental^  tanto  por  el  estímulo  natural  de 
íus  denunciadas  riquezas,  como  por  ser  hombre  do  corazón 
rmey  de  natural  ambicioso. 

Dado  a  la  faena,  dejó  por  su  representante  en  Anserma  á 
Itiy  Vanegas,  nombró  por  maestre  de  campo  al  comendador 
[ernán  Rodríguez  de  Snusa,  por  capitanes  á  D.  Alvaro  de 
lendoza,  á  Vallejo,  Martín  de  Amoroto  y  Gómez  Fernandez, 
'por  capellán  del  ejército  á  Francisco  de  Frías*  Entre  los  sol- 
ios que  acompañaron  al  capitán  en  esta  jornada,  nos  parece 
lueno  conservar  el  nombre  de  algunos  ponderados  entonces 
^or  su  bravura,  tales  como  Antonio  F*imcntelj  Alonso  de 
ruiacreces,    Berrobí,  Santiago,   Diego  de  Mendoza,   Pedl-o 


-  624  — 


3 


Ciejsa  de  León  (el  historiador),  Francisco  Pérez  Zamb 
Pedro  López,  Jerónimo   Luis  Téjelo,  Pedro  Barrios,  J 
Rubio,  Alonso  de  Hoyos,  Pedro  Cobo,  Solano  de  Quiilo» 
Antonio  Redondo  y  Marcos  Márquez* 

El  punto  llamado  Irra,  casi  enfrente  de  lo  que  es  hoy  et 

sitio  en  que  está  la  ciudad  de  Manizales,  fué  escogido  paiH 

pasar  el  río  Cauca;  y  la  admiración  se  levanta  bien  arriba  á  MP 

hora  que  es,  cuando  se  considera  que  con  los  arbitrios  de  e^^ 

tonces  tal  empresa  se  hubiera  conseguido.  En  ese  lugar,  ^H 

cauce  del  río  se  estrecha  de  un  modo  prodigioso,  la  rapidez 

de  su  corriente  puede  compararse  sólo  con  la  velocidad 

pensamiento,  y  las  dificultades  por  vencer  hubieran  arredr 

indudaljlemcnte  á  todo  ánimo  que  no  fuera  el  ánimo  eleva 

é  indomable    de   aquellos   castellanos.  Cada    soldado   pa 

metido  entre  dos  guaduas  unidas  por  los  extremos  con 

fuertes  travesanos,  y  empujadas  á  popa  y  proa  por  dos  nad 

dores  indios.  Del  mismo  modo  se  valieron  para  pasar  los< 

pajes  en  balsas  un  poco  más  grandes,  y  los  animales  atravt 

ron  la  corriente  á  nado.  Esta  manera  exti*aña  de  navegar  ríe 

de  la  naturaleza  del  Cauca  en  el  lugar  mencionado,  debe  con 

servarse  por  la  historia  como  la  prueba  más  elocuente  di 

poder  inmenso  de  volu.itad,  y  de  la  enorme  fuerza  de  organl 

zación  física  de  que  estaban  dotados  aquellos  seres  extraor- 

diñarlos* 

Si  hubiéramos  de  seguir  dando  sobre  las  operaciones  < 
Robledo  una  explicación  tan  y  minuciosa  como  la  que  antecedí 
no  tendríamos  con  un  gran  libro.  Por  lo  mismo,  y  paraevit 
este  inconveniente,  concretaremos  y  haremos  sucinta  la  refe 
rencia  de  los  hechos  que  llevó  á  cima. 

Ya  en  la  orilla  derecha  del  río,  la  primera  nación 
indios  con  quien  tuvo  que  entenderse  fué  la  de  los  carrapas^' 
que,  si  nuestros  cálculos  no  van  errados,  debió  de  existir  ^ 
los  mismos  puntos  en  que  hoy  están  Tapias,  Neira,  Arana 
y  Filadelfia,  Consecuente  con  su  pretentido  sistema  do  con 
líación,  brindó  á  estos  naturales  la  paz,  que  ellos  aceptaron^ 
no  tanto  por  gracia  de  buena  voluntad,  cuanto  porque  i 


—  625  — 


sazón  estaban  en  guerra  con  los  picaras  sus  vecinos  de  quienes 
querían  vengarse. 

Entre  el  río  Guacaica  al  sur,  el  Arma  al  norte,  el  Cauca 
al  occidente  y  las  cumbres  heladas  de  la  cordillera  central 
andina  al  oriente,  existía  una  multitud  de  sah^ajes  habitadores 
de  los  pueblos  que  habían  de  ser  recorridos  y  conquistados 
por  los  invasores. 

Los  americanos  de  esos  lugares  profesaban  una  religión 
muy  semejante  en  todo  á  la  de  los  payanenses,  la  cual  en  sí 
misma  no  era  otra  que  el  rito  de  los  Incas,  un  poco  atrasado  ó 
imperfecto  en  el  ceremonial.  En  cuanto  á  lo  demás,  esos  bár- 
baros eran  insignes  comedores  do  carne  humana,  se  hacían 
cruda  y  atroz  guerra  los  unos  a  los  otros,  devoraban  los  pri- 
sioneros, engordaban  las  víctimas  en  cercados  expresamente 
construidos  para  ello,  y  oreaban  los  cuartos  humanos  sobre 
altos  zarzos  de  guaduas  para  preparar  su  alimentación* 

Recibieron  los  carrapas  amistosamente  á  sus  nuevos 
huéspedes,  y  los  mantuvieron  con  holgura  y  llégalo  por  cua- 
renta días,  terminados  los  cuales  siguió  el  atrevido  guerrero 
con  sus  aliados  contra  los  picaras,  que  se  mostraban  hostiles 
Á  SU  amistosa  invitación. 

En  batalla  reñida  con  estos  salvajes,  no  hubo  más  graves 
consecuencias  que  la  de  ponerlos  en  completa  derrota,  y  la  de 
que  los  auxiliares  comieran  carne  de  los  enemigos  prisioneros, 
como  de  costumbre. 

Desbaratados  los  picaras,  se  movió  el  ejército  español 
sobre  Pimaraque,  cacique  de  los  Pozos,  indio  audaz  y  vano, 
que  a  la  cabeza  de  5.000  soldados  amenazal>a  con  fanfarrona- 
das á  los  invasores.  Pimaraque  se  parapetó  en  una  altura 
culiierta  de  boscjue,  mientras  Robledo,  á  la  vanguardia  con 
Alvaro  de  Mendoza,  el  comendador  Rodríguez  de  Sousa  y  el 
clérigo  Frías  por  compañeros,  seguía  descuidado  por  las  ame- 
nidades de  una  frondosa  selva.  La  lucha  se  verificó  con  gran 
furor.  El  capitán  se  colocó  siempre  en  los  puntos  de  mayor 
peligro,  arriesgó  su  persona  como  el  primero,  y  por  favorecer 
á  su  corneta  de  órdenes,  que  peleaba  descubierto  á  su  lado, 


fué  lierido  un  un  brazo  y  en  la  espalda.  El  encaiigo  huyó  esf 
tado,  y  el  botín  fué  iñco  y  abundante,  Los  indios  amibos,  di 
pues  de  haber  comido  mucha  carno  humana,   tuvieron  dos- 
cientas  cargas  de  sobra  para  mandar  á  sus  familias,  á  costa  j 
los  vencidos* 

De  Pozo  se  dirigieron  á  dar  ataque  al  cacique  Piman 
Grobernador  de  ios  paucurcs  ó  pacoras.  Este  bárbai'o^  nialicic 
y  astuto,  los  recibió  en  sún  de  paz,  y  logró  con  tretas  liacer 
creer  á  los  blancos,  que  los  pozos  sus  aliados  habían  robado 
del  campo  cristiano  y  matado  para  su  uso  algún  ganado  üe 
cerda.  Esto  dio  origen  a  nuevas  matanzas ,  á  horripilanii» 
crueldades  y  á  la  consumación  de  esos  delitos  enormes  de  le^sa 
liumanidad  con  que  se  mancharon  constantemente  los  anales 
de  la  Conquista.  Descubierta  la  intriga.  Robledo  celebró  con 
todos  ellos  nuevas  paces. 

De  Pacora  marchó  el  Conquistador  á  la  parte  norcle^tep 
donde  se  dilataljan  los  términos  de  la  fértil,  dilatada  y  rica 
provincia  de  Arma.  Esta  parto,  aunque  más  llana  y  in  - 
poblada  que  las  otras  en  aquel  siglo,  tuvo  para  sus  natui....: 
la  desventaja  de  ser  riquísima,  y  de  que  la  faina  formidable  ikí 
los  españoles  la  sobrecogiera  amedrentada.  El  buen  éxito  de 
la  camparía  fué  pronto  decisivo  para  Hobledo,  y  el  resultado 
espléndido  ;  porque  los  guerreros  indígenas  se  presentaban  en 
el  campo  de  batalla  con  lujosos  arreos,  cubiertos  muchos  de 
ell<Ks,  literahnenle  hal)Iando,  ile  bruñidas  láminas  de  oro,  cir* 
cunstancia  que  liizo  dar  al  circuito  el  nombre  de  país  de  lot» 
armados,  y  el  tic  ciudad  de  Arma  á  la  pubíacióu  que  nw 
tarde  se  fundo  en  él. 

Atemorizados  los  de  Arma,  como  lo  hemos  ílícho»  por  ti 
llegada  de  los  extranjeros,  pusieron  á  recaudo  sus  famiií' 
señal  avanzada  de  su  debilitado  espíritu.  Resistieron  sin  ' 
bargo,  aunque  íniructuosamente,  el  rudo  empuje  de  lan  arii.j^- 
de  Castilla,  parapetados  en  un  alto  peñón,  y  enconaemiaroii 
luego  la  seguridad  de  sus  personas  á  la  ligera  moxilídad  dt 
sus  pies,  para  guardarse  en  otro  de  donde  fueron  igualmeulr 
desajolados.  Esta  última  posición  tuvo  el  nombre  du  Puerta  de 


caballos,  por  haber  sido  terminada  la  refriega  de  armas 
por  consecuencia  de  un  ataque  de  caballería  dado  en  lugares 
caBi  inaccesibles.  Mendoza,  Amoroto,  Cieza  de  León,  Gómez 
Fernández,  y  otros  más,  se  distinguieron  en  estas  riñas 
salvajes;  pero  ninguno  más  arriscado  y  valeroso  que  el 
célebre  capitán  Robledo. 

El  cacique  Maitamac  tenía  sus  estados,  con  fama  de 
riqueza,  al  oriente  de  Arma,  en  las  ccrc4inías  de  lo  que  lioy  es 
SüMSÓn,  Y  para  allá  eoílcrczó  sus  pasos,  mandado  por  el  cau- 
dillo de  esta  campaña,  el  maestre  de  campo  Hernán  Rodríguez 
de  Sousa  á  la  cabeza  de  un  destacamento  do  españoles.  Al  rom- 
per el  alba,  dio  á  la  vuelta  de  una  colina  con  una  tropa  de 
indios  que  mostró  vanamente  aire  de  resistencia.  El  mismo 
día  dio  la  vuelta  al  cuartel  general  con  el  señor  de  Maita- 
mac, quien  para  aplacar  la  ira  del  vencedor  le  llevó  riquísimos 
presentes  de  oro  colgados  en  varas  extendidas  sobre  el  liombro 
4e  sus  vasallos. 

Cuando  Josué,  ya  enfrente  de  la  tierra  prometida,  vio 
regresar  sus  enviados,  portadores  de  largos  varales  en  que 
colgaban  sazonados  racimos  y  doradas  espigas,  él  y  sus  com- 
pañeros sintieron  inefable  recocijo;  otro  tanto  debió  acontecer  á 
Robledo  y  los  suyos  al  contemplar  el  regalo  del  Maitamac,  pues 
para  su  avariento  y  codicioso  pecho,  tierra  do  oro  era  tierra  de 
promisión. 

Fué  tal  el  horror  y  espanto  producido  sobre  el  apocado 
espíritu  de  aquellos  aborígenes  por  la  mano  de  bronce  de 
aquellos  españoles,  por  su  cortante  espada,  por  su  tronante 
arcabuz,  por  su  ligera  ballesta,  por  sus  altivos  corceles,  por 
sus  perros  carniceros,  por  su  espesa  barba,  por  sus  fieros 
ademanes  y  por  su  apostura  marciaU  que  un  total  abatimiento 
ee  apoderó  de  todos  ellos,  y  encorvaron  humildes  el  cuello  ala 
la  voluntad  inexorable  del  invasor  castellano.  Daban  profusa- 
mente al  soldado  cuanto  poseían,  y — ejemplo  raro  de  inocencia 
y  de  barbarie  —  ponían  Joyas  de  oro  en  el  agua  que  daban  de 
beber  álos  caballos,  como  ofrenda  propiciatoria. 

En  la  época  tormentosa  á  que  corresponden  estos  teme- 


—  628  — 

rarios  esfuerzos  de  exploración  y  conquista  sobre  el  suelo  fra- 
goso de  Antioquia,  ya  casi  todos  los  rincones  del  Continente 
americano  hal>ían  sido  entrevistos,  examinados  ó  sujetados  á 
un  poder  extraño  por  los  nuevos  dominadores  de  la  tierra. 
Españoles  que  habían  penetrado  por  el  golfo  de  San  Lorenzo, 
examinaron,  si  no  prolijamente,  al  menos  en  la  mayor  parte 
de  su  extensión,  las  regiones  del  Canadá  y  de  lo  que  es  hoy  la 
Unión  Americana;  un  romántico,  atrevido  y  simpático  caba- 
llero, Juan  Ponce  do  León,  había,  en  busca  de  oro  y  acaso liií 
la  fuente  encantada  de  la  juventud,  atravesado  las  risueñas 
campiñas  y  los  bosques  frondosos  déla  Florida;  un  capitán, 
Hernán  Cortés,  el  más  arrojado  y  audaz  quizá  de  cuantos  liañ 
llevado  armas  sobre  su  persona,  había  establecido  en  Méjici-* 
el  absoluto  sefiorío  de  las  banderas  de  Castilla;  Pedro  de  Al* 
varado  en  Centro  América,  D.  Gonzalo  Jiménez  de  Quesada 
en  el  nuevo  Reino,  Ordaz,  Cedeño  y  Felipe  do  Utén  en  Vene 
zuela,  D,  Gonzalo  Pizarro  en  el  Ecuador,  su  hermano  Ü. 
Francisco  en  el  Perú,  el  portugués  DíazCabral  en  el  Brasil. 
SoJís  en  Buenos  Aires  y  el  general  I).  Pedro  de  Valdivia  m 
Chile,  habían  todos,  en  los  países  respectivos,  cnarbolsí^^ 
triunfante  el  estandarte  de  la  Cruz,  reemplazado  los  fetiche 
con  el  libro  de  los  Evangelios,  y  puesto  sobre  los  arcos  y  llt 
flechas,  las  mazas  y  el  veneno  de  los  indios,  el  filo  cortante  é 
la  espada,  cuando  los  secretos  naturales  de  la  sección  arn  r 
cana  que  vamo;^  historiando,  eran  apenas  sospechados  por ri 
invasor.  Prosigamos,  pues,  y  estudiemos  las  operaciones  H 
nuevo  jefe  que  hemos  presentado,  sobre  el  agi^esíe  v  il  ir 
teatro  do  esta  olvidada  aunque  interesante  guerra. 

Considerando  Robledo  cumplida  esta  parte  de  su  nn 
y  dando  por  totalmente  pacificada  la  tierra,  determinó  aat 
biar  íte  rumbo,  volvió  caras,  y  andando  al  sur  por  la  fr.' "  '' 
la  c(»rdillera  entre  las  cumbres  heladas  y  el  Cauca,  ♦'•' 
plorar  la  fértil  y  espaciosa  provincia  de  Quimbaya,      - 
vincia  se  extendía  desde  el  lugar  en  que  está  hoy  Manixali^ 
el  norte,  hasta  Cartago  hacia  el  sur,  y  desde  las  ardió 
riberas  del  gran  río  por  el  occidente,  hasta  las  nevadas  €i 


—  629  — 


ciel  Ruiz  y  de  Santa  Isabel  por  el  levante.  Territorio  llano 
en  parte,  quebrado  y  lleno  de  dobleces  hacia  la  montaña, 
cubierto  de  bosque  espeso  y  de  selvas  enmarañadas,  Heno 
de  giiaduales  tan  robustos  como  no  se  habían  visto  en 
ninguna  otra  parte  de  América^  tal  era  el  circuito  de  Quini- 
baya. 

Fuera  de  todo  esto,  la  comarca  se  presentaba  de  muy  difícil 
tránsito,  por  los  tupidos  cañaverales,  zarzas,  juncias,  espada- 
ñas y  malezas  de  toda  clase  que  tapizaban  y  aun  entapizan 
en  parte  la  superíicie   del  suelo.    Esta  última  circunstancia 
disgustó  en  grado  supremo  á  Robledo  y  á  sus  compañeros, 
HDuienes  vacilaban  en  la  empresa  de  examinarla  provincia  con 
^^etención;  pero  por  no  dejar  materia  dudosa  en  el  asunto  y 
por  no  guiarse  en  razón  de  simples  apariencias,  resolvió  el 
capitán  mandar  á  Suer  de  Nava  con  algunos  infantes  y  caba- 
llos á  recorrer  el  céntimo   del  país,  mientras  él  con  el  resto 
estudiaba  parte  del  norte.  Los  pobladores  de  Quimbaya  eran 
dados  al  ocio,  á  la  crápula  y  á  todo  linaje  de  placeres,  y  por 
eso  afeminados  y  coljardes.  El  cacique  Tucurrubí  se  presentó 
de  paz  y  regaló  al  General  un  gran  vaso  de  oro  primorosa- 
mente labrado,  mientras  que  Suer  de  Nava  con  los  suyos, 
yendo  hasta  la  frontera,  recogió  cuantiosas  sumas  de  oro,  que 
.  se  apropió  para  ser  consecuente  con  el  sistema  de  la  época,  y 
regresó  con  halagadoras  noticias  sobre  la  riqueza  y  bondad 
del  territorio. 

Penetrado  el  ( 'omandante  en  jefe  de  las  favorables  cali- 
dades de  la  localidad,  determinó  fundar,  como  en  efecto 
fundó,  una  ciudad  en  las  cercanías  del  río  Otún,  en  este 
mismo  año  de  1540,  á  la  cual  dio  por  nombre  Cartago;  no  en 
conmemoración  de  la  fundada  sobre  la  costa  africana,  sino 
para  consagrar  el  nombre  de  sus  primeros  fundadores,  cuya 
mayor  parte  se  apellidaban  cartagineses,  por  haber  salido 
desde  Cartagena  con  Badiilo  y  con  BernaL 

La  parte  baja  de  la  provincia  á  que  aludimos  es  húmeda, 

ida  y  malsana,  por  estar  inmediata  al  Cauca;  pero  taparte 

alta  y  la  intermedia  que  ladea  la  cordillera  central,  gozaron 


—  630  — 


desde  entonces  y  disfrutan  hoy  la  merecida  reputacióñae  ser 
de  las  más  salutíferas  de  América. 

Cuando  los  aconteeiniientos  que  acabamos  do  narrar 
se  cumplían,  D.  Lorenzo  de  Aldana  había  partido  ya  de  la 
Gobernación  de  Popayán,  sin  haber  ejecutado  cosas  digua^í 
de  noticiarse  cJi  este  trabajo.  Por  la  misma  ocasión  em- 
pezó á  susurrarse^  y  era  cierto,  eatru  las  tropas  fundado- 
ras de  Cartago,  la  noticia  de  liaber  llegado  á  Cali,  investido 
con  el  título  de  Gobernador,  D.  Pascual  de  Andagoya,  aooti- 
tecimiento  que  levantó  en  el  ánimo  de  Robledo  la  idea  de  ir  m 
su  busca,  dejando  vn  la  nueva  fundación,  en  calidad  de 
teniente,  á  Suer  de  Nava,  con  la  mitad  de  la  gente  para 
guardarla- 

Ea  las  operaciones  practicadas  hasta  entonces,  el  capiláo 
conquistador  obedeció  las  órdenes  directas  de  Aldaua,  y  üo 
de  Belalcázar,  por  manera  que  no  se  disgustó  cuando  supo  que 
era  otro  el  gobernador.  Trasladado  pues  á  Cali ,  conferciicw 
con  Andagoya,  tuvo  la  debilidad  de  reconocerlo  como  gober- 
nador legítimo,  que  no  lo  era,  le  liizo  el  delicado  regalo  de 
cuatro  mil  castellanos  de  oro,  de  los  que  tan  injusta  y  violeü- 
taniente  había  despojado  a  los  indios,  y,  para  íin  de  desgra- 
ciadas cuentas,  aceptó  respetuosamente  las  órdenes  y  maxi* 
datos  de  su  nuevo  superior,  para  los  negociados  ulteriores. 
No  estamos  autorizados  pai^a  anticipar  como  \*áli4}o 
ningún  lacclio  que  tienda  á  probar  que  líobledo,  en  calidad  de 
subalterno,  tuviese  contra  Belalcáziu*  algún  motivo  de  quejí 
personal,  ni  nos  creemos  tampoco  competentes  para  decidirá 
había  ó  no  entre  ellos  un  recíproco  sentimiento  de  anUpaUa; 
pero  es  evidente  que  el  capitán,  siguiendo  primero  la  volunUd 
de  Aldana,  y  rindiendo  más  tarde  con  solícito  afán  * 
gibado  de  sujeción  á  las  disposiciones  de  iVndagoya,  y  liurtuuai^ 
en  cierto  mudo  el  cuerpo  a  la  potestad  de  Belalcázar,  daba  i 
entender  claramente  que  no  era  muy  de  su  agrado  seguir 
obrando  bajo  la  tutela  de  su  antiguo  jefe.  Por  lo  que 
fatalmente  seguirá  luego,  compiu^ado  con  la  notoria  » 
quivez  de  nuestro  Conquistador,  nos  inclinamos  á  pensar  qiK 


t; 


es  verdadero  aquello  de  que  los  acontecimientos  proyectan  su 
sombra,  y  si  á  esto  se  agrega  que  el  carácter  del  hombre  era 
de  suyo  versátil  y  movible,  se  tendrá  explicación  satisfactoria 
de  sus  vacilaciones  y  conflictos,  presto  que  con  tanta  ansia 
buscaba  un  jeíe  extraño  á  quien  someter  su  voluntad.  Tal  vez 
comenzaba  por  este  tiempo  á  experimentar  el  iiinujo  de  las 
exigencias  de  su  ambición,  y  tal  vez  principiaba  á  desenvr»lver 
el  programa,  enteramente  personal,  de  poder  mandar  sin 
sujeción  á  otro,  fundándose  en  que  tiMiía  Ijase  para  ello  con 
lus  indisputables  y  útiles  servicios  á  la  Corona,  una  vez  que 
II  menos  habían  logrado  más  otros  de  sus  compatriotas 
aventureros. 

Ea  runiplimiento  de  las  recientes  instrucciones  recibidas, 
regresó  con  su  gente  á  Cartago,  con  áuhno  do  adelantai* 
en  sus  conquistas  y  descubrimientos.  Como  primera 
providencia,  hizo  partir  al  capitán  Alvaro  de  Mendoza  con 
orden  de  que  trasmontase  la  cordillera  nevada  del  líuiz, 
desde  cuyas  alturas  vio  el  explorador  varios  caminos  que  se 
dirigían  á  Neiva  y  ¿Mariquita,  y  algunas  poblaciones  queso 
dilataban  por  sus  vertientes  orientales.  Por  falta  de  medios, 
resolvió  contramarchar  á  Cartago,  en  donde  Robledo  se  pre- 
paraba para  hacer  el  repartimiento  entre  sus  compañeros,  de 
lo  descubierto  y  conquistado  hasta  entonces. 

Para  alterar  sus  planes  y  arrojar  en  su  espíritu  un  ele- 
rncnto  más  de  desorden  y  perturbación,  quiso  su  mala  suerte 
que  cuando  así  iban  las  cosas  para  él  y  para  bus  proyectos, 
apareciese  de  repente,  vuelto  de  la  Península  y  provisto  del 
doble  título  de  Adelantado  y  tiobernador  de  Popayán,  D.  Se- 
bastián de  Belalcázar,  quien  cf»menzaba  á  pesar  sobre  sus 
destinos  de  una  manera  terrible. 

Apoderóse  el  recién  llegado,  con  la  pericia  que  le  era 
habitual,  de  la  persona  de  Andagoya,  hizo  pocx)  caso  de  ella, 
y  quedó  Robledo  sujeto  por  este  hecho  á  la  vara  de  hierro  de 
su  competidor-  Lo  más  extraño  de  todo  esto  y  lo  que  menos- 
caba la  índole  de  nuestro  capitán,  afea  su  conducta  y  amengua 
u  mérito,  es  que  para  sahr  de  apuros   pretendiu  engañar  á 


L 


■w^ 


Xf' 


Belalcázar,   yéndose  á  Anserma  y  escribiéndole  desde 
una  carta ,  indigna  por  su  adulación  y  bajeza,  en  que 
decía  :  «  Que  lo  reconocía  por  Gobernador,  que  no  so  dejs 
creer  de  los  informes  de   sus   émulos  y   enemigos,  y 
esperase,  pues  con  el  tiempo  le  daría  pruebas  de  adhesióixj 
fidelidad.  » 

Escrita  la  carta  á  que  nos  referimos,  repasó  prontamec 
el  Cauca  por  el  paso  delrra  en  seguimiento  desús  campaña 
y  obró  con  tal  celeridad  y  alropellamiento  que  desde  entone 
comenzó  á  decirse  que  iba  alzado* 

Este  último  paso  del  río  lo  ejecutó  con  50  infantes  y ' 
caballos.  Dirigióse  luego  á  IMcara,  donde  al  mismo  tiemj 
que  cobr/»  de  los  indios  los  tril>utos  que  estos  tenían 
depósito  para  los  encomenderos  españoles,  se  propuso  espe- 
rar la  respuesta  de  Belalcázar  á  la  carta  que  con  Pedro  de 
Ayala  le  había  remitido  á  Cali  ó  á  Popayán.  Como  dicha  res- 
puesta se  hiciese  esperar  demasiado,  se  trasladó  a  Pacora,  y 
despachó  como  mensajeros  al  capitán  Vallejo  y  á  Alonso  de 
Villacreces,  á  fin  de  conocer  las  últimas  intenciones  del  suj 
rior  y  pedir  órdenes. 

Estando  en  Pacora»  dispuso  que  un  cabo  con  40  soldada 
fuese  á  explorar  terreno  atrevesando  la  cordillera  central 
busca  del  ponderado  valle  de  Aití,  cuya  vaga  existencia 
era  revelada  y  ponderada  diariamente  por  los  indígena 
El  cabo  y  los  soldados,  después  de  hal)er  pasado  alf 
montañas,  volvieron  hablando  de  un  pueblo  que  habían  80f- 
prendido  y  tomado  en  una  madrugada,  y  diciendo  que  después 
liabían  sido  airgados  por  numerosas  falanges  de  indios  fieros 
y  bien  armados.  Volvían  en  derrota. 

Ea  estos  entreactos  recibió  Robledo  favorable  caotos» 
tación  de  Belalcázar,  en  que  le  prometía  recursos  de 
víveres  y  gente  para  la  continuación  de  sus  importanti 
trabajos.  Este  buen  resultado  era  obtenido  por  la  iiltii 
misión  de  Vallejo  y  de  Villacreces,  y  operaba  un  cambio  ^l 
dable  en  la  situación  respectiva  de  los  dos  antagonistas,  porqii? 
si  el  uno  vacilaba  y  estaba  perplejo  en  cuanto  á  lo  porvenir, 


—  633  — 


^C/e 


el  otro  recelaba,  y  con  fundamento,  de  la  lealtad  de  su 
teniente. 

Como  consecuencia  de  lo  dicho,  nuestro  Conquistador 
serenó  su  alterado  espíritu,  y,  arrojado  siempre  y  perseve- 
rante, emprendió  viaje  por  segunda  vez  á  la  provincia  de 
Arma,  cuyos  habitantes,  acosados  por  el  terror,  estaban 
remontados. 

Desde  la  primera  venida  de  los  blancos  á  esta  parte 
del  Estado  anUoqueño,  era  cosa  valida  entre  los  indios, 
que  el  Ijote  de  una  lanza  española  atrevesaba  un  hombre  de 
parle  a  parte,  y  que  el  tajo  de  una  espada  lo  dividía  en  dos 
con  extrema  facilidad.  Por  otro  lado,  la  aplicación  de  los 
sabuesos  ó  perros  de  presa  á  esta  clase  de  batallas,  era  justa- 
mente temida,  porque  fuese  por  educación  especial,  ó  por  un 
instinto  terrible  de  sangre  y  carnicería,  estos  animales  iban 
derecho  con  dos  ó  tres  mordiscos  a  lo  más  profundo  de  las 
entrañas  de  las  víctimas  y  las  devoraban  rápida  y  cruelmente. 
Así  fué  que  al  reaparecimiento  de  los  aventureros,  sólo  dos 
caciques  se  presentaron  de  paz  :  el  uno  viejo,  venerable,  de 
blanca  y  espesa  barba;  el  otro  joven,  teñido  con  achiote, 
moreno,  ágil  y  de  buena  disposición  personal.  El  primero 
regaló  á  Robledo  una  olla  de  oro ;  el  último,  varias  joyas  del 
mismo  metaL 

Antes  de  seguir  adelante  en  el  estudio  y  examen  de  las 
operaciones  militares  que  venimos  relatando,  será  bueno 
advertir,  para  que  nada  quede  confuso  en  nuestra  tarea,  que 
durante  la  primera  expedición  al  país  de  los  armados,  el 
Comendador  Hernán  Rodríguez  de  Sousa,  al  regreso  de  los 
dominios  de  Maitamac,  fué  enviado  por  el  General  como 
cabo  de  una  incursión  a  lo  largo  de  la  ribera  derecha  del 
Cauca.  Esta  correría  dio  por  resultado  que  Sousa  llegase  el 
día  de  la  Purificación  á  un  pueblo  situado  cerca  de  la  desem- 
bocadura del  río  Arma,  sitio  que  bautizó  con  el  nombre  de 
Pueblo  de  la  Pascua.  De  allí  pasó  á  otro  lugar,  un  poco  más 
abajO;  al  cual  llamó  Puebl oblan C0|  y  de  éste  á  Siniíana.  Ete 
Sinifaná  siguió  al  Pueblo  de  las  Peras  y  al  de  los  Pobres,  que 


634 


creyó   por  entonces  demoraba   frente  á    Buritícá,   autiqne 
así  no  fue^o.  De  los  Pobres  coütraniarchó,  por  no  hallar  cosa 
que  lo  halagara,  y  se  incorporó  de  nuevo  al  ejercito  que 
esperaba   en  Arma   para  seguir    á  Quinibaya,    como  ya 
hemos  historiado. 

El  capitán  Robledo,  después  de  su  entrevista  con  los  dm 
caciques,  resolvió  seguir  el  derrotero  señalado  por  su 
Maestre  de  campo,  y  se  trasladó  al  Pueblo  de  la  Pascua,  que 
no  era,  como  algunos  historiadores  aseguran,  el  -íVmaga  de 
ahora,  sino  una  población  situada  como  lo  liemos  dicho*  y 
que  desapareció  en  seguida,  como  desaparecieron  la  mayor 
parte  de  las  existentes  en  aquella  época. 

De  la  Pascua  siguieron  los  aventureros  á  Puebloblaiioi) 
ó  Poblanco,  cuyos  vecinos,  algún  tanto  revueltos  y  empoñailos 
en  guerras  intestinas,  tuvieron  necesidad  de  sosegar  con  I 
buenos  oíicios  y  acc^rtada  política  del  jefe-  De  Poblanco  and 
vieron  hasta  Sinifaná,  en  donde  tuvieron  necesidad  igu: 
mente  de  aquietar  los  naturales  que  estaban  en  guerra,  y 
donde  se  apoderaron  de  un  poco  de  oro  y  de  unos  uuan 
prisioneros.  De  Sinifana  mandó  el  caudillo  á  Juan  de  Fratl 
con  varios  compañeros,  para  que  examinase  la  parte  1; 
correspondiente  al  Cauca  por  los  ladus  de  Cerrobravo,  el 
llóUi  Cerro  de  Tusa,  La  Candela  y  Titiribí.  Fradee  hallo  algí 
indios  y  regresó  al  aimpo  con  algunos  prisiuneros.  Lo  rae; 
de  su  expedición  se  redujo  a  recoger  rico  botín  de  ;i' 
que  hizo  conducir  al  cuartel  general,  y  que  les  vino  a  muivu  ni  i 
pues  con  él  tuvieron  para  reponer  los  escaulpiles,  arinndu 
defensiva  de  que  estaban  bien  necesitados. 

Desde  Sinifana  se  movió  el  pelotón  para  el  Pueblo  de 
Peras,  que  nos  figuramos  haber  sido  llamado  así  por  lo  que 
hemos  dicho  en  la  parte  segunda  de  este  libro,  A  ceto 
sazón,  D.  Alonso  de  Mendoza,  excelente  oficiíU,  hah¿i  si8o 
nombrado  alférez  general  del  ejército,  y  recibido  la  orden 
entenderse  c(3n  los  indios.  En  una  excursión  que  htxo 
encontró  con  4,000  de  ellos  cargados  de  ollas,  cordeli*^ 
pedernales.  Según  le  dijeron,  los  cordeles  eran  para 


^1 


á  ios  españoles,  los  pedernales  para  despedazarlos  y  sacarles 
las  entrañas,  y  las  ollas  para  cocerlos  y  comérselos  luego  : 
evidente  prueba  de  la  salvaje  inocencia  de  aquellos  desventu- 
rados. 

El  General  en  jefe,  consecuente  con  su  programa  de 
suavidad»  que  á  veces  practicaba  de  veras,  atrajo  á  los  indios 
con  dádivas  y  caricias,  y  mantuvo  siempre  en  buen  pie  el 
curso  de  sus  conquistas  y  descubrimientos,  cosa  que  por 
cierto  no  lo  libru  en  ocasiones  de  amargas  críticas  lanza- 
das contra  él  por  algunos  envidiosos,  quienes  atribuían  la 
temeridad  y  arrojo  de  pretender  someter  con  tan  corto 
puñado  de  españoles,  tantas  y  tan  bárbaras  tribus,  a  su 
iniponderable  y  ciega  ambición  de  raandu. 

Del  Pueblo  de  las  Peras,  y  andando  constantemente 
al  norte,  dieron  con  otro,  cuyos  moradores  se  abroquelaron 
para  su  defensa  personal  en  lo  más  eminente  de  un  alto 
peñasco.  Juan  de  Frades  fué  enviado  contra  ellos;  y  después 
de  corta  resistencia  se  rindieron,  temerosos  más  bien 
del  asi)ecto  do  los  europeos  que  del  vigor  del  ataque.  Un 
bárbaro  les  regaló  una  bien  tejida  y  curiosa  corona  de  paja. 
Encontraron  además  algunos  depósitos  de  sal  en  aquel 
caserío*  A  pesar  de  esto,  suponemos  que  no  estaban  todavía 
en  la  salina  de  Guaca  sino  en  la  de  I^ueblito;  porque  algo 
más  tarde  se  bará  mención  de  olra  localidad  que  presentará 
grado  mayor  de  analogía  con  la  rica  salina  de  que  hoy  se 
provee  gran  parte  del  Estado. 

Colocado  el  observador  en  el  vallecito  de  Amaga,  percibe 
fácilmente  la  ondulación  de  la  cordillera,  que,  por  rebajar 
notablemente  su  altura,  presta  libre  y  sencillo  tránsito  por  la 
Paja  y  Malpaso,  hasta  la  linda  y  reducida  explanada  de  Caldas, 
pai*a  continuar  luego  á  lo  largo  del  MedeOín  y  descender 
á  la  antigua  planicie  de  Aburra.  Igual  < -osa  podrá  suceder  á 
la  persona  colocada  en  Pueblito  ó  en  íleüconia,  observando  el 
primero,  línea  recta  para  salir  al  declive  de  la  Estrella,  y  el 
2gundo,  sendero  propio  para  trasmontar  la  cordillera,  y  por 
iuebradalarga  y  Doña  María  llegar  hasta  Itagüí.  Estas  consi- 


—  630  — 


deraciones  nos  impiden  trazar  aíirmalivamento  la  línea 
rrida  por  los  conquistadores,  desde  el  punto  en  que  los  hemí 
dejado  liasta  su  aparición  deiinitiva  en  el  valle  de  Medellíj 
pero  es  verdad  que  dicha  línea  no  pudo  ser  otra  que  una  de 
tres  asignadas,  y  con  más  probabilidad  la  primera  de  e! 
es  decir,  la  que  conduce  á  Caldas. 

Antes  de  moverse  del  último  sitio  en  que  abandouann 
la  corta  división  española,  para  hacer  nuestra  digresión  pi 
cedente,  llamó  el  capitán  Robledo  á  Jerónimo  Luis  Téjelo, 
le  encomendó  que  con  algunos  hombres  de  pelea  traspasa 
la  montaña  en  busca  de  nuevas  poblaciones.  Téjelo,  en  cum- 
plimiento de  su  deber,  emprendió  la  obra,  y  á  la  prima  áéjM 
alba  dio  con  un  pueblo  lleno  de  hombres  bastante  belicosos,  ^ 
armados  de  arcos,  dardos,  hondas  y  macanas,  que  le  dieron 
batalla,  obligándolo  á  retirarse  y  á  recatarse  un  poco.  Ei  lu- 
gar  nuevamente  hallado  estaba  en  la  cabecera  ó  Hunco  de  un 
valle  que  debió  sorprender  á  los  caminantes  por  su  pintoresca 
belleza,  por  lo  poética  de  su  perspectiva,  por  la  l>enigna  y  casi 
sensual  gradación  de  su  temperatura,  por  la  pureza  de  sM 
aguas,  la  blandura  de  su  atmóstera,  la  profusa  riqueza  de 
vegetación,  el  armonioso  concierto  de  sus  aves,  la  multitu 
do  sus  cuadrúpedos  y  la  pródiga  variedad  de  sus  árboles 
frutos.  Hombres  que  después  de  mucho  tiempo  andaban  como 
sepultados  en  las  combas  y  dobleces  de  un  país  tan  abrupl 
como  el  interior  de  Antioquia,  debieron  de  sentir  una  ineía- 
ble  impresión  de  placer,  un  bienestar  perfecto  y  un  proft)';^ 
regocijo,  al  contemplar  desde  los  planos  inclinados  del  úli 
circuito,  una  suave  y  deliciosa  llanura  que  se  extendía  por  i 
tro  míriámetros  de  longitud  y  por  cinco  kilómetros  de  anchar 
cubierta  por  un  bosque  secular  y  soberbio,  recorrida  por 
manso  y  cristalino  río,  esmaltada  a  trechos  por  algunas  hl 
mikies   sementeras,   cruzada   por  torrentes,   fertilizada 
arroyos,  hermoseada  por  tres  ó  cuatro  colinas  salientes, 
algunas  abras  amenas  y  espaciosas,  y  por  un   paisaje 
delicado  y  rico  aun  mismo  tiempo,  que  naturalmente  la  vería 
romo  jardín  lleno  do  todas  las  magnificencias  amerlcandí- 


-  637  - 


i 


Tojelo,  hecho  que  hubo  su  precioso  hallazgo,  dio  cuenta 
de  lo  acaecido  al  caudillo  de  la  euipresa,  quicen  acudió  pursu- 
nalmente  y  con  prontitud  al  socorro  que  se  le  pedía.  Muclios, 
la  mayor  parte  de  los  naturales,  cayeron  en  pánico  tal,  sor- 
prendidos por  tan  inesperada  visita»  que  tuvieron  á  bien  ahor- 
carse con  sus  propias  mantas,  movidos  por  el  sentimiento  de 
terror  que  la  presencia  de  los  advenedizos  les  inspiraba.  Este 
valle,  que  los  indios  llamaban  de  Aburra,  fué  bautizado  por 
los  españoles  con  el  devoto  nombre  de  San  Bartolomé.  Hoy 
se  llama  de  Medellín. 

Estando  en  San  Bartolomé,  continuaron  las  investigacio- 
nes para  buscar  el  valle  de  Arví;  y  fueron  comisionados  en 
varias  direcciones,  que  regresaron  al  campo  sin  noticias  satis- 
factorias. Estas  últimas  pesquisiciones  se  hicieron  por  los  la- 
dos del  Retiro,  Rionegro,  Marinilla  y  Guarne. 

De  Aburráempreíidió  el  comandante  Robledo  la  penosa  ta- 
rea de  repasar  la  cordillera,  y  en  la  faena  dio  con  otro  pue- 
blo en  donde  había  pilones  de  sal  que  igualaban  cada  uno  la 
altura  de  un  luimbre.  Este  Pueblo  de  la  Sal  existió  sin  duda 
alguna  en  el  sitio  ocupatlo  actualmente  por  Ileliconia»  lugar 
en  que  se  elabora  con  grande  abundancia  este  artículo  tan 
benéfico  para  la  organización  humana,  que  á  él  se  atribuye 
con  razón  en  el  Estado  de  Antioquia,  la  falta  de  coto  y  otras 
enfermedades  degradantes  para  el  hombre. 

Poco  después  de  haber  estado  en  el  Pueblo  de  la  Sal,  des- 
cubrieron otro  hacia  el  noroeste,  abastecido  de  telas  de  algo- 
dón bien  tejidas  y  con  dibujos  de  colores  perfectamente  es- 
tampados. Con  estos  tejidos  fabricaron  ropa  de  vestir  para  la 
tropa;  y  del  cacique  que  allí  había  recibieron  noticia  de  la 
existencia  de  otros  lugares  en  que,  según  la  expresión  hiper- 
bólica del  indio,  había  tantos  habitantes  como  hojas  en  los 
árboles. 

En  indagación  deesas  nuevas  poblaciones,  destacó  eldi« 
rector  general  de  las  operaciones  militares,  en  comisión,  al  va- 
leroso y  sufrido  capitán  Vallejo,  quien  después  de  combatir 
las  penalidades  de  ocho  días  de  jornada  por  un  país  excesiva- 


i 


—  638  - 

monte  frío,  dio  de  frente  con  imo  de  esos  violentos  ranc 
que  con  el  nombre  de  ríos  corren  encajonados,  terribles 
sin  rienda  por  las  rocas  hendidas  de  los  Andes. 

En  todo  este  trayecto,  que  creemos  estaría  por  donde 
tan  los  puntos  denominados  Gallinazo,  Ovejas  y  San  Pedro,  no 
halló  el  capitán  Vallejo,  en  los  primeros  días,  ni  sombra  de 
humano  viviente. 

Con  la  temeridad  característica  de  los  hombres  de  lai 
época,  intentó  el  oíicial  encargado  de  la  comisión  pasar  coí 
su  escolta  el  río  á  que  aludimos  y  seguir  adelante-  El  paso 
verificó  por  un  puente  natural  formado  por  el  tronco  de  un 
árbol  casualmente  caído,  y  que  descansaba  sobre  un  peBí 
que  servía  como  de  estribo  en  la  mitad  de  las  aguas. 
resto,  hasta  la  orilla  opuesta,  estaba  constituido  por  ui 
grueso  rollo  de  bejucos  aglomerados  por  la  influencia  de 
tiempo.  Hubo  precisión,  por  la  imposibilidad  que  ofrecíai 
este  vehículo  de  trasporte,  de  abandonar  temporalmente  k 
caballos,  de  los  cuales  dos  ó  tres  se  habían  ya  derrumbado,! 
Creemos  que  se  habla  de  Ríogrande. 

Dejando  atrás  este  río,  y  en  las  condiciones  referidíiSt.] 
avanzaron  algo  más,  hasta  dar  vista,  desde  lo  alto  de  unaco*i 
lina,  á  un  valle  cubierto  de  numerosos  caseríos;  y  vistos  por 
los  naturales,  trataron,  aunque  tan  fatigados  y  escasos  en  nü.4 
mero,  de  resistir  el  ataque  de  que  eran  amenazados,  y  qi 
so  anunciaba  con  las  bélicas  tocatas  y  la  confusa  gritería  qttd 
estilaban  aquellos  bárbaros  antes  de  entrar  en  combate.  Le 
castellanos,  no  pudiendo  detener  el  empuje  do  los  salvajes, 
tocaron  retirada,  y  por  temor  de  ser  cortados  antes  de  llcg 
al  puente,  aligeraron  el  paso,  sin  poder  impedir  que  uno  de 
los  compañeros  quedase  atrasado  y  no  alcanzara  k  tomar 
cho  puente  antes  que  los  indios,  Juan  de  Torres,  soldado  at 
daz,  pretendió  salvar  al  infeliz  metido  entre  la  turbamulta 
los  americanos ;  pero  no  tuvo  por  recompensa  do  su»  e8iyer 
zos  sino  la  muerte,  pues  se  despeñó  por  imo  de  los  barraitc 
del  río,  mientras  que  su  protegido  hurló  el  cuerpo  &  \obm 
niigos,  se  escondió  en  una  cueva,  y  dejándose  rodar  desptsétl 


—  G3Í)  — 

por  aquellas  breñas  y  matorrales^  se  mantuvo,  dice  el  croniata, 
con  una  de  las  pezuñas  de  los  caballos  despeñados,  y  apareció 
algunos  días  más  tarde  en  el  cuartel  general  de  sus  amigos, 
no  sin  grande  admiración  de  ellos,  porque,  como  lo  reputaban 
ya  muerto,  consideraron  el  asunto  como  cosa  de  milagro. 

La  carga  de  los  indios  fué  en  aquella  ocasión  tenaz  ; 
hirieron  á  muchos  cristianos,  y  los  pusieron  en  tal  aprieto, 
que  no  habiendo  sacerdote  se  confesaban  los  unos  con  los 
otros  • 

Apurado  el  oficial  Vallejo  por  la  dureza  de  su  situación, 
creyó  bien  dar  cuenta  de  ella  y  pedir  auxilio  de  víveres  y  de 
algunos  negros,  lo  que efectivamentü  recibió  después  de  pocos. 
días. 

En  el  intervalo  de  esta  detención  causada  por  tantos 
obstáculos,  enfermaron  gravemente  los  heridos  y  murieron 
algunos,  por  el  sufragio  de  cuyas  almas,  el  capitán  Robledo, 
siguiendo  las  piadosas  prácticas  de  aquella  edad,  mandó  cele- 
brar misas,  dando  ejemplo  de  ser,  á  la  par  que  valeroso  sol- 
dado, devoto  y  apasionado  ci^eyenle. 

Los  subalternos  y  los  soldados  quedaron  escarmentados 
con  el  mal  éxito  de  esta  última  campaña;  pero  el  brioso  cau- 
€Íillo  que  los  dirigía,  muy  lejos  de  dar  entrada  en  su  altivo 
pecho  á  un  sentimiento  vil  de  cobarde  debilidad,  los  reunió  y 
los  invitó  nuevamente  á  continuar  con  arrojo  y  audacia  en 
demanda  del  ponderado  valle  de  Arví,  apetccidij  Eldorado 
para  ese  corto  grupo  de  aventureros.  Sea  que  la  elocuencia 
del  capitán  Robledo  no  fuese  muy  conmovedora,  ó  sea  que  el 
desaliento  de  los  suyos  hubiera  crecido  en  grado  supremo  y 
eminente,  lo  cierto  fué  que  al  fin  alcanzó  poco  de  ellos;  porque 
denegándose  á  excursiones  parciales»  se  convino  en  que  segui- 
rían en  ia  empresvi  intentada  por  Vallejo,  tan  sólo  por  un 
corto  número  de  días,  al  calx»  de  los  cuales,  si  los  obstáculos 

fn  insuperables  y  el  proyecto  muy  difícü  de  ejecutar,   el 
*mo  comandante  se  encargaría  de  mostrarles  nuevo  rumbo 
ueva  dirección. 
Consecuente  con  esto,  ordenó  Robledo  al  alférez  general 


~  640  - 


Alvaro  de  Mendoza^  que  intentase  por  scj^unda  vez  la  prec 
dente  exploración.  El  solo  resultado  de  ella  fué  el  hallar., 
los  tres  ó  cuatro  días  de  marcha  algunos  caseríos  de  natural 
con  plantaciones  de  maíz  y  algunas  matas  de   albahaca  un 
poco  distinta  de  la  europea,  la  primera  conocida  por  españc 
en  Antioquia. 

Desesperados  de  poder  encararse  con  la  buena  fortuna  | 
aquel  lado,  decidieron  esguazar  por  segunda  vez  el  Cauca,  y 
pasar  por  su  ribera  izquierda  ü  occidental,  hazaña  que  logra- 
ron ejecutar  en  ocho  días  de  faena  constante,  por  ser  escasos 
los   indios  nadadores,  manejándose  para  ello  de  la  mk 
manera  y  en  igual  modo  que  lo  habían  hecho  para  el  paso  i 
Irra,  Esta   navegación  del  río  se  hizo,  si  no  interpretar 
mal  la  relación  histórica,  enfrente  de  lo  que  llamamos  hoy| 
Loma  do  San  Mateo,  en  cuyos  contorno  squcdaba  el  vallecitoj 
pueblo    de   Cururaé,   al  cual  no   arribaron    los   amhulant 
guerreros  sino  después  de  haber  pretendido  en  vano  avaí 
para  el  norte  por  la  margen  izquierda  del  Cauca,  embaraz 
en  aquella  cpoca  por  bosques  impenetrables  llenos  de  insecto 
serpicníes,  reptiles  ponzoñosos  de  diversas  clases,  procipicitn 
abismos  y  horrendos  despeñaderos.  Dos  de  los  caballos  per- 
dieron el  suelo  que  pisaban  y,  rodando  por  los  barrancos,  pei^ 
cieron. 

Los  curumés  defendieron  con  bizarría  su  territorio;  y 
como  ya  sabemos  que  estos  no  eran  los  iirimcros  blano» 
que  veían,  pues  Badil  lo  los  había  visitado  antes,  se  coai' 
prendera  que  habían  pasado  de  ese  primer  grado  de  miedo  su- 
persticioso infumlido  por  el  aspecto  exterior  de  los  extranjeros» 
causa  primera  de  sus  congojas  y  derrotas. 

Valióse  Robledo  de  la  victoria  obtenida  para  hacerles  una 
predicación  moral  y  religiosa  sobre  los  principios  y  dogmas 
de  la  doctrina  cristiana,  homilía  muy  piadosa  y  caritativa 
duda,  pero  que  los  barbaros  no  entendieron*  Hecho  esto, 
cenció  todos  sus  prisioneros,  quienes  se  remontaron  inmc 
tamentc  prometiendo  volver,  mas  no  lo  hicieron. 

Ya  hemos  visto,  por  varios  ejemplos,  la  felÍE  mae.Htrf" 


MI 


tenacidad  incomparable,  el  valor  inaudito  y  el  sufrimiento 
sereno  y  prodigioso  con  que  estos  homl)res  vencían  todos  los 
obstáculos  de  una  alternativa  angustiosa  y  salían  airosos  de 
tan  ingentes  diücultades. 

Aquí  llegamos  á  un  acontecimiento  cuyos  pormenores  la 
historia  patria  deberá  registrar  siempre  con  admiración.  Es- 
tando, como  llevamos  dicho,  en  Curumé  (Anzá  probablemen* 
te),  los  caballos  despeados  y  sin  herraduras,  para  procurarse 
el  auxilio  indispensable  de  su  servicio,  y  ponerse  en  aptitud 
de  marchar  adelante,  resolvieron  construir  una  fragua  y  for- 
jar en  ella  herraduras  para  calzar  sus  corceles,  aunque  para 
ello  no  contasen  con  elementos  propios.  Con  el  cuero  de  algu- 
nos viejos  borceguíes,  cosido  por  pedazos,  con  algunas  tablitas 
de  madera  que  servían  como  asientos  en  las  chozas  de  los  indí- 
genas, y  ayudados  de  su  ingenio,  hicieron  los  fuelles;  con  una 
olla  de  cobre  formaron,  arrollándola  un  poco,  el  tubo  sopla- 
dor; el  ayunque,  con  una  pala  de  hierro  puesta  sobre  el  tronco 
de  un  árb!)l;  y  de  estribos  rotos,  restos  de  espuelas,  fragmen- 
tos de  cuchillos,  trozos  de  espadas,  guarniciones,  clavos,  cha- 
pas de  armas  etc.,  etc.,  forjaron  las  herraduras.  El  aparato 
que  debía  servir  para  el  intento,  así  remendado  y  hecho  á  la 
diabla,  no  daba  garantías  de  funcionar  bien ;  pero  merced  á 
los  esfuerzos  de  todos  y  á  la  oportuna  cooperación  de  dos  sol- 
dados, de  los  cuales  el  uno  había  visto  algo  del  oficio,  y  el  otro 
había  trabajado  coíuo  oficial  de  cerrajero,  salieron  felizmente 
"en  su  proyecto,  ali\1aron  sus  bestias  y  se  rehabilitaron  para 
Heguir  batallando. 

H  Dejó  el  comandante  en  Curumé  á  D.  Alvaro  de  Mendoza, 
^y  él,  con  la  rnayor  parte  de  su  microscópico  ejército,  tomó 
'  derrotero  hacía  el  norte,  en  indagación  del  valle  de  Evéjico  ó 
Noixí,  donde  llegó  al  segundo  día*  Halló  todas  las  poblacio- 
nes, que  eran  muchas,  abandonadas  por  los  naturales,  ariscos 
sin  duda,  porque  sabían  desgraciadamente  muy  bien  cuánto 
era  el  peso  de  un  brazo  español,  cuánta  la  pujanza  de  un  caba- 
llo, cuál  el  diente  agudo  de  un  perro,  cual  la  velocidad  mortí- 
ira  de  una  bala,  cuál  la  punta  aguda  de  una  lanza  y  cuál  el 


—  642  — 

filo  cortante  de  una  espada,  A  pesar  de  los  halagos  del  astuto 
capitán,  un  solo  indio  se  le  presentó  al  principio,  bien  que 
después  llegasen  algunos  otros  con  apariencia  mas  tranquila, 
indicándole  que  podía  seguir  adelante,  en  donde  le  tenían  pre* 
parada  copiosa  eantidad  de  víveres.  El  jefe,  cauteloso  y  preve- 
nido para  no  dejarse  sorprender  por  ésta  que  él  consideraba 
artería  mañosa  de  los  indios,  anduvo  recíitado  ha^ta  la  entratU 
del  valle,  en  donde  halló  numerosas  poblaciones  y  como  4.O00 
guerreros  enemigos  que  le  presentaban  batalla^  fuera  deotnjs 
muchos,  que,  subidos  en  his  alturas  circunvecinas,  ensonle* 
cían  el  campo  con  gritos,  alariilos  y  fanfarronadas,  al  misiQd 
tiempo  que  con  sus  gesticulaciones  y  piruot;is  parocían  mo- 
farse de  los  españoles  y  hacerles  fieros.  Pai'ece  que  esta  lua- 
ñera  de  guerrear,  genial  y  característica  entre  los  indios,  « 
ha  venido  trasmitiendo  como  por  tradición  y  herencia  hai^b 
nuestros  días. 

Fieles  los  europeos  al  sistema  de  blandura  t|iie  paiv 
habían  propuesto  en  ocasiones,  ofrecieron  la  paz  a  los  u 
rales  por   medio  de  sus  intérpretes;  ma,s  viendo  el  Gef 
que  se  mostraban  rehacios  á  toda  insinuación  de  acón» 
dispuso  que  F*edro  de  Barrios,  montado  en  un  caballn  en/r- 
zado  con  un  pretal  lleno  de  cascabeles  y  con  un  alano  de  nstk 
avanzase  ruidosamente  por  el  medio  de  acpiellos  escuadi 
Esta  simple  maniobra  fué  suficiente  para  ei»pantar  á  hi 
parte  de  los  contrarios;  y  los  que  quedaron  hujer 
despavoridos,  porque  uno  de  los  más  osailos  de  enliv  rí' 
fué  atacado  fuertemente  por  el  perro,  degollado  y  cu i 
en  pedazos  en  un  abrir  y  cerrar  de  ojos.  Esta  visto, ! 
más  fácil  y  sencilla  de  la  conquista  de  América  con- 
dar  batallas. 

No  por  lo  diclio desistió  Robledo  de  halagarlos  oou 
y  á   fin    de   conseguir    su    asentimiento,  mandó  st- 
huellas  de  los  fugitivos  á  Pedro  de  Matamoros,  quien  W* 
ido  hasta  lo  más  alto  de  una  eminencia  vecina,  relroo 
campo,  dejando  plantada  en  ella  una  gran  cruz  de  iiuifcf' 

De  Arví,  dicen  las  historias,  pasaron  á  olru  vaJlt,; 


1^ 


—  Í1Í3  — 


volvioron,  imitando  siempre  á  los  indios,  que  se  mostra- 
a  en  actitud  belicosa,  á  que  se  sometieran  de  una  vez  al 
jiminio  del  rey  de  las  Españas,  á  lo  cual  ellos  contestaban 
psüílca  aunque  candidamente»  que  su  rey  no  había  cons- 
llido  aquel  las  casas,  ni  plantado  sus  sementeras,  y  que  el  me- 
r  partido  que  ellos  proponían  era  que  ios  invasores  so  resti- 
lyeran  á  su  patria.  Quitaron  también  por  la  noche  la  cruz 
ilocada  en  la  loma,  asimto  gra^'e  para  los  expedicionarios, 
les  provocó  su  cólera  fanática  y  produjo  una  recrudescencia 
kodio  en  contra  de  acjuellüs  infelices,  que  terminó  por  obligar- 
I  á  que  volvieran  á  colocar  en  supuesto  el  símbolo  de  la  fe. 
Después  de  mil  vueltas  y  revueltas,  de  mil  indagaciones  y 
í  diferentes  correrías,  que  mostraron  el  ansia  por  descubrir  y 
espíritu  vertiginoso  de  aml>icióii  y  codicia  que  agitaba  y 
lentaba  el  pecho  de  aquellos  hombres,  determinaron  cnde- 
aar  de  nuevo  sus  pasos  al  pueblo  de  Curunié,  en  donde 
ibía  ífuedado  el  alférez  Mendoza,  a  quien  se  reunieron  y  á 
Uien  hallaron  acosado  por  los  indios  y  por  el  hambre. 

Una    vez    juntos,    resolvieron    ir   á   otro   pueblo    que 

|taba  en  las  margenes  del  Cauca,  y  cuyos  naturales,  aunque 

erosos^  estuvieron  poseídos  tle  un  sentimiento  tal  de  curio- 

d,  que  como  los  perros  que  siguen  el  proyectil  que  se  les 

,  seguían  en  alcance  la  jara  desprendida  y  arrojada  por 

'azo  de  los  conquistadores.  En  este  pueblo  hubo  sin  em- 

o  un  combate  en  t{ue  los  americanos  lograron,  cosa  rara, 

V  un  español, 

|:Separaadose  nuevamente  de  Mendoza,  siguió  Uobledo  en 

na  sobre  el  vallecito  de  Penco,  sobre  Purruto  y  Guaramí, 

ves  perdidos  hoy,   y  dando  la  vuelta  con  su  velocidad 

imbrada  reapareció  en  el  valle  de  Evejico.  Tuvo  allí  un 

tro  tenazmente  sostenido  por  los  contrarios,  y  tanto, 

)urado  se  vio  en  la  necesidad  tie  buscar  abrigo  en  la 

de  la  Cruz,  situada  cerca  del  valle  de  Norc  (1),  En  esta 


i  MIS  piensan   ípio  Nuro   es  el   silio  llauíado  autif^uaínciilo  Evéjico»  y 
-:ia  i^ue  el  venladero  Evójíl'ü  es  el  valle  en  que  está  hoy  la  cindad  do 
Nüs  uiclmanius  a  creer  que  los  primeros  tíeiica  rA'ion, 


1 


jornada,  la  tropa  española  debió  su^ 
denuedo  de  los  capitanes  Vallejo  y 
su  excelente  posición  de  la  Cruz,  fu 
obligada  á  evacuar  el  punto  durante 
yá  reunirse,  después  de  veinte  días 
con  Mendoza, 

Por  una  parte,  fatigados  de  t 
reconociendo  que  las  condiciones  d 
bien  para  la  fundación  de  una  ciuda 
centro  y  de  sostén  á  las  conquista 
hecliüs  y  á  los  por  hacer,  decidieron  I J 
dación,  y  para  efectuarlo  con  niejorc 
comed idadj  se  pusieron  en  obra  de  r 
pa!*a  ¿I  abasto  en  los  días  que  debían 
preparativos  y  en  los  primeros  edilicioi 
La  fundación  de  Antioquia,  voz 
decir  tierra  de  oro,  y  que,  setrón  otros^. 
alterada  por  el  cambio  de  acento   de 
sobre  el  Orontes,  se  efectuó  el  año  de  !• 
meros  alcaldes  el  alférez  mayor  Alvaro  d 
de  Mendoza,  su  primo,  y  sus  primeros 
Vallejo,  Juan  de  Bustos,  Francisco  de  A 
Pérez  Zambrana. 

A  pesar  de  este  acto  material  delat 
la  declaración  de  doininio  perfecto  que  t 
conq*iistadores,  los  indios  continuaron 
dirlos  y  pacificarlos,  mandó  el  Jefe  que 
fuese  á  castigar  á  los  de  Peque,  y  quo  Val 
con  los  del  pueblo  de  las  Guamas.  Elpr 
comisión  á  maravilla,  y  el  segundo,  cay 
por  la  noche,  tuvo  la  suerte  de  que  ellos 
campo  con  hachones  encendidos  de  mad 
ran  con  certera  dirección  los  mortífcrc 
acabarlos.  Ademas  del  sangriento  estn 
noche  entre  los  tlesgraciados  indios  por  < 
se  vio  el  diente  agudo  de  los  sabueso: 


ieso^y 


~  646  - 


de  mi  ambición  personal  y  de  mis  glorias.  ?>  Esto 
decirse  el  sesudo  caudillo  al  terminar  esta  primera 
sus  temerarios  trabajos,  y  al  decirlo,  debió  de  fortifi 
la  idea  que  desde  tiempo  atrás  parecía  venir  ocuj 
constantemente.  Y  tan  cierta  nos  parece  ser  esta  ínú 
ción,  cuanto  que  inmediatamente  después  de  terminal 
operaciones  militares,  formó  decididamente  el  plan  d 
darse  á  la  Península.  Ya  veremos  como  lo  ejecutó* 

Decimos  que  hecha  la  fundación  do  Antioquia  en  1Í 
de  la  Cruz,  su  fundador,  trayeiido  a  la  memoria  el 
entero  de  sus  acciones,  les  halló  mérito  bastante  pai 
pararse  ventajosamente  con  Belalcázar  y  con  otros, 
compatriotas,  y  para  poder  pretender,  con  sobra  do  e8p( 
que  la  corte  de  España  le  diera  en  recompensa  el 
supremo  y  absoluto  do  las  provincias  por  él  descuh 
conquistadas. 

Impulsado  por  este  motivo,  y  empleando  siempre 
gemas  y  cautelas  propias  de  su  carácter,  manifestó 
compañeros  que  intentaba,  porque  así  convenia  á  Iq 
reses  de  la  comunidad,  regresar  a  Cartago  para  enfá 
directamente  con  el  Gobernador,  sobre  las  necesida 
auxilios  que  tenía  y  exigía  la  nueva  colonia.  Era  este  U 
texto  muy  sagaz  y  sutil  con  que  quiso  ocultarles,  y  te< 
en  efecto,  su  verdadero  proyecto  de  trasladarse  á  Efirt 
propósito  de  esta  insinuación,  sus  amigos  le  hicieron  obí 
que  por  la  escasez  de  i^ente  que  había»  no  podrían  corrt 
los  3Ü  guerreros  riue  pedía  para  su  escolta,  y  (¡^ 
bueno  se  contentase  con  12,  y  que  en  vez  do  (teW 
camino  andado,  siguiera  hasta  San  Sebastián  de  But^nrt 
se  trastadara  luego  al  mar  del  Sur,  entrase  á  CJíF* 
puerto  de  San  Buenaventura,  y  desde  allí  al  lugar  df 
cia  del  Adelantado. 

Esto  cunveiu'a  perfectamente  á  los  dedeos  deci' 
qy  ístador :  aceptó ;  y  corriendo  el  año  de  1 542,  saliA 
con  su  escolta  de  IS  hombres  y  tomó  una  direecióa 
Dejando  atrás  el  valle  de  Nore,  el  país  de  Guaca  y  ft 


—  C4T  — 


á  una  de  las  cordilleras  que  se  desprenden  de  la  de  Aljibe, 
y  bajando  por  la  falda  del  poniente  sobre  aquellos  casi  impe- 
netrables bosques,  procuró,  en  cuanto  pudo,  guiar  su  derro- 
tero por  la  trocha    recorrida  por  Badillo,  Juan  Graciano  y 
uis   Bcrnal.   Aunque  dicha  trocha    no  fuese  todavía  muy 
ieja,  ya  la  exuberante  vegetación  de  aquellas  localidades, 
timulada  por  el  calor  y  la  humedad,  la  había  cegado  cora- 
letamente.  A  los  pocos  días  se  agotaron  los  víveres,  el  filo 
las  espadas  y  machetes  se  embotó,  y  los  soldados  des- 
;Udos    y  hambrientos   ennaquecieron,   mientras  los    indios 
e  carga,  extenuados  y  sin  aliento,  no  podían   conducir  los 
fardos- 

Algunos    compañeros  propusieron   al   capitán  Robledo 
atar  los  cabellos  que  llevaban  para  alimentarse;  pero  él  no 
no  en  esto,  siempre  previsor,  y  se  contentó  con  hacer  matar 
no  ó  dos  que  repartió  luiicamentc  entre  los  indios  para  darles 
erza,  y  evitar  de  esta  manera  la  pérdida  del  rico  botín  íjue 
nducía.  Los  europeos,  para  satisfacer  de  alguna  manera  los 
"punzantes  torcedores  del  hambre,  gustaban  todo  lo  que  encon- 
trafian  al  pasOj  frutas,  tallos  y  hojas  de  plantas  desconocidas, 
poi'  h)  cyal  ocurinó  que  todos  ellos  llevaban  la  boca  llagada, 
icriclida  y  en  un  estado  lastimoso  por  el  influjo  fatal  desustan- 
'la^  detersivas,  cáusticas  y  venenosas. 

Pasados  muchos  días,  cayeron  en  una  situación  aflictiva 

^  Consternación  y  desgracia.  A  este  tiempo  dieron  con  un  río 

'^'Vogahle  en  apariencia;  mas  de  un  curso  desconocido,  tanto 

»i*íx    loa  bloiicos  como  para  los  indios.   Varios  propusieron 

'*^^*icar  balsas  para  entregarse  en  ellas,  y  ala  buenade  Dios, 

^'^ovi  miento  casual  de  corrientes  ignoradas;  pero  el  adver- 

^   Comandante  se  opuso  á  este  descabellado  proyecto,  y  su 

'    ^*ón  prevaleció  como  era  de  razón.  Siguiendo  por  la  orilla 

^^ti3  ríoj  dieron  luego  con  una  plantación  de  maíz  en  que 

*^<^laban  las  mazorcas  maduras,  y  hallaron  también  algu- 

íTiatas  de  pimiento  ó  ají,  lo  cual  fortificó  no  poco  sus 

^^llecidos  espíritus.  Su  fortaleza  tomó  incremento,  porque, 


^d 


^titlo  por  aquellos  campos,  los  loros,  los  pericos  y  los  gua- 


—  648  - 


camayos  vinieron  á  saludarlos  con  su  concierto  habitual  de 
gritos  incesantes. 

Más  adelante  encontraron  una  tropa  de  indios  pescadorei^y 
quienes  conociendo  á  Juan  de  Frades,  por  haberlo  viato  en  hwK^ 
anteriores  entradas,  lo  llamaron  por  su  nombre  en  son  de 
amistad.  Estos  indios  daban  por  sola  respuesta  á  las  preguntas 
reiteradas  y  á  las  pesquisiciones  de  los  españoles,  «  San 
Sebastian  í>,  «  San  Sebastian  »,  y  seiíalaban  con  la  mano  para 
el  occidente.  Esta  liallazgo  fué  venturoso  y  próspero  para  li 
descarriados  peregrinos,  porque  los  naturales,  con  mano 
nífica,  los  proveyeron  de  frutas,  maíz,  raíces  y  pescado, 
era  cuanto  su  escasa  despensa  podía  suministrar  y 
aquellos  desfallecidos  estómagos  podían  tolerar, 

A  las  seis  ú  ocho  jomadas  que  hicieron  desde  aquel  sitio/ 
llegaron  mustios,  escuálidos,  fiai'apientos  y  cansados  á  San 
Sebastián  de  Buenavisla,  donde  encontraron  con  alguna  gente 
á  su  fundador  y  gobernador  por  eatíjnces,  D,  Alonso  óc 
Heredia.  Pensaban  acaso  los  miserables  viajaros,  que  su  pere^ 
grinación,  hecha  en  tan  difíciles  condiciones,  y  su  carácter 
especial  de  guerreros  y  conquistadores  cristianos,  seriofi 
recomendaciones  suficientes  para  ser  bien  acogidos,  bien 
tratados  y  socorridos  por  sus  compatriotas ;  pero  se  equivo- 
caron* 

Heredia  y  los  suyos  vieron  de  reojo  y  con  desdén  á  los 
recien  llegados,  trataron  pésimamente  al  capitán,  les  n^gium 
todo  auxilio,  y  por  remate  de  cuenta,  los  desbalijaron  sic 
rubor,  de  todo  el  oro  que  llevaban.  En  estos  momenU)t 
llegó  á  San  Sebastián,  D,  Pedro  de  Heredia,  jefe  do  li 
Provincia,  y  como  creyó  que  trataba  con  usurpadores, 
aprobó  todo  lo  ejecutado  por  su  hermano.  Como  base  pan 
sus  planes  posteriores,  alegó  que  Robledo  pretendía  recor* 
tar  su  autoridad,  metiéndose  como  lo  había  hecho  á  nin- 
quistar  y  fundar  ciudades  en  tierras  de  su  gobernacum 
apoyado  en  esto,  lo  tuvo  reducido  á  prisión  y  ordenó  que  ^ 
guíese  encadenado  y  encausado  con  un  afrentoso prooeao  píu 
la  F*eninsula. 


—  649  — 

El  viaje  para  España  no  causó  ciertamente  desagratlo  á 
obledo,  porque,  como  hemos  visto,  eso  entraba  en  sus 
Toyoctos;  pero  él  hubiera  querido  más  bien  verificarlo  en 
perfecta  libertad,  dueño  del  oro  recogido  y  bajo  otros  auspi* 
cios.  Resignóse  sin  embargo  como  paciente  que  era;  some- 
tióse al  imperio  de  la  fuerza  y  siguió.  Empero,  antes  de 
Placerlo,  se  entendió  con  Pedro  Cieza  de  León,  y  le  dio  instruc- 
ciones especiales  para  que  de  San  Sebastián  pasara  á 
Panamá,  pusiera  en  conocimiento  de  aquella  respetable  Au- 
diencia los  arbitrarios  procedimientos  de  Ileredia,  y  nave- 
gando después  por  el  Pacííico  se  trasladase  áCali  óá  Popayan, 
y  noticiase  al  Adelantado  Belalcázar  los  malos  intentos  y  abu- 
sivas pretensiones  del  Gobernador  de  Cartagena.  Cieza  de 
León  llenó  completamente  su  encargo,  estuvo  en  Panamá,  dio 
su  informe  á  la  Audiencia,  tuvo  una  entrevista  con  Belalcázar 
y  lo  instruyó  de  todo  lo  ocurrido. 

Esta  intriga,  diestramente  urdida  por  el  fundador  de 
Antioquia,  no  carecía  ni  de  fuerza  ni  de  alcance.  Era  una  es- 
tratagema inteligente  y  atrevida,  con  que  el  preso  de  los  Hore- 
dias  se  vengaba  del  ultraje  recibido,  pues  al  mismo  tiempo 
que  los  indisponía  con  la  Audiencia,  irritaba  y  levantaba  los 
celos  y  furia  del  Gobernador  de  Popayán,  tan  terrible  y  tan 
justamente  temido.  Belalcázar  y  Heredia  quedaron  por  esta 
astuta  maniobra  como  dos  mastines  hambrientos  que  se  dis- 
putan una  presa.  Robledo,  al  hacer  esto,  ganó  en  verdad  bien 
poco,  perdió  quizá,  porque  para  ese  tiempo  ya  el  Gobernador 
de  Popayán,  penetrando  sus  fantasías  de  independencia, 
su  ilimitada  ambición,  los  motivos  que  lo  conducían  á 
España  y  los  torcidos  manejos  que  lo  guiaban  en  todo,  lo 
había  declarado  desertor,  lo  había  degradado,  lo  consi- 
deraba como  traidor,  y  había  mandado  un  teniente  en  su 
reemplazo. 

Dejemos  por  algún  tiempo  á  D.  Jorge  líobledo,  en  tanto 
que  realiza  su  viaje  á  España,  intriga  en  la  corte,  obtiene  el 
nombramiento  de  Mariscal  y  regresa  á  América,  para  tratar 
brevemente  de  los  acontecimientos  que  durante  este  intervalo 


—  650  — 

se  verificaron  en  Antioquia,  cuya  posesi 
disputarse  dos  conquistadores  con  ardor  y 
sodio,  aunque  bárbaro,  porque  es  alusivo 
mitosos  en  que  los  infelices  americanos 
meros  tormentos  causados  por  la  invasión 
de  interés  histórico,  y  servirá  tal  vez  de  hi 
partida  para  explicar  la  índole  y  carácter  c 
posteriores. 


Tttrbulencins  en  Antioqu'm,  —  Miguel  Díaz  de  Armend^iriz.  — 
Robledo  re(jres;t  de  España.  —  Su  úlima  caíiipaña.—Su  trágico 
fin, —  Belalcázar> 


^m  Turbulencias  en  Antioquia.  —  Mientras  Robledo  nave- 
^■gaba  para  España  dejando  como  su  teniente  a  Alvaro  de 
HOMendoza,  hizo  D.  Pedro  de  Heredia  su  primera  entrada  hasta 
la  nueva  fundación,  es  decir,  hasta  la  ciudad  de  Antioquia. 
SaÜó  el  IG  de  marzo  de  1542  de  San  Sebastián,  y  al  llegar 
intimó  furmalmente  al  alcalde  Pimentel  que  le  entregara  el 
mando*  A  esta  intimación  se  denegó  el  otro  alegando  dere- 
chos legítimos  é  incuestionables  en  favor  de  Belalcázar,  de 
quien  dijo  era  representante.  Ilerodia  tuvo  en  poco  las  razones 
aducidas,  resolvió  tomar  la  ciudad  por  la  fuerza,  se  apoderó 
de  la  persona  de  Pimentel  y  aprisionó  á  los  regidores. 

El  alférez  general  Alvaro  de  Mendoza  protestó  enérgica- 
mente en  contra  de  las  medidas    violentas  tomadas  por  el 
gobernador  de  Cartagena,  é  inmediatamente  después  de  la 
protesta,  abandonó  el  lugar  y  fué  en  busca  del  gobernador 
Adelantado,  en  asocio  de  varios  vecinos.  Después  de  haber  an- 
dado poco  trecho  desde  Antioquia,   encontró  Mendoza  con  el 
capitán  Juan  de  Cal}rera,  que  traía  de  Belalcázar  orden  para 
prender  á  líobledo,  del  cual,  tanto  por  los  sucesos  anteriores, 
como  por  la  relación  de  Pedro  Ciezade  León,  recelaba  mucho, 
Cabrera,  sin  más  preámbulos,  atacó  á  Heredia  y  lo  hizo  prtsiu- 
nero,  después  de  un  pequeño  encuentro  en  que  hubo  varios  he- 


i_ 


652  — 


ridos.  Hecho  eso,  apoderado  do  la  ciudad,  y  consideram 
el  sitio  de  aquella  nueva  población  era  poco  adecuado  pa 
desarrollo  posterior,  determinó  trasladarla  al  valle  lls^ 
hoy  de  Evc-jico,  bella  planicie  sobre  la  ribera  izqu 
del  Tonusco  y  á  poca  distancia  del  Cauca.  Esta  pobl 
recibió  poco  después  el  muy  noble  y  muy  alto  titií 
ciudad»  con  armas  y  privilegios,  por  disposición  de  uní 
cédula  expedida  en  el  año  de  1544.  Su  florecimiento,  at 
no  muy  importante,  tuvo  lugar  desde  los  primeros  años 
erección.  Sus  vecinos  poco  numerosos,  pero  nobles  y  ; 
so  distinguieron  desde  el  principio  por  su  despejada 
ligencia  y  por  su  acreditado  valor  en  las  guerras  del  G 

Hecha  la  nueva  fundación  de  Antioquia  en  el  parúM 
mencionado,  dejó  Cabrera  por  teniente  Gobernador  de  ^ 
bachiller  Francisco  Madroñero,  y  con  lleredia  preso  rea 
á  Cartago  para  verse  con  el  Adelantado,  quien  dispuse 
el  Gobernador  de  Cartagena  siguiese  a  Panamá  en  la  m 
condición  en  que  iba,  es  decir,  encadenado. 

El  Gobernador  de  Popayán  personalmente 
luego  que  seria  bien  hacer  una  entrada  en  el  territorio 
queño,  con  el  tin  de  someter  los  naturales,  que  andaban  1 
lándose  sin  cesar,  y  que  jnoslraban  muy  pocas  disposio 
para  doblegar  mansamente  el  cuello  bajo  el  yugo  de  la 
nación  española.  Fué  sin  duda  en  esa  época  cuaní 
histórico  caudillo  de  las  conquistas  del  Perú  y  de  Popa 
adelantó  sus  pasos  por  la  ribera  izquierda  del  Cauca  ! 
Cártama  y  por  la  derecha  hasta  Arma.  Como  no  pudiese,  á| 
de  todos  sus  esfuerzos,  reputación,  destreza  y  valentía,  d 
completamente  la  fiera  altivez  de  los  salvajes,  ni  veno< 
numerosas  diücultades  que  salían  al  frente  de  sus  proy 
emprendió,  como  base  para  sus  planes  futuros,  fundar  ( 
territorio  de  Arma  una  ciudad,  á  cuyo  intento  comisión 
capitán  Miguel  Muñoz,  y  cuya  fundación  se  efectuó  corrí 
el  año  de  1542,  El  primer  establecimiento  se  hizo  en  las 
canias  del  río,  en  un  terreno  cálido,  húmedo  y  mab 
por  lo  cual  tuvo  que  variarse   un  paco  más  tarde,  ü<i 


—  653  — 

miBmo  nombre  de  Santiago  de  Arma,  á  un  sitio  más  fresco 
y  de  mejores  influencias,  pero  no  tan  bueno  que  le  permitiera 
prosperar. 

El  testarudo  Ileredia  llegó  a  Panamá,  intrigó  en  la 
Audiencia,  consiguió  su  libertad»  atravesó  el  Istmo,  llegó  á 
Cartagena,  y  deseando  vengarse  á  la  mayor  brevedad  posible 
de  su  petulante  y  afortunado  rival,  i*eunió  de  prisa  poco  mas 
de  i ÜO  hombres,  los  equipó,  y  sin  dar  treguas  ni  aguardar 
razón,  entró  por  el  mismo  camino  con  velocidad  de  rayo,  cayó 
Bobre  Antioquia,  simpatizó  con  su  paisano  y  amigo  Isidro  de 
'Tapia  y  se  hizo  nuevamente  señor  de  la  tierra.  Tapia,  aunque 
mbiese  querido,  no  habría  podido  resistir  por  falta  de 
ocursos,  ó  acaso  no  intentó  hacerlo  por  simpatías  y  amistad 
le  de  luengos  años  profesaba  á  la  persona  de  su  competidor, 
}or  manera  qne  más  bien  que  una  contienda  entre  ellos  hubo 
un  acomodo. 

Habiendo  ganado  por  segunda  vez  el  dominio  de  esta 
íobernación,  quiso  Heredia  proceder  en  regía,  organizar  y 
>iiquistar  más.  Para  conseguir  lo  primero  hizo  rejjarti- 
liento  de  las  tierras  y  encomiendas  entre  sus  adictos  y  par- 
íales, y  para  lo  segundo,  personalmente  como  jefe  de  una 
)lumna,  se  encaminó  en  basca  de  las  juntas  de  los  dos 
jrandes  ríos  Cauca  y  Magdalena.  Bastante  más  abajo  de 
kutioquia,  frente  poco  más  ó  menos  al  valle  de  San  Andrés, 
tenían  los  indígenas  un  puente  de  bejucos  al  través  del  Cauca, 
)uentc  que  algunos  historiadores  llaman  Bredunco  y  otros 
íreraico.  Por  ese  puente  pasó  Heredia,  y  avanzando  terreno  se 
letió  un  poco  adentro,  sinque  se  sepa  á  punto  fijo  hastadónde. 
En  tanto  que  esto  pasal)a,  y  en  tanto  que  D,  Pedro  de 
leredia  se  ocupaba  en  sus  nuevas  tareas  de  explorador,  llegó 
leticia  de  lo  acaecido  en  Antioquia,  al  infatigable  y  quisquí- 
loso  Adelantado,  Con  la  rapidez  y  eficacia  que  aquel  hombre 
le  geino  ponía  siempre  en  la  prosecución  de  sus  obras, 
lombró  para  tratar  de  cortar  el  mal  en  su  raíz,  al  bachiller 
[adroñcro,  hombre  de  excelentes  facultades  de  espíritu, 
atrevido  á  la  par  que  acompasado  en   sus  procedimientos. 


—  654  — 

Madroüero  llegó  en  buona  liora  y  mejor  sazón  a  la  ciudad  ( 
Saatafé   de    Anyoquia,    pues,    coiao    llevamos    explicad^ 
Ileredia  estaba  ocupado   en    los  pormenores  de  una  nt 
campaña,  de  suerte  que  fué  fácil  y  sencillo  al  comisionado  * 
Belalcazar  expulsar  los  pocos  hahitantes  dc*l  lugar,  apoder 
de  61  y  hacer  un  nuevo  repartimiento  de  tierras  y  encomienda 
como  realmente  lo  ejecutó.  A  pesar  de  su  buen  comport 
miento   y  del   acierto  coa  que   desempeñó  su  encargo, 
faltaron  hablillas  y  calumnias,  muy  comunes  y  usadas  enl 
los  conquistadores,    para  iadisponerlo  con  el  Gobernado 
Por  esto,  deseoso  de  entenderse  personalmente  con  su  jc 
para    darle   razones    í[ue    pusieran    en    claro    su  conduc 
dispuíso  dejar  la  ciudad  á  cargo  de  sus  compaaerosy  regt 
inmediatamente  a  Cali,   operación  que  le  costó  la  pérdld 
de  lo  ganado;    pues   Hercdia,  volviendo  de   sus  andaiuta 
cogió  para  sí  otra  vez  la  ciudad,  puso  en  ella  por  6U  lü£ 
teniente  al  Licenciado  Gallegos,  un  tuerto  bastante  inquiel^ 
y  viajó  para  Cartagena,  coa  el  Un  de  someterse  á  un  imei 
juicio  de  residenciaj  que  en  aquella  sazón  le  esperaba  en 
capital  de  su  provincia. 

Habiendo  iMadroñero  satisfecho  el  debfer  de  entendc 
con  Belalcazar,  é  instruido  de  la  nueva  ocupación  de  Anlu 
quia  por  sus  enemigos,  regresó  prontamente  sobre  ella, 
sorpreadió,   y  apoderándose  del  teaieate  LiiUinciado  y  otnK 
los  mandó  á  Cali  en  calidad  de  prisioneros.  Gallegos  so  enrtil 
ea  el  ejército    que  á    las   órdenes  del    Virey  Blasco  Nul 
Vela    marchó    contra    Gonzalo   Pizarro  desde  Popajim, 
encontró  con  la  muerte,   que  recibió  en  la    batallit  de  II 
quito,    el  fin   de    sus  .  desventuras,  que  habían  comen; 
por  un   flechazo  que  reciliió  en  un  ojo,  cerca  de  Mompox, 
coa  el  cual    ganó  el   calilicativo    de  tuerto,  con   que  se 
apellida  habitualmcnte. 

Como  se  ve  i>or  lo  narrado  hasta  aquí,  esta  parte  de 
crónicas  sobre  nuestra  conquista  forma  como  una  especie 
nudo  difícil  de  soltar  y  de  ser  buenamente  c^mpi-endido ; 
especie  de  laberinto  ó  emljroUo  de  trabajosa  explicacióii» ' 


—  655  — 

ue  para  andar  con  algún  acierto  so  ncccáita  llevar  pacieii- 
Bínente  lija  la  atencióji  sol»re  el  hilo  de  los  acontecimientos. 
¡sta  lucha  encarnizada  de  dos  conquistadores,  es  como  la 
e  ladrones  descontentos  por  la  mala  distribución  del  botín. 
ia  resumen  :  Hercdia  entrevé  el  país  y  Francisco  César  lo 
ísita  á  medias;  üadillo^  Graciano  y  Bornal  lo  reconocen  en 
lai'te;  Robledo  lo  explora,  lo  confjuista  y  íunda  ciudades,  bajo 
%  tutela  de  Aldanay  Belalcázar;  esto  último  se  cree  dueño  de 
1;  Ileredia  se  lo  disputa  y  lo  arrebata  á  Pimentel  y  á  Mendoza; 
labrera  lo  quita  á  Ileredia,  Ileredia  lo  quita  á  Tapias,  Madro* 
ero  lo  quita  á  lle.rodia,  éste  lo  recupera  de  la  gente  de 
ladroñero;  y  eso  por  la  última  vez,  porque  Madroñero  !o 
>ma  por  la  fuerza  de  manos  del  Licenciado  Gallegos  y  lo 
ODserva  hasta  una  época  que  deliniremos  después. 
■  En  todas  estas  disensiones,  presididas  por  cabos  y 
mientes,  no  alcanza  a  distinguir  el  historiador,  en  el  primer 
irniino  del  cuadro,  sino  tres  figuras  conspicuas  y  sobre^ 
[ilicntes  :  Belalcázar,  Ileredia  y  Robledo  :  todo  lo  demás  es 
ccesnrio* 

El  pleito,  pues,  queda  por  ahora  reducido  á  estos  tres 
im peones,  de  los  cuales  el  primero  goza  de  las  ventajas  de 
I  actuahdad,  y  pose  el  territorio,  teniendo  como  tiene  un  té- 
lente a  la  cabeza  de  su  gobierno.  Robledo  rueda  por  las  ante- 
silas  de  la  Corte,  intriga,  y  volverá  bien  pronto  al  campo  de 
l  discusión  y  del  combate. 

Todo  esto  que  acabamos  de  decir  puede  considerarse 
amo  ios  prolegómenos  de  un  episodio  histórico  de  cai'ác- 
>r  interesante  que  va  á  desenvolverse  á  nuestra  vista.  Es 
ji  asunto  de  guerra  civil  entre  europeos,  quienes  sin  haber 
^jiiado  todavía  entero  y  absoluto  señorío  de  la  tierra, 
krrojan  en  este  suelo  desventurado  la  semilla  fatal  de  discor- 
[ias  intestinas,  semilla  que  permanecerá  oculta  ó  ignorada, 
jerminando  lentamente,  echando  raices  para  mostrarse  en 
Bo  su  vigor  tres  centurias  más  tarde.  Sí  :  porque  al  em- 
^nder  cete  humilde  trabajo,  hemos  sido  guiados  por  una 
profunda  é  inquebr;mtable  convicción  que  nos  ha  conducido 


—  656  — 

a    pensar  que    no  hay    una  sola  cosa   en   los   preceden t 
antiguos  de  nuestra  historia,  que  no  se  venga  repitiendo 
una  manera  fatal  sobre  las  generaciones  actuales.  Carácl 
individual,  índole  social,  pi^eocupaciones,  fanatismo,  supec 
tición,   costumbres,  hábitos,    usos,  virtudes,    propensionc 
intentos,  pasiones,  recuerdos^  organización  física,  todo 
ó   menos    visible,   más  ó  menos  vivo,   más  ó    menos  feli 
traído  desde  el  principio  de  nuestros  progenitores  hasta 
fecha,    ejerce     sobre    nosotros     su    influencia    dañina 
ocasiones  y  consoladora    á    veces*    Es   por   eso    y  porque 
creemos  que  muchos  fenómenos  de  nuestra  existencia  actual, 
que   redundan    en    nuestro    perjuicio,    no   se    explican  sm 
atender  al  pasado  de  donde  vienen,  por  lo  que  hemos  que- 
rido estimular  esta  clase  de  trabajos,  que  hechos  con  má^ 
acierto  podrán   facilitar  la  extirpación  de  tantos  males  hlj 
bidos  por  herencia. 


Dliguel  Díaz  de  Armendariz.  —    En  el  año  do  15^ 
llegó  a  Cartagena  D,  Migue!  Díaz  de  Armendariz,  investidode 
los  plenos  poderes  de  un  juez  de  residencia.  Fuera  de  las  íuo- 
clones  anexas  á  su  destlnOj  era  conductor  de  cédulas  itsxlt» 
expedidas  por  el  Gobierno  español  con   el  laudable  fin 
mejorar  algún  tanto  la  miserable  y  precaria  situación  de  Id 
indios,  llevados  á  la  última  extremidad  por  la  feroz  codiciaj 
la  cruel  conducta  de  conquistadores  y  colonos.   La  raayi 
parte  de  los  aventureros  empujados  de  Europa  hacia  el  Nucí 
Mundo  en  los  siglos  xvi  y  xvn,  se  componía  de  hombrea! 
corazón,  sin  humanidad  y  sin  cristianismo  ;  algunos  de  elli 
sabían  el  catecismo  católico,  pero  muy  pocos  habían  leído  i 
Evangebo,  y  esta  última  circunstancia  es  quizá  la  causa  el 
cíente  de  que  después  de  tanto  tiempo,  cuando  la  nacionalid 
propia  ha  venido  á  solicitar  gobierno  especial  en  estos  paií 
el  fanatismo,  las  preocupaciones,  la  ignorancia,  la  falta 
hermandad,  la  negación  de  todo  espíritu  de  caridad,  la  car 
cia  de  condiciones  íilosólicas  y  racionales,  hayan  pres 


una  muralla  insuperable  á  los  esfuerzos  hechos  para  conso- 
lidar la  líepüblica. 

Los  indios  no  eran  considerados  como  seres  humanos  por 
hombres  intrusos  que  alegaban,  como  causa  de  señorío,  el 
derecho  del  más  fuerte*  Los  trabajos  agrícolas  forzados,  el 
lalx>rco  de  las  minaS;  la  pesca  de  perlas,  el  azote,  el  palo,  el 
hambre  y  la  desnudez,  sin  contar  la  guerra  con  su  innume- 
rable séquito  de  instrumentos  de  tortura  y  matanza,  amena- 
zaban con  la  pronta  destrucción,  inevitable  y  segura,  de  la 
raza  indígena.  De  vez  en  cuando,  sin  embargo,  de  entre  esa 
turba  desapiadada  se  levantaba  alguna  voz  que  pedía  justicia 
y  equidad,  y  despertaba  la  acción  lejana  de  un  Gubierno  á 
quien  el  lujo  y  la  riqueza  adquiridos  con  el  descubrimionto  de 
un  mundo,  habían  sumido  ya  en  una  letargía  criminal. 

El  padre  Fray  Bartolomé  de  las  Casas,   espíritu  esencial- 
mente caritativo,  pero  un  tanto  fantástico  y  apasionado,  con- 
dolido (le  la  suerte  infeliz  de  los  americanos,  llevó  sentidas 
quejas  bástalos  pies  del  trono  de  Castilla,  8u  entusiasmo  y  su 
elocuencia,  ó  quizá  más  bien  su  dignidad  apostólica,  arranca- 
ron algunas  concesiones  que  bien  poca  dicha  procuraron  á 
s  protegidos.  A  él  se  debió,  en  parte,  la  introducción  de  los 
negros  en  este  Continente,  cosa  que  sin  mejorar  la  condición 
e  los  indios,  trajo  sobre  la  raza  etiópica  un  sin  número  de 
icrsecuciones  y  el  destino  del  martirio.  Con  buenos  fines,  sin 
uda,  y  movido  por  las  más  santas  ideas.  Las  Casas  echó 
bre  estas  tierras  los  fundamentos  de  un  problema  que  más 
e  nos  ha  llenado  de  luto  y  de  congoja,  tanto  por  el  cáncer 
egradantc  de  la  esclavitud,  cuanto  por  las  venganzas  perso- 
aleB  que  de  ello  lian  tomado  origen.  No  avancemos,  sin  em- 
l>argo,  ideas  absolutas  sobre  esta  materia,  que,  más  que  hija 
del  error  de  un  hombre,  nos  ha  parecido  a  veces  disposición 
providencial.  Puede  ser  que  las  consecuencias  deducidas  de  tal 
^^ausa,  sirvan  con  el  tiempo  en  la  grande  obra  de  la  perfec- 

Iión,  y  puede  ser  que  con  la  introducción  de  los  negros  en 
LinéHca,  se  haya  logrado  mezclar  la  sangre  de  las  delica- 
las  razas  americana  y  caucásica  para  fortificarlas  un  poco  y 
42 


~  C58  — 

hacerlas  resistir  las  inlluencias  del  sol  ardiente  de  los  M 
picos. 

Diferentes  personas  de  distintas  jerarquiíis,  ya  en  inf< 
mes  escritos,  ya  en  libros  históricos,  ya  por  la  palabra, 
marón  en  favor  de  los  naturales,  se  hicieron  oír  en  el 
Consejo  y  movieron  untante  a conmiseracióu  el  alma  de  Iw 
Reyes. 

Fué  en  cierto  modo  por  esto,  por  lo  que  Armendáriz, 
cargado  de  la  conducción  de  las  nuevas  leyes  en  que  se 
limaba  tolerancia  y  suavidad  en  la  manera  de  tratar  á  los  im 
genas,  y  comisionado  igualmente  para  hacerlas  poner 
debida  ejecución,  llegó  como  Juez  de  residencia.  Empero,  oo 
bastaba  que  las  cédulas  reales  existiesen;  era  preciso  que  no 
ünconlrascn  oposición  en  su  acción  ejecutiva,  y  esto  fué  pre- 
cisamente lo  que  faltó,  y  lo  que  dio  margen  para  disturbios  y 
revueltas  que  ensangrentaron  más  de  una  vez  el  suelo  ame- 
ricano. 

Armendáriz  mandó  desde  Cartagena  las  cédulas  reaie-^ 
mencionadas  al  adelantado  D.  Sebastián  de  Belalcazar;  ésle 
las  recibió  con  desdén,  y  como  quien  dice :  *«  La  ley  se  nb<idcct\ 
pero  no  se  cumple,  w  Y  obraba  en  tal  sentido,  pr»rque  auntjue 
soldado  ordinario  y  sin  educación,  superal>undaba  en  instintoi 
de  astucia  y  de  cautela,  y  porque  conocía  bien  que  ohraad«> 
de  otro  modo  alejaba  de  sí  el  viento  favorable  de  la  opimén, 
contraria  á  dichas  leyes,  que  tanto  necesitaba  entónced.  Diüi- 
mulóíse,  pue:i,  en  esta  materia,  transigió  con  las  exigencias  «k 
los  colonos,  tlejó  en  quietud  las  ordenanzas,  pr%)i?v-*^'''  T 
hechura  de  una  petición  al  Rey  para  su  derogación,  y  : 
y  permitió  que  dos  comisionados  ad  hoc  la  oonduji;?$en  i¡ 
la  sala  del  Consejo  de  Indias. 

Ocupóse  taTnlnén  Arnientláriz  en  Cartagena  en  resici 
ciar  á  D.  Pedro  de  líeredia,  á  quien  después  de  un  üsUrccJ 
juicio   mandó   preso   á    España.    Este    sugeto,    000^^-^"- 
siempre  con  la  tenacidad  indomable  de  su  carácter,    v« 
JJ0Ü4)  más  tarde  á  la  Costa  Firme  y  siguió  funcionando  co» 
Gobernador  de  Cartagena. 


—  659  — 

Robledo  regresa  de  España*  —  Con  el  Juez  de  residencia 
ino  también  á  nuestras  costas,  pero  no  ya  como  simple  ca- 
pitán sino  con  el  pomposo  título  de  Mariscal,  el  Conquis- 
tador Jorjíe  Robledo*  Lle*j:ó  haciendo  parte  de  la  ccmiitiva  de 
Arraendáriz  y  vino  acompañado  ele  su  noble  y  beüa  esposa 
D*  iMaría  de  Carvajal,  mujer  de  iUistrísima  prosapia  y  des- 
cendiente de  la  noble  casa  de  Jódar,  Traía  un  numeroso  sé- 
quito  de  pajes,  dueñas  y  damas,  como  persona  que 
contaba  con  la  seguridad  de  un  rico  y  decoroso  estableci- 
miento. 

Estando  todavía  en  Cartagena,  y  bastante  antes  de  seguir 
para  Santa fé  de  Bogotá,  se  declaró  Armendáriz  por  sí  y  ante 
sí,  apoyándose  en  sus  facultades  especiales,  (iobernador  de 
Antioquia;  destituyó  al  Adelantado  Belalcázar  de  todo  derecho 
á  este  respecto,  y  nombró  al  Mariscal  Robledo,  á  quien  por 
instrucciones  privadas  había  residenciadf»  y  declarado  ino- 
cente, como  su  teniente  general  en  la  nueva  gobernación.  Se 
quiso  dar  á  entender  que  el  Juez  de  residencia  procedía  de 
esta  manera,  porque  cfuería  desembarazarse  de  Robledo  y  de 
su  séquito,  que  acrecían  mucho  el  gasto  de  su  casa ;  mas  sea 
de  esto  lo  que  fuere,  parece  (jue  la  conducta  seguida  estaba 
dispuesta  do  antemano,  no  tanto  por  el  Gobierno  cuanto  por 
las  intluencias  de  l*)s  cortesanos  y  por  las  intrigas  del  mismo 
Robledo.  Decimos  que  esto  fué  hecho  por  loa  palaciegos  ami- 
gos del  Mariscal  y  por  sus  propias  intrigas,  porcjue  es  cosa 
históricamente  sabida  que  el  Supremo  Consejo  de  Indias  desa- 
probó plenamente  las  providencias  de  Armendáriz. 

En  virtud  del  noínbramiento  heclio  en  su  persona,  em- 
>rendió  el  Mariscal  Robledo,  corriendo  el  año  de  1546,  su 
aje  desde  Cartagena  para  Antioquia;  pero  dispuso  antes  que 
.señora  Maríscala,  para  evitar  las  penalidades,  los  peligros  y 
)ntratierapos  de  una  incursión  hecha  por  San  Sebastián,  se 
rasladase  á  Panamá,  y  luego,  navegando  por  el  mar  del  Sur, 
mtrase  á  sus  dominios  fwr  el  gran  valle  del  Cauca. 

Con    setenta    compañeros,    hombrea    de    armas    muy 
líctos  á  su  persona,  entró  el  teniente  de  Gobernador  por 


^  6fiO  ~ 

San  Sebastián  de  Baenavista,  siguiendo  la  senda  trillada  pe 
él  y  por  sus  antecesores,  hasta  llegar  á  Antioquia^  ciud 

que  por  razones  fáciles  de  comprender,  se  entregaba  siempf 
al  último  pretendiento.  Madroñero,  que  la  guardaba  repr 
sentando  los  derechos  del  Adelantado,  fué  hecho  prisionei 
por  el  Mariscal  y  mandado  á  Cartagena.  También  lo  fué 
esta  ocasión  el  joven  y  aventajado  guerrero  Gaspar  de  Rod¿3 
Habiéndose  apoderado  de  Antioquia,  y  queriendo  Cf 
prevaleciera  su  autoridad  en  todos  los  pueblos  descubierto 
y  conquistados  por  él,  emprendió  viaje  para  la  ciudad 
Santiago  de  Arma,  á  la  cabeza  do  su  escolta^  compuesta  de ! 
tenta  hombres.  Il)anen  su  seguimiento  como  soldados  y  con 
favo r¡ tos j   entre   otros,   el    comendador  Juan   Rodríguez  dé 
Sousay  el  capitán  AltaniiranOj  enemigos  jurados  yaborr 
dores  implacables  de  Üelalcázar,  quienes  con  sus   chismes^ 
inquietaban   el  ánimo   y  acaloraban  el  espíritu  del  finn 
dante* 

Su  última  campaña.  —  Movido  por  las  intenciones  indi- 
cadas y  animado  por  los  malos  consejos  de  sus  camarada 
llegó  el  Mariscal  Hoblcilo  á  la  ciudad  de  Arma,  acompañado"' 
por  algunos  buenos,  leales  y  valerosos  capitanes.  Empeñailu 
seriamente  en  dirimir  el  asunto  de  ser  6  no  ser  gobernador, 
y  en  sacudir  la  dominación  y  poderío  de  Belalcázar,  con  b 
adquisición  definitiva  de  una  gobernación  en  la  cual  maa* 
dase  sin  sujeción  á  él,  se  lanzó  de  nuevo  y  con  ati*evimiento 
en  operaciones  administrativas  y  militares. 

Formado  el  plan  de  resistir  á  su  competidor  y  de  hacerstí 
reconocer  y  respetar  por  todas  partos,  principió    por  «n* 
acción  violenta.  El  capitán  Soria,  alcalde  de  Arma,  de- 
sús halagos  é  insinuaciones.    Irritado  por  esta  hostJlíiit> 
proaxlió  con  la  fuerza  :  arrebatóle  la  vara  de  justicia  quecui>- 
sistía  en  un   l)ast('Hi  pequeño,  símbolo  de  preeminencia  acar 
tado  y  venerado  en  aijuellos  tienipos,  la  rompió  en  su  presend 
y  lo  redujo  á  prisión  c^n  los  regidores,  Sebastián  deAyal 
que,  como  los  óticos  vecinos  de  la  ciudad,  protesto  contn 


GÜl 


b 


* 


^ 


IP- 


autoridad  del  Mariscal,  queriendo  guardar  fidelidad  al  Ade- 
lantado, huyó  dü  la  población  y  sepU80  en  camino  para  Cali, 
á  dar  cuenta  de  lo  acaecido. 

Mientras  Ayala  iba  con  tal  objeto,  líobledo,  dejando 
por  su  teniente  en  Arma  á  D.  Alvaro  de  Mendoza,  siguió  para 
Cartago  con  el  fin  do  hacerse  reconocer  en  su  clase  de  au- 
toridad superior.  En  Cartago  fue  recibido  cordialmente  por 
empicados  y  vecinos,  pera  sus  mandatos  no  fueron  obede- 
cidos. 

Entre  tanto,  Belalcázar,  sabedor  del  curso  desfavorable 
que  iban  tomando  las  cosas,  llamó  á  su  maestre  de  campo, 
teniente  general  Francisco  Fernández  Girón,  consultó  ct)n  él 
el  asunto,  y  de  acuerdo  con  su  dictamen  resolvió  abrir  ope- 
raciones contra  el  Mariscal. 

López  Patino,  primer  magistrado  en  Cartago,  leal  y  con-' 
secuente  con  Belalcázar,  negó  resueltamente  la  validez  délos 
despachos  presentados  por  el  antiguo  capitán,  y  expedidos  en 
debida  forma  por  Armendáriz  en  su  favor.  Como  no  se  le  re- 
cibiese voluntariamente  en  Carta^^o,  determinó  hacer  allí  lo 
que  había  hecho  en  Arma  :  apoderarse  del  mando  por  la  vio- 
lencia. A  este  acto  de  arbitrariedad  siguió  una  caliente  protesta 
del  vecindario  todo,  y  lo  mismo,  punto  por  punto,  tuvo  lugar 
en  Santa  Ana  de  los  Caballeros,  a  donde  pasó  inmediatamente 
después. 

A  la  sazón,  Belalcázar,  deseoso  de  conocer  el  aspecto  que 
parejaban  los  negocios  y  la  verdadera  situación  de  los  acon- 
tecimientos, liabía  mandado  en  comisión  para  averiguarlo  á 
los  capitanes  Maldonado  y  Miguel  Muñoz.  Cuando  esto  hacía, 
ya  el  Mariscal  estaba  en  Anserma,  á  cuyo  punto,  no  llegaron 
los  emisarios  sino  más  tarde;  y  quedó  |>or  tanto  ignorante  de 
las  precauciones  tomadas  por  el  Adelantado. 

El  Mariscal  era  portador  de  una  carta  del  Juez  de  resi- 
dencia  para  Belalcázar,  en  la  que  Armendáriz  le  ordenaba  que 
no  saliese  de  Cali  bajo  ningún  pretexto,  hasta  que  su  causa  no 
estuviese  sentenciada.  El  fundador  de  Antioquia,  sea  por  re- 
tardar las  operaciones  de  su  enemigo,  ó  sea  por  cualquiera 


otro  motivo  conveniente  á  sus  intereses,  creyó  oportunrri 
mitir  dicha  carta  a  su  destino,  y  lo  hizo  nombrando  ps 
conducirla  al  capitán  Gómez  Fernández,  á  Pedro  de  Vela 
y  al  bachiller  Diego  Lc^pez.  Aunque  estos  personajes  cacor 
trasen  en  el  tránsito  á  los  mandados  por  el  Adelantadc 
para  inquirir  el  estado  de  las  cosas,  siguieron  su  marclia; 
entreG:arnn  la  carta. 

Belalcazar,  orirulloso  y  altanero,  que  no  estaba  por 
tonces  en  I)uena  disposición  de  espíritu  para  reconocer  k 
para  el  arbitrarios  manejos  de  Armendái*iz,  se  impuso  de 
carta  con  indiferencia*  El  consideraba  esta  orden  en  contra- 
posición  flagrante  con  las  que  le  habían  sido  dadas  anterior 
mente  por  el  Oübierno  de  su  patria,  y  además  nc»  podía  confor 
marsc  tranquilamente  con  la  idea  de  permitir  cjue  uno  de  si 
cabos^  hombre  muy  inferior  á  él,  á  quien  estaba  acostumbrado  i 
mandar  imperiosamente  ya  quien  había  dominado  siempre^! 
entrometiese  con  tanto  desenfado  en  tierras  de  su  goberní 
ción,  ultrajando  á  las  gentes,  irrespetando  las  autoridade 
quebrando  varas  de  alcalde,  saqueando  las  cajas  reales  y 
metiendo  con  necia  insubordinación  todo  linaje  de  desacate 
y  torpezas,  ¡Entre  el  aliento  de  los  dos  campeones  había 
buena  diferencia! 

Así  fué  que  después  de  haber  tenido  conncimientn 
contenido  del  escrito,  y  haberse  impuesto  do  los  hecfios 
cidosj  entró  en  furia  y  prorumpió  en  denuestos  y  agrias 
prensiones  contra  Gómez  Fernández  y  los  demás  cobarde 
que  habían  permitido  con  ánimo  impasible  las  demasías  y 
menes  perpetrados  por  líobledo.  El  futurí)  gobernailor 
Chocó,  Gómez  Fernánrtez,  no  tuvo  para  disculparse  otra  ce 
mejor  sino  decir  al  General,  que  se  comprometía  con  é\  á* 
turar  y  entregarle  maniatado  á  su  enemiga   ^i  (wo-a  logren 
láncele  concedía  el  mando  de  30  hombres. 

Pasaba  el  tiernpo,  y  como  no  volviesen  Gómez  Fernánd 
y  sus  companeros  ádar  cuenta  de  su  comisión»  ?M3biv^sill 
un  tanto  el  Marisca!  con  la  idea  de  que  esa  tardanza  HigtiU 
para  él   nada  menos  qu(*  el  intento  mostrado  por  su  ant 


06;i 


nisia  de  atacarlo  de  recio  y  de  frente.  Parece  ser  que  niiesti'o 
héroe  ne  Jiallaba  en  esta  ocasión  acosado  coustanteracatc  por 
dos  sentimieatos  contrarios  :  su  ambición  personal  de  un 
ladO;  y  (le  otro  el  habitual,  antiguo  y  bien  fundado  respeto 
por  un  jefe  cuyas  Iiazañas  conocía,  y  á  i[nien  apreciaba  muy  á 
su  pesar,  como  uno  de  los  más  aventaj¿idos  jnllitares  de  la 
Conquista.  Este  último  sentimiento  como  que  tiranizo  en 
aquella  coyuntura  el  ánimo  vacilante  del  Marisca!;  jíues 
cediendo  á  la  exigencia  de  sus  premiosas  necesidades  y  de  su 
ambición,  ó,  acaso  mejor,  ala  mal  aconsejada  c<3nducta  de  sus 
compañeros,  despojó  his  cajas  reales  de  Anserma  de  tres  mil 
Cíistellanos  í[ue  contenían,  contrariaiido  la  resistencia  del  teso- 
rero. Mandó  al  mismo  tiempo  desde  este  lugar  a  D.  Diego 
Gutiérrez  de  los  Ríos,  caballero  cordobés,  y  desde  Cartago  á 
Sebastian  de  Magaña,  con  fl  lin  de  signiücar  á  su  contrario 
que  no  era  su  deseo  llegar  á  un  rompimiento;  que  pretendía 
sólo  que  las  órdenes  del  juez  de  residencia  fuesen  obedecidas ; 
que  se  respetase  la  majestad  del  Rey,  y  que  en  caso  adverso 
echai'ía  sobre  él  la  entera  responsabilidad  de  los  males  que 
por  nu  verificarlo  así  so  siguiesen.  No  descuidó,  sin  embargo, 
mandar  cuanto  antes  y  bien  escoltado  para  la  ciudad  de  Arma 
el  üi'o  extraído  de  las  cajas  reales. 

Instruido  el  Adelantado  por  la  última  misiva  que  recibió, 
del  objeto  (pie  se  proponía  Roliledo,  contestó  secamente  que 
nada  apetecía  mejor  que  eso,  pero  que  le  intimaba  nitunda- 
niente  que  saliese  de  los  términos  de  su  Gobernación* 

Acosado  el  Mariscal  por  sus  temores,  y  convencido  ile  qutj 
el  Adelantado  marchaba  sobro  él  á  paso  redoblado,  resolvi/i 
communicar  á  Ai*mendáriz  noticia  exacta  sobre  el  estado 
del  negocio,  pedirle  auxilios  y  retirarse  lentamente  sobre  An- 
tioquia,  ganando  Liempo  para  i'ecibirlos;  pero  aunque  la  opi- 
nión general  [jennaneciese  neutral  por  entonces,  como  sucede 
on  tales  ocasiones,  esperando  á  cjue  lado  sonríe  la  fortuna 
para  inclinarse  á  él,  no  laltaban  a  uno  y  otro  caudillo  adulado- 
res y  malquerientes  que  enardeciendo  las  sospechas  y  estimu- 
lando su  vanidad,  pusieran  las  cosas  de  mal  en  peor.  Robledo, 


—  Gí>4  -^ 


fascinado  por  sus  amijíos,  que  lo  piut-abau  fácil  y  sencilla 
victoria,  supuesto  que  toniaíse  [josiciones  militares  adecuad 
formó  el  proyecto  de  resistir,  y  como  elemento  para  ello,  hai 
triste  a  la  verdad,  ordenó  labrar  pica-s  de  madera  para  defen- 
derse, á  falta  de  armas  mejores.  En  los  siguientes  días 
repetidas  veces  con  la  pretensión  de  observar  los  moviraient 
de  su  rival,  nuien  avanzaba  siempre  tenaz  y  decidido. 

No  habiendo  c<>nseguidr>  nada  c^^n  la  intimación   hecl 
por  medio  de  los  tres  comisionados  ya  dichos,  y  habiein 
trascurrido  un  tiempo  angustioso  para  él,  entró  de  nuevo 
las  perplejidades  ordinarias  que  constituían  el  fondo  de 
carácter.  En  consecuencia,  mandó  nuevos  encargados,  que 
fueron  Pedro  Vclasco  y  un  tal  Avala,  proponiendo  al  Adelantadi 
que  para  zanjar  toila  diferencia  entre  ellos  unieran  en  mat 
monio  los  dos  hijos  del  Gobernador  de  Popayán  cotí  la  herm^ 
na  y  la  sobrina  de  I)"  María  de  Carvajal,  su  esposa,  y  que  así 
fjueflarían  parientes  y  amigos.  ^É 

A  esta  misión,  que  revelaba  la  mas  lamentable  debilidad™ 
contestó  liclalcazar  en  términos  ambiguos,  y  dio,  sin  compro 
meterse,  algunas  esperanzas  de  avenimiento,  y  trató  con  g 
ciosos  modos  á  los  conductores  de  la  propuestii.  A  la  par 
esto  ejecutaba,  seguía  adelante  y  en  tren  de  campaíia,  después 
de  baber  despacliado  á  los  enviados  con  una  carta  para  Robledo. 
carta  pérfida  y  doloi^^a  que  nu  tenía  otro  lin  que  el  deadormea'r 
la  vigilancia  de  su  antagonista- 

Algunas  personas  de  la  comisión  del  Mariscal,  mas  avi- 
sadas y  suspicaces  que  el  resto  de  sus  amigos,  le  aconsejaron 
formalmente  que  no  creyese  en  las  promesas  de  su  contrario, 
llenas  tle  falsía  y  de  doblez ;  pero  Velasco  y  Ayala  asegura* 
ban  que  el  Adelantado  procedía  de  buena  fe  y  con  sinceridad  en 
todo;  de  sueiie  que  mientras  los  primeros  le  aconsejaban  el 
recato,  la  desconfianza  y  una  retirada  á  Antioqiüa  pava  re- 
cibir auxilios  de  Armendáriz,  los  segundos  portiaban  en  l3 
idea  de  que  era  mejor  esperar,  entenderse  con  Belalcázar,y 
llevar  i\  cabo  la  negociación  propuesta,  pues  en  ella  estribab» 
la  salvación. 


grafl 


Í)íí5 


klinuse  nuestro  (Conquistador  á  obrar  de  acuerdo  con 
xs  opiniones  de  \'etascü  y  de  Avala ;  y  para  saber  á  qué  atenerse 
efinitívanicnte  y  salir  de  las'cbürultadcs  de  su  apurada  situa- 
lón,  mandó  una  nueva  embajada  compuesta  del  alférez  mayor 
4varo  de  Mendoza,  de  Ruy  Vanegas  y  de  Rodríguez  de  Sousa, 
utorizados  plenamente  para  concluir  y  ratificar  el  tratado  pro- 
ueste,  es  decir,  el  asunto  matrimonial,  A  estos  tres  sugetos 
ijo  el  teniente  de  Arinendáriz  que  esperaría  en  la  Loma 
e  Pozo  durante  el  término  de  doce  días,  y  que  pasado  éste 
braría  discrecionalmente  y  segiin  las  circunstancias. 

La  simple  referencia  de  los  het^hos  relatados  hace  com- 
render  perfectamente  la  penosa  zozobra  y  creciente  desmora- 
zaciun  que  se  iban  apoderando  del  espií'itu  mortificado  del 
ifeliz  Mariscal. 

Los  tres  enviados  mandados  en  l)usca  del  general  Belal- 
ázar,  presentaron  sus  credenciales  en  la  provincia  de  Garrapa, 
.onde  encontraron  al  ilustre  caudillo  con  algún  séquito  y 
►ompa,  alojado  ya  en  su  tienda  de  campafia.  Ileciljiólos  con  el 
ñas  irónico  desprecio,  burlóse  un  poco  de  ellos,  hizólos  des- 
armar» y  dio  orden  al  capitán  Razan  para  que  los  redujera  im- 
liediatamente  a  prisión. 

SEl  Mariscal,  mientras  esto  sucedía,  vio  con  no  poco  tor- 
--ito  pasar  los  doce  días  convenidos,  sin  alcanzar  noticia 
guna  ni  ver  llegará  sus  comisionados.  Hallóse  por  esto  en 
obliííación  de  efectuar  una  salida  exploradora,  con  el  objeto 
'  averiguar  y  conocer  los  movimientos  de  su  adversario. 
^tla  logró  descubrir,  y  tomando  esto  por  sefial  cierta  y 
Siira  de  falta  de  hostilidades  contra  ól,  se  restituyó  de 
Bfvo  á  su  cuartel  general  de  Pozo  y  se  descuidó  en  la  indo- 
^*^m  y  en  la  inacción. 

^Con  motivo  de  la  prisión  de  los  mejores  capitanes 
u  rival,  pensó  Relalcázar,  de  acuerdo  con  su  maestre  de 
*^po,  Fernández  Girón,  marchar  toda  la  noche  del  I*"  de 
*Ubre  sobre  Robledo,  y  caerle  por  la  noche  ó  al  amanecer 


En  efecto,  cuando  los  últimos  rayos  del  sol  poniente  alum- 


0Ü6  - 


braban    con   su  amarilla    luz   las   elevadas    cumbi*es  de 
cordillera  occideníal  de  los  Audes  antioqueños,  el  dies 
entendido  General  levantó  el  canipo,  anduvo  toda  la 
sin  tregua  ni  descanso,  y  logró  llegar  antes  del  alba  á  las 
orillas  del  rio  Pozo,  que  vadeó   con  sigilo  y  en  silciicio. 
posición  militar  ocupada  por  el  enemigo  era  casi  iaaccesii 
y  tan  escarpada,    que  los   asaltantes  tuvieron  necesidad  j 
escalarla    trepando  por    cuerdas   atadas   á  los   árboles* 
desGUitlado  y  por  entonces  inepto  Mariscal  dormía  en  aquella 
hora  suprema,  y  acaso  hubiera  sido  sorprendido  en  tal  esUidu, 
si  la  voz  de  alarma  del  soldado  Vesga,  que  hacia  la  cenlin 
no  lo  hulnose  despertado.  Desgraciadamente  para  Itohl 
cuando  Vesga  dio  el  primer  grito,  ya  la  gente  del  Adelant 
cubierta  antes  por  una  densa  niebla  que  oscurecía  la  m 
taña,  estaba  cercana.    El  centinela  azorado   gritó  :    ft  ¡ 
señor   Mariscal,    levántese   que    ya  está   sobre  nosotros  ct 
Adelantado.»  El  infeliz  líubledo  saltó  inmediatamente  de  8U 
lecho,  vistió  á  medias  su  cota  de  malla  y  sus  armas,  salió  de 
su   tienda,   quiso  deí'eiiderse  tomando   actitud    hostil,  per» 
no  era  ya  tiempo  :  estaba  rodeado  por  todas  partes;  y  auüijui' 
Medina  y  Altamirano  lo  estimulasen  á  combatir  y  á  morir  como 
bueno,  y  lo  acompañasen  como  valientes,    ól,  oonsíderanda 
el  negocio  completamente  perdido,  bajó  la  lanza,  pre 
por  Belalcázar,  fué  en  su  busca  y  se  rindió  sumisa  y  re 
tuosamente.  El  AcL'lantadu  le  hizo  acogida  cortes  y  ainabh 
pero  mandó  reducirlo  inmediatamente  a  prisión,  y  amé! i 
Juan  líuiz  de  Noroña,  a  Giralda  tul,  a  Antonio  Ptmentdf  ^ 
Estopiñan,  á  Baltasar  de  Ledesnia,  áJuan  Márquex  de  Safl 
bria  y  a  otros. 

Es  cosa  seguida  cpie  si    líobletln    hubiera   apruvi-i ii^ii 
como  militar  prudente,  y  como  versado  que  debía  de  ser  col 
guerras  de  posición,  las  ventajas  naturales  ofrecidas  por 
formidable  fortaleza  que  ocupaba,  Üclalaizar,  á  pesar  íleí 
conocimientos  csU^ategicos,  del  prestigio  de  su  nombre  y  iteH 
táctica,  nu  hubiera  conseguido  la  victoria.  Estaba  Uecretadi 
sin  embargo,  que  en  estii  última  y  desgraciada  catnpa&i 


mi 


lábil  y  denodado  pacificador  tie  indios  mostrara  una  inopti* 
tud  lamentable. 

Su  trágica  fin.  —  Preso  el  Mariscal  con  sus  compañeros, 
el  Gobernadüi'  mandó  reunir  un  Consejo  de  guerra  pai-a 
juzgarlos.  Los  nías  liumanos  y  blandos  de  carácter  en  el 
Consejo,  propusieron  á  su  jefe  medidas  lenitivas  y  conciliado- 
ras ;  le  pidieron  que  se  contentase  con  los  honores  y  provecho 
de  un  triunfo  tan  fácil  y  tan  espléndido;  que  se  mostrase 
indiferente  respecto  á  la  pretendida  importancia  de  su  enemi- 
go ;  que  lo  retuviese  simplemente  preso ;  que  evitase  el  escán- 
dalo de  un  inútil  derramamiento  de  sangre,  y  que  no  provocase 
la  venganza  tle  los  parlidanos  de  Robledo,  que  aun  oran  mu- 
chos y  debían  ser  temidos.  Pero  como  entre  los  consejeros 
estuviese  el  teniente  general  Francisco  Fernández  Girón, 
hombre  turbulento  é  inquieto,  descorazonado  y  sanguinario, 
revoltoso  y  feroz,  desde  mucho  tiempo  atrás,  y  avezado  á  toda 
dase  de  crímenes  y  crueldades,  éste  fué  de  opinión  que  pues 
que  un  muerto  no  balda,  y  délos  enemigos  es  siempre  bueno  y 
laudable  tener  los  menos,  se  le  condenase  con  pronliiud  á  pade- 
cer la  pena  infamante  de  garrote.  Este  último  dictamt*n  pre- 
dominó en  el  ánimo  del  Adelantado,  y  por  ende  la  sentencia  do 
muerte  quedó  confirmada. 

IJióse  á  la  víctima  el  tiempo  indispensable  para  examinar 
I3U  conciencia  y  confesar  sus  pecailos,  así  como  también  para 
tiisponer,  por  medio  de  un  testamento  forma!,  de  sus  bienes 
"temporales.  Ambas  cosas  fueron  hechas. 

Luego,  el  dia  5  de  octubre  de  1546j  se  sacó  al  reo  déla 
prisión  y  pregonaron  sus  crímenes  en  alta  voz,  en  confor- 
tnidad  con  lo  dispuesto  por  la  ley  de  Castilla,  diciendo  que 
esa  era  la  justicia  que  el  líey  mandaba  hacer  en  la  persona 
del  Mariscal  Jorge  Robledo,  por  los  crímenes  de  alta  traición, 
t^beldía  y  usurpación.  Acto  continuo  el  verdugo  aplicó  la 
vil  pena,  la  alta  obra  quedó  cumplida;  y  la  cabeza,  por  disposi- 
eión  superior,  fué  separada  del  cuerpo  y  expuesta  en  seguida 
sin  piedad  á  la  contemplación  de  sus  compatriotas  y  de  los 


í)08 


bárbaros  asombrados.  El  Mariscal  murió,  dice  la  cruim  ^ 
pentido  desús  culpas,  resignado,  sereno  y  lleno  de  compiio- 
ción  cristiana,  como  acostumbraban  hacerlo  lí>s  coaquisti* 
dores,  cuando  se  les  dejaba  tiempo  para  ello. 

Con  Robledo  padecieron  la  misma  pena  de  muerte  íq£i* 
man  te  y  vil  el  maestre  úo  campo  comendador  Hernán  Rodrí- 
guez de  Housa,  Baltasar  de  Ledesma  y  Marcos  Márquc-X  «le 
Sauabria,  r-omplicado  este  idlimo  en  la  rebelión  de  los  F^za* 
rros  y  en  el  funesto  asunto  de  la  muerte  dada  á  Vaca  de  Castra 
¡Cosa  chocante  y  rara  !  Ninguno  más  criminal  que  Feraájjtle¿ 
Girón,  autor  principal  y  pérfido  instigador  de  e-stc  asesínalo 
colectivo. 

En  la  Loma  de  Pozo  corrió  la  primera  sangro  del 
rioso  Conquistador;  ella  fué  teatro  de  su  valor  y  su  pujanza, 
de  su  crueldad  y  de  sus  crímenes;  y  en  ella  se  derramo  b 
última  que  corría  por  sus  venas. 

Los  soldados  del  Mariscal  fueron  desarmados  pmota* 
mente  y  los  regidores  de  Arma  pueslos  en  libertad. 

Dos  ó  tres  días  tlespués  del  fúnebre  y  aciago  acanle*i- 
miento  que  acabamos  de  narrar,  algunos  indios  antropuKiv^ü^ 
de  las  cercanías  desenterraron  durante  la  noche  los  muS* 
lados  troncos  ajusticiados  y  se  los  comieron  con  voracidad. 

F'igürese  el  lector  una  áspera  montaña  en  un  paÍ8  apenas 
conocido,  poblado  por  salvajes,  asolado  por  la  guerr*, 
aniquilado  por  el  hambre,  devastado  por  la  tiranía,  y  en  el, 
sobre  el  lomo  de  una  ceja,  en  altas  horas  de  la  noche,  un 
conjunto  de  seres  humanos  sumidos  en  la  más  prníuiA 
ignorancia  y  sujetos  á  los  más  bestiales  instintos,  regaláado^ 
con  el  banquete  horrendo  de  algunos  cadáveres  corrompa'-  % 
y  juzgúese  el  carácter  de  la  escena,  el  estado  de  los  üem|wj 
la  situación  relativa  de  aquellos  polares  pueblos. 

Ei  drama  que  acabamos  de  bosquejar,  es  la  ralactónbfl^ 
tórica  y  fiel  de  la  trágica  muerte  del  fundador  de  Anlioqi" 
Robledo  es  un  personaje  cuyo  estudio  no  carece  de  li 
tancia  ;  era  sano  de  cuerpo,  brioso,  perseverante,  ann 
en  !a  ocasión,  temerario,  prudente  á  veces,  más  humano 


—  íií>9  — 

e^Mmún  de  los  aventureros  sus  coetáneos,  buen  creyente*., 
noble  de  estirpe,  lleno  de  dignidad  en  su  persona,  desprendido  y 
puro  en  el  manejo  de  intereses;  pero  al  mismo  tiempo  carecía 
_del  fuego  sagrado  que  ilumina  y  calienta  el  genio,  era  vclei- 
30  en  sus  intentos,  vacilante  en  el  giro  de  sus  empresas,  de 
la  ambición  desenfrenada  y  de  poca  fijezaen  las  ideas. 


Belalcázar.  —  D"  María  de    Carvajal   permaneció   por 
Jim  tiempo  en  Cartago;  pasó    después   á  Santafé  y  pidió 
sticia  contra  Belalcázar,  por  la  muerte  dada  á  su  esposo; 
casó  en  segundas  nupcias  con  Francisco  Briceño,  y  por  tercera 

Écon  un  hermano  de  éste,  y  se  trasladó  á  Guatemala*  Nada 
sabemos  sobre  ella. 
Del  contexto  de  la  relación  anterior,  se  infiere  muy  bien 
el  Adelantado  D.  Sel>astián  de  Belalcázar  fué  el  más  feliz 
^^^ernador  de  Antioquia,  entre  los  tres  que  pretendían  este 
honorífico  y  provechoso  Lílulo,  al  mismo  tiempo  que  uno  de 
Bjpus  conquistadores  más  ilustres. 

^       Nació  Belalcázar  en  un  pueblo  de  España  que  le  dio  su 
nombre  :  era  Moyano  de  apellido,  hijo  de  campesinos  labra- 
>re$,  gemelo  de  otro  cuya  historia  se  ignora,  huérfano  desde 
más  tiernos  años,  y  leñador  de  oficio  en  su  niñez  bajo  la 
íla  del  primogénito  de  la  familia. 

Un  día,  al  regresar  á  la  casa  paterna,  arriaba  un  asno 
rgado  de  leña,  y  se  atascó  el  borrico  en  un  pantano, 
esfuerzos  del  niño  para  hacerlo  levantar  fueron  iiuítiles; 
la  brega  siguió  el  enfado,  al  enfado  la  acción  fie  empuñar  un 
fuerte  madero  y  asentar  un  rudo  golpe  sobre  la  cabeza  del 
pollino,  al  golpe  la  muerte  del  jumento,  á  la  muerte  del  burro 
el  miedo  del  muchacho,  al  miedo  la  fuga  del  hogar  doméstico, 
y  á  la  fuga,  una  correría  por  varios  lugares  de  la  Península 
hasta  llegar  á  Sevilla, 

En  Sevilla  se  preparaba  entonces  una  expedición  para 
lérica,  con  el  fin  de  hacer  descubrimientos  en  el  Darién,  á 
órdenes  de  Pedrarias  Dávíla,  en  la  cual  se  enroló  muy 
MI  aún  el  hombre  de  que  tratamos. 


Hizo  Belalcázar  la  guerra  del  Darién,  hasta  que  íatif 
por  el  mal  suceso  de  las  diversas  empresas  que  allí  tuvi 
lugar,  se  trasladó  á  la  Nueva  España,  después  de  haber  Irabajdtí 
conocimiento  y  amistad  con  I>.  Fi-ancisco  Pizarro  y 
D,  Diego  de  Almagro,  quienes  servían  á  la  sazón  bajo  la  misü 
Jiandera.  El  descubrimiento  del  Peni,  verilicado  por  sus  v( 
turosos  y  audaces  amigos,  lo  halló  en  Costa  líica,  de  dnndt- 
fué  llamado  por  el  ilustre  Cotiquistador  de  aquel  Imperio  i 
tomar  parte  activa  en  las  gloriosas  campañas  que  siguieron* 
Reunido  a  Pizarro,  continuó  con  él  hasta  Tumbes,  luego  basta 
Cajamarca,  y  de  allí,  nombrado  por  su  jefe,  efectuó  la  conquisb 
del  reino  de  Quito  y  fundó  la  ciudad  del  mismo  nombre* 
aquella  caijital  fué  nombrado  como  teniente  general 
descubrir  y  conquistar,  con  un  corto  pero  lucido  ejército J 
regiones  extendidas  hacia  el  norte.  De  Quito  pasó  á  Pasto, J 
Popayan  y  á  Cali,  recorrió  el  valle  del  Cauca»  descubrió 
territorio  de  Mocoa,  trasmontó  la  cordillera  central,  llegó  - 
valle  del  Magdahma,  y,  compitiendo  por  el  señorío  de 
tierra  con  D.  Nicolás  de  Federman,  y  con  el  gran  licenciaiJo, 
adelantado,  descubridor  y  conquistador  del  Nuevo  Reino  ík_ 
Granada,  D.  Gonzalo  Jiménez  de  Quesada,  ascendió  á 
meseta  de  los  muiscas*  Arregladas  sus  diferencia» 
aquellos  dos  caudillos,  se  trasladó  á  España  con  el  fui 
negociar  por  su  ])ropia  cuenta^  y  lo  hizo  con  éxito  feliz. 
España  regresó  como  Gobernador  tie  Popayán  ;  emprend 
la  conquista  de  los  pueblas  contenidos  en  la  demarcación! 
sus  dominios,  tanto  sobre  la  cordillera  central  como  ea 
valle  del  Cauca  y  en  Antioquia;  sostuvo  la  guerra  con  suc 
vario  contra  los  payanenses,  guanacas,  quimbayas,  arma 
pijaos,  andaquíes,  pici^ras,  paezes,  anyermas  y  otras  muc 
tribus  belicosas.  En  los  entreactos  de  sus  campañas  pri>pia 
auxilió  al  virey  Blasco  Niiñez  Vela  en  contra  de  loe  Pizarr 
estuvo  en  la  batalla  de  Iñaquito,  donde  fué  herido  gravemente; 
volvió  luego  a  Popayan;  entró  en  ruda  y  áspera  competeacti 
con  D.  Pedido  de  Heredia  y  con  el  Mariscal  Jorge  Robledo  por 
la  posesión  de  Antioquia;  trató  indignamente  al  primero  é 


—  mí  — 

hizo  decapitar  al  iiltinio.  En  unión  de  Podro  de  la  Gasea  llevó 
armas  en  el  Perú  y  concurrió  a  la  jornada  de  Saquixahiiana; 
fué  residenciado  por  Francisco  líricimo;  condenado  á  muerte 
por  tres  veces;  y,  obligado  á  ir  á  España  en  apelación  de  la 
sentencia  capital,  murió  en  C'artaí^ena  de  Indias^  tan  pobre  y 
miserable,  que  los  gastos  de  enfermedad  y  entierro  se  debieron 
á  la  caridad  de  su  enemigo  Ileredia. 

Hernán  Pérez  de  Quesada,  hermano  del  fundador  de 
Bogotá,  y  D.  Sebastián  de  Bel  alcázar  Tuero  n  como  guerreros 
las  dos  más  altas  y  esclarecidas  figuras  en  la  conquista  tie 
estos  países  equinocciales.  Belalcázar  era  de  mediana  es- 
tatura, membrudo,  bien  proporcionado  y'  de  bellas  fac- 
ciones. Manejaba  la  lanza  con  rarísima  destreza  y  bizarría,  y 
era  el  más  apuesto  y  gallardo  jmete  de  su  época;  batallador 
incansaiíle,  arrojado,  y  uíio  de  los  aventureros  menos  codi- 
ciosos y  menos  apegados  al  oro.  Aunque  carecía  de  instrucción, 
fué  naturaítnente  háljil  y  experto  en  la  dirección  de  los 
negocios  públicos.  Su  gran  mancha  consistió  en  el  asesinato 
de  P  o  bledo. 

Poco  después  de  la  muerte  del  Gobernador  de  i^opayán, 
embarcóse  D.  Pedro  de  lleretlia  en  la  nao  capitana  que  bajo 
el  mando  del  general  Gómez  Farfán  daba  la  vuelta  á  España 
desde  las  costas  de  la  Tierra  Firme.  Dicbu  buque  naufragó  en 
Zahara^  donde  se  perdió  la  mayor  pnrte  de  la  tripula- 
ción :  en  el  naufragio  terminó  sus  días  el  célebre  Gobernador 


CAPITULO  NOVENO 


Meseta  de  los  rnulscas.  — Negados  de  Rui:  i¡  de  Santa  Isabel  — 
Descubrimiento^  exfdoración  j/  conquista  de  las  partes  oriental  ?/ 
7iorde$tü  de  Aníioquia.^  —  Fnndacíón  de  la  ciudad  de  Nuesím 
Señora  de  los  Remedios^ 


Meseta  de  los  muiscás.  —  Previa  una  campaña  la  más 
penosa  quizá  do  todas  las  registradas  por  las  crónicas  ame- 
ricanas, llegó  el  Licenciado  Gonzalo  Jiménez  de  Qucsada 
á  la  muy  alta  planicie  hal^itada  por  los  muiscaSj  y  después 
de  haber  empleado  algún  tiempo  en  sojuetcr  y  domar  a  los 
naturales^  pensó  en  enviar  por  distintas  direcciones  algunos 
de  ísus  mejores  cabos,  como  exploradores  de  los  países  cir- 
cunvecinos. Un  sentimiento  casi  febril  se  había  apoderado 
entonces  del  alma  inquieta  de  los  invasores,  sentimiento 
que  no  admitía  reposo  ni  dilación  en  las  nuevas  em- 
presas, y  que  creaba  una  actividad  terrible  en  sus  opera- 
ciones, i 

Hacia  la  parte  occidental  de  Bacatá  ó  Bogotá,  en  la  falda 
que  lleva  sus  declives  para  el  gran  río  Magdalena,  se  extendía 
en  diversos  pueblos  una  numerosa  nación  de  líárbaros, 
llamada  de  los  panches.  Eran  esos  indios  de  robusta  organi- 
zación,  ágiles,  belicosos,  activos  é  infatigables  en  los  oficios 
guerreros;  tenían  abundancia  de  alimentos,  y  por  esto  no 
eran  antropófagos;  adoraban  únicamente  á  la  Luna  y  des- 
deñaban el  culto  del  Sol  como  inútil,  sin  duda  porque 
viviendo  en   comarcas  templadas   unaS;  y  cálidas  otras,  y 

43 


vientlo  en  esc  astro  la  fuente  suprema  del  calor,  calculafc 
que  con  el  de  la  temperatura  propia  de  su  tierra  teníati 
suficiente.  Vivían  los  panchos  en  estado  de  completa  gu€ 
con  sus  vecinos  de  la  planicie ;  y  al  tiempo  de  la  entrada] 
los  españoles,  tan  acosados  estaban  los  muiscas  por  elloa 
era  tanta  la  vigilancia  que  tenían  necesidad  de  mantener 
evitar  las  terribles  irrupciones  conque  los  amenazaban  áí 
paso,  que  se  habían  visto  en  la  obligación  do  establecer 
especie  de  presidio  con  ejército  avanzado  sobre  la  frontera, 
el  lado  de  Tena. 

No  es  fácil  demarcar  con  exactitud  los  límites  de  esta  ni 
ción^  porque  los  datos  son  insuficientes;  pero  tomando 
menos  confusos  que  dan  los  liistoriadores,    se  compreiw 
que  sus  términos  se  dilataban  desde  Pacho  hasta  el  Peñfí 
con  dos  líneas  paralelas  que  iban  de  estos  puntos  hasta 
Magdalena,  siendo  por  tanto  este  río  y  la  cordillera  que  sit 
como  ribete  occidental  á  la  sabana  de  Bogotá,  las  dos  líiic 
que  contribuían  con  las  otras  a  formar  aquel  extenso  ^^n^ülr 
latero. 

Los  acontecimientos  que  vamos  a  relatar  somerament 
comienzan  en  el  año  de  1538,  y  terminan  para  nuestro  inton^ 
en  el  de  61  del  mismo  siglo. 

A  los   panches,    pues,    determinó   el  ilustre  Licenciad 
Jiménez  de  (¿uesada  mandar  una  expedición  bajo  las  inme 
diatas  órdenes  del  capitán  Juan  de  Céspedes,  hombre  de  alb 
fama  y  mucho  crétUto  en  las  tareas  de  conquista.  Iba  Céspede 
acompañadlo  de  gran  número  de  bogotaes  empeñadoa  en  la 
faena,  más  por  hacer  correr  á  los  blancos  los  peligros  crudo 
é  inminentes  de  la  campaña,  que  por  favorecerlos  de  buen 
fe.  El  indio  Goecha,  capitán  del  presidio  ó  cuerpo  avaii7.a 
de  los  muiscas,  recibió  con  buenos  modos  al  capitán  euror 
y  le  hizo  presente  con  sinceridad  los  riesgos  á  que  se  avenlu 
raba.  El  teniente  del  General  Quesada  agradeció,  como  debü 
la  buena  intención  del  consejero,  pero  resolvió  seguir  aAh" 
lantc- 

Los  primeros  panchcs  que  vieron  la  invasión  extranjerm 


se  retiraron  cuidadosamente  y  con  malicia;  mas  confcdcradoa 
los  coyaimas  y  los  calandaimas,  presentaron  batalla  á  Cés- 
pedes en  la  loma  de  Tibacuí,  l>atalla  bastante  áspera  y  tenaz 
por  una  y  otra  parto,  oii  la  cual  los  indígenas  aliados  de  Cés- 
pedes huyeron  cobardemente,  y  en  que  acaso  el  capitán  cris- 
tiano hubiera  sido  desbaralado,  á  no  ser  por  la  cooperación 
ellcaz  y  oportuna  del  valor  sereno  y  denodado  del  capitán 
Juan  de  San  Martín,  quien  decidió  con  una  carga  formidable 
las  vacilaciones  de  la  victoria  en  favor  de  los  castellanos. 
Después  de  otros  encuentros  mas  6  menos  afortunados,  más 
ó  menos  infelicas,  tuvo  necesidad  el  capitán  Céspedes  de  bus- 
car abrigo  en  el  cuartel  general,  y  esto  por  no  haber  podida 
humillar  la  fiera  altivez  y  los  bríos  indomables  de  aquellos 
salvajes. 

Después  del  capitán  Céspedes,  pretendió  el  Licenciado 
entrar  en  persona  para  escarmentar  aquellos  pueblos ;  pero  él, 
como  su  enviado,  se  vio  en  grandes  aprietos  y  en  trances  difi- 
cultosos, de  líjs  cuales  se  libró  por  inllujo  de  su  reconocida 
habilidad,  poniendo  una  emboscada  en  que  cayeron  aquellos 
desdichados,  ignorantes  como  estaban  de  los  manejos  y  astu- 
cias de  la  disciplina  militar  europea.  Rotos  los  panches  en 
Tocarema  por  este  ardid,  y  teniendo  el  Conquistador  urgente 
necesidad  de  llevar  su  atención  á  negocios  preferentes, 
regresó  á  la  meseta,  dcyando  el  resto  de  enemigos  casi  en  el 
mismo  estado  de  hostilidad  en  que  los  halló. 

A  su  vuelta,  mandó  Quesada,  con  im  plan  enteramente 
idéntico  al  anterior,  á  su  hermano  Hernán  Pérez,  €juien 
derrotó  al  enemigo,  es  cierto,  en  varios  encuentros;  mas 
sin  lograr  escarmentarlo  de  veras  ni  sujetarlo  á  su  domina-- 
ción. 


Nevados  de  Ruiz  y  de  Santa  Isabel.  —  En  estas  dife- 
rentes entradas  á  los  panches,  y  eu  sus  diversas  conferías 
por  la  sabana  de  Bogotá,  notaron  los  conquistadores  que 
dirigiendo  la  vista  durante  la  mañana  y  en  las  tardes  claras 
y  despejadas  del  tiempo  seco,  en  dirección  hacia  el  ocaso, 


—  iuii  — 

y  desde  los  puntos  culminantes,  se  acanzaba   á  di\isar 
muy  lejos,  del  otro  lado  del  Río  Grande,  una  sierra  ele 
dísima,  cubierta  en  sus  crestas  por  una  laja  prolongada  ¡ 
gentina,  que  pensaron  sería  nieve  perpetua^  como  efectii 
mente  lo  era.  Esto  bastaba  y   aun   sobraba   para  estir 
lar  el  espíritu   de  maravilla  y  la  fantasía   calenturienta 
aquellos  audaces,  valientes  y  codiciosos  exploi^adores.  Det 
minaron  al  momento  mandar  una  comisión  para  averigu 
todo  lo  referente  a  esa  misteriosa  comarca.  Estriban  en  la  épo 
en  que  la  fama  del  Eldorado,  do  la  casa  del  Sol  y  otras  muc 
románticas  é  ilusorias  empresas,  hervían  turbulentas  y  atro- 
pelladas en  el  cerebro  de  los  aventureros. 

El  proyecto  de  examinar  el  ignoto  país  que  se  ofrecía 
nuevo  á  las  aspiraciones  de  Quesada  y  sus  compañeros,  cr 
arduoy  de  difícil  ejecución,  y  exigía  por  lo  mismo  un  cali 
de  crédito  y  Hombradía.  Ese  cabo  se  encontró  como  fafc 
cado  adrede  en  la  persona  de  Baltasar  Maldonado,  bien  conq 
cido  y  experimentado  en  diferentes  guerras  y  en  varias  cor 
siones  de  riesgo  y  de  importancia  por  el  perito  Licenciadú 
Era  además  el  capitán  Maldonado  sugeto  de  !a  privanza  de  lo 
Quesadas. 

El  referido  cabo  de  esta  problemática  empresa  salió  de! 
mesa  de  los  Andes  orientales  á  la  cabeza  de  70  homhi 
selectos,  de  los  mejores  veteranos  del  ejército.  Entrando  p 
la  Mesa  y  por  Tocaima,  pasó  luego  el  MagrJalena  y  llegúi 
valle  de  las  Lanzas^  en  el  cual  se  fundó  anos  mas  tarde  li 
ciudad  de  Ibagué.  En  este  lugar  torció  un  poco  sobre  l|^ 
derecha,  se  introdujo  temerariamente  en  el  país  de  los  pant 
goros,  y  marchando  entonces  de  frente  hacia  la  cordílluní,  ta 
escaló  Iiasta  el  límite  inferior  de  las  nieves  perpetuas.  Do  eAi 
manera  quedó  descubierta  la  falda  oriental  de  los  párs 
Huiz  y  Santa  Isabel,  de  los  cuales,  casi  por  el  mismo  üeiü|] 
había  tomado  conocimiento  por  la  falda  opuesta  el  capitá 
Alvaro  do  Mendoza,  mandado  desde  Cartago  por  Hoblcdo 
Los  pueblos  y  lugares  descubiertos  por  Baltasar  Maldoni«lc 
eran,  pues,  los  mismos  tie  que  Mendoza  tuvo  conucinüentí 


G77 


superlicial  y  <lc  í|ue  dio  relaciona  sus  amijios  durante  la  con-' 
quista  de  Arma^  como  ya  lo  hemos  contado.  Esta  excursión 
por  las  cumbres  del  Ruiz  y  de  Santa  Isabel,  con  los  pocos 
medios  de  entonces,  á  pesar  del  intenso  íríoj  de  las  breñas, 
abismos,  Icones,  dantas,  lodazales  y  mil  asperezas  y  tro- 
piezos naturales,  pone  los  nombres  de  Mendoza  y  Maldonado 
muy  altos  en  la  escala  de  los  hechos  esclarecidos  consignados 
en  la  historia. 

Para  llegar  hasta  el  páramo  del  Uuiz,  contando  los  rodeos, 
¡duvo  el  capitán  Maldonado  más  do  30  miriámetros.  Entre- 
gado después  á  reconocimientos  especiales,  descubrió  el  valle 
de  loa  Palenques,  llamado  así  por  los  cercados  de  madera  en 
que  se  parapetaban  sus  moradores  para  la  defensa. 

Con  el  brío  característico  propio  de  aquel  lucido  oficial  y 
de  sus  l>izarros  camaradas,  se  emprendió  el  ataque  y  rendición 
de  los  bárbaros. 

B  Empero,  no  era  esta  gente  tan  dócil  y  blanda  que 
cediese  fácilmente  á  las  hostilidades  de  los  blancos.  Antes  por 
cl  contrario,  bravia  y  feroz,  salió  una  ocasión  contra  los  usur- 
padores, c  hizo  tal  estrago  en  ellos,  que  les  mató  "22  hombres 
é  hirió  gravemente  al  capitán  Gómez  Nieto  y  á  otros.  En  esta 
contienda  se  salvó  el  ejército  español  de  mayor  ruina  por  los 
esfuerzos  casi  sol)rehumanos  del  capitán  Ángulo. 

ti  Con  este  descalabro,  considerando  Maldonado  que  las 
cabrosidades  de  la  tierra,  el  sutil  veneno  de  las  flechas,  la 
índole  cerril  de  los  indios  y  la  influencia  de  agentes  naturales 
contrarios  y  casi  insuperables  eran  muy  superiores  a  sus 
medins,  determinó  volver  la  cara,  y  regresó  a  Santafé  de 
Bi^gotá,  donde  la  mayor  parle  de  sus  soldados  tomó  servicio 

tJas  órdenes  del  fantástico  caballero  Hernán  Pérez  de 
lesada,  para  la  célebre  cuanto  fatal  campaña  en  busca  del 
E  orado. 
Poco  tiempo  después  de  lo  referido,  y  estando  ya  á  la 
eza  del  gobierno  Miguel  Díaz  de  Armendáriz,  se  inundó  el 
3V0  Reino  de  Granada  de  una  muchedumbre  de  aventureros, 
ibrcs  sin  Dios  ni  ley  en  su  mayor  parte,  restos  corrompí- 


—  n78  — 


bullangueros  eí 


dos  y  degradados  de  los  revtjltosos  y 
guerras  civiles  del  PeriL 

TcjTiicndo  Armendáriz  que  esos  hombres  sin  oficio 
benelicio,  entregados  al  t)cio,  y  de  malos  precedentes,  turb 
sen  la  paz  del  Reino^  se  propuso  darles,  bajo  la  direcdón 
un  buen  jefe,  alguna  ocupación  que  loa  distrajera  de  su  pr 
fesión  habitual  de  sediciosos,  y  utilizara  algún  tanto  sub  Ir 
bajos  en  la  causa  común. 


Descubrimiento,  exploración  etc.  —  Para  conseguir 

fin  indicado,  nombró   al  capitán  Francisco  Núñez   Pedít*^ 
para  que  recorriese  el  ijuís  de  los  pantagoros,  visitado  ante*í 
por  MaldnnadOj  por  Mendoza  y  por  algunos  más,  país 
se  extendía  por  las  vertientes  orientales  de  la  cordillera  c€ 
ti^al  de  los  Andes,  frente  a  los  páramos  de  Ruiz,  Aguacatal  [ 
Herveo,  sobro  las  fuentes  y  curso  de  los  ríos  Samaná,  Míe 
Guarinó,  Gualí,  Sabandija  y  los  valles  que  se  avecinan 
Magdalena  en  la  parte  correspondiente. 

Núñez  Pedruso  reunió  una  columna  de  50  hombres,  alf 
nos  de  ellos  de  los  peruanos  prófugos,  y  varios  caballeros  i 
buena  ley  de  los  del  Nuevo  Reino.  Con  esta^  columna  salió  de 
Santafé,  tomó  la  vía  de  Tocaima,  pasó  el  Río  Grande^ 
sobre  la  derecha,  y  trasmontando  un  poco  los  nacimientos^ 
Gualí,  Guarinó,  Miel  y  otros  ríos,  se  internó  en  las  monta!! 
de  Antioquia,  trasponiendo  un  laberinto  de  cordilleras  li; 
llegar  á  un  valle  <|ue  bautizó  con  el  nombre   de  Car 
Cristi, 

Esíando  en  este  valle,  vio  el  capitán  Pedroso  Hogar  ] 
otro  rumbo  al  oficial  Fernando  de  Cepeda,  mandado  c<m^ 
mismo  ün  y  en  busca  de  lo  mismo,  es  decir,  do  oro,  |)ord 
adelantado  D.  Sebastián  de  Belalcázar,  quien  después  do  b 
muerte  del  Mariscal  Robledo,  liabía  t|uedado  dueño  ^upremOt 
director  absoluto  de  la  tierra,  y  manejaba  desde  la  ciudad  (fc 
Popayán  los  asuntos  conexionados  con  la  conqvusta  de  Aur 
tiuquia.    Andaba   con    Cepeda  Pedro    de  Bolívar,   aoldawb 


famoso  en  las  guerras  de  Flandes,  y  otros  compañeros  de  juííttí 
y  merecido  renombre, 

Pedroso  y  Cepeda  comenxaron  luego  a  disputarse  acalo- 
radamente el  señorío  exclusivo  del  país,  alegando  el  uno  los 
derechos  impresoriptíl>lesde  Belalcázar,  y  e!  otro  el  origen  de 
su  nombranaiento  hecho  por  Arnicndáriz.  De  la  controversia 
entre  estos  dos    sugetos,  resultó  que  estuvieran  á  punto  de 

Cirse  á  las  manos  ;  que  se  provocasen,  sin  que  hubiera  lugar  á 
pin  duelo  personal,  y  que  Cepeda,  por  disponer  de  mayor 
fuerza,  se  apoderase  de  la  persona  de  su  compatriota,  á  quien 
devolvió  un  poco  más  tarde  laliJ}ertad,pei*mit¡éndole  regresar 
ala  capital  del  Mreinato. 
Los  dos  capitanes  mencionados  se  encontraron  en  el 
l^aOe  de  Corpus  Cristi,  por  la  circunstancia  siguiente:  la  Real 
Audiencia  de  Santafé,  el  juez  de  residencia  Arniendáriz,  y 
casi  todas  las  personas  (jue  tenían  parte  en  la  cosa  pública  del 
Nuevo  I{eino,sabedurasde  las  grandes  riquezas  oneerradasentre 
los  ríos  Cauca  y  Magdalena,  deseaban  luicer  la  conquista  del 
terreno  y  la  explotación  de  los  minerales  que  conteju'a,  por  su 
propia  cuenta;  mientras  que  Belalcázar,  considerándose 
poseedor  legítimo  de  aíjuel  territorio,  pretendía  hacer  lo  mismo 
por  su  cuenta.  Avino  de  esto  que  la  competencia  entre  los  dos 
tenientes  diese  margen  á  varias  disputas  entre  muchos  pre- 
tendientes ;  de  todo  lo  cual  conoció  por  largo  tiempo,  no  sin 
pasión,  la  Audiencia,  hasta  tanto  que  el  negocio  pudo  llegar  á 
€5onociraicntü  del  liey  y  del  Consejo  de  Indias,  quienes  trataron 
de  remediar  los  males  surgidos  de  tal  embrollo. 

Por  la  causa  apuntada  y  por  haber  muchos  pueblos  fun- 
dados que  no  podían  ser  atencHdos  debidamente,  así  como 
también  por  haber  muchas  parcialidades  de  indios  reljelados, 
muchas  desgracias  entre  los  europeos  asesinados  por  los 
bárbaros,  y  mucho  más  aun,  por  atajar  la  epidemia  de  fundar 
constantemente  ciudades  que  m*  podían  conservarse,  so  dio 
orden  expresa  y  terminante  por  el  Gobierno  peninsular,  en 
que  se  prohibía  el  establcciniienlo  do  nuevas  villas  y  lugares,  y 
en  que  se  limitaban  las  facultades  de  los  conquistadores  á 


680 


eimples  exploraciones,  descubrimiento  de  minas  y  defensa 
de  poblaciones  ya  erigidas. 

La^í  prolongadas  disputas  entre  cabos  y  capitanes,  y  loi 
escándalos  producidos  diariamente  por  sus  guerras  civiles  y 
sus  codiciosos  alborotos,  comenzaron  íi  llamar  de  un  modo 
serio  la  atención  del  Gobierno  de  la  Metrópoli,  y  se  pcosó 
desde  entonces  en  expedir  un  código  de  leyes  propio  para  las 
colonias,  que  evitase  los  males  que  por  ésta  y  utras  caus^ 
amenazaban. 

Obligación  es  decirlo  para  rendir  homenaje  á  la  justicia. 
Desde  el  primer  descubrimiento  de  America,  ios  Reyes  Católi* 
eos,  D^  Isabel  sobre  todo,  pensaron  seriamente  en  ali\iar  por 
medio  de  disposiciones  y  mandatos  especiales  el  destino  inWii 
de  loí^  pobres  americanos.  Carlos  V,  Felipe  II,  y  hasta  los  royo 
ineptos  de  la  dinastía  austríaca,  con  señaladas  excepciones? 
expidieron,  ya  por  sí,  ya  por  medio  del  Consejo  de  Indí:^ 
reales  cédulas,  pragmáticas  y  órdenes  particulares  fKiracl 
buen  arreglo  civil  y  para  el  buen  curso  polítioi:)  de  lasoohhj 
nías. 

En  todos  esos  códigos,  es  verdad,  piedominó  siempre  übí 
elemento  notable  de  mezquindad  respecto  á  los  amer¡caito&! 
elemento  que  engendró  males  permanentes,  y  que  pr 
al  fin  para  España  el  ti'isíe  resultado  de  una  insurr» 
general . 

Libre  Pedroso  y  vuelto  a  Saníafé,  se  a\ecuiü6  en  luí 
de  donde  lo  sacó  im  nuevo  nond>ramiento  para  continuar 
tloscubrimientos  en  la  región  de  los  pantagoros,  y  para 
el  laboreo  ile  juinas  tK*|)latay  de  oro*  Esta  comisión  fue 
poreljuezde  residencia  Armendáriz  y  confirmada  por  los 
ros  en  1550  ;  pero  el  noml)rado  no  principió  a  descmpcft 
funciones  de  su  cargo  hasta  el  siguiente  año. 

El  deri'otero  seguido  por  él  en  esta  Oí*asión,  fué  poc         i 
ó  menos  el  mismo  que  había  traítio  antes*  Estuvo  acorof  • 

en  su  segundo  viaje  por  Baltasar  Maldonado,  Alonso  df  i 

Herrera,  Cristóbal  Gómez  Nieto,  Pedro  de  Salcedo^  (  ; 

Díaz,  Alonsí)  \  era,  Melchor  de  Sotomayor,  Lope  de  í  '; 


681 


Alonso  do  Alcocer,  I>*  Antonio  de  Toledo,  Pedro  Barrios, 
Francisco  de  Fi;^^uercdo,  y  otros  buenos  cabos  y  soldados,  de 
los  descubridores  ctel  Nuevo  Reino  los  unos»  y  venidos  del  Perú 
los  otros,  cuyos  nombres  citamos  en  parle  porque  varios  de 
ellos  fueron  obreros  activos  en  el  primitivo  sometimiento  de 
los  indígenas  de  Antioquia. 

En  el  año  de  1552,  fundó  I^edroso  la  ciudad  de  Mariquita, 

Íen  el  siguiente  de  53,  el  sarscnío  mayor  Hernando  de  Sali* 
as,  nombrado  por  los  oidores  Góngora  y  Galarza,  acompaña- 
o  por  Dv  Francisco  Martínez  deOspina,  García  Valero,  Diego 
.sensio  de  Salinas,  D.  Diego  de  Carvajal  y  otros  lucidos  y 
jiobles  caballeros,  avanzó,  después  de  dar  una  batalla  que  se 
llamó  de  la  Colina,  con  dirección  á  las  montañas  de  Antioquia, 
y  fundó  la  villa  de  la  Victoria  en  las  cercanías  de  la  margen 
ilerecba  del  río  de  La  Miel,  villa  cjue  se  enriqueció,  floreció 
y  murió  con  pasmosa  rapidez;  pero  que  sirvió  de  punto  de 
partida  para  las  subsiguientes  exploraciones  verificadas  sobre 
las  partes  oriental  y  nordeste  de  Antioquia. 

Estimulados,  sin  embargo,  los  ánimos  por  la  gran  fama 
de  riqueza  de  que  gozaba  entonces  el  ángulo  de  terreno  com- 
jpreníiido  entre  los  ríos  Canea  y  Magdalena,  solicitó  el  Cabildo 
4ie  la  Victoria  permiso  para  mandar  gente  á  su  descubri- 
miento y  .erigir  nuevas  poblaciones.  La  Real  Audiencia  de 
Santafé,  establecida  desde  1550,  no  accedió  á  las  preten- 
jsiones  del  Cat/ildo,  sino  en  parte,  y  le  concedió  sólo  el 
derecho  de  inquirir*  y  examinar  minas,  formar  estableci- 
Ji]ientos  para  su  explotación,  pero  de  ninguna  manera  para 
poblar, 

L  Sin  obtener  licencia  para  ello,  emprendió  Bernardo  de 

J-í-.oyola  hacer  una  entrada  desde  Victoria,  de  donde  era  vecino, 
i^^^sta  la  parte  del  éste  de  lo  que  es  hoy  el  Estado  de  Antioquia, 
'SLvanzó,  según  nuestras  conjeturas,  hasta  el  nordeste.  No  se 
^^bc,  porque  las  liistorias  no  lo  dicen  con  claridad,  cuál  fuese 
^^  derrotero  seguido  por  él;  mas  sospechamos,  por  el  texto 
1^*^  poco  vago  de  los  escritos  de  la  época,  que  tanto  este  aven- 
. -Virero  como  los  que  le  siguieron  inmediatamente,  anduvieron 


—  m2  — 

por  lo  queocupan  hoy  Valios,  Cocorná,  Peñol,  Santo  DoinÍTi< 
San  Carlos,  Yolombó,  Cancán  y  Remedios. 

Sabedor  D.  DiejL^o  de  Carvajal,  domiciliado  también 
Victoria,  que  Loyola  íiabía  entrado  sin  permiso  y  con  el 
de  buscar  minas  do  oro,  lo  denunció  ante  la  Audiencia  de 
Santafé,  y  recibió  en  recompensa  de  su  delación,  orJen 
expresa  para  entrar  á  prenderlo.  Hizo  Carvajal  su  incui*sión; 
y  Loyola  sin  entrar  en  competencia  abandono  el  país,  cOíía 
que  tuvo  que  ejecutar  pocos  días  después  su  émulo,  por 
acometido  por  muchos  y  valientes  indios,  no  pudo  resistir. 

No  hay  duda  que  Carvajal  consideró  el  negocio  do  alf 
provecho,  puesto  que  mas  tarde^  á  fines  del  año  de  59  ó 
principios  del  de  60,  reunió  cuarenta  compañeros  y  %'olv¡6í 
nuevo  á  su  proyecto.    Estaban    entre  sus  soldados  un 
tugues  llamado  Pintí»,  Francisco  de  A]L,^u¡lar,  San**lv»  VZ-li'; 
Alonso  de  Arce  y  Leonel  de  Ovalle. 

Habiendo  avanzado  bastante,  dio  con  unas  tierras  un  pe 
llanas  y  abiertas  pobladas  por  numerosos  naturales,  quienfl 
vestidos  con  mucho  lujo,  adornados  con  joyas  de  oro,  pr 
vistos  de  arcos,  Iiondas,  picas,  tleclias  y  mazas,  lo  atacar 
con  tanto  ttenuedo  y  arrojo,  que  tuvo  necesidad  de  guardar 
para  poder  resistirlos  en  una  especie  de  fortín  ó  palenque 
hecho  al  intento.  Estando  en  esa  posición,  y  los  indios  ua 
poco  retirados,  en  el  intervalo  de  una  de  sus  arrcmelíJaiS 
apareció  ante  los  españoles  un  corpulento  l)arbaro  blandienílo 
una  enorme  maza  y  desafiaadolns  a  singular  batalla.  SaHen*ii 
contra  él,  Pinto,  Aguilar,  Vélez  y  Arce,  A  todos  hizo  cara,  j 
esgrimiendo  su  gran  madero  con  portentosa  agilidad, de  toil"^ 
se  defendía  :  un  golpe  terrible  puso  en  tierra  á  Pinto  meíüi» 
muerto,  con  el  segundo  derribó  áAguilar,  con  el  tercero  á  Vé- 
lez ;  y  todos  hubieran  sido  víctimas  seguras  de  ose  Aquili 
salvaje,  si  Arce,  con  destreza,  no  hul)iera  aprovechado 
tiempo  gastado  por  el  americano  en  aterrar  a  sus  compa 
fieros,  para  meterle  el  hierro  de  su  espada  por  uno  de  k| 
costados. 

Al  mismo  tiempo  q^ue  esto  sucedía,  Leonel  de  Ovallcj 


~  C83  — 

yerbonal  con  otro  indio  no  nieno8  fueríe  yaltiv* 
primero,  lo  dejaba  sin  vida.  Desalentados  con  esto  los  natu- 
rales, se  retrajeron  un  poco  ¿sus  viviendas,  amenazando,  eso 
8Í,  á  los  europeos  con  una  vuelta  segura  dentro  del  tercer 
día.  Los  últimos,  pocos  en  número,  escasos  ile  víveres  y  no 
considerando  muy  halagadora  la  situación,  i-esolvioron  levan- 
tar e!  campo  y  retirarse  deliniíívamente-  Así  se  hizo* 

El  último  que  intentó,  después  de  estos  y  antes  de  la  ex- 
pedición formal  de  Franciscn  Martínez  de  Ospina,  pacificar  y 
conquistar  estos  antioqueños,  fué  Juan  Valero^  un  pobre  y 
virtuoso  cristianu,  di^  quien  poco  se  cuenta. 


Fundación  de  Remedios.  —  El  Cahildo  de  Victoria,  ha- 
ciendo uso  de  la  lacoltad  que  se  le  había  concedido,  dio  permiso 
en  laGO  á  Francisco  Martínez  de  Ospina  para  proseguir  la 
obra  iniciada  por  los  anteriores.  Era  este  sugeto,  noble,  rico, 
bien  relacionado,  enérgico,  y  gozaba  los  honores  de  maestre 
de  campo.  Disfrutaba  además  de  gran  prestigio  en  el  concepto 
de  los  conquistadores ;  mandaba  con  suavidad,  y  se  hacía 
obedecer  sin  réplica.  Estuvo  asistido  en  su  empresa  por  mu- 
chos  de  los  \iejos  compañeros  de  Pedroso,  entre  los  cuales 
escogió  como  los  mejores  á  García  Valero  y  á  Vasco  Pérez 
de  Sotomayop  en  calidad  de  capitanes. 

Dejando  la  villa  de  la  Victoria,  se  metió  por  la^  breñas  de 
lo  ijue  hoy  se  llama  la  montaña  de  Sonsón;  mas,  sin  ascender 
á  la  parte  alta  de  la  cordillera,  fué  ladeándola  a  pesar  de  sus 
caudalosos  ríos,  desús  torrentes,  abismos,  quiebras,  reptiles, 
insectos  y  demás  obstáculos  propios  de  esa  región,  hasta  que 
llegó  al  valle  de  Corpus  Cristi,  teatro  de  la  reyertas  de  Nüñez 
Pedroso  y  de  Cepeda,  Llevaba  el  Conquistador  muchísimos 
indios  de  carga,  de  los  cuales  perdió  algunos,  é  iba  bien  pro- 
visto de  recursos  de  toda  especie. 

Los  caciques  Fuchina  y  Mutambe  eran  señores  de  aquella 
tierra;  y  aunque  se  armaron  ó  intentaron  dar  batalla,  resis- 
tieron bien  poco  el  empuje  de  las  armas  españolas. 

Considerando  Martínez  de  Ospina  que  la  ponderada  ri- 


^  684  — 

qiicza  del  país  no  era  fabulosa,  sino  verdadera,  funde 
ciudad  con  el  nombre  de  Nuestra  Señora  de  los  Remedios. 
Este  acto  se  verüicó  el  15  de  diciembre  de  1560; 

Esparcida  en  Santa  le  la  noticia  de  esta  fundaciÓDi 
consideró  por  la  Real  Audiencia  concio  expresamente  contra 
á  lo  establecido  por  ella  y  a  la  expresa  orden  que  prohibía 
nuevos  establecimientos  de  esta  clase. 

Con  el  lia  de  hacer  entrar  á  Martínez  de  Ospina  en 
deber,  y  con  el  de  castigar  su  delito  de  contravención,  6e 
mandó  desde  la  capital  del  vireinato  un  juez  ad  /loc,  para  qii 
le  compeliese  á  presentarse  ante  la  Audiencia,  á  fin  de  dar 
cuenta  de  su  conducta.  Ospina,  mañoso  y  rico,  dio  un  poco 
de  oro  ál  juez,  quien  se  volvió  tranquilo  y  contento  con 
resultado  de  la  comisión.  Lo  mismo  exactamente  sucedi6| 
un  segundo  juez  y  á  otros  enviados  con  idéntico  motivo; 
suerte  que  la  tierra  aunque  fecunda  y  casi  inagotable 
rendimientos  auríferos,  apenas  alcanzaba  para  los  coheche 
dejando  poco  para  los  moradores. 

Por  último,  cansada  la  Audiencia  de  mandar  jueces,  sfi 
lograr  su  intento,  ordenó  que  fuese  con  el  mismo  encargo  i 
capitán  Lope  de  Salcedo,  vecino  de  Tocaima,  quien,  coraoi 
entendía  en  asuntos  de  venalidad,  compelió  con  todo  rigor  á 
D»  Francisco  y  lo  obligó  (i  comparecer,  mal  su  grado,  ante^ 
tribunal  que  lo  llamaba  para  oír   sus  descargos,  si  los  ten 
V  sentendar  su  causa. 

Uel  cotnportamionto  de  Salcedo  con  Ospina  se  originó  \ 
resentimiento  terrible  entre  las  dos  familias,  y  las  coiivir 
en  dos  bandos  opuestos,  los  cuales  dividieron  la  villa  do  la  Vi 
loria,  y  dieron  por  resultado  final,  disputas,  pleitos  y  esc 
dalos  de  toda  clase,  concluyendo  pronto  por  aniquilarla  oon 
pletamentc  en  su  infancia,  y  cuando  prometía  por  sus 
mentes  llegar  a  ser  una  de  las  más  populosas,  ricas  y  flor 
cientos  del  Nuevo  Reino. 

Remedios,  fundada  en  su  principio  en  lugar  poco  propi*),' 
ivo  necesidad  de  ser  trasladada  después  al  pintoresco  lufi 
en  que  hoy  existe  opulenta  todavía  en  minerales  de  oro, 


—  685  — 

falta  de  importancia  por  su  estructura  material.  Como 
la  ciudad  de  Santafé  de  Antioquia,  esta  última  de  que  habla- 
mos llevó  siempre  una  existencia  laboriosa;  pero,  como  la  pri- 
mera, dio  también  en  los  pasados  tiempos  algunos  hombres 
eminentes,  sobre  todo  en  la  carrera  de  las  letras. 


CAPITULO     DÉCIMO 


idminisínición  pública  en  Aníioquia.  —  Gobernadores  de  Popayán. 
—  GRspar  de  Rodas. — Andrés  de  Valdivia.  —  Rebelión  de 
los  indios  en  la.  parte  occidimíaL  —  El  cacique  Tone,  —  El 
capitán  Gómez  Fernández.  ^  Fundación  de  Caramanía,  — 
Campaña  contra  losn^turales.  —  Muerte  de  Gómez  Fernández. 

Ádmimstración  pública  en  Antioquia.  —  Desde  el  5  de 
ríLdíFü  de  1ü4<!,  ea  f|ue  el  Jlariscal  Robledo  fué  decapitado 
la  Loma  de  Pozo,  hasta  el  ano  de  1550,  fecha  probable  de  la 
Licrte  de  Belal cazar,  hay  alguna  oscuridad  respecto  á  lo  suce- 
io  en  la  ciudad  de  Antioquia.  Sabemos  sólo,  en  relación  con 
t<D,  que  el  Gobernador  de  Popayán,  después  de  haber  triun- 
lo,  mandó  como  su  teniente  al  capitán  Coello,  quien  se 
-o  cargo  del  go!)ierno  de  la  ciudad,  llevando  en  su  compañía 
^'"aiUGS  individuos  de  los  que  habían  salido  presos  con  Ile- 
iia,  y  entre  ellos  á  Gaspar  de  Rodas, 

Desde  el  ano  de  1550  hasta  el  de  Í557,  se  percibe  la 
^nia  confusión,  porque  parece  ser  que  por  entonces  losGo- 
^**^adores  de  Popayán,  bajo  cuya  dirección  se  l)allaba  el 
^,  no  podían  prestar  gran  suma  de  atención  a  los  negocios 
^^utio(|uia,  ocupados  como  estaban  en  asuntos  de  mayor 
Poi'tancia,  tales  cuales  los  exigidos  por  el  guerrear  conü- 
^  y  sin  tregua  con  los  guanacas,  los  paeces  y  los  pijaos- 
^^<ice  cierto,  sin  embargo,  que  á  Coello  sucedió  Rodas 
^^o  teniente  de  la  gobernación,  hasta  tanto  que  por  orden 
iipcrior  entregó  el  niamlo  á  Francisco  de  Uspina,  quien  lo 


ejerció  poquísimo  tiempo,  pue.s  lo  c^titregó  en  seguida  á 
de  Can^ajaL 

Poco  después  do  esto,  la  Audiencia  Real  de  Santafé 
Bogotá   invistió  del  mismo  encargo   con   plenos  poderesáj 
Rodas;  y  esto  cuando  ya  había  tomado  el  mando  de  la  pí 
vincia  Andi^és  de  ^*aldivia,  mas  no  de  la  provincia  entera 
Antioquia,  sino  de  una  parte  de  ella,  por  Iiaberla  dividido 
dos,  como  se  verá  en  lo  que  entramos  á  nan-ar. 

Gobernadores  de  Popayán.  ~  Los  gubernadoiHís  de 
payan  que  siguieron  inmediatamente  á  Belalcázar,  y 
quienes  tocó  en  suerte  alguna  ingerencia  directa  ó  indirec 
sobre  los  destinos  de  este  país,  fueron  los  siguientes  :  Fr 
cisco  Briceño,  Juan  Montano,  Diego  Delgado,  García 
Busto,  Luis  de  Guzmáu,  Pedro  de  Agreda,  D.  Alvaro 
Mendoza  Carvajal,  D.  Gerónimo  de  Silva  (reelecto),  Francia' 
de  Gamarra,  Bartolomé  de  Masmela,  Sancho  García  del  Esp 
nal,  basta  1509,  época  aproximada  en  que  la  Gobernacíóm 
Antioquia  fue  separada  de  la  de  Popayán  y  tuvo  adniínístr 
ción  propia. 

Suc^jdíanse  estos  Gobernadores  á  cortos  inténsalos,  y 
mando  fué  de  menguadas  influencias  páralos  intereses  locaK 
de  Antioquia,  desde  el  Oidor  Briceño  basta  D*  Alvaro  de  Me 
doza  Carvajal*  En  aquel  tiempo  la  Coní|üista,  adormecida | 
aletargada  por  la  incuria  en  (¡uo  se  la  liabía  dejado,  redi 
nuevo   impulso  y  avanzó  con  más  bríos    de   los  que  anfc 
tuviera. 


Gaspar  de  Rodas, —  Desde  el  año  de  1541 ,  había  lleg 
áCaliD.  Gaspar  de  Rodas,  español  ventajosamente  enl 
cado  en  la  mejor  nobleza  de  su  patria.  Compañero  de  D»< 
de  Andagoya,  hijo  de  D*  Pascual,  de  quien  ya  hicimos 
ción  como  pretendiente  del  señorío  de  Popayán,  RocUis 
prendió  su  carrera  de  conquistadorjiajo  pésimos  auspici»^ 
Joven   aún,  inteligente  y  deseoso   de  gloria,  no   retnio 
ante  el  mal  resultado  de  su  primera  empresa.  El  Adelant 


—  681)  — 

Belalcázar,  á  fiuien  Rodas  se  presentó  en  Cali  después  de 
haber  vi^to  frusti*adas  las  esperanzas  de  su  primer  jefe,  le 
cobró  grande  afición,  lo  encargó  de  comisiones  honrosas  y  lo 
hizo  más  tarde  su  teniente  de  Gobernador  en  Aní ioquta.  Pa- 
deció también  como  el  Adelantado  un  juicio  de  residencia 
prolijo  y  lleno  de  cargos;  puro  como  su  responsabilidad  hasta 
entonces  en  lo  ocurrido  hubiese  sido  poea^  y  sus  méritos  bas- 
tantes, obtuvo  no  sólo  sentencia  absolutoria,  sino  que  la 
jnisma  sentencia  lo  recomendó  para  más  honoríficos  empleos. 

Los  indios,  aunque  derrotados  siempre,  acosados  sin 
cesar,  diezmados  sin  conmiseración  y  obligados  por  la  saña 
de  los  espa fióles  á  morir^  rendirse  ú  ocultarse  en  las  selvas, 
no  dejaban  dcinquiet^ar  de  vez  en  cuando  á  los  nuevos  pobla- 
dores :  ora  cayendo  de  improviso  sobre  los  campamentos,  ya 
talando  las  sementeras,  luego  robando  las  baciendas  comen* 
zatlas  á  establecer,  después  asesinando  los  descarriados  y  aun 
amenazando  la  ciudad  de  Santafé  de  Antioquia,  única  que  con- 
taba con  elementos  para  defenderse. 

El  período  en  que  estamos  es,  como  üicümente  se  com- 
)renderá,  un  período  lleno  de  dificultades  que  impiden  escla- 
2cer  satisfactoriamente  los  acontecimientos  históricos. 

Al  mismo  tiempo  que  se  trabajaba  para  pacificaí*  las 
pitaciones  de  los  bárbaros,  la  fama  de  gran  riqueza  contenida 
nuestras  montarías  movía  la  codicia  de  los  europeos,  pro- 
cándolos  á  recorrer  el  terreno  en  todas  direcciones  y  á 
irígir  nuevas  ciudades  y  villas, 

Andrés  de  Valdivia.  —  Lucas  de  Avila,  vecino  de  San-, 
ina  de  los  Caballeros  ó  Anserma,   hombre  poderosamente 
icaudalado,  manso  de  condición  y  sencillo  de  entendimiento, 
ira  uno  de  los  que  con   mas  afán  pretendían  enti-ar  en  esta 
blase  de  empresas;  pero  para  obtener  una  licencia  en  forma 
requería  el  asentimiento  expreso  de  la  corona  de  Espai^a 
la  investidura  de  un  títuto  especial  para  ello.  Avila  tenía 
ir  valido  y  amigo  aun  mozo  avisado  é  inteligente  llamadlo 
idré&  de  Valdivia,  con  quien  comunicó  su  ¡dea  y  á  quien 

= ^ éi 


puso  en  la  coiifidencia  de  sus  deseos.  El  joven  aini.irodl 
tera  aprobación  a    sus  proyectos,   y  con   la  sutileza  de 
ai^radable  carácter  levantó  con  ahinco  el  fervor  de  sus  e.s^ 
ranzas,  ofreciéndole  ir  personalmente  á  la  Península,  y  lle- 
var á  l}uen  término,  ayudado  de  su  ingénita  sagacidad, ' 
consecución   de  sus    aspiraciones.   Vino  en  ello  Avila 
gustoso,  dióle  plenos  poder<.»s,  proveyóle  do  fondos  para 
coí^tí-ís  do  viaje;  y  con  esto  partió  el  mozo  al  desempe»"*"»  '^^ 
comisión. 

Rebelión  de  los  indios.  —  Los  naturales,  por  su  par 
continuaban  inquietos  y  tlcsasosogados;  y  en  tal  manera  I 
estaban,  que  lus  vecinos  de  Antioquia  se  veían  en  la  neccsidí 
de  vivir  siempre  aperci!)iiios  y  listos  para  el  combate»  v  cnj 
obliííación  de  juejorar  constíuitemcnte  sus  obras  defensi^ 
que  en  aquella  lejana  época  consistían  en  la  multiplicación  i 
cercadüs  de  nupalcs  ó  míincadcríis,  erizados  de  espinas. 


El  cacique  Tone,  —  Pedro  ile  Frías,  encomendero 
uno  de  los  pueblos  vecinos  de  la  ciudad,  pueblo  que  del 
existir  cerca  de  Cañasgordas,  fué  con  8  hombros  á  cobrar 
triljüto  de  los  indios.  Entre  esos  hombres  estaba  un  mesüxtv 
llamado  Juan  González,  y  dice  el  cronista  «pje  habienda 
üegatlo  á  las  cercanías  de  la  población,  se  detuviei^n  á  ooitier 
en  un  bohío,  y  que  al  tiempo  tle  hacerlo,  cayeron,  sin  poder 
saber  de  donde,  tres  gotas  de  sangre  pura,  que  mancharot 
los  nítidos  manteles.  Augurio  tan  funesto  conturbó  é 
ánimo  de  los  españoles,  paralizó  el  curso  de  su  sanírrc  y 
tornó  lívidos  y  cadavéricos  sus  rostros.  Pasada  la  prl 
impresión  de  terror,  ocuiTieroa  prontamente  á  sus  arnü 
caballos;  [lero  no  era  ya  tiempo,  ijorcpio  á  la  sazón  el  caci" 
Tone,  sefiur  de  la  comarca,  á  la  cabeza  de  una  caterva 
indígenas,  los  tenía  rodeados.  De  poco  sir\ió  á  los  blancos 
intrepidez  habitual  :  todtis  ellos  sucumbieron,  y  el  jefe 
manos  del  suelto  y  vigoroso  caudillo  de  los  índica*  Ji 
González,  el  mestizo,  huyó  ilesde  el  principio  del  oumbaíl 


^ 


ero   avergonzado  de  su  fu^a,    retrocedió,  retó  de   muerte 
los  salvajes,   luchó  con  ellos  cuerpo  coa  cuerpo  y  i>echo 
con  pecho  hasta  caer  rendido  por  el  número. 

Prescindiendo  de  todo  lo  que  por  adorno  se  liaya 
puesto  en  esta  anécdota  de  eniineutemcnte  supersticioso  y 
crédulo,  ello  es  cierto  que  Pedro  de  Frías  y  sus  compañeros 
fueron  muertos  por  los  indios,  y  que  Tone,  sus  amigos  y 
pueblos  comarcanos,  adquieron  :;on  esta  victoria  una  inso- 
lencia y  un  orgullo  tales,  que  los  liicieron  estallar  ferozmente 
en  la  más  abierta  rebtíliün. 


El  capitán  Gómez  Fernández.  ^  Solicitaba  para  sí  en 
aquellos  tiempos  la  Gobernación  del  Chocó  el  capitán  Gómez 
Fernández,  vecino  de  Caramanta,  viejo  y  atrevido  soldatlo, 
de  los  compañeros  do  Robledo  y  Belalcázar.  Atondieiido  á 
sus  grandes  merecimientos  y  pericia  para  resistii*  á  las  hosti- 
lidades de  los  salvajes,  y  poniéndole  por  condición  expresa 
la  entera  y  pronta  pacilicació'^  de  los  indios  de  Antioquia,  se 
le  concedió  lo  que  pedía. 

Era   el    sueño  dorado  de   í^tómez  Fernández»  dar  caza 
pronta  y  segura  á  los  tesoros  encantados   del   Dabeibe,  el 
Eldorado  numero  segundo  que  avivó  poi*  tanto  tiempo  la  insa- 
ciable avaricia  de  los  peninsulares- 
Fundación  de  Caramanta.  —  Provisto  de  p(»deres  suü- 
[cientespor  la  Real  Audiencia,  salió  de  Caramanta,  ciudad  fun* 
lada  por  ól  en  el  año  de  1557,  á  la  cabeza  de  80  compañeros, 
>mó  la  dirección  de  Antioquia,  y  luego  llevó  sus  pasos  al 
rintoresco  valle  por  donde  rueda  sobre  arenas  mezcladas  con 
jajuelas  de  oro,  el  hasta  hoy  casi  ignorado  pero  encantador 
)rrente  de  Penderisco,  y,  avanzando  más,  llegó  hasta  las 
jrcanías  del  FronUno* 

Tone,  fi^enético  enemigo  de  los  usurpadores  y  celoso 
iefensor  de  su  pahia,  había  convocado  á  los  indios  conve* 
rfnos,  y  en  la  exaltación  de  uno  de  los  ordinarios  festines  de 


^  ÍÍ92  « 


su  tierra,  había  animado  el  espíritu  patriótico  de  sus  oonci( 
cladanos  por  medio  de  una  arenga  elocuente. 


Campaña  contra  los  naturales, — Tone,  á  la  cabezada  1( 

valerosos  indios,  provisto  de  víveres,  armas  y  grande  aoof 
de  pertrechos,  se  metió  en  una  Ibrtificación  hecha  al  inter 
con    gruesos    maderos,   talanqueras  de   guadua   y  grande 
troneras,  por  las  cuales  los  guerreros,  sin  ser  vistos,  podíaa 
arrojar   (lechas,  piedras   y   otros   instrumentos   de  muer 
Recogió  y  metió  en  aquella  fortaleza  una  gran  cantidad 
agua,  y  dispuso  convenientemente   canales  de  bambú, 
que  recibiendo  las  pluviales  no  pudieran  carecer  nunca 
ese  indispensable  elemento.  Estaba   situado  esta  especie 
castillo  salvaje  en  una  escarpada  colina,  en  las  inmediación^ 
del  Frontino.  Dicha  colina  tenía  una  especie  de  terraplén 
plazoleta  en  forma  de  silla,  y  sus  flancos  por  una  y  otra  par 
oran  quebrados  y  cubiertos  de  espeso  bosque.   Gómeit 
nández  y  los   suyos  colocáronse  bien  que  mal,  cercaron 
vanguardia  el  fortín,  y  comenzaron  con  audaria  y  nrrojo  m 
estrecho  sitio. 

Las    obras    de    ataque    y    defensa   empezaron  con  ei 
carnizamiento,    y    ambos  campos  se   defendieron    con    d^ 
nuedo.  Los  españoles  con  sus  arcabuces  y  ballestas  dirigfíi 
con  certera   puntería  sus  balas  al  través  de  las  troneras, 
mataban  no  poc/os  barbaros  {jue  servían  de  aüjuento  a  íiii 
compañeros.   En   altas   horas   de  la   noche,    uno   do  estos^ 
patriotas  indios,  colocado  en  la  parte  culminante  del  edificad 
insultaba  con  sus  fanfarronadas  habituales  á.  los  del  camf 
cristiano*   F'rancisco  Moreno,  soldado  viejo  de  la  ConquistaT 
lomó  un  arcabuz,  y  no  pudiendo  acertar  al  blanco,  velado] 
las  tinieblas  de  la  noche,  puso  la  puntería  sobre  ol  luj^r^ 
donde  le  pareció  salía  la  voz.  La  bala  traspasó  las  ent 
del  infiel,  quien  cayó  desde  lo  alto  al  pie  de  la  escalen 
pidiendo  á  sus  camaradas  la  misericordia  do  que  acabaw 
pronto  con  su  vida,  antes  de  caer  en  manos  de  los  espaftoto 
lo  que  se  hizo  como  fué  pedido.  El   héroe  de  esta  hasalb 


úm 


Moreno,  fué  muertu  un  poco  más  tarde  vn   combate  siiií?ühir 
por  Gaspar  de  Rodas. 

Viendo  Gómez  Fernández  la  obstinada  pertinacia  con 
que  los  indios  continuaban  combatiendo,  (Icterniinó  dirigirleí* 
una  formal  intimación,  amenazándolos  cruelmente  «i  no  se 
daban  de  paz,  alo  que  ellos  respondieron  con  alta  y  vanidosa 
osadía,  por  lo  cual  se  trabó  de  nuevo  el  combate,  con  má?^ 
furor  y  violencia. 

Algunos  españoles  impacientados  por  no  poder  asaltar  el 
fuerte  de  frente,  determinaron  llamfuearlo  para  l>uscar  mejor 
!     éxito.  Mas  entonces  los  l)árbaros  agregaron  á  los  tiros  comu- 
nes de  saetas  y  de  piedras,  la  caída  inesperada  de  grandes  y 
ponderosas  vigas  dispuestas  de  antemano  para  tal  fin.  Como 
el  plano  sobre  el  cual  se  sostenían  los  españoles  les  impedía 
moverse  cómodamente  para  evitar  tales  golpes,  resolvieron 
I     abandonar   este  ardid  y  ocurrieron   á    otras  estratagemas. 
,     Cortaron,  pues,  grandes  haces  do  paja  para  incendiar  con 
'     ellos  la  fortaleza;  pero  por  más  precauciones  que  tomaban 
para  llegar  cerca  do  los  sitiados  y  colocar  el  combustible  de- 
bajo de  los  zarzos,  no  les  era  dable  conseguirlo,  porque  el 
cacique  y  sus  amigos,  sus  hijos  y  las  mujeres,  los  atacaban  ton 
un   valor  y  rabia  inauditos,   arr<3Jando  sobre  ellos  piedras, 
palos,  lanzas,  dardos  y  hasta  excrementos  humanos. 

Duraba  ya  el  cerco  cinco  días,  y  varios  de  los  sitiadores 
comenzaban  á  desmayar  y  aun  trataban  de  abandonar  la  em- 
presa; pero  Francisco  Moreno  propuso  dar  el  asalto  por  los 
flancos,  estableciendo  líneas  paralelas  de  defensa^  que  consis- 
tieran en  cierta  especie  de  cercados  colmados  de  ramas  que 
I  amortiguaran  los  tiros,  y  detrás  de  los  cuales  pudieran  traba- 
lar  en  la  construcción  de  nuevas  líneas,  ganando  terreno  hasta 
aproximarse  á  la  base  del  edificio,  y  arrojar  luego  en  su  inte- 
rior los  combustibles  necesarios  para  reducirlos  á  ceniza. 
Este  arbitrio  tuvo  su  efecto,  porque  mucho  antes  que  las  llamas 
liubieran  prendido  en  la  madera,  ya  una  espesa  nube  de  Iiunio 
conieuzaba  á  asfixiará  los. sitiados,  poniéndolos  en  la  mayor 


—  Í194  — 

En  este  aprieto,  dispuso  Tone  que  las  mujeres  con  k 
niños  saliesen  por  una  de  las  troneras  {xisteriores  y  .se  abe 
gaRen  en  el  l)os(iue  de  la  montaña,  mientras  que  él,  apa 
ciendo  denodado  con  una  espada  castellana  en  la  mano, 
mostró  en  la  parte  anterior  del  fuerte,  pidiendo  paz  á  los 
tiadores  y  ofreciendo  someterse  con  los  suyos  á  un  compL 
vasallaje. 

Mientras  lo  diclio  se  cumplía,  uno  de  los  españoles  sepa- 
rado corto  trecho    del  campamento  descubrió  á  los  fugitivo 
que  se  internaban  en  lasciva»  y  dio  el  grito  de  alarma,  Tmw 
que  con  su  discurso  no  pretendía  otra  cosa  que  ganar  ticirif 
descendió  tic  un  brinco,  suelto,  ligero  cojno  un  tigre  en 
dio  del  campo  enemigo,  blandiendo  con  singular  maestría 
espada  toledana,  am  la  cual  causó  no  pocos  estragos.  Ac 
por  muchos  á  un  tiempo,  tomó  con  su  destreza  y  fuerza  dea-" 
comunales   á  uno  de  los  cristianos  más  próximos  á  él, 
las    piernas,    y    arrastrándolo    con   velocidad,    lo    llevó 
larga  distancia,  hasta  tanto  que  atacado  por  gran  núi 
de  combatientes,  se  vio  en  la  necesidad  de  largar  la  presa, 
deslizarse  con  la  rapidez  de  una  exhalación  por  la  espesu 
de  los  bosques  vecinos,  dejando  estupefactos  ásus  cont 
y  al  otro  no  poco  magullado  y  corrido  por  su  aventura. 

Se  observará  que  no  son  ya  estos  los  indios  asustadiz 
encontrados  en  el  país  por  Badillo  y  los  otros  conquistador 
Aunque  escasos  de  armas  que  pudieran  ser  comparadaí* 
las  de  los  europeos,  y  aunque  careciesen  de  caballos  y  per 
luchaban  impetuosamente  y  casi  en  igual  número  con  losopr 
sores  de  su  patria.  Estimulados  por  la  necesidad,  y  tomatid 
al  paso  algunas  de  las  tretas  y  artimañas  de  los  veteranc 
españoles,  y  uniéndolas  á  las  suministradas  por  au  nalural 
Instinto  de  astucia,  defendían  palmo  á  palmo  sus  hogares. 
Acaso  sin  la  superioridad  incontestable  en  el  arte  déla  guerra, 
el  triunfo  hubiera  sido  imposible  á  los  invasores.  En  las  reli- 
ciones  siguientes  se  hallaivln  pruebas  de  bulto  que evidenci» 
esta  verdad. 

Libre  Tone  de  las  manos  de  sus  antagonistas,  roc*»gí¿ 


mas  al  occideale  del  In'ontiao,  se  encas- 
tilln  de  nuevo  en  una  fortalez^i  mejor  colocada  y  con  las  mis- 
mas condiciones  de  resistencia  que  la  anterior.  El  formidable 
caci(iiie  no  se  arredró  con  la  rota  pasada,  sino  que  por  el  c^jn* 
trario,  cobrando  nuevos  bríos  y  más  entereza  para  la  defensa 
I  de  su  causa,  deten uino  lidiar  hasta  el  ün. 
í  En  el  lugar  liltimaiuente  fortiücadu  tuv<>  ocasión  un  sitio 

I     de  treinta  y  nueve  días,  en  el  cual  ese  corto  número  de  salvajes 
dio  al  traste  con  la  paciencia  de  los  peninsulares.  Los  adalides 
de  Castilla,  fatigados  con  la  duración  y   lo  crudo  de  la  cam- 
paña» estuvieron  á  pun^o  de  abandonarla;  mas  la  perseveran- 
I     cía  y  valor  de  ( FÓniez  Fernández  y  de  F'rancisco  Moreno,  le  pu- 
i     sieron  término  eücaz  aunque  tardío.  En  este  asalto,  se  repi- 
'    tieron,  poco  mas,  poco  menos,  las  mismas  escenas  de  sutileza, 
de  fuerza  y  de  arrojo  de  parte  y  parte»  hasta  que  los  sitiados, 
ixjducidos  a  la  última  extremidad  por  el  hambre,  la  sed  y  la 
muerte,  se  rindieron  sumisos  y  encorvaron  la  cerviz  bsyo  el 
duro  yugo  que  l(^s  imponía  el  Rey  de  los  españoles.  Tone  se 
presentó  de  paz,  y  fuera  tie  los  muclios  ijidios  muertos  en  el 
cninbate,  los  españoles,  según  usanza,  mataron  á  varios,  des- 
orejaron á  otros,  cortaiMHi  luirices,  manos  y  piernas;  y  á  un 
americarto  que  insistía  en  no  reconocer  su  poder  ni  el  poder 
clol  Rey  Felipe,  lo  entregaron  ala  voracidad  de  uno  de  los  sa- 
buesos, que  en  presencia  del  ejército  cristiano  arrancó  y  se 
comió  las  entrañas  del  infeliz.  Tone,  damefiada  su  altanería, 
ae  hizo  bautizar,  abrazó  la  religión  de  sus  tiranos  y  llovó  en 
seguida,  dice  la  crónica,  una  vida  ejemplai\ 

Tranquilizada  deíinitivamente  esta  parcialidad,  dio  Gómez 
Fernández  las  disposiciones  del  caso  para  la  refundación  de 
la  vieja  ciudad  de  Anlioquia,  condición  impuesta  para  su  nom- 
bramiento, y  siguió  en  busca  de  la.s  labulosas  lüquozas  <]ue 
su  calenturienta  imaginación  le  hacía  esperar  en  el  Chocó. 

Con  sus  compañeros,  pues,  se  internó  en  aquellas  seK^as 
.sin  descubrir  nada  tle  provecho.  Mortificado  constantemente 
por  las  veleidosas  é  irregulares  agresiones  de  los  indios,  an- 


—  6ÍI0  — 

düvo  poi^  sendas  desconocidas  y   mal   trilladas,  haata  qi 
abrumado  por  tanta  miseria  se  embarcó  en  uno  de  esos  rtfl 
anunimos  del  país,  y  perdiendo  no  pocos  de  sus  peones  y  so 
dados  salió  (i  la  costa    de  Urabá  y  siguió  á  Cartagena 
Indias, 

Firme  en  el  propósito  de  no  renunciar  á  sus  esperanzas, 
equipó  lo  mejor  que  pudo  otra  expedición,  se  abasteció  di' 
recursos  y  enderezó  de  nuevo  sus  pasos  á  su  Gobernación  tid 
Chocó.  Engolfado  y  perdido  otra  vez  en  aquellas  soledadcij, 
estuvo  en  Oromira,  donde  no  vio,  por  su  mal,  sino  salvajes 
hostiles,  saetas  empon zonadas ,  serpientes  venenosas,  lodaza- 
res, fiebres  mortíferas,  atmósfera  nublada,  huracanes  ater 
dores,  y  en  que  paderió  hambre  y  cansancio. 

Resuelto  á  ctyar  por  entonces  en  sus  intentos,  resolvi''* 
buscar  asilo  y  descanso  en  las  tierras  ya  más  abiertas  y  benig- 
nas de  Antioquia, 

Animando  con  su  briosa  energía  y  con  el  ejemplo  de 
alma  imperturbable  el  corazón  desfallecido  y  el  espíritu 
liente  de  sus  camaradas,  se  encaminó  al  oriente  por  el  pais< 
los  tabelles*  Después  de  mil  aventuras,  y  habiendo  pasado 
la  pena  de  ver  perecer  en  medio  fie  las  más  estupendas  coi 
gojas  muchos  de  sus  amigos,  salió,  protegido  por  algur 
indios  aliados  y  cristianos,  á  la  primera  Antioquia,  abancd 
nada  á  la  sazón  por  Francisco  Üaraliona,  quien  encargado  A* 
mantenerla,  no  fué  suficiente  para  contener  el  ímpetu  de  lew 
americanos  rebelados  y  tuvo  que  retirarse. 

Sabedores  los  habitantes  de  Antioquia  del  mal  predica- 
mento en  que  se  hallaba  ese  pelotón  de  infortunados  expedí 
cionarios,  mandaron  amplio  y  generoso  auxilio  que  repan> 
sus  fuerzas  y  les  permitió  llegar  a  la  población • 

De  Santaíó  de  Antioquia,  siguió  Gómez  Pernáiulez  jxirj 
Anserma,  lugar  de  su  residencia  ordinaria,  en  donde  encontn^ 
para  su  bien,  que  su  cuadrilla  de  negros  le  tenía  recogida 
sacados  de  sus  minas,  más  de  GO.OUO  castellanos  de 
Rico  con  tan  ingente  caudal,  resolvió  luego  dirigir  sus 
la  Poiu'nsula,  lo  que  ejecutó,   no  sin  haber   recompcnsaí 


—  607  — 


antes  con  mano  dadivosa  los  servicios  recibidos  del  jovcji 
Francisco  Barco,  su  compañero  inseparable  y  fiel  edecán  en 
toda  la  campaña^ 


Muerte  de  Gómez  Fernández.  —  En  la  Península  ob- 
tuvo definitivamente  el  título  do  Gobernador  del  Chocó,  ratifi- 
cado por  una  real  cédula,  como  debía  esperarse  que  aconte- 
ciera á  un  hombre  que,  ademas  de  su  larga  y  honorífica  hoja 

deservicios,  llevaba  consigo  la  roeoniondación  poderosa  que 
le  habían  dado  los  negros  de  su  cuadrilla.  Provisto  de  sus 
títulos,  regresó  á  América ;  pero  murió  en  Cartagena,  sepul- 
cro frecuente  de  los  europeos.  Gómez  Fernández  era  varón 
sólido  y  rolíusto,  inquebrantable  en  los  trabajos,  veterana 
encanecido  en  la  guerra,  emprendedor,  de  educación  ordi- 
naria y  vulgar,  pero  afortunado  y  mañoso,  A  su  muerte  al- 
canzó que  i>usieran  en  su  lo^a  la  siguiente  inscripción  va 
forma  de  epitafio  : 

Aquí  yaz  (ióinez  Fernández 
En  lugar  estrecho  puíísto, 
Antes  altivo  y  enhiesto: 
Pero  las  cosas  más  grandes 
Vienen  ¡i  parar  en  esto. 
Tuvo  presunción  subida 
Sin  temor  de  la  caída, 
No  queriendu  conoce  11  a 
Con  esperanza  de  vida. 
Que  es  lo  mas  incierto  dclla. 

En  el  año  do  156!),  gol)ernaba  un  Popayán  y  ¡sus  depen- 
dencias D.  Alvaro  de  Mendoza,  y  estaba  en  8antafé  de  Antio- 
tjuia  Gaspar  de  Rodas,  quien  después  de  mucho  tiempo  había 
fijado  8U  residencia  allí  y  tornadose  de  joven  belicoso  en 
liombre  provecto,  sesudo  y  experimentado.  Conocientlo  el 
Gobernador  Mendoza  las  altas  dotes  de  inteligencia  y  la  pru- 
dente cordura  de  liúdas,  le  había  nombi*ado  desde  antes  del 
año  á  que  aludimos,  su  teniente  de  Gobernador,  y  en  el  año 
dicho  lo  escogió  para  pacificar  los  indios,  hacer  nuevos  des- 
cubrimientos y  erigir  nuevas  poblaciones. 


f'-'i 


CAPITULO    UNDÉCIMO 


riniGra  campana  We  Gaspar  de  Rodas.  —  Es  auxiliado  ¡K>r  Fran- 
cisco  Martínez  de  Ospina  y  por  gente  de  Popayan.  —  Conquista 
de  Peque,  Ituango^  Teco,  Nore,  Cuisco,  Tuingo,  Araqae, 
Carauta  g  otros  tugares,  —  Exploración  de  la  parte  alta  y  tnedia 
del  Sinú,  —  Deposídori  de  Rodas, 


Primera  campaña  de  Gaspar  de  Rodas.  —  Investitio 
Gaspar  de  lindas  de  amplías  aLitorizaciones  y  de  un  poder 
mírnodo  para  asuntos  de  su  oomisiun,  puso  mano  á  la  obra, 
fcpérdida  de  tiempo.  Sus  vastas  relaciones,  su  inteligencia 
»«>s  hombres  y  ríe  las  cosas,  su  excelente  posición  social»  su 
'icia  en  las  luchas  con  los  barbaros,  su  pr¡vilep:iada  orga- 
^eion  corpijral,  sus  haberes  de  fortuna,  las  simpatías  do 
^  gozaba,  el  respeto  tenido  á  su  persona,  y  otras  recomen- 
piones  mas,  lo  hacían  sugeto  cumplidamente  apto  para  el 
^rinpeño  de  las  funciones  inherentes  á  su  destino. 

Además  de  ocuparse  en  rec^Dger  pertrechos,  aprestarais^ 
^  y  disponer  todos  los  útiles  precisos  para  la  empresa,  man- 
"*iia  especie  de  circular  á  sus  compatriotas  residentes  en 
*Osí  pueblos  y  ciudades,  invitiindolos  á  seguir  coa  él  la  carn- 


Es auxiliado  por  Francisco  Martínez  de  Ospina,  —  Este, 

^mandaba  en  laciudari  de  líemedios,  acudió  olicioso  al  lla- 
^tnientOj  llevando  pert'ectamente  ecpápados  60  hombres, 
Cilios  unos  de  Remedios  y  otros  de  Victoria,  entre  quie- 


—  TOO  — 


lies  estaban  como  principales,  Bartolomé  de  Pineda,  Anfe 
Lobo  de  Sande»  Juan  \'elasco,  Pedro  Fernández  Hívaí 
neira,  Diego  de  Guxmán  y  Juan  Aldana. 

De  Popayán  concurrieron   30  más,  y  entre  ellas  Fr 
cisco  López  de  la  Rúa,  Juan  Arias  Hubián,  Gaspar  Delgada 
Alonso  Serrano,  llevando  éstos,   oomo  los  anteriores,  e: 
lentes  armas,  ganado  lanar  y  de  cerda,  y  algunos  otros 
mentos  escasos  y  preciosos  todos  en  el  tiempo  de  que  tral 
mo8,  pues  que  entre  conquistadores  é  indios  un   hacha  v 
sesenta  pesos,  veinte  una  libra  de  sal  y  seis  una  aguja 

Todos  estos  soldados  fueron,  como  es  de  supojierse,  inu; 
bien  recibidos  y  acatados  en  Santafó  de  Antioquia,  en  doi 
reunidos  con  el  Capitán  y  sus  otros  compai^eros,  form 
una  columna  imponente  para  las  circunstancias,  ocupada  o 
asiduidad  en  bélicos  aprestos. 

Pasaban  empero  los  días>  y  á  los  pasados  seguían  oti 
sin  que  el  teniente  de  Gobernador,  jefe  de  operaciones,  iii 
señal  de  querer  entrar  en  la  vía  práctica  de  sus  intent 
Fué  tanta  la  dilación  y  demora^  que,  exasperado  ol  ánimo  de 
los  convidados,  al  íin  comenzó  entre  ellos  el  susurro  del  des- 
contento, que  incorporándose  y  tomando  formas  se  con- 
virtió en  poco  tiempo  en  el  agrit*  y  tumultuoso  clamum^ 
de  la  calumnia,  expresando  con  descaro  que  el  comandantr 
era  un  ambicioso,  un  intrigante  y  un  egoísta  que  no  peít* 
saba  en  otra  cosa  que  en  sus  medros  y  aprovechamímlOí 
personales.  La  turba  de  hombres  quejosos  convina  d 
nombrar  por  su  parlamentario  cerca  de  Rodas,  á 
como  individuo  caracterizado  y  tenido  en  gi*ándo  csti 
ción, 

Ospina  se  entendió  cou   Rodas  y   le  hir.o   preseale 
desconfianza  de  los  voluntarios,  los  inconvenientes  de  la  Uf^ 
danza,  las  ventajas  de  la  actividad  y  prontitud,  el  gran 
juicio  que  ellos,  hombres  pudientes  y  bien  establecidos  i 
otras  part;es,   experimentarían   con   la    perdida   de  üeiup 
viviendo  en  el  ocio.  Rodas  explicó  como  causa  de  la  deroo 
la  falta  de  muaiciones,  prometiéndole,  para  acallar  lo<>  chi 


—  70!  — 

mes  y  habladurías,  cfue  dentro  de  tercero  día  se  pondrían  en 
campaña. 

Alistado  ya  todo^  liizo  el  Gobernador  los  correspondientefcj 
nombramientos  para  el  ejército  :  teniente  general,  PYan- 
cisco  de  Ospina;  capitán  de  infantería,  Juan  de  Velasco;  de 
caballería,  Pineda;  alférez  general,  Molano;  y  Juan  Arias 
Rubián,  consej€^^o  áulico.  Era  capellán  de  la  tropa  fray 
Pedro  de  Guzmán,  dominicano,  y  estaba  c^compañado  por 
otros  religiosos* 

Después  de  salir  de  Antioquia,  llegaron  á  Tociná, 
iondo  se  pasó  revista  general  del  ejercito,  compuesto  de  94 
españoles,  7tMJ  indios,  ;^0Ü  negros  y  una  bjiüíia  caballería. 
Llevaban  4ÜÜ  vacas  y  5ÜÜ  cerdos* 


Conquista  de  Peque  etc.,  etc.  —  En  Todná  hicieron 

varias  salidas  ron  el  pretexto  de  invitar  á  la  paz  á  los  ene- 

ligos;  pero  éstos  contestaron  con  la  guerra,  Eran  mandados 

los   tales  indios  de   Peque  por  el  anciano  Sinago,  hombre 

tenido  en  grande  estimación  en  su  pueblo  y  en  otros  muchos 

del  circuito.  Tenía  por  sobrinos  á  Yutengo  y  á  Árame,  ambos 

valientes;  pero  petulante  é  inquieto  en  extremo  el  primero. 

Apenas  sabida  la  intimación  hecha  por  el  español,  convocó 

viejo  muchos  caciques  vecinos,  y  en  consejo  que  tuvieron 

iara  atender  á   las  exigencias  de  la  situación,   se    resolvió 

leclarar    definitivamente   la   guerra,    intento  para   el    cual 

ireció  en  el  campo  español  Yutengo,  ataviado   con   ricas 

joyas    y   armado  profusamente,    mostrando    un    semblante 

altanero,  gesticulando   con   menosprecio,  diciendo  baladro- 

ladas  en  tono  jactancioso,  y  exigiendo  imperiosamente  la 

lesocupación  del  país,  ó  la  guerra,  pero   guerra  á   muerte, 

mgrienta  y  formidable.  Les  aconsejó  también  que  en  cíiso 

que  estuviesen  por  lo  último,  apretaran  bien  los  puños  y 

mojaran  sueltamente  la  espada  y  el  arcabuz,   porque  ellos 

ataban  resueltos  á  morir  combatiendo,  ó  á  vencer. 

líióse  Rodas  de  la  presunción    y    salvaje   donaire  de 
igo,  cuando  hubo  sabido  por  el  intérprete  la  sustancia 


—  702  — 

de  su  razonamiento.  Brindó  tle  nuevo  u  los  iudífíenas  la 
cordia  intimándoles  al  misnio  tiempo  un  severo  ultimátii 
no  se  rendían  al  poder  soberano  de  su  liey. 

Despedido  el  bárbaro^  volvióse  A  sus  compañeros,  en  tanto 
que  Rodas  con  los  suyos  levantó  la  columna  y  se  movió  sobre 
Peque. 

En  las  inmediaciones  de  la  población,  eii  una  escarpada 
loma  cubierta  de  pajonales,  y  con  muy  pocos  árboles,  pero 
que  tenía  todas  las  ventajas  para  una  buena  defensa,  > 
bleció  el  Jefe  su  ejército*  Llamábase  este  punto  Lagunill 

Congregados  los  caciques,  y  reunidas  sus  mujeres  y  3 
mejores  y  más  numerosas  tropas,  cercaron  á  los  c-astella 
en  su  eminente  posición.  Ordenó  líodas  á  Pineda  que  6alÍQ 
á  divertirlos  á  la  cabeza   de   40  hombres,    lo    cual  ejecd 
baciendo  que  el  ejército  contrario  se   retirara  largo  trec 
pero  habiéndose  desviado  y  alejádose  á  no  corla  distam 
de  BU  vivac,  no  jiudo  rej^resar  aquella  noche  y  pernoctó  fu 
del  campo. 

Los  indios,  concertados  en  ideas,  creyeron  que  el 
partido  que  les  quedaba  era  el  de  hacer  oi!ultar,  duranlií  la 
i>scuridad,  una  gran  parte  de  soldados  en  la  espesura  de  loí 
pajonales,  y  á  la  mañana  siguiente,  cuando  los  rayos  drlíMJ 
hubieran  tostado  y  desecado  la  paja,  incendiarla,  poniendo  cü 
su  ayuda  el  poderoso  elemento  del  fuego  contra  los  tiranas. 
Así  se  hizo;  y  los  indios  encargados  de  la  ejecución  de  ede 
plan,  se  procuraron  fuego  al  siguiente  día,  á  la  hora  señalada, 
frotando  un  madero  seco  contra  otro.  La  paja  ai'diu  00a  oiia 
velocidad  increíble,  y  bien  pronto  humaredas  espesan,  " 
lampos  de  fücgu  y  todos  los  Iioi^rurcs  de  un  incendio  i 
vieron  simultáneamente  el  ejercito  íle  Rodas.  Alerrori.Jka'^ 
los  blancos  por   la  inminencia  del  peligro,  quisieron  huir 
desatentados  en  diferentes   direcciones;   pero  el   cuenii>  y 
sereno  Capitán  logró  contenerlos  con  la  eficacia  de  su  ejempli^ , 
y  de  su  i>alabra* 

A  este  tiempo,  los  l)árbaros  abalanzáronse  con  ímpetu,  ( 
gados  por  el  deseo  de\  enganza,  tomaron  todas  las  cncrucija 


montaña  y  cayeron  de  improviso  sol>re  sub 
rivales.  Trabóse  entonces  una  lucha  sangrienta  y  cruel,  que 
pareció  más  bien  que  una  íjatalla  arreglada,  un  duelo  per- 
sonal á  toda  sangre,  porque  los  liombres  peleaban,  se  golpea- 
ban, ^e  herían  y  hasta  encajaban  los  dientes  en  las  carnes  del 
enemigo. 

Andaba  dudoso  él  éxito  de  la  lucha;  mas  á  este  tiempo, 
Pineda,  que  pretendía  incorporarse  a  sus  cuarteles,  ataco  la 
chusma  por  retaguardia,  é  hizo  en  ella  una  carnicería  tan 
espantosa  que  la  obligó  á  guarecerse  en  las  selvas  y  mon- 
tañas vecinas  y  á  dejar  sf>bre  el  campo  300  muertos  y  no 
pocos  heridos.  Antes  de  huir,  los  bárbaros  amenazaron  á  los 
españoles. 

Obsérvese  cómo  nace  y  crece  gradualmente  un  principio 
de  táctica  militar  y  aun  de  estrategia  en  esta  pobre  y  desdi- 
chada nación.  No  obstante,  cuando  los  indios  comenzaron  á 
conocer  el  arte  de  la  guerra,  no  pudieron  practicarlo  porque 
los  españoles  los  habían  ya  casi  exterminado. 

El  día  siguiente  al  horrascoso  encuentro  que  hemos 
débilmente  delineado,  se  acordó  por  los  conquis( adores 
seguir  en  persecución  de  los  fugitivos.  Gonzalo  Vega^  con 
40  infantes,  fué  nombrado  para  desempeñar  esta  comisión. 
Salió  del  campo,  atravesó  el  riacliuelo  de  Peque,  trept)  una 
cuesta;  y  en  un  vallecito  que  formaba  explanarla,  encontró 
im  caserío  casi  totalmente  desierto,  pues  las  pocas  personas 
que  en  él  había,  no  hacían  más  que  lamentar  con  tristeza  la 
nuiertede  Sinago,  su  Jefe  predilecto  y  querido.  Sinago  había 
muerto  repentinamente. 

Detúvose  la  descubierta  de  Vega  algunas  horas  en  el 
referido  caserío^  compuesto  de  doce  grandes  chozas,  y  se 
pniveyó  de  abundantes  víveres;  pero  no  muy  tarde,  avanzado 
el  día,  fué  cargado  por  una  turbamulta  de  americanos 
conducidos  por  Yutengo,  Aramé  y  otros  caciques.  Las 
proezas  y  denuedo  de  Vega  y  de  sus  listos  camaradas  contu- 
vieron por  algún  tiempo  la  ira  y  el  ardor  de  los  salvajes; 
mas  al  fin,  arrollados  por  el  número,    hubieron  de  poner 


n 


—  704  — 

tierm  en  medio  en  busca  de  sus  wmpatriotaíí,  dejando  en 
retirada,  que  más  parecía  derrota,  la-s  provisiones  recogidas 
su  merodeo. 

Cuando  Vega  dio  al  Genera!  los  pormenores  de  su 
dición,  se  convino  en  ir  á  las  chozas  indiirenas  y  avania?" 
hasta  el  pueblo   de  Peque.  El  mismo  Vega  mandó  la  \*ai] 
guardia,  y  se  le  vio  en   aquel  día,   en  contra  ile  su   carácti 
halñtual,  triste  y  meditabundo. 

Había  antes  de  llegar  á  Peque  im  tupido  mator 
formado  por  cañaverales  y  malezas.  Era  la  mañana 
el  rocío  de  la  noche  anterior  humedecía  y  refrescabT 
aún  las  hojas  secas  y  marchitas,  los  tallos  y  los  tron 
COS.  Llegados  allíj  resolvió  e!  capitán  prender  fuego 
diferentes  puntos  del  transito;  la  llama  no  creció  por  cauí 
de  la  humedad^  pero  se  conservó.  La  vanguardia  av^uó 
camino,  hasta  que  temiendo  ser  atacada  por  los  indios, 
sintiéndose  débil,  resolvió  desandarlo  recorrido  y  seioter 
devuelta  en  el  rastrojo.  Ya  el  calor  de  un  sol  tropical  y 
evaporación  producida  por  un  tiempo  seco,  habían  convc 
tido  en  yesca,  las  hojas,  los  tallos  y  los  troncos;  un 
viento  soplaba  en  dirección  opuesta  á  la  senda  que  llevaban 
los  soldados  desfallecieron;  el  capitán  los  estimuló 
energía,  y  al  fin,  huyendo  y  saltando  en  diferentes  dir 
ciones,  fiaron  su  salvación  á  la  ligereza  de  sus  miembros- 
quedó  encerrado  por  el  incendio  sino  uno  solo,  el  infell 
capitán,  quien  después  de  haber  procurado  salvar  latid 
(le  sus  amigos,  se  halló  de  repente  faz  á  faz  con  ufl 
inmensa  ola  de  llamas,  que  como  los  tumbos  embravecidos  < 
lui  mar  de  fuego,  le  obstruían  el  paso.  Recogido  en  sí  mi^mo| 
desafiando  lo  crítico  de  la  situación,  intentó  dar,  y  dio  en  efe 
sobre  el  furioso  elemento  un  brinco  descomunaL  Un  remullí 
ríe  llamas  y  un  espeso  cordón  de  humo  envolvieron  y  i 
carón  al  temerario  soldado  en  su  tránsito  al  travos  deaque 
hoguera.  Casi  asfixiado  y  con  las  vestiduras  ardiendo,  ca 
al  suelo,  donde  fué  socorrido  caritativa  pero  tardíameitj 
por  sus  companeros.  Calcinadas  sus  carnes,  sobrevivió  uní 


—  705  — 

pocas  horas  y  murió  luego,  cou  gran  sentimiento  de  todos, 
especialmente  del  Gobernador,  quien  le  miró  siemp!*e  como 
uno  de  sus  más  leales  camaradas  y  uno  de  sus  mejores 
amigos. 

Muerto  Sinago,  como  antes  dijimos,  se  apoderó  de  los 
indios  la  más  corruptora  y  debilitante  desmoralización, 
Yutengo  y  Aramé  pretendieron  resistir  todavía;  pero  tropas 
de  bárbaros  so  presentaban  diariamente  pidiendo  el  agua  del 
bautismo,  y  ofreciendo  someterse  á  los  Reyes  cristianos- 
Amilanados  en  consecuencia  los  dos  cacicjues  se  retiraron  á 
los  bosques  y  no  parecieron  más.  Los  invasores,  por  su 
parte,  trasladaron  su  comitiva  al  valle  de  Norisco,  de  donde 
eran  señores  y  potentados  Bayaquima  y  Tacujurango. 

Corría  ya  el  año  de  157!,  por  Enero,  y  Tacujurango 
informó  á  los  españoles  que,  andando  un  poco  más  al  norte, 
había  un  asiento  de  ricos  pobladores,  cuantiosamente  provisto 
de  oro  y  abastecido  de  víveres.  Este  informe  pérfido,  que  no 
tenía  por  parte  del  salvaje  más  objeto  que  alejarlos  de  sus 
dominios,  encendió  en  el  pecho  de  los  conquistadores  el 
ardor  instintivo  de  su  proverbial  codicia.  Marcharon  para 
allá;  mas  en  vez  de  lo  prometido  hallaron  un  pueblo  com- 
puesto  ár,  cien  casas,  escueto  y  miserable,  de  donde  eran 
Icaciquos  Tecucc  y  Agrazaba.  Este  pueblo  era  el  de  Huango; 
fy  tan  mezquino  y  exhausto  de  provisiones  de  boca  lo  encon- 
jtraron,  que  el  hamijre  hubiera  dado  fin  á  sus  días,  á  no 
[ticr  por  la  abundancia  de  aguacates,  fruta  suculenta  y 
aparadora  con  qu-^  mantuvieron  sus  fuerzas  por  muchos 
Pdías. 

Aunque  la  penuria  del  lugar  fuese  extrema,  el  aliciente 
lile  algunos  veneros  dorados,  la  blandura  del  clima  y  la  posi- 
|.tiva  feracidad  de  los  terrenos,  les  mostró  aquel  suelo 
>ropio  para  una  nueva  fundación;  pero  Rodas  no  opinó 
le  la  misma  manera,  y  se  opuso  á  ello  por  el  momento  con 
*nac¡dad. 

Con  el  rechazo  de  Rodas  levantáronse  contra  él  nuevas 
Calumnias,  especialmente  entre  la  gente  de  Ospinct  y  entre  los 

. áfi. 


auxiliares  de  Popayán,  que,  como  suele  acontecer  8Í€ 
con  aliados,  eran  los  mas  predispuestos  á  sedición,  aune 
bien  visto  tuviesen  que  habérselas  con  unsugetopoco  ma 
jable  y  poco  sensible  á  su  vocin^^^lería. 

Acercábase  á  todo    andar   el    invierno,   que,    como 
sabe»  consiste   en  estos  países  de  los  trópicos  en  un 
continuo  de  aguaceros  torrenciales,  que  alcanzan  en  algur 
años,  especialinenLeen  las  comarcas  de  que  vamos  tratando J 
ser  bastantes  para  cubrir  hasta  dos  metros   en  el  año 
superficie  del  suelo. 

Notando  el  Gobernador  el  raro  descontento  y  el  disí 
que  se  mostraba  entre  los  suyos,  les  manilestó  con  suavíd 
firme  y  entera  que  había  resuelto  buscar  cuarteles  de  invien 
puesto  quü  la  estación  no  se  prestaba  para  continuar  la  can 
paña;  y  fundó  la  base  de  su  disposición  en  razones  de 
poso,  á  que  se  rindieron  convencidos  los  mas,  y  á  las  cua 
respondieron  con  nuevas  murmuraciones  y  despropósitos  Id 
amigos  de  Ospina  y  los  soldados  de  Popayán.  El  gran  pr 
texto  de  estos  lionibres  en  contra  de  su  comandante,  se  ha 
consistir  en  la  sospecha  de  que  no  quería  repartir  la  Mertj 
conquistada,  entre  ellos,  sino  más  bien  adjudicarla  a  1<Í 
vecinos  de  la  ciudad  de  Santafé  de  Antioquia,  sus  parcis 
desconociendo  los  méritos  y  los  servicios  de  los  auxilia 
y  premiando  indebidamente  personas  sin  recomendadí 
alguna. 

Para  manifestar  al  Gobernador  su  modo  de  sentir, 
gieron  otra  vez  al  sugeto  más  conspicuo  y  caracterizados 
entre  ellos,  Ospina,  quién  cntendiéjidose  con  Rodas,  le 
que  comprendía  el  valor  do  sus  razonamientos;  pero  q[W 
parecía   igoalmente  cuerdo  repartir  las  encomiendan  de 
ganailo  habita  entonces,  entre  todos  los  camaradas,  y  hmi 
inmedialamente  una  ciudad  en  el  punto  en  que  se  hallabaD,| 
agregó  por  vía  de  amenaza,  que,  si  así  no  lo  ejecutaba, 
estaba  resuelto  á  abandonar  la  partida,  á  separai*fie  do  I 
empresa  y  á  volver  inmediatamente  á  su  casa,  donde  iiiej* 
cuidados  y  más  positivos  intereses   lu  llamaban.  Conle^t 


—  707  — 

Rodas  con  todos  los  miramientos  y  respetes  debidos  á  la 
importancia  de  su  persona,  mas  sin  oponerse  en  manera 
alguna  á  su  intento  de  separación. 

El  fundador  de  Remedios,  en  consecuencia,  escoltado 
por  20  hombres,  tomó  la  vuelta  de  Antioquia,  con  grave 
sentimiento  de  sus  numerosos  amigos,  por  ser  liombre  de 
grandes  y  poderosas  influencias,  simpático  y  querido  entre  los 
conquistadores.  Con  su  ausencia,  crecieron  la  desazón  y  la 
inquietud  en  el  campo,  y  vino  el  ejército  todo  a  un  grado 
tan  supremo  de  desorden  y  exaltación,  de  insubordinación  y 
desconcierto,  que  estuvo  á  punto  de  disolverse.  El  modo 
eomo  Rodas  reorganizó  y  puso  orden  entre  estos  disgregados 
dcmentos,  lo  veremos  en  seguida. 

Con  la  partida  de  Ospina,  sus  adeptos,  un  tanto  amoü- 
Dados,  amenazaban  llevar  las  cosas  á  un  desagrable  con- 
flicto. 

Juan  Velasco  y  Pedro  Fernández  Rivadeneira,  sugetos 
acreditados,  amigos  apasionados  de  Ospina,  dalian  por  su 
barte  serias  inquietudes.  Para  desbaratar  cualquier  plan  de 
rebelión  que  estos  dos  individuos  pudieran  conceliir,  deter- 
ininó  el  Gobernador  emplearbjs  en  cosas  de  provecbo,  hala- 
gando al  mismo  tiempo    su  vanidad.   A   Juan    Velasco    lo 
tnandó  en   busca  de  nuevos    descubrimientos   del   lado   de 
Driente  hacia  el  gran  río  Cauca,  en  la  parte  fronteriza  al  país 
ie  los  nutabes.  Iba  con  40  compañeros,  A  Fernández  Riva- 
deneira le  ordenó  fuese  a  descubrir  nuevas  poblaciones  en  el 
Íe  entonces  se  creía  opulento  valle  de  Teco. 
Mientras  esto  sucedía,  llegó  Martínez  de  Ospina  á  Santafé 
lAntioquia,  desde  donde,  por  medio  de  una  carta  mandada 
popayán,  informó  a  D.  Alvaro  de  Mendoza  del  mal  curso 
e  la  conducta  de  su  teniente  de  Gobernador  imprimía  al 
^gociado    de    la  conquista.    Este    informe    fué    altamente 
iesfavorable  á  los  intereses  de  Rodas,  y  le  cambió  el  ánimu 
l^ntctí  amistoso  de  Mendoza  en  hostil  y  contrario  por  todo 

Í tremo, 
I    Juan   Velasco   llegó    al   Cauca,    enfrento   del   valle  de 


^  708  — 

San  Andrés,  á  un  punió  en  que  los  indios  tenían  un  puc 
de  bejucos  que  comunicaba  una  ribera  con  otra,  y  al 
llamaban  de  BreduncOj  Brcmico  ó  Neguerí,  por  el  cacique  i 
este  último  nombre  que  tenía  su  vivienda  en  las  cercanÉ 
En  este  punto  topó  Velasco  una  vieja  que  se  ejercitaba  enj 
profesión    del   comercio    por    aquellos   pueblos,   y   8obro] 
cuerpo  de  aquella  mujer  hallaron  los  españoles  mil  pesos 
buen  oro,  de  los  cuales  fué,  por  supuesto,  despojada,  dánd 
encima  con  soez  y  cobarde  atrevimiento  unas  cuantas 
tadas  y  algunos  puntapiés. 

Sin  más  aventura,  y  un  tanto  temeroso  del  gran  núni6 
de  bárbaros    que  se  reunía    en    actitud    hostil  en   la  o^ 
banda   del  río,    volvió    caras    el    teniente   en    dirección 
cuartel  general,  para  dar  cuenta  de  lo  visto,  justamente eT 
el  tiempo  que  se  le  había  asignado  para  el  desempeño  de  í*y 
comisión. 

Rivadeneira,  en  cumplimiento  de  la  suya,  sedirigiiid 
valle  de  Teco,  lo  tomó  por  asalto  durante  la  noche,  h¡» 
prisionero  al  cacique,  quien  prometió  rescatarse  por  um 
gruesa  suma  de  oro,  se  estableció  en  el  pueblo,  lo  entreg»i  i 
saqueo,  y  quedó  por  más  tiempo  del  que  se  le  había asil 
nado,  atormentando  á  los  naturales  con  toda  clase  <kj 
atropellos  y  crueldades.  Gastada  la  paciencia  de  los  s^iWi 
y  considerando  corto  el  número  de  enemigos,  formaron  ua 
de  sus  acostumbradas  peloteras,  y  dando  de  súbito  sob 
ellos,  los  acosaron  en  tal  guisa,  que  no  bastó  el  valor  caiíll 
llano  para  resistir  el  fogoso  ardimiento  de  los  bárbaixííí.  Vi, 
tal  el  aprieto  en  que  se  halló  la  colunina,  que  abandonan^ 
no  sólo  el  botín,  sino  también  muchos  haberos  propios, 
prendió  recogerse  al  cuartel  general,  haciendo  fuego  eo 
rada  para  defenderse. 

Antes  de  llegar  al  campamento,  fueron   atacadc 
tanta   temeridad  y  destreza,   que  inevitablemente   hut 
pereciilo  todos  ellos,  á  no  ser  por  el  oportuno  rcíuerao  <| 
recibieron  de  sus  compañeros.  Sin  iiubargo,  murieron  fkt| 
tres  españoles,  fueron  heridos  los  mas,  y  Fernándeai  Itívai  I 


neira  en  cinco  partes  distintas.  Las  saetas  estaban  envene- 
nadas, y  hubo  precisión  de  cortar  las  partes  berida^^  y  caute- 
rizarlas luego,  método  ordinario  de  que  se  servían  los  conquis- 
tadores para  evitar  la  muerte  en  tales  casos. 
^K  No  quedó  muy  contento  el  director  de  operaciones  con  la 
^jonducta  de  su  teniente,  porque  la  demora  y  el  manojo  gro- 
sero tenido  con  los  naturales,  en  contradicción  con  sus 
órdenes  espresas,  eran  la  causa  cticiente  de  aquel  descalabro. 
No  siendo  favorable  la  situación  en  que  quedaban  por  entonces, 
vio  el  Jefe  que  lo  más  prudente  para  él  en  aquella  coyuntura 
consiíjtía  en  mover  su  tropa  y  trasladarse  a  Norisco,  y  para 
facilitar  esta  operación  dispuso  que  Andrés  de  Soria  con 
30  soldados  pasasen  al  próximo  señorío  de  Agrazaba  en 
busca  de  indios  de  carga.  Así  se  verificó,  y  en  Norisco  el 
cacique  de  Agrazaba  redimió  los  cautivos  trocándolos  por 
oro. 

La  rota  de  Fernández  Rivadeneira,  dada  por  los  mora- 
dores de  Teco,  pedía  venganza;  porque  fuera  de  su  acción 
maléfica  sobre  el  ánimo  délos  soldados,  aumentaba  el  orgullo 
y  pretensiones  del  vencedor.  Para  cortar  de  raíz  este  mal, 
fué  encargado,  con  50  soldados,  el  capitán  Bartolomé  de 
Pineda.  En  cumplimiento  de  su  encargo,  tomó  a  Teco,  des- 
cuartizó indios,  saqueó,  y  ejecutó  a  maravilla  todas  lasabomi- 
ciones  y  atrocidades  que  en  aquella  época  luctuosa  para  los 
americanos  estaban  á  la  orden  del  día. 

Después  del  rudo  y  sangriento  castigo  ejecutado  en  los 
habitantes  del  pueblo,  enderezó  Pineda  sus  pasosa  la^  pobla- 
cioneii  de  Cuisco,  Araque  y  Tuingo  en  las  cercanías  del  Sinú, 
donde  fué  bien  acogido  por  los  babitantes,  que  temblaban  ya 
á  la  vista  de  sus  sanguinarios  huéspedes.  Los  salvajes,  que  no 
lo  eran  tanto  que  careciesen  de  un  ligero  barniz  de  diplomacia, 
les  dijeron  que  en  Carauta  había  algunos  vecinos  opulentos  de 
oro  y  otros  haberes  :  esto  lo  hacían  movidos  por  celos  y  rivali- 
dades lugareñas  con  sus  compatriotas  de  Carauta,lugar  á  donde 
llevaron  su  camino  los  codiciosos  é  incansables  peninsulares. 
En  Carauta,  como  en  otras  partes,  fueron  acogidos  sencilla- 


—  710  — 

mente,  regalados  y  vistos  con  el  respeto  y  veneración  í|11 
les  inspiraban  seres  extraños  y  divinos  para  ellos, que  llevaban 
el  trueno  y  el  rayo  en  sus  manos  y  que  disponían  á  su  arbitrio 
lie  la  vida  y  de  la  muerte. 

Abusando,  como  casi  siempre  lo  hacían,  de  la  inocente^ 
hospitalidad  que  se  les  concedía,  se  entregaron  los  cristiana* 
en  Garanta  á  sus  habituales  depredaciones;  y  en  tal  grado  lo 
ejecutaron,  que  agotado  el  sufrimiento  de  aquellos  pobrta 
indígenas,  fueron  por  un  camino  corto  de  travesía  á  poner 
en  conocimiento  de  Rodas  el  comportamiento  irregular  y 
cruel  que  Pineda  y  sus  c-ompañeros  estaban  practicando  en  sos 
hogares.  El  Coniandante,  que,  como  hemos  dado  a  entender, 
era  movido  siempre  por  un  espíritu  justiciero,  ordenó  ijune- 
diatamente  á  Pineda  que  compareciera  en  su  pres4mcia* 
Este,  que  se  creía  á  gran  distancia  del  campamento,  por  haber 
hecho  en  su  excursión  muchos  rodeos  y  por  ignorar  el  abn*- 
viado  sendero  seguido  por  los  que  dieron  la  denuncia,  obe» 
deció  sumiso  el  mandato  y  tomó  para  su  regreso  las  cum'  * 
de  la  cordillera,  que  en  esa  parte,  sin  alcanzar  á  las  ui. , 
perpetuas,  sí  tienen  bastante  elevación  para  enfriar  el  aire 
en  demasía  y  tornar  la  atmósfera  de  los  trópicos  helada  cu 
extremo,  Andando  por  aquellas  alturas,  experimentó dificulU- 
des  enormes,  pasó  trabajos  inauditos,  y  vio  arrecidos  y  muer  lo* 
por  el  frío  á  algunos  do  los  de  su  séquito;  otros  se  salvaroa 
con  una  dura  y  vigorosa  ílagelación,  remedio  eficaz  y  rec<h 
nocido  contra  los  ataques  de  esta  clase  de  intemperie.  Ea 
presencia  de  Rodas,  acobardado  y  sumiso,  pasó  Pineda  por 
la  vergüenza  de  ver  increpada  su  conducta,  mal  calificailo* 
sus  procederes,  y  reprendidas  como  torpes  sus  acx^ioni^  fué 
destituido  del  mando. 

Una  de  las  cosas  que  contrariaron  más  al  teniente  de 
Gobernador,  en  la  expedición  de  Pineda,  fué  que  en  vei  de 
seguir  desde  Tuingo  y  Carauta  hacia  las  cabeccra^i  del  rio. 
no  hubiera  continuado  aguas  abajo,  porque  en  aqttol  li*5inpo^ 
era  refrán^sabido  entre  conquistadores,  el  siguiente  : 


ít  Desgraciado  del  Perú 
Si  se  descubre  el  Binii. 


De  esto  y  de  su  disgusto  hizo  Rodas  inanifestacióii  pii- 
ilica  (i  los  individuos  de  su  ejército,  í^as  consecuencias  serán 
vistas  en  la  continuación  de  esta  obra. 


Descubrimiento  del  Sinú.  —  Como  la  jornada  para  exa- 
linar  el  Sinú  fuese  halai^adora,  y  Juan  Vclasco  uno  de  los 
más  arabiciosos  y  emprendedores  de  la  comitiva  conquista- 
dora, ganó  de  mano^  y  anteponiéndose  á  todos  pidió  permiso, 
que  le  fué  concedido,  para  guiar  en  esta  campnna. 

Por  un  sendero  semejante  al  seguido  por  su  antecesor  Pine- 
da, se  aproximó  al  Sinü,  y  por  su  orilla  izquierda  desc-endió 
como  diez  miriametros.  Por  el  tránsito  fué  hallando  poblacio- 
nes de  mediana  importancia,  en  las  cuales  los  naturakís  le 
recibieron  bienal  principio.  Satisfecho  y  lleno  de  ilusiones  con 
lo  visto,  adelantó  su  carrera  un  poco  más  y  descubrió  el  princi- 
pio de  un  territorio  que,  dilatándose  á  lo  largo  del  río,  por  uno  y 
otro  lado,  es,  según  la  opinión  de  los  historiadores  de  a([uella 
época,  de  una  feracidad,  magnificencia  y  belleza  singulares- 
Tiene  ese  circuito  una  grande  extensión,  temperatura  un  poco 
elevada,  amplias  planicies  cubiertas  de  gramíneas,  al)undante 
riego  natural  de  arroyos  y  torrentes,  suave  acción  de  los 
elementos  sobre  la  existencia  del  hombre,  multiplicados  vene- 
ros metálicos,  y  una  espesa  capa  de  tierra  vegetal  propia  para 
el  cultivo  de  pastos,  para  arboles  frutales  y  para  el  estableci- 
miento fio  muchas  empresas  agrícolas  de  importancia. 

Si  aquel  puñado  de  aventureros,  en  vez  de  desempeñar 
letra  por  letra  el  sangriento  programa  de  su  destino,  hubiera 
hermanado  con  los  indios,  los  hubiera  domesticado  y  validóse 
de  ellos  racionalmente  para  el  establecimiento  de  una  colonia, 
esa  encantadora  c/:íniarcaj  en  lugar  de  perder  su  débil  signi- 
íicación  de  entonces,  hulíiera  prosperado,  y  sería  hoy  no  un 
desierto  yermo  sino  un  (xmtro  de  civilización  y  d(?  comercio. 
Siempre  será  cierto  ({ue  ese  territorio  f[ueda  como  una  espe- 


—  712  — 

ranza  lisonjera  para  los  Eístados  de  Bolívar  y  de  Aiitioquii 
cuando  mu  ideas  de    orden  y  de  paz  piensen  seriamente 
su  bienestar  y  en  su  prosperidad. 

El  capitán   Vclasco,  con  insaciable  codicia,  recogió 
poco  de  orOj  y  se  apoderó,  ya  ¡jor  voluntad  de  los  indios, 
por  fuerza,  de  algunos  otros  liabei'es.  Cargado  con  eso,  volj 
vio  al  campo  de  Rodas  dando  las  más  halagüeñas   noticia 
por  donde,  y  para  asegurar  lo  conquiistado  y   descubierta: 
pensaron  que  sería  bien  fundar  una  ciudad  que  sirviese  coiiD 
base  segura  de  operaciones. 

En  las  cercanías  de  It nango,  á  dos  leguas  del  Cauca, 
sobre  una  loma,  se  erigió,  pues,  la  ciudad  de  San  Juan  de  \ 
das,  en  10  de  setiembre  de  1570,  Fueron  sus  primeros  álcali 
des  Juan  Velasco  y  Alonso   Hernández  Molano,  y   alíér 
mayor  Juan  Alonso  de  Sautana.  Tuvo  seis  regidores. 


Deposición   de  Rodas.  —  Afirmados  los   fundamente 

de  la  ciudad  y  organizado  lo  refei'ente  al  mantenimiento  M 
ella,  y  dejando  alguna  gente,  determinó  el  comandante  volve 
sobre  Peque  y  Evéjico;  mas  cuando  se  ocupaba  en  poner 
práctica  su  idea,  supo  por  carta  llegada  de  Antioquia,  qu 
el  informe  dado  por  Ospina  al  Gobernador  de  Popayán  habí 
producido  su  efecto,  y  que  en  tal  virtud  venía  en  su  reeti 
plazo,  como  teniente  de   Gobernador,    Alonso   de   Mendoí 
Carvajal,  liermanodeD*  Alvaro,  y  que  él  quedaba  destituido^ 
de  su  empleo. 

Cambió  de  pensamiento  en  razón  de  las  nuevas  circí 
tancias,  retornó  sin  pérdida  de  tiempo  á  San  Juan,  repartí^ 
entre  sus  compañeros  las  encomiendas  de  la  tierra  y  adjudic 
á  los  vecinos  de  Santafó  de  Antioquia  las  de  Peque  y  Evéjic 
Este  repartimiento  disgustó  a  muclios,  pues  la  mayor  par 
creyéndose  la  más   meritoria,  aspiraba  á  más  alta  y  digiu 
recompensa.   Levantáronse,    como    de  costumbre,   sent¡«1 
quejas  y  murmuraciones;  mas  ya  el  Comandante,  desprovti 
de  autoridad,  pensó  fijarse  en  Santafó  de  Antioquia  en  clase < 
hombro  privado,  y  dio  sólo,  bástala  llegada  del  8Uí>tituto«U 


—  713  - 

últimas  disposiciones  gubernativas.  Dispuso  que  quedara  por 
Justicia  Mayor  y  teniente  en  la  ciudad  Juan  Velasco,  y  ordenó 
que  pasasen  la  población  al  valle  de  Teco,  en  el  antiguo  asien- 
to de  la  villa  de  Maritúe,  orden  que  desagradó  notablemente 
á  los  vecinos. 

Los  veinte  españoles  que  escoltaron  hasta  Antioquia  al 
capitán  Ospina,  al  regresar  al  campo  fueron  asaltados  en  el 
tránsito  por  los  rebeldes  de  Peque,  quienes  mataron  á  Gon- 
zalo Verde  y  á  Alonso  Maldonado. 

Obediente  Rodas  á  los  mandatos  de  su  superior,  se  esta- 
bleció en  Antioquia,  donde  fué  respetuosa  y  brillantemente 
acogido  por  los  habitantes.  Se  quejó  con  amargura  de  la  des- 
titución y  de  los  desaires  recibidos ;  pero  al  mismo  tiempo 
D.  Alonso  estaba  sujeto  á  la  misma  suerte,  por  consecuencia 
de  haber  sido  residenciado  y  privado  de  su  empleo. 


GAriTULO   DÜODEaMO 


Andrés  de  Valdívia^  —  Velasco  vuelve  sobre  elSinú.  —  Exiío  des- 
graciado de  esta  campaña,  —  Insurreccióii  general  de  los  eatios 
y  muerle  de  V e lasco. *^  Leonel  de  Ovalle  es  nombrado  jefe. -^ 
Reedificación  de  San  Juan  de  Kodas.— Opcracioíies  da  Valdima. 


ki 

N 


Andrés  de  Taldivia.  —  Corría  el  año  de  1571 ,  por  Febre- 
ro, y  las  cosas,  que  pasaban  como  acabarnos  cte  indicarlo  Jiu- 
bieran  puesto  en  peligro  el  orden  y  tranquilidad  de  que  tanto 
necesitaban  los  europeos,  si  el  carácter  de  Kodas,  ajeno  á 
toda  propensión  á  rebeldía,  no  hubiera  sido  prenda  de  estabi- 
lidad. Para  disipar  toda  duda  en  este  punto,  llegó,  investido 
de  un  título  real  en  debida  forma,  Andrés  de  Valdivia,  como 
Gobernador  de  Antioquia.  Valdivia  es  el  mismo  personaje 
que  entendiéndose  en  Aiiserma  con  Lucas  de  Avila,  recibió  de 
él  medios  y  auxilios  suficientes  para  trasladarse  á  la  Penín- 
sula, y  negociar  alia  el  gobierno  de  esta  parte  de  América  por 
cuenta  de  8U  protector  .  Este  hombre  infidente  é  ingrato,  en 
'ezde  llenar  religiosamente  el  cumplimiento  de  su  palabra, 
negoció  para  sí,  y  obtuvo,  como  lo  pretendía,  el  mando  de  la 
tierra,  burlando  en  mala  hora  para  él  mismo  la  sencilla  cre- 
dulidad y  buena  fe  de  su  comitente.  Parece  que  en  el  título 
de  Valdi\ia  no  estaban  comprendidas  ni  Santafé  de  Antioquia 
ni  sus  dependencias  conquistadas  bajo  la  dirección  de  los  Go- 
bernadores de  Popayán,  á  cargo  de  los  cuales  debían  quedar; 
pero  el  astuto  castellano,  sin  darse  por  entendido  en  esta  ma- 
teria, presentó  sus  provisiones  en  la  ciudad  como  si  fuesen 


—  716  - 

extensivas  a  todo  el  país.  Los  anlioqiiefios  lo  recibieron  y  1 1- 
conocieron  como  autoridad  legítima;  y  desde  entonces  el  ac- 
tivo Gk>bernador  comenzó  á  poner  por  obra  los  planes  forjado** 
en  su  ardiente  y  exaltado  cerebro,  principiando  por  dar 
pronto  y  eficaz  auxilio  a  los  moradores  de  San  Juan  de  Uodas, 
que,  como  hemos  visto/no  corrían  buena  fortuna^  cercados  y 
molestados  como  se  hallaban  por  los  indios. 

D.  Jerónimo  de  Silva^  sucesor  de  Mendoza,  sabiendo  que 
Valdivia  se  ingería  en  asuntos  de  su  Gobernación,  reclaiii'i 
ante  la  Real  Audiencia  y  protestó  vigorosamente  contra  ta* 
maño  atentado. 

Mientras  que  la  Real  Audiencia^  ó  en  su  defecto,  el  Coíj- 
sejo  Supremo  de  Indias,   decidía  y  sentenciaba  esta  causa 
el  nuevo  Gobernador  continuó  en  sus  faenas  y  trabajos,  con 
si  de  tal  cosa  no  se  tratara,  y  confirmó  el  nombramiento 
cho  por  su  antecesor   en  Juan  Velasco  como  Justicia  May< 
de  San  Juan  de  Rodas.' 

Irritados  los  europeos  con  ios  naturales  de  Petjue  por) 
muerte  dada  á  Gonzalo  Verde  y  Alonso  Muldonado»  iuteuta^ 
ron  castigarlos.  Con  tal  fin,  cayeron  sobre  ellos  durante 
noche,  y  ejecutaron  sus  acostumbrados  hechos  de  valentía 
crueldad,  Dícese  que  en  esta  campaña  ocurrió  un  lance  qii 
á  pesar  de  su  inverosimilitud  no  queremos  pasaren  silencio 
porque  hay  anécdotas  que  reúnen  en  sí  mismas  el  carácter 
pico  de  un  período. 

Un  joven  indio,  esbelto  y  arrogante,  fué  atacado  en  el 
tio  de  una  choza  por  siete  españoles  agavillados  contra  él. 
americano  se  defendía  con  una  maza,  y  los  blancos  lo  at 
ban  con  sus  espadas;  los  unos  esgrimían  diestramente 
aceros,  dando  al  infeliz  numerosas  estocadas,  mienti"as  qü 
él,  sacudiendo  veloz  y  diestramente  su  madero,  descari 
sobre  ellos  aturdidores  garrotazos.  Así  anduvo  el  cerUtEen 
por  algún  tiempo,  hasta  que  el  bárbaro,  rendido  por  el  núi 
ro  y  acribillado  de  heridas,  cayó  al  suelo  cuando  todavía 
piraba.  Pareció  cosa  de  milagro  que  tantos  y  tan  formidabU 
golpes  no  acabaran    la  existencia  de  aquel  pobr*     '•  qt| 


—  717  — 


,     no 

I:; 


^60 


sin  duda  movió  el  corazón  menos  endurecidu  de  Alonso  do 
Arce^  quien  para  librarlo  del  furor  de  sus  compañeros,  les 
hizo  el  síguienlc  parlamento  :  u  Camaradasy  amii^os,  algo  se 
me  alcanza  de  la  difícil  y  oscura  ciencia  quiromántica,  y  lie 
notado  en  las  líneas  y  contornos  de  las  manos  de  este  salva- 
e,  que  ha  sido,  como  Aquiles,  bañado  en  su  infancia  en  las 
uas  de  la  laguna  Estigia,  y  que  por  tanto  toda  diligencia 
para  arrancarle  la  vida  será  vana.  Perdonémosle,  pues.»  A 
esta  treta  humanitaria  respondió  uno  de  los  soldados  venidos 
de  Popayán,  conocido  en  el  ejército  por  el  apodo  de  Gavilán, 
diciendo  que  á  él  se  le  alcanzaba  también  un  poco  de  la  fábu- 
la,   y    que  estaba    seguro    de    que    el   modo   de    rematar 
á  aquel  perro  infiel  consistía  en  atacarlo  por  el  colodrillo, 
pues  era  vulnerable  allí  como  lo  había  sido  por  el  talón  el  fa- 
moso héroe  de  Troya.  Todo  esto  vino  á  parar  en  que  por  vía 
de  conmutación  de  pena,  y  por  ostentación  de  magjianimidad, 
rtaronal  infeliz  ambas  manos,  y  volvieron  victoriosos  y  con* 
lentos  á  San  Juan. 
^         Lo  que  llama  un  poco  nuestra  atención  en  este  cuento  es 
*que  el  indio,  curado  de  sus  heridas,  se  hizo  bautizar,  y  fué, 

I  según  el  sentir  del  cronista,  un  perfecto  cristiano. 
I  Velasgo  vuelva  sobre  el  Sinú. — No  se  habrá  olvidado  la 
|)asada  y  favorable  excursión  hecha  por  Velasco  al  Siniu  lia- 
lagado  este  capitán  por  el  mediano  éxito  obtenido  en  ella, 
quiso  tentar  fortuna  por  la  segunda  vez.  Equipó  lo  mejor 
que  pudo  3U  soldados,  aparejó  12  caballos  y  tomó  consigo  10 
perros  de  casta  pura,  comedores  de  entrañas  humanas  y  adies- 
Hlrados  en  el  oficio,  Este  último  elemento  de  guerra,  sin  em- 
^feargo,  había  perdido  algo  de  su  importancia,  porque  los  bar* 
baros,  iluminados  por  el  instinto  de  conservación,  Itcvalian 
en  los  días  de  batalla  grandes  pedazos  de  carne,  y  cuando  te- 
nían que  habérselas  cuerpo  á  cuerpo  con  los  sabueso^,  empu- 
liaban  estos  pedazos  con  la  mano  izquierda  y  tomaban  un 
[pesado  y  corto  garrote  con  la  derecha.  Los  perros  hambrien* 
>8  se  abalanzaban  diestramente  sobre  el  cebo  ífue  se  lesofre* 


—  718  — 

cía,  y  entonces  el  guerrero  descargaba  un  duro  golpe  sor 
la  nuca  de  aquellos  animales,  que,  ó  los  privaba  de  sentido,  i 
los  mataba. 

Pertrechado,  pues,  Velasco  de  los  arbitrios  que  hemos 
dicho,  se  dirigió  á  los  pueblos  del  Sinú  que  también  tene- 
mos mencionados,  donde  fué  recibido  con  señales  de 
más  exquisita  cordialidad  y  del  más  fino  y  acendrado  i^4^*J 
poto.  Estas  muestras  de  atención,  y  los  regalos  y  dádivas  {renC"^ 
rosas  que  á  cada  momento  presentaban  los  naturales,  nc 
eran  en  su  conjunto  sino  la  máscara  con  que  ocultaban 
plan  de  destrucción- 

Entre  las  personas  que  componían  la  comitiva  de  Vela»coj| 
había  una  criada  india  á  quien  se  había  puesto  por  nombr 
Inós,  partidaria  de  los  Illancos,  enemiga  de  su  nación  y 
servicio  de  un  europeo  llamado  Alvar  Sánchez.  La  mujer,  co- 
nocedora do  la  lengua  y  mezclada  siempre  con  sus  paisanoSi^ 
quienes  no  se  recelaban  de  ella,  comprendió  con  el  instinto 
de   su    sagacidad   mujeril  los  ardides   del    complot  que  se 
fraguaba,  y  dio    cuenta  exacta  de  todo   á   su  señor,  qiiienj 
instruido   del    negocio    lo  comunicó    á    Velasco;    mas 
despreció  el    aviso,    alegando    que   eran    desconfianzas  inA 
fundadas,  que  los  bárbaros  obraban  de  buena  fe,  y  que  sería^ 
injusticia  é  ingratitud  proceder  contra  ellos  por  el  dicho  apa- 
sionado de  una  mujer.  Contentóse  con  reunir  á  los  indio8|i 
con  hacerles  una  larga,  erudita  y  difusa  predicación  cristiaoa, 
y  concluyó  por  pedirles   algunos  peones  de  carga  para  quej 
le  sirvieran  como  acémilas  en  su  campaña  á  lo  largo  del  río,] 
Concediéronle  los  bárbaros  lo  que  exigía,  y  le  dieron  80  gandu« 
les  para  el  trasporte,  á  espaldas,   de  los  fardos.  Tales  indk 
llevaban  ocultas  algunas  armas  ofensivas  de  las  usuales 
corrientes  entre  ellos* 


Éxito  desgraciado  de   esta  campaña.  —  Yendo  deede 
Tuingo,  río  abajo,  dieron  en  una  quebrada  cubierta  de  bosqucJ 
por  un  lado  y  otro,  en  donde  estaban  ocultos  1,500  salvajea. 
la  aproximación  de  los  españoles,  salieron  de  su  guarida  y  i 


—  71$  — 

trabó  un  coiiibatc  de  sorpresa  de  los  más  encarnizados  y  íeru* 
CCS.  En  esta  clase  de  batallas,  por  lo  que  hemos  visto  antes  y 
por  lo  que  se  ve  en  todos  los  libros  que  narran  las  refriegas 
de  la  Conquista,  tocaba  de  ordinario  la  peor  parto  á  los  ameri- 
canos; mas  en  la  lucha  que  bosquejamos,  si  bien  es  cierto 
que  los  barbaros  murieron  á  centenares,  también  lo  es  que  de 
los  españoles  fueron  heridos  hasta  15  y  perecieron  varios, 
entre  ellos  Gavilán,  el  de  la  fábula.  Va  sin  decir  que  español 
muerto,  español  comido. 

La  ludíase  prolongó  hasta  muy  avanzada  la  tarde;  de 
lado  y  lado  se  cumplía  bizarramente  con  el  deber  de  la 
defensa;  Fernán  Sánchez,  Francisco  de  Morón,  Andrés  Gar- 
cía, Antonio  Fernández,  Fernando  Ramos  y  otros  más,  esta- 
ban muertos  ó  heridos;  los  peones  de  carga,  aprovechandr»  el 
desorden  do  la  pelea,  desfilaron  con  todos  los  útiles  y  comesti- 
bles, y  Velasco,  ejecutando  prodigios  de  valor,  se  encontró  al 
fin  obligado  á  retirarse  con  el  exiguo  resto  de  sus  compañe- 
ros á  una  casa  situada  en  las  márgenes  del  río,  donde  se  para- 
petó. 

Era  ya  de  noche ;  y  el  cacique  Tirrome,  jefe  de  aquellos 
testarudos  indígenas,  lo  estrechó  con  un  sitio  implacable  y 
sin  misericordia.  Mientras  el  español  se  defendía  bizarramente 
por  delante,  dispuso  que  algunos  de  los  suyos  fabricasen 
una  balsa,  en  la  cual  so  embarcó  con  todos,  siguiendo  el  curso 
incierto  y  desconocido  del  Sínú.  A  poco  navegar,  la  embarca* 
ción,  que  estaba  mal  tejida,  se  desbarató,  y  fueron  todos  á  com- 
batir con  las  olas,  en  voz  de  habérselas  cuerpo  á  cuerpo  con  el 
enemigo.  Dos  españoles  y  algunos  indios  quedaron  sepulta- 
>s  en  la  C4:>rriente,  en  tanto  que  los  otros,  ganando  la  playa, 
emprendieron  volver  al  través  de  selvas  y  montañas,  en  un 
atado  precario  y  lastimoso,  por  entre  bárbaros  indómitos  é 
isolentes,  al  compamcnto  de  sus  compañeros.  Es  inútil 
cuando  se  conoce  la  topografía  de  aquellos  lugares,  describir 
el  cúmulo  de  infortunios  que  el  grupo  de  aventureros  debió 
experimentar  en  su  desastrosa  fuga.  La  india  Inés,  delatora 
desús  compatriotas,  con  cinco  españoles  más,  cayó  en  manos  de 


—  T2Ú  — 

los  salvajes.  Con  estos  prisioneros  hicieron  un  opíparo 
de  la  india  viva  cortaban  por  pedazos,  comían  en  su  presen 
reían,  charlaban,  insultaban,  escarnecían,  tornaban  á  corUE 
y  comer  hasta  que  acabai'^on  con  ella  y  oon  los  cristianos, 
Velasco  llegó  á  San  Juan  de  Rodas,  y,  daspués  de  lo  ¡ 
tecido,  se  halló  á  la  cabeza  de  32  soldados  llenos  de  pavor,  de 
angustia,  de  tormentos,  de  hambre,  de  miseria,  y  rodeados 
por  una  caterva  de  americanos  desenfrenada  y  altanera  por 
efecto  de  su  última  victoria.  Para  salir  de  la  aflictiva  penuri.! 
áque  estaba  reducido,  mandó  el  jefe  15  hombres  quo  fue- 
sen á  rancherir  por  esos  mundos  con  propósito  de  bi 
víveres»  Les  enviados  dieron  en  un  pueblo  de  que  eran  seí 
res  Guacuce  y  Catiburú,  y  en  donde  se  surtieron  ricamente 
víveres,  por  ser  abastecido  el  lugar.  Esos  quince  comisioii 
dos  descansaban  pacíficamente  en  la  quietud  aparente  de 
naturales,  hasta  que  una  india  conferenció  con  ellos  y 
dijo  que  pretendía  hacerse  cristiana,  y  que  los  dos  cacíqt 
maquinaban  una  horrenda  conspiración  por  medio  de  la  cua 
esperaban  hacerse  dueños  de  San  Juan  y  degollar  inexorable* 
mente  a  todos  los  cristianos  ;  que  les  aconsejaba  que  huyrnin 
sin  perder  momento  y  diesen  aviso  á  sus  compatriotas. 


Insurrección  general  de  los  calíos  y  muerte  de  Velasco 

—  En  virtud  del  consejo  recibido,  emprendieron  lotj  I5 
españoles  jornada  para  la  ciudad,  llevando  en  su  equipan  1'' 
merodeado.  Entraron  de  noche,  dando  ruidosamente  la  ^ 
de  alarma,  á  la  hora  en  que  todos  ellos  eran  atacados  simul- 
táneamente por  los  caciques  coligados  y  por  una  turba  erK<>* 
1er izada  de  salvajes.  El  Gobernador  de  la  ciudad,  Velaa^'. 
con  el  infatigable  y  brioso  Leonel  de  Ovalle  á  su  lado,  i 
presentó  a  la  vanguardia  para  contener  la  furibunda  ave 
que  se  ilescolgaba  sobre  el  pueblo.  Ambos  ejecutaron  ma 
villas  de  valor,  y  desmembraron  con  su  tajante 
numerosos  indios.  Sáncliez  de  Oviedo,  Pedro  Fe 
liivadeneira  y  Juan  Arias  líubián  acudieron  en  ayuda  de 
dos  campeones  y  consigui en >n  derrotar  completamonle  ál 


—  721  — 

agresores»  comprando    no   obstante  bien  cara  la  victoria, 

porque  el  jefe  Velasco  quedó  muerto  en  el  campo  de  batalla, 
y  Rivadeneira,  gravemente  herido.  El  caballo  de  Üvalle 
pereció  de  un  flechazo,  tan  espantosamente  arrojado,  que 
después  de  atravesar  la  cubierta  de  la  silla,  la  piel  del  animal 
y  sus  carnes,  no  paró  hasta  despedazarle  las  entrañas, 

Muerto  Velasco,  acosados  todavía  por  los  indios,  y  siendo 
premiosas  las  circunstancias,  vinieron  los  españoles  en 
nombrar^  como  electivamente  nombraron,  a  Leonel  de  O  valle, 
su  director  y  caudillo.  Este  hombre,  aunque  aguerrido, 
obrero  antiguo  y  peón  envejecido  en  las  tareas  de  conquista, 
era  excesivamente  humilde  en  sus  aspiraciones,  por  lo  cual 
tenía  sobrada  repugnancia  íi  echar  sobre  sus  hombros  la 
responsabilidad  de  tan  crítica  situación.  Pero,  urgido  por  sus 
amigos,  convino  al  fin  en  asumir  en  su  persona  los  deberes  y 
facultades  do  jefe,  y  se  propuso  salvarlos  del  inmenso  peligro 
que  corrían, 

Leonel  de  Ovalle  es  nombrado  Jefe.  —  Nombrado 
jefe  de  los  restos  de  la  desbaratada  columna  conquistadora, 
y  convencido  de  la  tirantez  de  la  emergencia  en  que  esta- 
ban, meditó  Ovalle  que  el  camino  mejor  para  salir  airoso 
del  mal  paso,  sería  trasladarse  a  la  mayor  brevedad  á  tierras 
de  Norisco,y  lo  puso  en  ejecución.  De  San  Juan  de  Rudas  al 
punto  de  retirada,  tenían  que  andar  por  lo  menos  3  6  4  miriá- 
nielrosde  mal  terreno,  y  en  todos  ellos  fueron  constantemente 
hostilizados  por  los  contrarios. 

Cuando  el  pelotón  de  extranjeros  quiso  vadear  el  río 
Huango,  le  fué  imposible  verificarlo,  porque  un  espeso 
batallón  de  salvajes  apostado  en  la  ribera  fronteriza,  se  le 
opuso  de  un  modo  formal  y  decisivo  con  un  guerrear  irresis- 
tible. Compolido  por  la  fuerza,  suspendió  el  capitán  Üv^alle  la 
operación  de  vadear  aquel  torrente,  poniendo  a  contribución 
su  ingenio  para  dar  con  alguna  traza  tjue  lo  llevara  al  logro 
de  sus  deseos. 

Al  oscurecer  la  noche,  los  americanos  se  recogieron  en 


—  722  — 

lafj  habitaciones  de  un  corto  caserío  situado  onfreute  dd 
campo  espauol,  y  se  entregaron  si  no  al  sueño,  por  lo  meno^ 
á  la  indolencia.  El  jefe  cristiano,  por  bu  parte,  convocó  á  6U$ 
amigOii  á  una  junta,  en  que  leí*  manifestó  ser  preciso  dar  ua 
golpe  de  mano  áspero  y  repentino  Bobre  la  canalla  infiel» 
para  obtener  de  este  modo  la  salvación  de  sus  personas,  aaí 
como  también  la  de  las  mujeres  y  los  niños  que  iban  en  la 
comitiva,  víctimas  inocentes  y  seguras  si  no  se  procedía  cúíi 
firmeza  y  audacia. 

El  plan  de  Ovallc  consistió  en  que  todos^  y  él  a  la  cabezai 
pasaran  el  río  á  nado  durante  la  oscuridad  de  la  noche^  y^^^ 
una  vez  del  otro  lado  cayeran  por  salto  sobre  los  indios  y  Im 
exterminaran  sin  remisión.  Como  la  empresa  no  era  muy 
fácil  ni  muy  lisonjera,  acobardados  los  peninsulares  b 
rechazaron  al  punto;  empero,  el  suave  prestigio,  el  dulce 
carácter  y  las  maneras  insinuantes  del  capitán,  calaron  loí* 
espíritus  de  esos  pocos  veteranos,  los  animaron  y  los  cntusia;^- 
marón  noblemente. 

Lidiando  con  las  olas  brazo  á  lirazo,  arribaron  cm 
de  las  tinieblas  do  la  noche  al  campo  de  los  barbaroe*,  hecho  I 
cual,  se  prosternaron  todos  con  cristiana  devoción,  oramn  i 
i^ato,  empuñaron  las  espadas  y  descendieron  enteros 
serenos  sobre  lo»  cuarteles.  La  primera  voz  de  alanna  qn 
llamó  la  atención  de  los  desdichados  salvajes,  fué  acomp 
con  el  golpe  tremendo  de  la  lanza  castellana  y  con  el  mandoblí 
furioso  de  la  espada  de  Toledo.  Los  asaltados  quisieron  com- 
batir; pero  lossoklados  españoles  guardaban  todas  lassalldttt 
mientras  algunos  de  ellos  ponían  fuego  á  las  habitaciones, 
paja  ardió  como  yesca,  y  en  un  momento  todos  los  sit 
quedaron  converiidos  en  ceniza. 

La  luz  de  la  mañana  sitruienie  alumbn»  los  escombros! 
las  ruinas,   y    Ovallc   pudo   libremente  ocuparse   en  ha 
pasar  el  resto  de  su  gente.  Siguió  luego  á  Norisco,  donde 
encontró  rodeado  de  nuevas  dilículiades  y  peligi*os,  porque ( 
movimiento  revolucionario  se  había  hecho  general  en  tod:i 
comarca,  no  puthénduse  ni  mandar  un  mensajero  á  Sant:i 


de  Antioqtiía  á  ciar  cuenta  de  su  penuria^  porque  todos 
pasos  estaban  tomados,  todas  las  veredades  obstruidas,  y 
cualquier  correo  hubiera  sido  irremisibleiTiente  descuartizado 
y  coinido  por  los  indios.  No  obstante,  procuró  resistir  por 
algunos  días  el  empuje  de  la  ola  embravecida  que  se  estrellaba 
contra  él,  en  tanto  que  la  noticia,  como  todas  las  de  infor- 
tunio,  se  abrió  campo  á  pesar  de  las  vallas  que  la  contenían 
en  su  curso,  y  llegó  á  conocimiento  de  Valdivia.  Este  acudió 
corl  50  hombres  á  socorrerlos. 

Reedificación  de  San  Juan  de  Rodas,  —  La  destrucción 
de  la  ciudad  de  San  Juan  de  ílodasy  cí  reciente  abandono  de 
ella  por  los  pobladores,  no  estaban  en  conformidad  con  los  in- 
tereses actuales  del  Gobernador*  Movido  por  varias  razones, 
ordenó  su  reedificación,  no  ya  en  el  valle  de  Teco,  sino  en  su 
antiguo  asiento;  nombró  los  correspondientes  empleados,  y 
antes  de  volver  a  Antioquia,  a  donde  lo  llamaban  urgentes 
atenciones,  instituyó  por  su  teniente  á  D.  Antonio  Osorio  de 
la  Paz,  y  repartió  al  mismo  tiempo  las  encomiendas. 

El  teniente  Osorio  abrió  campaña  contra  los  indios  para 
sujetarlos  definitivamente ;  pero  ellos,  que  so  encontraban  en 
el  colmo  de  su  furor  y  aguijoneados  por  el  deseo  de  venganza, 
lo  recibieron  como  iba,  es  decir,  de  guerra,  y  guerra  á 
muerte  y  espantosa.  Congregados  muchos  caciques  conveci- 
nos, consideraron  que  habiéndose  prolongado  estas  lides  san- 
grientas por  tanto  tiempo,  y  que  aun  mostraban  semblante  de 
dilatarse  mucho  más,  sería  bien  prepararse  para  ellas.  Acor- 
daron, por  tanto,  sembrar  sementeras  para  su  abastecimiento 
en  el  señorío  de  Agrazaba,  cuyos  campos  eran  fértiles  y  fecun- 
dos. Comenzaron  sus  trabajos,  pero  las  diversiones  ocasiona- 
das por  los  combates  les  impidieron  recoger  los  frutos  de  su 
labor. 

El  jefe  supremo  de  esta  vasta  conjuración  contra  los  es- 
pañoles, era  un  mestizo  llamado  Pedro  Catía,  criado  de 
Francisco  López,  ladino,  bribón  y  astuto* 

Una  hermana  de  Agrazaba,  escandalizada,  según  dijo,  de 


i 


—  724  - 


Ias~ihiquidadGS  de  sus  compatriotas  y  encantada  de  las 
tilden  de  ios  conquistadores,  pidió  con  instancia  el  agua 
buntismo^  denunció  la  trama  urdida,  y  manifestfj  que  Cal 
era  el  instigador  y  promotor  principal  de  todo  el  enredo. 

Llevada  la  india,  que  después  se  llamó  Catalina,  á  la  pi 
sencia  de  D*  Antonio,  se  ratificó  en  lo  dicho;  pero  dudando^ 
capitán  de  la  sinceridad  do  sus  palabras,    reflexionó  que 
medio  más  efectivo  de  Hegar  á  la  verdad,  sería  someterla  á  la 
prueba  del  tormento.  Dieron  tortura  a  la  infeliz,  y  en  el 
se  mantuvo  firme  en  su  delación. 

Por  consecuencia  de  la  denuncia,  se  mandó  prender  ál 
dro  Catía;  mas  el  mestizo,  que  olfateaba  de  lejos  lo  critico  ( 
su  situación,  hurtó  el  cuerpo,  y  con  mucha  sagacidad 
informarse  del  estado  de  las  cosas,  indujo  á  varios  caciqi 
para  que,  so  color  de  amistad,  penetrasen  en  el  pueblo  y 
informasen  de  lo  que  acontecía.  Los  pobres  caciques,  engaü 
dos  por  su  caudillo,  hicieron  como  se  les  pedía,  y  al  entrar  ( 
San  Juan  fueron  presos  súbitamente.  De  todo  se  dio  aviso  j 
Valdivia. 

Urgido  el  Gobernador  por  la  gravedait  de  las  malas  noi 
cias  recibidas,  mandó  lU  liombres  para  que  convoyasen 
partida  de  ganado  y  socorriesen  de  esta  manera  á  los  ht 
brientos  vecinos  de  San  Juan,  no  sin  haber  antes  dado  notic 
del  envío  por  medio  de  cartas  que  no  llegaron.  Entre 
que  guardaban  el  ganado,  iba  el  presbítero  Juan  Ruiz 
Atienza,  misionero  lleno  de  abnegación,  que  no  apostaba  ^ 
persona  en  estos  peligros  sino  movido  por  un  espíritu  ve 
daderamente  evangélico  y  lleno  de  filantropía.  Los  condi 
toros  de  las  reses  encontraron  antes  de  llegar  á  su  destii] 
una  gran  partida  de  indios,  por  la  cual  temieron  ser  at 
dos  ;  pero  muy  lejos  de  ser  así,  se  reunieron  amigablemeot 
ellos  y  les  ayudaron  á  arrear  los  animales,  hasta  entrarloei 
la  ciudad,  inspirando  tanto  á  los  conductores  como  al  resto  «le 
los  vecinos  que  los  vio  tan  quietos  y  pacíficos,  tan  ciega  con- 
fianza, que  se  tras  formó  en  indolencia  y  deescuido  toda  la 
alarma  que  habían  tenido  al  principio. 


—  7->5  — 

El  terreno  sobre  el  cual  descansaba  la  ciudad  no 
tenía  más  que  mi  punto  accesiljle,  y  eso  bien  escarpa- 
do :  todos  los  demás  eran  barrancos  enormes  que  im- 
posibilitaban la  subida.  La  noí-he  del  día  en  que  llegaron 
con  el  ganado,  hicieron  los  bárbaros  su  asalto  con  mayor 
furia  y  denuedo  que  solían.  La  voz  alterada  del  centinela,  á 
las  primeras  sefiales  de  ataque,  fué  derramando  la  noticia  por 
todas  partes  y  despertando  á  los  guerreros  que  dormían  en 
aquella  hora,  los  cuales  abandonaron  su  lecho  y  salieron  al 
instante,  aunque  mal  apercibidos  para  proveerá  su  defensa. 
Los  tres  primeros  que  se  presentaron  fueron  Fernán  Sánchez, 
Juan  de  Ortega  y  Pedro  de  Vega,  los  mismos  que  cayeron 
privados  de  vida  á  los  recios  golpes  de  los  contrarios. 
En  cuerpo  de  camisa ,  por  falta  de  tiempo  para  vestir 
sus  armaduras,  salieron  incontinenti  Pedro  Sánchez,  Juan 
Mateo  Corso,  Esteban  de  Rivera,  Juan  de  Cotura  y  Diego 
de  Guzmán,  quienes,  batiéndose  como  leones,  y  ayudados 
por  otros  qiie  vinieron  luego,  consiguieron  después  de 
una  bien  disputada  batalla  derrotar  á  los  salvajes,  ó  por 
lo  menos  obligarlos  a  tlcsocupar  el  campo  y  estarse  en  las 
afueras  del  lugar  por  cuatro  días  mas  en  calidad  de  sitia- 
dores. 

Con  el  fin  de  intimidar  á  aquella  gente  que  los  amenaza- 
ba con  nuevo  y  desesperado  ataque,  creyeron  sería  bueno  ahor- 
car en  su  presencia  dos  de  los  caciques  prisioneros,  lo  que 
efectivamente  sl*  ejecutó,  tocando  esta  suerte  fatal  á  Nugui- 
reta  y  á  Chacurí.  Muy  lejos  de  obtener  el  provechoso  resultado 
que  se  proponían  con  tal  acto  de  crueldad,  vieron  aumentarse 
progresiv^amente  el  espíritu  iracundo  y  vengativo  de  los  natu- 
rales, y  los  vieron  igualmente  derramarse  por  los  campos,  y 
talar  las  pocas  sementeras  existentes,  entregados  á  su  desen- 
freno. 

D*  Jerónimo  de  Silva,  que  liabía  llevado  adelante  su 
pleito  contra  Valdivia  por  usurpación  de  territorio,  obtuvo  sen- 
tencia favorable;  y  en  tanto  que  tenía  lugar  lo  que  acabamos 
de  referir,  llegó  á  Antioquia  noticia  de  que  aquella  ciudad  y 


—  7?6  — 

sus  depemlencias  no  quedaban  en  la  jurisdiccK 
neciente  á  \'alflivia. 


lo  pcrtt- 


Operaciones  de  Valdivia.  —  Este,  previsor  y  malidosio, 
que  sin  duda  alguna  kirruntaba  desde  el  principio  el  terreoo 
en  que  se  colocarían  sus  asuntos,  se  hahki  preparado  pan 
ello  disponiendo  que  la  primera  Antioqiiia  no  fuese  abandcH 
nada,  para  que  cuamlo  lodo  Ujúq  turbio  corriese,  piulí^r « 
comoreediíie^idor  de  ella,  hacerla  cabeza  de  su  administra 
y  mandó,  para  agrandar  sus  dominios,  una  expedición  .^  i  > 
el  Choco. 

D.  Antonio  de  Tobar,  con  siete  eompafiems,  gr^aitlaba  b 
primera  Antioquia,  la  Antioquia  de  la  Cruz;  y  se  cuent"  t  - 
Jos  crédulos  historiadores  de  la  época,  que  dicho  señor  ¿i.-.. 
un  día  á  sus  amigos  á  tomar  mazamorra,  manjar  tenido  por 
gran  regalo  en  la  época  á  que  nos  referimos,  y  ese  día  aun  iná^ 
dehcioso,  poiv:}ue  íeníanleeheparamezclarle*Reunidosloaexpe* 
dicioaaiios  al  rededor  de  una  mesa  y  éntrente  de  sus  porcel 
quedaron  aterrados  de  espanto  viendo  que  al  derramar  el  m^ui- 
co  alimento  en  kis  tazas,  éste  se  tornó  repentinamente  eiisafi- 
gre  pura.  Con  esto,  miráronse  unos  á  otros,  comprendicn>DU 
significación  del  peligro,  y  poniendo  pies  en  polvorosa  eetrafi- 
ladaron  á  SantaJede  Antioquia;  y  era  ya  tiempo,  pot^que  e^a 
noche  los  bárbaros  cayeron  como  una  tempestad  sobro  el  lu- 
gar, y  lo  arrasaron  completa  y  deünitivamente  para  que  no 
volviera  á  levantarse. 

Con  la  destrua:^iüji  de  Antioquia  y  la  disposición  real  que 
lo  privalm  de  una  gran  parte  de  Jo  que  manejalia  como  suyo, 
([uedó  Valdivia  en  necesidad  de  reflexionar  con  inadtirczsobCT 
el  partido  que  debía  tomar  para  sacar  el  cuerpo  á  In 
quina  y  jtenosa  situación  en  que  iba  á  quedar  coiistituj»i'j 
Con  la  vi\ae!dad  caraclei'ística  de  su  genio,  y  la  amabi* 
lidad  de  su  índole,  habló  benévolamente  á  todos  procurando 
ganarse  \oluntades,  y  mantló  con  presteza  á  FrancisDO 
Maldonado,  vecino  de  Carajuanta,  con  buen  sac4irfxi  para  lu» 
necesitados  pobladores  de  San  Juan,  y  él  miamo^  anlei  df 


727 


que  la  noticia  de  que  ya  no  era  Gobernador  I 

puso  en  viaje  para  aquella  ciudad.  Aconteciii  eeto  en  diciembre 

de  1573. 

Fué  mucho  el  regocijo  que  experimentaron  Iob  de  San 
Juan  cuando  se  vieron  sostenido»  por  la  preBencia  de  Maldo- 
nado-  Creyéndose  más  fuertes  con  esta  ayuda  y  con  las  pro- 
mesas de  Valdivia,  dinpusieron,  tanto  para  procurarse  Wve  * 
res,  como  para  escarmentar  un  poco  la  naciente  desver*iücnza 
de  los  naturales,  que  caliese  Juan  López  Bravo  a  liacer  una 
excursión  por  los  lugares  inmediatoB.  López  Bravo  encontró, 
á  poco  andar,  con  Pedro  Catía  y  sus  secuaces ;  empeñóse  la 
lucha,  intervinieron  los  perros,  murió  e!  mestizo  (íatíay  huye^ 
ron  los  pruerreros  que  lo  acompañaban.  Con  esto,  y  pro\istosde 
víveres^volvieron  ¿Via  ciudad,  donde  encontraron  al  ÍTi>bernador 
ocupado  con  diliirenf'ia  y  sajTacidad  en  e!  buen  arreglo  de  sus 
negocios- 

Era  Valdivia  animoso,  de  altas  pretensiones,  de  carácter 
flexible á  veces,  firme,  decidido  y  altanero  en  ocasiones.  Estaba 
en  esa  época  de  la  existencia  en  que  el  hombre  llcf^a  á  la  ple- 
nitud íle  su  fuerza  mental,  sin  halier  decaído  aún  de  sus  fa- 
cultades físicas  :  Ilegalm  á  laediul  madura  y  rebosaba  de  \'1ri- 
lidad,  sin  dejar  por  eso  de  tener  una  sensibilidad  orgánica 
exaltada.  Se  comprenderá  fácilmente  que  un  hombre  de  esta 
clase,  una  vez  reunido  á  los  vecinos  de  San  Juan  de  Fiodas, 
agotara  con  ellos  los  recursos  de  su  traviesa  imaginación  para 
hacerlos  ac>alorados  partidarios  de  su  persona.  Reunió  47  blan- 
cos, algunos  negros  y  no  pocos  indios.  En  una  arenga  suspicaz 
y  diestra,  les  manifestó  los  inconvenientes  que  se  seguí nan  de 
permanecer  donde  se  hallaban,  los  muchos  riesgos  do  la  situa- 
ción, los  ataques  peligrosos  y  diarios  de  los  indios ;  y  los 
indujo  á  dejar  la  población,  á  dirigirse  al  Cauca  ya  pasar  á  hi 
fronteriza  nación  de  los  nutabes,  afamada  y  tenida  como  em- 
porio lie  riqueza.  Convinieron  todos  en  seguirlo,  y  lo  hicieron 
con  pkic^ir,  sin  f[ue  hubiera  más  opositor  á  sus  deseos  que 
Alonso  Díaz,  alcalde  del  lugar.  Para  haa^r  más  halagíieñas 
las   esperanzas  de  sus  compañeros,  les  anunció  que  pronto 


—  728  — 

esperaba  un  refuerzo  de  hombres  y  pertrechos,  traído  por  sí 
amigo  Pedro  Pinto  Vellorino,  a  quien  había  dejado  en  Saatafl 
de  Antiocjuia  ocupado  en  los  alistamientos,  aprestos  y  düigenj 
cías  del  caso. 

Partió  el  Gobernador   con    su  gente,  y  llegó  á  la  orill^ 
del    Cauca,    en   donde,   queriendo    pasar    a    nado    alguno 
hombres,  encontraron  el  cordón  del  agua  de  una  corrient 
tan  recia  y  diticil,  que  se  vieron  obligados  á  retroceder, 
puente  de  Bredunco  ó  Neguerí  había  desaparecido,  destruida 
por  el  tiempo  ó  desbaratado  por  los  salvajes.  En  tal  etncr 
gcncia,  concibió  Valdivia  un  proyecto  digno  do  los  buend 
tiempos  de  los  romanos*  Propuso  á  sus  guerreros  la  fabrica^ 
ción  de  otro  al  través  de  aquel  prepotente  y  caudaloso  río, ; 
lo  construyó  de  cuerdas  de  cuero  y  de  bejucos.  Aceptada  lal 
propuesta*  se  dieron  á  la  obra,  y  al  duodécimo  diada  comen- 
zada^ día  de  la  Candelaria,  ó  de  la  Purificación,  que  viene  j 
ser  lo  mísmOj  pasaron  por  él  á  la  margen  opuesta.  Estando 
de  aquel  lado,  coniíregó  á  todos  sus  compañeros,  y  en  brevl 
proclama  les  reveló  el  sentido  genuino  y  puro  de  su  ardid  par 
sacarlos  de  la  Gobernación  de  Antiociuia ;  los  interesó  con 
prospecto  de  grandes  y  bellas  recompensas;  dio  licencia  álcj 
disidentes,  mostrándoles  el  puente  para  que  áe  volvieran  ] 
el  camino  andado,  si  no  querían  ponerse  á  la  sombra  de  su  i 
tandarte ;  intimó  a  los  que  quisieran  seguirlo  la  obligación  é 
some-lerse  a  lamas  puntual  y  estricta  disciplina,  y  los  ameaaz 
al  mismo  tiempo  con  grandes  y  ??e veros  castigos,  si  unidos  ái 
infringían  las  reglas  exigidas  por  la  moral  del  ejército. 
solo  hombre,  Antonio  Machado,  abanilonó  la  bandera  do  Yj 
divia  y  regresó  á  Antioquia.  Al  pasar  revista,  se  encontró  á  I 
cabeza  de  un  pelotón  compuesto  por  40  blancos,  20,nej 
esclavos,  20U  indios  y  IH  vacas,  pues  los  cerdos,  por  no  pode 
pasar  el  río,  se  ahogaron  unos  y  se  remontaron  otros. 


CAPITULO    DECIMOTERCIO 


Valle  de  San  Andrés,  —  Conquista  de  los  nuíabes.  —  Rebeldía  de 
los  indios,  —  Dipcidtades  de  VakliviR.  —Su  locura.  —  Su 
muerte.  —  Trhuifo  general  de  los  indígenas.  — Los  restos  del 
ejército  socorridos  por  Rodas.  —  Aspee  lo  del  país. 


Valle  de  San  Andrés.  —  Tenemos  á  Valdivia,  con  sus 
compañeros,  a  !a  orilla  oriental  del  Cauca,  dispuesto  á  em- 
prender operaciones»  Costeando  por  la  ribera,  dio  con  un  valle 
cuyo  cacique  se  llamaba  Guarcama,  valle  al  cual  pusieron 
por  nombre  San  AndréSj  para  honrar  el  del  jefe  conquistador. 
Es  aquel  valle  un  territorio  bastante  dilatado,  y  próximamente 
á  él  se  extienden  otros  puntos  en  forma  de  hondonadas, 
quiebras  y  niosetas>  poblados  entonces  por  naturales  en  gran 
número.  Llevaban  esas  poblaciones^  por  lo  general,  el  nombre 
desús  cacif[Uos;  y  éstos,  en  la  época  á  que  aludimos,  eran  :  el 
ya  nombrado  Guarcama,  Cuerquía,  Pipimán,  Oceta,  Maquira, 
Aguasisí,  Omogá,  Neguerí,  Jusca,  Aguataba,  Abaniquí, 
Taquiburí,  Moscateco,  Cuerquisí  y  Carimé.  Todos,  ó  la 
mayor  parte  de  esos  caudillos,  salieron  de  paz  a  los  espa- 
iloles. 


Conquista  de  los  nulahes.  —  Nueve  días  se  detuvieron 
>s  conquistadores  en  San  Andrés,  haciendo  preparativos 
ira  la  jornada.  La  localidad  so  prestaba  admirablemente  a 
esto,  por  ser  riquísima  de  oro,  abundante  de  frutos  y  harto 
más  provista  que  las  otras.  Pasado  este  tiempo,  se  encami- 


'—  730  — 

naroíi  á  Oceta  y  se  quedarün  allí  por  algunos 
cuales  se  supo  en  Santafé  de  Antioquia  el  giro  que  Valdiii 
daba  á  sus  negocios,  el  abandono  de  San  Juan  de  Rodas, 
paso  del  Cauca  y  el  proyecto  puesto  en  obra  de  coaquist 
los  nutabes* 

La  noticia  de  lo  que  sucedía  fué  llevada  á  AntioqpiiOrpor 
algunos  indios  tahamíes,  encomendados  á  Bartolom«í  Sánclíc?: 
Torreblanca,  babitadores,  como  hemos  dicho,  de  la  parte  éste 
y  nordeste  del  Estado,  y  que  en  su  calidad  de  traficantes  man- 
tenían á  la  sazón  relaciones  de  rescate  con  los  pobladores  del 
centro  y  occidente  de  la  provincia. 

Sánchez  Torreblanca  era  enemigo  personal  de  Valdivia, 
y  tanto  por  eso,  como  por  la  emulación  y  envidia  que  d^'-' 
taba  en  el  la  esperanza  de  riqueza  y  ventura  de  su  i...^.. 
urdió  tales  tretas,  imaginó  tales  jnaquinaciones  y  levanló 
tales  enredos  en  contra  de  sus  compatriotas,  que  haciendi» 
penetrar  sus  tahamíes  en  tierra  de  los  nutabes,  indispuso 
por  diestros  medios  y  por  conducto  de  sus  vasallos,  á  l06 
salvajes  y  caciques  que  se  habían  presentado  ya 
amigos.  Los  emisarios  del  peninsular  pintaron  á  sus  pais 
con  los  más  negros  colores,  el  carácter  ó  intenciones  n 
invasores  á  quienes  tenían  por  amigos,  y  oonsigiiieron 
hacerles  comprender  que  eran  hombres  inlidentes,  crud«&» 
tiránicos,  opresores  y  malvados,  cosa  que  no  estaba  lejoí^clí* 
la  verdad,  poro  que  ciertamente  no  tocaba  á  un  eH|>afiol 
demostrar.  El  comportamiento  de  Bartolomé  Sánchez  Torre* 
blanca  estuvo  sujeto  á  dudas  en  el  principio;  mas  algo  habm 
ilü  positivo  acerca  de  su  mal  proceder,  pues  más  tarde  \^ 
numerosas  desgracias  ocurridas,  y  las  revelaciones  de  te 
bárbaros,  esclarecieron  do  tal  manera  sus  malignas  y  pervcr* 
ílis]Kjs¡ciones,  que  la  Suprema  Audiencia  del  Vireinatolohtzo 
reducir  á  j)risión  por  esta  causa. 


Rebeldía  de  los  indios.  —  Fuera  de  los  indias  de  ^ 
encomienda,  introdujo  Sáncliez  Torreblanca  entre  losnutabe 
a  un  mozo  criado  suyo,  llamado  Juan   Bautista  Vaqu^rOt 


731 


u 
Hbor 


^por  influjo  del  cual  consiguió  su  propósito  do  rebelarlos 
completamente.  El  sirvionto  conocía  con  perfección  la  lengua 
do  los-  nutabes,  era  vivaracho,  atrevido  y  listo  en  todo 
ncíjfocio  dü  sutileza  y  picardía;  de  manera  que  en  breve  espacio 
ie  tiempo  el  país  estuvo  revuelto,  los  luxbitaiitcs  en  armas,  y 
los  combates  parciales  se  sucedían  unos  á  otros  con  porten- 
tosa rapidez.  De  los  diferentes  encuentros  halados  entre 
íuropeos  y  americanos,  resultó  la  pérdida  lamentable^  pava 
la  tropa  expedicionaria,  de  Pedro  P'ernández  Ilivadeoeira, 
uno  de  los  peones  más  intruidosy  más  estimados  en  las  faenas 
y  empresas  intentadas  entonces* 

Tres   meses    pasaron  de    crudo  y   continuo  combatir, 
tres  meses  que  colocaron  á  \'aldivia  en  la  más  desastrosa  ó 

^indigente  situación,  porque  rineado  sin  cesar,  y  hostilizado 
>ntinuamente,  vio  consumirse   sus  recursos,  acabarse  sus 
municiones  y  perderse  toda   posibilidad  de  llevar  adelante 
sus  designios. 

I  En  tal  conflicto,  y  estimulado  por  la  urgencia  de  cambiar 
en  lo  posible  su  miserable  estado,  llamó  á  Alonso  de  San  tana 
y  á  Bartolomé  Jiménez  para  encargarlos  do  una  delicada  é 
importante  comisiój),  que  consistía  en  trasladarse  á  Santafé 
le  Antioquia  á  la  mayor  brevedad,  entenderse  con  Pedro  Pinto 
\^ellorino,  pedirle  provisiones,  guiarlo  en  el  tránsito  y  volver 

tm  él  al  campamento- 
No  necesitamos  comentarios  sobre  lo  aixluo  y  pesado  de 
1  comisión ,  porque,  por  lo  dicho  antes,  se  comprenderá  el 
riesgo  i  nminenteen  que  de  hecho  quedaba  la  vida  de  los  dus 
enviados;  pero  Jiménez  era  sugeto  de  pelo  en  pecho,  como  se 
H^ecía  entonces,  y  Santana  compañero  del  tirano  Lope  de 
"Aguirre  en  la  célebre  jornada  del  Amazonas.  Para  quien- 
quiera que  conozca  un  poco  los  episodios  relacionados  con 
aquella  fúnebre  y  sangrienta  correría,  no  será  extraño  que 
^  hombres  de    tal    temple   y   tales    precetlentcs  se  prestasen 
^■gustosos  á  ejecutar  lo  mandado,  á  pesar  de  los  peligros  inlie- 
^prentes   al  asunto.  Así  fué  que   prometieron   ir  no   s<jIo  á 
■'Santafé    de  Antioquia,    sino  que    agregaron,    por    vía     de 


fanfarronada,   que    irían    hasta    Chile,   si  la 
requería. 

Despidiéronse  de  su  jefe  en  alias  horas  de  la  noche 
tomaron  el  derrotero  de  su  destino,  llegaron  á  la  ciudad  nii 
contratiempo  alguno,  se  avistaron  y  entendieron  con  Pedí 
Pinto  Vellorino,  y  volvieron    con  él  trayendo  36  soldadc 
algunas  vacas  y  marranos,  de  los  cuales  se  perdió  la  maye 
parte  en  el  paso  del  río.  Va  sin  decir  que  el  campo  espaftj 
se  mostró  gozoso  y  alborozado  con  la  llegada  feliz  de  eslj 
refuerzo. 

Alentados  los  conquistadores  con  la  mudanza  favorab^ 
de  su  suerte,  aumentaron  «us  bríos,  afirmaron  su  valor,  acr 
cieron  su   temeridad  y  resolvieron  llevar  adelante  la  tar 
principiada.  Desde  luego  acordaron,  pues,  buscar    con  en 
peño  lugar  propio  para  poner,  las  bases  de  una  nueva  ciudad 
al  tiempo  mismo  en  que  los  naturales,  viendo  mejor  ánir 
en  sus  adversarios,  cejaron  un  poco  en  su  rebeldía,  se  aquii 
taron  y  renunciaron  á  sus  ataques. 

En  la  loma  de   Nohaba  creyeron  encontrar  los  avciiiu^ 
reros  puesto  conveniente  para  venllcar  una  fundación,  y 
emprendieron  bajo   la  denominación  de  Ubeda,  conmemc 
rando  así  la    ciudad    española   de  ese    nombre,   patria 
comandante;  pero  fundada  la  ciudad  y  pasado  un   tanto 
reciente   terror    á    los    indígenas,    comenzó    do    nuevo 
guerra  con  el  mismo  aparato  y  con   el  jnismo  empeño  qii 
anles.  La   rabia  de  los   salvajes  era   mucha ;  la   carestía 
víveres  desesperante,  y  el  hambre  con  su  cortejo  de  horror 
caía  terrible  sobre  todos;  muchos  indios  morían  en  laluc 
algunos  blancos  eran  heridos  con  flectias  envenenadas;  y 
aspecto  general  de  las  cosas  se  presentaba  más  sombrío 
oscuro  que  lo   había  sido    en   lo    pasado.   Wildivia   sqzh 
siempre  perseverante  en  su  propósito,  y  para  abastecerle 
alimentos,  mandó  establecer  sementeras  en  las  cercanías 
Ubeda,    las  cuales   fueron    taladas  y  arrasadas  inmedl 
mente  por  los  bárbaros. 

Tenía  esto  lugai*  en  todo  el  curso  del  año  de  1574. 


ú  ocho  meses  pasaron,  y  era  ya  entrado  el  siguiente  de  1575. 
Durante  este  período  la  brega  fué  diaria,  y  el  combate  tan 
incesante  y  pertinaz,  que  los  salvajes  conocieron  su  impo- 
tencia para  resistir»  dióronse  de  paz,  auxiliaron  á  los  espa- 
ñoles con  todos  sus  recursos,  se  mostraron  satisfechos  de  la 
creación  de  la  ciudad  y  quisieron  obrar  de  consuno  con  los 

Í invasores  para  mantener  y  perfeccionar  la  colonia. 
I  Dificultades  de  Valdíiria.  —  Todo  pareció  sereno  y 
quieto  por  el  momento;  pero  un  aconteciniiento  imprevisto 
vino  a  turbar  el  horizonte,  á  levantar  una  nueva  tempestad 
y  á  echar  por  tierra  los  nacientes  elementos  de  la  proyec- 
tada ciudad, 

Antes  de  emprender  Valdivia  sus  operaciones  de  con- 
quista y  de  entrar  de  lleno  en  la  administración  de  su  gobierno, 
dejó  á  su  esposa  y  a  la  parentela  de  ella  en  la  villa  de  Vicloriai 
pueblo  floreciente  en  aquella  época,  como  lo  hemos  dado  á 
entender,  entregado  a!  lujo  y  á  los  entretenimientos  ade- 
cuados á  su  mucha  riqueza  y  á  la  calidad  de  sus  pobladores. 


I 


Su  locura,  —  Estando  el  protagonista  de  esta  parte 
de  nuestra  historia  en  su  ciudad  de  Ubeda,  llegó  un 
correo  do  Santafé  de  Antioquia  conductor  de  varias  cartas, 
entre  las  cuales  había  una  dirigida  al  capitán,  sin  lirjna  y  dis- 
frazada la  letra,  que  decía  en  forma  de  advertencia  ;  <(  Que 
mientras  él  estaba  entregado  á  sus  proyectos  y  trabajos,  su 
consorte  manchaba  sin  miramientos  el  lecho  nupcial ;  que, 
dada  á  devaneos  y  concupiscencias,  violaba  impudente  la 
santa  fe  jui'ada  en  los  altares,  y  que  el  resto  de  ia  familia,  como 
su  esposa,  andaba  ultrajando  todos  los  deberes  do  la  hojiesti- 
dad,  entregada  a  una  vida  licenciosa  y  á  los  hechos  del  más 
escandaloso  libertinaje.  ^ 

Pur  lo  expuesto,  se  verá  con  claridad  que  la  gente  de 
aquel  tiempo,  como  la  de  los  pasados  y  como  la  délos  que  han 
seguido  después  y  habrán  de  seguir,  hilaba  delgado,  y  no  so 
detenía  ante  las  mayores  monstruosidades  cuando  se  trataba 


—  734  - 


Ido 

1 


íe  aniquilar  de  un  í^olo  golpe  la  tranquilidad  detünJoJm 
matar  las    ilusiones  y  las  esperanzas  mundanales    de 
alma. 

El  tiro  fué  certero  y  produjo  su  efecto,  pues  el  desdichado 
Valdivia,  sensible  y  pundonoroso,  viéndose  atacado  en  lo  m 
íntimo  de  su  honor,  perdió  instantáneamente  la  razón,  ca 
en  el  frenesí  de  la  pasión  de  los  celos  y  pasó  luego  á  una  corn^ 
pleta  enajenación  meutaK  De  ese  día  en  adelante,  no  fué  yací 
sugeto  avisado  y  advertido,  sufrido  y  paciente  de  antes ;  toi^ 
nósc  loco  furioso,  maltrataba  los  soldados,  los  insultaba, 
escarnecía  y  los  desesperaba,  como  queriendo  buscar  por 
medio  el  levantamiento  de  un  motín  de  cuartel  que  lo  libr; 
de  una  existencia  tormentosa  y  funesta.  En  su  insano  de? 
varío,  determinó  luego  arrasar  los  cimientos  de  la  ciudad 
creada,  y  lo  ejecutó*  Cogió  los  caciques,  los  amenazó,  los  apri- 
sionó y  los  soltó  después,  sin  causa  para  prenderlos  y  sin  ihch 
tivo  para  ponerlos  en  libertad ;  hizo  cortar  los  remos  á 
Cvaballos  que  tenía;  levantó  el  campo,  y  comenzó  á  vagar 
concierto  por  aquellas  soledades. 

Esta  conducta,  que  hombres  vulgares  y  ordinaria >-^  n^^r. 
dían  apreciar  debidamente,  ocasionó,  como  era  de  esperarseí 
un  gran  descontento  en  la  tropa.  Muchos  de  los  soldados 
menzaron  á  desertar,  y  de  ellos,  los  tres  primeros  íuei'on 
turados  y  comidos  por  los   indios.  Los  oti'os  manifestan)» 
abiertamente  su  disgusto,  y  tanto,  que  el  ambulante  cuartel 
se  convirtió  en  un  verdadero  campo  de  Agramante. 

Las  demostraciones  do  desafecto  ftcljieron  de  ser  dí^  ^ 
importancia,  que,  sacudiendo  el  ánimo  enfermizo  deValdhií* 
obraron  una  reacción  favorable,  porque  pareció  voh-er  eíi«* 
acuerdo,  congregó  ásus  camaradas,le8  hizo  una  arenga  coiwí* 
liadora,  confesó  sus  yerros,  pidió  que  se  le  excusara,  pe 
reorganizar  su  ejército,  y  propuso,  cf  mío  vía  redentora,  U 
ción  de  un  pueblo  en  el  sitio  nombrado  Pesquerías, 
dante  de  víveres  y  rico  de  peces,  como  su  nombre  lo  deja 
prender. 

Accedierotí  los  españoles  á  las  pretensiones  de  su 


nador,  y  comenzaron  con  afán  el  nuevo  establecimiento,  pen- 
sando que  su  juicio  había  entrado  en  las  proporciones  de  una 
buena  salud;  mas  la  curaciúnno  debió  de  ser  perfecta,  6  la 
desconlianza  hubo  de  subsistir^  porque  pasados  algunos  días 
quiso  el  Jefe  entrar  con  denuedo  en  la  pacificación  de  los  indios» 
y  sus  camaradas  rehusaron  acompañarlo.  Para  establecer  ^ 
una  saludable  disciplina  y  para  poner  en  buen  pie  su  perdido 
prestigio,  hizo  aplicar  la  pena  de  garrote  a  Diego  de  Mon- 
toya,  uno  délos  alborotadores  y  sediciosos  más  activos  y  em- 
peñados en  su  contra.  La  ejecución  de  la  pena  tuvo  cumpli- 
miento ;  pero  produjo  un  resultarlo  de  más  altas,  funestas  y 
trascendentales  consecuencias  para  él,  pues  Santana,  líubián 
y  Sánchez  deOviedOí  desertaron  del  campamento,  y  se  echa- 
ron á  rodar  por  las  olas  casi  desconocidas  del  Cauca,  llega- 
ron al  Magdalena,  subieron  este  río  y  encaminaron  sus  pasos 
a  Santafe  de  Bogotá,  con  el  fin  de  quejarse  agriamente  y 
poner  en  conocimiento  de  la  Audiencia  Real  el  proceder  des- 
atinado y  crimina!  de  su  comandante. 

El  presidente  do  la  Audiencia,  D.  Francisco  Briceño, 
oídas  las  quejas  que  en  contra  de  \'aldivia  llegaron  á  este 
respetable  tribunal,  nondjró  como  juez  del  acusado  á  Antón 
Gómez  de  Acosta,  con  la  especial  comisión  de  compeler  al 
Gobernador  á  que  compareciese  inmediatamente  en  la  capital 
í^te  los  jueces,  para  hacer  sus  descargos,  y  que  entre  tanto 
Ue  esto  sucedía  gobernase  el  país. 

^  Gómez  Acosta  salió  de  Santafé  de  Bogotá  para  Antio* 
Bsi  llevando  algunos  hombres  armados,  entre  los  cuales 
^n.  los  tres  acusadores  y  dos  cuñados  del  reo.  Los  amigos 

t^  Valdivia  tenía  en  Santafé  de  Antioquia,  le  dieron 
lita  oportuna  de  lo  que  iba  á  acontecer,  por  lo  cual  trató 
*  J)revenir  el  golpe,  y  salió  solícito  y  apresurado  a  recibir* 
^^f:iquiosamente  á  su  juez.  Ante  todo,  punzado  en  el  corazón 
^^  el  agudo  dardo  ríe  los  celos  engendrados  por  el  anónimo 
^-^clo,  se  vi6  con  sus  cuñados,  pidióles  explicaciones  relativas 

t  honra,  y  quedó  tranquilo  con  los  informes  que  le  fueron 
nistrados.  Dueño  ya  de  sí  mismo,  volvió  á  su  carácter  de 


"Intrigante  y  astuto  negociador.  Con  exquisitas  1ormS?de( 
tesía,  lialagó  á  Gómez  Acosta^  le  hizo  una  pintura  seducte 
del  porvenir  de  su  oniprcsa,  le  ponderó  la  opulencia  del  paía 
le  expuso  poderosas  razones  en  favor  de  las  providencias  IG 
raadas,  y  —  lo  que  fué  mejor  —  le  llenó  las  manos  y  el  1 
sillo  con  parte  del  oro  arrebatado  á  los  indios,  para  inducirl^ 
á  t¡ue  se  desentendiera  de  su  olício  de  residente,  lo  acompa- 
ñara en  la  tarea,  dividieran  los  rendimientos  y  el  honor, 
entraran  de  frente  y  convenidos  en  la  conquista. 

Gómez   Acosta,  medio  convencido  y  medio  comprad<] 
accedió  a  lo  que  de  él  se  solicitaba,  y  los  tres  soldados  dcrii 
ciadores  del  Gobernador  también  fueron  amansados,  y  oejs 
en  sus  pretensiones  en  virtud  de  promesas  y  dádivas* 

Arreglada  asila  diferenciaj  nombró  el  Comandante  i 
Gómez  Acosta  lugarteniente  general,  y  lo  destinó  á  situar 
cmi  varios  guerreros  en  el  pueblo  de  Pesquerías.  Mandó  ¡guíi^ 
mente  á  Francisco  Maldonado  en  busca  de  aventuras  y  de 
brimientos  por  todos  los  senos  del  país,  en  tanto  que  él,  < 
sus  dos  cuñados,  trece  europeos  y  los  negros,  lijó  su  esti 
da  en  el  valle  de  San  Andrés,  donde  trató  de  Ibrtiüt 
como  se  fortificó  lo  mejor  que  pudo. 


Su  muerte.  —  El  ejército  conquistador  era  limiladü 
y  esta  inconsiderada  división  de  él  dio  al  traste  con  su  ii 
portancia  y  con  el  respeto  que  podía  infundir  á  los  salvaje 
quienes  por  su  parte  comprendieron  la  debilidad  ó  impoi 
cia  en  que  quedaban  sus  enemigos,  por  efecto  de  un  en 
inexplicable  en  persona  tan  sagaz  como  Valdivia,  Asífuéqil 
queriendo  sacar  provecho  de  la  torpeza  que  los  favorecía^  | 
saron  concertarse  unos  con  otros  para  dar  un  ataque  geaer 
y  destruir  de  un  solo  golpe  á  los  insolentes  y  codiciosOí* ' 
padores.  Mandaron  cun  tal  lin  emisarios  enlodas  dirección 
para  poner  de  acuerdo,  unos  con  otros,  los  caciques  cotíl 
dan  tes,  y  convenirse  en  el  día  de  la  sangrienta  contienda, 
que  fué  señalado  para  el  10  de  octubre  de  Í57G« 

Andábase  Francisco  Maldonado  por  esas  bre&as  y 


cijadas  con  36  compañeros,  y  había  hecho  alto  en  una  expla- 
nad! ta  rodeada  de  bosques  por  todas  partes.  Treinta  y  seis 
indios j  cargados  con  un  número  igual  de  Iiaces  de  guamas,  les 
llegaron  de  paz  y  con  el  aparente  objeto  de  festejarlos  con 
aquella  agradable  fruta. 

Las  qu6  los  bárbaros  llevaban  aquel  día,  eran  de  las  co- 
nocidas en  el  país  con  et  nombre  de  machetonas^  por  la  seme- 
janza que  tienen  en  su  forma  con  la  lámina  de  un  machete. 
Metidos  cuidadosamente  entre  los  manojos  del  regalo^  lleva- 
ban ocultos  los  salvajes,  cuchillos  que  habían  obtenido  á  exor- 
bitante precio  en  sus  diarias  contrataciones  con  los  españoles. 
Encima  del  fardo  habían  puesto  los  disimulados  y  temerarios 
americanos  unos  cortos  garrotes  de  apariencia  ligera  é  ino- 
fensiva, pero  positivamente  recios  y  pesados.  Llegándose  á 
donde  estaba  Maldonado,  con  el  ademán  más  humilde  é  ino- 
cente, descargaron  los  fardos,  y  mostraron  semblante  fatigado 
y  deseo  de  descanso,  Los  hambrientos  peninsulares  cayeron 
ansiosos  sobre  la  ofrenda,  para  devorarla,  y  mientras  esto  eje- 
cutaban, los  bárbaros,  echando  mano  de  los  cuchillos  y  los 
palos,  dieron  de  improviso  sobre  los  desapercibidos  contra- 
rios. Un  gandul  hendió  con  su  hacha,  de  un  solo  golpe,  la 
cabeza  de  Maldonado  y  lo  dejó  exánime;  hizo  luego  lo  mismo 
con  Chaves  y  con  Cotura,  y  por  último  dio  muerte  pronta  á 
Sancho  Vélez. 

Cinco  más  fueron  víctimas  del  furor  y  denuedo  de  los 
asaltantes;  mas  pasado  el  primer  asombro  por  tan  inespera- 
da hostilidad,  recobraron  los  aventureros  sus  acostumbrados 
bríos,  se  defendieron  con  bizarría,  y  los  obligaron  á  retraerse. 
No  quedaron,  sin  embargo, en  tan  próspera  situación  después 
de  esta  sangrienta  refriega,  para  que  les  viniera  al  deseo  la 
ocurrencia  de  seguir  en  su  persecución.  Por  lo  contrario,  mo- 
hínos y  maltrechos,  volvieron  el  rostro,  pusieron  frente  á 
Santafé  de  Antioquia,  y  anduvieron  para  allá  con  paso  tan 
veloz  como  les  convenía. 

Mientras  esto  sucedía  con  Francisco  Maldonado,  Valdi- 
via permanecía  en  su  fortín ;  mas  en  verdad  rodeado  de  zozo- 


L 


—  738  — 


bras  y  cuidados.  Los  de  su  séquito  no  estaban  ni  tranqutlw 
gustosos,  ya  por  la  inseguridad  que  los  amenazaba,  ya 
bien  por  la  fatuidad  y  petulancia^  la  vanidad  y  la  jirroseriaí 
que  eran  tratados  por  ios  dos  hermanos  políticos  de  su  hí 
quienes,  sin  antecedentes  y  sin  méritos,  mostraban  un  de 
y  una  insolencia  mortificantes,  A  este  mal  se  agregó  tamhié 
un  poca  de  orgullosa  aspereza  de  parte  del  Gobernador, 
tanto  debió  de  ser  el  enfado  que  produjo,  que  algunos  de 
taron.  Ese  estado  vacilante  é  indefinido  duró  bien  poco, 
consecuencia  de  lo  que  pasamos  á  relatar. 

Los  caciques  Oceta,  Cuerquía,  Ochalí,  Ubaná  y 
resolvieron,  de  acueixlo  con   los  agresores  de  Maldonado« 
atacar  a    Valdivia  en    su   fortificaciónj   con   500  hombn». 
Aproximáronse  al  campo,  emboscáronse  en  sus  ccírcanía 
mandaron  algunos  emisarios   con   presentes  de  comida, 
mientras  más  descuidados  estallan,  cayeron  sobre  ellos  i 
ferocidad   imponderaljle.    Pedro   Valero   y   León   quisier 
resistir,  pero  murieron  al  inslíinto.  Valdivia  animó  Ii€ 
mente  á  sus  peones,  mas  en  vano  :  el  padre  Atienza  y 
negro  lucharon  valerosanientc ;  con  todo,  cayeron  á  los  golf 
reiterados  de  los  asaltantes,  tocando  la  misma  suerte  á 
Bartolomé,  religioso  carmelitano,  capellán  de  la  tropa. 

El  general,  herido  por  una  flecha  que  lo  entró  por  t' 
boca,    fue  Iiecho    prisionero,  así  como   también    una 
intérprete  que  oslalxi  á  su   lado.   Sentado  en   una   piedf 
agobiado  por  las  bmlas  y  sarca^smos    de    sus    triunfimll 
enemigeos,  esperaba  el  Conquistador  la  sentencia;  mas  aat 
que  esta  fuei^  dada,  intentó,  con  su  habilidad  genial,  de 
el  curso  de  su  infeliz  destino. 

Con  el  fm  de  alilandar  un  poco  el  ánimo  exaltado  dei 
feroces  enemigos,  hízoles  entender,  por  medio  de  la  ind 
intérprete,  el  peligro  A  que  quedarían  expuestos  si  lo  ssm 
caban  a  su  furor.  Manifestóles  el  gran  poder  del  rey  Ftíñpt 
cuyo  celo  por  la  defensa  de  sus  vasallos  era  de  temcrae 
por  consiguiente,  la  seguridad  que  tenía  de  que  todos  tíl<  I 
serían  irremediablemente  exterminados  como  Mctimascxpfi 


torias,  por  el  enorme  crimen  que  estaban  á  punto  de  cometer. 
Coacliiyó  su  razonamiento  por  ofrecerles,  en  caso  de  perdón^ 
la  más  firme  y  sincera  amistad,  junto  con  la  promesa  de 
interponer  en  su  favor  la  benéfica  influencia  de  su  posición  y 
de  su  elevado  carácter  de  conquistador. 

No  parecieron  flojas  ni  de  menguada  fuerza  las  razones 
en  que  el  desdichado  prisionero  apoyaba  esta  agonizante  y 
desgarradora  súplica.  Por  lo  menos,  el  bái^baro  Careara, 
que  se  llamó  después  D.  Martín,  cuando  hubo  recibido 
el  agua  del  bautismo,  y  de  los  guerreros  el  de  mas  nom- 
bradla entre  los  naturales,  opinó  en  el  momentáneo 
Consejo  do  guerra  que  se  tuvo,  por  la  absolución  del  infeliz. 
Quinié,  indio  desaforado  y  violento  en  sus  procederes,  se 
opuso  con  una  corta  y  dura  replica  al  pensajniento  de  Car- 
cara,  y,  acompañando  las  palabras  con  las  obras,  descargó  su 
pesada  maza  sobre  la  víctima,  cuya  cabeza  convertida  en 
pedazos  dejó  los  sesos  á  la  vista.  La  india  intérpi'ete  fué  tam- 
bién sacrilicada. 

Practicada  esta  sangrienta  justicia  sobre  los  opresores 
de  la  tierra,  cortaron  las  cabezas  de  los  muertos  y  las  colo- 
caron sobre  maderos  elevados  á  la  vera  de  la  senda,  con  el  fin 
de  que  fuesen  vistas  y  contempladas  por  los  que  escapasen 
del  asalto  que  el  mismo  día  y  á  semejante  hora  debía  verifi- 
carse Címtralo.s  europeos  que  estaban  en  Pesquerías.  Propuso 
también  Ubaná,  cuando  la  últiiiia diligencia  estuvo  concluida, 
arreglar  una  embosciida  para  caer  con  seguridad  sobre 
los  dispersos,  en  el  caso  problemático  de  que  los  hubiera; 
pero  sus  compañeros  se  opusieron,  alegando  que  la  sula 
rden  que  habían  recibido  de  los  tahamíes,  era  la  de  matar  al 
ibernador;  que  el  ün  propuesto  estaba  conseguido  y  que  se 
juraban  á  sus  viviendas.  Así  lo  verificaron. 

Como  la  mayor  parte  de  los  expedicionarios  de  entonces, 
,  Andrés  de  Valdivia  sugeto  de  ánimo  esforzado,  y  capaz  de 

irriesgar  su  persona  en  las  crudas  y  azarosas  aventuras  de 
ía  época;  mas  el  camino  torcido  por  el  cual  ascendió  á  su 

slevado  puesto,  así  c<jmo  también  la  deplorable  y  malhadada 


^  7iO  — 

carta  qoe,  como  hemos  relatado^  le  destruyó  con  la  razón 
feliz  coniianza  de  esposo,  desmoralizaron  completaaieiitc 
carácter,    aniquilaron    el    efecto    natural    de    su'  constaat 
trabajo,  contribuyeron  a  la  pérdida  de  muchos  valiente,  I 
hicieron  estéril  la  empresa  de  conquista,  con  daño  y  perjuic 
para  todos. 


Triunfo  general  de  los  indígenas.  —  Y  no  era  8o\í 
mente    el    descalabro     sufrido    por    Maldonado,  y     la   leí 
mentosa  y    trágica  muerte  del  General,   lo  que  por  aqi 
tiempo  c^jnturbaba  el  ánimo    de   los  peones   de  Castilla  y 
tornaba  precaria  y  lastimosa  su  situación.  Tenemos  en 
que  sigue  pruebas  claras  y  perentorias  de  la  veracidad 
nuestro  aserto. 

D.  Antonio  Gómez  Acosta estaba,  como  liemos  dicho,! 
el  pueblo  de  Pesquerías  con  algimos  soldados.  Independien 
temente  de  las  penalidades  de  un  suelo  escaso  ya,  y  de  i 
permanente  combate  con  toda  clase  do  elementos  hostile 
pesaba  sobre  esos  aislados   aventureros   el  sinsabor  de 
zozobra  y  la  Miga  de  una  continua  alarma. 

El  vasto  plan  concebido  por  los  indígenas  y  ejecutad 
ron  bárbara  maestría,  se  desencadenó  también  subr 
Gómez  y  sus  amigos  el  mismo  día  d^í  la  sangrienta  cjecudófl 
de  Valdivia.  Con  alguna  anticipación,  mandaron  los  caudillo 
americanos  algunos  soldados  cargados  con  víveres  que  ofr 
cían  obsequiosamente  a  los  conquistadores.  Este  ardid, 
común  entre  ellos,  como  ya  se  ha  visto,  fué  el  misma  us^do 
con  Maldonado  y  con  Valdivia;  mas,  advertidos  los  da  Pcs* 
querías,  sospecharon  el  peligro  de  tal  cautelat  fuer 
prendiendo  los  enviados  á  medida  que  iban  llegando»  !o 
tlepositíiban  en  una  casa  fuerte  y  los  guardaban  con  cent 
netas  de  vista.  Habían  preso  ya  como  unos  veinticuatroj 
cuando  quiso  la  mala  suerte  de  D.  Antonio  Cfómez,  meterk 
en  la  cabeza  la  idea  de  hacer  una  visita  de  inspección  & 
cárcel  donde  estaban  los  de(enidos.  Los  centinela**  le  acoi 
jaron  que    no  entrara;  pero   él,  desoyendo  Ja  acIvertendJ 


I 

L  penetró  al  aposento  llevando  en  la  cabeza  una  fuerte  celada,  y 
^^■en  la  mano  la  vara  de  justicia- 

^m  Había  en  imo  de  los  rincones  de  aquella  pieza  una 
azada,  que  astuta  y  mañDBamente  ocultaba  con  el  cuerpo 
j  uno  de  los  prisioneros.  No  bien  el  teniente  Gómez  se  hubo 
encarado  con  los  presos,  y  no  bien  hubo  comenzado  una  de 
las  ordinarias  pláticas  místico-regañonas  de  los  espaív»le.s, 
cuando  el  indio,  asiendo  por  el  mango  del  instrumento  de  que 
hemos  hablado,  descargó  tan  rudo  y  eficaz  golpe  sobre  la 
cabeza  del  peninsular,  que  junto  con  los  cascos  del  cráneo  fué 
abierto  el  cerebro;  y  terminó  la  escena  en  perfecta  conso- 
nancia con  el  funesto  remate  de  Valdivia. 

Encolerizados  los  invasores  con  estoque  llamaron  infame 
!|  villanía,  echaron  por  las  armas,  y  con  veloces  y  mortí- 
feros golpes  acabaron  con  la  vida  délos  prisioneros.  Prac- 
nticábase  esta  carnicería  en  el  momento  mismo  en  que  los 
^guerreros  de  la  montaña, concitados  para  el  ataque,  rodeaban 
;  el  campo  europeo.  Trabóse  .^ntonces  una  riña  devastailora 
y  cruel  por  aml)os  lados,  en  que  la  gente  blanca  tuvo  pérdidas 
I  de  alguna  consideración  y  en  que  los  paisanos  perecieron 
\  por  centenares,  huyendo  el  resto  despavorido  y  sin  con- 
i     cierto. 

!  Muerto  Gómez,  quedaron  solamente  veintiún  hombres 

^     de  su  comitiva,  y  éstos   tan  desmayados,  tan  profundamente 
•     entristecidos,  y  aHigidos  por  una  angustia  tan  acerba,  que  no 
hallaron  aliento  ni  en  el  cuerpo  ni  en  el  alma  para  perma- 
j     necer  en  el  sitio,  cuanto  menos  para  ir  en  persecución  del 

derrotado  enemigo. 
'  Después  de  deliberar  sobre  tan  crítica  situación,  bajo  la 

I     influencia  depresiva  del  terror  y  de  la  incerlidumbre,  resolvió 
¡     la  corta  falange  enderezar  camino  en  busca  de  Valdivia,  cuyo 
deplorable  lin  le  era  desconocido. 

Como  exploradores  do  la  senda,  y  á  vanguardia  <]e  los 
demás,  iban  Juan  Meléndez,  Baltasar  Muñoz  y  Mateo  Fer- 
nández, llamado  el  Loro,  mestizo  natural  de  Tunja.  Llevaban 
estos  tres  hombres,  tres  perros  por  escolta,  y  con  ta!  acom* 


—  742  ^- 

pañainiento  metieron  el  cuerpo  en  esas  ignotas  y  solitaria 
regiones. 

Aftictiva  y  desgarradora,  aon  para  esos  corazones  t^ndu- 
recidos  en  la  práctica  de  tan  frecuentes  carnicerías,  rlelnó  úv 
ser  la  emoción  que  experimentaron  aquellos  soldados  al  dar 
de  frente  con  las  cabezas  de  sus  camaradas,  puestas  sobre  ma* 
deros  por  los  bárbaros  en  el  Sitio  de  la  Matanza.  Los  historia- 
dores  de  la  época  aseguran  que  el  dolor  y  espanto  no  se  hi* 
cicrnn  solamente  sentir  en  los  liumanos  pechos  de  Meléndc 
Muñoz  y  Fernández,  sino  que  se  manifestaron  de  un  modo  ] 
tético  y  conmovedor  en  los  lamentos  y  los  aullidos  quejuí 
brosos  de  Jos  perros.  Nada  de  raro  tiene  para  nosotros  el  qi 
esos  pobres  animales,  cuyo  instinto  es  tan  sensible,  hubic 
participado  de  las  congojas  de  sus  amos. 


Los  restos  del  ejército  socorridos  por  Radas. — Agobia 
dos  de  pesar  los  tres  individuos  de  a([uella  miserable van^ 
dia,  entraron  en  nuevas  y  más  difícilesperplejidades.  Nosabíai 
si  volver  atrás  para  verse  con  sus  amigos,  ó  si  seguir  el  camí 
de  Antioquia,  determinación  que  tomaron  al  fin  como  mi 
prudente  y  redentora,  para  conseguir  su  salvación  y  la  de  le 
otros* 

En  el  tránsito  experimentaron  los  desdichados  toda  da 
de  privaciones  :  el  hambre  los  acosó  sin  piedad,  hasta  obli- 
garlos 4  matar,  para  comérselo,  uno  de  los  perros. 

En  tanto  que  aqurllos  caminantes  andaban  de  vuelta  l 
Antioquia,  1).  (raspar  d^  Rodas,  simple  particularavecindadoeil^ 
lac¡udad,sinlener  en  cuéntalas  defeccionesexperimentadasea^ 
tiempos  anteriores,  y  sabedor  por  algunos  de  los  compañc 
de  Maldonado,  llegados  á  la  población  como  menHajoroSjde  li 
infausta  situación  en  que  podría  hallarse  el  Gobernadur  Va 
divia^  determinó,  siempre  con  ánimo  franco  y  generoso 
20n,  procurar  socorrer  á  sus  cumpatriotas* 

Antonio  Machado,   que»  como  se  recordará,  fué  el  i 
español  que  abandonó  á  Valdivia  cuando  pasó  el  Caua 
emprendi/j  su  campana,    había  sido  nombrado  alcalde  de 


^  743  - 

ciudad ,  y  con  5Ü  soldailos  y  dv.  acuerdo  con  líof las  fué  en 
auxilio  de  los  desbai'atadoa  castellanos,  A  poco  andar,  dio  con 
Juan  Meléndez  y  los  suyos,  quienes  merced  al  auxilio  recibido 
entraron  un  poco  más  tranquilo.^  y  seguros  en  Antinquia. 

Los  de  Pesquerías,  que  dejamos  contemplando  las  escar- 
pias y  las  cabezas  puestas  en  ellas  por  los  indios,  se  encon- 
traron sujetos  á  la  más  hori'cnda  desesperación.  Indecisos  y 
desmoralizados  por  la  desgracia,  no  sabían  qué  partido  tomar 
para  escapar  do  la  muerte  que  creían  seguida :  unos  pensaban 
que  desbandándose  y  entregándose  cada  cual  a  su  propia 
suerte,  hallarían  quizá  su  siilvación ;  oti*os opinaban  por  man- 
tenerse unidos  y  compactos^  y  los  más  no  alcanzaban  siquiera 
la  fuerza  de  opinar.  Juan  Ruiz  de  x\ lienza,  Pedro  Pinto  Ve- 
llorino,  Leonel  de  Ovallc  y  Bartolomé  Jorge  eran  acaso  loa 
solos  que  guardaban  en  el  conflicto  un  poco  de  entereza  y  se- 
renidad, circunstancia  í[ue,  como  es  bien  sabido,  es  la  sola 

Kue  puede  salvar  en  los  trances  difíciles  de  la  vida.  El  prime- 
ro de  los  sugetos  mencionados  reanimó  con  su  ejemplo  y  con 
sus  palabras  el  decaído  vigor  de  la  gente,  y  la  mantuvo  reunida 
y  en  perfecta  disciplina  hasta  su  feliz  y  próximo  encuentro  con 
Machado*  Una  vez  que  esto  se  verificó,  continuaron  en  con- 

■1er to  y  entraron  en  la  ciudad,  redimidos  si  no  dichosos. 

^      Aspecto  del  país.  —  Por  lo  referido  se  comprende  que 

los  nutabes,  estimuhidos  por  sus  vecinos  tahamíes,  no  eran 

fácilmente  manejables,  y  que  el  chasco  llevado  en  la  ocasión 

no  era  propicio  para  acometer  de  nuevo,  y  sin  mejores  recur- 

^bs^  la  conquista  dermiiiva  de  esas  belicosas  naciones,  cuyas 

C!rónicas  vestidas  de  htirrores  han  llegado  hasta  nosotros   por 

la  relación  escrita  que  hizo  de  ellas  Jerónimo  ile  Torres,  sol- 

j^do  valiente  que  las  presenció  é  ilustnicon  sus  hechos. 

B      El  país  que   sirvió  de  teatro  á  los  acontecimientos  que 

^pmos  delineado,  se   conserva  hoy,  después  de  tres  siglos, 

^asi  con  el  mismo  aspecto  y  con  las  mismas  condiciones  que 

Cnía  entonces.  Los  indios  solamente  lian  desaparecido  de  la 
cena  ;  cuatro  ó  cinco  villorios  miserables,  y  algunos  caseríos 


—  744  — 

de  poca  significación,  constituyen  lo  que  c 
civilización  ha  introducido  por  esas  breñai 
nuedo  de  los  conquistadores  acabaron  ce 
los  demás  agentes  naturales  se  han  mostra 
esfuerzos  progresivos  de  entonces  y  á  los  d( 
sin  embargo,  que  ese  pedazo  de  territorio  i 
tancia  para  el  porvenir  de  Antioquia ;  por  lo 
extremidad  norte  es  navegable  el  Cauca,  y  1 
para  comunicar  el  centro  del  Estado  con  la 
de  ese  lado.  Ricas  minas  de  oro  y  otros  me 
tierras  de  labor,  y  recomendaciones  de  otro 
esa  comarca  en  el  tiempo  presente,  con 
tiempo  de  la  conquista.  Empero,  con  las 
das  á  Valdivia,  la  obra  quedó  abandom 
sión  de  nuevo  Gobernador,  como  lo  verer 
capítulo. 


CAPITULO  DECIMOCUARTO 


Situación  moral  é  inielecíual  de  los  conquistadores,  —  Nombra- 
miento de  Rodas  ¡mra  Gobernador  de  Antioquia.  —  Castigo  de 
losnuiabes.  —  Funddción  de  Cáceres.  —  Viaje  del  Gobernador  á 
Santafé  de  Bogotá.  —  Es  confirmado  su  nombramiento*  — 
Pacificación  de  los  gualies,  ^-  Segunda  insurrección  de  los 
nutabes. 


Situación  moral  é  intelectual  de  los  conquistadores.  — 

uerto  Valdivia,  desmoralizador  un  tanto  los  españoles,  aban* 
o  nada  la  conquista  de  los  nutal)es,  y  desalentados  los  espíri- 
;us  de  !a  t^scasa  tropa  invasora,  aumentóse  la  fiereza  y  altivez 
e  los  indios  de  la  parte  oriental  del  Cauca.  Los  catíos,  muer- 
as en  gran  parte  y  desfallecientes  por  la  tenaz  persecución 
e  se  les  hacía,  recibieron,  traído  por  el  ejemplo  de  sus  her- 
anos,  el  contagio  de  la  insurrección,  y  hallaron  propicio  el 
omento  para  negar  de  nuevo  la  obediencia  que  ya  teman 
prometida. 

Alarmados  los  naturales  de  Santafé  de  Antioquia  con  el 
giro  turbulento  y  amenazador  que  iba  tomando  el  asunto, 
determinaron  elevar  a  la  lieal  Audiencia  un  memorial  por  el 
cual  pedían  el  nombramiento  de  un  Gobernador  de  que  care- 
cían, y  que  consideraban  comocsencialmento  necesario  para  la 
buena  gestión  de  la  Colonia  y  para  la  entera  pacificación  de 
los  barbaros  ;  pero  mientras  obtenían  contestación  á  su  de- 
manda, mandaron  por  comisionado  á  Juan  Meléndez,  con  el 
encargo  de  combatir  v  aquietar  á  los  naturales,  operación  que 


-  746  — 

Nombramiento  de  Rodas.  —  La  moncinnada  peticióil 
los  antioqueños  fué  corisitloracla  en  la  Audiencia,  y  obtu^ 
por  resultado  un  real  acuerdo  que  designó  para  el  cargo  i 
Gobernador  y  para  Capitán  general  á  D.  Gasjiar  de    Roe 
cometiéndole  el  encargo  especial  ríe  castigar  los  caciques  que 
coligados  contra  Valdivia  le  habían  dado  muerte. 

Impuesto  Rodas  de  su  nombramiento,  hizo,  como  Iciiía 
de  costumbre,  llamada  general  de  todas  los  obreros  en  las 
pasadas  guerras,  para  que  le  prestasen  mano  fuerte  y  le 
dieran  ayuda  en  el  desempeño  de  la  comisión.  Algunos  fie 
sus  antiguos  camaradas,  unos  pocos  vecinos  de  la  ciudad^  y  los 
restos  miserables  de  la  malograda  expedición  anterior,  forma- 
ron un  piquete  como  de  70  hombres,  con  el  cual  y  su  iJ(!s- 
treza,  guió,  como  se  decía  entonces,  para  el  valle  de  Sa«^ 
Andrés. 

Apenas  hubo  Ilet;ado  al  teatro  de  la  pasada  carnia^ría, 
vinieron    de   paz    los  caciques   principales,  trayendo,  cor 
prenda  segura  ile  amistad  y  alianza,  ricos  presentes  de  or 
labrado,  a  cuya  aceptación  se  negó  el  severo  y  hábil  capitán- 

En  presencia  de  los  bárbaros,  pasó  revista  á  su  corta  di; 
visión  el  8  de  febrero  de  (577,  le  dirigió  una  pequofta  y  mo 
derada  proclaiua,  prendió  varios  de  los  caciques  mas  notable 
y  se  preparó  para  ejecutar  en  ellos  ejcmplai*  y  cumplida  jtó-' 
ticia. 

Cuando  los  indígenas  vieron  aprisionados á sus  y^i*-^  "^'-^ 
distinguidos  y  de  mejor  crédito,  comenzaron  á  dar  mu», 
rebelión  ;  pero  el  calmoso  y  prudente  Capitán  los  aquietó  al 
punto,  haciéndoles  comprender  por   medio  de  intórprt^le  d 
gran  peligro  que  corrían  entregándose  á  sus  habituales  é  in- 
solentes desacatos.  Hízoles  entender  igualmente  que  mi  int  r 
ción  y  miras  eran  conciliadoras  y  pacíficas,  cjue  no  tratahn  ^.l 
de  aplicar  la  pena  merecida  á  los  culpados»  lo  cual  ejecuiatlvv 
sería  seguido  por  la  más  completa  y  i>erfecta  armonía  entre 
ellos. 


Castigo  de  los  nutabes,  —  Sin  pérdida  de  tiempo  maiictó 


imcíar  y  seguir  la  causa  á  los  cabecillas  más  comprometidos, 
y  les  nombró  con  anticipación,  y  á  usanza  de  los  juicios  mili- 
tares, el  correspondiente  defensor,  operación  que»  si  no  recor- 
damos mal,  fué  la  primera  de  su  género  que  llevaba  visos  de 
un  arreglo  jurídico  y  en  derecho,  y  que  muestra  también  que 
este  caballero  era  un  poco  diferente  de  los  hambres  de  fuerza 
y  de  los  arcabuceros  de  aquella  edad. 

Seis  de  los  reos  fueron  condenados  á  pena  capital  é  infa- 
mante de  garrote,  y  dos  mas  tuvieron  mutiladas  las  manos» 
Los  reos  recibieron  antes  de  morir  el  agua  del  bautismo,  y 
declararon  contritos  y  arrepentidos  que  los  malos  consejos 
de  los  taharaíés  habían  motivada  sus  desventurados  crímenes; 
lo  cual  aclaro  más  aun  este  asunto  que  había  estado  sujeto  á 
dudas,  y  que  más  tarde  pareció  ante  la  Real  Audit  ncia  en 
calidad  de  acusación  formal  contra  Bartolomé  Sánchez  Torre- 
blanca. 

Fundación  de  Cáceres. —  Administrada  justicia,  diuse  el 
Capitán  general  a  recorrer  la  tierra,  y  en  atención  á  los  deseos 
manifestados  por  su  gente,  determinó  en  el  mismo  mes  y  año 
citados,  la  fundación  de  la  ciutlad  de  Cáceres  en  la  ribera 
derecha  del  Cauca,  á  corta  distancia  del  punto  mismo  en  que 
Valdivia  fué  sacrülcado.  Tuvo  esta  ciudad,  en  su  principio, 
treinta  vecinos  nobles  y  cinco  mil  indios  de  encomienda. 

Verificada  la  fundación  y  repartida  la  Ucrra,  avino  entre 
los  conquistadores  lo  que  comunmente  acontecía  entre  ellos, 
esto  es,  un  gran  disgusto  por  falta  de  equidad  en  la  distribu- 
ción de  las  recompensas • 

Cuando  Riídas  puso  término  á  la  fundación  de  Cáceres,  y 
creyó  haber  desenqieñado  su  encarga  de  dar  castigo  á  los 
caciques  matadores  de  Valdivia,  pensó  que  sería  bien  dar 
cuentíi  de  todo  eso  á  la  Real  Audiencia,  y  con  tal  idea  despachó 
como  mensajei*o  á  D,  Antonio  Osorio  de  la  Paz. 

Viaje  del  Gobernador  á  Bogotá.  —  Los  sugctos  que 
quedaron  descontentos  con  él   por  la  mala  distribución   de 


—  748  - 

las  recompensas  otorgadas,  no  estaban  de  humor  de  pei'do- 

narle  lo  hecho.  Tres  de  ellos  siguieron  inmediatamente  tras  v\ 
comisionado  Osorio,  con  el  proyecto  de  llevar  á  los  juea*^ 
Gompttteiites  de  Santafé  las  quejas  de  sus  agravios.  El  (VoIxt- 
nador  fué  noticiado  de  esto  último,  y  como  no  quisiese  dejarle 
'ganar  de  mano,  se  echó  á  rodar  por  el  Cauca,  aguas  abaju, 
tomando  el  camino  de  la  capital. 

A  esta  sazón  era  muerto  ü.  Francisco  Briceflo,  prcMMrntr 
de  la  Real  Audiencia,  y  haliía  entrada  á  esta  respetable  cor- 
poración Juan  Rodríguez  Mora,  quien  no  se  sabe  por  cuál 
causa  tomó  acaloradamente  bajo  su  protección  al  pacífiaulor 
de  los  nu tabes. 

Es  confirmado  su  nombramiento. —  Era  también  d 
tiempo  en  que  los  indios  gualies,  sacudiendo  el  yugo  que  ya 
tenía  impuesto  sobro  ellos  eí  ilustre  D*  Gonzalo  Jiménez  de 
Quenada,  llevaban  revuelta  y  azorada  la  comarca.  Necesita-, 
base  un  hombre  de  condiciones  propias»  de  brazo  fuerte  v 
cabeza  entera,  para  hacer  entender  razón  á  esos  desacordado 
bárbaros.  Pareció  a  todos  que  Ü,  Gaspar  de  Rodas 
como  modelado  adrede  para  zanjar  pronto  y  bien  esta  dificti 
tad.  Por  eso,  pues,  por  los  méritos  del  hombre,  y  mas 
todo  quizá  por  la  intervención  oliciosa  y  protectora  de  Hodr 
guez,  el  Gobernador  logró  romper  la  cabala  do  sus  ¿mulos,] 
ser  nombrado  por  la  Aintiencia  para  el  desempeño  de 
anterior  destínOj  consoló  la  condición  de  reducir  de  paso  I 
su  deber  á  los  sublevados.  Fuera  de  eso»  se  hizo  i:  H 

mente  por  los  altos  funcionarios  de  Santafé  ante  el  i»im  «mu 
lie  la  Madre  Patria,   alta   y  honrosa  recomendación  del 
rácter  de  Rodas, 


Pacificación   de  los  gualíes.  —  La  pacificacíóti  de 
gualíes   quedó  bien    pronto   ejecutada,  sin  gastar   en 
tarea  sino  tres  meses.  Hízose  la  operación  coa  Itü  soldadfl 
entre  lo8  cuales  iban  Juan  Meléndez   y  Alonso  Pernánd 


Molano,  y  se  hizo  con  lucimiento,  porque  el  jefe,  aunque 
manso  de  condición  y  sencilio  de  porte,  era  caballero  de  alto 
brío  y  buen  consejo,  como  se  habrá  comprendido  por  lo  que 
de  él  hemos  dicho. 

Concluida  esta  primera  faena,  volvió  el  nombrado  capitán 
áSantaféde  Bogotá,  en  donde  le  fué  confirmado  su  nombra-* 
miento  de  Gobernador  de  Antioquia,  comprendiendo  los  con- 
tornos del  territorio  de  su  mando,  lo  mismo,  con  corta  dife- 
rencia, que  lo  que  hoy  comprenden . 
^K  Poco  tiempo  después  de  lo  que  llevamos  dicho,  vino  la 
misma  dignidad  conferida  por  el  Rey  al  mismo  sugeto,  con 
más  otras  preíiminencias,  títulos  y  dádivas,  así  como  la  pro- 
mesa de  hacerlo  Adelantado  cuando  liubiese  fundado  tres  ciu- 
dades de  españoles  y  puesto  término  al  descubrimiento  de  las 
tierras  de  su  Jurisdicción.  Quedó,  por  esta  disposición,  irrevo- 
cablemente segregada  la  Gobernación  de  Antioquia  de  la  de 
Popayán. 

^B^  Segunda  insurrección  de  los  nutabes  —  Mientras  que 

^BRs*^^" daba  por  Santafede  Bogotá  en  el  arreglo  de  sus  in- 
tereaes  personales,  y  mientras  batallaba  con  los  indios  gua- 
líes,  la  ciudad  de  Cáceres  se  había  convertido  en  campo  de 
guerra,  por  consecuencia  de  una  nueva  sublevación  de 
c^aciques  capitaneados  por  Omogá.  Esta  sublevación  produjo 
alborotos  en  que  los  naturales  dieron  muerte  violenta  á  varios 
de  los  vecinos  pobladores. 

El  conocimiento  de  este  desastre  le  llegó  al  Gobernador 
cuando  había  regresado  de  Santafé  de  Antioquia,  y  á  pesar 
de  que,  como  de  costumbre,  tenía  hechas  invitaciones  para 
enganchar  obreros  (jue  lo  siguiesen  en  las  nuevas  empresas 
que  meditaba,  quiso  dar  antes  socorro  á  sus  compañeros  en 
peligro.  Con  tal  fm,tomó  el  camino  de  Cáceres,  ciudad  á  la 
cual  entró  acompañado  solamente  de  30  hombres. 

Luego  que  se  hubo  impuesto  de  todos  los  pormenores 
ocurridos  y  de  la  situadón  del  enemigo,  ordenó  marchar  so- 
bre éste  á  Francisco  Alférez,  personaje  inepto  y  sin  valor,  á 


—  750  — 

quien  los  bárbaros,  después  de  hacerle  algún  daño,  pusí 
en  vergonzosa  fuga. 

Una  vez  que  lacximpañade  Alférez  terminó  con  tan  ma 
suceso^  nombró  el  comandandantcrcomo  cabo  director  de  un 
nueva  expedición  contra  Omoga,  por  diciembre  de  1579, 
Juan  Arias  Rubián,  quien,  internándose  por  los  bosques 
breñas  que  demoran  á  la  parte  oriental  deCáceres,  dio  coai 
indio  que  se  decía  enviado  del  cacique,  y  que  lo  in\itó  par 
verse  con  su  señor  sobre  una  meseta  rasa  en  parte,  mas  no-_ 
deada  de  bosque  á  cierta  distancia,  á  la  que  su  señor  concu 
rriría  en  breve  tiempo.  El  español,  con  los  suyos  y  con  una 
india  llamada  Ana  que  le  sem'a  de  intérprete,  se  trasladó! 
lugar  de  la  cita,  ácuyo  punto  llegaban  algunos  indios  de 
pecto  inofensivo. 

Recelando  los  cristianos  una  nueva  traición  por  parte 
sus  n\^le8,  prendieron  á  uno  de  los  bárbaros  y  lo  sometier 
á  la  pruebadel  tormento,  con  la  esperanza  dearrancarle  el  i 
creto  del  engaño  que  temían,  prueba  que  les  salió  bien, 
que  el  infeliz,  acosado  por  el  dolor,  reveló  todas  las  circuns 
tancias  de  un  plan  de  feroz  ataque  que  contra  ellos  estaba  mí 
ditado* 

Contó  los  incidentes  de  estas  contiendas  parecen  todo 
cortados  sobre  un  solo  patrón,  suprimiremos  la  bis 
minuciosa  de  las  bases  en  que  los  americanos  fundaliao 
segundad  de  su  triunfo,  así  como  también  la  especificacíóD  « 
las  providencias  tomadas  por  los  castelkuios  para  defendei 
Bastará  sólo  decir  que  los  salvajes  llegaban  al  campaiuenl 
español  en  limitadas  partidas,  y  que  muchos  de  ellos  fiier 
capturados  y  presos  inmediatamente,  suerte  que  tocó  áOm^ 
gá,  quien  fué  inhumanamente  descuartizado.  La  muerte 
este  cabecilln  encenflió  el  más  horrendo  furor  en  el  bando 
los  indígenas,  quienes  para  buscar  venganza  se  desiniiendi^ 
ron  de  su  plan  y  cayeron  ciegos  de  ira  sobrx)  aqm*l  puñada  ( 
aventureros. 

Era  el  31  de  diciembre  de  157Í).  Los  europeos  «e  hal 
fortificado  del  mejor  modo  posible,  y  los  nutabos,  capit 


dos  por  Moabita,  Teguerí  y  Oclialí,  atacaron  con  su  genial 
bravura.  Bien  pronto  la  lid  se  hizo  casi  personal,  y  la  lucha 
tan  sangrienta  que,  íicgiin  (Uce  ol  cronista,  300  naturales  que* 
ciaron  muertos  en  el  campo  con  dos  de  los  jefes,  y  entre  los 
españoles  hubo  17  heridos,  y  algunos  hasta  con  cinco  lieridas 
de  neclias  envenenatlas,  por  lo  cual  tuvieron  f[Lie  curarlas  cor- 
tando y  queinaiidu  la  carne  como  era  de  precisión. 

El  resultado  íinal  del  combate  fué  desastroso  para  los 
conipiiótadores ;  fué  el  de  una  completa  den-ula,  porque 
Ochab',  el  único  jefe  que  había  quedado  con  vida,  estimuló  he- 
ruicamente  el  valor  de  sus  amigos  y  compelió  á  los  otros  duna 
retii*ada  pronta  y  vergonzosa. 

La  nuche  que  sigiuó  al  día  de  esta  desventura,  fué  triste 
para  el  pelotón  peninsular,  y  las  jornadas  que  siguieron,  mas 
tormentosas  aún,  porque  su  espanto  y  desaliento  acrecieron 
con  el  anuncio  hecho  por  un  v¡ej<>  de  que  el  enemigo  caería 
sobre  ellos  sin  misericordia.  Ya  no  pensaron  en  otra  cosa  que 
en  salvar  las  personas  haciendo  h*ente  á  todos  los  oljstáculos 
que  se  presentaran,  más  bien  que  habérselas  en  batalla  abierta 
con  los  bárbaros.  El  hambre  y  la  desnudez,  la  intemperie  y 
los  abrojos,  el  temoi-  y  las  vacilaciones  llovieron  sobre  esa 
pobre  gente  que  se  retraía  á  todo  andar  sobre  su  cuartel  gene- 
ral de  Cáceresj  en  tal  manera  que  muchos  indios  yanaconas^ 
Lucas  y  Mateo  de  Acosla  pagaron  con  la  vida  antes  de  lleg:ar 
a  puerto  de  salvación.  Y  no  eran  ellos  solos  los  mollinos  y 
acongojados,  pues  los  habitantes  de  la  ciudad,  acometidos  tam- 
bién por  turbas  numerosas  de  salvajes,  se  habían  defendido 
penosamente  y  vivían  con  sobresalto  y  alarma. 

Rubián  y  sus  compafieros,  si  bien  en  lastimosa  situación, 
llegai-on  por  ün  á  la  ciudad,  donde  fueron  faví>recitlos,  y  don- 
de engrosando  el  guarismo  de  combatientes  quedaron  en  acti- 
tud respetable. 

Los  nutabes,  eran  bravísimos  soldados,  y  si  bien  ven- 
cedores en  efímeros  combates,  habían  sido  tratados  de  un 
modo  tan  cruel  y  tan  sanguinario  por  sus  amos,  que,  reduci- 
dos a  muy  corto  número,  tuvieron  á  bien  someterse  íx  la  vo- 


—  752  — 

luntad  de  sus  contrarios  y  renunciar  á  tod 
Corría  por  entonces  el  año  de  1580,  en  que 
á  Santafé  de  Antioquia  meditando  la  ejecu 
ción  mas  sustanciosa  y  fecunda  en  buenos 


CAPITULO  DECIMOQUINTO 


Descubrimiento  del  Porce. —  Conquista  de  los  naiarales.  -- Funda- 
ción de  ZsLiwjozsL.  —  Reedificación  de  San  Juan  de  Rodas.  — 
Resumen.  —  Conclitsiún. 


Descubrimiento  del  Porce.  —  Expuestos  menudamente 
los  sucesos  anterioreíí,  coetáneos  y  ulteriores  a  la  fundación 
de  Cáceres,  tenemos  visto  que  Rodas,  deseoso  siempre  de  dar 
calor  y  realce  á  los  trabajos  de  la  Conquista,  tornó  á  la  ciudad 
de  Santafé  de  Antioquia,  cuartel  general  en  ese  tiempo,  con  el 
laudable  fin  de  seguir  adelante  en  su  preferido  empeño. 

Reunió  para  su  séquito  70  veteranos,  hombres  sueltos  y 
atrevidos,  y  tomó,  á  Unes  del  año  de  153Ü,  el  rumbo  de 
oriente,  hasta  mostrar  su  bandera  en  las  playas  pintorescas 
del  Aburra,  precisamente  enfrente  del  punto  que  hoy  ocupa 
Copacavana. 

Era  cabalmente  á  lo  largo  de  este  río,  cuyo  nombre  cam- 
bia luego  en  el  de  Porce  y  cuya  dirección  es  casi  siempre 
nordeste^  en  donde  el  pertinaz  Gobernador  quería  dar  vuelos  á 
su  actividad.  Era  también  esa  parte  do  Antioquia,  la  sola  que 
aun  pudiera  considerarse  como  desconocida,  porque  ala  sazón 
todos  los  desfiladeros  y  hondonadas  del  territorio,  cual  más, 
cual  menos,  habían  sido,  si  no  explorados,  sí  entrevistos  por 
los  españoles. 

Esta  campaña  no  era  la  menos  difícil,  y  ios  inconve- 
nientes que  en  ella  habían  de  presentarse  les  debieron  parecer 

48 


—   /a4  — 


terribles  á  los  aventureros.  No  obstante,  la  empresa 
metida  con  la  misma  decisión  y  entereza  que  habían  presidid 
á  las  investigaciones  y  lidias  anteriores. 

El  río  Porce,  sin  ser  el  más  caudaloso  del  Estado,  pr 
senta  á  quien  lo  contempla  un  aspecto  de  singular  violencia* 
su  corriente,  y  es  capaz  de  enj^endrar  espanto  aun  en  pecho 
animosos :  dos  altas  cordilleras  que  parecen  bajar  desde  la 
nubes,  lo  amurallan  de  uno  y  otro  lado;  un  cauce  que  pare 
sepultado  bajo  la  tierra,   forma,  con  sus  numerosas  cun 
como  la  serpiente  madre  de  ese  criadero  de  culebras  y  reptik 
ponzoñosos ;  fragmentos  de  rocas  quebradas  como  de  intenl 
para  despedazar  al  hombre ;  planos  inclinados  casi  verticale 
á  uno  y  otro  flanco,  cubiertos  de  bosque  secular;  calor  sofo^ 
cante;  meteoros  destructores;  liebres  abundantes;  algazaradfl 
aves  y  cuadrúpedos,  y  más  de  un  cubil  en  que  el  tigi*e  me 
traba  su  pupila  inflamada  y  su  diente  voraz :  tal  era,ea  débiU 
imperfecto  bosquejo,  el  cuadro  que  iba  á  presentarse  &  Roda 
y  á  sus  compañeros  de  campafia. 

Había,  es  verdad,  al  lado  de  osos  y  otros  horrores,  al^ 
más  brillante  y  consolador;  pero  que  por  desgracia  no  csl 
muy  á  los  alcances  del  flaco  espíritu  y  de  [amenguada  iutclig 
cia  de  tales  guerreros.  Aquellos  hombres  entendían  mejor  laí 
dolé  borrascosa  y  dura  déla  epopeya  sangrienta, que  elidí] 
que  la  naturaleza  canta  siempre  en  un  país  virgen,  sea  c« 
fuelle  su  aspecto;  ellos  conocían  mejor  la  manera  do  servir 
del  oro  que  el  arto  de  explotarlo,  y  estaban  harto  inocent 
todavía  en  los  ramos  de  la  ciencia  que  encaminaa  á  la  indi 
tria  {>or  ul  sendero  del  progreso.  Los  bramidos  tumuUi 
de  las  aguas  en  el  salto  del  Guadalupe  y  el  arco  Iris  formado] 
lu  largo  del  río,  no  harían,  es  casi  cierto»  vibrar  con  delic 
düza  un  solo  aliento  de  poesía  en  las  libras  beUcos 
y  endurecidas  de  aquellos  héroes.  No  importaba  que 
reino  vegetal  desenvolviese  en  esos  lugares  uaa  pompa,  va 
dad  y  lozanía  que  apenas  tendrán  sus  semejantetj  on  las 
marcas  encantadoras  de  la  India;  uuestros  padrea  pí 
por  allit  é  ignoraban  su  belleza,  su  maguí  Ucencia  y  su  valo 


iOJ 


^ 


?  mucho  que  así  fuera  para  ellos,  si,  tres  ¿siglos  más  tax^de, 
sus  hijos  vemos  con  la  misma  indiferencia  tanto  ornato  y 
tanto  poder  de  creación?  Lo  sólo  que  ellos  y  nosotros  ha 
yamos  visto  siempre  con  ojo  pesquisidor  y  codicioso,  ha  sido  el 
oro  de  sus  veneros  y  sus  ricos  aluviones. 

Y  era  mucho  el  metal  precioso  que  los  conquistadores  de- 
bían encontrar  en  su  tránsito,  y  aun  es  mucho  el  que  queda 
para  las  generaciones  posteriores.  Por  eso,  a  medida  que 
Rodas  y  los  suyos  avanzaban  en  su  carrera  de  descubrimien- 
tos, cobraban  brío  y  seguían  imperturbables  su  camino. 


i 


Conquista  de  los  naturales.  —  En  los  pii meros  días  de 
esta  memorabU?  peregrinación ,  los  batalladores  de  España  no 
encontraron  en  su  sendero,  sino,  de  ima  manera  alternativa, 
riscos  escarpados  y  rocas  estériles,  cenagales  profundos  y  Iodo 
en  abundancia.  De  vez  en  cuando,  una  lomadcsnuda  se  presen- 
taba a  su  vista  para  ser  seguida  por  un  boscjue  lleno  de  abrojos 
y  de  espinas  ;  en  ocasiones,  tropezaban  con  un  torrente  de 
vado  difícil  ó  condesliladeros  peligrosos. 

No  fué  sino  después  de  mucfias  jornadas  fatigosas, 
cuando  el  campo  comenzó  á  abrirse  y  á  despejarse  un  poco. 
El  bosque  se  hizo  más  claro,  el  sucio  más  consistente,  el  pai* 
saje  mejor  alumbrado,  el  aire  más  puro»  y  la  naturaleza  entera 
un  poco  sopoi*tabIc  y  menos  contraria.  Algunas  señales  hicieron 
comprender  al  Gobernador  y  á  lo.^  suyos,  que  habían  llegado 
á  puntos  habitados.  Veredas  perceptibles  al  través  de  la  lio* 
resta,  humaredas  lejanas  y  otros  indicios  percibidos  con  ale- 
gría, demostraban  la  proximidad  de  algunas  poblaciones* 

Uno  de  esos  días,  andando  siempre  á  lo  largo  del  río, 
"dieron  vista  á  un  pueblo  situado  en  la  ribera  y  bajVi  la  arboleda 
que  quedaba  enfrente  de  ellos.  Advertidos  los  bárbaros  de  la 
llegada  de  tan  extraños  huéspedes,  los  recibieron  prontamente 
en  son  de  guerra.  La  escaramuza  que  se  armó  allí  tuvo  lugar 
de  una  orilla  a  otra  del  río  y  en  lo  más  espeso  y  tupido  del 
bosque,  de  suerte  que  el  daño  de  una  y  otra  parte  fué  comple- 
tamente insignilicante.  Un  mozo  llamado  Juan  Taborda,  mes- 


k 


—  75()  — 

tizo,  de  la  columna  de  Rodas,  famoso  por  su  puntería,  logró 
meter  una  bala  en  el  pecho  de  un  indio  y  matarlo  en  el  sitio. 
Los  europeos  pudieron  contemplar  desde  su  campamento  las 
muesti*as  de  extrañeza  de  los  pobres  salvajes  al  presenciaran 
modo  de  morir  tan  nuevo  é  inusitado  para  ellos.  Cogían  el  ca- 
dáver, lo  veían,  lo  examinaban,  lo  volvían  y  revolvían,  hacían 
exclamaciones,  se  asombraban,  se  movían  de  diferentes  ma- 
neras, hasta  que  al  fin,  haciendo  llevar  el  muerto  por  algunoá, 
continuaron  el  combate  en  la  forma  principiada*  Mas  corao 
esta  escaramuza  pecase  por  la  dilación,  y  como  no  fuera 
posible  hacer  bastante  daño  a  los  indios,  por  la  gran  dis* 
tancia  que  los  separaba,  resolvió  el  avisado  Gobernador 
echar  mano  de  una  estratagema  que  decidió  la  victoria  en  su 
favor. 

Dejando  una  parte  de  su  fuerza  en  el  lugar  que  ocupaba, 
tomó  36  hombres,  y  descendió,  cubierto  por  la  espesa  enra- 
mada de  los  árboles,  hasta  un  lugar  en  que  la  corriente  del 
río,  más  tranquila  y  sosegada,  permitía  pasar  á  nado. 

Aunque  el  lugar  se  presentase  más  ventajoso  y  la  m 
sedumbre  del  río  fuese  notable,  es  tal  de  ordinario  su  \i\ 
lencia  en  esos  parajes,  que  Rodas  tuvo  la  pena  de  ver  desobe- 
decida su  orden  de  pasar  á  nado,  espada  en  mano  y  rodela  al 
pecho,  como  lo  mandó. 

Entre     las    grandes    recomendaciones    personales    1 1 
aquel  hombre  para  el  mando,  tenía  la  muy  estimable  para  la 
época  y  para  los  personajes  que  le  rodeaban,  de  ser  compk- 
lamente  audaz  y  de  una  organización  atlética. 

Viendo,  pues,  que  sus  soldados  resistían  el  cumpliraionto 
de  la  orden  dada,  comenzó  á  despojarse  prontamente  de  t»us 
vestidos,  y  se  mostró  en  actitud  él  mismo  do  ejecutar  lo 
temido  por  los  otros.  Avergonzados  entonces  losconipancro?í| 
y  llenos  de  respeto,  le  presentaron  sus  excusas,  echaron 
pecho  á  la  corriente,  ganaron  la  ribera  opuesta,  hincaron  ta  ^ 
rodilla,  oiaron  un  momento,  siguieron  por  el  bosque, cay^^M 
ron  de  sorpresa  sobre  el  bando  enemigo,  lo  pusieron  en  fugai^ 
tomaron  el  pueblo,  hicieron  un  puente  do  bejuco,  pasaron  loi 


H 


compañeros  y  los  equipajes;  y  concluyó  victoriosamente  la 
jornada  con  alguna  adquisición  de  oro. 

Vencido  aquel  tropiezo,  siguiendo  siempre  al  nordeste 
por  las  orillas  del  río,  hallabají  á  cada  paso  nuevos  impedi- 
mentos en  su  camino.  El  circuito  so  hizo  cada  vez  mas  po- 
blado; los  naturales  abundaban,  y  sin  embargo  se  daban  de 
paz  ó  combatían  muy  poco.  Las  grandes  dificultades  consis- 
tían más  bien  en  los  elementos  del  suelo,  que  en  la  oposición 
de  los  hombres.  El  terreno  estaba  bien  abastecido  del  metal 
codiciado;  pero  como  los  invasores  no  iban  en  calidad  do 
explotadores,  tenían  que  conformarse  con  lo  que  se  les  ofrecía 
al  paso. 


^ 


I 


Fundación  de  Zaragoza.  —  Un  poco  más  abajo  de  la 
confluencia  del  Nechí  con  el  Porce»  que  llamaron  las  Dos 
Bocas,  hallaron  un  vallecito  que  les  pareció  propio  para  la 
fundación  de  una  ciudad,  cabecera  de  sus  nuevos  descubri- 
mientos. Llevóse  a  efecto  la  erección  de  la  nueva  población  á 
mediados  de  1581  ;  fué  su  nombre  Zaragoza,  para  recordar  la 
de  España  ;  tuvoen  su  nacimiento  cuarenta  vecinos  pobladores 
europeos,  muclios  indios  de  encomienda  y  á  Fernán  Sánchez 
por  teniente. 

Como  se  ve,  con  esta  correría  quedó  puesto  á  la  faz  de 
todo  el  mundo  el  aurífero  territorio  del  Porcc.  El  Nechí,  uno 
de  los  principales  anuentes  de  este  opulento  río,  lia  gozado 
desde  entonces  de  una  fama  extraordinaria  de  riqueza. 


Reedificación  de  San  Juan  de  Rodas,  —  Fundada  la 
ciudad  y  asegurada  su  administración,  se  dirigió  Rodas  con 
%u  gente  á  Ituango,  punto  primero  en  que  levantó  al  prin- 
cipio de  su  carrera  la  ciudad  de  San  Juan  de  Rodas. 

Ya  hemos  visto  las  diferentes  vicisitudes  á  que  esa  des- 
graciada ciudad  estuvo  sujeta  desde  su  primitiva  fundación, 
^hora,  sin  duda  alguna,  por  cariño  de  padre,  ó  por  reputar  la 
localidad  muy  favorable  á  la  prosperidad  futura,  el  Goberria- 
r  resoUió  levantarla  de  la  ruina  y  postración  en  que  el 


abandono  de  Valdhia  la  había  colocado.  Reedificóla,  pues,1 
fines  del  mismo  ano  corriente  de  1581;  pacificó  los  inquiet 
6  impacientes  naturales;  nombró  para  representarlo  en 
mando   de  ella  á  su  pariente  Juan  de  Rodas,  y  organizó 
mejor  que  supo  y  pudo  su  dirección.  ¡Vanos  esfuei^zos! 
Juan,  Cacéres  y  Zaragoza  debían  morir,  ó  quedar  reducid 
durante  mucho  tiempo  á  la  categoría  de  poblaciones  ínsifi 
ficantes. 

Libre  de  aquel  cuidado ,  y  viendo  que  todo  en  su  Gobicri 
seguía  á  medida  de  sus  deseos,  y  que  vigoroso  aún  y  en  el  \i 
dor  de  sus  años  era  capaz  de  mucho,  y  que  mucho  le  quedat 
por  hacer,  quiso  el  Gobernadorvolverá  Antioquia,  comolo\t 
rificó,  á  fin  de  convocar  conquistadores  paraem])render  nueva 
campañas*  Sin  embargo  de  que  la  labor  no  estaba  cumplid 
y  de  que  el  programa  no  había  sido  todavía  perfectamenl 
llenado,  la  tarea  de  conquista  puede  y  debe  darse  por  c\i 
plida  en  Antioquia  desde  el  año  que  acabamos  de  histori; 
En  efecto,  algunas  riñas  de  carácter  parcial  con  los  bárl 
y  ligeras  expediciones  sobre   el   Chocó,  no  significan 
daderamente  trabajos  de  conquista  en  el  sentido  genuino 
la  frase. 

Además,  si  sewnsidera  que  D.  Gaspar  de  Rodas.  de< 
fecha  para  adelante  fuó  inás  bien  un  hombro  civil  que 
guerrero,  y  que  todos  sus  conatos  so  consumieron  en  org 
zar  la  naciente  sociedad,  se  convendrá  en  que  hemos  salido  < 
la  Conquista  para  entrar  en  la  Colonia, 

La  de.scripción  minuciosa  de  los  anteriores  sucesos^ 
evita  en  cierta  manera  la  formación  de  un  juicio  crítico ; 
el  mérito  personal  de  D,  Gaspar  tle  Rodas.  Algo  hornos  ant 
pado  sobre  su  carácter  tan  lleno  de  merecimientos ;  pero  < 
el  punto  en  que  estamos,  su  carrera  aun  no  ha  oonclu¿ 
Murbosaños  de  honrusa  vida  y  de  benéfica  ínnuenciaiui  I 
destinos  posteriores  del  país,  ijuedan  á  este  personaje,  qu 
alcanzó  de  la  posteridad  la  [gloriosa  calificación   de 

GOBERXADOB. 


—  750  — 


Resumen*  —  Para  quienquiera  que  haya  loído  con  un 
poco  de  atención  los  apuntes  que  anteceden,  queda  formado 
el  cuadro  de  exploración  y  conquista  de  este  suelo.  No  dosco- 
nocemos  que  en  todo  lo  narrado,  el  juicio  crítico  é  investigador 
el  estudioso  anticuario  podrá  encontrar  inmensos  %^acíos, 
datos  insuficientes  y  noticias  truncadas.  La  falta  no  ha  estado 
en  el  e43critor,  quien  ha  hecho  todo  lo  posible  por  procurarse 
bases  que  desgraciadamente  no  existen. 

Sin  embargo  de  eso,  nuestra  pretensión  no  ha  sido  del 
todo  estéril,  pues,  si  se  concreta  lo  dicho  y  se  hace  un  resu- 
men de  lo  referido,  vemos  fiue  no  queda  un  solo  rincón  de 
Antioquia,  de  los  que  ha  rec^^rrido  la  planta  del  conquista- 
dor cast<»llano,  sin  que  haya  sido  mencionado  por  nuestra 
pluma. 

Así  hemos  visto,  primero,  al  Gobernador  Heredia explo- 
rar el  litoral  atlántico  y  pretender  entrar  hasta  la  sierra 
de  Abibe,  en  !)usca  de  los  tesoros  del  Dal^eibe,  deteniílo  por  la 
fragosidades  de  la  ruta. 

Hemos  seguido  a  Francisco  César  en  su  priinera  entrada 
hasta  el  Guaca,  y  !o  hemos  visto  regresar  temeroso  de  los 
indios,  portador  de  cien  mil  pesos  de  oro  hallados  en  un 
santuario. 

Hemos  seguido  paso  á  paso* a  Badillo,  desde  su  llegada  á 
San  Sebastián  de  Urabá  y  en  su  incursión  por  ios  terrenos  bajos 
del  Chocó,  hasta  su  atrevida  ascensiím  á  las  elevadas  crestas 
do  los  Andes  antioqueños.  Lo  hemos  acompañado  en  sus  len- 
tas operaciones  de  guerra  con  los  catíos;  lo  hemos  visto 
recorrer  temerariamente  toda  la  parte  occidental  del  río 
Cauca^  y  pasar  por  Concordia,  San  Juan,  Andes,  Caramanta, 
Jericó,  Sepulturas,  Supíaetc,  hasta  llegará  Cali, 

Hemos  asistido  día  por  día  á  las  tareas  del  Mariscal 
Robledo:  lo  liemos  contemphxdo  cuando  hace  la  guerra  á  los 
naturales  de  Anserma,  La  Vega  y  Caramanta,  y  hemos  pre- 
senciado su  famosa  empresa  de  esguazar  el  Cauca  por  el  paso 
de  Irra.  Colocado  ya  en  la  orilla  derecha  del  río,  lo  hemos 
acompañado  en  Pirsa,  Garrapa,  Pozo,  Pacora,  Arma,  y  des- 


"  7ÜÜ  — 

puéSf  cuando  retrocede,  en  la  fértil  provincia  de  Quimbay: 
AI  cííbrar  nuevos  bríos   el   célebre  capitán,  hemos  sido  testfc 
gos  de  la  ardua  empresa  de  examinar  las  entrañas  del  país 
y  de  volver  sobre  Arma,  para  llegar  al  pueblo  de  la  Pasct 
y  visitar  sucesivamente  á  Sinifaná,  Amaga,  Pueblito,  el  vall(( 
de  Aburra,  Guaca,  la  cordillera  de  Ovejas,  Santa  Rosa  dfl 
Osos,  y  atravesar  de  nuevo  el  Cauca  por  el  pasu  de  Curum^ 
hasta  llegar  linalmcnte  al  territorio  de  Arvío  Evéjico,  despuc 
de  haber  descubierto  y  conocido  todos  los  puntos  del  con- 
torno en  diez  leguas  á  la  redonda. 

Hemos  seguido  su  derrotero  cuando  vuelve  á  España, ; 
estudiado  su  viaje  al  través  de  los  bosques  de  occidente,  viaj 
tan  lleno  de  calamidades  y  contratiempos. 

Mientras  que  él  entiendo  en  la  Península  en  negocios  dq 
su  propia  conveniencia,  nosotros  hemos  tratado  de  narrar 
lucha  entre  conquistadores    que  se    disputan    la    posesíijis 
absoluta  ^el  país,  y  á  su  regreso,  cuando  viene  lleno  de  honc 
res  y  preeminencias,  lo  saludamos  de  nuevo  en  la  tierr 
antioqueña,  donde  al  cabo  referimos  la  trágica  terminación  < 
su  carrera  en  la  Lomado  Pozo. 

Tratamos  igualmente  de  los  audaces  trabajos  do  su  fe 
competidor  el  Adelantado  Belalcázar;  y  en  tanto  que  las  cam^ 
pañas  del  Mariscal^  sus  triunfos,  su  viajo  y  su  infortuiiic 
se  verilican,  seguimos  il  otros  aventureros  venidos  di 
Santafé  de  liogota,  de  Mariquita  y  de  la  Victoria,  que  añaden 
á  la  carta  geográfica  de  la  provincia,  las  partes  oriental 
nordeste  del  Estado. 

Carvajal,  Loyola,  Francisco  Martínez  de  Ospina,  yol 
más,  recorren   la  montaña  de  Sonsón,    Abejorral,  La  Cej 
Rionegro,  el  Peñol,  Ledesnia,  San  Carlos,  Santo  Dominio 
Yülombó,  Canoíin,  líemediijs  y  otros  lugares. 

G6mcz  Fernández,  fundador  de  la  ciudad  de  Caramailt 
sale  de  ese  punto  para  su  gobernación  del  Chocó  y  and 
como  guerrero  por  Urrao,  el  Frontino,  Cañasgordas  y  Murr 

Gaspar  de  Iludas,  teniendo  por  centro  de  operaciones  ¡ 
Santafé  de  Antioquia,  descubre  y  revisa  todos  lo»   pueble 


comarcanos  y  lleva  sus  expediciones  hasta  muy  adelante,  al 
tenor  y  camino  de  las  aguas  del  Sinú, 

Las  operaciones  militares  de  Andrés  de  Valdivia  tiacen 
conocer  el  camino  seguido  por  Rodas  al  principio,  y  ponen 
de  manifestó  el  valle  de  San  Andrés,  el  país  de  los  cuer- 
quías,  Yaruma!,  Campamento,  Angostura  y  Anorí, 

En  fin,  Rodas  parte  del  valle  de  Aburra,  explora  y 
coiiquista  el  Porce  hasta  Zaragoza,  y  nos  hace  ver  los  puntos 
en  que  están  hoy  Ilatoviejo,  Jírardota,  Don  Matías,  Barbosa, 
Amalíi  y  otros  lugares  de  mas  ó  menos  importancia, 

8i  se  revisa  la  carta  del  Estado,  podemos  asegurar  que 
nada,  aljsolutamcnte  nada,  falta  del  plan  que  nos  propusimos  ; 
es  a  saber  :  contar  et  modo  y  forma  en  ([ue  los  espafioles  regis- 

Etraron  y  sometieron  estas  comarcas. 
k  El  año  de  I5S1,  liahía  cu  Antioquia  las  siguientes  pobla- 
ciones :  Arma,  Caramanta,  Antioquia  la  Vieja,  Santafc  de 
Antioquia,  San  Juan  de  Rodas,  Valdivia,  Cáccres,  San  Jeró- 
nimu  del  Monte,  Zaragoza  y  Rejnedios.  Los  pueblos  que 
además  de  los  dichos  existen  hoy,  han  sido  creados  en  tiempos 
de  la  Colonia  y  de  la  República. 

Conclusión.  —  Muchas  veces,  al  llegar  a  este  punto  de 
nuestra  tarea,  nos  hemos  preguntado  :  ¿cuál  podría  ser  la 
fisonomía  do  Antioquia,  cuando  el  último  tiro  de  arcabuz  dio 
la  señal  del  completo  sometimiento  de  los  indígenas  ?  Cierta- 
mente un  poco  sombría  y  melancólica-  Unos  pocos  europMS 
apoderados  de  un  país  de  difícil  entrada  y  escasa  vida;  altíu- 
nos  pueblos  de  indios,  reducidos  á  ceniza;  otros  subsistentes, 
pero  en  la  miseria;  los  campos  cubiertos  de  osamentas  huma* 
ñas;  unos  pocos  naturales  obedeciendo  como  siervos  al  vence- 
dor, y  otros  llenos  de  terrror  buscando  abrigo  en  los  bosques 
más  remotos,  para  hurtar  el  cuerpo  á  la  saña  feroz  de  sus  ver- 
dugos. 

De  los  conquistadores,  unos  fijaron  decididamente  su 
domicilio  en  la  tierra  ganada  por  sus  esfuerzos,  otros  si- 
guieron á  diversos  puntos  de  América  en  busca  de  aventuras 


—  W2  — 

de  lugares  más  propicios,  y  otros,  en  fin,  tomaron  C3 
hacia   la  Madre  Patria  para  no  tornar  jamás. 

En  compensación,  á  medida  que  Antitiquia  se  pacificah 
definitivamente,  varios  peninsulares,  por  la  fama  do  sus  ríe 
minas,  acudían  y  se  avecindaban  en  sus  poblaciones. 

A  pesar  de  todo,  salidos  apenas  de  una  situación  lana 
gustiosa  como  la  guerra  larga  y  pertinaz  que  hemos  descriW 
y  padeciendo  sus  lógicas  é  infalibles  consecucncia¿j,  todos? 
americanos  y  peninsulares,  estaban  en  una  incómoda  y  preca- 
ria posición.  Las  sementeras  se  hallaban  taladas,  los  géner 
alimenticios  en  exti'cma  escasez;  y  las  ciencias  y  las  art 
completamente  ignoradas,  no  podían  remediar,  al  menos  coa 
prontitud,  tamafios  males.  El  suelo,  de  otro  lado,  no  era 
excesivamente  fértil  sino  en  algunas  comarcas. 

Ya  liemos  dado  á  entender,  ó  mejor  diclio,  enumerado, Id 
altos  precios  de  los  más  triviales  artículos  adecuados  para  í 
tener  la  economía  de  la  vida  humana.  Útiles  de  mayor im[ 
tancia  para  las  necesidades  más  urgentes  de  la  persona,  j 
eran  desconocidos  ó  se  reservaban  sólo  para  los  opuleat:^ 
En  cuanto  á  los  enseres  necesarios  que  sirven  para  el  clcfl 
arrollo  de  toda  corporación  social,  ni  asomo,  ni  idea,  ni  posil 
lidad  de  conseguirlos  por  entonces.  Así,  máquinas,  libro? 
utensilios  de  agricultura  y  de  minería  eran  on  su  ma) 
parte  desconocidos*  Estas  consideraciones  generales  par 
explicar  el  espíritu  de  economía  que  hoy,  á  pensar  de 
ruinosas  invasiones  del  lujo  de  otros  países,  se  alcanza  á  dii 
tinguir  entre  muchas  familias.  Como  todo  artículo  de  uso  per 
sonal  era  escaso  y  costoso,  naturalmente  debía  ser  tasado 
conservado  y  sustraído  con  diligencia  a  todo  empleo 
truclor* 

En  materia  de  agrado  y  en  cosas  do  pura  ^upertiuidad 
los  antioqueños  de  entonces  no  podián  ni  debían  entrega 
á  extravagancias*  En  las  épocas  posteriores  so  verán  apar 
gradualmente,  pero  siempre  con  lentitud,  los  objetos  cnssuk 
por  el  reJinamientoy  la  fantasía. 

La  religión  cristiana  quedó  como  punto  esencial^  y  íuó  i 


í 

L  base  sobre  qviü  hubo  de  apoyarse  la  nueva  sociedad.  En  ninj^'un 

H  período  de  nuestra  historia  se  registra  un  celo  más  ardiente 

Hen  materia  de  creencias,  como  el  que  se  notaba  en  la  época  á 

que  nos  referimos.  No  era  tode  §:rano,  es  verdad,  pues  en  la 

(ductrina  que  aquellos  guerreros  iticuIcaban,no  faltaba  lámala 
semilla.  No  era  puramente  el  Evangelio  lo  que  hacían  pene- 
traren los  corazones  ;  la  supersliciun  y  el  lunatismo  entraban 
por  mucho,  Y  no  eran  esas  solas  circunstancias  las  que  amen- 
guaban la  divina  influencia  de  la  religión  sobre  los  destinos 
futuros  de  esta  tierra,  pues  también,  á  medida  que  anda- 
ban los  tiempos,  cada  cual  iba  poniendo  de  su  propio  caudal 
algún  nuevo  error,  alguna  nueva  preocupación,  algún  fu- 
nesto desatino.  A  pesar  de  todo,  es  tal  el  poder  inmenso  y 
eterno  de  la  palabra  de  Cristo  sobre  el  sor  de  las  sociedades 
humanas,  que  á  pesar  de  los  males  que  la  impui'eza  del  fana- 
tismo ha  traído  sobre  estos  pueblos,  es  evidente  que  lodo 
sentimiento  caritativo,  todo  paso  hacia  la  virtud,  todo  me- 
joramiento moral,  han  venido  para  estos  lugai^es  envueltoiá 
en  las  benditas  páginas  de  las  Saotas  Escritm^as. 

La  industria  minera,  otro  elemento  de  bienestar  para  los 
pobladores,  fué  y  eB  la  principal  fuente  de  riqueza.  El  metal, 
en  realidad,  era  y  es  abundante;  pero  los  medios  de  explota- 
ción no  debían  ponerse  en  movimiento  sino  de  una  manera 
paulatina.  Quitar  á  los  naturales  sus  joyas  y  excavar  sepul- 
cros para  buscar  tesoros,  fué  la  exclusiva  labor  industrial  de 
entonces.  No  había  llegado  aún  á  estas  montañas  D,  Fernando 
de  Toro  y  Zapata,  primer  propietario  titular  de  minas  de  oro 
corrido  que  hubo  en  el  país,  ni  era  venido  el  presente  siglo, 
en  que  principió  el  beneficio  regular  y  sistemático  de  las  vetas. 

Cuando  los  aventureros  dejaron  la  vida  de  pillaje  y  devas- 
tación, cuando  por  falta  de  enemigo  á  quien  combatir  depu- 
sieron definitivamente  las  armas  para  entraren  la  vida  civil, 
fueron  poco  apoco  cambiando  de  hábitos  y  regularizaron  su 
existencia. 

Siquiera  duros  de  carácter  por  espíritu  de  raza  y  por  m- 
fluencia  de  los  agentes  exteriores  de  que  se  vieron  rodeados, 


L 


se  debe  decir,  en  buena  y  cumplida  justicia,  que  aquellos 
hombres  asumieron  prontamente  el  tipo  de  las  más  irrepro- 
chal}Ies  y  severas  costumbres. 

Encerrados  en  estas  crestas  y  hondonadas,  sin  roce  algu- 
no social,  desconociendo  el  movimiento  mas  ó  menos  progre- 
sivo   de    la    civilización,   sin    estudios,   sin    maestros,  sin 
ejemplos  y  sin  luz  intelectual,   vivieron  y  se  multiplicaron 
como  verdaderos  montañeses,  rígidos  y  altaneros,  sin  rendir 
culto  alguno  a  las  formas  suaves  de  la  sociedad.    Dios  y  el 
bogar:  he  aquí  el  tipo  del  antioqueñoque  siguió  inmediato— 
mente  á  la  conclusión  de  aquella  guerra  ;  y  decimos  Dios  y  eL 
hogar,  ponjue  en  cuanto  al  rey,  aunque  se  le  reconocía,  qtic^— 
daba  muy  distante.  El  ascetismo  vino  prontamente  á  ser  de 
moda.   No  anticipemos  sin  embargo  los  acontccimientoa ;  k 
historia  de  esas  singulares  costumbres  pertenece  de  derecli" 
á  la  segunda  época,  que  fué  la  que  las  engendró  y  la  que 
mantuvo. 

Hemos  pretendido  bosquejar  someramente  la  parte  pr 
mera  de  nuestra  Historia,  Las  tres  de  ésta,  es  decir,  L- 
Conquista,  la  Colonia,  y  la  República  pueden  ser  considerada 
como  tres  términos  de  una  proporción,  cuyo  cuarto  raicrabr 
debe  ser  la  famosa  Equis  del  porvenir.  Tal  vez  sabiendo 
que  fuimos  y  lo  que  somos,  podremos  vaticinar  lo  quesci~^ 
mos;  quizá  conociendo  de  donde  venimos,  sabremos  piL' 
donde  vamos. 


jy. 


■^índice            ■ 

■ 

Bparte   primera 

^ 

^B               geografía   física 

Páginas. 

Pá^i 

usa. 

¡ERO.— Nociones 

—  Nieblas  y  arreboles.  —  Ar- 

i  Geografía.    — 
1 

co    iris.    —   Electricidad^   — 
Temperatiua   tropical   en    las 
nionlafias  y  eti  los  valles»  — 

INDO,  —  Sitúa- 

ilsión,  —  Pobla- 

Termómetro       vegetal.       — 

feí ■• 

pM.  —  Orogra- 

Cambios  do    temiJcratura.    — 

Temperatura  máxima  y  míni- 

lera CentraU  — 

ma.  —  Distribucióíi  de  las  lu- 

del  Levante.    — 

calidades  con  relación  á  la  síi- 

flel  Ceeitro.— Ra- 

huí. 

41 

1  Ocaso.  —  Ra- 

Obaervac  iones     meteorológicas 

Irios. — Conside- 

hechas  en  Medellín  por  el  se- 

erales   sobre    el 

ñor    Tomás    Herrán    en   los 

d  antioquefio.  — 

años    de     l^Tri,     IH7Í»,     Í877, 

fecídental  colom- 
líl 

1H78. ..*...,,. 

va 

Capitulo  sexto.  —  Produccio- 

ftTO. —   Hidro- 

nes,  ^-  Reino  animal.  —  Rei- 

>s. —  El  Magda-             ' 

no  vegetal.  —  Reino  mineraL 

licl.  —  El   Pie- 
cl  Rio  Claro,— 

Cuadros.. 

fio 

Ciasiíicación  animal* 

—  El  Nare.    — 

rado*  —  El  San 

Clasificación  vegetal 

n 

Caño  ReKia.  — 

Minerales   más   comunes   en  el 

^^^^k 

ó  San  Pahlí).  — 

Estado  de  Antioquia. ,  ,  ,   .  . 

^^^H 

ElCliifitbiná. — 

Rocas   principales    qwe    entran 

^^^B 

1^  El   Hondas  y 

como  elementos  compí  mentes 

^1 

Í\    Pozo.  —  El 

del  territorio  antioqueño. .  .  . 

88 

Poblanco.  —  El 

Capitulo   sétimo.  —   Relieve 

orra,  —  El  Saii 

general  del  pais.  —  Observa- 

Espíritu Sanio* 

ción    t,'eneral,   —    Montañas, 

».  —  El  Piedras 

ctírdilleras,  alturas»  valles   y 

—  El  San  Juan 

su  distribución,  —  Aspecto  de 

MÁrquía.  —  El 
pBte.-ElLóon. 

los  rioa,  —  líerveo,  —  Pah*- 

mas.  —  l*e ñones.  —  Cerro  de 

íénagas. — ^  Islas.       29 

las  Telas.  —  Lomas  de  Can- 

TO* —  Meteoros 

cÉin.   —   Pumos    mineros.  — 

1  Bstacioncs.  — 
fos.  —  Exaliala- 

Picachos,^  Gruta  de  M  armo  U 

—  Cataratas  y  corrteíites*  — 

medad  del  aire« 

Llanuras    y   dobleces  del   te- 

^ve. —  Graniza. 

rreno.  —  Vista  imaginaria  ,  . 

91 

^^^^^^^^1 

^^^^^^^^^^^^^  F  AKT:E     BEIGMJIS  DA       ^^^^H 

^^^^^^^^^^^^^^p 

descriptiva                         ^^^I 

^^^^^^^^P^PK                                                  PágioAfi. 

^ 

^^^^^^^^cÜpitülo  primeho. —  División 

Capitulo  sétimo.  —  Departa- 

^^^H                    territorial  .  ,  • It^l 

raento   de  Oriente.  —    DtáUri* 

^^H              Capitulo  segundo.—  Doparta- 

tofi  :  Abejorral,  Carmen,  Ccja, 

^^^^^^           meuto  del    Centro.  —  Disiri* 

Cocorná,  Concepción^  Guamc, 

^^^^^B           tos  :  Barbosa,  Caldas^  Copa- 

Guatapé,  MarindUt  Nare,  Pé« 

^^^^^H            cava  fia,   Envi^adot     Es  llalla. 

ñol,   Retiro,   Uioneg^ro,    San 

^^^^^H           J  í rard^  •  la,  I Ugüi .  —  Fracción  : 

Carlos,  San  Luis,  Son  Rafael, 

^^^^^B           Praito.  —  Ditflrítü  :  MedoUio. 

Santa    Bárbara  ,     Santuario i 

^^^^^^1           —    Fracciones   :    Aguacatal  , 

San  Vicente,  Sonso n,  Lmua, 

^^^^H           Ana,  Belén,  Bi^llo,  La  Granja, 
^^^^^^B           Piedrasldancas,     San    Cristo^ 

Vahos  .*««•••••«••. 

Capitllo  octavo.  —  Depam- 

^^^^H           hal,   San  Súbastián.  —  Di»- 

mento  de  Sopctrán»  —  Dislri^ 

^^^^^H           trico   :     Santo   Dominico.    — 

toa  :    Belmira,     Evéjico,     Ll- 

^^^^^B           Fracción :  La   Plata.  —  Dis- 

borina,  Sabanalarga,8au  Jer6- 

^^^^^H           tritos  :    Puerto   Borrío.   Sao 

nimo,   Sopeirám    Sucre  (Sá- 

^^^^^"            Roque,  Yolombó,  San  Podro.    107 

caojal)  .  .  .  .  .  •  -  , 

^^^^             Capitulo  tercero. —  Departa- 

Capitulo  NOTEKü,  —  Departa- 

^^^^^^L          meato  del  Cauca,  —  Distrito  : 

mento  del  Sur.    —  Dísiritc»  : 

^^^^^^K          Aiuagá.  —   Fracción  :  Ferre- 

Aguadas.  —  Fracción  :  Anuí» 

^^^^^H           ría.  —  Distrito  :  Concúrdia. — 

-^  Distritos :  Filadellia,  Maoi- 

^^^^^H           Fracción  :  Salgar.  —  Distri- 

zalcs,   Neira,  Pacora,  Pensll- 

^^^^^^H           los  :  Fredonia,    Heticoaia.  — 

^^^^^^H           Fracctuu  :  Armenia.  ->^  Di&- 

Capitulo  dégímü.  —  Detmrtft* 

^^^^^^P           trito  :   Titiribí.    —  Fracción: 

'        meuto  del  Sudi>este*  —  Dii- 

^                  í^alialelaíj L"i! 

tritoa ;  Andes.  Jardín,  Bolim*     ^ 

^^H            Capitulo  cuarto.  —  Deparia- 

Jerícó,  NuevacaramaüUi,  t^'      ' 

^^^l                 mentó  del   Nordoste.  —  Dib* 

mesís,  Valparai&ü *     * 

^^^^^H            tritos:  Amalo»   Nochl,  Reme* 

Jíesumen  de  la  población. .  .  -  ♦  " 

^^^^^H           dios,  —  Fracciones  :  Sog-ovia, 

Capítulo    undéciíio.  —  ^^ 

^^^^^H           Santa  Isabel,  San  Hartulomé. 

bienio    y  Adiulniatracioft.  •* 

^^^^^H            Distritos  :  San  Martín,  Zara- 

Consideración  goneraL  —  P^ 

^^^^V                  g^o'¿a *. ,     171 

der  Legislativo.  —  Poder  Q<^ 
cutivü. —    Secretaría    "       " 

^^H             Capitulo  quinto.  —  Deparia- 

^^^H                 mciiU:)  del  Norte. —  Distritos  : 

bienio  y  Guerra.  —  i: 

^^^H                  ADgo£>tura^     Anorí^     iVzuero, 

l>olílÍco  y  municipaL — Un^^-'^ 

^^^H                  Cáccres,  Campamento,  Cara* 

publico.  —  tlleccíonos.  —  1'"* 

^^^H                 lina,  Hojadancbas,  EntR^rio», 

prentas. —  Cotiacjo  del  EíiUán. 

^^^H                  Sau  Aiidrés,   Santa   Rosa  de 

—  Estadística.    —  E«u1i1«;a* 

^^H                  Oños,  Yarumal,  Zea.  .....     189 

míenlos  de  castigo, —  Cmsi^^ 

^^H             Capitulo  sexto.  —    Doparta- 

boneíicencia.  —  Secretaríí  ^ 

^^^H                  monto   de  Oceideote.  —  Dis- 

Hacienda  y  Fomenio.  —  Hf** 

^^^B                  tritos  .  Aiitioquiit.,  Anzá,    Be- 

tas  y  gastos,   —  Tríbimal  ¿c 

^^^B                 tuba,   Biihttcá,   Cañasgordus, 

cuentas,  — >  Propietlades  d»l 

^^^B                  Fronlíuu.     Jiraldo.     huango, 

Estado.  —  Deuda  pública.  - 

^^^^^L          Ürrao   . 

Min;w.  —  Tierras   baldías*  — 

^^^^^^^^  — 

^^^^^^^^^^^^ 

^H 

^^^^                          Páginas. 

PíVgma-^.             ^^^^^^1 

Hperal    áui     prestí-^ 

bis  Escuelas.  *-  Escuelas  ele- 

^^■1 

13  Tesoro, —  Es<:iiel¿> 

mentales.  —    Escuelas   su  pe- 

^^H 

y    oficios.    —    EiE- 

ían  res,  —  Escuelas  normales. 

^^H 

LtbHcas.   —  Casa  de 

—  Educación  obligatoria.    — 

^^H 

—  Líneas  telegráücas.             i 

Escuelas    rurales,  —  Organi- 

^^H 

judiciaL —  Jux^adoü 

zación,    *—    Colegio    Central 

^^H 

ito.   —  Ja:£t?ado3  de 

Universilario.  — *  Escuela    de 

^^^1 

^-  Proccdimieato,  — - 

Artes,  —  Museo  y  biblí<»teca 

^^H 

l>  publico.  —  Jurada, 

de  Zea,  ..,..,. 

^M 

—  Nolaría^ VI  :i 

Capitulo  dégimoterciü. —  Re- 

DUODÉCIMO. —    Ins- 

ligión.  —  Razas.  —  Carácler 

^1 

Piiblica.  —  Pai*te  Le- 

Capitulo    decimocuarto.    — 

—   División  territo- 

Industria.    —   Vi  as   de  comu- 

^^^M 

Inelruceióii   Pública. 

nicación.  —  Cuadros*  .  *  .  , 

473                 ^^B 

dores.  —  División  de 

J 

PARTE     TERCERA 

■ 

HISTORtCO     DEL     DESCUBHIM1ENT0     Y    CONQUISTA    DE    A^TIOQÜÍA                            ^M 

PRIMERO.  —  Observa- 

ncs,  —  Estado  general  de  En* 

eral.  —  Guacas.   — 

ropa  a  lines  del    siglu  XV.  — 

rion.          Cuáqueros. 

Situación  general   de   España 

br  e  del  o  fi  c  i  o . — *3pe  - 
do  excavación.  —  Ob- 

en la  misrna  i'rpoca 

Capitulo  cüautu,  —Cristóbal 

54^ 

laos  de  los  sepulcros, 
portanoia 19"» 

Cidóu,  —  8u  vida,  —  Descu- 
Lri  miento  de  América  — Golfi> 
del  Darión, ,  ,  . 

565 

SECUNDO.  —  Noeio- 
rales  sobre  üeof^^rafia 
2k  antigua  del  Eatado, 
mlidades.   —  Pobla- 
-  Catíos.  —  Nulabes. 

Capitulo  quinto.  —  Prelimina- 
res deconfluista.  —  Descubri- 
mientos  en  Tierra  Firme.   — 
Don    Pedro    de    Heredia.    — 
Francisco  César,  —  Satita  Ma- 

ules, —  Distribución 

ría  la  Anl  ii^ua.  —  San  Sebas- 

nuts. —  Costumbres. 

tián  lio  Urabá  óBuenavÍBia. — 

u  —  Estado  civil.  — 
h  —  Relig'íóni  —  Con- 

Jyau  Badillo 

587 

Capitulo  sexto.  —  Campaña 

iues  militares   y  ar- 

del     Licenciad!»    Badillo.     — 

Supersticiuii,  —  Vida 

Sierra  de  Abibe.  —  Asaltf»  de 

a.     —   Mitiilngia,    — 

Buriticá.  —  Viajo   al  sur  por 

►.  —  Indiiiátria,  —  Mi- 

la  banda  izipiierda  del  Cauca, 

¡>3ror¡a.  —  Cerámica* 
ura.  —i  Carácter.  ^ 
ñ   indi  A.  —  Vida  ac- 

—    Llegada  á  Cali.  —  Jorge 
Robledo 

^^m 

Capit!  LO  SÉTIMO.  —  El  Licen- 

js indígenas, .  ,  .  .  .     505 

ciado    Santa  Ci*uz,    —     Luis 

^^H 

cia  de  los  restos  del 
hablado  actualíuente 
ñas  tribus  de  Anlio- 
el  Choeo. .     :,25 

Berna  1    y  Juan  Graciano,  — 
Primera  campaña  del  capitün 
Jnrge  Robledrí,  .,..,..* 

^^ 

Capitulo  octavo.  —  Turljulen- 

TERCEHO.^-Reflexio- 

cias  eu  Aiitioquia.  —  Miguel 

1 

^^^^^^1              Díaz  de  Armendáriz.  —  Ho- 
^^^^^B              bledo   regresa  de  España,  ^ 
^^^^^^H              Su  úkiiTia  campuila.  -*  Su  trá* 

^^^^^^B             glco  íin.  —  Belalcáitar 651 

^^^^^H          Capitulo  noveno»  —  Meseta  de 
^^^^^B             los  muÍ8cas«   —   Nevados  de 
^^^^^^B              Rui7.  y   de   Hanta   Isabel.   — 
^^^^^^B              Descabriinienlo,    exploración 
^^^^^^P              y  conquista  do  las  partes  orien- 
^^^^^^^H              lal  y  nordeste  de  Antioquía. — 
^^^^^^H              Fundación    de    fa  ciudad   de 
^^^^^^H             NueÉitra  Scftora  de  los  Reme- 
^^^^^^p             dios                                               673 
^^^^^V         Capitulo  décimo,  —  A  d  rain  i  s- 
^^^^^^^K              tración  pública  en  Anlioquia. 
^^^^^^B            —  Ooliernadores  de  Popaj'án. 
^^^^^^H             —  Gaspar  de  Rodas.  — xVndrt^s 
^^^^^^B             de  Yaldivía.  —  Rebelión  de 
^^^^^^^H              los  indios  en  la  parle  oeciden- 
^^^^^^B              tal.  —  El  caciiine  Ti>ni\  — El 
^^^^^^B              capitán  Gómez  Fernández.  — 
^^^^^^B              Fundación  de  Canimania.  — 
^^^^^^B              Canipaiía  contra  los  iiatarales. 
^^^^^^H            —  Muerte  de  Gome»  Fernán- 

vuelvo  sobre  el  Süi4. —  Bxiti^| 
desgraciado  de  esta  campañiufl 

—  Insurrección  general  de  iosfl 
callos  y  muerte  d  .  Velasco. —  B 
Leooel  de  Ovaüe  es  nonibnulo  B 
jefe.  —  Reedificación  do  SfUi^| 
Juan  de  Rodas.  —  Oper%cio-<^| 
nes  de  Valdivia  . ^| 

Capitulo    decimotercio.   -J^k 
Valle  de  San  Aridrús,  —  Coq-^| 
quista  de  los  nu tabes.  —  Re^H 
beldía  de  los  indios,  -~  Díri<^| 
cuitados  de   Valdivia.   —  Sd^| 
locura.  —  Su  rauerle.  —  Triuit^f 
fo  general  de  los   indígeoti:i^| 

—  Los  restos  del  cj^rcílo  Sfi'^| 
corridas  por   Rodas.   —  As^S 
pecio  del  país «B 

Capitulo  décimocüauto.  ^m 
Situación  moral  e  íutelect\ia|H 
de  los  conquistadores, — Nom-^B 
brainiento  de  Rodas  para  Go^| 
bernador  de  Antioquía. — C««^| 
ligo  de  los  nutabes.  ^  Faxidií^| 
ción  de  Cáceres.  —  Viajr  ddB 
Gobernador  a  Sanlafv^  dr  B*>-  ] 
gota.  —  Es  coníirrando  «J 
n  o  m  bram  ien  to ,  —  Pac  üScadA^B 
de  los  gualíes.  — Se^un^y^B 
surrección  de  los  nutabé[^^^| 

Capitulo  DÉciMooorsTO^^H 
Descubrimiento  del  Forre,  -^B 
Conquista  de  los  nal u rallas;. -^B 
Fundación  de  Zarni^oiA*  -^^| 
Reedificación  do  San  Juaa  *hf^| 
Rodas.  —  Resutnen,  —  Cod-^B 
cluskon *.,««..  i^fl 

^^^^^B         Capitulo  undécimo.-* Fnniera 
^^^^^^^B             campaña  de  Gasiiar  do  Hudas. 
^^^^^^B             —  Es  aiLxiliado  por  Francisco 
^^^^^^B             Marlíne/.  de  Ospinay  por  i^^enlo 
^^^^^^B             de  Popayán.  —  Conquista  de 
^^^^^^H             Peque^  Ituan^o^  Teco,  Norc, 
^^^^^^^B             Cuifc^co,  Tuíni^u^  Araque^    Ca> 
^^^^^B             rauta  y  oíros  lugares.   —  Ex- 
^^^^^^fl            ploraciÓQ  de   la  parte    alta  y 
^^^^^^B             media  del  Síaú. —  Deposición 

^^^^^B         Capitl^o  duodécimo.  —  hn- 
^^^^^B             drés  de  Valdivia,   —  Velasco 

1 

_. 

EXPLICACIÓN  DE  LAS  LAMINAS 


CERÁMICA 


Lámina  primera. 

FIGURA  1*  —  Ánfora  con  dibujos  lineales  en  el  cuerpo  y  cuello, 
boca  provista  de  dos  tubos  adheridos  al  asa. 

2.  —  Taza  de  tierra  cocida  con  dibujos  caprichosos  al  exte- 
rior» Fondo  rojo,  dibujoá  blancos  punteados  de  negro. 

3»  —  Ánfora  del  mismo  materíaK  Representa  una  persona 
sentada,  y  está  adornada  con  colores  distintos,  pero  poco 
notables. 

4.  —  Botella  de  forma  regular.  La  base  es  cónica,  dibujos 
lineales  en  el  cuello,  dos  asas  á  los  costados,  y»  en  el 
intermedio  de  estas,  dos  botones  como  adorno. 

o,  —  Gran  vasija  de  color  negro  de  sepia,  con  líneas  bas- 
tante regulares  en  el  cuerpo»  divisiones  entre  las  parten 
lisas  y  dibujadas.  Hay  objetos  de  éstos  que  ofrecen  partes 
lisas  entrantes  y  salientes  en  forma  de  melón. 

fi.  —  Copa  de  tierra  cocida,  de  forma  elegante,  destituida 
de  adornos.  En  la  parta  inferior,  álos  lados  opuestos,  tiene 
una  ranura  angosta,  hecha  sin  duda  para  dar  mejor 
sonido  á  las  bolitas  de  tierra  compactada  que  se  hallan 
en  el  interior.  De  estas  piezas  hay  muchas  variedades, 
tanto  en  la  forma,  como  en  los  ornamentos. 

Lámina  II. 

i'IGURA7.  —  Taza  de  color  negro  y  de  adornos  lineales  de  dos 
órdenes,  el  uno  bajo  el  borde  superior  y  el  otro  paralelo  é 
inferior  á  él.  Lleva  en  los  costados  orejas  agujereadas 
como  para  pasarle  una  cuerda  y  colgarla. 
~~  8.  —  Imita  un  baríjuichiielo  con  adornos  de  relieve  en  la 
parte  inferior  del  borde  superior,  y  otros  simplemente 
lineales  en  éste.  Al  frente  y  por  detrás  tiene  dos  adornos  á 

49 


manera  de  íloroiies  con  sus  agujeros,  para  el  mismo  des- 
tino que  los  de  la  anterior. 

—  0.  —  Copa  de  forma  elegante,  de  color  rojo  con  dibujos 
Illancos  y  perfiles  negros. 

^  lU,  —  Jarra  de  color  rojo.  Los  quo  parecen  dibujos  lineales 
en  el  cuello,  están  formados  por  altos  relieves,  y  lo& 
espacios  blancos  ínter  medios  están  vacíos  en  el  interior. 
Junto  á  la  boca,  enfrente  de  la  unión  del  asa  con  el 
cuello,  hay  una  abertura  para  bebor  líquidos  absorbién- 
dolos, y  esto,  poniue  en  la  parte  inferior,  el  asa,  que  c^ 
tubular^  comunica  con  el  fondo  de  la  vasija.  Ju'^ii^io 
Uídráulico. 

11.  —  ídolo  de  color  cofíicicnto  y  de  forma  apropiada  par^ 
representar  uno  de  los  diosos  lares  o  penates. 

12.  — Ánfora  que  representa  una  india  lujosamente  vestida. 
El  traeré  está  representado  por  diversas  lineas.  Parecí© 
indudable  que  quisieron  imitar  una  tela  de  al^odÓQ  con 
fajas  teñidas.  El  color  os  blanquecino  y  el  tipo  cliíiiesco. 

Lámina  III, 

FIGURA  13.  —  Cántaro  de  calidad  muy  lina.  El  cuorpo  pripdpftl 

es  compuesto  por  dos  pirámides  truncadas  unid;is  porsu 
base;  la  parto  superioró  abertura  está  carg^uda  de  ador- 
nos; los  ojos  y  nances,  así  como  la  bocadea  su  colocación 
natural j  y  en  la  parte  superior  donde  parece  quo  fueran 
las  orejas,  tiene  dos  agujeros  para  col  garlo  . 

—  1  i.  —  Cántaro.  La  parte  superior  imita  el  busto  de  una  p** 

sona;  en  las  orejas  loa  huecos  de  estilo.  Lleva  loa  ;il  - 
6  adornos  j^L'oe raimen  te  usados  por  las  mujeres  de 
ñas  tribus. 
— '      15,  —  Iluso  ó  rueca  para  Idlar  el  algodón.  Los  hay   prui  * 
jámente  labrados  y  con   bollos  adornos,  de  tierra  unoe 
y  de  piedra  otros.  Está  horadado  por  el  centro  para  intro- 
ducir un  ligero  cilindro  ile  madera  ú  imprimirle  la  Uiili»* 
pcnsable  rotación, 

—  IC.  —  Busto  de  tierra  cocida.  Representación  do  nlgucí 

Divinidad.  Hizo  parto  do  una  pieza  de  mayor  üwcnano. 
-^       17.  _  Cántaro  de  color  ne^ro*  bastante  bien  fabricado  y  ik 
formas  regulares.  So  quiso  imitar  la  rana. 

—  18.  —  Cántaro  quo  tiene  las   mismas  particularidades  ^o^ 

el  de  la  figura  14.  En  esta  clase  hay  muchas  varicdatlr»- 

Lámina  IV. 

FIGURA  lU.  —  Pieza  on  forma  de  tinaja  muy  Gna.  do  color  anaima- 
jado.  Tiene  en  el  cuello  una  parto  OYUlidA  en  formiidi 


É 


TTCA" 

LEGIQ   PE    LA    FREQEHTKC^H 


—  771 


—      20 


—      21 


—      23 


lista  que  larodoa.  Estu  y  la  abertura  superior  están  pro- 
vistas de  puntos  estampados.  En  la  parte  inferior  al 
cuello  hay  líneas  paralelas  que  forman  tros  seríes  de 
dibujos,  y  á  los  costados  dos  botones  que  remedan  la 
figura  de  la  rana. 

—  Taza  muy  elegante  y  fina.  La  parte  entre  la  abertura 
superior  y  el  cuerpo  es  ovalüda  hacia  adentro,  y  ador- 
nada con  puntoíi  y  lincas  de  bajo  relieve. 

—  X'asija  por  el  estilo  de  la  anterior,  de  i^usto  artístico 
esmerado;  presenta  di bujoa  y  bajos   relieves  coloreados. 

—  Ánfora  de  forma  muy  elegante,  de  color  negro  y 
barniz  pulimentado  y  rclucientesi  n  adornos, 

—  Pieza  por  el  estilo  de  la  anterior,  de  loza  más  fina  y 
mejor  pulimentada;  negra,  y  tiene  en  la  base  una  serie  de 
apéndices  iguales  alrededor,  que  parecen  hechos  para 
imitar  frutas.  Estos  apéndices  son  huecos ea  el  interior. 

—  Dellisimo  cántaro,  hecho,  según  parece,  á  torno. 
Hacia  la  parte  superior  está  dividido  en  mamelones 
iguales  de  forma.  Esta  muy  bien  pulimentado,  es  de  loza 
ílna,  de  color  gris  uniforme,  y  pesa  muy  poco.  En  esta 
clase  hay  muchas  variedades  que  difieren  en  la  forman 
tamaño  y  colorido.  Algunos  tienen  bajos  relieves. 

Lámina  V* 


^IGURA  25.  —  Ánfora  trabajada  con  gusto  artístico,  é  indudable- 
oiento  á  torno.  El  color  de  esta  vasija  es  rojo,  las  lineas 
delgadas,  negras,  y  tiene  una  banda  ancha  do  color  ama- 
rillo. Excelente  pieza. 
2(>.  —  Es  semejante  á  la  anterior,  con  el  cuerpo  de  color 
amarillo  y  el  cuello  rojo. 

27.  —  Vaso  de  forma  muy  regular,  con  dos  asas  á  los  cos- 
tados.Todas  las  lineas  queoírcce,  son  de  relieve  y  de  color 
rojo.  Las  lineas  imitan  un  enrejado,  como  si  la  vasija 
estuviera  rodeada  por  una  canastilla  de  mimbre, 

28.  —  Especio  de  tinaja  en  forma  de  melón.  Presenta  las 
partes  salientes  cruzadas  por  lineas  mettjdicamente  tra- 
zadas, de  la  misma  manera  que  el  borde  de  la  boca  ó 
abertura  superior, 

VO,  —  Ánfora  ó  botellón  con  figuras  caprichosas.  Está  soste- 
nida por  un  trípode  que  imita  en  cada  una  dcKUS  partes 
terminales  los  pechos  de  la  mujer.  La  abertura  superior 
ó  boca  remata  en  dos  huecos  adheridos  al  asa  por  la 
parte  inferior,  ú  causa  de  haberse  roto  los  (ubos  prolon- 
gados que  la  formaban.  Las  partes  salientes  representan 
bajos  relieves. 


—  30.  —  Vistosa  vasija  de  forma  angular,  de  color  negrota 

el  fondo  y  con  dibujos  blancos  caprichosamonte  ejectt- 
tados. 

Lámina  VI. 

FIGURA  31.  —  Ánfora  de  doble  cuello  representado  por  dos  tubos. 
Hacia  la  parte  media  de  ellos,  y  como  adorno,  un&íigurt 
con  la  cuid  quisieron  imitar  la  forma  de  un  pájara, 

—  32.  —  Cántaro  de  tierra  cocida,  muy  fino,  de  peso  li^fo, 

de  color  rojo  de  lacre  con  algunas  lineas  blancas*  ImitA 
una  mujer  on  cuclillas  y  en  estado  do  preñez, 

—  33.  —  Tubo  de  tierra  cocida.  Tiene  muchos  colores,  ador&of 

lineales  y  una  abertura  igual  por  ambos  extremos, 

—  54.  —  Vasija  en  forma  de  cilindro,  abierta  por  un  solo  cabo, 

con  adornos  de  bajo  relieve  que  forman  ángulos  refo* 
lares.  Color  uniforme  en  toda  la  pieza.  Las  hay  de  dis- 
tintos tamaños. 

—  io.  —  Taza  en  forma  de  canastilla,  bien   adornada  y  ét 

excelente  gusto.  Los  paredes  que  vienen  del  pie  llegan 
hasta  cierta  altura»  y  déla  parte  interior  salo  uDa cu- 
bierta en  forma  de  arco  hacia  el  centro.  Hacia  la  w> 
tad  se  levanta  el  cuello,  y  cubierta  y  cuello  esl/ 
nados  con  lineáis  de  colores.  Tiene  dos  asas  ele^ 
debajo  otras  dos  con  agujeros  para  colgarla. 

—  3*1  -^  Taza  no  menos  elegante  que  la  anterior;  varia ttt 

poco  en  la  forma  y  carece  de  cubierta.  Tiene  bajd 
relieves  y  dos  asas  con  sus  huecos  correspondientes. 

Lámina  VII. 

FIGURA  37.  —  Representa  la  forma  de  una  canasta  bástanla  pt^ 
fecta;  en  la  base  tiene  dos  ranuras  que  dejan  \aM  i 
adorno.  Es  de  bajo  relieve  y  de  color  anaranjado.  Hif 
variedades  de  esta  clase. 

—  38.  —  Busto  de  color  gris,  bastante  iino,  con  el  cu.i 

quisieron  imitar  la  cabeza  del  mono.  Es  fragKi^«^- 
una  pieza  más  grande,  y  parece  haber  estado  c<i^ 
adorno  en  uno  de  los  lados  de  ella. 

—  30.  —  Esta  figura,   al  parecer,    imita  ua  pato  y  m  i^^ 

mismo  tiempo  ánfora  con  abertura  por  encima.  La 
es  regularmente  fabricada,   el  color  i*ojo  de  lacret 
los  adornos  en  forma  de  líneas  parece  r]iio  nreti^iiil 
imitar  las  plumas. 

—  40.  —  Pieza  bastante semejanieá Ja  cabeza  de  uní 

apenas  un  pedazo  de  otra  mayor,  y  esta  EubrlcadA 
ccuyulosidad  y  arte. 


-  773  — 

—  41.  ^ —  Aafara  de  dimensiones  pequeñas.  Su  trabajo  es  per- 

fecto* Es  de  loza  íina  y  está  adornada  con  líneas  que  en 
algunas  partes  son  casi  niicroscúpicas.  A  los  lados  en 
donde  están  dibujados  dos  puntos,  hay  huecos  que  ser- 
vían para  Buspenderla. 

—  42*  —  Pieza  en  forma  de  alcarraza,  bastante  bien  trabajada. 
Este  utensilio  doméstico  está  bien  barnizado,  tiene  color 
rojo,  descansa  sobre  cuatro  pies,  con  los  cuales  quisieron 
imitar  pechos  de  mujer.  Los  dos  tubos  superiores  están 
rolos  y  carece  de  asas,  que  debió  tener,  como  lo  prueba 
la  ruptura  de  ellas. 


Lámina  VIII. 

GURA  43.  —  Ánfora  que  imita  la  iigura  de  un  hombre.  Tiene  los 
adornos  propios  de  la  categ'oría  del  personaje  represen- 
tado, Las  orejas  están  horadadas,  y  la  abertura  superior 
presenta  una  parte  rota.  Mueble  íino  y  do  ligero  peso. 

44»  —  El  cuerpo  de  este  mueble  representa  una  tinaja,  del 
interior  de  la  cual  sale  la  cabeza  do  una  mujer^  con  fac- 
ciones que  revelan  sufrimiento.  No  tiene  por  adorno 
sino  algunas  líneas  á  los  lados  de  la  cara. 

45,  —  Taza  en  forma  de  canastilla,  compuesta  de  dos  piezas 
sobrepuestas  y  con  agarraderra  en  forma  de  arco  en  la 
parte  superior.  El  color  es  uniformemente  anaranjado. 
Esta  embellecida  por  líneas  armónicas,  y  es  una  de  las 
mejores  mueslras  extraídas  de  los  sepulcros  antiguos. 

Í6.  ^-  Un  tubo  con  dos  aberturas  iguales,  una  para  cada 
extremo.  Presenta  al  frente  una  cara  huma u a  y  está  pro- 
vista de  líneas  y  puntos  metódicamente  colocados. 

47,  —  ídolo  en  forma  do  ánfora,  hueco^  hincado  sobre  una 
rodilla;  tiene  rostro  humano  y  las  orejas  con  loa  aguje- 
ros acostumbrados.  Carece  de  adornos. 

48.  —  Alcarraza  por  su  forma ;  es  de  color  rojo  con  dibujos 
negros.  Este  objeto  es  sumamamente  fino.  Sobre  la  parte 
superior  tiene  dos  tubos^  y  central  á  éstos  el  asa,  como 
para  juntarlos  ó  sujetarlos. 


(  i  1 


PIEDRA 

Lámina  IX. 

FIGURA  1,  —  Una  caja  ciuidrilonga,  hecha  de  síenita  granítoidc, 
Es  de  trah;íjo  esmeradísimo,  bien  i)ulida  y  artística* 

—  2.  —  Caja  como  la  anterior. 
3.  —  Cineel  de  piedra  ó  bruñidor.  Hay  de  éstos  construi- 
dos  de  esquisto  cretáceo,  de  gres,  de  fonolita,  de  cuarzd 
lidio,   de  ágata  etc.,  y  entro  ellos»  algunos  de   porfe 
ejecución. 

—  4.  —  Itegatón.  Los  hay  de   diversos  tamaños^  ejecutado 

de  diversas  rocas.  Hay  también  hachas,  escoplos,  buriled 
moldes  y  lanzas,  y  punzones  para  Hechas, 

—  h.  —  Cornerina  roja,  cilindroide,  perforada  por  el  centro,^ 

para  pasar  un    hilo    de    oro  y    darle  uso  de   ¿.arcille 
Linda  joya. 

—  ü.  —  EscoÜna  propia  para  pulimentar  las  obras  de  tierr 

amasada. 


TUMBAGA 
« 

Lámina  X. 

FIGURA  1.  —  Reproduce  la  fiürura  de  un  hombre  cuya  cabeza 

adornada  con  una  diadema  provista  de  lincas  oblicuas 
simétricamente  dispuestas.  Los  extremos  do  la  diadec 
descansan  sobro  las  ore^jas;     lincas  casi    microscópk 
representan  la  dentadura ;  á  los  lados  del  tronco  hay  do 
apéndices  en  Ogura  de  cetros;  en  la  parto  superior  « 
pocho  una  faja  lujosamente  franjeada;  hacia  las   partí 
naturales  la  hojti  t!e  higuera;  los  muslos  y  piernas,  tt(i 
viados  con  fajas  ó  cin lillas  de  oro*  Esta  pieza  parece  \ 
la  imagen  de  un  personaje  de  importancia. 

—  2.  —  Es  una  figura  que   parece  represenlar  la  ji 

La  corona,  siiiibola  real:  una  pesa  en  cada  mano ;  ^ 
brazos  que  imitan  la  parte  anterior  de  un  trona,  y 
pecho  sencilla  pero  lujosamente  vestido. 

—  :í,  —  Chaguala  ó  pendiontt^  para  orojas  y  nariz  con  un  .i)tó_ 

relieve  al  centro.  Joya  de  uso  común. 

—  4.  —   Gran  placa  que  debii'i  deservir  como  nihigiua  nulii 

ó  como  signo  de  al.í^una  otra  jerarquía  social.  Est«  lániir 
es  muy  bien  pulimentada  y  parece  haber  sido  extendi4 
á  cilindro,  como  muchas  otras»  Tiene  ojal  superior  ¡ 
suspenderla  al  pecho. 


—       I> 


5.  —  Imagen  do  un  animal  semejante  al  perro  mudo.  Esto 
objeta  no  parece  haber  sido  hecho  de  tumbaga  fun- 
dida, sino  estampado  en  molde,  como  sucede  con  otras 
do  oro  de  mayor  mtVito. 

—  Parece  que  hul>ierari  querido  representar  con  esta 
ti  gura  el  hocico  y  parte  anterior  de  un  jabalí  ó  puerco 
montes,  cuyos  dientes  y  ojos  son  visibles.  Tiene  asas  para 
ser  llevada,  y  pudiera  servir  de  candolero.  Los  dos 
relieves  que  están  en  e!  centro  de  la  parto  plana,  imitan 
las  cejas,  lo  que  puede  notarse  mejor  viendo  la  figura 
en  sentido  inverso. 


Lámina  XI. 


FíorRA  7 


—         8 


^     11 


1^       12 


—  Fragmento  de  una  pieza  de  mayores  dimensiones, 
cuya  interpretación  parece  difícil,  ano  ser  que  se  tome 
como  adorno  ó  insignia  mil  i  lar. 

—  Fiírura  anfdoga,  con  diferencia  de  sexo^  á  la  que 
lleva  el  n"  2  en  esta  misma  serie. 

—  I  maleen  de  un  pez  de  agua  dulce,  coniún  en  los  rios 
y  riachuelos  de  Antioquia.  So  le  llama  corro/ic/to  por  lo 
áspero  de  la  piel. 

,  Águila  do  dos  cabezas,  su  mámente  bien  trabajada. 
Resalta  la  semejanza  viéndola  a  la  inversa,  pues  parece 
volar  de  alto  á  bajo  para  coger  una  presa.  Obra  estampada. 
¡Mexicana?) 

—  Pez  de  agua  dulce,  raro  ó  desconocido  hoy  en  las 
aguas  antiofiueñas, 

,  —  Iliaca  do  íigura  circuhir,  agujereada  en  la  parle  alia 
como  pura  ser  suspendida* 


Lámina  XII. 

13.  —  Tres  gr;todcs  pcrsoníijes,  y  dos  más  a  los  lados  que 
parecen  subalternos.  ¿Es  cuadro  de  carácter  religioso? 
¿  Es  fragmento  de  una  galería  histórica  ?  No  sabemos. 


ORO 


Láxnina  XIIL 

FIGURA  1.  —  Escudo  estampado  en  lámina  de  oro  fino,  con  h 
imagen  do  una  rana  al  centro.  Horadado  como  conde- 
coración * 

—  2,  —  El  mismo,  más  prolijamente  ejecutado. 

—  3.  —  Ciiaguala  ó  arilloi  laminado  á  cilindro  y  de  rormii 

sencilla* 

—  4.  —  Lámina  circular  de  oro  fino  con  abertura  al  centro. 

Adorno, 

—  5,  Imitación  de  un  clavo  común. 

—  6.  —  Chaguala  ó  arillo  de  loa  conocidos  con  el  nombre  de 

argolla;  estilo  común,  adorno  de  orejas  y  narices. 

Lámina  XIV. 

FIGURA  7.  —  Imitaíjión  de  un  sombrero.  La  faja  exterior  blanoi 
imita  el  ala,  la  central  sombreada  es  cóncava  y  corres- 
gonde  al  fondo  de  la  copa. 
8.  —  Figura  sonciüa  de  una  laminita  de  oro  puro  perfet> 
lamente  pulimentado,  como  lo  son  en  general  todas  las 
de  esta  especie.  La  usaban  para  ponerla  sobre  la  frente  y 
sontenercon  ella  la  corona  de  plumas. 

—  9,  —  Chaguala  en  forma  de  argolla,  cilindrica  y  tubular. 

Tiene  una  ranura  on  la  parte  interna,  por  donde  sin  duda 
sacaron  el  molde  de  barro  quo  contonia. 
10.  —  Zarcillo  liso,  de  forma  aplanada. 

—  11.  —  Chaguaia  como   la  fig.  3  de  tumbaga,  con  una  bjn 

más* 

—  V2,  —  Chaguala  que  se  parece  en  la  parte  central  li  la  ante- 

rior. Tiene  dos  atas  de  oro  bruñido  á  manera  de  bigotes, 
con  cuyo  nombre  son  conocidas. 


Lámina  XV. 

FIGURA  13.  —  Gancho  de  oro  fino  y  de  la  misma  forma  do  los  qm 
hoy  usan  las  mujeres  para  prenderse  el  peinado. 

—  14.  ^  Lámina  de  oro  bruñido,  perforada  en  la  parte  8U|iq^ 

rior^  con  relieves  concéntricos  á  la  abertura.  Objoloi 
adorno. 

—  15.  —  Lámina  de  oro  semejante  á  la  de  la  fig.  8  de  i 

serie,  y  probablemente  destinada  al  mismo  uso. 


~-    i  i  i    ^ 

^^^ÍG,  —  Aderezo  propio  para  collaree.  Forma  somej ante  ¿i  lo 
que  los  franceses  llaman  bénitíer.  Tal  vez  cargaban  sus- 
tancias  aromátiras  en    !a  cavidad  inferior 

—  Cuenta  de  oro. 

—  Arracada  de  resorte. 


i 


Lámina  XVI. 

FIGURA  lU-  —  Diadema  muy  chica,  especie  de  juguete. 

20.  —  Placa  bruñida  un  poco  convexa^  y  agujereada  para 
servir  de  adorno. 

21.  —  Chaguala  semejante  á  la  \1g,  12  de  esta  serie. 

22.  —  Anzuelo  de  oro. 

23.  ^  Lámina  de  oro  en  forma  de  cucurucho»  horadada  y 
propia  para  ser  suspendida  en  el  aire ;  y  como  se  hallan 
muchas  de  éstas  en  los  sepulcros^  se  cree  que  las  lleva- 
ban como  instrumento  mútíico  en  sus  danzas,  ó  las  col- 
gaban formando  líneas,  para  que  en  el  primer  caso  el 
movimonto  del  cuerpo,  y  en  el  scírundo  el  del  aire,  pro- 
dujeran sonido  armónico. 

24.  —  Caprichosa  representación  de  un  lagarto,  con  argollas 
colocadas  en  distintos  sitios,  para  colgarlo  como  adorno. 
Lleva  fajas  de  alto  relieve. 


Lámina  XVII. 

_FIGURA  25.  —  Chaguala  bii^ote. 

26.  *—  Represe ntíición  curiosa  de   un   personaje  destinado 
tal  vez  á  simbolizar  algo  relativo  á  las  costumbres,  reli- 
gión etc.,  etc.  Nosimrcee  de  difícil  interpretación. 
27*  —  Lámina  de  oro  puro  muy  bien  bruñida;  es  un  ador- 
no ó  condecoración. 

28.  —  Del  mismo  carácter  de  la  anterior;  figura  caprichosa 
y  un  poco  semejante  á  la  de  la  fig.  4,  serie  de  tum- 
baga. 

29,  —  Imagen  del  pavo  americano  ó  paují. 
30*  —  Chaguala   rica  en    pormenores  de    filigrana.   Pieza 

fundida. 


Lámina  XVIIL 

IGURA  31.  —  Zarcillo  en  forma  de  Oor  do  batatilla  (conuoíuufits). 
32.  —  Zarcillo  do  otra  forma. 
--      33.  —  Lámina  de  oro  punteada  metódicamente,  y  cual  si 
hubiese    sido  fabricada  con  alguna   intención  especial, 
como  instromenlo  de  contabilidad,  de  peso  elc.i  etc. 


-  778  - 


—  34.  -*  Lámina  do  oro  de  genopo  análogo  al  de  laa  hí^uí.u 

8  y  15,  En  este  grupo  se  liallari  varias  fajas  que  Megan 
por  progresión  creciente  hasta  \eínto  centímetros  dt 
anchura.  Parece  ser  que  sirvieran  unas  como  pulseras, 
coQio  brazaleLea  otras,  y  como  cinturones  para  sostcuer 
los  adornos  de  pluma  que  los  indígenas  acostunibrabaa 
llevar  ca  la  cintura  en  sus  festividades  y  combates, 

—  :í5.  —  Placa  bruñida,  con  dos  orilicios.  Adorno. 

—  36.  —  Ucpresenta  un  cascabel  de  oro,  cuyo  sonido  m 

es  claro  y  distinto*  No  es  raro  hallarlos  ccu  .--- 
ranas  esculpidas  de  alto  relieve  y  colocadas  en  uno  y 
otro   lado. 

Lámina  XIX. 

FIGURA  37.  —  Piedra  (lapizlázuli)  encastada  ©n  marco  de  oro  co» 
entorchado  on  la  parte  superior;  entorchado  hueco,  como 
para  pasar  un  hilo, 

—  38,  —  ¿Un  cetro? 

—  39.  —  Otro  anzuelo.  Los  liay  d©  tamaños  iguales áloB  que« 

venden  ou  el  comercio. 

—  40.  —  Tallo  ó, alambre  de  oro  que  parece  destinado  ú  la  fabñ- 

cación  de  anzuelos. 

—  41,  —  Imitación  de    un   barrí  lito   curiosamente  írabajatlo. 

Juguete, 

—  42.  —  Tubo  Bemiciündrico,  abultado  iiacia  la  parle   ruedi^ 

Parece  haber  ¡sido  insignia  de  mando.  Los  hay  con  dJbujoi^ 
y  relieves  de  hechura  esmerada. 


Lámina  XX. 

FIGT  liA  43,  —  Adorno  para  garganta  y  pecho* 
44.  —  Alfiler  ó  prendedor. 
^      i5.  —  Zarcillo  en  forma  de  campana;  peso  leve,  obra  cU 
fundición, 

—  'iíj*  —  Tres  patos  en  actitud  de  andar  por  tierra  plcoleando 

—  47.  —  Chaguala  de  licchura  distinta  á  las  anteriores. 
48.  —  Imagen  de  la  rana,  perfectamente  imitada. 

Lámina  XXI. 


FIGURA  41»,  —  Zarcillo  semejante  al  de  la  £g.  31  de  esU  serie. 

—  50.  —  Imitación  del  porro,  de  la  marleja  ó  do  oteo  cuAdrii* 

pedo  semejante. 

—  5}.  —  Chaguala. 

52.  —  Chaguala  argoUa. 


—  779  - 

_      5:í.  —  Escudo  diestra  y  ricamente  trabajado.   01>ra  estam- 
pada. 
54,  —  Variedad  de  chagualas. 

Lámina  XXII. 

IGURA.  55.  —  Pedazo  de  un  ídolo  de  difLcíl  interpretación. 

—  56.  —  Chaguala  primorosa  y  simple  mente  fabricada, 

—  57*  —  Otra  de  mayor  lujo  artístico. 

—  58^  ~  Una  igual  en  arte,  pero  más  elegante. 

—  59.  —  Di  ge  de  oro  para  collares, 

^       60.  —  Principio  para  la  rabricación  de  un  ídolo. 

Lámina  XXIII. 

riGURA  GK  —  Parece  ser  la  imagen  imperfecta  do  una  rana,  vista 
por  la  espalda  y  cóncava. 
G*2.  —   Cbagualadc  poco  mcrito,  pero  de  bastante  espesor, 
03,  —  Chaguala    argolla  para  adorno  de  las  orejas,  por 
presión. 

—  g4^  —  Eata  tigura  parece  haber  sido  destinada  para  Hevar 
perfumes,  y  tiene  forma  análoga  á  las  pilas  caseras  para 
conservar  el  agua  bendita. 

65.  —  Chaguala  para  la  nariz. 

Ü6,  —  Chaguala  á  manera  de  bigote.   Las  hay  do  diversos 

tamaños^  y  tan  chicas  que  parece  fueran  destinadas  á  los 

niños. 
^      67.   —  Placa  circular  de  oro,  punteada,  con  argolla  central 

de  forma  espiral.  Servía  como  arillo. 


Lámina  XXIV. 

?1GUUA  68.  —  Fragmento  do  una  gran  pieza  fundida,  y  do  forma 
apropiada  para  colocarla  en  la  parte  anterior  del  pecho, 
como  adorno  de  lujo  y  á  la  manera  con  que  se  usan  los 
encajes  para  embellecer  los  vestidos  de  hoy. 
no,  —  Figura  humana  en  actitud  suplicante  ó  deprecatoria. 
La  auréola  de  x^ayos  que  rodea  la  cabeza,  ¿signiikariu 
sacerdocio  ó  santidad  ? 

—  Imagen  de  un  esqueleto.  Tal  vez  recuerdo  mortuorio 
conservado  en  el  hugar. 

—  Cetro  de  rica  hechura, 
,  —  Adorno  central    de    una   diadema.    Es   posible   que 

hiciera  el  oficio  de  las  hebillüs  de  hoy. —  72  y  7*2  hh  :  dos 
ídolos  de  dificii  interpretación. 


—  780  — 


Lámina  XX V, 

FIGURA  73.  —  Botella  de  oro  íi  no  hallada  al  excavar  un  sepulcro»^ 
el  sitio  denominado  Pajarito,  entre  Yarumal,  Campa- 
mento y  Ang'ostura.  La  guacn  en  queso  halló, correspon 
día  a  un  gran  pueblo,  y  entre  oirás  tumbas  de  las  que  < 
componían,  hubo  objetos  de  gran  precio,  de  los  que  pu 
blicamos  algunos. 

La  botella  grabada  en  esta  lámina  tiene  un  pie  de  ahur 
y  la  forma  que  íielmontc  dibujamos.   Su  capacidad  pa:  i 
líquidos  es  igual  á  la  de  una  botella  común;  en  la  par¡ 
superior,  la  boca  ó  abertura  esta  rodeada  por  cuatro  eaW- 
ras  do  oro  que  descansan  sobre  base  del  mismo  mtU 
bajo  la  base  principia  el  cuello,  guarnecido  por  un  rodc! 
que   termina  hacia  la  parte  inferior  sobre  una   troncill 
de  oro  sumamente  graciosa,  y  fijadn  con  soldadura  tt-< 
mismo  metal   y  de  alta  ley.  El  cuerpo  principal  de  1^ 
obra  equivale  a  las  tres  cuartas  partes  de  una  esfeñi  íK 
precisión  geomú  trica,  y  la  baso  sobre  que  descansa,  es  un 
ingenioso  enrejado  de   hilos  de  oro,  sobre  un  plano  cir 
cunscrilo  en  la  circunferencia  por  una  trenza  escrúpulo 
sámenle  labrada. 

La  superficie  de  esta  botella  es  tan  bruñida  y  tcr»^ 
que  reOeja  perfectamente  la  imagen  del  observador»  lU) 
quien  haya  dicho  al  estudiarla,  que  Benvcnuto  Cellíai 
la  habría  tomado  con  placer  como  obra  ealida  de  sof 
manos. 

Había  en  el  mismo  santuario  muchos  instrumenlfli 
de  picdríi  y  de  tierra,  desgraciadamente  perdidos  pi» 
la  ciencia. 

Lámina  XXVI- 

FIGURA  74.  —  Obra  indígena  hecha  probablomonte  después  dt  1* 
ConquísUi.  De  las  prolongaciones  de  una  erux  dcM^lu 
que  guarnece  la  cabeza,  y  como  detriis  de  ellaSt  so  vt  di 
frente  la  cabeza  de  un  guerrero  que  lleva  por  catioo  k 
misma  cruz,  y  por  celada,  ó  mas  bien  visera  caída  do  ettig 
una  pieza  navicular  que  correspondo  por  su  centro  á  li 
parte  media  de  la  nariz.  Esta  lámina  ó  pieza  doarnudtif* 
desciende  hasta  la  parte  superior  del  pecho,  y  déscaii^ 
por  su  base  sobre  una  espocio  de  cota  de  muIlASy  qvt 
tiene  á  los  lados  dos  prolongaciones  ascendentes  de  Qtri 
pieza  que  parece  servir  de  peto.  Con  la  mano  dererhi 
sostiene  una  que  parece  lanza^  mientras  que  con  ^ 
izquierda  lleva  otra  pieza  distinta,  no  ee  sabe  btená 


-  781  — 

espada  ó  escudo.  Hacia  hi  inserción  oiediana  de  los  mus- 
los y  caderas  tiene  dos  placas  sobropoestas.  Las  rodil ías 
son  salientes  y  está  sentado.  Esta  figura  debe  repre- 
sentar la  de  un  jsruerrero  español,  ó  su  signiíicacíón  queda 
desconocida  para  nosotros.  Sin  embargo,  hay  que  adver- 
tir que  los  rasgos  íisonómicos  corresponden  más  bien  á  la 
raza  indígena  qne  á  la  caucusica. 

—  75.  —  Imagen  de  un  águila  real.  Por  los  adornos  que  lleva 

en  la  cabeza,  y  por  su  forma,  parece  ser  ¡dolo  mexicano. 

—  76.  —  Placa  delgada  de  oro,    cóncava  por  un  lado  y  con- 

vexa de  otro.  Las  pocas  líneas  que  lleva  al  centro  repre- 
sentan un  esqueleto.  Está  bordada  en  su  circunferencia 
por  puntos  estampados.  ¿  Signiíica  luto  ? 

—  77.  —  ídolo  de  íiechura  semejante  al  de  la  íig,  75. 

—  78.  —  Imagen  de  la  tortuga. 

—  7í).  —  Tubo  do  oro  Uno,  de  aplicación  desconocida. 


Lámina  XXVII. 

FIGURA  80.  —  Pieza  de  oro.  Figura  humana,  corona  en  la  cabeza, 
ento  re  liados  en  las  partea  laterales  de  la  cara,  dos  pro* 
longaciones  que  descansan  en  dichos  entorchados  y 
ascienden  hasta  más  arriba  de  la  corona,  como  si  fuesen 
la  parte  superior  de  nna  silla.  Posición  sentada;  lleva  en 
cada  mano  un  cuerpo  que  parece  imitar  una  mazorca. 
8imbolo  quizá  de  la  agricultura. 
—  8L  —  Figura  humana,  semejante  á  la  anterior,  pero  con 
más  complicados  y  mejores  adornos.  Lleva  en  cada 
mano  una  botella.  La  misma  posición.  Símbolo  de  las 
artes. 

82.  —  Figura  humana,  como  las  anteriores,  y  muy  seme- 
jante á  la  81.  La  embriaguez. 

83.  —  Pieza  del  mismo  carácter,  con  ligeras  variaciones. 
La  música. 

84.  —  La  extracción  de  esta  pieza  es  la  misma  que  la  de 
las  anteriores.  Lleva  en  lugar  de  corona  ordinaria  un 
aro  con  laminillas  de  forma  oval,  pendientes  de  su  cir- 
cunferencia, y  entorchados  en  los  partea  laterales  do  la 
cara;  sostiene  con  ambas  manos  una  vara  con  cuatro  lá 
minas  de  oro  de  forma  cuadrada  pendientes  de  ella  por 
ganchos,  y  descansa  sobre  un  pedestal,  á  cuyo  frente  hay 
otra  vara  paralela  á  la  anterior  con  láminas  iguales  y 
correspondientes.  Las  rodillas  y  partes  inferiores  de  las 
piernas  llevan  anillos  de  relieve, también  de  oro.  Se  creo 
que  simboliza  el  inventor  délos  tejidos. Otros  piensan  que 
el  comercio. 


-  85*  —  La  p:irte  central  de  un  circulo  de  piedra  de  color 
oscuro.  Tiene  la  imagen  de  una  cara  humana  de  cuyii 
sienes  penden  dos  cadenas  de  oro  sumaníionto  viütOMS. 
Pensamos  que  se  trata  de  un  ídolo  que  representa  U 
luna. 

Lámina  XXVIII^ 

FIGURA  86.  —  Un  rico  vaso  compañero  de  la  botella  dibujada  eii 
la  lámina  25.  Las  trenzas  que  bordan  la  base  y  cuello 
son  elegantísimas,  las  curvas  que  lo  circunscriben  cate* 
ramente  geométricas,  y  sobre  la  abertura  superior  llevi 
esferas  y  cuerpos  mamelonados  de  oro  adlierrdos  á  otros 
centrales.  Tiene  semejanza  con  un  frutero  común. 

Lámina  XXIX. 

FIGURA  87*  —  Faja  de  oro  fmo  dividido  en  zonas  paralelas,  rcprc* 
sentadas  por  cuadrados  en  la  parte  superior,  y  por  cua- 
driláteros terminados  en  ángulos  ai^udos  hacia  la  |»^fte 
inferior.  Estos  dibujos  son  los  mismos  que  adornan  el 
vaso  representado  en  la  lamina  31,  y  tienen  el  mismo  ori- 
gen. Hay  en  esta  pieza  pormenores  de  dibujo  suní' 
monte  curiosos,  semejantes  todos,  pero  casi  todos  cll 
desiguales.  El  conjunto  es  bello.  ¿  Por  vcntm\i  no  liil 
nada  escrito  en  esa  pieza  ? 

Lámina  XXX. 

FIGURA  88.  —  Sencillo  y  admiraiile  vaso  de  oro  lino.  Todo  él  no» 
parece  notablemente  artístico.  La  buso  sobre  que  descaa- 1 
sa  es  de  mano  de  maestro,  las  curvas  de  riguroaa  cxacU* 
tud,  la  trcnz  i  do  oro  «[uo  ío  ciTie  en  la  parte  media,  inaj 
bien  ejecutada,  y  para  suspenderlo  u  llevarlo  liene^j 
uno  y  otro  lado  asas  simétricas  do  buen  gusto.  SollCi 
la  lapadíM'a  y  bajo  la  trenza  hay  dos  relieves  poqueftof  di 
gran  sencillez  y  gracia. 

Lámina  XXXL 

FIGURA  80.  —  Espléndido  vaso  do  oro  ílno,  con  dibuJQiAiiilogMÍ| 
los  de  la  faja  ya  descrita.  Este  vaso,  la  faja,  la  botella,  rf 
ídolo  de  la  í)g.  85,  el  frutero  y  otros  objetos  curioiOf. 
son  todos  del  santuario   de  Pajarito,   c^rca  de  Ango»»  I 
tura* 


—  78:?  - 


Lámina  XXXII. 


JUA  90.  —  Sobre  una  lámina  de  oro  fino  fué  estampada  la  fiíju- 
ra  de  este  ídolo.  Está  sentado  en  un  trono  y  tiene  in- 
signias ([ue  parecen  reales.  En  el  reverso,  la  estampa 
aparece  en  sentido  contrario. 


INSCRIPCIONES    SOBRE    PIEDRA 

Lámina  XXXIII. 

JHA  1.  —  Representa  un  gran  fragmento  de  roca  en  el  Alto  de 
los  Micos,  cerca  de  Titiribí.  Hay  muchas  inscripciones 
del  mismo  género  en  el  mismo  sitio;  pero  casi  todas  bo- 
rradas por  la  influencia  del  tiempo. 

Lámina  XXXIV. 

JUA  '2.  —  Las  rocas  dibujadas  en  osla  lámina  están  en  la  orilla 
izquierda  del  río  Cauca,  en  el  paraje  denominado  La 
Pintada,  y  las  figuras  han  sido  dibujadas  por  el  doctor 
Camilo  Antonio  Echcverri. 

La  parte  marcada  con  la  letra  A,  tiene  seis  metros  de 
largo  por  tres  de  altura  en  su  parte  más  elevada. 

La  correspondiente  a  la  letra  D,  está  dentro  del  río, 
como  á  veinte  metros  de  la  orilla,  y  además  de  la  inscrip- 
ción representada,  tiene  las  (¡ue  siguen  :  «  Año  de  17 

(los  últimos  números  no  se  distinguen)  paso.....  »  'se  su- 
pone que  sería  el  del  Cauca). 

En  el  campo  portenecicMite  á  la  letra  C,  se  hallan,  entre 
otras,  varias  inscripciones  semejantes  si  no  completa- 
mente iguales  á  las  letras  del  alfabeto  chino. 


IMPUENTA    VICTÜH    GÜUPY   Y  JÜUHOAX,    71,    CAI.LK    DE   RENXES. 


Lamina  I 


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CERÁMICA 


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CERÁMICA 


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Lámina  III 


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CERÁMICA 


Lámina.  VI, 


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CERÁMICA 


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CERÁMICA 


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Lámina  IX. 


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Lámina  Jd. 


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TUMBAGA. 


Lamina  JOI. 


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TUMBAGA 


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Lájttina  XIV. 


Lith  WGrwe.Berhr. 


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lámina  XS 


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L imilla  XXI. 


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Lámina  321. 


Lith.WGreve.  Jeriin 


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Lit>i  W.Greve,  Berhn 


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Lámina  XX\'fl. 


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Lith  V  W  Grcve,  ^^t\\^ . 


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Lámina  XXJDE 


Liüi  ^f,  W  r,revB,  Berlín. 

INSCRIPCIONES  SOBRE  PltOR^ 


Lámina  XXXIVr 


Lith  v.W.  Grcve.  Ber'*^-^- 

INSCRIPCIONES  SOBRE  ?\^\i^K.